Las_fuerzas_mecanizadas_alemanas.pdf
Transcript of Las_fuerzas_mecanizadas_alemanas.pdf
LAS FUERZAS MECANIZADAS ALEMANAS Por Heinz Guerian
(Extraído de su obra Achtung, Panzer!, aparecida en 1937)
LA ERA DE LOS TANQUES SIMULADOS. SOBERANÍA MILITAR
Las fuerzas blindadas alemanas no comenzaron su existencia completamente formadas, tal y como Palas Atenea surgió de la frente de Zeus. Por el contrario, su evolución ha sido una larga historia llena de privaciones, motivadas por las restricciones impuestas por el Tratado de Versalles, y además han tenido que lidiar – y siguen teniendo que hacerlo – con la oposición en nuestro propio campo a causa de su novedad y a la falta de familiaridad con ellas. Bajo las órdenes del antiguo Ministerio de la Guerra (Reichswehrministerium), el Inspectorado de las Fuerzas Mecanizadas (Inspektion der Kraftfahrtruppen) fue el único organismo del ejército encargado de la idea de la mecanización como un todo, y por tanto de conservar la tradición de las escasas fuerzas blindadas alemanas de la Guerra Mundial. Además del trabajo que suponía la mecanización del ejército en general, los esfuerzos del Inspectorado estuvieron dirigidos en dos direcciones concretas. La primera era investigar la posibilidad de trasportar las tropas en camiones. Para ello, se programaron cierto número de maniobras, comenzando con el ejercicio Harz en 1921. Este ejercicio fue dirigido por el Inspector Jefe de aquella época, el Mayor General von Tsischwitz; durante su ejecución se ensayó el desplazamiento de un único batallón. En años posteriores, grupos compuestos batallones y regimientos reforzados fueron sometidos a un gran número de pruebas (largas marchas campo a través, y otras más cortas en forma de maniobras)‐ ; durante el proceso el Inspectorado aprendió una buena serie de lecciones sobre como preparar y afrontar el transporte en camión a gran escala. La segunda dirección de investigación comprendía la puesta a punto de un núcleo de fuerzas acorazadas, a pesar de la gran dificultad que nos suponía en aquel tiempo. Los Aliados no nos permitían tener nada más complejo que los denominados “camiones blindados para el transporte de personal”, que era como los franceses y los británicos llamaban a un camión común equipado con una superestructura construida con chapa de hierro. Tras duras negociaciones, finalmente nos permitieron un vehículo con lados de chapa verticales, sin torreta ni armas montadas de modo permanente. Desarrollando un chasis con tracción a las cuatro ruedas y dirección trasera pudimos construir un vehículo con cierto valor para afrontar las revueltas sociales dentro de Alemania, y como veremos, también útil para el entrenamiento. El blindaje demostró ser demasiado pesado para el chasis que empleamos, pero con todo era vulnerable al fuego de los proyectiles perforantes del calibre de un rifle, y además andábamos tan cortos de recursos que fuimos incapaces de construir incluso el
limitado número que nos permitía el desafortunado tratado. Con todo, lo incluimos en el primero de nuestros cursos de entrenamiento de oficiales, en los que aquella máquina prestó servicio en algunos ejercicios a pequeña escala, especialmente en tareas de reconocimiento. Gracias a ello, adquirimos algunas lecciones útiles. Esta, de hecho, fue la chispa de inspiración para desarrollar las fuerzas motorizadas hasta concertase en un Arma Blindada en condiciones, y nunca ha llegado a extinguirse. Como el Tratado de Versalles nos prohibía fabricar vehículos con orugas, tuvimos la idea de construir vehículos con ruedas múltiples que tuvieran cierta capacidad de movimiento campo a través. Con esta idea comenzamos a desarrollar cierto número de diseños de 8 y 10 ruedas. Aunque se especificó que los vehículos debían ser anfibios, esto llevo a la construcción de varios prototipos excesivamente grandes y complicados, que sufrían fallos con regularidad. A pesar de los esfuerzos, que se mantuvieron durante varios años, nos resultó imposible construir ningún vehículo de este tipo que fuese útil en alguna clase de guerra. Durante aquel periodo también se llevaron a cabo los primeros experimentos con vehículos de orugas. De todos modos, su desarrollo fue muy lento, a causa del énfasis puesto en que el entrenamiento de que las fuerzas motorizadas debía orientarse hacia el transporte logístico. Un Inspector posterior, el general von Vollard‐Bockelberg, se dio cuenta de lo poco eficaz que resultaba mantener el entrenamiento de las diferentes partes de las fuerzas mecanizadas como si fuesen un único cuerpo (tanques con motocicletas, columnas de camiones, ambulancias y demás). Para solucionar esto decretó una separación de funciones, aunque procediendo con el mayor de los secretos, a causa de las restricciones que nos imponía el Tratado de Versalles. Se montaron imitaciones de la superestructura de un tanque en chasis Hanomag, y se formaron de este modo varias compañías de “tanques”; se hicieron pruebas con esta arma prohibida bajo la asombrada mirada de otras tropas que se encontraban también de maniobras. Aún siendo montajes muy sencillos, nos mostraron la necesidad de contar con armas antitanque apropiadas, y abrieron un debate sobre el tema de las operaciones de tanques y la defensa antitanque. Las tropas motociclistas se concentraron en una compañía de rifles motociclista (Kraftradshützenkompagnie), y durante las maniobras de 1928 se emplearon por primera vez en asociación con los “tanques” y con la infantería motorizada. Se desarrollaron cursos para los oficiales de las fuerzas mecanizadas, que trataban desde temas técnicos hasta tácticas de combate, pasando por la cooperación de las fuerzas mecanizadas con el resto del ejército. También se admitieron oficiales de otras especialidades en el curso.
