Las Teorias Sociologicas de La Familia

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 ¿ or que razones la familia se convierte en objeto de. observación e intervención? ¿En qué medida se la considera como un elemento de coordinación entre el individuo v la sociedad? ¿Qué eficacia se le reconoce en el m n t e n i m i ~ n t o del víncul o so cial?¿ Qué relaciones existen en su interior? El retorno de la familia a la plena luz de la actualidad v la proliferación de trabajos sociológicos especializados lu ego de un largo período de indiferencia relativa reactivan · interrogant es cercanos a lo s de lo s padres fundadores de la sociología familiar. Este libro presenta las teorías de éstos de aquéllos reubicándo las en su contexto. Catherine Cicchelli Pugeaulty Vincenzo Cicchelli son miembros del Centro de Sociología de la FamilÍfl de l Universidad de Paris V Sorbona. En la que ambos son profesores. I.S.B.N. N : 950-602-387-5 Código N 3875

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Capitulo V. Las sociologías contemporaneas de la familia

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  • Por que razones la familia se convierte en objeto de. observacin e intervencin? En qu medida se la considera como un elemento de coordinacin entre el individuo v la sociedad? Qu eficacia se le reconoce en el mantenimi~nto del vnculo social? Qu relaciones existen en su interior?

    El retorno de la familia a la plena luz de la actualidad v la proliferacin de trabajos sociolgicos especializados lu"ego de un largo perodo de indiferencia relativa reactivan interrogantes cercanos a los de los padres fundadores de la sociologa familiar. Este libro presenta las teoras de stos y de aqullos reubicndolas en su contexto.

    Catherine Cicchelli-Pugeaulty Vincenzo Cicchelli son miembros del Centro de Sociologa de la Familfl de la Universidad de Paris V-Sorbona. En la que ambos son profesores.

    I.S.B.N. N": 950-602-387-5 Cdigo N" 3875

  • En la segunda mitad del siglo xx se registra una renovacin de-la sociologa de la familia. Testigo de su auge, Louis Roussel seala que "al principio de los aos 1960, en Europa, la familia prcticamente no significaba un problema" [1989]. Algunas dcadas despus, es escrutada tanto por el hombre de la calle como por la comunidad cientfica. El surgimiento de una subdisciplina de la sociologa, especializada en su estudio, consagra intereses mltiples. De todos modos, lejos de reflejar exclusivamente el presente, las teoras sociolgicas contem-porneas de la familia se inscriben tambin en una tradicin. Sus interrogantes principales siguen estando cerca de los registrados en el siglo XIX. Los textos contemporneos tambin dejan asomar, no obstante, los lmites tericos de una tradicin sociolgica cuyos marcos, inventados en un contexto, no siempre

    _, se adaptan al nuestro. Si la explosin reciente de la produccin sociolgica sobre la familia no es el producto mecnico de los fenmenos y cuestionamientos sociales contemporneos, tam-poco es el producto pasivo de su historia secular. La complejidad y la variedad de los enfoques sociolgicos contemporneos expresan esta tensin entre la fuerza, e incluso la reivindicacin consciente de la herencia, y la imaginacin innovadora.

    l. LA FAMILIA: UN OBJETO DE OBSERVACIN E INTERVENCIN

    Nueva cuestin familiar, nueva cuestin social Tanto en el siglo xx como en el XIX, la sociologa de la familia se desarrolla cuando es particularmente acuciante la sensa-cin de una ruptura en materia familiar y social y ciertos cambios dentro del campo cientfico favorecen adems esa expansin. Segn la frmula empleada por Marzio Barbagli,

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  • "todo sucede .como si de repente, a partir de 1965, millones de persona.s aleJad~s entre s por miles de kilmetros, con tradi-ciOnes, I~eas, mveles de ingresos, estilos de vida profunda-~ente diferentes, se hubiesen puesto de acuerdo para cam-biar las reglas mediante las cuales las familias se forman se tr~nsforman, se agrandan, se separan y desaparecen" [Barba-gil, 1990]. Esta .comprobacin, asimilada por ciertos socilo-gos a ~na Sit~aci?n de "crisis", va a favorecer la multiplicacin de las mvest.Iga.ci?nes en ~n mbito relativamente abandona-

    d~ desde prmcipiOs del Siglo xx. En Francia, la prdida de aliento ~e la escuela durkheimiana inmediatamente despus

    d~ la Pnmera Guerra Mundial haba provocado un estanca-mi,ento del desarrollo de los estudios sobre el tema familiar y mas en general, un relativo inmovilismo de la disciplin~ misma. El contexto poltico contribuy veinticinco aos ms t~rde ~ desacreditar unas investigaciones sospechosas de Simpa~I.a con las ideas petainistas, que realzaban el valor de la familia. Con excepcin del trabajo ya clsico de Alain Girard sobre La ele~cin de cnyuge [1964], las investigaciones fran-cesas en sociOloga de la familia quedan as limitadas hasta la dcada de 1970. Cuando existen, competen a otros mbitos, y se t~ata en ?SPOrlos Estados Unidos permite identificar esos tres movimientos polticos y de opinin c':~o ab~:daje f~:'or,~ce el a';'ge d~ una toma de conciencia de la cuestiOn familiar , tambien venfica-ble en Europa. I&s_radicales, bajo la presin del Movimiento de Liberacin Femenina, critican la divisin sexual de los roles en la familia, descripta como un espacio autoritario Y coercitivo. Los conservadores se muestran hostiles a los cam-bios legislativos relativos al divorcio y el a~ort? que, en su opinin, amenazan socavar los fundamentos u:stituciOnal~s! orgnicos de la familia. Por ltimo, los profes10nlJ.l~s -psi~ologos, socilogos de la educacin, mediadores familiares, asis-tentes sociales- reivindican el derecho a observar una fami-lia incapaz de resolver por s misma los problemas que la asedian [Berger y Berger, 1983]. . , ..

    En Francia, ms particularmente, la cuestiOn familiar, como en el siglo XIX, resuena plenamente en los debates en

  • consciente del punto de vista escogido por el observador expli-can en parte esa retirada. Pero lo que tambin cambia es la

    j' forma del compromiso, pues el trabajo del investigador se i traduce menos en ambiciones de reforma.

