La Política cultural en Ecuador; Políticas culturales: estudios y...

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Políticas culturales : estudios y documentos

En esta colección

Politica cdural de Cubu, por Lisandro Otero, con el concurso de Francisco Martínez

La política cultural en Colombia, por Jorge Eliecer Ruiz, con la colaboración

La politica d t u r a l en Costa Rica, por Samuel Rovinski La política cdtural de Botiviu, por Mariano Bautista Gumucio Hacia UM politica cultural de Honduras. por Alba Alonso de Quesada Palitica cultural de la República de Panamá, por el Instituto Nacional de Cultura La pdítiea cultural en Guyana, por A. J. Seymur Ur politica cultural en. Venezuela, por Felipe A. Massimi, con Ia colaboración

LA politica eultural de México, por Eduardo Martínez La política cultural en E c d w , por Darío Moreira

Hinojo sa

de Valentina Maruianda

del equipo de planificación del Consejo Nacional de la Cultura

La política cultural

en Ecuador Darío Moreira

Publicado en 1977 por la Organización de las Naciones Unidas para Ia Educación, Ia Ciencia y Ia Cultura place de Fontenoy, 75700 Paris Impreso por Artes Gráficas Benzal, Madrid

ISBN: 92-3-301549-1

@ Unesco 1977

Prefacio

La finalidad de esta colección consiste en mostrar cómo se planean y apli- can en diferentes Estados Miembros las políticas culturales.

Así como difieren las culturas, difieren también las maneras de enfo- carlas; corresponde a cada Estado Miembro determinar su política cultu- ral y sus métodos de acción con arreglo a su propia concepción de la cultura, su sistema socioeconómico, su ideología política y su desarrollo tecnológico. No obstante, los métodos de la política cultural (como los medios de las políticas generales de desarrollo) se enfrentan con algunos problemas comunes; son éstos, en general, de tipo institucional, admi- nistrativo y económico; de ahí que se insista cada vez más en la ne- cesidad del intercambio de resultados de experiencias e informaciones al respecto. La presente colección versa principalmente sobre esos aspec- tos técnicos de las políticas culturales; cada estudio se ajusta, en la me- dida de lo posible, a un modelo uniforme, con objeto de facilitar las comparaciones.

Por lo general, los estudios versan sobre los principios y los métodos de acción de las políticas culturales, la evaluación de las necesidades cul- turales, las estructuras y la gestión administrativas, el planeamiento y el financiamiento, la organización de los recursos, la legislación, los presu- puestos, las instituciones públicas y privadas, el contenido cultural de la educación, la autonomía y la descentralización cultural, la formación del personal, las infraestructuras institucionales destinadas a satisfacer las necesidades culturales, la conservación del patrimonio cultural, las instituciones de divulgación de las artes, la cooperación cultural interna- cional y otras cuestiones afines.

Los estudios, que se refieren a países con sistemas sociales y económi- cos de regiones geográficas y niveles de desarrollo diferentes, presentan, por consiguiente, una amplia diversidad de enfoques y métodos de las políticas culturales. En conjunto, pueden facilitar pautas a los países que han de establecer políticas culturales y todos los países, especialmente

los que buscan nuevas formulaciones de esas políticas, pueden sacar par- tido de las experiencias acumuladas. El presente estudio fue preparado para la Unesco por el Sr. Darío

Moreira, director de la Sección de Asuntos y Convenios Internacionales del Ministerio de Educación Pública y Deportes, Quito.

Las opiniones que en él se expresan son las personales del autor y no reflejan necesariamente el criterio de la Unesco.

fndice

Introducción 9

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20 23 24

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El contexto 11 Marco geofísico Marco histórico-social y político

La acción cultural. Problemática general Síntesis de la cultura. Las expresiones culturales Cultura indígena auténtica Cultura europea impuesta y expresiones modernas

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L a administración cultural 44 Proceso histórico de la política cultural Estructuras, sistemas e instituciones La administración cultural del Estado Situación económica del sector cultural y c o m u m cultural Síntesis de conclusiones

L a nueva política cultural 80 Antecedentes y motivación Nuevo sistema Anexos 89

Introducción

El Ecuador es heredero de una rica cultura milenaria y creador actual- mente de múltiples formas culturales.

Como en toda organización social, en la nación ecuatoriana hubo una política cultural generalmente implícita en las mismas creaciones de la cultura -artes, letras, ideologías- y a veces explícita en normas orgáni- cas o dispersas de cuerpos legales específicos o generales.

Sin embargo, la evolución de la política cultural ha sido lenta, con- tradictoria e incoherente hasta nuestros días. Hubo momentos históricos en los cuales se plantearon con mayor precisión objetivos de política cul- tural, pero la acción no correspondió o sólo cubrió en forma limitada los anhelos propuestos. Inclusive, en algunos momentos, los intelectuales cuestionaron la autenticidad misma de la cultura por ellos creada y los objetivos de la acción cultural en el marco de las necesidades y realida- des nacionales.

Acaso la falta de interiorización en su propia realidad, sometido como ha estado el hombre de estos países a la visión europeocentrista u occi- dental del mundo y del conocimiento, hízole perder conciencia de la rela- ción entre lo conceptual y la creación propia de la cultura; en otras palabras, conceptos extraños, generalizadores, no podían producir crea- ciones auténticas, eiiraizadas en su propio mundo vital y cultural.

Históricamente, la política cultural ha tenido un contenido también extraño a las realidades propias, y un sentido parcial o limitado. Así, la acción cultural ha sido considerada como subsidiaria de la educación; y, en cuanto al contenido creativo, la conceptualización de la cultura se ha limitado a las llamadas “bellas artes” y a muy pocas manifestaciones del pensamiento. Esta actitud limitativa, esta óptica estrecha, ha sido comfin entre los mismos intelectuales y artistas, y es aún la causa prin- cipal para que la estructura del Estado y toda la sociedad, inclusive los medios de comunicación, hayan considerado a la cultura como un lujo social y le hayan concedido, en forma paternalista, caritativa, cuando no

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La política cultural en Ecuador

desdeñosa, un papel secundario, simplemente ornamental, entre las múl- tiples realidades y necesidades de la comunidad..

Sin embargo, excepcionalmente, algunos intelectuales y artistas visiod narios, desde el periodo del dominio español hasta hoy, han pugnado por el cambio de esa actitud parcial, confusa, negativa y negligente ante el fenómeno cultural.

En los últimos años, especialmente ciertos intelectuales jóvenes, de profundo sentido crítico integral -aun con diferencias ideológicas entre ellos-, han cuestionado los principios, la acción y los resultados de esa anacrónica y confusa política cultural de tiempos pasados.

Esta actitud inteligente y polémica empieza a ser comprendida por el Estado. Las declaraciones de principios generales de los últimos go- biernos que asumieron el poder con el carácter de “revolución naciona- lista” han planteado, en el marco de su filosofía estatal, la necesidad del desarrollo integral de la sociedad, abriendo así la posibilidad de que la cultura entre a formar parte principal de la acción global de la nación.

En los momentos de terminar esta monografía, el Ministerio de Edu- cación Pública y Deportes -que no tiene aún la responsabilidad legal de la acción cultural- anuncia que empezará el diseño de una acción integral en la cultura: definición de una política cultural nacional y ba- ses para un próximo plan de desarrollo cultural como componente del desarrollo integral del país.

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El contexto

Marco geofísico

EI Ecuador se encuentra en la parte noroccidental de Sudamérica. Pre- cisamente es la porción de este continente que m á s se proyecta hacia el océano Pacífico. La línea equinoccial o del ecuador cruza el país por la parte norte, desde la selva amazónica hasta el mar. Asimismo, atraviesa el territorio de norte a sur la gran cadena de los Andes, en dos ramales principales. Estos dos factores físicos -situación ecuatorial y alta cor- dillera andina- determinan la geografía, la ecologia, la economía e in- cluso, en cierto modo, la vida social y cultural del país.

La Nación limita por el norte con Colombia, por el este y el sur con el Perú y por el oeste con el océano Pacífico. Con estos dos países veci- nos se identifica en algunos rasgos fundamentales comunes. Tres regiones físicas diferentes se ensamblan en su territorio: el oriente, cubierto por la selva y cruzado por grandes ríos que desembocan en el Amazonas, constituye la región más extensa y la menos habitada; la sierra, de altas mesetas, valles primaverales y cumbres nevadas, donde se encuentran la mayoría de las ciudades y el mayor número de pobladores del país; y la costa, extensa planicie tropical frente al Pacífico. Además, pertenecen al Ecuador las islas Galápagos, cruzadas también por la línea equinoccial y ventiladas por la corriente de Humboldt, que conservan especies ani- males desaparecidas en otros lugares de la tierra, lo cual inspiró a uno de sus primeros observadores, Charles Darwin, a concebir su teoría de la evolución de las especies.

Esta sorprendente geografía determina asimismo una ecologia paradó- jica. A pesar de su nombre y su ubicación en el centro de la tierra, el Ecuador posee climas benignos y soportables. Ello se debe a la concu- rrencia de factores físicos fundamentales: la corriente fresca de Hum- boldt, que suaviza el clima tropical de las bajas IIanuras, y la alta cordillera andina, que determina el clima primaveral de los valles serra-

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La política cultural en Ecuador

nos, bordeados por algunos de los volcanes nevados más altos del mundo. En síntesis, en este país se encuentran todos los climas, pero suaviza-

dos por factores físicos contrarios que se condicionan recíprocamente. Ello ha dado lugar al “slogan” turístico de “país de eterna primavera”.

Tan admirable ecologia determina también una fauna y una flora de amplia variedad. Los productos naturales de climas templados abastecen en parte el consumo nacional, y los tropicales cubren también la deman- da interna y algunos son fuertes rubros de exportación. En los últimos años, la producción de petróleo, que brota de la entraiía selvática, ha colocado al Ecuador en otra paradoja: país subdesarrollado y depen- diente de la economía internacional que contribuye a importantes deci- siones políticas y económicas del mundo, como miembro de la OPEP. Esta nueva faceta económica empieza también a determinar nuevas situa- ciones político-sociales y culturales en el Ecuador.

Pero, asimismo, la compleja geografía ha sido causa principal de la difícil comunicación e integración física y espiritual. Algunos de los pro- blemas socioeconómicos, histórico-políticos y culturales tienen su raíz en esa contradictoria estructura física, así como en la conflictiva historia nacional.

Marco histórico-social y político

En ese marco geofísico, paradójico y deslumbrante, que bien podría iden- tificar a varios países de esta subregión sudamericana, como andino- tropical, se ha desarrollado un drama histórico-social asimismo complejo y admirable.

Lo que hoy es el país ecuatoriano, así como otros del área andina y especificamente los llamados “países bolivariano~”, son pedazos geográ- ficos, humanos, históricos y culturales de un solo gran mosaico, integrado en épocas prehistóricas y aun hasta el periodo de la independencia del dominio español, aunque sometido por su coloniaje.

El Ecuador actual tiene una población que se aproxima a los 7 millo- nes de habitantes, de los cuales casi 4 millones son el resultado del mes- tizaje hispano-indígena, con pequeña proporción de aporte africano, 2 millones de indígenas y casi 1 millón de blancos y una minoría de negros. La mayoría de la población es de religión católica, pero la ley garantiza la libertad de culto. L a economía depende principalmente del mercado internacional; el poder económico se encuentra en manos de una minoría, y la gran mayoría popular (80 por ciento) sufre las conse- cuencias de las desigualdades socioeconómicas y presenta las caracterís- ticas del subdesarrollo en todos los órdenes. Sin embargo, el sistema jurídico-político es republicano desde 1830. Se trata, pues, de un Estado joven, de vieja nacionalidad étnica, de una sociedad heterogénea y sub- desarrollada, en constante lucha por una definición nacional. Pero la

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EI contexto

historia de esta nación se remonta, junto a la de sus hermanas, especial- mente las andinas, a varios miles de años.

Difícil es hurgar en el fondo de la prehistoria. Sin embargo, las inves- tigaciones arqueológicas han desvelado las brumas del pasado y hoy se acepta la existencia de una civilización, con culturas diferenciadas pero de rasgos humanos comunes, que cubrió gran parte de este continente. En el área andina esas culturas prehistóricas habían alcanzado un alto

grado de desarrollo socio-político y, en lo cultural, un notable predominio de las artes, especialmente las culturas que ocuparon los territorios lito- rales de los actuales Perú y Ecuador y algunas de las mesetas y montaiías interiores.

