La Virginidad Como Tabú

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“La Virginidad Como Tabú: Tradición, Cuerpo y Castigo” Por Valeria Márquez. Sociología UCV. “El Hombre no es el producto de su cuerpo, el mismo produce las cualidades de su cuerpo en su interacción y en su inmersión en el campo de lo simbólico” (LeBreton, pp 19) El ensayo previo a esta entrega, introdujimos la idea de la virginidad como un tabú, en un escenario en donde la normalización de las prácticas sexuales dentro de las sociedades “occidentales” actuales, han desplazado a la falta de la práctica sexual a un estado en el que se percibe como una especie de transgresión a la norma. A partir de esto, seguiremos desarrollando la idea de la virginidad como tabú, pero dentro de un contexto diferente. A través del planteamiento de la interacción entre el cuerpo y la realidad, entre el cuerpo y la sociedad, entre el cuerpo interpretándose dentro de la simbología que se maneje en dicha sociedad. Dentro de las sociedades, existen sistemas de lenguaje, de códigos y símbolos que conforman la estructura por la cual los individuos que conforman dichas sociedades se rigen. En todas las sociedades, existen a su vez tradiciones que se superponen a las leyes jurídicas, estas tradiciones tienen un especial peso y una especial importancia dentro del comportamiento y la actuación de un individuo dentro de su sociedad. Tal como plantea Le Breton en la cita antes mencionada, nuestro cuerpo y su uso, no es nuestro reflejo, sino que es el resultado de la interpretación que le demos a nuestro cuerpo dentro de ese sistema de símbolos y tradiciones a las que se ve apegado. Las tradiciones acerca de la sexualidad, estuvieron marcadas mucho tiempo por las leyes de la iglesia católica, cabe destacar que gobernada por hombres, en donde como mencionamos en el anterior ensayo, colocaba a la mujer en un rol secundario y hasta con un carácter peyorativo.

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Un acercamiento a la visión de la Virginidad como Tabú en el siglo XXI

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“La Virginidad Como Tabú: Tradición, Cuerpo y Castigo” Por Valeria Márquez. Sociología UCV.

“El Hombre no es el producto de su cuerpo, el mismo produce las cualidades de su cuerpo en su interacción y en su inmersión en el campo de lo simbólico” (LeBreton, pp 19)

El ensayo previo a esta entrega, introdujimos la idea de la virginidad como un tabú, en un escenario en donde la normalización de las prácticas sexuales dentro de las sociedades “occidentales” actuales, han desplazado a la falta de la práctica sexual a un estado en el que se percibe como una especie de transgresión a la norma.

A partir de esto, seguiremos desarrollando la idea de la virginidad como tabú, pero dentro de un contexto diferente. A través del planteamiento de la interacción entre el cuerpo y la realidad, entre el cuerpo y la sociedad, entre el cuerpo interpretándose dentro de la simbología que se maneje en dicha sociedad.

Dentro de las sociedades, existen sistemas de lenguaje, de códigos y símbolos que conforman la estructura por la cual los individuos que conforman dichas sociedades se rigen. En todas las sociedades, existen a su vez tradiciones que se superponen a las leyes jurídicas, estas tradiciones tienen un especial peso y una especial importancia dentro del comportamiento y la actuación de un individuo dentro de su sociedad. Tal como plantea Le Breton en la cita antes mencionada, nuestro cuerpo y su uso, no es nuestro reflejo, sino que es el resultado de la interpretación que le demos a nuestro cuerpo dentro de ese sistema de símbolos y tradiciones a las que se ve apegado.

Las tradiciones acerca de la sexualidad, estuvieron marcadas mucho tiempo por las leyes de la iglesia católica, cabe destacar que gobernada por hombres, en donde como mencionamos en el anterior ensayo, colocaba a la mujer en un rol secundario y hasta con un carácter peyorativo.

La sexualidad, dentro de la tradición siempre fue vista como algo tabú, prohibido, impuro, como símbolo del pecado, y esto involucraba inminentemente al uso del cuerpo.

Dentro de esta lógica, se entienden restricciones para el cuerpo, sin necesariamente ser religioso o no, el peso de la tradición hace que existan ciertos elementos que se respeten. El cuerpo es un templo según la religión, un templo inviolable en donde cualquier mínimo acto de transgresión, genera consecuencias, y castigos. Es la representación del hombre y su cuerpo, dentro del imaginario social.

“No es posible discernir entre el hombre y su carne en la representación colectiva” (LeBreton, pp 31)

De acuerdo a la tradición, el individuo es el cuerpo, y al ser el cuerpo es responsable inmediatamente por lo que ese cuerpo transmita dentro de la sociedad. En tiempos pasados, las personas cuyos intereses estaban dirigidos hacia las prácticas sexuales

libres, en un imaginario donde la norma era la virginidad hasta el matrimonio, eran consideradas unas personas impuras, “de la mala vida”, personas que eran consideradas incluso no tan inteligentes, y cuya forma dentro de la estructura social, se veía rebajada hasta el último nivel. El castigo era no contar con la aceptación social, lidiar con el rechazo, con la estigmatización, lo que con el tiempo generó como menciona Goffman en “Estigma”, un control de la información, la búsqueda desesperada por encajar.

Encajar significa, lucir del modo en que los demás esperan que luzcas en una sociedad, donde tu cuerpo y tu imagen se adapten a los códigos establecidos.

“A través de imágenes, construimos gran parte de nuestra realidad” (González y Blanco)

Puede que nosotros, inmersos dentro de nuestro imaginario social, tengamos a la tendencia a categorizar las cosas, entre normales y no normales, porque es más simple vivir adaptándose a lo normal, pero quizás ni siquiera tengamos muy en claro qué cosa es normal y que no lo es. Lo que si tenemos muy en cuenta, son las cosas que rompen con la moralidad, lo inmoral, y las consecuencias que eso trae para nosotros como individuos.

El asunto con la virginidad hoy en día, entendida como un tabú, radica en la cuestión de qué reacción está generando dentro de la nueva normalidad y para quién está generando ese tipo de reacciones. Es la no utilización del cuerpo dentro de la sexualidad, lo que está generando debates, porque se presupone a ese individuo como un problema, que puede estar aunado a distintos motivos, un ejemplo de esto sería, no encajar con los estándares de belleza establecidos, y esto está generando consecuencias y reacciones de rechazo dentro de la sociedad.

Hasta este punto entonces podemos dar luz a comenzar a entender la virginidad como un proceso tabú en la actualidad, quizás porque la mayoría de las personas no admite que es virgen, porque eso está generando consecuencias sociales, como el rechazo o la burla. Somos lo que proyectamos a través de imágenes, construimos realidades a través de imágenes, adaptamos nuestro cuerpo a lo que los otros desean ver (a través de un código simbólico establecido), y eso define nuestra vida en sociedad. ¿Podemos considerar entonces la virginidad como una transgresión?, podría atreverme en este momento a decir que si, pues está rompiendo con la nueva normalidad, que es el sexo, y porque el uso del cuerpo no se adapta a la imagen que se ha formado del mismo en la actualidad.