Las Revoluciones Burguesas (Eric Hobsbawm)

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    E. J. HOBSBAWM

    LAS REVOLUCIONES

    BURGUESAS

    SEGUNDA EDICION

    EDICIONES GUADARRAMA

    Lope de Rueda, 13

    MADRIDCONTENIDOFue publicado este libro porVEIUENFEI D AND NICOLSON, Londres, 1962con el ttulo

    TIIE AGE OF REVOLUTION

    EUROIL 1789-1848

    Lo tradujo al castellanoE! II F XIMENFZ DE SANDOVAL

    Revis la traduccin

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    I.UiS ALBGRI'0 MARI. EN RARO

    * * *

    Portada eleLUIS MARTIN ANTEM

    Copyright by

    EDICIONES GUADARRAMA, S. A.

    Madrid, 1971

    Depsito legal: M. 26.987 - 1971

    Printe in Spain byCLOSAS-ORCOYEN - Martnez Paje, 5 - Madrid-20

    II 1.5 2123 57 103 II5 153' 201 239

    Prefacio ........... Introduccin ...

    Primera parte: EVOLUCIONES ...El Mundo en 1780-1790 ................................La revolucin industrial ................................La revolucin francesaLa guerra .......................................................La paz ............................................................Las revoluciones El nacionalisrno

    Segunda parle: CONSECUENCIAS ... 263Captulo I.Captulo II. Captulo III. Captulo IV.

    Captulo V. Captulo VI. Captulo VII.265 299 325 357 387 415 419 491 525Captulo VIII. Captulo IX. Captulo X. Captulo XI. Captulo XII. Captulo XIII. CaptuloXIV. Captulo XV. Captulo XVI.La tierra ..............................Hacia mi mundo industrial La carrera abierta al talentoEl trabajador pobre ............Ideologa religiosa ..............

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    Ideologa secular ................Las artes ... .La ciencia ...........................Conclusin: hacia 1&18 ...

    Bibliografa ... 545

    Indice 553

    c.L` ~Cc t , / c a.

    PREFACIO[El presente libro estudia la transformacin delmundo entre 1789 y 1848, debida a lo que llama-mos la doble revolucin la Revolucin fran-

    cesa de 1789 y la contempornea revolucin in-dustrial britnica. Por ello no es estrictamenteni una historia de 1uropa ni del mundo. 1No obs-tante, cuando un pas cualquiera haya sufrido las

    repercusiones de la doble revolucin de este pe-._ _rodo, he procurado referirme a l aunque sea ligeramente. En cambio, si el impacto_ dela revolucin fue imperceptible, lo he omitido)As el lector encontrar pginas sobreEgipto y no sobre el Japn; ms sobre Irlanda que sobre Bulgaria; ms sobreHispanoamrica que sobre Africa. Natural-mente, esto no quiere decir que las historiasde los pases y pueblos que no figuran en este volumen tengan menos inters oimportancia que las de los incluidos.VSi su perspectiva es principal-mente europea, o,ms concretamente, franco-inglesa, es porque en dicho perodo el mundo o al menosgran parte de l se transform ,en--> una base europea o, mejor dicho, franco-inglesa'\l El objeto de este libro no es una narracin dehllada, sino una interpretacin_y loque los franceses llaman haute vulgarisation. Su lector ideal ser el formadotericamente, el ciudadano inteligente y culto, que no siente una mera curiosidad porel pasado, sino_q,_uedesea saber cmo

    por qu el mundo ha llegado a_ser lo que es hoy y hacia dnde va.jPor ello, serapedante e

    12 Las revoluciones burguesa.%

    inadecuado recargar el texto con una aparatosa erudicin, como si se destinara a unpblico ms especializado. As, pues, mis notas se refieren casien absoluto a las fuentes de las citas y las cifras, y/ en algn caso a ref5rzr la autoridad dealgunas afirmaciones que pudieran parecer demasiado sorprendentes o polmicas.

    Pero nos parece oportuno decir algo acerca del material en el que se ha basado unagran parte de este libro. Todos los historiadores son ms expertos (o, dicho de otromodo, ms ignorantes) en unos campos que en otros. Fuera de una zona ge-

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    neralmente limitada, deben confiar ampliamente en la tarea de otros historiadores.Para el perodo 1789-1848 slo esta literatura secundaria forma una masa impresatan vasta, que sobrepasa el conocimiento de cualquier hombre, incluso del quepudiera leer todos los idiomas en que est escrita. (De hecho, todos los historiadoresestn limitados a manejar tan slo unas pocas lenguas.) Por eso, no negamos quegran parte de este libro es de segunda y hasta de tercera mano, e inevitablemente

    contendr errores y cortes que algunos lamentarn como el propio autor. Al finalfigura una bibliografa como gua para un estudio posterior ms amplio.Aunque la trama de la historia no puede des-enredarse en hilos separados sin

    destruirla, es muy conveniente, a efectos prcticos, cierta sub-divisin del temabsico. De una manera general, he intentado 1ividir el libro en dos partes. La primeratrata con amplitud el desarrollo principal del perodo, mientras la segunda esboza laclase de sociedad producida por la doble revolucin. Claro que hay interferenciasdeliberadas, pues la divisin no es cuestin de teora, sino de pura conveniencia.

    Debo profundo agradecimiento a numerosas personas con quienes he discutidodiferentes as-

    Prefacio 13

    pectos de este libro o que han ledo sus captulos en el manuscrito o en las pruebas, peroque no son responsables de mis errores: sealadamente, a J. D. Bernal, Douglas Dakin,Ernst Fischer, Francis Haskell, FI. G. Kocnigsberger y R. F. Leslie. En particular, elcaptulo xiv debe mucho a las ideas de Ernst Fischer. La seorita P. Ralph me prest granayuda como secretaria y ayudante en el acopio de documentacin.

    E. J. H.

    INTRODUCCION

    Las palabras son testigos que a menudo hablan ms alto que los documentos.Consideremos algunos vocablos que fueron inventados o que adquirieron su significado

    moderno en el perodo de sesenta aos que abarca este volumen. Entre ellos estn:industria, industrial, fbrica, clase media, clase trabajadora, capitalismo ysocialismo. Lo mismo podemos decir de aristocracia y de ferrocarril, de liberal yconservador, como trminos polticos, de nacionalismo, cientfico, ingeniero,proletariado y crisis (econmica). Utilitario y estadstica, sociologa y otrosmuchos nombres de ciencias modernas, periodismo e ideologa fueron acuados oadaptados en dicha poca'. Y lo mismo huelga y depauperacin.

    Imaginar el mundo moderno sin esas palabras (es decir, sin las cosas y conceptos a lasque dan nombre) es_medir la profundidad de la revolucin producida entre 1789 y 1848que supuso la mayor transformacin en la historia humana des-de los remotos tiempos enque los hombres inventaron la agricultura y la metalurgia, la escritura, la ciudad y elEstado. Esta revolucin

    ` La mayor parte de esas palabras tienen curso internacional o fueron traducidasliteralmente en los diferentes idiomas. As, "socialismo" y "periodismo" se in-ternacionalizaron, mientras la combinacin "camino" y "hierro" es la base de "ferrocarril"en todas partes, me-nos en su pas de origen.!)

    transform y sigue transformando. al mundo entero. Pero al considerarla hemos dedistinguir con cuidado sus resultados a la larga, que no pueden limitarse a cualquier

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    armazn social, organizacin poltica o distribucin de fuerzas y recursos internacionales,ysu fase primera y decisiva, estrechamente ligada -a una especfica situacin social einternacional , La gran revolucin de 1789-1848 fue el triunfo no de la industria comotal, sino de la industria capitalista; no de la libertad y la igualdad en general, sino de laclase media o sociedad bourgeoise y liberal; no de la economa moderna, sino delas economas y Estados en una regin geogrfica particular del mundo (parte de Europa

    y algunas regiones de Norteamrica), cuyo centro fueron los Estados rivales de GranBretaa y Francia. La transformacin de 1789-1848 est constituida sobre todo por eltras-torno gemelo iniciado en ambos pases y propagado en seguida al mundo entero f

    Pero no es irrazonable considerar esta doble revolucin la francesa, ms bienpoltica, y la revolucin industrial inglesa no tanto como algo perteneciente a la historiade los dos pases que fueron sus principales mensajeros y smbolos, sirio como el doblecrter de un anchsimo volcn regional. Ahora bien, que las simultneas erupcionesocurrieran en Francia e Inglaterra y tuvieran caractersticas ligeramente diferentes no escosa accidental ni carente de inters. Pero desde el punto de vista del historiador,digamos, del ao 3000, como desde el punto de vista del observador chino o africano, esms relevante notar que se produjeron una y otra en la Europa del Noroeste y en susprolongaciones ultramarinas, y que no hubieran tenido probabilidad alguna de suceder en

    aquel tiempo en ninguna otra parte del mundo. Tambin es digno de sealar que enaquella poca hubieran sido casi inconcebibles enotra forma que no fuera el triunfo delcapitales-1 mo liberal y burgus.

    Es evidente que una transformacin tan pro-funda na puede comprenderse sinremontarse en la historia mucho ms atrs de 1789, o al menos a las dcadas queprecedieron inmediatamente a esta fecha y que reflejan la crisis de los anciensrgimes del mundo occidental del Norte, que la doble revolucin iba a barrer.Quirase o no, es menester considerar la revolucin norteamericana de 1776como una erupcin de significado igual al de la anglo-francesa, o por lo menoscomo su ms inmediata precursora y acuciadora;Jquirase o no, hemos deconceder fundamental importancia a las crisis constitucionales y a los trastornos yagita-

    -

    ciones econmicas de 1760-1789, que explican claramente la ocasin y la hora dela _gran explosin, aunque no sus causas f undamentales Cunto ms habramosde remontarnos en la historia hasta la revolucin inglesa del siglo xvii, hasta la

    Re-forma y el comienzo de la conquista militar y la explotacin colonial delmundo por los europeos a principios del siglo xvi e incluso antes, no viene alcaso para nuestro propsito, ya que semejante anlisis a fondo nos llevara muchoms all de los lmites cronolgicos de este volumen.

