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1 LA SOCIEDAD FILARMÓNICA SEVILLANA EN EL SIGLO XIX: ANTECEDENTES, ORÍGENES Y CONSTITUCIÓN José Joaquín Méndez Moreno RESUMEN: Con tan sólo unos pocos años de retraso con respecto a otras capitales españolas, y precedida de otras instituciones culturales y económicas, pero no específicamente musicales, en Sevilla se fundó por fin una sociedad filarmónica a mediados del siglo XIX, la cual desarrolló una actividad musical intensa de manera similar a como ocurría en otras ciudades españolas. La prensa de aquella época, y no sólo la sevillana, resulta ser una fuente de información inestimable para palpar el pulso cultural de la ciudad en aquellos años, y hacia ella he dirigido preferentemente mis investigaciones. En particular, resulta especialmente útil para conocer el devenir de la llamada Sociedad Filarmónica Sevillana en sus primeros años de vida. ABSTRACT: With a delay of only a few years in comparison to other Spanish cities and preceded by other cultural and economic institutions not specifically musical ones-, a philharmonic society was founded in Seville in the middle of the 19 th century. It indeed held a hectic musical programme, in a similar way to what happened in other cities. The press of that time (and not only the press from Seville) is bound to be an invaluable source of information on which my research is being focused. In particular, it becomes extremely useful to follow the evolution of the so-called Sociedad Filarmónica Sevillana on its very first years. LA ACTIVIDAD MUSICAL EN SEVILLA A COMIENZOS DEL SIGLO XIX Y EL ORIGEN DE LAS SOCIEDADES MUSICALES Para entender el furor asociativo que hubo durante el siglo XIX en Sevilla se hace necesario retrotraerse a la época ilustrada de Pablo de Olavide. Pablo Antonio José de Olavide y Jáuregui, nacido en Lima (Perú) en 1725, donde inició su carrera política, era amigo y protegido del conde de Aranda, el gran reformista cultural de Carlos III. Es así como Pablo de Olavide fue nombrado asistente en Andalucía, donde se propuso realizar grandes esfuerzos por mejorar la enseñanza y la cultura de los habitantes de esta región, además de luchar contra el bandolerismo. Hizo venir, para ocupar un cargo de magistrado en la Audiencia de Sevilla, nada menos que a Melchor Gaspar de Jovellanos 1 . En los salones de los Reales Alcázares de Sevilla podían escucharse en esta época la música más reciente procedente de Francia y de Italia 2 .

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LA SOCIEDAD FILARMÓNICA SEVILLANA EN EL SIGLO XIX: ANTECEDENTES, ORÍGENES Y CONSTITUCIÓN

José Joaquín Méndez Moreno

RESUMEN: Con tan sólo unos pocos años de retraso con respecto a otras capitales españolas, y precedida de otras instituciones culturales y económicas, pero no específicamente musicales, en Sevilla se fundó por fin una sociedad filarmónica a mediados del siglo XIX, la cual desarrolló una actividad musical intensa de manera similar a como ocurría en otras ciudades españolas. La prensa de aquella época, y no sólo la sevillana, resulta ser una fuente de información inestimable para palpar el pulso cultural de la ciudad en aquellos años, y hacia ella he dirigido preferentemente mis investigaciones. En particular, resulta especialmente útil para conocer el devenir de la llamada Sociedad Filarmónica Sevillana en sus primeros años de vida. ABSTRACT: With a delay of only a few years in comparison to other Spanish cities and preceded by other cultural and economic institutions –not specifically musical ones-, a philharmonic society was founded in Seville in the middle of the 19th century. It indeed held a hectic musical programme, in a similar way to what happened in other cities. The press of that time (and not only the press from Seville) is bound to be an invaluable source of information on which my research is being focused. In particular, it becomes extremely useful to follow the evolution of the so-called Sociedad Filarmónica Sevillana on its very first years. LA ACTIVIDAD MUSICAL EN SEVILLA A COMIENZOS DEL SIGLO XIX Y EL ORIGEN DE LAS SOCIEDADES MUSICALES Para entender el furor asociativo que hubo durante el siglo XIX en Sevilla se hace necesario retrotraerse a la época ilustrada de Pablo de Olavide. Pablo Antonio José de Olavide y Jáuregui, nacido en Lima (Perú) en 1725, donde inició su carrera política, era amigo y protegido del conde de Aranda, el gran reformista cultural de Carlos III. Es así como Pablo de Olavide fue nombrado asistente en Andalucía, donde se propuso realizar grandes esfuerzos por mejorar la enseñanza y la cultura de los habitantes de esta región, además de luchar contra el bandolerismo. Hizo venir, para ocupar un cargo de magistrado en la Audiencia de Sevilla, nada menos que a Melchor Gaspar de Jovellanos1. En los salones de los Reales Alcázares de Sevilla podían escucharse en esta época la música más reciente procedente de Francia y de Italia2.

