LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

16
LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la provincia de Huelva PEDRO A. CANTERO Fotografía: JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ SÁNCHEZ La gran paradoja de nuestra civili- zación es el lujo con el que se conci- be la morada del hombre y la pobre- za que se presta a la del agua. Antaño cuando el bien era alejado se le dio un cuidado particular haciendo de sus edificios moradas emblemáti- cas que más parecían destinadas a una globalidad que a un simple ele- mento funcional. Esa globalidad es la que siempre debiera acompaña r el construir, concebido como una mora- da en la que la dimensión poética no es un mero accesorio. Razón tenía Heidegger (1994.135) al decir que " nuestro pensar está habituado a es- timar muy pobremente el ser de la cosa " . La construcc ión se toma, de ordinario, al pie de la Técnica, sin tener en cuenta lo fundamental: construir implica habitar. Toda cons- trucción debe tener como fin ser ha- bitada, aun no siendo alojamiento, sí debe ser morada. El agua habita la cultura humana, elemento excepcional y cotidiano, por las ideas que sugiere simbolizó el movimiento y la vida. Mas, qué puede significar para nuestros ciuda- danos la que sale del grifo, qué valor otorgan a lo que trae o a lo que arrastra , más allá de la facilidad de tomar, limpiar y evacuar. Hoy día es difícil concebir su compleja dimen- sión que, lejos de limitarse a sus fun- ciones utilitarias, también jugó un papel capital en la sociabilidad ciuda- dana, así como un rol ornamenta l y simbólico «fundamental" . Las representaciones del agua se han desplazado. La memoria del agua es efíme ra. No pueden des- pertarla solamente las rehabilita- ciones aisladas de fuentes y lava- deros, acequias y presas, norias, molinos y albercas, la mayor parte de las veces reconstrucciones yer- tas. No son tanto los edificios como los valores por los que existieron. Qué significaron, qué pueden aún significar. El vacío, tanto más que la ruina, manifiesta una presencia dolida, apremia darle sentido, no malbaratar la ausencia. Más vale la desaparición que la refección des- habitada. Pozo hortelano de noria en Linares. 17

Transcript of LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

Page 1: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

LAS MORADAS DEL AGUA.Arquitectura del aguaen la provincia de HuelvaPEDRO A. CANTERO

Fotografía: JOSÉ LUIS FERNÁNDEZ SÁNCHEZ

La gran paradoja de nuestra civili­zación es el lujo con el que se conci­be la morada del hombre y la pobre­za que se presta a la del agua.Antaño cuando el bien era alejado sele dio un cuidado particular haciendode sus edificios moradas emblemáti­cas que más parecían destinadas auna globalidad que a un simple ele­mento funcional. Esa globalidad es laque siempre debiera acompaña r elconstruir, concebido como una mora­da en la que la dimensión poética noes un mero accesorio. Razón teníaHeidegger (1994.135) al decir que"nuestro pensar está habituado a es­timar muy pobremente el ser de lacosa" . La construcc ión se toma, deordinario, al pie de la Técnica, sintener en cuenta lo fundamental:construir implica habitar. Toda cons­trucción debe tener como fin ser ha­bitada, aun no siendo alojamiento, sídebe ser morada.

El agua habita la cultura humana,elemento excepcional y cotidiano,por las ideas que sugiere simbolizóel movimiento y la vida. Mas, qué

puede significar para nuestros ciuda­danos la que sale del grifo, qué valorotorgan a lo que trae o a lo quearrastra , más allá de la facilidad detomar, limpiar y evacuar. Hoy día esdifícil concebir su compleja dimen­sión que, lejos de limitarse a sus fun­ciones utilitarias, tamb ién jugó unpapel capital en la sociabilidad ciuda­dana, así como un rol ornamenta l ysimbólico «fundamental" .

Las representaciones del aguase han desplazado. La memoria delagua es efíme ra. No pueden des­perta rla solamente las rehabilit a­ciones aisladas de fuentes y lava­deros, acequ ias y presas , norias ,molinos y albercas, la mayor partede las veces reconstrucciones yer­tas. No son tanto los edificios comolos valores por los que existieron.Qué significaron, qué pueden aúnsign ificar. El vacío, tanto más quela ruina, manifiesta una presenciadolida, apremia darle sent ido , nomalbaratar la ausencia. Más vale ladesaparición que la refección des­habitada.

Pozo hortelano de noria en Linares.

17

Page 2: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

18

Pozo de carretera en Cortega na.

El abastecimiento de los núcleosurbanos

Desde tiempos remotos y con elfin de suministrar a los grandesasentamientos, se ingeniaron siste­mas complejos, para los que fueronnecesarios artefactos de elaboradatécni ca. Desde la Antigüedad, seconstruyeron pantanos, ruedas, ca­nales y acueductos de tamaño colo­sal. En lo que conciern e a la actualprovincia de Huelva, uno de los siste­mas import antes fue el acueductoque desde las fuentes del Alpizar dela antigua Tejada, hoy en término dePaterna del Campo, partía hasta Itá­lica, del que subsisten importantesrestos repartidos durante toda su tra­yectoria.

Si las circunstancias obligaron a lacreación de poblaciones elevadas,como medio idóneo de defensa, difi­cultando el suministro de agua, losasentam ientos humanos se hicieroncon frecuencia a ori llas de un río ocerca de una fuente. Son numerosaslas poblaciones edificadas en las cer­canías de un manantial o el naci­miento de un río: Fuenteheridosjunto al nacimiento del Múrtiga, Cor­tegana junto al del Chanza, Cañave­ral y Galaroza al pie de fuentesabundantísimas , Calañas en la ve­cindad de varios manantiales, El AI-

mendro y Zufre alrededor de un ve­nero. En los pueblos de ribera , lospozos y el cauce fueron las principa­les formas de suministro , si segui ­mos la descripción de Madoz: Nieblanos puede servir como ejemp lo devilla abastecida por el río, mientrasque La Palma se alimentaba por trespozos -a pesar de la proximidad dedos manantiales formando arroyo-.En las poblaciones elevadas , lamayor parte de las veces, el aljibe, lacoracha y el pozo ayudaron a resol­ver el problema. El mayor inconve­niente del cauce radicaba en la salu­bridad , deb ida tanto a los vertidoshumanos como a las mareas e inun­daciones. Eran las clases más humil­des las que sufrían la peor suerte yaque las acomodadas se abastecíancon agua de mejor calidad, coexis­tiendo un abastecimiento para lospobres y otro para los poderosos.

Si los cabildos se interesaban porel buen funcionamiento de estos sis­temas no fue hasta hace algo más deun siglo en que de manera sistemáti­ca se fomentó otra forma de suminis­tro. En el siglo XIX y principios del xxlos problemas de abastec imiento sehicieron patentes por varias razones:el incremento de la población, losnuevos conceptos sobre la higiene yla salud pública, la creciente contami­nación, dando lugar a normati vassobre el agua y la construcc ión defuentes públicas que aseguraban uncaudal adecuado y una salubridadconveniente. Válgame como ejemploel texto que acompaña el proyecto dela fuente de La Reú en Nerva, fuentepública de nuevo patrón , para com­prender las preocupaciones queguiaban este tipo de construcciones:«El proyecto obedece a un principiode progreso y responde a fines tanesenc iales que la realización delmismo satisfacerá las necesidadesimperiosas y llenará un objetivo im­portantísimo como es el abastec i­miento de agua a la población. ( oo)No es bastante, sin embargo, queuna población se surta de agua: esnecesario que ésta sea abundante yde buena calidad, porque es ciertoque el Tifus, la fiebre Tifoidea, el Car­bunclo, el Cólera y otros infinitos nú­meros de enfermedades tienen suprincipal vehículo de transmisión enel agua" (Gómez Moreno, 150).

