LA TOMA D E PARTIDO DE ALFONSO REYES - … · con Pedro Henríquez Ureña); la experiencia de grup...

15
LA TOMA DE PARTIDO DE ALFONSO REYES ¿Qué significa hoy Alfonso Reyes? Si se exceptúa a los (no muy numerosos) especialistas, el nombre de Reyes suele evocar al es- critor por antonomasia, ensalzado pero apenas leído, el monu- mento aislado en la reverencia, a quien rodean, en mezcla indi- soluble, homenajes justos y desistimientos de lectura, al amparo del mausoleo de las obras completas. Y estas celebraciones por fe y no por demostración no son fáciles de explicar si se toma en cuenta que, en su combinación de sabiduría y amenidad, Reyes es absolutamente legible (aun descontando el público mínimo, los escasos frecuentadores de ensayo literario y poesía). A cambio de la lectura escasa, la abundancia de honores. Desde muy joven, a Reyes se le admira por su erudición, su claridad mental, su labor infatigable. El climax del reconocimiento se da en los años cincuenta, cuando se proclama: "Sin don Alfonso, la literatura mexicana sería media literatura", y se añade con brío: "Reyes es la versión mexicana de la cultura de Occidente". Esta consagración en vida se acompaña de los dicterios de quienes —sin leerlo tampoco— cobijan su malevolencia en la "frase ingenio- sa" de entonces: " E n tierra de ciegos, el tuerto es Reyes". Leída de manera fragmentaria, vuelta (paradójicamente) inaccesible gra- cias a la rotunda accesibilidad de las ediciones del Fondo de Cul- tura Económica, la obra de Reyes llega a recibir el dictamen ad- verso de Julio Cortázar: "Erasmo mexicano, hermano viejo, Al- fonso Reyes, muerto de veras, oh señor de las letras, en tu tan muerto tiempo". Entre la apoteosis y la cauda de epitafios implícitos. Y surgen las preguntas: ¿por qué la obra de un gran escritor resulta enti- dad tan reverenciada como poco concurrida? ¿Por qué en las dé- cadas últimas, casi únicamente las citas incesantes de Borges pro- claman la vigencia de Reyes? ¿Por qué suelen ser inconvincentes NRFH, XXXVII (1989), núm. 2, 505-519

Transcript of LA TOMA D E PARTIDO DE ALFONSO REYES - … · con Pedro Henríquez Ureña); la experiencia de grup...

L A T O M A D E P A R T I D O D E A L F O N S O R E Y E S

¿ Q u é signi f ica hoy A l fonso Reyes? Si se exceptúa a los (no m u y numerosos) especialistas, el n o m b r e de Reyes suele evocar al es­c r i t o r p o r antonomas ia , ensalzado pero apenas leído, el m o n u ­m e n t o aislado en la reverencia , a q u i e n rodean , en mezcla i n d i ­soluble , homenajes justos y desistimientos de l e c tura , al a m p a r o del mausoleo de las obras completas. Y estas celebraciones por fe y no por demostración no son fáciles de expl icar si se t o m a en cuenta que , en su combinación de sabiduría y a m e n i d a d , Reyes es absolutamente legible ( a u n descontando el público mín imo , los escasos frecuentadores de ensayo l i t e r a r i o y poesía).

A cambio de la lectura escasa, la abundancia de honores. Desde m u y j o v e n , a Reyes se le a d m i r a por su erudición, su c la r idad m e n t a l , su labor in fat igab le . E l c l imax del reconoc imiento se da en los años c incuenta , cuando se proc lama : " S i n d o n A l f onso , la l i t e ra tura mexicana sería media l i t e r a t u r a " , y se añade con brío: " R e y e s es la versión mex icana de la c u l t u r a de O c c i d e n t e " . Esta consagración en v i d a se acompaña de los dicterios de quienes — s i n leer lo t a m p o c o — cob i jan su malevolenc ia en la " f rase i n g e n i o ­s a " de entonces: " E n t i e r r a de ciegos, el t u e r t o es R e y e s " . Leída de manera f ragmentar ia , vuelta (paradójicamente) inaccesible gra­cias a l a r o t u n d a accesibil idad de las ediciones del Fondo de C u l ­t u r a Económica , l a o b r a de Reyes llega a rec ib i r el d i c t a m e n a d ­verso de J u l i o Cortázar: " E r a s m o mex i cano , h e r m a n o v ie jo , A l ­fonso Reyes, m u e r t o de veras, o h señor de las letras , en t u t a n m u e r t o t i e m p o " .

E n t r e l a apoteosis y l a cauda de epitafios implícitos. Y surgen las preguntas : ¿por qué la obra de u n g r a n escritor resulta e n t i ­d a d t a n reverenciada como poco concurr ida? ¿Por qué en las dé ­cadas últimas, casi únicamente las citas incesantes de Borges p r o ­c l a m a n l a v igenc ia de Reyes? ¿Por qué suelen ser inconvincentes

NRFH, X X X V I I (1989), núm. 2, 505-519

506 C A R L O S MONSIVÁIS NRFH, X X X V I I

las antologías de su trabajo? ¿Por qué aún se insiste en hacer de Reyes u n " m a r g i n a d o del s i g l o " , q u i e n , para mejor resistir el pre ­sente, vivificó la erudición y quiso hacer de la l i t e r a t u r a su único " t i e m p o histór ico"?

Sostengo precisamente lo opuesto: Reyes no fue "apósto l del d i s t a n c i a m i e n t o " . E l se trazó u n proyecto m u y preciso, la utopía personal y colectiva t a l vez d i v i d i b l e en tres etapas: la amis tad co­m o formación esp i r i tua l a través del diálogo (el t r a t o inte lec tual con Pedro Henríquez Ureña) ; la experiencia de g rupo como p r o ­puesta generacional de avance (su pertenencia al Ateneo de la J u ­v e n t u d ) , y lo más pro longado : el d i s c u r r i r del escritor g e n u i n a -m e n t e convencido , aunque a veces lo exprese de m o d o retórico, de la v i t a l i d a d del ideal h u m a n i s t a , el g r a n hor izonte f o r m a t i v o de l a nación y los i n d i v i d u o s .