    El shock demogrfico El vigoroso retorno de la escena familiar se ve favorecido por el auge de una disciplina que cumple un papel esencial la demografia [Segalen, 1991]. Son muchos los especialista; de las ciencias sociales que atribuyen a los datos demogrficos la fuerza de imgenes sintticas que reflejan las conmociones domsticas. Quienes creen advertir modificaciones profundas y duraderas de la familia clsica heredada del siglo xrxfijan su inicio en 1965, ao en que los "sismgrafos demogrficos" enloquecen en casi toda Europa [Roussel, 1987] y, ms am-pliamente, en Occidente, segn un movimiento cuya conver-gencia es notable. Recurrente en Francia [Lenoir, 1985], la inquietud poblacionista atrae en especial la mirada cientfica sobre la cada de la fecundidad. Debilitada en el siglo XIX, se l,;_: descubre que el descenso de la curva de la natalidad prosigue en Occidente, lo que anula las esperanzas nacidas en la posguerra con el baby boom. En la mayora de los pases occidentales, ya no se alcanza el umbral de reemplazo de las generaciones que garantiza una poblacin estacionaria calcu-lada en nuestro rgimen de mortalidad en 2,1 hijos por'mujer. En 1994, el ndice coyuntural de fecundidad se estima en 1,45 hijos por mujer como media europea, cuando en 1965 ascenda a 2, 72 [Eurostat, 1996]. El retroceso registrado en unos treinta aos es importante, pero su interpretacin sigue siendo delica-da. Era posible que no correspondiera ms que a una mera postergacin, un atraso masivo en el calendario de la procrea-cin. En efecto, si bien la fecundidad no dej de disminuir antes de los 26 aos, experiment un aumento luego de esa edad. Demgrafos, socilogos y responsables de las polticas familia-res se vieron por lo tanto enfrentados a un gran interrogante: se recuperaran ulteriormente los nacimientos diferidos? La cues-

    ,1 tin comprom

  • de diez aos se escribieron seiscientos informes de investiga-cin, 135 libros y artculos dedicados al gran pblico y 95 artculos cientficos, lo que pone este tema a la cabeza en el dominio de la familia [1993a]. En Francia, aunque ms difundi-das que antes [Le Gall y Martn, 1993], estas formas familiares siguen siendo minoritarias. Las interpretaciones sobre la signi-ficacin del fenmeno son divergentes, y la difusin de las familias recompuestas remite a una cuestin terica central:

    1 constituyen tentativas por ''volver a pegar los fragmentos de una institucin en plena descomposicin" o "encarnan las nue-

    1 vas tendencias de la organizacin familiar"? [Burguiere, 1993]? Debido a su rapidez y concordancia internacional, los alboro-

    tos demogrficos contribuyen a dar a las investigaciones en ese mbito un "tono de urgencia'' [Kellerhals y Roussel, 1987]. La sensacin de una conmocin radical favorece la renovacin de investigaciones sociolgicas sobre la familia. Hoy, como en el siglo XIX, sta se impone como objeto de estudio cuando se la puede percibir como una institucin en "crisis" y las imgenes mltiples que ofrece de s misma dan nuevo vigor al interrogan-te sociolgico fundamental ya identificado en el pasado: cmo pensar un orden familiar y un orden social en un contexto de cambios rpidos observables por los contemporneos?

    Familia y Estado: el redescubrimiento de las solidaridades familiares En el siglo XIX, Durkheim pone el acento en el papel jugado por el Estado moderno y sus agentes en la definicin social y la estructuracin de la familia, Por intermedio delhigienismo, la filantropa, el fomento de la natalidad y luego, como veremos, de normas de naturaleza cada vez ms psicolgica, la esfera privada entra de manera creciente en el campo de accin de la ~sfera pblica. Durante el sigloxx, en las sociedades occiden-tales, la generalizacin del Welfare State acenta ese fenme-no de definicin y codificacin de la vida privada. Al mismo

    i tiempo, garantiza a cada uno de los miembros de la familia ~ condiciones de acceso a su autonoma [De Singly, 1993a]. El

    Estado benefactor, eje de una "sociedad aseguradora"[Ewald, 1986], revel ser, en efecto, un poderoso factor de individua-lizacin. En una sociedad de casi pleno empleo, el Estado sostiene las condiciones de existencia del vnculo social gra-cias a un sistema extendido de proteccin social que sustrae

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    a los individuos a las dependencias tradicionales de vecindad \ y linaje. Si no caduca, esta situacin pare.ce al menos de~linan- ,.' te a fines del siglo xx. La menor centralidad del trabaJo en el proceso de integracin social se conjuga entonces con el envejecimiento de la poblacin para volver a pon_er en cues- . tin la cobertura estatal de los gastos sociales [Athas-Donfut, . 1995]. Si hasta los aos 1960 la parte relativa de esos gastos ' con respecto al producto bruto interno, en materia.~e presta: ciones familiares y servicios de salud y educacwn, erecto constantemente, a partir de la dcada de 1970 tiende a limitarse [Sgritta, 1997].

    Es en este marco de retroceso del Estado benefactor donde ( hay que buscar un tercer factor que contribuy a po':~r a la 1 familia bajo las candilejas de la actualidad. La redefi?-~c1n de la divisin de las responsabilidades entre las familias Y el Estado entraa un proceso de recomposicin de las relaciones entabladas entre la esfera privada y la esfera pblica. El descompromiso progresivo del Estado se ve favorecidopor (y favorece a su vez) el (re)descubrimiento y la promocin de instancias capaces de reemplazarlo, a saber, la red de las solidaridades privadas, puestas en prctica por los mi.embros de la familia y "olvidadas" en un perodo de crecimiento econmico. Esa renovacin del inters se nutre de la esperan-za de que las familias podran convert~rseno .slo en gener~doras de empleos, sino sobre todo en d1stnbmdoras de servi-cios. Caracterizadas por sumar la ventaJa de la gratmdad a la de formar estructuras sociales elementales aptas para forta-lecer los vnculos interindividuales, son redescubiertas en el momento en que otras instituciones o marcos sociales parecen claudicantes [Pitrou 1995]. Se comprende entonces que los discursos demogrfi~os sobre la crisis de la institucin del matrimonio no sean antinmicos de los que claman por un resurgimiento de las virtudes de la familia. I?~ todos mo.dos, este nuevo ufamiliari_smo" slo tiene sentido_ si se__lo relac.J,ona con el tipo de familia al que a>lmta. Sin negar el protectorado grantizado por la' familia conyugal, los poderes pbli~os exaltan los vnculos, identificados a partir de los mtercambws de bienes y servicios, que cada hogar mantiene con su paren- tela ampliada, de modo que puede ''hablarse de un oportuno redescubrimiento del parentesco" [Martn, 1995]. Lo que est ' en juego es menos cientfico que poltico.

