Las Furias de Alera - Jim Butcher-Codex Alera 01

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El primer libro de la saga de Codex Alera, escrita por el autor Estadounidense Jim Butcher.

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  • En el mundo de Carna, el reino deAlera es el estado ms poderoso ytodos sus habitantes tienen ciertodominio sobre las fuerzaselementales (agua, tierra, madera,fuego, aire y metal) a las que llamanfurias. Todos, excepto Tavi, que viveen una propiedad rural y es incapazde desarrollar sus habilidades,quedando por eso relegado a tareassecundarias y a ser objeto de burlapor parte de todos.

    La azarosa bsqueda de una ovejaperdida, lanza a Tavi de cabeza

  • hacia los acontecimientos que estnponiendo en peligro la paz entre losreinos y la misma supervivencia deAlera. Sin habilidad para controlarlas fuerzas elementales, tendr queconfiar en su valor e inteligenciapara salvar a sus amigos y liberar alreino de la peor amenaza de suhistoria.

  • Jim Butcher

    Las furias deAlera

    Codex Alera 01

    ePub r1.0

  • capitancebolleta 08.11.13

  • Ttulo original: Furies of CalderonJim Butcher, 2004Traduccin: Francisco Garca LorenzanaFecha Traduccin: 11/2012

    Editor digital: capitancebolletaePub base r1.0

  • PARA MI HIJO, UN HROE ENFORMACIN.

    Y EN MEMORIA DE MI PADRE,UN HROE DE VERDAD.

  • AGRADECIMIENTOSME gustara expresar mi agradecimientoa Jennifer Jackson por sus excelentesconsejos en la reescritura de este libro.Gracias a mi esposa y a mi hijo, comosiempre, y a mi manicomio de primeroslectores. Y una tonelada deagradecimientos a los hombres ymujeres, todos ellos bastante locos, dela International Fantasy Gaming Society,con los que he pasado muchos fines desemana matndoles y a cambiomatndome ellos. Mantened secas lasespadas de espuma, llevad un montn deagua para la aventura y cuidado con las

  • serpientes y los disparos en la cabeza.

    Pero me puede decir alguien por qutengo que seguir llevando esos silbatosdurante el juego?

  • PRLOGO

    El curso de la historia noest determinado por lasbatallas, los asedios, o lasusurpaciones, sino por lasacciones de los individuos. Laciudad ms fuerte o el ejrcitoms numeroso son bsicamente,en definitiva, una coleccin deindividuos. Sus decisiones, suspasiones, sus locuras y sussueos moldean los aosvenideros. Si se puede aprenderuna leccin de la historia, es que

  • con mucha frecuencia el destinode ejrcitos, de ciudades, dereinos enteros, descansa en lasacciones de una persona. En esemomento ominoso deincertidumbre, la decisin dedicha persona, buena o mala,acertada o errnea, grande opequea, sin pretenderlo puedecambiar el mundo.

    Pero la historia puede serbastante traicionera. Nunca sesabe de qu persona se trata,dnde puede estar, o cul es ladecisin que ha de tomar.

    Casi es suficiente para que

  • crea en el Destino.

    DE LOS ESCRITOS DE GAIUSPRIMUS

    PRIMER SEOR DE ALERA

    POR favor, Tavi suplic lamuchacha en la oscuridad crepuscular ala entrada de la cocina del asentamiento. Solo este pequeo favor.

    No lo s le respondi el chico. Hoy hay mucho trabajo.

    Ella se acerc a l y el muchachosinti cmo su cuerpo esbelto seamoldaba al suyo, suave, delicioso ycon olor a flores. Ella apret la boca

  • contra su mejilla en un beso lento y lesusurr al odo:

    Te estar muy agradecida.Bueno respondi el chico.

    No estoy seguro de si hum.Ella le volvi a besar en la mejilla y

    susurr:Por favor.El corazn le lati entonces con

    mayor rapidez y se le aflojaron lasrodillas.

    De acuerdo, lo har.

  • 1AMARA soportaba el bamboleomontada sobre el lomo del enorme yviejo toro gargante, mientras repasabamentalmente el plan. El sol de la maanacaa sobre ella, contrarrestando el froaire neblinoso y calentando la lanaoscura de su falda. Detrs de ella, losejes de la carreta crujan y chirriabanbajo la carga. El collar de esclava quellevaba haba empezado a producirleroces en la piel, y anot mentalmentecon irritacin que deba llevar antes unodurante unos cuantos das paraacostumbrarse a l, si fuese necesario

  • para la siguiente misin.Suponiendo que antes sobrevivira a

    esta, claro.Un escalofro nervioso le recorri la

    espina dorsal y provoc que se leagarrotaran los hombros. Respir hondoy expeli el aire con fuerza, cerr losojos un instante y anul cualquierpensamiento que no fueran lassensaciones que perciba a su alrededor:el sol en la cara, el bamboleo de laslargas zancadas del poderoso gargante,los crujidos de los ejes de la carreta

    Nerviosa? pregunt el hombreque caminaba junto al toro.

    De su mano colgaba una garrocha

  • pero no la haba utilizado durante todoel viaje. Consegua dirigir la bestia solocon las bridas, pese a que su cabezaapenas llegaba a la altura del muslo depelaje marrn del toro. Llevaba lasropas sencillas de un buhonero:pantalones marrones, sandalias slidas yresistentes, y una chaqueta guateadaencima de la camisa, de un sencillocolor verde oscuro. Cuando el solcomenz a ascender, cubri uno de sushombros con una sencilla capa larga ydesgastada, tambin verde, sin bordadoalguno.

    No minti Amara, que abri denuevos los ojos y mir hacia delante.

  • Fidelias se rio.Mentirosa. No es un plan

    descerebrado. Puede funcionar.Amara le lanz a su maestro una

    mirada cautelosa.Pero tienes alguna sugerencia?En tu prueba de graduacin?

    pregunt Fidelias. Cuervos, no! Nisiquiera soara con ello, academ.Coartara tu actuacin.

    Amara se humedeci los labios.Pero crees que hay algo que deba

    saber?Fidelias le devolvi una mirada

    perfectamente cndida:Tengo unas cuantas preguntas.

  • Preguntas repiti Amara.Vamos a llegar dentro de un momento

    Si lo prefieres, las puedo plantearcuando lleguemos.

    Si no fueras mi patriserus, teconsiderara un hombre imposible suspir Amara.

    Eso ha sido muy amable por tuparte replic Fidelias. Hasrecorrido un largo camino desde tuprimer trimestre en la Academia. Tequedaste tan sorprendida cuandodescubriste que los cursores hacen algoms que entregar mensajes

    Te gusta explicar esa historia,aunque sabes que la odio.

  • No replic Fidelias con unasonrisa irnica. Me gusta contar esahistoria porque s que la odias.

    Lo mir hacia abajo con malicia.Me parece que por eso el legado

    de los cursores te sigue enviando arealizar misiones.

    Eso forma parte de mi encanto asinti Fidelias. Vamos pues. Miprimera preocupacin

    Pregunta le corrigi Amara.Pregunta acept la correccin

    , es sobre nuestra coartada.Y cul es la pregunta? Los

    ejrcitos necesitan hierro. T eres uncontrabandista de hierro y yo soy tu

  • esclava. Tuviste noticia de que se iba acelebrar un mercado por aqu y hasvenido a ver si podas ganar un poco dedinero.

    Ah exclam Fidelias. Y qules digo cuando me pregunten de dndehe sacado el mineral? Sabrs que no seencuentra al borde del camino,precisamente.

    Eres un cursor Callidus. Screativo. Estoy segura de que se teocurrir algo.

    Fidelias se rio por lo bajo.Al menos has aprendido la

    capacidad de delegar. As que nosacercamos hasta esta legin renegada

  • con nuestro precioso mineral sealcon la cabeza hacia la carreta que nodejaba de crujir. Qu les va aimpedir confiscarlo sin ms?

    T eres el adelantado de una redde contrabandistas y representasnumerosos intereses en el negocio. Tuviaje est bajo observacin y si losresultados son buenos, muchos otros sepodran decidir a traer suministros.

    Eso es lo que no entiendo reconoci Fidelias con un gesto deinocencia. Si esta es de verdad unalegin renegada, como afirman losrumores, bajo el mando de uno de losGrandes Seores, que se est

  • preparando para derrocar a la Coronano se van a oponer a que circulecualquier noticia sobre ellos, sea buena,mala o indiferente?

    S respondi Amara, mirndolode soslayo. Y eso obra a nuestrofavor. Vers, si no volvieses de estapequea excursin, se extendera portoda Alera la noticia de estecampamento.

    Eso es algo inevitable, porque lanoticia se va a extender de todas formas.Resulta bastante difcil mantener ensecreto durante mucho tiempo una leginal completo.

    Es nuestra mejor oportunidad

  • replic Amara. Se te ocurre algomejor?

    Nos acercamos a escondidas,protegidos por nuestras furias,conseguimos las pruebas y despussalimos corriendo como si nospersiguiesen los cuervos.

    Bah! disinti Amara. Lo hevalorado. Pero decid que erademasiado imprudente y predecible.

    Tiene la ventaja de la sencillez seal Fidelias. Recuperamos lainformacin, entregamos pruebas slidasa la Corona y dejamos que el PrimerSeor lance una campaa ms completacontra la sedicin.

  • S, eso es ms sencillo. Pero seaquien sea quien est al mando de estecampamento, en cuanto sepa que harecibido la atencin de los cursores,sencillamente lo levantar y trasladarnsus operaciones a otro lugar. La Coronasencillamente tendr que gastar dinero,esfuerzos y vidas para volverlos aencontrar, e incluso entonces, quien estponiendo dinero para financiar supropio ejrcito, sencillamentedesaparecer.

    Fidelias alz la mirada hasta ella ydej escapar un silbido suave.

    As que quieres entrar y salir sinque te detecten, llevar las noticias a la

  • Corona y entonces qu?Volver aqu al mando de unas

    pocas cohortes de caballeros Aeris paraaplastarlos respondi Amara.Tomar prisioneros, obligarles atestificar contra quienes les respaldan yliquidarlo todo de un solo golpe.

    Ambicioso coment Fidelias,muy ambicioso. Y muy peligroso,tambin. Si nos cogen, nos matarn. Y esbastante razonable esperar que ellostengan igualmente caballeros y que estnbuscando a uno o dos cursores.

    Por eso no nos van a atrapar replic Amara. Nos hacemos pasarpor el contrabandista pobre y codicioso,

  • con su esclava, recaudamos todo eldinero que podamos obtener de ellos ynos vamos.

    Y nos quedamos con el dinero. Fidelias frunci el ceo. Por unacuestin de principios, me gustan lasmisiones que implican un beneficio.Pero, Amara en esta hay muchosfactores que hacen que pueda salir mal.

    Somos o no los mensajeros delPrimer Seor, sus ojos y sus odos?

    A m no me recites el Codex lacort Fidelias enfadado. Yo ya eracursor antes de que tu padre y tu madrehubieran convocado sus primeras furias.No te creas que eres mucho mejor que

  • yo porque el Primer Seor se hayaencandilado contigo.

    Y no crees que el riesgo valga lapena?

    Creo que hay un montn de cosasque desconoces respondi Fidelias detal modo que realmente se mostr comoun anciano; despus agreg, indeciso:Deja que yo me ocupe de esto, Amara.Entrar yo. T te quedas aqu y terecoger cuando salga. No hay ningunarazn para que nos tengamos quearriesgar los dos.

    No replic ella. En primerlugar, esta es mi misin. En segundolugar, vas a necesitar toda tu

  • concentracin para interpretar tu papel.Yo podr observar, en especial desdeaqu arriba. Acarici el ancho lomodel gargante y este le respondi con unbufido que levant un pequeo remolinoen el polvo del camino. Tambinpodr guardarte las espaldas. Si tengo laimpresin de que nos han descubierto,podremos salir de all.

