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  • Lectura de la Repblica de Platn

    Platn no es un autor; es una obra

    Alfonso Flrez Facultad de Filosofa

    Pontificia Universidad Javeriana 29 de julio de 2009

    I. Cuestiones de interpretacin de la obra platnica De los grandes filsofos, Platn es el que suscita mayores dificultades interpretativas. Concurren en ello dos situaciones, diferentes, pero relacionadas, propias de este autor, cuales son el carcter de su obra y la historia de su transmisin. En relacin con su obra hay que partir de una constatacin inmediata, y es que, si bien Platn nos ha legado un rico corpus literario y filosfico, este corpus se compone de dilogos dejo de lado, por lo pronto, la cuestin de las Cartas, en los cuales toman la palabra muchos personajes, sobre todo Scrates, pero nunca Platn mismo, que como personaje de los dilogos aparece tan slo en la Apologa y en el Fedn, aunque sin decir palabra alguna. Esta peculiar nota de sus dilogos suscita la ingente dificultad interpretativa de buscar entender a Platn en una obra de su autora, donde l, empero, nunca se pronuncia como l mismo. A partir de este carcter de su obra surgieron, ya desde la Antigedad, diferentes lneas interpretativas que buscan establecer criterios para la comprensin de su pensamiento. Antes de ofrecer un esquema de esos criterios, se impone ya una primera conclusin, y es que Platn nunca puede leerse de un modo inmediato o ingenuo, como quien abre un libro suyo y se propone leer en l lo que el autor dijo. Toda lectura de Platn exige de su lector as ste no est consciente de ello una posicin interpretativa frente al dilogo como tal. En este sentido, Platn es el escritor filosfico ms exigente de todos, pues si bien hay textos cuya comprensin es mucho ms difcil, su lectura no le pide al lector la adopcin de una posicin interpretativa como condicin para su intento de comprensin del texto, si bien puede pedrsela en el desarrollo mismo de la lectura. As, aunque nadie puede presumir de entender sin gran esfuerzo la Fenomenologa del espritu de Hegel, hay por lo menos algo que no pide mucho esfuerzo, y es que en esta obra Hegel mismo le habla a su lector, as aquello que le dice pida de su lector un agotador esfuerzo intelectual que puede, muy bien, llegar a transformar su comprensin de la realidad. Algo semejante puede decirse de autores difciles, como Kant o Heidegger, y es que, si bien como escritores filosficos pueden haber tenido la intencin de transformar al lector mediante la ardua lectura de sus textos, al menos es claro que sa es la intencin de esos autores y sus textos. Nada de esto puede asumirse en Platn, pues ya de entrada la obra le pide al lector que asuma una posicin interpretativa frente a la obra para que el mero proceso de lectura pueda tener lugar. Y si bien un lector puede estar en desacuerdo con lo que encuentra en Hegel o en Heidegger, dicho desacuerdo se mueve en el espacio constituido entre l como lector y la obra del autor. En un dilogo platnico, por el contrario, no es infrecuente que el lector se alinee con un personaje menor que recibe las descargas de Scrates o de algn otro interlocutor mayor. Aqu el desacuerdo del lector con el personaje principal no se mueve en el espacio vertical que va del lector a la obra, sino en el espacio horizontal de los propios caracteres de la obra. Y, sin embargo, en este momento, el lector no tiene pistas sobre si dicho desacuerdo con el personaje principal del dilogo significa un desacuerdo

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    con el propio autor, toda vez que el personaje menor procede tambin de la pluma del autor. En el caso extremo podr ocurrir, incluso, que el dilogo se desestime en bloque, pero ni aun en ese caso puede el lector estar seguro de estar por ello en desacuerdo con el autor, que pudo muy bien pretender con su obra conducir al lector a que pensara por s mismo, as ello significara el sacrificio de su obra. A fin de cuentas, en ninguno de los dilogos de Platn hay argumentos de knock out, pues los interlocutores nunca quedan tan derrotados que no puedan todava hallar una va de salvacin, ni resultan nunca tan victoriosos que no puedan todava recibir una objecin o una crtica adicional. En otras palabras, si por la lectura de un dilogo, el lector llega a la posicin de rechazar todo el dilogo, dicho rechazo puede todava entenderse segn el espritu mismo del dilogo. Por el contrario, quien como Russell quede exasperado por los excesos de la dialctica hegeliana, no entender su distanciamiento de Hegel como un resultado que se sigue de la propia obra hegeliana, puesto que la intencin del autor era clara desde el comienzo, y consista en conducir al lector a un modo de pensamiento afn al suyo. El ejemplo de Hegel puede no ser del todo convincente, puesto que Hegel puso a punto un sistema filosfico que se nutre de la contradiccin, pero no debe olvidarse, precisamente respecto del filsofo suabo, que la dialctica, que en Platn se mantena al servicio de la bsqueda del saber, deviene en Hegel un mecanismo absoluto de justificacin. En otros trminos, como en Hegel la dialctica se da fuera de todo dilogo y de toda interlocucin, termina absolutizando lo que en Platn era una graciosa concesin a la diferencia. As, disentir de Platn por haberlo ledo cae bajo el espritu del dilogo autntico, donde no todos tenemos que estar de acuerdo con todos; por el contrario, disentir de Hegel por haberlo ledo cae bajo el espritu de la dialctica, donde todo disentimiento queda suprimido por la astucia del espritu absoluto. En suma, mientras disentir de Platn puede entenderse todava como un resultado del dilogo; disentir de Hegel es imposible dado el carcter absoluto de su dialctica. No deja de ser notable, de todos modos, que Hegel identificara la dialctica como el mecanismo ms apto para transitar el camino desde la percepcin sensible hasta el espritu absoluto. En todo caso, debe quedar claro, por lo pronto, que cualquier lectura de Platn supone ya la adopcin de una posicin interpretativa respecto de la forma del dilogo. Antes de exponer en esquema las diversas posibilidades interpretativas que permite la figura del dilogo, es necesario examinar una nota adicional, esencial, de la obra platnica, que tiene que ver con su composicin. El conjunto de los dilogos comprende obras de muy diversa ndole, que es imposible reducir a rasgos comunes. As, por ejemplo, entre los dilogos se hallan obras de gran extensin, como Las leyes y la Repblica, obras de mediana extensin, como el Protgoras y el Banquete, y obras de muy corta extensin, como el Ion y el Eutifrn. Los dilogos tambin se distinguen en cuanto a su composicin dramtica, pues mientras en unos se expone un rico intercambio dialgico, como en el Lisis o el Crmides, en otros un interlocutor toma la palabra durante la mayor parte de un dilogo que, por lo dems, no es breve, como ocurre en el Timeo. As mismo, unos dilogos son representaciones dramticas directas, como el Cratilo o el Menn, mientras que otros son narrados, a veces mucho tiempo despus de ocurridos los acontecimientos, como el Fedn y el Parmnides (este ltimo, narrado cincuenta aos despus de haber acontecido). Del mismo modo, aunque en la mayora de los dilogos Scrates es el interlocutor principal, en otros aparece sin ser el interlocutor principal, como en el Sofista o el Poltico, y en Las leyes ni siquiera aparece. Valga decir en este punto que, en su conjunto, los interlocutores principales de los dilogos son Scrates (que aparece de diversas edades, desde muy joven hasta el da de su muerte), Parmnides (en el Parmnides), Timeo (en el Timeo y en el Critias), el Extranjero Elata (en el Sofista y en el Poltico), y el Extranjero

