Las Culturas Precolombinas - Henry Lehmann

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LAS CULTURAS PRECOLOMBINAS Areas Culturales I. Mesoamérica comprende una gran parte de México, Guatemala, Honduras y una porción de Nicaragua. Si bien no podemos enumerar aquí todos los elementos culturales comunes a todos los pueblos de esta zona, desearíamos mencionar los más importantes, sobre los cuales volveremos con mayor detalle al hacer la descripción de las diferentes culturas. Se encuentran por doquier la pirámide escalonada, los patios recubiertos de estuco y los juegos de pelota. El sistema numérico vigesimal, junto con los meses de veinte días, el doble calendario solar y litúrgico y los ciclos de cincuenta y dos años son lo usual. Casi en todas partes se cultivaba el cacao, la chía y el maguey (especie de agave); este último servía para la fabricación del papel. Existía una escritura jeroglífica empleada en manuscritos conocidos con el nombre de códices y que son libros plegados en forma de biombos. Las armas eran cerbatanas, con proyectiles de arcilla como municiones. Las sandalias poseían talón. II. El área circuncaribe tenía su centro en el mar Caribe. Comprende las Antillas, los países meridionales de la América Central y las costas atlánticas de Colombia y Venezuela. Hacia el sur los límites pasan por las Guayanas; hacia el interior, son bastante imprecisos. Los elementos culturales típicos de esta zona no son tan abundantes como en Mesoamérica; la mayoría se expandió por otras partes, entre ellos el cultivo de la mandioca o el trabajo de oro y de la tumbaga. Sorprende la ausencia de toda gran arquitectura de piedra. Es característico el trabajo de la madera; las obras de madera más frecuente son las sillas bajas que volvemos a encontrar en la zona andina, principalmente los "duho", asientos con respaldo, y las escudillas.

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LAS CULTURAS PRECOLOMBINAS

Areas Culturales

I. Mesoamérica comprende una gran parte de México, Guatemala, Honduras y una porción de Nicaragua.

Si bien no podemos enumerar aquí todos los elementos culturales comunes a todos los pueblos de esta zona, desearíamos mencionar los más importantes, sobre los cuales volveremos con mayor detalle al hacer la descripción de las diferentes culturas. Se encuentran por doquier la pirámide escalonada, los patios recubiertos de estuco y los juegos de pelota. El sistema numérico vigesimal, junto con los meses de veinte días, el doble calendario solar y litúrgico y los ciclos de cincuenta y dos años son lo usual. Casi en todas partes se cultivaba el cacao, la chía y el maguey (especie de agave); este último servía para la fabricación del papel. Existía una escritura jeroglífica empleada en manuscritos conocidos con el nombre de códices y que son libros plegados en forma de biombos. Las armas eran cerbatanas, con proyectiles de arcilla como municiones. Las sandalias poseían talón.

II. El área circuncaribe tenía su centro en el mar Caribe. Comprende las Antillas, los países meridionales de la América Central y las costas atlánticas de Colombia y Venezuela. Hacia el sur los límites pasan por las Guayanas; hacia el interior, son bastante imprecisos.

Los elementos culturales típicos de esta zona no son tan abundantes como en Mesoamérica; la mayoría se expandió por otras partes, entre ellos el cultivo de la mandioca o el trabajo de oro y de la tumbaga. Sorprende la ausencia de toda gran arquitectura de piedra. Es característico el trabajo de la madera; las obras de madera más frecuente son las sillas bajas que volvemos a encontrar en la zona andina, principalmente los "duho", asientos con respaldo, y las escudillas.

III. El área andina que se extiende a lo largo de la zona de los Andes, desde el extremo norte del continente hasta Chile, entre la Cordillera Oriental y el Pacífico.En toda esta región volvemos a encontrar el culto de los muertos, su conversación en envoltorios y tumbas en forma de pozos. Son típicos la cabeza-trofeo y una de sus formas,la cabeza reducida;el rompecabeza estrellado; el trabajo del cobre y del bronce. Los cálculos se efectuaban por medio de un sistemade nudos dispustos según determinadas reglas a los que se denominaban"quipu".

Mencionemos , entre los cultivos de origen andino, la coca y la patata -en la actualidad esta última se ha generalizada casi en todo el mundo.

Capítulo I

EL AREA MESOAMERICANA

LA MESETA MEXICANA

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Cultura mediasSi bien estamos aún en la imposibilidad de fijarse con exactitud una fecha, sabemos al menos que fue anterior a nuestra era; en efecto, dos localidades, Copilco y Cuicuilco, que pertenecen a esas culturas, fueron cubiertas por una ola de lava resultante de la erupción del volcán Xitli que, afirman los geólogos, se produjo hace por lo menos dos mil años.

Al parecer ejercieron atracción sobre esas primeras poblaciones las orilla del lago Texcoco, donde se asienta la actual ciudad de México. Aclaremos que la superficie del lago se redujo enormemente, desde los tiempos antiguos, a causa de los sucesivos desencadenamientos y que su margen actual no coincide con la de la época precolombina. Sábese así que las civilizaciones medias engloban dos épocas: la primera, correspondiente a Copilco_Zacatenco, debió prolongarse por un tiempo muy largo, quizás durante siete siglos; la siguiente, la de la Cuicuilco-Ticomán, fue más breve, de trescientos años aproximadamente.Las habitaciones de la época Copilco debieron ser chozas cubiertas de paja; de ellas no quedan ningún rastro, Las gentes de Cuicuilco, por lo contrario, edificaron una construcción maciza, en forma de círculo, con un diámetro de base de 123 cm y una plataforma de 20m de altura que sostenía un altar.Este edificio parece ser la primera construcción mexicana de piedra.El modo de enterrar a los muertos difería según los sitios. Por lo general, el muerto está solo, en posición extendida o con los miembros replegados. Las Tumbas de niños son anormalmente numerosas.A menudo se hallan junto al difunto armas de piedra, láminas, puntas, raspadores de obsidiana y vasos de muy variada formad. La alfarería comprende asimismo pequeñas estatuillas antropomorfas, de detalles obtenidos mediante pastillaje e incisión. Las figurillas que representan mujeres resulta notables por su acentuada esteatopigia: muslo y nalgas particularmente desarrollados, en tanto que los brazos y piernas son simples muñones.En las postrimerías de esta época surgió un nuevo estilo, Las figurillas de Tlatilco padecen poseer cierto parentesco con objetos fabricados por otro pueblo de México, los olmecas, al cual nos referiremos mas adelante. Éstos alcanzaron muy temprano gran desarrollo artístico y se ha sostenido la hipótesis de que el pueblo olmeca fue uno de los primeros en llevar la cultura a la meseta.

Cultura de Teotihuacan

Hacía fines de las culturas medias, los estilos que se habían desarrollado sobre la orilla sudoeste del lago Texcoco hicieron su aparición en la zona nordeste, en Teotihuacan, donde en el transcurso de los siglos ulteriores, durante el período clásico, habría de expandirse una de las culturas más grandiosas de que haya sido teatro el valle de México.No se sabe exactamente quiénes fueron sus creadores; se ignoran su nombre y el idioma que hablaron.Se supone únicamente que provenían de alguna región de la costa del golfo de México; determinadas similitudes estilísticas podrían sugerir, como en Tlatilco, un parentesco

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con los olmeca. Sea como fuere, el monumental conjunto de Teotihuacan atestigua la riqueza y complejidad de la sociedad que le dio nacimiento.Teotihuacan, ciudad exclusivamente religiosa, se mantuvo floreciente por lo menos durante dos milenios. Se construyó en diversas etapas, de acuerdo con estilos netamente diferenciados. La dominan dos grandes pirámides, la de Sol y la de la Luna.A diferencia de la de Egipto, la pirámide mexicana es siempre truncada. Constituye en suma un terraplén que sostiene un templo. No obstante, se conocen desde hace algunos años muchos casos en que la pirámide recubre una tumba. Según las últimas evaluaciones, la pirámide del Sol de Teotihuacan parece haber sido construida hace dos mil años.Por sus 60m de altura, se destaca netamente de la ciudad que se extiende a sus pies.Es la avenida de los Muertos 1 que desemboca al sur, ante un amplio edificio al que se ha dado el nombre de Ciudadela.Forma esta “ciudadela” un cuadrilátero, delimitado por cuatro terrazas de 400m de lado, que encierra un pequeño patio en el cual penetra a través de una abertura practicada en la terraza occidental . Sobre las plataformas y en el centro del patio se elevan pequeñas pirámides escalonadas. Al fondo del patio se ve un edificio extremadamente interesante: una pirámide de terrazas múltiples, la cual, en el curso de las excavaciones se reveló construida encima de otra más antigua.También la antigua pirámide estaba construida en forma de terraza dispuestas en disminución progresiva las unas respectos de las otras; subsisten cuatro de las seis que la constituyeron originalmente. Se la llama el Templo de Quetzolcoatl en razón de las esculturas que ornan sus paredes y en las que predominan las representaciones de ese dios: cabezas de serpiente con adorno de plumas destacándose de bulto entero sobre un motivo floral en relieve. La cabeza de Tlátoc, el dios de la lluvia, alterna con la de Quetzalcoalt; se la recose por los ojos rodeados de gafas. Éstas son las únicas esculturas que poseen atributos que permiten identificarlas.La escultura alcanzó un alto grado de perfeccionamiento en Teotihuacan. Arquitectos y escultores, los teotihuacansnos eran además pintores de suma habilidad que descollaban en el arte del fresco. Aún cuando conocemos poco la religión de Teotihuacan, resulta verosímil que Tlátoc haya constituido, por lo menos durante un tiempo, la principal divinidad, Se supone que un templo donde se encontró gran número de figurillas que ostentaban sus atributos, le fue dedicado; los extraños signos grabados sobre las losas de piedra conocidas generalmente con el nombre de “Cruz de Teotihuacan” sólo configuran en realidad estilizaciones muy refinadas de los atributos de ese dios: motivo de los labios que terminan en una voluta llamada “yacas meztli” y puntiagudos dientes que emergen de la boca. Las excavaciones del templo de Quetalcoatl han proporcionado igualmente incontables vasos con la efigie de Tlátoc: el difunto se aproxima llorando a un río que atraviesa antes de permitírsele la entrada al paraíso y las floridas volutas pintadas frente a su boca indican que canta alabanzas al dios.A partir de Teotihuacan, se vuelve a encontrar al dios Tlátoc en las manifestaciones artísticas de todas las culturas del México antiguo. También volveremos a hallar más tarde, en otras regiones, la serpiente emplumada que se vio aparecer por primera vez en Teotihucán. Supónese, por añadidura, que una de las estatuas más famosas, halladas en Teotihuacan, en las proximidades de la pirámide de la Luna, representa a la diosa azteca del Agua: Chalchiuhtlicue; es posible que haya sido venerada en esta época. Independientemente de estas nuevas divinidades, el panteón de Teotihuacan comprendía a Huchueteotl, “el viejo-viejo dios” o dios del Fuego, tal vez más antiguo de todos.

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Cultura Tolteca

La declinación de los teotihuacanos, producida en el siglo X, se mantiene inexplicada hasta el presente. Sus monumentos, empero, no quedaron sin empleo. Fueron utilizados por los miembros de una tribu nahua que después de recorrer las llanuras y desiertos del noroeste, se dispersó en diferentes localidades tales como Mazapán, a las puertas de Teotihuacan, Colhuacán y Rula, Tocaría a los toltecas, pueblo semilegendario, dejar su marca no solamente en el valle de México, sino también en Yucatán y se les ha atribuido durante largo tiempo todas las manifestaciones culturales que datan de épocas anteriores a los aztecas. Fueron ellos quienes aportaron los elementos de civilización definitivos, en particular el calendario y los signos gráficos con los cuales registraban las fechas. Aún cuando estas últimas todavía dan lugar a controversias, entramos de todas maneras con los Toltecas en el período protohistórico del valle de México.El jefe y fundador de la primera dinastía, Mixcoatl, encontró a su arribo al valle oras tribus nahuas ya instaladas al sur y en los actuales estados de Morelos y Guerrero; libró con ellos muchas batallas con el fin de expulsarlos.Tula, la capital de los toltecas, constituyó, a juzgar por sus ruinas y la gigantescas figuras que subsisten, una metrópoli impresionante. La pirámide principal comprende un templo consagrado a Quetzacoatl: Los muros norte y este se hallan decoradas con una especie de metopas esculpida en bajo relieve y dispuestas en muchas hileras, Se ven allí representaciones de Quetzalcoatl, águilas, urubúes, coyotes y jaguares. Tula contaba con dos estadios destinados al juego de pelota, que ya esa época había alcanzado en México gran difusión y que se ha conservado en Nayarit hasta nuestros días. Todos los grandes centros precolombinos poseen un juego de pelota; Teotihuacan constituye la única excepción. Uno de los que corresponden a Tula fue excavado y reconstruidos; trátase de una cancha cuya forma esquemática recuerda la de una T con barras en ambos extremos; en medio de la cancha han sido fijados a los lados unos anillos. El partido se disputaba entre dos equipos; los jugadores arrojaban una pelota de caucho haciendo uso de las caderas o de los pies, sin tocarla jamás con las manos, y se empeñaban en hacerla pasar por los anillos. Era un juego de carácter ritual y su resultado daba lugar a presagios.Una inscripción en relieve, cerca de la escalinata central, representa dos fechas registrada en caracteres diversos, una en maya con rayas y círculos, la otra en nahuas, únicamente con círculos. Estos últimos son los caracteres empleados por los aztecas en sus inscripciones y manuscritos, hecho que permite colegir que el sistema numérico maya, el primero en usarse, fue sustituido por el sistema nahua, aplicado por primera vez en Xochicalco; así se explica la tradición azteca según la cual el calendario en su forma definitiva, era obra de los toltecas.

