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COMUNICACIÓN LA TRADUCCIÓN DE LAS SÁTIRAS DE PERSIO DE DIEGO LÓPEZ Francisca MOYA Milagros DEL AMO Filomena FORTUNY Universidad de Murcia Pocos datos tenemos sobre la vida de Diego López; la mayoría de ellos los ofrecía ya Nicolás Antonio 1 ; sabemos que nació en Valencia de Alcántara, pro- vincia de Cáceres, y que se dedicó durante muchos años a la enseñanza de las len- guas clásicas en Toro, Mérida, Olmedo, y también en otras ciudades, como Cáce- res o Santo Domingo de la Calzada 2 ; y conocemos igualmente sus intereses inte- lectuales; nos los muestran los mismos títulos de sus trabajos, que se ocupan de * Este trabajo se inserta en el Proyecto DEGES PB98-0393. ' Nicolás Antonio, Biblioteca Hispana Nova. Madrid 1783,1, p. 294 nos ofrece los datos fundamen- tales y allí la relación de sus obras: Las obras de Virgilio traducidas en prosa Castellana. Pinciae 1601 (después en 1614 en Madrid); Aulo Persio traducido en lengua castellana con declaración magistral, Bur- gis 1609 (se reedita con Juvenal en 1642); Los nueve libros de los exemplos, y virtudes morales de Valerio Máximo, traducidos, y comentados, Hispali 1631; Declaración magistral sobre las satyras de Juvenal. Ma- triti 1642; Emblemas deAlciato con la explicación del Autor, Naxerae 1615 (segunda edición en 1655); Co- mento en defensa del libro quarto de la Arte Gramática del maestro Antonio de Nebrissa. Salmanticae 1610 (y Matriti 1652). También menciona un poema latino dedicado al Brócense {Mopsum Eglogam in obitu Francisci Sanctii Brocensis); sobre su poesía puede verse L. Merino Jerez, «Nota a la poesía latina del hu- manista extremeño Diego López», Anuario de Estudios Filológicos, Cáceres X, pp. 229-244. 2 Completan los datos ofrecidos por Nicolás Antonio, J.A. Izquierdo Izquierdo, Diego López o el vir- gilianismo español en la Escuela del Brócense. Institución Cultural «El Brócense», Cáceres 1989 (cf. so- bre todo, pp. 18-19); L. Merino, «Diego López o la presencia de la «Minerva» en el «Arte reformado» de Nebrija», Actas IV Simposio Internacional IV Centenario de la Publicación de la Minerva del Brócense, Cáceres 1989,p. 190;yG. Morcillo Expósito, La gramática de Diego López, Estudio, edición y notas, Uni- versidad de Extremadura, pp. 21 -24. Las portadas de sus ediciones son fuente de información; así, en la del Commento se lee que era «Cathedratico de Latinidad y Letras humanas» en Santo Domingo. En la por- tada de su traducción de Virgilio se informa de que era Preceptor de la ciudad de Olmedo; de Toro lo era en el momento en que sale a la luz su «Persio»; su «amistad» con Céspedes se deduce de esta misma, etc.

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COMUNICACIÓN

LA TRADUCCIÓN DE LAS SÁTIRAS DE PERSIO DE DIEGO LÓPEZ

Francisca MOYA Milagros DEL AMO

Filomena FORTUNY Universidad de Murcia

Pocos datos tenemos sobre la vida de Diego López; la mayoría de ellos los ofrecía ya Nicolás Antonio1; sabemos que nació en Valencia de Alcántara, pro­vincia de Cáceres, y que se dedicó durante muchos años a la enseñanza de las len­guas clásicas en Toro, Mérida, Olmedo, y también en otras ciudades, como Cáce­res o Santo Domingo de la Calzada2; y conocemos igualmente sus intereses inte­lectuales; nos los muestran los mismos títulos de sus trabajos, que se ocupan de

* Este trabajo se inserta en el Proyecto DEGES PB98-0393. ' Nicolás Antonio, Biblioteca Hispana Nova. Madrid 1783,1, p. 294 nos ofrece los datos fundamen­

tales y allí la relación de sus obras: Las obras de Virgilio traducidas en prosa Castellana. Pinciae 1601 (después en 1614 en Madrid); Aulo Persio traducido en lengua castellana con declaración magistral, Bur-gis 1609 (se reedita con Juvenal en 1642); Los nueve libros de los exemplos, y virtudes morales de Valerio Máximo, traducidos, y comentados, Hispali 1631; Declaración magistral sobre las satyras de Juvenal. Ma­triti 1642; Emblemas deAlciato con la explicación del Autor, Naxerae 1615 (segunda edición en 1655); Co­mento en defensa del libro quarto de la Arte Gramática del maestro Antonio de Nebrissa. Salmanticae 1610 (y Matriti 1652). También menciona un poema latino dedicado al Brócense {Mopsum Eglogam in obitu Francisci Sanctii Brocensis); sobre su poesía puede verse L. Merino Jerez, «Nota a la poesía latina del hu­manista extremeño Diego López», Anuario de Estudios Filológicos, Cáceres X, pp. 229-244.

2 Completan los datos ofrecidos por Nicolás Antonio, J.A. Izquierdo Izquierdo, Diego López o el vir-gilianismo español en la Escuela del Brócense. Institución Cultural «El Brócense», Cáceres 1989 (cf. so­bre todo, pp. 18-19); L. Merino, «Diego López o la presencia de la «Minerva» en el «Arte reformado» de Nebrija», Actas IV Simposio Internacional IV Centenario de la Publicación de la Minerva del Brócense, Cáceres 1989,p. 190;yG. Morcillo Expósito, La gramática de Diego López, Estudio, edición y notas, Uni­versidad de Extremadura, pp. 21 -24. Las portadas de sus ediciones son fuente de información; así, en la del Commento se lee que era «Cathedratico de Latinidad y Letras humanas» en Santo Domingo. En la por­tada de su traducción de Virgilio se informa de que era Preceptor de la ciudad de Olmedo; de Toro lo era en el momento en que sale a la luz su «Persio»; su «amistad» con Céspedes se deduce de esta misma, etc.

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explicar y traducir a Virgilio, Persio, Juvenal o Valerio Máximo, pero también a otros autores más cercanos en el tiempo, como Alciato, o de mostrar sus conoci­mientos gramaticales, como hace en su comentario a la sintaxis de Nebrija. Sa­bemos que fue alumno del Brócense y de su admiración a Baltasar de Céspedes. De sus trabajos, todos, prácticamente, en castellano puede deducirse también la voluntad de López de hacer accesibles a un público, que no poseía los conoci­mientos requeridos para entender la lengua latina, unas obras dignas, en su opi­nión, de ser leídas.

Los juicios acerca de Diego López oscilan entre los de quienes afirman, co­mo Díaz y Pérez3, que fue uno de los latinistas más famosos de su época, y los más ponderados de Menéndez Pelayo, que reconocía sus condiciones de gramáti­co y traductor4, e incluso un buen conocimiento de los autores latinos, aunque sin apreciar demasiado sus comentarios5.

