La semioesfera

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1 La semiosfera I Semiótica de la cultura y del texto

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Yuri lotman

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    La semiosfera

    I

    Semitica de la cultura y del texto

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    Coleccin dirigida por Sergio Sevilla y Jenaro Talens

    Iuri M. Lotman

    La semiosfera

    I

    Semitica de la cultura y del texto

    Seleccin y traduccin del ruso

    por Desiderio Navarro

    con un captulo final de Manuel Cceres

    FRNESIS CTEDRA

    UN1VERSITAT DE VALNCIA

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    Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra est protegido

    por la Ley, que establece penas de prisin y/o multas, adems de las

    correspondientes indemnizaciones por daos y perjuicios, para

    quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren

    pblicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artstica

    o cientfica, o su transformacin, interpretacin o ejecucin

    artstica fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada

    a travs de cualquier medio, sin la preceptiva autorizacin.

    Desiderio Navarro

    Ediciones Ctedra, S. A., 1996

    Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid

    Depsito legal: M. 36.193-1996

    I.S.B.N.: 84-376-1464-3

    Printed in Spain

    Impreso en Grficas Rgar, S. A.

    Navalcarnero (Madrid)

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    I

    Semitica de la cultura y del texto

    ndice

    Al lector: Sobre la seleccin y la traduccin. Desiderio Navarro. 5 Acerca de la semiosfera.. 11 Asimetra y dilogo 27 Para la construccin de una teora de la interaccin

    de las culturas (el aspecto semitico) 41 La semitica de la cultura y el concepto de texto . 53 El texto y el poliglotismo de la cultura .. 58 El texto en el texto . 64 El texto y la estructura del auditorio .. 77 La retrica ... 83 El smbolo en el sistema de la cultura 101 La memoria a la luz de la culturologa ... 109 Sobre el contenido y la estructura del concepto de literatura artstica .. 112 El arte cannico como paradoja informacional .. 124 Literatura y mitologa [con Zara G. Mints] 129 El progreso tcnico como problema culturolgico . 143 Sobre el papel de los factores casuales en la historia de la cultura. .. 157 Iuri Mijilovich Lotman (1922-1993):

    una biografa intelectual. Manuel Cceres . 164

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    Al lector:

    Sobre la seleccin y la traduccin

    A la luminosa y entraable memoria de Iuri Lotman.

    A la vieja amistad de Jri Talvet y Peeter Torop, quienes hicieron

    posible mi primer encuentro vivo con Lotman, la Escuela de Tartu y la

    hermosa Estonia.

    A la cordial generosidad de Mijail Lotman y Liubov Kiseliova, as

    como de Arn Gurvich, Viacheslay Vs. Ivnov, lun Levin, Boris

    Uspenski y otros representantes de la Escuela de Tartu.

    Comencemos sin prembulos: el libro que tiene en sus manos el lector es el primer volumen de

    una serie antolgica en tres tomos que constituye la recopilacin ms completa de los artculos

    tericos de Iuri Loman que se haya publicado hasta la fecha: ms de 50 trabajos de semitica de la

    cultura, del texto, de la conducta, del espacio, del cine, del teatro, de las artes plsticas, etc.

    Incomparablemente ms amplia, representativa y actualizada que las selecciones alemanas,

    japonesa e italiana de mediados de los aos 70 y principios de los aos 801. Y, por sorprendente que

    resulte, incluso mucho ms amplia en el dominio de la teora, repetimos que la reciente edicin en ruso, de las abarcadoras Obras escogidas de Lotman en tres tomos (1992-1993), preparadas por

    el propio autor para la editorial estonia Alexandra.

    Este carcter tan excepcional de la presente edicin espaola se debe, por una parte, al resuelto

    propsito que le dio origen: el de dedicar una antologa exclusivamente a reunir todos los artculos

    terico-generales importantes publicados por Lotman desde los aos 60 hasta la fecha de cierre de

    la recopilacin fines de los 80, la de un primer proyecto, y, luego, principios de los 90, la de la presente versin, convertida en definitiva por obra de la siempre prematura muerte de Lotman en

    octubre de 1993. As pues, ella incluye numerosos textos tericos que, obviamente, por su fecha de

    aparicin, no podan haber sido recogidos en dichas antologas alemanas, japonesa e italiana, as

    como muchos otros no menos valiosos sobre culturologa, retrica, literatura, cine, teatro y artes

    plsticas que, por razones editoriales, no fueron incluidos por Lotman en su antologa personal

    estonia. Pero al mismo tiempo excluye, tambin a diferencia de las mencionadas Obras escogidas,

    sus decenas de artculos estrictamente histricos sobre literatura y cultura rusas o los no menos

    numerosos dedicados a la descripcin, anlisis e interpretacin de obras concretas (de Evgueni

    Oneguin a El Maestro y Margarita), as como a la potica de autores (de Lrmontov a Brodski),

    gneros (p. ej., el espacio en la novela rusa del siglo XIX), periodos (p. ej., la palabra en la

    1 Aufstze zur Tbeorie und Methodoloie der Lite ratur und Kultur, Kronberg, 1974; Artculos sobre semitica de la

    literatura y a cultura (en japons), Tokio, 1979; Testo e contesto. Semiotica dellarte e della cultura, Roma-Bari, 1980; y Kunst als Sprache. Untersuchungen zum Zeichencharakter von Literatur und Kunst, Leipzig, 1981, ediciones cuyo

    contenido va de los nueve a los diecisis artculos.

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    Ilustracin), conductas (p. ej., la teatralidad en el comportamiento de principios del siglo XIX), etc.,

    muchos de ellos portadores, es cierto, de importantes ideas tericas y metodolgicas formuladas o implcitas, pero, por lo regular, entretejidas en filigrana con datos y debates histrico-concretos de

    la literatura y la cultura rusas poco o nada conocidos por el lector no ruso o no dedicado a la

    russtica o la eslavstica.

    Por otra parte, y ante todo, esta excepcionalidad de la presente edicin se debe precisamente a

    la amistad y la participacin personal directa del propio un Mijilovich Lotman, quien no slo nos

    suministr durante lustros (por correo o personalmente en Cuba, la URSS o Venezuela) originales, fotocopias y observaciones

    2, sino que tambin nos concedi en exclusividad, en el ms

    generoso y honroso reconocimiento posible de nuestra labor de traduccin y difusin de sus textos,

    todos los derechos para la traduccin y edicin en espaol de sus artculos tericos de semitica de

    la cultura y el arte, cuando en febrero-marzo de 1992, en Caracas, en medio de una de las

    celebraciones internacionales de su setenta cumpleaos, revis por ltima vez y aprob el contenido

    y ordenacin del proyecto de la presente antologa, ya examinado por l en 1987, en La Habana.

    Con todo, el volumen e importancia de sus cuatro libros terico- generales, La estructura del

    texto artstico (1970), La semitica del cine y los problemas de la esttica cinematogr4fica (1973),

    Cultura y explosin (1992) y Buscar el camino (1994)3, as como de la parte terica inicial de

    Anlisis del texto potico (1972), el grueso de la produccin terica de Lotman est constituido por

    decenas de artculos publicados independientemente en diversas revistas (sobre todo en la tartuense

    Semeiotik, por l fundada y dirigida) y en recopilaciones de autores varios. Hasta lo que se

    considera su primer libro, Lecciones de potica estructural (Tartu, 1964), puede ser visto como un

    nmero entero, el primero, de la revista Semeiotik. Trudy po znakorym sistemam, que yuxtapone

    tres artculos o lecciones sobre temas muy diversos; y su antepenltimo libro, inexistente en ruso

    como tal, Universe of the Mind. A Semiotic Theory of Culture (Nueva York-Londres, 1990) es, en

    esencia, una refundicin ampliada de varios artculos publicados en ruso separadamente en los aos

    70 y 80. Y si examinamos ms de cerca La estructura del texto artstico, vemos cmo gran parte de

    ese libro est constituida por artculos de las Lecciones de potica estructural o por bloques enteros

    de ellos y de otros publicados en los aos 60, como Sobre el problema de los significados en los

    sistemas modelizantes secundarios, Sobre la significacin modelizante de los conceptos de

    final y principio en los textos artsticos, etc. Y es que el formato o, si se prefiere, el gnero del artculo ha sido el modo natural de existencia o, por lo menos, de aparicin inicial del

    pensamiento de Lotman y de la mayora de los miembros de la Escuela de Tartu. Y ello, en nuestra

    opinin, se debe, por lo menos en el caso de Lotman, a una concepcin de su papel de investigador

    terico como el de un explorador de avanzada, que descubre un terreno, realiza un estudio inicial de

    ste, informa de sus resultados... y parte de inmediato al descubrimiento de nuevas tierras, dejando a

    otros el trabajo de colonizacin, de cartografa sistemtica y explotacin.

    Entre otras muchas, dos razones fundamentales hacan sumamente necesaria la elaboracin de

    la presente antologa para el lector de lengua espaola en particular: en primer lugar, el estado del

    conocimiento y difusin de la obra de Lotman y, en general, de la Escuela de Tartu entre los

    investigadores, crticos y profesores de habla hispana, y, en segundo lugar, la especial significacin

    2 Envos aquellos de una generosidad slo comparable con la de los realizados hasta hoy desde Estonia por el

    hispanista Jri Talvet y el terico de la traduccin Peeter Torop, ambos profesores de la Universidad de Tartu, y el ltimo,

    miembro activo de la Escuela de Tartu y del consejo de redaccin de su revista, Semeiotik A estas inapreciables ayudas

    se ha sumado en fecha reciente la de Liubov Kiseliova, estudiosa y colaboradora de Lotman, tambin de la Universidad de

    Tartu, a cuya laboriosidad los estudiosos de la semitica debemos agradecer la ms completa bibliografa de las

    publicaciones de Lotman por todo el planeta (Materialy k bibliografli trudov professora Iu. M. Lotmana, en

    Sbomikstateik 70-letiiuprof Ju. M. Lotmana, Tartu, 1992, pgs. 5 14-565, y, en una versin aumentada, en el tomo III de I.

    M. L., Izbrannye statz, Tallin, Alexandra, 1993, pgs. 441-482). 3 No contamos entre estos libros tericos mayores de Lotman el titulado Dilogo con la pantalla, escrito

    conjuntamente con Iuri Tsivin, publicado en 1994, y definido por sus propios autores como un alfabeto del lenguaje del

    cine, unas primeras lecciones del lenguaje cinematogrfico pero excelente en calidad de tal.

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    de la ms reciente produccin de Lotman, la de los ltimos veinte aos, que es precisamente la

    menos conocida y accesible entre nosotros.