Algunas de las culturas del territorio ecuatoriano se remontan a más de diez mil años. Hace poco se descubrió un cráneo que los científicos atribuyen a un hombre de hace 40 O00 años (“hombre de Otavalo”), precisamente en la hermosa región de ese nombre, de notable ancestro y desarrollo indígena hasta hoy día. El proto-historiador ecuatoriano, el padre Juan de Velasco, en el si-

glo XVIII reconstruyó, con gran sentido visionario del pasado, gran parte de la prehistoria nacional. Existieron entonces varias comunidades aborí- genes que podrían ser la base de la antigua nación precolombina llamada Reino de Quito.

Pero éstas sucumbieron y otras se integraron al avance arrollador de la etnia quechua, que, al imponerse militarmente a sus propios hermanos del territorio peruano y luego a las culturas de los actuales países de Bolivia y Ecuador, formaron el Imperio de los Incas, en el vasto terri- torio llamado Tahuantinsuyo, desde el sur de la actual nación colom- biana hasta las regiones cordilleranas del norte de la Argentina y del centro del territorio de Chile. Sin embargo, los arqueólogos e historia- dores, en su incesante empeno de descubrimiento, continúan estudiando toda la inmensa área andina y, relacionándola con las de Mesoamérica (México y Centroamérica) y del Circuncarihe, plantean nuevas hipótesis sobre la idea inicial de un común origen del hombre de América, sea autóctono o inmigrante, y en cuyo proceso de desarrollo social y cultural ulterior posiblemente el actual territorio ecuatoriano (por algo está en la mitad del mundo) fue el punto de integración o desintegración geopo- lítica y cultural. En el territorio del Ecuador hay vestigios culturales (elementos artísticos y lingüísticos) que son comunes tanto a Ias civiliza- ciones del norte como del sur del continente americano. EI Imperio de los Incas, consolidado políticamente durante el siglo xv

sobre los profundos cimientos de las varias culturas anteriores, predomi- nantemente artísticas, fundó dos capitales: Cuzco (Perú) y Quito (Ecua- dor). Con los españoles a las puertas de su imperio, el Inca Huayna- Cápac, moribundo, legó su poder a dos de sus hijos: el cuzqueño Huáscar y el quiteño Atahualpa.

El imperio político acaso no tuvo tiempo suficiente para consolidar

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La política cultural en Ecuador

la verdadera unidad nacional en tan vasto territorio de pluralidad cul- tural. Los hermanos herederos no pudieron mantener la integridad, y una guerra interna, en la que triunfó Atahualpa, dejó debilitado el país. Estas causas y acaso la superioridad técnico-bélica de los españoles deter- minaron el derrumbamiento del Imperio de los Incas y el advenimiento de una nueva etapa, totalmente diferente, en la historia de los países andinos y de América: el dominio español.

Atahualpa fue asesinado por los españoles y algunas de sus huestes quiteñas, encabezadas por el heroico general Rumiñahui, su hermano ecuatoriano mayor, lucharon hasta el martirio y la muerte frente a los conquistadores hispanos.

El periodo de la conquista española en América ha sido estudiado e interpretado profusamente. L a arrolladora violencia de los conquistadores se impuso en pocos años, pues a mediados del siglo XVI el dominio europeo estaba plenamente consolidado.

Esta guerra de conquista significó culturalmente un choque inicial entre dos mundos diferentes y luego un proceso de dominación e impo- sición física y espiritual que duró tres siglos. En cierto sentido, una socie- dad fue suplantada por otra, pero en otros aspectos la vida indígena -por lo menos en algunos de sus rasgos culturales más profundos- per- maneció sumergida, aplastada, pero no muerta, bajo el sistema colonial impuesto.

Sin embargo, los españoles se integraron a los indios de alguna ma- nera, especialmente los primeros conquistadores, empezando con ese con- tacto inicial el proceso de mestizaje biológico; no así en el campo de la cultura, donde ese proceso es m u y discutible, por confuso, incoherente, limitado, falso o, por lo menos, frustrado.

Hacia el siglo XVIII, las ideas liberales de Europa vienen con algunos viajeros, especialmente científicos franceses que llegan a Quito con m o - tivo de la medición de los meridianos terrestres y de establecer el paso de la línea equinoccial o del ecuador por este territorio.

En la historia ecuatoriana acaso sea éste el siglo inicial en la concep- ción de una nueva nacionalidad próxima. Hombres visionarios, nacidos en este territorio -el historiador Velasco, el geógrafo y matemático Mal- donado y el polígrafo Espejo- siembran la semilla de una visión, aunque culturalmente europea, ya políticamente nueva, americana.

Muerto el solitario luchador y precursor de la independencia, Eugenio Espejo, su siembra había dado frutos en la generación inicial del si- glo *I*: qiie aotiia decidida pero fugazmente en la lucha política de la independencia, en la cual son masacrados algunos de sus mejores h o m - bres. La independencia se alcanza hacia 1822, cuando los brotes aislados de rebelión en toda el área andina, que empezaron en Quito el 10 de agosto de 1809, se integran en un solo proceso de guerra libertaria que el genio y la acción de Bolívar hicieron culminar hasta llegar a la forma-

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EI contexto

ción de una sola nación -la Gran Colombia-, así como las de Perú y Bolivia.

La primera, integrada por los territorios de Venezuela, Colombia y Ecuador, se deshizo hacia 1830. Los cinco países andino-tropicales liber- tados por Simón Bolívar más el Chile actual, que se considera también en el área andina, hoy han celebrado varios convenios para alcanzar la integración o por lo menos la cooperación más estrecha posible en todas las esferas de la vida de estos pueblos. EI territorio del antiguo reino de Quito -enraizado en las culturas

milenarias de América-, que durante la dominación colonial de España tuvo el rango de Real Audiencia, entre los virreinatos -Lima y Bogo- tá- a los cuales alternativamente se la anexaba al capricho de las auto- ridades de la metrópoli, al encontrarse suelta de sus hermanas que pri- mero se separaron -Colombia y Venezuela-, formó también una Repú- blica en 1830. Dictó una Constitución y se dio el nombre de Ecuador, nombre que le ha acarreado no pocas dificultades, pero que ahora es ya irrenunciable.

Conservando la esperanza en la reintegración, la primera constituyente estableció el nuevo Estado como confederativo con los otros dos con que había formado la Gran Colombia, creada por Bolívar, y sólo cinco años después, en 1835, se declaró el Ecuador república independiente.

Como en la mayoría de las naciones indohispánicas de América, el proceso de formación republicana del Ecuador ha sido una secuencia dramática de acontecimientos históricos. Luchas intestinas por rivalidades personales y pugnas ideológicas, inclusive religiosas, junto a las nuevas formas de dependencia de los centros de poder político y económico de Europa y Estados Unidos de Norteamérica, forman esa imagen de inma- durez política y lento desarrollo de estos países. Es también la imagen de un proceso histórico irresoluto de contradicciones y frustraciones, del cual se empieza a tomar conciencia más clara precisamente en los mo- mentos actuales. EI establecimiento de la República no cambió las estructuras funda-

mentales del país. El feudalismo criollo continuó siendo, casi hasta hoy día, el sistema socioeconómico. Predominó el cultivo y la explotación agrícola como el principal factor de producción hasta muy avanzado el siglo XX. La incomunicación física y espiritual, la desarticulación en todos los niveles y campos de la vida social, política y administrativa; la pre- caria educación y los demás índices del subdesarrollo general, han sido problemas que apenas en los últimos años empiezan a preocupar al país. La gran mayoría de los habitantes ha permanecido al margen de la his- toria nacional. Esta ha girado alrededor de minorías políticas, socioeconó- micas y culturales.

Sin embargo, excepcionalmente, algunos hombres -estadistas e inte- lectuales- tuvieron siempre una clara conciencia de la problemática inte-

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La política cultural en Ecuador

gral del país y trataron de cambiar o reformar algunas de las situaciones negativas del proceso histórico integral.

Los primeros años de la vida republicana (1830-1M5) se caracteriza- ron por el predominio en el gobierno del militarismo unipersonal y la consecuente oposición civilista. Desde entonces se perfiló una pugna cons- tante, que cubrirá todo el siglo XIX, entre conservadores y liberales. Los unos representaban la tradición feudal, el dominio de la Iglesia en la política y de las pocas familias descendientes de los conquistadores espa- ñoles y de criollos que inclusive participaron en la independencia, pero cuya mentalidad continuaba siendo de fuerte raíz hispánica, en cuyo seno lograron penetrar algunos de los oficiales de los ejércitos bolivarianos. Los liberales representaban a los criollos de la costa, especialmente del puerto de Guayaquil, ricos propietarios de plantaciones tropicales y de los primeros negocios comerciales, y a algunos intelectuales de la clase media, tanto de la sierra como de la costa.

Ambas facciones mantuvieron una lucha mortal durante todo el si- glo XIX y hasta m u y avanzado el siglo xx, pero siempre alejados de las masas populares auténticas, a las que utilizaron solamente en los m o - mentos de definiciones violentas, atentados y revueltas, y en los procesos electorales eventuales e irregulares, especialmente en el presente siglo. En suma, el siglo XIX fue dominado por el eje integrado de militares, Igle- sia y conservadores.

Así como Espejo en el siglo XVIII, en el XIX aparecerá otro mestizo idealista, escritor y periodista combativo, Juan Montalvo, que luchará por las ideas liberales y la modernización del país. Su valiente campaña estará acompañada por la acción decidida de algunos jóvenes liberales de la sierra y otros de la costa, que combatirán furiosamente a los go- biernos conservadores, llegando hasta acabar con la vida de Gabriel Gar- cía Moreno, gobernante autoritario que había fundido en su puño los poderes de la Iglesia y el Estado, pero que realizó notable labor adminis- trativa para el progreso material del país.

Desacreditados los mediocres gobiernos conservadores y militares que vinieron después de García Moreno, insurgieron las incipientes clases burguesas de la costa, especialmente comerciantes, y una gran masa de clase media inspirada románticamente en las ideas liberales y en el ejem- plo combativo del polígrafo Montalvo. Los dirigentes liberales moviliza- ron a los campesinos de la costa -los recios y combativos montuvios- para seguir a un valiente caudillo, Eloy Alfaro, encarnación del guerri- llero decimonónico que insurge en varios países de América. Alfaro venía luchando durante varios años y habíase convertido en una figura legen- daria de poderosa atracción, más que por las ideas liberales, aún no com- prendidas por las grandes masas populares, por el espíritu viril en el que veían simbolizada su vida ardorosa los aguerridos campesinos del litoral.

Un verdadero ejército del pueblo tomó el poder en 1895. El partido liberal, encabezado por Alfaro, de evidentes ideas modernas para la épo-

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El contexto

ca, impuso algunas reformas en la vida de relación civil: libertad polí- tica y religiosa, anteriormente negadas por los conservadores; promoción de la mujer a niveles igualitario5 básicos en relación con el hombre; incremento de la educación y de las obras públicas. Su visión integracio- nista hizo que Alfaro contribuyera al desarrollo de las comunicaciones en el país mediante vías férreas y carreteras.

Este fenómeno coincidió con el advenimiento del siglo xx y con el influjo de progreso material resultante del auge económico europeo y norteamericano de la primera preguerra. Sin embargo, los liberales, en más de cuarenta anos de gobierno, tampoco pudieron implantar reformas estructurales que beneficiaran a la mayoría de la población, a pesar de que las ideas sociales se extendían por Europa y otros países de América, como en México, con su inicial reforma agraria, y en Argentina, con su politica de desarrollo educativo y poblacional.

Después de los primeros gobiernos liberales, los más eficaces de todo su periodo de dominio político, advino la lucha interna, que evidenció la deleznable estructura ideológica de la mayoría del partido, al caer éste bajo la influencia de los conservadores, corromper las administraciones y burocratizar sus cuadros. Contribuyó al deterioro del predominio libe- ral la muerte por asesinato de su propio caudillo y sus compaiieros más radicales (1912) y el fracaso de la política económica ocasionado por la baja del principal producto de exportación -el cacao-, diezmado por una peste llamada “escoba de la bruja”, y por las secuelas críticas de la postguerra (1918).

