Las Casas Nobles

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485 LAS ‘‘CASAS’’ NOBLES DE LOS BARRIOS DE TEOTIHUACAN ESTRUCTURAS EXCLUSIONISTAS EN UN ENTORNO CORPORATIVO 1 LINDA R. MANZANILLA Miembro de El Colegio Nacional INTRODUCCIÓN Teotihuacan representa la construcción multiétnica de un experimento excepcional. La confluencia de pueblos diversos que huyeron de las erupciones del sur de la cuenca de México durante el primer siglo de nuestra Era, y que llegaron al valle de Teotihuacan, ya poblado con gru- pos formativos, generó una articulación original sobre la cual se inserta- ron otros de la Costa del Golfo y del Occidente de México. Para organizar a grupos humanos de tantos orígenes, intereses y estra- tegias, el grupo que le dio forma a la ciudad ortogonal de tiempos Tla- mimilolpa (c. 200-350 d. C.) quizás consideró que el orden podría ser una manera para organizar a la mano de obra multiétnica así como para atraer a grupos de diversas procedencias en los esfuerzos de construcción, ma- nufactura y movimiento de bienes. El orden, manifiesto en la retícula urbana y en los módulos constructivos (Millon, 1973), el colorido de los murales (De la Fuente [coord.], 1995), el esfuerzo por constituirse en el centro del mundo conocido, donde todas las lenguas eran escuchadas y los diversos tipos de juego de pelota desplegados, hizo de Teotihuacan una excepción en el Clásico mesoamericano (Manzanilla, 2006). La organización corporativa de la vida doméstica en conjuntos multi- familiares (Manzanilla, 1996) es una de sus características excepcionales; pero quizás también lo corporativo llegó hasta los niveles del co-gobierno central, donde sugerimos la existencia de cuatro co-gobemantes (Manza- nilla 2002, 2006), como la vasija de Las Colinas, publicada por Sigvald Linné (1942: 68), sugiere. 1 Ponencia presentada en la XXVIII Mesa Redonda de Sociedad Mexicana de Antro- pología, 2007, Ciudad de México, en el simposio coordinado por Gerardo Gutiérrez.

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LAS ‘‘CASAS’’ NOBLES DE LOS BARRIOS DE TEOTIHUACAN ESTRUCTURAS EXCLUSIONISTAS EN UN ENTORNO CORPORATIVO1

LINDA R. MANZANILLA Miembro de El Colegio Nacional

INTRODUCCIÓN Teotihuacan representa la construcción multiétnica de un experimento excepcional. La confluencia de pueblos diversos que huyeron de las erupciones del sur de la cuenca de México durante el primer siglo de nuestra Era, y que llegaron al valle de Teotihuacan, ya poblado con gru- pos formativos, generó una articulación original sobre la cual se inserta- ron otros de la Costa del Golfo y del Occidente de México. Para organizar a grupos humanos de tantos orígenes, intereses y estra-tegias, el grupo que le dio forma a la ciudad ortogonal de tiempos Tla- mimilolpa (c. 200-350 d. C.) quizás consideró que el orden podría ser una manera para organizar a la mano de obra multiétnica así como para atraer a grupos de diversas procedencias en los esfuerzos de construcción, ma- nufactura y movimiento de bienes. El orden, manifiesto en la retícula urbana y en los módulos constructivos (Millon, 1973), el colorido de los murales (De la Fuente [coord.], 1995), el esfuerzo por constituirse en el centro del mundo conocido, donde todas las lenguas eran escuchadas y los diversos tipos de juego de pelota desplegados, hizo de Teotihuacan una excepción en el Clásico mesoamericano (Manzanilla, 2006). La organización corporativa de la vida doméstica en conjuntos multi- familiares (Manzanilla, 1996) es una de sus características excepcionales; pero quizás también lo corporativo llegó hasta los niveles del co-gobierno central, donde sugerimos la existencia de cuatro co-gobemantes (Manza- nilla 2002, 2006), como la vasija de Las Colinas, publicada por Sigvald Linné (1942: 68), sugiere.

1 Ponencia presentada en la XXVIII Mesa Redonda de Sociedad Mexicana de Antro-pología, 2007, Ciudad de México, en el simposio coordinado por Gerardo Gutiérrez.

