La Virgen Maria en El Tiempo de Pascua

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La Virgen Maria en el tiempo de Pascua 1 Jesús Castellano Quisiera ofrecer una meditación sobre el sentido de una presencia discreta y hasta escondida de la Madre del Resucitado en el misterio de esos cincuenta días de gozo pascual que se podría llamar tiempo de Pentecostés, el tiempo de los 50 días. Es tiempo de Cristo Resucitado, presente en medio de sus discípulos desde la mañana misma de Pascua. Es tiempo del Espíritu Santo, cuya efusión Juan el Evangelista anticipa en la misma tarde del Domingo de la Resurrección, para subrayar que el don del Espíritu Santo es el aliento mismo del Señor Resucitado transmitido a sus apóstoles (cf. Jn20,22-23) para que prosigan la misma obra que Jesús ha llevado hasta el culmen de su pasión gloriosa. Es tiempo de la Iglesia, humanidad nueva, cuerpo del Resucitado que a través de las apariciones de Jesús a sus discípulos goza de la certeza de su presencia hasta el fin de los tiempos en su peregrinación histórica (cf. Mt28,20). Es tiempo de María, la Madre de Cristo Resucitado en la alegría por el triunfo de su Hijo y en la experiencia fundamental que comparte, discípula entre los discípulos, de ser testigo de la Resurrección de la Ascensión y de Pentecostés. Vamos a glosar sencillamente estas tres presencias de María a la luz de la liturgia, con elementos tradicionales y nuevos de Oriente y de Occidente, pidiendo la ayuda del testimonio iconográfico de la más antigua tradición bíblico-litúrgica que quiere suplir discretamente el silencio de los datos evangélicos. Queremos dar así cabal apoyo a la orientación que el libro de las “Misas de la Virgen María” nos propone para el tiempo de Pascua : “En el “gran domingo”, esto es, durante los cincuenta días en que la Iglesia, con la alegría y júbilo celebra el misterio pascual, la liturgia romana recuerda también a la Madre de Cristo, llena de gozo por la resurrección de su Hijo, dedicada a la oración con los 1 Aldazábal José, Pascua/Pentecostés , Dossiers CPL 53, Barcelona, 1995 2

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La Virgen Maria en el tiempo de Pascua[footnoteRef:1] [1: Aldazbal Jos, Pascua/Pentecosts , Dossiers CPL 53, Barcelona, 19952]

Jess Castellano

Quisiera ofrecer una meditacin sobre el sentido de una presencia discreta y hasta escondida de la Madre del Resucitado en el misterio de esos cincuenta das de gozo pascual que se podra llamar tiempo de Pentecosts, el tiempo de los 50 das.Es tiempo de Cristo Resucitado, presente en medio de sus discpulos desde la maana misma de Pascua. Es tiempo del Espritu Santo, cuya efusin Juan el Evangelista anticipa en la misma tarde del Domingo de la Resurreccin, para subrayar que el don del Espritu Santo es el aliento mismo del Seor Resucitado transmitido a sus apstoles (cf. Jn20,22-23) para que prosigan la misma obra que Jess ha llevado hasta el culmen de su pasin gloriosa. Es tiempo de la Iglesia, humanidad nueva, cuerpo del Resucitado que a travs de las apariciones de Jess a sus discpulos goza de la certeza de su presencia hasta el fin de los tiempos en su peregrinacin histrica (cf. Mt28,20). Es tiempo de Mara, la Madre de Cristo Resucitado en la alegra por el triunfo de su Hijo y en la experiencia fundamental que comparte, discpula entre los discpulos, de ser testigo de la Resurreccin de la Ascensin y de Pentecosts.Vamos a glosar sencillamente estas tres presencias de Mara a la luz de la liturgia, con elementos tradicionales y nuevos de Oriente y de Occidente, pidiendo la ayuda del testimonio iconogrfico de la ms antigua tradicin bblico-litrgica que quiere suplir discretamente el silencio de los datos evanglicos.Queremos dar as cabal apoyo a la orientacin que el libro de las Misas de la Virgen Mara nos propone para el tiempo de Pascua : En el gran domingo, esto es, durante los cincuenta das en que la Iglesia, con la alegra y jbilo celebra el misterio pascual, la liturgia romana recuerda tambin a la Madre de Cristo, llena de gozo por la resurreccin de su Hijo, dedicada a la oracin con los apstoles y esperando confiadamente con ellos el don del Espritu Santo (cf.Hch1,14).1Se trata de la presencia y de la ejemplaridad de Mara en el arco de los misterios que sellan la misin salvadora de su Hijo y marcan el paso de la presencia del Resucitado a la misin del Espritu Santo.Mara en la alegra de la Resurreccin

