Lección 4 | Primarios | Tu siervo oye | Escuela Sabática Menores

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Tu siervo ove % o <1^ Referencias:! Samuel 3; Patriarcas y profetas, pp.62!-623. % NRs m i: e llamó alguna vez tu mamá y te hiciste el distraído? Sucede lo opuesto en la historia w 8 de hoy. Samuel escuchó a alguien que lo llamaba, y trató de responder. t i muchachito era una respuesta a las oracio- nes de su madre. Ana había orado pidiendo un hijo; le había prometido a Dios que se lo entregaría para ser su siervo. Así, ella tomó a su pequeño Samuel y lo llevó a vivir con el sacer- dote Eli, en el tabernáculo. Samuel y el anciano sacerdote llegaron a tener una relación muy cáli- da y estrecha. "Samuel era servicial y afectuoso, y ningún padre amó jamás a un hijo más tiernamente que Eli a este joven" (Patriarcas y profetas, p. 619). A medida que Eli envejecía, se cargaba de an- siedad y de tristeza por la conducta malvada de sus propios hijos. "Buscaba consuelo en Samuel" (Patriarcas y profetas, p. 619). Samuel llegó a ser el gozo y el deleite para el anciano sa- cerdote; y Samuel lo amaba profun- damente. "[...] Y la palabra de Jehová esca- seaba en aquellos días; no había vi- sión con frecuencia" (1 Samuel 3:1). Pero Dios hablaría muy pronto a Sa- muel de una forma inesperada. Eli estaba perdiendo la vista. Esta- ba casi ciego y realmente necesitaba la ayuda de Samuel. Una noche, mientras Eli estaba acostado en la ca- ma, Samuel también estaba descan- sando en su habitación. Samuel esta- ba a punto de dormirse. Repentina- mente, escuchó una voz que llamaba: -¡Samuel! Samuel se sentó sobresaltado. Una lámpara todavía alumbraba allí cerca. ¿Lo necesitaba Eli? Samuel se levantó y fue a la habitación de Eli. -Aquí estoy -le dijo a Eli-. ¿Para qué me has llamado? Pero Eli le dijo: -Yo no te llamé. Regresa a tu cama. Samuel volvió a su cama silenciosamente. "Estoy seguro de que Eli me llamó", pensó para sus adentros mientras cerraba los ojos. Otra vez Samuel escuchó una voz. -¡Samuel! ¡Samuel! El muchacho se sentó y miró a su alrededor. Entonces, se deslizó de la cama y corrió al lado de Eli. -Aquí estoy -le dijo-. ¿Para qué me necesi- tas? -No, Samuel, yo no te llamé -respondió Eli-, Regresa a tu cama. Así que, Samuel volvió a su cama. "Estoy se- guro de que escuché a Eli", pensó extrañado,

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Tu siervo ove%o<1^ Referencias:! Samuel 3; Patriarcas y profetas, pp.62!-623.%

NRs

■ mi: e llamó alguna vez tu mamá y te hiciste el

distraído? Sucede lo opuesto en la historia w 8 de hoy. Samuel escuchó a alguien que lo

llamaba, y trató de responder.

t i muchachito era una respuesta a las oracio­nes de su madre. Ana había orado pidiendo un hijo; le había prometido a Dios que se lo entregaría para ser su siervo. Así, ella tomó a su pequeño Samuel y lo llevó a vivir con el sacer­

dote Eli, en el tabernáculo. Samuel y el anciano sacerdote llegaron a tener una relación muy cáli­da y estrecha.

"Samuel era servicial y afectuoso, y ningún padre amó jamás a un hijo más tiernamente que Eli a este joven" (Patriarcas y profetas, p. 619).

A medida que Eli envejecía, se cargaba de an­siedad y de tristeza por la conducta malvada de sus propios hijos. "Buscaba consuelo en Samuel" (Patriarcas y profetas, p. 619). Samuel llegó a ser el gozo y el deleite para el anciano sa­cerdote; y Samuel lo amaba profun- damente.

