Le Play, Frédéric - Consideraciones Generales Sobre La Estadística [1840] (2006)

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115/06 pp. 335-345 Reis Consideraciones generales sobre la Estadística Frédéric Le Play

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Sociología

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  • 115/06 pp. 335-345 Reis

    Consideraciones generales sobre la Estadstica

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  • El progreso de las sociedades est fundamentado en el empleo simultneo de dos faculta-des del espritu humano, la experiencia y el razonamiento. Los debates que a menudo sehan mantenido acerca de la superioridad relativa del mtodo experimental y del mtodoanaltico descansan, segn nosotros, sobre una falsa base que admite que esas dos gran-des palancas de la humanidad no pudieran nunca ser empleadas independientemente launa de la otra. En ciencias como la fsica, la qumica, la medicina, la historia natural, la as-tronoma, etc., que se vinculan ms ntimamente que otras al dominio de la experiencia,existe, entre los hechos que son el cuerpo de la ciencia y las grandes leyes que, por as de-cir, son el alma, un abismo que slo puede ser franqueado con la ayuda del razonamiento.En cuanto a las ciencias fundadas ms especialmente en el empleo del razonamientocomo la filosofa, las matemticas, el derecho, etc., su doble naturaleza est, sin ningunaduda, menos marcada: la experiencia juega en ellas un papel menos amplio que el razona-miento en las ciencias experimentales; sin embargo, no se puede ignorar que necesaria-mente tienen como punto de partida, y que emplean constantemente como medios de per-feccionamiento, la observacin de ciertos hechos. Estas dos facultades son de tal modoinseparables que no existe observacin bien hecha que no implique necesariamente unempleo considerable del razonamiento; y si, por otro lado, fuera posible concebir una cien-cia slo de razonamiento y que pareciera que no afectara en nada a la experiencia, se po-dra afirmar que esa independencia no sera ms que aparente puesto que esa ciencia se-ra una emanacin de la inteligencia humana, que slo puede desarrollarse bajo esa dobleinfluencia.

    Lo que es cierto para todas las ciencias lo es igualmente para la ciencia del gobierno de losEstados, que abarca todos los modos de la actividad humana. Es una ciencia esencial-mente experimental, porque la mayor parte de la accin del hombre est dirigida hacia lascosas materiales. Pero al mismo tiempo pertenece eminentemente al dominio de la inteli-gencia, en lo que, como ya hemos dicho, la experiencia adquiere valor slo cuando el razo-namiento ha dirigido la adquisicin o elaborado las consecuencias, y sobre todo porque, enla vida de la humanidad, las creaciones del espritu ocupan el puesto ms elevado, si no elms amplio. Los productos de la actividad del hombre pueden ser comparados a una pir-mide de ancha base, compuesta de dos partes superpuestas y de igual altura: en la basese encuentran las cosas de la materia, en la cima aquellas de la inteligencia.

    Esta doble naturaleza exige que la ciencia del gobierno, al igual que todas las ciencias ex-perimentales, se subdivida en dos ramas principales: la una, teniendo especialmente porobjeto el estudio de las leyes generales que deben presidir el gobierno de los Estados, esla poltica; la otra, en la cual el fin esencial es la observacin y la coordinacin de los he-chos que importan al cuerpo social desde el punto de vista del gobierno, es la estadstica.La primera es el alma o la parte terica, intelectual, racional de la ciencia; la otra es el cuer-

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  • po o la parte prctica, material, experimental: son dos elementos igualmente necesarios deun mismo todo.

    La estadstica es, pues, a la poltica y al arte de gobernar lo que la anatoma es a la fisiolo-ga en el estudio del cuerpo humano; la observacin de los astros a la astronoma; el estu-dio de las especies de animales, de plantas y de minerales a la historia natural del globo; elanlisis de los cuerpos a la qumica; la fsica experimental a la fsica racional, etc. El hom-bre de Estado que pretenda gobernar sin conocer los hechos importantes que interesan ala sociedad har, pues, un intento an ms infructuoso que el sabio que se propusiera ha-cer una clasificacin general de los seres que componen los tres reinos de la naturaleza,sin conocer sus caracteres esenciales.