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Antonio Álvarez nos señala que en este tiempo de Olavide, una de las instituciones sevillanas de mayor importancia que se creó fue la Sociedad Económica de Amigos del País. Fueron aristócratas ilustrados (como el malogrado conde del Águila) los que formaban parte de esta institución, los cuales solían ser grandes amantes de la música. También en estos años, como nos recalca Antonio Álvarez, la burguesía sevillana era aún casi inexistente, y menos aún interesada en actividades culturales. El interés musical de esta aristocracia la llevó a fundar la primera Academia de Música en la calle San Eloy a comienzos del siglo XIX, donde se solían aprender “la guitarra culta y los estilos tonadillescos que oían en el teatro”3. El periodo de ocupación francesa, una vez que la vida social se reactivaba tras la finalización de los combates, significó la vuelta a los teatros de aquella aristocracia ilustrada que era tildada de afrancesada. El Teatro Cómico reabría sus puertas para acoger funciones de ópera, y el rey impuesto, José Bonaparte, era considerado un gran impulsor de la actividad teatral en todo el país4. Pero la ópera no era la única actividad musical de este periodo (aunque sí la más importante). La música sinfónica también tenía presencia en estas actuaciones musicales, y es por eso que se tienen noticias de haberse interpretado sinfonías de Haydn, e incluso su oratorio La Creación en la Fábrica de Tabacos el 25 de enero de 1812 5. Además de óperas, comedias, sainetes, zarzuelas y tonadillas del XVIII, también se sabe de la presencia de compañías francesas de ballet actuando en el teatro al menos desde 1810, como nos señala el cronista sevillano de la época, González de León. El entusiasmo francés por el teatro y los espectáculos levantó cierta polémica cuando las autoridades francesas mantuvieron las representaciones incluso en periodo de Cuaresma, lo que llevó al clero sevillano y a parte de la población a mostrar su extrañeza6. El llamado periodo fernandino (entre 1814 y 1833), caracterizado por una vuelta al poder de la aristocracia y del clero, tiene un breve periodo constitucional (entre 1820 y 1823) que va a ser de gran importancia desde el punto de vista cultural. Se creará una nueva Academia Filarmónica que dirigirán los organistas de la catedral, Manuel Sanclemente y Eugenio Gómez. Observamos así cómo los aires de progresismo que ondularon en aquellos breves años propiciaron prácticas que eran severamente criticadas (cuando no sancionadas) en periodos anteriores, pues difícilmente se admitía que los músicos de la catedral pudieran tener participación en la vida musical civil, y aún menos en la teatral. Pero lo cierto es que ese periodo fernandino se va a caracterizar, como dice Antonio Álvarez, por “el control del poder local por la aristocracia absolutista y el clero”7. La catedral y su capilla acapararían de nuevo el mayor interés musical, donde destacó la figura del maestro de capilla, Domingo Arquimbau, quien ejercició su cargo en la Catedral de Sevilla de 1790 hasta su fallecimiento en 1729. No obstante, en lo que al teatro se refiere, se mostrará una preferencia cada vez más intensa hacia la música de Rossini: “no va a haber concierto público o privado, acto académico o social donde no se interprete a Rossini”8. La Sevilla isabelina y democrática significó un leve incremento del poder de la burguesía, y ello a pesar de que, como nos dice José Manuel Cuenca Toribio, la economía sevillana se presenta aún marginal en comparación con otras zonas del territorio español. Pero en buena parte esa burguesía incipiente comenzó a tener cierto poder a medida que adquiría parte de los bienes desamortizados a la Iglesia:

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La burguesía, convertida en instrumento y agente del cambio que comenzaba a operarse con relativa hondura en algunas dimensiones de la estructura social española, fue también en Sevilla la gran beneficiaria de los cuantiosos bienes que la Iglesia poseía en su recinto y comarca9.

No obstante, la burguesía sevillana no sería la que capitaneara el movimiento industrial tras la desamortización de 1836, sino que la aristocracia seguía manteniendo gran parte de su pujanza del pasado. En cualquier caso, es innegable que un cambio estaba operando en la estructura y en las costumbres sociales. Muestra de ello sería la creación del Liceo Artístico y Literario el 9 de abril de 1838, al frente de cuya sección de música estuvo el maestro de capilla de la catedral Hilarión Eslava10. Este importante maestro de capilla marcaría toda época en Sevilla, por su personalidad y por la multiplicidad de sus actividades. El repertorio italiano era el predominante en las veladas musicales que esta institución celebraba, si bien el gusto se iba desplazando desde un Rossini cada vez menos interpretado, hacia un alza de Bellini y Donizetti. Además de la ópera, también podían oírse en las veladas del Liceo “virtuosas variaciones y fantasías para violín y piano muy del momento”11. Pero el aspecto más destacado de este Liceo Artístico y Literario será el comprobar cómo en estas actividades musicales confluían personas de distinto origen, unidos todos por el amor a la música. Es así como se observaba que músicos pertenecientes a la catedral participaban activamente (como es el caso de Eslava, el maestro de capilla, y de los dos organistas, Eugenio Gómez y Manuel Sanclemente). También músicos provenientes del teatro actuaban en estas veladas del Liceo. Y sobre todo, aficionados con un buen nivel musical, algunos de ellos aristócratas, pero principalmente burgueses (diplomáticos, médicos, industriales, etc.). En la década de los años 40 los conciertos de salón y la ópera tienen una gran expansión en la ciudad, con una burguesía cada vez más pujante y participativa que, como nos dice Antonio Álvarez, “veía en este tipo de actividades una forma de ennoblecer su ascenso social”12. Por eso, antes de la fundación de la Sociedad Filarmónica de Sevilla en 1845, todavía podemos mencionar algunos otros antecedentes, como la Sociedad Sevillana de Emulación y Fomento, así como el Casino Sevillano, ambos fundados en 1844, y donde tuvieron lugar conciertos de música de salón, ópera, e incluso actividades de enseñanza musical. Una muestra de la vitalidad musical que la ciudad estaba alcanzando en esta década sería la llegada de un joven pero ya afamado Franz Liszt, el cual ofreció en el Teatro Principal dos conciertos los días 19 y 23 de diciembre de 1844, más una participación extraordinaria en una función teatral benéfica el día 27 de ese mismo mes13. Una comparación con otras ciudades españolas nos muestra que, por ejemplo, el Liceo Artístico y Literario de Madrid, se crearía tan sólo un año antes que el sevillano, es decir, en 1837. En Madrid hubo varias academias, pero la mayoría tuvieron una vida efímera. En 1844 se fundaría la Sociedad Filarmónica de Barcelona, que estuvo activa hasta 1857. Sin embargo, se considera que fue en Tenerife donde se fundaría la más antigua de las Sociedades de Concierto, en 1830 14.

