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~ Luis Millones .© Ali=a E<litori>!, s.A., M>drid 1987

Calle Milán, 38, 28043 Madrid; teléf. 2000045ISBN: 84-206-4214-2Dep6sito legal: M. 32.511·1987Compuesto en Femández Ciudad, S. LImpreso en Lavd. Los Llanos. nave 6. Humanes (Madrid)Printed in Spain

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Palabras iniciales ... ... ... ... ... _... . ..Agradecimientos y dedicatoria .., . ..Capítulo 1: La danza de los milenios ... . ..

1. De Asia a Sudamérica, el largo viaje a los Andes centrales. 13.-2. El control del paisaje: domesticación de plantas y animales, 26.-3. Sedentarismo y agricultura: los primeros centros ceremoniales, 32.-4. Chavín: del gobierno teocrático a"las autoridades seculares. 40.

Capítulo II: La lucha por el estado imperial .. ' .1. De los curacazgos a Huari, 49.-2. El primer ensayo imperial, 58.

Capítulo III: Los «reinos» y las «behetrías» .. , .1. Fuentes documentales y tradición oral, 71.-2. Dos estados contem­poráneos al Tahuantinsuyu, 75.

Capítulo IV: Los hijos del Sol ... ... .oo ... oo. oo. oo. ... oo. oo.

1. Los Hermanos Ayar, 99.-2. La guerra de los Chancas, 104.-3. LosDioses y los Hombres, 114.--4. Mañay o el primer pacto, 131.

_ Capítulo V: Exaltacíén.y. caída de los Incas oo •• oo oo.

1. Los años finales: la descendencia de Pachacuti, 135.-2. La guerrafraticida, 141.-3. La otra cara de la Conquista: la nobleza cautiva olasmontañas de Vilcabamba, 141.

Capítulo VI: Sociedad colonial y existencia clandestina .1. La familia indígena bajo la autoridad española, 159.-2. Taki Onqoyo el segundo mañay, 164.-3. Evangelización: las muchas caras de laidolatría, 113.

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mico de estas distinciones, Esto explicaría el estilo defensivo de sus cons­trucciones y la presencia de materiales Huari a 10 largo de sus fronteras.Pero ¿podría reproducir fuera del valle de Ayacucho, la eficacia de unacentralización coercitiva? Difícilmente. Las presiones que la suscitaronfueron tan intensas como puede ser la falta de agua en una región secay espinosa, pero estas circunstancias no se repiten en otros ambientes.Caminos y sistemas de abastecimiento tuvieron que exhibir una solidezimposible de lograr en esta etapa del desarrollo cultural andino. La dis­tancia en poderío que separaba el estado de los grandes curacazgos nofue lo suficientemente amplia como para garantizar una larga sumisión alas gentes de Huari.

Que la decadencia haya servido para incentivar un regreso a la vita­lidad regional es algo que no puede sorprendemos. De alguna manerase repetía el fenómeno Chavín y, siglos más tarde, se volvería a dar con'la desaparición de la «pax incaica». Ahora bien, la presencia Huarisirvió de experiencia a las nacionalidades étnicas posteriores, que incor­poraron una nueva dimensión política en la recomposición de sus fuerzasregionales. Los estados que se constituyen alrededor del 1200 d.C., enti­dades tan poderosas como Chimú o Chimor en la costa norte, Chinchaen el departamento de Isa, o Lupaca y Callas en las orillas del Titicaca,disputarán entonces el sueño imperial que les estaba reservado a los incas.

72 Historia y poder en los Andes centrales

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Capítulo III

Los "reinos" y las "behetrías"

1. Fuentes documentales y tradición oral

Hasta aquí la información resumida ha provenido casi exclusivamentede restos arqueológicos. Sólo en determinadas circunstancias se ha hechouso de la inferencia a partir de 10 que nos ofrece el dato etnográfico, his­tórico o ecológico. Pero las conclusiones que se desprenden de los restoshmnanos, la piedra o la cerámica han sido nuestras. Los testimonios noconstituyen, pues, una evidencia intencional de nuestros antepasados, salvoque muchos de los edificios y esculturas pudieron ser construidos con elpropósito de perdurar. A ello se smna que la evidencia artístíea está insu­ficientemente recogida e interpretada.

Ignoramos la existencia de formas de comunicación no verbal queequivalgan a la escritura europea. Hay sin embargo estudios en cursode los materiales qué' pudieron ser portadores de mensajes de validezsocial. Tal sucede con los «pallares» dibujados en la cerámica mochica.Se ha pensado que constituyen un sistema de escritura, tesis largamentedebatida. 10 mismo podemos decir de los quipus (kípu), cuerdas y nudosde colores que constituyeron un sistema contable en la época incaica,algunos de los cuales han sido transcritos en documentos históricos.También fueron interpretados como un sistema de informacíén l' comu­nicación más allá de los valores numéricos que todos les reconocen. Algomás se podrá avanzar en estas investigaciones si se presta atención a suuso etnográfico; los quipus todavía se encuentran en uso en algunosparajes de los Andes.

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1 Larca Hoyle (1942, 93-103), Kutscher (1954), Bums (1981), Radicati (1965:112-215), Silverman-Prouat (1984: 261-304 y 1986: 61-(7), Murra (1975: 242-254).

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los intereses de los gobernantes. La información recopilada por los euro­peos reproduce por ende esta versión ímperial que presenta a los incascomo los civiIizadores de los Andes. Lo anterior había sido barbarie o«behetríasx según tradujeron los españoles.

Otras entidades políticas sojuzgadas o en alianza con los cuzqueños,proporcionaron a su vez atisbos de una versión propia. Estados comolos Yauyos (Yawyu) en la sierra de Lima, o los Huaucas (Wanka) en lasierra central del Perú fueron capaces de resistir las presiones imperialesy mantener su historia y- tradición cultural, pese a su incorporación alTahuantinsuyu. Ahora bien, no siempre fue posible recoger semejantesinterpretaciones regionales. En algunos casos la expansión incaica habíapresionado tanto a los nativos que alteró el panorama social de la región.Tal es el caso de Cochabamba o Apurimac, donde migraciones forzadasllegaron a reemplazar a los habitantes autóctonos. Más de una vez losincas decidieron desarticular las estructuras políticas que se les opusieron.

. Esto pudo haber sucedido en la costa norte, donde las formas estatalespropias de la localidad se perdierou antes de la Conquista.

Hay también otra tradición oral que por su contenido y dispersión espanandina. Nos referimos a un tipo de relato que antecede y sobrevivea los avatares políticos europeos y que plantea preguntas básicas sobreel origen y existencia de los seres humanos y de su entorno. Este uni­verso mitológico, estructurado y difundido de antiguo, sirvió de sustratoa las elaboraciones culturales. de los estados y curacazgos. Se trata detextos fundantes que se "reformulaban o adaptaban para legitímar a lasnacientes entidades políticas. Esta tradición no tiene un contenido y formameramente filosóficos; sirvió además de base al universo ideológico quesustentaba la vida diaria de los hombres. Esta dimensión doméstica incidía

.sobre la familia y comunidad andinas, transmitiendo varios tipos de cono­círúientos, desde las épocas propicias para sembrar o cosechar, hasta lacorrecta aplicación de las leyes de parentesco que regían las relacionessociales. Este inmenso sabery sus múI1iples aplicaciones estaba preservadoe interactuaba de viva voz o merced a los escasos recursos nemotécnicos.

La legalista sociedad española del siglo XVI, en la que la escritura erael medio de comunicación y conservación de los hechos, mal percibió estos'problemas. Cuando se trasvasa el testimonio oral andino, en realidad secongela el texto oral. Además aparte de las consideraciones lingüísticasy semánticas, el problema que plantea el pase de una tradición a otratiene que ver con concepciones del tiempo y de la historia. Para los ero-nIstas de la primera época, las «antiguallas de los indios» eran retazosde su pasado que había que incorporar dentro de la idea histórica quemanejaban. Sin percibirlo, introducían a América en el proyecto políticoeuropeo. Los sujetos de sus narraciones perdían su identidad, de andinos

Los «reinos» y las ebehetrfass-

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Is•Historia y poder en los Ancles centrales

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Otra línea, aparentemente más promisoria en estos estudios se hafijado en los motivos que se reproducen en los textiles, en especial enlas bandas horizontales o tocapus (tokapu), que adornaron las prendasde vestir de la clase noble. Varias claves han sido sugeridas para des­cifrar esta presunta escritura. Los motivos textiles han sido, por otraparte entendidos como símbolos que expresan una percepción del mundo,tal como sucede, por ejemplo, en las comunidades altas del Cuzco '.

De lo dicho se desprende que el único testimonio escrito de la épocaprehistórica es el que aportaron los españoles luego de la entrada dePizarra. No todo el material fue recopilado o pensado por los conquis­tadores. Un puñado de indígenas aprendieron pronto a leer y escribir,y algún otro dictó su testimonio. En general, la fuente histórica está em­pero constituída básicamente por la crónica española y los informes admi­nistrativos y eclesiásticos de los primeros cincuenta y sesenta años, cuandotodavía cabía recoger el testímonio vivo de quienes recordaban el Tahuan­tinsuyu.