Durante aquel año y los siguientes, los oficiales del Kraftfahrlehrstab (Personal de instrucción en transporte motorizado) no sólo se ocuparon de establecer principios técnicos y tácticos uniformes para su propia rama del servicio, sino que se enzarzaron en profundas discusiones que sentaron las bases para la reconstrucción de las fuerzas acorzadas alemanas (o al menos, hasta el punto en que nos lo permitiesen las discusiones teóricas y los tanques simulados). Durante los últimos años, el Kraftfahrlehrstab ha servido para fundar la Kraftfahrlehrschule (Escuela de instrucción de las fuerzas motorizadas) del nuevo ejército. El general von Stülpnagel continuó el trabajo de organización y entrenamiento en las mismas líneas que habían sido abiertas por sus antecesores. Los batallones motorizados fueron reforzados con escuadrones motorizados, comprendiendo cada uno una compañía de motocicletas, vehículos de reconocimiento blindados, “tanques” y tropas antitanque. Invariablemente, todos ellos seguían equipados con vehículos simulados con cañones de madera. El 1 de abril de 1931, el anterior Jefe del Estado Mayor, el general Lutz, fue nombrado Inspector de las fuerzas motorizadas. Su carrera había discurrido en ramas técnicas, y durante la guerra trabajó como comandante del transporte a motor de uno de nuestros ejércitos. Por instrucciones del mando del ejército, el general Lutz dirigió dos grupos de tres ejercicios, uno en la zona de entrenamiento de Grafenwöhr y otro en la de Juterbog. El objetivo era entrenar a un batallón de “tanques” simulados en la colaboración con un regimiento de infantería reforzado, y adquirir cierta experiencia en la defensa antitanque. Estos seis ejercicios proporcionaron una simulación útil para la posterior creación de nuestras fuerzas acorazadas, así como ayudaron a determinar las especificaciones que deberían tener los futuros tanques y dar el ímpetu preciso para comenzar el diseño de varios modelos. Se examinaron cuidadosamente las publicaciones y los diseños extranjeros, para aprovechar la experiencia de otros países que habían estado construyendo tanques durante los últimos dieciséis años. Con todo, nuestros diseños no estuvieron exentos de problemas de desarrollo, porque no se puede suplir la experiencia de construir tanques auténticos con imitaciones o trabajando en las mesas de diseño únicamente. En el otoño de 1932, cuatro batallones motorizados de reconocimiento y un batallón compuesto de motocicletas tomaron parte por primera vez en ejercicios a gran escala. La organización fue excelente, y los esfuerzos realizados por nuestras nuevas fuerzas, así como el desempeño de sus oficiales, recibieron muchos aplausos. Ésto nos satisfizo en extremo y nos impulsó a continuar los trabajos de desarrollo. Sin embargo, aún quedaba un serio obstáculo: el hecho de que nuestros líderes políticos y militares carecían del valor para liberarse de las restricciones de Versalles. Por lo que respecta a nuestra propia Arma, éste paso fue dado
prácticamente de la noche a la mañana, cuando el poder ejecutivo fue transferido a Adolf Hitler el 30 de enero de 1933. Las planchas de blindaje de nuestros “tanques” simulados pasaron a ser considerablemente más gruesas, siendo ahora capaces de soportar las “atenciones” de los pillos callejeros que solían divertirse practicando agujeros en ellas. Los cañones de madera quedaron prohibidos. Los batallones de reconocimiento fueron reforzados hasta contener cuatro compañías cada uno, los batallones antitanque fueron organizados en tres compañías, y comenzamos a experimentar con la infantería motorizada y los tanques. El 1 de julio de 1934, el trabajo experimental había alcanzado tales dimensiones que se hizo necesario crear un Mando de las Fuerzas Acorazadas (Kommando der Panzertruppen), que fue confiado al Teniente General Lutz, quien fuera el anterior Inspector. La tarea del nuevo mando era continuar los experimentos con las fuerzas acorazadas, y explorar y probar aquellas configuraciones tácticas que llevaran a las nuevas fuerzas a su empleo más eficaz. Durante el otoño de1935, las elucubraciones y los ejercicios prácticos culminaron en unas maniobras experimentales a gran escala en Munsterlager, siendo el más importante resultado de las cuales la creación de crear tres divisiones panzer (acorazadas). Estas fueron creadas el 16 de octubre de 1935, bajo la supervisión total de las Fuerzas Armadas, y su mando fue asignado respectivamente el Teniente General Baron von Weichs, el Teniente General Fessman y a mí mismo. Las fuerzas acorazadas, las antitanque, la infantería motorizada y los batallones de reconocimiento, como un todo, pasaron a ser una nueva Arma del servicio denominada Fuerza de Combate Motorizada (Kraftfahrkampftruppen). Ahora centraremos la atención en cada una de ramas individuales: RECONOCIMIENTO ACORAZADO Y MOTORIZADO
El propósito del reconocimiento es proveer al comandante de información precisa sobre lo que está haciendo el enemigo; de hecho, tal clase de información es la base para las decisiones de mando. El reconocimiento se designa según la forma en que se obtiene como: reconocimiento aéreo, reconocimiento terrestre, inteligencia de señales (telefónica, inalámbrica o del tipo que sea), e información obtenida por espías u otros medios. Los diversos servicios de inteligencia son complementarios, y si uno falla otro debe ocupar su lugar.
