La semioesfera
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La semiosfera
I
Semitica de la cultura y del texto
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Coleccin dirigida por Sergio Sevilla y Jenaro Talens
Iuri M. Lotman
La semiosfera
I
Semitica de la cultura y del texto
Seleccin y traduccin del ruso
por Desiderio Navarro
con un captulo final de Manuel Cceres
FRNESIS CTEDRA
UN1VERSITAT DE VALNCIA
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Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido
por la Ley, que establece penas de prisin y/o multas, adems de las
correspondientes indemnizaciones por daos y perjuicios, para
quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren
pblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artstica
o cientfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucin
artstica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada
a travs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin.
Desiderio Navarro
Ediciones Ctedra, S. A., 1996
Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid
Depsito legal: M. 36.193-1996
I.S.B.N.: 84-376-1464-3
Printed in Spain
Impreso en Grficas Rgar, S. A.
Navalcarnero (Madrid)
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I
Semitica de la cultura y del texto
ndice
Al lector: Sobre la seleccin y la traduccin. Desiderio Navarro. 5 Acerca de la semiosfera.. 11 Asimetra y dilogo 27 Para la construccin de una teora de la interaccin
de las culturas (el aspecto semitico) 41 La semitica de la cultura y el concepto de texto . 53 El texto y el poliglotismo de la cultura .. 58 El texto en el texto . 64 El texto y la estructura del auditorio .. 77 La retrica ... 83 El smbolo en el sistema de la cultura 101 La memoria a la luz de la culturologa ... 109 Sobre el contenido y la estructura del concepto de literatura artstica .. 112 El arte cannico como paradoja informacional .. 124 Literatura y mitologa [con Zara G. Mints] 129 El progreso tcnico como problema culturolgico . 143 Sobre el papel de los factores casuales en la historia de la cultura. .. 157 Iuri Mijilovich Lotman (1922-1993):
una biografa intelectual. Manuel Cceres . 164
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Al lector:
Sobre la seleccin y la traduccin
A la luminosa y entraable memoria de Iuri Lotman.
A la vieja amistad de Jri Talvet y Peeter Torop, quienes hicieron
posible mi primer encuentro vivo con Lotman, la Escuela de Tartu y la
hermosa Estonia.
A la cordial generosidad de Mijail Lotman y Liubov Kiseliova, as
como de Arn Gurvich, Viacheslay Vs. Ivnov, lun Levin, Boris
Uspenski y otros representantes de la Escuela de Tartu.
Comencemos sin prembulos: el libro que tiene en sus manos el lector es el primer volumen de
una serie antolgica en tres tomos que constituye la recopilacin ms completa de los artculos
tericos de Iuri Loman que se haya publicado hasta la fecha: ms de 50 trabajos de semitica de la
cultura, del texto, de la conducta, del espacio, del cine, del teatro, de las artes plsticas, etc.
Incomparablemente ms amplia, representativa y actualizada que las selecciones alemanas,
japonesa e italiana de mediados de los aos 70 y principios de los aos 801. Y, por sorprendente que
resulte, incluso mucho ms amplia en el dominio de la teora, repetimos que la reciente edicin en ruso, de las abarcadoras Obras escogidas de Lotman en tres tomos (1992-1993), preparadas por
el propio autor para la editorial estonia Alexandra.
Este carcter tan excepcional de la presente edicin espaola se debe, por una parte, al resuelto
propsito que le dio origen: el de dedicar una antologa exclusivamente a reunir todos los artculos
terico-generales importantes publicados por Lotman desde los aos 60 hasta la fecha de cierre de
la recopilacin fines de los 80, la de un primer proyecto, y, luego, principios de los 90, la de la presente versin, convertida en definitiva por obra de la siempre prematura muerte de Lotman en
octubre de 1993. As pues, ella incluye numerosos textos tericos que, obviamente, por su fecha de
aparicin, no podan haber sido recogidos en dichas antologas alemanas, japonesa e italiana, as
como muchos otros no menos valiosos sobre culturologa, retrica, literatura, cine, teatro y artes
plsticas que, por razones editoriales, no fueron incluidos por Lotman en su antologa personal
estonia. Pero al mismo tiempo excluye, tambin a diferencia de las mencionadas Obras escogidas,
sus decenas de artculos estrictamente histricos sobre literatura y cultura rusas o los no menos
numerosos dedicados a la descripcin, anlisis e interpretacin de obras concretas (de Evgueni
Oneguin a El Maestro y Margarita), as como a la potica de autores (de Lrmontov a Brodski),
gneros (p. ej., el espacio en la novela rusa del siglo XIX), periodos (p. ej., la palabra en la
1 Aufstze zur Tbeorie und Methodoloie der Lite ratur und Kultur, Kronberg, 1974; Artculos sobre semitica de la
literatura y a cultura (en japons), Tokio, 1979; Testo e contesto. Semiotica dellarte e della cultura, Roma-Bari, 1980; y Kunst als Sprache. Untersuchungen zum Zeichencharakter von Literatur und Kunst, Leipzig, 1981, ediciones cuyo
contenido va de los nueve a los diecisis artculos.
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Ilustracin), conductas (p. ej., la teatralidad en el comportamiento de principios del siglo XIX), etc.,
muchos de ellos portadores, es cierto, de importantes ideas tericas y metodolgicas formuladas o implcitas, pero, por lo regular, entretejidas en filigrana con datos y debates histrico-concretos de
la literatura y la cultura rusas poco o nada conocidos por el lector no ruso o no dedicado a la
russtica o la eslavstica.
Por otra parte, y ante todo, esta excepcionalidad de la presente edicin se debe precisamente a
la amistad y la participacin personal directa del propio un Mijilovich Lotman, quien no slo nos
suministr durante lustros (por correo o personalmente en Cuba, la URSS o Venezuela) originales, fotocopias y observaciones
2, sino que tambin nos concedi en exclusividad, en el ms
generoso y honroso reconocimiento posible de nuestra labor de traduccin y difusin de sus textos,
todos los derechos para la traduccin y edicin en espaol de sus artculos tericos de semitica de
la cultura y el arte, cuando en febrero-marzo de 1992, en Caracas, en medio de una de las
celebraciones internacionales de su setenta cumpleaos, revis por ltima vez y aprob el contenido
y ordenacin del proyecto de la presente antologa, ya examinado por l en 1987, en La Habana.
Con todo, el volumen e importancia de sus cuatro libros terico- generales, La estructura del
texto artstico (1970), La semitica del cine y los problemas de la esttica cinematogr4fica (1973),
Cultura y explosin (1992) y Buscar el camino (1994)3, as como de la parte terica inicial de
Anlisis del texto potico (1972), el grueso de la produccin terica de Lotman est constituido por
decenas de artculos publicados independientemente en diversas revistas (sobre todo en la tartuense
Semeiotik, por l fundada y dirigida) y en recopilaciones de autores varios. Hasta lo que se
considera su primer libro, Lecciones de potica estructural (Tartu, 1964), puede ser visto como un
nmero entero, el primero, de la revista Semeiotik. Trudy po znakorym sistemam, que yuxtapone
tres artculos o lecciones sobre temas muy diversos; y su antepenltimo libro, inexistente en ruso
como tal, Universe of the Mind. A Semiotic Theory of Culture (Nueva York-Londres, 1990) es, en
esencia, una refundicin ampliada de varios artculos publicados en ruso separadamente en los aos
70 y 80. Y si examinamos ms de cerca La estructura del texto artstico, vemos cmo gran parte de
ese libro est constituida por artculos de las Lecciones de potica estructural o por bloques enteros
de ellos y de otros publicados en los aos 60, como Sobre el problema de los significados en los
sistemas modelizantes secundarios, Sobre la significacin modelizante de los conceptos de
final y principio en los textos artsticos, etc. Y es que el formato o, si se prefiere, el gnero del artculo ha sido el modo natural de existencia o, por lo menos, de aparicin inicial del
pensamiento de Lotman y de la mayora de los miembros de la Escuela de Tartu. Y ello, en nuestra
opinin, se debe, por lo menos en el caso de Lotman, a una concepcin de su papel de investigador
terico como el de un explorador de avanzada, que descubre un terreno, realiza un estudio inicial de
ste, informa de sus resultados... y parte de inmediato al descubrimiento de nuevas tierras, dejando a
otros el trabajo de colonizacin, de cartografa sistemtica y explotacin.
Entre otras muchas, dos razones fundamentales hacan sumamente necesaria la elaboracin de
la presente antologa para el lector de lengua espaola en particular: en primer lugar, el estado del
conocimiento y difusin de la obra de Lotman y, en general, de la Escuela de Tartu entre los
investigadores, crticos y profesores de habla hispana, y, en segundo lugar, la especial significacin
2 Envos aquellos de una generosidad slo comparable con la de los realizados hasta hoy desde Estonia por el
hispanista Jri Talvet y el terico de la traduccin Peeter Torop, ambos profesores de la Universidad de Tartu, y el ltimo,
miembro activo de la Escuela de Tartu y del consejo de redaccin de su revista, Semeiotik A estas inapreciables ayudas
se ha sumado en fecha reciente la de Liubov Kiseliova, estudiosa y colaboradora de Lotman, tambin de la Universidad de
Tartu, a cuya laboriosidad los estudiosos de la semitica debemos agradecer la ms completa bibliografa de las
publicaciones de Lotman por todo el planeta (Materialy k bibliografli trudov professora Iu. M. Lotmana, en
Sbomikstateik 70-letiiuprof Ju. M. Lotmana, Tartu, 1992, pgs. 5 14-565, y, en una versin aumentada, en el tomo III de I.
M. L., Izbrannye statz, Tallin, Alexandra, 1993, pgs. 441-482). 3 No contamos entre estos libros tericos mayores de Lotman el titulado Dilogo con la pantalla, escrito
conjuntamente con Iuri Tsivin, publicado en 1994, y definido por sus propios autores como un alfabeto del lenguaje del
cine, unas primeras lecciones del lenguaje cinematogrfico pero excelente en calidad de tal.
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de la ms reciente produccin de Lotman, la de los ltimos veinte aos, que es precisamente la
menos conocida y accesible entre nosotros.
