La Sociedad Necesita Saber Lo Que Pasó

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Colombia le tiene miedo a la libertad. LA ÉTICA, LA MORAL, LA MEMORIA Y EL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA KATHERINE RUIZ ÁLVAREZ CÓD. 70102084 Todos somos pedazos de la historia que a diario se escribe, somos instrumentos de cambio en algún punto de nuestra vida, todos constituímos la realidad del país y todos estamos trabajando por mejorarlo, pues el orden, la justicia y la libertad son conceptos que determinan el actuar colombiano. ¿Qué tan cierto es esto? ¿Qué tan importante es la libertad, la justicia y el orden en nuestra cotidianidad, en nuestra historia? ¿Hace parte de nuestra identidad, de nuestro desarrollo como ciudadanos y como sociedad? Somos el producto de una carga social e histórica que hemos olvidado. No sabemos de dónde venimos, porqué actuamos como actuamos, y porqué estamos como estamos. Seguimos reproduciendo errores, escribiendo sobre tinta vieja, tratando de curar las heridas de hoy sin haber cerrado las de ayer. Tenemos miedo. Miedo a ejercer nuestra libertad, a ejercer nuestra fuerza porque estamos acostumbrados a ser indiferentes, imparciales, incapaces de enfrentar lo que le duele al otro. Es más fácil olvidar, es más fácil ignorar, porque el que despierta la inquietud sobre la verdadera libertad del pueblo, paga. Al leer el capítulo V Memorias: La voz de los sobrevivientes del informe ¡Basta ya! Es importante resaltar como la violencia desestructura totalmente el espacio, el territorio, la sociedad, la identidad. Y cómo los relatos reconstruyen la memoria de la comunidad a través del dolor, el sufrimiento. […] Llegó la noche y otra vez el aguacero y la tronamenta… Es como si el cielo estuviera llorando la tragedia de los atrateños, como si quisiera con las lágrimas de agua limpiar la sangre de tanto inocente que hay aquí […].10 […] No sabemos cuántas personas más echaron al río, por eso decimos “los que viven en el río”. Es incontable saber cuántas personas viven en este río. Eso nos da mucha tristeza. Nosotros encontramos este puente lleno de sangre, y algunas cosas de los muertos, como chanclas o ropa, estaban tiradas a lo largo del puente.12 La violencia es un organismo vivo incontrolable en el tiempo. Se encuentran diversos modos de responder al conflicto de parte de las víctimas, se rechaza el nuevo mundo, habitando recuerdos del territorio pasado, hay una fuerte ruptura temporal, un profundo quebrantamiento que no les permite avanzar pero inevitablemente esa es la única forma de ejercer su libertad.

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Colombia le tiene miedo a la libertad.

LA ÉTICA, LA MORAL, LA MEMORIA Y EL CONFLICTO ARMADO EN COLOMBIA

KATHERINE RUIZ ÁLVAREZ CÓD. 70102084

Todos somos pedazos de la historia que a diario se escribe, somos instrumentos de cambio en

algún punto de nuestra vida, todos constituímos la realidad del país y todos estamos trabajando

por mejorarlo, pues el orden, la justicia y la libertad son conceptos que determinan el actuar

colombiano. ¿Qué tan cierto es esto? ¿Qué tan importante es la libertad, la justicia y el orden en

nuestra cotidianidad, en nuestra historia? ¿Hace parte de nuestra identidad, de nuestro

desarrollo como ciudadanos y como sociedad?

Somos el producto de una carga social e histórica que hemos olvidado. No sabemos de dónde

venimos, porqué actuamos como actuamos, y porqué estamos como estamos. Seguimos

reproduciendo errores, escribiendo sobre tinta vieja, tratando de curar las heridas de hoy sin

haber cerrado las de ayer.

Tenemos miedo. Miedo a ejercer nuestra libertad, a ejercer nuestra fuerza porque estamos

acostumbrados a ser indiferentes, imparciales, incapaces de enfrentar lo que le duele al otro. Es

más fácil olvidar, es más fácil ignorar, porque el que despierta la inquietud sobre la verdadera

libertad del pueblo, paga.