Aparte de estos juicios de valor generales, y afirmaciones no fundamentadas6, hoy disponemos de buenos estudios, los ya citados de Izquierdo Izquierdo, Meri­no Jerez o Morcillo Expósito, que contribuyen a un mejor y más exacto conoci­miento de la obra de López. Por nuestra parte creemos que volver a publicar, co­mo pretendemos, su traducción y comentario de Persio, del que, curiosamente, na­da dice Menéndez Pelayo, contribuirá a saber más de esta figura y de su obra. Nos ocupamos ya de ella.

En 1609 ve la luz la obra Aulo Persio Flacco, traduzido en lengua castellana, por Diego López, natural de la Villa de Valencia, Orden de Alcántara, y Precep­tor en la ciudad de Toro. Con declaración Magistral, en que se declaran todas las Historias, Fábulas, Antigüedades, Versos dificultosos, y moralidad que tiene el po­eta. Dirigido al Maestro Balthasar de Céspedes, Cathedratico de Prima de Lati­nidad, y Letras humanas, en la insigne Vniversidad de Salamanca. Con Privile­gio. En Burgos, por luán Baptista Varesio. 1609. A costa de Geronymo de Yepes1.

En ella, como el título indica, lleva a cabo una disertación-explanación de las sátiras de Persio, en la que se da claridad a lo que resulta difícil, sean mitos, ins­tituciones, costumbres, léxico o gramática, teniendo muy en cuenta sus valores

3 Díaz y Pérez, N., Diccionario de extremeños ilustres. Madrid 1884, v. I, p. 496. 4 Cf. M. Menéndez Pelayo, Bibliografía Hispano Latina Clásica, Santander 1952, v. VIII, p. 187. A

propósito de la traducción de Valerio Máximo, decía: «Diego López era un buen gramático y trabajó con fruto en la interpretación de los clásicos latinos. Pero sus traducciones, aunque fieles y exactas por lo co­mún, no pueden estimarse como obras propiamente literarias porque nunca se propuso más fin que el mo­destísimo de ayudar a los estudiantes».

5 Ibid. p. 180, también en relación al comentario de Valerio Máximo: «Es comentario indigesto y na­da crítico, pero prueba lo muy familiares que eran a Diego López todos los autores latinos».

6 No es cierto que sus obras fuesen destinadas sólo a ayudar a sus estudiantes. La lectura de sus «de­dicatorias», como la de Persio, a la que nos referiremos luego, habla de un público mucho más amplio; en cuanto a que su comentario sea «indigesto», no es más indigesto ni menos critico que otros, como puede mostrar la simple comparación de ellos.

7 Fue reeditada en 1642 junto con su Declaración magistral sobre las satyras de Juvenal, Madrid 1642. Esta reedición habla por sí misma de la aceptación y éxito del trabajo de López, como lo hace un curioso manuscrito, el Madrid BN 6804; es una copia, debida a varias manos y que se prolonga entre 1634 y 1635.

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morales, y en la que se incluye la traducción da las mismas. Cuando decimos «in­cluye» queremos indicar, que la declaración va acompañada de la traducción, que supone, naturalmente, el vehículo más directo de entender las palabras latinas de Persio.

López distribuye el texto de Persio en pasajes que mantienen una unidad de sentido, lo reproduce y a continuación sitúa su declaración, en la que en un con-tinuum, como veremos, separa los elementos de la frase latina, que traduce, co­menta y explica. De ese conjunto hay que extraer la traducción que está, como de­cíamos, incluida en la declaración.

Con las dificultades que conlleva y sin poder estar del todo seguros de haber logrado ser del todo fieles al trabajo de López, hemos separado del conjunto la traducción de las sátiras, que representa la primera traducción de Persio que se pu­blica en España. Tiene el innegable mérito de ser la primera traducción castellana y merece, en nuestra opinión, ser conocida y ser tenida en cuenta.

Pero antes de continuar se nos va a permitir un pequeño excurso; venimos ha­blando de la primera traducción castellana y, sin embargo, sabemos que hubo an­tes al menos otra, no editada, la de Bartolomé Melgarejo. Nicolás Antonio daba cuenta de ella, limitándose a decir que la había visto Tamayo8. También nosotros hemos podido ver esa traducción manuscrita e inédita; está en la Bib. Nacional de Madrid; se trata del manuscrito n.° 3679; no está fechada, pero está dedicada al príncipe Felipe, hijo del emperador Carlos, por lo que es anterior a 1556, fecha en que fue nombrado rey Felipe II.

Es una curiosa versión poética, que se abre con unas dedicatorias en latín, que traduce, una introducción en que da la habitual noticia sobre Persio y sus sátiras, a la que sigue una declaración del contenido y una traducción en estrofas de 10 endecasílabos -silva- en que el autor va glosando o, mejor, parafrasea el texto de Persio, que reproduce en cada caso, con cierta libertad9, insistiendo habitualmen-te el «traductor», de modo exagerado y fuera de lugar, en los valores morales y enseñanza cristiana que comporta, y que se le reconocía, por otra parte, de modo casi unánime.

Aparte de lo dicho al final de la sátira primera («Recuerda Cristiano que tractas leyendo/ las obras piadosas de libros profanos ...»), valgan de ejem­plo de esta manera de trabajar, entre otros, la introducción-resumen a la sátira segunda y la traducción de los cuatro primeros hexámetros de esta sátira.

8 Cf. Nicolás Antonio BHN, Madrid 1783, vol. I, p. 199; en la entrada BARTHOLOMAEUS MELGAREJO decía literalmente: «Toletanus, Hispane interpretatus est, scholiisque adornavit Las Satyras deAulo Persio. MSS. In folio. Vidit D. Thomas Tamajus». También por Nicolás Antonio (BHNv. II, p. 44) sabemos de otra traducción, manuscrita, que no hemos visto, de Luis Jerónimo de Sevilla; de él se limita a decir que era de padres belgas, nacido probablemente en Sevilla, y que tradujo al español las Sátiras de Persio («quae mss. Visae sunt a nonnemine in 4.»).

9 No sólo no es fiel a la letra del texto, sino tampoco lo es siempre al espíritu; a ello se añade que no existe correspondencia entre el número de versos latinos y los castellanos, pues una estrofa de ocho ver­sos puede traducir de dos a seis hexámetros latinos.

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Dice así la introducción:

La segunda, reprobando/ los que rezan por maldades/ de sus proprias vo­luntades,/ te amonesta predicando,/ cristiano, que a Dios orando/ huyas tus sensualidades.

