Las Leyes

11
1 — Las Leyes El encuentro se iba a realizar en las Vegas a las nueve de la noche de aquel mes de agosto, por lo tanto la temperatura en verano se hacía sentir acentuadamente. El lugar se encontraba repleto a la espera de la tan anunciada pelea de la década entre los dos populares profesionales. La pelea se resolvería en doce asaltos pues se iba a competir por el título máximo de los semi-pesados de la famosa (CMB), o “Consejo mundial de boxeo”. Podría decirse que el ganador sería el campeón de todas las asociaciones pues era el título más ambicionado. El enfrentamiento estaba por empezar, era cuestión de escasos minutos. Cada uno de los contendientes se encontraba en su esquina, cada uno con sus dos ayudantes, cada uno con sus aspiraciones y su confianza de obtener la victoria con la ayuda divina pues eran fieles creyentes cristianos. Samuel Benítez, de procedencia mejicana y de 24 años, tenía una presencia muy agradable, porte atlético muy bien proporcionado, intensos ojos negros y el pelo ensortijado relativamente corto; estatura mediana de un metro ochenta. Había luchado mucho para llegar a la cúspide. Era soltero pues sólo tuvo tiempo para su carrera, ahora sólo faltaba un paso, y aspiraba darlo con pleno éxito con la ayuda de Dios y así obtener el cetro, la corona mundial de los semipesados de la (CMB), el “Consejo mundial de boxeo”.

description

Otros relatos que van desembocando en multiples reflexiones y anecdóticas enseñanzas de la vida.

Transcript of Las Leyes

Page 1: Las  Leyes

— 1 —Las Leyes

El encuentro se iba a realizar en las Vegas a las nueve de la noche de aquel mes de agosto, por lo tanto la temperatura en verano se hacía sentir

acentuadamente.

El lugar se encontraba repleto a la espera de la tan anunciada pelea de la década entre

los dos populares profesionales. La pelea se resolvería en doce asaltos pues se iba a competir por el título máximo de los semi-pesados de la famosa (CMB), o “Consejo mundial de boxeo”. Podría decirse que el ganador sería el campeón de todas las asociaciones pues era el título más ambicionado.

El enfrentamiento estaba por empezar, era cuestión de escasos minutos. Cada uno de los contendientes se encontraba en su esquina, cada uno con sus dos ayudantes, cada uno con sus aspiraciones y su confianza de obtener la victoria con la ayuda divina pues eran fieles creyentes cristianos. Samuel Benítez, de procedencia mejicana y de 24 años, tenía una presencia muy agradable, porte atlético muy bien proporcionado, intensos ojos negros y el pelo ensortijado relativamente corto; estatura mediana de un metro ochenta. Había luchado mucho para llegar a la cúspide.

Era soltero pues sólo tuvo tiempo para su carrera, ahora sólo faltaba un paso, y aspiraba darlo con pleno éxito con la ayuda de Dios y así obtener el cetro, la corona mundial de los semipesados de la (CMB), el “Consejo mundial de boxeo”.

Al igual que a su oponente exhibía un record impresionante, pues había ganado todas las peleas menos una que quedó en empate.

Page 2: Las  Leyes

— 2 —Las Leyes

Cuando fuera campeón obtendría junto con el título y la fama, dinero, dinero para que su familia, su madre y sus pequeños hermanos pudieran disfrutar de todo lo que disfrutan los niños de clase media alta y a su madre le compraría una casa, una casa con cinco habitaciones en un barrio elegante en las afueras de la ciudad de Méjico; sí, en un barrio de una zona residencial.

Su peso era de setenta y nueve kilos exactos, estaba casi en el límite de su categoría de 79,378 kilos de acuerdo a las normas de la asociación de la (CMB).

Al igual que su oponente todavía no se había puesto los guantes reglamentarios que para su peso era de ocho onzas, de manera que lucia en sus muñecas y manos por debajo de los nudillos el típico vendaje blando de cinco centímetros de ancho y de hasta 5,4 metros, también estrictamente ajustados a las normas del boxeo.

En la esquina opuesta se encontraba Manuel García, puertorriqueño de 25 años de edad e igual a su contendor lucía algo nervioso y también lleno de esperanzas en el encuentro. Los dos eran de igual altura; el peso de García era de 78 kilos. Su piel muy morena le favorecía pues lanzaba reflejos cobrizos que resaltaban sus bien proporcionados músculos que dejaban adivinar una agilidad y destreza formidables.

