''La Propia'' de Magón: los límites del costumbrismo

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la Nación, domingo 4de set iembre de 1983 ''La Propia'' de Magón: los límites del costumbrismo Alvarp Quesada Soto A l nacer el siglo, hacia 1900, nace también lo que pudiéra- mos llamar la literatura "clásica" costarricense. Las ma- nifestaciones costumbrista-s que aparecían iesporádicamente en los periódicos y las revistas de la época, l1ogran, en los cuentos de Magón, en las "concherías" de Aquileo o en las novelas de García Monge, la conjunción de ciertos ele- mentos y cualidades literarias, que convierte a estos autores en lci que pudiéramos llamar nuestros primeros "clásicos". "La lite- ratura costarricense -nos dice Abelardo Bonilla- nace con el realismo en los últimos afios del siglo XIX y en los primeros del actual. En un sentido estricto no hubo literatos antes". La crítica se ha ocupado tradicionalmente de sei\alar una serie de elementos comunes en las obras de todos estos autores, que le ha permitido ubicarlos dentro de una misma corriente llamada "costumbrismo". Es nuestro parecer, sin embargo, que al lado de todas estas características comunes, podemos encontrar impor- tantes divergencias, índice de una actitud hacia la realidad y de concepciones del mundo muy diversas, no sólo entre los distin- tos autores Oo que es bastante evidente sobre todo en el caso de García Monge), sino incluso (lo que ya no es tan evidente) en al- gunas obras de un mismo autor. Tomemos el caso de una de las obras más conocidas de uno de nuestros clásicos más leídos:'La propia de Manuel Gonzá.lez Ze- ledón (Magón). El enfoque de la realidad que practica el costumbrismo tradi- cional es eminentemente anecdótico. Parte de cierta idealización de las costumbres y tradiciones patriarcales y campesinas, en que la tragedia, los vicios y deformaciones morales y sociales se diluyen, absorbidos por el giro pintoresco o la anécdota diverti- da. El mundo del costumbrismo tradicional es un mundo plano, armónico, sin fisuras. Su actitud anecdótica implica, en este sen- tido, una actitud de ingenuo optimismo y de plena confianza -apenas disimuladas por una tenue ironía y cierta burla so- carrona- en la validez moral, y la necesidad incuestionable de las costumbres, los valores y las relaciones sociales establecidas. El mundo costumbrista es impermeable al ácido corrosivo de la historia y las transformaciones sociales que producen héroes corrompidos y valores degradados. Por eso; creemos, la inclusión en algunos textos literarios cos- tumbristas de elementós que conducen a la desgracia, la tragedia o la degradación de sus héroes, implican el surgimiento de una actitud de duda y cuestionamiento ante la realidad; una ruptura con la fe optimista e ingenua en la bondad y la justicia del mun- . do de los valores y las relaciones patriarcales. Mundo claro y mundo oscuro Múltiples críticos han nuntualizado la aparición en La propia de caracteres "pesimistas 1 \ "amargos'', "trágicos", desusados to- dos en el resto de la obra de Magón.1 Es este el único cuento de su autor que denuncia una clara fisura en la superficie siempre alegre y divertida del costumbrismo tradicional. Pero, además, la irrupción de la tragedia en el mundo optimista y plácido del cos- tumbrismo anecdótico, significa el descubrimiento de que, bajo la aparente armonía y solidez de los valores y tradiciones patriar- cales, se esconde un mundo de brutalidad, vicio, miseria e igno- rancia. Toda la estructura del relato procura hacer patente este descenso del "mundo claro" a un "mundo oscuro". En sus rasgos esenciales, la primera parte casi no se diferencia del típico cuadro de costumbres; es una de las más perfectas muestras del arte descriptivo de Magón. El pincel del narrador pasa con extraordinario vigor, movilidad y rica observación, de la casa al cafetal, de la familia Oconitrillo a las ingentes y abi- garradas actividades de sus peones. El cuadro es un derroche de color y movimiento, de esfuerzo y trabajo alegre, sano y produc- tivo, semejante en su fuerza y plenitud a la naturaleza, al "Sol de febrero, rojo como cara de borracho, quemante, abrasador, lle- nando de vida exuberante la campiña ... manteniendo sus rayos como hojas de machete nuevo entre las breñas". La hábil utiliza- ción de todos estos recursos no hace más que acentuar la impre- sión de solidez, optimismo, armonía y exuberancia vital de este "mundo claro" y confiado de tradiciones, costumbres y rela- ciones patriarcales. Pero a pai:tir de la pasión inmoderada que hace surgir María Engracia en el alma de ñor Julián, todo cambia; la armonía y es- tabilidad del "mundo claro" se desgarran y se desencadena una serie de acontecimientos inesperados e incontrolables. Magón nos lleva a descubrir, en un ininterrumpido "descanso a los in- fiernos" de ñor Julián, el lado oculto tras la arcadia patriarcal: un mundo oscuro de bestialidad, vicio_y miseria. La tragedia y la El en/ oque de la realidad que practica el costumbrismo tradicional es eminentemente anecdótico. Sin