En cuanto a II 1-4, en que se habla de cómo se deben celebrar las festivida­des, en concreto la del cumpleaños, con oblaciones a la divinidad y adecuadas ora­ciones:

Hunc Macrine diem numera meliore lapillo, Qui tibí labentes apponat candidos annos. Funde merum genio non tu prece posees emaci Quae nisi seductis nequeas committere divis10.

traduce Melgarej o ":

Señala Macrino con piedra mejor Aquese tu dia natal de plazer, La qual con las otras de cuento mayor Vencidas las negras de vida peor, Te puedan tus años mejores hacer Y vierte el vino por bien merescer Al genio dios padre de generaciones Y pide sin ruegos del enriquescer Que muchos no pueden a Dios ofrecer Sino es en secreto vendiendo oblaciones.

Otro ejemplo digno de recuerdo es el de la traducción de una parte de la sú­plica que una abuela o tía, que piden entre otras cosas para el niño que, cuando sea joven, las muchachas se enamoren de él y lo rapten o que nazcan rosas por donde él pise12; en Melgarejo se puede ver cómo colma de contenido la significa­ción del verbo rapere, y cómo las mozas, a juicio de las «abuelas», no sólo van a enloquecer al contemplar la belleza del joven, sino que se van a convertir casi en «violadoras»13.

'" El texto está sin ninguna puntuación; ofrece apponat, candidos y posees, frente a apponit, candi-dus y poséis de López.

" Frente a ella veremos la concisión de López: «O amigo Macrino, cuenta este dia con mejor piedra, la qual piedra blanca te pone los años que van passando. Derrama vino á tu Dios. Tu no pides á Dios, con ruego comprador, las cosas que no pudieras confiar á los Dioses, sino apartados y en secreto». Al hablar de «piedra blanca» añade: «O el qual dia que ha de ser contado y señalado con piedra blanca».

12 Leemos en Persio: Puellae/ Hunc rapiant, quicquid calcaverit hic rosa fíat. (II 37-38), y lo vierte Melgarejo de esta manera: «También asimismo que de enfurecidas / Las mocas los busquen y quieran forcar / Y cuanto hollaren se tornen luzidas / Myll rosas hermosas y muy florescidas / Sin nunca hollando po­derles cessar».

13 Además de estos matices, añade Melgarejo lo que no está en Persio; así, y sirviéndole de enlace, continúa la estrofa: «Aquestas señoras de tal razonar / Querían sus nietos con tales sermones». Diego Ló­pez, sin embargo, se limitará a un: «Y las donzellas le arrebaten para entretenerse con el, y qualquiera co­sa que este pisare se haga rosa», en donde también explícita, pero de modo más sutil, el valor contextual de rapiant.

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Con estos ejemplos de la obra de Melgarejo, que hemos querido hoy, de al­guna manera, «presentar en sociedad» en este Congreso, abandonamos este largo paréntesis, que habla por sí mismo de un hecho importante y constatado, el enor­me éxito de la obra de Persio.

De este éxito de Persio daban cuenta, primero, las ediciones y comentarios la­tinos de que había sido y seguía siendo objeto14 y, después, las declaraciones y tra­ducciones en lenguas vernáculas15; de estas últimas sólo hemos podido localizar, anterior a la de López, la de Vallone16. No podemos estar seguros de que López la conociera, aunque es probable, pero lo que sí podemos afirmar es que este traba­jo, como el de López, tiene en cuenta o, mejor, sigue de cerca los comentarios de los humanistas anteriores, pero sobre todo y de modo particular el comentario de Nebrija17.

Las razones por las que López se decide a traducir a Persio son fáciles de de­ducir. La traducción es, en principio, un ejercicio de escuela, que fomenta la co­pia, que enriquece la lengua, que estimula la creación literaria, que acerca -in­cluso al propio traductor- a obras dignas de ser conocidas en profundidad y ser transmitidas, ya por su belleza, sus conocimientos de cualquier tipo, sus valores morales. Esto es tan evidente y conocido que no necesita más palabras. Persio era, además, y desde antiguo, un autor de escuela. Diego López decidirá facilitar el ac­ceso al autor satírico a los hablantes de la lengua castellana18.

Pero veamos qué nos dice López. Leemos en su edición de 1609 en el Prólo­go al lector:

«Forzado con los ruegos de algunos amigos que vieron esta declaración Ma­gistral, hecha sobre las Seys Satyras de Persio, no con proposito de sacar­la a la luz, sino simplemente para entenderlas para mi solo, huue de publi­carla, aunque muchas vezes me escuse, diziendo que era materia digna de otro ingenio mas agudo, mas limado y mas sutil que el mió19. Pero en fin,

14 Acerca de cuáles fueron los comentarios más destacados de Persio anteriores al trabajo de López, en especial los que realizaron los humanistas, puede verse, en este mismo volumen, F. Fortuny - M. del Amo - F. Moya, «Presencia de los humanistas en el Comentario de Diego López a Persio», sobre todo, no­tas 3 y 5.

1 s Tenemos noticias de una traducción francesa en verso, debida a A. Foulon, la cual vio la luz en 1514; la segunda traducción francesa -con comentario- sería la de G. Durand, en 1575; otra, de 1603, es la de Sueur; en Italia en 1576 se publicó la de Giovanni Antonio Vallone, la que se dice la primera traducción en prosa. Por otra parte, por lo que se refiere a la lengua inglesa, sabemos que en 1616, se publicó la de Bar-tenio Holyday. Cf. J.G. Th. Graesse, Trésor de livres rares et précieux, Milano 1993 (=1864), vol. V, pp. 209-215, y en el vol. III de F. Cranz - P. Kristeller, Catalogus translationum et commentariorum. Medioe­val and renaisssance latín translations and commentaries, Washington, 1976, el artículo «Persius» (pp. 201-312), por M. Robathan y F. Cranz, p. 208. Anteriores a la de López fueron, por tanto, las de Foulon, Durand y la de Vallone; la de Sueur también lo sería si nos fiamos de la censura de 1602 (así consta en la edición de 1609), que supone que la obra estaba terminada ya en esa fecha.

" Un ejemplar de esta edición -del que poseemos copia- se halla en la Biblioteca de León. 17 Las cualidades del comentario de Nebrija, como ya han sido puestas de manifiesto (Cf. M. del Amo

Lozano, Los comentarios de Nebrija a Persio. Edición y estudio, Universidad de Murcia 2000), justifica la dependencia, que ahora podremos ilustrar en nuestro autor.

18 Otras y semejantes razones le llevaron a ocuparse de Juvenal, Virgilio o Valerio Máximo. " Así lo repite en la Dedicatoria de su obra a Baltasar de Céspedes.

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no pudiendo satisfazerlos de otra manera que sacándola a la luz, determi­ne poner el Romance con la orden de la construcción, junta con el Latín, porque de otra suerte fuera áspero, desabrido, y muy suelto, pero desta ma­nera haze consonancia, y da gusto, como se vera. Declaranse todas las fá­bulas, historias, antigüedades, y difficultades que tiene, y si se puede de-zir, todo Persio esta lleno de ellas: y no se yo, que otro Poeta aya encerra­do en tan pocas palabras, tanta doctrina: la moralidad, de la qual declaro en algunos lugares».