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En definitiva, la ciudad de Sevilla sufre un cierto desfase en esa corriente española de asociacionismo musical en el siglo XIX, pero tampoco un desfase excesivo. LOS ORÍGENES DE LA SOCIEDAD FILARMÓNICA SEVILLANA Durante el siglo XIX, conforme la burguesía española iba tomando mayor protagonismo en la vida social, surgirían diversas instituciones musicales en varios lugares de España. Entre ellas habría que hacer una diferenciación por la función que desempeñaban. Así, por un lado estaban los liceos e instituciones parecidas, dedicadas a la enseñanza musical, aunque también a la promoción y difusión de la música. Por otra parte, estaban las agrupaciones, formada generalmente por músicos profesionales con el objetivo de ofrecer conciertos públicos. Y finalmente, había sociedades filarmónicas, cuya función solía ser la de contratar artistas para las veladas privadas de las que disfrutaban sus socios15. Antonio Álvarez Cañibano ha estudiado con profundidad el Liceo Artístico y Literario de Sevilla, cuya fundación fecha con exactitud el 9 de abril de 1838. Según este autor, como era algo normal en los liceos que se fundaron en España en este periodo, solía haber varias secciones, una dedicada a las artes plásticas, otra a la literatura, y otra a la música. Nos señala también que en estos inicios del Liceo la música tenía poca presencia, y que se puso a su cargo para dirigir esta sección musical al entonces joven maestro de la capilla catedralicia, Hilarión Eslava, quien aceptó gustosamente. La presencia creciente que fue teniendo la música en esta institución, así como el prestigio de sus veladas musicales (ampliamente elogiadas por la prensa de su tiempo), fueron los antecedentes de la Sociedad Filarmónica, que según Antonio Álvarez tomó el relevo musical en la ciudad al poco tiempo de marcharse Hilarión Eslava:

El Liceo, que aglutinó a toda una generación de jóvenes románticos y que significó una apuesta de progreso en los años aperturistas de la Regencia, entra en un estancamiento a comienzos de los años 40; hasta caer en una evidente decadencia, coincidiendo con la marcha del maestro Eslava a Madrid en 1844, y la aparición de la Sociedad Filarmónica, en 1845, que le toma el relevo16.

La Sociedad Filarmónica Sevillana sería en realidad un modelo híbrido entre agrupación y sociedad filarmónica, y haría su aparición a mediados de los años 40 del siglo XIX, momento posterior al nacimiento de otras entidades similares en España que lo hicieron en la década anterior. Antonio Álvarez Cañibano nos dice lo siguientes respecto a su nacimiento:

En 1845 se creó, presidida por el conde del Águila, la Sociedad Filarmónica de Sevilla, que desplegó una interesante actividad durante décadas. Formada por músicos profesionales y aficionados, tuvo una función social muy concreta, servir de punto de encuentro de la sociedad elegante sevillana; tenía una orquesta de sesenta profesores dirigida por Mariano Courtier y Eugenio Gómez con la que se programaban obras de Mozart, Rossini, Weber, Verdi y otros autores17.

Andrés Vallés Chordá nos señala el mismo año de fundación de la Sociedad Filarmónica Sevillana, sin dar más información que la de decir que lo hizo con posterioridad a otras sociedades similares que la precedieron en España, como fueron

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la de Barcelona, la de San Sebastián, y la decana de todas ellas, la de Tenerife en 1830 18. Se sabe que el Liceo Artístico y Literario continuó teniendo actividad incluso en la década de los 50, coincidiendo su existencia con la Sociedad Filarmónica Sevillana. Lo que se habría producido, muy probablemente, es la desaparición, o al menos la escisión, de la sección musical con la contaba el Liceo, de modo que buena parte de los músicos que habitualmente participaban en sus actividades, decidieran formar parte de la nueva Sociedad Filarmónica. Es por ello que, por ejemplo, Eugenio Gómez sería miembro importante de la Sociedad Filarmónica, mientras que del otro organista de la catedral, Manuel Sanclemente, no consta que colaborara ni participara en ninguna de sus actividades, al menos en estos primeros años de actividad. En este estado, la información sobre la Sociedad Filarmónica Sevillana que nos aporta la publicación de la segunda época de El Orfeo Andaluz, a partir de 1847, resulta ser una fuente primordial para conocer a fondo, aunque sólo sea en el breve espacio de la temporada 1847-48, todo lo que aconteció y se movió alrededor de esta Sociedad Filarmónica, así como para contrastar la escasa y poco precisa información publicada hasta el momento. Y es que El Orfeo Andaluz, como indica la cabecera en cada uno de sus números de forma destacada, es una publicación dedicada expresamente a la Sociedad Filarmónica Sevillana, lo que le permitió asegurarse una financiación para poder editarse al menos desde octubre de 1847 hasta principios de julio de 1848. La Sociedad Filarmónica tenía en esta revista una sección fija, con artículos publicados en casi todos sus números, además de otras referencias a la Sociedad que podían aparecer en otras secciones de la revista.

Cabecera de El Orfeo Andaluz en su segunda época, Nº 3 (octubre 1847), página 1.

Ninguno de los autores que señalan el año de 1845 como el año de fundación de la Sociedad Filarmónica nos aclara de qué fuente han tomado esa información, por lo que resulta imposible realizar una comprobación. El problema surge por la discrepancia con lo que se escribe en El Orfeo Andaluz respecto a los años que lleva en activo dicha sociedad. En el número 36 de la revista (el último de los conservados), que estimo fue publicado en los primeros días del mes de julio de 1848, el redactor Manuel Jiménez escribe que la Sociedad Filarmónica lleva dos años de actividad, con motivo del quinto concierto que la Sociedad celebró en esa temporada de 1847-48:

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La sociedad filarmónica que hace dos años se inauguró en esta [ciudad] por los esfuerzos de algunos jóvenes, ha seguido una marcha oscilante, no porque hayan faltado elementos, sino porque como acontece siempre, se han interpuesto ciertos escollos, que no nos es dado revelar en este momento19.