    Sobre lo primero, nos vemos obligados a retomar aqu, por su inalterada validez, algunas

    afirmaciones que formulamos hace dos aos al prologar una seleccin nuestra de trabajos de la

    Escuela de Tartu para un nmero monogrfico de la revista mexicana Escritos4. A ms de treinta

    aos de su inicio, la vasta y variada produccin cientfica de Lotman y la Escuela de Tartu sigue

    siendo, casi en su totalidad, una terra incognita para la gran mayora de los investigadores de

    lengua espaola. An son muy contadas las traducciones al espaol de sus libros y de sus

    abundantes artculos, las cuales hecho nada desdeable casi siempre presentan considerables, cuando no muy graves deficiencias entre otras cosas, porque por lo regular son traducciones de traducciones (esto es, del ruso al francs, italiano o ingls, y de stos al espaol) y a menudo

    inconfesas (pero delatadas por la transcripcin fontica no espaola de las palabras rusas y por

    los italianismos, galicismos, etc.), o a causa del pobre conocimiento del ruso y/o de la teora literaria

    y la semitica por parte de los traductores. La extrema escasez de estas traducciones puede ser

    comprobada echando una ligera ojeada a la ms completa bibliografa de los trabajos de/sobre la

    Escuela de Tartu disponibles en espaol, francs, ingls, italiano, alemn y portugus, realizada por

    el profesor Manuel Cceres Snchez, de la Universidad de Granada (Discurso, Sevilla, nm. 8,

    1993), a cuya labor de edicin y organizacin debemos dos importantes momentos en la

    divulgacin del pensamiento de/sobre Lotman en Espaa: el citado nmero de la revista Discurso,

    de la Asociacin Andaluza de Semitica, dedicado por entero a Lotman y la Escuela de Tartu, y la

    Reunin Internacional In Memoriam Iuri M. Lotman, (Universidad de Granada, 26-28 de octubre de

    1995).

    Por otra parte, la otra cara de estas traducciones al cuadrado es que estn asociadas a una

    recepcin pasiva, sin iniciativa propia, como evidencia el hecho de que la dependencia respecto de

    las ediciones extranjeras se extiende a la seleccin de los trabajos y en el caso de una recopilacin se produce un calco del contenido de una o varias ediciones forneas con la consiguiente subordinacin a una agenda extranjera de intereses y necesidades tericos sea una del pas mediador que encarg o edit, o la del antlogo(-autor) que propone, o una de transaccin y, adems, con el consiguiente doble desfase cronolgico el de la edicin propia respecto a la edicin extranjera y el de sta respecto a las publicaciones originales. Felizmente, los antlogos de

    las ediciones italiana (1973) y francesa (1976) en que se bas la recopilacin editada por Ctedra en

    1979, Semitica de la cultura, fueron los propios Lotman y Uspenski, y el ms reciente de los textos

    all recogidos haba sido publicado en ruso slo cinco aos antes5.

    La enorme laguna en materia de traducciones espaolas de la Escuela de Tartu no ha sido

    reducida en mucho ni siquiera por la intervencin divulgativa de la revista terica cubana Criterios,

    ni, en general, por nuestra propia labor en Cuba y Mxico en el dominio de la seleccin y

    traduccin directa del ruso, que desde 1982 hasta 1995 haba puesto en circulacin en espaol un

    total de 17 textos de Lotman y 18 de otros miembros de la Escuela (labor que haba comenzado en

    1972 con traducciones indirectas a travs del francs y del rumano). Lamentablemente, la deseada

    aparicin de nuevos traductores de los textos originales de la Escuela no siempre ha tenido los

    benficos resultados esperados (como los meritorios de la reciente incorporacin del tambin

    investigador y traductor cubano Rinaldo Acosta), sino en ocasiones todo lo contrario: traducciones

    deficientes e incompetentes desde el punto de vista de la lengua y la cultura generales y de la

    4 Mostrar la Escuela de Tartu como escuela: ms all de Lotman y Uspenski, en Escritos, Centro de Ciencias del

    Lenguaje, Universidad Autnoma de Puebla, nm. 9, 1993, pgs. 7-13. El volumen incluye once trabajos de la Escuela: de

    Lotman, B. A. Uspenski, V. Vs. Ivnov, V. N. Toporov, E. M. Meletinski, 1. 1. Levin y Peeter Torop. 5 Lotman y Uspenski, eds., Travaux sur les systt5mes de signes. cole de Tartu, textos escogidos y presentados por

    I. M. Lotman y B. A. Ouspenski, Bruselas, Complexe, 1976; Lotman y Uspenski. eds., Richerche semiotiche. Nuove

    tendenze delle scienze umane nellURSS, Turn, Einaudi, 1973.

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    terminologa cientfica especializada, que slo vienen a desfigurar y desacreditar el pensamiento de

    los semiticos de Tartu, a pesar de las incuestionablemente buenas intenciones de quienes las

    encargaron o las aceptaron entusiastamente para su divulgacin6.

    A esta limitacin se suman aquellas relacionadas con la distribucin y el mercado editorial, que

    a menudo hacen que permanezcan desconocidas o inaccesibles (fsica y/o econmicamente) las

    dispersas ediciones espaolas de artculos y libros de la Escuela en la Amrica Latina, las

    mexicanas en Espaa o en muchos pases de Amrica Latina, y las cubanas en casi todas partes.

    Ahora bien, los estudiosos hispanoparlantes que leen italiano, francs, ingls, portugus o/y alemn

    no estn en una situacin mucho mejor, y ello por razones anlogas: las traducciones, en mayor

    nmero y casi siempre realizadas de la lengua original y con mayor competencia lingstica y

    cientfica, son, de todos modos, muy escasas en comparacin con el corpus de la Escuela, y tambin

    de muy (o ms) difcil acceso por razones de distribucin y precios, as como por su dispersin en

    decenas de revistas, antologas y libros de mltiples pases. Y es que ni siquiera los muy contados

    investigadores hispanoparlantes que pueden leer directamente del ruso han podido disfrutar de un

    privilegiado fcil acceso a la obra de la Escuela de Tartu: durante los aos 60, 70 y 80, con rigor y

    xito variables, la nomenklatura y los appartchiki soviticos se esforzaron por dificultar o

    imposibilitar por todos los medios el acceso a los textos de la Escuela: reducidsima tirada,

    circulacin restringida, ausencia completa en las libreras y casi completa hasta en las salas de

    acceso controlado de las principales bibliotecas de la URSS, prolongados trmites para obtener el

    permiso de enviar originales o impresos al extranjero... y la no concesin de permisos de viaje a

    Occidente o al extranjero en general. Jams olvidaremos que las primeras palabras de una

    personalidad intelectual del prestigio mundial y la avanzada edad de Iuri Lotman en el I Encuentro

    Internacional de Criterios (La Habana, 1987), que tuvimos el honor de organizar, fueron para

    expresar su satisfaccin de que su primera estancia en Occidente se produjera en esa visita suya a

    Cuba; ni que para lograr esa salida a lo que era considerado oficialmente un hermano pas

    socialista haba sido necesario un prolongado y duro forcejeo con la Unin de Escritores y el

    Ministerio de Cultura de la URSS.

    La otra razn fundamental que haca inaplazable la preparacin de esta antologa es la urgencia

    de que se estudie en profundidad la produccin terica de Lotman posterior a lo que se ha llamado

    su inicial etapa tectnica, neoestructuralista, que es precisamente la conocida gracias a los dos

    6 Un ejemplo de estas traducciones puede ser la del texto La historia y la semitica. La percepcin del tiempo como

    problema semitico, de Boris Uspenski, realizada del ruso por el prof. Rafael Guzmn Tirado y publicada en Discurso,

    Sevilla, nm. 8, 1993, pgs. 47-89. All siuzhet (sujet, trama, argumento) y siuzhetnyi son traducidos como tema, temtico

    (aun cuando Uspenski destaca su equivalencia con historia); zerkalnost (especularidad), como tersura; skazka (cuento maravilloso folclrico), como cuento a secas, en general; perezhivanie (vivencia, Erlelmis), indistintamente como

    concepcin, experimentacin, impresin; oposredstvovannoe (mediato, indirecto), como directo; retor nrysknno objodit

    mesta (el rtor recorre mentalmente los lugares), como el orador evita, deforma consciente, los lugares; prostransivo

    preobrazuetsia yo vremza (el espacio se transforma en tiempo), como el espacio se forma en el tiempo; ama (la divinidad

    hind, de igual nombre en espaol) es convertida por el traductor en las Profi4ndidades (en ruso, iama, palabra homfona,

    significa hoyo); el gran clsico Tucdides es convertido en el cuasi japons Fukidid (transcripcin espaola de la

    fontica rusa del nombre griego), y as sucesivamente a cada paso a todo lo largo del texto. Lamentablemente, tambin

    Lotman sufri tres traducciones semejantes a manos de este mismo profesor. He aqu slo dos o tres ejemplos de una sola

    de esas traducciones, la del artculo Sobre el papel de los factores casuales en la evolucin literaria (ibdem, pgs. 91-

    101): vnesistemnoe (extrasistmico, exterior al sistema) y sistemnoe (sistmico) son traducidos como extrasistemtico y

    sistemtico (en ruso: sistematicheskii); rodovye otnosheniia (relaciones sociales gentilicias, del periodo de lagens), como relaciones patrimoniales, y EVM (abreviatura de elektronnaia vychislitelnaia machina, mquina calculadora electrnica, computadora), es traducida, por homofona y tal vez metonimia y antonomasia anecdticas, como IBM (sigla

    de la conocida firma Internacional Business Machines, Compaa Internacional de Mquinas de Oficina). Mientras

    escribamos estas lneas, ha llegado a nuestras manos otra reciente traduccin de un texto de Lotman por Guzmn Tirado

    (La biografa literaria en el contexto histrico cultural, Signa, 1995, 4, pgs. 9-26), en la que, entre muchas otras graves

    desfiguraciones conceptuales, hallamos la siguiente: donde Lotman afirma que el creador del texto se percibe a s mismo

    fakticheski [realmente, en realidad] no como autor, sino como mediador, Guzmn hace decir a Lotman que l se percibe

    de forma fantstica [en ruso sera fantastichesks] no como autor, sino como mediador.

