La Sociobiologia
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2. MODELOS DE INTERPRETACIÓN AMBIENTAL
DESDE LAS CIENCIAS SOCIALES
2.1. LA SOCIOBIOLOGÍA: EL HOMBRE ECOLOGICO
2.1.1. ORIENTACIÓN PEDAGÓGICA
A continuación se presenta de manera sucinta el modelo de interpretación ofrecida
por la ecología humana en dos de sus autores, H.Hawley y Bernard Campbell.
Resulta de la mayor importancia analizar estas posiciones, puesto que en ella se
efectúa por primera vez un análisis ambiental que intenta relacionar los avances
de las ciencias sociales con la ecología. Se trata, por lo tanto de un modelo que
pretende ser interdisciplinario.
En este modelo están tratados muchos de los problemas que interesa solucionar
desde la perspectiva ambiental, razón por la cual es muy importante detenerse en
su análisis crítico, con el objeto de alcanzar mayor claridad frente a los problemas
que surgen en el esbozo de una interpretación ambiental.
2.1.2 TOPICOS DE REFLEXION
A continuación se proponen unos tópicos de reflexión que le servirán de guía en su
ejercicio de lectura y análisis respecto de la intervención de la Sociobiología en la
interpretación de la problemática ambiental.
• ¿Es posible establecer diferencias entre la adaptación vegetal, la animal y la
humana?
• Si la cultura depende de una super-especialización orgánica, ello significaría que disminuye las posibilidades de adaptación?
• Es posible aplicar de manera directa e indiscriminada los conceptos
biológicos como simbiosis y comensalismo a las comunidades humanas ?
• ¿Qué factores habría que tomar en cuenta al intentar explicar el concepto de estructura social desde una perspectiva ambiental?
• ¿Qué tan importante resulta ser la en la sociedad moderna la relación entre recursos y Población?
• Al observar el mapa de la distribución de recursos, qué preocupaciones genera la desigualdad en dicha distribución por ejemplo en lo concerniente a energía fósil y a alimentación proteínica?
1. ¿Desde una perspectiva interdisciplinaria en necesario asimilar el orden cultural al ecosistema?
2.1.3 CONTENIDO
2.1.3.1 Introducción
La autonomía del individuo se disuelve en el siglo XVIII para dar paso a una
comprensión social de los fenómenos, es el pensamiento iluminista.
Hobbes, Grotius, Montesquieu y Rousseau se acercan a la comprensión racional
de la sociedad. Gotius y Hobbes son, sin duda, los grandes precursores del
pensamiento social. Hobbes intenta aplicar al hecho social el método de Galileo
de descomposición y síntesis. Desde las unidades elementales que buscan
exclusivamente su interés personal, la sociedad nace por el pacto social; el
pacto social es lo único que garantiza la armonía.
Grotius se sitúa dentro de la corriente renacentista de defensa del concepto de
libertad. El concepto de libertad estaba amenazado por el determinismo
teológico de Calvino.
Al mismo tiempo, Grotius cree necesario enfrentar al Voluntarismo de Estado,
alimentado por el pensamiento renacentista desde Maquiavelo. El compromiso
propuesto por Grotius es que el derecho, si bien no es una derivación teológica,
tampoco puede ser una caprichosa invención de la libertad humana: para
probarlo, acude al concepto estoico de Derecho Natural.
El Derecho Natural está desligado de cualquier soporte religioso. La naturaleza,
sea física o social, obedece a un orden interno, el cual no depende de la ley
divina. Con ello se establece la liberación del orden social. Esto sucede poco
después de que Galileo concluyera el proceso de liberación del orden físico.
Rousseau intenta establecer un puente en Hobbes y Grotius. Un puente entre el
Derecho Natural y los Derechos Individuales. Al igual que Hobbes, parte del
hombre primitivo para la explicación del hecho social, pero no lo identifica con
un haz de destinos confusos. Sin embargo, Rousseau es demasiado perspicaz
para regresar al mito de la libertad autónoma. La libertad se expresa en la
adhesión a la ley.
Montesquieu intenta establecer un efecto de causalidad entre la naturaleza y la
sociedad. Se basa en la teoría del Derecho Natural de Grotius. Sobre este
fundamento establece su análisis de las formas políticas del Estado. La justicia
sigue siendo una ley natural, válida tanto para Dios como para el ser humano.
