La Relatividad Universal

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Ricard Jiménez García ‐‐‐ [email protected] Facebook/Google+ : mundoaureo Página 1 LA RELATIVIDAD UNIVERSAL "La mayor deficiencia de la raza humana es nuestra incapacidad para comprender la función exponencial" Albert A. Bartlett. 1/7 LA RELATIVIDAD ES UNA REGLA MULTIDIMENSIONAL. Debido a su simplicidad esta “regla o herramienta” tiene una inmensa potencia. Su método de funcionamiento no es más que una manera diferente de pensar, o de contemplar siempre dos planos opuestos de la realidad. En esta independencia basa su toda su potencia, realmente nada le afecta. Su escala es la inversa de la unidad: toda creencia, sea la que sea y por lógica que parezca, siempre tendrá su visión opuesta. En consecuencia, esta regla representa la “irracionalidad”…. Y, por absurda que parezca, es la única con capacidad de explicar el Universo en su totalidad. Para entenderlo desarrollaremos un modelo que tiene como protagonista a nuestras Leyes más universales: “La leyes de la relatividad”. Estas leyes, sin ninguna duda, nos abrieron la puerta” a una forma diferente de entender el Universo. Una forma que, en sus inicios nos resultó irracional, pero que pudimos verificar con posterioridad. En esta ocasión se trata de contemplar dichas leyes de forma fractal: ver de qué manera las podemos expresar de forma genérica en diferentes dimensiones matemáticas entrelazadas entre ellas. Esto es, la relatividad vista como si fuera un holograma. La RELATIVIDAD GENERAL (en primer lugar) es una ley que decimos que se entiende en un ámbito tetradimensional. En sentido figurativo trata de explicar cómo se “curvan” nuestros tres ejes de realidad (el espacio, el tiempo y el movimiento) al introducir nuevamente el concepto “movimiento”. Dicho movimiento es muy exclusivo, dado que es único, propio, o inherente al propio Universo, en el sentido de que no lo percibimos (aunque formemos parte de él). A este movimiento “duplicado” lo llamamos “movimiento uniformemente acelerado”. En las últimas décadas también es conocido como “inflación del Universo” y, en su sentido inverso (contracción del universo) lo llamamos “BigBang”. Lógicamente este movimiento es totalmente consistente con la fuerza o la geometría de la gravedad. La relatividad general implica que todos tenemos un origen común que se centra en ese punto inicial que llamamos “Punto de la Creación”o“BigBang”. En consecuencia, esta ley es una ley situada en una dimensión transversal a nuestra realidad, ya que establece el movimiento del Universo no a través del espacio, sino a través del tiempo. En dicha teoría tan sólo queda una cuestión por determinar…. ¿Se extenderá el universo de forma infinita o… también habrá un final, una especie de “BigCrash”? En otros términos… ¿Se acabará en algún momento el Universo o, por el contrario, éste es eterno? ¿Está el Universo acotado en su propio espaciotiempo?....

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Solemos pensar que las leyes físicas universales operan exclusivamente en un plano material. Pero esto, hoy día, sabemos que no es cierto.Las mismas leyes que determinan el comportamiento de las partículas, de los planetas o de todo el Universo también operan en un plano inmaterial. Este es el plano de las ideas, los pensamientos o lo sueños.Los antiguos constructores pensaron que esto era cierto y, en consecuencia, extendieron incluso estas leyes a su comportamiento en sociedad. Ellos siempre quisieron estar en total sintonia con el Universo, ellos siempre buscaron el "equilibrio" entre ambos planos de la realidad.

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LA RELATIVIDAD UNIVERSAL           

"La mayor deficiencia de  la  raza humana es nuestra incapacidad para comprender la función exponencial"  Albert A. Bartlett. 

   

1/7   LA RELATIVIDAD ES UNA REGLA MULTIDIMENSIONAL.  

Debido  a  su  simplicidad  esta  “regla o herramienta”  tiene una  inmensa potencia.  Su método de funcionamiento no es más que una manera diferente de pensar, o de contemplar siempre dos planos opuestos de  la realidad. En esta  independencia basa su toda su potencia, realmente nada le afecta. Su escala es la inversa de la unidad: toda creencia, sea la que sea y por  lógica  que  parezca,  siempre  tendrá  su  visión  opuesta.  En  consecuencia,  esta  regla representa  la  “irracionalidad”….  Y,  por  absurda  que  parezca,  es  la  única  con  capacidad  de explicar el Universo en su totalidad.  

Para  entenderlo  desarrollaremos  un modelo  que  tiene  como  protagonista  a  nuestras  Leyes más universales:  “La  leyes de  la  relatividad”.  Estas  leyes,  sin ninguna duda, nos  abrieron  la “puerta” a una  forma diferente de entender el Universo. Una  forma que, en  sus  inicios nos resultó  irracional, pero que pudimos verificar con posterioridad. En esta ocasión  se  trata de contemplar dichas leyes de forma fractal: ver de qué manera las podemos expresar de forma genérica  en  diferentes  dimensiones  matemáticas  entrelazadas  entre  ellas.  Esto  es,  la relatividad vista como si fuera un holograma. 

