Lacan, La Ciencia y La Verdad

download Lacan, La Ciencia y La Verdad

of 24

Transcript of Lacan, La Ciencia y La Verdad

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    1/24

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    2/24

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    3/24

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    4/24

    814 ESCRITOS2

    cin de sujeto, en el doble sentido de que es all inaugural y de que la ciencia la re-

    fuerza ms y ms.

    Koyr es aqu nuestro gua y es sabido que se le conoce todava mal.

    As pues, no he dada ahora el p aso que se r efiere a la vocacin de c iencia del

    psicoanlisis. P ero p udo ob servarse que tom c omo h ilo conductor el a o pasado

    cierto momento del sujeto que considero como un correlato esencial de la ciencia:

    un momento histricamente definido del que tal vez nos queda por saber si es es-

    trictamente repetible en la experiencia, aquel que Descartes inaugura y que se lla-

    ma el cogito.

    Este correlato, c omo m omento, es e l desfiladero de un rechazo de t odo saber,

    pero por ello pretende fundar para el sujeto cierta atadura en el ser, que para noso-

    tros constituye el sujeto de la ciencia, en su definicin, trmino que debe tomarseen el sentido de puerta estrecha.

    Ese hilo no nos gui en vano, p uesto que nos llev a formular al f inal del ao

    nuestra divisin experimentada del sujeto, como divisin entre el salir y la verdad,

    acompandola de un modelo topolgico, la banda de Moebius que da a entender

    que no es d e una distincin d e origen de donde debe provenir la d ivisin en q ue

    esos dos trminos vienen a converger.

    Quien confe en cuanto a F reud en la tcnica de lectura que he t enido que im-

    poner cuando se trataba simplemente de volver a colocar cada uno de sus trminosen su sincrona, sabr remontar desde la Ichspaltung sobre la cual la muerte abate

    su mano, hasta los artculos sobre el f etichismo (de 1927) y s obre la prdida de l a

    realidad (de 1924), para comprobar en ellos que el r etoque doctrinal llamado de la

    segunda tpica no introduce bajo los trminos del Ich, del berich, incluso del Es

    ninguna c ertificacin d e a paratos, s ino u na v uelta a l a ex periencia s egn u na

    dialctica que se define del mejor modo como lo que el estructuralismo ahora per-

    mite el aborar l gicamente: a saber el s ujeto, y el sujeto t omado en u na d ivisin

    constituyente.

    Despus de lo cual el principio de realidad pierde la discordancia que lo marcar-

    a en Freud si debiese, por una yuxtaposicin de textos, dividirse entre una nocin

    de la realidad que incluye a la realidad psquica y otra que hace de ella el correlato

    del sistema percepcin conciencia.

    Debe ser ledo tal como l se designa de hecho: a saber la lnea de experiencia

    que el sujeto de la ciencia sanciona.

    Y basta pensar en ello para que inmediatamente tomen su campo esas reflexio-

    nes que suelen vedarse por demasiado evidentes. Por ejemplo: que es impensable

    que e l p sicoanlisis como prctica, que el i nconsciente, e l d e Freud, como d escu-

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    5/24

    LA CIENCIA Y LA VERDAD 815

    brimiento, hubiesen tenido lugar antes del nacimiento, en el siglo que ha sido lla-

    mado el siglo del genio, el XVII, de la ciencia, tomando esto en el sentido absoluto

    indicado hace un momento, sentido que no borra sin duda lo que se ha instituido

    bajo este mismo nombre anteriormente, pero que ms que encontrar all su arcas-mo, tira del hilo hacia s de una manera que muestra mejor su diferencia respecto

    de cualquier otro.

    Una cosa es segura: si el sujeto esta efectivamente all, en el nudo de la diferen-

    cia, toda referencia humanista se hace superflua, puesto que es a ella a la que le cie-

    rra el camino.