Aunque no penetra con rigor en el análisis histórico, descubre los tres tipos
ideales de los diferentes Estados: monárquico, republicano y absolutista. Por
idealista que sea su solución, es el primer intento de una sociología tipológica.
Va incluso más allá y reconoce el influjo del clima y del ecosistema sobre la
formación de los tipos sociales. Sin embargo, no llega a aceptar el determinismo
geográfico.
Este marco introductorio, nos permite ubicarnos en la tendencia sociológica
denominada Ecología Humana, interés fundamental de este tema en el curso.
2.1.3.2 La ecología humana
El término de ecología humana no es homogéneo. Bajo este significado se
cubren diferentes posiciones. Una de ellas, proveniente de la tradición de las
ciencias sociales, intenta recoger los elementos de la ecología, para aplicarlos a
los sistemas humanos. Es la que vamos a analizar. La ecología humana es la
heredera de una larga tradición norteamericana, que ha venido promoviendo
una manera distinta de estudiar la sociología.
Nace en la Universidad de Chicago con la obra de Park y Burgess. Las primeras
alusiones están contenidas en la obra común de estos dos autores, escrita en
1921 y que tiene por título "Introducción a la ciencia de la Sociología". Según
estos dos autores el comportamiento humano tiene dos vertientes: la biológica
y la cultural, que pueden ser separadas en modelos analíticos distintos.
Los autores actuales han abandonado esta tradición dualista pues les interesa
analizar no tanto al individuo, sino las formas de organización social, dentro de
la más estrictas escuela sociológica.
Puede decirse que es a través de la obra de H. Hawley, como más adelante se
consigue definir, quizás con mayor claridad, el método de la Ecología Humana,
entendida desde las ciencias sociales.
En la primera parte de la obra se hace una recapitulación de algunos de los
principios descubiertos por los ecólogos, por lo menos hasta 1950, época en la
que el autor escribe su obra.
Hawley estudia la simbiosis, la competencia y los tipos de adaptación; parte del
hecho de que la ecología debe tomar distintos caminos analíticos para estudiar
los vegetales, los animales y al hombre.
La ecología humana, por tanto, debe encontrar sus propios caminos. La especie
humana goza de una inmensa capacidad adaptativa y ello se debe al hecho de
ser un "animal relativamente no especializado" desde el punto de vista
orgánico.
Hawley no hace un análisis de la tecnología desde el punto de vista evolutivo y
no profundiza en el concepto de cultura. Según el la capacidad de adaptación en
la especie humana proviene de la "superior capacidad mental". Esta base
operativa inteligente no es, sin embargo, exclusiva de la especie humana y la
diferencia con otras especies es sólo de "de grado".
Es lícito, por tanto, aplicar a la especie humana el criterio de inercia cultural
desadaptativa, que Ogburn llama "retraso cultural". Por efecto de este
mecanismo, por ejemplo, los japoneses no utilizan las laderas para cultivo, a
pesar de la escasez de tierra, mientras que los filipinos si la utilizan.
La posición de Hawley con relación al lugar que ocupa la especie humana no es,
sin embargo, clara. Aunque reconoce que "no ocupa un nicho definido en la
jerarquía ecológica...como se evidencia por la falta relativa de restricciones en
los hábitos alimenticios", rechaza, sin embargo, la teoría de que exista una
diferencia cualitativa entre la conducta humana y animal. "Dicho de otra
manera: parece más apropiado establecer la distinción sobre una base
cuantitativa que cualitativa: el hombre tiene una capacidad para producir
cultura en un grado mayor que el de cualquier otra especie viva".
Con O.T. Mason, Hawley opina incluso que puede ser plausible la tesis según la
cual los primitivos inventos del hombre, como la capacidad de pescar, cultivar la
tierra o trabajar la madera, fuesen copiados de los que realizaban los otros
animales.
De acuerdo con esta consideración un tanto roussoniana, Hawley minimiza el
impacto ambiental de las culturas primitivas, las cuales acomodan sus
necesidades a la asociación de la vida natural", mientras la civilización moderna
"regula la comunidad biótica, de acuerdo a sus necesidades".
Estos antecedentes darían pie para esperar un análisis social que profundice en
las relaciones de la cultura con su medio ecosistémico.
Sin embargo, las siguientes partes del tratado de Hawley se extienden en
consideraciones sociológicas que tienen que ver muy poco con una perspectiva
ambiental.