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    Ateniense (en Las leyes). Tambin difieren los dilogos en cuanto a ambientacin dramtica, desde la rica y clebre del Fedro, hasta el Filebo, que carece de ella. Tambin hay que decir que algunos dilogos presentan referencias internas entre s, constituyendo el conjunto de ocho dilogos que tienen lugar los das del juicio de Scrates una pieza clave del corpus platnico, si bien no todos los estudiosos han aceptado la pertenencia de estos ocho dilogos a tal periodo de la vida de Scrates. Tales dilogos se enumeran a continuacin en orden de ocurrencia dramtica: Teeteto, Eutifrn, Cratilo, Sofista, Poltico, Apologa, Critn y Fedn. Una ltima caracterstica que debe mencionarse es la presencia de relatos mticos en muchos de los dilogos, mitos de los cuales algunos corresponden a la tradicin literaria, otros son variaciones de ella, y otros son invenciones de Platn. As, pues, cuando se habla de los dilogos de Platn se est hablando de un corpus complejo y rico que exige, en s mismo, el planteamiento de ciertas preguntas de interpretacin. Primero que todo hay que preguntarse si los treinta y cinco dilogos transmitidos por la tradicin constituyen, de algn modo, una unidad o si pueden estudiarse en forma aislada unos de otros, y en cada caso cules son los lmites de la respectiva posicin. Parece que el caso paradigmtico de los ocho dilogos del juicio de Scrates tendra que ofrecer elementos para comenzar a responder esta pregunta, a menos que el lector considere como posicin interpretativa vlida que las referencias dramticas de estos dilogos durante los das del juicio de Scrates son irrelevantes para su recta comprensin. Una pregunta que depende de la anterior tiene que ver con el orden de los dilogos: puede establecerse algn orden dramtico entre ellos?, influye ese orden en su interpretacin?, cmo se relaciona el orden dramtico y el orden de la composicin? Baste por ahora con sealar estas dificultades, que aportan elementos para la valoracin de los esquemas interpretativos. Entrando en estos ltimos, pueden presentarse dos situaciones extremas. Para la primera, el aspecto dramtico de los dilogos constituye slo un artificio literario sin ninguna incidencia en el aspecto doctrinal del pensamiento de Platn, que hay buscar en cada caso en el interlocutor principal, ms que en Scrates como tal. Para la segunda, la intencin de Platn se expone en los dilogos como tales, que funcionan como artefactos literarios expresivos que se agotan en s mismos. De la primera posicin derivan las interpretaciones de un Platn doctrinal, mientras que de la segunda lo hacen las interpretaciones de un Platn escptico. Ambas posiciones se encuentran en la Antigedad, si bien terminara triunfando la imagen de un Platn doctrinal, gracias sobre todo a la apropiacin selectiva que de l hicieron Plotino y sus sucesores a partir del siglo III de nuestra poca. Ya, sin embargo, el gran discpulo de Platn, Aristteles, se haba encargado de atribuirle a su maestro diversas ideas de tipo dogmtico que l mismo, por lo dems, se haba tomado la molestia de refutar. Queda claro, pues, que de la propia obra de Platn no cabe derivar sin ms un conjunto de doctrinas que le sean propias y que constituya lo que terminar denominndose como platonismo. El platonismo, por cierto, puede derivarse de los dilogos de Platn, pero slo mediante opciones interpretativas que de suyo no son evidentes y que tendran que justificarse, como son la abstraccin de toda referencia dramtica en el estudio de los dilogos, la seleccin de ciertos dilogos sobre otros, y dentro de esos, la apropiacin de algunos elementos fuera del contexto. Lo anterior condujo, entre otras cosas, a la identificacin de diversas referencias en los dilogos a lo que es en s con una teora de las Ideas y la consecuente escisin de la realidad en dos mbitos incompatibles, uno inteligible y otro sensible, y a la comprensin de elementos que se presentan bajo la figura del mito como pruebas de la inmortalidad del alma, de su preexistencia al cuerpo y de su transmigracin a otros cuerpos, por mencionar slo dos de los aspectos ms relevantes del platonismo; pero aquella posicin interpretativa tuvo el

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    efecto, sobre todo, de justificar un procedimiento de abstraccin y seleccin con el cual procedi a saquearse el rico corpus platnico para construir a partir de all diversos platonismos y confrontarlos con propuestas metafsicas menos ingenuas, como el aristotelismo, o ms completas y organizadas, como el neoplatonismo. El advenimiento de la conciencia histrica en la filosofa a partir del siglo XIX no llev a abandonar la reduccin que la tradicin haba hecho de Platn al platonismo, slo que adquirieron importancia los estudios de composicin de su obra, que sigui siendo vista con la mirada puesta en el platonismo de Platn. Llegaron a distinguirse ahora diversos momentos en la evolucin del pensamiento de Platn, desde el joven socrtico hasta el revisionista de la ancianidad, pasando por el de formacin de su propio sistema, el de madurez y el crtico. En las historias de la filosofa, como corresponde, se ha conservado hasta el da de hoy este esquema de desarrollo de Platn que se hace pasar como fruto de la scholarship ms avanzada y de un consenso entre los estudiosos. Debe quedar claro, sin embargo, que este modelo depende de cuestionables opciones interpretativas del corpus y que, ms que a Platn, refleja los compromisos sistemticos e historicistas de la historiografa alemana del siglo XIX, heredera del programa filosfico hegeliano. Hay que mencionar dentro de este panorama, as sea por la seriedad de sus estudios, la propuesta interpretativa de la Escuela de Tubinga, que, basndose en ciertas alusiones que Aristteles hace a unas doctrinas no escritas de Platn, ha dedicado grandes esfuerzos a defender la idea de un Platn cuyas principales doctrinas no habran quedado consignadas en los dilogos, pues seran producto de su enseanza oral. La Escuela de Tubinga no renuncia, por supuesto, a la comprensin de un Platn sistemtico, cuyo platonismo sera ms afn al pitagorismo y al orfismo, para lo cual ni siquiera tiene que hacer abstraccin del aspecto dramtico de la obra de Platn, puesto que la desestima en su conjunto, refirindose a ella cuando necesita confirmar sus propios puntos de vista, logrados con tanta dificultad a partir de fragmentos, testimonios indirectos y enormes cargas de filologa. Con mayor radicalidad incluso que a los dems filsofos que ven en Platn un pensador sistemtico, puede preguntrsele a la Escuela de Tubinga cul sera el punto que persegua Platn al tomarse tantas molestias para construir la ingente obra que constituyen sus dilogos si el ncleo de su enseanza era esotrico y consignado apenas en fragmentos. A esta pregunta siempre podr encontrarse una respuesta si no, nunca habra podido medrar como escuela la Escuela de Tubinga, pero contra ella pesa el testimonio fctico del corpus que hoy poseemos y el testimonio histrico que siempre vio en los dilogos lo fundamental de la obra platnica. Como se sabe, no hay argumento racional alguno que pueda aducirse contra la teora de una conspiracin universal, pues todo argumento que pueda ofrecerse no hace sino reforzar la sospecha de la conspiracin. Aparte de su inmensa erudicin, as est mal enfocada, la propuesta de la Escuela de Tubinga ha tenido la agradable consecuencia de ayudar a mantener abiertas las posiciones interpretativas en relacin con la obra de Platn. A partir de lo dicho pueden presentarse los lineamientos del esquema interpretativo propuesto. Hay que anotar, en primer lugar, que un dilogo de Platn no puede recibir una interpretacin adecuada fuera del contexto del conjunto de su obra; es decir, comprender un dilogo particular supone y exige ya una cierta posicin interpretativa del conjunto de los dilogos. Ahora bien, el corpus platnico se asume aqu en su totalidad dramtica, no en el orden presunto de su composicin. Se reconoce con ello que Platn estuvo todo el tiempo en posesin plena de todos los recursos que aparecen en su obra; se evita as asumir una posicin de mayor inteleccin de la obra de Platn que la que tuvo el propio