Cultura Azteca

Cada vez que los aztecas, herederos de los toltecas, mencionan a éstos, lo hacen en los términos más elogiosos. Sin embargo, habían construido activamente a su declinación cuando su jefe Huitzilopochtl libró con ellos sangrienta batalla en el monte Coatepee, en los alrededores de Tula.

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La unidad cultural realizada en primera instancia en Teotihuacan, y luego en zonas tolteca, se había disgregado como consecuencia de disensiones entre las tribus. Los chichimecas, bárbaros venidos del norte, habían invadido la región, que atravesó un largo período de perturbaciones jalonado por guerras fratricidas.

Se establecieron entonces muchas ciudades-estados: Colhuacán, Tenochtitlán, Texcoco, Azcapotzalco, holula, Colhuacán, que constituyó una de las etapas de los toltecas, ejerció al principio la dirección; los colhuas fueron posteriormente sustituidos por los tepanecas, quienes apoyados por los tenochca se instalaron en Azcapotzalco. Tuvieron un jefe, Tezozómoc, que se hizo famoso y atacó a los habitantes de Texcoco en las orillas del lago. En el primer momento consiguió vencerlos, pero las tres ciudades, Tenochtitlán, Tlacopán y Texcoco se aliaron seguidamente para liberarse del yugo cada vez más pesado de Azcapotzalco. La derrota de los tepanecas fue completa, fue muerto su jefe Maxtla, hijo de Tezozómoc, e incendiada su metrópoli.diversas tribus estaban más o menos ligadas en si totalidad por lazos de parentescos; una sola se impuso a todas las demás y ejercía la supremacía en el valle de México cuando penetraron allí los españoles: la de los tenochca.

Diversos manuscritos del siglo XVI relatan su origen más o menos legendario: su hábitat atávico, Aztlan, se dice que estuvo en algún punto al noroeste de México, quizás en Michoacán. Quizás iniciaron su larga migración en compañía de otras tribus de las cuales se separaron seguidamente. En el transcurso de su peregrinación, se detuvieron en muchos lugares de la meseta, tales como Tula y Zumpango. Se evidencia su rastro en Chapultepec, donde vivieron apaciblemente por espacio demás de una generación; luego, al parecer por su culpa, las guerras los opusieron a sus vecinos y tuvieron para ellos mal fin: la mayor parte se exiló en el estéril páramo de Tizapán, infestado de insectos y serpientes venenosas.

Algunos insurgentes se refugiaron en las islas del lago de Texcoco donde fundaron en 1325 la ciudad de Tenochtitlán, México actual, que se convirtió en su capital.Mediante el aniquilamiento de los tepanecas, los tenochcas afianzaron su supremacía militar. Tratábase de guerreros extraordinariamente audaces.

En el orden interno, la organización política de los aztecas era democrática. Las familias estaba repartidas en clanes patrilineales o calbulli. Tenochtitlán constaba de veinte clanes agrupados en cuatro secciones o fratrías a cada una de las cuales se le destinaba un barrio particular de la ciudad.El clan gozaba de cierta autonomía: poseía una divinidad propia, un templo, tierras y una administración. El calpullec, su principal funcionario, era algo así como un secretario _ tesorero: a él incumbía la tarea de mantener el equilibrio económico.Cada clan enviaba un delegado al consejo supremo de Tenochtitlán. Los miembros de este consejo denominábamos tlatoani, o voceros. Cumplían funciones administrativas, políticas y jurídicas.

Repartían las tierras ente los clanes, designaban aquellas parcelas de las que la renta debía cubrir los gastos ocasionados por el culto, por el Estado y por las guerras; parcelas que eran cultivadas e común.También eran ellos quienes elegían a los cuatro oficiales que tenían a su mando las fuerzas militares de las cuatro fratrías de la ciudad.

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Elegíase entre esos cuatro oficiales al jefe supremo. Se lo llamaba tlacatecubtli, vale decir, “jefe de los hombres”. Sus funciones eran casi exclusivamente militares, en tanto que la política interior de los tenocheas estaba sujeta a la dirección de cihuacoatl, o serpiente hembra, el más importante de los dignatarios después del “jefe de los hombres” y qué generalmente lo sucedía al morir éste.La jurisprudencia azteca se establecía sobre bases sólidas: El castigo tendía primordialmente a la reparación de la ofensa. La sociedad azteca se dividía en clanes netamente diferenciados.Los nobles encabezaban la jerarquía. Muchas categorías: sacerdotes, miembros de la familia del “jefe de los hombres” o sus allegados inmediatos, guerreros que se habían distinguido en las batallas; estos últimos podían tener acceso a la orden de los caballeros-águila El pueblo comprendía a los cultivadores y a los artesanos. Cada clan se consagraba a una actividad determinada y como tenían zonas bien delimitadas en el interior de la ciudad.Los servidores y los esclavos ocupaban el último nivel de la escala social. Era descendientes de poblaciones subyugadas, de delincuentes comunes o de prisioneros de guerra. Los mercaderes o pochteca formaban una clase aparte. Viajaban a través de todo México, transportando los productos de la meseta para intercambiarlos por los de las tierras cálidas. Pero su actividad excedía el marco comercial. Se dedicaban, en los países que recorrían, a un intenso espionaje y traían a Tenochtitlán cuanto dato lograban recoger sobre las fuerzas militares de las tribus vecinas. La continuidad de esta rígida organización social estaba asegurada por un sistema educativo sumamente estricto cuyo objeto principal era la formación profesional y cívica del individuo. Hacía los quince o dieciséis años antes de considerarlos mayores, los varones debían cursar estudios en una escuela. Había dos clases de escuelas: el calmecae, y el telpochcalli, destinado a la instrucción de los hijos del pueblo en el manejo de las armas, en historia y religión, y que los preparaba para cumplir exactamente las funciones que les correspondían en su clan.

Los mozos podían contraer matrimonio a partir de los veinte años, las muchachas a los dieciséis. El divorcio estaba admitido: un hombre podía rechazar a su esposa si ésta no le daba hijos; una mujer podía abandonara su marido si no subvenía a las necesidades familiares o inclusive simplemente porque tuviera mal carácter . Asistía a la mujer divorciada el derecho de contraer, a su elección nuevas nupcias; pero la viuda debía abstenerse de tomar por segundo esposo al hermano de su marido difunto. En lo tocante a los hombres, podían éstos tener muchas mujeres, pero la primera esposa conservaba prioridad sobre las demás. Se admitía que los hombres mantuvieran, extramaritalmente, relaciones sexuales con otras mujeres, con la condición de que estas no fuesen casadas ; existía la prostitución; era frecuente que las gentes del pueblo otorgasen a los nobles sus hijas como concubinas.

Igual que todas las tribus aztecas, los tenochca fueron en su origen agricultores. Siendo su isla demasiado estrecha para llevar a cabo los cultivos , imaginaron la creación de las chinampa o jardines flotantes, islas artificiales formadas con lodo amontonado y fijado mediante hierbas y arbustos, entre los cuales circulaba el agua por canales. Los aztecas conocían el maíz, diferentes variedades de judías, la chía, el melón, la vainilla, el pimiento, los tomates, muchas variedades de algodón. Cultivaban choclatl, término náhuatl que los españoles llevaron a su regreso a España. El maguey les

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suministraba su savia, con la que preparaban el pulque mediante la fermentación, y las fibras textiles de sus hojas. Había, por último, plantaciones de tabaco, que se fumaba en las ceremonias religiosas.La cría de animales era escasa. Se criaba una especie de perros sin pelo sumamente apreciados por su carne. La única ave de corral conocida era el pavo.Se comían perdices, patos y ocas salvajes.Una rama importante de la economía estaba constituida por el comercio. Todas las ciudades aztecas, y Tenocthtitlán en particular, contaban con un mercado de gran movimiento donde se reunían millares de personas venidas de muy lejos. Como se desconocía la moneda, en el sentido moderno, se efectuaba un intercambio de productos. Determinaba el valor de éstos su mayor o menor escasez; así valían más que el oro, piedras preciosas tales como los jades, las jadeítas, las piedras nefríticas y las turquesas. Para facilitar los canjes se saldaban los restos de una cuenta con semilla de cacao.

El arte de los aztecas es esencialmente religioso.Su arquitectura se mantuvo dentro de la tendencia iniciada por las culturas medias, la cual había alcanzado su apogeo con la construcción de las grandes pirámides de Tenochtitlán..Se conocen bastantes manuscrito aztecas ilustrados con estampas coloreadas que representan a divinidades y con signos relativos al calendario. Existieron diversas escuelas de pintura, algunas de las cuales lograron un nivel artístico muy alto. Finalmente, muchos museos europeos conservan maravillosos ejemplares del arte decorativo azteca: mosaicos de jade y turquesa que recubren máscaras, cráneos humanos y utensilios con magos de madera.

La cultura de los aztecas, su historia, su sociedad, sus artes, no pueden describirse más que en estrecha correlación con sus creencias religiosas, tiránicas doctrinas donde no aparece el menos elemento de esperanzas ni siquiera de virtud en el sentido cristiano.El principio dominante del mundo espiritual de los aztecas es el dualismo: lucha cotidiana del día y la noche, del sol y la luna

Tezcatlipoca, el “espejo humeante”. Xochiquetzal, la diosa de las Flores, esposa del viejo Tlátoc, dios de la Lluvia.También éste es un dios foráneo adoptado por los aztecas; lo hemos encontrado en Teotihuacan. En Tenochtitlán su imagen está en el gran templo, junto a la de Huitzilopochtli, con sus atributos distintivos: ojos rodeados de gafas, grandes colmillos que emergen de la boca, y el labio superior recubierto por un ornamento de volutas.En cuanto a Quetzacoatl, que fue el dios tribal de los toltecas, al adoptarlo, los aztecas lo hicieron dios de la vida y de los gemelos. Es el lucero de la mañana y también el de la noche, lo cual significa que ambas estrellas no constituyen más que una, el planeta Venus, representado en las horas matutinas por Quetzalcoatl, durante la noche por su hermano gemelo, Xolotl. Pero eso no es todo: Quetzalcoatl es también dios del viento, y , en tal caso, le corresponde atributos determinados.Mencionaremos solamente algunas de las que regían los elementos y la vegetación, y cuya benevolencia, por lo tanto, importaba mucho a los aztecas propiciar.Veneraban especialmente a dos divinidades del agua: Tlátoc era la más poderosa, pero hay también muchas estatuillas que representan a Chachiuhtlicue, cuyo nombre, “la de

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la falda de piedras preciosas”, traduce con bastante precisión el gran valor de la lluvia en ese país que conocía ocho meses anuales de sequía.Huitzilopochtli, el dios tribal de los tenochca, es un recién venido. Encarna a la vez al dios de la guerra y a una manifestación del Sol, amo del mundo. Nace cada mañana del seno de la tierra; muere todas las noches. Se le oponen los astros, sus hermanos y la luna, su hermana. El sol siente hambre y sed; sólo lo alimenta la carne de los enemigos, sólo se refresca con la sangre de los enemigos; para saciarlo es necesario ofrendarle regularmente víctimas propiciatorias elegidas entre los prisioneros. Queda explicado así por qué la historia de los aztecas consiste en una larga enumeración de contiendas: les era imperioso renovar continuamente su provisión de cautivos.Cuando, mientras reinaba la paz, le acontecía la falta de prisioneros para las ceremonias religiosas, organizaba torneos denominados “guerras floridas” (xocbiyaoyotl); los sacerdotes se hacían cargo de los vencidos destinándolos a los sacrificios, el dios era apaciguado y los gastos de la guerra evitados.Los toltecas se habían limitado a ofrecer flores a sus divinidades. Los sacrificios humanos constituyen una innovación de los aztecas. Su repetición a intervalos fijos subraya aún más la fanática ferocidad de los tenochcas.El sacrificio tradicional de más dramatismo acontecía una vez por año, el quinto día del mes Tóxcatl, en honor de Tezcatlipoca. Con un año de anticipación los sacerdotes designaban a un joven cautivo para representar al dios. Durante el año que precedía a la ceremonia, lo instruían en las artes nobles; por ejemplo aprendía a ejecutar en la flauta de arcilla. Vestía suntuosos atavíos y todo el mundo lo reverenciaba como la imagen viviente del dios. Al iniciarse el mes Tóxcatl, se le hacía contraer matrimonio con cuatro vírgenes (que llevaban los nombres de las diosas Xochiquetzal, Xilonen, Atlatonan y Uixtocluatl).Cuando más se aproximaba la fecha fatídica, mayor era el fausto de las fiestas organizadas en su honor. El día señalado, se embarcaba con sus compañeras en un velero que lo conducía a un islote donde se erigía el templo. Entonces las mujeres lo abandonaban y se dirigía solo hacia la pirámide.Trepaba con lentitud la escalinata, quebrado sucesivamente sobre los peldaños las flautas que había empleado durante el año en que había personificado al dios.No bien llegaba a la plataforma del templo, cuatro sacerdotes lo acostaban sobre la piedra del sacrificio sujetándole los brazos y las piernas; el quinto le abría rápidamente el pecho con un cuchillo de sílice y, hundiendo allí la mano, le arrancaban el corazón que tendía al cielo, ofrendándolo a la divinidad.La famosa “piedra del sacrificio” que día del reinado de Tizoe, consiste en un enorme caso donde se quemaba el corazón de las víctimasTambién acostumbraban los aztecas otra forma de inmolación humana La víctima debía combatir sucesivamente, con armas ficticias, a muchos guerreros bien pertrechados; si lograba derrotar al primero, caía inevitablemente bajo golpes de los siguientes. A cada mes correspondía una divinidad con sus fiestas determinadas. La gran “piedra del calendario” erigida en Tenoctitlán durante el reinado de axayácatl, nos revela mediante jeroglíficos esculpidos, la concepción azteca del origen del mundo. El universo azteca estaba dividido, en el plano horizontal y verticalmente en muchas zonas de significación religiosa. La división horizontal comprendía cinco direcciones: los cuatro puntos cardinales y el centro, gobernada cada una de ellas por un dios. La división vertical distinguía trece mundos superiores y nueve inferiores. Los dioses habitaban los mundos superiores, el Creador en el cielo más alto.Los guerreros muertos e combate o sacrificados y las mujeres que perecían de parto (considerábase que se habían inmolado para traer el mundo futuros guerreros) tenían