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Al repensar la estructura política de la ciudad de Teotihuacan, tema por demás difícil de abordar sin la profusión de textos, representaciones y contextos de la realeza que abundan en el área maya para el mismo te- ma (Manzanilla 2002, 2006) , a mi modo de ver salta a la vista una posi- ble contradicción entre la organización interna de los barrios y las elites intermedias que los rigen, por un lado, respecto de la utopía corporativa del co-gobierno central. Abordaremos aquí el tema de cómo concebimos la organización de los barrios en la ciudad de Teotihuacan, y la posibilidad de que las elites intermedias que los encabezan estuviesen organizados como ‘‘casas’’ (Maisons), en el sentido que Lévi-Strauss (1982) sugirió. Consideramos que los barrios, sede de las elites intermedias (á la Elson y Covey [2006]), son las unidades sociales intermedias más dinámicas de los sitios urbanos, y las que pueden dar luz sobre la organización de base, los procesos de transformación y las tensiones finales de los asentamientos multiétnicos complejos. EL CONCEPTO DE ‘‘CASA’’ Á LA LÉVI-STRAUSS La ‘‘Maison’’ como grupo social es caracterizado por Lévi-Strauss como algo más que un grupo doméstico: es un grupo corporativo grande. or- ganizado por la residencia compartida. la subsistencia, los medios de pro- ducción, el origen, las acciones rituales o la esencia metafísica (Gillespie, 2000a:1). Tiene una propiedad territorial con riqueza material e intangi- ble que se perpetúa a través de la transmisión de su nombre, sus bienes y sus títulos a lo largo de una línea real o imaginaria, considerada legíti- ma mientras su continuidad se exprese en el lenguaje del parentesco o la afinidad o ambos (Lévi-Strauss, 1982: 174). En términos prácticos, una ‘‘Maison’’ puede representar relaciones socia- les, económicas, políticas o rituales entre varios individuos que pueden formar una colectividad temporal o permanente (Gillespie, 2000a: 6), o en términos de Bonte e lzard (1991: 435): la sociedad de ‘‘casa’’ representa la alianza temporal o prolongada entre dos o más linajes para crear uni- dades sociales de un nuevo tipo con ventajas para todos. Es una persona moral autónoma poseedora de derechos y obligaciones. Según Gillespie (2000a: 2) , una de sus estrategias de largo plazo es ad- quirir, conservar o reemplazar recursos que son la base de su estatus y poder. El grupo social no sólo se representa por la estructura física de la

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casa, sino por los objetos que lo acompañan: reliquias, tumbas, emblemas, máscaras, atavíos, etcétera y territorios de caza, pesca y recolección (Gilles-

pie. 2000a: 3; 2000b: 25-26), además de las tradiciones de migración. los relatos de fundación de asentamientos o santuarios ancestrales; los nom- bres o títulos; los oficios en las sociedades secretas; las danzas, cantos y re- presentaciones rituales (Gillespie, 2000a: 12). LA ECONOMÍA DE OIKOS EN MESOPOTAMIA Algunos autores, como Susan Pollock (2002: 117 el seq.), han llamado la atención sobre la existencia de economías de Oikos (figula 1) que, se-gún Max Weber, son economías orientadas principalmente a la satisfac-ción de necesidades, en las que varias unidades domésticas o unidades de producción son responsables de la manufactura de bienes para su propio uso, almacenamiento de materias primas o bienes, y manufactu- ra de bienes indispensables para el intercambio.

EL OIKOS EN MESOPOTAMIA SEGÚN POLLOCK (2002)

OIKOS

CASA A CASA B ALIMENTOS Y OTROS

CENTRO DEL OIKOS: ADMINISTRACIÓN

Y ALMACENAMIENTO

CASA C CASA D

CASA E

TELA Y OTROS PRODUCTOS UNIDAD DOMÉSTICA

DE PARIENTES

ALIMENTOS (RACIONES) TELA UNIDAD DOMÉSTICA

DE PARIENTES

ALIMENTOS (RACIONES)

UNIDAD DOMÉSTICA DE PARIENTES

ALIMENTOS (RACIONES)

TRABAJO COMIDA COCINADA

Figura 1.