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    autor. En este sentido, se reconoce que el conjunto de la obra de Platn se mueve hacia la octologa final, lo que no quiere decir otra cosa que Scrates es la figura determinante de la totalidad del corpus, frente a la cual deben entenderse las otras grandes figuras que toman la palabra en los dilogos, tanto Parmnides como Timeo, tanto el Extranjero Elata como el Extranjero Ateniense. Para decirlo con mayor precisin, aqu la posicin de Platn busca entenderse a partir de las apariciones de Scrates, as como de sus silencios y silenciamientos. Para una lectura de la Repblica este compromiso interpretativo no distancia en exceso de otras posiciones comprensivas, pero s significa que la figura de Scrates recibe un peso especfico que gua la comprensin del decurso del dilogo. Ahora bien, aunque la Repblica se entiende siempre como expresin plena del pensamiento de Platn, en el marco de comprensin dramtica aqu propuesto esto obliga a aprovechar todos los recursos interpretativos que ofrece el conjunto de la obra, lo que incluye supeditar la investigacin de la naturaleza a la indagacin poltica, entender al hombre que se interroga sobre s mismo como el eje del ejercicio filosfico, y situar la experiencia humana con lucidez de cara a su destino final. En suma, se juzga que todo recurso dramtico tiene un sentido para la comprensin de la obra, sin que sta se reduzca a su mero montaje dramtico; se considera, por el contrario, que en la obra hay enseanzas particulares que no pueden, sin embargo, desgajarse de su entramado dramtico. Esto lleva a reconocer, a su vez, que en el dilogo no slo se dice algo, sino que tambin ocurre algo, y as como el final del corpus difiere de su comienzo justamente por todo lo que ocurre a lo largo del corpus, as tambin en cada dilogo particular no slo se dice algo, sino que tambin ocurre algo en los interlocutores, con los interlocutores, que lleva a que el final no sea equiparable sin ms a su comienzo. En este orden de ideas, y contra una extendida lnea interpretativa, no hay en el corpus dilogos aporticos. II. Tema y plan de la Repblica El nombre de Repblica para el dilogo Politeia de Platn deriva de su recepcin en el medio latino, en particular en Cicern, que bajo la cosa pblica res publica entiende la constitucin del Estado. En este sentido, el nombre latino hace cierta justicia al original griego. Con el correr de los siglos, sin embargo, y con el establecimiento de nuevas formas de gobierno, la determinacin de repblica para la politeia griega ha llegado a ser cada vez menos apropiada. A pesar de ello, la importancia de la obra y su presencia ininterrumpida en el cauce del pensamiento hacen desaconsejable intentar una nueva denominacin, ms acorde a la semntica de su ttulo. En efecto, ya la misma nocin griega de polis presenta dificultades de traslacin a lenguas modernas, donde la ciudad, como mbito urbano, tiende a distinguirse del campo, como mbito rural. La polis griega, empero, comprende tanto un espacios urbanos como rurales, y en el caso de Atenas, al menos, bajo su polis se halla ms de un ncleo urbano. Obviando esta dificultad particular, y asumiendo que la idea de polis hace referencia sobre todo a la organizacin poltica de dicha entidad, se ha llegado a la expresin de ciudad-estado como equivalente menos inexacto de la polis griega. Teniendo esto en mente, valga precisar que el habitante de la polis es el polites, de donde deriva politeia. En las notas a su traduccin, Bloom precisa que la polis es la ciudad, la comunidad de seres humanos que comparten un modo de vida, que se gobiernan a s mismos, hacen la guerra y preservan la paz. La polis es el grupo social natural, que contiene todo lo necesario para el desarrollo y el ejercicio de las potencias humanas. Hoy polis suele traducirse como ciudad-estado (city-state); esto se hace porque se reconoce que una polis no es un Estado en el sentido moderno (por ejemplo, un Estado como distinto de la sociedad) y porque el

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    carcter de la vida poltica antigua era radicalmente diferente del nuestro. Sin embargo, traducir polis como ciudad-estado implica que nuestra nocin de Estado est contenida de algn modo en la de polis, as slo sea de una forma medianamente consciente. En consecuencia, la antigua comprensin de lo poltico se toma como una prefiguracin imperfecta de lo moderno, ms bien que como una alternativa a esto ltimo una alternativa que nos es ajena y que no conocemos de modo adecuado. En esta edicin siempre se verter como ciudad, sobre la base de que los fenmenos abarcados por la polis pueden comprenderse mediante la comparacin de los diferentes usos del trmino. Ms an, debera tenerse presente que palabras como poltico (statesman) y ciudadano (citizen) se basan en la raz polis. El ciudadano (polites) es literalmente uno que pertenece a la ciudad, y el poltico (politikos) es uno que conoce de las cosas de la ciudad. La poltica (politika) es meramente lo que tiene que ver con la ciudad. As, hay una unidad terminolgica que refleja la unidad de la vida en la ciudad. Ahora bien, gracias a la organizacin de los diversos elementos de la ciudad la polis recibe su carcter y se establece su modo de vida peculiar. La preocupacin poltica central es la organizacin propia de una ciudad, y la politeia es dicha organizacin. La politeia puede identificarse en gran parte con la clase dirigente de los ciudadanos, pues ellos dejan su impronta en la ciudad y son la fuente de las leyes. El mejor trmino para traducirla es rgimen (regime), como en el antiguo rgimen (the old regime). El libro que describe el mejor modo de vida poltica se llama apropiadamente el rgimen, el nico rgimen verdadero o el mejor rgimen, tal como el libro de los libros se llama simplemente la Biblia, el libro. Tal enfoque del problema poltico es caractersticamente platnico, y un intento de recuperar la comprensin griega de lo humano requiere que se reconsidere el sentido en el que la politeia es el hecho poltico ms importante y la causa de los caracteres de los seres humanos y de sus modos de vida (Bloom 1991, 439s). En suma, la Politeia trata del rgimen poltico que un grupo de seres humanos se da a s mismo, donde el papel de quienes se hallan al frente del gobierno es decisivo en la constitucin de dicho rgimen y del modo de vida de sus habitantes en general. El subttulo que se le ha dado a la obra, peri dikaiou, sobre lo justo, puede ser una adicin de los editores alejandrinos; no se encuentra, en todo caso, en el recuento que Aristteles hace de la Repblica en su Poltica (1261ass). Hay que decir, sin embargo, que el asunto de la justicia se presenta como tema articulador de la totalidad de la obra, toda vez que el rgimen poltico puede constituirse como tal slo si entre sus diferentes estamentos se dan relaciones de justicia. Si se tiene presente, as mismo, la doble indagacin que se adelanta en el dilogo, del rgimen poltico y de la conformacin del alma, puede determinarse tambin la justicia como esencial para la salud del alma, no slo de la ciudad. En las notas a su traduccin, Leroux seala que el ttulo ms habitual, Politeia, designa el proyecto, corriente en la historia de las ciudades griegas, de ofrecer una constitucin poltica para fundar las instituciones y formular las leyes destinadas a los ciudadanos () Al privilegiar este ttulo, la tradicin ha retenido sobre todo el propsito reformador de Platn. Sin embargo, este ttulo no cubre el conjunto de argumentos del dilogo, por lo que no sorprender que en varios manuscritos se vea circular el ttulo Peri tou dikaiou, Sobre lo justo, un ttulo ms conforme con los argumentos del primer libro sobre la felicidad del justo y con la doctrina de la justicia del libro IV. Notemos que varios manuscritos ofrecen los dos ttulos, as como la noticia de Digenes Laercio, que retoma en este respecto la designacin de las tetralogas de Trasilo. En su comentario, Proclo hace notar estas variaciones e insiste en el hecho de que los ttulos de los dilogos son obra de Platn

