Las casas son siete, y están vacías. La narradora, según Rodrigo … · 2018-10-19 · Las casas...

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Lascasassonsiete,yestánvacías.Lanarradora,segúnRodrigoFresán,es«una científica cuerda contemplando locos, o gente que está pensandoseriamenteenvolverseloca».Ylacordura,comosiempre,essuperficial.

SamantaSchweblinnosarrastrahaciaSietecasasvacíasy,entornoaellas,empuja a sus personajes a explorar terrores cotidianos, a diseccionar losmiedospropiosyajenos,yaponersobrelamesalosprejuiciosdequienes,entre el extrañamiento y una «normalidad» enrarecida, contemplan a losdemásysecontemplan.

LaprosaafiladayprecisadeSchweblin,sucapacidadparacrearatmósferasdensas e inquietantes, y la estremecedora gama de sensaciones querecorren sus cuentos han hecho a este libro merecedor del IV PremioInternacionaldeNarrativaBreveRiberadelDuero.

La edición incluye el cuento «Un hombre sin suerte», galardonado con elPremioInternacionaldeCuentoJuanRulfo2012,quenoformabapartedelmanuscritoqueparticipóenelPremioRiberadelDuero.

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SamantaSchweblin

SietecasasvacíasePubr1.0

Titivillus27.12.15

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SamantaSchweblin,2015Diseñodecubierta:EditorialPáginasdeEspuma,S.L.

Editordigital:TitivillusePubbaser1.2

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Eldía9deabrilde2015,un juradocompuestoporEnriquePascual,presidentedel Consejo Regulador de la Denominación de Origen Ribera del Duero, RodrígoFresán, escritor y presidente del jurado, PilarAdón, escritora, JonBilbao, escritor,Andrés Neuman, escritor, Guadalupe Nettel, escritora y ganadora de la terceraedicióndelPremio,ademásdeJuanCasamayor,directorde laEditorialPáginasdeEspuma, y Alfonso J. Sánchez, secretario general del Consejo Regulador de laDenominación de Origen Ribera del Duero, en calidad de secretario del jurado,ambosconvozperosinvoto,otorgóelIVPremioInternacionaldeNarrativaBreveRiberadelDuero,pormayoría,aSietecasasvacías,deSamantaSchweblin.

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Antesquesuhijade5añosseextraviaraentreelcomedorylacocina,éllehabíaadvertido:«estacasanoesgrandenipequeña,peroalmenordescuido,seborraránlasseñalesderuta,ydeestavidaalfin,habrásperdidotodaesperanza».

JuanLuisMARTÍNEZ,«Ladesaparicióndeunafamilia»

A:Megustaestedepartamento.B: Es lindo, sí, pero apenas lo suficientemente grande para una persona, o bueno, dos personas que seanrealmentecercanas.A:¿Conocesadospersonasrealmentecercanas?

AndyWARHOL,LafilosofíadeAndyWarhol

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ALilianayaPablo,mispadres

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NADADETODOESTO

—NOSPERDIMOS—dicemimadre.Frenayseinclinasobreelvolante.Susdedosfinosyviejosseagarranalplástico

confuerza.Estamosamásdemediahoradecasa,enunodelosbarriosresidencialesquemásnosgusta.Haycaseroneshermososyamplios,perolascallessondetierrayestánembarradasporqueestuvolloviendotodalanoche.

—¿Teníasquepararenmediodelbarro?¿Cómovamosasalirahoradeacá?Abromipuertaparaverquétanenterradasestánlasruedas.Bastanteenterradas,

losuficientementeenterradas.Cierrodeunportazo.—¿Quéesloqueestáshaciendo,mamá?—¿Cómoquequéestoyhaciendo?—suestuporparecesincero.—Séexactamentequées loqueestamoshaciendo,peroacabodedarmecuenta

deloextrañoquees.Mimadrenopareceentender,peroresponde,asíquesabeaquémerefiero.

—Miramoscasas—dice.Parpadeaunpardeveces,tienedemasiadorímelenlaspestañas.—¿Miramoscasas?—Miramoscasas—señalalascasasquehayaloslados.Son inmensas.Resplandecensobresus lomasdecéspedfresco,brillantespor la

luzfuertedelatardecer.Mimadresuspiray,sinsoltarelvolante,recuestasuespaldaenelasiento.Novaadecirmuchomás.Quizánosabequémásdecir.Peroestoesexactamenteloquehacemos.Saliramirarcasas.Saliramirarlascasasdelosdemás.Intentar descifrar eso ahora podría convertirse en la gota que rebalsa el vaso, laconfirmacióndecómomimadrehaestadotirandoalabasuramitiempodesdequetengomemoria.Mimadreponeprimeray,paramisorpresa, las ruedasresbalanunmomentoperolograqueelcochesalgaadelante.Mirohaciaatráselcruce,eldesastrequedibujamosenlatimaarenosadelcamino,yruegoporqueningúncuidadorcaigaenlacuentadequehicimoslomismoayer,doscrucesmásabajo,yotravezmáscasillegandoalasalida.Seguimosavanzando.Mimadreconducederecho,sindetenersefrenteaningúncaserón.Nohacecomentariossobreloscerramientos,lashamacasnilos toldos.Nosuspirani tarareaningunacanción.No tomanotade lasdirecciones.NomemiraUnascuadrasmásallálascasassevuelvenmásymásresidencialesylas

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lomasdecéspedyanosontanaltas,sinoque,sinveredas,delineadasconprolijidadpor algún jardinero, parten desde lamismísima calle de tierra y cubren el terrenoperfectamenteniveladas,comounespejodeaguaverdealrasdelsuelo.Tomahacialaizquierdayavanzaunosmetrosmás.Diceenvozalta,peroparasímisma:

—Estonotienesalida.Hayalgunascasasmásadelante,luegounbosquesecierrasobreelcamino.—Haymuchobarro—digo—,dalavueltasinpararelcoche.Memiraconelentrecejofruncido.Searrimaalcéspedderechoeintentaretomar

elcaminohaciaelotro lado.El resultadoes terrible:apenassiacabade tomarunadesdibujadadireccióndiagonalcuandoseencuentraconelcéspeddelaizquierda,yfrena.

—Mierda—dice.Acelera y las ruedas resbalan en el barro. Miro hacia atrás para estudiar el

panorama.Hayunchicoeneljardín,casienelumbraldeunacasa.Mimadrevuelveaacelerarylograsalirenreversa.Yestoesloquehaceahora:conelcochemarchaatrás, cruza la calle, sube al césped de la casa del chico, y dibuja, de lado a lado,sobre el ampliomanto de césped recién cortado, un semicírculo de doble línea debarro.Elcochequedafrentealosventanalesdelacasa.Elchicoestádepieconsucamióndeplástico,mirándonosabsorto.Levantolamano,enungestoqueintentaserde disculpas, o de alerta, pero él suelta el camión y entra corriendo a la casa.Mimadrememira.

—Arrancá—digo.Lasruedaspatinanyelcochenosemueve.—¡Despacio,mamá!Unamujeraparecetraslascortinasdelosventanalesynosmiraporlaventana,

mirasujardín.Elchicoestájuntoaellaynosseñala.Lacortinavuelveacerrarseymimadrehundemásymáselcoche.Lamujer salede lacasa.Quiere llegarhastanosotrasperonoquierepisar sucésped.Da losprimerospasos sobreel caminodemadera barnizada y después corrige la dirección hacia nosotras pisando casi depuntillas.Mimadredicemierdaotravez,porlobajo.Sueltaelaceleradory,porfin,sueltatambiénelvolante.

Lamujer llegayse inclinahasta laventanillaparahablarnos.Quieresaberquéhacemosensujardín,ynolopreguntadebuenamanera.Elchicoespíaabrazadoauna de las columnas de la entrada. Mi madre dice que lo siente, que lo sientemuchísimo,ylodicevariasveces.Perolamujernopareceescucharla.Solomirasujardín,lasruedashundidasenelcésped,einsisteenpreguntarquéhacemosahí,porquéestamoshundidasensujardín,sientendemoseldañoqueacabamosdehacer.Asíqueseloexplico.Digoquemimadrenosabeconducirenelbarro.Quemimadrenoestábien.Yentoncesmimadregolpeasufrentecontraelvolanteysequedaasí,nosesabesimuertaoparalizada.Suespalda tiemblayempiezaa llorar.LamujermemiraNo sabemuybien qué hacer. Sacudo amimadre. Su frente no se separa del

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volanteylosbrazoscaenmuertosaloslados.Salgodelcoche.Vuelvoadisculparmeconlamujer.Esaltayrubia,grandotacomoelchico,ysusojos,sunarizysubocaestándemasiadojuntosparaeltamañodesucabeza.Tienelaedaddemimadre.

—¿Quiénvaapagarporesto?—dice.No tengo dinero, pero le digo que vamos a pagar. Que lo siento y que, por

supuesto,vamosapagar.Esoparececalmarla.Vuelvesuatenciónunmomentosobremimadre,sinolvidarsedesujardín.

—Señora,¿sesientebien?¿Quétratabadehacer?Mimadrelevantalacabezaylamira.—Mesientoterrible.Llameaunaambulancia,porfavor.Lamujernoparecesabersimimadrehablaenserioosileestátomandoelpelo.

Porsupuestoquehablaenserio,aunquelaambulancianoseanecesaria.Lehagoalamujerungestonegativoqueimplicaesperar,nohacerningúnllamado.Lamujerdaunospasoshaciaatrás,miraelcocheviejoyoxidadodemimadre,yasuhijoatónito,un pocomás allá.Noquiere que estemos acá, quiere que desaparezcamos pero nosabecómohacerlo.

—Porfavor—dicemimadre—,¿podríatraermeunvasodeaguahastaquelleguelaambulancia?

Lamujertardaenmoverse,parecenoquererdejarnossolasensujardín.—Sí—dice.Sealeja,agarraalniñode la remerayse lo llevadentroconella.Lapuertade

entradasecierradeunportazo.—¿Sepuedesaberquéestáshaciendo,mamá?Salídelcoche,quevoyatratarde

moverlo.Mimadreseenderezaenelasiento,muevelaspiernasdespacio,empiezaasalir.

Busco alrededor troncosmedianos o algunas piedras para poner bajo las ruedas eintentar sacar el coche, pero todo está muy pulcro y ordenado. No hay más quecéspedyflores.

—Voyabuscaralgunostroncos—ledigoamimadreseñalándoleelbosquequehayalfinaldelacalle—.Notemuevas.

Mimadre, que estaba amedio camino de salir del coche, se queda inmóvil unmomento y luego se deja caer otra vez en el asiento. Me preocupa que estéanocheciendo, no sé si podré sacar el coche a oscuras. El bosque está solo a doscasas.Caminoentrelosárboles,mellevaunosminutosencontrarexactamenteloquenecesito. Cuando regreso mi madre no está en el coche. No hay nadie fuera. Meacercoalapuertadelacasa.Elcamióndelchicoestátiradosobreelfelpudo.Tocoeltimbreylamujervieneaabrirme.

—Llaméalaambulancia—dice—,nosabíadóndeestabaustedysumadredijoqueibaadesmayarseotravez.

Me pregunto cuándo fue la primera vez. Entro con los troncos. Son dos, deltamañodedosladrillos.Lamujermeguíahastalacocina.Atravesamosdoslivings

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ampliosyalfombrados,yenseguidaescucholavozdemimadre.—¿Estoesmármolblanco?¿Cómoconsiguenmármolblanco?¿Dequétrabajatu

papá,querido?Estásentadaalamesa,conunatazaenlamanoylaazucareraenlaotra.Elchico

estásentadoenfrente,mirándola.—Vamos—digo,mostrándolelostroncos.—¿Visteeldiseñodeestaazucarera?—dicemimadreempujándolahaciaamí.

Perocomovequenomeimpresionaagrega—:deverdadmesientomuymal.—Esaesunadorno—diceelchico—,estaesnuestraazucareradeverdad.Le acerca a mi madre otra azucarera, una de madera. Mi madre lo ignora, se

levanta y, como si fuera a vomitar, sale de la cocina. La sigo con resignación. Seencierraenunpequeñobañoquehay juntoalpasillo.Lamujeryelhijomemiranperonomesiguen.Golpeolapuerta.Preguntosipuedopasaryespero.Lamujerseasomadesdelacocina.

—Medicenquelaambulanciallegaenquinceminutos.—Gracias—digo.La puerta del baño se abre. Entro y vuelvo a cerrar. Dejo los troncos junto al

espejo.Mimadrellorasentadasobrelatapadelinodoro.—¿Quépasa,mamá?Antesdehablardoblaunpocodepapelhigiénicoysesuenalanariz.—¿Dedóndesacalagentetodasestascosas?¿Yyavistequehayunaescaleraa

cada ladodel living?—Apoya la cara en laspalmasde lasmanos—.Mepone tantristequemequieromorir.

Tocan la puerta yme acuerdo de que la ambulancia está en camino. Lamujerpreguntasiestamosbien.Tengoquesacaramimadredeestacasa.

—Voyarecuperarelcoche—digovolviendoalevantarlostroncos—.Quieroqueendosminutosestésafueraconmigo.Ymásvalequeestésahí.

Enelpasillolamujerhablaporcelularperomeveycorta.—Esmimarido,estáviniendoparaacá.Esperoungestoquemeindiquesielhombrevendráparaayudamosanosotraso

paraayudarlaaellaasacamosdelacasa.Perolamujermemirafijocuidándosedenodarmeningunapista.Salgoyvoyhaciaelcoche.Escuchoalchicocorrerdetrásdemí.Nodigonada,colocolostroncosbajolasruedasybuscodóndemimadrepudohaberdejadolasllaves.Enciendoelmotor.Tengoqueintentarlovariasvecesperoalfin el trucode los troncos funciona.Cierro lapuertay el chico se tieneque correrparaquenolopise.Nomedetengo,sigolashuellasdelsemicírculohastalacalle.Nova a venir sola,me digo amímisma. ¿Por quémeharía caso y saldría de la casacomounamadrenormal?Apagoelmotoryentroabuscarla.Elchicocorredetrásdemí,abrazandolostroncosllenosdebarro.

Entrosintocaryvoydirectoalbaño.—Yanoestáenelbaño—dicelamujer—.Porfavor,saqueasumadredelacasa.

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Estoyasepasódelaraya.Mellevaalprimerpiso.Lasescalerassonampliasyclaras,unaalfombracolor

cremamarca el camino.Lamujer vadelante, ciega a lasmarcasdebarroquevoydejandoencadaescalón.Meseñalauncuarto,lapuertaestáentreabiertayentrosinabrirla del todo, para guardar cierta intimidad.Mimadre está acostada boca abajosobre la alfombra, en medio del cuarto matrimonial. La azucarera está sobre lacómoda,juntoasurelojysuspulseras,queevidentementesehaquitado.Losbrazosy las piernas están abiertos y separados, y por unmomentome pregunto si habráalgunaotramaneradeabrazarcosastandescomunalmentegrandescomounacasa,siserá eso lo quemimadre intenta hacer. Suspira y después se sienta en el piso, seacomodalacamisayelpelo,memiraSucarayanoestátanroja,perolaslágrimashicieronundesastreconelmaquillaje.

—¿Quépasaahora?—dice.—Yaestáelcoche.Nosvamos.Espíohaciaafueraparatantearquéhacelamujer,peronolaveo.—¿Yquévamosahacercontodoesto?—dicemimadreseñalandoalrededor—.

Alguientienequehablarconestagente.—¿Dóndeestátucartera?—Abajo,enelliving.Enelprimerliving,porquehayunomásgrandequedaala

piscina,yunomásdelotroladodelacocina,frentealjardíntrasero.Haytreslivings—mimadresacaunpañuelodesu jean, se suena lanarizy se seca las lágrimas—cadaunoesparaunacosadiferente.

Se levanta agarrándose de un barrote de la cama y camina hacia el baño de lahabitación.

Lacamaestáhechaconundoblezenlasábanasuperiorquesololevihaceramimadre.Bajolacama,hechaunbollo,hayunacolchadeestrellasfucsiasyamarillasyunadocenadepequeñosalmohadones.

—Mamá,pordios,¿armastelacama?Nimehablesdeesosalmohadones—dice,ydespués, asomándosedetrásde la

puertaparaasegurarsedequelaescucho—:yquieroveresaazucareracuandosalgadelbaño,noseteocurrahacerningunalocura.

—¿Quéazucarera?—preguntalamujerdelotroladodelapuerta.Tocalapuertatresvecesperonoseanimaaentrar—.¿Miazucarera?Porfavor,queesoerademimamá.

Enelbañoseescuchalacanilladelabañera.Mimadreregresahacialapuertayporunsegundocreoquevaaabrirlealamujer,perolacierraymeindicaquebajelavoz,quelacanillaesparaquenonosescuchen.Estaesmimadre,medigo,mientrasabreloscajonesdelacómodayrevisaelfondoentrelaropa,paraconfirmarquelamaderadelosinterioresdelmuebletambiénseadecedro.Desdequetengomemoriahemos salido a mirar casas, hemos sacado de estos jardines flores y macetasinapropiadas. Cambiado regadores de lugar, enderezado buzones de correo,

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recolectadoadornosdemasiadopesadosparaelcésped.Encuantomispiesllegaronalospedalesempecéaencargarmedelcoche.Estoledioamimadremáslibertad.Unavez movió sola un banco blanco de madera y lo puso en el jardín de la casa deenfrente. Descolgó hamacas. Quitó yuyosmalignos. Tres veces arrancó el nombreMarilú2deuncartelgroseramentecursi.Mipadreseenteródealgúnqueotroeventoperonocreoquehayadejadoamimadreporeso.Cuandosefue,mipadresellevótodas sus cosas menos la llave del coche, que dejó sobre uno de los pilones derevistasdehogaresydecoracióndemimadre,yporunosañosellaprácticamentenose bajó del coche en ningún paseo. Desde el asiento del acompañante decía: «esquicuyo», «eseBow-Window no es americano», «las flores de hiedra francesa nopueden ir junto a los duraznillos negros», «si alguna vez elijo ese tipo de rosanacaradoparaelfrentedelacasa,porfavor,contratáaalguienquemesacrifique».

Perotardómuchotiempoenvolverabajardelcoche.Estatarde,encambio,hacruzadounagranlínea.Insistióenconducir.Selasingenióparaentraraestacasa,alcuarto matrimonial, y ahora acaba de regresar al baño, de tirar en la bañera dosfrascos de sales, y está empezando a descartar en el tacho algunos productos deltocador. Escucho elmotor de un coche yme asomo a la ventana que da al jardíntrasero.Yacasi esdenoche,pero losveo.Élbajadel cochey lamujerya caminahacia él. Con su mano izquierda sostiene la del chico, la derecha se esmeradoblementeengestosyseñales.Élasientealarmado,mirahaciaelprimerpiso.Mevey,cuandomeve,yoentiendoquetenemosquemovemosrápido.

—Nosvamos,mamá.Estáquitandolosganchosdelacortinadelbaño,peroselossacodelamano,los

tiroalpiso, laagarrode lamuñecay laempujohacia laescalera.Esalgobastanteviolento, nunca traté así a mi madre. Una furia nuevame empuja a la salida.Mimadremesigue,tropezandoavecesenlosescalones.Lostroncosestánacomodadosalpiede laescaleray lospateoalpasar.Llegamosal living, tomolacarterademimadreysalimosporlapuertaprincipal.

Yaenelcoche,llegandoalaesquina,mepareceverlaslucesdeotrocochequesalede lacasaydoblaennuestradirección.Llegoalprimercrucedebarroa todavelocidadymimadredice:

—¿Quélocurafuetodoeso?Mepreguntosiserefiereamiparteoalasuya.Enungestodeprotesta,mimadre

se pone el cinturón. Lleva la cartera sobre las piernas y los puños cerrados en lasmanijas.Medigoamímisma,ahora tecalmás, tecalmás, tecalmás.Buscoelotrococheporelespejoretrovisorperonoveoanadie.Quierohablarconmimadreperonopuedoevitargritarle.

—¿Quéestásbuscando,mamá?¿Quéestodoesto?Ellanisemueve.Miraseriaalfrente,conelentrecejoterriblementearrugado.—Porfavor,mamá¿qué?¿Quécarajohacemosenlascasasdelosdemás?Seescuchaalolejoslasirenadeunaambulancia.

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—¿Querésunode esos livings? ¿Esoquerés? ¿Elmármolde lasmesadas? ¿Labenditaazucarera?¿Esoshijosinútiles?¿Eso?¿Quémierdaesloqueperdisteenesascasas?

Golpeoelvolante.Lasirenadelaambulanciaseescuchamáscercayclavolasuñasenelplástico.Unavez,cuandoteníacincoañosymimadrecortótodaslascalasdeunjardín,seolvidódemísentadacontralaverjaynotuvolavalentíadevolverabuscarme.Esperémucho tiempo, hasta que escuché los gritos de una alemana quesalíadelacasaconunaescoba,ycorrí.Mimadreconducíaencírculosdoscuadrasalaredonda,ytardamosenencontrarnos.

—Nada de todo eso—dice mi madre manteniendo la vista al frente, y es loúltimoquediceentodoelviaje.

Laambulanciadoblahacianosotrasunascuadrasmásadelanteynospasaatodavelocidad.

Llegamos a casa media hora más tarde. Dejamos las cosas en la mesa y nossacamoslaszapatillasembarradas.Lacasaestáfría,ydesdelacocinaveoamimadreesquivar el sillón, entrar al cuarto, sentarse en su cama y estirarse para prender elradiador. Pongo agua a calentar para preparar té. Esto necesito ahora,me digo, unpoco de té, y me siento junto a la hornalla a esperar. Cuando estoy poniendo elsaquitoenlatazasuenaeltimbre.Eslamujer,ladueñadelacasadelostreslivings.Abroymequedomirándola.Lepreguntocómosabedóndevivimos.

—Lasseguí—dicemirándoseloszapatos.Tieneunaactituddistinta,másfrágilypaciente,yaunqueabroelmosquiteropara

dejarla entrar no parece animarse a dar el primer paso.Miro la calle hacia ambosladosynoveoningúncocheenelqueunamujercomoellapodríahabervenido.

—Notengoeldinero—digo.—No—diceella—,nosepreocupe,novineporeso.Yo…¿Estásumadre?Escucho la puerta del cuarto cerrarse. Es un golpe fuerte, pero quizá difícil de

escuchardesdelacalle.Niego.Ellavuelveamirarsuszapatosyespera.—¿Puedopasar?Leindicounasillajuntoalamesa.Sobrelasbaldosasdeladrillo,sustacoshacen

unruidodistintoaldenuestrostacos,ylaveomoverseconcuidado:losespaciosdeestacasasonmásacotadosylamujernoparecesentirsecómoda.Dejasubolsosobrelaspiernascruzadas.

