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358 BOLETIN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA LA REVISTA "ORIFLAMA" Y EL ESPIRITU DEL 28 Manuel Alfredo Rodríguez (Venezuela) I En 1925 el petróleo reemplaza al café en la cima de los productos venezola- nos de exportación: Bs. 191.837.486 frente a Bs. 115.120.151. 1 La consigna- ción de estas cifras equivale, simultáneamente, al epitafio de la Venezuela agropecuaria y la partida de nacimiento de la Venezuela Petrolera. El país era considerado el paraíso de los inversionistas extranjeros pues la paz de cemen- terio impuesta por Juan Vicente Gómez -17 años de gobierno con inclusión de 12 de franca tiranía- permite a los consorcios petroleros norteamericanos y angloholandeses campear por sus fueros hasta el extremo de redactar en algu- na ocasión, por manos de sus abogados, la legislación nacional en materia de hidrocarburos. La industria aceitera proporciona empleo a unos 12.148 traba- jadores a quienes paga un mísero salario promedio de Bs. 5,oo diarios y cuyas condiciones de vida suelen rayar en lo infrahumano. 2 El propio Gómez, sus familiares y áulicos se reparten las concesiones petroleras para negociarlas a las transnacionales a precios de gallina flaca y los presidentes de los Estados pe- troleros y sus jefes civiles suelen comportarse como eficaces "guachimanes" de la inversión extranjera. En julio de 1925 los obreros de la Shell en el campo de Mene Grande (Zulia), dirigidos por el fogonero Luis Augusto Malavé, protagonizan la pri- mera huelga petrolera de la historia de Venezuela y durante doce días logran paralizar la industria en la zona costera del Lago de Maracaibo. El conflicto concluyó con un aumento salarial de 2 bolívares diarios, la promesa de la Shell en el sentido de estudiar las otras demandas formalizadas por los huelguistas y Veloz, ·Ramón. Economía y Finanzas de Venezuela (Desde 1930 hasta 1944). Caracas, Impresores Unidos, 1944. 2 Godio, Julio. El movimiento obrero venezolano 1850-1944. Caracas, Edit. Ateneo de Caracas, t 980.

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358 BOLETIN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA

LA REVISTA "ORIFLAMA" Y EL ESPIRITU DEL 28

Manuel Alfredo Rodríguez (Venezuela)

I

En 1925 el petróleo reemplaza al café en la cima de los productos venezola­nos de exportación: Bs. 191.837.486 frente a Bs. 115.120.151.1 La consigna­ción de estas cifras equivale, simultáneamente, al epitafio de la Venezuela agropecuaria y la partida de nacimiento de la Venezuela Petrolera. El país era considerado el paraíso de los inversionistas extranjeros pues la paz de cemen­terio impuesta por Juan Vicente Gómez -17 años de gobierno con inclusión de 12 de franca tiranía- permite a los consorcios petroleros norteamericanos y angloholandeses campear por sus fueros hasta el extremo de redactar en algu­na ocasión, por manos de sus abogados, la legislación nacional en materia de hidrocarburos. La industria aceitera proporciona empleo a unos 12.148 traba­jadores a quienes paga un mísero salario promedio de Bs. 5,oo diarios y cuyas condiciones de vida suelen rayar en lo infrahumano. 2 El propio Gómez, sus familiares y áulicos se reparten las concesiones petroleras para negociarlas a las transnacionales a precios de gallina flaca y los presidentes de los Estados pe­troleros y sus jefes civiles suelen comportarse como eficaces "guachimanes" de la inversión extranjera.

En julio de 1925 los obreros de la Shell en el campo de Mene Grande (Zulia), dirigidos por el fogonero Luis Augusto Malavé, protagonizan la pri­mera huelga petrolera de la historia de Venezuela y durante doce días logran paralizar la industria en la zona costera del Lago de Maracaibo. El conflicto concluyó con un aumento salarial de 2 bolívares diarios, la promesa de la Shell en el sentido de estudiar las otras demandas formalizadas por los huelguistas y

Veloz, ·Ramón. Economía y Finanzas de Venezuela (Desde 1930 hasta 1944). Caracas, Impresores Unidos, 1944.

2 Godio, Julio. El movimiento obrero venezolano 1850-1944. Caracas, Edit. Ateneo de Caracas, t 980.

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la desaparición del valeroso líder Malavé. La huelga, observa Julio Godio, "fue llevada adelante sin la participación orgánica de ningún grupo o corriente de tipo marxista o nacional-democrático".3 Era -observa el autor- la expresión de una "conciencia obrera subterránea" modelada por la explotación y guiadora del jovencísimo proletariado petrolero. Esa "conciencia obrera subterránea" era, como se verá más adelante, parte de una nueva mentalidad colectiva de­terminada por los cambios experimentados en la realidad venezolana. Sus por­tavoces serían, no sólo los obreros petroleros sino también los estudiantes, los trabajadores de los principales centros fabriles y los militares académicos que protagonizarían las jornadas cívicas y las insurgencias ocurridas durante el bienio 1928-1929. Un nuevo espíritu animaba a la nueva generación y esa voluntad de presencia y participación se traduciría en huelgas y organización de centros estudiantiles que habrían de canalizar la apetencia de cambio.

La emergente mentalidad colectiva se manifiesta mediante el surgimiento, a partir de 1926, de centros estudiantiles en diversos lugares de Venezuela, el renacimiento en la Caracas de 1927 de la Federación de Estudiantes pe Vene­zuela -disuelta en 1921-4 y en el hecho de que las prisiones causadas por la celebración de la Semana del Estudiante (febrero de 1928) repercutieran de tal manera en la opinión pública que:

.. .la protesta -dice Carlos Emilio Fernández- se generaliza en todo el país y comienzan a circular numerosas hojas clandestinas contra la dictadura. En Va­lencia, Maracaibo y otras ciudades se hacen manifestaciones de solidaridad. El Colegio de Abogados en Caracas, o mejor dicho, una apreciable parte de sus miembros, es reducida a prisión mientras deliberaba sobre la situación política. 5

3 Idem. 4 En 1913 fue clausurada la Universidad Central y disuelta la Federación de Estudiantes. En

1918 comenzaron a funcionar escuelas profesionales de Derecho, Medicina e Ingeniería y, en 1918, surgieron en ellas centros de estudiantes que en breve se agruparon en un Consejo Central. En 1921, el Consejo Central presidido por el Br. Atilano Carnevali y los centros de estudiantes promovieron un boicot contra la compañía de tranvías que habría de iniciar­se con una ofrenda floral ante la estatua del Libertador en la Plaza Bolívar y en el momento en que Jacinto Fombona Pachano discurría ante el monumento, irrumpió la policía, detuvo al orador y aprehendió a varios estudiantes. Los detenidos fueron conducidos a La Rotun­da y entonces la Federación de Estudiantes se reconstituyó en la clandestinidad. En ese entonces un grupo estudiantil preparaba planes conspirativos y entre los conspiradores se contaban Jacinto Fombona Pachano, Presidente de la FEV en 1927 y el entonces teniente Rafael Alvarado Franco, quien sería el líder militar de la insurgencia del 7 de abril de 1928. Ver: Zúñiga Cisneros, Miguel "Los estudiantes del 21 ", en el Pensamiento Político Vene­zolano del siglo XX (Documentos para su estudio). Caracas, Ediciones del Congreso de la República, 1983, tomo 10, p. 727.

5 Fernández, Carlos Emilio. Hombres y sucesos de mi tierra (1909-1929). Caracas, Tip. Vargas SA., 1960.

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Esta reacción antigomecista se extendería a sectores de la burguesía y la clase obrera:

La ausencia absoluta de organizaciones sindicales -prosigue Femández- hacía imposible lograr un paro general. Sin embargo, un grupo de jóvenes encabeza­do por Carlos Julio Ponte y René Borges Villegas, se da -en Caracas- a la tarea de visitar a representantes de la banca, del comercio y de la industria, para pedirles el cese de sus actividades, como una manifestación de solidaridad con la prisión de los estudiantes ( ... ) Esta petición fue acogida de buen grado por venezolanos y extranjeros y apenas hubo en Caracas dos excusados, pertene­cientes al alto comercio, a quienes nos abstendremos de nombrar, para que el olvido borre su pusilanimidad ( ... ) Los empleados jóvenes del Banco de Vene­zuela se solidarizaron con la huelga y algunos fueron enviados a los campa­mentos de las carreteras a hacer compañía a los estudiantes ( ... ) Fue así como se dio el caso de realizarse en Caracas una huelga de patrones, aunque de breve duración, pues a pesar de la buena voluntad de todos, éstos fueron conmina­dos por las autoridades del Distrito Federal para reabrir sus establecimientos y factorías y así tuvieron que hacerlo. El jefe de la Guarnición de Caracas, general Eleazar López Contreras, ayudó a combatir el paro, con la colaboración de Diego Nucete Sardi y César Salinas Monreal, quienes pusieron a su orden las cuadri­llas de obreros que tenían en San Agustín del Sur, entonces en construcción.6

La Caracas de 1928 -en mi opinión- fue el escenario de un "lock out" antigubernamental superado con la ayuda de trabajadores suministrados por patro11os dictatorialistas. En Ciudad Bolívar -capital del Estado Bolívar- la nueva mentalidad colectiva se manifestaba desde 1926 mediante la existencia del Centro de Estudiantes del Colegio Federal y de su revista Oriflama Allí se formalizaban -con la discreción impuesta por las circunstancias- rechazos ca­tegóricos a la progresiva penetración imperialista y se preconizaban ideales de libertad civil y de libertad de conciencia.

La representación del Gral. Gómez en la porción de la Guayana venezola­na correspondiente al Estado Bolívar era ejercida, desde 1924, por la curiosa pareja formada por el Presidente del Estado Gral. Silverio González y su co­diciosa y enérgica suegra "Misia" Zoa de Coupout, apodada "Misia Boa" en homenaje a su insaciable rapacidad. El estado permanece en paz desde la in­surgencia anticontinuista animada en 1913-1914 por la hueste nacionalista o "mochista" del Gral. José Manuel Hernández ("El Mocho") e inspirada y dirigida a nivel regional por los generales Pedro José Fernández Amparan y Angel ("Angelito") Custodio Lanz. La llamada "Revolución angelitera" fue

6 Idem.

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vencida por ex mochistas al servicio de Gómez -David Gimón y Marcelino Torres García- y en 1920 la vida de Fernández Amparan sería cegada por un grupo de mercenarios a las órdenes del Jefe Civil de Tumeremo. Guayaneses ilustres como el jurista Dr. Félix Montes y el Gral. Zoilo Vidal ("El Caribe") envejecen en el exilio o el Castillo de Puerto Cabello y las ejecutorias de los viejos partidos Liberal y Liberal Nacionalista o "Mochista" quedan para las polémicas históricas o apenas si animan las evocaciones de personas provectas.

Bolívar es un estado relativamente próspero y en la nómina de las exporta­ciones venezolanas figura decorosamente con 727.761 Kgs. de balatá equiva­lentes a Bs. 4.017.530 además de 1.043 Kgs. de oro extraídos de las decaden­tes minas del Yuruary por valor de Bs. 2.616.074 y 112.298 Kgs. de sarrapia con un producto de Bs. 594.587. Ello durante el año económico 1925-1926.7

La capital del estado es la misma Santo Tomé de Guayana fundada en 1585 por Antonio de Berrío, trasladada a la Angostura del Orinoco por recomen­dación de José Solano y mudanza ejecutada por Joaquín Moreno de Mendoza (1764), edificada por Manuel de Centurión durante la década 1766-1776 y rebautizada Ciudad Bolívar por decisión del Congreso de 1846. En 1926 la ciudad contaba 16.771 habitantes de los 23.080 del Municipio de su nombre y la inmensa extensión del estado (238.000 Kms2} unos 75.227 pobladores.