Para el redactor, por tanto, la Sociedad Filarmónica Sevillana fue fundada en 1846, salvo que quiera entenderse que tal vez el primer año, o primera temporada que transcurrió entre 1845 y 1846, fuera una temporada de inicio de actividad burocrática, más que de actividad musical propiamente dicha. La discrepancia no tiene mayor importancia que la de saber si la temporada de conciertos de la Sociedad Filarmónica entre los años de publicación de El Orfeo Andaluz (1847 y 1848) fue la segunda o fue la tercera. Me inclino a pensar que fuera la segunda, no sólo por lo que Manuel Jiménez indica de los dos años precedentes a 1848, sino porque a lo largo de todos los números publicados no hay importantes referencias a las pasadas temporadas de conciertos. Tan sólo en el número primero se dice que la Sociedad Filarmónica reanuda sus actividades, tras un periodo de inactividad durante el verano. Y en el número 2, Manuel Jiménez escribe que la Sociedad Filarmónica, “orgullosa con los triunfos que adquiriera en la pasada temporada, presentóse compacta y llena de entusiasmo a recoger nuevos laureles”20. Tal vez la clave pudiera estar en la vinculación que hubiese entre el Liceo Artístico y Literario y la fundación de la nueva Sociedad Filarmónica. Pero de ello nada nos cuenta Antonio Álvarez Cañibano, ni tampoco Andrés Vallés. Este último autor nos habla en uno de sus artículos de una “conversión” del Liceo en la Sociedad Filarmónica, pero sin más especificaciones ni argumentos que lo avalen:

La Filarmónica sevillana tuvo su antecedente en el Liceo Artístico y Literario de Sevilla que se fundó en 1838, la cual fue convertida en 1845 en Sociedad Filarmónica, auspiciando numerosos conciertos a lo largo de sus años de existencia, gracias a que contó con una orquesta propia21.

Cabe la posibilidad de que en el año 1845 se iniciaran las gestiones para la puesta en marcha de la Sociedad Filarmónica, lo cual llevaría meses (o tal vez un año) de reuniones y conversaciones, de modo que hasta la temporada 1846-47 no se iniciara propiamente la actividad musical, que coincidiría así con lo que nos cuenta Manuel Jiménez desde El Orfeo Andaluz. Sin embargo, no parece que exista documentación física que avale esta tesis con absoluta certeza. Pero de estas escasas referencias a la Sociedad Filarmónica Sevillana, y aún menos respecto a su fundación y primeros años, pueden encontrarse algunas contradicciones más, aparte del año de fundación. Y más que por lo poco que escriben los autores, las contradicciones podrían buscarse por lo que no dicen. Por ejemplo, con respecto a qué clase de público se dirigían las actuaciones de la Sociedad Filarmónica, Antonio Álvarez Cañibano defiende que se dirigían a la “sociedad elegante sevillana”, donde es presumible que no entrarían las clases más populares. Sin embargo, aunque Manuel Jiménez nunca describe con claridad qué clase de público acudía a sus conciertos, ni tampoco habla de qué condición social tenían los socios de la Sociedad Filarmónica (ni siquiera la profesión de sus miembros aficionados), lo cierto es que él aboga por una educación musical universal, al alcance de obreros y trabajadores, y en alguno de sus artículos menciona a Cataluña como el ejemplo a seguir en esa educación musical al alcance de todas las capas sociales22.

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COMPOSICIÓN DE LA SOCIEDAD FILARMÓNICA SEVILLANA EN SUS PRIMEROS AÑOS Por lo escrito por Antonio Álvarez Cañibano en sus artículos mencionados, el lector bien podría suponer un cierto carácter elitista y de madurez intelectual entre los miembros que componían la Sociedad Filarmónica Sevillana, que promocionaría así una música para la “sociedad elegante sevillana”23. Sí nos habla Antonio Álvarez de una considerable orquesta, de buen nivel, formada por profesionales y por aficionados. Pero omite una importante información referente a otros aspectos sociales de esta institución. En este sentido, nada hablan los autores que han escrito sobre la Sociedad Filarmónica Sevillana de la juventud de sus miembros. El redactor de El Orfeo Andaluz tiene a la juventud y a la defensa de su talento artístico como una de sus principales cruzadas, y sus artículos, críticas y recomendaciones van siempre encaminados a elogiar a la juventud sevillana. Raro es el artículo con relación a la Sociedad Filarmónica donde no se hable de la juventud de sus miembros, y de alentar a los jóvenes sevillanos a unirse a ella. En el primer artículo del primer número de la revista así lo expresa el redactor:

La Sociedad Filarmónica Sevillana, tal vez una de las más distinguidas que cuenta la España, y sin reboso lo decimos, más notable que otras muchas que se conocen en algunos países extranjeros, cuenta en su seno con notabilidades musicales, y con un crecido número de jóvenes y entusiastas aficionados, cuyos talentos contribuyen a elevarla a una envidiable altura24.

Y en el artículo siguiente, dedicado expresamente a la Sociedad Filarmónica Sevillana, alienta a la juventud sevillana a adherirse al proyecto de la Sociedad:

La Sociedad Filarmónica, puede ser hoy el punto de donde se despidan los rayos que han de incendiar y enaltecer el genio juvenil, para que se arroje impávido por esas vías del progreso musical, de ese progreso que sienten todos los países que fundan en él, su gusto, su ilustración, su talento25.

Hasta qué punto es más un deseo que una realidad, es difícil saberlo a partir de las palabras que escribe Manuel Jiménez en su revista. Sí es cierto que en ocasiones menciona a miembros concretos de la Sociedad, anunciándolos como jóvenes talentos. Así ocurre, por ejemplo, con Mariano Courtier (a quien denomina como “el distinguido joven violinista”26), y con el señor Roby (al cual califica de “joven violinista [aficionado] de disposición y conocimientos”27). Manuel Jiménez reservó un espacio en la sección dedicada a la Sociedad Filarmónica Sevillana de El Orfeo Andaluz, a partir del número 5 de la revista y en las siguientes publicaciones de la misma, a enumerar a todos los miembros que componían la Sociedad. Bajo el subtítulo de “Lista general de las personas que componen la Sociedad Filarmónica Sevillana”, fue nombrando uno a uno a todos sus miembros, clasificados según su labor y/o rango en la institución. Utiliza para este listado una letra destacada, y un espaciado interlineal notable, a fin de que todos los socios (que no olvidemos son los destinatarios principales de la revista) puedan ver publicado su nombre con claridad y en el cargo o situación que le corresponda. Los miembros de la aristocracia, si bien eran pocos entre los socios, estaban precedidos en su nominación por el título nobiliario que poseían.

