La subversión del discurso hegemónico de la identidad nacional en Palés Matos y Mariáteghi.

13
LA SUBVERSIÓN DEL DISCURSO HEGEMÓNICO DE LA IDENTIDAD NACIONAL EN LAS MANIFESTACIONES VANGUARDISTAS DE AMÉRICA LATINA. La presente exposición se propone realizar un acercamiento a aquellas manifestaciones de la vanguardia latinoamericana que subvierten o redefinan los parámetros de identificación de la identidad nacional propios del discurso hegemónico durante las primeras décadas del siglo XX; teniendo en cuenta que durante este período “el canon literario hispanoamericano defiende la noción de una América Latina blanca, heredera de la civilización greco- latina y judeo-cristiana.” 1 En este sentido podemos preguntarnos qué sujeto social postulan como sujeto portador de la nacionalidad escritores como Mariáteghi en Perú o Palés Matos en las Antillas y dentro de qué marco realizan esta operación. La propuesta de Nelson Osorio, Ana Pizarro y otros exponentes de este sector de la crítica me servirá de marco teórico para enmarcar las manifestaciones de la vanguardia en nuestro continente dentro de una perspectiva que, si bien no deja de contemplar la innegable relación que ellas guardan con las vanguardias europeas, prioriza un enfoque que no se limita a la filiación puramente estética con las vanguardias europeas sino que las considera, fundamentalmente, expresión de una ruptura dentro de la dinámica política, social y económica que, dentro de su alcance mundial, también se extendió en América Latina. 1 López Baralt, M.: “El extraño caso de un canon marginal: la poesía de Luis Palés Matos”.

description

Negrismo e Indigenismo. Vanguardias en América Latina.

Transcript of La subversión del discurso hegemónico de la identidad nacional en Palés Matos y Mariáteghi.

LA SUBVERSIÓN DEL DISCURSO HEGEMÓNICO DE LA IDENTIDAD NACIONAL EN

LAS MANIFESTACIONES VANGUARDISTAS DE AMÉRICA LATINA.

La presente exposición se propone realizar un acercamiento a aquellas manifestaciones de la

vanguardia latinoamericana que subvierten o redefinan los parámetros de identificación de la

identidad nacional propios del discurso hegemónico durante las primeras décadas del siglo XX;

teniendo en cuenta que durante este período “el canon literario hispanoamericano defiende la

noción de una América Latina blanca, heredera de la civilización greco-latina y judeo-cristiana.”1

En este sentido podemos preguntarnos qué sujeto social postulan como sujeto portador de la

nacionalidad escritores como Mariáteghi en Perú o Palés Matos en las Antillas y dentro de qué

marco realizan esta operación.

La propuesta de Nelson Osorio, Ana Pizarro y otros exponentes de este sector de la crítica me

servirá de marco teórico para enmarcar las manifestaciones de la vanguardia en nuestro continente

dentro de una perspectiva que, si bien no deja de contemplar la innegable relación que ellas guardan

con las vanguardias europeas, prioriza un enfoque que no se limita a la filiación puramente estética

con las vanguardias europeas sino que las considera, fundamentalmente, expresión de una ruptura

dentro de la dinámica política, social y económica que, dentro de su alcance mundial, también se

extendió en América Latina.

Es decir, que mientras un sector antinómico de la crítica ha leído a las vanguardias como un simple

epifenómeno de la vanguardia europea, Osorio sostiene que representan una respuesta legítima a

condiciones previas:

Por un lado, los factores político sociales básicos que desencadenaron la crisis mundial durante el

arco que va de 1910 a 1920;

Por otro lado, los factores estéticos: el agotamiento del Modernismo como código expresivo

dominante durante de un periodo histórico que hace crisis en esos años.

La casi simultaneidad con que surgen las vanguardias tanto en un continente como en otro2

queda así explicada por el hecho de que las condiciones históricas que determinaron la crisis de la

1 López Baralt, M.: “El extraño caso de un canon marginal: la poesía de Luis Palés Matos”. 2 El “Manifiesto Futurista” del poeta italiano Marinetti es escrito en 1908 y publicado en Francia en 1909.