embargo, algunos textos literarios costumbristas incluyen elementos que conducen a la desgracia, la tragedia o la degradación de sus héroes. Este es el caso de La propia, relato en el que surge una actitud de duda y cuestionamiento de la realidad, inexistente en la visión ingenua y optimista del costumbrismo tradicional. desintegración material, social y moral tenninan J?Or contaminar a toda la familia Oconitrillo, hasta llevarlos al cnmen, la prosti- tución, la miseria y la cárcel. Para la descripción de estos hechos, Mágón se ve obligado a enriquecer el arsenal de sus recursos y ¡)osibilidades literarias; hace sonar notas inéditas que nunca -ni antes ni después- habria de emplear de nuevo. Abelardo Bonilla anot! cómo en las últimas escenas "los rasgos naturalistaS de La propia, excep- cionales en el conjunto de la obra, se acercan a lo expresionista". La fuerza humana y la ·exuberancia vital de las primeras esce- nas contrasta con estas últimas, donde la visión de la realidad, amarga y deshumanizada, raya en lo repulsivo y lo grotesco. Así narra Magón la escena del crimen: " ... una tremenda pui\alada le dividía la carótida izquierda; brotó la sangre en espu- moso chorro y una voz de angustia infinita hendió siniestramen- te los aires. .. El asesino seguía apuñaleando a su víctima con saña fiera, lanzando imprecaciones espeluznantes y carcajadas aterradoras ... ". Así describe los alrededores de la cárcel: " ... en las cercanías de la cárcel, dos mujercillas agarradas furiosamente de los moños, se revolcaban en el hediondo caño, cubriéndose de arañazos y denuestos; la "Cinco Pelos", enclenque y desmedra- da, llevaba la peor parte ... ". Actitud critica Encontramos en la visión de la realidad que ofrece La propia, una cierta actitud crítica, inexistente en la visión ingenua y opti- mista del costumbrismo tradicional. Esa actitud crítica se mani- fiesta aquí en el tono amargo y pesimista, indice de duda, por parte del autor, en el sentido univoco y estable del mundo patriarcal. Pero la crítica, sin embargo, no aparece en forma explicita y consciente. No hay en la obra un análisis de las causas del resquebrajamiento de los valores morales, ni una criti- ca de las costumbres e instituciones sociales. Los valores morales y estructurales que conforman la vida patriarcal no son determi- nantes, en el texto, para la caída de ñor Julián en el mundo oscu- ro al que lo arrastra su destino. El destino del gamonal, lazo de unión entre el mundo claro y el mundo oscuro, obedece a facto- res individuales y personales; son un defecto en el carácter de Oconitrillo, que se deja arrastrar por la pasión, el instinto, su "antojo" por Maria Engracia; circunstancias todas externas y ajenas a los valores patriarcales. La relación entre la armonía patriarcal y la tragedia es enton- ces, en este relato, puramente casual,.no causal. los valores que rigen la vida en el mundo claro son independientes y autónomos; . no tienen relación causal· con los valores y la vida que rigen en el submundo del vicio, la prostitución, la brutalidad y la miseria. La existencia del mundo oscuro, por lo tanto, no pone en duda , en la obra, la integridad de los valores morales y sociales del mundo patriarcal. Así la actitud crítica, en este cuento de Magón, no aparece en forma explicita, como crítica o denuncia de relaciones, instituciones o formas de comportamiento social, que generan en el individuo actitudes y conductas inmorales, inhumanas o injustas. Este último tipo de critica si aparece con · cierta claridad en algunos Cuentos ticos de Ricardo Femández Guardia (El estreno, La polltica); pero sólo será desarrollada con plena conciencia y consecuencia en obra de Joaquín García Monge (El moto, Hijas del campo) Pero el agrietamiento del mundo patriarcal del costumbrismo en La propia, bien puede ser interpretado como un índice de du- da sobre la perennidad y univocidad de los valores, tradiciones y costumbres patriarcales. Puede también interpretarse como un reconocimiento implícito de las limitaciones del costumbrismo anecdótico; de su sistema literario, incapaz de abarcar e incor- porar a su modelo del mundo y de la realidad una serie de aspee · tos y fenómenos inéditos, que nacen a la vida costarricense con la descomposición de las relaciones patriarcales en la última década del siglo. La develación en La propia del "mundo oscuro" oculto tras la arcadia patriarcal, es síntoma de la necesidad de un nuevo siste- ma literario, da una ampliación del costumbrismo anecdótico, que pudiera integrar estos nuevos aspectos y fenómenos, para forjar una imagen más amplia y profunda -exhaústiva- de la vida y la realidad costarricenses de la época. La respuesta a esa necesidad es la obra de García Monge. Pero esa obra, a su vez, no significa solamente un cambio en los modos y métodos de plasmación literaria; implica también una transformación en Ja actitud del escritor -y de los hombres de su época- hacia la re- alidad circundante y hacia la validez unívoca del mundo y las costumbres patriarcales que expresaba el costumbrismo.

