La vida sigue

76
Autobiografías juveniles Tallereando Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar (ed.)

description

Autobiografías de alumnos de tercer grado de la Escuela Secundaria del Instituto Salvatierra, A.C., de Mexicali, B.C., México (ciclo escolar 2013-2014)

Transcript of La vida sigue

Autobiografías juveniles

Tallereando

Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar (ed.)

Autobiografías juveniles

Textos de alumnos de tercer grado de la Escuela Secundaria Instituto Salvatierra, A.C.

Ciclo escolar 2013-2014

Tallereando

Editor:

Prof. Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar Profesor de Español

Tallereando

Instituto Salvatierra, A.C., Escuela Secundaria Dirección: Calzada Justo Sierra No. 1235, fraccionamiento Los Pinos, Mexicali, Baja California. Teléfono: 568-1510. Sitio web: www.salva.com.mx Facebook: instituto.salvatierra Proyecto Tallereando Sitio web: http://tallereando.net Correo electrónico: [email protected]

La vida sigue. Autobiografías juveniles

Primera edición, 2015

INSTITUTO SALVATIERRA, A.C. Prof. Jorge Ochoa Carrillo Director general ESCUELA SECUNDARIA Lic. Luis Sánchez Vázquez Director Prof. Rubén Tapia García Subdirector

TALLEREANDO Prof. Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar Editor

Título de la obra: Andrea Miranda Pérez González

Dibujo de portada: Elvira Guadalupe Espinoza Dávila

ÍNDICE

Presentación………………………………………………………………………………………….

Prof. Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar

LA “MEDIA VIDA”

Aún no llega el final…………………………………………………………….…………………....

Lilibeth Arguiles Aréchiga

Esta vida continuará………………………………………………………………………………..

Sofía Alejandra Carballo Lamas

Una historia vacía…………………………………………………………………………………..

Aidan Leamsi Castro Caldera

La vida buena…………………………………………………………………………………….....

Luis Francisco Chicatti Padilla

Una vida por vivir…………………………………………………………………………………...

Martín Omar de la Cruz Palomares

Rosa fucsia………………………………………………………………………………………….

Karen Patricia Esquivel Ferro

La hija del sol……………………………………………………………………………………….

María José Fuentes Salgado

La historia de mi vida………………………………………………………………………………

Gustavo Armando García Apodaca

La vida sigue………………………………………………………………………………………..

Naím Berenice García Rodríguez

Larga vida………………………………………………………………………………………...…

José Alberto García Rosales

Mis primeros recuerdos…………………………………………………………………………....

Omar Antonio Gómez López

La vida sigue su curso, tú toma parte de ella……………………………………………………

Guadalupe Angélica Huerta Linares

Vivir es existir y crear……………………………………………………………………………....

Melissa López Martínez

Esto apenas comienza………………………………………………………………………...…..

Paula Luque Peña

Autobiografía………………………………………………………………………………………..

Débora Marion Moreno Yee

Mi vida en dos páginas……………………………………………………………………………..

Lizbeth Muñoz Jiménez

5

9

13

17

19

21

25

27

31

33

37

39

41

43

47

51

53

Media vida………………………………………………………………………….…..…………...

Ana Sofía Peiro Domínguez

La vida sigue………………………………………………………………….…………………….

Andrea Miranda Pérez González

El comienzo de una vida……………………………………………………………………...…...

Jesús Manuel Ramos Sánchez

Mi querida vida………………………………………………………………………………….…..

Carlos Moisés Ríos Téllez

Algunos ayeres……………………………………………………………………………………...

Mariah Bernadett Sandoval Bermúdez

Mi autobiografía…………………………………………………………………………………….

Juan Pablo Valdez Gil Samaniego

55

59

61

63

67

69

PRESENTACIÓN

La vida sigue es una compilación de autobiografías escritas por mis alumnos de tercer

grado de secundaria del Instituto Salvatierra, de Mexicali, Baja California, al finalizar el ci-

clo escolar 2013-2014. Es el resultado de uno de los proyectos de escritura contenidos en el

programa oficial de la Secretaría de Educación Pública.

Rematamos con esta actividad la labor de redacción académica y creativa que habíamos

iniciado en el mes de febrero, cuando me hice cargo de la clase de Español con el grupo de

tercero B, conformado por 36 adolescentes de 14 y 15 años de edad que desde la primera cla-

se me brindaron un cálido recibimiento y muy pronto me bautizaron con un apodo afectuo-

so: Rapadito (surgido el segundo o tercer día, cuando los apuré a que formaran sin demora

los equipos de trabajo, con un traspié verbal: “¡Formen los equipos, rapadito!”, que nos hizo

reír a todos).

Los productos de escritura que esos meses precedieron a la elaboración de la autobiografía

fueron (de acuerdo con el programa oficial): 1) la corrección de informes de experimentos

realizados en su clase de Ciencias y 2) guiones de programas de radio –con las grabaciones

de las emisiones respectivas–. Como parte de las llamadas “actividades permanentes” que

indica la SEP, nuestro grupo se convirtió cada viernes en un taller literario, del cual resulta-

ron: 1) cuentos con narrador testigo, 2) poemas de tema libre con el uso de figuras retóricas

y 3) cuentos con narrador en segunda persona. (Parte de estas creaciones las he estado pu-

blicando en el sitio web de Tallereando.net).

En realidad, es prácticamente imposible llevar a cabo –siguiendo el proceso de redacción

en forma debida– los catorce proyectos programáticos. Consciente de lo anterior, y ante la

necesidad de seleccionar los que podríamos llevar a cabo de febrero a junio, desde el princi-

pio decidí no dejar fuera la elaboración de la autobiografía, y así cerramos el curso con ella.

Empezamos a trabajar en ese objetivo desde la primera semana de mayo: leímos autobio-

grafías de diversos autores, los alumnos investigaron sobre la historia de los tres lustros co-

rrespondientes a su existencia –para que se reconocieran como sujetos de un momento his-

tórico–, planearon sus textos y pasaron enseguida a la elaboración de sus borradores.

La verdad es que iniciaron el trabajo con poco entusiasmo; algunos, con ciertas resisten-

cias. No se veían muy dispuestos a compartir su vida en el anuario que les propuse editar –

“para que les quede un recuerdo de su secundaria”–. Pero a medida que avanzamos en el

proyecto pude ver cómo se incrementaba su interés: empezaron a descubrir experiencias

comunes con quienes no habían sido compañeros suyos en el jardín de niños y la escuela

primaria, se compartieron los borradores y terminaron, en su gran mayoría, entregándose a

una narración en la que cada uno era el protagonista.

Al finalizar, veintidós de los estudiantes (el 63 por ciento del grupo) me proporcionaron

sus autobiografías para publicarlas en el anuario. Nada mal: había esperado recibir sola-

mente una decena de textos. Sin embargo, apenas dos de ellos me entregaron fotografías,

por lo que el anuario original derivó en antología.

Durante el proceso de edición de esta obra, como se entenderá, releí varias veces tales

creaciones de mis hoy ex alumnos (bueno, dieciséis de ellos han continuado en mis clases de

5

LA V

IDA S

IGU

E

preparatoria). Y cada vez quedé sumamente complacido. Se encuentra uno en estas páginas

con diversos estilos de prosa y narrativa (María José Fuentes Salgado decidió emplear la

tercera persona, en tanto que Paula Luque Peña y Jesús Manuel Ramos Sánchez optaron

por una trama in media res, iniciando sus relatos a partir de recientes experiencias deporti-

vas).

En este genuino rescate de su pasado y encuentro con ellos mismos, los jóvenes hurgaron

en sus antecedentes familiares y reivindicaron la importancia del círculo filial en la cons-

trucción de su destino y su personalidad, compartiendo, incluso, de manera muy sensible,

momentos dolorosos en el seno del hogar, como la pérdida de algún ser querido o la separa-

ción de sus padres.

Secundarianos al punto del egreso, en su perspectiva cobraron especial importancia su

llegada al jardín de niños y sus seis años de primaria, de los que recuperaron el llanto del

primer día, las incipientes amistades y sus buenos y malos maestros. (Después, en la etapa

educativa adolescente, aparecerían los primeros noviazgos, alguno de ellos “de mentiras”).

Y de sus años de secundaria, en su mayor parte transcurridos en las aulas del Instituto Sal-

vatierra, en muchos casos externaron, precisamente, la satisfacción por haber cursado di-

chos estudios en ese plantel y la nostalgia porque, al terminar, se separarían de amigos a los

que quizá no volverán a ver.

Golosinas, mascotas, personajes animados, aficiones, viajes, ídolos musicales y deportivos,

experiencias escolares, tecnología cibernética… y recuerdos comunes que marcaron su in-

fancia, como la epidemia de influenza H1N1 y el terremoto de 2010...

Así, los veintidós autores reunidos en esta antología plasmaron con gran interés lo que

han significado para ellos sus primeros quince años de existencia (o “media vida”, como los

definió Ana Sofía Peiro Domínguez), con sus alegrías y tristezas, sus logros y frustraciones; y

las expectativas para un mañana que pretenden irse forjando, “aprendiendo de los errores y

disfrutando de las experiencias” (Sofía Alejandra Carballo Lamas), pues éste es “solo el prin-

cipio del camino” (Guadalupe Angélica Huerta Linares), que esperan que los conduzca hacia

un futuro “genial y feliz” (Lizbeth Muñoz Jiménez).

Jesús Manuel Ramos Sánchez culminó sintetizando: “Éste solo es el final de una autobio-

grafía, y apenas el comienzo de una vida”.

La presente obra, amigo lector, es, pues, el desenlace de cinco meses de trabajo con una

treintena de adolescentes que me aceptaron desde el primer día, que consintieron que guia-

ra su proceso de aprendizaje y por quienes siento un especial aprecio. Espero que la lectura

de sus autobiografías le sea tan placentera como lo ha sido (una y otra vez) para mí.

Mexicali, Baja California, junio de 2015.

Prof. Carlos Alberto Gutiérrez Aguilar

(Rapadito, para ellos)

PR

ES

EN

TA

CIÓ

N

6

La “media vida”

Aún no llega el final

Lilibeth Arguiles Aréchiga

A hora estoy aquí, sentada en la clase de Español, que la dirige un profesor, y sigo pensando en mi sombrío y algo frío pasado,

con una pluma casi sin tinta y con mis hojas sin rayar. Nací en una pequeña ciudad llamada Mexicali, en el desértico estado

de Baja California; estuve en el vientre de mi madre durante ocho lar-gos meses, hasta que el día 23 del mes de enero del año de 1999 nací. Me llamaron Lilibeth, igual que mi madre, y agregaron los apellidos de mis padres: Arguiles Aréchiga. Soy hija del señor JC Arguiles y de la señora Patricia Lilibeth Aréchiga Osuna.

Los días eran cortos y las noches eran extremadamente largas y frías. En la casa no se escuchaba ningún ruido, era como si no hubiera nin-gún bebé. Empecé a gatear a partir de los seis meses, eso fue nada más durante dos meses; tiempo después empecé a caminar… Fui un desas-tre.

Entramos al siglo XXI y, días después de su entrada, me bautizaron donde se supone que el pecado original se elimi-na. No creo realmente que se eliminará por completo. Apar-te, en el registro del bautizo me llamaron “Marie” Lilibeth A. Aréchiga. La explicación del sacerdote era algo realmente ambiguo: “En la Iglesia Católica les agregan a las mujeres el nombre de ‘María’ por la madre de Jesús”.

Me criaron, en el primer año de mi vida, en un pequeño poblado lleno de árboles, lejos de la sociedad. Actualmente se llama San Isidro, en el municipio de Comondú; tiene una población de poco menos de 488 habitantes, y admiro mucho eso. Se ubica en Baja California Sur, está a unos cuatrocientos kilómetros de su capital (La Paz). Supongo que fue la mejor etapa de mi vida.

Me mudé a Mexicali junto con mi familia, para tener una mejor cali-

dad de educación y todo lo demás.

Entré en 2001 a maternal, mismo año del accidente no tan trágico en

Nueva York. Ahí conocí a gente tanto buenos e inteligentes, como ma-

9

LA V

IDA S

IGU

E

los y despiadados. Nunca olvidaré que yo me ubicaba con los raros. Es-

tuve en esa pequeña cárcel para bebés justamente con las personas que

iba a estar conviviendo hasta la fecha. Poco después me cambiaron de la

estancia actualmente llamada My Little English School a otra más for-

mal.

Después de cumplir todo el ciclo escolar en esa escuela, finalmente

entré a la primaria (en el año 2005) que lleva el nombre de Colegio An-

glo-Americano de Nuestra Señora de la Paz.

En primero mi profesora se llamaba Georgina. En ese año yo era una

niña callada y solitaria, personalmente no creo que fuera interesante.

Me juntaba con una niña que se llama Abril.

En el segundo año fui un poco más extrovertida, pero ese mismo año fui acosada tanto psicológica como físicamente por un niño llamado Allan. Me jalaba el cabello, me mordía y me decía cosas que me ofen-dían. Yo le decía a la profesora que él me molestaba, pero ella no hizo nada. Llegó hasta el punto de que yo no quería ir a la escuela. Un día hablé con mi madre acerca del tema y terminamos en que si el mismo niño hacía lo mismo yo simplemente le daría un afectuoso golpe en la cara; que ella se iba a hacer cargo. Así fue. Estuve en un grave problema y me llevaron a la dirección, estaban a punto de expulsarme; pero al momento que llegó el padre del niño se quedó en shock, al saber que su hijo le pegaba a una niña. En fin… el niño terminó rompiéndome la na-riz…

No pasó nada sobresaliente en tercero, pero en cuarto gra-do mis tías, junto con mi abuela, me insistieron en que sería mejor sacarme de la escuela privada y cambiarme a una es-cuela pública. Me convencieron y hartaron a mi mamá, hasta llegar al punto de por fin cambiarme.

Estuve los dos últimos ciclos escolares en la Escuela Primaria Profe-sor Salvador Jiménez Gómez. Ahí conocí a mucha gente de todo tipo, y conocí a mis dos amigas: Karolina Rubio y Elena Guzmán. El primer día no conocía a nadie más que a un primo, y era menor que yo. Elena me habló al segundo día de que yo entrara, me presentó a muchas perso-nas; me desenvolví con facilidad y pude ser más extrovertida.

Salí finalmente de la primaria y entré a la Escuela Secundaria Institu-

to Salvatierra, A.C., donde conocí a mucha gente; y quiero decir que no

me arrepiento de haber entrado ahí. Conocí a gente tan buena y que

realmente les quiero agradecer mucho.

En primer grado pensaba que tenía verdaderas amigas en las que po-

día confiar; me equivoqué y feo. Me excluían de varios lugares, se burla-

ban de mí a mis espaldas. En fin, una serie de cosas.

En segundo conocí a mis medios hermanos por parte de mi padre.

Entré en depresiones muy feas.

En los últimos meses fuimos a un recorrido a San Diego, donde la ni-

ña que mandaba en ese grupo tuvo celos de algo que hice y convenció a

las otras niñas de que me dejaran de hablar. Esas personas fueron las

que más daño me hicieron, al punto de que dijeron cosas falsas. Pedí el

cambio de salón con la psicóloga por los problemas que tenía, y mi cam-

LIL

IBE

TH

AR

GU

ILE

S A

CH

IGA

10

bio se pudo hacer con éxito… Estos últimos meses me junté con Lizbeth

Muñoz e Ivanna Robles

Finalmente entré a tercero, donde conocí un poco más a la gente y no me arrepiento del cambio…

Los primeros días me sentía rara; aunque conocía a la gente, sentía un poco de miedo. Conocí a la que actualmente es mi mejor amiga: Anahí Parra.

