Las múltiples caras de la ficción

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Universidad Central de Venezuela Seminario de Temas y Problemas de Teoría de la Literatura Segundo informe de lectura Alumno: Simón González 15 de noviembre de 2007 Las múltiples caras de la ficción El siglo XIX supuso un cambio radical para la literatura, se produjo una ruptura que dejaría en entredicho el propósito de este quehacer artístico como mera presentación de la realidad. Desde ese momento hasta la actualidad muchos teóricos rechazan la idea de la literatura como mera representación del mundo factual, lo que se conoce como la función mimética en el sentido Aristotélico, es decir, el valor de los textos de ficción dependerá de su cercanía con la realidad. Distintos teóricos han puesto en tela de juicio que exista simplemente una relación dual en la ficción. Por un lado, una esfera correspondiente a la realidad y, por otro, una esfera de carácter irreal que gira en torno a ésta, la representación artística. En contraposición con esta idea, aseguran que hay un juego más complejo, uno en el que las representaciones son múltiples, y que no buscan convertirse en el calco de nuestro mundo. De esta manera, Wolfgang Iser en su ensayo “La ficcionalización: dimensión antropológica de las ficciones literarias” (1990) alega, apoyándose en Nelson Goodman, que pueden ser varios los mundos que se generan a través de la producción ficcional, de allí que exprese: “Las ficciones no son el lado irreal de la realidad ni, desde luego, algo opuesto a la realidad, como todavía las considera nuestro ‘conocimiento tácito’; son más bien condiciones que hacen posible la producción de mundos, de cuya realidad, a su vez, no pueden dudarse” (p. 45). Los planteamientos de Lubomir Doležel secundan esta idea. En su texto “Mímesis y mundos posibles” (1988) adelanta que la semántica de la ficcionalidad responde a la existencia de múltiples representaciones. Explica que esto se debe a que los productos literarios están compuestos por “estados de cosas posibles no realizados”, con ello subraya que no se deben analizar los elementos de la ficción como signos indefectibles de un objeto

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Resumen de las propuesta fundamental de Doležel

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Universidad Central de Venezuela Seminario de Temas y Problemas de Teoría de la Literatura Segundo informe de lectura Alumno: Simón González 15 de noviembre de 2007

Las múltiples caras de la ficción

El siglo XIX supuso un cambio radical para la literatura, se produjo una ruptura que dejaría

en entredicho el propósito de este quehacer artístico como mera presentación de la realidad.

Desde ese momento hasta la actualidad muchos teóricos rechazan la idea de la literatura

como mera representación del mundo factual, lo que se conoce como la función mimética

en el sentido Aristotélico, es decir, el valor de los textos de ficción dependerá de su

cercanía con la realidad.

Distintos teóricos han puesto en tela de juicio que exista simplemente una relación dual en

la ficción. Por un lado, una esfera correspondiente a la realidad y, por otro, una esfera de

carácter irreal que gira en torno a ésta, la representación artística. En contraposición con

esta idea, aseguran que hay un juego más complejo, uno en el que las representaciones son

múltiples, y que no buscan convertirse en el calco de nuestro mundo.

De esta manera, Wolfgang Iser en su ensayo “La ficcionalización: dimensión antropológica

de las ficciones literarias” (1990) alega, apoyándose en Nelson Goodman, que pueden ser

varios los mundos que se generan a través de la producción ficcional, de allí que exprese:

“Las ficciones no son el lado irreal de la realidad ni, desde luego, algo opuesto a la realidad,

como todavía las considera nuestro ‘conocimiento tácito’; son más bien condiciones que

hacen posible la producción de mundos, de cuya realidad, a su vez, no pueden dudarse” (p.

45).

Los planteamientos de Lubomir Doležel secundan esta idea. En su texto “Mímesis y

mundos posibles” (1988) adelanta que la semántica de la ficcionalidad responde a la

existencia de múltiples representaciones. Explica que esto se debe a que los productos

literarios están compuestos por “estados de cosas posibles no realizados”, con ello subraya

que no se deben analizar los elementos de la ficción como signos indefectibles de un objeto

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del mundo real, su existencia es independiente de los referentes. De allí que se constituyan

en particulares ficcionales, los cuales “pueden describirse y especificarse con sus diversas

propiedades y aspectos” (p. 79). Lo es así porque ellos poseen una “homogeneidad

ontológica” que permite que todos los componentes de un texto de ficción tengan armonía,

puesto que obedecen a una naturaleza que les es común. Como bien lo dice el autor: “La

homogeneidad ontológica es el epítome de la soberanía de los mundos ficcionales” (p. 80).