    /_Aqu slo necesitarnos observar que las fuerzas sociales y econmicas, y los

    instrumentos polticos e intelectuales de esta transformacin, ya estabanpreparados en todo caso en una parte de 1 Europa lo suficientemente vasta pararevolucionar al resto. Nuestro problema no es sealar la aparicin de un mercado

    mundial, de una clase suficientemente activa de empresarios privados, o incluso(en Inglaterra) la de un Estado dedicado a sostener que el llevar al mximo lasganancias privadas era el fundamento de la poltica del gobierno. Ni tampocosealar la evolucin de la tecnologa, los conocimientos cientficos o la ideo-

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    18 Las revoluciones burguesas

    logia de una creencia en el progreso individua-lista, secular o racionalista.Podeinos

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    dar por su-puesta la existencia de todo eso en 1780, aunque no podamos afirmar quefuese suficientemente/poderosa o estuviese suficientemente difundidaki,Por el contrario,debemos, si acaso, ponernos en'guardia contra la tentacin de pasar por alto la novedadde_ la _doble revolucin por la familiaridad de su apariencia externa, por el hechoinnegable de que los trajes, modales y prosa de Robespierre y Saint-Just no habranestado desplazados en un saln del ancien rgime, porque Jeremas Bentham, cuyas

    ideas reformistas acoga la burguesa britnica de 1830, fuera el hombre que haba pro-puesto las mismas ideas a Catalina la Grande de Rusia y porque las manifestacionesms extremas de la poltica econmica de la clase media pro-cedieran de miembros de.la Cmara inglesa de los Lores del siglo xvi.j

    Nuestro problema es, pues, explicar, no la existencia de esos elementos de una nuevaeconoma y una nueva sociedad, sino su triunfo; trazar, no el progreso de su gradual

    zapado yminado en los siglos anteriores, sino la decisiva conquista de la fortaleza. Ytambin sealar los profundos cambios que este sbito triunfo ocasion en los pa- sesms inmediatamente afectados por l y en el I resto del mundo, que se encontraba de

    pronto abierto a_la invasin de las nuevas fuerzas, del burgus conquistador, paracitar el ttulo de una reciente historia universal de este periodo.

    Puesto que la doble revolucin ocurri en una parte de Europa, y sus efectos ms

    importantes e inmediatos fueron ms evidentes all, es inevitable que la historia a que serefiere este volumen sea principalmente regional. Tambin es in-evitable que porhaberse esparcido la revolucin mundial desde el doble crter de Inglaterra y Franciatomase la forma de una expansin eu-

    Introduccin 19

    ropea y conquistase al resto del Mundo. Sin embargo, su consecuencia ms importantepara la historia universal fue el establecimiento del do-minio del globo por parte de unoscuantos regmenes occidentales (especialmente por el ingls) sin paralelo en la historia.ante los mercaderes, las mquinas de vapor, los barcos y los caones de Occidente y_tambin_ ante sus , ideas, los viejos imperios y civilizaciones del mundo sederrumbaban y capitulaban.) La India se convirti en una provincia adrninlstrada porprocnsules britnicos, los Estados islmicos fue-ron sacudidos por terribles crisis,Africa qued abierta a la conquista directa. Incluso el gran Imperio chino se vioobligado, en 1839-1842, a abrir sus fronteras a la explotacin occidental. En 1848 nadase opona a la conquista occidental de los territorios, que tanto los gobiernos como losnegociantes consideraban conveniente ocupar, y el progreso de la e_mpresa__c_pitalista occidental slo era cuestin de tiempo.//A pesar de todo ello, la historia de la doble revolucin no es simplemente la del triunfode la nueva sociedad burguesa. Tambin es la historia de la aparicin de las fuerzas queun siglo despus de 1848 habran de convertir la expansin en contraccin/ Lo curiosoes que ya en 1848 este futuro cambi de fortunas era previsible en par-te. Sin embargo,todava no se poda creer que una vasta revolucin mundial contra Occidente pudieraproducirse al mediar el siglo xx. Solamente en el mundo islmico se pueden observar losprimeros pasos del proceso por el que los conquistados por Occidente adoptan sus ideasy .tcnicas para devolverles un da la pelota: en los comienzos de la reforma internaoccidentalista del Imperio turco, hacia 1830, y sobre todo en la significativa, perodesdeada, carrera de Mohamed Al de Egipto. Pero tambin dentro de Eu-

    ropa estaban empezando a surgir las fuerzas e ideas que buscaban la sustitucin de lanueva sociedad triunfante. El espectro del comunismo ya rond a Europa en 1848, peropudo ser exorcizado. Durante mucho tiempo sera todo lo in-eficaz que son los fantasmas,

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    sobre todo en el mundo occidental ms inmediatamente transformado por la doblerevolucin.

    Pero si miramos al mundo de 1970 no caeremos en la tentacin de subestimar la fuerzahistrica de la ideologa socialista revolucionaria y de la comunista, nacidas de lareaccin contra la doble revolucin, y que hacia 1848 encontr su primera formulacinclsica. El perodo histrico iniciado con la construccin de la primera fbrica del mundomoderno en el Lancashire y la Revolucin francesa de 1789, termina con la construccinde su primera red ferroviaria y la publicacin delManifiest comunista.PRIMERA PARTE

    EVOLUCIONES

    CAPITULO I

    EL MUNDO EN 1780-1790

    Le dixhrri.tieme siecle (foil cifre mis au Panthon. SAINT-JUST 1

    I

    Lo primero que debemos observar acerca del mundo de 1780-1790 es que era a la vezmucho ms pequeo y mucho ms grande que el nuestro. Era mucho ms pequeo

    geogrficamente, porque incluso los hombres ms cultos y mejor informados que entoncesvivan por ejemplo, el sabio y viajero Alexander von Humboldt (1769-1859) sloconocan algunas partes habitadas del globo. (Los mundos conocidos de otrascomunidades menos expansionistas y avanzadas cientficamente que las de la Europaoccidental eran todava ms pequeos, reducidos incluso a los pequeos segmentos de latierra dentro de los que el analfabeto campesino de Sicilia o el cultivador de las colinasbirmanas viva su vida y ms all de los cuales todo era y sera siempre absolutamentedesconocido.) Gran parte de la superficie de los ocanos, por no decir toda, ya haba sidoexplorada y consignada en los mapas gracias a la notable competencia de los navegantesdel siglo xvi, como James Cook,

    Saint-Just: Oeuvres completes, II,pg. 514.aunque el conocimiento humano del lecho de los mares seguira siendoinsignificante hasta la mitad del siglo xx. Los principales contornos de los con-tinentes y las islas eran conocidos, aunque no con la seguridad de hoy. Laextensin y altura de las cadenas montaosas europeas eran conocidas conrelativa exactitud, pero las de Hispanoamrica lo eran escasamente y slo enalgunas partes, las de Asia apenas y las de Africa (con excepcin del Atlas) erantotalmente ignqradas a fines prcticos. Excepto los de China y la India, el cursode los grandes ros del mundo era desconocido para todos, salvo para algunos

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    cazadores de Siberia y madereros norteamericanos, que conocan o podanconocer los de sus regiones. Fuera de unas escasas reas en algunoscontinentes no alcanzaban ms que unas cuantas millas al interior desde lacosta, el mapa del mundo consista en espacios blancos cruzados por laspistas marcadas por los mercaderes o los exploradores. Pero por las burdasinformaciones de segunda o tercera mano recogidas por los viajeros o fun-

    cionarios en los remotos puestos avanzados, esos espacios blancos' habran sidoincluso mucho ms vastos de lo que en realidad eran.No solamente el mundo conocido era ms pequeo, sino tambin el mundo

    real, al menos en trminos humanos. Por no existir censos y empadronamientoscon finalidad prctica, todos los clculos demogrficos son puras conjeturas,pero es evidente que la tierra tena slo una fraccin de la poblacin de hoy;probablemente, no ms de un tercio. Si es creencia general que Asia y Africatenan una mayor proporcin de habitantes que hoy, la de Europa, con unos 187millones en 1800 (contra unos 600 millones hoy), era ms pequea, y muchoms pequea an la de las Amricas.CAproximadamente, en 1800, dos de cadatres pobladores del planeta eran asiticos, uno de cada

    cinco europeo, uno de cada diez africano y~uno de cada treinta y tres americano y

    ocenica' Es evidente que esta poblacin mucho menor estaba mucho ms esparcida por lasuperficie del globo, salvo quiz en ciertas pequeas regiones de agricultura intensiva oelevada concentracin urbana, como algunas partes de China, la India y la Europa central yoccidental, en donde existan densidades comparables a las de los tiempos moderno Si lapoblacin era ms pequea, tambin lo era el rea de asentamiento posible del hombre. Lascondiciones climatolgicas (probablemente algo ms fras y ms hmedas que las de hoy,aunque no tanto como durante el perodo de la pequea edad del hielo, entre 1300 y1700) hicieron retro-ceder los lmites habitables en el Artico. Enfermedades endmicas,como el pl dismo, mantenan deshabitadas muchas zonas, como las de Italia meridional,en donde las llanuras del litoral slo se iran poblando poco a poco a lo largo del siglo xzx.Las formas primitivas de la e-cdoma, sobre todo la caza y (en Europa) la extensin te-rritorial de la transhumancia de los ganados, impidieron los grandes establecimientos en

    regiones enteras, como, por ejemplo, las llanuras de la Apulia; los dibujos y grabados delos primeros turistas del siglo xix nos han familiarizado con paisajes de la campia romana:grandes extensiones paldicas desiertas, escaso ganado y bandidos pintorescos. Y, desdeluego, muchas tierras que despus se han sometido al arado, eran yermos incultos,marismas, pastizales o bosques.

    Tambin la humanidad era ms pequea en un tercer aspecto: los europeos, en suconjunto, eran ms bajos y ms delgados que ahora. Tomemos un ejemplo de lasabundantes estadsticas sobre las condiciones fsicas de los reclutas en las que se basanestas consideraciones: en un cantn cae la costa ligur, el 72 por 100 de los reclutas en

    ./

    26 Las revoluciones burguesas

    1792-1799 tenan menos de 1,50 metros de estatura 2. Esto no quiere decir que loshombres de finales del siglo XVIII fueran ms frgiles que los de hov. Los flacos ydesmedrados soldados de la Revolucin francesa demostraron una resistencia fsicaslo igualada en nuestros das por las ligersimas guerrillas de montaa en las guerrascoloniales. Marchas de una semana, con un promedio de cincuenta kilmetros diariosy cargados con todo el equipo militar, eran frecuentes en aquellas tropas. No obstantelo cual, sigue siendo cierto que la constitucin fsica humana era muy pobre en

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    relacin con la actual, como lo indica la excepcional importancia que los reyes y losge.perales concedan a los mozos altos, que formaban los regimientos de lite,guardia real, coraceros, etc.

    Pero si en muchos aspectos el mundo era ms pequeo; la dificultad eincertidumbre de las comunicacinc5 lo haca en la prctica mucho mayor que hoy.No quiero exagerar estas dificulta-des. La segunda mitad del siglo XVIII fue, res-pectoaEdad Media y los siglos xvi y xvii, una

    J1 era de abundantes_ y... rpidas comunicaciones, e incluso antes de la revolucin delferrocarril, el aumento y mejora de caminos,_, vehculos de tiro y servicios postales es

    muy notable. Entrc 1760 y el final del siglo, el viaje de Londres a Glasgowse acort, de diez o doce das, a sesenta y dos horas. El sistema de mail-coachcs o

    diligencias, `5 instituido en la segunda mitad del siglo xviit y ampliadsimo entre el final delas guerras napolenicas y el advenimiento del ferrocarril, proporcion no solamente unarelativa velocidad el ser-vicio postal desde Pars a Estrasburgo empleaba treinta y seishoras en 1833-, sino tambin regula-

    2 A. Hovelacque: La taillc dans un canton ligare, "Revue Mensuelle de 1'Ecoled'Anthropologie". Pars. 1896.

    El mundo en 1780-1790 27

    ridad. Pero_ las posibilidades para el transporte de viajeros por tierra eran escasas, y eltransporte de mercancas era a la vez lento y carsimo. Los gobernantes y grandescomerciantes no estaban aislados unos de otros: se estima que veinte millones de cartaspasaron por los correos ingleses al principio de las guerras con Bonaparte (al final de lapoca que estudiamos seran diez veces ms); pero para la mayor parte de los habitantesdel mundo, las cartas eran algo inusitado y no podan leer o viajar excepto tal vez a lasferias y mercados fuera de lo corriente. Si tenan que desplazarse o enviar mercancas,

    haban de hacerlo a pie o utilizando lentsimos carros, que todava en las primeras dcadasdel siglo xix transportaban cinco sextas partes de las mercancas francesas a menos de 40kilmetros por da. Los correos de gabinete volaban a travs de largas distancias con sucorrespondencia oficial; los postillones conducan las diligencias sacudiendo los huesos deuna docena de viajeros o, si iban equipadas con la nueva suspensin de cueros, hacindolespadecer las torturas del mareo. Los nobles viajaban en sus carrozas particulares. Pero parala mayor parte del mundo la velocidad del carretero caminando al lado de su caballo o sumula imperaba en el transporte por tierra.