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    libros y la recopilacin publicados en Espaa, tomados equivocadamente en fecha reciente por

    algunos autores espaoles como nica base de sus generalizaciones crticas sobre el pensamiento

    de Lotman. En efecto, desde mediados de los aos 70, pero sobre todo en los aos 80 y hasta su

    muerte en 1993, el pensamiento de Lotman evoluciona hacia un enfoque cada vez ms dinmico del

    texto y de la cultura y hacia una concepcin de stos como generadores de sentido y no como una

    especie de embalaje y de almacn de ste, respectivamente. En esta segunda, ltima y ms

    importante etapa, que convencionalmente podramos llamar dinmica, postneoestructuralista y

    hasta postmoderna en el sentido hassaniano, y cuyo concepto clave ser el de semiosfera, los

    intereses tericos de Lotman se dirigen cada vez ms hacia el funcionamiento real de los textos, la

    pragmtica literaria y la recepcin, la literatura masiva, el intexto, el poliglotismo de la cultura, las

    ideas de Bajtn, la influencia y la interaccin de las culturas, la funcin cultural de la memoria

    semitica, el discurso histrico, el progreso tecnolgico y los miedos generados por la cultura, el

    papel de los factores casuales, y, finalmente, los problemas de la lgica de la explosin de

    sentido, el trinarismo, la discontinuidad y la impredecibilidad en la dinmica de la cultura.

    Son esos temas dinmicos de la ltima etapa (la ms rica en artculos tericos) los que

    predominan en las pginas de nuestra antologa, junto a muchos otros tambin nuevos y otros no tan

    nuevos en su obra, pero abordados de una manera nueva y ms amplia: la lengua hablada, la

    retrica, el smbolo, el origen del sujet, las relaciones entre literatura y mitologa, el dilogo y la

    asimetra cerebral, la cultura y la inteligencia artificial, la biografa literaria, etc. Entre los temas

    nuevos a los que Lotman dedic artculos aqu tambin incluidos, debemos mencionar la retrica

    icnica, la semitica del teatro, de la arquitectura, de la naturaleza muerta, de los muecos y de los

    dibujos animados.

    Esperamos, pues, que con la ayuda de nuestra antologa se generalice al fin en el mundo de

    habla hispana una imagen fiel del pensamiento de Lotman en su evolucin histrica, y tambin en

    su diversidad de intereses en cada momento dado. Sin embargo, no quisiramos que, en modo

    alguno, nuestra antologa contribuyera al lotmanocentrismo de la recepcin de la Escuela de

    Tartu en lengua espaola, esa casi exclusiva concentracin en la obra y personalidad de Lotman que

    tambin se dio y an se da en otras lenguas. Todo lo contrario: aspiramos a que, al descubrir tantos

    textos valiosos desconocidos, el estudioso concluya que probablemente hallara otros muchos yendo

    ms all de Lotman, hacia la obra de sus colaboradores y discpulos de diversas generaciones, entre

    los cuales encontrara otras fuertes individualidades cientficas como Uspenski, Ivnov, Toporov, Meletinski, Gurvich, Levin o Iampolski, tal vez slo conocidos de nombre o por algn que otro

    texto aislado7, decenas de valiosos artculos y libros enteros de esos dotados autores y de otros

    como Revzin, Piatigorski, Tsivin, B. Gasprov, Torop, Timenchik, Meizerskii, Pliujnova, etc. sobre temas y problemas que Lotman nunca abord en especial: desde la semntica musical o la

    intertextualidad en el cine hasta lo grotesco, la traduccin, la Nueva Historia o la semitica de la

    mentira... Justamente el conocimiento de estos autores y textos permitir apreciar en toda su

    grandeza la hazaa intelectual que realiz Iuri Lotman en un contexto poltico-cultural tan hostil, al

    nuclear tal nmero de talentos tan diversos en un dilogo que ya dura dcadas y cuyos abundantes

    frutos apenas se estn empezando a conocer en nuestra lengua.

    DESIDERIO NAVARRO

    Los Naranjos, Cuba.

    Junio de 1996.

    7 Aunque los nombres de Uspenski e Ivnov son ms conocidos, no ocurre as con su respectiva obra terica, cuyos

    principales exponentes en el caso del primero, la Potica de la composicin (1970), un clsico de la teora semitica del punto de vista, y en el caso del segundo, libros como Par e impar. La asimetra del cerebro y de los sistemas sgnicos

    (1978) o Ensayos de historia de la semitica en la URSS (1976) an permanecen inditos en espaol.

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    Acerca de la semiosfera1

    A la memoria de Roman Osipovich Jakobson

    La semitica actual est viviendo un proceso de revisin de algunos conceptos bsicos. Es de

    todos sabido que en los orgenes de la semitica se hallan dos tradiciones cientficas. Una de ellas se

    remonta a Peirce y Monis y parte del concepto del signo como elemento primario de todo sistema

    semitico. La segunda se basa en las tesis de Saussure y de la Escuela de Praga y toma como

    fundamento la antinomia entre la lengua y el habla (el texto). Sin embargo, con toda la diferencia

    existente entre estos enfoques, tienen algo esencial en comn: se toma como base el elemento ms

    simple, con carcter de tomo, y todo lo que sigue es considerado desde el punto de vista de la

    semejanza con l. As, en el primer caso, se toma como base del anlisis el signo aislado, y todos

    los fenmenos semiticos siguientes son considerados como secuencias de signos. El segundo

    punto de vista, en particular, se expres en la tendencia a considerar el acto comunicacional aislado

    el intercambio de un mensaje entre un destinador y un destinatario como el elemento primario

    y el modelo de todo acto semitico. Como resultado, el acto individual del intercambio sgnico

    comenz a ser considerado como el modelo de la lengua natural, y los modelos de las lenguas

    naturales, como modelos semiticos universales, y se tendi a interpretar la propia semitica como

    la extensin de los mtodos lingsticos a objetos que no se incluan en la lingstica tradicional.

    Este punto de vista, que se remonta a Saussure, lo expres con extrema precisin el difunto I. I.

    Revzin, quien, en los debates de la Segunda Escuela de Verano en Kariku (1966), propuso esta

    definicin: El objeto de estudio [predmet] de la semitica es cualquier objeto [obekt] que ceda

    ante los recursos de la descripcin lingstica.

    Tal enfoque responda a una conocida regla del pensamiento cientfico ascender de lo simple a

    lo complejo; y en la primera etapa, sin duda, se justific. Sin embargo, en l se esconde tambin un

    peligro: la conveniencia heurstica (la comodidad del anlisis) empieza a ser percibida como una

    1 0 semiosfere, en Semeiotik Trudy po znakorym sistemam, Tartu, Tartu Riildiku Ulikooli Toimetised, nm. 17,

    1984, pgs. 5-23. Reproducido en I. M. L., Izbrarn!ye stati, Tallin, Alexandra 1992, t. 1, pgs. 11-24. [N. del T.]

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    propiedad ontolgica del objeto, al que se le atribuye una estructura que asciende de los elementos

    con carcter de tomo, simples y claramente perfilados, a la gradual complicacin de los mismos. El

    objeto complejo se reduce a una suma de objetos simples.

    El camino recorrido por las investigaciones semiticas durante los ltimos veinte aos permite

    tomar muchas cosas de otro modo. Como ahora podemos suponer, no existen por s solos en forma

    aislada sistemas precisos y funcionalmente unvocos que funcionan realmente. La separacin de

    stos est condicionada nicamente por una necesidad heurstica. Tomado por separado, ninguno de

    ellos tiene, en realidad, capacidad de trabajar. Slo funcionan estando sumergidos en un continuum

    semitico, completamente ocupado por formaciones semiticas de diversos tipos y que se hallan en

    diversos niveles de organizacin. A ese continuum, por analoga con el concepto de biosfera

    introducido por V. I. Vernadski, lo llamamos semiosfera. Debemos prevenir contra la confusin del

    trmino de noosfera empleado por V. I. Vernadski y el concepto de semiosfera introducido por

    nosotros. La noosfera es una determinada etapa en el desarrollo de la biosfera una etapa vinculada a

    la actividad racional del hombre. La biosfera de Vernadski es un mecanismo csmico que ocupa un

    determinado lugar estructural en la unidad planetaria. Dispuesta sobre la superficie de nuestro

    planeta y abarcadora de todo el conjunto de la materia viva, la biosfera transforma la energa

    radiante del sol en energa qumica y fsica, dirigida a su vez a la transformacin de la

    conservadora materia inerte de nuestro planeta. La noosfera se forma cuando en este proceso

    adquiere un papel dominante la razn del hombre2. Mientras que la noosfera tiene una existencia

    material y espacial y abarca una parte de nuestro planeta, el espacio de la semiosfera tiene un

    carcter abstracto. Esto, sin embargo, en modo alguno significa que el concepto de espacio se

    emplee aqu en un sentido metafrico. Estamos tratando con una determinada esfera que posee los

    rasgos distintivos que se atribuyen a un espacio cerrado en s mismo. Slo dentro de tal espacio

    resultan posibles la realizacin de los procesos comunicativos y la produccin de nueva

    informacin.

    La concepcin que de la naturaleza de la biosfera tiene V. I. Vernadski puede ser til para

    definir el concepto que estamos introduciendo; por eso debemos detenemos en ella y examinarla

    ms detalladamente. V. I. Vernadski defina la biosfera como un espacio completamente ocupado

    por la materia viva. La materia viva escribi es un conjunto de organismos vivos3. Tal

    definicin, al parecer, da razones para pensar que se toma como base el hecho con carcter de

    tomo del organismo vivo aislado, cuya suma forma la biosfera. Sin embargo, en realidad no es as.

    Ya el hecho de que la materia viva sea considerada como una unidad orgnica una pelcula sobre

    la superficie del planeta y de que la diversidad de su organizacin interna retroceda a un segundo

    plano ante la unidad de la funcin csmica ser un mecanismo de transformacin de la energa

    irradiada por el sol en energa qumica y fsica de la tierra, habla del carcter primario que, en la

    conciencia de Vernadski, tiene la biosfera con respecto al organismo aislado. Todas esas

    condensaciones de la vida estn ligadas entre s de la manera ms estrecha. Una no puede existir sin

    la otra. Este vnculo entre las diversas pelculas y condensaciones vivas, y el carcter invariable de

    2 La historia del pensamiento cientfico, del conocimiento cientfico [...] es, a la vez, la historia de la creacin de

    una nueva fuerza geolgica en la biosfera: el pensamiento cientfico, antes ausente en la biosfera, V. I. Vernadski,

    Razmyshleniia naturalista. Naucbnaidmyslkakplanetarnoe iavlenie, t. 2, Mosc, 1977, pg. 22. 3 V. I. Vernadski, Biosfera (izbrannye trudypo biogueojimii), Mosc, 1967, pg. 350.

  • 12

    las mismas, son un rasgo inmemorial del mecanismo de la corteza terrestre, que se manifiesta en

    ella en el curso de todo el tiempo geolgico4. De manera particularmente definida se halla

    expresada esa idea en la siguiente frmula: La biosfera tiene una estructura completamente

    definida, que determina todo lo que ocurre en ella, sin excepcin alguna [...] El hombre, como se

    observa en la naturaleza, as como todos los organismos vivos, como todo ser vivo, es una funcin

    de la biosfera, en un determinado espacio-tiempo de sta5.

