La Psicología y Su Pluralidad
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LA PSICOLOGÍA Y SU PLURALIDAD María Elena Colombo
La psicología emergió como ciencia experimental independiente a fines del siglo XIX, con la inauguración del laboratorio experimental de Wundt en 1879 en Leipzig, Alemania. En ese momento había un debate en torno al enfrentamiento entre ciencias del espíritu y ciencia experimental.
Las ideas psicológicas en el pensamiento filosófico de la antigüedad griega: Para Platón, el conocimiento es de una naturaleza completamente diferente a la que proporcionan los sentidos. Lo sensible proporciona un mundo variable, vacilante y contradictorio. Resulta ser un mundo de sombras, de apariencias. El mundo de las ideas, el del conocimiento, no puede provenir de lo sensible, porque el verdadero saber es algo que permanece. Platón decía que el conocimiento debe ser certero e infalible y que debe tener como objeto lo que es en verdad real, en contraste con lo que es sólo en apariencia. Como para Platón lo que es real tiene que ser fijo, permanente e inmutable, identifica lo real con la esfera ideal de la existencia en oposición al mundo físico de lo cambiante. Una consecuencia de este planteamiento fue el rechazo que hizo Platón a la afirmación de que todo conocimiento se deriva de la experiencia en oposición a otros filósofos griegos. Pensaba que las proposiciones derivadas de la experiencia tienen un grado de posibilidad a lo sumo, no son ciertas. El ámbito de las ideas sólo puede ser conocido mediante la razón. Las ideas tienen mayor entidad que los objetos en el mundo físico, tanto por su perfección y estabilidad como por el hecho de ser modelos, semejanzas que dan a los objetos físicos comunes lo que tienen de realidad. Si bien el mundo sensible y el mundo de las ideas representan dos órdenes distintos, tienen entre ambos una relación de semejanza. Platón dice que al ver cosas iguales nos permite pensar en la igualdad pero como en el mundo sensible no podemos percibir la igualdad sino las cosas iguales, es preciso que la idea de igualdad sea previa, es decir que la hayamos adquirido antes de venir a este mundo. De este modo, Platón afirma un dualismo definitivo entre cuerpo y alma –lo sensible y lo ideal-‐ preexistiendo el alma en el mundo de las ideas, siendo éstas previas a cualquier experiencia sensible por lo cual sostiene la existencia de ideas innatas.
A diferencia de Platón, Aristóteles hace hincapié sobre todo en la biología. Para Aristóteles el mundo estaba compuesto por individuos (sustancias) que se presentaban en tipos naturales fijos (especies). Cada individuo cuenta con su patrón innato específico de desarrollo y tiende en su crecimiento hacia la debida autorrealización como ejemplo de su clase. El crecimiento, la finalidad y la dirección son aspectos innatos a la naturaleza y aunque la ciencia estudia los tipos generales éstos encuentran su existencia en individuos específicos. La ciencia y la filosofía deben equilibrar las afirmaciones que resultan de la observación y la experiencia sensorial y del formalismo racional. La filosofía de Aristóteles entiende la realidad del hombre como comunidad e interacción alma-‐cuerpo. Las afecciones del alma no son propias, sino comunes con el cuerpo, es decir, propias del sujeto compuesto. Plantea la imposibilidad de una existencia separada del cuerpo y de alma, por lo tanto, la no inmortalidad del alma. En tanto el alma, como no se presenta separada del cuerpo, es un capítulo de la física. Así, la física aborda el estudio del alma como la forma del cuerpo viviente y no como sustancia separada de la materia.
Aristóteles plantea también, una nueva noción de causalidad: la causa material (la materia de la que está compuesta una cosa), la causa eficiente o motriz (la fuente de movimiento, generación o cambio), la causa formal (que es la especie, el tipo o la clase), y la causa final (el objetivo o pleno desarrollo de un individuo, o la función planeada de una construcción o de un
invento). Creía que su noción de las causas era la clave ideal para organizar el conocimiento. Desarrolló reglas para establecer un razonamiento encadenado que no producirían nunca falsas conclusiones si la reflexión partía de premisas verdaderas. En el razonamiento, los nexos básicos eran los silogismos: proposiciones emparejadas que, en su conjunto, proporcionaban una nueva conclusión. Aristóteles dice que los seres vivos se caracterizan por tener un alma vegetativa (nace, crecen, reproducen, mueren), una sensitiva (capacidad motora) y una racional (lo que nos hace seres humanos).
