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    LAS VIRTUDES HUMANAS Y LA FAMILIA

    DAVID ISAACS

    En la Declaracin "Oravissimum Educationis momentum" seencuentran las siguientes palabras: "Puesto que los padres handado la vida a los hijos, estn gravemente obligados a la educa-cin de la prole y, por tanto, ellos son los primeros y obligadoseducadores. Este deber de la educacin familiar es de tanta trans-cendencia que, cuando falta, difcilmente puede suplirse. Es, pues,obligacin de los padres formar un ambiente familiar animadopor el amor, por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, quefavorezca la educacin integra personal y social de los hijos. Lafamilia es, por tanto, la primera escuela de las virtudes sociales,que todas las sociedades necesitan" '.

    Se puede entender la madurez humana a nivel natural comoconsecuencia del desarrollo armnico de las virtudes humanas:la madurez humana "se manifiesta, sobre todo, en cierta estabi-lidad de nimo, en la capacidad de tomar decisiones ponderadasy en el modo recto de juzgar los acontecimientoh y los ham-bres". Ahora bien, el hombre est hecho para conseguir la ver-dadera felicidad con la persecucin del bien moral. Como la in-teligencia y la voluntad, las facultades humanas de que el hombredispone para este fin, son tendencias a la verdad, al bien univer-sal, han de ser determinados a particulares actos de bondad pormedio de los hbitos. Las virtudes son hbitos buenos que per-feccionan las facultades del hombre para conseguir la verdad y labondad 3 .

    1. CONCILIO VATICANO II, Decl. Gravissimum educationis monumentum, n. 3.2. CONCILIOVATICANOII,Decl. Optatant totius, n. 11.3.Cfr. STo. Tobsis DE AQUINO,SummaTeolgica, 1-II, 9-55.

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    DAVID ISAACSEl desarrollo de estas virtudes supone una actuacin intencio-

    nada por parte de los educadores y por el propio interesado. Unhbito es resultado de la repeticin de un mismo acto, y para quetenga sentido debe ser consecuencia de haber reconocido la fina-lidad del esfuerzo que supone la repeticin del acto.

    La actuacin de los padresHemos dicho que el desarollo de un hbito requiere esfuerzo

    que, a su vez, es consecuencia de una exigencia externa o de unaautoexigencia. En la actuacin de los padres se pueden distinguirdos tipos de exigencia. Pueden exigir un esfuerzo en sus hijosrelacionado ms con la accin o ms con el pensamiento. En am-bos casos, la exigencia debe ser apoyada con el afecto manifiestoque caracteriza la autoridad de los padres.

    Los nios pequeos aprendern a cumplir con una serie deactos por la exigenica de sus padres. Y esta exigencia en el hacertendr que traducirse paulatinamente en una exigencia en el pen-sar, para que el adolescente sea capaz de decidir respecto a supropia vida personal. Saber distinguir el momento oportuno paraaportar una informacin, orientar y dejar decidir es uno de losproblemas ms difciles para los padres. La virtud de la pruden-cia es la que facilita una reflexin adecuada antes de enjuiciarcada situacin, y en consecuencia tomar una decisin acertada deacuerdo con criterios rectos y verdaderos. Los padres necesitanla virtud de la prudencia "para ser justos, para vivir la caridad,para servir eficazmente a Dios y a todas las almas. Con gran ra-zn a la prudencia se le ha llamado genitrix virtutum 4,adre delas virtudes, y tambin aurigavirtutum conductora de todos loshbitos buenos" 6 .

    Al considerar este tema no debemos olvidarnos de la situacinreal de los padres de familia. La vida familiar requiere una acti-vidad continuada que puede dificultar el proceso de reflexin. Enconsecuencia, puede haber una tendencia a reaccionar frente a lassituaciones nuevas que van surgiendo, ms que a afrontarlas conserenidad para tomar decisiones acertadas. La virtud de la pru-dencia "es cognoscitiva e imperativa. Aprended la realidad para

    4. STo. TOMS DE AQUINO, InIIISententiarum, dist 33, q. 2, a. 5.5. S. BERNARDO, Sermones inCantica Canticorum, 49, 5, PL, 183, 1018.6.MONS.ESCRIVADEBALAGUER,Amigos de Dios, n. 164.

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    luego, a su vez, "ordenar" el querer y el obrar" 7 . Por tanto lospadres que desarrollan esta virtud, estarn en mejores condicio-nes de ver con claridad lo que buscan y luego encontrar los me-dios adecuados a estos fines, y determinar as la actuacin con-forme.