Si las grandes ciudades comien­zan entonces a dotarse de un siste­ma de abastecimiento domés tico yse crean comp añías de agua para .gestionarlos, en nuestra provincia,excepto algunos casos de suminis­tro a calles pobladas por los pudien­tes , serían las plazas mayores lasúnicas que recibieran el ornato y elabas tec imiento. Pero empecemospor el comienzo.

Page 3: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

Aljibes, corachas, pozos y qanats

En los bastiones constru idossobre lomas y picachos, hubo queimaginar una arquitectura que recu­perara la lluvia y la acumulara engrandes depósitos, horadar pozosdificultosos, así como constru ir dis­positivos de acceso y defensa delos puntos de abastecimiento. Delmismo modo, en las zonas de fre­cuentes secas los aljibes fueronconstrucciones obligadas ; en ellosse recogían las aguas de lluvia, o sealmacenaban las que por algún otromedio se elevaban hasta allí. La re­cuperación del agua impuso unaarquitectura precisa. Los tejados lia­nas almacenaban la lluvia en cister­nas, mediante gárgolas y atanoresde metal o barro cocido. Los de tejala recuperaban por medio de cana­lones que la conducían hasta los di­ferentes recipientes, que podíantomar la apariencia de un pozo, deuna sala abovedada , de una bode­ga, etc. Se pueden encontrar aljibesen muchos cortijos de nuestra pro­vinc ia, valga como ejemplo los deMonte la Segura y Monterez en Cor­tegana. En los grandes edificiosocuparon inmensos espacios cuida­dos como verdaderos templos deagua: castillos, palacios, conventos,estuvieron bien dotados de estospreciosos depósitos. En el cast illode Cortegana se conserva un ejem­plar en perfecto estado, de muy fácilacceso mediante gradas como si setratara de una cripta. En otros casosun brocal perm itía el tras iego. EnMoguer se encuentran ejemplaresde diversa tipología: en el Castillo elaljibe tiene acceso por escalerasmientras que al del convento deSanta Clara, al de San Francisco, oal de la casa de Juan Ramón , seaccede por el brocal.

Las corachas fueron muros o es­polones que arrancando de la cercaurbana , avanzaban hasta una torresituada junto a la toma de agua. Lascorachas no abastecían directamen­te la población, pero permitían el ac­ceso al río, al pozo o a la fuente, encaso de asedio. Una torre albarranadefend ía el lugar de suministro. LaPuerta del Agua en Niebla bien pu­diera haber tenido un espolón deeste tipo para permitir el acceso alrío, del que también coge el nombre:Bib-al-Guadí.

Con el aljibe, el pozo representó laforma más corriente de captación ur­bana. Podían ser excavacionesverti­cales hasta una vena de agua natu­ral , o suminist rada por un qanatdesde otro venero. Aunque los huboconcej iles, la mayor parte de ellosfueron privados: de agua dulce o sa­lobre, rurales o urbanos, agrícolas o

domésticos, de polea o de noria, desoga o cadena; cubiertos con cúpulao cobertizo , encastrados o exentos,anchos o estrechos, protegidos porbrocales de piedra, cerámica, hierroo fábr ica de ladr illo y argamasa; aveces se le añadía una pileta paraque el ganado pudiese abrevar, o unlavadero, cuando no los dos.

Existieron pozos públicos que sur­tían a un barrio y del que todos losvecinos cuidaban. Eran, como lasfuentes, lugar de reunión y palabreo.Lepe, según Madoz, se surtía de unpozo comunal. La Palma tuvo trespozos públicos: Fuentevieja, Fuente­nueva y el de Las Vacas. Encinasolaconservó un pozo concejil de buenasdimensiones, hasta época reciente ,junto al Pilar de Acá. En San Silves­tre subsiste aún el de la Barriada dePío XII. Ayamonte , a mediados delsiglo pasado , a excepción de unafuente en la Plaza de San Francisco,sólo se abastecía de pozos; el Pozode la Villa puede sea un ejemplar delos mejor conservados ; en él se dis­tinguen las trazas de soga que oca­sionaron el pasar del tiempo y el tra­jín del agua. Como punto de aguaconcurrido organizó el espacio cen­trando la perspectiva urbana ; en elángulo de dos calles una imagen delCrucificado completa el marco, presi­diendo el lugar y como mejor manerade sacralizarlo.

Pozo de la villa en Ayamonte.

19

Page 4: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

Pozo domésti co de los años 20, en un pat io de Alajar.

Si es cierto que, para el consumohumano, se privileg ió el agua de lasfuentes, el pozo facilitó faenas agrí­colas y tareas caseras, aun cuandono era común en los hogares humil­des, fue este sist ema el modo deabastecimiento directo más generali­zado hasta el advenimiento recientedel agua corr iente en las casas. Entodas las comarcas , incluso en laSierra tan abundante en fuentes, lospozos privados eran tanto más fre­cue ntes cua nto que el acarreo delagua era dificu ltoso y que el cauda lde muchos manantiales podía men­guar durante el estío.

Medianeros y sencillosen las casasmodestas, centrados en el patio y conformas elaboradas, en las casas aco­modadas; el pozo permitía que lalabor doméstica fuera más llevadera,sus alrededores eran lugares de fres­cor donde macetas y recipientes con­vertían el espacio en un pequeñooasis. Él fue un habitante más de lacasa, su estado preocupaba comopodía hacerlo el de un ser vivo. Se ha­blaba de su delgadez o de su gordu­ra, de su vida profunda que el galápa­go a veces encamaba. En cierto modoel animal era el garante de la purezade sus aguas, el guardián de aquellasprofundidades. En lo hondo se aban­donaban objetos, como forma de con­tinuar su vida entre los hombres. Cer-

20

canos y olvidados, allí quedaban me­dallones, llaves, bolinches, monedas...Su omnipresencia le hacía ser cuida­do y temido como si se tratase de unacriatura ambigua. Con el fin de alejar alos niños del peligro se les asustabacon seres ocultos, o pequeños mons­truos. Pero el temor era de todos com­partido; María del Valle, poeta de Chu­cena, resume en pocos versos larelación de la mujer y el pozo, comoen un encantamiento, ese latir de viday amenaza de muerte, ese saberlo ve­cino, vivo y hambriento:

«Alguien lo sembró allí,/ tan verti­cal y fiero,! como hundido mar aco­rralado,!donde la muerte fluye/ y seavecina!para invitar al fondo.! Niñossedientos, manos de todos los galá­pagos,! monedas/ con la inscripcióndel miedo,! enajenan el agua.!Bastamirar/ para sentir el eco de las som­bras,! el imán que proponen sus es­pejos/y el vértigo feroz que la menterecorre.!Ampárame brocal de tu so­berbia.! De tu estrecho/ bajar/ defini­tivo" .

