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La Perspectiva Bíblica de la Autoestima Jay E. Adams En La Perspectiva Bíblica de la Autoestima, Jay Adams responde a la influencia asombrosa de la “psicología cristiana” dentro de los círculos evangélicos de hoy. A pesar de la persuasión religiosa, muchas personas parecen oponerse a lo que perciben que es un enemigo compartido: la baja autoestima. ¡Pero nuestra búsqueda para las respuestas nos ha guiado demasiado lejos en la dirección equivocada, fuera de nuestra posición verdadera en Cristo, y hacia un énfasis peligroso en el yo! Adams examina los fundamentos bíblicos con una exposición clara y aguda de las Sagradas Escrituras relevantes, y le ofrece a la Iglesia y a cada creyente una perspectiva verdaderamente Bíblica. Jay Edward Adams se crio en Baltimore, Maryland. Él se especializó en el griego en la Johns Hopkins University, y ha estudiado en el Reformed Episcopal Seminary, Temple University School of Practical Theology, y en la Universidad de Missouri. Él ha pastoreado iglesias en Pensilvania y Nueva Jersey, dentro de varias denominaciones presbiterianas conservadoras. Él fue miembro de la facultad de la Universidad de Missouri antes de unirse al Westminster Theological Seminary en Filadelfia, y luego al Christian Counseling and Educational Foundation. Sus libros sobre consejería bíblica son bien respetados. 1. Amarás… ¿como a Ti mismo? Los cristianos que han propagado estas enseñanzas de la “autoestima” hacen una exposición poco convincente al encontrar prácticas y principios de autoestima en la Biblia. Mientras que admitimos que fueron los psicólogos incrédulos los que tomaron la delantera, han hecho todo intento posible por obtener cierto apoyo bíblico. Las Escrituras son registradas de arriba abajo y los versículos son torcidos con el propósito de dar cierta clase de credibilidad bíblica a la teoría. Pero la Biblia es usada no para descubrir lo que Dios tiene que decir o lo que debemos creer; sino que, la perspectiva ya ha sido llevada a la Biblia cuando la búsqueda bíblica comenzó. Esta metodología es siempre peligrosa. No obstante ha sido la especialidad de los cristianos que son psicólogos: adoptar un sistema pagano; luego se menciona la Biblia para apoyarla. Primero fue la perspectiva de Freud sobre la “identidad” que

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La Perspectiva Bíblica de la Autoestima Jay E. Adams

En La Perspectiva Bíblica de la Autoestima, Jay Adams responde a la influencia

asombrosa de la “psicología cristiana” dentro de los círculos evangélicos de hoy. A

pesar de la persuasión religiosa, muchas personas parecen oponerse a lo que

perciben que es un enemigo compartido: la baja autoestima. ¡Pero nuestra

búsqueda para las respuestas nos ha guiado demasiado lejos en la dirección

equivocada, fuera de nuestra posición verdadera en Cristo, y hacia un énfasis

peligroso en el yo! Adams examina los fundamentos bíblicos con una exposición

clara y aguda de las Sagradas Escrituras relevantes, y le ofrece a la Iglesia y a cada

creyente una perspectiva verdaderamente Bíblica.

Jay Edward Adams se crio en Baltimore, Maryland. Él se especializó en el griego en

la Johns Hopkins University, y ha estudiado en el Reformed Episcopal Seminary,

Temple University School of Practical Theology, y en la Universidad de Missouri. Él

ha pastoreado iglesias en Pensilvania y Nueva Jersey, dentro de varias

denominaciones presbiterianas conservadoras. Él fue miembro de la facultad de la

Universidad de Missouri antes de unirse al Westminster Theological Seminary en

Filadelfia, y luego al Christian Counseling and Educational Foundation. Sus libros

sobre consejería bíblica son bien respetados.

1. Amarás… ¿como a Ti mismo?

Los cristianos que han propagado estas enseñanzas de la “autoestima” hacen una

exposición poco convincente al encontrar prácticas y principios de autoestima en la

Biblia. Mientras que admitimos que fueron los psicólogos incrédulos los que

tomaron la delantera, han hecho todo intento posible por obtener cierto apoyo

bíblico. Las Escrituras son registradas de arriba abajo y los versículos son torcidos

con el propósito de dar cierta clase de credibilidad bíblica a la teoría. Pero la Biblia

es usada no para descubrir lo que Dios tiene que decir o lo que debemos creer; sino

que, la perspectiva ya ha sido llevada a la Biblia cuando la búsqueda bíblica

comenzó.

Esta metodología es siempre peligrosa. No obstante ha sido la especialidad de los

cristianos que son psicólogos: adoptar un sistema pagano; luego se menciona la

Biblia para apoyarla. Primero fue la perspectiva de Freud sobre la “identidad” que

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se suponía que se aproximaba a las enseñanzas de la Biblia sobre el pecado

original. Luego, desde que Jung hizo declaraciones religiosas hoy y entonces, se

dijo que él estaba “cercano” al cristianismo. (Por supuesto, que su pensamiento

abiertamente se basaba en tales puntos de vista “religiosos” como aquellos

encontrados en el Libro Tibetano de los Muertos fueron raras veces mencionados.)

Luego, los puntos de vista de Carl Rogers sobre el escuchar y la aceptación fueron

fácilmente comparadas a las ideas bíblicas (aun cuando declaraciones en Proverbios

18 y a otros lugares se oponían al pensamiento Rogeriano y a la práctica en ambas

áreas). Luego el conductismo de Skinner fue conformado con declaraciones bíblicas

acerca de la recompensa y el castigo (sin notar el hecho de que lo más reciente

está condicionado por el programa de recompensa y castigo de Dios, y por

consiguiente es totalmente diferente). Ahora, como la última moda pasajera, es el

dogma de la autoestima que se dice ser similar o idéntico a la doctrina bíblica.

Esta inclinación por “encontrar” las últimas ideas psicológicas en las Sagradas

Escrituras es peligrosa por varias razones:

1. La perspectiva extra bíblica recibe autoridad bíblica a los ojos de muchos

cristianos. Para contestar la pregunta con la cual este capítulo comenzó, la

razón por la que tantos cristianos son conducidos a la aceptación de puntos

de vista psicológicos es que a estos puntos de vista se les da un molde

bíblico y son apoyados por pasajes bíblicos que han sido torcidos fuera de su

contexto y los han obligado a dar un servicio que nunca se pretendió que

hicieran. Desafortunadamente, muchos cristianos son conducidos

engañosamente a pensar que la Biblia realmente enseña cosas así.

2. Dios es tergiversado. Esto, claro está, es el hecho más peligroso de todo. Que

los psicólogos cristianos (pocos de los cuales toman tiempo para volverse

competentes en una exégesis seria) puedan utilizar la Palabra del Dios vivo

en una moda tan arrogante como algunas veces lo hacen, y que cristianos

sin discernimiento acepten fácilmente sus interpretaciones es tanto aterrador

como abrumador. Los pasajes son distorsionados y malversados con

descuido; a las Escrituras se les hacen decir lo que el intérprete quiere que

ellas digan; y la Biblia, como si estuviera hecha de cera, es moldeada para

que se ajuste a la última moda pasajera. Hay una cierta falta de reverencia

evidente hacia Dios mismo en este proceso.