—¿Quiereunté?Asiente.—Sumadre…—dice.Le acerco una taza caliente y pienso «sumadre está otra vez enmi casa», «su

madrequieresabercómopagolostapizadosdecuerodetodosmissillones».—Sumadresellevómiazucarera—dicelamujer.Sonríecasiamododedisculpas,revuelveelté,lomiraperonolotoma.

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—Pareceuna tontería—dice—,pero,de todas lascosasde lacasa,es loúnicoquetengodemimadrey…—haceunsonidoextraño,casicomounhipo,ylosojosselellenandelágrimas—,necesitoesaazucarera.Tienequedevolvérmela.

Nos quedamos un momento en silencio. Ella esquiva mi mirada. Yo miro unmomentohaciaelpatiotraseroylaveo,veoamimadre,yenseguidadistraigoalamujerparaquenomiretambién.

—¿Quieresuazucarera?—pregunto.—¿Estáacá?—dicelamujereinmediatamenteselevanta,miralamesadadela

cocina,elliving,elcuartounpocomásallá.Peronopuedoevitarpensaren loqueacabodever:mimadrearrodilladaen la

tierrabajolaropacolgada,metiendolaazucareraenunnuevoagujerodelpatio.—Silaquiere,encuéntrelaustedmisma—digo.La mujer se queda mirándome, le lleva unos cuantos segundos asumir lo que

acabodedecir.Despuésdejalacarteraenlamesaysealejadespacio.Parececostarleavanzarentreel sillónyel televisor,entre las torresdecajasapilablesquehayportodoslados,comosiningúnsitiofueraadecuadoparaempezarabuscar.Asímedoycuenta de qué es lo que quiero. Quiero que revuelva. Quiero que mueva nuestrascosas, quiero quemire, aparte y desarme.Que saque todo afuera de las cajas, quepise,quecambiedelugar,quesetirealsueloytambiénquellore.Yquieroqueentremi madre. Porque si mi madre entra ahora mismo, si se recompone pronto de sunuevoentierroyregresaalacocina,laaliviarávercómolohaceunamujerquenotienesusañosdeexperiencia,niunacasadondehacerbienestetipodecosas,comocorresponde.

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MISPADRESYMISHIJOS

—¿DÓNDEESTÁLAROPAdetuspadres?—preguntaMarga.Cruzalosbrazosyesperamirespuesta.Sabequenolosé,yquenecesitoqueella

hagaunanuevapregunta.Delotroladodelventanal,mispadrescorrendesnudosporeljardíntrasero.

—Vanaser lasseis,Javier—mediceMarga—.¿QuévaapasarcuandollegueCharlyconloschicosdelsúperyveanasusabueloscorriéndoseunoalotro?

—¿QuiénesCharly?—pregunto.Creoque séquiénesCharly, eselgran-hombre-nuevodemiexmujer,perome

gustaríaqueenalgúnmomentoellameloexplicara.—Sevanamorirdevergüenzadesusabuelos,esovaapasar.—Estánenfermos,Marga.Suspira.Yocuentoovejasparanoamargarme,paratenerpaciencia,paradarlea

Margaeltiempoquenecesita.Digo:—Queríasque loschicosvieranasusabuelos.Queríasque trajeraamispadres

hasta acá, porque acá, a trescientos kilómetros demi casa, se te ocurrió que seríabuenopasarlasvacaciones.

—Dijistequeestabanmejor.DetrásdeMargamipadreriegaamimadreconlamanguera.Cuandoleriegalas

tetas,mimadresesostienelastetas.Cuandoleriegaelculo,mimadresesostieneelculo.

—Sabéscómoseponensilossacásdesuambiente—digo—,yelairelibre…¿Esmimadrelaquesostieneloquemipadreriegaoesmipadreelqueriegalo

quemimadresesostiene?—Ajá.Asíqueparainvitarteapasarunosdíascontushijos,alosque,además,

hacetresmesesquenoves,tengoquepreverelniveldeexcitacióndetuspadres.Mimadre alza al caniche deMarga y lo sostiene arriba de su cabeza, girando

sobresímisma.YointentonoquitarlavistadeMargaparaquedeningunaformasevuelvahaciaellos.

—Quierodejartodaestalocuraatrás,Javier.«Estalocura»,pienso.—Siesoimplicaqueveasmenosaloschicos…Nopuedoseguirexponiéndolos.

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—Soloestándesnudos,Marga.Vahaciaadelante, lasigo.Detrásdemí,elcanichecontinúagirandoenelaire.

AntesdeabrirMargasearreglaelpelofrentealosvidriosdelapuerta,seacomodaelvestido.Charlyesalto,fuerteytosco.Pareceeltipodelnoticierodelasdocedespuésdehincharseelcuerpodeejercicios.Mihijadecuatroymihijodeseiscuelgandesus brazos comodos flotadores infantiles.Charly los ayuda a caer con delicadeza,acercandoalatierrasuinmensotorsodegorilayquedandolibreparadarleunbesoaMarga.Despuésvienehaciamíyporunmomentotemoquenoseaamable.Peromedalamano,ysonríe.

—Javier,tepresentoaCharly—diceMarga.Sientoaloschicosgolpearcontramispiernasyabrazarme.Sostengoconfuerza

lamanodeCharlyquemesacudeelcuerpo.Loschicossesueltanysalencorriendo.—¿Quéteparecelacasa,Javi?—diceCharly,levantandosuvistadetrásdemí,

comosihubieranalquiladounverdaderocastillo.«Javi—pienso—.Estalocura»,pienso.Elcanicheaparecellorandoporlobajoconlacolaentrelaspatas.Margaloalza

y, mientras el perro la lame, ella frunce la nariz y le dice: «michiquititingo-michiquititingo».Charlylamiraconlacabezainclinada,quizásolointentaentender.Entoncesellasevuelveensecohaciaél,alarmada,ydice:

—¿Dóndeestánloschicos?—Estarándetrás—diceCharly—,eneljardín.—Esquenoquieroqueveanasíasusabuelos.Lostresgiramosaunladoyalotro,peronolosvemos.—Ves,Javier,estoesjustamenteeltipodecosasquequieroevitar—diceMarga

alejándose unos pasos—, ¡chicos! Va hacia el jardín de atrás bordeando la casa.Charlyyyolaseguimos.

—¿Quétallaruta?—preguntaCharly.Haceelgestodegirarelvolanteconunamano,simulapasaruncambioyacelerar

conlaotra.Hayestupidezyexcitaciónencadaunodesusmovimientos.—Nomanejo.Seagachapara levantar algunos juguetesquehayenel caminoy losdejaaun

lado,ahoratieneelceñofruncido.Temollegaraljardínyencontrarjuntosamishijosymispadres.No,loquetemo

esqueseaMargaquienlosencuentrejuntos,ylagranescenarecriminatoriaqueseavecina.PeroMargaestásolaenelmediodeljardín,esperándonosconlospuñosenlacintura.Entramosalacasasiguiéndola.Somossusmáshumildesseguidoresyesoes tener algo en común con Charly, algún tipo de relación. ¿Realmente habrádisfrutadodelarutaensuviaje?

—¡Chicos!—gritaMargaen lasescaleras,estáfuriosaperosecontiene, talvezporqueCharly todavíano laconocebien.Vuelveysesientaenunabanquetade lacocina—.Necesitamostomaralgo,¿no?

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Charlysacaunrefrescodelaheladeraylosirveentresvasos.Margatomaunpardetragosysequedaunmomentomirandoeljardín.

—Estoestámuymal.—Seponeotravezdepie—.Estoestámuymal.Esquepodríanestarhaciendocualquiercosa.—Yahorasímemiraamí.

—Busquemosotravez—digo,peroparaentoncesellayaestásaliendoaljardíntrasero.

Regresaunossegundosdespués.—Noestán—dice—,diosmío,Javier,noestán.—SíqueestánMarga,tienenqueestarenalgúnlugar.Charlysaleporlapuertaprincipal,cruzaeljardíndelanteroysiguelashuellasde

loscochesquellevanhastaelcamino.Margasubelasescalerasylosllamadesdelaplantaalta.Salgoyrodeolacasa.Pasolosgarajesabiertos,llenosdejuguetes,baldesypalasdeplástico.Entre lasramasdedosárbolesveoqueeldelfín inflablede loschicos cuelga ahorcado de una de las ramas. La soga está hecha con la ropa dejogging de mis padres. Marga se asoma desde una de las ventanas y cruzamosmiradasunsegundo.¿Ellabuscarátambiénamispadresosolobuscaráaloschicos?Entroalacasaporlapuertadelacocina.Charlyestáentrandoenesemomentoporlaprincipalymedicedesdeelliving:

—Delantenoestán.Sucarayanoesamable.Ahoratienedoslíneasentrelascejasysobreactúasus

movimientoscomosiMargaestuvieracontrolándolo:pasarápidamentedelaquietuda la acción, se agacha bajo la mesa, se asoma detrás del vajillero, espía tras laescalera, como si solopudiera encontrar a los chicos tomándolospor sorpresa.Meveoobligadoaseguirsuspasosynopuedoconcentrarmeenmipropiabúsqueda.

—Noestánafuera—diceMarga—,¿habránvueltoalcoche?Enelcoche,Charly,enelcoche.

Esperoperonohayninguna instrucciónparamí.CharlyvuelveasaliryMargasubeotraveza loscuartos.Lasigo,ellavaalqueaparentementeocupaSimón,asíque yo busco en el de Lina. Cambiamos de cuartos y volvemos a buscar. CuandoestoymirandobajolacamadeSimón,laescuchoputear.

—La puta madre que los parió—dice, así que asumo que no es porque hayaencontradoaloschicos.¿Habráencontradoamispadres?

Buscamosjuntosenelbaño,enelaltilloyeneldormitoriomatrimonial.Margaabrelosplacares,correalgunasprendasquecuelgandelasperchas.Haypocascosasytodoestámuyordenado.Esunacasadeverano,medigo,perodespuéspiensoenlaverdaderacasademimujerymishijos,lacasaqueantestambiéneramicasa,ymedoycuentadequesiemprefueasíenestafamilia,quetodofuepocoyordenado,quenunca sirvió de nada correr las perchas para encontrar algo más. Escuchamos aCharlyentrarotravezalacasa,noscruzamosenelliving.

—Noestánenelcoche—lediceamimujer.—Estoesculpadetusviejos—diceMarga.

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Meempujahaciaatrásgolpeándomeunhombro.—Estuculpa.¿Dóndemierdaestánmishijos?—gritaysalecorriendodenuevo

aljardín.Losllamaaunladoyotrodelacasa.—¿Quéhaydetrásdelosarbustos?—lepreguntoaCharly.Memiraymiraotra

vezamimujer,quesiguegritando.—¡Simón!¡Lina!—¿Hayvecinosdelotroladodelosarbustos?—pregunto.—Creoqueno.Nosé.Hayquintas.Lotes.Lascasassonmuygrandes.Puedequetengarazónendudar,peromepareceelhombremásestúpidoquevi

enmivida.Margaregresa.—Voyadelante—dice,ynosseparaparapasarporelmedio—.¡Simón!—¡Papá!—gritoyocaminandodetrásdeMarga—.¡Mamá!Margavaunosmetrosdelantedemícuandosedetieneylevantaalgodelpiso.Es

algoazul,ylosostienedeunapunta,comosisetrataradeunanimalmuerto.EselbuzodeLina.Sevuelveparamirarme.Vaadecirmealgo,vaaputearmeotravezdearriba abajo pero ve que más allá hay otra prenda y va hacia ella. Siento a misespaldaslasombradescomunaldeCharly.MargalevantalaremerafucsiadeLina,ymásalláunadesuszapatillas,ymásallálacamisetadeSimón.

Haymásenelcamino,peroMargasedetieneensecoysevuelvehacianosotros.—Llamáalapolicía,Charly.Llamáalapolicíaahora.—Bichi,noesparatanto…—diceCharly.«Bichi»,pienso.—Llamáalapolicía,Charly.Charlysedamediavueltaycaminaapuradohacialacasa.Margajuntamásropa.

Lasigo.Levantaunaprendamásyseparafrentealaúltima.Eselshortcitodemallade Simón. Es amarillo y está un poco enroscado.Marga no hace nada. Quizá nopuede agacharse por esa prenda, quizá no tenga las fuerzas suficientes. Está deespaldasy sucuerpopareceempezara temblar.Meacercodespacio, intentandonosobresaltarla.Esunamallamuychiquita.Podríaentrarenmismanos,cuatrodedosenunagujero,eldedogordoenelotro.

—En unminuto están acá—diceCharly viniendo desde la casa—,mandan alpatrullerodelarotonda.

—Avosyatufamilialosvoya…—diceMargaviniendohaciamí.—Marga…Levanto lamalla y entoncesMargame salta encima.Trato de sostenermepero

pierdoelequilibrio.Mecubrolacaradesuscachetazos.Charlyyaestáacáeintentasepararnos.Elpatrulleroparaenlapuertayhacesonarunavezlasirena.DospolicíasbajanrápidoyseapuranparaayudaraCharly.

—Noestánmishijos—diceMarga—,noestánmishijos—yseñalalamallaquecuelgademimano.

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—¿Quién es este hombre? —dice el policía—. ¿Usted es el marido? —lepreguntanaCharly.

Intentamosexplicarnos.ContramiprimeraimpresiónniMarganiCharlyparecenculparme.Soloreclamanporloschicos.

—Mishijosestánperdidoscondoslocos—diceMarga.Pero los policías solo quieren saber por qué estábamos peleando. El pecho de

Charly empiezaahincharseyporunmomento temoque se tire sobre lospolicías.Dejocaerresignadamentelasmanos,comohizoMargaconmigohaceunrato,ysolologroquelosojosdelsegundopolicíasiganconalarmalaoscilacióndelamalla.

—¿Quémira?—diceCharly.—¿Qué?—diceelpolicía.—Queestámirandoesamalladesdequesebajódelcoche,¿quiereavisardeuna

vezaalguienquehaydoschicosdesaparecidos?—Mis hijos—insisteMarga. Se planta frente a uno de los policías y lo repite

muchasveces,quierequelapolicíaseconcentreenloimportante—,mishijos,mishijos,mishijos.

—¿Cuándolosvieronporúltimavez?—dicealfinelotro.—Noestánenlacasa—diceMarga—selosllevaron.—¿Quiénselosllevó,señora?Niegoeintentointervenir,perosemeadelantan.—¿Estáhablandodeunsecuestro?—Podríanestarconlosabuelos—digo.—Estáncondosviejosdesnudos—diceMarga.—¿Ydequiénesestaropa,señora?—Demishijos.—¿Meestádiciendoquehaychicosyadultosdesnudosyjuntos?—Porfavor—dicelavozyaquebradadeMarga.Porprimeravezmepreguntoquétanpeligrosoesquetushijosandendesnudos

contuspadres.—Puedenestarescondidos—digo—,nohayquedescartarlotodavía.—¿Yustedquiénes?—diceelpolicíamientraselotroyaestállamandoporradio

alacentral.—Soysumarido—digo.AsíqueelpolicíamiraahoraaCharly.Margavuelveaenfrentarlo,temoquepara

negarleloqueacabodedecir,perodice:—Porfavor:mishijos,mishijos.Elprimerpolicíadejaelradioyseacerca:—Lospadresalcoche,elseñor—señalandoaCharly—sequedaporsiloschicos

vuelvenalacasa.Nosquedamosmirándolo.—Alcoche,vamos,hayquemoverserápido.

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—Deningunamanera—diceMarga.—Señoraporfavor,hayqueasegurarsedequenoestényendohacialaruta.Charly empuja aMarga hacia el patrullero y yo la sigo. Subimos y cierro mi

puertaconelcocheyaenmarcha.Charlyestádepie,mirándonos,yyomepreguntosiesostrescientoskilómetrosdeexcitanteconducciónloshabráhechoconmishijossentadosatrás.Elpatrulleroretrocedeunpocodeculataysalimosdelterrenohacialaruta,atodavelocidad.Enesemomentomevuelvohacialacasa.Losveo,ahíestánloscuatro:aespaldasdeCharly,másalládeljardíndelantero,mispadresymishijos,desnudos y empapados detrás del ventanal del living.Mimadre restriega sus tetascontraelvidrioyLinalaimitamirándolaconfascinación.Gritandealegría,peronose los escucha. Simón las imita a ambas con los cachetes del culo. Alguien mearrancalamalladelamanoyescuchoaMargaputearalpolicía.Elradiohaceruido.Gritanalacentraldosveceslaspalabras«adultosymenores»,unavez«secuestro»,tresveces«desnudos»,mientrasmiexmujergolpeaconlospuñoselasientotraserodelconductor.Asíquemedigoamímismo«noabras laboca»,«nodigasnimu»,porqueveoamipadremirarhaciaacá: su torsoviejoydoradoporel sol, su sexoflojoentrelaspiernas.Sonríetriunfalyparecereconocerme.Abrazaamimadreyamishijos,despacio,cálidamente,sindespegaranadiedelvidrio.

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PASASIEMPREENESTACASA

ELSEÑORWEIMERestátocandolapuertademicasa.Reconozcoelsonidodesupuñopesado, susgolpescautosy repetitivos.Asíquedejo losplatosen lapiletaymiroeljardín:ahíestáotravez,todaesaropatiradaenelpasto.Piensoquelascosassucedensiempreenelmismoorden,inclusolasmásinsólitas,ylopiensocomosilohicieraenvozalta,deunmodoordenadoquerequierelabúsquedadecadapalabra.Cuandolavo losplatossemedabieneste tipodereflexiones,bastaabrir lacanillapara que las ideas inconexas finalmente se ordenen. Es apenas un lapso deiluminación;sicierrolacanilla,paratomarnota,laspalabrasdesaparecen.LospuñosdelseñorWeimerllamanotravez,susgolpessonahoramásfuertes,peroélnoesunhombreviolento,esunpobrevecinoatormentadoporsumujer,unoquenosabemuybiencómoseguiradelanteconsuvida,peronoporesodejadeintentarlo.Unoque,cuandoperdióasuhijoypaséporelvelorioasaludar,mediounabrazorígidoyfrío,y esperó unosminutos conversando con otros invitados antes de volver y decirmecasi al oído «acabo de descubrir quiénes son los chicos que vuelcan los tachos debasura.Yanohayquepreocuparseporeso».Esaclasedehombre.Cuandolamujertiralaropadelhijomuertoenmijardínélgolpealapuertapararecogerlotodo.Mihijo,queenloprácticoseríaelhombredelacasa,dicequeestoesalgodelocos,yseenfurececadavezquelosWeimerempiezanconestelíoyadigamosquincenal.Hayque abrir, ayudar a recoger la ropa, darle al hombre unas palmadas en la espalda,asentircuandodicequeeltemaestáprácticamentesolucionado,quenadadeestoesdemasiadoterrible,yluego,unoscincominutosdespuésdequesehayaido,escucharlosgritosdeella.Mihijocreequeellagritaalabrirelplacaryencontrarotravezlaropadel chico. «¿Meestán jodiendo?—dicemihijo en cadanuevo episodio—, lapróxima quemo toda la ropa». Corro el pasador y ahí estáWeimer con su palmaderecha apoyada en la frente, casi tapándose los ojos, esperandomi apariciónparabajar el brazo con cansancioydisculparse «noquiero importunarla, pero».Abroypasa,yasabecómollegaraljardín.Haylimonadafrescaenlaheladeraylasirvoendosvasosmientrasélsealeja.Porlaventanadelacocinaloveohusmearelpastoyrodear los geranios, donde suelen caer las cosas. Al salir dejo que la puerta delmosquitero golpee, porque hay algo íntimo en esta recolección que no me gustainterrumpir.Meacercodespacio.Élseincorporaconunsuéterenlamano.Tienemás

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ropa apilada en el otro brazo, eso parece ser todo. «¿Quién podó los pinos?»,pregunta. «Mi hijo», digo. «Estánmuy bien», asientemirándolos. Son tres árbolesenanosymihijointentóunaformacilíndrica,unpocoartificialperooriginal,hayquedecirlo.«Tomeunalimonada»,digo.Juntalaropaenunsolobrazoyledoyelvaso.Elsoltodavíanoquema,porqueestemprano.Mirodereojoelbancoquetenemosunpoco más allá, es de cemento y a esta hora se siente tibio, casi una panacea.«Weimer»,digo,porqueesmáscálidoque«señorWeimer».Ypienso:«hágamecaso,tireesaropa.Esloúnicoquequieresumujer».Peroquizáseaélelquearrojalaropayluegosearrepiente,yentoncesseaellalapobremujeraquiensumaridoatormentacadavezque love entrar con esa ropa.Quizáya intentaron tirar todo enunagranbolsadeconsorcio,yelbasurerolestocóeltimbreparadevolvérselacomonospasóconlaropaviejademihijo,«Señora,porquénolodona,silosuboalcamiónestonosirve para nadie», y ahí está la bolsa en el lavadero, hay que llevarla urgente estasemana, no sé, a algún lugar.Weimer espera,me espera.La luz ilumina sus pocospeloslargosyblancos,labarbaplateadaapenasdibujadaenlaquijada,losojosclarosperoopacos,muychicosparaeltamañodesucara.Nodigonada,creoqueelseñorWeimer adivina lo que pienso. Baja un momento su mirada. Bebe más limonadaatentoahoraasucasa,detrásdelaligustrinaquedividenuestrosjardines.Buscoalgoútilquedecir,algoqueconfirmequereconozcosuesfuerzoyquesugieraalgúntipodesolución,optimistae imprecisa.Vuelveamirarme.Parece intuirhaciadóndevaesta conversación que no hemos empezado, parece animarse a entender. «Cuandoalgo no encuentra su lugar…», digo, suspendiendo las últimas letras en el aire.Weimer asiente una vez y espera. Dios santo, pienso, estamos sincronizados.Sincronizadaconestehombrequediezañosatrás ledevolvíaamihijo laspelotaspinchadas,quecortabalasfloresdemisazaleassicruzabanla líneaimaginariaquedividíanuestros terrenos.«Cuandoalgonoencuentrasu lugar», retomomirandosuropa.«Dígame,porfavor»,diceWeimer.«Nosé,perohayquemoverotrascosas».Hayquehacer lugar,pienso,por esomevendría tanbienquealguien se llevara labolsa que tengo en el lavadero. «Sí», diceWeimer queriendo evidentemente decir«Continúe».Escucholapuertadeentrada,esunruidoqueaWeimernoledicenada,peroqueamímeindicaquemihijoyaestáencasa,asalvoyconhambre.Doyunpaso largo hacia el banco y me siento. Pienso que el cemento cálido del bancotambiénseríaunabendiciónparaél,yhagolugarparaquesesume.«Dejelaropa»,ledigo.Él no parece tener ningún problema con esto,mira hacia los lados buscandodónde dejarla y pienso,Weimer puede hacerlo, claro que sí. «¿Dónde?», pregunta.«Déjela sobre los cilindros», digo señalando los pequeños pinos.Weimer obedece.Deja la ropa y se sacude el césped de lasmanos. «Siéntese». Se sienta.Qué hagoahora con este viejo. Pero hay algo en él que me anima a seguir adelante. Algoparecido a tener las manos bajo el agua de la canilla, una calma que me permitepensarlaspalabras,ordenarloshechos,lascosasquesucedensiempreenunmismoorden. La expectativa de Weimer parece crecer, casi se diría que espera una

