LCDE067 - A. Thorkent - Un Trazo de Luz

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Un trazo de luz

Un trazo de luzA. Thorkent

La Conquista del Espacio/067

CAPTULO PRIMERO

La pantalla visora reflejaba el paisaje que empezaba a parecerle montono a Csar Arranz. Enormes rocas que surgan de la arena gris, elevando sus agudos picachos hacia el cielo, ern cada vez ms numerosas y grandes. Todo el horizonte pareca estar cubierto de ellas. Csar empez a temer que llegaran a un punto donde el ST-150 no podra seguir avanzando. As se lo hizo saber a su invitado a bordo, el comodoro Ramsey, quien replic, ceceante, escupiendo sus palabras entre la pipa que sostena apagada entre dientes: Nos detendremos dentro de veinte kilmetros, capitn. No llegar usted a ver las enormes montaas que empiezan a extenderse ms all de ese punto. Aqullas s que causan respeto, slo verlas. El capitn ech una mirada al termmetro que registraba la temperatura exterior. Cuarenta y cinco grados a la sombra. Por un momento pens cun desagradable sera el viaje por aquel desierto, metido dentro de una mole de acero de ciento cincuenta toneladas, sin disfrutar del aire acondicionado. Los veinte grados del interior les permitan viajar con las compuertas cerradas. Si avanzamos veinte kilmetros ms, tardaremos en regresar a Campamento cerca de seis horas porque no podemos pasar de los ochenta kilmetros por hora en este terreno record a Ramsey. Y la verdad es que no me gustara sufrir una avera en el aire acondicionado. Ramsey ensay una sonrisa bajo sus bigotes teidos por la nicotina. Todo pudiera ocurrir, es cierto, pero no pensemos en ello. Csar mir de soslayo al comodoro, segundo jefe de la colonia. Desde el primer momento no haba simpatizado con l. La verdad era que, desde su llegada a Centauro III, las cosas no le haban ido muy bien. No cogi con agrado la orden de ir a tan lejano lugar, a causa de unos motivos que no comprenda del todo. Y para colmo, la doctora que se encarg de vacunar a sus hombres result ser Luca, la persona a quien menos poda esperar encontrar en aquel planeta. Haba resultado una gran sorpresa. Casi dos aos sin tener noticias de su ex esposa. Ni por remota posibilidad poda haber imaginado que ella haba sido elegida para ir a Centauro III. En realidad, era una suerte para Luca, puesto que all estara a salvo Las ltimas noticias que haba tenido de ella eran que trabajaba en un hospital del norte de frica, semanas despus del fallido intento chino de crear en el continente negro una cabeza de puente que les permitiera saltar sobre Europa para formar un segundo frente continental, que hubiera hecho dificilsima la situacin para los aliados. Lo que remorda a Arranz era que Luca le haba sorprendido en uno de sus momentos de ira incontrolada, cuando le conducan junto con sus hombres al hospital de campaa para ser vacunados. Le estaba diciendo cuatro verdades a un sanitario cuando Luca se present de sbito y, muy serena, le record que all deba comportarse como un oficial y no como un vulgar legionario tanquista raso. No haba podido borrar an de su mente las palabras que ella le dirigi, cuando se marchaba: Veo que sigues siendo el mismo grosero de siempre, cario. No fueron pronunciadas estas palabras con acritud, sino como las que suele emitir una madre, al reprimir una leve travesura de su hijo. Incluso su voz exhal una gran cantidad de ternura, lo que contribuy a exasperarle ms todava. Csar se sinti en aquel momento blanco de las miradas de sus hombres, y sali como una tromba del hospital, tan pronto como termin de recibir la ltima vacuna. En el exterior le esperaba el comodoro Ramsey. Tal vez Ramsey no le hubiera resultado tan antiptico, de no haber tenido aquel desagradable encuentro con Luca. Sus nervios estaban fuera de control, y su subconsciente, predispuesto escasamente a entablar amistad, incluso con el ms cordial de los mortales. Arena, slo arena y rocas mascull Csar, cansado de observar la pantalla. Creo que todo ha sido una falsa alarma, comodoro Ramsey. Usted se ha trado el temor a los chinos de la Tierra, y seguro que todos los das se come algunos junto con la sopa. Seis hombres muertos no es una alucinacin, capitn. Y todos estaban acribillados por balas chinas respondi Ramsey, muy tranquilo. Parecen ustedes estar muy seguros de que fueron asesinados con balas chinas. Ahora ha dicho una gran verdad: fueron asesinados. Los seis hombres salieron de exploracin. Nuestra cercana con el desierto entraa an cierto peligro, relacionado con la fauna de este planeta, no conocido totalmente. Frecuentemente enviamos grupos para estar alertados. Nuestra escasez de armas es notoria. Slo uno de los seis hombres llevaba un rifle... que por cierto no tuvo tiempo de usar para defenderse Ramsey entorn los ojos y mordi con fuerza su vieja pipa. Nunca pudieron pensar que algo o alguien pudiera resultarles peligroso, como no fuese una alimaa an no clasificada. Por estos motivos, fueron una presa increblemente sencilla para los chinos. Demonios, comodoro. Suponer ni remotamente que haya chinos en Centauro III es como creer en los Reyes Magos. Usted sabe mejor que yo por qu lo digo. Comprenda que es difcil compartir sus temores. Pues le aconsejo que vaya pensando en el seis de enero, capitn... si es que tenemos ocasin de disfrutar de l otra vez. Fueron sus mismas palabras las que dijeron los del Alto Estado Mayor Aliado cuando regres a la Tierra para presentar el informe personalmente. Casi estuvieron a punto de enviarme a un manicomio. Pero pude convencerles, con la ayuda de unos tcnicos que apoyaron ciertas teoras del doctor Schmith, gracias a las cuales existen ciertas posibilidades para que el hecho de ir a Centauro resulte a los chinos un juego de nios. Piensa que si el AEMA no hubiera credo mis palabras, usted y sus hombres estaran aqu, que hubieran autorizado el despilfarro que supone enviar a Punto Dos un trasto de acero de ciento cincuenta toneladas? El que Ramsey hubiera llamado trasto a su ST-150 result para Csar igual que un puntapi en el estmago. Se contuvo de contestar con un exabrupto con dificultad. Para terminar de contener sus deseos de mandarlo al infierno, tom el micrfono y pregunt a los vigas: Alguna novedad? Una voz destemplada le contest: Las arenas siguen siendo grises y las rocas afiladas, seor. Csar sonri. Conoca a Jorge Cienfuegos, el radarista, perfectamente, despus de dos aos de tenerlo a su servicio. Su mal humor era enorme cuando la accin blica brillaba por su ausencia. Dentro de cinco minutos daremos la vuelta, comodoro. Espero que el AEMA considere mi solicitud de regreso inmediato a la Tierra. Le ruego que ordene que circunvalemos esos montes que tenemos a la izquierda, capitn. Con sumo gusto le complacer... por ltima vez, comodoro. Csar dio las rdenes oportunas, y la enorme masa de acero, movida por potentes orugas, tom la direccin solicitada por Ramsey. El ST-150 rompa, en su demoledora marcha, cuantas rocas pequeas caan bajo las enormes cadenas que hacan el milagro de moverlo como un deportivo de lujo, con una ligereza y maniobrabilidad sorprendente para su peso y tamao. Resultaba verdaderamente impresionante la artillera que dejaba entrever entre su grueso blindaje, y tal vez ms impresionara an a quien tuviera la desgracia de soportar el fuego destructor de sus ocultos medios de ataque. Era una autntica fortaleza rodante, el ms perfeccionado ingenio salido de las fbricas aliadas, el milagro de la tcnica blica que haba hecho posible contener el avance chino poco ms all de los Urales, cuando la marea china se haba extendido, incontenible, por toda Siberia, y pareca que inexorablemente absorbera la vieja Europa. Csar y sus hombres haban bautizado a su ST-150 con el nombre de Vieja Lola. La queran y mimaban como a una madre. Llevaban con ella ms de un ao, lo que significaba establecer un rcord de supervivencia con un supertanque. Ninguno haba durado tanto tiempo en el frente. Slo en una ocasin la Vieja Lola sufri averas de consideracin en una de sus orugas. Pero, por suerte, pudo evitarse que fuera llevada al desguazadero. Se repar y, cuando estaban a punto de regresar al frente, Csar recibi la extraa orden de presentarse en el enclave secreto donde el Alto Estado Mayor Aliado diriga la guerra mundial en la que medio mundo combata contra el otro medio a muerte, sin cuartel, conscientes ambos bandos de que cualquiera que resultase vencido desapareca de la Tierra hasta el ltimo de sus miembros. Ya no exista posible solucin. Todo el odio engendrado durante las ltimas dcadas haba sido liberado, y slo la sangre podra ahogarlo definitivamente o, al menos, por un largo perodo de tiempo. Por supuesto que Csar desconoca lo que verdaderamente significaba el Proyecto Aurora. Slo de odas saba algo. Los rumores le haban informado que los gobiernos aliados eran conscientes de que existan pocas probabilidades de que la Humanidad saliese de la guerra con suficientes energas para poderse restaar sus profundas heridas. Haban decidido, por ende, enviar fuera de la Tierra a cuantas personas pudieran. Descartados los planetas del Sistema Solar, por inhabitables, como ya lo haban demostrado las anteriores expediciones rusoamericanas, haca algn tiempo que haban pensado en las estrellas ms cercanas. De todas ellas, Alfa Centauro posea un planeta que pareca ofrecer idnticas condiciones que la Tierra. La nica dificultad radicaba y su importancia haca que todos dudaran de los rumores en la distancia de cuatro aos luz que la separaban de la Tierra. A Csar Arranz no tuvieron ms remedio que explicarle los oficiales del AEMA parte del secreto. Luego, l, por sus propios ojos, comprendi el resto. Mientras los pensamientos discurran alocadamente por la mente de Arranz, el supertanque lo haca con toda seguridad sobre aquel desierto gris, brusco contraste del vergel que doscientos kilmetros atrs dejaran, y en donde los colonos estaban desarrollando su comunidad, haciendo crecer, por segundos, mientras reciban nuevos envos de la Tierra, ms hombres y mujeres capaces de crear en Centauro III una nueva nacin, en la que las guerras seran un estado desconocido para sus componentes. Csar frunci el ceo, al pensar en lo que le dijo un oficial del AEMA, cuando sali de la Tierra. No le haba dado la menor importancia hasta que haba llegado a Campamento, y encontr all a Luca. Todas las personas que eran enviadas a Centauro III eran jvenes en su mayora. Slo algunos tcnicos, mdicos y cientficos pasaban de los cincuenta, pero estaban con sus mujeres e hijos. Las dems parejas haban contrado matrimonio en la Tierra. Los solteros que por sus cualidades haban sido elegidos para el Proyecto Aurora, deban emparejarse en Centauro en un plazo no inferior a los seis meses a partir de su llegada. Csar se preguntaba si Luca ya estaba casada o pensaba hacerla pronto. Se sorprendi pensando tales cosas. Si no estuviera tan seguro de que lo de Luca y l haba terminado amistosamente, sin rencores, dira que estaba visiblemente celoso, ante la posibilidad de que ella amara a otra persona. Muchas veces, despus de obtener el divorcio, medit sobre esta cuestin, y se asegur que su corazn no palpitara ms de prisa el da que la viera en brazos de otro hombre. Al fin y al cabo, ella era tan libre como l de hacer lo que mejor le conviniera. La Vieja Lola haba rebasado los montes sealados por el comodoro Ramsey. Se encontraban ahora en un terreno sorprendentemente llano. Pareca ser un crter lunar, lleno de arena. Estaban rodeados de rocas. El circo deba tener aproximadamente un dimetro de cinco kilmetros. Al fondo pareca existir una salida natural, flanqueada por dos irregulares rocas. A izquierda y derecha de stas, dos empinadas rampas daban paso al otro lado del crter. El supertanque avanz hasta situarse en el mismo centro del circo. Csar mir de soslayo a su acompaante. El comodoro contemplaba, extasiado, el paisaje que les ofreca la pantalla visora. Maravilloso exclam Ramsey. La arena parece alisada amorosamente. Ni una pequea roca perturba su superficie. Molesto, Csar dijo: Voy a ordenar el regreso. No, capitn. Deseo llegar hasta ese paso natural, aunque jurara que parece estar hecho por la mano del hombre. Tal vez lo hayan hecho sus clebres chinos, para que por all salgan los dragones de papel con los que celebran el ao nuevo lunar. No lo tome a broma respondi Ramsey, muy serio. Yo ya saba de este circo natural, gracias a las primeras fotografas areas que se tomaron de esta zona. Le juro que siempre ansi verlo. Incluso me atrevera a pedirle que me permitiera bajar, cuando lleguemos al otro lado. Csar, cuando lo natural en su carcter hubiera sido soltar una maldicin y enviar al infierno al comodoro, termin por sonrer y ordenar al conductor que llevara a la Vieja Lola al otro lado del crter. El ST-150 se puso en movimiento y, pocos minutos despus, estaban a menos de trescientos metros de los dos altos riscos que flanqueaban el paso hacia el exterior del circo, a travs del cual poda verse cmo volva a repetirse el feo paisaje que haban dejado atrs. Centauro iniciaba su retirada crepuscular, y los rayos de la estrella surgan, cegadores, por detrs de la muralla de rocas que formaba el circo. Csar fij su mirada, crey ver algo extrao moverse sobre ellas, y grit al conductor: Alto! Vigilancia extrema. Qu ocurre? pregunt el comodoro, visiblemente extraado. Csar no respondi. Una serie de secos estampidos restallaron contra el blindaje del supertanque. Nos disparan. Es igual que si nos tirasen con piedras porque no estn utilizando proyectiles rompedores. Por suerte, son de poco calibre. Ametralladoras porttiles... y chinas por descontado termin diciendo con un amargo tono de voz, como si le doliera tener que reconocer que el comodoro Ramsey tena razn.