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3. Cualquier sistema que se propone solucionar problemas humanos sin la Biblia

y el poder del Espíritu Santo (como todos estos sistemas paganos lo hacen,

incluyendo el sistema de la autoestima) es automáticamente condenado por

la Sagrada Escritura misma. Ni Adler ni Maslow profesaron una fe cristiana.

Ni su sistema depende en alguna manera del mensaje de salvación. Amor,

gozo, paz, etc., son tratados como si no fueran fruto del Espíritu sino

meramente el fruto de correctas perspectivas del yo que alguien puede lograr

sin la Biblia o la obra del Espíritu en su corazón.

Por estas razones el sistema de la autoestima con sus correspondientes

afirmaciones bíblicas debe ser rechazado. No proviene de la Biblia; los cristianos

llamaron a la Biblia mucho después de que el sistema fuera desarrollado por otros

que no tuvieron la intención de basar su sistema en la Palabra de Dios. Cualquier

parecido entre la enseñanza bíblica y la enseñanza de los iniciadores de la

autoestima son tanto inventados como accidentales.

Pero, debido a que los cristianos han tratado de hacer un caso bíblico para este

sustituto no bíblico de la forma en que Dios ayuda a los hombres, debemos tomar

una postura firme sobre los pasajes principales que han sido metidos a la fuerza a

disposición. Hay tres:

1) Mateo 22:36-40,

2) Romanos 6/Colosenses 3

3) Santiago 3:9.

Mateo 22:39b

Conjuntamente con estos versos, también tendremos necesidad de observar el

pasaje paralelo en Lucas 10:25-37.

Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu

Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el

primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo

como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. –

Mateo 22:36-40

Para los propósitos de nuestro debate, el verso más importante es Mateo 22:39b:

“Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Este es probablemente el verso más citado

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por los defensores de la enseñanza de la autoestima. Trobisch, por ejemplo, le

llamó una “orden de amarse a usted mismo,” [1] y dice:

La autoestima es así el prerrequisito y el criterio para nuestra conducta hacia

nuestro prójimo. [2]

¡Esa es una declaración asombrosa! ¡Trobisch no nos dice sólo que Jesús nos

ordenó amarnos a nosotros mismos, sino que no podemos amar a nuestro prójimo

correctamente a menos que primero aprendamos a amarnos a nosotros mismos

porque el criterio, o estándar, por el que determinamos decidir cómo amar al

prójimo es cómo nos amamos a nosotros mismos!

Él tiene la temeridad para decir, “esto [el hallazgo de la psicología moderna de que

el hombre debe procurar amarse a sí mismo] derrama luz nueva sobre el mandato

que Jesús enfatizó colocándolo en el mismo orden de importancia que el amar a

Dios”. En otras palabras, ¡Trobisch piensa que hasta que los psicólogos modernos

descubrieron la verdad en otro lugar: este importante mandato bíblico – en este

aspecto nuevo muy importante – estaba escondido y que no estaba correctamente

comprendido! ¡Por casi 2000 años la iglesia había estado en tinieblas!

En verdad, el verso no dice nada sobre eso. Considere los hechos. Primero, que no

hay ningún mandamiento aquí (o en cualquier otra parte de la Biblia) de amarse a

sí mismo. ¿Le asombra eso? Escuchando hablar a los líderes de la imagen propia,

usted pensaría que la Biblia contiene algo de eso. Pero de hecho no hay ningún

mandamiento aquí o en otro lugar en la Escritura de amarse a sí mismo.

Cristo lo dejó perfectamente claro que él hablaba acerca de dos, y sólo dos

mandamientos. En los versículos 39 y 40 Él habla del “segundo” mandamiento y de

“estos dos mandamientos”. No hay un tercer mandamiento. Toda la Sagrada

Escritura puede ser colgada en dos clavijas: Amar a Dios y amar a su prójimo.

¡Pero las personas de la autoestima crean tres mandatos de Cristo de estos dos! No

hay absolutamente ninguna excusa para tratar las Escrituras de esta manera.

Como si tal distorsión de la enseñanza francamente bíblica no fuese suficiente, van

más allá y hacen los primeros dos mandatos depender de un supuesto “tercer”

mandato. Según el grupo Adler/Maslow, las necesidades de bajo nivel deben ser

satisfechas antes que las necesidades de nivel alto. Esto quiere decir que las

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necesidades de nivel 4 (la autoestima) deben ser suplidas antes que las

necesidades de nivel 5 (auto-realización) lo puedan ser. O, para ponerlo en

términos del versículo que está siendo forzado a entrar en el sistema Adler/Maslow,

usted no puede amar a su prójimo (una actividad de nivel 5) hasta que usted

primero aprenda a amarse a usted mismo (una actividad de nivel 4). Por esto es

que Trobisch sostiene que “que el amor propio es así el prerrequisito” para amar a

su prójimo. Él procede a decir:

Usted no puede amar a su prójimo, usted no puede amar a Dios a menos que usted

primero se ame a sí mismo…Sin amor propio, no puede haber amor para los demás.

[3]

Esta forma de pensar no es limitada a Walter Trobisch. Recuerde la declaración de

Crabb sobre el asunto:

Para ser equilibrado, usted debe alcanzar la etapa de auto-realización. Para

alcanzar esa etapa usted debe pasar primero a través de las otras cuatro etapas….

[4]

Ahora escuche a Philip Captain:

Realmente nuestra habilidad para amar a Dios y amar a nuestro prójimo es limitada

por nuestra habilidad para amarnos a nosotros mismos. No podemos amar a Dios

más de lo que amemos a nuestro vecino y no podemos amar a nuestro

prójimo más de lo que nos amamos nosotros mismos. [5]

Captain aun pule la jerarquía con una distorsión suya: El amor hacia Dios está bajo

la dependencia del amor hacia el prójimo, lo cual a su vez está bajo la dependencia

del amor hacia uno mismo.

En cada una de estas construcciones el escritor está completamente convencido de

que el amor hacia Dios y al prójimo es contingente en el amor hacia uno mismo.

Pero en el pasaje bíblico no sólo no existe un tercer mandamiento, sino que ni

siquiera existe una relación dependiente establecida entre los dos mandamientos.

Ambas afirmaciones de la autoestima son llevadas al texto para cambiar la forma

del mismo; entonces, en su forma cambiada, el texto es metido a la fuerza en el

sistema.

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Jesús realmente presupone un amor propio en este pasaje. Él dice, “amarás a tu

prójimo como a ti mismo.” El mandato es amar a tu prójimo como tú ya mismo te

amas. El verso podría ser traducido [del griego] literalmente, “tú debes amar a tu

prójimo como tú ya mismo te amas”.