    Hemos pensado tener que insistir sobre esta definicin, que nos parece caracterizar neta-mente la naturaleza de la estadstica y los lmites que la separan de todos los otros conoci-mientos humanos. Adems, nos ser sencillo convenir los medios que deben utilizarsepara que la estadstica ocupe entre estos ltimos el elevado puesto que le es debido, ypara que, por fin, preste a la poltica y al arte de gobernar todo el auxilio del cual estas lti-mas ciencias no sabran prescindir.

    La ms esencial de las condiciones que la estadstica debe ejercer es la de someterse a to-das las conveniencias de la poltica, la cual por su parte debe, sin cesar, hallar en la estads-tica los medios de regularizar su accin directriz. Esta condicin implica que los aspectos dela ciencia sean esencialmente variables segn los tiempos y los lugares. Los hechos socia-les que ms deben preocupar al hombre de Estado vienen determinados por la naturalezade las costumbres y de los intereses que presiden los destinos de cada nacin. No son losmismos en una poca esencialmente religiosa, y en un tiempo donde los intereses del co-mercio y de la industria se han situado tambin en el primer puesto; en un pueblo cuya leyes expandirse por la conquista, y en el que, poseedor de lmites naturales, halla sus posibili-dades de progreso en el desarrollo de los recursos adquiridos. Es, pues, a la poltica a laque le corresponde trazar el plan que la estadstica debe desempear, y es conveniente questa siga esta direccin con toda la deferencia que debe unir el cuerpo al espritu.

    Otra condicin esencial es que la estadstica sepa agrupar sus resultados segn su impor-tancia y poner cuidadosamente de relieve aquellos que se distingan por su utilidad. Una delas grandes dificultades de la ciencia es la multiplicidad de disciplinas que abarca: caerainevitablemente en la confusin y en la impotencia si no supiera ajustar sobre cada puntola amplitud de sus investigaciones al inters que stas puedan ofrecer. No perdiendo nun-ca de vista su verdadero destino ser como la estadstica evitar el principal escollo que sepuede encontrar, el de preocuparse de hechos que no tendran ms que un simple inters

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  • de ciencia o de curiosidad, y de salir de sus lmites naturales para invadir el dominio de lasotras ciencias. Por ejemplo, siendo la agricultura la base de toda actividad para una grannacin, se puede prever que la estadstica pondr siempre en primer trmino el estudio delos hechos que se refieran a la cultura y al comercio de los principales productos agrcolas.Pero el objetivo sera evidentemente rebasado si se creyera tener que completar este tipode investigaciones con la inclusin del estudio de todos los vegetales que el suelo alimen-ta. As, mal ampliada a propsito, la estadstica se confundira con la botnica, y se puedeprever fcilmente que un ensamblaje tan monstruoso sera igualmente intil al botnico y alhombre de Estado. El mismo criterio, el punto de vista de una utilidad especial, servir paratrazar de un modo seguro la lnea de demarcacin que debe ser mantenida entre la esta-dstica y las ciencias naturales, la fsica, la geografa, la historia, la economa poltica, etc.

    Una de las cuestiones ms importantes que plantea un compendio general sobre la esta-dstica es saber a qu clase de la sociedad debe estar confiada la cultura de la ciencia. Larespuesta es sencilla pues es evidente que esta misin, para una ciencia experimental,pertenece a aquellos que disponen de los medios de observacin. Ahora bien, como estosmedios son proporcionados en gran parte por el ejercicio del poder, que es la ms impor-tante de las acciones sociales, son en general los agentes de la autoridad soberana losque estn autorizados para reunir los elementos de la estadstica. Aqu tambin, los he-chos prueban suficientemente que la ciencia debe plegarse a las condiciones de existenciaparticulares de cada pueblo. Las personas que se han dedicado a estudios de estadsticacomparada saben la diversidad de recursos que es necesario emplear para llegar al cono-cimiento de los hechos sociales, segn la constitucin poltica de las naciones a las queestos hechos conciernen. Habr que tener en cuenta, por tanto, esas diferencias esencia-les cuando se establezca en cada pueblo el plan y los procedimientos de ejecucin de unaestadstica nacional. En las naciones donde el ejercicio del poder se ramifica hasta en lasltimas subdivisiones del cuerpo social, donde inmensas operaciones de comercio y de in-dustria son dirigidas por asociaciones y por simples particulares, ser necesario hacer in-tervenir a todas las corporaciones a las cuales es delegada una parte esencial de la autori-dad suprema, y proceder a menudo por encuesta, tal como se hace en Gran Bretaa y enAmrica del Norte. Luego, ser necesario recurrir a un pequeo nmero de administracio-nes situadas, como en Espaa y en el imperio austriaco, a la cabeza de provincias o de rei-nos unidos ms o menos ntimamente el uno al otro. Luego, al fin, como es el caso de Fran-cia y de Rusia, ser suficiente con utilizar una administracin central. Es, pues, al gobierno,cualquiera que sea su forma, al que pertenece en todas partes la misin de crear la esta-dstica nacional. Esta conveniencia no resulta nicamente de que el gobierno dispone delos principales medios de observacin, sino tambin de que slo l puede imprimir a laciencia la direccin que su poltica exige. Por otra parte, en cualquier lugar el progreso de laestadstica estar proporcionado por el poder de accin y por la influencia moral del go-

