Las Esculturas Resonantes - Protonovela (Novela corta)

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Las esculturas resonantes Protonovela ____ Bruno Ponce 1

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Julia parece ser alguien increíble, casi ideal pero tal vez esa aura angelical oculte rasgos que la harían un individuo imposible.

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  • Las esculturas resonantes

    Protonovela

    ____

    Bruno Ponce

    1

  • En los planetas de sal, donde las sirenas cantan aleteando con sus colas sobre las marismas

    carbonatadas. Donde los espectros fluyen entre los

    aires magnticos. Donde me he perdido y donde

    nos hemos encontrado.

    Si pudieras escuchar el silbido que se eleva sobre

    los caones, bajo la luz de las nebulosas, llevado

    por el glido cierzo que proviene de las nubes

    protoplanetarias.

    Me observas desde alguna de las lunas que nos

    rodean da y noche; desde las casas areas, o desde

    los refugios submarinos. Y elevas la resonancia de

    las esculturas armnicas que brotan directamente

    desde tu cmulo de neuronas hacia el cielo, hacia

    las alturas que todo lo contemplan.

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  • Enero

    La puerta se abri y apareciste como una visin

    plida, poco iluminada y sin sonrisa. Me miraste

    de soslayo y avanzaste con los hombros encogidos

    y la cabeza gacha, como queriendo proteger tu

    soledad y tu fragilidad. Camin lentamente detrs

    de ti mirando y examinando cada uno de tus pasos.

    Eras una hurfana, una huerfana olvidada, una

    hurfana del mundo.

    Saliste del edificio y torciste en una esquina; an

    te mir a lo lejos mientras segua mi camino.

    Sonre. Acababa de encontrarme con una criatura

    sobrenatural.

    Pasaron los das y no supe de ti. Miraba tu puerta

    cada vez que entraba o sala por la ma. Siempre te

    recordaba.

    No era fcil encontrarme contigo, no saba mucho

    de ti mas que estabas sola ah dentro, sola con el

    enorme mundo que se extenda dentro de tu

    cabeza y que deformaba todo el espacio que te

    rodeaba exteriormente.

    Hasta que te vi caminando en el parque. Caa

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  • aguanieve y el cielo se arremolinaba en pesadas

    nubes grises y negras. El da ms fro del ao y t

    parecas ensamblar perfectamente con el paisaje.

    Mirabas las heladas aguas del lago artificial como

    si quisieras beberlo con la mirada. Mi corazn se

    estremeci y mi mente se elev a un estado

    inmaterial, insensible y antinaturalmente estable.

    -En qu convertirs todo esto? -te pregunt sin

    preocuparme demasiado por lo que deca.

    Me miraste con una leve sonrisa, como si hubiera

    hablado un lenguaje que solo t y yo

    comprendamos.

    -No lo s todava, pero es lo ms hermoso que he

    visto en mucho tiempo.

    Nos quedamos en silencio mirando el fino roco

    depositndose suavemente sobre las ondas del lago

    artificial.

    -Lo bello no siempre es lo ms comprensible.

    -Y lo comprensible no es siempre lo ms bello.

    -Quizs.

    Silencio. Luego te lanc.

    -Me has visto antes?

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  • Volteaste y me observaste estudiando mi rostro

    por un par de segundos.

    -Tu rostro no me parece conocido. Te conozco?

    -En el edificio. Vivo en el apartartamento que est

    justo frente al tuyo.

    -Auch, lo siento. Generalmente no veo a las

    personas que me rodean.

    -Lo s. S que no lo necesitas.

    Silencio mientras esbozabas una media sonrisa.

    -De dnde vienes?

    -De Anatolia.

    -Imagino que vienes a estudiar, alguna

    Ingeniera? Biologa? Qumica?

    -Me veo tan mal?

    -Sinceramente, s.

    Te sorprendiste y reste.

    -Ped que me transfirieran a la Universidad de

    Santa Elena porque solo aqu tienen la especialidad

    que quiero.

    -Cul es?

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  • -Experimentacin electroacstica.

    -Ufff, no andaba tan lejos.

    -Pero tambin estudio Fsica, quiero

    especializarme en Astrofsica.

    Solt una carcajada que me dobl en dos.

    Me miraste sonriendo con tu rostro delgado y tus

    prpados cados.

    -Por qu te res?

    -No lo s. Es divertido. Eres divertida.

    Mir tu frente prominente, tus pmulos helados y

    tus delgados cabellos salpicados de roco. Saba

    que cosas as no pasaban a menudo. T tambin lo

    supiste.

    -T qu haces?

    -Eso te lo dir despus, me estoy congelando y no

    quiero llegar a casa convertido en un igl. Qu

    vas a hacer maana en la noche? Si te gusta el

    chocolate caliente, yo conozco el mejor de Santa

    Elena.