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El primer apartado estaría destinado a nombrar a los miembros de la junta directiva, formada por el presidente, dos consiliarios (lo que hoy día llamaríamos consejeros de un director o presidente de un consejo), un depositario (lo que sería más o menos un tesorero actual), y un secretario contador (que entre otras haría labores de contabilidad). A este apartado le siguió el dedicado a la dirección musical, donde figuraban un maestro, un director de orquesta, un secretario y dos socios. Estos cinco miembros formarían por tanto el equipo de dirección que tomaría las decisiones o recomendaciones más relevantes en materia musical. Tras estos dos, continúa el listado con un curioso apartado bajo la rúbrica de “Socias de mérito”, y dentro de ésta, una división entre cantantes y pianistas. Tres señoras más dos señoritas son las cantantes, mientras que las pianistas son tres señoritas más una nombrada como “Ecxma. señora doña Matilde Trechuelo de Schelly”. Parece obvio suponer que ésta última dama debió pertenecer a la aristocracia.

Tercera página del número 5 de El Orfeo Andaluz (noviembre 1847). Publicación de los miembros integrantes de la Sociedad Filarmónica Sevillana.

Es notorio el hecho de que las mujeres y los hombres aparezcan en listados separados, además de que tengan roles musicales muy determinados. La participación de las mujeres en la Sociedad Filarmónica parece reducida a actuaciones

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como cantante o como pianista, y está en consonancia con lo que Antonio Álvarez nos describe en algunas de las veladas musicales del precedente Liceo Artístico y Literario, donde las mujeres también actuaban en ocasiones con los mismos roles28. Ni hay ninguna mujer como miembro de la orquesta (como se verá más adelante), ni ocupando cargo alguno de gestión en la Sociedad. Tan sólo habrá alguna mujeres (muy pocas) en el apartado de “socias contribuyentes”, algunas de ellas pertenecientes a la nobleza. Es de suponer que esta situación de la mujer en la Sociedad Filarmónica Sevillana era la habitual en su tiempo, y que estaría en consonancia con las convenciones de predominio masculino de aquella época. Sin embargo, a pesar de esos roles limitados por parte de la mujer, sí es cierto que las actuaciones de mujeres cantantes y pianistas reciben por lo general una excelente crítica por parte de Manuel Jiménez. Tal es el caso, por ejemplo, de la señorita Rebolledo, en la ciudad de Écija, cuyas intervenciones constan no sólo como cantante destacada, sino que también tuvo una actuación como pianista en el concierto que organizó la Sociedad Filarmónica Ecijana el 21 de diciembre de 1847 29, una doble actuación que no es nada habitual en las críticas de conciertos que se recogen en El Orfeo Andaluz, salvo el caso de músicos que actúen también como maestro o como director, o bien que sean presentados además por la composición de alguna obra suya. Obsérvese a continuación la excelente crítica que recibió la señorita Rincón con motivo de su participación en el primer concierto que celebró la Sociedad Filarmónica Sevillana. A pesar de ser presentada como una joven aficionada, los elogios a su talento, y sobre todo los ánimos para desarrollarlo en el futuro, sobresalen en esta crítica, donde Manuel Jiménez dedica a ella una mayor extensión que a otros artistas intervinientes en ese concierto:

Pocos instantes pasarán cuando subió a la tribuna la señorita de Rincón, a la que por primera vez hemos tenido el placer de escuchar en el piano. Ejecutó sin timidez, cosa extraña cuando no se está acostumbrada, unas brillantes variaciones sobre el tema de la cabaleta de la Violeta, producción del sublime Hertz. Comienza por un adagio maestoso de efecto, siguiendo las variaciones, en la que se distinguen mucho la tercera, que presenta un vivace, en sol mayor, de notas sueltas, de difícil resolución, y la séptima, que es un andante espresivo de lindo canto, y tocado con gran pasión. Tanto en las referidas variaciones, como en el aglomerado trio final, la señorita de Rincón apareció una pianista de más años de estudio, que los que su corta edad le han podido proporcionar, y los repetidos aplausos con que fueran acogidas sus felices disposiciones y su notable sentimentalismo musical, son la mejor prueba de nuestras acepciones. Siga la joven aficionada con constancia sus acerbos estudios, seguro de que conseguirá lauros do quiera que haga ostentación de su juvenil talento30.

Terminado estos apartados referentes a las socias que tienen participación musical en la Sociedad Filarmónica, llega el turno para los mismos socios masculinos, que son nombrados en el número siguiente de la revista (el 6), divididos entre “señores que cantan” y “señores pianistas”31. Se trata de los dos mismos grupos que en el número anterior enumeraban a las mujeres, pero que en aquel caso llevaban el sobretítulo de “Socias de mérito”, y en este caso no se titulan a los cantantes y pianistas masculinos como “Socios de mérito”. Aparte de pianistas de un elevado nivel, como José Freyre y Ricardo Wardemburg (que publicarán en 1857 la Revista Musical Española en Sevilla), es curioso encontrar entre los socios pianistas a Hilarión Eslava, cuando ya hacía algunos años que había dejado el cargo de maestro de capilla de la Catedral de

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Sevilla. En el número 3 de El Orfeo Andaluz se insertó una breve nota respecto al ofrecimiento que se le hizo al antiguo maestro de capilla para que fuera considerado como “socio de mérito” de la Sociedad Filarmónica:

Ha sido nombrado socio de mérito [de la Sociedad Filarmónica Sevillana], el ilustre compositor don Hilarión Eslaba, el cual ha contestado admitiendo el nombramiento con una expresiva carta que insertaremos en nuestro siguiente número. De esperar es que la Sociedad haga lo mismo con la inolvidable artista española Cristina Villó, honra del teatro lírico español32.