Fui la dama de mi amiga Elena en su quinceañera, y dos meses des-pués celebré mis propios quince años, donde tuve a la mayoría de mis amigos como damas y chambelanes (Karen, Aidan, Lizbeth, Gerardo, Sofía Peiro, Dahana, Alejandro, Danya, Anahí, Berenice, José Alberto, Rafael, Miranda, Emiliano, Guadalupe, Omar y Juan Pablo).

Me volví el doble de extrovertida y no tengo ya pena en absoluto en hablar.

Ahora estoy aquí, en mi cama, junto con mi gato, escribiendo este tra-bajo, pensando en mi futuro…

11

LA V

IDA S

IGU

E

Esta vida continuará…

Sofía Alejandra Carballo Lamas

T oda mi vida he tenido alegrías, tristezas, enojos y emoción; mo-mentos altos y bajos. Sin embargo, también tengo sueños, espe-

ranzas y anhelos; muchos de ellos ya los he cumplido, pero a mi corta edad me falta mucho por vivir y quiero cumplir los demás.

Nací el 19 de diciembre de 1998, en la ciudad de Mexicali, Baja Cali-fornia, México. Mis padres son Adriana Lamas e Isaías Carballo. Cuan-do se enteraron de que venía al mundo, se pusieron muy felices; mi ma-má no podía tener hijos por una enfermedad, así que cuando supieron que me esperaban lloraron de alegría.

Al nacer, mis papás y yo vivimos en un pequeño departamento en el fraccionamiento Vista Hermosa. Ellos dicen que pasé mucho tiempo ahí, pero es obvio que no me acuerdo de nada. Cuando tenía alrededor de nueve meses me atacó el rotavirus, causante de una infección en el estómago que provoca la deshidratación. Mi familia se preocupó por mí, pero estuve internada por un muy poco tiempo.

Cuando tenía dos años, más o menos, nos mudamos con mi abuela materna, en lo que mis papás buscaban una casa más grande, pues mi mamá estaba esperando a un niño. Me convertí en la hermana mayor el 18 de enero de 2001.

En el año 2002, mis padres compraron una casa en Villanova Dia-

mante y nos cambiamos. Entré al kínder Graciano Viniegra Salazar,

donde trabajaba mi tía; era un lugar colorido, pequeño, pero bonito. En

mi segundo año ahí, conocí a la que ahora es como mi hermana, Sofía

Peiro. En tercero, ambas nos cambiamos de escuela; yo entré al Institu-

to Villafontana.

Recuerdo que me daba mucho miedo comenzar en otro lugar; al final

me fue muy bien. Incluso, el día de mi graduación leí el discurso de

despedida a mis compañeros. Me dieron un reconocimiento y mis pa-

pás me dijeron que estaban muy orgullosos de mí. Para mí, eso fue lo

mejor.

LA V

IDA S

IGU

E

13

Seguí en esa escuela toda la primaria. En ese tiempo pasé por muchas cosas importantes en mi vida. En 2006 me compraron mi primera mas-cota: un perrito al que le puse Cookie, una french poodle toy. Dos años después fui a Disney, junto con mi familia, por mi cumpleaños. Ese día me encantó, me divertí demasiado y me consintieron mucho.

Unos meses más tarde, mi abuela paterna falleció de diabetes. Fue muy difícil para todos, pues ella llevaba varios meses bastante enferma; unos días estaba bien y otros mal.

A principios de 2009 hubo una epidemia de influenza. Se estaban to-mando muchas precauciones en todos los lugares, había veces en que hasta faltábamos a la escuela por miedo a que nos contagiáramos del virus. Fue un tiempo muy raro en mi vida. La verdad, yo no tenía mie-do, porque no entendía ni qué era la influenza, hasta que supe que ya había fallecido mucha gente por ella.

Ese año recibí la primera comunión también. Estaba muy nerviosa, tanto, que empezaron a brotarme ciertas manchas en la piel. Mi mamá se preocupó mucho y me llevó con un doctor. Me diagnosticaron derma-titis nerviosa hereditaria, gracias a mi padre.

Casi un año después, el 4 de abril de 2010, mi familia y yo nos encontrábamos reunidos en casa de una tía. La verdad no recuerdo por qué, pero estábamos casi todos. Empezamos a sentir un movimiento muy brusco. Sali-mos de la casa muy asustados todos y nos quedamos en el patio. Había sido un terremoto de 7.2 grados. Fue la primera vez que presencié algo así. En Mexicali muchos edificios se habían derrumbado (entre ellos mi escuela) y los servicios públicos no servían. No nos pasó nada a ninguno, afortunadamente.

En julio del año siguiente, me gradué de la primaria y entré a la secun-daria en el Instituto Salvatierra. Ahí conocí a mucha gente agradable y me reencontré con Sofía. Escogí la paraescolar de porras, en la que aprendí bastante. Fuimos a una competencia nacional en mayo, de la que regresamos con el segundo lugar. Ese mes también hice la confir-mación, junto con muchos de mis compañeros, no solo de primer grado, sino de toda la escuela.

Al entrar a segundo de secundaria me di cuenta de muchos cambios en mí, no solo físicos, también personales. Yo pienso que, hasta ahora, 2013 ha sido mi mejor año, pues pasé por mucho.

Me quedé en porras, volvimos al nacional y esta vez regresamos como campeonas del femenil nivel 4.

Trabajé para conseguir algo que quería con ansias: ir a mi primer con-cierto. Y así fue. El 10 de agosto, junto con algunas de mis primas, fui al Staples Center, de Los Ángeles, California, para ver a One Direction en su Take Me Home Tour. Ése fue uno de los mejores días de mi vida. Cumplí tres de mis sueños: conocer Los Ángeles, ir a un concierto y ver en vivo a mi banda favorita.

Un mes después, Salma, la nueva capitana del equipo de porras, me nombró su cocapitana. Me emocioné mucho y decidí poner todo mi es-

SO

FÍA

AL

EJ

AN

DR

A C

AR

BA

LL

O L

AM

AS

14

fuerzo para que el equipo mejorara y defendiéramos nuestro campeo-nato. También me eligieron para pertenecer a la sociedad de alumnos, cosa que anhelaba desde que estaba en primer grado.

Cumplí quince años. Me hicieron mi fiesta, con amigos y familia. Me divertí mucho ese día, fue muy especial para mí y estuve muy contenta.

Este año también he vivido cosas muy emocionantes y bonitas. Todo el esfuerzo del equipo rindió frutos y volvimos como subcampeonas del mismo nacional. La verdad, todas lo sentimos como un primer lugar. La competencia estuvo más reñida que los otros años y logramos ven-cer a otros tres equipos.

Hace poco, junto con la mayor parte de mis compañeros de genera-ción, fuimos a Disney a celebrar nuestra Grad Nite. Fue la primera vez ahí para varios, y a todos nos encantó. Nos divertimos juntos, como nunca, y disfrutamos bastante del que podría ser para varios nuestro último viaje como compañeros de escuela.

Pronto me graduaré de la secundaria. Me quedaré en la preparatoria del Salva, junto con varios de mis amigos. Otros se irán; eso me duele, porque han estado conmigo en momentos muy importantes, pero noso-tros seguiremos unidos e intentaremos permanecer en contacto. Ya no estaré en la porra. Estoy muy lastimada de muchas partes del cuerpo y ya me dijeron que no me podía quedar. Estoy feliz, porque ahí logré bastante; por fin terminé algo que empecé, hice un buen número de amigas y comencé a confiar más en mí misma.

Espero poder lograr muchas más cosas y poder superarme. Mantener orgullosos a mis papás y enorgullecerme de mí misma. Sé que aún ten-go una vida por delante en la que cumpliré cada una de mis metas, aprendiendo de mis errores y disfrutando de las experiencias.

15

LA V

IDA S

IGU

E

Una historia vacía

Aidan Leamsi Castro Caldera

N ací en la madrugada del 19 de noviembre de 1998 en Pasco, Washington. Soy hijo de Nadia Jovana Caldera Gastélum y de

Ismael Castro García. Un día después de que nací mis papás aún no sabían cómo ponerme.

Se estuvieron peleando y al final se decidieron por sus nombres al re-vés, llamándome Aidan Leamsi Castro Caldera.

Aproximadamente cuando tenía un año de nacido nos mudamos a Mexicali, donde mis abuelos tenían una casa. Es una ciudad desértica contaminada, con climas extremos. Aquí no existe el fresco, pero con mucho gusto se puede elegir entre frío glaciar y calor volcánico.

Recuerdo que mi primer día de kínder yo estaba muy asustado. Mi mamá me bajó del auto y me dijo que me quedaría ahí un rato. El lugar no era feo, tenía un jardín de césped donde jugar, pero aun así yo se-guía aterrado. Escuché cómo la puerta de la cerca de malla se cerró de-trás de mí. Traté de escalarla muy rápido, pero mi madre se fue. Bajé la cabeza y de la nada dos manos me tomaron por la espalda y me levan-taron. Era una mujer horrible, y me llevó a un salón con una niña casti-gada.

Después me cambiaron al jardín de niños Gallego Monje. Ahí hice muchos amigos. Era un lugar mucho más grande y tenía más gente. Fue en ese entonces cuando mis papás se dieron cuenta de que era inteligen-te y aprendía rápido.

Al graduarme del kínder, en 2005, fui a la Escuela Primaria Benito Juárez, una primaria horrible, toda grafiteada y destrozada; hasta re-cuerdo que en la parte de atrás del edificio había un camión escolar descompuesto y sin neumáticos. Además de la apariencia de la escuela, la maestra tenía alguna clase de problema psicológico, citaba a los pa-dres a juntas por sus problemas personales.

Me transfirieron a la primaria Gabriela Mistral. Ésta quedaba más

cerca de mi casa, estaba literalmente pegada a mi kínder. Era mucho

más bonita, tenía juegos para niños y una zona verde con un par de

porterías para jugar futbol. Ahí encontré a mis amigos del jardín de ni-

ños.

Cuando estaba en tercero de primaria, en 2007, a mis papás se les

ocurrió tener una hija, mi hermana Airam Aseret, otra con los nombres

17

LA V

IDA S

IGU

E

en reversa. Y después de tres años, en 2010, hubo una promoción de

dos por uno, dando vida a mis otras dos hermanas, Victoria y Esperan-

za. Desde entonces en mi casa todo es un caos.

Desde la mitad de mi educación primaria creí que podía tocar la bate-

ría y lo intenté por varios años, pero al entrar a la secundaria me di por

vencido y comencé a cantar. Me interesó, porque toda mi familia mater-

na canta.

Otra cosa en común de los Caldera es que todos somos una bola de

narizones. Nunca conocí a mi bisabuelo, pero viendo a mi bisabuela sé

que él fue quien nos trajo la maldición.

Cuando entré al Instituto Salvatierra, en 2011 –un año después de que

habían tirado el edificio por el terremoto del 4 de abril de 2010–, estaba

solo, no conocía a nadie. Pero no pasó mucho tiempo para que me hicie-

ra de unos cuantos amigos.

En los primeros días me inscribí al taller de teatro y conocí a una ni-

ña, Karen Esquivel. Nuestra historia es algo complicada, pero después

de un año y medio nos volvimos pareja. Hasta la fecha llevamos juntos

un año con cuatro meses y somos muy felices.

A lo largo de la secundaria participé en algunos concursos académi-cos, como las olimpiadas de Matemáticas y de Historia. El 22 de mayo de 2014 participé en la muestra cultural del instituto.

Ya casi termino la secundaria. Voy a entrar a la preparatoria también del Salvatierra. No tengo del todo claro qué quiero estudiar, pero me interesan mucho la Química y la Psicología.

Aún después de casi dieciséis años de estar vivo, siento que no tengo nada que contar.

18

AID

AN

LE

AM

SI C

AS

TR

O C

AL

DE

RA

La vida buena

Luis Francisco Chicatti Padilla

M e llamo Luis Francisco Chicatti Padilla. Tengo catorce años; nací en Mexicali, Baja California, México, el 21 de junio de

1999. Es interesante, porque mis recuerdos de pequeño son puros balo-nes. Cuando veo las fotos, salgo con puras cosas sobre deportes; y era de esperarse, ya que mi papá es fanático de ellos. Casi no vi muchas ca-ricaturas o cosas por el estilo.

Soy de cabello y ojos de color negro; alto, de 1.86 metros, y flaco, de 69 kilos. Me enojo muy fácilmente con las personas que me enfadan o que me quitan de mi comida; soy un poco envidioso y me enfado cuan-do alguna cosa no me sale. Pero también soy muy ordenado, amigable y alegre; me llevo bien con casi todas las personas que conozco.

Lo que me gusta hacer es viajar en avión y mirar los deportes y jugar-los, en especial el baloncesto.

Me gusta cómo tengo mi cuarto ordenado, cómo juego ese deporte y cómo hago reír a la gente. Lo que no me gusta de mí es que soy un poco nervioso y que me enojo muy rápido.

Tengo una hermana de diecinueve años, la cual está estudiando la universidad en la carrera de Educadora. Me llevo muy bien con ella, es muy simpática y risueña, aunque a veces tiene un humor que no se aguanta y co-mienza a ser sangrona. Algo que la caracteriza es la pa-ciencia que tiene con los niños chiquitos; por algo eligió esa carrera. Pero los dos nos entendemos muy bien.

Mis padres llevan por nombres María Dolores y Luis (creo que en

tiempos pasados era tradición ponerle el nombre del papá al hijo). Mi

papá es maestro y mi mamá era contadora hasta que nací yo, por ahora

es ama de casa. Ellos se conocieron en la preparatoria y a mi papá le

tocó su plaza en Mexicali, por lo que decidieron venirse a vivir aquí en

1992.

He viajado a muchos lugares del país junto a mi familia. Casi siempre

en vacaciones de Semana Santa vamos a Puerto Peñasco, en donde te-

nemos un condominio. En el verano de 2011 fuimos a Chiapas, Oaxaca.

Ciudad de México y Cuernavaca; en 2012 fui a Huatulco y al D.F., don-

de fui al Estadio Azteca a ver un juego del América; y en 2013 fui a Can-

cún, uno de los lugares que más me han gustado.

19

LA V

IDA S

IGU

E

Las vacaciones de 2010 en La Paz y Los Cabos las recuerdo muy bien, ya que yo me encontraba ahí cuando el 4 de abril ocurrió el terremoto de 7.2 grados en Mexicali. Otras de las cosas que recuerdo muy bien son la temporada de la enfermedad influenza H1N1 (todo el país hablaba y se asustaba mucho por esto), y también el 6/6/6, cuando decían que llegaría el fin del mundo (esto también se dijo en la reciente fecha del 12 de diciembre de 2012).

En cuanto a lo deportivo, recuerdo cómo la gente se emocionaba por los Juegos Olímpicos de Beijing, en 2008, y dos años después con el mundial de futbol en Sudáfrica. Volvieron los Juegos Olímpicos en 2012, en Londres. Toda la televisión hablaba y ponían comerciales sobre estos eventos deportivos muy importantes en el mundo.

Por ello mi papá me llevó a San Diego a ver el México vs. Argentina en el Qualcomm, en 2008, y al Estadio Azteca, a ver el América vs. Para-guay en 2012. También he ido a ver juegos de mi deporte favorito a Los Ángeles, como Clippers vs. Bobcats, Clippers vs. Sixers y Lakers vs. Nuggets.

Empecé a jugar baloncesto a los seis años de edad, cuando estaba en la primaria Leona Vicario. En 2009 fui por primera vez seleccionado de Mexicali en torneos es-tatales; en 2010 representé a Baja California en un tor-neo en el cual quedamos campeones estatales, y poste-riormente campeones nacionales, en las ciudades de Ti-juana y Querétaro, respectivamente. Meses después nuevamente me convocaron para la selección de Baja California, pero ahora en el torneo regional de la Olim-piada Nacional.

