La Republica Oligarquica Peruana

200

Transcript of La Republica Oligarquica Peruana

Page 1: La Republica Oligarquica Peruana
Page 2: La Republica Oligarquica Peruana

El 18 de julio de 1844, en el pueblo de CarmenAlto (Arequipa), el general Ramón Castilla derrota-ba al director supremo Manuel Ignacio de Vivanco.Esta victoria –producto de una batalla más en lostiempos de la anarquía militar que se remontaba a

los primeros años del Perú independiente– signifi-caba no sólo el inicio del encumbramiento deCastilla al poder político, sino el comienzo de unaetapa de relativa calma institucional.

CASTILLA Y LA CARRERA MILITAR

Ramón Castilla (Tarapacá, 1797-1867), soldadoaudaz, de vida azarosa y que, según Jorge Basadre,“había visto nacer la Patria de la punta de la espa-da”, pasó de ser realista a pelear junto con San Mar-tín y Bolívar hasta ganar la guerra de la independen-cia. Su carrera militar fue en ascenso entre cuartela-zos y conspiraciones durante los turbulentos añosdel caudillismo militar. Prefecto de Tarapacá y dePuno, además de apoyar siempre a caudillos de ten-dencia autoritaria: Salaverry, Nieto y Gamarra. Opo-sitor a la idea de la Confederación Perú-Boliviana,estuvo entre los emigrados peruanos que desde Chi-le participaron en las campañas restauradoras quepusieron fin al proyecto santacrucino; tuvo destaca-da actuación, al lado del chileno Manuel Bulnes, enla batalla de Yungay (1839), que significó la derrotadefinitiva de Santa Cruz y el fin de la Confedera-ción. Volvió a apoyar a Gamarra en sus planes de in-vadir Bolivia, siendo capturado luego de Ingavi(1841) y enviado a una prisión de Oruro. Volvió al

832

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

EL PROCESO POLÍTICOEL PROCESO POLÍTICO

IEL PERÚ DE RAMÓN CASTILLA

Ramón Castilla y Mazarredo (1797-1867), una de lasprincipales figuras de la política peruana del siglo XIX,contribuyó a la creación de una nueva institucionalidadpolítica, luego de varias décadas de asonadas y golpesmilitares.

Page 3: La Republica Oligarquica Peruana

Perú, y triunfante entrelos caudillos de la anar-quía entre 1842 y 1845,el Congreso lo nombrópresidente de la Repú-blica el 20 de abril de1845.

Ya en el poder, Cas-tilla tenía una ventajacon respecto a sus ante-cesores: su dilatada ca-rrera militar lo habíahecho un buen conoce-dor del territorio perua-no y sus habitantes,además de haber trata-do a todos los gober-nantes que había tenidoel país tras la indepen-dencia. Por último, como la mayor parte de los cau-dillos, carecía de formación académica y compromi-so doctrinal. Sus gobiernos demuestran un eclecti-cismo en las soluciones políticas: aunque su preo-cupación por dotar al Estado de un sólido marcoinstitucional de acuerdo con las pautas del constitu-cionalismo coincide con los liberales, frente a lanueva oleada de liberalismo anticlerical que adquie-re fuerzas en esta década, Castilla vino a dar a lassoluciones tradicionales un apoyo más eficaz por-que esquivaba posiciones demasiado militantes(Halperin 1985). Esto explica que entre sus minis-tros estuvieran personajes como Felipe Pardo yAliaga (conservador) y José Gregorio Paz-Soldán(liberal) en la cartera de Relaciones Exteriores; o vi-vanquistas como Echenique y constitucionalistascomo San Román en el despacho de Guerra.

PRIMER GOBIERNO DE CASTILLA

El Perú de 1845 se encontraba en escombros.Por ello Castilla en su primer gobierno adoptó unestilo administrativo más cuidadoso y practicó unapolítica menos aventurera, tratando de ordenar unpaís donde ya se sentían los saludables efectos de laventa al exterior del guano (excremento de avesmarinas depositado principalmente en las islas deChincha). Más aún: la exportación de este fertili-zante fue uno de los principales factores que permi-tieron al Perú la estabilidad política. Los caudillosanteriores, cuando llegaban al poder, no contabancon los suficientes recursos para derrotar a sus opo-sitores ni para satisfacer las demandas de sus parti-

darios. Castilla, con eldinero del guano, nosólo podía mantenersecon relativa tranquili-dad en el poder, sinotambién iniciar una po-lítica de ordenamientonacional.

De este modo, el nue-vo presidente declaróamnistía para todas lasofensas políticas y mili-tares, derogando, asi-mismo, todas las expa-triaciones. De otro lado,trató de introducir lamodernidad sobre labase del progreso mate-rial. Dio impulso al co-

mercio y a la navegación a vapor en el Pacífico, quehabía iniciado Mr. Wheelright en 1840. La travesíaya no era sólo entre el Callao y Valparaíso, sino quese extendió a Panamá, incrementándose el númerode vapores. Se crearon fábricas de esterina, bujías,ácido sulfúrico, cristales y papel; se introdujo el pri-mer telar mecánico, el mismo que comenzó la fabri-cación en serie de los primeros hilados y tejidos dealgodón a partir de 1847. En 1851 se terminaba deconstruir el ferrocarril Lima-Callao, el primero enfuncionar en Sudamérica.

En el campo económico inició el ordenamientode la hacienda pública estableciendo el primer pre-supuesto de la República para el bienio 1846-1847,que arrojó un déficit del 30%. En consecuencia, elEjecutivo propuso un programa de austeridad enlos gastos, pero descuidó el tema de la recaudacióntributaria; era el guano el que cubría el endeuda-miento. Con esta difícil experiencia, cuando se di-señó el segundo presupuesto para el bienio 1848-1849, las feroces críticas de parlamentarios comoDomingo Elías y Francisco Quiroz provocaron la re-nuncia del ministro de Hacienda Manuel del Río yhasta la censura del propio presidente de la Repú-blica.

Pero no todo quedó allí. En marzo de 1847 seinició el pago o “consolidación” de la deuda inter-na, es decir, el pago a los acreedores internos del Es-tado por obligaciones que se remontaban a las gue-rras de independencia y a los años del caudillismomilitar. El proceso fue controvertido, llegando a loslímites del escándalo durante el siguiente régimen,el del general José Rufino Echenique. Un punto a

833

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

José Gregorio Paz-Soldán, ministro de Hacienda y cancillerdurante el gobierno del general José Rufino Echenique, en una

satírica caricatura que lleva el sello de L. Williez, 1855.

Page 4: La Republica Oligarquica Peruana

favor del régimen fue el pago de la deuda externacon Inglaterra, Chile y Estados Unidos que signifi-có la reapertura del crédito externo al Perú; quedópendiente el pago de la “deuda de la independen-cia” a España, contemplada en la capitulación deAyacucho, que el Perú se negó a cumplir debido aque la Corona española no reconocía la indepen-dencia peruana. Asimismo, ante las quejas de losagricultores de la costa por falta de mano de obra, elgobierno aprobó, el 17 de noviembre de 1849, laLey General de Inmigración, conocida popularmen-te como la “ley china”, ya que promovió la llegadade peones asiáticos para extraer el guano en las is-las de Chincha y laborar en las plantaciones de lacosta.

EL LIDERAZGO EXTERNO, DEFENSANACIONAL Y EDUCACIÓN

La política internacional fue algo que siemprepreocupó a Castilla, quien llegó a colocar al Perú enuna posición de liderazgo en América Latina. Siem-pre de acuerdo con la Doctrina Monroe protestó,por ejemplo, contra la expedición del general vene-zolano Juan José Flores, quien pretendía estableceruna o varias monarquías en Ecuador, Perú y Boliviacon príncipes de la casa real española. De otro lado,reunió en Lima, entre el 11 de diciembre de 1847 yel 1º de marzo de 1848, al Primer Congreso Ame-ricano, presidido por el plenipotenciario peruanoManuel Ferreyros, con la asistencia de representan-tes de todos los gobiernos, incluidos los de Estados

Unidos y Brasil, con el objetivo de sentar “las basesde la futura tranquilidad y seguridad de los pueblosy Sud América”. La presencia internacional del Pe-rú se vio reflejada, además, en la apertura de lega-ciones en Estados Unidos, Gran Bretaña, Ecuador,Bolivia y Chile, así como en la creación de consula-dos en varias ciudades de América, Europa y Asia.

Como buen militar, Castilla no podía descuidarla defensa nacional; su aspiración era el dominio delPacífico Sur, idea que se fortaleció durante su esta-día en Chile, donde tomó conocimiento de los ob-jetivos del ministro chileno Diego Portales, ante loscuales alguna vez se le escuchó decir: “Si Chileconstruye un buque, el Perú debe construir dos”.Compró la fragata “Mercedes”, los bergantines“Guisse” y “Gamarra”, el transporte “Alianza” y elbuque a vapor “Rímac”, primero en su tipo en Su-damérica. Asimismo abrió el Colegio Militar de Be-llavista y, para armar mejor a la tropa, se trajeron fu-siles de chispa; los viejos cañones fueron reempla-zados con modernos obuses de mayor calibre, ins-talándose una maestranza de armería para su repa-ración y una fundición de cobre y hierro para fabri-car nuevos. En lo tocante a la seguridad interna seconsolidó el Servicio de Policía, tanto a pie como dea caballo, para “conservar la tranquilidad pública”.

El sistema educativo trató de ser ordenado demanera coherente y funcional. Para ello se promul-gó el Reglamento de Instrucción Pública para escuelasy colegios de la República en 1850. En él se reivindi-có para el Estado la dirección y administración delproceso educativo, se diferenció la educación públi-ca y privada, se estableció el régimen del profesora-do (se pensó en la creación de una Escuela NormalCentral en Lima para la formación de maestros) y seabordó el aspecto económico de la educación en ba-se a un presupuesto especial. De otro lado, se facul-tó a la Universidad de San Marcos a controlar a lasotras universidades y aprobar la creación de nuevas;en esta misma universidad se crearon las facultadesde Ciencias Eclesiásticas, Derecho, Medicina, Cien-cias Naturales, Matemáticas, Filosofía y Humanida-des. Sin embargo, a pesar de estas modificaciones, launiversidad siguió siendo una institución centralis-ta, elitista y aristocrática.

Obras públicas de este período fueron la cons-trucción del Mercado Central de Lima; la instala-ción de los servicios de agua potable con tuberías dehierro en los puertos del Callao, Arica e Islay; laprotección a las comunidades indígenas en lo refe-rente a la conservación o devolución de sus tierras;la preparación de los códigos Civil y de Enjuicia-

834

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Caricatura con sello de L. Williez (1855) en la que RamónCastilla aparece como redentor de la población indígena y delos esclavos de origen africano. A la derecha, Manuel ToribioUreta corta las cadenas a un esclavo y a la izquierda Pedro

Gálvez estrecha las manos de un indio.

Page 5: La Republica Oligarquica Peruana

mientos, así como la aprobación del Reglamento deJuzgados y Tribunales; la dación de los Reglamentosde Policía, Beneficencia Pública y Estadística; laconstrucción de iglesias, hospitales, colegios, mer-cados, aduanas, cuarteles, prefecturas, caminos ypuentes en diversos puntos de la República. En sín-tesis, esta primera administración de Castilla trajoun soplo vital al Perú y alentó una fe ante el futuro,luego de tantos años de desorden, crisis y pobreza.

LAS ELECCIONES DE 1850

Para las elecciones presidenciales de 1850 pos-tularon tres candidatos importantes. Uno de ellosfue el general José Rufino Echenique (Puno 1808-Lima 1887), quien tenía una larga carrera militar ypolítica, además de pertenecer a la aristocracia delpaís. Contaba con recursos suficientes para finan-ciar su campaña y tenía el apoyo de Castilla, de losprefectos y subprefectos, y de un sector de la buro-cracia. El otro candidato, apoyado por la elite are-quipeña y algunas zonas del norte del país, fue elgeneral Manuel Ignacio de Vivanco (Lima 1806),quien contaba también con el apoyo de los viejospartidarios del Directorio y con un sector de laoposición al gobierno de Castilla. La pugna entreestos dos candidatos provocó la proclamación deun tercero, la del agricultor y hombre de negociosDomingo Elías (Ica 1805-Lima 1867). Su candida-tura fue la primera de un civil en la historia repu-blicana. Sus partidarios fundaron el primer experi-mento de partido político en el Perú, el Club Pro-gresista, que aglutinó a hombres de negocios e in-telectuales liberales de la época. El programafundamental de este joven civilismo incluía princi-palmente la instalación de un gobierno civil, fo-mento a la inmigración, reforma del sistema tribu-

tario, unidad de las cámaras, establecimiento de es-cuelas para artesanos, difusión de la instrucciónpública, abolición de la pena de muerte, eleccionesdirectas y disminución del período presidencial,responsabilidad ministerial, reducción del ejércitoy economía en los gastos (Orrego 1990).

El triunfo final correspondió a Echenique, aun-que en el escrutinio se anularon votos a favor deElías en donde aparecían frases como “por Domin-go Elías, el hombre del pueblo” o “por DomingoElías que es hombre de frac”. El civilismo de Elíasfracasó en su intento de llegar al poder político por-que le faltó un grupo más amplio de intereses a sulado, porque su programa no abarcó la real situa-ción del país y porque su aparición política coinci-dió con el apogeo militarista y caudillesco. Luegode esta candidatura civil hubo otras pero de menorimportancia (como la de Juan Manuel del Mar en1861 y la de Manuel Toribio Ureta en 1868) hastallegar a la de Manuel Pardo y Lavalle en 1871.

EL DESORDENADO PARÉNTESIS DEECHENIQUE

Las circunstancias en las que Echenique recibíael país eran muy diferentes a las que le habían toca-do a Castilla seis años atrás. Los ingresos por laventa del guano habían aumentado, la situaciónpolítica era estable y muchas obras se encontrabanen marcha, aparte de la idea de progreso materialque estaba relativamente arraigada en la población.El gobierno de Echenique, de corte conservador,contó con destacados pensadores de esa tendenciaen diversos ministerios; por ejemplo Bartolomé He-rrera y Nicolás Fernández de Piérola, aunque reco-noció los méritos de algún liberal como José Gre-gorio Paz-Soldán.

835

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La ciudadde Aricacon elmorro quela presideen unalitografíadel sigloXIX.

Page 6: La Republica Oligarquica Peruana

De este modo su régimen (1851-1854)abolió los pasaportes internos y dio unreglamento de comercio con fuerte in-fluencia del código español de 1829que, a la larga, quedó obsoleto porla realidad del país. Siguiendocon la idea del progreso mate-rial, su política de obras públi-cas se vio reflejada en la cons-trucción de caminos de pene-tración, la elaboración de di-versos proyectos de irrigaciónpara los valles de la costa, laintroducción del alumbrado agas y la culminación del ferro-carril Tacna-Arica; también seinició la inmigración de alema-nes e irlandeses a las tierras dePozuzo, en la selva alta, con laesperanza de que la presencia deestos trabajadores europeos esti-

mulase el desarrollo al interior del país. Se restable-ció el sistema de las municipalidades, se compró lafragata “Apurímac” y las goletas “Loa” y “Tumbes”,y se promulgó los códigos Civil y de Enjuiciamien-tos bajo la dirección del conservador Andrés Martí-nez. En el campo educativo se creó la Escuela de In-genieros Civiles (1852), se organizó la Escuela Nor-mal Central (1854) y en el reglamento de grados dela Universidad de San Marcos no sólo se establecióla composición de las juntas calificadoras, sino tam-bién las asignaturas que debían examinarse con susrespectivos requisitos; este hecho significó una gra-ve intromisión del Estado en los asuntos internos dela universidad. Por último, se quiso impulsar laeducación primaria al declararla gratuita.

Un tema no desatendido fue el de la política in-ternacional. El régimen de Echenique recuperó exi-tosamente las islas de Lobos, frente a Lambayeque,que los ingleses pretendían hacer suyas para la ex-

plotación del guano. Asimismo firmócon Brasil el controvertido tratado

Herrera-Da Ponte Ribeyro (23de octubre de 1851), por el

cual el Perú consiguió la li-bre navegación por elAmazonas, hasta enton-ces derecho exclusivodel Brasil, a cambio delterritorio comprendi-do entre los ríosAmazonas (hasta suconfluencia con elYavarí) y el Caquetá(hasta su confluen-cia con el Apaporis).Intentó por mediosdiplomáticos que Es-paña y la Santa Sedereconocieran al Perú

como país soberano;en Roma cumplió un

papel importante el sa-cerdote conservador Bar-

tolomé Herrera, que quisofirmar un Concordato. Una

guerra con Bolivia estuvo a pun-to de producirse al violar el país del

836

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Bartolomé Herrera (1808-1864) en unretrato atribuido a Francisco Laso, siglo XIX.

Sacerdote conocido por sus ideas opuestas alliberalismo y uno de los principales voceros del

conservadurismo peruano del siglo XIX.

José Rufino Echenique, presidente del Perú entre 1851 y 1854.Su gestión se vio oscurecida por acusaciones de corrupción enel proceso de consolidación de la deuda interna, lo queprodujo un levantamiento en su contra que concluyó con su deposición en 1854.

Page 7: La Republica Oligarquica Peruana

altiplano un tratado firmado por Castilla sobre lamoneda feble que había inundado el mercado pe-ruano.

El régimen de Echenique, sin embargo, cayó endesgracia. Las acusaciones de corrupción, especial-mente en el tema del pago de la deuda interna, ter-minaron destituyendo al presidente de su cargo me-diante una revolución de corte liberal encabezadapor Castilla en 1854. Un observador de ese enton-ces, el comerciante alemán Heinrich Witt, comentóal respecto: “Algo, es verdad, también se hizo por elmejoramiento material del país; la construcción delferrocarril entre Tacna y Arica progresó; se erigieronlos nuevos edificios de las aduanas de Arica y Paita.No obstante parecía imposible que durante la admi-nistración de Echenique se llevara a cabo rectamen-te algo; siempre había algún sucio trato por lo bajo.La Constitución estableció que todo contrato paraobras públicas debía hacerse público en los diarios,que las propuestas debían venir en sobres sellados,que estos sobres debían ser abiertos ante la presen-cia de varias personas respetables y que se debíaaceptar la propuesta más ventajosa para la nación.Nada de ello se cumplió mientras Echenique fuepresidente. Aquellos que gozaban de su confianza ola de los más allegados a él obtenían los contratos yel público no se enteraba de nada hasta que éste erafirmado y publicado”.

El problema se agravó, como lo mencionamosanteriormente, con el pago de los bonos de consoli-dación. Al terminar el gobierno de Castilla en 1851,la deuda interna consolidada alcanzaba los 4 millo-nes 879 mil 607 pesos; según el propio Castilla el

monto total de la deuda no podía sobrepasar los 6 o7 millones de pesos. Pero bajo el gobierno de Eche-nique se reconocieron más de 23 millones de pesosen vales de consolidación. En 1856, en un informeemitido por la Caja de Consolidación se señalabaque los bonos reconocidos durante la administra-ción de Echenique llegaban a 19 millones 154 mil200 pesos, de los cuales más de 12 millones de pe-sos eran fraudulentos. Por ello Juan Espinoza, en suDiccionario para el pueblo (1855), definía: “Consoli-dación es sinónimo de robo, con estafa, con falsifi-cación de firmas, con decuplado aumento al Estado,con sacrificio forzado y lesión enorme del legítimoacreedor”.

LA REVOLUCIÓN “LIBERAL” DECASTILLA

La chispa del incendio se inició con unas cartaspublicadas en el diario El Comercio por DomingoElías, denunciando la existencia de una oficina en-cargada de la falsificación de vales de consolidación;simultáneamente, Elías pretendió alzarse contraEchenique, pero fue derrotado en Saraja (Ica) yobligado a huir al exterior. Fue Castilla, finalmente,quien encabezó la pretendida revolución moraliza-dora y liberal de 1854. El viejo caudillo, contandocon el apoyo de los departamentos del sur y de losgrupos populares que esperaban diversas reivindi-caciones, se alzó en Arequipa y con sus tropas pasóal Cuzco, siguiendo hacia Ayacucho donde decretóla abolición definitiva del tributo indígena (5 de ju-lio de 1854). Antes había sido declarado presidente

Domingo Elías en una caricatura con sello de L. Williez quelo presenta como el “hombre de los muelles”. Durante el

gobierno de Echenique solicitó algunas concesiones, como laerección del muelle de Pisco, la cual no le fue concedida.

El general Juan Crisóstomo Torrico, ministro de Echenique,fue el encargado de negociar los bonos de la consolidación de

la deuda interna en un proceso polémico signado por elescándalo.

837

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 8: La Republica Oligarquica Peruana

provisional y tuvo como secretarios a Pedro Gálvezy a Manuel Toribio Ureta, ambos connotados libera-les. Luego de esta importante medida, derrotó a lasfuerzas de Echenique en Izcuchaca, marchando lue-go a Huancayo donde firmó el histórico decreto de-clarando el fin de la esclavitud en el Perú (5 de di-ciembre de 1854); por este hecho Castilla fue llama-do “El Libertador”. La victoria, sin embargo, se con-sumó en las afueras de Lima, en la batalla de La Pal-ma, donde las fuerzas de Echenique se rindieron el5 de enero de 1855.

De este modo se iniciaba el segundo gobierno deRamón Castilla (1855-1862). En febrero de 1855convocó a un Congreso que inició sus funciones el14 de agosto y que lo nombró presidente constitu-cional. Rápidamente se aprobaron los decretos da-dos por él durante la revolución liberal referentesa la exoneración del pago del tributo por los indiosy a la abolición de la esclavitud. Luego el Congresose declaró Constituyente para reemplazar a la Cons-titución autoritaria de Huan-cayo (1839). En las sesionespara dar una nueva CartaMagna al país se reflejaronlos debates doctrinarios deuna nueva elite intelectualque venía proponiendo, des-de la década de 1840, dosmodelos políticos para el Pe-rú. Nos referimos al enfrenta-miento entre conservadores yliberales.

LA PUGNADOCTRINARIA

El “partido” conservadorestaba liderado por el sacer-dote Bartolomé Herrera (Li-ma 1808), antiguo defensordel orden como base funda-mental para cimentar el desa-rrollo. Se hizo conocido des-de su famoso discurso en lacatedral de Lima durante lasexequias del presidente Ga-marra. En 1846, en el aniver-sario de la independencia,puso en duda la teoría de lasoberanía popular: “el pueblono delega, consiente”. Frenteal liberalismo, tan en boga

por esos años a nivel internacional, estas ideas seconsideraban reaccionarias, y así lo entendió un li-beral de aquel entonces como Benito Laso, quieninició una polémica con Herrera desde las aulas delantiguo Convictorio de San Carlos sobre la estruc-tura de gobierno y el papel de la soberanía popular.Herrera respondió: “Para que no se crea que temodecir la verdad cuando de algún modo puede influiren el orden público, responderé ingenuamente queel pueblo, esto es, la suma de los individuos de to-da edad y condición, no tiene la capacidad ni el de-recho de hacer las leyes. Las leyes son principioseternos fundados en la naturaleza de las cosas. Prin-cipios que no pueden percibirse con claridad sinopor los entendimientos habituados a vencer las difi-cultades del trabajo mental y ejercitados en la inda-gación científica. ¿La mayoría de un pueblo se hallaen estado de emprender la difícil tarea indispensa-ble para descubrir esos principios? No: no tiene talcapacidad. Y quien no tiene la capacidad de hacer

algo, no se puede decir, sincaer en un absurdo, que tie-ne derecho a hacerlo”. Sudefensa de la “soberanía de lainteligencia”, contraria a lasideas de Rousseau, se apoya-ba en Roger Collard, en elCompendio de derecho públicointerno y externo de Pinheiro,de Cousin y de Guizot. Eldesarrollo de aquel debatefue recogido en periódicoscomo El Comercio y El CorreoPeruano.

Los liberales no se dejaronsorprender. Desde las aulasdel colegio Guadalupe, fun-dado en 1840 por DomingoElías y el comerciante espa-ñol Nicolás Rodrigo, el peda-gogo español Sebastián Lo-rente (Murcia 1813-Lima1884), liberal de toda la vida,formaba una nueva genera-ción de jóvenes liberales. Losmás connotados fueron loshermanos Pedro y José Gál-vez, defensores de la sobera-nía popular, vinculados alClub Progresista de Domin-go Elías y partidarios de larevolución de Castilla de

838

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Sebastián Lorente, historiador nacido en Murcia,emprendió las primeras visiones panorámicas sobre

la historia peruana.

Page 9: La Republica Oligarquica Peruana

1854. Pedro Gálvez expresó en 1849: “Se teme quediez hombres echen en el ánfora cien votos por no-venta manos ¿y no se teme el confiar exclusivamen-te a esos diez hombres el destino de los otros? Todoindividuo tiene la capacidad para algo; y aunque asíno fuera no se puede declarar a los menos capacesabsolutamente incapaces y a los más capaces abso-lutamente capaces”.

El Congreso Constituyente fue el escenario deaquellas posiciones que se reflejaron en la produc-ción legislativa de esta segunda administración deCastilla, claramente más política que la primera. Ennoviembre de 1856 se promulgó un texto constitu-cional de corte liberal que luego fue revisado poruna comisión especial y promulgado el 26 de no-viembre de 1860, de tendencia más moderada.

En esta Constitución –la de más larga vida en elPerú republicano, pues rigió hasta 1920– no se alte-ró el sistema bicameral del Congreso ni la manerade proceder a las elecciones de representantes; sinembargo, se insertó un nuevo artículo por el cual,durante el tiempo de receso de las cámaras, debíaexistir una comisión legislativa nombrada por elCongreso al terminar sus sesiones. Se daba a la cá-mara de Diputados la facultad de acusar al presiden-te de la república de cualquier infracción a la Cons-titución, pasando luego esa acusación a la cámarade Senadores. El presidente sería elegido por un pe-ríodo de cuatro años y no de seis como había sidohasta entonces, anulándose, además, la reeleccióninmediata; habría dos vicepresidentes y, de otro la-do, ejercerían el derecho de sufragio todos los ciu-dadanos que supieran leer y escribir, o fueran jefesde taller, o tuvieran alguna propiedad raíz, o paga-ran al tesoro alguna contribución.

GUERRA Y POLÍTICA EXTERNA

Fue intensa la actividad política internacionaldurante este período. Quizá el hecho más importan-te fue el conflicto con el Ecuador (1859-1860) quese inició cuando el presidente de aquel país, Fran-cisco Robles, firmó en 1857 un acuerdo con susacreedores británicos cediéndoles tierras en distin-tos puntos de su territorio. La cesión también abar-có las tierras ubicadas entre los ríos Pastaza y Bom-bonaza de propiedad del Perú, de acuerdo a la RealCédula de 1802, el uti possidetis de 1810 y la pose-sión continuada de los Canelos. El Perú protestópor medio de su plenipotenciario Juan CelestinoCavero, a quien el vecino del norte se negó a aten-der sin explicaciones.

El gobierno peruano decidió entonces el blo-queo de Guayaquil como medida de presión, sinningún resultado debido a la anarquía reinante enEcuador; había cuatro gobiernos, de tal manera queno podía negociarse ni la paz ni la guerra con nin-guno. Esto precipitó el desembarco de nuestras tro-pas el 7 de enero de 1860 y la ocupación del puer-to. Recién para esa fecha se resolvía la crisis políti-ca y se presentaba el general Guillermo Franco, po-lítico triunfante en la guerra civil, quien firmó conel Perú el tratado de Mapasingue (25 de enero de1860), que anulaba la venta de territorios peruanosy contemplaba la demarcación de límites para evitarcualquier reclamación posterior. Asimismo, el gene-ral Franco exaltó al soldado peruano: “Habéis mos-trado moralidad y disciplina, sufrimiento y resigna-ción. Os admiro...”. Castilla, a su vez, en un acto dehumanidad, obsequió al ejército ecuatoriano 3 miluniformes de diario y 3 mil de parada, calzado y 3mil fusiles aguja. Sin embargo, poco después, Fran-co fue derrocado por el controvertido y viejo caudi-llo Juan José Flores, quien rechazó el tratado. Elproblema demarcatorio, entonces, quedó latente.

De otro lado, siguiendo su política continental,el régimen de Castilla intensificó su presencia in-ternacional entre las décadas de 1850 y 1860. Fueuna época de alarma para América Latina porquelos antiguos países colonialistas querían recuperaralgunos dominios; también los Estados Unidos deNorteamérica empezaban a tender las redes de laDoctrina Monroe y del Destino Manifiesto intervi-niendo en varios países latinoamericanos. Frente aesta coyuntura, Castilla llevó a cabo las siguientesmedidas:

1. En 1856 firmó un pacto de amistad conChile y Ecuador, y otro de alianza con Colombia,Venezuela, México, Costa Rica y Nicaragua, desti-nados a combatir cualquier intromisión extranjera.

2. Ese mismo año ayudó diplomática y económi-camente, con 100 mil pesos, a Nicaragua ante la in-vasión del filibustero norteamericano William Wal-ker quien, apoyado por los liberales, había ocupadoilegalmente la presidencia de dicho país centroame-ricano para arrebatar el poder a los conservadores.

3. En 1857 ayudó económicamente a Costa Ri-ca, también amenazada por el mismo filibusteroWalker.

4. Frustró en 1859 los planes del presidenteecuatoriano Gabriel García Moreno de ofrecer alemperador Napoleón III el Ecuador y el Perú paraformar, con ambos países, el Reino Unido de losAndes.

839

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 10: La Republica Oligarquica Peruana

5. Encabezó la protesta americana contra Españaen 1861 por haber invadido la isla de Santo Domin-go para convertirla en un protectorado; este hechose inició con la complicidad del caudillo mexicanoPedro Santa Ana, quien como presidente pretendióconvertir a este país caribeño en capitanía generalbajo el reinado de Isabel II.

6. Ante la invasión de México por parte de Espa-ña y Francia, protestó internacionalmente y envió aldiplomático Manuel Nicolás Corpancho cuandoMaximiliano de Austria intentó formar un tronoimperial en aquel país; esto le valió el agradecimien-to del prócer mexicano Benito Juárez.

CASTILLA Y LA OBRA DE SU SEGUNDOGOBIERNO

Regresando a la política interna, durante este ré-gimen destacaron numerosas obras públicas entrelas que podemos mencionar: la elaboración del Ma-

pa General del Perú a cargo de Mariano Felipe Paz-Soldán; la realización del Censo General de la Repú-blica, que arrojó una población de 2 millones 487mil 916 habitantes a nivel nacional; la publicacióndel Diccionario de la legislación peruana, obra del fu-turo presidente de la Magdalena Francisco GarcíaCalderón; la promulgación del primer código Penaly del código de Enjuiciamientos; la creación del De-partamento Marítimo y Militar de Loreto (1861), laexploración de varios ríos amazónicos y la comprade los buques “Morona”, “Napo”, “Putumayo” y“Pastaza” para la navegación amazónica; el restable-cimiento de las municipalidades (1856); la creaciónde la Dirección de Obras Públicas; la inauguraciónde la Penitenciaría de Lima (1862) y la construc-ción de varios centros penitenciarios al interior delpaís; la instalación de la Bolsa de Comercio de Li-

840

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

El primer mapa general del Perú republicano fue el publicadopor Mariano Felipe Paz-Soldán en su Atlas geográfico

del Perú (París, 1865).

Manuel Nicolás Corpancho, escritor romántico y diplomáticoen una fotografía del siglo XIX.

Page 11: La Republica Oligarquica Peruana

ma (1861); la inauguración del servicio de agua po-table en Lima (1857); la instalación de la línea tele-gráfica entre Lima y el Callao, primera de Sudamé-rica; la culminación del alumbrado a gas en Lima,primera ciudad en América del Sur dotada con esemoderno servicio (1855); la construcción del ferro-carril Lima-Chorrillos (1858); la implantación deluso de estampillas (1857); la construcción de losmuelles del Callao, Chorrillos, Pisco y Paita y el di-que flotante del Callao; la fundación de la Compa-ñía de Bomberos Voluntarios Unión Chalaca Nº1, laprimera en su género en América del Sur (1860); lainauguración de los monumentos a Cristóbal Colóny a Simón Bolívar en Lima; la expedición del pri-mer Reglamento de Carruajes; la fundación delClub Nacional (1855) en el jirón Huancavelica(plazuela del Teatro); el envío de la fragata a vapor“Amazonas”, comandada por el capitán José Bote-rín, para dar la vuelta al mundo; y el establecimien-to de los primeros estudios fotográficos, entre loscuales destacaban los de B.F. Pease y E. Garreaud.

También importante fue la promulgación delnuevo Reglamento de Instrucción Pública en 1855, encuya elaboración participó un grupo de asesores detendencia liberal, entre los cuales destacaba Sebas-tián Lorente. En este reglamento se buscaba unaeducación integral del individuo y su perfecciona-miento “moral, intelectual, estético y físico”. Se in-sistía en una nueva división de la educación en po-pular o primaria común para todos, media y espe-cial; se facultó a la mujer para seguir instrucciónmedia, aunque no se creó ningún centro para estefin. La educación especial se circunscribía a las uni-versidades y escuelas e institutos como el InstitutoMilitar, el Instituto de Ingenieros, la Escuela Náuti-ca, la Escuela de Pintura y Dibujo, la Escuela de Mi-nería y la Escuela de Agricultura; San Marcos siguiósiendo la universidad de mayor jerarquía. Se creóademás la Dirección General de Estudios como or-ganismo rector de la educación nacional, y la JuntaCentral de Instrucción, que tenía bajo su control alas Juntas Departamentales, Provinciales y Parro-quiales; asimismo, se eliminó la antigua división en-tre Colegios Mayores y Menores y, por ley de 1861,se reconoció a los docentes su condición de profe-sionales, declarando que el “profesorado es carrerapública”.

El 24 de octubre de 1862 se efectuó la trasmisióndel mando. Con el apoyo de Castilla había sido ele-gido presidente de la República el general Miguel de

San Román, puneño de nacimiento e integrante delos ejércitos patriotas durante las guerras por la in-dependencia. No llegó a culminar su mandato, en-fermó a comienzos de 1863 y murió el 3 de abril.Durante su breve gobierno se modificó la ley sobreel Consejo de Ministros a fin de limitar el poder delpresidente; se cambió el sistema monetario estable-ciéndose el Sol para erradicar la moneda feble boli-viana; se implantó el sistema métrico decimal de pe-sos y medidas; llegaron, en pésima situación, inmi-grantes polinésicos y australianos, lo que motivó laprotesta de los cónsules de Francia, Hawai y otrospaíses; se fundaron bancos privados como el de laProvidencia; y se tomó conocimiento de la Expedi-ción Científica Española al Pacífico y de sus inten-ciones hostiles hacia el Perú. Tras la muerte de SanRomán, le sucedió el primer vicepresidente, el gene-ral Juan Antonio Pezet, a quien le correspondió en-frentar los graves problemas que produjo el conflic-to con España.

841

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La estatua de Cristóbal Colón, pieza tallada en mármol,escultura de Salvatore Revelli, siglo XIX.

Page 12: La Republica Oligarquica Peruana

El origen de esta absurda guerra, producto delrenacimiento del conservadurismo europeo luegode las revoluciones de 1848 y su afán de reconquis-tar antiguas colonias, y de oscuros intereses econó-micos particulares, fue la negativa española a reco-nocer al Perú como país soberano por no haberlecancelado la “deuda de la independencia” contraídaen la capitulación de Ayacucho; es importante men-cionar, además, que por ley del 25 de agosto de1831 el Perú volvió a reconocer esta deuda. Sabe-mos, de otro lado, que España planeaba obligar algobierno del Perú a cancelar dicha deuda, muchosde cuyos títulos estaban en poder de algunas perso-nalidades españolas y también de varios peruanosinfluyentes. Todos ellos presionaron, desde la victo-ria de Ayacucho, para que se firmase un tratado en-tre ambas naciones, condición indispensable para elpago de dichos títulos.

OCULTOS INTERESES

En 1863 el secretario de Estado español, JoséMegallón, señalaba que el peruano Manuel M. delCampo Cortázar y Abarca,conde de San Isidro, habíapresentado en 1835, ante unjuez de primera instancia deLima, un expediente solici-tando la devolución de suspropiedades secuestradasdurante las guerras de inde-pendencia. Dicho personajeresidía por entonces en laPenínsula y hacía gestionesante la corte española paraexigir la cancelación de sudeuda, ya que la ley de con-solidación promulgada porCastilla no consideraba di-chos casos. El historiadorespañol Pedro de Novo yColson (1882) señalaba quelos poseedores de los bonosde la deuda con España eran

peruanos en su mayoría. “Uníase a estas considera-ciones la muy atendible de que en el caso de conse-guir un tratado verdaderamente digno de tomarse enserio, el pago de la deuda antigua o española, que-daría en aquel territorio por ser peruanos casi todossus tenedores. Se ha dicho también que algunos seproporcionarían pingües ganancias con la cotiza-ción del papel de la deuda al solo intento de nego-ciar un tratado”.

En efecto, es sabido que muchos comerciantesu hombres de negocios compraban valores de ladeuda peruana para luego presionar al Estado y lo-grar su “consolidación”; estos papeles subían su co-tización cuando el Estado aseguraba que asumiríadichos compromisos. Es por esta razón que perso-najes como José Joaquín de Osma y Manuel Ortizde Zevallos, por ejemplo, hicieron gestiones en fa-vor de la firma de un tratado porque eran poseedo-res de títulos de la deuda.

Osma viajó en 1853 a España como ministroplenipotenciario y negoció un tratado de “paz yamistad” con el ministro español Ángel Calderón dela Barca (Basadre 1969, V). Luego colaboró en la or-

ganización de la SociedadGeneral de Crédito Mobi-liario Español, a la cual sele atribuyó especulacionescon los títulos de la deudaperuana; además, entre1856 y 1864, presidió suconsejo administrador. Paraestos fines, Osma utilizó laenorme influencia que en lacorte de Madrid tenía su es-posa Ana Zavala de la Puen-te y Bravo de Ribero, quienrehabilitó entonces el títulode marquesa de la Puente ySotomayor que había osten-tado su abuelo y le recono-cía “grandeza de España”.

Por su parte, Ortiz de Ze-vallos, ministro de Relacio-nes Exteriores, abogó por la

842

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

IIEL CONFLICTO CON ESPAÑA

El gabinete ministerial del general Juan Antonio Pezet(al centro), quien gobernó entre 1863 y 1865.

Page 13: La Republica Oligarquica Peruana

conveniencia de negociar un tratadocon España y presionó para que sele nombrase plenipotenciario enMadrid; se decía que su esposaJosefa Tagle y Echevarría,cuarta hija del marqués deTorre Tagle, segundo presi-dente del Perú y muerto enel Real Felipe, tenía bienesque reclamar. Castilla le ex-tendió el nombramiento,pero la prensa protestó in-mediatamente alegando queOrtiz de Zevallos era extranje-ro, pues había nacido en Ecua-dor. Otro caso interesante es el delespañol Merino Ballesteros,quien tenía reclamaciones pen-dientes contra el gobierno delPerú (Bécker 1922); sus her-manos dirigían un periódico,Eco hispano-americano, que seeditaba en París, donde redactaban artículos en con-tra del Perú. Merino Ballesteros fue nombrado vice-cónsul de España en el Perú, un error de la diplo-macia española, pero en Lima se le negó el exequá-tur por ser persona no grata al país.

LA CRISIS ESPAÑOLA

Pasando a otro punto, ¿le convenía a España laguerra? Sin duda, la situación económica de la Pe-nínsula era crítica. Por ello, el testimonio del presi-dente del Consejo de Ministros español, José Ferrerdel Conto, sobre la necesidad de reconocer la inde-pendencia peruana, es elocuente: “... la mayor ri-queza de esa nación, sin contar la de sus ruinas, quehoy se halla casi abandonada por falta de laboreo,consiste en la gran riqueza del guano, que les pro-ducen sus Islas Chincha, y que este guano, deposi-tado en Londres y París, se hace por toda la Europaun tráfico intensamente lucrativo” (Archivo del Mi-nisterio de Asuntos Exteriores de Madrid, Leg.210).

El historiador Nicolás Sánchez Albornoz (1968),de otro lado, analiza los graves problemas económi-cos que atravesaba España. Sostiene que en abril de1864 surgieron dificultades monetarias que provo-caron la contracción mercantil y luego la de las ac-tividades industriales. Ambas originaron, a su vez,desempleo, y vino un recargo a los derechos de con-sumo que provocó reacciones adversas, a menudo

violentas. Raymond Carr (1969) aña-de que esta crisis se caracterizó

por una pérdida de confianzacomercial, una crisis presu-

puestaria –que tenía comoorigen una recesión euro-pea y una crisis en la ex-pansión de los ferrocarri-les– y una crisis algodone-ra, consecuencia de la gue-rra civil norteamericana.

Lo cierto es que ante es-ta situación, una guerra en

el Pacífico Sur no podía serconveniente para España por su

altísimo costo. Carr opina: “Laguerra con Chile y Perú... fueestúpida por sí misma y en es-pecial enajenó a acreedores deLondres y París con interesesen las repúblicas del Pacífico”(1969: 293); finalmente, la

conclusión de Sánchez Albornoz resulta elocuente:“La guerra con Perú y Chile, hecha en un períododeflacionista, por su carácter, distancia, utilizaciónde material y de hombres relativamente calificadosy en número reducido, por el elevado costo delmantenimiento, nunca hubiera podido constituir,con independencia de razones políticas y de ordenmás elevado, el estímulo a que a veces llega el au-mento del gasto público” (1968: 165-166).

EL SUEÑO MONÁRQUICO

También es importante analizar si en el Perú oen la Península había grupos o personas que desea-ban la restauración colonial en América del Sur, oconcretamente en nuestro país. Una carta de nues-tro ministro en Washington, Federico Barreda, diri-gida al ministro de Relaciones Exteriores del Perúen marzo de 1864 resulta interesante: “Se ha en-contrado un pretexto aunque malísimo en el Perú,el país más codiciado de América. Los retrógradosespañoles creen que el elemento monárquico esgrande en nuestro país y que sólo necesita el peque-ño apoyo que le preste una fuerza extranjera paraapoderarse del gobierno, destruir la República yproclamar a un príncipe...” (citado por Basadre1969, V: 201-202). Jerónimo Bécker, al plantear elasunto, enfatizó que estuvo de por medio la ligazónhispano-peruana creada desde el momento de laconquista: “… que allí viva, cada día más robusta la

843

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Medalla Alianza Americana conmemorativa dela gesta del 2 de mayo de 1866. Esta alianza de

oposición a la presencia de la escuadraespañola, fue integrada por Bolivia, Chile,

Ecuador y Perú.

Page 14: La Republica Oligarquica Peruana

tradición española; …que comulguemos en lasmismas ideas y latan al unísono nuestros corazones;…que profesemos por igual el culto a glorias comu-nes y se conserven los rasgos característicos denuestra raza, para que todos tengamos una sola yúnica patria; como los hijos de un mismo padre,aunque estén emancipados y habiten en distintospuntos, forman una sola y única familia, creada porla naturaleza y mantenida por el amor” (1922: 8).Son opiniones aisladas, es cierto; sin embargo el te-ma de posibles sectores “monarquistas” en ambospaíses aún no ha sido estudiado.

Lo que sí podemos asegurar es que el Perú nodebía reconocer la deuda a España por los gastos dela independencia pues hubiera sido admitir que laguerra había sido injusta y, de alguna medida, se ha-bría desvirtuado su sentido. Además, el reconoci-miento de la deuda era susceptible de muchas inter-pretaciones y dudas: podía ser muy gravosa para elPerú por efecto de las probables falsificaciones o al-teraciones –que efectivamente hacían los interesa-dos–, tal como ocurrió con la cancelación de la deu-da interna. Queda por ventilar de una vez por todas,a través de la investigación en archivos españoles yperuanos, los móviles económicos y políticos, tantopúblicos como privados, que desencadenaron estaabsurda guerra entre 1865 y 1866.

EL CONFLICTO SE PRECIPITA

Ahora vayamos a los hechos, ya conocidos, quedesencadenaron el conflicto. Una pelea en la ha-cienda de Talambo, al norte del Perú, entre trabaja-dores vascos y peruanos, donde resultó muerto unpeninsular, fue el acontecimiento que inició todo elproblema (4 de agosto de 1864). Se hallaba enton-ces en Valparaíso una expedición científica españo-

la, al mando del almirante Luis Hernández Pinzón,que venía recorriendo la costa americana desde Ca-lifornia. Al saberse los sucesos de Talambo, la cortede Madrid destacó a Eusebio de Salazar y Mazarre-do, espía peninsular que vivía en Lima y que en ca-lidad de comisario regio ante el gobierno peruano,informó irresponsablemente de matanzas de espa-ñoles en el Perú.

Al negársele una entrevista oficial en Lima, Ma-zarredo instó a Pinzón a ocupar las islas de Chinchae izar allí la bandera española, hecho que provocó laprotesta de la opinión pública nacional y del Con-greso Americano reunido en Lima. El Congreso, en-tonces, autorizó al Ejecutivo para declarar la guerraa España; sin embargo, el presidente Juan AntonioPezet, temeroso ante un enfrentamiento bélico porla supuesta inferioridad militar del Perú, prefiriónegociar. El resultado fue el inoportuno tratado Vi-vanco-Pareja (27 de enero de 1865), cuya firma nopudo ser más humillante: el Perú se comprometía apagar a España 3 mil pesos para compensar los gas-tos de su flota y a recibir a un comisario regio parasolucionar el incidente de Talambo; y como si estofuera poco, también se comprometió a cancelar la“deuda de la independencia”. A cambio de esto, laescuadra española se comprometía a desocupar lasislas y a saludar con salvas de artillería la banderaperuana siempre y cuando los peruanos hicieran lomismo con la española.

La opinión pública en el Perú no pudo reaccio-nar con más indignación. El presidente Pezet fueacusado de traidor a la patria y, desde Arequipa, unarevolución liderada por el coronel Mariano IgnacioPrado tomó el poder en Lima haciendo huir a Pezet,quien se embarcó hacia Europa (6 de noviembre de1865). Inmediatamente Prado declaró nulo el tra-tado Vivanco-Pareja, formó la Cuádruple Alianza

con Chile, Ecuador y Bolivia y le declaró laguerra a España. Dos fueron sus episodios másimportantes: las victorias de los aliados en loscombates en Abtao (7 de febrero de 1866) y eldefinitivo en el Callao (2 de mayo de 1866). Eltriunfo fue contundente, a pesar de los gastosque resintieron la economía peruana, y las na-ves españolas se tuvieron que retirar.

Así culminaba una guerra “sin objeto niobjetivos y que nadie pone en claro de quémodo empezó” –en palabras del conde de la

844

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Las islas de Chincha en una litografía del Atlasgeográfico del Perú (París, 1865).

Page 15: La Republica Oligarquica Peruana

Torre (1961)–, llena además de múltiples erro-res por parte de ambas diplomacias, sobre todode la española, que ocasionó fuertes críticas enla Península aunque también arrebatos de pa-triotismo. Jorge Basadre asegura que quedanpor aclarar los verdaderos móviles y directivasde la política, a veces oscilante, del gobierno deMadrid: “... muy extraña resulta la pasividad dela escuadra que comandaba Méndez Núñez ante eldesarrollo del alzamiento popular contra el tratadoVivanco-Pareja y durante el breve gobierno de DiezCanseco en 1865. Verdad es que ya se había conse-guido la promesa de pago por el Perú de la deudaespañola; pero no pudo preverse que dicho tratadoy, en consecuencia, ese pago quedaría en nada”(1971, I: 365).

Otro aspecto del problema –que lo puede expli-car– es la impopularidad y el descrédito en que ha-bía entrado en España el gobierno de O’Donnel y lamonarquía, sobre todo por su manejo de la econo-mía. Pero es Jerónimo Bécker (1922) quien enume-ra mejor los errores concretos del gobierno español,que parecía desear la guerra y, no obstante, no se de-cidía a hacerla:

1. Al no lograrse las satisfacciones pedidas inme-diatamente después de llegar la Escuadra al Callao,pudo –acaso debió– emplearse la fuerza, pero no sehizo y se siguió negociando.

2. La ocupación de las islas de Chincha fue tor-pe porque España no podía suprimir la exportacióndel guano.

3. Se dio exagerado crédito a las quejas de Sala-zar y Mazarredo, así España terminó fundando sureclamación en los agravios que supuestamente re-cibió el comisario regio.

4. Se desautorizó, contradictoriamente, al jefe dela Escuadra por haberse apoderado de las islas deChincha, y se declaró, sin embargo, que no se de-volverían hasta que el Perú hubiese cumplido lascondiciones que se dictaban.

De otro lado, acontecimientos como el inciden-te de Talambo, la ocupación de las islas de Chincha,la firma del tratado Vivanco-Pareja y el mismo com-bate del Callao provocaron encendidas polémicas ydistintos puntos de vista en la Península. Los perió-

dicos fueron lugares propicios para que algunospersonajes por “créditos que se hallaban en manosde algunos capitalistas que eran el alma del negocioy los primeros iniciadores de la guerra” (Bermejo1872) desembocaran sus iras contra el Perú. Conreferencia a las denuncias exageradas de Salazar yMazarredo, Mariano Moreyra, cónsul del Perú enMadrid, señalaba en su exposición al Congreso:“Las pretendidas persecuciones y los tremendos re-latos en que el Enviado de España se pintaba comovíctima de tantos y tan oscuros proyectos de crimensobreexcitaron de nuevo la opinión pública hasta elpunto de imponer al gobierno español nuevas mirasy deseos” (citado por Basadre 1969, V: 230).

Jerónimo Bécker (1922) sostiene que en la opi-nión pública española había un profundo descono-cimiento de la realidad de las cosas y de los verda-deros intereses españoles en América. La prensamadrileña, no sólo la oficial sino la de oposición co-mo La Iberia, órgano de los progresistas, y La Discu-sión, de los demócratas, publicaban furiosos artícu-los contra las repúblicas del Pacífico Sur. Asimismo,los sucesos vinculados al conflicto distraían a los es-pañoles de lo que ocurría en la misma Península.Por ejemplo, el bombardeo del Callao del 2 de ma-yo de 1866 distrajo la atención del pueblo, pero el22 del mes siguiente se sublevaron los sargentos delcuartel de San Gil, instigados por Prim y capitanea-dos por Pierrad.

Finalmente, ¿cómo llegó a su fin el problema delas relaciones diplomáticas entre el Perú y España?En 1871, por mediación de los Estados Unidos, sefirmó un pacto de tregua. Ocho años después, en1879, quedó suscrito el definitivo tratado de paz enParís. Perú fue representado por Mariano Goyene-che y España por M. Roque de Togores, marqués deMolins.

845

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Mariano Ignacio Prado y el gabinete llamado de “lostalentos”. En la parte inferior de la composición aparecen(de izquierda a derecha): Manuel Pardo, Toribio Pacheco

y José Simeón Tejeda; en la parte superior figuran JoséGálvez Egúsquiza, Mariano I. Prado

y José María Químper.

Page 16: La Republica Oligarquica Peruana

Al culminar la guerra contra España la dictadu-ra de Mariano I. Prado convoca a elecciones parapresidente y asamblea constituyente, la que en unplazo de cien días debía proponer al país una nuevaCarta Fundamental. Convocadas las elecciones, sinembargo, el mismo Prado quiso presentarse comocandidato precipitando la caída de su régimen pro-vocada por la oposición, tanto de liberales como dealgunos viejos caudillos como Ramón Castilla. Lue-go de la muerte de éste en Tarapacá, desde Arequi-pa se sublevaba Pedro Diez-Canseco, ex vicepresi-dente de Pezet, y su movimiento repudiaba la Cons-titución liberal de 1867 aprobada por Prado. Entretanto, en Chiclayo se sublevaba el coronel José Bal-ta, también opositor del régimen de Prado. Los díasestaban contados para el dictador. Al no lograr de-rrotar a Diez-Canseco en Arequipa, tuvo que cogermaletas y dirigirse a Chile. Diez-Canseco recibe el

mando de la nación, inaugura un gobierno interinoy convoca a elecciones generales. Durante su cortomandato llama al ingeniero norteamericano HenryMeiggs –quien con mucho éxito había construidoen Chile diversos ferrocarriles– para construir el fe-rrocarril que debía unir Mollendo con Arequipa,obra inaugurada recién hacia 1871.

Regresando al tema electoral, convocados los co-micios se presentan dos candidatos importantes.Uno era el coronel José Balta, representante del mi-litarismo de viejo cuño, y el otro el civil Manuel To-ribio Ureta, representante del grupo liberal. El 6 defebrero de 1868 se celebra la votación –enturbiadapor la epidemia de fiebre amarilla que azotó Lima yel Callao el verano de ese año–, siendo Balta el cla-ro vencedor.

José Balta Montero (Lima 1814-1872) fue un mi-litar de controvertida trayectoria. Estudió en el Co-legio Militar desde 1830 y perteneció al batallón Pi-quiza que apoyó al gobierno del general Orbegosodesde el sitio del Callao hasta la batalla de Huayla-cucho en 1834. También apoyó a Salaverry y seopuso al proyecto de la Confederación Perú-Boli-viana; cayó preso luego de la derrota en Socabaya yfue desterrado a Bolivia, donde permaneció reclui-do en la localidad de Chiquitos. Logró fugar y actuócon los ejércitos restauradores en Portada de Guía,Buin y Yungay, escenario de la derrota final de San-ta Cruz. Durante el período anárquico de 1842 a1845 pasó momentáneamente al retiro y reaparecióapoyando al Directorio de Manuel I. de Vivanco.Derrotado junto a Vivanco en Carmen del Alto porCastilla, quedó fuera del ejército. Pidió su reinscrip-ción, pero fue dado de baja por tercera vez por elnuevo régimen de Castilla debido a su apoyo al pre-sidente Echenique en la batalla de La Palma. Gra-cias a una “ley de reaparición” fue reincorporado alejército en 1861 y volvió a la política activa protes-tando contra la firma del tratado Vivanco-Pareja.Fue ministro de Guerra y Marina en el gabinete deMariano I. Prado. Luego del combate del Callao en1866 pasó a la oposición y fue desterrado por Pra-do a Chile. Luego aparece por la costa norte y des-de Chiclayo consolida su revolución contra Prado,

846

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

IIIBALTA Y LOS CAMINOS DE HIERRO

El coronel José Balta fue elegido presidente del Perú en loscomicios de 1868; en este proceso participó como suadversario el candidato civil Manuel Toribio Ureta.

Page 17: La Republica Oligarquica Peruana

punto de inicio de su carrera a la presidencia de laRepública. Tenía 52 años al asumir el mando el 2 deagosto de 1868.

Pertenecía a la generación de militares que, ca-rentes de la gloria de haber participado en las gue-rras de independencia, enarbolaban el mérito dehaber ganado la “segunda guerra de independen-cia” en el combate del 2 de Mayo frente a la Escua-dra Española. Esta nueva aureola será la base delresurgimiento del caudillismo militar. A Balta se lesumarán Mariano I. Prado y los tristemente céle-bres hermanos Gutiérrez. Los legendarios vencedo-res de Ayacucho o habían muerto (Salaverry, Ga-marra, Santa Cruz, Castilla), o se encontraban yamuy ancianos (Vivanco, Gutiérrez de la Fuente,Echenique).

El mandato de Balta (1868-1872) se inicia conuna lenta tarea de reorganización de la administra-ción pública y el desarrollo material del país; noobstante, el problema más delicado era el económi-co debido al déficit de más de 8 millones de solesque afectaba al presupuesto nacional, principal-mente por la disminución de la venta del guano enEuropa y los gastos generados en vencer a la Escua-dra Española. Su primer gabinete estuvo compues-to por personalidades de distintos sectores políticos(los juristas Luciano Benjamín Cisneros, Pedro Gál-vez, José Antonio Barrenechea y Francisco GarcíaCalderón, este último en la difícil cartera de Hacien-da, y Juan Francisco Balta, hermano del presidente,en el ministerio de Guerra y Marina) para transmi-tir un clima de pluralismo y confianza. Pronto dero-gó la ley que destituía al ex presidente Prado de lacarrera militar, gesto que la opinión pública aplau-dió y acentuó aún más la tranquilidad reinante. Unhecho lamentable retrasó, sin embargo, el programade gobierno: el terrible terremoto del 13 de agostode 1868 que afectó a las provincias del sur. Arequi-pa quedó parcialmente destruida y Arica tuvo quesoportar los efectos de un maretazo que arrojó con-tra la costa todas las embarcaciones que se encon-traban en su bahía. Daños similares se produjeronen otras localidades como Tacna e Iquique.

CRISIS ECONÓMICA Y FERROCARRILES

Pero regresemos al tema financiero. En diciem-bre de 1868 se produce la primera crisis ministerialpor la renuncia de García-Calderón a la cartera deHacienda, al no poder encarar con éxito el proble-ma económico que desestabilizaba al país. El go-bierno pretendía pedir un préstamo a los consigna-

tarios del guano y cubrir la brecha presupuestaria,mientras que el Congreso veía en el régimen de lasconsignaciones un absurdo que debía detenerse. Enese contexto, el gobierno llamó al ex seminarista,periodista de oposición y boticario Nicolás de Pié-rola (Arequipa 1839-Lima 1913), quien asumió elministerio de Hacienda en enero de 1869. Cabe de-cir que en esos momentos ningún político con aspi-raciones en la función pública quería asumir la res-ponsabilidad de tomar decisiones frente a la ago-biante crisis económica.

Piérola vio el problema con toda claridad. Losconsignatarios nacionales no cumplían sus contra-tos con el Estado peruano y retrasaban sus pagosdebido a la disminución de los precios del guano enlos mercados del Viejo Mundo. Especulaban con loscargamentos y los almacenaban en los puertos euro-peos esperando el mejor momento para la venta delfertilizante. De este modo el Estado no recibía pun-tualmente sus pagos, viéndose impedido de progra-mar sus gastos. La solución era fácil pero de delica-da aplicación: quitarles el negocio del guano a los

847

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

José Antonio Barrenechea, hombre de leyes, profesoruniversitario y figura pública del siglo XIX.

Page 18: La Republica Oligarquica Peruana

consignatarios nacionales y discutir nuevas condi-ciones con quien ofreciera mejores dividendos alPerú. Piérola resolvió por lo segundo. En su deci-sión pudo haber un ingrediente subjetivo: nacidoen Arequipa, cabeza de una región que no había vis-to –o disfrutado– las ganancias por la venta del gua-no desde 1841, que habían beneficiado más bien ala elite limeña y a la de las costas central y norte, talvez se dejó ganar por un sentimiento de revancha ode reacción frente al centralismo. De esta forma eljoven ministro, quien recién cumplía 30 años y de-cía no representar ningún grupo de poder, inicióconversaciones con Augusto Dreyfus. El 5 de juliode 1869 se firmó en la capital francesa el controver-tido contrato Dreyfus, por el cual el rico comercian-te judío-francés, en representación de la Casa Drey-fus de París, se comprometía a comprar al Perú 2millones de toneladas de guano por 73 millones desoles. Dreyfus debía adelantar 2 millones de solesen dos mensualidades al momento de la firma delcontrato y entregar cada mes, hasta marzo de 1871,

la suma de 700 mil soles. Se hacía cargo, además, detodo el negocio del guano y de cancelar la deuda ex-terna peruana haciendo uso de las ganancias obte-nidas por la venta del fertilizante. Para el Perú ésteera, en teoría, un gran negocio. Ya el Estado no de-bía preocuparse por los incumplimientos de losconsignatarios, podía equilibrar su presupuesto yprogramar sus gastos y, como si esto fuera poco, seolvidaba del problema de la deuda con los tenedo-res de bonos británicos.

La reacción de los consignatarios nacionales fueferoz, basando su alegato en su condición de “hijosdel país”, según la ley de 1849 que estipulaba lostérminos de la explotación del guano. Sus denun-cias fueron acogidas por el poder Judicial; sin em-bargo el Congreso, luego de un encendido debate,aprobó los términos del contrato. Pero la lucha em-prendida por los, desde ese momento, ex consigna-tarios no culminó allí, y es el mismo Dreyfus quiencomenta el asunto: “En 1869 fui a Lima para haceraprobar por el Gobierno del Perú mi contrato de ju-lio de 1869, firmado en París ad-referendum. Inme-diatamente tropecé con una coalición en contramía, de los consignatarios del guano. Me tenían ren-cor por haberles hecho perder un negocio que des-de hacía tiempo estaba en sus manos y la única ma-nera de conservarlo era hacer fracasar a Dreyfus.Sus intereses estaban estrechamente ligados a todolo que hay de poderoso en el país. La batalla adqui-rió grandes proporciones. Fue encarnizada, durócasi un año. Toda la prensa de Lima, la del Perú y deAmérica del Sur, parte de la de Inglaterra y de losEstados Unidos intervinieron en la cuestión, a favoro en contra... Vencidos en el terreno legislativo, los

848

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Nicolás de Piérola, ministro de Hacienda durante el gobierno del coronel José Balta.

Billete de un sol del Banco Nacional del Perú fundado por la casa Dreyfus en 1871.

Page 19: La Republica Oligarquica Peruana

anteriores consignatarios emprendieron en contramía otra campaña no menos grande y tal vez máspeligrosa. Intentaron desacreditarme financiera-mente y para lograrlo se apoyaron en todos los ban-cos de Lima con los que ese grupo tenía más o me-nos intereses, a los que de hecho tenían en sus ma-nos, y en los principales capitalistas nacionales. Ba-jo su impulso tales bancos se pusieron a la obra: de-sacreditaron mi firma para ponerme ante la imposi-bilidad de vender al comercio mis letras de créditogiradas en Europa, contra mis asociados, y de esemodo impedirme que entregara al Gobierno lasmensualidades estipuladas en el contrato y, además,el reembolso a los consignatarios. Es decir: obligaral Gobierno a decretar mi incapacidad para cumplirlos compromisos que me imponía el contrato y, enconsecuencia, anularlo. También di cuenta de ellosen esta nueva lucha, mediante la importación bi-mensual de grandes cantidades de efectivo que hicellegar telegráficamente de Francia, Inglaterra, Cali-fornia y Chile...” (citado por Bonilla 1974: 78-79).

Sin duda un episodio negro de la historia políti-ca del país; los consignatarios pretendían hacer in-cumplir a Dreyfus con el Estado de la misma formacomo ellos faltaban con sus compromisos. A pesarde las protestas el monopolio quedó en manos deDreyfus y el gobierno pudo pensar en emprenderdiversas obras públicas que terminaron por acre-centar aún más la deuda externa al pedir adelantosa Dreyfus con la garantía del guano.

La piedra angular de la política de obras públicasfue la construcción de los ferrocarriles, empresamuy costosa que ya había sido formulada por los re-dactores de la Revista de Lima entre losque se encontraba Manuel Pardo, futu-ro líder del Partido Civil. En su mensa-je al Congreso del 28 de enero de 1869Balta declaraba: “... si para cualquierotro país los trabajos públicos signifi-can riqueza y confort... para nosotrosellos significan salvación: el triunfo delorden y de la prosperidad. La unifica-ción del país, paz, población, todos esosproblemas serán resueltos, directamen-te, por esta solución providencial”.

La intención era clara: bajo cual-quier precio el país debía construir sufuturo y los ferrocarriles serían la loco-motora del progreso. Pronto se diseña-ron las siguientes rutas de los “caminosde hierro”: Lima-Chancay, que comen-zó a servir en 1870; Mollendo-Arequi-

pa, inaugurado en 1871, obra que empezó a ejecu-tar el gobierno del general Diez-Canseco; Lima-LaOroya o Ferrocarril Central, obra iniciada en 1870que funcionó parcialmente al año siguiente con laetapa Lima-San Bartolomé (tramo de 76 kilómetrosque en su parte más alta supera los 1 500 msnm);Pisco-Ica, inaugurado en 1871; Ilo-Moquegua, quecomenzó a servir en 1872; Eten-Ferreñafe, cons-truido por una hacienda azucarera.

De igual modo se iniciaron los trabajos de cons-trucción del llamado Ferrocarril del Sur para unirPuno con Arequipa, continuación del recién inau-gurado ferrocarril Arequipa-Mollendo; y los de laslíneas de Chiclayo-Pátapo, Salaverry-Trujillo, Sala-verry-Chicama, Iquique-Noria y Juliaca-Cuzco.Otros ferrocarriles menores también se planearon:Paita-Piura, Pimentel-Chiclayo, Chancay-Huacho yCerro Azul-Cañete. De este modo se emplearoncentenares de trabajadores chinos, chilenos y pe-ruanos, además del gasto que significó la importa-ción de todos los materiales de construcción queiban desde las durmientes, pasando por las locomo-toras, hasta el alcohol que debían consumir los tra-bajadores en los campamentos de la sierra.

El responsable de casi todo esto fue el empresa-rio Henry Meiggs, hombre muchas veces inescrupu-loso para los negocios, aunque dadivoso en deter-minados momentos. Por ejemplo, obsequió 50 milsoles con motivo del terremoto de agosto de 1868;subvencionó iglesias y casas de caridad; sin ser ju-dío, donó el lugar para el cementerio destinado a lacolonia judía; en el Callao, regaló el terreno para laaduana y el camal; equipó el periódico La Bolsa de

849

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La vía ferroviaria a Ancón en una fotografía del siglo XIX.

Page 20: La Republica Oligarquica Peruana

Arequipa; y ayudó a artistas y escritores. Hábil enestablecer contacto con los miembros del gobierno,amasó una gran fortuna que se vino abajo con él alacercarse los últimos años de su vida.

En 1877, William Clarke escribió sobre Meiggsy sus negocios en el Perú lo siguiente: “El ferroca-rril de La Oroya proporciona una ilustración carac-terística sobre el modo como muchas empresas fi-nancieras eran manejadas en el Perú. Todos en esepaís parece que miraban con temor el profundo co-nocimiento de ingeniería y la habilidad desplegadaen las realizaciones; pero mi opinión sobre el asun-to, en general, es que la verdadera naturaleza de élconsistió en obtener 40,000 libras esterlinas pormilla de construcción. Cualquier ferrocarrilero in-glés o norteamericano habría labrado su fortunacon ella si el costo hubiese sido restringido a uncuarto del monto por milla. El secreto para haceresto es muy sencillo. El finado Henry Meiggs me loreveló al informarme que el único camino para se-guir adelante con los sucesivos gobiernos del Perúconsistía en permitir que cada uno de ellos se ven-diera por su propio precio. Él añadía entonces, alprecio del contrato, las sumas requeridas por el pre-sidente y por los amigos del presidente, y así roban-do a Pedro para pagar a Pablo, conseguía mantener atodos sus rivales a distancia...” (citado por Yepes1972: 89).

Como vemos, el mérito de Meiggs no fue perfo-rar los Andes o cruzarlos a casi 5 mil metros de al-titud, sino haber obtenido un contrato en que sepagaban 40 mil libras esterlinas por milla de ferro-carril.

En suma, el dinero que prestó Dreyfus se lo gastó Meiggs, y así el Perú se lanzó a una de las más

arriesgadas operaciones hacendarias y de obras pú-blicas de su historia republicana, sin calcular el cos-to a futuro y los verdaderos efectos del funciona-miento de los “caminos de hierro”. Los ferrocarrilesno unieron al Perú de norte a sur como lo habíanhecho los caminos incaicos, sino principalmente enlíneas que unían haciendas y minas con diversospuertos, privilegiando de este modo al sector exter-no antes de articular el país creando un sólido mer-cado interno, tal como lo había hecho la Gran Bre-taña en la primera mitad del XIX. De otro lado, mu-chos de aquellos ferrocarriles no se culminaron porfalta de dinero y otros quedaron destruidos durantela invasión chilena.

LA FIEBRE MODERNIZADORA

Otras obras públicas del régimen, destinadastambién a la “modernización del país”, fueron: lafundación de la Escuela de Agricultura, de la Escue-la de Artes y Oficios, de la Escuela Naval y la reor-ganización de la Universidad de San Marcos; laconstrucción de la carretera de Lima al Callao; laampliación de la línea telegráfica de Lima a provin-cias; la construcción de un nuevo puente de fierro ypiedras sobre el río Rímac, que hoy lleva el nombrede puente Balta; el derribamiento de las murallascoloniales de Lima, permitiendo su expansión haciael sur, siguiendo el plan urbanístico diseñado porHenry Meiggs; la construcción del Hospital Dos deMayo en Lima; la construcción del Palacio de la Ex-posición, levantado en una extensa zona rodeada dehermosos jardines con glorietas afrancesadas y quesirviera de escenario para la realización de la célebregran Exposición Nacional de 1872; la fundación del

puerto de Ancón como balneario demoda, habiéndolo escogido el propiopresidente de la república como resi-dencia de veraneo; la creación de la pro-vincia litoral de Tarapacá y diversas me-joras en los puertos del Callao, Pisco,Eten, Salaverry, Pacasmayo y Mollendo,además de varios proyectos de irriga-ción en la costa; y la creación del distri-to de La Victoria en Lima.

850

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Una vista del Palacio de la Exposiciónconstruido durante el gobierno del coronel JoséBalta e inaugurado el 1 de julio de 1872. Eneste recinto se llevó a cabo la ExposiciónNacional de 1872.

Page 21: La Republica Oligarquica Peruana

Cabe destacar que por 1870 el ingeniero A.Werthemann exploró el río Perené, y otras explora-ciones fluviales tuvieron lugar en la amazonía; lazona andina y sus riquezas naturales eran estudia-das por el sabio italiano Antonio Raimondi; el inge-niero militar Pedro Ruiz Gallo construyó su sofisti-cado reloj; Mariano Felipe Paz-Soldán escribió suHistoria del Perú independiente; en el campo de la li-teratura destacaba la poesía romántica y postromán-tica de Ricardo Palma, Carlos Augusto Salaverry,Juan de Arona y Luis Benjamín Cisneros, entreotros; y el pintor Luis Montero culminaba Los fune-rales de Atahualpa, obra expuesta en la inaugura-ción del Palacio de la Exposición en enero de 1872.

EL FRENTE EXTERNO

En el terreno de las relaciones internacionales,Balta prosiguió la política de apoyo a los países queaún no habían alcanzado su independencia. En undecreto del 13 de agosto de 1869, por ejemplo, re-conoció la independencia de Cuba enviando, inclu-so, algunos voluntarios que lucharon junto a los in-dependentistas cubanos. Los hermanos Grocio yLeoncio Prado tuvieron una destacada participaciónen las luchas de liberación, razón por la cual hoyson considerados próceres de la independencia porlos propios cubanos.

De otro lado, el régimen supo que Chile habíamandado a construir dos modernos blindados enastilleros ingleses. Reconstruyamos los hechos. El20 de diciembre de 1871, nuestro cónsul en Valpa-raíso Adolfo Salmón informaba a Balta lo siguiente:“Usted me encargó mucho que le avisara cuando seaprobara el proyecto del gobierno de Chile paracomprar buques y cumplo con su encargo, advir-tiéndole que actúe muy precavido” (citado por Ba-sadre 1982: 131).

Por ello, en febrero de 1872 el capitán de navíoManuel Ferreyros fue enviado a Europa para com-prar armamento naval y confirmó por diversasfuentes la decisión tomada por el gobierno chilenode adquirir en Inglaterra dos blindados. El 16 demayo Ferreyros informó detalladamente sobre lasadquisiciones del país del sur y anunció que habíapedido propuestas para adquirir unos buques “deincontestable superioridad en todas sus condicio-nes a los que hará construir el gobierno de Chile”;y agregó que para el pago se pondría de acuerdo conla Casa Dreyfus: “Si esto se consigue o puedo hacercualquier otro arreglo con los fabricantes, cerraré elcontrato... Teniendo cuidado por mi parte de que

todo esté listo y esperando sólo las firmas a la llega-da del vapor correspondiente, a fin que aun en esecaso desfavorable (que Dreyfus se niegue al pago)se pierda el menor tiempo posible” (citado por Ba-sadre 1982: 131-132).

En carta posterior del 31 de mayo, Ferreyros in-formaba sobre la negativa de Dreyfus para adelantarel dinero, agregando sin embargo que: “Están yapedidas las propuestas de que hablé a V.S. en mi an-terior y tendré listos los contratos para firmarse tanluego como reciba del gobierno las órdenes conve-nientes” (citado por Basadre 1982: 132).

Ferreyros retornó a Lima el 16 de agosto. No sesabe qué ocurrió entre junio y julio. Alberto UlloaCisneros, en su crítica al gobierno del Partido Civil,sostiene que no se continuó la construcción de lasnaves contratadas por Balta.

Un año antes del término legal de su mandatode cuatro años, Balta convocó a elecciones en me-dio de una gran crisis económica ocasionada por elenorme gasto en obras públicas y los adelantos opréstamos que el gobierno pedía a Dreyfus. El ca-mino estaba preparado para Manuel Pardo y el ini-cio del primer gobierno civil de nuestra historia re-publicana.

851

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Mariano Felipe Paz-Soldán (1821-1886), historiador ycoleccionista, autor de la Historia del Perú independiente(Lima, 1868-1874) y del Atlas geográfico del Perú (París,1865), y fundador de la Revista Peruana en 1879. Fue el

principal promotor de la construcción de la Penitenciaría de Lima.

Page 22: La Republica Oligarquica Peruana

Tradicionalmente se ha sostenido que el primerintento civilista organizado que buscó obtener elpoder político –y lo consiguió– en el Perú republi-cano, fue el que lideró Manuel Pardo hacia la déca-da de 1870. Incluso se le ha denominado el “PrimerCivilismo”. Ciertamente Pardo aglutinó en un par-tido político los intereses de hacendados, comer-ciantes, banqueros y ex consignatarios para elaborarun programa político que rechazaba el militarismoy buscaba fundamentalmente la modernización delpaís. Pero su movimiento no fue el primero en sugénero.

LOS ORÍGENES DEL CIVILISMO

Ya desde los años iniciales de la República, comolo ha sostenido Jorge Basadre (1929), hubo intentospor evitar el surgimiento de caudillos militares y co-locar en puestos claves a civiles. Los liberales de laprimera generación, encabezados por el clérigoFrancisco Javier de Luna Pizarro, escogieron comopresidentes a militares que no tenían fuerte perso-nalidad –como La Mar y Orbegoso–, limitaron suspoderes y nominaron vicepresidentes de “traje ne-gro”. Posteriormente hacia la década de 1840, antelas prolongadas luchas entre caudillos militares ylos efectos que éstas habían ocasionado al país, sur-gió un incipiente movimiento civilista que se dejóexpresar por primera vez en 1844 en Lima: la “Se-mana Magna”. Cuando Vivanco llevó el grueso desu tropa a su leal Arequipa para enfrentarse conCastilla, Lima quedó abierta. Esto fue aprovechadopor Domingo Elías, el prefecto departamental,quien se proclamó interinamente investido del po-der nacional y anunció la convocatoria a un Con-greso previa negociación con los caudillos en lucha.El entusiasmo de los limeños en el apoyo a Elías fuetan intenso y unánime que el general Echenique, se-gundo de Vivanco en Lima, renunció a reprimir elpronunciamiento (Orrego 1990).

Este episodio reflejó el reingreso de la elite lime-ña a un papel protagónico en la vida política, gra-cias a su capacidad de provocar la adhesión de lapoblación capitalina en una protesta ante los inúti-

les conflictos entre caudillos que sólo podían inte-resar a sus protagonistas. Hay otro aspecto a indi-car: el país comenzaba a entrar en la “era del gua-no”, que ofrecía la oportunidad del desquite a la eli-te limeña y costeña y al Estado central (Halperin1985). Por ello, cuando en 1845 Castilla toma elpoder, el caudillo advierte que su gobierno sólo selegitimará sólidamente esquivando los conflictoscaudillescos en beneficio del progreso económico.

Pero no es sino hacia 1850 que este núcleo civi-lista adquiere mayor fuerza e intenta por primeravez conquistar el poder político en todos sus nive-les organizando el primer esbozo de partido políti-co en el Perú, el Club Progresista, y editando unperiódico, El Progreso, para promover las ideas li-beral-modernizantes de sus miembros y a su candi-dato presidencial Domingo Elías. Este joven civilis-mo contó con la participación entusiasta de perso-nalidades como el liberal José Gálvez, el empresa-rio José Sevilla y el entonces joven poeta, tambiénliberal, Ricardo Palma. De otro lado, la presenciadel Club Progresista no significaba que la persona-lidad de su líder y el programa modernizador quepregonaban tuvieran éxito en un Perú como el de1850. El mismo Elías era un acaudalado terrate-niente y empresario, pero también se destacaba co-mo importador de culíes chinos o propulsor de lautilización de presidiarios para extraer el guano delas islas, hechos censurables para cualquier “libe-ral” auténtico. Su candidatura, sin embargo, reflejóla vocación de los civiles de luchar por sí mismospara alcanzar el poder político, sueño que sólo pu-do cumplirse años después, cuando Manuel Pardofundó el Partido Civil.

PARDO Y EL PARTIDO CIVIL

Manuel Pardo y Lavalle (Lima, 1834-1878), hijodel poeta y político conservador Felipe Pardo yAliaga, había estudiado en la Escuela Comercial deValparaíso, se matriculó en la facultad de Filosofía yLetras de la Universidad de Barcelona y estudióCiencias Económicas y Políticas en el Colegio deFrancia bajo la tutela de Michel Chevalier. A su re-

852

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

IVEL “PRIMER CIVILISMO” Y MANUEL PARDO

Page 23: La Republica Oligarquica Peruana

greso (1853) desarrolló una intensa actividad inte-lectual: tradujo y anotó las obras del gran econo-mista francés Pablo Pradier Foderé para divulgarlasen el Perú; también editó las obras de su padre. Unode sus más notables trabajos fue la monografía quepublicó sobre Jauja (1863), en la que abogaba por laconstrucción de una red de ferrocarriles que permi-tiera integrar y articular geográficamente el país,condición indispensable para alcanzar el desarrollo:“Sin ferrocarriles no puede haber progreso materialy sin progreso material no puede haber en las masasprogreso moral, porque el progreso material pro-porciona a los pueblos bienestar, y el bienestar lossaca del embrutecimiento y la miseria; tanto valedecir que sin ferrocarriles tiene que marchar a pasosmuy lentos la civilización” (citado por McEvoy1994: 177).

Pardo estuvo, además, entre los redactores de laRevista de Lima, vocero de la elite intelectual de laépoca y del grupo agro-burgués, donde aparecían

artículos sobre inmigración, crédito hipotecario ydiversos temas sobre la realidad nacional. En elcampo de los negocios participó como consignata-rio del guano, importador y agricultor. Fue gerentede la Compañía de Consignación del Guano para elmercado británico, presidente de la compañía deseguros de vida “La Paternal” y director de la Com-pañía Sur-Americana de Seguros Marítimos e In-cendios.

Su vida política fue como una centella: rápida,brillante y trágica. Desde 1865 hasta su muerte en1878, fue sucesivamente ministro de Hacienda del“gabinete de los talentos” durante la dictadura dePrado; director de la Beneficencia Pública de Limaen la época de la terrible epidemia de la fiebre ama-rilla que asoló la capital, cargo desde el cual inicióla construcción del Hospital Dos de Mayo y la for-mación de un establecimiento para los huérfanosdel terremoto de Arequipa (1868); alcalde de Lima;fundador y jefe del Partido Civil; presidente de la

853

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

En 1859 apareció la Revista de Lima, cenáculo ilustrado queconvocó a un selecto grupo de intelectuales peruanos, entre

los que puede citarse a Manuel Nicolás Corpancho, JoséAntonio de Lavalle y Manuel Pardo.

Manuel Pardo y Lavalle, el primer presidente civil de lahistoria republicana peruana.

Page 24: La Republica Oligarquica Peruana

República y presidente del Senado. Como represen-tante de la elite modernizadora que apareció en ladécada de 1860, siempre quiso conciliar en políticala doctrina con la realidad y dio origen a lo que élmismo llamó la “república práctica” para lograr elprogreso material, la necesidad de orden e institu-cionalidad y la libertad: “... nada menos que la fun-dación de la República Práctica, de la República dela Verdad, convirtiendo en realidad las promesas demedio siglo, las palabras en hechos, las teorías eninstituciones verdaderas, la aplicación intercadentey caprichosa de la ley en la posesión tranquila delderecho” (citado por McEvoy 1994: 269).

Tradicionalmente se ha sostenido que la funda-ción del Partido Civil respondió a la necesidad porparte de los civiles de arrebatarle el poder político alos militares, que detentaban desde los primerosaños de la República, y como una respuesta a laineptitud de éstos en el manejo de los recursos delguano. Esta interpretación resulta, sin duda, parcialy maniquea. No toma en cuenta los cambios que ibaexperimentando la sociedad peruana donde se da-ban ya las condiciones para la creación de un parti-do político en la dimensión moderna del término,capaz de proponer un modelo de desarrollo al país.

El 24 de abril de 1871 se reúne en la casa de Jo-sé Antonio García y García una “junta de notables”que da origen al antecedente del Partido Civil: laSociedad de Independencia Electoral que propusola candidatura de Manuel Pardo a la presidencia dela República. El comité directivo, que elaboró un re-glamento, estuvo conformado por el general IsidroFrisancho, José Fabio Melgar, José Simeón Tejeda,Antonio Saldaña, Antonio García y García, RamónRibeyro, Emilio A. del Solar, Francisco Carassa yManuel Marcos Salazar. El reglamento organizó laproyección del movimiento al interior del país y laformación de una junta central y juntas departa-mentales (Guerra 1994). El 2 de mayo de 1871 laSociedad Independencia Electoral hizo su presenta-ción pública en el teatro Odeón y, según el diario ElComercio, hubo allí alrededor de 600 personas. Deesa lista la gran mayoría se declaraban artesanos,jornaleros y peones (34,57%), en segundo lugar, es-taban los comerciantes (24,62%); otro grupo impor-tante, aunque no tan numeroso, era el de los milita-res (10,63%), seguido de los empleados (7,27%),agricultores (5,41%), abogados (4,47%) y estudian-tes (4,10%); menos representantes tuvieron los mé-dicos (2,42%), profesores (1,49%), ingenieros(0,93%), escribanos (0,74%) y, por último, un3,35% eran chacareros, farmacéuticos, marinos, en-

tre otros (McEvoy 1994). Finalmente, fue el 6 deagosto de ese mismo año cuando el nuevo partidodemostró su capacidad convocatoria al reunir en laantigua plaza de Acho a 14 mil personas; sin lugara dudas, “la masa más grande que Lima ha visto or-ganizada”, en palabras del propio Pardo.

La fundación del Partido Civil demuestra la exis-tencia de una clase dirigente peruana (Olaechea1993) con un proyecto político nacional y represen-tantes de las elites económicas e intelectuales de Li-ma y del interior, con capacidad de llevar a cabo lastransformaciones estructurales requeridas por elpaís. Buscó construir un Estado desde la sociedadurbana y apelar a la participación ciudadana; sinembargo, una seria carencia era la ausencia de re-presentantes campesinos y, por otro lado, un discur-so occidental que desconocía las peculiaridades ét-nicas del país. Por ello, como concluye CarmenMcEvoy: “A pesar de que el proyecto político enca-bezado por Pardo es un intento válido y rescatablede dirigencia nacional, existen problemas estructu-rales en el país y en el partido que hacen sumamen-te vulnerables los planteamientos propuestos. En elprimero no existía una efectiva democratización so-cioeconómica ya que grandes mayorías de la pobla-ción estaban marginadas, principalmente el sectorindígena. Asimismo, las bases económicas en que sesostenía el proyecto eran sumamente precarias. Noolvidemos que la facción económica que lo apoya esmayormente agroexportadora y comerciante, lo quela hacía vulnerable a las fluctuaciones del comerciointernacional. No existían, en consecuencia, basessólidas en una industria nacional” (1994: 304-305).

Recordemos, además que Pardo y sus compañe-ros de partido pertenecieron a una época complejay confusa, donde la modernidad y lo arcaico iban dela mano; se podían plantear los más modernos mé-todos, sin embargo, la realidad, el tejido social alcual iba a ser dirigido ese discurso, aún vivía en unmundo tradicional que creaba una resistencia in-visible al discurso de la modernidad. En la pra-xis, había que organizarlo todo, desde el principio,ya que no existía una tradición democrática ni departicipación ciudadana.

Las elecciones fueron multitudinarias para laépoca. Con poco más de 3 mil votantes, la victoriade Pardo fue clara sobre sus más claros contendo-res, Manuel Toribio Ureta y el general José RufinoEchenique. Los diarios también jugaron un papelimportante pues se polarizaron en torno a las can-didaturas. El Comercio y El Nacional apoyaron aPardo, La República defendió a Ureta y El Heraldo

854

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Page 25: La Republica Oligarquica Peruana

fue partidario de Echenique. Un relato de la épocademuestra la euforia del pueblo ante la campañaelectoral y la candidatura de Pardo, aunque tambiénevidencia una actitud paternal y distante de los líde-res de entonces frente al populacho movilizado:“Ricardo Espiell, otro de los secretarios privados dePardo, inteligente y astuto, vecino de Abajo elPuente, en cuyo barrio gozaba de prestigio adquiri-do por su sagacidad y amables maneras usadas conlas gentes de los callejones, convenció a Pardo de lanecesidad de presentarse personalmente a los de lacalle de Malambo, la más populosa del distrito.Cuando penetraron a uno de ellos, de entre los ha-bitantes salió una vieja negra que al ver a Pardoavanzó hacia él con los brazos abiertos y estrechán-dolo en ellos limpiándose los labios con la mangade la camisa, le dio un beso en la boca gritando al-borozada: ‘Mi niño Manuel, vengan a verlo, °qué vi-va!’. Espiell, ante el coro de los vecinos que se habíaformado, les dijo: ‘°Aquí tienen, pues, a don Manuelque viene a visitarlos y a ofrecerles su protección paracuando lo elijamos presidente!’. Aplausos y vivas si-guieron a este ‘speache’. Se alborotó el vecindario yacompañaron en tropel al candidato hasta la Plazue-la de San Lázaro. Pardo narró con sonrisa irónicaeste incidente a su familia. °Un beso de una negravieja en la boca! Hasta allí llegaron los extremos delaura popular” (citado por Bonilla 1984: 155).

Pero la victoria de Pardo generó fuertes reaccio-nes y absurdas actitudes como la de los hermanosGutiérrez. Éstos, representantes del sector más rús-tico e intolerante del ejército, no aceptaron la victo-ria de un civil que podría impulsar una política an-timilitarista y de revisión crítica de los gobiernospresididos por militares. Se sublevaron en Lima ytrataron de obligar al presidente Balta a anular losresultados electorales. Ante la negativa del presi-dente, decidieron asesinarlo (julio de 1872) lo queexasperó aún más el sentimiento del pueblo capita-lino que capturó y ejecutó a los insurrectos. Así secerraba, trágicamente, una de las páginas más bo-chornosas de la historia política del Perú decimonó-nico, en la que participaron, inexplicablemente,personajes supuestamente liberales como FernandoCasós, secretario de los Gutiérrez. Sin embargo, alfuturo gobierno de Pardo le quedaba sortear la opo-sición del caudillo civil Nicolás de Piérola –que sesublevó luego en 1874–, y de los periódicos La Pa-tria, dirigido por José Casimiro Ulloa, y La Sociedad,de tendencia católica, donde escribían, entre otros,Manuel Tovar y Pedro José Calderón. Su oposiciónse hizo más creciente al conocerse el drástico plan

económico que el civilismo intentaba aplicar parasuperar la crisis.

EL CIVILISMO EN EL GOBIERNO

Manuel Pardo tomó oficialmente el mando el 2de agosto para el período 1872-1876. En el Congre-so el sector civilista era fuerte pero no lo suficiente-mente numeroso para controlar a la oposición. Elprimer gabinete de Pardo lo conformaron FranciscoRosas (Gobierno), José Eusebio Sánchez (Justicia),José María de la Jara (Hacienda), José de la RivaAgüero Looz-Corswarem (Relaciones Exteriores) yJosé Miguel Medina (Guerra). Nunca residió Pardoen palacio de gobierno; vivía en su casa particular yallí recibía en audiencia a cualquier ciudadano sinfijarse en su posición social.

855

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Tomás Gutiérrez, nombrado por Balta ministro de Guerra en1871, fue uno de los conspiradores en el golpe de estado del

siguiente año, cuya intención fue evitar la asunción de ManuelPardo como presidente del Perú.

Page 26: La Republica Oligarquica Peruana

Como ya se ha dicho, lo prioritario era combatirla crisis económica. La política de obras públicasdel régimen anterior, en particular la construcciónde los ferrocarriles, había incrementado la deudaexterna hasta 35 millones de libras esterlinas, cuyasola amortización demandaba cerca de dos millonesy medio de libras, una suma equivalente a la totali-dad del presupuesto. De otro lado, la deuda internallegaba casi a 13 millones de soles y el déficit presu-puestal sobrepasaba los 8 millones de soles. No eséste el lugar para describir detalladamente las cifrasde la crisis. Lo cierto es que el gobierno tuvo que re-currir a un fuerte ajuste presupuestal que no fue delagrado de muchos sectores, especialmente del mili-tar. Una de las medidas tomadas para incrementarlos ingresos del Estado fue la nacionalización del sa-litre de Tarapacá, medida que generó la protesta delos particulares que hasta entonces explotaban di-cho recurso y que, finalmente, no tuvo los resulta-dos esperados. Otros síntomas de la crisis fueron lavirtual suspensión del crédito externo, la interrup-ción de la adquisición de buques y armas, la reduc-ción de los efectivos del ejército, la desaparición delas monedas de oro y plata de la circulación, la in-flación, la interrupción de obras públicas, el retrasoen el pago de sueldos y montepíos y el aumento dela desocupación.

Como vemos, Pardo y el civilismo llegaban alpoder para ser testigos casi impotentes de una de laspeores bancarrotas en el Perú del siglo XIX. Sin em-bargo, esta crisis financiera era el preludio de desas-tres aún mayores. Como es sabido, durante este ré-gimen el Perú firmó con Bolivia un tratado de alian-za de defensa recíproca –del cual hablaremos condetalle más adelante– que, por ser “secreto”, fue el

pretexto para que el país ingresara en 1879 al con-flicto de Bolivia contra Chile. El documento fue fir-mado en Lima, el 6 de febrero de 1873, por el mi-nistro de Relaciones Exteriores peruano José de laRiva-Agüero y el plenipotenciario boliviano Juan dela Cruz Benavente.

Mención especial merece la política educativadel civilismo de Pardo. En agosto de 1872 se orga-nizó el ministerio de Instrucción, Culto, Justicia yBeneficencia con dos direcciones generales: la deInstrucción Pública y Culto y la de Justicia y Be-neficencia. De esta forma se promulgó el Regla-mento de Instrucción Primaria, según el cual, si-guiendo una política descentralista, se entregó a losmunicipios la responsabilidad de la educación a es-te nivel, siempre sujeta a las disposiciones del go-bierno central.

Luego, en 1876, se expidió el Reglamento Gene-ral de Instrucción Pública, que reemplazó al de 1855.Quiso descentralizar, sin éxito, la educación nacio-nal y mantuvo la división de la educación en tres ni-veles: primaria, media y superior. Al mismo tiempo,trató de incentivar la educación privada para “dar lainstrucción en la forma que creyesen más conve-niente (siempre) que no se escape al control guber-nativo” (citado por González y Galdo 1982: 87). Laexpresión más clara de esta medida fue la creacióndel Instituto de Lima para la educación media, bajola dirección del profesor alemán Leopoldo Contzeny con el apoyo económico de un selecto grupo depadres de familia entre los cuales se encontraba elpropio Pardo. Asimismo se contrató a un grupo deprofesores alemanes para resolver la carencia de unaplana docente preparada adecuadamente; lo peli-groso fue que estos maestros –que no conocían la

realidad del país– también tuvieron a su car-go los cursos de Historia y Geografía en di-versos colegios de instrucción media. Al mar-gen de las protestas y cuestionamientos quesurgieron por este hecho, lo cierto es que pa-ralelamente se dio inicio en el país a una bús-queda de profesionales y modelos extranje-ros para resolver los problemas de la educa-ción peruana (González y Galdo 1982). Sinembargo, en la práctica la mayor parte de es-te esfuerzo quedó en nada debido a la falta derecursos. El analfabetismo no disminuyó, co-mo lo demostró el censo de 1876 con casi el85% de la población que no sabía ni escribirsu nombre.

El gobierno también reglamentó la mar-cha de los Institutos Especiales de Instruc-

856

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

La calle de Mercaderes (hoy cuarta cuadra del jirón de la Unión) enuna litografía del Atlas geográfico de Mariano Felipe Paz-Soldán.

Page 27: La Republica Oligarquica Peruana

ción Superior, como el funcionamiento de las Es-cuelas Superior de Agricultura y de Ingenieros Civi-les y de Minas, y de las Escuelas Naval y Especial deArtillería y Estado Mayor. Se fundó la Escuela Nor-mal de San Pedro (para mujeres que quisieran dedi-carse al magisterio) y la Escuela de Bellas Artes. Porúltimo, la Universidad de San Marcos, con mejoresrentas a pesar de la penuria fiscal, dio cabida a la Es-cuela de Ingenieros (con profesores polacos encabe-zados por Eduardo de Habich) y a la facultad deCiencias Políticas y Administrativas. En 1876 se su-primieron las universidades de Puno, Trujillo y Aya-cucho, funcionando en consecuencia sólo tres entoda la República: las de Lima, Arequipa y Cuzco.En suma, estas medidas dieron un clima de relativaestabilidad al sistema universitario, siempre amena-zado por la escasez de recursos o el poco interés delos gobiernos.

En 1876 la trasmisión del mando no tuvo inci-dentes violentos como en 1872. Los principalescandidatos eran el general Mariano I. Prado, héroede la guerra con España, ex presidente de la Repú-blica, apoyado por el civilismo, y el contralmiranteLizardo Montero. El triunfador para el período1876-1880 fue Prado, quien no pudo culminar sumandato por los episodios de la guerra del Pacífico.Por su parte, Manuel Pardo se ausentó del país, via-jó primero a Europa y luego a Chile, de donde re-

gresó a ocupar la presidencia del Senado. El 16 desetiembre de 1878, cuando salía de su Cámara, Par-do fue cobardemente asesinado por un sargento. Setrató de un complot, largamente madurado, dondeprevaleció el odio político ante un estadista –quizáel mejor del Perú en el siglo XIX– a quien ya se vo-ceaba como seguro vencedor en las futuras eleccio-nes de 1880. Su muerte provocó sorpresa e indigna-ción, y dejó sin timonel al Partido Civil: “la Patriaestá en peligro”, dijo uno de los editoriales de El Co-mercio. El historiador italiano Tomás Caivano co-mentó: “El asesinato de Manuel Pardo, podemosdecirlo con toda seguridad, sobre todo en conside-ración a las circunstancias y el momento en que tu-vo lugar, fue algo más que el asesinato de un hom-bre: fue el asesinato del Perú” (citado por Guerra1994, VII: 156).

Por lo demás, los tres años del gobierno de Pra-do, hasta el estallido de la guerra del Pacífico,transcurrieron en la virtual bancarrota de un Esta-do sin créditos y sin producción interna. Nicolásde Piérola, quien se negó a ser candidato en 1876por supuesta falta de garantías, se sublevó contrael régimen en mayo de 1878, hasta que fue depor-tado a Chile. En este desordenado escenario políti-co el Perú ingresa a un conflicto que completó ladestrucción iniciada por la crisis económica de ladécada de 1870.