Sobre lo primero, nos vemos obligados a retomar aqu, por su inalterada validez, algunas
afirmaciones que formulamos hace dos aos al prologar una seleccin nuestra de trabajos de la
Escuela de Tartu para un nmero monogrfico de la revista mexicana Escritos4. A ms de treinta
aos de su inicio, la vasta y variada produccin cientfica de Lotman y la Escuela de Tartu sigue
siendo, casi en su totalidad, una terra incognita para la gran mayora de los investigadores de
lengua espaola. An son muy contadas las traducciones al espaol de sus libros y de sus
abundantes artculos, las cuales hecho nada desdeable casi siempre presentan considerables, cuando no muy graves deficiencias entre otras cosas, porque por lo regular son traducciones de traducciones (esto es, del ruso al francs, italiano o ingls, y de stos al espaol) y a menudo
inconfesas (pero delatadas por la transcripcin fontica no espaola de las palabras rusas y por
los italianismos, galicismos, etc.), o a causa del pobre conocimiento del ruso y/o de la teora literaria
y la semitica por parte de los traductores. La extrema escasez de estas traducciones puede ser
comprobada echando una ligera ojeada a la ms completa bibliografa de los trabajos de/sobre la
Escuela de Tartu disponibles en espaol, francs, ingls, italiano, alemn y portugus, realizada por
el profesor Manuel Cceres Snchez, de la Universidad de Granada (Discurso, Sevilla, nm. 8,
1993), a cuya labor de edicin y organizacin debemos dos importantes momentos en la
divulgacin del pensamiento de/sobre Lotman en Espaa: el citado nmero de la revista Discurso,
de la Asociacin Andaluza de Semitica, dedicado por entero a Lotman y la Escuela de Tartu, y la
Reunin Internacional In Memoriam Iuri M. Lotman, (Universidad de Granada, 26-28 de octubre de
1995).
Por otra parte, la otra cara de estas traducciones al cuadrado es que estn asociadas a una
recepcin pasiva, sin iniciativa propia, como evidencia el hecho de que la dependencia respecto de
las ediciones extranjeras se extiende a la seleccin de los trabajos y en el caso de una recopilacin se produce un calco del contenido de una o varias ediciones forneas con la consiguiente subordinacin a una agenda extranjera de intereses y necesidades tericos sea una del pas mediador que encarg o edit, o la del antlogo(-autor) que propone, o una de transaccin y, adems, con el consiguiente doble desfase cronolgico el de la edicin propia respecto a la edicin extranjera y el de sta respecto a las publicaciones originales. Felizmente, los antlogos de
las ediciones italiana (1973) y francesa (1976) en que se bas la recopilacin editada por Ctedra en
1979, Semitica de la cultura, fueron los propios Lotman y Uspenski, y el ms reciente de los textos
all recogidos haba sido publicado en ruso slo cinco aos antes5.
La enorme laguna en materia de traducciones espaolas de la Escuela de Tartu no ha sido
reducida en mucho ni siquiera por la intervencin divulgativa de la revista terica cubana Criterios,
ni, en general, por nuestra propia labor en Cuba y Mxico en el dominio de la seleccin y
traduccin directa del ruso, que desde 1982 hasta 1995 haba puesto en circulacin en espaol un
total de 17 textos de Lotman y 18 de otros miembros de la Escuela (labor que haba comenzado en
1972 con traducciones indirectas a travs del francs y del rumano). Lamentablemente, la deseada
aparicin de nuevos traductores de los textos originales de la Escuela no siempre ha tenido los
benficos resultados esperados (como los meritorios de la reciente incorporacin del tambin
investigador y traductor cubano Rinaldo Acosta), sino en ocasiones todo lo contrario: traducciones
deficientes e incompetentes desde el punto de vista de la lengua y la cultura generales y de la
4 Mostrar la Escuela de Tartu como escuela: ms all de Lotman y Uspenski, en Escritos, Centro de Ciencias del
Lenguaje, Universidad Autnoma de Puebla, nm. 9, 1993, pgs. 7-13. El volumen incluye once trabajos de la Escuela: de
Lotman, B. A. Uspenski, V. Vs. Ivnov, V. N. Toporov, E. M. Meletinski, 1. 1. Levin y Peeter Torop. 5 Lotman y Uspenski, eds., Travaux sur les systt5mes de signes. cole de Tartu, textos escogidos y presentados por
I. M. Lotman y B. A. Ouspenski, Bruselas, Complexe, 1976; Lotman y Uspenski. eds., Richerche semiotiche. Nuove
tendenze delle scienze umane nellURSS, Turn, Einaudi, 1973.
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terminologa cientfica especializada, que slo vienen a desfigurar y desacreditar el pensamiento de
los semiticos de Tartu, a pesar de las incuestionablemente buenas intenciones de quienes las
encargaron o las aceptaron entusiastamente para su divulgacin6.
A esta limitacin se suman aquellas relacionadas con la distribucin y el mercado editorial, que
a menudo hacen que permanezcan desconocidas o inaccesibles (fsica y/o econmicamente) las
dispersas ediciones espaolas de artculos y libros de la Escuela en la Amrica Latina, las
mexicanas en Espaa o en muchos pases de Amrica Latina, y las cubanas en casi todas partes.
Ahora bien, los estudiosos hispanoparlantes que leen italiano, francs, ingls, portugus o/y alemn
no estn en una situacin mucho mejor, y ello por razones anlogas: las traducciones, en mayor
nmero y casi siempre realizadas de la lengua original y con mayor competencia lingstica y
cientfica, son, de todos modos, muy escasas en comparacin con el corpus de la Escuela, y tambin
de muy (o ms) difcil acceso por razones de distribucin y precios, as como por su dispersin en
decenas de revistas, antologas y libros de mltiples pases. Y es que ni siquiera los muy contados
investigadores hispanoparlantes que pueden leer directamente del ruso han podido disfrutar de un
privilegiado fcil acceso a la obra de la Escuela de Tartu: durante los aos 60, 70 y 80, con rigor y
xito variables, la nomenklatura y los appartchiki soviticos se esforzaron por dificultar o
imposibilitar por todos los medios el acceso a los textos de la Escuela: reducidsima tirada,
circulacin restringida, ausencia completa en las libreras y casi completa hasta en las salas de
acceso controlado de las principales bibliotecas de la URSS, prolongados trmites para obtener el
permiso de enviar originales o impresos al extranjero... y la no concesin de permisos de viaje a
Occidente o al extranjero en general. Jams olvidaremos que las primeras palabras de una
personalidad intelectual del prestigio mundial y la avanzada edad de Iuri Lotman en el I Encuentro
Internacional de Criterios (La Habana, 1987), que tuvimos el honor de organizar, fueron para
expresar su satisfaccin de que su primera estancia en Occidente se produjera en esa visita suya a
Cuba; ni que para lograr esa salida a lo que era considerado oficialmente un hermano pas
socialista haba sido necesario un prolongado y duro forcejeo con la Unin de Escritores y el
Ministerio de Cultura de la URSS.
La otra razn fundamental que haca inaplazable la preparacin de esta antologa es la urgencia
de que se estudie en profundidad la produccin terica de Lotman posterior a lo que se ha llamado
su inicial etapa tectnica, neoestructuralista, que es precisamente la conocida gracias a los dos
6 Un ejemplo de estas traducciones puede ser la del texto La historia y la semitica. La percepcin del tiempo como
problema semitico, de Boris Uspenski, realizada del ruso por el prof. Rafael Guzmn Tirado y publicada en Discurso,
Sevilla, nm. 8, 1993, pgs. 47-89. All siuzhet (sujet, trama, argumento) y siuzhetnyi son traducidos como tema, temtico
(aun cuando Uspenski destaca su equivalencia con historia); zerkalnost (especularidad), como tersura; skazka (cuento maravilloso folclrico), como cuento a secas, en general; perezhivanie (vivencia, Erlelmis), indistintamente como
concepcin, experimentacin, impresin; oposredstvovannoe (mediato, indirecto), como directo; retor nrysknno objodit
mesta (el rtor recorre mentalmente los lugares), como el orador evita, deforma consciente, los lugares; prostransivo
preobrazuetsia yo vremza (el espacio se transforma en tiempo), como el espacio se forma en el tiempo; ama (la divinidad
hind, de igual nombre en espaol) es convertida por el traductor en las Profi4ndidades (en ruso, iama, palabra homfona,
significa hoyo); el gran clsico Tucdides es convertido en el cuasi japons Fukidid (transcripcin espaola de la
fontica rusa del nombre griego), y as sucesivamente a cada paso a todo lo largo del texto. Lamentablemente, tambin
Lotman sufri tres traducciones semejantes a manos de este mismo profesor. He aqu slo dos o tres ejemplos de una sola
de esas traducciones, la del artculo Sobre el papel de los factores casuales en la evolucin literaria (ibdem, pgs. 91-
101): vnesistemnoe (extrasistmico, exterior al sistema) y sistemnoe (sistmico) son traducidos como extrasistemtico y
sistemtico (en ruso: sistematicheskii); rodovye otnosheniia (relaciones sociales gentilicias, del periodo de lagens), como relaciones patrimoniales, y EVM (abreviatura de elektronnaia vychislitelnaia machina, mquina calculadora electrnica, computadora), es traducida, por homofona y tal vez metonimia y antonomasia anecdticas, como IBM (sigla
de la conocida firma Internacional Business Machines, Compaa Internacional de Mquinas de Oficina). Mientras
escribamos estas lneas, ha llegado a nuestras manos otra reciente traduccin de un texto de Lotman por Guzmn Tirado
(La biografa literaria en el contexto histrico cultural, Signa, 1995, 4, pgs. 9-26), en la que, entre muchas otras graves
desfiguraciones conceptuales, hallamos la siguiente: donde Lotman afirma que el creador del texto se percibe a s mismo
fakticheski [realmente, en realidad] no como autor, sino como mediador, Guzmn hace decir a Lotman que l se percibe
de forma fantstica [en ruso sera fantastichesks] no como autor, sino como mediador.