    No apuntamos, al decir esto del psicoanlisis y del descubrimiento de Freud, a

    ese accidente de que sea porque sus pacientes vinieron a l en nombre de la ciencia

    y del prestigio que confiere a f ines del s iglo XIX a sus servidores, incluso de gradoinferior, por lo que Freud logr fundar el psicoanlisis, descubriendo el inconscien-

    te.

    Decimos, contrariamente a lo que suele bordarse sobre una pretendida ruptura

    de Freud con el cientifismo de su tiempo, que es ese cientifismo mismo, si se tiene a

    bien designarlo en su fidelidad a los ideales de un Brcke, a su vez transmitidos del

    pacto al que un Helmholtz y un Du B ois-Reymond se haban consagrado de h acer

    entrar a la fisiologa y a las funciones del pensamiento consideradas como incluidas

    en ella en los trminos matemticamente determinados de la termodinmica ligada

    a su casi acabamiento en su tiempo, el que condujo a Freud, como sus escritos nos

    lo demuestran, a abrir la va que lleva para siempre su nombre.

    Decimos que esa va no se desprendi nunca de los ideales de ese cientifismo, ya

    que as lo llaman, y que la marca de l que la seala no es contingente sino que si-

    gue sindole esencial.

    Que es por esa marca por la que conserve su crdito, a pesar de las desviaciones

    a las que se ha prestado, y esto en la medida en que Freud se opuso a esas desvia-

    ciones, siempre con una seguridad sin vacilaciones y un rigor inflexible.

    Prueba de ello su ruptura con su a depto ms prestigioso, Jung concretamente,

    apenas se desliz hacia algo cuya funcin no puede definirse sino como la de inten-

    tar r estaurar e n ella u n sujeto dotado de p rofundidades este ltimo t rmino en

    plural, lo cual quiere decir un sujeto compuesto de una relacin con el saber, rela-

    cin llamada arquetpica, que no se redujese a la que le permite la ciencia moderna

    con exclusin de cualquier otra, la cual no es nada ms que la relacin que defini-

    mos el ao pasado como puntual y desvaneciente, esa relacin con el saber que de

    su momento histricamente inaugural ha conservado el nombre de cogito.

    A ese origen indudable, patente en todo el trabajo de Freud, a la leccin

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    6/24

    ___________________________________

    __

    __

    ---------->

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    7/24

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    8/24

    818 ESCRITOS2

    Ejemplo de ello es la teora de los juegos, mejor l lamada e strategia, donde se

    aprovecha el carcter enteramente calculable de un sujeto estrictamente reducido a

    la frmula de una matriz de combinaciones significantes.

    El caso de la lingstica es ms sutil, puesto que debe integrar la diferencia delenunciado y la enunciacin, lo cual es ciertamente la incidencia esta vez del sujeto

    que habla, en cuanto tal (y no del sujeto de la ciencia). Por eso se va a centrar sobre

    otra cosa, a saber la batera del significante, cuya prevalencia sobre esos efectos de

    significacin se trata de asegurar. Es tambin efectivamente por ese lado por donde

    aparecen la s a ntinomias, q ue s e d osificarn s egn e l e xtremismo d e la p osicin

    adoptada en la seleccin del objeto. Lo que puede decirse es que se va muy lejos en

    la elaboracin de los efectos del lenguaje, puesto que puede construirse en ella una

    potica que no debe nada a l a referencia al espritu del poeta, como tampoco a s u

    encarnacin.Es por el lado de la lgica por donde aparecen los ndices de retraccin diversos

    de la teora con relacin al sujeto de la ciencia. Son diferentes para el lxico, para el

    morfema sintctico y para la sintaxis de la frase.

    De donde las diferencias tericas entre un Jakobson, un Hjemslev y un Choms-

    ky.

    Es la lgica la que llena aqu el oficio de ombligo del sujeto, y la lgica en cuanto

    que no es en modo alguno lgica ligada a las contingencias de una gramtica.

    Es preciso literalmente que la formalizacin de la gramtica d un rodeo en tor-

    no a esa l gica para establecerse con xito, pero el movimiento de ese rodeo est

    inscrito en ese establecimiento.