857

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

VLA GUERRA DEL PACÍFICO

El 5 de abril de 1817 los patriotas chilenos almando del general San Martín y ayudados por sol-dados argentinos vencían en Maipú a los realistas yconsolidaban la independencia del país del sur.Simbólicamente, el 5 de abril de 1879, el gobiernode Chile declaraba públicamente la guerra al Perú einmediatamente bloqueaba su puerto de Iquique.Así empezó para el Perú la llamada guerra del Pací-fico, una contienda larga, sangrienta y agobianteque duró de 1879 a 1883.

LOS ANTECEDENTES

Quizás la guerra se perdió desde que el Perúquedó en franca desventaja militar frente a Chilecuando en 1874 el presidente Manuel Pardo, pormedidas de austeridad debido a la crisis después dela etapa dorada del guano, autorizó la reducción delos efectivos del ejército y no llevó adelante la cons-trucción de las naves de guerra contratadas por suantecesor José Balta. De esta manera, no se actuó en

Page 28: La Republica Oligarquica Peruana

prevención de los planes expansionistas de Chile,planteados incluso desde 1836, según lo expresabasu gran estadista Diego Portales en una carta a Blan-co Encalada, quien se dirigía a combatir a la Confe-deración Perú-Boliviana: “… debemos dominar pa-ra siempre el Pacífico; ésta debe ser su máxima aho-ra y ojalá la de Chile para siempre”. Tampoco se tu-vo en cuenta la advertencia que hiciera el mariscalCastilla quien, analizando el comportamiento delos sucesivos gobiernos chilenos, llegó a proponerque “si Chile construye un buque, el Perú debeconstruir dos”.

Es necesario apuntar que historiadores chilenosse han preocupado por aclarar aquel “expansionis-mo” portaliano. Según el diplomático chileno MarioBarros (1970), para Portales la gran vocación inter-nacional de Chile debía ser el mar, porque siendoun país marino debía orientar toda su política exte-rior a un control comercial del océano Pacífico; pa-ra ello eran vitales una gran marina mercante y unapoderosa marina de guerra. Esa máxima empujó aChile a oponerse tenazmente a la ConfederaciónPerú-Boliviana (1836-1839) y a entrar en guerra,nuevamente contra Perú y Bolivia, por el problemadel salitre en 1879. De otro lado, la derrota peruanano sólo se debió a nuestra condición militar sinoademás, como lo anota Jorge Basadre, al desordenpolítico, al abismo social y al despilfarro económicodel siglo XIX que convirtieron en vulnerable a unpaís sembrado de riquezas.

LA PUGNA POR EL SALITRE

En el Atacama boliviano,ubicado entre los paralelos 23y 25°S, existían importantesyacimientos de salitre o ni-trato de sodio que desde ladécada de 1860 eran ex-plotados por capitales chi-lenos y británicos reuni-dos en la “Compañía deSalitres de Antofagasta”.En 1866 el dictador boli-viano Mariano Melgarejo–influenciado por el diplo-mático chileno Aniceto Ver-gara Albano– firmó un tratadoreconociendo como límite entrelos dos países el paralelo 24°S;además de convertir la zona en re-gión económica compartida, estipuló

que todas las ganancias que la explotación del ferti-lizante produjera serían repartidas equitativamenteentre ambas naciones.

Obviamente este “tratado” fue repudiado en for-ma unánime por la opinión pública del país del al-tiplano, además de no contar con la aprobación delCongreso, requisito sin el cual ningún documentode este tipo tiene validez jurídica. Finalmente Mel-garejo fue derrocado y en los años sucesivos el casose convirtió en un problema delicado en la región.En este contexto el presidente de Chile FedericoErrázuriz mandó construir en 1871 dos blindadosen astilleros ingleses con la orden de trabajarlos“día y noche”. Sin embargo, Chile y Bolivia suscri-ben otro tratado en 1874, que mantuvo como lími-te el paralelo 24°S; además, Chile abandonaba losbeneficios tributarios obtenidos desde 1866 y Boli-via se comprometía a no aumentar los impuestosexistentes sobre capitales e industrias chilenos du-rante un período de 25 años.

El conflicto se precipitó cuando en febrero de1878 el presidente boliviano Hilarión Daza estable-ció un impuesto de 10 centavos por cada quintal desalitre exportado de Antofagasta. Para los chilenos,Daza estaba violando el acuerdo de 1874; pero elpresidente boliviano (empujado por el Perú, segúnlos chilenos) insistió y ordenó que la “Compañía deSalitres de Antofagasta” pagara 90 mil pesos porconcepto de derechos adeudados desde la dación

del cuestionado impuesto. Al no ponerse deacuerdo con Chile en el cumplimiento

de dicho impuesto, el propio Dazadeclaró que reivindicaba para Bo-

livia las salitreras explotadas porla “Compañía”, anunciando

que el 14 de febrero de 1879tendría lugar la venta públi-ca de las propiedades incau-tadas. Chile rompió rela-ciones diplomáticas conBolivia y ocupó militar-mente Antofagasta. El Pe-rú, ligado a Bolivia por un“tratado secreto” de defen-sa mutua, trató de mediar

en un inicio, pero no pu-diendo declararse neutral se

vio también envuelto en lacontienda desde abril de 1879.

858

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Mariano Melgarejo, presidente de facto deBolivia entre 1864 y 1871.

Page 29: La Republica Oligarquica Peruana

EL TRATADO “SECRETO” CON BOLIVIA

En 1873 la cancillería de La Paz creyó conve-niente firmar un tratado de alianza defensiva con elPerú, en respuesta a una expedición de QuintínQuevedo (militar boliviano partidario de Melgare-jo), armada y financiada en Valparaíso en contradel gobierno boliviano. Se pensaba que el respaldodel Perú evitaría la repetición de hechos de este ti-po. Para los chilenos en cambio el Perú, de la manode Manuel Pardo (decidido a eliminar a Chile delcomercio mundial del salitre), había arrastrado aBolivia a firmar aquel convenio; según ellos, Pardoquería expulsar al capital chileno de la provincia deTarapacá (sur del Perú), lograr que Bolivia lo ex-pulsara a su vez del territorio de Antofagasta y ad-herir a esta política a la Argentina. En Perú Pardoya había monopolizado el salitre y expulsado a loscapitales chilenos (1873) y quería que Bolivia hi-ciera lo mismo. Lo cierto es que el documento sefirmó en Lima el 6 de febrero de aquel año, ponién-dose especial énfasis en que el tratado era estricta-mente defensivo y obligaba a los firmantes “a de-fenderse de toda agresión exterior”. Lo censurableestuvo en el carácter secreto del acuerdo –aunquela cancillería de Santiago conoció su existencia– alque debía sumarse Argentina, a quien considerabansu aliada natural. Esta inclusión nunca llegó a rea-lizarse pues Argentina analizó bien las posibilida-des militares y políticas de Perú y Bolivia, así comouna segura alianza militar entre Chile y Brasil, paí-ses con los cuales Argentina tenía disputas territo-riales (Vidaurreta 1985); de esta forma, el Perúquedó unido a un país desprotegido y sin presenciamilitar.

¿Por qué firmó el Perú el tratado con Bolivia?Jorge Basadre responde: “… se creyó convenienteresguardar las salitreras de Tarapacá, vecinas de lassalitreras de territorio boliviano y amenazadas porel avance chileno. La alianza al crear el eje Lima-La Paz con ánimo de convertirlo en un eje Lima-La Paz-Buenos Aires, pretendió forjar un instru-mento para garantizar la paz y la estabilidad en lasfronteras americanas buscando la defensa del equi-librio continental” (Basadre 1969, VIII: 16). Locierto es que el objetivo no fue provocar sino con-tener a Chile. Pasando a otro aspecto, era muy in-genuo por parte del Perú aliarse con Bolivia, unpaís anárquico en el cual cada régimen tenía supropia forma de actuar. Sus distintos “presidentes”tenían una actitud oscilante con respecto al Perú oa Chile.

LA MEDIACIÓN PERUANA

La ocupación chilena de las salitreras bolivianasprovocó la adhesión de la opinión pública peruanaen favor de una inmediata ayuda al vecino humilla-do y se le exigió a Mariano Ignacio Prado una ac-ción rápida. Pero el presidente, sabedor de nuestrainferioridad militar, prefirió la negociación, llaman-do al experimentado diplomático José Antonio deLavalle, a quien se le encomendó utilizar todos losmecanismos posibles para evitar la guerra. La posi-ción chilena argumenta que Lavalle tuvo como úni-co objetivo ganar tiempo para que el Perú termina-ra de armarse.

Lavalle confiesa en sus Memorias que no conocíala existencia del tratado de 1873 y refiriéndose a suamistad con Manuel Pardo y a sus conversacionescon él cuando regresó de Europa afirma: “Con el se-ñor Pardo apenas tuve en esos días ocasión de ha-blar privadamente... Recuerdo sí que una vez estan-do a su mesa y delante de varias personas, llamé suatención sobre los blindados chilenos que había te-nido ocasión de ver en Londres y sobre la inferiori-dad naval en que ellos nos colocaban respecto deChile, replicándome Pardo: ‘Yo también he hechoconstruir ya dos blindados que se llaman el Buenos Ai-res y el Bolivia’. De esto a comunicarnos el tratadodel 6 de febrero, hay una gran distancia” (1979).Lavalle añade que el documento fue firmado cuan-do no estaba en el país y que no perteneció al Con-greso de 1873 que lo aprobó.

Lavalle fue recibido en Chile en medio de unambiente de hostilidad hacia el Perú, pues se pensa-ba –como anotamos más arriba– que el gobierno pe-ruano trataba de ganar tiempo para comprar arma-mentos. A pesar de las condiciones adversas pudoentrevistarse con el propio presidente Aníbal Pintoy negociar los términos de un arreglo pacífico. Perose encontró con muchas dificultades: la principal deellas fue que las autoridades en Santiago sabían dela existencia del tratado de 1873. Mientras suce-día esto, el presidente boliviano Daza –impruden-temente y sin consultar al Perú– le declaraba la gue-rra a Chile demandando nuestra ayuda en virtud delacuerdo secreto.

En Lima, el plenipotenciario chileno JoaquínGodoy se entrevistó con Prado y le pidió la neutra-lidad del Perú; el presidente le respondió que ellono era posible pues Pardo lo había dejado unido aBolivia por un tratado de alianza secreta. Súbita-mente, Godoy informó inmediatamente lo sucedi-do a su cancillería. A su vez, en Santiago, el gobier-

859

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 30: La Republica Oligarquica Peruana

no de Chile exigió a Lavalle la neutrali-dad peruana, a lo que el enviado res-pondió que haría las consultas per-tinentes. Lógicamente su media-ción, pese a todos sus esfuer-zos, había fracasado. Chileentonces nos declara la gue-rra utilizando como pretex-to la existencia del tratadode 1873 y nuestra negativade tomar una posiciónneutral en su conflictocon Bolivia. Así el Perú seveía envuelto en una gue-rra que no buscó y peoraún, para la que no esta-ba preparado.

LOS COMIENZOS

Tan pronto se hizo co-nocida la noticia, en Lima yel resto del país brotó unaefervescencia popular quemostraba un inusitado espíritude solidaridad con Bolivia y ungran sentimiento antichileno. Almismo tiempo el gobierno creabauna contribución de guerra para todoslos peruanos, decretaba la expul-sión de ciudadanos chilenos delterritorio y daba leyes autorizandola compra de buques modernos.

En la opinión pública funcionaban estímulos di-versos. Para unos el recuerdo de los laureles obteni-dos en el Callao al frente de la Cuádruple Alianzaderrotando a la Escuadra Española en 1866 era unainvitación a la gloria. Otros seguían pensando queel país gozaba de una tradición de vigilar o morali-zar la vida internacional sudamericana, que elavance chileno era una amenaza contra nuestra pro-vincia salitrera de Tarapacá y que, al no recibir apo-yo, Bolivia podía aliarse con Chile en contra nues-tra. Los diarios de la época cerraban filas en favor dela causa nacional. El Comercio, redactado entoncespor José Antonio Miró-Quesada y por Luis Carran-za, tuvo que sumarse a esta corriente, a pesar de queal iniciarse el conflicto entre Chile y Bolivia aconse-jó prudentemente la neutralidad del Perú.

Hubo, sin embargo, algunos que no compartíanese entusiasmo, como el propio Mariano I. Prado.Para el presidente peruano el conflicto debió haber

sido la más pavorosa de las tragedias. Eraun conocido amigo de Chile, país al

cual lo unían vínculos personales,incluyendo al propio presidente

Pinto. En cambio nada lo uníacon Bolivia. Además nadie me-jor que él conocía la situaciónmilitar del Perú. Por esosdías el canciller bolivianode visita por Lima le oyódecir: “El Perú no tiene ar-mas, no tiene ejército, notiene dinero, no tiene na-da para la guerra”.

LA GUERRA

No es éste el lugar pararepetir los ya conocidosacontecimientos del desa-rrollo del conflicto, tan pre-

cisamente narrados por Jor-ge Basadre (1969, VIII) y

otros historiadores en diver-sos trabajos monográficos. La

mayor parte de ellos cuentan losepisodios trágicos salpicados con

las diversas acciones de heroísmopor parte de ciertos personajes (Grau,

Bolognesi, Ugarte, Cáceres), aun-que pocos son los que subrayan laparticipación, también heroica, deciudadanos anónimos que tuvie-

ron que pelear dando su vida en una guerra queellos no habían desatado.

De otro lado, era lógico, para cualquier observa-dor, que el desenlace del conflicto se resolvería en elmar, y en ese aspecto la superioridad chilena era no-table gracias a la presencia de sus acorazados “Almi-rante Cochrane” y “Blanco Encalada”, ambos demás de 3 mil toneladas y construidos en Inglaterraen 1874. El monitor “Huáscar” y la fragata “Inde-pendencia”, las mejores naves del Perú, eran dema-siado viejas para competir con las del enemigo. Lasituación se agravó cuando en el combate de Iqui-que (21 de mayo de 1879) la imprevisión peruanadeterminó la pérdida de la “Independencia”, a pe-sar del meritorio hundimiento de la “Esmeralda”–buque de madera chileno comandado por ArturoPratt– por parte del “Huáscar”, nuestra segunda na-ve en poderío, comandada por Miguel Grau. Lasuerte estaba echada. A Grau sólo le quedaba rehuir

860

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Juan Benavides, capitán del ejércitoperuano durante la guerra del Pacífico.

Page 31: La Republica Oligarquica Peruana

el combate y esperar que el gobierno le compraralas granadas Palloissier, las únicas capaces de perfo-rar las naves enemigas. Su astucia le permitió alar-gar la “fase marítima” del conflicto; sin embargo, lasituación no podía prolongarse y en cualquier mo-mento el “Huáscar” podía toparse con el “Almiran-te Cochrane” y el “Blanco Encalada”. Ese momentollegó; las que nunca llegaron fueron las granadasque Grau pedía con tanta insistencia y desespera-ción. La falta de dinero, la improvisación del gobier-no ante la guerra y las gestiones de la diplomaciachilena en Europa para bloquear cualquier comprade armamentos para el Perú fueron también facto-res que determinaron la derrota en el mar y en lossiguientes frentes.

El 8 de octubre de 1879 se libró el combate deAngamos. Allí el Perú perdió a Grau, su máximo hé-roe, perdió a su nave más preciada, el monitor“Huáscar”, y allí también perdió la guerra. El Times

de Londres comentaba la campaña de Grau y su na-ve así: “El ‘Huáscar’ es un buque histórico... Ha fi-gurado en todos los combates navales en el curso dela guerra: ha bombardeado las poblaciones de loschilenos (sólo las fortificadas), perseguido y captu-rado los buques de transportes, y ha sido por variosmeses el terror de la costa chilena. Al mando de unhábil y valiente oficial y tripulado por hombres ex-celentes, el ‘Huáscar’ ha sido siempre un formida-ble”. Ahora el espanto era la amenaza de la invasiónpróxima, el mar quedaba libre para Chile.

El escenario de la guerra se trasladó a las provin-cias del sur. En la provincia de Tarapacá se libró laprimera “fase terrestre” del conflicto. El Perú perdióen Pisagua (2 de noviembre de 1879), en San Fran-cisco (19 de noviembre) y logró la victoria parcialde Tarapacá (27 de noviembre) que no cambió elcurso de los acontecimientos, pues los chilenosocuparon igualmente el litoral ante el retiro de lasfuerzas peruanas y bolivianas. Esta etapa del con-flicto demostraba la superioridad del enemigo y laurgencia de adquirir armamentos, especialmente unblindado que ya la opinión pública había bautizadocomo “Almirante Grau”. Las gestiones resultaroninfructuosas. Una colecta nacional recaudó unas200 mil libras esterlinas y Julio Pflucker y Rico via-jó a Europa con los fondos a negociar la compra dela nueva nave y algunas cañoneras; nunca se pudoadquirir el blindado y las cañoneras que se manda-

861

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Miguel Grau Seminario (1834-1879), marino caballeroso yejemplar, es uno de los principales héroes militares de lahistoria peruana. Ante la pérdida de la “Independencia” tuvoque enfrentar, al mando del monitor “Huáscar”, el grueso dela campaña naval en el primer tramo de la guerra delPacífico.

El monitor “Huáscar” comandado por Miguel Grau en un apunte inglés del siglo XIX.

Page 32: La Republica Oligarquica Peruana

ron a construir en Kiel con los exóticos nombres de“Diógenes” y “Sócrates” quedaron embargadas has-ta el término de la guerra.

La situación seguía siendo tensa ante la lentitudde las gestiones en Europa. Fue por esto que el pre-sidente Prado decidió viajar a Europa personalmen-te a fin de acelerar las operaciones. Se valió del per-miso que el Consejo de Ministros le había otorgadopara salir del territorio durante la guerra, suponien-do traslados al territorio boliviano o chileno. La his-toria ha censurado el viaje de Prado no por la ca-lumniosa versión de que se llevó el dinero –en esaépoca ya existían bancos y operaciones para trasla-dar fondos, y Prado sólo contó con 3 mil libras es-terlinas que le otorgó el ministerio de Hacienda pa-ra sus gastos de viaje– sino, como lo afirmó el his-toriador Clements Markham: “El general Prado violos desastres inevitables que eran inminentes y con-cibió la esperanza de evitarlos obteniendo ayuda endinero o en material o como intervención, de Eu-ropa o Estados Unidos. No hay razón para su-poner que estuvo impulsado por motivos me-nos valiosos. Pero nada puede excusar esta sú-bita deserción de su puesto” (citado por Basa-dre 1969, VIII: 180).

Como si esto no fuera suficiente, Prado–director de la guerra– dejó en su puesto al vi-cepresidente Luis La Puerta, un anciano enfer-mo y casi reblandecido, que agravó aún más laposición del país. La situación entonces fueaprovechada por Nicolás de Piérola, caudillocivil que ocupó el poder (23 de diciembre de1879) con el título de Dictador. Inmediata-mente privó a Prado de sus derechos de “ciu-

dadano del Perú” y lo condenó a la degrada-ción pública.

En Bolivia la situación política también eradramática. El presidente Daza, iniciador delconflicto y pésimo militar en el campo de ba-talla, censurado por la opinión pública en supaís, fue destituido y fugó a Europa; el gene-ral Narciso Campero tuvo que aceptar la pri-mera magistratura de un país pobre, sin arma-mentos, e involucrado en un conflicto del quehabía que retirarse lo más pronto posible.

Luego de estos inesperados cambios de go-bierno las acciones bélicas avanzaron hasta lasprovincias de Tacna y Arica. Los chilenos de-sembarcaron con 15 mil soldados al mando deManuel Baquedano y capturaron la ciudad deMoquegua. La idea del enemigo era aislar a lasfuerzas aliadas al mando del peruano Lizardo

Montero y del coronel boliviano Eliodoro Camachode sus centros de aprovisionamiento, es decir, de Li-ma o Arequipa. Hubo luego dos enfrentamientos,que desembocaron ambos en derrotas aliadas, enCerro de Los Ángeles (22 de marzo de 1880) y Altode la Alianza (26 de mayo); después de este últimorevés los bolivianos, aliados del Perú, se retirarondel conflicto con el fin de arreglar una salida “deco-rosa” al desastre y solucionar su crisis interna. ElPerú quedó solo ante Chile. Finalmente, a pesar dela valentía de Bolognesi y del arrojo de Ugarte, elPerú fue derrotado en Arica (7 de junio de 1880) yprácticamente todas las provincias del litoral sureñoquedaron en poder de Chile.

Éste era el momento de negociar un tratado depaz pues a los chilenos sólo les quedaba Lima, yaque el Callao estaba bloqueado desde abril de 1880;incluso el inescrupuloso Patricio Lynch, ante elhundimiento por parte del Perú de las naves chile-nas “Loa” y “Covadonga”, se dedicaba al pillaje por

862

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

La ciudad de Moquegua en una vista del siglo XIX.

Composición fotográfica en homenaje a Grau y a los oficiales delmonitor “Huáscar”.

Page 33: La Republica Oligarquica Peruana

los valles cercanos a Lima. Su objetivo era destruirmuelles, ferrocarriles y edificios públicos e imponercupos de guerra en dinero y especies a los poblado-res, pudientes o no, bajo pena de destrucción de suspropiedades. Además, era fácil de colegir que el Pe-rú no podía seguir con éxito la guerra y los EstadosUnidos tomaron la iniciativa para negociar un trata-do de paz a bordo del buque norteamericano “Lac-kawanna” fondeado en Arica. Hasta allí concurrie-ron representantes de los tres países en guerra: Chi-le pidió las provincias de Antofagasta y Tarapacá re-clamando, además, la suma de 20 millones de pesospor indemnización de guerra; el Perú no aceptó lapaz con cesión territorial y las negociaciones fraca-saron. El ministro norteamericano que presidía lasreuniones dijo: “Me parece oportuno, así como amis colegas, hacer constar aquí que el gobierno delos Estados Unidos no busca los medios de hacerseárbitro en esta cuestión. El cumplimiento estrictode los deberes inherentes a tal cargo le ocasionaríamucho trabajo y molestias; y aunque no dudo quemi gobierno consentiría en asumir el cargo, en casoque le fuese debidamente ofrecido, conviene se en-tienda claramente que sus representantes no solici-tan tal deferencia” (citado en Benavides 1972: 116).

Lo cierto es que el Perú buscaba una inter-vención más resuelta de los países europeos o delos Estados Unidos para detener la guerra y ne-gociar en Francia un préstamo que permitieseevitar la pérdida de Tarapacá y ofrecer a Chileuna cantidad suficiente como indemnización deguerra. Estas intenciones, que al final fracasa-ron, prolongaron el conflicto hasta 1883.

LA OCUPACIÓN Y LA RESISTENCIA

Quedaba culminar la “Campaña de Lima” y Pié-rola tuvo que organizar, en muchos casos improvi-sar, la defensa de la capital a pesar de diversos obs-táculos como la oposición del civilismo. Con las de-rrotas en las líneas de San Juan y Miraflores, inclui-dos el incendio de Chorrillos y la ocupación de Li-ma por el ejército chileno (enero de 1881), culminaformalmente la guerra. Porque perder la capital, verocupados los principales edificios públicos (palaciode gobierno, ministerios, oficinas de administracióno Biblioteca Nacional, por ejemplo) y tener un ejér-cito diezmado eran hechos que verificaban concre-tamente la derrota. Sin embargo, el conflicto se pro-longa, principalmente por la tenaz resistencia deAndrés A. Cáceres en la sierra central con la llama-da “Campaña de la Breña”. Antes, una “junta de no-tables” en Lima había elegido al jurisconsulto Fran-cisco García Calderón como presidente ante el fra-caso militar y el retiro de Piérola. Su gobierno, cuyasede fue el pueblo de Magdalena, tuvo como objeti-vo seguir intentando conseguir un préstamo enFrancia para evitar la cesión de Tarapacá. Los chile-nos se cansaron de negociar con él un tratado puesGarcía Calderón no aceptaba la entrega de territo-rios y fue llevado prisionero con dirección a Valpa-raíso. A la resistencia también se sumaron el gene-

863

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Miembros del ejército chileno en una casona limeñadurante la ocupación militar de la capital peruana.

El balneario de Chorrillos destruido en enero de 1881 por las tropas chilenas.

Page 34: La Republica Oligarquica Peruana

ral Miguel Iglesias (sierra norte) y el con-tralmirante Lizardo Montero (costa nor-te); este último se autoproclamó, sinéxito, presidente de la República enalgún momento.

En la sierra central, territoriono dominado por los chilenos,Cáceres mantuvo en jaque alenemigo con la intención decansarlo y prolongar la guerrahasta derrotarlo. Sus primerostriunfos al mando de pocosmilitares y, sobre todo, de loscampesinos de la región pa-recieron darle la razón: Pu-cará (5 de febrero de 1882),Marcavalle, Pucará II y Con-cepción (9 de julio); mien-tras, en Cajamarca, Iglesiaslograba un importante triun-fo en San Pablo (13 de julio).La situación, sin embargo, fuecambiando para Cáceres. Mu-chos terratenientes del valle delMantaro empezaron a aceptarcupos del enemigo y pedir la pro-tección de sus propiedades ante elpeligro de un eventual levantamien-to del campesinado indígena. Este co-laboracionismo con el invasor, apartede ser censurable, exacerbó aún más elánimo de los campesinos. Finalmente ocurrela derrota de Huamachuco (10 de julio), donde al-gunos terratenientes ayudaron en el “repase” de losindios.

Pero Cáceres no se dejó vencer. Con lo que que-daba de su ejército viajó hacia Ayacucho para reor-ganizar la resistencia. La empresa, sin embargo, nollegó a realizarse. Luego de la derrota de Huama-chuco, el nuevo gobierno y la posición del vencedorde San Pablo empezaban a ganar numerosas adhe-siones. Por su parte Montero, que no lograba repri-mir el desorden de su soldadesca en Arequipa, se veobligado a dejar el país con dirección a Bolivia.

LA PAZ Y SUS CONSECUENCIAS

En este contexto Iglesias autoriza la firma deltratado de Ancón el 20 de octubre de 1883. Fue ru-bricado por los comisionados peruanos José Anto-nio de Lavalle y Mariano Castro Saldívar; por partede Chile estuvo el plenipotenciario Jovino Novoa.

En él se establecía la cesión defi-nitiva a Chile de la provincia sa-litrera de Tarapacá, así como laentrega de las provincias deTacna y Arica por un plazo de10 años. Al término de dichoplazo las poblaciones de am-bas localidades debían serconsultadas a través de unplebiscito si aceptaban inte-grarse definitivamente aChile o si por el contrariodeseaban su retorno al Pe-rú. Como si esto fuera poco,el Perú debía pagar a Chileuna fuerte cantidad de dine-ro como indemnización de

guerra. El tratado fue aproba-do por Iglesias el 22 de octu-

bre en el mismo balneario deAncón, empezando entonces la

lenta desocupación del territoriopor parte de las fuerzas chilenas. En efecto, desde principios de

1884, se fueron retirando las fuerzasenemigas y en agosto desocuparon total-

mente el Perú. Los últimos en retirarse fue-ron el batallón Tercero de la Línea, que se embarcóen el Callao; de Puno y Arequipa el Lautaro, que setrasladó en trenes a Mollendo y de allí embarcó condestino a Chile; y un escuadrón de Carabineros deYungay, que se retiró a Tacna por tierra. Los bata-llones que llegaban a Chile se iban disolviendo enlas provincias en que habían sido formados, dándo-sele al personal, como gratificación, tres meses desueldo para comprarse trajes civiles. El 18 de se-tiembre de ese año se efectuó en Santiago y provin-cias el reparto de las condecoraciones a los comba-tientes. Para Chile, efectivamente, se trataba de untriunfo vital en favor de su hegemonía en el Pacífi-co sur; según ellos la guerra la habían preparadoPerú y Bolivia desde la firma del tratado secreto de1873. Un libro de divulgación chileno resume deesta forma los móviles del conflicto: “La guerra queel Perú y Bolivia tenían proyectada desde que fir-maron el tratado de 1873 y que Chile encaró noobstante su inferioridad en población y recursos,

864

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Coronel Alejandro Gorostiaga, oficial chilenoenviado al Perú durante la guerra del Pacífico;

se encargó de reprimir a las montoneraslideradas por Andrés Avelino Cáceres.

Page 35: La Republica Oligarquica Peruana

sólo confiado en la justicia de su causa y pujanzade sus hijos, y que en los cinco largos años que du-ró dio a Chile tantas y tan decisivas victorias, lepermitió recuperar la parte del despoblado de Ata-cama que le perteneció desde los primeros años dela colonia, ocupada por Bolivia con su generosa to-lerancia; incorporar a su territorio la parte nortedel despoblado, que ciudadanos chilenos habíanhecho surgir a la vida recibiendo en compensaciónde las autoridades peruanas injusticias, despojos yvejámenes; y tomar como indemnización por losenormes gastos y sacrificios que se vio obligado ahacer y por las vidas tronchadas de tantos de sushijos, la parte sur del río Sama, del departamentode Tacna” (Benavides 1972: 248). Cada país tieneel derecho de valorar su historia.

Pero la pesadilla aún no terminaba para el Perú:Cáceres no aceptaba los términos de la paz con Chi-le y se declaraba enemigo de Iglesias. Ahora empe-zaba otra guerra civil para el Perú, como si la des-trucción ocasionada por el ejército enemigo no hu-biera sido suficiente. No había escuadra, ni dinero,ni salitre, ni crédito externo; se habían destruidohaciendas, ingenios, industrias, ferrocarriles, pue-

blos enteros, fortunas individuales y mancomuna-das; el comercio se hallaba interrumpido y la crisisfiscal era intolerable para cualquier Estado. Lo peoraún era la derrota moral, el desánimo y la frustra-ción colectivos. En 1939 el poeta y escritor LuisFernán Cisneros recordaba el sentir de sus coetá-neos luego de finalizada la guerra: “Los hombres demi generación crecieron bajo un signo sombrío. ElPerú, salido de una guerra internacional de cuatroaños, cargaba entonces el amargor del desastre.Hondas cavilaciones llenaban el cielo y silenciabanlos pasos. Por culpa de la catástrofe, o faltaban mu-chos de nuestros padres o escaseaba el pan en nues-tra mesa. Nos amamantamos tal vez en pechos so-llozantes e hicimos una niñez de estricta fatalidadbiológica: niños que se juntaban en las aulas bajo lavigilancia de maestros revestidos de una tristezaaustera; niños que repetían versos encendidos dedesagravio; diálogo con los libros en el silencio delas casas o en la quietud de las plazuelas, entreteni-mientos simples y candorosos; adolescencia pasiva,impuesta por el monólogo mental de quienes nosrodeaban; emoción difusa pero penetrante, quizáscontraproducente y seguramente inútil”.

865

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

VIEL “SEGUNDO MILITARISMO” Y LA

RECONSTRUCCIÓN NACIONAL

Jorge Basadre ha llamado a este período el “Se-gundo Militarismo”, pues los caudillos militaresvuelven a la escena política, pero ahora en una co-yuntura adversa: la derrota en la guerra. Aunquesuene paradójico, se da una situación similar a ladel período posterior a la independencia. Estos mi-litares son los vencidos, pero son los únicos que tie-nen la fuerza suficiente para ejercer el poder ante lapasividad y la situación material vulnerable en quequedó el sector civil luego de la derrota ante Chile.La nacionalidad estaba dividida, los “hombres deMontán” secundaban a Iglesias, y “los de kepí rojo”al héroe de la resistencia, el general Cáceres.

GOBIERNO Y GUERRA CIVIL

Iglesias había sido proclamado presidente rege-nerador en 1882 y luego de la firma del tratado deAncón, una asamblea constituyente reunida en Li-ma lo ratificó nombrándolo presidente provisorio,cargo que desempeñó desde 1883 a 1885. En virtudde tal mandato intenta sacar al país adelante con lospocos recursos existentes y con la oposición tenazde Cáceres. Por ejemplo, a nivel cultural, se reabreel antiguo colegio de Guadalupe bajo la direccióndel pedagogo Pedro A. Labarthe y el tradicionistaRicardo Palma inicia la reconstrucción de la Biblio-

Page 36: La Republica Oligarquica Peruana

teca Nacional, luego de la ocupación chilena que laconvirtió en caballeriza, usando sus anaqueles co-mo improvisados comederos y embarcando a Chilela valiosa colección bibliográfica que albergaba. Pal-ma inició una lenta tarea de reorganización de la Bi-blioteca, pidiendo donaciones al extranjero así co-mo aportes valiosos de coleccionistas particulares.

Otro acontecimiento, esta vez cargado de violen-cia, se desató en el callejón de Huaylas (Ancash). Ellíder indio Atusparia, alcalde del pueblo de Marián,redactó un memorial contra los desmanes del pre-fecto Francisco Noriega quien, manejando arbitra-riamente las rentas de la localidad, alteró los docu-mentos de las contribuciones con afán de lucro per-sonal; asimismo hizo a los indios trabajar arbitrariay rudamente reimplantando un servicio personal.Finalmente, lo que hizo estallar la sublevación, fueel intento del prefecto de restablecer el tributo indí-gena. Todos los alcaldes e indios protestaron, sien-

do Atusparia apresado y torturado para que declara-ra quién había escrito el memorial. Irritados los al-caldes, ordenaron a sus indios atacar a las autorida-des abusivas y lograr la libertad de Atusparia. Arma-dos con piedras, machetes, picas y alrededor de 300fusiles que habían robado al ejército chileno duran-te la guerra, los indios tomaron Huaraz en marzo de1885; la rebelión se extendió por los pueblos aleda-ños. Atusparia fue reconocido como líder hasta quefue herido y apresado; cuentan que se entrevistócon Cáceres y de regreso a Huaraz fue envenenadodurante un banquete que le ofrecieron los alcaldesde indios. Los más radicales, comandados por“Ushcu Pedro” continuaron la rebelión. Éste sóloaceptó indios en sus filas, reclamó el retorno del sis-tema de gobierno de los incas y rechazó todo lo oc-cidental utilizando un discurso milenarista, hastaque fue capturado y ejecutado en setiembre de1885.

Los días, sin embargo, estaban contados para elrégimen de Iglesias. En agosto de 1884 las tropascaceristas atacan Lima, y en Huaripampa los segui-dores de Iglesias logran una victoria engañosa con-tra Cáceres quien, distrayendo al enemigo, toma elcamino a Lima combatiendo en calles y plazas has-ta tomar definitivamente el palacio de gobierno ennoviembre de 1885. La victoria de los rebeldes eraclara y el 3 de diciembre Iglesias dimitió, asumien-do temporalmente el mando de la nación AntonioArenas, presidente del Consejo de Ministros. Con-vocadas las elecciones, diversos grupos políticospresentaron la candidatura de Cáceres patrocinadapor su nuevo partido, el Constitucional; contandotambién con el apoyo de los civilistas que no pre-sentaron candidato. Nicolás de Piérola y su partido,el Demócrata, se oponen al proceso electoral porconsiderar un excesivo favoritismo del gobiernotransitorio a la candidatura de Cáceres. Éste será elcomienzo de otra rivalidad que siguió ensangren-tando al Perú al finalizar el XIX, una nueva guerracivil se veía en el horizonte. La candidatura de Cá-ceres sería aclamada mayoritariamente. El nuevogobierno inaugura sus funciones el 3 de junio de1886 y, según la constitución vigente, la de 1860,debía durar cuatro años.

CÁCERES, GRACE Y LA POLÍTICA

Era evidente que para el nuevo régimen el pro-blema más apremiante era el económico. Lo urgen-te era el arreglo de la deuda externa con los inglesesy el Estado peruano no contaba con los recursos su-

866

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Una fotografía de juventud del tradicionista Ricardo Palma.

Page 37: La Republica Oligarquica Peruana

ficientes para cancelarla; además, el país requeríacapitales para reactivar la economía de exportaciónque a su vez dependía del arreglo definitivo de ladeuda externa. Grave callejón sin salida. La deudaexterna, producto de los empréstitos de 1869, 1870y 1872, pasaba los 51 millones de libras esterlinas ycontrastaba con los ingresos totales del Perú quesolamente llegaban a los 8 millones de soles. Labancarrota era total y la deuda técnicamente impa-gable. Por ello se firmó el controvertido contratoGrace (1889) con el ciudadano británico Miguel P.Grace, representante del Comité de Tenedores deBonos del Perú. Los términos no pudieron ser másventajosos para los acreedores. El Perú les entregóel usufructo de sus ferrocarriles por 66 años y la fa-cultad de explotar 3 millones de toneladas de gua-no a cambio de la cancelación de la deuda y de unfuerte empréstito. También se autorizó la explota-ción de centros mineros en Huancavelica, del petró-leo de Piura, los derechos de navegación a vapor enlas vías o lagos navegables, la exportación del car-bón ancashino, el derecho de fundar colonias en laselva amazónica, etc.

En 1890 se constituyó la Peruvian Corporation,encargada de administrar los términos del contratoGrace, para cuya ratificación tuvo Cáceres la nece-sidad de convocar a tres legislaturas extraordinariasy expulsar a los diputados opositores. Pero el auto-ritarismo presidencial llegó más allá. Decidido a ter-minar con la oposición, Cáceres no vaciló en recor-tar las libertades cerrando periódicos, deportando yapresando a sus enemigos políticos; sin duda, éstefue el punto de inicio del desprestigio político del“héroe de la Breña”, desprestigio que llegó a su pun-to más álgido en 1892, año en que una cruenta gue-rra civil lo derrocó cuando pretendía ocupar la pre-sidencia de la República por segunda vez. De otrolado, el arreglo de la deuda externa permitía al Perúreestructurar su modelo económico con el fin deexplotar, esta vez con mano de obra nativa, los re-cursos naturales y orientarlos a la exportación. Estanueva estrategia quedó consolidada durante las dosprimeras décadas del siglo XX. Hasta 1895, la plata,el azúcar y el caucho, en ese orden, fueron los prin-cipales productos que reflejaron el restablecimientoy la nueva forma de organización de la economía deexportación peruana.

El escándalo desatado por el arreglo con Graceno impidió que el país mejorara ligeramente en laeconomía y en otros aspectos internos. En abril de1888 se instala la primera junta general de la Cáma-ra de Comercio de Lima; luego se instalarían las del

Callao y Arequipa. Se funda también la Sociedad deAgricultura y Minería. El 11 de noviembre de 1889,un grupo de miembros de la emergente colonia ita-liana funda el Banco Italiano, entidad que hoy llevael nombre de Banco de Crédito del Perú. Al mismotiempo se asientan algunas compañías de seguros,básicamente británicas, y una que otra alemana co-mo la Nacional Prusiana; la participación peruanaen este sector sólo se inició en 1895. También en es-te período se instala en toda la República el serviciotelefónico (1886) y se inaugura en Lima el alumbra-do público. En otro aspecto, una tímida preocupa-ción por el tema educativo se demostró con la Leyde Instrucción de 1888 y la apertura de varias es-cuelas-talleres para los jóvenes aficionados a lostrabajos técnicos. En el campo de la defensa nacio-nal poco es lo que pudo hacerse por la falta de re-cursos. Fracasado un intento de reforma del ejérci-to, la Escuela Militar sólo pudo abrir sus puertas endiciembre de 1889 y la mayor parte de los militares

867

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Andrés Avelino Cáceres, quien con sus montoneras liderara la resistencia a la invasión chilena. En 1886 asumió la

presidencia del Perú.

Page 38: La Republica Oligarquica Peruana

no pudo percibir sus sueldos. Gracias a un pequeñoahorro estatal, se logró adquirir la cañonera “Lima”,primera unidad de la nueva escuadra, pues los últi-mos barcos habían sido hundidos por sus propiostripulantes en la rada del Callao en enero de 1881,evitando así que fueran capturados por el enemigo.

El accidentado gobierno de Cáceres llegaba a sufin y se convocan las elecciones de 1890. El civilis-mo, que le había restado su apoyo a Cáceres, lanzala candidatura de Francisco Rosas, y el constitucio-nalismo encarga a un oscuro militar y político, elcoronel Remigio Morales Bermúdez, la tarea decontinuar la obra de Cáceres; lo acompañan en sufórmula presidencial Pedro A. del Solar y el coronelJustiniano Borgoño. Por su parte Piérola, animadopor sus partidarios, encabeza un desfile del PartidoDemócrata que no tarda en lanzarlo como candida-to a la presidencia. El gobierno, sin embargo, dise-ña una maniobra para cerrarle el paso a palacio degobierno: apresa al caudillo acusándolo de haberusurpado la presidencia en 1879 violando la Cons-titución. Como era de esperarse, apresado Piérola,Morales Bermúdez es elegido presidente de la Re-pública para el período 1890-1894 e inicia un dis-

creto gobierno. En el campo internacional, inexpli-cablemente, firma con el Ecuador el tratado García-Herrera, en virtud del cual el Perú cedía enormecantidad de territorio, pues Tumbes quedaba parti-do y se perdía gran parte de Maynas. Aprobado porel Congreso ecuatoriano, este tratado no fue acep-tado por el peruano. Asimismo, durante la gestiónde Morales Bermúdez, se vence el plazo de la reten-ción por parte de Chile de las provincias de Tacnay Arica. El plebiscito, contemplado en el tratado deAncón, no pudo realizarse por la tardanza del go-bierno chileno en llevar a buen término las nego-ciaciones. De otro lado, se dieron leyes para prote-ger la industria y el comercio, se inauguró el cami-no de penetración al Pichis y se impulsó la ingenie-ría minera. Antes de culminar su mandato, MoralesBermúdez fallece en abril de 1894. Lo sucede el se-gundo vicepresidente Justiniano Borgoño, quienconvoca a elecciones para preparar el retorno deCáceres a palacio de gobierno.

LA PRÉDICA RADICAL DE GONZÁLEZPRADA

El 29 de julio de 1888, con ocasión del aniver-sario patrio y con el propósito de reunir fondos pa-ra el rescate de Tacna y Arica, Manuel GonzálezPrada (Lima 1844-1918) iniciaba su famoso discur-so en el teatro Politeama con estas palabras: “Losque pisan el umbral de la vida se juntan hoy paradar una lección a los que se acercan a las puertas delsepulcro. La fiesta que presenciamos tiene muchode patriotismo y algo de ironía: el niño quiere res-catar con el oro lo que el hombre no supo defendercon el hierro”.

Este discurso constituyó una de las más severascríticas a una clase política que en el pasado llevó alpaís a un período de desaciertos y ocasiones perdi-das, pese a la bonanza guanera, que culminó con laderrota en la guerra del Pacífico. Pero también estaspalabras anunciaban tiempos de cambio que culmi-narían con la derrota de Cáceres en la guerra civilde 1895 y el advenimiento al poder de Nicolás dePiérola cuando se dieron las bases para la formaciónde la República Oligárquica.

Nacido en el seno de una familia aristocrática yconservadora, González Prada fue educado en Val-paraíso (Chile) durante un destierro familiar pormotivos políticos. De regreso a Lima fue matricula-do en el seminario de Santo Toribio de Mogrovejocon la esperanza de consagrarlo al sacerdocio. Con-testatario e insatisfecho con la carrera de seminaris-

868

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

En 1890, el coronel Remigio Morales Bermúdez, candidatooficialista, sucedió en el cargo a Andrés Avelino Cáceres.

Page 39: La Republica Oligarquica Peruana

ta, abandonó sus estudios teológicos y logró ingre-sar al colegio de San Carlos, donde destaca en loscursos de química, letras y filosofía; asimismo, en-tre 1870 y 1879, se retira a la hacienda “Tutumo”(Mala) de su propiedad, dedicándose a la agricultu-ra. Vivió muy cerca la tragedia de la guerra. Partici-pó en la defensa de Lima y, destruidas las líneas deSan Juan y Miraflores y ocupada la capital, optó porel encierro domiciliario para no “ver la insolente fi-gura de los vencedores”. Consagrado como un es-critor de verbo penetrante, sus frases fueron verda-deros latigazos de cólera dirigidos contra la clasepolítica que llevó al Perú a la situación de 1879:“¿Qué fueron por lo general nuestros partidos enlos últimos años? Sindicatos de ambiciones malsa-nas, clubs eleccionarios o sociedades mercantiles.¿Qué nuestros caudillos? Agentes de grandes socie-dades financieras, paisanos astutos impulsivos queveían en la presidencia de la República el últimogrado de la carrera militar”. Por ello, en el Politea-ma decía a los estudiantes de Lima: “Niños, sedhombres, madrugad a la vida, porque ninguna gene-ración recibió herencia más triste, porque ningunatuvo deberes más sagrados que cumplir, errores másgraves que remediar ni venganzas más justas que sa-tisfacer”.

Tampoco ocultó su odio a Chile: “Si somos ver-sátiles en amor, no lo somos menos en el odio: elpuñal está penetrando en nuestras entrañas y yaperdonamos al asesino. Alguien ha talado nuestroscampos y quemado nuestras ciudades y mutiladonuestro territorio y asaltado nuestras riquezas yconvertido al país entero en ruinas de un cemente-rio; pues bien, señores, ese alguien a quien jurába-mos rencor eterno y venganza implacable, empiezaa ser contado en el número de nuestros amigos, noes aborrecido por nosotros con todo el fuego de lasangre, con toda la cólera del corazón. Si el odio in-justo pierde a los individuos, el odio justo siempresalva a las naciones”.

Evolucionado al anarquismo, al anticlericalismoe incluso al ateísmo, González Prada se definió co-mo un “pensador libre” y se constituyó en uno delos intelectuales de mayor trascendencia en el desa-rrollo de las ideas del siglo XX. Por ejemplo, influ-yó notablemente en el pensamiento de la Genera-ción del 900 y en las ideas de Víctor Raúl Haya dela Torre y José Carlos Mariátegui. En 1891 fundó laUnión Nacional con una propuesta cercana al “libe-ralismo” de la Revista de Lima, pero llena de concep-tos radicales: régimen federal de gobierno, sufragiodirecto extendido aun a los extranjeros, reforma del

régimen tributario, devolución de tierras usurpadasa las comunidades indígenas, mejoramiento de lacondición de vida a los obreros, reorganización dela Guardia Nacional, etc. Lo acompañaron en estaagrupación Abelardo Gamarra “El Tunante”, Ger-mán Leguía y Martínez, Luis Ulloa, Carlos GermánAmézaga y otros. Murió en 1918 cuando ocupaba ladirección de la Biblioteca Nacional. En vida publicósólo dos libros de ensayos, Páginas libres (1894) yHoras de lucha (1908) y tres poemarios. Luego, suhijo y su esposa reunieron y publicaron algunos desus escritos en prosa y verso; su obra completa se-ría publicada por Luis Alberto Sánchez en 1986.

LA COALICIÓN NACIONAL Y NICOLÁSDE PIÉROLA

Poco antes de la muerte de Morales Bermúdezse había formado la Coalición Nacional (marzo de1894) entre civilistas y demócratas en previsión decualquier intento de fraude electoral. Ambas agru-

869

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Manuel González Prada, escritor y agudo ensayista con unaácida visión del Perú de su tiempo; fue director de la

Biblioteca Nacional e incursionó brevemente en la políticacomo jefe de la Unión Nacional.

Page 40: La Republica Oligarquica Peruana

paciones reconocían la jefatura del líder del PartidoDemócrata, Nicolás de Piérola. Pero JustinianoBorgoño convoca a elecciones presentándose úni-camente la candidatura del general Cáceres. Laoposición no participa y se organiza para ponerpunto final al militarismo en el país. Cáceres asu-me su segundo mandato en agosto de 1894 pero yano representa la reconciliación nacional. En lasprovincias se empiezan a formar partidas de guerri-lleros –las llamadas “montoneras”– que no aceptanla legitimidad del nuevo gobierno por considerarloanticonstitucional y producto de una serie de intri-gas políticas.

Ante esta situación, Nicolás de Piérola –quese encontraba exiliado en Chile– se embarcó enIquique y tomó tierra cerca de Pisco, momento enque asumió el mando de la revolución que avanzópor Chincha, Cañete y Lurín hacia Lima, mientrasque en el norte se alzaban los hermanos Seminarioy en el centro Augusto Durand, todos partidarios de“El Califa”, tal como llamaban a Piérola. El 17 demarzo de 1895 los primeros revolucionarios entra-ron a Lima por la calle Malambito; Piérola lo hizopor el barrio de Cocharcas y Durand por el de San-ta Ana. Finalmente, en la plazuela del Teatro, losatacantes establecieron su cuartel general. La luchafue sangrienta para llegar hasta la plaza de Armas yasaltar palacio de gobierno. Tuvo que intervenir elnuncio apostólico para lograr que se enterraran loscientos de cadáveres que se encontraban en las ca-lles de la capital. Cáceres no tuvo más remedio querenunciar para evitar más violencia y entregó el po-der a una junta de gobierno presidida por ManuelCandamo para convocar elecciones. Cáceres tomóel camino del exilio y Piérola, con el apoyo del civi-lismo y de la Coalición Nacional sentaría las basesde la recuperación nacional para el período 1895-1899, en medio de una popularidad hasta entoncesjamás vista.

Piérola recibía el país en situación calamitosa ydio inicio a un gobierno en busca del “Estado en

870

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Nicolás de Piérola retratado por Daniel Hernández.

Nicolás de Piérola ingresa a Lima por Cocharcas en 1895durante la revuelta contra Andrés Avelino Cáceres; pintura de

M. Ruilova. Una vez derrocado el héroe de la Breña, Piéroladio inicio a un periodo de estabilidad política que se conoce

como la “República Aristocrática”.

Page 41: La Republica Oligarquica Peruana

forma”: quería una organización política estableque inspirara respeto, por lo cual siempre buscó laconcertación y la observancia de la ley. Esta nuevamanera de hacer política sentó las bases del Estadoperuano hasta 1919 es decir, el esfuerzo por deste-rrar el caudillismo en todas sus formas, la disminu-ción de la participación del Estado en la vida nacio-nal y el destierro de la demagogia en las relacionessociales.

Sin embargo, la ley electoral vigente sólo permi-tió a la ciudadanía una participación política muyreducida y el monopolio casi exclusivo del gobier-no por parte del Partido Civil de 1899 hasta 1919.Esta ley, sancionada en 1896, otorgaba el voto a losvarones mayores de edad (mayores de 21 años) y alos casados menores de edad que “supieran leer yescribir”. La ley abolió, entonces, el derecho “no-minal” que había permitido antes el voto de losanalfabetos. Se estableció también el voto directo ypúblico. Como base del mecanismo de sufragio seutilizó la matrícula de contribuyentes. La JuntaElectoral Nacional designaba de allí a las juntasprovinciales que a su vez nombraban a las juntasdistritales, a los integrantes del Registro Civil Pro-vincial y a las comisiones receptoras del voto. Estaley en su artículo 39 estableció que las juntas es-crutadoras de provincia se integraban con cincomiembros que debían representar cinco grupos so-ciales: a) propietarios, b) profesionales, c) agricul-tores y jornaleros, d) comerciantes y e) manufactu-reros, artesanos y demás industriales. De esta ma-nera, como sostuvo Basadre (1980), surgieron con-notaciones de tipo económico y social en lalegislación electoral que contrastaban con la iluso-ria situación de igualdad que existía en las disposi-ciones a lo largo de la época inicial de la República.

Retomando la política interna de Piérola, su go-bierno restableció el patrón oro en la moneda, revi-talizándose la vida económica del país. En efecto,la acuñación de la llamada libra peruana de oro, quereemplazó al sol de plata, dio solvencia al sistemamonetario. Esta crucial medida estimuló la activi-dad financiera privada, permitió la reducción deldéficit fiscal y elevó el nivel de vida de algunos sec-tores de clase media. Se creó, de otro lado, la Aso-ciación Recaudadora de Impuestos para mejorar larecaudación fiscal. Se suprimió la ingrata “contri-bución personal” de los indios y se estableció el es-tanco de la sal para reunir fondos y recuperar lasprovincias cautivas de Tacna y Arica. Por último, seevitó en lo posible levantar empréstitos en el exte-rior y se fomentó el ahorro interno.

La defensa nacional fue tomada en cuenta conseriedad. Se creó la Escuela Militar de Chorrillos, lamisma que se organizó bajo la dirección de una mi-sión francesa comandada por el coronel Paul Cle-ment. Éste introdujo códigos específicos para cadauna de las armas (hasta entonces existían la infan-tería, la caballería y la infantería) y dio instruccio-nes para la promulgación del primer código de Jus-ticia Militar (22 de mayo de 1896) y de la ley delServicio Militar Obligatorio.

En mayo de 1896 hubo un hecho militar y polí-tico inédito hasta entonces: un conato federalista enel departamento de Loreto dirigido por el coronelMariano José Madueño, militar con una distinguidafoja de servicios al país. Esta rebelión –enmarcadaen el repentino despertar económico de la zona porla explotación del caucho y la difícil situación de losaborígenes que eran utilizados brutalmente para laexplotación del nuevo recurso– terminó sin pena nigloria. Inicialmente, las dificultades de comunica-ción hicieron que el gobierno tuviera noticia del al-zamiento sólo meses después de producido, envian-do hasta dos expediciones a Loreto: una por mar, enel navío “Constitución”, y la otra cruzó los Andes,desembarcando en el puerto de Salaverry e inter-nándose hacia Cajamarca y Moyobamba. Los insur-gentes, al no lograr el apoyo popular, reconocieronel gobierno de Piérola y llegaron a afirmar que loslineamientos del Partido Demócrata alentaban el fe-deralismo. Al final, ante la cercanía de las tropas go-biernistas, Madueño y su colaborador Ricardo Se-minario optaron por la fuga antes de defender “su”estado federal.

La diversificación de las funciones del Estadollevó al gobierno a crear el ministerio de Fomento(22 de enero de 1896), encargado de la ejecución deobras públicas, de saneamiento, crecimiento de laciudad, etc. En este contexto se continuó con la ta-rea de modernizar Lima, empresa iniciada por JoséBalta hacia 1870. Se construyó la avenida La Colme-na (hoy llamada Nicolás de Piérola); se empezó atrazar la avenida Brasil y a construir el paseo Colón;en el Callao se inauguró un monumento a MiguelGrau (1897). También en Lima, esta vez en el pla-no económico, empezaron a funcionar varias socie-dades anónimas: Compañía de Seguros Rímac,Compañía Internacional de Seguros, Banco del Pe-rú y Londres, Banco Internacional, Banco Popular,Sociedad de Alumbrado Eléctrico y Fuerza Motrizde la Piedra Lisa, Compañía de Fósforos El Sol, etc.

Hubo también preocupación por la salud y salu-bridad; de allí la difusión de los servicios de agua,

871

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 42: La Republica Oligarquica Peruana

desagüe, agua potable y la vacunación obligatoria (3de enero de 1896), fomentándose, asimismo, la in-vestigación científica en este último campo. Se die-ron leyes para la colonización de tierras de monta-ña y se favoreció las expediciones a la amazonía(noviembre de 1898). Para ello era necesario seguircon la construcción de vías de penetracióncomo la de Tarma a Chanchamayo; seexploró el Gran Pajonal y se colo-nizaron las zonas del Pichis ySan Luis de Shuaro; por últi-mo, se estableció por prime-ra vez la navegación co-mercial por los ríos Ta-lambo, Urubamba yUcayali.

En lo referente apolítica internacional,Piérola se preocupóen afianzar las rela-ciones con los Esta-dos Unidos, México,Brasil, Rumania y Es-paña. Las relacionescon Chile, sin embar-go, no mejoraron de-bido a la imposibilidadde realizarse el plebisci-to para decidir el futurode Tacna y Arica. En estesentido, la firma del protoco-lo Billinghurst-Latorre (1898)puso en manos de la reina de Es-paña la decisión de los puntosen disputa entre el Perú y Chi-le. El documento fue un triun-fo de nuestra diplomacia alaceptar Chile la mediación de un país imparcial–en este caso España– que determinaría quiénestendrían derecho a voto en la región plebiscitada: silos residentes, como sostenía Chile, o los nacidosen la zona, como lo creía el Perú. El plebiscito secelebraría de inmediato al conocerse el fallo arbi-tral y, quince días después, el país vencido deberíaabandonar sus pretensiones y el vencedor pagar laindemnización de 10 millones de pesos o soles de1883.

El Congreso peruano aprobó inmediatamentelos términos de este tratado internacional, no así elde Chile que lo consideró inaceptable. Sin embargo,

el Perú pudo seguir presionando a nivel internacio-nal: era la oportunidad de recuperar por la vía pací-fica parte del territorio perdido. ¿Por qué no lo hi-zo? La razón de esta actitud fue la seguridad de queArgentina y Chile irían a una guerra antes de termi-nar 1899 por un problema limítrofe en la zona aus-

tral de ambos países. Aunque Piérola y otroseran partidarios de la neutralidad por

parte del Perú, temían el fervor po-pular en favor de Argentina. En

una eventual derrota chilena,Perú recuperaría no sólo

Tacna y Arica, sino tam-bién Tarapacá.

Los últimos meses delgobierno de Piérola nofueron de mucha tran-quilidad. El periódicoLa Opinión Nacional,de clara tendencia ca-cerista y dirigido porel brillante periodistaAndrés Avelino Aram-burú, mantenía unaoposición bastante crí-tica al pierolismo. Gon-

zález Prada, a su vez,había regresado luego de

una prolongada estanciaeuropea, reiniciando sus

ataques contra Piérola y susseguidores. Publica Germinal,

vocero de la Unión Nacional, don-de desata la más implacablecrítica al régimen. En este am-biente se convoca a eleccionesen 1899. Piérola intenta man-

tener una postura unitaria y plantea una conven-ción civil-demócrata para presentar una fórmula co-mún en el proceso electoral. De este modo, los de-mócratas quedan facultados a elegir al candidatopresidencial y optan por una figura independiente,el ingeniero Eduardo López de Romaña; los civilis-tas nombran como primer vicepresidente a Isaac Al-zamora, ocupando la segunda vicepresidencia Fede-rico Bresani. De otro lado, alejado del pierolismo,Guillermo Billinghurst retira su candidatura adu-ciendo falta de garantías. Verificados entonces loscomicios, López de Romaña logra la presidencia dela República con relativa facilidad.

872

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Andrés Avelino Aramburú y Sarrio, periodistaperuano y fundador de La Opinión Nacional.

Page 43: La Republica Oligarquica Peruana

El gobierno dePiérola significó, en-tre otras cosas, la lim-pieza del aparato gu-bernativo de la in-fluencia militaristaque desde la derrotafrente a Chile se habíaadueñado del podercon un saldo total-mente negativo. En-tre 1895 y 1899 sedieron evidentesmuestras de permea-bilidad frente a lasnuevas ideas y un fir-me propósito de or-den dentro del progreso del país: la presencia de losciviles en el poder le daba un acento distinto a la na-ción. En este sentido, el aparente orden del “Segun-do Civilismo” (1899-1919) permitía la continuidaden la recuperación moral y material del país. Sinembargo, al interior de este panorama político sedesarrollaba una pugna entre la herencia del popu-lismo pierolista y la opción desarrollista del nuevoPartido Civil. Hay que recordar que, por aquellosaños, para ser parte del grupo dominante, al ladodel poder económico se exigía la adopción de uncierto estilo de vida y la pertenencia a una determi-nada estructura de parentesco. En este sentido elEstado peruano era burgués y liberal sólo en apa-riencia, ya que las familias oligárquicas ejercían undominio casi absoluto del país: su poder reposabaen la propiedad de la tierra, la explotación minera yel control de la banca y del periodismo. Paralela-mente el país vivía un proceso de urbanización.Aparecen las primeras industrias y sus obreros be-ben las ideas del sindicalismo europeo. Irrumpenlos sectores medios, muchos de origen provinciano,y nace el movimiento estudiantil. Estos nuevos sec-tores sociales logran paulatinamente presencia polí-tica demandando la necesidad de modernizar el Es-tado y la conveniencia de apoyarlo en una base so-cial más amplia, más nacional y menos oligárquica.

LOS GRUPOSPOLÍTICOS

A partir de 1899 eljuego político depen-dió de las relacionesentre el Partido Civily la oposición repre-sentada por el PartidoDemócrata de Piéro-la. Esta vez el civilis-mo contó con la ma-yoría en el Congreso,y tuvo como siempremiembros en el Con-sejo de Ministros yun importante núme-

ro de representantes en el poder Judicial. De estemodo controló la Junta Electoral Nacional, ademásde otras instituciones como la Universidad de SanMarcos. Su dominio era casi pleno y el núcleo de suelite estaba constituido por un grupo informal co-nocido como “los 24 amigos”, que se reunía sema-nalmente en el exclusivo Club Nacional para discu-tir los asuntos nacionales: Francisco Rosas, Luis Ca-rranza, Pedro Correa, Luis Dubois, Narciso deAramburú, Ernesto Malinowski, Manuel Candamo,Armando Valdez, José Antonio Miró-Quesada, Do-mingo Almenara, Ezequiel y Manuel Álvarez Calde-rón, Leonidas Cárdenas, Ántero Aspíllaga, Alejan-dro Garland, Luis Bryce, Enrique Barreda, Enriquey Carlos Ferreyros, Calixto Pfeiffer, Estanislao Par-do Figueroa y Pedro Gallagher; conforme moríanestos personajes se iban incorporando miembrosmás jóvenes como Augusto B. Leguía, José y FelipePardo y Barreda, Víctor Maúrtua, Antonio Miró-Quesada, Francisco Tudela y Felipe de Osma (Miró-Quesada 1961). De este grupo de hacendados, ban-queros y hombres de negocios salieron varios mi-nistros, tres presidentes del Senado, dos directoresde periódicos y tres presidentes de la República.

El civilismo tuvo dos escisiones importantes a suinterior. La primera se produjo debido a una pugnageneracional, de tipo doctrinario, entre los funda-

873

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

VIIAPOGEO Y CRISIS DEL “SEGUNDO CIVILISMO”

Una vendedora de comida en la Lima del siglo XIX.

Page 44: La Republica Oligarquica Peruana

dores y los más jóvenes (Pardo, Leguía), quienesquisieron escalar posiciones dentro del partido rápi-damente; fueron acusados de superficiales y de noavizorar el futuro. La segunda pugna tuvo un matizmás personal, ligado a la figura de Leguía, quien du-rante su primer mandato contrarió la Constitucióny los intereses de los partidos. Lo cierto es que estepartido tuvo una actuación fundamental en la re-construcción económica del país en el período pos-terior a la guerra del Pacífico, y “no es sorpresacomprobar que en muchos renglones de la econo-mía y de la organización del Estado, aquella épocadenominada la República Aristocrática fue relativa-mente exitosa y de expansión en el Perú. En reali-dad se trata de un fenómeno latinoamericano, favo-recido, ciertamente, por las condiciones imperantesde la época, previa a la Primera Guerra Mundial; nofue una época sin sobresaltos económicos, sin em-bargo, pues se aprecia que hubo crisis, si bien noafectaron sustancialmente la economía del país. Di-chos años eran contemporáneos a los gobiernos de‘tarro y levita’ en la Argentina, o de Porfirio Díaz enMéxico. Se hablaba de crecimiento, se ponderaba eléxito de los nuevos partidos en la organización delos países, se esperaba que el crecimiento continua-ra y se incrementara” (Pease 1993: 149).

Por su parte, el “pierolismo” –que tuvo una tem-prana alianza con los civilistas– terminó enarbolan-do un discurso populista y siempre hostil ante elPartido Civil, especialmente durante los procesoselectorales, denunciando voluntad de fraude. Estaagrupación política siempre vivió –y dependió– dela figura y trayectoria de Nicolás de Piérola, a pesardel triunfo de Billinghurst en 1912. Como todaagrupación caudillista languideció a partir de lamuerte de su fundador en 1913. Otros partidos demenor peso en la política de entonces fueron elConstitucional de Cáceres, el Liberal de AugustoDurand, la Unión Nacional de González Prada y la

Unión Cívica de Mariano Nicolás Valcárcel. Todasestas agrupaciones, incluyendo al Partido Civil,cumplieron su ciclo durante la dictadura de Leguíaa partir de 1919. Esto se debió tanto a la falta de tri-buna por dar a conocer otras ideas y al recorte de laslibertades ciudadanas como a la carencia de fuerzay cohesión de estas agrupaciones políticas por man-tener el juego democrático y contribuir a transfor-mar la estructura oligárquica del Estado.

LAS MODERNIZACIONES DE PARDO YLEGUÍA

En 1899 Piérola y los civilistas se unieron paraponer a Eduardo López de Romaña (Arequipa1847-Lima 1912), un hacendado azucarero, en lapresidencia de la República para el período 1899-1903; efectuándose la votación conforme a la leyelectoral de 1896. Durante su gobierno, aparte dequebrarse en definitiva la alianza entre pierolistas ydemócratas, se rompieron las relaciones con Chiledebido a la persecución contra los ciudadanos pe-ruanos en Tacna y Arica. López de Romaña pro-mulgó, además, los códigos de Minería, de Comer-cio y de Aguas; reorganizó la Escuela Nacional deAgricultura y Veterinaria; creó la Escuela de Gru-metes; e inició la construcción del ferrocarril de LaOroya a Cerro de Pasco. Al término de su mandatouna nueva alianza, ahora entre los civilistas y elPartido Constitucional de Cáceres, llevó a la presi-dencia al acaudalado hombre de negocios y ex al-calde de Lima Manuel Candamo (Lima 1841-Are-quipa 1904), quien no pudo culminar su mandatopor una grave enfermedad que lo llevó a la muerteprematura. A pesar de ello, dio cabida en el Conse-jo de Ministros a miembros de la nueva generaciónde civilistas como Augusto B. Leguía y José Pardo,y reconoció la independencia de Panamá. A lamuerte de Candamo, el poder quedó a cargo del ju-

rista cuzqueño Serapio Calderón, quien convocóa nuevos comicios.

Al interior del Partido Civil se producen dis-cusiones en torno al candidato ideal de la agrupa-ción y luego de una pugna generacional es elegi-do José Pardo y Barreda (Lima 1864-1947), hijodel fundador del civilismo; el líder de la oposi-ción, Nicolás de Piérola, también se presenta co-

874

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Eduardo López de Romaña, presidente del Perú durante el período 1899-1903, sucedió en el cargo a Nicolás de Piérola. En la ilustración López de Romaña en una revista militar, 1902.

Page 45: La Republica Oligarquica Peruana

mo candidato, peroun mes antes se retirade la lid electoral adu-ciendo irregularida-des en el proceso.Pardo se convierte enconsecuencia en pre-sidente de la Repúbli-ca para el período1904-1908. Durantesu mandato se fomen-tó la educación con-virtiendo las escuelaspúblicas, que eranmunicipales, en es-cuelas fiscales o delEstado; se creó el Ins-tituto Histórico (hoyAcademia Nacionalde Historia), se fundóla Escuela Normal deVarones (hoy Univer-sidad Enrique Guz-mán y Valle), se abrióla Escuela Nacionalde Artes y Oficios(ahora Politécnico Jo-sé Pardo) y se inaugu-ró el Museo Nacionalde Historia.

Entre otras obrasdel gobierno de Pardofiguran la construcción de los ferrocarriles de LaOroya a Huancayo y del Cuzco a Sicuani; la explo-ración de la Amazonía, destacándose la labor del co-ronel Pedro Portillo y del incansable Manuel Meso-nes Muro; se inició el estudio de las primeras leyessociales destinadas a proteger a los obreros; se ad-quirieron los cruceros “Grau” y “Bolognesi”; y seinauguraron la cripta de los Héroes y el monumen-to a Bolognesi.

Al culminar su gobierno, Pardo apoyó a Augus-to B. Leguía (Lambayeque 1863-Callao 1932),quien sin haber nacido dentro de la oligarquía, sehabía ganado el ingreso a ella. Sus orígenes provin-cianos y su falta de vinculaciones con los miembrosde la elite del “civilismo” lo colocaban en desventa-ja. No obstante, era un hombre de gran talento y en-canto que se las fue arreglando para ganar una for-tuna considerable en actividades típicamente oligár-quicas como la agricultura en la costa (Cañete) y lasfinanzas; su matrimonio con la aristocrática Julia

Swayne y Mendozale ayudó mucho eneste aspecto, abrién-dole el camino parallegar al Partido Civily formar parte delexclusivo grupo de“los 24 amigos”. Yaen el poder, entre1908 y 1912, mostróuna clara tendenciapersonalista y autori-taria que lo llevó adistanciarse del sec-tor oligárquico. Elpierolismo tampocolo toleró y varios desus miembros loapresaron en palaciode gobierno el 29 demayo de 1909, sa-cándolo a las callesde Lima y preten-diendo obligarlo afirmar su renunciaen la plaza de la In-quisición (hoy delCongreso o Bolívar);la asonada de la opo-sición fracasó y Le-guía recuperó su li-bertad.

Su gobierno puso especial énfasis en la políticainternacional pues algunas cuestiones fronterizasestaban aún por resolverse, especialmente la con-troversia con Chile producto del tratado de Ancón.En efecto, la ciudadanía reclamaba una solucióndigna ante el plebiscito de Tacna y Arica. Los añosde 1908 y 1909 fueron de intensa represión contralos peruanos al intensificarse la política de la llama-da “chilenización” por parte de las autoridades de laocupación. El problema quedó pendiente hasta1929, cuando teóricamente fue resuelto con el tra-tado de Lima.

Con Bolivia hubo peligro de guerra al no haberaceptado el gobierno de La Paz el fallo del presiden-te de Argentina; finalmente se firmó el tratado Polo-Bustamante en 1909. Ese mismo año se firmó conBrasil el tratado Velarde-Río Branco, por el cual seestipularon múltiples instrumentos legales relacio-nados con el trabajo conjunto de ambos países en laextensa región de la Amazonía, fijándose también

875

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Una escena de la “leva” (conscripción) militar en 1902.

Page 46: La Republica Oligarquica Peruana

los límites definitivos entre ambos países en la zonadel río Ucayali. De otro lado, Colombia y Ecuadorreclamaban derechos sobre Maynas. Con el primerohubo serios incidentes militares en los ríos Caquetáy Putumayo, aunque el problema quedó pendientehasta 1922. Con Ecuador, luego de la celebracióndel nefasto tratado García-Herrera (1890), se deci-dió llevar el diferendo al arbitraje del rey de España.En 1910 la situación se agravó cuando el gobiernoecuatoriano supuso que la mediación del rey espa-ñol sería favorable al Perú. Su actitud determinóque el árbitro se inhibiera de dictar la correspon-diente sentencia. Las pretensiones ecuatorianasquedaron en suspenso hasta la guerra de 1941, trasla cual se firmó el Protocolo de Río de Janeiro.

EL POPULISMO DE BILLINGHURST

Miembro conspicuo del Partido Demócrata y exalcalde de Lima en 1909, Guillermo Billinghurst(Arica 1851-Iquique 1915), hijo de un acaudaladosalitrero de Tarapacá, compitió en 1912 con el civi-lista Ántero Aspíllaga por la presidencia de la Repú-blica. Este paréntesis dentro del “Segundo Civilis-mo” (1912-1914) no significó la quiebra en la es-tructura de relaciones vigente, a pesar del discursode Billinghurst orientado a las reivindicaciones delos sectores populares (en su campaña recurriómarcadamente al populismo, lo que le valió el apo-yo de las masas que lo apodaron “Pan Grande”).Durante su breve gestión aparecieron dos nuevos ycríticos elementos de la política peruana: las masasurbanas –los obreros– y los militares. Los primeros

fueron llamados por Billinghurst en apoyo asu programa político y los segundos llevados ala arena política por el “civilismo” para depo-ner a un presidente que amenazaba el poderde la oligarquía (Gilbert 1982).

Al poco tiempo de asumir el poder, Bi-llinghurst se enemistó con la mayoría civilistadel Congreso, con los partidos políticos, conel ejército y hasta con la opinión popular.Desterró al ex presidente Leguía y amenazócon disolver el Congreso y convocar a nuevaselecciones parlamentarias. Quería reformar elsistema de sufragio e incorporar a él a la Cor-te Suprema, entidad muy prestigiosa en aque-lla época. Todas estas medidas fueron recha-zadas por la oligarquía. No obstante, Billing-hurst garantizó la protección policial a todahuelga que estuviera respaldada por las trescuartas partes de los trabajadores afectados,

otorgó a los trabajadores del muelle y dársena delCallao una jornada de ocho horas y promovió ma-nifestaciones populares para intimidar a sus oposi-tores en el Congreso.

876

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Guillermo Billinghurst, elegido bajo un programa populista,fue considerado en algún momento como el “primer obrerodel Perú”. Su política de “pan grande” procuró mejorar las

condiciones de trabajo y respaldó algunas reivindicaciones delos sectores populares. La proliferación de huelgas durante sumandato y la disconformidad de la clase empresarial con sus

medidas contribuyeron a su deposición en 1914.

La calle Plateros de San Pedro en Lima hacia 1910, fotografía de C.L.Chester. Progresivamente el proceso de modernización y expansiónurbana de la ciudad empezó a modificar la faz tradicional de la

capital del Perú.

Page 47: La Republica Oligarquica Peruana

Tal situación explica elgolpe del general Óscar R. Be-navides –quien había adquirido famapor su honorable comportamiento durante elproblema fronterizo con Colombia– en 1914, con elapoyo no sólo de los civilistas sino de la oligarquíaen su conjunto. De Billinghurst ha dicho Basadre:“Las medidas que como gobernante adoptó o pre-tendió implantar en beneficio del pueblo ante laalarma y hasta el pavor de muchos, no pasaron deser moderadas en su contenido preciso; aunque es-tuvieron acompañadas a veces de gestos demagógi-cos que llegaron hasta una frase que se supuso ha-bía pronunciado en una manifestación popular envísperas del pronunciamiento militar, para calificara la levita como símbolo de opresión y atraso. El in-terés vivísimo que mostró por asuntos tales como elborato de cal, el carbón, el guano y el desarrollo deldepartamento de Madre de Dios, por él creado, reve-laron su propósito de abrir nuevas fuentes de rique-za y desarrollo nacional. Al preparar el ensanche delpuerto del Callao y el establecimiento de Matarani,ostentó, como en otras cosas un significado precur-sor. Pero es evidente que careció de la serenidad, laductilidad, la sagacidad y la aptitud para la eficaciaque definen al político” (1969, XII: 297).

El Partido Civil tenía nuevamente el control delproceso electoral y una convención de partidos po-líticos nominó al ex presidente José Pardo como

candidato presi-dencial común. Suelección estaba ase-

gurada. A Benavidessólo le quedó convo-

car a elecciones en1915 y convertirse en

aquel tipo de militar que orga-niza un golpe de Estado para preservar

los intereses de la oligarquía, anticipo de lo queBasadre llama el “Tercer Militarismo”.

LA GENERACIÓN DEL NOVECIENTOS YEL PARTIDO NACIONAL DEMOCRÁTICO

Para entender a los miembros de esta brillantegeneración de intelectuales (José de la Riva-Agüeroy Osma, Víctor Andrés Belaunde, los hermanosFrancisco y Ventura García Calderón Rey, José Gál-vez, Julio C. Tello, Felipe Barreda y Laos, Juan Bau-tista de Lavalle, Fernando Tola y Luis Fernán Cisne-ros, entre otros), es necesario recordar las dramáti-cas consecuencias morales y materiales que dejaronla guerra del Pacífico, la guerra civil que enfrentó aCáceres e Iglesias y la imposibilidad del país de con-seguir recursos foráneos que permitieran iniciar elproceso de la Reconstrucción Nacional. Si bien al-gunos de ellos habían nacido en el seno de familiasaristocráticas (Riva-Agüero), no podían evadirse delcontexto de un país sumido en la postración. Laidea que dominaba entonces entre la juventud eraque el país había entrado en una nueva etapa: eranecesario sacudirse de aquel ingrato pasado y cons-truir la nación.

877

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Peones y guarda-almacenes delpuerto del Callao hacia 1913.En enero de ese año,Guillermo Billinghurstexpidió una resolución porla cual establecía para losjornaleros del muelle ydársena del Callao lajornada de las ocho horas.

Una vista panorámica delpuerto del Callao hacia

1913.

Page 48: La Republica Oligarquica Peruana

Este grupo buscó sus maestros de evocación his-tórica y literaria en Ricardo Palma y de reforma po-lítica en Nicolás de Piérola. Anhelaba, de otro lado,ideas nuevas que agitaran el marasmo de la socie-dad peruana, inspiradas en los grandes maestros delnacionalismo francés y español que reaccionaronradicalmente luego del desastre de Sedán (guerrafranco-prusiana) y de Cavite (cuando España per-dió Cuba, Puerto Rico y las Filipinas). Son susmaestros Taine, Renán, Michelet, entre los france-ses; Ganivet, Joaquín Costa y Unamuno, entre losespañoles; y, sobre todo, el uruguayo José EnriqueRodó, cuyo libro Ariel le da el nombre a esta gene-ración (“arielista”) que preferimos llamarla del “no-vecientos”, para no encasillarla en la influencia deun solo autor, a pesar de que muchos de sus miem-bros tenían al Ariel como libro de cabecera.

El legado de Rodó, especialmente la idea de quela unidad espiritual del continente –concepto ins-pirado parcialmente en Renán– tomaba el caminode las juventudes universitarias, calzaba con losideales de estos jóvenes intelectuales: solidaridadcontinental, idealismo, latinismo, gobierno de laselites. Por ello, Francisco García Calderón acuñaríala frase: “El Perú se salvará sólo bajo el polvo de unabiblioteca” (1910). No hay que olvidar, de otro la-do, la influencia de ciertos profesores de San Marcospor aquel entonces, especialmente la del filósofoAlejandro Deustua (1849-1945), introductor delbergsonismo –es decir, del neoidealismo francés– yla de Javier Prado y Ugarteche (1871-1921), ex po-sitivista y precoz maestro, convertido ahora al berg-sonismo por Deustua.

878

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

José de la Riva-Agüero y Osma en una fotografía de 1910.Miembro conspicuo de la generación del novecientos,dedicado principalmente a los escritos y ensayos históricos.

Julio C. Tello emerge como una de las figuras dominantes dela arqueología peruana en la primera mitad del siglo XX.

Page 49: La Republica Oligarquica Peruana

Entre sus miembros más representativos, José dela Riva-Agüero (Lima 1885-1944), pensador pro-fundo y escritor de una sólida erudición, se destacóprecozmente con dos tesis en San Marcos: Carácterde la literatura del Perú independiente (1905) y Lahistoria en el Perú (1910). En 1912, pertrechado delibros y mapas, recorrió durante tres meses la sierraperuana, viaje que le serviría para redactar cincoaños después un libro al que daría el título de Pai-sajes peruanos. Riva-Agüero supo combinar su afánintelectual y su formación académica para estudiarlas obras e ideas de las figuras cumbres del pensa-miento peruano. Admiró a González Prada y resca-tó el pensamiento conservador de Bartolomé Herre-ra. En el campo político valoró el legado de ManuelPardo y Nicolás de Piérola, cuyos ideales hizo su-yos, transformándolos luego en un ideario propio yrepresentativo de su generación. Entendió a la na-ción como síntesis: unión y encuentro entre las tra-diciones culturales que habían hecho la historia delPerú alrededor de una nueva clase dirigente –no co-mo aquella nobleza colonial “boba e incapaz de to-do esfuerzo”, como meditó en la pampa de Ayacu-cho en su viaje de 1912– que asumiera su pasado yfuera capaz de afrontar los desafíos de un país pocointegrado. Y aunque no existía la nación, sí estabansentadas sus bases, una de ellas el mundo andino, alque dedicó libros, cartas, ensayos, artículos perio-dísticos y una constante obsesión. Para él, la naciónera un alma colectiva cuyo rasgo en el Perú debíaser mestizo: esa alma existía, aunque aletargada yadormecida.

Por su parte, Francisco García Calderón (Valpa-raíso 1883-Lima 1953), hijo del “presidente de laMagdalena”, partió a Europa en 1906, a los 23 años,y no regresaría en definitiva sino hasta 1947. Todasu trayectoria intelectual la desarrolló en París, don-de escribió varias obras en francés y un libro de inu-sitado éxito, Las democracias latinas de América(1912), prologado por Raymond Poincaré. Sin em-bargo, su libro más célebre, El Perú contemporáneo(París 1907 y Lima 1981), fue el primer intento mo-derno por ofrecer una visión global –síntesis e inter-pretación– del Perú. Allí reclamaba la existencia deuna clase dirigente que reclutara a sus miembros nosólo por su riqueza y abolengo, sino también por suinteligencia. Una oligarquía abierta e ilustrada queentendiera la necesidad de reformar el país paramodernizarlo y ubicarlo en el camino del progreso.El destino del país no era quedar al remolque de losEstados Unidos; se debería reconocer el carácter la-tino del Perú y aproximarlo cada vez más a Francia

e Italia. Por ello era preciso fomentar una políticamigratoria atrayendo a europeos mediterráneos pa-ra que poblaran el país que, teniendo entonces 4millones de habitantes, requería nuevos brazos parasu agricultura; paralelamente había que ampliar lafrontera agrícola impulsando las irrigaciones. Estastareas debían ser emprendidas por un Estado efi-ciente en el que esa oligarquía supiera incorporar alos grupos marginados. El indio tenía que ser trans-formado, de siervo o campesino sumiso, resignadoy hierático, en obrero moderno o en propietario,respetando sus costumbres.

Por último, Víctor Andrés Belaunde (Arequipa1883-Nueva York 1966), quien llegó a ser, en 1959,presidente de la Asamblea General de las NacionesUnidas, consideró en su libro Peruanidad (1942) alpaís como una “síntesis viviente”: “síntesis biológi-ca, que se refleja en el carácter mestizo de nuestrapoblación; síntesis económica, porque se han inte-grado la flora y la fauna aborígenes con las traídasde España, y la estructura agropecuaria primitivacon la explotación de la minería y el desarrollo in-dustrial; síntesis política, porque la unidad políticahispana continúa la creada por el Incario; síntesisespiritual, porque los sentimientos hacia la religiónnaturalista y paternal se transforman y elevan en elculto de Cristo y en el esplendor de la liturgia cató-lica. No concebimos oposición entre hispanismo eindigenismo... los peruanistas somos hispanistas eindigenistas al mismo tiempo”.

Antes publicó La realidad nacional (París 1931)como respuesta a Mariátegui y, en el campo religio-so, no se inspiró en el liberalismo laico sino enel fermento dinámico y social que se encuentra alinterior del cristianismo, planteando así los funda-mentos de una nueva actitud para los católicos in-teligentes en una “ofensiva” de carácter social-pro-gresista por transformar el país. Esto marcaba un re-nacimiento en el pensamiento católico peruano.

En 1915 José de la Riva-Agüero fundó el PartidoNacional Democrático con un grupo de universita-rios de su generación como Víctor Andrés Belaun-de, Constantino Carvallo, José María de la Jara, Os-car Miró-Quesada y Julio C. Tello; es decir, el “esta-do mayor” de la intelligensia del Perú. En el mani-fiesto de fundación recalcaban: “No somos ni sere-mos instrumentos de nadie; no pretendemos formaruna efímera organización electoral sino un partidoserio y permanente”. Como el documento pecabade buenas intenciones el diario La Prensa los califi-có de utopistas, de estar alejados de la realidad, deser demasiado soñadores; en suma, de ser, sin ha-

879

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 50: La Republica Oligarquica Peruana

bérselo propuesto, seguidores del ultrismo intelec-tual del “futurismo” literario europeo, por lo quefueron llamados “futuristas”. Pero más allá de estoscalificativos, la nueva organización política preten-dió representar una opción liberal-aristocráticafrente a la crisis del civilismo y los partidos tradicio-nales. Sn embargo, pese a los esfuerzos de susmiembros por organizar a nivel nacional el partido,éste tuvo corta duración. El golpe de Leguía en1919 terminó con las proyecciones políticas de susmiembros y el propio Riva-Agüero se autoexilió,terminando en un conservadurismo reaccionario ycombativo. En síntesis, a pesar de su escaso pesopolítico, el Partido Nacional Democrático represen-tó, entre 1915 y 1919, un intento frustrado de as-censo al poder de una personalidad excepcional yrenovadora (Riva-Agüero), al lado de una genera-ción académicamente bien formada y comprometi-da con los destinos del Perú (Planas 1994).

PARDO Y LA CRISIS DEL CIVILISMO

El segundo gobierno del hijo del fundador del“civilismo” (1915-1919) no pudo repetir las buenasintenciones del primero, pues el proyecto de su par-tido se había agotado como opción política. Además,las repercusiones de la primera guerra mundial oca-sionaron un malestar económico y social, a pesar delaparente apoyo de los liberales, los constitucionalesy su propio partido. En los inicios de su gobierno lasituación internacional pareció complicarse cuandola embarcación perua-na “Lorthon” fue hun-dida en aguas españo-las por un submarinoalemán. El Perú hizopúblicas sus reclama-ciones y, al no obtenerrespuesta, rompió rela-ciones con el gobiernogermano y llegó a con-fiscar algunos barcosmercantes de esa nacio-nalidad que se habíanrefugiado en puertosperuanos.

Pasando a temasmás domésticos, du-rante el gobierno de Jo-sé Pardo se contruye-ron los ferrocarriles deLima a Lurín y de Cuz-

co a Santa Ana y, para superar la honda crisis eco-nómica, se impuso derechos de exportación a laagricultura y minería. En 1915 se estableció la tole-rancia de cultos. Esta etapa final del “civilismo” secaracterizó por la violencia política, cuyos hechosmás visibles fueron la rebelión campesina lideradapor Rumi Maqui en Puno y el asesinato del políticoRafael Grau en manos de una familia rival en su ju-risdicción (Cotabambas). En 1917, en medio deuna crisis ministerial, el Partido Constitucional leretiró su apoyo al gobierno. Pero fue en el camposocial donde se dieron los pasos más importantes.La presión de los grupos obreros influidos por elanarcosindicalismo, que en 1919 habían formado elComité Pro Abaratamiento de las Subsistencias, pa-trocinado por la poderosa Federación Textil, y el pa-ro general que se inició el 27 de mayo de ese mismoaño en Lima y Callao, obligaron al “civilismo” a“conceder” ciertas reivindicaciones a los trabajado-res. Éstas fueron: jornada general de 8 horas de tra-bajo, regulación del trabajo de las mujeres y los ni-ños, y la dación del calendario laboral, que fijaba losdomingos y fiestas cívicas como fechas destinadas aldescanso.

Mientras el civilismo se iba desgastando en elejercicio del poder, la figura de Leguía, deportadodesde 1913, iba adquiriendo una fuerza cada vezmayor. En vísperas de la renovación presidencial seevidenciaba, además, la crisis de los constituciona-les, los demócratas y los liberales; por su parte, los“futuristas” no podían constituir un partido con

arraigo masivo al inte-rior del país a pesar detodos sus esfuerzos deorganización. Pero el“civilismo”, decidido adar su última batalla,nombra como candida-to a la presidencia aÁntero Aspíllaga,quien representaba alsector tradicional de supartido y ya antes ha-bía sido su candidato,con resultado adverso.

880

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

José Pardo y Barreda,presidente del Perú en dosocasiones, entre 1904-1908y 1915-1919.

Page 51: La Republica Oligarquica Peruana

En las elecciones presidenciales de 1919 Augus-to B. Leguía fue el legítimo vencedor. Sin embargo,faltando pocos días para su asunción al mando, en-cabezó un golpe de Estado, argumentando que elpresidente José Pardo y el civilismo intentaban im-pedir su llegada al poder. De este modo, pretendióconvertirse en el intérprete del cansancio de mu-chos sectores ante el monopolio político que habíaejercido el Partido Civil desde finales del siglo XIX.Leguía era un hombre esencialmente práctico, noun doctrinario, con mentalidad empresarial parahacer política, con tendencia al autoritarismo y quesupo aprovechar el desgaste de los viejos partidos.Su preocupación central era urbanizar, construir ca-minos e irrigar tierras eriazas. Ya en el poder eseproyecto se llamará la “Patria Nueva”. De otro la-do, el caudillo se presentaba ante el país como elgran taumaturgo capaz de resolver todos sus proble-mas. Orientó su acción hacia los grupos medios y,como consecuencia de una crisis de autoridad, sevio obligado a justificar el poder por medio del éxi-to. Este reformismo –abonado por el aumento de lapoblación, la creciente diferenciación de las activi-dades culturales, sociales y económicas y el surgi-miento de nuevas necesidades y apetencias– dio ori-gen a nuevas instituciones estatales y paraestatales,dejando decisiva huella en la estructura del Es-tado. Empezó la ilusión del “Estado benefac-tor” y ello se tradujo en el crecimiento de laadministración pública. Así se inauguraba el“Oncenio” que, para bien o para mal, marcó elrostro del Perú contemporáneo.

LA “PATRIA NUEVA” Y SU ENTRAMPECONSTITUCIONAL

El nuevo régimen pronto dejó en claro quepara realizar las reformas pertinentes era nece-sario establecer otro marco constitucional; deesta forma, la Asamblea Nacional fue revestidacon poderes constituyentes. La comisión deConstitución estuvo presidida por Javier Pradoquien manifestó: “Nosotros no queremos queestos principios se consideren como entidades

abstractas y metafísicas, como mitos supersticiosos,sino como fuerzas vivas, como realidades fecundasque puedan desarrollarse, extenderse y ampliarse,en bien del país”. La nueva carta constitucional sepromulgó el 18 de enero de 1920.

Uno de los epígrafes más importantes del nuevotexto fue el de “Garantías sociales”, inspirado en laconstitución mexicana de 1917 y en las constitu-ciones europeas de la primera postguerra. Se con-sagró el habeas corpus y la inviolabilidad de la pro-piedad, material, intelectual, literaria o artística. ElEstado reconocía la libertad de comercio e indus-tria y garantizaba la libertad de trabajo. Se prohi-bían los monopolios y acaparamientos industrialesy comerciales. La enseñanza primaria era obligato-ria y gratuita: habría por lo menos una escuela pri-maria para varones y otra para mujeres en cada ca-pital de distrito y una escuela de segundo grado pa-ra cada sexo en las capitales de provincia. Por últi-mo, uno de los puntos más significativos de esteepígrafe establecía que el Estado: “protejerá (sic) ala raza indígena y dictará leyes especiales para sudesarrollo y cultura en armonía con sus necesida-des. La Nación reconoce la existencia legal de lascomunidades indígenas y la ley dictará los dere-chos que le corresponden”.

VIIIEL ONCENIO DE LEGUÍA

La avenida Leguía (hoy Arequipa) en Lima hacia 1924.

881

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 52: La Republica Oligarquica Peruana

Pasando a otros te-mas, teóricamente elgobierno era republi-cano, democrático, re-presentativo y funda-do en la unidad. La so-beranía residía en lanación que era la aso-ciación política de to-dos los peruanos. Lanueva carta promovíalos gobiernos localesmediante los congre-sos regionales con ca-pacidad legislativa.Había libertad de trán-sito, de reunión y deprensa. Desde estepunto de vista, el nue-vo texto consagrabaun liberalismo políticobasado en una concep-ción social del Estado. Había también artículos decarácter idealista, moralizador y ordenador; porejemplo, la prohibición de que nadie gozara de másde un sueldo o emolumento del Estado sin distingode empleo o función. No se aceptó el proyecto dedar el derecho de sufragio a las mujeres. Finalmen-te, se expresó que la nación “profesaba la religióncatólica, apostólica y romana y el Estado la proteje”,aunque también se añadió que “nadie podrá ser per-seguido por razón de sus ideas ni por razón de suscreencias”.

Mención especial merece el tema de la reelec-ción presidencial. Según el artículo 113: “El presi-

dente durará en su car-go cinco años y no po-drá ser reelecto sinodespués de un períodoigual de tiempo”. Noobstante, como Leguíase sentía “iluminado yposeedor de una mi-sión casi providencial”–idea que naturalmen-te compartían sus par-tidarios–, este artículofue modificado en1923 con los siguientestérminos: “El presiden-te durará en su cargocinco años y podrá, poruna sola vez, ser reele-gido”. Pero allí no que-dó la modificación. En1927 se promulgó losiguiente: “El presiden-

te durará en su cargo cinco años y podrá ser reelec-to”. Estos “cambios constitucionales” permitieron aLeguía permanecer durante 11 años en el poder.

Para entender lo que sucedió en el transcursodel “Oncenio” debemos recordar que en la historiarepublicana del Perú el Estado ha sido siempre suelemento más frágil y cuestionable. No ha llegado aconvertirse en un ente con capacidad real para inte-grar el territorio y organizar a su población deacuerdo a un proyecto nacional basado en idealesdemocráticos. La república no se sacudió de su “he-rencia colonial” y, de acuerdo a la filosofía políticadel virreinato, legitimó un acceso sumamente res-

tringido al poder político o a los negocios pú-blicos. Esta tradición dio pie a un sistemacentralizado y vertical que no fue roto por elnuevo Estado, teóricamente liberal y burguéssegún sus textos constitucionales. Por ello, elsistema terminó asumiendo un criterio de pa-trimonialismo y caridad cristiana que llevó alprebendismo y al paternalismo (Bernales1993).

El prebendismo configuró un propietariouniversal, el Estado, el cual hace acceder a sussúbditos, mediante concesiones, al usufructode los recursos disponibles, lo que llevó mu-chas veces a la institucionalización de la co-rrupción como instrumento de generación deingresos. Ésta fue una práctica corriente en lahistoria republicana, y el “Oncenio” no pudo

882

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

El “Oncenio” de Augusto B. Leguía supuso un programa demodernización material y un proceso de movilización social

que beneficiaron a las clases medias peruanas.

Interior de una fábrica limeña hacia 1925.

Page 53: La Republica Oligarquica Peruana

eludirla. Sabemos que Leguía sustentó su po-der no en las complejas redes de parentesco, deafinidad o simpatía, sino en la fuerza avasalla-dora del dinero. Las obras públicas, y sobre to-do las urbanas, se hicieron encubriendo los ne-gocios oscuros de los nuevos ricos. Así apare-ció la especulación a gran escala en la venta delos terrenos urbanos y el consecuente enrique-cimiento acelerado dealgunas familias. Deotro lado, los 77 mi-llones de dólares in-vertidos en obras pú-blicas provenían depréstamos de nume-rosos banqueros neo-yorquinos. La magni-tud de éstos provocóque el Senado nortea-mericano iniciara unainvestigación y se su-po, finalmente, queun hijo del presidenteperuano había recibi-do la suma de 415 mildólares como gratifi-cación por los servicios para la buena pro en la con-certación de los préstamos.

Por su parte, el paternalismo fue una obligaciónque el Estado misional cristiano se impuso frente asus súbditos más débiles, y ello estaba asociado conel ideal de justicia encarnado primero en el rey yluego en el presidente. Leguía manejó esto muybien, y al reconocer y legalizar la propiedad de lascomunidades indígenas comenzó a ser consideradoel nuevo “Wiracocha” dentro de algunas poblacio-nes andinas. Él mismo se autotituló así y gustaba de

pronunciar discursosen quechua, lenguaque desconocía. Senombró una comi-sión para investigarlos problemas de loscampesinos del surandino, integrada portres diputados que re-corrieron Cuzco yPuno a fin de recogermaterial que les per-mitiera proponer unproyecto de ley para“solucionar” el pro-

blema indígena. Esto hizo temblar a muchos gamo-nales de la sierra. Por último, recordemos que el“Oncenio” creó el Patronato de la Raza Indígena yestableció, para el 24 de junio, el “Día del Indio”.

Sabemos, pues, que la suma de estas prácticasinstitucionalizó el clientelismo en todos los nivelesde la política, y la adulación, muchas veces sin nin-gún pudor, de quien ejercía el poder. Los incondi-cionales del “Oncenio” hablaron del “Siglo de Le-guía”, del “Júpiter Presidente”, del “Nuevo Mesías”,de “Wiracocha”, comparando al fundador de la “Pa-

883

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Un salón de educación escolar durante el “Oncenio” deLeguía. En este período hubo una especial preocupaciónpor ampliar y mejorar las condiciones de la educaciónescolar y la formación “práctica” que impartían lasescuelas de artes y oficios.