    -No puedo. De hecho no salgo. Estudiar dos

    maestras no es nada sencillo. Si hoy sal fue

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  • porque de verdad necesitaba un respiro.

    -Pues cuando necesites otro respiro, yo conozco el

    lugar perfecto para que ese efecto revitalizador se

    multiplique.

    -Gracias por la invitacin pero no s. Algn da.

    Quizs, cuando termine la maestra y el doctorado.

    -S, algn da; en algn momento que sea tan

    perfecto como este, seguro ser.

    -Cmo te llamas? -me preguntaste interesada.

    -Tiago pero t an debers decirme Santiago.

    -Jaja, Julia.

    Tu mejilla fra y tu mano delgada al saludarte. Tu

    piel y tus huesos, tu aroma y tu dbil calor. Nos

    miramos a los ojos por un segundo, leyendo

    nuestras almas en un instante.

    -Me agradas -dije sin pensar. Era inncesario y

    torpe pero lo dije.

    -Yo no me agrado la mayor parte de las veces -me

    confesaste torpemente. Tenamos que separarnos

    antes de echarlo todo a perder.

    -Tal vez me lleve mejor yo contigo que t contigo

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  • misma.

    -Lo dudo.

    -Ya veremos.

    Nos separamos y adivin que me mirabas

    mientras me alejaba. Examinabas mis pasos, tal

    como yo los examin la primera vez que te vi.

    Qu dedujiste? Quizs supiste todo sobre m en

    un instante as como yo lo hice contigo.

    Febrero

    Nos vimos pocas veces pero no recuerdo mejores

    momentos. Reamos y hablbamos por horas y

    horas. La energa que nos rodeaba y el

    magnetismo que se desprenda desde nosotros.

    Escuchando las resonancias de las estrellas y

    saboreando el aroma de la msica ms aeja.

    Un diminuto beso y un destello en el fondo de tus

    ojos. La pulvertizacin del yo. La construccin de

    lo inmaterial, de lo insubstancial.

    Escuch los sonidos de tu mente, las resonancias

    de las contrucciones creadas por tus neuronas, los

    paisajes sonoros que habitaban dentro de tu

    cabeza, dentro de tu cuerpo; conocer, percibir las

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  • ondas que se emanaban desde tu ncleo vital.

    Visin I: Rfagas de viento luminoso fluyendo

    entre el follaje, las ramas, las ventanas abiertas;

    debajo de los autos, encima de los techos, entre tus

    cabellos, alrededor de tu cuello, atravesando tu

    cuerpo. Un viento proveniente de las estrellas que

    coronaban tu cabeza.

    Visin II: El cielo abrindose, dando paso a las

    almas purificadas por el sufimiento y el dolor, el

    arrepentimiento y la humildad. La luz que

    proviene de lo alto, de lo inconcebible pero a la vez

    de lo dulce y compasivo. El estado de gracia.

    Visin III: El sonido de mundos nuevos, mundos

    paralelos, los mundos perfectos. Las armonas que

    brotan de tierras nacidas de polvos estelares

    imposibles, ms all de la comprensin.

    Escuchar lo que piensas en lo ms profundo, lo

    que tanto protegas aquel da en que te vi por

    primera vez; tu inocencia, tu fragilidad. Escuchar

    lo sonidos creados por tu imaginacin y

    sensibilidad.

    Entonces entend que t no eras ese rostro suave

    y plido, esos ojos dbiles y ese cuello dulce. Que

    t no eras ese cuerpo delgado y agradable, que t

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  • no eras lo que yo poda ver con mi vista limitada.

    Que en realidad, t eras esas ondas invisibles que

    lo atravesaban y alteraban todo: el vaco, las

    partculas, el espacio, el tiempo... T eras una

    resonancia ms all de lo visible.

    Y entend que me encontraba frente a una criatura

    sobrenatural.

    Abril

    Si hubiera sido sencillo no habra sido tan

    importante. Cazar una ballena en pleno ocano.

    Embotellar un cerebro, conectarlo a una mquina

    y conversar con l. Las siluetas de los sonidos que

    envolvan nuestros ensueos y paseos sonmbulos.

    Una noche decidimos que deberamos vivir juntos.

    No era algo que pudiera pensarse demasiado, era

    algo que deba suceder. Una ducha juntos y mirar

    tus cabellos ondeando con el viento nocturno

    mientras mirabas la ciudad taciturna con la

    ventana abierta.

    Abr la puerta y me recibiste con un beso

    inesperado.

    -Feliz cumpleaos -me dijiste juguetonamente.

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  • -Qu estabas haciendo? -te mir extraado.

    -Nada en especial, solo lo normal.

    -Pues si en ti lo anormal es normal, no s qu

    esperar.

