La Vida Consagrada Ante La Crisis

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  • 7/24/2019 La Vida Consagrada Ante La Crisis

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    REAS de Justicia y Solidaridad,

    Misin y Cooperacin, Socio-Sanitaria,Formacin y Pastoral Juvenily Comunicacin

    LA VIDA CONSAGRADA ANTE LA CRISISSimplemente espectadores?

    Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los

    hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantossufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de

    los discpulos de Cristo(Vaticano II, Gaudium et Spes, n 1).

    Aunque nada vamos a aadir ya a las noticias y comentarios sobre la crisis econmica en la queestamos, tanto a nivel mundial como local, nuestra mirada se vuelve, sin embargo, hacia los lti-mos. El nmero de personas hambrientas en el mundo ha pasado, en este ao, de 854 millones a923: 75 millones ms. Unos 2.000 Millones de personas sobreviven con menos de 1,25 dlares alda. A pesar de ello, las Ayudas al Desarrollo, desde los pases ricos, ha descendido en un 30%.Entre nosotros, una quinta parte de los hogares espaoles vive en la pobreza, y la pobreza extremaafecta a un tramo de poblacin entre el 2,6 y el 4 %.Con la crisis encima, segn informa Caritas, en

    el primer semestre de 2008 las demandas de ayuda ha aumentado en un 40,8% respecto del 2007, loque supone que el nmero de familias que lo estn pasando mal ha aumentado considerablemente.Un 15 % de paro es lo que se espera por ahora a consecuencia de la crisis, lo que supone la angustiade tantas familias con unas hipotecas imposibles de pagar. Y nada digamos de la poblacin inmi-grante, cuyo paro estaba ya hace un mes en el 17%. Realmente, este Adviento y Navidad no va a ser

    para echar demasiadas campanas al vuelo...

    La situacin de la Vida Consagrada

    En este panorama, un nmero muy considerable de religiosas y religiosos vive totalmente entregadoa la atencin al mundo de la pobreza, especialmente entre los inmigrantes. Muchas religiosas y reli-

    giosos viven en pueblos pobres y barrios populares, pobres o marginales. Y hay Congregacionespequeas que realmente viven al da o incluso menos que al da. Para todos ellos el tema de lapobreza y de la crisis es el pan suyo de cada da. Las mismas Congregaciones, por otra parte, hannacido como respuestas a situaciones de precariedad con medios bien modestos y mucha pasin porlos dems.

    Sin embargo, a la mayora de la Vida Consagrada, nos afecta de verdad la crisis? El sistema devida y de pobreza que hemos elegido y las estructuras que lo sustentan comunidad absoluta de

    bienes hace que nuestra Vida Consagrada sea una vida segura. Si tomamos como referencia eltexto de Hch 4, 34 realmente se cumple en nosotros aquello de que entre ellos ninguno pasaba ne-cesidad. Aunque tal vez los presupuestos comunitarios no lleguen para las necesidades y situacio-nes que se van presentando, en ltima instancia, nuestra respectiva Congregacin sale al paso del

    problema. Al final del ejercicio, el supervit queda en manos de los Superiores que lo mantienencomo reserva, lo revierten en las obras apostlicas o lo envan a otras comunidades y situacionesnecesitadas, del mismo entorno o de los pases pobres. La seguridadde cara al presente y al futuro

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    es algo que caracteriza, a niveles econmicos, nuestra vida. Ciertamente, nuestra pobreza debe serun signo alternativo frente a la idolatra del dinero (Vita Consecrata90), pero lo que es ms cierto yseguro es que la crisis no nos afecta, como personas, del mismo modo que afecta al resto de la gen-te..

    Las respuestas de la Vida Consagrada

    Grandes crisis, grandes oportunidades, afirma Federico Mayor Zaragoza, Presidente de la Funda-cin Cultura para la paz. La crisis, en efecto, no nos aleja de Dios sino que, de uno u otro modo,est habitada por l, como denuncia y como oportunidad. Dios tambin viene en este Adviento2008 porque el Verbo se encarna en la carne dolorida del mundo. Es cuestin de mirada y de res-

    puesta. Dadles vosotros de comer les deca Jess a sus discpulos (Mc 6,37). Qu nos dice a no-sotras y nosotros, hoy, en nuestra vida religiosa acomodada y segura?Quizs no es tiempo de buscar recetas mgicas y consuelos de conciencia. Tampoco es tiemposlo para solas meas culpas y lamentos estriles. Pero s es tiempo para reconsiderar nuestro mo-do de vida y nuestra seguridad, buscndole un sentido ms hondo y real a la pobreza religiosa,que no se quede en meros dos o tres retoques de esttica evanglica. Es pobreza nuestra pobrezacuando esa misma pobreza nos impide compartir la suerte de los desheredados de la fortuna en

    estos tiempos de crisis? No tendremos una msera hipoteca que echarnos a la boca para pasar unpoco ms de fro en este invierno? Tendr que ser as nuestra desgracia, queriendo ser pobres y sinllegar a serlo? Cmo podremos compaginar la solidaridad real de una pobreza que nos toque lacarne con una riqueza de medios puestos a disposicin de nuestras obras de evangelizacin, decaridad, de educacin, de espiritualidad...? Qu podemos hacer para ser de veras pobres?

    Se pide a las personas consagradas, pues, un nuevo y decidido testimonio evanglico de ab-negacin y de sobriedad, un esti lo de vida f raterna inspirado en cr iteri os de sencil lez y de hos-pitalidad, para que sean as un ejemplo tambin para todos los que permanecen indiferentes an-te las necesidades del prjimo. Este testimonio acompaar naturalmente el amor preferencial

    por los pobres, y se manifestar de manera especial en el comparti r las condiciones de vida de

    los ms desheredados. No son pocas las comunidades que viven y trabajan entre los pobres y losmarginados, compartiendo su condicin y participando de sus sufrimientos, problemas y peli-gros.

    Pginas importantes de la historia de la solidaridad evanglica y de la entrega heroica han sido

    escritas por personas consagradas en estos aos de cambios profundos y de grandes injusticias,

    de esperanzas y desilusiones, de importantes conquistas y de amargas derrotas (Vita Consecra-ta 90).

    Muchos interrogantes para una respuesta abierta

    La pregunta radical es cmo podemos compartir la crisiscon aquellos y aquellas que la su-

    fren en su propia carne. Qu significa, en esta situacin presente, nuestra solidaridad, nuestra opcin preferencial

    por los pobres?

    Cmo interpela esta crisis al carisma concreto de nuestra Orden, Congregacin o SociedadApostlica?

    Nos afecta a todas comunidades por igual? Qu hacer con las comunidades, con las Con-gregaciones pobres?

    Se nos est pidiendo algn cambio comunitario, congregacional, estructural? Algn cam-bio a nivel personal?

    Cmo nos planteamos los gastos y los compromisos de amigos, de familia, en estos das

    de Adviento y Navidad? Qu es para m, para nosotros y nosotras, la pobreza que profesamos?