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ÁNGEL MANUEL AGUIRRE Università Interamericana di Puerto Rico La simbologia de los sueños y de las pesadillas en dos novelas de Pérez Galdós: Miau y La desheredada El mundo del sueño, del insomnio (no soñar o soñar despierto) y de la pesadilla aparece con insistente frecuencia en varias novelas de Benito Pérez Galdós: Nazarín, La de Bungas, Ángel Guerra, Misericordia, Torquemada en la Cruz, Lo prohibido, Fortunata y Jacinta, Miau y La desheredada. Es preci- samente en estas dos últimas obras donde encontramos dos de los personajes soñadores más notables en la narrativa galdosiana: Luisito Cadalso e Isidora Rufete. Precursor de la psicología moderna y de las teorías psico-analíticas de Freud y sus discípulos, Galdós hace soñar a sus personajes sueños imaginati- vos (algunos de ellos fantásticos y surrealistas) que, por lo general, ayudan a la mejor comprensión del carácter del personaje soñador y al desarrollo de la trama de la novela. Un gran número de esos sueños son proféticos o premo- nitorios (de presciencia o adivinación), mientras que otros denuncian estados de epilepsia y de locura incipiente, o sirven para procesar durante la actividad onírica deseos, frustraciones, temores o ansiedades de la persona que sueña. En opinión del crítico Ricardo Gullón Los sueños de los personajes galdosianos son más imaginativos que fantásti- cos; por lo general mantienen comunicación con la realidad, con los sucesos acontecidos en la vigilia. El personaje dormido sigue comunicando por soterráneos canales con las preocupaciones de su existir y esas preocupaciones influyen en el sueño. A la vez, los sueños y cuanto pertenece a ese mundo se proyectan sobre la vida, de doble manera, que tanto se refiere al comporta- miento inmediato de la persona, como a una influencia más remota ejercida sobre los sentimientos y, por consecuencia, sobre actos ulteriores inspirados por las emociones. Para Galdós, soñar no es separarse de la vida, sino entrar en ella por otra puer- ta, a través de cámaras sombrías, un instante iluminadas por el rayo de luz del

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ÁNGEL MANUEL AGUIRRE

Università Interamericana di Puerto Rico

La simbologia de los sueños y de las pesadillas en dos novelas dePérez Galdós: Miau y La desheredada

El mundo del sueño, del insomnio (no soñar o soñar despierto) y de lapesadilla aparece con insistente frecuencia en varias novelas de Benito PérezGaldós: Nazarín, La de Bungas, Ángel Guerra, Misericordia, Torquemada enla Cruz, Lo prohibido, Fortunata y Jacinta, Miau y La desheredada. Es preci-samente en estas dos últimas obras donde encontramos dos de los personajessoñadores más notables en la narrativa galdosiana: Luisito Cadalso e IsidoraRufete.

Precursor de la psicología moderna y de las teorías psico-analíticas deFreud y sus discípulos, Galdós hace soñar a sus personajes sueños imaginati-vos (algunos de ellos fantásticos y surrealistas) que, por lo general, ayudan ala mejor comprensión del carácter del personaje soñador y al desarrollo de latrama de la novela. Un gran número de esos sueños son proféticos o premo-nitorios (de presciencia o adivinación), mientras que otros denuncian estadosde epilepsia y de locura incipiente, o sirven para procesar durante la actividadonírica deseos, frustraciones, temores o ansiedades de la persona que sueña.

En opinión del crítico Ricardo Gullón

Los sueños de los personajes galdosianos son más imaginativos que fantásti-cos; por lo general mantienen comunicación con la realidad, con los sucesosacontecidos en la vigilia. El personaje dormido sigue comunicando porsoterráneos canales con las preocupaciones de su existir y esas preocupacionesinfluyen en el sueño. A la vez, los sueños y cuanto pertenece a ese mundo seproyectan sobre la vida, de doble manera, que tanto se refiere al comporta-miento inmediato de la persona, como a una influencia más remota ejercidasobre los sentimientos y, por consecuencia, sobre actos ulteriores inspiradospor las emociones.Para Galdós, soñar no es separarse de la vida, sino entrar en ella por otra puer-ta, a través de cámaras sombrías, un instante iluminadas por el rayo de luz del

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soñador. A través de esas cámaras y galerías del alma, llega el novelista a ilu-minaciones esenciales '.