    -Cllate bobito, mejor sintate. Te prepar algo.

    Me sent en el sof mientras corras de un lado a

    otro levantando el desastre que tenas en la sala:

    ropa sucia, libros, platos sucios, envolturas de

    comida chatarra...

    -Espero que no me hayas hecho de cenar, maana

    tengo una junta importante y no quiero amanecer

    con diarrea.

    -Te prepar algo mejor, o peor, como quieras

    verlo.

    Mir tu cintura y tus hermosas caderas;

    mantenan una proporcin perfecta con tus

    estrechos hombros. Al final te rehiciste la coleta y

    me miraste con tus ojos encendidos.

    -Verte ir de un lado a otro es el mejor regalo que

    pudiera recibir este da- te dije sin pensar lo que

    deca.

    Tal sentencia te dej perpleja y por un segundo

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  • no supiste como reaccionar pero lo sentiste muy

    profundo.

    -Cierra los ojos -me dijiste intentando permanecer

    serena.

    Cerr los ojos y escuch que caminabas de un lado

    al otro, apretaste algunos botones y caminaste de

    regreso. Te sentaste junto a m y me tomaste de la

    mano.

    -Ya puedes abrirlos.

    Toda la habitacin estaba a oscuras. Entonces

    comenzaron a proyectarse luces y figuras sobre el

    techo y las paredes al mismo tiempo que

    comenzaban a sonar una serie de ruidos y sonidos

    extaos pero poticos.

    -Es hermoso, no puedo creerlo -sabas cmo

    despertar mis emociones ms altas e inconcebibles.

    Era como escuchar todo lo que pensabas sobre m,

    todo lo que sentas por m y lo que significaba yo

    para ti. Era como una conversacin ms all de lo

    fsico o material. Era como una conversacin

    teleptica, era comunicarse directamente cerebro a

    cerebro sin ningn tipo de filtro sensorial.

    Al terminar los eventos miraste lgrimas en mis

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  • ojos, las limpiaste con tus fragantes dedos y me

    besaste como nunca lo habas hecho, era un beso

    ms all de lo palpable, un beso casi mstico.

    -Por qu hiciste esto? -te pregunt en un estado

    an elevado.

    -Porque necesitaba hacerlo, necesitaba decirte

    todas estas cosas pero no saba cmo hacerlo.

    -Pues lo he entendido...

    -Y qu piensas sobre todo esto?

    Me acerqu a ti con una mirada que atravesaba tu

    alma entera. Tus ojos temblaban pero yo segua

    introducindome dentro de ti, de tu entero ser,

    cuerpo y espritu. Te bes depositando en tus

    labios el peso de un milln de atmsferas, la luz de

    mil qusares, la belleza de cientos de supernovas y

    la dulzura de los cometas ms brillantes.

    Hacer el amor contigo era como diluirse dentro de

    un agujero negro supermasivo, donde la materia,

    el tiempo y el espacio se extinguan y daban paso a

    una nueva forma de comprender y sentir. Una

    realidad donde todo se explica a travs de lo

    inexplicable. "T y yo sentados juntos en la orilla

    del universo".

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  • -Ests bien? -te pregunt extraado.

    -S, creo que s.

    -Creo que s?

    -Estoy bien.

    -Qu sientes?

    Tenas los ojos cerrados y parecas desvanecerte.

    -Slo que me diste muy duro -bromeaste.

    -No digas tonteras, me preocupas.

    -Estoy bien, slo me baj el azcar, me pasas un

    chocolate?

    -Te haba pasado antes?

    -S.

    -Por qu no me habas dicho?

    -Nunca le di importancia.

    Te alcanc una barra de chocolate y comenzaste a

    abrirla mientras te incorporabas.

    -Quieres ir al mdico?

    -No, slo quiero que me abraces.

    Me sent junto a ti y te abrac mientras comas el

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  • chocolate. Miraba tus labios levantados mientras

    mascabas y cre que nunca haba visto algo tan

    bello como t en toda mi vida.

    Mayo

    Empezaste a cojear. Ya no usabas tu bicicleta y

    preferas ir en taxi a ir en metro. Me dijiste que te

    habas torcido el tobillo y te cre, no poda adivinar

    lo que te ocurra pero habra sido peor saber que a

    pesar de todo, era imposible detenerlo.

    -Ests muy plida, huesito.

    -Estoy bien, estoy cansada, es todo.

    -No quiero verte as. No me ir hasta que te vea

    comer.

    -No me tienes que vigilar, no eres mi padre, ni

    mucho menos. Soy una mujer adulta y s cuidarme

    sola.

    -Escuchas lo que ests diciendo? Y sobre todo la

    forma en la que me ests hablando?

    -Qu quieres? Qu te idolatre toda la vida y que

    consienta tu forma de tratarme como una

    adolescente o como una retrasada?