A pesar de lo que escribió Manuel Jiménez, dicha carta de Eslava no llegó a publicarse ni en el número siguiente ni en los posteriores de la revista. En cualquier caso, lo importante es destacar cómo desde Sevilla se hicieron esfuerzos por conseguir que el maestro de capilla, que tantos años había ejercido en la ciudad, siguiera vinculado de alguna manera a ella. En El Orfeo Andaluz hay varias inserciones que nos dan noticias de Hilarión Eslava, principalmente como consecuencia de obras suyas que se interpretaban en Sevilla33 o fuera de la ciudad34, así como de composiciones que algunos maestros, como Eugenio Gómez, le dedicaban como signo de su admiración hacia él35. Los pianistas en total nombrados en este número 6 de la revista serían nueve (incluyendo a Hilarión Eslava). Pero en el número siguiente se insertó una brevísima nota para advertir que en este listado de pianistas no se habían incluido por olvido a dos socios más. Siguiendo en el número 6 de la revista, continúa el listado de socios con los miembros que componen la orquesta de la Sociedad Filarmónica. En primer lugar, se vuelven a nombrar tanto al maestro de música (Eugenio Gómez) como al director de la orquesta (Mariano Courtier), que ya habían sido nombrados en el número anterior con referencia a los miembros que llevaban a cabo la dirección musical en la Sociedad. A partir de ahí se van nombrando a todos los músicos en función de su especialidad instrumental. Entre los números 6, 8, 9 y 10 de El Orfeo Andaluz se fueron publicando los nombres de todos los integrantes de la orquesta, que serían al completo los siguientes:

Violines primeros: 9 Violines segundos: 12 Violas: 2 Violonchelos: 3 Contrabajos: 3 Flautas: 6 Oboe: 1 Clarinetes: 4 Trompas: 4 Cornetines: 4 Fagotes: 2 Clavecinistas: 2 Trombones: 3 Ofigles: 3 Redoblante: 1

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Suman un total de 57 miembros enumerados como integrantes de la orquesta. Evidentemente hay aspectos llamativos de esta orquesta, como la gran descompensación entre los instrumentos de cuerda (muy vacíos de violas), así como el empleo de instrumentos hoy día en desuso desde hace mucho (como los ofigles). Llamativa es la gran afición por la flauta, y en el número 8 de la revista, donde son nombrados los flautistas, se hace saber que las seis flautas son para alternar, mostrándose con ello que la abundancia de flautas eran mayores que las necesidades que pudiera tener la orquesta. En cualquier caso, es de un mérito encomiable el que una sociedad musical, que además llevaba pocos años funcionando, pudiera organizar en su seno una orquesta de tales dimensiones, incluyendo en ella tanto músicos profesionales como aficionados. Podían encontrarse en esta orquesta a varios miembros de una misma familia, especialmente padres e hijos (como es el caso de Manuel Blanco, tanto padre como hijo, integrantes de los segundos violines). Pero la primacía se lo lleva la familia Courtier, con músicos repartidos entre varias especialidades. Es por tanto presumible que el director, Mariano Courtier, debía proceder de una familia de músicos de arraigada afición. Además, merece señalarse que el propio redactor de El Orfeo Andaluz, Manuel Jiménez, aparece en la lista entre los primeros violines36. Y aunque pudiera parecer anecdótico, creo también destacable el hecho de que entre los miembros de esta orquesta haya nombrados a tres personas pertenecientes a la aristocracia. Uno de ellos es el mismísimo presidente, el Conde del Águila, que aparece como músico intérprete de trompa. Y además de él, entre los cuatro músicos cornetines, figuran dos marqueses: el Marqués de Alvento, y el Marqués de Villapalma37. Encontramos así en esta orquesta, donde conviven profesionales de la música, aficionados, burgueses, aristócratas, jóvenes y consagrados artistas, toda una mezcla social que entronca con el espíritu del antiguo Liceo Artístico y Literario del que ya hablamos anteriormente, y que Antonio Álvarez Cañibano escribe en varios de sus artículos que era una de las notas predominante en las veladas musicales de esta institución desde finales de los años 30. En suma, sectores sociales muy diversos reunidos aquí para formar una orquesta. Tras los miembros de la orquesta llega un largo listado de “socios contribuyentes”, que son citados en los números 10, 12 y 15 de la revista. Pero es previsible que el listado continuase con algunos nombres más en alguno de los números desaparecidos de El Orfeo Andaluz, entre el 16 y el 20. En cualquier caso, en este listado de socios contribuyentes, sólo aparecen cuatro mujeres (una de ellas la Condesa de Monteaugudo), y entre los muchos hombres hay cuatro miembros de la aristocracia (casi todos ellos marqueses). Se observa así cómo la Sociedad Filarmónica Sevillana contaba con algún respaldo de la aristocracia, si bien es notorio que la inmensa mayoría de los miembros de la sociedad fueran personas pertenecientes a esa burguesía que iba tomando cada vez mayor protagonismo social y cultural. Sin embargo, a pesar de ese predominio de miembros de la burguesía, no deja de ser curioso el hecho de que la dirección de la Sociedad Filarmónica estuviera en manos del Conde del Águila. Más allá de razones de conveniencia, por el hecho de tener en la presidencia a un miembro de la nobleza que pudiera facilitar las relaciones de la Sociedad Filarmónica con otras personas o instituciones, lo cierto es que en El Orfeo

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Andaluz abundan noticias sobre la dedicación que el Conde prestó a la Sociedad, así como figuran elogios respecto a su enorme afición a la música. En el primer número de la revista, en vísperas de un ansiado primer concierto de la temporada, Manuel Jiménez escribe lo siguiente ante tal expectación:

Mucho se prometen todos de la estación musical que mañana se inaugura en los hermosos salones del rico Museo de Pinturas, porque figurando infinidad de jóvenes de valía en el arte, contando a su frente con el Sr. Conde del Águila, decidido filarmónico, fácil es que, si se utilizan tantos y tan envidiables elementos, se consiga una inmarcesible gloria38.