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instrucción.Esunpoderyunaresponsabilidadconlaquenoresuelvoquéhacer.Susojos claros se humedecen: la confirmación final de esta sincronización insólita.Lomirodescaradamente,sindejarleningúnespaciodeintimidad,porquenopuedocreerqueestoestépasandonisoportoelpesoquetienesobremí.SentéalseñorWeimeryahoraquierodeciralgoqueresuelvaesteproblema.Beboelfondodelalimonadaypiensoenalgúnconjuro sonoroypráctico,unaconsignaquenosbeneficie a todoscomo«cómpreleamihijocuantaspelotaslehayadesinfladoytodosesolucionará»,«sillorasinsoltarsulimonadaelladejarádetirarlaropa»,o«dejelaropasobrelospinosunanocheysiamanecedespejadoesqueelproblemadesaparecerá»;pordios,yomismapodría tirarla a lamadrugadamientrasme fumomiúltimocigarrillo deldía.Deberíamezclarlaconbasuraparaqueelhombredelcamiónnoladevuelva,esomismohayquehacerconlademihijo,urgenteestasemana.Deciralgoqueresuelvaeste problema, me repito para no perder el hilo. Dije cosas muchas veces y, yapronunciadas, laspalabrasejercieronsuefecto.Retuvieronamihijo,alejaronamimarido,seordenarondivinamenteenmicabezacadavezquelavélosplatos.EnmijardínWeimerbebeelfondodesuvasoylosojosterminandellenárseledelágrimas,comosisetrataradealgúnefectodellimón,yyopiensoquequizáestémuyfuerteparaél,quequizáhayunmomentoenqueelefectoyanodependedelaspalabrasoen el que lo imposible es la pronunciación. «Sí», dijo Weimer hace unos largossegundos, un sí que era un «continúe», un «por favor», y ahora estamos ancladosjuntos, los dos vasos vacíos sobre el banco de cemento, y sobre el banco nuestroscuerpos.Entonces tengounavisión, undeseo:mi hijo abre la puertamosquitero ycaminahacianosotros.Tienelospiesdescalzos,pisanrápido,jóvenesyfuertessobreelcésped.Estáindignadoconnosotros,conlacasa,contodoloquesucedesiempreen esta casa en unmismo orden. Su cuerpo crece hacia nosotros con una energíapoderosaqueWeimeryyoesperamossinmiedo,casiconansias.Sucuerpoenormequeavecesmerecuerdaaldemimaridoymeobligaacerrar losojos.Estáasolounosmetros,ahoracasisobrenosotros.Perononostoca.Mirootravezymihijosedesvíahacialospinosenanos.Agarralaropafurioso,juntatodoenunúnicobolloyregresaensilenciopordondevino,sucuerpoyalejanoypequeño,acontraluz.«Sí»,diceWeimer,ysuspira;ynoeselprimer«Sí»repitiéndose.Esunsímásabierto,casiensoñador.

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LARESPIRACIÓNCAVERNARIA

LALISTAERAPARTEDEUNPLAN:Lolasospechabaquesuvidahabíasidodemasiadolarga, tan simple y liviana que ahora carecía del peso suficiente para desaparecer.Habíaconcluido,alanalizar laexperienciadealgunosconocidos,que inclusoen lavejezlamuertenecesitabadeungolpefinal.Unempujónemocional,ofísico.Yellano podía darle a su cuerpo nada de eso. Quería morirse, pero todas las mañanas,inevitablemente, volvía a despertarse. Lo que sí podía hacer, en cambio, eraorganizarlotodoenesadirección,aminorarsupropiavida,reducirsuespaciohastaeliminarloporcompleto.Deesosetratabalalista,deesoydemantenersefocalizadaen lo importante.Recurríaaellacuandosedispersaba,cuandoalgo laalterabao ladistraíayolvidabaquéeraloqueestabahaciendo.Eraunalistabreve:

Clasificarlotodo.Donarloprescindible.Embalarloimportante.Concentrarseenlamuerte.Siélseentromete,ignorarlo.La lista la ayudabaa lidiar con sucabeza,peroparael estadodeplorablede su

cuerponohabíaencontradoningunasolución.Yanoaguantabamásdecincominutosdepie,ynosololuchabaconsusproblemasdelacolumna.Aveces,surespiraciónsealteraba y necesitaba tomarmás aire de lo normal. Entonces inhalaba todo lo quepodía,yexhalabaconunsonidoásperoygrave,tanextrañoquenuncaterminaríadeasimilarcomopropio.Sicaminabaaoscurasen lanoche,de lacamaalbañoydelbañoa lacama,el sonido leparecíaeldeun serancestral respirándoleen lanuca.Nacíaenlasprofundidadesdesuspulmonesyeraelresultadodeunanecesidadfísicainevitable.Paradisimularlo,Lolasumabaalaexhalaciónunsilbidonostálgico,unamelodíaentreamargayresignadaquehabíaidoasentándosepocoapocoenella.Loimportante está en la lista, se decía a sí misma cada vez que el desgano lainmovilizaba.Todolodemás,ledabaigual.

*

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Desayunaban en silencio.Él preparaba todoy lo hacía delmodoque aLola legustaba.Tostadasdepanintegral,dosfrutascortadasentrozospequeños,mezcladosyvueltosadividirenunaporciónparacadauno.Enelcentrodelamesaelazúcaryelquesoblanco;juntoalatazadecafédeella,eldulcedenaranjabajoencalorías;juntoalcafédeél,eldulcedebatatayelyogur.Eldiarioeradeél,perolasseccionesde salud y bienestar eran para ella y estaban dobladas junto a su servilleta, paracuandoterminaradedesayunar.Siellalomirabaconelcuchillodeuntarenlamano,él leacercabaelplatocon tostadas.Siellamiraba fijamentealgunazonaparticulardelmantel,élladejabaestar,porquesabíaquealgomásestabapasando,algoenloqueélnopodíameterse.Ellalomirabamasticar,sorberelcafé,pasarlaspáginasdeldiario.Lemirabalasmanosyatanpocomasculinas,blancasyfinas,lasuñaslimadascon prolijidad, el poco pelo que le quedaba en la cabeza. No llegaba a grandesconclusiones ni tomaba decisiones al respecto. Solo lomiraba y se recordaba a símismadatosconcretosquenuncaanalizaba:«hacecincuentaysieteañosqueestoycasadaconestehombre»,«estoesmividaahora».Cuandoterminabaneldesayunollevabanlascosashastalapileta.Élleacercabaelbancoyellalavabasentada.Eraunbanco que le permitía apoyar los codos sobre la bacha, así que casi no debíaencorvarse. Él se hubiera ocupado de los platos sin problema, pero ella no queríadeberlenada,yélladejabahacer.Lolalavabadespacio,pensandoenelcronogramadelatelevisióndeesedíayensulista.Lallevabadobladaendosenelbolsillodeldelantaldelacocina.Siestabadesplegada,unacruzblancasedibujabaenelcentrodelpapel.Sabíaqueprontoempezaríaaromperse.Aveces,endíascomoese,Lolanecesitabamás tiempo, terminaba de lavar y no se sentía preparada para continuarconelrestodeldía,asíquerepasabaunratolamugrequesejuntabaentreelmetalyelplásticode lascucharaspequeñas, laspiedrasdeazúcarhúmedaen la tapade laazucarera,labaseoxidadadelapava,elsarroalrededordelacanilla.

También,aveces,Lolacocinaba.Éllellevabaelbancohastalacocinaydisponíatodo lo que ella pidiera.No es que ella no pudieramoverse, podía hacerlo si algoimportantelojustificaba,perodesdequelacolumnaysuagitaciónlohacíantodotandifícil,ahorrabaesfuerzosparalosmomentosenlosqueélnopudieraayudarla.Élseocupabadelosimpuestos,deljardín,delascomprasydetodoloquesucedíapuertasafuera.Ellahacíaunalista—otralista,ladelascompras—,yélselimitabaaeso.Sifaltabaalgodebíavolverasalir,y,sisobraba,ellapreguntabaquéeraycuántohabíacostado.

Avecesélcomprabachocolatada,veníaenpolvoparaprepararconleche,comolaquetomabasuhijoantesdeenfermarse.Elhijoquehabíantenidonohabíallegadoapasarlaalturadelasalacenas.Habíamuertomuchoantes.Apesardetodoloquesepuede dar y perder por un hijo, a pesar delmundo y de todo lo que hay sobre elmundo,apesardequeellatiródelaalacenalascopasdecristalylaspisódescalza,yensuciótodohastaelbaño,ydelbañoalacocina,ydelacocinaalbaño,yasíhastaque él llegó y logró calmarla. Desde entonces él compraba la caja más chica de

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chocolatada,ladedoscientoscincuentagramos,laquevieneenunenvasedecartón,aunqueno sea laopciónmás económica.Noestaba en las listas, pero era el únicoproducto sobre el que ella no hacía comentarios. Guardaba la caja en la alacenasuperior,detrásdelasalylasespecias.Eracuandodescubríaquelacajaquehabíaguardadounmesatrásyanoestaba.Nuncaloveíausarlachocolatadaenpolvo,enrealidad, no sabía cómo terminaba acabándose, pero era un tema sobre el cualpreferíanopreguntar.

Comíanproductossanos,elegidosatentamenteporLolafrentealtelevisor.Todolo que desayunaban, almorzaban o cenaban había tenido alguna vez su publicidadanunciando vitaminas, bajas calorías o ausencia de ingredientes transgénicos. Laspocasvecesqueellaleencargabaunproductonuevolobuscabadespuésentretodaslasbolsas,yloestudiabajuntoalaventana,alaluznatural.Estabaaltantodequédebía o no contener un producto sano. Había buenos médicos y nutricionistasalertandodeestoalagenteportelevisión,comoeldoctorPettersondelprogramadelas once. Si Lola encontraba algo sospechoso o contradictorio en las publicidades,llamabaalnúmerodeatenciónalclienteypedíahablarconalgúnresponsable.Unavez,apesardequeconsusquejasnologróquelaempresaledevolvierasudinero,recibió al día siguiente una caja con veinticuatro yogures de crema y durazno.Yahabían comprado los yogures para esa semana y las fechas de vencimiento leparecierondemasiadocercanas.Abríalaheladera,veíalosyoguresylaangustiabalacantidaddeespacioqueocupaban.Noseloscomeríanatiempo,seecharíanaperdery no sabía qué hacer con ellos. Se lo comentó varias veces a él. Le explicó lascomplicaciones esperando que él entendiera que había que hacer algo al respecto,algoqueyanoestabaasualcance.Unatardeelproblemalasobrepasó.Nosucediónadaenparticular,simplementeentendióqueyanopodríaabrirlaheladerayverquelos yogures seguían ahí. Merendó café solo, y aunque más tarde se sintiósecretamenteavergonzadaporelenojo,todavíalaindignabanotenerexpectativasdeningúntipodesolución,ningúnrecursopropioparaluchar.Cuandoalfinélsellevólosyogures,ellanopreguntónada.Movióunbancohastalaheladera,dondetrabólapuertaabiertay,sentada,silbandoapenasenlosmovimientosbruscosparadisimularlosronquidosdesurespiración,aprovechóparalimpiarlosestantesyreorganizarunpocolascosasquequedaban.

*

Nosoloestabaloquesucedíaenlosnoticieros,ellapodíasabermuchodelmundodesde laventanade la cocina.Elbarrio sehabíavueltopeligroso.Máspobre,mássucio.Ensucallehabíaalmenostrescasasdeshabitadas,conelpastocrecidoylosjardinesdelanterosllenosdecorreoestropeado.Denochesolofuncionabanlaslucesdelasesquinas,queconlasombradelosárbolesalcanzabaparamuypoco,yhabía

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ungrupodechicos jóvenes,seguramentedrogadictos,quesesentabancasisiempreen el cordón, ametros de su casa, y se quedaban ahí hasta lamadrugada.Avecesgritaban,otirabanbotellas,unosdíasatrásjugaronacorrerdeunapuntaalaotradesu reja,haciendosonarelhierrocomounxilofón,yestoúltimo fuedenoche,a lahoraenqueellaintentabadormir.Desdelaotracama,ellalechistóvariasvecesparaque él hiciera algo. Él se despertó y se sentó contra su cabecera, pero no salió adecirlesnada.Sequedaronensilencioescuchando.

—Vanarayarlasrejas—dijoella.—Sonsolochicos.—Chicosrayandonuestrasrejas.Peroélnosemoviódesucama.Era evidente que el tema de las rejas estaba relacionado con la llegada de los

nuevosvecinos.Unasemanaatráshabíanocupadolacasalinderaalasuya.Pararonconunacamionetadesvencijadaqueestuvofrentealacasa,conelmotorencendido,casiquinceminutosantesdequenadanuevopasara.Loladejódehacerloqueestabahaciendo,yesperótodoesetiempojuntoalaventana.Sedecíaasímismaqueteníaque actuar con precaución: nada certificaba, viendo las características de la nuevafamilia,quehubierancompradooalquiladolacasa.Alfinseabrióunadelaspuertasde la camioneta. Lola soltó un largo silbido y sintió un disgusto amargo, como sifrente a la larga duda entre arruinarle o no el día, finalmente hubieran optado porhacerlo.Sebajóunamujerdelgada.Viéndoladeespaldaspensósinose trataríadeuna adolescente, porque llevaba el pelo largoy suelto y vestíamuy informal, perocuandolamujercerrólapuertadescubrióquetendríaunoscuarentaaños.Elmotorseapagó,ylamismapuertavolvióaabrirse.Bajóunchicodeunosdoce,treceaños.Ydelotro lado,unhombrefornidovestidoconunmamelucoazul.Noteníanmuchaspertenencias, quizá la casa ya estaba amueblada. Alcanzó a ver dos colchonesindividuales, unamesa, cinco sillas—ninguna haciendo juego—, y una decena debolsos y valijas. El chico se ocupó de las cosas sueltas. La mujer y el hombremovieronelresto,comentandoavecescómodescargarymoverlascosas,hastaquela camioneta quedó vacía y el hombre se alejó sin despedirse, haciendo apenas ungestoconlamanoantesdesubirlaventanilla.

EsanocheLolaintentóhablarconél,hacerleentenderelnuevoproblemaqueestamudanzasignificaba.Discutieron.

—¿Porquésostanprejuiciosa?—Porquealguientienequellevarlospantalonesenestacasa.

*

Detrásde lacasadeLolael jardín seelevabaunpocohaciael fondo.Élhabíahecho una división en los últimos metros del terreno, y había plantado ahí dos

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ciruelos, dos naranjos, un limonero, y hecho una pequeña huerta con plantas deespecias y tomates. Pasaba algunas horas de la tarde ahí. Ella se asomó desde laventanade lacocinapara llamarloy lovioagachado juntoalcercodemaderaquedividía su terreno del de los vecinos. Conversaba con un chico que lo escuchabadesde el otro lado. Podría ser el nuevo vecino, pero no estaba segura, era difícilprecisarlo desde donde ella estaba. Esa noche, durante la cena, esperó a que élaclarara espontáneamente la situación. Era algo nuevo y todo lo nuevo debía sermencionado.Le correspondía a él hacerloy la cena era elmomento adecuado,poresoenlanocheeltelevisorestabaapagadoyLolapreguntabaquétaltudía.AsíqueLola esperó. Escuchó la ya conocida historia de la amiga de Póker que él solíaencontrarseenelbanco.Escuchóuncomentariosobreelsupermercado,yesoqueélsabíaque,desdeelincidentequeellahabíatenidolaúltimavezquepisóeselugar,yanoqueríanioírhablardenadarelacionadoconeseinfierno.Escuchóelproblemadelcortedecallesenelcentroporelasuntodelascloacasylaopiniónprevisiblequeélteníasobrecasitodaslascosas.Peroélnodijonadasobreelchico,yellapensóenlaposibilidaddequenofueralaprimeravezquesucedíaeseencuentroenelfondodelacasa,yestolaalarmó.

Estuvounosdíasatentaydescubrióqueeraelchicoelquecorríahaciaél,apenasél salíaal jardín,ynoviceversa.Verlos juntos lahacía sentirse incómoda,comosialgonoestuvierabien,comolosveinticuatroyoguresdecremayduraznoocupandolaheladera.

Una tarde el chico pasó del otro lado y se sentó en una banqueta mientras élseguía trabajando en la huerta.Unabanqueta de ellos.El chicohabló y los dos serieron.Unavez,estandoahí juntoa laventana,detrásde lacortina,ella recordó lachocolatada, y se sobresaltó. Pensó que algo podía estar escapándosele, algo en loquenohabíapensadohastaentonces.Fuehastalacocina,abriólaalacena,corriólasal y las especias.La caja de chocolatada estaba abierta, y no quedaba demasiada.Pensóensacarla,ysediocuentadequenoeraunaaccióntansimple.Lacocinaerasuterritorio.Todoenlacocinaestabaorganizadobajosusdirectivasyeralazonadelacasaen laque teníacontrol total.Pero la chocolatadaeraunproductodiferente.Tocó el dibujo del paquete con lasmanos ymiró hacia el jardín trasero.No pudohacermásqueeso,noentendíamuybienelsentidodeloqueestabahaciendo.Cerrólaalacenaytrasdesílapuertadelacocina.Fuehastaellivingysesentóenelsillón.Todo sucedió despacio, pero tan rápido como su cuerpo fue permitiendo cadamovimiento. Con lasmanos en los bolsillos acarició la lista. Era bueno saber queseguíaahí.

*

Aveces, si el clima era lo suficientemente secoy templado, ella salía al jardín

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delantero a verificar el estado de las alegrías del hogar, los farolitos chinos y lasazaleas.Élseocupabadelriegogeneraldelacasa,peroloscanterosdeljardíneranlosquemásseveíandesde lacalleynecesitabanuncuidadoespecial.Asíqueellahacíaunesfuerzo,ycontrolaba las floresy lahumedadde la tierra.Esamañana lamujeryelchicopasaronporlavereda.Lamujerlasaludóconungestodelacabeza,peroLolanoseanimóacontestar, sequedódepiemirándolospasar,cargadosconsusabrigosysusmochilas.Necesitabaevaluarestanuevasituación,elproblemaquesupondríaahorasalirarevisarlasplantasenesehorario,laposibilidadconstantedeintromisión.Necesitómásaire, respiróprofundamentey luego silbócontrolandoelritmo,talcomoelmédicolehabíaenseñado.Regresóalacasa,cerróconelpasadorysedejócaeren su sillón.Sabíaqueeraunasituaciónpeligrosa.Seconcentróenelritmodesurespiración,enaletargarlo,yunsegundodespuéstanteóbajosucuerpoelcontrolremotoyencendiólatele.Ademásdetodo,pensó,teníaqueseguiravanzandoconsu lista, teníaqueseguirclasificandoyembalando,yno lequedabademasiadotiempo. Sabía que se iba a morir, se lo había dado a entender a la señora de larotisería,cuandollamabaparahacersupedidolasnochesquenoteníaenergíasparacocinar.Tambiénlohabíaconversadoconelsodero,cuandotraíaelrepuestodecincolitrosdeaguamineralparaeldispenserdelacocina.Lesexplicabaporquérespirabade esa forma, el asunto de la oxigenaciónpulmonar, y los riesgos y consecuenciasque esto acarreaba. Una vez le mostró al sodero su lista y el hombre parecióimpresionado.

Peroalgono funcionaba: todo seguía adelante.Porqué, si sus intenciones erantanclaras,sucuerpovolvíaadespertarsecadadía.Eraalgoinsólitoycruel,yLolaempezabaatemerlopeor:quelamuerterequirieraunesfuerzoparaelqueellayanoestabapreparada.

*

Unosañosatrás,cuandotodavíaeraellalaqueseocupabadeiralsupermercado,habíaencontradoenlagóndoladeperfumeríaunacremaparalasmanosquecasinodejaba residuos. Realmente traía algo de aloe vera, podía olerlo cada vez que ladestapaba.Lehabíallevadountiempotestearotrasmarcas,ydinero.Ahora,aél,leencargabaotracrema,unaquecostabamenosde lamitadyqueerabastantemala.Podríahaberlepedidoquecompraralaotra,sindarexplicaciones,perodeesaformaélsabríaquealgunavezellahabríagastadoesedineroenunacrema.Cosasasíeranlasqueavecesañoraba.Porquenovolveríanuncamásalsupermercado,pormásqueél en la cena, sabiendo perfectamente que ella detestaba escucharlo, insistiera enhablar de eso. No después del incidente, no después de esa tarde nefasta en elsupermercado.Eraunadelaspocascosasquerecordabaconclaridad,ylallenabadevergüenza. ¿Él también lo recordaría? ¿Sabría solo lo que vio al llegar? ¿O con el

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tiempolostestigosselohabríancontadotodo?