El carácter indirecto de la información plantea problemas hermenéu­ticos. La voz de aquellas poblaciones nos llega en dioma y conceptualiza­ción extranjeros y habla como colonizados. El recuerdo del pasado tiendeentonces a ser idealizado y la interpretación de aquel mundo pasará porel tamiz de la presencia de los nuevos señores. La autocensura de los infor­mantes recortará el material y lo transformará en protesta, pedido o súpli­ca, o bien lo esconderá con el silencio. El problema más ímportante deri­va, con todo, de la condición oral del testímonio andino. En el caso me­xicano, los códices ayudan en cambio a compulsar la información oral delos pueblos recién descubiertos.

La oralidad plantea, además, sus propias cuestiones. En primer lugar,la preservación de la información es selectiva y tiene una profundidadcronológica que varía de acuerdo con la posición social del observadory con los patrones culturales en matería de tiempo y memoria. Esta selec­tividad no sólo alude a los mecanismos psicológicos por los que cada indi­viduo censura o no los hechos que deposita en su recuerdo. Dado que el

~ Tahuantinsuyu fue un .estado con las urgencias propias de una sociedadcompleja, se necesitaron sistemas de contabilidad que registraran los recur­sos materiales y humanos, su almacenamiento o conservación, distribu­ción y empleo. Por todo esto, información y memoria se convirtieron enrequisitos indispensables. Los oficiales encargados de reunir estos datos,y la nobleza que los administraba, ímpusieron las reglas de selección Ydifusión de este conocimiento, que naturalmente estuvieron teñidas por

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2 San Agustín (1953).3 Mendizábal (1976: 50-51). Las aclaraciones y palabras quechuas han sido

introducidas para completar el texto, pero fueron tomadas de las páginas citadasdel mismo autor. Al hacerlo hemos preferido respetar su elaboración de la extraer­dinaria información que reunió antes de desaparecer prematuramente. Resumiendosu pensamiento, hay que decir que lo sobrenatural.y·lti "profano constituyen reali­dades continuas (en el tiempo.y en el espacio) que se actualizan de acuerdo a}aposición del narrador. Su (nuestra) realidad observa. y es observada por la otracomo a través de un espejo, que la refleja alternando (invirtiendo) algunas de SOScaracterísticas: por ejemplo, los animales salvajes son allá los domésticos, etc.Pero no se trata de universos cerrados. en determinadas épocas -c-antes de las

o mexicas pasaban a ser vasallos de España, olvidando la perspectivapropia de su pasado e historia.

La concepción de la historia que traían los compiladores sometió lascategorías conceptuales andinas a la lógica española. Con respecto altiempo, el documento colonial superpone dos peusamientos dispares. Paralos conquistadores, la idea agustiniana de la Cíudad de Dios había organi­zado el acontecer humano de una linealidad que iba desde la Creaciónhasta el Juicio Final 2. Esta concepción había sustituido a la tradiciónclásica para la que tiempo e historia se manifestaban en ciclos que serepetian. En los Andes, la información etnográfica e histórica aún esinsuficiente como para ir más allá de las meras hipótesis. Sin embargo,

-; vale la pena consignar un intento de síntesis bastante interesante: «Cadauniverso (de los mencionados en las crónicas y en las comunidades con­temporáneas llamado) pacha, contiene en si su propia destrucción determi­nada por el tiempo (llamado igualmente) pacha, que tiene un ciclo corres­pondiente, de huq intip wata (un año solar). Este universo se destruyeporque se ha cumplido su tiempo..., no porque la humanidad... haya incu­rrido en faltas contra el orden divino. La destrucción del universo seproduce porque se ha cumplido el ciclo predeterminado, que (lo) conte­nía... ; pero de la destrucción de ese universo surge otro... que es unarealidad superior a la anterior. El universo primigenio, de tinieblas (Tuia­yachachit, es (sustituido) por la aparición del Sol..., que da lugar alactual universo con luz y fuego, mas el universo de tinieblas destruido nodesaparece, forma parte del actual... con su oscuridad, tuta, que es lanoche, la mitad del día sideral. Cada día y cada universo, contiene en síuna mitad que es su propia negación que genera otro día, ti otro universo.y así como el nuevo universo contiene la oscuridad del anterior... , contie­.ne al mismo tiempo a la primigenia humanidad (Wari Wiraqocha Runa)que coexiste con la actual. .. conformando la humanidad de los machukuna(literalmente «viejos», en el texto se refiere a las remanentes de la huma­nidad anterior que vive hoy escondida en cuevas), así COmo su fauna,que es silvestre (sallqa) y coexiste con la fauna doméstica (uywa) '.

2. Dos estados contemporáneos al Tahuantinsuyu

La caída de Huari, y de Tiahuanaco en el altiplano, dio pie al resur­gimiento de peculiaridades regionales de las que hemos hablado páginasantes. En varias zonas de los Andes se constituyeron estados ~reinos losllaman las crónicas- que agrupaban curacazgos y aldeas (llaqta). Estos

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77Los «reinos» y las ebehetrfas»

lluvias. por ejemplo- «la tierra se abre», es decir. es posible el tránsito quepodría trastornar el cosmos. Es entonces cuando los rituales se intensifican paraque la _otra humanidad sea aplacada y se mantenga el equilibrio.

, Cabello VaIboa (l95t: 73-77).5 Rowe (1946).6 Zuidema (1967: 9, slf. 2t-26).t Wedin (1963: 60).• Millones (1982A: 200-216).

Obsérvese que tiempo y espacio pueden ser expresados con el con­cepto pacha, lo que ha sido interpretado cama la coexistencia paralela,a manera de dimensiones intercambiables e interactuantes, de varias reali­dades. Al esplear la escritura, los españoles explicitan estos universosen edades sucesivas, ordenándolas de acuerdo con el esquema ofrecidopor la historiá sagrada de los cristianos. Ejemplo notable de tal raciociniose encuentra en la crónica de Miguel Cabello Valboa, quien construyóun cuadro cronológico único. Su relato narra simultáneamente la historiaeuropea y la andina. Según él, ambas habrían tenido un punto de partidacomún, los americanos serían. los descendientes de Ofir 4.

El problema se repite en la historiografía contemporánea. Se ha inten­tado fechar los gobiernos de cada inca, traduciendo a la historia linealel relato oral recogido en los siglos XVI y XVII 5. Esta manera de operar hasido rechazada por otros especialistas para quienes el relato incaico noes sino la «proyección de la organización social jerárquica hacia el pasado»comprimida en «un período de cinco generaciones». Según ellos, las dosdinastías incaicas que se conocen, Anan Cuzco y Urin Cuzco, serían másbien contemporáneas y las familias reales organizadas en cada reinado(panaka) habrían preexistido al surgimiento del Tahuantínsuyu COmoestado 6. Finalmente hay también quien opina que toda precisión crono­lógica anterior a 1532 es dudosa por la variable fiabilidad de las fuentes '.

Lo dícho 'destaca las dificultades del trasvase entre dos tradiciones cul­turales lan diferentes. La lectura de los materiales históricos de épocatemprana echa en falta una metodología aún no refinada '. El problemase-acentúa con respecto al Cuzco, tan rico en ruinas monumentales COmopobre en trabajos de arqueología.

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78 Historia y poder en los Andes centrales Los «reinos» y las ebehetrías» 19

reordenaron la producción y distribución de los bienes y organizaron eltrabajo de forma que parte de la producción y mano de obra quedaronal servicio de los nuevos señores.

Este redimensionamiento de los recursos se expresó espacialmente enla aparición de ciudades, es decir, en conjuntos arquitectónicos complejosque comprendían construcciones civiles, religiosas o almacenes. En cadaconjunto se aprecian edificaciones y materiales de calidad tan distintaque la diferenciación social de los pobladores es obvia. En las áreascircundantes vivió, en habitaciones precarias, una población subordinada,que en la costa estuvo dedicada a la agricultura y al cuidado de los cana­les de riego.

La urbe no descartó el santuario. Al contrario, en algunos lugares(Purgatorio, en Lambayeque, por ejemplo) alternó con el desarrollo civil.Su prestigio pudo redoblarse al crecer el número de fieles y ubicarsedentro de los circuitos de peregrinaciones. De esta manera se organizanlo que podríamos llamar «vaticanos» precolombinos. Los antiguos lazosque sometían las aldeas a la pirámide aislada se reproducían ahora en granescala.

Sumos sacerdotes y jefes de estado intentaron con variado éxito lacentralizacíón del poder por sojuzgamiento de los jefes de aldeas y cura­cas menores, y en cierta manera 10 lograron. La arquitectura y volumen deobras de irrigación prueban, por su parte, la capacidad de movilizar quetenía la clase dirigente. Ahora bien, su autoridad no fue ejercida siemprepor la fuerza, Aunque las nuevas entidades políticas consagran una largahistoriade guerras entre curacas locales " la alternativa a las armas fuea menudo pactar el acceso a las tierras cultivables y las aguas de riego.La acumulación de poder de cada «rey» había sido más bien pavimen­tada por intensas negociaciones en las que el despliegue de lujo y riquezatenía tanta importancia como las armas.

El concepto. de riqueza debe ir ajustado a la circunstancia andina.Salvo los materiales que sirven para ornamento de las autoridades o losdestinados al consumo de los dioses, no se encuentran otros bienes cuyoatesoramiento hubiesen beneficiado a los gobernantes. Como se dijo antes,la universalización del sector mercantil hubiera podido generalizar ciertalínea de productos que habría hecho las veces de moneda, pero esto apenassucedió. Siendo el intercamhio muy activo, por su carácter local, esta­cional y con circuitos estables, se crearon condiciones por las que losmercaderes se desarrollaron más bien como etnias especializadas.