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la Nación, domingo 4de setiembre de 1983

''La Propia'' de Magón: los límites del costumbrismo

Alvarp Quesada Soto

Al nacer el siglo, hacia 1900, nace también lo que pudiéra­mos llamar la literatura "clásica" costarricense. Las ma­nifestaciones costumbrista-s que aparecían

iesporádicamente en los periódicos y las revistas de la época, l1ogran, en los cuentos de Magón, en las "concherías" de Aquileo o en las novelas de García Monge, la conjunción de ciertos ele­mentos y cualidades literarias, que convierte a estos autores en lci que pudiéramos llamar nuestros primeros "clásicos". "La lite­ratura costarricense -nos dice Abelardo Bonilla- nace con el realismo en los últimos afios del siglo XIX y en los primeros del actual. En un sentido estricto no hubo literatos antes".

La crítica se ha ocupado tradicionalmente de sei\alar una serie de elementos comunes en las obras de todos estos autores, que le ha permitido ubicarlos dentro de una misma corriente llamada "costumbrismo". Es nuestro parecer, sin embargo, que al lado de todas estas características comunes, podemos encontrar impor­tantes divergencias, índice de una actitud hacia la realidad y de concepciones del mundo muy diversas, no sólo entre los distin­tos autores Oo que es bastante evidente sobre todo en el caso de García Monge), sino incluso (lo que ya no es tan evidente) en al­gunas obras de un mismo autor.

Tomemos el caso de una de las obras más conocidas de uno de nuestros clásicos más leídos:'La propia de Manuel Gonzá.lez Ze­ledón (Magón).

El enfoque de la realidad que practica el costumbrismo tradi­cional es eminentemente anecdótico. Parte de cierta idealización de las costumbres y tradiciones patriarcales y campesinas, en que la tragedia, los vicios y deformaciones morales y sociales se diluyen, absorbidos por el giro pintoresco o la anécdota diverti­da. El mundo del costumbrismo tradicional es un mundo plano, armónico, sin fisuras. Su actitud anecdótica implica, en este sen­tido, una actitud de ingenuo optimismo y de plena confianza -apenas disimuladas por una tenue ironía y cierta burla so­carrona- en la validez moral, y la necesidad incuestionable de las costumbres, los valores y las relaciones sociales establecidas. El mundo costumbrista es impermeable al ácido corrosivo de la historia y las transformaciones sociales que producen héroes corrompidos y valores degradados.