Continúa con un resumen de las sátiras y añade:

«La obra es pequeña, pero llena de doctrina: de mi parte puse toda la dili­gencia en declararla, para que casi sin trabajo se pueda entender. Mouiome a ello el dezirme algunos amigos que pocos leyan este autor y que era bien que anduuiesse en nuestra lengua castellana, para que la entendiessen to­dos (...)».

Parece claro, a decir de López, que él había traducido y «declarado» las sáti­ras para poder entenderlas mejor él mismo; y que luego, obligado por sus amigos, las dispuso para su publicación; eligió el modo, es decir, no poner solo la decla­ración en castellano sino acompañarla del latín, ordenando, además, el texto se­gún el orden de palabras de la traducción castellana. Así su obra sería dulce («da gusto», dice), y también útil; era bueno, como decían sus amigos, que la obra la pudiesen entender todos. En sus palabras descubrimos que su deseo de acercar a un autor no le impide reivindicar la necesidad de mantener el texto latino junto al castellano; se trata, pues, en cierto modo, también de la primera traducción bilin­güe en castellano.

En 1642, al editar, comentar y traducir, a Juvenal, añade su anterior trabajo sobre Persio; pero aquí no incluye esta introducción; sin embargo, son bastante in­teresantes algunas de sus palabras dedicadas al lector, en las que conocemos su juicio sobre las traducciones, aunque nada dice de cómo él traduce:

«(...) Me pareció tratar de la antigüedad de las traducciones, y cómo los originales no pierden cosa alguna de su autoridad por andar traduzidos en otras lenguas. Hágalo por satisfazer a los que tienen la opinión contraria. Y comentando por la Divina Escritura, ya se sabe quan antigua es su traduc­ción de Hebreo en Griego por los Setenta Intérpretes, y de Griego en Latín por el Divino Gerónimo, y se le da el mismo crédito y autoridad que a su original».

Insiste López en el provecho de las traducciones y continúa:

«Cicerón traduxo los Tópicos de Aristóteles, como costa escriviendo a Tre-bacio. El venerable Veda las Artes Liberales en su lengua Inglesa. Los Ita­lianos tienen traduzidos muy gran parte de los Autores Latinos en su len­gua, y algunos comentados y con Declaraciones Magistrales, como la de Oracio: y no lo huuieran hecho si entendieran perdía alguna cosa de su au­toridad Latina originaria de que usaron antiguamente. El Gran Brócense

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traduxo en Romance y comento el Epicteto. En él traduxo algunos Salmos el Padre Maestro fray Luis de León, y no lo huviera hecho si entendiera perdían alguna autoridad o crédito del Hebreo su original, por aver sido varón tan observante, tan ilustre y insigne, assi en las Divinas como Hu­manas letras (...)».2°

Es evidente que Diego López es un defensor de la traducción, que alcanza, a su juicio, la misma autoridad que los originales, es decir, él pone, prácticamente, al mismo nivel el texto original y el traducido; recuerda la larga y antigua tradi­ción traductora y cómo en Italia las traducciones en vernáculo son numerosas21; asimismo alaba el papel de transmisoras de conocimientos que ellas tienen y có­mo las ciencias han progresado y sido útiles gracias a ellas (la medicina y sus tra­ducciones del griego al latín es un ejemplo); en el caso de las versiones del latín al castellano gozan éstas de un valor añadido, el que les viene de la categoría in­dudable de nuestra lengua, que López considera tan antigua como la latina y no dependiente de ninguna manera de ella; ambas, dice, han coexistido; ambas se han influenciado, pero nada más22.

Tras sus palabras, vayamos a los hechos, es decir, a la obra de López, para ver su modo de trabajar y cuáles son las características de su traducción (ya hemos ofrecido algunos specimina); hemos elegido el principio de la sátira tercera.

López, como es su costumbre, presenta primero el texto latino a comentar, en este caso nueve versos (no ofrece nunca la sátira entera) y a continuación la de­claración del mismo. Comprobamos que comienza dando cuenta del contenido, lo que sirve de introducción a la sátira, para pasar, sin solución de continuidad, al texto de Persio, que ahora va presentando parcelado y «ordenado», dispuesto pa­ra la traducción; lo hace en cursiva, seguido de la «traducción» castellana, y tras ella, en la mayoría de los casos, de las explicaciones que considera oportunas. Di­ce así23:

«En esta Satyra tercera, reprehende Persio a los floxos y peregosos, y amo­néstalos que, siendo de edad perteneciente24 a las costumbres, pongan todo su cuydado en dar obra a la virtud: y porque pueden después de auer se­guido los vicios boluer al camino de la virtud, vnas vezes reprehende sus malas costumbres, otras vezes los amonesta a la virtud. Iuntamente repre-

20 Hace a continuación una defensa de la lengua «romance» en la que han escrito con elegancia ilus­tres autores y agrega: «Los que esto negaren son poco inclinados a su Patria y descubren la poca afición que tienen de ilustrarla y huyen de la pureza y propiedad de nuestra lengua que en ninguna manera es in­ferior a la Latina, que no es su originaria (...) porque pudo muy bien tomar de la nuestra lo que la nuestra dizen tomó della. Desta opinión es Quintiliano, el qual dize que los Latinos tomaron de los Españoles mu­chos términos que reduxeron a su idioma y esto mucho antes que los Romanos se señorassen de España (...)», y seguirá con su discurso, apoyando su aserto.

21 No menciona ninguna de Persio. 22 Se detiene ampliamente en esta defensa de la igualdad de la lengua latina y castellana, trayendo en

su apoyo palabras de Quintiliano. 23 Reproducimos el texto de la «Declaración», salvo evidentes errores, según la primera edición, y

aportamos las variantes a pie de página. La negrita indica lo que consideramos la traducción. Llamamos A a la primera edición; a la segunda, B.