La gran afición y apego que este conde tenía por la música le llevaba a ser un integrante más de la orquesta, tocando la trompa. Es difícil saber si los halagos hacia su intervención en la orquesta fueran merecidos o no, pero lo cierto es que no le faltaban:

La segunda parte [del concierto] dio principio por la tan aplaudida sinfonía de la Semíramis, en cuyo desempeño tanto sobresale la orquesta, por la valentía con que descifra sus brillantes pasajes. El digno presidente de la Sociedad, señor conde del Águila, tocó bien su solo de trompa, que es de mucho lucimiento39.

Sea cual fuere en talento musical del Conde del Águila, lo que sí queda patente, por la información de la revista, es que le gustaba participar muy activamente en la gestión de la sociedad, y varias son las noticias aparecidas en El Orfeo Andaluz donde se anuncia que el señor Conde viaja a algún lugar (a menudo a la Corte) para realizar algún trámite o gestión relacionado con la Sociedad (adquisición de partituras, contratación de algún músico o cantante, etc.). FUENTE Y BIBLIOGRAFÍA La fuente primaria fundamental utilizada en la investigación para este artículo fue la revista musical sevillana El Orfeo Andaluz en su segunda época (1847-48). De ella se conservan los 16 primeros números (de octubre de 1847 a enero de 1848), los números correlativos que van del 20 al 28 (de finales de febrero de 1848 a abril de ese mismo año), y un último número que es el 36 (de principios de julio de 1848). Como fuentes secundarias se utilizó la siguiente bibliografía: ÁLVAREZ CAÑIBANO, Antonio: « Academias, sociedades musicales y filarmónicas, en la Sevilla del siglo XIX ». Revista de Musicología, Vol. 14, Nº 1-2, del III Congreso Nacional de Musicología (1991), páginas 63-69. ÁLVAREZ CAÑIBANO, Antonio: « La música civil y el ballet en Sevilla durante la ocupación napoleónica ». Revista de Musicología, Vol. 16, Nº 6, del XV Congreso de la Sociedad Internacional de Musicología: Culturas Musicales del Mediterráneo y sus ramificaciones (1993), páginas 3.640-3.655. ÁLVAREZ MARTÍNEZ, María Salud y ÁLVAREZ CAÑIBANO, Antonio: “Sevilla”, en Emilio Casares (dir.): Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, Vol. 8, Madrid: SGAE, 2001, páginas. 968-987.

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CUENCA TORIBIO, José Manuel: Historia de Sevilla. Sevilla en el siglo XIX. Del Antiguo al Nuevo Régimen. Sevilla: Universidad de Sevilla, Secretariado de Publicaciones, 1991. DE MENA CALVO, José María: Historia de Sevilla. Barcelona: Plaza & Janés Editores, 2ª ed. abril 2010. GOMEZ AMAT, Carlos: Historia de la Música Española. 5. Siglo XIX. Pablo López de Osaba (dir.). 6ª ed. (1ª ed., 1985), Madrid: Alianza Editorial, 2007. PAJARES BARÓN, Máximo: « Franz Liszt en Sevilla y en Cádiz (diciembre, 1844-enero, 1845) ». Revista de Musicología, Vol. 10, Nº 3 (1987), páginas 887-918. VALLÉS CHORDÁ, Andrés: Música en Sevilla en el siglo XIX. Ópera, música instrumental y sociedades filarmónicas (1800-1871). Sevilla: Instituto de la Cultura y de las Artes del Ayuntamiento de Sevilla (ICAS), Departamento de publicaciones, 2010. VALLÉS CHORDÁ, Andrés: « Orígenes, crecimiento y fracaso de la Sociedad filarmónica de Sevilla ». Anuario GRHIAL. Universidad de los Andes (Mérida), Nº 1 (enero-diciembre 2007), páginas 47-54.

NOTAS 1 DE MENA CALVO, José María: Historia de Sevilla. Barcelona: Plaza & Janés Editores, 2ª ed. abril 2010, página 277. 2 ÁLVAREZ CAÑIBANO, Antonio: « Academias, sociedades musicales y filarmónicas, en la Sevilla del siglo XIX ». Revista de Musicología, Vol. 14, Nº 1-2, del III Congreso Nacional de Musicología (1991), página 63. 3 Ibídem, páginas 63-64. 4 ÁLVAREZ CAÑIBANO, Antonio: « La música civil y el ballet en Sevilla durante la ocupación napoleónica ». Revista de Musicología, Vol. 16, Nº 6, del XV Congreso de la Sociedad Internacional de Musicología: Culturas Musicales del Mediterráneo y sus ramificaciones (1993), página 3.644. 5 Así lo menciona Antonio Álvarez en su ya citada obra sobre las « Academias, sociedades musicales y filarmónicas, en la Sevilla del siglo XIX » (página 65), haciendo allí referencia a la fuente original, que es la importantísima Crónica de Félix González de León, que se conserva en el Archivo Histórico Municipal de Sevilla. 6 ÁLVAREZ CAÑIBANO, Antonio: « La música civil y el ballet en Sevilla durante la ocupación napoleónica ». Op. cit., páginas 3.649-3.650. 7 ÁLVAREZ CAÑIBANO, Antonio: « Academias, sociedades musicales y filarmónicas, en la Sevilla del siglo XIX ». Op. cit., página 65.