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  • bierno, no menos que por la inteligencia del cuerpo social. Para que este ltimo consientade buena gana a someterse as a la experiencia, es indispensable, en efecto, que tengaconciencia de la utilidad que debe derivarse para l. El estado de la estadstica en una na-cin es, pues, por varios motivos, una excelente medida de su sabidura y del progreso queella ha podido producir en la ciencia del gobierno.

    Si esta apreciacin es cierta, se puede afirmar que las asociaciones particulares que hansido constituidas con el loable objetivo de desarrollar los estudios estadsticos estn fun-dadas, en Francia ms que en otra parte, sobre un falso principio. Compuestas por miem-bros para los cuales estos estudios no son ms que un solaz, faltando por lo dems me-dios de observacin, se encuentran exactamente en la situacin de gelogos que nopudieran abandonar su gabinete, o de qumicos privados de laboratorios. Su accin debelimitarse a publicaciones sin armona y sin objetivo definido, compuestas de documentostomados aqu y all de diversas fuentes de informacin. Estas sociedades contribuiran efi-cazmente al progreso de la ciencia slo en tanto que pudieran comunicar a los hechos unsello especial de autenticidad; ahora bien, es evidente que esta misin pertenece exclusi-vamente a aquellos que estn en posicin de observarlos, o al menos de controlarlos.

    Despus de haber definido la estadstica y haber indicado el rango que le es reservado en-tre las otras ciencias, los lmites entre los cuales debe restringirse, y los medios de accinde los que puede disponer, intentaremos presentar algunas reflexiones sobre la utilidadque el gobierno actual de Francia podra hallar en una estadstica nacional creada bajo lainspiracin de su poltica.

    Ningn pas posee tantos motivos como Francia para desear que sus hombres de Estadose preocupen ms de lo que lo han hecho desde hace medio siglo del conocimiento de loshechos que se relacionan con su progreso moral y material. Sin ser injusto con la memoriade los grandes hombres que han creado entre nosotros un nuevo orden social, se puededecir que habran prevenido grandes desgracias para la humanidad, y ahorrado al pas losesfuerzos largos en los cuales todava se agota hoy, si hubiesen actuado menos exclusiva-mente bajo la influencia de ciertas teoras de gobierno. Las reglas eternas de justicia queellos han hecho prevalecer en el derecho y en la poltica, y de donde un da saldrn, hayque esperarlo, la grandeza de Francia y la felicidad del mundo, habran brillado con un des-tello ms vivo si hubieran sido liberadas de la mezcla que introdujeron all errores gravesde filosofa y de historia, y sobre todo la ignorancia de los hechos que deban servir debase a la nueva sociedad. La tarea de la generacin actual sera mucho menos penosa, yFrancia ya se habra alzado al lugar que le es debido, si los promotores de nuestra revolu-cin hubieran comprendido mejor que el gobierno de una gran nacin, en el siglo diecinue-ve, deba sobre todo preocuparse de las costumbres y de los intereses de esta nacin, y

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  • mucho menos de las formas, muy poco conocidas por otra parte, empleadas hace ms deveinte siglos, en algunas pequeas ciudades de Grecia.

