La verdadera historia de un tal Miguel de Cervantes, Gobernador del Soconusco por Antonio Garíca de...

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Pide y suplica humildemente, cuanto puede a V. M., sea servido de hacerle merced de un oficio en las Indias de los tres o cuatro que al presente están vacos, que es el uno la Contaduría del nuevo Reino de Granada, o la Gobernación de la Provincia de Soconusco en Guatemala, o Contador de las Galeras de Cartagena, o Corregidor de la Ciudad de la Paz; que con cualquiera de estos oficios que V. M. le haga merced, la recibirá, porque es hombre hábil y suficiente y benemérito, para que V. M. le haga merced; porque su deseo es acontinar siempre en el servicio de V. M., y acabar su vida como lo han hecho sus antepasados, que en ello recibirá muy gran bien y merced.

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    La verdadera historia de un tal Miguel de Cervantes, Gobernador del

    Soconusco

    Publicado originalmente en: 1992Laverdadera historia de un tal Miguel de Cervantes,gobernador de Soconusco.La Jornada Semanal, nueva poca, no. 174, 11 de octubre 1992. Mxico,

    pp. 19-26.

    Reina en ti propio, t que reinar quieres, pues provincia mayor que el mundo eres.

    [Francisco de Quevedo]

    Sepan cuantos

    Este funcionario menor de las rentas reales, mayordomo del Consejo de Indias y

    autor de comedias en sus ratos libres, viva en Sevilla cerca del barrio del matadero, y

    desde all recorra la ciudad del Alczar al Guadalquivir. La chusma del patio del

    Monipodio inspir muchos de sus desvaros teatrales, pues esta gente baja era rica en

    ancdotas, llena de vida en el filo de la muerte, y provista por lo mismo de una sabidura

    particular que muy pocos reconocan, salvo l, que nunca perdi la fe en la humanidad.

    Fue hasta 1587 que obtuvo por fin el empleo de recaudador de vveres para la

    Armada Invencible, que ya no lo era tanto, oficio que le acarre sinsabores,

    persecuciones judiciales, encarcelamiento y dos severas excomuniones -producto de su

    celo fiscal-, saliendo airoso a medias de todas estas vicisitudes y malaventuranzas. Perotres aos despus, el ir y venir entre las escalinatas de la Casa de Contratacin y el

    desembarcadero del Arenal, consuma lo ms de su tiempo y alimentaba sus

    frustraciones. A pesar de sus cuarenta y tres aos cumplidos, la juventud pareca lejana y

    el tiempo se le agotaba, a menos que un portento sorpresivo modificara sus expectativas.

    Slo un aliento lejano lograba reanimarlo, un hlito que era como la llamada remota de

    una tierra que estaba en el trasfondo de todas sus fabulaciones, el duende que lomantena con una pequea flama encendida en el corazn. Frisaba pues la edad de

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    nuestro hidalgo con los cincuenta aos y ya era atrapado por el demonio del

    medioda, esa crisis del talante que muchos sufren al cumplir el medio siglo, o antes.

    Haba entonces que hacer algo distinto y original, aunque a la postre terminara, como el

    Quijote, imitando las hazaas de otros, buscando la perfeccin en una imitacin...El da que sala de un pleito con los usureros de la calle de las Sierpes, tuvo una

    revelacin. Al fondo de la calle apareci, acercndose a l en una flaca cabalgadura, un

    caballero lgubre, armado de un bacn por yelmo y de una lanza jineta, como la de los

    pastores de alzada. Cuando trataba de entender las palabras que el extrao jinete le

    diriga, la figura se deshizo entre la plebe que poblaba la calle. Si no era la muerte era la

    fortuna, y as se lo indic el duende y la llama que le susurraba al odo. Desde entoncessupo que el Arenal del muelle era lo mejor y que en l estaba la nuez de sus esperanzas,

    la puerta franca hacia una locura placentera, pues a la ciudad andaluza llegaban los

    destellos de otro mundo, resplandores a los que haba sido hasta ahora indiferente. El

    Arenal era la llegada de la flota, el arribazn de los indianos, que venan forrados de

    fortuna y a entablar nuevos contratos, los que apilaban sus bales y contaban sus

    dineros a la vista de todos. Provistos de modales desenvueltos, carentes de la estrechez

    espiritual de los que se haban quedado ac, estos caballeros de Panam, tratantes del

    Per, de Zacatecas y el Potos, o emperifollados y patanes de la gran Mxico, estos

    rufianes dichosos representaban el Nuevo Mundo, el ancho orbe y el nico camino a

    seguir de quienes se quisieran engolfar en los senderos lquidos que conducan a las

    Indias. A pesar de que en todo este tiempo no se le ha hecho merced ninguna, desde

    entonces madura la idea de que tiene los suficientes mritos como para pedir un oficio

    vaco en aquellas remotas partes, pues, porqu no llegar a ser uno de aquellos

    afortunados y retornar algn da a la ciudad remontando el ro, altivo el pecho y llena la

    faltriquera y los bales?, y en virtudes, hecho un Fcar, presto en Sevilla te veas

    Aquel caluroso da de mayo de 1590 se arm de valor y por fin escribi la

    peticin, bajo un calor sofocante que prefiguraba el porvenir, carta petitoria que a la

    letra dice1:

    1El original de esta carta se halla en el Archivo General de Indias, de Sevilla, ciudad en donde vivi y desde donde parti aAmrica este personaje: AGI. Patronato, 253, R04. 21 mayo 1590.

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    Pide y suplica cuanto puede a V. M. sea servido de hacerle merced de un officio en las Indias,

    de los tres o cuatro que al presente estn vaccos, que es el uno la contadura del Nuevo Reino

    de Granada; o la gobernacin de la provincia de Soconusco, en Guatimala; o contador de lasgaleras de Cartagena; o corregidor de la ciudad de La Paz; que con cualquiera de estos oficios

    que V. M. le haga merced, la rescibir, porque es hombre hbil y suficiente y benemrito para

    que V. M. le haga merced, porque su deseo es a continuar siempre en el servicio de V. M., y

    acabar su vida como lo han hecho sus antepasados, que en ello rescibir muy gran bien y

    merced.

    Y toda esta historia viene a cuento por un grueso atado de papeles que hallamos

    en la catedral de Oaxaca, buscando los desperdigados registros de diezmos y cofradas

    de su obispado, por otras historias que no vienen al caso y que nada tenan que ver con

    este hallazgo sorpresivo. A partir de all, y desviados de la pesquisa original -buscando

    en Sevilla, en Guatemala, en Mxico y en otros archivos que guardan los fragmentos de

    estas intrigas-, empezamos a armar el rompecabezas de las aventuras de un personaje del

    que no tenamos ni la ms remota idea que hubiera dado con sus huesos en estas tierras.