    Con todo varias investigaciones realizadas durante estos ltimos a;s pasaron revista a los lmites de una retirada de

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  • las solidaridades pblicas. En principio, aqullas permitieron comprobar que el aliento de la asistencia privada debe armo-nizar con el hecho de que, en realidad, incumbe principalmen-te a las mujeres [Rossi y Brabanti, 1994]. Si se considera el ejemplo del cuidado del nio pequeo enfrentado a una leve enfermedad pasajera, el debate se estanca: hay que extender de manera sistemtica el derecho a recurrir a la licencia con el riesgo de aumentar la carga domstica y debilit;r la inversin profesional femenina? Las mujeres interrogadas aunque a menudo tironeadas entre su papel de madres y el d~ asalariadas, no consideran ideal esta solucin [De Singly, 1993b ]. Las encueBtas, por otro lado, revelan que la red familiar no es un sustituto de las solidaridades estatales. Por su funcin, su regulacin y sus efectos sociales, los intercamc bfsentre hogares emparentados son de otra naturaleza que las ayudas dispensadas por los poderes pblicoB [Dchaux, 1995a]. El parentesco no constituye un modelo de solidaridad social porque no est en condiciones de asegurar una distribu-cin verdaderamente equitativa de los recursos: al contrario, incluso puede contribuir a acentuar las desigualdades socia-les [Dchaux, 1994]. La toma a cargo por la familia genera igualmente c?nsecuencias perniciosas para sus beneficiarios, ya que debihta la capacidad de autonoma individual y de movilizacin de los vnculos que favorecen una integracin y una promocin socialeB [Kaufmann, 1994].

    2. LA FAMILIA ENTRE EL INDIVIDUO Y LA SOCIEDAD

    La familia: una entidad sociohistrica La familia tiende a convertirBe nuevamente en un obBervato-rio privilegiado del vnculo Bocial en BUB reductos privados. LoB socilogoB contemporneoB Be dedican a eBtudiarla reto-mando al menos doB lmiteB de loB padreB fundadoreB. No Be paran laB formaB concretaB de la vida familiar de laB formaB de la vida Bocial y no diBocian el cambio familiar del cambio Bocial en el que Be desarrolla: la percepcin del vnculo familiar compromete una percepcin del vnculo Bocial. El abandono de la gran teora, ocurrido inmediatamente deB-puB de la Segunda Guerra Mundial en beneficio de enfoqueB de mediano alcance-laB middle range theories de Merton-, no

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    se traduce en el olvido de los grandes principios de an.lisis utilizados por los socilogos del siglo XI~ para estudiar la familia. La renovacin, de todos modos, es Imputable en gran medida a los aportes de otras disciplinas.

    La tesis de la nuclearizacin familiar (Parson_s~. La ~esis de la contraccin progresiva del tamao de la famllia occidental es desarrollada por el socilogo estadoumdense Talcott P~.rsons (1902-1979) y a menudo se la interpreta C?'!lo c()ronacwn de la tradicin clsica, Parsons ve en la famiha nuclear un producto especfico de la modernidad. Como Engels,. Ma_r_x, Tocqueville, Comte y Durkheim, que conciben la orgamzacwn domstica como una variable dependiente. de la estruct~ra social, sostiene que la revoluci~n industnal t;ansformo la institucin familiar. Cree adverhr una reduccwn en la canti-dad de sus miembros y una transferencia de sus funcwnes en beneficio de otras instituciones. Est en marcha un proceso de . diferenciacin social, de multiplic~cin de los agentes que . cumplen una misma funcin: orgamsmoB tales como el Esta-do, la escuela, la empresa y los mass medw ent_ran en compe- 1 tencia con la familia, tanto en materia educahva com? en la esfera productiva. Este primer fenmen_o est correlaciOnado con otro, el de la disminucin de la canhdad de los P?Tientes. El sistema de parentesco norteamencano se orgamza. esen-cialmente en torno de su dimensin conyugal. Es es~a ulhma caracterstica la que hace de ese vnculo lada ve de boveda del sistema estadounidense: ste est "exclusivamente compue~to" por familias conyugales "que encajan u~as en ot:as , sostiene Parsons [1955]. Involucrado en el fenomeno umver: sal de la prohibicin del incesto, ~:o, por lo tanto, esta normalmente vinculado con dos familias ~o~yugal~s. La ?.n-mera es aquella en que nace,yamada famih~ de onei13.cwn. La segunda se denomina famiha de procrea~I~ny s,~ o~gma en el casamiento de Ego. La familia conyugal. hp1ca v_1ve en u~ hogar independiente, con recursos econmicos propiOS reuni-dos gracias al proveedor de ingresos de la casa, al m~r::en de "cualquier vinculacin parhcularista con sus padres [b~._l A de Parsons el aislamiento estructural de la famiha co~;~al seala su preeminencia en el espritu de ~os actores sociales. Ego est "en primer lugar apegado a su conyuge Y a los hijos de ambos" [ibid.]. C_omo ~, norteamencano de 1830 descripto por Tocqueville, el md1v1duo adulto presentado por Parsons atribuye ms importancia al vnculo conyugal en la

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  • medida en que se afloja la conexin con sus mayores y colaterales. En Francia, la recepcin del texto parsoniano, menos traducido que en otros pases, se detuvo menos en este aspecto terico que en la divisin sexual de las tareas educativas y domsticas [Michel, 1972]. Parsons hace hincapi en el hecho de que la pareja se encuentra en una "relacin disimtrica con respecto a la estructura profesional" [1955] y la funcin de proveedor de ingresos corresponde al hombre. En la estela de las palabras de Tocqueville y Comte, atribuye a esta distribucin de las tareas, instrumentales para el hombre y afectivas para la mujer, una mayor eficacia de funcionamiento del grupo.

    Si el anlisis de Parsons no deja de recordar el de Tocque-ville entre sus trabajos se registra no obstante una diferencia senslble. Para el primero, el trmino de la comparacin no es la sociedad europea tradicional sino las sociedades "arcaicas" estudiadas por la antropologa anglosajona. En cambio, como Tocqueville y Durkheim, subraya la originalidad del tipo familiar que estudia y le parece radicalmente nuevo, "sin equivalencia en ninguna sociedad arcaica" [ibid.]. Esta in.sis-tencia en poner de relieve el carcter novedoso de su obJeto remite a un corolario de su tesis sobre el encogimiento del grupo domstico: la familia norteamericana contempornea

    ,puede cumplir funciones inditas que armonizan con las de la . sociedad moderna, que la ha produc1do. Conceptualmente ' ms acabada que la de Tocqueville, la sociologa parsoniana de la familia se basa en la puesta en valor de dos funciones centrales. Por un lado, el autor hace hincapi en el proceso de socializacin primaria, la interiorizacin por parte del nio de los valores de la sociedad en que nace. Por medio del amor de sus padres, el nio progresa en la escuela y se integra

  • perodo que va desde 1574 hasta 1821, estos investigadores distinguen cinco tipos de hogares [Laslett, 1972]. Los hogares simples o nucleares estn compuestos por una sola unidad conyugal completa -esposo y esposa con hijos o sin ellos- o incompleta -viudo o viuda con hijos-, con la exclusin de cualquier otro individuo emparentado. Las familias extensas renen una unidad conyugal y uno o varios parientes corresi-dentes. Las familias mltiples estn formadas por dos o ms unidades conyugales. Los hogares sin estructura no implican una unidad conyugal y estn constituidos por individuos que tienen -o no- otras relaciones de parentesco. Por ltimo, los hogares solitarios slo cuentan con una sola persona, con personal domstico o sin l. El recuento detallado demostr que, en el89 por ciento de los casos, el nmero de individuos que vivan en cada hogar oscilaba entre cuatro y seis y entre 1574 y 1821 esta cifra se mantuvo constante. El porcentaje de familias complejas, extensas y mltiples permaneci estable en torno del diez por ciento. Al ampliar la investigacin a toda Europa, se calcul que el tamao de los hogares era sensible-mente idntico, salvo casos excepcionales. Estos resultados no podan interpretarse ms que mediante la formulacin de dos hiptesis que se excluan mutuamente: o bien la familia extensa es anterior al siglo XVI y se remonta a la Edad Media, o bien la familia nuclear es un rasgo europeo, un invariante que no debe

    \ nada a la modernidad. En ambos casos, para Laslett y sus colaboradores, la industrializacin no ocasion la reduccin del tamao y la simplificacin de la estructura de los hogares.