    15

  • -Olvdalo, es otro de esos das...

    Me sal molesto y quise olvidarme de ti por unas

    horas. Esa mirada tuya en esas ocasiones me

    aterrorizaba. No eras t.

    Esa vez como otras, llegu tarde. Haba optado

    por pasar el menor tiempo posible a tu lado. Al

    menos mientras se estabilizaba nuestra relacin.

    Te la pasabas el da entero en el Instituto y de

    noche trabajabas en tus tareas hasta tarde. Pocas

    veces me preocupaba si comas o no. Pocas veces

    tenamos sexo, un sexo seco e inspido, que la

    mayor parte de las veces nos dejaba ms

    insatisfechos que antes de hacerlo.

    Una noche al llegar te encontr vomitando en el

    bao. Te veas muy mal.

    -Santiago, me siento muy mal, llvame al mdico.

    -Julia, qu tienes? -te miraba con ojos como de

    plato.

    -No s pero me siento muy mal.

    Cojeabas y tenas algunas llagas en la cara y en

    los brazos.

    -Tienes mucha fiebre. Espera, voy a traer un taxi.

    16

  • Al regresar te encontr envuelta en una manta y

    con la mirada dbil. Te llev casi cargando y

    llegamos a la clnica.

    El mdico te revis las llagas y pregunt por qu

    cojeabas.

    -Me cort hace tiempo con un vidrio pero no he

    sanado.

    -Me dijiste que te habas torcido -le reclam.

    El mdico nos mir extraado. Despus te quit

    el zapato y el calcetn. El hedor de la herida lo

    sobresalt inmediatamente.

    -Por qu no se atendi antes? Esto est muy

    infectado.

    -No le di importancia.

    -Sabe que pueden cortarle la pierna por algo

    como esto?

    Te asustaste y yo tambin.

    -Tenemos que hacer algunos exmenes y saber si

    podemos salvarle el pie, la infeccin est muy

    avanzada. Esas llagas no se ven nada bien.

    -Es muy grave? -le pregunt angustiado.

    17

  • -Se quedar hoy en observacin y le

    administraremos antibiticos muy potentes pero

    hasta maana sabremos la gravedad de la infeccin

    y la causa de las llagas.

    Nos miramos resignados, la tristeza y el

    arrepentimiento destilaban desde nuestras pupilas.

    -No deb dejarte tanto tiempo sola.

    -No es tu culpa. Es mi cuerpo, cmo ibas a

    saberlo?

    -Deba protegerte.

    -No tienes que culparte por nada.

    Los resultados llegaron.

    -Has contrado una extraa enfermedad llamada

    Coleosis Hipodrmica Severa, es una enfermedad

    poco conocida y no muy frecuente. A la fecha no

    tiene cura pero puede controlarse. Y en el caso de

    tu pie, lamento decirte que la herida est

    gangrenada, no podremos salvar la pierna. Con

    suerte, el corte ser hasta la rodilla, aunque ser

    ms seguro si el corte se hace a medio muslo.

    Comenzaste a llorar, tom tu mano con fuerza.

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  • -Y las llagas? -pregunt con la mente en blanco.

    -No desaparecern pero pueden controlarse.

    -Cmo contrajo la enfermedad?

    -Es una bacteria poco frecuente en las ciudades

    pero que pudo haber sido trada por algn turista

    que haya viajado a alguna zona selvtica. Es una

    bacteria que crece en pantanos clidos y agua

    estancada a altas temperaturas. Seguro que cuando

    se cort, se tropez con algn charco infectado,

    introducindose en su sangre a travs de la herida.

    Este microorganismo tiene poca vida en un medio

    externo a temperaturas bajas, una hora por mucho,

    por lo que su caso es altamente extrao.

    -Me van a cortar la pierna -me miraste con los ojos

    enrojecidos.

    -Pero ests viva, eso es lo que importa.

    Te dejaste caer entre mis brazos y lloraste

    amargamente.

    Julio

    Comenzaste a trabajar en casa. Visitbamos de

    vez en cuando el Conservatorio donde te trataban

    19

  • a como a una celebridad. Entonces me di cuenta de

    lo mucho que representabas para nuestro mundo,

    para nuestra civilizacin.

    En el Instituto te conocan pocos y los que te

    conocan eran gente exntrica que no saban

    externar sus emociones. Te animaron y te dijeron

    que no pasaba nada, que te repondras pronto y

    que retomaras con ms fuerza que antes. No

    sabas si creerlo; yo tampoco poda creerlo por

    completo. Tu sensibilidad desbocada poda

    hundirte hasta las ms oscuras profundidades.

    Tu herida sanaba pero tus llagas permanecan sin

    una mejora notable. Me pediste que no hiciramos

    el amor y yo te besaba con recelo, ambos sabamos

    que poda ser fatalmente contagioso si no tenamos

    las debidas precauciones.