    Por las memorias sobre papel escritas, supimos que era ms bien pobre, de

    complexin recia, seco, avellanado y enjuto de rostro, antojadizo y lleno de

    pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, gran madrugador y amigo de la

    caza. As lo describan a la letra sus amigos, sus enemigos, y algunos alcaldes indios que

    lo conocieron y lo acompaaron en sus correras. Lleg de Espaa a fines de mil

    quinientos noventa y cinco como Gobernador del Soconusco, es decir, como Alcalde

    mayor de la Gobernacin ms rica de la Capitana General de Guatemala y que hoy es,en su mayor parte, perteneciente a la costa pacfica de Chiapas. Permaneci algunos

    aos en el cargo, pero luego cay de la gracia de las autoridades por su obstinado afn

    de justicia. Pues como lo apuntaba en su diario al llegar aqu, al darse cuenta de la

    injusticia habida, se atemperaba su deseo de fortuna.

    Su peticin de servicios en las Indias encabezaba un buen fajo de papeles

    maltratados por la humedad y el tiempo, el primero de dos legajos cuyas letras se habandiluido a trechos y que contiene en su mayor parte contratos, censos, apercibimientos y

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    requisiciones, curiosamente mezclados con cartas de amor, sonetos, conjuros y

    ensalmos. Garabateos de un funcionario real que ms pareceran las anotaciones de un

    escritor frustrado que prepara sus novelas y entremeses, sus poemas y canciones, que

    modesto hidalgo convertido en Alcalde mayor de un puado de colonos y tributarios dela Mar del Sur. Aparte de la informacin til que contiene este legajo para analizar en

    trminos de historia econmica los inicios de la crisis del cacao en la Amrica Central2,

    quizs uno de los documentos ms sorprendentes de l es la Relacin de la provincia de

    Soconusco, compuesta de 12 fojas y fechada en 27 de enero de 1596. Esta Relacinparece

    cubrir la ausencia de informaciones sobre esa provincia, pues la correspondiente de 1580

    se halla desaparecida, y completa el retrato apresurado pintado por Juan de Pineda en1594 de una comarca que preocupaba a la Corona por la tradicional corrupcin de sus

    Oficiales Reales3.

    Por varios indicios contenidos en la informacin, sabemos que, en cuanto lleg a

    Sevilla, el documento de Pineda fue conocido por Cervantes, quien era adems uno de

    los mayordomos del Consejo, encargado de extractar las largas informaciones llegadas

    de ultramar, y esta relacin en particular alent sus ilusiones sobre la posibilidad de

    obtener de inmediato el gobierno de la Arcadia retratada en el memorial. Pues en ese

    documento, Pineda insiste en la enorme riqueza de la provincia, cual nsula de las perlas

    o Berbera, slo en espera de un gobernador justo que ponga coto a los desmanes de

    caciques y tratantes que la tienen algo derrumbada. La riqueza estaba al alcance y el

    gobernador justo podra entonces ser l mismo. En general, Pineda describe la

    escandalosa vida cmoda que llevan los indios, pues

    Esta provincia est bastecida de mayz, axi y frisoles; cran aves, ans de la tierra como de

    Castilla; tienen muchas frutas de muchos gneros de la tierra, y mucho pescado, ans de muchos

    ros que tienen, como de la mar. Cjese mucho cacao en mucha cantidad, porque los yndios

    desta provincia tienen muchas myllpas y cada ao las van aumentando y acrecentando y

    2Crisis descrita por Murdo J. MacLeod, Spanish Central America. A Socioeconomic History, 1520-1720. University of CaliforniaPress. Los Angeles, 1973.3Juan de Pineda, Descripcin de la Provincia de Guatemala, ao de 1594 [AGI, Estante 58, caja 6, legajo 28] Publicadatambin en: Coleccin de libros y documentos referentes a la historia de Amrica. Tomo VIII [Relaciones histricas y geogrficas de Amricacentral].Librera general de Victoriano Surez. Madrid, 1908. Pp. 415-471.

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    rreponiendo, como hazen los dems pueblos, de cacao, como est dicho. Todos tienen

    caballos, a dos y a tres, ans para ir a visitar sus myllpas, como para traer, ans el cacao como las

    cosas que tienen de cosecha, a sus casas, y no tienen ningn trabajo sino ir a sus myllpas a

    caballo y mirar a los indios alquilados que quitan el zacate que ay, que es poco y regular en

    verano, y volverse a sus casas. El cacao questos yndios cogen es mucho y lo mejor que ay en la

    provincia de Guatemala, y ans en las partes donde lo venden las personas que lo llevan, que es

    Tlaxcala, Tepeaca, Acaingo, Guajocingo, Cholula y otros pueblos y en la ciudad de [Puebla de]

    Los Angeles, lo venden a tres y a quatro pesos y a ms por carga.4

    Estos indios ricos y agraciados5segn el visitador, estaban acostumbrados, desde

    antes que fueran lejana y rica colonia de Tenochtitlan, a tratar con el Altiplano mexicano

    y a tomar siempre por bueno lo de fuera, naturales que solan vestir bien y a la moda

    dominante; y an, tener a su servicio no slo a indios asalariados de otras regiones, de

    los Altos de Chiapas y Guatemala, sino tambin a esclavos y sirvientes negros, pues al

    decir de Pineda:

    ...Andan bien vestidos, limpios y adereados, ellos y sus mujeres e hijos, porque es gente muy

    polida, y la ms della mexicana, y muchos dellos andan en hbitos de espaoles: como son

    camisas, aragelles de lieno y calones, capas de pao y sombreros de tafetn y de fieltro,

    apatos y botas, y jubones de lieno de Castilla, y chamarros de pao; y las mujeres con muy

    ricos guaypiles y naguas de mucho precio; y es gente que se trata bien en su comida [...] y les

    queda mucho cacao que venden a los dichos espaoles y a otros que se lo van a comprar por

    dinero, y ans estn rricos, por el mucho cacao que tienen. Y algunos dellos tienen negros y

    negras que les sirven, y pieas de plata...6

    As, el cargo otorgado a Cervantes, anunciaba de principio ser uno de los ms

    jugosos concedidos por la Corona, y alentaba las ilusiones de posicin y aventura del

    recin nombrado. Aunque, a decir verdad, el hidalgo venido a menos viva un conflicto

    permanente entre su afn de fortuna y los arrebatos justicieros que le asaltaban cada vez

    4Juan de Pineda. Op. Cit. Pp. 440-442.5Eran de origen maya (mam, moch y tuzanteca), mixe-tapachulteca y de nacin mexicana, en realidad nahuas pipilesvenidos siglos atrs de la antigua Tula.6Juan de Pineda. Loc. Cit.

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    que vea con sus propios ojos las injusticias del mundo. Pero adems, saba que en su

    posicin, los mritos no bastaban, pues no se dan all los cargos y oficios por

    merecimientos, sino por dineros

    A la postre, el legajo cervantino de la catedral se completa con otro fragmento delos pliegos con los que tropezamos poco despus, y que contienen partes importantes de

    un diario, acompaado de apuntes de lo que pudieron haber sido novelas, romances,

    sonetos, autos y comedias, as como algunas cartas interesantes, entre ellas una de Mateo

    Alemn, autor del famoso Guzmn deAlfarache, enviada a Cervantes desde Sevilla el 20

    de abril de 1607, poco antes de embarcarse hacia la Nueva Espaa, en donde

    encontrara poco de la fortuna y el mrito buscado, y s mucho de la muerte que lesobrevino en 1615. Pues Alemn, al igual que su amigo, haba sido tambin

    galardonado con un modesto oficio de alcabalero en la Audiencia de Mxico, cargo

    que tambin le acarre pleitos y sinsabores.