La RELATIVIDAD GENERAL  (en primer  lugar) es una  ley que decimos que  se entiende en un ámbito  tetra‐dimensional. En  sentido  figurativo  trata de explicar cómo  se “curvan” nuestros tres  ejes  de  realidad  (el  espacio,  el  tiempo  y  el movimiento)  al  introducir  nuevamente  el concepto  “movimiento”. Dicho movimiento  es muy  exclusivo,  dado  que  es  único,  propio,  o  inherente al propio Universo, en el sentido de que no lo percibimos (aunque formemos parte de él). A este movimiento “duplicado”  lo  llamamos “movimiento uniformemente acelerado”. En  las últimas décadas  también es  conocido  como  “inflación del Universo”  y, en  su  sentido inverso  (contracción del universo)  lo  llamamos “Big‐Bang”. Lógicamente este movimiento es totalmente consistente con la fuerza o la geometría de la gravedad. 

La relatividad general implica que todos tenemos un origen común que se centra en ese punto inicial que llamamos “Punto de la Creación” o “Big‐Bang”. En consecuencia, esta ley es una ley situada en una dimensión transversal a nuestra realidad, ya que establece el movimiento del Universo no a través del espacio, sino a través del tiempo.  

En dicha  teoría  tan sólo queda una cuestión por determinar…. ¿Se extenderá el universo de forma infinita o… también habrá un final, una especie de “Big‐Crash”? En otros términos… ¿Se acabará en algún momento el Universo o, por el contrario, éste es eterno? ¿Está el Universo acotado en su propio espacio‐tiempo?.... 

 

 

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La RELATIVIDAD RESTRINGIDA o ESPECIAL (por otro lado) transcurre en un reino tridimensional que nos es  (relativamente) más  fácil de apreciar. Esta  ley nos dice qué pasa con el espacio‐tiempo  a  medida  que  aumenta  o  disminuye  nuestra  velocidad  respecto  a  un  punto  de referencia. Si no tuviéramos esta referencia jamás podríamos comprobar si estamos parados o en movimiento:  es  el  conocido  “Principio  de  Galileo”.  Según  ella  no  importa  el momento temporal o el instante de tiempo en que hagamos este experimento…. siempre obtendremos el  mismo  resultado:  la  diferencia  máxima  de  velocidad  entre  dos  cuerpos  que  se  están moviendo siempre será la velocidad de la luz.  

La velocidad de la luz se convierte en un límite fundamental, de la misma forma en que puede serlo el “Big´‐Bang”, o… también, como posibilidad el “Big‐Crash”. 

Es  importante  observar  esto:  nosotros  tan  sólo  percibimos  un  Universo  tridimensional. Podemos  especular  o  teorizar  acerca  de  descripciones  del  Universo  que  transcurren  en dimensiones  superiores,  pero  éstas  siempre  quedan  fuera  de  nuestra  experiencia  habitual. Esto equivale a decir que cada “mente” o cada partícula del Universo tienen su propia escala de espacio‐tiempo. Aunque, también sería cierto, que todos nosotros estaríamos incluidos en una misma escala, o una misma franja espacio‐temporal. 

Lo mismo ocurre cuando tratamos de entender el Universo desde dimensiones inferiores. Una visión bidimensional sería tratar de representar en un plano el comportamiento del Universo; Sería como plasmar nuestras teorías de forma simbólica (por ejemplo, dibujando una función de  onda).    De  hecho,  esto  es  lo  que  hacemos  cuando  trazamos  una  “cruz”  en  un  plano (simbólicamente unos ejes de coordenadas) y representamos nuestras ideas. 

Esta  especie  de  transición  genérica  entre  la  4ª  y  la  2ª  dimensión  es  lo  conocemos  como “Matemáticas” o… de forma metafórica, como “física teórica”.  

¿Existe,  por  tanto,  alguna  versión  de  la  relatividad  que  siempre  se  cumpla  en  un  plano geométrico o incluso numérico y que sea universal?  

En  una  visión  bidimensional,  cuando  descendemos  al  plano  geométrico,  los  límites  que encontramos en algunos desarrollos aritméticos (que denominamos “sucesiones infinitas”) nos revelan  que  existen  “contornos  matemáticos”  que  no  podemos  “traspasar”.  Son  límites matemáticos que no podemos abordar… Y es que… parece absurdo  (o  irracional) considerar que algo sea infinito y que, a su vez, esté acotado.  

Pero…  aún  podemos  descender  más  en  el  plano  dimensional,  hasta  encontrar  otras definiciones más  simplificadas  y  genéricas  de  la  relatividad.  Cuando  descendemos  al  plano unidimensional  (el  plano  de  las  líneas,  curvas  o  rectas)  nos  encontramos  con  los  “números irracionales”.  Estos  números  expresan  genéricamente  la  relatividad,  pues  se  basan  en relaciones  eternas  o  infinitas  entre  dos  conceptos  opuestos  siempre  entre  ellos. Figurativamente  el  movimiento  vendría  expresado  como  una  sucesión  de  sus  infinitos elementos. 

Por ejemplo, nuestro valor  irracional más universal “π” es una  relación entre dos elementos opuestos: el arco y el diámetro de una circunferencia y es, también, una relación que nunca se acaba. De acuerdo  con Poincaré  la  “Esfera  tridimensional” es  la  representación perfecta del Universo, dado que  es un  concepto  que  siempre podemos  sintetizar desde  su  forma  tetra‐dimensional  (la 4ª dimensión matemática) hasta un punto  inicial. Dicho punto  inicial sería  la “no‐dimensión” matemática y… simbólicamente sería una unidad. 