Ciudad Bolívar vivía de la actividad portuaria y el tráfico mercantil a tiem­po que carecía de industrias. En las páginas de Oriflama apenas si anunciaban la Jabonería El Trébol de Siegert & Cía. -apellido del inventor del mundial­mente famoso "Amargo de Angostura" o Angostura Bitters (1824)- y la Gran Rectificación de Licores de A. Medina & Co. que aún citaba en sus avisos el nombre de Angostura junto al de Ciudad Bolívar y elaboraba" ¿Para qué brandi?" y otras marcas de ron, cremas de menta y cacao, anís, ginebra, un brebaje alco­hólico llamado "Coctail Americano" y distribuía un "Amargo del Dr. José Félix Armas" empeñado en competir con el más antiguo y afamado de Siegert, prepa­rado y embotellado en Trinidad desde fines del siglo XIX. El movimiento mer­cantil era encabezado por la firma alemana Blohm & Cía., importadora, exportadora, fabricante de velas, mayorista, minorista y a ratos latifundista. Lo demás estaba mayoritariamente constituido por pequeños comercios como tiendas, ventas de víveres, farmacias, joyerías, carpinterías y el novedoso "Ga­binete Optico" de Carranza & Cía. El "Club del Comercio", instalado en la antigua Casa del Almirantazgo bolivariano, era el tabernáculo de los comercian­tes extranjeros -casados, casi todos, con mujeres del empobrecido patriciado

7 Veloz, Ramón. Economía y Finanzas de Venezuela (Desde 1830 hasta 1944). Caracas, Imp. Unidos, 1945.

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angostureño- y el símbolo de una burguesía con ínfulas aristocráticas erguida sobre un estado llano y una plebe.

El impacto del petróleo se sentía en Ciudad Bolívar y cuatro "garages" o líneas de automóviles de alquiler ofrecían vehículos de las marcas "Dodge Brothers" - la más anunciada y con agencia local- "Studebaker", "Buick", "Va­lle", "Rugbi", "Chevrolet" y "Ford". Tal era el auge del automovilismo que el botiquín "La Glaciere" -"punto de las reuniones aristocráticas" - ofrecía a sus favorecedores "un Departamento especial de automóviles de lujo a gusto de la clientela". A pesar de todo aún quedaban jinetes urbanos y la Talabartería de Laureano León Gorrín confeccionaba monturas, frenos y aparejos de montar.

Los elegantes de Ciudad Bolívar vestían en la Sastrería "La España", se cal­zaban en la Zapatería de P.V. Echeverría, se fotografiaban con LE. Rebolledo y se cortaban el pelo en el Salón "París" o en el "Ideal" del peluquero dramaturgo Carmelo Latorraca. Al llegar la noche iban -salvo algún sarao en el Club de Comercio u otro evento extraordinario- al Teatro "Bolívar" o acudían al Cine "Mundial" o el "Nuevo Cine" de Sucre & Co. -"el local preferido por la aristo­cracia (y) preferido por todo el pueblo" - a disfrutar películas silentes como "Helena de Troya", "El Halcón del Mar" y "La Rosa Deshojada" en un am­biente de "lujo, orden, moralidad y distinción". Luego pasaban al botiquín "El Lago" de Ramón Balladares a coger el fresco del Orinoco y degustar "exquisi­tos helados y suculentas cenas". Otra opción, para concluir la jornada era el botiquín "El Hijo de la Noche", el cual, según texto publicitario redactado al parecer por Héctor Guillermo Villalobos, era "El botiquín de la vanguardia, el de la gente chic" (por) "los licores finísimos, los pollos divinos, las ensaladas y las chuletas sabrosísimas" y porque "Calixto Silva es atento y complaciente con todos sus parroquianos como un ventero de la Edad Media". Esto no im­pedía que Calixto fuera moderno como el que más aunque de los taberneros medioevales sólo tuviera "la atención exquisita" pues no gastaba "el típico go­rro mesoneril, ni el viejo delantal manchado de vino ni recibía a los caballeros con un velón de sebo en la mano temblorosa y servilicia (sic)". Allí todo respi­raba limpieza y confort "cautivadores y prometedores" y por eso "El Hijo de la Noche" era "moderno, casi vanguardista". Al igual que "La Glaciere" este restaurant para noctámbulos contaba un departamento de automóviles supli­do en su caso por el "garage" de Carmelo D'Benedetto.

Ciudad Bolívar era sede de varias instituciones como el Colegio de Aboga­dos del Estado, una Sociedad Médica con su órgano Gaceta Médica, una orga­nización de corte mutualista y cultural llamada Sociedad Cooperativa de Arte­sanos y Obreros (activa ya en 1919), la Logia Masónica "Asilo de La Paz Nº 13 (fundada el 26 de octubre de 1854) el Centro Literario "Guayana Lírica" ani­mado por el poeta y médico J.M. Agosto Méndez, la orquesta "Dalla Costa",

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una escuela de boy scouts igualmente llamada "Dalla Costa" y dirigida por el capitán de exploradores Eugenio López de Brihuega; la comunidad de religio­sas Siervas del Santísimo Sacramento, las agrupaciones católicas Hijas de Ma­ría y la Sociedad Franciscana con su periódico El Viejo Franciscano (Adrián M. Ortega y Luis M. Díaz), y un Centro Benéfico Artístico-Literario que ce­lebraba, con propósitos filantrópicos, veladas culturales en el finisecular Tea­tro Bolívar. Otros jóvenes no afiliados al Centro solían presentarse en el mis­mo coliseo y poner en escena obras como "El Alcázar de las Perlas" del español Francisco Villaespesa. También pasaban por el escenario del "Bolívar" grupos profesionales foráneos como el cuadro de variedades Quijanito-Reina con obras del tipo de "La Flor de la Vida" de los andaluces hermanos S. y J. Alvarez Quintero y números musicales a cargo de "La Quijanito", "vedette" puertorri­queña pretenciosamente anunciada como "la Raquel Meller Americana". En septiembre de 1927 un gran circo cubano divertiría a los bolivarenses y en abril de 1928 la Compañía Dramática Fuentes-Moneada les ofrecería obras de los dramaturgos españoles Jacinto Benavente, Joaquín Dicenta y Carlos Amiches, autores en el apogeo de su prestigio. Mientras tanto, la canzonetista portugue­sa Lidia Ferreira y el actor Guillermo de Mancha se presentaban en el reforma­do local del Teatro-Cine "América".

La actividad docente, para varones y hembras, se desarrollaba en las escue­las federales "Heres" y "Zea", ambas graduadas y respectivamente dirigidas por el Br. Felipe Hemández -quien también dictaba una cátedra privada de francés- y la poeta-educadora Anita Ramírez. También funcionaba una escuela estadal de canto y piano para niñas a cargo de Mercedes de Figarella y existían planteles privados de primaria y secundaria para varones y hembras. Los mu­chachos de familias con recursos económicos asistían al Liceo "Guayana" del educador de Aragua de Barcelona Br. Narciso Fragachán -sus alumnos habían redactado en 1921 el quincenario literario Juventud Guayanesa-, y el Colegio "Sagrado Corazón de Jesús", patrocinado por el obispo Dr. Miguel Antonio Mejía y regentado por el clérigo trujillano Dr. Rafael María Villasmil. Las mu­chachas concurrían al Colegio "Santa Teresa de Jesús" de Isabel Ribas de Salorn y el Liceo "Bolívar" de María Antonia Lanz de García.

En el vértice de la actividad docente y cultural se encuentra el Colegio Federal de Varones, decretado en 1824 e inaugurado en 1840 y nominalmente elevado a Universidad de Guayana en 1896. En 1904, el Presidente Cipriano Castro le privó de la facultad de conferir títulos universitarios. Entre 1881 y 1904, el Colegio, movido por la pasión didáctica del humanista bolivarense Ramón Isidro Montes, graduó farmacéuticos, agrimensores, maestros de ins­trucción pública y doctores en Ciencias Médicas, Ciencias Políticas y Ciencias Eclesiásticas. Al igual que entonces, funcionaba en el Palacio-Colegio cons­truido por el capitán Manuel de Centurión y del cual dio noticia en 1772 el

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franciscano Fray Juan Antonio Jerez de los Caballeros al certificar que el titular de la Comandancia de Guayana había edificado "una casa para estudios y educación de la juventud, que por su construcción además del hermoso sitio en que está fundada no sé que la tenga mejor la Ciudad de Caracas". Esta mansión -reconstruida en 1868 por el Presidente estada! Juan Bautista Dalla Costa H.- fue, entre 1817 y 1822, morada del Libertador y sede de la Jefatura Suprema de la República, lugar de reunión del II Congreso de Venezuela o Congreso de Angostura, sitio de nacimiento de la primera Colombia y alber­gue del Semanario patriota Correo del Orinoco. En 1926 cobijaba a un Cole­gio Federal que aceptaba mujeres en la nómina de su alumnado y su conduc­ción estaba a cargo de los doctores Osear Luis Perf etti y Carlos E. Salom -médicos ambos- con los respectivos rangos de Director y Subdirector.

El Colegio mostraba un promisor resurgimiento, una buena parte de su estudiantado procedía del Liceo "Guayana" que dirigía el Br. Fragachán. En junio de 1926 la "Crónica" de Oriflama (Nº 2) pudo informar a sus lectores: "Progresos del Colegio Federal. Motivo de gran complacencia ha sido para los alumnos de este Plantel la llegada de los nuevos gabinetes de Física y Química, que contribuirán al mejor conocimiento de las correspondientes asignaturas». En julio del mismo año aprobaron sus respectivos exámenes integrales los as­pirantes al título de Bachiller César Fragachán Arreaza (20 puntos), Carlos Suárez, Carlos José Ramírez Torres, Juan Bautista Rodríguez Natera y José Miguel Gómez Rengel. Añade la "Crónica»: "Con legítima satisfacción regis­tramos la buena nueva que desde hacía el año 1910 (sic) el Colegio Federal no había aportado ningún contingente de estudiantes a la Ilustre Universidad Central. En este año ingresará a esa Universidad a continuar estudios superio­res un grupo de estudiantes guayaneses". Así ocurrió y en agosto de 1926 la revista anunció: "en estudiantil romería hacia el Templo de Minerva, a la ilustre Universidad Central de Venezuela, se ausentaron por el vapor 'Manzanares' los jóvenes Bres. César Fragachán A., José Miguel Gómez R., F(elipe) A(ntonio) Hernández Natera, Juan Bautista Rodríguez Natera, Carlos J. Ramírez (Torres), César Bello (Dalla Costa), Arístides Gómez (Rengel), Jor­ge Figarella y Jacinto Bias Figarella». El siguiente noviembre la revista (Nº 7) anunció que el Ministerio de Instrucción Pública había designado al Dr. Félix R. Páez, catedrático de Biología, Cosmografía y Cronología (4º Año); al Dr. J.A. Mendoza Briceño de Geometría (3er. Año) y de Trigonometría y Topo­grafía (4º Año); y al Dr. Juan Pablo Carranza para reemplazar al Br. Carlos López Ugane como titular de Geografía e Historia Universales y Dibujo (1º Año) y de Geografía e Historia Universales con mención especial de Venezue­la y América (2º Año). Casi todos los catedráticos del Colegio eran profesio­nales de prestigio que por vocación de servicio quitaban tiempo a sus labores habituales para darlo a la docencia a cambio de una retribución tan escasa que bien pudiera catalogarse como simbólica.

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Los orígenes del Centro de Estudiantes y de su revista Oriflama se re­montan a 1924. Ese año un grupo de estudiantes organizó una velada artísti­co-literaria para celebrar el Centenario de la Batalla de Ayacucho y en la oca­sión pronunció un excelente discurso el joven José Miguel Gómez Rengel. El éxito del suceso fue de tal magnitud que sus organizadores decidieron -por insinuación del Dr. J.E. Sánchez Afanador y "por puro idealismo", recuerda César Fragachán Arreaza- fundar un centro y editar una revista. El nombre Oriflama fue sugerido por Gómez Rengel y viene del francés oriflamme, nombre del estandarte de la abadía de San Dionisio usado en tiempos de gue­rra por los antiguos reyes de Francia. Añaden los diccionarios que la palabra es sinónimo de bandera y sirve para designar cualquier estandarte. La revista Oriflama tendría tamaño dieciseisavo de pliego y el número de páginas, de sus veinticuatro ediciones, fluctuaría entre veinticinco y cuarenta.