"[...] Y la palabra de Jehová esca­seaba en aquellos días; no había vi­sión con frecuencia" (1 Samuel 3:1).Pero Dios hablaría muy pronto a Sa­muel de una forma inesperada.

Eli estaba perdiendo la vista. Esta- ba casi ciego y realmente necesitaba la ayuda de Samuel. Una noche, mientras Eli estaba acostado en la ca­ma, Samuel también estaba descan­sando en su habitación. Samuel esta­ba a punto de dormirse. Repentina­mente, escuchó una voz que llamaba:

-¡Samuel!Samuel se sentó sobresaltado. Una

lámpara todavía alumbraba allí cerca.

¿Lo necesitaba Eli?Samuel se levantó y fue a la habitación de

Eli.-Aquí estoy -le dijo a Eli-. ¿Para qué me

has llamado?Pero Eli le dijo:-Yo no te llamé. Regresa a tu cama.Samuel volvió a su cama silenciosamente.

"Estoy seguro de que Eli me llamó", pensó para sus adentros mientras cerraba los ojos.

Otra vez Samuel escuchó una voz.-¡Samuel! ¡Samuel!El muchacho se sentó y miró a su alrededor.

Entonces, se deslizó de la cama y corrió al lado de Eli.

-Aquí estoy -le dijo-. ¿Para qué me necesi­tas?

-No, Samuel, yo no te llamé -respondió Eli-, Regresa a tu cama.

Así que, Samuel volvió a su cama. "Estoy se­guro de que escuché a Eli", pensó extrañado,

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mientras se acomodaba debajo de su frazada una vez más.

-¡Samuel! ¡Samuel!¡Esa voz otra vez!Samuel saltó y se apresuró para responder a

Eli otra vez.-Aquí estoy -le habló suavemente, aunque

intrigado-. ¿Para qué me has llamado?-No -contestó Eli-, Yo no te llamé.Entonces, Eli se dio cuenta de que segura­

mente el Señor deseaba hablar con Samuel.Así que, le dijo a Samuel:

-Ve a tu cama, y si te llaman otra vez, di: "Habla, Jehová, porque tu siervo oye" (1 Sa­muel 3:9).

Una vez más, el Señor habló a Samuel, y él le contestó como le indicó Eli.

-Voy a hacer algo que va a sacudir a aqué­llos que lo escuchen. Voy a hacer con los hijos de Eli todo lo que prometí, porque ellos han hecho cosas terribles.

Samuel estaba asustado; probablemente, no durmió mucho el resto de la noche.Durante la mañana, se desplazaba realizando sus tareas en silencio.Tenía temor de contarle a Eli lo que Dios le había dicho. Pero Eli pronto se aproximó a Samuel y le pre­guntó:

-¿Qué te dijo el Señor? No me lo ocultes, Samuel.

Así que, Samuel le reveló lo que Dios le había dicho. Entonces,Eli supo que Dios había hecho de Samuel su mensajero.

Aquella noche, Dios le co­municó a Samuel el primero de muchos mensajes que más tarde habría de declarar al pueblo de Dios en los años que siguieron.Samuel fue realmente un siervo

de Dios a lo largo de toda su vida; y Dios de­sea que tú lo sirvas también. Tú puedes ser un mensajero de Dios. Puedes compartir con otros lo que Dios dice, a medida que aprendes más de su Palabra, la Biblia.

Debido a que Samuel escuchó a Dios aque­lla noche, Dios habló con él muchas veces más. El pueblo escuchaba a Samuel, porque sabía que le hablaba de parte de Dios. Dios nos ama a cada uno, y desea hablar con noso­tros. Él llama a algunos directamente, como lo hizo con Samuel. También nos habla mientras leemos la Biblia y estudiamos sus obras en la naturaleza. Necesitamos escuchar la Palabra de Dios cuando nos predican o nos leen, o cuando escuchamos a otros cristianos que han atendido al llamado de Dios.

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A b a d o# Si es posible, sal a dar una caminata

con tu familia, y hagan el ejercicio de ver

quién puede escuchar más sonidos.