    Si el edificio social legado por la antigua monarqua hubiera sido mejor conocido en 1789,los hombres eminentes que comenzaron nuestra revolucin le hubieran impreso cierta-mente otra direccin. Si la Francia de hoy fuera mejor conocida por nuestros hombres deEstado, si se hicieran una idea ms acertada del estado social de las naciones con las cua-les Francia mantiene relaciones, no tendramos ante los ojos el triste espectculo al cualasistimos. No veramos a tantos hombres de talento, igualmente concienzudos y consagra-dos a la cosa pblica, agotarse en esfuerzos vanos para hacer prevalecer sucesivamentedoctrinas opuestas, totalmente excelentes sobre algunos puntos, totalmente defectuosassobre otros, porque reposan en observaciones incompletas o inexactas. Estos debates es-triles donde la defensa es imposible, donde el ataque es irresistible pero sin resultado por-que coloca al vencedor en la falsa posicin que ocupaba el vencido, retrasan el desarrollode Francia e impiden el establecimiento del orden social que en vano busc hasta el pre-sente a travs de tantas revoluciones. Bajo su funesta influencia se est tentado a creerque no existen procedimientos de certeza sobre las doctrinas que ms interesan a la felici-dad del hombre; y la opinin pblica se degrada as poco a poco, acostumbrndose a du-dar de la razn humana.

    Los hombres consagrados de corazn al progreso de Francia, que conocen sus recursosintelectuales y que tienen fe en sus altos destinos, sienten que no puede permanecer mu-cho tiempo en esta deplorable confusin de principios. Sin duda, a la vista de las numero-sas enfermedades que socavan el cuerpo social, no hay que exagerar la eficacia de unsolo remedio. Una parte de las dificultades que pesan sobre nuestro gobierno son debidasa pasiones ms o menos respetables, o a vicios ms o menos vergonzosos contra los cua-les difcilmente prevalecern los progresos de la experiencia y de la razn. Pero lo malo dela situacin actual no se encuentra, principalmente, en estas eternas imperfecciones de lanaturaleza humana; en lo esencial consiste en la ausencia de procedimientos de certezaen los hombres que, por otra parte, se proponen un mismo objetivo, la felicidad del pas. Eldesinters personal y la devocin a la cosa pblica son, ciertamente, mucho menos rarosde lo que la visin de nuestros debates polticos parecera indicar; pero no es imposibleque esta identidad de buenas intenciones introduzca la armona en la accin mientrasnuestros hombres de Estado ignoren la inmensa mayora de hechos que deberan regularsu conducta, y mientras que se encuentren dispuestos, por las influencias ms o menoserrneas que han pesado sobre ellos en su juventud, a sacar conclusiones falsas del pe-queo nmero de hechos que les ha sido dado observar? Los hombres que, sin conocer elestado social de Francia, discuten la teora del gobierno que le conviene, no se parecenen muchos aspectos a los filsofos que, en una poca todava poco alejada de nosotros,

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  • hablaban de la combustin sin conocer la composicin del aire atmosfrico? El nico recur-so que podramos emplear para salir de este laberinto inextricable en el que estamos enre-dados consiste en remontarse al origen de toda certeza en una ciencia eminentemente ex-perimental tal y como es el arte de gobernar, quiero decir a la observacin de los hechos.La armona en las teoras polticas se restablecer por la fuerza misma de las cosas cuan-do la observacin del cuerpo social haya sido perfeccionada de tal modo, y cuando los he-chos hayan sido puestos en evidencia de tal manera, que a hombres instruidos no les seaya posible ignorar ningn hecho importante, ni a hombres razonables manifestar dos juiciosdiferentes sobre el mismo hecho. Tal es la alta misin reservada a la estadstica para cuan-do esta ciencia est definitivamente constituida y cuando ocupe, como medio educativo yde gobierno, el lugar que le es debido.

    Una objecin, basada en la inferioridad actual de la estadstica frente a otras ciencias me-nos importantes, posiblemente se producir contra esta conclusin: podemos temer que,careciendo de medios de desarrollo, la ciencia jams se eleve a la altura del papel que leasignamos. Pero para hacerse una idea precisa de los destinos de la estadstica, basta contener en cuenta que la nica causa que podra retrasar el desarrollo de una ciencia experi-mental sera la dificultad de la observacin: esta dificultad es inmensa en ciertas ramas deconocimientos tales como la electricidad y el magnetismo, donde la simple comprensin delos hechos ya supone esfuerzos prodigiosos del espritu. No es lo mismo para la estadsti-ca, donde los hechos, para ser importantes, necesariamente deben ser vulgares. La canti-dad de trabajo, la continuidad de proyectos, la variedad de los conocimientos y la rectitudde juicio afectan an ms al progreso de esta ciencia que el talento y el espritu de inven-cin, los cuales tambin sabrn, sin embargo, imprimir su sello. Se puede, pues, afirmarque la ciencia estar muy cerca de ser creada el da en que su utilidad sea conveniente-mente aclarada. En cuanto a la inferioridad actual de la ciencia, no se puede de ah con-cluir nada contra el futuro que le est reservado: esta inferioridad es slo un nuevo ejemplode una curiosa anomala que presenta la historia del espritu humano. Parece que este lti-mo siempre se hubiera esforzado en acometer en primer lugar las cosas que estaban loms alejado de su comprensin. Hace varios millares de aos que el hombre comenz aobservar los astros; slo desde ayer, por as decir, ha soado con conocer los rganos quecomponen su propio cuerpo. No es, pues, asombroso que hubiera observado los fenme-nos ms misteriosos del mundo fsico antes de estudiar los hechos ms vulgares debidos ala accin de la sociedad de la que forma parte.