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Cuando la relatividad es absolutamente genérica, en el sentido de sólo contemplar la relación de  dos  elementos  opuestos  entre  ellos,  también  la  llamamos  “Probabilidad”  o,  en  sentido figurado… “azar”. 

La probabilidad es  la esencia del mundo cuántico y, en un  lenguaje más  técnico  la  llamamos “principio de  indeterminación universal”. Si pudiéramos, por  tanto, extender esta  cualidad a nivel universal daríamos sentido a una especie de “Relatividad Universal”: un principio que establecería  que  el  Universo  se  curva  a  sí mismo  o  que,  partiendo  de  un  punto  inicial, después  de  un  ciclo  infinito,  vuelve  de  nuevo  al  principio. Un  universo  consistente  con  la velocidad de la luz como una especie de diferencia imaginaria entre cada dos escalas. 

La  relatividad universal, o  relatividad  inter´‐dimensional establece que el azar es  la  regla en que se basa el Universo y que, en consecuencia, el azar es una regla de comportamiento. Si podemos expresar (de forma genérica) esta regla en el plano geométrico automáticamente la podríamos extender a dimensiones superiores y…. literalmente, a todo nuestro Universo.  

 

2/7   LA UNIDAD ES UN PATRON DE COMPORTAMIENTO. 

 

Normalmente decimos que  la unidad es un valor no‐dimensional, diciendo con ello que no  le atribuimos existencia. Aquí vamos a ver que eso no es cierto, porque una unidad puede ser un patrón  inteligente de comportamiento. Una unidad puede guardar  todo un universo dentro. Ciertamente un Universo de  la nada  (o… basado en  los conceptos) pero, al  fin y al cabo, un universo…. ¡El nuestro! 

La regla siempre será ésta:  

“Si partimos de una unidad inicial y ésta se mueve creciendo siempre de forma exponencial, su  límite  fundamental  convergerá  nuevamente  a  una  unidad.  Esto  sucederá  siempre  que dicha  regla  de  crecimiento  se  base  en  los  cuadrados  de  sus  elementos.  Y  a  ésta  regla podemos llamarla relatividad universal”  

Es una regla muy básica… tanto que, para entenderla no necesitamos conceptos sofisticados, tan  sólo  abrir  (metafóricamente)  la mente  a  la  existencia  de  una  regla  irracional  porque, precisamente en este concepto, se basan todas las leyes de la relatividad.  

La  Ley de  la  relatividad  especial  (la  que  relaciona  la  energía  y  la masa) nos dice, de  forma sintetizada  que,  en  una  partícula  fundamental  puede  existir  una  inmensa  energía  o  fuerza. Dicha energía es el resultado de elevar al cuadrado la velocidad de la luz. 

La  Ley  de  la  relatividad  general  (la  que  nos  dice  que  el Universo  es  curvado)  nos  dice  que podemos condensar todo nuestro Universo infinito en un único punto inicial.  

Estas dos concepciones de la teoría de la relatividad no son más que dos formas diferentes de entender un mismo concepto. Cuando nos  referimos en  términos de  fuerzas a esta  relación universal  partimos  de  una  perspectiva  estática  (o matemática)  y,  por  lo  tanto,  la  podemos representar de forma geométrica. En cambio cuando razonamos sobre el Big‐Bang observamos una tendencia, algo que sólo podemos conceptualizar. El principio subyacente (no obstante) es el mismo… De forma general, no es más que condensar un infinito en una unidad.  

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Aquí vamos a dar un paso más, vamos a condensar o sintetizar  todo ese  infinito en nuestra forma básica de pensar: “Doble o nada”, la regla que conecta tu mente con el Universo. 

La pregunta  fundamental es ésta… ¿Cómo hace esto el Universo? ¿Cómo conecta elementos tan distintos? La respuesta más simple sólo puede ser ésta: dichos elementos en el fondo son el mismo.  

Esto representa que el Universo se puede representar como si fuera un fractal; Lo que implica, en  consecuencia,  que  el  Universo  se  basa  exclusivamente  en  reglas  geométricas.  En  la circunferencia más grande, así como en la circunferencia más pequeña que podamos imaginar siempre  estará presente  el mismo  valor.  Esta  sería  la  idea  fundamental….  El Universo  visto como un holograma. 

Se trata, en definitiva, de comprobar una regla fundamental… ¿Es la respuesta más sencilla la correcta?... ¿Es el Universo una simulación de sí mismo? 

Bien… Sigamos las evidencias.  

 

3/7   LA  LEY  DE  LA  RELATIVIDAD  ESPECIAL  ES  LA  LEY  DE  LA  OFERTA  Y  LA 

DEMANDA. 

 

Lo primero es entender que la relatividad especial es una ley auténticamente Universal, dado que  se  trata  de  una  LEY  FUNDAMENTAL,  una  ley  incluso  de más  profundidad  que  una  ley matemática: es la famosa “Ley de la oferta y la demanda”.  