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    mismo y que indican su tema principal; para l, no hay ninguna duda: el ttulo es Politeia, y designa la bsqueda del mejor rgimen poltico, pero la finalidad del dilogo comprende tanto la bsqueda del mejor rgimen poltico, como la justicia del alma individual: No digamos, entonces, que tiene dos finalidades, sino que la finalidad concerniente a la justicia poltica y la finalidad concerniente a la mejor constitucin en el alma no forman ms que una sola (Leroux 2004, 525). En sntesis, la indagacin sobre cul sea el mejor rgimen poltico no puede hacerse sin examinar, a la vez, la conformacin del alma individual, de modo tal que la justicia que debe imperar en aqul, se manifieste tambin en sta. Pero no se trata de dos investigaciones diferentes, sino de una y la misma. No es probable que Platn se haya propuesto dividir la Repblica en diez libros, divisin que parece obedecer ms bien a exigencias codicolgicas de los editores alejandrinos. Sin embargo, siglos de lectura y de interpretacin de la obra han llevado a estructurar estos diez libros en las siguientes cinco secciones segn la propuesta de Auguste Dis en su Introduccin a la edicin de Les Belles Lettres:

    Libro I: Obertura. Concepciones tradicionales y sofsticas de la justicia. Libros II-IV: Definicin de la justicia. Libros V-VII: Condiciones de realizacin de la ciudad justa. Libros VIII-IX: La injusticia en la ciudad y en el individuo. Libro X: Recompensas de la justicia. Mito final.

    Esta propuesta debe tomarse como preliminar, en todo caso, puesto que de una lectura atenta se seguirn otros modelos de estructuracin de la obra, y ninguno de los mayores intrpretes ha dejado de ofrecer su propia comprensin de la articulacin interna del dilogo. Puede argirse, en efecto, que una interpretacin de la obra estar completa slo cuando haya logrado ofrecer un esquema plausible de su estructura. Empero, esta exigencia arquitectnica debe equilibrarse con la intencin dramtica de la obra, pues, como se ha sealado, en un dilogo platnico y en esto la Repblica no difiere de los dems no se da una mera presentacin de ideas sino que en l mismo, en el transcurso de su devenir, va ocurriendo algo, con el resultado de que al final hay algo que no haba al comienzo. Hay que mencionar, en todo caso, que diversos intrpretes (Sallis 1996, 455; Brann 2004, 117; Leroux 2004, 28s) han podido identificar en la estructura de la obra un juego de correspondencias, segn el cual el principio se corresponde con el final, la segunda parte con la penltima, y as sucesivamente, de forma tal que estos a modo de anillos concntricos albergan un ncleo central nico. No hay, sin embargo, acuerdo en la distribucin o en la interpretacin de estos anillos. En este momento, y como gua de lectura, puede resultar ms til la presentacin de un esquema lineal de los contenidos de la obra (Leroux 2004, 36-42).

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    Plan de la Repblica

    I. OBERTURA 1. Concepciones tradicionales de la justicia I, 327a-331d Entrevista con Cfalo acerca de la vejez -papel de la riqueza en el logro de la felicidad -inquietudes ante la muerte y los relatos del Hades -la justicia es motivo de esperanza y de serenidad -naturaleza de la justicia 2. La poesa y la justicia I, 331e-336a Entrevista con Polemarco sobre la mxima hacer bien a los amigos -interpretacin del pensamiento de Simnides -carcter enigmtico de la poesa; crtica de Homero (334a) -aporas sobre la utilidad y la justicia 3. La tesis sofstica: Trasmaco I, 336b-354c Entrevista con Trasmaco sobre la definicin la justicia es el inters del ms fuerte (338c) a. Nocin de la ventaja del ms fuerte (339e-340e) b. Arte, utilidad e inters de quien gobierna, del ms fuerte (341a-343c) c. La justicia es un bien extrao (ventaja y perjuicio) d. Argumento de Scrates: la justicia trae ms ventajas e. Clases de justicia y de lo injusto: la cuestin de la felicidad (348a) -Trasmaco: la justicia es habilidad y virtud -Scrates: la justicia es sabidura y bondad (350c) f. Funciones y virtudes del alma (353a-354c)

    II. HACIA UNA DEFINICIN DE LA JUSTICIA 4. Mtodo psicopoltico y poleogona II, 357a-376c a. Intervencin de Glaucn: la justicia como bien -eliminacin de concepciones errneas de la justicia (357a-362d) -el anillo de Giges (359c-360d) y la felicidad del injusto b. Intervencin de Adimanto: crtica de concepciones populares (362d-368a) -crtica de la mitologa de la recompensa (363b) y de la religin popular (365d) -bsqueda de un nuevo mtodo y de nuevos argumentos c. Intervencin de Scrates: una nueva investigacin por analoga -el tema psicopoltico: letras grandes y pequeas (368b-369b) -el mtodo: justicia de la ciudad y justicia del individuo d. Investigacin sobre la formacin de la ciudad natural (369b-371d) -origen de la ciudad y especializacin de las tareas e. Nacimiento de la injusticia y formacin de las clases (372a-376c) -necesidad de crear un ejrcito -necesidad de escoger bien a los guardianes -aptitudes requeridas para los guardianes: buen natural, valor, temperamento, instinto filosfico (375e) -educacin de los guardianes: dotes corporales para la gimnasia, dotes intelectuales para la poesa y la msica

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    5. Mitologa, msica y gimnasia: la educacin de los guardianes en la ciudad justa II, 376c-III, 412c a. Teologa y poesa: crtica de los mitos (376c-398b) -proposicin de modelos para los relatos ejemplares -reglas para la diccin: la imitacin en el relato, el dilogo dramtico b. El papel de la msica y de la poesa en la educacin (398c-403c) -crtica de las armonas y de los instrumentos -crtica del ritmo -papel de la msica: poder de la armona en la educacin c. Papel de la gimnasia en la educacin (403c-412b) -diettica y medicina: ideal de la simplicidad -fuerza moral y fuerza fsica, valor y sabidura -equilibrio y complementariedad de la gimnasia y de la msica 6. Las cualidades de los guardianes III, 412c-414a a. Prioridad del inters de la ciudad b. Pruebas necesarias en la seleccin de los guardianes 7. Mandatos de los guardianes III, 414b-IV, 423d a. La mentira noble: el mito de las razas b. El modo de vida de los guardianes: educacin, vivienda, rgimen c. Lmites de la ciudad y exigencias para su unidad 8. Reglas diversas de la ciudad justa IV, 423e-427d a. Prioridad de la educacin b. Importancia de la tradicin en la msica y la gimnasia c. Prescripciones y legislacin: lmites respectivos, austeridad de las leyes d. Primaca de la institucin religiosa: ley de Apolo (427b) 9. Dialctica de la justicia IV, 427e-445e a. Las cuatro virtudes de la ciudad: sabidura, valor, moderacin y justicia i. La sabidura pertenece al cuerpo de los gobernantes (429a) ii. El valor pertenece al cuerpo de los guerreros auxiliares iii. La moderacin se halla presente en la multitud y en el cuerpo de los gobernantes iv. La justicia: deber universal de ejercer su funcin propia (433a) b. La justicia en el individuo y la justicia en la ciudad i. Resumen del argumento de la obra (434d-e): argumento psicopoltico (435a-d) ii. Anlisis del alma: la distincin de deseo y de razn -Anlisis de la experiencia de contrarios -Posicin del principio intermediario: el ardor colrico y moral iii. Conclusin: justicia e injusticia en el alma individual (salud y enfermedad, armona y desarmona, discordia y concordia)