    Los padres, para actuar responsablemente, deben reflexionarprofundamente sobre los valores que consideren importantes parasu familia, de tal forma que pueda haber una actuacin educati-va congruente. El educador puede ayudar al educando a asimilaruna serie de valores libremente, de tal forma que lleguen a tenerun sentido especifico para l. Si no se tiene claro cules son estosvalores, la prudencia, entendida como virtud, pierde su sentido.Por otra parte, el padre de familia se encuentra con las difi-cultades relacionadas con la capacidad de recoger una informa-cin adecuada sobre la situacin en que hay que actuar, de verobjetivamente el inters de cada elemento de esta informacin,de distinguir entre la fiabilidad de las distintas fuentes de infor-macin, etc. Y, luego, habiendo establecido los criterios adecua-dos para enjuiciar, apreciar la situacin correctamente.

    Entre los vicios que se oponen a esta virtud, el ms evidentees la imprudencia que incluye la precipitacin, la inconsidera-cin y la inconstancia; pero otro vicio, especialmente importan-te en el ambiente permisivo que se respira en la sociedad, es lanegligencia. El padre cristiano tiene que actuar, utilizando suautoridad al servicio de sus hijos, sabiendo que se puede enfocarla virtud hacia el logro de la concordia social o hacia la eficaciaen el trabajo, pero el motivo fundamental para el cristiano serel cumplimiento de la Voluntad de Dios.Claridad en los conceptos

    Hemos destacado la misin imprescindible de los padres enrelacin con la transmisin de valores. Sin embargo la realidadmuestra que, aunque existen muchos padres preocupados por laeducacin de sus hijos en las virtudes humanas, su actuacin so-lamente es eficaz en parte, porque no existe una claridad concep-tual en torno a estos mismos aspectos de la educacin. No bastaquerer que los hijos sean sinceros, justos, generosos, obedientes,responsables, etc. Hace falta saber lo que significa cada concep-to en las relaciones de todos los das. A modo de ejemplo se po-dran mencionar algunas confusiones en este sentido:7J.PrEPER., Las Virtudes Fundamentales, Ed. Rialp, Madrid 1976, p. 44.

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    DAVID ISAACS Ser responsable no slo supone responder por lo que

    uno ha hecho, sino tambin prever las consecuenciasde los propios actos.

    Ser generoso no significa entregar lo que uno posee acualquier persona en cualquier momento, sino teneren cuenta una jerarqua de valores y pensar en la uti-lidad y la necesidad de la entrega para la otra persona.

    Ser obediente supone reconocer los bienes que estprotegiendo la persona que ostenta la autoridad, y,por tanto, admitir estos bienes personalmente. No su-pone, en cambio, doblegarse frente a un tirano.

    Los problemas relacionados con la sinceridad no estnnicamente en la manifestacin de la realidad lamentira, la calumnia, etc. sino tambin en la capaci-dad de captar la propia realidad para luego poder ma-nifestarla.

    Si la familia va a ser la sede principal del desarrollo de lasvirtudes humanas, los padres necesitan claridad de visin.

    En esta ocasin no pretendo entrar en el tema de la educacinde las virtudes humanas. Solamente quisiera proponer un marcorazonable para el desarrollo de estas virtudes.Las virtudes y las edades

    Una decisin prudente respecto a las virtudes que deberanconsiderarse prioritarias en cada momento, requiere tener encuenta distintos factores. Concretamente:

    1) los rasgos estructurales de cada edad,2) la naturaleza de cada virtud,3) las caractersticas y posibilidades reales de los j-

    venes,4) las caractersticas y necesidades de la familia y de la

    sociedad en que vive el joven,5) as preferencias y capacidades personales de los pa-

    dres.Es evidente que cada padre tendr que tener en cuenta los l-

    timos tres factores de acuerdo con su propia realidad. En cam-bio, los dos primeros factores pueden considerarse de intersgeneral para la familia, ya que se trata de una estructura bsicacomo punto de referencia.924

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    El nio pequeo, quiz hasta los siete aos, necesita desarro-llar una serie de virtudes que le ayuden a convivir con los demsmiembros de la familia, y que favorecen el reconocimiento de laautoridad preferente que tienen sus padres sobre ellos. En estarelacin las cualidades personales de los padres "slo poseen unvalor secundario en la motivacin del respeto que se les debe".Principalmente, los padres merecen el respeto de sus hijos como"autores de la vida y educadores y superiores por voluntad deDios" 8 .

    El nio pequeo no tiene mucho uso de razn, y aprender acumplir bien en casi todos los aspectos de su vida por cumplircon las rdenes de sus padres. Precisamente por esto la virtudde la obediencia es tan importante. Con el paso de los arios loshijos tendrn que discernir entre distintas autoridades, reconocien-do los valores que cada una est, protegiendo o defendiendo. Encuanto llega a poseer una competencia real en relacin con algntema, estarn en condiciones de aceptar con mayor comprensinel mandato de alguna autoridad. Por eso es tan conveniente ense-ar al hijo desde pequeo el respeto que debe prestar siempre ala autoridad d la Iglesia. Es evidente que se trata de acostumbrara los hijos a un tipo de acto en este caso el obedecer paraluego, de acuerdo con la capacidad de razonamiento que tengacada uno explicarle los motivos que justifiquen la aceptacin dela autoridad ajena.

