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    LA ESCRITURA DE RAMN ACN

    Yo, al escribir no hago literatura; escribo sujetndome el hgado o apretndome el corazn. Si canto suaveo fuerte, canto sin saberlo, como los buenos rboles cuando les sopla el cro o les azota el aquiln.

    Ramn Acn

    En el transcurso de su vida, Ramn Acn Aquilu (1888-1936) compaginar su actividad de profesor de

    Dibujo de las Escuelas Normales de Maestros y Maestras de Huesca con la de humorista grco, pintor,dibujante, escultor, sindicalista, conferenciante y un largo etctera. Actividades a las que hay que sumar lade escritor. Desde 1913 escribir regularmente en diversas publicaciones y peridicos de Huesca, Zaragoza,Lrida y Barcelona.

    Su primer escrito publicado en prensa data de julio de 1913. Ramn Acn, con apenas 25 aos, decide mar-char a Pars pero al pasar por Barcelona su amigo ngel Samblancat le convence para quedarse y colaboraren la fundacin de un peridico semanal. As pues, el 18 de julio de 1913, junto con Samblancat, FedericoUrales, Fernando Pintado, Toms Tus, entre otros, sacan a la calle el primer nmero de La Ira (rgano deexpresin del asco y de la clera del pueblo) en cuya portada aparece una vieta de Acn titulada Hacia otroscielos y en el interior su artculo Id vosotros, invectiva contra los hijos de las familias ricas que pagando

    una cuota no son alistados en el ejrcito, evitando de este modo ser enviados a morir en la guerra que libraEspaa con Marruecos. Dice as:

    Id vosotros, soldados de cuota, a Marruecos, a la guerra; sentad plaza, jvenes hijos de capitalistas, sport -mans adinerados, y marchad con vuestros hermanos los de cuota.

    Id vosotros que no hacis falta a vuestros padres, sino para las excursiones de verano, las reuniones deetiqueta y los retratos en grupo.

    Id vosotros, que en vuestros paseos militares por Alhucemas o por Tetun podris elegir lugar donde insta-lar algn hotel para querida mora o moro abultadamente bragado.

    Id vosotros que no sentiris dolor al gastar un dineral en cada disparo de can; que no tendris que dejarel fusil de las manos para rascar las picaduras de los parsitos, gracias a vuestras mudas propias.

    Id vosotros que estis acostumbrados delante de las prostitutas a encender vuestros cigarrillos con bille-tes de Banco, y podris hacer la razzia, quemar las cosechas, derrumbar aduares y conseguir menores sin elmenor esfuerzo.

    Id vosotros, que gustosos formaris en las las del general Alfau.

    Id vosotros que conocis el sacricio estril, que sois boy-scouts o alpinistas, y os expusisteis ms de unavez, al subir a los montes, a dejar vuestro seso de carnero entre las piedras por donde slo corren las sala -mandras, por el gusto de poner a modo de cimera en vuestro sombrero un ramo de tomillo.

    Id vosotros, que gustosos iris con generales como Pintos.Id vosotros y dejad, dejad en paz a vuestros lejanos parientes los pobres, que los necesitan sus padres para

    que se les haga menos pesada la carga de la vida; que no tienen que construir ningn hotel en la falda delGurug; que no subieron a los montes ms que para hacer la lea que quemis en vuestras cocinillas, mien-tras leis las citas de vuestras novias.

    Dejad en paz a los pobres, que les ser muy doloroso gastar mucho dinero en disparos conociendo el sacri-cio que cuesta ganarlo; que tendrn que dejar el fusil de las manos para rascarse las picaduras de los piojospor falta de ropa para mudarse; que les ser ms doloroso an hacer la razzia y el quemar las cosechas, ellosque saben que cada grano de trigo cuesta una gota de sudor.

    Id vosotros, soldados de cuota, jvenes hijos de capitalistas, sportmans adinerados, que aunque muriscon diez tiros en la espalda o pidiendo perdn ante la guma de un rabe, estis seguros de que saldrn enlos semanarios ilustrados retratados vuestros marciales tipos y vuestros bigotes a lo kaiser, y hasta de que ospondrn una lpida (como a Cervantes) en la casa donde nacisteis.

    Id vosotros slo, que apenas vale el sacricio de vuestra vida el afn de conseguir un terreno del cual a lo

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    ms se podr sacar esencia de higos chumbos para el teido cabello de color de mazorca de vuestras cocot-tes.

    En el segundo nmero de La Ira, de 26 de julio de 1913, dedicado ntegramente a los sucesos de La Sema-na Trgica de 1909, escribe No riis, una mordaz crtica hacia los representantes de la Iglesia:

    No riis, agustinos, escolapios, agonizantes, capuchinos, trapenses, dominicos, cartujos, carmelitas, jesui-tas.

    No riis, los de los pies al aire con roa entre los dedos; los de los zapatones grandes y destartalados; losde las botas lustrosas con hebillas relucientes; los de las barbas como anunciantes de especcos; los de lascaras afeitadas como toreros, y ademanes de sarasa de cine; los de las narices grandotas, salpicadas de gra-nos como puo de bastn claveteado; los de la nariz alada como picos de ave de rapia; los del burdo sayalcuyo tosco tejido es nido de porquera; los de la sotana mugrienta manchada como trapo de cocina; los delmanteo de rico merino como el manto de viuda joven; los del cordel de camo, que hoy es cinturn y ma-ana convertiremos en dogal; los que dejasteis la choza de Pedro el Pescador para instalaros en palacios demampostera; los que abandonasteis el desierto de la Tebaida y los montes Armenios por las grandes urbes;los que arrancasteis los dientes a la calavera de San Jernimo para ponroslos postizos, engarzados en oro,y poder sonrer delante de las seoronas que os visitan; los que tiris como desperdicios en vuestras cocinaslo que fue el nico alimento de vuestros fundadores; los que quemasteis las antiguas cruces de madera parafundir la plata de los modernos crucijos que os regalan vuestras clientes de confesionario; los que dejasteisde hacer rosarios debajo de un rbol de amable sombra y junto a una fuente de clara agua para instalar fbri -cas de licores y chocolates.

    No riis, no riis con vuestras bocazas grandes con dientes carcomidos, por donde eructan vuestros es -tmagos ahtos; no riis agustinos, escolapios, agonizantes, capuchinos, trapenses, dominicos, carmelitas,

    jesuitas, que no siempre el humo que salga por vuestras aspilleras, por vuestras rejas, por debajo de vuestraspuertas blindadas, por los respiraderos de vuestros subterrneos, no siempre ese humo ser de incienso; queda llegar en que de nuevo vuestras celdas, vuestras salas de rezos, vuestros comedores, vuestros salones derecibir, aparezcan culotados de humo y de llama como las pipas viejas de los viejos marinos.

    Aos despus, en 1928, dir Acn sobre esta publicacin: El primer nmero cay como una bomba; Fran-cos Rodrguez, gobernador de Barcelona a la sazn, dudando si llevarnos al manicomio o a la crcel, sonpalabras suyas, nos dej en libertad. Al segundo optaron, sin dudar, por llevarnos a la crcel; si sale el tercernmero, ya en prensa, pum, pum!, nos fusilan, con trinos de dulces pajaritos, en mitad de la Rambla de lasFlores. Desde luego un bello morir, mas mejor es poderlo contar.

    Tambin, en 1931, comentar a su correligionario Flix Carrasquer: ...cuando yo tena la edad que ahorat tienes, junto con Samblancat y otros amigos sacamos en Barcelona, all por el ao 1913, una publicacinintitulada La Ira. Ya puedes deducir por el simbolismo de esta palabra cual sera el contenido de nues-tro anhelado peridico, del que nos servamos para poner en la picota injusticias, abusos y cuantos malessociales llegaban a nuestros odos; pero no es de esto de lo que hoy me reprocho. Me entristece, eso s, el

    recuerdo de aquel lenguaje; un lenguaje insultante, impregnado de agresividad y casi en los lindes de logrosero y soez algunas veces. Equivocadamente creamos en nuestro sublime papel de agitadores cuandoslo ramos pobres seres agitados por un impulso incontrolado que restaba valor informativo al mensaje ydescalicaba a quienes lo emitan. Te cuento esto por si de algo puede servirte el fruto de mis experienciasy reexiones; porque aun admitiendo que pueda ser cierto lo de que nadie escarmienta en cabeza ajena, hepensado que tratndose de un joven inquieto como t, deseoso de ver incrementado el nivel cvico y culturalde su pueblo y que al mismo tiempo participa con ilusin en el proyecto libertario, entender a la perfeccinque con nuestra expresin violenta e incongruente, lo que conseguamos era asustar a la gente y suscitar surechazo hacia los ideales de liberacin y de solidaridad humana que decamos defender. A m me parece quees ms rentable y a la vez susceptible de aportarnos ntima satisfaccin, intentar atraernos a las gentes por la

    fuerza de nuestros razonamientos, y que expuestos con ademn seguro y resuelto pero exento de nerviosis-mos y estridencias y permaneciendo abiertos siempre al dilogo con todo el mundo, nos harn acreedores ala conanza y respeto de quienes no nos comprenden todava y habremos ganado la batalla al egosmo y a laindiferencia que predominan por doquier.

    Desde enero de 1912 Acn se haba hecho cargo de la seccin de Notas humorsticas del recin remodelado

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    El Diario de Huesca -cuyo nuevo director era Luis Lpez Allu- en la que se publicaban sus colaboracionesgrcas aunque de tono ms moderado que el empleado en sus vietas para otros peridicos como El Por-venir, El Pueblo, Vida Socialista, etc. Ser en agosto de 1913, durante las estas de San Lorenzo en Hues-ca, cuando Ramn Acn enve desde Barcelona su primera colaboracin escrita para El Diario de Huesca ytitulada Claveles:

    Y estaba yo en el puerto, lpiz en ristre, dibujando las caras foscas y las manos encallecidas de los emi -grantes a la Argentina, y las caras plcidas y ensortijadas manos de los veraneantes que parten a las playas

    francesas, y se acerc, y par junto adonde yo me encontraba, un barquichuelo de velas blancas y limpiascomo sbanas de cama de recin casados, tripulado por hombres de tez tostada y pies descalzos, como des -calzos irn y tostada tendrn la tez los que rieguen con el canal de La Sotonera. Y donde otras veces coletea-ba el pescado y sus escamas brillaban al sol, haba una masa roja que pareca haban mezclado, coagulada,sangre de Cristo, y de Espartaco, y de Lucrecia , y de Sneca, y que la traan para ponerla en redomas, quehaban de ser reliquias.