    Indicaremos ms tarde cmo se sita la lgica moderna (3er. ejemplo). Es inne-

    gablemente la consecuencia estrictamente determinada de una tentativa de suturar

    al sujeto d e la c iencia, y e l ltimo teorema de Gdel muestra q ue f racasa, lo cual

    quiere decir que el sujeto en cuestin sigue siendo el correlato de la ciencia, pero un

    correlato antinmico puesto que la ciencia se muestra definida por el no-xito del

    esfuerzo para suturarlo.

    Aqu debe captarse la marca que no debe dejarse escapar del estructuralismo.Introduce en t oda ciencia h umana entre c omillas, a la q ue conquista, u n modo

    muy especial d el sujeto, a qul para el q ue n o encontramos un ndice si no e s t o-

    polgico, digamos el signo generador de la banda de Moebius que llamamos el ocho

    interior.

    El sujeto est, si puede decirse, en exclusin interna de su objeto.

    La pertenencia que la obra de Claude Lvi-Strauss manifiesta a semejante

    estructuralismo slo se pondr aqu en el haber de nuestra tesis contentn-

    donos por ahora con su periferia. Sin embargo est claro que el autor hace va-

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    9/24

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    10/24

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    11/24

    LA CIENCIA Y LA VERDAD 821una imagen como la apertura del sujeto en el psicoanlisis, para captar lo que reci-

    be en l de la verdad.

    Este movimiento, ya se habr adivinado, implica una sinuosidad que tiene algo

    de domesticacin. Este objeto a no est tranquilo, o habr que decir ms bien: pu-diera ser que no les dejase tranquilos? y m enos que a nadie a aquellos que t ienen

    ms que ver con l: Los psicoanalistas, que s eran entonces aquellos a quienes de

    una manera electiva tratara de apuntar por mi discurso. Es verdad. El punto donde

    les he dado cita hoy, por ser aquel donde los dej el ao pasado: el de la divisin del

    sujeto e ntre verdad y s aber, e s para el los u n punto familiar. E s aquel adonde l os

    convida Freud bajo el llamado del: Wo Es war, soll Ich warden que vuelvo a tradu-

    cir, una vez ms, acentundolo aqu: all donde ello era, all como sujeto debo adve-

    nir yo.Ahora bien, de este punto les muestro la extraeza tomndolo al revs, lo cual

    consiste a qu ms b ien e n v olverlos a t raer a su fr ente. Cmo lo que estaba e s-

    perndome desde siempre de un ser oscuro vendra a totalizarse con un trazo que

    no se traza sino dividindolo ms netamente de lo que puedo saber de l?

    No es slo en la teora donde se plantea la cuestin de la doble inscripcin, para

    haber provocado la p erplejidad en que mis a lumnos Laplanche y Leclaire habran

    podido leer, en su propia escisin en la manera de abordar el problema, su solu-

    cin. No es en todo caso de tipo gestaltista, ni debe buscarse en el p lato donde la

    cabeza de Napolen se inscribe en el rbol. Est simplemente en el hecho de que la

    inscripcin no muerde el mismo lado del pergamino, viniendo de la plancha de im-

    primir de la verdad o de la del saber.

    Que esas inscripciones se mezclen deba resolverse simplemente en la topolog-

    a: una superficie en que el derecho y el r evs estn en estado de unirse por todas

    partes estaba al alcance de la mano.

    Sin embargo es mucho ms all que en un esquema intuitivo, es por estrechar,

    si as puede decirse, al analista en su ser.

    Por lo que esta topologa puede captarlo. Por eso si la desplaza en otra parte, no

    puede ser s ino en u na fragmentacin d e rompecabezas que necesita en t odo caso

    ser reducido a esa base.

    Por lo cual no es vano repetir que en la prueba de escribir:pienso: luego soy,

    con comillas alrededor de la segunda clusula, se lee que el pensamiento no funda

    el ser sino anudndose en la palabra donde toda operacin toca a la esencia del len-

    guaje.