    La bitcora de vida que escriba con emocin y minucia el encargado de la

    gobernacin se extiende hasta 1616, en la vspera de su muerte, y llena otras 121 fojas

    del expediente, escritas en su mayor parte despus de 1602, cuando ya haba sido

    obligado a abandonar el puesto. As, la mayor parte del texto fue redactado desde su

    retiro en una de las modestas estancias de beneficio de cacao, que le fue concedida

    como merced en las inmediaciones de Ocelocalco, un pueblo indio abandonado desde

    1597. Por el diario conocemos un poco ms de la vida de quien pudo llegar a ser uno de

    los grandes escritores del Siglo de Oro, de su bsqueda incesante de prestigio y de una

    serie de mritos militares que atesoraba, que nunca le fueron justamente reconocidos ni

    retribuidos, ni por Felipe II ni por su sucesor: su participacin destacada en la batalla de

    Lepanto (en donde qued inutilizado de un brazo), su estancia en Italia, su cautiverio en

    Argel, su regreso a Espaa y sus orgenes pretendidamente nobles7. Porque a final de

    cuentas, el cargo que le adjudicaron, dejaba mucho que desear en cuanto a la

    7Testimonio hecho en Madrid a solicitud de Rodrigo de Cervantes, padre de Miguelde Cervantes, para probar ser su hijonoble y estar captivo en Argel, y que por ser pobre no lo poda rescatar. Ao de 1578. Archivo General de Indias.Patronato.204.

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    importancia de sus mritos y servicios, algo de lo que no se percat hasta que hubo

    llegado a su destino.

    Partes de su vida estn ya reflejadas en la misma peticin de 1590, en donde

    modestamente se refiere a l en tercera persona, tal vez porque asegura que la misiva fueen realidad redactada por su abogado defensor, un tal licenciado Vidriera. En el

    codicilo de esa misiva atestigua que

    Miguel de Cervantes Sahavedra dice que habiendo servido a V. M. muchos aos antes en las

    jornadas de mar y tierra que se han ofrecido de veinte y dos aos a esta parte, particularmente

    en la Batalla naval [Lepanto, 1571], donde le hizieron muchas heridas, de las quales perdi una

    mano de un arcabuao. Y el ao siguiente fue a Navarino y despus a la de Tnez y a la

    Goleta, y viniendo a esta Corte con cartas del seor don Joan [de Austria] y del duque de ea

    para que V. M. le hiziese merced, fue cautivo en la galera del Sol, l y un hermano suyo

    [Rodrigo] que tambin ha servido a V. M. en las mismas jornadas y fueron llevados a Argel

    donde gastaron el patrimonio que tenan en rescatarse, y toda la hazienda de sus padres y las

    dotes de dos hermanas doncellas que tena, las quales quedaron pobres por rescatar a sus

    hermanos. Y despus de libertados fueron a servir a V. M. en el Reino de Portugal y a las [islas]

    Terceras, con el Marqus de Santa Cruz, y agora al presente estn sirviendo y sirven a V. M., eluno de ellos en Flandes, de alfrez; y el Miguel de Cervantes fue el que traxo las cartas y avisos

    del alcalde de Mostagn [en Argel], y fue a Orn por orden de V. M. Y despus ha asistido

    sirviendo en Sevilla en negocios de la armada [como alcabalero o recaudador], por orden de

    Antonio de Guevara, como consta por las informaciones que tiene. Y en todo este tiempo no

    se le ha hecho merced ninguna...

    El relato penetra a menudo bajo una niebla espesa, se detiene en detalles queluego abandona, penetra historias paralelas y pretende incluso constituirse, como el

    autor se dice a s mismo, en un mar de historias. Contiene tambin ancdotas de sus

    ayudantes, escribanos y maestresalas, y sobre todo, muchos indicios de la locura febril en

    la que cay en los ltimos aos de su retiro, que algunos atribuyen a su vicio por la

    lectura, sobre todo de los libros de quimeras y caballeras trados de Espaa, que

    mediante una paga, logr ocultar de la mirada incisiva del comisario del Santo Oficio,que en Veracruz requisaba toda la literatura que pudiera contaminar la mente de los

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    colonos y los indios, lecturas que al parecer s le modificaron el seso a nuestro alcalde: el

    propio Guzmn, el Amads de Gaula, El Quijote de Ibn Eggeli, La Galatea, Las Sergas de

    Esplandin. O los recuerdos cada vez ms alterados de sus mritos y cautiverio, de sus

    fieles amigos y de sus detractores, que se mezclan en el diario con las aventuras de lospaladines y sus damas. De Guatemala, al tener noticias de ella, se hizo llegar una

    inesperada novela de caballera, que, paradjicamente, era una Historia verdadera de la

    conquista de la Nueva Espaa, publicada en 1602 y salida de la pluma de uno de los

    protagonistas de aquella hazaa, de un viejo conquistador vecino de ella, un tal Bernal

    Daz del Castillo -compaero de aventuras de don Hernando Corts, segn deca-, y

    por cuyos mritos y proezas era posible que l mismo se hallara con los pies plantadosen esta tierra.

    Muchos detalles de su vida en el Soconusco salpican tambin las fojas del

    desordenado diario: sus amores con la mulata indiana, a quien liber, -Aldonza

    Lorenzo, hija de Pedro Lorenzo, poblador, y Mara Biafara, esclava-, sus viajes

    exploratorios por la regin por la costa, los cerros, las grutas, los pueblos

    abandonados-, sus visitas a Guatemala y Ciudad Real, su paso por las trochas abiertas

    que intent convertir en caminos tiles para el comercio, su fallida expedicin a Mxico,

    ciudad de la que siempre mantuvo una visin deslumbrante, as como del gran

    Hernando Corts que conquist la gran Mjico para que la gran Venecia tuviese en

    alguna manera quien se le opusiese, pues estas dos famosas ciudades se parecen en las

    calles, que son todas de agua: la de Europa, admiracin del mundo antiguo, la de

    Amrica, espanto del mundo nuevo

    Pueblan estos relatos algunos cuentos viejos de Castilla y Andaluca, escuras

    fantasmas, obstinadas estantiguas que me persiguen desde Sevilla, que garabate en un

    librillo encuadernado con piel de becerro y pomposamente titulado Novelas ejemplares. As

    como los cuentos que haba escuchado en Espaa sobre un Pedro de Urdemalas,

    hombre muy cauteloso e invencionero para robar (Yo soy hijo de la piedra, que

    padre no conoc), o los escuchados aqu sobre un ubicuo Juan No, personaje que

    todava habita el crter del Tacan y cuyos relatos an perviven en la memoria

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    campesina del Soconusco, cuentos que ya desde entonces haban sido rejuntados como

    si fueran las hazaas de Hrcules por un tal Carlos de Navarrete 8, que era vecino de

    Comitn y oriundo de Guatemala, pequeo de talla, buen platicador y con suma de

    pelos en las orejas como los cadejos de ac -segn decan-, que dicen que coma poco yque con slo una frazada viva en la Cueva de los Andasolos. Este Navarrete -nima

    impaciente-, que en contravencin de las Ordenanzas, en lugar de derrumbar los dolos

    de la gentilidad, los buscaba por la tierra penetrando cuevas, horadando ces

    abandonados y sacando de ellos antiguallas y olvidadas historias de sus idolatras,

    sacrificios y costumbres.