    Y lo que llevaba aquel barco de aquellas velas y de aquellos hombres eran claveles, claveles valencianos,rojos como los labios de las muchachas jvenes, como los pimientos de las huertas que riega la fuente de laSalud, como la muleta de los toreros, como las heridas de los soldados, como los zagalejos de las baturras,como las amapolas de los campos del Somontano, como las banderas que coronan las barricadas. Y al ver

    aquellos hombres que los sacaban a brazadas y a capazos, y pensando en mi pueblo y en sus estas, sentenvidia y hubiese querido llevarlos todos a Huesca y hacer con ellos guirnaldas, y ponerlas en el Coso, y enSan Martn, y en la Malena, y colocar en las solapas de los buenos amigos, y junto con la albahaca en lasorejas de los mozos bien plantados, y en los cordones de las guitarras, y en las barandillas de los palcos dela plaza de toros, donde cuelgan los goyescos mantones y sus hermanas las capas toreras y se apoyan losbrazos blancos, como leche, de las hermosas paisanas, y en las cabezanas, y en los tirantes, y en las batico-las de las mulas de Barrio Nuevo que arrastran al toro. Y poner un ramo en la cabeza, peinada con rosca,de las hortelanas, que no conocen ms bandolina que el agua del ngel, ni ms esencia que la hierbabuena,que se lavan la cara al amanecer con agua de lechuga. Y coger una brazada de los ms grandes y alfombrarlos patios de las amigas, y subir por la escalera derramndolos, como gotas de sangre de reventada nariz de

    moza andaluza, y cubrir el teclado de sus pianos, y poner (para envidia de los rubes) en sus joyeros, y comobrocha en sus polveras, y en sus libros de lectura (libros que hablan de noches de luna, de rejas, de locuras),y poner en sus pechos, que son jarrones donde estarn siempre frescos y rojos, como la sangre en las llagasde los Santocristos milagrosos. Y hacer ramos grandes y ponerlos en las sencillas jarras de las humildesmesas de las Hermanitas y el Amparo, y ponerlos como tapn en lo porrones de la taberna de Gil y delPcharo, y en los voladores de los fuegos para que llegasen a las campanas de mi parroquia, y en los encajesde los danzantes, y en las pelucas blancas como la de los patriarcas y postizas como las de los comedian -tes, de los maceros del Ayuntamiento, y tirarlos, y con honda como David, a los gigantes de la comparsa, yespantar con ellos las abejetas que pican las uvas de San Lorenzo, y llenarle la peana (esto sin que se enterenmis compaeros de La Ira), y atar una docena a la punta de un palo y emplearlos como plumero para quitarel polvo a los cuadros del conde Aranda, los poetas Argensolas, Cardedera el pintor, y poner en los sombre-ros de los revolucionarios a modo de escarapela jacobina, y en el tintero de mi padre, y en las avemaras delrosario de mi madre.

    Y querra subir a la torre de la Catedral y tirar muchos miles, y que cayesen en toda la ciudad hasta que en-trasen por las estrechas ventanas de la Campana, y alfombrasen la calle de Costa, y la de los Fueros, y fuesecomo una nevada en los tejados de los ricos y de los pobres, y pusiese los campos como bancales de freso -nes, y cayesen en el Isuela para que los llevase al Flumen, y se llenasen con ellos los olvidados nidos de losruiseores de la olvidada Alameda, y fuese como lluvia de Mayo que hiciese fructicar la cosecha de cariosque en mi pueblo yo sembrara.

    El 10 de septiembre de 1913 aparece publicado en El Diario de Huesca Yo en Barcelona en el que habla de

    sus vivencias en esa ciudad:Quiero mandaros (me leis que no me leis) unas impresiones mas de Barcelona.

    Primero subir al Tibidabo, que como sabis por las postales y los cosmoramas de las ferias, es un monteque est situado respecto a la ciudad en que naci P Margall, lo mismo que el tozal de Las Mrtires respecto

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    al pueblo donde Vilas (don Raimundo) abri los ojos por vez primera a la luz del quinqu. Claro est que elTibidabo es un poco ms grande que nuestro tozal, tiene ms arbolado y cuenta con mayor numero de hoteli-tos de recreo.

    De lo ms alto del monte echar un vistazo, y luego, a pie, y muy poquito a poco, ir bajando por el pinar,me internar en la ciudad, y ms tarde me zambullir en el mar; siempre a pie, que mucho me agrada versaltar a mis plantas las perdices, y me regalan el cuerpo las fuentes frescas de los pinares; y en las ciudadesme gusta deambular por las grandes ras, que son recreo de mis ojos, y algranme el nimo los automviles

    aristocrticos que en bomboneras convierten las muchachas bonitas; y no me tengo a menos de ir por lascalles estrechas donde el sol no entra, y los andrajosos y los perros hurgan con sus manos y sus hocicos enlas basuras del suelo; y en el mar... bueno, nada menos iba a decir que tambin me agrada ir a pie sobre lasaguas, cosa que segn referencias slo lo hizo Cristo en el lago Tiberades cuando Pedro dudaba de su divi-nidad, ni ms ni menos que cualquier pescador lerrouxista de la Barceloneta dudara.

    Mis artculos tendrn estribillo: sern sonetos con estrambote; cantarn la belleza del paisaje, la excelenciadel clima, lo suntuoso de la edicacin, la aplicacin y el talento de los hombres, la hermosura de las muje-res, el orecimiento del comercio, el encanto del vivir moderno, la grandiosidad del mar, pero al nal dirlo que aquel baturro que le enseaban cosas muy grandes y muy maravillosas: Todo est muy majo, perocomparau con lo que hay en mi pueblo...

    El 28 de septiembre de 1913 se estrena en el Centro Aragons de Barcelona la obra teatral de Lpez AlluBuen Tempero. Acn, que todava permanece en Barcelona, asume la direccin de los ensayos por encar-go de su autor y escribe la crtica que El Diario de Huesca publicar el da 3 de octubre con el ttulo BuenTempero en Barcelona:

    Es da festivo y son las nueve de la noche; las Ramblas a esa hora y en ese da tienen su ms grande anima -cin. Un murmullo grande yese en ellas; gente de todos los colores, de todos los pases, accionan de todaslas maneras y hablan en todos los idiomas; dirase que aquella muchedumbre vena de la Torre de Babel des-pus de la confusin de lenguas. Yo paso ligero entre esa multitud, abrindome paso con mis codos, comolos mambises cubanos se abran paso con sus machetes entre los caaverales de la manigua. Paso ligero porlas Ramblas porque al nal de ellas est el Centro Aragons, y en ese Centro se representa Buen Tempero deLpez Allu.

    La sala est ya llena de aragoneses; los pulmones respiran fuerte, all esta Aragn; llevaron las mucha -chas en sus ojos el cielo, el aroma de los montes lo da la hierbabuena prendida en sus pechos, hierbabuenaarrancada de una maceta que tiene tierra de Aragn; en sus cuellos como un abrazo, llevan collares de perlasrubias y redondas como granos de uva; en sus labios las cerezas de Monzn y la miel de los panales; en suscaras morenas el color del pan; en el chorro de su risa fresca los arroyos saltarines de los pinares; en suspechos amplios y en sus caderas macizas la fortaleza de la raza.

    Tienen ellos el cuerpo fuerte y recio como las encinas, sus brazos de venas retorcidas y msculos salientesson como ramas, sus cabelleras de pelo basto como el esparto, asoman por los cacherulos como nidos de

    picaraza, y a ese cuerpo y a esos brazos los sostienen dos piernas que se clavan en tierra como los estribos deun puente.

    El teln sube, y empieza Buen tempero. La escena una cocina del Alto Aragn, Juanica viene del hornodispus de amasase seis hanegas; y sola pa reparar, sola pa enfornar y sola (como ella dice) pa carriase acasa el pan, un pan caliente an del calor de los bojes verdes.

    Por la puerta parece entrar el cierzo con olores de tomillo. Entra Rebesildo con la jada y las alforjas alhombro; en las alforjas una bota de vino; la azada est reluciente de tanto trabajar; la rosca del brocal de labota est gastada de tanto trasegar vino.

    Rebesildo quiere a Juanica, se lo dio a entender aprendiendo a taer la vigela pa acompaala con la ronda

    el ao que fue mairalesa; llenndole las pochas de naranjas y litones en la virgen de Monorite; esperandoen los bailes que hay bastonero, ms plantau que un ajo, a que le tocase la vez; pero decrselo claro no se lohaba dicho.

    Juanica tambin quiere a Rebesildo, pues es modoso y trabajador y adems le sealaron ocho onzas en el

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    da; pero su cortedad de genio para hablarle claro y decirla que se quiere casar con ella, le hace estar de maltalante y despreciativa con l. Y entonces os a Rebesildo que le dice a Juanica all, a dos pasos de las Ram-blas, donde dejasteis una multitud cosmopolita, os a Rebesildo en un lenguaje baturro que consuela:

    Sabes una cosa?

    T dirs.

    Que talcuentro un poquico josca de carauter.

    Sin darme cuenta estaba haciendo la resea del sainete, cosa que no es necesaria pues todos lo conocis yno me propuse ms al tomar la pluma que enviar al autor los muchos aplausos que sus baturros recibieron;sus baturros, que son distintos que todos los baturros de los otros escritores; sus baturros, de los que me ha-blaba en una carta encargndome la direccin de los ensayos del Buen Tempero:

    Por Dios te pido (decame el querido don Luis) que no me apayasen mis matracos; que tengan en cuentaque el baturro no es un pazguato, ni en el pensar, ni en el decir, sino un humorista todo ingenuidad, ingenui-dad brusca pero sincera. Por eso, porque sus baturros no son payasos, ni pazguatos, porque son ingenuos yporque son sinceros, sus baturros son distintos a los de los otros escritores.

    Y se baj el teln. Y a los baturros de Lpez Allu (miel sobre hojuelas) siguieron las notas de la Jota

    aragonesa; de esa divina Jota, dulce y melosa como la gallegada, retozona y mansa como las sardanas,quejumbrosa y triste como las soleares, inquieta y alegre como las sevillanas, sencilla y evocadora como loszorcicos, brillante y rebelde como el himno de Riego; de esa divina Jota ms heroica que el Pean y la danzaPizzica de los helenos, ms grande que el Ocaso de los Dioses de Wagner, ms hermosa que las Sinfonasdel inmortal Sardo, ms arrebatadora que la Carmaola y la Marsellesa de los franceses, ms humana quelos villancicos que le cantaban a Jess los pastores de Beln.

    El da que se publica este artculo, aparece tambin en el mismo peridico una resea en la que se dice quela Diputacin de Huesca ha concedido a Ramn Acn una pensin para ampliar sus estudios artsticos. Acnan seguir unos das en Barcelona y a mediados de octubre marchar a Madrid a preparar los asuntos delpensionado.

    A primeros de diciembre de 1913 regresa a Huesca y unos das ms tarde, el 15 de diciembre, publicar enEl Diario de Huesca Yo no he estado en Madrid en el que tambin aparece una autocaricatura:

    Yo no he estado en la Puerta del Sol a las doce de la maana cuando cae la bola del reloj de Gobernacin,ni he redo por las calles la bufonadas del borracho Garibaldi, cien veces ms popular en Madrid que enRoma lo fuera el autntico hroe; yo no asist los das 11 de cada mes y los das 20 y los das 31 a ningnsorteo de lotera con un dcimo en la mano y con el corazn hecho un higo seco como si me sorteasen paraMarruecos; yo no sub las dos docenas de escalones del Senado ni la docena y pico del Congreso; yo noescuch las msicas deL relevo de Palacio ni vi asomarse a Sus Majestades al balcn, ni he pedido a ningunaamiga de ministro ni a la amante esposa de portero alguno un empleo en Hacienda para entrar a las doce,leer la Prensa y salir a la una; yo no baj al Rastro, especie de inmensa buhardilla del todo Madrid, a com -

    prar un Greco o un Murillo por dos pesetas, ni estuve en La Bombilla a marcarme una habanera en mediabaldosa, ni jugu al corro en el Retiro con las nieras, ni tom caf en Fornos en la mesa que Zorrilla lotomaba, ni com pjaros fritos en las tabernas, ni llor en la calle de Sevilla la cogida en Mjico de VicentePastor. Yo no he estado en Madrid.