Mercedes López-Baralt señala que

la relación entre Galdós y Freud es ciertamente insólita. En Fortunata yJacinta, de 1887, el novelista anticipa en trece años el simbolismo sexual oní-rico propuesto en The Interpretation of Dreams [en 1899]. ... Don Benitoreconoce en los sueños un lenguaje cifrado que ilumina - y tantas veces deci-de - la vigilia. "No es puramente arbitrario y vano el mundo del sueño, y ana-lizando con paciencia los fenómenos cerebrales que lo informan se hallaráquizá una lógica recóndita", propone en El amigo manso, de 1882. A onceaños de distancia Freud presentaría The Interpretation of Dreams con pareci-das palabras... Aunque Galdós se inclina a la explicación organicista del sueño,mientras que Freud entiende que su génesis es psicológica, (las palabras deambos) revelan la concepción (del sueño) como texto descifrable, y por lógi-co, mensaje importante2.

Según Joseph Schraibman, Galdós usa los sueños en algunas de susnovelas para resaltar aspectos de la personalidad del personaje, desconocidospara éste en la realidad de la vigilia, pero sugeridos al lector por el autor ensu presentación previa del trasfondo sociológico y psicológico del personaje.Ocho de los sueños en La desheredada tienen esa función. Para Schraibman,los sueños, los insomnios y pesadillas de la protagonista enfatizan y muestranel desarrollo de la característica más destacada de su personalidad: su habili-dad para modificar la realidad de manera que satisfaga sus delirios de gran-deza 3.

Isidora Rufete, la protagonista de La desheredada novela de asuntos con-temporáneos publicada en 1881, posee una imaginación fantasiosa y exalta-da, con "la viciosa maña de reproducir escenas y hechos pasados, presentes y

1 Ricardo Gullón, "Estudio preliminar", Miau, 4ta. ed., Rio Piedras, Editorial de laUniversidad de Puerto Rico, 1987, pp. 164-65.

2 Mercedes López-Baralt, La gestación de Fortunata y Jacinta, Río Piedras, EditorialHuracán, 1992, p. 135.

3 Joseph Schraibman, Dreams in thè novéis of Galdós, Nueva York, HispanicInstitute, 1960, p. 74.

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futuros"4. Según Daria J. Montero-Paulson, dentro de la jerarquía femeninagaldosiana, Isidora Rufete pertenece al grupo de las Quijotes, y mucho máscompasivo con ellas, Galdós "ahora toma muy en serio las manifestaciones dela locura y el complejo lenguaje (actos, sueños, palabras) que la expresa" \Añade Montero-Paulson que ese personaje complejísimo

es la más trágica y la más desarrollada artísticamente de las mujeres de sugrupo, [como ellas] posee una superabundancia de facultades imaginativas, yquizá es la mujer de imaginación más exaltada entre los personajes femeninosgaldosianos. ... Su vida es un perpetuo sueño quijotesco en el cual se crea y seimagina una realidad que los demás consideran falsa, pero que es muy realpara ella... [que] ha heredado la locura de su padre y sufre varias dolenciasneurológicas: insomnios, neuralgias, alucinaciones y dolores de cabeza6.

En el capítulo segundo de la primera parte de la novela, el narradorrelaciona la costumbre de Isidora de anticiparse a las ideas e intenciones delos demás (el proceso cognitivo de "soñar despierta") con los insomnios quepadece la protagonista. Luego, la voz narrativa ofrece más detalles sobre elproblema de los insomnios de Isidora en el capítulo IV de la primera partede la novela. Todo el capítulo XI de esa primera parte, titulado "Insomnionúmero cincuenta y tantos", recoge exclusivamente uno de los numerososinsomnios padecidos por la protagonista. La estructura del capítulo se amol-da admirablemente a la situación narrada pues en la realidad del insomnioel paso del tiempo parece interminable o, por lo menos, transcurre con exas-perante lentitud durante horas que parecen muy largas, mientras que laduración temporal del soñar despierto o de la actividad onírica da la impre-sión de ser relativamente corta. De hecho, en la novela los dos sueños deIsidora, así como los de su padrino y admirador, don José de Relimpio, tie-nen una extensión limitada a breves párrafos que ocupan apenas una páginaen el texto.

