La vida de william c. morris
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Hace mucho tiempo, en un lugar llamado Soham, en Inglaterra, nació
William C. Morris.
Como su mamá había muerto muy joven, su papá cuidaba a la familia.
Los domingos leían juntos la Biblia y cantaban al son de un violín.
Un día, William vio que su papá guardaba en el baúl un poco de ropa, libros y su violín…
- ¿A dónde vamos, papá? – preguntó William
- Acá no hay trabajo. Haremos un largo viaje en
barco hacia América. Sueño con un mundo mejor
para ustedes.
Durante el viaje se desató una fuerte tormenta.
- ¡Vengan! ¡Voy a contarles una historia de la Biblia que me enseñó papá para que
se nos vaya el miedo! – les dijo William a sus hermanos.
El capitán del barco, al ver como el joven William tranquilizaba a sus amigos,
le dijo: “Tú vas a hacer cosas muy importantes”
Llegaron a América y se instalaron en Paraguay. Allí los niños decían de William:
-¿En qué idioma habla el colorado?- porque él no hablaba en guaraní.
Como había una guerra, la familia se mudó a la Argentina.
William pensaba: “¡La guerra no sirve para nada! ¡Sólo deja a los niños sin sus
padres!”
-¿Qué podemos hacer para que se terminen las guerras? – se preguntaba.
Mientras William cuidaba las ovejas de su papá, leía en la Biblia salmos que
hablaban de Dios, que era como un Pastor que le hacía compañía
En el barrio de La Boca
tuvo su primer trabajo
como pintor de barcos en
el puerto.
Le gustaba pintar con rojo, azul y
amarillo, colores que le traían
recuerdos de su pueblo natal, en
Inglaterra
Un día, cuando volvía de su trabajo en el puerto, encontró a
unos niños pobres que escuchaban tango en una esquina, en
la vereda de un bar.
William les preguntó:
- ¿Ustedes van a la escuela?
- ¡No! ¡La escuela está muy lejos! - respondieron
La conversación con esos niños
dejó a William muy preocupado:
“¿Qué futuro les espera sin
educación?“- pensaba.
Una noche, en la Biblioteca
Popular, mientras leía que Jesús
enseñaba a unos pescadores a
orillas de un río, se le ocurrió
una idea:
- ¡Yo también quiero enseñarles
a los niños del puerto!
En un conventillo fundó su primera escuela con doce alumnos.
Con sus ahorros compró un pizarrón y bancos usados. En un mapa, con una tiza, unió
Buenos Aires con Inglaterra.
Cuando un alumno faltaba, lo iba a ver a la casa.
Algunas de las pocas fotografías que se tomaron de William C. Morris
"Pasaré por este mundo una sola vez.
Si hay alguna palabra bondadosa
que yo pueda pronunciar alguna
noble acción que yo pueda efectuar diga yo esa palabra, haga
yo esa acción AHORA, pues no pasaré más por
aquí..."