Ese mismo amor propio que es presupuesto por Jesús es asimismo presupuesto en

el argumento de Pablo en Efesios 5:28, 29, dónde él insta a los maridos a amar a

sus esposas “como a sus mismos cuerpos”. Él procede a decir:

Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida,

como también Cristo a la iglesia – Efesios 5:29

En otras palabras, todo el argumento de Pablo se conecta con el hecho de que ya

exhibimos amor hacia nosotros mismos.

Lucas 10:29

Comparando Lucas 10:29 con Mateo 22:36-40, aparece una adición contextual

importante. Lucas nos dice:

Pero él [el intérprete de la ley], queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y

quién es mi prójimo?

Después de esto Jesús contó la parábola del Buen Samaritano.

¿Cuál fue el problema del intérprete de la ley? ¿Estaba el sufriendo una baja

autoestima? Todo lo contrario. Lucas dice que “queriendo justificarse a sí

mismo”. Esto es decir que la pregunta que él hizo, “¿Y quién es mi prójimo?” no fue

realmente hecha para pedir información sino para confundir a Jesús. Y note que él

quiso confundirlo a fin de que él pudiera justificar sus propios actos

pecaminosos. Hizo la pregunta, por consiguiente, fuera de un interés propio. Él

estaba a gusto en la condición en la que estaba y no quería dar su tiempo o dinero

a su prójimo. Él deseaba permanecer absorto en sí mismo.

La parábola del Buen Samaritano ciertamente no fue diseñada para fomentar un

mayor interés propio, sino justo lo contrario. El mismo punto de la parábola es que

uno debe amar a su prójimo – o sea alguien necesitado – como a sí mismo. Él debe

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cuidar de las necesidades de los demás y aun debe tomarse muchas molestias por

los demás. Jesús no dijo que con el fin de involucrarse en tal actividad de alto nivel

como el samaritano hizo, uno primero debe llegar a un lugar donde todas sus

necesidades en niveles inferiores fuesen satisfechas. ¿Qué del sacerdote y el

Levita? ¿Estaban deprimidos? ¿Tenían baja autoestima? Claro que no.

Probablemente se consideraban mucho mejores que el samaritano. Su problema

era el mismo del intérprete de la ley: Se amaban tanto a sí mismos que no se

tomarían muchas molestias por alguien más.

Trobisch nos dice que nuestro amor hacia nosotros mismos es el “criterio” así como

también el prerrequisito para amar a los demás. Él explica esto diciendo: “es la

vara medidora que Jesús nos da para amar a los demás. [6] Lo que él afirma es

que cuando Jesús dijo: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, él quiso decir “Haz

las mismas cosas a los demás que haces para ti mismo”. Pero eso no sería correcto

por varias razones. Primero, los criterios para amar a los demás son los Diez

Mandamientos que Jesús aquí resumía en dos:

Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” – Lucas 10:27

Al decir esto todos los libros de la Biblia (la ley y los profetas) podrían ser

resumidos en esos dos mandamientos, él también señalaba las Escrituras como el

ejercicio de los mandamientos en la vida diaria. En efecto, entonces, Jesús decía

que los criterios para amar a Dios y a los demás han de encontrarse en la Biblia – y

no en nosotros.

Claramente debemos amar a nuestro prójimo como la Biblia manda, y no haciendo

las mismas cosas que hacemos a nosotros mismos. Fuera de un amor propio, no

hacemos sólo buenas cosas, sino toda clase de cosas dañinas y pecaminosas a

nosotros mismos: Cometemos adulterio, mentimos, cometemos robo, comemos

demasiado, nos suicidamos, etc. Las cosas que hacemos para nosotros mismos,

entonces, no son los criterios para amar a los demás.

Entonces ¿Qué quieren decir las palabras de Jesús “como a ti mismo”? No hay

pensamiento de criterio en ellos, puesto que, explícitamente, los criterios han de

ser encontrados en Los Diez Mandamientos y en su ejercicio en toda la Escritura. El

pensamiento tiene que ver con intensidad, fervor, y cantidad de amor. Note

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cuidadosamente que Jesús dice que el segundo mandamiento es justo como el

primero (Mateo 22:39). ¿Con respecto a que son semejantes? Primero, que ambos

hablan de amar; ambos son mandamientos a amar. Pero esto no puede ser la

semejanza principal de la cual Jesús señalaba; es demasiado obvio hacer este

punto. Hay una segunda forma en la cual los dos mandatos son semejantes. El

mandamiento de Jesús de amar a Dios “con todo tu corazón, y con toda tu alma, y

con toda tu mente” (v 37) quiere decir con todo lo que usted es y todo lo que usted

tiene. Quiere decir amar a Dios genuinamente y sinceramente, fervientemente e

incondicionalmente. Es en relación a esto que los dos mandamientos “justamente”

se parecen. ¡Cuando a usted se le manda amar a su prójimo como a “ti mismo,”

quiere decir ¡amar tan incondicionalmente como usted se ama a usted mismo!

Ya tenemos un amor ferviente, dedicado, genuino, y sincero para nosotros mismos.

Con los pecadores, este amor es casi siempre excesivo. Ahora, dice Jesús, extiende

la misma cantidad de amor hacia tu prójimo: Ámele “como a usted mismo”. El

argumento equivale precisamente a la argumento que Pablo hace para un marido

amando a su esposa “lo mismo que” él ya ama su propio cuerpo. ¿Cómo debe

hacerse eso? En lo misma actitud ferviente, sustanciosa, y de corazón con la cual

un hombre cuida de él mismo (no necesariamente haciendo aquello mismo para su

esposa que él se hace para sí mismo).

Es claro que Mateo 22, supuestamente el pasaje más firme que apoya la

autoestima, es de hecho el pasaje que realmente señala al movimiento mismo.

Cualquier consideración seria de este pasaje completamente repudia el tipo de

enseñanza de amor propio que vemos hoy.

Para resumir este capítulo, debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros

mismos. Pero Mateo 22:39 no contiene un mandamiento de amarse uno mismo,

puesto que no necesitamos preocuparnos en amarnos a nosotros mismos si

verdaderamente amamos a Dios y a nuestro prójimo. Puesto que el cumplimiento

de estos dos mandatos es el cumplimiento de todo, siempre haremos lo correcto

para nosotros mismos. El amor, en la Biblia, es cuestión de dar: “De tal manera

amó Dios al mismo, que ha dado…” (Juan 3:16); “Él me amó y se dio …” (Gal.

2:20); “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se

entregó a sí mismo por ella…” (Efes 5:25). Porque es de mayor bendición dar que

recibir, los proponentes del autoestima (quiénes defienden el obtener de los demás

y dar a si mismos antes que dar a Dios y los demás) substraen una bendición

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enriquecedora de aquellos que siguen su énfasis no bíblico. No hay necesidad de

preocuparse en como amarse a uno mismo, por tanto tiempo como uno trata

primero de amar a Dios y a su prójimo en un modo bíblico, todo el mórbido interés

por sí mismo correcto aparecerá como un subproducto. Por esto es que la Biblia

nunca nos ordena amarnos. Puesto que la Biblia guarda silencio al respecto,

deberíamos hacerlo también.