*

Miróelrelojyvioqueeranlastresdelamañana.Élrespirabaenlacamadeallado. No roncaba, pero su respiración era profunda y la distraía, y Lola supo deinmediatoquenopodríavolverseadormir.Esperóun ratodespiertahasta sentir lafuerzasuficiente.Sepusolabata,fuehastaelbañoysequedósentadaenelinodorounbuen rato.Pensó en algunas cosasquepodría hacer, como lavarse la carao losdientes,ocepillarseelpelo,peroentendióquenosetratabadenadadeeso.Dejóelbañoyfuehacialacocina,cruzandoelpasillosinencenderlasluces,adivinandolabibliotecadelasNationalGeographicdeél,ylacómodaconsábanasytoallas.Fuehasta lapuertadeentradaysepreguntóparaquéhabría idohastaahí.Enlacocinabuscó los fósforosy encendióunade las hornallas.Después la apagó.Encendió eltubo de luz que había bajo las alacenas superiores y abrió algunas puertas paraasegurarsedequelasprovisionesestuvieranaldía.Corriólasespeciasyahíestabalacajadechocolatadanueva, sinabrir.Sintió su respiraciónapenasalterarsey sintió,másquenunca,quedebíahaceralgo,peronoalcanzabaaentenderexactamentequé.Seapoyócontra lamesadayrespiróconcalma.Afuerael jardíndelanteroestabaaoscuras,unodelosdosfarolesdelacallesehabíaquemado.Seveíaelcoche,yenlaveredadeenfrentelaslucesdelosvecinosestabanapagadas.Unasombrasemovióen la calle, yunos segundosdespués en su jardín, tras el árbolquehay frente a lacocina.Lolacontrolósurespiración.Diounpasorápidohaciaatrás,estirósumanohastalaparedyapagólaluz.Sucuerporespondióaestaemergenciaconagilidadysindolor,perooptópornoreparareneso.Sequedóquietaenlaoscuridad,atentaalárbol.Esperóasíunrato,soltandocadavezmássurespiración,hastaquevolvióelsilbido y se convenció de que no había nadie afuera. Entonces vio, tras el tronconegro del árbol, a contraluz, a alguien que intentabamantenerse escondido. Habíaalguien, sinduda.Yellaestabasolaen lacocina,consucuerpoysu respiraciónacuestas,mientraséldormíaplácidamente.Sequedópensandoenestounmomento,tancercadelachocolatadaquepodríaalcanzarlasinmoversuspies.Asíseleocurrióque podría ser el chico de al lado.Abrió un poco la ventana.El perro de enfrenteladrótraslareja.Eltronconegrosequedóinmóvilunossegundos.Diocincopasoshaciaatrás,hastalapuertadelacocina,desdedondetodavíaveíaelárbol,levantóeltubodelporteroeléctricoyapretóelbotónintercomunicador.Susilbidoroncollegódesde el jardín, a través de la ventana.Colgó el auricular y se quedó con lamanotemblandosobreelaparato,hastaque,unratodespués,elperrodejódeladrar.

*

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El día del incidente del supermercado hacía calor. Hay cosas que Lola ya norecuerda, pero eso lo sabe perfectamente. Se desmayó por el calor, no por lo quehabía pasado. El médico, la ambulancia, todo le pareció una exageración y unahumillaciónevitable.Hubieraesperadoquelacajeraylamujerdeseguridad,quelaconocíandesdehacíaañosyconlasquesesaludabaalmenosdosvecesalasemana,fueranmássolidarias,peromiraronensilencio,absortasyestúpidascomosinuncaantes hubieran presenciado algo parecido.Clientes que conocía de vista y algunosvecinoslavieronenelpisoyluegoenlacamilla.Ellanoeraconversadora,noteníaunarealamistadconningunadeesaspersonasnihubieraqueridotenerlarealmente.Por eso todo le pareció tan vergonzoso, porque jamás tendría oportunidad dejustificarse.Seamargabasipensabaenestoylaamargabamásrecordarlosdetalles,comocuandocerrólosojosmientraslametíanenlaambulanciaparanovercómolamiraban losdoshombresdelcamióndereposición.Laobligaronapermanecerdosdías internada para controles de rutina, él y elmédico. La sometieron a análisis yexámenes, nunca le preguntaron su opinión. Se acercaban con sus planillas y susexplicaciones, falsamente solícitos, abusando de su tiempo y de su paciencia,facturandoconhabilidadlamayorcantidadposibledeatencionesmédicas.Ellasabíacómofuncionabanesascosas,peroentoncesnoteníavoznivoto,ytododependíadeél,desuingenuidadysuobsecuencia.EsverdadquehaycosasqueLolayarecuerda,peroesolorecuerdaperfecto.

*

Alguien había estado la noche anterior en el jardín de adelante. Ella se lo dijoapenasélladespertó:sehabíaquedadodormidafrentealtelevisormudoyahoradosmujerespreparabanpolloenunacocinaampliayluminosa.Susillónsolíaparecerlebastantecómodo,peroesaveznolehabíafuncionadobien.Ledolíaelcuerpoylecostabamoverse.Élnolepreguntósihabíadormidoahí,niquéhabíapasado,peroquisosabersihabíatomadosuspastillas.Ellanocontestó.Élfueporelpastilleroyseloalcanzójuntoconunvasodeagua.Sequedómirándolahastaqueellaterminódetomarlas.Despuésdelúltimotragoelladijo:

—Tedigoquealguienestuvoanocheeneljardín,deberíasrevisarquetodoestébien.Élmiróhacialacalle.

—¿Estássegura?—Lovi,atrásdelárbol.Élsepusolacamperaysalió.Ellalosiguiódesdelaventana,loviocaminarpor

elsenderodetroncosquevahacialareja,detenersealaalturadelárbolymirardesdeahí hacia la calle. Le pareció que no revisaba a conciencia lo que ella le habíaindicado.Nolohacíanadabien,ypensóqueasíhabíasidotodasuvidaesehombre,

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yquedeesehombredependíaellaahora.Levantóel tubodel intercomunicador,eldellivingjuntoalapuerta,yescuchóenelporteroeléctricodelacallesupropiavoz:

—Enelárbol,enelárbol.Lo vio dar unos pasos hacia el árbol, pero no se acercó lo suficiente. Miró

alrededoryregresó.—Deberíasvolveraver—dijoellacuandoélentró—,estoyseguradequevia

alguien.—Nohaynadieahora.—Perosíanoche—dijoella,ydejóquesuspulmonessilbasen largamente,con

resignación.

*

Había estadopartede lamañana rotulando los cinco ladosvisiblesde las cajasqueyaestabancerradas.Élseasomóalcuartodevisitas,miróelpilóndecajasyseofreció a llevarlas al garaje. Dijo que así el cuarto seguiría disponible y además,llegadoelmomento,seríamuchomásfácilsacarlascajasdesdeahí.

—¿Sacarlas?—dijoella—.¿Sacarlasadónde?Soloyovoyadecidirquécajassevan.

Laspodíallevaralgarajesiesoaéllohacíatanfeliz,perosololepermitiríasacarlascajasprescindibles.Loimportantequedaríasiempredentrodelacasa.

Nuncaarmabamásdeunacajapordía,ynotodoslosdíasarmabacajas.Avecessoloclasificaba,opensabaenquéeraloqueconvendríahaceraldíasiguiente.Peroestavezse tratabade ropaviejade invierno.Laarruinadaya lahabíaguardadoenbolsasdeconsorcio,enunarduotrabajodeunpardesemanas,yélselashabíaidollevando,pocoapoco,cuandoibaalcentrooalsupermercadoconelcoche.EsedíaLolatrabajabaconlosúltimospulóveresparadonar.Erandelanayocupabanmuchoespacio, asíque losdispusoendoscajasy las encintó.Cerrardoscajas lediounaextraña sensación de vértigo con la que no supomuy bien qué hacer.Miró por laventanadelahabitación.Seolvidódeloqueestabahaciendo,peroabriólalistaylorecordó. Fue a pedirle a él que le sacara una silla al frente, al jardín delantero. Élestaba doblando y guardando las toallas colgadas en el tendedero y se quedómirándolaunmomento.

—No tengo que explicarte por qué necesito una silla afuera. La necesito ahí ypunto.

Éldejólastoallassobrelamesadayvolvióamirarla.Ellateníapuestoelpijama,un saco rosa y las chinelas de gamuza rotas de tanto uso pero siempre limpias,sosteníasulistayunalapicera.

—¿Dóndequeréslasilla?—preguntóél.—Enelporche,mirandohacialacalle.

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Losiguióparacomprobarquesacabalasillacorrectayquealsalirnogolpeabalapuertadecedro.Esperóaquesefuerayorientólasillahaciaelsol.Sedejómediocaerconunsilbido fuertehaciael finalyuna ligeraexpresióndedolorque retuvounossegundosantesdeapoyarseenelrespaldo.Desplegósulista,peronolarepasó.Era cerca del mediodía y la mujer y el chico pronto pasarían por la puerta. Seconcentróenlaesperaydespués,pocoapoco,sefuequedandodormida.

*

Unatardeenqueélhabíaidoalcentroaocuparsedealgunascosas,elchicotocóeltimbre.Ellaseasomóalaventanadelacocinayloreconocióenseguida.Estabaconotrodesuedad,traslarejadeentrada.Hablabanenvozbaja.Dudósiatenderono.Miróelrelojyvioqueélyaestaríaporllegar.Cuandoeltimbrevolvióasonarsedecidió y levantó el tubo del portero eléctrico. Descansó un poco antes de hablar.Estabaagitada.Comootrasveces, su respiraciónsesintióenel jardínantesquesuvoz,yloschicossemirarondivertidos.

—Diga…—dijoLola.—Abuela,vengoadevolverleunacosaalseñor.—¿Quétienenquedevolver?Loschicossemiraron.Lolavioqueélteníaalgoenlamano,peronoalcanzabaa

verbienquéera.—Unaherramienta.—Vuelvanmástarde.Elotrochicohablóporlobajo,demalamanera.—Déjenospasar,Abuela.Tambiénteníaalgoenlamano,algolargoypesado.—Vuelvanmástarde.Cortó el auricular y se quedó donde estaba. Podía verlos por la ventana de la

cocina,peroprobablementeellosnopudieranverlaaella.—Ey,abuela,noseaasí—dijoelotro,ygolpeótresveceslarejaconloquefuera

quellevaraenlamano.Lola reconocióel ruidocontra las rejasde laotranoche.Loschicosesperaron.

Cuandovieronquenovolvíana atender se fuerony ella sequedóun rato junto alportero, escuchando su respiración calmarse poco a poco. Se dijo que todo estababien, que solo había sido una conversación por el portero, pero esos chicos no legustaban. Esos chicos podrían… Se quedó un momento más pensando, sabía queestabacercadealgo,algoquetodavíanotomabaforma,pero,porsu intensidad—ella sabía muy bien cómo funcionaba su propia cabeza—, empezaba a ser unapremonición. Entonces, repentinamente, se llevó la mano al corazón y escuchó elprimerruido,delotroladodelacasa.Fuehaciaelcuartomirandosuspiesavanzar,

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cuidando el ritmo, conteniendo los nervios para que la respiraciónno se disparara.Sabía que eran ellos. Necesitaba controlar su cuerpo. Tenía la certeza y, aún así,cuandollegóalcuartoylosvioporlaventana,yacasidentrodesujardíntrasero,sesobresaltó como si nunca se lo hubiera pensado.Estaban en el fondo, pasandopordebajodel alambrepor elqueel chicoentrabaa lahuerta.Lola se escondiódeunladodelaventana.Losviobajarhacialacasaydetenerseasolounosmetros,yamuycercadeella.Empujaron lapuertadelgarajey laencontraronabierta, lapuertadelgaraje que era de él y que era su responsabilidad dejar cerrada. El espanto lainmovilizó Escuchó que abrían y cerraban los cajones del mueble de chapa. Leparecieron ruidos fuertes y estridentes. Pensó en cómo le haría entender a él quehabíanentradoporsuculpa,queesechicoconelqueélperdíaeltiempoenlahuertaera un ladrón. Su respiración se hizo más fuerte. Tuvo miedo de que ellos laescucharan pero no era algo que pudiera evitar. Hubo más ruidos en el garaje,despuésotravezlapuerta.Losviosalirporeljardíntraseroypasarporelalambradohacialaotracasa,peronoalcanzóaverbiensisehabíanllevadoalgo.Serecostóenlacama,metiólospiesbajolafrazadayseacurrucóenposiciónfetal.Lellevaríaunrato normalizar su ritmo cardíaco, pero lo esperaría en esa posición para que élentendieraenseguidaqueellanoestababien.Decidióque,aunqueélpreguntara,ellanodiríanada.Sisabíaesperarhabríaunmomentoperfectoparasacarestoalaluz,unoqueellaidentificaríadeinmediato.Ydecidióotracosatambién.Quelosdíasseestabancomplicandoynodebíaexaltarse:descansaríadel temade lascajasporuntiempo.

*

Lolarecordabaperfectamentealmédicodelhospital.Aunquenosabíasunombrepodría identificarlo entre un gentío, ametros de distancia. No era como el doctorPetterson, por algo uno trabajaba en la televisión y otro en un seguro médico deúltimacategoría,elseguromédicoqueéleligióparaamboscuandosejubilaron.

«¿Cómosesientehoylaseñora?».Esopreguntóelmédicodelhospitallastresocuatrovecesquefueaverlaalacasa.Siempreestabaacalorado,Lolapodíaolersutraspiración,algoqueellanoconsiderabahigiénicotratándosedeunmédico.Peroeralapreguntaloquemáslemolestaba.Claramentedirigidaaél,confiandosoloensuopinióncuandolapacienteeraella.Aveces,Lolase imaginabalevantándosedesusillónconagilidadydiciendoalgoasícomo«atiendanestoentreustedes,yo tengocosasquehacer»,perolanecesitabanparaelshow,esosedecíasiempreasímisma,yserecordabaque,conél,lamitaddesuvidaconsistiósiempreentenerpaciencia.

«¿Cómosesientehoylaseñora?».Ledolíanlospulmones,teníaunterribledolorde espalda, el bazo la apuñalaba cada vez que caminaba un pocomás ligero de lodebido,peroaestemédiconadadeesoleimportaba.Supreguntaibadirigidaaotra

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cosa.AalgoquenadateníaqueverconlasaluddeLola.SiellalehubieraenumeradotodossusproblemasaldoctorPetterson,estesehubieraquedadoestupefactoporsuscalamidadesdesatendidasyhubierabuscadoalgún tipode solución.Peroestosdoshombres que ahora la miraban, este médico del hospital y él, sobre todo él, soloestaban interesados en el incidente del supermercado y en todo lo relacionado coneso. Síntomas previos al incidente, los resultados de los análisis del hospital,consecuenciasdelincidente.Incidente.

*

Lamujerde larotisería ledijounavezquenoerabuenoangustiarse,que teníaque intentar sermásoptimista.Lagente solíadecirle cosas asíy aLola legustabaescucharlas.Sabíaquenadadeesoibaaayudarla,porqueellaenfrentabaalgopeorque la muerte, demasiado complicado de explicar por teléfono. Pero era un buengesto de parte de lamujer: aunque no ayudara en lomásmínimo, su paciencia lahacíasentirsemejor.

*

En los días siguientes el chico llegaba con el banco plegado bajo el brazo, elbanco que era de ellos. Lo abría y se sentaba, lo miraba trabajar y a veces éldescansabaunpocoyconversaban.Unavezélhizocomoquecavabaenelestómagodel chico con su pala de jardinería, y el chico se rio. En esos días, Lola prestóespecialatencióna si él aumentabaono la racióndechocolatadacuandohacía lascompras, pero la ración seguía siendo la misma. También prestó atención a lossilencios de las cenas. Pero él no decía nada.Aveces, la omisión la tranquilizaba,llevabael asuntodel chico aun lugarmenor, dudaba si acasonoeraunaobsesiónpersonalpasajera.Hastaquevolvíaaverloahíalamañanasiguiente,yotravezsurespiración resonaba en el living, como una alarma ronca contenida entre losventanales.

Unanochelascosasseordenaronasufavor.Habíanrobadoenlarotisería.Ellalosupoporél,quehabíaidoabuscarlacena.Lolanollamóalamujerqueleatendíalospedidos,decidióquenoeraoportuno,apesardelaintimidadqueleshabíadadolas conversaciones sobre su muerte. Así que estaban cenando pollo otra vez y élhablabadelrobo.Eraunbuenmomentoparapreguntarporelchico,parablanquearel silencio al que él la había estado sometiendo: cuando él recordara la charla nopodríalocalizarlatrampa,soloencontraríaeltemadelarotiseríaqueélmismohabíatraídoacuenta.Ellaloesperópacientemente.Éldijolodelarmaquelamujerdelarotisería tenía bajo la repisa, lo de las heridas en el brazo y el asunto de la

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ambulancia.Dijoquelamujerhabíasidomuyvaliente,explicóporquéélcreíaquelahijanohabíaestadotanbien,cuántotardólapolicíaenllegarycómointerrogarona los testigos. Lola lo escuchó en silencio, acostumbrada a esperarlo. Cada tres ocuatrooracionesdeél,ellaloreescribíatodomentalmente,enunasolalíneaclarayconcisa,remendandoensilenciosumorosidadexasperante.Loperdonaba.Entonceshubounsilencio,unolobastantelargo,yelladijo:

—¿Yquéhaydelchicodeallado?¿Creésquetuvoalgoquever?—¿Porquétendríaalgoquever?—Ellossonlosquehacensonarlasrejas.Élyotrochicomás.Vinieronelotrodía

y me pidieron entrar para devolverte una herramienta —Lola quería detenerse,graduarlainformación,peroahoratodoelproblemaestabasobresushombrosynopodía con tanto peso, tenía que dejarlo caer—, no les abrí pero entraron de todasformas,poratrás.Estuvieronenelgaraje,revolvieronlascosas.Nocerrastelapuertaconllave.Deberíasversiestánlaagujereadoraylasoldadora.

—¿Laagujereadoraylasoldadora?Ella asintió, controló su respiración. Hasta que lo puso en palabras no había

pensadorealmenteenlaagujereadoraylasoldadora,perolosdossabíanqueeransusherramientasmás caras. Élmiró hacia el garaje y ella entendió que había logradoalarmarlo. Lo imaginó revolviendo las herramientas, enumerando las que faltabanmientrasella localizabaen laagendael teléfonode lacomisaría.Peroél tomóotravezloscubiertos,sellevóuntrozomásdepolloalabocaydijo:

—Lallavefija.Élteníaquedeciralgomás,asíqueLolasequedómirándolo.—Paralapiletadelacocina.Seloencargólamadreyyoselapresté.—Ynomedijistenada.—Fuehacevariosdías.Cuandosemudaron.—Eldíaquesemudaron.—Sí—dijoél—,esedía.Lolaesperóaqueélestuvieraenladuchapararevisarelgarajeellamisma,pero

seencontróconquenorecordabaquéherramientashabía,nidóndeibanguardadas.Tampoco sabía qué era exactamente una llave fija. Y como el garaje era la únicaseccióndelacasabajolaresponsabilidaddeél,sospechabaquetodoestaríasucioydesordenado.Pensóensiélpodríaestarcubriendoalchico,poralgunarazón,ynoleparecióuna ideaquepudieradescartar.Tanteó la listaen subolsillodeldelantal,ypensóqueenlanocheteníaquerecordaryanalizarloshechosconmástranquilidad.Tomaralgúntipodedecisión.

*

A lamañana siguiente armóuna cajamás.La llenóde útiles de oficina viejos,

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lapicerassecas,cuadernosconlashojasamarillas,cajitasdegomaselásticasenmalestado, lasguías telefónicasde losúltimosaños.Estabaseguradequeseríanútilesparalagentehumilde,aunquemásnoseaparasaberqueestascosasexisten,porsialguna vez llegaran a necesitarlas. Fue hasta el pequeño escritorio que él se habíaarmadosobre larepisadel teléfonoparaorganizar lasfacturasyguardóotrascosasqueencontróporahí.Pensóenembalartambiénelpequeñobustogriegodecerámicaqueélusabadepisapapelesenlamesadel living,peronoloencontró.Sabíaqueavecesnorecordabatodoloqueembalaba.Erandemasiadascosasytodopesabasobresus hombros, era lógico que a veces se le escaparan detalles. La semana anteriorhabíantenidoqueabrirunacajaconzapatosporque,enunmomentodedistracción,todos los zapatosdeélhabíanquedadoembalados.Habíapocas toallasyel espejogrande del pasillo ya no se veía tan bien con la repisa vacía. Tampoco habíamáscepillosnipeinesparaelpeloensuscajonesdelbaño.Esoera lopeor,verseen laobligacióndeusarsiempreelpeineviejodeél.

Almediodíaencintólacaja,pegóunaetiquetayescribió«útilesdelescritorio».Fueabuscarloaél,paraquelellevaralacajahastaelgaraje,peronoloencontróenningún cuarto de la casa. Tampoco estaba en el garaje ni en la huerta—eso pudoverlodesdelaventanadesucuarto—.Estabaacordadoqueélnosalíadelacasasinavisar, porque eran justamente este tipo de desapariciones lo que más nerviosa laponía.Ellapodríanecesitarlo,necesitabacontarconéltodoeltiempo.Cruzóellivinghaciaelfrenteyabriólapuertadecalle.Lovioenelpisoysurespiracióncasihipóantesdelsilbido.Sesostuvoenelmarcodelapuerta.Estabasentadoconlaespaldaapoyadaenlaparedylafrentesobrelapalmadelamano.Lolatomóaireyfuerzassuficientesydijo:

—¡PorDios!Yéldijo:—Estoybien,noteasustes.—Semirólapalmaensangrentada,teníaunpequeño

corteenlafrente—.Creoquemebajólapresión,peroalcancéasostenerme.—Llamoaunmédico.—Después.Ahoranecesitoentraryacostarme.Ellalepreparólacama.Lellevóunté.Buscóenlabibliotecadelpasillolosdos

últimosnúmerosde laNationalGeographicy se los dejó sobre lamesade luz.Seconcentróenhacer todoestoaunritmológico: lomásrápidoposible,perosinquelosmovimientosllegaranaagitarla.Eraconscientedequeeraunmomento«deél»,yqueella teníaquehacerciertascosasparaaliviarlo.Peroél,asustadocomoestaría,posiblementepensarasoloensímismo,yalguienteníaqueseguircuidandodeella.Fuealgo intenso,enciertomodo.YLolaestuvoa laaltura.Despuésél sedurmió.Ellacaminóhastaellivingconunúltimoesfuerzoysesentóensusillónadescansar.Teníaquerecuperarfuerzas,todavíafaltabamuchoporhacer.

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*

Sedespertóconlosruidosdeloscañoscontralasrejas.Estiróenseguidaelcuelloparaversobrelaventanayuncalambrelaobligóavolverasuposicióninicial.Noalcanzóadistinguirnadaperosabíaquiéneseran.Miróelrelojsobreeltelevisor:lascuatroyveintede la tarde.Escuchóel ruidode los tacosde lavecinapasarporsuveredahacialacasadeallado.Despuésunapuertaalcerrarse.Pensóenlallavefija.Cerrólospuñosyestirólosbrazosaloslados.EraunejerciciodescontracturantedelprogramadeldoctorPettersonqueellausabaparadesperezarse.Elcalambresedisipóy sintió que otra vez contaba con su cuerpo, o almenos con parte de él. Focalizóimaginariamentelaformadudosadelallavefija.Corroboróquellevabalaschinelasdegamuzabordóyquesuabrigodemediaestacióncolgabadelaperchadeentrada,junto al portero eléctrico. La estimuló ver que los objetos estaban ordenados a sufavor.Sepusodepie, seabrigóyabrió lapuertadecalle.Así terminódeentendercuáles eran sus intenciones, y le pareció que, evidentemente, se trataba de unaresoluciónmuysensata.