    Los descubrimientos de los investigadores britnicos con-tribuyeron a modificar la percepcin de las relaciones comple-

    . jas que vinculan el cambio social y el cambio familiar, relacio-nes menos lineales de lo que lo pretendan las sociologas

    , clsicas o la de Parsons. Otros trabajos [Goode, 1963] ya haban mostrado que la familia no es el objeto pasivo de las mutaciones sociales, s no un actor que contribuye a definir las modalidades y las direcciones del cambio, de las que no est desconectada. Contrariamente a la sociologa, la etnologa evita considerar la familia del siglo XIX como el producto nico y excepcional de mutaciones tambin nicas y excepcionales. Esto se explica por su desconfianza hacia el pensamiento ideal-tpico tan apreciado por la sociologa clsica, como lo hemos visto al presentar sus tipologas comparadas de los vnculos familiares y sociales. Donde un socilogo considera fecunda la distincin entre la comunidad y la sociedad, un

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    etnlogo la juzga aproximativa. La adopcin de grandes categoras opuestas termina por exagerar la especificidad y la unicidad de esa configuracin que es la modernidad [Goody, 1983]. La tradicin se convierte entonces en una medida cmo-da, construida de manera acrtica [Hobsbawm y Ranger, 1983].

    El nacimiento de la familia moderna. Tambin los historiado-res contribuyen a reanimar los estudios sociolgicos sobre la familia. Hacen de sta uno de los objetos de sus investigaciones, cada vez ms fragmentadas, segn su propio testimonio. Du-rante mucho tiempo considerada como de la rbita de un sector menor, destinada a la erudicinnostlgicayreaccionaria [Bur-guiere, 1986], la familia se convierte en uno de los territorios del historiador cuando la disciplina deja de concentrarse en la historia de las elites y se abre a una historia de toda la sociedad.

    A diferencia del grupo de Cambridge, la historia social centra su atencin en otros elementos que el tamao y la estructura de los hogares: la vivencia, la mentalidad, el tipo de relaciones entabladas en la familia le parecen igualmente importantes, y el inters que va a mostrar por ellos influir en todo un sector de la sociologa familiar. Si los datos estadsti-cos y demogrficos proporcionan imgenes preciosas de las familias del pasado, los historiadores promueven el estudio complementario de otra dimensin: al privilegiar el anlisis de las relaciones familiares internas y las configuraciones de sentido asociadas a ellas, destacan la necesidad de no confun-dir la estructura de los hogares con su funcionamiento inter-no. Recomiendan dar muestras de una actitud crtica con respecto a los datos puramente morfolgicos y desconfiar de los presuntos invariantes, en virtud del hecho de que la "estabilidad de la forma residencial oculta cambios enormes en la realidad de las relaciones humanas" [Stone, 1977]. Al cambiar de punto de vista, los historiadores de las relaciones familiares, como Aries, Stone o Shorter, sitan por lo tanto en el ncleo de sus trabajos las mutaciones del inters que los actores demuestran por la vida de familia. Shorter [1977] afirma as que el sentimiento experiment una excrecencia importante y conquist la familia hacia la segunda mitad del siglo XVIII, mientras que, segn Stone [1977], ese tipo senti-mental familiar habra surgido alrededor de 1620. Ms all de los desacuerdos relativos a la periodizacin, el enfoque pre-senta grandes mritos: prosigue la interpretacin de las consecuencias de la modernidad sobre el funcionamiento del

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  • mundo domstico iniciada ms de un siglo antes. Entre los elementos que marcan el nacimiento de un modelo especfico de relaciones familiares, pueden sealarse la desaparicin del matrimonio arreglado en beneficio del casamiento por amor [Shorter, 1977] y el surgimiento de la figura del nio rey [Aries, 1960], dos territorios de investigacin en los que Comte y Tocqueville haban empezado a aventurarse. Estos enfoques, en efecto, tienden a prolongar el pensamiento sociolgico de los autores clsicos.

    Consideremos el ejemplo de Aries. En su libro El nio y la vida familiar en el Antiguo Rgimen [1960], opone las socie-dades tradicionales a las sociedades industriales, caracteri-zando los tipos familiares que cobijan. La demostracin se apoya en dos elementos; por una parte, y se es el sentido de la extensa investigacin histrica realizada, el autor traza el repertorio de los numerosos signos del nacimiento del senti-miento de la infancia: el estudio de las fuentes iconogrficas muestra que la sociedad medieval se representaba mal al nio. Al analizar la forma de la vestimenta infantil, el conte-nido de los juegos que se les proponen y la produccin de una literatura con miras pedaggicas, concluye en la emergencia de una preocupacin educativa manifestada por los adultos. A partir de los siglos xvn y XVIII, se impone la conciencia de la particularidad de la condicin de la infancia: el descubrimien-to de su inocencia y debilidad va a la par con el deber de preservar una y armar la otra. Por otro lado, Aries muestra que, para alcanzar ese objetivo, se confia a la escuela y el colegio la misin de separar cada vez ms a los nios de la sociedad de los adultos, proporcionarles una formacin tanto moral como intelectual y encauzarlos gracias a una disciplina ms rigurosa, eficaz y racional.

    Lo que sorprende a Aries es la concomitancia de esos dos rdenes de hechos, uno que parece privado y el otro que compete ms bien a una lgica pblica. Paradjicamente, el nio adquiere a los ojos de sus padres una nueva importancia y se convierte al mismo tiempo en objeto de cuidados y signos de afecto en la medida en que se escolariza. La insistencia de Aries en poner de manifiesto ese vnculo lo asocia a la tradi-cin sociolgica, a punto tal que es posible situarlo en el linaje terico de Durkheim [De Singly, 1993a]: tan prximos son los rumbos de uno y otro. En efecto, tambin Durkheim atribua a un factor exterior a la familia, el Estado, un papel importan-te no slo en la estructuracin de las relaciones familiares,

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    sino en el nacimiento mismo de ese tipo sui generis que es la familia conyugal. Para ambos autores se impone una conclu-sin: a medida que se vuelve cada vez ms pblica, por intermedio del Estado y la escuela, la familia se privatiz.a.