2. ¿De un Valor Infinito?

Romanos 6:1-13/Colosenses 3:1-10

Ahora es tiempo de ver Romanos 6/Colosenses 3. Primero debemos pensar acerca

de las secciones de las dos cartas de Pablo. En los pasajes paralelos encontrados en

Romanos 6 y Colosenses 3 el creyente recibe instrucciones de “considerarse” a sí

mismo muerto al pecado y vivo para Dios. A él se le asegura que él es una persona

nueva a los ojos de Dios y que la vieja persona que el solía ser está legalmente

muerta. Además, él es exhortado a ser, en la vida diaria, la persona nueva que él

es tal y como es considerada a los ojos de Dios en Cristo.

Los teóricos de la imagen propia se han dado prisa en atacar estos pasajes,

volviéndolos hacia sus propósitos y dándole poca o ninguna consideración a los

propósitos para los cuales fueron escritos. Es claro aunque en una lectura

superficial de los dos capítulos que Pablo no tuvo intención alguna de enseñar una

doctrina de autoestima. Y ningún cristiano alguna vez ha encontrado tal enseñanza

en estos pasajes por un período de 1900 años hasta que los psicólogos humanistas

les “alertaron” de los dogmas que ellos ahora profesan de encontrar tan

explícitamente lo que allí enseñan. No obstante, los defensores de la autoestima

toman consuelo en lo que ellos piensan que pueden decir estos pasajes.

Un defensor celoso de las afirmaciones del sistema:

Nuestra imagen propia como cristianos, por consiguiente, debe ser de nosotros

mismos como personas que han rechazado decisivamente la manera de vivir

antigua que es llamada el hombre viejo, y permanentemente han adoptado el

nuevo método de vivir el cuál es designado el hombre nuevo.

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En apoyo a esto él se refiere a Romanos 6:11:

“Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en

Cristo Jesús, Señor nuestro.”

Luego, para establecer su punto, él insiste que:

Ésta es una declaración bíblica tan clara de la imagen propia cristiana como uno

puede encontrar cualquier parte. [1]

Si el profesor que hizo esa declaración está en lo correcto, y si no hay una clara

“declaración bíblica” de la doctrina supuestamente encontrada, entonces el

movimiento está en un problema serio. La realidad es que no hay nada claro acerca

de la imagen propia en el pasaje en absoluto.

De cierto, Colosenses 3 y Romanos 6 nos dicen que Dios nos ve a nosotros “en

Cristo” que nuestra posición ante El como el Juez es perfecta; ninguna falla puede

ser encontrada. Hemos sido completamente perdonados cuando creímos, y ahora

Dios nos ve como personas completamente nuevas en Su Hijo. En El todos los

antiguos caminos se han ido y los nuevos caminos se han quedado para siempre.

Todo esto es asombrosamente claro. Pero lo que es también claro es que Pablo no

nos dice a nosotros esto para “hacer que nos sintamos bien acerca de nosotros

mismos” o “para apapacharnos” o “subir nuestra autoestima”. Su propósito

es urgirnos a convertirnos en nuestro diario vivir lo que ya se nos es contado que

somos en Cristo. En otras palabras, él quiere que nosotros veamos que en nosotros

mismos nos quedamos mucho más cortos de lo que estamos en Cristo.

Escuche Romanos 6:1-2:

¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En

ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en

él?

¡El verso 2 suena más como una exhortación que como aun halago! El profesor que

citó Romanos 6:11 fue selectivo; para dar el sentido completo, él debería haber

citado los siguientes versos también. Versículos 12 y 13 continúan el pensamiento

de Pablo:

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No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en

sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como

instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de

entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.

Lo que es claro es que el propósito de Pablo al instarnos “a considerarnos” muertos

al pecado y vivos para la justicia en Cristo debe obligarnos a vivir de una manera

diferente. El “Así también” con el cuál el verso 12 empieza (en algunos textos

griegos) introduce la conclusión a la que deberíamos llegar del hecho indicado en el

verso 11. Pablo no dice, “por eso ustedes deben sentirse bien acerca de ustedes

mismos”. Él dice: “en la vida diaria comiencen a vivir a la altura del estándar alto

de su posición legal en Cristo”.

Pablo, escribiéndole a los Colosenses, indica:

Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios… Haced

morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas,

malos deseos y avaricia, que es idolatría; Pero ahora dejad también vosotros todas

estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca.

No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus

hechos, y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va

renovando hasta el conocimiento pleno”. – Colosenses 3:3,5, 8-10

Otra vez, se afirma el hecho de que la vida antigua ha sido reemplazada por la vida

nueva en Cristo. Y otra vez, justamente como lo fue antes, lo que Pablo hace de

esto es que: puesto que esto es cierto en Cristo, comiencen a vivir en esta realidad

en sus asuntos diarios. No hay ni siquiera una ligera insinuación en estos pasajes

acerca de mirarnos a nosotros mismos como personas de gran valor o acerca de

ganar una mejor imagen propia. Todo lo que él está haciendo es sostener en alto el

ideal (nuestra posición perfecta en Cristo) e instarnos a aproximarnos más

plenamente a ello en nosotros mismos.

¿Nos autorizan estos pasajes a decir alguna cosa como lo que el siguiente escritor

cristiano dice?

…Debemos vernos a nosotros mismos como excepcionalmente maravillosos,

inherentemente valiosos. 2

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¡Seguramente no! El propósito de estos pasajes es mostrarnos el gran vacío que

hay entre lo que somos contados o considerados en Cristo (la justificación) y lo que

somos en realidad en nosotros mismos en nuestro diario vivir (la

santificación), para instarnos a cerrar ese vacío. Ellos son diseñados no para

mantenernos satisfechos con nosotros mismos a fin de que nos podamos

aceptarnos como lo que somos, sino para destruir cualquier autosatisfacción que

pueda existir y para motivarnos a hacer un mayor progreso en la vida cristiana.

¡Nada podría ser mejor diseñado para reducir a fondo cualquier sentido de orgullo,

valía, o satisfacción para la cual pudiésemos aferrarnos y retrasar nuestra

perfección en Cristo y luego pedirnos que comparemos nuestra función real con

ella! Romanos 6 y Colosenses 3 eficazmente atacan la enseñanza de la autoestima

mas que reforzarla.

Estos pasajes, entonces, no fueron escritos para hacernos sentir mejor acerca de

nosotros mismos sino para mostrarnos cómo nos ve Dios en Jesús a fin de

estimularnos a una vida cristiana más consistente. Hay un gran potencial en la vida

nueva que tenemos en Cristo, pero nunca comenzaremos a darnos cuenta de eso si

holgazaneamos pensando qué tan dignos somos.

Santiago 3:9

Ahora iremos a Santiago 3:9 y su trasfondo del Antiguo Testamento encontrado en

Génesis 1:27 y 9:6:

Con ella bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que

están hechos a la semejanza de Dios – Santiago 3:9

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los

creó… El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será

derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre. – Gen 1:27; 9:6.