L A AMISTAD COMO PROYECTO COMUNITARIO

A pr inc ip i o s de siglo en M é x i c o , ¿ c ó m o desaprovechar ostensi­b lemente l a condición de h i j o del general B e r n a r d o Reyes, el as­p i r a n t e a l a Presidencia que h a sido secretario de G u e r r a y gober­n a d o r de N u e v o L e ó n , u n o de los hombres menos débiles de la Repúbl i ca al m a n d o de u n solo H o m b r e Fuerte? Reyes, j o v e n -d e - b r i l l a n t e - p o r v e n i r en el p o r f i r i a t o , desdeña el típico esquema de ascenso, y no quiere ser el abogado solemne que , p o r pausas, a r r i b e a u n m i n i s t e r i o . A él, desde el p r i n c i p i o , sólo le i m p o r t a v i v i r a fondo la l i t e r a t u r a y el proceso intelectual , y con ta l de ejer­cer su vocación al e x t r e m o , escribe y piensa en esa etapa, como si estuviera en otro lugar, fuera del boato , l a autocomplacencia , la adulación cortesana, la cursilería. E l " o t r o l u g a r " es el de l arte y las h u m a n i d a d e s , que Reyes h a b i t a con d isc ip l ina férrea.

P a r a este lector n a t o , convencido de l e e r - p a r a - v i v i r , es f u n d a ­m e n t a l el encuentro con Pedro Henríquez Ureña. E n 1906, el do ­m i n i c a n o Henríquez Ureña, h i j o de u n a poetisa notable y de qu ien sería presidente de la República D o m i n i c a n a , es u n fenómeno i n ­te lectual . Lec to r incansable en varios id i omas , obsesionado p o r integrar la tradición humanista y la modern idad , apóstol del apren­diza je y de la enseñanza, Henríquez Ureña representa para R e ­yes, c inco años más j o v e n , el maestro , el condiscípulo, el a m i g o perfecto que comprende , exige, regaña, es t imula . D e l p r i m e r t o ­m o de su epistolario se desprende u n cuadro : l a amis tad ( la for ­m a c i ó n con junta ) ve en la c u l t u r a al i n t e r m i n a b l e proceso asocia-

NRFH, X X X V I I L A T O M A D E P A R T I D O D E R E Y E S 507

t i v o que le da sentido a la v i d a co t id iana . E l 15 de septiembre de 1907 escribe Reyes desde Chápala:

Poco a poco los niños y las mujeres fueron llegando a llenar en el lago sus cántaros de barro y yo, sin pose de erudito, me acordé de aquel pasaje en que Werther ayuda a una campesina a cargar su cántaro rúst i co . . . 1

T o d o exige u n a referencia clásica, todo es l ibresco y todo es v i t a l , y u n inte lectual j o v e n no t iene zonas de complacencia . R e ­yes, que adora a su padre , le confía a Henríquez Ureña (14 de enero de 1908):

E l señor general don Bernardo Reyes resuelve todo con mandatos militares y el otro día, discutiendo sobre asuntos literarios, le hice ver que ha adquirido el vicio de maltratar autores que no ha leído. El se disculpa arguyendo que su trabajo de gobernador no le da tiem­po para eso.

Y 15 días después, es más preciso:

M e da tristeza ver que ya no puedo conversar con él [con don Ber­nardo] . Su favorito en poesía es Santos Chocano, y en filosofía (?) Roosevelt. Está por llamarles ideólogos a los pensadores. Para él sólo vale la acción: para él el Arte es " u n instrumento" . El otro día me acusó de estrechez de criterio porque no soporté que me hablara de Juan de Dios Peza. En fin, lo que yo me temía: ya no estoy den­tro de casa.

Reyes y Henríquez Ureña qu ie ren consol idar y a m p l i a r los 'placeres de la lec tura , de la divulgación, del estudio, del acto crea­t i v o . Sólo así estarán dent ro de casa. Y urge , usando los ejemplos personales, oponerse a los fatalismos del med io a n t i - i n t e l e c t u a l , hac iendo que la l i t e r a t u r a c lar i f ique la existencia. Ellos ejercen la c o n t i n u i d a d vocacional en u n m e d i o de frustraciones, y desean rescatar al h u m a n i s m o de la erudición mecánica de los conserva­dores y de la incomprensión sectaria de los revo luc ionar ios . Sus ideales son transparentes : l a fuerza i n t e g r a d o r a de la c u l t u r a , el l ec tor como el c iudadano idea l , la un iversa l idad del c onoc imien ­to que es el acceso a las realidades pro fundas .

1 ALFONSO REYES-PEDRO HENRÍQUEZ UREÑA, Correspondencia 1907-1914, ed. José Luis Martínez, F C E , México, 1986.

508 C A R L O S MONSIVÁIS NRFH, X X X V I I

' ' P a r a mí —escribe Henríquez U r e ñ a — u n a i n t i m i d a d h a de comenzar en el acuerdo i n t e l e c t u a l " . Y esto lo dice en 1907, en u n cont inente donde los dictadores se de jan adu lar por quienes anhe lan el pa t ro c in i o de los dictadores, y en donde la poesía con­centra casi todo el anhelo d isponib le de r i g o r . L a fe en el diálogo in te l e c tua l , en la m o r a l que cada texto segrega, en la d i s c ip l ina que ahuyentará la improvisación, son fragmentos del sueño c u l ­t u r a l de Reyes y Henríquez Ureña. Ellos no se sienten paladines o caudi l los , y se l i m i t a n a proponer (eso sí, de m o d o exhaust ivo) el t r a t o simultáneo de la poesía, la ficción, l a h i s t o r i a , la m i t o l o ­gía, el pensamiento clásico.