    Comenc a dormir en la sala y casi no

    hablbamos.

    Lleg el da de tu cumpleaos pero no podamos

    salir si no haba cerrado tu herida por completo;

    adems poda infectarse y las cosas podan

    agravarse. Llamaste a tus padres y lloraste al

    telfono. No podas entender cmo pudo haberte

    pasado algo tan estpido. Cmo tu vida pudo

    20

  • desmoronarse en un segundo sin razn aparente.

    Lloraste mientras te cantaba la cancin de

    cumpleaos pero yo no poda dejar de cantarla.

    Vivamos en una pesadilla que era imposible de

    asimilar o abandonar.

    Mirbamos una pelcula tomados de las manos.

    De repente me dijiste.

    -Santiago, quiero vivir.

    -Pues vas a vivir, por qu dices eso?

    -Porque ya no quera hacerlo pero ahora no me

    importa; con llagas o sin llagas, con piernas o sin

    piernas, enferma o no, quiero intentarlo. Quiero

    vivir.

    Yo estaba confundido.

    -Tienes todo lo necesario para vivir, para vivir

    bien. Adems, yo estoy contigo.

    -Quiero salir, vivir mi vida, vivir mi vida contigo.

    -Y yo quiero vivir la ma contigo.

    -Quiero sanar pronto, quiero probar la pierna

    mecnica de la que nos hablaron.

    -Claro, iremos a verla -un tremendo golpe me

    21

  • parti el corazn.

    -Quiero terminar mis dos maestras y continuar

    con el docotorado. Ser como la pequea

    Quasimodo del Instituto, ser el monstruo que se

    esconde en la sala de los radiotelescopios.

    -Pues para ser un monstruo eres muy sexy.

    -S, sin la pierna que tanto te enloqueca. La

    queras ms que a m, yo lo s.

    -Me encenda, no lo niego, pero me queda una y

    con ella estoy ms que satisfecho.

    -Eres un tonto.

    -Siempre lo he sido, pero fue por eso que te

    quedaste conmigo.

    -Hay algo que no me gusta.

    -Qu es eso?

    Pero cambisate de direccin.

    -Cuando nos conocimos, si hubieras sabido que

    ocurrira esto, te habras quedado conmigo? S

    que responders que s, pero me gustara saber la

    respuesta real.

    -Pinsalo, t qu crees? -te devolv.

    22

  • -Sinceramente?

    -S, sinceramente.

    -Mmmm... creo que te habras quedado conmigo

    sin importar lo que ocurriera. Sabes por qu lo

    s?

    -Por qu?

    -Porque habra hecho lo mismo si esto te hubiera

    ocurrido a ti.

    -Lo s -dije con seguridad.

    -Muy engredo el muchachito.

    -S, lo soy, y te encanta.

    -Cllate ya.

    Te acarici intentanto evadir tus llagas

    sangrantes y mirando de soslayo tu mun, no

    poda creer que algo tan hermoso y perfecto como

    t tuviera que vivir todo eso.

    -No me dijiste qu era lo que te molestaba.

    -Precisamente eso, que no puedas ni acariciarme

    libremente. Ser una especie de adefesio deforme

    que slo inspira lstima y asco.

    -No digas eso. Me lastima que hables as.

    23

  • -Pero es la verdad.

    -No, no es la verdad. No me das asco, cmo

    puedes creer eso? Y me pareces ms hermosa con

    estas marcas, simbolizan mucho para m.

    -Quisiera creer que es verdad pero por ahora no

    puedo, no logro asimilarlo.

    -No es necesario que lo entiendas o asimiles ahora.

    Esto tiene que pasar, pero llegar el da en que los

    dos aprenmdamos a vivir con esto.

    Nos abrazamos y miramos a la pantalla sin

    entender lo que ocurra y sin importarnos nada

    ms.

    Agosto

    Poco a poco volviste a ser independiente. Tu

    herida an estaba sensible para usar una pierna

    mecnica as que te movas con tu mon vendado

    usando una silla de ruedas o muletas. Era

    insufrible para m verte obligada a usar esos

    artefactos tan espantosos y me lastimaba an ms

    el verte tan optimista y tan resuelta a usarlos,

    habra preferido que demostraras tu incomodidad

    por tener que utilizarlos y el mismo odio que yo

    24

  • les tena.

    Llegabas del Instituto o del Conservatorio

    luciendo animada y de buen color. No poda creer

    que fueras la misma que un mes antes quera

    dejarlo todo y abandonarse a la muerte.

    Lleg el ltimo concierto de verano del

    Conservatorio donde presentaras algunos de tus

    trabajos. Asistieron solo los necesarios. Pocos

    entendan lo que hacas y muchas veces entre ellos

    no estaba yo, por ms que lo intentaba.