En vista de que se considera que los mundos ficcionales son así mismo posibles, dejan de

ser imitaciones de una sola realidad, por eso Doležel propone que “el conjunto de mundos

ficcionales es ilimitado y variado al máximo”. En la ficción se multiplican las

representaciones, así como las naturalezas de éstas, gracias a lo que el autor llama “orden

general”. Éste establece la idoneidad de los elementos que integran el relato ficcional, con

el objeto de guardar coherencia en su funcionamiento como mundo ficticio, y así asegurar

su autonomía de la realidad. De esa manera un mundo ficcional “se presenta como un

conjunto de particulares ficcionales componibles, caracterizados por su propia organización

global y macroestructural. La estructura y la especificidad son aspectos complementarios de

la individualización del mundo” (p. 81).

La tesis de los mundos posibles no quiere decir que la ficción no tenga relación alguna con

el plano real, entre ambos hay un puente que nos da la conciencia de estar frente a una

representación. Se puede decodificar un texto literario gracias a los conjuntos de signos que

proporciona el mundo factual por medio de la cultura, sus contenidos actúan

constantemente durante la lectura mediante lo que Doležel designa como “canales

semióticos”. De ese modo el mundo real penetra en sus pares ficcionales.

Esta relación de mediación es posible gracias al lenguaje. Tanto Iser como Doležel

subrayan que él permite rescatar el significado que entrañan los textos literarios.

“Numerosos sistemas semióticos -lenguaje, gestos, movimientos, colores, formas, tonos,

etc.- sirven de mediadores en la construcción de mundos ficcionales (…) Con los

potenciales semióticos del texto literario, el poeta lleva a la existencia ficcional un mundo

posible que no existía antes de su acto poético” (p. 88), apunta Doležel.

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En este sentido, el lenguaje permite la vigencia de varios mundos: él estará siempre

disponible para que el lector entre a distintas construcciones ficcionales, así como también

se desplegara en la pluma de los escritores para formar construcciones, que la más de las

veces busca atraer al lector hasta sus mecanismos y resortes internos, tal como lo explica

Iser:

Las ficciones literarias contienen toda una serie de señales convencionalizadas que indican al

lector que la lengua utilizada no es discurso, sino “discurso representado”. Se da a entender así que

está dicho o escrito debe tomarse únicamente como si se refiriera a algo, mientras que en la

realidad todas las referencias están entre paréntesis y sirven tan sólo de guías para lo que debe ser

imaginado. (p. 47)

Por su parte, Doležel destaca que los “mundos ficcionales de la literatura son constructos de

la actividad textual”, lo que quiere decir que estos textos tienen la propiedad de almacenar y

transmitir representaciones ficcionales, toda vez que por medio del lenguaje indicará cómo

reconstruir su significado. En consecuencia “el texto de ficción puede caracterizarse como

una serie de instrucciones mediante las cuales el mundo ficcional ha de ser recuperado y

reconstruido” (p. 89).

Es por ello que no aprueban una visión simplista del discurso literario, ellos revelan la

importancia que tiene el lenguaje para la construcción ya no de una sola ficción, sino de

múltiples ficciones. Un texto literario está dominado más por el deseo de abrir un sinfín de

espacios mientras se reinventa en las posibilidades del lenguaje, que por conformarse con

imitar un objeto real. Si bien recurrirá al mundo factual para establecer puentes que

permitan la lectura -la comunicación entre autores y lectores-, la literatura buscará siempre

ir un paso más allá, en busca de nuevas reglas que la autentifiquen, que la multipliquen y le

confieran valor autónomo a cada uno de esos mundos en que se descompone.

Bibliografía

Doležel, Lubomir (1988). “Mimesis y mundos posibles”. En: Teorías de la ficción literaria.

Garrido Rodríguez, Antonio (comp.). Editorial Arcoiris.

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Iser, Wolfgang. (1990). “La ficcionalización: dimensión antropológica de las ficciones

literarias”. En: Teorías de la ficción literaria. Garrido Rodríguez, Antonio (comp.).

Editorial Arcoiris.