¿ C ó m o cr istal izar el t emperamento c iv i l i zado entre las i m p o ­siciones de la barbar ie que es sinónimo de la condición mex i cana o la t inoamer icana? E n p r i m e r lugar , y s in así dec i r lo , se cal i f ica a l a política de interrupción de la v i d a n o r m a l . E n segundo l u g a r , se pone a p r u e b a , a través de la sistemática comparación de c u l ­t u r a s , la ca l idad del t e m p e r a m e n t o c iv i l i zado . E n tercer l u g a r , se e x t r e m a la pasión por l a f o r m a que es respeto a la perfección de las ideas. Y en cuarto l u g a r Reyes y Henríquez Ureña v i v e n la certeza múltiple que se petrificará en el l u g a r c omún : el arte for ­m a l es o puede ser r a d i c a l , y de esto depende en buena parte l a disolución de los estereotipos y los pre juic ios sociales; la sensible­ría y l a demagogia falsi f ican la experiencia rea l ; q u i e n def iende, creat ivamente , el lenguaje del pueblo proporc i ona elementos f u n ­damentales p a r a i r a fondo en lo que se v i v e ; a l a i d e n t i d a d de belleza y v e r d a d no se puede l legar fiado sólo en los m i t o s .

E n 1914 Henríquez Ureña escribe desde L a H a b a n a : " M e he convencido , con tr isteza , de que soy superior en la v i d a a lo que soy escribiendo. T e n g o que c a m b i a r , ya sabes que me lo p r o ­p u s e " . N a d a de igua lar con la v i d a el pensamiento . Sólo h a y u n a m e t a s igni f i cat iva : la realización de obras maestras. D e esta m e t a agobiante se desprende la comprensión un i f i cada de la creación y de la crítica, de la investigación y de la divulgación.

L A UTOPÍA DEL GRUPO

E n 1908, en la c i u d a d de M é x i c o , el Ateneo de la J u v e n t u d es el i n t e n t o más b r i l l a n t e de autonomía frente al régimen de P o r f i ­r i o Díaz . Esto se i n i c i a en la elección de temas y estilos l i t e rar i os y en la celebración del h u m a n i s m o . C o m o muchos otros proyec ­tos intelectuales del siglo, de B l o o m s b u r y a Contemporáneos, de Sur

NRFH, X X X V I I LA T O M A D E P A R T I D O D E R E Y E S 509

a Orígenes, el del Ateneo exalta el " b a n q u e t e p la tón i co " como el p a r a d i g m a del diálogo, y define el sit io centra l de las ideas como rechazo del m u n d o c i r cundante . U n a es l a encomienda : excep­tuarse del atraso, salvarse de la m e d i o c r i d a d inte lectual que es el dest ino en los países periféricos.

¿Quiénes son los ateneístas? Reyes, Henríquez Ureña , V a s ­concelos, Mart ín L . G u z m á n , Jesús T . Acevedo , T o r r i , A n t o n i o Caso , A l fonso C r a v i o t o , R i c a r d o R ó b e l o . Son hi jos de la clase m e d i a p o r f i r i a n a , convencidos p o r situación y formación* de su n a t u r a l pertenencia a l a élite del poder , y de su elogiable i n m u n i ­d a d ante la barbar i e . Es t a n arduo ser inte lectual en t i e r r a de i n ­dios y caciques, de burgueses analfabetas y declamadores del Es­píritu, que es preciso hacer de la posesión del conoc imiento u n a certeza v ic tor iosa : lo que a nosotros preocupa le atañe a m u y po ­cos; lo que a nosotros nos i n c u m b e es lo único i m p o r t a n t e .

E n las postrimerías del p o r f i r i a t o , el Ateneo de la J u v e n t u d es l a promesa: u n a c u l t u r a al o rden del día, según se v ive en L o n ­dres o París. Es t a l la excepcional idad que años después Reyes y Vasconcelos verán en este desempeño generacional el antece­dente c u l t u r a l d irecto de la revolución. Esto no m e resulta m u y comprobab le . E l Ateneo de la J u v e n t u d se presenta en públ ico con u n a manifestación adversa al periodista M a n u e l Cabal lero que quiso usar el n o m b r e de la revista Azul, de M a n u e l Gutiérrez N á -j e r a . Los ateneístas protestan y el establishment los bendice. Así lo cuenta d o n Al fonso :

Por 1907, u n oscuro aficionado quiso resucitar la Revista Azul de Gutiérrez Nájera, para atacar precisamente las libertades de la poesía que proceden de Gutiérrez Nájera. No lo consentimos. E l reto era franco, y lo aceptamos. Alzamos por las calles la bandera del arte l ibre. Traj imos bandas de música. Congregamos en la Alameda a la gente universitaria; los estudiantes acudieron en masa. Se dije­ron versos y arengas desde el kiosko público. Por primera vez se vio desfilar a una juventud clamando por los fueros de la belleza, y dispuesta a defenderla hasta con los puños. Ridiculizamos al men­tecato que quería combatirnos, y enterramos con él a varias mo­mias que andaban por ahí haciendo figura de hombres. Por la no­che, en una velada, Urueta nos prestó sus mejores dardos y nos l la ­mó "buenos hijos de Grec ia " . La revista Azul pudo continuar su sueño inviolado. No nos dejamos arrebatar la enseña, y la gente aprendió a respetarnos 2.