Me becaron deportivamente en la secundaria del Instituto Salvatierra. Ahí, en 2011 representé a Baja California en la Copa Telmex Nájera, en donde nuevamente quedé campeón estatal, regional y nacional, en las ciudades de Ensenada, Los Mochis y Zacatecas, respectivamente. En 2012 participé en torneos estatales y regionales en Tijuana. Al año si-guiente quedé campeón estatal en el torneo intersecundarias celebrado en Ensenada. En 2014 quedé campeón estatal en Ensenada, en el regio-nal en Los Mochis y conseguí la medalla de plata en Xalapa, en la Olim-piada Nacional.

En total tengo 8 torneos estatales representando a Mexicali, 5 regio-nales y 3 nacionales representando a Baja California. Mis mayores lo-gros han sido los dos campeonatos nacionales y el subcampeonato na-cional.

En un futuro deseo tener una vida exitosa. Mi sueño es ser jugador de baloncesto profesional y ganar mucho dinero. Si no, me gustaría traba-jar en algo relacionado al deporte, como Administración Deportiva o Fisioterapia.

20

LU

IS F

RA

NC

ISC

O C

HIC

AT

TI P

AD

ILL

A

Una vida por vivir

Martín Omar de la Cruz Palomares

S oy Martín Omar de la Cruz Palomares. Nací en Mexicali, Baja Ca-lifornia, México. Soy el hijo menor de una familia de origen vera-

cruzano, compuesta por mi hermana mayor, Maritza Edith, y el de en medio, Daniel Iván, siendo hijos de Martín Feliciano de la Cruz Pérez y Josefina Palomares Cruz.

Mi familia llegó a Mexicali a causa de un trabajo de mi padre en Che-vrolet, en un departamento de servicio de autos. Recuerdo muchas co-sas de mi infancia, pero algunas cosas no las siento muy claras.

En diciembre de 1998, pocos meses después de mi nacimiento, falle-

ció mi abuela de parte de mi madre. No alcancé a conocerla, pero estoy

seguro de que era muy buena, según las anécdotas que mi hermana me

contaba de niño.

En septiembre de 2001 cumplí tres años y fuimos a Veracruz, des-pués de mucho tiempo. Conocí a mis abuelos Esteban e Irma, por parte de mi papá. Ahí me decían que yo era Machito Mochis: Machito, por-que cuando me caía siempre me levantaba y me reía muchísimo cuando me lastimaba o me cortaba, y Mochis porque cuando mi mamá me de-cía “¿cómo está el bebé?”, yo contestaba: “helmochis”, tratando de decir “hermoso”. Desde ahí, e incluso hasta ahora, mi familia me conoce co-mo Mochis.

En ese mismo año ocurrió un acontecimiento terroris-ta, tal vez uno de los más trágicos en la historia de Amé-rica: el atentado contra las Torres Gemelas.

En septiembre de 2002 recuerdo que fui a ver Lilo & Stitch con mi familia, por mi cumpleaños. Pero, la verdad, no siempre me parecía mi cumpleaños, pues siempre me regañaban por querer jugar.

En ese mismo mes entré al kínder Federico Froebel. Me gustaba ju-

gar con los legos. Ahí conocí a un niño llamado Alejandro, muy tonto,

por cierto. Mi maestra se llamaba Katy. Siempre me regañaba por que-

rer subirme a un juego llamado Gusanito y lanzar mis carritos a toda

velocidad.

En 2005 entré a la primaria Cuauhtémoc. Ahí conocí a uno de mis

mejores amigos, Sergio Núñez. Éramos un desastre cuando iba en pri-

mer grado: hacía aviones de papel y los lanzaba a los salones. Mis papás

no me dejaban jugar en mi casa, así que hacía mis travesuras en la es-

cuela.

21

LA V

IDA S

IGU

E

Solo que yo siempre fui muy listo en ese año, estuve en el cuadro de honor todo el ciclo escolar. Mi papá se sentía tan orgulloso de mí que me compró mi Xbox, una consola muy divertida de videojuegos.

En 2006 fue la presidencia de Felipe Calderón. Me acuerdo, porque yo estaba calculando hasta qué año acabaría su cargo: 2012. Creía que se iba a tardar tanto ese tramo de tiempo, y ahora es 2014.

Ese año también pasé a segundo de primaria, otra vez en el cuadro de honor todo el ciclo escolar. En ese año tuve la brillante idea de querer bajar las escaleras de espaldas. Me abrí la frente y me reí mucho de eso. Mi mamá me regañó, me dijo que yo era muy tonto por eso, pero mi pa-pá me ayudó y me puso una gasa con agua oxigenada.

Tengo muy buenos recuerdos de mi padre, siempre supo apoyarme. En diciembre de ese año tuve una de las mejores navidades a las que

he ido, en Veracruz. Mi abuelita Irma hizo un pavo delicioso, mis tías hicieron unas galletas muy buenas. ¡Me sentía tan feliz y consentido! Mi abuelo Alfonso me dejó jugar con su tren de colección que tanto le gus-ta.

En 2007 conocí a mis tíos Marlene y Víctor, junto a su hijo Óscar. Son de Veracruz, se mudaron un tiempo a Ensenada.

Ese año entré a tercer grado. Mi maestra Eva siempre me adulaba. Estuve todo el año en el cuadro de honor, otra vez.

En 2008 pasé a cuarto año de primaria; mi mejor ami-ga, Luisa Fernanda, fue mi compañera. Otra vez, todos los meses en el cuadro de honor. Además, mi maestro nos la ponía muy fácil, ya que imprimía el examen y nos lo daba como guía.

Ese año fueron las olimpiadas de Beijing. Me compré un juego de ese evento y también un wii.

En 2009 pasé a quinto año de primaria. Estuve otra vez todo el año en el cuadro de honor. Me inscribí con un entrenador de basquetbol de mi escuela. No tenía talento alguno, pero yo quería jugar. Al saber que no aprendía nada, me metí a un entrenamiento con un maestro que real-mente sabía lo que hacía: Ramón Aguilar, hombre al que le tengo mu-cho respeto hoy y siempre.

En 2010 ocurrió algo muy trágico para Mexicali: hubo un terremoto de 7.2 grados en la escala de Richter. Recuerdo perfectamente ese día: estaba en la mesa de mi casa, cuando sentí que temblaba poco, pero ca-da vez se hizo más fuerte. Entonces corrí por mi perrita Coco. Mi familia salió al patio y empezamos a rezar. Al terminar nos quedamos afuera a dormir, en las camionetas.

Ese mismo año fue el mundial de futbol Sudáfrica; España fue cam-peón del mundo.

En 2011 entré a la secundaria del Instituto Salvatierra. Conocí a las

personas que ahora han marcado mi vida en muchos aspectos, como

Sofía Carballo, Sofía Peiro, José García, Julio López, Jesús Ramos, An-

drés López y José Linares.

Entré al equipo de basquetbol de la escuela, fue un buen año.

En 2012 había una tendencia en la gente de que se iba a acabar el

mundo; obviamente, no pasó. Ese año fue el mejor: conocí a Miroslava

22

MA

RT

ÍN O

MA

R D

E L

A C

RU

Z P

AL

OM

AR

ES

Aceves, mi novia hasta ahora. Nos conocimos bromeando uno con el

otro.

En 2013 pasé a tercero, mi grado actual. Ha sido lo mejor, por Grad

Nite. Nos graduaremos y es algo que me provoca emoción.

Ésa ha sido mi vida, hasta ahora…

23

LA V

IDA S

IGU

E

Rosa fucsia

Karen Patricia Esquivel Ferro

N ací en la mañana del 23 de agosto de 1999, en la misma ciudad en la que vivo hoy: Mexicali. En mi infancia sólo pasaron tres

cosas dignas de contarse (lo demás no tiene nada de interesante): Aprendí a leer y escribir a los dos años y medio (desde entonces me

gusta leer). Tenía esa misma edad cuando nació mi hermana Brenda Karina. También me compraron un teclado de juguete, y en ese mo-mento me interesé por la música.

A partir de ahí todo fue normal: iba a la escuela, me raspaba las rodi-llas y leía libros infantiles.

Cuando entré a la primaria, mis papás peleaban mucho y gritaban. Era difícil vivir en un lugar en el que los adultos lloran y se enojan siempre. Poco después se divorciaron, y hasta la fecha prefiero verlos separados y felices a que estén juntos y desgraciados. A pesar de ello, mi hermana y yo nunca nos distanciamos de mi papá. Él se preocupa por nosotras y siempre estuvo ahí para apoyarnos. Vivimos con mi ma-má, pero los miércoles y viernes nos quedamos en la casa de mi papá.

Cuando estaba en tercero de primaria, entré a clases de piano después de mucho insistir. Ahora estoy en mi sexto año y me encanta, pienso seguir hasta que pueda. La primera pieza que toqué fue el vals “Sobre las olas”, de Juventino Rosas, y se la dediqué a mi abuela, que es-taba en el hospital. Ella falleció el 23 de marzo de 2010.

Otras piezas para piano que he interpretado son la “Danza húngara Nº 5”, de Johannes Brahms; “Granada opus 87”, de Isaac Albéniz; “Le Chant du Berger”, de C. Galos; “When You Wish Upon a Star”, de Leigh Harline; “Rolling in the Deep”, de Adele Adkins y Paul Epworth; “Dance of the Red Flutes”, de Piotr Tchaikovsky, entre otras.

En la primaria gané varios premios por desempeño académico y par-ticipé en muchos concursos, pero nunca llegué a la etapa nacional de nada. Llegué a la etapa estatal de la Olimpiada del Conocimiento Infan-til, que fue en Tijuana. Varias veces me premiaron por tener resultados sobresalientes en el examen ENLACE, y cuando estaba en quinto grado me dieron una beca por diez mil pesos.

En secundaria no he ganado en concursos de ese tipo; sólo he llegado a etapas municipales de las olimpiadas de Matemáticas e Historia.

En 2010 falleció la cantante de soul Amy Winehouse, quien era de mis cantantes favoritas. Me sentí deprimida, pero ese mismo año se

25

LA V

IDA S

IGU

E

lanzó el sencillo “Rolling in the Deep”, de la cantante británica Adele. Esta canción me reanimó y fue mi favorita por mucho tiempo.

Empecé a escribir en la primaria, porque me obligaban en los proyec-tos de Español. No me gustaba, prefería leer historias a crearlas. Tam-poco era muy buena. Cuando entré a secundaria, en 2011 –un año des-pués de que habían derrumbado el edificio del Salvatierra–, decidí se-guir escribiendo. Fue un mal comienzo; sin embargo, tuvo importancia, pues, si no se me hubiera ocurrido, no sabría que me gusta hacer cuen-tos. He participado en tres muestras de escritores, dos de ellas en el Centro Estatal de las Artes, pero no he ganado en ninguna, pues los que votan son los mismos participantes. Siendo honesta, la mayoría de los otros escritores infantiles no tienen talento.

En 2011 entré a la paraescolar de teatro, porque quería dejar de ser tímida y poder hablar enfrente de un públi-co. Me gusta mucho, he aprendido cosas que en otro lu-gar nunca me habrían dicho y quiero seguir en ese taller. He participado en tres muestras culturales de la escuela en ejercicios escénicos.

En 2012 entré a la escolta (antes no admitían mujeres). Inicié como la guardia izquierda y ahora soy comandante. Hemos ganado tres concur-sos, y en junio de este año participaremos en otro en San Felipe.

El 7 de febrero de 2013, una semana antes de San Valentín, Aidan Castro me invitó a un baile que se hizo en la escuela por el motivo del Día del Amor y la Amistad. Ese mismo día me preguntó si quería ser su novia y le dije que sí.

El 15 de febrero de 2014 gané la beca de 80 por ciento en el área de química-biológica de la preparatoria del Salvatierra, a donde voy a in-gresar.

El sábado 24 de mayo fui a Grad Nite. Me divertí mucho y estuve muy emocionada los días previos.

Hasta ahora, he leído aproximadamente cien novelas. No tengo la cuenta de todo lo que he escrito, pero es bastante. Mis planes para el bachillerato son aprender a hablar alemán, teñirme el cabello de rosa fucsia, entrar a clases de danza y tocar al piano “Let It Go”, de la pelícu-la Frozen.

KA

RE

N P

AT

RIC

IA E

SQ

UIV

EL F

ER

RO

26

La hija del sol

María José Fuentes Salgado

E n la madrugada del 2 de diciembre de 1998 llegó de emergencia

al Hospital Hispanoamericano una señora llamada Ruth Salga-

do, acompañada de su esposo, Héctor Fuentes, y de su madre, Ruth

Muñoz.

Mientras en Pakistán festejaban a Benazir Bhutto, primera mujer que

gobernaba un estado dominado por el islamismo, la señora Salgado

hundida en un mar de llanto estaba porque escuchaba los comentarios

de los doctores y las enfermeras, acerca de que la recién nacida no pre-

sentaba ritmo cardiaco y tenía el cordón umbilical alrededor de su cue-

llo, lo que le impedía la respiración.

Sucedió el encantador e inimaginable milagro de que la niña sobrevi-

vió. Para su sorpresa, ¡gran sorpresa!, era morena, como la virgen Ma-

ría de Guadalupe, con grandes ojos y una nariz muy finita.

La llamaron María José Fuentes Salgado, porque la abuela de Ruth se

llamaba Josefina –pero al abuelo paterno no le agradaba mucho ese

nombre, pues él deseaba algo más femenino, y se propuso María José,

al cual todos dieron su aprobación, y así se quedó.

Diez meses después del nacimiento de María José, Ruth y Héctor fueron a Canadá de vacaciones y dejaron encargada a la bebé con la abuelita materna. Para la ma-la suerte de los esposos, a dos días de estar en el viaje su hija había dado sus primeros pasos y ellos no habían presenciado el momento. Al regresar se dieron cuenta de que su linda hija era toda una experta al caminar.

A los dos años y medio María José ya conversaba con mucha gente.

No tenía gran experiencia, pero le gustaba hablar con todos.

Su tercer cumpleaños fue festejado junto a sus familiares y amigos.

Sin embargo, María José no lo disfrutó del todo, pues estaba enferma

de gripe.

Lo peor era que tenía muy mala suerte, porque en todos sus cumplea-

ños, desde, aproximadamente, los dos a los ocho años de edad, se en-

fermaba de los moquitos y no podía disfrutar las grandes fiestas que

sus papás organizaban para ella. Se la pasaba adentro del carro entre-

LA V

IDA S

IGU

E

27

tanto todos se divertían con los payasos, las brincolinas, la piñata y –lo

que nunca puede faltar– el pastel.

La caracterizaban su adicción a las compras de zapatos. Ella quería tener todos los pares que existieran, y que nunca le faltara uno solo.

María José era hija única, así que, si analizamos un poco el tema, po-

demos decir que era una niña algo consentida, pero nunca berrinchuda.

No era difícil hacerla entrar en razón por algo que estuviera haciendo

mal. Se comía todas las frutas y verduras.

Para ser bastante realista, era una niña muy llenita, pero a ella no le

importaba: solo quería ser feliz junto a sus amigos y sus familiares.

A la edad de cuatro años entró al kínder Mi Mundo Montessori, donde

tuvo muchos amigos. Pero de ellos sobresalieron dos: un hombre y una

mujer, llamados Valentina Martínez y Omar, quien fue su amor de kín-

der.

En preescolar se cambió al Instituto Félix de Jesús Rougier. El primer

año tuvo muchos problemas con su maestra, pero eso se fue resolviendo

poco a poco.