Existentes en la Península antesde su llegada, los árabes desarrolla­ron formas de captación sub terrá­neas de or igen persa : los qanás oqanats. Se trata de una galería parti­cularme nte ef icaz en los terrenosarenosos, aunque su técnica se em­pleó en otros lugares de natura lezadistinta . Si la galer ía es larga tienevarios pozos debidamen te espacia­dos, cuyas profundidades eran mar­cadas por los diferentes niveles deterreno. Desde los cartagineses y ro­manos se han segu ido uti lizandohasta nuestro siglo. Muchos manan­tiales que creemos naturales no sonotra cosa que captaciones de estetipo. Una de las fuentes más ant i­guas que se abasteció de esta formaes La Fontan illa de Paterna, de ori­gen árabe ; está situada cerca de lapoblación , donde el agua llegabahasta una alcoba de ladr illo abiertapo r arcos. Huelva , según el infor­mante de Madoz, se suministró poreste tipo de galerías: •• Es notable elconducto por donde se surte deagua la pob lación. Consiste en por­cion de galerías subterráneas queforman entre sí un laberinto por de­bajo de los Cabezos, cuyas filtracio­nes de agua potable y de escelentecalidad abastecieron cumplidamenteá los moradores de este pue blo ybuqu es que arribaban en tiemposantiguos, y aunque en el dia se en­cuentra bastante obstruida con dosobras muy mal entendidas que sehan practicado, da el agua casi sufi­ciente para las necesidades comu­nes, si bien se aprovechan ahora lasde los pozos no tan delgadas como

Page 5: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

aque llas, ni tan sabrosas y crista­linas".

Esta técnica de minas subterrá­neas se adoptó también en zonas ru­rales para surtir diferentes sistemas.El Socavón de Vázquez en Galarozase construyó para suministrar aguafinísima a las casas de las familiaspudientes ; otros proveían albercaspara facilitar el riego de huertascomo el Socavón del Sota en Gala­roza o la Caña de Fernán Gómez enCortegana. En Galaroza y Cortega­na existen dos fuentecillas públicasalimentadas por este procedimiento:la del Callejón, bajo la carretera deAlmonaster en Cortegana, y la delSocavón en Galaroza , esta últimamuy apreciada por la finura de susaguas. En Campofrío dos fuentes deépocas distintas se abastecen conesta técnica. Cañas, minas, socavo­nes, galerías, son frecuentes ennuestra tierra, con el fin de buscar uncaudal constante reuniendo aguassuperficiales o nutriendo una venaoriginal irregular. El informe pericialde la fuente de La Reú en Nerva,aun procediendo de un manantial,aconseja la construcción de galeríasde recuperación para: " fijar el nivelde las aguas subterráneas en veranoy ver si alcanza al de la población yson susceptibles de alegrarla y po­nerla en movimiento por medio deminas" , (Gómez Moreno, 151-152).

Las fuentes

Se llama fuente tanto a un manan­tial como a la construcción o al art i­ficio que hace brotar el agua en lu­gares públicos o privados. Estosúltimos pueden cubrir un manantialo hacer salir el cauda l encauzadodesde un depós ito o por un qanat ,que por aquí llaman socavón , minao caña. En la comarca de La Sierrase conserva una tipología variada.

La razón de su construcción sedebió a diferentes factore s, el másantiguo fue el de prefer ir el agua"viva" de las resurgencias a la delos pozos urbanos, de los ríos o ace­quias situadas en la part e baja delos pueblos y por lo tanto fácilmentecontaminadas por el arrastre de lasbasuras, en cuanto a su generaliza­ción, se debió, a partir de finales delsiglo XIX, gracias al progreso de losconocimientos en materia de higieney prevención y a las luchas políticasque éstos provocaron.

A pesar de que se conocían téc­nicas de abastecimiento capaces detransportar el agua desde lejos ,hasta nuestro siglo, pocos pueblosdisponían de fuente en el centro delcasco urbano. Si hubo algunas po­blaciones construidas sobre un rna-

Fuente de Zufre .

nantial, como pudo ser el caso deZufre, donde la Fuente del Concejomana a los pies del ayuntamiento, oel caso de la actual villa de El Almen­dro, nacido en el lugar que llamaban" El Agua del Almendro " , pocos nú­cleos tuvieron el privilegio de tenerun manantial en el mismo centro .Dos leyendas locales surgen alrede­dor de manantiales en Aracena: LaZulema y La Julianita, población biendotada de fuente s y abrevaderos.Con 4.370 habitantes a mediadosdel XIX , contaba la ciudad con cincofuentes públicas, dos dentro delcasco urbano (El Pilar y Cantarra­nas) y otras tres en las inmediacio­nes (El Concejo, La Zulema y el pilarde la Albuhera). La de la Albuhera esun ejemplar complejo con cuatro fun­ciones: fuente , abrevadero, lavade­ros y albuhera -que sirvió para el re­gadío y de baña y abrevadero para elganado chico-; recientemente res­taurada se puede vivir en ella el gozodel agua tanto en los caños, como enlas pilas o en la charca habitada porranas y el vuelo de golondrinas.

En la mayor parte de los casos ,las fuentes eran escasas y a menu­do situadas en los arrabales de villasy aldeas. Baste citar algunos ejem­plos de villas de nuest ra provinciaque no poseían fuente pública en su

21

Page 6: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

Fuente del Concejo, Aracena. Su elegante factura es debida aAnibal González.

interior en la primera mitad del sigloXIX, tal como los atestigua el Diccio­nario de Madoz: de Gibraleón, con2.804 habitantes, se dice: «En las in­mediaciones de la villa se encuen­tran varias fuentes de agua potable,de las que se surten los vecinos »;Alosno con 2.884 habitantes poseíatres fuentes públicas «alrededor delpueblo" ; Bollullos, con 4.638 habi­tantes , contaba con dos fuentes enlas cercanías para el abastecimiento

de la población, una abundante en elCamino de La Palma, y otra menoscopiosa , la de San Antonio, obstrui­da desde hace años; en cuanto aMoguer precisa los muchos manan­tiales que se encuentran en el térmi­no, haciendo menc ión de los tresque surten a la población , de loscuales sólo uno de sabor agradable.En realidad una fuente para el con­sumo de 5.427 habitantes. Sólo laexistencia de pozos en las moradaspud ientes remed iaba el abasteci­miento.

Las fuentes fueron sobre todo fre­cuentes en los descansaderos de loscaminos reales y veredas de carne ,cercanos a las aglomeraciones, parafacilitar el desplazamiento del gana­do y el buen desarrollo de las comu­nicaciones, ya que hasta la era delautomóvil, realizándose los transpor­tes por tracción animal, el abrevade­ro prefigura la gasolinera, en la en­trada de los pueblos (Lemeunier, 13).Cumbres Mayores posee dos es­pléndidos ejemplares de este tipo. LaFuente del Rey de Encinasola ysobre todo El Pilar de Acá y El Pilarde Allá son también fuentes construi­das en encrucijadas de caminos queabastecieron al hombre y al ganado.Zalamea posee tres modelos distin­tos en diferentes entradas del pue­blo: La Fuente del Fresno, la más ur­banizada de las tres -con funcionesbien separadas-, El Pilar de las In­dias y, sobre todo, El Pilar Viejo ,ejemplo que da cuenta de un antiguotráfago de ganado, propio de unlugar donde se reunía gran numerode bestias. Desde la aparición del fe­rrocarril se construyeron fuentes entodas las estaciones, la aducción deagua era necesaria al propio funcio­namiento de las locomotoras y lasfuentecillas sirvieron para amainar lased de los viajeros.

22

Fuente Redonda, Cañaveral de León.

Page 7: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

La Laguna, Cañaveral de León.

Si hasta finales del siglo XIX gozarde agua corriente era un bien raroque se limitaba a las casas nobilia­rias y grandes conventos, como yaqueda dicho , es también tardía laaparición de la fuente en la plazaprincipal, cuando no estuvo desde elorigen de la población . Captar y ca­nalizar el agua hasta el mismo cora­zón del pueblo se puede cons ideraruna gracia de cabildos ricos e ilustra­dos o fruto de una conquista.