Si la ciudad había cambiado su rostro tradicional acomienzos de siglo, con Leguía se amplían plenamente

las dimensiones de la capital peruana. En la imagenasfaltado del jirón Paruro.

Escuela Mixta de Paucartambo, Cuzco.

Page 54: La Republica Oligarquica Peruana

tria Nueva” con Ale-jandro Magno, JulioCésar, Napoleón y Bo-lívar. En 1928 el gabi-nete ministerial le re-galó un cuadro alóleo: “No hemos en-contrado nada dignode ofreceros: sólovuestra propia efigie”,declaró el ministroJosé Rada y Gamio enel discurso de rigor.

Por estas razoneslos textos constitucio-nales que ha tenido elPerú, incluida la Car-ta de 1920, no pudieron establecer y desarrollar lainstitucionalidad en el país, pues todas ellas tuvie-ron una vigencia más formal que real. Nunca huboun grupo dirigente que optara resueltamente por lademocracia, por un Estado eficiente, integrador ydemocrático. Es cierto que durante los años 20 semarcó un punto de quiebre frente al antiguo Estadooligárquico, pues la idea de la “Patria Nueva” impli-caba una ruptura con lo que había sido la mentali-dad colonial. No obstante, el proyecto no cuajó. Escierto que el “Oncenio” desmanteló políticamenteal civilismo (exilió a sus principales líderes e intimi-dó a sus órganos de prensa), realizó numerosasobras públicas y permitió el surgimiento de nuevosgrupos sociales y políticos. Pero cayó en los mismosvicios del clientelismo, del paternalismo, del autori-tarismo, de la corrupción y de la demagogia. La ta-rea de construir un Estado más representativo y na-cional quedó aún pendiente.

OBRA DE GOBIERNO

Sin duda el “Oncenio” marca un capítulo muyimportante en la realización de obras públicas en elpresente siglo. La ayuda de los capitales norteame-ricanos, la vocación desarrollista del leguiísmo y lainiciativa privada fueron los factores que permitie-ron cambiarle el rostro al país durante esos onceaños de gobierno autoritario. Empecemos por unacontecimiento notable que fue utilizado por el ré-gimen como medio de propaganda política en elpaís y el extranjero: la celebración del primer cente-nario de la independencia (1921), al que siguió po-co después el de la victoria de Ayacucho (1924). Sinduda fue el primero el que despertó el mayor inte-

rés y se celebró con elmayor boato posible.

Fue el propio Le-guía quien supervisólos detalles del magnoacontecimiento. Laidea fue hacer con-verger en Lima a re-presentantes de todoel continente ameri-cano y de selectospaíses europeos. Lainvitación se exten-dió, en primer lugar,al aliado del régimen,los Estados Unidos, ytambién a los vecinos

“conflictivos” como Ecuador, Bolivia, Brasil y Co-lombia. Lógicamente quedaba excluido Chile al nohaberse resuelto aún el problema de Tacna y Arica.La Cancillería, a cargo de Alberto Salomón, dio aconocer la lista definitiva de invitados en octubre de1920; confirmaron su asistencia 16 embajadas y 13misiones especiales de todo el mundo. A España sele asignó un lugar de honor y al secretario de la le-gación del Perú en Madrid, Óscar Barrenechea, se leencomendó la invitación a Su Majestad AlfonsoXIII, gestión que finalmente no llegó a buen térmi-no; en su lugar vino un “grande de España”. Coneste detalle, Leguía intentaba una “conciliación his-tórica” entre el Perú y España, hecho que coronaráen 1927 con la inauguración de una capilla en ho-nor del conquistador Francisco Pizarro en la cate-dral de Lima (Martínez Riaza 1994).

Regresando al tema de la celebración, entre el 24de julio y el 3 de agosto de 1921 Lima fue, como so-ñaba Leguía, la gran capital americana. Las coloniasde extranjeros residentes en el Perú no se quedaronatrás y embellecieron la capital con muy valiososobsequios: los alemanes regalaron la torre del relojdel parque Universitario, los italianos el edificio pa-ra el Museo de Arte Italiano, los ingleses el antiguoestadio de madera, los franceses una estatua a la Li-bertad, los españoles un arco morisco, los chinosuna gran fuente de mármol, los belgas el monumen-to al Trabajo, los japoneses el monumento a MancoCápac en el barrio de La Victoria, los estadouniden-ses un monumento a George Washington y los me-xicanos el del cura Hidalgo. En 1924, para el cente-nario de la batalla de Ayacucho, se repitieron las in-vitaciones y llegaron embajadas de 30 países. En es-ta ocasión se inauguraron los monumentos al almi-

884

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Fotografía que muestra el asfaltado de la calle Pando (hoyCarabaya), trabajo iniciado en agosto de 1924.

Page 55: La Republica Oligarquica Peruana

rante Du Petit Thouars y al general Sucre; tambiénel Museo Arqueológico, el Hospital ArzobispoLoayza, las salas Bolívar y San Martín en el MuseoBolivariano (hoy Nacional de Arqueología, Antro-pología e Historia), el palacio arzobispal y el pan-teón de los Próceres. Como si esto fuera poco, seplantó el “árbol del Centenario”.

Siendo presidente, Leguía también se comportócomo un “alcalde de Lima” y la capital gozó de unade sus mayores transformaciones del presente siglo.Al margen de las donaciones por las celebracionesdel centenario de la independencia, el gobierno y elcapital privado invirtieron buena parte de tiempo ydinero en modernizar Lima. Se inauguró la plazaSan Martín y el monumento al Libertador argentinoen 1921; en la misma plaza, por iniciativa privada,se construyó el hotel Bolívar; se abrieron nuevasavenidas como Leguía (hoy Arequipa), Progreso(hoy Venezuela), Costanera y Brasil; se construye-ron algunos edificios públicos como el ministeriode Fomento y el ya mencionado palacio arzobispal,mientras que otros se reconstruyeron, como el pala-cio de gobierno luego del incendio de 1921; se fun-daron nuevos barrios como el de Santa Beatriz y eldistrito de San Isidro. También en Lima y en mu-chas provincias se hicieron obras de alcantarillado,tuberías de agua y desagüe y alguna otra obra sani-taria; en la capital se construyó el reservorio de la

Atarjea. El régimen gastó en todo esto aproximada-mente unos 40 millones de soles.

Se inició la construcción del terminal marítimo;se construyeron numerosas carreteras gracias a lapolémica ley de Conscripción Vial; se culminaronlos ferrocarriles de Chimbote al callejón de Huaylasy de Huancayo a Huancavelica; se crearon nuevosimpuestos y aumentaron los de los fósforos y de losnaipes; también se crearon algunas entidades ban-carias como el Banco Central de Reserva (para laemisión y control de la moneda), el Banco de Cré-dito Agrícola (para fomentar la agricultura) y elBanco Central Hipotecario (para dar crédito a quie-nes querían construir un inmueble); se abrió la Es-cuela de Aviación de Las Palmas; se compraron losprimeros cuatro submarinos artillados y provistosde torpedos; se creó la Escuela de la Guardia Civil yPolicía, que contó en sus inicios con instructoresespañoles; se creó el ministerio de Marina en 1920,independizándolo del Ejército; se inició el proyectode irrigación de Olmos y se dejaron listos los de Im-perial (Cañete), La Chira y Sechura (Piura), y Espe-ranza (Chancay); se intentó la consagración del Pe-rú al Sagrado Corazón en 1924, pero las protestasestudiantiles y obreras lo impidieron.

De otro lado, en una medida tendiente a gran-jearse el apoyo de los estudiantes universitarios, Le-guía promulgó la Ley Universitaria en 1919 y fue

proclamado “maestro de la juventud”.Había, sin embargo, una intención ve-lada en esta reforma: la modernizaciónde la universidad se realizó en funciónde la eliminación de los catedráticosvinculados al civilismo. Con el tiempose llegó incluso a cerrar la Universidadde San Marcos.

885

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Develación del monumento a Manco Capac (enLima), donado al Perú por la colectividad japonesaen conmemoración del centenario de laindependencia nacional.

El Museo Larco Herrera (hoy Museo Nacional de laCultura Peruana) adquirido durante el gobierno de

Augusto B. Leguía. La retórica indigenista ynacionalista fue también parte del discurso

político leguiísta.

Page 56: La Republica Oligarquica Peruana

LA POLÍTICA INTERNACIONAL

Punto polémico, y para algunos censurable, fueel trato que dio el “Oncenio” a las tensiones limítro-fes que debían resolverse con Colombia y Chile.Con el país del norte el régimen quiso impulsar untrato más conciliatorio ante sus pretensiones de lo-grar acceso al Amazonas sobre la amplia región deMaynas, mediante el canje de otros territorios cedi-dos por el Ecuador a Colombia. Bajo ese espíritu sellegó a un arreglo definitivo en un tratado firmadoen Lima el 24 de marzo de 1922, por el representan-te peruano Alberto Salomón y Fabio Lozano, envia-do colombiano (tratado Salomón-Lozano). El pro-pio Leguía tuvo una participación directa y personala lo largo de las conversaciones. El documento ce-día todas las tierras comprendidas entre los ríos Ca-quetá y Putumayo, más el llamado Trapecio Amazó-nico y la población de Leticia, lo que dio derecho aColombia a navegar el Amazonas. El Perú sólo ga-nó una faja de terreno denominada Triángulo de Su-cumbíos entre el Putumayo y el San Miguel. Unsinnúmero de críticas por parte de la opinión públi-ca peruana desató una tempestad política. Contraviento y marea, el tratado fue aprobado por el Con-greso cinco años después. La cuestión, sin embargo,no quedó allí. En setiembre de 1932, cuando gober-naba el Perú Sánchez Cerro, un grupo de loretanosse apoderó del pueblo de Leticia y expulsó a las au-toridades colombianas. El país estuvo al borde de laguerra con Colombia.

En las relaciones con Chile la herida dejada porla guerra del Pacífico y los términos del tratado deAncón no tenía cuándo cicatrizar. El problema era

cómo definir las condiciones para la celebración delplebiscito que decidiría el futuro de las provinciasde Tacna y Arica. A partir de inicios de siglo, la po-lítica chilena en torno a las “provincias cautivas” es-tuvo destinada a hacer fracasar la consulta populardesarrollando una activa política de “chilenización”de los territorios ocupados, organizando el estable-cimiento en ellos de ciudadanos chilenos y hostili-zando a la población de origen peruano. Ambas si-tuaciones fueron comprobadas por los miembros delas comisiones mediadoras estadounidenses y en1922 se decidió someter el caso al arbitraje del pre-sidente de los Estados Unidos. El gobierno de Was-hington se inclinó por la realización del plebiscito,señalando que deberían votar todos los peruanos ychilenos con dos años de residencia en las zonasocupadas. Chile, que había llevado a las provinciascautivas gran cantidad de sus ciudadanos, estuvo deacuerdo. Sin embargo, cuando el gobierno de San-tiago se dio cuenta, gracias a los cálculos de la vota-ción, de que perdería el plebiscito, dio largas alasunto hasta que los delegados arbitrales decidieronno celebrarlo en tales condiciones. En 1926 el gene-ral William Lassiter –sucesor del general John Pers-hing en la delegatura arbitral– concluyó que era im-posible celebrar el plebiscito, dejando entrever queChile era el culpable de su no realización.

En 1928, por invitación de los Estados Unidos,se reabrieron las embajadas en Lima y Santiago, in-sinuándose así los primeros pasos a un arreglo. Porfin, casi después de medio siglo, la seria cuestión li-mítrofe se resolvería en 1929 por el tratado de Lima,que representó la renuncia al incumplido plebiscito.Este tratado se firmó el 15 de mayo, participandolos delegados Pedro Rada y Gamio por el Perú y E.Figueroa Larraín por Chile. El documento significópara el Perú la pérdida de Arica y la recuperación deTacna. Un protocolo complementario obligaba aChile a construir un “malecón de atraque” en Aricapara uso del Perú y darle allí franquicias propias deun puerto libre; en el morro de Arica se elevaría unmonumento simbolizando la concordia de ambospueblos.

LAS IDEAS POLÍTICAS: HAYA YMARIÁTEGUI

Durante el “Oncenio” nacieron dos movimien-tos políticos de masas, el aprismo y el socialismo,que marcarían buena parte del desarrollo políticoperuano a partir de 1930. Desterrado por Leguía, en1924, Víctor Raúl Haya de la Torre (Trujillo 1895-

886

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Fila de peruanos inscribiéndose para participar en el plebiscitosobre Tacna y Arica hacia 1925. Finalmente esta consultapopular no se llevaría a cabo y se acordaría la entrega de Tacnaal Perú y de Arica a Chile por el tratado de 1929.

Page 57: La Republica Oligarquica Peruana

Lima 1979) fundó en México la Alianza Popular Re-volucionaria Americana (APRA), para articular di-versas voluntades que, inspiradas en la revoluciónmexicana, pudieran impulsar un programa de ac-ción contra el imperialismo norteamericano en todoel continente. Se trataba de un movimiento juvenilque también se inspiraba en la reforma universitariay que no era ajeno a la revolución soviética. En1926 publicó el artículo “¿Qué es el Apra?”, dondecondensó el programa máximo del aprismo: 1) Ac-ción contra el imperialismo yanqui; 2) Por la uni-dad política y económica de América Latina; 3) Porla internacionalización del canal de Panamá; 4) Porla nacionalización de tierras e industrias; 5) Por lasolidaridad con todos los pueblos y clases oprimi-das del mundo. El programa era lo suficientementeamplio y radical como para que la Internacional co-munista viera con relativa simpatía al nuevo movi-miento y viceversa (Burga y Flores Galindo 1982a).

En su libro El antimperialismo y el APRA, termi-nado de escribir en 1928, Haya esbozó sus principa-les ideas sobre el Perú y Latinoamérica. Según él, enel Perú prevalecía una sociedad con relaciones feu-dales: el grupo dominante estaba formado por unconjunto de gamonales, la industria era aún inci-piente, la burguesía nacional estaba en sus inicios yel proletariado era demasiado joven y numérica-mente reducido. Ante este panorama Haya no criti-caba ni negaba la experiencia soviética en su tareade edificar el socialismo pero afirmaba que el Perú,por tener condiciones distintas, no podía repetir elcamino de la revolución soviética. En Indoamérica–término preferido por Haya al referirse a Latinoa-mérica– la tarea era construir una sociedad en tran-sición en la que una política de nacionalizacionespermitiera la consolidación de una sólida economíaestatal, para estar en condiciones de negociar con elimperialismo según la legislación delpaís. ¿Cómo construir el Estado antimpe-rialista? A través del producto de un fren-te conformado por las tres grandes clasestradicionalmente oprimidas: el campesi-nado, el proletariado y las clases medias.La empresa privada (pequeña y mediana

industria), el cooperativismo (empresas agroindus-triales) y el capitalismo estatal serían los tres pilaresdel Estado antimperialista, el instrumento para su-perar la feudalidad e impulsar el desarrollo econó-mico y la autonomía nacional. En este nuevo Esta-do tendrían papel importante y dirigente los inte-lectuales y profesionales de las capas medias.

En el Perú la militancia aprista se concentróprincipalmente en los departamentos de La Liber-tad, Lambayeque y Cajamarca, es decir lo que la li-teratura política llamó el “sólido norte”. Por lo tan-to, es allí donde deben buscarse los cambios que setradujeron políticamente en la aparición del APRA(Klaren 1976). Éste es un enfoque distinto, ya queel origen del movimiento no se debió a las conse-cuencias de la Gran Depresión de 1929 o al carismade Haya. Los cambios en el norte se dieron en su es-tructura agraria. Durante la guerra con Chile la zo-na sufrió un colapso económico que sólo pudo su-perarse con la inyección de cuantiosos capitales ex-

887

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Panadería limeña bendecida por un sacerdote durante suinauguración hacia 1925.

Juan Gildemeister, inmigrante alemán nacido enBremen, fue el forjador de la haciendaCasagrande; a su muerte en 1898 su liderazgofue asumido por un sobrino suyo, EnriqueGildemeister, quien en 1903 había expandido lasoperaciones de la plantación y convertido aCasagrande en la segunda gran hacienda delvalle de Chicama (La Libertad).

Page 58: La Republica Oligarquica Peruana

tranjeros y la fusión de gran parte de lashaciendas existentes; el proceso deconcentración fue intensivo entre1885 y 1890, y tuvo su pico másalto en cuanto a produccióndurante el desarrollo de la pri-mera guerra mundial. Enconsecuencia, las haciendasde propiedad de terrate-nientes nacionales fueronabsorbidas por tres gran-des empresas azucareras(Casagrande, Roma y Car-tavio) que simbolizaban lacolonización de la agricul-tura costeña por el capitalextranjero. Los consejos deregantes, controlados porlas grandes plantaciones,quitaban los turnos de agua alos pequeños propietarios, ysin agua las tierras del litoral ca-recen de valor. El resultado fue eldespojo de tierras a cerca de 5 mil fa-milias entre 1890 y 1930 y su absorciónpor estas tres grandes empresas. El APRA tu-vo apoyo en otras zonas del país donde la apariciónde otros enclaves produjo cambios de la misma na-turaleza que en la costa norte: Cerro de Pasco y An-cash (expansión minera) e Ica (plantaciones de al-godón). En Trujillo, la propia familia de Haya habíasufrido los efectos de esta feroz concentración agrí-cola, así como algunos de sus compañeros del gru-po de intelectuales integrantes de la “Bohemia deTrujillo”: el poeta César Vallejo, el pintor Macedo-nio de la Torre, el poeta y escritor Eulogio Garrido,el periodista e ideólogo del aprismo Antenor Orre-go, entre otros.

Para José Carlos Mariátegui (Moquegua 1894-Lima 1930), en cambio, en el Perú existía una socie-dad semicolonial, condición que se iría agravando amedida que el capital imperialista se expandiera.No había forma de alcanzar la independencia nacio-nal dentro del sistema capitalista. Al igual que Ha-ya, Mariátegui se forma en una América Latina sa-cudida por grandes convulsiones como la reformauniversitaria (Argentina), la reforma agraria (Méxi-co) y la lucha antimperialista (Centroamérica).También hay que recordar que Mariátegui confesó–con alguna exageración– que su mayor aprendiza-je lo realizó durante su estancia europea (1919-1922), lo cual exige ubicarlo en el impacto de la re-

volución soviética, los movi-mientos de masas en Italia oAlemania y el surgimiento denuevas tendencias dentrodel pensamiento marxista,especialmente Gramsci. Deotro lado, debemos recor-dar que en la década de1920 la preocupación porel problema nacional ad-quiere una dimensión gene-racional; numerosos intelec-

tuales de clase media, mu-chos de origen provinciano,

con sentimiento antioligárqui-co, tratan de responder una pre-

gunta aparentemente simple:¿qué es el Perú? Ante este tema rei-

terado Mariátegui, desde su originalmarxismo, escribe sus famosos 7 ensayos

de interpretación de la realidad peruana (Lima,1928) para rescatar la “verdadera” tradición e inser-tarse en la historia del país. El Perú era, para Mariá-tegui, una posibilidad de nación: si bien su procesode conformación había sido interrumpido y distor-sionado por el colonialismo, existían las bases sobrelas cuales terminaría levantándose, fundamental-mente tres:

a) La tradición cultural mantenida y desarrolla-da por los intelectuales de avanzada, especialmentepor la vital corriente “indigenista” en el marco de lacual, por medio de la reivindicación del hombre an-dino, los escritores buscaban articularse a las masascampesinas.

b) Los movimientos populares, al interior de loscuales Mariátegui llamó la atención sobre la necesi-dad de hacer la crónica de las luchas obreras y estu-diar las rebeliones campesinas del presente (comoel caso de Rumi Maqui en Azángaro, 1915) y del pa-sado (Túpac Amaru en el Cuzco, 1780).

c) La experiencia histórica del pasado autócto-no, anterior a la conquista europea, en el que se ha-bía desarrollado un “comunismo agrario” todavíasubsistente en las comunidades campesinas. Este“comunismo agrario” demostraba que el socialismoen el Perú tenía antecedentes y podía encontrar enlos Andes ciertas formas, elementos y relaciones so-

888

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

José Carlos Mariatégui, autor de los 7 ensayosde interpretación de la realidad peruana

(Lima, 1928), y fundador de la revistaAmauta.

Page 59: La Republica Oligarquica Peruana

ciales (como la reciprocidad)en las que apoyarse. Por lotanto, en la medida que el so-cialismo recogiera la tradicióncolectivista del tiempo de losincas, cumpliría con retomarla tradición nacional, dejaríade ser extraño al país y sería elinstrumento imprescindiblepara la construcción de la na-ción peruana (Flores Galindo1988a).

Menos político pero másintelectual que Haya, Mariáte-gui, a pesar de no haber cul-minado los estudios escolaresy de estar inmovilizado du-rante sus años maduros enuna silla de ruedas, se formóen el periodismo –su activi-dad preferida– hasta conver-tirse en uno de los pensadores marxistas más im-portantes de América Latina. Publicó su primer ar-tículo en enero de 1911 y el último en marzo de1930. En el lapso de esos veinte años elaboró cercade 3 mil textos. El volumen de su producción se in-crementó significativamente a partir de 1914, lle-gando a producir tres años después, durante 1917,cerca de 300 textos. También incursionó en el cuen-to, la poesía y el teatro; durante su quehacer perio-dístico recurrió eventualmente a seudónimos, sien-do el más popular de todos el de “Juan Croni-queur”. Su producción decrece durante su viaje aEuropa. A su regreso se incrementa y su año másfructífero fue 1929. En vida publicó dos libros (Laescena contemporánea en 1925 y los 7 ensayos), dejóproyectados algunos otros y fundó la célebre Amau-ta, revista mensual de definición ideológica, en1926. En abril de 1928 rompe con Haya de la Torrey en octubre funda el Partido Socialista, del cual essecretario general. En mayo de 1929 constituye elComité Organizador Pro-Central General de Traba-jadores del Perú. A fines de marzo de 1930, Mariá-tegui es internado de emergencia en una clínica li-meña. Muere el 16 de abril cuando tenía 36 años.

CRISIS POLÍTICA Y FIN DEL “ONCENIO”

Como vimos, el régimen de Leguía fue “legiti-mándose” por la fuerza a través de medidas legisla-tivas y trató de perpetuarse con el mecanismo de lareelección. Para muchos historiadores, sin embargo,

pueden distinguirse dos etapasen el “Oncenio”: unos fijan1922 como límite entre ambasy otros antes y después de las“elecciones” de 1924. Al ini-cio, Leguía mantiene una posi-ción de fuerza y persecuciónfrente al civilismo y adopta unpaquete de medidas legislati-vas de orden económico, polí-tico y social que pretendíanmodernizar el Estado y con-vertirlo en una institución másnacional, o por lo menos conmayor presencia en la totali-dad del territorio. Tarea impo-sible dado que en provincias se

mantuvo casi intacto el poder terrateniente, no pu-diendo el Estado adquirir la solidez que requería pa-ra subordinar al bien común los intereses particula-res de los grupos que se oponían a la formación deun proyecto más nacional de gobierno. Luego, me-diante un control más costoso de los mecanismosde poder y de las fuerzas sociales, y recurriendo alpersonalismo, Leguía desarrolla la otra fase de sugestión para profundizar el proyecto de la “PatriaNueva”.

Los signos del declive aparecen a finales de1927. Al año siguiente empiezan a caer los preciosde las exportaciones (cobre, lanas, algodón y azú-car), y con la crisis económica desciende el favor dela opinión pública; de otro lado, el malestar del ejér-cito aumenta debido a los cuestionables arreglosfronterizos con Colombia y Chile. La corrupciónentre los miembros del régimen abonaba el descon-tento. Leguía se presenta a las elecciones de 1929sin oposición cohesionada, aunque distintos secto-res políticos van organizando conspiraciones yotros manifestaciones abiertas. Finalmente, el repu-dio por la presencia de “el tirano” va a ser capitali-zado por la revolución de Arequipa, encabezada porel comandante Luis Miguel Sánchez Cerro en agos-to de 1930. Leguía es apresado en Lima y recluidoen la Penitenciaría. Víctima de una penosa enfer-medad, el presidente que más años gobernó el Perúfalleció –según se dice en la pobreza– en el HospitalNaval del Callao el 6 de febrero de 1932, cinco me-ses después de su derrocamiento.

889

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Portada de la revista Amauta, cuyoprimer número apareció en 1926.

Page 60: La Republica Oligarquica Peruana

Para muchos historiadores, 1930 marca un pun-to culminante en la presión por acabar con el Esta-do oligárquico con el ingreso de las masas a la polí-tica. En efecto, el surgimiento y expansión de nue-vos partidos radicales de izquierda y de derecha(Partido Aprista Peruano, Partido Comunista Pe-ruano, Partido Socialista del Perú y la Unión Revo-lucionaria), y la expansión acelerada de los gremiosobreros demostraría la incorporación de los grupospopulares al juego político, aunque el fenómeno semanifestó como exclusivo de los medios costeños yurbanos. Salvo en el caso del APRA, ninguno de losnuevos partidos llegó a captar bases rurales serra-nas. Pero la irrupción de estos sectores en la políti-ca no significó que se crearan los niveles de organi-zación adecuados para ejercer presión, transformaral Estado y darle un carácter más popular en base auna acción planificada. El grupo dominante agro-minero-exportador, que conformó un germen de

burguesía empresarial, pareció estar mejor dispues-to a la negociación política y a la apertura democrá-tica, pero no vaciló en provocar respuestas represi-vas y antipopulares a fin de mantener su dominiosobre el país. Si bien este núcleo oligárquico no dioen un inicio ningún presidente, se escudó en milita-res como Sánchez Cerro o Benavides, y luego Odría,para seguir manejando al país. En las siguientes dosdécadas se recortaron las libertades públicas y sindi-cales y se persiguió a los partidos considerados sub-versivos o fuera del orden (Matos Mar 1984).

EL POPULISMO SANCHECERRISTA Y LASELECCIONES DE 1931

El mayor mérito del coronel Luis M. SánchezCerro (Piura 1889-Lima 1933) era el de haber aca-bado con el “tirano” que gobernó al país duranteonce años. De origen provinciano y de rasgos mes-tizos, Sánchez Cerro supo ganarse el apoyo del pue-blo pero pronto se introdujo en los círculos socialesde la elite. Fue invitado a formar parte del exclusi-vo Club Nacional y la oligarquía percibió que podíacontar con un candidato apoyado por las masas yrespaldado por el Ejército. Era preciso contrarrestara las masas “comunistas” que seguían al APRA, es-pecialmente ahora que el electorado había sido am-pliado por la ley de reforma promulgada en 1931,que facultaba a votar a todos los varones adultosque supieran leer y escribir. La oligarquía se dabacuenta de que si bien la nueva ley era bastante res-trictiva en la zona andina, ya no tenía el poder ab-soluto sobre el aparato electoral del que gozó du-rante el “Segundo Civilismo”.

Pero vayamos a los hechos. Derrocado Leguíasubió al poder Sánchez Cerro, suscitándose en bre-ve disturbios obreros y universitarios así como alza-

890

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

IXLAS ELECCIONES DE 1931 Y EL “TERCER

MILITARISMO”

Luis M. Sánchez Cerro (1889-1933) inició una persecuciónpolítica contra los antiguos aliados del leguiísmo; dejó el poderpara la convocatoria a las elecciones de 1931. Al ganar estoscomicios retomó su gobierno de mano dura y en un clima depasiones políticas fue asesinado el 30 de abril de 1933.

Page 61: La Republica Oligarquica Peruana

mientos militares en Arequipa y el Callao. La situa-ción se puso tan crítica que Sánchez Cerro tuvo quedimitir ante una junta de notables (marzo de 1931)presidida por Leoncio Elías. Los desórdenes se su-cedieron ininterrumpidamente terminando la ban-da presidencial en manos de David Samanez Ocam-po, quien invocando la unión de toda la ciudadaníaconvocó a elecciones generales. Entre los candida-tos que se presentaron, dos fueron los más impor-tantes y entre ellos se decidiría al futuro presidentede la República: Luis M. Sánchez Cerro por su par-tido la Unión Revolucionaria (UR) y Víctor RaúlHaya de la Torre por el Partido Aprista Peruano(PAP). Los otros fueron Arturo Osores, enemigoacérrimo de la dictadura de Leguía al que apoyabala Coalición Nacional, y José María de la Jara Uretadel Partido Unión Nacional.

Pocas veces en la historia republicana hubo tan-to entusiasmo y expectativa ante un proceso electo-ral. Haya de la Torre había regresado de su forzadoexilio e inició su campaña recorriendo la costa nor-te pueblo por pueblo hasta cerrar su aventura elec-toral en la plaza de Acho de Lima, ante una inmen-sa multitud de trabajadores y limeños de clase me-dia. El joven político trujillano, de apenas 36 años,antes de concluir su discurso, para júbilo de sus se-guidores, exclamó: “Sólo el aprismo salvará al Pe-rú”. A partir de entonces, el APRA y Haya de la To-rre iniciaron una tempestuosa carrera que, a lo lar-go de más de 50 años, alcanzaría importante gravi-tación en el panorama político peruano.

La Unión Revolucionaria de Sánchez Cerro sur-gió poco antes de las elecciones de octubre de 1931.Contó con el apoyo de las bases populares sobre lasque su líder ejercía evidente fascinación. Sus plan-teamientos doctrinarios tuvieron influencia italiana,tanto en la organización de las masas y la formación

de sus fuerzas de choque, como en su sistema de re-presión. Su lema era: “el Perú sobre todo”, lo quedemostraba su clara vocación nacionalista propia deun militar que toma el poder y como respuesta a lasinfluencias foráneas del aprismo y el comunismo.

El objetivo de la nueva organización era tambiénmantener el orden público, aspecto muy importan-te en 1931, cuando el caos político y social arrecia-ba. Se proponía devolver la paz al país, para lo cualel papel del Estado cobraba mayor importancia. De-fendía la exaltación de los valores espirituales, quesin duda tendían a la creación de una mística propiade los autoritarismos europeos de entonces, siendolos valores exaltados patria, religión, honradez, va-lor y superación espiritual. Para ello el Estado debíaasumir el control de la educación y de la prensa co-mo medios para orientar a las masas y formarlasdentro de los valores que el Estado quería difundir.También se comprometía a respetar e incentivar lapropiedad individual para la producción, cuandolos otros partidos de izquierda la cuestionaban o ha-blaban de la desaparición de la propiedad privada(Guerra 1994, VIII).

La cúpula directriz de la Unión Revolucionariaestaba conformada por una mezcla de antiguos po-líticos y jóvenes profesionales. Entre los primerosdestacaban José M. García Bedoya, Clemente J. Re-villa, Pedro A. del Solar y Eduardo Lanatta; entre lossegundos Carlos Sayán Álvarez, Alfredo Herrera,Abelardo Solís, Luis A. Flores, Ernesto Byrne Val-cárcel, Ernesto Delgado Gutiérrez, Elías Lozada Be-navente, Manuel Mujica Gallo, Pedro Ugarteche yGuillermo Hoyos Osores. El diario El Comercio apo-yó resueltamente la candidatura sanchecerrista aligual que José de la Riva-Agüero y Osma, antiguofundador del Partido Nacional Democrático.

De las elecciones de 1931 no sólo debía sa-lir el nuevo presidente de la República, sinotambién un congreso constituyente que ela-borara una nueva constitución que debíareemplazar a la promulgada por Leguía en1920. La organización y conducción de lossufragios corrió a cargo del Jurado Nacionalde Elecciones (JNE), presidido por el fiscalmás antiguo de la Corte Suprema. Según ElComercio, las elecciones “se llevaron a cabocon gran sentido de ecuanimidad. Ellas se ca-

891

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Concentración política del APRA en la plaza de Achodurante la campaña proselitista para las elecciones de1931; se puede apreciar a Víctor Raúl Haya de la Torrey Luis Alberto Sánchez.

Page 62: La Republica Oligarquica Peruana

racterizaron por el respeto de unos ciudadanos conotros ciudadanos. Enormes masas de gente fueron adepositar sus sufragios y esperaron el turno corres-pondiente sin agresiones de ninguna clase. No hu-bo hechos de sangre ni abusos el día que fue ejerci-do el acto cívico”.

De acuerdo a la información oficial, votó el 80%de los inscritos en el Registro Electoral. Los resulta-dos fueron los siguientes: Sánchez Cerro 152 000votos; Haya de la Torre 106 000; José María de la Ja-ra y Ureta 21 921; y Arturo Osores 19 653. La vic-toria del candidato “urrista” era contundente, pueshabía obtenido más votos que todos los demás can-didatos juntos. Sin embargo, mientras De la Jara yOsores reconocieron su derrota, los apristas denun-ciaron fraude electoral y llegaron a decir que Hayade la Torre era el “presidente moral del Perú”. Estefue el inicio del odio aprista hacia Sánchez Cerro yde la violencia que se desató en el país, cuyos pun-

tos más álgidos fueron la revolución aprista deTrujillo (1932) y el asesinato de Sánchez Ce-rro (1933).

OBRA DE GOBIERNO Y ASESINATODE SÁNCHEZ CERRO

El 8 de diciembre de 1931 se instaló la Asam-blea Constituyente. Ese mismo día asumió elmando Sánchez Cerro; su primer gabinete es-tuvo integrado por Germán Arenas, presiden-te del Consejo de Ministros y ministro de Fo-mento; Luis Miró Quesada, Relaciones Exte-riores; José Manuel García Bedoya, Gobierno;Eufracio Álvarez, Justicia e Instrucción; José

Cateriano, Hacienda; coronel Manuel E. Rodríguez,Guerra; y Alfredo Benavides Canseco, Marina. Apartir de ese instante, sin embargo, la aparente cal-ma previa a las elecciones desapareció y el bandoperdedor, el APRA, inició una feroz campaña deoposición y violencia que siempre encontró unareacción firme del gobierno en defender los resulta-dos electorales. Este clima fue empeorando hastadesembocar, prácticamente, en una guerra civil.

Los sucesos fueron desencadenándose en formadramática. El primer escenario de enfrentamientofue el congreso constituyente donde la Célula Par-lamentaria Aprista –liderada por Manuel Seoane,Carlos Manuel Cox, Luis E. Heysen y Luis AlbertoSánchez– debatía con el oficialismo en medio degritos, amenazas e insultos. Pronto circularon ru-mores de conspiraciones e intentos de asesinatos. ElCongreso aprobó una “ley de emergencia” destina-da a reprimir cualquier desmán que a su juicio pu-

diera ocasionar el APRA. De este modo secerraron locales apristas, se clausuró su ór-gano periodístico La Tribuna y el 18 de fe-brero de 1932 fueron desaforados y luegodeportados los parlamentarios de la oposi-ción. Los principales líderes del “partidodel pueblo” fueron perseguidos, varios de

892

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Víctimas de la violencia política en Huancavelica,1934. En 1932 se inició una verdadera guerra civil

que enfrentó al ejército con el APRA y que supusoun veto histórico a este partido. Recién en 1962 el

APRA pudo contar con su candidato natural, VíctorRaúl Haya de la Torre, para los comicios generales

de dicha fecha.

Luis A. Flores, conspicuo líder de la UniónRevolucionaria, dirigiéndose a la multitud.

Page 63: La Republica Oligarquica Peruana

ellos pasaron a laclandestinidad y Ha-ya de la Torre fue re-cluido en la isla de ElFrontón. Surge aque-lla relación, basadaen el terror, entre elAPRA y el Ejército,cuyos signos fueron:la sublevación de lamarinería aprista enel Callao (7 de mayode 1932), la sangrien-ta revolución apristade Trujillo que se ini-ció con la masacre devarios oficiales delejército en el cuartel O’Donovan y culminó con laejecución masiva de sus líderes y seguidores en losmuros de la ciudadela de Chan Chan (7 de julio de1932), la rebelión de Huaraz (13 de julio de 1932)y el levantamiento de Cajamarca por el comandan-te Gustavo Jiménez (11 de marzo de 1933). El go-bierno culpó a la dirigencia aprista de instigar o par-ticipar directamente en todos estos acontecimientos(Villanueva 1973). Como si esto fuera poco, antes,el 6 de marzo de 1932, el presidente Sánchez Cerrosufrió un atentado contra su vida cuando salía lue-go de escuchar misa en la iglesia matriz de Miraflo-res. Un joven aprista le disparó por la espalda, sal-vando el presidente milagrosamente. Estos hechos,todos ocurridos en 1932, el “año de la barbarie”(Thorndike 1969), no serían sino el preludio deotro aún más dramático: el asesinato del propioSánchez Cerro.

Antes de entrar al acontecimiento final de esteaccidentado gobierno reseñemos sus principalesobras. El 9 de abril de 1933 quedó promulgada lanueva Constitución. El texto se basó en el antepro-yecto elaborado por una comisión ad honoremnombrada por la junta de gobierno el 7 de agosto de1931; la integraron Manuel Vicente Villarán, comopresidente, Víctor Andrés Belaunde, DiómedesArias Schereiber, Carlos García Gastañeta, CarlosDoig y Lora, Jorge Basadre Grohmann, José LeónBarandiarán, Toribio Alayza y Paz Soldán, RicardoPalma, Luis Eduardo Valcárcel, Emilio Romero yCésar Antonio Ugarte.

Pero vayamos al nuevo texto constitucional.Luego de la experiencia leguiísta no se contempló lareelección inmediata y se fijó el período presiden-cial en seis años. Asimismo, gozaban de derecho a

sufragio todos losciudadanos que su-pieran leer y escribir,el voto era secreto, secontemplaba el ha-beas corpus, el Estadoprotegía a la religióncatólica, apostólica yromana (sin embargo,las demás religionesgozaban de libertadpara el ejercicio desus respectivos cul-tos), se contemplabala pena de muerte pordelitos de traición a lapatria y homicidio ca-

lificado. Entre los derechos fundamentales figura-ban la libertad de asociarse y contratar, la inviolabi-lidad de la propiedad, la libertad laboral, no habíaprisión por deudas, la libertad de conciencia, el de-recho de petición, la inviolabilidad del domicilio yde la correspondencia, las libertades de reunión yde prensa, y el derecho de no ser expatriado.

En el orden interno, a pesar de la guerra civil, elrégimen pudo realizar algunas obras. Una impor-tante decisión fue la supresión de la “ley de cons-cripción vial” que tantos perjuicios ocasionó a losindios durante el “Oncenio”. Asimismo, se aplica-ron fondos prodesocupados para evitar la migracióna las ciudades, se iniciaron proyectos de coloniza-ción gradual de la selva y la ampliación de disposi-tivos en favor de los indios. En beneficio a los tra-bajadores se estableció el jornal extra por el 1º demayo, el régimen de vacaciones, la construcción derestaurantes populares y el contrato individual detrabajo. En el campo de la defensa nacional, y anteun posible conflicto con Colombia, se crearon la Je-fatura Superior de Defensa Nacional y la Junta Eco-nómica de Defensa; se ordenó la construcción decuarteles en La Perla, Juliaca e Iquitos; se adquirie-ron equipos completos para el Ejército y la Policía;se dispuso la construcción del Hospital de Sanidaden Las Palmas; y se intentó renovar todo el materialbélico. La educación nacional se vio favorecida conla intención de crear escuelas modernas para milalumnos cada una y la creación de 90 centros en to-do el país, así como la inauguración de escuelasprácticas y especializadas. Finalmente se construye-ron el camino al Pichis, la carretera a Pucallpa, elcamino de Canta a Huánuco, y los de Puno, de Pai-ta a Piura, de Sullana a Tumbes y de Talara a Tum-

893

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Folletería política aprista incautada por las autoridades militaresdurante la represión política de 1932.

Page 64: La Republica Oligarquica Peruana

bes; en materia de irrigación, las pampas de La Joyaen Arequipa recibieron la mayor atención.

Fueron las tensiones internacionales las que fi-nalmente provocaron, sin ser ése el verdadero mó-vil, la trágica muerte de Sánchez Cerro. Los térmi-nos del tratado Salomón-Lozano firmado por Le-guía con Colombia indignaron a la opinión nacio-nal, especialmente a los loretanos, un grupo de loscuales, en setiembre de 1932, se apoderó del pueblode Leticia y expulsó a las autoridades colombianas.Sorprendido ante el hecho, Sánchez Cerro lo consi-deró obra de sus enemigos políticos –léase apristaso comunistas– y empezó a buscar una solución con-ciliatoria. Tiempo antes, el 28 de agosto de 1930, elentonces triunfador ante el “Oncenio”, declaraba ala agencia Associated Press, lo siguiente: “Nosotrosno reabrimos la cuestión internacional arregladapor el ex presidente señor Augusto B. Leguía. Noso-tros miramos tales cuestiones como hechos cumpli-dos, pues los arreglos hechos por el anterior gobier-no lo fueron a nombre del Perú y no a nombre per-sonal de Leguía; nuestro único interés es la reorga-nización interna del país y el aseo de la casa” (cita-do por Palacios 1987).

Pero ahora el panorama había cambiado. En suentusiasmo los captores de Leticia no midieron lasconsecuencias del hecho, ocasionando la naturalprotesta de Colombia y negándose el Perú a presen-tar excusas en los términos que la nación agredidaexigía. A esta situación siguieron enfrentamientosfronterizos y el desarrollo de los acontecimientosocasionó el desapego de Sánchez Cerro al tratadoSalomón-Lozano. La guerra era inminente y se de-cide movilizar 20 mil efectivos a la frontera. Pero elmomento trágico debía llegar. El 30 de abril de1933 cuando Sánchez Cerro pasaba revista a la tro-pa en el hipódromo de Santa Beatriz, un joven de fi-

liación aprista le disparó a quemarropa más de unadecena de balas. Para Franklin Pease: “No pudo ar-gumentarse que el asesinato del presidente SánchezCerro fuera motivado por el rechazo al ejercicio ile-gal del poder; tampoco que se originara en un repu-dio al caudillismo, pues su asesino provenía asimis-mo de una organización política que funcionó siem-pre sobre una dirigencia típicamente caudillista,que se intenta ejercer aun después de fallecido Ha-ya de la Torre. En realidad, lo más visible es la bús-queda de la eliminación física del adversario capazde organizar un partido político que lograra tanto omás acceso a las masas que el APRA. Así parece ha-ber razonado su asesino, o quienes lo impulsaron alcrimen” (1993: 164-165).

Asesinado Sánchez Cerro, esa misma tarde elCongreso decidió nombrar como presidente de laRepública para completar el período del difunto go-bernante, al general Óscar R. Benavides. El nombra-miento era una clara violación constitucional perose invocó la situación de emergencia. Continuaba elmilitarismo.

SEGUNDO GOBIERNO DE BENAVIDES

Vencedor de La Pedrera y captor de Puerto Cór-dova en 1911, el general Óscar R. Benavides luegode su primer breve mandato (1914-1915), se de-sempeñó como observador en la primera guerramundial y defendió los derechos del Perú en rela-ción con el problema de Tacna y Arica en la confe-rencia de Versalles (1919). Opositor al régimen deLeguía, renunció al cargo de ministro plenipoten-ciario en Roma (1921) y se apartó de toda actividadpública, incluso a su llegada a Lima. Fue acusado,sin embargo, de conspirar contra el régimen y, conotros opositores, fue desterrado a Australia. Con la

ayuda de los demás exiliados lideró una su-blevación obligando a enrumbar su nave ha-cia Costa Rica. Pasó a Guayaquil, pero ante laimposibilidad de ver derrocado a Leguía, via-jó a Europa. Terminado el “Oncenio” es nom-brado ministro plenipotenciario en Madrid(1930 y 1931) y en Londres (1932). Ante elinminente conflicto con Colombia fue llama-do al Perú donde desempeñaba la dirección

894

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Óscar R. Benavides asumió el poder facultado por elCongreso para suceder a Luis M. Sánchez Cerro. Sugobierno procuró pacificar a un país convulsionado; alanularse las elecciones de 1936 se prorrogó su mandato hasta 1939.

Page 65: La Republica Oligarquica Peruana

del Consejo de Defensa Nacional al momentodel asesinato de Sánchez Cerro.

Lo prioritario para el nuevo régimen erasolucionar la cuestión con Colombia, la quequedó zanjada el 24 de mayo de 1934 cuandose suscribió en Río de Janeiro un protocoloconfirmatorio. En la opinión pública éste que-dó siempre como un asunto controversial,criticándose muchas veces la cesión del “tra-pecio amazónico”. El horizonte político inter-no se aclaró un poco gracias a una ley de am-nistía que originó un relativo acercamiento delAPRA al gobierno. Se liberó a los presos políticospermitiendo la circulación de diarios clausurados yreabriendo la Universidad de San Marcos.

El mandato de Benavides debía culminar en1936 según el período para el que fue elegido Sán-chez Cerro. Diferentes candidaturas se lanzaron,pero la de Haya de la Torre fue rechazada por el Ju-rado Nacional de Elecciones basándose en la prohi-bición constitucional en contra de los “partidos in-ternacionales”, entre los cuales se hallaba el APRA.Ante este panorama, Luis Antonio Eguiguren, quienhabía sido presidente de la Asamblea que promulgóla Constitución de 1933, salió triunfador en laselecciones. Su triunfo no fue reconocido al decidirel Congreso que se debió al endoso de votos apris-tas. El mandato de Benavides, ya totalmente anti-constitucional, se prolongó has-ta 1939, ahora con la persecu-ción abierta al APRA y a los co-munistas. Otra vez desde el mis-mo gobierno, con la complici-dad del Congreso, se alentaba elmilitarismo.

Los inesperados seis años delsegundo gobierno de Benavidestuvieron como lema “Orden,Paz y Trabajo”. Se dotó de mo-derno armamento al Ejército,Marina y Aviación, se edificócuarteles y se reglamentó el Ser-

vicio de Movilizables ante cualquier peligro en laseguridad nacional. También se restableció el crédi-to exterior; se construyeron el terminal marítimo ydique seco del Callao, las carreteras Panamericana yCentral hasta Tingo María, declarándose el libretránsito por el territorio nacional; se culminó la edi-ficación de los actuales palacios de Gobierno y Jus-ticia, ambos en Lima; se construyeron diversos ba-rrios obreros y restaurantes populares, y se crearonel Seguro Social Obrero y la Dirección de Trabajo yPrevisión Social para resolver los problemas labora-les; se promulgó el Código Civil de 1936 que reco-noció, por vez primera, el divorcio en el Perú; seinició una política de fomento al turismo, para locual se construyó el hotel de Turistas de Tingo Ma-ría y se avanzaron los de Piura, Huánuco, Chala,Cuzco, Camaná, Puno, Huancayo, Huaraz, Arequi-

Revista militar en la que se aprecia en primer plano aÓscar R. Benavides, 1934.

895

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

El presidente Benavides en unaactuación pública en la sede de la

Benemérita Sociedad Fundadores dela Independencia, en Lima.

Page 66: La Republica Oligarquica Peruana

pa y Abancay; se estableció la Dirección de AsuntosIndígenas en el ministerio de Salud Pública; en se-tiembre de 1935 se promulgó la ley que establecía elministerio de Educación Pública y se dio incentivospara la carrera magisterial mediante el sistema deconcurso para cubrir las plazas vacantes, la estabili-dad laboral y el incremento de beneficios del mu-tualismo magisterial (préstamos, pensiones, seguroy hospitalización); fueron estudiados importantesproyectos para la construcción de hospitales comoel Obrero, el central Policlínico y dispensarios tan-

to en Lima como en provincias; finalmente se pre-paró el Censo General, que fue realizado recién en1940 durante el siguiente gobierno.

Luego de culminar su mandato, Benavides fuehonrado por su sucesor con el título de mariscal delPerú en 1939. Pronto fue acreditado nuevamentecomo embajador del Perú en Madrid (1940) y luegoen Buenos Aires (1941). A su retorno colaboró en laformación del Frente Democrático Nacional; murióel 2 de julio de 1945, cuando había sido confirma-do el triunfo de José Luis Bustamante y Rivero.

896

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Luego del tercer militarismo republicano repre-sentado por Sánchez Cerro y Benavides, se intentódesde el poder Ejecutivo designar al candidato a lapresidencia de la República. Así fue elegido, en1939, Manuel Prado a su primer gobierno (1939-1945); pero este éxito también se debió al tácitoapoyo del APRA y del Partido Comunista, en tantoque Prado era el representante de la tan buscadaburguesía progresista, interesada en democratizarla vida del país. Se equivocaron. En 1945, sin em-bargo, José Luis Bustamante y Rivero no fue “desig-nado” por Prado para ocupar la primera magistra-tura de la nación; su triunfo se inició con el naci-miento del Frente Democrático Nacional. El régi-men de Prado respondió al esquema conservadorde los anteriores, esto es, mantuvo fuertes vínculoscon la oligarquía, gobernó dictatorialmente, repri-mió al APRA, limitó fuertemente la actividad sindi-cal e implantó una política económica de laissezfaire orientada a la exportación. Bustamante no en-cajó en este patrón. Su breve gobierno (1945-1948)representó el primer esfuerzo para ofrecer una al-ternativa reformista al APRA, aunque para llegar alpoder necesitó el apoyo electoral del partido de Ha-ya de la Torre. Por ello, los oligarcas conspiraroncon los oficiales que les eran adeptos para llevar acabo un golpe que eliminara a Bustamante y restau-rara una dictadura militar de derecha, con el gene-ral Manuel A. Odría a la cabeza.

LA ILUSIÓN DEMOCRÁTICA DE PRADO

Era Manuel Prado y Ugarteche (Lima 1889- Pa-rís 1967) miembro de una de las familias más acau-daladas del país. El llamado “imperio Prado” se ha-bía formado desde finales del siglo XIX con inver-siones urbanas en los sectores industrial, serviciospúblicos y financiero. Parte de él eran la fábricatextil de Santa Catalina, acciones en las empresaseléctricas y de teléfonos, y el Banco Popular. Deotro lado, los hermanos Prado y Ugarteche eran hi-jos del presidente Mariano I. Prado, héroe de laguerra con España de 1866 y presidente cuestiona-do durante la guerra con Chile. De ellos, los másrepresentativos eran Mariano (el empresario), Ja-vier (el intelectual), y Jorge y Manuel (los políti-cos). Durante la “República Aristocrática”, el podereconómico llevó a los Prado a la política siendo di-rigentes importantes del Partido Civil.

Manuel Prado estudió en la facultad de Cienciasde la Universidad de San Marcos y en la EscuelaNacional de Ingeniería, donde se graduó de inge-niero civil. Se inició en la política cuando participóen la revuelta militar contra el gobierno de Billing-hurst, acompañando al general Benavides en suasalto a palacio de gobierno. Fue diputado porHuamachuco (1919) y luego desterrado, como mu-chos civilistas, por el régimen de Leguía (1921),permaneciendo en Europa hasta 1932. A su regre-

XLOS ENSAYOS DEMOCRÁTICOS: 1939-1948

Page 67: La Republica Oligarquica Peruana

so ocupó la presidencia de la Compañía Peruana deVapores y la dirección del Banco Central de Reserva.

Una vez en el poder Prado desarrolló una hábilestrategia para lograr el apoyo internacional. Cuan-do estalló la segunda guerra mundial rompió rela-ciones con los países del Eje (Roma-Berlín-Tokio) yles declaró la guerra asociándose a los aliados. Al in-gresar Estados Unidos al conflicto, luego del ataquea la base de Pearl Harbor, firmó un tratado de prés-tamos y arriendos, por el que se congelaban los pre-cios de las exportaciones peruanas a cambio de lareducción de los aranceles latinoamericanos. Decla-rándose amigo personal del presidente norteameri-cano Franklin D. Roosevelt, Prado permitió a losEstados Unidos la instalación de una base aérea enTalara (Piura) y deportó en masa, tonta e injustifi-cadamente, a residentes alemanes y japoneses. Estachauvinista posición le valió a su régimen, efectiva-mente, obtener el aval del gobierno norteamerica-no; pero a la vez provocó resistencias por parte dealgunos de sus colaboradores debido a una ciertasimpatía del sector de la clase alta por el fascismo,simpatía que se fue esfumando durante el desarro-llo de la guerra, con las debacles de Mussolini y Hi-tler. Los hacendados, por su parte, estuvieron satis-fechos con el curso del conflicto, puesto que la de-manda internacional trajo prosperidad al sector ex-portador.

La guerra mundial también generó un replantea-miento de las posiciones del Partido Comunista y

del APRA. El primero, liderado por EudocioRavines, se alió al gobierno en su lucha juntoa los aliados contra el Eje, su principal enemi-go ideológico a nivel internacional. Haya de laTorre también redefinió su posición frente alos Estados Unidos –léase imperialismo– enfunción del New Deal y la doctrina de la “bue-na vecindad”. De esta forma, según el aprismo,se creaban las condiciones para una libre yequilibrada relación entre Indoamérica y losEstados Unidos en beneficio de ambos.

Simultáneamente a estos cambios políticos,el Ejército peruano obtuvo en 1941 su primertriunfo bélico en mucho tiempo. El conflictocon el Ecuador, cuyas tropas nuevamente in-vadieron territorios peruanos, fue el marcopropicio para que la población orientara su

897

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La candidatura de Manuel Prado supo articular el apoyo dela alta burguesía peruana y de los partidos políticos de

izquierda, en especial del APRA. Miembro de unafamilia prominente en el mundo de los negocios de la

época, Prado se caracterizó por su pragmatismodurante su gestión presidencial.

Marcha y manifestación pública del Partido Social Nacionalista delPerú en la década de los 30. Esta agrupación se inspiraba en el

fascismo europeo que capturó a una gran masa de simpatizantes endiversos países de América Latina.

Page 68: La Republica Oligarquica Peruana

apoyo a las fuerzas armadas y al gobierno. Los pues-tos peruanos de Aguas Verdes, Lechugal, La Palmay varios sectores de la región oriental, así como losde Ecuador: Huaquillas, Chacras, Balsalito y Carca-bón, se convirtieron en los focos iniciales de estacontienda bélica. La acción militar más importantefue la de Zarumilla (23 de julio de 1941) donde elejército peruano al mando del general Eloy G. Ure-ta venció a las tropas ecuatorianas; todo culminócon la ocupación militar peruana de la provincia deEl Oro y el sacrificio del héroe de la aviación mili-tar José A. Quiñones. Las tropas peruanas pudieronhaber llegado hasta Guayaquil si Estados Unidos nohubiera intervenido para arreglar el conflicto.

El 29 de enero de 1942 se firmó, bajo el patroci-nio de la conferencia de cancilleres realizada en Ríode Janeiro, el Protocolo de Paz, Amistad y Límitesque lleva el nombre de aquella ciudad, el cual esta-bleció una frontera definitiva, cuya delimitación enel terreno correría a cargo de una comisión mixtaque cumplió su cometido poco después bajo el am-

paro de cuatro países garantes (Estados Unidos, Ar-gentina, Brasil y Chile). En virtud de aquel incues-tionable documento diplomático, acorde a las nor-mas del derecho internacional, el Perú recuperó losterritorios de Cocha Redonda (en el río Lagartoco-cha), Lagartococha, Puerto Pichincha y PuertoObando (en el río Aguarico); Rocafuerte, La Banda,Arcadia, San Antonio y Yasuni (en el río Napo);Vencedores (en el río Nashiño); Tarqui, Bellavista yConocaco (en el río Corrientes); y Huachi, Pinches,Chambira, Andoas y Tonegrama (en el río Pastaza).Es necesario aclarar que, años después, sólo queda-ba por demarcar un estrecho tramo, ubicado en lacordillera del Cóndor, habiéndose colocado los hi-tos respectivos en el resto de la extensa zona fronte-riza. Diversas declaraciones ecuatorianas han pre-tendido desconocer el contenido del Protocolo deRío de Janeiro. En tal cortina de humo Ecuador hamantenido una activa política de difusión interna-cional, incluyendo la distribución de mapas altera-dos, reclamando como suyos territorios peruanosen una amplia área que llega por el sur hasta losríos Marañón y Amazonas. En este contexto se ins-criben las invasiones del territorio peruano por lacordillera del Cóndor en 1981 y 1995.

El triunfo de 1941 acentuó las buenas relacionesde Prado con los militares. El presidente aparecía enpúblico con su uniforme de teniente de reserva pa-ra resaltar sus simpatías por las fuerzas armadas. Elpaís, además, aún dolido por la derrota ante Chile yel posterior revés diplomático frente a Colombia,reaccionó ante la victoria con entusiasmo irrefrena-ble. El Congreso declaró a Prado “héroe nacional” ycon esto su familia podía sacudirse del nefasto re-cuerdo que la memoria de los peruanos guardabasobre la actuación de Mariano I. Prado durante laguerra con Chile.

Prado aparecía así como un hombre de recursosque lo convirtieron en uno de los políticos más efi-caces del Perú moderno. Su astucia política y caris-ma personal lo acercaron a los grupos populares y lacoyuntura internacional favorable lo presentó comoel gestor de una reducción de la presión popular y,por ende, de la represión gubernamental, ofrecien-do la imagen, tanto nacional como internacional, deque en el Perú imperaba la democracia.

Este clima de estabilidad política le permitió algobierno realizar algunas obras públicas de enver-gadura. En 1940 se realizó un Censo General quearrojó una población de 6 millones 207 mil 966 ha-bitantes para el país, cifra que una vez corregida yproyectada alcanzó a 7 millones 858 mil 519 habi-

898

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Eloy Ureta, héroe militar de la campaña de 1941 en elconflicto con el Ecuador.

Page 69: La Republica Oligarquica Peruana

tantes. El censo, el último realizado bajo criterios ra-ciales, también arrojó una serie notable de informa-ciones como que 1 de cada 41 peruanos tenía ins-trucción secundaria; universitaria 1 de cada 202; en-señanza técnica o comercial 1 de cada 336; y más de5 años de educación primaria, el 11% de la pobla-ción. Señalaba también que el 57% de los peruanoseran analfabetos y el 35% era monolingüe. En estecontexto se promulgó, en 1943, la Ley Orgánica dela Educación Pública en la cual se incluyó a la uni-versidad y se desconocieron las reformas emprendi-das durante el “Oncenio” de Leguía. Con respecto alos pobladores andinos se trató de dotarlos de tierrasy para su educación se organizó un programa inte-

gral de alfabetización. En Lima se inauguró elHospital Obrero y se propició en el Rímac laconstrucción de barrios obreros. Se amplió lainstalación del servicio de agua potable en al-gunas ciudades del interior, como Huánuco yChimbote. El turismo, continuando la políticade Benavides, siguió cobrando impulso y semejoró los hoteles de Turistas de Arequipa,Tingo María, Chala y Camaná.

Dos hechos, sin embargo, causaron gravesdaños al país. El primero fue un terremoto queasoló Lima, Callao y balnearios el 24 de mayode 1940; fue seguido por un maremoto en elCallao y hubo gran destrucción de viviendas yedificios públicos. El segundo fue el hasta hoyinexplicable incendio de la Biblioteca Nacionalel 11 de mayo de 1943 que dejó convertida enlodo y cenizas la mayor colección bibliográficay documental, reunida y protegida con tantosacrificio luego del saqueo sufrido durante laocupación chilena. El reto de la reconstrucciónfue asumido por el historiador Jorge Basadre(Tacna 1903-Lima 1980). No faltaron los es-

cépticos. Fueron muchos los intelectuales que dije-ron y repitieron que el patrimonio cultural del paíshabía quedado hecho cenizas para siempre. Pero Ba-sadre, luego de cuatro años de titánica labor, demos-tró que ese tesoro era en buena parte recuperable através de búsquedas en Lima, en provincias y en elextranjero. Así se formó la nueva colección en basea compras, canjes y donativos y, en un lapso relati-vamente corto, se llegó a tener la base de una acep-table documentación peruana antigua y moderna.Para complementar esta labor y preparar rápidamen-te al personal técnico se creó la Escuela de Bibliote-carios, verdadero núcleo de la nueva estructura de laBiblioteca Nacional.

899

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Sala de lectura de la antigua Biblioteca Nacional delPerú; fotografía tomada del Álbum República

Peruana 1900.

Frontis del Hospital Obrero de Lima (hoy HospitalGuillermo Almenara Irigoyen) inaugurado el 3 dediciembre de 1939 por el general Óscar R. Benavides.Este hospital fue destinado a los trabajadores de Limay Callao; en 1936 Benavides había fundado la CajaNacional de Seguro Social.

Page 70: La Republica Oligarquica Peruana

Finalmente, a pesar de su astucia política, Prado–a quien el ingenio popular bautizó como “el hom-bre de la mala suerte” por la serie de tragedias ocu-rridas durante su gobierno– no pudo escoger a susucesor como lo habían hecho los presidentes del“Segundo Civilismo” o como Benavides en su pro-pio caso. En las elecciones de 1945 se hicieron pre-sentes no sólo los partidos ya consolidados sinoagrupaciones específicas y nuevas que buscaban unlugar en el juego político, como el Partido SocialRepublicano integrado por un grupo de intelectua-les universitarios. La candidatura ganadora, la deJosé Luis Bustamante y Rivero, fue posible gracias ala concurrencia de diferentes grupos en medio devisibles –y peligrosas– concesiones políticas (comolas “renuncias” de Benavides y Haya de la Torre).Esta idea de un frente único, que culminó con la or-ganización del Frente Democrático Nacional, serealizó exclusivamente con fines electoreros, lo-grando reunirse el APRA, los sindicalistas, la AcciónPeruana, el Partido Socialista Peruano (de LucianoCastillo) y la Acción Democrática Peruana. El pro-piciador de este movimiento, que se inició en Are-quipa, fue Manuel J. Bustamante de la Fuente. Reu-nía a todos los sectores que aspiraban a una real de-mocratización de la vida nacional y le permitieranal APRA la legalidad para actuar en próximas elec-ciones. De este modo el Frente Democrático Nacio-nal reconoció a Bustamante como el hombre ético,de prestigio intelectual, que había elaborado el ma-nifiesto de la revolución de Arequipa que encumbróa Sánchez Cerro y que podía ser el personaje de unatransición democrática para reorientar la políticanacional. Las elecciones se celebraron el 10 de juniode 1945. Sólo votaron 450 mil electores, de los cua-les 300 mil lo hicieron por Bustamante y Rivero y150 mil por el candidato oficial, el general Eloy G.Ureta. El Congreso tuvo una clara mayoría aprista,junto con gobiernistas y algunos comunistas.

EL REFORMISMO DE BUSTAMANTE

José Luis Bustamante y Rivero (Arequipa 1894-Lima 1988), al iniciar su gobierno, percibió la totalinmadurez de la clase política para realizar acuer-dos. A pesar de esta constatación, siempre se man-tuvo respetuoso de la independencia de los poderespúblicos así como de los partidos o facciones repre-sentados en el Congreso. Ésa fue su principal virtuddemocrática, pero también la causa del entrampa-miento de su gobierno y de su posterior caída. ElAPRA, que dominaba en el parlamento, y el gobier-

no pusieron en práctica una política destinada a fa-vorecer de manera inmediata y relativa a los grupospopulares urbanos, actuando en forma casuísticapara captar más adeptos, pero cada agrupación porsu propio lado. De este modo no se implementó unapolítica coherente capaz de modificar sustancial-mente la calidad de vida de la mayoría de la pobla-ción, como la universalización del voto (los analfa-betos, la gran mayoría, no tenían derecho al sufra-gio), la reforma agraria o la aplicación de un régi-men de control al capital extranjero, medidas queeran parte del plan mínimo del aprismo desde 1930.

Entre 1945 y 1948, el poder Ejecutivo, a pesarde la crisis internacional derivada del fin de la se-gunda guerra mundial, trató de incrementar el sala-rio de los obreros y empleados –que representabanun porcentaje muy bajo de la población–, auspicióel reconocimiento de algunas organizaciones sindi-cales, amplió la cobertura educativa y realizó unareforma universitaria. Al mismo tiempo se subsidia-ban los productos básicos del consumo popular, en-tre otras medidas de asistencia social. Todo esto lle-vó a un peligroso crecimiento del gasto público sinmodificar el sistema de recaudación tributaria. Losapristas controlaban en las municipalidades la dis-tribución de alimentos básicos descubriéndose fa-voritismos políticos y casos de corrupción, todo locual deterioraba aún más la credibilidad del gobier-no. De otro lado, Bustamante y Rivero mantuvo unapolítica de control de cambios y estableció licenciaspara la importación, en un momento en que la cri-sis del mercado internacional determinaba una apa-ratosa caída del valor y volumen de las exportacio-nes mientras que las importaciones aumentabandramáticamente. La odiosa inflación apareció y conella se agudizaron las tensiones sociales y el reclamodel sector agro-minero exportador. El APRA, cau-sante en parte del populismo imperante, acusó algobierno de ser el responsable de la crisis, originan-do un enfrentamiento muy peligroso con el Ejecuti-vo. Bustamante y Rivero quedaba desprovisto de to-do apoyo.

Como si esto fuera poco, en 1947 se produjo elasesinato del director del diario La Prensa, Francis-co Graña Garland, vocero del sector exportador. Elenfrentamiento se tornó entonces dramático. Losapristas fueron acusados del crimen. La Acción Na-cional, que congregaba a los antiapristas, dirigidapor Pedro Beltrán y su nuevo asesor político, el excomunista Eudocio Ravines, fomentó el ausentismoparlamentario mientras que en el resto del país seproducían huelgas, manifestaciones y tomas de tie-

900

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Page 71: La Republica Oligarquica Peruana

rras con la consiguiente represión política queanunciaba el quiebre del orden democrático (Cotler1978).

El 3 de octubre de 1948 los apristas organizaronuna rebelión armada de la escuadra en el Callao; po-co antes se había producido una sublevación antia-prista encabezada por miembros de la Unión Revo-lucionaria. El Movimiento Cívico Independiente, alque también perteneció Beltrán, dio a conocer sudeclaración de principios: “Tanto el aprismo comoel comunismo representan males igualmente peli-grosos para el Perú y ambas agrupaciones llevangérmenes de disolución y lucha de clases. Su dife-rencia en lo que a nuestro país se refiere solamenteradica en que el comunismo no está manchado desangre” (citado por Guerra 1994: 603).

La idea era organizar un frente principalmentecontra el aprismo, convocatoria a la cual se unieronla Acción Nacional, la Unión Revolucionaria, el Par-tido Demócrata, el Partido Social Republicano y elPartido Socialista Auténtico.

Al régimen le quedaba poco tiempo de vida.Desde la perspectiva de la oligarquía el presidenteera demasiado débil para enfrentar la amenaza tota-litaria del APRA, a la cual veía como una secta in-ternacional de carácter conspirativo, cuyo mal disi-mulado propósito habría sido conquistar la totali-dad del poder con el fin de establecer un régimendictatorial de partido único. Para los apristas, el fra-caso de la experiencia democrática, entre 1945 y1948, era responsabilidad de Bustamante y Rivero,quien –pese a ser elegido con votos apristas– tratóde reducir permanentemente la influencia de esepartido y, finalmente, optópor apoyar a la oligarquía eilegalizar lo que era su basecierta de apoyo: el APRA. Elerror de los apristas había si-do su ciega confianza en Bus-tamante y Rivero.

Luego de haber sido de-rrocado, Bustamante y Riverodeclaró que la frustración dela democracia se debió al blo-queo de su gobierno por par-te del APRA, demagógica yhegemonista, y de la oligar-quía, una casta feudal y reac-cionaria (Portocarrero 1983).

Al margen de estos en-trampamientos políticos esjusto mencionar que durante

su gobierno Bustamante y Rivero decretó, con granrepercusión internacional, la soberanía peruana so-bre las 200 millas de mar territorial (1º de agosto de1947). De otro lado, se construyó la Unidad VecinalNº 3 como paso inicial para resolver el problema dela vivienda en Lima, se dio comienzo a los estudiosy trabajos para la irrigación de los valles del Chao,Virú y Moche, se dotó de agua potable a más de 20poblaciones, se implantó la enseñanza técnico-in-dustrial, se terminó de construir el Hospital de Bra-vo Chico destinado a los enfermos de tuberculosis,se realizaron obras para ganar zonas desérticas yorientarlas a la agricultura como la irrigación de 1700 kilómetros en las pampas de Ensenada y Mejía(provincia de Islay en Arequipa); finalmente, secrearon la Corporación Nacional de Turismo y laEmpresa Petrolera Fiscal.

LA DICTADURA DE ODRÍA

El golpe no se hizo esperar. El 27 de octubre de1948 se sublevó la guarnición de Arequipa al man-do del general Manuel A. Odría (Tarma 1897-Lima1974), sumándose luego todas las guarniciones delpaís, incluyendo la de Lima. Bustamante y Rivero,por negarse a renunciar, fue deportado a la Argenti-na y una junta militar de gobierno tomó el mandode la nación el día 31, declarando la ilegalidad delaprismo y del comunismo e imponiendo el decretoley de Seguridad Interior. Prescindiendo de un Con-greso, Odría gobernó dictatorialmente con el apoyode la oligarquía exportadora. Pudo superar parcial-mente la crisis económica, eliminando el control de

901

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Manuel A. Odría en una alocución pública. En 1948 derrocó a Bustamante y Rivero y fueelegido como presidente del Perú, en un proceso irregular, en 1950.

Page 72: La Republica Oligarquica Peruana

cambios e incrementando la producción algodoneray minera orientada a la exportación; incluso, llegó apromulgar un código de Minería. También creó elministerio de Trabajo y Asuntos Indígenas. Losobreros se vieron favorecidos al establecerse el sala-rio dominical, y los empleados con la creación delseguro social obligatorio. Amplió, de otro lado, lacobertura educativa y el régimen aumentaba cada

día su popularidad. Esto llevó a Odría a “renunciar”a su mandato en 1950 y convocar a elecciones en lasque fue candidato único. Quería convertirse en“presidente constitucional”. Mientras se celebrabanestas peculiares elecciones el poder quedó momen-táneamente bajo la dirección del general Zenón No-riega. El 28 de julio de 1950 Odría se ciñó la bandapresidencial ante el reabierto Congreso.

902

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Luego de la independencia, desde 1825 a 1840,la economía mostraba signos de un evidente estan-camiento y los peruanos vivían en medio de unasubsistencia mediocre. No era posible la formaciónde capital ni había ahorro bancario; tampoco existíael crédito interno –sólo el préstamo usurero de al-gunos comerciantes– y el externo estaba bloqueadoal no contar el país con garantías para solicitarlo. Enmedio de este oscuro panorama, aparece el guano

de las islas como un recurso exportable a Europa yNorteamérica que sufrían las consecuencias de laexplosión demográfica en pleno siglo de revoluciónindustrial. Era preciso en el Viejo Mundo incremen-tar la producción agrícola para una población queya llegaba, en 1850, a los 266 millones de habitan-tes. A partir de 1840 hasta el estallido de la guerradel Pacífico en 1879, el Perú exportó entre 11 y 12millones de toneladas de guano que generaron una

ganancia de 750 millones de pesos (Hunt1984); de ellos, el Estado recibió, como pro-pietario del recurso, el 60%, es decir, una ma-sa de dinero considerable como para conver-tirse, a través de inversiones productivas, en elprincipal agente del desarrollo nacional. Deotro lado, para medir la importancia del gua-no en la economía peruana, debemos decirque cuando Ramón Castilla estableció el pri-mer presupuesto para el bienio 1846-1847, laventa del abono representaba el 5% de los in-gresos nacionales; años más tarde, entre 1869y 1875, el guano contribuía en un 80% al pre-supuesto nacional. El Estado podía entoncesrecuperar el crédito externo con la garantía delguano y profundizar sus inversiones. No es

LA ECONOMÍALA ECONOMÍA

ILA ERA DEL GUANO Y LA “PROSPERIDAD FALAZ”

Una vista de las islas de Chincha en una fotografía de la segundamitad del siglo XIX; se puede apreciar el hotel y las capas de

guano que cubren una de las islas.

Page 73: La Republica Oligarquica Peruana

complicado deducir, pues, que la historia polí-tica, social y económica del Perú giraba, hasta1879, en lo que podía rendir el guano.

De otro lado, para la economía del sigloXIX, recientes investigaciones demuestran laexistencia de tres lógicas regionales que se dis-tinguían por su alto grado de autonomía y quedescansaban en la explotación de distintosproductos que las vinculaban con mercadosextrarregionales: Lima y la costa central (arti-culadas a partir de la explotación del guano yel desarrollo de la agricultura de exportación,principalmente azúcar y algodón); la sierracentral (plata, ganadería altoandina y luego,subsidiariamente, el aguardiente de caña enlos valles selváticos contiguos); y el sur andi-no (las lanas y las fibras de los camélidos an-dinos). Y como las investigaciones sobre la re-gión norteña (Piura, Tumbes y Cajamarca) son aúnmuy escasas no es posible intentar por ahora la ela-boración de una visión de conjunto del movimien-to de la economía peruana a lo largo del siglo XIX.

EL GUANO Y SU EXTRACCIÓN

El clima templado y la ausencia de lluvias en ellitoral hicieron posible que el excremento deposita-do durante siglos por las aves marinas quedara acu-mulado en los diversos islotes de la costa. Práctica-mente se trataba de montañas de guano que comen-zaron a ser reconocidas y utilizadas en los sembríoscosteños desde la época prehispánica; así lo recono-cen cronistas como José de Acosta, Pedro Cieza deLeón y Agustín de Zárate. También la arqueologíaha registrado su utilización por lo menos desde elIntermedio Temprano (200-600 d.C.). Durante losaños coloniales el recurso también fue extraído pa-

ra abonar las plantaciones de las haciendas, princi-palmente en la costa central. En ningún momentose pensó en el guano como un recurso capaz de sercomercializado internacionalmente, hasta que Ale-xander von Humboldt envió muestras de guano alos laboratorios alemanes en 1802. También llega-ron muestras a Estados Unidos (1824) y Francia(1832), y en 1840 Justus von Liebig –padre de laquímica agrícola– reconoció el alto valor del guanocomo fertilizante al comprobar su gran contenidoen nitratos y fosfatos; un químico francés en Tara-pacá, Alejandro Cochet, encontró que el guano po-seía amoníaco, ácido úrico y subcarbonato de sodio.El británico Tomás Way, consultor de la Real Socie-dad de Agricultura de Londres, lo recomendó comoabono y calculó su precio en 32 libras por tonelada.

De esta manera el Viejo Mundo se interesó porsu compra y el guano de las islas fue reemplazandolentamente en algunas zonas al estiércol de ganado

903

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La plaza Mayor de Lima en una litografía del Álbum geográfico delPerú (París, 1865).

El guano permitió alEstado peruano larealización deciertas obraspúblicas y produjouna relativabonanza económica.Carros conduciendoel preciado abonopara su embarque,siglo XIX.

Page 74: La Republica Oligarquica Peruana

que era utilizado desde la época medieval. En 1841,en el buque “Bonanza”, se envió el primer embar-que hacia Gran Bretaña y poco después fue necesa-rio despachar 22 barcos más con el mismo destinoy hacia Francia, Alemania y Bélgica con más de 6mil toneladas de registro. Hasta 1849 el precio porel guano en el mercado de Londres osciló entre 25y 28 libras esterlinas por tonelada. Un paréntesis sevivió en 1842 cuando el precio cayó a 12 libras portonelada debido a la competencia ofrecida por elguano africano. A partir de 1850 el precio promediofue de 18 libras, hasta producirse su descenso du-rante la década de 1860, cuando se inició la comer-cialización del fertilizante artificial recientementedescubierto.

Inicialmente el guano se extraía en las islas deChincha –el principal yacimiento– en forma gratui-ta; disposiciones legales de 1830 así lo establecían.Sin embargo, cuando hacia 1840 el Estado se diocuenta de lo rentable que podía ser su venta en Eu-ropa tomó posesión del recurso y empezó a regla-mentar su extracción. Entre 1841 y 1849 los contra-tistas del guano, con la colaboración del Estado,consiguieron penados y desertores del Ejército parael laboreo en las islas; éstos se complementaron conunos pocos esclavos y con peones peruanos a suel-do, así como con cierto número de obreros chilenos,más acostumbrados que la mayoría de los peruanosal duro trabajo manual en el clima de la costa.

En octubre de 1849 el Estado otorgó, hasta1855, las labores de extracción y embarque (el “car-guío del guano” como se le llamaba entonces)al comerciante Domingo Elías, quien ini-ció la introducción de mano de obrachina. A partir de ese momento laproducción y comercialización de-jaron de ser una sola empresa. Uninforme rendido en 1853 señala-ba que la gente de Elías estabaconformada por 600 chinos, 50esclavos y unos 200 chilenos operuanos, gran parte de estosúltimos penados o desertoresdel Ejército. A cada peón se leasignaba una cuota de 4 tone-ladas diarias de guano para en-tregar al borde de las escolleras,y por esa cantidad recibían los

convictos y chinos 3 reales al día (ocho reales eranun peso). De este jornal se retenían 2 reales por co-mida; a los peones libres se les abonaba 6 reales. Elabono que entregaban en exceso se pagaba por iguala todos los trabajadores.

El informe describe los frecuentes azotes a loschinos y declara que no había día en que no se pro-dujera un intento de suicidio. Posteriormente, cadatrabajador estuvo obligado a entregar un promediode 3 toneladas diarias a cambio de un ingreso men-sual de 32 chelines para los chinos, además de sucomida, y 37 chelines para los peones libres. El ca-pital fijo para el laboreo en aquellos años se compo-nía de picos, palas y 30 botes para el embarque;también se tuvo que construir diversas instalacio-nes como almacenes para el instrumental, viviendaspara los trabajadores y servicios de embarque. Co-mo vemos, el sector guanero era aparentemente pri-mitivo pero, por ejemplo, en 1869 había en las islasChincha 160 barcos con 4 mil tripulantes esperan-do recibir el guano y transportarlo a Europa y Nor-teamérica; esto a pesar de que, para ese año, ya sehabían explotado los mejores yacimientos y las islaseran “más pobres” (Mathew 1977).

LA VENTA DEL GUANO

Durante este período la venta del fertilizante tu-vo lugar bajo tres modalidades distintas, en ordencronológico: la venta directa, las consignaciones y elmonopolio (Bonilla 1982). Durante la primera de

ellas (1841-1847) el Estado firmó siete contra-tos de venta directa con dos acaudalados

comerciantes (Francisco Quiroz y Pe-dro González Candamo) y algunas

casas mercantiles extranjeras(Aquiles Allier, Montané, Pouma-roux y Puimirol, Gibbs). A pesarde la débil posición del Estadoen estas negociaciones, de las295 mil toneladas exportadaspudo captar el 33% del valordel retorno, lo que significóaproximadamente poco más de5 millones de pesos de ingresopor año. Es cierto que las cifras

no son muy confiables; sin em-bargo, esto permitió al gobierno

de Castilla encontrar la posibilidadde restablecer un crédito externo a

través de la conversión de las deudasanteriores en una nueva.

904

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Pedro González Candamo, empresario de los ferrocarriles, uno de los hombres más

adinerados del Perú del siglo XIX.

Page 75: La Republica Oligarquica Peruana

La deuda nominal era de 1 816 000 libras ester-linas y los intereses ascendían a 2 564 532. El envia-do peruano José Joaquín de Osma firmó en Londresun convenio con el Comité de Tenedores de Bonosen el cual quedó estipulado que la mitad del ingre-so neto del guano exportado a Gran Bretaña seríapara el pago de los bonos y dividendos a los acree-dores británicos; además, la firma contratista debíaser preferentemente inglesa. Por ello, en 1849 se fir-ma el convenio con la Casa Gibbs dando inicio alsistema de las consignaciones. Como consecuenciade estas operaciones, el valor de los títulos perua-nos en el mercado de Londres subió de 54 en 1849a 103 en 1852, ascenso que reflejaba el restableci-miento del crédito externo del Estado peruano.

El régimen de las consignaciones (1849-1869)lo inició, como anotamos más arriba, la Casa Gibbsque se convirtió no sólo en el mayor agente en In-glaterra sino en uno de los más grandes proveedo-res de fondos para el tesoro público del Perú. Estesistema consistía en que el Estado conservaba lapropiedad sobre el recurso y el consignatario apor-taba su capital para la explotación y venta; los con-tratos eran firmados por el Estado y podían ser pro-rrogables. Entre 1850 y 1861, Gibbs había exporta-do cerca de 2 100 000 toneladas de guano, cuyaventa le produjo un beneficio declarado de cerca de800 mil libras esterlinas. Gibbs entregó puntual-mente al tesoro público los beneficios; sin embargo,en 1857, el Estado peruano encargó a Mariano Ba-sagoitia y a Felipe Barriga la revisión de los libros dedicha compañía. Otra comisión que actuó en Fran-cia –a cargo de Tomás de Vivero– canceló el contra-to con la compañía Montané, distribuidora del gua-no en aquel país, entregando, por orden del gobier-no, el negocio a la Casa Gibbs. A fines de 1862,Gibbs no pudo obtener la renovación de su contra-to pues el segundo gobierno de Castilla entregó laconsignación a un grupo de peruanos asociados ba-jo el nombre de “Compañía de Consignatarios Na-cionales”. A partir de ese momento los que aducíanla condición de ser “hijos del país” (Clemente Ruizde Villate, Felipe Santiago Gordillo, José F. Caneva-ro, Manuel Pardo, Carlos Delgado Moreno y FelipeBarreda) pasaron a tener el control de la venta delguano en el mercado inglés.

El saldo de esta etapa con los consignatarios na-cionales no pudo ser más desalentador para el Esta-

do. Según las fuentes disponibles, parece que laventa del guano en Europa ya no era muy rentable–el precio por tonelada había bajado considerable-mente– y los nuevos contratistas no estaban en ca-pacidad de cumplir sus obligaciones; de esta formael Estado tuvo que recurrir al crédito externo paracubrir sus brechas presupuestales. En 1865 se ges-tionó un empréstito con Inglaterra que ascendía a50 millones de pesos, aunque al final el Estado sólopudo conseguir 7 millones de libras esterlinas; par-te de ese dinero sirvió para la adquisición de losblindados “Huáscar” e “Independencia”, parte me-dular de la escuadra que participó en la guerra delPacífico 14 años más tarde. La situación se agravócon los gastos que se efectuaron durante la guerracon España y el aumento de los intereses por deudainterna y externa. Un resumen de los principalesconsignatarios del guano se muestra en el cuadro dela página siguiente.

Todo ello explica la audaz medida aplicada en1869 por el joven ministro de Hacienda, Nicolás dePiérola, para la firma del contrato Dreyfus. Antes, elpresidente Balta le había encomendado la difícil ta-rea de reformular la política económica del país.Piérola entendió que para saldar el déficit fiscal–unos 17 millones de soles– había que quitar el ne-gocio a los consignatarios y organizar un monopo-

905

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

En esta caricatura se aprecia a Francisco Quiroz, el primerconcesionario del guano, quien aparece de espaldas, y a

Manuel del Río, ministro de Hacienda, 1855.

Page 76: La Republica Oligarquica Peruana

lio de la extracción y comercialización del guano. Elacuerdo con Dreyfus se firmó el 5 de julio de 1869y éste se comprometió a comprar al Perú 2 millonesde toneladas de guano, adelantando 2 millones desoles en dos mensualidades. Asumió, además, elcompromiso de entregar cada mes, hasta marzo de1871, la suma de 700 mil soles. Dreyfus se haríacargo de todo el negocio del guano a medida que elplazo de vencimiento de los contratos firmados conlos consignatarios fuese llegando a su fin. Tambiénse comprometió a pagar la deuda externa haciendouso de las ganancias obtenidas por la venta del fer-tilizante.

Como vemos, los términos del contrato eranventajosos para el Perú, pues recibiría mensualida-des fijas y podría programar sus gastos. Como es ló-gico, los consignatarios levantaron su voz de protes-ta y la prensa diaria se convirtió en una tribuna deataques contra Piérola y Dreyfus; el asunto prontollegó hasta los tribunales. De este modo, renegocia-da la deuda, el régimen de Balta estuvo en capaci-dad de obtener nuevos préstamos (1870-1872) pa-ra implementar su política ferrocarrilera y de cons-trucción de otras obras públicas. Pero la exigua ren-tabilidad de estas obras impidió la cancelación delos compromisos adquiridos; el propio Dreyfus de-jó de entregar las mensualidades porque el Estadono le cancelaba algunos adelantos adquiridos.

EL DESTINO DE LOS INGRESOS POR ELGUANO

Un estudio elaborado por el economista nortea-mericano Shane Hunt (1973) demuestra el destinode los ingresos por la venta del guano en la econo-mía peruana durante la denominada “prosperidadfalaz”:

7% para la supresión de las contribuciones de losindios y la manumisión de los esclavos

29% para los gastos de la burocracia civil

24.5% para los gastos militares

8% para el pago de la deuda externa

11% para el pago de la deuda interna

20% para la construcción de ferrocarriles

Las estimaciones anteriores nos demuestran elcarácter improductivo de la mayor parte de los gas-tos –con la excepción de los ferrocarriles– y latransferencia –vía la “consolidación de la deuda in-terna”– de un capital importante al mercado inter-

no para elevar la demanda o inducir la inversiónprivada. Detengámonos un momento en el proble-ma de la deuda interna. El 16 de marzo de 1850 elgobierno de Castilla aprobaba la ley de “consolida-ción de la deuda interna” que implicaba una vastaoperación financiera consistente en el pago de lasdeudas acumuladas contra el Estado peruano desdelas guerras de independencia y los inicios de la Re-pública en favor de los prestatarios nacionales.

La medida reconocía como créditos contra el Es-tado todos los préstamos otorgados voluntaria ocompulsivamente, en especies o en dinero, efectua-dos por cualquier autoridad gubernamental desde1820. La operación significaba el final de tantotiempo de frustración en reclamar dinero a un Esta-do prácticamente sin tesoro hasta la década de1840. Quedaban entonces dos posibilidades: pagara la más amplia variedad de acreedores, incluso bus-cando favorecer directamente a quienes tenían me-nos recursos, o pagar a una minoría valiéndose delos mecanismos estatales. Se optó por la segunda ycomenzaron a formarse rápidamente verdaderasfortunas a costa del erario público. En suma, el pa-go de la deuda interna no pudo ser el instrumentopara incrementar la circulación monetaria y parademocratizar el crédito y tampoco permitió que al-gunos personajes accedieran a la clase alta o que,cuando menos, se ampliaran los sectores medios.

El escándalo empezó a desatarse cuando al fina-lizar el primer mandato de Castilla en 1851 la deu-da consolidada alcanzaba los 4 879 607 pesos; se-gún el propio Castilla, el monto total de la deuda nopodía sobrepasar los 6 o 7 millones de pesos. Peroel siguiente gobierno, el del general Echenique, re-conoció más de 23 millones de pesos en vales. Unacomisión investigadora señaló, en 1853, que loscréditos reconocidos por el gobierno de Echeniquellegaban a más de 19 millones de pesos en bonos, delos cuales 12 millones eran fraudulentos. Precisa-mente uno de los efectos sociales de estos malosmanejos fue el alzamiento popular de 1854, capita-lizado por Castilla para derrocar a Echenique en labatalla de La Palma. Lo interesante es que ha que-dado una gran variedad de documentos que revelanla profunda crisis moral de la administración públi-ca y la gran “imaginación” de los acreedores para,por ejemplo, alterar el monto inicial de su deudafalsificando firmas y documentos. Incluso se llegó atal grado de abusos –como lo confesó el propioEchenique en sus Memorias– que se falsificaron lasfirmas de San Martín y Bolívar para cobrar supues-tos préstamos levantados entre 1821 y 1826.

906

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Page 77: La Republica Oligarquica Peruana

907

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

AÑO CONSIGNATARIOS MERCADO TIEMPO % TONS

1849 Gibbs Europa 1 año 12 1.484,222

1850 Barreda y R. Zaracóndegui EE.UU. 5 años 6.5 354,297

1851 Montané y Cía Francia 5 años 4 215,389

1852 Murrieta & Cía España 5 años 6-5.5 159,927

1852 E. Kendall Mauricio 4 años 4-6 85,725

1853 José Sevilla Asia 9 años 6-7.5 237,486

1855 Medina e hijos Costa Rica 4 años 5 389

1855 Conroy y Cia 1,313

1856 J. Fernández China 600

1857 Zaracóndegui, Ugarte, Oyague EE.UU. 4 años 3-5 268,590

1858 Gibbs Londres 4 años 3-5 116,000

1858 T. Lachambre Mauricio 4 años 3-5 60,578

1859 J.M. Urmeneta Chile 100

1859 Zaracóndegui Cuba y Puerto Rico 2,000

1859 Valdeavellano Guatemala y C. América 10,000

1859 Zaracóndegui España 6 años 3-4.5 78,545

1862 Zaracóndegui y Cía. Inglaterra, Irlanda 4 años 2.5-4 Se rescindióy EE.UU.

1862 T. Lachambre Francia y Mauricio 4 años 2.5-4

1862 Sescau y Cía. Bélgica 4 años 2.5-4

1862 With y Shutte Alemania 4 años 2.5-4

1862 Canevaro, Pardo y Barrón Holanda 4 años 2.5-4

1862 Patrone y Cía. Italia 4 años 2.5-4

1862 C. de Villate, F.S. Gordillo, Inglaterra 8 años 3-5José Canevaro, Pardo, Delgado y F. Barreda

1865 Cía. consignataria del EE.UU. 4 añosguano en EE.UU.

1865 Oyague, Ugarte y Sescau, España 6 añosValdeavellano

1865 Amunátegui, Ugarte y Graña China y Japón

1865 Stuber y Blecher Portugal y Mar Negro 4 años

1867 A.D. More Is. Sandwich

1868 F. García Is. Sandwich

CONSIGNACIONES ENTRE 1849 y 1868

Page 78: La Republica Oligarquica Peruana

Si se revisa la lista de los consolidados se advier-te que fueron los grandes comerciantes con cone-xiones en el extranjero los que presionaron exitosa-mente para el pago de sus vales. Estrictamente, el60% de los consolidados eran comerciantes y el 36%funcionarios públicos entre civiles y militares. Deotro lado, fueron pocas las familias vinculadas a laaristocracia colonial que se beneficiaron; fue básica-mente una minoría que no excedió las 50 personasy entre ellas no figuraban precisamente las de esca-sos recursos (Quiroz 1987). También se ve con faci-lidad que detrás de todo esto se jugaban intereses degrupos vinculados por relaciones de clientelaje esta-blecidas anticipadamente con los distintos regíme-nes de la época. Lo demuestra el caso de la revolu-ción de Castilla en 1854: al parecer el mariscal sesublevó contra Echenique por los manejos turbiosde la consolidación, pero una vez en el poder efec-tuó procedimientos similares con las personas quelo apoyaron. De este modo la imagen de Castilla,tantas veces mitificada, queda un tanto devaluada.De otro lado, ¿qué hicieron estos personajes con el

dinero recibido? Unos loinvirtieron en agricultura,otros presionaron al Esta-do para beneficiarse con elnegocio del guano convir-tiéndose en “consignata-rios nacionales” y los de-más lo derrocharon, sin in-vertir en industria, imitan-do el estilo de vida de laburguesía europea.

En síntesis, la consoli-dación de la deuda internano contribuyó a impulsarel capitalismo o la moder-

nización del país, sino por el contrario acentuó ladesigualdad económica y social. Aún más: produjouna grave ruptura entre el Estado y sus ciudadanos.En efecto, los sectores medios y populares no se li-mitaron a espectar pasivamente el “festín” de losbonos, sino que apareció toda una literatura contes-tataria, muy agresiva, con ciertas analogías a las re-voluciones europeas de 1848 (como en los alza-mientos de Lima y Arequipa). Un ejemplo claro fuela comedia de Manuel A. Segura llamada El resigna-do, donde se recuerda el saqueo de una residencialimeña a los gritos de “°Mueran los consolidados!°Viva la libertad!” (citado por Flores Galindo1988b).

Las medidas populistas de Castilla al eximir deltributo o contribución a los indios y declarar la abo-lición de la esclavitud tuvieron sus repercusiones enlos gastos del Estado. La manumisión de casi 26 milesclavos en 1854 se hizo mediante el pago de 300pesos por cada esclavo liberto a sus propietarios. Elcosto de esta filantrópica medida ascendió a casi 8millones de pesos y su financiamiento fue posible

908

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Un porcentaje importante de los ingresos generados porel guano se utilizó para la construcción de ferrocarriles

en el Perú. En la imagen, el tramo de Piedras Gordascerca a Ancón en una fotografía del siglo XIX.

Proyecto de “tabladillo electoral” según la visión irónicade Manuel Atanasio Fuentes aparecida en sus Aletazosdel murciélago (París, 1866). Los procesos electorales,las evidentes manipulaciones de sus resultados y laspolíticas de clientelaje político han sido aquíridiculizados por Fuentes.

Page 79: La Republica Oligarquica Peruana

gracias a los capitales generados por el guano. Loimportante es señalar que esta medida también pu-so en manos de la clase propietaria una apreciablesuma de dinero para ser reinvertido en la agricultu-ra; parte del mismo se utilizó en contratar la llega-da de trabajadores chinos –los coolíes– dentro de unsistema de esclavitud disfrazada. Entre 1849 y 1874llegaron aproximadamente 87 mil de Macao (Ste-wart 1976). Por su lado, la eliminación del tributoindígena era una medida fácil ya que para 1850 es-te rubro representaba menos de 900 mil pesos alaño debido al empobrecimiento creciente de la po-blación andina; recordemos que la imposición deltributo indígena estuvo ligada históricamente a lapropiedad y renta de la tierra.

Una última pregunta queda luego de este análi-sis: ¿era posible la industrialización en el Perú delsiglo XIX? Paul Gootemberg (1982) cuestionó lasupuesta carencia de una demanda interna tal comolo sostuvo Bonilla (1974). Reconoce que existía unmercado a la espera de una industria, que sin em-bargo no surgió. Desde 1845 varios hacenda-dos y comerciantes incursionaron en algunosproyectos industriales y estuvieron interesa-dos en políticas proteccionistas; algunos obtu-vieron del Estado el monopolio para imple-mentar industrias y compraron maquinarias,contrataron técnicos extranjeros para adies-trar a los nacionales y se reforzaron las presio-nes proteccionistas. El mercado existente eramuy grande para la capacidad instalada y las“fábricas” apenas cubrían el 20% del potencialmercado interno. El gobierno de Castilla apro-bó algunos proyectos e incluso adjudicó sub-sidios directos en forma de guano. Todas lascondiciones estaban dadas: capital, mercadointerno y mano de obra. Lamentablemente,los proyectos industriales fracasaron por la in-capacidad de exigir con más insistencia unapolítica proteccionista y por falta de produc-ción. La baja utilización de la capacidad insta-lada hizo aumentar los precios de los produc-tos nacionales, favoreciendo a las importacio-nes. Como consecuencia, los comerciantes-in-dustriales orientaron rápidamente sus inver-siones en actividades menos riesgosas: comer-cio, agricultura y banca.

En efecto, el sistema bancario peruano tie-ne sus orígenes en los tiempos del guano. Lafundación de los primeros bancos se asoció ala canalización de capitales orientados al nego-cio guanero y a la agricultura, así como a la

909

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Ramón Castilla, el hombre de “luces y principios”, en unacaricatura con sello de L. Williez. Al lado del caudillo

aparece una locomotora, señal inequívoca del progreso en elmundo del siglo XIX. Debe indicarse que con Castilla se

construyó la primera línea férrea entre Lima y Callao, queentró en servicio en 1851.

La fachada del Banco de La Providencia, el primer banco privado delPerú, fundado en 1862.