Fuehastalacasadeal ladoytocólapuerta.Cuandoalfinlamujerabrió,granpartedelasenergíasdelasiestasehabíanperdidoenesaespera.Ahoratodoleseríamásdifícil.Lamujerlareconocióenseguidaylainvitóapasar.Lolaaceptóconunamediasonrisa.Dioalgunospasosyahísequedó,sinpoderdecidirquéhacerodeciracontinuación.

—¿Quiereun té?—dijo lamujery fuehacia lacocina—.Siéntesesiquiere—dijodesdeelotroambiente—,disculpeeldesorden.

Las paredes estaban descascaradas. Casi no habíamuebles, salvo lamesa, tressillas desvencijadas y dos sillones cubiertos por sábanas trasparentes por el uso,anudadasa losapoyabrazosparaquenose salierande lugar.Lamujer regresóconunatazadetéylainvitóasentarseenlossillones.SeveíanincómodosyLolapensóqueseríadifícillevantarsedeellos,peroaceptóporcordialidad.Lamujersemoviórápidamente:trajounasilla,ylaacercóaLolaamododemesita.Lolavioentonceslas revistas y los papeles apilados en el piso, junto a la ventana.Ocupabanmuchoespacioyseguronoteníanningunautilidad.

—Tengocajassiquiere—dijoLola—,soncajasfuertes,yolasusoparaembalaryclasificar.

LamujersiguiólamiradadeLolahastasuspilasdepapeles.—No es necesario, gracias. Pero, dígame, ¿qué necesita? ¿Es sobre mi hijo?

Anochenovinoadormiryestoymuypreocupada.Lolaentendiódeinmediatolaprecisióndesusintuiciones,yrecordólosruidosde

lasrejasdeesamismatarde.Lamujeresperabaalgún tipodeseñal.Sesentóenelotrosillón,frenteaella.

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—Creoqueestáenojadoconmigo.Porfavor,¿sabealgodeél?Lolaestabaenelcaminocorrecto,peroteníaqueavanzarconcuidado.—No.Noeseso.Tengoquepreguntarlealgoimportante.Lolamiróeltéysedijo

asímismaqueesoteníaquesalirbien.—Necesitosabersiustedtieneunallave.Unallavefija.Lamujerfruncióelceño.—Deesasqueseusanparaarreglarlaspiletas—dijoLola.Quizá lamujer no estaba segura de si tenía o no la llave, quizá no entendía la

pregunta.Miróhacialacocina,ysevolvióotravezhaciaella.—Yaséaquéserefiere,sumaridonosprestóalgoasílasemanapasada.Mihijo

ladevolvióanteayer.Ladevolvió¿noesasí?—Esqueeseeselproblema.Noestoysegura.Lamujersequedómirándolaunmomento.—Esmuyimportanteparamísaberdóndeestáesallave.—Lolarevolviósutéy

sacóelsaquito—.Nosetratadelallave,ustedentenderá.Quierodecir,noes«por»lallavequebuscolallave.

Lamujerasintióunavez,parecíahacerunesfuerzoporentender.Lolamiróhacialacocinaysequedóunossegundosensilencio,hastaqueescuchóquelehablaban.

—¿Sesientebien?Sehabíaolvidadoporcompletodeldoloryloscalambres.Surespiracióneracasi

silenciosa y toda su energía estaba proyectada a ese espacio físico todavíadesconocido,laluznaturalqueveníadelacocinayseabríahaciaellas.

—¿Ustedcómosellama?—dijoLola.—MellamoSusana.Lamujerteníaojerasdemasiadooscuras,leestirabanlosojoshaciaabajodeun

modoqueparecíaartificial.—Susana,¿lemolestaríaqueyomirarasucocina?—¿Creequenoledevolveríalallave?¿Quétipodepersonacreequesoy?—Oh,no,no,no.Nomemalinterprete.Setratadeotracosa.Es…¿Cómopodría

explicarme?Unpresentimiento,esoes.Lamujerparecíadisgustada,perosepusodepie,fuehastalacocinaylaesperó

juntoalmarcodelapuerta.Loladejólatazaenlasilla,seincorporóayudándoseconelapoyabrazos,volvióalevantarlatazaycaminóhastaella.

Eraunespacioamplioyluminoso,yaunquelasalacenasestabandesvencijadas,algo de fruta y unas cacerolas rojas le daban a la cocina una intimidad agradable.Lolapensóqueeraun sitioque,bienordenadoy limpio,podríaverse inclusomásacogedorquesupropiacocina.Sinquererlo, tomómásairedelnecesarioysoltólarespiración con un silbido. Sabía que la mujer la estaba mirando y se sintióavergonzada. Pensó en él, que podría haber despertado y se asustaría si no laencontrabaenlacasa.

—¿Québusca,señora?—lamujernofueagresiva,suvozsonómásbiencansada.Lolasevolvióparamirarla.Estabanmuycercaunadelaotra,cadaunaapoyadaa

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unladodelmarco.—Hayalgomásquetengoquepreguntarle.—Diga.—Puedeparecerleextraño,pero…Lamujersecruzódebrazos,semiraron,yanoparecíabienpredispuesta.—¿Ustedcreequealguienpodríaestardándolechocolatadaasuhijo?—¿Cómodice?Lolamirósupropiojardínatravésdelaventana.Surespiraciónnecesitabamás

aireyempezóasilbaragitada,lomásbajoquelefueposible.—Chocolatada—dijoLola—,enpolvo.—Sediocuentadequeyanocontrolaba

surespiraciónysintióelsilbidoliberarseenlacocina.—Noleentiendo—dijolamujer.Algopasóconsuvisión,comosi lablancurade lasparedesse intensificara.Su

corazón golpeó fuerte contra el pecho y Lola volvió a silbar de un modo seco yhorrendo.Cuandointentódejareltésobrelamesasucorazóngolpeóunavezmás,ysedesvaneció.

*

Volvíaa respirar.Elalivio fue solo físico.En laoscuridadde susojoscerradosentendió que seguía viva, cuando hubiera sido tan buen momento para morir.Tampoco entonces había sucedido.Había llamado a lamuerte demuchasmanerasperonadafuncionaba.Eraevidentequealgodepesoseleescapabaynoseleocurríarealmentequémáshacer.Abriólosojos.Estabaensucuartoperoenlacamadeél.Las revistasde laNationalGeographicseguíanenelmismositioenelqueella lashabíadejado.Lo llamó.Seescucharonruidosen lacocina, suspasospesados,y lovioasomarseporlapuertadelcuarto.

—Medesmayé—dijoella.—Peroestásbien—élentróysesentóenlacamadeella.—Noestoyenmicama.—Pensamosqueestaríasmejorlejosdelaventana.—¿Pensamos?—Lavecinateatajócuandotecaíste,meayudóatraerte.—¿Lamadredelchico?Semirólapalmadelamano.Teníaunpequeñocorte.—¿Noteacordásdenada?Llegastehastaacácaminando.Lolanosupoquédecir.Seacordaba,perohubieraqueridoescucharelrelato.Al

menosahoranoeraélquienestabaenlacamaylascosasvolvíanasuordennatural.Miróotravezelcorteenlamanoypresionóunpocolaheridaparavercuántodolía.

—¿Yelchico?¿Estaba?

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—No—dijoél.Ellapensóen lamujer,en laconversación interrumpida,en la llavefijayen la

chocolatada,yunaalarmainteriorvolvióaencenderse.Aunqueintentóincorporarseencontróquenoteníafuerzaparahacerlo.Éllaayudócolocándoleotroalmohadón.Ellanocompartióconélsusinquietudes,perolodejóhacer.

*

Había cosas que Lola no recordaba, pero el incidente del supermercado estabaintacto en su cabeza. El incidente y las visitas de ese médico inútil que siemprepreguntaba: «¿Cómo se siente hoy la señora?».Y lo hacíamirándolo a él, porqueningunodelosdosesperabaqueellarespondiera.¿Quétipodedudaslequedabanaeseidiota?

Aveces, cuando lehacíanesapregunta, sentíapunzadasenelbazo, aunquenohubiera hecho ningúnmovimiento brusco, y así sabía que pronto su respiración seagitaríayempezaríaaescucharseenlahabitación.

«Seríabuenoquehicieraunalista»,ledijounavezelmédico.Que hombre tan brillante, pensó Lola. Si le temblaban las manos, las cruzaba

sobresuregazo,paraqueélnopudieraverlas.«¿Unalistaparaqué?Meacuerdoperfectodetodo»,dijoLola,yvioquelosdos

hombrescruzabanmiradas.Lehablabancomosi fueraestúpidaporqueningunodelosdoseralosuficientementehombreparadecirlequeseestabamuriendo.Sabíaqueeso no era cierto —eso de que se estaba muriendo—, pero a veces le gustabafantasear con esa idea. Era algo que élmerecía: con sumuerte él vislumbraría loimportantequeellahabíasidoparaél, losañosqueellahabíaestadoasuservicio.Quería tanto morirse, desde hacía tantos años, y sin embargo nada parecíadeteriorarsemásquesucuerpo.Undeterioroquenolallevabaaningunaparte.¿Porquénoselodecían?Queríaqueselodijeran.Queríatantoquefueraverdad.

*

Abrió losojos.Eran las tresycuarentaenel relojdeélyestabaseguradequehabíaescuchadoalgo.Pensósinosetrataríaotravezdeunintruso,comoesanocheen laquealguien sehabíametidoenel jardíndelanteroapesardequeélnopudoencontrar nada a la mañana siguiente. Se incorporó despacio para que él no sedespertara—estoeraalgoqueevidentementetendríaqueresolversola—,sepusolaschinelas y el salto de cama y salió al pasillo. El ruido se repitió y ahora pudoescucharlocon todaclaridad.Eraungolpeen laventanadelbaño.Lolapensóquepodríanserpiedraspequeñascontraelvidrioesmerilado.Entrósinprenderlasluces,

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acercándosealaventanadesdelapared,yesperó.Ocurriódosvecesmás,ytuvolacertezadequesetratabadelchico.Regresóalcuartoyabrióapenaslaventana.Eraunlugarestratégico,yconelquintoruidocreyóadivinardedóndeveníanlaspiedras.Unos metros más allá, hacia el final de la casa, bajo el cerco y la ligustrina queseparaba su jardíndelde lamujer,habíaunapequeñazanja.Yhabía alguienen lazanja,acostado.Eraelchicoelquetirabalaspiedras,nopodíaverlo,perolosabía.¿Laspiedras seríanpara llamarlo a él?Lola cambió el pesode su cuerpo a la otrapierna,paraquesuspiesnoseresintieran.Porquéteníaquesoportarestascosasasuedad.Yélnosaldríaaesahora,deningunamanera,erapeligrosoyeraestúpido.Élnoteníanadaquehacerconelchico.Habíaqueolvidarsedelproblemadelchico,esoera,selodijoasímismavariasveces,recordándosetambiénlalista,yconellatodaslascosasquetodavíalefaltabanhacer.

*

Quizáporquenohabíadormidobien,esedíalascosassedieronmáslentasdelonormal.Lecostómoversedeunsitioaotro, levantarlavozparallamarlo,armarlalistadelsupermercado.Perolollevóadelante,dealgunamanera.Éllaayudó.Nolosuficiente,aunquehizolosuyo.Seocupódeldesayuno,leencendióeltelevisor.Leacercólaschinelas.EllavioelprogramadeldoctorPetterson.Abrióycerróelpapelconlalistavariasveces.Paralasiestaprefirióregresarasucama.Lehizocambiarlassábanasyélsupodóndedejarlasqueestabansuciasycuálesdetodaslassabanaslimpias debía poner, todo sin que ella tuviera que decírselo. Durmieron bien y selevantarondescansados.Éltrajomáscajas.Lastresquehabíaconseguidolasemanapasada ya estaban embaladas y etiquetadas en el garaje. Lo vio mirar las pilas yfruncir el ceño. Parecía preguntarse qué sentido tenía armar tantas cajas, pero porsupuestoesoesalgoqueélnuncapodríacontestarse,comonopodríadecirporquéhayquetirarlosproductosconfechasvencidasaunquetodavíahuelanbien,niestirarlaropaeneltenderaunqueluegohayaqueplancharla.Sondetallesqueloexcedenydelosqueellahatenidoquehacersecargoporcompleto.Suceñofruncidofrentealascajaspodríasersoloelgestodeunareflexiónsobrelahuertaoelcoche.Ellaloesperó,depietrasél.TanacostumbradaestabaLolaaesperarlo.Y,sinembargo,algolaalarmó:elmodoenqueélseinclinóparaleerlasetiquetas.Noporloqueestuvieraescritoenlasetiquetasoenlascajas.Loquelaalarmófuesurepentinointerés.Élsediovueltaylamiró.Ellapensóenalgoquedecir.Seacordódequehabíaotracajaembalada en el baño y que podía pedirle que la trajera. Podía pedirle que fuera alsupermercado, la listaestabasobreel televisor,podíahaberlepedidomuchascosas,peronosedecidióporninguna.Entonceséldijo:

—Noencuentranalchico.Comprendiólaestrecharelaciónqueestoteníaconsusdeseospersonalesyporun

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momentosesintióculpable.—Tampocovolvióanocheasucasayyaescasimediodía.Ella pensó en el robo a la rotisería, en los golpes en las rejas, la llave fija, la

chocolatadayelbancoenelqueelchicosesentabaenlahuerta,elbancoqueeradeellos.Perodijo:

—¿Nohaynadatuyoquequierasponerenunacaja?Élsevolvióhacialascajasydespuésotravezhaciaella.—¿Comoqué?—Cuando mi tía murió mi madre estuvo un año embalando sus cosas. No se

puededejartodoenmanosdelosdemás.Élmiróhacialahuertayellapensóqueélpodríanotenermuchomásqueesoy

tuvo miedo de haberlo lastimado. Era posible que un hombre como él no tuvierasuficientescosasparallenarunacaja.

—¿Creés que le haya pasado algo?—dijo él sin quitar la vista de la huerta—.Algunasvecesaestahorasecruzaparaestelado.

Ellacerrólospuñosyenseguidalossoltó,escondiendoelimpulso.Laheridalatíaen la palma de su mano. Ya estaba hecho: él lo había dicho. Finalmente habíanombradoalchico,ydeunmodotandistraídoqueellanohabíapodidoreaccionardelamanera adecuada.«Ély el chico».Lanoticia estaba implícita en su comentario,«noencuentranalchico».Élsehabíaestadoviendoconelchico,enlahuerta,todoeste tiempo. Lo había hecho sabiendo que ella lo sabía, y no había sido capaz dedecirlo.Lohabíapuestotodosobrelamesa,elcuerpoenterodelchicoquesoloerade él y que le había ocultado hasta entonces.Aspiró profundamente y dejó que larespiración los envolviera. Tomó la cinta de embalar que había quedado sobre lascajasysealejórumboalacocina,juntandolasfuerzasnecesariasparaloqueseguía.

Él estuvo haciendo cosas en la habitación y en el pasillo. Ella se metió en elescritorioyseocupódelaúltimacajadelplacar.Perolosruidosdeélnoeranlosdesiempre, ella podía escucharlos y suponer que estaba haciendo algo fuera de loordinario.Erapreocupanteyhubierapreferidoasomarseyverdequésetrataba.Aélnoleibabienconlascosasdelacasa,amenudonecesitabaalgúntipodeorientación,perohabíadicho lodel chicoyahoraelladebía tomardistancia.Éldebíaentenderquehabíaactuadomal.Asíquesecontuvo.Lodejóhacer,noledijonadacuandoloescuchósalir.Estuvoenlahuertaelrestodelatardeyentróalanochecer.Ellaloviovolverconelbancoyalgunasherramientasy,comoyahabíaencargadolacena,fuehastaellivingparaevitarcruzarseconél.Encendióeltelevisorysesentóenelsillóna ver el noticiero mientras él guardaba las cosas en el garaje. Durmió un poco,despuésélentró.Escuchólapuertadelgarajeyladelacocina.Losintiódetenerseasusespaldas,adosmetrosdeella,yasíesperóaqueéldijeraalgo,sindejardemirareltelevisor.Ellaestabaseguradequeélquerríadeciralgo,loimaginóbuscandolaspalabras,disculpándose.Lediosutiempo.Pensóensacardelbolsillolalistaydarleuna ojeada, pero un ruido nuevo la obligó a contener la respiración. El golpe fue

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sobre lamadera del parqué.Un golpe sordo hecho de varios golpes.Giró y vio elcuerpodeélenelpiso.Estabadobladodeunmodoextraño,poconatural,comosialgointernolohubieradesactivadorepentinamente,sindartiempoalcuerpoadejarsecaer.Unmomentodespuésvioelhilofinodesangreavanzandosobreelparqué.

*

Lola llamó a la mujer de la rotisería. La mujer de la rotisería envió unaambulanciayelconductordelaambulancia,apedidodelmédico,llamóalapolicía.Sellevaronelcuerpoenvueltoenunabolsagris.Ellapidióirconélenlaambulancia,perolosdospolicíasinsistieronenquesequedara,lasentaronensusillónymientrasunodeelloslehacíapreguntasytomabanotas,elotrofuealacocinaaprepararleunté.Lolaescuchóelinterrogatorioensilencio,intercaladoporlosruidosenlacocina,lapavaenelfuego,laspuertasdelasalacenasabrirseycerrarse.Sesentíacansaday,entrecerrandoaveceslosojos,pensóalgunascosas.Estabalachocolatadadetrásdelasalylasespecias.Estabalaposibilidaddequeéltodavíanohubieraregresadodelahuerta,quelosgolpesdesushuesosfueranpartedealgúnrecuerdodelasiestadelatardeyqueélaúnestuvieraasusespaldas,esperando.Variasvecesestuvoapuntodequedarsedormida,ynoleimportóelpolicíaquerepetíasunombre,nielotroqueestaba en la cocina. Pero escuchaba otra vez los huesos contra el suelo, a susespaldas, y un dolor fuerte en el pecho la despabilaba, la obligaba a respirar.Entendió,conunalucidezrencorosa,queestolamantendríavivaparasiempre.Queélsehabíamuertoensusnarices,sinningúnesfuerzo,ylahabíadejadosolaconlacasa y las cajas. La había dejado para siempre, después de todo lo que ella habíahechoporél.Lehabíadicholodelchicoysehabíaidoalatumbacontododentro.Ahoraellano teníaniparaquiénmorirse.Soltó su respiracióncavernaria,hondayásperaenelliving,yelpolicíadejódehablarylamirópreocupado.Elotroestabaaunlado,sosteniendola tazadeté.InsistieronenquenopodíaquedarsesolayLolaentendióquedebíapensarunmomento,volvera larealidadparasacarde lacasaaesosdoshombres.Respiróevitandoel ruido, llevandootravez todohacia adentro.Inventóquehabíaunaseñoraque loscuidaba,yque iríaaldíasiguienteaprimerahora. Dijo que necesitaba dormir. Los policías salieron. Ella fue hasta la cocina abuscarelbancoqueélsolíaponerjuntoalapileta,cuandoellalavaba.Eraelúnicomueble que era capaz demover por su cuenta. Lo llevó hasta el living y lo pusocontralapared,cercadedondeélsehabíacaído.Sesentóyesperó.Lapolicíahabíahecho a un lado losmuebles y había limpiado. Frente a ella, el piso era una zonahúmedayvacía,brillantecomounapistadehielo.

*

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Cuandoempezóaoscurecer,laespaldaledolíayunhormigueofuerteletrepabapor las piernas.Sacó lasmanosde los bolsillos y se encontró con la lista.La listadecía:

Clasificarlotodo.Donarloprescindible.Embalarloimportante.Concentrarseenlamuerte.Siélseentromete,ignorarlo.Entendió que algunas cosas cambiarían, y que no sabría qué decisiones tomar,

peroque, injustamente, su respiraciónseguiríaahí llenándole lospulmones. Intentóenderezar el cuerpo, comprobar que todavía respondiera. La lista tenía diecisietepalabrasyprestóespecialatenciónacadaunadeellas.Despuéssacósulápizytachólaúltimalínea.

*

Enalgúnmomentode lanochecruzóhastaelcuartoparaacostarse.Estabapordormirsecuandosonóeltimbre.Sucabezafuncionabalentamentepero,asutiempo,laalertódequesetratabadealgodistintoypeligroso.Selevantó,sosteniéndosedelbordedelacama,yvolvióallivingsinencenderlasluces.Escuchóungolpeafueraypensó otra vez en el ruido de los huesos. El agotamiento la atontaba, aliviaba elmiedo. Espió por lamirilla de la puerta principal. Tras la reja, una sombra oscuraesperaba junto al portero. Era el chico. Se sostenía el brazo derecho con lamanoizquierda, como si le doliera o estuviera lastimado. Volvió a tocar el timbre. Lolalevantóeltubodelporteroyrespiró.

—Ábrame,porfavor—dijoelchico—,ábrame.Mirabahacialaesquinadesuderecha,parecíasinceramenteasustado.—¿Dóndeestálaagujereadora?—dijoLola—,¿creésqueélnosediocuentade

quefaltalaagujereadora?Elchicovolvióamirarhacialaesquina.—¿Puedoentraralgaraje?—hizounruidodedolorqueaLolalepareciófingido

—,¿puedohablarconél?Lolacolgóelauricularyfuehastaelgarajelomásrápidoque pudo. Su cuerpo, cargado de adrenalina, respondió a la altura de lacircunstancias. Cerró con llave la puerta que daba al jardín trasero, y trabó lasventanas. Después fue hasta el cuarto y trabó también las ventanas del cuarto. Eltimbrevolvióasonarunavez,yotra,yotra.Ydespuésnosonómás.

*

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Lapolicíalallamóalamañanasiguiente.Unmuchachodeadministraciónteníalaordendechequearquetodoestuvierabien.Lepidiódisculpascuandoentendióquela había despertado. Dijo que el cuerpo de él estaba en la morgue y que se loentregaríanesamismatarde.Siquería,podíacontratarunserviciodevelorioparalamañana del sábado y ellos llevarían el cuerpo hasta ahí. Lola cortó y fue hasta lacocina.Abriólaheladeraylavolvióacerrar.VioqueeralahoradelprogramadeldoctorPetterson,yfuehastaellivingysesentó,peronotuvofuerzasparaencendereltelevisor.

*

Él había dejado una caja. Lola la encontró en el garaje, en el piso, frente a lapuertaquedaalahuertaydecaraalasotrascajas,lasdeella.Eramáschicaquelasotras. Demasiado liviana para contener la colección de la National Geographic ydemasiadopesadaparauna llave fijaounacajadechocolateenpolvo.La llevóallivingylapusosobrelamesa,juntoasulista.Pegadaalfrente,conmuchaprolijidad,había una etiqueta de las que ella usaba para catalogar las cosas. El nombre de élestabaescritoenelprimerrenglónyellaloleyóenvozalta.