    Si cogito sum nos es dada en algn sitio por Heidegger para sus fines, hay

    que observar que algebriza la frase, y nosotros tenemos derecho a poner de

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    12/24

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    13/24

    LA CIENCIA Y LA VERDAD 823Se trata de La Cosa freudiana, discurso cuyo texto es el de un discurso segun-

    do, p or ser, de la vez en que lo haba repetido. Pronunciado la primera vez (ojal

    que esta insistencia les haga sentir, en su trivialidad, el contrapi temporal que en-

    gendra la repeticin), lo fue para una Viena donde mi bigrafo situar mi p rimer

    encuentro con lo que no hay ms remedio que llamar el fondo ms bajo del mundo

    psicoanaltico. Especialmente con un personaje cuyo nivel de cultura y d e respon-

    sabilidad responda al que se exige de un guardaespaldas,4

    Que la va abierta por Freud no tenga otro sentido que el que yo reanudo: el in-

    consciente es lenguaje, lo que ahora es admitido, lo era ya para m, como es sabido.

    As, en un movimiento que jugaba tal vez a hacerse eco del desafo de Saint-Just al-

    zando al cielo por engastarla con un pblico de asamblea la confesin de no ser na-

    da ms que lo que va al polvo, dijo, y que os habla, me vino la inspiracin de que,

    viendo en la va de Freud animarse extraamente una figura a legrica y estreme-

    cerse con una piel nueva la desnudez con que se reviste la que sale del pozo, iba a

    prestarle voz.

    pero poco me importa-

    ba, yo hablaba en el aire. Haba querido simplemente que fuese all donde para el

    centenario del nacimiento de Freud mi voz se hiciese escuchar en h omenaje. Esto

    no para marcar el s itio de un lugar desertado, sino ese otro que rodeo ahora a mi

    discurso.

    Yo, la verdad, hablo... y la prosopopeya contina. Piensen en la cosa innom-

    brable que, d e poder pronunciar estas p alabras, ira al ser del lenguaje, para escu-

    charlas como deben ser pronunciadas, en el horror.

    Pero en esta r evelacin c ada uno p one l o que p uede p oner. Pongamos en s u

    crdito el dramatismo ensordecido, aunque no por ello menos irrisorio, del tempo

    sobre el que se termina ese texto que encontrarn ustedes en el nmero 1 d e 1956

    deL'evoIution Psychiatrique, bajo el ttulo:La Chose freudienne.5

    No creo que sea, a ese horror experimentado al que haya debido la acogida msbien fra que dio mi auditorio a la emisin repetida de ese discurso, la cual reprodu-

    ce ese texto. Si tuvo a bien darse cuenta de su valor a sus ojos oblativo, su sordera

    se mostr en ello particular.

    4 Ejecutante ms tarde en la operacin de destruccin de nuestra enseanza cuyaola, conocida por el auditorio presente, slo concierne al lector por la desapari-cin de la revistaLa Psychanalyse y por nuestra promocin a la tribuna de

    donde se emite esta leccin.5 Cf. estas ltimas lneas p. 391 del tomo I.

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    14/24

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    15/24

    LA CIENCIA Y LA VERDAD 825no hay de verdadero sobre lo verdadero ms que nombres propios; el de Freud o

    bien el mo, o si no babosadas de ama de cra con las que se rebaja un testimonio ya

    imborrable: a saber una verdad de la que la suerte de todos es rechazar su horror, si

    es que no aplastarlo cuando es irrechazable, es decir cuando se es psicoanalista, ba-jo esa rueda de molino, cuya metfora he utilizado ocasionalmente, para recordar

    con otra boca que las piedras, cuando es preciso, saben gritar tambin.