Fueron los momentos de concien­cia política avanzada los que permi­tieron progresar notablemente eneste sent ido. En nuestra provinciaexisten pocos surtidores de épocarenacentista y no son muchos losconstruidos en el XVIII; los más impor­tantes datan tan sólo de finales delXIX o principios del xx. En este siglofueron la Dictadura de Primo de Ri­vera y sobre todo la República mo­mentos de particular desarrollo paraeste tipo de proyectos. Durante elfranquismo, mientras por toda Euro­pa se llevaba el agua a domicilio enla mayor parte de las zonas rurales,en nuestra región se acometían aúnconstrucciones de fuentes públicas ylavaderos como forma de progresosin visión de futuro. Fueron varios loslavaderos de los años sesenta quese utilizaron el tiempo de inaugurar­los o poco más.

Era frecuente encontrar en lafuente principal de un pueblo una re­ferenc ia conmemorativa o una alu­sión a lo sagrado (cuando no las dosa la vez). Se contaba con una piezadestinada al abastecimiento humano,otra para abrevar el ganado, unacuarta para lavar la ropa y un ele­mento final como cabeza de almace­namiento destinado al regadío o para

suministrar energía. La estructura delconjunto asume comúnmente elbuen funcionamiento de los distintosusos. Con la nueva construcción sepretende representar dignamente ala comun idad. El edificio reviste en­tonces una importancia simbólica ex­cepciona l, a la bondad de las aguasy a la sociabilidad que genera se uneel aspecto monumental y conmemo­rativo que con la iglesia y la alcaldíason los monumentos que simbolizany representan a la comunidad. A me­nudo, term ina viéndose englobadaen el casco urbano ordenando el es­pacio hasta formar una plaza. Laidea de plaza asoc iada a la fuenteacaba por ser un tóp ico de ordena­miento urbanístico.

Cañaveral de León es un ejemplorudimentario de aprovechamiento in­tegra l, con las distintas func ionesbien distribuidas en un amplio espa­cio, que cubre todo el límite occiden­tal de la población. El Manantial seencuentra a un tiro de piedra de laFuente , en los años de sequ ía sehizo un pozo con el fin de tomar el ve­nero entre unos riscos, que en losbuenos años aflora por varios sitios.La Fuente Redonda es el primer es­labón del conjunto. Pequeño círculocon graderío de piedra hoy en mediode una plazuela. A pesar de su singu­lar atractivo, la tarea debió ser tantomás penosa que se cumplía agacha­da, de rodillas o en cuclillas habíaque llenar cántaros y botijos con tinosuficiente para que no entrasen briz­nas, cump lir un largo y penoso tra­yecto para la mayor parte de lasaguado ras y seguir un turno para elagua del consumo humano, cuya ca­lidad era tanto mejor como más cercase cogiese de la boca. Con la nueva

23

Page 8: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

24

Pilar Viejo, zalamea.

conciencia política de salud pública ,ya en este siglo, se edificó en una en­crucijada central la Fuente del Botón,que permitía obtener con mayor facili­dad un producto más seguro.

El cauda l de la Fuente Redonda,desemboca en una larga acequiaque llaman el Pilar. Allí abrevaban lascaballerías que podían aprovecharseen gran número. Al cabo de estecauce se encontraban los lavaderos,hoy en día desaparecidos, donde lasmujeres trajinaban arrod illadas. Aúndespués de construidos los lavade­ros nuevos , allí acudieron a limpiarlas tr ipas de los cerdos sacr ificadosen invierno.

El eslabón más importante es el deLa Laguna, albuhera de gran tamañodonde se recuperan las aguas con elfin de aprovecharlas para el regadío,así como, antaño, para mover un mo­lino de trigo y una almazara de ruedahidráulica. Su aspecto primitivo dife­ría del actual por no estar su fondohormigonado y tener uno de los cos­tados abiertos con el fin de servir deabrevadero al ganado chico y de bañaa los guarros del Concejo. Abrevade­ros más que suficientes para la locali­dad así como para los que acudían ala Feria de Setiembre. A finales de losaños sesenta se transformó la bañade ganado en «piscina» pública, nom­bre con el que hoy se la conoce.

Por debajo de la Laguna discurrela Calleja del Agua, verdadera regue­ra por donde el caudal fluye entre elmentrasto, al pie de los viejos moli­nos , sorteando las lievas hasta ElChorrero, para regar unas huertasdonde tan solo se planta lo necesarioal consumo familiar.

Sociabilidad de la fuente

La fuente era un lugar de sociabili­dad. Si en la mayor parte de los pue­blos y ciudades que no disponían demanantial en su interior, el agua seacarreaba desde puntos alejados poraguado res que la distribu ían por losbarrios, no todos los hogares se po­dían permitir ese gasto; en las casasmodestas, donde había mozas o mu­jeres con energía suficiente , no seacud ía al servicio de aquéllos. Peseal aguador, el transporte del agua fuetarea de mujer: la faena del aguaincumbía a la población femeninahum ilde ; hubo aguadoras en grannúmero que no sólo abastecían pe­nosamente sus propias casas sino lade los pudientes.

No podemos olvidar la profundaamb igüedad de la fuente: permitereunirse a un público diverso, en unamisma área. Si esto ya no es algoobvio, es imprescindible tener encuenta que facilitaba el encuentroentre hombres y mujeres, en una so­ciedad en la que la separación degéneros se inscribía en el espacio.Los usos múltiples y bien repartidoshacen de la fuente uno de los ele­mentos urbanos más dinámicos. Meparece necesario recordar la diversapoblación que se reunía, tanto en lasfuentes de veredas como en las ur­banas. En los caminos como en lospueb los , en los abrevaderos, asícomo en las albercas de riego, espa­cios mascu linos por excelencia, secruzaban gañanes , arrieros , moline­ros, hortelanos, buhoneros , aguado­res, tratantes , (...) lo cual daba lugara encuentros ordinarios o insólitos, africciones, tratos , arreglos o simplessaludos e intercambios sobre el esta­do del ganado , del cielo, o de la tie­rra. La fuente urbana y los lavaderossirv ieron de ágora a las mujeres; allíse enconaban o solucionaban con­flictos, se daba libre curso a la pala­bra . Ambos se hallaban a menudodentro de recintos bien marcados; lafuente podía resultar un «salón» congradas y bancos que permitían el ac­ceso y la espera ; en cuanto a los la­vaderos, se fueron enr iqueciendocon el paso del tiempo con elemen­tos funcionales que facilitaban la es­tancia y las tareas de lavado. Si enciertos momentos la faena primabasobre el resto, había otros en los que

Page 9: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

Fuente de Los Doce Caños, Galaroza .

ir a la fuente servía de pretexto paraencontrarse. La sociabilidad que ge­neraban preocupó a las autoridadeshasta el punto de considerarla unode los focos donde el mantenimientodel orden público parecía más preca­rio. Esta concurrencia dio a algunasuna importancia capital en el ordena­miento urbanístico y, como ya se hadicho, ocurrió con frecuencia que dehallarse en los arrabales pasaron aencontrarse, con el paso de los años,en el centro de la población y se con­virtieran en uno de los mejores orna­tos del pueblo.