*

Casitodosehabíaechadoaperder.Enelhuerto,podíaverlodesdeelcuarto,soloquedabanlostomatesyloslimones.Eneljardíndelanterolasalegríasdelhogar,losfarolitoschinosylasazaleasyanopodríanrecuperarse.Elcorreoestabaenelbuzónjunto a la reja de entrada, pero nadie lo traía hasta la casa. Se habían acabado losyogures, lasgalletas, las latasdeatún, lospaquetesdefideos.Habíauncartelenelprimer cajón del escritorio que decíaacá está el dinero. Había otro idéntico en lamesadeluzdeél,acáestáeldinero,peroesecajónsehabíaestadoabriendocasiunasemanaseguida,paraelhombrede lossepelios—quesehabíaocupadode todo loquehabíaqueocuparsesinqueellatuvieraquesalirdelacasa—,yparaelchicodela rotisería, cada vez que traía algo de pollo.Así que ahora el cartel de ese cajónestabatachadoconelrotuladorgrueso.Habíaalgunasbolsasdebasuraenlapuertade la casa, porque los basureros no saltaban la reja para llegar hasta ahí. El fríoconservaría labasura,Lolacontabaconeso.Teníacosasurgentesque resolvery lehabíacostadovolveraconcentrarse,recordarquéeraloverdaderamenteimportante,tomaralgunasdecisiones.Habíaescritounnuevoítemensulista.Élestámuerto.Sepreguntósiestaanotaciónnodeberíairenunalistaaparte.Peroloimportanteeraquédebíaserrecordadoyquéno,y,enesesentido,todoslosítemsteníanunvalorquelosjustificaba.Tenerpresentesumuerteleahorrabadisgustosrespectoalestadode

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ciertascosasdelacasa.Siseconcentrabaenciertascosas,sipasabaalgunashorasdeintensaclasificaciónyrotulaciónomásdeloaconsejadofrentealtelevisor,levantabaun segundo la cabeza para escuchar sus ruidos, para localizarlo en la casa, paraadivinarquéeraloqueélpodríaestarhaciendo.

Unanoche,sentadafrentealtelevisor,sintióruidosenelbaño.Parecíanpiedrascontraelvidriodelaventana.¿Nohabíaescuchadoyaeseruido?Poralgunarazónrecordólaligustrinaqueseparabasujardíndeldelamujer.Recordólazanja.Hubomásruidos,porunossegundosserepitieronconinsistenciayLolaestuvoapuntodedejarsedistraerotravez,perounnuevopresentimientolerecordóloimportante.Losintióenelcuerpo,unaadvertenciafísicaquelapusoenalerta.Bajóelvolumendeltelevisor. Con una mano sobre las rodillas, y otra contra el respaldo del sillón,despegósupesoinclinándosehaciaelcentrodelliving.Yaestabadepie.Fuehastaelgarajeyencendiólaluz.Lasdoslámparasgrandesdeltechoiluminaronlascajas.Elcoche había quedado afuera, desde la última vez que él lo usó, y ahora casi todoestabaencajas.Lasviotodasjuntas,comosinuncaanteshubieratomadoconcienciade las dimensiones de su trabajo. Pensó en los muebles entre los que acababa decaminaryentendióqueestaríanprácticamentevacíos.Mirólamesadadetrabajoquetenía a sus espaldas, antes repleta de frascos de clavos, de sogas, cables yherramientas,ydescubrióqueyasehabíaocupadotambiéndeeso.Supocuándolohabía hecho y cómo lo había hecho, pero por un momento la asustó pensar quealguienmáspodíaestarocupándosedelembalaje.Entoncesrecordóqueotrasveceshabíapensadoenordenarlascosasdelgaraje,habíaidohastaahíyhabíadescubiertoqueyalohabíahecho.Quehabíaabiertolaspuertasdelmuebledelbañoysehabíaasustadoalverqueestabavacío,ytambiénalencontrarlabasuraenlapuerta,ylahuerta deshecha. Su respiración se agitó pero se concentró en mantener la calma.Sobreelrestodelascajasviounaunpocomáspequeña,unacajaclaramentedistinta.Ellanuncacruzaríalacintadeesemodo,sinacompañarlosplieguesdeladoaladoparaqueelcartónnoseabrierasillevabademasiadopeso.Seacercó.Unaetiqueta,de esas que ella misma usaba para rotular, llevaba el nombre de él. Y entoncestambién lo recordó.Recordóqueélestabamuerto,yqueélhabíaarmadoesacaja.Asíencontróelotrocartel,másabajo,unoconlaletradeellaquedecía«noabrir».Peronorecordósilohabíaabiertoyaono,ysiacasoesonoseríaunaadvertencia.Quizáhabríamuchomásqueellanoestuvierarecordando.Ademásdelalistatendríaqueanotarotrascosas,cosasnuevasquenodebíaolvidar.Fuehastalacocinaporsuanotador,loencontródondeesperabayesoestababien.Apuntoderegresaralgarajese detuvo.Había un cartel pegado en la heladera: una hoja de cuaderno que decía«MellamoLola,estaesmicasa».Erasuletra.Escuchóunruidoásperoyfantasmal,temblandoensucuerpo,yreconocióqueerasupropiarespiración.Sesostuvodelamesadadelacocinayfueasíhastaelbancoqueusabaparalavarlosplatos,frentealaventana.Vioelcocheestacionadoafuerayelárboldel jardíndelantero.Pensósiacaso un segundo antes el tronco no estaba hinchándose, si el chico no estaría

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agazapado detrás, listo para entrar a la casa en cuanto ella se distrajera. Frente alpeligro,sediocuentadequeellaseguíaahí,cuidandodetodaslascosas,acargodelacasa,lascompras,labasura,acargodetodoloquehabíasobreelmundomientraséldormíaenlahabitacióndeallado.

*

¿Qué era lo importante? Tenía hambre, pero lo olvidó enseguida. Fue hasta elgaraje, volvió al living, se sentó en el sillón de él. Levantó del piso dosNationalGeographic,sepreguntóquéharíanahí.Escuchógolpesenlapuerta:habíaalguiendel otro lado, tal vez ya habían tocado antes. Conservó las revistas para que lerecordaranquéestabahaciendoyfueaatender.Eralamujerdeallado.Lolavolvióaimpresionarsealveresasojerastangrises.Lamujerqueríapreguntarlesiestababien.Lola necesitó unmomento para pensar qué responder, y después fue como volvertodosesosdíasatrás.Recordóalchico.Recordóqueélpasabalatardeenteraconelchico.Loquepasóenlarotisería,yqueelchicohabíadesaparecido.Asíseacordótambiénde las cajasydeque sequeríamorir, hacía años, ydeque todavía estabaviva,vivainclusosinél.

—¿Necesitaalgo?—preguntólamujer.Lolasehabíaencorvadounpocollevandolasmanoshaciasupecho,perolevantó

deinmediatolamirada.—Estoyenferma—dijo—,prontomevoyamorir.—Yaveo—dijolamujer.Sequedaronunmomentoensilencio.Despuéslamujerdiounpasohacialacalle

ysevolvióotravezhaciaLola:—Lascajasquemeofreció…¿Todavíalastiene?—Lascajas…Lolapensóenlascajas,ensilesobrabancajas—nolesobraban—,enquésería

convenientehacerenesemomento.Pensóquesilascajaseranparaquelamujersemudara—cosa que sería muy conveniente— podría vaciar algunas de las que yaestabanarmadasypedirleque se las regresaramás adelante, pero lamujerparecíaquererlas para otra cosa, y si era así querría conservarlas, o donarlas, o inclusoquemarlas,perodeningunaformasetrataríadecajasqueellavolveríaaver.

—¿Paraquénecesitalascajas?—preguntóLola.—Quieroguardarlascosasquequedarondemihijo.—¿Yanoviveconusted?—Lola,mihijoestámuerto,yaselodijedemasiadasveces.Algosedesanudóyseexpandió,Lolapudosentirlodentro,cercadesuesófago,

como una pastilla atorada en la garganta que al fin se disuelve. Pensó en lachocolatada, en el banco que había quedado abierto en la huerta de él, sobre la

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hojarasca.Despuésvio lasNationalGeographiccolgandodesumanoderechaysepreguntósiacasoélhabríavueltoadesordenarlasrevistas,siotravezellaestaríaacargodesudejadezysudesorden.

—Loencontraronenlazanja—dijolamujer,yLolasepreguntóporquélamujerlamirabadeesaforma—.¿Deverdadnoescuchónada?¿Nialapolicía?

SidabaunpasoadelanteLolatendríaquedarunoatrásyentoncesambasestaríandentrodelacasa.Eraunasituaciónpeligrosa.

—Alguien llamóa lapolicíaparaavisarquemihijoestuvohorasenesazanja,peroyaeratarde.

Lolametió lamano libre en su bolsillo y acarició el papel gastado de su lista.Intuíaclaramentequehabíahechonuevasanotaciones,peronorecordabadequésetratabanyleparecíadescortésrevisarloenesemomento.

—Y yo creo que fue usted —dijo la mujer. Lola esperó. La miró condesconfianza.

—¿Aquéserefiere?—Ustedvioamihijoenlazanja.—¿Quiénesusted?—Nosabequiénsoy,perodelascajassiempreseacuerda.Lolaacaricióelpapel

ensubolsillo,realmentenecesitabaleersulista.—Nopuedoprestarlelascajas,estántodasocupadas.—Lolasepreguntóconqué

estaríanllenaslascajasylorecordóalmomento.Entoncesseacordódeél—:Diossanto,élestámuerto…

—Asíes,ycreoquefueustedlaqueavisóalapolicía.EstovolvióaconfundiraLola.

—Losiento,noentiendodequémeestáhablando.Lolasacólalista—nopudoevitarlo—,laabrióylaleyóparasímisma.Lalista

decía:Tirarlascosasrotas.Embalarloimportante.Concentrarseenlamuerte.Élestámuerto.Lamujerdiounpasoadelante,ellaunohaciaatrásyyaestabandentrodelacasa.

Lolalaempujó,fueunmovimientoinstintivoylamujerpisóhaciaatrásmásalládelescalónycasitropezóconelenviónqueladejósobreelcamino,dosescalonesmásabajo. Lola cerró la puerta, puso la traba y esperó. Esperó un minuto, atenta alsilencioyalamanijadelapuerta,yluegoesperóunminutomás.Nopasónada.Dosminutosesmuchotiempo,ledolieronlasrodillasylostobillos,laespaldaseresintió,pero esperó. Juntó fuerzas, espió por lamirilla y lamujer ya no estaba. Buscó sulapicerayagregóalfinaldesulista:

Lamujerdealladoespeligrosa.Después leyó la lista nuevamente. Había muchas cosas importantes y los dos

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primerosítemsyanoestabanalaaltura.Lostachó.Escribióalgomásalfinal.Ahoralalistadecía:

Concentrarseenlamuerte.Élestámuerto.Lamujerdealladoespeligrosa.Sinolorecuerdas,espera.

*

La despertó un ruido pero no abrió los ojos y se dijo que había hecho bien.Porqueyanosetratabadelintruso,nidelasrejasdelfrente.Elruidofuecercanoysutil, dentro del cuarto. Si abría los ojos, se dijo a sí misma, podría tener queenfrentar algo terrible. Se concentró en controlar los párpados.Estaba lista para lamuerte,quéalivioseríasisolosehubiera tratadode lamuerte,noqueríasufrir,noquería que la lastimaran, y otra vez el ruido sobre la madera del piso,inconfundiblemente humano. ¿Sería él? No, se dijo en silencio. Él estaba muerto.Abriólosojos.Elchicoestabaparadoalospiesdelacama.Nopodíaverlelacara,solosucontornooscuro.Queríapreguntarlecómohabíaentrado,perosediocuentadequenopodíahablarysepreguntósiseríaporqueestabaasustadaoporqueelchicolehabríahechoalgo,algoqueleimpedíahablarogritar.Despacio,sosteniéndoseelbrazo,elchicosesentóalbordedelacama.Lolatuvoquecorrerlospiesyencogerlaspiernasparano tocarlo.Vioalchicomás flaco,máspálido.Cuando lamiró, lacaraestabaoscuraporcompleto,yyanopudoadivinarningúnotrogesto. ¿Dóndeestabaélcadavezqueelchicointentabaasustarla?Lolanohizonadacuandoelchicose incorporó y se alejó hacia la cocina. Siguió sus ruidos. Lo escuchó tropezar alcaminar,dosvecessegolpeócontralosmuebles.Abriólaspuertasdelaalacena,unatras otra hasta que, tras un último portazo, todo quedó en silencio. ¿Habríaencontradolachocolatada?

*

Podía ver las vetas de la madera. Cerró los ojos y volvió a abrirlos. Estabaacostadaenelpisodelliving.¿Quéhacíaenelsuelo?Palpóelbolsillodeldelantalparaverificarque llevaba su lista,perono laencontró.Ledolíael ladodel cuerposobre el que estaba acostada. Se levantó despacio, controlando que sus piernasfuncionaran correctamente. Los dolores usuales seguían ahí. Fue hacia la cocina.Había bolsas de basura en el pasillo, apoyadas sobre las repisas vacías. Cruzó lacocinayentróalgaraje.Habíamáscajasdelasquerecordabaypensóquetalvezélhabíaestadoembalandocosasasusespaldas.Llevósusmanosa losbolsillosyasí

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descubrió en sus dedos las gasas. Sacó las manos para mirárselas. Las gasasenvolvían el dedo índice, el pulgar de la mano derecha y la muñeca entera de laizquierda.Todoestabateñidodeunrojoyaseco.Teníahambreyregresóalacocina.Sobrelascanillasuncarteldecía«Girara laderechaparaabrir,girara la izquierdapara cerrar», a un lado otro cartel decía «izquierda», y en la otra punta otro carteldecía«derecha».La lecheestabaafuera, sobre lacocina,elcartelde la lechedecía«guardaren laheladera».Habíauna listaunpocomásallá,peronoerasu lista,sulistadecosasimportantes.Estalistadecía«esnecesarioponerelsachetdelecheenunbolparaquelalechenosedesparrame».Noestabaseguradesiquedaríatodavíaalgodeleche,asíquenosiguióleyendoylatiróalabasura.Entoncesoyóalgoroncoasusespaldas.Silenciosoperoperceptibleparaella,queestabaalertayconocíasuespacio.Volvióasentirlo,estavezdesdeeltecho,yasentirlootravez,muchomáscerca, rodeándolaporcompleto. Ibayvenía,comoun ronquidoásperoyprofundo,comolarespiracióndeungrananimaldentrodelacasa.Miróeltechoylasparedes,se asomó a la ventana. Después se habló a sí misma, se recordó que ya habíaescuchadoeseruidoyqueesolaretrasabamásymásenloquedebíahacer.Sedijoquenopodíapermitirsemásdistracciones.¿Quéeraloqueteníaquehacer?

*

Lostresespejosdelacasaestabanrotos,losvidriosastilladosdesparramadosenel piso,más vidrios contra las paredes, barridos desprolijamente. Estaba segura dequehabía sidoel chico.Ese chico,queera el chicode él, sehabía llevado toda lacomida de la alacena y estaba rompiéndolo todo. ¿Se habría llevado también lachocolatada?Seincorporóenlacama.Algoolíamuymal,ácidoyviejo.Sepusolasmediasysecalzó.Entoncesvolvióaescucharlo:estabaotravezenlacasa,robando,rompiendo, comiendo. Se incorporó—estaba furiosa, ya no lo soportabamás—, ysalióde lahabitaciónatándoseelsaltodecama.Fuehacia lasalida.Elcartelde lapuertadecía«Noolvidarlasllaves»,asíquelasagarróysalió.Lasorprendiólaluzdelatardecer,estabaseguradequeeralamañana,perosedijoasímismaqueahoradebía concentrarse en estanueva idea.Esquivó labasura, cruzó losyuyoshasta sureja, que estaba abierta, y salió a la vereda.Vaciló, semiró los pies, las sandaliashúmedas,despuésretomóelcaminohastalapuertadelacasadelamujerytocóeltimbre.Todosucediómuyrápido.Nohubodolor,nicomplicacionesrespiratoriasy,cuandolamujeratendió,Lolanosupomuybiensiestabahaciendolocorrecto.

—Buenosdías—dijoLola.Lamujersequedómirándola.Estabatanflacaytanpálida,eratanevidenteque

eraunamujerenferma,odrogadicta,queaLolalepreocupólasconsecuenciasdeloqueteníaquedecirle.

—Suhijomeestárobando.

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Yteníaesasterriblesojeras.—Vaciótodaslasalacenas.Algobrillóenel fondode losojosde lamujerysus faccionesseendurecieron

aún más. Tomó aire, más aire del que una mujer tan menuda podría necesitar yentornó la puerta tras de sí, como si Lola tuviera alguna intención de entrar a esacasa.

—Señora…—Ynoeslaprimeravezquelohace.—Mihijoestámuerto.Lavozsonófríaymetálica,parecidaaladeuncontestadorautomáticoyLolase

preguntócómolagentepodíadecircosasasísinningúntipodeescrúpulo.—Su hijo está viviendo en el fondo de mi casa, y está rompiendo todos mis

espejos—hablóconvozfirmeyfuerteynosearrepintiódehacerlo.Lamujerdiounpasohaciaatrásyseapretólasienconlospuñoscerrados.—Nopuedomásconusted.Nopuedo—dijolamujer.Lolasellevólasmanosa

losbolsillos,sabíaquehabíaalgoimportantequebuscarperonopodíarecordarqué.—Tienequecalmarse—dijoLola.Lamujerasintió.Respiróybajólospuños.—Lola—dijolamujer.¿Cómosabíasunombreesamujer?—Lola,mihijoestámuerto.Yustedestáenferma.—Diounpasomáshaciaatrás

queaLolalepareciódeborracha,odealguienqueyanopuedecontrolarsusnervios—.Usted está enferma, ¿entiende?Y toca el timbre demi casa…—losojos se lellenarondelágrimas—todoeltiempo.

Lamujer tocóel timbrede supropia casadosveces, el ruidoeramolestoy seescuchósobresuscabezas.

—Todo el tiempo toca y toca—volvió a tocar tan fuerte que el dedo se doblósobreel timbre,y todavíaunavezmás, conviolencia—,paradecirmequemihijoestávivoenelfondodesucasa—sutonodevozsubióabruptamente—.Mihijo,elhijo que enterré conmis propiasmanos porqueusted es una vieja estúpida que noavisóatiempoalapolicía.

EmpujóaLolahaciaatrásycerródeunportazo.Lolalaescuchóllorardetrásdela puerta. Gritar alejándose. Otro golpe fuerte más al fondo de la casa. Se quedómirándose las sandalias. Estaban tan húmedas que dejaban algo de huella sobre elcemento.Dioalgunospasosparacomprobarlo,miróelcieloysediocuentadequeelprogramadeldoctorPettersonestaríaporempezar,peroentoncesseacordóporquéhabíaidohastaahí,subiólosdosescaloneshastalapuertaytocoeltimbre.Esperó.Prestóatenciónyllegóaescucharruidosenelfondodelacasa.Volvióamirarsussandalias, que estaban mojadas y entonces recordó otra vez que el programa deldoctor Petterson estaría por empezar y bajó los escalones despacio,muy despacio,calculandolaestrategiaquelepermitiríaregresarasucasalomásprontoposiblesin

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quelarespiraciónseagitaraensuspulmones.

*

Pero Lola recordaba perfectamente el incidente del supermercado. Buscaba unproducto nuevo en la zonade enlatados.Hacía calor, porque los empleados de esesupermercadonooperabanbienelaireacondicionado.Seacuerdadelosprecios,diezpesos connoventa, por ejemplo, salía la lata de atúnque tenía en lamano cuandounas ganas incontenibles de ir al baño presionaron su vejiga.Ahí fue que vio a lamujer,unpocomásallá,cercade los lácteos,concentradaenlosyogures.Rondabaloscuarentaañosyerademasiadorobusta, tantoqueLolanopudoevitarpensarenquétipodeparejaconseguiríaunamujercomoesaytambiénque,siellahubierasidoasí a esa edad, hubiera encontrado la forma de bajar un poco de peso. Su vejigavolvióapresionar,estavezunpocomásfuertedelonormal,yLolaentendióqueyano era una necesidad contenible sino una urgencia.Una nueva presión la asustó ysoltó la latade atún, quegolpeó contra el piso.Vio a lamujervolversehacia ella.Temió que algo de pis se le hubiera escapado, le dio asco y tragó. A ella no lepasabanesascosas,asíquesintiólahumedadysedijoqueseríanapenasunasgotas,quenosenotaríaen lapolleraque llevaba.Fueexactamenteahíque lovio,estabasentadoenelchanguitodelamujer,mirándola.Tardóenreconocerlo,porunsegundofuesolounchiconormal,unchicodeunosdoso tresañossentadoen lasillitadelchanguito. Hasta que vio sus ojos oscuros y brillantes mirándola, las manitosaferrarsealbarralmetálico,pequeñasperofuertes,ytuvolacertezadequesetratabadesuhijo.Lahumedadcálidadelpiscopiópartedelaformadesubombacha.Diodospasostorpeshaciaatrásyvioalamujeracercarsehaciaella.Ytodavíapasóalgomás,algoquenopudocontarleanadie,nialmédicodelhospitalniaél.Algoquerecuerdaporquedeesedíanosehaolvidadodenada.Viosucaraen lacarade lamujer,mirándola.No era un juego de espejos.Esamujer era ellamisma, treinta ycincoañosatrás.Fueunacertezaaterradora.Gordaydesarreglada,sevioacercarseasímismaconidénticarepulsión.