9 En las crónicas este período ha sido denominado «behetrfas». Término «de­rivado de benefactor. bienhechor por que las behetrías recibían como señor aquien hiciese más bien» (Ccrominas, 1980: 9).

Todos los estados andinos se caracterizaron por la construcción dedepósitos que recogían los excedentes de la producción agrícola o almace­naban determinados materiales (tejidos, pieles, etc.), manufacturados osemiprocesados. Independientemente de su uso en el comercio o comoreserva de previsión, tales bienes constituían un fondo de negociación conque contaba el estado para conseguirla sumisión de las aldeas y curacaz­gas deseados. Los gobernantes exhibían ante sus posibles vasallos la vero­similitud de un apoyo efectivo, ofrecido como «generosidad» por el jefedel estado más poderoso. No tuvo que ser este un despliegue público,lo más probable es que se tratase de una progresiva cooptación de loscuracas, para quienes el acceso a las «riquezas» de los depósitos añadíapoder y les garantizaba el dominio sobre sus gentes, a la vez que unamayor explotación de los recursos humanos y naturales de su región.Los curacas «conquistados» eran. pues. los primeros _beneficiarios. almenos así se desprende de la información documental recogida en la costanorte del Perú y en Quito lo.

Sobre la base del ejemplo mesoamericano de la Triple Alianza, se haargumentado que habían otras razones para aceptar el favor de un estadovigoroso. Las nuevas estrategias --entre otras militares- al ser puestasal servicio de las élites locales, reforzarían su autoridad frente a cualquierprotesta popular. Visto así, la solidez de un estado estaría articuladasegún las alianzas de clase que podía establecer con las aldeas o curacaz­gas vecinos. Los matrimonios entre las noblezas de una y otra localidad,y el despliegue suntuario, serían entonces dos factores coincidentes en elcomún interés de perpetuarse en el poder ".

Al generalizar de esta manera, se da la impresión de que hubo unmodelo único de estado en los Andes, para lo cual no existen pruebassuficientes. Peculiaridades regionales aparte, debidas entre otros factoresa la ecología, la expansión incaica sorprendió. por cierto, el desarrollode «reinos» en distintos grados de organización. A juzgar por su economía.las formas políticas de esa época se hallaban a distintos estadios de centra­lización. A) Un primer estadio podría estar conformado por aquellascuyo crecimiento estaba alimentado por la depredación de otras 'comuní-

10 Sobre la moneda precolombina hay na conjunto de evidencias que han dadolugar a otras tantas hipótesis. De ellas sobresale como interesante posibilidad elcaso de las hachas-monedas encontradas en diferentes yacimientos ecuatorianos(Holm, t966-67: 135-143). La información recogida por NetherIy (1977: 292-328) enla costa Norte del Perú, y la de Saloman, en Quito (1980: 215~274), dan cuentade una considerable autonomía de los curacas menores. si bien los ejemplos de .NetherIy son algo tardíos, y en el caso de Ecuador. la tendencia bajo el dominio'incaico sería hacia la inhi.bición de toda independencia.

--H-&ñth, Michael E. (1986:.....10-91). ~ :, .~

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80 Historia y poder en los Andes centrales i Los «reinos» y las ebehetrfas» 81 .; ~- 1"

dades. Los bienes adquiridos como botín de guerra servirían para losfines especificados antes. B) Una forma más elaborada sería la apropia­ción del excedente de la producción con el respaldo de una ideologíaredistributiva. Aquí se trataría de redimensionar el sistema comunal deayuda mutua o reciprocidad, asumiendo el estado el papel de central admi- .riistrativa. La riqueza más importante consistiría en el acceso a la mano ide obra de la población dominada, que podía ser exigida por turnos o .por el trabajo de sectores de la población convertidos en servidores espe­cializados (yanas, acllas, mitimaes), Finalmente, C) un escalón superioral que sólo pudieron haber llegado los incas, debió caracterizarse por untipo de estado que controlaba directamente determinados recursos natu­rales, que defendía zonas tenidas por estratégicas, que se aseguraba el cre­cimiento de algunos de estos sectores de servidores, y que permitía laaparición de cierto típo de propiedad privada entre la clase noble 12.

Lo dicho se entiende mejor tras una rápida mirada a algunos de losestados que se erigieron en los Andes hacia el año 1200. Descartandoaquellos para los cuales no hay datos suficientes, hemos seleccionado dosque son sintomáticos dentro del proceso histórico que culminará con elTahuantinsuyu. El primer caso, conocido por Chimú o Chirnor, desapa­reció poco antes del contacto, pero fue contemporáneo de los incas.

2.1. Chimor

La ciudad de Trujillo se encuentra a 550 kilómetros al norte de Lima.Es capital del departamento de La Libertad, y debe su nombre a la gemelaurbe de Extremadura, algunos de cuyos hijos la fundaron hace más decuatrocientos años. Para ello tomaron tierras del curaca Cajacimcin, des­'cendlente de los héroes culturales de la región. Entre Trujillo y su vecinopuerto de Huanchaco corre una carretera que a su paso secciona un gigan­tesco complejo arquitectónico de un perimetro aproximado de quince kiló­metros que hoy se conoce como Chan Chan. El material usado es el adobeque proviene de la localidad y las construcciones sugieren cuatro propó-

. .. sitos: A) el culto, con pirámides a las que vulgarmente se conoce comohuacas; b) palacios para la nobleza; e) residencias de funcionarios onobleza secundaria, y D) casas de artesanos. Fuera de la ciudad residíala población rural y se encontraban los depósitos.

A pesar de la destrucción, impresiona el volumen y calidad de lasedificaciones. Sus bajorelieves dan la impresión de ser trabajo de orfe­brería antes que escultura de barro. Y el propio material, pintado_~

12 Schaede1 (l978A: 132).

colores, debió ofrecer una explosión de matices en contraste con eldesierto. Nada más lejano a la majestuosidad de la piedra en las alturas.Allí se construye, siguiendo la insinuación del paisaje, del cual los hom­bres sólo parecen ser su continuación. En la costa los de Moche usaronla policromía para despegarse de la aridez del ambiente.

El contraste también debió ser social. El carácter urbano de Chirnorcrea necesidades distintas en la población asentada dentro de sus muros.La inevitable interacción diaria de los habitantes exigió un complicadoceremonial de cortesía entre las gentes de diferente condición. Ello explicalos adornos corporales, muchos provenientes de lugares remotos (ciertasvariedades de plumas, por ejemplo) que seguramente usó la nobleza paradestacar su condición gobernante y su calidad divina. En la antigua icono­grafía mochica, las diferencias sociales están precisamente ilustradas porel tamaño y el ajuar de sus personajes.

En el momento de su mayor esplendor, el área construída de la capitalChimú debió tener entre 50 y 75.000 habitantes, habiéndose calculadoen cerca de un millón la población sometida al estado. Las fronteras máxi­mas de su expansión alcanzaron los actuales departamentos de Piura, alNorte; y Ancash, al Sur. Otras ciudades de menor rango que Chan Chanse encuentran en los valles que van de Motupe (Lambayeque) a Casma(Ancash). La población urbana debió ascender a los 100.000 habitantes 13.

El corazón del estado Chimú ocupaba un doble juego de valles, elmencionado donde se construyó la capital, irrigado por los ríos Mochey Chicama, y el complejo formado por los ríos Lambayeque, Motupe,La Leche, Saña y Jequetepeque. Este último, que también fue territoriomochica tras el interregno Huari se convirtió en el curacazgo de Lam­bayeque, conquistado por la gente de Chimor hacia 1.350 d.C, En susdominios se alzaba lo que parece haber sido el centro ceremonial deEl Purgatorio (entre los valles de Lambayeque y La Leche) cuya impor­tancia debió sobrepasar el ámbito local a juzgar por lo masivo de susconstrucciones 14.... -. _",' :....

La relación con la sierra norte debió empezar desde temprano. Eso ex­plica el hecho de que un"destacamento Chimú intentara detener a los incasen cumplimiento de algún pacto con el señor de Cajamarca. Este vincu­lo se entiende fácilmente al echar una mirada al sistema hidrográfico dela región. La gente de las alturas estaba en condiciones de cerrar o dis­minuir el flujo de agua de los valles. Esta situación dio lugar a acuerdosen condiciones variables, según la fuerza de las partes.

13 Schaedel.""(1987B: 26-27), Ravinea (1980: 105-129).l' Shima& (1981: 44).

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82 _Historia y poder en -Ioa Andes centrales Los «reinos» y las ebehetrías» 83

Chimú parece ser uno de los pocos casos en los que un curacazgocosteño dominó a sus vecinos serranos. Las evidencias arqueológicas indi­carían que las gentes de Chimor cruzaron territorio montañoso y llegaronhasta la banda oriental de los Andes.

Las condiciones que ofrece el paisaje y la naturaleza de la costa abo­nan la contextura socio-política de Chimor. Cada valle o cada complejo devalles se presenta como una unidad autosuficiente de recursos, capaz deconcentrar una población que se dedique a explotar, y si es posible a ex­pandir, la capacidad de irrigación de toda corriente de agua disponible.Obviamente esto fue conocido desde siglos atrás, cuando bandas de caza­dores y recolectores tendían a agruparse en -los oasis formados a la verade los ríos. El descubrimiento y desarrollo de la agricultura acentuó estatendencia, que desde sus orígenes fue la réplica a los conglomerados socia­les cuya economía se centraba en el aprovechamiento del mar. Esta espe­cialización creó una· dicotomía cultural entre agricultores y pescadoresque. a pesar del continuo intercambio, mantuvo autónomos a ambosgrupos, al menos en 10 que hace a bastantes rasgos culturales. Siglos mástarde los españoles serían capaces de identificar formas dialectales (elalengua pescadera») y otras características en cada grupo, cuya individua­lidad fue patente hasta avanzada la Colonia.