El reconocimiento militar está subdividido en los niveles operacional, táctico y de combates. El reconocimiento operacional es una tarea de envergadura que está al servicio del mando supremo, y es llevado a cabo principalmente por las fuerzas aéreas. Sin embargo, las fuerzas aéreas no pueden determinar siempre qué área se encuentra ocupada por el enemigo y
cual no. El empleo de un buen camuflaje, la noche, la niebla, el mal tiempo, zonas montañosas, bosques o regiones densamente pobladas pueden dificultar o incluso imposibilitar el reconocimiento aéreo. Además, la aviación es incapaz de mantener una vigilancia constante o de sostener un contacto continuado con el enemigo. Indudablemente, éste tipo de reconocimiento tiene sus ventajas: es difícil de interceptar, es rápido y de gran alcance, pero no hace posible prescindir de la necesidad de un servicio terrestre de reconocimiento. Si ha de resultar de alguna utilidad, la información ha de llegar al comandante lo más rápido posible, pero sin perder nunca de vista la seguridad. Es por ello que el caballo ha sido reemplazado por el vehículo a motor, especialmente para el reconocimiento operacional y táctico. Por definición, los exploradores han de permanecer por delante de las fuerzas que supuestamente los han de seguir. El reconocimiento blindado es por ello adecuado únicamente para las divisiones de infantería, e incluso aquí hay una creciente demanda de reconocimiento motorizado, a causa de la mejora de la movilidad campo a través de los vehículos. El reconocimiento motorizado del terreno es llevado a cabo por vehículos blindados. El reconocimiento operacional precisa de un considerable alcance y de buena velocidad por parte de los vehículos, una capacidad de combate razonable en cuanto a armamento y blindaje, y aparatos de comunicación por radio de largo alcance. Dado que el reconocimiento operacional tiene lugar principalmente por carretera, es preferible emplear vehículos con ruedas, a los que el empleo de ruedas múltiples y la dirección trasera proporcionan también una buena maniobrabilidad campo a través. Ya más cerca del enemigo, las tareas de reconocimiento se llevan a cabo por vehículos con blindaje ligero o motocicletas. Los semiorugas y los vehículos de ruedas convertibles son apropiados para el reconocimiento táctico, que requiere una movilidad campo a través mayor, y el reconocimiento de combate es realizado por vehículos de orugas. La mayor parte de los vehículos acorazados de reconocimiento tienen cañones capaces de perforar blindajes. El agrupamiento de varios vehículos de reconocimiento forma un pelotón de reconocimiento blindado (Panzerspähtrupp); la fuerza total y la composición del pelotón viene determinada por la tarea a realizar, y si surge la necesidad se pueden agregar ingenieros, infantería motorizada o armamento pesado. Las unidades de reconocimiento blindado deben localizar y mantener el contacto con el enemigo, tanto por el día como por la noche. Hasta que la fuerza principal de combate llegue a la zona el contacto se mantiene por medio de jinetes, teléfono o radio. A veces se dice que las tripulaciones de los vehículos blindados de reconocimientos “están ciegas y sordas a la hora de la verdad”. Esto no es cierto. Cuando se encuentran cerca del enemigo, las fuerzas de reconocimiento se desplazan de un lugar de observación a otro, manteniendo sus ojos y oídos en constante atención; de ser preciso, se desplazarán a puntos con una buena visibilidad, y si es necesario saldrán de su
vehículo, si esto les ayuda a escuchar mejor, especialmente de noche. Un buen conductor mantendrá siempre su vehículo oculto, y evitará encontrarse de frente con una posición antitanque. Los motores de los tanques modernos no hacen mas ruido que los cascos de un caballo, y son desde luego mas silenciosos que un relincho. Los vehículos y unidades blindadas de reconocimiento son incomparablemente mejores que la caballería en cuanto a capacidad de combate, velocidad y medios de comunicación, y sólo se quedarán sin combustible si sus comandantes no saben hacer bien su trabajo. Hoy en día, su principal debilidad es que no tienen una movilidad campo a través completa, pero esto es algo que se solucionará con el tiempo. Una agrupación de unidades de reconocimiento ligeras y pesadas compone una compañía de reconocimiento blindado (Panzerspähkompanie). Varias compañías, con infantería montada en motocicletas o vehículos, junto a armamento pesado e ingenieros, forman un batallón (Aufklärungsabteilung). El cuartel general del batallón actúa como lugar de organización y reabastecimiento; debe permitir al batallón mantenerse en campaña durante varios días, proporcionado relevos y abasteciendo a las unidades, y debe ser capaz de localizar nuevas líneas de avance por las que se pueda sorprender al enemigo. Los batallones de reconocimiento son responsables de localizar al enemigo y deben proporcionar la máxima información posible que puedan obtener, sin llegar nunca a dejar de preocuparse por su propia integridad. Deben ser ágiles y rápidos, ser capaces de desplazarse durante largas distancias, tener buenos medios de comunicación y estar atentos a las órdenes del mando. Cuanto más pequeños sean, mejor realizarán su trabajo. Su capacidad de combate, particularmente su armamento y protección, deben ser los adecuado