Pide a tu mamá o a tu papá que te ayude

a descubrir quiénes, aparte de tu pastor,

trabajan en tu iglesia.

Agradece a Dios por el don del oído.

% Dibuja un par de orejas grandes, y recórtalas. Escribe tu versícu­

lo para memorizar en ellas.

Escribe y dibuja ilustraciones, en la parte de atrás, que muestren

diferentes formas en las que puedes escuchar a Dios. Coloca las ore­

jas donde las puedas ver a menudo.

Siéntate muy callado durante tres minutos, y presta atención.

¿Qué escuchaste?

Pide a Dios que te ayude a escuchar su voz.

____ ___

I JL I^ Durante el culto de familia, escucha con

cuidado la historia de Samuel, en I Samuel 3.

Pide a alguien que te ayude a encontrar

la palabra escuchar en una concordancia de la

Biblia. Cuenta el número de veces que se

menciona. Busca en tu Biblia uno o dos de los

textos mencionados, y coméntalos junto con

tu familia.

Escribe tu versículo de memoria con

tus propias palabras.

ñ a T £ SI______ i-------- --------- * ---------- * i

-T<- Fabrica un colgante móvil: recorta ilustraciones de revistas o

dibuja distintas formas mediante las cuales Dios nos habla a nosotros

hoy. Pégalas o átalas a distintas cuerdas, y ata las cuerdas a una per­

cha.

Pide a los miembros de tu familia que mencionen distintas for­

mas en que Dios les habla a ellos.

O Canten “Cristo quiere que yo brille” (4./104); luego, agradece

a Dios por tu familia.

t c o Lf|J® .

E ‘

Samuel veía gente malvada

todos los días; pero él servía a Dios

sin importarle lo que otros hicieran.

A-.-? ,*4- - ,

Durante el culto, piensa en cinco o seis sonidos que puedes imitar

fácilmente. Por ejemplo, imitar el sonido de las páginas de un libro cuan­

do se las van pasando. Pide a tu familia que cierre sus ojos. Fíjense

cuántos sonidos pueden reconocer. Hablen acerca de las cosas que po­

drían apagar la voz de Dios en nuestra mente.

Escriban juntos una poesía o una canción acerca de escuchar a

Dios.

ií Oren para que Dios los ayude, a tu familia y a ti, a eliminar aque­

llas cosas que pueden apagar su voz.

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■■■■

■Mi

J 0 ;£ v .Í SI V I l R A* £Antes del culto, busca cuatro o cinco cosas que te

hagan recordar a Dios. Colócalas en una bolsa. Durante

el culto, pide a cada miembro de la familia que palpe

los objetos que están en la bolsa. Observen cuántas

cosas pueden reconocer.

Escuchen o entonen tus cantos favoritos acer­

ca de Jesús. ¿Qué mensaje tienen, para tu familia

y para ti, las palabras acerca de él?

Busquen gente mencionada en la Biblia, a la

que Dios le habló directamente.

Agradece a Dios porque utiliza tantas mane­

ras diferentes de alcanzarnos.

i| Pide a tu mamá permiso para tener un culto a la

luz de las velas.

Representa la historia de Samuel con tu familia.

Imagina cómo debe de haber sido el tabernáculo, con

sólo unas velas para iluminar durante la noche.

Repitan tu versículo para memorizar todos juntos.

Pidan a Dios que los ayude a escucharlo cuando

les habla durante el sábado.

Tu siervo oyeAcertijo

Utiliza el código de letras del reloj para descubrir cómo tú, al igual que Samuel, puedes llegara ser

un mensajero para Dios. Para ello, guíate con la aguja que sañala la hora.

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Colorea estos líderes de la Biblia. Busca en ios versículos bíblicos que corresponden a cada uno y relaciona, por medio de una línea, los ítem que deben ser asociados con cada persona.

SansónJueces 14:5, 8; Jueces16:3, 14

Samuel1 Samuel 2:19; 1 Samuel 3:3

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GedeónDébora Jueces 6:11, 12, 21; Jueces 7:18, 20Jueces 4:5, 10; Jueces 5:1, 12