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acceso a mundos superiores. Todos los otros muertos iban al Mictlán, los muertos debían para por una serie de pruebas en el curso de un terrorífico viaje de cuatro días: preservase de serpientes y cocodrilos, deslizarse entre montañas oscilantes, atravesar desiertos, soportar un viento cargado de cortantes láminas de sílice, cruzar un río sobre el lomo de un can rojo..Cuando el difunto se encontraba por fin en presencia del dios de los muertos, aún le restaba comprar su admisión e una de las nueve regiones con los presentes que con tal fin habían depositado sus deudos en la tumba.Esta religión ejercía un dominio total en la tribu de los tenochcas y absorbía la mayor parte de sus fuerzas. Los dioses reinaban tanto sobre el Estado como sobre el individuo. Por otra parte, no existía una división propiamente dicha entre el Estado y el clero, siendo la organización política de los aztecas sólo una teocracia militar.En ello radicó su poder: la sanguinaria tiranía de sus dioses lo estimuló de tal modo que en pocos siglos lograron imponer su régimen de terror a todo el valle de México y aun más lejos. Pero también constituyó su perdición: entre los mitos toltecas transmitidos a los aztecas, se contaba el de Quetzalciatl quien, bajo su personificación de dios civilizador blanco con barba,Cortés, era blanco y llevaba barba

Costa del Golfo de México

Sobre la costa atlántica se desarrollaron tres grandes grupos de culturas. Se las designa con los nombres de olmeca, totonaca, y huaxteca.

Cultura OlmecaTodavía no ha sido resuelto el programa de los olmecas; parecería sin embargo que, entre las grandes culturas mexicanas, la que designamos con su nombre es la más antigua. En el curso de las excavaciones de estos últimos años, se comprobó que la cultura olmeca se presenta en las capas más profundas de múltiples centros arqueológicos. Ya hemos hablado de ella al referirnos a Tlatilco (cerca de México ) y a Teotihuacan 1 . También la mencionaremos cuando describamos las capas más antiguas de Monte Albán (sur del país zapoteca). Su verdadero centro parece estar situado en la costa atlántica, en el Estado de Tabasco, donde las grandes estatuas monolíticas, las gigantescas cabezas de La Venta, que se cuentan entre las esculturas más extraordinarias de los tiempos precolombinos, pueden señalar el apogeo de su arte.En Tres Zapotes (Estados de Veracruz), donde metódicas investigaciones han demostrado la presencia prolongada de ese pueblo, se manifiesta una evolución del arte olmeca.Los personajes olmecas se distinguen por los carrillos inflados, el vientre grande y una particular expresión de los labios denominada “boca desdeñosa”. El “Dios Gordo” es típico. Se conoce una categoría con el nombre de Baby Face (Rostro inocente o cara de niño. N. del T.)

Cultura totonacaLa cultura totonaca, que floreció entre los siglos V y XI , aproximadamente en la región que ocupan los actuales indios totonacas, tuvo por centro a El Tajín, cerca de Papantla (al norte del Estado de Veracruz). La pirámide de El Tajin es una de las construcciones más características de todo México.Determinados arqueólogos han atribuido a los totonacas la construcción de los grandes monumentos de Teotihuacan pero no han podido ofrecer prueba alguna en apoyo de su suposición.

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Cultura huaxteca

La cultura huaxteca se localiza al norte de la de los totonacas. Se centralizó aparentemente en el curso del río Pánuco. Siendo la lengua actual de los huaxtecas un dialecto maya, cabría la creencia de que su antigua cultura se vinculaba igualmente a la maya. No es igualmente a la maya. No es así y debe suponerse que se separaron muy temprano de su linaje. Por otra parte, los estudios estratigráficos han revelado una prolongada duración de las huaxteca.El apogeo de su arte, que alcanzó gran refinamiento, pertenece a fecha relativamente reciente. Si bien los artistas huaxtecas fueron grandes escultores, descuidaron, en cambio, la arquitectura.

EL MUNDO MAYAUn célebre arqueólogo expresó que los mayas fueron los griegos del Nuevo Mundo. En efecto, la cultura maya constituyó la de mayor prestigio entre todas las de América Central y ejerció sobre los demás, particularmente en lo que se refiere al mundo azteca, una influencia enteramente comparable con la e los griegos respecto de los romanos.La zona ocupada por los antiguos mayas comprendía los actuales Estados de Yucatán, Campeche, Tabasco, una parte de Chiapas y el territorio de Quintana Roo en México; el departamento de El Petén y las altiplanicies de Guatemala; la sección occidental de Honduras y todo el territorio de Belice; en conjunto, alrededor de 325.000 km2. La lengua maya y sus dialectos se hablan todavía en todas las regiones indicadas y asimismo en la franja de la costa atlántica mexicana llamada huaxteca, de la que ya hemos hablado en el capítulo anterior.Se la divide, por lo general, en dos grandes períodos: el Antiguo y Nuevo Imperio. No debe buscarse aquí ningún sentido político a la palabra Imperio; trátase de un término puramente cultural Empleado para designar un conjunto artístico y espiritual.Para reconstituir la historia del Antiguo Imperio, solamente disponemos de documentos de orden arqueológico. Las ciudades mayas del Antiguo Imperio tenían el hábito de erigir cada veinte años una estela conmemorativa. El estudio de dichas estelas ha permitido distinguir tres fases en la historia del Antiguo Imperio; en el curso de la primera, de 320 a 633, ya existían ciudades importantes; denomínase Tzakol a la cerámica característica de esta primera fase. El segundo período, relativamente breve, puesto que duró apenas un siglo, se singulariza por un nuevo tipo de cerámica llamado Tepeu. El tercero de 731 a 987, fue testigo, sobre todo, del apogeo de grandes centros tales como Palenque, Yaxchilán y Piedras negras; la escultura alcanzó su máxima expresión, pero el desarrollo cultural no se mantuvo en ese nivel durante mucho tiempo, surgió pronto la decadencia y una caída vertical puso término a esta primera etapa.Ningún acontecimiento histórico facilita una explicación del derrumbe del Antiguo Imperio, Se han emitido a este respecto muchas hipótesis, la más verosímil de las cuales consiste en el agotamiento del suelo:Los mayas efectuaban los cultivos en chamiceras, método que creaba en derredor de las ciudades zonas estériles paulatinamente ampliadas; es posible que los habitantes se vieran finalmente obligados a emigrar hacia regiones donde poder abrir nuevos claros y cultivar un suelo todavía virgen.

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Mientras que las civilizaciones del Antiguo Imperio se diseminaron por el Sur de México, Guatemala y Honduras, las del Nuevo Imperio se acantonaron en la mitad septentrional de la península de Yucatán. Su historia comienza hacia fines del siglo X. Es una época de migraciones a consecuencia de las cuales se estableció un nuevo sistema cultural y religioso, diferente del que había funcionado hasta entonces.Una de las migraciones más fecundas en resultados fue la de la tribu de los itzá, que abandonó Chacanputún, en la costa sudoeste, para venir. A instalarse en Chichén, lugar de Yucatán ya ocupado durante el Antiguo Imperio, donde fundó una nueva dinastía. Luego un jefe mejicano llamado Kukulkán ( que no es otro que Quetzalcoatl, a quien hemos visto partir de Tula encabezando a los toltecas camino hacia Yucatán 1)`pasó por Chichén Itzá, pero pronto se alejó para establecerse en una nueva ciudad, Mayapán . En esa misma época un jefe de la familia Xiu, cuyo nombre parece ser de origen mexicano, fundó a Uxmal.Las tres ciudades se confederaron formando la Liga de Mayapán, la cual rigió al país durante más de doscientos años. Esos dos siglos presenciaro un extraordinario florecimiento de todas las artes; es probable que ese “Renacimiento” se haya debido al aporte tolteca: los monumentos de Chichén Itzá se aproximan totalmente al estilo tolteca.Se ignora el motivo de ruptura de la Liga, pero era ya un hecho cumplido en 1194, cuando una guerra enfrentó a Chichén Itzá y Mayapán. Mayapán resultó victoriosa y redujo la población de Chichén a la esclavitud, dominando en toda la región por espacio de más de dos siglos. Después, en 1441, los mayas de Chichén se rebelaron, ocuparon a su vez Mayapán, se apoderaron de su jefe y le dieron muerte lo mismo que a sus hijos. Con el fin de Mayapán desapareció toda autoridad, la desorganización política fue completa y cuando cincuenta años más tarde los españoles invadieron el país, el esplendor de la cultura maya había cedido el paso a un estado caótico en que ya se habían olvidado las grandes tradiciones de los siglos precedentes. La zona maya comprendía, políticamente, cierto número de ciudades-estados, situación semejante a la de la antigua Grecia en la época de Atenas y Esparta. Cada Estado estaba gobernado por un halach uinic ( el verdadero hombre). Si bien su cargo era hereditario, no se trataba de un monarca absoluto; lo secundaba un consejo de estado compuesto por jefes principales, sacerdotes y algunos consejeros especiales. El halach uinic dirigía la política interna y exterior de su Estado y percibía impuestos. Una de sus atribuciones principales consistía en someter a examen a los candidatos para el puesto de batab.El batab era un jefe local encargado de asegurar la buena marcha de su villa. Representaba allí al halach uinic pero no percibía impuestos; no obstante era mantenido por aquellos que dependían de administración. En los asuntos locales lo asistían dos o tres consejeros, cada uno de los cuales se ocupaba de un barrio y sin cuyo consentimiento nada podía hacerse. El batab tenía a su cargo la jurisdicción de la villa y el mando de sus soldados, pero debía plegarse a los planes estratégicos elaborados por el jefe militar o nacom.Este último era elegido por un período de tres años.Sumamente venerado casi siempre, tocábale seguir un régimen especial, abstenerse de comer carne y de todas relación con mujeres.Los funcionarios menores eran los tu piles, suerte de policía encargados de hacer respetar la ley.La sociedad maya estaba dividida en cuatro clases: los nobles, los sacerdotes, el pueblo y los esclavos.