No vamos a embarcarnos en la difcil tarea de justificar una aparicin de Jess resucitado a la Virgen Mara. Hay literatura abundante en los apcrifos, en los escritos de los Padres que o se dejan convencer por los apcrifos o fuerzan los mismos textos evanglicos par ver en una de las Maras que reciben la aparicin de Jess a la Virgen Madre. Ni es ste el lugar para dejarnos seducir por los clsicos libros de la Vida de Mara que hablan de la primera aparicin del Seor a su Madre, o por la abundante literatura espiritual sobre este tema. Vamos simplemente a escuchar testimonios litrgicos, esenciales convicciones de fe que en el mbito de la celebracin de los misterios adquieren el valor del verdadero sensus fidelium.Que Mara sea testigo de la Resurreccin de su Hijo, nadie lo pone en duda. Su presencia en el Cenculo, en espera del Espritu, es un dato esencial. La experiencia de Mara como Madre y discpula no ha terminado al pie de la Cruz, donde han quedado consumados los misterios de Jess de Nazaret, su Hijo segn la carne. Mara es asociada plenamente a esa continuidad del misterio de Cristo en la dimensin del Espritu, la que se inaugura la maana de Pascua y tiene como momento estelar la efusin del Espritu en Pentecosts. La experiencia de Mara se enriquece, crece y adquiere, como en el Calvario, toda la dimensin tipolgica de experiencia eclesial en la que la Madre de Jess aparece como figura y Madre de la Iglesia naciente.La palabra, pues, a la liturgia de Oriente y Occidente.

El Oriente bizantino

La liturgia bizantina que con tanta efusin pattica canta la presencia de Mara al pie de la cruz y pone en sus labios los ms conmovedores lamentos por la muerte de su Hijo y las ms splicas por su pronta Resurreccin, es bastante discreta para subrayar la alegra de nuestra Seora por el gozo de la Pascua.El megalinario o canto a Mara que se intercala en la plegaria eucarstica despus de la epclesis, en el momento en que se recuerda a la Virgen en la comunin de los Santos, tiene este tono particular ya en la gran vigilia pascual bizantina : El Angel le dijo a la llena de gracia : Algrate, Oh Virgen pura! Te lo digo de nuevo : Algrate! Tu Hijo ha resucitado al tercer da del sepulcro y ha resucitado a los muertos : haced fiesta, pueblos!. Revstete de luz, nueva Jerusaln, porque la gloria del Seor ha amanecido sobre ti. Haz fiesta y algrate, Sin. Y t, Pursima Madre de Dios, algrate por la Resurreccin de tu Hijo!La ltima parte de este megalinario est tomada del poema de San Juan Damasceno que se canta en la gran vigilia pascual bizantina. La Madre de Cristo es asociada al gozo de la nueva Jerusaln, de la Iglesia que nace de la Resurreccin. Pero el texto tiene un contenido simblico sugestivo. Las palabras del ngel en el primer anuncio : Algrate, llena de gracia, tienen ahora la dimensin del gran anuncio pascual. Los ngeles son los primeros evangelistas; las mujeres que reciben el anuncio y lo comunican a los discpulos incrdulos, son tambin evangelistas, como las llama la liturgia bizantina, hasta el punto que llega a definirlas iguales a los apstoles e incluso apstoles de los apstoles. Entre estas mujeres, portadoras de perfumes (mirforas) y evangelistas, Mara est siempre incluida como testigo de la Resurreccin. El gozo de este segundo anuncio que la Virgen recibe del ngel, parece sugerirnos el texto bizantino, le hace recordar todas las promesas del primer Algrate de la Anunciacin y las palabras de Jess haba muchas veces repetido a sus discpulos y que Mara junto con tantas otras conservaba en su corazn : Al tercer da resucitar. En este texto bizantino podemos encontrar la fuente de la antfona mariana medieval que la Iglesia de Occidente repite durante el tiempo de Pascua : Regina coeli, laetare, alleluia.Entre los troparios de la Resurreccin que la liturgia bizantina canta todos los domingos, el del tono 6 (plagal 2) ha conservado tambin un breve recuerdo al encuentro de Jess con la Virgen Mara : Angeles bajaron a tu sepulcro y los guardianes cayeron amortecidos...Saliste al encuentro de la Virgen t que dabas la vida. Seor resucitado de entre los muertos, gloria a ti!.Una antiqusima ilustracin iconogrfica se hace eco de esta conviccin de los cristianos, transmitida quizs por la tradicin oral. El Evangeliario de Rabbula de Edesa, de finales del siglo VI, conservado hoy en la Biblioteca Laurenziana de Florencia, en la escena de las mujeres que van al sepulcro y de Cristo que aparece en la maana de Pascua, presenta siempre la iconografa de la Virgen Mara en plena continuidad con su imagen al pie de la cruz y como veremos en el misterio de la Ascensin del Seor.