TELA

TELA

COMIDA

TIERRA

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Para Pollock (2002), en el tercer milenio a. C., la concentración de población en villas y ciudades llegó a proporciones sin precedentes. La urbanización trajo consigo la reorganización de la economía, ya que con menos población rural y mayor población urbana, la extracción del tri- buto se redujo. La respuesta de unidades domésticas más grandes y ricas fue la de emplear una fuerza de trabajo sustancial constituida por gente no emparentada entre sí para producir la mayor parte de lo que era usa- do o consumido. Además de las unidades domésticas de parientes, que no desaparecieron del todo, hay una compleja red de unidades interde- pendientes económicamente cuyos miembros tenían conexiones y obli- gaciones con más de una unidad doméstica. Así, varios tipos de ‘‘unidades domésticas’’ o de oikoi son citados por Po- lIock (2002: 117): familias extensas en co-residencia, casas señoriales de oficiales públicos, palacios reales y templos. Las ‘‘oikoi’’ serían grandes unidades socio-económicas con una mano de obra dependiente, personal administrativo, manadas de animales, pastu-ras, campos, huertos, almacenes y talleres artesanales (Ibid.: 118). Su per- sonal incluía agricultores y pastores que vivían parte del año en la ciudad, y a cambio tenían medios básicos de subsistencia. El oikos controló crecien- temente los medios de producción; tierra, herramientas y materias primas (Ibid.: 120). Los miembros del oikos recibían raciones de comida: cebada, lana y aceite, además de dotaciones ocasionales de harina, pan, tela, pescado, lácteos, frutas, carne o cerveza. El tamaño de las raciones dependía de la edad, el género y el tipo de trabajo (Pollock, 2002: 120). Según Pollock (Ibid.: 124), para identificar un oikos arqueológicamente hay que encontrar la mayoría de los siguientes elementos; una estructura grande o grupo de estructuras relacionadas con evidencia de una pro- ducción variada de subsistencia, almacenamiento de materias primas y bienes, participación en el intercambio y sistemas de contabilidad. LOS BARRIOS DE TEOTIHUACAN Dada la estructura corporativa de Teotihuacan, es posible que en los centros de barrio Se dieran estructuras tipo oikos, donde confluyen varios contingentes sociales de diverso orden en un centro ritual y administra- tivo que organiza una mano de obra dependiente; añadiríamos que mu- chas veces, particularmente en la porción sur de Teotihuacán, es posible

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que dicha mano de obra especializada pudiera ser de carácter multiétnico. Además esta agrupación socio-económica giraba en torno de una nobleza intermedia que administraba y dirigía el barrio; portaba emblemas y ata- víos característicos; tenía tierras y recursos cercanos y lejanos. Ampliando una propuesta original de Sergio Gómez et al. (d. (2004; Gómez Chávez, 2000) sobre los elementos que constituyen los barrios, conside-ramos ahora que los centros de barrio de Teotihuacan, como cualquiera unidad intermedia de grandes urbes, tienen un centro físico, y éste tiene cinco componentes: 1. un componente ritual, es decir, grandes templos y plazas con altares, donde los moradores del barrio asisten a las ceremonias; 2, un componente administrativo, más difícil de percibir; pero que po- dría estar representado posiblemente en el Patio de los Glifos de La Ven- tilla, donde ocurren las audiencias de la administración central con los grupos corporativos y de manufactura; 3. un componente artesanal muy especializado para hacer frente a las necesidades de las elites intermedias que rigen los barrios, particular-mente para la manufactura de atavíos y tocados; 4. un componente residencial de la ‘‘casa’’ noble del barrio; 5. un espacio abierto anexo, que según Sergio Gómez y colaboradores (2004: 175 et seq.), estaba destinado al intercambio, a la celebración de festividades y al juego de pelota. En los barrios cercanos al núcleo cívico de la ciudad y a la Calzada de

los Muertos, varios de estos componentes están separados en conjuntos arquitectónicos distintos y contiguos. En barrios de la periferia, al parecer estaban integrados alrededor de la plaza principal del barrio, como mó- dulos constructivos anexos, pero sin un muro perimetral, excepto donde inicia el gran espacio abierto. En Teopancazco (figura 2), un centro de barrio de la periferia sureste de la ciudad, hemos podido comprobar la existencia de una gran plaza con altar y templos, más grande que los patios rituales de los conjuntos multifamiliares de vivienda; algunos indicios de indicadores administra- tivos, representados por sellos de estampa; la presencia de componentes multiétnicos para el trabajo artesanal muy especializado de atavíos y toca-dos, y por ende, materias primas, productos terminados y animales de la Costa del Golfo; la existencia de un gran espacio hacia el este del cual está separado por un gran muro inexistente como tal hacia el oeste y norte