    El impacto de nuevas metodologfas Los trabajos de los historiadores de las mentalidades invita-ban a los socilogos a lanzar una nueva mirada al funciona-miento interno de la familia, en un momento en que la tradicin clsica de sta haba cado parcialmente en el olvido. Tambin les hacan descubrir nuevos materiales que destaca-ban la construccin del espacio privado en la sociedad burgue-sa, pero igualmente en perodos histricos y regiones geogr-ficas alejadas. Como continuidad de los estudios pioneros de Aries, Georges Duby en primer lugar y luego Michele Perrot con otros colaboradores se consagran a examinar el mundo de la intimidad domstica en la monumental Historia de la vida privada [1985-1987]. A falta de archivos que dejen asomar la vida cotidiana de las familias contemporneas, a falta de expectativas de leer ese funcionamiento en las categoras estadsticas de los estudios cuantitativos, los socilogos, para satisfacer la curiosidad suscitada por su lectura de los histo-riadores, van a echar mano a nuevas herramientas. La socio-loga de la familia aprovecha entonces una coyuntura favora-ble, ya que la misma disciplina madre est en mutacin. Hacia fines de los aos 1980, los socilogos empiezan a valorar un enfoque ms constructivista del vnculo social y a abrirse a mtodos ms cualitativos de recopilacin de datos.

    Se registra un triple desplazamiento -epistemolgico, terico y metodolgico- en la forma de concebir la sociologa de la familia. Es posible ilustrar esta mutacin comparando con obras ms recientes el contenido de un libro que, desde su aparicin, representa en Francia un hito insoslayable del aprendizaje del oficio de socilogo [Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 1968]. Validos de una teora fuerte del mundo social, los autores del Mtier du sociologue consideran al individuo como un agente social, dotado de disposiciones du-raderas y permanentes, adquiridas durante su socializacin primaria y variables con su pertenencia de clase. A la vez que propone una crtica saludable de ciertas aplicaciones mecanicis-tas de los mtodos cuantitativos de recopilacin de datos, este

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  • enfoque no puede sino valorar un ''buen uso" del cuestionario y la estadstica. En efecto, stos permiten objetivar las conductas al relacionarlas con las formas de capitales de que disponen los agentes sociales, prioritariamente los capitales econmicos y escolares. Estas riquezas traducen su posicin en un espacio social jerarquizado. Muy en particular, lo real se considera desde la perspectiva del determinismo de clase: se opone a lo ilusorio, al orden de la representacin [Corcuff, 1995].

    En lo sucesivo, con el retorno del actor social al escenario sociolgico, esta concepcin del oficio del socilogo tiene com-petencia. La inversin se efecta en mltiples planos. En un principio, los socilogos prestan una nueva atencin a las identidades personales, a la vivencia: la historicidad se capta en el nivel del sujeto que nombra el mundo y concurre a elaborar las normas que rigen su vida. En el marco de la socializacin secundaria, la construccin identitaria en el seno de la familia ilustra un proceso inconcluso, en devenir [Dubar, 1991; Dubet, 1994; De Singly, 1996a]. El estudio de la interdependencia de los individuos en la estructuracin de la identidad de cada uno prima entonces sobre el estudio de lo que los separa y distingue.

    El surgimiento de este tipo de enfoques contribuye en parte al retroceso de las investigaciones cuantitativas y a la explo-tacin tipolgica de los datos -procedimiento difundido du-rante mucho tiempo en sociologa de la familia [Kellerhals, 1987]-. Esas investigaciones fueron vctimas, sin duda, de sus elevados costos, lo que hizo que la mayora de las veces quedaran reservadas a las grandes instituciones -en Fran-cia, por ejemplo, al Instituto Nacional de Estudios Demogr-ficos y el Instituto Nacional de Estadstica y Estudios Econ-micos- pero, sobre todo, se las critic debido a que el cuestio-nario contribua a aislar arbitrariamente a los individuos y ofreca de ellos una visin parcelada [Grumbach, 1988]. In-fluida por la sociologa urbana norteamericana y un (re)descubrimiento de la sociologa alemana por intermedio del interaccionismo simblico y el constructivismo estadouni-

    . dense, la metodologa de recoleccin de datos adoptada desde ' los aos 1980 da un nuevo impulso a los trabajos sobre la

    familia. Evocadores del modo de investigacin valorada por el antroplogo norteamericano Osear Lewis [1978], los trabajos contemporneos combinan la reunin de vivencias de los acto-res de la familia con la observacin in vivo, en ocasiones, de los modos de funcionamiento de la vida domstica [Schwartz,

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    1990], lo que supone la realizacin de estudios intensivos en muestras de pequeo tamao. En funcin de sus orientacio-nes y de las dificultades asociadas al terreno, los socilogos seleccionan preferentemente una herramienta de investiga-cin y ordenamiento de las palabras recogidas. Aune Gotman, por ejemplo, traza retratos de familias mediante la reconsti-tucin de las lgicas de apropiacin de una herencia. Esta opcin le permite modelizar los relatos de los actores sociales que son los herederos, poniendo de relieve su relacin con la transmisin. Lejos de tomar en consideracin el determinis-mo de variables como la edad, el sexo, la categora socioprofe-sional, etctera, la autora define estilos de razonamiento ligados a configuraciones de variables. Los modelos elabora-dos "no pretenden, por lo tanto, ser exhaustivos, sino indica-tivos de la diversidad de las disposiciones a la transmisin" [1988]. La crtica del determinismo lineal de variables pesa-das y la tentativa de proponer un enfoque alternativo son aun ms pronunciadas en el trabajo de Bernard Lahire [1995]. Al examinar la transmisin intergeneracional de los valores y normas, decide estudiar la relacin de los nios de las clases populares con la escuela primaria. A partir de la comproba-cin de que en esos mbitos el xito, aunque estadsticamente improbable, es posible, el autor se dedica a descubrir otros factores de xito o fracaso al margen del medio social. De tal modo, toma en consideracin ciertas configuraciones familia-res e integra en su anlisis, entre otras cosas, las formas de autoridad familiar o la inversin pedaggica parental.

    Pese a no desaparecer, el dispositivo explicativo y objeti-vante se enfrenta a la competencia de una lgica ms com-prensiva, ms genealgica, centrada en la produccin de las normas que construyen el grupo familiar.

    3. LA FAMJLIA: AN Y SIEMPRE UNA INSTITUCiN?

    Un debate terico contemporneo ilustra perfectamente la manera en que la sociologa combina el aporte de una tradi-cin con intuiciones innovadoras. Las teoras sociolgicas contemporneas siguen tomando de los fundadores de la disci-plina una actitud fundamental cuando sus debates se refieren al carcter institucional de la familia. Existe una diversidad de puntos de vista, y las maneras de pensar lo institucional y la expansin individual en la familia contempornea llevaron

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  • particularmente a ciertos autores a hablar de desinstituciona-lizacin familiar, entrada que forma un eje posible para clasifi-car las teoras sociolgicas de la familia [Dchaux, 1995b].