    Fuimos a cenar y me hablaste de tus prximos

    planes. De lo fascinante que estaba resultado tu

    investigacin sobre las radiaciones del cuerpo

    negro y las bellas meldias que escuchabas a

    travs de los radiotelescopios, melodas que solo t

    podas absorber y comprender.

    Yo te habl de mis prximos proyectos con la

    Compaa y de los planes para nuestra prxima

    casa, fuera de la ciudad.

    -Si pudiera, te construira una casa fuera de este

    planeta, de este mundo, en una galaxia muy lejana,

    donde las almas se entecruzaran sin necesidad de

    materia.

    25

  • -Sabes qu? No te creo.

    -Por qu lo dices? -te pregunt extraado.

    -Dudo mucho que puedas sobrevivir siquiera una

    semana sin algo que tiene mucho de carne y poco

    de etreo.

    -Jaja, creo que me conoces mejor que yo.

    Bebimos en silencio.

    -Tus llagas estn sanando, lo has notado?

    -Algunas.

    -Creo que el buen humor te est sanando ms que

    los medicamentos.

    -Es lo que pens.

    Nos miramos con una sonrisa satisfeha.

    -Nos vamos?

    -Vmonos, querido.

    -Qu mal son eso.

    -Algn da deba civilizarme, no lo crees? Y creo

    que t tambin deberas intentarlo.

    -Y ser normal? Prefiero que me corten un braz...

    Un sudor fro me recorri el cuerpo en un

    26

  • instante.

    -Eres un idiota.

    -Lo siento, lo siento mucho.

    Pero luego sonreste maliciosamente.

    -Yo no te cortara un brazo, te cortara otra cosa.

    -Pues... tendrs que atenerte a las consecuencias -

    te respond ya relajado.

    Salimos del restaurante y pedimos un taxi.

    Al llegar al apartamento, te dije que contesara

    unos correos electrnicos del trabajo, que fueras a

    dormir, pero me dijiste que leeras un poco antes y

    que me esperaras despierta.

    Pas un rato en la sala. El silencio en el

    apartamento era casi total y a lo lejos se escuchaba

    el ruido sordo de uno que otro auto que cruzaba la

    avenida.

    Media hora despus termin y me fui caminando a

    la habitacin mientras me desabrochaba la camisa.

    Entr a la habitacin iluminada a medias por la

    lmpara de la esquina. Dentro haba un silencio

    poco comn.

    27

  • No estabas. Me extra.

    -Julia? Ests en el bao?

    Pero no respondiste. Me comenc a preocupar.

    Entr al bao y encend la luz. Estaba vaco. No

    poda ser posible. Dnde podas estar? Busqu

    entre las sbanas, en el armario, debajo de la cama.

    "Julia", te llam. "Ests bien? Dnde ests?" Sal

    de la habitacin y te busqu con la mirada en la

    sala, te busqu en la cocina y en la azotehuela.

    Entonces pens lo peor y corr al interior de la

    habitacin, me acerqu a la ventana y la encontr

    cerrada. La abr y me asom al vaco. Todo se vea

    tranquilo.

    -Julia! -grit desesperado. -Julia!

    Sal del apartamento y te busqu en los pasillos,

    en las escaleras. En la recepcin. El portero no te

    haba visto salir. Llam en tu antiguo apartamento

    y me respondi una mujer. Le pregunt por ti pero

    no me dio razn. Estaba desesperado, no saba que

    hacer. "Julia, por qu me hiciste esto? Qu mal te

    hice? Qu hice mal para que me dejaras de esta

    forma?".

    No entenda cmo habas logrado salir sin que me

    diera cuenta. Burlando al portero y sin dejar

    28

  • rastro. Mir tus cosas, tu ropa, tu bolso, todo

    estaba ah, intacto. Tus llaves, tu dinero, tu

    cartera, no te habas llevado nada. "No se fue, debe

    estar aqu, en el edificio, pero dnde?" Sub a la

    azotea, revis cada rincn pero no te encontr. Le

    inform al portero que estabas perdida, le expliqu

    todo y me dijo que no te haba visto salir.

    Con su ayuda, preguntamos en todos los

    apartamentos, uno por uno, a partir de la media

    noche. Nadie saba nada. Me sugiri llamar a tus

    amigos y conocidos y si no aparecas, que llamara a

    la polica para reportar tu desaparicin.

    Lo hice. Llam a tus conocidos ms cercanos y a

    casi toda la agenda de tu telfono mvil,

    abandonado en la mesa de la lmpara. Tu ltima

    llamada haba sido a las seis de la tarde y era para

    m, para encontrarnos cerca del Conservatorio.

    Tus ltimas llamadas y mensajes eran a profesores

    o colegas por asuntos de trabajo e investigacin.