    En estas circunstancias, el transporte acutico era no sl ms fcil y barid , sino tam-bin a menudo ms rpido si los vientos y el tiempo eran favorables. Durante su viaje porItalia, Goethe emple cuatro y tres das, respectivamente,' en ir y volver navegando de

    Npoles a Sicilia. Cunto tiempo habra tardado en recorrer la misma distancia por tierracon muchsima menos comodidad? Vivir cerca de un puerto era vivir cerca del mundo.Realmente, Londres estaba ms cerca de Plymouth o de Leith que de los pueblos deBreckland en. Norfolk; Se-

    U

    .

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    LIS Las reVUttm.,, El Mundoen 1 /ZSu-1 /yv 29

    villa era ms accesible desde Veracruz que desde Valladolid, y Hamburgo desde Bahaque desde el interior de Pomerania. El mayor inconveniente del transporte acutico erasu intermitencia. Hasta 1820, los correos de Londres a Hamburgo y Holanda slo sehacan dos veces a la semana; los de Suecia y Portugal, una vez por semana, y los de

    Norteamrica, una vez al mes. A pesar de lo cual no cabe duda de que Nueva York yBoston estaban en contacto mucho ms estrecho que, digamos, el condado deMaramaros, en los Crpatos, con Budapest. Tambin era ms fcil transportar hombresy mercancas en cantidad sobre la vasta extensin de los ocanos por ejemplo, encinco aos (1769-1774) salieron de los puertos del Norte de Irlanda 44.000 personaspara Am-_rica, mientras slo salieron cinco mil para Dundee en tres generaciones yunir capitales `distantes que la ciudad y el campo del mismo pas. La noticia de la cadade la Bastilla tard trec das en llegar a Madrid, y, en cambio, no se recibi en Pronne,distante slo de Pars 133 kilmetros, hasta el 28 de julio.

    Por todo ello, el mundo de 1789 era incalculablemente vasto para la casi totalidad desus habitantes. La mayor parte de stos, de no verse desplazados por algn terrible

    acontecimiento o el servicio militar, vivan y moran en la regin, y con frecuencia en laparroquia de su nacimiento: hasta 1861 ms de nueve personas por cada diez en setentade los noventa departamentos franceses vivan en el departamento en que- nacieron. Elresto del globo era asunto e los agentes de gobierno y materia de rumor. No ha.apertcli: cos, salvo para un escaso nmero de lectores de las clases media y alta lacirculacin corriente de un peridico francs era de 5.000_ ejemplares' en 1814, y entodo caso muchos no saban leer Las noticias eran difundidas por los viajeros y

    la parte mvil de la poblacin: mercaderes y buhoneros, viajantes, artesanos ytrabajadores de la tierra sometidos a la migracin de la siega o la vendimia, laamplia y variada poblacin vagabunda, que comprenda desde frailesmendicantes o peregrinos hasta contrabandistas, bandoleros, salteadores,gitanos y titiriteros y, desde luego, a travs de los soldados que caan sobre laspoblaciones en tiempo de guerra o las guarnecan en tiempos de paz.Naturalmente, tambin llegaban las noticias por las vas oficiales del Estado o laIglesia. Pero incluso la mayor parte de los agentes de uno y otra eran personasde la localidad elegidas para prestar en ella un servicio vitalicio.

    i Aparte de en las colonias, el funcionario nombra-do por el gobierno central y enviadoa una serie de puestos provinciales sucesivos, casi no exista todava. De todoslos empleados del Estado, quiz slo los militares de carrera podan esperar vi-

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    vir una vida un poco errante, de la que slo les consolaba la variedad de vinos,mujeres y caballos de su pas.

    II

    El mundo de 1789 era preponderantemente rurtt -:y --no - puede.-comprenderse si no nos 'damos cuenta exacta de este hecho. En pases comoRusia, Escandinavia o los Balcanes, en donde la cm ad mi haba florecidodemasiado, del 90 al 97 por 100 de la poblacin era campesina. Incluso enregiones con fuerte, aunque decada, tradicin urbana, el tanto por ciento rural oagrcola era altsimo: el 85 en Lombarda, del 72 al 80 en Ve-necia, ms del 90en Calabria y Lucania, segn datos dignos de crdito'. De hecho, fuera de al-

    L. Dal Pane: Storia del lavoro dagli inizi del seco-lo XVIII al 1815, 1958,pg. 135. R. S. Eckaus, T/:e North-South Differential in Dallan EconomicDevelopment, "Journal of Economic History", XXI, 1961.pg. 290.

    30 Las revoluciones burguesas

    gunas florecientes zonas industriales o comercia-les, difcilmente encontraramos ungran pas europeo en el que por lo menos cuatro de cada cinco de sus habitantes nofueran campesinos. Hasta en la propia Inglaterra, la poblacin urbana slo super porprimera vez ala rural .en .1851.

    La_palaby: _ui_bana>_> es ambigua, desde luego. Comprende a las dos ciudadeseuropeas que en 1789 podan ser llamadas verdaderamente gran-eles por el nmero de sushabitantes: Londres, con casi un milln; Pars, con _casi medio, y al-ganas otras con cienmil "ms o menos dos en Francia, dos en Alemania, quiz cuatro en Espaa, quiz cincoen Italia (el Mediterrneo era tra-'.dicionalmente la patria de las ciudades), dos en Rusia y

    una en Portugal, Polonia, Holanda, Austria, Irlanda, Escocia y la Turqua europea. Perotambin incluye la multitud de pequeas ciudades provincianas en las que vivanrealmente la mayor parle de sus habitantes: ciudades en las que un hombre podatrasladarse en cinco minutos desde la catedral, rodeada de edificios pblicos y casas depersonajes, al campo. Del 19 por 100 de los austracos que todava al final de nuestroperodo (1834) vivan en ciudades, ms de las tres cuartas partes residan en poblacionesde menos de 20.000 habitantes, y casi la mitad en pueblos de dos a cinco mil habitantes.Estas eran las ciudades a travs de las cuales los jornaleros franceses hacan su vuelta aFrancia; en cuyos per-

    files medievales, conservados intactos por laParalizacin de los siglos, los poetas romnticosalemanes se inspiraban sobre el teln de fondo de sus tranquilos paisajes, sobre cuyos

    riscos se al-zaban las torres de las catedrales espaolas; entre las cuales, en las sucias juderas,discutan losrabinos las sutilezas de la ley divina; a las que elinspector general de Gogol llegaba para aterro-El Mundo en 1780-1790 31

    rizar a los ricos y Chichikof, para estudiar la compra de las almas muertas. Pero staseran tambin las ciudades de las que los jvenes ambiciosos salan para hacer

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    revoluciones, millones o ambas cosas a la vez. Robespierre sali de. Arras; GracchusBabcuf, de San Quintn; Napolen Bonaparte, de Ajaccio.

    Estas ciudades provincianas no eran menos urbanas por ser pequeas. Los verdaderoseluciaclanos miraban pon- encima del hombro al campo circundante con el desprecio queel vivo y sabihondo siente por el fuerte, el lento, el ignorante y el estpido. (No obstante,

    el nivel de cultura de los habitantes de estas adormecidas ciudades campesinas no eracomo para vanagloriarse: las comedias populares alemanas ridiculizan tan cruelmente alas krachzvinkcl, o pequeas municipalidades, como a los ms zafios patanes.) Lalnea fronteriza entre ciudad y campo, o, mejor dicho, entre ocupaciones urbanas yocupaciones rurales, era rgida. En muchos pases la barrera de los consumos, y a veceshasta la vieja lnea de la muralla, divida a ambas. En casos extremos, como en Prusia, elgobierno, deseoso de conservar a sus ciudadanos contribuyentes bajo su propiasupervisin, procuraba una total separacin de las actividades urbanas y rurales. Pero aunen donde no exista esa rgida divisin administrativa, los ciudadanos eran a menudofsicamente distintos de los campesinos. En una vasta extensin de la Europa orientalhaba islotes germnicos, judos o italianos en lagos eslavos, magiares o rumanos. Incluso

    los ciudadanos de la misma nacionalidad y religinparecan distintos de los campesinosde los contornos: vestan otros trajes y realmente en muchos casos (excepto en la ex-plotada poblacin obrera y artesana del interior) eran ms altos, aunque quiz tambinms ciclga-

    Las revu --. s .-

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    dos'. Ciertamente se enorgullecan de tener ms agilidad mental y ms cultura, y tal vez latuvieran. No obstante, en su manera de vivir eran casi tan ignorantes de lo que ocurrafuera de su ciudad y estaban casi tan encerrados en ella como los aldeanos en sus aldeas.

    Sin embargo, la ciudad provinciana perteneca esencialmente a la economa y a lasociedad de la comarca. Viva a expensas de los aldeanos de las cercanas y (con rarasexcepciones) casi como ellos. Sus clases media_y_-d?rfe ionl_ eran los traficantes en

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    cereales y ganado; los transforma-dores de los productos agrcolas; los abogados ynotarios que llevaban los asuntos d-los-grrides propietarios y los interminables litigiosque forman parte de la posesin y explotacin de la tierra; los mercaderes que adquiran yrevendan el trabajo de las hilanderas, tejedoras y encajeras de las aldeas; los msrespetables representantes del gobierno, el seor o la Iglesia. Sus artesanos y tenderosabastecan a los campesinos y a los ciudadanos que vivan del campo. La ciudadprovinciana haba declinado tristemente desde sus das gloriosos de la Edad Media. Ya noeran como antao ciudades libres o ciudades-Estado, sino rara vez un centro demanufacturas pata un mercado ms amplio o un puesto estratgico para el comerciointernacional. A medida que declinaba, se aferraba con obstinacin al monopolio de sumercado, que defenda contra todos los competidores: gran parte del provincianismo delque se burlaban los jvenes radicales y los ne-

    1 En 1823-1827 los ciudadanos de Bruselas medan tres centmetros ms que loshombres de las aldeas rurales, y los de Lovaina, dos centmetros ms. Existe un consi-derable volumen de estadsticas militares sobre este punto, aunque todas corresponden alsigloxix (Quctelet, cit. por Manouvrier, Sur la taille des parisiens, "Bulletin de la SocietAnthropologique de Paris", 1888, pg. 171.gociantes de las grandes ciudades proceda de ese movimiento de autodefensa econmica.