Esto  implica que siempre se dará o, en otras palabras, que  la relatividad universal es el único principio y final;  Que no existe ninguna regla más… 

Una ley fundamental es algo intuitivamente verdadero y que jamás hemos podido contradecir, ni en  la teoría (o de forma  lógica) ni en  la práctica. El principio conocido como  la “Navaja de Occam” es el ejemplo perfecto: “El diseño más eficiente es el más simple posible” 

En un plano más físico (o biológico) haríamos referencia a su principio más básico, “Todo fluye, nada  permanece” o  a  su principio más  conocido:  “Todo  tiende  al  equilibrio”.  Incluso  en un ámbito más social podemos encontrar múltiples ejemplos de cómo toda una filosofía de vida se puede condensar en un simple slogan que la defina…. El Ying‐Yang seria un ejemplo: todo lo opuesto en el fondo está equilibrado o… “Toda causa tiene su efecto” 

La  Ley  de  la  Relatividad  Especial  no  es  una  ley matemática  en  sentido  estricto,  dado  que incumple su principio fundamental, que es ver la realidad de forma estática. Esta ley (y ésta fue su principal novedad)  incorpora de forma necesaria el movimiento; De hecho, además de ser ésta la contradicción lógica (al incumplir la regla matemática) de forma paradójica ésta sería su principal cualidad. 

Y  es  que…  aunque  la  ley  de  la  relatividad  especial  no  tenga  sentido  matemático  es tremendamente  racional  cuando  la  contemplamos  desde  una  perspectiva  geométrica.  De hecho, toda  la formulación de  la Ley de  la Relatividad Especial se fundamenta en el Teorema de Pitágoras, visto de forma genérica. 

 

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Quizás ésta ley no siga la regla matemática en sentido estricto, pero sigue una de estas reglas fundamentales o intemporales que acabamos de citar: básicamente la regla que establece (de forma genérica) que todo tiene su opuesto y que en eso consiste el equilibrio: en extender esta regla hasta el infinito. 

La ley de la relatividad especial, como sabemos, nos da una relación universal entre el espacio, el tiempo y el movimiento (una triangulación de 3 elementos). Esta relación se da en un marco de referencia basado sólo en dos de ellos (el espacio‐tiempo), que serían los dos ejes típicos de coordenadas (la cruz espacio‐tiempo).  

Como consecuencia de esta aparente contradicción  la respuesta es ésta:  indeterminada. Esta ley nos da, por tanto, un patrón de comportamiento del movimiento.  

En  esencia  sería  el  siguiente:  a  cada  paso  que  damos  nos  encontramos  siempre  con  dos respuestas opuestas entre ellas: una respuesta espacial y una respuesta  temporal. Ambas se extienden  en  dimensiones  diferentes  a medida  que  incrementamos  la  velocidad. Dado  que todo  está  relacionado  en  este  “sistema  triangular”  no  existe  una  realidad  objetiva  o determinada. Todo depende… ¡Siempre! 

La Ley de la relatividad especial refleja la oferta y la demanda porque, si en lugar de utilizar la velocidad  y  el  espacio‐tiempo  utilizáramos  (por  ejemplo)  la  demanda  relativa  de  pimientos rojos  y  pimientos  verdes  respecto  a  la  evolución  de  sus  precios  obtendríamos  los mismos resultados.  El  principio  simple  sería  éste:  si  sólo  hay  un  pimiento  para  satisfacer  toda  la demanda su precio será infinito. Si hay infinitos de ellos su valor será prácticamente nada, un valor simbólico. 

Y éste sería el principio relativo: los precios de las dos clases de pimientos están relacionados entre ellos. Si existe poca oferta de  los pimientos verdes, su precio aumentara respecto a  los pimientos  rojos  y,  lo  mismo  pasará  a  la  inversa.  Diríamos,  por  tanto,  que  todas  las combinaciones de precios que pueden darse entre ellos pueden expresarse de forma acotada, en el sentido de que, entre ellos, forman un sistema auto‐contenido. 

Esta  idea de  la  relatividad especial  como una  ley genérica y universal puede entenderse de muchas maneras. En este ejemplo la entendemos como una relación entre los precios que, en el  fondo, equilibra  la oferta y  la demanda. El equilibrio sería, pues, el  límite de  la  ley de  la relatividad especial, de la misma manera que en la ley de la relatividad general es la unidad. 

En sentido metafórico podríamos decir, por tanto, que la Luz (o su velocidad) equilibra todo en el Universo, incluso en sus extremos. 

 

4/7  LAS  LEYES  DE  LA  RELATIVIDAD  GENERAL  REFLEJAN  CICLOS….  NO  UN 

PRINCIPIO. 

 

Cómo hemos visto, la ley de la relatividad especial refleja una indeterminación, o un principio y final,  que llamamos “Equilibrio” o… en un plano más físico, “Principio de Conservación de la Energía”. El espacio y el tiempo (en este contexto) no serían más que las diferentes escalas en que dividimos los ejes de coordenadas. Es decir, en la teoría de la relatividad especial el tiempo discrecional  es  visto  cómo  una  unidad  de  distancia  que  podemos  fraccionar  tanto  como deseemos. 

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Sin  embargo  las  leyes  de  la  relatividad  general  exigen  otro  eje  suplementario:  sería  como trabajar (no en un plano geométrico) sino en un plano tridimensional. Dado que no podemos hacer esto  físicamente  tan sólo podemos hacerlo de  forma conceptual. Lo que vamos a ver, por tanto, es que el equilibrio cuando ascendemos una dimensión se basa en los “ciclos”: no es que el Universo se curve, sino que el Universo ES CURVADO. 

Las leyes de la relatividad general, que tienen lugar en una dimensión superior, nos dicen que… duplicando el movimiento,  llega un momento en que  la  indeterminación  se condensa en un punto  inicial.  Es  decir,  que  dicho  patrón  en  el  fondo  sigue  una  regla  específica  y  muy determinada.   