Por eso; creemos, la inclusión en algunos textos literarios cos­tumbristas de elementós que conducen a la desgracia, la tragedia o la degradación de sus héroes, implican el surgimiento de una actitud de duda y cuestionamiento ante la realidad; una ruptura con la fe optimista e ingenua en la bondad y la justicia del mun-

. do de los valores y las relaciones patriarcales.

Mundo claro y mundo oscuro Múltiples críticos han nuntualizado la aparición en La propia

de caracteres "pesimistas1\ "amargos'', "trágicos", desusados to­

dos en el resto de la obra de Magón.1 Es este el único cuento de su autor que denuncia una clara fisura en la superficie siempre alegre y divertida del costumbrismo tradicional. Pero, además, la irrupción de la tragedia en el mundo optimista y plácido del cos­tumbrismo anecdótico, significa el descubrimiento de que, bajo la aparente armonía y solidez de los valores y tradiciones patriar­cales, se esconde un mundo de brutalidad, vicio, miseria e igno­rancia. Toda la estructura del relato procura hacer patente este descenso del "mundo claro" a un "mundo oscuro".

En sus rasgos esenciales, la primera parte casi no se diferencia del típico cuadro de costumbres; es una de las más perfectas muestras del arte descriptivo de Magón. El pincel del narrador pasa con extraordinario vigor, movilidad y rica observación, de la casa al cafetal, de la familia Oconitrillo a las ingentes y abi­garradas actividades de sus peones. El cuadro es un derroche de color y movimiento, de esfuerzo y trabajo alegre, sano y produc­tivo, semejante en su fuerza y plenitud a la naturaleza, al "Sol de febrero, rojo como cara de borracho, quemante, abrasador, lle­nando de vida exuberante la campiña ... manteniendo sus rayos como hojas de machete nuevo entre las breñas". La hábil utiliza­ción de todos estos recursos no hace más que acentuar la impre­sión de solidez, optimismo, armonía y exuberancia vital de este "mundo claro" y confiado de tradiciones, costumbres y rela­ciones patriarcales.

Pero a pai:tir de la pasión inmoderada que hace surgir María Engracia en el alma de ñor Julián, todo cambia; la armonía y es­tabilidad del "mundo claro" se desgarran y se desencadena una serie de acontecimientos inesperados e incontrolables. Magón nos lleva a descubrir, en un ininterrumpido "descanso a los in­fiernos" de ñor Julián, el lado oculto tras la arcadia patriarcal: un mundo oscuro de bestialidad, vicio_y miseria. La tragedia y la

El en/ oque de la realidad que practica el costumbrismo tradicional es eminentemente anecdótico. Sin embargo, algunos textos literarios costumbristas incluyen elementos que conducen a la desgracia, la tragedia o la degradación de sus héroes. Este es el caso de La propia, relato en el que surge una actitud de duda y cuestionamiento de la realidad, inexistente en la visión ingenua y optimista del costumbrismo tradicional.

desintegración material, social y moral tenninan J?Or contaminar a toda la familia Oconitrillo, hasta llevarlos al cnmen, la prosti­tución, la miseria y la cárcel.

Para la descripción de estos hechos, Mágón se ve obligado a enriquecer el arsenal de sus recursos y ¡)osibilidades literarias; hace sonar notas inéditas que nunca -ni antes ni después­habria de emplear de nuevo. Abelardo Bonilla anot! cómo en las últimas escenas "los rasgos naturalistaS de La propia, excep­cionales en el conjunto de la obra, se acercan a lo expresionista". La fuerza humana y la ·exuberancia vital de las primeras esce­nas contrasta con estas últimas, donde la visión de la realidad, amarga y deshumanizada, raya en lo repulsivo y lo grotesco.