    S he estado en Madrid: recuerdo que pasaba muchos ratos en un Museo; all a la entrada estaba el paisanoGoya en bronce duro como su carcter, sordo como en vida lo fue, revolviendo incansable su paleta mgica;all est como un cancerbero guardando sus joyas, tozudo y fuerte al tiempo como el Moncayo y los Mallosde Riglos, ms aragons que ellos y a un tiempo (que todo cabe) ms madrileo que don Ramn de la Cruz.

    Un da me par y me dijo: pasa y cuenta en tu pueblo cmo es mi Maja. Y as es el cuadro la Maja des-

    nuda de mi paisano Goya:Desnuda, desnuda como pocos das antes de bautizarla en La Paloma la pari su madre; sin un pao siquie-

    ra anudado debajo del ombligo, como el Cristo de Velzquez; sin una gasa por los hombros y por los tobilloscomo las Gracias de Rubens; sin un mal trapo y una correa a la cintura como el San Sebastin de Van Dyck;sin una diadema en la cabeza como las Venus del Ticiano; sin una triste gorrilla y unos zapatos como las jo-

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    vencitas de Madrazo; ni pendientes lleva, y si los lleva los ocultan unos rizos que caen por sus mejillas comocortinillas del Santsimo, como toldo abierto para que pase el sol; ni pendientes lleva ni los necesita, que si

    joyas buscis y a pares, all tenis dos ojos que no s cmo miran, y dos ventanas de nariz que respiran de nos qu manera, y dos brazos que no se sabe qu quieren hacer, y dos pezones que son, como no s qu, porno decir que los ojos miran con mimo de quince aos, y las ventanas respiran con aire de quince primaveras,y los brazos quieren abrazaros con fuerza de tres lustros, y los pezones son como granos salidos en el mes deMayo.

    Dios mo, Dios mo, eso no es lienzo y coloretes, eso es carne, carne, como la carne de nuestras novias!Yo la he visto en verano sudar como sudan las ores y mover los brazos para espantarse las abejetas queacuden a sus labios; yo la he visto dar vueltas entre sus almohadones buscando frescura, como un calen -turiento; yo la he visto sonrer a un empleado cuando abra una ventana y entraba a saludarla el fresco delGuadarrama; yo la he visto en invierno con los brazos cruzados abrigndose los pechos y con las rodillas

    junto al cuello, hecha un ovillo, tiritando, con la carne de gallina y cayndosele la moquita, gota a gota,como la esencia de los frascos cuentagotas; yo la he visto como una novia desairada, la cara descompuesta,con ojos de gata en celo, castaetendole los dientes y con los puos cerrados, menudos como nueces gor-das, decirme: cobarde! cobarde! por no saberla robar como a su amiga La Gioconda. Dios mo, Diosmo, eso no es lienzo y coloretes, eso es carne! Yo la he visto los das de romera y los das de toros vestirse

    delante de los empleados que la contemplan con ojos grandes y sosos como culos de vaso y con la lenguafuera, atontados y tiesos como serpientes que les tocan una auta mora; yo la he visto ponerse una faldaajustada a las caderas que ensanchaba luego como un clavel boca abajo y un mantn ceido al cuerpo comolas alas de las palomas quietas, de ecos nerviosos como cintas de panderetas y castauelas andaluzas, yunos zapatos ms chicos que sus pies chicos; yo la he visto bajar saltando las escalerillas del Museo, comolas cardelinas en las ramas de un manzano; yo la he visto saludar con la mano, como los toreros a su pa -dre Goya, y he visto a Goya tirarle un pincel tintado en oro y echarle su clsica chistera para poner mediassuelas a los estuches de sus pies; yo la he visto, yo la he visto subir a una calesa enjaezada con madroosalegres y rojos como cerezas en orejas de chiquillos y con campanillas que repican a Pascua, y sentarse ala derecha de un gitano de sombrero ancho como plaza de toros que a los dos quita el sol (bajo palio comodicen los Cuevas), y la he visto con la nariz metida en el nudo de su corbata mientras l le lea al odo todo

    un diccionario de galanteras.

    Yo he estado en Madrid: he visto el cuadro la Maja desnuda de mi paisano Goya. Dios mo, dios mo,eso no es lienzo y coloretes, eso es carne, carne como la carne de nuestras novias!

    Posiblemente de 1913 sea tambin el artculo titulado As soy yo del que se desconoce la fecha exacta desu publicacin y el peridico oscense que lo insert. Dice el escrito:

    Odio todas las cosas, que las cosas todas tienen su lado odioso; las amo a todas, que todas tienen algo quelas hace amables. Por eso mi lpiz y mi pluma (los dos torpes, de principiante) se mojan en dos colores: unorosa, como las mejillas de las adolescentes; el otro negro rojizo, como el color de los atades a medio pudriry las gangrenosas heridas de pualada. Si alguna vez hubiese de dibujarme un ex-libris, sera este una chulo-

    na tocando unas castauelas, y bailando sobre el agujereado crneo de un uncido.El trmino medio en todo, donde estn los horteras, los prcticos, los adaptados me asquea; si alguna vez

    dejase de ser revolucionario, con la puntera de la bota metido en la anarqua, sera para irme a un monte, avivir en una ermita y llamar, como el mstico, al agua hermana agua, y al lobo hermano lobo. Soy espa-ol, y como si no fuese bastante esto para estar orgulloso, soy aragons.

    El 1 de enero de 1914, con motivo de la reciente aparicin del famoso cuadro de Leonardo robado dosaos antes en El Louvre, Acn publica en El Diario de Huesca La Gioconda, lo encabeza una reproduccinde la pintura y dice as:

    Sonre siempre. En el museo del Prado, en Madrid hay una Gioconda. Sonre siempre. Es bella, y tranqui-

    la, y fresca, y rosada como un amanecer en el campo cuando callan los bhos y empiezan a cantar los gallospara despertar a los pastores. Un da, como otros muchos das, comtemplbala yo, cuando se acercaron dosmuchachos que la cara dbales lo renado de su espritu, y lo variado de su indumentaria las correras poresos mundos de Dios.

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    Vedla, vedla, decale el uno al otro, vedla si es bella; pues es una mala copia comparada con la Giocondadel Louvre de Pars.

    Monna Lisa (que as se llama la Gioconda) sonrea, sonrea como perdonando el insulto. Yo sent ganas dearaarle. Ms bella, ms bella, decir eso es decir que hay una madre ms buena que la vuestra; ms bella,ms bella, cmo ser la madonna que enamor a Maupassant, la que Gautier le dijo esnge de belleza, laque llam Vasari desesperacin de los pintores?

    La Gioconda de Pars la rob Perugia. Dos aos la tuvo en su cuchitril de bohemio, esos sextos pisos conentresuelo y sin ascensor, que son los primeros en dorar el sol y los primeros en platear la luna; esos cuchi-triles de una cama siempre deshecha, porque nunca falta humor para deshacerla, y una estufa por cuya bocaasoman unos zapatos de tacones gastados como pezuas traseras de bueyes viejos y aneas de asientos desillas, como pelucas de condenados y libros y mangos de pincel y mstiles de violn; esos cuchitriles de unslo ventanucho en el tejado, que mira siempre al cielo como los telescopios, por donde se escapan las riso-tadas alegres de las queridas, como silbidos de locomotora en das de estas.

    Te envidio, te envidio, Perugia. Dos aos fuiste el dueo de la madonna Lisa; a ti slo te sonrea la bella,las manos cruzadas, encuadrada en su marco como una novia en el marco de una ventana; t te esforzaraspor distraerla con piruetas y chascarrillos como los bufones que Leonardo encargaba la distrajesen en sus ra-tos de pose. Te envidio, te envidio, Perugia, aunque como t hubiese de estar hoy en una crcel ms hmeday obscura que el vientre de la ballena donde estuvo Jons. Te envidio, Perugia, aunque te den a comer un panno ms blando ni ms esponjoso que la piedra pmez, y te den a beber un agua donde se lavaron los pies lasmujeres zaas de los zaos empleados. Te envidio, Perugia, aunque los ratones se coman las suelas de tuszapatos, y las araas tejan sus telas desde las guas de tu bigote hasta los barrotes de las rejas, y las lagartijaste hagan momos con sus colas de ltigo por entre las grietas de las piedras, y tu petate est salpicado de chin -ches como lentejuelas oxidadas, y no tengas otra distraccin que amaestrar cucarachas y moscas de mula.

    Te envidio, te envidio, Perugia, y en tu caso sacara de la crcel tranquilo el nimo, como Fray Luis deLen de su encierro el da anterior al que sentse en su ctedra de Salamanca.

    Te envidio, te envidio, Perugia; a poco me sabran todas tus calamidades si dos aos hubiese sido el dueo

    de la madonna Lisa y slo a m me hubiese sonredo, con las manos cruzadas, encuadrada en su marco comouna novia en el marco de una ventana mientras le regalaba el odo con toda una letana de cosas bellas:

    Stella Matutina. Mara Cruz Bescs: Estrella del amanecer.

    Turris Davdica. Emilia de Caso: Torre de David.

    Domus Area. Mara Lafarga: Casa de Oro.

    Vas Spiritual. Gracia Miranda: Vaso espiritual.

    Jannua Coeli. Narcisa Pano: Puerta del Cielo.

    Rosa Mstica. Carmen Anadn: Rosa mstica.

    Consolatris Afictorun. Pilar Marcuello: Consuelo de aigidos.

    Causa nostrae lititiae. Mara Valls. Causa de nuestra alegra.

    El 18 de febrero de 1914 aparece en Huesca el primer nmero del semanario republicano de extremaizquierda El Talin, fundado por Joaqun Maurn, ngel Samblancat, Salvador Goi, entre otros, y editadoen la imprenta de Justo Martnez. Segn Felipe Alaiz, Acn colaborara en esta publicacin, pero al no existirningn ejemplar no se tiene la certeza de que as fuera. Este semanario se publicar hasta mediados de 1915.Joaqun Maurn en una carta a Ramn J. Sender en abril de 1953 dice: Talin fue el primer semanario queyo contribu a fundar (...) El peridico, muy radical, muy subido de tono, nos entusiasmaba a los que lohacamos; pero no lo lea nadie. Despus ocurri un choque entre el grupo de Talin y los requets, hubo

    sangre, un herido (nuestro), y en Huesca por poco no ocurre una revolucin local. Los redactores de Talinfuimos perseguidos por la justicia, procesados, y nalmente, Talin muri y nuestras familias recobraron lapaz espiritual que haban perdido.

    El 25 de febrero de 1914 Acn escribe en El Diario de Huesca Revoltijo:

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    Flix Lafuente, que ya nos demostr siempre lo bien que pinta y que ahora nos va a demostrar lo bien queescribe, arremete en una revista contra Aragn (de la manera, que un aragons tan de verdad como l puedearremeterle) y le echa en cara que siempre se protege ms aqu al forastero que al de casa.

    Ten en cuenta, amigo, que tal vicio o virtud es propio de la Espaa toda, y no te extrae que en nuestratierra est doblemente en arraigo, pues por algo dijo Costa que somos los aragoneses dos veces espaoles.

    Unos msicos paisanos quejbanse de que, teniendo en Huesca elementos sucientes para formar unabuena orquesta (no banda) gracias a la Asociacin Musical, se haya echado mano de artistas de fuera para

    los bailes de Carnaval.

    - A espuertas tienen los tales paisanos la razn.

    - Querido Lafuente, a que resultamos los oscenses tres veces espaoles?

    - Dicho sea con miedo, pero la verdad, no sera mucha ganga.

    Cuentan los papeles, que un millonario norteamericano que se encuentra bastante delicado de salud, estviajando en su yate acompaado de dos mdicos, cuatro enfermeros y un atad.