Se inicia entonces un periodo inestable en el cual el poder deambula entre gobiernos liberales, periodos militaristas (uno, inclusive, reformis- ta en 1925) y administraciones interinas civiles. Ningún gobierno podía mantenerse en el poder por más de dos o tres años. AI mismo tiempo empiezan a formarse en el país los primeros grupos

izquierdistas, que han logrado ejercer cierta influencia en sectores inte- lectuales, de estudiantes y obreros. Pero estos grupos, envueltos en la convulsión general del país, también han sufrido agudas crisis ideológicas y prácticas. Sin embargo, algunas de las ideas sociales de estos sectores han llegado a plasmarse en normas legales de protección social que fue- ron impuestas precisamente en los cortos periodos de dictaduras más o menos reformistas. Fueron precisamente los escritores izquierdistas los precursores de las ideas de cambios sociales que hoy día son teóricamente aceptadas por todos los grupos políticos del país.

La inmadurez política ha sido comiín a todos los grupos casi hasta nuestros días, y algunos evidenciaron profundas crisis ideológicas y mo. rales que han contribuido a un proceso de deterioro y descrédito de la incipiente democracia ecuatoriana. La decepción popular lia dado lugar a la formación de movimientos populistas y caudillescos en las últimas décadas. EI más poderoso y característico ha sido el que creó en su torno el carismático líder José María Velasco Ibarra. Su figura ha dominado

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L a política cultural en Ecuador

la política ecuatoriana en los últimos cuarenta años, y el fenómeno ha sido materia de estudios sociopolíticos recientes. En todo caso, ello evi- dencia profunda y permanente crisis de la historia nacional.

El gobierno de las Fuerzas Armadas que asumió el mando en 1972 ha sido el único en la historia nacional que ha presentado un plan completo para la transformación del Ecuador. Filosóficamente representó un na- cionalismo progresista, y en cuanto a la problemática estructural abogó por un programa de desarrollo socioeconómico participativo. El plan no se ha cumplido en los aspectos fundamentales. Apenas ha permitido, y todavía en forma desarticulada, el crecimiento cuantitativo de la econo- mía de la empresa privada y algunas importantes obras de infraestruc- tura física : electrificación, riego, agua potable, telecomunicaciones, que posibilitarán un futuro de mayor crecimiento cuantitativo de la econo- mía. Pero la política social ha sido mínima. La educación ha recibido un notable incremento cuantitativo, lo mismo que el sector cultural a cargo del Estado. Además, como se verá en el capítulo correspondiente, el Ministerio de Educación Pública en el presente aiío planteará la nueva política educativa y cultural.

La crisis política continúa en el Ecuador, por las profundas diferen- cias ideológicas y estratégicas de los grupos. EI gobierno de las Fuerzas Armadas ha ofrecido la entrega del poder a los civiles, mediante un pro- ceso de “ institucionalización jurídica” que contempla un referéndum para la aprobación de la nueva Constitución, seguido de las elecciones directas de presidente de la República y del cuerpo legislativo. Sin em- bargo, el gobierno está empeñado en intensificar la construcción de las principales obras de infraestructura física y algunos programas concretos de carácter social, menos ambiciosos que los del plan inicial, ante la perspectiva de la devolución del poder. Dentro de esta proyección puede concebirse la nueva política cultural y un sistema para su aplicación.

Junto a estos rasgos políticos y socioeconómicos de la historia ecuato- riana hay que señalar como factor determinante de la imagen actual del país la producción de petróleo como principal factor de la economía na- cional. Esta tuvo siempre como soporte básico un producto agrícola tropi- cal de exportación. A comienzos de siglo, el cacao; luego, en menor grado, el arroz, el algodón y el café; y hacia 1950, el banano ecuatoriano se impuso en el mercado internacional. Estos productos siguen siendo fuen- tes importantes del ingreso nacional. Pero a partir de 1970, el petróleo ha dominado la economia ecuatoriana y ha producido notables cambios en la imagen del país: ha desarrollado la industria, el comercio y la banca; ha permitido un auge radical de la construcción y ha producido un peligroso proceso inflacionario, al cual no estaba acostumbrado un país de economía débil. Todo ello forma un marco de referencia que categoriza al país como neocapitalista (sin perder sus raíces feudales y rasgos socioeconómicos tradicionales), que está agudizando más las gran- des diferencias entre su población y creando una imagen de falsa prospe-

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El contexto

ridad nacional y un consecuente proceso de alienación cultural, especial- mente en las clases medias y altas, éstas siempre alejadas de la vida nacional auténtica. Las clases mayoritariamente populares continúan en el abandono casi total; pero quizás, paradójicamente, esta situación las preserva en cierta medida de la aculturación extraña.

Esta situación del país debe hacer reflexionar a los ecuatorianos que deseen llevar adelante una verdadera política cultural integral que con- tribuya a modificar el simple crecimiento material y cuantitativo, injusto y parcial, dentro de la perspectiva de un desarrollo general equilibrado y humano, y sobre todo que profundice eli Ia conciencia colectiva para la autoafirmación de la identidad nacional, que ha sido el problema básico de la historia del país.

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La acción cultural. Problemática general

Síntesis de la cultura. Las expresiones culturales

Si es difícil definir teóricamente la cultura, las dificultades son mayores al tratar de ubicar los diferentes aspectos o campos culturales, especial- mente cuando se trata de pueblos o naciones de heterogeneidad étnica, de historia conflictiva, de múltiples influencias exógenas, de contradic- ciones socioeconómicas profundas. Este es el caso del Ecuador, como el de casi todos los pueblos de América y muchos del llamado Tercer Mundo. Por otro lado, subsistirá siempre la dificultad de seííalar los límites teóricos y prácticos de la cultura. ¿Serán los criterios antropoló- gicos, filosóficos, sociales, estéticos, en su conjunto, o predominará algu- no en la determinación del contexto cultural?

Admitida hoy día esa interrelación de factores determinantes de la fenomenología cultural, que en síntesis no es sino la imagen integral de una sociedad o grupo humano, conviene en todo caso ubicar dos grandes situaciones de la cultura: la expresión integral de la vida y el testimonio intelectual de la misma; en otras palabras: la cultura como vida coti- diana y la cultura como expresión erudita (arte, ciencia, pensamiento) o popular anónima, que, a su vez, son consecuencia de aquélla y que des- pués pueden convertirse en causa perpetuante o modificatoria. Para ubi- car y de alguna manera identificar la cultura de estos países hay que tener presente esa consideración teórica y otros criterios de observación, determinados precisamente por la heterogeneidad de su contexto global.

En el caso del Ecuador -y quizás de otros países de América-, por lo menos debemos seiialar dos niveles o puntos de vista de observación del fenómeno cultural: el aspecto étnico y el proceso histórico.

Desde el punto de vista étnico, la cultura ecuatoriana es heterogénea, resultado de los aportes antropológico-culturales de los tres principales grupos que han participado en el mestizaje biológico: la raza aborigen,

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L a acción cultural. Problemática general

la blanca (predominantemente española) y la negra en pequeña pro- porción. Posteriormente han llegado limitados aportes de nuevas in- migraciones europeas, del Medio Oriente y de Asia, especialmente de China.

El proceso del mestizaje biológico se inició con la conquista española en el siglo XVI y hoy día ha llegado a formar una población mayoritaria (70 por ciento), quedando reducidos a minorías los grupos de inicial ori- gen americano, europeo y africano. Esta sociedad mestiza es la de más difícil definición cultural. Por lo mismo, es cuestionable la existencia de una cultura mestiza hasta el momento. Acaso se trate más bien de un proceso aún no realizado plenamente. Sin embargo, la población mestiza tiene algunos rasgos culturales evidentes: en las formas de vida predo- minan factores europeos (vestido, vivienda, costumbres), aunque hay aportes indígenas y africanos en algunas de estas manifestaciones, como en la alimentación y en algunas creencias (supersticiones). L a cultura erudita mestiza, aunque precaria y afectada por desniveles socioeconó- micos múltiples y agudos, también es de concepción europea: visión del mundo, conocimientos, educación, religión. En general, predomina en la gran población mestiza una forma de vida cristiano-occidental, impuesta principalmente por la conquista y el coloniaje hispánicos; hubo una breve influencia erudita francesa en pequenos grupos intelectuales de fines del siglo XIX y hoy día una evidente influencia norteamericana, es- pecialmente en las clases económicas medias y altas, aunque las minorías intelectuales pre,fieren nuevamente la aculturación vital e intelectual europea, por snobismo antinorteamericano. Se aprecia ya la influencia de otros centros de irradiación cultural de América Latina (México, Argen- tina, Colombia), debido a la penetración de ciertas formas culturales: música, cine, televisión, deporte.

L a minoría blanca, casi en su totalidad, depende de la cultura vital y erudita europeo-norteamericana, no sólo por su origen, sino por su situación socioeconómica.

Las minorías indígenas y africanas han mantenido, a pesar de los pro- cesos, viejos y nuevos, de aculturación, violenta o sutil, algunos de sus rasgos auténticos fundamentales : creencias, costumbres y expresiones artisticas, especialmente música, danza y literatura oral. Su situación de pobreza y de marginamiento y, en algunos casos, de incomunicación casi total han preservado, paradójicamente, algunos de sus rasgos, que ahora la política cultural general del país (especialmente la actitud de sociólo- gos, antropólogos y algunos artistas y escritores) trata por lo menos de defender. En este aspecto, existe una amplia problemática para una futu- ra política cultural.

Existen algunas etnias -verdaderas minorías culturales auténticas- que se conservan intactas, localizadas en la región tropical, en las altas montañas andinas y en la selva amazónica. Inclusive alguna de éstas ha logrado integrarse política y socialmente a la mayoría poblacional del

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La política cultural en Ecuador

país, pero mantiene su integridad étnico-cultural, como es el caso, por ejemplo, de los indios otavalos.

Otros puntos de vista o niveles de observación del fenómeno cultural pueden ser el socioeconómico y el geográfico. En el primero encontramos una compleja problemática, resultado de las desigualdades en acceso, par- ticipación y situación. Los factores económico-sociales son determinantes especialmente en la doble situación precaria de la cultura: como m o d o de vida, particularmente de la cultura material, y como cultura erudita (educación, conocimientos, acceso a las expresiones y obras culturales). En esta amplia problemática se presentan contradicciones generales y excepcionales, en especial debido a la heterogeneidad de las clases medias y altas y a los fenómenos de estratificación constante de unos grupos o de movilidad permanente de otros. Desde el punto de vista de la educación, por ejemplo, existen notables brechas y desigualdades : altos índices de analfabetismo y cuasianalfabetismo ; precaria educación profesional (cien- tífica y técnica) y escasa productividad.

Desde el punto de vista geográfico, el desnivel cultural y socioeconó- mico es más evidente aún entre la población rural (60 por ciento) y la urbana. Esta tiende a crecer aceleradamente, produciendo mayores pro- blemas sociales y culturales de carácter estructural e infraestructural, que incidirán en la agudización de las fracturas y desniveles de la identidad y la integración. El crecimiento económico desarticalado (propensión al desarrollo de algunos polos geográficos) contribuirá más a la ampliación y profundidad de todas las desigualdades y contradicciones anotadas.

Toda esta amplia problemática ayuda a la formación de esa imagen indefinible y contradictoria de la mayoría humana del país, especialmente en lo que se refiere a su cultura vital. El otro principal punto de observación es el histórico, especialmente

por su influencia sobre la formulación de la cultura erudita o sobre la creación de las manifestaciones u obras culturales testimoniales.

Si bien, como se ha visto, el proceso histórico, en particular por medio de los actos de conquista y coloniajes, ha contribuido a la formación de esa imagen conflictiva y contradictoria de la cultura vital, en el caso de la formación de la cultura erudita o de la creación cultural propiamente dicha su efecto es más evidente. Se trata, en esta situación, de formas culturales impuestas, de origen casi totalmente europeo. Contenidos y te- mas, estilos y formas, tendencias, movimientos, escuelas, ideologías, todo ha venido de Europa. H a y notables excepciones ocurridas durante el pro- ceso histórico y especialmente en el siglo XX. Además, la creación de la cultura erudita se ha limitado a escasas manifestaciones, generalmente en las llamadas bellas artes (principalmente artes plásticas y literatura) y m u y pocas expresiones del pensamiento.

Esta ha sido la cultura reconocida por la limitada e incoherente polí- tica cultural del pasado. Esta cultura ha mantenido aplastada, pero no muerta, a la cultura erudita aborigen, que ahora empieza a ser motivo

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La acción cultural. Problemática general

de preocupación nacional. Hasta hace pocos años, con lógicas excepcio- nes, hasta los mismos intelectuales y artistas, los llamados creadores cul- turales, desconocían o menospreciaban la riqueza cultural aborigen, sumergida, ocultada, deformada o frustrada por el proceso histórico impuesto.