    En la Europa meridional, gran parte de la nobleza vi-va ene ellas de las rentas de susfincas. En Alemania, las burocracias de los innumerables principados que apenas eranms que inmensas fincas satisfacan los caprichos y deseos de sus serensimos seorescon las rentas obtenidas de un campesinado sumiso y respetuoso.a ciudad provinciana definales del siglo xvi pudo ser una comunidad prspera y expansiva, como toda-vaatestiguan en algunas partes de Europa occidental sus conjuntos de piedra de un modestoestilo neoclsico o rococ. Pero toda esa prosperidad y expansin proceda del camp

    III

    El problema agrario era por eso fundamental , en el mundo de 1789, y es fcilcomprender por 1 que la primera escuela sistemtica de economistas continentales losfisicratas franceses consideraron indiscutible- que la -tierra, y-Ta -renta de la tierra, eranla nica fuente de ingresos. Y_c ue . el eje del problema ,agracio-,era la relacin entrequienes poseen la tierra y quienes la cultivan, en- j tre los que producen su riqueza y los quela acu-

    mulan. Desde el punto de vista de las relaciones de la propiedad agraria, podemos dividir aEuropa o ms bien al complejo econmico cuyo centro radica en la Europa occidental

    en tres grandes sectores. Al Oeste de Europa estaban las colonias ultramarinas. En ellas,con la notable excepcin . de los Estados Unidos de Amrica_ del_ Nor.te....y algunospocos - territorios menos importantes de cultivo independiente, el cultivador tpico era elindio, que trabajaba como un labrador forzado

    I-.

    3

    34 Las revoluciones burguesas El mundo en

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    o un virtual siervo, o el negro, que trabajaba como esclavo; menos frecuente era elarrendatario que cultivaba_ la .tierra personalmente. (En las coloi.;as de las IndiasOrientales, donde el cultivo di-recto por los plantadores europeos era rarsimo, la formatpica obligatoria impuesta por los poseedores de la tierra era la entrega forzosa dedeterminada cantidad de producto de una cose-cha: por ejemplo, caf o especias en lasislas holandesas.) En otras plabras,_el cultivador tpico no era libre o estaba sometido auna coaccin poltica. El tpico terrateniente era el propietario de un vasto territorio casifeudal (hacienda, finca, estancia) o de una plantacin de esclavos? La economacaracterstica de la posesin casi feudal era primitiva y autolimitada, o, en todo caso, re-gida por las demandas puramente regionales: la Amrica _esp ola exportaba productos demine-ra, tambin extrados por los indios virtual-mente siervos, pero apenas nada deproductos agrcolas. La economa caracterstica de la zona de plantaciones de esclavos,cuyo centro estaba en las islas del Caribe, a lo largo de las costas septentrionales deAmrica del Sur (especialmente en el Norte del Brasil) y las del Sur de los EstadosUnidos, era la obtencin de importantes cosechas de productos de exportacin, sobre todoel azcar, en menos extensin tabaco y caf, colorantes y, desde -cl principio de larevolucion in-, clustrial, el algodn ms que_nacla. Este formaba por ello parte integrantede la economa europea y, a travs de la trata de esclavos, de la africana.Fundamentalmente, la historia de esta zona en el perodo de que nos ocupamos podraresumirse en la decadencia del azcar y la preponderancia del algodn.

    Al Este de Europa occidental, ms especifica-mente an, al Este de la lnea que corre a lolargo del Elba, las fronteras occidentales de lo que hoy

    es Checoslovaquia, y que llegaban hasta el Sur de Trieste, separando el Austria oriental de

    la occidental, estaba la regin de la servidumbre agraria. Socialmente, la Italia al Sur de laToscana y la Umbra, y la Espaa meridional, pertenecan a esta regin; pero noEscandinavia (con la excepcin parcial de Dinamarca y el Sur de Suecia). Esta vasta zonacontena algunos sectores de cultivadores tcnicamente libres: los colonos alemanes seesparcan por todas partes, desde Eslovenia hasta el Volga, en clanes virtualmente indepen-clientes en las abruptas montaas de Iliria, casi igualmente que los hoscos campesinosguerreros que eran los panderos y cosacos, que haban constituido hasta poco antes lafrontera militar entre los cristianos y los turcos y los trtaros, labriegos independientes delseor o el Estado, o aquellos que vivan en los grandes bosques en donde no exista elcultivo en gran escala. En conjunto, sin embargo, el cultivador tpico no era libre, sino querealmente estaba ahogado en la marea de la servidumbre, creciente casi sin interrupcindesde finales del siglo xv o principios del xvi. Esto era menos patente en la regin de losBalcanes, que haba estado o estaba todava bajo la directa administracin de los turcos.

    Aunque el primitivo sistema agrario del prefeudalismo turco, una rgida divisin de latierra en la que cada unidad mantena, no hereditariamente, a un guerrero turco, habadegenerado en un sistema de propiedad rural hereditaria bajo seores mahometanos. Es-tosseores rara vez se dedicaban a cultivar sus tierras, limitndose a sacar lo que podan desus campesinos. Por esa razn, los Balcanes, al Sur del Danubio y el Save, surgieron ce ladominacin turca en los siglos XIX y xx como pases fundamentalmente campesinos,aunque muy pobres, y no como pases de propiedad agrcola concentra-da. No obstante locual, el campesino balcnico

    w

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    jo Las revutuc..LUI -.'

    era legalmente tan poco libre como un cristiano, y de hecho tan poco libre como uncampesino, al menos en cuanto concerna a los seores.

    En el resto de la zona, el campesino tpico era un siervo que dedicaba una gran parte dela se-mana a trabajos forzosos sobre la tierra del se-or u otras obligaciones-por el estilo.Su falta de libertad poda ser tan grande que apenas se diferenciara de la esclavitud, coinoen Rusia y en algunas partes. de Polonia, en donde podan ser vendidos separadamente dela tierra. Un anuncio insertado en la' Gaceta de Mosc, en 1801, de-ca: Se venden trescocheros, expertos y de buena presencia, y dos muchachas, de dieciocho y quince aos,ambas de buena presencia y expertas en diferentes clases de trabajo manual. La misma casatiene en venta dos peluqueros: uno, de veintin aos, sabe leer, escribir, tocar un ins-

    trumento musical y servir como postilln; el otro es til para arreglar el cabello a damas ycaballeros y afinar pianos y rganos. (Una gran pro-porcin de siervos servan comocriados domsticos; en Rusia eran por lo menos el 5 por 100 5.)En la costa del Bltico laprincipal ruta comercial con la Europa occidental, los siervos campesinos producangrandes cosechas para la exportacin al Oeste, sobre todo cereales, lino, camo y maderaspara la construccin de barcos. Por otra parte, tambin suministraban mucho al mercadoregional, que contena al menos una regin accesible de importancia industrial y des-arrollo urbano: Sajonia, Bohemia y la gran ciudad de Viena. Sin embargo, gran parte de lazona permaneca atrasada. La apertura de la ruta del Mar Negro y la creciente urbanizacinde Europa occidental, y principalmente de Inglaterra, aca-

    a II. Se: Esquisse d'une histoire du rgime agraire en Etirope au XVIII et XIX sicles,1921. pg. 184. J. Blum: Lord and Peasant in Russia, 1961, pgs. 455-460.baban deempezar haca poco a estimular las exportaciones de cereales del cinturn de tierrasnegras rusas, que seran casi la nica mercanca exportada por Rusia hasta laindustrializacin de la URSS. Por ello, tambin el rea servil oriental puede considerarse,lo mismo que la de las colonias ultramarinas, como una economa dependiente deEuropa occidental en cuanto a alimentos y materias primas.Las regiones serviles de Italia y Espaa tenan caractersticas econmicas similares,

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    aunque la situacin legal de los campesinos era distinta. En trminos generales, habazonas de grandes pro-piedades de la nobleza. No es imposible que algunas de ellas fueranen Sicilia y en Andaluca descendientes directas de los latifundios romanos, cuyosesclavos y coloni se convirtieron en los caractersticos labradores sin tierra de dichas re-giones. Las grandes dehesas, los cereales (Sicilia siempre fue riqusimo granero) y laextorsin de todo cuanto poda obtenerse del msero campesinado, producan las rentas delos grandes seores a los que pertenecan.

    El seor caracterstico de las zonas serviles era pues, un noble propietario y cultivadoro explotador de grandes haciendas, cuya extensin produce vrtigos a la imaginacin:Catalina la Grande re-parti unos cuarenta a cincuenta mil siervos entre sus favoritos; losRadziwill, de Polonia, tenan propiedades mayores que la mitad de Irlanda; los Potockiposean milln y medio de hectreas en Ucrania; el conde hngaro Esterhazy (patrn deHaydn) lleg a tener ms de dos millones. Las propiedades de decenas de miles dehectreas eran numerosas Aunque descuidadas y cultiva-

    6 Despus de 1918 fueron confiscadas en Checoslovaquia ochenta propiedades de

    ms de 10.000 hectreas. Entre ellas las de 200.000 _ de los Schoenborn y los Schwar-38 Las revoluciones burguesas

    das con procedimientos primitivos muchas de ellas, producan rentas fabulosas. Elgrande de Espaa poda como observaba un visitante francs de los desolados fundosde la casa de Medina-Sidonia reinar como un len en la selva, cuyo rugido espantabaa cualquiera que pudiera acercarse', pero no estaba falto de dinero, igualando losamplios recursos de los milores ingleses.

    Adems de los magnates, otra clase de hidalgos rurales, de diferente magnitud yrecursos econmicos, expoliaba tambin a los campesinos. En algunos pases esta claseera abundantsima, y, por tanto, pobre y descontenta. Se distingua de los plebeyos

    principalmente por sus privilegios sociales y polticos y su poca aficin a dedicarse acosas como el trabajo indignas de su condicin. En Hungra y Polonia esta claserepresentaba el 10 por 100 de la poblacin total, y en Espaa, a finales del siglo xviiz, lacomponan me-dio milln de personas, y en 1827 equivala al 10 por 100 de la totalnobleza europea "; en otros sitios era mucho menos numerosa.

    IV

    Socialmente, la estructura agraria en el resto de Europa no era muy diferente. Estoquiere decir que, para el campesino o labrador, cualquiera que poseyese una finca era un

    caballero, un miembro de la clase dirigente, y viceversa: la condicin de noble ohidalgo (que llevaba apare-

    zenberg, y las de 150.000 y 100.000 de los Liechtenstein y los Kinsky (Th. Hacbich:Deutsche Lalifulidien, 1947, p-ginas 27 ss.).

    A. Goodwin, cd.: The European Nobility in the Eight-eenth Century, 1953, pg. 52.

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    s L. B. Namier: 1848, the Revolution of the Intcllec-tuals, 1944. 1. Vicens Vives: Historia econmica de Es-parta, 1959.