    Desgraciado, acaso pensar sanar con tan desagradable compaa. Yo en su estado, y con su yate y susmillones, harame acompaar de una cupletista y mejor si era una de esas cantaoras andaluzas que mientras

    cantan que se mueren ellas y su hermanito y su madre y toda la vecindad, os entran ganas de comerle losojazos y el moo con claveles y todo, y los zapatos repiqueteros; y no se acuerda uno del atad aunque lohayan sacramentado por tercera vez.

    Por estas, que son cruces, que lo haca como os lo cuento.

    El 19 de marzo de 1914, encabezado por una reproduccin del cuadro de Velzquez que da ttulo al artcu-lo, publica en El Diario de Huesca Venus y Cupido:

    Ya est aqu otra vez Acn. Perdonadle, no es toda la culpa suya, cbele y no poca al director, que en lugarde lanzar sus cuartillas a un cesto ancho de boca que a la diestra de su mesa tiene, pregnalas en su DIARIOcomo bando de alcalde.

    Ya esta aqu de nuevo Acn, pluma en mano; brtulo ese que no le est menos postizo que orete de esgri-ma o hisopo de bendecir. De nuevo llega a amargaros con su prosa loca y desaliada siempre, con irreveren-cias las ms veces.

    Ya est aqu otra vez Acn; a las espaldas trae un saco, del fondo al atador repleto de Arte. Dios qusaco!, ni se ve ni se toca, y es duro de llevar y pesa como plomo. En su nariz caballeros van dos cristalesque su amada Belleza le prestara. Cristo qu antiparras!, de aire son no ms, y ciegan y hacen ir de tumboen tumbo por los caminos de esta vida. En un brazo trae coronas para las muchachas bellas, de mariposasensartadas en juncos tiernos. Virgen qu coronas!, de poco aprecio son, que el oro y la plata de sus purpuri-nas no son acuables. Bajo el otro brazo, un brazo pegado al cuerpo como en amago de parlisis, dice llevaun cuadro y os quiere cantar sus excelencias. No os asustis, no os asustis, no lo pint l, que harto sabe lo

    poco que su mercanca vale para mostrrosla.

    Cielos que carga la de Acn en tiempos estos de no ms ideal que llenar los bolsillos hasta que salten laspesetas y atiborrar el estmago hasta que suelte atos!

    En la National Gallery de Londres gura el cuadro Venus y Cupido. No otro es su autor que don DiegoRodrguez Silva y Velzquez.

    Habanos pintado nuestro don Diego la carne de trabajador, de msculos salientes, puntiagudos y fuertescoma las piezas de la coraza que forjan los cclopes aquellos de su cuadro aqul, en que Apolo le lleva a Vul-cano la no muy grata nueva de la fuga de su esposa Venus con Marte el belicoso. Habanos pintado nuestrodon Diego la carne de luchador, apretada como de jabal, del color del bronce, pringosa de unturas de gla-

    diador y refulgente al sol como las espadas, en su Dios de la Guerra. Habanos pintado nuestro don Diego lacarne nerviosa, intranquila del mal obrar y congestionada de tragarse el aliento, en su Mercurio, dios de losladrones y de los comerciantes. Habanos pintado nuestro don Diego la carne fofa, perezosa en movimien-tos y de color de nabo en el Baco, de mirada de besugo muerto y vientre cado como de mujer parida de sus

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    Borrachos. Habanos pintado nuestro don Diego la carne de tormenta, amoratada, desgarrada y triste comotnica de santo viejo, en su Jess atado a la Columna. Habanos pintado nuestro don Diego la carne muerta,tranquila, amarillenta y transparente como cirio que arde, en su Cristo en la Cruz. Ese Cristo cien veces divi-no y cien veces humano, ante el cual, si no se reza, ya no se reza nunca.

    Faltbale a nuestro don Diego pintar la carne de hembra bella, que apenas si la dej adivinar en las caras ymanos de sus princesitas, y en los descotes de sus damas enlutadas, y en los tobillos y brazos al aire de sushilanderas. Faltbale pintar esa carne amasucada con claveles, y con azucenas, y con miel y leche y rayos

    de sol y soplos de Dios, pasto de abejetas, y de calenturas y de mordiscos largos; y un da pint nuestro donDiego su Venus y Cupido; y ya no pint ms, que poco despus muri, si no en regia morada, punto menos,pues mdicos de don Felipe IV le asistieron, y no pasaba hora en el reloj de su majestad sin que pidiese nue-vas de la salud del pintor.

    No ha muchos das, una sufragista que nombrarla habase de prohibir como al incendiario del Parthenn,tan tremendas brechas caus en el lienzo Venus y Cupido, que difcil ser su restauracin. Dijo la tal, quehacalo para vengarse de la prisin de una compaera. Mentira, mentira, fue la envidia la causante del cri-men, pues jams Cupido, el dios Amor, enl sus echas a sufragista alguna, ni atrevironse ellas a asomara ningn espejo sus caras de comadreja, ni que mostrar encantos tuvieron sus cuerpos de abadejo, tan acu-chos en todo, que para llevar las faldas cortas, segn es moda, vnse precisadas para disimular la aquez de

    su pantorrillas como sarmientos, a echarse los once pares de medias que cuentan se echaba para ms abrigoMalesherbes, en los tiempos aquellos de calzas de seda, corto calzn, zapato de roseta, rizada peluca y cuellode rotonda que tan blanco tan blanco sola llevar el pobre seor, literato y defensor de Luis XVI y que tan derojo lo ti un da la guillotina.

    En abril de 1914 Acn colabora activamente en la organizacin de un festival taurino a benecio delSindicato de Iniciativas y l mismo es designado para participar como picador. El 21 de mayo, jueves de laAscensin, se celebr la Becerrada, la cual debi impresionar a Ramn Acn por la extremada y sangrientaviolencia desarrollada en el ruedo, especialmente por el sufrimiento de los caballos, ya que unos das des-pus, el 4 de junio, publica en El Diario de Huesca Nuestros caballos de picar:

    Para una becerrada que anunciaron, y que novillada y bien cumplida, con agrado mo, result luego, secompraron tres caballos viejos Eran andaluces, bretones, berberiscos, de los poneys de los suffolk? No msque tres ruinas eran los pobres jamelgos.

    Llegaron sin nombre; ellos que un da pensaron legarlo glorioso, en pagas a sus aventuras pasadas, comoel Bayarte de Rinaldos de Montalvn o el Rocinante del Quijote. Los designaremos por los colores de suspieles, mal cuidadas, sin ms limpieza ha tiempo que los palos de sus amos ltimos.

    El de mi amigo Andrs era royo; negro el de mi amigo Telmo; el mo pardo.

    Pobres caballos nuestros de picar! Llegamos a quererlos como a parientes prximos. Cuando les mir-bamos, mirbannos ellos como querindonos contar sus pasadas fatigas. No tenan que hablar; decan msque las palabras, sus cabezas cadas, sus miradas tristes de ramera vieja, sus orejas intranquilas donde seescuchaba como sonsonete de caracol marino, resonar de juramentos y chasquidos de ltigo; sus espinazoscurvos como guirnaldas por las grandes cargas; sus ancas descarnadas que servan de percha a las gorrasde nuestros monosabios; sus costillas, podan contarse bajo la piel, como varillas de miriaque bajo faldasde seda en da de viento; sus bocas desgarradas del frenar sin tasa, y sus patas fogueadas para el andar singanas.

    Pobres caballos nuestros de picar! A veces, las menos, mal erguan la cabeza, intentaban cabriolas, inicia-ban galopes, membraban los nobles brutos sus aos mozos.

    Era un encanto, y una pena a un tiempo, el verles a solas. El royo, que un da debi ser caballo de labranza,daba pasos con bro, recordando su pisar en las losas de los patios lugareos, cuando sus cascos eran duros

    como los del caballo de Atila; andaba luego inclinando el pecho hacia adelante, cual si arrastrase carretadasde heno oloroso; sus orejas, que mova alegres, parecan escuchar el campanilleo de su collern que acom-paaba las coplas del gan; castaetebanle sus escasos dientes como en las cuadras de los mesones cuan-do morda con su boca dura la cebada tierna. Un trecho andaba con aire de sandunga; crease camino de laermita, portador del amo joven junto al cuello, mientras all en la grupa la futura duea contaba los pasos en

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    sus patas traseras con el golpetear de su zapatos nuevos.

    Pobre caballo royo! Cuando la mucha hambre y el mucho cansancio le tendan en los corrales de la plaza,entre las banderillas y el arrastre, y le levantaban con no ms mimo que a varada limpia, recordara los tiem-pos de cuando la hartura le postraba enfermo y a cada resoplido suyo saltbanle lgrimas a la duea de lacasa, mientras el marido de ella caminaba presto en busca del albitar.

    El caballo royo muri a los dos das de celebrada la corrida. Muri de los trotes forzados, de las embesti -das de los novillos, de la montura; esas sillas de picador que torturan a los viejos caballos como potros deinquisicin, y al jinete cortan las espinillas como si fuesen nabos tiernos los estribos que pesan cuatro kilos,y ponen la rabadilla y el ombligo de color y blandura de tomate pasado lo que llaman el barren delantero y elbarren de atrs.

    El caballo negro debi ser de guerra. Era brioso el caballo negro; unos aos antes no le ira a la zaga engenio a Brillandodoro el de Orlando.

    Marchaba con aire de pasodoble militar; de pronto, emprenda un galope de coracero francs; dirase queatenda los toques de un cornetn de rdenes. Levantaba en alto la cabeza como Bucfalo el caballo delMagno Alejandro, y la giraba a uno y otro lado, indicando seguir los movimientos de dos ejrcitos, mostran-do inters como si all donde se ganase la batalla hubiesen de levantar una ciudad (recordaba a Bucefalia?)

    que llevase su nombre. Como aquel Babieca, rocn de nuestro Cid, crea contar los metros que ensanchaba laEspaa por las pisadas de su mano derecha. Orgulloso era a ratos ni que anduviese entre dos mariscales y ensus lomos fuese la generala de Montpensier, aspirante a la mano (mano regordeta de Capeto) de Luis XIV.

    Pobre caballo negro el de los sueos blicos! Crea el noble bruto lucir sobre el negro marco de su piel,las condecoraciones de oro del caballo de Robert y no encontr otra que la certera cornada del novillo terce-ro, que atravesando el pulmn le hizo rodar por tierra.

    Mi caballo pardo fue de lujo, de casa grande debi ser mi caballo pardo. Presumido como una vieja, dejoven guapa y muy cortejada.

    Tena porte de grandeza. Pasaba grandes ratos parado, bien cuadrado, como si le pintasen, al pintar a Isabel

    la primera mujer de Felipe IV. Suba y bajaba la cabeza, como corresponde a caballo de majestad, cual siagradeciese saludos y vtores; mova la crin (un da limpia y sedosa) como pluma grande de chambergo demosquetero; volva a la izquierda su mirar como para ver la saya noguerada y recamada de oro de su duea,y haca esfuerzos, por dems intiles, para contemplar la cara de la reina que se perda en la gorguera deabundante gasa.

    En aquellas mascaradas de Florencia de que nos habla Taine, siendo comparsa, gozara a sus anchas, y en laentrada en Roma de Lucrecia Borgia acompaada de doscientas damas en montura todas, no habra podidoandar de puro hinchado, al verse tomar la brida por un gentilhombre.