    El laberinto de amor

    La situacin del Soconusco, como la de otras provincias de las Indias, no

    corresponda a su fama, y la infamia saltaba por todas partes, como lo pudo notar

    Cervantes desde un principio. Los aprestos para su llegada y posesin del cargo, que se

    anunciaban en cartas, anuncios recibidos desde Antequera y en un fragmento del mismo

    diario, parecan tambin corresponder a las ansias de esta rica nsula de Berbera de ser

    gobernada con justeza, y en donde la supuesta riqueza de los indios se trocaba en

    miseria mientras ms se penetraba en la provincia. Desde Veracruz, don Miguel haba

    seguido el peor de los caminos, el reputado por ms corto. Salir de las Ventas de Buitrn

    a Alvarado, remontar en bongo el ro del mismo nombre, subir de Tuxtepec a la Villa

    Alta espaola de San Ildefonso de los Zapotecas, bajar a la creciente Antequera, y de all

    seguir a Tehuantepec, subir de nuevo la cuesta empinada de La Jineta, infestada de

    bandoleros, hasta el valle de Cintalapa, para bajar otra vez a la costa. Todo esto en un

    camino accidentado y slo accesible a lomo de mula. Sin querer, y desalentado por los

    peligros de vientos que eran capaces de derribar gigantes, evit el paso directo de

    Tehuantepec a Tonal -el paso de La Ventosa-, que le hubiera sido ms cmodo, y que

    8Diario. Foja 14v.

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    era la ruta habitual de los arrieros y los tamemes, los indios cargadores que mientras ms

    se avanzaba al meridin, ms sustituan el trabajo de las mulas: Este largo camino, tanto

    pasar de breas y montaas, y el bramido continuo de fieras alimaas [] Elpan se me

    ha mojado, y roto entre jarales el vestido, los zapatos, rasgado el bro consumido, demodo que no puedo un pie del otro pie pasar un dedo.

    Desde Veracruz, la orden de Santo Domingo, por sugerencia del virrey Luis de

    Velasco el Mozo, le asign un ayudante, un gua indgena nacido en el Soconusco.

    Velasco, joven con mucha blanca que lleg a virrey, empresario de mil empresas y

    negocios turbios, dueo de una soberbia que contrastaba con la gravedad de su padre,

    quien fuera aos antes un virrey austero y constructor de las grandezas de la tierra,deseaba congraciarse as con quien crea, ms que simple alcalde, un espa de Su

    Majestad, alguien que podra perjudicarlo con un informe sobre lo que aqu se

    murmuraba. El escudero asignado era entoncesMateo Cipactonal, granconocedor de

    la lengua mexicana y de otras de su comarca, y que le servira despus de intrprete,

    nahuatato, ayudante, gua, agrimensor de caballeras y mercedes y hasta secretario de

    cmara, pues haba aprendido a leer y escribir, y otros oficios en los conventos

    dominicos, pero sobre todo en la escuela del mundo, que suele ser la ms provechosa.

    Fue este fiel asistenteel que le acompa en el Soconusco el resto de sus das.

    El 15 de mayo de 1595, despus de bajar la cumbre de La Sepultura, visitando de

    paso la aldea de Tiltepec, la ltima de su provincia yendo a Nueva Espaa, -el postrero

    pueblo destos, que se llama Tiltepeque, el primero para m en llegando, que est a cien

    leguas de la ciudad de Guatemala, viniendo para Nueva Espaa- Cervantes anot:

    Despus que baj del cielo a la Boca del Cielo, una playa as nombrada, y despus que desde su

    alta cumbre mir la tierra y la grandeza de la Mar del Sur, y la vi tan pequea, se templ en parte

    en m la gana que tena tan grande de ser gobernador; porque qu grandeza es mandar en un

    grano de mostaza, o qu dignidad o imperio el gobernar a media docena de hombres tamaos

    como avellanas, que, a mi parecer, no haba ms en toda la tierra? Si vuesa seora fuese servido

    de darme una tantica parte del cielo, aunque no fuese ms de media legua, la tomara de mejor

    gana que la mayor nsula del mundo.

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    Y el nuevo oficio, lleno de sorpresas y de cosas nuevas como las que haba visto

    desde su desembarco en la Veracruz, lo imaginaba ya en esas primeras pginas del diario,

    tan turbulento como el mar lleno de arrecifes y peligros de la costa veracruzana: Agora

    s necesito el consejo y la norte y gua que me encamine y saque a seguro puerto deste

    mar proceloso, donde voy a engolfarme; que los oficios y grandes cargos no son sino un

    golfo profundo de confusiones.... Y es ans, agregando razones, porque como ya

    soy viejo y no mozo de buen aire, esa dama Fortuna tan esquiva se ausenta de mis ojos:

    adems de que no puedo, Seor, por razn de caridad y justicia, fundar mi fortuna en la

    muerte de estos malaventuradosY agregaba, no sin los temores del arribo a su nsula, a la que tambin apellid

    Barataria, por lo barato en que ac se cogen los cacaos, que son lo mismo que moneda

    corriente, o por lo barato en que me la haba dado el Consejo, algunas reflexiones

    interiores:

    Primero, Miguel, concete a ti mismo, que bien poco te conoces y te das a conocer como autor

    de comedias y encantamientos, en selva tupida de comediantes y encantadores, y entra de lleno

    en esta nueva tierra procurando conocerte a ti mismo, que es el ms difcil conocimiento que

    puede imaginarse. Del conocerte saldr el no hincharte como la rana que quiso igualarse con el

    buey; que si esto haces, vendr a hacer feos pies de la rueda de tu locura la consideracin de

    haber guardado puercos en tu tierra... y Dios te libre de la murmuracin maliciosa, de quien no

    hay Estado que se escape.

    Al llegar das despus a las puertas de la villa de Huehuetn, poblada de ms de

    cincuenta espaoles y sus familias -ms los caciques y seores naturales, castas y negros

    esclavos y libres de los cuarenta pueblos y estancias que la componan-, y en cuyas calles

    lodosas corran las iguanas y pululaban los perros, el nuevo gobernador extra las

    murallas de una ciudad imaginada antes como la Kasbah de Orn, con sus edificios

    blanqusimos y sus noches de luna:

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    Sali a recibirme el regimiento del pueblo, compuesto de indios descalzos, y mulatos y pardos

    que ms parecan moros del Abindarrez que cristianos nuevos destas tierras. Tocaron las

    campanas y todos los vecinos dieron muestras de general alegra y asombro, ms de verme

    llegar en una flaca bestia que en la gravedad de mi cargo, y con mucha pompa me llevaron a la

    iglesia a dar gracias a Dios. Y luego con algunas ridculas ceremonias, entre ellas mesar los

    cabellos de los caciques indios de la comarca como lo solan hacer en su gentilidad en seal de

    obediencia perpetua, me entregaron las llaves del pueblo y me reputaban como perpetuo

    gobernador de la provincia de Soconusco. El traje, las barbas crecidas, los dientes

    descompuestos de quien ms pareca un caballero de la triste corcova que un alto oficial, tena

    admirada a toda la gente. Finalmente, en sacndome de la iglesia me llevaron a la silla del

    juzgado, entre mil zalameras de los que despus se mostraran por mis enemigos...