Las palabras operantes en estos versos son “imagen” y “semejanza”. Los

pensadores de imagen propia se dan prisa en señalar (correctamente) que en estos

pasajes se dice que el hombre es hecho a la imagen de Dios no sólo antes de la

caída sino también después. Puesto que Efesios 4:24 y en Colosenses 3:10 se nos

dice que la imagen de Dios y la semejanza están siendo renovadas en el creyente,

es cierto que la imagen completa y semejanza no permanecen después de la caída;

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no obstante, algo que los escritores de Génesis 9 y Santiago 3 pueden llamar “la

imagen” de Dios y “la semejanza” aun permanece. No es importante discutir las

distinciones entre que es lo que se podría llamar la semejanza moral e intelectual

del hombre y su semejanza constitucional en este punto, puesto que no

contribuyen a nada a la pregunta en estudio. Lo que es seguro es que, en algún

sentido, el hombre aun tiene la semejanza de Dios.

Más aún, nos deja observar que las penalidades y advertencias así como también

las reprensiones y las exhortaciones son aducidas al hecho de que el hombre es el

portador de la imagen de Dios. Aquellos que maldicen a otras personas o atentan

contra sus vidas corren un gran peligro simplemente por ese hecho. Los

proponentes de la autoestima han interpretado estas sanciones bíblicas en una

manera inaceptable.

Escuche para algunos, argumentos de la autoestima:

¿Significa esto (la caída del hombre) que el hombre ahora se convirtió en un ser de

ningún valor? Nada puede estar más allá de la verdad. Aun después de que la caída

del hombre era todavía, considerado un ser de un valor infinito...Las Escrituras…

afirman que aun el hombre caído aun es portador de la imagen de Dios. [3]

Otro escribe:

Aun los escritores del Nuevo Testamento reconocen la imagen de Dios en el

hombre. Santiago advierte en contra de maldecir porque se hecho a la imagen de

Dios.

Él cree que esto – es el fundamento para la autoestima. Somos creados por la

mano de Dios y a Su imagen. [4]

Un tercero habla con entusiasmo acerca de – la nobleza, la singularidad, el

significado, la valía y el significado del hombre.

Todos ellos, nos aseguran – a descansar en el ser hechos a la imagen de Dios. [5]

Es verdad que el hombre todavía está a la imagen de Dios en algún sentido

(aunque la imagen moral e intelectual ha sido tan deformada que debe ser

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restaurada), pero ¿Qué es lo que quiere decir esto? El hecho mismo no dice

absolutamente nada acerca de la autoestima. En ninguno de los contextos en el

cuál la imagen de Dios en el hombre es mencionada hace que el escritor utilice ese

hecho para enseñar las cosas que hemos estado leyendo en las citas de arriba.

¿Cómo puede ser posible extrapolar la idea de que el hombre es “de infinito valor”

del hecho de que él fuese creado a la imagen de Dios? El solo concepto no sigue

lógicamente al otro. Además, la naturaleza del hombre, la cual lleva la imagen de

Dios, no es nunca sostenida como una razón para tener una alta autoestima.

Entonces ¿Por qué somos advertidos firmemente en contra de cometer agresión a

Dios al agredir al hombre, el portador de imagen de Dios? Aquí está el punto crucial

del asunto, y es aquí donde los escritores de la autoestima se pierden.

Considere esto: Le muestro una foto de mi esposa. ¡Si usted la maldice, se burla de

ella, escupe en ella y la rompe – ¡usted tendrá que responderme!

“¿Por qué?” Usted preguntará. “Después de todo, es sólo una foto”.

¡Sí, pero es una foto de mi esposa! Eso es lo que marca la diferencia.

La foto misma – el papel y la tinta, etc.- No es de mucho valor. Vale sólo algunos

centavos. Lo que me incumbe no es la foto misma sino lo que esta representa.

Inherentemente el hombre vale poco; él no es ciertamente de un “valor infinito”.

Ningún ser finito creado, ya sea caído o no caído, no redimido o redimido, lo puede

ser. Las advertencias de Génesis 9 y Santiago 3 no son debido al hecho del valor

infinito del hombre; ¡Más bien, resultan del hecho del valor infinito

de Dios! Deshonrar al hombre y maltratarle debe deshonrar y maltratar a Dios

porque él es hecho a la imagen de Dios. Eso es lo que trae la advertencia y el

castigo. Es la imagen y semejanza del Único o la que es portador lo que tiene

importancia – no del hombre quien porta la imagen y semejanza. Él es meramente

una foto.

Recientemente un estudiante del seminario le dijo a un criminal en prisión quien

pensaba que él era “nadie”:

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William, usted es alguien. Dios le hizo a Su imagen. Usted tiene es de un valor

infinito a Sus ojos. [6]

¿Por qué no le dijo él que él es un pecador que esta en una condición desesperada,

apartado de la gracia gratuita de Cristo, que el Dios infinito que se encarnó y murió

en una cruz para pagar la pena de pecadores como él, y mediante la fe él ahora

podría tener vida eterna?

Puesto que hemos encontrado tales declaraciones como “valor infinito” aplicada al

hombre en más de un lugar, sigamos esa línea de pensamiento un poco más. Se

hacen afirmaciones extrañas hacia el hombre, afirmaciones que uno esperaría

escuchar sólo de panteístas o humanistas que colocan al hombre en el trono de

Dios. Aquí hay simplemente unas cuantas:

… el ser humano es una criatura gloriosa, digna de un valor infinito. [7]

Dios quiere que nosotros nos veamos como un regalo suyo hacia el mundo. [8]

Somos algo precioso que Dios ha hecho. Somos algo exquisito que él ha

planificado. [9]

¿Dónde está el precedente bíblico para usar tal lenguaje? Ciertamente nada como

eso puede ser encontrado en toda la Biblia. ¿Esperaría usted que algún escritor,

hablando en el nombre de Dios, que tuviese el cuidado de hablar como la Biblia lo

hace? A estos escritores, y muchos más como ellos, parecen haberse quitado de

encima toda cohibición en su deseo de glorificar al hombre.

Aquí hay lo que un tercer escritor opina:

Por la creación, cada ser humano es una persona única, de gran valor y

dignidad. [10]

Dejaré estas declaraciones, todas hechas por profesantes evangélicos que están

profundamente involucrados en propagar la enseñanza de la autoestima, hablar por

ellos mismos. Cuando usted pueda encontrar alguna cosa como lo que están

diciendo en las Escrituras usted debería tomarla en serio. Hasta entonces usted

debería tachar sus palabras como totalmente equivocadas.

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Mateo 6:26, 10:31; Lucas 12:7

¿Ocasionalmente el entusiasta de la autoestima se referirá a Mateo 6:26, “No valéis

vosotros mucho más que ellas?” O Mateo 10:31, “más valéis vosotros que muchos

pajarillos.” O Lucas 12:7, “más valéis vosotros que muchos pajarillos.” ¡El

entusiasta luego establecerá el punto diciendo que “¡esta es una declaración acerca

del gran valor del hombre!” Los pasajes se usan para mostrar el “el valor infinito”

del hombre a Dios. ¿Pero es esto así?