    La estadstica no est menos adelantada en Francia que en las otras naciones: si los in-convenientes que sealamos anteriormente son ms graves en nuestro pas que en cual-quier otra parte, hay que buscar la causa no tanto en el estado de esta ciencia, sino en laposicin en la que el gobierno se encuentra situado en nuestro pas.

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  • Lo que caracteriza a un orden social que resiste desde hace tiempo es que todas las profe-siones son all ejercidas por hombres que han sido clasificados en la sociedad slo des-pus de un aprendizaje ms o menos largo. El sentido comn y la experiencia se ponen deacuerdo para establecer que las sociedades asentadas sobre las bases ms slidas sonaquellas en las que el mecanismo del gobierno, cualquiera que sea la forma, sita en lasdiversas funciones sociales a aquellos que estn mejor preparados.

    En los tiempos de revolucin, cuando el antiguo mecanismo, arruinado por las faltas delpoder soberano, ha dejado de funcionar, esta ley se encuentra momentneamente inverti-da por necesidad; pero esto no es siempre con provecho para la cosa pblica. La fuerza yel ardor de los recin llegados no pueden, en todos los casos, suplir su inexperiencia, y essobre todo a propsito de las funciones que ataen al gobierno que esta observacin en-cuentra su aplicacin.

    En todo gobierno que funcione con precisin, y desde hace mucho tiempo, las ms altasfunciones corresponden a hombres que pudieron prepararse para ello mediante largos es-tudios, y adquirir, con la prctica de los asuntos, el conocimiento de los hechos sociales sinel cual toda accin inteligente del poder es imposible. En un gobierno as constituido y queno admita, por otra parte, ninguna intervencin directa del cuerpo social, no es absoluta-mente indispensable que la estadstica est constituida como ciencia ni que forme parte deuna educacin liberal: podemos estar seguros de que los elementos principales de estarama de conocimientos no faltarn a aquellos que fundamentalmente los necesitan.

    Las circunstancias son totalmente diferentes en el estado de transicin donde, en este mo-mento, se encuentra el gobierno de Francia. La parte de la sociedad francesa que hoy in-terviene directamente en el gobierno del pas no se ha elevado completamente a la alturade la posicin que ha adquirido: una ruptura demasiado brusca del antiguo mecanismo degobierno no le ha permitido an prepararse suficientemente para cumplir con sus nuevosdeberes. Los inconvenientes de este estado de cosas difcilmente desaparecern mientraslas primeras influencias educativas que acten sobre ella sean, an hoy, ms o menos lasmismas que en el tiempo en el que otras funciones sociales le eran distribuidas. Como an-tes de la revolucin, las clases medias preparan a sus hijos para las profesiones liberalese industriales; pero todava no han soado con hacerles capaces de desempear las di-versas funciones que ms tarde les sern conferidas en el gobierno del pas. La cegueraes tan grande a este respecto que tal fabricante, que rechaza de sus talleres, con razn, acualquiera que no haya hecho un largo aprendizaje de su arte, no vacila en conferir la msdifcil de todas las funciones sociales, la de legislador, a un hombre que no se ha prepara-do para ello con ningn estudio especial. Es ah verdaderamente donde est el mal de lasituacin actual de Francia, y no es difcil indicar el remedio. El oficio de gobernar tiene en