    El mundo en 1780-1790 39

    fiados privilegios sociales y polticos y era el nico camino para acceder a los altospuestos del Estado) era inconcebible sin una gran propiedad. En muchos pases de Europaoccidental el orden feudal implicado por tales maneras de pensar es-taba vivopolticamente, aunque cada vez resulta. ba ms anticuado en lo econmico. En realidad, suranciedad, que haca aumentar las rentas cic los nobles y los hidalgos, a pesar del aumentode precios y de gastos, haca a los aristcratas explotar cada vez ms su posicineconmica inalienable y los privilegios de su nacimiento y condicin. En toda la Europacontinental los nobles expulsaban a sus rivales de origen. ms modesto de los cargosprovechosos dependientes de la corona: desde Suecia, en donde la proporcin de oficialesplebeyos baj del 66 por 100 en 1719 (42 por 100 en 1700) al 23 por 100 en 1780hastaFrancia, en donde esta reaccin feudal precipitara la revolucin._ Pero incluso endonde haba en algunos aspectos cierta flexibilidad, como en Francia, en que el ingreso en

    la nobleza territoreald a reltivrricntc fcil, o como r en Inglaterra, en donde lacondicin de noble y propietario se alcanzaba como recompensa por servicios o riquezasde otro gnero, el vnculo entre gran pro-piedad rural y clase dirigente segua firme y aca-b por hacerse ms cerrado.

    [-Sin embargo, econmicamente, la sociedad rural occidental era muy diferente. Elcampesino haba perdido mucho de su condicin servil en los ltimos tiempos de la EdadMedia, aunque subsistieran a menudo muchos restos irritantes de dependencia legal.' Losfundos caractersticos ha-ca tiempo que hban dejado de ser una unidad de explotacineconmica convirtindose en un sistema de percibir rentas y otros ingresos en di-

    Sten Carlsson: Standssanthille och standspersoner 1700.1865, 1949.40 Las revotu(:Luri 136115prc-o

    t

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    eI*

    nero. El campesino, ms o menos libre, grande, mediano o pequeo, era el tpico

    cultivador del suelo. Si era arrendatario de cualquier clase, pagaba una renta (o, enalgunos sitios, una parte de la cosecha) al seor. Si tcnicamente era un propietario,probablemente estaba sujeto a una serie de obligaciones respecto al seor local, quepodan o no convertirse en dinero (como la obligacin de vender su trigo al molino delseor), lo mismo que pagar impuestos al prncipe, diezmos a la Iglesia y prestaralgunos servicios de trabajo forzoso, todo lo cual contrastaba con la relativa xencifl delos estratos sociales ms elevados.,exencin,

    si estos lazos polticos se hubieran roto, una gran parte de Europa habra surgidocomo un rea de agricultura campesina; generalmente una en la que una minora dericos campesinos habra tendido a convertirse en granjeros comerciales, vendiendo un

    permanente sobrante de cosecha al mercado urbano, y en la que una mayora decampesinos medianos y pequeos habra viyido con cierta independencia de susrecursos, a me-nos que stos fueran tan pequeos que les obligaran a dedicarsetemporalmente a otros trabajos, agrcolas o industriales, que les permitieran aumentarsus ingresoS. /

    Slo unas pocas comarcas haban impulsado el desarrollo agrario dando un pasoadelante hacia una agricultura puramente capitalista, principal-mente en Inglaterra. ' Lagran propiedad estaba muy concentrada, pero el tpico cultivador era un comerciante detipo medio, granjero-arrendatario que operaba con trabajo alquilado. Una gran cantidadde pequeos propietarios, habitantes en cho-zas, embrollaba la situacin. Pero cuandosta cambi (entre 1760 y 1830, aproximadamente), lo que surgi no fue una

    agricultura campesina, sino una clase de empresarios agrcolas los granjeros y ungran proletariado agrario. Algunas re

    giones europeas en donde eran tradicionales lasinversiones comerciales en la labranza como en

    ciertas partes de Italia y los Pases Bajos-- o endonde se producan cosechas comerciales especia-lizadas, mostraron tambin fuertes tendencias ca-pitalistas, pero ello fue excepcional. Una excep-cin posterior fue Irlanda, desgraciada isla en laque se combinaban ras desventajas de las zonasms retrasadas de Europa con las de la proximidad a la economa ms avanzada.

    Un puado de latifundistas absentistas parecidos a los de Sicilia y Andaluca, explotaban auna vasta masa de pequeos arrendatarios cobrndoles sus rentas en dinero.

    Tcnicamente, la agricultura europea era toda-va, con la excepcin de unas pocas regiones avan-zadas, tradicional, a la vez que asombrosamente

    1 ineficiente. Sus productos seguan siendo los ms tradicionales: trigo, centeno, cebada,avena y, en Europa oriental, alforfn, el alimento bsico del pueblo; ganadovacuno, lanar, cabro y sus productos, cerdos y aves de corral, frutas y verduras y

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    cierto nmero de materias primas industriales como lana, lino, camo paracordaje, cebada y lpulo para la cervecera, etc. La alimentacin cte Europatodava segua siendo regional. Los productos de otros climas eran rarezas rayanasen el lujo, con la excepcin quiz del azcar, el ms importante producto alimen-ticio importado de los trpicos y el que con su dulzura ha creado ms amargurapara la humanidad que cualquier otro. En Inglaterra (reconocido como el pas msadelantado) el promedio de consumo anual por cabeza en 1790 era de 14 libras.Pero incluso en Inglaterra, el promedio de consumo de t per capita era 1,16 libras,o sea, apenas dos onzas al mes.

    Los nuevos productos importados de Amrica o de otras zonas tropicales habanavanzado algo.

    z42 Las revoluciones burguesas El Mundo en1780-1790 43

    En la Europa meridional y en los Balcanes, el maz (cereal indio) estaba ya bastantedifundido y haba contribuido a asentar a los campesinos nmadas en sus tierras de los

    Balcanes, y en el Norte de Italia el arroz empezaba a hacer progresos. El tabaco secultivaba en varios pases, ms como monopolio del gobierno para la obtencin de rentas,aunque su consumo era insignificante en comparacin con los tiempos modernos: el inglsmedio de 1790 que fumaba, tomaba rap o mascaba tabaco no consuma ms de una onza yun tercio por mes. El gusano de seda se criaba en numerosas regiones del Sur de Europa. Elms importante de esos nuevos productos la patata empezaba a abrirse paso poco apoco, excepto en Irlanda, en donde su capacidad alimenticia por hectrea, muy superior ala de otros, la haba popularizado rpidamente. Fuera de Inglaterra y los Pases Bajos, elcultivo de los tubrculos y forrajes era excepcional, y slo con las guerras napolenicasempez la produccin masiva de remolacha azucarera.

    El siglo XVIII no supuso, desde luego, un estancamiento agrcola. Por el contrario, una

    gran era de expansin demogrfica, de aumento de urbanizacin, comercio y manufactura,impuls y hasta exigi el desarrollo agrario. La segunda mitad del siglo vio el principio deltremendo, y desde entonces ininterrumpido, aumento de poblacin, caracterstico delmundo moderno: entre 1755 y 1784, por ejemplo, la poblacin rural cid Brabante (Blgica)aument en un 44 por 100'. Pero lo que origin numerosas campaas para el progresoagrcola, lo que multiplic las sociedades de labradores, los informes gubernamentales ylas publicaciones propagandsticas desde Rusia has-ta Espaa, fue, ms que sus progresos,la canti-

    " Perre Lcbrun y otros: La rivolazione industriale in Belgio, "Studi Storici", II, 3-4,1961, pgs. 564-565.ciad de obstculos que dificultaban el avance agrario.

    V

    El mundo de la agricultura resultaba perezoso, salvo quiz para su sector capitalista. Eldel comercio y el de las manufacturas y las actividades tcnicas e intelectuales que surgancon ellos era confiado, animado y expansivo, as como eficientes, decididas y optimistaslas clases que de ambos se beneficiaban. El observador contemporneo se sentasorprcncliclsimo por el vasto des-pliegue de trabajo, estrechamente unido a la explotacin

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    colonial. Un sistema de comunicaciones martimas, que aumentaba rpidamente envolumen y capacidad, circundaba la tierra, beneficiando a las comunidades mercantiles dela Europa del Atlntico Norte, que usaban el podero colonial para despojar a loshabitantes de las Indias Orientales " de sus gneros, exportndolos a Europa y Africa, endonde estos y otros productos europeos servan para la compra de esclavos con destino alos cada vez ms importantes sistemas de plantacin de las Amricas. Las plantacionesamericanas exportaban por su parte en cantidades cada vez mayores su azcar, su algodn,etc., a los puertos del Atlntico y del Mar del Norte, desde donde se redistribuan hacia elEste junto con los productos y manufacturas tradicionales del intercambio comercial Este-Oeste: textiles, sal, vino y otras mercancas. Del Oriente europeo venan granos, maderade construccin, lino (muy solicitado en los trpicos), camo y

    " Tambin con alguna extensin al Extremo Oriente, en donde compraban sedas, t,porcelana, etc., productos de los que era creciente la demanda en Europa, Pero laindependencia poltica de China y el Japn quitara a este comercio unaparte de su carcterde piratera.

    hierro de esta segunda zona colonial. Y entre las economas relativamente desarrolladas deEuropa que incluan, hablando en trminos econmicos, las activas comunidades depobladores blancos en las colonias britnicas de Amrica del Norte (desde 1783, losEstados Unidos_ de _Amrica)la red cmrcial! se haca ms y ms den a

    El nabab o indiano, que regresaba de las colonias con una fortuna muy superior a lossueos de la avaricia provinciana; el comerciante y armador, cuyos esplndidos puertos Burdeos, Bristol, Liverpool haban sido construidos o reconstruidos en el siglo, parecanlos verdaderos triunfadores econmicos de la poca, slo comparables a los grandesfuncionarios y financieros que amasaban sus caudales en el provechoso servicio de losEstados, pues aqulla era la poca en la que el trmino oficio provechoso bajo la coronatena un significado literal. Aparte de ellos, la clase media de abogados, administradoresde gran-ces fincas, cerveceros, tenderos y algunas otras profesiones que acumulaban unamodesta riqueza a costa del mundo agrcola, vivan unas vidas humildes y tranquilas, e

    incluso el industrial pare-ca poco ms que un pariente pobre. Pues aunque la minera y laindustria se extendan con rapidez en todas partes de Europa, el mercader (y en Europaoriental muy a menudo tambin el seor feudal) segua siendo su verdadero director.

    Por esta razn, la principal forma de expansin de la produccin industrial fue ladenomina-da sistema domstico, por el cual un mercader compraba todos los productosdel artesano o del trabajo no agrcola de los campesinos para venderlo luego en losgrandes mercados. El simple crecimiento de este trfico cre inevitablemente unasrudimentarias condiciones para un temprano capitalismo industrial. El artesano, vendiendosu produccin total, poda convertirse en algoms que un trabajador pagado a destajo,sobre todo si el gran mercader le proporcionaba el material en bruto o le suministrabaalgunas herramientas. El campesino que tambin teja poda convertirse en el tejedor quetena tambin una parcelita de tierra. La especializacin en los procedimientos y funciones

    permiti dividir la vieja artesana o crear un grupo de trabajadores semiexpertos entre loscampesinos. El antiguo maestro artesano, o algunos grupos especiales de artesanos o algngrupo local de intermediarios, pudieron convertirse en algo semejante a subcontratistas opatronos. Pero la llave maestra de estas formas descentralizadas de produccin, el lazo deunin del trabajo de las aldeas perdidas o los suburbios de las ciudades pequeas con elmercado mundial, era siempre alguna clase de mer-,

    cader. Y los industriales que surgieron o esta-..