Examínelos de cerca; note lo qué dice Jesús realmente. Hagamos dos preguntas: 1)

¿Cuánto valor se dice que debe tener el hombre? 2) ¿A Quién dice que le es de

valor?

En los pasajes Jesús es explícito: Dos pajarillos son vendidos por un centavo, y

cinco por dos centavos. Se dice que el hombre es más valioso que “muchos

pajarillos”. Esto quiere decir que si “muchos” pajarillos significan 500 pajarillos,

usted vale $2.50 a lo sumo; ¡Si quiere decir a 1000 pajarillos, su valor excede a

$5.00! El punto no es el gran valor del hombre sino el gran alcance del cuidado

providencial de Dios. Si se extiende hasta pajarillos, los cuales valen tan poco,

entonces seguramente se extiende hacia el hombre, quien vale más.

La respuesta a la segunda pregunta, ¿A Quién dice que le es de valor? Emerge de la

primera. Puesto que Jesús discute el valor en términos monetarios, es claro que él

habla del valor del hombre (contra del valor de un pájaro) hacia otros hombres. El

pájaro vale un tanto así para el hombre; un hombre vale más. El valor del hombre

para Dios no está en cuestión. El argumento de menor hacia el mayor en la escala

de la persona tiene que ver con la providencia de Dios y no con el valor del hombre.

Si, en Su bondad infinita, Dios cuida pues de las aves del aire, ¿no cuidará El de

usted?, ¿quién, a los ojos de los hombres vale más?

Si los entusiastas de la imagen propia desean decir que Dios cuenta el valor del

hombre para El de manera monetaria, y que este valor tiene importancia en

comparación a los pajarillos, el hecho es que ¡a duras penas hizo un cálculo para

alentar la autoestima de uno! La comparación sólo puede servir para enfriar el

entusiasmo, y no para alentarlo.

La realidad es que estos versos no enseñan nada acerca de la autoestima.

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3. ¿Qué Enseña La Biblia?

Hasta ahora he intentado evaluar el movimiento de la autoestima bíblicamente y

mostrar que, colocándolo en la balanza de Dios, se encuentra deficiente. Usted

podría pensar que el libro terminara en este punto, llegando a una conclusión

natural. Sin embargo, si lo dejara hasta aquí, todo lo que he logrado sería en vano.

No es suficiente incendiar una casa; también hay que erigir otro su lugar. Esto es lo

que ahora trataré de hacer.

¿Cuál es la alternativa bíblica para el enfoque de la autoestima? En una sección

anterior discutí Mateo 6, en donde Jesús mismo colocó por adelante dos formas de

vida contrastantes: La forma pagana y la forma cristiana. La forma pagana tuvo

como su prioridad volviéndose segura y significativo a través de la acumulación de

“cosas” para satisfacer “necesidades”. La forma cristiana pone a Dios y a Su

imperio primero. Pero ¿cómo? ¿Qué es lo que marca la diferencia?

La auto-negación: 2 Timoteo 3:2, Mateo 16:24-25

Jesús expone la auto-negación en vez de la auto-afirmación como la forma para

entrar en una relación correcta con Dios. Rara vez nosotros leemos en la literatura

de la autoestima acerca de la auto-negación, el único énfasis es en el ego que fluye

a través del Nuevo Testamento. Echaremos un vistazo en algunos de los pasajes

cruciales referente a este énfasis bíblico e intentaremos comprender lo que dice

Dios, relacionándolo todo al enfoque de la autoestima.

En 2 Timoteo 3:2 leemos de “amadores de sí mismos” (philautoi). Aquí está la

palabra enlistada junto con un montón de otras aberraciones pecaminosas que

Timoteo tendrá que evitar durante los días de su próximo ministerio. La advertencia

de Pablo es oportuna para los ministros hoy. Probablemente hay un tipo de amor

propio que es claramente condenado en las Escrituras. Puesto que la

palabra philautoi ocurre sólo en 2 Timoteo 3:2, en una lista, sin más explicación, no

podemos descubrir nada acerca de su significado exacto en el contexto. Todo lo que

podemos decir es que conserva una mala compañía con tales características:

“avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos,

impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles,

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aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los

deleites más que de Dios”

Una consideración prudente de la lista en 2 Timoteo 3 le guiará a la conclusión de

que cada una de los elementos en ella (y es mucho más grande lo que he

considerado aquí) se podría mencionar ya sea para tener un enfoque egocéntrico o

para aumentar tal enfoque. Es fácil de ver los peligros del egocentrismo

estudiándolo. Y nos debería afligir pensar acerca de los niños en Grand Rapids o de

otro sitio estimulándolos a pensar que merecen una “palmadita en la espalda” y

darles a entender que se “sientan buenos” acerca de ellos mismos, con lo cual los

introduciría en la misma senda egoísta que Dios condena. Muchos de los problemas

señalados en la lista 2 Timoteo 3 podrían aparecer en sus vidas más tarde como

resultado de alentar, en vez de reprimir, las tendencias pecaminosas que son

propias en la naturaleza humana caída (cf. Proverbios 22:15).

Lo correcto que se ha de promover, según la Palabra de Dios, es la auto-negación.

El mandato para negar el ego ocurre seis veces explícitamente en los Evangelios,

pero el concepto está en todas partes en las Escrituras. Eso es lo que el Señor daba

a entender cuando Él ordenó a sus discípulos a olvidarse de sus intereses y poner

Sus asuntos primero (“buscar primeramente el reino de Dios y Su justicia”).

¿Qué dice Dios acerca del ego? Él dice, “niéguese a sí mismo”:

Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese

a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la

perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará. –Mateo 16:24,26

Esto no quiere decir que una persona deba negar de sí mismo alguna cosa en

particular, como algunos erróneamente suponen (“dejaré la goma de mascar “para

la cuaresma”), sino que quiere decir negar su propio ego (Literalmente “para

decirse que no a usted mismo” o “repudiarse uno mismo”). Si alguna cosa pudiese

estar en contraste conciso con el mandato de Cristo a negar el ego que el énfasis

de auto-afirmación, auto complacencia del que hemos estado leyendo en la

literatura de autoestima, yo no sé lo que es entonces.

Tal como Jesús puso por encima la forma gentil en contra de la forma cristiana de

la vida en Mateo 6, aquí también El contrasta dos caminos completamente

diferentes e irreconciliables. El hecho interesante que no debería faltar es la forma

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antitética de Jesús de indicar este asunto: No hay lugar para el compromiso.

Bastante opuesto de los integracionistas eclécticos, quienes quieren unir y mezclar

tanto como se pueda lo que el mundo tiene que decir con las enseñanzas bíblicas,

Jesús mismo se aparta de la forma de vida pagana (Mateo 6) y de aquellos que no

niegan el ego y le siguen, sino que en lugar de eso quieren “salvar sus vidas”. Esta

antítesis ocurre en cada uno de los relatos del Evangelio (Marcos 8:34-38; Lucas

9:23-25; Juan 12:25). Jesús dice, “Porque todo el que quiera salvar su vida, la

perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará” – Mateo 16:25.