A comienzos de 1926, entre enero y mayo, 32 alumnos del Colegio -entre ellos 7 muchachas- instalaron formalmente el centro de una junta directiva integrada de la siguiente manera: César Fragachán Arreaza, presidente; Pablo, Ruggeri (y) Parra, Primer Vicepresidente; Juan Bautista Rodríguez Natera, Segundo Vicepresidente; Carlos José Ramírez Torres, Secretario; Carlos Evaristo Rendón, Subsecretario; Clementina Bello, Tesorera; Hortensita Flo­res, Subtesorera; José Miguel Gómez Rengel, Orador de Orden y José Anto­nio Silva h., Bibliotecario. El último de mayo apareció Oriflama y en su pri­mera nota editorial advierte que al "ingresar en el palenque de la vida perio­dística, (lo hace) sin otra fuerza que el entusiasmo de la juventud y sin otra prenda de valor que la sinceridad de nuestras ideas para contribuir al adelanto intelectual de Guayana, de esta tierra heroica, que siempre ha seguido las hue­llas de Minerva". Oriflama no brindará al amable lector "artículos engalanados de literatura, ni mucho menos científicos, pues sus colaboradores, pequeños practicantes de la lengua de Cervantes, ahora es cuando empiezan a trillar el camino de la Ciencia, para más tarde combatir en el espacioso campo de ella". Al iniciar sus labores la revista envió un estrecho abrazo "a todos los estudian­tes de la República" y "un respetuoso saludo a los Poderes Constituidos, a la Prensa nacional y muy especialmente a los colegas de la localidad". Estos eran el diario El Luchador, fundado en 1905 y dirigido por Jorge Suegart, el diario El Correo de Guayana, la revista La Voz del Orinoco (César Gómez y Juan Eduardo Enet), el semanario festivo El Loro y también la Gaceta Eclesiástica (Mons. Dr. Dámaso Cardozo), órgano del Obispado. El 1º de julio se agrega­ría a esta nómina el diario El Faro de Angostura del conocido jurista Dr. J.E. Sánchez Afanador. En marzo de 1928 Oriflama acusaría recibo de los tres primeros números monográficos de la revista Guayana Lírica dedicados, en su orden, a los poetas J.M. Agosto Méndez -autor de la letra del himno del Esta­do-, Federico Guevara Núñez y Anita Ramírez. Esta publicación servía de vocero al centro literario del mismo nombre.

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El material del primer número de Oriflama proporciona una cabal repre­sentación de la índole y propósitos iniciales de la revista. La publicación inclu­ye trabajos históricos, literarios y científicos de corte escolar como "El Loco de Casacoima" de Rafael Ruggeri y Parra, "Tragedias de la Conquista" de Héctor Guillermo Villalobos y "Curiosidades Naturales de Venezuela" de Ricardo Archila; prosa galante al modo de "Las Mujeres" de Simón A. Bates y el texto del Decreto de creación del Colegio, leído y comentado por Pablo Ruggeri y Parra en la primera conferencia pública auspiciada por el Centro. También ofrece una "Crónica" con noticias mayormente contraídas a las actividades del Centro y de sus miembros. En breve Villalobos comenzó a publicar sus prime­ros poemas .y se convirtió en la revelación literaria de la revista y en la figura relevante de la nueva poesía guayanesa. En enero de 1927 hubo cambios en la Mesa de Redacción pues Juan Francisco Reyes h. (Baena) reemplazó a Archila en la Dirección y Eleuterio Casado a Meinhard en la Sub-Dirección. El si­guiente junio aparece José Antonio Silva como Sub-Director en reemplazo de Casado y en marzo de 1927 Raquel Guarisma sustituye como redactora a la dimitente Alida Gambús. En marzo de 1928 se produce una integral reorgani­zación del equipo pues entonces figuran Juan Alberto Gambús con rango de Director; Héctor Núñez Santodomingo como Sub-Director, Felícitas Cristofini y el flamante Br. Carlos José Ramírez Torres como redactores y Hermán Meinhard h., en funciones de Administrador. A su vez la Junta Directiva del Centro estuvo presidida por César Fragachán Arreaza hasta el 21 de agosto de 1926 y, cuando éste se trasladó a Caracas, fue suplido por el primer vicepresi­dente Pablo Ruggeri y Parra. Al vencerse el período estatutario Ruggeri fue elegido Presidente-propietario y con tal carácter continuó hasta la extinción del Centro en mayo de 1928. Funcionaría inamovible de la Junta Directiva fue Clementina Bello como titular de la Tesorería.

El ejemplo dado por el estudiantado guayanés -si no el pionero, uno de los pioneros del nuevo movimiento estudiantil- fue seguido en otras ciudades de Venezuela. El 17 de marzo de 1927 el estudiantado de la Universidad Central reconstituyó en Caracas la Federación de Estudiantes de Venezuela -extingui­da en 1921- y la dotó de una Junta Directiva formada por Jacinto Fombona Pachano, Presidente; Elías Benarroch, Primer Vicepresidente; V. Penso, Se­gundo Vicepresidente; Raúl Leoni, Secretario de Actas; Isaac J. Pardo, Secre­tario de Correspondencia y Rutilio Martini, Tesorero, (Oriflama, Nº 11). En el mismo número la revista Oriflama reseña la aparición del primer ejemplar de El Estímulo, órgano de los estudiantes del Colegio Federal de Maracaibo, y expresa el deseo de que ella y su colega "sean los vehículos dorados de nuestra fraternidad de estudiantes". El 22 de octubre de 1927 Ruggeri y Parra recibió un telegrama del siguiente tenor datado en "El Tocuyo: "Ayer fundóse éste Centro de Estudiantes Colegio Federal persiguiendo fines culturales y acerca­miento espiritual estudiantes República R. Luna García. Presidente". Acto

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seguido el dirigente guayanés respondió: "Recibido. Complácenos funda­ción ese Centro de Estudiantes. Felicitámosles por vuestros fines que son los mismos que todos debemos perseguir. P. Ruggeri y Parra", (Oriflama, Nº 18). La trama en todo el país. Según la edición Nº 12 de Oriflama, el 8 de diciembre de 1927 el estudiantado del Liceo "Simón Bolívar" de San Cristó­bal constituía un centro de Baseball denominado "Simón Bolívar Base Ball Club" presidido por Rafael Alvarez Contreras, y el cual contribuiría con su dádiva a la construcción en Caracas de la "Casa del Estudiante" auspiciada por la FEV. En enero de 1928 la revista, en su número 13, acusó recibo de su colega Luz, órgano del Centro de El Tocuyo, y en febrero la "Crónica" del Nº 14 informó la recepción de los tres primeros números de La Universi­dad, vocero de la FEV. En marzo de 1928 se daba cuenta de la instalación en Barcelona de un Centro de Estudiantes "constituido por un distinguido gru­po de estudiantes de bachillerato", (Oriflama, Nº 23). Los jóvenes orienta­les también concurrían a esta como tácita cita de la juventud venezolana. La juventud comparecía en la vida de Venezuela con un alto nivel de idealismo y decisión.

En la virtud del centro no todo fue color de rosa. En agosto de 1926, Ori­flama (Nº 14) anunció que en la sesión del día 21 el secretario Ramírez Torres "dio a conocer la carta por la cual la Sra. Robertina de Figarella retiraba a sus señoritas hijas de nuestra asociación (Adita e Inés), bellas flores que engalana­ban la aridez de nuestras labores y que imprimían en todas ellas una nota de encanto y poesía". No se mencionan los motivos alegados en la epístola y la renuncia quedó como un hecho cumplido.

Una controversia interna de cierta gravedad fue la protagonizada por Pablo Ruggeri y Parra y Juan Alberto Gambús, quienes en los días del enfrentamien­to se desempeñaban como Presidente y Vicepresidente del Centro de Estu­diantes. En junio de 1927 la revista en su edición Nº 14 informa que, a raíz del primer aniversario del Centro Ruggieri publicó una revista crítica titulada "Pri­mera Jornada" en la cual enjuició los méritos literarios de los colaboradores de Oriflama. Amparado tras el pseudónimo "Infante de Castilla" el flamante crí­tico opinó sobre las producciones literarias de Hortensita Flores, Alida Gambús, Carlos López U garte, J .M. Gómez Rengel, César Fragachán A., Héctor Guillermo Villalobos, Herman Meinhard h., Ricardo Archila, Felipe Hernández Natera,Jorge R. Figarella, Carlos A. Suárez,Ju¡m F. Reyes hijo (Baena), Héctor Núñez, Simón Bates, José A. Silva h., Rafael Ruggeri y Parra, Juan A. Gambús y, en el intento de despistar a los buscadores de su identidad, sobre su propia producción en prosa y verso al referirse a Gambús el "Infante de Castilla" comentó unos versos que comienzan "Cual un aventurero" y después de ad­mitir que el joven poeta "posee muchos conocimientos" señaló "que precipita­se demasiado a la publicación y por ello adolecen del buen ritmo y belleza que

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necesita el verso" (sic). Este leve reparo molestó a Gambús quien replicó agresivamente en el Nº 15 de Oriflama (julio de 1927) con el texto "Leyen­do un Artículo" en el cual niega autoridad de crítico al Infante de Castilla, le reprocha el ocultamiento de su nombre y lo identifica como Rafael Ruggeri y Parra -"último de los señores criticados"- incurriendo en una delicada equi­vocación puesto que el verdadero autor era Pablo y no Rafael. En el Nº 16 de Oriflama del mes de agosto, Pablo Ruggeri y Parra prescindió del pseudónimo para ripostar a Gambús con eruditas aclaraciones sobre la acepción de las palabras empleadas por su contendor, reiterar sus opiniones iniciales y acla­rar el carácter meramente informativo del juicio que emitiera sobre sus pro­pios trabajos.

La edición Nº 17 correspondiente a septiembre de 1927 informa sobre el fin de la polémica:

El compañero Gambús, irritado por el trabajo de Ruggeri y Parra vuel­ve a tomar la pluma y solicita hacer una nueva publicación en esta re­vista, pero como ya el asunto se presentaba con caracteres un poco no convenientes, fue considerado en el Centro de Estudiantes, (pues se trataba de dos de sus miembros: presidente el uno y ler vicepresidente el otro) y esta Asociación determinó no permitir más a los socios Ruggeri y Parra y Gambús la publicación, en Oriflama, de otro artículo concer­niente a la polémica suscitada por "Primeras Jornadas" quedando no obstante, libres ambos para continuar sus discusiones en alguno de los p.:riódicos l~cales, pues como se comprende fácilmente se trata de una cuestión meramente personal y el Centro de Estudiantes no tiene po­deres absolutos para prohibir a alguno de sus miembros la solución de sus asuntos particulares.

Así, cortando por lo sano, se puso término a una controversia irrelevante que amenazaba prolongarse sin beneficio para nadie y con riesgo de perjuicios irreparables para el espíritu unitario que prevalecía entre los miembros del Centro de Estudiantes y los redactores y colaboradores de Oriflama

La primera manifestación antiimperialista y latinoamericanista aparecida en Oriflama fue suscrita por José Miguel Gómez Rengel y se halla inserta en el Nº 2, correspondiente a julio de 1926. Se trata de unos "Breves Apuntes" sobre José Martí en los cuales se asienta: "Fue también un gran propagandista de la unión entre las naciones hermanas de Hispano-América. Su mirada certera vio y dijo de los peligros del país de Calibán, es decir del yanquee imperialista y absorben­te. Con él perdió la juventud latinoamericana al primero y más alto de sus maes­tros: maestro de energía, de patriotismo, de viril entereza". El trabajo revela la lectura de Rodó y sería reproducido -así lo registró Oriflama (Nov. de 1926, Nº

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7)- en Industrias y Letras de Churuguara. El eufórico proyanquismo surgido en 1895 por virtud de la intervención del presidente Cleveland en el conflicto venezolano-británico se había desvanecido por obra de la mediatización de la independencia de Cuba (Enmienda Platt y Base de Guantánamo), la anexión de Puerto Rico y Filipinas, la secesión de Panamá, la segunda agresión a México y las ocupaciones militares de Haití, República Dominicana y Nicaragua.

En septiembre de 1927, la revista (Nº 17) reproduce un texto titulado "Dos Glorias Hispanoamericanas Celebradas a Domicilio" datado en San Antonio, Texas, en julio de 1927 y original de J.A. Reyes. El trabajo se contrae a comentar las celebraciones locales -en Riobamba (Ecuador) y Arequipa (Perú)- de los méritos del geógrafo y matemático ecuatoriano Dr. Pedro Vicente Maldonado y el médico peruano Edmundo Escomel y a lamentar que esas grandes figuras "aún no llega (n) al corazón de nuestros pueblos, como es de desearse". Ello porque "los países hispanoamericanos estamos aislados y vivimos como inco­municados. Fuera de las guerras y de sus promotores, nada sabe cada uno de lo que pasa en la casa del vecino". Reyes concluye con esta exhortación:

Es la hora de que rompamos este aislamiento y de que demos a conocer las glorias de nuestra raza; de que se rompan los velos y de que contem­plemos en el cielo de la historia de nuestro continente esa vía láctea formada por las glorias hispanoamericanas, que deben ser nuestros tim­bres de orgullo y lazo de cohesión que una a todos nuestros pueblos contra el enemigo común.