Con el transcurso del tiempo se fue adaptando más al ritmo escolar. Pero al pasar a cuarto grado de primaria ya no soportaba a su maestra, porque les dejaba mucha tarea, y María José llegaba a casa con las uñas todas mordidas, se le caía el cabello y, desafortunadamente, una vez se rasguñó el pecho por desesperación.

Los padres decidieron cambiarla al Colegio Frontera, junto a su mejor amiga de la escuela anterior, Marlene Alvarado, y ahí conocieron a muchos amigos más. Pero no era ya lo mismo: todo era más relajado y no les gusta-ba la forma de estudiar.

Como tenía amigas, tenía también enemigas. Entre ellas se encontra-ba Bernadette Sandoval. No soportaban verse; aunque no se conocían, no se llevaban nada bien. Para la gran suerte de las dos, al pasar a se-cundaria se fueron a la misma escuela: el Instituto Salvatierra. Sin em-bargo, no les fue mal como se lo imaginaban. María José la consideró por mucho tiempo su mejor amiga, le contaba todo y le daba los mejo-res consejos. Algunas veces tenían problemas, pero siempre, tarde o temprano, los terminaban solucionando.

A mediados de primer grado María José se empezó a juntar con Mi-randa Pérez, de su escuela anterior –pero allá nunca se hablaban–. Se hicieron grandes e inseparables amigas. Se convirtió en más que una amistad; ellas decían que eran hermanas. Pasaron a segundo de secun-daria y su hermandad seguía como siempre.

Tercero de secundaria fue un año lleno de acontecimientos extraordi-narios, y a la vez tristes. Pero todo lo resumiré en las dos cosas más im-portantes:

1. El 24 de mayo de 2014 fue el viaje de graduación a Disneylandia. Todos esperaban ese día con ansias, fue el mejor del grado cur-sante. Se lo pasaron increíblemente, cantando todo el viaje de ida en el camión, y al llegar por completo emocionados salieron co-

MA

RÍA

JO

SÉ F

UE

NT

ES S

AL

GA

DO

28

rriendo y cada quien se fue por su lado. Fue magnífico: conocie-ron a gente de otros lugares del mundo y, lo mejor de todo, lo disfrutaron con la gente que quieren.

2. María José conoció, a principios de tercer grado, a Dahana Mau-reen, y se llevaban muy bien. Para su sorpresa ellas vivían en la misma cuadra y sus papás ya se conocían. Se hicieron excelentes amigas y hasta ahorita esa amistad perdura.

Ahora María José tiene quince años y espera con felicidad su gradua-ción.

LA V

IDA S

IGU

E

29

La historia de mi vida

Gustavo Armando García Apodaca

M i nombre es Gustavo Armando García Apodaca. Nací el 4 de octubre de 1998 en una bella ciudad llamada Mexicali, que

está en el estado de Baja California. Mi mamá se llama Gloriella Apodaca Báez y mi papá Gustavo García

Espinoza. Tengo tres hermanos: dos mujeres y un hombre.

Actualmente vivo aquí, en Mexicali. Tengo quince años de edad y es-

tudio en el Instituto Salvatierra secundaria, que es una de las mejores

secundarias en la ciudad.

A los cuatro años entré a un kínder llamado Burócrata. Hice dos años

ahí y salí a los seis años de edad.

Entré a la primaria Leona Vicario. Pero no estuve todos los años ahí, porque me quedaba muy lejos, así que me cambié a la Melchor Ocam-po. Me gustó mucho esa escuela. Todos los alumnos me cayeron muy bien. Ahí terminé la primaria.

Mi deporte favorito es el futbol americano. Si pudiera lo jugaría toda la vida, pero, pues, mis papás quieren que estudie una carrera. Empecé a los ocho años de edad a jugarlo, en el equipo de Halcones de Mexicali. Durante dos años formé parte de ese equipo, donde también hice muchos amigos, que ahora los frecuento mucho.

Terminé de jugar en ese equipo a los diez años, porque me fracturé el brazo en un partido. Pero cuando entré a la secundaria, a los doce, volví a meterme al equipo de futbol americano de la escuela.

Ahí jugué mis tres años de secundaria, tres temporadas en el Salva. El equipo de mi escuela se llama Monaguillos del Instituto Salvatierra. En las tres temporadas he llegado a la final, pero lamentablemente solo he ganado dos.

Actualmente juego en Zorros del CETYS. Gané un campeonato en ese equipo. La liga que jugué con ese equipo y en la que quedamos campeo-

31

LA V

IDA S

IGU

E

nes es LIFA. Jugaré en su equipo de preparatoria, categoría varsity 2014-2015.

También me gustó otro equipo llamado Linces, que son de la Universi-dad del Valle de México. La categoría en la que jugaría dentro de ese equipo también es la varsity, que es para alumnos que van en prepara-toria. Y está en la liga OEFA, de puras escuelas.

Mi comida favorita es el teriyaki. Cuando tenía dos años de edad mi mamá me contó que fue a comprarlo a la tienda y cuando me dio me gustó mucho; que siempre lloraba porque quería que me dieran esa co-mida, y mi mamá, para no verme llorar, iba y me lo compraba. Todavía me sigue gustando mucho, y más la del restaurante japonés Yummi-Ku.

A los seis años de edad, en 2005, de regalo de cumpleaños fue la pri-mera vez que me llevaron a Disneylandia. Fue casi toda mi familia. To-dos se divirtieron mucho, pero yo más, porque iba con muchos primos y amigos de mi edad. Me subí a casi todos los juegos, porque había unos que estaban cerrados. Ése fue uno de mis días favoritos.

A los nueve años de edad, en 2008, recibí mi primera comunión, junto con tres primas de la misma edad que yo. Fue en una iglesia privada, porque así quisieron nuestros padres.

La confirmación la hice a los quince años, en 2014. Esta vez no fue en una iglesia, porque no alcancé a inscribirme, sino que la hice en mi es-cuela secundaria, junto con mis compañeros. Pero estábamos todos re-vueltos, no éramos de la misma edad.

En 2010, a los once años, fue cuando vi el primer mundial en la televi-sión: el de Sudáfrica. El partido que jugó México fue contra el equipo sudafricano, pero quedaron empatados. Me acuerdo de que en ese año todos los partidos que jugaba México los veíamos en la escuela. Los pro-fesores los ponían en la computadora con el proyector que tenían.

Cuando México ganaba partidos del mundial me acuerdo de que la gente se iba al centro o a la Justo Sierra, con banderas y con cosas para hacer ruidos, para festejar que México ganaba. Lamentablemente Méxi-co llegó solamente a los octavos de final, pero sí tuvo un buen avance.

A los doce años de edad se me venció mi pasaporte, y por culpa de eso he faltado a muchos de los paseos de la escuela. Los tres años de la se-cundaria me he perdido de muchos viajes que la escuela ha hecho a mu-chas partes de Estados Unidos.

Actualmente tengo quince años de edad. Voy en el Instituto Salvatie-rra, A.C., aquí en la bella ciudad de Mexicali. Estoy por salir de la secun-daria y entraré a la preparatoria del CETYS, porque me gusta mucho y mis papás también quieren que entre a esa escuela.

32

GU

ST

AV

O A

RM

AN

DO

GA

RC

ÍA A

PO

DA

CA

La vida sigue

Naím Berenice García Rodríguez

N ací el 29 de julio de 1999, en Mexicali, Baja California, en la clínica 30 del IMSS. Mis padres son Delfino y Catalina. Soy la

última de cuatro hermanos, la más consentida y querida, y así. Me pusieron Naím porque mi papá compró un libro de nombres y

Naím estaba en los de árabe, y les gustó mucho. Según yo es de hom-bre, pero mis papás me dijeron que su significado es “gran belleza”. Pe-ro creí que lo decían para hacerme sentir bien, y ya después me gustó, porque es corto. El que no me gusta es Berenice; se me hace súper largo y, no sé, no me gusta.

Yo de bebé fui muy feliz. Como dije al principio, fui muy consentida, y como era la más pequeña todos me querían. En especial mis hermani-tos… bueno, hermanotes; son mayores y se llaman Alan, Karen y Na-yeli.

Mi primer año fue normal, como el de todos los bebés: aprendí a ca-minar y hablar y comer –que, por cierto, ¡comía horrible, me manchaba toda!–. A los dos años, en mi cumpleaños, fue la primera vez que fui al lugar más mágico y más hermoso del mundo: ¡Disney! ¡Fue lo mejor del mundo! Desde ese día todos mis cumpleaños, en vez de fiestas, han sido viajes a Disney.

Pasó tiempo y entré al kínder Carmen Calderón. Tuve a mi minipandilla de amigas. Amé el kínder porque co-loreábamos y comíamos mucho. Todo era perfecto. En los días de kermeses y festivales nació mi pasión por el baile. Me encantaba bailar en los festivales, siempre quería salir ahí al frente

Terminando el kínder entré a mi primaria Heriberto Jara, y también entré a unos cursos culturales en la UABC, que se llamaban Rondas In-fantiles. Ahí bailaba, cantaba y dibujaba. Me encantaba ir ahí, duré co-mo dos años. Después, como me gustaba bailar en los festivales (casi siempre eran bailes mexicanos), entré a danza folclórica. Ahí duré co-mo tres años.

Después cambiaron de maestra y me fui a jazz. ¡Huy!, me enamoré de jazz, porque nos movíamos más, y así. Duré dos años y mi hermana y yo nos metimos en la misma escuela, que se llama Danzar, con mi maestra favorita, Vero. Pero me metí a un jazz diferente, que se llama jazz lírico. Era súper padre, cada día me enamoraba más de esto.

33

LA V

IDA S

IGU

E

Lo que me encantaba era que en todas mis presentaciones siempre estaba mi papá en la primera fila, tomándome fotos. Fue mi fan número uno, le encantaba lo que hacía. Siempre mi papá me apoyaba en todo lo que yo quería hacer.

Volviendo a mi primaria, yo fui muy inteligente. Siempre mis prome-dios fueron altos y conocí a muy buenos amigos.

Mi familia siempre fue, y es, muy unida. El domingo 4 de abril de 2010 fue un clásico de Chivas vs. América, e hicimos carne asada. Hubo un feo terremoto de 7.2 en Mexicali y se sintió muy feo.

Hablando de familia unida, mi mamá es de Guadalajara y toda su fa-milia está allá. En Semana Santa o Navidad íbamos a visitarlos.

Cuando estaba chiquita me gustaba mucho la princesa Blanca Nieves. Me encantaba, yo era ella: me disfrazaba y así. Un día, en un campa-mento que hicimos en Guadalajara, en un bosque y cabañas y así, yo estaba vestida de Blanca Nieves. Estaba pequeña y tenía pañal, así que, pues, hice popis y mi tía se rió de mí. Me dijo “Caca Nieves”. Y ya, cada vez que me ve me dice Caca Nieves.

En 2011 entré a la secundaria del Salvatierra. Entré toda gorda. El pri-mer día no conocía a nadie, nomás a la Lupita, y conocí a unas amigas en el curso de inducción: Amalia y Daniela.

Recuerdo que teníamos que decidir entre una paraescolar, y elegí Ban-deritas, porque me interesó mucho. Nunca había estado en un deporte, así como de partidos y así, y por eso me metí.

Ese mismo día fui a cambiar mi horario de jazz, porque se cruzaba con Flags, y me di cuenta de que una de las niñas de ahí iba también en el Salva y se llamaba Miran-da. Me hice amiga de ella, y me presentó a más amigas, y ahí conocí a mi mejor amiga: Daniella Gudiño, la Taco.

En Banderitas no era buena, pero siempre apoyaba al equipo. Eran el mejor equipo del mundo, y teníamos al mejor coach del mundo: Gabo. Y, al igual que en mis presentaciones, mi papá estaba ahí siempre, apo-yándome. Aunque no llegara a jugar, él estaba ahí siempre.

En enero de 2012 a mi papá le dio una enfermedad muy fea, llamada cáncer. Al principio yo no sabía qué pasaba, creí que… no sé, no era tan grave. Pasaron meses y yo lo miraba peor.

El 26 de mayo, en la madrugada, mi papa falleció. Fue una fecha que jamás podré olvidar. Fue una etapa de mi vida en la cual sufrí mucho, y aún me sigue haciendo falta mi papi.

A partir de que mi papá falleció mi familia y yo dejamos de comer car-ne, porque tras la enfermedad nos interesamos mucho por la alimenta-ción, cuál era mala y cuál era buena, y dejamos de comer carne.

Cuando entré a segundo de secundaria me inscribí en Banderitas y All Dance, donde entré por primera vez a un intercolegial y ganamos se-gundo lugar, y en Banderitas tuve mi primera intercepción.

En 2013 pasé a tercero de secundaria. Ya no pude entrar a Banderitas, porque ya no tenía quién me llevara, pues mi hermana estaba muy ocu-pada. Estuve un tiempo en voley, pero me salí porque no quedé selec-cionada.

Ese mismo año mi hermana tuvo a su bebé: mi sobrina Lesly Karel, muy hermosa.

34

NA

ÍM B

ER

EN

ICE G

AR

CÍA

RO

DR

ÍGU

EZ

Actualmente soy muy feliz con mi familia, somos más unidos que nunca: mi mamá, mi hermano, mi hermana y su bebé, y mi otra herma-na. Pronto me graduaré de la secundaria y entraré a la prepa del Salva, y tendré mis XV.

Continuará...

35

LA V

IDA S

IGU

E

Larga vida

José Alberto García Rosales

M e llamo José Alberto García Rosales; nací el 23 de julio de

1999. Tengo dos hermanas, que se llaman Ana Cristina y Ana

Bárbara, ambas nacieron en agosto de 1990; y mis papás, José Alberto

y María Guadalupe (Lupita)…

Yo nací en San Diego, California, pero me vine a Mexicali, B.C., y soy

muy feliz aquí. Estuve viviendo en una casa grande de dos pisos y estu-

dié en el kínder My Little English. El primer día que fui lloré porque me

separaron de mis papás, pero luego no me importó. Hice todo el kínder

ahí y cuando pasé a preprimaria estudié en el colegio Anglo-Americano,

que estaba exactamente al lado.

Recuerdo mucho mi infancia en preescolar. Tenía un amigo muy loco

que venía a mi casa todos los días y nos divertíamos mucho, jugando

soccer y videojuegos. Y también había un niño que me daba miedo por

sus ojos: parecía que estaba poseído. Pero resulta que solo eran sus ojos

verdosos. ¡Pero qué tonto…!

Cuando terminé el preescolar, me fui a estudiar al co-

legio Félix de Jesús Rougier. Es una escuela de monjas.

Me gustó mucho estar ahí porque tengo muchos recuer-

dos que nunca olvidaré, como las fiestas de mis amigos.

Ahí me gustó mi primera niña, tuve mis primeras fiestas

sin mis papás y mi primer videojuego. Cuando me gradué de esta escuela hicimos todos una fiesta. La re-

cuerdo mucho porque estuve bailando como loco ¡toda la noche!, y amigos míos se vinieron a dormir a mi casa. Estuve mis seis años de primaria en el Félix.

En las vacaciones me fui a Rosarito. Fui con mi familia a una prima-da, que es cuando toda la familia nos juntamos y jugamos algún depor-te o juego de mesa en una casa-club del hotel. Y a veces hasta jugamos videojuegos.

En fin. Estoy en secundaria, en el Instituto Salvatierra, A.C. Cuando recién entré a esta escuela no conocía a nadie, solo a un amigo del Fé-lix; era al único al que le hablaba. Había muchas niñas muy bonitas; tuve mi primer casillero y mi primer celular.