Según Enrique Miralles, Galdós aprovecha los insomnios de Isidoracomo un anticipo del recurso del monólogo interior:

4 Benito Pérez Galdós, La desheredada, Barcelona, Editorial Planeta, 1992, p. 136.5 Daria J. Montero-Paulson, La jerarquía femenina en la obra de Galdós, Madrid,

Editorial Pliegos, 1988, pp. 116-17.6 Montero-Paulson, cit., pp. 126, 127, 128.

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El punto de vista objetivo induce, además a la búsqueda de discursos omnis-cientes. El estilo indirecto libre cubre esta necesidad por cuanto representauna fórmula conciliatoria entre la voz del narrador y la del personaje, cuan-do éste no desempeña papel de interlocutor. En el horizonte ya se vislumbrael poderoso recurso del monólogo interior. En La desheredada hay un antici-po del feliz hallazgo novelístico cuando el autor intenta dar forma a los esta-dos de conciencia de Isidora en esas largas noches de insomnio...7.

Isidora sueña despierta la mayor parte del tiempo y esos sueños nosadentran en su monomanía de pertenecer a la clase noble, pero en sus dosúltimos sueños — ambos pesadillas — que tienen lugar en el capítulo XII dela segunda parte de la novela durante su reclusión en la cárcel Modelo,después de enterarse por su abogado de que no podrá salir aún de la prisión,es evidente, según Schraibman, que está comenzando a perder la esperanzade que se le haga justicia. Es la primera vez que los sueños de Isidora no estánrevestidos de su acostumbrado optimismo y enjuiciamento a largo plazo dela situación y esto es obvio en la descripción final del sueño, cuyo conteni-do representa un cambio en la personalidad de la protagonista, quien setorna amargada y comienza a degenerarse progresivamente al reconocer quesu situación ha perdido toda esperanza8:

Su sueño era entonces breve, erizado de pesadillas, como un camino inciertoy tortuoso, lleno de obstáculos. Unas veces se le aparecía Riquín, ladeandocon gracia la enorme cabeza bonita, fusil al hombro, marchando al paso delsoldado. Y el picaro Anticristo la miraba, echándose el fusilillo a la cara coninfantil gracejo, y ¡zas!, disparaba un tiro, que la dejaba muerta en el acto;acudían otros chicos, camaradas de Riquín, y entre risotadas y gritos, lacogían a ella y la arrastraban por las calles. Gran algazara y befa de la multi-tud, que decía: "¡La marquesa, la marquesa!".Otras veces era gran señora y estaba en su palacio, cuando de repente veíaaparecer un esqueleto de niño, con la cabeza muy grande, y los huesos todosmuy finos y limpios, cual si fueran de marfil. El esqueleto traía su fusilillo al

7 Enrique Miralles, "Introducción", La desheredada, Barcelona, Planeta, 1992, p.xxiii. [Schraibman señala en la página 76 del libro antes citado lo siguiente: "La deshereda-da marks the introduction of the use of monologue in such a way that it approaches astream-of-consciousness technique".]

8 Schraibman, p. 91.

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hombro y marchaba con paso militar. Llegándose a ella, movía la gran cabe-za y reía y hablaba. Pero Isidora, sin poder entender sus palabras, temblaba deespanto al oírlas. Luego se borraba el niño del campo de los sueños y aparecíaJoaquín en mitad de una orgía, ebrio de felicidad y de Champagne. Pordelante de la mesa se paseaba una sombra andrajosa: era ella, Isidora. Todosla miraban y prorrumpían en carcajadas. Ella se reía también; pero, ¡cosarara!, se reía de hambre. La debilidad contraía sus músculos, haciéndola reír...;y por aquí seguía de disparate en disparate, hasta que despertaba y volvía altormento de la realidad, no menos cruel que el de los sueños9.