    La institucin quebrantada

    Cmo llega a pensarse el quebrantamiento de la institucin familiar? Tambin aqu la demografa cumple un papel deci-sivo [Micheli, 1995]. Para captar las mutaciones, esa discipli-na examina la desestabilizacin de la institucin matrimonial y su declinacin [Bozon, 1991]. Descubre las transformacio-nes asociadas a los modos de entrada en la vida matrimonial, comprobando que los primeros casamientos no slo se tornan menos numerosos sino tambin ms tardos. La edad media de las primeras nupcias avanza en todos los pases de la Unin Europea, especialmente desde 197 5: de 23,2 aos para las mujeres y 25,9 para los hombres en 1970, pas a 26,1 y 28,5 aos respectivamente en 1993 [Eurostat, 1996]. Paralela-mente a esta transformacin de la entrada en el matrimonio, se desarrollan formas parainstitucionales de vida de a dos. Siempre en Europa, la cohabitacin se impone poco a poco y pasa a convertirse en costumbre [Malpas y Lambert, 1993]. Asociada a su desarrollo, se observa una fuerte progresin de los naciroientos extramatrimoniales, que constituan el 8,8 por ciento del total en 1980, el 16 por ciento en 1987 y el veinte por ciento en 1992 [Eurostat, 1996]. En Francia, ese porcentaje es hoy superior a un tercio. Finalmente, un ltimo indicador importante relativo a las transformaciones de la institucin concierne a la fragilizacin del vnculo matrimo-nial. Aunque las diferencias entre los dstintos pases sean importantes, las rupturas de la unin crecieron en Europa desde ciento setenta mil en 1960 hasta 636 mil en 1993. Por sincdoque, la declinacin del matrimonio se convierte para algunos en el indicador ms vgoroso de la decadencia de la institucin familiar y la fragilizacin del vnculo de la familia.

    No todos los socilogos interpretan de la misma manera estos hechos. Para algunos, manifiestan esencialmente una tendencia que hace que la familia, antes instituida, pase a estar hoy "desinstituida" [Tahon, 1995]. Al analizar los cam-bios desde la perspectiva de la ruptura, y segn un rumbo clsico consistente en oponer dos fases histricas, el tiempo de las certidumbres asiroilado a la tradicin y el tiempo de las

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    ,,

    incertidumbres asimilado a la modernidad, Louis Roussel se pregunta si los cambios demogrficos hoy vgentes no corres-ponden, a escala de los pases industrializados, a una menor eficacia reguladora de la institucin. El concepto se aprehen-de aqu en el sentido fuerte: en el hombre, la institucin reemplazara el instinto del animal y garantizara al indivi-duo su supervivencia en sociedad. Sin ese punto de referencia, la desinstitucionalizacin amenazara el vnculo social.

    La institucin al servicio de los individuos

    Ciertos autores analizan la relacin entre el indivduo y la institucin desde otra perspectiva. En continuidad con los estudios de los historiadores, otorgan a los sentimientos un lugar preferencial en el surgimiento de la familia contempo-rnea: la toma en cuenta del individualismo afectivo los lleva a resituar varios fenmenos demogrficos en su profundidad histrica y mostrar as que las estadsticas no hablan por s mismas [Kaufmann, 1993]. Este punto de vista es sensible a la transformacin de las relaciones entre los sentimientos y la institucin a lo largo de los siglos [De Singly, 1988]. En un principio desconectados, el amor y el matrimonio se imbrica-ron durante el siglo xx para volver a disociarse en los ltimos . aos. Es esta nueva configuracin la que permite dar cuenta( de la desafeccin relativa de los indivduos con respecto a la / institucin, la postergacin de la entrada en ella, el retroceso de los casamientos, el boom de la cohabitacin y el aumento de los divorcios. Combinado con un enfoque constructivsta sen-sible al trabajo que los actores sociales realizan para conver-tirse en sujetos, este anlisis quiere responder una pregunta central: por qu siguen los individuos vviendo en pareja cuando se renen varias condiciones susceptibles de ocasio-nar la declinacin de la esfera familiar? Los indicadores demogrficos, por cierto muy ilustrativos, no pueden ofrecer una entrada exclusiva para comprender los hechos familia-res, ya que las ms de las veces slo se interesan en su morfologia y permiten creer en una pulverizacin del mundo domstico: cohabitacin, familias monoparentales, familias recompuestas. De Singly desecha este diagnstico cuando postula que el modo de construccin del mundo domstico puede comprenderse por medio del concepto de familia conyu-gal, modelo dominante que se declina en formas demogrficas

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  • plurales. En el siglo XIX, los casos considerados patolgicos servan a Comte como reveladores de las formas familiares normales. En nuestros das, De Singly practica una lectura de las estadsticas en una perspectiva contigua: la toma en

    1 consideracin de las nuevas formas familiares no cancela, segn l, la tendencia principal. Lacohabitaciny las recomposiciones

    \

    . familiares manifiestan con nitidez la persistencia del modelo de la vda conyugal, aun cuando impliquen una disociacin entre lgicas privadas y formas jurdico institucionales.

    La desconexin de las costumbres familiares de las insti-tuciones que las gobernaban permite a las familias contem-porneas cumplir nuevas funciones, y a los socilogos que las observan atraer la atencin sobre nuevas apuestas y conside-rar de otro modo el cambio familiar. Al mismo tiempo que identifica el rol familiar clsico de contribucin al manteni-miento de la reproduccin biolgica y social de la sociedad, De Singly pone el acento en una funcin que cobra una amplitud original: la de sost~n i

  • ~~~~~--------~~~~~~~~~~~~~~~-....... --~~~~-

    tos, las palabras simples recuerdan cules son sus opiniones, sus gustos, sus pesares, sus esperanzas: su verdad" [1989].

    Sera abusivo reducir este enfoque al anlisis de las viejas parejas. Los argumentos conciernen a otras etapas del ciclo conyugal, como la formacin de la pareja luego de los primeros encuentros. Al referirse a George Herbert Mead, Kaufmann afirma que el conocimiento del otro miembro de la pareja se inscribe en un proceso cognitivo activo, en que cada uno descubre al otro en la interaccin, en la relacin con el sujeto que mira y acta. Durante ese proceso, elpartenaire "tipifica" [Berger y Luckmann, 1986] al otro que todava le es extrao, determina con quin tiene que vrselas y adopta una conducta apropiada. Las reglas de clasificacin se transforman en reglas de conducta que asumen una importancia capital para los miembros de la pareja y sus futuras relaciones. Los inicios del vnculo "dibujan las grandes lneas y encierran el porve-nir, a veces con una prontitud e intangibilidad dramticas" [Kaufmann, 1991]. En la inconciencia de los primeros das se forman los hbitos, se constituyen las rutinas, se definen las reglas de comportamiento gracias a la tipificacin recproca. Cuando a continuacin ambos se instalan bajo un mismo techo-, la integracin de la pareja pasa por la definicin del reparto de las tareas: luego de las experiencias, los gestos, los hbitos y las normas, que se constituyen en un crescendo, se forman los clivajes internos y se especializan los roles [1992; 1997]. Entonces, el mundo vivido es convalidado da tras da por los gestos que se convierten ineluctabiemente-enfrag-mentos de identidad que guan a su vez la accin en el mundo domstico. Cuando ms se acerca Kaufmann a Durkheim es al dar cuenta de la eficacia reguladora de la institucin: acaso no afirmaba ese padre fundador de la sociologa francesa que "el centro de gravedad de la conducta est en la regin de los hbitos" [1925]?