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    III. CONDICIONES DE REALIZACIN DE LA CIUDAD JUSTA Introduccin Necesidad de precisar las condiciones particulares de la ciudad justa y dudas de Scrates frente a su carcter radical (449a-451c) 10. La comunidad de mujeres V, 451c-461d a. Igualdad de mujeres y hombres (451e): primera ola de objeciones b. El reparto de funciones es ventajoso para la ciudad, el caso de la guerra c. La comunidad de mujeres y de hijos entre los guardianes: segunda ola de objeciones (457d) d. Prescripciones relativas a las uniones y a los nios 11. La comunidad de los guardianes V, 461e-471c a. La comunidad se funda en el acuerdo y la unidad b. La naturaleza de los ciudadanos: ideal de fraternidad (463c), ley paternal c. La felicidad de los guardianes d. La educacin guerrera de los nios: valor y arrojo e. Medidas panhelnicas 12. El filsofo natural V, 471d-VI, 502c a. La realizacin de la ciudad y sus condiciones de posibilidad i. Ventajas de la realizacin de esta ciudad ii. Posibilidades de la realizacin (472b) -el modelo del hombre justo y de la ciudad perfecta -necesidad del filsofo-rey (473c-d): tercera ola de objeciones b. Demostracin del privilegio de los filsofos: su conocimiento i. Definicin del filsofo: amante de la sabidura y de lo bello en s (476b) ii. Naturaleza de la filosofa: ciencia y opinin iii. El conocimiento del filsofo es el fundamento de su privilegio (484a) c. Objecin de Adimanto: los filsofos son incapaces de servir a la ciudad d. El filsofo en la ciudad i. Los filsofos son raros, excepcionales ii. Deberes de la ciudad hacia el filsofo iii. La vida filosfica y el modelo divino (500c) 13. La educacin del rey-filsofo: ciencia y dialctica VI, 502a-VII, 541b a. Los guardianes perfectos sern filsofos (503b) i. Programa de estudios superiores (504a) y camino largo ii. El saber supremo: la forma del bien (505a-509b) -el retoo del bien, su imagen (506e) -analoga del sol (507b-509b) iii. Lo visible y lo inteligible (509c-521b) -el esquema de la lnea (509d-511e) -la alegora de la caverna (514a-518b) b. La formacin filosfica de los guardianes i. Naturaleza de la educacin (518b-519c) ii. Obligaciones de los guardianes: deber de gobernar iii. Propedutica de la ciencia filosfica (521c-531d) -las ciencias: aritmtica, geometra, astronoma, estereometra y armona musical iv. La dialctica y el conocimiento del bien (532c-535a) c. Vuelta a la seleccin de los guardianes (535a-541b)

  • Alfonso Flrez, Lectura de la Repblica de Platn 11

    IV. FORMAS DE INJUSTICIA EN LA CIUDAD Y EN EL ALMA INDIVIDUAL 14. Genealoga de los sistemas polticos VIII, 543a-IX, 576b a. Las cuatro especies de regmenes defectuosos y sus correspondientes individuos b. La timocracia (545c-550c) i. Origen del rgimen: la discordia (545d) ii. Caractersticas de la timocracia iii. El hombre timocrtico c. La oligarqua (550c-555b) i. Naturaleza del rgimen: poder del dinero ii. Origen del rgimen: la bsqueda de riquezas iii. La ley oligrquica: ley del censo iv. Caractersticas del rgimen v. El hombre oligrquico (553a) d. La democracia (555b-562a) i. Origen del rgimen ii. Caractersticas: la libertad iii. El hombre democrtico (558c) e. La tirana (562a-576b) i. Genealoga de la tirana ii. Formacin del hombre tirnico iii. El hombre tirnico visto en s mismo 15. La tesis socrtica: solo el justo es feliz IX, 576c-592b a. Argumento poltico (577c-580c) -servidumbre del tirano b. Argumento psicolgico (580d-583c) -la mejor clase de hombres c. Argumento metafsico (583c-592b) -comparacin de los placeres: psicologa moral y espiritualidad Conclusin: el justo es el ms sabio y el ms feliz 16. El destierro de la poesa X, 595a-608d a. El acuerdo sobre la poesa: rechazo del arte de la imitacin b. Crtica de Homero y de los poetas c. Generalizacin: utilizacin, fabricacin, imitacin (poesa y pintura)

    V. CONCLUSIN

    17. Escatologa y mito de la retribucin X, 608c-621d a. Perspectivas escatolgicas: retribucin e inmortalidad del alma (608c-613e) b. El relato de Er, el pnfilo (614a-621d) -el juicio de las almas: castigos y recompensas -modelo cosmolgico y Necesidad -mito de la metempsicosis y de la eleccin de la existencia (617d) Conclusiones del mito y exhortacin final a la justicia y a la sabidura

  • Alfonso Flrez, Lectura de la Repblica de Platn 12

    III. Bibliografa A. Ediciones de la Repblica En espaol hay varias ediciones de la Repblica, ninguna de ellas recomendable sin objeciones, pero cualquiera sea la edicin seleccionada, debe cuidarse que traiga la numeracin de Stephanus, sin la cual cualquier edicin es inutilizable para el trabajo propuesto. La edicin crtica estndar es la siguiente:

    Platonis, Res Publica, S. R. Slings (ed.), Oxford University Press, 2003, que revisa la cannica

    Platonis, Res Publica, J. Burnet (ed.), Oxford University Press, 1902.

    Se recomienda as mismo el comentario ya clsico de

    James Adam, The Republic of Plato, Cambridge University Press, 1902, 21965, que puede consultarse en lnea en la Perseus Digital Library (www.perseus.tufts.edu/hopper/) (aunque el modo ms fcil de llegar es por el vnculo en Wikipedia a James Adam: en.wikipedia.org/wiki/James_Adam_(classicist) ).

    Por traer el texto griego en pgina encarada, se recomiendan las siguientes ediciones:

    La Repblica, trad. Jos Manuel Pabn y Manuel Fernndez-Galiano (Introduccin: vii-cxlii), Centro de Estudios Polticos y Constitucionales, Madrid 52006.

    La Repblica, trad. Antonio Gmez Robledo (Introduccin: vii-cxxxviii),

    Universidad Nacional Autnoma de Mxico, Mxico 2000. Entre la inmensa cantidad de traducciones a lenguas de nuestro mbito, y a ttulo sobre todo indicativo, menciono las siguientes:

    La Repblica, trads. Rosa Ma. Mario Snchez-Elvira, Salvador Mas Torres, Fernando Garca Romero (Introduccin: 5-170), Akal, Madrid 2009

    The Republic of Plato, trad. Allan Bloom (Ensayo interpretativo: 307-436, Notas:

    439-472), Basic Books, Nueva York 21991.

    The Dialogues of Plato, Vol. III: The Republic, trad. Benjamin Jowett (Introduccin y Anlisis: i-ccxxxi), Oxford University Press, 31931.

    Republic, trad. Joe Sachs, Focus Publishing, Newburyport, MA 2007.

    La Rpublique, trad. Georges Leroux (Introduccin: 11-70, Notas: 525-734),

    Flammarion, Pars 22004.

  • Alfonso Flrez, Lectura de la Repblica de Platn 13

    Der Staat, trad. Otto Apelt, Felix Meiner, Hamburgo 111989.