Modernidad y el inicio de la Edad Contemporánea tuvieron un alcance internacional. El carácter

internacional y casi simultáneo que tiene el vanguardismo de la postguerra está relacionado con la

internacionalización de una crisis que condujo a la guerra. Pero América Latina vive de un modo

específico esta situación en tanto que pone de manifiesto la anquilosis de las estructuras de una

sociedad oligárquica, las cuales entran en contradicción con las necesidades de expansión de las

nuevas fuerzas sociales.

Entre las consecuencias específicas que acarreó el período de guerra en América Latina, se destaca

la sustitución de importaciones puesto que, además de generar una consolidación en el sector

industrial, el incremento del proletariado y las capas medias de la sociedad, devino en la

consolidación de la conciencia política de los sectores populares, sobre todo urbanos, que

comenzaron a organizarse políticamente y a reclamar mayor participación en las esferas políticas,

económicas y culturales. Junto a esto, el desarrollo de un gran movimiento antioligárquico cuyo

registro inicial está en la Revolución Mexicana de 1910 o, en el plano de la institucionalidad

cultural, en la Reforma Universitaria de 1918.

La emergencia de nuevos sectores sociales y el consecuente desarrollo de la conciencia política en

los sectores más populares permite explicar el hecho de que en todos los países de América Latina

surgieran movimientos antioligárquicos y reformistas, entre los cuales podemos incluir a las

manifestaciones de la vanguardia en el campo de las producciones artísticas. Algunos fuertemente

caracterizados por su intención reivindicativa de las masas.

Anteriormente hice mención del Modernismo como una de las condiciones previas

consideradas por Osorio para determinar el surgimiento de las vanguardias. Pues bien: me refiero al

hecho de que el mundo que los modernistas buscaron construir en donde la Belleza y el Arte

funcionaran como defensa a la vanidad de lo cotidiano y a una realidad en plena descomposición,

manteniendo una vinculación con la realidad social a través de una actitud de rechazo3; se revela

como banal frente al arrollador avance del capitalismo industrial que revela un proceso de

neodependencia y una condición neocolonial con los países imperialistas, EE.UU principalmente. A

partir de este agotamiento podemos comprender la necesidad de una renovación artístico-literaria

3 Rubén Darío en las “Palabras Liminares” denuncia la realidad que le tocó vivir al postularla como contraste negativo del ideal que encarna el arte.

que deje atrás la carencia de función social a la que estaba sometido el arte burgués desde el

esteticismo.

Esto se traduce a la vida literaria en el fin de la hegemonía del Modernismo como código

dominante de una época –ya en vías de clausura- y en el surgimiento de una serie de impulsos

renovadores con una fuerte impronta crítica y cuestionadora, hoy conocidos como “vanguardismo

literario”.

Pues bien: si bien la perspectiva de Osorio es una perspectiva que analiza de conjunto las

expresiones de la vanguardia en Latinoamérica atendiendo al carácter supranacional que las

constituye, no niega el hecho de que los postulados vanguardistas se redefinen a cada momento en

función del carácter local y del desarrollo histórico-social de cada país o región. Al insertarse en los

procesos históricos nacionales, adhieren en cada contexto a la vanguardia política del momento

y articulan con ellas sus postulados estéticos. ANA PIZARRO LAS SEPARA JITRIK NO.

Si sostenemos, como Osorio, que las manifestaciones de la vanguardia en América Latina

constituyen una respuesta a condiciones históricas concretas y se redefinen en función de su

contexto, es que podemos analizar el carácter nacional de cada vanguardismo en relación con la

función reivindicativa que asumen.

Dicho esto, continuaré con un análisis más puntual de algunas de las manifestaciones vanguardistas

en su contexto específico.

José Carlos Mariáteghi funda y dirige en el año 1926 la revista Amauta, revista vanguardista y

órgano difusor de la vanguardia del Perú por antonomasia. A partir de la cual inaugura una

reflexión teórica que redefine los modelos nacionales de identificación al recuperar el pasado

incaico; desarrollo teórico que alcanza un grado mayor en sus ensayos, recopilados en 1928 en los

7 ensayos de interpretación de la realidad peruana.