Page 80: La Republica Oligarquica Peruana

concesión de algunos créditos o fuga de capitales alextranjero por parte de los consignatarios naciona-les. No es casualidad que entre los miembros del di-rectorio de los bancos por esos años encontremossus nombres. En 1862 se creó el Banco de la Provi-dencia con un capital de un millón de pesos; el se-gundo que apareció fue el Banco del Perú en 1863que llegó a tener un capital de 2 millones de pesosdos años más tarde; también en 1863 se abrió en Li-ma una sucursal del Banco de Londres y en 1866surgió el Banco de Crédito Hipotecario; la Caja deAhorros de la Beneficencia Pública hizo su apari-ción en 1868 y al año siguiente se fundó el Banco deLima con un capital bastante fuerte de 3 200 000soles; por estos años también iniciaron sus opera-ciones el Banco Nacional del Perú, Garantizador,Mercantil del Perú, la Patronal, Banco de Comerciodel Perú e, incluso, en 1873 el Banco de Ascope, enLa Libertad, y del Callao en 1877.

Todo este auge bancario entró en crisis antes dela guerra del Pacífico, la mayoría quebró y desapa-reció. Los bancos que quedaron en mejores condi-ciones fueron el de Londres y el del Callao. Es jus-to mencionar que también se desarrollaron las com-pañías de seguros. En 1867 apareció la primera, LaPaternal; luego aparecieron La Confianza (contraincendios), la Compañía Sudamericana de Seguros(contra riesgos marítimos y contra incendios), LifeInsurance, Scotish Imperial (contra incendios y so-bre la vida), Compañía de Seguros Lima, SegurosMarítimos, Standard y London and Southwark ySum Fire Office (contra incendios).

LA AGRICULTURA Y EL SALITRE

Luego de la independencia, la agricultura coste-ña presentó tendencias depresivas muy serias (des-trucción física de muchas haciendas por las guerrasde independencia, escasez de mano de obra, fuga decapitales con la masiva emigración española, difícil

acceso al crédito y pérdida de mer-cados tradicionales como el Alto Pe-rú, Quito y Santiago). Los viajerosque llegaron al Perú en esta épocacompararon a la agricultura con laVenus de Milo, porque carecía deambos brazos, es decir, capitales ymano de obra.

Debido a la escasez de capitales los hacendadosse vieron obligados a pedir costosos créditos a loscomerciantes o a otros propietarios agrícolas. Lasfuentes tradicionales que habían financiado a estegrupo durante el período colonial –la Iglesia, el Es-tado y los mineros– no estaban en condiciones deseguir haciéndolo. Por su parte, la escasez de manode obra esclava se debió a la legislación abolicionis-ta –”ley de vientres”– y a las dificultades internacio-nales del tráfico de esclavos. En 1834, el gobiernode Salaverry trató de beneficiar a los hacendadoscon una ley proesclavista, pero su gestión duró muypoco. En suma, el trabajo de esta agricultura langui-deciente estuvo constituido por los pocos esclavosque los hacendados lograron retener, el peonaje pordeudas y el yanaconaje. Los primeros laboraban enlas plantaciones azucareras, mientras que los peo-nes estuvieron en su mayoría concentrados en lashaciendas de panllevar o en los fundos ganaderos(Engelsen 1977).

Durante este período hubo cuatro regiones agrí-colas importantes en la costa: la del extremo norte,la del norte, la del centro y la del sur central. Todaseran básicamente autosuficientes aunque se puedenotar una cierta especialización en su producción.Los valles del extremo norte (Piura) enviaban artí-culos de panllevar a la sierra ganadera de Cajamar-ca y reducidas cantidades de jabón y algodón a Li-ma. Los valles del norte (Lambayeque y Trujillo)producían arroz, trigo y azúcar para Lima y el inte-rior. La zona central, por su cercanía a la capital, tu-vo una producción más diversificada. Los valles deLurín, Carabayllo y Lima eran la despensa de la po-blación capitalina; Chancay sirvió como “canasta depanes” de la región, mientras que Cañete produjoazúcar y aguardiente que eran enviados junto al ga-nado porcino y vacuno hacia el mercado minero deCerro de Pasco. El sur central (Ica) estuvo especia-lizado en la producción de vid y, en menor medida,en la del algodón. La uva era convertida en pisco

910

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Billete de dos soles del Banco de LaProvidencia, 1875.

Page 81: La Republica Oligarquica Peruana

–aguardiente de uva– y en vino; amboseran enviados a la zona minera deHuancavelica y a otros puntos de lacosta.

Fue a partir de 1840 cuando la agri-cultura costeña empezó a despertar desu letargo debido a la expansión inicialdel mercado interno, al experimentarLima un aumento importante de su po-blación –en 1869 alcanzó unos 140 milhabitantes–; se incrementó entonces lademanda de los bienes agrícolas y losderivados de la leche de los valles cir-cundantes. También se expandieron loscentros mineros (Cerro de Pasco) y na-cieron otros mercados como el de lostrabajadores de las islas de Chincha. Anivel internacional, los efectos de la re-volución industrial devolvieron al Atlántico nortesu papel fundamental en el crecimiento de las ex-portaciones, de la misma forma que la aparición dela navegación a vapor en el Pacífico sur permitió uningreso más eficiente de la economía peruana en es-te mercado.

La explotación del guano de las islas jugó tam-bién un papel importantísimo: los capitales eranmás crecientes. De un lado, los comerciantes teníanmás dinero para destinarlo a préstamos a una tasade interés del 1% mensual; de otro, el Estado a tra-vés de los vales de consolidación de la deuda inter-na que fueron utilizados como valores para garanti-zar los préstamos contraídos por los terratenientescon los comerciantes (Engelsen 1977). Otra fuentede ingresos provino de la manumisión de los escla-vos: los hacendados recibieron unos 8 millones depesos, una cuarta parte en efectivo y el saldo en bo-nos a un 6% de interés, que tambiénfueron utilizados para financiar el re-flotamiento de sus propiedades. Sinembargo, este proceso no estuvo exen-to de algunos problemas como el de laimposibilidad de movilizar a los cam-pesinos de la sierra para suplir la esca-sez de mano de obra. Fue necesaria laimportación masiva de coolíes chinosen reemplazo de la fuerza de trabajo delos antiguos esclavos.

Ante este panorama, las viejas haciendas coste-ñas de algodón y caña de azúcar experimentaron unnotable resurgimiento en las décadas de 1850 y1860, tanto por la fuerte demanda extranjera causa-da por la guerra civil norteamericana y las crisis delCaribe, como por la gran producción de materiaprima (Klaren 1976). Fue en respuesta a esta co-yuntura externa favorable que los capitales fluyeronhacia la agricultura. Sin embargo, es fácil compren-der la inestabilidad de un desarrollo de este tipo,con una producción interna supeditada al cambian-te mercado internacional. Muchos de los nuevos te-rratenientes carecían de experiencia agrícola peroestaban siempre en tratos con el mercado foráneo.De estos nuevos personajes, los Pardo eran consig-natarios del guano al igual que Julián de Zaracónde-gui, socio de los Aspíllaga en la hacienda de Cayal-tí (Lambayeque); los Larco, inmigrantes italianos,

911

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La calle de la Coca y Bodegones en la Lima de la segunda mitad del siglo XIX.

Ingreso a la hacienda Cayaltí (Lambayeque),uno de los grandes complejos agroexportadoresde fines del siglo XIX y XX.

Page 82: La Republica Oligarquica Peruana

llegaron a la producción de azúcar a través de suslucrativas actividades comerciales en Lima. En 1870había 25 prósperos hacendados en el rico valle azu-carero de Chicama. Sus fuentes de financiamientoeran el resultado de una combinación de préstamosde los nuevos bancos limeños, adelantos sobre co-sechas y bonos –respaldados por las rentas que seesperaba del guano– recibidos en compensación porsus esclavos negros al decretar Castilla su manumi-sión en 1854.

Un claro ejemplo de esta expansión agroexpor-tadora lo constituye la hacienda Cayaltí, ubicada enel valle del río Zaña. Ramón Aspíllaga y el destaca-do comerciante del guano Julián de Zaracóndeguicompraron esta plantación de casi 4 mil hectáreas.Hacia 1870 producía azúcar a gran escala y sus pro-pietarios decidieron importar maquinaria de Ingla-terra montando un moderno ingenio azucarero; lahacienda se trabajaba con la mano de obra de loscoolíes chinos. Conforme Cayaltí prosperaba, lasempresas de Zaracóndegui se tambaleaban y en1873 urgían de dinero. Esto motivó que los sociosde Cayaltí levantaran una hipoteca por 338 700dólares. Zaracóndegui recibió esta suma firmandola transferencia de su parte de la hacienda a los As-píllaga. Poco después Zaracóndegui se declaró enquiebra y se suicidó (Gilbert 1982: 113).

El éxito de la agricultura de exportación, sin em-bargo, contribuyó muy poco a la economía nacionalal igual que las rentas del guano; los ingresos delazúcar estaban concentrados en pocas manos y nose utilizaban para promover alguna otra actividadeconómica. El siguiente cuadro muestra algunas ci-fras sobre el impacto de la exportación azucarera enla década de 1870:

PRODUCCIÓN, CONSUMO Y EXPORTACIÓN DEL AZÚCAR(En toneladas)

CONSUMO EXPORTACIÓN PRODUCCIÓN

1869 11 084 851 11 935

1872 11 306 6 550 17 856

1874 11 536 23 700 35 236

1876 11 767 55 000 66 767

1878 12 000 69 763 81 763

Muchos hacendados se arruinaron durante elderrumbe financiero de la industria a mediados dela década de 1870. Los ingenios existentes estabanobsoletos y el mercado internacional era cada vezmás competitivo y sujeto a crisis periódicas (des-pués de casi una década de alzas históricas, de re-pente el precio del azúcar se vino abajo en el mer-cado de Liverpool); como si esto fuera poco, en1874 el gobierno puso fin al tráfico de coolíes al ce-rrarse el puerto oriental de Macao. Así los sorpren-dió el estallido de la guerra del Pacífico que parali-zó la industria agrícola. Los ejércitos chilenos arra-saron sistemáticamente las grandes zonas produc-toras de azúcar en la costa norte, salvándose delsaqueo las haciendas del valle de Chicama gracias alos esfuerzos financieros de unos cuantos ricos ha-cendados que pagaron en efectivo un millonariocupo al general chileno Patricio Lynch. Cuando sefirmó la paz en 1883, la agricultura del valle –comotoda la de la costa– estaba reducida prácticamente aun nivel de subsistencia.

Con respecto al salitre, su historia está aún porescribirse. Este fertilizante, que provenía principal-mente de la zona de Tarapacá, se explotaba desde1826 y su comercialización en buques nacionalesestaba exonerada de impuestos. Inicialmente el re-curso fue utilizado para la fabricación de explosi-vos y más tarde para la agricultura, lo cual afectó elprecio del guano en el exterior. Entre los primerossalitreros se encontraban Atanasio Tinoxas, la fami-lia Vernal y Federico Bockenham. En 1831 se habi-litaron los puertos de Pisagua y Mejillones para elembarque del salitre y, para 1834, las exportacionesaumentaron por encima de los 50 mil quintales porun valor de 35 mil libras esterlinas. Hasta la Confe-deración Perú-Boliviana (1836-1839) su comercia-lización se realizaba a través del Callao con un im-puesto del 4% derogado por los restauradores en1839, restablecido en 1840 y vuelto a derogar en1849. Paralelamente la población de Iquique au-mentaba a más de 2 mil habitantes, no sólo perua-nos, sino también chilenos y europeos.

A partir de la década de 1850 la explotación delsalitre se tornó más dinámica. Implicó la presenciade nuevos empresarios, básicamente extranjeros,quienes aportaron más capitales, renovaron la téc-nica para mejorar la calidad, aligerar su extraccióny purificación, y facilitar la obtención de otros pro-ductos como el yodo y el bórax. El chileno PedroGamboni introdujo el método del calentamientopor carbón y el vapor (Guerra 1994). Hacia 1855muchas compañías salitreras se habían instalado en

912

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Page 83: La Republica Oligarquica Peruana

Tarapacá. Los peruanos (Manuel Almonte Vigue-ras, Venancio Guacucano, José Quiroga, Jil Ulloa,Juan Morales, Lucía Pérez Obligado, Manuel Sil-vestre Olcay, Blas Morales y Miguel Quisucata) seubicaron al norte, los británicos al sur, mientrasque los chilenos (Tomás y Ángel Custodio Gallo,Pedro Gamboni, Jorge Smith, Matías Cousiño yGarland) se distribuyeron indistintamente.

La población de Tarapacá llegaba ya a los 18 milhabitantes y dependía, por lo menos en una terceraparte, de la actividad salitrera. El comercio tambiénse expande y llegan importaciones de Chile, Argen-tina y Bolivia (como carbón de piedra, cebada, ví-veres, ropa y maquinarias), a los que se les exportael salitre. De esta forma se consolidaba un lucrativocircuito comercial en el sur del Perú con estos paí-ses. Por su lado, el precio del salitre en Europa os-cilaba entonces entre 10 y 15 chelines por quintal.En la década de 1860 el interés por el salitre atrajoa más empresarios extranjeros y las compañías másfuertes y con modernas técnicas absorben a las pe-queñas y medianas. Ésta es la época de GuillermoGibbs, Miguel Grace y Melbourne Clark (británi-cos); Juan Gildemeister y Otto Harnecker (alema-nes); Manuel Antonio Prieto (chileno); y Guiller-mo Billinghurst, Ossio y Devéscovi (peruanos). En1872 se funda el Banco Nacional del Perú –abrien-do una sucursal en Iquique– con 12 millones desoles de capital para financiar a los salitreros.

Es Jorge Basadre (1982) quien ha abordado me-jor el problema del salitre hasta antes del estallidode la guerra del Pacífico en 1879. En su interpreta-ción, el salitre de Tarapacá formaba un “enclave”económico especial pues era trabajado por el capi-tal privado sin estar sujeto a impuesto alguno. Elmismo Nicolás de Piérola, en 1870, defendió estasana política basada en la libre empresa bajo unaacción reguladora del Estado. Sin embargo, la crisiseconómica a partir de 1872 y la urgencia de au-mentar los ingresos fiscales creó una nueva situa-

ción, pues había una evidente competencia entre elguano y el salitre. El presidente Manuel Pardo soli-citó al Congreso una ley para establecer un im-puesto de 25 centavos por cada quintal de salitreexportado. El Congreso aprobó el estanco precisan-do, además, que el gobierno controlaría la produc-ción, evitaría su exceso, monopolizaría la exporta-ción y abonaría 2,50 soles por quintal. Las protes-tas en Iquique no se hicieron esperar. Una comi-sión, presidida por Guillermo Billinghurst, viajó aLima pero Pardo no transigió. Algunos bancos(controlados por antiguos consignatarios del gua-no) fueron incorporados a la administración delnuevo negocio.

En 1875 surgió el proyecto de expropiar las sali-treras con un préstamo de 7 millones de libras es-terlinas, de las cuales 4 millones iban a servir paraindemnizar a sus propietarios. El gobierno pensabaemitir bonos pagaderos al portador en 2 años, conun interés del 8%; los bonos nunca llegaron a sercancelados porque el préstamo fracasó. Para Basa-dre, lo que vino no fue una expropiación violenta,sino una autorización al Estado para que adquirie-se en forma gradual los bienes salitreros. Esta polí-tica de estatización se completó durante el gobier-no de Mariano I. Prado cuando, en 1878 dio el últi-mo plazo para que los dueños de las salitreras ven-dieran su negocio al Estado. Sin embargo, laimposición de un impuesto razonable sobre el sali-tre habría sido más eficaz y beneficiosa que la ex-propiación, y Guillermo Billinghurst lo ratificó mu-chas veces: culpó al gobierno por haberse converti-do en industrial sin experiencia sobre el salitre,pronosticando que Bolivia y Chile podrían conver-tirse en formidables competidores de la producciónsalitrera peruana; señaló, por último, que Chile ha-bía dado –al contrario del Perú–, la explotación delsalitre a empresarios particulares. Finalmente, vinola guerra del Pacífico y el salitre de Tarapacá que-dó, para siempre, en manos chilenas.

913

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 84: La Republica Oligarquica Peruana

La década de 1870 se inició con la incontrolablefiebre de los ferrocarriles. Desde que Manuel Pardoy los redactores de la Revista de Lima reclamaron laconstrucción de “los caminos de hierro” –y así diri-gir las rentas del guano hacia obras productivas–, sepensó que los ferrocarriles eran la vía segura al de-sarrollo. De esta manera, la administración del pre-sidente Balta gastó enormes cantidades del capitalgenerado por las ventas del guano en la construc-ción de una red ferroviaria nacional, muchas de cu-yas líneas se concluyeron, otras quedaron a mediohacer y las demás sólo fueron esbozadas en proyec-tos. Lo cierto es que al final, estas obras costosísi-mas no rindieron los resultados esperados y el paísentró en una crisis financiera debido al incrementode la deuda externa y al incontrolable déficit presu-puestal.

Los gobiernos de Manuel Pardo y de Mariano I.Prado, ambos de tendencia “civilista”, orientaron supolítica a sanear el déficit presupuestal y a buscarnuevas alternativas –como el monopolio y la poste-rior expropiación de las salitreras– para financiar elgasto público. Todo fue en vano. Al cerrarse el cré-dito externo y al debilitarse la exportación del gua-no, los bancos y los gobiernos tuvieron que recurrira la emisión monetaria, proceso que agravóaún más la crisis presentada desde 1872.En este sombrío panorama la inva-sión chilena completó la destruc-ción iniciada por la crisis econó-mica y demostró la debilidadde una economía orientadahacia el mercado externo.

LOS FERROCARRILES

Balta, Piérola, Dreyfus yMeiggs son cuatro nombresvinculados a esta época desuntuosidad material en laque se inscribe la política ferro-carrilera de la década. No hubodepartamento, provincia o distritoque no reclamara la realización de al-

guna obra pública, especialmente ferrocarriles. Elplan de Balta respondía a la idea de articular el te-rritorio nacional y los ferrocarriles permitirían nosólo el fomento de la producción sino también lavinculación de los mercados internos con los delexterior. Asimismo, Balta solía decir que preferíagastar en ferrocarriles lo que otros habían derrocha-do en guerras civiles o conspiraciones. De este mo-do el dinero recibido a través del contrato Dreyfusserviría para convertir “el guano en ferrocarriles”.

El personaje asociado a esta fiebre ferrocarrilerafue el empresario norteamericano Henry Meiggs,hombre de gran capacidad, decisión y astucia finan-ciera que llegó al Perú en el momento preciso. A élse le encomendó la construcción de las principaleslíneas y en más de una ocasión su dinero sirvió pa-ra lograr que un alto funcionario diera el visto bue-no en su beneficio y, según su propia confesión, re-partió más de una decena de millones a funciona-rios y personajes ligados al gobierno. De este modose inició la construcción de las líneas, importandocasi la totalidad de materiales y con la participaciónde obreros chinos, chilenos y peruanos, quienes vi-vían en campamentos provisionales o faenas. Lasenfermedades causaron estragos, especialmente la

verruga, que diezmó al personal de tra-bajo en la sierra central. El dinero

también faltó. Por ejemplo, laconstrucción del Ferrocarril

Trasandino se detuvo enChicla hacia 1875 y sudestino final hasta LaOroya sólo se pudocompletar luego de laguerra del Pacífico;más tarde, bajo la ad-ministración de la Pe-ruvian Corporation,

esta línea ferrocarrilerase extendió hasta Huan-

cayo y a Cerro de Pasco.

914

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

IIEL IMPACTO DE LOS FERROCARRILES Y LA CRISIS

Medalla “Ferrocarril mineral dePasco”, 1869.

Page 85: La Republica Oligarquica Peruana

Otras líneas que no se culminaron porfalta de recursos fueron la que uniría aJuliaca con el Cuzco y la que debió unirla costa con la sierra, empezando enChimbote y llegando a Recuay, pasandopor Huaraz. No debemos omitir, de otrolado, el gran lujo desplegado en las ce-remonias de inauguración, especial-mente cuando se colocó la primera pie-dra del Ferrocarril Trasandino el 1º deenero de 1870.

De acuerdo a las cifras consignadas por EmilioDancuart y recogidas por Jorge Basadre, el monto delos contratos realizados por el Estado para los ferro-carriles más importantes fue el siguiente:

FERROCARRIL COSTO EN SOLES

Arequipa-Puno 32 000 000

Callao-La Oroya 27 600 000

Juliaca-Cuzco 25 000 000

Chimbote-Huaraz 24 000 000

Mollendo-Arequipa 12 000 000

Ilo-Moquegua 6 700 000

Pacasmayo-Cajamarca (en parte) 5 850 000

Salaverry-Trujillo 3 234 756

Paita-Piura 1 945 600

Cañería de Mollendo-Arequipa 1 800 630

TOTAL 140 000 000

Fuente: Basadre (1969, VI: 181)

Como vemos, se contrató obras que superaronlos 140 millones de soles y hubo múltiples polémi-cas por tamaño desembolso; a Dreyfus se le pidióadelantos y, cuando éstos no fueron suficientes, serecurrió al crédito externo. Esta descontrolada in-versión fue el origen de la descomunal catástrofe fi-

nanciera y la pregunta que cae por su propio pesoes: ¿fueron los ferrocarriles beneficiosos al país enla década de 1870? Para Bonilla (1974) los ferroca-rriles no articularon la estructura interna de la eco-nomía peruana, sino que más bien fueron los vehí-culos de la desintegración de la economía campesi-na, y los canales a través de los cuales el Perú refor-zó su dependencia del mercado exterior. El país nosólo preparó su bancarrota financiera sino que, alargo plazo, reforzó su dependencia. El trazo de lasrutas ferrocarrileras no incentivó la producción ha-cia un mercado interno y no pudo despertar de suletargo a las masas indígenas.

En síntesis, las expectativas de Pardo y los inte-lectuales de la Revista de Lima no se cumplieronporque el desarrollo de un sólido mercado internoimplicaba el incremento de la división social del tra-bajo, el fortalecimiento del sistema económico y laelevación de la productividad de los sectores econó-micos. Nada de esto se dio en el Perú del siglo XIX.Para Jorge Basadre, “una vez más vivió el Perú laalegría de la riqueza inmediata, de las soluciones fá-ciles. Imperó una mentalidad de jugador de lotería.En cierto sentido cabe hablar también de una men-talidad minera, en el sentido en que lo fue de la Co-lonia afanosa de extraer aunque hiera o deteriore,imprevisora, sin sensibilidad; en contraste con lamentalidad agricultora que recoge el producto sólocuando está en sazón y cuida y ama la tierra, men-talidad paciente, laboriosa con sentido de continui-dad y de profundidad. Simbólico fue entonces quese hiciera muy poco por las irrigaciones y muchopor los ferrocarriles” (1969, VI: 184).

915

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

José Balta dio inicio a la construcción deferrocarriles en un afán por integrar un paíscaracterizado por su difícil territorio. Una delas principales obras emprendidas en ladécada de 1870 fue el ferrocarril Lima-LaOroya, cuyo contratista fue el empresarionorteamericano Henry Meiggs.

Page 86: La Republica Oligarquica Peruana

DEUDA EXTERNA, CRISIS Y GUERRA

En su presentación ante el Congreso de la Repú-blica el 21 de setiembre de 1872, Manuel Pardo des-cribía la crisis financiera con toda claridad: el pre-supuesto nacional arrojaba un déficit de 8 500 000soles y el guano había reducido un 50% de sus ven-tas en Europa. La representación parlamentaria de-sató un intenso debate al escuchar el mensaje, lle-gando a culpar al régimen anterior –sobre todo al exministro de Hacienda Nicolás de Piérola– de sercausante directo de la penosa situación. La políticaferroviaria había contribuido a aumentar el montode la deuda externa hasta 35 millones de libras es-terlinas, cuya amortización demandaba cerca de dosmillones y medio, una suma equivalente a la totali-dad del presupuesto. De otro lado, ladeuda interna ascendía a 12 814 048soles.

Y como si esto fuera poco, el pa-go de los empréstitos levantados en1870 y 1872 (11 920 000 y 36 800000 libras esterlinas respectivamen-te) absorbió la totalidad de las men-sualidades que Dreyfus quedaba

comprometido a remitir al Estado envirtud del contrato de 1869; esto últi-mo era lo que originaba el enorme dé-ficit presupuestal (Bonilla 1982). Cabeseñalar que en 1872 el Perú tuvo el“privilegio” de convertirse en el pri-mer deudor del mercado monetario deLondres.

Pero, a diferencia de épocas anterio-res, el Estado no estaba ahora en capa-cidad de levantar más empréstitos enLondres para financiar sus gastos. Estose agravó cuando en 1874 Dreyfusanunció que sólo cumpliría con susobligaciones hasta el año siguiente. Porello, el gobierno de Pardo trató de con-seguir, infructuosamente, un sustitutode Dreyfus con la Societé Génerale deParís y la Peruvian Guano en 1876. Ese

año se declaró la bancarrota financiera del país antela imposibilidad de conseguir nuevos préstamos yasumir el pago de los anteriores. Ello llevó al “civi-lismo” a monopolizar y nacionalizar las salitrerassin ningún resultado positivo. Este panorama origi-nó no sólo la quiebra del naciente sistema bancarioperuano, sino la virtual ruina de la agricultura, laminería y el comercio. La creación de nuevos im-puestos y la emisión monetaria no pudieron maqui-llar la crisis que hacia 1879, año del estallido de laguerra, se volvía cada vez más agobiante.

Pero quizá este oscuro escenario debe ser mati-zado con algunas situaciones que se dieron duranteel desarrollo del conflicto (1879-1883). En un ini-cio el gobierno dispuso levantar contribucionespersonales y creó otros impuestos prediales y de pa-

916

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Salida de la estación en Sicuani (Cuzco) en una fotografía del ÁlbumRepública Peruana 1900 de F. Garreaud.

Una vista de las líneas ferroviarias tomadadel Álbum República Peruana 1900. Enuna accidentada geografía, como laperuana, los ferrocarriles tuvieron quesortear numerosas dificultades y penurias.Progresivamente se convirtieron en uno delos principales medios de transporte decarga y de pasajeros.

Page 87: La Republica Oligarquica Peruana

tente industrial; también gravó la exporta-ción del azúcar. Habría que investigarse acuánto ascendió la contribución de guerrade las poblaciones urbanas, especialmente lade Lima. También hubo donativos en joyas yotras especies que, según Basadre, llegaron a6 millones de soles a finales de 1879. Deotro lado, luego de la derrota en Angamos,hubo otros donativos para comprar blinda-dos y los fondos recaudados se enviaron a Europapara realizar las gestiones pertinentes. Estas medi-das de emergencia, al margen del desprendimientociudadano, no pudieron sin embargo ordenar las fi-nanzas públicas ni restablecer el crédito externo.Durante la campaña de Lima, Piérola dictó nuevasmedidas económicas, entre ellas un nuevo arreglo

con Dreyfus, el establecimiento de un nuevo siste-ma de tributación y la emisión de una nueva mone-da, el Inca. Nada de esto pudo aliviar una economíadevastada y cada quien, como los hacendados nor-teños o los de la sierra central, tuvo que pagar cuan-tiosos cupos a los invasores para poner a buen re-caudo sus propiedades.

917

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Billete de cinco incas (1881), emitido durante elgobierno de Nicolás de Piérola.

IIILA RECONSTRUCCIÓN Y LA ECONOMÍA DE

EXPORTACIÓN, 1885-1930

No resulta difícil imaginar el gradode destrucción en que quedó la econo-mía peruana luego de la guerra. Ade-más, el país debía resolver una serie deproblemas anteriores al estallido delconflicto. El principal se refería al pa-go de la deuda externa a los acreeedo-res británicos. Ellos, desde 1868, ha-bían formado la Corporation of Fo-reign Bonholders y, desde la firma de lapaz con Chile, presionaron al Estadopara la cancelación de los compromi-sos pendientes. El problema era que elpaís no contaba con los recursos parael pago de la deuda y requería ademásurgentemente capitales para iniciar lareconstrucción, sin la cual era imposi-ble satisfacer a los acreedores británi-cos. La deuda ascendía a cerca de 51

La calle del Palacio y el puente de Piedra en Lima en una fotografía del siglo XIX.

Page 88: La Republica Oligarquica Peruana

millones de libras esterlinas, cuya amortizaciónanual exigía un pago de casi dos millones y mediode libras, suma difícil de reunir en aquellos críticosaños. Esta situación límite condujo al gobierno deCáceres a firmar el polémico contrato Grace (1889),en virtud del cual el Perú entregó a sus acreedores,a cambio del pago de la deuda, el control y adminis-tración de sus principales recursos disponibles.

A partir de ese momento, un nuevo camino seabría para las actividades del capital foráneo en elpaís. De este modo, la oligarquía diseñó un plan dedesarrollo de los recursos naturales para la exporta-ción. Nuevamente encontramos evidencias de la ca-pacidad de los empresarios locales para responder alas oportunidades que ofrecía el mercado mundial.Esta vez, la agricultura asumió el papel dinamizadorde la economía que el guano había desempeñadounos años antes y los hacendados se transformaronen los actores económicos y políticos dominanteshasta 1919. En este crucial período, de otro lado,también se hizo presente el capital norteamericano,y el modelo exportador entraría en crisis al ocurrirla quiebra de la Bolsa de Nueva York en 1929.

EL CONTRATO GRACE

El documento, luego de muchas discusiones yborradores, fue finalmente preparado por el Estadoperuano con el ciudadano británico Miguel P. Gra-ce, en nombre de la Corporation of Foreign Bonhol-ders. El Congreso lo aprobó, no sin expulsiones demiembros de la oposición, el 25 de octubre de 1889.Entre sus principales disposiciones destacaron lassiguientes:

1. El Perú quedaba relevado de toda responsabi-lidad por los empréstitos de 1869, 1870 y 1872.

2. El Perú, en compensación, entregaba a los te-nedores de bonos los ferrocarriles por 66 años, enplazos que variaron de 2 a 4 años.

3. Los tenedores de bonos se obligaban a cons-truir los tramos ferrocarrileros de Chicla a La Oro-ya, de Santa Rosa a Maranganí y de Maranganí a Si-cuani; además, debían reparar y mantener en buenestado los ferrocarriles que recibieran.

4. El Perú cedía 3 millones de toneladas de gua-no, así como el sobrante que resultase del 50% delguano de las islas de Lobos, una vez satisfechas lasobligaciones derivadas del tratado de Ancón.

5. Los tenedores de bonos tendrían la facultad dehipotecar los ferrocarriles y el guano en garantía deuno o varios empréstitos que no superasen en su to-talidad la suma de 6 millones de libras esterlinas

(valor nominal), con el exclusivo objeto de atenderlas obligaciones y gastos originados por el primercontrato.

6. Vencidos los 66 años los ferrocarriles y demásmateriales serían devueltos al Perú en buen estadode uso y libres de todo gravamen.

7. El Perú otorgaba el derecho de libre navega-ción en el lago Titicaca, pero las naves debían llevarbandera peruana y ser comandadas por miembrosde la marina nacional.

8. El Perú se obligaba a pagar a los tenedores debonos 33 anualidades de 80 mil libras esterlinas ca-da una.

9. Los tenedores de bonos debían entregar al Pe-rú 50 mil libras esterlinas al entrar en vigencia elcontrato y 190 mil libras esterlinas en 19 mensuali-dades.

10. Por último, los tenedores de bonos debíancrear en Londres una compañía que la reemplazaraen sus obligaciones y derechos. En tal virtud, secreó en 1890 la Peruvian Corporation, empresa desuma importancia en el desarrollo de la actividadpolítica y económica nacional a mediano plazo.

LA AGRICULTURA DE EXPORTACIÓN

Luego de la guerra, la agricultura de la costaquedó reducida a un nivel de subsistencia. La recu-peración fue particularmente dolorosa. No había fa-cilidades de crédito, la mano de obra era muy esca-sa y la poca maquinaria que quedaba en funciona-miento era obsoleta. Había que tomar medidas enfavor del resurgimiento de la agricultura de expor-tación. En primer lugar conseguir créditos y fran-quicias para que se formaran empresas de irriga-ción, además de favorecer la inmigración de brazosy la creación de institutos agrícolas.

El 22 de mayo de 1896, a iniciativa de un grupode agricultores del país, se fundó la Sociedad Nacio-nal de Agricultura. Entre sus fundadores estuvie-ron: Manuel Moscoso Melgar, Ramón, Ántero e Is-mael Aspíllaga, Francisco Moreyra y Riglos, OlivoChiarella, Francisco Tellería, Sebastián Salinas,Adriano Bielich, Federico Palacios y Augusto Gutié-rrez. Con esta medida, el gobierno de Piérola quisoorientar al Estado en pro del desarrollo agrícola ycanalizar las demandas de los grandes hacendados.Desde ese momento, las actividades de la nueva so-ciedad fueron ininterrumpidas; bajo sus demandasse introdujo, por ejemplo, la enseñanza agrícola ennuestro medio al fundarse, en 1902, la Escuela Na-cional de Agricultura; además, se iniciaron los estu-

918

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Page 89: La Republica Oligarquica Peruana

dios para combatir las pestes y enfermeda-des de los cultivos de la costa mediante elInstituto de Parasitología Agrícola, que lue-go se convirtió en la Estación ExperimentalAgrícola de La Molina.

Remontándonos a los días que siguie-ron a la firma del tratado de Ancón, resultaevidente que muchas familias tradicionaleshabían desaparecido de los valles, especial-mente en el departamento de La Libertad.En los valles del norte ya no existían las es-pléndidas casa-haciendas y las adornadas capillasque durante tantas décadas caracterizaron la zona.También fueron desapareciendo los pastos y cam-pos de algodón y arroz que antaño se entreverabancon los sembríos de los tallos verdes de la caña. Sinembargo, hacia la década de 1890 empezó a confi-gurarse otro paisaje, quizá más moderno aunquemenos bello. Desde las faldas de los Andes, todo vi-sitante al valle de Chicama podía contemplar unmar inmenso, casi ininterrumpido, de caña y chi-meneas de negro azabache que humeaban en uncielo siempre azul. Se trataba de las gigantescasplantaciones industriales que dominaban el valle yque concentraron la tierra en pocas manos (Klaren1976).

La historia de los valles de La Libertad es algosimple. Las haciendas de propiedad de los terrate-nientes nacionales fueron absorbidas dentro de tresgrandes empresas agrícolas: Casagrande, Roma yCartavio. Los Gildemeister, Larco y la compañíaGrace, sus propietarios respectivos, simbolizaban lanueva era, marcada por la inyección del capital ex-tranjero y el trabajo de los indios “enganchados”que formaron el proletariado agrícola; además, la

coyuntura internacional favorecía las exportacionesde azúcar, especialmente durante los años de la pri-mera guerra mundial (1914-1918).

El sorprendente desarrollo de Casagrande se re-monta a la década de 1870 cuando la firma Gilde-meister y Co., propiedad del inmigrante alemánJuan Gildemeister, compró varias haciendas del va-lle de Chicama, incluyendo “Casagrande”, que seconvirtió en el centro de sus operaciones azucare-ras. Cuando murió, en 1898, Gildemeister había yacomprado ocho grandes haciendas azucareras y erael segundo gran terrateniente del valle, después dela familia Larco. En 1915, Casagrande compró losderechos sobre el puerto de Malabrigo y, hacia1918, había absorbido alrededor de veinticinco ha-ciendas y fundos, totalizando 7 216 fanegadas, quehicieron de esta plantación la más grande del Perú;incluso, en 1927, compra la hacienda “Roma” de lafamilia Larco, con más de 6 mil fanegadas, en 13millones de soles de la época. De esta forma se con-solidaba el imperio agroexportador de azúcar másgrande en la historia del Perú.

Otra historia es la de “Cartavio” que en 1882 erapropiedad de Guillermo Alzamora. Ese año fue ven-

919

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Los trabajadores agrícolas en Sausal, valle deChicama, La Libertad.

Fachada del sector destinado a casa-habitaciónde la hacienda Roma. Los hermanos Andrés y

Rafael Larco fueron los forjadores de estaempresa agrícola. En 1901 Víctor Larco compró

la hacienda a Andrés Larco, la que entoncestotalizaba 4 000 fanegadas. Hacia 1903 había

comprado nueve haciendas más y era paraentonces el más poderoso terrateniente del valle

de Chicama (La Libertad).

Page 90: La Republica Oligarquica Peruana

dida a la firma comercial limeña W.R.Grace and Company. Por ese entonces, lapropiedad abarcaba 910 fanegadas, lle-gando a alcanzar, hacia la década de1920, poco más de 2 mil fanegadas. Suspropietarios, en 1927, compran la ha-cienda “Paramonga” e incorporan cuatrohaciendas vecinas; más tarde, aprove-chando el bagazo, que antes servía comocombustible para las máquinas a vapordel trapiche, se instala una enorme fábri-ca de papel convirtiendo la plantación enun moderno complejo agroindustrial. Enla hacienda “Chiclín”, de casi 2 mil fanegadas, supropietario, Rafael Larco, instaló en 1907 un siste-ma ferroviario, de modo que la caña pudiera sertransportada más eficientemente del campo al trapi-che y de allí al puerto de Malabrigo para su expor-tación. Pertenecían también a esta propiedad losfundos de Molino, Bracamonte, Salamanca, Toqueny Chiquitoy. Otra hacienda importante del valle era“Laredo”, de propiedad de J. Ignacio Chopitea. Y,siguiendo con el mapa de la producción azucarera,la región más estable fue Lambayeque, en donde elimpacto de la guerra con Chile fue menos dramáti-co. Las dos familias azucareras más importantes dela región, los Pardo (“Tumán”) y los Aspíllaga (“Ca-yaltí”), se habían establecido en la década de 1870y fueron capaces de sobrevivir y expandirse con laayuda del crédito de las casas comerciales.

En 1889 se exportaron 45 mil toneladas de azú-car y en 1905 un poco más de 134 mil toneladas porun valor de casi 1 500 000 libras esterlinas. Sin em-bargo, a inicios del presente siglo la industria azu-carera experimentó una grave crisis en el marco desus utilidades, debido a la sobreproducción mun-

dial y a la consiguiente baja de su precio en el mer-cado; por ejemplo, en 1902 su precio era de 5 che-lines y 3 peniques el quintal de 100 libras (su pun-to más bajo). Para Klaren (1976) esto originó un ci-clo de bancarrotas entre los pequeños y medianospropietarios y la consolidación de las grandes plan-taciones que pudieron defenderse mejor del merca-do externo. Cerca de cinco mil familias debieronvender sus haciendas que terminaron absorbidaspor las grandes plantaciones azucareras.

Esta difícil coyuntura obligó a las grandes plan-taciones a tecnificarse con maquinaria moderna. En1904, unas 50 mil hectáreas estaban dedicadas alcultivo de la caña, mientras que en 1912 sólo 37 milse empleaban para este fin (igual que en 1884), yaque los agricultores de Piura, Camaná e Ica dejaronde cultivar azúcar. Por lo tanto, la producción na-cional dependió de las plantaciones de La Libertad,Lambayeque y Lima. Sólo en los dos primeros de-partamentos mencionados, la producción aumentóen un 60% hacia 1912. En este sentido, la industriaazucarera se encontraba en buenas condiciones pa-ra afrontar el incremento sin precedentes de la de-

920

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Una vista general de la hacienda Cayaltí,conducida por la familia Aspíllaga.

La hacienda Tumán en una vista del ÁlbumRepública Peruana 1900. Hacia 1925 esta

hacienda, conducida por los hermanos Pardo, erauno de los ingenios azucareros más importantes

del país.

Page 91: La Republica Oligarquica Peruana

manda mundial por la guerra europea entre 1914 y1918, época de oro de los “barones del azúcar”,quienes lograron ahorrar, en aquella feliz coyuntu-ra, por lo menos 10 millones de dólares, los cualesfueron invertidos en compra de tierras e instalaciónde nuevos ingenios.

En 1920 la capacidad productiva se había eleva-do aproximadamente a 320 mil toneladas, el dobledel nivel anterior a la guerra; al año siguiente sedestinaron 50 mil hectáreas para el cultivo de azú-car en los departamentos del norte. En resumen, “elmonto retornado a la economía nacional derivadode las exportaciones del azúcar fue bastante elevadoen las décadas de 1890 y 1900, con una alta propor-ción de excedente económico que fue empleado pa-ra promover el esfuerzo del desarrollo nacional enaquellos años. Durante la primera guerra mundial,el valor real retornado disminuyó, al elevarse losprecios por las ganancias inesperadas que no se re-mitieron al país, las que fueron gastadas en parte enla importación de equipos que resultaron de limita-do rendimiento económico. En la década de 1920,los bajos precios mundiales virtualmente elimina-ron al azúcar como generador importante de exce-dente y los fondos disponibles que eran obtenidostendieron a salir al extranjero de tal manera que,aunque el sector permaneció prácticamente libre decontrol extranjero, su desempeño económico sevolvió similar al que se podía esperar de una indus-tria extranjera de exportación” (Thorp y Bertram1988: 71-72).

Con respecto al algodón, su exportación siguióen importancia a la del azúcar. Los departamentosde mayor producción fueron Piura e Ica, dedicadosal cultivo de “algodón de hebra larga”; otras zonasde cultivo eran los valles ubicados alnorte de Lima (Santa, Pativilca, Supe,Huaura, Chancay y Chillón). Los ti-pos de algodón que se cultivaban eranlos siguientes: peruano, egipcio y, enmenor cantidad, argeliano, Mitafifí ySea Island. Según Alejandro Garland,el cultivo de algodón cubría, en 1905,cerca de 20 mil hectáreas, daba ocu-pación a cerca de 16 mil personas y surendimiento anual no bajaba de 400mil libras peruanas (citado por Pala-cios 1987). Pero los cultivos del “oroblanco”, como se le llamaba al algo-dón, estaban casi siempre expuestosa la enfermedad del Wilt hasta que, en1908, luego de infatigables trabajos,

Fermín Tangüis (1851-1932), en la hacienda pis-queña “Zárate” halló una planta resistente al Wiltque luego se hizo famosa en el mundo por su grancalidad.

De este modo el algodón Tangüis permitió a losagricultores obtener excelentes beneficios colocan-do al Perú como productor del mejor algodón en elmundo. Su exportación se hizo por los puertos dePaita, Callao y Pisco, siendo sus mayores mercadosInglaterra y Estados Unidos. Al finalizar el siglo XIXlas exportaciones llegaban a las 6 mil toneladas; an-tes de la primera guerra mundial éstas llegaron amás de 20 mil y hacia 1923 casi duplicaron su volu-men. Por ello, tanto en Piura, Ica y el norte de Limael algodón fue desplazando a la caña y a otros culti-vos estimulando, además, a que medianos y peque-ños propietarios se dedicaran a su siembra, ya queno requería grandes costos fijos. De otro lado, elarroz era cultivado en Lambayeque donde existíanhaciendas con molinos propios para su pilado (Tu-mán, Talambo, Cultambo, Facla, Lurificio, Masan-ca, etc.); otros centros de pilado se encontraban enJayanca, Túcume, Ferreñafe, Chiclayo, Eten, Chon-goyape, Pacasmayo, San Pedro, Guadalupe, PuebloNuevo y Montevideo. Este cultivo se orientaba bá-sicamente al mercado interno y una pequeña parteera exportada a Chile, Ecuador y Bolivia, a través delos puertos de Eten y Pacasmayo.

Un comentario aparte merece la exportación delanas provenientes de las haciendas del sur andino(punas, quebradas y valles) con la cría de ganadoovino como de camélidos a través de sólidas casascomerciales establecidas en Arequipa. De los secto-res de exportación analizados, el de la lana es el me-nos importante ya que sólo representó el 10% de los

921

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La calle de La Merced en Arequipa a finales del siglo XIX.

Page 92: La Republica Oligarquica Peruana

ingresos de exportación entre 1890 y 1920. Pero anivel regional era el principal sector productivo delsur andino hasta el descubrimiento de las minas deToquepala en 1960. De 1916 a 1930, de los 80 mi-llones de dólares en exportaciones que pasaron porel puerto de Mollendo, no menos del 73% corres-pondía a la lana. Otro aspecto importante es quemientras otros sectores de exportación se desarro-llaban dentro de empresas con relaciones “capitalis-tas” de producción, el de la lana se estableció inte-grando a pequeños productores al mercado a travésdel mecanismo del intercambio o también por la ex-pansión de la producción de lana en las grandes ha-ciendas. En este mundo básicamente “tradicional”se desarrolló “una estructura triangular de gran im-portancia… Los tres polos eran los productores enpequeña escala, los productores a gran escala (ha-ciendas) y los comerciantes que se encargaban de laexportación de la lana. El primer grupo, es decir, elque siempre ha producido lana de alta calidad pro-veniente especialmente de la alpaca, es el de los pas-tores indígenas de la sierra, mientras que la lana deoveja, de menor calidad (aunque también produci-da por el sector de pequeña escala) ha sido el pro-ducto principal de las grandes haciendas del sur.Los grandes terratenientes y comerciantes, quienesformaban el núcleo de la elite económica del sur,fueron siempre relativamente independientes delresto del Perú y los vínculos entre esos grupos y lasempresas que operaban en el centro y norte se en-contraban escasamente desarrollados” (Thorp yBertram 1988: 92).

EXPORTACIONES DE LANA PERUANA, 1880-1929(Promedios anuales en toneladas métricas)

Alpaca Lana de oveja Total

1880-1889 1 584 1 040 2 624

1890-1899 1 821 1 288 3 109

1900-1909 2 492 1 336 3 867

1910-1919 3 097 2 700 5 286

1920-1929 2 730 1 840 4 570

Fuente: Thorp y Bertram (1988: 95).

LA MINERÍA Y EL PETRÓLEO

Hubo en la década de 1890 seria preocupaciónpor dotar al sector minero de un marco legal capazde fomentar su desarrollo. El 8 de noviembre de1890 se exoneró por 25 años a la industria minerade todo gravamen e impuesto con excepción de lacontribución de minas instaurada en 1877. Esta leybenefició a los siguientes minerales: oro, plata, co-bre, cobalto, plomo, fierro, níquel, estaño, antimo-nio, azufre, carbón de piedra, cinabrio y petróleo.También se liberó de derechos aduaneros la impor-tación de maquinarias, útiles, herramientas y demásproductos necesarios para su explotación (dinami-ta, carbón, madera y azogue, entre otros).

Otro hecho, esta vez de carácter geoeco-nómico, se dio en 1892. En efecto, el Ferro-carril Central llegó a Casapalca y, al año si-guiente, a La Oroya; en 1904 la PeruvianCorporation lo hizo llegar hasta Cerro dePasco, y en 1920 hasta Huancayo y Huanca-velica. De otro lado, en enero de 1896 secreó el ministerio de Fomento y el 5 de juliose fundó la Sociedad Nacional de Mineríacon el propósito de representar y fomentarlos intereses de la industria minera; su pri-mer directorio estuvo conformado por ElíasMalpartida, Federico Gildemeister y Alejan-dro Garland. Luego se crearon la Sociedadde Ingenieros del Perú (1897) y el ConsejoSuperior de Minería (1900). Y para coronareste esfuerzo nacional por el sector minero,en 1901 empezó a regir el nuevo código deMinería, inspirado en principios liberales,que reformó radicalmente al sector y permi-

922

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Puente El Infiernillo en uno de los tramos más accidentados del ferrocarril central; fotografía tomada del Álbum República

Peruana 1900.

Page 93: La Republica Oligarquica Peruana

tió el sorprendente desarrollo que al-canzó la producción a comienzos delpresente siglo.

Mientras que la minería colonial sehabía concentrado en los metales pre-ciosos que atesoró España dentro deuna política mercantilista, el nuevodespegue minero respondió a las nece-sidades (principalmente de cobre) de laexpansión y tecnificación de las econo-mías europea y norteamericana. En estesentido, al igual que en la agriculturacosteña, los empresarios mineros pe-ruanos demostraron capacidad pararesponder las demandas del mercado mundial. Sóloentre 1896 y 1899 se invirtieron casi 13 millonesde dólares en el sector minero. Parte de este capitalprovenía de los propios mineros que habían alcan-zado éxito (como Eulogio Fernandini, RicardoBentín, Manuel Mujica y Antenor Rizo-Patrón) y elresto se reunió entre los hacendados y comercian-tes limeños.

La zona que más se desarrolló fue la sierra cen-tral, donde la Cerro de Pasco Mining Corporationinició la explotación a gran escala del cobre y deotros minerales en la primera década del siglo XX.De propiedad norteamericana, esta empresa poseíael 70% de las minas de Cerro de Pasco. Un proble-ma, sin embargo, se suscitó en 1900. Los depósitosde fácil acceso estaban ya agotados y se requería unafuerte inyección de capital a fin de construir ungran túnel de drenaje. Con este fin se conformó unconsorcio nacional, integrado por las principales fi-guras de la oligarquía (Juan Pardo, los hermanosAspíllaga, Ernesto Ayulo e Isaac Alzamora), que fir-mó un contrato con el gobierno y la Cerro de Pascopara llevar a cabo el proyecto a cambio del 20% delmineral que se extrajera una vez concluido. Luegode un juicio por incumplimiento de contrato, elconsorcio nacional terminó percibiendo un 5% me-nos de lo acordado inicialmente. De otro lado, en1903 se organizó por primera vez en el país la esta-dística minera, de donde proviene el resumen de laproducción de plata y cobre hasta el fin del períodoen estudio, que figura en la página siguiente.

Es pertinente mencionar, de otro lado, que en1890 se descubrieron los boratos de Arequipa; en1904 se inició la explotación de bismuto en la minade San Gregorio y se fundó la Azufrera Sechura pa-

ra explotar el azufre en esa región; ese mismo año,Antenor Rizo-Patrón descubrió en la zona de Mi-nasranga el sulfuro de vanadio (llamado “rizopa-tronita” en su honor), mineral extraño del cual elPerú llegó a ser primer productor mundial; Federi-

923

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Llamas en Casapalca hacia 1900.

Antenor Rizo Patrón Lequerica, personaje vinculadoestrechamente al desarrollo de la minería peruana

en la primera mitad del siglo XX.

Page 94: La Republica Oligarquica Peruana

co Fuchs, en 1906, encontró el hierro de Marcona(Ica), que se llegaría a explotar y exportar en granescala a partir de la década de 1850. Finalmente,hasta 1900 se puede hablar de una “pequeña mine-ría” en el Perú donde destacan los esfuerzos perso-nales de Eulogio Fernandini (Vinchos), Werthe-man (Ancash), Antenor Rizo-Patrón (Cajamarca),

Federico Fuchs (Ica), así como los de Pedro de Os-ma, Lizardo Proaño y Fermín Málaga Santolalla; esla época heroica de las exploraciones, los estudiosy los experimentos arriesgados financiados con unpequeño porcentaje del ahorro nacional. Una se-gunda etapa, la de la “desnacionalización”, a partirde 1901, está marcada por el auge cuprífero, dondedestacan el establecimiento de grandes empresas(norteamericanas en su mayoría), la inversión degrandes capitales, la tecnificación y la explotacióna gran escala; es la época en que el Perú se consoli-da, nuevamente, como país minero a nivel interna-cional.

Por su lado, el petróleo era conocido ya desdelos tiempos coloniales. En efecto, a finales del sigloXVII el padre José de Acosta informaba que existíaun manantial de brea al que se le llamaba “copé” yque era utilizado por los marinos para alquitranarsogas y aparejos, o para pintar sus embarcaciones.Luego, en 1863 A.E. Prentice realizó la primera per-foración en el país en un lugar llamado Caña Dulceen la costa de Zorritos. Al año siguiente se fundó laPeruvian Petroleum Company, organizada por el in-geniero norteamericano E.P. Larkin, que convirtió alPerú en el pionero de la explotación de petróleo enAmérica Latina (Palacios 1987). Luego se perfora-ron pozos con relativo éxito y en 1870 se creó laCompañía Peruana de Refinar Petróleo; por ello, en1873 se invirtieron 150 mil soles en trabajos de ex-ploración en la zona de Pariñas. Luego de la guerra,a partir de 1890, se explotó sistemáticamente en lazona norte de Piura, donde la Lobitos Oil Companyy después la International Petroleum Company de-sarrollaron la extracción sobre los yacimientos deLa Brea y Pariñas. También en este sector el país to-lera un proceso de “desnacionalización” que de-mostraría el fracaso del Perú en lograr su desarrolloa partir de los logros obtenidos en la década de1890. No hubo firmeza de actitud frente al capitalextranjero por parte del gobierno y de los inversio-nistas nacionales.

Según algunas cifras, en 1892 eran 30 los pozosabiertos, ubicados casi todos en la zona de Negritos;su producción era de 500 mil litros de petróleo dia-rios. De otro lado, en 1890 los yacimientos de LaBrea y Pariñas rindieron poco más de 8 mil barrilesal año, mientras que 10 años más tarde su produc-ción anual sobrepasaba los 200 mil barriles; en1915 se obtuvieron 1 800 000 barriles. Como es sa-bido, estos yacimientos generaron serios conflictosen la década de 1920, que culminaron con un lau-do arbitral, sumamente controvertido. En efecto, en

924

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

PRODUCCIÓN TOTAL DE PLATA Y COBRE 1903-1928

AÑOS PLATA COBRE(kilos) (toneladas)

1903 170 804 9 497

1904 145 166 9 504

1905 191 476 12 213

1906 230 294 13 474

1907 206 586 20 482

1908 198 888 19 854

1909 206 656 20 068

1910 252 565 27 374

1911 289 383 27 735

1912 324 352 26 969

1913 299 132 27 776

1914 286 600 27 090

1915 294 445 34 727

1916 335 529 43 078

1917 337 928 45 176

1918 304 253 44 414

1919 305 497 39 230

1920 286 043 32 981

1921 306 498 33 284

1922 409 635 36 409

1923 580 229 44 166

1924 582 180 33 938

1925 645 316 36 863

1926 700 561 43 842

1927 571 757 47 757

1928 672 090 52 958

Fuente: Flores Galindo (1983: 19).

Page 95: La Republica Oligarquica Peruana

1924, durante el “Oncenio” de Leguía, los británi-cos propietarios de La Brea y Pariñas la vendieron ala International Petroleum Company Ltd. de accio-nistas norteamericanos. Ésta empezó entonces arealizar grandes inversiones y a emplear las técnicasmás modernas de perforación y explotación. Para1930 la producción se había elevado a más de 10millones de barriles. Un balance del peso de los sec-tores de exportación en la economía peruana puedeverse en el siguiente cuadro:

COMPOSICIÓN DE LAS EXPORTACIONES POR VALOR, 1890-1930(Participación porcentual)

Año Azúcar Algodón Lana Plata Cobre Caucho Petróleo

1890 28 9 15 33 1 13 -

1895 35 7 15 26 1 14 -

1900 32 7 7 22 18 13 -

1905 32 7 8 6 10 16 -

1910 20 14 7 10 18 18 2

1915 26 11 5 5 17 5 10

1920 42 30 2 5 7 1 5

1925 11 32 4 10 8 1 24

1930 11 18 3 4 10 - 30

Fuente: Thorp y Bertram (1988: 54).

EL BOOM DEL CAUCHO

La explotación del caucho (jebe o shiringa) to-mó importancia a finales del siglo XIX y significó elauge de ciudades amazónicas como Iquitos en Perú(en 1851 era un pueblo de pescadores con menosde 200 habitantes y en 1900 llegaba alos 20 000) o Manaos en Brasil. Estavez, nuevamente la demanda del co-mercio internacional impulsó la extrac-ción de un recurso natural que trajo im-portantes beneficios al tesoro públicoentre 1882 y 1912 (generándose un

nuevo mito de El Dorado), aunque para los aboríge-nes selváticos representó la quiebra de sus estructu-ras sociales, económicas, mentales y demográficas.He aquí otro fuerte encuentro entre las necesidadesde Occidente y el modo de vida de los indígenasamericanos. Para otros, la explotación cauchera re-presentó un importante –aunque violento– paso enla ocupación, bajo criterios nacionales, del espacioamazónico. En este sentido, se exploró la Amazoníareiniciándose importantes estudios geográficos acargo de la Junta de Vías Fluviales a partir de 1901,que continuaron a los de la Comisión Hidrográficaque funcionara desde 1860.

Los nativos usaban el caucho para sus juegos(hacían pelotas con él) o para impermeabilizar bol-sas. Occidente comenzó a necesitarlo cuando en1823, Macintosh logró patentarlo para la manufac-tura de productos impermeables. Más tarde, en1839, Charles Goodyear descubrió que si el cauchose mezclaba con azufre y se calentaba, se obtenía unproducto más fuerte, elástico y resistente tanto alfrío como al calor. A raíz de ese descubrimiento –el“vulcanizado”– la producción del caucho en Brasil,por esos años el primer productor mundial, se in-crementó notablemente para subir de 338 toneladasen 1840 a 2 673 en 1860. El caucho se convirtió enun producto imprescindible para la industria cau-chera cuando, en 1888, se patentó el procedimien-to para fabricar llantas inflables (Chirif y Mora1982).

El auge cauchero atrajo a la Amazonía a nume-rosos migrantes que trabajaron en su explotación(como los casi míticos Carlos Fermín Fitzcarrald oJulio César Arana) y en los servicios vinculados a lamisma. Como cualquier industria extractiva, noconsideraba útil la conservación del medio ecológi-co ni la del árbol productor del jebe, pues se pensa-ba que el recurso era inagotable (como antes pare-

925

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La ciudad de Iquitos y el malecón en los añosveinte. La “fiebre del caucho” iniciada a finalesdel siglo XIX provocó una estampida deaventureros a la Amazonía peruana ytransformó por completo ciudades como Iquitos.La exportación de este producto generó unverdadero auge económico en la zona.

Page 96: La Republica Oligarquica Peruana

cía serlo el guano). De esta manera, los árboles erantalados indiscriminadamente y los caucheros pron-to se ganaron una siniestra fama frente a los indíge-nas. Eran los portadores del mal, además de sertransmisores de enfermedades –como el tifus o lamalaria– que diezmaron seriamente a la poblaciónnativa. Se calcula que unos 40 mil indios selváticosmurieron de estas enfermedades durante el “boomcauchero”; de otro lado, la “fiebre del Yavarí” hizopresa también de los caucheros (Pease 1993).

Si revisamos algunas cifras, en 1897 elcaucho representaba el 9,3% del totalde las exportaciones del país. En 1884se exportaron 540 529 kilos mientrasque, entre 1900 y 1905, salieron por elpuerto de Iquitos más de 2 millonesde kilos de caucho por año. De otrolado, en 1900 el monto en libras ester-linas por su exportación fue de 378318 y en 1905 fue de casi un millón

(Palacios 1987). A partir de ese momento, le salie-ron competidores de otras partes del mundo. Explo-radores británicos habían exportado plantas de laIndia, y en Ceilán se desarrollaron extensas planta-ciones. Entre 1917 y 1919, nuevamente se alcanza-ron cifras altas de exportación por encima de 3 mi-llones de kilos de caucho, pero en 1921 se llegó úni-camente a 208 mil kilos. Luego de ese año hubomuy pocos repuntes. La era del caucho había finali-zado para el Perú.

926

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

El correo de la ciudad de Iquitos. Laexplotación del caucho está asociada a

nombres como Carlos Fermín Fitzcarrald yJulio César Arana. Hacia 1920 la explotación

cauchera había descendido notablemente.

IVEL DESARROLLO DEL CAPITAL PRIVADO, 1890-1930

Durante este período se produce un notable de-sarrollo en la economía urbana, que se inicia en ladécada de 1890 cuando la mayor parte de la agri-cultura y minería de exportación estaba controladaprincipalmente por peruanos y sus ingresos rever-tían directamente a la economía local. Es la épocaen que el sector industrial, el de servicios y el fi-nanciero experimentaron en Lima una rápida ex-pansión. Hacia 1900 había casi 7 mil obreros defábricas y 16 mil empleados en la producción arte-sanal de entre los 100 mil habitantes que tenía Li-ma. En América Latina, Lima era la única capitalcuyos servicios básicos pertenecían en su integri-dad al capital local. En este proceso destacaron tan-

to importantes figuras de la oligarquía como inmi-grantes extranjeros, especialmente los numerosositalianos que llegaron a Lima a finales del sigloXIX, incursionando en el comercio, la industria yla banca. En este sentido, queda demostrado cómola clase dirigente nacional no se inhibió en fomen-tar el desarrollo económico peruano ni tampocoobstaculizó un proceso de industrialización autó-nomo. Este sector tuvo no sólo una activa partici-pación empresarial utilizando nociones modernasy racionales de manipulación financiera, sino queademás diversificó e integró sus actividades del co-mercio y la agricultura a las finanzas y la manufac-tura. Para algunos, la formación de “grupos econó-

Page 97: La Republica Oligarquica Peruana

micos de inversión” fue el factor que faci-litó la transferencia de fondos del sectorexportador a las inversiones urbanas y laexpansión del mercado interno.

GRUPOS ECONÓMICOS

Estos grupos de inversión movilizaronlos inactivos recursos familiares tradicio-nales, atrajeron capitales fuera del grupo ymaximizaron sus utilidades en inversionesasociadas. Cada grupo mantuvo puestos enlos directorios de diferentes compañías ar-ticulando una política financiera comúndirigida por un miembro líder. De este mo-do, los lazos entre sus miembros fueronmás allá de conexiones casuales y de nego-cios. Lealtades personales, lazos familiaresy reglas de comportamiento interno consolidaron lacohesión del grupo y establecieron la coordinaciónnecesaria para el éxito de proyectos a mediano y lar-go plazo (Quiroz 1986). En esta coyuntura, tuvoenorme importancia el “efecto demostrador” recibi-do de las compañías extranjeras (W.R. Grace y Cía.,Graham Rowe y Cía, Duncan Fox, H.M. Beausire,Ludowieg y Cía, E.W. Hardt y Cía, P.H. Ott y Cía, yW.&J. Lockett, entre otras) que controlaban el cré-dito comercial de importación/exportación asegu-rando su dominio sobre deudores y productores na-cionales.

El “efecto demostrador” permitió que las técni-cas empresariales de los extranjeros influyeran so-bre los miembros dirigentes de la elite nacional.Igualmente, muchos peruanosestudiaron métodos empresaria-les británicos, franceses y nor-teamericanos en el exterior, ofueron empleados por compa-nías extranjeras que operabanen el país; tal fue el caso de Au-gusto B. Leguía, presidente de laRepública en dos ocasiones. Deeste modo, los “grupos econó-micos de inversión” respaldaroncrediticiamente a asociaciones,carteles y oligopolios, consoli-dando y diversificando el podereconómico de la elite nacional.El cuadro de la siguiente página

resume los principales grupos económicos y su di-versificación económica.

LA INDUSTRIA

Antes que nada debemos mencionar que en 1896se creó la Sociedad Nacional de Industria, que tuvoentre sus directivos a Primitivo Sanmarti, H. Abra-hamson, Juan Revoredo, Enrique Trujillo, FedericoPezet y Tirado, José Payán, Gio Batta Isola, RicardoTizón, Roberto Wakeham, Augusto Maurer, Regi-nald Ashton, Carlos Díaz Ufano, Alfonso Montero yPablo Carriquiry. Ese mismo año, por iniciativa dePiérola, se formó en Lima el Instituto Técnico e In-dustrial del Perú, para servir al gobierno como órga-

no consultivo y al público comocentro de información en mate-rias técnicas industriales.

De las diversas ramas indus-triales, la textil fue la que alcan-zó mayor desarrollo y progreso,especialmente la industria ma-nufacturera de tejidos de algo-dón debido a dos factores: la altaproducción del algodón Tangüisy la rica tradición textil en el Pe-rú, que se remontaba a los tiem-pos prehispánicos y coloniales.En Lima se encontraban las prin-cipales fábricas:

1. Santa Catalina, fundada en1888 y propiedad de la familiaPrado. Con un capital de 100 millibras peruanas, trajo al país la

927

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Augusto B. Leguía en 1888 en unafotografía de E. Courret.

Departamento de empleados de la aduana del Callao hacia 1913.

Page 98: La Republica Oligarquica Peruana

Orrego

928

ETAP

AR

EPU

BLI

CAN

A

Fuente: Quiroz (1986: 96-100).

GRUPO

Aspíllaga

Ayulo

Calvo

Carrillo

Echenique

Escudero-Whu

Gibson

Isola

Larco

Leguía

Lomellini

Marsano

Miró-Quesada

Muñoz-Nájar

Nosiglia

Olavegoya

Osma-Riva Agüero

Pardo-Barreda

Piaggio

Prado

Ricketts

Valle

INVERSIONES

Agroexportadores (azúcar y algodón)desde 1860. Minería, petróleo y bienesraíces.

Comercio, agricultura y transporte marítimo (vapores).

Comercio en la sierra sur.

Agroexportadores (azúcar).

Agroexportadores, bienes raíces y política.

Comercio y agricultura.

Comercio de lana, agricultura (algodón) y caucho.

Comercio, carbón y transporte marítimo

Agricultura y urbanización.

Agricultura de exportación (azúcar).

Comercio (Cuzco), industria, electricidad y urbanización.

Agricultura, minería, comercio y textiles.

Diario El Comercio y política.

Comercio de lanas y licores (Arequipa).

Comercio, agricultura, gaseosas y licores.

Ganadería, agricultura, comercio ybanca.

Agricultura, minería y petróleo.

Agricultura, comercio, textiles y política.

Comercio y petróleo.

Textiles, electricidad, banca y urbanización.

Comercio de lanas.

Agricultura

FINANZAS

Banco Internacional, Banco del Pe-rú y Londres, Banco Italiano, BancoPopular y Cía. de Seguros La Nacional.

Bancos Popular, del Perú y Londresy Seguros Internacional.

Banco del Perú y Londres.

Banco Popular, Caja de Depósitos ycompañías de seguros.

Cía. de Seguros La Unión.

Intento de fundar el Banco Gibson(1928).

Banco Italiano.

Banco Larco-Herrera (Trujillo).

Banco Internacional y Cía. de Se-guros.

Cía. de Seguros La Nacional.

Banco Italiano, Cía. de Seguros Rímac e Italia.

Bancos Italiano, Internacional, delPerú y Londres y Cía. de Seguros Italia.

Banco Internacional.

Banco Popular y Cías. de SegurosLa Nacional, La Urbana, Internacio-nal y Rímac.

Banco del Perú y Londres.

Banco Popular, Banco Italiano, yCía. Recaudadora de Impuestos.

Cía. de Seguros La Urbana.

ORÍGENES

Inmigrantes españoles a inicios delsiglo XIX.

Inmigrantes italianos a finales delsiglo XVIII.

Inmigrantes italianos.

Familia colonial.

Familia colonial.

Mercaderes chino-peruanos.

Inmigrantes británicos del sigloXIX.

Inmigrantes italianos.

Inmigrantes italianos del siglo XIX.

Familia de Lambayeque.

Inmigrantes italianos.

Inmigrantes italianos del siglo XIX.

Inmigrantes de origen español enel siglo XIX.

Familia colonial.

Inmigrantes italianos del siglo XIX.

Inmigrantes argentinos del sigloXIX.

Familia colonial

Familia colonial

Inmigrantes italianos del siglo XIX.

Familia colonial (Huánuco)

Inmigrantes británicos del sigloXIX.

Inmigrantes italianos.

Page 99: La Republica Oligarquica Peruana

maquinaria más moderna y dio ocupación a 300operarios, de los cuales 160 eran mujeres.

2. San Jacinto, fundada en 1897 y propiedad dela familia Isola, la que trajo expertos desde Italia,que formaron la primera escuela de químicos en elarte del tinte.

3. Maranganí, fundada en 1897 y propiedad dePablo Mejía y Antonio Lorena. Ubicada en Canchis(Cuzco) daba ocupación a 100 operarios y coloca-ba su producción en el sur andino y Bolivia.

4. El Progreso, fundada en 1900 y propiedad delos inmigrantes alemanes Tomás Schofield y JohnBremmer.

5. La Victoria, establecida en 1898 con maquina-ria muy moderna, y propiedad de la familia Pardo.En 1929 se fusionó con la fábrica Vitarte formandolas Compañías Unidas Vitarte y Victoria S.A. En1944 empleaba a 550 obreros.

6. El Inca, fundada en 1905, propiedad de IncaCotton Mill, era una de las plantas textiles másgrandes de Sudamérica. Ubicada en el Rímac, en1944 empleaba a 1 300 obreros y su producción lle-gaba a 550 mil piezas de 40 yardas de géneros blan-cos, bramantes, nansús, damascos, telas estampa-das, etc.

7. La Unión, fundada en 1914.8. El Pacífico, fundada en 1915 para industriali-

zar la lana y eleborar tejidos de seda ar-tificial (rayón).9. Los Andes, establecida en 1926.10.La Bellota, fundada en 1900 y pro-piedad de Américo Antola.

En otros rubros, inmigrantes de ori-gen italiano fundaron las fábricas de he-lados P. y A. D’Onofrio en 1897 (PedroD’Onofrio di Renta) y de elaboración de

harina y demás productos derivados Nicolini Her-manos en 1900. En 1906 había en Lima 7 fábricasde fideos y 12 en provincias. La producción de ga-lletas estuvo monopolizada por Sociedad IndustrialArturo Field. La industria cervecera, establecidadesde mediados del siglo XIX, estaba representadapor Backus & Johnston en Lima y en el Callao porla Fábrica Nacional de A. Kieffer que luego pasaríaa los Piaggio. Las fábricas de bebidas gaseosas in-cluían a La Higiénica, Las Leonas, Nosiglia y La Pu-reza, de R. Barton; en 1902, Manuel Ventura intro-dujo la Kola Inglesa. En Arequipa estaban las de Yu-ra y D. Gutiérrez. De otro lado, en 1898, se estable-cieron dos fábricas de fósforos: El Sol y La Luciér-naga. En la década de 1920 se introdujo la industriadel cemento, que tuvo un rápido crecimiento por laexpansión urbana de Lima y otras ciudades de lacosta, pues en 1925 produjo casi 12 mil toneladas yen 1927 50 mil toneladas.

LOS SERVICIOS URBANOS Y LA BANCA

Luego de la crisis provocada antes y durante laguerra con Chile, lentamente el sistema bancariofue sobreponiéndose. El Banco Italiano (hoy Bancode Crédito) se inició en 1889 como una asociaciónde comerciantes italianos y en setiembre de 1895

929

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La rama textil fue la que tuvo mayor progreso en laindustria peruana en las últimas décadas del siglo

XIX. En la fotografía el interior de la fábrica detejidos Santa Catalina, propiedad de la familia

Prado y constituida en 1888.

Frontis de la Cervecería de Backus & Johnston;tomado del Álbum República Peruana 1900.

Page 100: La Republica Oligarquica Peruana

obtuvo del Banco del Callaoun crédito por más de 60 milsoles para expandir sus pro-pias actividades (básicamen-te comercio y agricultura).En 1897 el Banco de Lon-dres, México y Sudaméricase asoció al Banco del Callaodando origen al Banco delPerú y Londres, que finan-ciaba exportaciones agroazu-careras del norte y de Lima.En 1899 la familia Pradofundó el Banco Popular co-mo mecanismo para finan-ciar, prioritariamente, sus ac-tividades empresariales. El10 de marzo de 1900 se fun-dó la sociedad anónima LaColmena como empresa in-mobiliaria y de ahorro (fun-cionaba como una mutual yatendía préstamos para com-pra o edificación de casas).En 1905 se estableció el Ban-co Alemán Trasatlántico, con sede en Alemania y li-gado a los Gildemeister; funcionaba en Arequipa yLima. Ese mismo año se formó la Caja de Depósitosy Consignaciones que de alguna forma tambiénfuncionaba como entidad bancaria. El capital ban-cario más importante era movido por el Banco delPerú y Londres y el Banco Italiano, cada uno admi-nistraba aproximadamente un millón de libras pe-ruanas; el capital de los demás fluctuaba en 200 millibras peruanas.

Hacia la década de 1920 se quiso crear un Bancode la Nación para emitir cheques circulares y regu-lar el circulante, labor que hasta entonces era reali-zada por los bancos comerciales. También se ocupa-ría de regularizar el servicio del presupuesto (pagosy cobros) y financiar obras públicas rentables (obrasviales, colonización y saneamiento). El proyecto nocuajó. Recién el 9 de marzo de 1922, durante el go-bierno de Leguía, se aprobó el funcionamiento deun Banco de Reserva como organismo regulador delsistema crediticio. Su capital inicial fue de 2 millo-nes de libras peruanas y su directorio lo formabansiete miembros: tres elegidos por los bancos, unoque defendería los intereses extranjeros, y tresmiembros del gobierno. Además de tener total inde-pendencia del Ejecutivo, debía emitir billetes res-paldados por oro físico, fondos efectivos en dólares

y en libras esterlinas, no me-nores del 50% del monto dedichos billetes. Atenderíaimposiciones de cuenta co-rriente de los accionistas ydel gobierno, actuaría comoCaja de Depósitos, podríaaceptar depósitos del públi-co pero sin intereses y nego-ciar en moneda extranjerade oro u oro físico, ademásde establecer los tipos dedescuento. El siguiente cua-dro muestra el sistema ban-cario nacional hasta 1952:

BANCO AÑO DE FUNDACIÓN

Banco del Perú y Londres 1881

Banco Italiano 1887

Banco Internacional 1897

Banco Popular 1899

Banco Alemán Transatlántico 1905

Banco Mercantil Americano 1916

Banco Anglo-Sud Americano 1920

Banco de Reserva 1922

National City Bank of New York 1920

The Royal Bank of Canada 1925

Banco Gibson S.A. 1928

Banco Central Hipotecario 1929

Banco Agrícola del Perú 1931

Banco Industrial 1936

Banco de Londres y América del Sud 1936

Banco Minero del Perú 1942

Banco Wiese Ltdo. 1943

Banco Comercial del Perú 1947

Banco Continental del Perú 1951

Banco de Lima 1952

Fuente: Caravedo (1982: 303-304)

930

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Local del Banco Italianoinaugurado el 21 de abril de1929; debe indicarse que estebanco había iniciado susoperaciones en 1889. En 1942 el Banco Italiano seconvierte en el Banco de Crédito del Perú.

Page 101: La Republica Oligarquica Peruana

La decadencia del modelo económico ba-sado en la exportación de productos primariosse hizo patente con el crack de la Bolsa deNueva York en 1929. Dos de las manifestacio-nes más importantes de la crisis fueron la caí-da de los precios en el mercado mundial y laconcentración de los capitales. Alemania y Es-tados Unidos disminuyeron su producción un50% entre 1929 y 1932. Esto hizo que se dierauna contracción en la demanda de materiasprimas y que los precios de éstas cayeran. To-da América Latina fue afectada, y el Perú nopudo escapar a esta situación.

Entre 1929 y 1932 el valor de las exporta-ciones de cobre se redujo en 69%; el de las la-nas en 50%; el del algodón en 42%; y el delazúcar en 22%. Se dejaban sentir las conse-cuencias de la política de empréstitos del “On-cenio”. El Estado tuvo que reducir sus gastos ydisminuir las obras públicas: el presupuesto nacio-nal, que era de 50 millones de dólares en 1929, des-cendió hasta los 16 millones de dólares en 1932, elaño más duro de la crisis. Hubo devaluación, seemitieron bonos y la deuda pública quedó suspen-dida. Muchas empresas quebraron y la desocupa-ción se fue irradiando a todo el país. Para los gru-pos populares, los años 30 significaron reducciónde salarios, desocupación y auge de huelgas y re-vueltas.

La caída dura hasta 1933 y no se detiene hasta1936, cuando se inicia la recuperación. En esta co-yuntura crítica el capital norteamericano pierde sudinamismo anterior y los agroexportadores se vendebilitados. Una suerte de “burguesía nacional”, in-teresada en el mercado interno, se deja sentir en elpoder político. De otro lado, el Estado siguió en ex-pansión y se crearon nuevos ministerios (Educa-ción, Salud y Agricultura), lo cual demuestra unmejoramiento en el diseño orgánico del aparato es-tatal. La creación del Banco Central de Reserva y dela banca de fomento –que también podría entender-se como un apoyo a la clase media– le dio a los go-biernos mayor injerencia en el manejo financiero;

también el Estado se dejó sentir en el mundo em-presarial (Corporación del Santa, Corporación delCaucho y Corporación Peruana de Aeropuertos Co-merciales). Como era lógico, la burocracia tambiénaumentó: entre 1938 y 1945 se incrementó en un100%. Por último, este crecimiento del Estado estu-vo acompañado de un peligroso “centralismo”: de-saparecieron los congresos regionales y el poder sereconcentró cada vez más en el poder Ejecutivo deLima (Caravedo 1982). La Constitución de 1933creó los congresos departamentales que nunca lle-garon a funcionar. Ante la ausencia de instancias re-gionales se prefirió el “trato directo” entre el Estadoy los gremios.

Pero el experimento peruano, demasiado “in-tervencionista”, originó presiones irresistibles paraponerle fin. Como lo señalan Thorp y Bertram(1988) la resistencia organizada crecía sobre todoalrededor de los azucareros, quienes al haber reno-vado su poder económico en la década de 1940, su-frían agudamente por la política gubernamental. Almismo tiempo, se volvieron a encontrar la elite y elcapital extranjero. Por ello los exportadores, con elhábil uso de sus contactos internacionales y con la

VDE LA CRISIS AL INTERVENCIONISMO ESTATAL,

1930-1950

Vista de la avenida Leguía (hoy Arequipa), en Lima, durante el“Oncenio”.

931

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 102: La Republica Oligarquica Peruana

manipulación de las presiones externas, lograronque Odría depusiera a Bustamante en 1948, abrien-do el camino deseado: liberar el tipo de cambio, eli-minar las restricciones a las importaciones y mante-ner un cercano contacto con los consultores nortea-mericanos en materia de estabilización; asimismo,se promulgaron leyes para garantizar y facilitar lainversión en la minería y el petróleo. En 1950 el sis-tema peruano de comercio e intercambio era el máslibre de América Latina.

LA POLÍTICA ECONÓMICA

Debido a la crisis de los 30 América Latina de-bió desarrollarse con autonomía respecto del co-mercio y capitalismo mundial e impulsar la indus-

trialización. El Perú tuvo que reacomodarse y, antela ausencia de capitales externos, debió autofinan-ciar su recuperación (el gobierno de Manuel Pradorecibió préstamos por un total de 12 millones dedólares, que contrastan con los 35 millones de dó-lares que recibió Leguía durante el “Oncenio”). Porello, en 1939 más del 40% de los ingresos públicosestaban cubiertos por los impuestos directos. Deotro lado, las críticas condiciones internacionalesno afectaron la producción nacional; la competen-cia no fue tan dura y los impuestos a las importacio-nes decayeron.

El mayor gasto en obras públicas se concentróen Lima y la costa. Asimismo, se intentó construir yculminar una serie de carreteras –muchos trazos só-lo afirmados– a fin de articular algunas regiones delpaís. En los años 30 se hicieron esfuerzos en la sie-rra sur, incluyendo Arequipa, y a principios de los40 se culminó la carretera Panamericana quedandounidas las ciudades de Lima, Trujillo y Arequipa; en1934 había en el Perú 19 867 kilómetros de carrete-ras y en 1944 esta cifra se elevó a 33 468.

Otro mecanismo para atender al creciente mer-cado interno fue elaborar una política financieraque, según Baltazar Caravedo (1982), tuvo cuatrocaracterísticas básicas:

a) La creación del nuevo Banco Central de Re-serva (18 de abril de 1931) para mantener la estabi-lidad monetaria y regular el circulante, función queno tenía el Banco Central de Reserva de 1922. Sehabía creado el mecanismo para que el gobierno pu-diera manejar la política bancaria y el control o de-valuación del tipo de cambio.

b) El establecimiento de la banca de fomento:Banco Agrícola (1931), Banco Industrial del Perú(1936) y Banco Minero del Perú (1942). Como de-pendía del Banco Central de Reserva, privilegiabalas actividades sólidamente establecidas o aquellasque garantizaban una alta rentabilidad. En la prác-tica, al no democratizar el crédito, no actuó comouna verdadera banca de fomento. El Banco Agrario,por ejemplo, dirigió sus créditos a los valles de lacosta norte y de Lima e Ica (el 98% de los présta-mos). Esta banca también privilegió a las activida-des industriales con miras al mercado interno (Ban-co Industrial, así como Banco Popular y Banco Ita-liano, convertido ahora en el Banco de Crédito). Loscréditos a provincias tampoco se distribuyeron enforma homogénea: el sur andino y la Amazonía, porejemplo, estuvieron sistemáticamente desatendidos.Después de Lima (70 y 75%), las zonas privilegiadasfueron la costa norte (10%) y Arequipa (7%). Como

932

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Local del Banco Central de Reserva del Perú inaugurado en latercera década de este siglo; actualmente ha sido destinado a

las funciones de museo.

Page 103: La Republica Oligarquica Peruana

vemos, la concentración del crédito en Lima fue de-masiado alta, favoreciendo el desarrollo de la indus-tria capitalina.

c) Mayor presencia en las finanzas de bancos na-cionales: Banco Wiese Ltdo. (1943), Banco Comer-cial del Perú (1947), Banco Continental del Perú(1951), y Banco de Lima (1952).

d) La apertura de sucursales bancarias al interiordel país.

Entre otros aspectos, no hubo una política de-masiado proteccionista para favorecer a la industrianacional; sin embargo, en 1940, se dio la ley 9140mediante la cual el Ejecutivo se reservaba el dere-cho de estimular aquellas industrias que juzgaraconvenientes. Paralelamente, se tendió a la estabili-dad monetaria: entre 1930 y 1933 se produjo unadevaluación, para luego, hasta 1937, revalorizarse lamoneda; entre 1938 y 1940 hubo otro proceso de-valuatorio, pero de 1940 hasta 1948 el signo mone-tario se mantuvo estable. En este proceso tuvo mu-cho que ver la sistemática intervención del BancoCentral de Reserva.

LA AGRICULTURA Y LA PESCA

Durante el período se privilegian las zonas dedi-cadas a la exportación. El algodón, el azúcar y elarroz atrajeron la atención de los préstamos banca-rios. A principios de los años 30 muchos azucarerosutilizaron sus tierras para el cultivo del algodón, unproducto que rendía bien en el mercado internacio-nal. El área dedicada al cultivo del azúcar se redujoen más de un 10%, desplazamiento que originó unnotable incremento de producción en los departa-mentos de Lambayeque y La Libertad, los cuales en1940 contribuyeron con el 85% de la produccióntotal.

Durante, la segunda guerra mundial, los preciosinternacionales del azúcar aumentaron notablemen-te; sin embargo, el gobierno de Prado impuso cuotaspara el mercado nacional que debían ser pagadas porcada azucarero antes de pensar en la exportación. Sequería asegurar la oferta para evitar la inflación. Losazucareros protestaron pero no fueron escuchados.A pesar de contar con apoyo crediticio no podían ac-tuar libremente debido a las restricciones de guerra.El “intervencionismo” los estaba cansando. Por sulado, el cultivo de algodón seguía en expansión y en1940 absorbía al 15% de la PEA. Finalmente, entre1945 y 1955 la producción arrocera, concentrada enel norte, se duplicó (Piura, Lambayeque y La Liber-tad tenían el 77% de la producción).

El crecimiento del mercado interno –léase urba-no– demandó cada vez más productos de panllevar.Sin embargo, la expansión de las ciudades se hizo acosta de las áreas agrícolas que antes las abastecían.La política crediticia estimuló el establecimiento denuevas áreas de cultivo en la costa central, pero noen el sur andino o la sierra central, ocasionando lamigración desde estas zonas. Por ello, la demandaurbana quedó desatendida y se tuvo que recurrir ala importación de alimentos: en 1950 se importópor un monto de 37 millones de dólares y en 1955por 44 millones de la misma divisa.

El siguiente cuadro nos muestra el área cultiva-da en el Perú entre 1929 y 1952, tanto en la costacomo en el resto del país, así como su especializa-ción (nótese el escaso interés por ampliar la fronte-ra agrícola fuera de la costa, es decir, en la sierra yla amazonía):

ÁREA CULTIVADA, 1929-1952 (En miles de hectáreas)

FUERA DEAÑOS TOTAL ALGODÓN Y AZÚCAR ARROZ OTROS LA COSTA

1929 384 205 47 132 1 080

1932 425 173 54 198 n.d.

1938 450 244 42 164 n.d.

1944 480 181 58 241 1 006

1952 538 242 59 237 1 183

Fuente: Thorp y Bertram (1988: 299)

Un nuevo campo para el empresariado nacio-nal fue la industria pesquera. Durante los años 20habían fracasado diversos proyectos, pero en 1934se estableció la primera fábrica de conservas renta-ble. A finales de los 30 operaban tres o cuatro em-presas cuyo principal producto era el pescado enconserva; la harina y el aceite se obtenían comosubproductos sobre la base de residuos (Thorp yBertram 1988). Pero su meta era sólo abastecer elmercado local. El gran cambio ocurrió durante losaños 40 y la industria pesquera, no obstante su re-lativa insignificancia en términos cuantitativos, fuela actividad que más rápidamente se expandió du-rante el período.

Nuevamente el mercado mundial fue determi-nante: la segunda guerra mundial privó al mercadonorteamericano de sus principales proveedores deproductos pesqueros (Japón y Escandinavia), lo que

933

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 104: La Republica Oligarquica Peruana

llevó a la búsqueda de nuevas fuentes de abasteci-miento, principalmente de pescado en conserva yaceite de hígado de pescado (fuente esencial de vi-taminas A y D para sus tropas). En 1945 funciona-ban en la costa 23 de estas fábricas y en 1950 llega-ban a 49. El desarrollo de esta importante industria,que tuvo un extraordinario auge en los años 50,quedó reservado casi exclusivamente al capital na-cional.

LA INDUSTRIA

Este sector gozó de un desarrollo notable. En-tre 1942 y 1947 la producción industrial pasó de re-presentar 11,8% de la renta nacional a 19% aproxi-madamente. Pero tendió a concentrarse en Lima: en1943 la capital contaba con el 45% de las fábricas,el 17% estaba en el sur –especialmente en Arequi-pa– y las restantes se encontraban dispersas en elnorte (Chiclayo, Trujillo y Piura). Lo peculiar fueque eran los agroexportadores quienes invertían en-tonces en industria; del mismo modo, diversos gru-pos artesanales o profesionales se convirtieron enpequeños industriales. Aparece la industria metal-mecánica y se expanden la química, la textil, la ma-derera, la constructora y la pesquera, cuyo desarro-llo se desenvolvió entre las exigencias internas y lasdel mercado americano cuando se inició la segundaguerra mundial.

En efecto, la guerra indujo la adaptación delmercado productivo nacional a las exigencias nor-teamericanas (productos mejor elaborados), al mis-mo tiempo que ocasionó dificultades de abasteci-miento desde el exterior. El comercio de importa-ción se contrajo favoreciendo el consumo de mate-rias primas nacionales. Esta sustitución de materiasprimas contribuyó a la diversificación industrial, in-cremento de maquinaria y gran inversión de capital

(Palacios 1989). En este sentido, el 70% de las nue-vas empresas de gran tamaño recibieron capital pri-vado y el resto a través de inversiones por parte demiembros de la elite peruana (Pardo, Wiese, Be-launde, Romaña, Berckemeyer, Gildemeister, Said,Díaz, Ferreyros, Larrañaga, Bustamante, Ugarteche,Gibson y Dibós).

El cuadro siguiente nos muestra la cantidad deindustrias que empezaron a funcionar entre 1938 y1947, con sus respectivos capitales en millones desoles:

NUEVAS EMPRESAS REGISTRADAS, 1938-1947

INDUSTRIA AGRICULTURA MINERÍA CONSTRUCCIÓNNº s/mlls Nº s/mlls Nº s/mlls Nº s/mlls

1938 51 4,4 32 5,1 17 3,8 7 4,7

1940 55 2,5 24 2,3 10 1,3 21 1,7

1942 99 14,1 38 16,2 23 8,8 9 1,4

1944 141 46,0 49 11,9 7 0,7 58 39,1

1945 139 36,5 35 8,6 13 6,1 41 19,1

1946 117 30,9 36 30,8 8 2,8 62 59,2

1947 113 36,6 40 22,6 8 6,2 74 74,7

Fuente: Thorp y Bertram (1988: 292)

LA MINERÍA Y EL PETRÓLEO

En 1929, tres grandes empresas extranjeras(Cerro de Pasco Mining Company, Northern PeruMining y Vanadium Corporation) tenían a su cargono menos del 97% de las exportaciones totales demetales (cobre, plomo, bismuto, oro, plata, zinc yvanadio). La crisis de los años 30 cambió este pano-rama. En 1935, la cuota de estas empresas descen-dió al 85% y en 1939 llegó por debajo del 70%. Detodos los metales, el cobre fue el más golpeado porla depresión mundial (tuvo excesiva oferta debido ala gran competencia internacional), mientras quelos precios de la plata se recuperaron, y los del plo-mo y el zinc se mantuvieron estables en compara-ción al cobre. La década del 30 fue la del plomo y elzinc (ayudaron a remontar la depresión), aunque laproducción de metales tendió a declinar en los 40,entre otras causas por la escasez de materiales yequipos durante la guerra mundial, una menor ren-tabilidad por los crecientes costos locales y un tipode cambio fijo desde 1940. La minería, entonces,entró en una grave recesión que sólo pudo resolver-se en la siguiente década gracias al capital foráneo.

934

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

LAS DIEZ MAYORES FÁBRICAS DE CAPITAL PRIVADO1931-1945

AÑOS FÁBRICA UBICACIÓN RUBRO

1931 Los Andes Huancayo Lana1939 W.R. Grace Paramonga Papel1941 Fleischmann Lima Levadura1942 Gloria Arequipa Leche 1943 Goodyear Lima Llantas1943 W.R. Grace Paramonga Químicos1944 Lanificio Lima Lana1941-1945 Arequipa Cemento1946 Rayón Peruana Lima Textil1945 Lima y Arequipa Embotelladora

Page 105: La Republica Oligarquica Peruana

935

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

PRODUCCIÓN MINERA EXPORTABLE, 1931-1951

(En miles de toneladas métricas)

AÑOS COBRE PLOMO ZINC PLATA

1931 45 3 - 274

1934 28 9 - 322

1935 30 29 10 548

1938 38 58 25 639

1939 36 46 37 585

1940 44 50 18 602

1944 32 53 49 492

1945 32 54 61 404

1949 28 65 72 330

1950 30 62 88 416

1951 32 82 101 465

Fuente: Palacios (1989: 293)

La explotación petrolera, como siempre, estuvomuy afectada por presiones políticas. En este senti-do, el fracaso en la exploración e inversión en esterubro se debió directamente a las vicisitudes políti-cas. Hubo temor de la International PetroleumCompany a la nacionalización de los yacimientos de

La Brea y Pariñas (tal como lo demandaba el APRA)y a las elevadas exigencias tributarias de los diver-sos gobiernos. En esta época, tres nuevas empresasingresaron en la industria: una foránea (GansoAzul), una privada local (Compañía Oriente, de losGildemeister) y una estatal (la Empresa PetroleraFiscal), que demostró la incapacidad del Estado pa-ra determinar sus prioridades y escoger políticasprecisas. En todo caso, estas empresas tuvieron unaproducción muy reducida en comparación con laIPC. El absurdo estancamiento del sector petroleroqueda demostrado en el siguiente cuadro:

PRODUCCIÓN Y EXPORTACIÓN DE PETROLEO, 1925-1949

(En millones de barriles, promedios anuales)

Producción Exportaciones Consumo Precio US$Interno barril

1925-1929 11,1 9,2 n.d. 166

1930-1934 11,0 1,9 89

1935-1939 16,3 14,0 3,0 110

1940-1944 13,3 10,1 4,2 114

1945-1949 13,6 6,4 6,5 195

Fuente: Thorp y Bertram (1988: 243).

UNA SOCIEDAD EN FORMACIÓNUNA SOCIEDAD EN FORMACIÓN

ILA ELITE DEL GUANO

Es un lugar común afirmar que los años que si-guieron a la independencia fueron muy difíciles pa-ra el país. La destrucción material provocada por losejércitos patriota o realista, y luego los transtornosdel caudillismo militar, no fueron el marco propicio

para el surgimiento de una sólida elite nacional. Laantigua aristocracia colonial quedó económicamen-te débil y políticamente pasó a un segundo plano.Esta precaria situación no cambió hasta que a ini-cios de la década de 1840 se exportaron los prime-

Page 106: La Republica Oligarquica Peruana

ros cargamentos del guano. Apartir de entonces el Perú ex-portó millones de toneladasde aquel estiércol que lasaves marinas depositaron ge-nerosamente durante siglosen nuestro litoral. Los ingre-sos obtenidos por esta felizcoyuntura permitieron supe-rar parcialmente la anarquíapolítica y la elite nacionalquedó inesperadamente re-compuesta.

LA OLIGARQUÍA DELGUANO

Desde que la aristocraciaperuana fue calificada por Jo-sé de la Riva-Agüero y Osma como “boba e incapazde todo esfuerzo”, dicha sentencia ha sido mecáni-camente utilizada para demostrar que el pasado pe-ruano es la historia del fracaso de las clases domi-nantes. En este sentido, la elite del siglo XIX ha si-do censurada por ser una clase rentista y parasitaria(Yepes 1972; Cotler 1978; Gilbert 1982; Bonilla1974); no obstante, tales afirmaciones deben poner-se en revisión a la luz de recientes investigaciones(Palacios 1987; Orrego 1990; Marcone 1991; Gan-dolfo 1991; Gootenberg 1993; Mc Evoy 1994).Ciertamente no se trata de redimir a todo un sector

cuya gran mayoría realmenteactuó de un modo individua-lista, pero tampoco podemoshacer una generalización deun fenómeno que, como vere-mos, tiene más de un matiz.

A partir de la década de1820 se inició una lentatransformación material ymental de nuestra sociedad, ylos extranjeros que comenza-ron a llegar tuvieron muchoque ver. Estos inmigrantes, en

su mayoría europeos, desempeñaron un rol esencialen el desenvolvimiento del comercio y la apariciónde las primeras “industrias”. Éste fue, hasta 1850, elgrupo base de una burguesía en gestación. A los ex-tranjeros se les agregaron comerciantes y minerosnacionales de apellidos no tradicionales o descen-dientes de familias extranjeras. El conjunto de estossectores sociales consolidó en la época del guano ungrupo emergente de base material “capitalista” for-mando verdaderas fortunas. Pensamos que las di-mensiones del grupo en cuestión fueron de grandesproporciones, incluso sobrepasando por su riquezay manejo en los negocios a la aristocracia tradicio-nal. Aún más, logró suplantarla en el campo de lapolítica. Las trayectorias de Manuel de Argumániz,Pedro González Candamo, Julián de Zaracóndegui,Francisco Quiroz, José Sevilla o Domingo Elías sonclaros ejemplos de este proceso (Orrego 1994).

De esta forma llegó a formarse una mentalidadeconómica basada en el espíritu de empresa, identi-ficada con el trabajo creador y el esfuerzo indivi-dual. Estos sectores estuvieron marcados por el es-tilo burgués ya que habrían sido extraordinariamen-te permeables a la influencia de comerciantes forá-neos. Ellos hicieron un gran aporte a la audacia y ala imaginación porque tenían otra mentalidad, pro-pia de un ámbito cultural basado en una filosofíaque valoraba la acumulación material y el culto alindividuo.

936

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

La calle del Palacio y el arco del puente de Piedra en unafotografía de la segunda mitad del siglo XIX. Este arco quepreside la calle se perdió en un incendio en 1879.

La portada de Maravillas, tomadade Lima: apuntes históricos,descriptivos estadísticos y decostumbres (París, 1867), deManuel A. Fuentes.