Al leer el capítulo V Memorias: La voz de los sobrevivientes del informe ¡Basta ya! Es importante

resaltar como la violencia desestructura totalmente el espacio, el territorio, la sociedad, la

identidad. Y cómo los relatos reconstruyen la memoria de la comunidad a través del dolor, el

sufrimiento.

[…] Llegó la noche y otra vez el aguacero y la tronamenta… Es como si el cielo estuviera

llorando la tragedia de los atrateños, como si quisiera con las lágrimas de agua limpiar

la sangre de tanto inocente que hay aquí […].10

[…] No sabemos cuántas personas más echaron al río, por eso decimos “los que viven en

el río”. Es incontable saber cuántas personas viven en este río. Eso nos da mucha tristeza.

Nosotros encontramos este puente lleno de sangre, y algunas cosas de los muertos, como

chanclas o ropa, estaban tiradas a lo largo del puente.12

La violencia es un organismo vivo incontrolable en el tiempo. Se encuentran diversos modos de

responder al conflicto de parte de las víctimas, se rechaza el nuevo mundo, habitando recuerdos

del territorio pasado, hay una fuerte ruptura temporal, un profundo quebrantamiento que no les

permite avanzar pero inevitablemente esa es la única forma de ejercer su libertad.

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Si entendemos este gran concepto como la fuerza y la capacidad para decidir, de obrar por

voluntad propia teniendo en cuenta que esa libertad trae consigo dos conceptos ligados: la ética

y la moral. Entendiendo la ética como el intento racional de cómo vivir mejor humanamente y la

moral como los comportamientos y las normas que como seres humanos aceptamos como

válidos para actuar.

En esta recopilación de historias se evidencia una variedad de percepciones y valoraciones así

como también de acciones y comportamientos que están relacionados directamente con el juicio

moral y la calidad humana de los responsables de los hechos.

Es aquí donde es bueno afirmar la importancia que tiene la libertad en el desarrollo como

individuo, como ser humano, como ciudadano colombiano, pues no sólo es uno de los principio

de la organización social, sino de cada uno como persona que desempeña un papel en la sociedad

misma y ya depende de cada individuo el hecho de saber elegir, saber vivir. Y en esta parte se

pone como ejemplo la complicidad de ciertos actores y las alianzas que a lo largo de la historia

han marcado esas relaciones de intereses y poderes donde cada uno trata de sobrevivir como

pueda. Es entonces donde se logra identificar una desestructuración del orden social pues

precisamente la confianza entre unos y otros es lo que sostiene las bases morales de la vida

cotidiana. Se actúa con libertad al escoger el tejido de alianzas, se rompe el orden social en

búsqueda de poder y control y se actúa con injusticia al pensar en beneficios individuales y al

pasar por encima de las necesidades de los demás de parte de los victimarios.

Mientras tanto en las comunidades se pierde la libertad pues no tienen otra salida que adaptarse

a las nuevas condiciones de vida, se pierde el orden por el poder del miedo y el silencio

igualmente se evidencia la imposibilidad de lograr justicia por la impotencia, porque se cree que

la historia va a ser repetida. Teniendo además que vivir con la carga más la sentencia de habitar

en un lugar marcado, estigmatizado donde se han perdido las costumbres, donde no hay un

reconocimiento ni identificación con el territorio.

De acuerdo a esto es posible decir que este pedazo de historia es un tejido de memoria colectiva,

con una fuerte carga ética y moral que depende de todos y cada uno de nosotros afrontar la

reparación y reconstrucción colectiva e integral, hay que resistirnos al olvido buscando la

reparación del tejido social y la confianza implica garantías de no repetición donde las

comunidades afectadas puedan circular libremente por el territorio, expresar sus ideas y disfrutar

de sus derechos como ciudadanos. Para esto es necesario la participación ciudadana y además

un proceso entre el estado y la población. Se trata recuperar y recordar el valor de la libertad

porque no sólo es un principio, es un derecho, y decir Basta ya, porque ningún colombiano debe

tenerle miedo a la verdadera libertad, el orden y la justicia.