La revolución en los Países Bajos – J. W. Smit

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La revolución en los Países Bajos – J. W. Smit El autor se pregunta acerca de la revolución y sus precondiciones. Muchos historiados de la Revolución de los Países Bajos no contribuyen a dar respuesta. Pirenne explica que fue la economía capitalista en rápido crecimiento etc., lo que contribuyó a que desembarque en una revolución. Pero había una economía capitalista floreciente en los Países Bajos, y si había “conciencia nacional” aún se encontraba en estado “inconsciente”. Otros autores también basan su argumentación en una fuerte “conciencia nacional”. La discusión es también acerca de si se trato de una revolución o una revuelta. Y si fue revolucionario conservadora. Otros hablan de una revolución religiosa, oros de una revolución burguesa contra el sistema feudal. En cuanto a la revolución como categoría, las teorías que a analizan pueden dividirse básicamente en dos grupos: Las teorías políticas: haría alusión a una “guerra interna”, a cual define como “todo recurso a la violencia dentro de un orden político para cambiar su constitución, sus dirigentes o su política”. Así mismo, la violencia serviría la continuación de la política por otros medios. Las teorías societarias: analizan que una revolución implica una transformación social básica que supone dislocaciones dentro de laso sistemas de clases y status, así como cambios fundamentales en las bases sociales y tradicionales del poder político. Ambas teorías sirven. El autor dice que los aportes de Marx son muy importantes, pero no sirven mucho para el estudio de las primeras revoluciones modernas. En primer lugar, es defectuosos la categoría de clase para ésta época (no habría clases en sentido de clase para sí) Ojo, porque al autor parece que le gusta Persons y Trevton. Hay que llamar entonces, para acabar con las discusiones, revolución política, o político-social a la de los Países Bajos. Habrá que ver si también fue una revolución societaria. En cuanto a las “precondiciones” estos enfoques no permiten distinguir entre precondiciones a largo plazo y precipitantes incidentales del proceso revolucionario. En la teoría de la guerra interna, las precondiciones consisten en alteración, de las reglas normales de la negociación política y posiblemente en desplazamientos de la constelación de poder. En los modelos

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La revolución en los Países Bajos – J. W. Smit

El autor se pregunta acerca de la revolución y sus precondiciones. Muchos historiados de la Revolución de los Países Bajos no contribuyen a dar respuesta.Pirenne explica que fue la economía capitalista en rápido crecimiento etc., lo que contribuyó a que desembarque en una revolución. Pero había una economía capitalista floreciente en los Países Bajos, y si había “conciencia nacional” aún se encontraba en estado “inconsciente”. Otros autores también basan su argumentación en una fuerte “conciencia nacional”.La discusión es también acerca de si se trato de una revolución o una revuelta. Y si fue revolucionario conservadora.Otros hablan de una revolución religiosa, oros de una revolución burguesa contra el sistema feudal. En cuanto a la revolución como categoría, las teorías que a analizan pueden dividirse básicamente en dos grupos:

Las teorías políticas: haría alusión a una “guerra interna”, a cual define como “todo recurso a la violencia dentro de un orden político para cambiar su constitución, sus dirigentes o su política”. Así mismo, la violencia serviría la continuación de la política por otros medios.Las teorías societarias: analizan que una revolución implica una transformación social básica que supone dislocaciones dentro de laso sistemas de clases y status, así como cambios fundamentales en las bases sociales y tradicionales del poder político.