Es difícil de ver cómo pueden afrontar esto lo integracionistas.

Las palabras traducidas “vida” y “alma” (beauton y psuche) ambos significan “ego”

y se refieren a lo mismo. De hecho, son usados de forma intercambiable. (Cf.

Mateo 16:26 con Lucas 9:25. En Mateo se usa Psuche, considerando que en Lucas

es beauton.) Cristo nos dice a nosotros no sólo que digamos no a nosotros mismos

y sí a El (“sígame”), sino que El afirma que le debemos hacer morir el ego

“tomando nuestra cruz” (Lucas agrega “cada día”). Llevar la cruz no quiere decir

hacer algún sacrificio en particular, ni se refiere a alguna carga en particular (“mi

marido es mi cruz”). En aquel día, alguien que leyera esas palabras, sabría

explícitamente que llevar la cruz quería decir una y solamente una cosa: La

ejecución de un criminal infame. Jesús, por tanto, está diciendo: “usted debe

tratarse a ustedes mismos, con todas sus formas pecaminosas, prioridades, y

deseos, como a un criminal, y hacer morir su ego todos los días”. ¡Eso dice algo

acerca de la imagen propia que Cristo espera que nosotros tengamos!

Esa es una medicina amarga para todos nosotros, y especialmente para los

proponentes de la autoestima. Pero es la única cura para una iglesia que

progresivamente se vuelve enferma – de sí misma. La paradoja aparente es que la

persona que enfoca la atención en sí misma perderá todo lo que él quiera conservar

para sí mismo, mientras que la persona que pone primero a Cristo y Sus intereses

es el que gana todo lo que el otro pierde. Ésta es la misma verdad que Jesús

enseñó en Mateo 6. Allí los gentiles celosos buscaban con cautela y preocupación (y

nunca realmente encontraban satisfacción en ello) las cosas que el cristiano, quien

se olvida de sus “necesidades” y pone a Cristo primero, encuentra por “añadidura”.

Un Contraste: Juan 12:25

En Juan 12:25 leemos esto:

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“El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para

vida eterna la guardará.”

Aquí hay una advertencia fuerte. Ciertamente, la promoción de la autoestima es la

misma advertida que se da en contra: “Cualquiera que ame el yo… lo perderá”. En

lugar de amarse así mismo, Cristo dice, que en este mundo deberíamos eliminar el

yo, o, como él le dice aquí, “aborrecerla,” para conservarlo para la eternidad.

Las dos palabras “perderá” y “aborrece” significan realmente la misma cosa y nos

ayudan a interpretar una a la otra. Significan poner a un lado los deseos, intereses,

y preocupaciones propias (aun las legítimas) para hacer cumplir el mandato de

Cristo. “aborrecer” su vida quiere decir “amarla menos,” como explícitamente lo

hace en Lucas 14:26:

Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y

hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo.

Sabemos que la palabra “aborrece” en todos estos pasajes tiene tal significado de

frase paralela en Mateo 10:37, donde en lugar de “aborrecer” leemos:

El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o

hija más que a mí, no es digno de mí.

“Aborrecer” a otra persona o nuestro propio ser equivale a anteponer a Cristo y Su

reino antes que a los demás ó a uno mismo.

Este punto de negar el yo no es un asunto periférico. Golpea duramente el corazón

del pensamiento de la autoestima y el amor propio. En la enseñanza del amor

propio la idea no es meramente que tanto Cristo y el yo pueden ser puestos en el

mismo nivel de prioridad (de las palabras de Jesús es claro que aun esto es

imposible; Él nos llama a escoger entre los dos), sino que antes de que podamos

amar y servir a Cristo primero debemos ser servidos y amados, y nos debemos

amar a nosotros mismos. ¿Puedo haber alguna enseñanza más explícitamente

opuesta a lo que Jesús dijo?

Las consecuencias del dogma de la autoestima son muy serias. Estas palabras de

Jesús dan advertencia de la privación eterna. Uno se pregunta cuántos jóvenes

serán desviados del buen camino, guiado a apartarse del discipulado de Cristo, el

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cuál demanda que eliminar nuestro “yo,” porque se les dijo que “se sintieran bien

acerca de ellos mismos” en vez de decirles que haya un criminal adentro de ellos

que necesita ser ejecutado diariamente. El peligro es obvio según las palabras del

psicólogo que argumentó en contra de las palabras de su cliente, diciéndole a ella

que el “colocar la prioridad de aceptarse a sí mismo es el primer paso que muchos

de nosotros necesitamos tomar” en vez de primero buscar el reino de Dios.

Dios quiere que nosotros “eliminemos” nuestro egoísmo en este mundo

postrándonos mismos incondicionalmente a el servicio y amor de Cristo y de Su

imperio. Habiendo realizado una obra teatral de niños satírica, “una palmadita en la

espalda,” y alentándolos a escribir ensayos sobre lo que les agrada de ellos mismo,

son actividades que dirigen toda la atención al yo. Tal énfasis tan equivocado puede

ser devastador para la educación cristiana. [1]

El discipulado: Lucas 14:25-27

Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no

aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun

también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene

en pos de mí, no puede ser mi discípulo.

Déjeme decir una palabra más acerca del pasaje de Lucas 14:25-27. El discipulado,

el tema en cuestión en todos los pasajes que hemos estado estudiando en este

capítulo, significa el abandono de todas las ataduras – aun los seres más queridos y

más cercanos en la vida. No siempre quiere decir que debamos abandonar a todos

los demás para seguir a Cristo, sino que quiere decir que le debemos tener tal

lealtad hacia El que debemos estar listos en todo momento, si nos llama a hacer

eso. Jesús especialmente lo señala, como si ésta fuera la parte más difícil de todo lo

que debemos hacer, que el discípulo debe renunciar “aun a su propia vida

también”. El punto más grande que se ha de señalar a las personas es el agradar a

Cristo, seguirle, y cumpliendo con Su voluntad. ¡Eso no confundirá a los niños – o a

los demás – o les inducirá al mal camino! Alguien, incluyendo yo, que se interponga

en medio del camino está equivocado.

No puede haber duda acerca del hecho de que Cristo se preocupó por el yo; no es

como si El ignorara el tema. Ciertamente, él pensó que eso era tal importancia que

El habló de ello en la conexión más cercana posible al discipulado y a las

declaraciones definitivas hechas acerca de ello. Aún en todo esto El no dio

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indicación del gran valor del hombre, ni dio lugar para atenuar las circunstancias:

“Usted puede renunciar a todas sus relaciones y me puede seguir después de que

todas sus necesidades hayan sido satisfechas y usted haya aprendido a amarse a sí

mismo”. ¡La misma idea suena ridícula cuando usted la coloca en la boca de Jesús!

Anteponga A Cristo al yo.

2 Corintios 5:15, Romanos 14:7-8

Y por supuesto hay también otros pasajes que hablan de anteponer a Cristo al yo.