El caso de Galaroza es una mues­tra de esta evolución. La Fuente delos Doce Caños fue antiguamente unamplio manantial a las afueras delpueb lo, bordeado de lanchas, dedonde las mujeres sacaban el agua.Con el remanente abrevaba el gana­do, se proveían unos lavaderos, seregaba un extenso pago de huertas yse accionaban varios molinos. A fina­les del XIX se remodela el conjuntoprocediendo a la construcción detres espac ios bien diferenciados:fuente, abrevadero y lavadero, de losque la fuente adquirió un aspecto pri­vilegiado. Recinto asalanado enforma de lira, con dos ampl ios ban­cos y solería de mármol blanco, re­matado por un frontón monumental ,coronado por dos damas recostadassobre un blasón romántico. Se realzó

su perspectiva con una alameda,« con lo que este elemento quedabaaún más enfatizado y valorado" (Ro­dríguez Beneyto, 114). Aquel lugarllamado Los Álamos, se convirtió enpocas décadas en el verdadero nú­cleo de la población. All í se cumple ,probablemente desde entonces, unafiesta peculiar, los Jarritas, que reúneaño tras año hombres y mujeres enun combate lúdico como celebraciónde un caudal urbanizado. Pese aldesbarato de los lavaderos y delabrevadero, que merecerían una re­estructuración adecuada , no conoz­co fuente tan bien cuidada en toda laprovincia, al menos desde que lanueva corporación municipal recono­ciese en ella el edificio civil más em­blemático de la villa.

Tres postales existen de la vida dela fuente hace un siglo en Fuentehe­ridos ; en ellas mejor que cualquierdescripción se nos muestra la tipolo­gía antigua, tal como podía ser la deGalaroza y, salvando las distancias,como la que aún se conserva en Ca­ñaveral ; sobre el antiguo emplaza­miento hoy existe una plaza, lugar dereunión por excelencia. En Linaresde la Sierra , existen dos ejemplaresde gran interés etnológico; en ellospueden apreciarse tres espaciosbien diferenciados: el del abasteci­miento doméstico, el abrevadero y elde los lavaderos. El más ant iguoqueda en un extremo del pueblo im­pasible a los camb ios de nuestrosiglo, mientras que el más recienteatrajo el urbanismo hasta formar unaplaza ovalada de indudable atractivo;en él se sigue tomando agua para eluso doméstico, abreva el ganado ysiguen lavando las vecinas por lacalidad de sus aguas. Corteganaperdió la fuente monumental que sealzaba frente al ayuntamiento, si bienconserva varias otras. El conjuntomás interesante es el de la Fuentedel Chanza; a pesar de la forzada ur­banización del espacio y de la esca­sa sociab ilidad del lugar, mantieneun encanto marcado tanto por la ve­getac ión de los huertos vecinoscomo por la calidad de conservacióndel barrio.

Los molinos

Los molinos movidos por el aguapueden ser de marea o de río, divi­diéndose ambos en dos grandes fa­milias según el tipo de rueda: los derueda horizontal, o de rodezno, y lasaceñas -ceñas, señas , o acenas-,con rueda vertical de tipo vitruviano.Las aceñas a su vez son de dostipos según reciban el agua por arri­ba o por debajo de las palas. Estasaceñas que se encuentran en el

25

Page 10: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

Almazara de rueda hidráulica vertical, Valdelarco.

mismo cauce podían estar instaladasen un edificio estable o en barcazaso sistemas flotantes sobre el río. Lasaceñas inmóviles eran por lo generalmolinos de grandes dimensiones si­tuados sobre los ríos caudalosos,precisando azudes que asegurasenun caudal de agua suficiente paramover las grandes ruedas de pale­tas. Requerían una sólida construc­ción , generalmente de sillería, queresistiera las grandes avenidas. Silas que recibían el agua por arriba, amenudo con rueda de cangilones, noprecisaban tanto caudal adecuándo­se a ríos menos caudalosos, no co­nozco la existencia de algún modelode cauce con rueda vertical en nues­tra provincia -aunque, como ya vere­mos, la toponimia guarde su memo­ria y quedan almazaras cuya ruedavertical se alimentaba por un caz in­clinado o un acueducto de obra-oEncuanto a los molinos flotantes derueda vitruviana debió haberlossobre el Guadiana, pero no podr íadocumentar su existencia en los limi­tes que nos incumben.

Los molinos de regolfo y de rodez­no son los tipos de rueda horizontal.Los molinos de regolfo , con rodete ,son los antecesores de las moder­nas turbinas. Pedro Juan De Lasta­nasa, pseudo Juanelo Turriano , losdescribe en Los Veintiún Libros de

26

los Ingenios y de las Máquinas, asícomo Francisco Lobato en su famo­so manuscrito, lo cual indica su pro­bable uso en Aragón y Castilla en elsiglo XVI. En este tipo de ingenio unrodete está ajustado en un cilindro,con lo cual el agua se ve forzada agirar en las paredes del tubo desa­rrollando una energía que impulsacon gran potencia la rueda quemueve las muelas. Este tipo de inge­nio fue utilizado en algunos molinosde marea de nuestro océano, sin queconozca restos o documentos quehagan referencia a su existencia ennuestros molinos fluviales.

Fueron los de rodezno, con o sincubo, los que más abundaron por tie­rras onubenses. Describiremos másadelante los de cubo; en cuanto a losque carecían de él (también llama­dos de canal) eran muy similares alos primeros sólo que hacían llegar elagua desde la presa al rodezno pormedio de un canal inclinado.

Molinos harineros de rivera

Dejando deliberadamente de ladolos molinos de aceite, de los quequeda algún que otro ejemplar en LaSierra y a los que no he dedicado unestudio minucioso, trataré aquí de losmolinos harineros de rivera. Reparti­dos por toda la provincia, en particu­lar en las zonas donde más abun­daba el agua , como ya podremoscomprobar. Javier Escalera Reyes(1985,42-50) describe el molino ha­rinero serrano , con gran detalle , enuno de sus variados artículos sobrela molinería; para todos aquellos quequisieran saber más sobre la técnicay la vida molineras os remito a la bi­bliografía de este autor.

Generalmente el molino va prece­dido de una pequeña represa de di­ferentes tipos con el fin de almace­nar agua suficiente para moler. Unalieva, también llamada cao, caz o ca­vucera, conduce el agua hacia elcubo, o los cubos cuando existen va­rios. Podía ocurr ir que se careciesede dique para la reserva propia y laIieva cogiese el agua directamentedel cauce o de la regadera madre, oque en ocasiones el cao se ensan­chara sirviendo de reserva, comopuede aún verse en Arroyomolinos ,desde el puente de la Gitana. Elpozo o cubo es una construcciónvertical en anillos de piedra cavadoso superpuestos, cuya anchura deboca oscila entre uno y tres metros,medida que se estrecha conformebaja , para hacer aumentar la pre­sión . Si la caída es generalmentevert ical, Javier Escalera hace refe­renc ia de algunos de boca muyancha, abierta en forma trapezoidal

Page 11: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

Caz y cubo de un molino harinero, rivera de Linares.

o en herradura, que presentan unacaída en rampa, en cuyo fondo seencuentra un pozo de escasa pro­fund idad , o directamente el huecoque comun ica con la bóveda (GilMárquez, El Castañuelo , Aroche , ElRosal, Aracena). En la desemboca­dura del cubo está emplazada lasaetilla o saetín, conducto de made­ra de forma piramidal , regulado poruna paraera . La saet illa propulsa elagua en las cucharas del rodeznohaciéndolo girar. Este último ele­mento se halla en el cárcavo (tam­bién llamado bóveda , o cueva), cá­mara excavada en la roca oconstruida en fábrica , que desaguaal exter ior por una boca en arco .Sobre la bóveda se levanta la salade molienda, sala en la que se en­cuentran las piedras y otros elemen­tos necesar ios para moler. Algunasveces existen dependencias anejasque sirven de almacén o de cuadra.Ciertos edificios poseían un doblao.