    En el palacio que Calgula instalara a Cincinato su caballo hubiese estado a maravilla, y aquel verso deuno de los Moratines que habla de larga cola recogida, vista encendida, narices dilatadas y gallardo ademn,

    estoy seguro lo sabe de memoria y crelo dedicado a alguno de sus antepasados.Pobre mi caballo pardo de picar! El segundo bicho que se llamaba Pandereto, y contaba ms arrobas que

    un bfalo, a l y a m, como a una sola pieza nos derrib en la arena y cuando el novillo pasaba y traspasa-ba aplastando con sus pezuas anchas y pesadas nuestras espaldas y nuestra cabezas como pisador de uvas,mi caballo, aristcrata siempre, de los del bel morire, echara de menos no ser el caballo de Jerapica en laesta de toros que a todo lujo y con asistencia de Su Santidad Len X, cuenta Panluzo, secretario del duquede Ferrera, se celebr en Roma. No as yo, mejor adorno no hiciera el mismo Botticelli de la plaza; era todoamarillo y rojo, colores de mi bandera, en cuanto a los ayes de angustia que Len X exclamase en tan durotrance no las encontr en falta; salieron de los pechos de mis paisanas, ores que son ellas del jardn de mipatria; ya que de amor no haba de encogerles el corazn el pobre y desmedrado tipo mo, zuluaguesco tipo,

    que fuese al menos de caridad; sino ms, tan hermosa como el amor y que tanto vale.No fueron nuestros caballos como ms de una vez lo soaran modelos de Millet, el pintor de las apaci-

    bles campestres escenas, ni de Meissonier el de las batallas, ni de Velzquez el de los arreos principescosy posturas de media corveta; tan slo el gran Zuluaga, el pintor de nuestra tragedia taurina, habran podido

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    aprovechar. Ni creyeron los desdichados en plazas de toros terminar sus das. El royo de mi amigo Andrs,soara morir en aquel campo via de junto a la sierra que con su trabajo de erial transform en vergel y a latierra dar su cuerpo, para que el trigo crezca y las uvas maduren. El negro de mi amigo Telmo, creera morirreventado de galopar y el llamar con sus patas delanteras en la puerta de una ciudad rendida, o como Orelia,el caballo de don Rodrigo, acabar con l todo un reino y toda una raza de reyes.

    Mi caballo pardo no muri an; se vender, le darn fuego en sus patas cansadas para poder pasar elverano, luego lo comprar Zaldvar el de los caballos de toros, y all al Octubre, un ero miura o un corpu-

    lento zalduendo lo despanzurrar de una cornada. Hasta entonces trillar, las horas de sol, correr en las eraspor el camino de oro de la mies segada; sobre el trillo, una moza de tobillos fuertes, de caderas anchas y depechos duros, coronada con las espigas de Ceres, cantar con voz fresca y sonora, como una cascada entrepinares, cantos de amor y de alegra.

    Mi caballo pardo, el de los sueos con carrozas regias, arrastrar un trillo; la sencilla, sencilla y divinacarroza de la salud y de la vida.

    A partir de ahora, hasta enero de 1915, salvo alguna excepcin, los artculos de Acn en El Diario deHuesca saldrn publicados en la seccin Con cursiva del diez. El primero de ellos, el 17 de junio de 1914,titulado Mis aos de chiquillo:

    Como cuando era nio, la noche pasada so con terribles gigantes; al levantarme andaba de medio ladocomo el hidalgo manchego, de puro molido que me dejaron los que no eran otra cosa que molinos de viento.

    Estbamos esperando el paso de la procesin del Corpus en la parte de Coso que va de Porches a Compa-a, Ber, Serrano y yo. Antes de que llegaran a nuestros odos las notas de la gaita de la comparsa, asoma-ron a nuestros ojos los gigantones. Venan rodeados de chiquillos, como si stos pretendiesen exagerar supequeez y aqullos su altura. Majestuoso el de la maza, vena primero como un rey de armas o un heraldoque anunciase la esta. Luego, despus, la Fragatina, con su mantilla dominguera que ocultaba su moo depicaporte y con sus faldas anchas como boca de campana, bajo las cuales movanse las piernas del llevadorcomo dos badajos mudos. Seguale la Chesa: sobacos abajo caale el sayo formando pliegues de un verdeesmeralda su color como monte de rico pasto de nuestro Pirineo y por entre los bullones de lino blanco de

    la camisa, que semejaban nubes que caminaban bajas, asomaba su cuello y su cabeza con orgullo de buenamoza. El de la cuchilla, una cuchilla hecha con la hoja de una guadaa, fro y duro de cara, iba el ltimo,como un enviado de la Muerte, que nunca hicieron falta estos enviados a cortejo alguno. Al verles pasar

    junto a m, recordaba las palabras que aquellos doce israelitas de las doce tribus dijeron a Moiss: Hemosvisto monstruosos hijos de Enac, el gigante de la Palestina; a su lado parecamos langostas. En esto o unavoz que me deca: Acn, espero un artculo tuyo pidiendo quemen estos adefesios.

    De intento os nombr a Ber y os nombre a Serrano para que sean testigos de la verdad de lo que os digo,no fueseis a creer me valgo de ese ardid o engao ms bien, para endosaros de nuevo el chorro de mi prosa.

    Dios, Dios! Pedir que quemen los gigantones sera renegar de mis aos de chiquillo; aquellos aos, mslejanos de lo que en realidad estn, que si no cuento con ms que veinticinco, le pesan a uno como dobladoslo menos.

    Olvidar la noche anterior al Corpus y el da del Corpus!

    Olvidar la noche anterior a San Lorenzo y el da de San Lorenzo!

    Que pesadillas tan horribles las noches aqullas! Deslaban por nuestra alcoba todos los gigantes de loscuentos de hadas; largos y desgarbados unos como lamos viejos, asomaban sus ojos grandotes como huevosfritos por los huecos de las chimeneas; otros terribles tragachicos, llevaban unas escarcelas grandes comomundos de viaje, y en ellas guardaban a los nios que haban de servirles de almuerzo; stos rean batallascon cientos de hombres y los chamuscaban blandiendo una rama de encina que manejaban como trompa deelefante y con sus pisadas de paquidermo; aqullos eran dueos de palacios guardados por dragones de tres

    cabezas, donde haba encerradas seis princesitas rubias y buenas como el trigo que moran de miedo mien-tras all en sus cortes moran de amor unos donceles valientes y nobles y gallardos como un toro.

    Qu de vueltas a la almohada, qu de engullir saliva para ahogar sollozos, qu tardo el reloj en cantar lashoras, qu perezoso el sol... qu noche tan larga la anterior al Corpus y la anterior a San Lorenzo.

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    Qu da el de San Lorenzo y qu da el del Corpus. Apenas levantarnos y escuchar el gaitero de los gigan-tones acudamos a sus llamadas entre alegres y medrosos como a llamada de engaosa sirena. Recordba-mos los sueos de la noche pasada y recelbamos se tornasen nuestros gigantes de cartn y trapo en aquelgigante Briareo y nos hiciese papilla con sus cien brazos, o en aquel colrico Anteo, y al tener la osada demedirnos con l nos destrozase para colgarnos de los muros del templo de Neptuno su padre, o nos tomasecon sus dos mazas y nos condujera al Inerno como a Virgilio y Dante. Mas luego, al ver su armazn depalo y el asomar de las cabezas de los llevadores por entre los vestidos como cras de canguro, nos senta -mos fanfarrones, y con unas piedras picudas y pesadas, como elegidas por el propio David en el valle deTeribinto, y una honda que creamos manejar como un balear, les creamos Goliat y desabamos a todossus codos y a todos sus palmos de estatura.

    Ms tarde, cuando ellos caminaban, caminbamos nosotros junto a ellos; y no solo los chicos debierancaminar a su lado, tambin los hombres, los sabios y los pobretes de cerebro, los artistas y los que no fueronalumbrados por el sol de la Belleza, los buenos y los malos, los de msculos de acero y los de msculos demerengue, todos junto a los gigantones de cartn y trapo para recordar nuestra pequeez junto a su grandeza;que ellos son la Fantasa y son el Recuerdo y son el Ideal.

    Dios, Dios! Pedir que quemen los gigantones sera renegar de mis aos de chiquillo; aquellos aos enque al escuchar el cuento del terrible gigante Veintiuno nos temblaban las pantorrillas como los ecos de un

    mantn y el miedo nos tena sin alentar y nos abrazbamos unos con otros por temor a quedar solos, hastaque de un corro de nias que se deshaca como un collar de perlas que se rompi el engarce, llegaba a noso-tros una, corriendo como una cabritilla y con la cabellera suelta y luminosa como la de un cometa y dandouna palmada en nuestras espaldas deca entre risas: t la llevas. Y olvidando el cuento triste, que las tristezasen los nios duran poco, mudbamos de juego y nos desparrambamos por las plazas y por los jardines delas plazas, por las calles y por las aceras de las calles, por los caminos y por los huertos de los caminos, porlos ros y por las riberas de los ros y por todo, que todo era nuestro, porque nosotros ramos la alegra yslo, slo en la alegra est Dios.

    Tres das despus, el 20 de junio, escribe La Pastora y el Gallo:

    Ayer hablaron los peridicos, con motivo de la cogida del Gallo, de la Pastora Imperio, su esposa; y hablanhoy y hablarn maana; y que hablen cien das y que hablen ms de cien das, que por mucho que lo haganno terminarn de contar la sandunga que tiene y la sal que derrama y su trono y su aqul, y no sabrn decircundo se cansarn sus pies, y sus piernas, y sus caderas, y su boca, y su moo, y sus ojos; qu ojos!, unosojos de un brillar as, as como brillan al sol, unas punteras de unas botas nuevas de charol.

    Que hablen cien das y ms de cien das, no sabrn decirnos cuando se rendir, porque es todo fuego (laescultura de una hoguera como dijo Benavente), es todo fuego y fuego que no se apagar hasta que sus ves-tales que son las ores, y son los pjaros, y es la gracia, y es el sol, la dejen morir de tanto envidiarla.

    Que no se corte la coleta el Gallo ni la Pastora se retire como tiene ofrecido. Hoy por hoy, fuera de unospocos sabios que ostentan el rojo y gualda de nuestra bandera en los lomos de sus libros, slo ellos la ponenen alto y obligan a saludarla; l en las plazas sobre la arena amarilla aprisionada por el rojo de las barreras,desplegando su capote de cara roja y envs amarillo; ella en los escenarios cindose el mantn de ecos deseda, amarillos y pegajosos como hebras de contura de cabello de ngel y con unas rosas grandes y rojasbordadas en el fondo amarillo, como si hubiese querido detener con su paoln la hemorragia de un torodespus de un golletazo de su marido.

    Que torne l a hacer el paseo de las cuadrillas con la bandera de su capote ceido a su cuerpo de gitanoa los sones de un pasodoble. Que torne ella a pisar los escenarios con la bandera de su mantn ceido a sucuerpo de gitana a los sones de un pasodoble y lleve a los pueblos el brillo de sus ojos; qu ojos!, unos ojosde un brillar as, as como brillan al sol unas punteras de unas botas nuevas de charol.

    Y el 25 de junio Somos cigarras:

    En una cabalgata que organiz Lorenzo de Mdicis, una carroza artstica y lujosa como pintada y adornada

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    por el Pontormo y por Bandinelli, representaba el triunfo de la edad de oro. Sobre un inmenso globo de orohaba extendido un cadver revestido de una armadura de hierro enmohecido. Del costado de ese cadversala un nio desnudo y dorado. Unos coros cantaban en derredor de la carroza unos versos que terminabanas:

    Que el que quiera ser feliz lo sea en seguida.