También tenía grandes esperanzas en este encuentro, de ganarlo y lo iba a ganar con el favor de Dios, pues era un devoto creyente, podría casarse con Rosita y realizar sus sueños de tener una familia.

Los dos habían sido pesados desnudos a la una de la tarde, aunque lo hubieran podido hacer con el equipo de boxeo, eso era un requisito únicamente para certificar el peso legal para su categoría. Después fueron examinados rigurosamente por el personal médico para que certificaran las condiciones adecuadas para la pelea y dieran su aprobación para realizarla.

En estos momentos los ayudantes les estaban calzando los guantes mientras se anunciaba por los micrófonos los acostumbrados datos de la pelea y los contendientes.

Por fin fueron llamados por el árbitro para exponer las reglas del encuentro. Desde este instante sería responsabilidad del árbitro velar por los boxeadores, suspender o permitir la continuación de la pelea para evitar un daño irreversible.

Una vez cumplidos los requisitos de rigor volvieron a sus esquinas y los ayudantes les pusieron el protector de los dientes el cual era obligatorio lo mismo que el protector debajo de los pantaloncillos. Por fin el árbitro ordenó el comienzo de la pelea, los dos se persignaron pidiendo el apoyo y la protección divina, se dieron las manos y se dio inicio a la pelea.

El primer asalto fue de tanteo sin demasiados golpes, el jab se impuso mientras se tanteaban mutuamente. A los tres minutos sonó la campana y se retiraron a sus respectivas esquinas para refrescarse y reponerse durante un minuto de descanso.

Page 3: Las  Leyes

— 3 —Las Leyes

El segundo asalto fue más agresivo y aparte de los golpes a la cara para mantener y debilitar al contrario, no hubo golpes contundentes. Los dos eran muy ágiles y grandes pegadores, debían tener precaución. A medida que avanzaban los asaltos se iba incrementando el grado de agresividad, a menudo el árbitro debía intervenir para separarlos o por incurrir en golpes prohibidos tales como golpes a los riñones, por debajo del cinto o a la nuca.

Se encontraban en sus esquinas a punto de iniciar el último asalto, se darían de nuevo las manos antes de comenzar de acuerdo a la costumbre de saludarse en el primero y último asalto para los profesionales y después esperarían la decisión de los jueces y del árbitro pues parecía que el encuentro se resolvería por puntos; en aquel encuentro el puntaje sería hasta diez puntos por round lo cual era casi una norma universal para las peleas profesionales.

Aunque los dos lucían muy agotados, sobretodo Samuel Benítez que respiraba entrecortadamente, aparentaban estar con capacidad para finalizar la pelea. Los dos mostraban en sus rostros la violencia de la lucha que a duras penas habían remendado los ayudantes tratando de impedir que fluyera la sangre pero no lograron disimular la hinchazón generalizada en sus rostros.

No fue fácil, en el primer minuto de aquel decisivo último round se golpearon con furia buscando un desenlace definitivo, el sudor y el cansancio se acentuaban pero no disminuía la agresividad, exigiendo a sus debilitados cuerpos un esfuerzo supremo. A Manuel García el puertorriqueño, se le presentó la oportunidad y propinó un contundente golpe en el pecho de Benítez que lo derribó a escasos cinco segundos de terminar el encuentro. El árbitro mandó a García a una esquina neutral y comenzó el descuento.

En las peleas profesionales la campana no salva al caído pues la cuenta prosigue aun cuando se termine el asalto. Tres, cuatro, no se movía... seis, siete... no daba señales de vida... nueve y diez, el árbitro levantó la mano al ganador y en el acto subieron al cuadrilátero los ayudantes para socorrer a Benítez, pero éste no reaccionaba. El médico de la federación subió a petición del árbitro, los primeros exámenes fueron negativos, Benítez continuaba sin recobrarse.

Page 4: Las  Leyes

— 4 —Las Leyes

Aquel torbellino le era familiar, pensó Benítez, pero no lograba recordar donde y cuando. No sentía ningún temor, por el contrario, se sentía reconfortado pues lo embargaba una sensación de plenitud, de bienestar y de descanso, también extremadamente familiares, era asombroso pues recordaba que sólo unos segundos antes estaba al borde de su resistencia física. A pesar de la impresión de ser arrastrado a gran velocidad hacia el vértice de aquel torbellino, seguía sin sentir el más leve temor. Al final de aquella especie de túnel se observaba una luz muy brillante y placentera, a pesar de su intensidad no era en lo absoluto molesta. Por fin se encontró frente a un ser que irradiaba un agradable resplandor, ése era de múltiples y suaves matices.