Esta sería la regla vista desde una dimensión superior:  

“Todo lo infinitamente opuesto tiene (en el fondo) un patrón de comportamiento. Un patrón que  hace  que,  partiendo  de  una  unidad,  después  de  recorrer  un  infinito,  regresemos  de nuevo  al  principio.  Este  patrón  definiría  el  “eterno movimiento”  de  un  sistema  consigo mismo”  

 

Dado que  es difícil  expresar  este  concepto de  forma  genérica  vamos  a utilizar nuevamente conceptos que nos son mucho más familiares: los productos y el dinero. 

El “Dinero” tiene un comportamiento simbólico y además es un elemento que (a diferencia de un pimiento) podemos fraccionarlo indefinidamente de una forma más sencilla. Es un ejemplo perfecto para mostrar como unificar el mundo imaginario con el mundo casi, casi real. No hay que olvidar que  las  leyes de  la relatividad son una especie de escenario mitad ciencia‐ficción, mitad realidad. ¿Quién sabe lo que significa que el tiempo se haga eterno, en realidad? 

En esencia, el dinero es una  regla de  equilibrio.  Sin embargo  cuando  añadimos un  tipo de interés el dinero “cobra” vida, dado que establece por sí mismo una distinción entre el pasado y el futuro….o (genéricamente) una distinción entre diferentes estados.  Introduce, por tanto, el tiempo, como agente adicional.  En realidad, no tiene ningún sentido pensar que todo lo que podemos  “valorar  o  cuantificar”  incrementa  por  si  mismo  su  valor  tan  sólo  por  pasar  el tiempo.  No  hay  nada  en  el  Universo  que  tenga  un  sentido  definido,  excepto  claro  el  que nosotros mismos le otorguemos. 

Cuando  introducimos un tipo de  interés rompemos el equilibrio. Ahora  los productos dejarán de  tener valor por  sí mismos  (en  función de  su escasez o abundancia  relativa) para pasar a tenerlo  también  en  función de  la  valoración que hacemos del  tiempo. Pero…  ¿Qué  sentido tiene otorgar un valor material al  tiempo? Lo cierto es que poco o ninguno. De hecho es el mismo  sentido  que  tiene  para  nosotros  que  el Universo  se  esté  expandiendo. No  solemos pensar que esto nos afecte de alguna manera.  

Al movimiento (acelerado) del tipo de interés lo llamamos “interés compuesto” y se trata de un crecimiento exponencial. El  tipo de  interés simple no sería más que una comisión cuando el dinero cambia de manos durante un periodo determinado de tiempo. 

Pero…  cuando  aplicamos  el  interés  compuesto  lo único que  conseguimos  es distorsionar  el proceso de equilibrio. Algo absurdo en realidad, porque todo se acabará equilibrando igual.   

 

Ricard Jiménez García ‐‐‐ [email protected]  Facebook/Google+ : mundoaureo  Página 7  

El dinero fracciona y valora arbitrariamente  intervalos de tiempo pero… en el Universo ya se da este fraccionamiento; De hecho, es infinito. Para el Universo esto no tiene ningún sentido. ¿Para qué poner un  tipo de  interés  si,  sea el que  sea, es  cuestión de  tiempo que el dinero crezca de  forma exponencial hasta  el mismo  infinito?  Si  sólo es una  cuestión de  tiempo  es irracional hacer esto, porque el tiempo ya es eterno en el Universo. 

Cuando damos vida al dinero forma un  infinito en sí mismo; Es decir, sigue un ciclo. Parte de un  principio  en  el  que  no  vale  nada,  pues  tan  sólo marca  una  regla  de  equilibrio,  crea  un infinito  imaginario,  y…  cuando  el  dinero  crece  hasta  exponencialmente  hasta  el  infinito,  su valor vuelve al principio. El  “Big‐Bang”  sería el punto  inicial, el  “Big‐Crash”    la  consecuencia final de su cara opuesta: “la crisis de la deuda” 

Esta  rueda  sin  sentido  es  lo  que  llamamos  “capitalismo”.  Su  lema  es  que  tenemos  que estimular  la  economía  pero,  desafortunadamente  su  expresión  geométrica  sólo  puede  ser ésta: la forma de una burbuja monetaria, algo parecido a un “holograma” o un patrón que se repite de forma periódica. 

De forma matemática (como si de una doble sucesión  irracional se tratara) el dinero, cuando aplicamos un  tipo de  interés consistente en doblar  indefinidamente  la cantidad y considerar que transcurren infinitos periodos de tiempo, tiende mágicamente y de forma natural al valor áureo  –e‐  que  es  precisamente  el  valor  que  expresa  el  movimiento  natural…  (de  forma genérica) en el Universo. 

Por eso el valor “e” es el representante natural de la función exponencial, el único valor cuya función coincide son su  función  inversa: ese concepto  tan extraño que  llamamos “logaritmo neperiano  o  natural”  y  que  expresa  la  tendencia  general.  Su  punto  de  encuentro  o  de equilibrio (entre ambas funciones) es siempre la unidad. 

Este  patrón  “doble  o  nada”  o  “patrón  de  los  inversos”  o…  simplemente  la  “unidad  de  los opuestos” es una  ley universal que está  incluso por encima de nuestro  razonamiento. Es un principio universal en el que…    incluso  la “Ley de  la gravedad” basa sus principios, solo que… en un ámbito relativamente más físico. 