El "camino tortuoso y lleno de obstáculos" corresponde en la realidad ala marcha lenta y dificultosa de peripecias sufridas por Isidora para intentarprobar la legitimidad de su causa civil como heredera de la familia de Aransis.La imagen del tiro que la mata y el subsiguiente arrastre de su cadáver por lascalles de Madrid es una premonición de la "muerte moral" de la protagoni-sta, quien derrotada por la verdad y la realidad sucumbe al final de la novelaa la más denigrante prostitución callejera. Los gritos y risotadas de los chicosy de los participantes en la orgía representan la reacción burlona de la socie-dad que nombra a Isidora por su pretendido título nobiliario para mofarsede sus descabelladas ínfulas aristocráticas. Es interesante que en la pesadillaaparezca la figura del hijo bastardo de Isidora y que sea quien le propine eltiro mortal. La causa de la desgracia y muerte de Virginia, la hija de laMarquesa de Aransis, fue precisamente un hijo habido fuera de matrimonioy el nacimiento de Riquín es un gran estorbo en el camino moral de Isidorapara recobrar el título que ella cree haber heredado. La figura del primeramante de Isidora, ebrio de felicidad y alcohol en una orgía, pone de mani-fiesto el carácter superficial del hombre infiel y disoluto que la abandonavarias veces y sólo está a su lado cuando necesita vivir de ella. En este sueñoes patéticamente profètica la imagen de Isidora como una sombra andrajosa,objeto de la burla de todos los presentes, la cual se pasea por delante de unamesa y ríe al contraerse sus músculos por la debilidad del hambre.

Según Enrique Miralles, quien basa su análisis en una cita de RicardoGullón,

ambos sueños son premonitorios del futuro de Isidora. En cuanto al prime-ro, "este sentirse befada y escarnecida por la multitud a quien detesta es la

» Pérez Galdós, p. 417.

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forma de expresar plásticamente el reconocimiento de la derrota, su venci-miento por la hostilidad del hado". ... Los "andrajos" del segundo vaticinansu miseria final. Pero también se erige en símbolo del futuro político deEspaña, con presagios de guerra civil en el detalle militar de Riquín y en eldeclive económico (el desvestirse de galas). El juego infantil de la guerra, masque representación simbólica de la guerra civil carlista, la única cruenta, puesen los pronunciamientos de la República y la Restauración no hubo derra-mamiento de sangre, es una premonición de la España del futuro, idea en laque insiste Galdós a propósito de los juegos de Riquín y de los sueños deIsidora10.

Si apoyamos las conclusiones de Miralles en lo que señala Friedrich W.

Doucet al escribir lo siguiente, podríamos decir que los sueños de Isidora tie-

nen elementos arquetípicos:

En los sueños arquetípicos ... se trata de sueños que contienen un sentidocolectivo, un sentido humano universal. En estos casos, el sueño expresa unaproblemática social de carácter general, explicable, según Jung, porque endefinitiva todo problema individual está en conexión de algún modo con elproblema epocal, por lo que toda dificultad subjetiva puede ser consideradadesde el punto de vista de la situación humana generaln.

Antonio Ruiz Salvador sustenta la hipótesis de Miralles y Gullón alobservar que

Isidora, en un nivel es el símbolo de la España frivola y degradada de los años1872-1875... la España a quien degeneran sus manías de grandeza... La deshe-redada, que tanto se parece a una autopsia literaria, presenta fría y científica-mente la historia clínica de España ... el materialista interés vertical, quesegún Galdós es común denominador de los españoles, de querer trepar en laescala social a toda costa y por cualquier medio. Esta es la causa principal dela descomposición de España... n.

10 Enrique Miralles, cit., pp. 417-18; 100.11 Friedrich W. Doucet, Diccionario del psicoanálisis clásico, Barcelona, Nueva

Colección Labor, 1975, p. 204.12 Antonio Ruiz Salvador, "La función del trasfondo histórico en La desheredada",

"Anales Galdosianos", I (1966), p. 57.

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Son interesantes también dos sueños breves de don José de Relimpio,padrino, protector y enamorado platónico de Isidora. Don José, a pesar deser el mejor hombre del mundo, no sirve para nada. En uno de sus sueños,denominado "compensatorio" por Schraibman, ese personaje, en ocasión deentregarle Isidora todo su dinero, alcanza en sueños el éxito que nunca halogrado despierto:

...don José se retiró muy entusiasmado a su cuartito. Durmióse como unserafín y soñó que estaba en la contaduría de una casa grande, donde habíacatorce empleados y más de cien libros. Ingresos y gastos ascendían a millo-nes pero todo iba al pelo. Era don José como un director de orquesta, sóloque los músicos eran escribientes y las notas números. La sinfonía de ordenque resultaba mecía de embriagador arrobamiento el espíritu del tenedor delibros13.