—¡Era un ángel! —pensó—. ¡Estaba muerto, eso era!

El ser de luz mostraba una sonrisa de amistad y cariño, pero no pronunció palabra alguna. Parecía dejar la iniciativa a Samuel Benítez.

El muchacho observó el paisaje, estaba pleno de flores, parecía ser un verdadero paraíso. Un paisaje de primavera en un valle rodeado de colinas, ríos, lagos, árboles y un sol, un sol radiante y cálido pero de ninguna manera sofocante. Al fondo, sin comprender como lograba hacerlo, percibía la existencia de una playa tropical con palmeras y arena limpia y acogedora. Su vista alcanzaba a ver en detalle parajes imposibles para un ser normal.

—¿Estoy muerto?

El ser de luz, con una amplia sonrisa, respondió con otra pregunta:

—¿Qué entiendes por muerto?

Benítez lo escuchó perfectamente aun cuando el ser no había movido los labios. A continuación se observó, miró sus manos y cuerpo, todo él estaba intacto, aunque vestía como un día normal de descanso, pantalones y franela, además, se sentía con plenitud de vida y salud. Si esa era la muerte no tenía nada de desagradable.

—No parece que esté muerto, pero no es lo mismo, todo es distinto, yo me encontraba en un ring de boxeo y ahora... —el ser no se expresó y esperó a que el muchacho continuara— bueno... tenía esperanzas de ganar el encuentro, era importante, muy importante para mi, y para mi familia, pero a pesar de mis súplicas no fui escuchado.

—¿Qué te hace pensar así? —intervino el ser de luz.

Samuel antes de responder se observó a sí mismo tumbado en el cuadrilátero, estaba en el suelo y él estaba lejos, eso pensaba, en el... bueno... no estaba en la Tierra que conocía, aunque el lugar era muy familiar.

—Porque estoy aquí, lejos de mi familia, y del cuadrilátero en donde me veo tendido y vencido. Es obvio que no fui favorecido en mis deseos a pesar de ser un devoto creyente y de haberle pedido tantas y tantas veces a la virgencita de Guadalupe que me ayudara.

Page 5: Las  Leyes

— 5 —Las Leyes

—¿Y quién crees, fue favorecido?

Volvió la vista de nuevo hacia el ring y observó a su oponente en el momento que era proclamado campeón mundial de su categoría.

—¿Crees que la protección divina debió favorecerte y no a tu oponente a pesar de ser ambos fervorosos creyentes?

—Eso era lo que deseaba —respondió.

—¿Y si hubieras sido favorecido, que crees hubiera opinado tu contrincante?

—¡Bueno...! —titubeó antes de responder—. Me imagino que lo mismo que yo pienso. Que no había sido favorecido a pesar de ser un devoto y respetuoso creyente.

El ser no contestó de inmediato y esperó un tiempo prudencial antes de hacerlo, solo para darle a Benítez la oportunidad de recapacitar.

—¿Y qué crees que debería hacer la Virgen en este caso?

—No lo sé —bajó la cabeza—.

Me imaginó que la virgen sabe más que yo lo que conviene.

—¿Y por este único motivo crees debe haber permitido “El Poder Supremo” que éste fuera el resultado?

—No lo sé, quizás... —recapacitó sin contestar y espero una aclaratoria del ser de luz, pero a cambio recibió otra pregunta.

—¿Quién crees es el padre y hacedor de todos los hombres?

—Dios, el padre celestial, El Todopoderoso ¿Quién más?

—¿Y un buen padre ama más a un hijo que a otro?

—No, claro que no, un buen padre protege a todos sus hijos.

—¿No será que los cristianos tienen un Dios verdadero a diferencia de otros y por eso debe de protegerlos más? —El ser buscaba una respuesta sincera en base a sus preguntas.

—Soy cristiano, pero siempre he pensado que en definitiva todos respetamos y queremos al mismo Dios, aunque lo nombremos y adoremos de distinta manera. No, no favorecería a uno más que a otro aun de creencias distintas. Un padre eso haría aunque su hijo fuera de otra religión, ni aún cuando fuera ateo.