    Tambin en las cuestiones de la semitica es posible un enfoque anlogo. Se puede considerar

    el universo semitico como un conjunto de distintos textos y de lenguajes cerrados unos con

    respecto a los otros. Entonces todo el edificio tendr el aspecto de estar constituido de distintos

    ladrillitos. Sin embargo, parece ms fructfero el acercamiento contrario: todo el espacio semitico

    puede ser considerado como un mecanismo nico (si no como un organismo). Entonces resulta

    primario no uno u otro ladrillito, sino el gran sistema, denominado semiosfera. La semiosfera es

    el espacio semitico fiera del cual es imposible la existencia misma de la semiosis. As como

    pegando distintos bistecs no obtendremos un ternero, pero cortando un ternero podemos obtener

    bistecs, sumando los actos semiticos particulares, no obtendremos un universo semitico. Por el

    contrario, slo la existencia de tal universo de la semiosfera hace realidad el acto sgnico

    particular. La semiosfera se caracteriza por una serie de rasgos distintivos.

    1. Carcter delimitado. El concepto de semiosfera est ligado a determinada homogeneidad e

    individualidad semiticas. Estos dos conceptos (homogeneidad e individualidad), como veremos,

    son difcilmente definibles desde el punto de vista formal y dependen del sistema de descripcin,

    pero eso no anula el carcter real de los mismos ni la facilidad con que se los puede distinguir en el

    nivel intuitivo. Ambos conceptos presuponen el carcter delimitado de la semiosfera respecto del

    espacio extrasemitico o alosemitico que la rodea.

    Uno de los conceptos fundamentales del carcter semiticamente delimitado es el de frontera.

    Puesto que el espacio de la semiosfera tiene carcter abstracto, no debemos imaginamos la frontera

    de sta mediante los recursos de la imaginacin concreta. As como en la matemtica se llama

    frontera a un conjunto de puntos perteneciente simultneamente al espacio interior y al espacio

    exterior, la frontera semitica es la suma de los traductores-filtros bilinges pasando a travs de

    los cuales un texto se traduce a otro lenguaje (o lenguajes) que se halla fuera de la semiosfera dada.

    El carcter cerrado de la semiosfera se manifiesta en que sta no puede estar en contacto con los

    textos alosemiticos o con los no-textos. Para que stos adquieran realidad para ella, le es

    indispensable traducirlos a uno de los lenguajes de su espacio interno o semiotizar los hechos no-

    semiticos. As pues, los puntos de la frontera de la semiosfera pueden ser equiparados a los

    receptores sensoriales que traducen los irritantes externos al lenguaje de nuestro sistema nervioso, o

    a los bloques de traduccin que adaptan a una determinada esfera semitica el mundo exterior

    respecto a ella.

    De lo dicho resulta evidente que el concepto de frontera es correlativo al de individualidad

    semitica. En este sentido se puede decir que la semiosfera es una persona semitica y comparte

    4 V. I. Vernadski, lzbrarnye sochneniia, t. 5, Mosc, 1960, pg. 101. 5 V. I. Vernadski, Ra.zmyshkniia naturalista..., t. 2, pg. 32.

  • 13

    una propiedad de la persona como es la unin del carcter empricamente indiscutible e

    intuitivamente evidente de este concepto con la extraordinaria dificultad para definirlo formalmente.

    Es sabido que la frontera de la persona como fenmeno de la semitica histrico-cultural depende

    del modo de codificacin. As, por ejemplo, en unos sistemas la mujer, los nios, los criados no

    libres y los vasallos pueden ser incluidos en la persona del marido, del amo y del patrn, careciendo

    de una individualidad independiente; y en otros, son considerados como personas aisladas. Esto se

    deja ver claramente en la relatividad de la semitica jurdica. Cuando Ivn el Terrible ejecutaba,

    junto con el infortunado boyardo, no slo a la familia, sino tambin a todos sus criados, eso no

    estaba dictado por un imaginario temor de la venganza (como si un siervo de una heredad provincial

    pudiera ser peligroso para un zar!), sino por la idea de que, jurdicamente, todos ellos constituan

    una sola persona con el cabeza de la familia, y, por lo tanto, el castigo, naturalmente, se extenda a

    ellos. Los rusos vean el terror la crueldad del zar en que ste empleaba ampliamente las

    ejecuciones entre sus hombres, pero la inclusin de todos los representantes del linaje en la

    composicin de la infortunada unidad era natural para ellos. En cambio, los extranjeros se

    escandalizaban de que por la culpa de un ser humano sufriera otro. Todava en el ao 1732 la

    esposa del embajador ingls, Lady Rondeau (que en modo alguno era hostil a la corte rusa y que

    describi en sus epstolas la bondad y la sensibilidad de Anna Ioannovna y la nobleza de Biron), al

    informarle a una corresponsal europea suya sobre el destierro de la familia de los Dolgorkov,

    escribi: A usted, tal vez, le asombrar el destierro de mujeres y nios; pero aqu, cuando el cabeza

    de familia cae en desgracia, toda la familia sufre persecucin6. Ese mismo concepto de persona

    colectiva (en este caso: de linaje), y no individual, se halla, por ejemplo, en la base de la venganza

    de la sangre, cuando todo el linaje de un homicida es percibido como una persona jurdicamente

    responsable. S. M. Soloviov vinculaba de manera convincente el mestnichestvo7 a la idea de la

    persona de linaje colectiva:

    Es comprensible que, siendo tan slida la unin del linaje, siendo tan responsables, unos por los otros,

    todos los miembros del linaje, la importancia de la persona aislada desapareciera necesariamente ante la

    importancia del linaje; una persona era inconcebible sin linaje: cierto Ivn Petrov no era concebible como

    Ivn Petrov solo, sino nicamente como Ivn Petrov con sus hermanos y sobrinos. Con tal fusin de la

    persona con el linaje, si ascenda en el cargo una persona, ascenda todo el linaje, y con el descenso de un

    miembro del linaje, descenda todo el linaje8.

    La frontera del espacio semitico no es un concepto artificial, sino una importantsima posicin

    funcional y estructural que determina la esencia del mecanismo semitico de la misma. La frontera

    es un mecanismo bilinge que traduce los mensajes externos al lenguaje interno de la semiosfera y a

    6 Pisma ledi Rondo, zheny angliiskogo rezidenta pi russkom dvore u tsarstvovanie imp. Anty Iuanovny, ed. y notas

    de S. N. Shubinski, San Petersburgo, 1874, pg. 46. 7 Mesinichesivo: En la Rusia medieval: orden de sustitucin en los cargos en dependencia de la nobleza del linaje y

    del grado de importancia de los cargos ocupados por los antepasados (S. I. zhegov, Slovarrusskogo iazyka, Mosc,

    1973). [N. del T.] 8 Serguei Mijilovich Soloviov, Istorzia Rossii s drevneishij vremion, Libro tercero, San Petersburgo,

    Obshchestvennaia polza, s. f., col. 679.

  • 14

    la inversa. As pues, slo con su ayuda puede la semiosfera realizar los contactos con los espacios

    no-semitico y alosemitico. Tan pronto pasamos al dominio de la semntica, nos vemos en la

    necesidad de apelar a la realidad extrasemitica. Sin embargo, no se debe olvidar que, para una

    determinada semiosfera, esta realidad slo deviene realidad para s en la medida en que sea

    traducible al lenguaje de la misma (as como las materias qumicas externas slo pueden ser

    asimiladas por la clula si son traducidas a las estructuras bioqumicas propias de sta ambos

    casos son manifestaciones particulares de una misma ley).

    La funcin de toda frontera y pelcula (desde la membrana de la clula viva hasta la biosfera

    como segn Vernadski pelcula que cubre nuestro planeta, y hasta la frontera de la semiosfera)

    se reduce a limitar la penetracin de lo externo en lo interno, a filtrarlo y elaborarlo

    adaptativamente. En los diversos niveles, esta funcin invariante se realiza de diferente manera. En

    el nivel de la semiosfera, significa la separacin de lo propio respecto de lo ajeno, el filtrado de los

    mensajes externos y la traduccin de stos al lenguaje propio, as como la conversin de los no-

    mensajes externos en mensajes, es decir, la semiotizacin de lo que entra de afuera y su conversin

    en informacin.

    Desde este punto de vista, todos los mecanismos de traduccin que estn al servicio de los

    contactos externos pertenecen a la estructura de la frontera de la semiosfera. La frontera general de

    la semiosfera se interseca con las fronteras de los espacios culturales particulares.

    En los casos en que el espacio cultural tiene un carcter territorial, la frontera adquiere un

    sentido espacial en el significado elemental. Sin embargo, tambin cuando eso ocurre, ella conserva

    el sentido de un mecanismo buffer que transforma la informacin, de un peculiar bloque de

    traduccin. As, por ejemplo, cuando la semiosfera se identifica con el espacio cultural dominado,

    y el mundo exterior respecto a ella, con el reino de los elementos caticos, desordenados, la

    distribucin espacial de las formaciones semiticas adquiere, en una serie de casos, el siguiente

    aspecto: las personas que en virtud de un don especial (los brujos) o del tipo de ocupacin (herrero,

    molinero, verdugo) pertenecen a dos mundos y son como traductores, se establecen en la periferia

    territorial, en la frontera del espacio cultural y mitolgico, mientras que el santuario de las

    divinidades culturales que organizan el mundo se dispone en el centro. Cfr., en la cultura del

    siglo XIX, la estructura social del elemento destructivo del cinturn de los suburbios; adems, el

    suburbio interviene, por ejemplo, en el poema de Tsveteva (Poema de la entrada de la ciudad),

    tanto como parte de la ciudad, como en calidad de espacio perteneciente al mundo que destruye a la

    ciudad. Su naturaleza es bilinge.

    Todos los grandes imperios que lindaban con nmadas, estepa o brbaros, asentaban en

    sus fronteras tribus de esos mismos nmadas o brbaros, contratados para el servicio de la

    defensa de la frontera. Esas colonias formaban una zona de bilingismo cultural que garantizaba los

    contactos semiticos entre los dos mundos. Esa misma funcin de frontera de la semiosfera es

    desempeada por las regiones con diversas mezclas culturales: ciudades, vas comerciales y otros

    dominios de formaciones de koin y de estructuras semiticas creolizadas.

    Un mecanismo tpico de la frontera es la situacin de la novela de frontera del tipo del epos

    bizantino sobre Diguenis o aquella a la que se alude en El Cantar de las Huestes de Igor. En

  • 15

    general, el sujet9 del tipo de Romeo y Julieta sobre una unin amorosa que une dos espacios

    culturales enemigos, revela claramente la esencia del mecanismo de la frontera.