Toda síntesis de las expresiones culturales tiene que adaptarse inevi- tablemente al proceso histórico general, como veremos ahora.

Cultura indígena auténtica

Después del largo periodo nómada y migratorio de los grupos primitivos de América, comenzaron a formarse las culturas heterogéneas, aunque con algunos rasgos comunes fundamentales, cuyos testimonios continúan rescatándose gracias a los descubrimientos arqueológicos en todo el con- tinente.

En el actual territorio ecuatoriano, las comunidades aborígenes que han dejado un testimonio cultural importante se radicaron en las cerca- nías del mar, de los grandes ríos y en los valles y pliegues de los Andes. Las culturas de la montaña se encuentran en tres subregiones del país: al norte, en Ia provincia del Carchi; la zona central (Tungurahua-Chim- borazo); y el grupo Cariar-Azuay en el sur. Las de la costa han sido estudiadas con más profundidad y presentan una secuencia bastante segu- ra. Estas culturas más conocidas son las de aproximación marina (Val- divia-Machalilla, Manta, Mahía-Jama-Coaque) y la de hábitat selvático- fluvial llamada Chorrera.

Se caracterizan por elementos ideológicos básicamente comunes (reli- gión-organización social), aunque de diferentes estilos estéticos y diversi- dad de materiales y técnicas, que contribuyeron igualmente a una temá- tica varia. Sin embargo, en el contexto integral de América hay elementos comunes de estas culturas con las del sur, especialmente de la costa pe- ruana, y las del norte, Mesoamérica y Circuncaribe, que revelan el grado de movilización permanente que tuvieron en sus orígenes y después me- diante posibles procesos de comunicación, sobre todo comercial, de los grupos ribereños. En general, a estas culturas se las categoriza como agroalfareras, aunque algunas se desarrollaron antes de conocer la cerá- mica. Desde el punto de vista histórico se las engloba como precolombi- nas, en general, y especificamente como preincásicas, que ya hemos mencionado.

Crearon un sistema de vida y cultura estrechamente condicionado por el medio natural. El contexto político, socioeconómico y cultural fue co- munitario. su expresión social era un todo cultural. su vida era su cul- tura. Como todo pueblo primario, su desarrollo estético-vital fue tan notablemente integrado que no cabe diferenciar en su quehacer la cul- tura material de la espiritiid. Sus objetos son simultáneamente materia-

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L a política cultural en Ecuador

les y espirituales, útiles y decorativos, prácticos y simbólicos, religiosos y sexuales, de goce y de gozo. Arte y ciencia están fundidos. Lo divino y lo humano forman un todo; filosofía y poesía, naturaleza y cultura una sola forma de expresión.

En general, dentro de la secuencia que encadena esas culturas, domi- naron todas las técnicas y los materiales del arte plástico universal; pin- tura, escultura, grabado, talla; barro, madera, piedra, metales ... Y muchos de sus objetos cumplían función no sólo plástica, sino musical, lírica; son simultáneamente obras de arte y artefactos, vida y cultura en un solo destino de eternidad.

Posteriormente, la conquista incásica impuso su sistema político social -que básicamente coincidía con el del núcleo socioeconómico de todas las comunidades y con el esquema religioso-, pero respetó las expresio- nes culturales nativas, especialmente las artísticas, a las cuales más bien los incas adhirieron y procuraron estimular. Aportaron elementos estéti- cos propios, especialmente los arquitectónicos, así como conocimientos científicos y técnicos que desarrollaron más la ingeniería, la construc- ción, la matemática, la astronomía, la medicina, la agricultura, que eran más o menos de dominio común en todos los pueblos de la América in- dígena. Posiblemente, en el proceso de estatización sociocultural también se desarrollan las artes de representación anímica y literaria : teatro, danza y poesía épico-religiosa; del mismo modo, la educación guerrera proyectó la cultura física y deportiva. Sólo el fenómeno lingüístico no alcanzó integridad ni uniformidad.

Por último, los incas, pueblo pragmático y sistemático, fundieron su mentalidad política con la estética de las comunidades que conquistaron o integraron en la proyección del imperio del Tahuantisuyo, que no llegó a consolidarse como la gran nación andina que estos pueblos esperan hasta hoy día.

Cultura europea impuesta y expresiones modernas

El fenómeno cultural integrado de la sociedad indígena permite un aná- lisis asimismo global. En cambio, al imponerse el dominio espaííol y, con- secuentemente, las formas culturales europeas de la época, se rompe el proceso de aquella cultura primitiva integralista.

Para estudiar el fenómeno de la cultura a partir del dominio espa- ñol, el método de interpretación -asimismo m u y panorámico- en este documento necesariamente tiene que sectorizar y fraccionar el análisis mediante las diversas expresiones culturales, especialmente las manifesta- ciones artísticas.

Los españoles impusieron en América un modelo de sociedad feudal que en la misma Europa empezaba a superarse. Parecería que la historia

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La acción cultural., Problemática general

europea retrocede en América. Por supuesto que excepcionalmente la sociedad americana colonial tuvo algunos rasgos propios y que los mismos dirigentes y administradores españoles desde la metrópoli señalaron un marco legal y administrativo especial, “original”, para América: leyes de Indias paternalistas, estructura geopolítica de virreinatos, audiencias y capitanías generales. Pero la sociedad en su integridad tuvo un contenido feudal y absolutista. En realidad convivieron forzosamente dos socieda- des: la de los españoles dominadores y la de los indios dominados, un mundo sobre otro. Hubo excepciones de respeto en los casos en que há- bilmente los españoles permitieron cierta autonomía a pequefios grupos aristocráticos indígenas. La única forma de unión -por lo general vio- lenta y forzada- fue la inevitable fusión sexual de espafioles con indias, especialmente al comienzo de la conquista y la colonia, que empezó el largo, lento y conflictivo mestiza je biológico -no espontáneo, sino forza- do al comienzo-, que hasta hoy día es quizás el problema psicoso- cia1 más profundo y difícil de estas naciones. No hubo un mestizaje inicial espontáneo que diera lugar consecuentemente a una cultura mes- tiza coherente y no conflictiva como la que todavía está formándose.

La realidad material de la cultura fue impuesta como otras cosas; no fue simplemente trasladada integralmente para todos ; fue únicamente para los propios españoles y sus descendientes. Por lo mismo no fue creado ningún bien material cultural propiamente nuevo (americano o mestizo) ; fueron construidos bienes culturales -materiales y espiritua- les- bajo el modelo europeo y concretamente hispánico. Los españoles y sus decendientes, los criollos, vivieron su vida española, y los indios la suya, pero ya no libre, sino oprimida, desalentada. En conclusión, la producción cultural fue casi absolutamente colonial.

En otras regiones del mundo, el coloniaje representó un divorcio ab- soluto entre la cultura del colonizador y la del colonizado y entre sus vidas en la interacción social; en América, en cambio, la fusión biológica y la convivencia más o menos aceptada, aunque jerarquizada, produjeron ciertas mezclas culturales que han venido a confundir más la interpreta- ción integral del fenómeno, haciendo perder el enfoque correcto a muchos intelectuales que hablan hasta hoy día de la formación de una cultura mestiza. En realidad se trata de una cultura confusa que, por lo general, es más europea que indígena. Los indios han mantenido su cultura esen- cial oculta y, precisamente hoy, algunos científicos sociales luchan por su rescate, mientras que los comerciantes se han adelantado para degenerar- la mediante el falso folklore indígena.

C O N Q U I S T A

Al comienzo de la conquista se interrumpió la continuidad artística indí- gena. Los conquistadores destruyeron los testimonios culturales ideológi- cos de los indios (templos y posiblemente literatura).

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La política cultural en Ecuador

Las expresiones culturales más evidenteem fueron siempre en este país las artes plásticas y la literatura. Durante eï breve periodo de la conquis- ta nace la “crónica de Indias”, que soldados y religiosos españoles escri- bieron casi en el fragor de la guerra contra los indios, sobre las ciudades aborígenes aún humeantes o en las selvas y páramos explorados en su insaciable búsqueda de oro y aventuras. C o m o creación cultural, son esas crónicas acaso la única en este periodo. Es la literatura de la época; no sólo es una narración episódica, “ cronológica”, sino también la epopeya del conquistador. Tuvo, paradójicamente, un contenido informativo y no- velesco al mismo tiempo, fue historia y poesía, verdad y leyenda. Esta literatura pertenece a España y a América. A veces fue sólo la verdad del español, su punto de vista. Pero en su contexto reveló mucho del pasado sociocultural americano -geografía y hombre-, que deslumbra- ron y asombraron a los europeos. En este género literario -español por la forma y el punto de vista, pero americano por mucho de su conteni- do- puede encontrarse un antecedente del realismo mágico de la extraor- dinaria novelística hispanoamericana del siglo XX. Nunca antes en la his- toria de la literatura universal había aparecido un género literario tan original por su múltiple riqueza : historia, novela, epopeya, fantásticas y realistas simultáneamente.

Según los historiadores de la literatura ecuatoriana, fue destruida o ha desaparecido una crónica de la conquista escrita por u n indio, Jacinto Collahuaso, que revelaría el punto de vista del americano frente a la invasión española y su proceso de dominación sobre la sociedad aborigen.

Hay pocos y no m u y seguros testimonios literarios, en otros géneros, sobre la época y las últimas creaciones del periodo prehispánico. Algunos estudiosos ecuatorianos aseguran la existencia de piezas dramáticas y de poesía lírica entre los indios. La historiografía literaria del Ecuador ha recogido un poema elegíaco, escrito por un cacique indio de Alangasí, cerca de la ciudad de Quito, sobre la muerte del último emperador an- dino de los indios, el Shiri-Inca quiteño Atahualpa. EI poema, en versión castellana, revela un profundo sentimiento doloroso expresado en un len- guaje de autenticidad estética indígena.

C O L O N I A

Impuesto el sistema de dominación en los primeros años de la colonia, el asombro inicial que había conmovido a los soldados conquistadores y frailes cronistas desaparece ante la realidad prosaica de la paz impuesta en la nueva sociedad, escindida en los dos polos de forzosa convivencia (indios y españoles), mientras lentamente continuaba el mestizaje biológi- co, del que surgirán los futuros artistas plásticos.

El problema de la autenticidad cultural de la colonia y hasta de gran parte del periodo republicano es asunto de discusión hoy día. Es obvia la falta de autenticidad nacional, ya que simplemente no había una na-

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ción. Esa cultura es colonial, construida bajo el modelo de una metró- poli; ni siquiera cultura colonizada, porque las expresiones aborígenes desaparecieron o se ocultaron. La cultura indígena existía latente, pero no podía surgir a la realidad porque era la cultura de un pueblo no sólo vencido, sino cautivo. Las pocas manifestaciones culturales eran medio- cres copias tardías de la literatura castellana postmedieval.

Pasará por lo menos un siglo hasta que aparezcan frutos artísticos importantes, especialmente en las artes plásticas. Los españoles no pudie- ron destruir la estética esencial -el sentimiento creador más profundo- de los indios, y m á s bien aprovecharon su destreza, su arte (entiéndase aquí más como artificio o técnica) en la producción del arte colonial plástico de indudable valor y que es quizás la manifestación menos in- auténtica de ese periodo de la historia de América.

Impuesta la doctrina católica, los colonizadores trajeron maestros flamencos y españoles para ensefiar a los indios las técnicas plásticas europeas. El indio se convierte en operario, artesano y maestro y, por debajo de las formas técnicas y el sistema ideológico impuesto, deja filtrar subrepticiamente algunos signos de su estética nativa. Al poco tiempo de la fundación española de San Francisco de Quito,

en 1534, se establece la primera escuela de artesanía en Sudamérica. Allí se formaron herreros, canteros, albaiíiles, carpinteros, pintores, bajo la orientación de los frailes flamencos Pedro Gosseal y Jodoco Ricke (que también trajo el trigo a los Andes). Inmediatamente empezó la construc- ción de templos y de las obras artísticas que se integrarían a su deco- ración y servicio.

La Iglesia trajo también obras plásticas europeas y reproducciones de algunas célebres. Y junto a los maestros espafioles y flamencos empeza- ron a revelarse los artistas indios y mestizos. Se incia el proceso que en la pintura ecuatoriana se ha llamado “Escuela quiteiía”. Los artistas más importantes de este movimiento, que tuvo su apogeo durante más de dos siglos, son: el precursor padre Pedro Bedón, el arquitecto Antonio Rodrí- guez; los imagineros y escultores padre Carlos, su discípulo José Olmos (“Pampite”), Bernardo Legarda, Manuel Chili (“ Caspicara”) y los pinto- res Miguel de Santiago, su discípulo Nicolás Javier de Goríbar y Manuel Samaniego y Jaramillo.