CAPTULO II

Durante unos segundos, slo se escuch el sordo repiquetear de los proyectiles estrellarse contra el grueso blindaje del supertanque. Incluso el sordo ruido de los motores atmicos que alimentaban la gran mquina de guerra pareci diluirse lentamente. Csar observ, de reojo, la intranquilidad reflejada en el rostro de Ramsey, y por un momento disfrut del espectculo. Su dotacin, compuesta de quince tripulantes y veinte soldados de infantera, deban permanecer tranquilos, esperando las rdenes de su jefe, en quien confiaban ciegamente. Todos saban que si disparaban contra el supertanque y no se responda al fuego, la situacin no era nada grave, y podra resolverse satisfactoriamente. Csar acerc su mano derecha hasta los mandos de la pantalla, y movi lentamente un dial. La imagen de la pantalla se ampli, y pudo ver, como si los tuviera a poco ms de veinte metros, a los soldados que disparaban contra ellos. Se hallaban en las cumbres de los dos riscos que flanqueaban el paso central. Parecan estar nerviosos, y se movan de un lado para otro, disparando sus armas automticamente. Dos ametralladoras pesadas escupan rfagas de plomo, servidas por varios hombres sudorosos. Le felicito, comodoro; ah tiene a sus clebres chinos. Es que no piensa hacer otra cosa, sino observar cmo nos estn machacando? dijo Ramsey, despus de exhalar ruidosamente el aire que sus pulmones habanse resistido de expulsar desde que comenzara el ataque. Creo que no son ms de veinte. Y si ya han probado contra nosotros todas sus armas, pueden quedarse el resto de sus vidas disparando. Pero pienso que usted y yo no debemos permitirnos ese lujo, eh? La noche se nos echar encima dentro de poco. Csar estaba transformado en otro hombre. La persona taciturna y hosca que hasta entonces haba parecido ser, se haba esfumado para dar paso a otro hombre completamente distinto, jovial y alegre, ante la perspectiva de entrar en accin. Puertas, Hidalgo, ya est bien, no creen? dijo, a travs del micrfono. Arrasen a esos simios amarillos. Pero me gustara que alguno quedase con vida. Estoy seguro de que podra contarnos cosas interesantes, cuando volvamos a Campamento. Escucha, Cienfuegos, has descubierto algn otro grupo? No, capitn. Pero intuyo que puedan haber ms enemigos detrs de las rocas. No me extraara que se lanzasen al ataque, partiendo de las dos rampas. Bueno, eso no tendra la menor importancia. Grupo de ametralladoras, comiencen a disparar. Apenas haba terminado Csar de dar la orden de fuego cuando seis pares de bocas de fuego del supertanque empezaron a escupir su mensaje de muerte contra el enemigo. A travs de la pantalla, como si se tratara de un filme de la televisin, Csar y Ramsey pudieron ver cmo los soldados vestidos de uniformes pardos reciban en sus cuerpos los potentes proyectiles, y empezaban a caer, uno detrs de otro. A pesar de que el ST-150 estaba completamente cerrado, todos sus tripulantes pudieron escuchar un aullido de guerra lanzado por una treintena de soldados que salieron de sus escondites, gracias a los micrfonos que registraban el sonido del exterior. Los chinos se lanzaron contra el supertanque, disparando sus armas. Csar movi la cabeza, como si dudara de la integridad mental de aquellos hombres. Acaso crean que podan vencer, de tal absurda forma, a un supertanque? En las cumbres de las dos rocas no quedaba ya ningn chino, capaz de dispararles. Por el altavoz, la voz de Hidalgo pregunt a Csar: Las mismas instrucciones contra sos tambin, seor? El capitn slo tard unos segundos en responder: Por supuesto. Nuevo tableteo de las ametralladoras y, poco despus, las dos docenas de chinos yacan sobre la arena, a unos cien metros del supertanque. Csar esper unos minutos. Movi los visores de su pantalla para asegurarse de que ningn signo de vida exista en el circo. Ya saba que los vigas estaban haciendo lo mismo y con mayor eficacia que l, pero siempre le gustaba cerciorarse. Entonces, despus de tomar un casco de acero y colocrselo, dijo a Ramsey: Voy a darle una satisfaccin, comodoro tomando el micrfono de rdenes, indic: Julio, baja a tomar mi puesto. Saldr al exterior con la seccin de infantera. S, capitn respondi la voz del teniente Julio Almenas. Bajo en seguida. Tenga cuidado, seor. Qu va a hacer? pregunt Ramsey, viendo cmo el capitn se sujetaba al cinturn una pistola, y tomaba entre sus manos una metralleta. Inspeccionar los alrededores. Mis hombres buscarn algn chino que no est muy malherido para llevrnoslo a Campamento. Puede venir, si lo desea. Estoy seguro de que no correr peligro. Salieron de la pequea cabina. Cuando alcanzaron el exterior por babor, la veintena de infantes al mando del sargento Carvhalo ya lo haban hecho por la compuerta de popa, y rodeaban el supertanque. Al divisar a su jefe, Carvhalo se dirigi hacia l. Sargento, nos acercaremos primero hacia el grupo de estpidos que corrieron hacia nosotros. Luego, iremos adonde tenan instaladas las dos ametralladoras pesadas. Carvhalo parti de inmediato a cumplir las rdenes. Los soldados, con las armas dispuestas y vigilantes, se desplegaron segn una tctica muy ensayada. Todava ignoro en qu lugar de esta zona fueron atacados sus seis hombres, comodoro dijo Csar, mirando desconfiadamente el horizonte rocoso del circo. No le gustaba aquel lugar. Si l hubiera comandado el grupo chino, habra actuado de otra forma muy diferente. El sitio era francamente bueno para poner a un supertanque en un aprieto. Dos cargas de explosivos hubiesen taponado las salidas, y el ST-150 no poda ni soar siquiera en escalar pronunciadas laderas. Aquello quera decir que los chinos se haban sorprendidos tanto al ver el supertanque en Centauro III como l al comprobar que Ramsey tena razn. Llegaron hasta el lugar donde, a mitad del camino entre el supertanque y el paso, el grupo de asaltantes haba cado. Carvhalo estaba arrodillado junto a unos cuerpos, se levant y dijo: Ninguno de stos est con vida, seor. Siempre dije que Puertas e Hidalgo tenan demasiada puntera. Veamos los otros. Que un par de hombres registren las ropas. Podemos encontrar algn indicio que nos diga qu demonios estn haciendo aqu estos tipos, qu es lo que est pasando. Esto no parece un planeta de la estrella Centauro, sino el desierto de Gobi. Demasiados chinos mascull Csar. Aunque aqu un chino ya debera parecernos una multitud. Mientras caminaban, Ramsey expuso: El grupo de exploracin fue aniquilado unos kilmetros ms al Norte, capitn. Eso quiere decir que todava los chinos no quieren que nosotros sepamos que los tenemos por vecinos asinti Csar. Esta tropa puede significar una avanzadilla. Pero es obvio que debemos pensar que ellos conocan nuestra presencia en Centauro III. Tal vez an no se encuentran en condiciones de atacar la colonia, o crean que somos ms fuertes de lo que en realidad somos... Alguna otra posibilidad, capitn? Quiz han decidido esperar a que la Tierra termine de enviar todo el equipo que necesita la colonia, para luego poderlo utilizar en su provecho. Ramsey se plant con las manos en jarras, y su gesto oblig a Csar a detenerse, mirndole interrogante. Capitn, comprendo que usted an no se ha detenido a meditar sobre los hechos. No comprende el alcance del peligro que supone para las esperanzas de supervivencia de la Tierra el que los chinos no solamente conozcan el Proyecto Aurora, sino que sean capaces de venir a este planeta, con la misma aparente facilidad con que nosotros lo hacemos. Csar se encogi de hombros. Nadie se ha molestado en explicarme nada, comodoro. Slo supe del Proyecto Aurora cuando me embarcaron en l. Y le juro que al principio poca fue la gracia que me hizo venir aqu. Mi sitio es el frente. Pens que en este planeta slo encontrara un buen montn de emboscados, quienes, como las ratas, huyen cuando el barco hace agua. Ramsey movi la cabeza apesadumbrado. Espero poder explicrselo todo, luego. Estoy seguro de que entonces no pensar como lo hace ahora. Si cree que todos los que estamos aqu nos sentimos contentos por haber salido de la Tierra, cuando de un momento a otro puede estallar en millones de pedazos, est equivocado. Quienes vivimos en Centauro, aunque no vistamos un uniforme como ustedes, nos sentimos soldados. Tal vez ms orgullosos estemos de serIo que usted, porque formamos un ejrcito que busca la paz por medios pacficos. Ansiamos vivir sensatamente. Odiamos la guerra, la intriga poltica y las ambiciones de los gobiernos, de todos los gobiernos, aliados o enemigos, que han provocado la inmolacin de nuestro planeta patrio. La Tierra an gira alrededor del Sol, comodoro silabe Csar. No lo olvide. El capitn estuvo a punto de estallar violentamente en una sarta de imprecaciones; pero opt por darle la espalda a Ramsey. En seguida se arrepinti de haber querido mostrarse amable con l. No haba esperado del comodoro una reaccin verbal tan cortante como la que haba recibido. De acuerdo, pens, luego en Campamento le obligara a hablar, a que le explicara cules eran los intrincados motivos que le iban a obligar a retractarse de sus pensamientos respecto a todos los que haban huido de la Tierra, incluida Luca. S, eso era lo que haban hecho todos los que componan la colonia: huir. Carvhalo, tuvo que reconocerlo Csar, saba hacer bien las cosas. Haba mandado dos parejas de soldados a vigilar el otro lado del circo, mientras que l, con otros hombres, suba a las cumbres. Esper unos minutos a que el sargento regresara con un chino herido. Hemos encontrado a ste con suficiente vida, capitn dijo Carvhalo, sealando el cuerpo inconsciente del chino. Tiene un solo balazo en la pierna derecha. Ha debido perder algo de sangre, y est desmayado. Le apliqu un torniquete, y creo que llegar vivo a Campamento, si lo cuidamos un poco durante el viaje sonri y aadi: Si no es mudo, hablar. De eso me encargar yo. De acuerdo. Reagrupe la seccin y regresemos. Encontr algn documento de inters? Nada que a primero vista me haya parecido interesante. Cartas muy arrugadas, fetiches y restos de cigarrillos. No vi ningn oficial; pero ya conoce la costumbre del ejrcito chino de que sus jefes no lleven distintivos. Usted conoce el chino, y luego me leer esas cartas sargento. Tal vez encontremos en ellas algo importante. Mientras regresaban al supertanque, Ramsey opin: S que perderamos mucho tiempo, pero no ha pensado que si enterramos los muertos sera mejor? . Me interesa que sus compaeros los descubran pronto. Eso nos dar algn tiempo de relativa tranquilidad. Pensarn, sin duda, que la colonia es ms fuerte de lo que pensaron. Lo que necesito, cuando lleguemos a Campamento, es que sus mdicos me pongan al prisionero en condiciones de hablar y Csar pens en Luca.