La liturgia occidental

En plena consonancia con las expresiones bizantinas, una colecta del Oracional visigtico para el da de la Resurreccin aplica a la Virgen Madre la bsqueda del cuerpo de Jess en el sepulcro que los evangelistas atribuyen a Mara de Mgdala. El texto podra ser traducido as:Seor Jesucristo, con qu ardoroso deseo y devocin buscaba tu bienaventurada Madre por todos los rincones del sepulcro tu cuerpo, cuando mereci recibir del ngel el anuncio para que no te llorara como muerto cuando te iba a ver cuanto antes resucitado...2Como gozosa prolongacin de la tradicional antfona mariana del tiempo de Pascua, el Regina coeli, laetare, el Misal Romano de Pablo VI haba recogido entre las misas votivas de la Virgen Mara el formulario para el tiempo pascual, todo l impregnado del motivo de la alegra de la Virgen por la Resurreccin de su Hijo. Y ahora el formulario 15 de las Misas de la Virgen Mara tiene como ttulo La Virgen Mara en la Resurreccin del Seor y completa el anterior formulario con una antfona de entrada que es nueva y un prefacio que sintetiza de manera apropiada lo que la devocin y el sentido de los fieles haba siempre puesto de relieve : la presencia de Mara en el misterio de Cristo Resucitado, para ser colmada del gozo de la Pascua despus de haber participado con su Hijo en el dolor y la angustia de la Pasin y haber esperado con absoluta certeza el cumplimiento de sus promesas.Mara, la virgen de la Pascua tiene ya en la liturgia occidental romana un formulario litrgico que celebra y propone esta unin indisoluble de la Madre en el triunfo del Hijo. Como canta el Prefacio de esta Misa : Porque en la resurreccin de Jesucristo, tu Hijo, colmaste de alegra a la santsima Virgen y premiaste maravillosamente su fe; ella haba concebido al Hijo creyendo y creyendo esper su resurreccin; fuerte en la fe, contempl de antemano el da de la luz y de la vida, en el que desvanecida la noche de la muerte, el mundo entero saltara de gozo y la Iglesia naciente, al ver de nuevo a su Seor inmortal, se alegrara entusiasmada .3Gozo de la Virgen en la Pascua de su Hijo, ejemplo de la Iglesia que se alegra por el triunfo de Cristo y encuentra cada ao, en el misterio pascual, la fuente de su alegra, de su esperanza y de su empeo.La Virgen en la Ascensin del Seor