Como queda dicho , el elementofundamental del molino es el rodez­no -o rce'no-, rueda de configura­ción y dimens ión var iable . Éstapuede ir de 80 cm a 2,10 m, medidaesta última recomendada en LosVeintiún Libros de los ingenios y delas Máquinas . Mi gran amigo JavierEscalera, que tantos ha medido, diceque en la Sierra se utilizaban rodez-

nos con dimens iones entre 1,20 Y1,50 m. González Tascón anota queuna medida superior no da mayorrendimiento y presenta problemas detorsión así como grandes dificultadesde manipulación en el espacio redu­cido del cárcavo.

Los tipos observados están com­puestos por cucharas unidas en uneje central o bien insertas en unos re­fuerzos circulares de hierro, formandoun cuerpo bien ajustado; en este últi­mo, los aros metál icos se unen a lamaza mediante cuatro o seis radiosde madera. Este diseño, además desu ligereza, ofrecía la ventaja depoder desmontar la rueda y sustituirlas cucharas defectuosas. Había quetomar, sin embargo, la precaución demantener empapada de agua la ma­dera, ya que al secarse «el rodeznose arruinaba rápidamente » (G. Tas­cón, 211). Puede que ésta sea unade las razones por las que en ciertasrestauraciones «inertes» se privilegieel rodezno de hierro.

Siguiendo el modelo de molino decubo, como más frecuente en la sie­rra, la maza y el varón componen eleje o árbol. La primera es la pieza in­ferior de madera, de forma tronco-có­nica cuya parte super ior más estre­cha presenta una mortaja en la quese inserta otra pieza de hierro llama­da varón o varrón. La func ión delárbol es la de transmitir el giro de larueda a la piedra móvil (volandera ocorredera) , gracias a la lavija , piezametálica incrustada en la muela. Elconjunto del rodezno descansasobre una viga de madera , llamadacama , mesa o puente , colocada enel suelo del cárcavo, fijada por un ex­tremo y libre por el otro , extremosobre el que actúa el alivio.

La mol ienda se efectuaba por elfrotamiento de dos piedras circulares,de las cuales la inferior o solera erafija y la superior o volandera girabasobre la primera. Las piedras talladasen roca dura y compacta tenían doscaras estriadas radialmente por unafina picadura en aban icos (en algu­nas comarcas se sustituyeron, ya eneste siglo, por piedras francesas defabricación industrial, hechas con pie­zas de 'sílex ensambladas). Ambascaras tenían las estrías talladas ensentido contrario, lo que permitía tritu­rar el grano como una maraña de tije­ras (afinadero) que al cruzarse loconvertían en harina. Los abanicosde estrías estaban limitados por ca­nales de mayor anchu ra y profu ndi­dad con el fin de evacua r la harinamolida, empujada por la fuerza cen­trífuga de la corredera.

El oficio de molinero implicaba peri­cia y dedicación. Si la vida del monjeestaba supeditada a la oración, la delmolinero lo estaba a la molienda. El

27

Page 12: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

28

molineropodíaser propietarioo no desu molino, pero en todo caso estabasujeto al ritmo de la rueda y de lasmuelas que dependían del turno deagua y de la demanda de la clientela.Los molinos más importantesy mejorsituados fueron propiedad del clero ode medianos y grandes propietariosagrícolas -Moreno Alonso (1979,144) recoge una relación de media­dos del siglo XVIII , según la cual, fun­cionaban entonces, en el término deAlájar, cinco molinos cuya propiedadera de la Iglesia o de propiedad se­glar, todos arrendados-. Sólo los máspequeños y de acceso difícil solíanpertenecera los molineros.

La vida en el molino no carecía demovimiento, siendo un espacio desociabilidad entre personas (vece­ros) de localidades diferentes queacudían, tradicionalmentede genera­ción en generación, para moler eltrigo indispensable. Se acudía al mo­lino con una frecuencia que oscilabaentre la semana y el mes según lacantidad de pan que se quisiera ob­tener ; no moliéndose más que elgrano preciso , con el fin de tenersiempre harina recién molida y nocorrer el riesgo de verla estropearpor los parásitos o que simplementese anranciara.

Se echaba los costales de lonallenos de grano, en carros o directa­mente sobre las bestias, acudiendoal mol inero de mayor conf ianzaaunque a veces no fuera el máspróximo. Javier Escalera (1985, 50)cuenta cómo en la Sierra se reuníanvarios familiares vecinos o amigos" para realizar conjuntamente eltransporte, formando recuas con va­rios animales y aprovechando así almáximo la carga...». Según las épo­cas, la molienda podía llegar a efec­tuarse día y noche con el fin decumplir con la demanda. La tempo­rada alta abarcaba los meses de ve­rano y principio del otoño, al coinci­dir la cosecha del grano y ladisminución del caudal de agua (losmolinos que no disponían de repre­sas ten ían que cesar la actividaddurante los meses más secos ). Lacliente la estaba compuesta de par­ticulares y de panaderos localesambos pagaban al molinero con unaporc ión de grano o de har ina (ma­quila), del orden de tres kilos o tresy medio por fanega, más otro almudpor fanega si el transporte corría acargo del mol inero . La maquilapodía ser en espec ie o su equiva­lente en dinero, aunque si la primerase mantuvo relativamente fija la se­gunda sufr ió sens ibles aumentoscon el paso del tiempo. La influenciadel modelo impuesto por las fábr i­cas a part ir de los años treinta, ace­leró el proceso de monetización.

Se puede saber por Pérez Embid(1988, 47) que a finales del siglo xvexistían uno 170 molinos en los cur­sos de agua de la comarca de Ara­cena, sensiblemente el mismo núme­ro que calcula Javier Escalera en elsiglo XIX, completando las ausenciasde la relación de Madoz, cifras encierto modo no muy lejos de la canti­dad que atribuye Núñez Roldán aesta zona (1987, 383), una media decinco molinos por municipio - MorenoAlonso, confirma esta media en Alá­jar cuando apunta que a mediadosdel siglo XVIII existían cinco, que mo­lían de corriente en el invierno y en elverano de represa, más dos otros endesuso-. Hace más de veinte años,Escalera Reyescensa en la comarcaalrededor de ochenta , que si ya nofunc ionan aparecen como edificiosen pie.