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Los nobles, “los que tenían padre y madre”, suministraban en general los jefes locales. Los españoles les atribuyeron el título de caciques. Les preocupaba enormemente su cuna, como lo prueba los diferentes árboles genealógicos que se han conservado.Quizás gozara mayor prestigio la clase de los sacerdotes. Existía un gran- sacerdote, por lo menos a fines del Nuevo Imperio. Su cargo era hereditario, como casi todos los puestos administrativos. Al parecer correspondían a los sacerdotes las más diversas atribuciones; unos velaban por el culto propiamente dicho con todo lo que éste implicaba: sacrificios, ofrendas, etc; otros se consagraban a las ates y las ciencias: astronomía, cronología, escritura, adivinación.... Los chilanes o adivinos eran particularmente estimados por el pueblo. En cambio el nacom o sacrificador (no debe confundírselo con el jefe militar) estaba muy mal conceptuado; tenía cuatro ayudantes llamados chaces.El pueblo suministraba la mano de obra para la agricultura y la edificación. Los mayas fueron ciertamente uno de los pueblos más laboriosos de la América precolombina. Cuesta imaginar la cantidad de horas de trabajo que habrá demandado la construcción de las múltiples terrazas sobre las cuales se asientan, por ejemplo, los edificios de Uxmall, teniendo en cuenta los rudimentarios instrumentos de trabajo de los precolombinos, que desconocían el uso del hierroLos esclavos formaban la última clase de la sociedad. Generalmente se trataba de prisioneros de guerra o de infractores del derecho común; estos últimos eran privados de su libertad y condenados a trabajar hasta pagar su crimen. Un esclavo se compraba igual que una mercancía. La economía maya estaba esencialmente basada en la agricultura. El trabajo de la tierra se efectuaba con métodos primitivos: se destrozaba mediante el fuego la parte que se proponían sembrar y, sin abono alguno, se depositaban los granos en agujeros abiertos por medio de un palo puntiagudo. El cultivo fundamental era el del maíz, pero también el algodón y una especie de pita de fibras textiles (henequén). El cacao es oriundo del país maya y más especialmente de Tabasco.La agricultura en Yucatán tropieza con un problema difícil de resolver: el del agua. Una temporada de sequía de ocho meses y la ausencia de cursos de agua obligó a los mayas a elegir, para instalarse, la cercanía de lagos naturales o cenotes como en Chichén Itzá. A falta de cenotes, recogían en cisternas el agua de lluvia. Sólo en la época moderna se abrieron pozos La cultura maya debe sus ascendiente a sus manifestaciones intelectuales. Los mayas elaboraron un sistema. Jeroglíficos muy complejo. Muros enteros, la totalidad de estelas y los tres manuscritos que escaparon de la destrucción están cubiertos de jeroglíficos que e nada recuerdan a lo sistemas de escrituras conocidos y que hasta el presente han tenido preocupados a los especialistas mas competentes.La aritmética había alcanzado extraordinario desarrollo y permitía cálculos astronómicos de pasmosa exactitud. Basábase en el sistema vigesimal; vale decir que las unidades de los diferentes grados, en vez de ser mayores o menores de diez en diez, en forma similar a nuestro sistema decimal, lo eran de veinte en veinte. Así, la unidad de primer grado = 1; la de segundo grado = 20; la de tercer grado = 40, etcétera. Para la numeración escrita se empleaban puntos (que valían 1) y rayas ( que valían 5) hasta19,El número 20, que equivale a una unidad de segundo grado, se representaba por medio de un punto colocado encima de la línea reservada a las unidades de primer grado, Por ejemplo, 24 se escribía:

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Señalemos que los mayas inventaron el cero; lo hacían intervenir en sus cálculos y lo representaban por un signo especial.El cómputo del tiempo se basaba sobre un sistema análogo, con una ligera infracción a la regla en lo que respecta a las unidades del tercer grado, con el fin de que el calendario se aproximara más al año solar.Independientemente de tal calendario solar, los mayas poseían un calendario litúrgico, el Tzolkin. El año litúrgico no abarcaba más que doscientos sesenta días; se componía de la serie de los veinte nombres de días; repetida trece veces y de una serie de los trece primeros números, repetía veinte veces. En otras palabras, el primer día de la serie llevaba el número 1; el decimotercero el numero 13, pero el decimocuarto retomaba el número 1; el último de la serie de días, el vigésimo, llevaba el número 7; recomenzaba después una nueva serie de veinte días numerándose 8 al primero, etc.De manera transcurrían doscientos sesenta días antes que el mismo nombre de días reaparecían con el mismo número. Por lo tanto el nombre y el número reunidos situaban exactamente al día dentro del año litúrgico. Ejemplo: 4 Abau.Ambos sistemas, calendarios solar y Tzolkín se combinaban: una fecha maya estaba formada de cuatro elementos; dos para el Tzolkin ( cifra del 1 al 13 y nombre de día) y dos para el calendario solar ( cifra de 0 a 19 y nombre de uinal). Ejemplo: 4 Abau, 13 Yax. Un día dado, que llevara una cifra dada y ocupara en un uinal dado una posición dada, sólo podía reaparecer cada cincuenta y dos años. Este ciclo desempeñaba un papel de importancia en la vida religiosa de los mayas.Para finalizar, los mayas aún tomaban en consideración el año venusino. A los efectos de que la reunión de signos que designaban un día se reprodujera conjuntamente en los tres calendarios, sagrados, solar y venusino, eran necesarios cuento cuatro años, o sea dos ciclos de cincuenta y dos años, acontecimiento que se celebraba con una fiesta de particular brillo.La cultura maya ha creado algunas de las obras de arte más notables de todos los tiempos. La arquitectura es principalmente religiosa: los edificios se agripan para formar un centro consagrado al culto, en tanto que el pueblo vive disperso en las chozas de las inmediaciones. Los centros más importantes del Antiguo Imperio son Copán, Quiriguá, Piedras Negras, Tikal, Uaxactún, Palenque y Yaxchilán; los del Nuevo Imperio: Chichén Itzá, Uxmal, Mayapán y Labna . Dada la superior calidad de los materiales de construcción, el estado de conservación es mejor que en el centro de México.Distínguense dos tipos de edificios: los templos y los palacios. Los templos, de forma rectangular, están edificados en la cumbre de una pirámide truncada adonde se llega mediante escalinatas laterales, la principal de ellas practicada en el lado frontal (fig 8).El interior de lo templos comprende una o varias salas, la principal de las cuales se consagra al santuario propiamente dicho, Es en Palenque donde por primera vez se encontró una tumba debajo de una pirámide. Un sarcófago cerrado mediante una losa suntuosamente esculpida y que contenía los restos de un gran jefe, adornando con una cantidad de jades, estaba colocado en una cámara funeraria de muros cubiertos de relieve.

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Los palacios, probablemente moradas de los sacerdotes, han sido edificados sobre plataformas más bajas; contienen generalmente gran número de estancias que reciben luz por la puerta; algunas de ellas poseen además ventanillas trilobuladas o diminutas aberturas rectangulares o en forma de T.Todas las construcciones interiores están cubiertas por una falsa bóveda o bóveda de saledizo, típica de esta cultura. Los mayas jamás se aventuraron a construir cielos rasos planos y si bien estuvieron muy próximos a la concepción de la bóveda, en realidad no llegaron a ella. Se limitaron a edificar dos muros opuestos de espesor creciente que se iban acercando uno a otro a medida que aumentaba su altura, hasta que una piedra bastaba para clausurar el espacio abierto.

Debemos ceñirnos a una breve descripción panorámica de uno de los grupos arquitectónicos mayas. Elijamos Uxmal, uno de los más típicos. Una gran pirámide, denominada El Adivino, de pendiente extremadamente empinada, sostiene dos templos adosados uno a otro, y a los cuales se logra acceso por medio de dos escalinatas distintas. Contiguo a ella se eleva el cuadrilátero de las Monjas, que se compone de cuatro cuerpos de edificios dispuestos alrededor de un patio rectangular, cuyas fachadas dan al patio. Se penetra allí por una puerta en forma de arco de falsa bóveda abierta en el centro del edificio meridional. El edificio septentrional, frente a la puerta, posee una fachada muy alta, de decoración particularmente rica.Los restantes edificios de Uxmal, cada uno de los cuales se asienta sobre una terraza, se escalonan hacia el sur. En la parte más baja existió un juego de pelota cuyos vestigios aún se observan. Una primera plataforma estaba destinada a un edificio relativamente pequeño; de allí se pasaba a otra plataforma mas elevada de dimensiones muy grandes; sobre esta última se había construido una tercera que servia de base a uno de los edificios más bellos de la arquitectura maya en su conjunto, el Palacio del Gobernador. Tiene un centenar de metros de largo y formas rectangular y posee rara elegancia; toda la fachada está adornada con relieves geométricos y figurillas que nos hacen evocar un tapiz decorativo, interrumpido únicamente por dos grandes arcos en saledizo a cada lado de la parte central del edificio. Frente al palacio se encuentra otra plataforma, todavía más alta que las otras, destinada sin duda a sostener una pirámide que jamás se construyó. Tal como se presenta, este grandioso bloque de terrazas sucesivas crea una perspectiva de equilibrio tan perfecto que se diría ha sido concebido de un solo trazo.

Quizás parecería demasiado macizas las estructuras arquitectónicas mayas si se excluyeran los bajo relieves de estuco modelado o los sillares esculpidos que las revisten. Uno de los rasgos más característicos del arte maya consiste en la habilidad con que escultores y modeladores colaboraron con los Arquitectos; la armonía de sus ornamentos y las proporciones de sus figuras, la manera con que supieron utilizar los juegos de luz y sombra, sitúan a esos escultores en una categoría superior. La escultura del bulto es relativamente poco usual, si bien se han hallado en Copan admirables estelas. La escultura maya es esencialmente decorativa. Por doquier nos encontramos con decoraciones esculpidas; espléndidos bajos relieves que representan divinidades, sacerdotes o jefes decoran las grandes estelas de Copan. Estas figuras ha sido talladas, en ciertos casos, con tanta profundidad que transmiten la ilusión del bulto; en otros están cinceladas con tal delicadeza que evocan el grabado.

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Existen neta distinción entre la escultura del Antiguo Imperio y la del Nuevo Imperio. El estilo del primero es realista. Logra una calidad jamás superada en parte alguna del mundo, con los relieves de estuco y piedra del Palacio de Palenque, donde se ven diversas series de personajes, representados en diversas actitudes,y con los de Yaxchilán, entre los cuales cabe citar al hombre que se inflige la penitencia ritual de atravesarse la lengua con una cuerda (fig.9) . Este estilo es monumental e impasible: ninguna sonrisa, ninguna reacción humana trasuntan los impenetrables rostros.

La escultura del Nuevo Imperio es, por lo contrario, simbólica y abstracta. Basta una simple voluta para representar a Chaak, dios de la lluvia. Las fachadas del anexo del Templo de las Monjas y de la Iglesia, en Chichén Itzá por ejemplo, están ornadas de motivos, el principal de los cuáles consiste en la estilización de este dios, repetida en dos hileras. Idéntico motivo constituye el tema dominante en la fachada del edificio más destacado de Kabah. La decoración invade con tal profusión todas las superficies que la arquitectura queda abrumada. El estilo es anguloso, quiebra con frecuencia las formas y se hace inorgánico.Poco queda de la pintura maya. Sin embargo, los frescos de Bonampak atestiguan al alto grado de perfección que también alcanzó este arte. Dichos frescos son tan bellos que se los ha comparado a los del Renacimiento italiano. Revelan sentido dela perspectiva y una intuición muy viva dela composición.No es menos notable la alfarería maya por su elegancia y la variedad de su decorado polícromo.Aún nos toca mencionar las figuritas de arcilla, probables representaciones de las divinidades; los objetos de jadeíta y otras obras maestras que dejan constancia de todas las artes menores, excepto la orfebrería, que era casi totalmente desconocida por esta cultura; las escasas piezas de oro de importación extranjera.Para nosotros la religión de los antiguos mayas permanece oscura. A falta de documentos precisos, suponemos que los pre- mayas de las épocas Mamon y Chicanel deificaron a los fenómenos del mundo físico. En los mitos de los mayas actuales encontramos personajes tales como dioses de la lluvia, genios de los maizales, sirenas malignas, etc., que quizás sean reminiscencias de las más primitivas religiones, en tanto que la cosmogonía, la teogonía el ritual de las grandes épocas, de todo lo cual los relieves y las esculturas, lo mismo que los códices, nos suministran ilustraciones, fueron completamente abolidos por el cristianismo.Según la cosmogonía maya, nuestra época estuvo precedida por otras edades que desaparecieron sucesivamente en un respectivo cataclismo universal.En la primera vivieron los enanos, en la segunda unas gentes llamadas dzoloob, en la tercera los mayas, La cuarta edad, o actual en la cual coexisten todos los pueblos anteriores, presenció el florecimiento de la cultura maya, pero está amenazada por una suerte análoga a la de las tres primeras.El universo constaba de trece cielos superpuestos, llamados Oxlahuntikú; nuestra tierra constituía el cielo inferior; por debajo de ella se escalonaban nueve mundos

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subterráneos denominados bolontikú, el más profundo de los cuales pertenecía al señor de la muerte.Por lo demás, cada uno de estos mundos tenía su dios propio, igual que cada fenómeno de la naturaleza y los días, los uinal, los katún, pues el panteón maya estaba extremadamente poblado.Entre los mayas como entre los aztecas el dualismo era una de las características de la religión: divinidades tales como las de la lluvia, del trueno y del rayo, poseían índole bienhechora y se oponían a una serie de dioses dañinos: los de la sequía, de la tempestad, de la guerra, etc., funestos para los humanos. El creador del mundo era Hunab; y se creía que su hijo Itzamná, señor de los cielos, de la noche y del día, había otorgado a los mayas la escritura, los códices y quizás el calendario; se lo invocaba en las ceremonias propiciatorias del Nuevo Año con el fin de evitar desastres públicos. Su culto estaba asociado a menudo con el de Kinch Agua, dios del Sol.Chaak, dios de la lluvia, desempeñaba un importante papa el en razón del clima, especialmente en Yucatán. Por lo general, se lo representa con una gran nariz, tanto en los códices como en las esculturas. Se lo asociaba a Kukulkán, el dios del Viento.El dios del Maíz o de la Agricultura se representaba con los rasgos de un hombre joven portador, en ocasiones, de una espiga de maíz, Su nombre nos es desconocido; con frecuencia se lo designa mediante la letra E.Ah Puch era el dios de la Muerte. A modo de cabeza tenía un cráneo descarnado y llevaba una cantidad de cascabeles. Como divinidad maléfica se vinculaba al dios de la Guerra, Ek Chuah.Todos estos dioses eran objetos de un culto muy complejo cuyo ritual se observaba estrictamente. Las ceremonias religiosas estaban precedidas de ayunos o de severas abstinencias. Los sacrificios cumplían un papel preponderante: uno de ellos consistía en hacer manar la propia sangre traspasándose el lóbulo de la oreja con un cuchillo de sílice o una espina de pescado. Los sacrificios representados durante el Antiguo Imperio son casi siempre pacíficos: ofrendas de alimentos, animales u objetos preciosos. Sólo más tarde aparecen en Yucatán (templos de los Jaguares y de los Guerreros de Chichén Itzá) las representaciones de sacrificios humanos.Anotemos finalmente que un antiguo rito maya subsiste entre la mayoría de sus descendientes actuales: el que consiste en quemar copal durante las ceremonias.