Ambas teorías sirven.El autor dice que los aportes de Marx son muy importantes, pero no sirven mucho para el estudio de las primeras revoluciones modernas. En primer lugar, es defectuosos la categoría de clase para ésta época (no habría clases en sentido de clase para sí)Ojo, porque al autor parece que le gusta Persons y Trevton. Hay que llamar entonces, para acabar con las discusiones, revolución política, o político-social a la de los Países Bajos. Habrá que ver si también fue una revolución societaria.En cuanto a las “precondiciones” estos enfoques no permiten distinguir entre precondiciones a largo plazo y precipitantes incidentales del proceso revolucionario. En la teoría de la guerra interna, las precondiciones consisten en alteración, de las reglas normales de la negociación política y posiblemente en desplazamientos de la constelación de poder. En los modelos societarios podemos distinguir, por ejemplo, entre cambios de largo alcance en los modos de producción y crisis económicas incidentales causados por guerras extranjeras o circunstancias climatológicas. Igualmente clara es la diferencia entre dislocaciones de grupos de clase y de status, originados por la decadencia ocasional de una sola industria, y dislocaciones vinculadas a un desarrollo socio-económico general e irreversible.La primera observación acerca del sistema político de los Países Bajos en vísperas de las revoluciones que resulta difícil afirmar que existiera una comunidad moral (o sea una comunidad política en funcionamiento, con una estructuras de autoridad y unas formas de legitimación que “militan” contra la excesiva violencia.Durante los siglos XV y XVI, los príncipes de Borgoña y sus sucesores, los Habsburgo habían ido reuniendo una serie de provincias neerlandesas, muy diferentes entre sí desde el punto de vista económico y político, pero no los habían unificado.Luego los Estados Generales (considerado a menudo como un cuerpo representativo “nacional”) no se juntaban más que para bloquear los esfuerzos de unificación de los Habsburgo. Solo una vez, en 1558, se ofreció indicios de que las provincias tenían conciencia de que si actuaban de común acuerdo les sería más fácil ofrecer resistencia al príncipe.

Antes de la revolución, los Estados Generales eran por tradición una simple convención de las embajadas provinciales. Era difícil que los Estados Generales sirvieran de punto focal para el desarrollo de una comunidad moral nacional. Las únicas corporaciones que podían alegar una conciencia primitiva de unidad y de sentido nacional, y que tal vez pudieran llamarse comunidades morales con normas definida de legitimidad, eran las provincias tomadas individualmente. Pero en realidad, sería mejor considerarlos como confederaciones o ligas de ciudades y terratenientes nobles o eclesiásticos que como sistemas políticos integrados. Los verdaderos focos de poder eran las dinastías nobles y las ciudades. Las ciudades eran corporaciones semi-autónomas con vida política propia muy desarrollada (conciencia política genuina republicana).Por todo esto, la revolución o la guerra interna solo pueden ser estudiadas y explicadas en términos locales. El estudio de la revolución de la segunda mitad del siglo XVI se debería centrar en la cuestión de por qué en la mayoría de las ciudades y provincianas la lucha interior por el dominio político estaba dirigidas contra un mismo objetivo: el príncipe. Hay diferencias y semejanzas.En la política interior de las ciudades encontramos por doquier bandas que lucharon por le poder político. En estas luchas entran en dos grandes categorías. En algunos ciudades, los gremio eran débiles para exigir una participación en el gobierno, por lo que las contiendas por el poder eran dentro del mismo patriciado por ejemplo, las ciudades de la provincia de Holanda eran ciudades mercantiles). En ciudades con industria a gran escala (Gante), los gremios habían forzado su entrada en el gobierno (consejo de la ciudad). Dentro de este segundo marco, los amplios intereses sociales de la ciudad encontraron su expresión mucho más directa en la política. El gobierno de la ciudad era con frecuencia una institución ejemplar de negociaciones entre grupos sociales.En las ciudades con esas estructuras políticas, la violencia y el control sobre los instrumentos represivos (la milicia) eran factores esenciales del proceso de gobiernos.A parte de la presión que ejercían las clases bajas y de los peligrosas coaliciones temporales (artesanos, obreros industriales, etc.), el gobierno de las ciudades se verá también perturbado a menudo por distenciones dentro de las familias gobernantes, o por ataques contra la oligarquía de sectores de nuevos ricos. En ambos casos la milicia podía ser decisiva.En necesario dar un paso más y ver de qué modo los intereses locales llegaron a ocupar su puesto en el frete común contra la nobleza. El control sobre el campo y la producción de alimentos, así como la prohibición efectiva de cualquier industria rural, eran de interés vital para casi todas las ciudades. A fin de lograr este control, las ciudades trataron de expulsar la nobleza de sus esferas de jurisdicción y de usurpar su autonomía.La nobleza podía escoger entre aliarse al príncipe o a la burguesía. Durante el reinado de Carlos V, la nobleza pareció optar por le príncipe.la otra nobleza se enfiló con el emperador, y la baja nobleza se contento con puestos administrativos secundario y en el ejercito. Ambos sectores hicieron uso de su derecho de patronato para reunir una vasta clientela propia. Ambos buscaban la no intrusión del gobierno. Pero su resentimiento se materializó con lentitud y sólo después se dio contras el gobierno, tras la abdicación de Carlos V.Pero se prefería una negociación pacífica a una guerra interna. El ejército era un peligro latente. Carlos V siempre se aprovecho de esto, y de los conflictos internos entre casas nobleza (“Dividir y gobernar”)”. La alta nobleza fue aplacada por el nuevo y brillante papel que le fue conferido en el gobierno de los Países Bajos y en el ejército y el gobierno imperial. Pero esto no dio un gran impulso a los proyectos de unificación de Carlos. Carlos había prohibido la formación de ligas, pero estas se organizaban igual. Diversas ciudades se rebelaron en los decenios de 1520 y 1530, la más grave fue la rebelión de Gante.En ningún lugar se pone de manifiesto la impotencia del gobierno central forma tan convincente como en los trats de éste con las autoridades provinciales. En todos los