Ello puede aparecer una contradicción, puesto que, según la definición de
Hawley, la ecología humana solo se diferencia de la ecología vegetal o animal
"por el hecho de su complejidad", dado que los "elementos de la cultura
humana son idénticos en principio a la apetencia de la abeja por la miel, las
actividades para construir un nido de los pájaros o los hábitos cazadores de los
carnívoros."
2.1.3.3. ¿Qué es la ecología humana?
Dentro de esta perspectiva, Hawley define la ecología humana como "el estudio
de la forma y el desenvolvimiento de la comunidad en la población humana".
Con esta definición y en contradicción con los principios asentados con
anterioridad, Hawley disminuye la importancia cultural del entorno
ecosistémico, que le habían dado las definiciones de los primeros ecólogos
humanos.
Rechaza en esta forma la definición dada por MacKenzie, según el cual es la
disciplina "que trata de los aspectos espaciales de las relaciones simbióticas de
los seres humanos y de las instituciones humanas".
La contradicción, sin embargo, es sólo aparente, porque unas páginas más
adelante, Hawley da una definición similar a la de Mackensie, concibiéndola
como "el análisis detallado del proceso y organización de las relaciones
implicadas en la adaptación al medio".
2.1.3.4 Hábitat y condiciones culturales
De estos antecedentes uno esperaría encontrar una íntima relación entre el
habitat ecosistémico y las condiciones culturales.
Hawley rechaza, sin embargo, el determinismo geográfico. Según él, las
condiciones ecosistémicas no inducen al desarrollo de pautas culturales
específicas.
Cita el ejemplo aducido por Lowie de las diferentes culturas de pastores y
agricultores que se asentaron en el área del Arizona, aunque más adelante
reconoce la "relación bastante estrecha entre las culturas nativas y los factores
fisiográficos y de la flora" que se pueden deducir del completo estudio de
Kroeber.
Igualmente aduce las investigaciones realizadas por algunos sociólogos en
Chicago, que tenían por objeto determinar la relación entre delincuencia,
enfermedad mental y asentamiento en diferentes sectores de la ciudad.
Con dichos ejemplos Hawley concluye definiendo que "el medio físico no ejerce
sino una influencia permisiva o limitante" e incluso "esa influencia difiere según
la extensión del avance tecnológico".Hasta aquí llega la relación estudiada por
Hawley entre población y medio físico.
El resto del estudio es un análisis demográfico bastante tradicional que
contempla las tendencias del crecimiento poblacional, la distribución, las
migraciones, las pirámides, el equilibrio poblacional. Con las premisas
asentadas, se esperaría por ejemplo, un análisis ambiental de las migraciones o
un estudio de las relaciones entre medio ecosistémico, formas de producción y
crecimiento o estabilidad poblacional.
Hawley parte del principio de que sólo en las culturas primitivas relativamente
aisladas, los recursos condicionan el tamaño de la población y ésta ejerce
control sobre las formas organizativas. La superación del aislamiento debida a
las formas modernas de intercambio "hace que la interpretación maltusiana de
los problemas de la población sea cada vez menos útil". El desarrollo
tecnológico y económico del mundo moderno ha logrado estabilizar los recursos
que ya no juegan sino quizás "un papel muy pequeño" en la regulación del
volumen de la población. Los cambios significativos no se deben hoy en día a las
variaciones del clima o de la fertilidad del suelo, sino a las relaciones
económicas y de organización de las poblaciones mismas.
Los problemas se refieren, por tanto, más a la superpoblación ocupacional que a
la territorial, porque las dificultades no provienen de los recursos, que
generalmente se obtienen de fuentes distantes. "Frente a Malthus, hay que
decir que los problemas de la población no tienen su causa y su solución dentro
de las área locales". Ello hace posible incrementar las densidades poblacionales
muy por encima de lo previsible.
Hawley reconoce, sin embargo, que dichas densidades no se pueden generalizar
dentro del paradigma tecnológico actual. El volumen óptimo de población, por
tanto, es muy difícil de establecer con los instrumentos con que cuenta la
ciencia hoy en día, a pesar de que este propósito es "la meta última de todo
descubrimiento social".
2.1.3.5 Medio físico y organización social
El siguiente aspecto estudiado por Hawley es el relacionado con la organización
desde el punto de vista de la ecología humana. Por organización ecológica se
entiende "el complejo de interrelaciones funcionales, por cuyo medio vive el
hombre". Es, por tanto, una "técnica adaptativa". Hawley es consciente de que
esta definición lo aparta de la tradición establecida por la ecología humana.