    No hay certidumbre para maana.

    El nio que haban dorado muri de resultas de esa operacin.En Jaca estn de estas y luego lo estaremos en Huesca. A rer, a rer fuerte y cantar y bailar y pellizcar

    y comer y beber y vomitar; tambin en Lugo y en Madrid y en Salamanca y en Granada y en Valencia y enTeruel hubo estas, y tambin rieron y cantaron y bailaron y pellizcaron y comieron y bebieron y vomitaron.

    Que el que quiera ser feliz lo sea en seguida.

    No hay certidumbre para maana.

    La cabalgata que organiz Lorenzo el duque de Urbino, vive en nosotros los espaoles. Somos el cad-ver de la armadura enmohecida como la del Cid, como la del Quijote, como la de Berenguer II, el de lasCruzadas. Somos el nio dorado que sale del costado del cadver; un da nos doramos con la purpurina de

    la alegra que luego nos embota los sentidos, y nos enaquece el nimo, y nos atoniza los msculos, y nosrelaja los esfnteres, y nos envenena las fauces, y nos quita la vida. Somos cigarras. Somos los coros de lacabalgata y cantamos con la escasa voz que nos queda:

    Que el que quiera ser feliz lo sea en seguida.

    No hay certidumbre para maana.

    El lunes 28 de septiembre de 1914 se estrena en Huesca la pieza teatral de Lpez Allu La rmeza delquerer. Acn asiste a la representacin y el da 30 de septiembre publica Rengloncico aparte:

    Todo muy bien y dicho ya en la Prensa con la oportunidad debida, pero yo no quiero pasar sin dedicar unosrengloncicos a las nuevas cmicas, que con candil buscadas, no se las encuentra ms apropiadas al caso.

    De La rmeza del querer no digo nada; ya sabe Juan del Triso que la sola noticia de que escribe un entre-ms me hace pasar la lengua por los morros como si acabase de comer mostillo.

    Lolita Ses, en su papel de Elenita, un encanto; tan natural y en su punto, que dirase que haba asistido demadrugada con Pepito a misa en la Parroquieta, y mosn Valentn tuvo la humorada de casarlos para toda lavida y sin casi ellos notarlo.

    Que desconocimiento de la vida! Que idea del valor del dinero! Que vivir en las nubes...!

    Veris, veris si la eleccin fue acertada para tal papel de muchacha feliz.

    Me encontraba entre bastidores. Elenita est de monos con su esposo y tiene que llorar; Trapisondas elapuntador y Llorns el traspunte le gritan: llore usted, llore usted, y Lolita, por lo bajo y disimulando con elpauelo su agradable sonrisa, les contesta: si no puedo llorar, no s.

    Que vivir tan en alto, feliz eres, muchacha, que en tus recuerdos todos no encuentras uno tan solo digno dellorarle un rato cada da.

    Blanquita Brandaris era la domstica de Elenita. Eso es una chica con disposicin y con garbo; de las quellegan a todo, como dicen las dueas. Vosotros slo la visteis en la sala con el seorito Pepe y la seorita,pero hay que verla en la cocina. Enciende el fuego, se cose un delantal, da amor a las palmatorias y hablacon el novio por la ventana; todo a un tiempo y sin romper un plato.

    Encantado yo de tanta ganga y encontrndome en pleno San Miguel, le hice a la salida, entre dulce y dulcey entre copa y copa, la siguiente proposicin, que os la digo para que veis me pongo en razn: ocho pesetasde salario, salir cada quince das y tres libres para ir a Adahuesca a la esta, pero nada de novios, porque noparan cuenta en lo que hacen y el aceite lo llevan como el agua del botijo y se dejan somarrar las cenas.

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    Lo dicho, Blanquita; yo no reblo, como deca la Sidora.

    Esta Sidora era Luisita Cardedera. Tan largo escribira de esta baturrica, que no dejara sitio en EL DIA-RIO para decir si los franceses arremeten y reculan los alemanes, o si se rempujan stos y reculan los otros.

    Ya conocis a Luisita, sus simpatas y lo agradable de su charla.

    Entrar Luisita en una habitacin, es abrir una ventana para que entre el sol, y echar a cantar el canario, ydar cuerda al gramfono, y derramar un frasco de esencia. Es entrar la alegra, y cuando la alegra se toca

    como ayer con unos pendientes largos como racimicos del Somontano, sayicas cortas, el moo a rosca y losbrazos en jarra como las asas de los cntaros de Bandalis, redis!, hay que callarse o dar vivas a Cariena,y al Ebro, y a los Mallos, y a la Jota, y al vino tinto, y a todo lo nuestro.

    Deca al comenzar que con candil buscadas no se encuentran otras muchachas como ellas. Con candilse buscaron; un candil que arregl el gobernador, seor Perea, y que alumbr la esta; un candil que lucicomo un sol, porque ech por aceite Caridad, y puso por torcidica Patriotismo.

    El 1 de octubre de 1914 acude al acto de apertura del curso en su antiguo Instituto y al da siguiente publi-ca un escrito aludiendo a dicho acto y titulado Primavera es eterna:

    Ayer se celebr la apertura de curso en nuestro Instituto. Si en mi pueblo me encuentro, jams falto a talacto, ni me olvido jams de sentarme con los estudiantes, pues recurdame todo ello aos pasados, y cuandoun muchacho asciende los escalones en busca de un diploma, al ensancharse su pulmn, el mo se ensancharecordando cuando yo los sub, y al nombrar los suspensos, aun sin citar los nombres, con los que bajan losojos los bajo yo, que sin citar mi nombre, tambin me contaron entre ellos; porque gust todas las notas,porque la vida es variedad y la vida me agrada, y me agrada el vivir y el vivir es emocin.

    Al acto asisti el mundo todo. Las macetas, en ancha balaustra colocadas, eran como ofrendadas de lamadre Tierra; el sol caa por los ventanales rubio como trigo nuevo; los Argensolas, de Barbastro y el condede Aranda, de Sitamo, y el padre Ramn, de Huesca y todo nuestro viejo saber, asomaban a travs de susdorados marcos, ventanas que son por donde miran los pasados tiempos. La belleza estaba representada por

    nuestras paisanas; la Esperanza en la juventud, en cuyas tersas frentes besles ella; un Claustro representabael saber; un Concejo el pueblo; una Diputacin la provincia; un gobernador al Rey; un soldado a la Patria;un obispo a Dios; y, como prlogo a la esta, los solemnes sones de un viejo timbal y las agudas voces dedos cornetines, recuerdo de los pfanos de ms caballerescos tiempos.

    El mundo, el mundo todo que vena a saludar a la primavera del cerebro; que la primavera ser eternamientras haya tierra, y mientras haya sol, y viejo saber, y mujeres bellas, y hombres fecundos, y pueblos, yPatria, y Dios; y as como al invierno de la Tierra sigue la primavera de la Tierra, al invierno de la vacacinsigue la primavera del estudio; as como al invierno de una mujer hermosa sigue la primavera de sus hijas,al invierno terrible de la guerra seguir luego la primavera de la paz; alegre como un cro que nace, como unlibro que se abre, como un capullo que se despereza, alegre y fresca como una jovencita que salta del lecho y

    se zambulle como un cisne en el agua fresca que bes la Luna.

    El 4 de octubre de 1914 el titulado Profetas:

    P y Margall, el viejo austero de la cansada vista, que tampoco vea las pequeas cosas y tena pegados asus gafas los futuros sucesos, haba escrito aos antes las ocurrencias todas de la lucha balcnica. El coman-dante De Civrieux relat aos hace la lucha actual, y seal batallas que ya se efectuaron y previ resulta-dos que se acercan. Nogi, el japons, escrut con sus ojos chicos y oblicuos de pjaro agorero, la catstrofeeuropea. Vctor Hugo, el poeta que creaba en una hora un hroe mundial, fue no menos adivino.

    Como las profecas de dolor de Isaas y Daniel, los bblicos profetas, as llegaron las profecas de dolor delos modernos profetas.

    En el siglo de hoy, slo es realidad el canto del bho a la cada de la tarde, cuando la tierra toma tintes mo-rados como las ojeras de un moribundo, y no ms que un canto es el canto del gallo a la maanada, cuandoasoma el sol y sonre la tierra.

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    En este siglo de hoy, las profecas de amor y de paz no son ms que bellos sueos.

    Es que Jaurs, y Bebel, y Tolstoi, y los modernos apstoles de la paz predicaron en el desierto estril delos cerebros analfabetos y en el desierto helado de los fros corazones?

    Es que la palabra de Pablo de Tarsis, y Pedro el pescador, y Santiago, y los viejos apstoles no llegaron ala Germana, y a la Galia, y a las Casitrides, y predicaron slo en los desiertos de la Tebaida?

    Es que Cristo, el apstol de la paz y del amor, no predic en la montaa, y en el lago, y en Jerusaln, y en

    Galilea, y no lleg su nueva al mundo todo?Es que tambin Cristo predic en el desierto no ms, donde las voces no se escuchan, y el simoun borra

    imposible las huellas santas de los santos peregrinos...?

    El 10 de octubre de 1914 escribe Bellas Esperanzas:

    All en Lucerna, una ciudad que la besa un lago y que dicen que es bella porque sus casas blancas soncomo manada de patos que salen del agua, existe un palacio que llaman de la Paz.

    De la xilesca hacha al moderno schneider, vense all las armas de los tiempos todos; ser un triste museodonde se ver la marcha del progreso y el estancamiento del corazn.

    Das sern de algazara y contento en el palacio, estos de guerra que corremos, y sueos no faltarn a susblicos habitantes; de salidas aventureras al campo de batalla soar el ariete, tozudo que tozudo dar con sucabezota dura de carnero en los muros de una ciudadela. La catapulta lanzar las piedras con manotadas deoso perseguido. Las echas surcarn el aire, acas como zancudas desplumadas. Los venablos se clavarnfuriosos en las espaldas de los que huyen como en piel de venado. Las picas de Tolosa estarn aladas comozn de spid. Las hondas baleares silbarn con silbido de serpiente. Los mandobles pesados lucirn al solcomo centellas y desgajarn hombres como a la encina un rayo. Las bombardas tronarn orgullosas, conorgullo de madre de los caones todos. Los arcabuces fanfarrones y los fanfarrones mosquetes de nuestrostercios estarn alerta, creyendo escuchar rdenes de nuestro duque de Alba.

    Soarn todos, soar todo en aquel palacio.Sobre el portaln del palacio de la Paz esculpieron estas palabras de Vctor Hugo y que tienen la bella

    poesa de las bellas esperanzas:

    Llegar da en que los hombres se horrorizarn de que hayan existido tales elementos de tortura

    Los hombres de hoy contestarn a las palabras del prtico del palacio de la ciudad bella y blanca como ma -nada de patos que salen del agua, agrandando el portaln y echando abajo las piedras esculpidas con bellasesperanzas para dar paso a los enormes morteros de 42.

    Durante las estas del Pilar de 1914 est en Zaragoza y all asiste, en el Teatro Circo, a la pera LasGolondrinas de Usandizaga. De regreso a Huesca publica el da 18 de octubre a modo de crtica Las golon-

    drinas:Estas golondrinas de que os voy a hablar, no son los amables pjaros anunciadores del buen tiempo; no son

    las golondrinas amables de quienes dijo Shakespeare, eterno husped del verano, moradora de las iglesias,que pone en la arquitectura de sus nidos un vago recuerdo del cielo, que de todo pilar, de todo alero, suspen-de su prolco lecho, y que donde ellas anidan parece que vive la alegra.