estoados provinciales apareció, por tanto, una coherente red de obstruccionas, sabotajes y luchas con los agentes del gobierno central. (Esto sobretodo tenía que ver con el intento de evitar los impuestos cada vez mayores que le gobierno central exigía, y que perjudicaba los intereses de mercaderes, artesanos, etc., como los de los empresarios).Paradójicamente, el gobierno, al carecer de un aparto burocrático y recaudador de impuestos propio, se vio forzado a dejar en manos de los estados muchas funciones administrativas. Los estados se convirtieron así en verdaderos cuerpos políticos. Resulta interesante como, bajo este comportamiento ritualista, nuevas ideas y nuevos sentimientos iban reforzando las corporaciones representativas y creando un consenso de ideas políticas a pesar de los antagonismos internos económicos y sociales.El gobierno central comenzó a sentir el poder de las provincias cuando estas comenzaron a responsabilizarlo de sus problemas locales. Luego empieza de a poco a actuar los Estados Generales (la sesión de 1558), la cual todavía no era muy eficaz, pero los llamamientos fue lo suficientemente extenso como para que la petición de unos Estados Generales con poder de libre deliberación se convirtiese en el banderín de enganche de la oposición a principios del decenio de 1560.Esta petición se vio satisfecha durante la revolución de 1570 mediante la creación de un nuevo tipo de Estados Generales que asumían las tareas de un cuerpo de carácter representativo y legislativo e incluso en ocasiones con funciones ejecutivas.La inestabilidad de las estructuras políticas fue pues una de los precondiciones principales para la Revolución en los Países Bajos. Ahora bien, esto era lo tradicional. Pero había ingredientes nuevos, de los cuáles el más importante fue el reforzamiento del poder central y del poder de los cuerpos representativos, en especial los estados provinciales.Otro elemento de la situación política fue la ausencia de una ideología capaz de unificar todos los grupos de intereses sociales y locales, revolucionarios en potencia, pero hostiles entre sí. La existencia de ideologías innovadoras es uno de los criterios decisivos para toda revolución socio-política o societarios.¿Los cambios descriptos fueron simples desplazamientos de poder dentro de una sociedad básicamente estática a la consecuencia de cambios más fundamentales en la economía y en la sociedad?