    Pudo percatarse que la confusin de la provincia era tal, que al paso de los aos,

    casi todos los vecinos indios y espaoles del lugar resultaban parientes entre s, en las

    ms extraas combinaciones, enredos y servidumbres, que en eso ocupaban muchas de

    sus ociosidades. Fue por eso que don Frutos Gmez Casillas, su alcalde en 1575, llam

    al Soconusco el paraso de Mahoma, por la costumbre de los indios de la tierra de servir a

    los cristianos y darles sus hijas o hermanas, y venir a sus casas por va de parentesco yamistad, y as eran servidos los cristianos, porque tenan muchos hijos en la gente natural

    de la tierra, y a esta causa venan los indios a servir como a casa de parientes y

    sobrinos9. Que si bien los humores equinocciales solan matar los piojos, causaban en

    las personas calores y humedades que acrecentaban sus pecados, desde los comunes

    hasta los nefandos, dando mucho que hacer a los comisarios y provisores, y gran

    oportunidad a los diablos de tentar.Corri el tiempo y no con la ligereza que l quisiera, cuando se vio ya inmerso en

    muchas de las nuevas aventuras de la tierra. La nave de su destino corra con prspero

    viento hacia el deseado puerto, aunque algunas tormentas no dejaban de anegarle ni

    algunas preocupaciones de asediarle. Muchos de sus escritos se perdieron, otros fueron

    barridos por las tormentas o se hicieron viento. Un entrems en lengua mexicana y otro

    en tapachulteca desaparecieron en un incendio que arras su primera morada, no sin ser

    9Archivo General de Centroamrica. Guatemala. AI, 23, enero 18 de 1575.

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    antes representados en plaza pblica y corrales por un tal Mauricio Ximnez, flor de los

    comediantes y embaucadores desta tierra, clida como el infierno, quien recorra con su

    compaa la regin a bordo de un carromato que haca de campamento y escenario. En

    el percance se perdieron tambin cinco bellas canciones de cuna en castellano y en elhabla de los bozales de Biafra, quizs inspirados por los cantos evocadores de Aldonza,

    negrillas que se mencionan casi al final del diario fragmentado.

    El tal Ximnez, originario de Cuautla de las Amilpas, se haba enzarzado desde

    pequeo en el mundo de los comediantes y saltimbanquis, de donde aprendi el oficio.

    Chico de cuerpo, fcil de alegrarse, de ojos expresivos y barbado, vesta con una camisa

    suelta de manta, hecha de las damascadas de la tierra, que los indios entregaban portributo y que reputaban como dinero. Con unos zaragelles bombachos, de cuya color

    original quedaban pocas trazas, lo mejor de su figura eran unas botas de cuero indignas

    de esos calores, que por lo mismo le causaban bubas y raspaduras en las entrepiernas.

    Cuando se las descalzaba, el olor era tal, que poda matar varias manadas de ganado

    mayor en leguas a la redonda: No me huela e l soldado otros olores que el olor de la pez

    y de resina, que el que usa en la guerra estos primores muy mal podr sufrir la coracina,

    no quiero otro primor ni otra fragancia en tanto que espaol viva en Numancia.

    Cuando apareci en la tierra, montaba un entrems de conquista, un juguete ejemplar

    titulado Lo que cala son los filos, de su autora y talante. Tena tales maravillas y artificios,

    que encant al alcalde y lo distrajo de sus pesadas obligaciones. En estos apartados

    pramos, tom al cmico por amigo, pues era, como l, amante de la msica, el vino y el

    amor, as como gran fabulador en las comedias. En los das siguientes, que se

    prolongaron por meses, don Miguel se hizo cercano de los comediantes, y apareci

    como autor de muchos de sus desvaros pblicos. Comparta con ellos festines, bailes y

    francachelas, -lo que le vali un juicio por abandono del cargo-, y un gusto particular por

    los vinos y aceitunas que de contrabando introducan los peruleros en toda la costa de la

    Mar del Sur. Cuando la compaa de hbitos gitanos amenaz con abandonar la tierra,

    Cervantes la retuvo con promesas de contrato y otras razones, pues al alcalde todo este

    mundo le reviva el perdido allende la mar. Los comediantes y su capitn le recordaban

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    los barrios bajos de la lejana Sevilla, le traan el viento fresco de lo mejor del pasado, los

    recuerdos de juventud que suelen ser los mejores.

    En el primer encuentro que tuvo con Ximnez y su tropa cuando ste se diriga a

    Acapetagua a representar Las Cortes de la Muerte, un viejo Auto atribuido a Micael deCaravajal y a Luis Hurtado de Toledo, don Miguel vio llegar a los cmicos a bordo de su

    vehculo, o rodeando al carromato entre pfanos y tambores que daban a la escena un

    aire de ensueo. Regresaba de una ceremonia de posesin de tierras acompaado de

    Mateo, pues hubo que preguntar en su lengua a los indios varios pareceres, cuando, de

    pronto, top con la estrafalaria comitiva. Vena en l un ngel de alas pintadas, un

    emperador luciendo una corona que pareca de oro, un dios Cupido y un caballeroarmado de punta en blanco, grupo extrao que formaba la compaa itinerante y que

    diverta a su paso a los habitantes de los pueblos. Un personaje disfrazado de cacique

    indio, al reconocer al alcalde y por complacer al indiano pblico, enton all algo

    entresacado de Las Cortes:

    Los indios occidentales

    y estos caciques venimos,

    hasta tus Cortes triunfales,

    a quejarnos de los males

    y agravios que recibimos

    Pero lo mejor de la escena siguiente, casi representada en teatro caminero al

    alcalde y su comitiva, fue el baile de la nia Aldonza, la danza de cascabeles, la zambra

    indiana, la chacona amulatada, que atrajo a una multitud de curiosos de los caseros

    vecinos, y que caus el arrobo del pblico y el encantamiento general, impresiones que

    la dulce infanta suscitaba siempre en quienes se extasiaban por su baile. Esclava de la

    heredad de un Gmez, y poco a poco conocida por su habilidad y donaire en la danza y

    el canto, Aldonza se haba integrado a la celebracin espontnea, con el nimo de quien

    quisiera escapar a su estado, pues siendo hija de un poblador empobrecido, de la que

    qued hurfana, hered la esclavitud de la madre. Fue entonces cuando su maltrecha

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    nave se precipit tambin en el remolino de los amores de la nia, que se una por ratos

    a los festejos de las comedias. Para aligerar su carga, el alcalde compr a Gmez la

    libertad de la joven, testificada en una sesin de Cabildo de marzo de 1598.