CAPTULO III

El doctor Helmuth Schmith presenci el regreso del supertanque a Campamento, desde la ventana de su despacho. Observ cmo se detena delante de los cobertizos situados al otro lado de la plazoleta. Algunos grupos de colonos se acercaron a la enorme mquina, llenos de curiosidad. Toda la colonia saba lo ocurrido en el desierto y, por supuesto, el motivo de la presencia en Centauro III del ST-150. Schmith era el mximo responsable de la colonia, y no haba dudado un instante en comunicar a todo el mundo la presencia en el planeta de fuerzas chinas. No era partidario de falsear realidades, y tambin hubiera supuesto una tontera pretender ocultar la muerte de seis miembros dos de ellos casados al resto de los colonos. Adems, si de algo estaba seguro sobre los hombres y mujeres que tena bajo su mando, era de la cordura y equilibrio mental que disfrutaban. No poda temer conatos de pnico. Todos posean una estabilidad emocional adecuadamente probada en la Tierra, antes de permitirles marchar a Centauro III. Por el contrario, el comodoro Ramsey no haba sido partidario de explicar la verdad a la colonia, de momento, sino ms adelante, cuando estuviesen ms seguros sobre la realidad del peligro que para ellos representaban los chinos en el planeta. Pero la incertidumbre era lo peor. An no saban si slo se trataba de una compaa armada con armas porttiles o, en cambo, ya haba desembarcado una divisin completa, con sus dotaciones pesadas. Schmitch arrug el ceo. Forzosamente tena que pensar en el desembarco del enemigo. Aquella cuestin ya le haba producido fuertes dolores de cabeza. Del supertanque ya haban salido todos los tripulantes y soldados. Algunos de estos ltimos montaron guardia sobre la torreta principal, detrs de una pesada ametralladora que instalaron en unos instantes. El capitn Arranz era un hombre precavido. Ahora avanzaba hacia el edificio administrativo, acompaado por el comodoro. El director de la colonia observ que llegaba una ambulancia y frenaba bruscamente junto a la mquina de guerra. Los camilleros se hicieron cargo del prisionero herido. Ante la presencia del chino, los colonos parecieron agitarse nerviosamente. Ya no exista la menor duda entre ellos de la presencia de los hijos del Viejo Celeste Imperio en aquel lugar que todos haban credo que sera para ellos un remanso de paz, un olvido para la tragedia que asolaba al planeta patrio. Schmith sac un cigarrillo de su paquete racionado, y lo encendi. No poda gastar otro hasta despus de la comida, si no quera desequilibrar su programa para poder fumarse cinco todos los das. El humo lleg hasta sus pulmones y, al exhalado, se sinti mejor. Volvi la espalda a la ventana, por la que se filtraban los ltimos rayos crepusculares de la estrella Centauro. Se sent detrs de su escritorio y su mirada baj hasta los papeles que hasta entonces haba estado estudiando. El informe taquigrfico emitido por Ramsey desde el supertanque, una vez que el capitn Arranz haba ordenado el regreso, la contestacin cifrada de la Tierra respecto a ste y las consideraciones que l crey oportuno hacer constar, merecan su completa atencin. Llamaron a la puerta de su despacho y Schmith dijo: Adelante, seores. El capitn Arranz entr, seguido del comodoro. Schmith, despus de los protocolarios saludos, les ofreci asientos y pregunt si deseaban tomar un whisky. Guardaba celosamente una botella para los momentos importantes y no haba duda alguna de que aqul lo era. Despus de llenar tres vasos cuidadosamente, dijo a Ramsey: Envi a la Tierra su informe, comodoro. Apenas hace unos minutos, recib la repuesta. Casi todo el AEMA se reuni urgentemente para deliberar sobre la cuestin. Ya pueden imaginarse la conmocin que la noticia ha producido. Despus de beber medio whisky, Csar inquiri, receloso: Qu ha decidido el Alto Estado Mayor Aliado, director? Schmith movi la cabeza dubitativamente. Ante una situacin como esta, cualquier tipo de orden no puede sorprendernos lo ms mnimo. No se extraen si les digo que he procurado leer entre lneas las instrucciones del AEMA, y creo que todava dudan de la presencia de los chinos en este planeta. La verdad, seores, es que yo tambin dudara de tal cosa, si estuviera en la Tierra. Arranz sonri levemente. Confieso que yo pensaba... no s qu exactamente; pero no crea en los temores de la colonia Es comprensible la postura del AEMA. Pero dejemos esto. Explqueme, doctor Schmith, cules han sido las rdenes concretas de la Tierra. El director aspir hondo, despus de dar la ltima chupada a su cigarrillo, cuya colilla arroj a un rincn con cierto pesar y dijo: Usted, con su unidad de combate, capitn, quedar en Centauro III por tiempo indefinido. De momento, hasta que no sepamos con certeza a cunto asciende el potencial enemigo, el AEMA no nos enviar ms tropas y tanques. Parece que la situacin en la Tierra es cada vez peor para nuestra causa. No desean ni pueden distraer hombres. Ni tampoco consumir energa radiante para enviarnos otra cosa que no sean equipos y suministros para la colonia. Es obvio advertirle, capitn, que usted y sus hombres quedarn bajo mi mando sonri Schmith, ante la mirada incrdula del capitn, y se apresur a asegurarle: Por supuesto que prcticamente eso slo resultar en teora, puesto que usted es el ms indicado para estudiar la situacin militar y actuar en consecuencia. Pero necesito, por supuesto, que me informe previamente de cualquier accin que decida llevar a la prctica. Arranz suspir, aliviado, y respondi: Gracias, seor. Por un momento tem que... Que iba a recibir rdenes de un civil? No tema, capitn. Conozco perfectamente la psicologa de los militares para atreverme a cometer tal desatino. Ahora pasemos a estudiar, una vez conocidas nuestras limitaciones, la situacin. Cules son sus sugerencias, capitn? Antes de toparnos con los chinos, el comodoro me insinu que se haban tomado fotografas de una extensa rea colindante con el campamento. Eso me ha hecho pensar que ustedes poseen medios para volar, no es cierto? S. Con los primeros envos, recibimos, hace cerca de un ao, un helicptero capaz para tres personas dijo el comodoro. Est movido por gasolina. Tenemos poca, y desde entonces, cuando detallamos topogrficamente la regin, no lo hemos vuelto a utilizar. Deseo ir maana, al amanecer, con uno de mis hombres a explorar la zona situada ms all del circo en donde nos encontramos con los chinos. Ustedes debern facilitamos el piloto. Tal vez cerca de all encontremos la base enemiga. De momento, no podemos hacer otra cosa. Tomaremos fotografas de la regin, y confo en que los chinos no estn ocultos bajo tierra. Si ofrecemos al AEMA pruebas efectivas de su nmero y potencial blico, suponiendo que sean demasiados para poderlos dominar con un solo supertanque, estoy seguro de que no dudarn en enviarnos toda la ayuda que necesitemos. Qu le parece mi plan, director? Schmith asinti. Lo apruebo, capitn. Alguna otra cosa? Arranz sonri abiertamente. Mirando al comodoro, dijo: Usted me prometi que me explicara todo lo que yo necesito saber respecto al Proyecto Aurora. Creo que ste es el momento. Ramsey tosi con embarazo, ante la mirada inquisitiva del director de la colonia. Cierto, doctor asinti Ramsey. Yo soy de la opinin que si el capitn va a quedarse con nosotros para solventar esta delicada situacin, es justo que conozca ciertos pormenores relacionados con el Proyecto Aurora. Y digo esto porque l, ya que desconoce las complicaciones que entraan los envos a este planeta, no puede comprender nuestro estupor y temor, ante el hecho de la presencia china. As es, doctor Schmith apunt Csar. Cuando me ordenaron ir al cuartel secreto del AEMA, las instrucciones fueron precisas, pero sus orgenes muy vagos. Luego, nos enviaron a mis hombres y a m en un cohete, junto con el supertanque, a la Luna. All, en una base, tambin secreta, situada en el lado oculto del satlite, nos durmieron y despertamos aqu. Qu pas? A nuestras preguntas, nadie quiso contestar. Aquella actitud cay mal en mis hombres y en m. No sabamos cunto tiempo permanecimos inconscientes. No pudo haber sido mucho, por supuesto, ya que nuestras barbas apenas haban crecido. A no ser, desde luego, que nos hubiesen afeitado. Schmith sonri levemente. Pregunt: y todo esto le extra? Cmo no iba a sorprenderme? Al principio, dudbamos que estuviramos en Centauro, III. Pero luego tuvimos que aceptar la verdad. S que existe una distancia de cuatro aos luz entre Alfa Centauro y la Tierra. Recuerdo que hace unos diez aos, antes que comenzara la guerra, parti un navo rusoamericano hacia aqu. Nadie volvi a saber nada de l. Se dio por perdido. Oficialmente, nada se asegur. Tal vez no se atrevieron a confirmarlo porque el viaje duraba alrededor de cinco aos, pese a viajar a una velocidad aproximada a la de la luz. Y la nica respuesta a su fracaso o xito, al no existir conexin radial, slo podan darla los mismos tripulantes, si lograban regresar algn da. Debieron haber regresado, no es as? El simple hecho de que estemos aqu, as lo comprueba. Schmith movi negativamente la cabeza. No regresaron jams a la Tierra, capitn. De haber partido de aqu, significa que todava estn en el espacio, aunque a poca distancia de la Tierra. Los veinte tripulantes se encuentran entre nosotros, dirigiendo los grupos de colonos que estamos recibiendo, encomendndoles el trabajo sonri el doctor y aadi: No se dio el nombre del jefe de la tripulacin, pero modestamente puedo decirle que yo soy tal hombre, adems de ser el autor de la planificacin de todo el Proyecto Aurora. Csar mir con sorpresa al germano. Quiere decir que usted comand aquella expedicin que casi todo el mundo dio por perdida? Los peridicos dejaron de hablar de ustedes en seguida. Los gobiernos aliados que desarrollaron el proyecto as lo acordaron. Hicieron circular rumores de que la expedicin haba resultado un fracaso. Interesaba que todo el mundo as lo creyera, incluso los chinos. La verdad es que cada vez entiendo menos dijo Csar. Tal vez tenga razn. Ser mejor empezar por el principio, capitn. Recuerda cuando el mundo empez a comprender lo que significaba el peligro amarillo? S. Por entonces, yo iba a la Universidad, y exista guerra en Indochina, Oriente Medio y otros puntos del planeta. Los chinos empezaban a hostigar a los rusos, a lo largo de la frontera con Siberia. Eso es. Primero secretamente y luego de forma oficial, Estados Unidos, Rusia y Alemania se unieron para atajar las ambiciones chinas. Los primeros saban que despus que China absorbiera al coloso ruso seguira toda Europa, y no tardaran mucho en verse ellos aislados de todo el mundo, solos para combatir el peligro. Pero an transcurrieron dos dcadas hasta que China decidi que era