    Las golondrinas estas, son la pera de Usandizaga, de la que escuch tan slo el nal del tercer acto, entreopereta y opereta a la moda, en el Teatro Circo de Zaragoza.

    Tan grandioso nal, deja a uno con ganas no pocas de ver representada la obra toda, aunque a decir verdad,si la compaa del Circo es la encargada de ello, ms que risotadas de autnticas golondrinas escucharanse

    chillidos de humildes falcetas.No soy autoridad ninguna en cosas de msica, pues si bien me pas alguna que otra hora echando ben-

    diciones, como un obispo, ante el mtodo Eslava, no ms para mi uso particular llegan mis conocimientosmusicales.

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    Navarro y Ledesma, hablando del poeta italiano conocido por Metastasio, dice lo que sigue:

    Abominemos, abominemos de Metastasio como padre de ese engendro antiartstico, llamado pera italia-na, que ni es msica ni poesa.

    Muy bien, muy bien, abominemos de Metastasio, pero escuchar, wagnerianos, los wagnerianos por moda,escuchar a Valle-Incln, que en cosas de arte no es manco como en cuestin de brazos, y dice que tan slodos cosas han permanecido siempre arcanas para l; una de ellas, la msica de ese teutn que llaman Wag-ner.

    Abominemos, abominemos con Ledesma de la pera italiana, pero repitamos tambin los ms, con inge-nuidad, lo que dice don Ramn el de las sonatas.

    Las notas de la obra del joven vasco me parecieron cantos de golondrinas anunciando el buen tiempo de lamsica espaola. Aquellas melodas dulces, sin dulzura de contero, formando un todo con notas vibrantes,rebeldes y solemnes, as lo hacan esperar.

    Se encontraba all lo poco bueno de la msica italiana y lo mucho bueno de la alemana, aqulla sin empa-lagos, sta con algo menos de sabidura.

    La partitura no la conozco, pero creo hubiese sido ms indicado algn otro escritor de ms altos vuelos,

    pues con todo su bien escribir, no creo que Martnez Sierra hiciese Las golondrinas, dignas de las notas deUsandizaga y dignas de las palabras que a tan amables pjaros dedica Shakespeare en las trgicas pginas desu Macbeth.

    Y ahora perdonadme el pecado grande de haberme echado a crtico. Conociendo un slo trozo de la obra, ytener la osada de negar vuelos quien no vuela ms alto que un pobre pato, con las alas rotas por aadidura.

    El 24 octubre de 1914, sealando la necesidad de construir un Canal para los Riegos del Alto Aragn, pu-blica Las vacas acas y las vacas gordas:

    Yo he visto all en lo alto de mi provincia, donde termina la lengua de los Cervantes y comienza la lengua

    de los Moliers, unos picachos cara el cielo siempre y de blanco vestidos como novicias.Yo he visto en esos picachos blancos y cara al cielo siempre, nacer unos ros azules de color, como las

    ores de las plantas forrajeras, unos ros amarillentos como los trigos segaderos, unos ros verdes como loscebados en Abril.

    Yo he visto esos ros all en lo alto de mi provincia, saltar en las cascadas alegres y estrepitosos comojovencitas jugando a la comba, y los he visto deslizarse veloces por los prados suaves como chiquillos entobogn de feria, y los he visto ocultarse bajo los peascos como jugando al escondite.

    Yo he visto esos mismos ros, aqu en los llanos de mi provincia, y caminaban mansos con murmullo deprocesin, y caminaban tardos como rueda de condenados, y caminaban tristes con caminar de entierro.

    Caminaban mansos, caminaban mansos porque atravesaban unas tierras fuertes, fuertes y agrietadas comopieles de cocodrilo, porque atravesaban unas tierras sueltas, sueltas y secas como caspa de leproso.

    Caminaban con murmullo de procesin, canto de impotentes, porque una sola gota no podan dar de suscauces hondos a los campos altos.

    Caminaban tardos, caminaban tardos porque ante una presa, los remansaban das y das, en cuyo espejo semiraban unos altozanos mondos, mondos como calaveras viejas, de unas cuevas sin luz como rbitas vacas,y unas torrenteras descarnadas como encas de momia.

    Caminaban como rueda de condenado avergonzados de no dar ms provecho en su camino que pasar porunos molinos de muelas no ms en movimiento que en boca de mendigo y mover unas turbinas para alum-

    brar las caras angustiosas de los lugareos.Caminaban tristes, caminaban tristes porque a su paso no encontraban sino campos desolados, con races

    que asoman calcinadas como fmures y tibias, porque no encontraban sino campos ttricos que estn pidien-do cruces y cipreses y lpidas.

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    Caminaban con caminar de entierro porque aquel silencio de camposanto slo lo turbaban los sones pesa-dos, roncos y lgubres como toques de funeral de los esquilones de las siete vacas acas del sueo de Fa-ran, que aos y aos hace pasean con andar de paraltico, sus huesarrones tsicos, sus ubres exhaustas y suspezones secos.

    Comencemos, comencemos cueste lo que cueste nuestro Canal, y ahora que los Marne, y los Oise, y losAisne, son ros de muerte con sus rojas aguas, hagamos nuestro ro de vida y de salud, y llevemos a su caucelas aguas de aqullos que son azules de color, como las ores de las plantas forrajeras, que son amarillentos

    como los trigos segaderos, que son verdosos como los cebados en Abril, que nacen de la nieve blanca deunos picachos de blanco vestidos y cara al cielo siempre como novicias.

    Comencemos, comencemos nuestro Canal, y entonces, en lo que antes fueron desolados campos que pe-dan cruces, que pedan cipreses y que pedan lpidas, entonces, las siete vacas del sueo que descifr Jos,pasearn por los rubios trigales sus bragueros llenos y rociarn de leche la tierra madre como hisopos debendicin.

    Y el 31 de octubre de 1914 Maana Todos Santos:

    Hoy es da en los camposantos de renovar las purpurinas que ennegreci el olvido y de humedecer con

    lgrimas las plantas que el olvido agost, y de encender los cirios por olvido apagados. Manos piadosas, ma-nos amigas se encargarn de ello que maana es Todos Santos, y maana es da de visitar los muertos y dellorarles; que la Humanidad seal das de luto como marc das de alegra, hacindonos llorar y rer como acomediantes asalariados.

    Yo record un instante, un instante no ms como visin de fantasma, los anchos cementerios de los camposde batalla europeos, y a falta de amigas y piadosas manos que acaricien las cruces, sencillas como lo fueronlos funerales, vi a la madre Naturaleza consolarlos piadosa, ofreciendo no olvidarles y enviarles a la prima-vera la purpurina de sus mariposas, y las lgrimas de su roco, y las luminarias de sus estrellas, y la lumina -ria de su sol.

    A primeros de noviembre de 1914, sin que se conozca el da exacto, publica Pobretes y desaprensivos:

    Esto que sigue no es paradoja.

    Cada ao parece aumentar los defectos del Tenorio de Zorrilla y cada ao nos es ms agradable y mssolemne; sucede a sus personajes como a las esculturas de los capiteles romnicos, y de los prticos gticos,y de los patios platerescos; los aos les come como un cncer la nariz, y les agujerea como polilla sus vesti-duras, y pone en la comisura de sus labios muecas grotescas.

    Cada ao aumentan los defectos de esas estatuas, y cada ao nos son ms agradables y ms solemnes.

    A veces, en esos capiteles (ah, mi San Pedro el Viejo!), en esos prticos, en esos patios, ponen sus manos

    pecadoras unos arquitectos desaprensivos y unos pobretes picapedreros que dicen van a presentarnos sunatural belleza y su primitiva ingenuidad. Y hacen bufonadas caricaturas de lo que fueron, y menoscaban subelleza, y profanan su ingenuidad.

    As con el Tenorio pasa. Unos cmicos pobretes y desaprensivos, como aquellos arquitectos y picapedrerosde que os habl, por mediados de Octubre suelen juntarse en histrionesca compaa, cuadrilla fuera mejordecir, y deshojando con sus manos de pecador el Don Juan de nuestro castizo don Jos, dcennos van a mos-trar en la noche de nimas su ingenuidad y belleza, mal ensayando para ello, porque quin es el galn queno recit sus versos? qu damita no ley la carta aqulla donde se encuentra esto? perla sin concha escon-dida entre las algas del mar... quin no hara un admirable apuntador? quin no sabr hacer de estatua? Yas mal ensayando, llega la noche de nimas y don Juan se turba, y doa Ins deletrea en la carta y pierde eltino el apuntador, y las estatuas se mueven a destiempo; y la compaa termina como el rosario de la auro-ra, porque no lograron estar acordes de quin lo hizo peor, y el da que sigue a la noche del debut torna denuevo a sus antiguos quehaceres, si es que hacan algo, y no suean con escnicos laureles hasta mediadosdel Octubre prximo, en que al formarse una nueva compaa, para menoscabar la belleza y profanar la

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    ingenuidad al Tenorio romntico, el don Juan o el don Luis o Avellaneda, aqullos que abuchearon, y quevestan percalinas y alpargatas, se acudirn al futuro director, y mostrndole un programa de su presentacinen Huesca, dirn con nfasis: el pblico se rindi de aplaudir; yo luc un terno como aqul que Gisbert pinten un trgico cuadro a Padilla el comunero.

    A mediados de noviembre de 1914 Acn marcha a Madrid para iniciar un periplo artstico aprovechandosu pensionado. Desde all enviar un escrito nostlgico de las ferias de San Andrs que El Diario de Huescapublicar el 4 de diciembre con el ttulo No os olvido:

    Ferias de mi pueblo, no os olvido!

    Son los fenicios, son los fenicios y los cartaginenses que acuden conquistadores a fundar una nueva Gua-dix y una Cartago Nova, emporios de riqueza. Son la aristocracia del comercio, son los mejores, son labohemia de los comerciantes, si bohemia en ellos cabe, que llevan su peana a su dios Mercurio, patrn deladrones y especuladores, pero que llevan tambin a Momo, dios de risas, y de a1egras, y de locuras.

    Pausados borricos, caballos percherones, mulas trentenas del ferial de Santa Clara o del ferial de Capuchi-nas, no os olvido, locomotoras del tren de la vida, arrastradoras de arados y carros de mies, y coches funera -rios.

    Garitas, garitas frgiles y amables como las casetas de los belenes de Navidad.

    Caballitos, caballitos, devanadera de ilusin que dais vueltas y vueltas tejiendo la madeja de los sueos. Dechiquillos, subimos a ellos, y bajando los prpados, sencilla y amorosa venda de la juventud, montados entrelas jorobas de un dromedario, nos creemos peregrinos camino de la Meca y camino del cielo de las hurescachondotas. Sujetamos las melenas de un len de cartn-piedra y nos sentimos Malleus, domadores intr-pidos. Sobre los lomos de los elefantes somos rajs indios en das de bodas. Las barcas que se mecen comocunas, parcennos gndolas que bogan por veneciano canal.

    No os olvido, caballitos de la feria de mi pueblo.