    Tal vez con ello se me juzgar justificado en no haber encontrado conmovedora

    la pregunta que me concerna, Por qu no dice...?, proveniente de a lguien cuya

    ingenuidad se haca dudosa por el puesto domstico en las oficinas de una agencia

    de verdad, y h aber preferido en consecuencia p rescindir de l os s ervicios a que se

    dedicaba en la ma, la cual no necesita de chantres que sueen en ella con sacrist-

    as...Habr q ue d ecir que t enemos q ue c onocer otros saberes q ue el d e la ciencia

    cuando tenemos que tratar de la pulsin epistemolgica?

    Y volver una vez ms sobre aquello de lo que se trata, que es admitir que tene-

    mos que renunciar en el psicoanlisis a que a cada verdad responda su saber? Esto

    es el p unto de ruptura por donde dependemos del advenimiento de la ciencia. No

    tenemos ya para hacerlos converger sino ese sujeto de la ciencia.

    Por lo m enos nos lo permite, y entro ms all, en su cmo: dejando a mi Cosa

    discutir sola con el numeno, lo cual me parece despachado pronto: puesto que unaverdad que habla tiene poco en comn con un numeno que, tan lejos como pueda

    recordar la memoria de cualquier razn pura, la cierra.

    Este recordatorio no carece de pertinencia, puesto que el medium que va a ser-

    virnos en este punto, ustedes me han visto traerlo hace un momento. Es la causa: la

    causa no categora de la lgica, sino causando todo el efecto. La verdad como causa,

    ustedes, psicoanalistas, se negarn a asumir su cuestin, cuando es de all de don-

    de se levant su carrera? Si hay practicantes para quienes la verdad como tal se su-

    pone que acta, no son precisamente ustedes?

    No lo duden: en todo caso, es porque ese punto est velado en la ciencia por lo

    que conservan ustedes ese lugar asombrosamente preservado en lo que hace las ve-

    ces de esperanza en esa conciencia vagabunda al acompaar, colectivo, a las revolu-

    ciones del pensamiento.

    Que Lenin haya escrito: La teora de Marx es todopoderosa porque es verdade-

    ra, es dejar vaca la enormidad de la cuestin que abre su palabra: por qu, supo-

    niendo muda a la verdad del materialismo bajo sus dos rostros que no son ms que

    uno dialctico e histrico, por qu hacer su teora acrecentara su poder? Contestar

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    16/24

    826 ESCRITOS2por la conciencia proletaria y por la accin del poltico marxista no nos parece sufi-

    ciente.

    Por lo menos se anuncia all la separacin de poderes entre la verdad como cau-

    sa y el saber puesto en ejercicio.

    Una ci encia e conmica i nspirada e n e l C apital n o co nduce n ecesariamente a

    utilizarla como poder de revolucin, y la historia parece exigir otros recursos aparte

    de u na di alctica p redicativa. A parte d e e se p unto singular q ue n o d esarrollar

    aqu, y que es que la ciencia, si se mira con cuidado, no tiene memoria. Olvida las

    peripecias de las que ha nacido, cuando est constituida, dicho de otra manera una

    dimensin de la verdad que el psicoanlisis pone aqu altamente en ejercicio.

    Tengo que precisar sin embargo. Es sabido que la t eora f sica o m atemtica,

    despus de cada crisis que se resuelve en la forma para la cual el trmino de: teorageneralizada no podra en modo alguno considerarse que quiere decir: paso a lo ge-

    neral, conserve a menudo en su rango lo que generaliza, en su estructura preceden-

    te. No es esto lo que decimos. Es el drama, el drama subjetivo que cuesta cada una

    de sus crisis. Este drama es el drama del sabio. Tiene sus vctimas, de las que nada

    indica que su destino se inscriba en el mito del Edipo. Digamos que la cuestin no

    est muy estudiada. J. R. Mayer, Cantor, no voy a establecer una lista de honor de

    esos dramas q ue llegan a v eces h asta la l ocura d onde algunos n ombres de v ivos

    apareceran pronto: donde considero que el drama de lo que sucede en el psicoan-

    lisis es ejemplar. Y establezco que no podra aqu incluirse a s mismo en el Edipo,

    so pena de ponerlo en entredicho.