La solemnidad de la Ascensin del Seor, cuarenta das despus de la Resurreccin, celebra la exaltacin gloriosa de Cristo a la derecha del Padre, el momento final de la presencia visible del Seor resucitado en medio de su discpulos, la orientacin de la atencin y de la esperanza de la Iglesia hacia el nuevo rgimen de la vida sacramental en el Espritu, cuando con la venida del Parclito, lo que era visible en Cristo pase a los sacramentos de la Iglesia, segn la feliz expresin de san Len Magno.La presencia de Mara en la Ascensin del Seor es un dato que la tradicin nos ha legado a travs de la iconografa que la liturgia bizantina ha recogido en el oficio litrgico de este da y que en la ininterrumpida transmisin de la iconografa de este misterio se carga de significado eclesial.Desde la primitiva representacin de la Ascensin del Seor en las ampollas de Monza, que son del siglo IV o V, Mara ocupa el lugar central entre el cuerpo de los discpulos que dirigen su mirada al Seor que un nimbo de gloria sube hacia el Padre, mientras los ngeles anuncian que tal como ha subido al cielo as volver (cf. Hch 1,10-11). El Evangelio de Rabbula de Edesa ofrece una imagen naif de este episodio con un colorido y un movimiento impresionantes. El detalle de la Virgen Mara es idntico. De pie, entre el grupo de los apstoles ocupa el lugar central. Est revestida con su manto purpreo de Theotokos, Madre de Dios, las manos alzadas en actitud orante, casi acompaando el movimiento ascensional de su Hijo, en la misma lnea vertical que ocupa Cristo en la parte superior, donde est representado en un nimbo de gloria llevado en la Merkabah o carro de fuego de los cuatro seres de la profeca de Ezequiel, mientras a derecha e izquierda los ngeles le ofrecen coronas de gloria.La liturgia bizantina recoge en alguos troparios el significado de este misterio dando voz al expresin iconogrfica. Un texto de las Vsperas de la Ascensin canta : Era conveniente que quien como Madre habia sufrido ms que ningn otro en tu pasin, fuese colmada de un gozo superior a cualquier otro gozo, al contemplar la glorificacin de tu cuerpo. Y asociando la Madre en la memoria de los apstoles, testigos presenciales del acontecimiento, segn las Escrituras, la liturgia bizantina expresa la teologa de este misterio con una hermosa oracin que transcribimos ntegramente :Dulcsimo Jess que sin abandonar la comunin con el Padre, has querido sumergirte con nuestra humanidad entre los habitantes de esta tierra y hoy, desde el Monte de los olivos has subido a la gloria. Elevando contigo por amor la naturaleza cada, la has hecho sentarse contigo junto a tu Padre. Por eso, los ejrcitos anglicos, asombrados, llenos de temor y reverencia, magnifican tu inmenso amor hacia los hombres. Junto con ellos, tambin nosotros habitantes de la tierra, glorificamos tu descenso hacia nosotros y tu Ascensin, has colmado de gozo al grupo de los Apstoles y a la bienaventurada Madre que te engendr, haznos dignos de la gloria de los elegidos, por sus oraciones y por tu gran misericordia.La teologa litrgica que se desprende de la iconografa del misterio de la Ascensin desarrolla ampliamente el significado de la presencia de Mara en este episodio. Se subraya especialmente el carcter eclesial de esta presencia. En medio de los discpulos y en una anticipacin de la espera de Pentecosts, Mara es imagen de la Iglesia en esta tierra, su figura y su centro maternal. Su actitud orante, con las manos elevadas hacia el cielo, es ya expresin de la epclesis o ardiente invocacin de la Esposa Iglesia que a travs de los siglos en el Espritu dice a Cristo : Ven. Pero ya desde el momento mismo de la Ascensin, la Virgen es intercesin ardiente que suplica la venida del Espritu Santo. De hecho en la misma serie de iconografa del Evangeliario de Rabbula la escena de Pentecosts se presenta con una asombrosa identidad con la de la Ascensin; slo que ahora el lugar que ocupaba Cristo lo llena la paloma del Espritu, y los apstoles con Mara llevan sobre sus cabezas las llamas del Espritu Santo, el fuego desprendido del Cuerpo glorioso del Resucitado.Hay tambin una razn profunda para la presencia de Mara en este misterio. La Virgen fue testigo excepcional y solitario del ingreso de Jess en este mundo; de ella recibi la carne que el Verbo no posea y que ahora lleva a la gloria del Padre e introduce para siempre en el seno de la Trinidad. Mara aparece desde este punto de vista como testigo de la humanidad de Cristo en toda la serie de sus misterios, esos misterios de la carne de Cristo que ahora pasan a los sacramentos de la Iglesia. Se ha cumplido el arco de la vida de su Hijo en esta tierra. Lo sinti tomar carne en su seno; lo ve subir al cielo en la plenitud de la gloria, con la carne transida de experiencia humana, de pasin y de la gloria. La Virgen est all como testigo de toda la realidad de la Encarnacin, junto a los que sern por el mundo los testigos de la resurreccin gloriosa de su Hijo.La Virgen Mara en el misterio de Pentecosts.