24 En B: «pertinente».

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hende a los que por regalo no quieren estudiar, y pone los achaques que te­nian, y entra vno despertando a los que dormían, diziendo, hoc nempe as-sidue, scilicet,/??, hazese ciertamente esto continuamente. Porque si no se haze continuamente cosa tolerable es, porque de hombres es errar vna vez: tam clarum mane, ya la clara mañana, intrat fenestras, entra por las ventanas, et extendit lumine, y estiende con la luz, y haze mayores, rimas augustas, las angostas aberturas de las puertas, y dize esto por lo que vemos que, entrando el sol por vna hyenda25, o abertura de puerta, siempre parece mayor de lo que es, sternimus, roncamos, dize roncamos, diziendo de si propio, para que pueda dezir de los otros, quod sufficiat, lo que bas­te, despumare, recozer, falernum indomitum, el vino crudo. Llamase el vi­no falernum, porque Falerno, era vn campo donde auia viñas que dauan buen vino, y llámale indomitum porque auian beuido demasiadamente, y deuian de auerse acostado hartos de vino, dum pro doñee, hasta que, linea, la raya, tangitur, se toca, quinta umbra, en la quinta sombra: quiere de­zir, auemos de dormir hasta las onze, porque a esta hora significa, y en­tiéndese desta manera. Los Romanos tenian en este tiempo, o auian tenido en el passado, reloxes de Sol, y hazian los dias de doze horas y, teniendo vn circulo quadrado, señalauan en el las horas, y en medio estaua vna li­nea, y auia en medio délas doze rayas vna linea, y quando el Sol daua en la primera raya, era vna hora, y en la segunda dos, y assi en las de mas yua subiendo y acrecentando el numero de las horas, y como el Sol llegaua a la sexta raya era medio dia: pero aqui quiere dezir, que eran las onze, por que la linea llegaua a la quinta raya: y que signifique a esta hora, entiéndese de lo que luego añade mas abaxo, diziendo, en quidagis, ola, qué hazes?, co­mo si dixera, levántate, auemos de dormir todo dia, canícula, la estrella Canícula, la qual esta en el signo del León, la qual es muy calurosa, y de-11a se llaman los Caniculares, insana, furiosa con el calor, iamdudum co-quit, ya ha rato que seca, messes, las miesses y sembradas, et omne pe-cus, y todo el rebaño de ganados, est sub ulmo patula, esta debaxo del olmo, que le haze sombra con los ramos y hojas: porque a esta hora el ganado se recoge a la sombra, donde passa la siesta, y la tuerca del sol, unus ait comitum, dize uno de los compañeros, verumne? por ventura es ver­dad? itane? es assi? esto dize y responde vno de los que dormían, perezo­so, y sin cuydado, al que los despertaua, oeyus aliquis huc adsit, venga lue­go aqui vno de mis criados, que me de de vestir, y calcar, nemon, idest, nemone adest, ninguno de vosotros viene. Esto dize enojado viendo que ninguno venia, bilis vitrea, la colera clara como vidrio, y llámala assi, por­que assi como lo que esta dentro de un vaso de vidrio se ve, porque es trans­parente, ni mas ni menos la colera, en la qual esta puesta y sentada la ira, descubre y manifiesta las costumbres de los hombres, y el enojo, o llama-la vitrea, porque, como el vidrio quando lo hazen se hincha con el soplo,

2S B: «un resquicio». «Hyenda» es un «extremeñismo», que fue corregido en la segunda edición.

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ni mas ni menos la colera crece, y se ensoberuece26 el hombre que la tiene: finditur, deshazese con colera, porque no viene el criado, credas rudere pe­cuaria Arcadiae: creerás, en quanto riñe con los criados, que roznan las bestias de Arcadia, y dize de Arcadia, porque ay en ella grandes jumentos y bestias.

Podemos comprobar que la traducción forma parte de la declaración; y tam­bién que, tras haber situado los versos a «declarar», Diego López va reproducien­do de nuevo el texto latino, al que acompaña la traducción, la cual se sitúa entre comas. Si la extraemos del contexto ésta sería la traducción del pasaje:

«Hazese ciertamente esto continuamente. Ya la clara mañana entra por las ventanas y estiende con la luz y haze mayores las angostas aberturas de las puertas. Roncamos lo que baste recozer el vino crudo hasta que la raya se toca en la quinta sombra. Ola, qué hazes? La estrella Canícula, furiosa con el calor, ya ha rato que seca las miesses y sembradas y todo el rebaño de ganados esta debaxo del olmo que le haze sombra con los ramos y hojas. Dize vno de los compañeros: por ventura es verdad? Es assi? Venga luego aqui uno de mis criados. Ninguno de vosotros viene? La colera clara des­hazese. Creerás que roznan las bestias de Arcadia».

La lectura del mismo nos hace ver cómo actúa el traductor: sobreentiende ver­bos (fit en el verso 1); traduce por dos expresiones: messes («mieses y sembra­das»); ofrece aclaraciones, como que extendit lumine significa que «estiende con la luz y haze mayores», o que las rimae angustae son «de las puertas», es decir, de las ventanas, lo que está implícito; o que la insania de la Canícula tiene que ver con el calor («furiosa con el calor»); pero se observa que, en general, la tra­ducción goza de bastante literalidad o cercanía al texto latino; el ofrecer las glo­sas o adiciones que considera necesarias le facilita la literalidad; así, por ejemplo, vitrea lo traduce por «clara», pero añade el símil implícito en su significado: «co­mo el vidrio»; igualmente finditur es traducido por «deshazese», pero añade «con colera», lo que en este caso no sabemos sí entender como traducción o explica­ción; explicación puede ser, «en cuanto riñe con los criados», que intercala entre «creerás» y que «roznan las bestias».

Un modo de observar los aciertos o defectos de una traducción puede residir en la comparación con otras; lo vamos a hacer con las cercanas en el tiempo de Melgarejo y Vallone27. Decía nuestro compatriota, en treinta endecasílabos para los nueve hexámetros de Persio, distribuidos en tres pasajes (w. 1-4; 5-7; 7-9):

Es uso a tal ora destar en la cama?/ Pues ya las ventanas te dan claridad/ Que de sus junturas se estiende y derrama./ El dia muy claro da bozes y lla­ma/ Y piensas que duermes en escuridad/ Pues bien as dormido con ocio-

26 En A: ensobrecele. 27 Son textos de cierta longitud que, sin embargo, hemos considerado útil ofrecer al lector por su di­

ficultad de acceso. Así el lector podrá comprobar la bondad o no de la traducción de López, el acierto o no de nuestra valoración, y sacar muchas más conclusiones de la lectura directa de los textos.

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sidad/ De aver espumado el falerno humoso/ Estando en la raya de fieli-dad/ La sombra quintena sin disparidad/ duermes roncando tan muy de re­poso (w. 1-4).

Levanta, que haces? Que ha rato que tuesta/ La estrella canina los trigos granados/Y de árbol umbroso buscada requiesta/ Las cabras y ovejas rehu­yen la siesta/ Y puercos y vacas campestres ganados./Y tu no rehuyes con torpes cuidados/ De lo que rehuyen las bestias brutales/ Por daño del cuer­po calores vedados/ Teniendo los bienes del alma olvidados/ Biviendo pe­or sin sentido que tales (w. 5-7).

A Baco pregunta le diga verdad/ Si hasta tal ora se uviesse dormido/ Hu­yendo sus ojos de la claridad/ Se asienta en el lecho de su ociosidad/Y lla­ma a sus mocos con ronco sonido/ Y porque no ayan tan presto acudido/ A las grandes bozes de su a pregonar/ De colera vitrea henchido, embuido/ Comienca a dar bozes con tanto ruido/ Que Arcadicos asnos penseys re­buznar (vv. 7-9).