el momento de atacar a Rusia, mientras que sus aliados de toda la antigua colonia francesa de Indochina rebasaban las fronteras indias. La guerra empez con medios convencionales, y an sigue as despus de ocho aos de lucha ininterrumpida, durante los cuales han fracasado todos los intentos de armisticios. Los chinos no quieren abandonar los inmensos territorios siberianos y asiticos que han conquistado. Estn seguros de vencer porque cuentan con enormes reservas de hombres, y su industria la dejamos crecer lo suficiente como para autoabastecerse en una guerra de desgaste como la presente. Los mejores cientficos del mundo occidental llegaron a la conclusin, aos antes de que el conflicto estallara, que de ste difcilmente la Humanidad saldra ilesa. Lo ms probable es que hasta el ltimo de sus miembros quede aniquilado. Pero hasta ahora nadie ha utilizado las armas atmicas argument Csar. S, es cierto. Ninguno de los bandos, pese a tenerlas en abundancia, ha hecho uso de ellas. Los dos contendientes parecen respetar un acuerdo no firmado, que las prescribe. Pero este extrao status qua no puede durar mucho tiempo. Basta que alguno de los dos se sienta desfallecer o considere que, en un breve plazo de tiempo, siguiendo la guerra el curso normal, puede perderla, y no dudar en poner en prctica sus planes atmicos, congelados hasta entonces. Por lo tanto, las principales naciones aliadas de Occidente estudiaron a fondo mi proyecto y lo aceptaron. Todo se llev a cabo dentro del ms estricto secreto. Miles de hombres trabajaron en el Proyecto Aurora, sin saber lo que estaban haciendo. El dinero destinado a tal fin fue fcil obtenerlo, pero no as poder explicar al contribuyente su destino. Se invirtieron cantidades fabulosas. El primer paso fue construir un navo capaz de llevarnos a las estrellas, en un plazo no superior a los diez aos. Conseguimos disear uno que lo hara en menos de seis. Nuestro destino sera Alfa Centauro. Al tiempo que el Pegasus as se llam el navo, si no lo recuerda, capitn despegaba de la base lunar situada en la cara oculta de la Luna, all mismo se empez la construccin del Punto Uno. Mis ayudantes tenan que trabajar aprisa, tanto como pudieran. Deban tenerlo todo terminado para cuando nosotros, a bordo del Pegasus, llegsemos a este planeta. Mientras escuchaba a Schmith, Csar recordaba ciertas cosas acaecidas en la Tierra, por aquella fecha. Por entonces l acababa de ingresar en la Academia Militar de Zaragoza. No, ya haca unos aos de su ingreso. Incluso tal vez acababa de obtener su grado de teniente y destinado a la XII divisin acorazada del norte de la Pennsula. Recordaba haber escuchado los noticieros, que hablaban de las crisis ministeriales de algunos gobiernos que no pudieron explicar los cuantiosos gastos ocurridos en aquel perodo ante sus Cmaras de representantes. Varios primeros ministros cayeron y les sucedieron otros que incurrieron en los mismos aparentes errores. Fue una poca confusa, repleta de inflaciones galopantes y devaluaciones monetarias constantes. Aquellas rememoraciones coincidan con las explicaciones de Schmith, quien ahora deca: Llegamos a este planeta despus de cinco largos aos de navegar por el espacio. En ms de una ocasin estuvimos a punto de fracasar, pero la fortuna nos acompa. Tan pronto como nos instalamos en este mismo lugar donde nos encontramos, los veinte hombres que venamos a bordo comenzamos a trabajar sin descanso. Tardamos ms de dos meses en instalar unas mquinas semejantes, aunque ms pequeas, a las que nuestros compaeros de la Luna haban empezado a construir cuando partimos el doctor sonri, complacido. An recuerdo el da en que tenamos que comprobar si nuestra misin haba tenido xito. Todos aquellos instantes estn grabados en mi mente de forma que, aunque transcurrieran cincuenta aos, no se borraran. Con nuestros colegas de la base lunar, habamos previsto, mediante relojes csmicos inalterables, el momento exacto en que debamos poner en marcha nuestras respectivas mquinas, las de Punto Uno y Dos. Nuestro trabajo estuvo listo unas fechas antes de lo previsto, y la impaciencia nos consumi mientras esperbamos el momento. No podamos adelantarnos ni retrasarnos un segundo. Nuestra fuente de energa estaba calculada para efectuar el intento una sola vez. No podamos fallar porque carecamos de reservas. El doctor abri un cajn de su mesa de trabajo, y sac de l una fotografa, que mostr a Csar. Sabe qu es esto, capitn? pregunt. Csar estudi la fotografa. En ella vea un edificio de metal, construido en forma cbica. En su parte superior sobresala una especie de chimenea delgada y larga. De esa casa salimos mis compaeros y yo, un poco adormecidos, no es as? Exacto. Se trata de Punto Dos. Es el resultado de nuestro trabajo arduo de dos meses. Bueno, entonces no estaba listo el cubo de acero que cubre las mquinas, pero el interior no ha cambiado en nada sustancialmente. Como le iba diciendo, capitn, lleg el momento en que debamos liberar toda la energa de que disponamos para lanzarIa al espacio en direccin a la Tierra. En el mismo instante, desde Punto Uno, situado en la Luna, deban hacer otro tanto. Durante dos aos los haces de luz viajaran por el espacio, sin dejar de tomar contacto con sus respectivos puntos de partida, y enlazaran exactamente a mitad del camino entre la Tierra y Centauro III. Cuando del artilugio que parece una chimenea encima del cubo surgi esa vibracin luminosa, parte de nuestros malos presagios desaparecieron. A partir de entonces nos quedaba esperar dos aos, dejar que los haces constantes de luz lser que partieron de la Luna y Centauro se encontraran. Entonces llegara el momento de la segunda y definitiva prueba, la que nos dira si nuestros esfuerzos haban valido o no la pena. Quiere decir que lo que intentaron fue establecer un puente entre la Luna y Centauro III para transmisin instantnea de la materia? pregunt Csar. Nosotros lo llamamos el Enlace. Pero no slo lo intentamos, capitn, sino que lo logramos con el mayor de los xitos asinti Schmith. Mi invento fue probado anteriormente entre la Tierra y la Luna, pero no sabamos si servira para cubrir una distancia de cuatro aos de luz. Dos aos despus de emitir a la Tierra nuestra parte de energa, comprobamos que los clculos estaban correctos. Corresponda a Punto Uno efectuar el primer envo. Se trat de esto. El doctor seal una reproduccin de la carabela Santa Mara, que descansaba sobre un pedestal en un rincn de su despacho. Lleg intacta. Nos sobrepusimos a la lgica alegra que nos embarg, e inmediatamente procedimos a realizar nuestro envo. Servimos a Punto Uno un animalito vivo, adecuadamente adormecido. Minutos ms tarde, recibimos una nota felicitndonos y dicindonos que podamos cortar nuestro suministro de energa al Enlace, que desde la Luna se encargaran de enviar toda la necesaria para que la delicada conexin no se rompiese. Era a tiempo. Nuestras reservas estaban casi en su lmite. Comprender, capitn, que, si la conexin fallase, haran falta otros dos aos para poder volverla a establecer. Y eso suponiendo que Punto Uno y nosotros supisemos cul iba a ser el momento en que debamos comenzar la unin. Lo ms probable es que tardaramos otros ocho aos. Schmith se volvi hacia el capitn. En sus ojos brillaba una chispa de orgullo, que su modestia trataba de mitigar. Csar lo observaba, y comprendi que los hechos excusaban perfectamente al alemn de tal vanidad. Lo comprende ahora todo, capitn? pregunt el doctor. Arranz sonri tmidamente y dijo: Disclpeme; pero an hay algo que me mantiene confuso. Qu cosa es? inquiri Schmith, complaciente. Tengo que aceptar los hechos porque yo he llegado a este planeta en un lapso de tiempo que no puede ser superior a unas simples horas. Me pregunto: cmo es posible esto? Doy por descontado que son ustedes capaces de transformar la materia en energa, introducirla en un haz de luz lser constante, e impulsarla a travs de cuatro aos luz. Pero si ustedes tardaron dos aos en establecer el Enlace, es razonable pensar que yo debo tardar cuatro en llegar a Centauro III en estado luminoso. Schmith asinti vigorosamente. Me alegra que pregunte eso, capitn dijo. Sus dudas demuestran que es sumamente inteligente. Un ser vulgar se conformara con mis primeras explicaciones. Le contestar, empero, de forma prosaica. Imagnese un coche deportivo que quisiera llegar a un punto situado a cien kilmetros, pero viajando a campo travs, por un camino inexistente como tal, un terreno abrupto lleno de dificultades. Cunto tiempo tardara y qu velocidad desarrollara? No s. Me imagino que no alcanzara los treinta o cuarenta kilmetros por hora, y necesitara de tres a cuatro. S, ms o menos. Qu tiempo necesitara ese mismo vehculo marchando a su destino por la ms moderna autopista, carente de circulacin y en lnea recta? Apenas treinta minutos. Exactamente. Eso es lo que nosotros hemos hecho: construir una carretera entre la Luna y Centauro, nos llev dos aos. Pero ahora podemos utilizarla para llegar en unos segundos de un lado a otro. La teora de la conversin de la materia en energa ya era vieja cuando yo plane todo el Proyecto Aurora. Slo necesitbamos llegar a este mundo por medio de los usos convencionales, y trabajar. Venga, capitn. Usted tambin, Ramsey. Salieron los tres hombres del despacho del director de la colonia al corredor, y entraron en un ascensor que los llev hasta el terrado. Schmith condujo al capitn hasta un lugar determinado. Desde all podan ver el edificio en forma de cubo, con su extraa chimenea en la parte superior. El sol se ocultaba ya totalmente en el horizonte. Podan apreciar perfectamente cmo de la chimenea surga un halo transparente y movible, como si la suave brisa del atardecer lo cimbrease, ascender hacia el cielo hasta perderse de vista. No dramatizo, capitn, si le aseguro que ese dbil puente de luz es la nica esperanza que posee la Tierra de supervivir a la desastrosa y estpida guerra que la est destruyendo. Los miles de hombres y mujeres que ya viven en este planeta lo saben. No los hay mejores que ellos en toda la Humanidad. Son escogidos, seleccionados cientficamente para que sean capaces de afrontar las ms tremendas adversidades. No siento temor por ellos, por sus debilidades ante el nuevo peligro que nos acecha, sino una dolorosa sensacin de vaco, al pensar que todos nuestros esfuerzos pueden venirse abajo porque nuestros enemigos han descubierto nuestros planes, han sido capaces de recorrer cuatro aos luz para seguir con su terca idea de acabar con cualquier clase de raza que no sea la suya. Mirando la increble mquina, Arranz pregunt: Entraba en sus clculos funestos de probabilidades la presencia de tropas chinas en Centauro, doctor?