    No os olvido, plaza de Camo, porches de Vega Armijo; os recuerdo al recordar a mis paisanas, las mucha-chas guapas. Sus ojos, y sus labios, y sus orejas, y sus manos, son las joyas de las vitrinas de Lassere; sus

    carcajadas son los redobles de los tambores; sus citas son puntuales como los timbres de los despertadoresde la rifa; son esbeltas y tienen el alma de cristal como los jarrones de las barracas; sus bocas son dulcescomo el jijona de los alicantinos; la sangre mocica hierve en sus venas y en sus corazones como el aceite delos puestos de churros, y sus palabras son la msica de los rganos de cine, y sus alegras son como pelculasde gracia y sol, y el mirar o no mirar de sus ojos negros o azules es ganar o perder a la ruleta del amor.

    Son las pichonas tmidas, nveas cono cisnes chicos, del tiro al blanco, donde los jvenes enlan los dardosdel carcaj de Cupido; son las jugadoras del pim pam pum que enloquecen nuestra cabeza y nublan nuestrosojos de monigote con las pelotazos de sus desaires, pero que luego nos sanan las heridas con el rnica bendi-ta de sus risotadas.

    Son las muecas de los estantes de las garitas, siempre encarnadas las mejillas como azoradas al escucharpalabras de enamorado; siempre las manos con los dedos abiertos como varillas de abanico y dispuestas apalmoteos de regocijo; siempre sonrientes como agradeciendo lisonjas o como pretexto para lucir sus dientesblancos como los piones de los turroneros...

    No os olvido, ferias de mi pueblo, porque sois el recuerdo grato, aunque triste, de las pasadas ferias, dondelas muecas de biscuit sonrean siempre, y los caballos de cartn estaban siempre quietos, y las escopetas nomataban, y los polichinelas eran de trapo.

    Quin pudiera dejar el caminar por el mundo a cambio de aquellos viajes de los caballitos, en que, sinalejarnos ms all de donde llegan las voces de la familia, bajbamos los prpados, amorosa vereda yaperdida!, y parecanos que el mismo Julio Verne nos acompaaba a dar la vuelta al mundo; y ora asamos

    por las melenas un len africano; ora navegbamos por veneciano canal, o cabalgando entre las jorobas deun dromedario cruzbamos desiertos y desiertos, extasiados en la lectura de Las mil y una noches, y caminohacia la Meca, y hacia el cielo de las hures cachondotas, y tranquilas y enjoyadas como noche de esto...

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    Desde Madrid seguir enviando espordicamente sus colaboraciones escritas a El Diario de Huesca. As elda 21 de diciembre de 1914 publica Horas de paz:

    Benditas sean nuestras horas de paz!

    En tanto all, por la vieja Flandes, miles y miles de hombres destruyen sus canales con el rodar de los pe-sados carromatos blindados y los disparos de sus caones gigantescos, aqu, por nuestra patria, en el Senado,unos pocos hombres de buena voluntad echaban los jalones de un nuevo canal para el Alto Aragn.

    En tanto a los hogares de los pueblos en lucha llegarn noticias de muerte que harn surgir las canas apuados en las cabelleras, y pondrn las caras rugosas como fruta vieja, y harn abrir los ojos espantados,como de mochuelo enlucernado, a los hogares de Aragn, mi tierra, llegarn noticias que refrescarn la cabe-za y alegrarn los ojos, como lavatorio en maanica de verbena.

    En tanto en las casas de los pueblos en guerra en el fogn no hay fuego, y los pucheros todos estn alinea -dos y tristes en los aparadores, y las rejas de los arados se encuentran arrinconadas y oxidadas como espa -dones antiguos, y las corvas hoces cuelgan de adorno en la paredes, como las corvas gumas moras en laspanoplias de los despachos ricos; en tanto que la miseria pone sus plantas descarnadas y sucias por Blgica,la desdichada, en mi tierra campar la dicha, alegre y fecunda como una primavera y los pucheros, en derre -dor del fuego, runrunearn contentos como chiquillos jugando al corro, y las rejas de los arados araarn la

    tierra con araazos de titn, y al esto las hoces mordern afanosas por los trigales rubios como cabelleras deoro.

    Caminemos, caminemos hacia la vida por senderos de amor y de paz, y en tanto miles y miles de hombresemponzoan con las piltrafas de sus cuerpos los canales de la vieja Flandes, encaucemos las aguas puras yclaras de nuestros ros para ms puricarlas en el ltro sagrado de la tierra fecunda.

    Benditas sean nuestras horas de paz!

    Convirtamos en jardn nuestro erial, y en tanto las sombras del Greco y Ribera y Zurbarn, nuestros pin-tores del dolor, marchan hacia el Norte en busca de sus visiones de muerte, Rubens, el pintor de la salud,llegar a nosotros a solazarse con los rostros de contento y los pechos turgentes y las nalgas coloradotas y

    redondas, como enormes manzanas, de nuestras garridas lugareas.Caminemos por senderos de amor y de paz y de trabajo, en tanto que las naciones en lucha, con sus aven-

    turas y sueos de grandeza, por exceso de cario a la vida -como deca un escritor de Don Quijote-, vancaminando hacia la muerte.

    A mediados de diciembre de 1914 Acn marcha a Toledo. Durante su estancia, el 17 de diciembre, esaprobado en el Senado el proyecto de Ley de Grandes Riegos del Alto Aragn, y con este motivo enva unartculo que El Diario de Huesca publicar el da 23 de diciembre con el ttulo Por n se aprob:

    Os juro por la cabeza de Neptuno que no cre yo pasaran tan estrechos por el Senado los Grandes Riegos,pues no pens jams haranlo pasar por gatero de riojanos, ni catalanes, ni murcianos.

    Pero ya se aprob. La paz sea con todos y tornen los nimos a la tranquilidad, como las aguas de nuestroGllego hallan sosiego en los remansos, luego de rpida pendiente.

    Pero os juro de nuevo, y ahora por el resto del dios del agua, que yo no supuse habrase de hilar tan del-gado, porque ya escrib (y vosotros leerais de no tener la precaucin de comenzar por mirar la rma), yaescrib que en una reunin de jefes de minora, que es lo mismo que asistir los senadores todos, a mi tierra lalevantaban en brazos como quien toma un hijo, y nombrbanla como quien nombra un hijo: Aragn! Ara-gn!...

    Mas escuchar, cuando esto recordaron, lo que Allende Salazar contest:

    Es que entonces, en aquella reunin, hablaba el corazn y ahora habla la cabeza.

    Ah! seor Allende, seor Allende, cuando el corazn dijo una cosa, ni el cerebro con ser quien es tienederecho a contradecirle.

    Mas la paz sea con todos.

    En una de las sesiones a que asist pronunci un discurso nuestro don Mximo Escuer. Bien se notaba en

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    sus palabras, que uno a uno fueron grabndose en su corazn, los lamentos de los sedientos campesinos y sudiscurso era a un tiempo argumento en la discusin y desahogo del alma.

    Hablaba del Somontano y los Monegros y Sobrarbe, que perecan desiertos, donde se echaba de menos ellento caminar de los camellos de las caravanas. Y sus palabras lanzbalas como puados de esas tierras secasa los ojos del Senado, y en lugar de cegar, abriles los prpados, porque primero abran el corazn. Y siem-pre modesto, por si poco parecan sus palabras, citaba prrafos de Costa, que citar a Costa es citar versculosdel Evangelio.

    Yo calicara el discurso, mas me detiene aquello:

    Si el sabio aplaude, est bien; mas si aplaude el necio...

    *Creo fue San Bernardo quien dijo as:

    Sers mrtir sin derramamiento de sangre si ejercitas de veras la paciencia cuando se ofrezca la ocasin.

    Estas palabras, credo estoy si las repeta en los odos del ministro de Fomento el mismo San Bernardo alcomienzo de cada sesin, pues no ms el que lo vio pudo apreciar el gasto de paciencia que hubo de hacer elhonorable seor.

    Yo, el nombre de Ugarte (y nadie me tachar de conservador ni amigo del exscal del Supremo), lo pon-

    dra desde la ms grande compuerta del ms grande de los embalses a la tajadera ms chica de la ms chicade las acequias para que a diario las aguas pusieran en l un beso de plata; y lo escribira el nombre con co-lor de arrebol, ese color que al despedirse el sol pone como un beso de oro en los campanarios de las aldeasy en las coronas de los altozanos.

    Desde Toledo volver a enviar otro escrito en tono ms jocoso, que se publicar el da 28 de diciembre de1914, con el ttulo En broma y en serio. Yo en Toledo:

    Soy una verdadera calamidad. Me explicar, aunque la cosa no necesita explicacin, por sabida ya.

    Me encuentro en Toledo, quizs la ms triste de las ciudades espaolas. Sus montes pelados semejan calva-

    rios, y sus calles, solitarias, son calles de Amargura; en su ambiente, pesa la historia de muchos santos y elrecuerdo de muchos sacricios.

    Pues bien, con todo ello no se me ocurre escribir nada si no es en tono alegre. Yo creo que si voy a Sevillaen tiempo de estas, dejara los Gallos y su alegre feria con las sevillanas de ol para comenzar en la Cate-dral una novena a San Fulano o San Mengano. Bueno, yo creo que esto es un decir.

    Y no ser ello por no darme cuenta, me encuentro en la imperial ciudad, pues las noches son tan frescasque resultan toledanas, como suele decirse: adems, con esto de la Navidad, no hay escaparate ni tenderetealguno donde no se lea el rotulito: Mazapn de Toledo, y para ms recordrmelo, una calle por donde confrecuencia paso, tiene este nombre extrao: Esta calle es de Toledo. Poda el Ayuntamiento haberse ahorrado

    el azulejo que lo indica, pues no necesita pregonar de qu poblacin es siendo tan estrecha, que parece lahicieron para Manolo Labora, pues slo os dir que para cruzarla tengo necesidad de quitarme el sombrero(que no es muy ancho verdad Laiseca?) y pasarlo de perl como se mete una mesa camilla por estrechapuerta.

    Los toledanos se van a suponer que Huesca es un plantel de gitanos garbosos, pues se encuentra en sta elque all fue catedrtico de francs seor Martnez Jarabo, del cual no habris olvidado de aquellas patillas,como las lleva Santarrata, el ca de Barrio Nuevo; yo, en cuento a patillas, no ando mal tampoco. Lo degarbosos, lo deca por un par de cadetes oscenses que estudian aqu: Pepe Luis Bercial y Julin Miranda. Losvi pasar en formacin con todos los alumnos de la Academia Militar, y los conoc por el garbo cualquieradira les haba dado lecciones de marcial andadura nuestro paisano mosn Tropezones!

    Y ya que sali un mosen a cuento, os dir que por aqu hay una porcin de ellos. Dicen que cuando unose encuentra tres curas reunidos, haciendo un nudo en el pauelo le regalan luego algo; pues bien: todos losdas llego a casa con las cuatro puntas hechas nudos, y ms puntas que hubiese; como que de ser cierto lo delregalo, para la noche de Reyes voy a tener que alquilar en Madrid los balcones de La Equitativa.

  • 7/23/2019 La_escritura_Ramon_Acin.pdf

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    De la poblacin, del Greco, no os digo nada, pues ya en estas mismas columnas escrib, sin haber estado,lo que ahora podra deciros; que antes de pasear por aqu mis pies y mis ojos, haba paseado mi espritu conel cicerone de los amados libros; por cierto que ms me gust antes que me gusta ahora, que las cosas, en larealidad, por bellas que sean, lo son ms en sueos...

    Por eso amo yo mucho a una novia que ni conozco ni conocer; se llama Ilusin, y es tan ma y me quieretanto, que morir cuando yo muera, cuando terminen mis pequeos sueos y se cierren mis prpados paracomenzar el sueo grande, el eterno sueo.

    No poda ser menos! Al n tena que llegar la parte tris