McKenzie la había definido como el resultado de las relaciones entre "espacio,
población y funciones". La ecología humana estudia, por tanto, solamente la
manera como cambia la estructura funcional de la sociedad, al cambiar los
factores externos. No toca, por tanto, las actitudes, los sentimientos o las
motivaciones.
El autor reconoce que son muy pocas las investigaciones realizadas sobre las
relaciones entre medio físico y organización social.
De todos modos, ésta depende mucho menos que la comunidad biótica, de
rasgos exclusivamente biológicos. El individuo adquiere a través de la herencia
una "potencialidad muy general, que puede ser desarrollada de distintas
maneras". Sin embargo, el medio físico ejerce algún tipo de influencia, como
puede verse en las tribus Yuman de California, que cambiaron de una
organización matriarcal a una patriarcal, desde el momento en que fueron
estrechados en su territorio por la colonización blanca.
La forma organizativa depende también del aumento de la población. En ello
Hawley sigue las orientaciones de Spencer y de Durkheim, quien estableció la
distinción entre "densidad física" y densidad social, siendo ésta el grado de
interrelaciones establecidas por una cultura, independientemente de su
densidad física. El aumento de población incita a la división del trabajo, es decir
a la densidad social.
Hawley se basa para probar esta relación en el recuento de tribus poco
numerosas como los andamanes, pasando por grupos más numerosos de 200
individuos como los maoríes o de 500 como los grupos polinésicos.
Evidentemente ello no depende solamente de la población, sino del paradigma
tecnológico. Previendo la objeción, Hawley llega, sin embargo, a la conclusión
de que "el pequeño volumen del grupo, a su vez impide el mejoramiento de la
tecnología".
A ello colaboran igualmente las facilidades geográficas, como los cursos de los
ríos, que permiten un mayor intercambio. Por ello, concluye Hawley, "las tribus
costeras son bastantes más activas que las tribus que habitan en las selvas o
las montañas" y es en las regiones costeras donde se han desarrollado las
grandes civilizaciones.
Hawley parece olvidar los ejemplos de las civilizaciones americanas, que
surgieron preferencialmente en las altiplanicies.
Más difícil de abordar es el tema de estructura de la comunidad.
• La unidad efectiva de la comunidad no es el individuo, puesto que éste
"no tiene existencia alguna aparte de un todo general".
• Hawley repasa las diferentes opiniones sociológicas.
• Compte, colocaba la unidad efectiva en el consenso.
• Spencer, prefirió basarla en la división del trabajo social.
• Durkheim, que plantó la "solidaridad orgánica".
• Hawley llega por este camino a la conclusión de que la comunidad es un
fenómeno "simbiótico-comensalístico" y sobre este presupuesto
desarrolla su teoría.
La relación simbiótica es la base del grupo corporado, mientras que la relación
comensalística da lugar al grupo categórico, o sea a la asociación de individuos
funcionalmente homogéneos. Estos se unen para proteger el bienestar de sus
miembros y la unión le da un cierto atisbo de inflexibilidad y disminuye el papel
de la competencia.
La unidad corporada, como las formas familiares, asociativas o territoriales, en
cambio, se limita a la realización de un servicio particular.
En razón de la brevedad, pasamos por alto los análisis que realiza Hawley sobre
el aspecto espacial de la organización social y que ha sido desarrollado más
satisfactoriamente por los geógrafos.
La noción de centro de convergencia, por ejemplo, no pasa de ser un tema
clásico de la sociología urbana y es muy poco lo que aporta el acercamiento a
una perspectiva ambiental.
Lo mismo puede decirse de los capítulos siguientes que tratan sobre el aspecto
temporal de la organización social, en los cuales Hawley distingue los conceptos
de ritmo, tempo y cronometraje. No se va muy lejos cuando se dice que la
aceleración del tiempo, o tiempo subjetivo, es una característica de la
civilización moderna que ha intensificado la eficiencia temporal no solo en la
fábrica, sino incluso en la agricultura con variedades de más rápida producción
y que las culturas primitivas dependen mucho más del ritmo biológico.
La cuarta y última parte del libro de Hawley trabaja los problemas relacionados
con el cambio y el desarrollo. Tampoco nos detenemos en el análisis, porque
Hawley no pasa de realizar un estudio predominantemente sociológico, con muy
pocos aportes al análisis ambiental.
Es un buen estudio que resume las tendencias de la literatura hasta los años
cincuenta. En resumen, el aporte al análisis ambiental de la ecología humana,
en su línea clásica, es bastante restringido.