Tan sólo es cuestión de tiempo que, adoptando un tipo de interés, sin importar que sea grande o pequeño, su función exponencial de crecimiento acabe adoptando la forma del crecimiento natural: la forma en que se expresa el Universo. En este sentido, bien podríamos decir que el “tipo  de  interés”  es  el  precio  que  pagamos  por  una  “patente”  de  comportamiento  que,  de hecho,  ya existe en el Universo. Es el precio que pagamos por nuestro desconocimiento,  la “vida” que cobra el tipo de interés nos supedita a su propia escala de espacio‐tiempo.   

 

5/7    LA RELATIVIDAD VISTA DE FORMA MATEMATICA. 

 

No podemos contestar a la cuestión ¿Por qué existe este patrón? Ya que sería algo equivalente a preguntar ¿Por qué existe algo en lugar de nada? Lo único que podemos decir es que cuadra perfectamente  con  nuestra  visión  lógica  del  mundo.  La  relatividad  en  su  versión  más simplificada  la  llamaríamos probabilidad y… en un ámbito más matemático número  irracional (una relación que nunca se acaba), algo que siempre ha existido y que siempre existirá. 

 

Ricard Jiménez García ‐‐‐ [email protected]  Facebook/Google+ : mundoaureo  Página 8  

¿Por qué se atraen los cuerpos? No lo sabemos, todo lo más que podemos de decir de “esto” es que sigue una regla de funcionamiento.  

La Ley de  la Gravedad establece que cuando dos cuerpos están  infinitamente  juntos    (que… básicamente  es  lo mismo que decir que  tienden  a  la unidad)  se hace  infinita  la  fuerza que “existe”  dentro  de  ellos.  Cuando  los  dos  cuerpos  se  separan,  de  forma  exponencial  (o siguiendo  la misma  regla basada en  los  cuadrados) decrece  la  intensidad de  la  fuerza entre ellos;  Esto sucede hasta que la misma se vuelve infinitamente pequeña o… en otros términos, tiende a esa unidad  imaginaria que  llamamos “nada”. Este es el mismo comportamiento que encontramos, incluso, a nivel planetario. 

La gravedad no sólo expresa la forma de condensar un infinito en una unidad, sino que además nos da también un patrón de comportamiento, un patrón que cierra un “ciclo”, pues nos dice que todo está entrelazado, que continúa “conectado” aún cuando exista una infinita distancia de por medio. Es lo que conocemos como “computación instantánea” o “entrelazamiento” del Universo. También se trata de una regla irracional: la que establece que el Todo está incluido en la parte (y viceversa). 

Podemos decir que esta visión de la relatividad (o, incluso, de la gravedad) rige en una cuarta dimensión  imaginaria e  irracional, una dimensión donde no cabe nada físico, tan sólo  ideas y pensamientos,  concepto  y  simbolismo. En  consecuencia  y, dado que  la  gravedad puede  ser expresada de  forma geométrica  (formando un  “paralelogramo”), nada  impide poder ver  las leyes de la relatividad en ese mismo plano.  

La  UNICA  regla  consistente,  genérica  y  global  capaz  de  condensar  esta  distorsión  espacio‐temporal o… en términos matemáticos, de combinar una geometría recta con una geometría curvada, es la identidad más famosa del mundo entero: La “Identidad de Euler”. 

La Identidad de Euler sería como una especie de regla genérica inter‐dimensional, una regla que establece cómo se combinan las diferentes dimensiones entre ellas y que además exige la presencia del “movimiento natural”.  

 

Esta    identidad  es  completamente  irracional:  establece  la  igualdad  entre  lo  positivo  y  lo negativo,  entre  la  existencia  y  la  no  existencia  (i),  entre  una  estructura  geométrica  y  un movimiento. Pero… llega a la misma conclusión a la que llegamos todo el tiempo: el punto de equilibrio vuelve a ser  la unidad. La  Identidad de Euler sería una  identidad situada en  la 4ª dimensión matemática. Y, en consecuencia tiene varias expresiones geométricas. Son estas: 

                   

    La forma genérica de un “Cuanto de Planck” o un fotón de Luz. 

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¿Existe en el Universo  algún otro  concepto  capaz de  reflejar  siempre  la  idea  inherente  a  la relatividad universal? 

Existe, efectivamente.  

Se trata de una regla ya citada, nuestra regla matemática más eterna y universal: el “Teorema de Pitágoras”. De hecho es  la única regla que tiene  la capacidad de unificar  (por sí sola) dos geometrías opuestas entre ellas: la geometría plana (en que se basan las leyes de la gravedad) con  la geometría esférica (en que se basan  las  leyes de  la relatividad). Sin  lugar a dudas, ésta demostración,  llevada a cabo por Bernard Riemann es una de  las más  relevantes de  toda  la historia matemática.  

El Teorema de Pitágoras es  la regla de equilibrio entre dos planos diferentes o dimensiones. Habitualmente pensamos en dicho Teorema cómo una  forma de combinar  la primera con  la segunda  dimensión  matemática.  Me  estoy  refiriendo,  lógicamente,  a  la  equivalencia geométrica entre las medidas de un triángulo rectángulo y sus dimensiones espaciales cuando elevamos sus “lados o catetos” al cuadrado. Aunque… de hecho, nada impide que lo podamos utilizar  para  conectar  infinitas  dimensiones matemáticas.  Tan  sólo  se  trata  de  encontrar  el valor correcto que cumpla siempre  la norma y que, además, sea capaz de expresarse en dos planos diferentes de la realidad. 