El otro sueño de don José, denominado ornitológico por el narrador estambién compensatorio y además de tener reminiscencias evangélicas, plas-ma el deseo de ese personaje de formar un hogar donde él sea el único defen-sor de Isidora y su hijo:

Por la noche regresaba Relimpio a Madrid y a su casa; dormía como un santoy soñaba que era pájaro y estaba cantando en la rama de un árbol. TambiénRiquín era pájaro y revoleteaba, dando sus primeros pasos por el mundoaéreo. Isidora era un avecilla melancólica. Todos cantaban; pero era don Joséel que cantaba más y el que subía a la rama más alta14.

En la novela Miau, de 1888, Luisito Cadalso, un niño enfermizo yepiléptico tiene diez sueños (o "visiones") y su padre, Víctor Cadalso, tieneun sueño surrealista cuyos detallados elementos fantásticos ponen de relievela modernidad de Galdós, pues, en opinión de Ricardo Gullón, se acercan a"la descripción de un posible cuadro de Dalí" 15. He aquí la pesadilla deVíctor en que aparece la figura recurrente de una dama:

Por fin se durmió, y tuvo una pesadilla, semejante a otras que en los casos de

13 Pérez Galdós, p. 283.14 Ibidem, p. 349.15 Ricardo Gullón, "Estudio preliminar", Miau, cit., p. 186.

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turbación moral turbaban su descanso. Soñó que iba por una galería muylarga, inacabable, con paredes de espejos, que hasta lo infinito repetían su ga-llarda persona. Iba por aquel inmenso callejón persiguiendo a una mujer, auna dama elegante, la cual corría agitando con el rápido mover de sus pies lafalda de crujiente seda. Cadalso le veía los tacones de las botas, que eran...¡cascarones de huevo! Quién podía ser la dama, lo ignoraba; era la misma conquien soñara otra noche, y al seguirla, se decía que todo aquello era sueño,asombrándose de correr tras un fantasma, pero corriendo siempre. Por finponía la mano en ella, la dama se paraba y se volvía, diciendo con una vozmuy ronca: ¿Por qué te empeñas en quitarme esta cómoda que llevo aquí?"En efecto, la dama llevaba en la mano una cómoda ¡de tamaño natural!, y lallevaba tan desahogadamente como si fuera un portamonedas. EntoncesVíctor despertaba sintiendo sobre sí un peso tal que no podía moverse, y unterror supersticioso que no sabía relacionar ni con la cómoda, ni con la dama,ni con los espejos. Todo ello era estúpido y sin ningún sentido16.

Joseph Schraibman señala que

Víctor is an irresponsible and selfish individual whose wife has died of sor-row. He is not very fond of working, but manages to advance in his adminis-trative career by seeking thè protection of thè wives of those in influentialpositions. His ever present preoccupation with sex is presented in a dreamdescribed by Galdós in great detail... The images used in this dream seem toconfirm Galdós' presentation of Víctor. His narcissistic nature is apparent inthè admiration of himself in thè mirror.The chest of drawers he wants to take away from the woman he is pursuingis a symbol of thè iemale genital región. The weight Víctor feels on his chestupon awakening is an indication of anxiety and a typical physical sensationproduced by nightmares in dreams. Víctor's reaction to the dream as stupidand without meaning is refuted by thè author in the paragraph following thedescription of the nightmare, which supports the above interpretation of thedream. His ambitions and dreams appear also in his frequent day-dreams...17.

Cinco de los diez suefios de Luisito Cadalso - niño que padece de pesa-dillas y al que no se le podía apagar la luz de la habitación hasta mucho

16 Benito Pérez Galdós, Miau, cit., p. 349.17 Schraibman, cit., pp. 107-09.

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después de dormido pues al despertarse con sobresalto se espantaba de laoscuridad — son "visiones" en que el niño conversa con el Padre Eterno, bajola figura de un anciano de benevolente autoridad paternal, muy parecido alviejo mendigo que como el abuelo cesante de Luisito extiende la manopidiendo ayuda económica. El narrador insinúa que la impresión al ver unaimagen de Dios en casa de su tía paterna parece haberse grabado en la mentehipersensible del niño y por eso surge en sus sueños:

Cadalsito iba de tiempo en tiempo a casa de la Cabrera y se embelesaba con-templando las estampas. Cierto día vio un Padre Eterno, de luenga y blancabarba, en la mano un mundo azul, imagen que le impresionó mucho. ¿Sederivaba de esto el fenómeno extrañísimo de sus visiones? Nadie lo sabe;nadie quizás lo sabrá nunca18.