    Fidelias refunfu.Pensaba que habamos adoptado

    este disfraz para fingir que somosviajeros, y que nos acercaramos yentraramos a escondidas en elcampamento despus del anochecer.

    Cundo no entra nadie y

  • seguramente s que levantaremossospechas si nos ven?

    l resopl.De acuerdo concedi. De

    acuerdo. Lo haremos a tu manera. Peroests jugando con los cuervos.

    El estmago de Amara se volvi aencoger y presion la mano sobre lpara intentar alejar el miedo. Pero no sefue.

    No neg. Estoy abriendo eljuego por los dos.

    Aunque los pasos cansinos del toroparecan lentos, equivalan a variaszancadas de un hombre. Las pezuas delas patas de la gran bestia se coman los

  • kilmetros, mientras se iba alimentandocon los matorrales y las hojas de losrboles a lo largo del camino,aadiendo capas de grasa bajo el pelaje.Si se le permita, el giboso animal sediriga hacia el mejor terreno de forrajepara pastar, pero Fidelias lo conducacon mano firme y tranquila,consiguiendo que la bestia no se salieradel camino, mientras que l caminaba asu lado a paso ligero.

    Segn estimaba Amara, tras unkilmetro llegaran a los piquetesexteriores del campamento de la legininsurgente. Trat de recordar su papelel de una esclava aburrida,

  • adormilada y cansada de das de viaje: eso fue todo lo que pudo hacer paraevitar que la tensin siguiera subiendopor sus hombros y su espalda. Quocurrira si resultaba que la legin soloera un rumor y su misin para cazarinformacin, diseada y planificada contanto cuidado, se converta en unaenorme prdida de tiempo? Pensaramal de ella el Primer Seor? Lo haranlos otros cursores? Lo cierto es que nose le ocurra peor manera deincorporarse a sus filas: salir de laAcademia para meterse de cabeza en unerror garrafal.

    Creci su ansiedad, como las tiras

  • de hierro que se extendan desde loshombros a lo largo de la espalda, y leempezaron a dar punzadas las sienes acausa de la tensin y del fulgor del sol.Se habran equivocado en algndesvo? La vieja senda que ibansiguiendo pareca demasiado biencuidada para ser un camino de leadoresabandonado, pero se poda equivocar.No debera vislumbrarse el humo delas hogueras de la legin? No deberanestar oyendo algo ya, si estaban tancerca como sospechaba?

    Amara estaba a punto de inclinarsepara requerir la atencin de Fidelias ypedirle consejo, cuando un hombre con

  • tnica y calzas oscuras, coraza brillantey yelmo les sali al paso en el camino,tras surgir de entre las sombras de unrbol, a menos de diez pasos por delantede ellos.

    Apareci sin previo aviso, sin elms mnimo movimiento, lo cualsignificaba que se haba envuelto en sufuria y que estaban ante un trabajoexperto y muy hbil con la madera. Eraun hombre gigantesco, de ms de dosmetros diez de estatura, y del costado lecolgaba una espada pesada. Levant unamano enguantada y con un tonomontono y distante orden:

    Alto.

  • Fidelias emiti un chasquido con lalengua que hizo que el toro redujera lamarcha hasta detenerse despus devarios pasos. El carro cruji y chirri alestabilizarse sobre las ruedas bajo elpeso del mineral.

    Buenos das tengis, maese salud Fidelias con una voz querezumaba nerviosismo y un buen humorobsequioso. El cursor veterano se quitel sombrero y lo apret entre sus manosligeramente temblorosas. Qu tal osva en una maana de otoo tanesplndida?

    Vas por el camino equivocado respondi el gigante oscuro. Su tono era

  • quedo y casi adormecido, pero pos lamano sobre la empuadura del arma.Esta tierra no es amistosa con losviajeros. Da la vuelta.

    S, maese; as lo har, maese asegur Fidelias con una sonrisa tonta. Solo soy un humilde mercader quelleva su cargamento con la vanaesperanza de encontrar un mercadopropicio. No quiero buscar problemas,maese, solo la oportunidad de recuperarmis prdidas. Llevo una carga de lo msexcelente, pero conseguida en malmomento, de Fidelias gir los ojoshacia el cielo y arrastr un pie a travsdel polvo del camino. Hierro. Le

  • dirigi al gigante una sonrisa ladina.Pero, como deseis, maese. Seguir micamino.

    El hombre oscuro dio un paso alfrente.

    Espera, mercader orden.Fidelias le escrut por encima del

    hombro.Maese? pregunt. Es

    posible que estis interesado en unacompra?

    El hombre oscuro se encogi dehombros. Se detuvo a unos pasos deFidelias y pregunt:

    Cunto mineral?Casi una tonelada, maese. Como

  • podis ver, mi buen gargante apenaspuede con l.

    El hombre gru mientras observabala bestia y fue subiendo la mirada hastallegar a Amara.

    Quin es esa?Mi esclava, maese respondi

    Fidelias. Su voz adquiri un tonorastrero e interesado. Est a la venta,si os interesa, maese. Una buenatrabajadora, hbil para tejer y cocinar, yms que capaz de dar a un hombre unanoche de placer inolvidable. A dosleones estoy seguro de que es una ganga.

    El hombre buf.Tu buena trabajadora va montada

  • mientras t caminas, mercader. Habrasido ms inteligente por tu parte queviajaras solo. Inhal por la nariz. Yest tan flaca como un chico. Coge tubestia y sgueme.

    Queris comprar, maese?El soldado lo mir.No te he pedido eso, mercader

    recalc. Sgueme.Fidelias se qued mirando al

    soldado y despus trag saliva, demanera casi audible.

    S, s, maese. Estaremos dos otres pasos por detrs. Vamos, muchacho.Tom las riendas del toro con losdedos temblorosos y tir del animal

  • hasta ponerlo en movimiento.El soldado gru y se dio la vuelta

    para emprender la marcha por elcamino. Silb con fuerza y una docenade hombres armados con arcos surgieronde las sombras y de los matorrales a loslados de la senda, de la misma forma enque lo haba hecho l unos momentosantes.

    Mantened la posicin hasta queregrese orden el hombre. Nodejis que pase nadie.

    S, seor respondi uno de loshombres.

    Amara se concentr en l. Todos loshombres llevaban el mismo uniforme:

  • tnicas y pantalones negros con cotasoscuras de color verde y marrn.Adems, el que haba hablado luca unfajn negro alrededor de la cintura, comoel que les sali a recibir. Amara mir asu alrededor pero ninguno de los otrossoldados llevaba fajn, solo esos dos.Fij el detalle en su mente. Caballeros?Era ms que probable. Uno de ellosdeba de tener una gran habilidad con lamadera para esconder tan bien a tantoshombres.

    Cuervos! pens. Y si resultaque esta legin rebelde tiene uncontingente completo de caballeros?Con tantos hombres, con tantos

  • poderosos artfices de las furias, puedenrepresentar una amenaza para cualquierciudad en Alera.

    Y, como corolario, significara quela legin tena un respaldo poderoso.Cualquier artfice de las furias que fueralo suficientemente fuerte como paraconvertirse en caballero podra pedir elprecio que quisiera por sus servicios.No los alcanzara a contratar cualquiermercader descontento para convencer asu Seor o Gran Seor de que debabajar los impuestos. Solo la noblezapoda afrontar el coste de contratar aunos cuantos caballeros, y ms an el detodo un contingente.

  • Amara tembl. Si uno de losGrandes Seores se estaba preparandopara conspirar contra el Primer Seor,entonces les aguardaban das muyoscuros.

    Mir a Fidelias y l le devolvi lamirada con el rostro preocupado. Pensque poda ver en sus ojos el reflejo desus propios pensamientos y temores.Quera hablar con Fidelias, conocer susopiniones sobre la situacin, pero ahorano poda abandonar su papel. Amaraapret los dientes, hundi los dedos enel acolchado de la silla de montar deltoro e intent calmarse de nuevo,mientras el soldado los conduca al

  • campamento.Amara mir atentamente cmo los

    pasos cansinos del toro se dirigan haciauna curva en el camino que ascenda poruna pequea colina y luego bajaba alvalle que se encontraba del otro lado.All el campamento se extenda delantede sus ojos.

    Grandes furias! pens. Pareceuna ciudad.

    Su mente capt todos los detallesque estudiaba con la mirada. Elcampamento estaba construido siguiendoel modelo tradicional de las legiones:una fortificacin formada por unaempalizada y un foso que delimitaba un

  • cuadrado enorme y rodeaba las tiendasde campaa de los soldados y losalmacenes. Dentro del recinto se habanlevantado las tiendas de tela blanca, filatras fila, demasiadas como para que sepudieran contar con facilidad,dispuestas en una precisa sucesin. Dospuertas enfrentadas daban entrada alcampamento. Las tiendas y loscobertizos de los seguidores queocupaban el campamento se extendanalrededor en un caos irregular, comomoscas zumbando en torno a una bestiadormida.

    Haba gente por doquier.En un campo de maniobras junto al

  • campamento, cohortes enteras estabanpracticando formaciones de combate ymaniobras, bajo las rdenes decenturiones desgaitados o caballeroscon fajines negros que cabalgaban en susmonturas. En otro punto, los arquerosapuntaban con sus flechas hacia dianasdistantes, mientras que maestros de lasfurias formaban a otros reclutas en eluso de las artes bsicas de la guerra. Porel campamento tambin se movanmuchas mujeres: lavaban ropa en el ro,zurcan uniformes, mantenan el fuego delas hogueras o, simplemente, disfrutabandel sol matinal. Amara vio un par demujeres con fajines negros a caballo,

  • dirigindose hacia el campo demaniobras. Los perros merodeaban porel campamento y empezaron a ladrarcuando olieron al toro que coronaba lacolina. Un poco ms lejos, nodemasiado lejos del ro, los hombres ylas mujeres haban establecido lo quepareca un pequeo mercado, donde losvendedores ofrecan sus productos entenderetes improvisados o los extendanen el suelo sobre unas telas.

    Habis llegado entre el desayunoy el almuerzo coment el soldado.De no haber sido as, os habra ofrecidoalgo de comer.

    Quiz podamos almorzar con vos,

  • maese replic Fidelias.Quiz. El soldado se detuvo y

    mir a Amara, estudindola con ojostranquilos y duros. Bjala. Enviar auno o dos mozos para que se hagancargo de tu bestia.

    No insisti Fidelias. Misbienes van conmigo.

    El soldado gru.En el campamento hay caballos

    que se volvern locos si huelen a esacosa. Se queda aqu.

    En tal caso, yo me quedo aqu insisti Fidelias.

    No.Entonces la esclava propuso.

  • Se puede quedar con el toro paramantenerlo tranquilo. Se inquietar si seocupan de l unas manos extraas.

    El soldado se lo qued mirando,duro y suspicaz.

    Qu ests tramando, anciano?Tramar? Estoy protegiendo mis

    intereses, maese, como hace cualquiermercader.

    Ests en nuestro campamento. Tusintereses no tienen ninguna importancia,no te parece?

    El soldado no puso ningn nfasisespecial en las palabras, pero pos unamano sobre la empuadura de la espada.

    Fidelias se enderez y dijo con voz

  • sorprendida y ultrajada.No os atreveris.El soldado sonri. Su sonrisa era

    dura.Fidelias se humedeci los labios.

    Entonces ech una mirada a Amara.Crey ver algo en ella, una especie deadvertencia, pero solo orden:

    Muchacha, baja.Amara se desliz desde el lomo de

    la bestia usando las riendas de cueropara descender por el costado. Fideliaschasque la lengua y dej caer lasriendas, de manera que el toro seacomod con pereza en el suelo con unmugido de satisfaccin que hizo temblar

  • la tierra a su alrededor. Estir la cabeza,arranc un bocado de hierba y empez amasticarlo, con los grandes ojosentrecerrados.