    Ya ven ustedes el p rograma q ue se dibuja a qu. No falta poco para que quede

    cubierto. Incluso lo veo ms bien bloqueado.

    Me adelanto en l c on prudencia, y por hoy les ruego que se reconozcan en las

    luces reflejadas de semejante manera de abordarlo.

    Es decir que vamos a l levarlas a otros campos que el psicoanaltico para reivin-

    dicar la verdad.

    Magia y r eligin, Las dos posiciones de ese orden que se distinguen de la cien-

    cia, hasta el punto de que ha podido siturselas con relacin a la ciencia, como falsa

    o disminuida ciencia para la magia, como rebasando sus lmites, o incluso en con-

    flicto de verdad con la ciencia para la segunda: hay que decirlo, para el sujeto de la

    ciencia, una y otra no son sino sombras, pero no para el sujeto sufriente con el que

    tenemos que vrnoslas.

    Se ir a decir aqu: Ya estamos. Qu es ese sujeto sufriente sino aquel del que

    sacamos n uestros p rivilegios, y q ue derecho l e d an sobre l sus i ntelectualizacio-

    nes?

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    17/24

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    18/24

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    19/24

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    20/24

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    21/24

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    22/24

    832 ESCRITOS2correcta de la funcin, para con el saber y el sujeto, de la verdad como causa.

    Han podido reconocer ustedes de pasada en los cuatro modos de su refraccin

    que a caban d e s er e stablecidos a qu, el m ismo nmero y una a naloga d e r eparo

    nominal, que pueden encontrarse tambin en laFsica de Aristteles.

    No por casualidad, puesto que esaFsica no deja de estar marcada por su logi-

    cismo que conserva todava el saber y la sapiencia de un gramatismo original.

    tosau=ta ga\r to\n a)riqmo\n to\ dia\ ti perieilhfen.7

    Seguir sindonos vlido que la causa sea para nosotros exactamente otro tan-to polimerizndose?

    Esta exploracin no tiene por nica meta darles la ventaja de un dominio ele-

    gante de los cuadros que escapan en s mismos a nuestra jurisdiccin. Quiero decir

    magia, religin, incluso ciencia.

    Sino ms bien recordarles que en cuanto sujetos de la ciencia psicoanaltica, es

    a la solicitacin de cada uno de esos modos de la relacin con la verdad como causa

    a la que tienen ustedes que resistir.

    Pero no en el sentido en que ustedes lo entienden a primera vista.

    La magia no es tentacin para nosotros sino a condicin, de que hagan ustedes

    la proyeccin de sus caracteres sobre el sujeto con el que tienen que vrselas para

    psicologizarlo, es decir desconocerlo.

    El pretendido pensamiento mgico, que es siempre el del otro, no es un estigma

    con el que puedan ustedes etiquetar al otro. Es tan vlido en el prjimo como en us-

    tedes mismos en los lmites ms comunes: pues est en el principio del ms mni-

    mo efecto de dominio.

    7 [Literalmente: otras tantas (en su) nmero los porqus incluidos,Fsica, libroII, captulo 7, 198a 15 y 16. Cita ininteligible sin la frase antecedente y que todoslos traductores vierten por una parfrasis, p. ej. Wickeesteed y Cornford en laedicin bilinge de la Loeb Classical Library, Londres, Heinemann, 1929, p.164. He aqu la versin de Francisco de P. Samaranch: es evidente que existenlas causas y que su nmero es el que nosotros dijimos. Todas ellas quedan in-cluidas en la respuesta a la pregunta de porqu algo es o existe (Obras com-

    pletas de Aristteles, Madrid, Aguilar, 1954, p. 595. Las cursivas remiten al te-nor literal de la frase del Estagirita). AS]

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    23/24

  • 7/27/2019 Lacan, La Ciencia y La Verdad

    24/24