En rigor no hubo tal escuela. Todo Quito fue un gran taller en don- de se podían crear obras a la medida de cualquier escuela. Por otro lado, aquellos artistas, más sus anónimos discípulos y descendientes, forman un proceso de creación colectiva. Las artes plásticas de la colonia fueron la eclosión estética ecuatoriana y el área más importante de su creación cultural. Ideológicamente fue un arte europeo, religioso, místico pocas veces, más bien dramático y tierno al mismo tiempo, alegre, primitivo y refinado, realista y simbólico, siempre sensual. La imaginería y la es. cultura fueron las de mayor matización indiana.

Esta creación plástica integral cubrió la estética del románico y el

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renacimiento tardío hasta el barroco más deslumbrante. Prueba de ello son los dos más célebres templos quítenos, San Francisco y L a Compañía, construidos con la piedra de la montafia vecina y con el sudor y la sangre de los indios, y enriquecidos en sus interiores con pinturas, escul- turas, retablos y mil formas artesanales de los artistas mestizos.

L a estética milenaria de los indios renació en la vitalidad de las for- mas y colores andino-tropicales por encima de la imposición ideológica y técnica; por otro lado, aceptadas ya por la mentalidad mestiza, de he- rencia barroca, tanto por el lado hispánico como por el americano pre- colombino.

En cambio, la literatura colonial, de modo general, es m u y pobre. No es un movimiento sólido ni coherente como el de la plástica. Los siglos XVI y XVIL ofrecen pocos nombres y obras importantes. Producen literatura descriptiva en el lenguaje y anecdótica y referencia1 en el contenido algunos religiosos españoles y criollos. El género más cultivado fue la poesía lírica. Los más de estos poetas versificaron sobre el paisaje, el jardín conventual y los suaves estados de su alma tibia. Ni siquiera hubo una buena literatura religiosa y mistica, como fue la mejor poesía española de la época. No vinieron de España los grandes escritores: mu- cho tenían que hacer allá.

En el Ecuador hubo un prosista importante, Fray Gaspar de Villa- roel, sagaz, de estilo sobrio y sabiduría tolerante, que escribió sobre iglesia y política con mucha gracia y buen juicio.

En el siglo XVIII aparecen los pocos nombres realmente valiosos. El poeta Juan Bautista Aguirre, erudito jesuíta, que escribió una poesía de marcada influencia culterana, especialmente gongórica, de sentido meta- físico, y otros poemas irónicos, donde puede encontrarse algún matiz nacional, pues revela cierta gracia criolla y expresa un viejo problema del Ecuador: el regionalismo entre las dos principales ciudades (Quito y Guayaquil). Algunos de los poetas e intelectuales religiosos de la C o m - pañía de Jesús son extrañados del país, se radican en Italia y desde allá escriben una poesía nostálgica que revela, por lo menos, un sentimiento terruñal auténtico.

En el mismo siglo XVIII empieza a formarse la idea de una nación. Tres hombres extraordinarios, insertos en su propia obra y destino, pro- yectan la concepción de la entidad nacional: el historiador Juan de Ve- lasco, el geógrafo y matemático Pedro Vicente Maldonado y el polígrafo Eugenio Espejo. El historiador Velasco fue también poeta, pero su valor consiste en la visión del pasado y en su apasionado indianismo. El cien- tífico Maldonado asombró a los sabios y académicos franceses y concibió la integración física, la geopolítica del país. Espejo fue el precursor de la ciencia, el pensamiento y la independencia. Aunque de estilo un poco monótono, acogió algunas ideas liberales francesas, pero gran parte de su pensamiento se debe a geniales intuiciones propias. Encarnó en su vida y obra el modelo mestizo auténtico por el que aún luchan los pueblos

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indohispánicos de América. Se adelantó a Pasteur en la investigación bacteriana ; cuestionó los sistemas políticos, administrativos y las costum- bres medievales de la colonia; intuyó el destino de América como una sola Gran Nación; concibió una política cultural y sacrificó su vida por la libertad de estos pueblos. Inmerso en el problema integral de América, palpitan en su propia vida las realidades biológica y social. Mestizo de tres razas, concilió en su sangre los contradictorios torrentes del indio, el negro y el blanco. N o es hiperbólico señalar que Espejo es la síntesis del mestizaje positivo de América. Con sus discípulos termina el si- glo XVIIT y se abren las puertas del siglo XIX al proceso libertario que culminó Bolívar.

INDEPENDENCIA

La historia ecuatoriana del siglo XIX se divide en dos periodos bien de- finidos: el breve lapso de las luchas por la independencia y el proceso conflictivo de la formación republicana. Como ya lo señaláramos, la socie- dad no tuvo en ese periodo cambios estructurales profundos. Pero indu- dablemente la mentalidad criolla republicana se expresó en ciertas formas culturales de actitud y contenidos diferentes. El cambio de conciencia lo inició precisamente el genial mestizo Espejo. La concepción básica fue la impugnación ideológica a todo lo hispánico, a pesar de que los estilos y formas continuaron siendo castellanos principalmente.

Al contrario del periodo colonial, en el siglo XIX la literatura cobra vigor mientras las artes plásticas se empobrecen. En tanto que durante la época colonial la literatura había sido casi exclusivamente religiosa -ingenua o abstracta-, en el siglo XIX se hace política y polémica. Pero en los primeros años, o sea, durante el corto periodo llamado “heroico”, en general la creación cultural forzosamente fue exigua. La cultura de la independencia fue la guerra y la política. El valor más notable fue el poeta José Joaquín Olmedo, prócer de la independencia y político im- portante hasta los primeros arios de la República, conocido universal- mente en las letras castellanas por su célebre poema épico La victoria de Junin o Canto a Bolivar. EI caso de Olmedo es una prueba de cómo el condicionamiento histórico puede cambiar la vida de un hombre. D e poeta diestro, pero intrascendente en su juventud tímida, la madurez car- gada de problenias, en medio de la convulsión política y los clarines épicos, lo impulsan a transformar su estro en un arte viril y noble, pleno de autenticidad americana. Junto a Olmedo se ubica otro político, tam- bién guayaquileño, Vicente Rocafuerte, acaudalado criollo de pensamiento liberal, que llegó a la presidencia de la República e impulsó la educación nacional y que dejó algunos ensayos de carácter jurídico-político. Los dos intelectuales, de gran formación clásica, representan la cultura ecua- toriana de la época y han merecido el respeto y aprecio de la nación.

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La política cultural en Ecuador

R E P ~ B L I C A

El periodo republicano del siglo XIX puede también subdividirse en dos etapas culturales: de 1830 a 1850, de pobreza creativa intelectual y de riqueza de problemas y hechos políticos trágicos durante la pugna entre el militarismo y el civilismo; y el periodo de la segunda mitad del siglo, caracterizado asimismo por una dramática historia política y por una mayor creación cultural, especialmente literaria.

Al comienzo de la vida republicana se repiten los temas patrióticos en la poesía y en la pintura. Luego, las condiciones políticas determinan una actitud intelectual dirigida a la producción de literatura combativa a través del panfleto y el periodismo. Y a el precursor de esta actitud ~

permanente del intelectual ecuatoriano fue el mismo Eugenio Espejo en el periodo colonial. En los primeros años de la República continúan por esta ruta Pedro Moncayo (editor del periódico El quiteiio libre) y Fray Vicente Solano, rebeldes combatientes contra el sistema de la época, cada uno desde su propio punto de vista político. Este proceso de literatura política combativa culmina con el gran polígrafo Juan Montalvo, y ya en el siglo xx muchos intelectuales, especialmente escritores y periodistas, continúan esta tradición rebelde caracterizadora de la cultura ecuato- riana.

En la segunda mitad del siglo XIX se define y crece la creación litera- ria a través del romanticismo y el neoclasicismo, aunque son pocos los valores realmente notables. Aparecen muchos escritores, especialmente poetas y prosistas jurídico-políticos. Poetas románticos y neoclásicos, inte- lectuales de salón, académicos, oradores, abogados, políticos y gobeman- tes letrados, liberales y conservadores, que hacen la cultura de la época. Se insinúan también las primeras inquietudes del realismo a través de algunas obras costumbristas. Pero en el siglo XIX sobresalen dos de los más altos valores de la cultura nacional: los escritores ambateños Juan Montalvo y Juan León Mera. También se destaca por sus amplias con- cepciones culturales el historiador Federico González Suárez, arzobispo de Quito, que actúa en la vida pública del país entre fines del siglo XIX y comienzos del XX.

Montalvo y Mera, los grandes escritores del siglo, son básicamente románticos, pero diferentes en actitud y temperamento. Montalvo es el mestizo apasionado y conflictivo de explosiva sensibilidad. Encuentra en el ensayo y el periodismo las mejores formas de su catarsis idealista y rebelde. Mera es el escritor por definición, un profesional de su época. Montalvo, políticamente más moderno, por su concepción doctrinaria, pero más especialmente por su temperamento, es el creador mental del movimiento liberal de la naciente burguesía. Mera, en cambio, conserva- dor, introvertido, fue estéticamente más moderno (el auténtico escritor romántico), pues Montalvo es más bien un clásico tardío, un apasionado y excelente epígono del siglo de oro español. Escribió principalmente en-

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sayos morales, filosóficos, políticos, siempre dentro de la estética clásica y el estilo castizo. Por su lenguaje obsesionadamente cervantesco (escribió una obra narrativa sobre Don Quijote en América) ha sido llamado “el Cervantes americano”. Mera escribió una célebre y discutida novela, Cu- mandá, en el exacto molde romántico; algunas narraciones breves, que llamó “novelitas”, rescatan rasgos costumbristas de la clase media pro- vinciana del siglo XIX; y poesía lírica romántica y también costumbrista y algo de épica neoclásica. Es el autor de la letra del himno nacional del Ecuador. Ambos honestos y patriotas, sus vidas contrarias son inseparables en el estudio de la historia y la cultura del Ecuador. Fueron personajes de la historia y protagonistas de su cultura.

Hacia fines del siglo XIX y hasta comienzos del xx se aprecia una in- fluencia evidente de la cultura literaria francesa, fenómeno que ya se había hecho notar un siglo antes en la ideología de los precursores de la indepen- dencia, formados en el enciclopedismo y en las ideas de la Revolución. En la literatura serán el romanticismo francés, primero, y, luego, los poètes maudits y la belle-époque los señuelos atractivos de los intelectuales ecuatorianos e hispanoamericanos, siempre en plan de búsqueda, pero yendo y viniendo de una influencia extranjera a otra.

SIGLO X X

La alborada del siglo xx se anuncia con la revolución liberal de Eloy Alfaro (1895). Desde entonces hasta hoy la creación artística e intelec- tual ha sido pródiga, especialmente la literatura, las ideas y las artes plásticas. Existen ya estudios especializados sobre las principiales mani- festaciones culturales del siglo XX, sobre su fenomenología, sus temas, sus movimientos, autores y obras que en este trabajo sólo presentaremos es- quemáticamente. Al comienzo de este siglo, el progreso material del país está determi-

nado por el desarrollo, relativamente rápido en comparación con épocas pasadas, de la sociedad de economía incipientemente liberal (comercio- industria). EI ferrocarril que unió las dos regiones principales (costa tropical y sierra templada), las escuelas, el teléfono, la electricidad, al. gunas carreteras y obras y servicios urbanos; todo llega de golpe, en cantidad y novedad, con la revolución liberal de Alfaro.

En cuanto a la cultura, el progreso es también notable, aunque todavía difícil y conflictiva su definición. Todas las áreas culturales se expregan en corrientes, escuelas, influencias, obras, estilos y autores. Las letras y el arte plástico constituyen un factor clave, imprescindible, en el estudio integral de esta nación. La historia del Ecuador no puede prescindir de estas dos principales manifestaciones culturales, que son simultáneamente causa y efecto de la vida política, social y económica del país.

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La política cultural en Ecuador

L I T E R A T U R A

Sus principales puntos de referencia son: el movimiento modernista, de especial significación en la poesía lírica; el comienzo del realismo en la prosa; la generación de poetas de 1920, y el movimiento de marcada ten- dencia social en las artes plásticas y la literatura, especialmente la prosa narrativa.