Podemos observar de nuevo cómo predomina la «recreación» y, por tanto, la amplificación, con adiciones ajenas al original latino, y con supresiones también. Pero no debemos ahora detenernos en Melgarejo.

Veamos ahora el texto de Vallone28. Este autor reproduce la sátira completa y a continuación una introducción -bastante amplia y retórica- a cada una de las respectivas sátiras, a la que sigue la explicación del texto; lo ofrece por frases la­tinas, que comenta o traduce en italiano. Lo vemos más claro en el texto que re­producimos:

Come che non tutti gli huomini conosceno il beneficio grande, che gli ha fatto Iddio, non sanno ben seruirsi del tempo in acquistar tanto, che basti a contemplar la bellezza del mirabil magistero d'Iddio, e piu tostó a guisa d'insensate bestie alie terrene cose inuolti, senza alzar gli occhi in alto, al-tro non conosceno, non amano, non uedeno, se non Tocio; il qual'é poi ue-ra cagion di condurgli a mal termine Del che auueduto si il magnánimo ri-prensor de'uicii altrui, con questa terza sátira non men che pecchia, od as­pe i poltroni e glio ociosi offende; per la cui intelligenza e da sapare, che tre sonó i gradi della uita humana da considerarsi, il I. di coloro, che per la etá fanciullesca, e teñera non sanno il bene dal mal discernere, il turpe dal'honesto; e questi non deueno uituperarsi qual'hora hauran fatto alcuna cosa sconcia, basta, che'n uolto dimostrino un buono aspetto, ilqual dia spe-ranza di futura bontá di costero dirá il poeta a quel luogo. Saepe oculos me-mini etc., II secondo di coloro, che sonó peruenuti alia etá di poter distin­guere dalla uirtute i uicii, in cui ha la continenza, e l'incontinenza luogo, e di costero quasi tutta questa sátira ragiona. II terzo e di coloro che per fun­go uso han fatto habito nella uirtu, ó ne'uitii o costero non fácilmente pon-

28 VALLONE, Giovanni Antonio, Le oscurissime satire di Persio con la chiarissima spositione di Gio-vanni Antonio Vallone: con diversi capitoli interposti, Napoli 1576.

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no mutarsi in altra parte di quella, in che hanno fatto habito, essendo che quelli del secondo grado leggiermente si correggeno. Del uitio, que s'ap-pessa alia uirtú dirá il poeta a quel luogo, Non pudet ad morem discincti uiuere Nactae. Ma perche questo non di rado, che'l poeta biasma, auuiene a giouenetti, non senza sdegno dirottamente cominciando anche turto era nell'ocio, e nella poltronería intento a questo modo riprende.

Esta introducción es un ejemplo evidente de la dependencia de Vallone con respecto al maestro Nebrija; lo puede constatar la mera comparación de ambos textos29. Seguimos con la explicación y «traducción» de los versos 1-9 de la mis­ma sátira tercera30:

Nempe hoc assidue, scilicet fit. Vnus ait comitum. Dice un di compagni, in-cominciando da questa parole del settimo uerso. Nempe, certamente, in ue-ro, senza interrogatione, como Hora, nella X. Sat. del primo lib. «Nempe in composito dixi pede currere uersus Lucilli». Questo in uero di conti­nuo si fa da te, questo é il tuo essercitio, in questo hai tu ogni pensiero pos­to, che se una, o due uolte fosse seria tolerabil cosa, ma sempre é cosa dall 'intuito intolerabile.

Iam clarum mane fenestras Intrat. «Mane» auuerbio in uece del nome. II chiaro mattino, cioe il solé, ilquale splende la matinata dopo l'aurora. ho-mai il chiaro matino, il chiaro splendore del matutino solé entra nelle fe-nestre.

Et angustas extendit lumine rimas, idest, per angustas rimas lumen porri-git. Ε porge il suo lume per le strette fessure delle fenestre, o ueramen-te estende le fessure anguste co'l lume. Le riempie di luce, le fa parer mag-giori, il che auuiene entrando la spera del solé.

29 Dice Nebrija en traducción de M. del Amo: La Sátira tercera, que está escrita contra los jóvenes pe­rezosos e inactivos; los exhorta a que puesto que están en la edad que desarrolla principalmente los hábi­tos, se entreguen por completo al cultivo de la virtud. Por lo que respecta a la interpretación de esta Sáti­ra, deben considerarse tres modos de vivir. El primero es el de aquellos que por su edad no pueden discer­nir lo desvergonzado de lo honesto; estos de la misma manera que no deben ser alabados sino tan solo por su índole natural, esto es, por la esperanza de una honestidad futura; así, por el contrario, no se les debe reprochar si hacen algo propio de niños; sobre ellos va a decir <44> saepe oculos memini, etc. El segundo es el de aquellos que llegaron a tal edad que ya pueden distinguir entre las virtudes y los vicios, en esta etapa realizamos aquellos actos cuyos hábitos continúan semejantes en la edad siguiente; son aquellos en los que tienen lugar la continencia y la incontinencia, pues ni se alegran cuando obran rectamente ni por el contrario se duelen si hacen algo desvergonzado; pero ellos son enmendables porque su razón no siem­pre se pierde, sino que algunas veces emerge y sale a flote. El tercero es el de los que por un uso prolon­gado toman hábito de virtud o de vicio, del cual difícilmente pueden cambiarse a la otra parte; pero sobre el vicio que se opone a la virtud dirá más abajo <31> non pudet ad morem, etc. Casi toda esta Sátira se es­cribe contra los segundos, es decir, contra los que pecan de intemperancia y dado que pueden alejarse de los vicios iniciados y volver al camino de la virtud y enmendarse; unas veces se atacan sus costumbres per­versas, otras se exhorta a la honradez. Y puesto que la mayoría de estos son adolescentes, apremia a uno cualquiera de ellos que está embotado por el lujo y la desidia diciendo (... ); Cf. Amo Lozano 2000, p. 541.

30 El texto de la edición no distingue tipográficamente texto latino, traducción o glosa; por nuestra parte, hemos reproducido lo que hay en ella, aunque, por razones de claridad, elegimos la cursiva para el texto de Persio y ponemos entre comas lo que consideramos «traducción», aunque no siempre es fácil iden­tificarla.

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Stertimus indomitum quod despumare falernum Sufficiat. Noi roncheggia-mo dormendo tanto che bastí a digeriré il uino puro, senz'acqua, ga-gliardo, e forte. Falerao e un monte di Terra di lauoro, oue nasce il uino ec-cellentissimo dal luogo detto falerno, oggi uinciguerra, o pizzaguerra. Se stesso al numero ancora inchiude, per potere piu acerbamente il suo com-pagno riprendere. Noi dormimo profundamente tanto che basti a digeriré. Despumare, concoquere, paidare il beuuto uino; per metáfora tolta dalle co­se liquide, che cuoccendosi si spiumano. Giun. nella Saty. quarta. «Cum pulmo falerno Arderet. Indomitum crudum, & quod difficile possit conco-qui».