ZONA MERIDIONAL DE MÉXICO

Culturas zapotecas y mixteca

De todas las culturas que florecieron entre la zona maya y el valle de México, la de los zapotecas es la mejor conocida. Su centro era el Monte Albán, montaña de mediana altura que domina el punto de unión de los valles de Zaachilán y de Oaxaca, donde se yergue actualmente la capital del Estado de Oaxaca. En los comienzos de la década de 1930 se iniciaron en este sitio metódicas excavaciones que se prolongado por espacio de más de quince años.

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Casi en los comienzos de los trabajos se descubrió la famosa “tumba Nº 7”,que guardaba el tesoro de un jefe mixteca; constituye el conjunto más fabuloso del joyas de oro que se haya encontrado e todo México. Se exploraron sucesivamente plazas, templos y habitaciones; los vestigios demostraron datar de épocas diversas. Con el fin de clasificarlos cronológicamente, se procedió a comparar tiestos de cerámica extraídos a distintos nivel de los pozos estratigráficos.Ahora sabemos que aún antes de los zapotecas, Monte Albán fue ocupado por una población olmecoide a la cual se deben muchas construcciones y los famosos relieves de los danzarines, esculpidos en grandes losas de forma irregular. Este pueblo había alcanzado un alto grado de perfección artística; cuidaba principalmente el contorno sin detenerse en el detalle. Una de las estelas, probablemente de la misma época, ostenta inscripciones jeroglíficas. En cerámica son mas frecuentes las formas simples.Se atribuyen los dos primeros períodos de Monte Albán a esta cultura que quizás existió durante los seis primeros siglos de nuestra era. Los zapotecas parecen haber llegado a fines del segundo período.Ellos construyeron la mayor parte de los grandes edificios sobre terrazas que proporcionaron a Monte Albán su imponente carácter. Pero también se encuentra su rastro en muchas otras zonas de Estado de Oaxaca. Son constructores de urnas funerarias de cerámica cuyo decorado se muestra tan rico y detallado que podría hablarse de un estilo barroco de la época precolombina (Fig. 11). Como hecho curioso señalemos que casi no se conocen esculturas de piedra de la época zapoteca.

Monte Albán ha debido ser ocupado por los mixtecas en el siglo XV. Eran hábiles artesanos, pero no tenían dotes de arquitectos. Ninguno de los edificios de Monte Albán posee su estilo. Sin embargo, se les atribuye la construcción de los correspondientes al vecino lugar de Mitla, cuyos muros están cubiertos de grecas en relieve (Fig.10). Su sentido decorativo también se manifestó en los frescos, lamentablemente muy deteriorados, pero que revelan evidentes vínculos con las culturas de la meseta mexicana. Por otra parte, una de las principales escuelas de pintura de donde provienen los manuscritos jeroglíficos conocidos generalmente con el nombre de códices, estaba situada en la región mixteca 1. Refinados orfebres, los mixtecas introdujeron en México el trabajo del oro. Fabricaban joyas de todo tipo, collares, colgantes, aretes, diademas, etcétera, de exquisita delicadeza, con metales preciosos, jade o turquesa.

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CULTURA DEL NOROESTE

Colima y Nayarit

Son escasos nuestros datos acerca de las culturas que existieron al noroeste de México en la época precolombina. Fueron, empero, abundantes y poseyeron un sentido artístico muy personal. Durante largo tiempo se las designó en bloque con el nombre del pueblo que ocupa actualmente gran parte de ese territorio, los tarascos.Pero hay motivos para suponer que la cultura tarasca propiamente dicha estuvo localizada alrededor del lago de Pátzcuaro (michoacán) y en Chupícuaro (Guanajuato).Las culturas más importantes del noroeste fueron las de Colima y Nayarit. La cerámica es de técnica. Relativamente primitiva. Pero de un estilo muy particular que revela un agudísimo sentido de la observación. Comprende diversos personajes y animales representados en actitudes tan expresivas que evocan a los títeres de guiñol y asimismo escenas domésticas y grupos de danzarines. Constituyen las piezas más notables, casitas o templos en cuyo interior hay muchas figurillas. Lamentablemente, no se ha efectuad en estas regiones excavación sistemática alguna, de modo que por el momento estamos incapacitados para determinar un cuadro cronológico de las culturas que allí se sucedieron.

Capítulo II

EL AREA CIRCUNCARIBE

LA MESETA MEXICANA

Resulta particularmente difíciles de clasificar las culturas de América Central. Al norte, vale decir en las cercanías de la zona maya, encontramos una cantidad de elementos mexicanos, de manera que podría considerarse un anexo del área mesoamericana. Más hacia el sur, a partir de Honduras, ciertos elementos obligan con preferencia a pensar en la América del Sur. Sin que ello sea completamente satisfactorio, se ha vuelto habitual en los últimos años incorporar todas esas culturas particulares al área circuncaribe. Se justifica dicha actitud por la ausencia, en la totalidad de América Central, de determinado número de elementos culturales presente en las demás áreas, especialmente la arquitectura en piedra y las pirámides que sirven de asiento a los templos.

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En América Central son abundantes las esculturas. En Santa Lucía Cotzumalguapa, Guatemala, se han encontrado relieves cuyo estilo, sumamente personal y vigoroso, no se relaciona con ninguno de los que conocemos hasta el presente. Algunos arqueólogos han intentado atribuirlos a los olmecas, su propuesta no ha tenido éxito. Todo lo que sabemos con respecto a la región de Santa Lucía Cotzumalguapa, es que fue habitada más tarde por una población de origen nahua, los pipiles.

La estelas localizadas en La Florida (Honduras) y en diversos puntos de Ulua pertenecen a un estilo muy distinto.La superposición de cientos motivos así como el tratamiento de muchos detalles nos hacen pensar en un parentesco con las culturas colombianas (San Agustín y Popayán).Los incontables objetos sacados a luz en la margen del lago de Nicaragua (Ometepe) y al norte de Costa Rica han sido atribuidos a los chorotegas, que subsistieron hasta la época histórica. En Ometepe se hallaron ocarinas de barro cocido de estilo muy peculiar, mientras que en Costa Rica los objetos más típicos son los metates o piedras demoler.Estos últimos están labrados por lo general en una roca volcánica granulosa y casi siempre decorados con esculturas antropomorfas o zoomorfas. Las estatuas de piedra de la misma cultura o de la de los güetar son más bien rígidas y menos perfectas que las de México o de la zona maya. En cambio, la cerámica llega la perfección; parece haberse centralizado en la península de Nicoya; los motivos policromos tienen a menudo un sentido simbólico como en las culturas del sur del Perú: la copa-trípode y el vaso globular son las formas más comunes. La industria del oro estaba extremadamente desarrollada; encontramos muchas figurillas, unas antropomorfas con cabezas-trofeos, las otras zoomorfas: aves, sapos etcétera:Panamá constituyó el asiento de por lo menos cuatro culturas distintas, a las que generalmente de designa con los nombres de sus localidades: Coclé, Veraguas, Chiriquí y Darién.En ellas se manifiesta casi siempre la influencia sudamericana y en especial la de Colombia. Los objetos de oro chiriquí se remontan hasta Costa Rica. La cultura de coclé, quizás la más importante, forma una unidad. Su territorio es muy limitado: los alrededores del río Grande, una parte de la península de Azuero y muchos islotes del golfo de Panamá. La localidad principal se denomina Sitio Conte; los hallazgos que allí se hicieron sonde una riqueza tal que se supone que Sitio Conte estuvo habitado por algunos grandes jefes y sus familias. Abundan los ornamentos de piedra preciosas y oro. El ágata y la serpentina eran las piedras preferidas; el jade no se empleaba. Encontramos en Sitio Conte una particularidad frecuente en Colombia: el revestimiento de pequeños objetos de hueso, piedras y marfil con láminas de oro. Se distinguen en la alfarería dos estilos, uno de los cuales lleva decoración policroma. Los motivos curvilíneos de ciertos cacharros vuelven a encontrarse en Marajó ( desembocadura del Amazona), en el Brasil), lo cual permite suponer una influencia arawak.Se estima la cultura coclé floreció durante los dos siglos que precedieron a la Conquista.

ANTILLAS

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Cristóbal Colón, al descubrir a Cuba y Haití en 1492, durante su primer viaje, creyó haber llegado a las Indias por el oeste, hecho que le inspiró el nombre de Indias Occidentales con que denominó a las tierras descubiertas y que se ha conservado hasta nuestros días. El archipiélago de las Antillas, al que pertenecen, se compone de muchos grupos de islas, las más importantes de las cuales son las Grandes y Pequeñas Antillas.En el momento de la Conquista, todas esas islas estaban habitadas por dos pueblos de lenguas diferente: los arawak y los caribes. Los caribes habían llegado recientemente, pero los arawak estaban instalados allí desde muchos siglos atrás y desarrollaban una cultura notable. Ambos pueblos eran oriundos del continente sudamericano donde aún se los encuentra representados. Los arawak, de carácter dulce y apacible, no resistieron mucho tiempo al choque de los nuevos invasores; la mayoría de sus hombres fueron muertos, y sus mujeres reducidas ala esclavitud, lo cual explica que la lengua arawak se haya perpetuado entre las mujeres, mientras que los hombres habla el Karib.En Cuba, al producirse la Conquista, vegetaba una población autóctona, los ciboney, pero conocemos muy poco su forma de vida. Los resultados de las excavaciones indican que se trataba de pescadores que moraban en cavernas y se pintaban el cuerpo. Sus utensilios de piedra, concha y madera, eran Sumamente primitivo. Desconocían la agricultura.

En cambio, los taíno, vale decir l grupo más característico de indios arawak, practicaban la agricultura: sus principales cultivos eran la mandioca y el maíz. Vivían en pequeñas chozas generalmente circulares a las que llamaban bohíos. Dormían e hamacas, vocablo de origen antillano que seguidamente se incorporó a las grandes lenguas del mundo entero.

Los centros culturales taínos más desarrollados pueden localizarse en Puerto Rico y Haití donde se han descubierto objetos de alta calidad artística. Los taínos eras escultores dignos de atención; trabajaban con idéntica facilidad la madera y la piedra; sólo su cerámica demuestra relativa pobreza.

Los objetos más típicos son unos collares de piedra y unas piedras de tres puntas con variadísimas estilizaciones cuyo significado no se ha conseguido dilucidar. Se supone que se trata de ídolos llamados zemi. Se poseía a los zemi para avasallar a los espíritus de la naturaleza y de los antepasados; se le atribuían poderes excepcionales y por esa razón todo el mundo contaba por lo menos con uno; los zemi podían adoptar las más diversas formas; algunos eran relativamente grotescos, en ocasiones antropomorfos, otros representaban animales o plantas.

Entre los objetos de utilidad práctica merecen citarse diversas hachas monolíticas, uno de cuyos tipos volvemos a encontrar en la cultura tairona, al norte de Colombia.

Se apreciaba particularmente la madera. Los cronistas has descrito tesoros compuestos exclusivamente por objetos de madera. Los más famosos son unos asuntos de respaldos curvos, generalmente antropo-zoomorfos, que se denominaban dubos.

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Algunos de estos dubos le fueron regalados a Colón. Se los destinaba invariablemente a personajes de alta categoría (figura 12). Es extraño el hecho de no haber hallado rastro alguno de arquitectura en el país taíno.

El juego de pelota, de origen mesoamericana, estaba muy difundido; con frecuencia se disputaban competencias entre aldeas diferentes. En ocasión del casamiento o de la muerte de un jefe se ejecutaban danzas ceremoniales, algunas de ellas acompañadas de cánticos.

En cuanto a los caribes, que arribaron un centenar de años antes de la Conquista, casi no han dejado huellas de su paso. Se les atribuyen de buen grado hachas largas y redondeadas que su mayoría fueron halladas en la isla de Guadalupe.

CAPITULO III

EL AREA ANDINA

PERÚ Y BOLIVIA

Culturas preincaicas

Los cronistas nos enseñan relativamente poco acerca de las culturas peruanas anteriores a la de los Incas. Fueron, no obstante, muchas y sirvieron a los Incas. De trampolín para la edificaciones de su Imperio. La labor de los arqueólogos se ha visto favorecida en esta región, y especialmente a lo largo de la costa, por el clima desértico que preservó a través de los siglos hasta los objetos más frágiles. Los hallazgos han sido allí más abundantes y ricos que en cualquier otra región, de suerte que podemos formular un cuadro casi completo de las sucesivas culturas materiales de esos pueblos.