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  • comn con todos los dems que, para ejercerlo bien, es necesario haberlo aprendido. Estepunto de vista, muy simple, nos lleva a afirmar que el nuevo orden social estar definitiva-mente constituido en Francia slo cuando todos los colectivos que intervienen, por distin-tos conceptos, en el gobierno del pas posean suficientes nociones de la ciencia del go-bierno e incluyan, adems, a la elite de ciudadanos que, con respecto a esto, son dignosde formar parte de l. Nuestra conviccin profunda es que la solucin del gran problemaque absorbe hoy, sin provecho alguno, la ms fecunda actividad de Francia se encontrarsobre todo en este orden de ideas. Otra consecuencia se relaciona ntimamente con laque acabamos de presentar: es que la educacin dada en nuestros colegios estar viciadamientras no sea completada por dos cursos elementales sobre la constitucin poltica y laestadstica de Francia. Si es indispensable que un hombre joven, consagrado a una profe-sin liberal y que debe un da participar en el gobierno del pas, conozca los pensamientosy las acciones de los grandes hombres de la antigedad, la composicin del globo terres-tre, la naturaleza de los vegetales y de los animales que lo habitan, tambin es importanteque no ignore los modos esenciales de actividad de la sociedad en el seno de la cual esllamado a vivir.

    Afortunadamente, si es en Francia donde esta necesidad se nota ms vivamente, tambines en Francia donde es ms fcil cubrirla. Los principales elementos de la ciencia existenen las administraciones pblicas; ya, bajo la feliz influencia de un rgimen de publicidad,comienzan a producirse en informes, entre los cuales se distinguen aquellos que producenanualmente las administraciones de aduanas, de caminos, canales y puertos, de minas, dejusticia, etc., etc. En realidad, estos documentos no han sido hasta el da de hoy ni recogi-dos ni publicados en visiones de conjunto; no estn unidos por ningn sitio, y se encuen-tran privados de ese modo de los principales medios de perfeccionamiento de los que laestadstica pudiera disponer. En el estado de aislamiento, y bajo la forma voluminosa en laque aparecen hoy en da, contribuyen slo mediocremente a la educacin pblica. En se-mejante estado de cosas, slo los hombres dedicados al estudio de cuestiones muy espe-ciales podran formarse una idea exacta de la utilidad que se podra sacar de este tipo deinvestigaciones y de la capacidad de los medios de gobierno que all se encuentran en ger-men. Desde este punto de vista, la estadstica est exactamente en la situacin donde es-tara la geografa si esta ciencia slo estuviera compuesta por largas monografas indepen-dientes la una de la otra, y dedicada al estudio detallado de un pequeo nmero de mares,de ros, de montaas, de ciudades, escogidas al azar, y sin considerar su importancia rela-tiva, sobre la superficie del globo.

    En esta resea nos propusimos nicamente presentar algunas consideraciones generalessobre la estadstica y sobre la utilidad tan especial que esta ciencia puede ofrecer en Fran-cia. Si estas primeras conclusiones fueran admitidas, trataramos de entrar antes en la va

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  • de la aplicacin, indicando los medios que el gobierno podra emplear para alcanzar el re-sultado que pedimos con todos nuestros votos.

    Pudiramos haber conseguido expresar convicciones que consideramos fecundas sobre laverdadera naturaleza y sobre el futuro de la estadstica, y que podramos resumir en pocaspalabras as: el hombre de Estado que consiga utilizar convenientemente, para la creacinde una estadstica nacional, parte de algunas de las fuerzas que todava hoy permanecencasi improductivas en la administracin francesa, habr hecho dar un gran paso a la edu-cacin poltica del pas; habr, al mismo tiempo, adelantado la consolidacin del nuevo or-den social en el cual Francia busca vanamente, desde hace medio siglo, los altos destinosque le prometen la capacidad de sus recursos y el talento de sus hijos.

    En cuanto al plan detallado de esta estadstica nacional, slo podra ser trazado por unconjunto de hombres convenientemente escogidos, y entre los cuales necesariamente fi-guraran las personas que, en nuestras diversas administraciones, ya se ocupan con xitode este tipo de investigaciones o de los estudios generales que se relacionan con ellas. Alterminar estas consideraciones con un Compendio de una estadstica general de Francia,no tenemos en absoluto la pretensin de haber acabado una tarea que sabemos que estpor encima de las fuerzas de un solo hombre: nuestra nica finalidad al presentar este in-completo esbozo es hacer valorar el alcance de la estadstica a las personas que no estnfamiliarizadas con el tema, y de dar as una base a las consideraciones que son el objetode la presente resea.

    (Traduccin de Jos Ignacio GARRIGS MONERRIS)

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