    Sgueme orden el soldado.T tambin, esclava. Si cualquiera delos dos se aleja ms de tres pasos de m,os matar a ambos. Habiscomprendido?

    Comprendido respondiFidelias.

    Comprendido, maese se hizoeco Amara, manteniendo la mirada baja.

    Siguieron al soldado y cruzaron elro por un vado poco profundo. El aguaestaba fra y flua con rapidez alrededor

  • de los tobillos de Amara. Tembl y se lepuso la piel de gallina en piernas ybrazos, pero no perdi el paso deFidelias y el soldado.

    Su mentor se retras hasta colocarsea su lado y le murmur en voz muy baja:

    Has visto cuntas tiendas?Ella levant la cabeza para asentir.Muy juntas.Todo bien organizado y limpio.

    No son una partida de campesinosdescontentos. Militares profesionales.

    Amara asinti y susurr:Tienen detrs un apoyo serio. Es

    suficiente para que el Primer Seor lolleve ante el Consejo?

  • Una acusacin sin acusado? Fidelias sonri y neg con la cabeza.No. Tenemos que encontrar algo queincrimine a quien est detrs de esto. Notiene que estar grabado en piedra, peronecesitamos algo tangible.

    Reconoces a nuestro escolta?Fidelias le lanz una mirada.Por qu? T lo reconoces?Amara neg con la cabeza.No estoy segura. Tiene algo que

    me resulta familiar.l asinti.Lo llaman el Espada.Amara abri mucho los ojos.Aldrick ex Gladius? Ests

  • seguro?Lo vi en la capital, hace aos.

    Asist al duelo que mantuvo con ArarisValeriano.

    Amara mir al hombre que ibadelante y, con cuidado de mantener lavoz baja, aadi:

    Se supone que es el mejorespadachn vivo.

    S reconoci Fidelias. Lo es.Entonces le dio una palmada en lacabeza y le dijo en voz losuficientemente alta como para que loescuchara Aldrick. Mantn cerrada tuboca perezosa. Te dar de comer cuandoquiera y ni un segundo antes. Ni una

  • palabra ms.Caminaron en silencio hasta entrar

    en el campamento. Aldrick los condujo atravs de la entrada del campamento ydel camino principal que lo divida endos. Gir hacia la izquierda y sedirigieron entonces hacia lo que Amarasaba que en el campamento de unalegin de Alera era la tienda delcomandante. All se alzaba una tiendams amplia con dos legionares deguardia, con sus petos relucientes yarmados con lanzas en la mano yespadas en el cinto. Aldrick le hizo ungesto con la cabeza a uno de ellos yentr. Apareci un momento despus y

  • le orden a Fidelias:T, mercader, entra: el

    comandante quiere hablar contigo.Fidelias avanz y Amara le sigui.

    Aldrick puso una mano sobre el pechode Fidelias.

    Solo t indic. La esclava,no.

    Fidelias parpade.Esperis que la deje sola aqu

    fuera, maese? Podra ser peligroso Le lanz una mirada a Amara, que lacapt: era una advertencia. Dejar unamuchacha joven y bonita en uncampamento lleno de soldados

    Eso lo deberas haber pensado

  • antes de venir aqu replic Aldrick.No la van a matar. Entra.

    Fidelias la mir y se humedeci loslabios. Finalmente, entr en la tienda.Aldrick mir a Amara un instante conunos ojos distantes y fros. Volvi aentrar. Un momento despus, volvi aaparecer en la puerta de la tiendaarrastrando a una chica. Era pequea,estaba demacrada y la ropa le venaancha como a un espantapjaros. Elcollar alrededor de su cuello, a pesar desu tamao diminuto, penda casi suelto.El cabello parduzco pareca seco,quebradizo como la paja, y tena polvoen la falda, aunque tena los pies

  • bastante limpios. Aldrick empuj sinceremonias a la muchacha hacia elexterior.

    Negocios fue lo nico que dijo.Luego, dej caer el faldn de la

    tienda y volvi al interior.La chica tropez con su cesto de

    mimbre y cay al suelo con un gritosuave, convertida en un embrollo decesto, falda y cabellos encrespados.

    Amara se arrodill a su lado.Ests bien? le pregunt.S, bien replic velozmente la

    chica. Se puso en pie con dificultades ylanz una patada de polvo contra latienda. Bastardo murmur. Estoy

  • intentando limpiar las cosas para l y meempuja por ah como si fuera un saco decomida. Sus ojos an chispeabandesafiantes cuando se volvi haciaAmara. Me llamo Odiana.

    Amara respondi ella,sintiendo cmo las comisuras de loslabios se estiraban hacia arriba. Mir asu alrededor, se humedeci los labios, yse qued pensativa un momento.Necesitaba conocer mejor elcampamento e intentar encontrar algoque se pudiera llevar. Odiana, haypor aqu algn lugar donde conseguiralgo para beber? Llevamos horasviajando y estoy seca.

  • La chica se coloc el cabelloencrespado sobre un hombro y buf antela tienda del comandante.

    Qu te apetece? Hay cervezabarata, es prcticamente agua. Tambinpodemos conseguir un trago de agua. Ysi nada de esto te complace, creo quehay algo de agua.

    El agua me va bien confirmAmara.

    Qu humor tan seco sealOdiana. Coloc el asa del cesto en elhueco del codo e indic: Por aqu.

    Se dio la vuelta y empez a andarcon una especie de energa grosera ychispeante, atravesando el campamento

  • en direccin a la otra puerta. Amara laalcanz, sin dejar de mirar a sualrededor. Una tropa de soldadosllegaba a paso ligero, con las botasgolpeando el suelo para marcar el ritmo,y las dos muchachas se tuvieron queapartar entre dos tiendas para dejarlospasar.

    Odiana buf.Soldados. Que los cuervos se los

    lleven a todos. Estoy cansada de tantossoldados.

    Cunto tiempo llevas aqu? pregunt Amara.

    Desde justo despus de ao nuevorespondi. Pero hay rumores de

  • que nos iremos pronto.El corazn de Amara se empez a

    acelerar.A dnde vais?Odiana la mir con una sonrisa

    divertida.T no has tratado demasiado con

    soldados, verdad? No importa adndevayas. Esto hizo un gesto amplio queabarcaba todo el campamento nocambia nunca. Siempre es lo mismo, daigual si ests junto al ocano o al ladode la Muralla. Y los hombres nocambian nunca. El cielo no cambia y latierra tampoco cambia lo suficiente paraprestarle demasiada atencin. Esto es

  • todo.Pero aun as Vas a sitios

    nuevos. Ves cosas nuevas.Solo manchas nuevas en los

    uniformes replic Odiana. Lossoldados pasaron de largo y lasmuchachas volvieron al camino. Perohe odo que iremos ms al norte y quizalgo hacia el este.

    Hacia Aquitania?Odiana se encogi de hombros.Esa es la direccin? Sigui

    andando y abri el cesto al acercarse alro, trasteando en su interior. Aqu exclam. Ten. Lanz un par debandejas sucias en los brazos de Amara

  • . Las podemos limpiar, ya queestamos aqu. Cuervos!, los soldadosson tan sucios Pero al menos loslegionares mantienen sus tiendaslimpias.

    Pesc un hueso y se lo tir a unperro que pasaba por all. Despus losrestos de una manzana, de la que mordiun trozo antes de fruncir la nariz y tirarlade nuevo a la corriente. Lo siguiente fueun trozo de papel, al que casi no prestatencin antes de dejarlo caer a un lado.

    Amara se dio la vuelta y pis elpapel con el pie antes de que se lopudiera llevar el viento. Entonces seagach y lo recogi.

  • Qu? pregunt Odiana.Qu ests haciendo?

    Amara cogi el papel.Bueno, hum No me parece una

    buena idea que lo tires al suelo si estnintentando limpiar.

    Si no est dentro del campamento,nadie va a decir nada explic Odiana.Inclin la cabeza a un lado y se quedmirando mientras Amara desdoblaba elpapel y estudiaba lo que haba escrito. Sabes leer? pregunt la esclava.

    Un poco respondi Amara,distrada.

    Ley la nota y las manos leempezaron a temblar.

  • Comandante de la SegundaLegin:

    Se le ordena que levante elcampamento y se dirija al puntode reunin. No deber llegar mstarde de la dcima luna llena delao, en previsin del invierno.Mantenga la instruccin hasta lapartida, y disponga a loshombres de la manera habitual.

    Haba ms, pero Amara se lo salt,casi temiendo ver lo que apareca al pie:

    Aticus Quentin, Gran Seorde tica.

  • La respiracin de Amara se quedatascada en su garganta y el corazn sele aceler. Sus temores eran ciertos.Insurreccin, rebelin. Guerra.

    Qu dice? pregunt Odiana.Puso otra bandeja en las manos deAmara e indic: Aqu. Mtelas en elro.

    Dice Amara traste con lasbandejas, acercndose a la orilla delagua y agachndose para meterlas dentro. Bueno eh En realidad no lo sleer bien jug con la nota, la escondien uno de sus zapatos y analiz conrapidez las implicaciones.

  • Sabes? replic Odiana con lavoz brillante y alegre, creo que estsmintiendo. No resulta frecuentetropezarse con esclavos que saben leer,que preguntan sobre los movimientos detropas, y que tambin saben lo suficientede poltica como para darse cuenta de loque puede implicar una insignificantenota. Eso es lo que esperaras, bueno, nos baj la voz y casi buf, de unode los cursores.

    Amara se puso tensa y se dio lavuelta en el momento preciso para quesu barbilla recibiese el golpe del talndesnudo de Odiana. El dolor sordo ycandente la atraves. La chica

  • aparentemente demacrada tena muchams fuerza de la que Amara habasupuesto y, aturdida por el golpe, acabde espaldas en el ro.

    Se incorpor, tratando de quitarse elagua de la cara y de los ojos eintentando recuperar el aliento parainvocar a sus furias, pero al inhalar notque el agua le segua entrando por laboca y la nariz, y comenz a ahogarse.El corazn de Amara se aceler a causadel pnico repentino; se toc la cara,para descubrir que tena la narizcubierta con una fina capa de agua. Laara con los dedos, pero no la pudoapartar ni desprender. Luchaba y se

  • ahogaba, pero solo le entraba ms agua,cubrindola como una capa de aceite.No poda respirar. El mundo empez abrillar en la oscuridad y se sintimareada.

    La carta. Deba entregar la carta alPrimer Seor. Era la prueba quenecesitaba.

    Consigui llegar a la orilla antes deque el agua que le estaba llenando lospulmones le provocara un colapso.Convulsionaba sobre la tierra secacuando se dio cuenta de que tena antesus ojos los pies descalzos y limpios deOdiana.

    Amara levant la mirada mientras la

  • demacrada esclava la contemplaba conuna sonrisa amable en el rostro.

    No tienes por qu preocuparte,cario la tranquiliz.

    Y empez a cambiar. Se le llenaronlas mejillas hundidas. Los miembrosesculidos ganaron solidez y belleza.Las caderas y los pechos se curvaron enlneas atractivas, rellenando la ropa quellevaba. Le creci un poco el cabello yse volvi ms lustroso y oscuro, y se loahuec con una pequea carcajada antesde arrodillarse al lado de Amara.

    Odiana alarg la mano y pas susdedos por el cabello mojado de Amara.

    No tienes por qu preocuparte

  • repiti. No te vamos a matar. Tenecesitamos. Con calma sac un fajnnegro del cesto y se lo at a la cintura. Pero los cursores podis ser unaestirpe bastante escurridiza. No vamos acorrer riesgos. Duerme, Amara, sermucho ms fcil. Y entonces podrretirar toda el agua y dejar que vuelvas arespirar.

    Amara luch por conseguir unabocanada de aire, pero no lo consigui.La oscuridad se espes y delante de susojos aparecieron puntos de luz. Agarr aOdiana, pero los msculos de sus dedoshaban perdido la fuerza.