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libros y la recopilacin publicados en Espaa, tomados equivocadamente en fecha reciente por
algunos autores espaoles como nica base de sus generalizaciones crticas sobre el pensamiento
de Lotman. En efecto, desde mediados de los aos 70, pero sobre todo en los aos 80 y hasta su
muerte en 1993, el pensamiento de Lotman evoluciona hacia un enfoque cada vez ms dinmico del
texto y de la cultura y hacia una concepcin de stos como generadores de sentido y no como una
especie de embalaje y de almacn de ste, respectivamente. En esta segunda, ltima y ms
importante etapa, que convencionalmente podramos llamar dinmica, postneoestructuralista y
hasta postmoderna en el sentido hassaniano, y cuyo concepto clave ser el de semiosfera, los
intereses tericos de Lotman se dirigen cada vez ms hacia el funcionamiento real de los textos, la
pragmtica literaria y la recepcin, la literatura masiva, el intexto, el poliglotismo de la cultura, las
ideas de Bajtn, la influencia y la interaccin de las culturas, la funcin cultural de la memoria
semitica, el discurso histrico, el progreso tecnolgico y los miedos generados por la cultura, el
papel de los factores casuales, y, finalmente, los problemas de la lgica de la explosin de
sentido, el trinarismo, la discontinuidad y la impredecibilidad en la dinmica de la cultura.
Son esos temas dinmicos de la ltima etapa (la ms rica en artculos tericos) los que
predominan en las pginas de nuestra antologa, junto a muchos otros tambin nuevos y otros no tan
nuevos en su obra, pero abordados de una manera nueva y ms amplia: la lengua hablada, la
retrica, el smbolo, el origen del sujet, las relaciones entre literatura y mitologa, el dilogo y la
asimetra cerebral, la cultura y la inteligencia artificial, la biografa literaria, etc. Entre los temas
nuevos a los que Lotman dedic artculos aqu tambin incluidos, debemos mencionar la retrica
icnica, la semitica del teatro, de la arquitectura, de la naturaleza muerta, de los muecos y de los
dibujos animados.
Esperamos, pues, que con la ayuda de nuestra antologa se generalice al fin en el mundo de
habla hispana una imagen fiel del pensamiento de Lotman en su evolucin histrica, y tambin en
su diversidad de intereses en cada momento dado. Sin embargo, no quisiramos que, en modo
alguno, nuestra antologa contribuyera al lotmanocentrismo de la recepcin de la Escuela de
Tartu en lengua espaola, esa casi exclusiva concentracin en la obra y personalidad de Lotman que
tambin se dio y an se da en otras lenguas. Todo lo contrario: aspiramos a que, al descubrir tantos
textos valiosos desconocidos, el estudioso concluya que probablemente hallara otros muchos yendo
ms all de Lotman, hacia la obra de sus colaboradores y discpulos de diversas generaciones, entre
los cuales encontrara otras fuertes individualidades cientficas como Uspenski, Ivnov, Toporov, Meletinski, Gurvich, Levin o Iampolski, tal vez slo conocidos de nombre o por algn que otro
texto aislado7, decenas de valiosos artculos y libros enteros de esos dotados autores y de otros
como Revzin, Piatigorski, Tsivin, B. Gasprov, Torop, Timenchik, Meizerskii, Pliujnova, etc. sobre temas y problemas que Lotman nunca abord en especial: desde la semntica musical o la
intertextualidad en el cine hasta lo grotesco, la traduccin, la Nueva Historia o la semitica de la
mentira... Justamente el conocimiento de estos autores y textos permitir apreciar en toda su
grandeza la hazaa intelectual que realiz Iuri Lotman en un contexto poltico-cultural tan hostil, al
nuclear tal nmero de talentos tan diversos en un dilogo que ya dura dcadas y cuyos abundantes
frutos apenas se estn empezando a conocer en nuestra lengua.
DESIDERIO NAVARRO
Los Naranjos, Cuba.
Junio de 1996.
7 Aunque los nombres de Uspenski e Ivnov son ms conocidos, no ocurre as con su respectiva obra terica, cuyos
principales exponentes en el caso del primero, la Potica de la composicin (1970), un clsico de la teora semitica del punto de vista, y en el caso del segundo, libros como Par e impar. La asimetra del cerebro y de los sistemas sgnicos
(1978) o Ensayos de historia de la semitica en la URSS (1976) an permanecen inditos en espaol.
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Acerca de la semiosfera1
A la memoria de Roman Osipovich Jakobson
La semitica actual est viviendo un proceso de revisin de algunos conceptos bsicos. Es de
todos sabido que en los orgenes de la semitica se hallan dos tradiciones cientficas. Una de ellas se
remonta a Peirce y Monis y parte del concepto del signo como elemento primario de todo sistema
semitico. La segunda se basa en las tesis de Saussure y de la Escuela de Praga y toma como
fundamento la antinomia entre la lengua y el habla (el texto). Sin embargo, con toda la diferencia
existente entre estos enfoques, tienen algo esencial en comn: se toma como base el elemento ms
simple, con carcter de tomo, y todo lo que sigue es considerado desde el punto de vista de la
semejanza con l. As, en el primer caso, se toma como base del anlisis el signo aislado, y todos
los fenmenos semiticos siguientes son considerados como secuencias de signos. El segundo
punto de vista, en particular, se expres en la tendencia a considerar el acto comunicacional aislado
el intercambio de un mensaje entre un destinador y un destinatario como el elemento primario
y el modelo de todo acto semitico. Como resultado, el acto individual del intercambio sgnico
comenz a ser considerado como el modelo de la lengua natural, y los modelos de las lenguas
naturales, como modelos semiticos universales, y se tendi a interpretar la propia semitica como
la extensin de los mtodos lingsticos a objetos que no se incluan en la lingstica tradicional.
Este punto de vista, que se remonta a Saussure, lo expres con extrema precisin el difunto I. I.
Revzin, quien, en los debates de la Segunda Escuela de Verano en Kariku (1966), propuso esta
definicin: El objeto de estudio [predmet] de la semitica es cualquier objeto [obekt] que ceda
ante los recursos de la descripcin lingstica.
Tal enfoque responda a una conocida regla del pensamiento cientfico ascender de lo simple a
lo complejo; y en la primera etapa, sin duda, se justific. Sin embargo, en l se esconde tambin un
peligro: la conveniencia heurstica (la comodidad del anlisis) empieza a ser percibida como una
1 0 semiosfere, en Semeiotik Trudy po znakorym sistemam, Tartu, Tartu Riildiku Ulikooli Toimetised, nm. 17,
1984, pgs. 5-23. Reproducido en I. M. L., Izbrarn!ye stati, Tallin, Alexandra 1992, t. 1, pgs. 11-24. [N. del T.]
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propiedad ontolgica del objeto, al que se le atribuye una estructura que asciende de los elementos
con carcter de tomo, simples y claramente perfilados, a la gradual complicacin de los mismos. El
objeto complejo se reduce a una suma de objetos simples.
El camino recorrido por las investigaciones semiticas durante los ltimos veinte aos permite
tomar muchas cosas de otro modo. Como ahora podemos suponer, no existen por s solos en forma
aislada sistemas precisos y funcionalmente unvocos que funcionan realmente. La separacin de
stos est condicionada nicamente por una necesidad heurstica. Tomado por separado, ninguno de
ellos tiene, en realidad, capacidad de trabajar. Slo funcionan estando sumergidos en un continuum
semitico, completamente ocupado por formaciones semiticas de diversos tipos y que se hallan en
diversos niveles de organizacin. A ese continuum, por analoga con el concepto de biosfera
introducido por V. I. Vernadski, lo llamamos semiosfera. Debemos prevenir contra la confusin del
trmino de noosfera empleado por V. I. Vernadski y el concepto de semiosfera introducido por
nosotros. La noosfera es una determinada etapa en el desarrollo de la biosfera una etapa vinculada a
la actividad racional del hombre. La biosfera de Vernadski es un mecanismo csmico que ocupa un
determinado lugar estructural en la unidad planetaria. Dispuesta sobre la superficie de nuestro
planeta y abarcadora de todo el conjunto de la materia viva, la biosfera transforma la energa
radiante del sol en energa qumica y fsica, dirigida a su vez a la transformacin de la
conservadora materia inerte de nuestro planeta. La noosfera se forma cuando en este proceso
adquiere un papel dominante la razn del hombre2. Mientras que la noosfera tiene una existencia
material y espacial y abarca una parte de nuestro planeta, el espacio de la semiosfera tiene un
carcter abstracto. Esto, sin embargo, en modo alguno significa que el concepto de espacio se
emplee aqu en un sentido metafrico. Estamos tratando con una determinada esfera que posee los
rasgos distintivos que se atribuyen a un espacio cerrado en s mismo. Slo dentro de tal espacio
resultan posibles la realizacin de los procesos comunicativos y la produccin de nueva
informacin.
La concepcin que de la naturaleza de la biosfera tiene V. I. Vernadski puede ser til para
definir el concepto que estamos introduciendo; por eso debemos detenemos en ella y examinarla
ms detalladamente. V. I. Vernadski defina la biosfera como un espacio completamente ocupado
por la materia viva. La materia viva escribi es un conjunto de organismos vivos3. Tal
definicin, al parecer, da razones para pensar que se toma como base el hecho con carcter de
tomo del organismo vivo aislado, cuya suma forma la biosfera. Sin embargo, en realidad no es as.
Ya el hecho de que la materia viva sea considerada como una unidad orgnica una pelcula sobre
la superficie del planeta y de que la diversidad de su organizacin interna retroceda a un segundo
plano ante la unidad de la funcin csmica ser un mecanismo de transformacin de la energa
irradiada por el sol en energa qumica y fsica de la tierra, habla del carcter primario que, en la
conciencia de Vernadski, tiene la biosfera con respecto al organismo aislado. Todas esas
condensaciones de la vida estn ligadas entre s de la manera ms estrecha. Una no puede existir sin
la otra. Este vnculo entre las diversas pelculas y condensaciones vivas, y el carcter invariable de
2 La historia del pensamiento cientfico, del conocimiento cientfico [...] es, a la vez, la historia de la creacin de
una nueva fuerza geolgica en la biosfera: el pensamiento cientfico, antes ausente en la biosfera, V. I. Vernadski,
Razmyshleniia naturalista. Naucbnaidmyslkakplanetarnoe iavlenie, t. 2, Mosc, 1977, pg. 22. 3 V. I. Vernadski, Biosfera (izbrannye trudypo biogueojimii), Mosc, 1967, pg. 350.
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las mismas, son un rasgo inmemorial del mecanismo de la corteza terrestre, que se manifiesta en
ella en el curso de todo el tiempo geolgico4. De manera particularmente definida se halla
expresada esa idea en la siguiente frmula: La biosfera tiene una estructura completamente
definida, que determina todo lo que ocurre en ella, sin excepcin alguna [...] El hombre, como se
observa en la naturaleza, as como todos los organismos vivos, como todo ser vivo, es una funcin
de la biosfera, en un determinado espacio-tiempo de sta5.