El desarrollo de los Chimú acrecentó las diferencias sociales. Dado sucarácter de cultura hidráulica, una gran parte de la población debió viviren la periferia de las ciudades a cargo de la siembra y cosecha, y, sobretodo, atendiendo la limpieza y reparación de los canales de riego. Otrosector pudo concentrarse en lo que hoy llamamos artesanía, atendiendodos clases de demandas: la meramente «fabril» y la más esmerada, parala élite y los dioses. Aquí, pues, se estaría dando el tránsito entre la con­tribución forzada de las aldeas o curacazgos y la consolidación de especia­listas a tiempo completo. Recuérdese, por ejemplo, que el período Mochica(hasta 700 d.C.) e incluso durante la influencia Huari, fueron unos cuantostécnicos (al servicio del estado) quienes proyectaron los edificios de laregión. Los constructores habrían sido las comunidades de los alrededores,dirigidos por sus jefes étnicos. Una vez formalizadas Ias.oblígacíones, cadaayllu o conjunto de ayllus se encargó probablemente de un sector especí­fico. Los ingenieros rñochicas coordinaron y supervisaron esta mano-deobra 15. En el período""thimú, el aporte parece haber llegado en cambio,como la mano de obra o en materia prima parcialmente elaborada (ado­bes, principalmente). Los oficiales y técnicos de la burocracia estatal orga­nizaron y planificaron la ubicación y empleo de estos recursos. Un equipofijo de maestros artesanos habría aportado los refinamientos estéticos

15 Lu;'breras (1969: 285), Day (1972: 927-930).~

todavía apreciables en sus paredes. Antes del estado Chimor, tales técnicasy motivos son perceptibles en algunos monumentos de especial importan­cia, tal parece ser el caso de la Huaca El Dragón 16.

Los dos complejos ecosociales Moche-Chicama y Lambayeque hanlogrado transmitirnos la historia legendaria de sus monarcas. La de Lam­bayeque es conocida, pero la volveremos a resumir aquí para contrapo­nerla a la de Chimor. «Del Norte», sin mayores precisiones, llegó a lascostas de Lambayeque un señor llamado Naylamp, con su corte, cuyosdiguatarios y funciones se especifican. Lo acompañaban servidores y espo­sas, pero su mujer principal era Ceterni, iniciando ambos la dinastía lam­bayecana. No bien llegados, los viajeros abandonaron sus naves y se esta­blecieron en las márgenes del río. Inmediatamente empezaron a construirviviendas y una residencia (epalacíos o templos») que llamaron «chot»para alojar a Naylamp y a su dios Yampellec, cuya imagen estaba «contra­hecha» (¿pintada?, ¿tatuada?) en el rostro del gobernante 17.

En Moche, el relato es más fragmentario y escueto. Taycamano llegatambién del Norte, un gran señor le ha enviado para gobernar el valle.E! material de sus embarcaciones, polvos amarillos -ceremoniales y vesti­dos de algodón son indicio que no viene de muy lejos, si bien su idiomaes diferente. Conquistada la zona, en señal de vasallaje acepta como espo­sas a las hijas de sus nuevos súbditos. Un fragmento del relato invita asuponer que permaneció encerrado en un «chot» durante un año, reali­zando ceremonias y «comunicándose» con la deidad o autoridad que lohabía enviado desde «el Norte» y quizá, sirviendo también de oráculo.Taycamano, continÓa el relato, tomó el nombre.de Chimor Capac, títuloen quechua, de los gobernantes locales. - .

Los textos han sido analizados varias veces. Kosok supone que se tratade relatos sucesivos y que Taycamano y su gente habrían constituido unapartida enviada desde Lambayeque. Abona en su favor el hecho de queuno de los servidores de Naylamp era un trompetero, que tenía caracolesde mar (¿Strombus?). Pero no hay consenso sobre esta propuesta".

De cualquier manera ambos reyes se mueven en medio de gran cere­monial, donde el atuendo reviste gran importancia, quizá porque la vidaurbana de estas sociedades hacía inevitable un frecuente contacto entrenobles y vasallos, a quienes convenía recordar el carácter divino de susjefes. No es extraño, pues, que Naylamp disponga de un especialista en

. «unciones y color con el que el señor adornaba su rostro» (técnica queparece haber sido común entre los Mochica), o que el dios estuviese pin-

16 Schaedel (1966: 452).17 Cabello Valbo. (1951: 327-328).:s Kosok (1965).

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tado O cuando menos representado simbólicamente (¿motivo escalona­do?) en la faz del gobernante. Este distanciamiento deliberado entre sec­tores sociales puede haber motivado la marcada reclusión de los jefesnorteños. Tayacamano vive un año encerrado, dedicado a ceremonias queson secretas para sus vasallos. Al morir Naylamp, su cuerpo será sepul­tado en el aposento donde había vivido. También su hijo Cium se aislóen una «bóveda soterriza» para ser tenido por inmortal. Si cupiera inter­pretar esta información según usanzas del Cuzco, cada rey-dios habríaconstruido su propio recinto, a la vez, palacio y mausoleo. Tras su muer­te, esa construcción pasaba a ser un santuario, con personal adscrito ybienes particulares. El heredero levantaba su propio palacio 19.

Todo esto encuentra en Chan Chan su confirmación arqueológica. Lasexcavaciones de Contad y Pozorski muestran la existencia de enormesplataformas funerarias, donde la tumba de un solo dignatario viene acom­pañada de multitud de sacrificios, alrededor de 300 en el caso de LasAvispas. Mujeres jóvenes siguieron el destino del titular de la tumba enla que también se encontraron restos de cerámica negra de gran finura,tejidos con aplicaciones de conchas, adornos de metal, madera tallada yconchas enteras (Spondylus sp. y Conufergusoni) "'.

Quizá el autoencierro de Cium se relacione con la tradición altoandi­na en la que este tipo de sacrificios divinizaba a la víctima. Sobre lasierra norte existe documentación que nos describe en detalle la ceremo­nia de purificación llamada Capac Cocha. El curaca de Aija, deseandoalcanzar el favor del Inca, le envió su propia hija como ofrenda. La niñafue aceptada como tal, y luego de haber cumplido las ceremonias corres­pondientes en Cuzco, regresó a su pueblo, donde fue enterrada viva.Desde entonces se la consideró como un oráculo y el nombre de la sacri­ficada ingresó en el panteón local. Cuando quería consultársele, los sacer­dotes indígenas invocaban su nombre y la niña se reencarnaba por inter­medio de ellos, que «mudaban voces» para responder a los creyentes 21.

Los sucesores de estos monarcas revelan dos estilos diferentes de go­bierno. Los "reyes de Lambayeque si:- ilos presentan más religiosos, máspropensos al culto, lo que indicaría una mayor dependencia del sacerdo­cio. Luego de la muerte de Cium, sus hijos y dignatarios se dispersanpara fundar o civilizar otras poblaciones. Cinto, [ayanca, Túcume, Colli­que (¿Moche?) resultan de esta dispersión. Aunque mal pudo haberserealizado pacíficamente, tampoco constan acciones militares. En Lamba-

19 Cabello Valboa (1951: 328).zo Conrad (1980: 217-230), Pozorski (1980: 231-242), Moseley y Mackey (1973:

318-345).21 Hemández Príncipe (1923: 60-61).

yeque, donde continúan gobernando los descendientes de Naylamp, el ero­nista enumera una rápida lista de siete gobernantes sin dar detalles. Ladinastía finaliza trágicamente. El último señor, Fempellec, fue sacrifica­do por los sacerdotes de Yampellec, luego' de haber sido culpado de dossucesivos desastres, diluvio seguido de sequía, que según el clero expre­saban la ira del dios por haber sido despojado de su templo. El destro­nado monarca, atado de pies y manos, fue arrojado al mar. El poder realaparece aquí mediatizado por la iglesia, El gobernante siguiente, Pong­massa, sería tributario del Chimor Capac de Chan Chan.

En Moche-Chicama, el gobierno siguió otro derrotero. Guacricaur,ayudado por su hijo Ñancenpinco, sometió a los pobladores con quienescompartía los dos valles, completando así la labor de Taycamano, su pa­dre. Luego se dirigió a la cabecera de los ríos, ampliando su poder polí­tico hasta la sierra, y tras asegurar la frontera sur (valle del río Santa),se abalanzó sobre la tierra de sus antepasados, el riquísimo reservoriodel complejo Lambayeque.

Caben aquí algunas reflexiones sobre .el apoyo ideológico que debióreforzar las conquistas del estado Chimor. En los complejos referidospudo no haber existido un mismo clero, pero las formas culturales parecenhaber sido comunes. Las ciudades de Farfán y Pacatnamú (en Pacas­mayo), Purgatorio en La Leche, y Apurlé en Motupe, repiten el modelode Chan Chan. Fuera de esta área la presencia del sacerdocio de Chimorpodría haber oscilado a tenor de un '[uego político muy fluido 'én el queabundaban las alianzas y traiciones 22.