El Perú y los altiplanos bolivianos se dividen geográficamente en tres zonas:

1) La costa:

2) La Puna, vale decir altiplano;

3) Los valles entre las cordilleras y los valles transversales.

Todas las poblaciones, tanto del altiplano como de los valles, fueron agrícolas. Entre los pueblos peruanos encontramos sin excepción cierto número de característica comunes relativas a la agricultura.

Por ejemplo, todos removían la tierra mediante un palo para cavar, método muy primitivo que demanda, para resultar eficaz, un suelo fértil y una metódica distribución

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del agua. Ahora bien, todos los peruanos emplearon el sistema de irrigación por canales con una perfección casi absoluta.

Pese a que en su totalidad se dedicaron a análoga actividad básica, los antiguos pueblos peruanos elaboraron culturas muy diferentes entre sí. Nos limitaremos, principalmente con respecto a los más remotos, a mencionar aquellos elementos culturales cuya sucesiva aparición permite una cronología y las localidades que en apariencia alcanzaron mayor florecimiento.

En el capítulo relativo a la prehistoria nos hemos referido a Husca Prieta, sobre la costa norte, y a los concheros descubiertos en Ancón , valle de Chancay, en la porción céntrica del litoral. Son éstos los más antiguos vestigios de ocupación en el Perú.

Vemos surgir, inmediatamente después, pueblos mucho más evolucionados, constructores y alfareros, que decoraban sus obras con un motivo se difundió por un vasto territorio que englobaba el norte de la cordillera y la costa integra, y que se conoce como horizonte de Chavín por cuanto se manifiesta en forma más típica en una localidad que lleva ese nombre.

Chavín de Huantar está situada en un valle estrecho, sobre un afluente del Marañón (curso superior del Amazonas), al este de la cordillera blanca, región inhóspita con un área cultivable extremadamente restringida. Poseía empero, a juzgar por las ruinas, varios grupos de admirables edificios, el más notorio de los cuales, el castillo, constituye un conjunto de terrazas de varios pisos comunicados por intermedio de rampas y escalinatas; los lienzos de pared dejan ver hileras alternadas de piedras anchas y piedras angostas. Casi todos están decorados con representaciones de felino de una audaz estilización; entre otros, el famoso Lanzón, especie de menhir prismático. Los escultores de Chavin eran muy hábiles; aplicaban dos técnicas: el grabado y el champlevé. En Cupisnique, lugar del norte de la región litoralense, la alfarería presentaba la misma decoración con el motivo de felino estilizado; ya se elaboraban en esta localidad las vasijas con asa, en forma de estribo, que se utilizaron en dicho litoral hasta la llegada de los españoles; las casa se construían de piedra o adobes, modelados manualmente y de diseño cónico; los habitantes lucían adornos de turquesa o de concha y poseían espejos de antracita; se deformaban el cráneo y pintaban de rojo las osamentas de sus muertos; el único metal que se conocían en Cupisnique era el oro. Al sur de la región litoralense, también proporcionaron las tumbas de Paracas- Cavernas, vasos pertenecientes al horizontes de Chavin.

El horizonte Blanco sobre Rojo que engloba culturas posteriores a las de Chavin, se extiende a lo largo de las costas norte y central y por las regiones andinas septentrionales. Ha evolucionando la técnica de decoración de la alfarería: los motivos están pintados en blanco sobre el fondo rojo de la cerámica. Esta técnica se adoptó en Salinar, al norte de las región litoralense. Se encontraron asimismo en Salinar los primeros ejemplos de la aleación de oro y cobre.

En tanto que la decoración de los objetos del horizonte Blanco sobre Rojo se obtenía directamente, la correspondiente al “horizonte negativo” se lograba mediante un proceso indirecto, el batik. Geográficamente el horizonte negativo se superpone al horizonte de Chavin; cronológicamente, sucede al horizonte de Chavín; cronológicamente, sucede al horizonte Blanco sobre Rojo. La cultura de Virú, localidad

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situada en el valle de igual nombre, al norte de la costa, representa una de las más características de ese estilo; también allí se comienzan a hallar algunos objetos de cobre.

Mencionaremos aquí la cultura de Recuay, a la vez contemporánea de las acabamos de mencionar y de las siguientes. En esta localidad, emplazada sobre los río Santa superior, en el Callejón de Huaylas, se han encontrado construcciones subterráneas, estatuas de gran cabeza y cerámicas cuyo decorado “negativo” ilustra escenas de la vida cotidiana.

Cronológicamente, aún se sucedieron en el Perú otros tres “horizonte” hasta la llegada de los españoles. El horizonte de Tiahunaco se caracteriza por los motivos de la famosa Puerta del Sol que se diseminaron por casi todos los Andes centrales. El horizonte Negro-Blanco-Rojo presenta cerámicas decoradas con diseños geométricos que encontramos por doquier en la extensión de la costa y en las regiones andinas septentrionales. El último horizonte corresponde a los incas y le consagraremos un capítulo especial.

Se supone que las culturas comprendidas en el horizonte negativo se prolongaron hasta aproximadamente el año 600 de nuestra era. En ese momento, los diferentes pueblos del Perú disponían por entero de sus medios de desarrollo: había una arquitectura monumental, un perfeccionamiento técnico de las artes menores; los tejidos, la cerámica y la metalurgia dan fe de ello. Comienzo entonces la época llamada clásica.

Sin embargo, a partir de las postrimerías del horizonte negativo se advierte hasta tal punto las peculiaridades locales que resulta imposible estudiar las culturas posteriores dentro de grandes áreas culturales. Debemos seguir la evolución en cada región geográfica en particular.

Costa norte. La costa norte comprende íntegramente los valles desde Piura hasta Casma; son los más importantes los de Lambayeque, Chicama, Moche, Virú y Chimbote. El arte de la costa norte se conoció durante largo tiempo con la denominación genérica de Chimu: es el nombre del imperio que dominaba en esos parajes en el momento de la expansión incaica. Pero el estudio comparativo de los objetos y las excavaciones estratigráficas han demostrado la existencia, en esta porción de la costa, de otras culturas anteriores, de las cuales ya hemos mencionado tres, previas a la época clásica.

Durante la época clásica, por su parte, la costa norte presenció la sucesión de dos estilos: el chimu antiguo o mochica y el chimu propiamente dicho.

Los pueblos mochicas ocuparon los valles de Pacasmayo, Chicama, Moche y Virú. Su cultura duró unos quinientos años en el curso de los cuales pueden distinguirse cuatro fases distintas. Hacia el final el estilo oriundo de Lambayeque se impuso en las regiones vecinas.

Las principales construcciones mochicas son la Dacha del Sol y la Dacha de la Luna, en Moche; la primera constituye el edificio mayor y uno de los más importantes de toda la costa. Se trata de una pirámide de 23 m de altura y 103 m de base, construida sobre el lado sur de una terraza de 228 m de largo,136 m de ancho y 18 m de elevación, a la cual se sube mediante escaleras laterales. Las obras de arte de los mochicas no son menos notables que su arquitectura; en Ascope construyeron un acueductos de 1.400 m de

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largo y 15 m de altura; en el valle de Chicama uno de sus canales de irrigación mide por los menos 120 kilómetros.

Las tumbas han proporcionado la mayor parte del material arqueológico merced al cual es dable reconstruir la historia de ese pueblo. Se han hallado allí más de cien mil vasijas de fina cerámica y de excelente punto de cocción. Un número que excede a la mitad presenta la famosa asa en forma de estribo(fig.14) que apareció por primera vez en Cupisnique. Las alfareras - la fabricación de la cerámica se reservaba exclusivamente a las mujeres - lograron, haciendo gala de un asombroso sentido artístico, verdaderas obras de arte; empleando simultáneamente pintura y relieve, decoraron sus vasijas con infinita variedad de temas, representaciones de personajes: guerreros, prisioneros, músicos, enfermos de cuerpo deforme, pintados con un realismo tan preciso que fue posible establecer sobre la base de esos vasos una lista de los males que castigaban a la región; representaciones de animales: llamas, serpientes, peces, aves, insectos, crustáceos,; plantas, como el maíz o la judía, la guaba o un tubérculos diversos; representaciones con abundantes personajes, escenas de caza, de guerra o de danza.

Hallamos asimismo gran cantidad de cabezas – retratos más o menos realistas; los artistas dotaron a algunas de un carácter semi-humano, semi-animal; hay además escenas simbólicas tales como la lucha del hombre contra ciertas fuerzas maléficas. A fines del período mochica, la decoración geométrica se hizo frecuente. Todos esos motivos, de una riqueza y variedad extremas, debieron encerrar un sentido simbólico que desgraciadamente se nos escapa.

No hay inscripciones que nos puedan ilustrar: ni los mochicas ni, por otra parte, pueblo alguno de la región sudamericana de continente poseían una escritura jeroglífica. Su vida, empero, no nos es completamente desconocida: un antiguo cronista, Garcilazo de la Vega, descendiente de la familia incaica, describió el periodo previo al de los inca y, aun cuando no cita específicamente a los mochicas, es evidente que a ellos se refiere. Su texto nos da una cantidad de detalles interesantes, especialmente en lo que respecta a la religión. Adoraban – dice – cuanto veían en la naturaleza: las hierbas, las plantas, las flores, los árboles; las montañas, las cavernas, las rocas; los tigres, los osos, los gatos, los simios, los cóndores, las águilas, los buhos, los murciélagos, las serpientes, los lagartos, los sapos; otros adoraban el aire, el fuego, la tierra, los de la costa rendían culto a las sardinas, a los cangrejos..., a cualquier pez, nada había sobre la tierra que no adorasen, concluye Garcilazo.

Los chimúes sucedieron a los mochicas en la costa norte hacia el año 1200. Con ellos entramos en la época casi histórica. Cabello Balboa, que escribió entre 1576 y 1586, ha narrado leyendas relativas a su origen.

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Sus balsas los habrían trasladado desde tierras desconocidas hasta la costa, cercana al río Lambayeque, cuyo nombre era entonces Faquiallanga. Tenían por gran jefe a Naymlap, fundador de la dinastía de los chimúes, su esposa era la bella Ceterni, hecho que no le impedía tener consigo muchas otras mujeres. Estaba rodeado de una verdadera corte de dignatarios donde cada uno asumía una función determinada: Pita Zofi daba el toque de llamada con un caracola; Ninacolla era responsable del trono y de la litera en la que se transportaba al soberano; Ninagentue, el sumiller, llevaba la copa del monarca; Fonga Sigde echaba polvo de concha en el camino del Señor; Occhocalco tenían a su cargo la cocina; Xam los afeites, en tanto que Llapchililli confeccionaba túnicas y vestimentas de pluma; por último, Ollopcópoc preparaba los baños. Algunas de estas escenas figuran en la cerámica: el Museo del Hombre, de París, posee un vaso chimú en el que se ve el traslado de un dignatario en una especie de hamaca.

El centro del Imperio chimú, Chan Chan, algunos kilómetros al norte de Moche, fue una considerable metrópoli en la cual ciertos edificios estaban decorados con motivos geométricos esculpidos. Estaba completamente edificada con adobe, de suerte que las lluvias, a pesar de ser escasas en la región, la han destruido en gran parte.

La organización social de los chimúes han debido ser mucho más estricta que la de los mochicas, quienes vivían dispersos. En ese clima quienes vivían dispersos. En ese clima tórrido, las moradas estaban siempre abiertas; sin embargo, el roo era raro por cuento se le reprimía severamente.

Sorprendido in fraganti, el culpable era ahorcado en la plaza pública y con él sus cómplices. Si no se conseguía descubrirlo se colgaban de un poste espigas de maíz; era la señal de sacrificios a la Luna y a las dos estrellas llamadas Pata a las que se suplicaba hicieran justicia.

También se condenaba con la pena de muerte a las mujeres adúlteras y a las vírgenes impuras. Ante una gran concurrencia y, eventualmente, con la asistencia de otras vírgenes, se empujaba a la culpable a un precipicio. Los cuerpos de los condenados se ofrecían a las aves de rapiña que, según se creía, los repartían a los demonios, Representase escenas de este tipo en vasijas con forma de montañas de varios picos, en lo alto de los cuales un personaje de cabello suelto está tendido boca abajo. Otro motivo frecuente es el personaje atado con ligaduras a un árbol, y una o varias aves carnívoras que lo devoran.

La cerámica chimú respeta las tradiciones mochica y demuestra cierta preferencia por el vaso doble y la cerámica negra.

En tiempos de los chimúes la metalurgia alcanzó su apogeo su apogeo en la costa norte del Perú. Trabajaron el cobre, el bronce, el oro y la plata e incluso latumbaga, aleación de oro y cobre.

Uno de los hallazgos más sensacionales ha sido el del tesoro de Illimo, en las cercanías de Lambayeque.

Junto a muchos vasos de oro, trabajados los unos según la técnica del repujado, los otros incrustados de turquesas, se encontraron tres ídolos casi idénticos, pero de tamaño diferente, el mayor de más de 40 cm de altura. Estos ídolos configuran un personaje de

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tocado semi-circular, ricamente decorado Con motivo en filigrana, de pie sobre una especie de hacha o cuchillo en forma de medialuna. Se supone que el personaje representado es el jefe Naymlap.