Tome por ejemplo, 2 Corintios 5:15:

y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que

murió y resucitó por ellos.

Allí lo tiene usted: Uno ya no debe vivir para sí, como él lo hizo antes de venir a

Cristo. La forma de vida antigua fue postergada en Cristo, y ahora debe ser

postergada en nuestras vidas. El centro de la vida ahora debe ser “para mí el vivir

es Cristo” si bien una vez era “para mí el vivir es mi yo”. ¿Qué podría ser más

claro?

Ahora considere Romanos 14:7-8:

Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos,

para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que

vivamos, o que muramos, del Señor somos.

Otra vez, el punto central del pasaje es que Cristo debe llevar el lugar de yo en la

vida del cristiano. No es que éste suceda en algún sentido sustantivo, por supuesto,

pero en términos de los deseos y la voluntad y cosas por el estilo. Comer y guardar

los días (v 6) no son un asunto en particular; afecta a otras personas, a otros

incluyendo nuevos convertidos. Ningún cristiano debe vivir en consideración a sí

mismo. “¿Qué hay del bienestar del reino y del honor de Cristo?” Es el tipo de

pregunta que él debería hacerse. Su respuesta debe ser, “viviré en tal camino,

cuando haya que tomar una decisión, gustosamente serviré a Cristo y a los demás

primero”. Él debe vivir para Cristo, y, como Pablo dice: si fuera necesario, morir por

El.

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Interesantemente, la última parte del verso 7 habla convincentemente del asunto

del suicidio: “ninguno muere para sí.” Liddon dice que estas palabras quieren decir

Para darle la bienvenida o buscar la muerte como un alivio a los problemas de esta

vida. De este egoísmo en la muerte, el suicidio es la expresión máxima. [2]

Las palabras de Liddon son importantes. Todo el punto de Pablo es que no debemos

hacer nada – vivir o morir – por nuestro yo; todo debe hacerse para Cristo. Un

suicidio muere para sí mismo; ningún suicidio podría hacerse por Cristo. Es debido

a este verso que se sabe que el suicidio es un acto del hombre antiguo, del

pensamiento egocéntrico, que aún a veces (entre los estoicos y algunos

existencialistas modernos) se motivado a hacer.

Holliday, quien se pegó un tiro, y Wanda Williams, quien se ahorcó, ambos

cometieron actos egoístas de homicidio. Le restaron importancia a los seres

queridos, o los estudiantes, o a cualquier otro. Pensaban en ellos mismos como

ciertamente sus notas suicidas indican. No fue la baja autoestima que los liquidó,

sino una consideración demasiada alta por su yo. Dijeron, efectivamente, “soy

demasiado bueno para ser tratado así. Ya no lo soportaré”.

Las Escrituras nos enseñan que los cristianos no poseen nada ni aun sus vidas,

puesto que Cristo las ha comprado. ¡En el momento en que usted entienda mal ese

hecho, y piense que cualquier cosa, aun su ego, es realmente suyo, usted no lo

poseerá – sino que le posee!

La conclusión

El amor mismo es la misma cesación de la vida guiada por la voluntad propia,

egoísta y egocéntrica. Por eso es que viviendo para Cristo y para los demás y

amándoles nos alejará de nosotros mismos. La búsqueda de la autoestima desvía la

atención de uno hacia los demás y así destruir el amor cristiano. En vez de echar

los cimientos del amor (estratos sobre los cuales edifican, como dice el esquema

Adler/Maslow), erosionan todo lo que vale la pena. El amor – preocupación dirigida

hacia los demás – a solas nos pone en libertad del yo.

En contra del énfasis moderno que hemos estado estudiando: la Biblia enseña que

usted correctamente no puede llevarse bien con usted mismo (“encontrarse” o

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“salvarse”) hasta que usted aprenda a amar a los demás. Como siempre, el

pensamiento pagano pone al revés el mandato de Dios.

Jesús deshizo el mito de que podemos amar a los demás sólo después de que

primero nos hayamos amado a nosotros diciendo:

“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los

pecadores aman a los que los aman.” (Lucas 6:32).

En efecto, refiriéndose a los “pecadores” (i.e., los enemigos de Dios), él tipificó, de

una vez por todas, la postura de “yo te amo a ti, si tu primero me amas” como

impía.

Para un cristiano, la alternativa para el amor propio, la autoestima, la valía propia,

y cualquier otra enseñanza egocéntrica que pueda aparecer en el futuro es

claramente la negación del yo. Cuando usted trata de ganarse a sí mismo, usted

sólo lo perderá; cuando usted esté dispuesto a perderse para Cristo, usted se

salvará. Es tan simple – y tan profundo.

Notas

¿Amarás… como a Ti Mismo?

1 Walter Trobisch, Love Yourself (Downers Grove: Inter-Varsity Press, 1976), page

11.

2 Ibid., p. 11.

3 Ibid.

4 Lawrence Crabb, Effective Biblical Counseling (Grand Rapids: Zondervan, 1977),

p. 81.

5 Philip A. Captain, Eight Stages of Christian Growth (Englewood Cliffs: Prentice

Hall, 1984).

6 Trobisch, op. cit., p. 11.

¿De un Valor Infinito?

1 Anthony A. Hoekema, The Christian Looks at Himself (Grand Rapids: Eerdmans,

1975), p. 45.

2 Robert Morey, Death and the Afterlife (Minneapolis: Bethany, 1985), p. 37.

3 Hoekema, op. cit., p. 22.

4 Bruce Narramore, You’re Someone Special (Grand Rapids: Zondervan, 1978), p.

23.

5 Morey, op. cit., p. 37.

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24

6 Bruce Rathbun, un estudiante del Westminster Theological Seminary en Filadelfia.

Reportó en El Presbyterian Journal, abril. 24 de 1985. El nuevo evangelismo de

palmaditas de Schuller ha tenido éxito ampliamente. En un tratado evangelístico

titulado: “Usted Es Especial” se lee: “¡Usted es especial ciertamente! ¡La Biblia

revela el interés total de Dios en usted como un individuo… ¡sí!, ¡usted es de valor

para Dios”! (Ted Grifiin, Good News Publishers, n.d., #6C04).

7 Robert H. Schuller, Self Steem: The New Reformation (Waco: Word Books, 1982),

p. 151.

8 Rouner, Arthur, You Can Learn to Like Yourself (Grand Rapids: Baker Book House,

1978), p. 4.

9 Ibid., p. 5

10 Dennis J. De Haan, Daily Bread, feb. 1985.

¿Qué Enseña La Biblia?

1. Para información acerca de un programa escolar verdaderamente cristiano, en el

cual el énfasis no sea en el yo sino en el ministerio a los demás en el nombre de

Cristo, vea see my Back to the Blackboard (Presbyterian and Reformed Publishing

Co., 1982).

2. 2 H. P. Liddon, Explanatory Analysis of St. Paul’s Epistle to the Romans (London:

Longman’s Green and Co., 1899), p. 262.

Traducción por Armando Valdez © 2008