    B. Bibliografa secundaria De la inabarcable bibliografa secundaria sobre la Repblica en particular (1-2), y sobre Platn en general (3-4), menciono libros de especial relevancia para la posicin interpretativa adoptada (), de amplio reconocimiento sobre el tema () o que pertenecen al corpus interpretativo contemporneo. No se enumeran obras clsicas (como la Paideia de Jaeger o El descubrimiento del espritu de Snell), ni presentaciones generales sobre el pensamiento de Platn (como el Anlisis de las doctrinas de Platn de Crombie o el Platn de Friedlnder) o textos de historia de la filosofa (como los tomos IV y V de la Historia de la filosofa griega de Guthrie). 1. LIBROS SOBRE LA REPBLICA Julia Annas, An Introduction to Platos Republic, Oxford University Press, 1981. Claudia Baracchi, Of Myth, Life and War in Platos Republic, Indiana University Press,

    Bloomington, IN 2002. Seth Benardete, On Platos Republic, The University of Chicago Press, Chicago 1992. Eva Brann, The Music of the Republic, Paul Dry Books, Filadelfia 2004. Monique Dixsaut (ed.), tudes sur la Rpublique de Platon, T. 1: De la justice: ducation,

    psychologie et politique, T. 2: De la science, du bien et des mythes, Vrin, Pars 2005.

    Kenneth Dorter, The Transformation of Platos Republic, Lexington Books, Lanham, MD

    2006. G. R. F. Ferrari, City and Soul in Platos Republic, The University of Chicago Press,

    Chicago 2005. G. R. F. Ferrari, (ed.), The Cambridge Companion to Platos Republic, Cambridge

    University Press, 2007. Otfried Hffe (ed.), Platon: Politeia, Akademie Verlag, Berln 1997. Jacob Howland, The Republic. The Odyssey of Philosophy, Paul Dry Books, Filadelfia

    2004. Terence Irwin, La tica de Platn, trad. A. I. Stellino, UNAM, Mxico 2000. Richard Kraut (ed.), Platos Republic. Critical Essays, Rowman & Littlefield, Lanham, MD

    1997.

  • Alfonso Flrez, Lectura de la Repblica de Platn 14

    Richard Lewis Nettleship, Lectures on the Republic of Plato, Macmillan, Londres 1901. Wolfgang Gil Lugo, El mapa de la ciudad ideal. Estructura y sinopsis de la Repblica de

    Platn, Edicions de la Universitat de Barcelona, 2003. Nickolas Pappas, Routledge Philosophy Guidebook to Plato and the Republic, Routledge,

    Londres 22003. Karl R. Popper, La sociedad abierta y sus enemigos, trad. E. Loedel, Paids, Barcelona

    1982. C. D. C. Reeve, Philosopher-Kings. The Argument of Platos Republic, Hackett,

    Indianpolis 2006. David Roochnik, Beautiful City. The Dialectical Character of Platos Republic, Cornell

    University Press, Ithaca, NY 2008. Stanley Rosen, Platos Republic. A Study, Yale University Press, New Haven, CT 2005. John Sallis, Being and Logos, Indiana University Press, Bloomington, IN 31996. D. C. Schindler, Platos Critique of Impure Reason. On Goodness and Truth in the

    Republic, The Catholic University of America Press, Washington, D. C. 2008. Leo Strauss, La ciudad y el hombre, trad. L. Livchits, Katz, Buenos Aires 2006. Nicholas P. White, A Companion to Platos Republic, Hackett, Indianpolis 1979. 2. ARTCULOS SOBRE LA REPBLICA Robert S. Brumbaugh, Teaching Plato's Republic VIII, The Classical Journal, Vol. 46,

    No. 7 (1951), 343-345. Robert S. Brumbaugh, Teaching Plato's Republic IX, The Classical Journal, Vol. 46, No.

    7 (1951), 345-348. Robert S. Brumbaugh, A New Interpretation of Plato's Republic, The Journal of

    Philosophy, Vol. 64, No. 20 (1967), 661-670. P. S. Burrell, The Plot of Plato's Republic (I), Mind, Vol. 25, No. 97 (1916), 56-82. P. S. Burrell, The Plot of Plato's Republic (II), Mind, Vol. 25, No. 98 (1916), 145-176. P. S. Burrell, The Plot of Plato's Republic (III), Mind, Vol. 25, No. 99. (Jul., 1916), 329-

    364. A. S. Ferguson, Plato's Simile of Light. Part I. The Similes of the Sun and the Line, The

    Classical Quarterly, Vol. 15, No. 3/4 (1921), 131-152.

  • Alfonso Flrez, Lectura de la Repblica de Platn 15

    A. S. Ferguson, Plato's Simile of Light. Part II. The Allegory of the Cave, The Classical Quarterly, Vol. 16, No. 1. (1922), 15-28.

    A. S. Ferguson, Plato's Simile of Light Again, The Classical Quarterly, Vol. 28, No. 3/4

    (1934), 190-210. R. Hackforth, Plato's Divided Line and Dialectic, The Classical Quarterly, Vol. 36, No.

    1/2 (1942), 1-9. Todd S Mei, Justice and the Banning of the Poets: The Way of Hermeneutics in Plato's

    Republic, The Review of Metaphysics; Vol. 60, No. 4 (2007), 755-778. J. F. Mountford, The Musical Scales of Plato's Republic, The Classical Quarterly, Vol. 17,

    No. 3/4 (1923), 125-136. N. R. Murphy, The Simile of Light in Plato's Republic, The Classical Quarterly, Vol. 26,

    No. 2 (1932), 93-102. Debra Nails, The Dramatic Date of Plato's Republic, The Classical Journal, Vol. 93, No. 4

    (1998), 383-396. James A. Notopoulos, The Meaning of Eikasa in the Divided Line of Plato's Republic,

    Harvard Studies in Classical Philology, Vol. 44 (1933), 193-203. James A. Notopoulos, Movement in the Divided Line of Plato's Republic, Harvard

    Studies in Classical Philology, Vol. 47 (1936), 57-83. James A. Notopoulos, The Symbolism of the Sun and Light in the Republic of Plato (I),

    Classical Philology, Vol. 39, No. 3 (1944), 163-172. James A. Notopoulos, The Symbolism of the Sun and Light in the Republic of Plato (II),

    Classical Philology, Vol. 39, No. 4 (1944), 223-240. Fernando Pascual, Una lectura de la Lnea dividida presentada en la Repblica de

    Platn, Alpha Omega, Vol. 7, No. 1 (2004), 61-90. Hilda Richardson, The Myth of Er (Plato, Republic, 616b), The Classical Quarterly, Vol.

    20, No. 3/4 (1926), 113-133. Salvador Mas, Una gua para leer la Repblica, en Platn, La Repblica, R. M. Mario, S.

    Torres y F. Garca (eds.), Akal, Madrid 2009, 5-163. J. L. Stocks, The Divided Line of Plato Rep. VI, The Classical Quarterly, Vol. 5, No. 2

    (1911), 73-88. R. G. Tanner, Dianoia and Plato's Cave, The Classical Quarterly, Vol. 20, No. 1 (1970),

    81-91. John Henry Wright, The Origin of Plato's Cave, Harvard Studies in Classical Philology,

    Vol. 17 (1906), 131-142.