2 A L F O N S O R E Y E S , "Pasado inmediato" , AROC, t. 12, pp. 207-208.

510 C A R L O S MONSIVÁIS NRFH, X X X V I I

Este, el texto más severo de Reyes (Pasado inmediato) por o t r a p a r t e , no i n f o r m a de dis idencia política, n i s iquiera de mínimas heterodoxias . E l Ateneo de la J u v e n t u d encauzó su crítica d e n t r o del o r d e n , y su g ran innovación fue la exigencia de r i g o r , n o la resistencia al poder. Así , su o t ro g r a n acto es en m e m o r i a de G a -b i n o B a r r e d a , el i m p l a n t a d o r del pos i t iv i smo . El Imparcial se sor­prende " a n t e aquellos nietos descarriados del posit ivismo que, sin e m b a r g o , confesaban su so l idar idad con la obra l i b e r a l de B a r r e ­d a " . Y Reyes añade: " E n el o r d e n teórico no es inexacto dec ir que allí amanecía la R e v o l u c i ó n " . L a afirmación, u n tanto con­t r o v e r t i b l e , i g n o r a p o r e jemplo la acumulación teórica y l a c o n d i ­ción rebelde de los anarco-sindicalistas de R i c a r d o Flores M a g ó n . S i n embargo , Reyes cree estar d ic iendo la v e r d a d . E l no cree en revolución a lguna , n i le interesa. L o suyo es l a armonía c i v i l y la construcción de su p r o p i a obra . A eso se dedica y eso puede hacer , y para él revolución es vocablo despojado de su connotación v i o l e n t a , y casi s inónimo de institucionalidad.

Los ateneístas serán miti f icadores formidables de su acción co­l e c t iva , con la excepción de Vasconcelos, que en sus m e m o r i a s n o le a t r i b u y e demasiado va lor al g rupo y se concentra en la m i t i -ficación i n d i v i d u a l . Si elogia el esfuerzo inte lec tua l , es con t a l de h a l l a r l o mediocre , s in a lma :

Todos mis compañeros escribían a base de citas y entrecomillados. Los libros del propio Caso dan fe de esta tendencia erudita. Los l i ­teratos de m i grupo no se decidían a escribir, por ejemplo, una no­vela; se gastaban en comentarios y juicios de la obra ajena a lo H e n -ríquez Ureña, que les hacía de maestro 3 .

Los otros son m u c h o más generosos. Por e jemplo, Martín L u i s G u z m á n alaba el afán de especialización del g rupo , su desdén p o r el " g e n i o i m p r o v i s a d o " , su método de t raba jo :

Semanariamente nos reuníamos en la biblioteca de Caso, donde leía­mos y comentábamos libros fundamentales. Eramos grandísimos lec­tores, grandes conversadores: nos comunicábamos impresiones y ana­lizábamos nuestras ideas. Todo nos preocupaba. Eramos m u y serios 4.

3 J O S É V A S C O N C E L O S , Ulises criollo, E d . Botas, México, 1935, p. 272. 4 E M M A N U E L C A R B A L L O , "Martín Luis Guzmán", en Protagonistas de la li­

teratura mexicana, México, S E P , 1986, p. 78.

NRFH, X X X V I I L A T O M A D E P A R T I D O D E R E Y E S 511

Si se pone entre paréntesis l a tendencia a rescatar el pasado personal como hazaña nac ional resulta innegable la g ran apor ta ­c ión del Ateneo de la J u v e n t u d . N o los únicos, pero sí los i n v o l u ­crados en el in tento más s igni f i cat ivo , los ateneístas se d i r i g e n a versiones r igurosas y sólidas de la c u l t u r a occ idental . O b l i g a d a ­mente librescos, entusiastas del ideal del s imposio platónico, p r e ­servan en sus años de g r u p o la utopía del conoc imiento y , algo f u n d a m e n t a l , r e i v i n d i c a n el h u m a n i s m o a través del a m o r a los textos griegos, del redescubrimiento de España y el descubrimiento de I n g l a t e r r a , de la insistencia en " l a s iempre amable y a m a d a F r a n c i a ' ' .

" Y EL QUE QUIERA SABER QUIÉN SOY .. "

A l sobrev iv i r la revolución, Reyes se hace a u n lado . N o t iene m a n e r a (personal , f a m i l i a r o intelectual ) de entenderla en sus tér­m i n o s . E n 1911 , le escribe a Henríquez Ureña: " E s t a m o s solos Caso y yo , nos parece que se ha d e r r u m b a d o el m u n d o y los dos nos hemos hal lado sentados en la cúspide de la pirámide de es­c o m b r o s " . Si algunos de sus compañeros i n t e r v i e n e n en política (Caso apoya la reelección de Díaz , Vasconcelos y G u z m á n son mader istas ) , Reyes se aferra a su ideal l i t e r a r i o , al que le entrega todo el t i e m p o d isponib le .

E l proceso de Reyes es desigual o contrad i c tor i o . Pretende por u n t i e m p o seguir como si l a revolución no ocurriese, inmerso en lecturas y espectáculos y conferencias. E n a b r i l de 1911 le escribe a Henríquez Ureña comunicándole su proyecto de hab lar sobre el teatro de la M o n j a H r o s t v i t h a . Y el 6 de m a y o de 1911 , su con ­fesión es casi desesperada:

Estoy triste: me aflige mucho la situación de m i padre y veo que se desvanece la esperanza que tenía, que he tenido desde hace m u ­cho, de v iv i r a su lado cómoda y felizmente, siquiera dos años. No sé ya lo que será de nosotros. M e parece que voy a tener que perder mucho tiempo de m i vida en resolver cosas inferiores y que volveré a sacar la cabeza dentro de varios años. Quisiera salirme de México para siempre: aquí corro riesgo de hacer lo que no debe ser el obje­to de m i vida. Como no tengo entusiasmos juveniles por las cosas épicas y políticas, n i la intervenciónyankee, n i los conflictos me se­ducen gran cosa. Preferiría escribir y leer en paz y con desahogo.

E l o t ro heroísmo: l a persistencia, la defensa de la vocac ión ,

512 C A R L O S MONSIVÁIS NRFH, X X X V I I

el resguardo del ob jet ivo de u n a v i d a . Reyes, que se conoce b i e n , t iene razón en lo que a él respecta, y s in embargo lo entusiasma la creación de la U n i v e r s i d a d P o p u l a r , cuando " u n secreto ins ­t i n t o nos dice que pasó la h o r a del A t e n e o " :

El cambio operado a la caída del régimen nos permitía la acción en otros medios. E l 1 3 de diciembre de 1 9 1 2 , fundamos la Univer ­sidad Popular, escuadra volante que iba a buscar al pueblo en sus talleres y en sus centros, para llevar, a quienes no podían costearse estudios superiores n i tenían tiempo de concurrir a las escuelas, aque­llos conocimientos ya indispensables que no cabían, sin embargo en los programas de las primarias 5 .