Tambin en las cuestiones de la semitica es posible un enfoque anlogo. Se puede considerar
el universo semitico como un conjunto de distintos textos y de lenguajes cerrados unos con
respecto a los otros. Entonces todo el edificio tendr el aspecto de estar constituido de distintos
ladrillitos. Sin embargo, parece ms fructfero el acercamiento contrario: todo el espacio semitico
puede ser considerado como un mecanismo nico (si no como un organismo). Entonces resulta
primario no uno u otro ladrillito, sino el gran sistema, denominado semiosfera. La semiosfera es
el espacio semitico fiera del cual es imposible la existencia misma de la semiosis. As como
pegando distintos bistecs no obtendremos un ternero, pero cortando un ternero podemos obtener
bistecs, sumando los actos semiticos particulares, no obtendremos un universo semitico. Por el
contrario, slo la existencia de tal universo de la semiosfera hace realidad el acto sgnico
particular. La semiosfera se caracteriza por una serie de rasgos distintivos.
1. Carcter delimitado. El concepto de semiosfera est ligado a determinada homogeneidad e
individualidad semiticas. Estos dos conceptos (homogeneidad e individualidad), como veremos,
son difcilmente definibles desde el punto de vista formal y dependen del sistema de descripcin,
pero eso no anula el carcter real de los mismos ni la facilidad con que se los puede distinguir en el
nivel intuitivo. Ambos conceptos presuponen el carcter delimitado de la semiosfera respecto del
espacio extrasemitico o alosemitico que la rodea.
Uno de los conceptos fundamentales del carcter semiticamente delimitado es el de frontera.
Puesto que el espacio de la semiosfera tiene carcter abstracto, no debemos imaginamos la frontera
de sta mediante los recursos de la imaginacin concreta. As como en la matemtica se llama
frontera a un conjunto de puntos perteneciente simultneamente al espacio interior y al espacio
exterior, la frontera semitica es la suma de los traductores-filtros bilinges pasando a travs de
los cuales un texto se traduce a otro lenguaje (o lenguajes) que se halla fuera de la semiosfera dada.
El carcter cerrado de la semiosfera se manifiesta en que sta no puede estar en contacto con los
textos alosemiticos o con los no-textos. Para que stos adquieran realidad para ella, le es
indispensable traducirlos a uno de los lenguajes de su espacio interno o semiotizar los hechos no-
semiticos. As pues, los puntos de la frontera de la semiosfera pueden ser equiparados a los
receptores sensoriales que traducen los irritantes externos al lenguaje de nuestro sistema nervioso, o
a los bloques de traduccin que adaptan a una determinada esfera semitica el mundo exterior
respecto a ella.
De lo dicho resulta evidente que el concepto de frontera es correlativo al de individualidad
semitica. En este sentido se puede decir que la semiosfera es una persona semitica y comparte
4 V. I. Vernadski, lzbrarnye sochneniia, t. 5, Mosc, 1960, pg. 101. 5 V. I. Vernadski, Ra.zmyshkniia naturalista..., t. 2, pg. 32.
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una propiedad de la persona como es la unin del carcter empricamente indiscutible e
intuitivamente evidente de este concepto con la extraordinaria dificultad para definirlo formalmente.
Es sabido que la frontera de la persona como fenmeno de la semitica histrico-cultural depende
del modo de codificacin. As, por ejemplo, en unos sistemas la mujer, los nios, los criados no
libres y los vasallos pueden ser incluidos en la persona del marido, del amo y del patrn, careciendo
de una individualidad independiente; y en otros, son considerados como personas aisladas. Esto se
deja ver claramente en la relatividad de la semitica jurdica. Cuando Ivn el Terrible ejecutaba,
junto con el infortunado boyardo, no slo a la familia, sino tambin a todos sus criados, eso no
estaba dictado por un imaginario temor de la venganza (como si un siervo de una heredad provincial
pudiera ser peligroso para un zar!), sino por la idea de que, jurdicamente, todos ellos constituan
una sola persona con el cabeza de la familia, y, por lo tanto, el castigo, naturalmente, se extenda a
ellos. Los rusos vean el terror la crueldad del zar en que ste empleaba ampliamente las
ejecuciones entre sus hombres, pero la inclusin de todos los representantes del linaje en la
composicin de la infortunada unidad era natural para ellos. En cambio, los extranjeros se
escandalizaban de que por la culpa de un ser humano sufriera otro. Todava en el ao 1732 la
esposa del embajador ingls, Lady Rondeau (que en modo alguno era hostil a la corte rusa y que
describi en sus epstolas la bondad y la sensibilidad de Anna Ioannovna y la nobleza de Biron), al
informarle a una corresponsal europea suya sobre el destierro de la familia de los Dolgorkov,
escribi: A usted, tal vez, le asombrar el destierro de mujeres y nios; pero aqu, cuando el cabeza
de familia cae en desgracia, toda la familia sufre persecucin6. Ese mismo concepto de persona
colectiva (en este caso: de linaje), y no individual, se halla, por ejemplo, en la base de la venganza
de la sangre, cuando todo el linaje de un homicida es percibido como una persona jurdicamente
responsable. S. M. Soloviov vinculaba de manera convincente el mestnichestvo7 a la idea de la
persona de linaje colectiva:
Es comprensible que, siendo tan slida la unin del linaje, siendo tan responsables, unos por los otros,
todos los miembros del linaje, la importancia de la persona aislada desapareciera necesariamente ante la
importancia del linaje; una persona era inconcebible sin linaje: cierto Ivn Petrov no era concebible como
Ivn Petrov solo, sino nicamente como Ivn Petrov con sus hermanos y sobrinos. Con tal fusin de la
persona con el linaje, si ascenda en el cargo una persona, ascenda todo el linaje, y con el descenso de un
miembro del linaje, descenda todo el linaje8.
La frontera del espacio semitico no es un concepto artificial, sino una importantsima posicin
funcional y estructural que determina la esencia del mecanismo semitico de la misma. La frontera
es un mecanismo bilinge que traduce los mensajes externos al lenguaje interno de la semiosfera y a
6 Pisma ledi Rondo, zheny angliiskogo rezidenta pi russkom dvore u tsarstvovanie imp. Anty Iuanovny, ed. y notas
de S. N. Shubinski, San Petersburgo, 1874, pg. 46. 7 Mesinichesivo: En la Rusia medieval: orden de sustitucin en los cargos en dependencia de la nobleza del linaje y
del grado de importancia de los cargos ocupados por los antepasados (S. I. zhegov, Slovarrusskogo iazyka, Mosc,
1973). [N. del T.] 8 Serguei Mijilovich Soloviov, Istorzia Rossii s drevneishij vremion, Libro tercero, San Petersburgo,
Obshchestvennaia polza, s. f., col. 679.
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la inversa. As pues, slo con su ayuda puede la semiosfera realizar los contactos con los espacios
no-semitico y alosemitico. Tan pronto pasamos al dominio de la semntica, nos vemos en la
necesidad de apelar a la realidad extrasemitica. Sin embargo, no se debe olvidar que, para una
determinada semiosfera, esta realidad slo deviene realidad para s en la medida en que sea
traducible al lenguaje de la misma (as como las materias qumicas externas slo pueden ser
asimiladas por la clula si son traducidas a las estructuras bioqumicas propias de sta ambos
casos son manifestaciones particulares de una misma ley).
La funcin de toda frontera y pelcula (desde la membrana de la clula viva hasta la biosfera
como segn Vernadski pelcula que cubre nuestro planeta, y hasta la frontera de la semiosfera)
se reduce a limitar la penetracin de lo externo en lo interno, a filtrarlo y elaborarlo
adaptativamente. En los diversos niveles, esta funcin invariante se realiza de diferente manera. En
el nivel de la semiosfera, significa la separacin de lo propio respecto de lo ajeno, el filtrado de los
mensajes externos y la traduccin de stos al lenguaje propio, as como la conversin de los no-
mensajes externos en mensajes, es decir, la semiotizacin de lo que entra de afuera y su conversin
en informacin.
Desde este punto de vista, todos los mecanismos de traduccin que estn al servicio de los
contactos externos pertenecen a la estructura de la frontera de la semiosfera. La frontera general de
la semiosfera se interseca con las fronteras de los espacios culturales particulares.
En los casos en que el espacio cultural tiene un carcter territorial, la frontera adquiere un
sentido espacial en el significado elemental. Sin embargo, tambin cuando eso ocurre, ella conserva
el sentido de un mecanismo buffer que transforma la informacin, de un peculiar bloque de
traduccin. As, por ejemplo, cuando la semiosfera se identifica con el espacio cultural dominado,
y el mundo exterior respecto a ella, con el reino de los elementos caticos, desordenados, la
distribucin espacial de las formaciones semiticas adquiere, en una serie de casos, el siguiente
aspecto: las personas que en virtud de un don especial (los brujos) o del tipo de ocupacin (herrero,
molinero, verdugo) pertenecen a dos mundos y son como traductores, se establecen en la periferia
territorial, en la frontera del espacio cultural y mitolgico, mientras que el santuario de las
divinidades culturales que organizan el mundo se dispone en el centro. Cfr., en la cultura del
siglo XIX, la estructura social del elemento destructivo del cinturn de los suburbios; adems, el
suburbio interviene, por ejemplo, en el poema de Tsveteva (Poema de la entrada de la ciudad),
tanto como parte de la ciudad, como en calidad de espacio perteneciente al mundo que destruye a la
ciudad. Su naturaleza es bilinge.
Todos los grandes imperios que lindaban con nmadas, estepa o brbaros, asentaban en
sus fronteras tribus de esos mismos nmadas o brbaros, contratados para el servicio de la
defensa de la frontera. Esas colonias formaban una zona de bilingismo cultural que garantizaba los
contactos semiticos entre los dos mundos. Esa misma funcin de frontera de la semiosfera es
desempeada por las regiones con diversas mezclas culturales: ciudades, vas comerciales y otros
dominios de formaciones de koin y de estructuras semiticas creolizadas.
Un mecanismo tpico de la frontera es la situacin de la novela de frontera del tipo del epos
bizantino sobre Diguenis o aquella a la que se alude en El Cantar de las Huestes de Igor. En
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general, el sujet9 del tipo de Romeo y Julieta sobre una unin amorosa que une dos espacios
culturales enemigos, revela claramente la esencia del mecanismo de la frontera.