    Hay que tener en cuenta, sin embargo, que, si desde el punto de vista de su mecanismo

    inmanente, la frontera une dos esferas de la semiosis, desde la posicin de la autoconciencia

    semitica (la autodescripcin en un metanivel) de la semiosfera dada, las separa. Tomar conciencia

    de s mismo en el sentido semitico-cultural, significa tomar conciencia de la propia especificidad,

    de la propia contraposicin a otras esferas. Esto hace acentuar el carcter absoluto de la lnea con

    que la esfera dada est contorneada.

    En diferentes momentos histricos del desarrollo de la semiosfera, uno u otro aspecto de las

    funciones de la frontera puede dominar, amortiguando o aplastando enteramente al otro.

    La frontera tiene tambin otra funcin en la semiosfera: es un dominio de procesos semiticos

    acelerados que siempre transcurren ms activamente en la periferia de la oikumena cultural, para de

    ah dirigirse a las estructuras nucleares y desalojarlas.

    Con el ejemplo de la historia de la antigua Roma queda bien ilustrada una regularidad10

    ms

    general: un determinado espacio cultural, al ensancharse impetuosamente, introduce en su rbita

    colectividades (estructuras) externas y las convierte en su periferia. Esto estimula un impetuoso

    auge semitico-cultural y econmico de la periferia, que traslada al centro sus estructuras

    semiticas, suministra lderes culturales y, en resumidas cuentas, conquista literalmente la esfera del

    centro cultural. Esto, a su vez, estimula (por regla general, bajo la consigna del regreso a los

    fundamentos) el desarrollo semitico del ncleo cultural, que de hecho es ya una nueva estructura

    surgida en el curso del desarrollo histrico, pero que se entiende a s misma en metacategoras de

    las viejas estructuras. La oposicin centro/periferia es sustituida por la oposicin ayer/hoy.

    Puesto que la frontera es una parte indispensable de la semiosfera, esta ltima necesita de un

    entorno exterior no organizado y se lo construye en caso de ausencia de ste. La cultura crea no

    slo su propia organizacin interna, sino tambin su propio tipo de desorganizacin externa. La

    Antigedad se construye los brbaros; y la conciencia, la subconsciencia. En esto, daba lo

    9 A pesar de que el trmino ruso siuzbet suele ser traducido con las palabras espaolas trama y argumento, aqu y

    en adelante lo conservamos en transcripcin francesa, dado su carcter de galicismo ruso como una acuacin

    especfica de la Potica terica rusa formalista y estructuralista, inseparable de un contexto histrico de definiciones

    divergentes, oposiciones terminolgicas (sujet / fbula) y discrepancias internacionales (por ejemplo, entre las

    concepciones rusa y croata del mismo). Por lo dems, en esa misma forma no traducida, el trmino ha entrado en el

    arsenal terminolgico de otras lenguas (checo y alemn, por ejemplo). [N. del T.] 10 En ruso: zakonomernost, conformidad con una ley (zaleon: ley, -mem-: conforme a, -Qn: sufijo para la formacin

    de sustantivos abstractos). Este trmino tiene sus equivalentes, entre otros, en polaco (prawidlowosc), checo

    (z4konitost), rumano (le,itaie), alemn (Gesetzmssz keit) y hngaro (aszenseg) estos dos ltimos formados de la

    misma manera que en ruso. Regularidad (o sea, conformidad con una igkz), trmino espaol habitualmente empleado

    para traducir zakonwnernost y sus homlogos en otras lenguas a menudo a sabiendas de su no equivalencia y por

    temor a la comprensin de legalidad en trminos de leyes jurdicas y no objetivas o naturales, aqu puede prestarse a

    indeseables correlaciones con el trmino irregularidad (semitica) [neravnomernost]. No obstante, nos sometemos a la

    costumbre, al no disponer de un mejor trmino para llenar ese vaco terminolgico de la lengua espaola. Al tratar de

    llenarlo, convendr tener en cuenta que el rumano, una lengua latina, no vacil en crear los neologismos le,gic y le,itate

    (lgico y legicidad) con las respectivas acepciones de Que est en conformidad con las exigencias de leyes objetivas

    del desarrollo y Propiedad de los fenmenos de desenvolverse en conformidad con dichas exigencias. [N. del T.]

  • 16

    mismo que esos brbaros, en primer lugar, pudieran poseer una cultura mucho ms antigua y, en

    segundo lugar, desde luego, no representaran un nico todo, y formaran una gama cultural que

    abarcaba desde altsimas civilizaciones de la Antigedad hasta tribus que se hallaban en un estadio

    muy primitivo del desarrollo. No obstante, la civilizacin antigua slo pudo tomar conciencia de s

    misma como un todo cultural despus de construir ese, por as decir, mundo brbaro nico, cuyo

    rasgo distintivo fundamental era la ausencia de un lenguaje comn con la cultura antigua. Las

    estructuras externas, dispuestas al otro lado de la frontera semitica, son declaradas no-estructuras.

    La valoracin de los espacios interior y exterior no es significativa. Significativo es el hecho

    mismo de la presencia de una frontera. As, en las robinsonadas del siglo XVIII, el mundo de los

    salvajes que se halla fuera de la semitica de la sociedad civilizada (pueden equipararse a l los

    mundos de animales o de nios, construidos de manera igualmente artificial con arreglo al rasgo

    distintivo del estar situado fuera de las convenciones de la cultura, es decir, de los mecanismos

    semiticos de sta), es valorado positivamente.

    2. Irregularidad semitica. De lo dicho en el primer punto se ve que el espacio no-semitico,

    de hecho, puede resultar el espacio de otra semitica. Lo que desde el punto de vista interno de una

    cultura dada tiene el aspecto de un mundo no-semitico externo, desde la posicin de un observador

    externo puede presentarse como periferia semitica de la misma. As pues, de la posicin del

    observador depende por donde pasa la frontera de una cultura dada.

    Esta cuestin se ve complicada por la obligatoria irregularidad interna como ley de la

    organizacin de la semiosfera. El espacio semitico se caracteriza por la presencia de estructuras

    nucleares (con ms frecuencia varias) con una organizacin manifiesta y de un mundo semitico

    ms amorfo que tiende hacia la periferia, en el cual estn sumergidas las estructuras nucleares. Si

    una de las estructuras nucleares no slo ocupa la posicin dominante, sino que tambin se eleva al

    estadio de la autodescripcin y, por consiguiente, segrega un sistema de metalenguajes con ayuda

    de los cuales se describe no slo a s misma, sino tambin al espacio perifrico de la semiosfera

    dada, entonces encima de la irregularidad del mapa semitico real se construye el nivel de la unidad

    ideal de ste. La interaccin activa entre esos niveles deviene una de las fuentes de los procesos

    dinmicos dentro de la semiosfera.

    La irregularidad en un nivel estructural es complementada por la mezcla de los niveles. En la

    realidad de la semiosfera, por regla general se viola la jerarqua de los lenguajes y de los textos:

    stos chocan como lenguajes y textos que se hallan en un mismo nivel. Los textos se ven

    sumergidos en lenguajes que no corresponden a ellos, y los cdigos que los descifran pueden estar

    ausentes del todo. Imaginmonos la sala de un museo en la que en las diferentes vitrinas estn

    expuestos objetos de diferentes siglos, inscripciones en lenguas conocidas y desconocidas,

    instrucciones para el desciframiento, un texto aclaratorio para la exposicin redactado por

    metodlogos, esquemas de las rutas de las excursiones y las reglas de conducta de los visitantes. Si

    colocamos all, adems, a los propios visitantes con su mundo semitico, obtendremos algo que

    recordar un cuadro de la semiosfera.

    La no homogeneidad estructural del espacio semitico forma reservas de procesos dinmicos y

    es uno de los mecanismos de produccin de nueva informacin dentro de la esfera. En los sectores

    perifricos, organizados de manera menos rgida y poseedores de construcciones flexibles,

    deslizantes, los procesos dinmicos encuentran menos resistencia y, por consiguiente, se

  • 17

    desarrollan ms rpidamente. La creacin de autodescripciones metaestructurales (gramticas) es un

    factor que aumenta bruscamente la rigidez de la estructura y hace ms lento el desarrollo de sta.

    Entretanto, los sectores que no han sido objeto de una descripcin o que han sido descritos en

    categoras de una gramtica ajena obviamente inadecuada a ellos, se desarrollan con ms rapidez.

    Eso prepara en el futuro el traslado de la funcin de ncleo estructural a la periferia de la etapa

    precedente y la conversin del antiguo centro en periferia. Podemos seguir con claridad este proceso

    en el traslado geogrfico de los centros y las regiones fronterizas de las civilizaciones mundiales.

    La divisin en ncleo y periferia es una ley de la organizacin interna de la semiosfera. En el

    ncleo se disponen los sistemas semiticos dominantes. Sin embargo, mientras que el hecho de esa

    divisin es absoluto, las formas que reviste son relativas desde el punto de vista semitico y

    dependen en considerable medida del metalenguaje de descripcin escogido o sea, de si estamos

    ante una autodescripcin descripcin desde un punto de vista interno y en trminos producido en el

    proceso de autodesarrollo de la semiosfera dada) o si la descripcin es llevada a cabo por un

    observador externo en categoras de otro sistema.

    Las formaciones semiticas perifricas pueden estar representadas no por estructuras cerradas

    (lenguajes), sino por fragmentos de las mismas o incluso por textos aislados. Al intervenir como

    ajenos para el sistema dado, esos textos cumplen en el mecanismo total de la semiosfera la

    funcin de catalizadores. Por una parte, la frontera con un texto ajeno siempre es un dominio de una

    intensiva formacin de sentido. Por otra, todo pedazo de una estructura semitica o todo texto

    aislado conserva los mecanismos de reconstruccin de todo el sistema. Precisamente la destruccin

    de esa totalidad provoca un proceso acelerado de recordacin de reconstruccin del todo

    semitico por una parte de l. Esta reconstruccin de un lenguaje ya perdido, en cuyo sistema el

    texto dado adquirira la condicin de estar dotado de sentido [osmyslennost], siempre resulta

    prcticamente la creacin de un nuevo lenguaje, y no la recreacin del viejo, como parece desde el

    punto de vista de la autoconciencia de la cultura. La presencia constante en la cultura de una

    determinada reserva de textos con cdigos perdidos conduce a que el proceso de creacin de nuevos

    cdigos a menudo sea percibido subjetivamente como una reconstruccin (rememoracin) de

    cdigos viejos.