Pero…  ¿Qué  es  el  Teorema  de  Pitágoras  en  realidad?...  De  hecho  no  es  nada,  un  simple concepto.    Es una  regla que  conecta  simplemente dos  conceptos opuestos  entre  ellos, una regla  genérica  y  universal.  Sería  como  la  Identidad  de  Euler  pero  de  forma  sintetizada  y racional, observando solamente la estática matemática. En consecuencia, la identidad de Euler sería  algo  equivalente  a  contemplar  el  Teorema  de  Pitágoras  en movimiento:  la  forma  de integrar un triángulo con una circunferencia. Esta forma es la de una famosa figura geométrica conocida como “El Ojo de la Providencia”, nuevamente la forma de un holograma. 

Esta  idea de  la eterna dualidad y  las “convergencias  imposibles”  la podemos observar  incluso de  forma  lineal.  La  regla  nos  dice  nuevamente  que  los  conceptos  convergen  en  algún imaginario momento, si la única condición es que sean siempre opuestos.  

Esta  forma geométrica o  lineal  la podemos denominar “Sucesión de Basilea” y es uno de  los resultados matemáticos más increíbles de la historia.  

                                                 

                               

Esta sucesión establece simplemente que la suma de infinitos cuadrados tiende a la forma de una  circunferencia en el plano  complejo. ¿Qué es el plano  complejo? Simplemente el plano real y su plano opuesto, el plano irracional…. Algo así como un “reflejo” 

La Sucesión de Basilea sería efectivamente una sucesión irracional, cuyo límite natural sería un doble “codo egipcio” (π/6). ¿Casualidad?  

Podemos establecer, por  tanto, que dicha unidad de medida  (que  fue  la que  se utilizó para erigir  las pirámides de Egipto) es  la única escala en el Universo capaz de poder ser expresada tanto  en  el  plano  real,  como  en  el  plano  irracional.  Ciertamente  una medida  genérica  y… Universal, un reflejo (como las pirámides de Egipto) de la geometría del Universo. 

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Dicha sucesión es capaz de cuadrar la circunferencia de forma genérica, requiriendo para ello únicamente la presencia de infinitos términos o, en otras palabras, exigiendo un tipo especial de movimiento.  

Este movimiento  siempre  es  el mismo:  el movimiento  exponencial….  Realmente  nos  está diciendo que el tiempo (matemático) se puede cuantificar, siempre y cuando se fraccione de forma infinita. Esta sería la idea inherente a un “Cuanto de Planck” (la unidad mínima en que nosotros cuantificamos el Universo) pero vista de forma dual: a cada instante de tiempo lo que denominamos “cuanto o evento” se desdobla en dos planos diferentes de la realidad. 

El Teorema de Pitágoras es intemporal, es capaz de proporcionar un patrón determinado de comportamiento,  pero  convive  pues  con  otra  regla  universal:  la  presencia  de  infinitos elementos.  Esto  es  evidentemente  cierto,  dado  que  siempre  podemos  expresar  de  forma geométrica  la  forma de una circunferencia como una sucesión de  infinitos triángulos, que se vuelven  infinitamente  pequeños.  El  factor  de  dicha  sucesión  sería,  precisamente,  la  raíz cuadrada de 2. 

Acabaremos este descenso en el mundo estrictamente numérico. Un número irracional sería la forma más  sintetizada  de  observar  el  principio  de  la  relatividad  universal.  Sólo  es  posible cumplir  la  regla  en  todo momento  si  disponemos  de  infinito  tiempo. Un  número  irracional implica una referencia cíclica (o una imposibilidad lógica) precisamente porque se compone de infinitos números enteros, en una especie de cadena que nunca se acaba. 

 

6/7    LA RELATIVIDAD UNIVERSAL IMPLICA UN UNIVERSO CURVADO Y RECTO. 

 

Como acabamos de ver  la  teoría de  la  relatividad NO es exclusivamente una  ley  física, dado que es genérica en su totalidad.  

Lo mismo pasa con la Ley de la Gravedad, dado que nunca se han podido detectar físicamente las  “ondas  gravitacionales”.  De  acuerdo  con  este modelo  sería  imposible  hacerlo,  ya  que dichas  ondas  pasan  precisamente  por  el  “centro”  de  nuestra mente. De  hecho,  es  la  única “fuerza” que podemos apreciar estando despiertos… o durmiendo. 

Ahora  bien,  la  relatividad  (en  su  versión  especial)  introduce  una  restricción  arbitraria,  una restricción que entendemos como racional, pero que nunca ha podido ser demostrada.  Dicha teoría establece que un suceso pasado no puede ocurrir en el futuro. Debido a esto  la teoría de  la  relatividad  especial  tiende  a  una  singularidad,  que  entendemos  como  absoluta  o determinada: la velocidad de la Luz. 

Esta mentalidad no desaparece en  su versión extendida,  la  relatividad general. De hecho es una  consecuencia  de  nuestra  particular  forma  material  de  observar  la  realidad,  a  su  vez derivada  de  nuestra  obsesión  por  cuantificar  el  tiempo.  Debido  a  ello  pensamos  que  el Universo  tuvo un principio y  (posiblemente) un  final, pero no damos  sentido a un Universo cíclico en sí mismo, un universo que ni empieza ni acaba.  