  • Alfonso Flrez, Lectura de la Repblica de Platn 16

    3. LIBROS SOBRE PLATN EN GENERAL Julia Annas, Plato. A Very Short Introduction, Oxford University Press, 2003. Ruby Blondell, The Play of Character in Platos Dialogues, Cambridge University Press,

    2003. Harold Cherniss, El enigma de la primera Academia, trad. S. Marn, UNAM, Mxico

    1993. John M. Cooper, Introduction, en Plato, Complete Works, (ed. John M. Cooper),

    Hackett, Indianpolis 1997, 7-25. J. Angelo Corlett, Interpreting Platos Dialogues, Parmenides Publishing, Las Vegas 2005. Francisco J. Gonzalez (ed.), The Third Way. New Directions in Platonic Studies,

    Rowman & Littlefield Publishers, Lanham, MD 1995. Francisco J. Gonzalez, Dialectic and Dialogue, Northwestern University Press, Evanston,

    IL 1998. Charles L. Griswold Jr. (ed.), Platonic Writings, Platonic Readings, The Pennsylvania

    State University Press, University Park, PA 2002. John Heath, The Talking Greeks. Speech, Animals and the Other in Homer, Aeschylus,

    and Plato, Cambridge University Press, 2005. Howland, Jacob, The Paradox of Political Philosophy. Socrates Philosophic Trial,

    Rowman & Littlefield, Lanham, MD 1998. Drew A. Hyland, Finitude and Transcendence in the Platonic Dialogues, State University

    of New York Press, Albany, NY 1995. Richard Kraut (ed.), Cambridge Companion to Plato, Cambridge University Press, 2006. Susan B. Levin, The Ancient Quarrel between Philosophy and Poetry Revisited. Plato and

    the Greek Literary Tradition, Oxford University Press, 2001. Gerald M. Mara, The Civic Conversations of Thucydides and Plato. Classical Political

    Philosophy and the Limits of Democracy, State University of New York Press, Albany NY 2008.

    Jean-Franois Matti, Platon et le miroir du mythe, PUF, Pars 1996. Jean-Franois Matti, Platon, Col. Que Sais-Je?, No. 880, PUF, Pars 22007. Ann N. Michelini (ed.), Plato as Author: The Rhetoric of Philosophy, Brill, Leiden 2003.

  • Alfonso Flrez, Lectura de la Repblica de Platn 17

    Sara Monoson, Platos Democratic Entanglements. Athenian Politics and the Practice of Philosophy, Princeton University Press, Princeton 2000.

    Debra Nails, The People of Plato: A Prosopography of Plato and other Socratics, Hacket,

    Indianpolis 2002. Waller R. Newell, Ruling Passion. The Erotics of Statecraft in Platonic Philosophy,

    Rowman & Littlefield Publishers, Lanham, MD 2000. Zdravko Planinc (ed.), Politics, Philosophy, Writing. Platos Art of Caring for Souls,

    University of Missouri Press, Columbia, MO 2001. Zdravko Planinc, Plato through Homer. Poetry and Philosophy in the Cosmological

    Dialogues, University of Missouri Press, Columbia, MO 2003. Gerald A. Press (ed.), Who Speaks for Plato? Studies in Platonic Anonymity, Rowman &

    Littlefield Publishers, Lanham, MD 2000. Gerald A. Press, Plato. A Guide for the Perplexed, Continuum, Nueva York 2007. David Roochnik, Of Art and Wisdom. Platos Understanding of Techne, The

    Pennsylvania State University Press, University Park, PA 1996. Christopher Rowe, Plato and the Art of Philosophical Writing, Cambridge University

    Press, 2007. Nicholas D. Smith, Plato: Critical Assessments, 4 Vols., Routledge, Londres 1998. Thomas A. Szlezk, Leer a Platn, trad. J. L. Garca, Alianza, Madrid 1997. Eric Voegelin, Order and History, Vol. III: Plato and Aristotle, University of Missouri

    Press, Columbia, MO 2000. John R. Wallach, The Platonic Political Art. A Study of Critical Reason and Democracy,

    The Pennsylvania State University Press, University Park, PA 2001. Hartmut Westermann, Die Intention des Dichters und die Zwecke der Interpreten Zu

    Theorie und Praxis der Dichterauslegung in den platonischen Dialogen, Walter de Gruyter, Berln 2002.

    Catherine H. Zuckert, Platos Philosophers. The Coherence of the Dialogues, The

    University of Chicago Press, Chicago 2009. 4. ARTCULOS SOBRE PLATN EN GENERAL Gavin Ardley, The Role of Play in the Philosophy of Plato, Philosophy, Vol. 42, No. 161

    (1967), 226-244.

  • Alfonso Flrez, Lectura de la Repblica de Platn 18

    Harold Cherniss, The Philosophical Economy of the Theory of Ideas, The American Journal of Philology, Vol. 57, No. 4 (1936), 445-456.

    Ludwig Edelstein, Platonic Anonymity, The American Journal of Philology, Vol. 83,

    No. 1 (1962), 1-22. Erich Frank, The Fundamental Opposition of Plato and Aristotle, The American

    Journal of Philology, Vol. 61, No. 1 (1940), 34-53. Erich Frank, The Fundamental Opposition of Plato and Aristotle (Continued), The

    American Journal of Philology, Vol. 61, No. 2 (1940), 166-185. William Chase Greene, The Spirit of Comedy in Plato, Harvard Studies in Classical

    Philology, Vol. 31 (1920), 63-123. Jacob Howland, Re-Reading Plato: The Problem of Platonic Chronology, Phoenix, Vol.

    45, No. 3 (1991), 189-214. Mark Kremer, Socratic Philosophy and the Cleitophon, The Review of Politics, Vol. 62,

    No. 3 (2000), 479-502. Helmut Kuhn, The True Tragedy: On the Relationship between Greek Tragedy and Plato

    (I), Harvard Studies in Classical Philology, Vol. 52 (1941), 1-40. Helmut Kuhn, The True Tragedy: On the Relationship between Greek Tragedy and Plato

    (II), Harvard Studies in Classical Philology, Vol. 53 (1942), 37-88. Debra Nails, Plato's Middle Cluster, Phoenix, Vol. 48, No. 1 (1994), 62-67. James A. Notopoulos, The Divided Line of the Platonic Tradition, The Journal of

    Philosophy, Vol. 32, No. 3 (1935), 57-66. James A. Notopoulos, Socrates and the Sun, The Classical Journal, Vol. 37, No. 5 (1942),

    260-274. Paul Plass, Play and Philosophic Detachment in Plato, Transactions and Proceedings of

    the American Philological Association, Vol. 98 (1967), 343-364. Carol Poster, The Idea(s) of Order of Platonic Dialogues and Their Hermeneutic

    Consequences, Phoenix, Vol. 52, No. 3/4 (1998), 282-298. D. L. Roochnik, Plato's Use of Atekhnos, Phoenix, Vol. 41, No. 3 (1987), 255-263. Janet E. Smith, Plato's Use of Myth in the Education of Philosophic Man, Phoenix, Vol.

    40, No. 1 (1986), 20-34. Holger Thesleff, Platonic Chronology, Phronesis, Vol. 34, No. 1 (1989), 1-26. John Wild, Plato's Theory of Tekhne. A Phenomenological Interpretation, Philosophy

    and Phenomenological Research, Vol. 1, No. 3 (1941), 255-293.

  • Alfonso Flrez, Lectura de la Repblica de Platn 19

    IV. Modo de trabajo y cronograma de actividades La finalidad principal del trabajo propuesto consiste en acceder a una interpretacin comprehensiva del dilogo la Repblica de Platn. Ello, empero, puede lograrse slo contra el trasfondo de una lectura minuciosa y cuidadosa de la totalidad de la obra. Por eso, en la primera parte del seminario se har un trabajo de este tipo, dedicando una semana a cada uno de los libros del dilogo. Las ltimas sesiones se dedicarn a la discusin de problemas especficos de especial relevancia, para cuyo estudio hay que tener presente la totalidad del dilogo. Para cada reunin los participantes debern presentar un ensayo, sea sobre cada uno de los libros, sea sobre cada uno de los temas propuestos, segn corresponda. No habr protocolo de cada sesin, pero los participantes debern asegurarse de recoger en los ensayos posteriores los puntos que se hayan ganado, tanto personal, como colectivamente, en las reuniones y en los ensayos anteriores.