Los discpulos se dedicaban a la oracin en comn, junto con Mara, la Madre de Jess (cf.Hech1,14).Para la presencia de Mara en el Cenculo de Pentecosts contamos con la breve y significativa referencia de Lucas en el libro de los Hechos de los Apstoles. La mejor exgesis cientfica de este paso pone de relieve la oportunidad de esta recuperacin de Mara en el seno de la comunidad apostlica, en el momento de la efusin del Espritu. Como ha escrito X. Pikaza en el mejor artculo que se haya escrito sobre este particular : Qu aporta Mara en la visin de aquellos discpulos que reinterpretan la vida de Jess? Los apstoles son testigos de su actividad y de su pascua, las mujeres testifican la fuerza de su amor y la realidad de su muerte, los hermanos atestiguan el lugar de su familia. Y Mara? Ella testifica su nacimiento humano, el camino de su infancia : Jess no podra haber sido recibido en la Iglesia como plenamente humano si faltare el testimonio viviente de una madre que le ha engendrado y educado. Dentro de la Iglesia, Mara es una parte de Jess. Jpor eso est all como testigo silencioso. Ha mantenido las cosas de Jess en su corazn (Lc 2,19.51); por medio de ella pasan a la Iglesia. Hay algo que ni los apstoles, ni las mujeres, ni los hermanos podra testimoniar. Esa palabra nica e insustituible ha de entregarla Mara en el misterio de la Iglesia, por eso aparece en Hch 1,14.4Adems, la plena solidaridad de Mara con la comunidad apostlica subraya, si fuera menester que Mara no es una figura solitaria. Su lugar est siempre en medio de la Iglesia, donde ella continuamente evangeliza, hablando de su Hijo y donde a la vez recibe la alabanza de los que han comprendido la hondura de su fe y por eso la proclaman bienaventurada.La efusin del Espritu, lo sabemos, tiene impresionantes prarecidos con el misterio de la Anunciacin. Es la misma fuerza que baja desde lo alto, la que cubri a Mara con su sombre y ahora llena el corazn de los apstoles; los labios de Mara se abren para dar testimonio en el Magnificat y los apstoles anuncian las grandes obras del Seor. All el misterio de Cristo, aqu el misterio del Cuerpo de Cristo que es la Iglesia. Mara une de una manera singular la continuidad entre el misterio de la encarnacin, por obra del Espritu y el nacimiento de la Iglesia, por medio del mismo Espritu de Cristo Resucitado. Hay simetra y progresividad.La iconografa.