Las ideas psicológicas en el pensamiento filosófico medieval: Los comienzos del pensamiento medieval se fueron constituyendo en la perspectiva agustiniana (san Agustín de Hipona), que era una perspectiva neoplatónica porque retoma las ideas de Platón respecto a la preexistencia del alma, pero tratando de articularlas con el pensamiento cristiano. La visión del cosmos, para él, correspondía a un vasto orden graduado y escalonado donde interpretaba el mal como el lado de la sombra que daba relieve a lo iluminado. Pero Dios quedaba más allá de ese orden inteligible. La búsqueda de la verdad se la entiende como una adecuación de la cosa del mundo al intelecto. Pero aquí el intelecto es divino y la cosa es un ente creado por Dios. Su creación ocurre de acuerdo con una idea pensada previamente por el creador. La cosa es verdadera en cuanto concuerda con dicha idea y con el intelecto divino. El hombre ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza. El hombre medieval agustiniano busca la verdad a través de la fe que le ayuda a encontrar a Dios por medio de la iglesia. Así, en la búsqueda de su identidad, el hombre agustiniano piensa y conoce, pero esa actividad es un re-‐pensar y un re-‐conocer pues esas actividades han sido realizadas previamente por Dios.
Luego del pensamiento agustiniano, se va a consolidar el pensamiento filosófico y teológico de la Iglesia Católica por medio del pensamiento escolástico: utilizar la razón natural humana, en particular la filosofía y la ciencia de Aristóteles. Lo que da unidad a todo el movimiento escolástico son las metas comunes, las actitudes y los métodos aceptados de un modo general por todos sus miembros. La principal preocupación de los escolásticos no fue conocer nuevos hechos, sino integrar el conocimiento ya adquirido de forma separada por el razonamiento griego y la revelación cristiana. Tenían convicción de la armonía fundamental entre razón y revelación. Los escolásticos afirmaban que el mismo Dios era la fuente de ambos tipos de conocimiento y la verdad era uno de sus principales atributos. Como los escolásticos creían que la revelación era la enseñanza directa de Dios, ésta tenía para ellos un mayor grado de verdad y certeza que la razón natural. En los conflictos entre fe religiosa y razonamiento filosófico, la fe era siempre el árbitro supremo, la decisión de los teólogos prevalecía sobre la de los filósofos. Maimónides intentó armonizar la filosofía aristotélica con la revelación divina como se entiende en el judaísmo, en un espíritu similar al de los escolásticos cristianos. Bacon se destacó por sus críticas al método deductivo de sus contemporáneos, así como a la confianza de estos por la autoridad del pasado, proponiendo un nuevo método de investigación basado en la observación controlada. Bacon advertía que aún quedaba mucho por aprender de la naturaleza. En el momento de esplendor de la escolástica, Tomas de Aquino estableció un equilibrio entre razón y revelación, convirtiéndose en uno de los teólogos sobresalientes del catolicismo.
Las enseñanzas de Aristóteles devolvieron la confianza en el conocimiento empírico, lo que originó la formación de una escuela de filósofos conocidos como averroístas, quienes afirmaban que la filosofía era independiente de la revelación. Esa postura amenazaba la integridad y supremacía de la doctrina católica apostólica romana.
Tomás de Aquino insistía en que las verdades de la fe y las propias de la experiencia sensible, así como las presentadas por Aristóteles son compatibles y complementarias. Algunas verdades como el misterio de la encarnación, pueden ser conocidas sólo a través de la revelación, y otras, como la composición de las cosas materiales, sólo a través de la experiencia; aun otras, como la existencia de Dios, son conocidas a través de ambas.