En 1927, el planteamiento antiimperialista adquiere mayor auge. En el nú­mero 19 Oriflama se incluye el trabajo "Nuestro espíritu público", tomado de Para Todos de Maracaibo, en el cual se vincula la penetración imperialista con la decadencia del civismo zuliano y venezolano. Allí se dice:

Todo·está anonadado: el oro negro ha llevado tal perversión a nuestro espíritu que no hay ni quien levante la voz para vituperar lo execrable ni para ensalzar lo plausible.

El espíritu público no se muestra en ninguna forma: para nada existe la idea de la sociación; el Maracaibo de enantes, aquel pueblo altivo y luchador, que se hizo notable entre los demás pueblos de la República, ya se acabó.

Hoy no se lucha por ningún noble ideal; hoy no se va a la pública palestra en defensa de ningún fuero; la desvergüenza es ya una caracte­rística que se abona con el dollar.

( ... )

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Hoy mismo, cuando los explotadores extranjeros de nuestro suelo, apartando todo miramiento y sin tenernos en cuenta para nada, nos dañan en lo más alto y noble de nuestra propia existencia, como lo es nuestro Lago, no se ha alzado la unánime protesta ante este hecho sobre el que se cimienta casi toda la vida de nuestro pueblo.

Más bien empresas de extraños y quienes no son hijos del Zulia han dejado oír su palabra condenatoria ante el hecho insólito de la pérdida de nuestro Lago; las primeras elevando su queja ante el Primer Magis­trado de la Nación y los segundos públicamente.

rnn dónde están aquellas energías de nuestro ayer? rnn dónde aquellos hombres de noble y esforzado aliento que supieron ir a todas partes en donde la lucha fue necesaria?

( ... )

Desgraciada suerte de nuestras actuales generaciones y desgraciada he­rencia para las del mañana; ya ni si quiera hay la mención de honor para ningún luchador; y aquellos que en nuestro ayer formaron falange en la lucha por nuestro bien ni recordados serán en el futuro próximo.

Oriflama vuelve a sus andadas. En su publicación Nº 22, de febrero de 1928, incluye un texto de Gabriela Mistral titulado "El Grito" y fechado en Santi;r.go de Chile en 1922. El trabajo comienza con la siguiente invocación:

"iAmérica, América! iTodo por ella; porque todo nos vendrá de ella, desdicha o bien", y luego: "Somos aún México, Venezuela, el azteca es­pañol, el quechua, el araucano español; pero seremos mañana, cuando la desgracia nos haga crujir entre su dura quijada, un sólo dolor y no más que un anhelo". Luego exhorta a los maestros latinoamericanos: "enseña en tu clase el sueño de Bolívar, el vidente primero. Clávalo en el alma de tus discípulos con agudo garfio de convencimiento". A los periodistas a tener "justicia para tu América total" y a no desprestigiar a ningún país latinoamericano para exaltar a otro. A los artistas a mostrar en sus obras "la capacidad de finura, la capacidad de sutileza, de exquisitez y hondura a la par que tenemos". A los industriales a instruir a sus obreros "para detener la invasión que llaman inofensiva, y que es fatal, de la América rubia que quiere vendérnoslo todo, poblarnos los campos y las ciudades, de su maquinaria, sus telas y de los que tenemos y no sabemos explotar.

Gabriela Mistral rechaza el odio al yanqui para reemplazarlo por el odio a lo que "en nosotros nos hace vulnerables a su clavo de acero y de oro: a su

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voluntad y a su opulencia". Y clama angustiosamente: "Dirigimos toda activi­dad como una flecha ineludible: la América Española, una unificada por dos cosas estupendas: la lengua que le dio Dios, y el dolor que da el Norte".

El planteamiento antiimperialista de mayor hondura se titula "Propatria" fue escrito en diciembre de 1901 por el Br. Ernesto Sifontes y reimpreso por Oriflama en marzo de 1928 (Nº 23). El trabajo del catedrático Sifontes trae por epígrafe los versos de José Joaquín de Olmedo: "No es digna la vida de quien la memoria de la Patria olvida"/, y lo motivan dos folletos del Dr. José Gabriel Machado titulados Moderación e instrucción cívica y Proyecto de política venezolana:

Esta propaganda -dice el articulista- probará a K.idd, Childs y Le Bons que existen en el seno de estas nacientes naciones, quienes se preocu­pen de sus problemas internos, y quienes estén dispuestos a cualquier sacrificio en aras del que ellos llaman para nosotros perdido ideal de Patria. Que no somos un pueblo perdido para el ideal, un pueblo co­rrompido, refractario a civilización y a las grandes concepciones del progreso moderno, que somos un pueblo sobre el cual pesa como one­rosa la vida de nación independiente, todo ello ha sido demostrado magistralmente por el doctor Luis Alcalá Sucre, en su científico y di­dáctico trabajo Sociología Hispano Americana. Allí con brillantez y profundas razones bate él a quien se atreviera a decir: "Es necesario leer la notable e imparcial obra de Th. Child, sobre las repúblicas hispa­noamericanas, para apreciar lo profundo de su decadencia. Las causas de ésta se hallan todas en la constitución mental de una raza que no tiene ni energía, ni voluntad, ni moralidad".8

Inficionado de racismo por influjo positivista Sifontes atribuye el progreso de Estados Unidos al hecho de que su pueblo "es el resultado o selección de tres o más razas perfectas", civilizadas, de ideales definidos y que poseían una noción muy alta del deber. Y compara: "Nosotros -por el contrario- aporta­mos a nuestra vida de libres, además de las contingencias del medio, la indo­lencia del indio y el levantismo de los aventureros españoles". Sin insistir en el tema racial, el autor cita a Lombroso para explicar el fatalismo imperialista de las civilizaciones triunfadoras y luego afirma:

Mas, no es en Europa, como pudiera creerse donde corren peligro estas recientes democracias. En el continente mismo de América, donde

8 En nota al pie Sifontes atribuye la cita de Child a Le Bon en su obra Lois Psyclwlogiques de l'Evolution des Peuples, p. 115.

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existe un pueblo, que convertido en espada de Damocles, está pronto a caer sobre sus libertades. Son los Estados Unidos del Norte, que por haber alcanzado una civilización que iguala a la del Viejo Mundo, rechazan a todo trance el espíritu de reforma a que tienden estos pue­blos ( ... ) Mackinley con su política de imperialismo desarrollada en estos cuatro años, despertó el ideal de la conquista en él ( el pueblo norteamericano) y será dudoso que aquel siga otro curso después de su muerte. Unicamente una política expansiva y clara, dijo él (Mackinley), conservará lo que tenemos hoy. Ninguna otra política conseguirá más.

El advenimiento de Teodoro Roosevelt a la presidencia de aquella Nación después del golpe de Czolgosz -agrega Sifontes- nada bueno asegura para no­sotros y en apoyo de este aserto cita al diario The New York Herald:

El expansionismo de los Estados U nidos es un efecto, no una causa. iAh con qué fervor debe implorar la América Española al Creador para que tenga bien lejos de la Casa Blanca al bizarro jefe de los Rough Riders, al vicepresidente Teodoro Roosevelt!

A juicio del escritor, "nuestra suerte había sido predicha por el dios del Mercantilismo-Industrial-Expansivo", y menciona los casos de Cuba y Puerto Rico para rechazar el rol de salvador de nuestra nacionalidad que algunos asigna­ban al protectorado norteamericano. Para preservar la obra de Bolívar eran nece­sarias la unión, la compactación y la fraternidad para "el perfeccionamiento de la raza y la resistencia al osado invasor". Había que educar al buen pueblo -para hacer lo mejor- en el deber del trabajo y luego armarlo con los implementos bélicos confeccionados por Maxim, Krupp y Armstrong habida cuenta de que "el hierro fortifica" y "la victoria es la suprema ley de las naciones". Continúa:

Nuestros antepasados en los comienzos del siglo probaron al español que éramos dignos de ser libres, debemos esforzarnos en mostrar al americano del Norte que no queremos ser esclavos. Y si tal no hacemos iüh dolor! desde el lejano septentrión, el cóndor de las barras azules y de insignia estrellada, que con ojo avizor nuestros pasos sigue 'Cual águila caudal que se complace / del alto cielo en divisar su presa' caerá muy pronto sobre nosotros y nos devorará.

El pensamiento de Sifontes muestra la influencia de César Zumeta quien en una de sus obras, había refutado a Kidd, y escrito, a propósito de la amenaza norteamericana, lo siguiente: "La ley de las naciones no es tomada en serio sino entre las potencias cuyas fuerzas se equilibran; y como el único derecho que no prescribe es el de la fuerza, los tratadistas universalmente reconocidos en definitiva son Armstrong, Bange, Krupp ( ... )

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El hierro fortifica. Armémonos. Con esta sola previsión podemos alejar el peligro, y aun conjurarlo. Es de nosotros mismos de quien depende nuestra suerte". (El Continente Enfermo. Nueva York, 1899, s.p.i.).

La vigencia de la reproducción de "Pro-Patria" queda evidenciada por el hecho de que en aquellos días Estados Unidos ocupaba militarmente Haití y Augusto César Sandino enfrentaba en Nicaragua a las tropas norteamericanas de ocupación. Era obvia la actualidad del planteamiento de Zumeta reiterado por Sifontes y su valor se enriquecía por el creciente predominio de los intere­ses norteamericanos en la vida de Venezuela.

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En Octubre de 1926 Oriflama (Nº 6) reseñó la celebración de las "Bodas de Plata Sacerdotales de Monseñor Mejía" e informó sobre los actos progra­mados para "la celebración del día, en que veintiocho años atrás, enclavada en los Andes, las cadenas del sacerdocio unieron a nuestro Prelado al áureo trono del Eterno". La información alude a las veladas artístico-literarias celebradas en el Teatro Bolívar por el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús, la Escuela Zea, el Colegio Santa Teresa de Jesús, la Junta de Damas y Caballeros consti­tuida ad hoc y la Sociedad de Hijas de María. Los redactores felicitan "efusivamente a los precursores ( forganizadores?) de estas hermosas fiestas de la fe, y lo hacemos de manera especial a todos aquellos que contribuyeron con sus dotes artísticas al mayor realce de dichos festivales y reciba nuestro ilustre Prelado, nuestras ingenuas y calurosas congratulaciones por el feliz su­ceso que la sociedad bolivarense celebró el día del presente". La intención del texto se ajusta a la más rigurosa ortodoxia y su lenguaje rebasa el límite del acatamiento a las convenciones sociales: Esta manifestación de catolicismo y de acatamiento a la jerarquía eclesiástica sería la primera y última de su tipo que vería la luz en las páginas de la revista.

En la misma edición de octubre la "Crónica" de Oriflama anunció un no­vedoso y heterodoxo acontecimiento: la constitución en Ciudad Bolívar de una Sociedad Espiritista. El entusiasmo por el suceso palpita en el breve texto de la nota y luce contradictorio con el fervor católico de la anterior, habida cuenta del invariable y categórico repudio de la Iglesia Católica a las prácticas espiritistas, así como las sanciones eclesiásticas a que se veían expuestos sus practicantes. La información dice lo siguiente:

En atenta circular nos ha sido participado con fecha 5 de los corrientes la instalación en esta ciudad de la 'Sociedad Espiritista de Ciudad Bolí-

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var' que constituye un grupo de jóvenes y estudiosos elementos del terruño; y la que se propone trillar por el arduo y combatido campo de los estudios psicológicos, de la discutida ciencia de ese misterioso e ignoto arcano del más allá que se yergue desafiante ante los mortales de nuestro mundo viviente, por todo lo cual vayan hasta la Mesa Directiva de ese importante centro nuestros más sinceros parabienes".

En la siguiente edición de la revista, noviembre del 26 (Nº 7), la misma sección incluyó una nota de manifiesta simpatía por las actividades de la Socie­dad que dice así:

"Guayana Espírita" / Como vocero de la "Sociedad Espiritista de Ciu­dad Bolívar" empezó a circular desde el 1 º del presente mes, esta im­portante revista quincenal bajo la dirección del distinguido y conocido hombre de letras señor Rodolfo Felice, viniendo a demarcar nuevos horizontes en nuestra prensa regional. Los dos números que lleva ya editados le han constituido un triunfo, por lo selecto y científico de su material y por la favorable acogida que le ha dispensado nuestro públi­co consciente. Guayana Espírita es una revista de elevados vuelos mentales.