E l c o m p r o m i s o d u r a poco. E n 1913, c i m b r a n a Reyes el cuar ­telazo de V i c t o r i a n o H u e r t a , los asesinatos de M a d e r o y P ino Suá-rez , y l a m u e r t e trágica de su padre . H o y , desprestigiadas al m á ­x i m o las condenas del real ismo social ( "Reyes , ex t ran jer i zante , e l i t i s t a " ) , es l a p iedad filial la hipótesis más favorecida para ex­plicarse el a le jamiento de Reyes del j u i c i o o de la opinión políti­cos. D e diversas maneras , se asume que p a r a d o n Al fonso la h i s ­t o r i a cesó el 9 de febrero de 1913, en el instante en que el general B e r n a r d o Reyes muere acr ib i l lado en su ataque suic ida a Palacio N a c i o n a l . E l m i s m o d o n Al fonso algo s i m i l a r admi te en su bellí­s ima Oración del 9 de febrero:

Aquí [ese día] morí yo y volví a nacer, y el que quiera saber quién soy que se lo pregunte a los hados de febrero. Todo lo que salga de mí, en bien o en mal , será imputable a ese amargo día 6.

S in menosprec iar el a r g u m e n t o , no es m u y veri f icable en el proceso de Al fonso Reyes. A él le i m p o r t a b a en demasía la figura p a t e r n a , pero su a c t i t u d básica estaba ya de f in ida antes del 9 de febrero . Se había propuesto ser u n escritor , a lguien m a r g i n a l a l a h i s t o r i a , y l a desaparición de su padre no modif icó su elección. Y l o que sigue, lo c omprueba . Por d i g n i d a d , rechaza de i n m e d i a ­to el puesto de secretario de H u e r t a , y p o r ansiedad, acepta en 1913 u n puesto m u y m e n o r en París. E n sus cartas a Henríquez Ureña , Reyes evidencia la v o l u n t a d de pertenecer a o t ra r e a l i ­d a d , lo que incluso lo conduce a la autoflagelación psíquica. Es­cr ibe el 6 de n o v i e m b r e de 1913:

5 "Pasado inmediato" , p. 2 1 3 . 6 A L F O N S O R E Y E S , Oración del 9 de febrero, E r a , México, 1 9 6 3 , p. 2 2 .

NRFH, X X X V I I L A T O M A D E P A R T I D O D E R E Y E S 513

Y París pasa delante de mis ojos sin dejarme la menor enseñanza porque los conflictos espirituales son demasiado vivos hoy para mí, y me borran la relativa existencia del mundo exterior. Tenía que ser: a mí todo me sucede en condiciones contrarias, todo me resulta al revés. Ser crítico es no ser hombre. Ser creador de la vida, es estar fuera de ella. (No se puede repicar y andar en procesión.)

C o n perseverancia, Reyes quiso ocu l tar (y quizás en ocasio­nes ocultarse) , sus ideas pro fundas , gu iado por aquellos "pac tos con la p o s t e r i d a d " , que le i n d u j e r o n a fac i l i tar le la tarea a sus biógrafos con su estrepitosa Historia documental de mis libros. Pero en su generación, es Reyes q u i e n con más ahínco acepta la tesis del Escr i tor c o m o - H o m b r e - N u e v o que acompaña y le da voz ( for ­m a ) a l a Nación N u e v a . Y esto es u n homenaje d i recto e i n d i r e c ­to a l a revolución mex i cana , a la que as imi la de dist intas m a n e ­ras. N o hay entre los escritores par t idar i os de la revolución u n p l a n de reconstrucción m o r a l t a n nítido como el de Reyes. E l l o afirmó s in que los demás le creyeran del todo : " E n t r e nosotros n o h a y , n i puede haber t o r re de m a r f i l . . . [ la p r o p i a es] el t raba jo intelectual como u n servicio público y como u n deber c i v i l i zador ' ' .

Reyes asume de m a n e r a sistemática el sentido m i s i o n a l de los ateneístas, p r o m o v i d o con intención épica por Vasconcelos en sus años de Secretario de Educación Pública. Sólo q u i e n se p repara con r i g o r , divulgará con a m e n i d a d . Esta línea de conducta e x p l i ­ca el carácter f r a g m e n t a r i o de g r a n parte de la obra de Reyes, i n t e g r a d a por recopilaciones. Escribe para los periódicos, porque allí, y no en el t e r r i t o r i o m u c h o más res t r ing ido del l i b r o (hasta fechas m u y recientes, u n p r i v i l e g i o forzado de las élites), los i n t e ­lectuales pueden c u m p l i r en u n país donde se lee poco, con su servicio público y deber c iv i l i zador . Y también por lo m i s m o , R e ­yes cree en el l i b r o , el objeto que preserva y sol idif ica el i m p u l s o del pensamiento .

LA UTOPÍA INDIVIDUAL

A l o largo de su estancia en París, en M a d r i d , en R í o de J a n e i r o , en Buenos A i r e s , A l fonso Reyes a f ina el sentido de su t r a b a j o . Si l a l i t e r a t u r a explora y e n c u m b r a el proceso c i v i l i za to r i o , no hay tarea más alta que la creación, l a difusión y el dis frute de las obras maestras del espíritu, que l a enseñanza y la actualización de los clásicos, que la ubicación de la armonía que eliminará la i n t o l e -

514 C A R L O S MONSIVÁIS NRFH, X X X V I I

ranc ia . C u a n d o él escribe: " T o d o lo sabemos entre t o d o s " , p re ­gona su p u n t o de v is ta : nadie posee las claves enteras del saber, todos somos indispensables.