    Al paso de los meses, don Miguel tom en amores libres a la doncella, despusdel agasajo en donde cantara algunos aires y romances de la tierra que ms son de

    moriscos que de cristianos, pues ella sali al baile, rica de villancicos, de coplas,

    seguidillas y zarabandas, y de otros versos, especialmente de romances, que los cantaba

    con especial donaire:

    Nia soy, esclava tierna,mi edad de quince no pasa,

    catorce tengo y tres meses

    te juro en Dios y en mi nima.

    stas y otras gracias mas

    son despojos de tu aljaba;

    desta casa soy doncella:

    la nia Aldonza me llaman.

    Y don Miguel pudo pensar para s aquello de: Y yo tengo que ser de ella, cocido

    o asado, limpio, bien criado y honesto, a pesar de todas las potestades hechiceras de la

    tierra, mientras se dejaba arrastrar en el arrebato encendido de aquella turbulencia, en la

    red barredera cuyos nudos se haban tejido lentamente para la pesca de corazones.

    Esas tan temidas potestades hechiceras de la tierra estarn tambin en la lenta

    conversin indiana del alcalde, ms atento ya a las tortillas de maz y al chocolate que a

    las ollas podridas y a los duelos y quebrantos de La Mancha y de Castilla. Los tocinos y

    torreznos de los cerdos de ac saban diferente y la carne del ganado mayor era casi

    regalada, pues lo que interesaba ms eran los cueros, de los que haba gran saca y

    mantenimiento. Ensimismado en el aprendizaje de la lengua mexicana y en la escritura

    de las comedias, poca cuenta se dio de los tantos disgustos que causara a los tratantes

    que vivan de sacar a los indios hasta el ltimo grano de un cacao hijo del exterminio yel despoblamiento, y que consideraban estos devaneos con el mundo como indignos de

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    su cargo y de su condicin. Por eso, cuando los indios nobles de Mapachtepec lo

    sintieron prximo, o creyeron poderlo ganar para su causa, lo involucraron en sus

    pleitos y lo empezaron a llamar como a cualquiera de su nacin y de su estado, don

    Miguel Mazapiltzin, -hijo del ciervo, por lo de Cervantes-, y por la obstinada defensade sus empresas perdidas, defensa inspirada, segn el diario, por un Memorial de agravios

    que cay en sus manos y que aceler por fin el desafuero de 1602, cuando las

    autoridades de Santiago de los Caballeros hicieron descender el anuncio de su

    destitucin como si de un rayo se tratara10. Trabaj sin embargo en esos aos ayudando

    a redactar reclamos de tierras y Probanzas ya perdidas, testimonios de una nobleza

    indgena que los rigores del siglo de hierro convertan, pese a sus intentos en contrario,en pobres maceguales.

    Pero uno de los episodios ms notables de esos das es la visita a la cueva de

    Tetzauhxapoyo, la gruta encantada, en las inmediaciones del Despoblado, no porque

    lo sea del todo, sino porque no hay tantos pueblos como en la halda de la sierra,

    extensin casi balda que separaba al Soconusco ganadero, el de Tonal y Pixixiapan, del

    Soconusco cacaotero centrado en Huehuetn. All, y pese al temor que suscitaban las

    consejas, baj a la gruta en tierras mercedadas de un Montesinos, que luego pobl en l a

    Alcalda de Tuxtla.

    El descenso a la cueva de Montesinos incluye el relato de una aventura extraa en

    un inframundo poblado de nimas de otras pocas que viven encantadas sirviendo al

    viejo guardin del recinto: un anciano que castiga a los cazadores que maltratan a los

    ciervos. Tres horas permaneci en ella, segn los indios que lo acompaaban y que lo

    esperaron en la boca de la cueva, aunque eso no puede ser, acota Cervantes el 22 de

    julio de 1608, porque all me anocheci y amaneci, y torn a anochecer, y a amanecer

    tres veces; de modo que, a mi cuenta, tres das he estado en aquellas partes remotas y

    escondidas a la vista nuestra, y los das me faltan para empezar las noches. Cuando

    relat su aventura, otros le hablaron de los indios hechiceros y encantadores de Chiapa,

    10Cf. Causa de los seores principales del pueblo de Mapachtepec. Archivo General de la Nacin/ Mxico. General deParte.22, 3: Ff. 11-62v. 25 de mayo de 1608. El Memorial de Agravios mencionado es posiblemente el texto conocido comoResistencia y utopa. Memorial de agravios y crnica de revueltas y profecas acaecidas en la provincia de Chiapas durante los ltimos 500 aos desu historia, obra de un cronista de la Veracruz. La versin facsimilar la public Ediciones Era de Mxico, en dos tomos, en elao de 1985.

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    de los que haba descubierto el obispo Pedro de Feria en 1584, de los que salan de

    noche y andaban de cerro en cerro, y cueva en cueva, y en donde debaxo y so color de

    religin cristiana, se espiritualizaban y se convertan en dioses, que haban de enviar

    temporales o dar muchas riquezas a quien quisiera, y que por su talante ms parecan dela secta de los alumbradosde Espaa que simples idlatras de esta tierra11.

    En todos esos aos, don Miguel viva el encuentro de los mundos reales y los

    imaginarios, de los fantasmas que lo asediaban y de todo lo que ayudaba a crear en su

    cabeza un Nuevo Orbe, -un nuevo amasijo de Europa, frica y Amrica-, en donde los

    espaoles seguan, con la adarga bajo el brazo, persiguiendo a sus antiguos demonios

    familiares; a sus duendes, endriagos y amazonas, de los que siempre se queran librar sinnunca lograrlo.

    El hospital de los podridos

    Este denso Soconusco cervantino, este Soconusco plantado en el siglo, difiere en

    mucho, y de hecho desde el primer golpe de vista, de la comarca rica pintada por los

    cronistas. Es ms el Soconusco de una crisis acelerada por el despoblamiento que el que

    haba surgido de la imagen interesada del cobrador de tributos, o de la visin viajera del

    fraile visitador, Toms Torres. Era en realidad una provincia desolada, devastada y

    deprimente, cuya poblacin haba descendido de treinta mil tributarios en 1515 a slo

    dos mil en 160912. Su situacin no era sino un anticipo temprano y siniestro de lo que

    sucedera por doquier en Amrica Central...

    11Fray Pedro de Feria, Relacin que hace el obispo de Chiapa sobre la reincidencia en sus idolatras de los indios de aquelpas despus de treinta aos de cristianos [1584]. Edicin de Nicols Len en Anales del Museo Nacional de Mxico.Tomo VI.Mxico, 1899. Pp. 481-487.12 Relacin de la visita a diversos pueblos y conventos de la Provincia de Chiapa hecha por el frayle visitador Toms

    Torres, por mandato del obispo de la dicha Provincia. Citado por Carlos Navarrete en: The Pre-Hispanic System ofCommunications between Chiapas and Tabasco. En: Thomas Lee Jr. and Carlos Navarrete, Mesoamerican CommunicationRoutes and Cultural Contacts. New World Archaeological Foundation. Provo, Utah, 1978. Pp. 75-106. En ese texto, Navarrete

    adjunta un mapa de ese ao de 1609 en donde aparecen caminos, estancias y pueblos delSoconusco. Curiosamente, unodelos dos personajes que aparecen dibujados sobre el glifo de Huehuetn, ataviado de una larga tnica blanca, porta una varade justicia en las manos, es barbado y enjuto. Junto a l se lee don Miguel.