    Nadie saba nada de ti y me daban su apoyo y

    consejo. Me aseguraron que me ayudaran a

    encontrarte.

    Amaneci y te report como desaparecida. Te

    busqu el da entero sin apenas probar alimento.

    29

  • Te busqu en el Conservatorio, en el Instituto y en

    cada calle.

    No se report ningn cuerpo con tus

    caractersticas ni tu visita en ningn hospital o

    clnica. Simplemente te habas desvanecido.

    "Por qu lo hiciste? Por qu te fuiste as tan de

    repente? Qu hice mal?", no poda creerlo. Me

    senta herido, me senta defraudado. Senta que te

    haba fallado pero al mismo tiempo, que t me

    habas traicionado.

    Mis amigos, colegas, y tus mismos conocidos me

    persuadieron a creer que simplemente me habas

    dejado, que quizs nuestra relacin no era lo que

    t necesitabas en este momento, o que incluso me

    habas dejado para no ser una carga para m o no

    daarme, pero yo no poda creerlo totalmente y

    aceptarlo. Algo muy en el fondo me deca que me

    amabas de verdad y que nunca podras hacerme

    algo as, que era inhumano y muy cruel, no te crea

    capaz de hacerme eso. Pero era peor pensar que

    algo malo te hubiera ocurrido, que te hubieran

    podido raptar e incluso asesinar, no poda soportar

    pensar en eso; o que hubieras podido sufir un

    extrao accidente y que tu cuerpo pudiera estar

    30

  • perdido en algn lugar inaccesible y que jams

    lograra saber lo que haba ocurrido contigo. Fue

    muy difcil, muy angustioso. Fue muy doloroso

    perderte para siempre.

    Pasaron los das y las semanas y no hubo noticias

    tuyas. Se abri un caso y pasaste a ser una persona

    perdida ms entre los millones perdidos en el

    mundo.

    Slo quera pensar en que me habas abandonado,

    que tal vez habas huido de la mano de alguien

    mejor que yo, que te besara sin temer contagiarse,

    quien hara el amor contigo sin sentir repulsin,

    quien te alimentara, te cuidara y te querra de

    verdad. Era el panorama ms esperanzador que me

    quedaba y era el que me obligaba

    desesperadamente a creer.

    Regres a la Compaa sin saber qu era mejor, si

    seguirte buscando u olvidarme de ti. Slo estaba

    seguro de una cosa: te haba perdido y no te

    volvera a ver por ms que lo deseara con todas

    mis fuerzas.

    Noviembre

    31

  • Empaqu sus cosas y las don. Pero an conserv

    el cuaderno donde haba escrito la historia

    increble que compartimos. Esos sueos que

    provienen de un universo astral en donde se

    almacenan las imgenes de los rostros amados, los

    aromas de los cuerpos que tanto nos apasionaron,

    los sonidos de las voces que nos arrullaron, el

    sabor de los labios que nos purificaron y la

    sensacin de los cabellos que nos envolvieron.

    No tuve la intencin de rehacer mi vida con otra

    persona, simplemente dej que las cosas fluyeran.

    Un da te conoc afuera de mi apartamento y

    tiempo despus te perd la pista para siempre a tan

    solo unos metros.

    Conoc a alguien a las pocas semanas, era una

    pasante que acababa de ser recomendada para

    integrarse a la firma. Ver sus ojos brillantes tan

    llenos de vida, de una vida que nunca vi en los

    tuyos me hizo creer que an poda encontrar la

    felicidad al lado de alguien ms. Nunca nadie iba a

    ser como t pero saba que haba algo ms all;

    solo que no saba si estaba listo.

    Alberta me miraba y encontr en ella una qumica

    32

  • que nunca haba sentido, ni siquiera contigo. Ella

    era un ser humano y no una criatura sobrenatural

    como senta que eras t. Era un ser humano simple

    y agradable, quizs no era lo que quera pero s lo

    que necesitaba.

    Salimos un par de veces y eso me hizo darme

    cuenta de lo mucho que te extraaba. Que no

    poda dejar de pensar en ti. De verdad te

    extraaba.

    La acompa a su casa y le di un beso de buenas

    noches. Ella me miraba como se mira a los hroes,

    a los seres legendarios pero yo solo la vea como lo

    que nunca podra llegar a ser: t.

    Camin a la casa y al llegar al pasillo vi la puerta

    de tu antiguo apartamento. Pens en aquella vez

    que te vi salir de ah con tus hombros encogidos y

    tu cabeza gacha. Las lgrimas rodaron por mis

    ojos y me desbarat junto a la puerta. Por qu te

    fuiste?

    Entr al apartamento, me dej caer sobre la cama

    y llor amargamente recordando cada uno de los

    das que vivimos desde el primer da que nos

    conocimos. Deba dejarte ir y ese era el momento.

