La universidad de reforma como univ del s xxi

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1 Conferencia Internacional « LA UNIVERSIDAD DEL SIGLO XXI » Brasilia, 25 al 27 de Noviembre 2003 ********* P O N E N C I A “LA UNIVERSIDAD SE REFORMA… ¿CÓMO?” 1 Rigoberto Lanz Resumen La transformación universitaria que está en todas las agendas de todos los países del mundo comporta la paradójica circunstancia de que cuanto más se le proclama menos se hace, cuanto más se habla de ella menos ocurre como experiencia tangible. Ello no puede explicarse sólo por obra de la manipulación, el oportunismo y la mala fe. Deben habitar allí razones poderosas que terminan imponiéndose por encima de la voluntad y las buenas intenciones de legiones de funcionarios que trabajan intensamente para el cambio; siempre con un mismo resultado: en el fondo, las cosas permanecen en su mismo lugar. Esta presentación intenta hacerse cargo de la pregunta crucial por las reformas: ¿Dónde están los obstáculos de los cambios? ¿Cuáles son las fuerzas que impiden las transformaciones que mayoritariamente se demandan con urgencia? Sobre manera, ¿Cómo habilitar estrategias exitosas que puedan permanecer como experiencias irreversibles? Se trata de indagar estos problemas, tanto en el terreno del pensamiento de la reforma (campo en el cual se libra un debate teórico muy complejo), como en la dimensión de la “Ingeniería académica”(terreno en el cual se plasma la posibilidad concreta de cualquier iniciativa de reforma) 1 Es importante tener como antecedentes de esta reflexión los textos que han sido producidos para eventos de discusión de la cuestión universitaria : “Lo que reforma quiere decir” y “¿Quién le teme a las reformas?”. En esos materiales ha quedado establecido un cuadro en el que se tipifican las experiencias más comunes en materia de reformas y, al mismo tiempo, los obstáculos y adversarios más recurrentes de estos procesos.

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Conferencia Internacional

« LA UNIVERSIDAD DEL SIGLO XXI » Brasilia, 25 al 27 de Noviembre 2003

*********

P O N E N C I A

“LA UNIVERSIDAD SE REFORMA… ¿CÓMO?”1 Rigoberto Lanz

Resumen

La transformación universitaria que está en todas las agendas de todos los países del mundo comporta la paradójica circunstancia de que cuanto más se le proclama menos se hace, cuanto más se habla de ella menos ocurre como experiencia tangible. Ello no puede explicarse sólo por obra de la manipulación, el oportunismo y la mala fe. Deben habitar allí razones poderosas que terminan imponiéndose por encima de la voluntad y las buenas intenciones de legiones de funcionarios que trabajan intensamente para el cambio; siempre con un mismo resultado: en el fondo, las cosas permanecen en su mismo lugar. Esta presentación intenta hacerse cargo de la pregunta crucial por las reformas: ¿Dónde están los obstáculos de los cambios? ¿Cuáles son las fuerzas que impiden las transformaciones que mayoritariamente se demandan con urgencia? Sobre manera, ¿Cómo habilitar estrategias exitosas que puedan permanecer como experiencias irreversibles? Se trata de indagar estos problemas, tanto en el terreno del pensamiento de la reforma (campo en el cual se libra un debate teórico muy complejo), como en la dimensión de la “Ingeniería académica” (terreno en el cual se plasma la posibilidad concreta de cualquier iniciativa de reforma)

1 Es importante tener como antecedentes de esta reflexión los textos que han sido producidos para eventos de discusión de la cuestión universitaria : “Lo que reforma quiere decir” y “¿Quién le teme a las reformas?”. En esos materiales ha quedado establecido un cuadro en el que se tipifican las experiencias más comunes en materia de reformas y, al mismo tiempo, los obstáculos y adversarios más recurrentes de estos procesos.

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La reforma que todos queremos…tal vez La universidad no parece estar reformándose en el sentido de

programas concertados democráticamente, con agendas bien estructuradas y con liderazgos visibles que asuman los costos de estos procesos hasta sus últimas consecuencias. No hay evidencias de procesos direccionados que estén tocando la raíz de los problemas estructurales tantas veces diagnosticados por los más diversos sectores. La impronta neoconservadora parece impregnar los ambientes académicos más dispares en América Latina. Los intentos de reformas no logran traspasar la barrera de modestos ejercicios de agiornamentos que resultan inofensivos respecto a la envergadura de los problemas planteados en todos lados. ¿Pesimismo?