El narrador omnisciente describe la primera visión de Luisito como unprofundo sueño, un desvanecimiento, una desazón singularísima, un letar-go, la pérdida de toda sensación y conocimiento, pero definitivamente algodiferente a lo experimentado por el niño en los ataques de epilepsia. Ahoraes como una especie de muerte en que, con la cabeza inclinada sobre elpecho, Cadalsito ve una excelsa persona mayor, hermoso y misterioso ancia-no con ojos como estrellas y barba blanca, larga y resplandeciente, envueltoen una capa blanca o azul (los colores del cielo) con sombras muy suaves yreflejos luminosos en los destellos del aura. Lo más interesante es que en elsueño del niño la mano preciosísima de Dios es una mano andrógina: "fuer-te y membruda como la de los hombres, blanca y fina como la de las seño-ras". Salen a relucir en el diálogo - salpicado de humor — entre el PadreEterno y Luisito las preocupaciones del niño (las actividades escolares, elproblema de la cesantía del abuelo, el mote de las Miau) y la afición de laDivinidad por el bel canto y la ópera italiana. Dios recomienda muchapaciencia a Luisito en esos tiempos que están muy malos en la sociedadespañola y luego se desvanece al instante, como por arte de magia.

La segunda visión tiene lugar en la habitación donde duerme el niño yparece ser provocada por las palabras que, justo antes de conciliar el sueño,escucha pronunciar a su abuelo, quien nombra vehementemente a Dios parapedir su ayuda en el problema de la cesantía:

18 Pérez Galdós, Miau, cit., p. 428.

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Cómo encadenó esto con las imágenes que en el cerebro del niño determina-ba el sueño no puede saberse; pero ello es que mientras su abuelo lo miraba,Luis, ya profundamente dormido, estaba viendo al mismo sujeto de la barbablanca; y lo más particular es que le veía sentado delante de un pupitre en elcual había tantas, tantísimas cartas, que no bajaban, según Cadalsito, de unpar de cuatrillones19.

El subconsciente del niño desplaza la actividad de escribir cartas delabuelo - para dar sablazos y solicitar empleo — a la figura del Padre Eterno,quien, sentado en un pupitre escolar, escribe con letra perfecta una cantidadastronómica de cartas, mojando la pluma en el tintero del portero de la casadel abuelo y cometiendo errores de ortografía. Este es un sueño descriptivodonde Dios y Luisito no dialogan.

El tercer sueño de Cadalsito es un cuadro fantástico, sin fondo ni Ion-tanza, espacio abierto que parece simbolizar el cielo o la eternidad. Se reco-ge en este sueño un incidente anterior ocurrido en el salón de clases y Diostiene en sus dedos las sortijas de papel, colección que pertenecía al niñoPosturitas, incautada a éste por el maestro pues era una distracción para ladisciplina escolar. El Padre Eterno reprende a Luisito por los disparates queha dicho en la lección de geografía y le impone el estudiar más como condi-ción para colocar al abuelo. Despertado por Paca, al niño le parece salir deun trance místico ("como si acabase de pasar por un acceso de embriaguez")y debate entre dudas la autenticidad de la naturaleza divina de la apariciónque parece ser Dios porque lo sabe todo y puede no serlo pues nunca loacompañan los ángeles.

En el capítulo XX Luisito sueña que sufre el acceso espasmódico queprecede a la visión, ahora deseada y esperada. La aparición no se presenta enesta corta pesadilla. En este sueño que es todo sinrazón y desvarío, el niñoconcluye con un golpe de lógica admirable que Dios no puede venir a visi-tarlo porque lo han llevado en el viático a casa del tío gravemente enfermode Ponce. En sus visitas a la iglesia, una de las casas del Señor, Luisito sien-te el malestar precursor de la visión, pero ésta no se presenta, quizá por eltemor del niño a que se le ponga al lado la imagen del "Cristo de las mele-nas" y por los esfuerzos que hace para que esto no suceda si se mantienedespierto. En ocasiones, Cadalsito cree ver al augusto anciano que sale por

19 Ibidem, pp. 349-50.

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una puerta de la sacristía y se pierde en el altar, como si se introdujera en unhueco invisible. Otra vez le parece verlo salir a decirse a sí mismo la misa.