    Lo ltimo que vio fue a la bella

  • artfice del agua inclinndose paradepositar un beso suave en su frente.

    Duerme susurraba. Duerme.Y finalmente, Amara se hundi en la

    oscuridad.

  • 2SE despert enterrada hasta las axilas.Haban amontonado tierra suelta sobresus brazos y sobre su cabeza. Senta lacara hinchada y pesada, y al cabo de unmomento se dio cuenta de que le habancubierto con barro toda la cabeza.

    Intent recuperar sus sentidosconcentrndose en las punzadas deldolor de cabeza, reuniendo losfragmentos de los recuerdos y laspercepciones hasta que, con una oleadamareante de claridad, record dndeestaba y lo que le haba ocurrido.

    Su corazn comenz a golpear con

  • fuerza en el pecho y el miedo hizo quesintiera fro en las extremidadesenterradas.

    Abri los ojos y algunos trozos debarro se le introdujeron en ellos, por loque tuvo que parpadear con rapidez. Susojos comenzaron a lagrimear paraexpulsar la suciedad. Tras unos instantesya fue capaz de ver.

    Se encontraba en una tienda. Supusoque en la tienda del comandante, en elcampamento. Se filtraba un poco de luza travs de un hueco en el faldn queserva como puerta, dejando que elinterior de la tienda se pudiera describiren trminos de oscuridad, sombras y

  • tinieblas.Ya te has despertado? gimi

    una voz detrs de ella.Gir la cabeza para intentar mirar.

    Vislumbr a Fidelias por el rabillo delojo. Estaba all colgado en una jaula conbarrotes de hierro con atadurasalrededor de los hombros y de losbrazos, con los pies colgando a unosbuenos veinticinco centmetros delsuelo. Tena un moretn inflamado en lacara y el labio partido y cubierto desangre seca.

    Ests bien? susurr Amara.Bien. Si dejamos de lado que me

    han capturado y golpeado y que tengo

  • una cita para un interrogatorio contortura. T eres quien deberapreocuparse.

    Amara trag saliva.Por qu yo?Creo que esto lo podemos

    considerar con toda seguridad unfracaso en tu prueba de graduacin.

    Amara sinti cmo la boca ledibujaba una sonrisa, a pesar de lascircunstancias.

    Tenemos que huir.Fidelias intent sonrer. El esfuerzo

    le volvi a abrir la herida del labio yman sangre fresca.

    Crdito extra pero me temo que

  • no tendrs la oportunidad de aprobarlo.Esta gente sabe lo que hace.

    Amara intent moverse, pero no sepoda liberar de la tierra. Soloconsigui liberar un poco los brazos,pero aun as tenan encima una gruesacapa de barro.

    Cirrus susurr, invocando a sufuria. Cirrus. Ven y scame de aqu.

    No ocurri nada.Lo intent de nuevo. Y otra vez. Su

    furia del viento no respondi.El barro reconoci al fin y

    cerr los ojos. Tierra paracontrarrestar el aire. Cirrus no me puedeor.

  • S confirm Fidelias.Tampoco Etan o Vamma me pueden or am. Estir los dedos de los pies haciael suelo, pero no lo pudo alcanzar.Despus golpe el pie contra las barrasde hierro de la jaula.

    Entonces tendremos que pensarotro mtodo para salir de aqu.

    Fidelias cerr los ojos y dejescapar el aire con lentitud.

    Hemos perdido, Amara dijocon suavidad. Jaque mate.

    Las palabras golpearon a Amaracomo martillazos. Fras. Duras.Sencillas. Trag y sinti cmo surganms lgrimas, pero las apart con un

  • parpadeo en un ataque rabia. No. Ellaera una cursor. Aunque fuera a morir, noles iba a dar a los enemigos de laCorona la satisfaccin de ver suslgrimas. Durante un instante fugazpens en su hogar, la pequea residenciaen la capital, en su familia, que noestaba tan lejos, en Parcia junto al mar.Muchas ms lgrimas amenazaron conbrotar.

    Cogi los recuerdos, uno a uno, y losguard muy lejos, en un lugar tranquilo yoscuro de su mente. All lo coloc todo.Sus sueos. Sus esperanzas para elfuturo. Los amigos que haba hecho en laAcademia. As, los encerr y volvi a

  • abrir los ojos, limpios de lgrimas.Qu quieren? le pregunt a

    Fidelias.El maestro neg con la cabeza.No estoy seguro. Este no es un

    movimiento inteligente por su parte. Apesar de todas estas precauciones, sialgo va mal, un cursor se puedeescabullir y desaparecer mientras sigacon vida.

    El faldn de la tienda se abri yentr Odiana, sonriente y con la faldarevoloteando en el polvo en suspensinque revelaba la luz del da.

    Est bien coment.Tendremos que remediar eso.

  • Aldrick entr detrs de ella y suenorme figura tap completamente la luzpor un momento. Le siguieron un par delegionares. Aldrick seal la jaula y losdos se acercaron a ella, pasaron el astilde las lanzas a travs de las anillas en subase y lo levantaron entre los dos,llevndoselo fuera.

    Fidelias le lanz a Aldrick unamirada dura antes de humedecerse loslabios y volverse hacia Amara.

    No seas orgullosa, muchacha leaconsej mientras los guardias losacaban al exterior. No has perdidomientras sigas viva.

    Entonces desapareci.

  • A dnde lo llevis? exigiAmara.

    Pas la mirada de Odiana a Aldricke intent que no le temblara la voz.

    Aldrick desenvain la espada.El viejo no es necesario

    sentenci, y sali de la tienda.Un momento despus se produjo un

    sonido parecido al de un cuchillohundindose en un meln. Amara oy aFidelias dejando escapar un grito lento ysin aliento, como si hubiera intentadoretenerlo, como si le quisiera dar voz yluego fuera incapaz de conseguirlo. Acontinuacin se produjo un golpesonoro, como algo pesado que golpeara

  • las barras de la jaula.Enterradlo orden Aldrick.Despus entr de nuevo en la tienda

    con la espada en la mano.La hoja resplandeca de sangre

    escarlata.Amara solo poda mirar la hoja y la

    sangre de su maestro. Su mente noquera aceptar el alcance delacontecimiento. Simplemente no podaasumir la muerte de Fidelias. El plan losdebera haber protegido. Les deberahaber permitido acercarse y alejarse conseguridad. Esto no era lo que se suponaque iba a suceder. Nunca haba ocurridonada similar en la Academia.

  • Intent evitar que se le saltaran laslgrimas y llevar el rostro de Fidelias allugar oscuro de su mente con todas lasotras cosas que amaba. Pero soloconsigui que se liberaran y lavolviesen a abrumar, y al hacerlovinieron acompaadas por las lgrimas.Amara no se sinti lista, ni peligrosa, nibien entrenada. Se sinti fra. Y sucia. Ycansada. Y muy, muy sola.

    Odiana dej escapar un suavesonido de angustia y se acerc al ladode Amara. Se arrodill con un paueloblanco en la mano y le limpi laslgrimas. Sus dedos eran amables ysuaves.

  • Ests limpiando algunos trozos,cario coment la mujer con vozamable.

    Y sonri mientras, con la otra mano,aplastaba tierra fresca sobre los ojos deAmara.

    Amara dej escapar un grito y moviuna mano para defenderse, pero no eracapaz de detener a la bruja del agua. Serestreg los ojos ardientes con lasmanos cubiertas de barro, pero no sintiel ms mnimo alivio. El miedo y lapena se transformaron en una ira furiosay empez a chillar. Les grit de formaincoherente todos los insultos que pudoy solloz sobre la tierra, generando con

  • ello lgrimas embarradas que lequemaban los ojos. Agit los brazos yluch intilmente contra el abrazo de latierra en que la haban enterrado.

    Y en respuesta, solo haba silencio.La ira de Amara se fue diluyendo,

    llevndose consigo la fuerza que lequedaba. Tembl a causa de los sollozosque intentaba retener, en un intento deocultrselos. No pudo. La vergenzahaca que le ardiese la cara y saba queestaba tiritando, de fro y de terror.

    Empez a parpadear de nuevo,recuperando lentamente la visin, y alhacerlo vio que Odiana se cerna sobreella, justo fuera del alcance de su brazo,

  • sonriendo, con un brillo en sus ojososcuros. Dio un paso y con un piedelicado y desnudo envi ms polvo alos ojos de Amara. Esta se retorci ygir la cabeza, evitndolo, y le lanz ala mujer una mirada dura. Odianamaldijo entre susurros y llev el piehacia atrs para dar otra patada, peroantes la voz de Aldrick retumb en latienda.

    Amor. Ya es suficiente.La artfice del agua le lanz a Amara

    una mirada venenosa y se apart de ella,refugindose detrs del banco deAldrick, donde descans la mano sobresu hombro en una caricia lenta, sin

  • apartar la vista de Amara. El guerrero sesent con la espada cruzada sobre elregazo. Limpi todo el filo con un trapoque despus tir al suelo. Estabamanchado de sangre.

    Lo vamos a hacer fcil comentAldrick. Yo te voy a plantearpreguntas. Contstalas con la verdad y tedejar vivir. Minteme o nigate acontestar y saldrs tan malparada comoel viejo. Alz la mirada y el rostro,que no reflejaban emocin alguna, yclav sus ojos en Amara. Hascomprendido?

    Amara trag. Asinti con la cabeza,una sola vez.

  • Bien. Has estado recientemente enpalacio. El Primer Seor se sinti tanimpresionado por la forma en que tecomportaste durante los fuegos delltimo invierno que te pidi que levisitaras. Te llevaron a sus habitacionespersonales y hablaste con l. Es esocierto?

    Ella volvi a asentir.Cuntos guardias hay apostados

    en sus habitaciones privadas?Amara se qued mirando al hombre

    con los ojos muy abiertos.Qu?Aldrick la mir. Se la qued

    mirando durante un momento largo y

  • silencioso.Cuntos guardias hay apostados

    en las habitaciones privadas del PrimerSeor?

    Amara solt un suspiro tembloroso.No te lo puedo decir. Sabes que

    no puedo.Los dedos de Odiana apretaron los

    hombros de Aldrick.Est mintiendo, amor. No te lo

    quiere decir.Amara se humedeci los labios y

    despus escupi al suelo barro ysuciedad. Solo haba una razn paraplantear preguntas sobre las defensasinteriores del palacio. Queran

  • emprender una accin directa contra elPrimer Seor. Alguien quera ver muertoa Gaius.

    Trag y baj la cabeza. De algunamanera los tena que detener. Tena queganar tiempo. Tiempo para esperar laoportunidad de encontrar una va dehuida, o si eso fallaba, matarse antes derevelar la informacin.

    Se acobard ante esa idea. Lopodra hacer? Era lo suficientementefuerte? Antes habra pensado que lo era.Antes de que la descubrieran, lacapturasen y la tuvieran presa. Antes deor la muerte de Fidelias.

    No seas orgullosa, muchacha.

  • Record las ltimas palabras deFidelias y sinti cmo se debilitaba mssu resolucin. Haba querido darle aentender que cooperase con ellos?Crea que el Primer Seor ya estabacondenado?

    Y ella, tambin lo deba creer?Deba unirse a ellos? Debacolaborar? Deba dejar de lado todo loque le haban enseado, en lo que crea,con el objetivo de salvar la vida? Podaintentar una treta No, con Odianapresente era imposible. La bruja delagua poda sentir si era sincera o no,maldita fuera.

    Todo estaba perdido. Haba

  • conducido a Fidelias a su muerte. Sejug la vida y la perdi. Ella tambinhaba perdido la suya. Sera posibleredimir una de ellas si la echaba asuertes con sus captores.

    La atraves otra oleada de rabia.Cmo poda siquiera pensar algo as?Cmo era posible que hubiera muerto?Por qu no lo haba visto venir? Porqu no la haba avisado?