Consciente de que participar de un movimiento de vanguardia artística implicaba agregar una

novedad al campo, funda y dirige Amauta con el convencimiento de que “no representa un grupo,

representa más bien, un movimiento, un espíritu”; de modo que no alcanza con presentar sólo una

técnica nueva o derribar una vieja ya que eso sólo cambiaría el decorado. Este espíritu al que viene

a representar la revista se encarga de ejercer una acción reivindicativa sobre las masas indígenas

que habitan los Andes en el Perú.

Si tenemos en cuenta que en Perú la discusión por la nacionalidad siempre estuvo matizada por la

colonia y que en la gestación del Perú moderno operan diversas fuerzas sociales en acción, entre las

cuales el indigenismo se diferencia de las castas de mestizos y criollos, las producciones de

Mariáteghi adquieren un gesto vanguardista al denunciar las precarias condiciones de vida que

viven los indios bajo el dominio latifundista y poner en el centro del debate a la “raza” indígena

avasallada y reducida a la miseria por la “raza blanca” en complicidad de los mestizos.4 De este

modo, hace entrar en tensión a la tradición oligárquica -con sus parámetros establecidos de

identificación nacional ciudadana- con el exaltamiento de un sector social históricamente excluido

de la escena nacional.

El indio ha ocupado desde siempre el centro del debate y el “problema del indio” se ha

considerado como central en Perú”, teniendo en cuenta que sólo un 20% de la población estaba

urbanizada mientras que el 80% representaba a la población rural, de los cuales la mayoría se

hallaba en los Andes. El gesto vanguardista de Mariátegui radica en que si bien antes de su

irrupción en la escena intelectual el problema era abordado desde una perspectiva cultural,

pedagógica e incluso étnica, bajo el supuesto liberal de que educando al indio se lo integraría. El

escritor peruano rompe con esta premisa al producir una lectura de dicho problema en términos

económicos y políticos sosteniendo que el problema del indio es, fundamentalmente, un problema

económico cuyo problema de fondo es el problema de la propiedad de la tierra, denunciando el

régimen agrario feudal que no había sido abolido por la revolución de la independencia y cuya

sobrevivencia mantenía una relación solidaria entre los latifundios y la condición de servidumbre a

la que el indígena era sometido.

El planteamiento de Mariáteghi es vanguardista en varios sentidos: por un lado, Oscar Terán

sostiene que el gesto vanguardista radica en despegarse del marxismo tradicional y, bajo una

perspectiva teórica no ortodoxa, recuperar el pasado incaico y proponer al indígena como sujeto

social 5 para realizar el ideal socialista en el Perú y postular al ayllu como célula básica de

producción comunitaria. Lo cual denota una concepción mítica del indio, como una suerte de

persistencia inalterable cuya creencia permitía pensar que el comunismo estaría garantizado por la

forma de producción cooperativa que mantenía el icario.

4 Américo Ferrari: la cuestión del indio. 5 Tengamos en cuenta que el marxismo nunca postuló un sujeto social campesino sino que su teoría siempre se pensó dentro de los límites urbanos con el proletariado como sujeto central del desarrollo.

La dicotomía siempre latente entre nacionalismo vs. cosmopolitismo, que en Mariáteghi se

traduce a indigenismo vs. Marxismo, queda notablemente resuelta al comunicar el pasado mítico

con un futuro utópico en una reflexión teórica que postula –a contracorriente de cualquier marxismo

ortodoxo- al indígena de la sierra como sujeto de la encarnación de su ideal socialista.

Ya en los nombres posibles considerados por Mariáteghi para su revista vanguardista, señala Terán,

se representa esta tensión que recorre su obra: mientras que “Vanguardia” podría haber señalado su

ideología dentro de las corrientes vanguardistas de los años ’20, “Amauta” alude a un intento

volitivo de determinación de la especificidad nacional peruana proyectada hacia el pasado indígena.

La elección final es una marca concreta que distingue su revista de aquellas que en la misma época

fundaron su proyecto en un posicionamiento fundamentalmente estético y distante de la

problemática social. Para Mariáteghi el sentido revolucionario de las escuelas o tendencias no

radica en la creación de una técnica nueva, sino en el repudio del absoluto burgués. Vale

preguntarnos aquí, qué sujeto social porta la nacionalidad dentro de la cosmovisión burguesa. (VER

ARIELISMO).