CAPTULO IV

Conocemos perfectamente las posibilidades de China al respecto, y estbamos convencidos plenamente de que hasta dentro de cincuenta aos ellos no podran llevar a cabo un proyecto como el nuestro. Todo el esfuerzo tcnico y humano de esa nacin est dedicado a la guerra. Nosotros hacemos un increble esfuerzo sobrellevando el peso de la guerra, al mismo tiempo que intentamos poner a salvo el mayor nmero de habitantes de la Tierra. Por qu los chinos no pueden ser capaces de hacer lo mismo que nosotros hemos hecho? pregunt Csar, arrugando el ceo. El comodoro Ramsey y yo hemos visto a muchos. Y es de suponer que an quedarn ms en Centauro. Los que hemos matado no deben sumar ni la centsima parte. Schmith golpe la baranda del terrado, violentamente, con furia descontrolada. Lo s, lo s. Pero an no puedo hacerme a la idea se volvi hacia el capitn y le dijo: Sabe la cantidad de energa que necesitamos para mantener constantemente el Enlace? Resulta exorbitante. Pero mucha mayor es an la que precisamos cuando efectuamos un envo. Como, por ejemplo, puedo decirle que la llegada de sus hombres y tanques a Campamento ha consumido tanta energa como la que precisa una ciudad como Nueva York durante un ao. No se extrae que el AEMA lo medite tanto antes de permitir el envo de refuerzos. Precisamos de miles de cosas indispensables para la colonia, antes que aceptar la llegada de armas y soldados. Punto Uno apenas puede aportar toda la energa necesaria para mantener abierto el Enlace. La Tierra tiene que enviarle la energa con el sistema ms costoso y estpido existente. Punto Uno recibe energa radiante. De la Tierra sale el equivalente de diez, y ellos slo reciben uno. Calcule lo que las centrales productoras de los pases aliados tienen que trabajar para que aqu llegue un simple tornillo. Y todava esperan en la Tierra ms de cinco millones de seres seleccionados y miles de toneladas de material para ser trasladados a Centauro III! Los vuelos a la Luna, hasta Punto Uno, son cada da ms difciles. Es indudable que los chinos saben ya todo lo concerniente con el Proyecto Aurora. Cmo se han enterado de ello? No lo s. Tal vez su servicio de espionaje sea mejor de lo que siempre hemos pensado. Cmo es posible que los chinos hayan logrado establecer otro contacto con Centauro, sin que hasta ahora nos hayamos podido enterar? Schmith movi la cabeza con marcado pesimismo. Lo ignoro. Hace noches que no duermo, pensando en eso. A usted le corresponde la misin de localizar el lugar del desembarco chino y destruirlo, capitn, antes de que sean lo suficientemente fuertes como para que se decidan a atacarnos. S, seor. Y creo que fracasar, si no me pongo a trabajar de inmediato. Me retiro. Tengo que dar unas rdenes a mis hombres, doctor. S, capitn. Ramsey se ocupar de acompaarle a los alojamientos que les hemos dispuesto. Adems, ya tenemos un pelotn de colonos armados con nuestras pobres disponibilidades, y que se pondr bajo su mando. Gracias. Tengo la intencin de montar varios puestos de escucha alrededor de la colonia, y esos hombres me servirn. Csar y Ramsey dejaron al doctor en el terrado. Bajaron hasta la plazoleta y se reunieron con los soldados y tripulantes del supertanque. Media hora ms tarde, las guardias quedaron establecidas. Cincuenta colonos armados con escopetas de caza y rifles quedaron incluidos en el modesto ejrcito de Campamento. Entonces Csar pidi a Ramsey que le indicara dnde estaba el prisionero chino. El comodoro le acompa, a travs de varias calles amplias, hasta un edificio pintado de blanco, de dos plantas. Desea que le espere, capitn? pregunt Ramsey en la puerta. No. El sargento Carvhalo est con el prisionero. Yo regresar solo. Ya voy conociendo el poblado. Como guste. Buenas noches. Hasta maana, comodoro. Csar entr. Una enfermera lea unos informes detrs de la mesa de recepcin. Al reconocer su uniforme de legionario tanquista, se levant, sonriente. Deba ser soltera, y tal vez estuviera haciendo sus planes para efectuar un pronto matrimonio. Un soldado en aquel lugar poda resultar un interesante partido, segn deduca Csar de las amistosas sonrisas que le prodig la muchacha, mientras le indicaba el lugar donde estaba el prisionero. En el pasillo que le indic la enfermera, Csar encontr a dos de sus soldados apostados ante una cerrada puerta. Le saludaron al verle llegar, y uno de ellos le dijo: El sargento est dentro, capitn. Carvhalo se incorpor al verle. Sobre una cama, el chino pareca dormir. El sargento sostena entre sus manos un montn de papeles escritos en caracteres chinos. Buenas noches, capitn. Estaba repasando las cartas que llevaban los muertos. Buenas noches, sargento. Encontr algo interesante? Averig que el correo enemigo es peor que el nuestro. Estas cartas debieron tardar ms de tres meses en llegar a sus destinatarios. Todos son vulgares mensajes familiares. La censura debe ser fuerte, pues nadie se atreve a mencionar la guerra. Todas fueron remitidas a un campamento especial de instruccin. Creo que los soldados enviados a Centauro son bisoos en su mayora, que an no han entrado en combate, jvenes, sanos y fuertes. De mentalidad estrecha y fantica. Son hombres que no hacen preguntas, limitndose a obedecer sin rechistar. Qu fechas tienen esas cartas? Seis meses, las ms recientes, seor. Me olvid decirle que tuve que registrar concienzudamente los cadveres. Estaban bien ocultas las cartas. Los soldados parecan temer que sus superiores descubrieran que las trajeron de la Tierra. Sin embargo, corrieron el riesgo. Esos pobres hombres son tan humanos como nuestros muchachos, sargento. Desearon llevarse un recuerdo de sus seres queridos asinti el capitn. Arranz se acerc al herido. Observ que las manos las tena esposadas. Levant la sbana. La pierna estaba vendada, y la respiracin era acompasada, casi tranquila, poda decir. Puedo hablar con l? pregunt al sargento. Slo unos minutos. El doctor le inyect un calmante. Hasta que se durmi, nada ms pude averiguar cosas sin importancia. En realidad, pienso que ser muy poco lo que podamos saber de este pobre diablo movi la cabeza y agreg: Me temo que de poco nos servir. Maana intentaremos sacarle informacin. Me hubiera gustado esta noche suspir Csar. Los minutos son preciosos para nosotros, pero debemos tener paciencia. Voy a intentar dormir un poco, sargento. Que un hombre vigile constantemente al prisionero. Usted retrese tambin a descansar. Maana quiero que me acompae a hacer un recorrido en helicptero. El teniente Almenas quedar al mando de Campamento. S, capitn. Lo dejar todo dispuesto. Puede marcharse tranquilo. Arranz sali y recorri los pasillos, buscando la salida. El silencio del hospital y las luces tenues le confundieron. Pens que se haba perdido. Al doblar una esquina, tropez con una persona. Era una mujer. Al mirarla, se sinti turbado. La sorpresa apenas le permiti decir: No saba que an estuvieras de servicio en el hospital, Luca. Ella sonri, diciendo: No es preciso que te disculpes. S que es el prisionero chino quien te ha trado aqu. No temas, querido. No pensar que yo soy el motivo de tu presencia. Indudablemente, Luca no haba perdido ni un pice de su carcter. Segua siendo la misma a cuatro aos luz del hogar, con su alto sentido del humor, no carente de mordiente. A veces se pasaba de la raya, y sus insinuaciones lastimaban. Otras veces, en cambio, su ingenio era merecedor de los mejores elogios. Quiz ahora se encontraba de la ltima forma. Entonces se converta en la persona ms agradable del mundo. Ninguna otra mujer era capaz de igualarla. Cualquier hombre fcilmente se senta dichoso en su compaa. Acaso te sentiras agraviada si t fueras el motivo? pregunt Arranz, mostrando sus blancos dientes en una amplia sonrisa. Bien sabes que eso me hubiera gustado. Oh, Csar, nuestro encuentro no fue todo lo amable que debiera haber sido. He pensado que me mostr un poco dura contigo. Debes disculparme. Debi ser que me sorprendi tu presencia aqu. No creo que t fueras ms sorprendida que yo, nena. Cuando recorra el desierto, pens mucho en ti. Llegu a la conclusin de que me alegraba que estuvieras a salvo. Te cre en el norte de frica. Ya sabes lo mal que est aquello ltimamente. Me conmueve tu inters por m, cario. En premio a tu bondad, te invito a una copa. Ven. Tengo cerca mi dormitorio. Csar no la sigui de inmediato. Antes de hacerla, dijo: No temes que piensen mal, si me llevas a tus habitaciones? Te sorprendera al ver la carencia de prejuicios que existe en Campamento entre los componentes solteros ri ella. Apabullado, Csar la sigui hasta una habitacin pequea y ligeramente femenina. Pareca que Luca se haba esforzado, dentro de las, escasas disponibilidades de adorno existentes en la colonia, en darle una apariencia femenina a la reducida pieza. Empero, Csar se sinti a gusto all. Slo haba una silla, que ocup l. Luca puso whisky en dos vasos, dando uno a su ex marido, y sentndose en la cama. Luca cruz las piernas despreocupadamente, y Csar la observ, mientras beba el primer sorbo. Ella segua siendo tan bella y atractiva como en los mejores tiempos. Incluso se atrevera a jurar que lo estaba ms. Los aos de divorcio