Quinta dum linea tangitur umbra. Gli antiqui per l'ombra del gnomone, il quale e'un segno, che dimostra l'hore, da Plinio al II lib. a lxxiii, cap. chia-mato umbilicus solis, da gli altri etiam Dio. stylus in medio horologii sola-rii umbra sua horas indicans, uolgarmente la frezza. Nato il solé guardaua-no quante hore fossero in uno semicircolo, nelquale dodici linee ugualmente distanti dal segno predetto partiuano, la prima linea dall Occidente essendo nato il solé primieramente adombrauasi, dopo l'altre ad una ad una, ma quando ueniua alia sesta linea l'ombra, era mezzo giorno onde la quinta li­nea adombrata mostraua una hora innanzi mezzo giorno, la inuentione di questo horologio Diogene laertio assegna ad Anaximandro; Plinio ad Ana-simene; ma falsamente, perche nella scrittura sacra si fa mentione di si fat-to horologio nella infermitá del re Ezechia, che fu innanzi Anasimene qua-si duecento anni. Dum, doñee linea tangitur a quinta umbra, hypalage, hoc est doñee umbra attigerit, uel adumbrauerit quintam lineam infino a dece-sette hore.

En quid agis? Perche il sonnacchioso giouene con tutto ció mostraua uoler piu lungamente in su le piumi starsi. Deh che fai? gli dice il compagno; perche non salti fuora del letto homai? A che tanta poltronería.

Siccas insana canícula messes lamdudum coquit. Orione nato del orina di Gioue, di Nettuno, e di Mercurio, per la sua arrogantia, e superbia fu ca-gion che la térra gli producesse incontra lo Scorpione. dal quale ci fosse ucciso. Questo Orione essendo stato continuamente nutrito, & essercitato nelle caccie, e di quelle dilettandosi piu che d'altra cosa del mondo; mérito quando gli fu dato luogo nel cielo, d'menarui seco un de'suoi cani, il piu da lui amato & accarezzato, senza la cui compagnia prima harebbe rifiuta-ta la stanza del cielo, uicino dunque ad esso fu posto il cañe, che com-munmente si chiama la canícula, o uero il can minore: benche alcuni uo-gliono, che questa canícula fusse una picciola cagnolina, e molto legia-dretta, e uezzosa, la quale Helena amaua singolarmente, e sempre accanto teneua, ma essendo rápita da París figlio di Priamo re di Tracia, hauendo ella seco la cara sua cagnuola caduta nel mare prima fu da l'acqua suffo-cata, che aiuto dar se le potesse. Diche Helena dolendosi fuor di modo &

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ottenne gratia dal Padre Gioue, che le donasse parte del cielo. In questo seg-no son due stelle una splendida molto della prima grandezza, posta nel flan­co, detta la canícula, l'altra nel collare di quarta grandezza. II can maggio-re, ouero cane sirio dicono, che fu quel proprio, che diede Γ Aurora a Ce-falo marito di Procri, co'l quale Cefalo andato a Tebe, doue era una uolpe fatata, per far proua del ualore del suo cane fatato, messo dietro alia uolpe il cane, Gioue ueggendo, ch'era d'uopo rimaner uaná la fatagione de l'un de'due, últimamente si risolue a tor di térra quel cane, e dargli luogo nel cielo, ponendolo assai uicino alia lepre & adornándolo di xviii stelle, tra le quali orto sonó le piu chiare, una splendidissima nella bocea, la quale mol­to spesso lampeggia, e chiamasi il cane, & é di prima grandezza, una nel uentre fra le gambe di dietro di 2. grandezza; una nella coda di dietro di ter-za grandezza; una delle due, che son nel eolio di 4. grandezza, e Γ altra pa-rimente, & una simile nella schiena. Uedi il Picolomini questa costellatio-ne da xiix. stelle, ch'al tempo di Tolomeo si trouaua al segno di Gemini, oggi é quasi tutta al segno del cancro, tra di queste stelle n'é quella, che di-cemmo di sopra in bocea del cane lucidissima, che molto spesso lampeg­gia, da questa alcuni giorni son detti caniculari, Et ha tal forza, ch'al tem­po che uiene ad uscir co'l solé insieme da lOriente s'accendon tanto i ua-pori, e i raggi del solé, ch'é cagione di marauigliosa alteratione, e di gran caldo, e nella térra, e nel mare, Plin. ii lib. «Nam caniculae exortu accendi solis uapores, quis ignorat? cuius sideris effectus amplissimi in térra sen-tiuntur. feruent maria exoriente eo, fluctuant in cellis uina, mouentur stag-na, canes quidem toto eo spacio máxime in rabiem agi, non est dubium». Ne trattano distesamente Columella, Giulio Firmico, Hippocrate; Auicen-na & ancora Pietro Messia di Siuiglia nella «selua di uarie lectioni». Arriua a questa stella il solé nel mese di luglio, e dura da quarenta giorni. Horat. al primo lib. nella sat: 6. «fugio rabiosi témpora signi». Dice adunque co-lui. Hormai la canícula pestífera, e noiosa accendendo i uapori del so­lé, e radoppiando il caldo uiene a maturar le biade secche, quasi dices-se hormai é un buon pezzo che la canícula &c. «insana, insalubris, uel fe-ruore furens».

Etpatulapecus omnesub ulmo est. Et ogni sorte di bestiame giace allOm-bra del'olmo spaciosa, delle arbori ombrose, Speciem pro genere, & nu-merum posuit pro numero, ac si dixisset, sub arboribus patulis. Sogliono i pastori al maggior caldo, sormontando il solé in alto condur le greggi loro alfombra insino a tanto che presso alia sera l'aere si'rinfreschi. Virg. nell'egl. prima «Tu patulae recubans sub tegmine fagi», & appresso «Nec gemere aeria cessabit turtur ab ulmo». patulae (dice Seruio) proprié quod semper patet dicitur patulum, ut nares, arbor: patens quod aperitur, claudi-tur, ut ostium & oculi.

Verum ne? ita ne? Ocyus adsit aliquis. nemon? Risponde il pigro giouene dal letto, ola, é pur uero? é orse cosi come tu dici? sará pur tant'oltra scor-

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so il Solé? presto su sia qua alcuno, faccisi in quá alcuno sú. Non uenen-do, ne rispondendo gli alcuno soggiugne irato; Nessuno uien forse? oh nes-suno intende?