El espiritismo y la teosofía alcanzaron gran auge durante los años de la dictadura gomecista y los practicantes de ambas doctrinas solían oponer un rabioso anticlericalismo a la reiterada condena de la Iglesia Católica, adoptan­do actitudes políticas militantes. Durante la Primera Guerra Mundial el escri­tor, periodista y prominente teósofo Dr. Francisco Domínguez Acosta había muerto en la caraqueña cárcel de La Rotunda por su decidida aliadofilia -Gómez era germanófilo- en los años 20 numerosos espiritistas cerraron filas en los cuadros dirigentes del proletariado petrolero del Zulia. La prevención del régi­men contra el espiritismo se tradujo en sanciones contra los espiritistas y los simpatizantes de la secta. El correr del tiempo no disminuyó esta hostilidad y así puede leerse en la "Cronología" del editor José Agustín Cátala: "1934. El 9 de junio es hecho prisionero por la dictadura del Gral. Juan Vicente Gómez, acusado de difundir en la prensa de Maracaibo (Semanario Orión), un co­mentario sobre el libro de Joaquín Trincado Los cuatro amores". Trincado era, a nivel mundial, uno de los más renombrados teorizantes y apóstoles del espi­ritismo. La manifiesta simpatía de Oriflama por la Sociedad Espiritista fue reiterada en marzo de 1927 (Nº 11) cuando el redactor de la "Crónica" apro­vechó la reseña de los homenajes rendidos al escritor Manuel Díaz Rodríguez para calificar a Guayana Espírita como "instructiva, importante y radiante de verdades". La pasividad de la iglesia ante los desmanes de la tiranía, el carácter autoritario y belicoso del obispo Mejía -nacionalmente llamado "el general Mejía" - y las constantes agresiones del prelado Diocesano contra el liberalis-

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mo y la masonería, debieron influir considerablemente en esta toma de posi­ción de la gente de Oriflama.

La actitud de Oriflama produjo consecuencias, el 17 de mayo de 1927 el Centro ofreció una velada para celebrar su primer aniversario y el presidente Ruggeri y Parra aludió a un:

... Sueltecito de crónica que figuró en uno de los periódicos locales y en donde se veía marcada la dedicatoria para nosotros. Ante aquella injus­ticia el corazón vibró -añade- la sangre continúo su circulación con una rapidez exuberante y entonces, bajo el isocronismo de nuestras ideas, convoqué, como lo hubiera hecho cualquiera en mi caso, una sesión extraordinaria y designé para rectificar ese error al severo Ricardo Archila, al inteligente Héctor Villalobos, al pensativo Alejandro U nceín, al sincero Jorge Sánchez, al fogoso Herman Meinhard, al reposado Carlos Rendón, al correcto Juan Francisco Reyes h., y por quererlo algunos miembros, me incluí yo gustosamente en el grupo menciona­do. Y comenzó la lucha, y principió la trama, y al fin vimos desvanecer­se lo ilógico por la razón, la mentira por la verdad. Y repito: no es mi objeto renovar pasados rencores; no; no soy yo, como lo quiso ( fal­guien?) algún tiempo después ( ¿quién pretendió? vengarse; quiso rec­tificarme un error y él fue el errado; hizo como 'la serpiente que se muerde la cola por detrás'. (Oriflama, Nº 13).

Ruggeri no menciona ni al contendor ni los motivos de la polémica pero es lógico suponer que el dardo contra el Centro proviniera de la Gaceta Eclesiás­tica o de alguien vinculado al vocero y ello por causa de la simpatía demostrada por Oriflama a la anatematizada Sociedad Espiritista.

A esta polémica se refirió Héctor Guillermo Villalobos en el discurso que pro­nunciara en la misma fecha y publicado en el Nº 13 de la revista, mayo de 1927:

Con el rumor del triunfo llegó a nuestros oídos la maligna fabla de los murmuradores, de los pesimistas.

Pero ni un momento vacilamos; a pie firme seguimos adelante y cuan­do tuvo que librarse una batalla se libró.

Pero los negros pajarracos de la envidia se equivocaron otra vez; creye­ron precipitarse sobre los despojos de nuestro centro:

Pero al ver que empuñábamos la pluma como quien empuña una espa­da; al ver que estábamos resueltos a defendernos de manera eficaz con-

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tra sus traicioneros picotazos, entonces, agitaron sus alas color de no­che, sus alas color de misterio, 'y un gran vuelo de cuervos manchó el azul de nuestro cielo' ( ... )

Según el ilustre Vargas Vila, España, 'la Hidalga, la Fuerte, la Grande, tiene el alma negra y roja; negra por sus místicos; roja por sus conquis­tadores'.

'El negro de la cruz; el rojo de la espada'.

La identificación de los adversarios del centro como "negros pajarracos de la envidia" de "traicioneros picotazos" y "alas color de noche" o "color de misterio" guarda correspondencia con el "siniestro vuelo" atribuido a los cléri­gos en el soneto "Los Curas", suscrito con el seudónimo Ramón Nazario García. Este poema tiene todas las trazas de ser original de Héctor Guillermo Villalobos tanto por la coincidencia anotada como por la soltura de la versificación:

"Los Curas

Mirad cómo caminan: llevan duelo de aquella edad de inquisición y crimen: quieren rugir y en su impotencia gimen al ver cortado su siniestro vuelo.

La hipocresía fatal que ellos esgrimen para obtener la gloria de este suelo, ha inspirado a los hombres cruel recelo y de la iglesia esclavos, se redimen.

Despóticos, soberbios, aherrojaron de la conciencia humana su albedrío, y su derrota colosal forjaron.

Con su poder tan bárbaro e impío: hoy, son sus dioses que el ayer poblaron, iCariátides suspensas del vacío!

Ramón Nazario Rivera

Guayana: Enero de 1928"

En esta discusión terciaron otras personas según se evidencia de la nota necrológica didicada al Sr. Carlos A. Siegert y suscrita por "La Dirección",

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aparecida en el Nº 10 de Oriflama de febrero de 1928. El título de la misma -alterado por groseros errores de imprenta- es "Sensible fallecimiento" (sic):

La actitud que tomó en meses pasados cuando los estudiantes del Co­legio Federal nos encontrábamos sosteniendo polémicas clericales, fue afianzadora de nuestro más sincero reconocimiento de amistad, pues él supo de igual modo que su primo Osear Grossmann Siegert, trocar su pluma humilde en espada defensora, exponiendo justas razones y bien definidas.

En noviembre de 1927, la revista (Nº 19) produjo un artículo titulado "Dos de Noviembre", original del liberal y libre pensador colombiano Diógenes A. Arrieta, amigo y correligionario de su anticlerical compatriota José María Vargas Vila. El texto alude a la conmemoración del católico Día de los Muertos y critica el ritual o rezo de los responsos por parte de los sacerdotes:

Alquilar a un hombre para que rece por nosotros es un insulto a la memoria de aquel por quien se reza; ir a un cementerio a especular con los más sublimes sentimientos humanos, es un sacrilegio que ninguna sociedad civilizada debe tolerar ( ... ) iOh! si la providencia se ocupa de este mundo, si los que se fueron saben lo que pasa en nuestra mente, cómo nos despreciarían. Alquilar a una miserable para que rece por nosotros es tan insensato como pagarse para que sienta nuestro dolor. Si queremos orar, hagámoslo nosotros mismos y no empleemos jorna­leros que hagan lo que hacen. El olvido es menos criminal que el re­cuerdo pagado.

La "Crónica" de enero de 1928 (Nº 22) trae un nuevo alarde anticlerical en su suelto dedicado a comentar la presunta locura de Vargas Vila informada por periódicos europeos. El redactor da por cierta la noticia y la explica arguyendo que "la constitución anatómica del individuo explica muy bien el entorpecimiento de las funciones intelectuales de este exquisito cultor de las letras, autor de bri­llantísimas obras, en las cuales su pensamiento florece, como una flor roja entre un campo de nardos y de lirios". En el caso concreto la locura era una conse­cuencia del genio pues: "Las circunvoluciones cerebrales son insuficientes para contener tanta cantidad de pensamientos, de ideas y de reminiscencias, que se desarrollaban en Vargas Vila lozanos y fecundos, como árboles a orillas de un lago somnoliento". A esta consideración siguen más elogios al escritor colom­biano para concluir en tono desafiante: "Sólo falta ahora que el clero y sus turiferarios, digan que tal locura es debida a la intervención del poder divino".

El planteamiento antieclesial reaparece en marzo de 1928 (Oriflama No. 23) mediante la reproducción de fragmentos de un ensayo del célebre escri-

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tor ecuatoriano Juan Montalvo titulado "De la belleza Artificial". Un párrafo sarcástico de ese texto reza lo siguiente:

Siempre me ha hecho comezón en el espíritu la idea de saber por qué la Sede Romana que fulmina ex comuniones sobre los impíos, herejes y cismáticos; que ha puesto fuera de la iglesia a los autores de libros inmorales, los fumadores de tabaco, los que niegan el origen divino del diezmo y la primicia; que amenaza con las penas eternas a los que no le dan cincuenta pesos al cura por cada muerte, y cuatro para las ánimas; a los que no creen de buena gana en la virtud de las reliquias; a los que no hacen fiesta a San Pito y Santa Flauta; a los que no mandan decir responsos para el alma de cualquier cántaro que se va. ¿Cómo esa corte tan celosa y maternal no ha puesto hasta ahora en entredicha a las mujeres dadas de albayalde, bismuto, cold cream y otras brujerías tan perjudiciales para la religión? ¿Acaso la Virgen Santísima habrá usado esos encantamientos y hechizos nefandos? Pues cómo sufre Su Santidad que católicos se desfiguren el rostro, imagen de Dios, y an­den con esa enorme impostura imprimida en la parte más eminente y gloriosa del cuerpo humano ( ... ) si el Papa fuera servido de venir en nuestro auxilio, cómo con la mano les quitara la herejía de la cara, y las dejara católicas-apostólicas-romanas mondas y lirondas.

IV

El enfrentamiento político de Oriflama con la realidad del país o sus plan­teamientos específicamente políticos fueron, por razones obvias, los más esca­sos, tímidos y tardíos. El 4 de septiembre de 1926 el Centro celebró una velada conmemorativa del Centenario de Ramón Isidro Montes pero los oradores estudiantiles Adita Figarella (Jer año), Héctor Guillermo Villalobos (2do año) y Herman Meinhard h. (Ser año) sólo se refirieron a las ejecutorias literarias y docentes del eximio educador guayanés, y apenas si Ricardo A. Archila ( 4to. año) mencionó su actuación como Diputado en la Convención de Valencia (1858), su alejamiento de Guayana durante la Guerra Federal -"un lustro de sangrientas contiendas políticas" - y su retorno a la tierra nativa "donde desem­peñará con idoneidad y honradez, varios cargos políticos, hasta el año de 1871 ". Las únicas alusiones a la actualidad política fueron pronunciadas por el profe­sor Adán Blanco Ledesma, quien, en el Discurso de orden, calificó al Gral. Silverio González de "en todo momento teniente disciplinado del Gral. Juan Vicente Gómez" y agregó que el mismo González durante su "actuación en Guayana, ha estado atento a todo aquello que envuelva adelanto, justicia y cumplimiento del deber y que sin mezquinos provincialismos ni sordo al in-

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terés ajeno, ha dejado de dar a los ciudadanos que le están encomendados velar: 'al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios'. "También le atribuyó el mérito de la apoteosis de Montes con las siguientes palabras: "Y ya le veis hoy, trayendo de la mano a un hijo de esta tierra (Montes), a los estrados de la apoteosis para que aquellas sienes, que la nieve impoluta de los años coronó, sus coterráneos y discípulos la coronen hoy de flores". Este mérito era extensivo a quien "de igual manera habéis visto seguir paso a paso esa labor gubernativa, a su distinguido colaborador, Secretario General de Gobierno, el ilustrado doctor Antonio María Delgado". No podía faltar el elogio al Jefe de la Causa. En uno de los párrafos del discurso, aparecido en el Nº 5 de Oriflama, de septiembre de 1926, se puede leer:

Este Decreto, estas ofrendas, estas manifestaciones, son hijas legíti­mas de la Paz y del Progreso por que marcha nuestra querida Vene­zuela, ya que sin Paz, sin Orden no sería propiciatoria la era, para que se realizaran en feliz concierto estas exultaciones, por ello, todos en un grito de justicia, debemos bendecir al hombre que nos ha legado tan preciado bien. 9

En la edición de Oriflama de fin de año (Nº 8, 1926), la "Crónica" se refirió a la festividad del 19 de diciembre, "fecha genésica de la Rehabilitación Nacional", en los siguientes términos:

Cúmplese en ese día fausto 18 años de la campaña redentora llevada acabo por nuestro ilustre Jefe, general Juan Vicente Gómez.