    En el nio pequeo, la virtud de la sinceridad es tambin pri-mordial ya que el ambiente de aceptacin incondicional y de ayu-da mutua en la familia, depende de que cada miembro hayaaprendido a reconocer su propia realidad y luego manifestarlapara que los dems le puedan ayudar a mejorar. Si no existe sin-ceridad en la familia, no existe la posibilidad por parte de los pa-dres de orientar adecuadamente a sus hijos, ni tampoco se lefacilitar al hijo la base oportuna para acudir adecuadamenteal sacramento de la Penitencia y aprovechar al mximo la graciaque otorga.

    Por otra parte, la misma convivencia familiar necesita de lavirtud del orden en la colocacin de las cosas, en su utilizacin yen el buen uso del tiempo. El orden en los detalles de cada dapone las bases para el buen trato de todo lo que es de Dios y,8.J. MAUSBACHy G. EastEms, Teologa Moral Catlica, tomo III, Eunsa,

    Pamplona 1974, pp. 74-75.925

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    DAVID ISAACSadems, crear un hbito que luego se usar, en el desarrollo dela virtud de la religin, en la que la persona da culto a Dios delmodo ms digno posible.

    Esta insistencia en la obediencia, sinceridad y orden coincidi-r con la preparacin de la primera confesin y con la primeracomunin.

    De ocho a doce arios aproximadamente, parece conveniente cen-trar la atencin en una serie de virtudes que exigen el uso crecien-te de la voluntad. Los nios sufren unos cambios biolgicos querequieren un desarrollo de la fortaleza en sus distintos aspectos.Concretamente la perseverancia, la laboriosidad y la paciencia sonvirtudes de mucho inters. Pero adquirir estas virtudes supone es-fuerzo y tambin motivos elevados. Es posible, que, en estas eda-des, se intente lograr que los hijos cumplan con su deber porcualquier razn, sin darse cuenta de que si no han interiorizadounos valores importantes, antes de la adolescencia, ser ms di-ficil lograrlo despus.

    La fortaleza supone aprender a aguantar molestias, a soportarel dolor y tambin a realizar algn propsito con tenacidad. Lavida cristiana necesita de la fortaleza, de la perseverancia, porqueel objetivo no se logra hasta el final, pues dura toda la vida. Tam-bin existe un sinfn de tentaciones, que objetivamente apartana los jvenes del camino previsto. Sin embargo, el fin es enorme-mente claro la santificacin personal y la santificacin de losdems y contamos con ayudas abundantes. Pero las molestiasque encuentra el joven son muchas, y le pueden apartar fcilmen-te de su propsito. El esfuerzo continuo supone un gran autodo-minio, y siempre la persona debe reconocer el valor de aceptarpositivamente las propias limitaciones y saber rectificar, volver acomenzar. Los padres pueden enseriar a sus hijos que se trata deabrazar estos obstculos con generosidad. As aprendern a usarlos obstculos como medios para fortalecer su fe.

    Esta es la edad en que los padres deben intentar elevar las mi-ras de los hijos para que no tengan una visin mezquina y utili-taria de la vida. Si llegan a esforzarse en bien de los dems me-diante la virtud de la generosidad y tambin de la responsabilidady de la justicia por amor a Dios, ya cuentan con el motivo mselevado de todos, y se disponen a recibir la gracia de Dios quenecesitan para desarrollar tambin con eficacia sobrenaturalcualquiera de las virtudes humanas.

    Desde los trece hasta los quince arios, parece conveniente, deacuerdo con el descubrimiento ms claro de la intimidad, insistir926

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    de un modo preferente en unas virtudes relacionadas con al tem-planza, en primer lugar. Y eso, para no perder de vista el Biena causa de las pasiones incontroladas. Los padres pueden ver congran claridad cmo muchas personas que viven en la sociedad ac-tual, dan un ejemplo nefasto a los jvenes, dejndoles llevara cualquier extremo en busca de un placer superficial.

    Si, anteriormente, hemos insistido en la fortaleza, ahora se tra-ta de utilizar esa fuerza para proteger lo ms precioso de cadaser su intimidad. Y con la intimidad me refiero al alma, a lossentimientos, a los pensamientos, y no slo a aspectos del cuer-po. Las virtudes del pudor y de la sobriedad podran resumirseen llegar a reconocer el valor de lo que uno posee para luego uti-lizarlo bien de acuerdo con criterios rectos y verdaderos. Yel hombre que desarrolla las virtudes relacionadas con la templan-za "sabe prescindir de lo que produce dao a su alma, y se dacuenta de que el sacrificio es slo aparente: porque al vivir ascon sacrificio se libra de muchas esclavitudes y logra, en lontimo de su corazn, saborear todo el amor de Dios" 9 .