En esto gesto deliberado de renovar la producción artística a partir de una actitud vanguardista

que contemple la realidad social, Mariáteghi se sirve de la literatura como canal de

reivindicación, hecho que solamente puede concretarse mientras que lo literario se construya

a partir de la dinámica propia del desarrollo de América Latina, que en el Perú se traduce por

la lucha del indigenismo. En uno de sus 7 Ensayos dedicados a la literatura peruana postula que

“el indigenismo, en nuestra literatura, tiene fundamentalmente el sentido de una reivindicación de lo

autóctono” y, remarcando “la tendencia autonomista y nativista del vanguardismo en América”

sostiene también que “si el indio ocupa el primer plano en la literatura y el arte peruano no

será, seguramente, por su interés literario o plástico, sino porque las fuerzas nuevas y el

impulso vital de la nación tienden a reivindicarlo”. En este sentido, al focalizar en sus

producciones el problema del indio como problema central, torna visible el problema de la

nación. Es decir que al articular un objeto nacional-popular como punto central de su análisis

hace emerger simultáneamente el problema de la identidad peruana. Una identidad que

encuentra su encarnación en el indígena de la sierra y no en cualquier otro sujeto social dentro de un

país tan heterogéneo culturalmente como el Perú, de la misma forma que postula que “el criollismo

no ha podido prosperar en nuestra literatura, como una corriente de espíritu nacionalista, ante todo

porque el criollo no representa todavía la nacionalidad”. 6 El indigenismo, dentro de una

tendencia más extremista, hace del indio el único peruano auténtico, autóctono. Los indios son, en

Mariáteghi, el indio: campesinos eternos y ahistóricos.

El pensamiento mariateghiano respecto de la nación se caracteriza por tratar de responder a la

especificidad de la constitución de la nación peruana entendida como búsqueda de una identidad.

Esta búsqueda no será una fuga hacia el futuro sino que retornará a las mediaciones que su propia

tradición nacionalista le ofrecía bajo la forma de un objeto popular: el problema indígena. Y a partir

de ahí, la inquietud por la incorporación democrática de las masas populares marginadas a un

proceso constitutivo de la nacionalidad que, dentro de su perspectiva, debe fusionarse con un

proyecto socialista.

Luis Palés Matos inicia con su Tun tun de pasa y grifería lo que hoy se conoce como

“negrismo” en las Antillas hispánicas. Su obra constituye la primera respuesta a la búsqueda de la

especificidad caribeña teniendo en cuenta que Puerto Rico representa un espacio geográfico de

convergencia cultural compuesta por la cultura occidental del colono, la cultura asiática del

emigrante o peón y la cultura africana del esclavo arrastrado a estas tierras, respuesta a una

búsqueda que se encontraba desahuciada en tanto que “la invasión norteamericana suspendió la

continuidad española sin reemplazarla por nada.” 7

Si bien la condición política de Puerto Rico en el siglo XX es bien diferente de la de Perú, en

tanto que el primero nunca desarrolló una burguesía nacional capaz de defender eficazmente sus

intereses y cuya debilidad estatal contribuyó a su condición de colonia española y colonia

estadounidense hasta la condición de Estado Libre Asociado en el año 1948; la operación

vanguardista llevada a cabo por Palés Matos es similar a la de Mariáteghi en tanto que ambas

producciones evidencian una inquietud por el espacio propio en medio de una situación de

heterotopía –entendida ésta en términos foucaultianos-. En medio de una perturbadora coincidencia,

en un mismo espacio peninsular, del negro y el jíbaro criollo Palés celebra “lo negro como elemento

clave de nuestro mestizaje, enfrentándose a la visión canónica de nuestra identidad nacional” 8

contribuyendo, así, a la toma de conciencia de la nacionalidad isleña porque opera, al mismo

6 “El proceso de la literatura. Las corrientes de hoy. El indigenismo”. Pág. 298.