Diez y ocho años de paz, diez y ocho años de ventura, en los cuales la floreciente Venezuela ha avanzado como un gran río por el cauce que le demarcan los sagrados fines que se ha propuesto el sagrado conductor de la Causa.

En la noche de los tiempos se ha perdido el espectro del caudillismo ahuyentado por el bien templado acero rehabilitador.

El 19 de diciembre es una fecha célebre en los anales de la política venezolana porque ella señala el límite que separa a un período infausto de otro fausto y porque en esa jornada el Benemérito Gral. Gómez prendió para siempre las hogueras de la paz y el progreso.

9 Este personaje no era otro que el Benemérito General Juan Vicente Gómez. (Nota de M.A.R.)

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Que el Dios de los Ejércitos proteja la vida del esforzado paladín, que sólo se desvela en llevar a Venezuela a su más alto grado de esplendor y para que así en el Bosque de la Patria reine una eterna primavera.

El texto está redactado conforme a la más impecable ortodoxia gomecista o rehabilitadora y nada tiene que envidiar a los similares de El Nuevo Diario y demás oficiosos de la época. Mas fue el primero y último de su tipo pues en diciembre de 1927 el comentario se redujo a lo siguiente: "La Viuda Alegre/ El 19 del presente mes, celebrado en esta ciudad por ser la fecha magna de la Causa Rehabilitadora, verificóse por la noche en nuestro Teatro Bolívar la re­presentación de la preciosa opereta 'La Viuda Alegre', la que fue llevada a escena por varios jóvenes de nuestra culta sociedad, dirigidos por el inteligente Profesor José Francisco Miranda". A este párrafo sigue una extensa y detallada crónica en la cual se prodigan elogios a los intérpretes entre quienes figuraron varias damitas en roles masculinos.

Antes de la subordinación de las glorias gomeras al montaje de "La Viuda Alegre" -exactamente en abril de 1927- Oriflama (Nº 13) registró y lamentó el inesperado deceso del Dr. Francisco Baptista Galindo, Secretario General de la Presidencia de la República y valido de turno del general Gómez. El redactor de la "Crónica" calificó esa defunción como "suceso infausto para la República por lo que ha sido bastante deplorado" y escribió con verdad. El influjo de Baptista Galindo en el ánimo de Gómez había logrado amainar el furor represivo del régimen y gracias a sus buenos oficios se produjeron la conversión de la tenebrosa cárcel de La Rotunda en depósito del Ministerio de Obras Públicas, la liberación del general Román Delgado Chalbaud y otros secuestrados políticos; el retorno de algunos exiliados y sobre todo el regreso a Venezuela -en 1925- de unos 17,000 tachirenses aventados a Colombia por la vesánica satrapía regional de Eustoquio Gómez. En opinión de Oriflama "fue el Dr. Baptista Galindo persona de rectos principios, que lo hacían acreedor a ser considerado como unas de nuestras más altas personalidades tanto en la vida social como en la política". El escritor antigomecistaJosé Rafael Pocaterra dice del personaje: "O tuvo más inteligencia o más corazón que los validos del régimen. Fue la única cuerda humana que vibró en el arco tenso de la barba­rie" .10

¿Cuáles factores o circunstancias influyeron en el cambio de actitud de Oriflama ante la festividad del 19 de diciembre? A título de hipótesis pudie­ran mencionarse, entre otros, el influjo de las visitas del poeta Andrés Eloy

10 Memorias de un Venezolano de la Decadencia. 1925-1935. Caracas, Editorial Elite, 1936, Tomo 11, p. 307.

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Blanco y del novelista Manuel Díaz Rodríguez, señaladamente la del autor de Idolos Rotos. Blanco arribó por primera vez a Ciudad Bolívar el 24 de Mayo de 1926, recibió el saludo de una comisión del Centro, ofreció un recital, dio a conocer un "Himno a los Estudiantes" musicalizado por Juan Bautista Plaza y prometió retornar con un poema al Orinoco. El poeta regresó el 7 de diciem­bre de 1927 y en la ocasión ofreció dos recitales -"carísimos relativamente a nuestra situación económica" - lo cual no impidió que el Teatro Bolívar "estu­viera pleno en ambas fiestas" y que, por tanto, una numerosa concurrencia escuchara por vez primera los poemas "El Río de las Siete Estrellas" y "Las Uvas del Tiempo". El himno estudiantil de la época no tiene ningún carácter subversivo y la letra del coro reza como sigue: "Estudiantes nuestra llama/ con dos símbolos inflama: / el sol de la libertad / Patria y luz bajo los cielos: / Patria de nuestros abuelos,/ luz, de la Universidad". (Oriflama, julio de 1926, Nº 3)

Mayor impacto parece haber tenido la visita de Díaz Rodríguez en cuyo honor el Centro celebró una velada el 1 O de marzo de 1927. El conocido escri­tor venía enfermo y descompadrado con Gómez y por vez primera disfrutaba la doble experiencia de cruzar los llanos de su país y de navegar el Orinoco. El programa de la velada reproducido por Oriflama en la monográfica edición de mayo de 1927 dedicada a Díaz Rodríguez (Nº 11), incluyó la lectura por Hortensita Flores del "Soneto del Orgullo" original del homenajeado y textos alternados con interpretaciones musicales y leídos por sus autores Pablo Ruggeri y Parra, Juan Francisco Reyes Baena, Eleuterio Casado, Ricardo Archila y Carlos José Ramírez Torres.

La clausura del acto correspondió a Díaz Rodríguez quien rechazó las acu­saciones de pesimista y antipatriótico lanzadas contra uno de sus primeros libros y se justificó de la siguiente manera:

Mi pesimismo no era ni fue nunca sino deseo de perfección y seme­jante pesimismo significa sano amor de patria. La patria sobre todo. Esa fórmula que se ha querido ridiculizar alguna vez por circunstan­cias del momento, es la fórmula universal del patriotismo. La patria sobre todo, sin duda, pero de ninguna manera sobre la justicia. Por tanto, para que la fórmula se halle conforme con la justicia debemos hacer y querer la patria verdaderamente grande y fuerte, a fin de que sea no sólo reverenciada por nosotros, sus hijos, sino acatada y reve­renciada más allá de las fronteras. Cuando se denuncian abusos y erro­res para evitarlos o corregirlos, y eso se hace con perfecto desinterés y limpieza de corazón, se está sirviendo hidalgamente a la patria. Y debemos servirla principalmente con la conducta, adoptando y haciendo adoptar al niño de las escuelas una limpia norma de conducta. Seme­jante norma es condición indispensable para hacer patria, la base esen-

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cial de la educación que debe preceder a la adquisición de los conoci­mientos o ser estrechamente correlativa de ella, sobre todo hoy, oh jóvenes en que una perspectiva de fáciles fortunas trae perturbados los corazones y corrompidas las voluntades.

Este planteamiento tenía un cierto matiz subversivo habida cuenta de que excitaba el ejercicio de la crítica y a cuestionar la corrupción favorecida por el "boom" petrolero. Más adelante Díaz Rodríguez lo complementaría con la siguiente afirmación:

Se ha dicho con razón que nuestros padres hicieron su obra y a noso­tros nos toca hacer la nuestra. Pero no es menos cierto que, al hacer la nuestra, estamos en realidad contemplando y continuando la obra de nuestros padres. Así, mientras haya desiertos que poblar, riquezas que descubrir, vastísimas tierras que entregar a la agricultura, innumerables dificultades materiales que vencer, puede decirse que no ha terminado la obra de la Independencia.

Este lenguaje desusado alarmó a los circunstantes y muchos pensaron que al bajar de la tribuna el escritor sería "rodado" a la cárcel local. En la velada conmemorativa del primer aniversario del Centro (18 de mayo de 1927), Juan Alberto Gambús citaría el párrafo referido al servicio a la patria implícito en la denuncia de los abusos y errores.

Más adelante el escritor -conocedor de países extranjeros y desconocedor de buena parte del suyo- se hizo una autocrítica al pedir a sus oyentes:

' ... no hacer como hemos hecho hasta ahora, cuando sin conocer nuestro país, sin conocer bien la misma región donde nacimos nos vamos direc­tamente a París o Nueva York. Primero nuestro país, luego las grandes naciones del Continente hermanas de la nuestra por la raza y el origen, de las que mucho tenemos que aprender, y por último, empezando por España, las grandes naciones latinas de Europa. Así nos evitaríamos des­arraigos dolorosos, y recogeríamos más de una lección utilísima'.

En la continuación de su interesente pieza el orador se refirió a su visión del Orinoco y de la pampa "sobre los que parece que estuviera aún suspendi­da en espera del milagro la primera autora de Génesis". Imaginaba al Orinoco como "un viejo saurio monstruoso que hubiese presenciado las aguas del di­luvio y conservara de ese momento y de esas aguas la fuerza primigenia y creadora". Afirmó que el Orinoco debería ser "el centro principal sino único de nuestra economía nacional" como el Plata lo era de Argentina y Uruguay y concluyó con una emocionada loa al Libertador y a Ciudad Bolívar:

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CONGRESO

Porque si el Libertador vino en Caracas a la vida - dijo- fue aquí en vuestra ciudad, en la vieja Angostura y en este mismo paraje donde él nació a la vida de la gloria ... Aquí terminaron la inseguridad, los tanteos y ensayos penosos, las innumeras alternativas de fracaso y de triunfo, y empezó el vuelo definitivo y triunfal de su genio. Aquí, sobre esta roca hecha ciudad, sobre las rocas graníticas del Orinoco, en tierra guayanesa, afincó el águila sus garras para el vuelo alto, seguro y majestuoso que, después de culminar en los cielos de Junín y Ayacucho, se abatió para siempre en el desamparo cruel de Santa Marta. Recogisteis la sazonada primicia del Verbo y tenéis el agua del Orinoco. Y tanto aquel verbo por su fuerza genial, como el agua del Orinoco por su virtud primigenia, viven en un completo devenir, de tal suerte que a nuestro pesar y sin que nosotros lo advirtamos, puede incesantemente, de aquel verbo como de esta agua estar fluyendo, para cristalizar en el futuro, nuestra nacio­nalidad verdadera.

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Afortunadamente el discurso no concitó las iras del "disciplinado" Presi­dente del Estado y Díaz Rodríguez disfrutó los espléndidos agasajos que le fueron ofrecidos por el Gral. J.A. Barroeta Briceño, el Gremio Médico, el dia­rio El Luchador y la revista La Voz del Orinoco. El discurso de Ciudad Bolí­var fue el canto de cisne de Díaz Rodríguez pues el siguiente 18 de agosto el célebre escritor falleció en Nueva York. El centro de Estudiantes declaró tres días de duelo y Oriflama le dedicó una sentida necrología. (agosto de 1927, Nº 16)

A poco de la partida del orador -justo el 30 de julio- Herman Meinhardt h. leyó en el local de sesiones del Centro una conferencia sobre "La Libertad" que sería publicada en Oriflama el siguiente 30 de septiembre (Nº 17). Era la primera vez que se trataba un tema vinculado a la política y no es improbable que el impacto causado por las palabras del autor de Sensaciones de Viaje influyera en este raro planteamiento del orador adolescente:

Cuando un pueblo es incapaz de obtener la libertad -dijo Meinhardt­es porque verdaderamente se halla maltratado y dominado; pero no por ello debe rebelarse contra toda idea de libertad, pues debe com­prender que es la portadora de la igualdad, portadora del rayo que ful­minará la tiranía, portadora de las frases que flagelarán ardientemente el encarado rostro de monarcas y tiranos; en una palabra portadora de su salvación o portadora de su vida, porque un pueblo privado de este tan grande don no tiene vida, es constantemente martirizado por sus opresores ( ... ) Elemento inseparable de la libertad es el verbo ( ... ) Los pueblos no deben permanecer en inacción en espera de que la libertad brote en ellos, porque ésta se conquista, se adquiere.

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Este osado planteamiento de Meinhardt pasó desapercibido quizá por lo abstracto de la formulación y la corta edad del expositor.