Hay que analizar para esto el desarrollo económico y social para ver sus efectos en el comportamiento político de los tres constituyente principales del sistema político: la nobleza, la población de las ciudades y el príncipe.De ahí las distintas tesis (algunas según las cuales las revoluciones se dan en un momento de expansión económica otros para los que se da en momentos de regresión, etc.)Por ejemplo Pirenne adhiere a la primera, en una versión de la Revolución de los Países Bajos como una típica revolución burguesa. Encontramos marxistas en ambas posiciones,Van de Wel ve que la economía de los Países Bajos estaba en ascenso, cuando de pronto hay una súbita recesión económica en los años 1560-1569, la cual arrebata a las clases medias su propiedad sin precedentes, esto los lleva a adoptar posturas radicales.No se puede descartar por lo tanto ninguna de estas visiones. Si hay datos objetivos tales como la expansión demográfica y la inflación, pero su impacto variaría según las regiones. Es imposible generalizar. Así mismo, no en todas las provincias había el mismo desarrollo, ni clases medias, ni la situación afectaba de igual modo precios y salarios. O a su vez, muchas veces el progreso de centros florecientes se basaba en parte evidente en la miseria de otros centros.El caos fue, sin embargo, que durante la revolución de la frutada burguesía próspera de las ciudades en auge se unió a los desesperados artesanos y a la nobleza floreciente o en decadencia, y que los asonados locales desembocaron en una revolución general.

¿Cuáles fueron, o podían haber sido los móviles de los distintos actores para la revolución? Primero la nobleza. Esta estaba muy acorralada, tenía a sus enemigos en las ciudades y en los magistrados y juristas del gobierno central en general elegirá bando según las circunstancias y cuestiones individuales. Pero un fuertísimo motivo para la revolución fue sin duda el financiero.En el caso de la población de las ciudades. Más allá de las variaciones, la recesión de 1560-1569 estrechó los lazos entre las clases baja y la burguesía media conforme fueron aumentando los agravios de todos ellos contra el gobierno centralEl grupo de grandes y pequeños propietarios tenían muchas razones para estar descontento con la política fiscal y financiera del gobierno central ya que se habían convertido en una fuente importante de préstamos para el Estado: la bancarrota de Felipe II en 1559 debió arrastrar consigo a muchos miembros de la baja burguesía. La rápida subida de los impuestos se encargó del resto. Los magistrados urbanos tenían mucho que ver con los impuestos y empréstitos. Tenían una postura ambivalente frente al gobierno central.Todo esto tuvo mucho que ver como precondición de la revolución. Pero no está claro que tal situación fuera también indicio de la existencia de un profundo cambio estructural. Cabe decir que el elemento dinámico en la oposición estaba representado tanto por fuerzas progresistas como por las víctimas de las nuevas tendencias.

Si el papel de los factores políticos y socioeconómicos en los orígenes de la Revolución neerlandesa resulta ya de por sí complejo y oscuro, mucho más lo es la significación de las precondiciones ideológicas y religiosas.La proliferación de actos, legales después de 1576 hacía muy eficaz adoptar una postura constitucional conservadora, y durante este período se registró un notable aumento de argumentos basados en el derecho natural y de premeditadas distorsiones de los procedentes constitucionales. También hubo un los últimos años de la década del 1570-1580 numerosos intentos de apelar al sentimientos nacional. Pero estas cuestiones fueron mas bien resultado que precondición de la revolución.Había si una furia y hostilidad contra el sistema religioso tradicional. La larga tradición de luchar por la jurisdicción eclesiástica y la competencia económica entre gremios y monasterios, que con tanta frecuencia habían adoptado carácter violento, vinieron a reforzar dicha agresividad en las ciudades.Gracias a la difundida hostilidad hacia la iglesia, los extremistas protestantes, a pesar de ser una minoría, pudieron convertir el problema religioso en un instrumento de división. En la fase posterior (1570) el catolicismo se convirtió en sinónimo de España y aristocracia.