para poder hacer frente a las unidades enemigas homólogas. Si su tarea precisa de material más pesado, en términos de armamento, se les debe proporcionar lo que sea preciso. En el combate, los pelotones y batallones de reconocimiento blindado actúan principalmente a la ofensiva, que es la mejor manera de acabar con la capacidad de reconocimiento del enemigo y de mejorar la propia. Debemos aprovechar las ocasiones que surjan para inflingir daño al enemigo, siempre que el enzarzarse en un combate sea compatible con la misión primaria, que es casi siempre el reconocimiento. Si no hay disponibles vehículos más pesados, los vehículos de reconocimiento blindados más modernos poseen suficiente capacidad de fuego, que puede ser empleada en diversos tipos de combate: en persecución, cubriendo una retirada, desplegando cortinas de humo en frente de las fuerzas enemigas, o protegiendo los flancos y la retaguardia. Por todo ello nuestros batallones de reconocimiento son un instrumento excelente para llevar a cabo reconocimiento operacional a larga distancia para el comando supremo o para el cuartel general del ejército, como también lo son para realizar reconocimientos tácticos para las divisiones acorazadas, otras
formaciones motorizadas o incluso cualquier clase de fuerzas que empleen vehículos de transporte. Al ser los primeros elementos que entran en contacto con el enemigo, estas unidades deben estar perfectamente organizadas tanto en tiempo de paz como durante la guerra. Habrá pocas oportunidades para emplearlas en combate eficazmente si somos sorprendidos por una evolución rápida del enemigo, o si los comandantes, la tropa y las unidades de apoyo son enviadas al combate sin haber tenido oportunidad de interrelacionarse; esto dejaría en la cuerda floja nuestra habilidad para llevar a cabo reconocimientos al comienzo de la lucha, justo cuando es extremadamente importante. En otras palabras, sería un auténtico crimen. Es esta una consideración que debe bastar para acabar con cualquier tipo de interferencia con el entrenamiento de estas unidades; los problemas en este campo son triviales, y si hemos podido hacerles frente hasta el momento podremos hacerlo en el futuro. En cualquier caso, tales dificultades solo suponen un problema para aquellos comandantes que no están familiarizados con el reconocimiento blindado. Los batallones de reconocimiento fueron la primera de las cuatro ramas de nuestras fuerzas motorizadas en ver la luz después de que volviéramos a obtener nuestra soberanía militar, y es por ello que les tenemos un cariño especial. Han servido para establecer el modo de conducir el reconocimiento, de acuerdo a unos principios modernizados que responden muy bien a las necesidades de las fuerzas acorazadas; y de hecho son un componente esencial de las mismas, si tenemos en cuentas su antigüedad, equipamiento, armamento, entrenamiento y la capacidad de sus líderes. LOS BATALLONES ANTITANQUE Tras haber creado batallones de reconocimiento blindados útiles para el servicio, nuestra siguiente prioridad era crear una fuerza de defensa efectiva contra los vehículos blindados de reconocimiento y los tanques enemigos. Ésta tarea requería la colaboración de todas las ramas del ejército. Los regimientos de infantería recibieron una defensa integral antitanque en forma de una decimocuarta compañía equipada con cañones de 37 mm; la caballería también fue equipada con este arma. Los ingenieros, por su parte, desarrollaron minas antitanque y una variedad de obstáculos creados con alambres, troncos, empalizadas, zonas inundadas y fosos. La artillería comenzó a trabajar en la mejora de su capacidad antitanque a todas las distancias por medio de colocar las piezas en posiciones más efectivas y de desarrollar nuevas tácticas de disparo. Se había creado un sistema completo de defensas antitanque, y era preciso ahora extenderlo en profundidad y crear reservas antitanque que quedarían a disposición de los mandos superiores de las unidades. El Inspectorado de las Fuerzas Mecanizadas había llevado a cabo experimentos con un cañón de 37 mm montado en un afuste con ruedas neumáticas, y ahora
debía asumir la tarea de crear batallones antitanque motorizados. Se equipó con estos batallones a todas las unidades de gran tamaño del ejército; sus tácticas de empleo fueron desarrolladas en cooperación con las fuerzas acorazadas, y han servido para mejorar la capacidad defensiva de todo el ejército contra uno de sus más peligrosos enemigos: el tanque. Los batallones antitanque (Panzerabwehrabteilungen) tienen la responsabilidad de proporcionar protección a las formaciones que los engloban, ya se encuentren en movimiento, descansando, o en acción. Esto también contribuye a mantener la capacidad defensiva de otras armas, librándolas de la tarea de asumir su propia defensa antitanque. Ya sea por sus propios medios, o mejor aún, en conjunción con los ingenieros, las ametralladoras y la artillería, los batallones antitanque también proporcionan un medio para detener los ataques acorazados inesperados por parte del enemigo, conteniendo las rupturas y estando al tanto para evitar maniobras de cerco y de flanqueo, así como proporcionando el tiempo preciso para adoptar las medidas defensivas adecuadas. Las fuerzas asignadas a este tipo de tare se denominan “unidades de