    La irregularidad estructural de la organizacin interna de la semiosfera es determinada, en

    particular, por el hecho de que, siendo heterognea por naturaleza, ella se desarrolla con diferente

    velocidad en sus diferentes sectores. Los diversos lenguajes tienen diferente tiempo y diferente

    magnitud de ciclos: las lenguas naturales se desarrollan mucho ms lentamente que las estructuras

    ideolgico-mentales. Por eso, ni hablar se puede de una sincronicidad de los procesos que

    transcurren en ellos.

    As pues, la semiosfera es atravesada muchas veces por fronteras internas que especializan los

    sectores de la misma desde el punto de vista semitico. La transmisin de informacin a travs de

    esas fronteras, el juego entre diferentes estructuras y subestructuras, las ininterrumpidas

    irrupciones semiticas orientadas de tal o cual estructura en un territorio ajeno, determinan

    generaciones de sentido, el surgimiento de nueva informacin.

    La diversidad interna de la semiosfera presupone la integralidad de esta. Las partes no entran en

    el todo como detalles mecnicos, sino como rganos en un organismo. Una particularidad esencial

    de la construccin estructural de los mecanismos nucleares de la semiosfera es que cada parte de

  • 18

    sta representa, ella misma, un todo cerrado en su independencia estructural. Los vnculos de ella

    con otras partes son complejos y se distinguen por un alto grado de desautomatizacin. Es ms: en

    los niveles superiores adquieren carcter de conducta, es decir, obtienen la capacidad de elegir

    independientemente un programa de actividad. Con respecto al todo, hallndose en otros niveles de

    la jerarqua estructural, muestran la propiedad del isomorfismo. As pues, son al mismo tiempo

    parte del todo y algo semejante a l. Para aclarar esta relacin, podemos recurrir a la imagen

    empleada en relacin con otra cosa a fines del siglo XIV por el escritor checo Tom tn. Del

    mismo modo que un rostro, al tiempo que se refleja enteramente en un espejo, se refleja tambin en

    cada uno de sus pedazos, que, de esa manera, resultan tanto parte del espejo entero como algo

    semejante a ste, en el mecanismo semitico total el texto aislado es isomorfo desde determinados

    puntos de vista a todo el mundo textual, y existe un claro paralelismo entre la conciencia individual,

    el texto y la cultura en su conjunto. El isomorfismo vertical, existente entre estructuras dispuestas

    en diferentes niveles jerrquicos, genera un aumento cuantitativo de los mensajes. Del mismo modo

    que el objeto reflejado en el espejo genera cientos de reflejos en sus pedazos, el mensaje introducido

    en la estructura semitica total se multiplica en niveles ms bajos. El sistema es capaz de convertir

    el texto en una avalancha de textos.

    Sin embargo, la produccin de textos esencialmente nuevos requiere otro mecanismo. En este

    caso se necesitan contactos de un tipo esencialmente distinto. El mecanismo del isomorfismo se

    construye aqu de otro modo. Puesto que se est pensando no en un simple acto de transmisin, sino

    en un intercambio, entre los participantes de ste debe haber no slo relaciones de semejanza, sino

    tambin determinada diferencia. La condicin ms simple de esta especie de semiosis se podra

    formular de la siguiente manera: las subestructuras que participan en ella no tienen que ser

    isomorfas una respecto a la otra, sino que deben ser, cada una por separado, isomorfas a un tercer

    elemento de un nivel ms alto, de cuyo sistema ellas forman parte. As, por ejemplo, el lenguaje

    verbal y el icnico de las representaciones dibujadas no son isomorfos uno respecto al otro. Pero

    cada uno de ellos, desde diversos puntos de vista, es isomorfo respecto al mundo extrasemitico de

    la realidad, del cual son un reflejo en cierto lenguaje. Esto hace posible, por una parte, el

    intercambio de mensajes entre esos sistemas, y, por otra, la nada trivial transformacin de los

    mensajes en el proceso de su traslado.

    La presencia de dos partenaires de la comunicacin parecidos y al mismo tiempo diferentes es

    importantsima, pero no es la nica condicin para el surgimiento de un sistema dialgico. El

    dilogo entraa la reciprocidad y la mutualidad en el intercambio de informacin. Pero para eso es

    necesario que el tiempo de transmisin sea relevado por el tiempo de recepcin11

    . Y eso supone un

    carcter discreto: la posibilidad de hacer interrupciones en la transmisin informacional. Esta

    capacidad de entregar informacin en porciones es una ley universal de los sistemas dialgicos

    desde la secrecin de sustancias odorferas en la orina por los perros hasta el intercambio de textos

    en la comunicacin humana. Se ha de tener en cuenta que el carcter discreto puede surgir en el

    nivel de la estructura all donde en la realizacin material de la misma existe un relevo cclico de

    periodos de gran actividad y periodos de mxima disminucin de sta. De hecho, podemos decir

    11 Vase John Newson, Dia1ogue and Deve1opment, en Action, Gestare and Symbol. The Emergence of

    Language, ed. Andrew Lock, Londres-Nueva York-San Francisco, 1978, pg. 33.

  • 19

    que el carcter discreto en los sistemas semiticos surge cuando se describen procesos cclicos con

    el lenguaje de una estructura discreta. As, por ejemplo, en la historia de la cultura se pueden

    distinguir perodos en los que tal o cual arte, hallndose en el punto ms alto de su actividad,

    transmite [transliruet] sus textos a otros sistemas semiticos. Sin embargo, esos perodos son

    relevados por otros en los que ocurre como si la rama [rod] dada del arte pasara a la recepcin.

    Esto no significa que cuando describamos la historia aislada de un arte dado nos toparemos aqu con

    una interrupcin: ste, al ser estudiado inmanentemente, parecer ininterrumpido. Pero basta con

    que nos planteemos el objetivo de describir el conjunto de las artes en los marcos de tal o cual

    poca, para que descubramos claramente la expansin de unas y como interrupciones en la

    historia de otras. Este mismo fenmeno puede explicar otro, bien conocido por los historiadores de

    la cultura, pero que no ha sido objeto de una interpretacin terica: segn la mayora de las teoras

    culturolgicas, fenmenos como el Renacimiento, el Barroco, el clasicismo o el romanticismo, al

    haber sido generados por factores universales para una determinada cultura deben diagnosticarse

    sincrnicamente en el dominio de diversas manifestaciones artsticas y ms ampliamente

    intelectuales. Sin embargo, la historia real de la cultura da un cuadro totalmente distinto: los

    distintos momentos de llegada de semejantes fenmenos epocales en las diferentes ramas del arte se

    nivelan solamente en el metanivel de la autoconciencia cultural, que se convierte despus en

    concepciones investigativas. Pero en el tejido real de la cultura la no sincronicidad no interviene

    como una desviacin casual, sino como una ley regular. El arte transmisor que se halla en el apogeo

    de su actividad, al mismo manifiesta tiempo rasgos de espritu innovador y de dinamismo. Los

    destinatarios, por regla general, todava estn viviendo la etapa cultural precedente. Suele haber

    tambin otras relaciones, ms complejas, pero la irregularidad tiene un carcter de regularidad

    universal. Precisamente gracias a ella los procesos de desarrollo que, desde el punto de vista

    inmanente, son ininterrumpidos, desde una posicin cultural general se presentan como discretos.

    Lo mismo se puede observar con respecto a los grandes contactos culturales entre reas: el

    proceso de influencia del Oriente cultural sobre el Occidente y del Occidente sobre el Oriente est

    ligado a la no sincronicidad de las sinusoides del desarrollo inmanente de los mismos y para el

    observador externo se presenta como un relevo discreto de actividades de diversa orientacin.

    Ese mismo sistema de relaciones se observa tambin en otros diversos dilogos, por ejemplo: el

    del centro y la periferia de la cultura, el de su parte de arriba y su parte de abajo.

    El hecho de que la pulsacin de la actividad en un nivel estructural ms alto aparezca como

    carcter discreto, no nos asombrar si recordamos que las fronteras entre los fonemas slo existen

    en el nivel fonolgico, pero en modo alguno en el fontico y no existen en el oscilograma sonoro

    del habla. Lo mismo se puede decir tambin respecto a otras fronteras estructurales por ejemplo,

    entre palabras.

    Por ltimo, el dilogo debe poseer una propiedad ms: puesto que el texto que ha sido

    transmitido y la respuesta a l que ha sido recibida deben formar, desde cierto tercer punto de vista,

    un texto nico, y, adems, cada uno de ellos, desde su propio punto de vista, no slo representa un

    texto aparte, sino que tambin tiende a ser un texto en otra lengua, el texto transmitido debe,

    adelantndose a la respuesta, contener elementos de transicin a la lengua ajena. De lo contrario, el

    dilogo es imposible. John Newson, en el artculo antes citado, mostr cmo en el dilogo entre la

    madre lactante y el nio de pecho tiene lugar una transicin recproca al lenguaje de la mmica ajena

  • 20

    y de las seales del habla. A propsito, en esto radica la diferencia entre el dilogo y el

    amaestramiento unilateral.

    A esto est vinculado, por ejemplo, el hecho de que la literatura del siglo XIX, para ejercer

    fuerte influencia en la pintura, debi incluir en su lenguaje elementos de pictoricidad. Fenmenos

    anlogos ocurren tambin cuando se producen contactos culturales entre reas.

    El intercambio dialgico (en sentido amplio) de textos no es un fenmeno facultativo del

    proceso semitico. La utopa de un Robinson aislado, creada por el pensamiento del siglo XVIII,

    est en contradiccin con la idea actual de que la conciencia es un intercambio de mensajes desde

    el intercambio entre los hemisferios cerebrales hasta el intercambio entre culturas. La conciencia sin

    comunicacin es imposible. En este sentido se puede decir que el dilogo precede al lenguaje y lo

    genera.

    Precisamente eso es lo que se halla en la base de la idea de la semiosfera: el conjunto de las

    formaciones semiticas precede (no heursticamente, sino funcionalmente) al lenguaje aislado

    particular y es una condicin de la existencia de este ltimo. Sin semiosfera el lenguaje no slo no

    funciona, sino que tampoco existe. Las diferentes subestructuras de la semiosfera estn vinculadas

    en una interaccin y no pueden funcionar sin apoyarse unas en las otras. En este sentido, la

    semiosfera del mundo contemporneo, que, ensanchndose constantemente en el espacio a lo largo

    de siglos, ha adquirido en la actualidad un carcter global, incluye dentro de s tanto las seales de

    los satlites como los versos de los poetas y los gritos de los animales. La interconexin de todos

    los elementos del espacio semitico no es una metfora, sino una realidad.