    Record tu rostro, tu cuerpo, tu sonrisa y tu voz.

    33

  • Escuch tu voz en mi cabeza. T voz llamndome.

    "Quisiera ir contigo, quisiera ir a donde t ests.

    Sea donde sea".

    Escuch su voz, su voz llamndome. Todava me

    incorpor como un loco intentando imaginar que

    estaba ah y entraba por la puerta de la habitacin.

    -Santiago -escuch. Mi cabeza me haca malas

    jugadas.

    -Santiago -escuch otra vez, confundido.

    Me incorpor y observ una sombra en el marco

    de la puerta. Estaba alucinando. La sombra camin

    hacia m en la penumbra y reconoc su rostro.

    -Julia? -me incorpor sorprendido.

    -Por qu tienes todo apagado? Ests llorando?

    Me levant como un desquiciado de la cama, sin

    dar crdito a lo que oa y vea pero algo en el fondo

    me deca que s era ella por ms extrao y

    surrealista que pareciera. Encend la luz y ah

    estaba ella.

    -Julia? Eres t! Eres t! -y me lanc a abrazarla.

    -Qu pasa Santiago? Ests loco?

    -Pero cmo es posible, dnde estuviste todo este

    34

  • tiempo?

    -Pues aqu, en la casa -se vea confundida.

    -No, no es cierto. Dnde estuviste? Ests bien?

    No tienes llagas!

    -En serio? -se toc el rostro.

    -Slo unas costras pero se te van a caer... pero...

    ests de pie -le dije sorprendido, llevaba falda.

    Al ver lo que haba debajo de su falda, recibi un

    impacto muy fuerte. Yo no poda asimilar lo que

    ocurra. Se sent en la cama sin poder entender lo

    que vea.

    -Julia, qu pas?

    Levant su falda y encontr sus dos piernas

    intactas. Mir su rostro, mir su cuerpo. Era ella?

    De verdad era Julia? Mir sus ojos. Ella estaba

    absorta, no poda asimilar lo que ocurra.

    -Santiago, qu est pasando, estoy muerta?

    -No, Julia, no s qu est ocurriendo, pero estamos

    aqu los dos y estamos vivos.

    No recordaba nada, no recordaba dnde haba

    estado, ni lo que le haba ocurrido. Slo se senta

    un poco confundida y con sed. Camin de un lado

    35

  • a otro y senta ambas piernas como si nunca le

    hubiera ocurrido algo, mir sus llagas y se haban

    secado, slo le quedaban algunas costras a medio

    caer. Se sent en la cama y observ sus piernas

    cuidadosamente. Extraamente, tena una ligera

    mancha alrededor del muslo, justo donde haba

    sido el corte, como un muy leve moretn, por lo

    dems estaba en perfectas condiciones, ella poda

    moverla y sentirla como si nunca le hubiera

    ocurrido nada. La herida en el pie haba

    desaparecido por completo.

    -No s qu ocurri, Santiago pero no quiero pensar

    mucho en eso, me da miedo.

    Recordaba vagamente la cena y cuando llegamos

    a casa, luego slo recuerda orme llorar en la

    oscuridad y encontrarme en la cama.

    Llamamos a nuestros amigos y conocidos y les

    dimos juntos la maravillosa noticia. Se levant el

    reporte en la polica.

    Nos tomamos fotos juntos y se las enviamos para

    probar que estaba de vuelta. Todos haban

    enloquecido con la noticia y queran vernos al da

    siguiente tan pronto amaneciera.

    Ya en la cama, abrazados, le dije que haba estado

    36

  • extraviada por tres meses y las cosas que habamos

    pensado y lo que haba ocurrido.

    -Ser esto un sueo o un milagro?

    -No lo s, Julia, solo s que estamos juntos otra

    vez y que t ests bien y completa.

    Amaneci y la vi junto a m, sintiendo que estaba

    viviendo algo sobrenatural, algo

    incomprensiblemente milagroso.

    Ella despert y me mir. Entre bostezos, me dijo:

    -Tenemos que buscar una buena excusa para

    explicar todo esto.

    -La nica explicacin es que ests aqu.

    En los planetas de hielo, donde las sirenas cantan

    sobre las marismas carbonatadas. Donde los

    espectros fluyen entre los aires magnticos. Donde

    me he perdido y donde nos hemos encontrado.

    Me observas desde alguna de las lunas que nos

    rodean da y noche; desde las colonias estelares, o

    desde las estaciones apostadas entre las galaxias. Y

    elevas la resonancia de las esculturas armnicas

    que brotan directamente desde tus antenas de

    37

  • radiofrecuencia hacia el cielo, hacia las alturas que

    todo lo contemplan.

    38

  • 39