bloqueo” (Sperrverbände). Mandar un batallón antitanque es una tarea exigente. Por un lado, hay que ocuparse de situarlos a tiempo en emplazamientos donde puedan aprovechar todo el alcance de los cañones para defender a las fuerzas o las zonas que se les hayan asignado; sin embargo, no deben revelar su presencia antes de que los tanques enemigos aparezcan, y precisan de cierto grado de protección del fuego de artillería enemigo. Además, es recomendable que sus posiciones de fuego se encuentren en un terreno que sea de acceso difícil o impracticable para los tanques enemigos. Si no son capaces de mantener su capacidad de combate intacta hasta el momento en que aparezcan los tanques, o bien si son sorprendidos por éstos cuando aún se encuentran en movimiento hacia alguna posición, la capacidad de defensa de todas nuestras fuerzas se verá seriamente comprometida. Los comandantes pueden desempeñan un buen papel a la hora de facilitar la tarea de la defensa antitanque, por ejemplo eligiendo inteligentemente las zonas de descanso, las rutas de abastencimento y, sobre todo, eligiendo correctamente el emplazamiento de los cañones. Se deben elegir zonas que dificulten el movimiento de los blindados enemigos, y es preferible concentrar los cañones que dispersarlos para defender una amplia zona en la que los tanques enemigos se puedan desplazar con facilidad. En la medida en que su equipamiento, el tiempo disponible y sus tareas se lo permitan, los ingenieros también pueden ayudar reforzando los obstáculos naturales del terreno, y asegurando el terreno abierto construyendo barreras. Sin embargo, poco es lo que pueden hacer los ingenieros durante una ofensiva, donde la labor de repeler los posibles contraataque aliados recae enteramente en las piezas antitanque; por tanto, durante el avance las unidades AT deben situarse
lo suficientemente avanzadas como para poder consolidar rápidamente el terreno ganado en en transcurso de la ofensiva. El poder de penetración de los proyectiles AT es de crucial importancia para el éxito de la defensa. Si los tanques que nos atacan son impermeables a la mayor parte de los disparos que se les dirigen, acabarán desbordando no tan solo los cañones AT, sino también a la infantería y a los ingenieros (y esto último puede ser conseguido incluso por los tanques ligeros de la retaguardia del ataque enemigo). Ya es otra cosa cuando se poseen cañones capaces de perforar todos los blindajes de las fuerzas enemigas, y cuando tales cañones se encuentran situados en el lugar y el momento adecuados. En tal caso, el éxito del ataque enemigo supondrá un precio a pagar prohibitivo, o sencillamente será del todo imposible. El uso eficaz de los cañones antitanque también depende de:
a) el terreno: las pendientes escalonadas y el terreno ondulados no son favorables para la defensa.
b) de cómo la vegetación del terreno cambia con la estación: los cañones AT son diseñados con un perfil bajo para facilitar su ocultación; una buena posición de disparo debería se muy difícil de localizar en verano, a causa de la vegetación.
c) de la hora del día y del tiempo que haga: la oscuridad, o la escasa luz del amanecer y el atardecer hacen difícil emplear los cañones a pleno alcance y obstaculizan la puntería. La bruma y la lluvia tienen el mismo efecto al cubrir las miras con gotas de agua; también es difícil apuntar a pleno sol.
d) de los efectos del fuego de artillería enemigo, ya se trate solamente del humo o del polvo provocado por los disparos o de una cortina de humo creada por proyectiles fumígenos.
Los artilleros antitanque se verán sometidos a una dura prueba si varias
de las condiciones anteriores se dan a la vez y el enemigo lanza un ataque masivo acorazado por sorpresa. Tan sólo las dotaciones muy bien entrenadas y altamente disciplinadas, con buenos nervios, serán capaces de afrontar semejante situación. Todas las evidencias indican que nosotros poseemos tropas de tal tipo.
LAS FUERZAS ACORAZADAS Nuestros batallones de reconocimiento y antitanques fueron creaciones originales que no tenían contrapartida en los ejércitos extranjeros. Para las fuerzas acorazadas, sin embargo, había un buen número de precedentes en todos los ejércitos de importancia. Ya hemos descrito como evolucionaron
durante la guerra y la posguerra en Gran Bretaña, Francia y Rusia. Por ello, el Inspectorado de las Fuerzas Acorazadas tenía la complicada responsabilidad de decidir cuál de entre todos los diversos modelos extranjeros debía recomendar a nuestros comandantes como el más apropiado para las necesidades de Alemania, o si por el contrario era preciso desarrollar una nueva doctrina. Al menos dos aspectos estaban claros: no podíamos seguir las doctrina francesa, la británica y la rusa a la vez, y tampoco podíamos desarrollar una doctrina encontrándonos tan escasos de ejemplos prácticos, poseyendo de hecho solamente un conocimiento esquemático de las experiencias francesas y británicas en tiempo de guerra. Después de considerarlo detenidamente se decidió que, hasta que hubiésemos conseguido la suficiente experiencia por nuestra propia cuenta, deberíamos basarnos principalmente en los conceptos desarrollados por los británicos, tal y como quedó expresado en Instrucciones provisionales para el entrenamiento de tanques y vehículos blindados, parte II, 1927. Éste documento era muy