E n 1938, pub l i ca u n o de sus textos fundamentales , Homilía por la cultura7, alegato que es protesta contra las aberraciones de los especialistas. Allí Reyes p ide e q u i l i b r a r el t i e m p o para la acción y el t i e m p o para la contemplación; confía irónica y piadosamente en que u n vistazo d i a r i o al r e ino de la c u l t u r a nos libertará de accidentes y desgracias; define a la c u l t u r a como función u n i f i c a -d o r a ; rechaza la división de ciencia y h u m a n i s m o ; advierte el ca­rácter heroico de la sed de conoc imiento , en u n m e d i o que no lo a l i enta ; se pone — e n su rápida visión de B r a s i l — como modesto e j emplo de " c ó m o u n s imple af ic ionado a las letras puede h a l l a r también sus al imentos en los cuadros estadísticos, las listas de pre ­cios y los conoc imientos de e m b a r q u e " , y elogia a la i m a g i n a ­c ión , e lectr ic idad esencial del espíritu que todo lo entiende y v i ­v i f i ca .

E l respeto al proyecto c iv i l i zador se t ransparenta a lo largo de la o b r a de Reyes, incluso en momentos t a n fall idos como la Carti­lla moral, la caída en el paterna l i smo . A ta l p u n t o le interesa la encomienda de i l u s t r a r , de p r o p o r c i o n a r resúmenes útiles y ame­nos de la h i s t o r ia y l a l i t e r a t u r a que centra la m o r a l del escritor en el diálogo con el lector . A n t i - a u t o r i t a r i o en la f o r m a , a Reyes el deber c i v i l l o ob l iga a intensi f i car la c l a r i d a d expresiva, p o r q u e la oscur idad es signo del desorden m e n t a l que es barbar i e . A q u í se mani f ies ta la razón p r o f u n d a ( " m i único a n h e l o " ) de Reyes: la l ea l tad a la vocación, que persiste en u n med io que no lo con­siente, co lmado de los " e n e m i g o s de la p r o m e s a " , de las disper­siones que C i r i l C o n o l l y catalogó: la burocrac ia , el per i od i smo , la ideología, l a política.

A n t e la política y , en b u e n grado , ante la intens idad l i t e r a r i a , Reyes fue u n descreído, u n escéptico y por eso lo i n c r e p a r o n los realista-socialistas, como lo hubiesen m a l in terpre tado los surrea­l istas. Pero , y en esto fue e x t r a o r d i n a r i o , Reyes vivió casi antes que nadie l a secularización como atmósfera inev i tab le , y m a n t u ­v o esa a c t i t u d el resto de su v i d a , a d i ferenc ia , por e jemplo , de Vasconcelos, que va del catol ic ismo a la religión educat iva , y de allí, con agresiv idad rencorosa, a la u l t raderecha católica. Reyes es d e f i n i t i v a m e n t e la ico , y al r e n u n c i a r sin estruendo a los " s o ­bornos del c i e l o " , se adapta sin problemas a las tareas del siglo.

7 A L F O N S O R E Y E S , Homilía por la cultura, AROC, t. 11, pp. 204-221.

NRFH, X X X V I I L A T O M A D E P A R T I D O D E R E Y E S 515

E n la versión de Reyes, ser laico es v i v i r c ord ia lmente la c u l t u r a , s in p r e m u r a s y sin pausas; ser laico es depositar en el saber la re ­dención histórica de las naciones; ser laico es comprender los p u n ­tos de vista , las demandas, las búsquedas formales, los ju i c ios aje­nos. Escribe a E m m a n u e l C a r b a l l o el 13 de febrero de 1959:

Y voy a revelarle u n secreto, querido Emmanuel , y entienda usted bien que es secreto y no se lo cuente más que a sus íntimos: para quien se ha pasado la vida estudiando las principales literaturas a través de los siglos, lo más difícil es no entender en el sentido de no aceptar; pues ése ha visto i r y venir los cambios de asuntos y de maneras, y sabe que todos esos cambios responden —hasta cuando son más inusitados y extravagantes— a una íntima necesidad 8.

L A FUNCIÓN UNIFICADORA DE LA CULTURA

Reyes, t a n opuesto a condic ionamientos y n o r m a s , abundó en i n ­dicaciones sobre lo construct ivo y lo pos i t ivo . E l , aparentemente i n m u n e a la historia de su t iempo, analizó sin cesar — a u n q u e siem­pre en t o n o de aparente digresión— las condiciones del escritor y l a f o r ja del públ ico , resumiendo ob l i cuamente su idea del p r o ­ceso nac iona l . Así , a f i r m a en Ultima Tule:

El escritor tiene aquí mayor vinculación social, desempeña gene­ralmente varios oficios, raro es que logre ser u n escritor puro, es casi siempre u n escritor í £ m á s " otra cosa u otras cosas. T a l situa­ción ofrece ventajas y desventajas. Las desventajas: llamada a la ac­ción, la inteligencia descubre que el orden de la acción es el orden de la transacción, y en esto hay sufrimiento. Estorbada por las con­tinuas urgencias, la producción intelectual es esporádica, la mente anda distraída9.

Reyes se propuso ganar t i e m p o , y , sobre todo , seguridades psicológicas y culturales p a r a u n escritor , él m i s m o , y ésta fue su m a n e r a modesta y soberbia de ganarle espacio a la civilización. C o n todo , el suyo no fue proyecto i n d i v i d u a l . Q u i e n careció de t e m p e r a m e n t o ostensiblemente rel igioso, y se m a n t u v o alejado de la fe t r a d i c i o n a l y de la mitificación de la P a t r i a y el Pueblo , vivió hasta el ex t remo la creencia en el saber colectivo, y esto lo i m p u l -

8 E . C A R B A L L O , "Alfonso R e y e s " , en op. cit., p. 150 . 9 "Última T u l e " , AROC, t. 1 1 , p. 8 5 .

516 C A R L O S MONSIVÁIS NRFH, X X X V I I

so a recrear cu l turas , temperamentos artísticos, c ivi l izaciones. E n u n m e d i o cerradamente ant i - in te l e c tua l , de minorías semi - i lus -tradas y mayorías analfabetas, que co inc iden en u n a creencia (los i lustrados son apologistas explícitos o implícitos de la perversidad) , Reyes deseó encarnar al h o m b r e de letras un iversa l , que le agre­ga a la nación dimensiones universales. Por eso, con insistencia, trazó el sueño c i v i l donde la armonía (las leyes de la estética) en ­gendrará la formación m o r a l .