    Amara alz repentinamente lacabeza y parpade muchas veces. Su irase evapor. Por qu no la habaavisado Fidelias? La trampa estabademasiado bien dispuesta. Los habancapturado con excesiva limpieza. Lo

  • cual significabaLo cual significaba que Aldrick y

    Odiana saban de su llegada. Y pordeduccin lgica

    Centr su atencin en los dos y tragsaliva levantando un poco la barbilla.

    No te lo dir repiti,manteniendo la voz tranquila. No tevoy a decir nada.

    Morirs confirm Aldrick,ponindose en pie.

    Morir asinti Amara. Tubruja del agua y t os podis ir con loscuervos. Respir hondo y levant lavoz, que se convirti en el filo de unadaga. Y lo mismo puedes hacer t,

  • Fidelias.Tuvo el tiempo suficiente para sentir

    satisfaccin al ver el destello desorpresa en los ojos de Aldrick y en elsuspiro casi imperceptible que surgi deOdiana. Entonces movi los ojos haciala puerta y los entorn, manteniendo elrostro como una mscara fra y dura.

    Fidelias apareci en la puerta, conla ropa arrugada. Se haba lavado elmoretn de un lado de la cara ysostena un pao blanco y limpio sobreel labio que le sangraba.

    Os dije que sabra ver a travs detodo esto murmur.

    He obtenido mi graduacin,

  • patriserus? pregunt Amara.Favorablemente. Fidelias la

    mir y su boca se retorci en una sonrisa. Nos dirs lo que sabes del palacio.Puede que se pongan las cosas muy feasantes de terminar, pero lo hars. Esto esun jaque mate. No tienes por qu hacerloms duro para ti.

    Traidor le respondi Amara,arrastrando la palabra.

    Fidelias se estremeci. Su sonrisa seenturbi hasta convertirse en una muecade rabia.

    Odiana mir a un lado y a otro en elsilencio repentino y sugiri con un tonode ayuda:

  • Debo ir a buscar los hierros demarcar?

    Fidelias se volvi hacia ellos.Creo que por el momento ya

    hemos sido lo suficientemente torpes. Fij sus ojos en Aldrick y aadi:Dame unos instantes para hablar a solascon ella. Quiz le pueda inculcar unpoco de sentido comn.

    Aldrick mir a Fidelias y despus seencogi de hombros.

    Muy bien acept. Amor,ests de acuerdo?

    Odiana rode el banco de Aldrickcon los ojos fijos en Fidelias.

    Intentas ayudarla de alguna

  • manera o quieres evitar quedescubramos lo que sabe?

    Los labios de Fidelias se arquearonen las comisuras y centr su atencin enla bruja de agua.

    S, lo intento. No, no lo intento. Elcielo es verde. Tengo diecisiete aos.Mi nombre real es Gundred. Los ojosde ella se abrieron y Fidelias inclin lacabeza a un lado. Me puedes decir siestoy mintiendo, amor? No soy ningnnio: llevo engaando a artfices msfuertes que t desde antes de quenacieras. La mirada sobrepas aOdiana para centrarse en Aldrick.Tengo mucho inters en que hable. Lo

  • mismo me da una oveja que un gargante.El espadachn sonri, mostrando al

    hacerlo sus dientes blancos.No me vas a dar tu palabra de

    honor?El cursor apret los labios:Tendra alguna importancia que

    lo hiciera?Te habra matado si lo hubieras

    intentado reconoci Aldrick. Uncuarto de hora. Nada ms. Se puso enpie, cogiendo a Odiana suavemente deun brazo y conducindola fuera de latienda. La bruja del agua lanz unamirada a Fidelias y Amara, y sali.

    Fidelias esper hasta que estuvieron

  • fuera, se volvi a Amara y se quedmirndola, sin decir nada.

    Por qu? le pregunt.Patriserus, por qu le quieres haceresto?

    l sigui con la mirada fija en ella,sin cambiar de expresin.

    He servido como cursor durantecuarenta aos. No tengo esposa. Nifamilia. Ni hogar. He entregado mi vidaa la proteccin y la defensa de laCorona. He llevado sus mensajes. Hedescubierto los secretos de susenemigos movi la cabeza, y hecontemplado su cada. Durante losltimos quince aos, la casa de Gaius ha

  • estado agonizando. Todo el mundo losabe. Lo que he estado haciendo solo haprolongado lo que era inevitable.

    Es un buen Primer Seor. Es justo.Y tan imparcial como lo puede sercualquiera.

    No se trata de lo que est bien ylo que no, muchacha. Se trata de larealidad. Y la realidad es que laimparcialidad y la justicia de Gaius lehan granjeado muchos enemigospoderosos. Los Grandes Seores del surestn enojados por los impuestos quedeben pagar para mantener la Muralladel Escudo y la Legin del Escudo.

    Siempre lo han estado intervino

  • Amara. Y eso no cambia que losimpuestos sean necesarios. La Muralladel Escudo tambin los protege a ellos.Si los hombres de hielo bajan desde elnorte, ellos morirn, al igual que el restode nosotros.

    Ellos no lo ven as aclarFidelias. Y tienen la intencin dehacer algo al respecto. La Casa de Gaiusse ha debilitado. No tiene heredero. Noha nombrado ningn sucesor. Por esovienen pegando fuerte.

    Amara escupi.tica. Quin, si no?No es necesario que lo sepas

    Fidelias se agach delante de ella.

  • Amara, pinsalo bien: esto lleva enmarcha desde que mataron al prncipe.La casa de Gaius muri con Septimus.El linaje real no fue nunca demasiadofrtil y la muerte de su hijo nico fueinterpretada por muchos como una seal.Su tiempo ha pasado.

    Eso no lo hace ms justo.Fidelias gru.Scatelo de la cabeza, muchacha!

    Escupi al suelo con la cara contradade ira. Mira toda la sangre que hederramado al servicio de la Corona. Loshombres que he matado. Eso es msjusto? Sus muertes quedan justificadasporque sirva a este Primer Seor o a

  • cualquier otro? He matado. He hechocosas an peores en nombre de ladefensa de la Corona. Gaius caer.Nadie lo puede parar ahora.

    Y t te has adjudicado el papelde, de qu, Fidelias? La serpienteque se desliza para envenenar al ciervoherido? El cuervo que se posa paraarrancar los ojos de los hombresindefensos que an no han muerto?

    La mir con ojos inexpresivosofrecindole una sonrisa vaca degracia, de alegra o de significado.

    Resulta fcil ser virtuoso cuandose es joven. Podra seguir sirviendo a laCorona; quiz prolongando lo

  • inevitable. Pero cuntos ms morirn?Cuntos ms sufrirn? Eso nocambiara nada, excepto la coyuntura.Chiquillos, como t, ocuparan mipuesto de modo que tengo que tomarlas decisiones que estoy tomando.

    Amara dej que su voz resonara condesprecio.

    Muchas gracias por protegerme.Los ojos de Fidelias

    relampaguearon.Hazlo fcil para ti, Amara. Dinos

    lo que queremos saber.Vete a los cuervos!He despedazado a hombres y

    mujeres ms fuertes que t explic

  • Fidelias sin enojo. No creas que no lovoy a hacer solo porque seas mi alumna.Se arrodill y la mir a los ojos.Amara, soy el mismo hombre queconocas. Hemos compartido muchojuntos. Por favor pos la mano sobrela de ella, cubierta de barro; Amara noevit el contacto, piensa en esto: tepuedes unir a nosotros. Podemoscontribuir a que Alera vuelva a serbrillante y pacfica.

    Ella le devolvi la mirada sinparpadear.

    Ya lo estoy haciendo, patriserusreplic en voz muy baja. Y creaque t tambin lo estabas haciendo.

  • Los ojos del anciano seendurecieron como el hielo, crispados ydistantes, y se puso en pie. Amara selanz hacia delante, atrapando su bota.

    Fidelias empez suplicante.Por favor. No es demasiado tarde.Podemos escapar ahora. Llevar lanoticia a la Corona y acabar con estaamenaza. No te tienes que alejar. DeGaius, no. Y trag saliva y volvi aparpadear a causa de las lgrimas dem tampoco.

    Se produjo un silencio doloroso.La suerte est echada dijo al

    final Fidelias. Siento mucho que no teavengas a razones.

  • Dio la vuelta, liberando su pierna dela mano, y sali de la tienda.

    Amara se lo qued observandodurante un momento y despus baj lamirada. Bajo la palma de la mano tenael cuchillo que Fidelias llevaba siempreen la bota, el que crea que elladesconoca. Lanz una mirada alrededorde la tienda y en cuanto cay el faldnempez a arrancar el barro que la tenaatrapada. Oy voces hablando en elexterior, demasiado bajas para entendernada, y cav con fuerza.

    El barro sala disparado. Lo rompacon el cuchillo y despus lo retiraba conlas manos, apartndolo y haciendo el

  • mnimo ruido posible, pero aun as surespiracin se volvi poco a poco msagitada y sonora mientras cavaba.

    Finalmente fue capaz de moverse unpoco, hasta empujar la suficiente tierrasuelta como para liberarse. Estir unbrazo y clav el cuchillo en el suelo contoda la fuerza que pudo para utilizarlocomo punto de apoyo e impulsarse haciaarriba. Una sensacin de euforia latraspas cuando se estir, se meci yfinalmente consigui liberarse de latierra que la atrapaba. Le resonaban losodos con el fluir de su sangre y laexcitacin.

    Aldrick! exclam la bruja del

  • agua desde fuera de la tienda. Lachica!

    Amara se puso en pie y mir a sualrededor con ojos salvajes. Seabalanz hacia el otro lado de la tiendapara agarrar la empuadura de unaespada que reposaba en una mesa, unarma ligera un poco ms larga que suantebrazo, y se dio la vuelta con elcuerpo an torpe a causa de suencarcelamiento, justo en el momento enque una figura oscura llen el hueco deentrada a la tienda. Se abalanz contraesa figura con los msculos contradospara impulsar la punta de la espada enun lance iracundo contra el corazn de

  • la figura en la puerta: Aldrick.Brill el acero. Su hoja se encontr

    con otra y fue apartada. Sinti que supunta morda la carne pero sin extensinni profundidad. Saba que haba fallado.

    Amara se ech hacia un lado,mientras la hoja de Aldrick se lanzaba aun rpido contraataque y fue incapaz deescapar de un corte que le provoc undolor inmediato y caliente en el brazoizquierdo. La muchacha rod por debajode una mesa y se incorpor en elextremo ms alejado de Aldrick.

    El gigante entr en la tienda y se laqued observando, mientras serecobraba al otro lado de la mesa.

  • Buena estocada coment. Mehas cortado. No lo haba conseguidonadie desde Araris Valeriano. Sonri,mostrando los dientes como un lobo.Pero t no eres Araris Valeriano.

    Amara no vio cmo se mova la hojade Aldrick. Se produjo un zumbido y lamesa cay partida en dos trozos. Elhombre avanz hacia ella a travs de losmaderos.

    Amara le tir la espada y vio cmol levantaba la suya para apartarla. Ellase agach hacia la parte trasera de latienda, sosteniendo el cuchillo y con unmovimiento rpido abri un agujero enla lona. Se desliz a travs de l y oy

  • sus propios gemidos de miedo cuandoempez a correr.

    Lanz una mirada hacia atrs y viola espada de Aldrick abriendo la partetrasera de la tienda con un par derpidos tajos y cmo l sala aperseguirla.

    Guardias! rugi el espadachn. Cerrad las puertas!

    Amara advirti cmo se empezabana cerrar las puertas y se desvi hacia unlado, corriendo a lo largo de una fila detiendas, recogindose la falda con unamano y maldiciendo por no habersedisfrazado de chico y haber llevadopantalones. Mir a su espalda: Aldrick

  • an la persegua, pero lo haba dejadomuy atrs, de la misma forma que unconejo supera a una serpiente demasiadogrande; le dirigi una sonrisa feroz.