LA V

IDA S

IGU

E

37

Me gustó mucho la secundaria porque iba a exposiciones, al laborato-rio y a convivios en la escuela…

Mi opinión personal es que el Instituto Salvatierra es muy buena es-cuela, te enseña bien y los maestros te tienen mucha paciencia.

Me metí a mi primer equipo de soccer en el Félix. No era tan bueno, pero tampoco tan malo. Después de eso, mi segundo equipo fue el Sal-vatierra. Era el número 4 y metía muchos goles. Y mi tercer equipo fue-ron los Zorros del CETYS. Ahora estoy en el gimnasio y en crossfit, por-que espero mucho bajar de peso.

Ahorita estudio en tercero de secundaria. Muchas gracias.

JO

SÉ A

LB

ER

TO

GA

RC

ÍA R

OS

AL

ES

38

Mis primeros recuerdos

Omar Antonio Gómez López

N ací el 17 de febrero de 1999 en Mexicali, Baja California. Al cumplir dos meses de nacido me llevaron a la alberca por pri-

mera vez. No recuerdo mucho de ello, pero tengo algunas fotos que lo comprueban.

Siempre tuve buenos juguetes y ropa de marca; no me faltaba nada, yo era feliz. Era el más pequeño de mi familia. Mi prima Natalia era co-mo mi hermanita, un año mayor que yo. Ella me cargaba y jugaba con-migo como si yo fuera un juguete. Siempre compartíamos los juguetes y jugamos todos los días juntos. Uno o dos meses después nació mi pri-mo Leonel, alguien nuevo en la familia.

Cuando cumplí los tres años me hicieron una fiesta de Barney. Renta-ron un parque para fiestas y mi tío se disfrazó con una botarga de Bar-ney. Mi siguiente cumpleaños fue de Spiderman; me lo hicieron junto a mi prima. Ahí fue donde conocí a Luis B., uno de mis mejores amigos de toda la vida. Recuerdo todo perfectamente: yo estaba vestido con un disfraz de Spiderman y unos Converse, y mi prima de Blanca Nieves.

Al siguiente año, aproximadamente en 2004, entré al kínder Gabilondo Soler. Era un buen niño; cumplía con mis tareas de recortar, leer y tomar mis siestas.

Al entrar a la primaria, el primer día lloré, porque no quería estar ahí, no conocía a nadie. Pero al salir ese mismo día ya tenía muchos amigos. Ahí conocí un gran amigo: Jesús Manuel, que estuvo conmigo hasta la secundaria, y tal vez hasta la preparatoria.

Uno de mis mejores recuerdos de la primaria es de cuando en primer año pasé a un lado de los de sexto escuchando “Hollaback Girl”, de Gwen Stefani. Me preguntaron si me gustaba bailar, dije que sí y empe-cé a bailar en una banca. De repente toda la escuela estaba ahí –hasta el director, y no me dijo nada–, y seguí bailando hasta que sonó el timbre para entrar a clases.

En esa época tenía una de las viejas computadoras, con una gran caja pegada a la pantalla y el CPU aparte. Era una Windows XP, con algunos juegos en disco de inglés.

LA V

IDA S

IGU

E

39

En la secundaria

Cuando entré a la secundaria solo conocía a dos personas: a mis ami-gos Manuel Ramos y Pablo Barraza. Desde los cursos de inducción, los primeros días, hice muchos amigos, y al final no recuerdo cómo me apo-daron Twinkie, ahora Twinks. Supe desenvolverme y conocer buenas y malas amistades. Después de los cursos quedé en primero B, con los mejores de la escuela.

Tercer año fue el mejor: ya tenía buenas amistades permanentes y los mejores compañeros. Ese año pasó muy rápido. Hubiera deseado que durara más o que el tiempo se congelara por un momento.

Estamos a unos meses de la graduación e iremos a preparatorias dife-rentes, y otros nos quedaremos en la misma. Pero siempre estaremos juntos y seguiremos comunicados.

Por ahora lo mejor que puedo hacer es disfrutar el tiempo con mis amigos y aprovechar el tiempo que nos queda juntos.

OM

AR

AN

TO

NIO

ME

Z L

ÓP

EZ

40

La vida sigue su curso, tú toma parte

de ella

Guadalupe Angélica Huerta Linares

N ací el 14 de diciembre de 1998 en Mexicali, Baja California. Mis papás son Guadalupe Angélica Linares Borboa y Elpidio Huer-

ta Guillén. Se casaron el 12 de mayo de 1995. Mi hermano mayor, Jorge Elpidio, nació el 7 de julio de 1997. Un año y cinco meses después nací yo, Guadalupe Angélica Huerta Linares.

Al siguiente año (1999) me bautizaron. El año 2000 fue la entrada al siglo XXI. Mi hermano menor casi nació ese año, pero fue dado a luz el siguiente: el 31 de mayo de 2001.

Nació de siete meses; yo tenía tan solo dos años. Mi mamá no sabía si mi hermano iba a vivir: su hígado todavía no se había terminado de desarrollar y regresaba todo lo que se comía. Jorge y yo le hablábamos todo el tiempo y le decíamos: “No te mueras, mamá se va a poner muy triste”. Fue un milagro que él viviera. No me imagino mi vida sin él.

Ese mismo año fue la caída de las torres gemelas, un ataque terroris-ta.

Mi hermano Jorge entró al jardín de niños en IFJR y lloré mucho. Sería la primera vez que estaría sola.

En 2002 entré al mismo jardín de niños, en IFJR; mi mamá había estudiado toda la primaria ahí. Mi papá se fue a vivir a México, deján-donos solos a mi mamá, mis hermanos y a mí; fue por razones de traba-jo. No recuerdo muy bien cuándo volvió, pero creo que en ese mismo año.

En 2003 entré a atletismo con el instructor Roberto Velásquez. Me gradué del jardín de niños en 2005 y entré a la primaria ahí mismo.

Ese año fue mi primer cambio de casa. Mi hogar anterior tenía una pared roja, las otras azul, verde y naranja, sin mencionar que mi puerta principal era azul verdoso.

También tuve mi primer novio, fue de mentiras.

LA V

IDA S

IGU

E

41

GU

AD

AL

UP

E A

NG

ÉL

ICA H

UE

RT

A L

INA

RE

S

En 2006 me volví a cambiar de casa y entré a una nueva primaria lla-mada Cuauhtémoc. Ahí conocí a Martín de la Cruz, que actualmente está en la secundaria conmigo e iremos a la misma preparatoria. Íbamos en segundo año.

Mi papá se fue a vivir a Tijuana y nuevamente quedamos solos mi ma-dre, mis hermanos y yo.

Al terminar segundo año me fui a vivir a Tecate. Entré al Colegio Lore-to; conocí a mis dos grandes amigas: Miroslava Tovar y Anna Karina Fernández. Las tres entramos a la banda de guerra, yo como corneta (en realidad yo quería ser tambor, pero no había ninguno que me quedara bien sin tocar el piso, así que entré como corneta). Esto fue en 2007.

En junio de 2008 recibí mi primera comunión, mi tía Lourdes como mi madrina. En diciembre de 2009 hice mi confirmación; mi madrina fue mi tía Carmelita Padilla.

Terminé quinto año y me vine a vivir a Mexicali. Antes de venirme me nombraron corneta de órdenes en la ban-da de guerra.

Me volví a cambiar de casa, entré a sexto año y al coro de la iglesia Santa Eduviges.

Al siguiente año me gradué de la primaria y entré al Instituto Salvatie-rra. Me inscribí en las paraescolares de porras, banda de guerra, música y teatro. Canté en el Teatro del Estado en la muestra cultural. Conocí a mí mejor amiga, Aletita (Sofía Alejandra Carballo), y a uno de mis mejo-res amigos, Isma (Aidan Castro). Nuestra amistad ha durado tres años.

Cuando entré a segundo año de secundaria me nombraron sargento de la banda de guerra. Volví a atletismo, con el mismo instructor, Roberto Velásquez. Conocí a uno de mis mejores amigos. Mis padres me hicieron una fiesta a los catorce años.

En 2013 cumplí quince años de vida, y mis mejores amigas, DAMNGSS, me hicieron una fiesta sorpresa. En ese año fue mi primera pijamada, con María José Fuentes (un poco grande para que fuera la primera). Tuve un novio, con el que duré cuatro meses.

Ahora que estamos en tercero, para mí ha sido el mejor de los tres años de estudio en la secundaria.

En 2014 entré a un grupo llamado Benedicto XVI. Participé en un con-curso de poesía, con “Tengo cansados mis ojos”, un poema que escribí cuando estaba triste.

Actualmente sigo en el coro de la iglesia y en atletismo. Soy catequista los sábados, pues ayudo a mi mamá.

Mi vida no termina aquí, solo es el principio del camino.

42

Vivir es existir y crear

Melissa López Martínez

V ivir no es solo existir, sino existir y crear, saber gozar y sufrir y no dormir sin soñar.

Mi nombre es Melissa Lissette López Martínez, nací el 14 de mayo de 1999 en el Hospital México Americano. Mi madre se llama Nancy Mar-tínez Plascencia y mi padre Sergio Adolfo López. Tengo un hermano mayor, llamado Sergio André; nació en 1993 (tiene 20 años) y estudia Mercadotecnia.

El mismo año en que yo nací el papa Juan Pablo II hizo su cuarta visi-ta a México.

Mis padres se conocieron en la preparatoria del Instituto Salvatierra. En 2003 entré a primero de kínder en My Little English. También

había entrado por primera vez a natación. Ese mismo año hubo un terremoto en Colima.

Mi infancia

Desde que tengo memoria mi hermano y yo siempre jugábamos de chiquitos, y como cualesquiera peleábamos. Pero sí nos demostrába-mos cariño: se notaba en cómo, en las fotos de bebé, cuando yo dormía él me abrazaba.

También recuerdo que compartíamos cuarto y teníamos una litera. Yo dormía en la cama de arriba y mi hermano en la de abajo. Pero casi nunca dormía en la mía, porque en las noches me daba miedo, así que me iba a dormir con él. Cuando empezamos a crecer cada quien tuvo su cuarto.

Mi hermano me hacía reír cuando sabía que iba a empezar a llorar por algo que me había hecho él; siempre se las arreglaba. Hasta hoy en día sigue haciéndome reír, y lo sigo queriendo mucho, a pesar de las peleas.

En 2004 tuve a mi primer perrito chihuahua, llamado Rufino, que nunca nos quiso a ninguno, más que a mi papá; un día cualquiera deci-dió escapar y nunca regresó.

En 2005 tuve a mi segunda perrita, llamada Jessy. Siempre mordía a todos, hasta hoy en día sigue igual. Como ya está muy vieja se está que-dando ciega, y cada rato choca por todos lados.

LA V

IDA S

IGU

E

43

ME

LIS

SA L

ÓP

EZ M

AR

TÍN

EZ

Ese mismo año, cuando estábamos en Ensenada, nos encontrábamos en la casa de mis tíos, y todos los primos estaban arriba, brincando en la cama. Yo me había quedado con mi mamá y mis tías abajo, y recuerdo haberme metido debajo de la mesa jugando. Pero en un momento vi que los pies de mis tías y de mi mamá salían corriendo hacia arriba, así que fui tras ellas. Cuando subí al cuarto donde estaban todas mis tías y mis primos, vi a mi hermano con la mano pegada en la frente, llena de san-gre, y al quitarse la mano tenía abierta la frente, por haberse pegado en la esquina de un mueble mientras brincaba en la cama. Aún sigue te-niendo la cicatriz.

En 2008 llegó Mickey, mi salchicha. Está chiquito y es muy cariñoso, le encanta que le hagan cariñitos.

A todos los perros, hasta que tengo memoria, yo les he puesto el nom-bre, y a veces se enojan porque escojo nombres muy raros. Pero siempre me ha gustado ponerle los nombres yo.

Mi papá siempre organizaba viajes para ir a Disney, con toda la familia de parte suya. Íbamos todos los años, pero dejamos de ir conforme fuimos creciendo nosotros.

Casi toda mi infancia me la pasé en Ensenada. Íbamos a visitar a mis tíos, abuelitos, primos y a mis bisabuelos; pero ahorita solo está mi bisa-buela. No recuerdo muy bien a mi bisabuelo, pero sé que fue una perso-na muy buena.

Siempre me la pasaba con mis primos, pues mi bisabuela tiene un pa-tio muy grande, donde tenía canchas y columpios. Nos íbamos a jugar, y a veces acampamos en su patio toda la familia, con luces, y prendíamos cohetes. Fueron de los días más divertidos de mi infancia. Siempre fui-mos una familia muy unida.

Por la parte de mi madre casi nunca veía a mis abuelos, porque vivían muy lejos. Pero cuando podíamos íbamos. También tuve una parte de mi infancia con ellos, los quiero mucho. Mi personalidad

Me río por cualquier cosa, soy muy risueña desde chiquita; me gusta que cuando estoy enojada me hagan reír. Soy una de las personas más estresadas, ya sea por cualquier materia o cuando intento hacer algo y no me sale. También puedo ser muy gritona.

Les tengo miedo a las alturas, pero siempre me subo a lugares o a jue-gos muy altos. A pesar del miedo, me atrevo.

Siempre he querido ir a París, también he querido ser fotógrafa. Sin embargo, conforme pasan los años cambio de parecer. Pero hasta ahori-ta no he cambiado de opinión. Hasta hoy en día…

Estoy en el Instituto Salvatierra, llevo dos años allí. Entré en segundo de secundaria, y he conocido a unas personas muy importantes, que no cambiaría por nada. Estos dos años han sido muy especiales para mí, porque tuve muchas experiencias.

El 24 de mayo fuimos a Grad Nite, que fue una de las experiencias más padres. Me divertí mucho con mis amigas; nos reímos mucho, ya

44

fuera por como salíamos en las fotos de los juegos o por accidentes que le pasaran a una amiga. Quisiera que no se hubiera terminado.

LA V

IDA S

IGU

E

45

Esto apenas comienza

Paula Luque Peña

T odo empezó un día como cualquier otro. Acababa de salir de en-trenar banderitas, pero mi hermanito estaba entrenando atletis-

mo; entonces me fui a la pista, pero él todavía no terminaba de entre-nar. Mientras lo esperábamos, mi papá y yo nos pusimos a tirar pases con un balón que traía en mi mochila, y fue ahí cuando llegó Zuno, el entrenador de atletismo de mi hermano.

–¿No quieres entrar a jabalina? –¿Qué es eso? –Ven, vamos, tienes muy buen brazo. Fuimos con María, mi entrenadora en la actualidad. –María, ¡tiene que ver el brazo de esta niña! –Mmmh, denle una pelota. Lancé la pelota. María me aceptó en su equipo. Al día siguiente, des-

pués de banderitas fui a entrenar jabalina también. En ese entonces no me gustaba mucho la idea de ir, pero siempre había querido ser Baja* y ésa fue mi inspiración.

María me dijo que en dos semanas era el municipal. Esas dos semanas pasaron volando. Luego llegó el día del municipal. Primer lanzamiento: 25 metros. No tenía nada que perder y en el quinto lanzamiento lancé 26.63 metros. Quedé en primer lugar tras solo llevar dos se-manas con los entrenamientos.

Después seguí entrenando hasta poder llegar al estatal. Estando ahí, en Tijuana, me puse muy nerviosa. Para entonces ya lanzaba los 30 me-tros; pero esa vez lancé 28.98, lo que me dejó en el segundo lugar. Lo siguiente de ahí era entrenar duro, porque el regional ya estaba cerca.