(según muestra la prospección geofísica encabezada por Barba) (Manza- nilla, 2006); y por último, indicios de que a la cabeza de este centro de barrio yacía una ‘‘casa’’ con nobles de la elite intermedia quizás original-

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EL CENTRO DE BARRIO

DE TEOPANZAZCO

Figura 2. mente de origen foráneo, y un componente militar que funcionaba como guardia. Teopancazco carece de cocinas dispersas en los diversos sectores del conjunto, característica que sí vemos en los conjuntos de apartamentos, como Oztoyahualco 15B:N6W3 (Manzanilla [ed.], 1993; Manzanilla 1996). Los centros de barrio también tienen evidencias de rituales masivos extraordinarios, como el que apareció en Teopancazco en el nivel cons- tructivo de fines de la fase Tlamimilolpa y principios de Xolalpan tem- prano, y que consiste de más de 25 cráneos de individuos la mayoría mas- culinos, cada uno en una vasija con cinabrio y tapado por otra vasija (Manzanilla, 2006). 1. El primer componente, el ritual (figura 3), tiene como indicadores • la gran plaza de 275 m2; • un gran templo ubicado al este de patio, cuya fachada está al oeste, con un recinto de c. 57 m2; • un altar en la plaza; • la traza química del ritual a los cuatro rumbos (Pecci, Ortiz, Barba y Manzanilla, en prensa);

MANZANILLA, BARBA, ORTIZ Y BLANCAS

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• el mural principal de Teopancazco, hallado originalmente por el al- farero Barrios y que dio pauta para que Leopoldo Batres excavara por primera vez un conjunto de éstos, hacia 1884. Este mural fue dibuja- do por Adela Breton (en Marquina, 1922, cáp.III, tomo I, láms. 34y 35) y estudiado también por Rubén Cabrera (1995: 160). En él destacan dos sacerdotes sembradores que tiran líquidos con semillas, que ahora sabe- mos son de Salvia o chía, gracias a las identificaciones de Martínez Yrízar y Adriano Morán (2006), y que se dirigen a un altar, además de otros sacerdotes sembradores y guerreros; • en los márgenes de la plaza central hay fosas con los desechos de gran- des banquetes comunales, en los que, entre otras cosas, se consumían peces marinos (identificados por Edmundo Teniente del IPN y Bernardo Rodríguez de la UNAM); • hay rituales extraordinarios, particularmente las fosas con más de 25 individuos, muchos de ellos decapitados, que son cráneos en vasijas, y muchos con cinabrio.

EL COMPONENTE RITUAL DE TEOPANCAZCO

Figura 3.

SEMILLAS DE SALVIA O

CHÍA

MANZANILLA, MARTÍNEZ, YRÍZAR, PECCI Y ORTIZ

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sentado por los sellos de estampa que pudieron ser utilizados por los gru- pos sociales del barrio para sellar con pigmentos, bultos y contenedores donde se almacenaba la producción especializada del centro del barrio. Aparecen sellos con flores de cuatro pétalos (posiblemente el glifo em- blema de la ciudad, a decir de López Austin [1989]), símbolos del Dios de las Tormentas (la deidad estatal de Teotihuacan), el Dios del Fuego, el quincunce, e incluso un mono (que quizás esté vinculado con los indivi- duos procedentes de la Costa del Golfo de México). EL COMPONENTE ADMINISTRATIVO DE TEOPANCAZCO: LOS SELLOS DE ESTAMPA POSIBLES BULTOS Y CONTENEDORES

Figura 4.

3. El tercer componente, el artesanal especializado, está representado por múltiples instrumentos de hueso (Padró Irizarri 2002; Padró y Manzanilla 2004) (figura 5) para unir mantas de algodón procedentes de la Costa del Golfo, así como adherirles placas de concha (figura 6), cangrejos, tortugas, y otros elementos marinos, que constituían el elemento de identidad de este centro de barrio. La presencia de los múltiples instrumentos y mate- rias primas (sobre todo de origen fáunico) con los cuales se formaban los atavíos y tocados de los nobles de este barrio constituyen una prueba del

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EL COMPONENTE AR TESANAL ESPECIALIZADO DEL BARRIO DE TEOPANCAZCO: INSTRUMENTAL