La distribución de molinos harine­ros en toda la provincia es desigual,Núñez Roldán, analizando el Catas­tro de Ensenada , cree que hay unarelación geográfica y numérica entrezonas productoras de cereal por ex­celencia y zonas deficitarias. Segúnel mismo autor, en el Andévalo y enla Tierra Llana: Campo de Tejada yárea de Trigueros (Niebla, Seas, Gi­braleón, Trigueros, San Juan), algu­nos municipios rondaban la veintenade molinos de agua y viento, mediasuper ior a las zonas costeras y a lacomarca de la Sierra . Estas cifrasconvienen ser ponderadas ya que sudistribución no es homogénea niconstante su existenc ia. Así el re­cuento que hace Pérez Embid, parael siglo xv, distribuye los molinosentre Aracena (75), Aroche (27),Cumbres Mayores (24), Encinasola(37), Hinojales (5), y La Nava (2); ci­fras que se modifican según ciertosnúcleos se vuelven autónomos , sepueblan o despueblan. En el XIX,según los informantes de Madoz,Arroyomolinos contaba con 18 1

, Alá­jar con 8, Almonáster con 12, Fuen­teheridos con 7, Galaroza con 6,Aroche con 11, Cortegana con 10,Cumbres de San Sarto lomé conotros 10, Encinasola con 7... Mien­tras que el mismo diccionario no damedias tan altas de existencia demolinos hidráulicos en las otras co­marcas. Si Alosna contaba en aque­lla época, con 12, sólo cinco eran deagua , El Cerro tenía 6, Moguer 11,Gibraleón 11, etc . Es verdad quetambién allí encontramos molinos

1 Javier Escalera, hacia 1980, no da cuen­ta más que de diez. Si en total son 28 las rui­nas que he podido compro bar, parecen existirtrazas de otros cuatro , dando un total de 32 losque se han llegado a localizar en todo el muni·cipio ; aunque es poco probable que llegaran afuncionar todos en una misma época .

Page 13: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

Molino marear del Pintao (Ayamnte).

más grandes , con varias piedras ,quedan aún en pie las ruinas de unode ellos , el Molino de Esteban , enNiebla, que contaba con cuatro ro­deznos y sus respectivas entradasde agua. En esa villa existen restosde otros tres molinos de dos piedras,con gran dique.

¿Dónde estaban emplazados y dequé tipo eran? Si en los aledaños delos pueblos y ciudades importantesexistían buenos molinos, como ya seha dicho, también los hubo en sitiosalejados , cerca del agua , no repre­sentando particular problema losdesplazamientos. Es más, como yadije anter iormente, no siempre seelige al más cercano sino aqueldonde asiduamente se ha ido; elejemplo de una familia de arrieros deGalaroza es esclarecedor: a los moli­nos del pueblo prefer ían uno deFuenteheridos donde iban a molercede toa la vida , porque eso era detre'cenaencie». Según ellos : «pesa­ban mejo ' y daban buena harina ».

Si, según parece, los molinos ha­rineros fueron de rodezno (cubo ocanal ), los topó nimos «aceñas»puede que señalen la existencia an­terior de ruedas verticales; queda laduda de que se refirieran a azudesu otros ingen ios de rueda ver tical(ver Caro Baroja, 1996, 248-250) 2 .

El informe que acompaña la pro ­puesta de inscripción en el Catalo­go General del Patrimonio Histórico

2 Bartolomé Marcos (1989, 47) hace men­ción de un molino de la Sierra Norte de Madridque en el siglo X!o/ se le llamaba Aceña del Cubo;lo cual le permite concluir que la denominaciónaceña encontrada corr ientemente en aquellaépoca excluía la posibilidad de que se refiriera amáquinas con álabes . Sin embargo, GonzálezTascón (181-183) informa de una aceña con

Andaluz , de los molinos de agua enBeas -que firma el arquitecto Anto­nio López Domínguez-, hace refe­rencia a antiguas fuentes que lepermiten conclu ir que ya en épocade Alfonso X, en 1267, se hace re­ferenc ia a la existencia de aceñasharineras. En Almonáster existe ellugar de la Aceña en el que se en­cuen tra un molino de cubo . EnPalos , sobre el Domingo Rubio,Madoz hace referencia a un molinoharinero de presa con tres piedrasllamado de La Seña , y en Moguerexistía una calle de la Aceña, aúnnombrada por los lugareños .

En La provincia de Huelva existentrazas de molinos hidrául icos derueda vertical de los que al menosquedan aún en pie un ejemplar de al­mazara en Valdelarco, y otra en Alá­jar transformada en mesón que con­serva la gran rueda y el acueducto, loque nos prueba que era posible utili­zar ingenios de rueda vertical movi­dos por el agua vert ida desde uncanal superior. Pero nada de todoesto nos permite afirmar o negar laexistencia de aceñas harineras en latierra onubense.

¿Qué ocurrió con los molinos? Enlos años 20 y 30 la creación de fábri­cas movidas con energía eléctricapuso en peligro la subs istencia demuchos de ellos , en par ticular losmuy alejados o los demas iado cer­canos a las grandes poblaciones.

cubo en San Estebo de Riba do Sil, que servíapara accionar dos ruedas: el agua llega al molinopor un canal elevado que se bifurca en su tramofinal. El ramal principal llena de agua el cubo deun ingen io de rodezno que mueve una muela.mientras que el ramal der ivado vierte el aguasobre una rueda vertica l de arcaduces quemueve. mediante engranajes. la otra muela.

29

Page 14: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

Molino mareal del Pozo del Camino (Ayamonte).

30

Después de un cierto auge durantela posguerra, debido al estraperlo,todos desaparecieron entre los añoscincuenta y sesenta. Si los grandespropietarios no tenían interés en in­vertir, los pequeño molineros, sin po­seer grandes medios para transfor ­mar sus ingenios, no pudieronresistir al embate definitivo de lasharinas industriales. Nuestra geo­grafía se cubre de numerosas ruinasen tan mal estado que los inventa­rios apenas manifiestan la existenciade algunos . ¿Pero qué realidad re­flejan? Sólo restos que de algúnmodo forman parte de la memor ialocal, o puedan sorprender al inven­tariador por su hechura o la hermo­sura del lugar. A veces edificios en­teros , otras tan sólo un cubo deagrac iada factura , otras una ruinacolgada en un paraje irresistible. Séde algunos que se han convertido enlujosas residencias de recreo, comoel Molino Blanco de Las Chinas enGalaroza, restaurado por una parejade estetas americanos - hoy enmanos de urban itas sevillanos-;otros cobijan a enganchados del ca­ballo; otros a soñadores sin fortuna.Existen restauraciones que respeta­ron, más o menos , los ingenios,como la que se hizo en esta últimadécada en un molino del Castañuelo(Aracena), o las que se están llevan­do a cabo en cinco edificios sobre elarroyo de los molinos en Beas, mu­nicipio decidido a levantar los sietemolinos que existían en aquel lugar.Pero lugares, lo que se dice lugares,donde el hombre viva, sólo conozcouno en Almonaster, subiendo por elcamino de San Cristóba l. Aprove­chando las aguas de aquel barran­co mol ían varios molinos. Hoy doshombres habitan la Fábrica y la

Aceña , las gal linas , los gatos , elperro, el humo en la chimenea, sonmás que muelas, tolvas y rodeznos;esta presenc ia hace que el lugarexista , ellos son sus ángeles guar­dianes.

Los molinos de marea

Existen en las costas onubensesrestos de otro tipo de molino hidráu­lico cuya fuente de energ ía era laproporcionada por la alternancia demareas. La mayoría de estas fábri­cas aprovechan un solo movimientooceán ico, almacenando el agua amarea alta para soltarla a la baja;esos molinos son de rueda horizontal-rodezno o rodete-, mientras quepara emplear la marea alta y la bajase necesita la rueda vertical.

El emplazamiento de estos moli­nos de mar exige condiciones muchomás restrictivas que los de río yaque. como escribe González Tascón(1992. 219): " no sólo se requierenmareas medias importantes (delorden al menos de dos metros), sinotambién que un estero o estuario seafácil de cerrarse con una presa, demodo que se convierta en un depósi­to que se llena cuando se alcanza lapleamar, y se vacía a través del mo­lino cuando el agua alcanza su nivelmínimo ». Salvando este detalle elfuncionamiento es similar a los otrosmolinos de rueda horizontal.