El regional pisándome los pies, llegué a Hermosillo; competiría hasta el tercer día. Ese día no pude haber estado más feliz. Me levanté, entré a la pista. Primer lanzamiento: 32.85 metros. Era mi mejor marca, iba

LA V

IDA S

IGU

E

47

*Se refiere a que ansiaba representar al estado de Baja California en competencias deporti-vas nacionales. (N. del E.).

PA

UL

A L

UQ

UE P

A

en primer lugar por metros. Ese lanzamiento me dio todo, pero en el penúltimo la de Sonora me quitó el primer lugar por 30 centímetros. Pero yo seguía muy feliz: era la más novata y acababa de ganarle a la que me había ganado en el estatal.

Entrenando todos los días, dobles sesiones, no salidas por entrena-mientos, adiós vacaciones. Pero tenía una meta para el nacional, eso ya había cambiado. María me tenía pensada en cuarto lugar, pero debía pasar a fuerzas a la final.

Todos esos entrenamientos pasaron rapidísimo, y un mes antes del nacional me lastimé la espalda. No podía entrenar como siempre, todo me dolía. Empecé con terapias, iba al doctor, me inyectaron, y poco a poco fui mejorando. Pero en todo momento usaba mi faja para entrenar.

Llegó la Copa Baja, una semana antes del nacional. Ha-bía mucho viento, nunca había lanzado con un clima así de feo. Mi primer lanzamiento: 36 metros, pero fue faul, y el segundo igual: faul. Me empecé a desesperar, pero aún me quedaban cuatro más. En el tercero ya marqué. No fue muy largo; sin embargo, con eso bastó para tener mi primer lugar en la Copa Baja.

Llegó el nacional. Estaba con las dos de Tijuana que pasaron junto conmigo. Entramos a la pista, yo me estaba muriendo de nervios. Pri-mer lanzamiento: faul otra vez. El segundo fue de 31.85 metros. Pasé a la final, pero ya estaba muy nerviosa. Solo quedábamos las ocho mejo-res de México, ahí en ese lugar, junto conmigo. Quedé en octavo lugar. Pero estaba orgullosa de haber podido pasar a la final del nacional en solo seis meses.

No obstante, mi meta para el próximo año es más grande: para el pró-ximo traeré medalla. Y por eso sigo entrenando todos los días.

Mi infancia

La mañana del 18 de marzo de 1999 mi madre me dio a luz, el mismo día que se celebraba la expropiación petrolera. Mi abuela quería que me

48

pusieran Petronila, pero mis papás se dieron cuenta de que era un pési-mo nombre para una niña. Una amiga de mi mamá acababa de morir de cáncer, y mi mamá en su honor me puso su nombre: Paula.

A los dos años empecé yendo a la guardería. Al cumplir los tres entré a mi primer año de kínder: El Papalote. Para segundo grado me cambié a otro kínder, donde trabajaba mi mamá: Instituto Villafontana, y ahí seguí estudiando hasta segundo de primaria.

Entré a gimnasia, pero solo duré un año. Después me salí y comencé con el básquet. Para tercero de primaria me cambié a otra escuela, lla-mada Leonardo Da Vinci. Porras me llamaba mucho la atención, así que inicié con los entrenamientos.

Pero después de medio año en Leonardo Da Vinci me fui a vivir a León, Guanajuato. Y, como me encanta el deporte, en mi escuela (El Mundo Verde) me inscribí a jazz y tae kwon do.

Para cuarto año seguí en tae kwon do, pero me salí de jazz, aunque seguí con un baile: hawaiano y tahitiano. Gané dos medallas en tae kwon do.

Regresé a Mexicali en quinto grado. Volví a mi vieja escuela: Instituto Villafontana, porque ahí estaban to-dos mis amigos. No había cambiado nada. Mi nuevo de-porte fue belly dance, después teatro, canto y jazz de nuevo, y en sexto fue porras.

Luego me gradué de la primaria. Entré al Instituto Salvatierra. Dejé porras y todo y me inscribí en banderitas; comencé como quarterback. Mi deporte favorito es futbol americano, así que pensé: “Nunca me aburriré de esto”.

Mi primer año tuve nueve coaches, de los cuales terminamos solo con una, para finales del ciclo. Perdíamos todos los partidos; bueno, casi todos. Ganamos como cinco partidos en todas las temporadas, pero siempre salíamos felices.

Segundo año ya era un poco más competitivo: perdimos dos semifina-les, habiendo estado invictas en las dos. Ya nuestra meta era solo ganar-ganar. Me enorgullecí al recibir el MVP (mejor jugadora) en solo mi segundo año, lo cual me dio muchos ánimos para el tercer y último año que me queda de banderitas. Aunque ya hayamos perdido tres semifi-nales invictas en solo este año, llevamos un tercer lugar, y vamos por el primero en Bachuni Flags.

Después se me empezó a complicar banderitas con jabalina. Se junta-ban las fechas, horarios, etcétera. Pero esta vez voy, más bien vamos, por el primer lugar y nada ni nadie nos lo va a quitar. Aprovecharé esta temporada como nunca, es mi última temporada de banderitas.

Me iré a Guadalajara a vivir y aquí se acaba esto. Pero no me iré sin darle al Salva un trofeo de banderitas.

LA V

IDA S

IGU

E

49

Autobiografía

Débora Marion Moreno Yee

M i nombre es Débora Marion Moreno Yee. Tengo quince años; nací en Mexicali Baja California, el primero de diciembre de

1998, a las 3:45 de la mañana. Los primeros recuerdos que tengo son de dos cosas: leche y chocolate. Siempre me han gustado mucho la le-che y el chocolate, y ahora entiendo la razón.

Tengo dos hermanos, una mayor y uno menor: Sophia tiene dieciséis años y Diego está en el cielo, pero debería tener once

Mi mamá siempre dice que yo era muy celosa con mi hermano, pero me parece comprensible, pues de cierta manera cuando él nació yo ya no era tan importante. Obvio que eso cambió con el paso del tiempo, e incluso me llevaba mejor con Diego que con Sophia.

¿Cómo soy?

Físicamente: tengo el cabello café oscuro y ojos del mismo color. Soy muy alta y cachetona, mi familia siempre dice eso. Me cuesta un poco de trabajo describir mi personalidad: sé que tengo mucha paciencia, y que me frustra no poder hacer las cosas bien cuando quiero (algunas materias me cuestan trabajo para aprenderlas, como Historia y Mate-máticas). También me gusta ayudar a los demás, aunque a veces no sé cómo hacerlo y me desespero. Me gusta mucho hablar y la mayoría de las veces me estoy riendo.

Mi familia

Mis padres se llaman Gabriela y Antonio. Se conocieron cuando estu-diaban en la prepa Instituto Salvatierra (actualmente es la escuela en la que me encuentro, pero cursando tercero de secundaria.) Mis papás se divorciaron cuando yo cumplí nueve años. Pero no me afectó en lo más mínimo.

Mi abuelo materno nació en China, y mi abuela materna en Culiacán, Sinaloa. Son una pareja que de verdad admiro mucho. Desde muy pe-queño mi abuelo tuvo que venir a vivir a Mexicali, por la guerra en Chi-na, en 1958. De la vida de mis abuelos paternos no sé mucho, pues no es tan fuerte mi relación con ellos, pero los quiero mucho. Mis abuelos han influido mucho en mí, porque a pesar de las dificultades triunfaron en lo laboral, como también en lo familiar.

Obstáculos

Cuando yo tenía ocho años, en el año 2005, le detectaron a mi her-mano autismo y toda mi vida cambió por completo, pues él necesitaba

LA V

IDA S

IGU

E

51

BO

RA M

AR

ION

MO

RE

NO

YE

E

mucha atención y demasiados tratamientos. La crisis económica no ayu-daba mucho.

Unos años después despidieron a mi papá por el cambio de gobierno, aproximadamente en el año 2000, y eso hizo que mi mamá volviera a trabajar, para así poder ayudarle a mi papá.

En el año 2010 mi hermano se enfermó y duró cuatro días en el hospi-tal. Nunca podré entender por qué sucedió, si solamente tenía ocho años. Han sido cuatro años desde que se fue y no me he podido resig-nar… Pero, en fin, lo único que me queda es esperar para volverlo a ver…

Lo que soy y lo que quisiera ser…

En estos momentos estoy a punto de graduarme y finalizar esta etapa de mi vida, para, por fin, poder entrar a la preparatoria.

Me gustaría mucho poder conservar mis amistades, pero en el bachi-llerato prefiero concentrarme más en el ámbito escolar, en lugar del so-cial, y así poder entrar a una buena universidad.

52

Mi vida en dos páginas

Lizbeth Muñoz Jiménez

N ací en Mexicali, Baja California, en la mañana del 8 de mayo

de 1999. Mi mamá es María Elena Jiménez Núñez, mi papá es

Luis Mario Muñoz del Real, y yo soy Lizbeth Muñoz Jiménez.

Mi papá no me tomó en sus brazos porque no sabía cargar bebés.

También olvidó mi pañalera, así que mi abuela me envolvió en una

mantita.

Durante aproximadamente seis meses mis padres y yo vivíamos con

mis abuelos maternos. Mi papá, mi abuelito y mi mamá trabajaban, y

mi abuelita me cuidaba.

En 2001 el terrible atentado contra el World Trade Center, en Nueva

York, ocurrió, y dos meses después nació mi hermana Monserrat. Me

gustaba cuidarla y abrazarla, porque estaba muy gordita.

Mis primeros años

Llegó el año 2002. Yo amaba ver Bob Esponja (que se estrenó en el

mismo año y mes en que nací), mientras comía palomitas. Pero des-

pués llegó la hora de ir al kínder. No recuerdo muy bien si tenía miedo

o no, pero fue una de las mejores épocas de mi vida. Conocí a mi mejor

amiga, Pamela, un año menor que yo, muy delgada y de ojos muy gran-

des. Desde entonces seguimos siendo amigas y nunca nos hemos pelea-

do.

Yo iba al jardín de niños Ilan. Era una escuela muy pequeña, pero

muy divertida. A mi grupo llegó una nueva maestra; no recuerdo su

nombre, pero era la mejor. Era muy delgada, se vestía con faldas largas,

a veces con pantalones un poco holgados; tenía el cabello corto, hasta

los hombros, y usaba lentes. Siempre ponía canciones de El rey león y

nos dejaba jugar y bailar.

En 2003 entré a mi último año de preescolar, en el Colegio Vasconce-

los. Me encantaba jugar con plastilina y pintar. Había niños que comían

goma y brincaban por todos lados; yo no era de ese tipo.

LA V

IDA S

IGU

E

53

LIZ

BE

TH

MU

ÑO

Z J

IMÉ

NE

Z

Mi llegada a la selva En 2004 entré a la primaria Elena Harmon. Tenía muchísimo miedo,

no conocía a nadie. Esa escuela era una selva: la primaria estaba junto con la secundaria, en los recreos compartíamos patio y era lo peor. En la tiendita me aplastaban, así que no comía nada.

Un día mí papá tenía que ir por mí. Me senté al lado de un árbol. Me quede ahí por una hora y media, porque a mi papá se le había olvidado recogerme, hasta que mi abuela lo llamó.

Mi mamá decidió cambiarme de escuela, y regresé al Colegio Vascon-celos. Ahí era más feliz.

De 2006 a 2008 cursé segundo y tercero de primaria. Honestamente, fueron años aburridos, aunque llegó la mejor maestra del mundo. Me dio clases desde segundo hasta sexto, porque todas las maestras de es-pañol que daban en mi grupo se iban. Su nombre es Cecilia Calderón, y fue la única que les tuvo paciencia a mis compañeros durante cinco años.

En el ciclo escolar 2008-2009 estaba en cuarto. Todo empezó bien, pero en febrero mi abuelito materno, Da-vid, falleció. Fue el día más triste de mi vida. No podía creerlo, toda la familia estaba devastada.

Quinto y sexto de primaria no fueron años muy interesantes. En sexto grado me cambié de casa y meses después entré a la secundaria.

La secundaria

En 2011 ingresé al Instituto Salvatierra. Tenía mucho miedo. Los pri-meros días no hablaba con nadie, me daba demasiada pena. Después, en la clase de Inglés me senté con tres niñas que ya se conocían, eran muy divertidas. Comenzamos a hablar sobre un programa que a todas nos gustaba y nos hicimos amigas.

Pasamos a segundo. Una de ellas se fue de la escuela y a otra la cam-biaron de grupo. Dejé de hablarles, menos a Ivanna. Ella se quedó en mi grupo, luego nos hicimos amigas de Mara y Karen.

Segundo año fue muy divertido. Comencé a convivir más con mis compañeros y ya no era tan tímida. También empecé a hablar con Da-niella y Naím, y ahora somos muy amigas. Son muy chistosas, buenas amigas y las quiero mucho.

En vacaciones de Semana Santa descubrí a cuatro hermosas y talento-sas personas, y ahora no puedo sacármelos de la cabeza. Espero algún día conocerlos en persona y verlos tocar en vivo.

Aprendí a tocar la guitarra, no como profesional, pero me gusta mu-cho.

Ahora, con quince años, estoy en tercero de secundaria y a punto de graduarme. Estoy muy feliz por haber cursado estos tres años con com-pañeros increíbles y espero que mi futuro sea genial y feliz.

54

Media vida

Ana Sofía Peiro Domínguez

H ace mucho viento, casi no puedo abrir los ojos, mi cabello se mueve al igual que las hojas de los árboles. Escucho muchas

voces, pero ninguna me llama la atención. Tengo que concentrarme, aunque es difícil con este clima. Me llegan muchos recuerdos a la men-te, tantos que no puedo ordenarlos. Empezaré presentándome.

Mi nombre es Ana Sofía Peiro Domínguez, tengo quince años. Vivo actualmente en Mexicali, B.C., con mis padres, Jesús Antonio Peiro Re-yes y María del Pilar Domínguez Rodríguez, y mi querido y enfadoso hermano, Luis Antonio. Vivimos aquí, pero no somos de este estado.

Nací en Culiacán, Sinaloa, al igual que mi hermano, que es mayor que yo un año ocho meses, y al cual yo le digo broda. En realidad, la mayo-ría de mi familia es de allá; sólo mis dos primas más chicas, Cynthia y Alejandra, son de Mexicali.

Mis primeros dos años de vida los pasé en Culiacán, pero por la crisis económica de 2001 nos mudamos a Mexicali, no sin antes bautizarme. A mi papá le habían ofrecido un trabajo como maestro, pero eran las materias que mi mamá daba. Él se lo comentó y fue ella quien al final se quedó con el trabajo.

Desde chiquita fui a guardería, a consecuencia de que mis padres trabajaban. Tengo muy buenos recuerdos de mi estancia ahí: siestas, postres, juegos, cantos, bailes, etcétera.

Estuve dos años en el mismo kínder, hasta que, jugando en el pasa-manos, me caí y me abrí la cabeza. Me sacaron de la escuela esa misma semana. No fue muy grave la caída, pero necesité puntadas, y aún con-servo la cicatriz en el lado derecho.

Mi último año de kínder lo hice en el Gallego Monge. Supongo que todo terminaba bien, hasta el día del accidente. Todavía tenía seis años, fue a mediados de junio de 2005. Era mi segundo día de práctica con la bicicleta, ya sabía andar sin las ruedas traseras de protección. Tenía mucha sed, pues estábamos como a treinta grados Celsius. Le pedí a mi papá (quien era el que me estaba enseñando) que entrara a la casa y me trajera agua. ¡Vaya sorpresa que se dio cuando regresó!

