La vaquería

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LA VAQUERÍA

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LA VAQUERÍA

LA VAQUERÍA Y EL LLANO

Cuando sólo existían caminos reales y se arreaba el ganado de Yopal a Villavicencio, cuando existían los llaneros recios, verdaderos centauros del llano, hombres de toro, caballo y soga, héroes anónimos de nuestra patria pioneros de lo que hoy se conoce como la vaquería.

Largas faenas ponían a prueba las destrezas de fuertes hombres que dejaban el alma en algo más que un trabajo. A lo mejor, porque para ellos no era una pesada carga, sino un estilo de vida. Con sus sombreros y sus alpargatas iban a meterle el pecho al llano, a tragárselo montados sobre un caballo y con un escapulario por corazón.

Llaneros que vibraban en las corrientes de los ríos, en la explosión de los truenos, en el galope del potro y en el bramar de las vacas. Aquí está Otoniel Castañeda, más conocido en el llano casanarense como “El Gran Llanerazo ”, un cowboy criollo de hablado recio que sobre su caballo y sin zapatos o cotizas, nos habla de la vaquería. Una profesión que desde pequeño aprendió de sus mayores y que hoy difunde como legado de nuestra cultura.

CANTOS DE VAQUERÍA Acompañar la brega del ganado con voces, cantos o exclamaciones

ha sido una vieja tradición entre los pobladores de las zonas ganaderas de la costa Caribe. Esta clase de interpretaciones, con supervivencias españolas en la manera como se arrastra la voz y en los arabescos del canto, fueron adoptadas y transformadas por los grupos de mulatos y zambos del litoral. La ejecución de las glosas se efectúa con una entonación más bien simple del cantador, quien improvisa de manera individual y a capela las coplas, quintillas o sextillas. La décima o espínela es la forma poética más común de las vaquerías. Dicha métrica se estructura sobre la base de la concordancia entre los versos, debiendo rimar el primero, cuarto y quinto; el segundo y tercero; el sexto, séptimo y décimo, y el octavo con el noveno. Dicho arreglo estructural exige de una memoria excepcional por parte de los glosadores, quienes al alargar los sonidos de forma particular generan una atmósfera que se caracteriza por su dejo especial. En las sabanas de Bolívar y en Córdoba los intérpretes de vaquerías sobresalen porque son verdaderos prodigios de habilidad.

¡Haaale! ¡Haale! Mariposa! que ya vamos a llegar; ¡Uy! ¡Jujuy! mi compañera ya te vamos a ordeñar...

*Buscando la punta el monte se voló el toro matreto El rey de los cimarrones, se voló pa’l otro lao Y si llega a la montaña...Se perdió! Y si llega a la montaña...Se perdió!

Buenas tardes don Tomás! Buenas tardes don Tomás! Traigo diez potros cerreros Con su viaje de ganao Desafiamos los espantos y peligros del sendero Solo falta un toro criollo que en el monte se ha quedao

El rey de los Cimarrones...se escapó! El rey de los Cimarrones...se escapó! Pero si un día usted lo quiere recobrar Lo encuentra en las montañas del Cesar Pero no ha nacido quien

pueda enlazar a un toro en las montañas del Cesar

TRABAJO DEL LLANO El trabajo de llano es una actividad propia del

Llanero. Hoy convertida en un atractivo turístico donde participan turistas. Nace de la relación estrecha del llanero con la actividad ganadera en lo que se refiere a las labores de vaquería, tales como marcar, vacunar, ordeñar, enlazar, montar, entre otros, el ganado.

El llanero empieza su día hacia las tres o cuatro de la mañana, cuando ensilla su caballo y sale a la sabana a reunir el ganado, arriarlo y llevarlo hacia el corral, para enlazar y herrar las reces, u otras tareas que se necesiten llevar a cabo. A partir de estas actividades, se crearon los torneos de vaquería, realizados en fincas turísticas o parques temáticos, como producto turístico donde se forman equipos de cuatro personas, incluyendo una mujer, quienes deben desarrollar las pruebas de enlazada del becerro a caballo, herrada del becerro, el ordeño de la vaca mañosa, monta del potro cerrero, monta del toro matrero, carrera de caballos, el pilonero, el leñador y, quizás la prueba más famosa, el coleo criollo.