    Cronograma

    No. Fecha Tema 1 29 de julio Presentacin 2 5 de agosto Libro I 3 12 de agosto Libro II 4 19 de agosto Libro III 5 26 de agosto Libro IV 6 2 de septiembre Libro V 7 9 de septiembre Libro VI 8 16 de septiembre Libro VII 23 de septiembre Semana de Reflexin 9 30 de septiembre Libro VIII 10 7 de octubre Libro IX 11 14 de octubre Libro X 12 21 de octubre Estructura de la Repblica 13 28 de octubre La educacin 14 4 de noviembre El arte y los artistas 15 11 de noviembre La utopa poltica 16 18 de noviembre La realidad y el conocimiento 17 25 de noviembre El mito y los smbolos

  • Alfonso Flrez, Lectura de la Repblica de Platn 20

    Addendum bibliogrfico Cuando el programa ya estaba multicopiado, tuve acceso a la traduccin y comentario de la Repblica a cargo de Mario Vegetti. Este impresionante trabajo de la erudizione italiana comprende siete volmenes y se presenta as como la obra ms completa sobre el dilogo de Platn. Para informacin y referencia, he transcrito la tabla de contenidos de cada volumen. Platone, La Repubblica, Mario Veggetti (trad. y ed.), Bibliopolis, Npoles, Vol. I (Libro I), 1998; Vol. II (Libros II-III), 1998; Vol. III (Libro IV), 1998; Vol. IV (Libro V), 2000; Vol. V (Libros VI-VII), 2003; Vol. VI (Libros VIII-IX), 2005; Vol. VII (Libro X), 2007. Vol. I (Libro I) Introduzione (M. Vegetti), 15 LIBRO I, 39 Katabasis (M. Vegetti), 93 Bendidie e Panatenee (S. Campese S. Gastaldi), 105 Cefalo (S. Campese), 133 Dikaion/dikaiosyne (S. Gastaldi), 159 Polemarco (S. Gastaldi), 171 Techne (M. Vegetti), 193 La battaglia (L. L. Canino), 209 La belva (L. L. Canino), 223 Trasimaco (M. Vegetti), 233 Misthotike (S. Campese), 257 Prooimion e nomos (M. Stella), 269 Vol. II (Libros II-III) Introduzione (M. Vegetti), 13 LIBRO II, 25 LIBRO III, 85 Glaucone (M. Vegetti), 151 Gige (F. Calabi), 173 Linfelicit del giusto e la crisi del socratismo platonico (F. de Luise G. Farinetti), 189 Adimanto (M. Vegetti), 221 Socrate, Adimanto, Glaucone. Racconto di ricerca e rappresentazione comica (M. Stella),

    233 Grammata (M. Vegetti), 281 La genesi della polis (S. Campese L. L. Canino), 285 Paideia/mythologia (S. Gastaldi), 333 Hyponoia. Lombra di Antistene (F. de Luise G. Farinetti), 393 Theologia (F. Ferrari), 403 Medicina (M. Vegetti), 427 La nobile menzogna (F. Calabi), 445

  • Alfonso Flrez, Lectura de la Repblica de Platn 21

    Vol. III (Libro IV) Introduzione (M. Vegetti), 11 LIBRO IV, 47 Infelicit degli archontes e felicit della polis (F. de Luise G. Farinetti), 107 Ricchezza/povert e lunit della polis (M. Vegetti), 151 Nomos e legislazione (S. Gastaldi), 159 Sophia/logistikon (M. Vegetti), 177 Andreia/thymoeides (F. Calabi), 187 Sophrosyne (S. Gastaldi), 205 La trottola (F. Franco Repellini), 239 Epithymia/epithymetikon (S. Campese), 245 Freud e La Repubblica: lanima, la societ, la gerarchia (M. Stella), 287 La Repubblica e Dumzil: gerarchia e sovranit (P. Pinotti), 337 Vol. IV (Libro V) Introduzione (M. Vegetti), 13 LIBRO V, 39 Beltista eiper dynata. Lo statuto dellutopia nella Repubblica (M. Vegetti), 107 La prima ondata: il dramma femminile (S. Campese), 150 Nudit (S. Campese), 197 La techne antilogike tra erizein e dialegesthai (F. de Luise G. Farinetti), 209 Lutopia dalla commedia al dialogo platonico (A. Beltrametti), 233 La seconda ondata: la comunanza di donne e figli (S. Campese), 257 La razza pura (M. Vegetti), 295 La guerra della kallipolis (S. Gastaldi), 301 Il regno filosofico (M. Vegetti), 355 Teoria delle idee e ontologia (F. Ferrari), 365 Conoscenza e opinione: il filosofo e la citt (F. Ferrari), 393 Aristotele discute La Repubblica (F. Calabi), 421 La critica aristotelica alla Repubblica nel secondo libro della Politica, il Timeo e le Leggi

    (M. Vegetti), 439 La kallipolis di Rousseau (F. de Luise), 453 Il confronto di Marx con Platone (attraverso Hegel) (G. Farinetti), 497 Vol. V (Libros VI-VII) Introduzione (M. Vegetti), 13 LIBRO VI, 35 LIBRO VII, 97 Il sapere del filosofo (F. Trabattoni), 151 Lallegoria della nave (S. Gastaldi), 187 Il filosofo selvatico (F. de Luise G. Farinetti), 217 Megiston mtahema. Lidea del buono e le sue funzioni (M. Vegetti), 253 Lidea del bene: collocazione ontologica e funzione causale (F. Ferrari), 287 Il sole e la sua luce (F. Calabi), 327 La linea e la caverna (F. Franco Repellini), 355 Dialettica (M. Vegetti), 405 La caverna (S. Campese), 435

  • Alfonso Flrez, Lectura de la Repblica de Platn 22

    Le matematiche al tempo di Platone e la loro riforma (E. Cattanei), 473 Astronomia e armonica (F. Franco Repellini), 541 Teoria musicale e antiempirismo (A. Meriani), 565 I filosofi a scuola e la scuola dei filosofi (M. Vegetti), 603 Il Bene nellinterpretazione di Plotino e di Proclo (M. Abbate), 625 Vol. VI (Libros VIII-IX) Introduzione (M. Vegetti), 13 LIBRO VIII, 29 LIBRO IX, 85 Il tempo, la storia, lutopia (M. Vegetti), 137 Il numero geometrico (G. de Callata), 169 Loikos e la decadenza delle citt (S. Campese), 189 Timocrazia (F. Calabi), 263 Platone contro la democrazia (e loligarchia) (L. Bertelli), 295 La citt delle api (F. Roscalla), 397 Il tiranno (G. Giorgini), 423 Desideri: fenomenologia degenerativa e strategie di controllo (M. Solinas), 471 Linfelicit dellingiusto: il caso del tiranno (S. Gastaldi), 499 I piaceri giusti e lesperienza del filosofo (F. de Luise), 539 Limmagine dellanima e la felicit del giusto (S. Gastaldi), 593 Repubblica VIII e Leggi III (F. L. Lisi), 635 Vol. VII (Libro X) Introduzione (M. Vegetti), 13 LIBRO X, 35 La mimesis e lanima (S. Gastaldi), 93 Il problema dellesistenza di idee di artefacta (F. Ferrari), 151 Phytourgos, demiourgos, mimetes: chi fa cosa in Resp. X 596a-597e? (F. Fronterotta), 173 La prova dellimmortalit dellanima (608c-612c) (M. Migliori), 199 Il mito di Er: le fonti (F. Calabi), 277 Il mito di Er: significati morali (F. de Luise), 311 Il fuso e la Necessit (F. Franco Repellini), 367 La filatrice cosmica (S. Campese), 399 Bibliografia, 413-534