Se complican los sueños de Luisito en el capítulo XXV con la intro-ducción de un elemento interesante: el soñar que ve la visión y darse cuentade que la está soñando:

Aquella noche estaba muy intranquilo; dormía mal, se despertaba a cadainstante y su cerebro luchaba angustiosamente con un fenómeno muy singu-lar. Habíase acostado con el deseo de ver a su benévolo amigo de la barbablanca; los síntomas precursores se habían presentado pero la aparición no.Lo doloroso para Cadalsito era que soñaba que la veía, que no era lo mismoque verla... su mente forcejeaba en un razonar penoso y absurdo, diciendo:"No es éste, no es éste..., porque yo no le veo, sino sueño que le veo, y no mehabla, sino que sueño que me habla"20.

Es interesantísima la escena del diálogo onírico entre Luisito y su tíaAbelarda, cuya habitación comparte. La tía padece de insomnio y sueñointerrumpido; Luisito de pesadillas. Ambos personajes hablan mientrassueñan y en ocasiones hasta llegan a entablar un diálogo coherente según secruzan sus frases en el silencio de la habitación. El último sueño de Cadalsitoes premonitorio pues anticipa un suceso muy importante que pone en mar-cha el desenlace de la novela: el suicidio del abuelo cesante. En esta ocasiónla escena onírica tiene como escenario una extensión vacía (¿la eternidad?, ¿laotra vida?, ¿la Nada?). En un espacio indeterminado, cuyos horizontes seconfunden con el cielo, sin accidente alguno, casi sin términos (pues es todoigual, lo próximo y lo lejano), en una superficie como la de un cristal. Elanciano de barba blanca se apoya en un báculo como el que usan los obisposy se sienta al lado del niño a pesar de no haber en ese lugar ni piedra ni silla,sino uno de los sillones de la sala de la casa de Luisito. La preciosa mano deDios acaricia la cara del niño y a su contacto éste siente correr por su cuer-po un temblor gustosísimo. El Padre Eterno ha venido desde la otra parte delmundo para echar un párrafo con su amiguito. Hablan sobre los sucesosocurridos en el hogar de Luisito y Dios le asegura que el Gobierno no colo-cará a su abuelo y éste no encontrará nunca felicidad en la tierra. Además,como el abuelo ya no sirve para nada es mejor que se vaya con El. Más tarde,

Ibidem, pp. 514-15.

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cuando Cadalsito le cuenta al abuelo lo que le ha dicho la visión en el sueño,Villaamil lo cree todo y convencido e iluminado por la lógica del argumen-to de Dios, decide suicidarse. Según Ricardo Gullón:

En ninguna novela galdosiana tiene tanta fuerza el personaje soñador comoen Miau: gracias a la sensibilidad de Luisito Cadalso, a la frecuencia con queasistimos a sus sueños y a la persistencia con que en ellos aparece Dios, éstese convierte en figura actuante con fisonomía tan definida y peculiar comocualquier otro personaje21.

En la novela Miau la simbologia de los sueños no es tan rica como la deLa desheradada. Además de ser premonitorios y ayudar a la presentación dela personalidad del personaje, los sueños en Miau mueven la acción hacia eldesenlace de la trama, resumen acontecimientos acaecidos en capítulos ante-riores, enriqueciéndolos con mayor lujo de detalles, e incluyen visiones alu-cinatorias que sirven para representar la mentalidad infantil. El narradorincluye el sueño dentro del sueño (como en una caja china) y el diálogo delsoñador con la visión soñada, así como el diálogo entre soñadores de sueñosdiversos. El Padre Eterno de los sueños en esta novela es un dios andrógino,antropomórfico y de poderes limitados, que dialoga con un niño en una rea-lidad no mística donde sí es posible la comunicación - siempre dentro delplano onírico - con la Divinidad.

21 Gullón, p. 189.