Después de algunas obras costumbristas de fines del siglo XIX y CO- mienzos del XX, aparece una importante novela realista, A la costa, es- crita por uno de los personajes más interesantes de la cultura y la histo- ria del Ecuador moderno, Luis A. Martínez. Ambateño como Montalvo y Mera, fue también pintor, explorador, político liberal y hombre de acti- vidad dinámica en varios campos. Su vida meteórica tiene una dimensión global y una visión integradora del país, como en otros idealistas ecua- torianos. Su novela A la costa, inspirada en la época de la revolución liberal que vivió el autor, además de sus propios valores literarios, pare- ce un símbolo de la problemática ecuatoriana hasta hoy día: anhelos y frustraciones de transformación social, de integración nacional, de supe- ración de viejas ataduras mentales. En su concepción, estructura, desarro- llo y lenguaje, la obra pretende liquidar el pasado conservador, clerical y feudal; proyecta el porvenir liberal democrático: integrar el país. Si bien el Ecuador ha cambiado en cuanto a las actitudes político-religiosas, el liberalismo económico -aunque es una realidad- ya no es un anhelo del país, y permanecen vigentes los problemas profundos de la identidad y la integración nacionales en el marco de una mayor desigualdad social.

Por los mismos años de comienzos de siglo aparece el movimiento modernista en la poesía lírica, representado por un grupo de poetas ator- mentados e insatisfechos llamados acertadamente I‘ decapitados”, porque dos de ellos se suicidaron y otros se consumieron en las drogas y el des- encanto. En rigor no fueron modernistas. Abandonaron la ruta de Rubén Darío (sólo Medardo Angel Silva siguió fiel al maestro) y prefirieron involucionar buscando los destellos postreros de los maudits franceses, simbolistas y parnasianos. Refugiados en su ‘I torre de marfil”, constru- yeron una bella poesía decadente, angustiada, alejada de la realidad na- cional, que consideraban frustrante y mediocre.

Hacia 1920 adviene una nueva promoción de poetas líricos que rompe las dolorosas ataduras del pasado. Sin abandonar los temas y formas universales, antiguas y nuevas, empezaron a descubrir los elementos na- cionales, especialmente de la naturaleza y el hombre. El grupo fue bási- camente integrado por Miguel Angel León, Jorge Carrera Andrade, Gon- zalo Escudero y Agusto Arias (que luego derivó a la prosa, ensayo y crítica). Junto a ellos, en esta generación hay que señalar al precursor del sentido nativista de esta lírica, Jorge Reyes, y a un postrer poeta metafísico y social que apareció hacia 1950, Miguel Angel Zambrano, también notable jurista y sociólogo.

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La acción cultural. Problemática general

Pero, indudablemente, Jorge Carrera Andrade y Gonzalo Escudero son los más importantes poetas líricos que han ejercido notable influen- cia hasta hoy día. Carrera Andrade aprovechó el paisaje y las pequefias cosas de la naturaleza andino-tropical y les confirió categoría estética me- diante un sistema metafórico nuevo, al mismo tiempo que expresó el anhelo de viaje y el encuentro del hombre universal, que trasunta su propia vida con las cosas simples y eternas de la tierra. Escudero es un lírico refinado, creador de imágenes aéreas, depuradas, en un estilo exi- gente y pulcro. Su poesía cubre motivos trascendentales -la vida, la muerte- con una perceptible influencia gongórica, pero en sus comien- zos desarrolló temás épicos y realistas. A partir de 1930 se inicia el movimiento de literatura nativista y SO-

cial. Junto a las artes plásticas, que se restablecen del letargo del si- glo XIX, ese movimiento constituye el fenómeno cultural más importante del Ecuador contemporáneo. Existe literatura crítica especializada que ha analizado el movimiento, encontrando diversas causas de índole local e influencias culturales y políticas extranjeras. Es indudable que la novela realista A la costa abrió el camino a la nueva literatura. Pero detrás de ésta estaban también el pensamiento socialista, las crisis económicas mun- diales y nacionales, la frustración política interna, los ejemplos de la revolnción bolchevique y la de México, las corrientes literarias y plásticas sociales de Europa y América.

Tanto la literatura como las artes plásticas de tendencia social en el Ecuador representan el despertar de una conciencia colectiva en el inte- lectual ecuatoriano. Los escritores y artistas que integran este movimiento constituyeron entonces el fenómeno más homogéneo de la nueva cultura de Hispanoamérica. Poetas, novelistas, ensayistas y pintores realizan una obra identificada con el espíritu de su pueblo. Un pequeño libro de cuentos (Los que se van) de tres jóvenes autores inicia en 1930 este mo- vimiento. El libro estaba enraizado en la vida campesina de la costa ecuatoriana, con toda su fuerza salvaje, primitiva, sensual, y en las viejas injusticias de la sociedad. Cargado de poética violencia y ternura viril, correspondía su estética y su ética a la mentalidad joven y rebelde de sus autores (Joaquín Gallegos Lara, Enrique Gil Gilbert y Deinetrio Aguillera Malta), que luego escribirían otras obras narrativas importantes y que formaron el llamado “grupo de Guayaquil” con otros dos de los mejores prosistas ecuatorianos: José de la Cuadra y Alfredo Pareja Diez- Canseco; el primero, el más célebre escritor de cuentos, comparado con el rioplatense Horacio Quiroga, y el segundo, un diestro novelista de notable ejercicio y sabiduría. Al mismo tiempo, en la capital del país, Quito, aparecía el más célebre escritor ecuatoriano, Jorge Icaza, autor de Hzcasipungo, discutida novela, pero extraordinaria obra que reveló el drama de injusticias de la sociedad rural del Ecuador. (Icaza, con Ciro Alegría, del Perú, son los exponentes del llamado indigenismo literario de la América Andina.) Icaza ha continuado creando todo un sistema de

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L a política cultural en Ecuador

protesta contra el injusto contexto político-social y económico en un esti- lo fuerte, de claroscuro, de avasalladora y hermosa crudeza. Hacia 1940 aparecen otros escritores y poetas que vienen a incorporarse a este movi- miento univoco de la literatura ecuatoriana: Angel F. Rojas (también crítico), autor de cuentos y de una notable novela de protagonización colectiva, El éxodo de Yangana; Adalberto Ortiz, poeta y novelista de temas negristas, m u y conocido por su novela Juyungo; Pedro Jorge Vera, que utiliza principalmente temas políticos en varios géneros (poesía, teatro, novela), pero destacándose más en la narración. Mención especial merece el narrador Pablo Palacio, autor de cuentos de impresionantes incursiones psicológicas y metafísicas que muchos críticos han comparado con las terribles vivencias de Kafka.

Algunos de estos autores han desaparecido y otros han evolucionado en sus temas y formas. H a n ejercicio profunda influencia en la literatura nacional hasta hoy día y bien pueden considerarse como precursores del famoso boom novelístico actual de América Latina. Entre los poetas y es- critores que continuaron con voz propia el gran esfuerzo de la promoción anterior hay que destacar a Alejandro Carrión, autor múltiple, César Dávila Andrade (extraordinario poeta, desaparecido) y a Efraín Jara Hidrovo, Jorge Enrique A d o u m (autor reciente de teatro y novela) y En- rique Noboa Arízaga, principalmente poetas. Estos cuatro últimos autores forman una promoción nueva en la lírica, a partir de 1940, que buscó motivos universales sin abandonar las tendencias nativas.

A R T E S P L A S T I C A S

Asimismo, las artes plásticas ecuatorianas del siglo XX, especialmente a partir de 1930, representan un fenómeno homogéneo en cuanto a conte- nido y preocupaciones. Junto a la literatura, se nutrió también de las ideas revolucionarias. T o m ó algunas pautas del muralismo mexicano para expresar la realidad de los hombres marginados del Ecuador: in- dios, montuvios y obreros de la ciudad. Luego, sus más destacados artistas volvieron a las formas y tendencias europeas modernas, las asimilaron positivamente y han continuado una permanente creación, cada mez más rica y profunda. Muchos nombres podrían mencionarse. Cabe aquí, sólo a título de ejemplo explicativo, seiíalar los de Diógenes Paredes (fuerte pintor indigenista, desaparecido), José E. Guerrero, Eduardo Kingman y Oswaldo Guayasamín. Antes, en las primeras décadas, se habían destaca- do ya los hermanos Mideros como consumados artistas, aunque sus temas no correspondían a la realidad nacional, así como los precursores de la pintura moderna, Pedro León y Camilo Egas. H o y día continúan en ple- nitud Kingman y Guayasamín, y junto a ellos se destacan nuevos y novisimos valores en una actividad y proyección sorprendentes. Pintores y escultores como Tábara, Villacís, Constante, Almeida, Viteri, Molinari,

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La acción cultural. Problemática general

Maldonado, J. Andrade (escultor), son figuras internacionalmente cono- cidas.

Los nuevos artistas ecuatorianos dominan todas las formas y materia- les e incursionan por todas las tendencias estéticas. Su actividad hoy día constituye una eclosión artística riquísima y plural, y es imposible hacer juicios inmediatos en una visión tan breve. Se aprecia en estos mo- mentos una nueva época en la literatura y las artes plásticas ecuatoria- nas, las dos expresiones culturales más importantes en la historia del país, y bien se puede vislumbrar un nuevo fenómeno de magníficas pro- yecciones.

IDEAS

Aunque algunos nombres importantes deben más bien incluirse en la creación literaria, vamos a enumerarlos en esta sección, ya que su múltiple actividad justifica agruparlos en el amplio campo de las ciencias Iiuma- nas (pensamiento, sociología, derecho, literatura de ideas, incluida la crítica, historia, etc.). Y éste es precisamente uno de los rasgos de la cultura ecuatoriana: la dispersión del esfuerzo intelectual en el país. Muchos de sus talentos más notables han tratado, aunque sólo sea super- ficialmente, todos los campos de la cultura. Casi todos han estado com- prendidos de alguna manera en la conflictiva vida política.

Merecen seííalarse en las ciencias sociales y jurídicas e incluso en la filosofía : Luis F. Borja, Julio Moreno, Alfredo Pérez Guerrero. Especial- mente, en la prospección de un pensamiento nacional, aunque sea conte- nido en otros campos específicos: Pío Jaramillo Alvarado, autor de una importante obra sociológica (El indio ecuatoriano) ; Humbert0 García Ortiz, que ha escrito ensayos socioculturales ; Gabriel Cevallos García, que es quizás el autor más importante en la interpretación histórica ideo- lógica ; Manuel Agustín Aguirre (inicialmente poeta), notable escritor político. En la historia hay algunos investigadores nuevos, aunque no han llegado a la dimensión de los del siglo XVIII y del XIX, así como sociólo- gos modernos, antropólogos y teóricos de las ciencias económicas que empiezan a destacarse. En la historiografía y la crítica literaria hay que señalar a Gonzalo Zaldumbide (también novelista), de notable dominio estilástico; Isaac J. Barrera, autor de la más importante historia de la literatura ecuatoriana ; Aurelio Espinosa Polit, humanista clásico y crítico erudito; Raúl Andrade es un artífice de Ia prosa a través de ensayos y crónicas; Alfonso Rumazo González, poligrafo erudito, pers más espe- cializado en la historia cultural y la biografía. En la crítica literaria, junto a algunos de los mencionados, cabe nombrar a Galo René Pérez, Miguel Sáncliez Astudillo y Hernán Rodriguez Castelo. Han escrito crítica, aunque su orientación más evidente es el pensamiento nuevo, Agustín Cueva y Fernando Tinajero (este último también narrador reciente). José María Vargas lia escrito una historia de la cultura ecuatoriana, aunque se trata más bien de una historia de las artes.

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L a política cultural en Ecuador

Mención especial corresponde al polígrafo Benjamín Carrión (nove- lista, ensayista, crítico). H o y día se reconoce indiscutiblemente su magis- terio cultural. Junto a su labor intelectual de escritor multifacético, su nombre sobresale como el del más apasionado promotor de la cultura nacional. A él se debe la creación de la principal institución cultural del Ecuador (Casa de la Cultura Ecuatoriana) y a él deben mucho las gene- raciones de escritores y artistas ecuatorianos del siglo XX.

Otras expresiones culturales de menor desarrollo han sido la música, la danza y el teatro.