Las ideas psicológicas en el pensamiento filosófico de la modernidad: Los intentos de reconciliar la razón natural y la revelación llevaron a algunos pensadores a encontrar otro fundamento, no ya de la verdad a la que se accede por la fe, pero sí de la certeza que se puede tener por la única actividad que no se puede perder: pensar. Sobre este trasfondo de renuncia al pensamiento religioso emerge la figura de Descartes. Determinó no creer ninguna verdad hasta haber establecido las razones para creerla. Creó dos clases de sustancias que constituyen el todo de la realidad. Una clase era la sustancia pensante, el yo, la conciencia, lo mental y la otra era la sustancia extensa o física. Planteaba de este modo, un profundo dualismo en las posibilidades del conocimiento humano: el hombre puede acceder al conocimiento indirecto del universo y del propio cuerpo a través de los distintos sentidos –la Res extensa-‐, y por otra parte, el hombre puede acceder al conocimiento directo de su propia actividad pensante o reflexiva que se le impone libre de toda duda –la Res cogitans-‐. El dualismo cartesiano había planteado una división en las formas de acceso al conocimiento del cuerpo y del yo pensante. Al primero es podía acceder por medio del conocimiento cinético siguiendo los pasos del método analítico, por él propuesto, mientras que, para el segundo, se imponía la introspección filosófica como forma de abordaje. Así, la mente el yo o la conciencia quedaba confinada dentro del territorio de la filosofía.
En oposición al pensamiento cartesiano, vemos emerger el empirismo inglés, por Locke, Hume y Bacon. Bacon entendía que el conocimiento humano no provenía de ninguna autoridad sino que se derivaba de la experiencia. La forma de acceso al conocimiento estaba garantizada por el empleo de la lógica inductiva utilizada por medio del método experimental. Anteriormente se practicaba la inducción mediante la simple enumeración extrayendo conclusiones generales de datos particulares. El método de Bacon consistía en inferir a partir del uso de la analogía, desde las características o propiedades del mayor grupo al que pertenece el dato en concreto, dejando para una posterior experiencia la corrección de los errores evidentes.
Locke trasladó la discusión sobre la dicotomía mente-‐cuerpo al dominio de la experiencia puramente psicológica, contrastando el sentido superior (la experiencia reflexiva de la mente de su propia experiencia de las cosas) con el sentido exterior (la experiencia mental de las cosas). Aunque Bacon y Descartes habían planteado la cuestión del método adecuado para alcanzar el conocimiento, Locke, desde su perspectiva empirista, fue el primero que propuso la cuestión epistemológica de los límites del conocimiento.
Locke se interesó por la certeza de nuestras ideas adquiridas por medio de la experiencia a través de la reflexión o sentido interno y por la verdad de nuestras ideas en la medida en que dependen del sentido externo. Afirmaba que el ser humano, al nacer, no tiene ideas. Sin embargo, Hume intentó probar que la razón y los juicios racionales son tan sólo asociaciones habituales de diferentes sensaciones o experiencias. Dice que la razón nunca podrá mostrar la conexión entre un objeto y otro si no es ayudada por la experiencia y por la observación. No existe un yo previo a la experiencia.
Los racionalistas afirmar que la mente es capaz de conocer la realidad mediante su capacidad para razonar, una facultad que existe independiente de la experiencia. De este modo, Kant intentó lograr un compromiso entre el empirismo y el racionalismo, restringiendo el conocimiento al terreno de la experiencia, y por ello coincidía con los empiristas pero atribuía a la mente una función precisa al incorporar las sensaciones en la estructura de la experiencia. Esta estructura podía ser conocida a priori sin recurrir a métodos empíricos, y en este sentido Kant coincidía con los racionalistas.
Lo que sabemos sin dudar es la ciencia. Esta es capaz no sólo de analizar conceptos, de formalizar observaciones, sino también de crecer por sí sola. Al pensar, tomamos una idea para desarrollar lo que lleva dentro o para establecer sus equivalencias con otras ideas, o bien, coleccionamos experiencias concretas asociándolas por su parecido o por su vecindad bajo una misma etiqueta. El razonamiento puede andar bien pero no produce nada nuevo, no enriquece nuestro conocimiento del mundo. La ciencia puede decir algo nuevo sin tener que depender de la experiencia.
Kant le atribuye un gran poder a la mente científica y lo cierto es que la concepción de la mente humana representa una revolución decisiva. La mente humana tiene maneras y formas de sentirse impresionada por la experiencia. La impresión más elemental que pueda recibir aparece casi inevitablemente como extensa (a modo cartesiano): o sea que nosotros y “toda mente posible “estamos hechos de tal modo que la percibimos como dada en el espacio. Entonces, si toda mente es extensiva, lo geométrico valdrá igual para todos, será una verdad universal.