    El barro cuarteado se ibadesprendiendo de su piel mientras corrahacia la pared ms cercana y rez porque se le cayera el suficiente para poderllamar a Cirrus. Delante de ella, unaescalera ascenda hasta la plataformadefensiva de la empalizada y la subicon tres grandes zancadas, casi sintocarla con la mano.

    Uno de los legionares, un guardia dela empalizada, se volvi hacia ella yapenas tuvo tiempo de parpadear,

  • sorprendido. Amara adelant el bordede su mano, lanz un grito y sin reducirla velocidad impact con ella contra lagarganta del hombre. l se ech haciaatrs, intentando respirar; Amara pascorriendo a su lado en direccin a laempalizada y mir hacia abajo.

    Unos tres metros hasta el suelo msotros dos metros y medio del foso quetena a sus pies. Una cada fatal si noaterrizaba bien.

    Dispara! grit alguien y unaflecha sali zumbando hacia ella.

    Amara se lanz a un lado, se agarra la parte superior de la empalizada conuna mano y se impuls, lanzndose al

  • vaco.Cirrus! grit, y al fin sinti el

    movimiento del aire a su alrededor. Sufuria se apretaba en torno a ella, gir sucuerpo en el ngulo adecuado y soplpor debajo de s, de manera que aterrizsobre una nube de viento y de polvo enlugar del suelo duro del foso.

    Amara se lanz a tierra firme y echa correr sin mirar atrs, alargando lazancada y cubriendo el terreno consaltos y giros. Corri hacia el norte y eleste, lejos del campo de maniobras,lejos del ro, lejos de donde habandejado el toro y los suministros. Habantalado los rboles para construir la

  • empalizada del campamento, de maneraque tuvo que atravesar cerca dedoscientas zancadas de tocones. Lasflechas caan a su alrededor y unaatraves un pliegue suelto de su falda,haciendo que casi se cayese. Siguicorriendo con el viento a sus espaldas,con Cirrus como compaa invisible.

    Alcanz el refugio de los rboles yse detuvo, recuperando el alientomientras miraba por encima del hombro:las puertas del campamento se abrierony salieron dos docenas de hombres acaballo con lanzas largas y relucientes,que adoptaron una formacin en columnahacia donde ella se encontraba. Aldrick

  • iba a la cabeza, destacando por suvoluminosa figura sobre los jinetes quele rodeaban.

    Amara se dio la vuelta y corri entrelos rboles lo ms velozmente que pudo.Las ramas suspiraban y geman a sualrededor, las hojas susurraban y lassombras se movan y cambiabanominosamente a su alrededor. Las furiasde este bosque no le eran favorables, loque tena sentido, teniendo en cuenta lapresencia de al menos un poderosoartfice de la madera. En este bosque nose podra esconder de ellos, porque losrboles delataran su posicin.

    Cirrus jade. Arriba!

  • El viento se arremolin debajo deella y la empuj, elevndola, pero lasramas se unieron sobre su cabeza,movindose con la rapidez de manoshumanas para formar un slido muro.Amara lanz un grito y choc contra eltecho vivo, cayendo a tierra. Cirrussuaviz su cada con un soplido dedisculpas en su odo.

    Amara mir a derecha e izquierda,pero los rboles estaban uniendo susramas por todas partes y el bosque sevolva cada vez ms oscuro a medidaque el techo de hojas y ramas se ibacerrando sobre ella. El batir de loscascos de los caballos se transmita a

  • travs de los rboles.Amara se volvi a poner en pie con

    el brazo ardiendo a punzadas de dolorpor el corte. Enseguida reanud lacarrera, mientras detrs de ella seacercaban los jinetes.

    No poda decir la distancia quehaba recorrido. Ms tarde, solorecordaba la sombra amenazante de losrboles y el fuego ardiente en lospulmones y las piernas que ni siquiera laayuda de Cirrus poda aliviar. El terrorse convirti en excitacin y esta setransform por momentos en una especiede falta de preocupacin exhausta.Corri hasta que de repente mir hacia

  • atrs y le devolvi la mirada unlegionare montado, que se encontraba aunos seis metros. El hombre grit y laapunt con la lanza. Ella se tambalefuera de la trayectoria del arma y lejosdel jinete, saliendo a una oleadarepentina de luz solar. Mir haciadelante y descubri que el terrenodescenda unos tres o cuatro pasos yterminaba en un precipicio, que caa tanvertical que no poda ver hasta dndellegaba o qu haba abajo.

    El legionare desenvain la espadacon un chirrido de acero y espole alcaballo. El animal respondi como sifuera una extensin del cuerpo del

  • hombre y se abalanz sobre ella.Amara se gir sin dudarlo y se lanz

    por el acantilado.Estir los brazos y grit:Cirrus!, arriba!El viento se arremolin rpidamente

    debajo de ella, en cuanto su furia volpara obedecerla, y ella sinti un jbilorepentino y feroz cuando con el silbidopenetrante de un viento tempestuososali impulsada hacia el cielo otoal,mientras que a su paso se levantabandiablos de polvo a lo largo delacantilado que lanzaban barro ysuciedad contra las caras deldesafortunado legionare y que provoc

  • que los caballos rehusaran seguir yempezaran a dar coces en plenaconfusin.

    Amara sigui volando y elevndoselejos del campamento, pero al cabo deun rato se detuvo para mirar atrs. Elprecipicio desde el que se haba lanzadopareca un juguete muchos kilmetrosatrs y por debajo.

    Cirrus murmur, y estir lasmanos.

    La furia solt una rfaga y sujet susmanos delante de ella. Acomod partede s misma en el espacio que tena,agitndose como las olas que se alzansobre una piedra caliente.

  • Amara le dio forma al viento,curvando el reflejo de la luz hasta queacert a vislumbrar el precipicio atravs de las manos extendidas como sisolo se encontrase a unos cientos demetros. Vio cmo apareca la partida deperseguidores y Aldrick desmontaba. Ellegionare que la haba visto describacmo haba huido y Aldrick oteaba elcielo, moviendo los ojos de derecha aizquierda. Amara sinti un escalofrocuando la mirada de ese hombre sedetuvo en ella. Inclin la cabeza hacia elcaballero a su lado, el artfice de lamadera de antes, y el hombresencillamente toc uno de los rboles.

  • Amara trag saliva y movi lasmanos hacia atrs en direccin alcampamento de la legin rebelde.

    Media docena de formas se elevaronsobre las copas de los rboles, que semecan y bailaban al viento, igual quelas matas en el huerto de hierbas de unacurandera. Se giraron y como si fueranuno solo se dirigieron velozmente haciaAmara. El sol se reflejaba en el acero:armas y corazas, como bien saba ella.

    Caballeros Aeris murmurAmara.

    Trag saliva y dej caer los brazos.En una situacin normal no habra tenidodudas respecto a su habilidad para

  • superarlos en velocidad. Pero ahora,herida y exhausta en cuerpo y alma, noestaba tan segura de ello.

    Amara se dio la vuelta y le pidi aCirrus que la llevara al norte y al este, yrez para que se pusiera el sol antes deque la alcanzaran sus enemigos.

  • 3TAVI sali furtivamente de suhabitacin, baj las escaleras y atravesel silencio de los ltimos resquicios dela noche antes del amanecer. Penetr enlas sombras cavernosas de la gran sala,vislumbrando un ligero resplandor enlas cocinas al lado de la estancia. Lavieja Bitte no poda dormir ms queunas pocas horas por la noche y Tavioy cmo se mova por la cocina,preparando el cercano desayuno.

    Abri la puerta y sali de la gransala para penetrar en el patio deBernardholt. Uno de los perros de la

  • explotacin levant la cabeza del barrilvaco que sola usar como refugio, yTavi se detuvo para acariciar las orejasdel viejo animal. El sabueso golpe elrabo contra el interior del barril yvolvi a descansar la cabeza para seguirdurmiendo. Tavi se puso la capa sobrelos hombros para protegerse del fro dela noche otoal que estaba a punto deacabar, y abri la puerta posterior paraabandonar la seguridad de Bernardholt.

    La puerta se abri y revel la figurade su to Bernard, apoyadodespreocupadamente en el quicio,vestido de cuero y con una capa pesadade color verde para pasar un da en el

  • campo, ms all de los campos de laexplotacin. Se acerc una manzana alos labios y la mordi. Bernard era unhombre grande, con los hombros anchosy los msculos fuertes que proporcionael trabajo duro. Su cabello oscuro,rapado segn el estilo de las legiones,mostraba uno o dos mechones grises,pero no apareca ninguno en su barbaespesa. Llevaba una aljaba con flechasde caza colgada de un costado, al ladode la espada legionaria, y tambin tenaestirada en la mano la cuerda del msligero de sus arcos.

    Tavi se detuvo en seco, con un pocode temor. Entonces extendi las manos,

  • reconociendo en silencio la victoria deBernard y despus le ofreci a su to unaligera sonrisa.

    Cmo lo has sabido?Bernard le devolvi la sonrisa,

    aunque mostraba un poco de recelo.Anoche, Fade vio cmo bebas

    mucha agua despus de llegar tarde y melo coment. Se trata de un truco desoldado veterano para levantarsetemprano.

    Oh se sorprendi Tavi. S,seor.

    He contado el ganado comentBernard. Parece que nos faltanalgunas cabezas.

  • S, seor reconoci Tavi. Sehumedeci los labios, nervioso.Ahora iba a buscarlas.

    Tena la impresin de que lohabas hecho la pasada noche, porqueapuntaste el nmero completo en lapizarra de revista.

    Las mejillas de Tavi enrojecieron ydio gracias por la falta de luz.

    La pasada noche, Dodger sac avarias ovejas y sus corderos cuandointentaba traer el rebao del sur. Noquera que te preocupases.

    Bernard neg con la cabeza.Tavi, sabes que hoy es un da

    importante. Los otros estatderes van a

  • venir para asistir a la Reunin de laverdad, as que no necesitodistracciones.

    Lo siento, to. Entonces, por quno te quedas aqu? Yo puedo encontrar aDodger y traerlo de vuelta.

    Tavi, no me gusta que ests soloen el valle.

    Tarde o temprano lo tendr quehacer, to. A menos que tengas laintencin de estar encima de m duranteel resto de mi vida.

    Bernard suspir.Tu ta me matara.Tavi apret los dientes.Lo puedo hacer solo. Tendr

  • cuidado y estar de vuelta antes demedioda.

    No se trata de eso. Se supone quelos tenas que traer la pasada noche lerecord Bernard. Qu te lo impidi?

    Tavi trag saliva.Hum. Le promet a alguien que le

    hara un favor. No tena tiempo de hacerlas dos cosas antes de oscurecer.

    Bernard suspir.Cuervos, Tavi! Crea que habas

    madurado un montn durante estaestacin, que habas aprendido a serresponsable.

    Tavi sinti de repente un peso en elestmago.

  • Entonces, no me vas a regalar lasovejas, verdad?

    No me arrepiento de darte lo quees tuyo respondi Bernard. Mealegr me alegro de ayudarte a creartu propio rebao. Pero no las voy a tirar.Si no me puedes demostrar que laspuedes cuidar adecuadamente, no te laspodr dar.

    No es que las vaya a tener durantemucho tiempo.

    Quiz no. Pero ese es el principioesencial, muchacho. Nada es gratis.

    Pero to protest Tavi, es minica oportunidad de hacer algo por mmismo.

  • Bernard gru:Entonces parece que no deberas

    haber decidido que Frunci el ceo. Tavi, qu era ms importante que elganado?

    La cara de Tavi enrojeci an ms.HumBernard arque una ceja.Oh, ya veo reconoci.Qu ves?Hay una chica.Tavi se arrodill para asegurar los

    cordones de las botas con el fin deocultar su vergenza.