Los mitos chimúes atribuían la creación del hombre a cuatro estrellas dos de ellas habían concebido a los caciques y nobles, los restantes a las gentes comunes. También eran las estrellas quienes nutrían a la humanidad haciendo germinarlos granos en los campos, y por esa razón se contaba el año a partir de la aparición de tal o cual estrella en el firmamento. No obstante, la principal divinidad era la Luna, considerada más poderosa que el Sol porque se ve de noche y de día. Se le ofrecían en sacrificio niños de cinco años y se le hacían dones de chichas y de frutas. Los indios de Pacasmayo le levantaron un templo, al que llamaban “Hacha Sian”, su casa. Se le consagraban ciertas vírgenes a las que se tenía tan grande estima que sólo los reyes podían desposarlas

Los chimúes veneraban igualmente a determinadas piedras, que denominaban “Alec Pong”, que significa “dios en la piedra”. Las consideraban antecesores suyos, así metamorfoseados por el Sol que, enfurecido un día por la muerte de su esposa, quiso vengarse con la humanidad; más tarde, recuperando sentimientos más justos, ese mismo Sol había permitido que cada familia veneraba la piedra que representaba su origen.

Cuando las epidemias o las penurias causaban estragos, los chimúes creían que sus dioses estaban coléricos; se esforzaban entonces por apaciguarlos mediante el ayuno y la continencia.

Costa Central, Los valles principales de la costa central son los de Chancay, Rimac y Lurin; lima, capital del Perú en nuestros días, está situada en el valle del Rimac. En esta porción de la costa, la primera parte de período clásico, al que denominamos la Lima temprana, no presenta características particularmente locales, a no ser por un pez convencional, que deriva probablemente de un motivo textil. Pero, con posterioridad, casi al propio tiempo que el Imperio Chimú, al norte, se desarrollan dos centros importantes: Ancón y Pachacame.

Ancón está emplazado en el valle de Chancay; ya hemos manifestado que habitó esta zona una población muy antigua: constituye asimismo uno de los mayores cementerios del Perú clásico. Gran parte de los tejidos peruanos que se conservan a los museos del Viejo y Nuevo Mundo provienen de las tumbas de Ancón, de las cuales se han abierto millares. En cuanto a la cerámica conocida con el nombre de Chancay, está hecha con barros rojizos o amarillentos, relativamente livianos y casi siempre porosos; los vasos son por lo general ovoideos, de boca angosta; el decorado se compone de líneas onduladas, de franjas verticales, de motivos en damero o de guisantes pintados. Aparte de los vasos se encontró una serie de llamas modeladas bastante estilizadas.

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Pachacame constituía un centro religioso que subsistió hasta la época incaica. Su cerámica es distinta a la de Ancón; parece haber sufrido la influencia del arte del altiplano. Dado el estado actual de las investigaciones es difícil formular juicio acerca de la exacta importancia de esta localidad; serán necesaria nuevas excavaciones.

Costa sur. La porción sur de la costa se extiende desde el río Mala hasta el río Lomas. Los sitios arqueológicos más conocidos se encuentran en los valles de Pisco, ica y Nazca, pero falta explorar una cantidad de valles menores.

Entre las culturas de esta región que alcanzaron pleno desenvolvimiento, sobresale al parecer la de Nazca, aun cuando continúa siendo un enigma la ausencia de toda arquitectura en el valle del río Grande, donde se encuentra este sitio. La alfarería y los tejidos de Nazca son de una calidad inigualada hasta aquel entonces

De cincuenta años a esta parte, se han abierto cantidades de tumbas que datan de aquella época. Los cementerios de Nazca bordean los valles, en un terreno arenoso que han conservado perfectamente el contenido de todas las tumbas. Éstas han sido cavadas en forma de botella, cuyo cuello puede considerarse representado por un pozo cilíndrico o cuadrangular y la panza por una cámara mortuoria abovedada o rectangular; algunas de las tumbas están consolidadas por dentro mediante postes de madera. Los cadáveres se han encontrado envueltos en muchas mantas y con los miembros flexionados. Los rodeaban diversos objetos funerarios y abundantes cacharros; se han extraídos millares de ellos.

La cerámica de Nazca (fig.15) cada tiene en común con la de la costa norte. El relieve se limita a algunas protuberancias y sirve meramente para subrayar el diseño. La pintura es policroma y los colores más empleados son el rojo, el amarillo, un gris acerado, el marrón, el violeta, el negro y el blanco. La decoración es generalmente simbólica. Junto a motivos tales como plantas, frutos, peces o serpientes, se encuentran escenas con abudantes personajes o animales, difíciles de interpretar. Citemos entre las representaciones favoritas a un personaje con máscara de felino, a menudo denominado gato-demonio, comúnmente coronado por una serpiente erizada de espinas, otro demonio que lleva un báculo lleno de púas y un personaje-pájaro. Casi todos los personajes sostienen en la mano cabezas-trofeo, algunas veces realistas, otras veces estilizadas. Algunas vasijas ofrecen la forma de cabezas-trofeo rodeadas por una honda. De la decoración de una vasija puede deducirse que era conocida la reducción de cabezas, que todavía se practica entre los indios jíbaros.

Tanto en materia de tejido como en la alfarería, el nivel artístico era extremadamente elevado en Nazca. No sólo encontramos telas de algodón, sino también de lana de llama o de vicuña, lo que prueba que se habían establecido intercambios comerciales entre el valle de Nazca y las regiones frías.

Las técnica más frecuentes eran el bordado y la tapicería; pero existen asimismo tejidos pintados , de gran belleza, y gasas ornadas por personajes humano, aves, peces y flores.

El único metal que se trabajaba en Nazca era el oro; la técnica era la del martilleo, a vecs con motivos grabados.

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Los tejidos también constituyen la gloria de la necrópolis de Paracas, situada no lejos de Paracas-Cavernas, lugar al que ya nos hemos referido. Sería aventurado decir que es más antigua que Nazca; pertenece de todos modos a la época clásica. Las tumbas son verdaderas casas subterráneas cuyos muros de piedras pequeñas y adobe alcanzaban en oportunidades un espesor de 30 a 40 cm. En 1925, descubriéndose allí cuatrocientos veintinueve momias, de las cuales sólo algunas han sido estudiadas hasta la fecha. Gran cantidad de cráneos presentaban evidencias de trepanación. Se habían depositado en las tumbas, hachas de piedra, monos, osamentas de llama, judías, maíz, algodón y maníes.

Son realmente excepcionales las piezas de tela en que estaban envueltas las momias. La mayor mide más de 30 m. Se han encontrado mantos, túnicas en forma de ponchos, turbantes, ricamente bordados con diseños multicolores como no se ven en ninguna otra parte del Perú.

El altiplano. Entre los sitios arqueológicos de los Andes, el más célebre es Tiahuanaco, después de Cuzco, al que habremos de referirnos a propósito de los Incas. Fue descrito, recién iniciada la Conquista, por el cronista Cieza de León, como uno de los más importantes centros culturales. Se lo tenía por un lugar muy antiguo y venerae, asiento de Con Tici Viracocha, creador del mundo; se decía que este dios habría surgido de una laguna de la provincia de Collasuyu, sin duda el lago Titicaca, y en Tiahuanaco había creado el Sol y la Luna, las estrellas, el cielo y la Tierra.

Tantas leyendas rodean este sitio que debió pasar largo tiempo antes de situarlo exactamente en el lugar que ocupa dentro del proceso evolutivo de las culturas sudamericanas; en un principio se lo consideró el punto de partida de todas, y algunas arqueólogos no vacilaron en atribuirle más de diez mil años. La verdad es enteramente distinta. Es exacto que los monumentos de Tiahuanaco son más antiguos que los de los Incas, pero no existe la menor posibilidad de remontar su origen más allá del siglo XI o XII de nuestra era. En lo relativo a las gentes de Tiahuanaco se ha cometido idéntico error que con respecto a los toltecas de México, al juzgarlos como los primeros civilizadores cuando sólo representaban un eslabón de una larga serie de transformaciones cuyos comienzos datan de fecha anterior a la época histórica.

Cuando las culturas costaneras del Perú alcanzaban su apogeo, Tiahuanaco se manifestaba solamente por un cerámica algo tosca, decorada con motivos geométricos pintados, cuyas formas principales eran una escudilla abierta y una especie de botella de largo cuello: se conoce este estilo con el nombre de Tiahuanaco antiguo. El verdadero florecimiento de Tiahuanaco pertenece a una época posterior.

Las ruinas de esta metrópoli se encuentran más o menos 24 km al sur del lago Titicaca, a 3,90.00 m de altura; abarcan 1.000 m en dirección este-oeste y 450 en dirección norte-sur.

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Se distinguen allí cuatri grupos de edificios. A un costado del Acapana, montículo natural de 15 m de altura, transformado en una suerte de fortaleza, se alza el Calasasaya, vasta construcción de 135 por 130 m, cercado por enormes bloques monolíticos similares a los menhires. Una escalinata de seis gradas conduce a un patio de 60 por 64 m, en el centro de la plaza. Al pie del Calasasaya fueron hallados la famosa Puerta del Sol, uno de los monumentos más notables de toda la América antigua, y muchos monolitos esculpidos.

Al oeste se yergue el palacio; al este, una construcción semi-subterránea, célebre por una serie de cabezas antropomorfas embutidas en el muro.

Tiahunaco constituía sin duda un centro religioso. Se supone que la principal figura esculpida en la gran puerta es la imagen de la divinidad Viracocha; está de pie, con la cabeza circundada por rayos que representan cabezas de felinos y serpientes; en cada mano tiene asido un cetro cuyo extremo lleva una escultura en forma de cabeza de cóndor; lo rodean tres hileras de personajes en marcha; los del medio lucen máscaras de cóndor.

Los relieves de la Puerta del Sol fueron copiados por los otros artistas del altiplano. La alfarería se difundió entre ellos: se encuentran tales motivos en los cubiletes de los Andes centrales; el felino, más realistas que el de Chavín, es modelado en muchos vasos. Los motivos degeneran más adelante y aparecen en casi todo el Perú, tanto en la costa como en las regiones montañosas.

El imperio incaico

Cuando los incas entraron en escena las demás culturales andinas habían alcanzado su apogeo; pero, en el curso de tres o cuatro siglos, fundaron un imperio que maravilló a los conquistadores españoles y es aún hoy un fascinante motivo de controversias.

Algunos pretenden ver en él un Estado socialista, otros un absoluto despotismo, y todos se basan en hechos concretos.

En efecto, los incas llevaron a la practica el principio fundamental del socialismo: entre ellos no existía la propiedad privada sobre los medios de producción. No obstante, la tres clases que componían su sociedad y a las que podríamos designar perfectamente con los términos de clero, nobleza y estado llano, estaban separadas por divisiones por lo menos tan infranqueables como las de Francia ante de la Revolución de 1789. Los incas autócratas por derecho divino, cuyo absolutismo equivalía al del Rey Sol, emplearon en sus empresas imperialistas métodos tales como las deportaciones en masa, que carecen de ejemplos en el Viejo Mundo anterior a nuestra propia generación.

A raíz de estudios recientes se ha establecido que el pleno florecimiento de la cultura incaica duró apenas un centenar de años, desde mediados del siglo XV de nuestra era hasta la llegada de los españoles. Los doscientos o doscientos cincuenta años que

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precedieron, corresponden arqueológicamente a una cultura denominada “Inca antigua”, que presenció la sucesión de los ocho primeros monarcas.

Al principio , el Inca sólo era el jefe de una familia, o de un clan que había adquirido preeminencia dentro de una tribu. En cadena interrumpida, los incas fundaron nuevos clanes, acrecentaron su poder y mantuvieron relaciones amistosas con las tribus o clanes locales, mediante uniones matrimoniales con sus jefes, o mediante promesas de territorios.

Las verdaderas conquistas militares no comenzaron sino hasta alrededor de 1445 con la ocupación de Tiahucanaco y la región del lago Titicaca. Las otras conquistas tuvieron lugar después de 1470. Sólo se interrumpieron con la llegada de los españoles. El imperio se extendía entonces desde el río Ancasmayo, al sur de Colombia, hasta el río Maule en Chile, vale decir de los 2º de latitud norte a los 34º de latitud sur, y abarcaba en total cerca de 4.000 kilómetros.

Este inmenso imperio fue fruto del esfuerzo de doce soberanos, de los cuales históricamente se conoce mejor a los cuatro últimos.

Trátase de: 1) Manco Cápac; 2) Sinchi Roca; 3) Lloqui Yupanqui; 4) Mayta Cápac; 5) Cápac Yupanqui, 6) Inca Roca; 7) Yáhuar Huaca; 8) Viracocha; 9) Pachacuti Inca Yupanqui (1438-1471); 10) Topa Inca Yupanqui (1471-1493); 11) Huayna Cápac (1493-1525); Huáscar y Atahualpa (1525 –1532).