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    Dnde estn las riquezas de esta tierra? Se esfuman como vapor con cada indio que muere de

    las enfermedades y el trabajo. Y estos espaoles que digo, les traen mucho bizcocho, tocino y

    cosas, y menudo de puerco; y la ropa muy cara y lo dems que visten y calzan. Todo se lo traen

    estos espaoles que digo, sin contar los dems que andan por los pueblos como salteadores,

    llevndoles mil baratijas y espejuelos, por el mucho cacao que pueden rescatar y luego llevar a

    otras partes con recuas y tamemes. Ansimismo les traen mucho vino para beber, que con esto

    los embelecan, y lo he tenido que permitir por licencia, que si no, dicen, tornarn a rebelarse,

    tanto los tratantes como los caciques que viven deste trato...13

    Pues en esta provincia, en donde la Corona recolectaba todo el tributo -desde

    Tonal, en la frontera con Oaxaca, hasta Ayutla-, el gobernador y los dems

    funcionarios reales ocupaban una posicin muy privilegiada. Separados de las

    autoridades centrales y con gran independencia de Mxico, Guatemala, y an de Espaa,

    gobernaron hasta agotarla y convertirla en una devastada nsula cacaotera, como la

    llamara John Chilton en su Travels in Mexicodesde 1570.

    El comercio, presidido siempre por el que ocupabael cargo de gobernador, era

    en realidad una compleja red de delitos perpetrados contra los indios y los colonos

    pobres, una actividad daina para las dos repblicas. Por ello, don Miguel, retomando

    sus originales intenciones de justicia, desoy los consejos de sus iguales y trat de actuar

    de otro modo, enarbolando la ley de un rey lejano y ajeno. A cambio del cacao, que ya a

    fines del XVI se pudra por falta de mano de obra, los buhoneros les vendan a los

    indios vino caro y adulterado, exigiendo adems variados obsequios para no exagerar

    una tasa de tributos que creca en relacin inversa a la poblacin de tributarios14.

    Es una burla, acota Cervantes en 1600, el ser esta una rica provincia. Ms me valdra no esperar

    en favores ni en ddivas, pues todo el cuerpo de nuestra nacin est contaminado y podrido; y

    el gobierno usa ms del cauterio que abrasa, que del ungento que molifica, y ans, ha llevado

    sobre sus fuertes hombros y a debida ejecucin el peso desta gran mquina, sin que nuestras

    13Relacin, foja 8v.14 Demandando exagerados pagos tributarios que no eran enviados a la Corona y trabajando en connivencia con los

    comerciantes espaoles y mestizos. Se hacan de la vista gorda y era comn, al tiempo de la venta de los tributos reales encacao, el compartir ganancias entre funcionarios reales y compradores. Tambin a los sacerdotes se les acusaba, a veces, delos mismos delitos. MacLeod, Op. Cit. Pg. 64.

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    industrias, estratagemas, solicitudes, y tambin fraudes, hayan podido deslumbrar sus ojos de

    Argos, que contino tiene alerta, porque no se le quede ni encubra ninguno de los nuestros, que,

    como raz escondida, con el tiempo venga despus a brotar, y a echar frutos venenosos en esta

    Espaa del gran Filipo Tercero. Y la fortuna que busqu huye de m, y no me ser fcil toparla

    por estas tierras, aunque la busque, como me dijera Mateo Alemn, ni con linterna flamenca15.

    Intrigas locales, con olas crecientemente encrespadas, ponan en peligro su

    travesa. Por todas partes el mundo se despoblaba y el gran xodo de los colonos hacia

    sus estancias de cacao y ganado, arrastraran tambin hacia un mayor aislamiento al

    alcalde destronado. La plata era cada da ms cara, y un descenso terrible de la poblacin

    obligaba a los seores de minas y ganados a volverse hacia sus mercedes y estancias decampo, los que las tenan, a aorar el pasado o a refugiarse en el mundo anterior de

    honras y aventuras caballerescas16. Slo la compaa permanente de Aldonza, de una hija

    fruto de sus amores, de Mateo, su escudero, mitigaran pasajeramente sus penas, en

    los ltimos aos de una vida que se secaba como el arbusto de la perdida fortuna.

    Agona del trnsito de la muerte

    Sucede luego que aprieta ms el diablo cuando ve que se acaba la vida, y ve

    menos habilidad en el moribundo para resistir a sus armas ocultas y a sus renovados

    ardides [] Luego por eso tienta: porque piensa ganar y granjear algunos pecados con

    que acabe la vida el paciente y se lleve su alma al infierno17.

    A principios de 1616, meses antes de su muerte, don Miguel tena la idea fija de

    olvidar todo, de trocar su nombre por el de Quesada o el de Alonso Quijano el

    Bueno, como le llamara algunos aos su fiel asistente huehueteca. Ciertas cosas deban

    ser suprimidas de su vida y otras trocarse en realidad, como las dos partes del Ingenioso

    Hidalgo don Quijote de la Mancha, que aseguraba haber escrito antes que el rabe andalus

    Sid Ahmed Ibn Eggeli: Cide Hamete Benengueli, como lo llamaba en sus cada vez

    15Relacin, foja 11.16As al menos lo presenta Pierre Vilar en su clebre artculo Le temps du Quichotte.Europe, 7, 1956.17Maestro Alejo Venegas,Agona del trnsito de la muerte con los avisos y consuelos que cerca de ella son provechosos.Toledo, 1590.

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    ms frecuentes delirios18. Los pleitos imaginarios, en verso y en prosa, se reflejan a veces

    en el diario, junto a dilogos inconclusos con los grandes de la comedia y las letras,

    como el famoso Fnix Lope, y an, a fragmentos del Opsculo que imaginaba haber

    escrito entre la primera y la segunda parte del soado Quijote: El muy donoso librillo

    llamado Buscapi, donde, dems de su mucha y excelente doctrina, van declaradas todas

    aquellas cosas escondidas y no declaradas en el Ingenioso Hidalgo don Quijote de la

    Mancha19.