Tambin aqu la iconografa ms antigua ofrece el mensaje de la fe de la Iglesia. El Cdice de Rabbula de Edesa, fuente inspiradora de la iconografa oriental y occidental, coloca a la Virgen de pie en el centro de la Iglesia apostlica; la paloma, smbolo del Espritu, en suprema verticalidad sobre su cabeza, lanza sobre ella la llama ms abundante del fuego pentecostal. Mara aparece como ya en la Ascensin, en el centro de la Iglesia apostlica, como su figura y modelo, magnfica presencia femenina y rostro que evoca el de Jess, en medio de los apstoles.Para este icono de Pentecosts quisiera evocar sobriamente una sugestiva exgesis de la teologa oriental. Escribe el telogo V. Lossky : El Espritu Santo ha aparecido en forma de lenguas de fuego, separadas las unas de las otras y se posaron sobre cada uno de los que all estaban, sobre cada uno de los miembros del Cuerpo de Cristo...El Espritu Santo se comunica a las personas, marcando cada miembro de la Iglesia con el sello de una relacin personal y nica con la Trinidad. El Espritu de Pentecosts une y distingue. Realiza la persona de cada uno en su irrepetible singularidad, en su propio carisma, pero a la vez la abre a la comunin con los dems. No hay fusin que despersonaliza; no hay personalismo que se encierra en su propia individualidad. La Iglesia es comunin de personas, llamadas una a una, marcadas por la gracia personalmente reunidas en la comunin por el mismo Espritu que salvaguarda a la vez la singularidad de la vocacin y de la misin, la respuesta personal y la irrefrenable tensin a la unidad, a imagen de la Trinidad. Mara ocupa as su puesto en la Iglesia; con su propia misin, con su carisma de Madre de Jess y al mismo tiempo solidaria, unida, en comunin, parte de la Iglesia, discpula y apstol, con funcin maternal de congregar en la comunin perseverante y en la oracin confiada; ella tan experta en promesas y en esperas, en realidades divinas y en caminos histricos de realizacin parsimoniosa de las maravillosas de Dios.Nuevas Misas

La liturgia de la Iglesia ha querido colmar un vaco mariano en la eucologa occidental con los dos formularios de misas de la Virgen que tienen como centro el misterio del Cenculo. La misa de La Virgen Mara en el Cenculo (n.17) y La Virgen Mara, Reina de los Apstoles (n.18). De estos dos formularios vale la pena recordar los testas centrales del Prefacio que evocan en simetra la Anunciacin y la venida del Espritu, la Visitacin Pentecosts misionero de la Virgen y la misin inicial de los Apstoles.Porque nos has dado en la Iglesia primitiva un ejemplo de oracin y de unidad admirables : la Madre de Jess orando con los apstoles. La que esper en oracin la venida de Cristo invoca al Defensor prometido con ruegos ardientes y quien en la encarnacin de la Palabra fue cubierta con la sombre del Espritu, de nuevo es colmada de gracia por el don divino en el nacimiento de tu nuevo Pueblo... 5 As oramos con el Prefacio que recuerda a Mara en la espera del Espritu.Y as, con feliz intuicin litrgica, la Iglesia reconoce en Mara las primicias de su misin apostlica que parte del Cenculo lleno del ardor y de la fuerza del Espritu :Porque ella, conducida por el Espritu Santo llev presurosa a Cristo al Precursor, para que fuera causa de santificacin y alegra para l; del mismo modo Pedro y los dems apstoles, movidos por el mismo Espritu, anunciaron animosos a todos los pueblos el Evangelio que haba de ser para ellos causa de salvacin y de vida. Ahora tambin la santsima Virgen precede con su intercesin incesante, para que anuncien a Cristo Salvador por todo el mundo.6En plena recuperacin de la ejemplaridad de Mara para la Iglesia en el ejercicio del culto divino, estas aportaciones de espiritualidad litrgica, con la ayuda del Oriente cristiano y el inesperado regalo de la primitiva iconografa mariana que es fuente tambin de la lex credendi, la norma de la fe podemos vivir el misterio del Tiempo pascual. En la celebracin del misterio de Cristo que ha resucitado, ha subido a los cielos y ha enviado el Espritu Santo y santificador, la Iglesia mira a Mara, testigo excepcional de estos misterios para vivirlos y comunicarlos.