¿Quiénes eran los dioses? Las referencias salteadas y contradictoriasde la mitología costeña terminan por apuntar hacia la Luna, que de acuer­do con varios vocabularios se llamaba Rem, «Adoraban los indios dePacasmayo y los demás valles de los Llanos por principal y superior diosa la Luna, porque predomina sobre los 'elementos, cría las comidas ycausa alborotos del mar, rayos y truenos, En una guaca era su adorato­rio, que llamaba sían, que en lengua yunga quiere decir casa de la Luna(error de Calancha, pues en todos los vocabularios significa Sol [L. M.]);teníanla por más poderosa que el Sol, porque él no aparecía de nochey ella se dejaba ver de noche y de día, que hasta en eso son desgraciadoslos que no están presentes, y también ella lo eclipsaba muchas veces y elSol jamás la eclipsaba a ella... En los eclipses de Sol hacían festines ala Luna, festejando su victoria; en los de la Luna lloraban en bailes lúgu­bres, mientras duraba su eclipse manifestando el pésame de su tristeza,acompañando con lutos su oscuridad... creían los indios de los Llanosque cuando la Luna no aparecía aquellos dos días iba al otro mundo a

22 Lanning (1967: t53-154).

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23 Calancha (1639: 554-556), Carrera (1939: XI-XIV).

castigar a los ladrones que habían muerto, vicio (el robo) que sobre todosse aborrecía... Sacrificaban a la Luna niños de cinco años encima dealgodones de colores, acompañados de chida y fruta.»

De Rem no hay mucho más, apenas la vaga noticia de un sacerdociofemenino que el mismo cronista llama «acllasca» ... «imitando a las delCuzco». «Si alguna perdía el valor y desperdiciaba su pureza», el castigoera despeñarla con su cómplice, dejando que sus cuerpos fueran consumi­dos por las aves rapaces. En la cerámica escultórica de los Mochica sereproducen escenas que ilustraban esta forma de sanción. El corto relatoinsiste en la repulsión al robo, norma de conducta de mandato divino.El delito daba lugar a señales cuya simbología no entendemos: mazor­cas colocadas en un palo alto «como ramos verdes», que provocaban unaalarma general seguida de una caza a los ladrones. De ser atrapados seles ejecutaba con quienes hubieran encubierto el delito. El cielo estrella­do encerraba una alegoría que debería servir de ejemplo a los potencialesinfractores: las estrellas que Calancha identifica como «las tres Marías»(Patá en lengua yunga) representaban a un delincuente cogido por dosdivinidades a quienes Rem ordenó sostener mientras cuatro buitres (otrastantas estrellas que se divisan debajo de Patá) que devoraban al infortu­nado. Otro delito recordado por su castigo era el de quienes faltaban res­peto a dioses o jefes divinizados. Para escarmiento, se les enterraba envida en lugares donde yacían los huesos de otros delincuentes, junto conanimales inmundos. Su apelativo ramas se siguió usando hasta el siglo XVII

con las connotaciones de insulto y desprecio: Lo mismo puede decirsecon respecto al adulterio y la homosexualidad, aunque las versiones quenos han llegado están teñidas con .cstereotipos incaicos acerca de la cul­tura costeña 23.

Quien comparte con Rem en número de menciones, igualmente ma­gro, es el mar llamado Nin o Ning, una de las pocas deidades costeñasque los incas veneraron. Cuando Tupac Yupanqui vio el océano por pri­mera vez... «hizo una muy grande adoración y le llamó Mamacocha, quequiere decir madre de las lagunas». Siglosmás tarde, el visitador Arriagainformaba que todavía «todos los que bajan de la sierra a los Llanos, enviendo la mar la adoran y se tiran las pestañas, ofreciéndoselas y le pidenque no les deje enfermar y que vuelvan con salud a su tierra, y con mu­cha plata». La percepción serrana de Ning 'o Mamacocha era, sin embar­go, diferente. En una invocación recogida por Pérez Bocanegra, el serra­no implora lluvia de la siguiente manera: «{Oh Madre Mar, del cabo.del mundo, llueve y rocía, pues te adorol » Y para cruzar una corriente

..- . crecida, el creyente de las alturas bebía de sus aguas y pedía que se le

s:

87Los «reinos» y las «behetrías»

" Cabello Valboa (1951: 322), Avendaño (1648: vol. 1, follo 52v), Arraiga(1968: 214), Pérez Bocanegra (1631: 133).

23 Calancha (1639: rt, XI, 371).26 Rostworowski (1977: 141-152),-Kara'en (Jáj57: 154). ~

dejase pasar «y no lo llevase al mar»24. En la costa, en cambio, se lerespetaba «para que les dé pescado, o no se embravezca». Con este finse le ofrecía harina de maíz blanco, almagre (óxido de hierro) y otrasbaratijas. Con todo, el océano proyectaba para ambas gentes una imagenmaterna o por lo menos femenina.

Esta similitud no se encuentra en las versiones sobre la Luna, la incai­ca (Killa en lengua quecha) es siempre la esposa del dios Inti (Sol) y sugravitación en el panteón incaico fue siempre secundaria, muy ajena alos menesteres autoritarios o por lo menos normativos de Rem, En cuantoal Sol norteño, llamado Shian o [ian en idioma yunga, se alude a él enla descripción de Rem, pero los datos disponibles son todavía insuficien­tes CQIDO para determinar a ciencia cierta su papel. En los relatos reco­gidos al sur de Chimor, Shian parece ser el creador regional. Cumplidasu tarea, cede su papel de dios activo a divinidades más dinámicas y derelación directa con el hombre 25.

Mientras la costa norte pierde el rastro de sus dioses, al sur de Chí­mor, otras deidades aparecen mencionadas, aunque sin que se especifi­que su contexto político. Así por ejemplo se habla del dios Kan, hijodel Sol, creador de una humanidad a la que debió castigar por sus faltas«quitándoles la lluvia y (transformando) los fértiles campos en yermosdesiertos». Desde entonces DO volvió a llover en la costa, pero dejó unosríos para que con su esfuerzo, pudiesen los hombres subsistir. La irrup­ción de los seguidores de Pachacamac, cuyo centro fuera Lurín (al surde Lima), acabó con el culto de Kan. Sus criaturas fueron convertidasen bestias y el dios fue desterrado 26.

En la frontera sur de Chímor (Végueta, Huacho, Lima) fue recogidootro relato, bastante largo, suma tal vez de dos o tres versiones cuyas di­ferencias son todavía perceptibles. Una primera pareja, puesta en estemundo por Pachacamac, desfallece en un terreno estéril, de yerbas y es­pinas. Cuando el hombre muere, la mujer pide al Sol que la alivie llamán­dolo «amado criador de todas las cosas». El dios la consuela y la fecundamilagrosamente con sus rayos. La mujer parió un hijo a los cuatro días.Pachacamac, también hijo del Sol, celoso de la invocación a otro dio~,

despedazó y enterró al niño. Para evitar quejas, sembró los dientes deldifunto que se transformaron en granos de maíz. De las costillas y hüesosnacieron asimismo yucas y raíces comestibles, y de la carne del niño lospepinos, pacaes y demás frutos de la tierra. Nada de eso aplacó a su ma-

Historia ;r poder en los Andes centrales86

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89Los «reinos» y las «behetrías»Historia y poder en los Andes centrales88

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¡dre. Su llanto atrajo otra vez al Sol. «Siendo no poderoso contra el hijoPachacamac», dio sin embargo vida al ombligo del infante asesinado quese convirtió en un segundo niño, al que llamaron Vichama. Movido nue­vamente por los celos, Pachacamac mató ahora a la madre, mientras queVichama estaba de viaje. Luego de despedazar a la víctima, creó a lasgentes de Végueta junto con sus «curacas y caciques que los gobernasen».De regreso Vichama resucitó a su madre y con la ayuda del Sol castigóa Végueta, convirtiendo a sus pobladores en piedra. Mientras tanto, Pa­chacamac se refugiaba en su templo. Arrepentido, luego de lo hecho,ubicó los restos petrificados de los jefes indios, a lo largo de la orilla delmar, para que en adelante fueren reverenciados. Aún en 1639 «ningunopisaba junto a ellos [peñascos] y al pasar su vista le hacían sumisa ado­ración. Les llamaban Alecpong. De los documentos se desprende que elmito seguía vigente en Huaura, Supe, Barranca, Aucayama, Huacho yVégueta, poblaciones todas ellas al norte de Lima, entre los valles deCasma y Chancay.

Vichama, como Kan antes, se topa con la presencia avasalladora dePachacamac. El dios sureño se desplaza desde Lurín; se opone al diosSol, padre y creador, y destruye las criaturas de los demás dioses, exi­giendo para él toda reverencia. Este mito tal vez recoja en una elabora­ción tardía las contiendas costeñas en las que los sacerdotes de Luríno los mercaderes de Chincha convertidos también a este culto debieroncontar con apoyo laico. Es probable, sin embargo que los íncas sólo die­ran un último impulsoa una difusión que amagaba de antes a los cultosnorteños.

Más al sur, en el valle .del río Chillón (Lima), Calancha encuentrapor cierto otro mito de la creación que retoma el esquema de los huevos­clases sociales. Cuatro son ahora las estrellas que, al casarse entre sí, pro­ducen las unas «plebeyos,. pobres y serviciales». En esta ocasión, el crea­dar es Pachacamac. El cronista agustino dice que esta versión es respe­tada por «los indios' de Caravailo, sinco leguas de Lima, al Norte [hastael pueblo de] Pachacamac, cinco leguas al Sur, y los pueblos que correnal mediodía desde Arica» 27.