Así enunc iado , el proyecto es por lo menos confuso. Pero R e ­yes, u n l i b e r a l que no se declaraba ta l p o r miedo a las clasifica­ciones, amplió en sus mensajes la esencia de los ideales j u v e n i l e s , coincidentes en varios puntos con los que Vasconcelos deseó i m ­p l a n t a r en l a Secretaría de Educación Pública. D e m a n e r a l i t e r a l , Reyes confió en el poder de los ideales clásicos. Si Vasconcelos repartió l ibros de H o m e r o , D a n t e , Goethe, T o l s t o i , P lot ino o P l u ­tarco , para darle al Estado la fundamentación humanis ta que mos­t r a r a su n ive l in ternac iona l , Reyes confió en la correa transmisora de l a l a t i n i d a d y de la c u l t u r a griega. S in eso no habría c u l t u r a , p o r q u e las raíces i l u m i n a n el desenvo lv imiento . Si l a inte l igenc ia fabr i ca ciudades, l a c u l t u r a n u t r i d a por Grec ia y R o m a es la vía de l desenvo lv imiento confiable .

No olvidéis que u n universitario mexicano de mis años sabe ya lo que es cruzar una ciudad asediada por el bombardeo durante diez días seguidos, para acudir al deber de hijo y de hermano, y aun de esposo y padre, con el luto en el corazón y el l ibro escolar bajo el brazo.

Recuerda a R i c a r d o G ó m e z R ó b e l o que en los campamentos revolucionarios traduce a Elizabeth Barret B r o w n i n g . ¿ Y qué leería él m i s m o d u r a n t e l a Decena Trágica? Si como Pascal, está segu­r o de que nosotros contenemos al universo p o r el espíritu, t a m ­bién r i n d e t r i b u t o s pasajeros a las fuerzas terrenales, y p o r eso, en el segundo m i l e n a r i o del poeta l a t i n o , produce su " D i s c u r s o p o r V i r g i l i o " , ese bel lo texto que , en su p r i m e r a versión, h e r m a ­n a ab ier tamente la r e f o r m a agrar ia del presidente P lutarco El ias Calles y la lectura de las Geórgicas. Allí Reyes es sincero al extremo:

T o m a r partido es lo peor que podemos hacer. Es mucho más legíti­ma la esperanza en " l a raza cósmica" de Vasconcelos; la fe en " l a cultura h u m a n a " de Waldo Frank. Adoptémoslo todo y tratemos de conciliario todo. Aquello en que no haya conciliación será equi-

NRFH, X X X V I I L A T O M A D E P A R T I D O D E R E Y E S 517

vocado y de ello podremos prescindir a la izquierda y a la derecha 1 0 .

E l lo repitió: " T o d o lo sabemos entre t o d o s " , ¿por qué d i v i ­dirse? E l deseo de no t o m a r p a r t i d o es algo más que escapismo o m i e d o a la v io lenc ia . Sí, y sobre eso el p r o p i o " D i s c u r s o p o r V i r g i l i o " no deja d u d a , h a t o m a d o el p a r t i d o del Estado, lo que pretende es aportarle al Estado su ce r t idumbre ( " l a c u l t u r a es u n a función u n i f i c a d o r a " ) y comunicar le a la sociedad su h o r r o r a las banderías, que surge de la experiencia del inte lec tual en M é x i c o , expulsado o b u r l a d o cada vez que t o m a p a r t i d o . Y no es esto lo peor : la posición de los intelectuales h a fomentado desdichada­m e n t e a l ant i - in te lec tua l i smo que será muchas cosas ( m a c h i s m o , m i e d o y desprecio a l c onoc imiento , pavor ante la idea de u n pue ­b lo al fabet izado) , pero que responde también a u n a equivocada y funesta toma de partido de quienes encarnan el conoc imiento . Por eso, la democrac ia será p r i n c i p i o a la vez concreto y abstracto , y el eclecticismo elaborará sintéticamente la concordia .

Si válidos —dice en la que quizás es su frase más citada— de nues­tro leve peso histórico y hasta de haber sido convidados al banquete de la civilización cuando ya la mesa estaba servida. . .

Reconoce la condición de periféricos. Para trans formarla en ven ­t a j a , conviene el ideal clásico. A q u í su utopía conoce el límite y se le debe entender l i t e r a l m e n t e , por ser el m o m e n t o más débil y más poderoso ideológica y utópicamente de la producción de Reyes, y que no es, aunque así lo parezca, pos tura demagógica . R e c l a m a la posesión de V i r g i l i o (de toda la c u l t u r a ) y , s in reves­t irse de pro fe ta , v a t i c i n a lo que no se d i o n i podía darse, l a vue l ta a l campo , el r e torno a lo agrar io pres id ido y no como metáfora, p o r l a l ec tura de V i r g i l i o : el orbe l a t i n o devuelve al h o m b r e su l u g a r , en la Eneida se i n i c i a todo sent imiento nac iona l , l a l e c tura de V i r g i l i o es f e rmento p a r a l a noc ión de P a t r i a , do tar a los niños con V i r g i l i o es alimentarlos con médulas de león, el espíritu de V i r ­g i l i o parece i l u m i n a r el cuadro de nuestra política agrar ia y — e l sueño f a b r i l va en ascenso— nada tendría de extraño que se reco­m e n d a r a en las escuelas agrícolas — y de m o d o general en las es­cuelas p r i m a r i a s — la l ec tura de las Geórgicas para despertar en la m e n t e de los niños la vocación del campo . Y concluye su straw-berry fields forever:

1 0 "Discurso por V i r g i l i o " , AROC, t. 11, p. 172.