7 Jitrik, N. “Las dos tentaciones de la vanguardia”. 8 López Baralt, M.: “El extraño caso de un cánon marginal….” Pág. 7.

tiempo, en repudio al imperialismo norteamericano que mantiene al país en condiciones

neoconoloniales9. Es así que el indigenismo de Mariáteghi entronca con el negrismo de Palés

Matos como respuestas vanguardistas a un problema de heterogeneidad cultural que busca redefinir

los parámetros de identidad nacional. Y, como sostiene Ángel Rama, ambas teorizaciones indican

el desarrollo de fuerzas autónomas capaces de oponerse a la dominación homogeneizadora de las

ciudades. En zonas sumergidas para el discurso nacional oficial, destinadas a ser arrasadas por la

aculturación, surgen estos escritores que reivindican la localidad y reconocen las diferentes

subculturas que se superponen en un mismo espacio y que corren riesgo de desaparición con el

avance de la cultura nacional, entendida esta como proceso de homogeneización que nace de las

grandes ciudades.

Mientras que las vanguardias europeas debían buscar las máscaras negras en continente

africano, Palés Matos encuentra que este componente negro forma parte de la misma matriz

nacional de Puerto Rico. Así, su operación vanguardista consiste en hacer ingresar a su poesía la

cultura negra y sus voces por medio de diferentes temáticas: la ancestralidad, las esencias étnicas, la

danza, los ritos, el temperamento, los resultados del trasplante del negro africano a tierras caribeñas

y, por medio de una intención irónica, emplea los estereotipos raciales más prejuiciosos y

conservadores de occidente para subvertirlos y convertirlos en fuerzas primitivas de la vida y la

libertad. Así, mientras algunas experiencias de la poesía vanguardista se despliegan sobre

procedimientos modernizadores del lenguaje que operan no solo en el contenido sino sobre la

espacialidad de la hoja –como Vallejo o Huidobro- , en Puerto Rico, la poesía de vanguardia

encuentra una estética de la onomatopeya.

Las vanguardias en América Latina representan un compuesto artístico caracterizado por dos

vertientes que Noé Jitrik denomina “las dos tentaciones de la vanguardias”. Un sector de la crítica al

que pertenece Ana Pizarro sostiene como válida la dicotomía entre una textualidad artística frente a

una textualidad política. O en otros términos, una diferencia que se traza entre aquellas vanguardias

que producen “arte por el arte mismo” y aquellas que postulan un “arte comprometido”. Jitrik se

opone a esta distinción en favor de una lectura más amplia. Vale aquí preguntarnos si podemos

diferenciar en los discursos vanguardistas de América Latina estas vertientes y si podemos hacerla

extensiva a los casos analizados.

9 Esto refuerza la tesis de Osorio en tanto que la actividad artística de Palés se pone en coincidencia con los debates políticos de entonces.

Sostener esta dicotomía nos llevaría a pensar que el indigenismo y el negrismo forman parte del

vanguardismo político. Pero, como postula Jitrik, en el caso del negrismo de Palés Matos lo

conceptual no es explícito sino que deviene de la configuración poética misma. Palés no recurre a

una explicación teórica de su postulación étnica, sino que la celebración del componente negro

afroantillano se desprende de las voces que parecen reproducir los sonidos del tambor y de los

sonidos ingresadas al español de su poesía. Creo yo que ambas vertientes están presentes en todas

las manifestaciones de la vanguardia: sean estos manifiestos o textos estrictamente literarios. La

literatura ha funcionado desde siempre como un dispositivo para pensar, plasmar o fundar la

nacionalidad y la discusión por esta conlleva, lógicamente, una discusión política. La premisa

principal de las vanguardias históricas que buscaban reconectar el arte a la praxis vital y, a su vez,

reorganizarla en función del arte, se reproduce en las vanguardias latinoamericanas en la medida en

que las producciones se revisten de una función pragmática y de una finalidad social. La operación

de las vanguardias fue utilizar el campo artístico y el espacio de la literatura para plasmar la

discusión por la nacionalidad, pensar qué componente de esta constituía el sustrato popular y, en un

gesto auténticamente vanguardista, asumir una escritura fuertemente reivindicativa. Como sostiene

Jitrik, “cambiar la palabra, a través del cambio de la palabra, cambiar la vida”. Las dos tentaciones

de la vanguardia están presentes en tanto que cada acto humano conlleva una cuota de politicidad,

pero esta puede ser expresada de una forma u otra, las vanguardias articularon una postura política –

explícita o no- con procesos de escritura, modos de difusión y recepción que se pretendieron

nuevos cuyas consecuencias de perdurabilidad a lo largo del tiempo acentúan su connotación

política.