A estas maneras nuevas de relacionar las impresiones, de estructurar la experiencia, Kant las llama “categorías”. Son maneras de hacer presente para la mente, la experiencia. Lo que tenemos en nuestra mente es un mundo análogo para todos, pero al hablar de él y de nosotros surgen nuevas preguntas que no podemos contestar sin salirnos de este orden. Ante todo, la cuestión del yo, que no puedo percibir igual que percibo el mundo, ni deducir de ningún concepto, pero que tengo que suponer en todo acto. Sobre si es real o no el yo es algo que puedo afirmar o negar lógicamente pero no se puede deducir que algo exista o no porque lo deduzca teóricamente. Kant hace imposible un estudio científico del yo, dado que puedo afirmar el supuesto del yo como presente en todo acto pero el mismo no permite ser aprehendido por las formas de la mente como lo hace con el mundo de experiencias.
DUALISMOS EN PSICOLOGÍA (CAPÍTULO I) María Elena Colombo Mitos y Antinomias
El mito del hombre natural: la concepción del hombre como ser natural sostiene que existe una esencia humana previa a toda experiencia individual que se ha corrompido por el contacto con la cultura y la sociedad. El hombre nace bueno y esas cualidades se pierden al interactuar con la sociedad. Esto se debe a un pensamiento religioso en occidente que entiende al hombre como un ser creado a imagen y semejanza de Dios. Plantea un estado de naturaleza previo al de la cultura. Para Rousseau, la sociedad corrompe al hombre apartándolo de la naturaleza. Levi Strauss niega totalmente este mito.
Ejemplo: L’enfant sauvage.
El mito del hombre aislado: se cree que el ser humano en su origen es un ser aislado, no social, que socializa a medida que crece. La psicología debería entonces dar cuenta de cómo este hombre se inserta en la sociedad (teoría de Robinson Crusoe).
Bleger descarta este mito, ya que dice que el hombre desde el útero ya está en contacto con la madre. Por lo que el planteamiento correcto sería: ¿cómo los seres humanos pueden independizarse y pensar libremente, aun cuando están tan unidos? Este mito dice que el ser humano es un ser social.
El mito del hombre abstracto: este mito para Bleger es un gran error. El hecho de estudiar al ser humano sin considerar el contexto en que se halla inserto lleva a la psicología a un proceso de generalización de las unidades de estudio, generando un obstáculo epistemológico.
Bruner dice que estamos totalmente asociados con la cultura, por lo que parecería absurdo estudiar los procesos mentales humanos sin conexión con esta.
Antinomia individuo-‐sociedad: esta oposición tiene la falsa creencia de que el ser humano está “limitado, distorsionado por la organización social”; el individuo para vivir en sociedad, debe renunciar a ciertos montos de placer, limitar sus impulsos, domesticar sus pasiones para someterse a los mandatos culturales.
Bleger explica que esta concepción entiende al ser humano como un ser constituido por una naturaleza irracional animal y es, por lo tanto, un ser malo. Para salvar a la sociedad hay que domesticar a la bestia.
Esta polaridad individuo-‐sociedad, se opone a la concepción del hombre como ser natural, en tanto plantea que el hombre es inicialmente un ser malo, irracional, sujetado por pasiones a diferencia del hombre natural que es entendido como inicialmente bueno y pasible de ser corrompido por la cultura.
Esta concepción dicotómica tiende a presentar las guerras, delincuencia, violencia como aspectos irracionales que hay que erradicar.
Ejemplo: Dr. Jekyll y Mr. Hyde.
Antinomia innato-‐adquirido: lo innato parte de una biología orgánica y lo adquirido de lo ambientalista. También es conocida como herencia-‐ambientalismo y herencia-‐aprendizaje. Estas oposiciones son el resultado de la naturaleza humana que tiende a naturalizar, dar como naturaleza las competencias propias del ser humano. Bleger señala que esta antinomia es expresión de una ideología, es decir, aparece naturalizado lo que en verdad es manifestación de creencias que responden a los intereses de sectores de poder de las organizaciones sociales.