En los mitos de Kan y Vichama queda claro que Pachacamac procuróganar autoridad en el remo de Chimor. Como veremos más adelante, lossacerdotes de Lurín pidieron al Inca que levantase un templo a su diosen territorio norteño, a 10 que éste accedió presto. En la práctica estoimplica que las tropas cuzqueñas hubieran de rendir antes a los señoresde Chimor. Las contiendas míticas contra Kan y Vichama reflejan pueslos esfuerzos de Pachacamac por propagar su doctrina,

En las crónicas, la expansión de Pachacamac se sitúa más bien enpleno' crecimiento del Tahuantinsuyu, cuando Tupac Yupanqui debiósatisfacer las ambiciones del dios costeño. Según la versión que nos ofre­ce el licenciado Santillán, Pachacamac le. pidió al Inca que construyese«casas» para tres de sus cuatro hijos, a 10 que Tupac accedió levantandotemplos en Mala, Andahuailas y Chíncha. El cuarto hijo habría «ido conel Inca», lo que puede significar que se le construyó un templo en elCuzco, o bien que simplemente se colocó su imagen en el Coricancha.También podría ínterpretarse que su «bulto» (estatua) acompañó al Incacomo dios propiciatorio. Momias y estatuas de importancia solían hacerlo,especialmente durante sus campañas militares 28.

Si bien la cerámica costeña (especialmente la de Nazca y Mochica)hace evidente una continua actividad guerrera, no es posible caracteri­zar las acciones de los estados tardíos como simples empresas militares.En el sutil juego de alianzas y enemistades, la negociación debió ser largay los rituales y protestas de generosidad sumamente elaborados. Esta «ge­nerosidad» ha sido ya mencionada, se trataba de formas ceremonialespor las que el estado explicaba a sus «serviciales» vasallos la necesidadde depender de sus gobernantes.

En este juego de íntereses la chicha debió ser un factor importante,siendo los frutos del árbol del molle y los granos de maíz las fuentes parala preparación de este brebaje. La propia corte de Naylamp tenia un dig­natario encargado del aprovisionamiento y distribución del precioso líqui­do. Aunque niños y jovencitas mascaban el maíz, la tarea era tenida, sinembargo, como masculina; lo contrario ocurría en la sierra. A la chichade los dioses se agregaban polvos de ishpíngo (Ouararibea sp. de la fami­lia Bombacaceae) «que hácenla muy fuerte y espesa y después de haberechado sobre la huaca lo que les parece, bébenla además los hechiceros,y los vuelve como locos» 29.

Otra connotación social en el mito de Vichama es que las esposas delos nobles figuran en un universo ínaccesible para los gobernados, condistinciones tajantes. Los huevos primigenios recuentan al creyente quelas diferencias fueron declaradas desde el origen Illismo de la humanidad.

La lista de señores mencionados (ecuracas, caciques, nobles que lla­man segundas personas y principales») sugieren dos posibilidades. Porun lado, puede tratarse de una larga escala de rangos ceremoniales y degobierno adscritos a la corte de Chimor, Los rangos estarían tambiénexpresados en la lista de dignatarios que acompañaban a Naylamp: Pita­sofí, o sea trompetero, tañedor de grandes caracoles; Ñinacola, o quien

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27 Calancha (1639: n, XIX, 414)." Santillán (1968: tlt-112). _:>9 Anónimo (1968: 174), Aniaga (1968;"206-209).

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90 Historia y poder en los Andes centrales Los «reinos» y las ebehetrfas» 91

cuidaba andas y sillas; Ñinagintue, el encargado de la bebida; Fongasig­de, al cuidado de derramar polvo de conchas marinas donde pisaría suseñor; Occhocalo, el cocinero; Xam muchec, quien cuidaba unciones ycolor con que Naylamp adornaba su rostro; Ocllopcopoc, encargado debañar al señor; y Llapchí. luli, quien labraba camisetas y ropa de pluma.

Esta multitud de cortesanos- y sus denominaciones ceremoniales refor­zaba la drástica separación con respecto a la población servil, cuyosjefes locales conservaron cierta autonomía a cambio de asegurar el pagode tributos al señor de Chimor. El padre De la Carrera proporciona tresnombres de autoridades, unas más importantes que otras: aloec, cacique;fixallca, caballero; y ciequi, gran señor. El primero pudo referirse a losjefes locales, los otros son claramente cortesanos.

La imagen dibujada por las crónicas es la de una corte poblada deservidores nobles, con gran preocupación por la pompa y etiqueta ritua­les, y con relativo dominio efectivo sobre los jefes étnicos circunvecinos.La evidencia de tal situación se desprende de las tumbas. «Casi pareceser que se hubiesen preocupado más por el bienestar del muerto que porsu propia existencia». reflexionaba Kutscher al apreciar el material fune­rario que acompañaba a los señores. En un entierro descubierto porStrong y Evans, al lado de esposas y sacerdotes sacrificados, se aprecianalgunos cadáveres atados, lo que hace presumir a Benson que se ejecuta­ban prisioneros para acompañar al vencedor en esta última jornada 30.

En la costa los entierros de la élite debieron ser fastuosos. Muchotiempo más tarde, observadores españoles recuerdan que diez dias des­pués del deceso era costumbre reunir a toda la parentela y luego dezambullir el cadáver tres veces en la corriente de agua más cercana, lava­ban sus ropas y preparaban una cena en la que el muerto recibía elprimer bocado. De regreso a casa, se limpiaba el lugar donde había vividoy se bebía y comia toda la noche hasta que el difunto viniese a despe­dirse por última vez. Por la mañana los sacerdotes anunciaban que ya su«ánima satisfecha con las ceremonias se había retirado a Zamayhuaci, quequiere decir casa de descanso y que no volverá más» 31.

¿Cuán similar fue la función de las momias costeñas (munaos) a lade las serranas? ¿Existió también un número selecto <fe familias podero­sas (panaka), que usando la momia de un antepasado acumulaban podery propiedades? Esto que ha hecho pensar a más de un investigador enun incipiente feudalismo andino, parece estar en contradicción con los.datos costeños. La evidencia- arqueológica proporciona indicios sobre la

'" Kutscher (1977: 17), Benson (1927B: 137-138), Carrera (1939: 33), Strongy Evans (1952).

31 Arriaga (l9º§l...)16). ...

...-

vigencia de un proceso de centralización. En Chan Chan se han descu­bierto nueve plataformas funerarias, cada una de ellas, pese a su magni­tud, sólo sirve de tumba a un gobernante.

Ni la contienda Vichama-Kon-Pachacamac, ni lo poco que sabemosde Rem, Shian y Fur, agotan seguramente la mitología norteña. Incluidoel culto a los señores divinizados, los datos no permiten reconstruir lareligión de Chimor a cuya desaparición contribuyeron tanto los incascomo los españoles. A diferencia de la sierra, los cultos locales no parecenhaber tenido la capacidad para resistir a la prédica cristiana, ni muchomenos de montar centros clandestinos donde pudiera mantenerse el cultode sus ancestros. Mientras no aparezca nueva documentación, poco máscabe agregar sobre la religión oficial en la costa. Los fragmentos disper­sos que acabamos de comentar y la arqueologia hacen sin embargo entre­ver un mundo de riqueza fantástica. Ejemplo de esta información es laque se refiere a huamancanjac,

Frente a las costas se alzan las islas guaneras; son éstas trozos rocososque emergen del mar y que sirven de refugio a una multitud de aves ma­rinas (guanay, gaviota, chorlito, etc.) que se alimentan de la riquísimafauna arrastrada por la corriente de Humboldt. Los indigenas descubrie­ron en épocas remotas la utilidad de las deposiciones de estas aves(huano) como fertilizante, por su alto contenido en fosfatos. Cuando ibana recogerlo «hacían un sacrificio derramando chicha en la playa para queno se le trastornaran las balsas, precediendo dos días de ayuno, y cuandollegaban a la isla adoraban a la guaca huamancanfac como el señor delhueno y le hacían las ofrendas [chicha, mullu, paria, etc.] para que lesdejase tomar el huano, y en llegando de vuelta al puerto ayunaban dosdias y luego bailaban, cantaban y bebían». Este viaje estaba asociado .con ultratumba. Los yungas aseguraban que el creyente volvería a serllevado a la isla, pero entonces, por lobos de mar, a quienes llamabantumi 31.

Alguna otra información procede del testimonio arqueológico. Al revésde la cerámica Chimú: monócroma y con formas tomadas de Huari, laalfarería Mochica destaca por su decoración escenográfica, pintada o es­

"'.1-' .-...culpida en la superficie de los vasos. Formas y dibujos recrean una ver­sión etnográfica con ilustraciones que nos recuerdan pasajes de los textosque comentamos.