GLIFO DE LOS SASTRES PADRÓ Y PERES ROLDÁN

Figura 5.

grado extremo de especialización de los artesanos del barrio, los ‘‘sastres’’, y de la importancia de los símbolos de identidad del barrio, con elemen- tos iconográficos que no se repiten en otros de la ciudad. Los códigos simbólicos impresos en los trajes de los nobles referían al barrio particular de donde procedían, y podían ser identificados incluso por los diversos contingentes étnicos de la ciudad. En Teopancazco, a diferencia de la mayor parte de los conjuntos mul- tiétnicos de apartamentos, buena parte de los metates están dirigidos a la producción artesanal, ya que evidencian una mezcla de estuco, pig- mento rojo, fibras diversas y lacas, y no fitolitos de maíz (Manzanilla, Reyes y Zurita 2006). En general, consideramos que en los centros de barrio de Teotihua- can se hacían los atavíos y tocados (figura 7) que tenían elementos de identidad de las ‘‘casas’’ nobles de Teotihuacan, y que diferían de un ba- rrio a otro. Este nivel de manufacturas sería el tercero (figura 8) de cua- tro escalas de producción artesanal que propongo para Teotihuacan (Manzanilla et al., en preparación).

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COMPONENTE ARTESANAL DE TEOPANCAZCO: MATERIAS PRIMAS

PECES ARMADILLO TORTUGAS COCODRILO ERIZO DE MAR CANGREJOS CONCHA TRABAJADA AVES

Figura 6.

LOS PRODUCTOS: ELABORACIÓN DE TOCADOS, ADEMÁS DE

ATAVÍOS

Figura 7.

PORCIONES FACIALES DE MAMÍFEROSPARA LOS TOCADOS

PLEGADOR DE PAPEL

PLUMAS

PLACAS DE CONCHA

Mantas de algodón de la costa del Golfo

BOTONES DE CONCHA

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PROPUESTA: DIFERENTES ESCALAS DE PRODUCCION ARTESANAL EN TEOTIHUACAN

1. Artesanías para hacer frente a las necesidades cotidianas: Lugares: conjuntos de apartamentos

Tipos: relacionados a la preparación de alimentos: extracción de navajillas de obsidiana para el ritual doméstico y el destazamlento menor; producción eventual de figurillas de molde

2. Artesanías para hacer frente a las necesidades urbanas:

Lugares: aldeas circundantes, villorrios y sectores periféricos Tipos: producción de cerámica común, procesamiento del estuco, producción de herramientas de obsidiana (NE de Teotihuacan)

*3. Artesanías para hacer frente a las necesidades de las elites Intermedias:

Sitios: centros de barrio Tipos: producción de atavíos y tocados

4. Artesanías para hacer frente alas necesidades de las elites gobernantes:

Sitios: Palacios como Xalla, la Ciudadela, Complejo Calle de los Muertos, sector oeste de la Pirámide de la Luna Tipos: Incensarios tipo teatro, producción de placas de mica, adornos de jadeíta?, eccéntrlcos y puntas de dardos

Figura 8.

4. El cuarto componente es el residencial para la ‘‘casa’’ que regía el barrio, y que estaba ubicado hacia el norte de la plaza (figura 9), para época Tla- mimilolpa (200-350 d. C.) y posiblemente al suroeste, para época Xolal- pan (350-550 d. C.). 5. El quinto componente es el espacio abierto que yace al este, y que si- guiendo la sugerencia de Gómez et al. (2004), podría estar dedicado al juego de pelota, a albergar a peregrinos que participaban en las festivida- des periódicas, y a ciertas actividades de intercambio (véase Manzanilla. 2006). Debernos resaltar, de manera especial, que además de los barrios cla- ramente foráneos en la periferia de Teotihuacan, a saber: el Barrio Oaxaqueño, el Barrio de los Comerciantes y el pequeño enclave michoa- cano, los centros de barrio teotihuacanos tienen la presencia de artesa- nos muy especializados provenientes de otras regiones de Mesoamérica, convocados por las ‘‘casas’’ nobles. Estos elementos foráneos se pueden detectar:

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COMPONENTE

RESIDENCIAL DE LA ‘‘CASA’’ DIRIGENTE DEL

BARRIO DE TEOPANCAZCO

Figura 9.