    La semiosfera tiene una profundidad diacrnica, puesto que est dotada de un complejo sistema

    de memoria y sin esa memoria no puede funcionar. Mecanismos de memoria hay no slo en algunas

    subestructuras semiticas, sino tambin en la semiosfera como un todo. A pesar de que a nosotros,

    sumergidos en la semiosfera, sta puede parecemos un objeto caticamente carente de regulacin,

    un conjunto de elementos autnomos, es preciso suponer la presencia en ella de una regulacin

    interna y de una vinculacin funcional de las partes, cuya correlacin dinmica forma la conducta

    de la semiosfera. Esta suposicin responde al principio de economa, puesto que sin ella el hecho

    evidente de que se efectan las distintas comunicaciones se hace difcilmente explicable.

    El desarrollo dinmico de los elementos de la semiosfera (las subestructuras) est orientado

    hacia la especificacin de stos y, por consiguiente, hacia el aumento de la variedad interna de la

    misma. Sin embargo, con ese aumento la integridad de la semiosfera no se destruye, puesto que en

    la base de todos los procesos comunicativos se halla un principio invariante que los hace semejantes

    entre s. Este principio se basa en una combinacin de simetra-asimetra (en el nivel del lenguaje

    este rasgo estructural fue caracterizado por Saussure como mecanismo de semejanzas y

    diferencias) con un relevo peridico de apogeos y extinciones en el transcurso de todos los

    procesos vitales en todas sus formas. En realidad, tambin estos dos principios pueden ser reducidos

    a una unidad ms general: la simetra-asimetra puede ser considerada como la divisin de cierta,

    unidad por un plano de simetra, como resultado de lo cual surgen estructuras reflejadas

    especularmente base del ulterior aumento de la variedad y de la especificacin funcional. Y la

    ciclicidad, en cambio, est basada en un movimiento giratorio en torno al eje de la simetra.

    La combinacin de estos dos principios se observa en los niveles ms diversos: desde la

    contraposicin de la ciclicidad (simetra axial) en el mundo del cosmos y del ncleo atmico al

  • 21

    movimiento unidireccional, que domina en el mundo animal y es el resultado de la simetra planar,

    hasta la anttesis del tiempo mitolgico (cclico) y el tiempo histrico (orientado en una direccin).

    Puesto que la combinacin de esos principios tiene un carcter estructural que rebasa no slo

    los marcos de la sociedad humana, sino tambin los del mundo vivo, y permite establecer la

    semejanza de las estructuras ms generales, por ejemplo, con la obra potica, surge, naturalmente, la

    pregunta: no ser todo el universo un mensaje que entra en una semiosfera todava ms general?

    No habr que someter a una lectura el universo? Dudo que alguna vez seamos capaces de

    responder a esa pregunta. La posibilidad de un dilogo presupone, a la vez, tanto la heterogeneidad

    como la homogeneidad de los elementos. La heterogeneidad semitica presupone la heterogeneidad

    estructural. Desde este punto de vista, la diversidad estructural de la semiosfera constituye la base

    de su mecanismo. Probablemente, as hay que interpretar, con respecto a la problemtica que nos

    interesa, el principio que V. I. Vernadski llam principio de P. Curie-Pasteur y consider uno de

    los principios fundamentales de la lgica de la ciencia de la comprensin de la naturaleza: La

    disimetra slo puede ser provocada por una causa que ya posea, ella misma, esa disimetra12

    .

    El caso ms simple, y a la vez el ms extendido, de unin de la identidad y la diferencia

    estructurales es el enantiomorfismo, es decir, la simetra especular, en la cual ambas partes son

    especularmente iguales, pero son desiguales cuando se pone una sobre otra, o sea, se relacionan

    entre s como derecho e izquierdo. Tal relacin crea esa diferencia correlacionable que se distingue

    tanto de la identidad que hace el dilogo, como de la diferencia no correlacionable que lo hace

    imposible. Si las comunicaciones dialgicas son la base de la formacin del sentido, las divisiones

    enantiomrficas de lo uno y los acercamientos de lo diferente son la base de la correlacin

    estructural de las partes en el dispositivo generador del sentido13

    .

    La simetra especular crea las necesarias relaciones de diversidad estructural y semejanza

    estructural que permiten construir relaciones dialgicas. Por una parte, los sistemas no son idnticos

    y emiten textos diferentes, y, por otra, se transforman fcilmente uno en otro, lo cual les garantiza a

    los textos una traducibilidad mutua. Si podemos decir que, para que sea posible el dilogo, sus

    participantes deben ser diferentes y, a la vez, tener en su estructura la imagen semitica de su

    contraparte [kontragent]14

    , entonces el enantiomorfismo es una ideal mquina elemental de

    dilogo. Una demostracin de que la simple simetra especular cambia radicalmente el

    funcionamiento del mecanismo semitico, es el palndromo. Este fenmeno se ha estudiado poco,

    ya que ha sido considerado como un entretenimiento potico, fruto del arte verbal ldicro15

    , y a

    veces, de manera abiertamente peyorativa, como malabarismo verbal16

    . Entretanto, hasta un

    superficial examen de este fenmeno permite poner de manifiesto problemas muy serios. A

    nosotros, aqu, no nos interesa la propiedad que tiene el palndromo de conservar el sentido de la

    12 V. I. Vernadski, Pravizna i 1evizna, en Ra.zmyshkniia naturalista. Nauchnaia mysi ktzkplanetamoe iavlenie, t. 2,

    Mosc, 1977, pg. 149. 13 VaseViach. Vs. Ivnov, Chiot i nechiot. Asimmetriia mozga i znaovyj sistsm, Mosc, 1978. 14 Vase sobre esto el artculo de Z. G. Mints y E. G. MeInikova, Simmetriia-asimmetrua y kornpozitsii III

    Simfonii Pmdreia Belogo, en Semeiotik nm. 17, pgs. 84-92. 15 A. Kviatkoyskj, Poeticheskii slovar Mosc, 1966, pg. 190. 16 L. I. Timofey y S. V. Turev (redactores-compiladores), Sovar1iteraturovedches- ky terminov, Mosc, 1974,

    pg. 257.

  • 22

    palabra o grupo de palabras cuando son ledas tanto en una direccin como en la contraria, sino

    cmo cambian en ese caso los mecanismos de formacin del texto y, por consiguiente, de la

    conciencia.

    Recordemos el anlisis del palndromo chino efectuado por el acadmico V. M. Aleksev.

    Habiendo sealado que el jeroglfico chino, tomado aisladamente, da una idea slo del ncleo

    matriz [gnezdo] de sentido, pero, concretamente, sus caractersticas semnticas y gramaticales slo

    se revelan en la correlacin con la cadena textual, y que sin el orden de las palabras-signos no se

    pueden determinar ni las categoras gramaticales de las mismas ni el relleno real de sentido que

    concretiza la semntica abstracta muy general del jeroglfico aislado, V. M. Aleksev muestra los

    sorprendentes cambios gramaticales y de sentido que tienen lugar en el palndromo chino en

    dependencia de cul sea la direccin en que se lea. En este palndromo (o sea, el orden invertido de

    las palabras del verso normal) todas las slabo-palabras chinas, permaneciendo exactamente en sus

    puestos, estn llamadas a desempear ya otros papeles, tanto sintcticos como semnticos17

    . De

    esto V. M. Aleksev sac una interesante conclusin de carcter metdico: la de que precisamente

    el palndromo es un material inapreciable para el estudio de la gramtica de la lengua china.

    Las conclusiones son claras: 1) El palndromo es el mejor de los medios posibles para ilustrar la

    interconexin de las slabo-palabras chinas, sin recurrir a la experiencia artificiosa, s, pero no hbil, realizada

    sin talento, burdamente ilustrativa, de las permutaciones para ejercicio de los alumnos en materia de sintaxis

    china. 2) El palndromo es [...] el mejor material chino para la construccin de una teora de la palabra y de la

    oracin simple chinas (y tal vez no slo de las chinas)18

    .

    Las observaciones sobre el palndromo ruso conducen a otras conclusiones. En una breve nota,

    S. Kirsnov aduce auto-observaciones extraordinariamente interesantes sobre el problema de la

    psicologa del autor de palndromos rusos. Da a conocer cmo, siendo todava un estudiante de

    bachillerato, involuntariamente dije para m: Tiuknne liut19, y de repente not que esa frase se

    lee tambin en el orden inverso. Desde ese momento a menudo me sorprend a m mismo leyendo

    palabras al revs. Con el tiempo empec a ver las palabras en bloque, y esas palabras que

    rimaban consigo mismas y las combinaciones de ellas surgan involuntariamente20

    .

    As pues, el mecanismo del palndromo ruso consiste en ver la palabra. Esto permite leerla

    despus en el orden inverso. Ocurre una cosa muy curiosa: en la lengua china, en la que la palabra-

    jeroglfico se comporta como si ocultara su estructura morfo-gramatical, la lectura en el orden

    contrario contribuye a la aparicin de esa construccin oculta, presentando lo integral y visible

    como un conjunto consecutivo oculto de elementos estructurales. En la lengua rusa, en cambio, el

    palndromo demanda la capacidad de ver en bloque las palabras, es decir, percibirlas como un

    dibujo integral, una especie de jeroglfico. El palndromo chino traduce lo visible e integral a lo

    discreto y analticamente diferenciado; el ruso, activa lo diametralmente opuesto: la visibilidad y la

    integralidad. O sea, la lectura en la direccin opuesta activa el mecanismo de la otra conciencia

    17 V. M. Aleksev, Kitaiskii palindrom y ego nauchno-pedagoguicheskom ispolzovanii, en la recopilacin

    Pamiati akademika Lva Viadimirovicha Shcherby, Leningrado, 1951, pg. 95. 18 ibdem, pg. 102. 19 En ruso: La foca no es feroz. [N. del T.] 20 Semion Kirsnov, Poeziia i palindromon, en Nauka izbizn 1966, nm. 7, pg. 76.

  • 23

    hemisfrica. El hecho elemental de la transformacin enantiomrfica del texto cambia el tipo de

    conciencia correlacionada con l.

    As pues, la percepcin del palndromo como malabarismo intil, ingeniosidad sin sentido,

    recuerda la opinin del gallo de la fbula de Krylov sobre la perla. Conviene recordar tambin la

    moraleja de esa fbula:

    Los incultos juzgan exactamente as: Todo aquello que no entienden, para ellos es fruslera21

    .

    El palndromo activa las capas ocultas de la conciencia lingstica y es un material

    extraordinariamente valioso para los experimentos sobre los problemas de la asimetra funcional del

    cerebro. El palndromo no carece de sentido22

    , sino que tiene muchos sentidos. En niveles ms altos,

    a la lectura contraria se le atribuye una significacin mgica, sacra, secreta. En la lectura normal

    el texto es identificado con la esfera abierta de la cultura, y en la inversa, con la esotrica. Es

    indicativa la utilizacin de los palndromos en los conjuros, las frmulas mgicas, las inscripciones

    en puertas y tumbas, o sea, en los lugares fronterizos y mgicamente activos del espacio cultural:

    regiones del choque de las fuerzas terrenales (normales) y las infernales (inversas). Y el obispo y

    poeta Sidonio Apolinario le atribuy al diablo mismo la autora del conocido palndromo latino:

    Sigua te sigua, temere me tangs et angis.