*

El doctor Petterson seguía ahí,mirándola desde el televisor ymostrándole unalatadeconservas.Ellaestabadepie,sosteniéndosedelamesaconunamano.Conlaotramanobajóelcierredelafaldaparadejarlacaer,peroestabapegadaalcuerpoytuvoqueempujarlahaciaabajoparaquitársela.Elchicoestabasentadoenelsillóndeél. Lo vio solo entonces, y semiraron. Lola no supo qué pensaba el chico ni quépensabaellamismarespectoalchico.Solosabíaqueteníamuchísimahambre,yque

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yanoestabanenlaheladerasusveinticuatroyoguresdecremaydurazno.Asíqueseacordódelachocolatada,yseviocomiéndolaaoscurasenlacocina,acucharadas.¿Habríasidoella,todoestetiempo?¿Seríaposible?¿Éllosabría?¿Dóndeestabaél?Escuchóunsonidograve,profundo.Tangravequeel suelo temblóbajosucuerpo.Sonóotravez,oscuraypesadadentrodeella.Erasurespiracióncavernaria,ungranmonstruoprehistóricogolpeándoladolorosamentedesdeelcentrodelcuerpo.Ysinembargo esto era lo que estaba buscando, se lo dijo a sí misma, intuitivamente.Apoyadacontralapared,sedejócaerhastaelpiso.Seconcentróeneldolor.Porque,siesoeralamuerte,esteeraelgolpefinalquenecesitabaparamorir.Eratodoloquequería,loquehabíadeseadotantosañosperosolosehabíallevadoél.Terminar.Sucorazónseaceleró,golpeósupechoyagitóalmonstruo, lasvoces seapagaron, sedejó llevar, hundirse y perderse, alejarse del malestar. Vio una imagen muda. Elrecuerdodeunatardecalurosaenlaquintadesusabuelos,sosteniendolafaldadesuvestido azul repleta de flores silvestres.Y otra imagenmás, la primera vez que élcocinóparaella,lamesapuesta,elperfumedulcedelacarneconciruelas.EntoncesLola regresóasucuerpo,ysucuerpo le regresóeldolor.Sintióen lacarneelairetajante subir y bajar. En sus pulmones, una punzada aguda llegó con su últimarevelación:noibaamorirsenunca,porqueparamorirseteníaquerecordarelnombredeél,porqueelnombredeéleratambiénelnombredesuhijo,elnombrequeestabaenlacaja,ametrosdeella.Peroelabismosehabíaabierto,ylaspalabrasylascosassealejabanahoraatodavelocidad,conlaluz,muylejosyadesucuerpo.

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CUARENTACENTÍMETROSCUADRADOS

MISUEGRAQUIEREquecompreaspirinas.Medadosbilletesdediezymeindicacómollegaralafarmaciamáscercana.

—¿Seguroquenotemolestair?Niego y voy hacia la puerta. Intento no pensar en la historia que acaba de

contarme,peroeldepartamentoes chicoyhayqueesquivar tantosmuebles, tantasrepisasyvajillerosrepletosdeadornosqueesdificilpensarenotracosa.Salgodeldepartamentoalpasillooscuro.Noenciendolasluces,prefieroquelaluzllegueporsímismacuandolaspuertasdelascensorseabranymeiluminen.

Misuegraarmóunárboldenavidadsobrelachimenea.Esunachimeneaagasyde piedras artificiales, y ella insiste en mudarla cada vez que cambia dedepartamento.Elárboldenavidadtienelaalturadeunenano,esflacoydeunverdeclaroartificial.Tienebochasrojas,dosguirnaldasdoradasyseismuñecospapanoelescolgando de las ramas como en un club de ahorcados.Me detengo a verlo variasveces al día o pienso en él mientras hago otras cosas. Pienso en que mi madrecompraba guirnaldas mucho más mullidas y suaves, y en que los ojos de lospapanoelesnoestánpintadosexactamentesobrelosrelievesoculares,dondedeberíanestar.

Cuando llegoa la farmaciaqueme indicóveoqueestá cerrada.Son lasdiezycuartodelanocheyvoyatenerquebuscaralgunadeturno.NoconozcoelbarrioynoquierollamaraMariano,asíqueadivinoporeltránsitolaavenidamáscercanaycaminohaciaallá.Tengoquevolveraacostumbrarmeaestaciudad.

Antes de viajar a España devolvimos el departamento que alquilábamos yembalamos las cosas que no llevaríamos con nosotros.Mimadre trajo cajas de sutrabajo, cuarenta y siete cajas de vinosmendocinos que fuimos armando amedidaquelasnecesitábamos.LasdosvecesqueMarianonosdejósolasmimadrevolvióapreguntarmeporquéestábamosyéndonosrealmente,peroningunadelasvecespudecontestar.Uncamióndemudanzasllevótodohastaunabaulera.Meacuerdodeestoporqueestoycasiseguradequeenlacajaquedice«baño»hayunatiradeaspirinas.Peroahora,de regresoaBuenosAires, todavíano fuimosporellas.Anteshayqueencontrarunnuevodepartamento,yantesdeesohayquejuntaralgodetodalaplataqueperdimos.

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Haceunratomisuegramecontóestahistoriahorrible,perolacontóorgullosaydijoquealguiendeberíaescribirla.Esanteriorasudivorcio,anterioralaventadelacasayasuayudaconeldineroparaEspaña.Despuéslebajólapresión,levinoeseterrible dolor de cabeza y memandó a comprar aspirinas. Cree que extraño a mimadre,ynoentiendeporquénoquierollamarla.

Veounafarmaciaunacuadramásallá,sobrelaavenida,esperoelsemáforoparacruzar.Tambiénestácerradaperotieneunalistadeturnos.Simeubicobien,hayunadelotroladodeSantaFe,pasandolasvíasdelaestaciónCarranza.Sonunascuatrocuadrasmásyyamealejébastante.PiensoqueseríabuenoqueMarianollegara, lepreguntara a su madre por mí, y ella tuviera que explicarse diciendo que me hamandado a comprar aspirinas a las diezymedia de la nochepor unbarrio quenoconozco.Despuésmepreguntoporquéesoseríaalgobueno.

Loprimeroquemecontómisuegraesqueestabadepieenmediodelcomedordesu casa. Su marido estaba en el trabajo, pero regresaría pronto. Sus cuatro hijosestaban fuera también,uno trabajandoconelpadre, losotrosestudiando.Lanocheanterior sehabíapeleadootravezconsumarido,y lehabíapedidoeldivorcio.Lacasaeragrande,yhabíaperdidoelcontrolsobreella.Lamujerquelimpiabaestabaacargoahora,yellayanopodíadecirquéseguardabaenlosplacaresniquéfaltabaenlasalacenas.Cuandosesentabanalamesa,loshijossedivertíanviéndolacomer.Sihabía pollo roía los huesos con ansiedad, si había postre se servía doble ración,tomabaaguaconlabocallena.Esqueestoymuysola,pensabaparasímisma,ymishijossolocreenensupadre.

Tomolaprimeracallehaciaelcruceperoestácerrada,esunacallesinsalida,ylomismosucedeenlacuadrasiguiente.Buscoalguienaquienpreguntar.Encuentroaunamujerquememiradesconfiada.DicequedoscuadrasmásallásepuedepasaralotroladodeSantaFeporlostúnelesdelsubte.

Asíqueesedíamisuegraestabadepieenmediodelcomedor,semirólasmanosydecidiósusiguientepaso.Agarróelabrigo, lacartera,salióde lacasay tomóuntaxihasta lacalleLibertad.Diluviaba,perosentíaque,sinohacía loque teníaquehacerenesemismomomento,noibaahacerlonuncamás.Cuandobajósemojólassandalias,elagualellegabahastalostobillos.Tocóeltimbredeunlocaldecompra-ventadeoro.Vioalvendedoracercarseentre losmostradores iluminados.Supongoqueleabriómirándoladearribaabajo,lamentandoquealguienentraraasunegociotanempapado.Adentroelaireacondicionadoestabamuyfuerteylepegabasobrelanuca.

—Quierovenderesteanillo—dijoella.Pensóquelecostaríaquitárselo,porquehabíaengordadomucho,peroestabaempapadayelanillosaliósinesfuerzo.

Elhombrelocolocóenunapequeñabalanzaelectrónica.—Puedodarletreintadólares.Ellasetomóunossegundosparacontestar.Despuésdijo:—Esmianillodebodas.

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Yelhombredijo:—Esloquevale.Ahorabajoporlabocadelsubteytomoeltúnelparacruzarlaavenida.Frentea

loscartelesdebifurcaciónreconozcoellugarymeacuerdoqueyaheestadoacáotrasveces.Aladerecha,bajandodosescalerasmás,estálaparadadesubte,alaizquierdaestá la salida.Quizá porque pienso que hay alguna farmacia en el subte, o porquequiero recordar un poco más la estación, bajo hacia la derecha. Pierdo el tiempoporquemeayudaaseguiradelante,haceunmesymedioquenotengoabsolutamentenadaquehacer.Asíquevoyhacialaestación.Llevoencimaunatarjetaquetodavíasirve, un tren está llegando. Chillan un poco las ruedas y las puertas se abren alunísono.Enelandénhaypocagenteporqueelservicioterminaalasonce.Alguienseasomadesdeelprimervagón,talvezalguiendeseguridadpreguntándosesisubiréonosubiré.Cuandoeltrensealejamesientoenunodelosbancosvacíos.Laestaciónqueda en silencio y entonces algo se mueve un poco más allá del banco. Es unhombre viejo sentado en el piso. Es un mendigo, sus piernas terminan en dosmuñonesunpocoantesdelasrodillas.Miraelcarteldechampúquehaydelotroladodelasvías.

Misuegraaceptóeldinero,medijoquesalióacariciándoseeldedoanular.Afuerayanollovíaperoelaguatodavíallegabahastaloslocalesylassandaliasmojadaslelastimaban los pies. Unos días más tarde cambiaría los dólares que tenía en losbolsillosporunpardesandaliasquenunca tendría la fuerzadeponerse,yaúnasí,seguiríacasadaveintiséismesesmás.Melocontóenelcomedorpintándoselasuñas.Dijo que no le hace falta el dinero de España, y que podemos devolverlo cuandoqueramos.Dijoqueextrañamuchoasushijos,perosabequeellosestánocupadosensuscosas,ynoquieresercargosallamándolostodaslasvecesquerealmentequerríallamarlos. Pensé que tenía que escucharla, que era mi obligación porque estabaviviendoensucasa,yporquemedabaculpaqueyano tuvierasuanillode treintadólares.Porqueinsistíaencocinarnos,enplancharlaropacadavezquelalavábamos,porqueconmigohabíasidotanbuenadesdeelprincipio.Tambiéndijoquelepidióala vecina del C los clasificados del domingo y se fijó si no había algún nuevodepartamento para mudarse, porque este tampoco le parecía lo suficientementeluminoso.Laescuchéporqueno teníanadamásquehacer,y lamiréporqueestabasentadadelantedelárboldenavidad.Yalfindijoqueleencantabacharlarconmigo,así,comodosamigas.Quecuandoeraunanena,enlacocinadesucasa,secharlabade todo, que le gustaría que su madre todavía la acompañara. Se quedó un ratocallada,asíqueintentévolveraabrirmirevista,perodijo:

—CuandolepidoalgoaDiospidoasí:Dios,voshacélomejorquepuedas—ydiounlargosuspiro—.Deverdad,nopidonadapuntual.Detantoescucharalagenteaprendíquenosiemprepidenloqueesmejorparaellos.

Yentoncesdijoqueledolíamucholacabeza,queestabamareada,ymepreguntósimemolestaríairporunasaspirinas.Otrotrensevadelaestación.Elmendigome

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miraydice:—¿Ustedtampocotomaninguno?—Necesitomiscajas—digo,porquedeprontomeacuerdodeellasyasíescomo

séquéesloquequiero,porquéestoysentadatodavíaenestebanco.Peromi suegra dijo algomás. Algomuy tonto que ya no pude sacarme de la

cabeza.Dijoque,alsalirdelnegocioconsustreintadólares,nopodíaregresarasucasa.Tenía dinero para un taxi, recordaba su dirección, no tenía ningunaotra cosaque hacer, pero, simplemente, no podía hacerlo. Caminó hasta la esquina, dondehabíaunaparadadecolectivos,sesentóenelbancodemetal,yahísequedó.Miróalagente.Noqueríanipodíapensarennada,nisacarningunaconclusión.Solopodíamiraryrespirar,porquesucuerpolohacíaautomáticamente.Untiempoindefinidosecumplíadeunmodocíclico,elcolectivollegabayseiba,laparadaquedabavacía,yse volvía a llenar. La gente que esperaba cargaba siempre con algo. Llevaban suscosas en bolsos, en carteras, bajo el brazo, colgandode lasmanos, apoyadas en elpisoentrelospies.Ellosestabanahíparacuidardesuscosas,yacambiosuscosaslossostenían.

Elmendigotrepahastamibanco.Noentiendocómolohahecho,ymeasustaquepuedamoversetanrápido.Hueleabasura,peroesamable.Sacadesubolsaunaguíadelascalles.

—Quieresuscajas—dice,yabrelaguíahaciamí—,peronosabecómollegar…Aunque es una guía vieja reconozco en el mapa las estaciones de subte de la

ciudad.DeRetiroaConstitución,ydelCentrohastaChacarita.Misuegradicequelorecuerdatodo,tantolorecuerdaquepuededescribircada

unade esas cosasquecargaba lagente.Pero ella tenía lasmanosvacías.Yno ibahacianingún lugar.Dijoqueestabasentadaencuarentacentímetroscuadrados,esodijo.Tardéenentender.Esdifícilpensarenmisuegradiciendoalgoasí,aunqueesoesloquedijo:queestabasentadaencuarentacentímetroscuadrados,yqueesoeratodoloqueocupabasucuerpoenelmundo.

Elmendigomeespera.Bajaunsegundolamiradaydescubroqueenlospárpadostienedibujadosunpardeojos,comolospapanoelesdelárboldenavidad.Creoquedeberíaponermedepie,queunavezen labaulera reconoceré lacajaquenecesito.Peronopuedohacerlo.Nopuedosiquieramoverme.Simeparo,nopodréevitarvercuántoocuparealmentemicuerpo.Ysimiroelmapa—elmendigoloacercaahoraunpocomás,porsiesoayuda—,descubriréque,en toda laciudad,nohayningúnsitioquepuedaseñalarle.

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El cuento «Un hombre sin suerte» no estaba incluido en el manuscrito queparticipó en el IV Premio Internacional de Narrativa Breve Ribera del Duero. Ladecisióndeincluirloenestelibrosetomóduranteelprocesodeedicióndelmismo.Este relato obtuvo el Premio Internacional de Cuento Juan Rulfo 2012 (Nota delEditor).

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UNHOMBRESINSUERTE

ELDÍAQUECUMPLÍOCHOAÑOS,mi hermana—que no soportaba que dejaran demirarla un solo segundo—se tomóde un saque una taza entera de lavandina.Abiteníatresaños.Primerosonrió,talvezporelmismoasco,despuésarrugólacaraenunasustadogestodedolor.CuandomamáviolatazavacíacolgandodelamanodeAbi,sepusotanblancacomoella.

—Abi-mi-dios—esofuetodoloquedijomamá—Abi-mi-dios—ytodavíatardóunossegundosmásenponerseenmovimiento.

Lasacudióporloshombros,peroAbinorespondió.Legritó,peroAbitampocorespondió.Corrió hasta el teléfonoy llamó a papá, y cuandovolvió corriendoAbiseguíadepie,conlatazacolgándoledelamano.Mamálesacólatazaylatiróenlapileta.Abrió laheladera,sacó la lechey lasirvióenunvaso.Sequedómirandoelvaso,luegoaAbi,luegoelvasoyfinalmentetirótambiénelvasoalapileta.

Papá,quetrabajabamuycercadecasa,llegóenseguida,ytodavíalediotiempoamamáahacertodoelshowdelvasodelecheunavezmás,antesdequeélempezaraatocarlabocinayagritar.

MamápasócomounrayocargandoaAbicontrasupecho.Lapuertadeentrada,larejaylaspuertasdelcochequedaronabiertas.Sonaronmásbocinasymamá,queyaestabasentadaenelcoche,empezóallorar.Papátuvoquegritarmedosvecesparaqueyoentendieraqueeraamíaquienletocabacerrar.

Hicimoslasdiezprimerascuadrasenmenostiempodeloquemellevócerrarlapuertadelcocheyponermeelcinturón.Perocuandollegamosalaavenidaeltráficoestabaprácticamenteparado.Papátocababocinaygritaba«¡Voyalhospital!¡Voyalhospital!». Los coches que nos rodeaban maniobraban un rato, milagrosamenteconseguíandejamospasaryunpardecochesmásadelante,todoempezabadenuevo.Papáfrenódetrásdeotrocoche,dejódetocarbocinaysegolpeólacabezacontraelvolante.Nunca lo había visto hacer una cosa así.Hubo unmomento de silencio yentoncesseincorporóymemiróporelespejoretrovisor.Sediovueltaymedijo:

—Sacatelabombacha.Teníapuestomijumperdelcolegio.Todasmisbombachaseranblancas,aunque

esoeraalgoenloqueyonoestabapensandoynopodíaentenderelpedidodepapá.Apoyélasmanossobreelasientoparasostenermemejor.Miréamamáyellagritó:

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—¡Sacatelaputabombacha!Yyome la saqué.Papáme la quitó de lasmanos.Bajó la ventanilla, volvió a

tocar bocina y sacó afuera mi bombacha. La levantó bien alto mientras gritaba yseguíatocando,ytodalaavenidasediovueltaparamirarla.Labombachaerachica,pero también eramuy blanca. Una cuadramás atrás una ambulancia encendió lassirenas,nosalcanzórápidamenteynosescoltó.Papásiguiósacudiendolabombachahastaquellegamosalhospital.

Dejaron el coche junto a las ambulancias y se bajaron de inmediato. Sinesperamos,mamá corrió conAbi y entró en el hospital. Yo dudaba si debía o nobajarme: estaba sinbombachayqueríaverdónde lahabíadejadopapá, perono laencontrénienlosasientosdelanterosniensumano,queyacerrabadesdeafuerasupuerta.

—Vamos,vamos—dijopapá.Abriómipuertaymeayudóabajar.Cerróelcoche.Mediounaspalmadasenel

hombrocuandoentramosenelhallcentral.Mamásaliódeunahabitacióndelfondoynos hizo una seña. Me alivió ver que volvía hablar, daba explicaciones a lasenfermeras.

—Quedate acá—dijo papá, y me señaló unas sillas naranjas al otro lado delpasillo.

Mesenté.Papáentróenelconsultorioconmamáyyoesperéunbuenrato.Nosécuánto,perofueunbuenrato.Juntélasrodillas,bienpegadas,ypenséentodoloquehabíapasadoentanpocosminutosyenlaposibilidaddequealgunodeloschicosdelcolegio hubiera visto el espectáculo demi bombacha. Cuandome puse derecha eljumper se estiró ymi cola tocóparte del plásticode la silla.Aveces la enfermeraentrabaosalíadelconsultorioyseescuchabaamispadresdiscutir.UnavezquemeestiréunpoquitolleguéaveraAbimoverseinquietaenunadelascamillas,ysupeque,almenosesedía,noibaamorirse.Ytodavíaesperéunratomás.Entoncesunhombrevinoysesentóalladomío.Nosédedóndesalió,nolohabíavistoantes.

—¿Quétal?—preguntó.Pensé en decir muy bien, que es lo que siempre contesta mamá si alguien le

pregunta,aunqueacabededecirquelaestamosvolviendoloca.—Bien—dije.—¿Estásesperandoaalguien?Lo pensé. No estaba esperando a nadie o, almenos, no es lo que quería estar

haciendoenesemomento.Asíqueneguéyéldijo:—¿Yporquéestássentadaenlasaladeespera?Entendí que era una gran contradicción. Él abrió un pequeño bolso que tenía

sobre las rodillas. Revolvió un poco, sin apuro. Después sacó de una billetera unpapelitorosado.

—Acáestá,sabíaqueloteníaenalgúnlado.Elpapelitoteníaelnúmero92.

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—Valeporunhelado,yoteinvito—dijo.Ledijequeno.Nohayqueaceptarcosasdeextraños.—Peroesgratis,melogané.—No.Miréalfrenteynosquedamosensilencio.—Comoquieras—dijoél,sinenojarse.Sacó del bolso una revista y se puso a llenar un crucigrama. La puerta del

consultorio volvió a abrirse y escuché a papá decir «no voy acceder a semejanteestupidez». Me acuerdo porque ese es el punto final de papá para casi cualquierdiscusión,peroelhombrenoparecióescucharlo.

—Esmicumpleaños—dije.«Esmicumpleaños—repetíparamímisma—,¿quédeberíahacer?».Éldejóel

lápizmarcandouncasilleroymemiróconsorpresa.Asentísinmirarlo,conscientedetenerotravezsuatención.

—Pero…—dijo y cerró la revista—, es que a vecesme cuesta entender a lasmujeres.Siestucumpleaños,¿porquéestásenunasaladeespera?

Eraunhombreobservador.Meenderecéotravezenmiasientoyvique,aunasí,apenaslellegabaaloshombros.Élsonrióyyomeacomodéelpelo.Yentoncesdije:

—Notengobombacha.Noséporquélodije.Esqueeramicumpleañosyyoestabasinbombacha,yera

algoenloquenopodíadejardepensar.Éltodavíaestabamirándome.Quizásehabíaasustado,uofendido,yentendíque,aunquenoeramiintención,habíaalgogroseroenloqueacababadedecir.

—Peroestucumpleaños—dijoél.Asentí.—Noesjusto.Unonopuedeandarsinbombachaeldíadesucumpleaños.—Ya sé—dije, y lodije conmucha seguridad, porque acababadedescubrir la

injusticiaalaquetodoelshowdeAbimehabíallevado.Él se quedó unmomento sin decir nada. Luegomiró hacia los ventanales que

dabanalestacionamiento.—Yosédóndeconseguirunabombacha—dijo.—¿Dónde?—Problemasolucionado.—Guardósuscosasyseincorporó.Dudéenlevantarme.Justamentepornotenerbombacha,perotambiénporqueno

sabíasiélestabadiciendolaverdad.Miróhacialamesadeentradaysaludóconunamanoalasasistentes.

—Yamismovolvemos—dijo,ymeseñaló—.Essucumpleaños.—Yyopensé«pordiosylavirgenMaría,quenodiganadadelabombacha»,peronolodijo:abriólapuerta,meguiñóunojo,yyosupequepodíaconfiarenél.

Salimosalestacionamiento.Depieyoapenaslepasabadelacintura.Elcochedepapá seguía junto a las ambulancias, unpolicía le dabavueltas alrededor,molesto.

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Mequedémirándoloyélnosvioalejarnos.Elairemeenvolviólaspiernasysubió,acampanandomijumper;tuvequecaminarsosteniéndolo,conlaspiernasbienjuntas.

Élsevolvióparaversiloseguíaymevioluchandoconmiuniforme.—Mejorvamospegadosalapared.—Quierosaberadóndevamos.—Notepongasquisquillosa,darling.Cruzamoslaavenidayentramosenunshopping.Eraunshoppingbastantefeo,

nocreoquemamáloconociera.Caminamoshastaelfondo,haciaunagrantiendaderopa,unarealmentegigante

quetampococreoquemamáconociera.Antesdeentraréldijo«notepierdas»ymediolamano,queerafríaymuysuave.Saludóalascajerasconelmismogestoqueles había hecho a las asistentes a la salida del hospital, pero no vi que nadie lerespondiera.