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    bri punto de surgir de las filas de los propios productores eran pequeos operarios a sulado, ,, aun cuando n dependieran directamente de aqul. Hubo algunas raras excepciones,especial-mente en la Inglaterra industrial. Los forjadores, y otros hombres como el granalfarero Josiah Wedgwood, eran personas orgullosas y respeta-das, cuyos establecimientosvisitaban los curiosos de toda Europa. Pero el tpico industrial (la pa-labra no se habainventado todava) segua sien-do un suboficial ms bien que un capitn de industria.

    [No obstante, cualquiera que fuera su situacin, las actividades del comercio y lamanufactura florecan brillantemente)Inglaterra, el pas europeo ms prspero del sigloXVIII, deba su podero a su progreso econmico. Y hacia 1780 todos los gobiernoscontinentales que aspiraban a una poltica racional, fomentaban el progreso econmico y,de manera especial, el desarrollo industrial, pero no todos con el mismo xito. Lasciencias,

    4G Las revoluciones burguesas

    no divididas todava como en el acadmico siglo t rx en una rama superior pura y en

    otra inferior aplicada, se dedicaban a resolver los problemas de la produccin: Cosavances ms sorprendentes en 1780 fueron los de la qumica ms estrechamente ligada porla tradicin la prctica de los talleres y a las necesidades de la industria. La gran__________________Enciclol edia de Dide_rot y D'Alem-

    bert no fue slo un compendio del pensamiento progresista poltico y social, sino tambindel progreso tcnico y cientfico.[Pues, en efecto, la conviccin del progreso delconocimiento humano, el racionalismo, la riqueza, la civilizacin y el dominio de lanaturaleza de que tan profundamente imbuido estaba el siglo xviii, la Ilustracin, debi sufuerza, ante todo, al evidente progreso de la produccin y el comercio, y al racionalismoeconmico y cientfico, que se crea asociado a ellos de manera inevitable. Y sus mayorespaladines fueron las clases ms progresistas econmicamente, las ms directamenteimplicadas en los tangibles adelantos de los tiempos: los crculos mercantiles y los grandesseores econmicamente ilustrados, los financieros, los funcionarios con formacineconmica y social, la clase media edueada los fabricantes y los empresariogTales hom-bres saludaron a un Benjamin Franklin, impresor y periodista, inventor, empresario,estadista y habilsimo negociante, como el smbolo del futuro ciudadano, activo,razonador y autoformado. Ta-les hombres, en Inglaterra, en donde los hombres nuevos notenan necesidades de encarnaciones revolucionarias trasatlnticas, formaron las socieda-des provincianas de las que brotaran muchos avances cientficos, industriales y polticos.La Sociedad Lunar (Lunar Society) de Birmingham, por ejemplo; contaba entre susmiembros al citado Josiah Wedgwood, al inventor de la mquina de vapor, James Watt, ya su socio Matthew Boulton,

    El Mundo en 1780-1790 47

    al qumico Priestley, al bilogo precursor de las teoras evolucionistas Erasmus Darwin(abuelo de un Darwin ms famoso), al gran impresor Baskcrvillc.(Todos estos hombres, a

    su vez, pertenecan a la_s logias masnicas, en las que no contaban las diferencias dclase yse propagaba con celo desinteresado la ideologa de la Ilustracin).

    Es significativo que los dos centros principales de esta ideologa Francia eInglaterra lo fueran tambin de la doble revolucin; aunque de hecho sus ideasalcanzaron mucha mayor difusin en sus frmulas francesas (incluso cuando stas eranversiones galas de otras inglesas). Un individualismo secular, racionalista y progresivo,doininaba el pensamiento ilustrado. Su objetivo principal era liberar al individuo de lascadenas que le opriman: el tradicionalismo ignorante de la Edad Media que todava

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    proyectaba sus sombras sobre el mundo; la supersticin de las Iglesias (tan distintas de lareligin natural o racional); de la irracionalidad que divida a los hombres en unajerarqua de clases altas y bajas segn el nacimiento o algn otro criterio desatinado. Lalibertad, la igualdad y luego la fraternidadde todos los hombres eran sus lemas. (Endebida forma seran tambin los de la Revolucin francesa.) El reinado de la libertadindividual no podra tener sino las ms beneficiosas consecuencias. El libre ejercicio del

    talento individual en un mundo de razn producira los ms extraordinarios resultados. Laapasionada creencia en el progreso del tpico pensador ilustrado reflejaba el visibleaumento en conocimientos y tcnica, en riqueza, bienestar y civilizacin que poda ver entorno suyo y que achacaba con alguna justicia al avance creciente de sus ideas. Alprincipio de su siglo, todava se llevaba a la hoguera a las brujas; a su final, algunosgobiernos ilustrarlos, como el de Austria, haban abolido no slo la tortura

    judicial, sino tambin la esclavitud. Qu no cabra esperar si los obstculos que anoponan al progreso los intereses del feudalismo y la Iglesia fuesen barridosdefinitivamente?

    No es del todo exacto considerar la Ilustracin como una ideologa de clase media,aunque hubo muchos ilustrados y en poltica fueron los ms decisivos que

    consideraban irrefutable que la sociedad libre sera una sociedad capitalista

    12

    .

    Pero, enteora, su objetivo era hacer libres a todos los seres humanos. Todas las ideologas pro-gresistas, racionalistas y humanistas estn implcitas en ello y proceden de ello. Sinembargo, en la prctica, los jefes de la emancipacin por la que clamaba la Ilustracinprocedan por lo general de las clases intermedias de la sociedad hombres nuevos yracionales, de talento y mritos independientes del nacimiento, y el orden social quenacera de sus actividades sera un orden burgus y capitalista.

    ' Por tanto, es ms exacto considerar la Ilustracincomo una ideologa revolucionaria, a pesar

    de la cafl 'ymoderacin poltica de muchos de ' sus caudillos continentales, la mayorparte de loslt cuales hasta 1780 ponan su fe en la monarquia absoluta ilustrada. El

    despotismo _ilustr-do supondra la abolicin del orden poltico y social existente en la mayor parte deEuropa. Pero era demasiado esperar que los anciens rgimes se destruyeran a s

    mismos voluntariamente. Por el contrario, como hemos visto, en algunos aspec-

    12 Como Turgot, Oeuvres, v. pg. 244: "Quienes conocen la marcha del comerciosaben tambin que toda importante empresa, de trfico o de industria, exige el con-cursode dos clases de hombres, los empresarios... y los obreros que trabajan por cuenta de losprimeros, mediante un salario estipulado. Tal es el verdadero origen de la distincinentre los empresarios y los maestros, y los obreros u oficiales, fundada en la naturalezade las cosas".

    tos se reforzaron contra el avance de las nuevas fuerzas sociales y econmicas. Y sus

    ciudadelas (fuera de Inglaterra, las Provincias Unidas y algn otro sitio en donde ya habansido derrotados) eran las mismas monarquas en las que los moderados ilustrados tenanpuestas sus esperanzas.

    VI

    Con la excepcin de la Gran Bretaa (que haba hecho su revolucin en el siglo xvii) y

    C

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    algunos Estados pequeos, las monarquas absolutas gobernaban en todos los pases delcontinente europeo. Y aquellos en los que no gobernaban, como Polonia, cayeron en laanarqua y fueron absorbidos por sus poderosos vecinos. Los monarcas hereditarios por lagracia de Dios encabezaban jerarquas de nobles terratenientes, sostenidas por latradicional ortodoxia de las Iglesias y rodeadas por una serie de instituciones que nadatenan que las recomendara excepto un largo pasado. Cierto que las evidentes necesidadesde la cohesin y la eficacia estatal, en una poca de vivas rivalidades internacionales,haban obligado a los monarcas a doblegar las tendencias anrquicas de sus nobles y otrosintereses, y crearse un aparato estatal con servidores civiles, no aristocrticos en cuantofuera posible. Ms an, en la ltima parte del siglo xviii, estas necesidades y el patentexito internacional del poder capitalista britnico llevaron a esos monarcas (o ms bien asus consejeros) a intentar unos programas de modernizacin econmica, social, intelectualy administrativaUn aquellos das, los prncipes adoptaron el sobrenombre de ilustradospara sus gobiernos, como los de los nuestros, y por anlogas razones, adoptan el deplanificadores ] Y como en nuestros das, mu-

    4

    50 Las revoluciones burguesas El Mundo era1780-1790 .51

    chos de los que lo adoptaron en teora hicieron muy poco para llevarlo a la prctica, yalgunos de los que lo hicieron, lo hicieron movidos menos por un inters en las ideasgenerales que para la sociedad suponan la ilustracin o la planificacin, que por lasventajas prcticas que la adopcin de tales mtodos supona para el aumento de susingresos, riqueza y poder.

    Por el contrario, las clases medias y educadas con tendencia al progreso consideraban amenudo el poderoso aparato centralista de una monarqua ilustrada como la mejorposibilidad de lograr sus esperanzas. Un prncipe necesitaba dc una clase media y de susideas para modernizar su rgimen; una clase media dbil necesitaba un prncipe para abatirla resistencia al progreso de unos intereses aristocrticos y clericales slida-menteatrincherados.

    Pero la monarqua absoluta, a pesar de ser mornista e innovadora, no poda ytampoco daba muchas seales de quererlo zafarse de la jerarqua de los nobles

    terratenientes, cuyos valores simbolizaba e incorporaba, y de los que dependa en granparte. La monarqua absoluta, tericamente libre para acer cuanto quisiera, perteneca enla prctica al mundo bautizado por la Ilustracin con el nombre de euda.lidad ofeudalismo, vocablo que luego ..popularizara laRevolucin francesa. Semejantemonarqua estaba dispuesta a utilizar todos los recursos posibles para reforzar su autoridady sus rentas dentro de sus fronteras y su poder fuera de ellas, lo cual poda muy bienllevarla a mimar a las que eran, en efecto, las fuer-zas ascendentes de la sociedad. Estabadispuesta a reforzar su posicin poltica enfrentando a unas clases, fundos o provinciascontra otros. Pero sus horizontes eran los de su historia, su funcin y su clase.

    Difcilmente poda desear, y de hecho jams la realizara, la total transformacineconmica ysocial exigida por el progreso de la economa y los grupos socialesascendentes.

    Pongamos un ejemplo.( Pocos pensadores racionalistas, incluso entre los consejeros delos prncipes, dudaban seriamente de la necesidad de_ abolir la servidumbre y los. lazos dedependencia feudal que an sujetaban a los campesinos. Esta rtrma era reconocida comouno de los primeros puntos de cualquier programa ilustrado, y virtualmente no hubosoberano desde Madrid hasta San Petersburgo y desde Npoles hasta Estocolmo que en elcuarto de siglo anterior a la Revolucin francesa no suscribiera tino de estos programas.