    Roma tibi subito motibus ibit amor.

    (Persgnate, persgnate; sin saberlo, con eso me ofendes y afliges.

    Roma, con esos signos-gestos de repente llamas hacia ti el amor.)

    El mecanismo especular que forma las parejas simtrico-asimtricas est tan ampliamente

    difundido en todos los mecanismos generadores de sentido, que podemos decir que es universal,

    abarcador del nivel molecular y de las estructuras generales del universo, por una parte, y de las

    creaciones globales del espritu humano, por otra. Para los fenmenos definibles mediante el

    concepto texto, es, indiscutiblemente, universal. El paralelo a la anttesis de la construccin sacra

    (directa) e infernal (inversa) se caracteriza por la especularidad espacial del Purgatorio convexo y el

    Infierno cncavo, que, en Dante, repiten cada uno, como la forma y su relleno, la configuracin del

    otro. Podemos considerar como una construccin palindrmica del sujet la composicin de Evgueni

    Oneguin, obra en la que, al moverse en una direccin, ella lo ama a l, expresa su amor en una

    carta, pero encuentra una fra respuesta de rechazo, mas en el reflejo contrario l la ama a ella,

    expresa su amor en una carta y encuentra, a su vez, una respuesta de rechazo. Semejante

    construccin del sujet es caracterstica de Pushkin23

    . As, en La hija del capitn el sujet se compone

    de dos viajes: el de Griniov adonde el zar de los mujilcs para salvar a Masha que ha cado en

    21 I. A. Krylov, Poln. sobr. soch., t. III, Mosc, 1946, pg. 51. 22 S. Kalachiova, en una nota escrita desde las posiciones del personaje de Krylov, Comenta as el poema Razin de

    Jlbnikov: El significado, el sentido de las palabras y de las combinaciones de palabras deja de interesarle al autor i.a

    composicin de estas lneas est motivada exclusivamente por el hecho de que con idntico xito se la Puede leer de

    derecha a izquierda y de izquierda a derecha (Siovar literaturovedcheskij termznov, Mosc, 1974, pg. 441). 23 Vase D. Blagoi, Mastersivo Pushkina, Mosc, 1955, pgs. 101 y ss.

  • 24

    desgracia, y, despus, el de Masha adonde la reina de la nobleza para salvar a Griniov24

    .

    Mecanismos anlogos en el nivel de los personajes son los dobles que inundaron la literatura

    romntica y posromntica de la Europa del siglo XIX, a menudo directamente vinculados al tema

    del espejo y el reflejo.

    Desde luego, todas estas simetras-asimetras no son ms que mecanismos de generacin de

    sentido, y, del mismo modo que la asimetra bilateral del cerebro humano, al caracterizar el

    mecanismo del pensamiento, no predetermina el contenido de ste, ellas determinan la situacin

    semitica, pero no el contenido de tal o cual mensaje.

    Daremos un ejemplo ms de cmo la simetra especular cambia la naturaleza del texto. N.

    Tarabukin descubri una ley de la composicin pictrica segn la cual el eje de la diagonal que va

    del ngulo inferior derecho del cuadro al ngulo superior izquierdo crea un efecto de pasividad; y el

    eje contrario del ngulo inferior izquierdo al superior derecho, un efecto de actividad y tensin.

    Interesante desde el punto de vista que estamos examinando es el cuadro, por todos conocido, La balsa

    de la Medusa de Gricault. Su composicin est construida sobre dos diagonales alternas: pasiva y activa. La

    lnea del movimiento de la balsa, empujada por el viento, est trazada de derecha a izquierda hacia la

    profundidad. Personifica las fuerzas elementales de la naturaleza, que arrastran a un puado de personas

    impotentes que han sufrido un naufragio. Por la lnea opuesta, la activa, el artista coloca varias figuras

    humanas que renen sus ltimas fuerzas para salir de la trgica situacin. No han cesado de luchar. Habiendo

    alzado por encima de ellos a una persona, le hacen agitar un pauelo para atraer la atencin del barco que pasa

    a lo lejos en el horizonte25

    .

    De lo dicho se deriva un hecho confirmable experimentalmente: un mismo cuadro, trasladado,

    al imprimir un grabado, a una simetra especular, cambia su acento emocional y de sentido por el

    acento contrario.

    La causa de los fenmenos sealados consiste en que los objetos que se reflejan tienen en su

    estructura interna planos de simetra y de asimetra. En la transformacin enantiomrfica los planos

    de simetra se neutralizan y no se manifiestan en nada, y los de asimetra devienen el rasgo

    distintivo estructural fundamental. Por eso la condicin de pareja simtrico-especular es la base

    estructural elemental de la relacin dialgica.

    La ley de la simetra especular es uno de los principios estructurales bsicos de la organizacin

    interna del dispositivo generador de sentido. Con ella estn relacionados en el nivel del sujet

    fenmenos como el paralelismo de los personajes elevado y cmico, la aparicin de dobles, los

    cursos de sujet paralelos y otros fenmenos bien estudiados de duplicacin de las estructuras

    intratextuales. Tambin a ella estn ligados la funcin mgica del espejo y el papel del motivo de la

    especularidad en la literatura y la pintura. Esta misma naturaleza es la del fenmeno del texto en el

    texto26

    . Tambin con esto podemos comparar un fenmeno observable en el nivel de las culturas

    24 Vase I. M. Lotman, Ideinaia struktura Kapitanskoi dochki, en la recopilacin Pushkinskii sbornik, Pskov, 1962. 25 Nikoli Tarabukin, Smyslovoe znachenie diagonalnyj kompozitsii v zhivopisi, en Uch. zap. / Tartuskiigos. un-

    t, vyp. 308, Trudypo znakovym sistemam, VI, Tartu, 1973, pg. 479.

    26 Vanse los artculos de Viach. Ivnov, P. Torop, 1. 1. Levin, R. D. Timenchik y el autor de estas lneas en la

    recopilacin Tekst y tekste, Ud,. zap. / Tartuskiigos. un-t, vyp. 567, Tru4ypo znakozym sistemam, XLV, Tartu, 1981. [El

  • 25

    nacionales enteras y que hemos examinado en otra parte: el proceso de conocimiento mutuo y de

    insercin en cierto mundo cultural comn provoca no slo un acercamiento de las distintas culturas,

    sino tambin la especializacin de las mismas: al entrar en cierta comunidad cultural, la cultura

    empieza a cultivar con ms fuerza su propia peculiaridad. A su vez, tambin otras culturas la

    codifican como peculiar, inslita. Para s, la cultura aislada siempre es natural y comn.

    Slo habindose hecho parte de un todo ms vasto, asimila ella el punto de vista externo sobre s

    misma y se percibe a s misma como especfica. As, las comunidades culturales del tipo

    Occidente y Oriente se constituyen en parejas enantiomrficas con una asimetra funcional

    que funciona.

    Puesto que todos los niveles de la semiosfera desde la persona del hombre o del texto aislado

    hasta las unidades semiticas globales representan semiosferas como si puestas una dentro de la

    otra, cada una de ellas es, a la vez, tanto un participante del dilogo (una parte de la semiosfera)

    como el espacio del dilogo (el todo de la semiosfera), cada una manifiesta la propiedad de ser

    derecha o ser izquierda y encierra en un nivel ms bajo estructuras derechas e izquierdas.

    Anteriormente hemos definido la base de la construccin estructural de la semiosfera como la

    interseccin de la simetraasimetra espacial y el relevo sinusoidal de intensidad y extincin de

    los procesos temporales, lo que genera el carcter discreto. Despus de todo lo dicho podemos

    reducir esos dos ejes a uno: a la manifestacin de la cualidad de ser derechoizquierdo, lo cual,

    desde el nivel moleculargentico hasta los ms complejos procesos informacionales, es la base

    del dilogo fundamento de todos los procesos generadores de sentido.

    artculo de Lotman al que este remite se halla incluido, bajo el ttulo El texto en el texto, en la presente antologa. N. del

    T.]

  • 26

    Asimetra y dilogo1

    En el artculo La asimetra funcional del cerebro y las capacidades representativas de N. N.

    Nikolaenko2, se aducen datos obtenidos por la va experimental sobre el cambio de la designacin

    de los colores en el caso de su percepcin unilateral dextro o sinistrohemisfrica. En el caso de

    una conciencia dextrohemisfrica unilateral, la persona sometida a la prueba se sirve de las

    definiciones cromticas existentes en la lengua en la forma bsica y simplificada de stas o remite a

    los colores objetuales de las cosas de la simple y habitual vida cotidiana. Los matices le provocan

    dificultades, y ella los trata de manera aproximativa o se niega a nombrarlos. Sin embargo, en el

    caso de una conciencia sinistrohemisfrica unilateral el interrogado manifiesta una tendencia a una

    rebuscada inventiva en la clasificacin de los matices del color: aparecen el pajizo, color carne,

    terracota, color de ciruela blanca, color de ola marina, color de luna. Se movilizan los

    datos de otros sentidos: el amarillo plido es llamado ondulado o playa plido. Viene a la

    mente una analoga. En la historia de la cultura surgen peridicamente tendencias a una designacin

    rebuscada de los colores. As, por ejemplo, en la cultura de los petimetres del siglo XVIII, que es

    uno de los componentes de la cultura preciosista paneuropea del rococ, podemos descubrir una

    evidente analoga. Estaban de moda algunos colores recuerda E. P. Inkova, de los que

    despus ni siquiera o: hanneton, castao oscuro a semejanza del escarabajo, grenouille vanouie,

    verdoso rana [literalmente: color de rana desvanecida I. L.], gorge-de-pigeon, tourterelle [color

    de pecho de paloma, color de trtola I. L.]3. Comprese en La guerra y la paz: El vesta un

    frac verde oscuro, pantalones de color de cuisse de nymphe effraye, como l mismo deca4. O el

    pao mencionado en Almas muertas, de colores oscuros, aceitunados o de botella con chispa, que

    se aproximan, por as decir, a la airela y de humo de Navarra con llama5.

    Sin embargo, el juego semntico con las designaciones cromticas rebuscadas, el entusiasmo

    con la continua creacin de nuevas denominaciones para los matices, ilusoriamente objetuales por

    su naturaleza (nadie ha visto, desde luego, de qu color es en realidad la cadera de una ninfa

    asustada, qu aspecto tiene una rana desvanecida, del mismo modo que Chchikov, al escoger un

    pao para el