Page 107: La Republica Oligarquica Peruana

Un trabajo del historiador norteameri-cano Paul Gootenberg (1993) analizalos postulados económicos de estosgrupos emergentes en relación aldesarrollo del país en la coyunturade la prosperidad falaz del guano(1840-1880). Lo importante deesta investigación es comprobarcómo algunos miembros de laelite de entonces se preocupa-ron por desarrollar un conjuntode ideas orientadas a no desa-provechar los capitales prove-nientes del guano e invertirlos pa-ra fortalecer la economía local ypromover la “industrialización” ob-servando los ejemplos de Europa y,sobre todo, el de los Estados Unidos.Para ello el autor también ha revisadoabundante material documental y algunos perió-dicos de la época como El Comercio, El Correo delPerú, El Progreso, El Hijo del Pueblo, La Patria y ElTelégrafo de Lima, entre otros. Reseña seis obras queconsidera “fundamentales” dentro de la coyunturaguanera: el Ensayo sobre el porvenir de la industriaalgodonera fabril del Perú de Juan Norverto Casano-va (1849), la Estadística general de Lima de ManuelAtanasio Fuentes (1858), los Estudios sobre la pro-vincia de Jauja de Manuel Pardo y Lavalle (1862), elEnsayo sobre varias cuestiones económicas del Perú deLuis Benjamín Cisneros (1866), el Estudio sobre laindependencia económica del Perú de Juan Capello yLuis Petriconi (1876) y los Apuntes para la historiaeconómica del Perú de Luis Esteves (1882).

Se trata de un grupo heterogéneo, pues en él seencuentran abogados, industriales, estadistas e his-toriadores; no obstante, la lectura de sus ensayos nosaleja de aquella generalización que vio a toda la eli-te de entonces como rentista y parasitaria, ca-rente de toda visión global del país, defensorade intereses económicos minúsculos y servido-ra incondicional del imperialismo británico. Yaes hora de replantear toda esa visión maniqueadel siglo XIX peruano; algunos investigadoreslo están logrando sin caer en los esquemas de-pendentistas de muchos historiadores de la dé-cada de 1970, de formación marxista, que te-jieron una imagen casi grotesca de esta elite

–matizada con denuncias de ro-bos, estafas y especulación–,aceptada mecánicamente enciertos ambientes académicos.Claro que muchos postuladosde estos ensayistas decimonóni-cos tropezaron con una realidad

más rica y compleja de lo espera-do, y que muchas de sus deman-

das fueron aplicadas parcialmente–como la construcción de los ferroca-

rriles, el control por parte del Estado dela explotación del guano o los esfuerzos en

fomentar la capacitación profesional a través dela fundación de varios centros de altos estudios–; sinembargo, ésta no es razón para desmerecerles supreocupación por el “adelantamiento social del Pe-rú”, para tomar una frase de entonces.

Pasando a otro aspecto importante sobre el pun-to, estos grupos emergentes, tanto peruanos comoextranjeros, no tardaron en contraer vínculos con laaristocracia tradicional, que a estas alturas se debi-litaba cada vez más en su riqueza, influencia y po-der. Los grupos tradicionales no opusieron resisten-cia, por el contrario admitieron el ascenso de nue-vos personajes, sea porque ellos mismos poseían yarasgos burgueses o porque las fortunas recién for-madas tenían un brillo muy atractivo. Todo esteproceso influyó en la modernización económica, elprestigio de los extranjeros y sus negocios, el espí-ritu liberal y un estilo de vida más desenvuelto y os-tentoso. En lo anterior habría un caso típico de con-

937

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Manuel Atanasio Fuentes (1820-1889), prolíficohombre de leyes, abogado y escritor satírico.

Publicó numerosos títulos y se encargó dedivulgar los cuadros de costumbres de la

Lima del siglo XIX.

La calle de Judíos tomada de Lima: apunteshistóricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres(París, 1867), de Manuel Atanasio Fuentes.

Page 108: La Republica Oligarquica Peruana

fluencia de voluntades, pues los grupos emergentesimitaron por su parte elementos de la vida aristocrá-tica: buscaron el parentesco con familias tradiciona-les y adquirieron grandes propiedades agrícolas queles otorgaron en el plano social una estimación desabor arcaico. En síntesis, lo que se inició en la eradel guano fue el aburguesamiento de la aristocraciay la aristocratización de la “burguesía” como ten-dencias paralelas, que se mezclan íntimamente yterminan estructurando la oligarquía, a la que debe-mos tipificar sin aplicar aquellos parámetros o eti-quetas que bien pueden servir para un análisis de laEuropa del siglo XIX pero no para la realidad perua-na por esa misma época.

¿UNA ELITE LIBERAL?

La primera administración de Ramón Castilla,ayudada por los ingresos del guano, auspició el sur-gimiento de un nuevo grupo liberal que pronto in-gresó a las esferas del gobierno logrando implantarpor primera vez en el país el libre comercio. La ra-zón era sencilla: se pensaba que esta política era lasolución para la estrechez fiscal, la integración na-cional y una paz duradera. El lema era esta vez: “or-den y progreso”.

Los antiguos proteccionistas se desengañaroncon su antigua política que les impedía incorporar-se al capitalismo del Atlántico norte. No obstante,este neoliberalismo peruano comprendía cuatro pa-sos clásicos de liberalismo: reducido papel del Esta-do en la economía, supremacía de la sociedad civil,impulso al comercio de exportación y reglamenta-ción del control externo. Es decir, pretendían cons-truir en pocos años, y por decreto, lo que a Europale había tardado cuatro siglos en lograr. De otro la-

do, este proceso condujo a la elite a distanciarse desus antiguos aliados proteccionistas (artesanos ytenderos, por ejemplo), quienes rechazaban el librecomercio y a los comerciantes extranjeros. Aquí co-metieron otra contradicción: con este discurso esta-ban dejando de lado al sector económico que hubie-ra servido de base a la industrialización que tantoanhelaban. De este modo su prédica “democrática”se desvirtuaba al defender una economía más estre-cha y elitista.

Esta “modernización” que postulaban se desa-rrollaba en un contexto de economía de exporta-ción, lo cual les hacía olvidarse del problema decrear un mercado interno de consumo, que hubierapermitido la formación de una amplia clase mediaque aportara valores distintos y opuestos a los tra-dicionales. El discurso, entonces, contribuía a dis-tanciar más a la elite del resto de la población hastaconstituir dos economías casi paralelas: una quevendía productos al exterior y compraba del exte-rior todo lo que necesitaba, y otra que vivía aún enel circuito cerrado de la economía tradicional auto-subsistente. No les interesaba incorporar a ese vas-to mundo andino y a sus pobladores. Un conspicuoliberal de entonces, Sebastián Lorente, hombremuy influyente en la educación de la época, se ex-presaba en los siguientes términos sobre los indios:“yacen en la ignorancia, son cobardes, indolentes,incapaces de reconocer los beneficios, sin entrañas,holgazanes, rateros, sin respeto por la verdad, y sinningún sentimiento elevado, vegetan en la miseriay duermen en la lascivia” (citado en Orrego 1990:345).

Como vemos, estos liberales se limitaron a reite-rar sus principios sobre un país que ellos se imagi-naban. Había un desfase, por ejemplo, entre aquel

debate académico y doctrinario (Gua-dalupe-San Carlos) y el proceso políticoy social, marcado aún por el militaris-mo, el clientelismo, la falta de grupossociales coherentes y de fuerzas políti-cas –léase partidos– capaces de identifi-carse con una base ciudadana y unaorientación ideológica. Este liberalismoera más bien de carácter urbano y teníaun discurso occidental que ignoraba laspeculiaridades del país, lo que demues-tra el profundo aislamiento geográfico ymental que se vivía frente al sector ma-yoritario de la población. No tardaronestos “liberales”, junto a otros intelec-tuales más bien pragmáticos, en agru-

938

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

La alameda de los Descalzos en una litografía que procede del Atlasgeográfico del Perú (París, 1865).

Page 109: La Republica Oligarquica Peruana

parse políticamente. El Club Progresista de Domin-go Elías y el Partido Civil de Manuel Pardo fueronlas principales agrupaciones que propusieron alpaís la modernización del Estado y la consolidaciónde una elite civil que pudiera asumir los destinos dela nación.

Muchos son los puntos de vista que se han pre-sentado a propósito de esta época. Recordemos queel siglo XIX, entre la independencia y la guerra conChile, teniendo como centro la “era del guano”, hasido calificado de “olvidado”, “desventurado”, “a laderiva”, etc. El problema era cómo explicar el atra-so de la sociedad peruana a pesar de la cuantiosa ri-queza acumulada por esos años. Las evidencias em-píricas mostraron que el problema no podía resol-verse aludiendo sólo a la inserción asimétrica delPerú en el mercado internacional. Un porcentaje de-masiado alto de esa riqueza estuvo a disposición delEstado y se quedó en el país. Entonces, era necesa-rio prestar mayor atención a lo que sucedía al inte-rior de la sociedad peruana (Flores Galindo 1988b).

Para Jorge Basadre (1969) fue entonces que apa-reció una “plutocracia” nítidamente diferenciada delos aristócratas coloniales; la antigua clase alta debíaadaptarse a una sociedad donde el dinero empezabaa dominar. Shane Hunt (1973) propuso hablar deuna “economía rentista”, es decir, una sociedadconformada por un reducido círculo de familias adi-neradas, amantes del consumo suntuoso, sin espíri-tu empresarial, cuya riqueza se formó sin esfuerzotecnológico o creativo alguno y manteniendo, poresta misma razón, una alta tasa de desempleo. He-raclio Bonilla (1974), tratando de buscar factoresmás estructurales, sostuvo la inexistencia de una“burguesía nacional” como consecuencia a su vezde la carencia de un “mercado interno”; así se expli-caría el atraso del surgimiento del capitalismo en elPerú. Burguesía, proletariado y capitalismo consti-tuyen una totalidad histórica, dialécticamente arti-culada. Para Bonilla los consignatarios nacionalesno crearon una “industria nacional”, sino que se de-dicaron al mero comercio especulativo; cuando co-locaron parte de sus capitales en la agricultura –pa-ra producir algodón y azúcar– fue para devenir enuna clase rentista que se apropió del excedente ge-nerado por una mano de obra asalariada no capita-lista –los coolíes– y para someterse a las exigenciasde un mercado internacional que escapaba a todo sucontrol. Estos mercaderes no sólo no eran burgue-ses, sino eran nominalmente “nacionales” porqueen la práctica eran profundamente dependientes;esto último fue consecuencia de las condiciones

mismas de la realización de la venta del guano y dela emisión de los empréstitos. Por último, PaulGootemberg (1982) cuestionó esa supuesta caren-cia de una demanda interna: existía un mercado a laespera de una industria que sin embargo no surgió.

Hasta el momento se podría concluir que estosliberales decimonónicos proponían una “moderni-zación tradicionalista”, es decir, recibir elementoscapitalistas sin modificar la estructura social (Tra-zegnies 1979). No reclamaron claramente la forma-ción de una clase burguesa con una conciencia so-cial propia que asumiera el manejo de la moderni-zación. Más bien era esta nueva elite oligárquica laque se encargaría de manejar el proceso. Esta mo-dernidad peculiar conservaba un clima social aris-tocratizante que generó ambivalencias entre la pré-dica liberal y la percepción jerárquica de la socie-dad: fue todo un proceso de adaptación donde laelite absorbió elementos de modernidad liberal-ca-pitalista compatibles con su dominio aristocrático.Fue por esta razón que no se quebró el orden socialexistente, ya que la oligarquía se reservó una buenadosis de filosofía liberal, elementos de tecnologíacapitalista y algunos rasgos burgueses que en lugarde ser difundidos socialmente –como ocurrió enEuropa y Norteamérica– fueron reservados a estegrupo reducido. En consecuencia, estos elementosmodernos contribuyeron a acentuar la distancia en-tre la elite y una mayoría que vivía en un mundotradicional y arcaico.

OTRO ESTILO DE VIDA

Pocas épocas en la historia del Perú han dado lu-gar a tanto lujo y ostentación de la elite criolla co-mo la “era del guano”. Luego de la pauperización

939

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

En esta caricatura Manuel Atanasio Fuentes ensaya unavisión irónica sobre el Estado y la vida política del Perú

republicano.

Page 110: La Republica Oligarquica Peruana

sufrida durante la independencia y lasluchas caudillescas de los inicios repu-blicanos, la elite tuvo recursos suficien-tes para gastar y comportarse como suscoetáneas burguesías europeas. El cultoa las mercaderías importadas hizo rico amás de un comerciante que estableciósu tienda en las calles de la antigua y po-co remozada capital de los virreyes.Cuenta Ricardo Palma, testigo presen-cial de esta época de bonanza, lo si-guiente: “No faltará entre mis lectoresalgunos que conocieron a don BernardoO... el alhajero, mercader alemán que,por los años de 1852, trajo de Franciapor valor de quinientos mil francos en alhajas en-garzadas sobre oro. Llegó, como se dice, en la horadel buen pastor, esto es, cuando la Consolidaciónestaba en su apogeo y se improvisaban fortunas enmenos tiempo del que gastaba en persignarse un cu-ra loco. Don Bernardo el alhajero supo explotar elfilón, y en 1860, viejo y achacoso, regresó a Europaa disfrutar de los milloncejos de francos ganados enventa de alhajas modernas y adquisición de alhajasantiguas”.

El relato anecdótico e irónico del tradicionistanos permite ingresar en esa fiebre vivida por lo nue-vo y ostentoso. A la antigua elite colonial no le que-dó otro camino para salir de su decadente situaciónque contraer matrimonio y emparentarse con losnuevos ricos del guano, tal como lo relató Palma enel “Baile de la victoria” de sus Tradiciones peruanas.

Sumas enormes de dinero fueron derrochadaspor el sector privado en una profusa importación deartículos de lujo. En Chorrillos, el balneario de mo-da, las nuevas familias se dedicaban al juego y lleva-ban un estilo de vida opulento inspirado en los mo-delos europeos. En Lima se abrieron tiendas elegan-tes, se importaron artículos europeos –principal-

mente franceses– de lujo, se establecieron hoteles–como el Maury– y empresas de carruajes. Sin em-bargo, el precio de estos servicios y de los alimentosalcanzó grados de imposible acceso para los secto-res populares. Como vemos, era poco probable quela industria local creciera ante la abundancia de im-portaciones, especialmente cuando las elevadas su-mas de moneda extranjera que ingresaban al Perúdaban como resultado una excesiva revaluación dela tasa de cambio, lo que hacía las importaciones re-lativamente baratas (Hunt 1973). Un viajero inglés,A.J. Duffield, comentaba de esta forma lo que suce-día por aquellos años: “La tierra no está cultivada:en gran parte las cosas que se llevan al mercado sonaquéllas que crecen espontáneamente sin ningúnarte de industria. Quienes abastecen el mercado li-meño son en su mayoría italianos, mientras quegran parte de la tierra es árida e improductiva. Laspapas y otros vegetales, el trigo, la cebada, las frutasy la carne, todo viene de Chile y el Ecuador, peroprincipalmente del primero” (citado por Gilbert1982: 21).

Hacia 1870, año en que se derrumbaron sus mu-rallas, Lima contaba con poco más de 100 mil habi-

940

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

El balneario de Chorrillos reconstruido hacia finales delsiglo XIX.

Conforme la ciudad fue creciendo aparecieron numerososhoteles para alojar a los visitantes que frecuentaban la

ciudad de Lima. Uno de los más conocidos en el sigloXIX fue el hotel Europa (en la foto), ubicado en el jirón

de la Unión, próximo a la iglesia de La Merced. Otroshoteles de la época eran el Maury y el hotel El Universo.

Page 111: La Republica Oligarquica Peruana

tantes. Comenzaba por el norte con elconvento de los Descalzos y terminabapor el sur en la portada de Guadalupe,muy cerca de la actual plaza Grau. En ellugar que ocupaban las murallas se tra-zaron, a la manera francesa, avenidas enforma de boulevards que rodearían a lapoblación formando un cinturón de ca-lles amplias y arboladas. Además, se di-señarían parques decorativos con quioscos afrance-sados como el de la Exposición y su palacio, inau-gurados con gran pompa por el presidente Balta en1872. En efecto, en un área de 192 mil metros cua-drados se diseñaron jardines, arcos triunfales yfuentes; había un conservatorio de plantas, una glo-rieta turca, un teatro y una enorme figura de Hércu-les. En los salones del palacio se exhibían momias,sombreros de plumas, hachas, máscaras, la “Estelade Raimondi” y Los funerales de Atahualpa del pin-tor Luis Montero. También se exhibía, como unaauténtica atracción, el fabuloso reloj del coronel-in-ventor Pedro Ruiz Gallo: daba las horas, los minu-tos y los segundos; señalaba los días, los meses, losaños, las cuatro estaciones, las fases de la luna y elcurso del sol; y tocaba, dos veces al día, el HimnoNacional.

Pero la influencia francesa no sólo se hacía sen-tir en el diseño urbano. La moda de Pa-rís entusiasmaba a las clases altas ydesplazaba a la saya y el manto tradi-cionales. La gente quería vivir nuevostiempos –tanto en épocas de bonanzacomo en años de crisis– y los gober-nantes querían construir grandes obraspúblicas o imitar el estilo de vida delos grandes centros mundiales. Un fa-moso baile de disfraces, con vestidos

pedidos a Europa, se realizó en setiembre de 1873en el recién abierto Club de la Unión. Las dos seño-ras que mayor suma de dinero llevaron en alhajasen aquella oportunidad fueron Rosa Elguera deLaos que vestía de Ana de Austria y Fortunata Nie-to de Sancho Dávila, de duquesa de Parma. Cadauna llevó 50 mil y 40 mil soles respectivamente enjoyas. Los 10 mil soles de diferencia, de Rosa Elgue-ra, se debieron a una diadema de brillantes vendidapor la joyería Raybaud de París. La elite de entoncestambién utilizaba su tiempo libre para hacer depor-te. Por iniciativa de José Vicente Oyague se fundó elClub Regatas Lima. Asimismo, aparecía el tranvíade tracción animal con la ruta Exposición-Desam-parados y se construía el flamante teatro Politeamacon capacidad para casi 2 mil personas, presentan-do en su función inaugural Il Trovatore de GiuseppeVerdi.

941

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Vista exterior del teatro Principal de Limadonde se presentaran importantes piezas

dramáticas, ballet y obras líricas. Este recintofue reducido a cenizas el 15 de marzo de 1883

durante la ocupación de Lima por el ejércitochileno.

El gobierno de José Balta está asociado nosólo a la construcción de los ferrocarriles sinoa la expansión de la ciudad de Lima. Ainmediaciones de la portada de Guadalupe, seconstruyó el palacio de la Exposicióninaugurado en 1872. En la fotografía laplazuela y el palacio de la Exposición (actualMuseo de Arte de Lima).

Page 112: La Republica Oligarquica Peruana

La esclavitud de la población negra fue incorpo-rada desde los inicios de la colonia y estuvo funda-mentalmente concentrada en los grandes latifun-dios de la costa y en el servicio doméstico. Durantela independencia los negros esclavos vieron la posi-bilidad de lograr su libertad. Algunos aprovecharonla guerra para huir de sus dueños y enrolarse en losejércitos de ambos bandos ante la promesa por par-te de los generales de esta posibilidad y otros fueronreclutados de manera forzosa. El esfuerzo resultó envano. Sin embargo, luego de Ayacucho, el comerciode esclavos en toda la América española fue abolidoy esto motivó que la esclavitud entrara en franca de-cadencia. El día de la libertad llegó el 3 de julio de1854 con Castilla.

EN EL CAMINO DE LA LIBERTAD

El proceso de manumisión en el Perú fue lentoy parcial. En 1821, San Martín declaró libres a todoslos hijos de esclavas nacidos desde el 28 de julio y alos mayores que se enrolaran enel ejército. Los propietarios agrí-colas protestaron y todo quedóen nada. En noviembre del mis-mo año, San Martín expidió undecreto que contemplaba el dere-cho de tutela sobre los hijos desus esclavos. Luego, un decretode 1839 promulgado en Huanca-yo por Gamarra extendió esa tu-tela sobre los negros libertos has-ta que alcanzaran los 50 años.Con todo, llegó un momento enque los agricultores vieron queun esclavo era caro de mantener,rendía poco y que la mano deobra resultaría más barata con-virtiendo a los esclavos en peo-nes “libres”, obligados a trabajaren la hacienda a cambio de arren-darles, en duras condiciones, unapequeña parcela de tierra. Nacie-ron así las llamadas “chacras deesclavos”. En Lima, por ejemplo,

el 60% de los esclavos –el 44,33% de la poblaciónesclava del siglo XIX– vivía en la zona urbana dedi-cándose a tareas domésticas y no a tareas rurales.Del mismo modo el número de esclavos negros ibadecreciendo con los años y el precio de cada escla-vo también disminuía, evidenciándose una crisisdel régimen de utilización de fuerza de trabajo es-clavo en el Perú previo a 1854, año de la manumi-sión (Quiroz 1987).

En un importante trabajo, Carlos Aguirre (1993)ha demostrado que la abolición de la esclavitud enel Perú no fue dictada por el oportunismo o la filan-tropía de Castilla. Tampoco fue consecuencia inevi-table de los cambios operados en el capitalismo –li-beralismo– mundial. De esta forma se tendría laimagen de que los esclavos sólo fueron víctimas pa-sivas de la explotación de sus amos, sin interés al-guno por conseguir su libertad. Aguirre prefiere ha-blar de una desintegración de la esclavitud más quede una abolición (medida legal o política impuestadesde arriba) de la misma. En todo caso, se podría

hablar de un proceso de automa-numisión que revela un rol pro-tagónico de los esclavos en elproceso. Los esclavos presenta-ron hasta cuatro formas de resis-tencia:1. El conflicto legal (como el De-fensor de Menores).2. La obligación legal de losamos a ceder cuando el esclavomostraba el dinero suficiente pa-ra comprar su libertad.3. El cimarronaje o fuga. 4. Las formas violentas de lucha(bandolerismo).

El siguiente cuadro nosmuestra la evolución de la po-blación esclava en la ciudad de

942

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

IILA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD

La población afroperuana que sediseminó principalmente en la costa yen ciudades del interior como el Cuzco,contribuyó a la configuración del Perúcontemporáneo.

Page 113: La Republica Oligarquica Peruana

Lima desde el período colonial tardío hasta la épo-ca inmediatamente anterior a la manumisión; y otronos presenta, en un cálculo efectuado por Nils Ja-cobsen y recogido por Heraclio Bonilla, la distribu-ción de los esclavos en el Perú entre 1836 y 1845:

POBLACIÓN ESCLAVA DE LIMA, 1792-1845

AÑO HOMBRES MUJERES TOTAL POBLACIÓN % DEESCLAVOS DE LIMA ESCLAVOS

1792 6 414 7 069 13 483 52 627 25,6

1813 6 400 5 863 12 263 56 284 21,8

1818 4 705 3 884 8 589 54 098 15,9

1827 2 185 3 606 4 602 55 627 10,4

1836 5 791 65 116 12,2

1839 7 922 6,9

1845 4 500

Fuente: Aguirre (1993: 47)

POBLACIÓN ESCLAVA POR ÁREA

ÁREA 1836-1845 % DE LA POBLACIÓN TOTAL

Trujillo-La Libertad 2 000 8,9

Chancay 2 210 9,9

Lima 5 791 26,1

Callao 130 0,4

Cañete 1 950 8,6

Chincha 1 500 6,6

Pisco 1 976 8,7

Ica 2 000 8,9

Camaná 1 357 5,9

Otros departamentos 3 550 16,1

TOTALES 21 964 100,0

Fuente: Citado por Bonilla (1982: 452)

Cuando Ramón Castilla decretó en Huancayo lamanumisión definitiva (1854), el número de escla-vos en el Perú era de 25 505, cifra que representabael 1,3% del total de la población. Esta manumisiónde casi 26 mil esclavos se hizo mediante el pago asus propietarios de 300 pesos (en forma de bonos)por cada esclavo liberto. El costo de esta operaciónsignificó el traslado, del Estado a los propietarios,de casi 8 millones de pesos, y su financiamiento sehizo posible gracias al dinero generado por la ex-portación guanera. No es difícil sospechar que algu-nos propietarios declararon tener más esclavos que

los que realmente tenían para así recibir mayor can-tidad de dinero.

LA LIBERTAD Y SUS PROBLEMAS

¿Qué sucedió con los esclavos luego de la aboli-ción? La respuesta no es fácil pues carecemos defuentes apropiadas (censos poblacionales o inventa-rios de haciendas) que nos permitan hacer un se-guimiento sobre la población liberta. Los negrostambién desaparecen de los documentos oficiales.La mayor parte de los investigadores coincide enque la mayoría de los manumisos continuaron ejer-ciendo los mismos oficios que cuando esclavos. Losque se dedicaban a la agricultura permanecieron enel campo aunque no necesariamente en sus hacien-das de origen, o “en algunos casos fueron echadospor los amos –quienes amparados por el decreto deCastilla realizaron una selección de personal– y enotros mudaron de lugar para buscar un mejor tratoo estar cerca de sus seres queridos. Es probable queaquellos esclavos que gozaban de privilegios o buentrato en las haciendas decidieran quedarse en ellas”(Aguirre 1993: 312). Éste fue el caso de un caporalde la hacienda de Limatambo que luego de la aboli-ción permaneció laborando allí.

Pero como se indicó más arriba muchos fueronarrojados de las haciendas al no ser imprescindi-bles: el decreto de Castilla obligaba a los esclavos alaborar en los fundos pero facultaba a los hacenda-dos a no retener a quienes no eran útiles. Los des-plazados –muchos contra su voluntad– se agrupa-ron en “rancherías”, juntándose con ex esclavos ocimarrones. No era la libertad que hubiesen desea-do. Habían pasado casi toda su vida en una hacien-da y allí tenían sus pertenencias, quizá algunos sem-bríos e incluso animales. Pronto se encontraron de-samparados, enfrentados a la necesidad de recons-truir toda su vida y buscar los medios necesarios pa-ra subsistir en una sociedad que los recibía con me-nosprecio; algunos encontraron un “refugio” en lacriminalidad. Pero más allá de todas estas conjetu-ras, es difícil precisar cuál fue el destino de los exesclavos. El yanaconaje parece haber sido la formamás extendida, especialmente en las grandes pro-piedades agrícolas. Tampoco se produjo una terribleescasez de mano de obra como consecuencia de laabolición y, por los datos disponibles, se sabe que laagricultura costeña a finales de la década de 1850alcanzó importantes niveles de producción.

La vida de los ex esclavos en las ciudades tam-bién es poco conocida. Muchos se quedaron en la

943

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 114: La Republica Oligarquica Peruana

casa de sus amos, sobre todo aquellos que realiza-ban tareas domésticas. En cambio, los jornalerosque vivían lejos de sus amos continuaron en sus ofi-cios (como el mercadeo citadino, que se realizabade asiento –en la plaza de Armas o en “pulperías” y“chinganas”– o en forma ambulatoria y mediantepregón estimulante), ahora con mayores ventajaspues no debían entregar parte de su jornal a nadie.De otro lado, no es cierta la creencia de que cuandose abolió la esclavitud aumentó la criminalidad enciudades como Lima. Manuel Atanasio Fuentesconsignó, en 1857, que sólo el 23,1% de los deteni-dos por delitos eran negros; los mestizos alcanzabanel 29,5%, mientras que los indios se encontraban enprimer lugar con un 32,7% (Aguirre 1993). Con se-guridad, estas versiones que atribuían a los ex escla-vos una tendencia al crimen eran provocadas poruna mentalidad discriminatoria y racista que no po-día admitir a los negros como ciudadanos iguales alos demás.

Otro aspecto a mencionar es que a partir de1850 la población negra perdió su predominio nu-mérico en la costa. Revisando las cifras de los cen-sos, en 1876 había 52 588 negros en el país (1,95%del total), mientras que en 1940 sólo alcanzaban a29 054 (0,44% del total). Es de creer que la consi-derable reducción de gente de color que muestranlas cifras anteriores se debe en buena parte a quemuchos descendientes de africanos lograron que seles registrara como mestizos y aun como blancos, ytodo por un deseo de movilidad o ascenso social(Romero 1980). Sólo en Lima, en 1862 el 11% erannegros, en 1876 el 9,3% y en 1908 el 4,8%. Esta dis-minución de poco más del 50% se debe ademásal creciente mestizaje de la población capi-talina a nivel de los grupos populares apartir de 1850-1860.

EL DISCURSO RACISTA

Es sabido que los ex esclavosnegros fueron recibidos con des-precio por la misma sociedad queles dio la libertad. Se les quería ynecesitaba pero como simple ma-no de obra. Ésa era la imagen delos negros: siempre trabajando pa-ra alguien, de lo contrario se lesveía como ociosos, pervertidos o cri-minales. Alguien que firma con elseudónimo de “Un republicano” escri-bía lo siguiente en una carta publicada en

El Comercio en 1855: “Señor Intendente. Hastacuándo sufriremos las lisuras, los insultos y trope-lías de los negros, nuevos ciudadanos: duerme lapolicía o cierra los ojos sobre estas reuniones de bo-rrachos, que es propio para insultar y amenazar alos ciudadanos blancos (...) no podemos pasar porla calle con nuestras hijas sin ser obligados a tapar-nos los oídos” (citado por Aguirre 1993: 318). Nohay duda, los negros eran un peligro para la “socie-dad decente”.

En el Perú el racismo es una de las consecuen-cias más duraderas de la esclavitud. La valoraciónnegativa del negro viene de la época colonial, seprolongó luego de la manumisión y aún persiste enla mente de muchos. Sin embargo, a pesar del dis-curso racista, los descendientes de africanos en elPerú se fueron ganando poco a poco espacios den-tro del entramado social. Sus bailes, sus cantos y suscomidas hoy son parte sustancial de la cultura na-cional. Ya sea como peón en el galpón agrícola o co-mo refugiado en el “callejón de un solo caño” de al-guna ciudad costeña, la gente de color ha ido traba-jando y abriéndose camino en la vida. Muchos deellos han sido excelentes deportistas, otros trabaja-dores anónimos o artistas vernaculares. Tambiénfueron movilizados en política (fue Nicolás de Pié-rola el político peruano que logró la mayor popula-ridad entre la gente de color) o han inspirado nu-merosas piezas literarias (recordemos la novela Ma-talaché de Enrique López Albújar donde un esclavose convierte en el amante de la joven patrona). Co-mo opina Fernando Romero: “en los cien últimosaños la actitud del negro peruano ha sido semejan-

te a la del hombre de color norteamericano delperíodo precedente al del poder negro: un

paciente esperar, con renuncia de unaposible guerra racial, sin manifiesto

anhelo de regresar al pasado africa-no y con la esperanza de que me-diante la aceptación, tomada éstacomo elemento del proceso acul-turativo, tarde o temprano lagente de color conquistaría jus-tas posiciones, gracias al perfec-cionamiento profesional, espe-cialmente de nivel universitario,de su juventud” (1980: 89).

944

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Una mulata limeña según la Lima, apunteshistóricos, descriptivos, estadísticos y de

costumbres (París, 1867) de Manuel A. Fuentes.

Page 115: La Republica Oligarquica Peruana

Es evidente que la presencia de losasiáticos (chinos y japoneses) en elPerú ha sido fundamental en la confi-guración de la moderna sociedad pe-ruana. Los que llegaron inicialmente ysus descendientes jugaron un papelimportante en la transformación de laeconomía y cultura nacionales; inclu-so en el campo político. Los chinosllegaron a partir de 1849 a cumpliruna cruel e injusta labor en las islasguaneras y las haciendas costeñas; losjaponeses, dentro de otro esquema deinmigración, llegaron por familiasdesde finales del siglo pasado a colo-nizar tierras vacías o a trabajar en elagro costeño, y pronto se convirtieronen un grupo dinámico dentro del pe-queño comercio urbano. Ya en el pre-sente siglo llegó, poco a poco, otro contingente dechinos pero ya reunidos en familias, en una inmi-gración radicalmente opuesta a la de los coolíes delsiglo XIX.

LOS TRABAJADORES CHINOS

A partir de la década de 1850 los trabajadoreschinos fueron reemplazando a los esclavos negrosen las haciendas de la costa. La presencia de estosmiles de inmigrantes o “colonos chinos” –coolíes–como eufemísticamente se les llamó, fue conse-cuencia de la necesidad de un mayor número de tra-bajadores por parte de los propietarios de la costaperuana. De esta forma se iniciaba la solución a lapermanente, y tantas veces denunciada por los ha-cendados, escasez de mano de obra para la agricul-tura costeña (Stewart 1976; Rodríguez Pastor1989).

Los propietarios percibieron de inmediato losbeneficios del trabajo de los coolíes en las hacien-das. Con el conocimiento ancestral que tenían deltrabajo agrícola y con su esfuerzo físico permitieronel notable incremento de la producción en las plan-taciones de caña y algodón. Los capitales surgidos

del guano y la favorable coyuntura del mercado ex-terno fueron parte confluyente que permitió la mo-dernización y el enriquecimiento de la elite nacio-nal. Por ello, a pesar de las prohibiciones legales delEstado peruano (como en 1853) y de las protestasinternacionales, la llegada de los coolíes al Perú fuecontinua y creciente. Y en este interés no sólo se en-contraban los propietarios agrícolas sino tambiénlos contratistas que vieron en el tráfico de estos se-miesclavos un negocio bastante lucrativo. De estemodo, entre 1849 y 1869 llegaron alrededor de 50mil coolíes y entre 1870 y 1874 fueron desembarca-dos otros 50 mil. Watt Stewart, autor de un libro yaclásico sobre la “servidumbre china” en el Perú,consigna las siguientes cifras:

LLEGADAS DE CHINOS 1850-1874

1850-1859 13 000

1860-1870 38 648

1871-1874 35 599

TOTAL 87 247

Fuente: Stewart (1976: 70).

IIILA INMIGRACIÓN ASIÁTICA

Las habitaciones de los trabajadores chinos en las islas de Chincha, hacia lasegunda mitad del siglo XIX. Al abolirse la esclavitud se inició la importación

masiva de culíes chinos, quienes desarrollaron sus actividades en durascondiciones, como puede apreciarse en esta fotografía.

945

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 116: La Republica Oligarquica Peruana

Decimos que fue un sistema de semiesclavitudno sólo por las duras condiciones de trabajo que de-bían soportar los coolíes en las haciendas de la cos-ta. Los malos tratos se iniciaban desde la colonia deMacao en la China hasta su llegada al Callao. En esainfernal travesía, que demoraba unos 120 días, loscoolíes eran transportados en unas embarcacionesque no reunían las mínimas condiciones adecuadasde higiene; además de encontrarse hacinados, mu-chos morían o se suicidaban en el viaje. Las siguien-tes cifras muestran la cantidad de chinos que murie-ron durante sus viajes entre 1860 y 1870:

LLEGADAS DE CHINOS AL CALLAO, 1860-1870

AÑO LLEGARON EMBARCADOS MURIERON % DE BAJAS

EN MACAO EN VIAJE EN VIAJE

1860 1 413 2 007 594 22,59

1861 1 440 1 860 420 22,58

1862 1 003 1 716 713 41,55

1863 1 628 2 301 673 29,13

1864 6 410 7 010 600 8,56

1865 4 540 4 794 254 5,30

1866 5 929 6 543 614 9,38

1867 2 184 2 400 216 9,00

1868 4 266 4 387 121 2,79

1869 2 291 2 366 75 3,21

1870 7 544 7 917 373 4,71

TOTAL 38 648 43 301 4 653 10,74

Fuente: Stewart (1976: 71).

La penuria continuaba en el Perú. El trato gene-ralizado entre los hacendados –de manera directa oa través de sus capataces– era la continuación deltrato a los esclavos negros. El uso de cadenas, ce-pos, látigos, cárceles, el torturante celibato, la exi-gencia opresiva del cumplimiento de la tarea o delhorario de trabajo y el diario encierro nocturno enlos galpones, fue algo cotidiano. Sin embargo, comoen tantas épocas de la historia, los chinos tambiéncrearon sus propios mecanismos de resistencia y re-belión ante un sistema harto opresivo. Algunas fue-ron acciones individuales, otras colectivas pero casinunca masivas. Con los chinos vuelven el cimarro-naje o fuga, los tumultos, las rebeliones y los asesi-natos. También aparece el suicidio como actitud deprotesta. En efecto, muchos terminaron por quitar-se la vida, aunque otros murieron debido al desgas-te físico, la mala alimentación o al efecto de alguna

epidemia o enfermedad. Para uno de los más impor-tantes estudiosos sobre la presencia china en el Pe-rú, Humberto Rodríguez Pastor (1989), no es ope-rativo considerar a los coolíes como esclavos, traba-jadores alquilados, siervos o asalariados; resulta me-jor calificarlos como semiesclavos porque según loscontratos de trabajo:

1. Las obligaciones que tuvieron con los primerospatrones estuvieron regidas por normas contractua-les mutuamente exigidas y controladas.

2. El trabajador chino no era propiedad de un pa-trón al que podía dejar al momento que finalizaba sutiempo obligatorio precisado en su contrato, y si leera conveniente aceptaba de manera voluntaria re-contratarse.

3. En la sociedad peruana no había condicionespara que continuara reproduciéndose la esclavitudque, por lo demás, daba muestras de finalizar desdeantes de que se iniciara el siglo XIX.

En efecto, había un nivel que era el contractual yotro el de la realidad. Los contratos tuvieron una re-lativa importancia porque de alguna manera dieronpautas y definieron obligaciones entre los chinos se-miesclavos y los patrones. Los coolíes debían trabajardurante 8 años para sus patrones –ya sea como culti-vadores, hortelanos, criados, pastores o trabajadores

946

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Un trabajador de origen chino con grilletes, en Chicamita, LaLibertad, en una fotografía del Álbum República Peruana

1900 de F. Garreaud.

Page 117: La Republica Oligarquica Peruana

en general– por el pago de 1 peso semanal; diaria-mente se les repartía una libra y media de arroz y unacantidad de carne o pescado (de cuando en cuandorecibían un camote o un choclo para matizar elarroz), y anualmente se les entregaba una frazada ydos vestidos. Por lo general, no se respetaba el des-canso dominical. De otro lado, era común encontraren las grandes haciendas del norte una tienda –tam-bo– donde el coolí, si tenía los medios o las ganas, po-día comprar tocino, té, pan o pescado para mejorar sumagra ración; asimismo, podía encontrar el tradicio-nal opio, conseguido por comerciantes, y fumarlo co-mo pasatiempo o para escapar momentáneamente desu cruel situación. El siguiente cuadro muestra lacantidad de opio importado durante este período:

OPIO VENDIDO POR INGLATERRA AL PERÚ

1855-1879

AÑOS CANTIDAD (libras) INDICADORES

1855-1859 16 787 100,0

1860-1864 30 688 182,8

1865-1869 30 574 182,1

1870-1874 270 802 1 613,1

1875-1879 415 691 2 476,2

Fuente: Rodríguez Pastor (1989: 219).

Al momento de finalizar el contrato, pocos fue-ron los propietarios que pudieron retener a sus coo-líes por el sistema de “recontrata”. Muchos de losque salieron de sus haciendas sólo retornaron a ellascomo trabajadores o peones libres; otros como “en-ganchados”. Los primeros eranllamados “chinos libres” por-que trabajaban por una canti-dad de dinero y en cualquiermomento podían dejar la ha-cienda. En cambio, los “engan-chados” no dependían directa-mente de la hacienda sino deun chino “enganchador” (mu-chos de éstos, al explotar a suspropios paisanos, acumularondinero y se enriquecieron). Los

que no siguieron vinculados a la agricultura, con elpoco dinero ahorrado se dedicaron al comercio den-tro o fuera de las haciendas. Algunos establecíantiendas donde vendían a los coolíes el opio o los ali-mentos que complementaban su ración diaria.

Los que no escogían este camino incursionabanen los pequeños pueblos de la costa, sierra o selva,integrándose paulatinamente –no sin muchos pro-blemas de rechazo por el racismo existente anteellos– a la vida nacional. Al fin pudieron formar fa-milia, aunque sin abandonar sus patrones culturalestradicionales que los identificaban. Ya desde antes,incluso dentro del trabajo en las haciendas, los coo-líes mantuvieron y recrearon su cultura original.Los hacendados no reprimieron esto y dejaron a sustrabajadores asiáticos seguir practicando su reli-gión, celebrar sus fiestas ancestrales (como el AñoNuevo chino) o fumar opio.

Otra de las labores que debieron cumplir los coo-líes en el Perú fue la extracción del guano en las is-las de Chincha. El 15 de octubre de 1849, un mesantes de que se promulgara la ley de inmigración(más conocida como “ley china”), la embarcacióndanesa “Federico Guillermo”, al mando del capitánN. Paulsen, ancló en el Callao con 75 colonos chi-nos traídos por los socios Domingo Elías y Juan Ro-dríguez. El gobierno, a pesar de que en ese momen-to no había promulgado la ley, les pagó la comisiónde enganche que contemplaría el dispositivo. Lue-go, Elías obtendría del gobierno el negocio del “car-guío del guano” en las islas Chincha (1849-1853) yemplearía principalmente a los coolíes en este traba-jo. Con seguridad, esos primeros 75 colonos fueronllevados a las islas Chincha.

Un informe rendido en1853 señalaba que entre eltotal de trabajadores, unos800, había 600 coolíes. A ca-da uno se le asignaba unacuota de 4 toneladas diariasde guano para entregar alborde de las escolleras y poresa cantidad recibían 3 realesdiarios (8 reales eran 1 pe-so); de este jornal se les rete-nía 2 reales para su ración decomida. El informe describíalos frecuentes azotes que sedaba a los coolíes y reconocíaque no pasaba día sin que seprodujera un intento de sui-cidio (se arrojaban de los

947

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Progresivamente la población deorigen chino fue integrándose a la

sociedad peruana. En la vista, DeliaFung en una fotografía de las

primeras décadas del siglo XX.

Page 118: La Republica Oligarquica Peruana

acantilados en la creencia, según alguna mitologíade la época, de que resucitarían en su propio país);también se produjeron algunos motines (1866 y1867).

Para el empresario guanero, el trabajo de los coo-líes daba apetecibles ventajas: abundante número,menor costo relativo, disponibilidad total y la posi-bilidad casi impune de ejercer sobre ellos la máximaexplotación. Según Cecilia Méndez, “las condicio-nes de los asiáticos sólo parecieron experimentaruna mejora en el transcurso de los setenta, cuandolas islas de Chincha cedieron un lugar protagónicoa las islas Lobos y a los depósitos del litoral tarapa-queño. Según los testimonios, el trato siguió siendomuy duro, pero se había logrado un alza significati-va en el nivel salarial. Entre 1875 y 1877, los chinoscontratados por la Empresa del Carguío en el Pabe-llón de Pica y Punta Lobos percibían un jornal dedos pesos diarios, lo que suponía un notable incre-mento en relación a los ocho pesos mensuales deveinte años atrás. Por otro lado, también en el trans-curso de esta década, y acaso como producto de suspropias movilizaciones en las haciendas, principal-mente, los chinos accedieron a una serie de reivin-dicaciones, como el derecho a descansar los domin-gos, la regulación de un horario de trabajo y el pa-go de horas extras” (1987: 32).

A pesar de la dureza del trabajo, los chinos tam-bién lograron ganar un espacio para reproducir sustradiciones y su cultura: ya a mediados de los cin-cuenta habían logrado implementar un teatro en lasislas de Chincha en el cual hacían sus representa-ciones en las vísperas y días festivos; acaso la mis-ma gravedad de su sufrimiento alimentó esos víncu-los comunitarios. El siguiente cuadro nos muestrala población asiática en las islas de Chincha duran-te el período del guano:

POBLACIÓN ASIÁTICA EN LAS ISLAS CHINCHA

AÑO NÚMERO

1853 588

1854 509

1855 600

1856 800

1857 550

1866 683

1867 750

Fuente: Méndez (1987: 15).

Hacia finales de la década de 1860 la inmigra-ción china afrontó algunos problemas serios a nivelinternacional. En 1869 hubo abiertas quejas del ex-terior y los informes daban suficiente evidencia deque se trataba de una forma camuflada de esclavi-tud. Aunque se abrió una polémica periodística enlos Estados Unidos, el gobierno chino no protestópues consideraba a los emigrantes como “apátri-das”. Sin embargo, el gobierno peruano, con la me-diación de los Estados Unidos, buscó afanosamenteel establecimiento de relaciones diplomáticas conChina, tarea difícil debido al reiterado aislamientode los países asiáticos. También la Gran Bretaña re-pudiaba el tráfico chinero.

Pero el escándalo se agudizó cuando en 1872 laembarcación peruana “María Luz”, que traía coolíes,fue retenida en un puerto japonés. Todo comenzócuando un chino escapó de la embarcación a nadoy se refugió en un buque británico en el puerto deYokohama, denunciando los malos tratos de queeran objeto los emigrantes en el “María Luz”. De es-ta forma, el gobierno japonés embargó el buque, sutripulación y su carga humana. Este hecho, de granrepercusión internacional, obligó al Perú a modifi-car las condiciones de inmigración y a enviar unamisión diplomática a China. El jefe de la misión fueel marino Aurelio García y García, nombrado repre-sentante diplomático ante los gobiernos de China y

948

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Una imagen de las procesiones cívicas del Perú del siglo pasado.

Page 119: La Republica Oligarquica Peruana

Japón. De este modo se establecieron nuevas pautaspara la inmigración libre de chinos. Los últimoscoolíes llegaron en 1874.

Luego de la guerra con Chile, la población deorigen chino se diversificó en las áreas urbanas y ru-rales de la costa. En Lima funcionaban ya varios tea-tros chinos, porque “ocurría que la mayoría de losmigrantes, aun aquellos que lo hicieron bajo peno-sas condiciones contractuales, había cumplido suscompromisos y se encontraba establecida libremen-te en el Perú. A pesar de esa visible adaptación a lavida del país, durante la guerra hubo saqueos de co-mercios chinos, pero también rebeliones de trabaja-dores chinos en haciendas diversas. Después de fi-nalizado el conflicto, las condiciones variaron y lapoblación migrante china se integró plenamente ala vida peruana” (Pease 1993: 250).

En este sentido, los chinos no sólo adoptaronpatrones culturales del Perú, también transmitierony propagaron su herencia cultural en esta sociedadque les era extraña. Ya antes, desde la década de1870, su integración social había comenzado. En1878 un grupo de chinos se hizo presente en las ce-lebraciones del día patrio, el 28 de julio. Una dele-gación felicitó al presidente de la República el 2 deagosto, aniversario de su toma de mando, comotambién el 9 del mismo mes, día de su cumpleaños.De otro lado, en Lima ya existían ricos comercian-tes. Un periódico dijo de la casa Wing on Chongque “se habían hecho apreciar por la abundancia, lavariedad, la opulencia de sus productos, y por losprecios bajos y el buen trato que dispensaban a susclientes” (citado por Stewart 1976: 177). El centrocomercial chino comenzó a ser la calle Capón don-de, además, se instalaron los más importantes “chi-fas”, donde se servía la comida chino-cantonesa yacon algunos añadidos de ingredientes peruanos. Porlos barrios mesocráticos comenzó a ser popular elchino bodeguero, el “chino de la esquina”. Ya en elpresente siglo, centenares de chinos llegaron bajonuevos términos –muchos por familias– y, al igualque los descendientes peruanos de los coolíes, si-guieron enriqueciendo la cultura y el mestizaje na-cionales.

CHINOS EN LOS CENSOS DE 1876 Y 1940

DEPARTAMENTOS 1876 1940Nº % Nº %

Ancash 2 945 5,9 243 2,2

Arequipa 1 034 2,1 192 1,8

Callao 1 474 2,9 486 4,5

Ica 4 920 9,8 1 097 10,1

Lambayeque 4 095 8,2 489 4,5

La Libertad 8 834 17,7 626 5,7

Lima 24 298 48,6 6 870 62,9

Loreto 27 0,0 181 1,7

Piura 29 0,0 339 3,1

Tarapacá 791 1,6 - -

Otros 1 509 3,0 391 3,6

Total 49 956 100,0 10 914 100,0

Fuente: Rodríguez Pastor (1989: 61).

LOS INMIGRANTES JAPONESES

Los japoneses llegaron al Perú en condicionesdistintas. Incluso la legislación que promovía su in-migración fue radicalmente opuesta a la que rigiópara los chinos y se inició luego de que el Perú es-tableciera relaciones diplomáticas con el Japón.Desde 1897 había un representante japonés en elPerú y al año siguiente se propuso promover la in-migración de los nipones para el trabajo en las ha-ciendas de la costa. El empresario peruano que in-teresó a la Compañía Japonesa de Inmigración Ma-rioka (cuyo gerente era Teikichi Tanaka) fue Augus-to B. Leguía. El primer grupo oficial de 790 colonosllegó al Callao en 1899 durante el gobierno de Pié-rola y, a lo largo del Segundo Civilismo, siguieronllegando; en 1909 había más de 6 mil y en 1923 lle-

949

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Directorio de la Sociedad Central Japonesa, 1917. Lacolectividad japonesa, como otras colectividades de

inmigrantes, se agrupó en sociedades para sobrellevar losrigores de la vida en un país con distintas costumbres y

tradiciones.

Page 120: La Republica Oligarquica Peruana

garon 18 mil; la mayoría permaneció en el país, re-gistrándose un bajo número de retornos (Morimoto1979).

A los japoneses primero se les contrataba paratrabajar durante cuatro años en alguna hacienda, fi-jándose el salario en libras esterlinas (dos y mediamensuales), aunque podía ser abonado en monedanacional; además, en el contrato se fijaba una jorna-da máxima de trabajo de 10 horas, alojamiento yasistencia médica. Los inmigrantes debían teneruna edad fluctuante entre los 20 y los 25 años. Lue-go vendrían otros que se establecieron en la regiónamazónica, especialmente en la zona cauchera deMadre de Dios (Tambopata). A partir de la caída deLeguía la inmigración se amplió y las actividades delos japoneses se diversificaron, consolidando una

importante colonia. Al término de su contrato, mu-chos abrieron pequeñas industrias o comercios, lle-gando algunos a ser importadores como Shotai Kil-sutami, quien procedía de San Francisco y que en1905 abrió una fábrica de muebles en Arequipa.Cuando la primera guerra mundial, Kilsutami erapropietario de un barco y entró al negocio de alfom-bras; pero con la crisis luego de la guerra quebró, yla depresión lo llevó a la muerte (1925).

Sin embargo, al inicio de la década de 1930 eldiario La Prensa inició una campaña destinada a lla-mar la atención del gobierno sobre el “peligro” queentrañaba la presencia crecida de los súbditos delImperio del Sol Naciente. Es así que en 1936, el go-bierno de Benavides limitó el ingreso de japonesesal país. Alberto Ulloa, ministro de Relaciones Exte-riores, refrendó el decreto que decía: “El aumentode la inmigración japonesa y las actividades desa-rrolladas por estos inmigrantes habían venidocreando en el Perú en los últimos años un malestarsocial, porque las condiciones y métodos de trabajode esos inmigrantes producían una competenciaperjudicial para los obreros e industriales peruanos.Tales actividades tenían, además, proyecciones mar-cadas con los fuertes caracteres del nacionalismo ja-ponés, en los órdenes económico, espiritual y en lascostumbres. Aquel malestar se reflejaba principal-mente en las clases populares, por la tendencia delos inmigrantes japoneses al monopolio de algunaspequeñas industrias y ocupaciones de obreros y ar-tesanos” (citado por Pinilla 1971: 224).

Como vemos, se trata en realidad de una “queja”de los peruanos ante la disciplina y laboriosidad in-herentes al espíritu nipón. El texto limitativo a lainmigración (fijaba un tope de 16 mil extranjerospor cada nacionalidad) fue considerado inamistoso

y lesivo a los intereses de la colonia nipo-na en el Perú, y así lo hizo saber la repre-sentación japonesa en Lima. La Cancille-ría rechazó la protesta.

El decreto de 1936 fue un escollo pa-ra el progreso de la inmigración y activida-des japonesas. El problema se agudizócuando estalló la segunda guerra mundialy Japón pasó a formar parte del Eje Roma-Berlín-Tokio. El gobierno de Manuel Pra-do, en una actitud tan inexplicable comotonta, le declaró la guerra al Eje, solidari-zándose con los Estados Unidos. También

950

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Oficina de la fábrica de caucho Tominaga en unafotografía de los años veinte.

Taller de carrocería de Oscar Aida hacia 1930. Losinmigrantes japoneses inicialmente llegaron al Perú

contratados para trabajar en faenas agrícolas;progresivamente empezaron a comprar propiedades rurales y

a establecer sus propios negocios.

Page 121: La Republica Oligarquica Peruana

circuló por Lima la absurda versión de que los japo-neses pretendían apoderarse del Perú y que todoslos negocios regentados por los individuos de esanacionalidad se habían convertido en unos arsena-les de guerra. En mayo de 1939 hubo un saqueo po-pular de estos establecimientos que originó la pro-testa de la legación japonesa ante la Cancillería deLima. Pero todo no quedó allí. Cuando Japón atacóla base norteamericana de Pearl Harbor en diciem-bre de 1941, Prado dispuso la inmovilidad de losfondos de sociedades o individuos japoneses. La re-presión del gobierno a pacíficos e indefensos japo-neses fue lamentable y muchos considerados “peli-grosos” fueron enviados a los Estados Unidos; pron-to hubo ruptura de relaciones diplomáticas. Afortu-

nadamente, luego de la guerra mundial, razones dehumanidad obligaron al Estado peruano a autorizarla vuelta de muchos desterrados entre 1942 y 1943,quienes habían dejado familia y algunos negocios(Pinilla 1971).

951

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Miembros de la Asociación Japonesa de Damas Budistas,quienes remitían ayuda a los soldados japoneses heridos

en combate, 1938.

IVEL DESARROLLO DE LA INMIGRACIÓN EUROPEA

Para las expectativas de los nuevos gobernantesde América Latina tras la independencia la pobla-ción no era ni suficiente ni estaba calificada paraconstruir sobre ella pujantes naciones. Existía, poruna parte, un absurdo racismo frente a los aboríge-nes o mestizos, que se vieron todavía más margina-dos, y por otra, un excesivo deslumbramiento anteel “progreso” europeo. Por ello, el intento de “eu-ropeización” de América Latina se debió a la inicia-tiva de las elites dominantes, atraídas por los ade-lantos técnicos y el creciente poderío de Inglaterray los modos de vida, progreso intelectual y refina-miento franceses. Asimismo, la aplicación de la téc-nica a la producción y a las comunicaciones hizoposible la divulgación de la cultura europea: laprensa, revistas especializadas, libros, compañíasde teatro, música y conferenciantes llegaron en unmenor tiempo a América Latina, cuyas oligarquías,considerando a París el ombligo del mundo, setrasladaron con mayor frecuencia al Viejo Conti-nente. Poco a poco se identificó a Europa como la

cuna de todos los progresos y europeo fue símbolode civilizado.

Aunque las nuevas elites fomentaron la llegadade inmigrantes europeos desde la década de 1820,no se puede hablar de políticas migratorias hastamediados de siglo: el caudillismo y la crisis institu-cional imperantes alejaban cualquier intento de in-migración masiva a América Latina. La oportunidadse presentó pasada la mitad de siglo, cuando el po-der político se institucionalizó inaugurando un pe-ríodo menos azaroso. Los gobernantes reverdecie-ron su antigua fe en la inmigración. “Gobernar espoblar” escribió Alberdi, el estadista argentino. Laeconomía inició su despegue en el último tercio delsiglo XIX, despertando condiciones atractivas parael movimiento transoceánico (Sánchez Albornoz1976). A ello también contribuyó el fuerte creci-miento demográfico de Europa, donde, si bien lasnaciones industrializadas pudieron absorber el ex-cedente poblacional, no sucedió lo mismo con lospaíses del área mediterránea (Italia, España y Portu-

Page 122: La Republica Oligarquica Peruana

gal), cuyas economías no permitieron ofrecer tantospuestos de trabajo. De ahí que el componente hu-mano llegado por entonces (atraído por la esperan-za de “hacer la América”) fuera principalmente lati-no y eslavo, siendo las áreas escogidas Brasil, Cuba,Uruguay y Argentina y, en menor proporción, Méxi-co, Perú, Venezuela y los países centroamericanos.

Según algunas cifras, en la década de 1860 a1870 llegaron a América Latina 50 mil europeos alaño; en 1885 la cifra se multiplicó a 250 mil anua-les, cantidad que se mantuvo hasta 1914. Entre1880 y 1930, unos 3 400 000 inmigrantes se esta-blecieron en Argentina, 3 300 000 en Brasil y 630000 en Uruguay. En Cuba, entre 1902 y 1929, llega-ron unos 800 mil españoles. Es importante aclararque si bien algunos europeos pasaron a engrosar lapoblación rural, la mayoría permaneció en las ciu-dades. El trasvase de un continente a otro equivalióen buena medida a una vigorosa migración del cam-po a la ciudad: del campo europeo a las ciudades la-tinoamericanas. De este modo, la urbanización deAmérica Latina cobró un fuerte impulso. A partir de1930, debido a la gran crisis mundial, los gobiernoslatinoamericanos cerraron las puertas a la inmigra-ción, que sólo abrieron en algunos casos puntuales,como el de los exiliados republicanos españoles(México).

PERÚ, DESDE LA INDEPENDENCIAHASTA 1850

El 7 de octubre de 1821 el general San Martínexpidió un decreto concediendo entrada libre a losextranjeros; se les ofrecía la misma protección que alos ciudadanos locales y se les daba amplia libertadpara el ejercicio de su industria. Luego, la Consti-tución de 1823 reconoció como peruanos a los na-turalizados en el país o por carta de naturaleza o porvecindad de cinco años ganada según ley en cual-quier lugar de la República. No podía naturalizar-se peruano el extranjero que se dedicara al comer-cio de esclavos (Basadre 1969, I).

La Constitución Vitalicia de Bolívar (1826) in-cluyó entre los peruanos a los extranjeros que obtu-vieran carta de naturaleza o contasen con tres añosde vecindad en el país. Eran ciudadanos también losextranjeros casados con peruana que supieran leer yescribir y tuvieran empleo o industria o profesasenuna ciencia o arte. Años más tarde, en su corto pe-ríodo de gobierno, el general Salaverry publicó, en1835, un inusual decreto supremo en el que se de-claraba que: “todo individuo de cualquier punto

del globo era ciudadano del Perú desde el momen-to en que pisando su territorio, quisiera inscribirseen el Registro cívico” (citado por Arona 1971: 49);solamente se excluía a los que no ejercían industriaalguna.

A pesar de estos intentos legislativos, la llegadade los inmigrantes no fue producto de estas facilida-des jurídicas. Se trató de una reducida inmigraciónespontánea, que se fue incrementando a medidaque las condiciones económicas del país permitíanel desarrollo de actividades comerciales indepen-dientes (Bonfiglio 1994). Los que ingresaron lo hi-cieron al margen de la la legislación porque “las rei-teradas disposiciones constitucionales, legales y ad-ministrativas para asimilar a los extranjeros útiles alquehacer nacional dentro de la comunidad peruana,quedaron, como tantas otras de la época, en el pla-no de la teoría. Sobre todo en relación con el comer-cio, se fueron formando y desarrollando las coloniasde súbditos de otros países, ajenas a esta comuni-dad. Su número, pequeño en sí, poco a poco alcan-zó mayor importancia y, sin penetrar en el más altoestrato social todavía, los extranjeros comenzaron,silenciosamente, a tomar posiciones en la vida eco-nómica del país” (Basadre 1969, I: 231).

Se trataba de miembros de la burguesía europea,es decir, de gente vinculada al comercio y que veníaen representación de casas comerciales exportado-ras. A partir de la década de 1820 unos arriban pa-ra probar mercados americanos, muchos con carác-ter transitorio, pero en otros casos formaron unio-nes estables con mujeres peruanas, radicándose enel país definitivamente.

Por tomar un ejemplo, en 1824 había solamente240 ingleses residentes en Lima; 20 casas comercia-les de esa nacionalidad en Lima y 16 en Arequipa,número que fue disminuyendo durante los prime-ros años republicanos. Los comerciantes inglesesquedaron desalentados ante el panorama caótico,excepto aquellas casas comerciales con experienciay solidez previas, como las firmas Gibbs e hijos,Crawley S. Co., Alsop S. Co., Templeman y Berg-mann, Huth Crunning S. Co., y otras. En 1838 losingleses construyeron su cementerio en Bellavistapor un costo de 11 mil pesos. Según Basadre (1969,II), los franceses se dedicaban a la venta de joyas yartículos femeninos, eran sastres y peluqueros. Deotro lado, los italianos junto con los españoles for-maban la colonia europea más numerosa. Empeza-ban con negocios muy humildes hasta reunir im-portantes fortunas. En el caso de los españoles, mu-chos se quedaron luego de Ayacucho y los rencores

952

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Page 123: La Republica Oligarquica Peruana

contra su país comenzaron a ser olvidados. Algunosmiembros del ejército realista permanecieron en lasierra como propietarios de haciendas y vivían entotal tranquilidad.

Lo que definitivamente vino a dar impulso a lainmigración europea fue el despegue de la econo-mía peruana a partir de la década de 1840 con la ex-portación del guano. El auge de las actividades co-merciales fue el principal factor de atracción. La po-ca presencia de un sector social local para activar elcomercio generó una demanda que fue cubierta poreuropeos. Hay que tener en cuenta, de otro lado,que el país entraba en una etapa de relativa estabili-dad política con Ramón Castilla. A partir de ese mo-mento los mayores ingresos fiscales, como produc-to del boom guanero, generaron una prosperidadque permitió a los gobiernos activar una mayor pre-sencia diplomática en Europa y elaborar proyectosde colonización.

En este contexto, el 17 de noviembre de 1849 sedio una ley de inmigración que favorecía la intro-ducción de pobladores –de ambos sexos– de diver-sas partes del mundo. Sus inspiradores esperaronque la mayor parte de ellos vinieran de Europa y sededicaran a la agricultura (teóricamente sin manode obra por la decadencia de la esclavitud y su in-minente abolición); la ley también establecía re-compensas para los empresarios que introducíancolonos en el país. Por último, el gobierno peruanoofició a sus cónsules en Europa solicitando la difu-sión de los incentivos para los colonos que se diri-gieran al Perú. Al final, lo que más se evidenció fuela inmigración forzada de chinos destinados a lasplantaciones de la costa; por ello, rápidamente, eldispositivo fue conocido popularmente como la“ley china”.

LOS PROYECTOS DE COLONIZACIÓN YSU FRACASO

Bajo el amparo de la ley de 1849, entre 1850 y1853, fueron introducidos en el Perú casi 4 mil co-lonos, la mayor parte de ellos chilenos (2 516) y po-cos los europeos: 320 irlandeses y 1 096 alemanes,con las primas del caso. Los irlandeses fueron traí-dos por Juan Gallagher para trabajar en sus fundosdel Callao. De los alemanes, en cambio, un grupo seempleó como domésticos y artesanos en Lima; elresto partió a la zona de la ceja de selva (Tarapoto yMoyobamba). Como afirma Margarita Guerra: “du-rante muchos años se empleó el sistema de contra-tistas como nexo con los países de donde vendrían

los colonos, experiencia que no trajo mayores bene-ficios, antes bien, fueron los que en la mayoría delos casos contribuyeron al desprestigio del Perú co-mo país de destino” (1994, VII: 303).

Entre los principales contratistas estuvieron:

AÑO

1849

1853

1853

1859

1859

1860

1860

1861

1867

En efecto, en 1853 fueron mandadas dos expedi-ciones de alemanes para formar una colonia en lamontaña. Mucho dinero se gastó en ellas pues no

953

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La inmigración europea era alentada por las eliteslatinoamericanas en la creencia de que contribuiría a“civilizar” sus sociedades. En el Perú el auge de las actividadesguaneras en la segunda mitad del siglo XIX provocó un aumentoen los volúmenes de inmigración de los europeos. Estampa de unpersonaje limeño en una acuarela de dicha época.

INMIGRANTES

Chinos

Alemanes: 13 mil

Irlandeses: 25 mil

Islas Canarias: 10 mil

Españoles vascos:20 mil

Polinesios

Alemanes: 315

DESTINO

Ica y Trujillo

Pozuzo

CONTRATISTAS

Domingo Elías yJuan Rodríguez

Antolín Rodulfo

Cosme DamiánSchütz y ManuelIjurra

Eduardo Cullen

Máximo Navarro

MauricioKiechbach

Ramón Azcárate

J.C. Bryce

Martín

Page 124: La Republica Oligarquica Peruana

había caminos de pe-netración para llegara zonas tan alejadas.Antonio Raimondi re-fiere que “estos colo-nos salieron de Limapara Cerro de Pascode donde pasaron aHuánuco; despuésmarchando a pie has-ta Tingo María y ba-jando por el río Hua-llaga, se introdujeronen Tarapoto y en Mo-yobamba. Imagíneseahora los trabajos quehabrán pasado sola-mente en el caminode Lima al Cerro hombres que nunca tal vez habíanmontado un caballo y atravesar la encumbrada cor-dillera sin tener la menor idea de que en el Perú haylugares más fríos que los de Europa de donde ve-nían. Después de esta primera prueba, marchar apie por caminos muy escabrosos, bajar el Huallagaen todos sus peligrosos malos pasos, en pequeñasembarcaciones que se voltean al menor movimien-to, sufriendo mil privaciones, no hallando sino plá-tanos por alimento, expuestos a las fuertes lluvias ycontinuamente atacados por los murciélagos, losmosquitos y los zancudos... Esto es lo que ha suce-dido con las expediciones enviadas en 1853 de lasque sólo tres o cuatro individuos llegaron a Moyo-bamba” (citado por Basadre 1969, III: 325).

No es difícil deducir el fracaso de este primer in-tento de colonización en la selva. El promotor deella, José Antolín Rodulfo, fue atacado por este in-feliz intento. Por su parte, el cónsul alemán en Li-ma reclamó al gobierno por los maltratos a sus con-nacionales. Finalmente, el gobierno de Echeniquedejó sin efecto la ley de 1849 el 19 de noviembre de1853 por no haber “correspondido a los deseos dela nación”.

En 1855, durante la segunda administración deCastilla se otorgó al ciudadano peruano Manuel Iju-rra y al empresario alemán Damián Schütz, unaconcesión para introducir colonos alemanes a la sel-va, pagándoles una prima de 30 pesos por cada uno.El contrato se cumplió cuando el 20 de junio de1857 llegaron al Callao, a bordo de la fragata belga“Norton”, varias familias católicas provenientes deInnsbruck (Tirol) y de la región del Rhin. Eran unas257 personas, aproximadamente, que en julio de

1859, luego de unapenosa travesía, que-daron instaladas enlas confluencias delos ríos Pozuzo yHuancabamba. En ju-nio de 1860, el pre-fecto de Junín, coro-nel Bernardo Bermú-dez, informaba al go-bierno “que la colo-nia alemana se halla-ba en pie florecientecon respecto a susproducciones, y almismo tiempo en es-tado de desnudez porla incomunicación en

que habían permanecido más de seis meses por ha-berse obstruido los caminos con las muchas lluvias”(citado por Arona 1971: 58).

Sin embargo, como el prefecto también subraya-ba con satisfacción los progresos agrícolas de la co-lonia en tan poco tiempo (abundante producciónde arroz, caña dulce, yuca, coca y café), el gobiernodecidió suspenderle la remesa de mil pesos con quela atendía. Desde ese momento, la colonia fue deja-da a su suerte en medio del oceáno de la selva ama-zónica.

Así se iniciaba la historia de la famosa coloniaalemana de Pozuzo. Su población recreó las cos-tumbres de la madre patria y edificó unas cien casasde madera sobre cimientos de piedra. Según Basadre(1969, IV) y Arona (1971) la colonia siempre se ca-racterizó por su aseo y orden. Las costumbres desus habitantes tenían un alto grado de moralidad y“mientras los hombres cultivaban sus terrenos, lasmujeres atendían al cuidado de la casa y a los que-haceres domésticos, llevando todos una vida activay sencilla. La población, regida por una corporaciónmunicipal, llegaba a 500 personas más o menos, en-tre hombres y mujeres, cuando Schütz describió aesta colonia en un texto sobre el Amazonas publica-do en Friburgo en 1883. El párroco católico JoséEgg, que vivió en la colonia del Pozuzo desde losprimeros días, hizo por ella durante muchos añosmás que ninguna otra persona, con su caridad, suabnegación, su prudencia y su laboriosidad. Sirvióno sólo como sacerdote sino como médico, conseje-ro y conductor” (Basadre 1969, IV: 376).

En efecto, en 1880 la colonia contaba con pocomás de 500 habitantes: 299 hombres y 266 mujeres.

954

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Una vista de la colonia alemana del Pozuzo cuyos miembros seestablecieron en la zona desde 1857, alentados por la ley de

inmigración dada en 1849 por el gobierno peruano.

Page 125: La Republica Oligarquica Peruana

Estos colonos llegaron a utilizar mano de obra delas tribus nativas, pero sin mezclarse socialmentecon ellas. Durante décadas se mantuvieron como ungrupo cerrado en la región.

Otra inmigración importante, y que muchosproblemas trajo al país, fue la de los trabajadoresvascos, traídos por el contratista Ramón Azcárate,para la hacienda “Talambo” en Lambayeque. En1860 debieron venir 10 mil vascos, pero escasamen-te se recibieron unas 58 familias (330 colonos) pa-ra esta hacienda norteña de propiedad de ManuelSalcedo. Teóricamente los contratos eran por 8 añosde trabajo, los dos primeros por cuenta de los em-presarios quienes debían suministrarles animales einstrumentos de labranza. El salario mensual era deun peso de plata a los menores de 12 años y de dospesos a los mayores. Sin embargo, a los tres años detrabajo se produjeron graves incidentes entre el ha-cendado y los vascos (4 de agosto de 1864), queculminaron con la muerte de algunos peruanos yvascos y la intervención de la Escuadra Española enlas islas de Chincha. De otro lado, en 1859 debieronllegar 25 mil colonos irlandeses pero solamentearribaron alrededor de 100 que, finalmente, se que-

daron en Lima al no ver mayores oportunidades enel trabajo agrícola de la costa. Una ley de 1861 per-mitió a J.C. Bryne traer trabajadores polinesios deambos sexos para la agricultura y el trabajo domés-tico. Sin embargo, con ellos también se cometióabusos como en el caso de los coolíes, ocasionandola protesta de los encargados de negocios de Hawaiiy Francia. Por ello, en 1862 se crearon unas comi-siones encargadas de evitar los excesos, pero al fra-casar, el 28 de abril de 1863 el ministro de gobiernoRamón Freyre prohibió, definitivamente, el tráfico yse tuvo que repatriar a muchos polinesios (Guerra1994, VII).

LA INMIGRACIÓN EN LAS CIUDADES

En 1857, Manuel Atanasio Fuentes en su Esta-dística de Lima, calculaba de la siguiente manera lapoblación de europeos en Lima:

EUROPEOS RESIDENTES EN LIMA, 1857

Hombres Mujeres Menores Total H/M

Alemanes 2 671 1 462 328 4 461 1,8

Italianos 3 142 289 38 3 469 10,8

Franceses 2 048 595 50 2 693 3,4

Españoles 1 291 77 29 1 397 16,7

Ingleses 844 176 21 1 041 4,8

Fuente: Citado por Bonfiglio (1994: 57)

Como se puede apreciar, la colonia europea másimportante fue la italiana; fue, de otro lado, la másrepresentativa por cuanto grafica con su asenta-miento o inserción las características generales de lainmigración europea en el Perú. Su importancia seda tanto a nivel numérico como en términos de im-pacto y asimilación al interior de la sociedad perua-na; si bien no logró los niveles cuantitativos deotros países latinoamericanos (Brasil, Uruguay yArgentina), fue la colonia más numerosa hasta ini-cios de siglo alcanzando un total de 13 mil indivi-duos en 1906. Ya en 1850 había más de 2 mil italia-nos en todo el país. La mayor parte de ellos llegabade la región ribereña al este de Génova (Liguria)donde se encuentran numerosos puertos pequeñosque durante el siglo pasado tuvieron una intensa ac-tividad marítima y de industria de astilleros: Nervi,

955

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La alameda de Acho en el siglo XIX.

Page 126: La Republica Oligarquica Peruana

Recco, Sori, Camogli, Santa Margherita,Rapallo, Zoagli, Chiavari, Lavagna,Sestri Levante y Moneglia, entreotros. Actualmente, todas estaspoblaciones pertenecen a laprovincia de Génova; sinembargo, en el siglo pasadopertenecían a la provinciade Chiavari, que en 1922pasó a formar parte de lade Génova. Por ello, “mu-chos lígures que llegaronal Perú declaraban serchiavareses, cuando enrealidad provenían de po-blaciones cercanas a Chia-vari, que en esa época era lacapital de provincia. Tambiénllegaron inmigrantes desde laprovincia de La Spezia (al este deGénova), tanto desde la capital pro-vincial como de las poblaciones ribere-ñas de Deiva, Levanto y Lerici” (Bonfiglio1994: 50). Muy pocos fueron los que llegaron des-de otras zonas de Italia.

El predominio lígure de estos inmigrantes (los“pioneros”), portadores de una “cultura del traba-jo”, demostró para el caso peruano una gran voca-ción por las actividades comerciales. Esto se explicaporque en el Perú de la época del guano no habíauna gran demanda de sectores sociales que pudie-sen llenar el vacío producido por la ausencia de pe-queños empresarios. Por su parte, Italia ofrecía unacapa de marinos y comerciantes en búsqueda deoportunidades. La inserción mercantil de los italia-nos se dio inicialmen-te con el comercio decabotaje (transportemarítimo entre puer-tos menores del Pacífi-co sur), y asentándosecomo pequeños co-merciantes en lasprincipales ciudades ypuertos de la costa pe-ruana; no faltaronaquellos que se dedi-caron a labores artesa-nales y agrícolas. Lue-go de este primer pe-ríodo de inserción, fuedestacándose un gru-

po de ricos comerciantes de-dicados al comercio maríti-mo, que formó la elite eco-nómica y dirigencial de lacolonia italiana. Muchosde éstos se transformaronde “capitanes de barcos”en “capitanes de empresa”(Bonfiglio 1994). Antes de

la guerra con Chile, los ita-lianos habían consolidado

una importante posición en laeconomía y sociedad peruanas.

Personajes como Giuseppe Cane-varo, Pietro Denegri, Bartolomeo Fi-

gari; o apellidos como Costa, Marcone,Nateri, Patrone y Natieri, entre otros, todos

dedicados al comercio, y Andrés y Rafael Larco, Do-minico Francesco Angellini y los hermanos Grade-lia, dedicados a la agricultura.

La crisis por la guerra del Pacífico ocasionó unatendencia hacia la disminución de la presencia deitalianos en la sociedad peruana, así como de otrosinmigrantes europeos, a pesar de la propaganda ci-vilista por atraerlos (el Estado llegó a crear la Direc-ción de Inmigración, Colonización y Terrenos deMontaña en el Ministerio de Fomento y Obras Pú-blicas, donde se determinaba el tipo de beneficiosque podía otorgarse a los inmigrantes como subsi-

dios, tierras y asisten-cia médica). Además,el mercado de trabajomoderno era inexis-tente y el trabajo agrí-cola no era asalariadosino sujeto a formasde explotación tradi-cionales. Sólo pudie-ron llegar aquellos in-migrantes que podíangenerar su propioempleo; ya no huboun “flujo masivo”,coyuntura que se pro-longó hasta la prime-ra guerra mundial.

956

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Luis Sanguineti, presidente del Banco Italianoentre 1910 y 1926 y propietario de un

establecimiento maderero. Sanguineti esun ejemplo del arraigo de la colonia

italiana en la sociedad peruana.

Establecimiento maderero Sanguineti-Dasso hacia 1900.

Page 127: La Republica Oligarquica Peruana

Sin embargo, a pesar delpoco número de inmi-grantes, fue importanteel “efecto demostrador”de los europeos en la so-ciedad peruana: “lastécnicas empresarialesde extranjeros influye-ron sobre los miembrosdirigentes de la clase al-ta peruana, tanto porlos extremadamentebuenos resultados al-canzados por los nego-cios de extranjeros en elPerú, a pesar de la de-presión económica de laposguerra, como por su exitosa competitividad so-bre firmas nativas tradicionales. La correspondenciacruzada entre ejecutivos de corporaciones extranje-ras en crecimiento y algunos peruanos notables, re-vela una toma de conciencia sobre la necesidad demejorar métodos empresariales por parte de los na-cionales” (Quiroz 1986: 79).

Es evidente que los inmigrantes europeos en elPerú cumplieron –y cumplen– un papel muy dis-tinto al que llevaron a cabo en otros países ameri-canos. En Brasil y Argentina la inmigración euro-pea se encuentra relacionada al trabajo agrícola y laproletarización. Para el caso peruano, las activida-des a las que se dedicaron estuvieron asociadas alsector comercial-empresarial y a determinado desa-rrollo político. Esto explica en parte por qué la in-migración europea al Perú no se dio como fenóme-no masivo. El censo de 1940 señala una poblacióneuropea de 13 617 individuos en contraposición

con los 4 431 000 inmi-grantes que entraron alBrasil y los 6 405 000correspondientes a laArgentina entre los años1821-1932 (Marcone1991). El Perú no ofre-cía una inmigración ma-siva de mano de obra li-bre: un obrero o uncampesino europeo no

hacían el viaje de inmigración para recibir menospor su fuerza de trabajo de lo que recibían en suspaíses de origen. Las condiciones serviles y los ba-jos salarios que por mano de obra se daban en elPerú incapacitaron al país para recibir grandes flu-jos migratorios europeos. En otros países america-nos, con escasa población indígena, la abolición dela esclavitud y la introducción de nuevos cultivos yactividades económicas originaron la aparición defuerza de trabajo asalariada europea.

Como se mencionó anteriormente, las coloniaseuropeas más importantes fueron las de los france-ses, ingleses, alemanes, españoles e italianos. Para elaño 1876 encontramos que del total de inmigranteseuropeos, los individuos de estas colonias consti-

957

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

En la imagen la familiaDammert-Alarco un ejemplo delos distintos grupos europeos deinmigración que llegaron alPerú en el siglo XIX.

EUROPEOS RESIDENTES EN EL PERÚ EN 1876 Y 1940

1876 1940

Italianos 6 990 3 774

Alemanes 1 672 2 248

Españoles 1 699 2 478

Franceses 2 647 782

Ingleses 3 379 1 149

Subtotal 16 387 10 431

Otros europeos 1 671 3 186

TOTAL 18 078 13 617

Fuente: Bonfiglio (1994: 142).

EXTRANJEROS POR ACTIVIDAD ECONÓMICAEN LIMA Y CALLAO, 1931

ACTIVIDAD CANTIDAD PORCENTAJE

Agricultura y ganadería 1 856 6,1

Pesca 86 0,3

Minería 45 0,1

Industria 4 512 15,0

Transporte y comunicaciones 555 1,8

Crédito y seguro 337 1,1

Comercio 10 401 34,6

Administración pública 107 0,3

Otras 12 150 40,4

TOTAL 30 049

Fuente: Palacios (1989: 465).

Page 128: La Republica Oligarquica Peruana

tuían el 90,6% y para 1940, el 76,6%. De otro lado,la inserción de estos inmigrantes europeos se reali-zó en base a sus actividades económicas y la rela-ción de éstas con las respectivas comunidades deprocedencia: tuvieron una influencia decisiva e in-discutible en el origen y desarrollo de la industrianacional.

Sin embargo, su participación en el proceso fuediferente según la zona de Europa de la que provi-nieron: por ejemplo, los ingleses y alemanes llega-ron a través de casas comerciales extranjeras en ple-no proceso de expansión, de las cuales eran emplea-dos o asociados, y su influencia se dejó sentir en laequitación, las carreras de caballos (el Jockey Clubde Lima en 1895 y el hipódromo de Santa Beatriz en1903), la afición al golf, al tenis (Club Lawn Tennisde la Exposición en 1884), al automovilismo (elTouring Club Peruano en 1924) y al fútbol, y a losclubes privados (como el Country Club, que JoséDiez Canseco tomaría como escenario de su novelaDuque); en 1920 en Lima figuraban cerca de 20 milextranjeros, de los cuales sólo menos de mil eran in-gleses. Los franceses influyeron en la moda de la eli-te limeña: el viajero Raúl Walle no dejó de observarque la ambición más alta de una limeña era vestirsea la moda de París.

Mientras tanto, los italianos y españoles llegabanal país como independientes por medio de estrate-gias de “inserción familiar o paisana”, mediante lacual los primeros inmigrantes “llaman” a sus fami-liares y paisanos luego de un período de ambienta-ción local (Bonfiglio 1994). Dicha modalidad lespermitió –italianos y españoles– una adaptación cul-tural más profunda que aquella a la que podían teneracceso los inmigrantes asociados a casas comercialesextranjeras. Habría que recordar que la imagen delitaliano estaba relacionada con el rol del pequeñocomerciante o bodeguero, generalmente un “pulpe-ro”, que en el argot popular peruano recibió el motede “bachiche”, término que tuvo una connotación

especial, y que en el fondo era una forma de re-cordar al inmigrante cuál era su origen.

El pertenecer a un mismo círculo o regióny el tomar conciencia de su condición de mi-noría étnica llevó a los inmigrantes a desarro-llar una suerte de frente común expresado en

la organización de colonias (Marcone 1992). Lascolonias estaban formadas por un conjunto de ins-tituciones y servicios que buscaban la ayuda mutuaentre connnacionales, tanto a nivel financiero comomoral, para enfrentar la azarosa vida política del Pe-rú. El sentimiento de solidaridad y seguridad quedaban las colonias fue especialmente importantepara los inmigrantes de menor fortuna que no ha-bían logrado el éxito económico y para los reciénllegados que trataban de abrirse camino en el medioperuano. Por último, las colonias permitieron la asi-milación de estos grupos extranjeros debido a quefuncionaban como una transición a la incorpora-ción total y definitiva del inmigrante.

Pero las mencionadas no fueron las únicas inmi-graciones. Entre 1900 y 1950 también llegaron ára-bes, judíos (en 1948 había casi 3 mil judíos que,desde 1900, habían llegado principalmente de Ru-mania, Polonia, Rusia y los Estados Unidos), che-cos, yugoslavos, rusos (a la colonia de Tambopata ylas de Ayacucho durante el “Oncenio”), polacos (alrío Tambo, también durante el “Oncenio”), austría-cos (a las tierras irrigadas de la Esperanza en Chan-cay) y húngaros, entre otros de toda condición quecontribuyeron al desarrollo económico del país. En1929, durante su mensaje al Congreso, Leguía sejactó de haber asegurado la venida al país de 14 285europeos de distintas nacionalidades (Basadre1969, XIII: 251). La fábrica de calzado Bata, porejemplo, concentró a muchos inmigrantes checos,así como la firma Hartinger, mientras que buenaparte del comercio e industria de panadería y paste-lería fue cubierta, en primer lugar, por italianos (Tu-bino, Zuccarello, Messina) y luego por franceses(Botica Francesa). La principal y primera fábrica dehelados fue también italiana: D’Onofrio. Por último,pueden también mencionarse los yugoslavos deOxapampa que arribaron luego de la segunda gue-rra mundial.

958

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

El hipódromo de Santa Beatriz en Lima, el mismo quesolía frecuentar Augusto B. Leguía como un turfmanreconocido. Las carreras de caballos se habíanempezado a popularizar años antes de la guerra delPacífico; sin embargo este conflicto paralizó porcompleto la actividad hípica.

Page 129: La Republica Oligarquica Peruana

Luego de la independencia los indios pasaron aser hombres libres sólo en teoría. Pronto se restable-ció el tributo indígena –ahora llamado “contribu-ción”– y perduró la prestación de trabajo personal.Por su lado, los liberales consideraban a los indiosun obstáculo para la formación de la nueva nacio-nalidad; era necesario –desde su punto de vista–destruir la autonomía y la identidad comunal quelos indígenas habían heredado del régimen colonialy obligarlos a integrarse a la “nación” mediante ladependencia política y la participación económica.Desde 1823, Bolívar quiso utilizar sus poderes paraimbuir de contexto social y agrario a la independen-cia: quería repartir las tierras comunales entre losindios y los propietarios privados. Pero como en elPerú las grandes haciendas ocupaban ya la mayorparte de las tierras de mejor calidad, los decretos delLibertador no tuvieron otro efecto que hacer másvulnerables a los indios; porque darles tierras sincapital, sin aperos de labranza y sin protección eraponerlos en camino de endeudarse con otros pro-pietarios más poderosos, a los que al final habían deentregar las tierras para saldar las deudas contraídase incluso trabajar para ellos como peones endeuda-dos. A medida que se desintegraban las comunida-des indias los hacendados se apoderaban de sus tie-rras y absorbían a sus trabajadores.

LA ABOLICIÓN DEL TRIBUTO INDÍGENA

Introducido desde el siglo XVI por los españoles,el tributo indígena fue suprimido por San Martín en1821 para ser finalmente repuesto en 1826 comouna forma de atenuar la penuria financiera del Esta-do peruano. En 1830, el ministro de Finanzas JoséMaría de Pando opinaba que la experiencia de lossiglos demostraba que la contribución indígena ha-bía sido fijada con prudencia y perspicacia, y pues-to que estaba tan arraigada por la costumbre, todainnovación sería peligrosa. De esta manera tan di-recta, el viejo tributo colonial quedaba legitimadopara los nuevos dirigentes.

La recaudación de la “contribución” se realizódividiendo a la población indígena en tres catego-rías fiscales: a) indios originarios, b) indios foraste-

ros y c) indios sin tierra. Los primeros, por tener ac-ceso a la tierra, debían pagar entre 5 y 9 pesos alaño, mientras que los dos últimos pagaban una tasaque oscilaba entre 5 y 2,5 pesos por año. Sin embar-go, es difícil cuantificar cuánto realmente recauda-ba el Estado por este rubro. Según el propio minis-tro Pando, en 1829, de un total de 7 962 720 pesosque eran los ingresos fiscales, 945 468 correspon-dían a la “contribución”. Entre 1839 y 1845, la“contribución” de los indios produjo alrededor de 1757 296 pesos por año, mientras que el monto delos ingresos totales del Estado ascendió a un prome-dio de 4 500 000 pesos (Bonilla 1982).

Durante la revolución liberal de 1854 llegó lahora de la abolición del tributo indígena. RamónCastilla, deseoso de ampliar su apoyo popular encontra de Echenique, canceló definitivamente el im-puesto que pesaba sobre el conjunto de la poblaciónindígena. Para la economía peruana, esta medidacontribuyó a reducir el excedente agrícola comer-cializable con la consiguiente inflación de precios.La razón manejada hasta entonces era que los in-dios debían generar y comercializar su excedenteagrícola para conseguir dinero y pagar el tributo.

959

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

VLA POBLACIÓN ANDINA

Una imagen del indigenismo artístico: India con aríbalo,pintura de Julia Codesido.

Page 130: La Republica Oligarquica Peruana

Desaparecido éste, ese excedente y su comercializa-ción perdían sentido y las familias campesinas re-gresaban a una economía casi autosuficiente. Peroesto no fue todo, según Bonilla: “el mantenimientodel tributo permitió también el control de la fuerzade trabajo indígena por la clase propietaria, particu-larmente en aquellos casos en que el tributo era pa-gado por los terratenientes o caciques locales. Enreciprocidad, la población indígena quedaba sujetaa un conjunto de obligaciones frente a ellos. Al su-primirse el tributo, a la clase propietaria no le que-dó otra alternativa que apropiarse de las parcelas detierras de las familias indígenas, como una forma dede seguir controlando el acceso y la disposición deesta fuerza de trabajo” (1982: 449).

Como vemos, en lugar de beneficiar a los indios,esta medida contribuyó a acentuar su desprotec-ción; por lo menos durante el virreinato había unalegislación especial que velaba por sus tierras comu-nales, impidiendo que fueran enajenadas por crio-llos o mestizos.

LA PARTICIPACIÓN INDÍGENA EN LAGUERRA CON CHILE

Según algunos estudios, principalmente sobre lazona de la sierra central (Manrique 1987 y 1988;Mallon 1990), los que adoptaron una actitud másnacionalista y consecuente frente al conflicto conChile fueron los campesinos. Hubo historiadores,principalmente de finales del siglo XIX y comienzosdel presente, que culparon a los indígenas de la de-rrota. Más tarde otros argumentaron que, como notenían sentido de patria, los indios aprovecharon laguerra para enfrentarse a los blancos, indistinta-mente de que fuesen peruanos o chilenos (Bonilla

1980; Favre 1975); es más, afirmaron que durantela guerra se originó un enfrentamiento de todoscontra todos: chinos contra negros, indios contrablancos, cholos contra todos los demás, etc. Estaposición tuvo acogida pues tenía una historia muylarga. Recordemos que el tradicionista Ricardo Pal-ma, dos semanas después de las derrotas en SanJuan y Miraflores, en una carta dirigida a Piérola,decía que los culpables del triunfo chileno eran losindígenas, por su falta de patriotismo. Esta tesis, sinembargo, carecía de sustento y merecía mayor in-vestigación.

Los estudios de Manrique (1987 y 1988) demos-traron que los indígenas del valle del Mantaro con-tinuaron peleando incluso cuando los hacendadosya habían pactado con los invasores chilenos; y queen un determinado momento los terratenientes lle-garon a aliarse con los chilenos para combatir a lasfuerzas de Cáceres. En sus Memorias, el jefe de lacampaña de la Breña menciona que algunos perua-nos sirvieron como guías en el ejército chileno du-rante la etapa final de la resistencia, inclusive, lue-go de la derrota en Huamachuco, colaboraron en el“repase” de los heridos. Según Manrique habría quedistinguir cinco momentos distintos en el compor-tamiento del campesinado indígena a lo largo de laguerra con Chile:

1. Cuando se declara la guerra los indígenaspensaron que el conflicto era como cualquier otrode los que habían visto anteriormente. Recordemosque desde la independencia los indios eran movili-zados indistintamente por los caudillos militares enfavor de sus campañas por conseguir el poder. Portanto, cuando se enrolan al estallar la guerra del Pa-cífico, no hay mayor diferencia con lo que sucedíaantes.

2. Durante la campaña de Lima Piérola llama,para defender la capital, a muchos terratenientes dela sierra que formaron batallones con los indios desus haciendas. Llegan entonces a Lima batallonescompletos que tienen como oficial al hacendado ogamonal y como soldados a los colonos de las ha-ciendas. Por ello, en enero de 1881, ya se ve un ti-po de lealtad en la conciencia campesina.

3. Cuando el ejército chileno invade la sierracentral hay aspectos que influyen decisivamente enel campesinado. Es importante señalar que lo domi-nante en la zona eran las comunidades campesinaslibres; los indios eran pequeños propietarios o cam-pesinos dependientes que resultarán golpeados ydespojados de su ganado, en tanto que sus mujeresserán violadas. Esto produce una respuesta masiva a

960

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Una foto de estudio de Juan Manuel Figueroa Aznar en la que aparece un grupo de cuzqueños.

Page 131: La Republica Oligarquica Peruana

la que Cáceres dio una dirección militar. Entonces,en este tercer momento, se desarrolla una concien-cia nacional antichilena radical, es decir, un “nacio-nalismo” que surge no tanto porque la situación deun blanco y de un indio sea similar en esta época enel Perú, sino porque un chileno es más distinto yhay mayores diferencias con el enemigo.

4. Cuando los terratenientes abandonan la luchay deciden colaborar con los chilenos (pagan “cupos”para no ver destruidas sus propiedades). Ahí se pre-senta un desnivel en el comportamiento del campe-sinado: primero, una movilización contra los terra-tenientes desencadenada por Cáceres (una moviliza-ción antiterrateniente porque golpeaba la propiedadde la tierra). Los indios, sin embargo, no ven tal mo-vilización como antiterrateniente sino como nacio-nalista. Lo que quiere decir que los atacan no porquesean terratenientes, sino porque son traidores.

5. Al final de la guerra cuando Cáceres decideromper su alianza con los campesinos. El héroe dela Breña entiende que la guerra ha terminado y tra-ta de disputar el poder con Iglesias. Ya los campesi-nos no le son funcionales. Lo que requiere para lle-gar el poder es ganarse a los terratenientes y éstospresentan algunas reivindicaciones básicas en esemomento: uno, el desarme de los guerrilleros, ydos, la recuperación de las haciendas invadidas. Cá-ceres, entonces, no duda y fusila a los guerrilleros,pero la movilización indígena continúa hasta 1902.El grado de conciencia del campesinado llega a serantiterrateniente, es decir, los indios se movilizanya no a partir de motivaciones nacionalistas, sinopor reivindicaciones de clase basadas en la confron-tación de intereses disímiles.

LAS REBELIONES INDÍGENAS EN LOSSIGLOS XIX Y XX

En diferentes momentos de la República la po-blación andina alcanzó situaciones de rebeliónabierta contra el gobierno central, contra alguna au-toridad local o, en realidad, contra la permanenciade una situación que la ponía al margen de la socie-dad “oficial”. En este sentido, los momentos culmi-nantes de esta agitación andina se presentaron enHuancané (1867-1868), Ancash (1885), Puno(1915) y el sur andino (1920-1923). En realidad, nofueron las únicas rebeliones andinas pero, a diferen-cia de las ocurridas durante la segunda mitad del si-glo XVIII, no parecen configurar una situación decrisis general en la población andina, pues en el si-glo XIX se presentó una situación de “menor pre-

sión” del Estado sobre ella; no podríamos compa-rarlas, por ejemplo, a la de Túpac Amaru II o a la delos hermanos Catari (Pease 1993).

El “milenarismo” de Juan Bustamante (1867-1868): Esta rebelión, cuyo centro estuvo en Huan-cané (Puno), coincide con un momento en que lapoblación campesina sufre el incremento de lascontribuciones fiscales, algunas de ellas derivadasdel conflicto con España. En 1867, el prefecto delCuzco había establecido un nuevo impuesto a losindios (bajo el nombre de “títulos de propiedad”)de 4 pesos. Dichos títulos garantizarían que no ha-bría más despojos de tierras comunales. Este críticocontexto fue aprovechado por Juan Bustamante, na-cido en Vilque (Puno) a inicios del siglo XIX y dequien se dijo que descendía, por línea materna, deTúpac Amaru II. Se sabe que Bustamante trabajó ac-tivamente en favor de los indios. Antes, había reali-zado dos viajes a Europa y otras partes del mundo;escribió Viaje al Viejo Mundo por el peruano...(1845) y Apuntes y observaciones civiles, políticas yreligiosas con las noticias adquiridas en este segundoviaje a Europa por el peruano... (1849). También pu-blicó Los indios del Perú (compilación, 1867). Se di-jo que antes de viajar por Europa repartió una desus haciendas entre sus colonos.

Los acontecimientos de la rebelión son muyconfusos y escasamente investigados, y todo lo quese diga de ella es por el momento mera especula-ción. La Sociedad Amiga de los Indios (fundada en1867 por un grupo de personalidades limeñas parareivindicar al indio) se encargó de la difusión de larevuelta en la columna de que disponía en el diarioEl Comercio. Historiadores han calificado a esta re-belión como una “guerra de castas” (los indios que-rían exterminar a los blancos); otros como Burga yFlores Galindo plantean que los indios querían elretorno del inca donde los oprimidos encontraríanla liberación total: “estamos frente a un movimien-to antifeudal, cuya única alternativa ideológica, co-herente y posible, fue el milenarismo. Por supuestoun programa utópico e irrealizable” (1982f: 33).