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8 Ibídem, páginas 65-66. 9 CUENCA TORIBIO, José Manuel: Historia de Sevilla. Sevilla en el siglo XIX. Del Antiguo al Nuevo Régimen. Sevilla: Universidad de Sevilla, Secretariado de Publicaciones, 1991, página 85. 10 ÁLVAREZ MARTÍNEZ, Mª Salud y ÁLVAREZ CAÑIBANO, Antonio: “Sevilla”, en Emilio Casares (dir.): Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, Vol. 8, Madrid: SGAE, 2001, página 895. 11 Ibídem. 12 ÁLVAREZ CAÑIBANO, Antonio: « Academias, sociedades musicales y filarmónicas, en la Sevilla del siglo XIX ». Op. cit., página 67. 13 PAJARES BARÓN, Máximo: « Franz Liszt en Sevilla y en Cádiz (diciembre, 1844-enero, 1845) ». Revista de Musicología, Vol. 10, Nº 3 (1987), página 891. 14 GOMEZ AMAT, Carlos: Historia de la Música Española. 5. Siglo XIX. Pablo López de Osaba (dir.). 6ª ed. (1ª ed., 1985), Madrid: Alianza Editorial, 2007, página 224. 15 GOMEZ AMAT, Carlos: Historia de la Música Española. 5. Siglo XIX. Op. cit., página 226. 16 ÁLVAREZ CAÑIBANO, Antonio: « Academias, sociedades musicales y filarmónicas, en la Sevilla del siglo XIX ». Op. cit., página 79. 17 ÁLVAREZ MARTÍNEZ, Mª Salud y ÁLVAREZ CAÑIBANO, Antonio: “Sevilla”, en Emilio Casares (dir.): Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana. Op. cit., página 985. 18 VALLÉS CHORDÁ, Andrés: Música en Sevilla en el siglo XIX. Ópera, música instrumental y sociedades filarmónicas (1800-1871). Sevilla: Instituto de la Cultura y de las Artes del Ayuntamiento de Sevilla (ICAS), Departamento de publicaciones, 2010, página 116. 19 [JIMÉNEZ, Manuel]: « Sociedad Filarmónica Sevillana. Quinto Concierto Extraordinario ». El Orfeo Andaluz, Nº 36 [julio 1848], página 1. 20 [JIMÉNEZ, Manuel]: « Sociedad Filarmónica Sevillana. Primer concierto ». El Orfeo Andaluz, Nº 2 (octubre 1847), página 1. 21 VALLÉS CHORDÁ, Andrés: « Orígenes, crecimiento y fracaso de la Sociedad filarmónica de Sevilla ». Anuario GRHIAL. Universidad de los Andes (Mérida), Nº 1 (enero-diciembre 2007), páginas 48-49. 22 [JIMÉNEZ, Manuel]: « La ópera y el público ». El Orfeo Andaluz, Nº 5 (noviembre 1847), página 1. 23 ÁLVAREZ MARTÍNEZ, Mª Salud y ÁLVAREZ CAÑIBANO, Antonio: “Sevilla”, en Emilio Casares (dir.): Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana. Op. cit., página 985.

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24 [JIMÉNEZ, Manuel]: « Introducción ». El Orfeo Andaluz, Nº 1 (octubre 1847), página 1. 25 [JIMÉNEZ, Manuel]: « Sociedad Filarmónica Sevillana ». El Orfeo Andaluz, Nº 1 (octubre 1847), página 2. 26 [JIMÉNEZ, Manuel]: « Crónica universal [noticias breves]. Sociedad Filarmónica Sevillana ». El Orfeo Andaluz, Nº 3 (octubre 1847), página 4. 27 [JIMÉNEZ, Manuel]: « Sociedad Filarmónica Sevillana. Primer concierto ». El Orfeo Andaluz, Nº 2 (octubre 1847), página 2. 28 ÁLVAREZ CAÑIBANO, Antonio: «Asociacionismo musical en la Sevilla romántica. El Liceo Artístico y Literario». Op. cit., páginas 77-78. 29 [JIMÉNEZ, Manuel]: « Crónica universal [noticias breves]. Sociedad Filarmónica Ecijana. Instituto Ecijano ». El Orfeo Andaluz, Nº 14 (enero 1848), página 4. 30 [JIMÉNEZ, Manuel]: « Sociedad Filarmónica Sevillana. Primer concierto ». El Orfeo Andaluz, Nº 2 (octubre 1847), página 2. 31 [JIMÉNEZ, Manuel]: « Sociedad Filarmónica Sevillana. Lista general de las personas que componen la Sociedad Filarmónica Sevillana ». El Orfeo Andaluz, Nº 6 (noviembre 1847), página 2. 32 [JIMÉNEZ, Manuel]: « Crónica universal [noticias breves] ». El Orfeo Andaluz, Nº 3 (octubre 1847), página 4. 33 Se dan referencias de la interpretación de unas canciones para voces y orquesta para la fiesta de la Concepción en [JIMÉNEZ, Manuel]: « Crónica universal [noticias breves] ». El Orfeo Andaluz, Nº 9 (diciembre 1847), página 4. También existe una breve crítica (muy negativa) respecto a la interpretación del famoso Miserere de Eslava en abril de 1848 en [JIMÉNEZ, Manuel]: « Crónica universal [noticias breves] ». El Orfeo Andaluz, Nº 27 (abril 1848), página 3. 34 [JIMÉNEZ, Manuel]: «Crónica universal [noticias breves]». El Orfeo Andaluz, Nº 5 (noviembre 1847), página 4. 35 [JIMÉNEZ, Manuel]: « Crónica universal [noticias breves] ». El Orfeo Andaluz, Nº 14 (enero 1848), página 4. 36 [JIMÉNEZ, Manuel]: « Sociedad Filarmónica Sevillana. Lista general de las personas que componen la Sociedad Filarmónica Sevillana ». El Orfeo Andaluz, Nº 6 (noviembre 1847), página 2. 37 [JIMÉNEZ, Manuel]: « Lista general de las personas que componen la Sociedad Filarmónica Sevillana ». El Orfeo Andaluz, Nº 9 (diciembre 1847), página 4. 38 [JIMÉNEZ, Manuel]: « Sociedad Filarmónica Sevillana ». El Orfeo Andaluz, Nº 1 (octubre 1847), página 3.

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39 [JIMÉNEZ, Manuel]: « Sociedad Filarmónica Sevillana. Tercer concierto ». El Orfeo Andaluz, Nº 11 (diciembre 1847), página 2.