En este sentido, la aparición de planteos que subrayan el papel de aprendizaje, el desarrollo y la interacción social en la conformación del ser humano fueron críticos para las concepciones naturalizadoras. Se instalaron falsos debates, acerca de cuánto hay de innato y cuándo de adquirido en la conducta humana.
Los estudiosos se dividieron entre biologicistas (las causas determinantes son orgánicas y el ambiente sólo tiene una influencia menor) y ambientalistas (el ambiente es determinante en la conformación de lo psíquico).
Los avances en el estudio del sistema nervioso permitieron conocer mejor las íntimas relaciones entre herencia y medio ambiente. No hay oposición sino que hay interacción permanente.
Una derivación del dualismo mente-‐cuerpo instalado por Descartes corresponde a la separación cognitivo-‐afectivo. Una vez que Descartes mostró la distinción real del alma y del cuerpo, se le imponía la necesidad de explicar su estrecha unión y su influencia mutua. ¿Cómo es posible que una sustancia inmaterial pueda determinar el movimiento del cuerpo para realizar las acciones voluntarias?
La emergencia de la conciencia de la historicidad humana
Michael Cole afirma que a los seres humanos les resulta muy difícil pensar en la cultura, no la vemos porque es un medio dentro del cual existimos. Tal vez esta pueda ser una razón por la cual la comprensión de los fenómenos sociales e históricos demoró en entrar en el territorio de la ciencia. Según Cole, sería un error atribuir la división entre ciencias naturales e históricas a la debilidad de las segundas por su carácter variable; la historia queda fuera de la ciencia porque la mente humana ha tenido un papel en ella. La historia es en parte producto de la mente. Descartes propone la idea de dejar fuera de la ciencia el estudio de la mente, la cual se rechaza, y comenzarán a tomarla como objeto de estudio a la par que se instalará el problema de la forma de abordaje de los fenómenos culturales, sociales y psicológicos.
El principal oponente de Descartes era Giovanni Battista Vico, quien aceptaba la distinción cualitativa entre naturaleza e historia humana, pero negaba la aplicabilidad de los modelos de la ciencia natural a la naturaleza humana, y declaraba que el estudio científico de ésta debía basarse en formas específicamente humanas. Partía de considerar que el hombre es un ser social y que el conocimiento histórico no surge por la acumulación de anécdotas y episodios del pasado, sino que se organiza a partir de la comprensión del proceso que siguen las sociedades entre su nacimiento y su caída, y sus etapas. Con Vico surge la historia moderna.
Vico observa que los hombres han descuidado el mundo histórico. Su propósito será, construir una nueva ciencia, de índole crítica, o sea, una teoría de todo lo que depende de la voluntad humana, tal como la historia de las lenguas, las costumbres y los acontecimientos. Es un error, para Vico, suponer que la civilización comienza cuando se desecha el mito. La vida humana, la sociedad y la civilización siempre necesitarán de mitos, aunque sea el mito de la ciencia y del progreso. Ahora: es preferible creer en mitos sabiendo que son mitos, a creer en ellos pensando que son verdades, porque cuando se descubre que no lo son, sobreviene el desengaño. Parece ser que la sociedad necesita algo más que la razón para funcionar, necesita creencias, tradiciones, imaginación. Y el racionalismo, las devasta.
El decurso evolutivo para comprender la historia, según Vico, se da en tres edades o etapas y es el mismo para los distintos pueblos. Así “primero estaban los bosques, luego las chozas, después las ciudades, y por último las academias” y los inventos se refieren “primero a lo necesario, luego a lo útil, lo cómodo y lo agradable y, finalmente, al lujo pernicioso”. Las
leyes que rigen el mundo histórico, son universales y eternas, por lo que constituyen un sistema casi autónomo, que por sí mismo se explica y por sí solo funciona.
Horkheimer dice que lo que los hombres han creado, no son las construcciones ficticias del entendimiento matemático, sino la “realidad histórica”.