La rebelión de Atusparia (1885): Esta rebelión,cuyo centro estuvo en Huaraz (callejón de Huay-las), se inscribe en la crítica situación del Perú lue-go de la guerra con Chile y la guerra civil entre Cá-ceres e Iglesias. Como alcalde de indios –varayoc–Pedro Pablo Atusparia (1840-1885) redactó un me-morial contra los desmanes del prefecto FranciscoNoriega quien, manejando arbitrariamente las ren-tas de la localidad, varió los documentos de las con-tribuciones con afán de lucro personal; asimismo

961

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 132: La Republica Oligarquica Peruana

hizo a los indios trabajar arbitraria y rudamentereimplantando un servicio personal. Finalmente, loque hizo estallar la rebelión, fue el intento del pre-fecto de restablecer el tributo indígena. Atuspariafue apresado y torturado para que declarara quiénhabía escrito el memorial. De este modo, 40 alcal-des de indios se negaron a cobrar la contribución yfueron a reclamar por la libertad de Atusparia. Eneste incidente, el prefecto ordenó que se les humi-llara cortándoles los cabellos, señal de autoridad ydignidad. Irritados los alcaldes, ordenaron a sus in-dios atacar a las autoridades abusivas y lograr la li-bertad de los presos. Armados con piedras, mache-tes, picas y alrededor de 300 fusiles que habían ro-bado al ejército chileno, los indios tomaron Huaraz(1º de marzo de 1885), asaltaron diversos estableci-mientos comerciales, principalmente de asiáticos, yen la noche aparecieron fogatas en los cerros.

La situación duró dos meses hasta que desde Li-ma se mandó la expedición del coronel José Iraola.Ésta fue en un principio derrotada por un indio alque llamaban “Ushcu Pedro”, presunto minero y lu-garteniente de Atusparia. Sin embargo, una vezreorganizada avanzó nuevamente desconcertando alos rebeldes y capturando Yungay; luego, las tropasde Iraola fueron dominando a los rebeldes hasta to-mar Huaraz. En uno de los enfrentamientos murióel escritor Montestruque quien redactó un periódi-co llamado El Sol de los Incas, donde se habrían pro-palado ideas caceristas, socialistas y neoincas. Atus-

paria fue herido y apresado. Llamado a Lima, fuerecibido por el presidente Cáceres quien le ofreciódefender a los indios de la región. No obstante, alregresar a Huaraz, Atusparia fue envenenado duran-te un banquete que le ofrecieron los mismos alcal-des de indios. Los indios más radicales, comanda-dos por “Ushcu Pedro”, continuaron la rebelión. Es-te indio sólo aceptó en sus filas a hombres que ha-blaran quechua como única lengua, reclamó el re-torno del inca y rechazó lo occidental utilizando undiscurso milenarista. Finalmente fue capturado yejecutado (setiembre de 1885).

El “milenarismo” de “Rumi Maqui” (1915): Unade las rebeliones más importantes en la zona andi-na fue la que acaudilló el mayor Teodomiro Gutié-rrez Cuevas (1864-1936?), cuyo nombre de guerrafue “Rumi Maqui” (“Mano de piedra”). Había esta-do en la zona del altiplano como subprefecto deChucuito en 1903 y al año siguiente prohibió lostrabajos gratuitos en su jurisdicción hasta ser retira-do de sus funciones, supuestamente por presión delos terratenientes puneños. Refugiado en Chile(1914) vuelve más tarde a Puno y se instala entrelos indios, iniciando una campaña de agitación. Deinmediato los hacendados acusaron a GutiérrezCuevas de presentarse como “Mesías, de agitar a laindiada y de propiciar un enfrentamiento racial”; deesta forma empezó a ser conocido como “Rumi Ma-qui” e inició una rebelión de indios en Huancané yAzángaro que fue debelada, siendo él apresado. Se

le abrió un juicio (2 de mayo de 1916) y se leacusó de “traidor a la patria” por querer des-membrar el territorio y establecer un Estadoindependiente con algunos departamentos;además, se le inculpó por querer regresar alos tiempos del Tahuantinsuyo, por organizarel bandolerismo y atentar contra la propiedadprivada. En el Congreso tuvo algunos defen-sores, pero todo lo que se logró fue formaruna comisión que estudiaría los problemasde la región que, finalmente, como todas,nunca llegó a funcionar.

Lo cierto es que la sublevación lideradapor “Rumi Maqui” no se debió únicamente ala formación de nuevas haciendas ganaderas

962

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Desde finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX seprodujeron diversos movimientos campesinos en elPerú. Sus motivaciones eran la lucha por la tierra y laprotesta ante las decisiones arbitrarias de lasautoridades locales. En la fotografía, un matrimonioen el Cuzco; los contrayentes aparecen al centro.

Page 133: La Republica Oligarquica Peruana

y a la expansión de las ya existentes por causa delaumento de precio de la lana en los mercados inter-nacionales, o también a la secuela de abusos a losque eran sometidos los indios por las autoridadeslocales. Influyó poderosamente la escasa preocupa-ción de los gobiernos de turno que poco o nada hi-cieron por resolver o abordar la situación de los in-dios. Las comisiones parlamentarias que se envia-ban, en lugar de investigar, sólo sirvieron para exa-cerbar el estado de ánimo de los indios del altipla-no cada vez más resueltos a solucionar sus proble-mas por medios violentos. De otro lado, el preten-dido proyecto de “Rumi Maqui” de restaurar el Ta-huantinsuyo fue más que todo una invención depersonas interesadas en distorsionar su verdaderoproyecto de crear en el Perú un Estado federal.

La gran sublevación indígena del sur (1920-1923):Éste es un tema casi inédito y parcialmente estudia-do, que fue llevado a la luz por Manuel Burga y Al-berto Flores Galindo (1982a y 1982b), quienes afir-man que estamos frente a una sublevación generaldel campesinado del sur andino, sin organización nicoordinación y con la misma ideología milenarista.Los líderes eran del interior mismo del campesina-do, del mismo grupo étnico y –un factor nuevo– larebeldía surgió desde el interior mismo de las ha-ciendas. Está relacionada al “Oncenio”, cuando sereconoce la personería jurídica y legal a las comuni-dades y Leguía parece enfrentarse a los gamonales.También coincide con la caída de los precios de losartículos de exportación en el mercado internacio-nal entre 1920 y 1921.

A mediados de 1920 el gobierno designa una co-misión para recorrer la zona y atender las reclama-ciones de los campesinos. La comisión recibió unaavalancha de 7 080 quejas, de las cuales 6 132 eranpor tierras. La situación estaba a punto de desbor-

darse. Esta vez la sublevación fue más exten-sa, con claros objetivos antifeudales y con unprograma milenarista de auténtica tradicióncampesina (por ejemplo, adoración de pie-dras). No hubo ejércitos campesinos, no hu-bo grandes líderes venidos de fuera: se tratóde una conflagración regional expresada através de numerosos brotes de violencia y delcontrol permanente de las punas.

EL GAMONALISMO ANDINO

Gamonal y gamonalismo forman parte delutillaje lingüístico popular en el Perú. El primeroalude a un individuo y el segundo a un sistema. Elsistema se sustentó en la explotación de los campe-sinos ubicados dentro o fuera de las haciendas; ensu esencia presenta tipos de explotación con rasgosfeudales que se dio, principalmente, en el sur andi-no (Burga y Flores Galindo 1982a). En este sentido,la hacienda andina se caracterizó por su escasa pro-ductividad, baja rentabilidad y derroche de fuerzade trabajo. La explotación del gamonal sobre sus in-dios era una combinación de autoritarismo (relacio-nes de subordinación y servidumbre) con paterna-lismo; incluso el propio gamonal podía hablar que-chua y compartir muchas de las costumbres tradi-cionales andinas. Los gamonales ostentaban unapreciable poder local (muchos llegaron a ser sena-dores o diputados) y dirigían fuerzas “cuasi milita-res” para imponer su dominio sobre los campesinosy aun enfrentar a los funcionarios del gobierno cen-tral. De otro lado, los gamonales fueron exagerada-mente católicos y piadosos con las instituciones re-ligiosas; rechazaron el centralismo y en ocasionesapoyaron el federalismo; y su visión del mundocombinó elementos europeos y andinos. Asimismo,“el término gamonalismo no designa sólo una cate-goría social y económica: la de los latifundistas ograndes propietarios agrarios. Designa todo un fe-nómeno. El gamonalismo no está representado sólopor los gamonales propiamente dichos. Comprendeuna larga jerarquía de funcionarios, intermediarios,agentes, parásitos, etc. El indio analfabeto se trans-forma en un explotador de su propia raza porque sepone al servicio del gamonalismo” (Burga y FloresGalindo 1982a: 109).

Se trató de un fenómeno exclusivamente repu-blicano y criollo gestado a lo largo del siglo XIX.

963

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La avenida Arenas en Puno en los años veinte.

Page 134: La Republica Oligarquica Peruana

El período que se desarrolla entre la culmina-ción de la guerra del Pacífico y mediados del pre-sente siglo anuncia por primera vez el Estado mo-derno en el Perú, que robustece su poder centralcon préstamos y capitales que multiplicaron su ca-pacidad operativa. Se ponían así los cimientos delPerú contemporáneo. La oligarquía, gestora de esteproceso, buscó en las culturas europea y norteame-ricana el modelo a imponer en el país y pretendió eldesarrollo de una sociedad similar a aquéllas, mu-chas veces menospreciando todo lo propio. Es laépoca, además, del ascenso del movimiento popularque se encuentra dominado por la dinámica de losnuevos sectores medios y obreros urbanos, cuyocrecimiento había sido estimulado por la economíaluego de la guerra.

Abierto a la inmigración europea y con la pre-sencia del telégrafo y el desarrollo de la aviación, elpaís dinamiza su comunicación con el exterior, locual si bien trae nuevas ideas que estimulan la pues-ta al día en la cultura, también favorece que el Perúparticipe de los problemas internacionales. Perotambién el siglo XX trae una serie de prejuicios es-

bozados en la centuria anterior: la necesidad decontar con un título universitario, la tendencia bu-rocrática en el sector público o el deseo de obtenerun empleo en la administración estatal, la impor-tancia de las obras públicas para lograr prestancia anivel interno y externo, etc.

También es un período de cierta madurez encuanto al manejo económico, teniendo como expe-riencia el derroche del guano y la pérdida del sali-tre durante el período precedente: era necesario en-contrar nuevos recursos y buscar el desarrollo aunsin contar con el estímulo del capital extranjero.Sin embargo, la sociedad continuó estando divididay los grupos medios y populares urbanos, a travésde la lucha política o el trabajo intelectual, deman-darán una mayor democratización de la vida nacio-nal o, en algunos momentos, la lucha radical revo-lucionaria.

Hacia 1900 la población urbana era claramenteminoritaria y las ciudades vivían en un entorno pro-pio, favorecido por el relativo aislamiento que pro-ducía la escasez de medios de comunicación. En ladécada de 1920 el panorama empezó a cambiar, tor-nándose evidente dicha transformación hacia 1940.Las cifras empezaron a aumentar no sólo en Limasino en toda la costa. La migración de la sierra y laaparición de las “barriadas” –luego llamadas iróni-camente “pueblos jóvenes”– tanto en Lima (Tabla-da de Lurín, Matute y Leticia) como en Piura, Chi-clayo, Trujillo, Arequipa; después en Tacna y otrasciudades de la costa, aunque no con los volúmenesposteriores a 1950. En 1940 el 36,1% de la pobla-ción vivía en ciudades mientras que el 63,9%habitaba en el campo. En 1876 Lima contaba con120 mil habitantes. En 1908 los limeños llegaron aser más de 150 mil y en 1920 llegan a la cifra de 200mil. Diez años después habría 100 mil limeños más,para llegar, en 1940, a la suma de 520 528.

El crecimiento de Lima era indudable si añadi-mos, de otro lado, que a finales del siglo XVIII la ca-pital ocupaba apenas 456 hectáreas; en 1908, éstasse habían triplicado a 1 292 y en 1931, con la gene-ralización del cemento y el asfalto de la época del“Oncenio”, llegaron a más de 2 mil hectáreas. Lapreponderancia de Lima era apabullante si tenemos

964

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

VILOS GRUPOS URBANOS: 1890-1950

Una imagen de una huelga protagonizada por los trabajadoresdel tranvía. En 1905 la Empresa Eléctrica Santa Rosa, a cargo

del tranvía urbano, introdujo la tracción eléctrica ensustitución de la tracción animal, transformando radicalmente

el transporte público de la ciudad.

Page 135: La Republica Oligarquica Peruana

en cuenta que en 1917 Arequipa tenía 30 mil habi-tantes, Trujillo 20 mil, Ica alrededor de 15 mil,Abancay apenas 5 mil y el Cuzco 25 mil (Burga yFlores Galindo 1982a).

LA CLASE ALTA

Según los cálculos de Joaquín Capelo, hacia1895 en Lima la clase alta sobrepasaba las 18 milpersonas, y su estilo de vida se perfiló con mayornitidez, especialmente durante la República Aristo-crática. El parentesco y matrimonio constituyeronsiempre la fuerza cohesiva de este grupo social. Ental sentido, la vida oligárquica resultaba tediosa-mente feliz. El aburrimiento terminó siendo uncomponente importante como resultado de estosmatrimonios entre pares y de vidas definidas desdeel nacimiento (Burga y Flores Galindo 1982a).

Contribuyeron a la unificación de la clase alta,además, la existencia de barrios exclusivos, iglesiasparroquiales preferidas y la playa de Ancón dondemuchas familias veraneaban. Asimismo, una seriede asociaciones o clubes desempeñaban un impor-tante papel. En primer lugar el exclusivísimo ClubNacional, el Club de la Unión, el Lima Polo andHunt Club, el Jockey Club o el Country Club, entreotros; era igualmente prestigioso pertenecer a unaorganización semipública de bienestar como la Be-neficencia de Lima. Los colegios donde se educabanlos hijos e hijas de la elite eran determinantes por-que en ellos se reforzaban y establecían las relacio-nes y amistades que debían durar toda la vida (Gil-bert 1982): la Recoleta, el Champagnat y el SantaMaría para los hombres, y el San Pedro, el Belén yel Villa María para las mujeres. Muchos hábitos, co-mo los paseos a las plazas (paseo Colón, plaza SanMartín, plaza de Armas o plaza 2 deMayo) o a calles como el jirón de laUnión, o fiestas frívolas como esos rui-dosos carnavales celebrados durante el“Oncenio”, formaban también parte dela vida de la oligarquía; una confiteríaubicada en pleno Jirón de la Unión, elPalais Concert –a imitación del parisi-no Café de la Paix– era muy concurri-

da por este grupo, aunque también por algunos in-telectuales como Abraham Valdelomar. Para JorgeBasadre, “la clase dirigente se componía de caballe-ros de la ciudad, algunos de ellos vinculados al cam-po, algo así como la criolla adaptación del gentle-man inglés. Hacían vida intensa de club, residían encasas amobladas de estilo imperio y abundantes enalfombras y cortinajes; desarrollaban una vida pro-pia de un tiempo en que no se amaba el aire libre yse vestía chaqué negro y pantalones redondos fabri-cados por los sastres franceses de la capital. Vivíanen un mundo feliz integrado por matrimonios entrepequeños grupos familiares; los compañeros de jue-gos infantiles eran luego camaradas en el colegio yen la universidad, las cátedras de ésta en las cienciasjurídicas y en las disciplinas literarias, históricas ofilosóficas podían serles adjudicadas más o menosfácilmente” (1969, XI: 123).

Fue a partir de la década de 1920 que la clase al-ta empezó a emigrar a los barrios del sur, cuando el

965

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Vista exterior de la casa para obreros del establecimientomaderero Sanguineti-Dasso.

Una vista nocturna del Club Nacionalconsiderado como el reducto de la llamada“oligarquía” peruana. Fundado en el sigloXIX, este club era un exclusivo lugar dereunión de políticos, hombres de empresa,financistas y terratenientes durante el Perúoligárquico.

Page 136: La Republica Oligarquica Peruana

centro de Lima empezó a poblarse de grupos me-dios y populares. Esto hizo reverdecer Barranco,originó Miraflores, San Isidro y las mansiones querodean la avenida Arequipa; las nuevas viviendas si-guieron imitando el gusto europeo. Finalmente,“esta clase alta será la que empiece a introducir,además, los modelos europeos en ideas, en costum-bres y en la misma gestión económica, pero en di-versas oportunidades carecerá de la experiencia ode la intuición para una mejor asimilación de supropia realidad, quizás por el exceso de frivolidad osuperficialidad con la cual examina incluso los pro-blemas más serios” (Guerra 1994, VIII: 263).

EL NACIMIENTO DE LA CLASEMEDIA

A inicios del presente siglo, se presen-ta aún como incipiente y limitada. Estáformada por pequeños comerciantes opropietarios urbanos, descendientes deinmigrantes (europeos y japoneses), ma-nufactureros con pequeñas industrias deconsumo, empleados públicos, de empre-sas comerciales o de grandes firmas ex-tranjeras. Todos actuaron subordinados ala clase alta, deseando o tratando de imi-tar su estilo de vida, con mucha dosis dealienación, aunque sin muchas ambicio-

nes políticas o conatos de rebeldía, por lomenos hasta 1920. Más tarde presionarán yalgunos ingresarán a la esfera pública du-rante el “Oncenio”, sin perder, sin embargo,la ocasión de lograr un enriquecimiento fá-cil y terminar imitando el gusto oligárquico.

Los sectores más “radicales” o activosencontraron en el APRA y la Unión Revolu-cionaria los medios para expresarse. En estecampo, los grupos medios buscaron el desa-rrollo capitalista bajo la conducción de lapequeña burguesía (Guerra 1984, VIII).Muchos añoran un cargo público que lesbrinde seguridad y un sueldo fijo; otros op-tan por alguna carrera militar o intelectual(hay quienes pasan a engrosar las filas delprofesorado nacional). Casi todos buscantener acceso a la educación, organizar su vi-

da, racionalizar sus gastos y tener capacidad de aho-rro. Un viaje a Europa es algo casi imposible, perocon algún esfuerzo puede visitarse los Estados Uni-dos o algún país latinoamericano. Difícilmente defi-nibles ideológicamente, algunos son momentánea-mente radicales (socialistas e incluso comunistas),otros conservadores y la mayoría quizá indiferenteo fácilmente manipulable, especialmente cuando setrata del nacionalismo.

La mayoría vivía en el centro o Cercado de Lima.Otros en los barrios de La Victoria o Santa Beatriz;algunos en el área comprendida entre la actual ave-nida Abancay y la plaza Italia, mezclados con arte-sanos y obreros. Zonas que empezaban a ser despo-

966

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

Una tienda de zapatos en las primeras dos décadas de este siglo.

Fotografía en la que aparecen varios miembros dela llamada generación del centenario. Entre losque se hallan sentados puede apreciarse a JorgeBasadre, Raúl Porras y Luis Alberto Sánchez.

Page 137: La Republica Oligarquica Peruana

bladas por la clase alta también eran ocupadas porla clase media (paseo Colón y plaza Bolognesi),mientras otras nuevas eran típicamente mesocráti-cas (avenida Brasil, Lince y Pueblo Libre); los más“acomodados” quieren poner de moda algunos bal-nearios como Magdalena del Mar, que al final seconvirtió en un lugar triste y de reposo. Básicamen-te, quizás con algunas excepciones, a este grupo so-cial pertenece la llamada “Generación del Centena-rio” de la década de 1920 (Luis Alberto Sánchez,Jorge Guillermo Leguía, Raúl Porras Barrenechea,Germán Leguía y Martínez, Ricardo Vegas García,César Vallejo, Víctor Raúl Haya de la Torre, JoséCarlos Mariátegui, Guillermo Luna Garland, JorgeBasadre, Luis E. Valcárcel, Manuel G. Bastos, CarlosMoreyra y Paz Soldán, entre otros), que acendró enlibros fundamentales de la generación precedente(la “novecentista” o “arielista”) su interés por el pa-sado peruano y ahondó su ánimo de auscultar el al-ma nacional en el objetivo de construir, desde dis-tintos puntos de vista y disciplinas, la “nación pe-ruana”.

LOS ORÍGENES DEL MOVIMIENTOOBRERO

Es en la época del Segundo Civilismo cuando losobreros llegan a tomar un sentido programático yorgánico (Sulmont 1975). En 1901 se convocó alPrimer Congreso Nacional Obrero al cual asistieron36 representantes de los distintos gremios, socieda-des, talleres, fábricas e, inclusive, de entidades cul-turales representativas del interior del país. En él setrató de analizar la problemática social de los traba-jadores y su vinculación con los fabricantes e indus-triales. En 1904 se produce una escisión en la viejaConfederación de Artesanos, creándose la Federa-ción de Obreros Panaderos “Estrella del Perú”,orientada ideológicamente por el anarquismo(abolir la explotación económica luchandocontra el Estado hasta su extinción y el cues-tionamiento de la religiosidad y el poder de laIglesia) de González Prada; es este gremio elque inicia las luchas reivindicatorias del mo-vimiento obrero peruano. Desde 1906 buscóel establecimiento de la jornada laboral de las

ocho horas. Sus militantes más conspicuos fueronCarracciolo Lévano, su hijo Delfín Lévano, FidelGarcía Gacitúa, Urmachea y otros líderes de la lu-cha gremial.

Por esta época los obreros organizan sociedadesde auxilio y ayuda mutua que aparecerán en distin-tas ciudades con un incipiente desarrollo industrial:la Sociedad Unión Jornaleros del Callao, la Sociedadde Obreros de Chorrillos, el Centro Social Obrerode Arequipa, la Sociedad Patriótica de Arequipa,etc. Todas ellas lucharán por mejorar la condiciónde vida de los obreros, apoyándose algunas veces enmedidas de fuerza como las huelgas. Es también eneste contexto que el régimen de José Pardo (1904-1908) se interesa por la presión laboral y encomien-da al congresista José Matías Manzanilla –conside-rado el principal gestor de la legislación laboral enel Perú– varios proyectos de índole social para serdebatidos en el Parlamento. Dichos proyectos esta-ban relacionados con la higiene y seguridad de lostrabajadores, el trabajo de la mujer y del niño, eldescanso obligatorio, el horario de trabajo, la in-demnización por accidente de trabajo, el contratode trabajo, el contrato de aprendizaje (capacita-ción), las asociaciones industriales y obreras, laconciliación y el arbitraje y el riesgo profesional(Palacios 1987). Es justo mencionar, además, al pe-riodista e intelectual Luis Miró-Quesada, quien sus-tentó en San Marcos cuatro importantes tesis de ca-rácter sociojurídico en favor de los obreros, entre1900 y 1905.

Una de las más célebres huelgas fue la de los jor-naleros del Callao, quienes en mayo de 1904 pre-sentaron un petitorio común a las autoridades delpuerto reclamando mejoras salariales y otros bene-ficios sociales (seguridad social en caso de acciden-tes de trabajo). Al no ser atendidos estalló la huel-ga, hubo enfrentamientos con la gendarmería, sien-

967

La Repœblica OligÆrquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Vista de la dársena del Callao hacia 1910. En estelugar estalló en enero de 1913 una de las huelgas más

importantes de la época que concluyó con elreconocimiento del gobierno de Billinghurst de variosderechos laborales para los trabajadores del muelle y

dársena del Callao.

Page 138: La Republica Oligarquica Peruana

do herido mortalmente el obrero Florencio Aliaga,primera víctima de la lucha sindical. Luego, duran-te el breve “populismo” de Billinghurst, los obrerosdel Callao (los que laboraban en el muelle y la dár-sena) pidieron, en 1913, la reducción de la jornadalaboral a ocho horas diarias y un aumento salarial.Esta medida fue impulsada por la Unión de Jornale-ros del Callao y la Federación Obrera Regional delPerú, de clara tendencia anarquista. El gobierno ad-mitió el pliego laboral de los estibadores del Callaoy por primera vez en el Perú fue reconocido a estegremio tal derecho, conquistado ya por la luchaobrera mundial; por ello, Billinghurst fue declarado“Primer Obrero del Perú”. Es necesario mencionarque el periódico que expresó de manera más lúcidalas ideas anarcosindicalistas fue La Protesta, que co-menzó a editarse en 1911 y llegó, no sin muchas di-ficultades, hasta 1926.

Durante el segundo gobierno de José Pardo(1915-1919), con la crisis del civilismo como mar-co, se acrecienta la presión obrera en el país: los gre-mios seguían reclamando la generalización del de-recho a la jornada de ocho horas. De este modo, el12 de diciembre de 1918, los obreros de la fábricatextil “El Inca” entraron en huelga y enseguida lostrabajadores del mismo ramo textil de Vitarte se ple-garon al movimiento huelguístico, que pronto seconvirtió en reivindicación general. Los líderes eneste caso fueron Nicolás Gutarra, Adalberto Fonkény Carlos Barba. Una asamblea general de los dife-rentes gremios –textiles, panaderos, tejedores– re-solvió convocar a un paro general para el 13 de ene-ro de 1919. Los estudiantes universitarios (la Fede-ración de Estudiantes estaba entonces presidida por

Felipe Chueca) también se plegaron a esta reivindi-cación social uniendo, como caso único en AméricaLatina, a obreros y estudiantes en pos de un objeti-vo común. Ese día también nacía un nuevo líder po-pular: Víctor Raúl Haya de la Torre.

Fuertemente presionado, el civilismo tuvo quereconocer la jornada general de las ocho horas, lareglamentación del trabajo para mujeres y niños yestableció el calendario laboral. Pero allí no quedóla presión. La crisis económica luego de la bonanzaexportadora de la primera guerra mundial afectabael costo de vida en los grupos populares. Los obre-ros siguieron desestabilizando al civilismo y el 19de mayo de 1919 se convocó a otro paro general or-ganizado por el Comité Pro Abaratamiento de lasSubsistencias; la represión fue implacable y se pro-dujeron saqueos y destrucciones en la zona comer-cial de Lima. El civilismo se tambaleaba y el 4 de ju-lio Leguía le daba la estocada final con su golpe deestado.

Sin embargo, dentro de los grupos populares li-meños, la gente estaba disgregada en oficios diver-sos, muchas veces con escasos objetivos comunes.Había, de otro lado, exigua concentración de traba-jadores. Como excepciones podríamos citar a las fá-bricas textiles “El Inca”, “Vitarte” y “El Progreso”que albergaban a poco más de 500 trabajadores. En1931 había en Lima 37 747 obreros y artesanos. Pe-ro de ese total pueden ser considerados estricta-mente obreros: 3 291 albañiles y 1 778 de fábrica, alos que podrían añadirse 1 959 tejedores y 464 tipó-grafos. Los artesanos predominaban notablemente:eran 30 255 frente a 7 492 obreros (Burga y FloresGalindo 1982a).

968

OrregoET

APA

REP

UB

LICA

NA

BIBLIOGRAFÍA

EL PROCESO POLÍTICOLa historia política del Perú en su etapa republicana puedeconsultarse, en primer lugar, en la monumental Historia dela República del Perú de Jorge Basadre (Lima 1969 y1983). Asimismo, las obras generales de Rubén VargasUgarte, Historia general del Perú (Lima 1984); Enrique Chi-rinos Soto, Historia de la República (Lima, varias ed.); losestudios de Jorge Guillermo Leguía, Historia y biografía.Hombres e ideas en el Perú y Estudios históricos (Lima1989); y Margarita Guerra, Historia general del Perú (Lima1994). Para una revisión de las fuentes, resulta indispensa-ble la Introducción a las bases documentales para la histo-ria de la República del Perú con algunas reflexiones de Ba-sadre (Lima 1971, 2 vols.).

En cuanto a diccionarios histórico-biográficos: Evaris-to San Cristóbal, Apéndice al Diccionario histórico-biográfi-co del Perú de Mendiburu (Lima 1935, 4 vols.); Carlos MillaBatres (ed.), Diccionario histórico y biográfico del Perú: si-

glos XV-XX (Lima 1986, 9 vols.); y Alberto Tauro del Pino,Enciclopedia ilustrada del Perú (Lima 1987, 6 vols.).

Existen ensayos, libros monográficos, memorias osíntesis como los de Alejandro Revoredo, Manuel Pardo,fundador y líder del Partido Civil y Apuntes de la historia po-lítica y financiera (Lima 1935); Pedro Ugarteche y EvaristoSan Cristóbal, Mensajes de los presidentes del Perú (Lima1945); Geraldo Arosemena, El coronel José Balta. 1814-1872 (Lima 1945); Jorge Dulanto Pinillos, Nicolás de Piéro-la (Lima 1947); Alberto Ulloa, Don Nicolás de Piérola. Unaépoca en la historia del Perú (Lima 1949); José Luis Busta-mante y Rivero, Tres años de lucha por la democracia en elPerú (Lima 1949); Carlos Miró-Quesada Laos, Autopsia delos partidos políticos (Lima 1961); François Bourricaud, Po-der y sociedad en el Perú contemporáneo (Buenos Aires1967); Víctor Andrés Belaunde, Trayectoria y destino. Me-morias (Lima 1967); Pedro Ugarteche, Sánchez Cerro. Pa-peles y recuerdos de un presidente del Perú (Lima 1969);

Víctor Villanueva, Ejército peruano. Del caudillismo anárqui-co al militarismo reformista (Lima 1973); Heraclio Bonilla,Guano y burguesía en el Perú (Lima 1974); Jorge Basadre,La vida y la historia (Lima 1975); Peter Klaren, Formaciónde las haciendas azucareras y los orígenes del Apra (Lima1976); Alberto Ferreyros y José Zárate, El mariscal Benavi-des, su vida y obra (Lima 1976); Julio Cotler, Clases, esta-do y nación en el Perú (Lima 1978); Guillermo Thorndike, Elaño de la barbarie (Lima 1979); Luis Alberto Sánchez, Víc-tor Raúl Haya de la Torre o el político (Lima 1979), Testimo-nio personal. Memorias de un peruano del siglo XX (Lima1969) y Apuntes para una biografía del Apra, 3 vols. (Lima1978, 1979 y 1982); Jorge Basadre, Elecciones y centralis-mo en el Perú (Lima 1980); Luis E. Valcárcel, Memorias (Li-ma 1981); Alvaro Rojas Samanez, Partidos políticos en elPerú. Manual y registro (Lima, varias ed.); Manuel Burga yAlberto Flores Galindo, Apogeo y crisis de la República Aris-tocrática (Lima 1982); Víctor Raúl Haya de la Torre, Testi-

Page 139: La Republica Oligarquica Peruana

monios y mensajes (Lima 1982); Alberto Adrianzén (ed.),Pensamiento político peruano (Lima 1987); Heinrich Witt,Diario y observaciones sobre el Perú, 1824-1890 (Lima1987); Raúl Palacios, El Perú republicano y moderno, 1868-1968 (Lima 1989); Varios, Historia general de Arequipa(Arequipa 1990); Margarita Guerra, La ocupación de Lima(1881-1883). El gobierno de García Calderón (Lima 1991);Franklin Pease, Perú, hombre e historia. La República (Li-ma 1993); y Carmen McEvoy, Un proyecto nacional en el si-glo XIX. Manuel Pardo y su visión del Perú (Lima 1994); Pe-dro Planas, La República Autocrática (Lima 1994); EnriqueGonzález Carré y otros, La ciudad de Huamanga: espacio,historia y cultura (Huamanga 1995); Margarita Guerra, Laocupación de Lima (1881-1883). Aspectos económicos (Li-ma 1996); y Carmen McEvoy, La utopía republicana: idea-les y realidades en la formación de la cultura política perua-na (Lima 1997).

Para la historia diplomática, las obras más serias ydocumentadas, de carácter general, son: Raúl Porras Ba-rrenechea, Historia de los límites del Perú (Lima 1926);Juan Angulo Puente Arnao, Historia de los límites del Perú(Lima 1927); Arturo García Salazar, Resumen de la historiadiplomática del Perú (Lima 1930); Gustavo Pons Muzzo,Las fronteras del Perú (Lima 1961); y Alberto Wagner deReyna, Historia diplomática del Perú, 1900-1945 (Lima1964).

Las relaciones con Bolivia se pueden rastrear con lassucesivas recopilaciones documentales de Carlos Ortiz deZevallos Paz-Soldán como La misión Ortiz de Zevallos enBolivia, 1826-1827 (Lima 1956), La misión Álvarez en Boli-via, 1829-1830 (Lima 1958), Negociación Ferreyros-Olañe-ta, 1830-1835 (Lima 1958), Confederación Perú-Boliviana(Lima 1956) y La misión La Torre en Bolivia, 1831-1835 (Li-ma 1971). La política diplomática con respecto a Chile sepuede consultar en las siguientes publicaciones del ministe-rio de Relaciones Exteriores: Arbitraje de Tacna y Arica. Do-cumentos de la Comisión Especial de Límites (Lima 1926-1927, 4 vols.), Documentos referentes al plebiscito de Tac-na y Arica (Lima 1926-1927) y Réplica del Perú en el litigioque, emanado de la cuestión del Pacífico, se sigue ante elpresidente de los Estados Unidos de América como árbitro(Lima 1924). Con Ecuador, la delimitación ha sido brillante-mente expuesta por Víctor Andrés Belaunde, La constitu-ción inicial del Perú ante el derecho internacional (Lima1942). Sobre Ecuador deben consultarse además: MarianoH. Cornejo y Felipe de Osma, Memoria del Perú en el arbi-traje sobre sus límites con el Ecuador, presentada a S.M. elReal Árbitro (Madrid 1905-1907, 11 vols.); Juan Miguel Bá-kula, Perú y Ecuador. Tiempos y testimonios de una vecin-dad (Lima 1992, 3 vols.); y Gustavo Pons Muzzo, Estudiohistórico sobre el protocolo de Río de Janeiro (Lima 1994).

Sobre la Amazonía: Carlos Larrabure y Correa, Co-lección de leyes, decretos, resoluciones y otros documen-tos oficiales referentes al departamento de Loreto (Lima1905).

LA ECONOMÍAAparte de los libros citados en el texto central, para la eco-nomía peruana del siglo XIX pueden además consultarse:José M. Rodríguez, Estudios económicos y financieros yojeada sobre la hacienda pública del Perú y la necesidad desu reforma (Lima 1895); Alejandro Garland, La industriaazucarera en el Perú (Lima 1895) y Reseña industrial delPerú (Lima 1905); Pedro Emilio Dancuart, Anales de la ha-cienda pública en el Perú (Lima 1902-1926); Carlos Campu-brí, Historia de los bancos en el Perú (Lima 1957); Jonat-han Levin, Las economías de exportación (México 1964);Juan Maiguashca, A Reinterpretation of the Guano Age (te-sis, Oxford 1967); Ernesto Yepes, Perú, 1820-1920. Un si-glo de desarrollo capitalista (Lima 1971); Heraclio Bonilla,Gran Bretaña y el Perú, 1826-1919. Informes de los cónsu-les británicos (Lima 1976) y Un siglo a la deriva. Ensayossobre el Perú, Bolivia y la guerra (Lima 1980); Roberto Cor-tés Conde y Stanley Stein (eds.), Latin America. A guide toEconomic History, 1830-1930 (Berkeley 1977, cap. VI); Ja-vier Tantaleán, Política económico-financiera y la formacióndel Estado: siglo XIX (Lima 1979); Manuel Burga y WilsonReátegui, Lanas y capital mercantil en el sur. La casa Ric-ketts, 1805-1935 (Lima 1981); Carlos Palacios Moreyra, Ladeuda angloperuana, 1822-1890 (Lima 1983); Heraclio Bo-nilla (ed.), Las crisis económicas en la historia del Perú (Li-ma 1986); Carlos Contreras, Mineros y campesinos en losAndes. Mercado laboral y economía campesina en la sierracentral, siglo XIX (Lima 1987); Nelson Manrique, Mercadointerno y región. La sierra central, 1820-1930 (Lima 1987);Nils Jacobsen, Mirages of Transition. The Peruvian altipla-no, 1780-1930 (Berkeley 1993).

El estudio de la economía peruana en el presente si-glo resulta aún más complejo por la cantidad de fuentes y lafalta de obras de síntesis. Sin embargo, pueden ser útiles,aparte del ya citado texto de Rosemary Thorp y GeoffreyBertram (1988), los siguientes libros: Ministerio de Fomen-to, Síntesis de la minería peruana en el centenario de Aya-cucho (Lima 1924); L.A. Proaño, La industria minera nacio-nal de 1903 a 1931: estadística de su producción y corres-pondiente valorización (Lima 1934); Rómulo Ferrero, Lahistoria monetaria del Perú en el presente siglo (Lima1953); Jorge Basadre y Rómulo Ferrero, Historia de la Cá-mara de Comercio de Lima (Lima 1963); Gianfranco Barde-lla, Setenta y cinco años de vida económica, 1889-1964 (Li-ma 1964) y Un siglo en la vida económica del Perú, 1889-1989 (Lima 1989); Mario Samamé Boggio, La minería pe-ruana (Lima 1971); Jaysuño Abramovich, La industria pes-quera en el Perú (Lima 1973); Baltazar Caravedo, Burgue-sía e industria en el Perú, 1933-1945 (Lima 1976); JavierIguíñiz (ed.), La cuestión rural en el Perú (Lima 1981); Gui-do Pennano, La economía del caucho (Iquitos 1988); y Al-fonso Quiroz, Banqueros en conflicto. Estructura financieray economía peruana, 1884-1930 (Lima 1989); FranciscoDurand, La burguesía peruana: los primeros industriales(Lima 1989); Felipe Portocarrero, El imperio Prado: 1890-1970 (Lima 1995).

UNA SOCIEDAD EN FORMACIÓNLa historiografía sobre la sociedad republicana, especial-mente del período que va de 1850 a 1950, ya empieza a serbastante sólida y, aparte de los libros ya citados, son reco-mendables los siguientes Hildebrando Castro Pozo, Del ay-llu al cooperativismo socialista (Lima 1936); Jorge Basadre,La multitud, la ciudad y el campo en la historia del Perú (Li-ma 1929) y Perú: problema y posibilidad (Lima 1931 y1978); Juan Bromley y José Barbagelata, Evolución urbanade Lima (Lima 1945); César Lévano, La verdadera historiade la jornada de las ocho horas en el Perú (Lima 1967); Au-gusto Salazar Bondy, Historia de las ideas en el Perú con-temporáneo (Lima 1967); Wilfredo Kapsoli, Los movimien-tos campesinos en el Perú, 1879-1965 (Lima 1972); Fer-nando Ponce, La ciudad en el Perú (Lima 1975); Piedad Pa-reja, La crisis del anarquismo en el Perú (Lima 1976) yAnarquismo y sindicalismo en el Perú (Lima 1978); DenisSulmont, Historia del movimiento obrero peruano, 1890-1977 (Lima 1977); Carlos Iván Degregori y otros, Indigenis-mo, clases sociales y problema nacional (Lima 1978); LuisE. Tord, El indio en los ensayistas peruanos (Lima 1978);José Tamayo Herrera, Historia del indigenismo cuzqueño,siglos XVI-XX (Lima 1978); Fritz Wils, Los industriales y laindustrialización y el Estado nación en el Perú (Lima 1979).

En las dos últimas décadas: Historia social e indige-nismo en el altiplano (Lima 1982) y su antología El pensa-miento indigenista (Lima 1981); Nelson Manrique, Campe-sinado y nación. Las guerrillas indígenas en la guerra conChile (Lima 1981); Rolando Pereda Torres, Historia de lasluchas sociales del movimiento obrero en el Perú republica-no (Lima 1982); Florencia Mallon, The Defense of Commu-nity in Peru’s Central Highlands: Peasant Struggle and Ca-pitallist Transition, 1860-1940 (Princeton 1983); José Deus-tua, Intelectuales, indigenismo y descentralismo en el Perú,1897-1931 (Cuzco 1984); Steve Stein, Lima obrera.1900-1930 (Lima 1986); Bruno Lesevic, La recuperación demo-gráfica en el Perú durante el siglo XIX (Lima 1986); JoséMatos Mar, Desborde popular y crisis del Estado (Lima1986); Hernando de Soto, El otro sendero (Lima 1986); Da-vid Cotlear y otros, Perú: la población migrante (Lima 1987);Alberto Flores Galindo, Buscando un inca (Lima 1988);Gonzalo Portocarrero, El Perú desde la escuela (Lima1989); Carlos Aguirre y Charles Walker (eds.), Bandoleros,abigeos y montoneros. Criminalidad y violencia en el Perú,siglos XVIII-XX (Lima 1990); Steve Stern (comp.), Resisten-cia, rebelión y conciencia campesina en los Andes: SiglosXVIII al XX (Lima 1990); Teófilo Altamirano, Los que se fue-ron: peruanos en Estados Unidos (Lima 1990); David Par-ker, The Rise of the Peruvian Middle Class: A Social andPolitical History of White-Collar Employees in Lima, 1900-1950 (Stanford University 1990); Gonzalo Portocarrero, Ra-cismo y mestizaje (Lima 1993); Aldo Panfichi y Felipe Por-tocarrero (eds.), Mundos interiores: Lima 1850-1950 (Lima1995); y Teófilo Altamirano, Migración, el fenómeno del si-glo: peruanos en Europa, Japón y Australia (Lima 1996).

969

La República Oligárquica (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Aguirre, Carlos 1993 Agentes de su propia libertad. Los esclavos de Lima

y la desintegración de la esclavitud, 1821-1854. Lima,Pontificia Universidad Católica.

Arona, Juan de 1971 La inmigración en el Perú. Lima, Academia Diplomá-

tica del Perú, 2a. edición.Barros, Mario 1970 Historia diplomática de Chile, 1541-1938. Barcelona,

Ariel.Basadre, Jorge 1929 “Los hombres de traje negro”. En: Letras, año 1, Nº 1

(29-59). Lima.1969 Historia de la República del Perú, 1822-1933. Lima,

Universitaria, 6a. edición, 17 vols.1971 Introducción a las bases documentales para la histo-

ria de la República del Perú. Lima, Villanueva, 2 vols.1979 Perú: Problema y posibilidad. Lima, Interbanc.1980 Elecciones y centralismo en el Perú. Lima, Universi-

dad del Pacífico.1982 “Antecedentes de la guerra con Chile”. En: Historia

del Perú, tomo VII (9-160). Lima, Juan Mejía Baca,4a. edición.

Bécker, Jerónimo 1922 La independencia de América (su reconocimiento por

España). Madrid, Establecimiento tipográfico de Jai-me Ratés.

Benavides, Arturo 1972 Historia compendiada de la guerra del Pacífico. San-

tiago de Chile, Francisco de Aguirre S.A.

Bermejo, Ildefonso 1872 La Estafeta de Palacio. Madrid, 3 vols.Bonfiglio, Giovanni 1994 Los italianos en la sociedad peruana. Lima, Asocia-

ción de Italianos en el Perú, 2a. edición.Bonilla, Heraclio 1974 Guano y burguesía en el Perú. Lima, Instituto de Es-

tudios Peruanos. 1980 Un siglo a la deriva: ensayos sobre el Perú, Bolivia y

la guerra. Lima, Instituto de Estudios Peruanos.1982 “Entre la independencia y la guerra con Chile”. En:

Historia del Perú, tomo VI (393-482). Lima, Juan Me-jía Baca, 4a. edición.

Burga, Manuel y Alberto Flores Galindo1982a Apogeo y crisis de la República Aristocrática. Lima,

Rikchay Perú.1982b “Feudalismo andino y movimientos sociales (1866-

1965)”. En: Historia del Perú, tomo XI (9-112). Lima,Juan Mejía Baca, 4a. edición.

Caravedo Baltazar1982 “Economía, producción y trabajo (Perú siglo XX)”. En:

Historia del Perú, tomo VIII (190-361). Lima, JuanMejía Baca, 4a. edición.

Carr, Raymond 1969 España 1808-1939. Barcelona, Ariel.Casanova, Juan Norverto1849 Ensayo sobre la industria algodonera en el Perú. Li-

ma, Imprenta Macías.Casós, Fernando 1854 Para la historia del Perú. Revolución de 1854. Cuzco,

Imprenta Republicana.Chirif, Alberto y Carlos Mora1982 “La amazonía peruana”. En: Historia del Perú, t. XII

(217-321). Lima, Juan Mejía Baca, 4a. edición.Cotler, Julio 1978 Clases, estado y nación en el Perú. Lima, Instituto de

Estudios Peruanos.Echenique, José Rufino1855 El general Echenique, presidente despojado del Perú

en su vindicación. Nueva York. 1952 Memorias para la historia del Perú (1808-1978), pró-

logo de Jorge Basadre y notas de Félix Denegri Luna.Lima, Huascarán, 2 vols.

Engelsen, Juan Rolf1977 Social Aspects of Agricultural Expansion in Coastal

Peru, 1825-1878. Tesis doctoral, UCLA. Espinoza, Juan1855 Diccionario para el pueblo. Lima, Imprenta del Pueblo.Favre, Henri1975 “Remarques sur la lutte des classes au Pérou pen-

dant la guerre du Pacifique”. En: Littérature et societéau Pérou du XIXe siécle á nous jours. Grenoble, Uni-versité des Langues et Letres de Grenoble.

Flores Galindo, Alberto1983 Los mineros de la Cerro de Pasco. Lima, Pontificia

Universidad Católica del Perú.1988a Tiempo de plagas. Lima, El Caballo Rojo.1988b “Los consolidados (una mala palabra) y las multitu-

des”. En: Revista Andina, año 6, Nº 1 (263-276).Cuzco.

Page 140: La Republica Oligarquica Peruana

970

ETAP

AR

EPU

BLI

CAN

A

Gandolfo, Flavia1991 Política e ideología en el pensamiento de José María

Químper. Lima, Universidad Católica, tesis de Bachiller.Gilbert, Denis1982 La oligarquía peruana: historia de tres familias. Lima,

Horizonte.González Carré, Enrique y Virgilio Galdo1982 “Historia de la educación en el Perú”. En: Historia del

Perú, tomo X (11-123). Lima, Juan Mejía Baca, 4a.edición.

Gootenberg, Paul1982 “The Social Origins of Protectionism and Free Trade

in Nineteenth-Century Lima”. En: Journal of LatinAmerican Studies, 14 (329-358).

1993 Imagining Development: Economic Ideas in Peru’s“Fictitious Prosperity” of Guano, 1840-1880. Los An-geles, University of California Press.

Guerra, Margarita 1994 “La República”. En: Historia General del Perú, tomos

VII y VIII. Lima, Brasa.Halperin, Tulio1985 Reforma y disolución de los imperios ibéricos, 1750-

1850. Madrid, Alianza Editorial.Hunt, Shane1973 Growth and Guano in Nineteenth Century Peru. New

Jersey, Woodrow Wilson School, Princeton. 1984 “Guano y crecimiento en el Perú del siglo XIX”. En:

HISLA, IV (35-82), Lima.Klaiber, Jeffrey1988 Religión y revolución en el Perú, 1824-1988. Lima,

Universidad del Pacífico.Klaren, Peter1976 La formación de las haciendas azucareras y orígenes

del APRA. Lima, Instituto de Estudios Peruanos.La Torre, Conde de1961 España bélica. El siglo XIX. Madrid.Lavalle, José Antonio de1979 Mi misión en Chile en 1879, edición y notas de Félix

Denegri Luna y prólogo de Jorge Basadre. Lima, Ins-tituto de Estudios Históricos-Marítimos.

Lorente, Sebastián1980 Pensamientos sobre el Perú republicano del siglo

XIX. Lima, Pontificia Universidad Católica.Mallon, Florencia1990 “Coaliciones nacionalistas y antiestatales en la gue-

rra del Pacífico: Junín y Cajamarca, 1879-1902”. En:Steve Stern (compilador), Resistencia, rebelión yconciencia campesina en los Andes, siglos XVIII alXX. Lima, Instituto de Estudios Peruanos (219-260).

Manrique, Nelson1987 Mercado interno y región. La sierra central 1820-

1930. Lima, DESCO. 1988 Yawar Mayu. sociedades terratenientes serranas

(1879-1910). Lima.Marcone, Mario 1991 Inmigración espontánea e ideología civilista en el Pe-

rú del Siglo XIX. Lima, Universidad Católica, tesis deBachiller.

Markham, Clements1862 Travels in Peru and India. London.Martínez Riaza, Ascensión1994 “El Perú y España durante el Oncenio. El hispanismo

en el discurso oficial en las manifestaciones simbóli-cas”. En: Histórica, Vol. XVIII, Nº 2 (335-363), Lima.

Mathew, William 1977 “A Primitive Export Sector: Guano Production in Mid-

Nineteenth Century Peru”. En: Journal of Latin Ameri-can Studies, I, 9 (35-57).

Matos Mar, José1984 Desborde popular y crisis del Estado. Lima, Instituto

de Estudios Peruanos.McEvoy, Carmen 1994 Un proyecto nacional en el siglo XIX: Manuel Pardo y

su visión del Perú. Lima, Fondo Editorial de la Univer-sidad Católica.

Méndez, Cecilia 1987 “La otra historia del guano: Perú, 1840-1879”. En: Re-

vista Andina, año 5, Nº 1, julio (7-81).Miro-Quesada, Carlos1961 Autopsia de los partidos políticos. Lima.Morimoto, Amelia1979 Los inmigrantes japoneses en el Perú. Lima.Novo y Colson, Pedro de1882 Historia de la guerra de España en el Pacífico. Ma-

drid.Olaechea, Soledad1993 La dirigencia del Partido Civil: aproximación a una

mentalidad moderna. Lima, Universidad Católica, te-sis de Bachiller.

Orrego, Juan Luis1990 “Domingo Elías y el Club Progresista: los civiles y el

poder hacia 1850”. En: Histórica, Vol. XIV, Nº 2 (317-353). Lima.

1994 “Ilusiones liberales, civiles y elites en el Perú del sigloXIX”. En: Histórica, Vol. XVIII, Nº 1 (167-178). Lima.

Palacios, María Luisa1989 Un empresario peruano del siglo XIX: Manuel de Ar-

gumaniz. Lima, Universidad Católica, tesis de Bachi-ller.

Palacios, Raúl1987 El Perú republicano y moderno, 1868-1968. Lima,

Studium.Pease, Franklin1993 Perú, hombre e historia. La República. Lima, Edubanco.Pinilla, Abraham1971 “La inmigración en el Perú”. En: Juan de Arona, La in-

migración en el Perú. Lima, Academia Diplomática delPerú.

Planas, Pedro 1994 El 900, balance y recuperación. Lima, Centro de In-

vestigación y Tecnología para el Desarrollo de lasCiencias Sociales.

Portocarrero, Gonzalo1983 De Bustamante a Odría. El fracaso del Frente Demo-

crático Nacional, 1945-1950. Lima, Mosca Azul.Quiroz, Alfonso1986 “Grupos económicos y decisiones financieras en el

Perú: 1884-1930”. En: Apuntes, Nº 19 (73-108). Lima.1987 La deuda defraudada. Consolidación de 1850 y domi-

nio económico del Perú. Lima, Instituto Nacional deCultura.

Radiguet, Max1971 Lima y la sociedad peruana, estudio preliminar de

Estuardo Núñez. Lima, Biblioteca Nacional del Perú.Rodríguez Pastor, Humberto1989 Hijos del celeste imperio en el Perú (1850-1900). Li-

ma, Instituto de Apoyo Agrario.Romero, Fernando1980 “Papel de los descendientes africanos en el desarro-

llo económico social del Perú”. En: Histórica, Vol. IV,Nº 1 (53-93). Lima.

Sánchez Albornoz, Nicolás1968 España hace un siglo: una economía dual. Barcelona,

Península.1976 La población de América Latina. Madrid, Alianza Edi-

torial.Stewart, Watt1976 La servidumbre china en el Perú. Lima, Mosca Azul.Sulmont, Denis1975 El movimiento obrero en el Perú. Lima. Thorndike, Guillermo1969 El año de la barbarie. Perú 1932. Lima, Nueva América.Thorp, Rosemary y Geoffrey Bertram 1988 Perú: 1890-1977. Crecimiento y políticas en una eco-

nomía abierta. Lima, Mosca Azul, 2a. edición. Trazegnies, Fernando de1979 La idea de derecho en el Perú republicano del siglo

XIX. Lima, Pontificia Universidad Católica. Tschudi, Jacobo von1961 Testimonio del Perú 1838-1842. Lima (Editada en St.

Gallen, 1846).Valdivia, Juan Gualberto1874 Memorias sobre las revoluciones de Arequipa desde

1834 hasta 1866. Lima, Imprenta de la Opinión Nacional.Vidaurreta, Alicia1985 “Argentina y la guerra del Pacífico”. En: Revista de In-

dias, Vol. XLV, Nº 175 (111-159).Villanueva, Víctor1973 Ejército peruano. Del caudillismo anárquico al milita-

rismo reformista. Lima.Wagner de Reyna, Alberto1964 Historia diplomática del Perú. Lima.Witt, Heinrich 1987 Diario y observaciones sobre el Perú (1824-1890), es-

tudio preliminar de Pablo Macera. Lima, COFIDE.Yepes, Ernesto1972 Perú 1820-1920: un siglo de desarrollo capitalista. Li-

ma, Instituto de Estudios Peruanos.

Page 141: La Republica Oligarquica Peruana
Page 142: La Republica Oligarquica Peruana

A mediados del siglo XIX la elite económica dela costa inició el primer y consistente impulso mo-dernizador de la sociedad peruana. Fue un procesomediante el cual se trazaron ciertos fines y ciertosobjetivos. En la esfera de la economía se manifestóen la introducción de nuevas técnicas y en la bús-queda del incremento de la productividad basada enel cálculo y la planificación. Tal pretensión no fuellevada a la práctica sin previamente internalizaruna racionalidad basada en un principio que cono-cemos como razón instrumental, que define lo ra-cional como lo útil. Una razón, en primer lugar, ba-sada en el cálculo. Esto llevó, por ejemplo, a abor-dar el tema del trabajo de la mujer desde la perspec-tiva de los intereses de la elite y no de las mujeresmismas. El siguiente testimonio del escritor Arnal-do Márquez describe claramente lo dicho: “Hay unamultitud de ramas de la industria perfectamenteadaptables a la capacidad de la mujer, y en las cua-les se desperdicia actualmente entre nosotros deuna manera lastimosa la inteligencia y la fuerza delos hombres; cometiéndose así la más obvia viola-ción del principio de divisióneconómica del trabajo” (Vi-llavicencio 1992: 106).

Es una razón, al mismotiempo, que muestra ani-madversión por lo que consi-dera desorden. Un hechosimbólico fue la adopción en1863 del sistema métrico de-cimal que vino a reemplazarla gran diversidad de mediosempleados anteriormente ta-les como varas, codos y fane-gadas. Una razón que, porello mismo, es implacablecon otras formas de pensar.Desde la sinrazón, principal-mente los casos de locura,hasta la racionalidad delhombre andino, todas las queno se ajustaran al patrón im-perante resultaban excluidas.El gamonalismo y las relacio-

nes serviles de producción se mantuvieron vigentesen el interior del país. La cultura occidental y la ex-periencia de la modernidad eran negadas para lasmasas indígenas; sólo se buscaba que fueran funcio-nales al proyecto modernizador. Se trató entoncesde una modernización contra los Andes. Quienes laimpulsaron no manifestaron preocupación por lajusticia o los sentimientos y modos de pensar de losdistintos actores sociales. Fue por ello una moderni-zación sin modernidad, o en todo caso con una mo-dernidad de ideales iluministas demasiado opacos.

Modernizar al país significaba además abrir sucultura, su espacio físico a todas las nacionalidadesy credos religiosos, especialmente si tenían algunaimportancia en términos de capital y, sobre todo,abrir las puertas de su mercado. Con la aplicación depolíticas de tinte liberal que no estimularon el desa-rrollo de una industria nacional, una ola de produc-tos importados colaboró al hundimiento de los arte-sanos y las clases populares urbanas. Modernizar alpaís bajo los dogmas del liberalismo significaba tam-bién imponer el libre comercio en otros escenarios:

en la propiedad de la tierra enmanos de las comunidades in-dígenas y en la política deabastecimiento de alimentosde la ciudad, determinando laespeculación y el encareci-miento de los mismos.

La modernización introdu-jo cambios en las clases po-pulares urbanas. Según estu-dios realizados en base a loscensos de Lima, a principiosde siglo la proporción de ni-ños que asistían al colegio–donde aprendían a leer, a

972

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

IMODERNIZACIÓN SIN MODERNIDAD

A mediados del siglo XIX se dioinicio a un proceso demodernización impulsado por laselites de la costa peruana. En laimagen, estatua ecuestre de SimónBolívar, tallada por AdamoTadolini; monumento inauguradoen Lima en diciembre de 1859.

Page 143: La Republica Oligarquica Peruana

escribir y las reglas elementales de la aritmética–era del 70 por ciento.

Este hecho posibilitó la diferenciación de unaplebe o un artesanado propiamente preindustrial;en otras palabras, la modernización de las clases po-pulares. La cultura popular de esta etapa –sobre to-do a partir de finales del siglo XIX– era una culturacon un alto componente intelectual. A la difusiónde bibliotecas (Huamaní 1995), al surgimiento deuna literatura y un teatro obreros, debe agregarse laexistencia de un periodismo alternativo. En los fi-nales del siglo aparecieron hojas subterráneas y enlas primeras décadas del siglo XX se publicaron pe-riódicos de obreros y artesanos escritos y diseñadoscon mucha calidad: El Hambriento, Los Parias, ElOprimido, Armonía Social, Plumadas de Rebeldía y LaProtesta. Algunas de estas publicaciones difundie-ron la ideología anarquista y los sectores popularesfueron internalizando conceptos de ciudadanía, elderecho al sindicalismo, la lucha por condicionesde trabajo más humanas, entre otros.

PROGRESO URBANO Y TECNOLÓGICO

La modernización significó también el iniciode una serie de transformaciones en el escenario fí-sico de las principales ciudades del Perú. Esto fuemás notorio en Lima, la capital de la República.

Con el derribamiento de las viejas murallasconstruidas durante la colonia, con la instalación deservicios de agua y desagüe y alumbrado a gas, ade-más de los primeros tranvías de tracción animal, laCiudad de los Reyes y, aunque en menor medida, lasciudades de Arequipa y Trujillo, dejaron de ser sim-ples comarcas para convertirse, progresivamente, enmetrópolis modernas.

A partir de 1900 la modernización urbana con-tinuó a grandes pasos. En Lima aparecieron muypronto barrios nuevos, como los de Cocharcas y LaVictoria, habitados por trabajadores. También fue-ron abiertas grandes avenidas, como La Colmena yel Paseo Colón, donde fueron erigidas residenciaspara selectos grupos. A esto se agregaba el tranvíaeléctrico, el cinematógrafo, la comunicación telefó-nica, los primeros automóviles y el monótono bu-llicio de las máquinas modernas de la naciente in-dustria.

La modernización había acentuado las diferen-cias entre la elite y las clases medias, de un lado, yla pobreza de los sectores más deprimidos, del otro.La instalación de los servicios de agua, desagüe y

973

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La imprenta de El Mercurio en una litografía delsiglo XIX. Este taller fue establecido en Lima en

1860; las novedades tecnológicas con las quecontaba lo hicieron famoso en su época.

El crecimiento de la capital peruana trajo consigo ladestrucción de las murallas que circundaban a laantigua ciudad de los virreyes. Una vista de laplazuela de la Exposición a comienzos de siglo.

Page 144: La Republica Oligarquica Peruana

luz, y la remodelación de los edificios, habían favo-recido menos a los sectores populares que a los gru-pos de mayores recursos. En 1935 el poeta José Gál-vez lo señaló con claridad: “El progreso ha favoreci-do a casi todos, menos a quienes se ven obligadosen aquellos lugares incómodos y malsanos. Antessiquiera no se marcaba, como ahora, tan realmenteel contraste”.

Este hecho y sobre todo la distancia física que lasfamilias de la elite empezaban a tomar al instalar susresidencias en los balneariosdel sur –costumbre que se ge-neralizó a partir de la décadadel veinte– iban diluyendo laimagen de Lima como una ur-be típicamente preindustrial–donde existe una simbiosishabitacional entre las elites y elpueblo– en una medida tal quecontribuyó a la aparición denuevas pautas de relación so-cial, distantes del paternalismoy, en ocasiones, conflictivas.

Sin embargo, el mayor dis-tanciamiento físico que impli-

có la modernización y las nuevas pautas derelación entre elites y subalternos, no fueronhechos que se generalizaron de la noche a lamañana. Aun en las tres primeras décadas delsiglo XX, no faltaron casos de familias ricasque habitaron en medio de los sectores popu-lares y de familias pobres que en númeroconsiderable vivían en distritos de clases al-tas. En estas zonas, cerca a suntuosas man-siones, había talleres artesanales y fondaschinas; eran calles transitadas diariamentepor trabajadores. Paralelamente, el paterna-lismo típico de las sociedades tradicionalessiguió vigente en las primeras décadas del si-glo XX.

La explicación de fondo para la existenciade la dualidad descrita no puede provenir si-no de una evaluación de los cambios opera-dos en la esfera productiva. El aspecto central

del proceso de modernización registrado en Limafue el surgimiento de establecimientos fabriles, im-pulso que no había tenido un precedente similar enla historia del Perú. En la década de 1850 se habíanregistrado intentos de iniciar un sostenido desarro-llo capitalista, pero estos esfuerzos no lograronprosperar: como Venecia y Flandes en el siglo XV, sehundieron en la travesía. En las décadas de 1870 y1880 aparecieron algunas fábricas con resultadospositivos, pero el verdadero auge comienza en la dé-

cada de 1890. Desde entoncesy hasta 1907 el sector indus-trial creció a un ritmo anualpromedio de 7,6 por ciento,una tasa bastante alta teniendoen cuenta que el crecimientode la población de Lima no lle-gaba al 3 por ciento.

La mayoría de estas nuevasfábricas, a diferencia de las ex-periencias anteriores, incluye-ron máquinas que funciona-ban a petróleo o con energíaeléctrica. Las fábricas de teji-dos de algodón, para citar unejemplo, empleaban motoreseléctricos de hasta 1 400 caba-llos de fuerza. Otro hecho quemarcó diferencia con las ante-riores experiencias fue el sur-gimiento definitivo de un nue-vo actor social: un proletaria-do masivo que empezaba a de-

974

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

La expansión urbana de Lima produjo la aparición de nuevos barriosen los extramuros de la ciudad. Las dimensiones que iba asumiendo lacapital peruana se pueden apreciar en esta vista tomada desde el cerro

San Cristóbal hacia 1910.

Una de las innovaciones en eltransporte público limeño fue el usodel tranvía eléctrico, que sustituyó

al de tracción animal. En estacaricatura que ironiza el fin del

gobierno de José Pardo y Barreda en1908, el “tranvía” es utilizado como

metáfora política.

Page 145: La Republica Oligarquica Peruana

sarrollar pautas de conducta diferentesde las del artesanado.

Pese a todo lo indicado, no eran losrasgos industriales y modernos los queimperaban en Lima de principios de si-glo. No hay imagen más precisa paragraficar la transición que estaba enmarcha que aquella expresada en el tí-tulo de una obra del poeta José Gálvez:Una Lima que se va. Es decir una reali-dad tradicional que empezaba a irse, alcompás de la moderniza-ción, pero que aún nohabía desaparecido. Unaurbe que aún no llegabaa convertirse en una me-trópoli industrial, mo-derna, como bien lo per-cibió Carlos B. Cisnerosen 1911: “no se nota enella, en efecto, aquel mo-vimiento continuo e in-cesante en sus callesprincipales que indicanuna ciudad comercial.No se ven las altas chi-meneas que revelan unaciudad industrial y manufacturera. No se observaen las noches el ir y venir de los carruajes ni el mur-mullo que distingue a las ciudades aficionadas a losplaceres. Hoy como ayer Lima conserva sus rasgoscaracterísticos, y continuará así por muchos años”(Cisneros 1911: 293).

No exageraba el autor, pues en esa dualidadtransicional permaneció Lima durante la primeramitad del siglo XX. Y esta apreciación por supuesto,era también válida para ciudades como Trujillo oArequipa. A pesar de la trascendencia del impulsoindustrialista, paralizado en 1907, a pesar también

de la actividad cada vez más importante de ca-sas comerciales y entidades financieras, enesas ciudades el sector tradicional tuvo di-mensiones mucho más grandes que el sectormoderno en lo que respecta a masa laboral.Innegablemente, los trabajadores adscritos alrégimen artesanal predominaron ampliamen-te sobre el personal que laboraba en fábricas.

EL IMPACTO DE LOSFERROCARRILES

Aunque desde mediados del siglo XIX yaexistían ferrocarriles en el Perú, fue duranteel gobierno de José Balta que se inició el ten-dido de líneas férreas en muchas regiones delpaís. Entre 1890 y 1899, con las líneas ferro-viarias se buscaba impulsar la producción in-terna y lograr ahorro en los costos de trans-

975

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

El tránsito hacia el siglo XXtrajo consigo la aparición de

diversos centros de recreaciónasí como la práctica de

novedosos deportes, como elfútbol. En la ilustración el

balneario de La Punta hacia1910.

La sección de máquinas deaserrar en el establecimientoSanguineti-Dasso hacia 1900.

A pesar del crecimiento de la ciudad y de que este proceso iba gestandouna nueva fisonomía, Lima conservaría algunos de sus rasgostradicionales. Una fotografía de la plaza Mayor en las primerasdécadas del siglo XX.

Page 146: La Republica Oligarquica Peruana

porte. Fueron sobre todo un enlace entre la pro-ducción interna y los puertos de embarque.

En esa época, el sistema ferroviario comprendíacinco regiones: el ferrocarril del Sur, que enlazabaMollendo, Arequipa y Puno; el ferrocarril Central,el cual unía Lima y La Oroya; el ferrocarril de Tru-jillo, que se desplazaba hasta el puerto de Sala-verry; más al norte funcionaba el tren de Paita-Piu-ra; y, finalmente, el ferrocarril Pacasmayo-Guadalu-pe, también en el norte del país.

Como han señalado algunos autores (Bonilla1973), la construcción de ferrocarriles no obedeciócomo en Europa y Norteamérica a una dinámica dedesarrollo interna, sino más bien a las exigenciasdel mercado mundial. No fue la economía peruanala principal beneficiaria de esta tecnología, sino bá-sicamente las empresas mineras extranjeras. El fe-rrocarril respondió a unamanera de entender el desa-rrollo económico –un desa-rrollo hacia afuera– y entérminos económicos suimpacto no fue el que se es-peraba.

Con todo, el ferrocarriltuvo un fuerte impacto en elimaginario y en la vida coti-diana de las poblaciones. Aligual que en Norteamérica,

el ferrocarril fue durante muchas décadas el másimportante símbolo de progreso en el Perú republi-cano, tanto para las elites políticas y económicas,como para el mismo pueblo. Según Henri Favre, elferrocarril, una especie de serpiente de hierro, enri-queció temáticamente la mitología popular andina.José Matos Mar ha registrado, por ejemplo, la con-moción que causó en el poblado de Huarochirí lallegada en tren del primer piano. El ferrocarril per-mitió el ingreso masivo a los pueblos apartados deproductos urbanos, incluso aquellos fabricados enel extranjero.

En ciertas circunstancias el ferrocarril hizo posi-ble la subida del precio de las tierras de cultivo, mo-dificando la proporción de la riqueza en las zonasaledañas. En otras, al favorecer el desplazamientode la población campesina, las llamas y las mulas

fueron destinadas a la apertu-ra de nuevos circuitos comer-ciales a nivel local.

Los ferrocarriles moviliza-ron desde finales del siglo XIXgrandes cantidades de mer-cancías y personas. El ferroca-rril del Sur transportó básica-mente cuero y lanas; el ferro-carril Central transportó mi-nerales, bienes y secundaria-mente pasajeros; el ferrocarrilde Trujillo transportó princi-palmente caña de azúcar ex-traída de las haciendas Casa-grande y Cartavio; y el ferro-carril de Paita-Piura transpor-tó algodón. En todos estos ca-sos, a medida que se incre-mentaban los negocios mine-ros, laneros, azucareros o al-godoneros, amplios sectores

de las poblaciones adyacentes a los cen-tros de producción fueron movilizándo-se a través del ferrocarril. En algunoscasos (el tren Guadalupe–Pacasmayo)el transporte de pasajeros –no sólo cam-pesinos– constituyó el 30 por ciento delos ingresos del ferrocarril.

976

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

Los ferrocarriles fueron consideradosinstrumentos del progreso material en elpensamiento del siglo XIX; desafortunadamentelos riesgos inherentes a la tecnología sehicieron presentes. En la imagen un accidenteferroviario hacia 1904.

Los ferrocarriles cumplieron unimportante rol en el traslado de

personas y bienes por laaccidentada geografía del Perú.

Vista del interior de un vagón depasajeros.

Page 147: La Republica Oligarquica Peruana

Los ferrocarriles, en suma, fueron un fac-tor tecnológico decisivo que trastocó la vidadiaria de muchas poblaciones del interior delpaís.

EL PROCESO DE SECULARIZACIÓN

El Estado peruano y las elites moderniza-doras del siglo XIX tuvieron que vencer seriasresistencias de la jerarquía eclesiástica y de los gru-pos sociales conservadores. Estos últimos, al asumirla defensa de los fueros privativos de la Iglesia y dela prohibición de otros cultos, no hacían más quedefender sus intereses corporativos de índole tradi-cional.

Estos intereses resultaban incompatibles con elprograma modernizador que se había puesto enmarcha a partir del gobierno de Ramón Castilla. In-corporar el Perú al mundo moderno suponía, ade-más de eliminar la esclavitud del negro, poner fin auna serie de privilegios que la Iglesia había hereda-do de la etapa colonial, como el cobro de diezmos,censos, capellanías, entre otras cargas sobre la tie-rra, y, fundamentalmente, garantizar la libertad decultos. Más aún si el objetivo era atraer inmigranteseuropeos que apuntalaran el progreso del país.

La supresión del fuero eclesiástico, del monopo-lio educativo de la institución eclesial y del cobro dediezmos, propuesta en el congreso de 1849, fueaprobada diez años después. La tolerancia de cultosno pudo en ese entonces prosperar. Aunque huboun incremento paulatino de sus partidarios en elCongreso, la mayoría seguía en manos de las co-rrientes conservadoras, lo cual ponía de manifiestola escasa conciencia que en esos años hubo en las

elites intelectuales y políticas del país respecto a latolerancia como un valor en sí mismo. Pero hubo al-gunos hechos que fueron decisivos para revertir esatendencia. Uno de ellos fue el encierro del sacerdo-te protestante Diego Tompson en 1888, registradopor Jorge Basadre en su Historia de la República.

Al margen de la inexistencia de la libertad decultos, la secularización de otras áreas de la vida co-tidiana siguió su curso. En el año 1870 se empezó ahacer efectiva la implantación del Registro Civil,que acumulaba información como bautismos, ma-trimonios y defunciones, antes rol exclusivo de laIglesia. En 1888 se crearon cementerios para católi-cos y no católicos administrados por el Estado y en1896 se legalizó el matrimonio civil y la separaciónde cuerpos conforme a ley. Estas medidas represen-taron cambios importantes en la vida cotidiana delas poblaciones, sobre todo urbanas.

Todos los avances descritos, comenzando por laeliminación de diezmos y capellanías, fueron posi-bles entre otras razones porque el Estado logró in-crementar su presupuesto gracias al auge guanero,con lo cual pudo subvencionar a la Iglesia median-te la creación del ministerio de Justicia y Culto. Deesa forma la Iglesia pudo modernizarse. Pese a la re-sistencia de los curas locales, las parroquias actua-

977

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

El proceso de modernización de la sociedad peruanasupuso un enfrentamiento entre los gobiernos y lasautoridades eclesiásticas. Catedral de Lima en losprimeros años del siglo XX.

En el Perú del siglo XIX los cementeriossustituyeron a las iglesias como lugares de

enterramiento. Vista interior del “PresbíteroMaestro” hacia 1900.

Page 148: La Republica Oligarquica Peruana

ron como aparato funcional al Estado (por ejemploa través del Registro Civil), además de apuntalar elorden social tradicional que no fue trastocado porlos modernizadores.

La secularización llegó a su fin en la RepúblicaAristocrática. Más precisamente en 1915, con la leyque establecía la libertad de cultos. Ello no sólo fueproducto de la acción de los políticos de entonces.Fue en cierta medida un resultado de la gran difu-sión que por entonces alcanzaron las propuestas dela izquierda liberal, de los masones, librepensadoresy anarquistas de principios de siglo.

MASIFICACIÓN Y CULTURA POPULAR

Aunque en el interior del país la cultura popularsiguió bajo moldes predominantemente tradiciona-les, en las ciudades costeñas, especialmente en Li-ma, la modernización había introducido cambiossignificativos.

Desde mediados del siglo XIX la ciudad de Lima,además de modernizarse en lo político, empezaba aatravesar una serie de cambios que la iban alejandode aquella imagen virreinal que mantuvo inclusodurante las primeras décadas republicanas. En efec-to, como señala Basadre: “Las mujeres mantuvieron

su vestido típico variando sólo sus caracte-rísticas menores: colores, según la esta-ción y según el caudillo de moda; saya es-trecha o saya desplegada. En la saya ymanto está la expresión del estatismo so-cial de aquella vida porque esa perdura-ción va contra la mudabilidad que por an-tonomasia caracteriza a la moda; y está laexpresión también de una ciudad en que

impera el espíritu de predominio femenino, de clan-destinidad, de chismorreo” (Basadre 1980: 169).

No sólo en el vestir se introdujo la costumbre deseguir los estilos europeos. Pronto aparecieron nue-vas manifestaciones culturales que a pesar de queno desplazaron a otras aficiones (las peleas de ga-llos, las corridas de toros, la música popular), tuvie-ron el mismo efecto que el modernismo en literatu-ra: fueron manifestaciones de cosmopolitismo queiban cerrando una etapa virreinal y conservadora. Anivel de las elites, por ejemplo, se introdujo la afi-ción por las carreras de caballos, la ópera y más tar-de por el cinema. La introducción de la ópera –queempezó a competir con el teatro– significó la aper-tura de un escenario de enfrentamiento entre lo tra-dicional y lo cosmopolita: hubo en los años cin-cuenta del siglo pasado enfrentamientos entre afi-cionados a las dos expresiones “donde menudeabanlas bofetadas, los garrotazos y hasta salieron a relu-cir estoques y armas de fuego interviniendo la gen-darmería” (Basadre 1980: 171).

La canción criollaA mediados del siglo XIX llegó a Lima el waltz

vienés. Bebiendo de esta fuente, pero además de lamazurca polaca, la jota española y de las expresio-

978

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

El llamado Cementerio General de Lima, el primercamposanto de la ciudad, (hoy conocido como

“Presbítero Maestro”) fue inaugurado en losprimeros años del siglo XIX. Ilustración que

muestra un entierro en las primeras décadas delsiglo XX.

La plaza de Acho en las postrimerías del siglo XIX.

Page 149: La Republica Oligarquica Peruana

nes mestizas de la costa central, co-mo pregones y tristes, aparecie-ron el valse y la polca comoexpresiones típicas de la músi-ca criolla. Un poco posterior-mente, al parecer luego de laguerra del Pacífico, la zama-cueca de origen negro (ahorallamada marinera) pasó a for-mar parte de una comunidad ma-yor, es decir, se convirtió en un bai-le nacional de blancos, mestizos ynegros.

A principios de siglo hubo una intensaproducción de música criolla. Había inclu-so variedad de estilos que se diferenciabansegún el barrio. Esta época ha sido identificada comola “Guardia Vieja”. Sus protagonistas eran músicosde extracción popular: artesanos y obreros en su granmayoría que no obtenían beneficios económicos desu labor artística. No tenían preparación técnica niformal, ni leían las partituras que aparecían en las di-versas revistas limeñas de la época. Muchos de losvalses de entonces, cantados hasta épocas recientes,no fueron registrados y son considerados como deautor anónimo.

“La generación de compositores de la GuardiaVieja criolla realizaba una producción musical conalgunos rasgos folklóricos, usando el sentido cientí-fico del término. Es una creación de los sectores po-pulares en su mayor parte sin autor registrado y casisiempre olvidado que llega al presente como produc-to ‘anónimo’ [...] En el momento de su aparición, ladifusión de estas canciones estaba circunscrita a ungrupo dentro de una localidad geográfica ubicable: elbarrio popular limeño. La producción se transmitíade compositor a intérprete por medios orales y bajocondiciones musicales ‘artesanales’ o ‘preindustriales’y sin registrarse por medios gráficos” (Lloréns 1983:34).

El período “industrial” de la música popular crio-lla llegó con la difusión del fonógrafo, cada vez me-nos costoso. Fue entonces que la producción popu-lar empezó a ser registrada en discos, pero éste fue unproceso lento. En 1911 dos cantantes de la GuardiaVieja, Eduardo Montes y César Manrique, viajaron alos Estados Unidos contratados por la empresa Co-lumbia Phonograph para imprimir discos con músi-ca de la costa peruana, aunque esto fue más bien unresultado del exotismo norteamericano que el iniciode una producción destinada al consumo local. La di-fusión del fonógrafo significó sobre todo la divulga-

ción de las modas musicales internacionales,como el tango y el fox-trot. Los temas de laGuardia Vieja “tuvieron una fuerte y desigual

competencia con la música de moda quevenía del extranjero, siendo des-plazados durante cierto tiempo de

casi todos los ambientes criollos,incluso de los mismos callejones lime-ños” (Lloréns 1983). Algunos composi-tores limeños, como Manuel Covarru-

bias, reaccionaron a tra-vés de sus composicio-

nes ante la preferenciajuvenil por los ritmos foráneos:“Dichoso jilguerillo/...No vivas re-sentido/ porque ya no te escucha-n.../ese estilo moderno/ nodebes aprender”. Losmúsicos de la guardiavieja se resistían alcambio: se habíanvuelto tradicionales.

No fue ésta la acti-tud de los jóvenescompositores que apartir de los añosveinte combinabanla música extranjeracon el valse peruano.Ésta es la generaciónde Felipe Pinglo Al-va, Pablo Casas Padi-lla, Alcides CarreñoBlas, entre otros. Segúnalgunos testimonios Pin-glo se hizo conocido pri-mero como ejecutante defox-trots y después comocompositor de músicacriolla. De ese modo lefue fácil introducir alvalse los ritmos forá-neos.

979

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La aparición de nuevos aparatos como el fonógrafopermitió la difusión de géneros musicales

internacionales.

Felipe Pinglo Alva,considerado uno de los másconspicuos representates dela música criolla peruana.

Page 150: La Republica Oligarquica Peruana

Se puede decir entonces que la nueva guardia demúsicos criollos se adaptó a las exigencias del mer-cado: “se les presentó el requerimiento [...] de ‘in-ternacionalizar’ el valse y la polca según los ritmosen boga, pero tratando al mismo tiempo que no per-dieran su ‘esencia’ local. Era la principal manera queencontraron para enriquecer, variar y renovar lamúsica popular limeña en una dirección tal que pu-diera complacer la audiencia local en contacto estre-cho con la moda internacional” (Lloréns 1983: 48).

Con la generación de Pinglo apareció tambiénuna nueva modalidad de producción y difusión mu-sical propiamente moderna. Empieza la especializa-ción de las tareas. El compositor se separa del arre-glista, y el cantante no siempre es el que componelas canciones. Aparecen los empresarios artísticos ycasas editoras. Se desarrollan complejas relacionescontractuales. La relación entre el compositor y suaudiencia se vuelve masiva, abierta y cada vez máslejana. Todo ello condicionado por los nuevos me-dios de difusión. En 1935 aparece la radio difun-diendo valses y polcas y en la década del cuarentaestimula la aparición de nuevos músicos. La músicacriolla deja de ser exclusividad de los sectores po-pulares. Clases medias y altas la incorporan a sumodo. Surge un espíritu criollo alrededor de la mú-sica que se presenta como lo nacional. Los centrossociales y musicales realizan una campaña que en1944 logra que el gobierno institucionalice el “Díade la Canción Criolla”. Luego, en los años cincuen-ta, durante la dictadura del general Odría, “Los Tro-veros Criollos” son recibidos en palacio de gobier-no. ¿Cuál es el trasfondo de esta secuencia?

“Los sectores medios urbanos y la clase domi-nante de la sociedad peruana tendieron, al parecer,a buscar su propia versión del criollismo frente a lainvasión andina. No podían aceptar que los indios ymestizos ofrecieran su arte y su cultura como sím-bolos populares de la nacionalidad peruana, a la vez

que necesitaban alguna raíz propia, algún puntodonde apoyarse para legitimizar culturalmente superuanidad” (Lloréns 1983: 78).

A comienzos de los años ‘50 se inicia una ola demigraciones de pobladores del campo. Empieza en-tonces una nueva etapa en la vida de las clases po-pulares peruanas.

El fútbolA fines del siglo XIX, nuevos deportes concita-

ban la atención de los periódicos. Entre estas nue-vas expresiones estaban el tiro al blanco, las carre-ras de caballos, el ciclismo, las regatas y el fútbol.Fue este último el que logró causar una verdaderaconmoción en la población peruana.

En principio hay que señalar que el fútbol era undeporte que a diferencia del tiro al blanco o el ciclis-mo, resultaba fácil de practicar. Entre los muchosobjetos que las naves acoderadas en el Callao de-sembarcaban se encontraban las pelotas. Cuando noera posible conseguirlas, se realizaba una imitacióntosca pero funcional. Además hay que agregar lo se-ñalado por algunos autores: los nuevos deportes,con excepción del fútbol, eran practicados por laselites y sus allegados con fines de exclusividad. Nosólo no era siempre posible para artesanos y obreroscomprar o alquilar los implementos deportivos (fu-siles, botes o caballos), sino que tampoco era permi-tido el ingreso libre a los clubes. Por ello el fútbol,tal como las huelgas o manifestaciones políticas, ex-presó la irrupción de las clases populares urbanas(Stein, Deustua y Stokes 1986).

El fútbol llegó con los barcos ingleses aproxima-damente en la década de 1880. El primer partido sejugó el 7 de agosto de 1892. Los primeros clubes defútbol fueron el Lima Cricket and Football Club,constituido básicamente por extranjeros, y el UnionCricket, de composición mixta. El público era porlo general de extracción alta. El Union Cricket, por

ejemplo, estaba compuesto por jóvenes co-mo Pedro de Osma, Carlos Gildemeister, J.Garland, Luis Alayza y Rafael Benavides.

Pero muy pronto las cosas empezaron acambiar, especialmente en el puerto del Ca-llao, donde aparecieron los primeros clubesde extracción popular. Encuentros espontá-neos entre marinos ingleses y estibadores

980

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

La pasión por los deportes dentro de la eliteperuana hizo posible la aparición de centros parasu práctica. En esta fotografía se puede apreciar elvelódromo de Lima.

Page 151: La Republica Oligarquica Peruana

del Callao fueron los episo-dios donde la gente comúnaprendió el juego de la pelota.Algunos de los nuevos clubestuvieron efímera existencia.Otros en cambio echaron raí-ces duraderas, como en los ca-sos del Club Sport Alianza,fundado en 1901 –y que des-pués sería conocido comoAlianza Lima– y del Club Atlético Chalaco. Hacia1910 había buen número de clubes de fútbol, comoUnión Buenos Aires Callao, Sport José Gálvez, SportTarapacá, Miraflores Football Club, Sport Vitarte ySporting Tabaco. Eran equipos de barrio, y segúntestimonios recogidos por Stein, su interés era sim-plemente el juego: “Usted veía desde las 8 de la ma-ñana hasta las 8 de la noche, fútbol. Me salían másequipos. Toditos, distintas clases de equipos con susuniformes. Muchachos que jugaban por deporte,¿no? No había ningún interés en nada, jugaban pordeporte. Cuando ganaba Alianza, ganaba el barrioLa Victoria” (Pedro Frías en Stein 1986: 135).

Personalmente los jugadores, además de la satis-facción por el ejercicio del deporte, lograban comobeneficio la veneración del público. Las jugadas conel balón, los malabares y combinaciones que reali-zaban arrancaban aplausos de la multitud que pre-senciaba el espectáculo; para un trabajador que dia-riamente sufría derrotas en su vida, estas sensacio-nes cobraban especial importancia (Stein, Deustuay Stokes 1986).

En la segunda década del siglo XX, los clubes dela elite perdieron importancia en relación a los quehabían sido impulsados desde las clases populares.Por ello, los diarios de la época se interesaron máspor éstos y muchos fueron absorbidos por los direc-torios de las empresas. Fueron los casos del Spor-ting Tabaco (luego Sporting Cristal), el Sport Vitar-te y Sport Inca (dirigidos por las fábricas de teji-dos). El club Sport Alianza también siguió este des-tino. A finales de los años veinte “se impuso una es-tructura más jerarquizada, con personajes ajenos a

lo popular como Juan Carbo-ne o Juan Bromley, que fue-ron luego presidentes delclub” (Stokes 1987: 237).

El club Alianza Lima tu-vo una particularidad que lodistinguía de los demás: eraun club de afroperuanos y deobreros. Los jugadores no seabastecían con las propinasrecibidas y tenían que traba-jar como albañiles. Los sim-patizantes de Alianza Limaeran negros. Las diferencias–y conflictos– raciales se ma-nifestaban en el campo de-portivo: “En la mayoría de lasesferas de la vida cotidiana–en el callejón, en la calle, en

la fábrica– existía cierta presión para no manifestar-se el conflicto racial, especialmente entre el negro yel blanco. La cancha de fútbol resultó una de las úni-cas esferas en que sí se expresaba claramente. Efec-tivamente, el enfrentamiento con sabor racial –tal,por ejemplo, como el de Alianza y Universitario deDeportes– tenía una atracción casi ilícita. El interésde ese espectáculo, en el cual diez u once ‘blanqui-ñosos’ luchaban contra hasta ocho ‘negritos’ fue sus-tancial, de forma tal que a partir del año 1918, elpartido anual entre estos dos equipos llegó a reem-plazar al de Alianza contra Atlético Chalaco como el‘clásico’ del fútbol peruano” (Stokes 1987: 240).

A pesar de que los “negritos” del Alianza eransuperiores futbolísticamente, seguían siendo objetode discriminación racial fuera de la cancha. No só-lo en las esferas socioeconómicas sino incluso en eldeporte mismo. La Federación Peruana de Fútbol,manejada por blancos de las clases altas, excluía alos jugadores aliancistas del seleccionado nacional.Por ejemplo, en 1929, cuando se celebró el primerCampeonato Sudamericano de Fútbol, los mucha-chos del Alianza fueron objeto de desprecio racialpor parte de algunos miembros de la Federación, loque originó la negativa de los aliancistas a participaren la selección. Esto puso en evidencia un hechoreal: fuera de la cancha los negros seguían siendotratados como seres inferiores.

El cinema En enero de 1897, dos años después de su pri-

mera presentación en público realizada en París, elaparato inventado por los hermanos Lumière llegó

981

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Como en otros paísessudamericanos, el fútbol,

introducido por los ingleses, seconvirtió primero en un deporte de

la elite y posteriormente en unaverdadera pasión popular. Portadade la revista Mundial que muestra

al equipo de fútbol del AlianzaLima, 1931.

Page 152: La Republica Oligarquica Peruana

al Perú. Primero se exhibió en sesionesprivadas para la prensa, luego fue ins-talado en el Jardín Estrasburgo, enlos portales de la plaza de Armasde Lima, a donde asistió el pú-blico libremente. Finalmente,el nuevo aparato comenzó acircular por las zonas circun-dantes de la ciudad y en pro-vincias. “Se fue creando deeste modo el mercado parael cine en el Perú. Un mer-cado conformado sobre todopor el heterogéneo públicode Lima y de las capitales delos departamentos de la costay sierra central y sur del país”(Bedoya 1993: 28).

En efecto, entre 1897 y 1908,año en que se construyeron las pri-meras salas cinematográficas, variascompañías llegaron con el nuevo inven-to y se instalaron en carpas oen ambientes especialmenteacondicionados. Era un “es-pectáculo recreativo y bara-to” según el diario El Tiem-po. Negociantes locales empezaron a comprar losequipos y las películas que traían las compañías eu-ropeas y norteamericanas. Transportados a lomo demula, los aparatos cruzaron los Andes y llegaron aalgunas ciudades del interior del país para proyec-tar los primeros filmes de Edison, Lumière y Méliès.Fue gracias a los empresarios ambulantes que se fuecreando el hábito de asistir alespectáculo del cine. Muchosde estos aparatos permanecie-ron en algunas ciudades comoHuánuco, Cerro de Pasco, Aya-cucho y Huancavelica.

No sólo hubo proyeccionesen aquella época. Anónimosoperadores realizaron las pri-meras filmaciones en el Perú.En 1899 se proyectaron veintevistas, algunas de la catedral deLima, el camino a La Oroya yChanchamayo (Bedoya 1993).En 1904, el empresario Juan Jo-sé Pont realizó filmaciones másimportantes que iban desde lacorrida de toros en la plaza de

Acho, hasta la gira que el presidente Ma-nuel Candamo realizó por el sur del

país. En los años veinte se rodaronimportantes largometrajes. El

más célebre de ellos fue el filmede Enrique Cornejo Villanue-va, Luis Pardo, que muestralos avatares de un bandolerode las serranías de Ancash,percibido entonces como unhéroe popular.

1908 marcó el inicio deldesarrollo del cinema en lo-cales estables. Se instalaroncarpas permanentes en el

centro de Lima, en Barrios Al-tos, en el Óvalo del Callao y en

Miraflores. Pero el salto másimportante lo dio la recién cons-

tituida Empresa del Cinema Tea-tro, una sociedad que construyó una

sala cinematográfica en la calle Belén,con 20 palcos de cuatroasientos cada uno, 200 pla-teas, 100 balcones y 200 lo-calidades de “cazuela”. Evi-dentemente, el cinematógra-

fo concitó rápidamente la atención de diversos sec-tores de la población. La contrucción de este local yel éxito que tuvo inmediatamente “demostró que laciudad estaba preparada para convertirse en unmercado importante para el negocio del cine” (Be-doya 1993: 132). Tras una ardua competencia conla Compañía Internacional Cinematográfica, la pri-

mera empresa logró construirotros locales, entre ellos el tea-tro Colón.

¿Cuál fue el impacto del ci-nematógrafo en la cotidianei-dad de principios de siglo? Sinduda el cine representó algomás que un nuevo entreteni-miento. Sirvió, como han pun-

982

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

Enrique Cornejo Villanueva (1902-1992) desempeñóel rol principal en su película Luis Pardo. Luego deeste largometraje se dedicó a la actividad privada.

Una escena de la película LuisPardo dirigida por Enrique CornejoVillanueva y rodada entre enero ymayo de 1927 en Canta. Estapelícula recrea la historia dellegendario bandido que roba a losricos para entregarle el botín a lospobres.

Page 153: La Republica Oligarquica Peruana

tualizado algunos autores, para modernizar más lasvisiones mentales y las costumbres de la época.

“La República Aristocrática fue un período en elcual la gente estuvo muy pendiente de lo que pasa-ba en Europa. La cultura de la República Aristocrá-tica era una cultura totalmente europeizada y, paradecirlo de manera específica, totalmente afrancesa-da, y el cinematógrafo, con sus imágenes, traslada-ba ‘eso’ a las conciencias urbanas, limeñas o deotras ciudades costeñas. El traslado de las imágeneshacía posible que las colectividades urbanas pudie-ran saber qué era Francia de manera visual, quéeran los países europeos, Estados Unidos [...] El ci-nematógrafo cumplió, de esa manera, una eficazfunción de comunicador, de vehículo de transmi-sión de estas influencias europeas, buenas o malas”(Burga 1991: 30).

El cine contribuyó también a la tendencia haciauna cierta independencia de la conciencia de la po-blación respecto a la moral que imponía la Iglesia.La proyección de escenas amorosas, la transmisiónde imágenes de mujeres que salían de sus casas nosolamente para asistir a ceremonias rituales o ves-tían más libremente, reforzó una tendencia hacia lasecularización de las costumbres que se venía impo-niendo en Lima desde fines del siglo XIX. Aunqueesta tendencia se registraba también en la mismaelite, hubo cierta oposición a la difusión de ciertasimágenes que coincidían con los argumentos delclero. Pedro Dávalos y Lissón, por ejemplo, censu-ró el cinematógrafo porque debido a él la poblaciónde Lima, sobre todo los más jóvenes, había relajadosensiblemente sus costumbres. Otros autores, comoel doctor Alfonso Torres, llegaron a extremos deli-rantes al asociar la proliferación de casos de enfer-medades mentales y de la delincuencia a factoresdegenerativos y “al cinematógrafo y la difusión delibros rojos” (Torres 1929: 12).

El cine no sólo fue un enlace con lo que pasabaen Europa y los Estados Unidos. Fue también unmedio a través del cual los intelectuales se acerca-ban a la complejidad del país. Sabemos que mu-chos intelectuales –Luis Alberto Sánchez, Mariáte-gui, Basadre, entre otros– fueron asiduos cinéfilos yde hecho el cine impactó también en ellos. Mariáte-gui, gran admirador de Chaplin, dijo de éste lo si-guiente: “El cinema consiente a Chaplin asistir a lahumanidad en su lucha contra el dolor con una ex-tensión y simultaneidad que ningún artista alcanzójamás. La imagen de este bohemio trágicamente có-mico es un cuotidiano viático de alegría para loscinco continentes. El arte logra, con Chaplin, el má-

ximo de su función hedonística y liberadora. Cha-plin alivia, con su sonrisa y con su traza dolidas, latristeza del mundo. Y concurre a la miserable felici-dad de los hombres, más que ninguno de sus esta-distas, filósofos, industriales y artistas” (Mariátegui1959: 62).

Pero más importante es saber que entre las pelí-culas que observaron se encontraban algunas quetenían como tema al Perú y sobre todo al interiordel país. Comprender la realidad profunda peruanaera parte de un fenómeno de mayor envergaduraque se manifestaba a través de la música, la pinturaindigenista, el ensayo, la naciente arqueología, lahistoria.

A partir del año 1936 en el Perú el cine mudo ce-dió su lugar al cine sonoro, con lo cual la relacióncon el público fue cada vez mayor. Empieza enton-ces la producción melodramática, combinada concanciones y comedia, que al igual que en México yArgentina incorpora a la pantalla a cantantes de mú-

983

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Los cinemas se convirtieron en un obligatorio lugar derecreación en las primeras décadas del siglo XX; fueron

testigos del tránsito de las cintas del período mudo al sonoro.El teatro Colón, uno de los más exclusivos cinemas de Lima en

la primera mitad del siglo XX.

Page 154: La Republica Oligarquica Peruana

sica criolla y actores de teatro. Sin duda, esta pro-ducción melodramática guardaba más relación quelas filmaciones documentales o políticas con la vidacotidiana de las ciudades peruanas. Pero en las dé-cadas del 40 y del 50, especialmente durante los go-biernos de Prado y Odría, la producción de largo-metrajes fue cediendo el paso a la producción de

noticiarios, financiados por el Estado con induda-bles objetivos políticos oficialistas. El interés delpúblico respecto a estas filmaciones es muy discuti-ble, pues por aquellos años llegaban al país pelícu-las argentinas y mexicanas que tuvieron gran acep-tación. La vida de los peruanos y el cine permane-cieron divorciados hasta las décadas posteriores.

984

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

IIECONOMÍA Y MENTALIDAD

LAS ELITES

Los grupos económicosLa elite económica oligárquica estaba constitui-

da por una diversidad de grupos económicos, algu-nos de ellos con fuertes raíces en el pasado colonial.Uno de estos grupos fue el de los Riva Agüero-Os-ma, una familia tradicional cuyos ingresos prove-nían principalmente de sus propiedades rústicas(suyas eran las haciendas Pando, San José, Palomi-no y Cayetano, en los alrededores de Lima) y del al-quiler de unas 150 habitaciones en callejones lime-ños. Otros grupos costeños tradicionales fueron elde la familia Aspíllaga, con intereses principalmen-te en el agro, además de los bienes raíces; el grupoMiró Quesada, propietario del diarioEl Comercio y de otros negocios; y elgrupo de los Carrillo y Albornoz,con intereses igualmente en el agro.