Avanzamosentrelospasillosderopa.Ademásdevestidos,pantalonesyremeras,había ropa de trabajo: cascos, jardineros amarillos como los de los basureros,guardapolvosdeseñorasdelimpieza,botasdeplástico,yhastaalgunasherramientas.Mepreguntésiélcompraríasuropaahíysiusaríaalgunadeesascosasyentoncestambiénmepreguntécómosellamaría.

—Esacá—dijo.Estábamos rodeados de mesadas de ropa interior masculina y femenina. Si

estirabalamanopodíatocarungrancontenedordebombachasgigantes,másgrandesquelasqueyopodríahabervistoalgunavez,yasolotrespesoscadauna.Conunadeesasbombachaspodíanhacersetresparaalguiendemitamaño.

—Esas no—dijo él—, acá.—Yme llevó un pocomás allá, a una sección debombachas más pequeñas—. Mirá todas las bombachas que hay… ¿Cuál será laelegida,mylady?

Miré un poco. Casi todas eran rosas o blancas. Señalé una blanca, una de laspocasquehabíasinmoño.

—Esta—dije—.Peronotengoparapagar.Seacercóunpocoymedijoaloído:—Esonohacefalta.—¿Soseldueño?—No.Estucumpleaños.Sonreí.—Perohayquebuscarmejor.Estarseguros.—Ok,darling—dije.—Nodigas«Ok,darling»—dijoél—,quemepongoquisquilloso.—Ymeimitó

sosteniéndomelapolleraenlaplayadeestacionamiento.Mehizo reír.Ycuando terminódehacerseelgraciosodejó frenteamísusdos

puñoscerradosyasísequedóhastaqueentendíytoquéelderecho.Loabrió:estabavacío.

—Todavíapodéselegirelotro.

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Toquéelotro.Tardéenentenderqueeraunabombachaporquenuncahabíavistouna negra. Y era para chicas, porque tenía corazones blancos, tan chiquitos queparecían lunares, y la cara deKitty al frente, donde suele estar esemoñoque ni amamániamínosgusta.

—Hayqueprobarla—dijo.Apoyélabombachaenmipecho.Élmediootravezlamanoyfuimoshastalos

probadores,queparecíanestarvacíos.Nosasomamos.Éldijoquenosabíasipodríaentrarporqueesoseransoloparamujeres.Quetendríaquehacerlosola.Era lógicoporque, a menos que sea alguien muy conocido, no está bien que te vean enbombacha.Peromedabamiedoentrarsolaalprobador,entrarsolaoalgopeor:salirynoencontraranadie.

—¿Cómotellamás?—pregunté.—Esonopuedodecírtelo.—¿Porqué?Él se agachó.Asíquedaba casi ami altura, opor ahíyounos centímetrosmás

alta.—Porqueestoyojeado.—¿Ojeado?¿Quéesestarojeado?—Unamujerquemeodiadijoquelapróximavezqueyodigaminombremevoy

amorir.Penséquepodíaserotrabroma,perolodijotodomuyserio.—Podríasescribírmelo.—¿Escribirlo?—Si lo escribieras no sería decirlo, sería escribirlo. Y si sé tu nombre puedo

llamarteynomedaríatantomiedoentrarsolaalprobador.—Peronoestamosseguros.¿Ysiparaesamujerescribires tambiéndecir?¿Si

condecirellaserefirióadaraentender,ainformarminombredelmodoquesea?—¿Ycómoseenteraría?—Lagentenoconfíaenmíysoyelhombreconmenossuertedelmundo.—Esonoesverdad,esonohaymaneradesaberlo.—Yoséloquetedigo.Miramos juntos la bombacha, enmismanos. Pensé en quemis padres podrían

estarterminando.—Peroesmicumpleaños—dije.Yquizálohiceapropósito,asílosentíenesemomento:losojossemellenaron

delágrimas.Entoncesélmeabrazó,fueunmovimientomuyrápido,cruzósusbrazossobremiespaldaymeapretótanfuertequelacaramequedóhundidaensupecho.Despuésmesoltó,sacósurevistaysulápiz,escribióalgoenelmargenderechodelatapa,loarrancóylodoblótresvecesantesdedármelo.

—No lo leas —dijo, se incorporó y me empujó suavemente hacia loscambiadores.

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Dejépasarcuatrovestidoresvacíos,siguiendoelpasilloy,antesdejuntarvalorymetermeenelquinto,guardéelpapelenelbolsillodemijumper,mevolvíparaverloynossonreímos.

Meprobé labombacha.Eraperfecta.Me levantéel jumperparaverbiencómomequedaba.Eratan,perotanperfecta.Mequedabaincreíblementebien,papánuncamelapediríapararevolearladetrásdelasambulanciaseincluso,sillegaraahacerlo,nomedaríatantavergüenzaquemiscompañeroslavieran.Miráquebombachatieneesta piba, pensarían, québombacha tanperfecta.Medi cuenta dequeyanopodíasacármela.Ymedicuentadealgomás,yesquelaprendanoteníaalarma.Teníaunapequeña marquita en el lugar donde suelen ir las alarmas, pero no tenía ningunaalarma.Mequedéunmomentomásmirándomealespejo,ydespuésnoaguantémásysaquéelpapelito,loabríyloleí.

Salídelprobadoryélnoestabadondenoshabíamosdespedido,perosíunpocomásallá,juntoalostrajesdebaño.Memiró,ycuandovioquenoteníalabombachaalavistameguiñóunojoyfuiyolaquelotomódelamano.Estavezmesostuvomás fuerte, amímeparecióbieny caminamoshacia la salida.Confiaba enque élsabía loquehacía.Enqueunhombreojeadoycon lapeorsuertedelmundosabíacómohaceresascosas.Cruzamosla líneadecajaspor laentradaprincipal.Unodelos guardias de seguridad nosmiró acomodándose el cinto. Para élmi hombre sinnombreseríamipapá,ymesentíorgullosa.Pasamosloscensoresdelasalida,haciaelshopping,yseguimosavanzandoensilencio,todoelpasillo,hastalaavenida.FuecuandoviaAbi,sola,enmediodelestacionamiento.Yviamamámáscerca,deesteladode la avenida,mirandohacia las esquinas. Papá también venía hacia nosotrosdesdeelestacionamiento.Seguíaapasorápidoalpolicíaqueantesmirabasucocheyencambioahoranosseñalaba.Pasótodomuyrápido.Papánosvio,gritóminombreyunossegundosdespuéselpolicíaydosmásquenosédedóndesalieronyaestabansobrenosotros.Élmesoltó,perodejéunossegundosmimanosuspendidahaciaél.Lorodearonyloempujarondemalamanera.Lepreguntaronquéestabahaciendo,lepreguntaronsunombre,peroélnorespondió.Mamámeabrazóymerevisódearribaabajo. Tenía mi bombacha blanca enganchada en la mano derecha. Entonces,tanteándome, notó que llevaba otra bombacha. Me levantó el jumper en un solomovimiento: fue algo tan brusco y grosero, delante de todos, que yo tuve que darunospasoshaciaatrásparanocaerme.Élmemiro,yolomiréCuandomamáviolabombachanegragritó«hijodeputa,hijodeputa»,ypapásetirósobreélytratódepegarle.Losguardiasintentaronsepararlos.Yobusquéelpapelenmijumper,melopuseenlabocay,mientrasmelotragaba,repetíensilenciosunombre,variasveces,paranoolvidármelonunca.

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SALIR

TRESRELÁMPAGOSILUMINANlanocheyalcanzoaveralgunasterrazassuciasylasmedianerasdelosedificios.Todavíanollueve.Losventanalesdelbalcóndeenfrenteseabrenyunaseñoraenpijamasalearecogerlaropa.Todoestoveomientrasestoysentadaenlamesadelcomedorfrenteamimarido,trasunlargosilencio.Susmanosabrazaneltéyafrío,susojosrojossiguenmirándomeconfirmeza.Esperaaqueseayolaquedigaloquehayquedecir.Yporquesientoquesabeloquetengoquedecir,yanopuedodecirlo.Sufrazadaestátiradaalospiesdelsillón,yenlamesaratonahaydostazasvacías,unceniceroconcolillasypañuelosusados.Tengoquedecirlo,medigo,porqueespartedelcastigoqueahorametoca.Meacomodolatoallaquemeenvuelveelpelohúmedo, ajustoelnudodemibata.Tengoquedecirlo,me repito,pero es una orden imposible. Y entonces algo sucede, algo en los músculoscomplicadodeexplicar.Sucedepasoapasosinquealcanceaentenderexactamentede qué se trata: simplemente empujo la silla hacia atrás yme incorporo. Doy dospasos al costado yme alejo.Tengo que decir algo, pienso,mientrasmi cuerpo daotrosdospasosymeapoyocontraelmueblede losplatos, lasmanos tanteando lamadera,sosteniéndome.Veolapuertadesalida,y,comoséqueéltodavíamemira,yo me esfuerzo en evitarlo. Respiro, me concentro. Doy un paso al costadoalejándomeunpocomás.Élnodicenada,ymeanimoadarotropaso.Mispantuflasestáncercay,sinsoltarmedelamaderadelmueble,estirolospies,lasempujohaciamíymelaspongo.Losmovimientossonlentos,pausados.Sueltolasmanos,pisounpoco más allá, hasta la alfombra, junto aire, y en solo tres pasos largos cruzo elliving, salgo de casa y cierro. Se escuchami respiración agitada en el pasillo deledificio, a oscuras.Me quedo unmomento con la oreja apoyada contra la puerta,intentandoescucharruidosdentro,susillaalincorporarseosuspasoshaciaacá,perotodoestáencompletosilencio.Notengollaves,medigo,ynoestoyseguradesiesomepreocupa.Estoydesnudabajo labata.Soyconscientedelproblema,de todoelproblema,perodealgunamaneramiestado,esteinsólitoestadodealerta,meliberadecualquiertipodejuicio.Laslucesdelostubosparpadeanyluegoelpasilloquedaligeramenteverde.Voyalascensor,lollamoyllegaenseguida.Laspuertasseabrenyunhombreseasomasinsacarsumanodelosbotones.Meinvitaapasarconungestocordial.Cuando las puertas se cierran siento un fuerte perfume a lavanda, como si

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acabarandelimpiar,ylaluz,ahoracálidaymuycercadenuestrascabezas,mealiviayreconforta.

—¿Sabequéhoraes,señorita?Suvozgravemeconfundeyesdifícilsabersiloquedijoesunapreguntaoun

reproche.Esunhombremuypetiso,mellegaaloshombros,peroesmayorqueyo.Pareceserunodelosencargadosdeledificioopersonalcontratadopararepararalgoenparticular,aunqueconozcoalosdosencargadosyeslaprimeravezqueveoaestehombre.Casinotienepelo.Llevaabiertounmamelucogastadoydebajounacamisalimpia y planchada que le da un aire fresco, o profesional. Niega, quizá para símismo.

—Mimujervaamatarme—dice.No pregunto, no me interesa saber. Me siento cómoda en su compañía,

descendiendo,peronotengoganasdeescuchar.Losbrazosmecuelganaloslados,sueltos y pesados, y me doy cuenta de que estoy relajada, de que salir deldepartamentomeestáhaciendobien.

—Noquieronicontarle—diceelhombre,yvuelveanegar.—Seloagradezco—digo.Ysonrío,paraquenoselotomeamal.—Nicontarle.Nosdespedimosenelhallconungestodeasentimiento.—Ledeseomuchísimasuerte—dice.—Gracias.Elhombresealejahaciaelestacionamientoyyosalgoporlapuertaprincipal.Es

de noche, aunque no podría decir exactamente qué hora. Camino hasta la esquinaparavercuántomovimientohayenlaavenidaCorrientes,todoparecedormido.Juntoal semáforo me quito la toalla de la cabeza, que dejo colgando del brazo, y meacomodo un poco el pelo hacia atrás. Los días de esta semana fueron húmedos ycalurosos,peroahoraunabrisaagradablellegadesdeChacarita,frescayperfumada,ycaminohacia allá.Piensoenmihermana, en loquehacemihermana,ymedanganasdecontárseloaalguien.Alagenteleinteresamucholoquehacemihermanayamímegusta,cadatanto,contarcosasquealagenteleinteresen.Entoncessucedealgo que, de alguna manera, estoy esperando. Quizá porque un segundo antes deescucharlabocinayahepensadoenél,enelhombredelascensor,yporesonomeincomoda su coche arrimándose, su sonrisa, y pienso podría contarle sobre mihermana.

—¿Puedoalcanzarlaaalgúnlado?—Sípodría—digo—,perolanocheestámuylindaparameterseenuncoche.Élasiente,miobservaciónparececambiardealgunaformasusplanes.Detieneel

cocheymeacerco.—Voyparamicasaporquemimujervaamatarme,ytengoqueestarahíparaque

suceda.Asiento.

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—Esunchiste—dice.—Sí,claro—digoysonrío.Éltambiénsonríeymegustasusonrisa.—Pero podríamos bajar las ventanillas, todas las ventanillas, e ir con el coche

biendespacio.—¿Creequemolestaríamosaalguien,yendotandespacio?Miralaavenidahacia

adelanteyhaciaatrás,tienealgodepeloenlanuca,pelusaapenasrojiza.—No,sicasinohaynadieenlacalle.Podríamoshacerloasísinproblema.—Bueno—digo.Doylavueltaymeacomodoenelasientodeacompañante.Élbajalasventanasy

correelvidriodeltecho.Elcocheesviejoperocómodoyhuelealavanda.—¿Por qué va a matarlo su mujer? —pregunto, porque para contar lo de mi

hermanaprimeropreguntoporalgodelosdemás.Élponeprimerayporunmomentoseconcentraenelembragueyelacelerador,

mueveelcochelentamente,hastaencontrarunavelocidadconfortable,memirayyoasientoconaprobación.

—Hoy es nuestro aniversario y quedamos en que yo iba a pasar por ella a lasocho,parairacenar.Perohubounproblemaeneltechodeledificio.¿Estáaltanto?

Elairecirculapormisbrazosyminuca,nifríonicaliente.Perfecto,pienso,estoestodoloquenecesitaba.

—¿Ustedeselnuevoencargadodel edificio?—Bueno,que sediga«nuevo»…Haceseismesesqueestoyeneledificio,señorita.

—¿Yestechistatambién?—Soyescapista,enrealidad.Vamospegadosalavereda,casisiguiendoaunaseñoraqueavanzaapasorápido

conunabolsadesupermercadovacíayquenosmiradereojo.—¿Escapista?—Arreglolosescapesdeloscoches.—¿Estásegurodequeesoesloquehaceunescapista?—Selopuedoasegurar.Lamujerdelaveredanosmiramolesta,caminamásdespacioparaobligarnosa

pasarla.—Cuestión que ahora es demasiado tarde para ir a cenar, y ella debe haberme

esperadodurantehoras.Yaestantardequelosrestaurantesdebenestarcerrando.—¿Lallamóparaavisarledelretraso?Élniega,conscientedelerror.—¿Noquierellamarlaporteléfono?—No,realmentenomepareceunabuenaidea.—Bueno, entoncesnohaymuchoquehacer.Nopuede tomarningunadecisión

hastanollegaryvercómoestáella.—Esomismopiensoyo.

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Miramoshaciaadelante.Lanocheessilenciosaynotengonadadesueño.—Yovoyalodemihermana.—Penséquesuhermanavivíaenelmismoedificio.—Trabajaeneledificio,tienesutallerdospisossobreelmío.Peroviveenotro

lugar.¿Laconoce?¿Sabeaquésededicamihermana?—Disculpe,¿lemolestasiparounmomento?Medieronmuchasganasdefumar.Detieneelcochefrenteaunkiosco,apagaelmotorysebaja.Quégenialvatodo

hastaacá,medigo.Québienmesientoahoramismo.Parecehaberalgoespecialentodoestoquesemeestáescapando,¿algocomoqué?,mepregunto,tengoquesaberquées loqueestá funcionandopara retenerloy replicarlo,parapodervolveraesteestadocuandolonecesite.

—¡Señorita!Elescapistamehaceseñasdesdeelkioscoparaquemeacerque.Dejolatoallaen

elasientodeatrásybajo.—No tenemos cambio, ninguno de los dos —dice el escapista señalando al

hombredelkiosco.Meesperan.Buscocambioenlosbolsillosdemibata.—¿Seencuentrabien?—diceelhombredelkiosco.Concentradatodavíaenlos

bolsillos,tardoenentenderquelapreguntavadirigidaamí.—Tieneelpelomojado.Así—diceseñalándomeextrañado—,comoreciénsalida

deladucha.—Miratambiénmibataaunquenodicenadasobreeso—.Solodigaqueestábienyseguimosconeltemadelcambio.

—Estoybien—digo—,perotampocotraigocambio.Elhombreasienteunavez,desconfiado,ydespuésseagacha traselmostrador.

Lo escuchamos hablar para sí mismo, decirse que en algún lado, entre las cajas,guardasiempreunasmonedasextra.Elescapistamemiraelpelo.

Tiene el entrecejo fruncido y por un momento temo que algo se quiebreirremediablemente,algodeestebienestar.

—Sabe—elhombredelkioscovuelveaasomarse—,atrástengounsecador.Siquiere…

Miro al escapista, alerta a su reacción. No quiero, no quiero secármelo, perotampocoquieronegarlenadaanadie.

—Estamos en eso—dice el escapista señalando el coche—, ¿ve? Conducimosconlasventanasbajas,enprimera,yhacemuchocalor.Enunratoelpelovaaestarsequísimo. El hombre mira hacia el coche. Tiene en la mano unas monedas, queaprieta y afloja un par de veces antes de volver a miramos y entregárselas alescapista.

—Gracias—digocuandosalimos.El hombre del kiosco no parece convencido conmi actitud y, aunque se aleja

hacia las heladeras, se vuelve todavía un par de veces para mirarnos. Afuera elescapistame ofrece un cigarrillo, pero le digo que ya no fumo yme apoyo en el

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cochedispuestaaesperar.Élprendeunoyfumaexhalandoelairehaciaarriba,comohace mi hermana. Pienso que es una buena señal, y que, otra vez en marcha,recuperaremosloqueseaqueperdimosenelkiosco.

—Compremosalgo—digodepronto—,parasumujer.Algoqueaellalegusteyconloqueustedpuedademostrarquesuretrasonofuemalintencionado.

—¿Malintencionado?—Flores,oalgodulce.Mire,ahíenlaotraesquinahayunaestacióndeservicio.

¿Caminamos?Asiente y cierra el coche. Las ventanas quedan abiertas, tal como habíamos

acordado al empezar el paseo.Eso estámuy bien,me digo.Y avanzamos hacia laesquina.Losprimerospasossondesordenados.Élcaminacercadelcordón,sinritmo,cruzaaveceslospies,sorprendidoporsupropiatorpeza.Noencuentraelpaso,medigo, hay que ser paciente. Dejo de mirar para no incomodarlo.Miro el cielo, elsemáforo,medoyvueltaparavercuántonosalejamosdelcoche.Meacercounpocointentandorecuperarunadistanciadecomunicación.Caminounpocomásdespacio,aversiesoayuda,peroterminaalejándoloaélhaciadelante,hastaquesedetiene.Fastidiado, se vuelve hacia mí y me espera. Cuando volvemos a juntarnoscoincidimos en un par de pasos, pero enseguida estamos otra vez desincronizados.Entoncesmedetengoyo.

—Noestáfuncionando—digo.Éldaunospasosmás,rodeándomedesconcertado,mirandonuestrospies.—Volvamos—dice—,todavíapodemosseguirconelcoche.Un subte pasamás abajo, la vereda tiembla y una oleada de aire caliente sube

desde las bocas enrejadas del piso. Niego. Unos metros más atrás, el hombre delkioscoseasomaynosmiraYanoeselcaminocorrecto,pienso,todoveníasaliendotanbien.Élseríe,triste.Micuerposecontrae,sientorígidaslasmanosylanuca.

—Estonoesunjuego—digo.—¿Cómodice?—Estoesmuyserio.Sequedaquieto,desaparecesusonrisa.Dice:—Discúlpeme,peroyanosésientiendobienloqueestápasando.Loperdimos, pienso, se fue.Él se quedamirándome, perohayunbrillo en sus

ojos,unsegundoenelquelosojosdelescapistamemiranyparecenentender.—¿Quierecontarmelodesuhermana?Niego.—¿Quierequelaalcancealdepartamento?—Sonochocuadras,mejorvuelvosola.Ustedllameasumujer.Esprobableque

ahorasíquierallamarla.—Cortounasflores,tresfloresquesobresalenaunosmetrosdesdelasrejasdeunedificio—.Tome,déselasencuantollegue.

Lasagarrasindejardemirarme.—Ledeseomuchísimasuerte—digo,recordandosuspalabrasenelascensor,y

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empiezoaalejarme.Pasojuntoalcocheysacomitoallaporlaventanilladeatrás.Cruzodevereda,

regreso.Espero un semáforo, llevo la toalla colgada del brazo como la llevaría unmozo.Memirolospies,laschinelas,meconcentroenelritmo,tomomuchoaireylolargo con prolijidad, consciente de su sonido y su intensidad.Este esmimodo decaminar,pienso.Esteesmiedificio.Estaeslaclavedelapuertaprincipal.Esteeselbotóndelascensorquemellevaráamipiso.Laspuertassecierran.Cuandoseabrenlas lucesdelpasillovuelvenaparpadear.Frenteamidepartamentomeenvuelvoelpelootravezconlatoalla.Lapuertanotienellave.Abrodespacioytodo,todoenellivingyenlacocina,estáaterradoramenteintacto.Lafrazadaestátiradaalospiesdelsillón, las colillas y las tazas sobre la mesa ratona. Están los muebles, todos losmueblesensusitio,guardandoysosteniendotodoslosobjetosquepuedorecordar.Yéltodavíaestáenlamesa,esperando.Levantalacabezadesusbrazoscruzadosymemira.Salíunmomento,pienso.Séquemetocabahablaramí,perosiélpregunta,esoestodoloquevoyadecir.

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SAMANTASCHEBLINnacióenBuenosAires,Argentina,en1978.Suprimerlibro,Elnúcleodeldisturbio(2002),obtuvolospremiosHaroldoContiyFondoNacionalde lasArtes.Elsegundo,Pájarosen laboca (2009), fuedistinguidoconelpremioCasadelasAméricasytraducidoatreceidiomas.Becadapordistintasinstituciones,vivió temporalmente en México, Italia, China y Alemania (Berlín), donde residedesdehacedosaños.FueseleccionadaporlaprestigiosarevistaGrantacomounodelos «mejores narradores en español» y ha obtenido recientemente el premio JuanRulfodeFranciayelpremioRiberadelDuerodeNarrativaBreveporsuúltimolibroSietecasasvacías(2015).

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