—Pero en tu caso favoreció al contrario ¿No crees?

El muchacho no contestó de inmediato, tenía razón el... ¿ángel?, no favorecería a uno más que a otro. Pero él fue el perdedor y el otro el ganador... entonces.

Page 6: Las  Leyes

— 6 —Las Leyes

—Tiene que ser muy difícil de complacer a ambos y si favorece a uno y al otro no, pues no sería una decisión muy justa ¿No te parece? ¿Por qué entonces ganó Manuel García? —preguntó el ser de luz.

—No creo en lo absoluto que Dios sea injusto, jamás lo sería. Ha sido cuestión de suerte, aquel golpe en el pecho que me propinó fue un golpe de suerte. Eso debe haber sido, un golpe de suerte.

—¿La suerte y la desgracia no las maneja Dios entonces?

—¡Claro, nada se mueve sin el permiso de Dios! —Benítez contestaba algo confundido—. No permi-tiría que uno tuviera suerte y otro no pensó.

—¡Así mismo es! Todo se mueve de acuerdo a leyes universales, leyes que emanan del mismo Dios —el ser de luz por fin se lo aclaró. Samuel Benítez había llegado a una conclusión acertada—

García es más fuerte y resistente que tú y la ley universal dice que el más fuerte debe imponerse. Así ocurre con todo, siempre el más apto, el más poderoso es quien se impone. El Sol es más grande y poderoso que todos los planetas juntos por eso, estos giran a su alrededor para compensar de alguna manera su fuerza de atracción y así evitar ser engullidos, o sea oponen una fuerza de traslación suficiente para contrarrestar su poder, se apoyan en una ley universal. El Sol gira alrededor de la galaxia tratando de evitar lo mismo. Así ocurre en todo el universo. Hay muchas leyes y éstas son las que dictan los resultados. El león parece ser mucho más fuerte que el hombre, pero éste usa la mente para dominarlo, la escopeta o el rifle son más fuertes que el león y las trampas lo someten, todo es así. Si un niño de diez años se te hubiera enfrentado en vez de García, el resultado hubiera sido a tu favor en los primeros segundos del primer asalto.

—¡Claro! García lucía menos agotado de lo que yo estaba, es más fuerte y tal vez con mejores reflejos y merecía ganar —Benítez con la cabeza baja siguió especulando.

¿Entonces, no hay salida, debo admitir que todos mis esfuerzos por más que lo intente están condenados al fracaso?

—Recuerda que el león tiene más fuerza que diez hombres, sin embargo, ya te lo aclaré, es dominado. A la fuerza del cuerpo humano se añade la fuerza de la mente en todos sentidos muy superior.

—Pero yo no puedo usar ni una escopeta ni una jaula en el ring, siempre será superior a mí. ¿Qué hacer entonces? —Siguió razonando para sus adentros—. Quizás debería estudiar el modo de boxear de García, descubrir sus partes débiles, así yo podría cambiar la defensa y el ataque de manera de evitar la mayoría de sus golpes. Eso compensaría su fuerza y hasta podría superarlo. ¡Claro eso es!

Page 7: Las  Leyes

— 7 —Las Leyes

—Pero eso debió haber sido antes, ahora ya es tarde —lo pensó apesadumbrado y cabizbajo.

—¡Exactamente! Lo has entendido con claridad, puedes usar la mente, estudiar a tu oponente y si lo ves más fuerte y dotado hay que buscar un camino que te permita el triunfo. Esa es una de las leyes de Dios, usar la mente para obtener más fuerza. Pero eso también lo puede hacer el oponente y entonces será el vencedor el más dotado en todos los sentidos.

—¿Quiere decir esto que Dios nunca interviene y todo lo deja a sus leyes?

El ser de luz no respondió, en cambio mostró una escena del pasado.

Era su padre, lo adoraba y lo recordaba siempre, el había sido la inspiración de su vida, pero el destino lo apartó de su lado hacía algunos años pues había muerto de una rara enfermedad dejándolo a cargo de su familia.

La escena se desarrollaba en una noche lluviosa, lucía muy joven y manejaba un camión de carga, era sin duda antes de casarse con su madre. De improviso se le pinchó un neumático y se vio obligado a detenerse y esperar amainara la tormenta para proceder a cambiarlo.

—Recuerdo que mi padre me contó como se libró de la muerte debido a este percance.