explícito, y no sólo ofrecía los puntos de arranque para nuestros propios experimentos, sino que abría las vías para desarrollar algo que parecía totalmente opuesto a las regulaciones francesas de aquella época, que sugerían ligar los tanques a la infantería. El mando supremo lo aprobó, y por ello desde 1933 el entrenamiento intelectual del cuerpo de oficiales de las tropas mecanizadas que formarían las futuras tropas acorazadas se desarrolló de acuerdo a los conceptos británicos. Ahora, los puntos de vista alemanes de la táctica blindada se empezaron a desarrollar progresivamente, surgiendo en parte de nuestras reflexiones y en parte de las experiencias adquiridas con nuestras unidades de “tanques” simulados. Las teorías germanas tenían algunos puntos en común con el pensamiento extranjero, pero también ciertas características distintivas. Dejando al margen las especiales circunstancias de Alemania en aquella época, resulta útil preguntarse que es lo que, en términos generales, condiciona el desarrollo de una doctrina. Hay ciertos factores relevantes, como la situación geográfica del país, la debilidad o fortaleza de sus fronteras, sus materias primas, su capacidad industrial y el estado de su armamento comparado con el de sus países circundantes. Todos ellos, espacialmente el último, generan un cuadro inmediato de la situación, y deben ser los desencadenantes para adoptar decisiones que cambien la situación. Sin embargo, cuando una rama del servicio armado se encuentra en desarrollo, la tarea fundamental no es estar al tanto de cada una de las corrientes de opinión pasajeras que puedan surgir, sino que, por el contrario, es importante mantener una cierta distancia con las tendencias momentáneas. Debemos determinar unos objetivos concretos tras un debido proceso de consideración, y tras ello mantener los desarrollos técnicos adecuados durante la extensión de tiempo que precisen para dar fruto. La continuidad solo es factible cuando la tarea de desarrollo se deposita en unas mismas manos durante todo el periodo, y cuando dichas manos son capaces de actuar con la autoridad precisa. La dirección única es lo más importante cuando
una nueva rama del servicio esta en los comienzos de su formación técnica y táctica, y en la de su equipamiento y entrenamiento. Incluso durante los últimos años, cuando el desarrollo no tiene por qué llevar la misma velocidad vertiginosa que al comienzo, siguen existiendo razones que imponen que, para que el potencial de las fuerzas mecanizadas sea explotado al máximo, deben estar constituidas como una sección totalmente independiente en el ejército. Para resolver éstas cuestiones es vital establecer el propósito básico que se busca para las fuerzas acorazadas. ¿Las emplearemos para asaltar fortificaciones y posiciones defensivas permanentes, o para desarrollar operaciones de cerco y evoluciones en terreno abierto, o bien a nivel táctico, para realizar rupturas en nuestro favor y encargarse de conjurar irrupciones y maniobras enemigas, o sencillamente las usaremos como transportes blindados de ametralladoras que trabajen en estrecha cooperación con la infantería? ¿O bien intentaremos acabar con una situación de estancamiento con un poderoso ataque concentrado con una de nuestras principales armas ofensivas? ¿O renunciaremos al potencial inherente a su capacidad de realizar rápidos y profundos movimientos, para obligarlas a segur el paso de caracol de la infantería y las baterías de artillería, renunciando con ello a toda perspectiva de conseguir rápidamente una victoria en la batalla y en la guerra? Ya ha pasado mucho tiempo desde que los tanques fueran un arma auxiliar de la infantería; en realidad deberíamos asumir todo lo contrario, desde el momento en que los franceses mantienen que cualquier ataque de infantería sin tanques no es viable. Pero no profundizaremos más en esta clase de argumentos. Es evidentemente absurdo asumir conscientemente la decisión de no explotar toda la capacidad potencial de un arma al máximo. Por este motivo, las especificaciones para el desarrollo final del arma deber ser tan exigentes como sea factible para la época. Si, por ejemplo, poseemos los medios para atacar con rapidez, parece ridículo obligar a los tanques a ofrecer al fuego enemigo blancos que se desplazan con lentitud, solo por que la infantería de la vieja escuela sea incapaz de seguirlos de otra forma. Ahora que la tecnología hace posible transportar a la infantería en vehículos de escolta blindados, capaces de desplazarse tan rápido como los tanques, debe ser el tanque el que determine la velocidad de la infantería. Los franceses han comprendido esto, y por ello han montado a sus Dragons portés en transportes blindados. Por otra parte, no tiene sentido detener una ofensiva acorazada durante horas simplemente para permitir que la artillería hipomóvil cambie de posición, cuando hoy en día es técnicamente posible remolcar los cañones con potentes vehículos o bien montarlos en transportes blindados autopropulsados, y proveer asimismo a las dotaciones y a los observadores avanzados con la movilidad de los vehículos blindados. Los tanques no han de seguir a la artillería, sino al contrario. Los tanques perderán la capacidad de concentrarse en su papel decisivo si son incorporados como elementos orgánicos de las divisiones de infantería.