Familias oligárquicas económicay políticamente más importantesque las anteriores fueron los gruposLeguía, Ayulo, Olavegoya, Larco,Echenique, Pardo y Prado. Se tratabaen muchos casos de familias nuevasque evolucionaron en términos fi-nancieros y productivos. Los Olave-goya, por ejemplo, se proyectarondesde el mercado financiero limeñohacia la inversión en sociedades ga-

naderas en la sierra central. Algunas veces la situa-ción originaria de estas familias fue verdaderamen-te modesta: Augusto B. Leguía se inició como em-pleado de la firma Prevost y Cía. y llegó a ser funda-dor de varias instituciones financieras conectadas alcapital británico.

Desde las provincias hubo grupos familiares di-námicos que también formaron parte de la elite pe-ruana. Entre ellos destacaron la familia Gibson, enArequipa, y las familias Lomellini y Calvo en Cuzco.

Entre los migrantes, hubo también algunas fami-lias que se incorporaron a la elite económica perua-na, particularmente en el caso de los italianos, dedi-cados al comercio (los Isola, Orezzoli y Rezza), laconstrucción (Matellini, Manarelli, Fabiani), la in-

Trabajadores de una hacienda limeña en las primeras décadas del siglo XX.

Page 155: La Republica Oligarquica Peruana

dustria (Raffo, Piaggio, Boggio) y la agricultu-ra para el consumo interno (los Nosiglia, Na-garo, Valle, Unión Vinícola Chincha).

Éstos fueron los principales apellidos de laelite del Perú entre fines del siglo XIX y la pri-mera mitad del siglo XX y, en algunos casos,lo siguen siendo. Junto a ellos subsistió unalarga lista de familias que, pese a su escasopoder económico, integraron la clase domi-nante. Nos referimos a los gamonales tradi-cionales de la serranía peruana. No obstante sus no-tables diferencias, la elite económica compartió conellos el poder político y, sobre todo, una serie derasgos mentales que veremos a continuación.

Aspectos sociales de la mentalidad oligárquica Un rasgo de la mentalidad oligárquica y de la

clase dominante peruana en general fue su espíritureligioso y señorial, asociado al paternalismo. La re-ligión católica difundía una visión fatalista de la vi-da. La postración ante la figura de los santos contri-buyó a formar en las clases populares una noción deque cualquier beneficio que un individuo recibía enla vida era el resultado de un favor otorgado por unafigura o fuerzas superiores (Stein 1986). Un gamo-nal como José Lizares Quiño-nes era presentado en su bio-grafía como un ser cuya vidase hallaba ligada a eventos so-brenaturales; se decía porejemplo que de niño curabalas llagas de los pobres.

Al igual que el gamonal, eloligarca se sentía una suertede padre de sus trabajadores:“Para el patrón las relacionesconllevaban protección a susclientes en las formas de ayu-da económica –especialmenteen momentos de crisis–, ayu-da en disputas legales, defen-sa contra la excesiva explota-ción de otros hombres pode-rosos, recomendaciones paratrabajos y otros favores y con-sejos sobre la prudencia de

acciones proyectadas. El patrón reunía, en esencia,los atributos de un guía y un protector que actuabaen amparo de su ‘humilde’ cliente en el mundo so-cial ‘superior’” (Stein 1986: 80).

El racismo fue también un rasgo decisivo de lamentalidad de la elite peruana, sobre todo en la oli-garquía. “El poder omnímodo del propietario –paradirigir la empresa y administrar justicia– exigía ad-mitir su superioridad y la condición inferior del in-dio” (Burga y Flores Galindo 1981: 97). Aunque lacreencia en la inferioridad del indio se remontaba ala colonia, cuando se le consideraba como menor deedad, con las ideas positivistas introducidas en el si-glo XIX no sólo se reforzó esta tendencia sino quetambién se llegó a creer en la superioridad de la ra-

za blanca sobre todas las ra-zas. En 1920, el médico Feli-pe Chueca realizó una inves-tigación sobre la capacidadintelectual de los niños de Li-ma que lo llevó a concluir(“hechas las mediciones enigualdad de condiciones paratodas las razas”) que la razablanca ofrecía un índice inte-lectual más elevado “…si-guiendo la mestiza, la india yla negra…”. Algunos años

La ciudad de Lima empezó progresivamente aexpandirse hacia el sur. Aquí se puede apreciar unacalle de Barranco hacia 1910 según el lente de C.L.Chester.

El racismo al interior de lasociedad peruana es una de susmás pesadas herencias, resultandoademás paradójico en un paísmultirracial. Litografía del sigloXIX que muestra a dos mujerescuzqueñas.

985

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 156: La Republica Oligarquica Peruana

antes Hermilio Valdizán habíaseñalado la existencia de unadegeneración de la raza indíge-na, evidenciada en una serie decaracterísticas –como “sensibi-lidad obtusa, la irresolución oinactividad, la sumisión a losrigores del medio, el descuidode la persona y un tono senti-mental”– propias de los pue-blos primitivos. Susana Solano,una jurista influenciada pordoctrinas que estimularon elfascismo en Italia, sostuvo quelos indígenas se hallaban en unpermanente estado de peligrosidad debido a suconstitución. Estos intelectuales no eran propia-mente miembros de la elite dominante, pero indu-dablemente no cuestionaron su poder y más bienexpresaron en términos científicos un sentimientode superioridad racial que funcionaba como ele-mento de cohesión social.

La endogamia, un rasgo heredado de la colonia,se mantuvo vigente en la elite económica en la me-dida en que los negocios y las empresas tenían uncarácter familiar. Los matrimonios no sólo servíanpara cristalizar verdaderas alianzas económicas, si-no también para extender los lazos con otros secto-res de la elite, mediante la designación de testigos ypadrinos o simples invitados.

Finalmente, un rasgo importante por la funcióncohesionadora que cumplía, así como por las impli-cancias que tenía en materia de racionalidad econó-mica, fue el lujo, la ostentación. Durante la épocadel guano, “Lima rompió sus murallas coloniales yfabricó en su vecindad dos balnearios de lujo. Laspuertas de las casas y la ropa interior se importabandesde París. Signos exteriores de un optimismo quea nivel de mayor importancia estimuló una orgía delcrédito bancario que llevó a la bancarrota de losaños 70” (Macera 1978: 208).

Vestirse a la moda de París, asistir a clubes ex-clusivos, las carreras de caballos, los desfiles carna-valescos, etcétera, o aparecer en revistas y páginas

sociales de los diarios, fueronactitudes imprescindibles de to-do aquel que integrara la elitedurante las primeras décadasdel siglo XX.

Sistema de valores yconducta empresarial

La ostentación, el excesivogasto en lujos, fueron actitudesrelacionadas con la racionalidadeconómica de los diversos sec-tores de la elite. La ostentaciónen el caso de los gamonales esta-ba unida a escasa productividadde sus actividades económicas,baja rentabilidad y ausencia deacciones emprendedoras.

Esta última consecuencia nofue ajena a ciertos sectores de laoligarquía costeña. La familiaAspíllaga, por ejemplo, manifes-tó una gran aversión a las activi-

dades industriales, mientras que los Riva Agüero-Osma se dedicaron a la actividad rentista más que agerenciar sus propiedades con criterio modernista.Prácticamente, gastaban lo que no ganaban: “El in-greso de sus rentas urbanas llegaba aproximada-mente a 1,100 soles plata al mes. El consumo fami-liar que incluía, entre otros gastos, banquetes, dona-ciones a instituciones religiosas, libros y suscripcio-nes a periódicos, costos generales de administra-ción, y honorarios pagados a notarios y abogados,ascendía a más de S/. 1,050 mensuales. En 1906, laproducción de maíz de las haciendas se vendió porsólo S/. 5,628 sobre la misma cosecha financiadapor la empresa mercantil Solari Hermanos. Este dé-ficit fue cubierto por medio de un pagaré de 2 % deinterés mensual obtenido del Banco del Perú y Lon-dres” (Quiroz Norris 1989: 171).

Pero conviene no hacer generalizaciones. Hubootros sectores de la oligarquía que exhibieron unaactitud verdaderamente empresarial. Prueba de elloes la proliferación de fábricas en la ciudad de Lima–ocurrida entre 1890 y 1907 principalmente– y laconversión en modernas unidades productivas delas haciendas azucareras en la costa y ganaderas enla sierra central. Prueba de ello es también el hechode que entre 1890 y 1930 se establecieron en el Pe-rú unos diez bancos comerciales, once compañíasde seguros, tres cajas de ahorro, cuatro seccioneshipotecarias y hasta cuatro urbanizadoras, entre

986

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

La composición multiétnica del Perúha provocado más de undesencuentro entre las elites y losgrupos postergados. En la ilustraciónun nativo de la Amazonía peruana,siglo XIX.

Page 157: La Republica Oligarquica Peruana

otras instituciones financieras, básicamentecomerciales.

Estas empresas fueron llevadas a cabo gra-cias a la existencia no solamente de capitales,sino de una mentalidad racional-capitalista delos grupos más evolucionados, que se expre-saba en la tendencia expansiva hacia sectoresdistintos a los agrocomerciales y hacia la coor-dinación de varias empresas (algunas familiasinvirtieron a la vez en el agro, la industria ylos bienes raíces); a través también de la orga-nización de modalidades como trusts y de lacapacidad exhibida para lograr créditos delexterior y para controlar nuevas institucionesfinancieras (Quiroz Norris 1989).

¿Qué factores influyeron en la configura-ción de esta mentalidad económica de la eliteperuana? La religión, de algún modo, cum-plió un rol en esta configuración. Había laidea –visible en los testamentos– según la cual eléxito en la empresa debía tener como base la cari-dad cristiana. La excesiva ostentación de la riqueza“no sólo implicaba el peligro de quedar atrapadoen las redes de los placeres y sensualidad terrena-les, sino también, lo que es más importante, podíaresultar ofensiva a los ojos de Dios. De ahí que loslegados y donaciones dirigidos a los pobres brinda-ran la posibilidad de realizar ‘buenas obras’, lascuales serían consideradas en la hoja biográfica co-mo acciones virtuosas que ayudarían a pavimentarel camino hacia la salvación personal”.

Pero estas evidencias, como indica el autor de lacita anterior (Portocarrero Suárez 1992: 81), no sonindicadores de un “equivalente funcional” de la éti-ca protestante, el núcleo, según Weber, del espíritucapitalista en Europa. Hay otros factores, de ordencultural y político, para explicar la mentalidad eco-nómica de la elite peruana y que aún esperan a losinvestigadores.

LOS SECTORES POPULARES

Ocio, hedonismo y laboriosidadComo en toda realidad en transición, la sociedad

peruana de 1850 a 1950 tuvo sectores popularescon una mentalidad en relación al trabajo en cuyoscomponentes destacan el culto del ocio, además dela laboriosidad.

El ocio, ciertamente, fue desde los tiempos colo-niales una manifestación de rebeldía contra la do-minación, un recurso por medio del cual los traba-jadores resistían una situación de injusticia. En la

ciudad del Cuzco, durante el siglo XIX, los oficialeseran acusados por los maestros artesanos de “serflojos, irresponsables y de poco fiar”, y que destina-ban gran parte de su tiempo a divertirse en las chi-cherías. La razón de ello estaba en la creciente inse-guridad del empleo y en el grado de explotaciónque sufrían (Kruggeler 1991: 46). En el siglo XIX,esto fue más visible en el caso de los chinos que tra-bajaban en las haciendas por un pago miserable. Aprincipios de siglo, los campesinos puneños mani-festaron un total desprecio por el trabajo en obraspúblicas aun cuando fueran remuneradas, dado queel Estado, personificado en el prefecto y los gober-nadores, amparaba o cometía abusos contra ellos.En estos casos, el ocio no era una manifestacióncultural: era una respuesta a la dominación ejercidaen su contra.

La cultura del ocio estuvo muy extendida enesos tiempos y sus efectos fueron percibidos por ob-servadores acuciosos como el viajero alemán Wil-helm Middendorf. Cuando visitó Huaylas, porejemplo, vio que en esta zona existían excelentescondiciones para una situación económica favora-ble: la tierra era fecunda y daba toda clase de frutos,el agua no abundaba pero estaba estrictamente con-trolada, el terreno estaba dividido en pequeñas par-celas en su mayor parte, siendo el caso que hasta losmás pobres tenían lo suficiente para su sustento. Sinembargo: “En el tiempo que corre entre la siembra,en diciembre, y la cosecha, que dura de julio a se-tiembre, los hombres no tienen nada que hacer y seentregan a la bebida” (Middendorf 1973: 45).

En Caraz el viajero alemán vio al pasar a muchosindios embriagados en las puertas de las casas, can-

987

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

El almacén de inventarios en la aduana del Callao hacia 1913.

Page 158: La Republica Oligarquica Peruana

tando y gritando estrepitosa-mente. En Carhuaz “parecíaque todo el pueblo estuvieradominado por la chicha, puespor todas partes había gruposde bebedores con el mate enlas manos, delante de las ca-sas” (Middendorf 1973: 59).

No sólo se trataba del ocio,había otra clase de sentimientos relacionados con laracionalidad premoderna que estimulaban este tipode conductas. Como anotó Middendorf, en todoslos pueblos de la sierra todo lo que esta gente aho-rraba de su salario o de la venta de los productos desu chacra, no lo empleaba para la mejora de sus con-diciones de vida en el hogar, sino que era guardadopara la fiesta patronal. Esto afectaba incluso a perso-nas que vivían en Lima: “En Huaylas me hablaronde varios jóvenes que como mozos de hoteles en Li-ma, habían ganado algunos miles de soles y de re-greso a su tierra habían sido designados mayordo-mos de la fiesta y habían gastado todo su capital”(Middendorf 1973: 46).

Había en muchas partes de la serranía cierta ca-rencia de espíritu empresarial, aun en la clase pro-pietaria. De acuerdo con el testimonio de Midden-

dorf, en la zona de Conchu-cos la ganadería atravesabapor un período de decaden-cia, a pesar de la calidad delos pastos. Las causas eran lainseguridad, el insuficientenúmero de pastores, la faltade capital necesario, pero porsobre todo: “la ausencia de es-píritu de empresa por parte dela clase propietaria”.

Claro está, esta falta de es-píritu emprendedor no fue ge-neralizada en las clases pro-pietarias. En Celendín a pesarde la abundancia de mineralesricos “no adelantamos, hayescasez de mano de obra y los

pocos trabajadores de que disponemos no rinden”,aseguraba un propietario de minas. El esfuerzo em-presarial quedó simbolizado en mineros exitososque tras largos años de acumulación lograban am-pliar las instalaciones o hacer más dinámica la ex-tracción y procesamiento del mineral.

“Sin embargo, alcanzar resultados tan positivosrequiere grandes esfuerzos y duro trabajo. El cons-tante disgusto por la irresponsabilidad de los traba-jadores y su inclinación a los excesos alcohólicos, elrobo de minerales, fracasos en los ensayos [...]. Si elpropietario no pone atención, los minerales más ri-cos van a parar al bolsillo de los trabajadores, quie-nes los entregan a precios ridículos a compradoressin escrúpulos” (Middendorf 1973: 69).

La cultura del ocio, la irresponsabilidad en eltrabajo, fue también una actitud que se registró en

las ciudades. Un ejemplo lo encontramos entrelos obreros panaderos de Lima. A principiosdel siglo XX, en los alrededores de los talleresde panadería rondaba un grupo numeroso detrabajadores desocupados llamados “cancha-dores” (de cancha, maíz tostado abundante).

“Eran obreros que se paraban en las esqui-nas con la esperanza de que algún trabajadorno fuera al taller o quisiera descansar [...] Cier-tamente podría afirmarse que éstos eran pro-ducto de la escasez de trabajo pero, en algunoscasos, también producto de la irresponsabili-dad o falta de interés por mantener un trabajoestable. Por lo general, podrían trabajar dos otres días a la semana, con lo cual su vida eraeconómicamente la más apremiante a los de-más” (Tejada 1988:125).

988

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

Se ha querido ver la profusión defiestas como una de las

características de las sociedadestradicionales, ajenas al espíritucalculador y racionalista de las

llamadas sociedades modernas. Enesta ilustración, una banda de

músicos en el Cuzco.

Un día festivo en La Merced, Junín.

Page 159: La Republica Oligarquica Peruana

Una de las manifestacionesde la cultura del ocio traducidaen indisciplina laboral o resis-tencia a la modernización fue el“culto a San Lunes”, que consis-tía en el hábito de no trabajar esedía para continuar la juerga deldomingo o para destinarlo a lasprácticas religiosas. Se trata deuna tradición universal, comúna las realidades en tránsito a laindustrialización, y ha sido de-tectada en Inglaterra, Prusia,Francia, México y en el Potosídel siglo XVIII. En la ciudad deLima, el “culto a San Lunes” em-pezó a ser combatido desde me-diados del siglo XIX (Aguirre1986). Publicaciones como ElComercio, El Telégrafo de Lima,El Rímac y el Almanaque Católicoy Literario, criticaron esta con-ducta, señalando la pérdida eco-nómica que representaba para sus propios intereses.

En Lima este “culto” fue básicamente una cos-tumbre de los sectores menesterosos, como aguado-res, jornaleros, menestrales, trabajadores eventualesy domésticos (Aguirre 1986). Pero tampoco se per-dían de su celebración los carpinteros, sastres y pla-teros (Dávalos y Lissón 1874 [1913]).

“Así es que las picanterías del Cercado y las de laciudad hacen del lunes el mismo extraordinario quelos domingos; el cajón y la guitarra resuenan todoel día en ellas; y ¿qué más?: cuando los de tarro y le-vita se dan sus buenos golpes por el Cercado, ello yase sabe que en lunes ha de ser” (Dávalos y Lissón1913: 44).

El culto a San Lunes fue disminuyendo con eltranscurrir del siglo XIX. A ello contribuyó en par-te la prohibición para que las corridas de toros fue-ran ese día. Las nuevas generaciones de finales delsiglo mantuvieron la costumbre aunque con ten-dencia a su abandono: “la [generación] que se for-ma hoy”, decía en 1874 el autor citado, “que creceen medio de la atmósfera industrial y trabajadora, laolvidará, no queda duda”. Pese a ello, el “culto”mantuvo vigencia en la ciudad de Lima.

“Solamente los zapateros se aferraron al antiguoy la gente llamó al lunes el día de los zapateros. Pe-ro el mal ejemplo es contagioso, y los artesanos aimitación de una parte de ellos, consagran hoy el lu-nes a la ociosidad, robándose un día a sí mismos, a

su familia y a la prosperidadindustrial” (Dávalos y Lissón1913: 47).

Incluso la joven clase obre-ra no podrá desprenderse demanera homogénea y rápidade ciertos hábitos que denotanfalta de espíritu de trabajo yresponsabilidad. De acuerdocon un editorialista: “Todoslos industriales sufren debidoa que la gran mayoría de losobreros hacen San Lunes ymuchos San Martes y SanMiércoles” (El Comercio, 28 deagosto de 1896).

Con el inicio del siglo XX,la clase obrera, en parte bajo elinflujo de los anarquistas, fueinternalizando valores comoresponsabilidad en el trabajo.El “culto a San Lunes” fuemantenido sólo por los zapate-

ros, a tal punto que hasta los años de 1960 en Limase conocía el lunes como el día de los zapateros.

Durante las primeras décadas del siglo XX, muyal margen del “culto a San Lunes” –y muy al mar-gen de artesanos y obreros–, existía una poblaciónflotante que constituía un fuerte rezago de la plebeque la República heredó de la colonia: un conjuntode individuos pertenecientes por lo general a las an-tiguas castas de zambos y mulatos, que eventual-mente trabajaban como jornaleros, o desempeñan-do oficios menudos como bizcochero, leñador, etcé-

989

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Algunos sectores de las clases populareslimeñas eran acusados en el siglo XIX del“culto al ocio” y de ser poco afectos a un

código de trabajo y laboriosidad. Un aguadorlimeño en una acuarela de Bonnaffé, 1855.

Cuadro 1

DETENIDOS EN LAS COMISARIAS

MESES ROBO VAGOS EBRIOS

Enero 454 93 706

Febrero 359 141 494

Marzo 258 170 490

Abril 374 71 452

Mayo 203 72 485

Junio 178 86 455

TOTALES 1 826 633 3 082

Fuente: Bolet n Municipal Nº 783, p. 6013. Lima 1915.

Page 160: La Republica Oligarquica Peruana

tera, y percibiendo los más ínfimos ingresos. Estegrupo tenía una conducta proclive a trasgredir nor-mas y leyes, pero no era el robo, sino la vagancia yla ebriedad las razones por las que generalmenteeran arrestados.

Estas gentes manifestaban ese comportamientoen razón a que no podían insertarse en el mercadode trabajo (lo que era atribuido en parte a la estre-chez del mismo) y a lo escasamente enraizadas queestaban en sus mentes nociones tales como honra-dez, trabajo y responsabilidad. Por ello, para com-batir estas manifestaciones, según los conceptos pe-nitenciarios pretendidamente modernos que mane-jaban las autoridades, era igualmente importante lo-grar su readaptación a través del trabajo.

Con ese fin, en cierta ocasión, el prefecto de lacapital se dirigió al alcalde solicitando su colabora-ción: “teniendo conocimiento este despacho de queese municipio lleva a cabo en la actualidad algunasobras públicas, participo a Ud. que diariamente po-dría proporcionar un número no menor de 50 indi-viduos, que se ocuparían en los trabajos que ustedtuviera a bien designarles, con la sola obligación deproporcionarles alimentos y un lugar en donde per-noctar, facilitando la policía el número de fuerza su-ficiente, tanto para custodiarlos durante el trabajo,como en el local que se les destinara para el aloja-miento” (Archivo Histórico. Municipalidad de Li-ma: Prefecturas 1911).

Se trataba en suma de un sector con valores dis-cordantes de la cultura oficial (que exaltaba el res-peto por la ley, el orden, el trabajo y la moral). Erantambién gentes proclives a los tumultos, aunque suparticipación en ellos respondió más a impulsos detipo irracional que a motivaciones económicas yculturales.

Ahora bien, con la excepción de este último gru-po –un subgrupo urbano, proclive al delito y casitotalmente alejado de los valores de laboriosidad–,la gran mayoría de la población de los sectores po-pulares eran gentes que laboraban para subsistir, yno se oponían necesariamente al trabajo. Por cierto,no eran portadores de una lógica capitalista moder-na, es decir futurista, con tendencia a la capitaliza-ción, disciplinada en la fijación de plazos, la rein-versión de ganancias y el incremento del capital me-diante el ahorro, etc. Sin embargo, el no ser porta-dores de una racionalidad moderna y ser al mismotiempo seguidores de tradiciones festivas y religio-sas, no significa enemistad con el trabajo. En elmundo andino sobre todo, ha existido un tradicio-nal espíritu laborioso que en el pasado pudo hacer

posible la existencia armónica de una gran pobla-ción y la organización de una importante civiliza-ción. Incluso muchas fiestas donde se consumía al-cohol en grandes cantidades estaban relacionadascon el trabajo. Hoy presentes en el esfuerzo de lapequeña empresa, hedonismo y trabajo marcharonjuntos en aquel tiempo.

Por ejemplo en Andamarca, la siembra del maízse hace en medio de un ceremonial festivo que in-volucra a la comunidad. Alimentos y chicha sonservidos por el dueño de la chacra a los invitadosque han participado en el sembrado del maíz: “Deahora en adelante él y su señora se dedican a daratenciones a los presentes y a consumir alcohol engrandes cantidades [...] En el caso que la chacra seala primera de otras que el propietario sembrará pos-teriormente, el acto final es conocido como aurama.Éste consiste en beber chicha con pito de dos vasosgrandes que son idénticos y que se sirven uno enci-ma de otro. La creencia en torno a esta costumbrees la de tener el atributo mágico de posibilitar el de-sarrollo de dos plantas. Luego de las ingentes canti-dades de alcohol consumido, a estas alturas la pare-ja propietaria del terreno está completamente em-briagada al punto de no poder ni caminar. En reali-dad para que la siembra sea exitosa tienen que ter-minar en este estado” (Ossio 1993: 91-92).

No solamente en Andamarca, donde se ubica eltestimonio anterior, sino en toda la serranía las fies-tas principales tienen relación con la producción.Middendorf no logró ver estas actividades que talvez hubieran matizado sus afirmaciones, aunque síobservó el permanente espíritu de trabajo de lasmujeres.

Hubo laboriosidad, pero además ascetismo, talcomo lo han comprobado algunos antropólogos pa-ra principios de siglo. La actitud de enfrentar la es-casez en muchos migrantes de Lima está en el refe-rente familiar, remontándose por lo menos a dos ge-neraciones. Laboriosidad y ascetismo son parte dela tradición cultural andina.

Una mujer nacida en los Andes en 1950 es el ne-xo para mostrar los hilos entre el pasado y el pre-sente actual de los migrantes andinos. Cuando niña,Ana realizaba en el campo una serie de tareas deacuerdo a determinadas pautas: “En los animales,con las tareas que nos mandaban para hilar, tejer,cumplir el trabajo. Nos mandaban un hilito marca-do con el tejido, qué cantidad llevábamos y quécantidad tenemos que traer. Entonces nosotros aun-que sea como sea, lo terminábamos el hilado o el te-jido [...] Teníamos que terminar porque ese era

990

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

Page 161: La Republica Oligarquica Peruana

nuestro deber y teníamos que llegar a nuestra casaaunque sea tarde pero con el trabajo que nos habíadado, cumplido. Para nosotros el trabajo era másresponsabilidad que cuidar animales, era cumplircon lo que nos manda”.

De acuerdo con este testimonio (recogido porNeyra 1993: 49), la personalidad de los niños en losAndes era formada para que sean responsables,cumplidos y laboriosos. Se trata de una laboriosidadque incluía la eficiencia, la productividad y la cali-dad. Estas actitudes son en buena cuenta las raícespara explicar el auge de la micro y de la pequeñaempresa en las ciudades del Perú registrado en lasúltimas décadas.

El libre comercio y los artesanos de Lima yCuzco

La modernización iniciada a mediados del sigloXIX significó el ascenso al poder de una generaciónideológicamente liberal. En materia de política eco-nómica esto derivó en la adopción del libre comer-cio y en la apertura de nuestro mercado a las impor-taciones extranjeras. Ciertamente, la libertad eco-nómica existente no fue totalmente coherente conlos postulados liberales que incluso figuraban en laConstitución. Durante la época del guano, el Esta-do peruano controlaba la mayor parte del sector ex-portador lo que originó que los elementos empren-dedores se convirtieran en parásitos al estilo colo-nial: “El Estado peruano disfrutaba de una autono-mía fiscal tan radical [...] que hubo pocos incenti-vos en juego para desarrollar los vínculos con la so-ciedad civil que (en el clásico modo de cambio ins-titucional por apoyo fiscal y político) aceleraron eldesarrollo capitalista en otras partes del mundo mo-derno” (Gootenberg1988: 435).

La apertura econó-mica no fue la causantedirecta de la ruina delos artesanos, contra loque argumentaban és-tos en aquellos tiemposy como sostuvo des-pués gran parte de loshistoriadores. En laciudad de Lima, la rui-na del artesanado co-menzó un poco antesde la apertura comer-cial y se debió en ciertamedida a sus hábitos

escasamente emprendedores y reñidos con la disci-plina laboral. En la ciudad del Cuzco, donde lasimportaciones resultaban relativamente caras debi-do al aislamiento de la región, las causas de la mi-seria de los artesanos han sido halladas en la deca-dencia de la región misma: “En los años treinta yaún más en los cuarenta, la población de la ciudaddel Cuzco y su hinterland no disponían de recursoseconómicos para consumir productos artesanalesen grandes cantidades. Esto afectaba a los artesanosde todas las profesiones, pero sobre todo a los queproducían cosas lujosas y costosas” (Kruggeler1991: 33).

Sin embargo, el libre comercio también fue unode los factores de la crisis del artesanado. En Cuzcoinfluyó indirectamente en la economía artesanal(Kruggeler 1991), mientras que en la ciudad de Li-ma el impacto de las importaciones fue sin duda demayores proporciones: “Los artículos de sederíaque llegaban incluían brocados, botones, cordonci-llos, cinturones, cintas [...]. También llegaban oro yplata tanto en joyas como en bruto; artículos de ma-dera; armarios, baúles, catres, cómodas, mesas, ro-peros; artículos de metal; ropa hecha, calzado y di-versa mercadería concerniente a la mayor parte delos oficios que por entonces había en Lima: herre-ros, cerrajeros, ojalateros, fundidores, sombrereros,vidrieros, cigarreros, cereros, surradores y curtido-res…” (Quiroz Chueca 1988: 38-39).

No hay duda de que la población urbana asumiócon estoicismo la aplicación de políticas de apertu-ra de libre mercado. A la rebaja de los aranceles hayque agregar el libre comercio en materia de alimen-tos, sobre todo en instantes en que éstos escaseabanporque los hacendados costeños preferían sembrar

caña de azúcar y algo-dón. La política de librecomercio en los alimen-tos, ejecutada más clara-mente a partir de 1872,significó la eliminaciónde una serie de protec-ciones que la poblaciónurbana encontraba en elEstado, el cual, porejemplo, podía comprarproductos agrícolas yvenderlos a precio subsi-diado. Una palabra po-dría resumir la sensacióndiaria de los pobres de laciudad: inseguridad.

991

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La municipalidad de Lima, 1875.

Page 162: La Republica Oligarquica Peruana

Solidaridad en las urbesAsí, la situación económica de las clases popula-

res urbanas se tornó muy grave para mediados delsiglo XIX, haciendo difícil la vida de las clases po-bres cuyo mecanismo de negociación era el tumul-to. Recurso caro que dejaba centenares de heridos eincluso muertos en ciertos casos.

En este contexto de desequilibrios económicosempezaron a surgir las sociedades mutualistas. Laprimera de estas organizaciones apareció en abril de1855 bajo el impulso de los operarios de las impren-tas que había en la ciudad de Lima. Fue la SociedadTipográfica de Auxilios Mutuos. Tres años despuésse fundó la Sociedad Filantrópica Democrática, ba-jo los auspicios de Mariano Salazar, un administra-dor del desembarque de mercancías en el puerto delCallao. Luego aparecieron muchas más en el senode los artesanos. Entre 1872 y 1876, años de fuertecrisis económica, el mutualismo artesanal tuvo ungran impulso que cristalizó en la creación de laConfederación de Artesanos Unión Universal, insti-tución de gran prestigio e influencia. A principiosdel siglo XX, las sociedades mutualistas –que enmuchos casos eran integradas por escasos miem-

bros– se contaban por docenas. En 1901 celebraronsu primer congreso, del cual surgió una nueva agru-pación: la Asamblea de Sociedades Unidas.

Los integrantes de estas sociedades realizabanuna serie de actividades encaminadas a lograr unamayor cohesión que hiciera posible en mejores con-diciones una solidaridad efectiva. Todos los inscri-tos cotizaban semanalmente, creando así un fondodestinado a cubrir los gastos de salud y sepelio delos agremiados y de sus familiares cercanos. En al-gunas de las asociaciones los deudos podían recibirtemporalmente una erogación mensual. De acuerdocon innumerables testimonios estas sociedadescumplían sus objetivos, brindando auxilio a losagremiados que caían en desgracia o enfermaban.La Asamblea de Sociedades Unidas y la Confedera-ción de Artesanos Unión Universal trataban asuntosgenerales ante las autoridades. También se encarga-ban de conseguir trabajo a los desocupados. Se creóasí la Bolsa del Trabajo.

Las sociedades mutualistas generalmente se or-ganizaban de acuerdo a la especialidad profesional,pero también era posible encontrar agrupacionescomo la Sociedad Fraternal de Artesanos, con agre-miados de diferentes ocupaciones laborales. Enciertos casos, las sociedades mutualistas eran alen-tadas y dirigidas por algunos patrones, como la So-ciedad 16 Amigos cuyo presidente vitalicio fue elindustrial Manuel Mazzi.

Los dirigentes mutualistas no estaban motivadossolamente por la solidaridad y por la solución de losproblemas de la masa laboral. En muchos casos fue-ron personas con una clara vocación política y an-sias de poder. Por esta razón los anarquistas deprincipios de siglo les salieron al encuentro, dispu-tándoles el control de las sociedades para convertir-las en sindicatos, también llamados sociedades deresistencia.

Los primeros sindicatos –que funcionaron en lasfábricas textiles y en las panaderías– mantuvieronmuchos de los rasgos principales de las sociedadesmutualistas. La solidaridad, expresada en la ayudamutua, era un principio unificador que tenía mu-cho arraigo en la población urbana. Pero a diferen-cia de las anteriores organizaciones, los sindicatosalentaban el combate de los trabajadores contra elcapital. Las cotizaciones de sus miembros servían

992

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

Progresivamente los artesanos y trabajadores se fueronagrupando en sociedades; algunas de ellas hicieron públicossus exigencias y puntos de vista. Portada de El Obrero Textil, 1924.

Page 163: La Republica Oligarquica Peruana

por ello para afrontar (resistir) los períodos de huel-ga, durante los cuales los trabajadores dirigidos porlos anarcosindicalistas realizaban sabotajes y boi-cots, además de paralizar la producción.

Pese al avance del sindicalismo, la solidaridadmutualista siguió predominando en la masa popu-lar. En 1928, Laos Cipriano contabilizó 72 “socieda-des obreras” en la ciudad de Lima, muchas de ellasde larga data. Por ejemplo, la Sociedad Internacio-nal de Socorros Mutuos 16 Amigos había sido fun-dada en 1883; la Sociedad 13 Amigos en 1862; laSociedad de Panaderos del Callao en 1900; la Socie-dad de Pintores Confederada en 1888. Otras teníanuna existencia más reciente, como la Sociedad Pro-tectora de Albañiles, fundada en 1913; la Federa-ción de Obreros Expendedores de Loterías en 1922;el Gremio de Lustradores de Calzado en 1923; laSociedad de Carteros y Dependientes en 1921; laSociedad Operadores y Empleados en Teatros y Ci-nemas en 1922 y la Sociedad de Auxilios Mutuos deBaja Policía (Laos 1929).

El avance del asociacionismo obrero llegó inclu-so a los sectores fabriles donde el proletariado habíaestado poderosamente influenciado por las doctri-nas anarquistas y socialistas que enfatizaban la con-frontación clasista. Sobre todo en la segunda partede la década del veinte, cuando el movimiento sin-dical atravesó por una severa crisis. Gerentes de lasfábricas limeñas como Ricardo Tizón y Bueno, in-tensificaron por esos años la propaganda en favordel mutualismo. Mariátegui desde el periodismosindical contrarrestó esa propaganda señalando queel obrero que la secundaba era “un traidor conscien-te o inconsciente de su clase”. Pero, al mismo tiem-po, convencido de la necesidad de estos mecanis-mos, señaló que “las cajas mutuales, de ahorro, deasistencia, pueden y deben estar anexas a la organi-zación sindical, mientras no existan en el Pe-rú los seguros sociales” (Mariátegui 1980:199)

Los años treinta fueron de intenso desa-rrollo de la solidaridad obrera; gracias a ellalas clases laborales urbanas pudieron afrontarlos efectos de la crisis del 29. La formación deollas comunes y el auspicio que brindaron al-gunos sectores de la Iglesia católica permitie-

ron afrontar una crisis que si bien no fue de subsis-tencias, trajo consigo mayor desocupación.

En las décadas de 1940 y 1950 las conquistas enmateria de seguridad social logradas por los trabaja-dores hicieron que el mutualismo obrero empezaraa decaer. El sindicalismo entonces pasó a ser la for-ma predominante de organización.

Reciprocidad y control vertical en el mundoandino

A pesar de la penetración de la economía demercado, a pesar de la imposición y en algunos ca-sos asimilación de los modelos occidentales, la ra-cionalidad andina heredada del pasado prehispáni-co subsistió en muchas zonas del país durante el si-glo XIX y el siglo XX. No obstante la escasez defuentes detectadas, pero sobre todo por la falta deuna voluntad historiográfica que los ubique, algu-nos elementos de esa racionalidad han podido seridentificados por investigaciones etnográficas que,no obstante, pueden ser consideradas como resulta-do de un trabajo de historia oral. La verticalidadecológica y la reciprocidad son elementos constitu-tivos de esa racionalidad.

Algunas investigaciones etnográficas (especial-mente Flores Ochoa 1973) nos permiten apreciar,por ejemplo, cómo en algunas provincias del país elcontrol vertical de los pisos ecológicos –a pesar dehaber sufrido cambios– tuvo una continuidad real.

En la provincia de Chucuito, departamento dePuno –la misma región que en 1567 fuera recorridapor Garci Diez de San Miguel y que corresponde alantiguo reino Lupaca–, las comunidades mantuvie-ron el control de tierras lejanas ubicadas en la yun-ga hasta aproximadamente principios del presentesiglo. “En el trabajo etnográfico se entrevistó a 65personas, en su mayor parte varones. De ellas siete

993

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La sociedad andina siguió sus pautas tradicionales apesar de los llamados intentos “modernizadores”

impulsados por las elites peruanas. En la imagen, ungrupo de sembradores en la Isla del Sol (Puno).

Page 164: La Republica Oligarquica Peruana

respondieron afirmativamente cuando se les pre-guntó si sabían de la existencia de terrenos de culti-vo en la costa, que fueran de propiedad de gente delaltiplano, y que sabían que eran de su propiedaddesde tiempos muy remotos y que siempre estuvie-ron bajo su control directo [...] un informante deLampa Chico, en Pomata, nos decía que sus ‘ante-pasados tuvieron chacras en Moquegua’...‘aunqueno podría precisar donde estuvieron’. Lo sabía por-que su padre le había contado así” (Flores Ochoa1973: 197).

Aunque en algún momento del presente sigloesas comunidades perdieron la propiedad de dichastierras, el control de la ecología siguió su curso.Hasta los años 70 era común que los miembros delas comunidades altiplánicas viajaran constante-mente a los valles de Tacna, Moquegua y Arequipapara trabajar en el cultivo de productos propios detierras “calientes”. Entre las especies que allí cose-chaban se encontraban el ají, camote, naranjas, hi-gos, uvas, pero fundamentalmente el maíz. No sólotrabajaban por dinero sino también a cambio de es-tos productos, especialmente del maíz. Otros viaja-ban con la finalidad de intercambiar productos: losde las alturas llevaban charqui, chuño, lana, papas yquinua, para recibir a cambio productos propios delas tierras bajas.

Los intercambios solían hacerse en los meses dejulio y agosto, época de cosecha en los valles altosoccidentales y de la costa. Durante los meses pre-vios los campesinos puneños trabajaban en la puna,cultivando sus plantas y cuidando el ganado.

En el caso del flanco occidental de los Andes, loslupaca conservan probablemente hasta nuestros

días el dominio y la propiedad de tierrasde cultivo. Para su vigilancia y trabajo,han venido adoptando dos sistemas: “Enuno de ellos el propietario se mueve con-tinuamente entre los diversos nivelesecológicos. Va a la costa a realizar las la-bores agrícolas propias de esos cultivos.Regresa al altiplano para cumplir con lostrabajos que requieren los cultivos de al-tura, dejando algunos miembros de la fa-milia nuclear para que cuiden los de lacosta. En el momento de la cosecha susmovimientos adquieren mayor velocidady se halla cambiando continuamente depiso ecológico. En el segundo sistema elprocedimiento es dejar las chacras –encualquiera de los niveles– al cuidado y la-boreo de otras personas. Pueden ser los

parientes, los vecinos o conocidos con quienes sehace el trato para que se queden a cargo del cuida-do de los cultivos. Cuando llega la cosecha, les danproductos agrícolas y ganaderos de la ecología con-traria a la que estuvieron trabajando. Es decir si elsocio –para llamarlo de algún modo– cuidó y traba-jó las tierras de la costa recibirá chuño, papas, kin-wa, charqui, lana. En caso contrario recibirá camo-tes, frutas, vino y sobre todo maíz” (Flores Ochoa1973: 198).

Existen razones de índole cultural para explicarla permanencia a lo largo de los siglos de las relacio-nes entre los territorios costeros y los que fuerondel antiguo reino lupaca. Lo cierto es que no sólo elcontrol de pisos ecológicos, sino también las rela-ciones premodernas de intercambio, como la reci-procidad, estuvieron vigentes en el mundo andinoentre 1850 y 1950.

LA COMUNIDAD INDÍGENA Y EL AVANCEDEL MERCADO

Mercado de tierras en el valle del MantaroEn 1824 Simón Bolívar decretó el derecho de

propiedad individual de una parcela a cada miem-bro de una comunidad indígena del interior delpaís.

Sin embargo, hasta principios del presente siglo,en la economía campesina la tierra era consideradatradicionalmente como un valor de uso antes quede cambio. En el valle del Mantaro, por citar el ca-so mejor estudiado, la herencia fue la principal for-ma de acceso a la propiedad de la tierra. A mediadosdel siglo XIX hubo muy pocos casos de acceso a la

994

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

Una vista de habitantes andinos en el Cuzco hacia 1900.

Page 165: La Republica Oligarquica Peruana

propiedad por medio de la compra-ven-ta. Los hijos –hombres o mujeres– po-dían heredar terrenos, generalmente in-feriores a una hectárea. Cuando el do-nante –padre o abuelo– estaba con vida,los hijos solían recibir la tierra en cali-dad de “adelanto”. En otras palabras,sólo podían usufructuar de los benefi-cios del terreno, no podían alienarlo. Lacondición de propietario sólo llegabacon la desaparición física del padre oabuelo donante y siempre y cuando la nueva fami-lia tuviera hijos. De lo contrario, la tierra tenía queser devuelta a la familia-madre.

Un caso ocurrido en 1915 sirve para ilustrar loexpuesto. Teodosio Artica presentó una demanda aljuez de paz del distrito de Matahuasi, porque habíasido desposeído por su antiguo suegro de la tierraque éste dio a su hija como “anticipo” de herencia.La hija y sus tres hijos habían muerto al parecer víc-timas de una epidemia. El juez de paz favoreció alsuegro.

Un caso similar había ocurrido en el pueblo deSan Jerónimo en 1847: “Toribio Mayta, indio tribu-tario, casado con Juliana Bejarano, falleció sin dejartestamento. Entonces su hermano Hermenejildodecide pagar los costos del funeral, intentando lue-go entrar en posesión ‘del pedazo de tierras que ledejó’, así como de la casa del extinto. Don Herme-nejildo argumentó que la ‘biuda Juliana Bejarano, aduras penas sacó una triste mortaja que cada vara sevende a dos reales y en las siete varas tiene el costo,un peso y seis reales’. A más de lo magro de la con-tribución, don Hermenejildo apoyaba su mejor de-recho sobre los de doña Juliana, en que ‘esta no le

ha parido hijo alguno a su marido’ y que ‘su mismainfidelidad y el no haber guardado su biuedad conla honrades que previene la Ley la hiso perder el de-recho a reclamar’. El diferendo terminó cuando laviuda accedió a vender a don Hermenejildo el terre-no y la casa por 118 pesos” (Contreras 1990: 249).

Estos ejemplos han servido para ilustrar la exis-tencia de una no muy estricta noción de propiedad.Como en la generalidad de las sociedades campesi-nas, el derecho de propiedad no era tanto individualcomo colectivo. La familia y no el individuo era lapropietaria de la tierra. El fallo favorable de los jue-ces de paz nombrados por el sistema nacional ejem-plifica el conflicto entre el derecho bajo conceptosmodernos y universales que trataba de imponer elEstado republicano y el derecho consuetudinarioque se constituía en una seria traba para la aperturade un mercado de tierras.

La venta libre, aunque podía efectuarse, consti-tuía un hecho que no estaba en la raíz mental de loscampesinos. “En los documentos se anotaba a vecesel motivo por el que el vendedor transfería la pro-piedad. Curiosa práctica. Como si se requiriese unajustificación o razonable excusa por lo que se hacía”

La legislación liberal de Bolívar declaró a los indiosdueños de sus tierras con lo que alentó la adjudicaciónde las tierras comunales. No obstante, el proceso deacumulación de la gran propiedad rural en manos de losseñores locales fue un proceso posterior a esta políticalegislativa.

La carretera Huancayo-San Fernando hacia 1925. Estavista muestra las dificultades para el transporte que

ofrece la geografía del Perú.

995

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 166: La Republica Oligarquica Peruana

(Contreras 1990: 253). El acceso a la propiedad dela tierra mediante este mecanismo empezó a impo-nerse paulatinamente a finales del siglo XIX, cuan-do comenzó a registrarse un creciente porcentaje(30 %) de estas operaciones. Una serie de condicio-nes fueron abriendo el mercado de tierras: el incre-mento de la población en las comunidades –que ori-ginó la migración de algunos hijos quienes optaronpor vender su parte de tierra–, el incremento de lapoblación en Lima y con ella de la demanda de ali-mentos, y fundamentalmente el tendido de vías fé-rreas, que elevaron el precio de las tierras agrícolas.

En el caso concreto del valle del Mantaro, las ca-racterísticas tradicionales –relaciones de reciproci-dad– derivadas de la fortaleza de la comunidad, ledieron una direccionalidad singular que relativizabala apertura del mercado de tierras: “León Véliz, in-dígena del pueblo de Cajas, vendió un terreno en1902, que había heredado de sus padres, quienes lohabían comprado en 1860. El comprador fue Nica-nor Vásquez; pero este nuevo propietario quedabaobligado a arrendar el terreno a Véliz. Otro caso erael de Simón Poma, quien en 1864 vendió a su her-mano Mario Poma una chacra de sembrar cebada enel paraje de Cinta Pucyo. La venta fue pactada ennueve pesos, ‘ínfimo valor de lo que la chacra vale’,porque estaba sujeta a que el comprador ayudase alvendedor en el trabajo de sus chacras; deber quetambién tendrían que cumplir sus hijos, que estu-vieron a su cargo. Se estipulaba que ‘este trabajo se-rá cosecha y siembra de dichas chacras’; además,que ‘si hubiere alguna desgracia de enfermedad úotro accidente’, el comprador y su familia ‘lo asisti-rían y cuydarían hasta su completa sanidad’” (Con-treras 1990: 261).

Vender significaba, además de obtener dinero,establecer relaciones de cooperación. Era, en suma,una manifestación reactualizada del sistema de reci-procidad.

Una experiencia liberal en LaraosLaraos es una comunidad campesina ubicada en

la sierra sur del departamento de Lima, donde sedesarrolló una experiencia modernizadora que noes lo suficientemente conocida. Todo comenzó conel retorno a Laraos del señor Juan Castillo, quien enLima, además de estudiar primaria y teneduría de li-bros, contactó con la Liga de Librepensadores. Cas-tillo fue un hombre interesante y su vida, aún en elmisterio, amerita una biografía. Se sabe que en 1900fue preceptor en Laraos y se esforzó por instruir alos hijos de los campesinos en la escritura castella-

na y en aritmética, además de formarlos ideológica-mente. Fundó la biblioteca municipal y construyóel colegio mejor dotado de la región, con un gabine-te para experimentos físico-químicos. Pronto formóla Unión Fraternal Progreso, de orientación liberal,básicamente anticlerical. Sus primeros ataques fue-ron contra la Iglesia: abolió los diezmos y expropiólos terrenos de las cofradías. Luego atacó la organi-zación política basada en el sistema de “envarados”y mayores. En 1901, en acto simbólico, rompió lavara del alcalde y propuso un concejo municipalmoderno. El movimiento se expandió a través delos profesores por todo Yauyos y llegó a tener in-fluencia en Huancayo.

Su dogma liberal basado en el progreso lo llevópronto a radicalizar su actividad. Las fiestas delpueblo, a las que calificó de “comilonas, embriague-ces y bailes repugnantes”, fueron prohibidas por serexpresión de costumbres anticuadas.

Los librepensadores, controlando la escuela y lamunicipalidad, privatizaron las tierras antes en po-der de la comunidad, llegando incluso a privatizarel agua. Al culminar la primera década del siglo XX,Juan Castillo había abandonado Laraos (se supodespués que en Lima se hizo rico y que luego viajóa la Argentina, donde se hizo millonario), pero elmovimiento liberal siguió en el poder político hastalos años treinta. Para entonces las motivaciones al-truistas del movimiento habían virtualmente desa-parecido, siendo en todo caso eclipsadas por las am-biciones desenfrenadas de algunos individuos.¿Qué había pasado? La aparición de títulos indivi-duales abrió un mercado de compra-venta de tie-rras. En tres décadas algunos campesinos concen-traron el mayor número de estancias hasta formarverdaderas haciendas ganaderas. Surgió así una“aristocracia rural” nada democrática y que inclusoempezó a reproducir mecanismos de endogamia.

Lo anterior dio lugar a la aparición de la QuintaInternacional, una escisión de la Unión FraternalProgreso. Su propuesta fue la vuelta a la propiedadcomunal: el desmantelamiento de la reforma liberal.Cuando en 1957 se abrió la mina de Yauricocha,surgió una base social más dinámica para el nuevomovimiento, constituida por obreros y empleados.Éstos capturaron el poder de la localidad en 1957 einiciaron un largo juicio contra la privatización detierras que concluyó con la nulidad de las ventasanteriores y la instalación de la cooperativa comu-nal. En los años ’70 el antropólogo Enrique Mayerrealizó una investigación a propósito de la reformaagraria y encontró una comunidad en poder de los

996

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

Page 167: La Republica Oligarquica Peruana

mineros, mientras los hijos de los comuneros conintereses particulares vivían en la capital. Pero ni lanueva experiencia comunitaria, ni la experiencia li-beral, lograron ofrecer soluciones reales a los pro-blemas de Laraos.

Mercado de trabajo minero en Cerro de Pasco

A principios del siglo XX se instaló en el centrodel país la compañía norteamericana Cerro de Pas-co Corporation destinada a la explotación de los ya-cimientos cupríferos de la zona. Uno de los princi-pales obstáculos que la compañía encontró fue laescasez de mano de obra. Para afrontar este proble-ma recurrió al sistema de enganche, que anterior-mente había sido empleado en las haciendas azuca-reras de la costa norte. Los enganchadores recluta-ron mano de obra de las comunidades aledañas. Lamayoría de los trabajadores en la década del veinteprovenía del “Mantaro Bajo”, una zona campesinadonde el sistema de haciendas era menos fuerte.Una serie de circunstancias que iban desde la dife-renciación del campesinado, el despojo de las tie-rras comunales, el crecimiento de la población cam-pesina y los abusos cometidos por la misma empre-sa en la compra a bajísimos precios de las tierras co-munales, determinaron la movilización masiva depoblación campesina hacia los centros mineros. Deestar habituados al tran-quilo trabajo en los cam-pos de cultivo, los cam-pesinos pasaron a reali-zar –muchos de ellos toda-vía niños– tareas duras dela minería. En el interiorde las minas trabajaban co-mo perforadores, mecáni-cos, perforadores de mano,carreteros, lamperos y en-maderadores, todos ellosencargados de construirtúneles y extraer el mine-ral. Algunos trabajaban enla superficie como carpin-teros, mecánicos, herreros,fogoneros. Todos recibíanun pago por el tiempo detrabajo o por tarea realiza-da, que podía ser moneta-rio o en especies. General-mente el dinero recibidoera destinado a pagar el

endeudamiento inicial con el que los trabajadoresresultaban enganchados. Eran instalados en campa-mentos con viviendas precarias y pequeñas en lasque penetraba el frío de las alturas, los vientos y lalluvia. Su única distracción estaba en las cantinas.

Pese a lo señalado, los trabajadores manifestaronseria resistencia a la proletarización. A pesar de lademanda existente de fuerza laboral, no se habíaconfigurado un mercado de trabajo capitalista. Enlos primeros años, no existía propiamente pobla-ción minera, en el sentido estricto de la palabra: lostrabajadores permanecían sólo algunos meses en loscampamentos y luego retornaban a sus pueblos deorigen, por lo cual la empresa se veía obligada a re-currir a nuevos trabajadores. En ciertos casos estasituación originó verdaderas crisis de mano de obra.

“Nos encontramos en estos primeros años, anteun proletariado mixto. En un mismo año los traba-jadores desarrollan roles muy diferentes: unos me-ses están en las minas, otros meses están desarro-llando sus actividades en el campo (comunerosagrícolas o ganaderos) o en las ciudades (artesanoso comerciantes). Desempeñan de esta manera dosactividades absolutamente diferentes” (Flores Ga-lindo 1974: 61).

Algunos autores han explicado este hecho en ba-se a las fuertes vinculaciones de esos trabajadorescon la comunidad. Es decir, iban a trabajar a las mi-

997

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Los mineros de Morococha en el ingreso a la mina de San Cristóbal.

Page 168: La Republica Oligarquica Peruana

nas pero en función del campo. A esto se agre-ga el hecho de que el tipo de trabajo realizadoen las minas no guardaba mucha relación consus habituales actividades. Para afrontar estadesventaja, las empresas mineras trataron deofrecer mejores condiciones en los campamen-tos y trataron por diversos medios de presionarla migración de los campesinos comuneros.Así, a partir de los años veinte existe un prole-tariado transitorio, pero su paso por la minadura algunos años; mientras van disminuyen-do poco a poco aquellos que laboran sólo unosmeses. En 1930 los trabajadores empezaron aexigir un trabajo estable (Flores Galindo1974).

De ese modo, hacia los años 50 terminó deconformarse un mercado de trabajo capitalistaen las zonas mineras del centro.

998

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

IIILA UTOPÍA CONTROLISTA: ORDEN Y DISCIPLINA

Una vista de la maestranza en el centro minero de Morococha,propiedad de la Cerro de Pasco Copper Corporation; fotografía de

Sebastián Rodríguez.

LA REFORMA PSIQUIÁTRICA YPENITENCIARIA

Definimos como utopía controlista a la construc-ción mental de las elites modernizadoras del Perúde mediados del siglo XIX y las primeras décadasdel presente siglo. Se manifestó, en principio, en elintento obsesivo de transformar el ambiente urbano

en un espacio puro y a sus habitantes en dóciles yeficientes trabajadores.

“Los nuevos reglamentos policiales no sólo bus-caron una más eficaz vigilancia preventiva contralos malhechores o posibles criminales: intentabanregular asimismo, el comportamiento cotidiano delas gentes comunes, imponiéndoles restriccionessobre sus horas, lugares y modos de diversión y

hasta de libre tránsito por las calles. Exis-tió en la época una especial preocupaciónpor fenómenos como la vagancia, la ex-cesiva afición por los juegos, el alcohol yla necesidad de su represión. Algunas in-novaciones urbanísticas complementaronlas nuevas disposiciones policiales. La or-ganización de la ciudad en ‘cuarteles’ ydistritos no tenía otro objeto que un ‘có-modo servicio de policía’” (Méndez1987: 188).

Por esos años la represión a la “vagan-cia” fue tan extrema que muchas perso-nas, especialmente jóvenes, eran deteni-das por el simple hecho de encontrarseLa alameda Grau hacia comienzos de siglo.

Page 169: La Republica Oligarquica Peruana

fuera de su circunscripción. Por ejemplo,una información aparecida en El Comercio(27 de marzo de 1898) decía que “la policíadel cuartel cuarto ha enviado a la intenden-cia a un muchacho llamado Eleodoro Mal-donado, por haberse encontrado vagandoen esa jurisdicción”. Informaciones como laanterior aparecían casi a diario durante esosaños, y aun a principios del siglo XX, cuan-do fueron promulgadas implacables leyescontra la vagancia.

Fomentar la disciplina laboral era el ob-jetivo principal de esa limitación de la liber-tad individual. Este objetivo también estuvodetrás de la creación de la Escuela de Artesy Oficios que, de otro lado, también respon-día a los propios intereses de los artesanos,quienes eran igualmente víctimas de los re-glamentos contra la vagancia. Las disposi-ciones policiales señalaban, por ejemplo, que debíaconsiderarse vagos a los “menestrales o artesanosque dejen de asistir por una semana a sus casas o ta-lleres sin tener impedimento físico”. Había, en su-ma, un persistente esfuerzo por fomentar la discipli-na laboral y para mantener el orden público me-diante la sanción de las conductas desviadas.

Dos acontecimientos fueron decisivos en la con-solidación de esos objetivos: la reforma psiquiátricade 1859 y la reforma penitenciaria de 1862.

En principio, no hay que desconocer cierta dosisde humanitarismo en estas dos reformas. La funda-ción del manicomio en diciembre de 1859 no resul-tó de un simple afán para ponerse a tono con los“avances de la civilización”. La apertura del nuevohospicio respondía en principio a la necesidad con-creta de poner fin a una relación con la locura basa-da únicamente en el maltrato y la reclusión, quehasta mediados del siglo XIX imperaba en el Perú.Los orates tenían un destino asegurado en las loque-rías que existían en los hospitales San Andrés, paravarones, y Santa Ana, para mujeres. Podría pensar-se que en estos lugares las personas “internadas” re-cibían un trato adecuado. Pero otra cosa era lo queallí pasaba: cepos, baños sorpresivos, encierros lar-gos, amarras con grilletes, sometimientos por ham-bre, castigos corporales y terribles sangrías que enmuchas oportunidades eran el tránsito seguro a laotra vida, fueron los procedimientos más usados pa-ra “tratar” a los desafortunados locos. Había en esasloquerías un abominable sentimiento, un execrabledesprecio por la condición humana de los insensa-tos, a tal extremo que en días festivos abrían sus

puertas “a disposición de la curiosidad del públi-co… con el objeto de recabar limosnas de los visi-tantes, que suelen ser muchos”, según las evocacio-nes de un viajero alemán (Tschudi 1966: 87).

El nuevo manicomio contó con una serie de con-diciones materiales de las que nunca los orates ha-bían disfrutado: camas, servicios higiénicos, ventila-ción, luz, alimentación regular y patio de recreo. Yademás proporcionaba un conjunto de cuidados yconsideraciones también inusitados: el personal deservicio debía velar por la higiene y alimentación delos internados, tenía que tratarlos con dulzura ysuavidad, cuidar de no reír en su presencia y abste-nerse de agredirlos física o verbalmente, so pena deser suspendido o expulsado del hospicio. La funda-ción del manicomio significó en principio el puntofinal de una estrategia tradicional y cruel en rela-ción con la locura.

Un caso análogo ocurrió con la fundación de lapenitenciaría en junio de 1862, llevada a efecto gra-cias a la iniciativa de Mariano Felipe Paz Soldán.Tras su fundación no sólo había la necesidad de unefectivo control de los malhechores, sancionándoloscon severidad, sino la urgencia de redefinir las es-trategias en relación al delito. Desde 1821, cuandoel gobierno provisional emitió un nuevo reglamen-to que dispuso la validez de las leyes coloniales (conexcepción de las que se oponían a los principios deindependencia y libertad), prevaleció una mentali-dad punitiva basada en la venganza y la crueldad.Penas como las mutilaciones, ejecuciones públicasy la horca –desprendidas del Código de las SietePartidas y la Novísima Recopilación de Leyes de In-

999

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Una utopía controlista fue la que alentó en las elites peruanas laejecución de transformaciones en el ambiente urbano y en las políticas

sociales. En la imagen, la escolta del palacio presidencial, 1902.

Page 170: La Republica Oligarquica Peruana

dias–, marcaron de algún modo la vida cotidiana delPerú luego de la independencia. A pesar de que al-gunos legisladores introdujeron cambios inspiradosen las modernas legislaciones europeas, éstos sólofueron formales o en todo caso no se cumplían.

En Lima hubo tres prisiones para los que viola-ban la ley: el presidio de “Casamatas”, ubicado en elCallao, las carceletas del edificio de la antigua In-quisición y el depósito de Guadalupe. Las panade-rías sórdidas siguieron usándose contra criminaleso esclavos rebeldes, cuando no eran llevados a la is-la San Lorenzo. A esto se agrega que las haciendasen todo el país tenían sus propias cárceles para cas-tigar a los campesinos o esclavos.

“Hacinamiento, falta de ventilación y espaciospara las necesidades corporales, deficiente alimen-tación y continua oscuridad, eran las característicascomunes de estos lugares” (Aguirre 1995).

Las iniciativas reformadoras de cancelar una re-clusión que sólo significase venganza y sufrimientoestuvieron destinadas al fracaso puesto que en lamentalidad de quienes dirigían el país no estaba nisiquiera planteada la necesidad de inculcar discipli-na y adiestramiento para el trabajo productivo.Cuando en algunas oportunidades, incluso durantela colonia, los presos fueron destinados a laboresproductivas, esto también se hizo como una mane-ra de que el preso pagara sus deudas a la sociedad.Fue en los hechos otra forma de castigo.

Con la reforma penal llevada a cabo por Paz Sol-dán se castigaba el delito, pero reformando y recu-

perando al criminal para la sociedad. De hecho unaspecto que no puede soslayarse es que, al margende los resultados posteriores, la flamante Penitencia-ría era un edificio que en comparación con los ante-riores centros penales trataba de brindar un tratomás humano a los reclusos. Basada en el modeloAuburn, la Penitenciaría fue construida teniendo encuenta principios básicos tales como buena ubica-ción, seguridad y ventilación. El local, de acuerdocon lo proyectado, debía ser un lugar ordenado yaséptico, “pues los prisioneros iban a ser transfor-mados no sólo en sus condiciones psicológicas o sus‘instintos’ criminales, sino también en sus pequeñoshábitos cotidianos” (Aguirre 1995). Gracias a los re-cursos del guano, el Estado pudo poner en marchauna política de bienestar en la Penitenciaría, que in-cluía una alimentación con un buen componentecárnico. De ese modo, la fundación de la Penitencia-ría, al igual que la reforma psiquiátrica, estuvo fuer-temente acompañada de cierta dosis de humanita-rismo como una de las condiciones para lograr quelos individuos que manifestaran una conducta des-viada fueran reintroducidos a la sociedad.

Ahora bien, junto al humanitarismo (que no essinónimo de humanismo) hubo también racismo y,sobre todo, una obsesión por el control social de lasconductas en la mentalidad de quienes llevaron acabo estas reformas. Se buscaba no solamente untrato humano (bienestar) para locos y reclusos, si-no también inculcarles un tipo de conducta (orden)funcional al proyecto de modernización autoritariallevado a cabo por las elites.

En los hechos el manicomio formaba parte detodo un sistema represivo cuyo punto de partidaeran las obsesiones controlistas de las elites en elpoder. Su función dentro de tal sistema en modo al-

1000

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

Una imagen de la Penitenciaría, Lima.

Interior de la Penitenciaría en una fotografía tomada delÁlbum República Peruana 1900 de F. Garreaud. Para

algunos autores, como Michel Foucault, el panóptico es laexpresión punitiva de una sociedad que persigue el orden

racional y el control sobre sus individuos.

Page 171: La Republica Oligarquica Peruana

guno fue receptiva.La actitud que la ac-ción policial hallóentre los galenos re-sultó finalmente fa-vorable. CasimiroUlloa consideraba alloco como un ser in-herentemente peli-groso: “puede herir,matar a los que sepresenten en su ca-mino; puede sa-quear, destruir, in-cendiar la propiedadde otros [...] puedeatacar el pudor y lamoral pública...”; ycomo tal “debe serprivado de su liber-tad”. La conserva-ción del orden pú-blico preocupaba alos psiquiatras tantocomo a los policías.

A diferencia delos policías, los alie-nistas actuaron pen-sando que el encie-rro no sólo era apli-cable a quien altera-se el orden público;era pasible de secuestro todo aquel que estuviera encontra del orden lógico, aquel cuya conducta o pen-samientos manifestaran discordancia con la racio-nalidad, gente con ideas raras. La razón impuestadesde el Estado no aceptaba ninguna disidencia. Deahí la noción, aplicada desde la medicina mental, de“locura razonada”, empleada para diagnosticar cua-dros en que las alucinaciones y simples obsesionesno iban acompañadas de la pérdida total del juicio.De ahí el concepto de “monomanía”, empleado conmucha frecuencia durante el siglo XIX –y aun du-rante principios del siglo XX– para singularizar ca-sos en que el individuo estaba “loco” respecto a unpunto: por ejemplo, creer en el espiritismo. Basán-dose en estas categorías muchas personas fueron se-cuestradas por los alienistas, incluso algunas biensituadas en la vida social. Éste fue el caso de CarlosPaz Soldán, quien pasó cien días en el Manicomiodel Cercado entre finales de 1885 y principios de1886. La locura de Paz Soldán fue creer en el espi-

ritismo. Como élmuchas personas–ignoramos la cifrapero debe ser mayora la que correspon-de a los que purga-ron penas en la Pe-nitenciaría– fueronrecluidas arbitraria-mente en el mani-comio.

En el caso de laPenitenciaría eraevidente que elprincipal motivoque había impulsa-do los ánimos refor-madores tenía comopunto de partida lasituación de caosgeneralizado que sepercibía en las cla-ses populares y laineficacia de losmodelos represivosevidenciada en lasfrecuentes fugas delas prisiones. Se tra-taba, sobre todo, deconstruir una casacorrectiva, no úni-camente de encie-

rro. Y para corregir a los delincuentes había que for-marlos en hábitos de disciplina y laboriosidad. Porello se implementaron talleres de carpintería, zapa-tería, herrería, etc., que funcionaban de acuerdo areglamentos rígidos. No se trataba propiamente deun lugar de producción, más importante era el he-cho de formar el hábito en el trabajo productivo ydisciplinado. El trabajo era por ello de carácter obli-gatorio y estaba prohibida la conversación. La me-ditación y los “ejercicios religiosos” debían ser pro-movidos para lograr “mejorar” la situación de losreclusos. El arrepentimiento y la disciplina laboraliban de la mano.

“La penitenciaría sería, así, una suerte de ‘fábri-ca de hombres’, y la reforma del delincuente habríade ser, en resumidas cuentas, la conversión de per-sonas desordenas en trabajadores disciplinados”(Aguirre 1995).

Con el paso de los años la nueva prisión se fueabarrotando. A pesar de las remodelaciones hechas

1001

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

El proyecto de la Penitenciaría elaborado por Mariano Felipe Paz Soldán,1853. Con ese propósito Paz Soldán, primer director de este

establecimiento, realizó un viaje a los Estados Unidos donde comparó las ventajas de las diversas prisiones norteamericanas.

Page 172: La Republica Oligarquica Peruana

para incrementar el número deceldas, la situación física de losinternos fue empeorando. Lafalta de ropa y en general decondiciones mínimas de salu-bridad, se hicieron notoriasluego de la muerte de 26 presi-diarios, 14 de los cuales falle-cieron por tisis pulmonar. Aello se agrega la aplicación decastigos terribles como el “ba-ño de lluvia” para los más re-beldes. Todo lo anterior derivóen frecuentes actos de insubor-dinación e intentos de motines,convirtiendo a la Penitenciaríaen “un siniestro lugar donde laviolencia y el sufrimiento hu-mano se perpetuaba” (Aguirre1995).

La utopía controlista de laselites de aquellas décadas re-presentaba un obstáculo parasus propios fines. En efecto,orden y bienestar fueron obje-tivos fundamentales en la mentalidad de quienesllevaron a cabo la reforma psiquiátrica de 1859, atal extremo que la imposibilidad de sacrificar algu-no de ellos originó antinomias y flagrantes contra-dicciones. Los alienistas, en realidad, vivieron atra-pados sin salida en su propio laberinto. Por un ladose buscaba convertir al manicomio en una “red in-falible” con la cual el médico podría rodear a suspacientes a fin de presidir todas sus operaciones vi-tales –alimentación e higiene–, ayudándolos así arecuperar características humanas; mientras que

por otro lado se buscaba tam-bién que esa red sirviese paracoordinar sus movimientos yregular sus pensamientos. Poruna parte se intentaba mante-ner en el interno la ilusión delibertad “sin que nada le re-cuerde su condición de reclui-do”, y por la otra se indicabaque los guardianes e internosde medicina debían impedirconversaciones tumultuosas,gritos y vociferaciones. En unmomento Casimiro Ulloa po-día lamentarse de la falta depersonal idóneo para las tareasde guardianía –a lo cual atri-buía cualquier trato duro quepudiera registrarse en el hospi-cio–, pero en otro instante or-denaba aplicar a los orates elterrible baño de camiseta y sequejaba de la falta de sondasesofágicas para la alimentaciónforzada, camisas y sillas de

fuerza y otros medios de contención de indudablefactura represiva. Por un lado, en fin, se procurabaun trato dulce y suave a los orates, pero por el otrose recurría a la violencia para allanar, anulando lavoluntad, su normalización.

El caso de la Penitenciaría muestra aún más cla-ramente cómo la búsqueda de orden prevaleció so-bre el supuesto contenido igualitario del liberalismopolítico y social (Aguirre 1995). La persuasión, laprédica moral o el estímulo hacia las buenas con-ductas, fueron simples enunciados que los encarga-

dos del nuevo presidio no asumieroncomo retos. Al final del siglo XIX losmétodos crueles –incluyendo trabajosforzados en la isla San Lorenzo– eranpracticados nuevamente con toda na-turalidad.

Tanto el manicomio como la Peni-tenciaría fueron la manifestación mássólida de las obsesiones controlistasde las elites. La modernización que

1002

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

Escena de un juicio hacia 1926. La búsquedade un orden racional asociado a la idea demodernización, a finales del siglo XIX, no sesustentó sobre la construcción de unasociedad igualitaria en que todos tuvieran ygozaran de los mismos derechos.

Fachada de cárcel peruana hacia 1925.

Page 173: La Republica Oligarquica Peruana

conscientemente trataban de implemen-tar estaba asociada a orden y disciplina,antes que a bienestar social o individual.En las décadas de finales del siglo XIXtales obsesiones tuvieron efectos en lacreciente sanción del delito y en la se-gregación de la locura; pero además enel combate a las tradiciones populares–un ejemplo lo encontramos en el car-naval de Lima– y en algunos excesos co-metidos en contra de las prostitutas.

LOCOS

Durante la segunda mitad del sigloXIX la policía de Lima realizó una inten-sa campaña destinada a combatir la de-lincuencia, el vicio y la vagancia, peroademás se encargó de poner tras las re-jas a los orates que deambulaban por las calles. Loslocos o “sospechosos de insanía” que supuestamen-te habían alterado el orden público, eran conduci-dos a los calabozos de las comisarías y de estos lu-gares al Manicomio del Cercado. Hubo en aquellostiempos una verdadera cacería de locos, supuestos oreales. En los primeros años del siglo XX la policíaexacerbó la persecución de orates. Acentuó ademássu tendencia a internarlos compulsivamente en elmanicomio, originando continuas quejas de las au-toridades de beneficencia. En la memoria de la So-ciedad de Beneficencia Pública de Lima del año1897, podemos leer, por ejemplo, el siguiente testi-monio: “Algunos agentes del orden público [impo-nen] sin tasa ni medida, y a veces con injustificadaviolencia, la admisión forzada de alienados en elmanicomio, los que generalmente no padecían sinode pasajeras afecciones alcohólicas” (SBPL1897: 34).

Las fricciones entre las autoridades po-liciales y las de Beneficencia dieron comoresultado el decreto supremo del 28 deagosto de 1896 que ratificó la remisión almanicomio de locos secuestrados por lapolicía previo examen médico. Pero al po-co tiempo los policías, argumentando lamorosidad del trámite y la falta de am-bientes adecuados para retener a los locosque recogían, reiniciaron sucesivos con-flictos como el anterior.

Entre 1896 y 1908 el promedio de locosremitidos por la policía (37 %) fue ligera-mente más importante que el promedio

de pacientes llevados por sus familiares (35 %). Hu-bo entonces, en una buena proporción, el interna-miento compulsivo de personas que respondía a laobsesión policial por controlar el orden público. Deotro lado es pertinente preguntarse si muchos de losorates que fueron conducidos por sus familiares po-drían también ser considerados como víctimas deun encierro compulsivo.

Envueltos por una neblina represiva, manicomioy cárcel (Penitenciaría y carceletas) tuvieron rasgosparecidos, al menos en lo que respecta a su pobla-ción. Es interesante constatar que la fluctuación dela presencia de artesanos en cárceles y comisarías deLima (fuerte aumento en la crítica década de 1870y baja considerable en los finales del siglo, según losestudios de Torrejón y Méndez), sigue un curso si-milar a la presencia de estos trabajadores en el Ma-

1003

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Una vista exterior del hospicio de insanos “Casa de Misericordia” enLima, conocido popularmente como el Manicomio del Cercado.

La construcción de sanatorios es también la expresión de esta sociedad“controlista” que persigue apartar y reprimir a los sujetos desviantes. En la

imagen el patio de varones de la “Casa de Misericordia”.

Page 174: La Republica Oligarquica Peruana

nicomio del Cercado: de representar el 24 por cien-to del total de internados en 1879, los artesanos pa-saron a conformar entre 1890 y 1896 el 8 por cien-to en promedio; aunque, conviene subrayarlo, lapresencia de miserables e indigentes, al igual que enlas comisarías, siguió siendo mayoritaria.

Otra coincidencia en lo relativo a la población esel franco predominio de alcohólicos en ambos luga-res. En 1877, el motivo principal del total de arres-tos fue la “alteración del orden público”, y dentrode ese rubro las 4/5 partes fueron faltas o delitos re-lacionados con la ebriedad. De igual manera en lamayoría de memorias del Hospicio de Insanos sedestaca, abundando en cifras y detalles, “el predo-minio de locuras que reconocen como causa el abu-so del alcohol”.

Ciertamente, muchos locos que habitaron el Ma-nicomio del Cercado entre 1859 y 1918 ameritabanel encierro forzado, proceder que en no pocas opor-tunidades impidió homicidios. En otras se encerra-ba al individuo cuando el asesinato había sido con-sumado. En 1883 ingresó al manicomio un distin-guido abogado, hombre inteligente, de simpáticasfacciones, dotado de una gran ilustración en temasjurídicos y literarios, según la descripción del partemédico. Experimentaba terribles delirios de perse-cución que tenían como centro a sus propios fami-liares, particularmente a su esposa. Había huido desu hogar en 1866, convencido de ser víctima de unenvenenamiento. Posteriormente regresó a su casa,buscó a su cónyuge y la mató. Si bien estos casos nofueron abundantes, la existencia de ellos constante-mente preocupaba a los psiquiatras.

Salvo que se tome en serio las exaltadas –y nadaconsecuentes– apologías de la locura realizadas ennombre de la sagrada libertad del individuo, nopuede dejar de concluirse que en aquellos casos elencierro psiquiátrico se encontraba plenamente jus-tificado. No lo estaba en cambio cuando se procedíabajo un concepto supuestamente terapéutico al en-cierro de alcohólicos y gente con desórdenes men-tales carentes de toda peligrosidad; cuando se ence-rraba a locos y supuestos locos bajo una convicciónfanática de la inevitabilidad de este procedimientodesde el punto de vista de la curación; cuando se lesencerraba, como decía Ulloa, porque “la locura pue-de ofender el pudor y la moral pública”; cuando seles conducía, finalmente, en el nombre sagrado dela razón.

A principios del siglo XX, el espectro de indivi-duos que podrían encajar dentro de la anormalidadmental tendió a incrementarse como resultado de la

asimilación de teorías positivistas, que en ambien-tes como Italia o Alemania dieron origen en ciertamedida a ideologías como el nazismo y el fascismo.Conceptos como supervivencia de los más aptos y se-lección natural fueron introducidos en la medicinamental peruana por autores como Honorio Delgadoy Carlos Bambarén. La locura para los autores men-cionados era producto de la “selección natural”, conlo cual planteaban la enfermedad mental como unproblema personal, interno, inherente a la condi-ción del individuo. Avances procedentes de otroscampos, como el psicoanálisis, fueron dejados de la-do por los nuevos galenos, incluso por HonorioDelgado. En el mejor de los casos la psicología sólopodía servir accesoriamente ya que “la alienación esuna enfermedad material, una enfermedad del cere-bro y, en último análisis, de la neurona”. La locuratenía principalmente causas orgánicas y los factoresmateriales no importaban.

Por esos años, médicos como Alfonso Torres,Rafael Fosalba y Carlos Bambarén se convirtieronen defensores incansables de la eugenesia: “cienciaencargada del cultivo y cuidado de la raza y su co-rrecta generación”. Obsesionados por las fantasíaseugenistas, Rafael Fosalba proponía que los imbéci-les y débiles mentales, así como los niños que evi-denciaban alguna “ofensa criminal”, fueran esterili-zados. El ideal de los médicos, como lo dejó escritoBaltazar Caravedo en su tesis sobre el delirio de per-secución, “sería impedir el matrimonio de los dege-nerados, pero hemos visto que la mayoría de estoscasos pasan desapercibidos sin que la sociedad se décuenta de sus estigmas”.

Las preocupaciones eugenistas hallaron su com-plemento en la antropología criminal de CesareLombroso, identificada también con la tesis de ladegeneración genética como factor decisivo de lostrastornos conductuales. Mientras no se lograse laesterilización completa de los débiles mentales ymientras éstos siguieran transitando impunementepor calles y plazuelas, había que hacer algo para re-ducir su impacto negativo. Y ese algo que la doctri-na lombrosiana aspiraba a realizar era detectar alposible transgresor a través de sus inconfundiblesrasgos. Hermilio Valdizán vio por ejemplo en lasfrentes deprimidas y estrechas, en los ojos de mirarinexpresivo y en los labios gruesos y entreabiertos,signos inequívocos de la anormalidad mental típicade los delincuentes.

A su vez Carlos Bambarén (1919), apoyándoseademás en la endocrinología, estigmatizó a los indi-viduos bajos de estatura, convirtiéndolos en posi-

1004

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

Page 175: La Republica Oligarquica Peruana

bles sátiros y violadores: “Se ha observadoque los delitos sexuales son cometidos porindividuos de estatura baja; pero mientrasque la medicina no aportó sus conocimien-tos, no pudo aventurarse más sobre esta cons-tatación; hoy gracias a la endocrinología sesabe que el enanismo esquelético se acompa-ña de hipergenitalismo que no deja de poseervinculaciones con los delitos sexuales” (LaPrensa, 19 de enero de 1919).

Ya desde finales del siglo XIX funcionabala oficina de identificación y varios doctoresproponían que en esa dependencia se realiza-ran estudios antropométricos basados en es-tas teorías altamente segregadoras.

En los hechos, todas estas concepcionesalentaron una tendencia escasamente huma-nitaria de la medicina mental. A partir de la dé-cada del ’20, con la fundación del manicomio“Víctor Larco Herrera”, si bien se realizaron al-gunas reformas, la medicina mental no seorientó con el debido celo al tratamiento de los pa-cientes internos –para los cuales, según Baltazar Ca-ravedo, “se han levantado costosas construccio-nes”–, sino más bien se limitó a la llamada preven-ción. Fue ésta la política de salud mental que empe-zó a prevalecer en las décadas siguientes.

No hay duda de que la psiquiatría de la primeramitad del siglo XX, bajo la influencia del positivis-mo desarrolló tendencias segregadoras –presentespor ejemplo en el trabajo de José Casimiro Ulloa– yque la actitud represiva de los nuevos médicos tuvocorrelación con la sociedad autoritaria que hereda-ron, pero no es menos cierto que la poca atención alos locos, el pesimismo respecto a su curación, laconstante queja por el costo económico que ocasio-naban, estimularon el desprecio que desde el Esta-do y la sociedad civil se ha tenido para con las per-sonas de conducta desviada.

SUICIDIOS

El inicio de la modernización en la mitad del si-glo XIX coincidió con la irrupción colectiva del sui-cida: un actor desviante cuyo impacto hasta losaños 1850 había sido leve.

En octubre de 1861, El Progreso Católico y LaGaceta Médica de Lima –voceros del poder eclesiás-tico y del poder médico, respectivamente– comen-taban con preocupación “la frecuencia con que sehan presentado en estos últimos meses los casos demuerte voluntaria”. Era tal vez la primera oportuni-

dad en que la medicina se manifestaba en torno aun problema que desde hacía una década había co-menzado a preocupar al poder político. En mayo de1850, El Peruano hizo un llamado público paracombatir lo que consideró una “epidemia social”que, de acuerdo con el diario, era un fenómeno re-ciente en el país: “el clima benigno del Perú y la re-ligiosidad en que ha abundado siempre, hacían ra-ros en él esos acontecimientos; y tanto, que era de-terminado y muy pequeño el número de los desgra-ciados que habían puesto su planta en la senda delapóstol traidor”. La ola de suicidios comenzaba,pues, justo en el instante en que la modernizaciónse iniciaba en el país.

Sin embargo, no pensamos que exista una aso-ciación exclusiva entre modernización y prolifera-ción de suicidios. Durante la colonia, el suicidio erael chantaje máximo que podían realizar los negros:en algunas zonas del Caribe, llegó a dramáticos ni-veles. En el Perú, aunque era una amenaza frecuen-te, el suicidio fue un recurso excepcionalmente eje-cutado (Flores Galindo 1984: 126)

No existen estudios específicos que nos diganpor qué razón el suicidio esclavo fue poco frecuen-te en el Perú, pero a cambio disponemos de investi-gaciones análogas realizadas para el Caribe que nospueden acercar al tema. A diferencia de lo que allíocurrió (donde la mayoría de los esclavos eran ne-gros bozales que habían experimentado el traumade la pérdida de libertad), en el Perú del siglo XIXpredominaron los negros criollos –no los nacidos

1005

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Las condiciones de tratamiento médico de los sanatorios en el sigloXIX se encontrarían reñidas con nuestras actuales concepcioneshumanitarias. Ambiente destinado a los pacientes considerados

“furiosos” de la “Casa de Misericordia”.

Page 176: La Republica Oligarquica Peruana

en África–, quienes no tuvieron la experiencia de lapérdida de libertad que es, sin duda, un elementoimprescindible para entender el suicidio de los opri-midos, no sólo esclavos negros. En anteriores épo-cas, de masiva presencia de negros bozales, la situa-ción pudo haber sido distinta. De hecho fue diferen-te desde mediados del siglo XIX cuando, abolida laesclavitud negra, miles de chinos fueron importa-dos por la elite modernizadora en calidad de se-miesclavos.

Casos de suicidios llevados a cabo por chinosempezaron a ser reportados en horas muy tempra-nas y sin duda formaban parte de aquella “epide-mia” que alarmaba a El Peruano. Estos suicidios fue-ron cometidos –si cabe la expresión– en las panade-rías, en las islas guaneras y en casi todas las hacien-das de la costa. Entre 1852 y 1854, según un docu-mento conservado por el Ministerio de RelacionesExteriores relativo a las guaneras, “...unos sesentaobreros chinos consiguieron burlar la vigilancia desus guardianes y se suicidaron sobre las rocas”. Enla hacienda Cayaltí, nos dice otro documento, sesuicidaron seis culíes en 1876, Muchos lograron supropósito consumiendo fuertes dosis de opio o col-gándose de un árbol. Algunos chinos que luego deser azotados eran llevados al hospital, optaron porterminar con su existencia ahorcándose con lo quetenían a su alcance en las cabeceras de las camas, ode las maneras más originales: “hubo uno que sesuicidó”, según el recuerdo del padre Carlos, unviejo capellán, “echando pelo cortado entre sus ali-mentos”.

Los culíes no tuvieron la condición legal de losnegros previa a la manumisión, pero en los hechos

su situación fue similar, si no peor. En loscentros urbanos fueron destinados, por unpago miserable, a los más humillantes yduros trabajos. Las panaderías, por ejem-plo, eran lugares tan sórdidos y dolientesque poco tiempo atrás habían sido centrosde reclusión para toda clase de presos, enespecial para esclavos negros transgreso-res de la ley (Aguirre 1987).

Las condiciones materiales no podíanser peores en ningún otro lugar que en lasislas guaneras, de acuerdo con el testimo-nio de un diplomático norteamericano:“Los que trabajan en las islas guanerastienen asignada como tarea diaria acarrearcien carretillas llenas de guano, hasta latolva de embarque del fertilizante; en elcaso de no lograrlo, deben completar su

tarea los domingos. Poco o nada se preocupan delalimento y del vestido de esta gente, con lo cualuna parte de ellos se enferma, pero no es admitidaen los hospitales mientras no caen rendidos. Capi-tanes americanos me informaron que en Chincha yGuañape los obligaban, cuando estaban demasiadodébiles para pararse, a recoger guano arrodillados ycuando sus manos de tan inflamadas no les permi-tían manejar las carretillas, se las amarraban a loschinos a la espalda hasta cumplir con su tarea [...]La vida de los chinos en estas circunstancias carecede atractivo y la muerte (que ellos consideran encualquier momento con indiferencia porque no essino el tránsito de un estado infeliz al goce de todaslas glorias celestiales) es siempre bienvenida al po-ner término a sus sufrimientos” (Stewart 1976:87-88).

No sólo en las islas, también en las haciendas,los culíes fueron en los hechos simples mercancías,objeto de un trato que recordaba la abolida esclavi-tud del negro –trabajo de sol a sol, dieta de hambrey terribles latigazos–, con un agravante mayor: “elesclavo o el siervo podían tener una familia, cosaque le era negada al culí”. Los chinos atravesabanuna situación radicalmente distinta a la que habíanvivido antes en su país y a la que podían esperar enel Perú. Aunque es verdad que en las haciendas serecontrataba a un importante porcentaje de chinos,no es menos cierto que la tendencia central fue unpaulatino abandono de las haciendas, a tal extremoque hacia fines del siglo XIX hubo un práctico des-poblamiento de ellas. Esto finalmente nos habla dela aspiración central de los trabajadores chinos, asaber, trabajar libremente y en condiciones distin-

1006

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

El departamento de mujeres del Manicomio del Cercado.

Page 177: La Republica Oligarquica Peruana

tas. Pero en tanto no terminó esa opresión –fuera enhaciendas, en islas guaneras o como peones en lasciudades–, los chinos fueron protagonistas de unaserie de respuestas –estudiadas por Rodríguez Pas-tor– que incluían tumultos, rebeliones, asesinato deempleados y cimarronaje. El suicidio, de algunamanera, formaba parte de ese repertorio de respues-tas. Fue una reacción, insistimos, ejecutada tal vezpor el individuo que no podía soportar las condicio-nes de vida y de trabajo indicadas, cuando otras sa-lidas no resultaban viables o eran contempladas co-mo improductivas.

Al finalizar el siglo XIX y en las primeras déca-das del presente siglo, esa “epidemia social” que erael suicidio continuó llamando la atención de la me-dicina mental. Un estudio estadístico sustentado enla Facultad de Medicina contabilizó entre 1889 y1899, 227 casos de suicidio en la ciudad de Lima, loque significaba aproximadamente 22 suicidios poraño. A pesar de la exageración, el número real desuicidios para ese período no sería pequeño, si nosguiamos de una fuente más confiable: las memoriasde la subprefectura de Lima. Un segundo estudio,más prudente con las cifras, contabilizó 121 suici-dios ocurridos entre 1904 y 1919. De ellos, 79, lagran mayoría, fueron protagonizados por peruanos,13 por chinos, 7 por italianos y el resto por indivi-duos de otras nacionalidades; 115 de los suicidaseran varones y sólo 6 fueron mujeres. En cuanto ala extracción social, el 1 por ciento era de condición“elevada”, el 18 por ciento de condición “mediana”y el 80 por ciento era de condición “humilde”.

Los suicidas, en suma, constituían un amplioabanico de individuos que tenían en común una vi-da trágica, la experiencia de estar atrapados en unlaberinto del cual sólo la muerte podía librarlos.Una salida irracional, ciertamente. El suicidio es lahuida de una situación que el individuo ve comoopresiva, sea cual fuere su condición socioeconómi-ca o su procedencia étnica. Así como no puededecirse que la mujer del siglo XX es más felizque la mujer del siglo XIV (“la felicidad es unestado que sólo cabe definir en términos deexistencias individuales, como resolución de

tensiones o de deseos anteriormente existentes”),tampoco puede afirmarse que un determinado co-merciante o un obrero de fines del siglo XIX debasentirse menos atrapado que un esclavo negro o unsirviente asiático. Y si bien estamos diciendo que elsuicidio es producto de una experiencia individual,basado en ciertas expectativas de tipo personal, nonegamos que la situación laberíntica que percibe elsuicida tiene indiscutiblemente un punto de parti-da externo.

Pero las elites de entonces no contemplaron deeste modo el fenómeno suicida. Ante los ojos de laIglesia, el suicidio era un pecado que urgía castigar,como lo había hecho desde siempre, privando de lasepultura al cadáver del suicida. En el Perú, desde1860, los cementerios se hallaban bajo la jurisdic-ción del Estado, por lo cual pudieron ser enterradoslos suicidas y en general gente identificada conotras confesiones. Sin embargo, hasta principios delpresente siglo, hubo ocasiones en que los eclesiás-ticos se aferraron a su antigua prerrogativa. El 13 defebrero de 1903, el arzobispo de Lima escribió unacarta pública al prefecto protestando por la autori-zación de la Beneficencia para el entierro del suici-da Balbi en la localidad de Chincha Alta. La tenden-cia de los clérigos fue la represión a través de la des-honra. En 1861 El Progreso Católico sugirió el usode ese método, declarando a los suicidas “traidoresa la patria”. El padre Manuel, obispo de Marcópolisradicado en Lima, escandalizado por esa “epidemiaaterradora”, no sólo proponía la dación de leyescontra el alcoholismo, la vagancia y la prostitución,sino, y sobre todo, la formación de sociedades mo-ralizadoras “...que, por diversas maneras, cubran deinfamia la memoria de los suicidas...”. Con el tiem-po la Iglesia iría moderando su actitud, aunque sindejar de ver el suicidio como un pecado capital.

Quienes manejaban el poder económico y polí-tico consideraban que el suicidio era un delito, un

1007

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Los suicidios en Lima al finalizar el siglo XIX fueronalarmantes según los estudios llevados a cabo en esa

época por la Facultad de Medicina de San Fernando. Laprocedencia social de estos suicidas era variada, lo quecontribuyó a que miembros reconocidos de la profesión

médica no tuvieran una explicación consistente paraentender este fenómeno.

Page 178: La Republica Oligarquica Peruana

acto ilícito, porque con él se infringían todas lasobligaciones. Los dueños de las plantaciones consi-deraban al suicidio como un robo infame, una irre-parable pérdida del capital invertido. Por ello hicie-ron lo imposible por reprimirlo, sin modificar lascausas que originaban su masiva incidencia. En lasislas guaneras destinaron guardianes especiales pa-ra impedir actos suicidas. En otros lugares amena-zaron con dar cien latigazos –terrible castigo paraun chino– al que fuera sorprendido intentando sui-cidarse. Una represalia interesante es la medida quetomaron algunos hacendados que conocían la cul-tura de los pueblos asiáticos: “en algunos de esospueblos había la idea de la necesidad de un entierrodecoroso, con buen vestido y monedas en el bolsi-llo o en la boca para el viaje de retorno. Conocien-do este rasgo cultural, un hacendado del valle delSanta tomó como represalia incinerar ante los chi-nos de su hacienda los cadáveres de sus connacio-nales que se habían suicidado para que no hicieranlo mismo los que quedaban con vida” (RodríguezPastor 1989: 85).

Los médicos inicialmente conceptuaron el suici-dio como un acto límite, resultado unas veces deuna “deliberación reflexiva y razonada” y otras deun proceso morboso, “...un desorden moral o inte-lectual...”. Otro doctor, siguiendo esta misma dis-tinción, señaló años después una serie de factorescomo causa del suicidio, desde la embriaguez hastalos sufrimientos morales, incluyendo, claro, al cli-ma y los reveses de fortuna. Aún influida por con-cepciones religiosas y en general tradicionales, lamedicina peruana no disponía de una explicacióncoherente del fenómeno. En lo que fue el primer li-

bro publicado sobre el tema el doctor Silva Santiste-ban encontraba las causas en la falta de fe religiosa“conforme a la santa moral”, en el extravío groserode ideas filosóficas, el libertinaje, el celibato, el ona-nismo y la educación defectuosa. Había consenso,sin embargo, en la necesidad de estudiarlo seria-mente con la finalidad de evitar que se repitierantan lamentables hechos (por lo menos hasta finalesdel siglo XIX).

Ya desde 1860, los alienistas sugerían algunasmedidas para frenar la repetición de actos suicidas.Ulloa propuso la necesidad de establecer como pro-cedimiento para determinar el hecho un examenprolijo de la habitación y de los objetos de la vícti-ma, como se hacía en Francia para descartar la po-sibilidad de homicidio, y casi coincidiendo con lossacerdotes, concluía: “ojalá que nuestras autorida-des imitasen estos procedimientos. Ellos tal vez se-rían en ciertos casos un freno para la consumacióndel crimen, pues para personas de delicadeza la cer-tidumbre de que su casa o la de su familia debieranser, después de su muerte, objeto de una pesquisa,sería motivo para retraerlos de la realización de sustristes designios”.

En 1886, Andrés Muñoz proponía como alterna-tiva inculcar amor al trabajo, buenos sentimientos ybuenas costumbres, evitar enfermedades consan-guíneas, además de medidas de higiene social en laprensa, pues ésta contribuye “...a que se propague laimitación del suicidio, impresionando a los cerebrosdébiles y ya predispuestos con descripciones casisiempre fantásticas y extraordinarias”. Consideradomentalmente enfermo, el potencial suicida era con-ducido al manicomio.

Pero a comienzos del siglo XX la actitud con res-pecto a los suicidas tomó un giro sorprendente. En1920, Sabino Ríos escribió una interesante tesis pa-ra graduarse como bachiller en medicina. “El suici-dio en Lima” era un estudio bien informado, básica-mente estadístico, cuyos datos coinciden con losque consignan las memorias de la subprefectura deLima. Además, a fin de hacer comparaciones, utili-zó estadísticas de otros continentes. Una de susconclusiones señala que la alienación mental es elfactor preponderante en la producción del suicidio:“factor que comprende no sólo las vesanías, sinotambién las afecciones orgánicas del cerebro, lasneurosis, las convulsiones y las enfermedades tóxi-cas que se acompañan de trastornos mentales”. Yaunque señalaba que el suicida era un personaje decerebro mal constituido, era consciente de la rela-ción entre suicidios y modernización.

1008

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

La comunidad médica jugó un rol importante en la difusión delas ideas sobre los suicidas y su comportamiento. En la

imagen un grupo de estudiantes de medicina.

Page 179: La Republica Oligarquica Peruana

En base a esta asociación, Ríos explicaba por quéLima, comparada con otras capitales, ostentaba unescaso número de suicidios: “nuestra vida, ‘pueblonuevo’, no encierra las múltiples complicaciones delas grandes urbes [...] aquí no se manifiesta congran intensidad la titánica ‘struggle for life’ de lasciudades modernas y quizás es en esas colmenashumanas que constituyen las grandes capitales, endonde a la par que el adelanto y la civilización, lacorrupción y un incierto pesimismo avanza en talforma que sacude los cerebros y transforma la cons-ciencia” (Ríos 1920: 23).

La explicación del joven médico, siendo impeca-ble, era al mismo tiempo una aceptación de la reali-dad tal y como se iba presentando. Identificaba losmales de la sociedad moderna, pero no los cuestio-naba. Llegó a criticar las antiguas penas de reclu-sión –que se dieron en los Estados Unidos– para lossuicidas frustrados, pero a la vez concluía que elsuicidio, lejos de ser un mal terrible “es una válvu-la de escape por medio de la cual se van tantos in-dividuos de cerebros no bien constituidos contra loscuales nada puede hacerse”. Una conclusión cruel,por cierto, que constituye una muestra de los exce-sos a los que puede llevar el entender lo racional co-mo lo útil: al no representar una inversión, los sui-cidantes eran sujetos de eliminación. Un modo depensar que no era exclusivo de los médicos: así pen-saba el conjunto de la elite dominante.