 

 

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La  relatividad  universal  (o  absolutamente  genérica)  establece  que  nada  puede  ser determinado en el Universo y que  lo que  llamamos “masa” no tiene una existencia definida, sino  una  existencia  compleja,  una  existencia  que  se mueve  en  dos  planos  diferentes  de  la realidad.  El  Big‐Bang  no  es  un  principio  inicial,  sino  que  simplemente  es  un  “cambio  de estado”, entendiendo este concepto como un movimiento propio de todo universo. 

Si  no  estableciéramos  esta  distinción  no  romperíamos  la  dualidad  y,  en  consecuencia,  no existiría  tal  singularidad:  el Universo  nunca  se  acabaría,  sería  circular.    Si  no  establecemos ninguna restricción arbitraria podemos conciliar las dos leyes de la relatividad, la especial y la general…  en  algo  que  podríamos  denominar  relatividad  universal.  Y,  para  ello,  tan  sólo tenemos  que  considerar  que  una  unidad  tiene  el  mismo  comportamiento  que  todo  un Universo. 

La unidad no  es un objeto no‐dimensional  (como nos  enseñan  en  el  colegio)  sino que  en realidad encierra “dentro” un patrón de comportamiento, un patrón que se extiende hacia los dos confines del Universo, lo más grande y lo más pequeño: uno y su opuesto. 

Esta  tendencia  a  observar  la  realidad  de  forma  estática  (entendiendo  con  esto,  que  no contemplamos el  tránsito  (o el movimiento) del espacio‐tiempo, entre dos planos diferentes de  la  realidad)  se  refleja  en  nuestras  creencias.  La  idea  de  que  el  Universo  se  puede “cuantificar” en su totalidad no es más que una extensión de nuestras  ideas matemáticas. Es como una exigencia o una necesidad a buscar siempre una respuesta determinada… Pero, el Universo es una “divinidad”, el infinito no es algo que se pueda acotar, a menos… ¡Claro! que el Universo sea un ciclo en sí mismo: encendido/apagado o ambos al mismo tiempo. 

Dividir la realidad según una medida de distancia, en función de una fuerza, o hacer esto con todo el Universo no deja de ser una distinción arbitraria. Un Universo eterno no tiene principio ni final, transmite su energía o su información y vuelve a empezar. 

Simbólicamente  el Universo  cuadra  circunferencias,  que  es  lo mismo  que  decir  que  unifica conceptos  aparentemente  opuestos.  Esto  es  equivalente  a  decir  que  el  Universo  utiliza siempre una doble escala. 

 

7/7  LA RELATIVIDAD UNIVERSAL  IMPLICA QUE NUESTRA MENTE  ES  EL CENTRO 

DEL UNIVERSO. 

 

No debemos subestimar la importancia de la regla o de la “herramienta”. Si tan sólo medimos el mundo utilizando una escala recta, es difícil advertir que todo empieza y acaba en sí mismo, que todo es y no es al mismo tiempo, que el pasado y el futuro son el mismo concepto, o que nuestras mentes siguen las mismas reglas de comportamiento que todo el Universo.   

Nuestra forma de pensar es propensa a aceptar la jerarquía, o la forma piramidal,  además de todo concepto que se basa en los opuestos, pero no solemos contemplar la idea de que todo está conectado en realidad. De hecho esta mentalidad se extiende desde el  inicio de nuestra civilización. 

 

 

Ricard Jiménez García ‐‐‐ [email protected]  Facebook/Google+ : mundoaureo  Página 12  

 

El  faraón  siempre  fue  el  único  “autorizado”  a  contemplar  esto,  como  demuestran  las  dos escalas  (o atributos) que  tiene en  sus manos. El  faraón  se consideraba a  sí mismo como un cartógrafo del espacio‐tiempo.  Y es que nos han enseñado a pensar de forma local, pero nos han cortado  las alas para volar…. Esta analogía es evidente en el simbolismo del “águila” y  la “serpiente”. 

Tan  sólo  existe UN  concepto  en  el Universo  que  cumpla  con  todos  los  requerimientos  que acabamos  de  citar  y  que,  además,  sea  capaz  de  entrelazarse  consigo mismo  en  todas  las dimensiones matemáticas e, incluso, entre dos planos diferentes de la realidad. Se trata de la divina  proporción,  la  única  regla  que  necesitamos  para  conectar  nuestra  mente  con  el Universo, que es exactamente el mensaje que reflejan las pirámides de Egipto. 

Toda la cultura egipcia hace referencia a lo mismo, a la dualidad universal y a su capacidad de conectar diferentes dimensiones. Por eso no es extraño que establecieran  “El  símbolo de  la balanza”  (o del equilibrio) como  la  regla que conecta el mundo de  los dioses con el mundo terrenal.  

La parte más importante de esta herramienta es su capacidad para cambiar tu mentalidad… y, de  paso,  demostrar  que  las  ideas  también  crecen  de  forma  exponencial,  aunque  éstas  se muevan… en un plano inmaterial.  

Si podemos demostrar que  las  leyes que rigen el Universo son  las mismas, tanto en un plano físico  como  en  un  plano  inmaterial,  significa  realmente  que  tenemos  dentro  un  inmenso potencial  para modificar  la  probabilidad  y,  en  consecuencia,  poder  variar  el  rumbo  de  los acontecimientos. 

 

 

La Civilización egipcia representaba (con su peculiar simbolismo) su 

conocimiento de las Leyes que rigen el Universo.