    Por qu dices eso? pregunt.Tienes quince aos, Tavi. Siempre

  • hay una chica.No, no la hay.Bernard pens en ello un instante y

    se encogi de hombros.Cuando quieras hablar de ello,

    dmelo. Separ el hombro de la paredy enganch la cuerda en el arco con unapierna y la presin de un brazo. Mstarde ya discutiremos sobre tu regalo.Dnde crees que podremos encontrar elrastro de Dodger?

    Tavi sac la honda de cuero delmorral y meti un par de piedras pulidasen el bolsillo de la tnica.

    No lo podr encontrar Brutus?Bernard sonri.

  • Pensaba que habas dicho que lopodas hacer solo.

    Tavi le frunci el ceo a su to y serasc la nariz, pensando.

    Viene el fro y lo saben. Buscarnplantas de hoja perenne para tenerrefugio y comida. Pero los gargantes hansalido a pastar a la ladera sur del valle,y no se van a acercar a ellos si lopueden evitar razon Tavi. El norte.Dodger las ha llevado a las Hondonadasde los Pinos, al otro lado de lacarretera.

    Bernard asinti con aprobacin.Bien. Recuerda que el artificio de

    las furias no es un sustituto de la

  • inteligencia, Tavi.Y la inteligencia no es una

    sustituta de una furia murmur Taviagriamente. Le dio una patada al suelo,levantando una nubecita de polvo yhierba seca y muerta.

    Bernard pos su robusta mano sobreel hombro de Tavi, se lo apret ydespus emprendi la marcha hacia elnorte, siguiendo la vieja calzadadesgastada por el paso de carros,animales de carga y pisadas.

    No es tan malo como crees, Tavi.Las furias no lo son todo.

    Eso lo dice un hombre que dominados de ellas replic Tavi, siguiendo

  • sus pasos. La ta Isana dice quepodras presentar tu candidatura aciudadano pleno, si quisieras.

    Bernard se encogi de hombros.Si quisiera, quiz. Pero no

    descubr mis furias hasta que tena tuedad.

    Pero t floreciste tardamente recalc Tavi. Yo ya he pasado esemomento. Nunca se ha visto a nadie quea mi edad no tenga ninguna furia.

    Bernard suspir.Eso no lo sabes, Tavi. Reljate,

    muchacho. Te llegar en el momentopreciso.

    Tavi ahog su rabia antes de

  • balbucir:Eso es lo que me llevas diciendo

    desde que cumpl diez aos. Si hubieratenido alguna furia podra haberdetenido a Dodger y

    El to Bernard se volvi hacia l,sonriendo solo con los ojos.

    Venga, chaval. Vamos a apretar elpaso. Tengo que estar de vuelta antes deque empiecen a llegar los estatderes.

    Tavi asinti e iniciaron un trote quedevoraba los kilmetros en la calzadaazotada por el viento. El cielo seempezaba a iluminar cuando pasaron porel huerto de manzanos, las colmenas deabejas y despus los campos

  • septentrionales, que estaban en barbechodurante esa estacin. La calzadaatravesaba un bosque fundamentalmentede robles y arces, donde gran parte delos rboles eran tan viejos que solo lahierba y los arbustos ms magros podancrecer a sus pies. En el momento en queel azul plido del alba daba paso a losprimeros rastros de naranjas yamarillos, alcanzaron el ltimo tramo debosque antes de abandonar las tierrasdel Bernardholt. All el bosque no eratan viejo y los rboles ms jvenes y losmatorrales, vivos an a pesar de loavanzado de la estacin, se alzabangruesos y pesados. Hojas doradas y

  • escarlatas cubran los esqueletos secosde matorrales ms pequeos y losrboles desnudos y durmientes semecan en un coro de crujidos amables.

    Y entonces algo en los alrededoresprovoc una presin extraa sobre lossentidos de Tavi. Se detuvo y dejescapar un leve susurro de advertencia.Con una fuerte sacudida, Bernard seagach de sbito, y Tavi instintivamentehizo lo propio.

    Bernard mir a Tavi en silencio,alzando una ceja en una preguntasilenciosa.

    Tavi permaneci a cuatro patas ygate al lado de su to. Mantuvo su voz

  • en un susurro, resoplando.Delante, en la ltima fila de

    rboles, junto al arroyo. All haynormalmente una bandada decodornices, pero las he visto alejarsepor la calzada.

    Crees que algo las ha asustado recalc Bernard y murmur: Cyprusmientras diriga la mano derechahacia los rboles para invocar a lamenor de sus dos furias.

    Tavi alz la mirada y vio una formaque descenda de uno de los rboles:vagamente humanoide y no ms grandeque un nio. Durante un momento volvisus ojos verde plido hacia Bernard,

  • agachndose como un animal. Parecaque las hojas y las ramas se unan paracubrir la forma que se encontraba bajoellas. Cyprus inclin la cabeza hacia unlado, centrndose en Bernard; despusdej escapar un sonido como el delviento cuando agita las hojas ydesapareci entre los matorrales.

    Tavi se encontraba exhausto por lacarrera e intentaba recuperar el resuello.

    Qu es? susurr.Los ojos de Bernard quedaron

    nublados durante un momento antes deresponder.

    Tenas razn. Bien hecho,muchacho. Hay alguien escondido cerca

  • del puente. Llevan con ellos una furiapoderosa.

    Bandidos? susurr Tavi.Su to entorn los ojos.Es Kord.Tavi frunci el ceo.Crea que los estatderes tenan

    que llegar ms tarde. Y por qu raznse iban a esconder entre los rboles?

    Bernard gru mientras se pona enpie.

    Vamos a averiguarlo.Tavi sigui a su to por el camino.

    Bernard camin con tranquilidad ydeterminacin hacia la carretera, comosi tuviera la intencin de pasar de largo

  • ante los hombres escondidos. Entonces,sin previo aviso, gir a la izquierda conuna flecha en la mano, tens el arco ydispar el proyectil con plumas grisescontra unos matorrales llenos deescombros, a pocos pasos del extremoms cercano al pequeo puente depiedra que cruzaba sobre un riachueloarrullador.

    Tavi oy un grito y las ramas de losarbustos se movieron con violencia. Unmomento despus, un chico, ms omenos de la edad de Tavi, surgi delmatorral con una mano presionndoselas posaderas. Tena una constitucinancha y fuerte y su rostro habra sido

  • hermoso si fuera menos petulante.Bittan, de Kordholt, el hijo menor deKord.

    Malditos cuervos! aull elmuchacho. Te has vuelto loco?

    Bittan? respondi Bernard,obviamente fingiendo la sorpresa. Oh,no tena ni idea de que estuvieras ahdetrs.

    Desde un poco ms all del caminosali de su escondite un segundo joven:Aric, el hijo mayor de Kord. Era msdelgado que su hermano, ms alto ybastantes aos mayor. Llevaba elcabello estirado hacia atrs y recogidoen una coleta, y ya se le haban quedado

  • marcadas algunas arrugas entre las cejasde tanto fruncir el ceo, pensativo. Mircon recelo a Bernard.

    Bittan! llam. Ests bien?El chico chill furioso.No, no estoy bien! Me han

    disparado!Tavi mir al otro muchacho y

    murmur a su to:Le has dado?Solo le he rozado.Tavi sonri.Quiz le acertaste en el cerebro.Bernard le devolvi una sonrisa de

    lobo y no dijo nada.Desde an ms atrs, entre los

  • matorrales, crujieron las hojas y restallla madera seca. Un momento ms tardesurgi de los helechos el estatderKord. No era demasiado alto, peropareca que sus hombros fuerandemasiado anchos para l y susmusculosos brazos, anormalmentelargos. Kord llevaba una tnicaremendada de un color gris deslucido,que necesitaba un buen lavado, y unospantalones de cuero de gargante. Lucalos smbolos de su cargo con la pesadacadena de estatder alrededor delcuello. La cadena estaba manchada ypareca grasienta, pero Tavi se dijo queas haca juego con el cabello gris

  • despeinado y la barba irregular.Kord se movi agresivamente tenso

    y sus ojos se mostraron fros de ira.Qu cuervos crees que ests

    haciendo, Bernard?Bernard levant la mano en seal de

    saludo amistoso hacia Kord, pero Tavise dio cuenta de que con la otra sostenael arco con una flecha dispuesta.

    Ha sido un pequeo accidente explic. Confund a tu chico con algntipo de ladrn que se esconde junto alcamino para atacar a los viajeros.

    Los ojos de Kord se entornaron.Me ests acusando de algo?Por supuesto que no ironiz

  • Bernard con una sonrisa que no lleg aaflorar en su mirada. Solo ha sido unmalentendido. Demos gracias a lasgrandes furias porque nadie ha resultadoherido. Se call durante un momentoantes de disipar su sonrisa y afirmar concalma: Odio que alguien resulteherido en mis tierras.

    Kord buf, fue un sonido ms bestialque humano, y avanz un paso furioso.El suelo tembl y retumb bajo sus pies,y algunos adoquines sueltos rebotaroncomo si algn tipo de serpiente seestuviera deslizando bajo la superficie.

    Bernard se encar con Kord sinapartar la mirada, sin vacilar ni cambiar

  • de expresin.Kord volvi a gruir y con un

    esfuerzo visible ahog su rabia.Uno de estos das me voy a

    ofender contigo, Bernard.No digas eso, Kord replic el

    to de Tavi. Vas a asustar almuchacho.

    Los ojos de Kord se dirigieron haciaTavi y el chico se sinti de repenteincmodo bajo esa mirada intensa yfuriosa.

    Ha adquirido ya alguna furia, ovas a admitir por fin que es un pequeoanormal intil?

    Este sencillo comentario atraves a

  • Tavi como un dardo y abri la boca parasoltar una respuesta furiosa. Bernardpuso la mano sobre el hombro del chico.

    No te preocupes por mi sobrinocontest, mirando hacia Bittan. Alfin y al cabo, tienes otraspreocupaciones. Por qu no vas haciala casa? Estoy seguro de que Isana teest preparando algo.

    Creo que nos vamos a quedar soloun rato replic Kord. Quiztomemos un desayuno ligero.

    Como quieras consintiBernard, y reemprendi la marcha por elcamino. Tavi lo sigui. Bernard ignor aKord hasta que hubo cruzado el puente

  • . Oh! exclam entonces, mirandopor encima del hombro. Me heolvidado de mencionar que Warner llegla pasada noche, Kord. Sus hijos estnde permiso en las legiones, as que hanpodido visitar a su padre.

    Que vengan lo cort Bittan.Los vamos a des

    Kord descarg un golpe con la manoabierta contra la cara de Bittan quetumb al muchacho.

    Cierra la boca.Bittan sacudi la cabeza, aturdido y

    con el ceo fruncido. No respondi a supadre ni lo mir mientras seincorporaba.

  • Sigue adelante indic Bernard. Estoy seguro de que lo podremosarreglar todo.

    Kord no respondi. Hizo una sea asus hijos con un leve gesto y emprendila marcha por el camino. Lo siguieron yBittan le lanz a Tavi una mirada dura yllena de odio mientras empezaba aandar.

    Anormal.Tavi apret los puos, pero dej

    pasar el comentario. Bernard asinti enseal de aprobacin y esperaronmientras Kord y sus hijos se diriganhacia Bernardholt.

    Iban a atacar a Warner, verdad,

  • to? pregunt Tavi mientras los veanalejarse.

    Es posible reconoci Bernard. Por eso tu ta le pidi a Warner queviniera la pasada noche. Kord estdesesperado.

    Por qu? Han acusado a Bittan,no a l.