Hay que tener en cuenta, sin embargo, que, si desde el punto de vista de su mecanismo
inmanente, la frontera une dos esferas de la semiosis, desde la posicin de la autoconciencia
semitica (la autodescripcin en un metanivel) de la semiosfera dada, las separa. Tomar conciencia
de s mismo en el sentido semitico-cultural, significa tomar conciencia de la propia especificidad,
de la propia contraposicin a otras esferas. Esto hace acentuar el carcter absoluto de la lnea con
que la esfera dada est contorneada.
En diferentes momentos histricos del desarrollo de la semiosfera, uno u otro aspecto de las
funciones de la frontera puede dominar, amortiguando o aplastando enteramente al otro.
La frontera tiene tambin otra funcin en la semiosfera: es un dominio de procesos semiticos
acelerados que siempre transcurren ms activamente en la periferia de la oikumena cultural, para de
ah dirigirse a las estructuras nucleares y desalojarlas.
Con el ejemplo de la historia de la antigua Roma queda bien ilustrada una regularidad10
ms
general: un determinado espacio cultural, al ensancharse impetuosamente, introduce en su rbita
colectividades (estructuras) externas y las convierte en su periferia. Esto estimula un impetuoso
auge semitico-cultural y econmico de la periferia, que traslada al centro sus estructuras
semiticas, suministra lderes culturales y, en resumidas cuentas, conquista literalmente la esfera del
centro cultural. Esto, a su vez, estimula (por regla general, bajo la consigna del regreso a los
fundamentos) el desarrollo semitico del ncleo cultural, que de hecho es ya una nueva estructura
surgida en el curso del desarrollo histrico, pero que se entiende a s misma en metacategoras de
las viejas estructuras. La oposicin centro/periferia es sustituida por la oposicin ayer/hoy.
Puesto que la frontera es una parte indispensable de la semiosfera, esta ltima necesita de un
entorno exterior no organizado y se lo construye en caso de ausencia de ste. La cultura crea no
slo su propia organizacin interna, sino tambin su propio tipo de desorganizacin externa. La
Antigedad se construye los brbaros; y la conciencia, la subconsciencia. En esto, daba lo
9 A pesar de que el trmino ruso siuzbet suele ser traducido con las palabras espaolas trama y argumento, aqu y
en adelante lo conservamos en transcripcin francesa, dado su carcter de galicismo ruso como una acuacin
especfica de la Potica terica rusa formalista y estructuralista, inseparable de un contexto histrico de definiciones
divergentes, oposiciones terminolgicas (sujet / fbula) y discrepancias internacionales (por ejemplo, entre las
concepciones rusa y croata del mismo). Por lo dems, en esa misma forma no traducida, el trmino ha entrado en el
arsenal terminolgico de otras lenguas (checo y alemn, por ejemplo). [N. del T.] 10 En ruso: zakonomernost, conformidad con una ley (zaleon: ley, -mem-: conforme a, -Qn: sufijo para la formacin
de sustantivos abstractos). Este trmino tiene sus equivalentes, entre otros, en polaco (prawidlowosc), checo
(z4konitost), rumano (le,itaie), alemn (Gesetzmssz keit) y hngaro (aszenseg) estos dos ltimos formados de la
misma manera que en ruso. Regularidad (o sea, conformidad con una igkz), trmino espaol habitualmente empleado
para traducir zakonwnernost y sus homlogos en otras lenguas a menudo a sabiendas de su no equivalencia y por
temor a la comprensin de legalidad en trminos de leyes jurdicas y no objetivas o naturales, aqu puede prestarse a
indeseables correlaciones con el trmino irregularidad (semitica) [neravnomernost]. No obstante, nos sometemos a la
costumbre, al no disponer de un mejor trmino para llenar ese vaco terminolgico de la lengua espaola. Al tratar de
llenarlo, convendr tener en cuenta que el rumano, una lengua latina, no vacil en crear los neologismos le,gic y le,itate
(lgico y legicidad) con las respectivas acepciones de Que est en conformidad con las exigencias de leyes objetivas
del desarrollo y Propiedad de los fenmenos de desenvolverse en conformidad con dichas exigencias. [N. del T.]
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mismo que esos brbaros, en primer lugar, pudieran poseer una cultura mucho ms antigua y, en
segundo lugar, desde luego, no representaran un nico todo, y formaran una gama cultural que
abarcaba desde altsimas civilizaciones de la Antigedad hasta tribus que se hallaban en un estadio
muy primitivo del desarrollo. No obstante, la civilizacin antigua slo pudo tomar conciencia de s
misma como un todo cultural despus de construir ese, por as decir, mundo brbaro nico, cuyo
rasgo distintivo fundamental era la ausencia de un lenguaje comn con la cultura antigua. Las
estructuras externas, dispuestas al otro lado de la frontera semitica, son declaradas no-estructuras.
La valoracin de los espacios interior y exterior no es significativa. Significativo es el hecho
mismo de la presencia de una frontera. As, en las robinsonadas del siglo XVIII, el mundo de los
salvajes que se halla fuera de la semitica de la sociedad civilizada (pueden equipararse a l los
mundos de animales o de nios, construidos de manera igualmente artificial con arreglo al rasgo
distintivo del estar situado fuera de las convenciones de la cultura, es decir, de los mecanismos
semiticos de sta), es valorado positivamente.
2. Irregularidad semitica. De lo dicho en el primer punto se ve que el espacio no-semitico,
de hecho, puede resultar el espacio de otra semitica. Lo que desde el punto de vista interno de una
cultura dada tiene el aspecto de un mundo no-semitico externo, desde la posicin de un observador
externo puede presentarse como periferia semitica de la misma. As pues, de la posicin del
observador depende por donde pasa la frontera de una cultura dada.
Esta cuestin se ve complicada por la obligatoria irregularidad interna como ley de la
organizacin de la semiosfera. El espacio semitico se caracteriza por la presencia de estructuras
nucleares (con ms frecuencia varias) con una organizacin manifiesta y de un mundo semitico
ms amorfo que tiende hacia la periferia, en el cual estn sumergidas las estructuras nucleares. Si
una de las estructuras nucleares no slo ocupa la posicin dominante, sino que tambin se eleva al
estadio de la autodescripcin y, por consiguiente, segrega un sistema de metalenguajes con ayuda
de los cuales se describe no slo a s misma, sino tambin al espacio perifrico de la semiosfera
dada, entonces encima de la irregularidad del mapa semitico real se construye el nivel de la unidad
ideal de ste. La interaccin activa entre esos niveles deviene una de las fuentes de los procesos
dinmicos dentro de la semiosfera.
La irregularidad en un nivel estructural es complementada por la mezcla de los niveles. En la
realidad de la semiosfera, por regla general se viola la jerarqua de los lenguajes y de los textos:
stos chocan como lenguajes y textos que se hallan en un mismo nivel. Los textos se ven
sumergidos en lenguajes que no corresponden a ellos, y los cdigos que los descifran pueden estar
ausentes del todo. Imaginmonos la sala de un museo en la que en las diferentes vitrinas estn
expuestos objetos de diferentes siglos, inscripciones en lenguas conocidas y desconocidas,
instrucciones para el desciframiento, un texto aclaratorio para la exposicin redactado por
metodlogos, esquemas de las rutas de las excursiones y las reglas de conducta de los visitantes. Si
colocamos all, adems, a los propios visitantes con su mundo semitico, obtendremos algo que
recordar un cuadro de la semiosfera.
La no homogeneidad estructural del espacio semitico forma reservas de procesos dinmicos y
es uno de los mecanismos de produccin de nueva informacin dentro de la esfera. En los sectores
perifricos, organizados de manera menos rgida y poseedores de construcciones flexibles,
deslizantes, los procesos dinmicos encuentran menos resistencia y, por consiguiente, se
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desarrollan ms rpidamente. La creacin de autodescripciones metaestructurales (gramticas) es un
factor que aumenta bruscamente la rigidez de la estructura y hace ms lento el desarrollo de sta.
Entretanto, los sectores que no han sido objeto de una descripcin o que han sido descritos en
categoras de una gramtica ajena obviamente inadecuada a ellos, se desarrollan con ms rapidez.
Eso prepara en el futuro el traslado de la funcin de ncleo estructural a la periferia de la etapa
precedente y la conversin del antiguo centro en periferia. Podemos seguir con claridad este proceso
en el traslado geogrfico de los centros y las regiones fronterizas de las civilizaciones mundiales.
La divisin en ncleo y periferia es una ley de la organizacin interna de la semiosfera. En el
ncleo se disponen los sistemas semiticos dominantes. Sin embargo, mientras que el hecho de esa
divisin es absoluto, las formas que reviste son relativas desde el punto de vista semitico y
dependen en considerable medida del metalenguaje de descripcin escogido o sea, de si estamos
ante una autodescripcin descripcin desde un punto de vista interno y en trminos producido en el
proceso de autodesarrollo de la semiosfera dada) o si la descripcin es llevada a cabo por un
observador externo en categoras de otro sistema.
Las formaciones semiticas perifricas pueden estar representadas no por estructuras cerradas
(lenguajes), sino por fragmentos de las mismas o incluso por textos aislados. Al intervenir como
ajenos para el sistema dado, esos textos cumplen en el mecanismo total de la semiosfera la
funcin de catalizadores. Por una parte, la frontera con un texto ajeno siempre es un dominio de una
intensiva formacin de sentido. Por otra, todo pedazo de una estructura semitica o todo texto
aislado conserva los mecanismos de reconstruccin de todo el sistema. Precisamente la destruccin
de esa totalidad provoca un proceso acelerado de recordacin de reconstruccin del todo
semitico por una parte de l. Esta reconstruccin de un lenguaje ya perdido, en cuyo sistema el
texto dado adquirira la condicin de estar dotado de sentido [osmyslennost], siempre resulta
prcticamente la creacin de un nuevo lenguaje, y no la recreacin del viejo, como parece desde el
punto de vista de la autoconciencia de la cultura. La presencia constante en la cultura de una
determinada reserva de textos con cdigos perdidos conduce a que el proceso de creacin de nuevos
cdigos a menudo sea percibido subjetivamente como una reconstruccin (rememoracin) de
cdigos viejos.