    Estabilidad y continuidad de la institucin

    La cuarta actitud con respecto a la familia comprendida como institucin se inscribe en otra tradicin intelectual: la sociolo-ga del parentesco se desarroll en los ltimos aos en oposi-cin explcita a las teoras sociolgicas de la familia de los aos cincuenta a setenta, en particular la de Parsons. Se presenta ms bien como una tentativa de combinar los aportes de la

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    .,

    etnologa con los de la demografa histrica. Sin embargo, algunos de sus puntos de partida son tpicos de la sociologa

    durkheimiana. Esta corriente toma nota del hecho de que, aunque "deslegalizada", la familia "sigue siendo una institu-cin inscripta en la sociedad" [Segalen, 1987]. Esta vocacin de la familia por mantener en marcha el sistema social no es otra cosa que la consecuencia del axioma de que "no puede existir una sociedad puramente contractual, y es preciso que la familia, bajo la forma que fuere, contribuya al funciona-miento del sistema social" [ibid.]

    Su originalidad, en cambio, obedece menos al hecho de concebir la familia como un cuerpo mediato entre el individuo ) y lo social que a la idea de que no podra serlo ms que con la condicin de inscribirse en el tiempo largo de la filiacin y en la red de la solidaridad familiar ampliada. Por esta razn, la ) unidad de observacin ya no es el conjunto de las interaccio-nes anudadas entre los miembros de la familia conyugal, sino las que se tejen entre los integrantes del parentesco. Al comprobar la insuficiencia de la familia conyugal para asumir las funciones de cohesin e integracin sociales, algunos investigadores atribuyen a la profundidad intergeneracional una aptitud superior: el parentesco es una estructura ms amplia, transversal porque se extiende ms all de la pareja "a las generaciones anteriores y posteriores y a los colatera-les" [Segalen, 1991]. La estabilidad del grupo familiar se busca explcitamente en el descubrimiento de otras formas de solidaridad al margen de las conyugales: "La inestabilidad, las rupturas y las constituciones de uniones sucesivas no logran desgastar ni desanudar los vnculos familiares entre generaciones" [Pitrou, 1995]. Los vnculos verticales superan en eficacia a los horizontales,

    .~Frente a las mutacioris rcientes, los socilogos del paren-tesco adoptan una actitud poco alarmista: para ellos, la familia contempornea no est en crisis, ya que sigue cum-pliendo las funciones sociales de reproduccin, asegura una sociabilidad fuerte y una transmisin intergeneracional y contribuye a la insercin de los individuos en el mercado laboral y los protege contra sus riesgos.

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  • 4. Lo FAMILIAR ANTE LA PRUEBA DEL INDIVIDUALISMO AFECTIVO

    Como sus predecesores, los socilogos contemporneos se inte-resan en los lmites de la funcin integradora de la familia. Sus anlisis se organizan principalmente alrededor de un interro-gante: la estructuracin psicolgica de la personalidad es compatible con la cohesin familiar y la cohesin social? Cul es el futuro de la familia cuando la contractualizacin de las relaciones familiares parece socavar una vez ms los cimientos de la institucin? El estudio de las repercusiones de la fragiliza-cin de sta sobre la socializacin de los individuos y su contri-bucin al mantenimiento del orden social [Commaille 1987 1996] traduce inquietudes similares a las registradas en~ sigl~ XIX. As, es posible poner en perspectiva a ciertos autores actua-les, tratando de circunscribir el lugar que cada uno de ellos otorp al indivi.dualismo afectivo en la regulacin de los compor-tamientos familiares y sus repercusiones sobre el vnculo social.

    La familia incierta

    Si algunos observadores centraron su atencin en la dimen-sin institucional de la vida de a dos, no se debi nicamente al hecho de que es ms fcil de objetivar habida cuenta de que la ~ifusin ~~ ~ormas de "unin .sin p~peles" constituye un fenomeno diflcii de captar [Lendon y Villeneuve-Gokalp 1994]. La mirada dirigida a la declinacin de la institucin de matrimo':li.o como ;~vela~ora de una decadencia ms general de la familia tambien esta en el corazn de una reflexin ms amplia acerca de la "crisis de las regulaciones tradicionales" [Crozier, 1980], as como las observaciones de la familia obrera del siglo XIX cobraban sentido en un contexto de cuestionamiento de las autoridades tutelares tradicionales. Para los socilogos atentos a los riesgos de la desinstituciona-Iizacin, las mutaciones familiares observables durante los ltimos aos del siglo xx traducen algo ms fuerte que meros cam.b:os demogrficos. La mutacin ms importante es que la familia pasa de "segura" a "incierta" [Roussel, 1989]. Antao el matrimonio asuma un papel central en la tradicin occi: dental, era la "clave de bveda del orden social" [Duby, 1981]. Ya no sucede esto, pues el desfase entre las costumbres familiares y las instituciones produce efectos desestabilizado-res y"en lo sucesivo la mayora de las elecciones ya no se hacen

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    .. ;:

    sin algunas vacilaciones" [Roussel, 1989]. Los roles familiares dejan de ser claros para cualquier hijo de vecino y aumentan las expectativas individuales. La vida en familia persigue menos el objetivo de la supervivencia social que el de la felicidad. La irrupcin de la lgica de los sentimientos dentro del matrimonio plantea entonces un gran problema:" Cmo fundar lo social y el parentesco sobre la mera fragilidad de los ' amores humanos?" [Meulders-Kiein, 1993]. La desconexin entre las formas institucionales y la vivencia se considera como reveladora de la "crisis de la pareja misma, casada o no ( ... ], ese eje universal de toda familia" [ibid.]. La crisis se reencontrara en varios niveles: en el hecho de que el deseo regule las conductas familiares; en el hecho de que ese deseo re-chace cualquier compromiso formal a largo plazo. El horizonte de la familia contempornea parece estrecharse: mucho ms que el matrimonio, "es la pareja misma la que parece haber perdido su vocacin por la etenlidad" [ibid.]. Es esa conmocin cultural la que Carbonnier denomin "desmatrimonio'' ['tdma-riage'1, tnnino retomado a continuacin por Thry [1993b].