Yo había dado vuelta en la misma banqueta donde iba paseando, por-que vi venir un carro y quería regresar a casa, que estaba a menos de una cuadra. En el auto iba una señora al volante y de acompañante un hombre. Recuerdo que el carro se movía en zigzag. Apresuré el paso,

LA V

IDA S

IGU

E

55

AN

A S

OF

ÍA P

EIR

O D

OM

ÍNG

UE

Z

cuando, de repente, la señora del auto se subió a la acera donde yo me encontraba y su llanta se atoró con el pedal de mi bici.

La mujer bajó el carro de la banqueta, pero también algo más… a mí en la bici. Ya era muy tarde para bajar de la bici y echarme a correr. Me encontraba en el pavimento sobre mi costado derecho; la otra pierna, que no se me había atorado entre los pedales por el brusco jalón, ahora estaba siendo raspada con el negro y duro asfalto.

Paro no hacerlo más largo, el automóvil siguió, me arrastró por dos metros. Mi papá iba saliendo y, aterrorizado por la escena, se paró fren-te al carro sin habla. La mujer no se había percatado de lo ocurrido. El señor que la acompañaba fue quien condujo hacia el hospital, con la mujer en el asiento de atrás, y mi papá conmigo en brazos de copiloto.

Total, estuve una semana internada con la pierna derecha inmoviliza-da, con gastos pagados, porque la mujer dejó su cuenta abierta para cualquier cosa que necesitara (no poseía habilidades para conducir, pe-ro al menos sí conciencia). Luego me mandaron a casa, pero con la con-dición de que moviera la pierna lo menos posible. Aún recuerdo cuando me sacaron las piedritas que se me habían metido en el hoyo que tenía en la rodilla, que me debieron abrir más la herida para ver si no se en-contraban más rocas; y también me acuerdo de cuando me cosieron. Todo esto lo hicieron sin ponerme anestesia. Hasta la fecha se me eriza la piel con el puro recuerdo de lo sucedido.

A todos los que conozco les da curiosidad mi cicatriz. Se me acercan, me hacen preguntas, y ya que les cuento la historia me dicen si pueden tocarla; y, como me quedó muy sensible la piel donde se encuentra, me da cosqui-llas cada vez que me tocan la marca del accidente.

Estuve un mes encerrada en mi casa, para la recuperación. Salía sola-mente para las terapias, pues no podía moverme para más. Poco a poco fui recuperando la movilidad de la pierna derecha, justo a tiempo para la primaria.

Ésta la hice en el Instituto Valle de Mexicali. En mi primer año de pri-maria me metí a la porra de la escuela. Fue mi primera experiencia con este maravilloso deporte. Estuve en segundo y tercero; me salí y no re-gresé hasta sexto.

En tercer grado recibí la primera comunión y al año siguiente hice la confirmación. Ambas las realicé en Culiacán durante las vacaciones.

En 2007, mi amiga Dana me regaló a mi primera perrita: Puppy. Ya me había dicho, pero no era seguro, por las alergias de mi broda. Pero mi mamá terminó cediendo y a mi hermano le dieron pastillas.

En el terremoto de 7.2 grados Richter de 2010, perdimos a mi Puppy. Fue el peor día de mi vida, hasta la fecha. Una de las cosas que más me llegó fue que el terremoto ocurrió el 4 de abril, y ella había nacido el 5. Iba a cumplir cuatro años con nosotros. La buscamos por meses, pero nunca la volvimos a ver. Fue realmente triste.

Quiero pensar que, como Dios no pudo regresárnosla, nos mandó a cuatro hermosas angelitas sin hogar, para que las cuidáramos. Estas an-gelitas llegaron a nosotros a lo largo de un año después del terremoto. Se llaman: Kelly, Doky, Bombón y Coco.

56

La primera es french poodle, ya viejita, como de seis años; Doky es criolla (combinación de varias razas), de cuatro años de edad; Bombón es una schnauzer sal pimienta, como de unos cuatro años; y la última es otra french poodle, de tres años de edad. En ese orden fueron llegan-do a nuestro hogar, cada una tiene su historia.

En 2011 al fin me gradué de la primaria. Para celebrar tuvimos una albercada en el Club Camac. Este mismo año fue cuando se estrenó mi serie favorita de todos los tiempos: Teen Wolf. En agosto entré a la se-cundaria del Instituto Salvatierra. Aquí me encontré con viejas amista-des que ya no veía desde el kínder, como son los casos de Sofía Carballo y Rafael Palazuelos.

También entré a la porra del Salva desde primero de secundaria. En segundo, fuimos por segunda vez al in-ternacional Cop Brands, que se realiza en mayo en Puerto Vallarta, y obtuvimos el primer lugar en nivel 3 cheer femenil. Fue una de las mejores experiencias que tuve con la porra.

Ser porrista no es nada fácil, y aunque muchos digan que no, sí es un deporte, y hay muchísimo más riesgo que en la mayoría de los que son considerados deportes. En el basquetbol, si te caes a la pelota no le pasa nada, y tienes cuatro cuartos, de quince minutos cada uno, para demos-trar que tú puedes; en la porra no es así. En la porra tienes dos minutos con treinta segundos para hacer lo que la mayoría de las personas ha-cen en una hora, y tienes que enseñarles lo que sabes hacer; y, si te caes, al menos una persona saldrá lastimada. Si te caes en la rutina, te levantas, sonríes y a lo que sigue, aunque por dentro quieras gritar del dolor. La porra es trabajo de equipo, y eso es lo que muchos no entien-den. Siempre tienes que dar tu 120 por ciento.

En el Salva hallé muy buenas amistadas, que aún mantengo; por ejemplo: Martín de la Cruz, Miranda Pérez, Guadalupe Huerta, Emili-ano Martínez, Sofía Carballo, Rosy Parra, Elizabeth Medina, Belia Báez, Miroslava Aceves, Jesús Ramos, Daniela Gudiño, Naím García, Lilibeth Aréchiga, Ana Cristina Dávila, María José Fuentes, Arahí Ríos, etcéte-ra. Y, obviamente, otras no tan buenas; pero de los errores se aprende.

Ahora curso el tercer grado de secundaria, ya este junio es mi gradua-ción. Me quedaré en la prepa del Salva, al igual que unos amigos. Éste es mi séptimo y último año de porrista, pues ya no podré seguir, porque tengo muy lastimadas las rodillas. El siguiente año me meteré a mode-laje y jazz, porque adoro bailar y desde muy pequeña sueño con meter-me a modelaje. Mi lema es: “Es mejor reírte de las cosas que hiciste, que lamentarte de las que no”.

Sigo indecisa acerca de qué quiero estudiar. Por suerte, todavía falta para hacer la gran elección. Aún me falta mucho por vivir, por eso digo que ésta es mi “media vida”.

LA V

IDA S

IGU

E

57

La vida sigue

Andrea Miranda Pérez González

N ací el 12 de junio de 1999, en Ensenada, Baja California, Méxi-co. Me llamo Andrea Miranda Pérez González. Mis papás son

Mayda González y Marcos Pérez. Tengo un hermano, se llama Marco Andrés.

En 2000 fueron mi primera piñata y mi bautizo. Mi fiesta fue de Win-nie Pooh. Yo no recuerdo nada, sino hasta 2004; desde ahí me acuerdo de todo.

En 2005, me acuerdo muy bien, fue mi graduación del kínder. Tam-bién, ese mismo año, entré a la primaria. Me acuerdo de que me sentía grande, porque mi hermano estaba en la misma escuela que yo.

En 2006 mi hermano me enseñó a andar en bicicleta. Pero, eso sí, me caí muchas veces.

Mi mamá me contó que cuando yo tenía tres años y mi hermano ocho, estábamos un día en su trabajo. Ella estaba hablando por telé-fono, mi hermano estaba jugando conmigo y le dije que quería ver las olas. Como estaba cerca la playa, me llevó sin que mi mamá se diera cuenta. Cuando se dio cuenta de que ya no estábamos nos buscó como loca. Y cuando nos encontró nos vio en la arena sentados.

A principios de 2007 me di cuenta de que ocupaba len-tes, porque veía muy borroso. El día que me di cuenta llegué a mi casa con una nota en el cuaderno, que decía que no había trabajado, y le dije a mi mamá que veía muy mal.

Ese año nos mudamos a Mexicali. Cuando cumplí ocho años fue mi última piñata de hawaiano. Me di-

vertí mucho con mis amigos, a los cuales ahora ya no veo. Iba a entrar a tercero de primaria, en el Colegio Frontera. Mi primer

día de clases mis papás me ayudaron con las maletas. Me presenté con mis nuevos amigos, y dije que era de Ensenada y que quería hacer mu-chas amigas.

En 2009, en julio, me llevaron a Disney, por haber cumplido nueve años. Fue un día muy divertido para mí.

En 2010 fue el terremoto de Mexicali, 7.2 grados, para ser exactos. Ese día yo no estuve, afortunadamente, al igual que mis papás y mi her-mano Vlaro. Nos habíamos ido a Nogales, Arizona. Me acuerdo muy bien de esos días, muy divertidos.

LA V

IDA S

IGU

E

59

AN

DR

EA M

IRA

ND

A P

ÉR

EZ G

ON

LE

Z

Ese mismo año nos fuimos a San Francisco. Me acuerdo de que me perdí.

Un año después conocí a mi compinche, colega, hermana: María José Fuentes. También conocí a Daniella Gudiño; llevamos los mismos lentes a la escuela.

En agosto del mismo año entré a la secundaria Instituto Salvatierra. También me inscribí en jazz y conocí a Naím García.

Para mí fue el destino, que no nos han separado. También conocí a las que ahora son mis hermanas: las DAMNGSS, un grupo que tenemos mis amigas y yo.

En segundo de secundaria, el 4 de octubre, fue cuando conocí bien al Emiliano. A él le cuento todo lo que pasa.

Cuando entré a tercero de secundaria las cosas cambiaron. En 2013 pasaron muchas cosas. Una: me fui a San Felipe . En agosto saqué el permiso. En año nuevo me fui a Las Vegas. Cuando

las niñas me pintaban amanecía todo manzana. Aún no he llegado al final de mi historia.

60

El comienzo de una vida

Jesús Manuel Ramos Sánchez

A ún recuerdo mi primer campeonato, fue en la primavera de 2012. Aunque no haya jugado lo suficiente, por ser un jugador

novato, fue una experiencia que no se puede olvidar. Mañana, sábado 24 de mayo, se cumplirá una semana de mi tercer y

más reciente campeonato. Lo obtuve jugando en la posición de corre-dor en el equipo Zorros de Mexicali, que es algo nuevo, ya que siempre jugué con el equipo del Instituto Salvatierra.

El futbol americano ya es parte de mi vida, ya que lo he jugado desde que tenía once años. Actualmente tengo quince, y pronto cumpliré los dieciséis.

Nací el 3 de diciembre de 1998. Mi madre, Nancy Guadalupe Sánchez, se mudó a Mexicali, Baja California, cuando tenía apenas once años. Mi padre, Manuel Alberto Ramos, nació y siempre ha vivido en esta ciu-dad, por lo que se conocieron aquí.

Me pusieron Jesús porque fue el nombre de mi bisa-buelo materno. Mi segundo nombre me lo pusieron por mi papá, al igual que a todos mis hermanos varones.

Cuando me gradué del kínder Sarita Muro, en el año 2005, conocí a muchas nuevas personas en la primaria. Una de ellas pasó esos seis años conmigo y actualmente seguimos en la misma escuela; se podría decir que Omar Gómez es uno de mis mejores amigos.

En 2011 salí de la primaria Mercedes Carrillo para entrar a la secun-daria Instituto Salvatierra. Aunque tenía miedo y estaba nervioso por lo que podría ocurrir dentro, después de pocos días comencé a hacer nue-vos amigos.

Al pasar a mi tercer año, me sentí muy feliz, ya que al fin se acabaría la secundaria.

En este año conseguí mi segundo y mejor campeonato, jugando con-tra el equipo Jaguares. Este juego fue el más cerrado, difícil y estresan-te; por lo mismo, al terminarlo sentí el mejor alivio. Al concluir, el mar-cador era 6–0, a favor del Instituto Salvatierra. Estábamos todos muy felices, ya que sabíamos que el equipo Jaguares, de Tijuana, era muy fuerte.

LA V

IDA S

IGU

E

61

JE

S M

AN

UE

L R

AM

OS S

ÁN

CH

EZ

Hoy sigo en tercer año, el cual está a unos meses de concluir. Ya no se siente el mismo alivio de “al fin saldré de la secundaria”, ya que estoy consciente de que muchos de los amigos y compañeros que hice en el Instituto Salvatierra se irán a otras escuelas, y posiblemente ya no los volveré a ver.

Por otro lado, estoy feliz, ya que este sábado 24 de este mismo mes (mayo) me iré a Grad Nite, que es una fiesta, o más bien una celebra-ción que organiza la escuela en el parque de Disneylandia, desde las 9 am de ese día hasta las 3 am del domingo.

Por ahora sigo estudiando, para lograr graduarme en aproximada-mente un mes. Estoy estable en todas las materias y debo mantener este promedio.

Éste solo es el final de una autobiografía, y apenas el comienzo de una vida.

62

Mi querida vida

Carlos Moisés Ríos Téllez

T odo comenzó una hermosa mañana del 17 de enero de 1999. Nací

en el maravilloso estado de Guanajuato. Me crié en una familia

algo especial. Mis padres se divorciaron y me quedé a vivir con mi her-

mano y mi mamá.

Acababa de terminarse el mundial de Francia 98 y comenzarían las

Olimpiadas de Sidney 2000, la gente estaba entusiasmada con el de-

porte. Uno de los recuerdos que tengo de mi infancia con mi papá, es de

cuando nos visitó a mi hermano y a mí y nos llevó a un partido del Mo-

narca. Estuvo muy divertido, aunque no entendía mucho; tan solo tenía

dos años.

Viví solo dos años en mi estado natal, pues mi mamá decidió que nos

vendríamos a vivir a la ciudad de Tijuana, Baja California.

Mis primeros pasos

Mi mamá era maestra, era la maestra de mi hermano. Yo nunca fui al

kínder, me la pasaba viendo la televisión y comiendo. Era la buena vi-

da.

Todavía recuerdo ese largo verano de 2004, cuando mi pequeña familia de tres integrantes se podría decir que nos fuimos de vacaciones a Atlanta, EUA. La verdad era que mi mamá quería que nos fuéramos a vivir con su novio. Fueron seis largos pero divertidos meses. Nunca había ido a Estados Unidos, fue una experiencia extra-ordinaria.

Al final la relación de mi madre no funcionó y regresamos a México. Ésta y otras circunstancias fueron por las que no fui al kínder, pero al llegar a Tijuana todo cambió. Me inscribieron en la primaria.

Me quedé viviendo en esa ciudad. Era una vida muy simple y cotidia-na. Tenía amigos en la escuela; en mi casa solo éramos mi hermano, mi mamá y yo. En las tardes salía a jugar con mis vecinos. Todas las vaca-ciones de verano e invierno viajábamos con nuestra familia materna a mi estado natal, Guanajuato.

La relación que existía entre mis parientes y mi familia era muy fuer-te. Siempre que íbamos era la mejor época del año. Tenía muchos pri-mos con quienes jugar y recibía muchos regalos.

LA V

IDA S

IGU

E

63

CA

RL

OS M

OIS

ÉS R

ÍOS T

ÉL

LE

Z

Un cambio radical Mi existencia comenzaba a oscurecerse poco a poco. Para iniciar, re-

cuerdo que había mucha publicidad acerca del 6/6/6 (el 6 de junio de

2006), y yo, como buen niño ingenuo, estaba muy asustado.