En nuestra provincia existieronmolinos harineros de mar en Aya­monte, Isla Cristina, Cartaya, Redon­dela, Lepe, Huelva, Moguer (...), seencontraban sobre los esteros quese forman en la costa y al parecereran todos de reflujo. Si en el Algarveexistieron molinos de rodete y de ro-

Page 15: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

dezno, en nuestra comarca no sé sise dieron los dos tipos de rueda, noconozco estudios que lo precisen,probablemente la mayoría utilizara elrodezno.

En Cartaya sabemos por Madozque estaban «situados en los Este­ros de la ría, cinco molinos harine­ros que muelen á la hora del reflu­jo» . Quedan restos de cimentac iónde varios molinos en el Prado Viejo,en el Pozo Judío, en La Barca sobreel río Piedras , desde el mismopuente de la carretera de Cartaya aLepe, a mano derecha, se divisanrastros de uno, el que existía amano izquierda desapareció hacepoco. En el barrio del Molino laVega de Huelva, se hallaba un moli­no de mar, instalado sobre las ma­rismas. Según Gonzálvez Escobar,ya funcionaba en el siglo XVI, apro­vechando las marismas marealesen ese curso del Odie l. Este autornos informa que en el estado deSaltés existieron al menos cuatromolinos de mar, de los que no habíarastro en 1946.

En Ayamonte, Madoz hace refe­rencia a 4 molinos de río y 6 moli­nos en la marisma. Entre Ayamon­te e Islantilla se han catalogadorestos de diez molinos: El molinodel Dique, el de San Juan de Dios,el de San Miguel , Rastro , Nuevo,Molino Chico, San Antonio, Arbolito,El Pintao y Molino del Pozo del Ca­mino. El Pintao fue una fábrica deseis piedras de factura colosal , estáen proyecto su rehabilitación con elfin de hacer un centro de interpreta­ción del Patrimonio Natural y Cultu­ral; en cuanto al molino del Pozodel Camino, acoge ya el museo delHombre y la Marisma. Espero queestos proyectos contengan algomás que espacios informativos fósi­les, que se imaginen lugares vivosdonde se pueda también investigary crear riqueza, facilitar documenta­ción dinámica gracias a un bancode información en tiempo real, sol­ventar problemas de legislaciónmedioambiental , aunar luchas, pro­yectos y esperanzas, etc.

¿Qué uso para los molinos demar o de río, qué uso para las rui­nas? No creo que sea necesariorestaurar a troche y moche, hay rui­nas hermosas que marcan el paisa­je con un perfil tan limpio que nocreo necesario su empapelamiento.No hay peor restauración que la sis­temática; antes de reconstruir hayque saber para qué se hace, cómose va a rehabilitar. El peor uso es eldesuso, no basta con restaurar, esnecesario habitar, imaginar paradarlos realmente vida. Devolverlesla pena temporal del agua, no con­denarlos al silencio de sus corn-

puertas siempre abiertas y sus ro­deznos sin apremio.

Bibliografía

AZURMENDI PÉREZ, L., 1985, Molinosde mar, Santander

BARTOLOMÉ MARCOS , L. (y otros ),1989, «Molinos de agua de la SierraNorte de Madrid: Pasado, presente yfuturo posibles». En Los molinos, cul­tura y tecnología, Sorzano, 43-69.

CALVENTE COCA, A. Y SANZ GARCíA,l., 1995 , Molinos mareales de Aya­monte, Ayamonte.

CANTERO MARTíN , P .A.. 1997a, «Ar­quitectura del agua : el espacio delagua ». En AH. núm. 18 (Boletín delInstituto Andaluz del Patrimonio His­tórico), Sevilla, 86-92.

- 1997b, «Los Molinos de agua. Las ri­beras de Arroyomollnos». En: J. A.Márquez Domínguez y J. M. JuradoAlmonte (coords.), Artes, Costumbresy Riquezas de la Provincia de Huelva.Madrid, 145-160.

- 1998a , «La Ciudad y El Agua . Fuen­tes y lavaderos de Cañaveral deLeón». en J. A. Márquez Domínguez yJ. M. Jurado Almonte (coords.), Artes,Costumbres y Riquezas de la Provin­cia de Huelva. Madrid, 325-340.

- 1998b, «La memoria del agua. Valores,usos y representac iones del agua enlas ciudades del Sur». En: El Agua aDebate , desde la Univers idad. Haciauna nueva cultura del agua. Zaragoza,65-75.

CARO BAROJA, J., 1996, Tecnología po­pular española. Barcelona (1." ed.1983, Madrid).

ESCALERA REYES, J., 1984 , «Tecno­logía tradic ional e investigación etno­gráf ica: Los molinos de agua». EnSalvador Rodríguez Becerra ed., An­tropología cultural de Andalucía, Se­villa , 525-537 .

- 1985, «Estudio etnográfico sobre elciclo del cultivo, transformación y ela­boración tradic ionales del trigo en laSierra de Aracena». En Etnografía Es­pañola núm. 5, Madrid. 7-74.

ESCALERA REYES, J. Y VILLEGASSANTAELLA, A., 1983, Molinos y pa­naderías tradicionales, Madrid.

GÓMEZ MORENO, J., 1992, Nerva His­toria de un pueblo. Nerva.

GONZÁLVEZ ESCOBAR, J. L., 1996 ,«Antiguos molinos de viento, agua ymareales en la provincia de Huelva».En Huelva viva núm. 2, Huelva, 6-15.

GONZÁLEZ TASCÓN, l., 1992, Fábricashidráulicas españolas, Madrid

LEMEUNIER, G. 1995 , «El tiempo delas fuentes». En: Pedro A. Cantero,Arquitectura del agua . Fuentes Públi­cas de la Provincia de Sevilla . Sevi­lIa,11-16.

MADOZ, P. , 1988, «Huelva», ed. facsm.del Diccionario geográfico-estadístico­histórico de España ( 1845- 1850),Huelva.

MORENO ALONSO , M., 1979, La vidarural en la Sierra de Huelva . Alájar,Huelva.

NÚÑEZ BONILLA, J., 1975, Retazos de laHistoria de Cañaveralde León. Huelva.

31

Page 16: LAS MORADAS DEL AGUA. Arquitectura del agua en la ...

32

NÚÑEZ ROLDÁN, F., 1987, En los confi­nes del reino. Huelva y su Tierra en elsiglo XVIII , Sevilla.

PAVON MALDONADO, B., 1990, Tratadode arqu itectura Hispano-Musulmana.Tomo I (Agua). Madrid

PÉREZ-EMBID WAMBA, J., 1988 , " Laestructura de la producción agraria enla Sierra a fines de la Edad Media».

En 11 Jornadas del patrimon io de laSierra de Huelva, Huelva, 29-67.

RODRíGUEZ BENEYTO, E., 1992, "Cienaños de historia de la fuente de LosDoce Caños en Galaroza». En IV Jor­nadas del Patrimonio de la Sierra deHuelva. Huelva, 113-119.

VALLE (DEL) RUBIO, M., 1987, Derrotade una reflexión. Madrid.

A veces , un nombre

puede decir muchas cosas .

P uede hablarnos

de la iluaió n, del esfuerzo

y el compromiso de muc has pe rson as .

Expresar la satisfacción

por la labor bien hecha.

Rell eja r el orgullo de trabajar

por y para n uestra tierra .

As í somos e n Caja Rural de Huelva .

U na e nt idad líder

c o n denomi na ción de origen .