En la década del cuarenta, Gillin halló en el pueblo de Moche unvoluminoso material contemporáneo de creencias populares, que era cla­ramente distinto del proporcionado por las alturas surperuanas y bolivia­nas. Estos materiales, más los ant.e~e.~t?~tes ecológicos e históricos, invita-

32 Avendaño (1648: vol. 1, folio 57v), Arriaga (t968: 214) .

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92 Historia y poder en los Andes centrales Los «reinos» y las «behetrfas» 93·

ron a los especialistas a relacionar el universo ideológico sugerido por losrestos arqueológicos con las versiones orales recogidas en e! terreno. Talescomparaciones nos ayudan a identificar el valor sagrado de determinadosobjetos, a descubrir asociaciones entre éstos y quienes los usaban, y aveces a reconocer ceremonias. Queda, no obstante. en la oscuridad el con­texto de la teología en el que se inscribían personas, objetos y relatossagrados,

Existe cierto riesgo al proyectar hacia el pasado los sistemas de creen­cias que sólo se explican cuando nos resultan claras las estructuras socio­políticas en que se insertan. En la historia de las religiones se tropiezaa menudo con objetos, rituales y símbolos retomados de contextos cultu­rales pasados. En el sistema receptor se acomodan a las necesidades ideo­lógicas que suscitaron su trasplante, pero no está garantizado que elobjeto o ritual detente el mismo lugar que en- la sociedad de origen.Donnan acierta cuando, por ejemplo; relaciona las escenas de caza de loslobos marinos con la necesidad de conseguir «la piedra de lobo de mar»,identificada por Gillin entre los objetos de la «mesa» del curandero deMoche. Otro problema es si el «brujo» contemporáneo coincidiría con elsacerdote mochica en atribuir a los polvos de dicha piedra la capacidadde curar los males de corazón 33.

La documentación sobre la costa, y en especial sobre Chimor, es esca­sa. La que nos ha llegado tiene además un doble filtro: no solamente sonespañoles sus cronistas, los informantes nativos -que generalmente pro­vienen de la nobleza- ya han sido cuzqueñizados. Los relatos de la épocallaman Chimor Capac al gobernante impuesto por los incas, su nombreen quechua es índice de sumisión. El último «rey» que fuera libre sellamó Minchancaman, que una vez derrotado terminó siendo preso porlos incas y llevado al Cuzco. Sobre su disminuido estado, los cuzqueñosimpusieron a Chumun-caur, hijo del gobernante destronado 34. Desmante­lado el estado norteño, los vencedores extrajeron sus artesanos. Famillasenteras fueron trasladadas a la capital incaica. Sus artes tendrían nuevosdestinatarios. Esta última conquista quizá explique lo poco queIa tradi­ción oral recoge de su pasado original. Sólo de vez en cuando 'a."fu¡¡ 'lavitalidad de algún personaje o vestigios de su antiguo sistema de creen­cias. En la «fiesta de la muerte del Inca» que se celebra en Otuzco (LaLibertad), al lado de los personajes convencionales (Pizarra, Atahualpa,Valverde, Felipillo, etc.) aparecen seis danzantes que se denominan Chi­mas, y que hacen de soldados que combaten defendiendo al Inca ". El

33 Donnan (1968: 33), GiIIin (1947: 124).·_-1!--Jl.ostworowski (1961:-54).

3S Sehaedel (1956: 23-25)...--

tiempo ha reunido extrañamente como aliados a quienes en vida dispu­taron ferozmente el dominio de los Andes.

2.2. Lupaca

Nuestro segundo ejemplo de estado andino se erigió en la región dellago Titicaca, lugar donde la tradición oral recogida del siglo XVI hacenacer a los incas. El paisaje es aquí diferente: una inmensa meseta 'porencima de los cuatro mil metros de altura, entre dos cordilleras. Comose dijo antes, el Tilicaca, hoy dividido entre Perú y Bolivia, constituyeuna macro-región cuya ecología se supone haber propiciado la domesti­cación de vegetales COmo la papa y los camélidos andinos. Estas laborio­sas conquistas explican la constante movilidad de pastores (que seguíana sus ganados) y de agricultores cuya pericia estaba dirigida a controlarheladas y sequías. La necesidad de algodón, ajíes o coca obligaba ademása intensos intercambios. Las culturas altiplánicas tuvieron por consiguien­te un cierto estilo trashumante derivado de las condiciones del medio.ambiente y su mejor aprovechamiento.

A la disolución de Tiahuanaco, cuando se habían establecido rutas ycaravanas más o menos fijas, el dominio de la región fue disputado porestados y curacazgos constituidos a orillas del lago. De momento se- co­nocen cuatro: por el noreste los Callas y los Lupacas y por el sureste los­Paeajes y los Omasuyos. La relación de los primeros con los valles-occi­dentales y la costa está bien documentada por la arqueología. La' cerámi­ca Allita Amaya que correspondería a los lupacas está fuertemente empa­rentada con complejos tales como Churajón(Arequipa), mientras que lacerámica Kollau que parece pertenecer a los collas está, a su vez. repre­sentada en Alto Caplina (Tacna, Perú) y Azapa (Arica, Chile) ".

De los tuencionados, los lupacas (Lupaqa) han recibido considerableatención debido a la publicación de la Vísíta hecha a la provincia deChuquíto por García Díez de San Miguel en el año de 1567 rT. Se tratade un largo documento administrativo en el que se hace e! recuento deindígenas y recursos de los siete pueblos de Chuquito, antiguo centro de.los lupacas. Los datos fueron recopilados para una efectiva imposiciónde tributos, pero independientemente del propósito de! visitador, la fuen­te nos transmite información histórica sobre la población originaria ysobre e! tratamiento, que hicieron los cuzqueños de los hombres y delterritorio de la región, :'Por' 'desgracia, la naturaleza del documento no

" Lumbreras (1974: 65).st Díez de San Miguel (1964).

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94 Historia y poder en los Andes centrales I Los «reinos» y las «behetrías» 95

dedica mucho espacio a aspectos ajenos a la tributación. Por otra parte,las crónicas, centradas en la tradición oral incaica son especialmente ma­gras y no completan el material de esta visita. Tampoco ayuda el hechode que se trata de aymara parlantes. Aunque todavia hablan esta lenguaun millón de personas, su largo contacto con el quechua, por cerca dedos mil años, ha diluido contrastes culturales. El ayrnara forma parte dela familia lingüistica denominada [aqi, de la que sólo sobreviven doslenguas más: jakaru y jawki, hablados en territorio peruano. La zonaque hoy pertenece a Bolivia y Perú mantiene una alta interrelación entrequechua y aymara. Ello invita a suponer una fácil traducción culturaly lingüística entre ambos universos, pero no siempre es esto cierto 38.

Cuando se realizó la visita, los lupacas se concentraban a orillas dellago (alrededor de 100.000 habitantes), pero también se hallaban en lasvertientes occidentales. de la meseta, dispersos en colonias permanentes,que mantenían relaciones con su región de origen. Estaban éstas dedica­das a! pastoreo, a cultivar maíz, coca o ají, y a recoger sal y huano desdelas costas del Pacífico.

Utilizar espacios ajenos a su centro político era también práctica se­'guida en los reinos vecinos, de ahí que se encontraran enclaves lupacasen territorio de los pacajes (Pakaqe) o viceversa. Esta «territorialidaddiscontinua» no era propia solamente de las entidades políticas comple­jaso En 1593, también los curacazgos y aldeas de Camaná tenían chacrasde cortísima extensión en territorios vecinos. ¿Era ésta una estrategiapara proteger sus escasos cultivos de males como la helada? ¿O una foroma de asegurar una mutua dependencia para evitar las guerras? Sin unarespuesta convincente, se imponen de momento reflexiones basadas encriterios ecológicos39. • .

La distribución del territorio se presenta a modo de «archipiélago»;es decir como un conjunto de «islas» pertenecientes a un mismo sistema;Los lupacas ejemplifican cómo es necesario en los Andes estar presenteen distintas zonas ecológicas, a fin de contar con recursos indispensablespara la supervivencia. En Chuquito, las «islasx siguieron dependiendo delos señores que gobernaban desde las orillas del lago. Los lazos 'se manetuvieron hasta muy avanzada la época colonial, cuando los colonos re­clamaban todavía su adscripción étnica con los que se habían quedadoen el Altiplano 40. .

La hipótesis encaja con la idea de verticalidad como representacíénment,al de las relaciones en el mundo andino, y viene a sustentar las asi-

38 Hardman (1972, 38).39 Pease (1973: 129:209r,..R'Ostworowski. comunicación personal.40 Murra (1972: 429476). Una primera correlación entre ecología y nomencla­

tura indígena fue establecida por Pulgar Vidal, s/f.

duas comunicaciones de la meseta del Callao con las costas adyacentesde Perú, Chile y con el noroeste de Argentina. Cuan válida sea, fuerade la región, es algo que está en estudio. En el norte del Perú, pareceque el dominio costeño (everticalidad invertida» o «archipiélago horizon­tal» trepaba por las laderas de los Andes, donde el «reino» de Cuisman­cu o Guzmango (Contumazá, Cajamarca) habría sido tributario de Chi­mor, con «islas» que incluso han sido detectadas en las variantes orlen­tales de la cordillera 41.

La provincia española de Chuquito se organizó sobre la base de lossiete pueblos originales (Chuquito, Acera, llave, [uli, Pomata, Yunguyuy Zepita), divididos en dos parcialidades (alasaa y maasaa) al uso andino,y que en quechua se conocen como sayas. La provincia según la cuentade los quipus comprendía 20.080 unidades domésticas, repartidas entredos principales grupos étnicos: 15.778 aymaras y 4.129 urus. A cinco

. miembros por unidad doméstica equivalen a cien mil habitantes, en cifrasredondas 42.