    Aparte de estas virtudes, conviene insistir en otras que tienenque ver con la intimidad de la persona y en sus relaciones conlos dems. Por este motivo, se puede insistir en la sociabilidad, laamistad y en el respeto. Las tres virtudes suponen interesarse porla propia intimidad y por el bien de los dems de un modo muyconcreto. Seguramente aqu encontraremos la ayuda principal quepueden prestar los padres a sus hijos. Me refiero a la orientacina los jvenes para que lleguen a concretar sus inquietudes hacialos dems en actos concretos de servicio. Debemos tener en cuen-ta, que el adolescente por su misma naturaleza es idealista y ala vez necesita vivir nuevas experiencias. Si los padres no ayudana sus hijos a encontrar vas positivas de actuacin, es probableque las influencias externas intencionadas y perjudiciales les afec-ten ms.

    Tambin para estas edades incluimos la virtud de la sencillez,porque el adolescente necesita de esta virtud para comportarsecongruentemente con sus ideales y para llegar a aceptarse talcomo es. Y por ltimo, destacamos la confianza porque es la basehumana del optimismo y de la esperanza. Se trata de aprender aconfiar razonablemente en las propias posibilidades, en los pa-dres y, desde luego, en Dios.

    9. MoNs. ESCRIVADEBALAGUER,O. c., n. 84.927

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    DAVID ISAACSA partir de los quince arios ,es razonable centrar la atencin

    en las virtudes que necesitan una capacidad de razonamiento msdesarrollada. Los jvenes ya estn tomando ms decisiones per-sonales, y tiene diversos contactos con distintos tipos de perso-nas. Por eso parece conveniente atender, de un modo especial, lasvirtudes de la prudencia, la flexibilidad y la comprensin.

    El gran peligro de los padres en estas edades es seguir exi-giendo a sus hijos un comportamiento predeterminado. Los hijosno suelen estar dispuestos a seguir obedeciendo a sus padres, eneste sentido, especialmente cuando no se trata de la verdad, sinode los gustos de cada uno, como podra ser el modo de vestirse.Ahora los padres deben ayudar a sus hijos a razonar, a buscarla informacin adecuada antes de decidir, a relacionar sus actoscon el fin de su propia vida. La flexibilidad permitir al jovenaprovechar la diversidad de influencias, sabiendo adaptar su com-portamiento con agilidad a las circunstancias de cada persona osituacin, sin abandonar por ello los criterios de actuacin per-sonal.

    Es el momento en que la lealtad empieza a recobrar un senti-do muy especial, porque el joven que puede reconocer ya los bie-nes que considera importantes en su vida, debe aceptar las vncu-los implcitos en su adhesin a otros, de tal modo que refuerzay protege a lo largo del tiempo el conjunto de valores que repre-sentan.

    En estas edades se trata de buscar una armona entre un s-lido apoyo en lo permanente, un reconocimiento realista de lasposibilidades propias como persona, y una actuacin audaz paraconseguir un autntico bien. Es decir, la lealtad, la humildad y laaudacia.

    La unidad de la familiaCon este planteamiento estructural del desarrollo de las virtu-

    des humanas no pretendo insinuar que los padres deban planifi-car la vida familiar que depende, por su misma naturaleza, delambiente de cario espontneo entre sus miembros. Ms bienpretendo mostrar el inters que tiene ayudar a todos los miem-bros de la familia a buscar una mayor plenitud, natural y sobre-natural, mediante el esfuerzo en el desarrollo de una serie de vir-tudes. No debe entenderse la familia como una fbrica de com-portamientos. Los comportamientos deben ser consecuencia de928

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    convicciones profundas. La unidad de la familia est en que todoslos miembros compartan y respeten una serie de valores. Estosvalores se traducen en criterios de actuacin personal, y si losmiembros de la familia los comprenden bien, cada uno puedecomportarse a continuacin con estilo personal.

    Por ltimo, me gustara destacar una virtud ms la alegraque puede entenderse como una virtud, resultado de estar lu-chando por superarse en todas las dems. Todas las virtudes sonmanifestaciones de amor, y en la alegra la persona se encuentracon un hbito que le permite vivir del amor, en el amor, y parael amor.

    En la familia, porque existe la posibilidad de encontrar unaaceptacin incondicional de todos sus miembros, porque se pue-de vivir con la seguridad del que se sabe hijo de Dios, cada per-sona llega a reconocer que, aunque se siente pequeo en la in-mensidad de la Creacin, tiene la misin intransferible de glori-ficar y de servir a Dios.

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