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    Sin embargo, las nicas liberaciones verdaderas de campesinos realizadas antes de 1789tuvieron lugar en pequeos pases como Dinamarca y Saboya, o en las posesionesprivadas de algunos otros prncipes. Una liberacin ms amplia fue in-tentada en 1781 porel emperador Jos II de Austria, pero fracas frente a la resistencia poltica dedeterminados intereses y la rebelin de los propios campesinos para quienes haba sidoconcebida, quedando incompleta.(_Lo que abolira las relaciones feudales agrarias en toda

    Europa central y-

    o' sera fa

    Revolucincion directa, reaccin ejemplo, y luego l.arevoluci de 1848.Exista, pues, un latente que pronto sera abierto conflicto entre las fuerzas de la

    vieja sociedad y la nueva sociedad burguesa, que no poda resolverse dentro de lasarmazones de los regmenes polticos existentes, con la excepcin de los sitios en dondeya haban triunfado los elementos burgueses, como en Inglaterra. Lo que baca a esosregmenes ms vulnerables todava, era que estaban sometidos a diversas presiones: la delas nuevas fuerzas, la de la tenaz y creciente resistencia de los viejos intereses y la de losrivales extranjeros.

    52 Las revoluciones burguesas

    Su punto ms vulnerable era aquel en el que la oposicin antigua y nueva tendan acoincidir: en los movimientos autonomistas de las colonias o provincias ms remotas y

    menos firmemente controladas. As, en la monarqua de los Habsburgos, las reformas deJos II hacia 1780 originaron tumultos en los Pases Bajos austracos la actual Bl-gica y un movimiento revolucionario que en 1789 se uni naturalmente al de Francia.Con ms intensidad, las comunidades blancas en las colonias ultramarinas de los paseseuropeos se oponan a la poltica de sus gobiernos centrales, que subordinaba los interesesestrictamente coloniales a los de la metrpoli. En todas partes de las Amricas espaola,francesa e inglesa, lo mismo que en Irlanda, se produjeron movimientos que pedanautonoma no siempre por regmenes que representaban fuerzas ms progresivaseconmicamente que las de las metrpolis, y varias colonias o la consiguieron por vapacfica durante algn tiempo, como Irlanda, o la obtuvieron por va revolucionaria, comolos Estados Unidos. La expansin econmica, el desarrollo colonial y la tensin de las

    proyectadas reformas del despotismo ilustrado multiplicaron la ocasin de talesconflictos entre los aos 1770 y 1790.

    La disidencia provincial o colonial no era fatal en s. Las slidas monarquas antiguaspodan so-portar la prdida de una o dos provincias, y la vctima principal delautonomismo colonial Inglatc rra no sufri las debilidades de los viejos regmenes,por lo que permaneci tan estable y dinmica a pesar de la revolucin americana. Habapocos pases en donde concurrieran las condiciones puramente domsticas para unaamplia transferencia de los poderes. Lo que haca explosiva la situacin era la rivalidadinternacional.

    La extrema rivalidad internacional la guerrapona a prueba los recursos de unEstado. Cuandoera incapaz de soportar esa prueba, se tambaleaba, se resquebrajaba o caa.

    Una tremenda serie de rivalidades polticas imper en la escena internacional europeadurante la mayor parte del siglo XVIII, alcanzando sus perodos lgidos de guerra generalen 1689-1713, 1740-1748, 1756-1763, 1776-1783 y sobre todo en la poca queestudiarnos, 1792-1815. Este ltimo fue el gran conflicto entre Gran Bretaa y Francia,que tambin, en cierto sentido, fue el conflicto entre los viejos y los nuevos regmenes.Pues Francia, aun suscitando la hostilidad britnica por la rpida expansin de sucomercio y su imperio colonial, era tambin la ms poderosa, eminente e influyente, y, enuna pa-labra, la clsica monarqua absoluta y aristocrtica. En ninguna ocasin se hace

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    ms manifiesta la superioridad del nuevo sobre el viejo orden so. cial que en el conflictoentre ambas potencias. Los ingleses no slo vencieron ms o menos decisiva-mente entodas esas guerras excepto una, sino que soportaron el esfuerzo de su organizacin, soste-nimiento y consecuencias con relativa facilidad. En cambio, para la monarqua francesa,aunque ms grande, ms populosa y ms provista de re-cursos que la inglesa, el esfuerzofue demasiado grande. Despus de su derrota en la Guerra de los Siete Aos (1756-1763),la rebelin de las colonias americanas le dio oportunidad de cambiar las tornas para con suadversario. Francia la aprovech. Y naturalmente, en el subsiguiente conflicto inter-nacional Inglaterra fue duramente derrotada, perdiendo la parte ms importante de suimperio

    americano, mientras Francia, aliada de los nuevos Estados Unidos, result victoriosa. Peroel coste de esta victoria fue excesivo, y las dificultades delgobierno francs desembocaron inevitablemente en un perodo de crisis poltica interna, delque seis aos ms tarde saldra la revolucin.

    El >> nndo en 1780-1790

    VII

    Parece necesario completar este examen preliminar del mundo en la poca de la doblerevolucin con una ojeada sobre las relaciones entre Europa (o ms concretamente laEuropa occidental del Norte) y el resto del mundo. El completo dominio poltico y militardel mundo por Europa (y sus prolongaciones ultramarinas, las comunidades de colonosblancos) iba a ser el producto de la poca de la doble revolucin. A finales del siglo xvrzi,en varias de las grandes potencias y civilizaciones no europeas, todava se considerabaiguales al mercader, al marino y al soldado blancos. El gran Imperio chino, entonces en lacima de su podero bajo la dinasta manch (Ch'ing), no era vctima de nadie. Al contrario,una parte de la influencia cultural corra desde el Este hacia el Oeste, y los filsofos

    europeos ponderaban las lecciones de aquella civilizacin distinta pero evidentementerefinada, mientras los artistas y artesanos copiaban los motivos a menudo ininte-ligibles del Extremo Oriente en sus obras y adaptaban sus nuevos materiales (porcelana)a los usos europeos. Las potencias islmicas (como Turqua), aunque sacudidasperidicamente por las fuerzas militares de Ios Estados europeos vecinos (Austria y sobretodo Rusia), distaban mucho de ser los pueblos desvalidos en que se convertiran en elsiglo xzx. Africa permaneca virtualmente in-mune a la penetracin militar europea.Excepto en algunas regiones alrededor del Cabo de Buena Esperanza, los blancos estabasconfinados en las factoras comerciales costeras.

    Sin embargo, ya la rpida y creciente expansin del comercio y las empresas capitalistaseuropeas socavaban su orden social; en Africa, a travs de la intensidad sin precedentes del

    terrible trficode esclavos; en el Ocano Indico, a travs de la penetracin de las potenciascolonizadoras rivales, y en el Oriente Cercano y Medio, a travs de los conflictoscomerciales y militares. La conquista europea directa ya empezaba a extenderse signi-ficativamente ms all del rea ocupada desde ha-ca mucho tiempo por la primitivacolonizacin de los espaoles y los portugueses en el siglo xvt, y los emigrados blancos enNorteamrica en el xviz. El avance crucial lo hicieron los ingleses, que ya habanestablecido un control territorial directo sobre parte de la India (Bengala principalmenle) yvirtual sobre el Imperio mughal, lo que, dan-do un paso ms, los llevara en el perodo

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    estudia-do por nosotros a convertirse en gobernadores y administradores de toda la India.La relativa debilidad de las civilizaciones no europeas cuando se enfrentaran con lasuperioridad tcnica y militar de Occidente estaba prevista. La que ha sido llamada lapoca de Vasco de Gama, las cuatro centurias de historia universal durante las cuales unpuado de Estados europeos y la fuerza del capitalismo europeo estableci un completo,aun-que temporal como ahora se ha demostrado, dominio del mundo, estaba a puntode alcanzar su momento culminante. La doble revolucin iba a hacer irresistible laexpansin europea, aunque tambin iba a proporcionar al mundo no europeo lascondiciones y el equipo para lanzarse al contraataque.

    CAPITULO II

    LA REVOLUCION INDUSTRIAL

    Tales trabajos, a pesar de sus operaciones, causas y consecuencias, tienen un

    mrito infinito y acreditan los talentos de este hombre ingenioso y prctico, cuyavoluntad tiene el mrito, donde quiera que va, de hacer pensar a los hombres...Liberadlos de esa indiferencia perezosa, soolienta y estpida, de esa ociosanegligencia que los encadena a los senderos trillados de sus antepasados, sincuriosidad, sin imaginacin y sin ambicin, y tened la seguridad de hacer el bien.Qu serie de pensamientos, qu espritu de lucha, qu masa de energa y esfuerzo habrotado en cada aspecto de la vida, de las obras de hombres como Brindley, Watt,Priestley, Harrison, Arkwright...! En qu campo de la actividad podramosencontrar un hombre que no se sintiera anima-do en sus ocupaciones contemplandola mquina de vapor de Watt?

    ARTHUR YouNC: Tours in England and Wales 1.

    Desde esta sucia acequia la mayor corriente de industria humana saldra parafertilizar al mundo entero. Desde esta charca corrompida brotara oro puro. Aqu lahumanidad alcanza su ms completo desarrollo. Aqu la civilizacin realiza susmilagros y el hombre civilizado se convierte casi en un salvaje.

    A.DEToCQUEVILLE, sobre Manchester, en 1835 2.