    Otras veces, caminando de noche por el corredor de la estancia de Ocelocalco,

    ataviado de una larga tnica blanca y blandiendo una vara de gobernador, prometa ir al

    encuentro de los motines de los indios enmascarados que estaban en su apogeo en lavecina provincia de Chiapa, o a concertarse con los desvaros del ladino Vicente Guilln,

    venido de las tierras chichimecas del norte y que se haca pasar entre ellos por uno de los

    cuatro autores del Evangelio su vocero por mandato divino, por mi voz habla la

    voz, deca a los cuatro vientos-. Aposentado en las arboledas de su Sierra Morena, en

    las selvas del Manch y Lacandn, proclamaba desde ah estar en el Paraso Terrenal,

    que as describi Len Pinelo a su frondoso escondite20, publicando arengas escritas

    para encender el nimo de sus seguidores y los de su secta. Guilln se proclamaba

    tambin como seguidor de aquel Juan de Zapata, el capitn comunero de Madrid que en

    1521 haba dirigido la desobediencia de las comunas de Castilla contra Carlos V21. El

    amotinado, segn los rumores que llegaban a la costa, regenteaba las aldeas llamndolas

    Caracoles de Buen Gobierno, a la manera de la crnica del Guaman Poma del Per, y

    predicaba la buena nueva de la recuperacin de las Indias, de la restitucin del trono

    del Anhuac y el Tahuantinsuyo, as como la fundacin de Repblicas de Indios ajenas

    al poder del rey nuestro seor.

    Las fiebres frecuentes magnificaban la opresin y el cautiverio del trpico,

    multiplicaban las pesadillas en esa pronunciada pendiente de la costa que suele hacer

    18Ahmed viene siendo el nombre del arcngel Miguel, y el apellido Ibn Eggeli, algo as como hijo del ciervo en rabe.19Lo edit Adolfo Castro como: El Buscapi. Opsculo indito que en defensa de la primera parte de El Quijote escribi Miguel deCervantes Saavedra. Imprenta de la Revista Mdica. Cdiz, 1848.20Antonio de Len Pinelo, Relacin sobre la pacificacin de las provincias del Manch i Lacandn, 1643. Edicin de Porra Turanzas.Madrid, 1958. Y del mismo autor:El Paraso en el Nuevo Mundo.Torres Aguirre. 2 volmenes. Lima, 1943.21Joseph Prez, Los comuneros. Historia 16. Madrid, 1989.

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    cambiar de curso a los atropellados ros. O congelaba en imgenes detenidas el mundo

    casi lquido de los miasmas y el estero: el vuelo de las garzas suspendido sobre los hatos

    del ganado mayor, los monos que invadan el corredor por las tardes para robar la

    cosecha de pltanos, las nubes de mosquitos, el olor penetrante a selva hmeda que loacompa desde su llegada, humor a veces placentero y cambiante en el regazo y la

    hamaca de la Aldonza, otras veces asociado malamente a las fiebres y el insomnio.

    Una tarde, permaneci don Miguel largo tiempo cavilando, perdido en las

    posibilidades alarmantes de su memoria, en las tristezas y la melancola por una Espaa

    que le cerr las puertas de la gloria, con el temor de la muerte y de la eternidad ante l.

    La eternidad, dijo en voz alta, y el sonido de aquella palabra le sac de su sueo. Unanube de polvo se levantaba bajo sus pies. Libros desperdigados, con las pginas sueltas,

    rodaban por el suelo. Otros parecan no haber sido nunca abiertos. Libros de cuentas,

    alcabalas de viento, libros de caballeras y encantamientos, recuerdos de una Espaa

    vieja y lejana que nunca volvera a ver con sus mortales ojos, las llanuras de La Mancha,

    el campo de Montiel, los jardines de Esquivias, el muelle de la Torre del Oro y el Arenal

    de plata de la festiva Sevilla; ciudad que las desventuras del Siglo de Hierro

    transformaban en otra, en la Babilonia de las mancebas de la Espaa decadente, Las

    Indias de Europa saqueada por los limosneros alemanes que controlaban su comercio,

    limosneros con garrote que exigan a los espaoles la plata al coro de guelte, guelte.

    En el fondo de esas pesadillas se levantaba siempre la Casa de Contratacin de Sevilla,

    anclada como un enorme buque en el barrio de la Santa Cruz, en cuyas escaleras trabaj

    como alcabalero y Comisario real de cereales y aceite, y que luego, quien lo dijera,

    albergara sus papeles para la posteridad.

    Para Mateo, su escudero siempre atento a los refranes y a las sabiduras populares,

    el amo en su agona se haba vuelto zahor, pues a menudo lo oa hablar con alguien en

    su habitacin, y aseguraba incluso escuchar otras voces unidas a la suya. Para Mateo, ese

    alguien era a veces un espritu en forma de nia o de ninfa, por expresiones y palabras

    que usaba, a veces en espaol: -Mi Dulcinea, mi Preciosa...; y otras veces en el dialecto

    nahua meridional. Se trataba sin duda de las visitas nocturnas de un espritu obstinado,

  • 5/28/2018 La verdadera historia de un tal Miguel de Cervantes, Gobernador del Soconusco por Antonio Garca de Len

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    un scubo producto del mestizaje y de un mundo al revs, que luego recordaba como un

    sueo o un encantamiento. En otras ocasiones imprecaba a voces contra los gigantes,

    losQuinametin tzocuilicximej, los enormes y pesados monstruosde los pies invertidos, a

    los que haba que raer de la faz de la tierra, los que turbaban el sueo del estancierodesde los mundos paralelos de las creaciones anteriores. O se le apareca la vieja de los

    dientes de hierro, la Tantepusilamaj, a veces en la forma de una doncella provocativa, la de

    la vulva dentada, la que habitaba simultnea varios volcanes de la regin, desde los

    Zoques a Nicaragua.

    Puesto ya el pie en el estribo, escriba el 19 de abril de 1616, con las ansias de

    la muerte, gran seor sta te escribo... Ayer me dieron la extremauncin, y hoy escribosta: el tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas menguan, y, con todo esto llevo

    la vida sobre el deseo que tengo de vivir, y quisiera yo ponerle coto a la muerte. En los

    momentos finales de lucidez pudo dictar un testamento apresurado, interrumpido a

    ratos por la fiebre: Sepan cuantos esta carta de testamento, de ltima y postrimera

    voluntad vieren, como yo don Miguel de Cervantes Saavedra dejo a mi mujer Aldonza y

    a mi hija Marina los pocos bienes del interno y externo de esta estancia de beneficio de

    cacao

    A los cuatro das, el 23 de abril, compareci don Miguel Cervantes Mazapiltzin

    ante Nuestro Seor para la saca y conducimiento de su espritu, pues ese atardecer

    muri en su lecho. Hallse el escribano presente, relata una breve nota del albacea de

    los escasos bienes heredados a la mujer y a la hija, y dijo que nunca haba sabido que un

    caballero tal hubiese muerto en su lecho tan sosegadamente, y tan cristiano como don

    Miguel; el cual, entre compasiones y lgrimas de los que all se hallaron, dio su espritu:

    quiero decir que se muri.... As, el antiguo gobernador, un alma para la vida eterna, se

    convirti en un hroe de la caridad hasta lo sublime. Cubierto de llagas y atado de

    tentaciones terrorficas, como penitencia en s de todos los pecados, lleg hasta su

    muerte serena, trnsito de santos, entre msica de flautas y coros de indios, siendo su

    muerte y sepelio una especie de cuadro asctico de Zurbarn, animado en el drama de

    estas tierras lejanas que le dieron sepultura.

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