    La violacin es una ofensa alReino respondi Bernard. Kord esel cabeza de familia y comparte laresponsabilidad de las ofensas contra elReino. Si la Reunin de la verdaddemuestra que es necesario un juicio yBittan es declarado culpable, el condeGram podra quitarle a Kord la posesin

  • de Kordholt.Crees que matara para

    protegerse? pregunt Tavi.Creo que los hombres que ansan

    el poder son capaces de casi cualquiercosa. Neg con la cabeza. Kord veel poder como un medio para satisfacersus deseos, en lugar de como unaherramienta para proteger y servir a laspersonas que se le han confiado. Es unaactitud estpida y al final soloconseguir que lo maten, pero hastaentonces es peligroso.

    Me asusta reconoci Tavi.Asusta a todo el mundo que tiene

    sentido comn, muchacho. Bernard le

  • pas el arco a Tavi y se desprendi laescarcela del cinturn. La abri y sacun pequeo botn de vidrio que lanz alarroyo por encima del pretil del puente. Rill! llam con firmeza, tengoque hablar con Isana, por favor.

    Esperaron en el puente unosinstantes antes de que el sonido delarroyo empezase a cambiar. Unacolumna de agua surgi del centro de lacorriente, tomando forma humana, hastaque se convirti en la escultura lquidade Isana, la ta de Tavi, una mujer con lafigura y los rasgos jvenes de unapoderosa artfice del agua, pero con elporte y la voz de una seora adulta.

  • La escultura mir a su alrededor,para centrarse por ltimo en Bernard yTavi.

    Buenos das. Bernard, Tavi Su voz sonaba lejana, como si llegase atravs de un tubo muy largo.

    Ta Isana salud Tavi,inclinando educadamente la cabeza.

    Isi habl con lentitudBernard. Nos acabamos de encontrarcon Kord y sus hijos. Estaban esperandoentre los matorrales cerca del puente delnorte.

    Isana sacudi la cabeza.El idiota no poda ir en serio.Creo que s replic Bernard.

  • Creo que sabe que con lo que hizoBittan, esta vez Gram va a ir a por l.

    La boca de Isana se curv en unasonrisa irnica.

    Dudo que el nombramiento de unamujer como buscadora de la verdad paraeste crimen le haya complacidodemasiado, adems.

    Bernard asinti.Es posible que quieras que haya

    alguien cerca por si acaso. Ahora van decamino hacia all por la calzada.

    La imagen de Isana en el aguamostr un rostro preocupado.

    Cundo estars de vuelta?Antes de medioda, con suerte. En

  • caso contrario, llegar antes de cenar.Intenta darte prisa. Tratar de

    controlar la situacin todo el tiempo quepueda, pero no estoy segura de quenadie ms que t pueda retener a Kordsin un derramamiento de sangre.

    Lo har. Ten cuidado.Isana asinti.Y t. La vieja Bitte dice que

    Garados y su esposa nos estncocinando una tormenta, como muy tardehacia el anochecer.

    Tavi lanz una mirada intranquilahacia el noreste, donde la descomunalmontaa de Garados brillaba sobre loshabitantes del valle de Calderon. Sus

  • laderas superiores ya estaban blancas acausa del hielo y las nubes oscurecanlas cimas ms altas, donde la furia hostilde la enorme montaa conspiraba conLilvia, la furia de los vientos heladosque soplaban sobre el gran mar de Hielodel norte. Tenan intencin de reunir lasnubes como un rebao de ovejas,alimentarlas de rabia con la luz del da ylanzarlas contra los habitantes del valleen una tormenta de furia al ponerse elsol.

    Estaremos de vuelta mucho antesde eso le asegur Bernard.

    Bien, eh, Tavi?S, ta Isana.

  • Dime, tienes idea de dnde habrconseguido Beritte una guirnalda deacebo fresco?

    Tavi le lanz a su to una miradaculpable y se ruboriz.

    Supongo que se la habrencontrado en algn sitio.

    Ya veo. No est an en edad decasarse, es demasiado irresponsablepara cuidar a un nio, y desde luego esdemasiado joven para llevar acebo.Crees que va a encontrar ms?

    No, seora.Excelente asinti Isana con tono

    bastante seco. Hablaremos del temacuando vuelvas.

  • Tavi se estremeci.Bernard contuvo la risa hasta que la

    escultura de agua se volvi a fundir conel arroyo, terminando as el contacto conIsana.

    Ninguna chica, eh? Crea que eraFred quien le tiraba los tejos a Beritte.

    Lo es suspir Tavi. Yseguramente la luce por l. Pero mepidi que se la consiguiese y bueno enese momento me pareci algoimportante.

    Bernard asinti.No hay ninguna vergenza en

    cometer un error, Tavi siempre queaprendas de l. Creo que sera

  • inteligente que pensaras en esto como enuna leccin sobre prioridades.Entonces?

    Tavi frunci el ceo.Qu?Bernard sigui sonriendo.Qu has aprendido esta maana?Tavi se qued mirando el suelo.Que las mujeres son un problema,

    seor.La boca de Bernard se abri en una

    carcajada repentina y alegre. Tavilevant la mirada hacia su to y leofreci una sonrisita esperanzada. Losojos de Bernard brillaban de jbilo.

    Vale, chico. Pero eso es ms o

  • menos la mitad de la verdad.Y la otra mitad?En cualquier caso, las quieres

    respondi Bernard. Sacudi la cabezacon la sonrisa en los ojos y en la boca. En mi poca hice una o dosestupideces para impresionar a unachica.

    Vali la pena?La sonrisa de Bernard desapareci

    pero sin dar la impresin de que sehubiera dejado de divertir. Simplementela interioriz, como si solo fuera cosasuya la razn por la cual se estabariendo. Bernard no hablaba nunca de suesposa muerta, como tampoco de los

  • hijos que tambin se haban ido.Vaya que s. Cada magulladura y

    cada araazo.Tavi se tranquiliz.Crees que Bittan es culpable?Es probable respondi Bernard

    . Pero me puedo equivocar. Hasta quetengamos la oportunidad de escuchar atodo el mundo debemos tener la menteabierta. No le podr mentir a tu ta.

    Yo puedo.Bernard rio.T eres un poco ms listo que

    Bittan. Y tienes toda una vida deprctica.

    Tavi le sonri a su to.

  • Seor, de verdad que puedoencontrar el rebao. Lo puedo hacer le suplic.

    Bernard se qued mirando a Tavidurante un momento. Despus hizo ungesto hacia la carretera.

    Entonces, demustralo, chaval.Ensamelo.

  • 4ISANA levant la mirada del cuenco deadivinacin con el ceo ligeramentecontrado.

    Cualquier da de estos elmuchacho se va a meter en ms los delos que se va a saber librar.

    La plida luz otoal entraba por lasventanas de la cocina principal deBernardholt. El aroma al pan que seestaba cociendo en los grandes hornosllenaba la sala, junto con el olorpenetrante de la salsa que chorreabasobre el asado que giraba sobre lasbrasas. A Isana le dola la espalda a

  • causa del trabajo matinal, que habacomenzado mucho antes de que el solsaliera, y no prevea ninguna posibilidadde descansar en un futuro inmediato.

    Siempre que los preparativos ledejaban un momento libre, lo pasabacentrada en su cuenco de adivinacin,usando a Rill para vigilar a la gente deKord y a la de Warner. Estos ltimosestaban ayudando al viejo Frederic,mayoral de los toros gargantes de laexplotacin, que junto con su hijo, eljoven Frederic, estaba limpiando losestablos semienterrados de estasenormes bestias de labor.

    Kord y su hijo menor holgazaneaban

  • en el patio. El hijo mayor, Aric, habacogido un hacha y llevaba cortando leatoda la maana, quemando con elesfuerzo fsico su energa nerviosa. Latensin en el aire se haba ido espesandoa lo largo de la maana, de manera quela notaban incluso quienes no tenan enel cuerpo ni un gramo de furia del agua.

    Las mujeres de la explotacin habanhuido del calor de la cocina para tomarel almuerzo, una comida rpidacompuesta por sopa vegetal y pan delda anterior, junto con una seleccin dequesos que haban aportado entre todasy que sacaron para comer en el patio. Elcansino sol de otoo luca plcidamente

  • y el calor acumulado por las baldosasquedaba protegido del fro viento delnorte por los altos muros de piedra deBernardholt. Isana no se uni a ellas. Latensin creciente en el patio la habraenfermado, y quera guardar sus fuerzasy su autodisciplina durante todo eltiempo que pudiera, por si al final tenaque intervenir.

    Por eso Isana ignor el rugido de suestmago y se centr en el trabajo,reservando una parte de suspensamientos para las percepciones desu furia.

    No vais a comer, seora Isana?Beritte levant la mirada mientras

  • segua pelando las pieles de un montnde tubrculos sin prestar atencin,dejando caer las races peladas en unbarreo de agua.

    La cara hermosa de la muchachapresentaba un ligero toque de carmn ysus ojos seductores resaltabanperfilados con kohl. Isana ya habaadvertido a la madre de Beritte que erademasiado joven para esas tonteras,pero all estaba con acebo en el cabelloy el corpio ajustado por debajo de lospechos con deliberada picarda; msocupada en contemplarse en cualquiersuperficie reflectante que pudieraencontrar, que en ayudar a preparar el

  • banquete para la cena. Isana se habamantenido alejada de ella ocupndola entareas que pudiera realizar la chicadurante el da. Beritte disfrutaba confrecuencia al ver cmo los hombresjvenes competan entre ellos por susatenciones, y entre el corpio y el aromadulce del acebo en el cabello, iba aconseguir que se matasen; por su parte,Isana tena demasiados problemas en lacabeza como para ocuparse de mstravesuras.

    La mujer mir a la muchacha,observando cmo iba de un lado a otro,antes de coger el atizador y volverlo ainsertar entre los carbones del horno,

  • donde una de las dos pequeas furias defuego que lo regulaban no estabahaciendo su trabajo. Pas el atizadorentre ellas, las movi y vio cmobailaban las llamas y se agitaban unpoco ms a medida que la furiaadormilada cobraba un poco ms devida.

    En cuanto tenga un momento librerespondi a la chica.

    Oh! se sorprendi Beritte, algoembelesada. Estoy segura de queacabaremos pronto.

    Pela, Beritte.Isana se volvi hacia la encimera y

    el cuenco. El agua se agit y al poco se

  • elev formando un rostro: el suyo, peromucho ms joven. Isana sonri concalidez a la furia. Rill recordabasiempre el aspecto que haba tenidoIsana el da en que se encontraron, ysiempre apareca recreando la imagenque tena Isana, por aquel entonces unachica desgarbada de la edad de Beritte,cuando se mir en un estanque hermosoy tranquilo.

    Rill! invoc Isana, y toc lasuperficie del agua. El lquido delcuenco se ensortij alrededor de sudedo y luego se derram contranquilidad en seal de respuesta.Rill repiti Isana, encuentra a

  • Bernard! Envi a la furia una imagende su mente a travs del contacto con sudedo: los pasos seguros y silenciosos desu hermano, su voz tranquila y algoarrastrada, y sus manos anchas.Encuentra a Bernard repiti.

    La furia tembl y agit el agua antesde abandonar el cuenco, pas despuspor el aire en una oleada suave queIsana sinti como un cosquilleo en lapiel, y se desvaneci a travs de latierra.

    Isana levant la cabeza y centr suatencin en Beritte.

    Ya est anunci. Qu estpasando, Beritte?

  • Perdn? pregunt la chica. Seruboriz muchsimo y volvi a su tarea,recorriendo con el cuchillo el tubrculopara retirar la piel oscura de la carneplida. No s lo que queris decir,seora.

    Isana se puso las manos en lascaderas.

    Creo que s replic con un tonoseco y severo. Beritte, puedesexplicarme ahora de dnde has sacadolas flores, o puedes esperar hasta que lodescubra.

    Isana sinti el pnico temblorosoque bailaba en la voz de la muchacha alhablar.

  • Honestamente, seora, lasencontr delante de mi puerta. No squin

    S, s lo sabes la interrumpiIsana. El acebo no aparecemilagrosamente y conoces la ley sobresu recogida. Si me obligas a descubrir