Ello pone de relieve de un modo políticamente incontestable que la cuestión de la puesta en escena se ha convertido en un problema de primer orden para todas las tendencias y operadores que tienen en agenda la idea de reforma universitaria. Es cierto que ha desaparecido en cierta forma el maximalismo de una transformación radical de la universidad. El discurso dominante, en la izquierda y en la derecha, está recortado por los imperativos pragmáticos de la “gobernabilidad”.Los programas que se toman en serio una visión epistemológica y socio-cultural de la universidad en una época posmoderna, en verdad son muy escasos. Por ello luce muy claro que el inmovilismo reinante no se debe en absoluto a la presencia de consignas estridentes frente al “fin de la universidad” o a políticas ultra-izquierdistas que estén bloqueando el juego en su interior. Ese congelamiento que se observa en todos lados proviene de otras fuentes. Habría que buscarlas por los lados de la crisis misma de la Modernidad que nutrió durante siglos las reglas de sentido para una cierta visión de la Educación. También en los paradigmas exhaustos de una izquierda universitaria que hace ya mucho dejó de pensar en la utopía de otro modo enseñar y de formarse (que dejó de pensar, para ser más precisos)

Por su lado, la derecha ilustrada no tiene muchas ganas de sobreponerse al modelo simple de una educación hecha a la medida de los requerimientos empresariales más inmediatos. Toda la ideología “modernizadora” de las agencias internacionales, de gobiernos y corporaciones diversas no es otra cosa que el acoplamiento pragmático de un modelo de educación entendido como extensión de los departamentos de recursos humanos hacia los sistemas educativos. Todo el resto es retórica para adornar escenarios. Lo que cuenta en

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verdad es garantizar un proveedor confiable en materia de profesiones, desarrollo tecnológico y formación gerencial. Cosas tan pasadas de moda como “humanidades”, artes, filosofía, literatura y demás cosas inútiles de ese género deberían ser cargadas a los presupuestos de la seguridad social. Este es el verdadero paradigma educativo que cualquier tecnócrata tiene en mente y que por un exceso de pudor disimula con ambilicamientos linguísticos tales como “desarrollo nacional”, “relación universidad-empresa”, “educación para el trabajo” y trucos parecidos.

Los Estados (en América Latina este concepto debe ser tomado con extrema precaución pues suele ser sinónimo de “los gobiernos”) tiene una pobre capacidad para hacer pasar cualquier política hacia el mundo universitario. Intenciones, propósito e intereses sobran. Lo que ha faltado históricamente es la capacidad para traducir esas políticas en vida universitaria real. Pero además luce un poco extravagante pretender que algún gobierno latinoamericano tenga algo decente que proponer en el terreno académico. Por ello la experiencia durante décadas ha sido siempre el pugilato por los presupuestos “justos” y la nunca acabada lucha por preservar la autonomía (autonomía que suele querer decir: protección frente a la barbarie)

La reforma que ha fracasado no es ya la utopía de la “Revolución universitaria” inspirada en el “Mayo francés”, ni una “Reforma de Córdoba” versión Siglo XXI, ni la “Renovación Académica” estilo venezolano en los años sesentas. La constatación de hoy se refiere muchísimo más modestamente a la inviabilidad de agendas tan consensuadas como las diversas Conferencias de UNESCO sobre este tema (que podrían tomarse como el denominador común que sirve de base para todas las planes de reformas que se van confeccionando en cada país en la última década)2

Así pues, nos encontramos hoy con cuadro paradojal en el que conviven ambiguamente las iniciativas de reformas universitarias siempre en trance agonístico, con las tendencias inerciales que sólo pueden ocuparse precariamente de las rutinas administrativas del funcionamiento diario de cada universidad. En ese marco queda poco margen para estrategias de envergadura que desplacen los enfoques y los problemas hacia una visión de nuevo tipo, es decir, que asuma seriamente la cuestión del pensamiento de la reforma como parte esencial de las estrategias de cambio y que, al mismo tiempo, sea capaz de gestionar procesos específicos de transformación profunda de la propia lógica en la que se funda la vieja universidad.

2 No hay dudas del papel que ha jugado la Conferencia sobre Educación Superior de UNESCO del año 1998, balanceada en junio del año 2003 en sus alcances y formulaciones.

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En este estrecho margen de maniobras es posible apostar a una progresiva radicalización de la crítica del status quo dominante que intente articularse con una gran diversidad de movimientos corpusculares que se esfuerzan por producir en el terreno alternativas de diverso grado a los procesos complejos que allí se dan: en el terreno curricular, en el campo de la investigación, en las formas de gobierno, en la articulación de los diversos actores, en la reorganización de los saberes, en la rearticulación con la sociedad, en la construcción de otras formas de gestión, en los equipamientos tecnológicos, en la innovación de modalidades de estudios, en el combate intransigente a las lógicas excluyentes, etc.