¿Quiénes eran los urus? Un diccionario compilado en 1612 los de­fine como: «una nación de indios _despreciados entre todos, que de ordi­nario eran pescadores, y de menos entendimiento» 43; pero no era éstala imagen que se desprende del documento de Chuquito. Este afirma que«... es gente de no menos entendimiento. y capacidad que los demás ayma­raes salvo que al tenerlos los caciques can tanta sujeción y tener tantoseñorío sobre ellos y el no querer sea gente más noble.,; los ha vistoMelchor de Alarcón [escribano real asentado en la región durante lavisita] ponerse muy bien al trabajo y que ningunas sementeras se hacenen la provincia que no sean los primeros a trabajar o en la de los caci­ques y en éstas siempre o en la de otros indios que les dan coca, debeber o otro género de paga y sabe y ha visto... que en la chácara quetrabajan harán mucho más y son para más que los ayrnaraes ... » 44. Laexistencia de poblaciones subordinadas no es desusada en contextos pre­europeos, pero lo que descuella aquí es su adscripción a una identidadétnica determinada y una cierta especialización (epescadores»). Las refe­rencias despectivas se explican por la fuente ayrnara de donde provienen.

A urus y ayrnaras se les trasladó a Africa y Atarnaca por orden delInca. Si en fecha anterior conocieron o fueron originarios de las costaschilenas, es cosa sujeta a debate. Un relato de 1581, habla de cuatrocien­tos urus en Atamaca que «no estaban bautizados, no estaban concentradosy no obedecían a nadie, aunque entregaban pescado a los señores de Ata-

41 Shimada (1982: 137-210).42 Murra (1975: cuadro número 1), Iulien (1982: 128).43 Bertonio (1984: 380).44 Diez de San Miguel (1964: 140).

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47 Cieza de León (1985: 121-128).4S Meneses (1982: 129). Se trata de la traducción más adecuada de uno de­

los himnos recogidos por el cronista Juan Santa Cruz Pachacuti (1968: 296).

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«Tú el poderoso del Cuzcoyo el poderoso del Callao:bebamos.comamos[y] convengamosque ninguno [de nos] padezca.Yo aferrado a la platatú aferrado al orotú -adorador- de Huiracochaél conservador de! mundo,yoel adorador del Sol.» "

por la nueva amistad 47. Otro cronista transcribe un himno que recogelas resonancias de esta alianza:

Cuando Díez de San Miguel visitó la región, e! pacto parece obradopara conveniencia de los incas: los de Chuquito «... dieron una vezal ynga para la guerra de Tomebamba [Ecuador] ... seis mil indios yde éstos murieron en la guerra los cinco mi! y todos los caciques salvodos y na volvieron más de mil indios de los seis mil y éstos trajeron con-sigo algunos indios presos de los de Tomebamba y otra vez le dieron [alinca] otros dos mil indios para la guerra y murieron los mil de ellos yque asimismo le daban indios para que le sacasen oro y plata en lasminas de Chuquiabo y Parco y que de servicio otras doscientas y que ledaban indios para sus mitas para que le hiciesen casas en el Cuzco y quea los caciques que los enviaban les daba el ynga mantas y camisetasde las ricas 'y a los indios que trabajan les daba de comer carne y maízy chicha y otras cosas y los trataba muy bien y asimismo le daban indiospara sacrificar a las guacas y hijas de los caciques y principales paramancebas y que le hacían sementeras de papas y quinua y le daban car-

. neros de la tierra y le llevaban pescado hasta el Cuzco a mucha diligen­I cia para que llegase muy fresco y pescado seco y cuando les pedía

mltimaes algunas veces para poner en algunas partes se los daban y si deéstos morían algunos les daban otros y le daban ropa de cumbi [kumpi,vestidos finos], para que la hiciesen tenía señalados ciertos indios, y asi­mismo le daban ropa de auasca [awaska, vestidos ordinarios], y ojotasy todo lo demás que les pedía se lo daban hasta sal y plumas y que todo

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45 Hidalgo (1984: 44). Los curacas que recibían el tributo de los urus ataca­meños eran de Chiu Chiu, Atacama, la Baja. Pero esto no dilucida el problemade la "Identificación étnica de estas poblaciones. Como en el caso de Camaná;todavía désécnccemos las reglas de legalidad que daban posesión o usufructo a Iastierras de cultivo, lo que anula una vía de indagación más o menos certera através del derecho españoL Hidalgo. comunicación personal. Véase también Irrí­barren (1975: 22).

" Millones y SchaedeI (1980: 68 y 75), Matienzo (1967: 267).

cama en señal de vasallaje. Son muy primitivos, no siembran, DO recogeny se alimentan sólo de peces». Junto con dos grupos de pescadores, Ca­manchaca y Proanche, se los conoció desde el siglo XVI con el nombregenérico de Changos, detectado incluso al sur de Antofagasta (Chile) enépoca más tardía. Los informes arqueológicos en Arica y Atacama sugíe-:ren que los Changos vestían ropas similares a los ayrnaras:: los restos desu ajuar y alimentación han sido descubiertos junto con ofrendas e ins­trumentos de pesca 45.

No fue ésta la única etnia especializada del altiplano. De Chuquitoexiste además un Padr6n de los mil indios más ricos de la Provincia... ,donde figura el ayllu Chuquilla de cazadores, contra quienes existen este­reotipos tan derogatorios corno los conocidos en el caso de los urus. Se ­decía de ellos « ...son cazadores: de estos hay pocos y los que son DO en­tienden sino en matar ganado bravo, y en idolatrar. Son hechiceros, quecomo jamás ven españoles, antes andan donde están sus huacas.. -.» Deun documento posterior se deduce, por cierto, que las gentes de Atnn Co­lla poseía cotos de caza reservados para los chuquillas (por disposicióndel Tahuantinsuyu), en áreas localizadas en el páramo muy húmedo sub­alpino y en la tundra pluvial alpina, donde armaban trampas y se pescaba.Los chuquillas debieron ocupar la zona' alta que rodeaba el área nuclearde los callas ". De ellos no hay mucha más información, pero debieronprosperar de alguna manera durante la Colonia. Su jefe .Guarecallo fuereconocido coma persona pudiente en la urin-saya de.Chuquito.

Políticamente, la región lacustre debió ser muy.inestable. Las crónicasexplican que por esta circunstacia se efectuó su'conquista, atribuida alInca Viracocha. De acuerdo con la versión más completa. Cario «rey» deChuquito, y Zapana, señor de «Hatun Colla», disputaban el dominio déla zona. Su pelea alternaba con frecuentes incursiones por el valle delCuzco. Viracocha decidió poner fin a esta amenaza. Y luego de derrocara los Canchis y pactar con los Canas envió mensajeros al Callao, donde,en principio. ambos estados lacustres le ofrecieron alianza. Pero cuandoel Inca logró abrirse paso a la meseta. cuenta Cieza, que encontró la sí­luación definida; Cari había derrotado a los callas y celebré con el Cuzcoun pacto simbolizado por .el enterramiento del vaso con'que brindaron

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98 Historia y poder en los Andes centralesLos «reinos» y las «behetrfas» 99

esto que tiene declarado se lo daban entre toda la provincia repartidopor ayllos» 49.

Sin entrar en el detalle del texto notemos, sin embargo, las contribu­ciones de la provincia de Chuquito al Tahuantinsuyu:

1. recursos básicos: sal, papas, quinua, camélidos,2. recursos suntuarios: plumas, telas finas,3. mano de obra: tejidos ordinarios, calzados,4. mano de obra especializada: tejidos finos, trabajos con plumas,5. mitayos (trabajadores por turnos): extracción de minerales, edi­

ficaciones en el Cuzco,6_ colonos en otras regiones, enviados por disposición del Inca (mi­

timaes),7. tropas militares: probablemente mitayos con sus jefes étnicos,8. mujeres como esposas, según conveniencia de la nobleza cuz­

queña,9. víctimas para sacrificios humanos.

decepción durante su visita a las ruinas de Atun Colla: «Resultó seruno de los lugares poblados más miserables que conocí en la púna; másde la mitad de las casas carecía de techos, y en muchas se habían des­plomado las paredes» "'. Triste remate para el pueblo que soñó en susmitos dar origen a un imperio y entregó su gente para construirlo.

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La contrapartida cuzqueña consistía en «mantas y camisetas decumbi» para los curacas, y alimentos -proporcionados festivamente­a los trabajadores. La asimetría sólo se explicaría por la imposiciónincaica, que ejercitaba el peso de una vieja ideología conocida a lo largode la sociedad andina. Manipulada en este caso por los cuzqueños.Así se explica el interés de los incas por conquistar la región que com­prensiblemente se mantuvo en constante revuelta.

A treinta y cinco años de la Conquista, la visita menciona a los incascomo un acontecimiento pasado. El presente era tiempo de los españoles.Un nuevo y definitivo trastorno había llegado a las orillas del lagoTiticaca. La visita se efectuó dos años después del retiro de don PedroCutinbo, quien había gobernado todo el territorio que los españolesclasificaron como provincia de Chuquito. Fue entonces, en 1565, cuandose restituyó a los jóvenes de linajes locales Cari y Cusi, bautizados amboscan el nombre de Martin. En Atun Colla también persiste el apelativode la vieja nobleza, Alonso Sapana aparece como uno de los dirigentesen el mencionado pleito por los cotos de caza,

La región luce hoy tan desvastada como Chan Chan, aunque en com­paración, el patrón de construcciones es más bien disperso y el empleede materiales líticos ayudan a forroarse una idea de su pasada grandeza.De cualquier modo Middendorf, viajero del siglo pasado, no ocultó su

49 Díez de San Miguel (1964: 106). •s:

se Middendorf (1974: tomo I1I, 331).

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