El inca era simultáneamente el jefe civil, religioso y militar del Estado. Su supremacía se apoyaba en el culto del Solo a quien encarnaba en la Tierra. Puesto que tenía carácter divino, no podía establecer los contactos ordinarios con los seres humanos por esa razón su esposa oficial era obligatoriamente, disponía a su antojo de las vírgenes consagradas al culto del Sol, que vivían en una especie de convento. Nadie se acercaba al Inca sino con los pies desnudos. Su traje armonizaba con su origen divino: vestiduras de lana de vicuña, cetro con cruz de plumas; sólo utilizaba utensilios de oro o plata. Cuando moría se conservaba su momia en el Cuzco, en el templo peruano de mayor magnificencia, el templo del Sol.

Para los fines administrativos, el imperio de los incas se dividía en cuatro provincias o suyu: Conti-suyu, Colla-suyu y Chincha-suyu. Esta partición en cuatro, que quizás corresponda a los cuatros puntos cardinales, se remonta hasta épocas anteriores a los incas; se atribuye a los aymará. En cambio, la división de la capital en dos secciones, Hanan –Cuzco o Cuzco superior y Hurin-Cuzco o Cuzco inferior, es incaica. La mitad del imperio constituida por Conti-suyu y Colla-suyu guardaba relaciones espirituales con Hurin- Cuzco; la otra mitad con Hanan-Cuzco.

Cuatro rutas que partían de la capital central la unían con los lugares- clave de las cuatro suyu y con los puntos más distantes del imperio. Tales carreteras se extendían en línea recta de un punto a otro, cualquiera que fuese el relieve del terreno. La extensión de la red caminera causó a los conquistadores españoles aun mayor sorpresa cuando apreciaron el hecho de que todos los transportes se hacían por medios humanos. A lo largo de las rutas se alzaban, en intervalos regulares, albergues o tambos, destinados a

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hospedar a los escasos viajeros. Pero estos caminos eran utilizados principalmente por los correos encargados de transmitir las comunicaciones vinculadas con el servicio administrativo. Los incas organizaron un sistema de postas ultra- rápido, mediante una especie de carrera de relevo. El servicio se aseguraba utilizando chasquis, que se elegían entre los corredores más veloces y que se estacionaban en postas escalonadas a lo largo de los derroteros. El chasqui portador de un mensaje partía en carrera por la ruta que conducía al destino indicado; debía recorrer íntegramente la distancia que lo separaba de la posta inmediata, sin darse respiro; no bien llegaba al relevo, uno de los corredores allí estacionados tomaba conocimiento del recado y partía instantáneamente a gran velocidad hasta la posta próxima y así sucesivamente. Por este medio las órdenes de las próxima y así sucesivamente. Por este medio las órdenes de las autoridades centrales llegan a los funcionarios de las provincias en corto tiempo; se requerían menos de dos días para unir a Cuzco con la costa.

Cada una de las cuatro suyu estaba gobernada por un cápac o apo elegido obligatoriamente entre los parientes inmediatos del Inca. Los cuatro Cápac formaban el consejo supremo del Inca; gracias a ellos el poder central podía ejercer un control muy estricto sobre todos los rincones del imperio.

En lo concerniente a la escala local, la población estaba repartida en muchas tribus que comprendían por separado muchos clanes a ayllu. Dentro de los ayllu se adoptaba el principio patrilineal. Los miembros de un mismo clan se consideraban unidos por consanguinidad: El ayllu constituía una unidad tanto económica como religiosa; lo regía un curaca que asumía las funciones de juez supremo y tomaba el mando en tiempos de guerra.

También tocaba a las autoridades locales distribuir los trabajos manuales entre los diversos elementos de la población. Asignábaseles por separado una tarea precisa: correspondía a unos el trabajo del campo a otros la construcción de terraplenes; algunos se destinaban al mantenimiento de las rutas, o a la caza de aves. Con el fin de facilitar esta conscripción civil, los hombres se empadronaban en clases, según la edad. Por ejemplo, en la provincia de Pacaxe había seis clases: la primera comprendía a los niños entre cinco y diez años; la segunda a los adolescentes entre diez y veinte; la tercera abarcaba a los hombres de veinte a veinticinco años; la cuarta de veinticinco a treinta; la quinta de treinta a cincuenta; n la sexta figuraban todos aquellos que habían pasado la cincuentena.

Aquellos que trabajaban en las empresas públicas eran mantenidos, junto con sus familias, por el Estado. Asimismo recibían el sostén del Estado las familias cuyo jefe servía en el ejército. Pues, con el fin de cumplir con éxito sus ambiciosos proyectos de expansión, los incas debieron sostener un ejercito numeroso y bien disciplinado. El servicio militar era obligatorio y se estima que la décima parte de la población estaba constantemente en armas. Los pertrechos consistían en arcos y flechas, propulsores, hachas de bronce, rompecabezas de madera, bronce o piedra. Los combatientes usaban casco y se protegían con tahalíes.

Las expediciones guerreras se preparaban con esmero. Comenzábase por una compaña de propaganda en los territorios codiciados. Se demostraba a las poblaciones los beneficios de la administración incaica, se hacían esfuerzos para convertirlas al culto del Sol. Si fracasaba la persuasión, invadíase militarmente el país. Producida la Conquista,

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se procedía a la anexión de la provincia. Por regla general, se mantenían en vigencia los clanes locales, pero se los debilitaba al hacerlos depender de la autoridad administrativa de los incas, imponiéndoles el culto del Sol y el empleo de la lengua de los conquistadores, el quichua. Los hijos de los jefes locales eran trasladados al Cuzco en calidad de rehenes y allí recibían una educación adecuada a su categoría. De este modo, los incas se aseguraban súbditos sumisos por doquier. En aquellos casos en que, pese a todas estas precauciones, se hacía sentir una resistencia local, transplantábase a la población entera a regiones alejadas del imperio: era lo que se llamaba el sistema del mitimac.

Tres clases integraban lo sociedad incaica, todas ellas sometidas al Inca. En su condición de gran sacerdotes del Sol, el Inca encabezaba la Jérica religiosa. Existían muchas categorías de ministros religiosos: adivinos, hipnotizadores, sacrificadores. Algunos de ellos, llamados amauta, tenían la exclusiva misión de transmitir las tradiciones a los jóvenes nobles. Hacían uso de una escritura pictográfica.

La nobleza, clase de la cual provenían todos los funcionarios y delegados de los Incas, así como los oficiales del ejército, comprendía en primer lugar a los miembros de la familia del Inca; se asimilaban a ella los antiguos jefes de las naciones sometidas y sus descendientes; pero jamás se les atribuía cargos importantes. Los nobles llevaban grandes orejeras de madera, motivo por el que recibieron de los españoles el mote de orejones.

Existía, junto a las clases dirigentes, una casta indefinida: la de los yanaconas. Tratábase probablemente de esclavos con características de libertos, elegidos entre los prisioneros de guerra, los criminales, las gentes comunes y los hijos de otros yanaconas. Mantenían relaciones muy íntimas con sus amos a quienes estaban encargados de proteger; administraban las tierras dependientes del Templo del Sol y también se ocupaban de los almacenes que los incas instalaban en distintos puntos del imperio.

Los orejones y los curaca podía, igual que el Inca, tener muchas mujeres. En cambio, en lo que respecta al pueblo, la monogamia era rigurosa. El hombre corriente no estaba autorizado para contraer matrimonio antes de la edad de veinticuatro años. Al casarse recibía del curaca de su clan una vivienda y una pequeña porción de tierra que bastaba para el sustento de marido y mujer y que se aumentaba a medida que nacían los vástagos. Estas propiedades, de usufructo individual, no eran transmisibles por herencia.

El pueblo suministraba íntegramente el material humano, civil y militar del estado incaico. Aparte de las expediciones militares, la ocupación principal era el cultivo del suelo; sólo se exceptuaba a los individuos que ejecutaban ciertos trabajos de artesanía: Orfebres, alfareros, tejedores. Las tierras se dividían, según un plan riguroso, en tres secciones que correspondían al sistema de castas vigente: las rentas de la primera sección se destinaban al culto del Sol, las de la segunda al Inca y su familia; por último, el producto de la tercera pasaba a la comunidad.

Los intercambios comerciales se efectuaban sobre la base del trueque en innumerables mercados locales. Desconocíase la moneda. Sin embargo, los incas habían ideado un sistema numérico decimal, especie de auxiliar mnemotécnico que permitía llevar una contabilidad. Era el sistema de los llamados quibus.

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Consistía en determinada cantidad de cordones delgados que pendían de un cordón principal y en los cuales había nudos que indicaban, según su tipo y posición, las unidades, las decenas, las centenas o la unidades de mil. Los quipu camayu, vale decir los funcionarios encargados del establecimiento de los quipus, dirigían verdaderos archivos y comunicaban al Gobierno el resultado de los censos y las diferentes estadísticas.

La civilización incaica, tan avanzada en el perfeccionamiento de gran número de instituciones políticas y sociales, sólo dio origen a un arte relativamente pobre. Carece, literalmente, de escultura en piedra, que encontramos abundantemente en la mayoría de las culturas andinas.

La técnica incaica únicamente dio muestras de auténtica superioridad en la arquitectura. Los monumentos del Cuzco están compuestos por bloques megalíticos de muchas tonelada de peso, tallados en ángulos irregulares, pese a lo cual encajan perfectamente unos en otros. Este tipo de arquitectura, extremadamente resistente (ningún temblor de tierra ha conseguido derribarla) se empleaba para la construcción de fortalezas como Sacsahuaman. Otras plazas fuertes se erigían en lugares de difícil acceso, por ejemplo, Macchu Picchu, que domina una parte del valle del Urubamba.

En cuanto a las artes menores, es posible hablar de un horizonte incaico: se han encontrado ciertos tipos idénticos en regiones muy alejadas entre sí hecho que permite colegir que todas esas regiones se hallaban sujetas al dominio inca.

El objeto más difundido en cerámica es el arríbalo, especie de ánfora de fondo cónico, con dos asas laterales y, por lo general con una cabeza de puma en relieve (Fig.16). Después del arríbalo, constituyen los tipos más frecuentes unos platillos que tienen a modo de asas una cabeza de pato o dos pequeñas protuberancias, y unos vasos con pie, provistos de un asa horizontal y chata; la calidad de la cerámica es a menudo excelente. El kero, cubilete de madera con pintura que habitualmente representan escenas en la que figuran muchos personajes, es típico de los incas; perduró hasta la época colonial. Es menos frecuente la pakcha, otro recipiente de madera; tiene una forma cilíndrica con un largo mango horizontal. Citemos, entre los objetos de piedra, ciertos recipientes generalmente cilíndricos, que a veces ostentan serpientes en relieve, y las unku, lámparas con forma de llama o de alpaca.

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En materia de tejido, los incas siguieron las técnicas usuales en la costa, con cierta preferencia por la tapicería.

Análogamente a casi todas las religiones americanas, la profesada por los incas poseía un héroe civilizador, Viracocha, que recuerda bastante al Quetzalcoatl mexicano. Lo mismo que en este último, venerábanse en Viracocha diversos atributos: era simultáneamente el creador y el dios Sol.

Sólo un reducido número de divinidades estaban personificadas.

Parece que los pueblos subyugados continuaron adorando, aún después de su incorporación al imperio, sus propios dioses, y que éstos fueron, en cierta medida, adoptados por los incas como divinidades inferiores. Representaban a los diferentes elementos de la naturaleza, el trueno, el arco iris, determinadas rocas, todo aquello que salía de lo normal. Había un dios de la tempestad que lanzaba el rayo con su honda, una divinidad que almacenaba el agua en sus recipientes y podía derramarla o retenerla a su capricho.

La dacha era una fuerza misteriosa y sobrenatural que ejercía gran influencia sobre la suerte de los humanos. Cualquier persona, inclusive cualquier objeto, podía ser habitado por una dacha. Constituía el espíritu protector del clan y también un fetiche individual (conopa). Tenía la facultad de transmitirse en herencia de padre a hijo. El clan que tuviera el sol como dacha estaba particularmente bien protegido. Todavía desempeña la dacha una función en la población actual, pero ha perdido su sentido primitivo.

Los templos se distinguían de las viviendas tan sólo por sus dimensiones más vastas, pero junto a ellos se levantaban por lo general los intihuatana, conos de piedra de escasa altura, y la sombra proyectaba por éstos parece haber dado lugar a diversas interpretaciones.

Las ceremonias religiosas se celebraban a razón de una por mes; las más relevantes eran las de año nuevo y las de los solsticios. La muerte de u jefe, la entronización de un nuevo Inca, la iniciación de los jóvenes, una partida a la guerra, servían de pretexto para otros tantos festejos. En ocasión de las cosechas, se quemaban espigas de maíz o patatas.

Todos los clanes se reunían con motivo de la gran fiesta anual de Sitúa, cuya finalidad era librar a la capital de flagelos; cuatrocientos guerreros se dispersaban en dirección a los cuatro puntos cardinales y se metía con armas y todo en el primer río que encontraban. A su paso, la gente salía de sus morada para practicar abluciones.

El ritual comprendía ofrendas de plumas y de conchas destinadas a calmar la cólera de las divinidades de la lluvia y de la tempestad, de hojas de coca o de chicha, bebida embriagadora a base de maíz. A menudo se sacrificaban animales, salvo algunos de carácter totémico, tales como el puma y el cóndor. Las inmolaciones humanas, reservadas a las ceremonias de entronización de un nuevo Inca, eran relativamente raras.