La irregularidad estructural de la organizacin interna de la semiosfera es determinada, en
particular, por el hecho de que, siendo heterognea por naturaleza, ella se desarrolla con diferente
velocidad en sus diferentes sectores. Los diversos lenguajes tienen diferente tiempo y diferente
magnitud de ciclos: las lenguas naturales se desarrollan mucho ms lentamente que las estructuras
ideolgico-mentales. Por eso, ni hablar se puede de una sincronicidad de los procesos que
transcurren en ellos.
As pues, la semiosfera es atravesada muchas veces por fronteras internas que especializan los
sectores de la misma desde el punto de vista semitico. La transmisin de informacin a travs de
esas fronteras, el juego entre diferentes estructuras y subestructuras, las ininterrumpidas
irrupciones semiticas orientadas de tal o cual estructura en un territorio ajeno, determinan
generaciones de sentido, el surgimiento de nueva informacin.
La diversidad interna de la semiosfera presupone la integralidad de esta. Las partes no entran en
el todo como detalles mecnicos, sino como rganos en un organismo. Una particularidad esencial
de la construccin estructural de los mecanismos nucleares de la semiosfera es que cada parte de
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sta representa, ella misma, un todo cerrado en su independencia estructural. Los vnculos de ella
con otras partes son complejos y se distinguen por un alto grado de desautomatizacin. Es ms: en
los niveles superiores adquieren carcter de conducta, es decir, obtienen la capacidad de elegir
independientemente un programa de actividad. Con respecto al todo, hallndose en otros niveles de
la jerarqua estructural, muestran la propiedad del isomorfismo. As pues, son al mismo tiempo
parte del todo y algo semejante a l. Para aclarar esta relacin, podemos recurrir a la imagen
empleada en relacin con otra cosa a fines del siglo XIV por el escritor checo Tom tn. Del
mismo modo que un rostro, al tiempo que se refleja enteramente en un espejo, se refleja tambin en
cada uno de sus pedazos, que, de esa manera, resultan tanto parte del espejo entero como algo
semejante a ste, en el mecanismo semitico total el texto aislado es isomorfo desde determinados
puntos de vista a todo el mundo textual, y existe un claro paralelismo entre la conciencia individual,
el texto y la cultura en su conjunto. El isomorfismo vertical, existente entre estructuras dispuestas
en diferentes niveles jerrquicos, genera un aumento cuantitativo de los mensajes. Del mismo modo
que el objeto reflejado en el espejo genera cientos de reflejos en sus pedazos, el mensaje introducido
en la estructura semitica total se multiplica en niveles ms bajos. El sistema es capaz de convertir
el texto en una avalancha de textos.
Sin embargo, la produccin de textos esencialmente nuevos requiere otro mecanismo. En este
caso se necesitan contactos de un tipo esencialmente distinto. El mecanismo del isomorfismo se
construye aqu de otro modo. Puesto que se est pensando no en un simple acto de transmisin, sino
en un intercambio, entre los participantes de ste debe haber no slo relaciones de semejanza, sino
tambin determinada diferencia. La condicin ms simple de esta especie de semiosis se podra
formular de la siguiente manera: las subestructuras que participan en ella no tienen que ser
isomorfas una respecto a la otra, sino que deben ser, cada una por separado, isomorfas a un tercer
elemento de un nivel ms alto, de cuyo sistema ellas forman parte. As, por ejemplo, el lenguaje
verbal y el icnico de las representaciones dibujadas no son isomorfos uno respecto al otro. Pero
cada uno de ellos, desde diversos puntos de vista, es isomorfo respecto al mundo extrasemitico de
la realidad, del cual son un reflejo en cierto lenguaje. Esto hace posible, por una parte, el
intercambio de mensajes entre esos sistemas, y, por otra, la nada trivial transformacin de los
mensajes en el proceso de su traslado.
La presencia de dos partenaires de la comunicacin parecidos y al mismo tiempo diferentes es
importantsima, pero no es la nica condicin para el surgimiento de un sistema dialgico. El
dilogo entraa la reciprocidad y la mutualidad en el intercambio de informacin. Pero para eso es
necesario que el tiempo de transmisin sea relevado por el tiempo de recepcin11
. Y eso supone un
carcter discreto: la posibilidad de hacer interrupciones en la transmisin informacional. Esta
capacidad de entregar informacin en porciones es una ley universal de los sistemas dialgicos
desde la secrecin de sustancias odorferas en la orina por los perros hasta el intercambio de textos
en la comunicacin humana. Se ha de tener en cuenta que el carcter discreto puede surgir en el
nivel de la estructura all donde en la realizacin material de la misma existe un relevo cclico de
periodos de gran actividad y periodos de mxima disminucin de sta. De hecho, podemos decir
11 Vase John Newson, Dia1ogue and Deve1opment, en Action, Gestare and Symbol. The Emergence of
Language, ed. Andrew Lock, Londres-Nueva York-San Francisco, 1978, pg. 33.
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que el carcter discreto en los sistemas semiticos surge cuando se describen procesos cclicos con
el lenguaje de una estructura discreta. As, por ejemplo, en la historia de la cultura se pueden
distinguir perodos en los que tal o cual arte, hallndose en el punto ms alto de su actividad,
transmite [transliruet] sus textos a otros sistemas semiticos. Sin embargo, esos perodos son
relevados por otros en los que ocurre como si la rama [rod] dada del arte pasara a la recepcin.
Esto no significa que cuando describamos la historia aislada de un arte dado nos toparemos aqu con
una interrupcin: ste, al ser estudiado inmanentemente, parecer ininterrumpido. Pero basta con
que nos planteemos el objetivo de describir el conjunto de las artes en los marcos de tal o cual
poca, para que descubramos claramente la expansin de unas y como interrupciones en la
historia de otras. Este mismo fenmeno puede explicar otro, bien conocido por los historiadores de
la cultura, pero que no ha sido objeto de una interpretacin terica: segn la mayora de las teoras
culturolgicas, fenmenos como el Renacimiento, el Barroco, el clasicismo o el romanticismo, al
haber sido generados por factores universales para una determinada cultura deben diagnosticarse
sincrnicamente en el dominio de diversas manifestaciones artsticas y ms ampliamente
intelectuales. Sin embargo, la historia real de la cultura da un cuadro totalmente distinto: los
distintos momentos de llegada de semejantes fenmenos epocales en las diferentes ramas del arte se
nivelan solamente en el metanivel de la autoconciencia cultural, que se convierte despus en
concepciones investigativas. Pero en el tejido real de la cultura la no sincronicidad no interviene
como una desviacin casual, sino como una ley regular. El arte transmisor que se halla en el apogeo
de su actividad, al mismo manifiesta tiempo rasgos de espritu innovador y de dinamismo. Los
destinatarios, por regla general, todava estn viviendo la etapa cultural precedente. Suele haber
tambin otras relaciones, ms complejas, pero la irregularidad tiene un carcter de regularidad
universal. Precisamente gracias a ella los procesos de desarrollo que, desde el punto de vista
inmanente, son ininterrumpidos, desde una posicin cultural general se presentan como discretos.
Lo mismo se puede observar con respecto a los grandes contactos culturales entre reas: el
proceso de influencia del Oriente cultural sobre el Occidente y del Occidente sobre el Oriente est
ligado a la no sincronicidad de las sinusoides del desarrollo inmanente de los mismos y para el
observador externo se presenta como un relevo discreto de actividades de diversa orientacin.
Ese mismo sistema de relaciones se observa tambin en otros diversos dilogos, por ejemplo: el
del centro y la periferia de la cultura, el de su parte de arriba y su parte de abajo.
El hecho de que la pulsacin de la actividad en un nivel estructural ms alto aparezca como
carcter discreto, no nos asombrar si recordamos que las fronteras entre los fonemas slo existen
en el nivel fonolgico, pero en modo alguno en el fontico y no existen en el oscilograma sonoro
del habla. Lo mismo se puede decir tambin respecto a otras fronteras estructurales por ejemplo,
entre palabras.
Por ltimo, el dilogo debe poseer una propiedad ms: puesto que el texto que ha sido
transmitido y la respuesta a l que ha sido recibida deben formar, desde cierto tercer punto de vista,
un texto nico, y, adems, cada uno de ellos, desde su propio punto de vista, no slo representa un
texto aparte, sino que tambin tiende a ser un texto en otra lengua, el texto transmitido debe,
adelantndose a la respuesta, contener elementos de transicin a la lengua ajena. De lo contrario, el
dilogo es imposible. John Newson, en el artculo antes citado, mostr cmo en el dilogo entre la
madre lactante y el nio de pecho tiene lugar una transicin recproca al lenguaje de la mmica ajena
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y de las seales del habla. A propsito, en esto radica la diferencia entre el dilogo y el
amaestramiento unilateral.
A esto est vinculado, por ejemplo, el hecho de que la literatura del siglo XIX, para ejercer
fuerte influencia en la pintura, debi incluir en su lenguaje elementos de pictoricidad. Fenmenos
anlogos ocurren tambin cuando se producen contactos culturales entre reas.
El intercambio dialgico (en sentido amplio) de textos no es un fenmeno facultativo del
proceso semitico. La utopa de un Robinson aislado, creada por el pensamiento del siglo XVIII,
est en contradiccin con la idea actual de que la conciencia es un intercambio de mensajes desde
el intercambio entre los hemisferios cerebrales hasta el intercambio entre culturas. La conciencia sin
comunicacin es imposible. En este sentido se puede decir que el dilogo precede al lenguaje y lo
genera.
Precisamente eso es lo que se halla en la base de la idea de la semiosfera: el conjunto de las
formaciones semiticas precede (no heursticamente, sino funcionalmente) al lenguaje aislado
particular y es una condicin de la existencia de este ltimo. Sin semiosfera el lenguaje no slo no
funciona, sino que tampoco existe. Las diferentes subestructuras de la semiosfera estn vinculadas
en una interaccin y no pueden funcionar sin apoyarse unas en las otras. En este sentido, la
semiosfera del mundo contemporneo, que, ensanchndose constantemente en el espacio a lo largo
de siglos, ha adquirido en la actualidad un carcter global, incluye dentro de s tanto las seales de
los satlites como los versos de los poetas y los gritos de los animales. La interconexin de todos
los elementos del espacio semitico no es una metfora, sino una realidad.