M Ú S I C A

Resulta difícil explicar la vana y confusa problemática del fenómeno musical. El hecho cultural de la música no ha podido realizarse plena- mente por causas que aún no han sido esclarecidas. Asimismo, la acción o la política estatal en este campo ha sido m u y precaria, deficiencia que ha incidido en la creación en esta esfera del arte. Si bien en todas las manifiestaciones artísticas el factor vocacional es fundamental -y pare- ce que el Ecuador lo tiene en mayor dimensión para las artes plásticas y la literatura-, es evidente que en el desarrollo de la música se nece- sitan más abiertas y mejores condiciones sociales. El talento literario o plástico puede desarrollarse a veces sin ninguna ayuda oficial. No así la música, que es un arte que no sólo depende de la espontaneidad creadora, sino también de una formación constante. Por otro lado, para- dójicamente, la música -difícil como arte excelso- se presta, en cambio, a la producción fácil como manifestación mal llamada “popular”. La degradación en esta expresión cultural es más fácil que en otras cuando no existen las condiciones precisas para su verdadero desarrollo. Esto es lo que en términos generales ha ocurrido con el arte musical en el Ecuador.

Por otro lado, en cuanto a la creación misma de la música, ha existido también otra posición parecida al facilismo : con criterio acaso sentimen- tal se ha tratado de mantener las formas aborígenes que indudablemente no alcanzaron un gran desarrollo y que fueron frustradas por la conquis- ta. Por supuesto que se produjo no un mestizaje, pero sí una superposi- ción musical bajo la influencia de la conquista y del coloniaje hispánicos. Es en este arte donde posiblemente se encuentra el mestizaje menos autén- tico o más confuso. D e haberse asimilado y orientado mejor la influencia europea, se hubiera llegado a un arte musical nuevo, mestizo auténtico, como parece ser el de otras regiones de América, que además recibieron el magnífico aporte africano, que en el Ecuador fue mínimo y no ha llegado a fundirse con los otros aportes (aborigen y europeo). Ello hu- biera posibilitado la creación de una música popular m u y valiosa.

No hubo, pues, experimentación ni búsqueda de nuevas formas, para lo cual también era necesario el apoyo oficial, pues los estudios e inves-

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La acción cultural. Problemática general

tigaciones musicales, su ensefianza, etc., exigen inversiones económicas mayores que en otras actividades. Pero tampoco se desarrolló el criterio nativista auténtico, ni siquiera el sentido “ cultista”, o sea, la asimilación de la música europea culta, sino que se degradaron las dos formas básicas hacia un falso o inauténtico mestizaje musical, pobre estéticamente, aun- que cuantitativamente expresivo. Esa pobre creativa ha sido duramente sefialada por el crítico Francisco Alexander en un ensayo publicado en el libro Trece años de cultura nacional ’.

El hecho cultural propio de la música ha sido investigado por Segun- do Luis Moreno, especialmente en cuanto a las raíces y expresiones pri- mitivas de la música aborigen. Según esas investigaciones, parece que los primitivos pobladores del territorio ecuatoriano tuvieron principalmente los sistemas musicales trifónico y tetrafónico, especialmente en la región oriental (Amazonía) y en el altiplano andino. También se asegura que llegaron hasta el sistema pentafónico. AI parecer no evolucionaron más. Esta situación, más el sentimiento melancólico -de semejanza oriental-, explica acaso la reiterada afirmación de la tristeza musical ecuatoriana. Acaso no se trata únicamente del “sentimiento melancólico de la raza”, sino de la monotonía de formas que no evolucionaron, sea por factores propios o por la frustración ocasionada con el impacto de la conquista hispánica. Se afirma también que los espaiíoles, inicialmente, en lugar de imponer sus formas musicales, adoptaron y adaptaron las indígenas para las forzadas creaciones evangelizadoras. Los estudiosos de la música ecuatoriana han llegado a establecer las siguientes formas o ritmos autóc- tonos : I‘ Sanjuanito”, “ Yaravi”, “Danzante” y “Yumbo”, de marcado acento indígena andino, aunque el último tiene un ritmo más vivo, y el primero de movimiento “ allegro moderato”. Asimismo se señalan como ritmos criollos (o mestizos) los siguientes : “Albazo”, “ Alza”, “Tonada”, “Pasacalle” y “Pasillo”.

No hay importantes estudios sobre el proceso del desarrollo de este arte, tanto en lo cultural y estético como en sus relaciones sociohistóricas, ni en relación con la acción o política estatal al respecto. Lo evidente es la producción repetida de las formas señaladas tanto las autóctonas como las llamadas criolla o mestiza. Últimamente se ha observado otro fenómeno discutible: la mezcla de ritmos tropicales, especialmente co- lombianos, con las antiguas melodías ecuatorianas, fenómeno que está tomando las características de un simple negocio musical subcultural.

Todos estos problemas requieren investigación y estudio profundos, así como la concepción e implementación de una politica musical urgente para el desarrollo de un arte que ha estado deprimido en el contexto de la cultura nacional.

Sin embargo, es de justicia señalar algunos nombres entre los investi- gadores, profesores, creadores, intérpretes y ejecutante5 que han contri-

1. Casa de la Cultura Ecuatoriana, 1957.

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L a política cultural en Ecuador

buido positivamente al relativo desarrollo de€ arte y la actividad musi- cales del Ecuador. Casi todos, de alguna manera, han laborado en las tres áreas pricipales: la investigación y ensefianza, la creación y la inter- pretación. Asimismo han dirigido, a costa de muchos esfuerzos, las insti- tuciones musicales del país, que serán explicadas en el capítulo corres- pondiente de la política cultural de este estudio. Se destaca indudable- mente como investigador el profesor Segundo Luis Moreno, y como crea- dores y ejecutantes : Luis Humbert0 Salgado, Francisco Salgado, Ignacio Canelos, Sixto María Durán, Belisario Peña, Corsino Durán, Carlos Boni- Ha, Enrique Espín Yépez, Inés Jijón, Gerardo Guevara, Beatriz Parra, Carlos Coba, César León, Mesías Maiguahsca, Leslie Wrigth, Cristóbal Ojeda, Edgar Palacios. Estos nombres no agotan la lista de compositores ni de intérpretes, especialmente populares, que son muchos; simplemente se registran aquí porque son los que, de una u otra manera, han destacado más en el fenómeno general de la música ecuatoriana, sea como creado- res de algunas obras notables o como intérpretes y ejecutantes de reco- nocido prestigio, inclusive internacional. (Cabe también mencionar a los críticos musicales Francisco Alexander y Arturo Meneses Pallarés.)

D A N Z A

Las mismas causas y problemas determinan la expresión cultural de la danza. Las manifestaciones aborígenes en este arte tienen un carácter simbólico que revela el sentido religioso social de las culturas primitivas. Durante mucho tiempo, tales manifestaciones permanecieron ocultas, mar- ginadas o menospreciadas por la mentalidad occidental de la cultura eru- dita. Pero, en los últimos años, esas expresiones todavía auténticas e m - piezan a ser motivo de investigación, preservación y recreación por algu- nos artistas y antropólogos (folklorólogos) e instituciones artísticas. Este proceso nuevo de política cultural se encuentra en la fase de la investi- gación y la experimentación. En las montañas andinas hay algunas etnias que conservan su cultura dancística y musical auténtica, así como en la provincia de Esmeraldas, de fuerte raíz africana.

Pero el arte dancístico occidental, procedente de la cultura europea, tampoco se ha desarrollado por las mismas causas anotadas respecto de la música, es decir, la falta de una política cultural estatal que promueva el desarrollo de estas artes, las más desamparadas posiblemente de la cultura nacional. Realizan una eventual y precaria actividad algunos grupos de ballet oficiales y particulares.

T E A T R O

Asimismo, respecto del teatro, también se puede señalar como causa fun- damental de su escaso desarrollo la falta de una política de promoción.

L a creación literaria del teatro ha existido en el Ecuador durante toda

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La acción cultural. Problemática general

su historia. Se dice que los aborígenes tuvieron una creación y una expresión teatral que respondía al contexto del sistema integral de la vida social y que posiblemente tuvo rasgos más evidentes en el sentido religioso y en los caracteres de la acción comunitaria, que, por lo general, es signo común de todo teatro primario. Luego, durante el coloniaje espaiíol -como trasplante de la situación teatral medieval- también hubo UJI teatro exiguo, religioso. En la época republicana, según el pro- ceso de la aculturación erudita europea, también se creó un teatro que de algún modo reflejaba la situación de la cultura y la vida. Fueron los mismos autores de otros géneros literarios los creadores de obras dramá- ticas, pero con menor intensidad artística que en las otras formas de expresión. Todo esto han intentado probar algunos historiadores de la literatura. Incluso existe una voluminosa historia del teatro ecuatoriano, por Ricardo Descalzi, que describe el proceso y seiíala ejemplos de la producción teatral.

Pero el teatro, como representación autónoma, como arte independien- te, ha tenido un desarrollo muy precario. En primer lugar, el país no cuenta con una buena infraestructura teatral ni con medios ni recursos técnicos para su implementación. La principia1 infraestructura es el Teatro Nacional Sucre, que desde 1870 ha sido el escenario tradicional de representaciones teatrales a cargo de compañías comerciales naciona- les y extranjeras y de grupos de aficionados y de mil actos artísticos de varia índole y calidad, así como el escenario casi permanente de la Or- questa Sinfónica Nacional. Otras edificaciones teatrales en el país se utilizan principalmente para el cine comercial y diversos espectáculos. Se han Cormado algunos grupos de teatro (artistas, directores y técnicos), pero más bien por su propio esfuerzo espontáneo que por una bien con- cebida e implementada educación u orientación artística y técnica. En cuanto al contenido han prevalecido Ias tendencias de teatro cos-

tumbrista, comedia moderna, especialmente española y algo de la italiana y francesa; muy poco el teatro clásico europeo antiguo y moderno. Sin embargo, en los últimos aííos se ha despertado el fervor por un teatro de mejor calidad, no sólo como creación literaria -que siempre tuvo algunos escritores importantes-, sino también como representación artís- tica plena y autónoma. H a n surgido grupos particulares y oficiales que realizan una apreciahle labor. Prevalecen de modo general las tendencias conceptuales de cuestionamiento doctrinario (político-social y existencial) y se han asimilado algunas técnicas modernas, especialmente del teatro francés y centroeuropeo; también es visible la influencia del teatro lati- noamericano m á s desarrollado (argentino, chileno, colombiano). Se obser- van además esfuerzos -limitados y esporádicos- por crear un teatro abierto (popular de masas).

En todo caso, el teatro continiia siendo una de las áreas de la cultura que requiere una especial atención en la política cultural integral del país.

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La política cultural en Ecuador

F O L K L O R E

Otras manifestaciones culturales testimoniales, como las llamadas folkló- ricas, fueron expresiones auténticas de la cultura primitiva. Luego han sufrido grave deterioro y degradación, o por lo menos fueron marginadas y menospreciadas. En los últimos años se aprecia una mayor preocupación en todos los sectores de la vida social del país por rescatar o preservar dichas manifestaciones, especialmente el arte popular (artesanía) en sus múltiples formas. Existen incluso investigaciones de la paramiología na- cional, cuyo especialista más destacado ha sido el brasileño Paulo de Carvalho Neto.

A R T E S A N Í A

La artesanía ha sido especialmente un problema de difícil definición o explicación. Si bien algunas etnias primitivas y las comunidades mesti- zas, especialmente rurales, han mantenido expresiones artesanales de apre- ciable valor estético, sociohistórico y cultural, posteriormente han sufrido duros embates de la aculturación extranjera, comercial y degradante. Los propios artesanos y artistas populares, estimulados por la demanda co- mercial turistica, han degradado su actividad y el sentido auténtico de su creación. Los principales centros de creatividad popular artesanal son las provincias de la sierra y unos pocos en la costa -provincias de Mana- bí, de rasgos artesanales mestizos, y de Esmeraldas, de prevalencia cultu- ral africana- (sin embargo, insistimos en la riqueza, casi oculta, de un arte popular y artesanía auténticos de las etnias aborígenes). C o m o sus antepasados, estas comunidades dominan todos los materiales nativos y los que se incorporaron durante la colonia hispánica. Se impone también en este campo una politica cultural integral que proyecte la realización plena de las comunidades, su autoafirmación y autenticidad.

CINE

No se ha creado en el Ecuador un cine nacional. L a clientela cinemato- gráfica es la más numerosa en el campo de los espectáculos. El cine ex- tranjero ejerce notable influencia en la vida sociocultural del país. En las grandes masas de clase media y proletarias urbanas domina como activi- dad recreativa más importante el cine subcultural: mexicano, norteame- ricano “western’’ y policíaco-menor y el oriental-norteamericano de vio- lencia. Las élites culturales aprecian el cine vanguardista y tradicional de alta calidad estética, por lo general francés, inglés, italiano y norte- americano, así como el de los países socialistas europeos.