Muchas de las máquinas terminarán en alguna clase de terreno que impida totalmente su avance o las ralentice, exponiéndolas a sufrir grandes pérdidas, y además se verán forzadas a seguir las tácticas de movimiento lento de la artillería remolcada por caballos y de la infantería a pie. La posibilidad de moverse rápidamente desaparece de esta forma, y con ella toda esperanza de conseguir la sorpresa y el éxito decisivo en el combate. Nos resultará difícil de ésta forma emplear los tanques en masse, y la creciente capacidad antitanque de todos los ejércitos implica que la concentración del blindaje es todavía más crucial para la victoria de lo que lo fue en 1917. Nos será imposible mantener el contacto con la retaguardia y reservas de tanques, perdiendo con ello la capacidad de explotar con rapidez cualquier éxito conseguido por la primera oleada del ataque. Proporcionaremos al enemigo tiempo para trasladar sus reservas, reorganizarse en su retaguardia, acabar con nuestros movimientos de cerco y concentrarse para lanzar contraataques. Procederemos ahora a seleccionar los tipos de tanques a emplear, su armamento, protección, su forma de organización y su equipamiento con armas auxiliares y complementarias. Todo ello vendrá determinado para el fin con que se quiera emplear el tanque. Los tanque no precisan ser especialmente rápidos cuando su tarea vaya a ser cooperar con la infantería, y cuando no queramos formar una vanguardia acorazada que se las vea con les defensas enemigas y con la artillería. Lo que sí precisaremos es un blindaje muy grueso, porque estaremos moviéndonos con lentitud, quedando expuestos al fuego antitanque y de la artillería durante un largo periodo de tiempo, sobre todo cuando nos encontremos cerca del enemigo. El armamento debe consistir en ametralladoras y al menos un cañón principal de pequeño calibre, que nos proporcione un medio de defensa contra los tanques enemigos o las piezas de artillería protegidas por un escudo frontal que aparezcan a larga distancia. La escolta de infantería de este tipo de tanques debe estar organizada en pequeñas unidades, y no es preciso que esté entrenada ni equipada para el combate en grandes formaciones. Sus oficiales superiores no pasan de ser asesores del cuartel general de la infantería, recayendo la responsabilidad táctica en los oficiales de rangos medios e inferiores. El resultado será que los tanques serán empleados en “bolsitas de monedas”, tal y como se usaron los tanques franceses y alemanes en 1918, pero con unas perspectivas de éxito mucho menores que las de aquellos. ¿Cuáles han de ser, por otra parte, las especificaciones de los tanques que han de irrumpir en las posiciones enemigas y atacarlas, o bien ejecutar rupturas en profundidad dirigidas a alcanzar los centros de mando enemigos, sus reservas, y a destruir la artillería hostil? Precisan cuanto menos de una cobertura parcial de blindaje que sea impermeable a la mayor parte de las armas antitanque. Necesitan, además, mayor velocidad y alcance de la que tienen los tanques de acompañamiento a la infantería, y estar equipados con ametralladoras y con un cañón de hasta 75 mm de calibre. Su capacidad de
cruzar huecos, vadeo y aplastamiento deben permitirles afrontar las defensas de las fortificaciones de campo. Se pueden añadir transportes de ametralladoras blindados ligeramente a las formaciones de tanques, con el propósito de “limpiar” la zona de combate de tropas de infantería; esta clase de vehículos bastan para esta tarea, ya que la mayor parte de la artillería enemiga habrá sido puesta fuera de combate por nuestros tanques pesados. Esta clase de fuerzas acorazadas debe estar concentradas en grandes formaciones y provistas de las armas auxiliares y complementarias que precisen para una actuación independiente, tal como lo están las divisiones de infantería. Sus comandantes deben haber sido entrenados para trabajo ya en tiempo de paz, recayendo la responsabilidad de adecuarlos a estas tareas en el mando supremo. Deben desplegarse en masse tanto en anchura como en profundidad. Su objetivo es aprovechar el éxito táctico en la dimensión operacional. Indudablemente, los contraataques blindados del enemigo se producirán a la larga, pero debemos ser capaces de hacerles frente en un combate tanque contra tanque con unas formaciones de gran tamaño entrenadas para esta clase de lucha. La concentración de las fuerzas acorazadas disponibles siempre será mas eficaz que dispersarlas, independientemente de que hablemos de de una acción defensiva u ofensiva, una rotura, un cerco, una persecución o un contraataque. La última categoría de tanques implica a aquellos destinados a asaltar fortalezas o posiciones fortificadas. Además de un grueso blindaje y armamento pesado (hasta 150 mm), deben tener una capacidad de sobrepasar obstáculos notable, capacidad de vadeo y un gran poder de aplastamiento. Cuando uno se pone a diseñar tanques de esta clase, con facilidad alcanza pesos de hasta 70 ó 100 toneladas, algo que sólo los franceses han sido capaces de lograr. Nunca habrá un gran número de tanques de esta clase, y serán empleados independientemente o integrados en la estructura de las fuerzas acorazadas, de acuerdo con su misión. Representan una amenaza considerable y nunca deben ser subestimados. Alemania ha otorgado una gran importancia al principio del liderazgo unificado y al entrenamiento de las fuerzas acorazadas. Partiendo de las lecciones de la Gran Guerra, hemos renunciado a cualquier idea que limite a los tanques al papel de vehículos de escolta de la infantería, y desde un principio hemos mantenido la idea de crear un arma entrenada para combatir en grandes formaciones, y que no deba cambiar sea cual sea la tarea que se le asigne a lo largo del tiempo. Las divisiones panzer (acorazadas) fueron creadas de acuerdo con esta filosofía, y engloban a los tanques y a todo aquello que los mismos necesiten en forma de soporte de campaña o de armas complementarias, y todo ello, repito, todo ello, completamente motorizado. En los regimientos de tanques, cada uno de los batallones está equipado con las ametralladoras y los diversos cañones que se precisen para combatir a corto, medio o largo alcance, y para responder con presteza a un ataque acorazado enemigo con una cantidad suficiente de armas con capacidad de