En enero de 1928 la revista, en su publicación Nº 21, reproduce de Occi­dente de Maracaibo un texto titulado "Pesadilla Azteca" suscrito por el deste­rrado escritor mexicano y ardoroso antigomecista José Vasconcelos, entonces en el apogeo de su celebridad y tenido como "Maestro de Juventudes de Amé­rica". El autor del Ulises criollo hace una síntesis de la dramática historia de su país y lanza tremendas invectivas contra casi todos los principales actores del proceso histórico de México con las solas exclusiones de los libertadores, Be­nito Juárez y el apóstol revolucionario Francisco l. Madero. Vasconcelos llama "espada asesina" a Porfirio Díaz, comparación que no dejaba de ser peligrosa si se piensa que Gómez era presentado a menudo como émulo de Díaz y que los intelectuales gomecistas solían gustar de la comparación. El escritor alerta contra el peligro yanqui en los siguientes términos:

"Los nuevos conquistadores están en acecho, y nosotros, vueltos de espaldas no los miramos, estamos atentos al rito de los corazones. Huitzliopochtil (sangrienta deidad azteca) victorioso. Huitzliopochtil invencible. lEntregarás otra vez la patria al castigo de una dominación extranjera?.

Vasconcelos había sido Secretario de Educación del presidente Alvaro Obregón y con tal carácter jugó papel fundamental en la ruptura de relaciones diplomáticas entre México y Venezuela. Ahora estaba distanciado de Obregón -lo llamaba "el nuevo Santa Ana" - y no es improbable que en la valoración gomecista pesara más el descrédito de Obregón y de la Revolución Mexicana que el rencor contra los dicterios de Vasconcelos. Otro elemento subversivo del planteamiento vasconcelista era la alusión al riesgo de una agresión norteameri­cana toda vez que desde 1912 el régimen gomecista había aceptado la doctrina del ex canciller González Guinán, según la cual: "Colocada ella (la nación nor­teamericana) a la cabeza del Continente y llevando en él la hegemonía comercial y política, jamás ha producido conflictos a nuestra República, ni hecho alarde de su omnipotencia para imponernos la arbitrariedad y la injusticia". Más aún, en su libro Mis Memorias el escritor carabobeño se jacta de haber derrotado en el ánimo de Gómez la oposición de Ezequiel Vigas, Gil Fortoul y José Ignacio Cárdenas a la proclamación de esa hegemonía y luego asienta: "Mi triunfo es completo, porque en el día de hoy los Estados Unidos de Norteamérica ejercen, en el hecho, la hegemonía mundial". 11 El párrafo de González Guinán fue in­cluido en el mensaje presentado por Gómez al Congreso de 1912.

11 Francisco González Guinán, Mis Memorias. Caracas, Imprenta Nacional, 1964.

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V

El 6 de febrero de 1928 comenzó en Caracas la "Semana del Estudian­te", celebración organizada por el FEV en pro de recabar fondos para una "Casa Andrés Bello" que prestaría ayuda a los estudiantes procedentes del interior de la República. Ese día el estudiantado desfiló desde la vieja Uni­versidad Central, frente al Capitolio, hasta el Panteón Nacional y a su cabe­za sendos abanderados portaban el Pabellón Nacional y el de la Universidad Central. En el Panteón la señorita Beatriz Peña Arreaza, Reina de los Estu­diantes, depositó una ofrenda floral ante el sarcófago del Libertador y luego el estudianteJóvito Villalba pronunció una encendida oración de fe bolivariana rica en alusiones veladas a la dictadura gomecista. Villalba -dijo El Universal al siguiente día- "se reveló como precoz orador, haciendo desbordar de en­tusiasmo a la multitud congregada en el amplio recinto del Panteón". 12 La concurrencia pasó luego a la vecina casa natal de Andrés Bello donde discu­rrió el escritor Rafael Angarita Arvelo y de allí se trasladó a la Plaza Ribas de La Pastora para escuchar el homenaje rendido por el estudiante Joaquín Gabaldón Márquez a los universitarios que el 12 de febrero de 1814 se batieron por la República en la Ciudad de La Victoria. Al regresar a la Uni­versidad los estudiantes pasaron frente al Consulado de Estados Unidos y se oyeron gritos de "iAbajo los yanquis", "iViva Nicaragua!", y "iViva Sandino!". En horas de la noche tuvo lugar la coronación de Beatriz I en el Teatro Municipal y tocó al estudiante Juan Oropesa pronunciar el discurso de protocolo. Acto seguido el joven escritor tocuyano Pío Tamayo leyó su famoso poema "Homenaje y demanda del indio" el cual es una apasionada y melancólica invocación a la libertad perdida. La concurrencia vibró de entu­siasmo y numerosos estudiantes lanzaron al escenario sus boinas azules. Al restablecerse la calma el estudiante Jacinto Fombona Pachano declamó su "Canto a la Reina de los Estudiantes".

El 7 de febrero se realizó un desfile en automóviles por las principales calles de Caracas y los gritos de "iAbajo el Bagre!" y "iMuera el Bagre!" -sobrenombre aplicado "sotto voce" al Gral. Gómez- alternaron con expresio­nes de la jerga estudiantil que componían el siguiente período: "Sigala y Bajala! ! ! - Saca la pata lajá! ! ! - Alá y Bájala!!! - Saca la pata Jajá!!! y iajá y ajá! y saca la pata lajá! ! ! El pregón estudiantil incluía el "Aja" característico del habla rústica de Gómez. En la noche el Club Venezuela fue el escenario de un gran baile en homenaje a Beatriz l. A estas alturas las autoridades tenían conocimiento de las expresiones antigomecistas vertidas en el desfile.

12 Carlos Emilio Fernández, Ob. cit

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Los festejos continuaron sin interrupción. El 8 de febrero el Teatro Rívoli -hoy Capitol- abrió sus puertas para un recital en el cual intervinieron los jóvenes poetas Jacinto Fombona Pachano, Miguel Otero Silva, Pío Tamayo, Fernando Paz Castillo, Andrés Eloy Blanco, Joaquín Gabaldón Márquez y Gonzalo Carnevali. Hubo, además, discursos de Agustín Aveledo Urbaneja y del estudiante Rómulo Betancourt y, en opinión de Carlos Siso -a la sazón Secretario de Gobierno del Distrito Federal- "Sólo el discurso del señor Rómulo Betancourt fue en realidad subversivo y constituyó un ataque verda­dero contra el gobierno y contra la persona del general Gómez". 13 En el ínte­rin el estudiante de medicina Guillermo Prince Lara rompió una placa coloca­da en la Escuela de Medicina del Hospital Vargas cuyo texto rendía homenaje al Gral. Góinez según versión de Juan Bautista Fuenmayor o de su finado hermano Juan Crisóstomo (don Juancho) conforme a la noticia de Carlos Emilio Fernández.

La respuesta del dictador no se hizo esperar. El 9 de febrero el Dr. Juan !turbe reemplazó al Dr. Diego Carbonell en el Rectorado de la Universidad Central y el Gral. Rafael Cayana Martínez al Dr. Carlos Siso en la Secretaría General de Gobierno del Distrito Federal. También fueron removidos el gene­ral Lorenzo Carvallo y Pedro García y sustituidos en la Prefectura del Depar­tamento Libertador y la Comandancia de la Policía de Caracas por el general Guillermo Willet y Tomás Cabrices. A su vez el general Rafael María Velasco, temido y odiado Gobernador del Distrito Federal, citó a su despacho al Br. Raúl Leoni, a la sazón Presidente de la FEV, para responsabilizarlo por las eventuales consecuencias políticas del festejo.

El 13 o el 21 de febrero -según las respectivas versiones de Fuenmayor y Fernández- se supo la orden de prisión girada por Velasco contra Pío Tamayo y los estudiantes Villalba, Betancourt y Prince Lara. Acto seguido la FEV ges­tionó con el Dr. Pedro Manuel Arcaya, Ministro de Relaciones Interiores, la libertad de los cuatro prisioneros pero esta gestión se estrelló contra la inflexi­bilidad del régimen. Al siguiente día el estudiantado universitario y algunos liceístas decidieron entregarse en masa a las autoridades policiales y a tal efecto se presentaron voluntariamente al Cuartel de Policía. Entre los prisioneros espontáneos figuraban los guayaneses Arístides y José Miguel Gómez Rengel, ambos cursantes de Derecho y, el segundo, factor de primer orden en la fun­dación del Centro de Estudiantes de Ciudad Bolívar y de la revista Oriflama, nombre cuya autoría le correspondía. Al cabo de algunas horas los presos vo­luntarios que totalizaban más de doscientos, fueron trasladados al siniestro Castillo de Puerto Cabello. Allí permanecieron once días y en víspera de su

13 Carlos Siso, Castro y Gómez. Importancia de la Hegemonía andina Caracas, 1985.

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excarcelación rechazaron la propuesta de suscribir una solicitud de perdón a Gómez que le fuera presentada por Hugo Fonseca Rivas, Jefe Civil de Valen­cia.

En tanto se sucedían las manifestaciones callejeras contra el régimen y Jóvito Villalba recuerda uno de los partes telegráficos del gobernador Velasco al Gral. Gómez, cuyo texto dice más o menos: "Ayer la policía tuvo que batirse a tiros contra ochocientos malhechores en (la parroquia caraqueña) San José".1 4 Era la insurgencia de la nueva Venezuela cuya presencia beligerante fue descrita por el mismo Villalba:

De golpe, desde finales del año 1927 nos poseyó una inquietud tremen­da y una clara conciencia de que había que actuar, y actuar inmediata y valientemente contra la tiranía gomecista.

¿Quién nos reunió, quien nos citó, quién nos aconsejó? No recuerdo. Muchos entre nosotros, nos conocimos el propio 6 de febrero cuando empezaron los actos de la Semana del Estudiante. Pero recuerdo que ya a finales del 27, se veía venir la explosión. La elección de Raúl Leoni para la Presidencia de la Federación de Estudiantes, fue todo un acon­tecimiento nacional ( ... ) el movimiento del 28, es el primero de los movimientos universitarios que genera una onda nacional por el cual él y el movimiento iniciado se perpetúan, se afianzan en la vida venezola­na ( ... ) el movimiento del 28 surge en un momento en que Venezuela, por razones económicas, sociales y políticas, ya muy bien analizadas, está madura para derribar el aparato de la tiranía y para empezar abier­tamente a transitar el camino de las luchas democráticas. 15

A su vez Juan Bautista Fuenmayor enjuicia así los sucesos del 28:

Para valorar debidamente el movimiento del 28 hay que partir del he­cho de que fue el primer movimiento político de masas contra la dicta­dura, puesto que los movimientos anteriores habían sido intentonas cuartelarías o diminutas sublevaciones de caudillos locales. Lo que hay de nuevo y extraordinario en 1928 es la participación, activa y en pri­mer plano, de las masas populares y el carácter civilista del movimien­to, que fue espontáneo, sin organización de ninguna clase, sin progra­ma alguno. La multitudinaria participación del pueblo, que daba mues-

14 Jóvito Vtllalba, La generación del 28. Caracas, Concejo Municipal del Distrito Federal, 1978, p.9.

15 Jóvito Villalba, Ob. cit., pp. 5-6.

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tras de coraje y heroísmo comunicó épicos ardores a los estudiantes, para que éstos desempeñasen el papel de héroes de la jornada. Muy otra hubiera sido la actitud de los estudiantes si, tras la primera protes­ta, el pueblo los hubiese dejado solos y desamparados. De seguro que aquel conjunto de muchachos hubiese abandonado la lucha, presa de profunda decepción, y todo hubiere pasado sin pena ni gloria. El calor y el entusiasmo que comunicaron las masas a los estudiantes fue el elemento que sirvió de pedestal a la llamada "Generación del 28". Por ello no hay que perder de vista que lo esencial fue la participación de las masas, con su heroísmo, sus muertos, su abnegación.

Por otra parte, la fortaleza de las acciones estudiantiles y populares de 1928 estuvo también en que fueron la expresión de un frente unido de clases, logrado por primera vez en la historia contemporánea de Venezuela.