parecan haberla mejorado, dndole una sensacin de serenidad fcilmente captable. Su tez bronceada y la rubia cabellera componan un encanto ms en ella, al combinarlas con su bata blanca y corta, que le permita mostrar generosamente sus bien contorneadas piernas. Sin poderlo evitar, Csar rememor lejanas y duraderas noches, cuando la guerra pareca estar an lejana y ellos descubran a cada instante una faceta indita hasta entonces del amor. Por ti, Luca dijo Csar, alzando su vaso, que has sido lo nico bueno que hasta ahora he encontrado en Centauro. Ella ri, divertida, le gui y dijo: Tus momentos de halagos fueron escasos ltimamente, cario. Por lo tanto, he de agradecerte profundamente tus palabras. Vamos, nena. Parece que tu memoria te falla. Recuerda que en una ocasin me dijiste que mis halagos rayaban en lo cursi. De pronto, el gesto risueo y desenfadado de Luca se transform. Una profunda pesadumbre inund su rostro. Qu te ocurre ahora? pregunt Csar. Perdona. Se trata de un poco de nostalgia. Comprenders que no es sencillo olvidar, de pronto, un montn de aos pasados, no? El la mir seriamente. Acaso supones que yo los he podido olvidar? Transcurrieron unos segundos de tenso silencio. Luca tendi su mano derecha a Csar, y lo atrajo hasta la cama, obligndole a sentarse a su lado. No te ras de m, Csar; pero tu llegada ha sido algo muy grande para m. Por un momento he olvidado toda la pesadilla que hemos dejado all en la Tierra, las muertes, la destruccin, el miedo que embarga a todo el mundo se pas la mano por sus dorados cabellos, alisndoselos y aadi: No s. He credo sinceramente que toda la realidad es slo una pesadilla. Pero luego, la llegada de vuestro prisionero chino me ha devuelto a la realidad. Csar la mir fijamente a los ojos. Una oleada de ternura le inund, queriendo rodear con ella a la mujer que tanto haba amado... y que estaba seguro de seguir queriendo. Haban sido unos redomados tontos los dos, al dejar que pequeeces carentes de importancia se interpusieran entre ambos, separndoles, destruyendo una felicidad que siempre se haban sentido orgullosos de disfrutar. Saba que estabas en los Urales deca ella, con la mirada perdida en un anodino rincn del pequeo cuarto. Tan segura estaba de no volver a verte que cuando, en el hospital donde trabajaba, pidieron voluntarios para una difcil y secreta misin, no dud en presentarme la primera. Cuando supe de lo que se trataba, despus de salir con xito de unos agotadores exmenes, hubiera querido renunciar, pero ya no poda. Mis superiores no hubiesen consentido en dejarme salir del Centro de Instruccin, despus de saber en qu consista el Proyecto Aurora. Sent una gran pena al dejar la Tierra, abandonar los rincones donde haba descubierto el amor contigo y disfrutado de noches maravillosas, rodeada por tus brazos. Cuando te vi llegar, apenas pude contener mi alegra. Tal vez por disimularla, estuve un tanto severa contigo ri, nerviosa, visiblemente turbada. Perdona. Me estoy poniendo en ridculo. No neg l. Ests sencillamente maravillosa. La abraz y bes. Ella no ofreci la ms mnima resistencia. Csar pens que, de no haber actuado as, Luca se hubiera sentido, defraudada. La comprendi. Era demasiada la distancia que los separaba del hogar. Deba sentirse muy sola. Ahora estaba seguro de que ningn otro haba ocupado su puesto. Alborozado ante tal idea, se olvid de cuanto le rodeaba, excepto de ella. Cuando despert, encontr vaca la habitacin. Mir, alarmado, su reloj, ajustado, desde su llegada a Centauro, al horario local. Apenas amaneca. Carvhalo deba extraarse ante su tardanza. Si no quera que todos sus hombres se movilizaran en su bsqueda, deba apresurarse. Se visti en unos segundos. Al ajustarse el cuello de la guerrera, su mano pas sobre su poblada barba. Haca ms de cuarenta y ocho horas que no se afeitaba. Su aspecto no deba ser; muy atractivo. Pero no tena tiempo que perder. Sinti un poco de embarazo al salir de la habitacin de Luca y cruzarse, nada ms cerrar la puerta, con dos enfermeras y un mdico, quienes apenas si le dirigieron una mirada. Sali del hospital, enfrentndose al frentico ambiente que reinaba en Campamento constantemente, durante las horas de luz solar. El trabajo era incesante, y la gente iba y vena de un sitio a otro como si el tiempo se les terminara. Vehculos elctricos circulaban a moderada velocidad por las amplias calles. Durante el da, el aspecto de la ciudad era agradable. Casas no mayores de dos plantas, pintadas con colores suaves y variados, componan un policromo conjunto. Pareca una ciudad experimental de la Tierra, en la que se ensayara un nuevo sistema de vida, ms sano y eficaz, pero en el que faltaba algo primordial: alegra, risas y nios. Estos ltimos an tardaran unos meses en hacer acto de presencia en Centauro. Csar pas junto al edificio en forma de cubo que encerraba el complicado entramaje de Punto Dos, con su Enlace cimbreante y luminoso, que se perda en el cielo el cual se iba despejando lentamente de las ltimas sombras de la noche. De all salan varios grupos de nuevos colonos, conducidos por veteranos hacia los alojamientos. Todos eran jvenes. Ninguno tendra ms de treinta aos, y miraban a su alrededor con asombro, como si no quisieran creer lo que estaban viendo, como si les fuese difcil hacerse a la idea de que haban vencido la distancia de cuatro aos luz en breves instantes. Debieron llegar a medianoche. Los servicios de recepcin trabajaron duro para despertarles del sueo a que eran sometidos antes de emprender la transferencia y vacunarlos a todos contra los virus de Centauro. Doscientos mil seres vivan ya en Centauro. La mayora, en Campamento. El resto se distribua en los lugares llamados Poblado y Aldea, embriones de futuras ciudades, situados a cincuenta y cien kilmetros al Este, en direccin contraria al desierto. Y todava aguardaban en la Tierra cientos de miles de seleccionados para hacer el largo viaje. Csar se pregunt si tendran tiempo para efectuarlo, si algn fallo no tendra lugar en Punto Uno lunar o en el Dos de Centauro. En ambos sitios, el secular enemigo les acechaba. Junto a la salida del cubo receptor, montaas de fardos y cajas enormes aguardaban ser izadas a camiones, que trasladaran las preciadas mercancas a sus puntos de destino. Medicinas, alimentos bsicos que todava no poda producir la colonia, vitaminas, trajes y herramientas, adems de repuestos vitales, eran esperados con ansia por los trabajadores, mdicos, tcnicos, labradores, carpinteros y albailes. Lleg a la plaza, donde le esperaba, inmvil, el supertanque reluciendo al sol, amenazador y negro. Alrededor de l, sus hombres se desayunaban. Csar sostuvo unos minutos de charla con sus oficiales para cambiar impresiones. Se senta algo molesto. Si algo hubiera ocurrido durante la noche, sus hombres hubiesen tardado mucho en encontrarle. No poda permitir que aquello volviera a ocurrir. Su pasada debilidad poda costarle caro, si en el futuro volva a reincidir. Por suerte, nada haba sucedido, y Carvhalo le present al piloto del helicptero que les iba a acompaar. Se trataba de un muchacho que apenas haba cumplido los veinte aos, de semblante risueo y constante sonrisa, cosa poco frecuente entre los miembros de la colonia. Dijo llamarse Benjamn Corts. Adems de piloto era radiotcnico, perito agrcola: y trabajaba para la comunidad en los cultivos de caa de azcar cercanos a Aldea, en donde un grupo de cubanos estaban consiguiendo importantes resultados, en sus intentos para obtener azcar en Centauro. El helicptero les esperaba a poca distancia, en el campo deportivo del sector. Dentro de l, Benjamn despleg un mapa del continente. Yo ayud a fotografiar la zona donde ustedes descubrieron al destacamento chino, capitn dijo. En aquella fecha no vimos nada anormal, y desde entonces no volamos sobre el desierto. Comprender que nos llam poco la atencin una zona tan inhspita. Por supuesto asinti Csar, y seal unos kilmetros ms al norte del crter, debidamente indicado en el mapa. Estimamos que la base de los chinos debe estar por aqu. De todas formas, deseo inspeccionar una zona que, tomando como eje el crter, abarque un radio de cincuenta kilmetros. Ben movi la cabeza, no muy de acuerdo. Esa operacin nos llevar varios das, capitn, y yo tengo entendido que usted pretende dedicar a la exploracin slo el da de hoy. Eso es. Antes de ponerme en marcha con el supertanque, quiero saber exactamente dnde tengo que dirigirme para no perder el tiempo. Tendremos que volar a gran altura, desde donde no podremos apreciar bien los accidentes geogrficos. Algunas rocas o rboles nos harn pensar que son otras cosas, y constantemente tendremos que descender a cerciorarnos. Csar sonri, enigmtico. He pensado largamente en el asunto, Ben dijo. Estoy seguro de que hallaremos indicios de los chinos, perfectamente visibles a quinientos o mil metros. El capitn not los deseos del piloto de volver a preguntarle, pero el muchacho se contuvo. Encogindose de hombros, dijo: Usted manda. Cuando quiera, podemos partir. Adelante. Se cerraron las puertas, y el aparato, que ya haba estado calentando sus motores mientras examinaban el mapa, se elev del suelo.