1. gracias a las proporciones isotópicas dispares de estroncio 87/86 y oxígeno en algu nos individuos de Teopancazco (informes técnicos para mi proyecto de Peter Schaaf, 2007, y Pedro Morales, 2007); 2. la presencia de cerámica foránea que se añade a la profusión de ani-males, particularmente los marinos, provenientes de Veracruz que ya ci- tamos; 3. la diferencia en práctica mortuoria entre los teotihuacanos y los in- dividuos foráneos (entierros parciales de los foráneos, versus entierros completos flexionados, sea sedentes, sea laterales, de los teotihuacanos, excepto quizás en el caso de los fundadores del barrio). CONCLUSIONES La ‘‘casa’’ noble que regía Teopancazco quizás tuvo corno emblema al pez (figura 10), que aparece representado en el Mural de los Animales Mitológicos (véase De la Fuente [coord.], 1995). Ningún otro sitio exca- vado de Teotihuacan tiene la cantidad y variedad de restos de peces

COCINAS ALMACENES

CENTRO DE BARRIO DE TEOPANCAZCO

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marinos como Teopancazco: en el sitio hemos detectado más de 12 va-riedades de peces de las lagunas costeras de Veracruz, entre los cuales po-demos enunciar (gracias a la identificación de Edmundo Teniente [IPN] y Bernardo Rodríguez [UNAM]): al bagre, la mojarra plateada y la común, el jurel, el ronco, el robalo, el guachinango, la barracuda, el pez loro, ade- más de un diente de tiburón (Edmundo Teniente, IPN, informe técnico para mi proyecto; Rodríguez Galicia 2006, 2007). Asimismo, hallamos un fragmento de espina tallada de erizo de mar (Francisco Solís, UNAM, in- forme técnico para mi proyecto) y diez fragmentos, de pinzas de cangrejo que habitan pastizal es a lo largo de las zonas costeras, además, de placas de carapachos de varios tipos de tortugas (Kinosternon sp. y Pseudemys scrip- ta), placas de armadillo y 30 placas subdérmicas de cocodrilo [Rodríguez Galicia, op. cit .]. Los peces también podrían haber estado dispuestos en los tocados, co- mo lo sugiere el segundo tipo de sacerdote sembrador de Teopancazco (véase dibujo de Adela Breton en Marquina, 1922, Tomo I, lámina 35; De la Fuente, 1995), y que posiblemente también aparece reiteradamente en el Mural de la Agricultura (Marquina, 1922, Tomo I, lámina 33; De la Fuente, 1995). ATRIBUTOS DE LA ‘‘CASA’’ NOBLE DE TEOPANCAZCO

Figura 10.

PEZ: ¿EMBLEMA? ATAVÍOS CANTOS

PLEGARIAS

MULTIÉTNICA, QUIZÁS DE PUEBLA, TLAXCALA Y, SOBRE TODO, DE VERACRUZ

TIRAR LÍQUIDOS CON SEMILLAS DECHÍA

DECAPITACIÓN (¿JUEGO DE PELOTA?)

1. MARINOS: PECES, TORTUGAS, ÉRIZOS CANGREJOS, TORTUGAS, COCODRILO 2. TERRENOS EN LA COSTA DEL GOLFO 3. CHÍA PARA ELABORAR LACAS

‘‘SACERDOTES Y GUERREROS DEL OCÉANO’’ ¿PEZ?