El año 1928 marcó el comienzo del movimiento democrático y popular de Venezuela. Allí tuvieron nacimiento, los hombres que más tarde, al madurar, organizaron y encabezaron los partidos políticos actuales, empezando por el Partido Comunista y terminando en Acción Demo­crática y Unión Republicana Democrática".16

La revista Oriflama acusó el impacto de la "Semana del Estudiante" y en su edición de marzo de 1928 (Nº 23) engalanó la primera plana con su sone­to de Rubén Darío que revela su manifestación solidaria y decisión protesta­ría:

"Suprema Lex. Sí. Dios lo quiere a veces. La sangre,

(las matanzas vienen como una triste aterradora ley; señala lo infinito, momentos de venganzas; irompe la jaula el águila, quebranta el yugo

del buey! Terrible es la tormenta que trae las acechanzas la rabia del rebaño, las iras de la grey; que pone las cabezas sangrientas en las lanzas y arranca con la vida la purpura del rey. Sí. Dios lo quiere a veces; y envía el cataclismo hace brotar siniestros del fondo del abismo las lívidas borrascas, la negra tempestad.

16 Juan Bautista Fuenmayor, 1928-1948 Veinte años de política. Madrid, 1968.

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CONGRESO

Para que surga en medio de la ardua noche (trágica

como divina enseña, como corona mágica, tu nimbo constelado de luz, iOh! iLibertador!

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El 7 de abril de 1928 fracasa en Caracas el movimiento cívico-militar coor­dinado por el capitán Rafael Alvarado Franco con la cooperación de otros oficiales jóvenes, líderes de la FEV y cadetes de la Escuela Militar. Los insur­gentes tomaron Miraflores pero fueron rechazados en el Cuartel San Carlos por obra de la decidida intervención del Gral. Eleazar López Contreras, a la sazón Jefe de la Guarnición de Caracas. Al siguiente día el ministro Pedro Manuel Arcaya calificó al movimiento como de "tendencia comunista" y el puño de hierro de Juan Vicente Gómez descargó toda su fuerza represiva. Varios de los complotados fueron sometidos a tortura del "cepo de campaña" y más de 150 estudiantes enviados a un campo de concentración ad hoc esta­blecido en el poblado llamado Las Colonias (Colonia Bolívar o Araira del Edo. Miranda) para cumplir, por tiempo indefinido, la pena de trabajos forzados en la construcción de la carretera Guatire-Carenero. La represión dictatorial al­canzó a numerosas personas ajenas al movimiento pero significadas como ene­migas del gomecismo o tenidas como tales y entre los secuestrados figuró el ilustre periodista y ciudadano don Rafael Arévalo González, quien tuvo la osadía de dirigirse a Gómez pidiendo la libertad de los estudiantes. Al cabo de pocas semanas un grupo de los universitarios presos sería sacado de Las Colo­nias y trasladado a otro campo de concentración llamado Palenque, instalado en los cálidos llanos del Guárico y tenido como mortífero por la contribución que el paludismo -sumado a los maltratos y la mala alimentación- aportaba al exterminio de los peones involuntarios.

El 30 de abril apareció en Nº 24 de Oriflama con una ''A manera de Edito­rial" titulado "El Eterno Anhelo" y suscrito por el director Juan Alberto Gambús. El texto rezuma una punzante melancolía y se refiere:

... a una luz divina que tantas veces se les había aparecido en sus sue­ños, resplandeciendo sobre las cimas enhiestas de las montañas azuladas.

Y hacia esa luz:

... hermanos en la empresa, hermanos en la desgracia, hermanos en la victoria, hombres ante una misma perspectiva y un mismo ideal, mar­charon decididamente por un camino intrincado que con un dedo inexo­rable les señalara la fatalidad de su destino, llevando una sonrisa de triunfo en los labios y un horizonte de luz en las pupilas.

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Este lamento viril por la derrota del movimiento insurrecciona! habría pa­sado inadvertido pero la osadía de los jóvenes periodistas llegó a mayores proporc10nes:

Sus redactores -cuenta Rafael Pineda- acordaron pegarle un lacito negro en la portada, y que cada quien lo interprete como quiera, si es que no lo ve como adhesión del Centro de Estudiantes de Ciudad Bolívar a los sucesos estudiantiles de Caracas ( ... ) En la próxima es­quina, los estudiantes que vendían la revista fueron rodeados por la policía.17

Y conforme a los recuerdos de Juan Alberto Gambús, algunos de ellos es­cucharon la clásica "voz de arresto" de agentes de policía que les intimidaban revólver en mano. Los detenidos -entre quienes se contaron el propio Gambús, Héctor Guillermo Villalobos, Alejandro Unceín y Carlos Evaristo Rendón­fueron conducidos a la Cárcel Pública y los de mayor corpulencia -Villalobos entre ellos- recibieron la sanción adicional del par de grillos remachados a los tobillos. En el viejo presidio colonial la juventud de los inesperados presos políticos excitó la cordial solidaridad de los presos comunes y algunas hicieron cuanto pudieron para aliviar las penalidades de sus jóvenes y circunstanciales compañeros.

La breve detención de los estudiantes no provocó ningún sacudimiento local y de esta guisa concluyeron las actividades del Centro de Estudiantes de Ciudad Bolívar y la circulación de la revista Oriflama. La vida del Gral. Gómez se prolongaría hasta diciembre de 1935 y sería entonces cuando el pueblo bolivarense se lanzaría a la calle para impedir la supervivencia del gomecismo. En el interín -diciembre 1933- un grupo de civiles organizados por el fotógrafo Isidoro Enrique Rebolledo -guayanés de Guasipati- y por el general soledadeño Emilio Lanza fracasó en el propósito de tomar el Cuartel de Ciudad Bolívar y entregar el mando de la plaza a los generales orientales Doroteo Flores y Bartolomé Ferrer h., quienes, a ese efecto, abandonaron su exilio en Trinidad y perecieron, ahogados o asesinados, en el Caño Mánamo del Delta del Orinoco. Este plan insurrecciona! sería el último puesto en ejecución contra el minerali­zado régimen dictatorial.

17 Citado por Nelson Osorio T., en La Formación de la Vanguardia Literaria en Venezuela (Antecedentes y Documentos). Caracas, Biblioteca de la Academia nacional de Historia, 1985.

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VI

La aparición de Oriflama en la Ciudad Bolívar y en la Venezuela de 1926, vista con la perspectiva que brindan los sesenta años del suceso, adquiere los contornos de una auténtica hazaña intelectual y editorial si se piensa que la romántica iniciativa fue obra de un grupo de adolescentes cuyas edades oscila­ban entre los 16 y los 20 años. En el apogeo de la rígida y espesa "pax gomera" el esfuerzo de aquella parvada de muchachos sube de punto al considerar que Ciudad Bolívar -al igual que el resto de Venezuela- era un lugar donde el co­mercio de las ideas contemporáneas era muy restringido. Los asuntos tratados en la revista, la ingenua manera de enfocarlos y el apego de los jóvenes prosistas y poetas a la retórica tradicional, confirman plenamente la verdad de este últi­mo aserto. Sorprende, sin embargo, cómo en la medida en que pasan los meses los temas se tornan más audaces y los escritores más desenvueltos. Las lecturas y la disciplina exigidas por las Conferencias mensuales del Centro -cuyos tex­tos se publicaban en Oriflama- y las escasas y manipuladas informaciones pro­ceden tes del exterior, fueron fortaleciendo intelectualmente a los jóvenes pe­riodistas y les proporcionaron instrumentos para calibrar la triste realidad de su entorno y el sacudimiento renovador que agitaba el mundo conmovido por la hecatombe de la Primera Guerra Mundial y el estallido de las revoluciones mexicana y soviética.

Oriflama -lo dijimos con anterioridad- fue una voz de la Venezuela emer­gente que buscaba ansiosamente órganos y vías de expresión y al fin los encon­tró en el quehacer intelectual y cívico de sus estudiantes y obreros. Su tarea fue relevante en el propósito de alertar a los espíritus más avisados para el esfuerzo que requería el encuentro de la magullada identidad venezolana. Sus logros en el ámbito literario no fueron de mayor alcance. En aquellos días la crisis de valores precipitada por la Primera Guerra Mundial había generado lo que ha sido llamado el "fenómeno internacional de la vanguardia artística y literaria", entendida ésta, en opinión del crítico chileno Nelsón Osorio T., como "la re­belión artística y el cuestionamiento de los valores culturales existentes ( que en muchos países) se vincula (ba) en mayor o menor grado a los impulsos de la revolución que movili(zaban) a los sectores explotados". Al juzgar el valor literario de Oriflama dice Osorio:

En el terreno estrictamente literario, Oriflama no se vincula mayor­mente a la vanguardia. La m~yor parte de los textos de los jóvenes estudiantes están dentro de la retórica lírica tradicional. Sin embargo, un par de poemas de Héctor Guillermo Villalobos rompen, por lo me­nos parcialmente, con esta línea. En uno de ellos "El Cardón" figura un par de versos que serían muy del gusto de la nueva estética: 'El cardón es un verso alejandrino / que se prolonga de melancolía'; otro, 'El poe-

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ma de los días', es un poema que sí está próximo a la nueva sensibilidad vanguardista:

El bostezo del lunes se prolonga en lamento la gente que se acuesta con dolor de cabeza

El martes es un rítmico camello soñoliento".

El mismo Osorio precisa en las notas al pie de página que "El Cardón" se publicó en el Nº 21 (enero de 1928) y "El poema de los días" en el Nº 24 (abril de 1928).18

Estas cita·s de la novedosa manera del joven Villalobos son las primeras muestras de una obra que al correr de los años marcaría una impronta en la moderna poesía venezolana. Muy pocos de los redactores y colaboradores de Oriflama perseveraron en la escritura y de ellos lograrían obra considerable el propio Villalobos, Ricardo Archila como notable historiador de la medicina nacional, J .F. Reyes Baena en menesteres de ensayistas y periodistas y Pablo Ruggeri y Parra como tratadista de Derecho. Hermann Meinhardt h. fue un perseverante cultor de la poesía pero su obra ha quedado dispersa en periódi­cos y revistas de Ciudad Bolívar. No se acogió a la corriente de vanguardia pero en su poesía tradicional prevalecen el buen gusto y la sobriedad. Juan Gambús ha escrito poco y sobre temas vinculados a su ejercicio como profe­sional de la medicina sin que la naturaleza de sus asuntos ahogue al escritor que lleva por dentro y que pudo ser de habérselo propuesto.

Mas a pesar del aislamiento intelectual de Venezuela, el eco remoto y con­fuso de la "vanguardia" lograba llegar hasta "el centro de las inmensas soleda­des del Orinoco". Osorio reproduce íntegramente el texto del aviso del boti­quín El Hijo de la Noche y lo señala como "elemento curioso en la revista". En efecto, al comienzo del texto dice que El Hijo de la Noche es "el botiquín de vanguardia" y en su línea final se afirma que el establecimiento es el "boti­quín de vanguardia en esos momentos". El oído atento de los jóvenes guayan eses había percibido que algo novedoso y anticonvencional ocurría más allá del río en el mundo de las letras y el arte.

Finalmente Osorio resume su juicio sobre Oriflama:

Más que vanguardista en el terreno de la renovación artística, Orifla­ma fue expresión de las inquietudes espirituales de los jóvenes que buscaban romper con la rígida chatura del sistema impuesto por la

18 Nelson Osorio T., Oh. cit., p. 161.

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dictadura. Avanzada ideológica que no logra desplegar todo su alcance con el cierre forzoso de 1928, es, como señala Manuel Alfredo Rodríguez,19 abundante en rasgos heterodoxos, que son una muestra de inconformidad y búsqueda. Esta misma heterodoxia hace que sean mal vistos tanto por el obispo de Guayana Mons. Miguel Antonio Mejías como por las autoridades del Estado. Esto culmina cuando en abril de 1928, en clara alusión a los sucesos de la Semana del Estudiante y el levantamiento del 7 de abril, se publica un artículo de Juan Alberto Gambús, a la sazón director de Oriflama, titulado 'El Eterno Anhe­lo'. Otros artículos de la revista (fundamentalmente reproducciones de textos de autores nacionales y extranjeros) hacen entre líneas una clara profesión de fe antidictatorial y anticonservadora.20

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Tal fue la vida, pasión y muerte de Oriflama -breve odisea- de cuya tras­cendencia no llegaron a percatarse la mayoría de los lectores de la revista probablemente ni siquiera algunos de sus redactores y colaboradores. La modesta publicación guayanesa ha quedado en la historia del periodismo ve­nezolano y en los anales de nuestra cultura como una amable y voluntariosa afirmación de idealidad y de juvenil y constructivo optimismo.

19 Se refiere a nuestro anículo "Oriflama y el espíritu del 28". El Nacional, Caracas 1 º de julio de 1979, p. A-5.

20 Nelson Osorio T., Ob. cit., pp. 161-162.

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