    Esta perspectiva, que se niega a ser interpretada como nostlgica de un viejo orden [Roussel, 1989], intenta precaver a los socilogos contra los peligros que se ocultan detrs del movimiento histrico en curso. El trmino "crisis", utilizado para aludir a la prdida de referencias ofrecidas por el matri-monio, remite a algo ms inquietante que una simple incerti-dumbre. Tomada en el sentido griego y mdico, la palabra krisis evoca un momento decisivo de comprensin del fenme-no de aprehensin de ciertos elementos de ste que estaran oc~Itos en pocas normales [Morin, 1984]. Aqu, la "crisis del matrimonio" traduce la prdida de la ley comn cuyas con-secuencias se reencuentran en varios niveles y, en especial, en un retorno del "biologicismo" que niega la especificidad de lo cultural en lo humano, es decir, la necesidad fundamental que experimentan las sociedades humanas de instituir la filiacin, Iacadenaintergeneracional [Legendre, 1975, en Thry, 1996].

    En la actualidad, el nexo de filiacin se concibe como un j vnculo orgnico, irrevocable, incondicional, mientras q_ue el vnculo conyugal aparece como contractual. Es preciso examinar esta paradoja, ya que en ella reside una de las mayores apuestas que se presentan al socilogo de las relaciones entre la vida privada y la vida pblica. Las ltimas disposiciones legislativas -pinsese en la ley francesa sobre la patria potestad conjunta del 8 de enero de

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  • 1993- se encaminan, en efecto, hacia una indisolubilidad de la pareja parental: el desmatrimonio constituye enton-ces el momento de la "apoteosis paradjica de la familia porque resiste a todo, aun a la separacin y al trmino de la cohabitacin" [Thry, 19936]. Los individuos pueden separarse como cnyuges, pero seguir ejerciendo conjunta-mente sus prerrogativas de padres. Toda la dificultad consiste en concebir referencias comunes a la pareja y la filiacin, como lo haca otrora el matrimonio, a la vez que se respeta la lgica de contractualizacin de la vida conyu-gal. A la cuestin familiar se asocian apuestas antropol-gicas, en la medida en que el desmatrimonio afecta a "la familia en cuanto institucin que articula la diferencia de los sexos y la diferencia de las generaciones" [Thry, 1996]. Al respecto, es interesante recordar el programa que Coro-te propona a la sociologa de la familia: el estudio racional de las relaciones entre los sexos y las edades. A travs del modelo de la familia positiva, Comte integraba a su anli-sis la cuestin antropolgica hoy planteada por Thry.

    La familia relacional Tras hacer suyo un cuestionamiento presente en las obras de Tocqueville y Durkheim, De Singly no asocia al individualismo contemporneo consecuencias nefastas sobre la estructuracin de los vnculos intrafamiliares. Por el contrario, los efectos del individualismo, en su vertiente positiva, se convierten en la clave de una teora de la familia contempornea. Para que los individuos anuden relaciones afectivas, es preciso adems que los capitales de que son portadores no sean nicamente de naturaleza institucional o material, como lo son el capital escolar y el econmico en particular [De Singly, 1987, 1990]. El vinculo familiar contemporneo slo puede ser individualista, pues los individuos viven en pareja porque obtienen satisfaccio-nes individuales y se orientan hacia ese tipo de vida para continuar la bsqueda de su satisfaccin. El develamiento de su identidad ms profunda no es posible ms que por intermedio de un prjimo, lo que hace de la familia un marco privilegiado de sostn [De Singly, 19966]. En esta perspectiva, las formas contemporneas de la vida privada no delatan un ascenso de los egosmos que en ltima instancia pueda destruir toda solidari-dad, toda transmisinintergeneracional. Esta transmisin, sin

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    '

    embargo, asume un sentido diferente. Los individuos desean una forma de herencia que deje mayor iniciativa a los herederos. Estos ltimos deben tener la posibilidad de seleccionar lo que se les transmite, escogiendo lo que les parezca compatible con su expansin. Esta seleccin parece fundamental en el proceso de formacin de la personalidad de los individuos contemporneos: descubre, segn el autor, una tensin entre una dimensin estatutaria y una dimensin electiva que toca a cada persona sopesar [1996a].

    No se puede reprochar a los socilogos que adoptan enfo-ques constructivistas y relacionales del vnculo domstico olvidar los efectos sociales de las estructuras de la vida privada sobre la vida pblica. Peter Berger, uno de los funda-dores de este enfoque [Berger y Kellner, 1988], toma en consideracin la relacin entre las dos esferas cuando se consagra al estudio de la familia norteamericana. Con Brigitt Berger, afirma que el mrito indiscutible de esa familia es formar individuos a la vez autnomos y sociables. Restaura-dores en cierto modo de la tradicin tocquevilliana e incluso de la obra de Parsons, los dos socilogos se preguntan qu tipo de organizacin domstica es coro patible con una sociedad demo-crtica: para que la democracia exista, no hacen falta "indi-viduos con confianza en s mismos y de espritu independien-te, capaces de utilizar las condiciones institucionales de la libertad y resistirse a las mltiples presiones sociales en favor del conformismo"? [Berger y Berger, 1983]. A sus ojos, la familia relacional produce este tipo de individuo.

    El tiempo largo de la filiacin La vivacidad de los vnculos de parentesco, su economa oculta [Dchaux, 1994] en el mbito de los intercambios de bienes y servicios, constituyen uno de los dominios centrales de un enfoque que se apoya en unas herramientas conceptuales tomadas de la etnologa. El parentesco cumple tambin fun-ciones de sociabilidad y referencia identitaria. Se estudian entonces los microrrituales que contribuyen a reactivar el sentimiento de pertenencia al linaje, al grupo. Poder certificar la presencia de numerosos colaterales y ascendientes no da prueba nicamente de la propia "normalidad social" [Segalen, 1987], sino que permite adems inscribir a Ego en unhorizon-te parental que lo supera y lo sostiene.

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  • El impacto de este enfoque debe ser iluminado una vez ms por el contexto demogrfico conte~porne~., La cada de la fecundidad y, secundariamente, la dis~mucwn de la. m?rJ:ah-dad se consideran como los factores esencial.es del enveJeCimien-to de la poblacin. La proporcin de europeos de ms d~ sesenta aos no deja de aumentar: si en 1987 la proporc~on de las personas de menos de veinte aos era del 25,4 por Ciento para las mujeres y del28,3 para los hombres, en 1992. ese porcentaJe llega al23,5 y el26 respectivamente. Desde 1960 ha~ta 1990, la esperanza de vida al nacer -o sea la cantidad de anos que, en promedio, puede vivir una generacin, habida cuenta d~ las

    condiciones de mortalidad-pas de 72,7 aos para las muJeres y 67 5 aos para los hombres a ms de 79 para las primeras Y ms' de 72 para los segundos [Eurostat, 1996]. Por falta de renovacin de las nuevas generaciones, las pirmides de edad