MOLUSCOS MARINOS

RITUAL RECURSOS

MANO DE OBRA

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Los rituales en los que participaban los ‘‘sacerdotes del océano’’ (como Kubler [1967] los denominó) involucraban el sembrar semillas de chía, cuyo aceite era utilizado en el siglo XVI para la elaboración de lacas, según destacan Martínez Yrízar y Adriano Morán (2006), y pienso que lo mismo sucedió en Teopancazco. Estas lacas eran utilizadas para decorar cuencos hechos con arcillas locales y hacerlos parecerse a la cerámica Naranja Laca de Veracruz, Como la pieza hallada en el entierro 105 de tiempos Tlamimilolpa (200-350 d. C.). La manufactura de mantas de algodón no se hacía en Teotihuacan sino en Veracruz; sin embargo, en la gran metrópolis fueron elementos cuyo uso estaba destinado a gente de alto estatus, y cuya iconografía refería di- rectamente a barrios particulares. Los nobles que regían los barrios de la mitad sur de la ciudad pudieron haber tenido una relación particular con la Costa del Golfo, y en particular Teopancazco pudo haber traído mantas finas de algodón en grandes cantidades, desde la fase Tlamimi- lolpa (200-350 d. C.), hecho que le pudo otorgar un poderío económico sin precedentes, dado el consumo de éstas por la nobleza teotihuacana. En época Xolalpan (350-550 d. C.), después de magnos rituales de termi- naciáción hacia 350 d. C. (decapitación de varios individuos foráneos; gran- des fogones con desmembramiento de figurillas; el ‘‘matar’’ vasijas polícro- mas y monócromas, además de objetos diversos en una esquina del patio principal del conjunto), es probable que el Estado teotihuacano haya ejercido un control más directo sobre el barrio de Teopancazco, al intentar evitar que elites foráneas tuvieran un poderío desmedido en la ciudad. Tengo la hipótesis de que la fundación del barrio de Teopancazco pudo haber sido atribuida a la llegada de nobles procedente de otra región de Mesoamérica, trayendo consigo mucho de la cultura culinaria, artesanal y ritual de la Costa del Golfo; pero quizás, ala larga (en época Xolalpan), los nobles teotihuacanos parecen haber tomado la administración del barrio, y asumido los vínculos, los recursos y la mano de obra foránea para articular relaciones directas con Veracruz. En todo caso, parece que los vínculos eran directos y más allá de la supervisión del estado teotihuacano Éste pudo ser uno de los elementos que desgajó la estructura corporativa del Estado teotihuacano desde dentro. Las elites intermedias que regían los barrios se comportaron posible- mente como señores feudales, con sedes, tierras, recursos, mano de obra emblemas, atavíos, reliquias, y probablemente mitos de origen que los hacen asemejarse a las ‘‘casas’’ nobles según Lévi-Strauss.

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Una de las características que parece haber separado Teotihuacan del resto de Mesoamérica es la posibilidad de un co-gobierno (Paulinyi, 1981), Es probable que el co-gobierno de Teotihuacan participaran varias de estas ‘‘casas’’ nobles, particularmente los cánidos del suroeste, las serpien- tes del sureste, los felinos del noreste y las aves de rapiña del noroeste; sin embargo, a la larga, la estrategia corporativa de gobierno con la cual Teotihuacan quizás organizó muy eficientemente a una gran población multiétnica en sus inicios, resultó impracticable para hacer frente a la vo- racidad económica de las ‘‘casas’’ nobles de los barrios. La contradicción entre dos formas de organización, una a nivel de la autoridad central y de la población en general, y otra, en las sedes de los barrios, no tuvo solución. AGRADECIMIENTOS Agradezco a mis colaboradores del proyecto ‘‘Teotihuacan: elite y go- bierno’’ que dirijo, particularmente a: Diana Martínez, Cristina Adriano, Emilio Ibarra, Raúl Valadez, Bernardo Rodriguez, Liliana Torres Sanders, Johanna Padró, Luis Barba, Alessandra Pecci, Agustín Ortiz, Jorge Blancas, Adrián Velázquez, Belem Zúñiga, Nonna Valentín, Gerardo Villanueva, Ana Maria Soler, Avto Gogichaishvili, Laura Beramendi, Galia González, Peter Schaaf, Rector Neff, Michael Glascock, Mauro de Ángeles, Claudia López, Claudia Nicolás, Beatriz Maldonado, Marcela Zapata, Sandra Rie- go, Gilberto Pérez Roldán, Miguel Angel Baez, Edgar Rosales de la Rosa, Alejandra Guzmán, Citlali Funes, Mayra Lazcano, Edgar Gaytán, Leila Franca, Juan Rodolfo Hernández, Laura Bernal, Nidia Ortiz, Emiliano Melgar, Carolina Bucio, Julio César Cruzalta, Enah Fonseca, Gabriela Mejía, Berenice Jiménez, Jaime Urrutia, Judith Zurita, Manuel Reyes, Fer- nando Botas, César Fernández, Rubén Jaimes, Rafael Reyes, Edmundo Teniente, Ramiro Román, Francisco Solís y muchos otros más; y la parti- cipación del INAH en las excavaciones de Xalla, particularmente a Leo- nardo López Luján, William Fash y Warren Barbour. Este proyecto fue posible gracias al financiamiento del Conacyt y de la UNAM, y al permiso federal del INAH.

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