Los filósofos ilustrados franceses eran racionalistas radicales que sostenían que todas las verdades acerca del hombre y la naturaleza eran universales, objetivas y transparentes a la razón. La modernidad excluye la historia de la filosofía, pues la historia, pertenece al reino de lo probable y de lo cambiante, mientras que la filosofía se ocupa de la verdad. Vico sostiene que la naturaleza humana pura, como abstracción, no existe; sólo existen los hombres y las mujeres, sujetos de su historia.
En el siglo XIX, Marx desarrollará la noción de una historia inexorable: el materialismo dialéctico. Si se quiere encontrar un intermedio entre Vico y Marx, tenemos que considerar que en el contexto de renovado estudio de las antigüedades europeas se enmarca el estudio de las etapas y progresos de la ciencia y la razón. La empresa intelectual entiende que el pensamiento, el conocimiento y la razón están determinados por las circunstancias materiales, sociales, económicas y tecnológicas en que surge, es decir, que no hay una historia de las ideas independiente de este tipo de historia.
El alcance y límites del entendimiento y la razón humana, no están solamente determinados por la estructura natural de la que partimos, que es un producto de la evolución, sino también están determinados por la clase de sociedad a la que pertenecemos. Estos modos de determinación sociales resultan tan importantes como los naturales.
Herder continuó las ideas de Vico: introdujo la noción de Volk, entendida como comunidad de personas cuyo lenguaje y tradiciones históricas compartidas moldean la actividad psicológica de sus miembros y proporcionan recursos esenciales para su progreso y desarrollo: relativismo cultural. Wilheim von Humboldt, fue uno de los primeros en afirmar que la lengua refleja la cultura y que el estudio del lenguaje debería enfocarse a través de la historia y la antropología.
La educación, psicología social, psicopatología no eran consideradas científicas.
La concepción materialista dialéctica, a la que adhiere Bleger, entiende las oposiciones como parte de un proceso que intenta aprehender el movimiento progresivo contradictorio de los fenómenos reales, concretos. Con esta concepción teórica pueden superarse y suprimirse las falacias que se han planteado en este texto al mismo tiempo que se formulan las bases para una concepción científica en el estudio del ser humano.
Siguiendo a Bleger, esta concepción entiende al ser humano de acuerdo a las siguientes características:
• Su condición de ser social hace que se estructure una síntesis integrada de naturaleza y sociedad, en la que la última no es un factor superficial, sino que cambia sustancialmente la primitiva condición de ser natural, en el sentido de depender totalmente de la naturaleza.
• Su condición de ser concreto, que pertenece a determinada cultura, clase social, y que esta pertenencia no es casual, sino que integra su ser y su personalidad. No se debe estudiar la conciencia, sino la conducta concreta de tal individuo en tales condiciones concretas y en un momento dado.
• Su condición de ser social, sólo llega a ser tal por la incorporación de experiencias con los demás individuos.
• Su condición de ser histórico, es el producto de un desarrollo en el cual emergen nuevas potencialidades, que no se dan de una vez para siempre en forma fija e inmutable.
• Porque el medio ambiente del ser humano es un ambiente social, del que provienen los estímulos para la organización de sus cualidades psicológicas.
• Porque no puede conocerse la condición del ser humano por su pura reflexión. • Porque el hombre es el único de los seres vivos que puede pensarse a sí mismo como
objeto, pensar, crear lenguaje, prever y planificar. Aun formando parte de la naturaleza puede ser independiente de ella.
• Que la producción de sus medios de subsistencia crea la matriz fundamental de todas las relaciones humanas.
Bleger propone estudiar al hombre en un contexto social e histórico determinado. Tiempo y espacio. La postura de histórico la extrae del materialismo dialéctico de Marx.
Mente, conciencia, alma, son entidades abstractas. Se estudia al hombre a partir de los fenómenos psicológicos: lenguaje, atención, memoria, pensamiento.
Bleger afirma que hay que estudiar al ser humano de forma integral, no por cada fenómeno psicológico separado.
En cuanto a los mitos y las antinomias, Bleger dice que funcionan como obstáculo epistemológico para la psicología científica.
Dice que somos seres sociales. No trabaja en un laboratorio apartando al objeto de estudio.
Quien plantea en primer lugar el tema de obstáculo epistemológico es Bachelard, quien tiene 3 pilares:
• Obstáculo epistemológico. • El conocimiento se da a través de saltos y rupturas.