perforar blindajes. Un último elemento es requerido para asegurar que las armas de diversos calibres sean usadas con su máxima eficacia: que los comandantes de las unidades desplieguen los tanques de tal forma que responda a las necesidades de la situación, y que tomen las precauciones necesarias a la hora de asignar las misiones a sus unidades. LA INFANTERÍA MECANIZADA La experiencia de los combates de 1917 y 1918 nos muestra que la infantería y los tanques pueden trabajar juntos únicamente cuando han sido entrenados intensivamente para cooperar. Esto funciona todavía mejor y de forma más consistente cuando varias unidades de infantería son incorporadas de forma permanente a las unidades de taques, de modo que compongan una formación mayor. Hemos visto como, durante la Guerra Mundial, los franceses asignaron de forma permanente una compañía de infantería a cada batallón de tanques para preparar la batalla de Aisne en 1917. El decimoséptimo batallón de infantería ligera desempeñó éste papel durante el primer ataque a Chemin‐des‐Dames; de la misma forma dos batallones de cuirassiers desmontados fueron agregados a los tanques para el asalto de Laffaux. Por supuesto, en aquella época la infantería seguía a los tanques a pie, ya que no había vehículos capaces de moverse campo a través disponibles, y los objetivos de los ataques estaban muy limitados. Hoy en día, los franceses han montado a las brigadas de dragones en semiorugas blindados y los han integrado como parte componente de la Division légère méchanique. El objetivo es el mismo. Es evidente que, desde que los tanques hicieron su aparición, los franceses han apostado por el apoyo permanente de la infantería a los tanques, y han desarrollado esta idea la línea lógica de crear formaciones especiales para el despliegue operacional. Dos cosas son necesarias para lograr que triunfe un ataque rápido con tanques y para aprovechar explotar el éxito sin pérdida de tiempo: buen equipamiento y medios de transporte que puedan moverse velozmente, pero también un entrenamiento táctico especializado y práctica constante. Nosotros no poseemos vehículos blindados con movilidad campo a través adecuados para transportar tropas. Aquellas de nuestras unidades de infantería que están destinadas a colaborar con los tanques se deben desplazar o bien en motocicletas o bien en camiones con maniobrabilidad campo a través. La infantería motociclista ya ha mostrado su capacidad para el reconocimiento en conjunción con los vehículos de reconocimiento blindados, y puede ser empleada en una buena variedad de tareas, ya que es rápida, fácil de ocultar, y se puede desplazar por cualquier clase de carretera o terreno sin gran dificultad. Tenemos un gran número de buenas motocicletas en Alemania, y reponerlas no presenta mayor problema.
La infantería transportada en camiones está protegida de los elementos, y además de los hombres y del equipamiento, se pueden transportar municiones extra, herramientas para cavar trincheras y utillaje de los ingenieros, así como raciones para varios días. Los camiones actuales resultan demasiado grandes como para ser ideales; es difícil hacerlos circular por carreteras estrechas con cunetas empinadas y son difíciles de ocultar. Como ya hemos indicado, las principales tareas de los medios motorizados de apoyo a la infantería son permitir acompañar a los tanques a una velocidad suficiente y ayudar a explotar y completar los éxitos de éstos sin demora. La infantería precisa de una buena potencia de fuego, por lo que es preciso complementarla con un buen equipamiento de ametralladoras y municiones. Es discutible si la auténtica capacidad de asalto de la infantería reside en la bayoneta, y más aún en el caso de las tropas motorizadas, ya que el impacto ofensivo de las formaciones de tanques lo proporcionan los tanques y su potencia de fuego. Los franceses han llegado a conclusiones acertadas a éste respecto, y por ello han equipado a cada una de sus compañías de infantería con dieciséis ametralladoras cada una, mientras que sus equivalentes alemanas sólo disponen de nueve. El combate ya no es una cuestión de asaltar al enemigo con la bayoneta calada, sino de enfrentarnos al enemigo con nuestra potencia de fuego, concentrándola en el punto decisivo. De acuerdo con el general mariscal de campo Graf Von Moltke, la potencia de fuego tiene un carácter ofensivo: “En ocasiones puede actuar como un agente de destrucción absoluta, siendo nosotros quienes debemos decidir cómo emplearlo” (Verordnungen für die höheren Truppenführer, 24 de junio de 1869). Esto se puede afirmar incluso en nuestros tiempos, en los que la infantería de primera línea, disparando con rapidez, puede derrotar incluso al enemigo más desesperado. En sus propias palabras:”Las bayonetas de las tropas a la carga son inútiles contra el fuego concentrado; un rifle puede ser excelente pero, ¿qué uso puedes hacer de él cuando te encuentras en movimiento e incapaz de manejar correctamente tu arma?” La reflexión de Moltke ya tiene ochenta años, pero todavía no ha calado lo suficiente en la conciencia de nuestro ejército. En 1913, justo antes de que estallara la guerra, la infantería veía la ametrallador tan sólo como un arma auxiliar: “Debe quedar bien grabada la advertencia de que el valor de éste arma no debe ser sobreestimado; no debemos cometer el mismo error que los franceses en 1870, cuando aclamaban a la Mitrailleuse como todopoderosa. Lo más poderoso en la batalla es la infantería. Cuando los fusileros se encuentren en serios problemas, déjales en una situación casi igual de mala a la que se encontaban; no deben adquirir el mal hábito de buscar ayuda en las armas de apoyo: las ametralladoras. Es preferible que encuentren por su cuenta el modo de afrontar las dificultades” (Vierteljahshefte für Truppenführung und Heereskunde, 1913, 314). Hoy en día podemos escuchar las mismas “advertencias” dirigidas contra el incremento del número de ametralladoras y, casi no es preciso comentarlo, contra nuestro propio punto de vista sobre los tanques.
Lo que deseamos es una modera y rápida fuerza de infantería, que posea una fuerte potencia de fuego, equipada en condiciones, y organizada y entrenada para la cooperación continua con los tanques.