Me parece que el experimento de la década de los noventas arroja un amplio repertorio de lineamientos que pueden tomarse como patrimonio común. El saldo en rojo está del lado de las escasas reformas logradas en lo que respecta al modelo mismo de universidad heredada. Es allí donde se impone hoy una nueva mirada estratégica para romper el círculo vicioso de cuantiosísimos recursos humanos en juego, un enorme desperdicio de oportunidades y una vuelta patética al mismo punto de partida. No es posible romper este círculo perverso con el eufemismo de que “la universidad está en constante cambio”. Está suficientemente claro que no hay inercia burocrática que conduzca espontáneamente a las transformaciones significativas.

Para producir reformas sostenibles De la argumentación desarrollada con anterioridad se desprenden

diferentes cursos de acción que podrían habilitar un horizonte menos funcional al estado de cosas dominante, menos conformado a las reglas de reproducción de lo existente. Tales líneas de acción podrían condensarse en las siguientes indicaciones:

** Parte de los problemas de la reforma universitaria es el debate mismo sobre las ideas que predominan en el mundo académico. No hay reforma sin una visión teórica de la universidad y la sociedad. El modo de pensar está en juego en las estrategias de reformas que van al fondo de los problemas. Por ello es esencial que en la agenda de discusión aparezca claramente caracterizada esta dimensión capital de la realidad que queremos transformar.

** Es preciso superar la pretensión de una reforma tan

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totalizante que se hace inviable desde el punto de vista práctico. Una visión global de la universidad no equivale a un plan “total” de cambios que asume al mismo tiempo niveles de complejidad inmanejable. Es verdad que todos los procesos universitarios están en crisis y deben ser revisados a fondo. Pero de allí no se sigue que debamos comprometernos con mega-reformas que suelen fracasar justamente por la variable de la “gobernabilidad”. La cuestión es generar cambios “microfísicos” que sean consistentes con la concepción integral de los procesos.

** Las reformas universitarias no tienen protagonistas privilegiados que estén anticipadamente imbuidos de alguna cualidad superior. Las fuerzas político-intelectuales que se requieren para estos cambios se construyen en la transversalidad de la experiencia, en los nuevos modos de agenciar acuerdos, en la calidad de las propuestas, en la capacidad para gestionar los conflictos que inevitablemente acompañan a estos procesos.

** Las reformas no son posibles como exclusiva competencia de agentes externos (El Estado, el gobierno, agencias internacionales); pero tampoco son viables por una espontánea generación de las condiciones internas de cada institución. He allí la imperiosa necesidad de triangular iniciativas, proyectos y acciones de variada envergadura donde se involucren –simultáneamente—los sectores sociales que demandan crecientemente rendición de cuentas a la universidad, los operadores de políticas públicas, los actores internos portadores de una voluntad de transformación. Es ese el triedro generador de nuevas posibilidades en el que ha de apoyarse cualquier planteamiento de reforma.

** Hay reformas que conducen a otras reformas y éstas a su vez a nuevas reformas. De lo que trata es de identificar y privilegiar aquéllos procesos en los que este “bucle recursivo” puede ser estimulado por una acción concertada. Para ello no hace falta postular consignas estridentes en nombre de la razonable voluntad de ir al fondo de los problemas. Basta que un proceso se dispare para que, en ciertas condiciones propicias, genere un dinamismo irreversible.

** Potenciar la experiencia singular de cada localidad con las redes mundiales que difunden, recuperan y sistematizan esas experiencias en niveles superiores. La redificación de las reformas universitarias contiene en sí misma un potencial político que puede reinsertarse en cada proceso propulsando nuevos objetivos y nuevas calidades para la acción3.

3 La experiencia del “OBSERVATORIO DE REFORMAS UNIVERSITARIAS” (ORUS)

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** El fortalecimiento de instancias internacionales con capacidad de arbitraje en el terreno, con competencias intelectuales en la generación de conocimientos en el área, con capacidad de convocatoria para concertar iniciativas y proyectos de transformación: he allí una línea de trabajo que puede conjugarse eficazmente con otras modalidades de acción.

Caracas, Noviembre 2003

ilustra bien esta fuerza potencial que genera la sinergia entre procesos tan lejanos físicamente y tan cercanos en su sentido y naturaleza.