CAPTULO V

Abajo tenan el crter, a poco ms de quinientos metros. Con unos potentes prismticos, Csar lo estudiaba. A una indicacin suya, Benjamn tom rumbo norte. Csar se volvi hacia Carvhalo, que inspeccionaba desde el otro lado de la cabina, dicindole: No han retirado los cadveres, sargento. S, capitn. Qu piensa usted? Es bueno o no para nosotros? Arranz se encogi de hombros. An no lo s. Pero puede que tal circunstancia nos haya librado de ser atacados esta noche. Ponindonos en el peor de los casos, tal vez cuando lo hagan, adelantarn el ataque. Veinte kilmetros ms adelante, el paisaje empezaba a cambiar lentamente. Alguna vegetacin iba surgiendo entre las rocas y arena. Pero todava era raqutica y escasa. Por el contrario, el suelo era cada vez ms abrupto. Csar tom buena cuenta de ello. Por all sera casi imposible que el supertanque pudiera avanzar. Si acaso, muy lentamente. Minutos ms tarde, llegaron al lmite establecido para profundizar en la inspeccin. Ben hizo que el helicptero describiese una suave media vuelta. Csar descubri el semblante hurao del sargento, y le pregunt qu le ocurra. Tengo la rara sensacin de que vamos a recibir, de un momento a otro, una andanada antiarea, seor gru el luso. Olvdese de tal cosa, sargento. Dudo que posean instalaciones semejantes. El tiempo fue pasando lentamente. El sol ascenda por la bveda celeste. Era ya casi medioda, y an les quedaban ms de quinientos kilmetros cuadrados que inspeccionar. Csar se restreg los ojos, cansados de mirar a travs de los largavistas. Despleg sobre sus rodillas el mapa, y punte uno de los cuadrados, ya recorrido. Sinti que el sargento le tocaba en la espalda. Se volvi hacia la parte que vigilaba Carvhalo, y dirigi el visor donde le indicaba. No estaba completamente seguro de lo que haba visto. Dijo a Benjamn que volviera a pasar por aquel punto y un poco ms bajo. Era la primera vez que algo llamaba su atencin, y esperaba tener la suficiente suerte como para no equivocarse. Adems, Carvhalo tambin haba visto lo mismo que l. Baja todo lo que creas conveniente sobre ese barranco, Ben. El helicptero emiti un ruido parecido a una protesta, y descendi velozmente. Se estabiliz a unos treinta metros sobre el nivel ms elevado del abrupto suelo y, sus ocupantes miraron, ansiosos, al fondo del barranco. Csar se quit los prismticos, mir al sargento primero y luego al piloto, que tena vuelta la cabeza hacia ellos, diciendo: Restos humanos. Puede bajar ms, Ben? Seguro, seor, aunque corremos el peligro de ir a hacer compaa a sos. Csar pens rpidamente. Comprenda el riesgo. El helicptero que les transportaba era el nico existente en toda la colonia. No solamente representara una sensible perdida para la seguridad de todos, sino que si no poda regresar para informar a la Tierra del descubrimiento que haba hecho, todo se vendra abajo, teniendo que volver a empezar de cero quien le sucediera. Adems, nadie poda ir a rescatarles. De acuerdo, Ben. Correremos el riesgo. Vamos. Con la respiracin entrecortada, Csar observaba el macabro espectculo. Evidentemente, aquello era un cementerio chino. All arrojaban los asiticos a sus muertos, sin molestarse en enterrados. Deban estar muy ocupados para no hacerla. Estudi el lugar. Si el enemigo supona que los aliados en Centauro no disponan de ningn aparato volador, podan confiar en que nunca descubriran su rudimentario cementerio. Son cientos los cadveres, seor coment el sargento. Ya lo veo, sargento. Y ese nmero tan grande es lo que verdaderamente me extraa. No me explico semejante mortandad. Las nicas bajas que hemos causado al enemigo an yacen en el crter. Puede tratarse de una epidemia? pregunt Csar, dirigindose al piloto. Ben neg con la cabeza. No existe ningn virus mortal para nosotros en este planeta, capitn. Una persona, sin recibir vacunas, a lo sumo que se arriesga es a coger una especie de sarpullido, completamente inofensivo, aunque bastante molesto. Arranz, aprovechando los pocos instantes en que Ben poda permanecer con el aparato cerca del suelo, observ ciertos detalles, que le aclararon varias interrogantes. Orden al piloto que elevase el helicptero hasta la altura anteriormente desarrollada y dirigiese al Este. Por qu all, capitn? pregunt el sargento. Todos los cadveres tienen ms de tres meses, sargento. Los chinos han cometido el error de no sepultarlos, al menos este error es supuesto, porque debieron pensar que nunca iban a ser descubiertos. Se limitaron a desnudarlos y arrojarlos. Cuando una fuerza expedicionaria se encuentra ante el problema de desprenderse de algunos cientos de cadveres, los lleva a un sitio lo suficientemente cercano como para no tener que emplear mucho tiempo en el transporte, y lo bastante lejos como para que el olor emitido al descomponerse los cuerpos no les moleste en su base. Unos kilmetros son suficientes. Por eso pienso que no lejos de este lugar ha de estar el campamento chino. No descubri los rastros dejados hasta el mismo borde del barranco por los artilugios en donde transportaron a los muertos? El sargento asinti: S, pero no creo que estn hechos por ruedas. Desde luego que no. Yeso es un dato interesante. Hemos averiguado ya varias cosas muy importantes. Algunas de ellas, la verdad, no me han gustado nada. Por ejemplo, el nmero de muertos indica que los vivos son an muchos. No creo que sus efectivos hayan quedado reducidos en ms de un diez por ciento. Esa es la hiptesis mala. La buena es que no cuentan con material pesado. Los rastras que conducen hasta el barracn me hacen pensar que construyeron con rboles unas grandes parihuelas para llevar los cadveres. Debieron trasladarlas a rastras desde la base al barranco. Todava me pregunto: por qu no los enterraron cerca de la base? Csar sonri: El barranco contiene gran cantidad de plomo, mineral que no debe haber en el campamento chino. No se ha dado cuenta, sargento, de que esos cadveres estn saturados de radiaciones? Para enterrarlos cerca de la base hubieran tenido que cavar unas profundas fosas, lo que su escasez de herramientas les impeda, adems de la carencia total de plomo en lminas para taparla. Descubrieron ese profundo barranco de plomo, que en poco tiempo asimilar la radiacin, y decidieron usarlo como cementerio de emergencia. Radiaciones? exclam Carvhalo. No me fij en el contador, seor. Supona que en este continente no exista ni rastro. Csar toc a Ben en el hombro para llamarle la atencin. Le pregunt: Era peligrosa la radiactividad del barranco, Benjamn? Bastante, seor. Varias horas de exposicin resultaran mortales. El sargento tiene razn. En este continente no hemos encontrado rastros de minerales radiactivos. No me explico cmo el contador del helicptero ha funcionado, despus de tanto tiempo de inactividad sonri Ben. Slo en una de las innumerables islas del Gran Ocano descubrieron, los primeros colonos, signos de posibles yacimientos de minerales radiactivos. Sin embargo, mis hombres y yo fuimos sometidos a un proceso de desradiactivacin al llegar. Por qu, Ben? El Enlace posee un ligero grado de radiactividad. Todo material, orgnico o no, que llega a travs de l, recibe una casi inofensiva impregnacin, debido al largo recorrido. No es mortal, gracias a la velocidad en que lo recorre. De viajarse a travs del Enlace a la simple velocidad lumnica, se necesitaran grandes corazas protectoras para que las personas que hagan el trayecto no corran peligro. En Punto Dos se procede a la descontaminacin de todas las personas y cosas que recibimos, ms por un mero sistema de prevencin que otro motivo. Recuerdo que hace unas semanas, tal vez tres o cuatro meses, el Enlace sufri una alteracin extraa, y el grado de radiactividad registrado en todos los envos subi de forma alarmante. Por suerte, esto slo dur unos das. No lograron averiguar a qu fue debido? Puede este dato resultar muy importante, Ben. Entonces ser mejor que consulte con el doctor Schmith o el comodoro Ramsey, seor. Ellos guardan registros sobre el particular. Lo har. El helicptero salv unas cumbres, y empez a volar sobre un valle, en el cual las condiciones geolgicas parecan ser un poco ms benignas. Carvhalo toc el hombro del capitn y, con un gesto, le indic un punto del valle, cercano a unos montes pelados. Csar tom los prismticos, y los apunt hacia aquel lugar. Creo que hemos encontrado lo que estbamos buscando, sargento murmur Csar. Dirigindose al piloto, le orden: Haga una pasada a toda velocidad sobre aquel punto, Ben. Y luego, por lo que ms quiera, aljese rpidamente. De acuerdo. All vamos. Ben enfil el aparato, y lo hizo descender hasta una altura de cien metros. Dentro de la cabina; Csar y el sargento, con la respiracin contenida, se aprestaron a descubrir todo cuanto pudieran durante los breves instantes en que la presunta base china estara perfectamente al alcance de los prismticos. Durante un corto perodo de tiempo deberan descubrir todo lo posible. Cualquier indicio poda resultarles, ms adelante, de un valor inapreciable. A travs de los prismticos, Csar vio correr a los chinos de un lado para otro, entre las tiendas de campaa, diseminadas alrededor de los montes centrales del valle. Al pie de ste, se abra una oscura gruta, de la que salieron varias figuras, que alzaron sus miradas hacia el helicptero. El vuelo rasante del aparato les permiti apreciar incluso las caras de estupor de los orientales. La sorpresa habiales resultado enorme y, tal vez, pens Csar, podran aprovecharse de ella y escapar de all, antes de que les abrieran fuego. Hasta el momento, no haban descubierto piezas de artillera, pero indudablemente deban poseer ametralladoras, que podan ser suficientes para derribarles, si los servidores disponan de buena puntera. . El helicptero lleg al punto ms bajo hasta donde Ben lo condujo, y empez a tomar nuevamente altura, en el mismo instante en que la confusin era mayor entre el enemigo. Pese a que dedicaba toda su atencin al pilotaje del aparato, Ben tuvo tiempo de echar un vistazo al salpicadero de mandos, y exclamar: El geiger registra una ligera radiacin, seor se call unos segundos, y luego volvi a anunciar: Ahora ya no se aprecia. Tal como teman todos, empezaron a sonar los primeros disparos. Los chinos se sobreponan a la sorpresa. Ahora disparaban sus rifles. Pronto hablaran las ametralladoras. Csar calcul que las de gran calibre deban estar instaladas alrededor del campamento, que ahora empezaban a cruzar. Un presentimiento abati a Arranz, quien, pese a considerar el riesgo, dijo a Benjamn: Gire unos grados a la derecha, y largumonos a todo gas. . En el momento en que el helicptero gir, empez a funcionar la primera ametralladora. Tal vez el brusco movimiento del aparato les salv de ser tocados. La nueva posicin del helicptero permiti a Csar ver de nuevo el campamento enemigo... y los montes. Tenan ahora la estrella Centauro a su derecha, al otro lado del valle, y las condiciones eran ptimas para presenciar un espectculo idntico al que viera desde la terraza del edificio administrativo de la colonia, cuando Schmith le mostr Punto Dos y su puente de luz perderse en el cielo. Rpidamente, Oscar dej los prismticos y tom papel y lpiz. Escribi nerviosamente unas notas. Apenas hubo terminado, cuando la velocidad del helicptero, al alejarse del valle, le impidi continuar viendo la base china. Haban tomado ya una altura adecuada para poderse considerar a salvo, a menos que los chinos dispusieran de bateras antiareas o cohetes tierra-aire. Pero nada de esto haban descubierto en el valle. A casa, Ben dijo Csar. Atardeca, y entonces se acord de que tena hambre. Durante el recorrido, slo haban bebido agua. Se volvi para mirar al sargento, quien tena puesta en l su mirada ms asombrada. Ha visto usted lo mismo que yo, capitn? pregunt Carvhalo. Csar asinti. Desde luego dijo. Nuestros amigos Schmith y Ramsey sabrn, al fin, cmo llegan los chinos a Centauro; pero me temo que este conocimiento los dejar estupefactos. Arranz se arrellan en el asiento. Mir sus notas apresuradas. Tena tiempo, hasta llegar a Campamento, de ponerlas en orden y obtener algunos resultados que, indudablemente, corroboraran sus temores.