La semiosfera tiene una profundidad diacrnica, puesto que est dotada de un complejo sistema
de memoria y sin esa memoria no puede funcionar. Mecanismos de memoria hay no slo en algunas
subestructuras semiticas, sino tambin en la semiosfera como un todo. A pesar de que a nosotros,
sumergidos en la semiosfera, sta puede parecemos un objeto caticamente carente de regulacin,
un conjunto de elementos autnomos, es preciso suponer la presencia en ella de una regulacin
interna y de una vinculacin funcional de las partes, cuya correlacin dinmica forma la conducta
de la semiosfera. Esta suposicin responde al principio de economa, puesto que sin ella el hecho
evidente de que se efectan las distintas comunicaciones se hace difcilmente explicable.
El desarrollo dinmico de los elementos de la semiosfera (las subestructuras) est orientado
hacia la especificacin de stos y, por consiguiente, hacia el aumento de la variedad interna de la
misma. Sin embargo, con ese aumento la integridad de la semiosfera no se destruye, puesto que en
la base de todos los procesos comunicativos se halla un principio invariante que los hace semejantes
entre s. Este principio se basa en una combinacin de simetra-asimetra (en el nivel del lenguaje
este rasgo estructural fue caracterizado por Saussure como mecanismo de semejanzas y
diferencias) con un relevo peridico de apogeos y extinciones en el transcurso de todos los
procesos vitales en todas sus formas. En realidad, tambin estos dos principios pueden ser reducidos
a una unidad ms general: la simetra-asimetra puede ser considerada como la divisin de cierta,
unidad por un plano de simetra, como resultado de lo cual surgen estructuras reflejadas
especularmente base del ulterior aumento de la variedad y de la especificacin funcional. Y la
ciclicidad, en cambio, est basada en un movimiento giratorio en torno al eje de la simetra.
La combinacin de estos dos principios se observa en los niveles ms diversos: desde la
contraposicin de la ciclicidad (simetra axial) en el mundo del cosmos y del ncleo atmico al
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movimiento unidireccional, que domina en el mundo animal y es el resultado de la simetra planar,
hasta la anttesis del tiempo mitolgico (cclico) y el tiempo histrico (orientado en una direccin).
Puesto que la combinacin de esos principios tiene un carcter estructural que rebasa no slo
los marcos de la sociedad humana, sino tambin los del mundo vivo, y permite establecer la
semejanza de las estructuras ms generales, por ejemplo, con la obra potica, surge, naturalmente, la
pregunta: no ser todo el universo un mensaje que entra en una semiosfera todava ms general?
No habr que someter a una lectura el universo? Dudo que alguna vez seamos capaces de
responder a esa pregunta. La posibilidad de un dilogo presupone, a la vez, tanto la heterogeneidad
como la homogeneidad de los elementos. La heterogeneidad semitica presupone la heterogeneidad
estructural. Desde este punto de vista, la diversidad estructural de la semiosfera constituye la base
de su mecanismo. Probablemente, as hay que interpretar, con respecto a la problemtica que nos
interesa, el principio que V. I. Vernadski llam principio de P. Curie-Pasteur y consider uno de
los principios fundamentales de la lgica de la ciencia de la comprensin de la naturaleza: La
disimetra slo puede ser provocada por una causa que ya posea, ella misma, esa disimetra12
.
El caso ms simple, y a la vez el ms extendido, de unin de la identidad y la diferencia
estructurales es el enantiomorfismo, es decir, la simetra especular, en la cual ambas partes son
especularmente iguales, pero son desiguales cuando se pone una sobre otra, o sea, se relacionan
entre s como derecho e izquierdo. Tal relacin crea esa diferencia correlacionable que se distingue
tanto de la identidad que hace el dilogo, como de la diferencia no correlacionable que lo hace
imposible. Si las comunicaciones dialgicas son la base de la formacin del sentido, las divisiones
enantiomrficas de lo uno y los acercamientos de lo diferente son la base de la correlacin
estructural de las partes en el dispositivo generador del sentido13
.
La simetra especular crea las necesarias relaciones de diversidad estructural y semejanza
estructural que permiten construir relaciones dialgicas. Por una parte, los sistemas no son idnticos
y emiten textos diferentes, y, por otra, se transforman fcilmente uno en otro, lo cual les garantiza a
los textos una traducibilidad mutua. Si podemos decir que, para que sea posible el dilogo, sus
participantes deben ser diferentes y, a la vez, tener en su estructura la imagen semitica de su
contraparte [kontragent]14
, entonces el enantiomorfismo es una ideal mquina elemental de
dilogo. Una demostracin de que la simple simetra especular cambia radicalmente el
funcionamiento del mecanismo semitico, es el palndromo. Este fenmeno se ha estudiado poco,
ya que ha sido considerado como un entretenimiento potico, fruto del arte verbal ldicro15
, y a
veces, de manera abiertamente peyorativa, como malabarismo verbal16
. Entretanto, hasta un
superficial examen de este fenmeno permite poner de manifiesto problemas muy serios. A
nosotros, aqu, no nos interesa la propiedad que tiene el palndromo de conservar el sentido de la
12 V. I. Vernadski, Pravizna i 1evizna, en Ra.zmyshkniia naturalista. Nauchnaia mysi ktzkplanetamoe iavlenie, t. 2,
Mosc, 1977, pg. 149. 13 VaseViach. Vs. Ivnov, Chiot i nechiot. Asimmetriia mozga i znaovyj sistsm, Mosc, 1978. 14 Vase sobre esto el artculo de Z. G. Mints y E. G. MeInikova, Simmetriia-asimmetrua y kornpozitsii III
Simfonii Pmdreia Belogo, en Semeiotik nm. 17, pgs. 84-92. 15 A. Kviatkoyskj, Poeticheskii slovar Mosc, 1966, pg. 190. 16 L. I. Timofey y S. V. Turev (redactores-compiladores), Sovar1iteraturovedches- ky terminov, Mosc, 1974,
pg. 257.
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palabra o grupo de palabras cuando son ledas tanto en una direccin como en la contraria, sino
cmo cambian en ese caso los mecanismos de formacin del texto y, por consiguiente, de la
conciencia.
Recordemos el anlisis del palndromo chino efectuado por el acadmico V. M. Aleksev.
Habiendo sealado que el jeroglfico chino, tomado aisladamente, da una idea slo del ncleo
matriz [gnezdo] de sentido, pero, concretamente, sus caractersticas semnticas y gramaticales slo
se revelan en la correlacin con la cadena textual, y que sin el orden de las palabras-signos no se
pueden determinar ni las categoras gramaticales de las mismas ni el relleno real de sentido que
concretiza la semntica abstracta muy general del jeroglfico aislado, V. M. Aleksev muestra los
sorprendentes cambios gramaticales y de sentido que tienen lugar en el palndromo chino en
dependencia de cul sea la direccin en que se lea. En este palndromo (o sea, el orden invertido de
las palabras del verso normal) todas las slabo-palabras chinas, permaneciendo exactamente en sus
puestos, estn llamadas a desempear ya otros papeles, tanto sintcticos como semnticos17
. De
esto V. M. Aleksev sac una interesante conclusin de carcter metdico: la de que precisamente
el palndromo es un material inapreciable para el estudio de la gramtica de la lengua china.
Las conclusiones son claras: 1) El palndromo es el mejor de los medios posibles para ilustrar la
interconexin de las slabo-palabras chinas, sin recurrir a la experiencia artificiosa, s, pero no hbil, realizada
sin talento, burdamente ilustrativa, de las permutaciones para ejercicio de los alumnos en materia de sintaxis
china. 2) El palndromo es [...] el mejor material chino para la construccin de una teora de la palabra y de la
oracin simple chinas (y tal vez no slo de las chinas)18
.
Las observaciones sobre el palndromo ruso conducen a otras conclusiones. En una breve nota,
S. Kirsnov aduce auto-observaciones extraordinariamente interesantes sobre el problema de la
psicologa del autor de palndromos rusos. Da a conocer cmo, siendo todava un estudiante de
bachillerato, involuntariamente dije para m: Tiuknne liut19, y de repente not que esa frase se
lee tambin en el orden inverso. Desde ese momento a menudo me sorprend a m mismo leyendo
palabras al revs. Con el tiempo empec a ver las palabras en bloque, y esas palabras que
rimaban consigo mismas y las combinaciones de ellas surgan involuntariamente20
.
As pues, el mecanismo del palndromo ruso consiste en ver la palabra. Esto permite leerla
despus en el orden inverso. Ocurre una cosa muy curiosa: en la lengua china, en la que la palabra-
jeroglfico se comporta como si ocultara su estructura morfo-gramatical, la lectura en el orden
contrario contribuye a la aparicin de esa construccin oculta, presentando lo integral y visible
como un conjunto consecutivo oculto de elementos estructurales. En la lengua rusa, en cambio, el
palndromo demanda la capacidad de ver en bloque las palabras, es decir, percibirlas como un
dibujo integral, una especie de jeroglfico. El palndromo chino traduce lo visible e integral a lo
discreto y analticamente diferenciado; el ruso, activa lo diametralmente opuesto: la visibilidad y la
integralidad. O sea, la lectura en la direccin opuesta activa el mecanismo de la otra conciencia
17 V. M. Aleksev, Kitaiskii palindrom y ego nauchno-pedagoguicheskom ispolzovanii, en la recopilacin
Pamiati akademika Lva Viadimirovicha Shcherby, Leningrado, 1951, pg. 95. 18 ibdem, pg. 102. 19 En ruso: La foca no es feroz. [N. del T.] 20 Semion Kirsnov, Poeziia i palindromon, en Nauka izbizn 1966, nm. 7, pg. 76.
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hemisfrica. El hecho elemental de la transformacin enantiomrfica del texto cambia el tipo de
conciencia correlacionada con l.
As pues, la percepcin del palndromo como malabarismo intil, ingeniosidad sin sentido,
recuerda la opinin del gallo de la fbula de Krylov sobre la perla. Conviene recordar tambin la
moraleja de esa fbula:
Los incultos juzgan exactamente as: Todo aquello que no entienden, para ellos es fruslera21
.
El palndromo activa las capas ocultas de la conciencia lingstica y es un material
extraordinariamente valioso para los experimentos sobre los problemas de la asimetra funcional del
cerebro. El palndromo no carece de sentido22
, sino que tiene muchos sentidos. En niveles ms altos,
a la lectura contraria se le atribuye una significacin mgica, sacra, secreta. En la lectura normal
el texto es identificado con la esfera abierta de la cultura, y en la inversa, con la esotrica. Es
indicativa la utilizacin de los palndromos en los conjuros, las frmulas mgicas, las inscripciones
en puertas y tumbas, o sea, en los lugares fronterizos y mgicamente activos del espacio cultural:
regiones del choque de las fuerzas terrenales (normales) y las infernales (inversas). Y el obispo y
poeta Sidonio Apolinario le atribuy al diablo mismo la autora del conocido palndromo latino:
Sigua te sigua, temere me tangs et angis.