Así narra Magón la escena del crimen: " ... una tremenda pui\alada le dividía la carótida izquierda; brotó la sangre en espu­moso chorro y una voz de angustia infinita hendió siniestramen­te los aires... El asesino seguía apuñaleando a su víctima con saña fiera, lanzando imprecaciones espeluznantes y carcajadas aterradoras ... ". Así describe los alrededores de la cárcel: " ... en las cercanías de la cárcel, dos mujercillas agarradas furiosamente de los moños, se revolcaban en el hediondo caño, cubriéndose de arañazos y denuestos; la "Cinco Pelos", enclenque y desmedra­da, llevaba la peor parte ... ".

Actitud critica Encontramos en la visión de la realidad que ofrece La propia,

una cierta actitud crítica, inexistente en la visión ingenua y opti­mista del costumbrismo tradicional. Esa actitud crítica se mani­fiesta aquí en el tono amargo y pesimista, indice de duda, por parte del autor, en el sentido univoco y estable del mundo patriarcal. Pero la crítica, sin embargo, no aparece en forma explicita y consciente. No hay en la obra un análisis de las causas del resquebrajamiento de los valores morales, ni una criti­ca de las costumbres e instituciones sociales. Los valores morales y estructurales que conforman la vida patriarcal no son determi­nantes, en el texto, para la caída de ñor Julián en el mundo oscu­ro al que lo arrastra su destino. El destino del gamonal, lazo de unión entre el mundo claro y el mundo oscuro, obedece a facto­res individuales y personales; son un defecto en el carácter de Oconitrillo, que se deja arrastrar por la pasión, el instinto, su "antojo" por Maria Engracia; circunstancias todas externas y ajenas a los valores patriarcales.

La relación entre la armonía patriarcal y la tragedia es enton­ces, en este relato, puramente casual,.no causal. los valores que rigen la vida en el mundo claro son independientes y autónomos;

. no tienen relación causal· con los valores y la vida que rigen en el submundo del vicio, la prostitución, la brutalidad y la miseria. La existencia del mundo oscuro, por lo tanto, no pone en duda, en la obra, la integridad de los valores morales y sociales del mundo patriarcal. Así la actitud crítica, en este cuento de Magón, no aparece en forma explicita, como crítica o denuncia de relaciones, instituciones o formas de comportamiento social, que generan en el individuo actitudes y conductas inmorales, inhumanas o injustas. Este último tipo de critica si aparece con

· cierta claridad en algunos Cuentos ticos de Ricardo F emández Guardia (El estreno, La polltica); pero sólo será desarrollada con plena conciencia y consecuencia en lá obra de Joaquín García Monge (El moto, Hijas del campo)

Pero el agrietamiento del mundo patriarcal del costumbrismo en La propia, bien puede ser interpretado como un índice de du­da sobre la perennidad y univocidad de los valores, tradiciones y costumbres patriarcales. Puede también interpretarse como un reconocimiento implícito de las limitaciones del costumbrismo anecdótico; de su sistema literario, incapaz de abarcar e incor­porar a su modelo del mundo y de la realidad una serie de aspee· tos y fenómenos inéditos, que nacen a la vida costarricense con la descomposición de las relaciones patriarcales en la última década del siglo.

La develación en La propia del "mundo oscuro" oculto tras la arcadia patriarcal, es síntoma de la necesidad de un nuevo siste­ma literario, da una ampliación del costumbrismo anecdótico, que pudiera integrar estos nuevos aspectos y fenómenos, para forjar una imagen más amplia y profunda -exhaústiva- de la vida y la realidad costarricenses de la época. La respuesta a esa necesidad es la obra de García Monge. Pero esa obra, a su vez, no significa solamente un cambio en los modos y métodos de plasmación literaria; implica también una transformación en Ja actitud del escritor -y de los hombres de su época- hacia la re­alidad circundante y hacia la validez unívoca del mundo y las costumbres patriarcales que expresaba el costumbrismo.