    1 Arthur Young: Tours in England and Wales, edicin de la London School ofEconomics, pg. 269.

    2 A. de Tocqueville: Journeys to England and Ireland, edicin de J. P. Mayer, 1958.pgs. 107-108.

    La revolucin industrial

    I

    Vamos a empezar con la revolucin industrial, es decir, con la inglesa. A primera vistaes un punto de partida caprichoso, pues las repercusiones de esta revolucin no se hicieron

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    sentir de manera inequvoca y menos an fuera de Inglaterrahasta muy avanzado ya elperodo que estudiamos; seguramente no antes de 1830, probablemente no antes de 1840.Slo en 1830 la literatura y las artes empiezan a sentirse atradas por la ascensin de lasociedad capitalista, por ese mundo en el que todos los lazos sociales se aflojan salvo losimplacables nexos del oro y los pagars (la frase es de Carlyle). La comedia lttttttatta deB_alzac, el monumento msextraordinario- dedicado a esa ascensin, pertenece a estadcada. Pero hasta cerca de 1840 no empieza a producirse la gran corriente de literaturaoficial y no oficial sobre los efectos sociales de la revolucin industrial: los grandesBluebooks (Libros Azules) e investigaciones estadsticas en Inglaterra, el Tableau de l'tatpltisvque et moral des ouvriers de Villerm, la Cottdition of tlte Working Class in Englandde Engcls, la obra de Ducpetiaux en Blgica y los informes de observadores inquietos uhorrorizados viajeros desde Alemania a Espaa y a los Estados Unidos. I-Iasta 1840, elproletariado ese hijo de la revolucin industrial y el comunismo, unido ahora a susmovimientos sociales el fantasma del Manifiesto comunista, no se ponen en mar-chasobre el continente. El mismo nombre de revolucin industrial refleja su impactorelativamente tardo sobre Europa. La cosa exista en Inglaterra antes que el nombre. Hacia1820, los socialistas ingleses y franceses que formaban un grupo sin precedentes loinventaron proba-blcmente por analoga con la revolucin poltica de FranciaNo obstante, conviene considerarla antes, por dos razones. Primero, porque en realidad

    estall antes de la toma de la Bastilla; y luego, porque sin ella no podramoscomprender el impersonal subsuelo de la historia en el que nacieron los hombres y seprodujeron los sucesos ms singulares de nuestro perodo; la desigual complejidad de suritmo. -

    Qu significa la frase estall la revolucin industrial? Significa que un da entre 1780y 1790, y por primera vez en la historia humana, se liber de sus cadenas al poderproductivo de las sociedades humanas, que desde entonces se hicieron capaces de unaconstante, rpida y hasta el presente ilimitada multiplicacin dc -hombres, bienes yservicios. Esto es lo que ahora se denomina tcnicamente por los economistas el take-offinto sclf-sustained growth. Ninguna sociedad anterior haba sido capaz de romper losmuros que una estructura social preindustrial, una ciencia y una tcnica defectuosas, elparo, el hambre y la muerte imponan peridicamente a la produccin. El takc-off nofue, desde luego, uno de esos fenmenos que, como los terremotos y los cometas,sorprenden al mundo no tcnico. Su prehistoria en Europa puede remontarse, segn elgusto del historiador y su clase de inters, al ao 1000, si no antes, y sus primeros intentospara saltar al aire torpes, como los primeros pasos de un pa-tito ya hubieran podidorecibir el nombre de revolucin industrial en el sido xTTT, en el xvr y en las ltimasdcadas del xvmt.\Dcsde mediados del xvTTT, el proceso de aceleracin se hace tan

    Arana Bezanson : Tire Ea! ly Uses of the Terrrr Indrrsirial Revoiutiorr, "Oirartcrly:1~11211 of Economics", XXXVI, 1921-1922, pg. 343. G. N. Clark: Tire Idea of tlrcIndustrial Revolrrtiorr. Glasgow, 1953.

    i

    LCi /GVV~cwwr. --.

    patente que los antiguos historiadores tendan a atribuir a la revolucin industrial la

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    fecha inicial de 1760. Pero un estudio ms detenido ha hecho a los expertospreferir comodecisiva la dcada de 1780 a la de 1760, por ser en ella cuando los ndices estadsticostomaron el sbito, intenso y casi vertical impulso ascendente que caracteriza al take-off.La economa emprendi ______________ el vuelo.

    Llamar r vfcin industrial a este proceso es algo lgico y conforme a una tradicinslidamente establecida, aunque algn tiempo hubo una tendencia entre los historiadores

    conservadores quiz debida a cierto temor en presencia de conceptos incendiarios anegar su existencia y a sustituir el trmino por otro ms apacible, como, por ejemplo,evolucin acelerada. Si la sbita, cualitativa y fundamental transformacin verifica-dahacia 1780 no fue una revolucin, la palabra ca-rece de un significado sensato.CCClaroque la revolucin industrial no fue un episodio con principio y fin=)Preguntar cundo secomplet es absurdo, pues su esencia era que, en adelante, nuevos cambiosrevolucionarios constituyeran su norma. Y as sigue siendo;1a lo sumo podemospreguntarnos si las tranformaciones econmicas fueron lo bastan-te lejos como paraestablecer una economa industrializada, capaz de producir hablando en trminosgenerales todo cuanto desea, dentro del alcance de las tcnicas disponibles, una ma-dura e,gonoma industrial, por utilizar el trmino tcnico .j En Inglaterra, y por tanto entodo el mundo, est perodo inicial de industrializacin coincide probablemente y casi con

    exactitud con el perodo que abarca este libro, pues si empez c-nn el take-off en ladcada de_1780L podemos__afirmar que conciuycon la- construccin del f rocarril y-I

    c-reacin de '~'f`urt ~ dustria pesada en 1W :aterra en la dcada de 1840. Pero larevolucin en s, el perodo de take-off, puede da-tarse, con la precisin posible en talesmaterias, en los lustros que corren entre 1780 y 1800: es decir, simultneamente, aunquecon ligera priori-dad, a la Revolucin francesa.

    Sea lo que fuere de estos cmputos fue probablemente el acontecimiento msimportante de la historia del mundo y, en todo caso, desde la invencin de la agriculturay las ciudades. Y lo inici Inglaterra. Lo cual, evidentemente, no fue fortuito.

    Si en el siglo xvziz iba a celebrarse, una carrera para iniciar la revolucin industrial,.slo hubo ,en realidad un corredor que se adelantar. Haba un gran avance iridstrial y

    comercial, impulsado por los ministros y funcionarios inteligentes y nada cndidos enel aspecto econmico de cada monarqua ilustrada europea, desde Portugal hasta Rusia,todos los cuales sentan tanta preocupacin por el desarrollo econmico como la que

    pueden sentir los gobernantes de hoy. Algunos pequeos Estados y regiones alcanzabanuna industrializacin verdaderamente impresionante, como, por ejemplo, Sajonia y elobispado de. Lie1al si bien sus compljs ridustriales eran demasiado pequeos ylocalizados para ejercer la revolucionaria influencia mundial de los ingleses. Pero parececlaro que, incluso antes de la revolucin, Ingla->

    S terra iba ya muy por delante de su principal com-ti petidora potencial, en cuanto aproduccinperca-.(pita y comercio.

    Como quiera que fuere, el adelanto britnico npdeba supenondad cientfica y tecnica. En laciencias naturales, seguramente los

    franceses superaban con mucho a los ingleses. La Revolucin francesa acentuara demodo notable esta ventaja, sobre todo en las matemticas y en la fsica. Mientras elgobierno revolucionario francs estimulaba las investigaciones cientficas, elreaccionario britnico las consideraba peligrosas.

    62 Las revoluciones burguesas I,a revolucinindustrial 6.1

    Hasta en las ciencias sociales los ingleses estaban mtiv lejos de esa superioridad que hacade las econmicas un campo fundamentalmente anglosajn. La revolucin industrial puso a

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    estas ciencias en un prime lugar indiscutible. Los economistas de los aos 1780 lean, s, aAdam Smith, pero tambin y quiz con ms provecho a los fisicratas y a los expertoshacendistas franceses Quesnav, Turgot, Dupont de Nemours, Lavoisicr, y tal vez a uno odos italianos. Los franceses realizaban inventos ms originales, como el telar Jacquard(1804), conjunto mecnico muy superior a cual-quiera de los conocidos en Inglaterra, yconsi nila -t mejores barcos. Los alemanes disponan de instituciones para la enseanzatcnica como laBerg akadcrnieprusiana, sin igual en Inglaterra, y la Revolucin francesacre ese organismo impresionante y nico que era laEscuelct_Politdcr.iica. La educacininglesa era una broma de dudoso gusto, aunque sus deficiencias se compensaban en partecon las escuelas rurales y las austeras, turbulentas y democrticas Universidades calvinistasde Escoi, que enviaban una corriente de jvees brillantes, laboriosos y ambiciosos alpas me ridional. Entre ellos figuraban James Watt, Thomas Telford, Loudon McAdam,James Mili y otros. Oxford y Cambridge, las dos nicas Universidades inglesas, eranintelectualmente nulas, igual que las soolientas escuelas pblicas o de humanidades, conla excepcin de las Academias fundarlas por los disidentes, excluidos del sistemaeducativo an-glicano. Incluso algunas familias aristocrticas que deseaban que sus hijos adquiriesen unabuena educacin, los confiaban a preceptores o los enviaban a las Universidades escocesas.En realidad, no hubo un sistema de enseanza primara hasta que el cuquero _Lancastcr (ytras l sus rivales anglicanos) obtuvo abundantsima cosecha de graduados elementales aprincipios del si-glo xtx, cargando incidentalmente para siempre de discusiones sectarias laeducacin inglesa. Los temores sociales frustraban la educacin de los pobres.

    Por fortuna, eran.. necesarios_pocos _ refinamien

    tos intelectuales para hacer la revoluci6n._industrial ^. Sus inventos tcnicos fueronsumamente modestos, y en ningn sentido superaron a los experimentos de los artesanosinteligentes en sus ta-reas, o las capacidades constructivas de los carpinteros, constructoresde molinos y cerrajeros: la lanzadera volante, la mquina para hilar, el iluso mecnico.Hasta su mquina ms cientfica --la giratoria de vapor de James Watt (1784j no requirims conocimientos fsicos de los ascqui bies en la mayor parte del siglo la verdaderateora de las mquinas de vapor slo se desarrollara ex post . facto por el francs Carnoten 1820 y seran necesarias varias generaciones para su utilizacin prctica, sobre todoen las minas. Darlas las condiciones legales, las innovaciones tcnicas de la revolucinindustrial se hicieron realmente a s mismas, excepto quiz en la industria qumica. Lo cualno quiere decir que los pri-

    "Por una parte, es satisfactorio ver cmo los ingleses adquieren un rico tesoro para suvida poltica del estudio de los autores antiguos, aunque ste lo realicen pedantescamente.Hasta el punto ce quc con frecuencia los oradores parlamentarios citan a todo pasto a esosautores, prctica aceptada favorablemente por la Asamblea, en la que esas citas no dejan de

    surtir efecto. Por otra parte, no puede por menos de sorprendernos que en un pas en quepredominan las tendencias manufactureras, por lo que es evidente la necesidad defamiliarizar al pueblo con las ciencias y las artes que las favorecen, se advierta la ausenciade tales temas en los planes de educacin juvenil. Es igualmente asombroso lo mucho quese ha realizado por hombres carentes de una educacin formal para su profesin (W.Wachsmuth,Europaiesche Sit ngeschchte 5. 2, Leipzig, 1839, pgina 736).64 Las revoluciones burguesas

    meros industriales no se interesaran con frecuencia por la ciencia y la bsqueda de losbeneficios prcticos que ella pudiera proporcionarles

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    Pero las condiciones legales se dejaban sentir mucho en Inglaterra, en donde habapasado ms de un siglo desde que el primer rey fue procesado en debida forma yejecutado por su pueblo, y des-de que el beneficio privado y el desarrollo econmicohaban sido aceptados como los objetivos supremos de la poltica gubernamental.) arafines prcticos, la nica solucin revolucionaria britnica para el problema agrario yahaba sido encontrada. Un puado de terratenientes de mentalidad comercial

    monopolizaba casi la tierra, que era cultivada por arrendatarios que a su vez empleaban agentes sin tierras o propietarios de pequesimas parcelas Muchos residug de la antiguaeconoma aldeana subsistan todava para serbarridos por lasEnclosure- Acts (1760-1830)y tran-sacciones privadas, pero difcilmente se puede ha- 5 blar de un campesinado britnico enel mismo sentido en que se habla de un campesinado fr