Turgescit uitrea bilis, uitrea, splendida, lucida, trasparente a guisa de uetro, e questo perche la colera dimostra i costumi de gli huomini non altrimen-te che si faccia un uaso di uetro di quel che dentro contiene, o ueramente uitrea, ció é fragüe, e che ageuolmente si spezza a guisa di uetro, e diffon-desi dal fele, onde nasce talhor grande ira, e graue sdegno di questa flem-ma nella Sátira disopra s' é detto non puoco. bilis tum atra tum flaua. Fes-tus. Atra bilis ab atro, idest animi uitio dicta est. Cic. iii Tus. «Hanc enim insaniam, quae iuncta stultitiae patet latius, a furore disiungimus. Graeci uolunt illi quidem; Sed parum ualent uerbo; quem nos furorem, «melag-cholían», ipsi uocant, quasi uero atra bili solum mens, & non saepe uel ira­cundia grauiore, uel timore, uel dolore moueatur». flaua bilis uolgarmente da medici é detta humor colérico. Plaut. neU'Amphit. Vetus est adagium, fames, & mora bilem in nasum conciunt.

Finditur. Soggiugne appresso. Si crepa, si muore, si fiacca per troppo sdeg­no, non uenendo alcuno di suoi ministri a uestirlo, e non rispondeno gli al­cuno. Alcuni leggono findor, si ch'egli medesimo dica. lo par che crepo; ma é meglio forse il primo.

Arcadiaepecuaria rudere dicas. uel credas, hoc est, dicere, uel credere pos-sis. Arcadia é parte dell'Acaia mediterránea, detta per adietro Drimode, e Pelasge, oue sonó asini grandi, pecuaria, orum, greggi grandi di pecore det-te da pecu il nominatiuo del numero del meno, hoc pecuare, & pecuar, ris, al genitiuo, e non solamente di pecore, ma d'ogni anímale, ch' al dominio dell'huomo soggiace, boi, asini, pecore, camelli e simili, soltanto adunque si sdegna che potreste diré, o credere que rugghiassero i grandi Asini d'Arcadia.

Si comparamos ambas declaraciones-traducciones tendremos que reconocer que el trabajo de López es, por lo menos, más ordenado y claro, puesto que man­tiene texto latino, en cursiva, traducción, entre comas, y a continuación las expli­caciones; en Vallone todo está mezclado, y es más difícil entresacar su «traduc­ción», porque a veces no traduce todo, como en quinta dum linea, o turgescit vi­trea; a veces explica, comenta y luego traduce, como en nempe hoc assidue; en otros casos primero traduce y luego ofrece explicaciones; así stertimus indomi-tum; hay veces en que ofrece varias posibilidades de traducción, como en et an-gustas extendit, o en quid agis?

En fin, es algo reiterativo y confuso, y aunque nos limitamos a la traducción, ya podemos deducir que nuestro compatriota es más escueto31 y «oportuno» en sus comentarios; baste de ejemplo el amplio excurso que hace Vallone sobre la ca­nícula, por otra parte nada pertinente al entendimiento del texto de la sátira.

31 Hay que reconocer que en ocasiones también López abunda en noticias no siempre necesarias.

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La lectura y comparación de ambos textos nos permite advertir, por otra par­te, coincidencias de Diego López con Vallone, lo que podía hacer suponer que con­tó con esta traducción, cosa nada improbable; ambos sobreentienden/zí en el ver­so 1; ambos dicen que dum (v. 4, está por doñee), ambos explican de modo simi­lar muchos lugares de Persio. Pero también los dos tenían a su disposición los co­mentarios anteriores, que suelen citar, aunque no siempre. Por eso, no sólo en los comentarios, sino también en las traducciones se perciben «ecos» de dichos tra­bajos, siendo evidente que Nebrija fue el que más ayuda podía proporcionar. Val­gan de ejemplo que también Nebrija sobreentiende fit, o también dice, comentan­do assidue, que nacerlo una vez o dos sería tolerable (nam semel atque iterum id fecisse tollerabile est); o que dum está por doñee, o explica de modo similar an-gustas extendit lumine, u ofrece las mismas citas que Vallone -aunque es más bre­ve en su comentario- al explicar el reloj.

Nebrija, ciertamente, tiene en cuenta a comentaristas anteriores y cosas simi­lares, naturalmente, había en ellos; pero, en concreto, la mención de Zacarías no estaba sino en Nebrija, por lo que sabemos el origen del dato y la utilización de la obra nebrisense, al que conoce y cita en algún lugar Vallone. López es eviden­te que conocía y muy bien al maestro Antonio, aunque generalmente omite su nom­bre; por eso las semejanzas pueden derivar de la misma fuente. Con todo, el tra­bajo de López es mejor que el del francés, y su traducción una verdadera traduc­ción.

Y si antes hemos establecido la comparación con traducciones cercanas a la época de López, para terminar podemos hacerlo con una contemporánea a la nues­tra, la de R. Cortés32.

D. LÓPEZ R. CORTÉS

Hazese ciertamente esto continuamente. Ya la cía- Siempre en las mismas ¿verdad? Ya penetra por las ra mañana entra ventanas la

Por las ventanas y estiende con la luz y haze ma- Claridad del día y ensancha con su luz las estre-yores las angostas chas rendijas.

Aberturas de las puertas. Roncamos lo que baste Y seguimos roncando hasta quitarle efervescencia recozer el vino crudo hasta que la raya se to- al indómito ca en la quinta sombra. Falerno, mientras la sombre de la varilla toca la

Ola, qué hazes? La estrella Canícula, furiosa con quinta línea. el calor, ya ha -»Y tú ¿qué haces Ya hace tiempo que la malsana

Rato que seca las miesses y sembradas y todo el canícula rebaño de ganados quema las mieses resecas y que todo el ganado es-

Esta debaxo del olmo que le haze sombra con los tá a la ancha ramos y hojas. sombra del olmo»

Dize vno de los compañeros: -dice uno de los colegas. Por ventura es verdad? Es assi? Venga luego aquí -»¿De veras? ¿Es así? ¡Que venga alguien! ¡Rápi-

vno de mis criados. do! ¿No hay nadie?» Ninguno de vosotros viene? Se hincha de bilis vidriosa: «Reviento33» en un to-La colera clara dehazese. Creerás que roznan las no que creerías

bestias de Arcadia». oír rebuznar a los rebaños de Arcadia.

32 R. Cortés Tovar, Persio, Sátiras, Madrid 1988. Repetimos la traducción de López y la distribuimos como hace Cortés.

33 Su edición ofrece findor, no finditur de López.

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748 FRANCISCA MOYA, MILAGROS DEL AMO Y FILOMENA FORTUNY

El análisis y cotejo de este pasaje, amén de otros, de los que no hemos podi­do dar cuenta aquí, nos sirve para poder defender la bondad del trabajo de López, para comprobar que conocía a los clásicos, como ya decía don Marcelino, y, des­de luego el latín necesario para consultar los comentarios; es el trabajo de quien llevó a cabo la primera traducción castellana de Persio, y en ella, que no carece de fallos, se puede comprobar que se prefiere la literalidad y están presentes las habituales maneras de traducir de la época y de casi todas las épocas, pero de ello esperamos dar cuenta en la Introducción de la edición que preparamos de esta obra del humanista de Valencia de Alcántara.