* * *

Es increble musit el director Schmith. Estaba sentado tras la mesa de su despacho. Sobre ste, unos papeles llenos de datos. Primeramente haban sido realizados manualmente por Arranz, luego repasados por Ramsey primero y finalmente por Schmith, para terminar por ser computados en el pequeo, pero eficaz, cerebro electrnico de la colonia. Los resultados, salvo pequeas variantes que rectific la computadora, eran los mismos. Csar paseaba por el despacho. Se detuvo frente a la mesa del director de la colonia, y le pregunt: Pero usted tema algo semejante, no es as? Schmith asinti. Pareca haber envejecido aos durante los pocos instantes que haban transcurrido desde que Csar le haba comunicado el resultado de su exploracin. Resultaba tan fantstica la hiptesis, que no me atreva a confirsela a nadie. Ni siquiera Ramsey la conoca dijo el alemn. Nuestros estudios nos hacan pensar que los chinos estaban incapacitados para llevar a cabo una operacin semejante al Proyecto Aurora. En primer lugar, por carecer de suficientes medios para producir la energa necesaria, a menos que paralizaran su esfuerzo para proseguir la guerra. Segundo, no tenemos noticias de que dispongan de un navo que alcance, al menos, la velocidad de la luz para llegar a Centauro e instalar su Punto Dos. La presencia de tropas chinas resultaba un misterio. Ellos slo podan haber llegado a este planeta con medios idnticos a los nuestros, lo que resultaba materialmente imposible, una vez analizados los datos que poseamos respecto a su posicin tecnolgica. Qu podemos pensar entonces? Usted hall la solucin dijo Csar. As es. A solas en este mismo despacho, me preguntaba qu hara yo, si fuera un cientfico chino, para llevar a mis gentes a Centauro III. Encontr la solucin, pero resultaba fantstica y demasiado atrevida, sumamente peligrosa para quienes fueran los primeros en realizar el viaje, que deban acondicionar Punto Dos para ms seguras posteriores llegadas. Yo nunca me hubiera atrevido a enviar a esos hombres a semejante aventura. Sera lo mismo que condenarlos a una muerte segura. Usted pens como europeo, no como chino. Para los jefes enemigos supone poco arriesgar la vida de miles de soldados rezong Csar. El silencio en el despacho del director, cuando callaban las tres personas que en l se hallaban, era denso, asfixiante. Deliberaban la suerte de miles de colonos, las esperanzas de supervivencia de la raza humana. Tenan que encontrar una solucin al problema, que ahora, una vez conocidos sus factores, les resultaba ms intrincado que cuando trataban de averiguar cules eran sus componentes para tratar de resolverlo. Temamos que los chinos supieran del proyecto, tarde o temprano dijo Schmith. Como medida preventiva, se instal Punto Uno en la Luna. En cualquier parte de la Tierra hubiera sido vulnerable. Un ataque en masa chino y Pum!, el enlace desaparece. Pero han sido condenadamente listos, han sabido sacar provecho a la situacin Schmith mir intensamente a los dos hombres que le observaban, que escuchaban sus palabras secas, con profundo acento germnico. Es fcil adivinar lo que pretenden, no? Seguro admiti Csar. Quieren acabar con la colonia aliada, y traer a sus gentes para que ocupen nuestro lugar en este planeta. El director se pas la mano por sus escasos: cabellos blancos. An pareca resistirse a admitir la realidad de los hechos. Han sido muy inteligentes, diablicamente inteligentes. Cuando yo empec a pensar en esta solucin, me encontr con infinidad de problemas, a los que no hallaba solucin. Ellos han sabido resolverlos todos con una sencillez pasmosa sonri con sorna. Yo, el creador del Proyecto Aurora, he sido superado por el enemigo. Nunca, en tan poco tiempo, hubiera sido capaz de resolver lo que sus cientficos han solucionado. Sigue pensando como europeo, cuando se esfuerza en pensar como chino, director repiti Arranz. Usted no hubiera dejado que sus planes salieran de su mesa de trabajo, sin antes asegurar la perfecta llegada de los primeros viajeros. Los cientficos chinos conocan el riesgo, y no les import que los primeros cientos de soldados llegaran muertos a Centauro III a causa de las radiaciones, a la imperfeccin de la desviacin efectuada a costa de nuestro enlace. Ya le cont lo que descubrimos en el barranco. Esos desdichados debieron ser los primeros en llegar, y no resistieron el salto. Las vidas humanas no cuentan para ellos. Ya lo sabe. Todo esto est muy bien, seores intervino Ramsey: pero la cuestin, ahora, es encontrar la solucin. No podemos perder un segundo. Estoy convencido de que lo que el capitn ha descubierto es importante, pero sigo pensando que todava desconocemos el total alcance de la capacidad ofensiva del enemigo, su nmero y armamento. Soy capaz de afirmar que carecen de armamento pesado. Slo cuentan con armas ligeras. Todo lo ms, morteros respondi Arranz. Por el nmero de tiendas de campaa que vi, podemos calcular que ascienden a cinco o seis mil. No pueden llegar a los diez millares. Y en contrapartida dijo Ramsey nosotros slo disponemos de un par de cientos de hombres mal armados y un supertanque. Bonito panorama. Usted y yo, Ramsey, prepararemos de inmediato un informe para la Tierra. Pediremos refuerzos urgentes. Tendrn que enviar una divisin acorazada completa, en menos de cuarenta y ocho horas, para poder defender a Campamento, Aldea y Pueblo primeramente y ms tarde acabar con todos los invasores Schmith descubri el semblante sombro de Csar, y call, interrogndole a continuacin con una mirada inquisitiva. Tenemos que actuar antes de ese tiempo, doctor Schmith. Los chinos ya saben que han sido descubiertos, y no perdern ms tiempo para atacarnos dijo Csar, de malhumor. Cundo cree que nos atacarn? Tal vez ahora mismo estn organizando sus batallones para iniciar la marcha contra la colonia entera. Como no poseen medios de locomocin, tendrn que hacerlo caminando, lo que les llevar cerca de dos das en sitiar Campamento. Pero yo dudo que la Tierra pueda enviarnos ayuda, antes de cuatro o cinco das. Tanto tiempo? Tienen que llevar hasta Punto Uno, en la Luna, las tropas y material. Calculando una recepcin de cien hombres por hora, necesitaremos otros cinco das para disponer de una divisin completa. Pero antes de ese tiempo, no quedar nada de nosotros. A no ser que... Qu, capitn? preguntaron, al unsono, Ramsey y Schmith. No debemos subestimar al enemigo. Tampoco confiar en que se precipiten. Si llegan a las mismas conclusiones que yo, respecto a la aparicin de refuerzos, reorganizarn con ms eficacia sus tropas, y no saldrn de su base hasta maana al atardecer. Ya que disponemos de ese tiempo, debemos aprovecharlo para hacerles retrasar la partida lo suficiente para que al menos llegue el cincuenta por ciento de los refuerzos. Cul es su plan? Espero que, con la ayuda de mis hombres, pueda completar ciertos informes que preciso sobre la base china sonri Csar, enigmticamente. Ninguno de los dos hombres se atrevieron a preguntarle nada. Callaron, esperando las siguientes palabras del capitn. Ya previne al teniente Almenas, y el ST-150 est dispuesto para cualquier eventualidad. Desde el helicptero, descubr que slo existe en el valle una salida. Con el supertanque y algo de suerte, podemos taponar esa salida e impedir, por unos das, que los chinos ataquen la colonia. Eso es prcticamente un suicidio, capitn. Conozco la capacidad de su mquina, pero dudo que puedan contenerlos por tanto tiempo dijo el director. Eso es de mi incumbencia. Acaso es mejor quedarnos aqu, y dejar que nos ataquen por varios puntos a la vez? Entonces mis hombres y el supertanque no serviran de nada. Para defender con carros blindados toda la colonia, necesitaramos al menos veinte unidades. Confo en ganar el suficiente tiempo como para que puedan llegar los refuerzos, y acudan en nuestra ayuda antes de que el enemigo nos mate a todos en su base. El telfono de la mesa del director son con insistencia. Schmith lo tom, inquiriendo qu deseaban de l, con mal talante. Escuch unos instantes la voz del otro lado, y mir al capitn. Tap el micrfono con la mano y pregunt: Qu est pasando con el prisionero chino, capitn? Qu ocurre? pregunt Csar, con el ceo fruncido a su vez, sin responder a la interrogante del director. Quin le llama? Se trata de Carvhalo? No. Es la doctora LuCa. Me ruega que le ordene a usted que detenga a sus hombres. Parece ser que estn torturando al prisionero. No haga caso a la doctora, director. Mis hombres saben lo que hacen. A eso es lo que me refera antes. Necesito ciertos informes del prisionero. Dgale a la doctora que nos deje en paz. Ser difcil. Ella est hoy de jefe en el hospital. Ya ha detenido el... interrogatorio. Csar golpe con el puo cerrado la mesa. Maldita mujer rezong. Acaso cree? Est bien. Dgale que yo voy para all, pero que ser mejor que no la encuentre para entonces, haciendo de samaritana. Mientras tanto, ustedes no pierdan un segundo, y exijan de la Tierra que nos manden refuerzos, y que detengan los envos de colonos y material por el enlace. Sali del despacho, dando un tremendo portazo. Schmith y Ramsey se consultaron con la mirada. El primero dijo, mientras se levantaba de su asiento: Comodoro, vayamos nosotros a Punto Dos a darle un fuerte disgusto al AEMA.

CAPTULO VI

Usted no tiene derecho a hacer esto, doctora dijo el sargento, fuera de s. Pero Luca segua obstruyendo la puerta con los brazos cruzados, impertrrita ante las splicas y amenazas del lusitano. Los otros dos soldados permanecan a la expectativa y en silencio. Dos corpulentos enfermeros la haban ayudado a desalojar la habitacin, que Luca cerraba con su frgil cuerpo a los hombres de Arranz. El capitn se enfadar, seora insisti Carvhalo. Viene en camino le escupi Luca. No crea que ese engredo va a intimidarme. Es nuestro prisionero! aull el sargento. Tema la llegada del capitn. Su situacin ante l no sera muy elegante, pero no se haba atrevido a formar un escndalo en el hospital, que tal vez sentara peor a su superior que el hecho de haber permitido que la doctora interrumpiera el interrogatorio al prisionero, cuando ste pareca que estaba a punto de hablar. Y ste es mi hospital, sargento respondi Luca. Ustedes trajeron a ese hombre, chino o no, para que fuera curado de las heridas. Ahora quieren matarlo a golpes, no? Pueden hacerlo cuando le demos de alta, y en otro lugar que no sea el hospital! Csar irrumpi como una exhalacin en el pasillo, detenindose, jadeante, ante Luca, que le mir, desafiante. Quin demonios te crees que eres para interrumpir a mis hombres? Cumplan rdenes tuyas? pregunt ella, chispendole los ojos. Por supuesto que s. No debera extraarme ante esto. De ti puede una esperarse cualquier cosa reprochable. Aprtate de esa puerta, y lrgate de una vez la conmin Csar, terminando por perder el resto de su paciencia. Los dos enfermos se acercaron a la doctora, y estudiaron amenazadoramente al capitn. Csar entorn los ojos y acerc su rostro al de Luca. Escucha, preciosa. Me parece que tu linda cabecita an no ha recibido la noticia que yo he trado desde la base de los compatriotas del cerdo a quien tratas de proteger. No te has enterado de que millares de chinos estn a punto de lanzarse contra la colonia y que, si no saco informacin al prisionero, nos liquidarn como a hormigas? No niego la existencia de chinos en este planeta, por supuesto, pero no creo que sean ms de una docena, y que debieron llegar aqu despus de cruzar el espacio en una tosca nave interestelar, despus de cinco o seis aos de navegacin. Qu pueden hacernos a nosotros? Luca sonri, triunfante, y aadi: Claro, el valeroso capitn Arranz quiere aumentar el peligro por su cuenta para ganarse el derecho, ante sus superiores, de permanecer en Centauro. No dijiste, cuando llegaste, que nosotros somos unos emboscados? Pronto has cambiado de opinin, eh? T acabars con esa pandilla de desarrapados chinos y luego an seguirs diciendo que quedan ms en el desierto, por lo que ser conveniente que t y tus hombres os quedis en Centauro para defendernos. El rostro de Csar se torn rojo. Sus manos se movieron como si quisieran llegar al rostro de la doctora y estrangularla. Respir hondo y dijo roncamente: Muchacha lista, lamento decirte que esta vez te has pasado de la raya. El piloto Ben, el sargento estpido que ves aqu y yo hemos visto miles de chinos ri forzadamente y con sarcasmo. Los pacficos colonos de Centauro crean que estaban a salvo del horror que est padeciendo la Tierra, y pensaban que el enlace era completamente suyo. Os habis pasado todos de listos. Los chinos tal vez no lo sean tanto, pero lo cierto es que no tienen nada de tontos. Ya que ellos no podan establecer un enlace completo, todo suyo, se las han ingeniado para uno, comparativamente pequeo con el nuestro, hasta la rbita de Neptuno y que enlaza con el que llega aqu. Gozando ante el semblante de estupor de Luca, Csar aadi: S, eso es. No s cmo lo hacen porque yo tampoco entiendo cmo funciona el enlace la Luna-Centauro, pero lo cierto es que han enviado sus tropas a travs de nuestro puente de luz lser a este planeta. Incluso deben sacar energa nuestra para hacer un nuevo Enlace, que les deje a unos cientos de kilmetros de Punto Dos. Pese a las enormes bajas que sufrieron al principio, han logrado desembarcar cerca de una divisin de infantera. Ha comprendido esa cabecita de estopa lo que quiero decir? La sorpresa de Luca le impeda articular palabra. Y ahora slo quiero una cosa: Que te largues e aqu, que te marches a los infiernos y nos dejes trabajar a m y a mis hombres! Sin la menor contemplacin, Csar la apart de la puerta. Luca tuvo que ser sujetada por uno de los enfermeros para no caer. El capitn, con una indicacin que hizo a sus hombres, los oblig a entrar en la habitacin. Antes de hacerla l, grit a Luca: Hasta ahora hemos tenido paciencia contigo y tus gorilas, pero te advierto que, a la prxima interferencia, seris despedidos a tiros. Fuera! Eres un... ser asqueroso, Csar Arranz le grit la doctora, mientras el capitn cerraba la puerta de un fuerte golpe, que hizo vibrar los tabiques.