Uno de los peores momentos de mi vida ocurrió un día como cualquier

otro, cuando mi hermano y yo desayunábamos para irnos a la escuela,

mientras mi madre se bañaba. De pronto se escuchó un grito:

“¡Efrén!” (el nombre de mi hermano). Mi hermano fue con ella. Cuando

regresó le pregunté qué había pasado y me contestó que ella le había

preguntado para qué servía el champú.

Cuando nos subimos al carro, a mamá se le había olvidado por com-

pleto cómo manejar. ¡Era tan extraño…! Recuerdo que cuando estaba en

la escuela me llamaron a la dirección junto con mi hermano, y nos dije-

ron que habían llevado a mi mamá al hospital, porque se sentía mal.

No pude verla por los dos siguientes meses. Estaba fuera de mí mismo,

no sabía lo que pasaba a mí alrededor. Hasta que llegó el día. Estaba

sentado junto a mi hermano, viendo televisión, cuando nuestros tíos,

con los que pasábamos nuestras vacaciones, nos avisaron que mi mamá

había muerto.

Un nuevo comienzo Tenía que hacer probablemente una de las elecciones más difíciles de

mi vida: decidir con quién quedarme a vivir: con mis tíos o mi papá. Siempre me llevé muy bien con mis tíos; en cambio, casi nunca había visto a mi papá. Pero él era mi padre.

Finalmente decidí, junto con mi hermano, que quería vivir con mis tíos. Pero el juez familiar no quiso que eso sucediera, e hizo que nos fuéramos a vivir con mi papá. Él vivía no muy lejos de Tijuana, en Mexicali. Todavía me acuerdo de que la primera vez que visité esta ciudad me dio un golpe de calor. ¡Qué se podía esperar!: es la ciudad que capturó al sol.

Los primeros años con mi papá fueron extraños e incómodos; él no sabía cocinar ni hacer algún trabajo de ama de casa. Fue un cambio total de vida: de vivir con una sola mujer a con un solo hombre.

Mis años en la primaria fueron buenos. Hubo varios acontecimientos que dejaron huella en mí: la epidemia mundial del H1N1, el terremoto en Mexicali y el mundial de futbol de 2010.

Estaba en quinto de primaria cuando comenzó a gustarme el futbol. Había tanta publicidad anunciando el mundial, que se me contagió la emoción. Ya para cuando inició el mundial, yo sabía todo sobre equipos y jugadores.

Descubriendo mi potencial

En sexto de primaria supe lo que era la OCI (Olimpiada del Conoci-

miento Infantil). Ésta es una olimpiada en la cual, por medio de distin-

64

tas etapas, se selecciona a los mejores treinta estudiantes del estado, se

les da una beca para toda la secundaria y van al D.F con el presidente

(en este caso, Calderón).

Desde que supe de la OCI comencé a estudiar mucho, realmente que-

ría ganar. Fui pasando etapa tras etapa, hasta que llegué a la estatal.

Éramos 150 niños, de los cuales, como ya dije, se elegirían 30. Para no

hacer la historia más larga, gané y fui una semana al D.F. Fue una de

las experiencias más enriquecedoras de mi vida. Visitamos sitios histó-

ricos, como el Templo Mayor y Teotihuacan; también nos llevaron a Six

Flags y, por último, a conocer al presidente.

Fue desde ese 2011 cuando supe que tan solo estudiando puedes con-

seguir lo que quieras. Entonces comencé a estudiar para concursos y

eventos académicos, tales como ENLACE, olimpiadas de Matemáticas,

Historia, Geografía, etcétera. En 2012 gané tercer lugar nacional en la

de Matemáticas, también primer lugar en ENLACE; todo eso, mientras

cursaba primer año en la Secundaria Técnica 44. Para segundo año de

secundaria me cambié al Salva.

En ese ciclo escolar me inscribí el equipo de futbol del Salva. El entre-

nador comenzó a verme jugar y me dijo que tenía potencial, que si se-

guía así podría conseguirme una beca para cuando entrara a la prepara-

toria. En este año volví a ganar ENLACE. Fuera de eso, fue un buen

año, nada fuera de lo normal.

Actualmente voy en tercer año. Decidí meterme a la preparatoria del Salva, pero estoy considerando entrar a un concurso que lanza el IMJUVE anualmente para ele-gir representantes de México para distintas preparato-rias alrededor del mundo. Yo, en lo personal, quisiera irme a Holanda o Alemania.

Hace unas semanas me acaban de avisar que volví a ganar ENLACE.

En este ciclo también me avisaron que tenía que hacer un examen de la

OCI, para obtener un representante por estado. Esto sería como hace

tres años, volver a vivir la experiencia. Pero había un problema: el exa-

men era el mismo día de mi Grad Nite (un viaje que hacen los gradua-

dos al parque de diversiones de Disneylandia). Al principio no sabía

qué elegir, pero después de reflexionar y organizar mis prioridades de-

cidí hacer el examen.

Hasta estos acontecimientos llega mi corta vida, que he disfrutado día

con día. En estos tiempos uno de mis modelos a seguir es mi hermano.

Él también se graduará, pero de preparatoria. Se irá a estudiar a Abu

Dabi. Pero él y yo tenemos un plan: después de que él termine la uni-

versidad y yo la prepa, nos iremos a viajar por todo el mundo, junto con

un amigo. Para esto, cada quien debe tener una disciplina muy bien

desarrollada: mi hermano toca el violín, nuestro amigo es guitarrista y

yo haré freestyle de futbol.

Esto es lo que ha sido mi vida, lo que es y lo que quiero que sea.

LA V

IDA S

IGU

E

65

Algunos ayeres

Mariah Bernadett Sandoval Bermúdez

M adrugada del 14 de diciembre de 1998, día en el que nací, en Tijuana, Baja California. Mi mamá (de Agua Prieta, Sonora) y

mi papá (de Mexicali, Baja California) tenían ya tiempo viviendo en Te-cate, mi antiguo hogar, en el que viví casi toda mi infancia. En ese tiem-po gobernaba el estado el señor Alejandro González Alcocer.

Mi serie favorita había salido en el año 2000, fue Bob Esponja. Mamá siempre me la ponía en la televisión, cada vez que me preparaba mis papillas de frutas, mi favorita. Papá llegaba con un ramo de rosas para mi mamá.

Mi papá en 2001 trabajaba mucho, para hacerle una gran casa a ma-má, porque en ese tiempo vivíamos en una casa rodante con tres cuar-tos. Así era como vivíamos, felices, pero papá quiso rehacer una casa en el mismo terreno.

Ese año ocurrió el Campeonato Mundial de Triatlón.

En 2002 entré al kínder de mi cuadra. Era como un sueño hecho realidad. Se llamaba Cepetoqui. Ahí fue donde conocí a la mejor amiga que nunca pude haber imaginado; su nombre era Mar, cabello negro, ojos miel. Permanecí en esa escuela hasta el año 2003.

En ese mismo año la ONU adoptó una declaración sobre la lucha an-titerrorista y llamó la atención contra el “riesgo grave y creciente de que los terroristas tengan acceso a materias nucleares, químicas, biológicas y otras, que presentan un peligro mortal y las utilizan”.

Papá en 2004 estaba construyendo la casa de ensueño, pero mamá decidió que nos viniéramos a vivir a Mexicali. Papá, no muy feliz, acep-tó la propuesta. Ya que me vine a Mexicali no volví a saber de ninguno de mis amigos; menos de Mar, mi mejor amiga.

En ese mismo año hubo frecuentes explosiones y secuestros en la ciu-dad.

En 2005 fue cuando entré a la primaria del Colegio Frontera. Tuve el mejor año de mi vida, con mi amiga Mariana, la niña más linda del mundo. Las monjitas nos consentían demasiado, comíamos en el re-creo a morir. La vida era mejor cuando no sabíamos de nada.

Ese año fue cuando México quedó campeón de la Copa Mundial de Fútbol Sub-17, derrotando 3-0 a Brasil.

En 2006 tuve mi primer celular del Oxxo, por lograr buenas califica-ciones. No fue un año muy padre, fue común y corriente.

LA V

IDA S

IGU

E

67

MA

RIA

H B

ER

NA

DE

TT S

AN

DO

VA

L B

ER

DE

Z

El 1 de julio se lanzó la primera versión de Twitter. Después Felipe Calderón Hinojosa, del Partido Acción Nacional, ganó las elecciones presidenciales.

En 2007 tuve a mi primera mascota, llamada Lula Tittina. Me la rega-laron de cumpleaños, y después de eso nos fuimos a festejar a Big Bear el año nuevo. El mejor viaje del año.

En 2008 mi papá nos llevó a Disney a pasar Halloween, y después de ahí nos fuimos a Six Flags.

Lo mejor fue el triunfo de Barack Obama, el primer presidente negro de Estados Unidos. ¡Eso sí es valentía!

Pasándonos a 2010, en Semana Santa nos fuimos de vacaciones a San Felipe. Cuando nos estábamos regre-sando pasó el terremoto que arrasó con nuestra ciudad. Fue un terremoto de 7.2 grados, un gran susto. No sabía-mos qué pasaba hasta que llegamos a Mexicali, y estaba hecho un desastre.

En 2011 fueron las predicciones mayas. Todos estábamos muy asusta-dos. Y ese año entré a la secundaria del Instituto Salvatierra.

Pasó el 2012 y no ocurrió nada, todo fue muy tranquilo. 2013 fue uno de mis mejores años, porque conocí a gente increíble, les

agarré mucho cariño y amor. Fue la muerte de Nelson Mandela el 5 de diciembre. Falleció en su casa de

Johannesburgo (Sudáfrica). Fue líder del antiapartheid, abogado, políti-co y primer presidente de su país elegido democráticamente mediante sufragio universal, de 1994 a 1999.

Este 2014 me voy a graduar de la mejor escuela del mundo. Extrañaré a todos, incluyendo a mis maestros (y más al Rapadito, el de Español).

Aquí termina mi autobiografía. La historia continuará…

68

Mi autobiografía

Juan Pablo Valdez Gil Samaniego

L a historia comienza cuando el papa Juan Pablo II visitó México, durante el mes de

enero del año 1999. En ese entonces mis papás, Laura Gil Samaniego Ramos y Mario Alberto Val-dez Hernández, decidieron que yo recibiría el nombre del pontífice. Semanas después, el 19 de febrero, mi madre dio a luz a su tercer hijo: a mí, Juan Pablo Valdez Gil Samaniego. Me recibió en el hospital Hispano-Americano. Afuera esperaban mi papá y mis dos hermanos, Laura Carolina y Mario Alonso.

Algunos meses después, el 31 de diciembre, tuve la oportunidad de vivir un evento único: se saludó no solo a un nuevo año (2000), sino a un nuevo milenio. Este hecho convocó a una de las celebraciones más grandes de la historia.

En 2001 entré al jardín de niños Carmen Calderón Córdova, ubicado a una cuadra de mi casa. Poco des-pués ocurrió una tragedia, que sacudió no solo a un país, sino al mundo: el 11 de septiembre, a las 8:45 de la mañana (5:45 a.m. en Mexicali), un avión secuestrado se estrelló en la torre norte del World Trade Center, lo que causó pánico en la ciudad de Nueva York.

El 6 de marzo de 2003 nació mi hermana Natalia Mariela Yael. Y días después (el 14, para ser exacto) se celebró el cumpleaños número 100 de mi ciudad natal, Mexicali. Como festejo de este centenario se pre-sentó el famoso tenor Luciano Pavarotti en la Laguna Salada.

Ese mismo año entré al Instituto Corregidora, donde me hicieron re-petir segundo de jardín por mi corta edad. Ahí conocí a los que después se convertirían en dos de mis mejores amigos: Francisco Bastidas y Luis Armando Ávila. Meses después murió mi queridísimo abuelo Car-los (de parte de mi papá), dejando a mi abuela Esperanza al cuidado de sus hijos y nietos.

En 2004 entré a clases de natación, con tan solo cinco años. Éste fue el único deporte en el que con el paso del tiempo sobresalí bastante, llegando a admirar al nadador olímpico Michael Phelps.

El 2 de abril de 2005 falleció el hombre que me dio mi nombre: Juan Pablo II, hecho que entristeció a toda la comunidad católica alrededor

LA V

IDA S

IGU

E

69

JU

AN

PA

BL

O V

AL

DE

Z G

IL S

AM

AN

IEG

O

del mundo. En ese momento yo tenía ya seis años y fue algo que me do-lió mucho. Recuerdo haber llorado mucho durante las semanas siguien-tes a su muerte.

Ese mismo año entré a primero de primaria en el Instituto Corregido-ra, misma escuela donde cursé segundo y tercero de jardín. Ahí conocí a otro de mis mejores amigos: Manuel Mendoza.

A principios de 2007 yo ya tenía un gran gusto por la música, admi-rando a la banda de rock inglesa The Beatles. Esto impulsó a mis padres a inscribirme en clases de piano en el Centro Estatal de las Artes. Des-pués de un tiempo me agilicé mucho, llegando a tocar muy bien este ins-trumento, hasta el punto en que pude tocar en recitales de la misma es-cuela.

A mediados de 2008 se realizaron los XXIX Juegos Olímpicos en Pe-kín, China, en los que participó México. Todo el país estaba muy emo-cionado y en las casas se reunían las familias a ver este magno evento.

En febrero de 2009 cumplí una década de vida. Mis papás organizaron una gran fiesta, que celebré con mi familia y amigos. Algunos meses después recibí mi primera comunión en la Parroquia de la Medalla Mi-lagrosa. Después de la misa, mis papás, mis tíos y mi madrina (Patricia Rembao) nos reunimos en mi casa e hicimos una pequeña reunión.

Durante la Semana Santa del año 2010 yo me encon-traba de viaje en Ensenada. El 4 de abril (Domingo de Pascua), día en que regresaría a Mexicali, hubo un terre-moto de 7.2 grados Richter. Al llegar a la ciudad había algunos edificios dañados y cuarteados. Mis vecinos acampaban en el patio de una casa y dentro de mi casa todo estaba roto, había algunos platos quebrados y mu-chas otras cosas en el piso.

En 2011 entré a primero de Secundaria en el Centro Escolar Inglés, donde cursé solo un ciclo escolar, hasta 2012, año en que entré al Insti-tuto Salvatierra, donde conocí a muchos de los que hoy son mis mejores amigos y amigas: María José (Majo), Guadalupe Huerta (Lupita), Carlos Ríos, Luis Chicatti y Armando López (Güido). Ese mismo año dejé las clases de piano por falta de interés y me di un largo descanso.

El 20 de febrero de 2013 falleció mi abuelita Celia, un día después de que yo cumpliera 14 años. Desafortunadamente no la pude ver para des-pedirme de ella. Este acontecimiento fue muy doloroso para toda mi familia. En septiembre retomé las clases de piano, pero esta vez fueron privadas, en mi casa. Durante estas fechas también acudí al que fue mi primer retiro, en un lugar a las afueras de Mexicali, llamado Emaús. Ahí conocí a muchos buenos amigos. En la Navidad de ese mismo año me regalaron mi primera guitarra y en los meses siguientes aprendí a tocar-la.

Este año, durante el mes de marzo, tuve la oportunidad de vivir una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida: fui invitado a tomar el entrenamiento básico en el Foro Diamante, y decidí aceptarlo. En abril llevé el entrenamiento avanzado y ahí conocí a mucha gente que hoy forma parte de mi familia y amigos. Fue un largo periodo de cinco días, en los que apenas pude dormir algunas horas.

70

Actualmente estoy cursando el tercer año de secundaria en el Institu-to Salvatierra. Estoy a punto de graduarme, y si Dios quiere entraré a la preparatoria del mismo instituto. Espero poder graduarme de esta mis-ma y estudiar una carrera profesional. También me gustaría casarme y formar una familia.

LA V

IDA S

IGU

E

71

Tallereando