Roma tibi subito motibus ibit amor.
(Persgnate, persgnate; sin saberlo, con eso me ofendes y afliges.
Roma, con esos signos-gestos de repente llamas hacia ti el amor.)
El mecanismo especular que forma las parejas simtrico-asimtricas est tan ampliamente
difundido en todos los mecanismos generadores de sentido, que podemos decir que es universal,
abarcador del nivel molecular y de las estructuras generales del universo, por una parte, y de las
creaciones globales del espritu humano, por otra. Para los fenmenos definibles mediante el
concepto texto, es, indiscutiblemente, universal. El paralelo a la anttesis de la construccin sacra
(directa) e infernal (inversa) se caracteriza por la especularidad espacial del Purgatorio convexo y el
Infierno cncavo, que, en Dante, repiten cada uno, como la forma y su relleno, la configuracin del
otro. Podemos considerar como una construccin palindrmica del sujet la composicin de Evgueni
Oneguin, obra en la que, al moverse en una direccin, ella lo ama a l, expresa su amor en una
carta, pero encuentra una fra respuesta de rechazo, mas en el reflejo contrario l la ama a ella,
expresa su amor en una carta y encuentra, a su vez, una respuesta de rechazo. Semejante
construccin del sujet es caracterstica de Pushkin23
. As, en La hija del capitn el sujet se compone
de dos viajes: el de Griniov adonde el zar de los mujilcs para salvar a Masha que ha cado en
21 I. A. Krylov, Poln. sobr. soch., t. III, Mosc, 1946, pg. 51. 22 S. Kalachiova, en una nota escrita desde las posiciones del personaje de Krylov, Comenta as el poema Razin de
Jlbnikov: El significado, el sentido de las palabras y de las combinaciones de palabras deja de interesarle al autor i.a
composicin de estas lneas est motivada exclusivamente por el hecho de que con idntico xito se la Puede leer de
derecha a izquierda y de izquierda a derecha (Siovar literaturovedcheskij termznov, Mosc, 1974, pg. 441). 23 Vase D. Blagoi, Mastersivo Pushkina, Mosc, 1955, pgs. 101 y ss.
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desgracia, y, despus, el de Masha adonde la reina de la nobleza para salvar a Griniov24
.
Mecanismos anlogos en el nivel de los personajes son los dobles que inundaron la literatura
romntica y posromntica de la Europa del siglo XIX, a menudo directamente vinculados al tema
del espejo y el reflejo.
Desde luego, todas estas simetras-asimetras no son ms que mecanismos de generacin de
sentido, y, del mismo modo que la asimetra bilateral del cerebro humano, al caracterizar el
mecanismo del pensamiento, no predetermina el contenido de ste, ellas determinan la situacin
semitica, pero no el contenido de tal o cual mensaje.
Daremos un ejemplo ms de cmo la simetra especular cambia la naturaleza del texto. N.
Tarabukin descubri una ley de la composicin pictrica segn la cual el eje de la diagonal que va
del ngulo inferior derecho del cuadro al ngulo superior izquierdo crea un efecto de pasividad; y el
eje contrario del ngulo inferior izquierdo al superior derecho, un efecto de actividad y tensin.
Interesante desde el punto de vista que estamos examinando es el cuadro, por todos conocido, La balsa
de la Medusa de Gricault. Su composicin est construida sobre dos diagonales alternas: pasiva y activa. La
lnea del movimiento de la balsa, empujada por el viento, est trazada de derecha a izquierda hacia la
profundidad. Personifica las fuerzas elementales de la naturaleza, que arrastran a un puado de personas
impotentes que han sufrido un naufragio. Por la lnea opuesta, la activa, el artista coloca varias figuras
humanas que renen sus ltimas fuerzas para salir de la trgica situacin. No han cesado de luchar. Habiendo
alzado por encima de ellos a una persona, le hacen agitar un pauelo para atraer la atencin del barco que pasa
a lo lejos en el horizonte25
.
De lo dicho se deriva un hecho confirmable experimentalmente: un mismo cuadro, trasladado,
al imprimir un grabado, a una simetra especular, cambia su acento emocional y de sentido por el
acento contrario.
La causa de los fenmenos sealados consiste en que los objetos que se reflejan tienen en su
estructura interna planos de simetra y de asimetra. En la transformacin enantiomrfica los planos
de simetra se neutralizan y no se manifiestan en nada, y los de asimetra devienen el rasgo
distintivo estructural fundamental. Por eso la condicin de pareja simtrico-especular es la base
estructural elemental de la relacin dialgica.
La ley de la simetra especular es uno de los principios estructurales bsicos de la organizacin
interna del dispositivo generador de sentido. Con ella estn relacionados en el nivel del sujet
fenmenos como el paralelismo de los personajes elevado y cmico, la aparicin de dobles, los
cursos de sujet paralelos y otros fenmenos bien estudiados de duplicacin de las estructuras
intratextuales. Tambin a ella estn ligados la funcin mgica del espejo y el papel del motivo de la
especularidad en la literatura y la pintura. Esta misma naturaleza es la del fenmeno del texto en el
texto26
. Tambin con esto podemos comparar un fenmeno observable en el nivel de las culturas
24 Vase I. M. Lotman, Ideinaia struktura Kapitanskoi dochki, en la recopilacin Pushkinskii sbornik, Pskov, 1962. 25 Nikoli Tarabukin, Smyslovoe znachenie diagonalnyj kompozitsii v zhivopisi, en Uch. zap. / Tartuskiigos. un-
t, vyp. 308, Trudypo znakovym sistemam, VI, Tartu, 1973, pg. 479.
26 Vanse los artculos de Viach. Ivnov, P. Torop, 1. 1. Levin, R. D. Timenchik y el autor de estas lneas en la
recopilacin Tekst y tekste, Ud,. zap. / Tartuskiigos. un-t, vyp. 567, Tru4ypo znakozym sistemam, XLV, Tartu, 1981. [El
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nacionales enteras y que hemos examinado en otra parte: el proceso de conocimiento mutuo y de
insercin en cierto mundo cultural comn provoca no slo un acercamiento de las distintas culturas,
sino tambin la especializacin de las mismas: al entrar en cierta comunidad cultural, la cultura
empieza a cultivar con ms fuerza su propia peculiaridad. A su vez, tambin otras culturas la
codifican como peculiar, inslita. Para s, la cultura aislada siempre es natural y comn.
Slo habindose hecho parte de un todo ms vasto, asimila ella el punto de vista externo sobre s
misma y se percibe a s misma como especfica. As, las comunidades culturales del tipo
Occidente y Oriente se constituyen en parejas enantiomrficas con una asimetra funcional
que funciona.
Puesto que todos los niveles de la semiosfera desde la persona del hombre o del texto aislado
hasta las unidades semiticas globales representan semiosferas como si puestas una dentro de la
otra, cada una de ellas es, a la vez, tanto un participante del dilogo (una parte de la semiosfera)
como el espacio del dilogo (el todo de la semiosfera), cada una manifiesta la propiedad de ser
derecha o ser izquierda y encierra en un nivel ms bajo estructuras derechas e izquierdas.
Anteriormente hemos definido la base de la construccin estructural de la semiosfera como la
interseccin de la simetraasimetra espacial y el relevo sinusoidal de intensidad y extincin de
los procesos temporales, lo que genera el carcter discreto. Despus de todo lo dicho podemos
reducir esos dos ejes a uno: a la manifestacin de la cualidad de ser derechoizquierdo, lo cual,
desde el nivel moleculargentico hasta los ms complejos procesos informacionales, es la base
del dilogo fundamento de todos los procesos generadores de sentido.
artculo de Lotman al que este remite se halla incluido, bajo el ttulo El texto en el texto, en la presente antologa. N. del
T.]
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Asimetra y dilogo1
En el artculo La asimetra funcional del cerebro y las capacidades representativas de N. N.
Nikolaenko2, se aducen datos obtenidos por la va experimental sobre el cambio de la designacin
de los colores en el caso de su percepcin unilateral dextro o sinistrohemisfrica. En el caso de
una conciencia dextrohemisfrica unilateral, la persona sometida a la prueba se sirve de las
definiciones cromticas existentes en la lengua en la forma bsica y simplificada de stas o remite a
los colores objetuales de las cosas de la simple y habitual vida cotidiana. Los matices le provocan
dificultades, y ella los trata de manera aproximativa o se niega a nombrarlos. Sin embargo, en el
caso de una conciencia sinistrohemisfrica unilateral el interrogado manifiesta una tendencia a una
rebuscada inventiva en la clasificacin de los matices del color: aparecen el pajizo, color carne,
terracota, color de ciruela blanca, color de ola marina, color de luna. Se movilizan los
datos de otros sentidos: el amarillo plido es llamado ondulado o playa plido. Viene a la
mente una analoga. En la historia de la cultura surgen peridicamente tendencias a una designacin
rebuscada de los colores. As, por ejemplo, en la cultura de los petimetres del siglo XVIII, que es
uno de los componentes de la cultura preciosista paneuropea del rococ, podemos descubrir una
evidente analoga. Estaban de moda algunos colores recuerda E. P. Inkova, de los que
despus ni siquiera o: hanneton, castao oscuro a semejanza del escarabajo, grenouille vanouie,
verdoso rana [literalmente: color de rana desvanecida I. L.], gorge-de-pigeon, tourterelle [color
de pecho de paloma, color de trtola I. L.]3. Comprese en La guerra y la paz: El vesta un
frac verde oscuro, pantalones de color de cuisse de nymphe effraye, como l mismo deca4. O el
pao mencionado en Almas muertas, de colores oscuros, aceitunados o de botella con chispa, que
se aproximan, por as decir, a la airela y de humo de Navarra con llama5.
Sin embargo, el juego semntico con las designaciones cromticas rebuscadas, el entusiasmo
con la continua creacin de nuevas denominaciones para los matices, ilusoriamente objetuales por
su naturaleza (nadie ha visto, desde luego, de qu color es en realidad la cadera de una ninfa
asustada, qu aspecto tiene una rana desvanecida, del mismo modo que Chchikov, al escoger un
pao para el