El estudio de Hawley tiene la importancia de plantear con más claridad que la
primitiva escuela de Chicago, las diferencias específicas del análisis social,
separándolo, al menos parcialmente, de las pautas de la biología.
Se conserva, sin embargo, dentro de un moderado reduccionismo, entendiendo
la cultura como una línea evolutiva similar a las desarrolladas en el reino
animal, pero al mismo tiempo y de manera contradictoria, le niega al hombre
un nicho ecológico dentro del ecosistema.
2.1.3.6 El modelo de Campbell
Otros autores han desarrollado la ecología humana por caminos alternativos.
Entre ellos podemos citar brevemente a Bernard Campbell, un biólogo y
antropólogo de la Universidad de California. Puesto que Campbell no desarrolla
las líneas metodológicas que guían su estudio, no podemos detenernos muchos
en su explicación.
El método se deduce simplemente de la manera como el autor explica la historia
de algunas culturas, en relación estrecha con su entorno inmediato. El método
es, por tanto, distinto al que estudiamos en Hawley y nos acerca a los avances
que se han venido desarrollando dentro de la antropología y que estudiaremos
con más detenimiento en el capítulo correspondiente.
En Campbell encontramos ya una preocupación ambiental, genuinamente
moderna, asediada por la inminencia de la crisis.
Ante esta perspectiva, Campbell no encuentra salida tecnológica. Se adhiere
más bien al ambientalismo político. "Todavía somos parte de la naturaleza y tal
dependencia no puede disminuir en virtud de nuestra tecnología."
Campbell define la ecología humana como la ciencia que se refiere al estudio de
las relaciones entre los seres humanos y su ambiente y de los intercambios
energéticos con otras especies vivas. Diferencia entre:
la ecología cultural que es el estudio "del modo en que la cultura de un
grupo humano se halla adaptada a los recursos naturales del ambiente y
a la existencia de otros conjuntos humanos".
la ecología social que estudia "la manera como la estructura social de un
grupo humano es un producto de la totalidad del ambiente".
Por "cultura", Campbell entiende "el sistema de conocimiento, comportamiento
y utensilios mediante el cual los seres humanos se comunican con el mundo
externo". La cultura, que es acumulativa, permite una flexibilidad mucho mayor
que las formas biológicas de adaptación y es exclusiva de la especie humana.
Por ambiente, Campbell entiende "todos aquellos objetos y fuerzas externas con
los que el organismo se relaciona o resulta afectado".
Incluye, por tanto, también el ambiente social. Campbell no olvida sus raíces
epistemológicas ancladas en la biología y se adhiere a una comprensión de la
cultura como simple subsistema del ecosistema total.
Sin embargo, rechaza el análisis reduccionista. La causalidad no es lineal, sino
sistémica. Para todo existe un valor óptimo, que no es necesariamente el
máximo. Este es el error del hombre: no buscar sus valores óptimos en el
conjunto sistémico de la naturaleza.
El remedio para la crisis ambiental no está solamente en el ajuste tecnológico,
sino también en los ajustes simbólicos para superar el concepto prometéico de
"conquista de la naturaleza".
El porvenir para Campbell es sombrío. Desarrollo "es un eufemismo con el que
se designa la explotación ambiental". Nos hallamos en los límites de las
posibilidades ambientales. Estamos "viviendo a expensas del capital del
planeta...y el coste para nuestro ambiente se está haciendo rápidamente
irreparable".
Su propuesta principal va en el sentido de la reducción poblacional: "Si nos
dedicáramos a estabilizar nuestra población a un nivel que la biósfera pudiera
soportar, entonces podríamos dirigir nuestros esfuerzos no a magnificar nuestro
lugar en la naturaleza, sino a mejorarlo".
Con estos presupuestos, Campbell hace un interesante recorrido por las formas
culturales adaptativas a distintos biomas.
Empieza por la patria de la especie humana, que es el ecotono situado entre la
selva húmeda y la pradera tropical. En cada uno de los biomas describe las
formas adaptativas de una cultura extinguida y de una cultura actual o
relativamente reciente.
A pesar de que Campbell no desarrolla el método, su aplicación a los ejemplos
históricos adelanta mucho el camino hacia un análisis ambiental: posiblemente
es el Materialismo Cultural la escuela antropológica que más ha desarrollado el
método seguido empíricamente por Campbell. Por ello lo estudiaremos en
seguida con especial atención.