PROSTITUCIÓN EN LIMA

Desde mediados del siglo XIX, la prostitucióncausó gran alarma entre los médicos, juristas y otrosintelectuales de la elite oligárquica, además de losmiembros de la jerarquía eclesiástica. En su Estadís-tica de Lima (1858), Manuel Atanasio Fuentes in-cluyó un listado de prostitutas (640 en total) y –lomás interesante– de los diversos grupos profesiona-les que asistían a los burdeles de la capital. SegúnFuentes, entre los concurrentes asiduos se contaban5 abogados, 201 artesanos, 13 comerciantes, 18 clé-rigos, 29 frailes, 2 médicos, 202 mercachifles, 106militares en servicio, 949 militares retirados, 23propietarios, 1 263 individuos que no tenían másoficio que el juego y 7 usureros. En total, 2 819hombres en una población de 50 mil personas. Pe-se a la confianza en sus informantes, Fuentes adver-tía: “no podemos dar como exacta esta suma, puestodo el mundo comprenderá que la parte más difí-cil de la estadística es la que se refiere a los hechosque más cuidado se tiene en ocultar”.

Muchas décadas después, en 1909, Pedro Dáva-los y Lissón llevó a cabo un estudio sistemático delasunto (La prostitución en Lima) abordado de formamuy interesante. Según el autor: “la prostitución enla capital está constituida, casi en un noventa porciento, por mujeres peruanas, en su mayoría blan-cas, inteligentes, imaginativas, refractarias a lo eró-tico contra naturaleza, el alcohol y el tabaco. La me-nor de edad es de 17 años y la mayor de 40. Casi lamitad de ellas son madres y sostienen a sus hijoscon el producto de su comercio. No son ninfoma-níacas y sólo la ociosidad, el mal ejemplo, la pobre-za o el abandono hecho por el querido, las ha con-ducido a ese estado de abyección [...] Son religiosas,oyen misa, tienen santos y lámparas en sus cuartosy muchas de ellas se confiesan, aunque no comul-gan por la absolución sub conditione que les da el sa-cerdote” (Dávalos y Lissón 1909: 11).

Dávalos y Lissón clasificó a las meretrices en tresgrupos: las de clase ínfima, las de clase mediana ylas de clase superior. Señaló que las primeras, mes-tizas de blanco e india, habitaban pequeños e insa-lubres cuartos a los que concurrían las clases bajasde nuestra sociedad (“...la sífilis debe ser general enesta barriada...”). Las del segundo grupo habitabanen casas de calidad a las que asistían empleados decomercio, y estaba compuesto por mujeres blancas,de mediana edad, muchas de ellas viudas o solteras,respetuosas y con alguna cultura: “inútiles para lacostura, todavía jóvenes, con alguna belleza y re-sueltas a no descender al nivel de sirvientas, tomanla prostitución como un oficio y en ella son honra-das hasta donde es posible serlo en tan deshonrosaprofesión”. Las del tercer grupo son jóvenes y be-

1009

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Una clase práctica de medicina hacia comienzos de siglo.

Page 180: La Republica Oligarquica Peruana

llas, gozan de cierto grado de holgura que se reflejaen el amoblado de sus viviendas y en la servidum-bre de que disponen. Estas mujeres hacían sus con-quistas en los tranvías, en los teatros y especialmen-te en las corridas de toros: “aman el lujo, lo confor-table, viven en casas de 50 a 70 soles y guardan grancompostura y corrección”. Además de estos grupos,había el de las prostitutas temporales, “que vivenmuchas de ellas en el seno de una familia honorable...y lo que la clientela paga en ellas es más el encan-to que produce el misterio con que todo se hace y elrango y el nombre de las personas –en algunos ca-sos visiblemente conocido y hasta ilustre– que elverdadero mérito intrínseco de la mercadería”(Dávalos y Lissón 1909: 23).

Un año antes Federico Merkel había escrito enGaceta de los Hospitales, un informe sobre la prosti-tución en el que indicaba que ésta “contribuye po-derosamente a la propagación de la sífilis y la gono-rrea, que son plagas que atacan al individuo, a la fa-milia y a la sociedad, preparando la degeneración dela raza”. El trasfondo de las preocupaciones deaquellos que se acercaron al tema seriamente no erala prostitución en sí misma, ni los efectos moralesque podía tener, sino los perjuicios que traía a la po-blación por ser un vehículo de transmisión de lasenfermedades venéreas. “Échese una hojeada sobrelos hospitales de ambos sexos [...] y vea cuántosdesgraciados gimen allí víctimas de la prostitución”,señala La Gaceta Médica de Lima en 1858.

A principios de siglo, revistas especializadas ytesis universitarias abundaron en cifras alarmantessobre casos de venéreas en los cuarteles del ejércitoy en los hospitales. En 1905, por ejemplo, de unapoblación militar de 3 846 personas, 426 habíancontraído alguna enfermedad venérea. Las cifras enlos hospitales, de hombres y mujeres, no eran me-nos alarmantes.

Cuadro 2

AFECCIONES SIFILÍTICAS EN HOSPITALES

1906-1910

AÑOS HOSPITAL HOSPITAL

DOS DE MAYO SANTA ANA

1906 311 242

1907 282 234

1908 307 197

1909 251 145

1910 377 176

Fuente: Radhon 1911, p. 16.

Una estadística del Concejo Provincial de Limade 1916 consignaba que en 1915 se detectó en laAsistencia Pública de Lima 6 930 casos de contagiovenéreo.

¿Cuál debía ser el papel del Estado para afrontartan grave problema? Durante la segunda mitad delsiglo XIX en Europa se debatía mucho acerca de lareglamentación de la prostitución. En 1867 se cele-bró en París el primer congreso médico sobre el te-ma, en el que se acordó la tesis de la reglamentaciónde la prostitución, tesis que algunos países asumie-ron oficialmente. Se permitieron los prostíbulos alos que se empezó a llamar “casas de tolerancia” yse distribuyó cartillas de sanidad entre las meretri-ces. Pero no tardó en surgir el movimiento abolicio-nista. En 1874 se realizó en Ginebra el CongresoAbolicionista Internacional, el cual proclamó que“el Estado no tiene derecho a reglamentar la prosti-tución porque ello equivale a pactar con el vicio” yse acordó que la prostitución debía ser consideradacomo un delito y como tal debía perseguirse.

Estos debates repercutieron de inmediatoen el Perú. Muchos tomaron partido por latesis reglamentarista, argumentando la nece-sidad de poner freno a la propagación de lasenfermedades venéreas, especialmente de lasífilis. Los abolicionistas, muchos de elloscon un poder real dentro del Estado, se opu-sieron con mucho éxito a los intentos regla-mentaristas. Esta preocupación derivó en unacampaña intensa para perseguir a las prosti-

1010

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

Los casos de enfermedades venéreas fueronalarmantes entre los miembros del ejército. Cuartel de Santa Catalina en Lima, 1902.

Page 181: La Republica Oligarquica Peruana

tutas y castigar a sus organizadores. En 1874 el pre-fecto de Lima reseñaba en su memoria que “la poli-cía ha perseguido incesantemente el juego, la pros-titución y la vagancia. El juego y la prostitución,que escandalizando a la sociedad hacían ostenta-ción de su ejercicio, se encuentran reducidos a losmás estrechos límites y a la práctica más oculta. Lamoralidad pública ha ganado muchísimo por laconstante vigilancia de los agentes de este despa-cho” (Memoria del Prefecto del Departamento de Li-ma, 1874).

Falsas ilusiones del prefecto, más preocupadopor la moral pública que por los efectos dañinos delmeretricio clandestino. En 1888, Manuel A. Muñizoptó el grado de doctor sustentando una tesis sobre“La reglamentación de la prostitución”. En ella se-ñalaba, entre otras cosas, que el meretricio clandes-tino era la fuente de casi todas las enfermedades si-filíticas, que los soldados y militares eran los másactivos agentes de propagación de las enfermedadesvenéreas, y que la policía, “gracias a una subven-ción”, toleraba la existencia de burdeles sin preocu-parse por las más elementales normas de higiene.Muñiz defendió consistentemente la tesis de la re-glamentación como la mejor alternativa para evitarsus consecuencias funestas: “Perseguir la prostitu-ción callejera, así como la clandestina; tolerar y has-ta fomentar las casas ad hoc, dictando sus reglamen-tos internos, en los que se prohiba la entrada a me-nores de edad, la venta de licores, así como todo ex-ceso; clasificar y normalizar y patentar las distintascategorías de estos establecimientos; vigilar e impo-ner tarifas; prohibir que en ellos permanezcan per-sonas distintas de las prostitutas inscritas, periódi-camente reconocidas y provistas de su carta de sa-lud respectiva; perseguir sin tregua a los lenos o ru-fianes; declarar y hacer efectiva la responsabilidadde los dueños de estos establecimientos, en dondedeben existir preservativos antisépticos gratuitos”(Muñiz 1888: 23).

Las propuestas del joven médico fueron recogi-das en 1893 por su hermano, Pedro Muñiz, enton-ces prefecto de Lima, quien dirigiéndose al supre-mo gobierno, recomendó la necesidad de llevar acabo la reglamentación de la prostitución (Memoriadel Prefecto de Lima, 1893). Años después el doctorFederico Merkel, como ya se ha dicho, además dela reglamentación sugirió la creación de un dispen-sario de salubridad con personal médico y adminis-trativo.

Pero estas serias alternativas encontraron unavariada oposición de parte del clero, de algunos in-

telectuales que defendían la libertad del individuo–y que por ello consideraban la intervención médi-ca como un ultraje– y de una fuerte opinión públi-ca conservadora que en 1893, ante las iniciativas delprefecto Muñiz, encarnó el propio fiscal de la na-ción. Todos ellos hicieron una fuerte campaña mo-ralista con el fin de erradicar la prostitución. Prosti-tutas, y no sólo proxenetas, eran perseguidos y re-cluidos en las carceletas de Lima.

Todo esto terminó finalmente en 1914 con eltriunfo de la reglamentación. Recordemos que eseaño el clero había perdido posiciones significativasa tal punto que un año después fue sancionada la li-bertad de cultos. Con el clero perdieron influencia,aunque no gravitación, las opiniones conservadorasen relación a éste y otros temas relativos a la vidacotidiana de las personas.

Los resultados positivos de la reglamentación sereflejaron de inmediato a través de un buen indica-dor: las estadísticas de enfermedades venéreas en elejército.

“Las ventajas aportadas por una bien concebidareglamentación son indispensables; testigo: la guar-nición de Lima, que en 1913 tuvo un porcentaje de34.13 %, en 1914 disminuye a 19.16 % y en 1915llega sólo a 15.42 %; cifras que son harto evidentespara estimular a las demás provincias de la Repúbli-ca en pro de esa campaña antivenérea” (Ministeriode Guerra y Marina 1915: 9).

En 1918 estaban registradas 94 casas de toleran-cia en la ciudad de Lima y el total de prostitutas ins-critas ascendía a 1 109. La policía y el personal mé-dico realizaban una inspección permanente impi-diendo el consumo de bebidas espirituosas y el in-greso a las meretrices que no se sometieran al con-trol sanitario. Se distribuía además cartillas de hi-giene sexual a la población trabajadora. Las medi-das profilácticas se desarrollaban fluidamente. Elúnico problema era la ubicación de las casas de to-lerancia. Distribuidos por toda la ciudad, los lenoci-nios estaban localizados muchas veces cerca de co-legios y conventos, provocando las justas iras de losmoralistas. Esto originó nuevos enfrentamientosque terminaron en los años treinta con la concen-tración de las casas de tolerancia en el barrio pros-tibulario del Huatica, en La Victoria.

LA REPRESIÓN AL CARNAVAL

Las obsesiones controlistas no se limitaron a lasconductas individuales típicamente desviantes.También llegaron a disciplinar conductas colecti-

1011

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 182: La Republica Oligarquica Peruana

vas originadas en la cultura po-pular, como el carnaval.

El carnaval de Lima llamó laatención de muchos viajeros du-rante el siglo XIX. Entre ellos po-demos mencionar a FrederichGerstaecker, un novelista euro-peo que visitó el Perú en 1860.Llegó precisamente en febrero,mes del carnaval, y quedó muyimpresionado por las escenaspresenciadas durante los tresdías que duró la fiesta. Los he-chos que narró –una mezcla dealegría y salvajismo desbordan-tes– no ocurrían, según su testi-monio, en Alemania, su tierranatal. Incluso aquellos tan sim-ples como echar agua desde losbalcones a los pobres transeúnteso lanzar huevos llenos de agua deacequia (o perfume en el caso delos refinados).

Durante los tres días que duraba el carnaval, laciudad entera se convertía en un caos. Baldazos, je-ringas disparando agua, pintura y barro por los ba-rrios de gente negra, incursiones en las casas en bus-ca de víctimas. Una infaltable dosis de hedonismo,sensualidad o de sana lujuria. Desorden general, im-posible de ser controlado por las fuerzas policiales,

las que, por lo general, eran tam-bién blanco de los ataques.

Son muy pocas las descrip-ciones simpáticas de la fiestacarnavalesca en Lima que pue-den hallarse en los testimoniosde aquellos tiempos, ni siquieraen los de los viajeros que son losmenos cargados de sanción. Po-cas alusiones a las comparsas,pocas descripciones de las dia-bladas que de hecho existieronen la capital del Perú hasta el si-glo XIX. En esos recuentos decronistas ocupan un lugar desta-cable “el espíritu jaranero” de lapoblación limeña, la espontanei-dad, la improvisación. Pero tan-to o quizás más que lo anterior,la agresividad que según aque-

llos testimonios se apoderaba de sus habitantes.En efecto, partes policiales consultados en el Ar-

chivo General de la Nación muestran que muchoseran detenidos y no faltaban los heridos y los muer-tos. Ya el mismo Gerstaecker lo había percibido en1860: “Por muy inocente que parezca desenvolver-se el carnaval de Lima, no puede, con todo, termi-nar sin sangre. Como se me ha asegurado, cada añoocurren algunos casos fatales. En uno de los subur-bios una indígena compraba carne, en la mañanadel tercer día, y se encontraba ocupada en cortar untrozo, cuando un mulato le arrojó por la espalda uncubo de agua en la cabeza. La chola se encontrabade mal humor esa mañana, pues sin voltearse si-quiera le clavó al mulato un cuchillo en el cuerpo,el cual murió pocos minutos después” (Gerstaecker1969: 58).

En 1874 un visceral crítico del carnaval argu-mentó: “basta ver todos los daños que ocasiona; elnúmero de heridos y aun muertos que quedan en elcampo después de ese combate”.

Sin embargo, un elemento que no siempre fuedebidamente captado por los cronistas de la época–y que se refleja en las prohibiciones municipales–fue el uso democrático de la ironía. La burla ejerci-da desde abajo contra el poder cristalizó en las más-caras que anónimos danzantes lucían con el fin desatirizar a curas, alcaldes, prefectos y aristócratas.El desafío, aunque fuera momentáneo, era un ingre-

1012

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

Escena de una “catarata de carnaval”,siglo XIX.

El juego delos carnavalesen la Lima delsiglo XIX. Apesar de lasrestricciones,el jolgorio ylos desmanesocasionadospor elcarnavalescapaban alcontrol de lasautoridades.

Page 183: La Republica Oligarquica Peruana

diente singular, cuya importancia no se puede per-cibir si no se toman en cuenta los códigos hereda-dos del virreinato que imponían solemnidad y res-peto en las clases populares. El carnaval era uno deesos pocos momentos en que los oprimidos teníanla ocasión de cobrar una revancha, incruenta porcierto, a aquellos que los humillaban.

De acuerdo con las obsesiones controlistas, elcarnaval era la expresión más extrema de la “incul-tura” popular, una gran “vagamundería” –según Ri-cardo Dávalos y Lissón– inventada por la inmorali-dad y sostenida por la barbarie. Este carnaval no po-día subsistir, como precisó José Carlos Mariátegui,en una época de desarrollo urbano e industrial: “Enesta época tenía que imponerse el gusto europeizan-te y modernista de los nuevos ricos, de la clase me-dia, de categorías sociales, en suma, que no podíandejar de avergonzarse de los gustos populares” (Ma-riátegui 1979: 122).

Pero, además, había un ingrediente no menosimportante: combatir la peligrosidad de las clasespopulares y esa tendencia, evidenciada en el carna-val, a quebrantar el respeto de las jerarquías: “la ne-gra asquerosa –decía Dávalos y Lissón– que nuncase ha atrevido a saludarnos, confiada en la costum-bre y en la frase proverbial: ‘todos somos iguales’,nos meterá con sombrero y botas en un boquerón,por más que le supliquemos que no lo haga, y porla insolencia de una negra, se encontrará usted,cuando menos lo piense, marchando a la tierra delos calvos” (Dávalos y Lissón 1913: 25-26).

Ricardo Dávalos y Lissón fue tal vez uno de losprimeros en desatar una guerra abierta al carnaval,tal como acontecía en Lima. Proponía cambiar estaespontánea manifestación, siguiendo el ejemplo deItalia y Argentina, organizando una fiesta y paseopúblicos: “divirtamos al pueblo de otra manera y élse dejará divertir. La mala costumbre será sustitui-da. Querer es poder, y si los jóvenes decentes se em-peñan, lo conseguirán”.

No era el único que así pensaba y a finales del si-glo XIX, a medida que avanzaba la modernización,fue introducida una serie de normas y sancionesque apuntaban a institucionalizar la fiesta del carna-val. Recordemos que las fuerzas policiales ya teníansuficiente con perseguir a vagos y encerrar a ebriosen la cárcel y a los locos en el manicomio. Los díasde carnaval fueron muy arduos para la gendarmería.

El uso de las máscaras fue prohibido por sendas or-denanzas municipales y el gobierno fomentó a cam-bio los desfiles alegóricos.

En 1920, con el inicio de la “Patria Nueva” deAugusto B. Leguía, surgía una nueva fiesta.

“Parece que va decayendo en Lima el entusias-mo por las fiestas de Carnaval”, comentaba la revis-ta Variedades con satisfacción. “Este año han trans-currido los tres días de carnestolendas en medio degran apatía e indiferencia. Sólo en algunas calles y aciertas horas se ha jugado como se hacía antes, conagua y polvos, gritando y vociferando, en fin, a lacriolla. Hay que felicitarse por esto, porque la formacomo se celebraba entre nosotros la fiesta del Momoera bastante inculta y grotesca. La civilización y lacultura modernas nos imponían otra manera de ma-nifestar alegría y júbilo. Hoy los bailes de disfraces,el corso de carruajes, pintorescamente arreglados,reemplazan ventajosamente a los combates con glo-bos, baldes de agua y harina más o menos perfuma-da” (Variedades, febrero de 1920).

El carnaval limeño, mulato y jaranero, pasó a unsegundo plano, aunque subsistieron algunos bastio-nes en los arrabales. Comenzó el dominio del car-naval apático, artificial, organizado por la autoridadpara el lucimiento de las clases medias y altas. Lamultitud presenciaba el desfile de carros alegóricos,las batallas de flores, la presentación de las reinas debelleza “elegantemente vestidas con finísimos y ri-cos trajes pompadour”, según la revista Variedades.Fue un carnaval impuesto en las principales ciuda-des del país, y que en Lima llegó a su fin en los años50, porque se le mantuvo vivo a fuerza de calor ar-tificial, como sentenció y pronosticó José CarlosMariátegui: “Apenas le falte este calor desaparecerádesgarbadamente. Las fiestas populares tienen suspropias leyes biológicas. Estas leyes exigen que las

1013

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Augusto B. Leguía lanzando un chorro de agua en los carnavales de 1926.

Page 184: La Republica Oligarquica Peruana

fiestas se nutran de la alegría, la pa-sión, el instinto del pueblo” (Mariá-tegui 1979: 123).

A pesar de los esfuerzos de la po-licía, los ímpetus eróticos del carna-val siguieron vivos en la gente delpueblo, tal como lo testimonia lacrítica incluso de los anarquistas,también dominados por el racionalismo: “Yo he vis-to a un hombre, inducido por el juego, dejar de serhombre y convertirse en el macho primitivo, lasci-

vo e imperioso, con la cara congestionada por la lu-juria, la mirada incitante, febril, la nariz dilatadapor la respiración ardiente, la boca entreabierta, lasmanos crispadas; todo él hecho un delirio de sen-sualismo, lanzarse sobre la hembra con ímpetu debestia, estrujarla contra su cuerpo ardiendo en de-seos, y palpar sus encantos con furia salvaje; y enesa ansia loca y dolorosa, reír a carcajadas. Y he vis-to, después, sin indignarse, sin protestar siquiera,del grosero ultraje a su cuerpo, sus encantos feme-niles, la he visto, con su cara enharinada, sonreír

gozosa, satisfecha, res-pondiendo a las brutali-dades del macho incitan-te con igual aturdimientoy crueldad” (La Protesta,marzo de 1920).

Esa pasión y alegría,esa expansión libre y de-senfrenada, tan llena delujuria y desborde cues-tionador –sin descono-cer, por cierto, los criti-cables hechos de violen-cia– quisieron ser anula-dos por la moderniza-ción de Lima. La historia,finalmente, demostróque tales pretensiones se-rían sólo transitorias. Elcarnaval domesticado co-lapsó en Lima a media-dos del siglo XX, mien-

tras que el culto dionisíaco, alimentado ahora porlas migraciones provincianas, se mantiene aún ennuestros días.

1014

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

Un dinosaurio en el desfile de carnaval de1926 frente al Palacio de Gobierno. Con elgobierno de Leguía surgió una fiesta másburguesa y por consiguiente menos cercanaa las manifestaciones populares que habíancaracterizado el carnaval limeño.

Carro alegórico en el desfile del carnavalde 1926.

IVCUESTIÓN ÉTNICA Y GÉNERO

LAS MUJERES Y LOS ESCENARIOS

El inicio del período colonial significó para lasmujeres el comienzo de una situación que no ha-bían conocido anteriormente. Si bien la sociedad

prehispánica fue una sociedad patriarcal, la partici-pación de las mujeres en las estructuras de poder(hubo mujeres curacas y donde no las hubo la suce-sión se daba muchas veces por línea materna), ha-cía que tal tinte patriarcal no fuera tan marcado co-

Page 185: La Republica Oligarquica Peruana

mo lo fue después. Por ello lahistoria de la mujer a partir de lallegada de los españoles puedeser leída como una constante ycotidiana lucha por recuperar elespacio perdido.

Esto no fue tarea fácil. La do-minación colonial había signifi-cado el afianzamiento de estruc-turas mentales muy fuertes enrelación a la subordinación delas mujeres. Incluso aquellasprocedentes de los sectores altosde la sociedad tenían limitadasposibilidades de desenvolvi-miento, hasta en lo referido a co-nocimientos y desplazamientofísico. Ya durante la colonia, lasmujeres contrarrestaron esta situación de diversasmaneras, incluidas las prácticas de la hechicería. Pe-ro sería a partir de la introducción de ideas inspira-das en el pensamiento de la Ilustración que las mu-jeres, en un primer momento de las clases acomo-dadas, pudieron desplegar su lucha con mayor con-sistencia.

Luego de la independencia, y más aún en la se-gunda mitad del siglo XIX, se empezó a discutir elrol de la mujer en la sociedad peruana. Fueron pri-mero intelectuales varones, como Francisco de Pau-la González Vigil y Mariano Amézaga, los primerosen enfocar el tema desde las nuevas perspectivas li-berales. Vigil sostenía que el trato que se da a la mu-jer es una de las señales para conocer la diferenciaentre un pueblo bárbaro y uno civilizado. Amézagapropuso que las mujeres que no contasen con la tu-tela económica masculina suficiente debían traba-jar. Ambos abogaron mucho por elevar el nivel in-telectual de la mujer, a través de la difusión de lainstrucción escolarizada (siguiendo estas premisas,en 1873 el gobierno de Manuel Pardo estableció lainstrucción primaria obligatoria en toda la Repúbli-ca, tanto para varones como para mujeres); sin em-bargo pusieron reparos a su participación en la po-lítica. Estos intelectuales, que elaboraban sus refle-xiones desde el punto de vista de las necesidades dela sociedad, no contemplaban las posibilidades delas mujeres como un factor en sí mismo (Villavicen-cio 1992). Esta última perspectiva tendría que ema-nar de las mujeres mismas.

La década de 1870 representó la irrupción de undiscurso femenino. Narradoras y poetisas pertene-cientes a las clases altas, animadas por el discurso

científico inspirado en el positi-vismo, construyeron un discur-so feminista a través de sus pro-pias obras y de su incursión endebates incisivos en torno al rolde la mujer. Clorinda Matto deTurner, Mercedes Cabello deCarbonera, Teresa González deFanning y Margarita Praxedes

Muñoz, entre otras, fueron las intelectuales que rea-lizaron los planteamientos más avanzados del dis-curso feminista, abogando por la educación, reivin-dicando su igualdad en inteligencia con el hombrey defendiendo, en algunos casos, su participaciónen la política. Afirmaron, sin llegar a extremismos,que sus actividades no se contradecían con sus res-ponsabilidades de madres, hijas o esposas.

Más allá del valor intrínseco de sus postulados,hay que señalar que esta generación tuvo en su mo-mento un importante impacto en la cotidianeidadde aquellos tiempos. Publicando revistas y librosque, como en el caso de Mercedes Cabello, llegabana tener más de tres ediciones en un corto período ytraspasaban las fronteras del Perú; creando escuelaspara educar a las niñas y prepararlas para el futurosembraron nuevas sensibilidades que sin duda in-fluyeron en muchas mujeres y hombres de la época,despertando brutal oposición de parte de muchosvarones de la elite social. El caso de Mercedes Cabe-llo, quien murió en el Manicomio del Cercado, esbastante simbólico de la doble condición de exclui-da: mujer y loca.

¿Pero qué pasaba con las mujeres comunes y co-rrientes, aquellas que no tenían el confort, la forma-ción intelectual y la solvencia económica que lespermitiera descollar en la esfera intelectual? “Lasmujeres siempre han trabajado” (Villavicencio1992: 119). En efecto, mientras algunos intelectua-les progresistas como Mariano Amézaga se manifes-taban favorables a la participación de las mujeres enlas tareas productivas fuera de la casa, miles y milesde mujeres en las ciudades y en el campo desarro-llaban labores económicas destinadas al sustento

1015

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Desde el siglo XIX se inició unadiscusión sobre el rol de la mujer. Eneste debate también participaronmujeres quienes, como las narradorasClorinda Matto y Mercedes Cabello,entre otras, dieron forma a undiscurso femenino. En la imagen,Flora Rosa Valderrama, 1902.

Page 186: La Republica Oligarquica Peruana

diario. Y mientras muchoshombres de los sectores po-pulares derrochaban su dine-ro y tiempo en la bebida, lasmujeres manifestaron (mani-fiestan) mayor concienciaacerca de consagrar sus bene-ficios al propio hogar.

A fines del siglo XIX E.W.Middendorf observó esta cua-lidad en muchos de los pue-blos que recorrió: “Había mu-chos indios embriagados, sen-tados delante de las puertas,cantando y gritando estrepito-samente; sin embargo, no vi aninguna mujer embriagada.Parece que todas las mujeresde esta región [Caraz] son ex-traordinariamente trabajado-ras y activas; en sus quehace-res llevan siempre el huso enla mano y bajo el brazo, el ve-llón en una horquilla, incluso cuando están coci-nando” (Middendorf 1973: 27).

En Celendín el viajero alemán observó: “No ha-bía ningún hombre en la casa, pues todos se habíanausentado del pueblo, ya trabajando como arrieros,o como peones en haciendas ajenas. Las mujeresestaban dedicadas a sus labores, cosían o bordabanfundas para almohadas y sábanas. Las mujeres deesta región nos parecieron tan trabajadoras comolas del centro del Perú; casi todas las que encontra-mos en el camino llevaban el huso en una mano,un vellón de lana en una horquilla bajo el brazo, ehilaban caminando” (Middendorf 1973: 143).

En las ciudades como Lima las mujeres desem-peñaron desde la colonia labores en el servicio do-méstico, en las pulperías y en el comercio ambula-torio. También trabajaron en faenas agrícolas y enotras oportunidades fueron chinganeras: “las chin-ganeras contaban con pequeños locales donde ven-dían alimentos preparados y bebidas. Estas chinga-nas eran restaurantes de baja categoría, siendo lachinganera la propietaria” (Villavicencio 1992).Había también a lo largo del siglo XIX, un persona-je singular, propio de la situación irregular del ejér-cito peruano: la rabona; mujeres, generalmentequechuahablantes, que seguían a los soldados de latropa y se encargaban de conseguir víveres, coci-narlos, lavar los uniformes y de otras tareas de res-paldo.

A principios del siglo XXse producen dos sucesos im-portantes en la ubicación dela mujer respecto al aparatoproductivo. Uno es la cre-ciente participación en laeducación y particularmenteen la esfera universitaria apartir de 1908, que derivó enla existencia de mujeres pro-fesionales, por ejemplo enmedicina; el otro es la mayororientación del trabajo feme-nino hacia tareas producti-vas.

Respecto a lo primero, hayque destacar que a principiosde siglo en la ciudad de Lima

los censos registraron más de un millar de profeso-ras, además de un importante número de mujeresque ejercían profesiones liberales y las bellas artes.Su presencia originó serias resistencias, censura so-cial y un velado hostigamiento que en algunos ca-sos conducían a la deserción profesional, general-mente tras haber contraído matrimonio. Con todo,las mujeres profesionales siguieron en aumento conel paso de los años y sobre todo con el crecimientode las clases medias que pugnaban por una mayordemocratización de la sociedad peruana.

El predominio de las ocupaciones “industriales”sobre las de servicios tenía que ver con los cambiosoperados en la estructura productiva del país, espe-cialmente con el auge de la moderna industria azu-carera en la costa norte y con el relativo auge del in-dustrialismo en la capital de la República producidoentre 1890 y 1907. Hubo pequeñas fábricas, espe-cializadas en la producción de alimentos, jabones,velas y aguas gaseosas, que apenas se diferenciabande los talleres artesanales por el número de opera-rios: “cinco o seis obreros bastan para el servicio deuna fábrica mediana, llegando las más grandes a 10o 15 y reduciéndose las más pequeñas a 2 o 3”, se-gún un economista de la época. Las fábricas textilesen, cambio, sí emplearon un número considerablede personas, pese al mayor uso de máquinas moder-nas, como “El Inka” que llegó a emplear hasta unmillar de obreros. Dado que las mujeres y los niños

1016

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

Dos damas deportistas en unacarátula de la revista Prisma,1907.

Page 187: La Republica Oligarquica Peruana

recibían un salario inferior al de los hombres, losdueños de las fábricas incorporaban un buen por-centaje de mujeres en la fábrica.

Sin embargo, la mayor presencia femenina den-tro del rubro “industria y artes manuales” no estabaen las fábricas sino en las tareas que realizaban in-dependientemente, como la costura. Mientras queen 1876 en la ciudad de Lima había 1 461 costure-ras y modistas, en 1908 éstas llegaron a 7 021, unincremento espectacular de 380 por ciento, un cre-cimiento exponencial que no sólo fue mayor al de lapoblación sino incluso al del rubro “industria y ar-tes manuales” que fue del 149 por ciento. Hacia1920 esta tendencia se acentuó más aún: costurerasy modistas (en total 9 538) aumentaron en 552 porciento. Este aumento no significaba un mayor pro-greso social necesariamente: fueron las urgencias dela lucha por la existencia, agravada por las políticasliberalizadoras, las que lanzaron al mercado a mu-chas mujeres.

En 1895 Joaquín Capelo comentó: ”Exceptuan-do a unas cuantas de clase inferior que trabajan entalleres públicos [...] la mayor parte de las 6,000costureras [...] son personas que han tenido ciertaposición en la sociedad y que después han debidoabandonarla, descendiendo muchos grados en ran-go, una vez que la escasez de recursos las obliga abuscar trabajo en clase inferior a la que antes ocu-paron [...] La costurera se ve privada de las conside-raciones sociales a que ha estado acostumbrada; y afuerza de un trabajo rudo y sin descanso, logra ape-nas un pedazo de pan amasado con lágrimas, humi-llaciones y vergüenzas, tal vez ocasionada por algu-no que fue de su amistad, en los tiempos de su opu-lencia” (Capelo 1895: 40-41).

Ésta no fue la única desventaja que afrontaronlas mujeres de los sectores populares. A ello se su-maba la irresponsabilidad del padre de sus hijos yunido a esto la fuerte carga ideológica de la tradi-ción católica que imponía la Iglesia. A principios desiglo, dos tercios de los niños de Lima eran ilegíti-mos, es decir nacidos fuera del matrimonio (Stein1986), situación que venía de mucho tiempo atrás.En 1885, según una estadística oficial, la ilegitimi-dad alcanzaba entre los negros el 84 por ciento y enlos mestizos e indios el 67 por ciento y 62 por cien-to, respectivamente, mientras que en los blancos al-canzaba al 33 por ciento. La alta incidencia de hijosfuera del matrimonio ha conducido a algunos auto-res que han estudiado el fenómeno para el períodocolonial, a señalar que había entre las mujeres yhombres de Lima antigua una práctica sexual ten-

diente a transgredir la cultura oficial, pero la reali-dad parece ser más compleja si consideramos lafuerte influencia de la Iglesia en la configuración delas mentalidades colectivas, particularmente en re-lación al sentimiento de culpa y la manera de asu-mir el sufrimiento. ¿Por qué no pensar, entonces,que muchas de esas mujeres con hijos ilegítimos re-sultaban víctimas de la seducción, en una época deescaso control sobre la reproducción?

Abandonadas a su suerte, muchas mujeres tuvie-ron que asumir el rol de madre y padre de sus hijos.

ETNICIDAD Y GÉNERO EN CUZCO

En el mundo andino, al parecer, la ilegitimidadno fue tan marcada como en las ciudades costeñas.Sin embargo, esto no significaba que las mujeresfueran menos oprimidas, a pesar de la fuerte pre-sencia de componentes prehispánicos en las relacio-nes de género. Una visión idealizadora, que tienecomo punto de partida la protección de los “rezagosculturales” prehispánicos que “hay que defender”,ha llevado a identificar las relaciones de comple-mentariedad como equivalentes a igualdad entre lossexos. Estudios específicos han detectado en cam-bio la existencia de una complementariedad de gé-nero (“el trabajo de las mujeres es tan necesario yespecífico como el de los hombres”), que no pasapor alto la presencia de la subordinación de las mu-jeres a los hombres (De la Cadena 1991: 11).

El problema se encontraba estrechamente ligadoa la cuestión étnica: “la diferenciación entre géneros

1017

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Taller de costura de la compañía Suetomi hacia 1935. Ungrupo importante de mujeres se incorporó al mercado

laboral en actividades ligadas a la costura.

Page 188: La Republica Oligarquica Peruana

se incorporaba en la estra-tificación étnica y las rela-ciones de subordinacióndentro de las parejas seconstruían, en muchos ca-sos, tomando en cuentaesta última” (De la Cadena1991). Así ocurría a prin-cipios de siglo en la comu-nidad de Chitapampa, enel departamento de Cuzco.

Las relaciones patriar-cales en la comunidad deChitapampa estaban en re-lación estrecha con la pro-piedad de los recursosagrícolas. Dentro de unmatrimonio, el hombre erael principal propietario delas parcelas familiares, locual se reproducía me-diante un patrón de heren-cia que distinguía entre elhijo principal, herederodel 80 por ciento de la pro-piedad familiar, el hijo se-cundario (ambos en la ma-yoría de los casos eran va-rones) y “el resto”. Ahorabien, como los matrimo-nios eran concertados enfunción de relaciones de poder entre las familias, “elvínculo contraído a través de una hija mujer ubica-ba a la familia ‘dadora’ en una posición subordina-da, puesto que el matrimonio no suponía un incre-mento en la propiedad de tierras de la familia querecibía a la mujer” (De la Cadena 1991: 12).

Las mujeres quedaban en una posición subordi-nada no sólo respecto a la propiedad, sino tambiénen lo referente a la definición de trabajo. Sus labo-res en la casa o fuera del hogar, como la venta dehortalizas en los mercados, por ejemplo, no eranconsideradas como trabajo. Con la modernización,se consideraba que el trabajo citadino, mestizo, erasuperior al de los indios, aunque éstos fueran hom-bres. Aquellos que tenían contactos citadinos fue-ron pasando a otra categoría étnica. Consecuente-mente, las mujeres resultaron siendo las más indias.

Las mujeres de Chitapampa de principios de si-glo tenían tres caminos: lograr un lugar legítimo enla comunidad mediante el casamiento; integrarse,de permanecer solteras y por ello marginales, a una

familia cercana, sometién-dose a los parientes queestuvieran dispuestos aacogerla; abandonar la co-munidad para irse a traba-jar como sirvientas demestizos a un pueblo ve-cino. De acuerdo con tes-timonios orales: “la mi-gración de mujeres enton-ces era mayor que la dehombres, hecho que co-bra sentido si considera-mos que los patrones deherencia de terrenos táci-tamente las excluían delacceso al poder y de lamovilidad étnica” (De laCadena 1991: 17).

Las cosas empezaron acambiar a partir de la dé-cada de 1940, con el ini-cio del proceso de moder-nización de la región cuz-queña. La “devaluación”del estilo de vida campe-sino –y no sólo la deva-luación de la tierra pro-movida por su fragmenta-ción y las mejores oportu-nidades monetarias que

ofrecía el trabajo urbano– que ocurrió cuando el ac-ceso a las ciudades fue más fácil, derivó en una mo-dificación del patrón de herencia de la tierra. Así,mientras que entre 1900 y 1920 las mujeres que he-redaban tierras constituían el 22 por ciento, entre1940 y 1970 representaban el 31 por ciento. Sin em-bargo, este hecho ha significado que los hombresestén más ligados a la ciudad “desindianizadora”,donde pueden acceder a nuevas fuentes de poder,mientras las mujeres permanecen en el ámbito ru-ral. En consecuencia: “la población ‘mestiza’ es ma-yoritariamente masculina, mientras que entre los‘indios’ la mayoría son mujeres” (De la Cadena1991: 22).

EXTRANJEROS EN LIMA

Hacia 1857 Lima llegó a tener una poblaciónconformada en un 50 por ciento por extranjeros, unhecho que coincidió con el auge de las exportacio-nes guaneras. Como es sabido, este apogeo terminó

1018

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

Una mujer de Tupe en Yauyos. En los Andes las mujeresestaban subordinadas a la autoridad tradicional de su

esposo y el trabajo realizado por ellas no era reconocidocomo tal. Progresivamente, la modernización de estas

sociedades ha ido erosionando estos conceptos.

Page 189: La Republica Oligarquica Peruana

en 1872 con la crisis financiera del Estado peruanoy con el agotamiento de los depósitos guaneros. Lacrisis se reflejó en las tendencias del movimientomigratorio: hacia 1876 los extranjeros conformabanel 18,6 por ciento del total de habitantes de la pro-vincia. Desde entonces los porcentajes de la pobla-ción foránea fueron cada vez menores.

A principios del siglo XX, cuando la economíaperuana logró recomponerse, se registró una reani-mación del flujo migratorio. Pese a esto, la tenden-cia a la disminución relativa de la población mi-grante siguió su curso. En 1908, los extranjeros quehabitaban Lima constituían el 9,3 por ciento, mien-tras que en 1920 a nivel de toda la provincia repre-sentaban el 7,1 por ciento. Esta disminución se de-bía básicamente al crecimiento de la población pe-ruana en la ciudad de Lima, aunque también a undescenso relativo del flujo migratorio.

Lima del siglo XIX y de principios del siglo XXera, pues, una ciudad en cuyas plazas, bares y pul-perías podían oírse varios idiomas. Circulaban porsus calles súbditos y ciudadanos hindúes, escoceses,rusos, ingleses, norteamericanos, mexicanos, chi-nos, japoneses, italianos, alemanes, ecuatorianos yde países diversos de América Latina. Las coloniasmás importantes por su número estaban conforma-das por chinos –con un total de 5 082 miembros– ypor italianos, con 2 559 individuos. Ambas repre-sentaban el 60 por ciento del total de extranjeros enla ciudad, que para 1908 sumaban 12 635. Otras co-lonias como las de los ecuatorianos (5% del total deextranjeros), alemanes (3%) o ingleses (2%), fueronobviamente menos importantes.

La presencia masiva de chinos e italianos databadel siglo anterior. Aunque hubo italianos durante lacolonia, su presencia importante empezó en 1872bajo el patrocinio de la Sociedad de Inmi-gración Europea. Los chinos, como es cono-cido, fueron importados masivamente paratrabajar en la agricultura. Los que huían delas plantaciones o los que culminaban sucontrato y aquellos que llegaron por cuentapropia en calidad de colonos inmigrantes seafincaron en la ciudad de Lima, o más exac-tamente en las inmediaciones del mercadocentral, en un área que desde entonces em-pezó a ser conocida como “el barrio chino”.

Tanto chinos como italianos trabajaroncomo dependientes en las tiendas de abarro-

tes y en algunos talleres artesanales. Con el paso delos años, muchos chinos llegaron a ser propietariosde los establecimientos de abarrotes hasta llegar aconformar un monopolio en este tipo de negocios,disputándose el mercado con otros propietarios,principalmente italianos y peruanos.

Por cierto, hubo un grupo pequeño pero impor-tante de italianos que llegaron a insertarse en la eli-te económica. Aunque en la colonia china casos si-milares fueran más bien escasos, la antigua imagendel chino humillado en las islas guaneras, del culíeexplotado en las haciendas, empezó a dejar paso auna nueva fisonomía. Según Dora Mayer,”...el tipode chino anticuado se había borrado ya casi porcompleto para hacer campo al chino europeizadoque no usaba más la trenza y el traje original”.

A pesar de ello, los chinos fueron blanco de ata-ques continuos de parte de la población nativa.Constantemente fastidiados, objeto de burlas y hu-millaciones callejeras, los chinos fueron tambiénvíctimas de las iras de la multitud en mayo de 1909y en mayo de 1919, durante las protestas contra eldesempleo y por la rebaja de las subsistencias. Sustiendas fueron saqueadas y en algunos casos incen-diadas. En los diarios e incluso en los periódicosobreros se atacaba constantemente su presencia y seles responsabilizaba por la crisis económica, espe-cialmente por la falta de trabajo.

Este trato distaba mucho del que recibieron losinmigrantes europeos. Aunque no faltaron episo-dios en que resultaron víctimas de injusticias y abu-sos de autoridad, los italianos, incluso los de máshumilde condición, fueron bien recibidos por la po-blación en su conjunto. Ya instalados, gozaron delas simpatías cotidianas. Hay varias razones que ex-plican esta simpatía. La más sensible la constituye-

1019

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

La calle de Mercaderes (hoy cuarta cuadra deljirón de la Unión) en Lima hacia 1910.

Page 190: La Republica Oligarquica Peruana

ron los mútiples servicios que prestaron en los ba-rrios populares, donde establecieron sus pequeñosestablecimientos de venta al menudeo. Las pulpe-rías italianas, abiertas desde muy temprano hasta al-tas horas de la noche, se convirtieron en centros detertulia en los que al pie de pinturas italianas o dePancho Fierro, las gentes pobres comentaban lossucesos del día. Los italianos que atendían fueron“ejemplos de laboriosidad y discreción” y prestaronfacilidades a los pobres “a los que fiaban”, según laevocación del poeta José Gálvez.

Los chinos no fueron menos hacendosos con lagente pobre de la capital. Los herbolarios, reparti-dos por toda la ciudad, eran frecuentemente reque-ridos a altas horas de la noche. Muchas personasque no podían pagar las tarifas médicas acudían aellos para afrontar una emergencia. Y en las enco-menderías –según Dora Mayer– los chinos eran co-nocidos por sus famosas “yapas”. Los inmigranteschinos hicieron múltiples esfuerzos por agradar alpueblo de Lima, incluso después de ser agredidos.

Las coincidencias culturales contribuyeron a unmayor acercamiento hacia los italianos. Aunque losidiomas eran diferentes, nativos e italianos teníanen común la confesión católica y una herencia cul-tural latina. Puede notarse además cierta empatíapsicológica, como señaló el cónsul peruano en Ita-lia: “la inmigración italiana es la que más se aseme-ja al elemento nacional, la más tranquila, honrada ytrabajadora, más simpática a las poblaciones y lasautoridades y la más capaz de llevar a cabo la pros-peridad del país”.

Estas afinidades fueron una suerte de puente delque por cierto carecían los asiáticos. Pero existióotro elemento que más bien sirvió de escudo paralos italianos: su origen blanco, su pertenencia a un

estrato racial considerado de primer orden en la je-rarquía de la Lima antigua (y no sólo por los que seconsideraban blancos). La sobrevaloración del blan-co, mejor si era extranjero, fue un sentimiento queatravesaba las relaciones humanas de la sociedadentera. Los pulperos italianos no sólo fueron valo-rados por los servicios que prestaron, sino ademásporque en muchos casos contribuyeron al “progre-so racial” de nuestro pueblo: “cuando el bachiche notenía madama, terminaba por enamorarse de unazambita pizpireta y limpia con quien casaba, contri-buyendo a mejorar la raza” (Gálvez 1966: 107). Loschinos, a su turno, fueron despreciados racialmentepor las clases pobres y ese desprecio fue siempre ce-lebrado por las elites políticas del país. En 1916 Al-berto Ulloa escribió: “felizmente la criolla es por logeneral hosca al chino y así la unión de éste se pro-duce más generalmente con la india”. El productode esa unión, según Ulloa, nacía de ese modo, “conun doble sello de inferioridad”.

Teniendo como soporte la noción de “mejorar laraza”, en Lima de principios de siglo se había es-tructurado –sobre los cimientos de un racismo co-lonial y con los “aportes” extraídos del positivismo–una escala de valores en la que los blancos estabanen la cúspide, mientras que los indios y chinos ocu-paban el último peldaño, por debajo de mulatos,zambos y negros. Quizás por esta consideración, és-tos no vacilaron en despreciar a los indios y chinosque habitaban Lima.

Los chinos, en suma, resultaron víctimas delprejuicio racial generalizado. Así es posible enten-der por qué la violencia contra los chinos se dabatambién en grupos étnicos y laborales –como car-pinteros, pintores y negros albañiles– en cuyos ofi-cios no existió la competencia de orientales.

1020

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

VMENTALIDADES: CONFLICTO Y CAMBIOS

RESIGNACIÓN Y RESISTENCIA POPULAR

En la cultura popular han coexistido un compo-nente fatalista, resignado, frente a los problemas dela vida –particularmente, frente a la injusticia–, yuna visión optimista, cuestionadora, unas veces de

carácter tradicional –opuesta a la modernización– yotras tendiente a asumir los cambios operados en lasociedad peruana.

Numerosos testimonios hablan de la pasividaddel indio. Diversos autores, como Manuel GonzálezPrada y Hermilio Valdizán, creen ver un grado tal de

Page 191: La Republica Oligarquica Peruana

apatía en la raza indígena que la responsabiliza di-rectamente de las injusticias que se cometen contraella. Viajeros europeos como Middendorf fuerontestigos de escenas que denotaban sumisión en loscampesinos de la sierra peruana, aun cuando reco-nocía que ellos anteriormente habían realizado re-beliones sangrientas.

En una oportunidad, cuando se dirigía a la ha-cienda San Miguel, observó la siguiente escena:“Cada vez que encontrábamos indios o sólo nosaproximábamos a unos 50 pasos de ellos, éstos sequedaban parados, hincaban la rodilla y espera-ban con la cabeza descubierta hasta que pasábamos[...] en general frente al blanco es generalmentehumilde, o, por lo menos respetuoso, y si no quieremostrarse así, no levanta los ojos al pasar y su mi-rada hosca y desconfiada siempre queda fija en elsuelo, con expresión huraña y tímida” (Middendorf1973: 51).

En el mundo urbano, de acuerdo con otros tes-timonios, la clase trabajadora consideraba la vidacomo inevitablemente difícil y creía que el confor-mismo y la resignación eran casi las únicas respues-tas disponibles a las constantes penalidades y crisis.Las masas populares, particularmente en Lima, te-nían una estimación muy baja de su poder sobre suspropias existencias, es decir, tenían una visión fata-lista de sus asuntos. Los anarquistas, hombres com-bativos, vieron a los hombres del común como gen-te “...con vientres colgados y fofos, piernas torcidas,pechos hundidos, espinazo en arco...”.

“Fenomenológicamente esa expresión corpóreano es otra cosa que la expresión emocional del esta-do servil. Y es que la emoción y la expresión cons-tituyen partes de un mismo proceso; son la respues-ta del organismo ante condiciones históricas y so-ciales a las que se encuentra sometido el individuo.Así la expresión de sumisión, ‘con el espinazo en ar-co’, nos habla de un estado servil pero tambiéntransmite las cualidades de la experiencia emocio-nal” (Tejada 1988: 241).

Otro investigador considera que la ausencia delpadre en dos tercios de familias limeñas y la consi-guiente relación matriarcal que se establecía condi-cionaron tal vez la posterior búsqueda de relacio-nes clientelistas en la política y de caudillos queofrecían una imagen paterna (Stein 1986). El valsecriollo sería la prueba más a la mano que demuestraque “la resignación como respuesta a la adversidady la crisis, la situación fatalista de la propia suerteinfortunada y la deferencia hacia –combinada con ladependencia de– figuras ‘superiores’, emergieron

como valores primarios de las masas populares”(Stein 1986: 89).

Todo lo anterior es verdad. Pero también es cier-to que al lado del componente fatalista existía otromás bien optimista –unas veces moderno y futu-rista, otras utópico y pasadista–, que en resumensignificaba que los sectores populares, tanto ruralescomo urbanos, creían en la posibilidad de dominarsus destinos.

Es conocido que los Andes fueron escenario enla segunda mitad del siglo XIX y a principios del si-glo XX de numerosas sublevaciones campesinas ori-ginadas por el cobro excesivo de impuestos, por lainvasión que los hacendados realizaban de las tie-rras de las comunidades indígenas, o contra la cons-cripción vial. En muchos casos inspiradas en unasuerte de milenarismo andino: el retorno al pasadocomo programa. En Huaraz ocurrió en 1885 bajo elliderazgo de Atusparia. En 1916 Teodomiro Gutié-rrez Cuevas, “Rumi Maqui”, encabezó una violentarebelión de indígenas en Huancané y Azángaro.Otra revuelta importante tuvo lugar en Chucuitocuatro años después. En 1923 estalló en Huancanéuna de las mayores revueltas de la época. Huanca-yo, Cuzco, Ayacucho también fueron lugares dondelos campesinos protagonizaron furiosas protestas.

Es sabido asimismo que las masas urbanas desa-rrollaron entre 1850 y 1950 básicamente dos tiposde manifestaciones multitudinarias. Una de ellasfue el sindicalismo, incubado por los anarquistascon el fin de lograr ventajas sobre el capital (sala-rios, seguro para accidentes de trabajo, horario detrabajo no mayor de las ocho horas) y luego de1930, leyes de seguro social, vacaciones, entre otras.Otra manifestación fue la revuelta, en la cual lasmasas urbanas saqueaban mercados, destruían en-seres, incendiaban cañaverales, atacaban la propie-dad de la elite y los símbolos del poder estatal; todoello con el fin de modificar la política del Estado enrelación a los alimentos y el trabajo en favor de susintereses. Entre estas revueltas vale recordar la de1858 contra las importaciones que competían conel artesanado local; la rebelión de 1872 contra losGutiérrez, generales golpistas, que estuvo tambiénmotivada en parte por el asunto de las importacio-nes; la protesta de 1893 contra la introducción demáquinas en la fabricación manual de productos; laasonada de 1909 contra comerciantes chinos, moti-vada en cierta medida, al igual que las anteriores,por la falta de trabajo, y la revuelta de mayo de 1919contra el alza de las subsistencias. Muchas de estasluchas, básicamente de 1893 en adelante, tuvieron

1021

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Page 192: La Republica Oligarquica Peruana

efectos favorables para la pobla-ción urbana.

LA DIETA: IDENTIDAD YCONFLICTO

El Perú del siglo XIX era uncrisol polícromo de etnias y na-cionalidades. A los grupos cul-turales de origen prehispánico yla tradición hispano-mestiza, seagregaba la presencia de la cul-tura negra y de los amplios gru-pos de población migrante, co-mo italianos, chinos y nipones.Todos estos grupos no sólo re-producían su identidad en basea un tipo de dialecto y a mani-festaciones artísticas plasmadasen la danza, en la música o a tra-vés de las artesanías de uso dia-rio; quizás la fuente principal deidentidad se encontraba en la mesa o, más exacta-mente, en la cocina.

En la costa norte, por ejemplo, es posible identi-ficar una tradición de 11 mil años de consumo decaracoles terrestres. Estudios arqueológicos han se-ñalado que desde la cultura paijanense de cazadoresy recolectores, que se desarrolló a inicios del prece-rámico costeño, los scutalus –una variedad de cara-col terrestre– han sido el componente infaltable dela alimentación de los pobladores de las localidadesde Moche, Yonán, Virú, Facalá y Santiago de Cao.Estudios etnográficos recientes han comprobado lacontinuidad en el consumo y algunos informantesdan cuenta del mismo hasta las primeras décadasdel siglo XX en poblaciones como Santiago de Caoy Facalá (Gálvez Mora 1993).

En muchas partes de nuestraserranía las fiestas más impor-tantes, las que reúnen a mayorcantidad de personas, son aque-llas que están asociadas al traba-jo agrícola y en particular a al-gún alimento. En algunos sitioses famosa la fiesta de la cosechade la papa, realizada en el mesde junio. En otros lugares, elalimento de primer orden es elmaíz.

Aun en pleno siglo XIX –másprecisamente deberíamos deciren la actualidad– los alimentostuvieron significados mágicos yreligiosos en el mundo andino.El maíz, por ejemplo, a diferen-cia de la papa, mereció un tratoceremonial que todavía es posi-ble encontrar en provincias co-mo Andamarca, en Ayacucho.

Es impresionante observar la cantidad de tiempo yenergías que los pobladores destinaron a este ali-mento, incluso en épocas en que su rentabilidad eramuy baja: “No obstante [...] contar con una ampliagama de cultivos, tales como papa, ocas, mashua,quinua, habas, cebada, trigo, que tienen un mayorvalor comercial, el sitial otorgado al maíz no tieneparangón. La muestra más notable del privilegioque se le concede son las innumerables andeneríasque se le han construido a lo largo del valle, y queson motivo de admiración de todo visitante que lle-ga a la región” (Ossio 1993: 90).

Durante la siembra del maíz, en el mes de se-tiembre, el ambiente en Andamarca es de alegría.Todo se organiza en torno a la siembra. Hombres ymujeres visten de colores alegres, mientras prepa-

ran las viandas y la chicha para los partici-pantes o dan los últimos toques a las resesque han escogido para arar la tierra. Final-mente, la semilla del maíz es siempre trata-da como si fuera un objeto de gran valor, co-mo dinero o arete, o como una criatura tier-na a la que se va a poner en una cuna de pla-ta. “Esto último es una metáfora para refe-rirse a la tierra, que también es llamada ma-dre” (Ossio 1993).

1022

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

La sociedad peruana, un crisol étnico, tiene enla cocina a una de sus principales fuentes deidentidad. En la imagen, dos hermanos, 1902.

Sembrío de papas en los Andes peruanos. Las fiestasagrarias tienen enorme importancia en el calendariode festividades de la sociedad andina.

Page 193: La Republica Oligarquica Peruana

En esta misma zona, la comida másestimada es la patasca, cuya preparaciónes muy laboriosa. Representa la conjun-ción entre la puna y el valle, pues en ellaestán presentes tanto el maíz como la pa-pa y la carne (Ossio 1993). No es sólo enAndamarca donde el maíz goza de prefe-rencia. En algunas provincias de Punoque antaño fueron territorios del reinoLupaca, la memoria colectiva testimoniala enraizada preferencia por el maíz queproducen las zonas de Sama y Tarata, enla costa de Moquegua, considerado supe-rior al de cualquier otro lugar, por ejem-plo el de Cuzco que es cotizado interna-cionalmente.

En el caso de la ciudad de Lima y pro-bablemente de otras zonas urbanas delpaís se observa una preferencia similar,pero esta vez por el consumo de la carne.Al revisar los testimonios de viajeros que visitaronLima durante el siglo XIX y de autores peruanosque escribieron a principios del siglo XX, es inevita-ble constatar que el sancochado fue el plato queocupaba el primer rango entre los limeños.

Todo parece indicar que el sancochado es un po-taje que desciende del puchero, plato español cuyavigencia en nuestra capital se prolongó hasta las pri-meras décadas republicanas. Aunque no se sabecuándo es que aparece el sancochado (o por lo me-nos cuándo se le empieza a designar de esa mane-ra), no existe duda de un hecho que a nuestro en-tender resulta más interesante: en la segunda mitaddel siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX,el plato popular por excelencia, el preferido por loshabitantes de esta capital, era el sancochado.

Esta dieta estaba muy enraizada en Lima, inclu-so en los estratos más bajos de la población. Segúnla Memoria de la Municipalidad correspondiente a1888, la ración diaria recibida por cada uno de lospresos de la Penitenciaría consistía en “12 onzas decarne, 8 onzas de arroz, papas o camotes, 1 onza defideos, 1/2 onza de manteca, 6 de menestras, 4 depan y 2 de verduras”. Acostumbrados a una dietaaltamente nutritiva como la anterior –en que lacarne sobrepasa en proporción a los fideos– los re-clusos reclamaron al experimentar una alteracióndesfavorable.

En cierta ocasión el intendente de policía, al in-formar acerca de una queja emanada de las carcele-tas, dijo lo siguiente en relación a las comidas:“Nunca la he notado de mala calidad. En las maña-

nas se les da un buen sancochado y en las tardesmenestras. Parece que el motivo de la queja ha sidopor habérseles dado de comer una vez chupe: heprevenido al alcaide que destierre este guiso porqueel efecto no es sólido” (AGN, Causas Criminales).

Pero para los trabajadores comer carne implica-ba algo más que experimentar la “solidez” que refe-ría el intendente. En 1899, al hablar del sancocha-do, el doctor De la Puente observó: “el caldo que re-sulta, particularmente si se le han echado huesos ycarnes gordas, es considerado casi unánimementecomo un líquido muy nutritivo, superior a la leche,y sólo cede en importancia a la sustancia misma dela carne, reconocida y proclamada como el ‘sumun’de lo ultranutritivo”. Tres décadas después, otrodoctor manifestó similares impresiones: “Es muycorriente el oír decir: ‘está el sancochado como pa-ra resucitar muertos’; queriendo con ello expresar elexponente supremo alimenticio [...] ha sido co-rriente en nuestra cotidiana observación ver obrerosque se toman dos platos de sancochado y con gransatisfacción hacer gala de su almuerzo, diciéndole alcompañero que de almuerzo deficiente le habla: ‘yosí he tomado dos platos de sancochado’” (Escate1930: 60).

Mantener la tradición alimenticia empezó a tor-narse difícil al comenzar el siglo XX, debido a la es-casez de la carne y a su consiguiente carestía. Unaserie de hechos como el desplazamiento de pastospor cultivos para la exportación (algodón y azúcar)o como la sustitución de ganado vacuno por gana-do menor, promovida por el alto precio de la lana en

1023

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Las dietas populares cambiaron entre fines del siglo XIX y las primerasdécadas del siglo XX, tanto por la escasez de productos como por el

encarecimiento de los mismos.

Page 194: La Republica Oligarquica Peruana

el mercado internacional, colaboraron al encareci-miento de los alimentos en general y especialmentede la carne. Este hecho y el rezago de jornales die-ron como resultado un objetivo descenso real en elconsumo de las carnes, verificado en las estadísticasmensuales de ganado beneficiado en Lima.

Este descenso se dio con mayor fuerza a partirde 1900. Pero si bien puede identificarse una mer-ma en el consumo de carnes, no puede afirmarseque en conjunto el consumo descendió a niveles ca-tastróficos; aun en 1919 el consumo per cápita se-manal de carne en Lima fue de 913 gramos.

Que el consumo de carnes no decayera abrupta-mente a pesar de la disminución del poder adquisi-tivo sólo puede explicarse (una vez descartado elsupuesto de un mayor consumo de las clases me-dias) considerando que los trabajadores, dada la al-ta estima que sentían por la carne, prefirieron sacri-ficar otros alimentos y en general otros consumos.Una observación de dos estadísticas de alimentoscomo papas, yucas, camotes, ollucos y pescado, co-rrespondientes a dos épocas –1884 y 1921– revelaque el consumo per cápita de estos alimentos en laprimera fecha (27,5 kg) fue superior al consumoper cápita de la segunda fecha (16 kg). En términosrelativos, esto significa que el consumo de aquellosalimentos descendió en un 35 por ciento con res-pecto a 1884: descenso más profundo que el decli-ve del consumo de carnes, que fue del orden del 20por ciento con relación al mismo año. Podría pen-sarse que esos alimentos fueron menos consumidosque la carne porque fueron más caros, pero ello noocurrió; más aún, sus precios aumentaron más len-

tamente que los de las carnes. Las clasespopulares urbanas hicieron esta drásticaelección en coherencia con su tradiciónalimenticia.

Tanto el pescado como los camotes, pe-se a experimentar un aumento relativo enel consumo, no fueron considerados deprimerísimo rango por la población; deotro modo no habrían ocurrido las pro-testas. El pescado –sin cometer una exa-geración– no figura ni en los presupues-tos publicados por los periódicos obreros,ni en las canastas familiares confecciona-das por Oscar Arruz para tomar el pulsoal alza de los precios. Por ello también elredactor de El Tiempo, a pocas semanasdel motín de subsistencias de mayo de1919, ante la carestía de la vida sugería lacompra de pescado...pero sólo como tác-

tica: “los carniceros al darse cuenta de la competen-cia que pueda hacerles el pescado, se verán obliga-dos a bajar los precios de la carne”. El autor tratabade hacer “entrar en razón” a la clase obrera señalan-do que en el mercado central se vendía pescado enabundancia y a precios reducidos.

Entre las clases medias y altas, no todas las per-sonas asumieron la actitud benevolente del redactorde El Tiempo. Algunos funcionarios procedentes deestas clases empezaron a difundir criterios opuestosa los del pueblo de una manera que por lo menosdebe ser calificada de tajante. Desde 1890, aproxi-madamente, estas clases empezaron a poner susojos y sus paladares en las recetas internacionales,según observadores acuciosos. La dieta tradicionalpasó entonces a tener un tinte más definidamentepopular que genéricamente limeño.

En una conferencia de 1899, el doctor De laPuente invitaba al público obrero que lo escuchabaatentamente a abandonar la costumbre de comercarne. Argumentando su escaso efecto alimenticioproponía en su reemplazo “...frijoles con arroz, pa-tatas sancochadas o fritas, mazamorra de maíz osango, media tapa de chancaca y dos panes”. Para lacena: “sopa de fideos, frijoles con arroz u otra me-nestra (lentejas por ejemplo) y para variar: dulce delo que se quiera. El obrero deberá comer hasta sa-ciarse: la sobriedad no se ha hecho para él” (De laPuente 1899). En 1909 Rudoro Aguilar Oliva sugi-rió disminuir la proporción de carne en la racióndiaria de los soldados de los cuarteles de Lima“...por razones de deficiencias energéticas...”. Y en1919, ante la carestía de la vida, un funcionario lle-

1024

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

La comida no era ajena a la vida política. En la vista un almuerzo enChincha de los partidarios de Luis M. Sánchez Cerro conmemorando el

primer aniversario de su desaparición, 1934.

Page 195: La Republica Oligarquica Peruana

gó a plantear que el gobierno nombraseuna comisión de expertos a fin de trazar“...las reglas a las cuales deberá sujetar-se la nutrición de nuestro pueblo, demodo que compre sólo aquello querealmente es útil a su conservación ybienestar biológico...”. Este estudio,agregaba el médico, “...podría servir debase para la dación de leyes y demásprovidencias indispensables...”.

Propuestas como las anteriores per-seguían un mayor rendimiento físicodel trabajador: de ahí el reemplazo deproteínas por carbohidratos o energéti-cos. Fueron igualmente una manifesta-ción más de la utopía controlista queobsesionaba a la elite peruana. Final-mente resultaron ser la expresión dieté-tica de un conflicto desencadenado apartir de la aplicación del modelo libe-ral en la política de abastos, que no con-sideraba las necesidades de la pobla-ción, y de la expansión de la economíaagroexportadora, con el consiguientedesplazamiento de cultivos de panllevarpor algodón y azúcar.

Las clases populares se aferraron asu tradición alimenticia, pese a la viabi-lidad económica de otras pautas de consumo. Lu-charon también, por diversos medios, para modifi-car la política alimentaria del Estado en un sentidoque les resultase favorable. La revuelta urbana –elmotín– fue uno de esos medios. Quizá el más im-portante.

LA RESISTENCIA COTIDIANACAMPESINA: EL CASO DE PUNO

No siempre la resistencia campesina se realizómediante manifestaciones tumultuosas, masivas yviolentas. Entre una y otra coyuntura rebelde huboperíodos aparentemente silenciosos en que loshombres del campo resistieron a la dominación.Documentos de la prefectura de Puno han llevado aalgunos historiadores (Calisto 1991) a detectar laexistencia de “formas cotidianas de resistencia”ejercidas contra la autoridad y el abuso. En las pro-vincias de Huancané, San Román, Puno y Chucuitoentre 1900 y 1930 los campesinos no se retiraron dela escena política para luchar en su favor.

Recordemos antes que desde algunas décadasatrás los departamentos del sur se habían converti-

do en suministradores de lana de oveja y alpaca almercado internacional. Comerciantes afincados enArequipa compraban la lana a pequeños producto-res para exportarla a Inglaterra. El auge lanero con-dujo a los hacendados a realizar un asalto masivo alas tierras de los campesinos, quienes hasta media-dos del siglo XIX habían controlado el 50 por cien-to del total de tierras de pastoreo. Si en 1876 el nú-mero de haciendas en Puno era de 703, en 1915 au-mentó a 3 599. Esto se logró por medio de abusos yusurpaciones violentas.

La economía campesina se tornó insegura no só-lo por la usurpación de tierras, sino también por lasfluctuaciones de los precios en el mercado lanero ylos impuestos. A esto se agregó el hecho de que lamayor parte de los puestos burocráticos estuvo enmanos de los hacendados, dando lugar a lo que Ma-riátegui describió como gamonalismo: “El gamona-lismo no está representado sólo por los gamonalespropiamente dichos. Comprende una larga jerar-quía de funcionarios, intermediarios, agentes, pará-sitos, etc.” (Mariátegui 1928).

Ser autoridad política no siempre era necesariopara que los gamonales pudieran imponer su volun-

1025

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

Cena de gala ofrecida por un grupo de limeños de clase alta. Las dietaspopulares diferían de las de la elite, inspiradas estas últimas en comidas de

origen europeo.

Page 196: La Republica Oligarquica Peruana

tad: “A lo largo de las dos primeras décadas del si-glo XX, Jorge Pinazo aparece como uno de los ha-cendados más influyentes y poderosos del distritode Chucuito. Durante estos años fue acusado deatacar y saquear estancias campesinas, de usurpartierras de campesinos, de robar ganado y de usar laviolencia física. Solamente se hizo cargo del puestode gobernador –la máxima autoridad del distrito–entre 1905 y 1906. No obstante, durante los años enque no se hizo cargo de la gobernadora no hubo au-toridad capaz de cortar sus abusos” (Calisto 1991:177).

Los jueces de paz generalmente formaban partede la clientela de los gamonales y como tales enga-ñaban a los campesinos cuando realizaban sus jus-tas demandas. Ellos permitieron acciones vandáli-cas contra la propiedad de los campesinos y contraellos mismos, encaminadas a forzarlos a que vendansus tierras. En algunas oportunidades los campesi-nos eran acusados y puestos en prisión.

Los campesinos, lejos de permanecer pasivos,reclamaron a las autoridades superiores por los abu-sos cometidos por las “malas autoridades” de su lo-calidad.

“Con la expulsión de la ‘mala’ autoridad espera-ban que el abuso desapareciera. Sin embargo, se vie-ron decepcionados y fueron estas decepciones lasque fueron erosionando la creencia en las autorida-des locales como protectoras de la propiedad de loscampesinos. Crecientemente fueron sintiendo queno había justicia en los pueblos. Las autoridades po-líticas y judiciales fueron percibidas como corrup-tas. Sus cargos servían para cometer abusos. Éstosargumentaban que no podían confiar en las autori-dades políticas y que no tenían garantías para pro-teger sus vidas y propiedades” (Calisto 1991: 187).

Los campesinos no buscaban cambiar el ordenestablecido sino frenar los abusos de las malas auto-

ridades; en otras palabras, esperaban una co-rrecta administración de justicia. Al no encon-trarla empezaron a manifestar su resistenciamediante el no acatamiento de las órdenes ju-diciales o prefecturales. Al respecto existenpruebas de una cotidiana queja de los goberna-dores locales al prefecto de Puno porque loscampesinos se negaban a aceptar su autoridad.En muchas oportunidades (en 1904 y en 1914)los gobernadores se quejan de que los campesi-nos amenazan a sus enviados cuando éstos tie-nen que ejecutar alguna orden. Los campesinosdesconocieron la autoridad de los gobernado-res y optaron por buscar la mediación prefectu-

ral. Los propios envarados se resistían a cumplir lasórdenes del gobernador. Incluso hubo casos, comoel de Atuncolla, donde los campesinos se negaron aejercer el cargo de envarados con lo cual, según elgobernador, su autoridad era “una autoridad sinfacultad de acción”.

La resistencia cotidiana de los campesinos fuemás allá del hecho de impedir abusos de los gamo-nales o de las malas autoridades. A lo largo de lasprimeras décadas del siglo XX, las autoridades sequejaban de la negativa de los campesinos a pagar lacontribución rústica establecida por el gobierno en1886. “Los campesinos se negaban abiertamente apagar o huían de sus estancias cuando sabían quelos cobradores estaban por llegar” (Calisto 1991).Por esta razón en más de una ocasión los goberna-dores solicitaron apoyo armado al prefecto para eje-cutar el cobro.

Con la finalidad de hacer efectivo el cobro delimpuesto, las autoridades forzaban a los campesi-nos a realizar trabajos gratuitos en obras públicas.Los gobernadores se quejaban porque en los mesesde abril a junio y de octubre a diciembre los campe-sinos se excusaban en el trabajo agrícola y emigra-ban en otras épocas del año. Pero el Estado ademásde hombres exigía aporte en especies por un pagoque los campesinos consideraban injusto: “Al soli-citárseles el ganado, los indígenas pedían el pagopor adelantado; de lo contrario, los gobernadoresno lograban que enviaran su ganado”.

Otro blanco de la resistencia campesina fue laconscripción militar: “En 1917 el gobernador deCapachica se quejaba al prefecto de que, habiendoacompañado al teniente gobernador en la búsquedade conscriptos, había sido aprisionado por los cam-pesinos de una parcialidad en la casa de un envara-do. Terminaba su reporte argumentando que, debi-do a la desobediencia del campesinado durante esos

1026

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

El “choquela”, baile en que se simula la caza de la vicuña en Puno (1920).

Page 197: La Republica Oligarquica Peruana

días, no era más posible el cumplimiento de ese ti-po de órdenes a través de envarados o soldados”(Calisto 1991: 195).

En suma, los campesinos no permanecieron pa-sivos en aquellos períodos aparentemente silencio-sos. La resistencia campesina fue generalmente pa-cífica y legal. El agotamiento de estos medios tal vezexplique el estallido de las manifestaciones multitu-dinarias de mayor impacto en la escena política.

LA RUTA A LA MODERNIDAD

Durante el período que va de 1850 a 1950, loshombres y mujeres de las ciudades y del campo hanresistido a un estilo de modernización impuesto porlas elites. Sin embargo, la tesis subyacente en mu-chas aproximaciones –que la resistencia cotidiana deestas personas fue siempre de tipo antimoderniza-dor– ya no es sustentada por la evidencia histórica.

En algunos casos las respuestas conflictivas fue-ron de tipo reactivo, tradicional; en otros más bienapuntalaron la modernización. En las haciendascosteñas los trabajadores lucharon por eliminar for-mas arcaicas de retribución, exigiendo el pago sala-rial. En las fábricas, los obreros sindicalizados forja-ron una sociedad de ciudadanos, no de hombresserviles. Pero no todo se hizo a través del conflicto.

Los artesanos limeños vieron agravada su situa-ción por las importaciones –por lo cual en 1858protagonizaron un motín violento, incinerandomercadería importada en el puerto del Callao–, pe-ro posiblemente también eran conscientes de que suruina en gran medida dependía de sushábitos premodernos. No en vano en di-ciembre de 1858, al mismo tiempo quehubo protestas contra las importaciones,también hubo planteamientos altamenteprogresistas. Uno de ellos fue la insisten-cia en la creación de la Escuela de Artesy Oficios, fundada finalmente años des-pués con el objeto de suministrar a losartesanos los adelantos tecnológicos queles permitieran satisfacer con creces lasexigencias del consumidor local. Valgasubrayarlo: no es verdad que la revueltade 1858 fuese exclusivamente antimo-dernizadora, como tampoco es verdadque la creación de la Escuela de Artes yOficios pueda atribuirse exclusivamentea las elites del país.

En Cuzco, igualmente, la fundaciónde la Sociedad de Artesanos estuvo moti-

vada por la preocupación ante el descenso en los ni-veles técnicos y la calificación de los artesanos. Hu-bo en los sectores artesanales de ambas ciudadesgrandes muestras de sacrificio al afrontar las políti-cas aperturistas, creando incluso sociedades mutua-listas. Y hubo además verdaderos atisbos de unamentalidad futurista puesta al servicio del interésgeneral.

Para el hombre andino, integrarse a la moderni-zación que lo excluía significaba entre otras cosassituarse en el mismo plano simbólico del conjuntode la nación peruana, hecha básicamente bajo mol-des occidentales. Simbólicamente en el valle delMantaro, particularmente en Jauja, desde principiosde siglo los grupos indígenas se despojaron del tra-je típico que los distinguía de los mestizos (Argue-das 1977) y hacia los años cincuenta su incorpora-ción al mundo moderno era prácticamente un he-cho. Sin embargo, no todo fue siempre tan fácil, de-bido a la fuerte resistencia que encontraron. En unasociedad que desde los tiempos coloniales se nega-ba a aceptar a los indios, la inclusión que el hombreandino realizaba significaba una victoria, no unaclaudicación (De la Cadena 1990).

Esto último podemos advertirlo más claramenteen lo ocurrido en Puno a principios de siglo, tras laprédica adventista de los esposos Stahl, inmigrantesnortemericanos que impulsaron la educación entrelos campesinos de la zona. Bajo el estímulo de losStahl, un cacique visionario llamado Manuel Cama-cho comprendió que “el único camino seguro desalvación de la postración en que se encuentra [el

1027

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

El gobierno de Augusto B. Leguía estuvo especialmente empeñado enintegrar el Perú y para ello llevó a cabo un agresivo programa vial. En la

imagen, la carretera Ambo-Huácar.

Page 198: La Republica Oligarquica Peruana

indio], es aprendiendo a leer”. Mediante el es-fuerzo comunal fueron construidas escuelasque en 1913 abrieron sus puertas a 200 alum-nos. Hacia 1916, dos mil alumnos estaban re-gistrados en 19 escuelas; en 1924 ya eran cua-tro mil alumnos en 80 escuelas; y en 1947 ha-bía siete mil alumnos en 109 escuelas. Actoresde la época testimoniaron cómo los indígenas,aprendiendo a leer y escribir, no solamente sepercataron de sus derechos legales. Un docu-mento registraba la opinión de un campesinoconvertido al adventismo en torno a los abu-sos cometidos por los gamonales: “nuestra ig-norancia, dicen, es causa de todo esto; por eso noshacemos evangelistas, porque los Pastores nos pro-tegen y les enseñan a leer y escribir a nuestros hi-jos” (Tell 1989: 215).

Este movimiento trató de ser frenado por las eli-tes locales a través de los eclesiásticos y autoridadespolíticas puneñas. Un sacerdote católico argumen-taba que Dios había dicho que los campesinos de-bían dedicarse a pastorear sus ganados y no a apren-der a leer. El subprefecto de Puno amenazaba a losindios que aprendían a leer y escribir con cortarleslos brazos o enviarlos al ejército. La casa de los Stahlfue saqueada y destruida por una turba de jinetes,mientras que varios comuneros y el mismo Cama-cho fueron conducidos a la cárcel amarrados concuerdas de cuero.

La adscripción a la modernidad también se refle-jó en los movimientos campesinos que entre 1945 y

1964 luchaban por la tierra en todo el país. En esteperíodo los campesinos abandonan los rasgos utó-picos y milenaristas que primaron hasta los añosveinte y asumen formas sindicales de organización.Paralelamente, se produce una suerte de encanta-miento por la vida urbana: instalarse fuera de la co-munidad y lograr acceso a las ciudades fue uno delos deseos y logros más queridos del hombre de losAndes.

Éste es el devenir de las mentalidades que se ex-presaron cotidianamente. Sus resultados podemosverlos hoy en las grandes urbes como Lima. Los mi-grantes y sus descendientes son protagonistas de unacontecimiento histórico que aún está por desple-garse en toda su potencialidad, y que por ello mis-mo está aún por descubrirse. Pero sus raíces se en-cuentran en los cambios operados en su mentalidady en sus vivencias cotidianas.

1028

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA

El colegio Nacional de San Carlos, Puno.

Niños en actuación cívica. La educaciónjugaría un papel importante en la movilidad

social de la sociedad peruana yprogresivamente sería parte de las exigencias

políticas de las clases populares.

Page 199: La Republica Oligarquica Peruana

MODERNIZACIÓN SIN MODERNIDADSon imprescindibles para una comprensión del proce-

so de modernización iniciado en la segunda mitad del sigloXIX en el Perú, el libro de Fernando de Trazegnies sobre laidea del derecho en el siglo XIX (1980), además de la biblio-grafía económica, que es abundante. Sobre la cultura obre-ra en los principios de siglo se ha escrito mucho. Destacanlos trabajos de Piedad Pareja Pflucker (1978), de ManuelBurga y Alberto Flores Galindo (1981), especialmente el ca-pítulo dedicado al movimiento obrero; de Gonzalo Espino(1984) y los aportes recientes de Walter Huamaní (1995).Sobre el progreso urbano y tecnológico en la ciudad de Li-ma están los trabajos de Luis Tejada (1988) y la tesis de Au-gusto Ruiz Zevallos (1993). Para ver el caso de la red ferro-viaria debe consultarse el artículo de Heraclio Bonilla(1973). Sobre el proceso de secularización son imprescin-dibles los trabajos de Pilar García Jordán (1988). Asimismo,debe consultarse el inicial artículo de Charles Tell (1989).En lo que respecta a la cultura popular urbana dentro delproceso de modernización son relevantes los materiales deSteve Stein (1986), José Lloréns Amicó (1983) y de SusanStokes (1987). Para el estudio del cine un libro muy biendocumentado es el de Ricardo Bedoya (1993).

ECONOMÍA Y MENTALIDADLa mentalidad oligárquica, en términos muy genera-

les, ha sido estudiada por Burga y Flores Galindo (1981) yStein (1986). También existen algunos comentarios sobre elexcesivo lujo de la elite durante la era del guano en PabloMacera (1978). Sobre el impacto del positivismo en el racis-mo de las clases altas, véase Augusto Ruiz Zevallos(1994). La mentalidad económica de la elite ha sido tratadapor Alfonso Quiroz Norris (1989) y Felipe Portocarrero Suá-rez (1992). Referencias sobre las actitudes hacia el trabajoen los sectores populares pueden encontrarse en Carlos

Aguirre (1986), Juan Ossio (1993) y Eloy Neyra (1993). So-bre el ocio en el mundo rural del siglo XIX ha sido de sumautilidad el libro del viajero E.W. Middendorf (1973).

Sobre el impacto del liberalismo en la sociedad y lasclases populares existen varios trabajos publicados desdela aparición del libro de Margarita Giesecke (1978). Véasepor ejemplo: Paul Gootemberg (1981), Francisco QuirozChueca (1988) y Thomas Kruggeler (1991). Sobre el mu-tualismo obrero de fines del siglo pasado y principios delactual véase, además de los apuntes de Jorge Basadre ensu Historia de la República del Perú (1983), el libro de LuisTejada (1988) ya citado y el de Cipriano Laos (1929), entreotros. También son importantes por la información que brin-dan Derpich, Huiza e Israel (1985) y Derpich e Israel(1987). El tema del control vertical de la ecología en el mun-do andino no tiene muchos estudios para el siglo XIX y laprimera mitad del siglo XX. Sin embargo, es posible realizaruna aproximación a través de investigaciones etnográficas,como la que ha realizado Jorge Flores Ochoa (1973) en lazona actual del antiguo reino Lupaca. Sobre la comunidady el avance del mercado en cambio sí existe un buen mate-rial: véase Carlos Contreras (1990), además de los estudiosde Nelson Manrique (1991) para la sierra central. Para laexperiencia de Laraos disponemos de testimonios orales,pero también puede consultarse el trabajo de Enrique Ma-yer (1977). El mercado de trabajo minero en Cerro de Pas-co ha sido estudiado por Alberto Flores Galindo (1974) ypor Carlos Contreras (1988).

LA UTOPÍA CONTROLISTA: ORDEN Y DISCIPLINAUna incursión rápida a las obsesiones controlistas de

la elite peruana del siglo XIX fue realizada por Cecilia Mén-dez (1986). Mayores detalles en la tesis de Carlos Aguirre(1990), quien también ha abordado el tema de los cárceles(1995). Sobre locos y suicidas véase el libro de Augusto

Ruiz Zevallos citado antes (1994). El carnaval en Lima(1995a) y la prostitución (1995b) han sido tratados por estemismo autor.

CUESTIÓN ÉTNICA Y GÉNEROEl tema de la mujer en la historia del Perú tiene ya

una extensa producción. Para el siglo XIX y principios delXX son de consulta obligatoria los trabajos de Maritza Villa-vicencio (1992) y Laura Miller (1987), además del libro deJoaquín Capelo (1895) y el citado libro de Middendorf(1973). El tema de etnicidad y género procede de las refle-xiones antropológicas: véase Marisol de la Cadena (1990 y1991). Para el caso de los extranjeros en Lima, puede ha-llarse información estadística en las actas del primer semi-nario sobre poblaciones inmigrantes organizado por elCONCYTEC (1987). Información estadística pero ademássobre los conflictos entre chinos y peruanos en Ruiz Zeva-llos (1993).

MENTALIDADES: CONFLICTO Y CAMBIOSLas discusiones sobre el peso de los componentes

fatalista y optimista respecto a su destino, presentes en lossectores populares, han sido recurrentes en las aproxima-ciones realizadas en los últimos años. Enfatizan el primeraspecto Stein (1986) y Tejada (1988); mientras que los tra-bajos enmarcados dentro de la tradición del movimientoobrero tienden a poner de relieve lo segundo. Un balancede ambas posturas en Ruiz Zevallos (1993). La dieta ha si-do tema de los últimos años: véase Ruiz Zevallos (1992),Olivas Weston (1993) y Supper y Wright (1988). Juan Os-sio (1993) ofrece también algunos datos. Sobre la resisten-cia cotidiana campesina existe un trabajo de Marcela Calis-to (1991).

1029

Mentalidades y vida cotidiana (1850-1950)E

TAPAR

EPUB

LICANA

BIBLIOGRAFÍA

Aguirre, Carlos1986 “El culto a San Lunes”. En: La Crónica, Lima, 24 de

agosto.1987 “Violencia y control social: esclavos y panaderías en

Lima del sgilo XIX”. En: Pasado y Presente, Año I, Nº1. Lima.

1990 “Disciplina, castigo y control social. Estudio sobreconductas sociales y castigos punitivos. Lima, 1821-1868”. Lima: Tesis de licenciatura, UNFV.

1995 “La Penitenciaría de Lima y la modernización de lajusticia penal en el siglo XIX”. En Aldo Panfichi y Feli-pe Portocarrero. Mundos interiores. Lima 1850-1950.Lima, Universidad del Pacífico.

Basadre, Jorge1975 La vida y la historia. Lima, Fondo del Libro del Banco

Industrial del Perú.1980 La multitud, la ciudad y el campo en la historia del Pe-

rú. Lima, Ediciones Treintaitrés & Mosca Azul Edito-res.

1983 Historia de la República del Perú. Lima, Editorial Uni-versitaria.

Bedoya, Ricardo1993 Cien años de cine en el Perú. Lima, Universidad de

Lima.Bonilla, Heraclio1973 “El impacto de los ferrocarriles. Algunas proposicio-

nes”. En: Historia y Cultura Nº 6. Lima, Instituto Nacio-nal de Cultura.

Burga, Manuel1991 “Lima y el cine durante la República Aristocrática”. En:

G. Carbone. El cine en el Perú 1897-1950; testimo-nios. Lima, Universidad de Lima.

Burga, Manuel y Alberto Flores Galindo1981 Apogeo y crisis de la República Aristocrática, 2a. ed.

Lima, Ediciones Rikchay Perú.Cadena, Marisol de la1990 “De utopías y contrahegemonías: El proceso de la

cultura popular”. En: Revista Andina, Año 8, Nº 1,Cuzco.

1991 “Las mujeres son más indias: etnicidad y género enuna comunidad del Cuzco”. En: Revista Andina, Año9, Nº 1, Cuzco.

Calisto, Marcela1991 “Campesinos puneños y resistencia cotidiana. 1900 -

1930”. En: Allpanchis Nº 37, Cuzco.

Capelo, Joaquín1895 Sociología de Lima, tomo II. Lima, Imprenta Masías.Cisneros, Carlos B.1911 Provincia de Lima. Lima, Tipografía y Litografía Car-

los Fabri.CONCYTEC1987 Primer seminario sobre poblaciones inmigrantes. Ac-

tas. Lima, CONCYTEC, tomos 1 y 2.Contreras, Carlos1985 “Mineros, arrieros y ferrocarril en Cerro de Pasco.

1870 - 1904”. En: HISLA Nº 4, Lima.1988 Mineros y campesinos en los Andes. Lima, Instituto

de Estudios Peruanos.1989 “La comunidad indígena en la historia peruana”. En:

Contreras y otros, Comunidades campesinas y nati-vas. Lima, Fundación Friedrich Neuman.

1990 “Mercado de tierras y sociedad campesina. El valledel Mantaro en el siglo XIX”. En: Historia y Cultura Nº20, Lima.

Dávalos y Lissón, Pedro1909 La prostitución en Lima. Lima, Imprenta La Industria.Dávalos y Lissón, Ricardo1913 Lima antaño. Lima, Imprenta La Industria.[1874]Derpich, Wilma y Cecilia Israel1987 Obreros frente a la crisis. Testimonio años treinta. Li-

ma, Fundación Friedrich Ebert.Derpich, Wilma, José Luis Huiza y Cecilia Israel1985 Lima años 30. Salarios y costo de vida de la clase tra-

bajadora. Lima, Fundación Friedrich Ebert.Escate, Miguel1930 “Algunas consideraciones sobre la higiene de la ali-

mentación del obrero...”. Lima: Tesis de bachiller,UNMSM.

Espino, Gonzalo1984 La lira rebelde proletaria. Lima, Editorial Tarea.Flores Galindo, Alberto1974 Los mineros de la Cerro de Pasco, 1900 - 1930. Lima,

Departamento Académico de Ciencias Sociales de laPontificia Universidad Católica del Perú.

1984 Aristocracia y plebe, Lima, 1876 - 1830. Lima, MoscaAzul Editores.

Flores Ochoa, Jorge1973 “El reino lupaqa y el actual control vertical de la eco-

logía”. En: Historia y Cultura Nº 6. Lima, INC.

Gálvez, José1966 Estampas limeñas. Lima, Imprenta de la UNMSM.Gálvez Mora, César y otros1993 “Caracoles terrestres: 11 000 años de tradición ali-

mentaria en la costa norte del Perú”. En: Olivas Wes-ton 1993.

García Jordán, Pilar1988 “Estado moderno, Iglesia y secularización en el Perú

contemporáneo (1821 - 1919)”. En: Revista Andina,Año 6, Nº 2, Cuzco.

Gerstaecker, F.1969 “Tres días de carnaval en Lima”. En: Estuardo Núñez,

Viajeros alemanes al Perú. Relaciones desconocidasde W. Bayer, K. Scherzer, F. Gerstaecker, H. Zoeller.Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Giesecke, Margarita1978 Masas urbanas y rebelión en la historia. Golpe de Es-

tado: Lima 1872. Lima, CEDHIP. Golte, Jürgen1984 “Cultura y naturaleza andinas”. En: Allpanchis Nº

17/18, Cuzco.Gootenberg, Paul1981 “Artisans and merchants; the making of one open eco-

nomy in Lima, Peru” (Oxford: Tesis Master).1988 “Los liberales asediados: la fracasada primera gene-

ración de librecambistas en el Perú, 1820 -1850”. En:Revista Andina, Año 6, Nº 2, Cuzco.

Huamaní, Walter1995 “La biblioteca obrera de Abajo del Puente”. En: Revis-

ta del Archivo General de la Nación, Lima.Klaiber, Jeffrey1988 Religión y revolución en el Perú, 1824 - 1988, 2a. ed.

Lima, Centro de Investigaciones de la Universidad delPacífico.

Kruggeler, Thomas1991 “El doble desafío. Los artesanos del Cuzco ante la cri-

sis regional y la constitución del régimen republicano(1824 - 1869)”. En: Allpanchis Nº 38, Cuzco.

Laos, Cipriano1929 Lima, ciudad de los virreyes (El Libro Peruano). Lima,

Imprenta del Estado.Lloréns Amicó, José Antonio1983 Música popular en Lima: criollos y andinos. Lima, Ins-

tituto de Estudios Peruanos - Instituto Indigenista In-teramericano.

Page 200: La Republica Oligarquica Peruana

Macera, Pablo1978 Visión histórica del Perú. Lima, Editorial Milla Batres.Manrique, Nelson1991 “La historiografía peruana sobre el siglo XIX”. En: Re-

vista Andina, Año 9, Nº 1, Cuzco.Mariátegui, José Carlos1959 El alma matinal y otras estaciones del hombre de hoy.

Lima, Biblioteca Amauta.1979 La novela y la vida. Lima, Biblioteca Amauta.1980 Ideología y política. Lima, Empresa Editora Amauta. Mayer, Enrique1977 “Tenencia y control de la tierra: caso de Laraos”. Lima:

mimeo, Ciencias Sociales, Pontificia Universidad Ca-tólica del Perú.

Méndez, Cecilia1986 “Penalidad y muerte en el Perú”. En: Márgenes Nº 1,

Lima.Middendorf, E. W.1973 El Perú: observaciones y estudios del Perú y sus ha-

bitantes..., tomo II. Lima, Imprenta de la UNMSM.Miller, Laura y otros1987 Lima obrera 1900 - 1930, tomo II. Lima, Ediciones El

Virrey.Muñiz, M. A.1888 “Reglamentación de la prostitución”. En: La Gaceta

Médica, Año V, Nº 49, Lima.Neyra, Eloy1993 “Cuando no trabajo me da sueño”. En: Gonzalo Por-

tocarrero y otros. Los nuevos limeños. Lima, Sur - TA-FOS.

Olivas Weston, Rosario (Comp.)1993 Cultura, identidad y cocina en el Perú. Lima, Universi-

dad San Martín de Porres.Ossio, Juan1993 “Aspectos simbólicos de las comidas andinas: una

nueva visión”. En: Olivas Weston 1993.Panfichi, Aldo y Felipe Portocarrero1995 Mundos interiores, Lima 1850 - 1950. Lima, Pontificia

Universidad Católica del Perú.

Pareja Pflucker, Piedad1978 Anarquismo y sindicalismo. Lima, Rikchay Perú.Portocarrero, Felipe1992 Religión, familia, riqueza y muerte en la elite eco-

nómica, Perú: 1900-1950. Lima, Universidad delPacífico.

Portocarrero, Julio1987 Sindicalismo peruano. Primera etapa: 1911-1930. Li-

ma, Editorial Gráfica Labor.Quiroz Chueca, Francisco1988 La protesta de los artesanos. Lima-Callao 1858. Lima,

Facultad de Ciencias Sociales-Escuela Profesionalde Historia.

Quiroz Norris, Alfonso1989 Banqueros en conflicto. Estructura financiera y eco-

nómica peruana: 1884 - 1930. Lima, Centro de Inves-tigación de la Universidad del Pacífico.

Ríos, Sabino1920 “El suicidio en Lima”. Lima: Tesis de Bachiller,

UNMSM.Rodríguez Pastor, Humberto1989 Hijos del Celeste Imperio en el Perú (1850-1900). Mi-

gración, agricultura, mentalidad y explotación. Lima,Instituto de Apoyo Agrario.

1991 Actas del Congreso Nacional de Investigación Históri-ca. Lima, CONCYTEC, tomos I, II y III.

Ruiz Zevallos, Augusto1987 “La multitud y las subsistencias. Lima 1900-1920”. Li-

ma: Tesis para Licenciado, Universidad Nacional Fe-derico Villarreal.

1992 “Dieta popular y conflicto en Lima de principios de si-glo”. En: Histórica, volumen XVI, Nº 2. Lima.

1993 “La multitud y el mercado de trabajo. Modernizacióny conflicto en Lima de 1890 a 1920”. Lima: Tesis pa-ra Bachiller, Pontificia Universidad Católica del Perú.

1994 Psiquiatras y locos. Entre la modernización contra losAndes y el nuevo proyecto de modernidad. Lima, Ins-tituto Pasado & Presente.

1995 “Entre el abolicionismo y la reglamentación: prostitu-

ción en Lima, siglo XIX y principios del XX”. Ms.Stein, Steve1986 Lima Obrera. 1900-1930. Lima, Ediciones El Virrey.Stein Steve, Susan Stokes y Carlos Deustua1986 “Entre el offside y el chimpún: Las clases populares li-

meñas y el futbol, 1900-1930”. En: Stein 1986.Stewart, Watt1976 La servidumbre china en el Perú. Lima, Mosca Azul

Editores.Stokes, Susan1987 “Etnicidad y clase social: Los afroperuanos de Lima,

1900-1930”. En: Miller y otros 1987.Supper, John y Thomas Wright1988 Alimentos, política y sociedad en América Latina. Mé-

xico, Fondo de Cultura Económica.Tejada, Luis1988 La cuestión del pan. Lima, Instituto Nacional de

Cultura.Tell, Charles1989 “Las raíces radicales del adventismo en el altiplano

peruano”. En: Allpanchis Nº 33, Cuzco.Torres, Alfonso1929 “Prisiones de la República del Perú”. Lima: Tesis de

Bachiller, UNMSM.Trazegnies, Fernando de1980 La idea del Derecho en el Perú republicano del siglo

XIX. Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú.Tschudi, Jacobo von1966 Testimonio del Perú. Lima, Talleres Gráficos de P.L.

Villanueva.Villavicencio, Maritza1992 Del silencio a la palabra. Mujeres peruanas en los si-

glos XIX y XX. Lima, Flora Tristán.Vovelle, Michell1987 Ideologías y mentalidades. Barcelona, Editorial Crítica.Watson Espencer, Maida Isabel1980 El cuadro de costumbres en el Perú decimonónico. Li-

ma, Pontificia Universidad Católica del Perú.

1030

Ruiz ZevallosET

APA

REP

UB

LICA

NA