518 C A R L O S MONSIVÁIS NRFH, X X X V I I

Sobre la comarca recién desgarrada por las guerras civiles, como alta predicación de concordia, de unidad y de amor al trabajo, rue­dan las ondas cordiales de las Geórgicas11.

N o es extraño que q u i e n se sintió Eneas al salir en 1913 de M é x i c o r u m b o a E u r o p a , e l i ja a V i r g i l i o para este sueño enlo­quec ido , desde el p u n t o de v ista de la rea l idad agrícola y política de M é x i c o en los años t re intas . Pero así no sea Reyes u n pensa­d o r político, t iene razón a su m a n e r a , ahora lo sabemos casi de­masiado tarde . E l p r o b l e m a no es i n u n d a r las escuelas con V i r g i ­l i o , sino la humanización del m e d i o r u r a l y de los ideales clásicos. Reyes pide sin aspavientos y sin insist ir en la modificación del p r o ­yecto t r i u n f a n t e de nación que se i n c l u y a a l conoc imiento , que se vea en los intelectuales no a u n o r n a m e n t o sino a l a conciencia c i v i l i z a d o r a y a la presencia de la m o r a l . N o se le hace caso n i en M é x i c o n i en sit io a lguno , y él, pasada l a fiebre del " c o m p r o ­m i s o " de los t re intas , se aleja de la g r a n prédica y de vez en vez insiste en la reformulación de la utopía. Ese es su g r a n alegato. O la función un i f i cadora de la c u l t u r a o . . . y aquí se cal la.

Las utopías de Reyes son obl igadamente nacionalistas, y e n u n ­ciadas sin convicción urgente , algo ajeno a su t e m p e r a m e n t o y al mín imo c r i t e r i o de rea l idad . E l , a q u i e n tantos l l a m a r o n descas­tado, quiere p r o b a r que la casta no radica en el apego sino en la a m p l i t u d de la visión del m u n d o . H a y que conocer, o r i e n t a r , or ­ganizar la tradición (en u n a p a l a b r a , i n v e n t a r l a ) , y en esta r e l i ­giosidad cu l tura l que es pr inc ip io m o r a l , conviene i m p r i m i r l e fuer­za a los trabajos de u n a minoría de escritores y pensadores.

Y decir que todo esto no importa al pueblo —arguye defensivamen­te— es tan pueril como querer otra vez que la ciencia sea privilegio de una casta sacerdotal; como esperar que el pueblo aprenda sin tener maestros que lo enseñen; como pretender que el pueblo aban­done las urgencias vitales para inventar por su cuenta la cultura; como soñar que las grandes orientaciones nacionales hayan de caer solas sobre la muchedumbre, desde las alturas de no sé qué fabulo­so Sinaí, sin la obra de investigadores que consagran a buscarlas y a interrogarlas sus estudios, sus vigilias, su vida toda 1 2 .

Es conmovedor , p o r hero ico , el esfuerzo de Al fonso Reyes. Y no deja de ser comprobación melancólica nuestra necesidad ac-

11 Ibid., p. 175. 12 Ibid., p. 160.

NRFH, X X X V I I L A T O M A D E P A R T I D O D E R E Y E S 519

t u a l de t r a d u c i r l o , de ver en él u n m u c h o m a y o r arra igo del que le supusimos, sólo que discreto, a l a defensiva. H o y sabemos que su m a y o r d r a m a público no fue la m u e r t e v i o l enta de su padre sino la condición del escritor cali f icado de " a p a t r i d a " por el a n -ti - intelectual ismo, en u n país juzgado " b á r b a r o " o " a t r a s a d o " por los cr i ter ios en que él creía. Reyes quiso asirse de lo nac ional no como orientación inte lectual sino en tanto p r i n c i p i o de e n t e n d i ­m i e n t o de la rea l idad , y lo opuso frente al a u t o r i t a r i s m o . Q u i s o hacer — c o n grave modest ia y necesaria i n m o d e s t i a — las veces de puente entre Occ idente y M é x i c o y m u c h o consiguió pese a la desmesura del i n t e n t o , pero Occ idente ( lo que él así considera­ba) apenas lo percibió. E r a demasiado el peso de la arroganc ia co l on ia l , como se ve en la línea despreciativa que a su obra d e d i ­c ó José O r t e g a y Gasset: "gesteci l los de a l d e a " . Q u i s o ser leído y sus obras completas resu l taron u n mausoleo poco accesible pa ­r a el lector c o m ú n que somos todos.

M u c h o nos queda de esa " c o m e d i a de las equivocac iones" . E n el caso de Reyes, la prosa es proposición c iv i l i zadora en sí m i s ­m a . L a idea de Valéry que c i ta Cardoza : " L a sintaxis es u n d o n de l a l m a " , en Reyes se vuelve la incorporación del lector a l p r o ­ceso del pensamiento del escritor. D o n Al fonso virtió u n a c u l t u r a general en u n público p a r t i c u l a r , y quiso hacer de la c lar idad ex­presiva una función ciudadana. T o d o , también, lo ignoramos entre todos, pero a la c u l t u r a de hab la hispánica la enriqueció vasta­mente este prosista des lumbrante que facilitó el tránsito de lo ecle­siástico a lo secular, al l levar a la práctica u n a idea: a la pérdida de la fe rel igiosa (o si no se quiere hab lar de pérdida, a la i n t e g r a ­c ión de l a fe en el m u n d o ) , la sustituye la edificación de perspect i ­vas c iv i l i zadoras . Por eso d o n Al fonso habría hecho suya la o ra ­ción de M i l t o n en Paradise lost:

Tratemos de establecer qué fuerzas nos pueden dar nuestras ilusiones; y si no, qué resolución nuestra desesperanza.

CARLOS MONSIVÁIS