La escena se repitió de nuevo pero sin que el neumático se pinchara. Siguió su ruta y unos cuantos kilómetros más adelante hubo un gran deslave debido a la lluvia torrencial. Sin poderlo evitar fue arrollado por una montaña de barro y piedras que cayeron encima del camión matando a su padre casi instantáneamente.

—¿Qué opinas que ocurrió? —preguntó el ser de luz.

—Que la virgencita lo protegió.

—¡Exactamente!, la providencia lo protegió. En este mundo terrenal se viene a cumplir una misión. La de tu padre era tener a su familia y algunos hechos básicos más que aún no habían ocurrido, por lo tanto el accidente debía ser evitado, de otro modo hubiera habido que empezar de nuevo o cambiar algunas cosas esenciales. El estaba destinado a tener una familia y así se hizo.

—¿Entonces Dios sí interviene cuando es necesario?

—Así es. Cuando es imprescindible para que se cumpla su voluntad.

—¿De modo qué el destino existe? —consultó Benítez.

—Hay decisiones que deben ser tomadas y las cuales pueden cambiar en algo el destino. Por ejemplo, a ti se te presentó la oportunidad de escoger la carrera de boxeador y esa fue tu decisión. Si hubieras escogido la otra que también se te presentó, la de permanecer en el ejército, hoy serías un militar. Pero lo que se espera de ti no

Page 8: Las  Leyes

— 8 —Las Leyes

puedes cambiarlo completamente. Por un camino o por otro deberás realizarlo pues este ha sido el trato que con el Pensamiento Universal has hecho antes de nacer.

Page 9: Las  Leyes

— 9 —Las Leyes

Benítez había sido atendido por el médico y los paramédicos en el mismo cuadrilátero, pues el corazón había dejado de palpitar, pero con descargas eléctricas lograron una débil recuperación. En estos instantes era llevado al hospital en una ambulancia con el médico al lado suyo. Se le había aplicado los medicamentos de emergencia, adrenalina, oxigeno y otros. En el hospital sería atendido con todos los adelantos de la ciencia.

A mitad del camino, tal como se temía, dejó de respirar y el corazón de latir, esta vez no respondió, todo fue inútil, no tenía signos vitales por lo tanto el médico retiró el oxígeno y esperó llegar al hospital para que lo viera el médico forense.

A los pocos minutos fue trasladado a la sala de emergencia, pero tal como se temía no reaccionó y fue declarado legalmente fallecido.

Abrió los ojos y lo que vio fue un paño blanco que le cubría todo el cuerpo totalmente desnudo, el susto fue tremendo pero algo dentro de sí le decía que todo estaba bien y que lo peor ya había pasado. No obstante gritó con todas sus fuerzas, estaba milagrosamente recuperado y deseaba salir de inmediato de aquel lugar.

Fue internado en una habitación por un par de días por si se presentaba alguna recaída, durante este tiempo Samuel Benítez recapacitó respecto a su vida y a su futuro. El boxeo era extremadamente peligroso, estuvo a punto de morir. ¿Qué hubiera sido entonces de su familia que sólo dependía de él? Un sueño maravilloso lo había hecho reaccionar. No recordaba muy bien lo que había soñado antes de recuperar el sentido, pero sin saber porqué le había dejado una sensación de bienestar y confianza, sobretodo una gran confianza en su futuro.

No volvería a boxear, tenía ahorros suficientes, la última pelea, aun cuando perdió, le dejó una buena bolsa. Tenía lo suficiente y mucho más como para comprar aquella panadería y pastelería a donde solía ir su madre a surtirse, pues los dueños, de avanzada edad, deseaban retirarse y venderla. El estudiaría, siempre le había gustado la economía o bien la administración o contaduría y ahora se le presentaba la oportunidad de su vida. Se graduaría, sería un gran gerente y también se dedicaría a la política, quizás lograra llegar tan arriba como para cambiar algunas cosas que sabía con seguridad estaban mal y de este modo terminar con la pobreza extrema que atormentaba a su país y al mundo entero.

No sólo era un sueño el suyo, sino la decisión inquebrantable de ayudar al prójimo y de lograr lo que se proponía alcanzar. Aquel sueño le venía a la memoria cada vez con más claridad, empezaba por recordar con detalle casi todo, aunque sabía que era un sueño solamente… ¿O no?

Jaime Castañé S.