C o m o cine propio sólo se han creado pequenas muestras experimen- tales, que acentúan la promoción de valores culturales aborígenes y del paisaje, sean documentales de finalidad cultural y/o turística o pequeñas obras con argumento ; y algunas coproducciones comerciales mexicano- ecuatorianas de bajo nivel cutural.

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La acción cultural. Problemática general

Es notable el progreso de una crítica cinematográfica inteligente que ha despertado la conciencia cultural por este arte en algunos sectores sociales, especialmente en la juventud intelectual urbana. Se han formado eventualmente cine-clubs que contribuyeron a esa concientización, y exis- ten ya algunas cinetecas que requieren mayor apoyo institucional. En conclusión, se requiere urgentemente también una política integral

para el desarrollo del cine, sea como espectáculo y recreación popular o como creación de la cultura nacional.

M E D I O S DE C O M U N I C A C I ~ N

Los medios de comunicación social tienen las características comunes de los de casi todos los países de América Hispánica: propiedad de empresas privadas nacionales encadenadas al sistema transnacional de la informa- ción y la producción de mensajes escritos y audiovisuales (prensa, radio, cine y televisión) y política eminentemente comercial, escaso y/o desvir- tuado contenido cultural, con efectos negativos para la autenticidad e identidad nacionales. La información internacional depende casi total- mente de las principales agencias transnacionales norteamericanas y europeas occidentales y su contenido cultural refleja el de la producción radiotelenovelística mexicana y norteamericana (ahora empieza a intro- ducirse la venezolana) ; la producción gráfica animada (dibujos, liistorie- tas, etc.) procede de las empresas productoras internacionales, general- mente norteamericanas. La opinión editorial es preferentemente nacional, pero, asimismo, un alto porcentaje proviene de las agencias distribuidoras de artículos (políticos, científicos, culturales), especialmente de la ALA, del New York Times, etc.

Ha crecido cuantitativamente el sector periodístico y radiotelevisivo. Especialmente, la radiotelefonía comercial en el Ecuador ofrece un índice excesivo de crecimiento, al punto de que, para muchos, este negocio es casi una industria casera, que da lugar a desniveles de varia índole en la misma actividad: grandes empresas radiales y modestísimas radiodifu- soras. En general, la radiodifusión es el sector de menor desarrollo cultu- ral de la comunicación social.

Hay que reconocer que el periodismo escrito en el Ecuador ofrece un notable profesionalismo en los iiltimoc años y un satisfactorio creci- miento cultural. La televisión, a pesar de las deficiencias generales ano- tadas, hace esfuerzos por mejorar su calidad cultural, pero continuará de- pendiendo del sistema transnacional. Pero, en todo caso, la mentalidad que inspira a los medios de comunicación social, a pesar de su inevitable condicionamiento comercial, se puede considerar de básicos principios liberales al servicio de la sociedad del país, pero dentro del modelo polí- tico neocapitalista. El Ecuador debería tomar en cuenta las resoluciones y recomendacio-

nes de la Conferencia Intergubernamental sobre Políticas de Comunica-

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La política cultural en Ecuador

ción de América Latina y el Caribe (San José, Costa Rica, 12-21 de julio de 1976) para llevar adelante un proceso de desarrollo cultural coordi- nado con la acción de los medios de comunicación social.

R E C R E A C I Ó N

Dentro de este múltiple, plural y contradictorio contexto cultural, fluye o circula la actitud colectiva recreacional. Así, las élites culturales con- sumen y/. producen la cultura erudita antigua y nueva como actitud no solamente intelectual, sino recreacional. Las élites socioeconómicas sufren casi total enajenación: su actitud intelectual y vital (recreacional) está sometida a los bienes de consumo extranjeros -materiales o espirituales sofisticados-; inclusive en lo deportivo se observa esa tendencia aristo- cratizante y sometida a los moldes extranjeros (deportes individuales y/o costosos: automovilismo, tenis, yachting, caza, pesca, golf, polo). Las grandes masas de clase media permanecen en situación subcultural gene- ral: escasa lectura, limitado acceso a las bellas artes, pobre autonomía mental, afición a las distracciones fáciles, placeres colectivos (baile, juegos de cartas y alcohol), deportes populares (fútbol principalmente). La fiesta y espectáculo taurino, que se conservó desde el coloniaje espano1 en dos polos diferenciados (selecto en alta clase urbana y popular en barria- das y aldeas), en los últimos años, merced a una planificada política comercial, se ha convertido en una importante recreación que ha logrado fundir sectores sociales diferentes : clases altas y medias socioeconómicas.

Las marginadas clases pobres -suburbios de ciudades, zonas rurales- mantienen tradicionales recreaciones culturales, principalmente la fusión de las fiestas religiosas con el placer. En general, sobreviven en las etnias aborígenes todavía auténticas formas de recreación que responden a valo- res culturales autónomos.

P A T R I M O N I O

El patrimonio cultural -según el concepto universalmente aceptado- está constituido por los objetos históricos y artísticos, individuales, seria- les y de conjunto, monumentales, arquitectónicos urbanos y rurales. M u y pocos arquitectónicos quedan del periodo cultural indígena, pero en cambio el correspondiente al periodo hispánico es de extraordinaria riqueza y belleza. Expertos internacionales en patrimonio cultural, artis- tas y críticos de todo el mundo han reconocido que en el Ecuador, espe- cialmente en la ciudad de Quito y otras de la meseta andina, existe el patrimonio cultural hispánico-colonial más importante de América.

Muchas depredaciones y atentados contra este patrimonio se han co- metido por la falta de una política cultural (inclusive falta de normas y autoridades) y de una conciencia estatal y colectiva responsable. EI patrimonio monumental y arquitectónico ha sufrido graves atentados en

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La acción cultural. Problemática general

el contexto urbano y muchos objetos, artísticos y arqueológicos, han des- aparecido debido al saqueo nacional e internacional.

Sin embargo, en los últimos años existe una conciencia más clara y definida y se hacen notables esfuerzos por el rescate, la preservación y la revalorización de tales bienes. Sobre todo, el trabajo más importante ha sido el de restauración artística y arquitectónica.

CIENCIAS

En los Últimos anos se ha sentido mayor preocupación respecto a algu- nas de las ciencias, especialmente las naturales y ciertas ramas aplicadas y específicas. Es interesante destacar que los científicos ecuatorianos realizan sus investigaciones de acuerdo a los principios de aplicación al desarrollo nacional, especialmente a la solución de los problemas de la salud (medicina, nutrición) e higiene sociales, infraestructura física (in- geniería, hidrología) y, en algunos casos, investigación científica pura. Existen instituciones representativas de la actividad científica, que se mencionan en el capítulo correspondiente.

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La administración cultural

Proceso histórico de la politica cultural

C o m o se ha visto, la fenomenologia cultural ha estado condicionada al proceso sociohistórico estructural y ha sido también causa de éste en cierto modo. Pero la acción cultural ha sido una actividad casi espontá- nea. Condicionado el hombre y la sociedad a las estructuras y, especial- mente, a la historia dominante, no hizo falta una dirección, orientación o administración culturales oficiales directas o explícitas. Sin embargo, existió, implícitamente, una política cultural y algunas formas de direc- ción y administración culturales. Estas formas, como la creación misma de la cultura, dependieron también del contexto sociohistórico estructu- ral, y ofrecen asimismo una evolución semejante o paralela.

POLiTICA C U L T U R A L INDIGENA

En la época primitiva, aquellas sociedades indígenas, libres y autónomas, construidas por pequeños grupos humanos interdependientes, tuvieron posiblemente una vida social de absoluta integridad comunitaria. Por lo mismo no tuvieron una política cultural explícita, sino inserta en su pro- pia creación colectiva. Consecuentemente no era necesaria una adminis- tración cultural. Su actividad cotidiana era su absoluta administración social. No era necesario “promover” la cultura, pues ésta la hacían todos cotidianamente. Sus fines evidentes eran la expresión de su vida integral: lo religioso, el amor, sus guerras defensivas, sus actividades comunitarias (ia pesca, la caza, la agricultura). Todo ello se observa en los objetos arqueológicos encontrados.

Posteriormente, la dominación y fusión de la etnia quechua con las de otras sociedades de la extensa zona andina, que dieron lugar a la civilización incásica de pluralidad cultural, modificaron también el m o - delo sociopolitico de las comunidades o integraron los de éstas en uno

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La administración cultural

solo : el jerarquizado sistema de socialismo estatal autocrático, perfecta pirámide de funcionalismo integral. Posiblemente, en esta sociedad de organización política más compleja existió la misma política cultural implícita en la creación de las comunidades, pero también explícita en sus normas estatales (morales, religiosas, etc.). Un ejemplo sería el de la religión solar impuesta a todos, a pesar del pluralismo étnico-cultural de las comunidades de tan extenso imperio político. Además del ejemplo de la religión, seguramente su política cultural estuvo ya condicionada por la ideología del Estado. La arquitectura, por ejemplo, fue m u y prag- mática (fortalezas, caminos, ingeniería agrícola e hidráulica de gran ren- dimiento). Las artes plásticas de las comunidades aborígenes continuaron reflejando su carácter esencial primitivo, pero al aceptar los rasgos de otras, especialmente de la etnia dominante o aglutinante (los quechuas), se proyectaron en nuevas formas útiles y decorativas al mismo tiempo, en las cuales prevaleció ya cierta sobriedad, menor individualidad estética y más uniformación o standarización, obvio fenómeno en una sociedad de organización más compleja. En las artes orales y de ritmo corporal (tea- tro, música, danza), posiblemente se reflejó también con mucha eviden- cia la ideología estatal, priniordialmente en sentido épico o guerrero y religioso. Es obvio entonces que, si los incas tuvieron una explicita organización

estatal, dentro de ésta estuvo implícita, y acaso también explícita, una política cultural y su correspondiente administración. Y éstas fueron po- pulares, intensivas y extensivas debido al pacto social mismo impuesto y aceptado.

P O L I T I C A C U L T U R A L C O L O N I A L H I S P Á N I C A

Asimismo, durante la dominación hispánica, la política cultural estuvo implícita en la política general del gobierno colonial y en el modelo social de vida impuesto. Sin embargo, en algunos momentos hubo orien- taciones culturales explícitas.

Ambas formas de política cultural tuvieron como principal contenido la doctrina religiosa y la ideología política oficial. Como rasgo también de la estructura global, especialmente de la mentalidad tradicional, la política cultural tenía una tendencia elitista en ciertas manifestaciones, principalmente en las letras. En las artes plásticas, quizás por la necesi- dad de la mano de obra indígena, primero, y luego mestiza, las expresio- nes tuvieron una expansión más popular, y también porque su finalidad era también más pública (iglesias) ; pero, además, otras creaciones tuvie- ron un destino más restringido: algunas obras de artes plásticas pasaron a formar parte del patrimonio particular de la clase alta (espaiíoles, y criollos después), lo cual se observa hasta hoy día en las mansiones y ha- ciendas dejadas por aquéllos a sus descendientes. Desde otro punto de

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La política cultural en Ecuador

vista, tal situación resultó beneficiosa, pues se ha podido conservar ese patrimonio hasta hoy día, que en otras manos acaso se hubiera deterio- rado o desaparecido. Sin embargo, gran cantidad de aquellos objetos artísticos fueron a Europa y a otros países de América. El Ecuador fue en la colonia, junto a México y P e d , de los más importantes productores y exportadores de objetos culturales plásticos.

L a Iglesia y la administración colonial, a pesar de las momentáneas diferencias políticas, reflejo de los conflictos europeos entre los dos po- deres, conservaron en América más homogéneamente su relación de dominio. En la Iglesia se concentró el poder cultural y moral (religioso, educativo, artístico), mientras la autoridad colonial mantenía prioritaria- mente el poder político y militar.

Los conventos conservaron las bibliotecas y archivos y fueron los cenáculos literarios y filosóficos y, al mismo tiempo, los centros educati- vos y talleres artísticos. L a primera escuela de artesanía, como ya se dijo, se fundó en y para la construcción del templo de San Francisco, en Quito.

Las manifestaciones eruditas -letras, pensamiento- fueron coto casi cerrado de los religiosos; la enseñanza y la creación en las artes plásticas también fueron dirigidas por ellos, pero con un sentido más popular. Esta es la razón del éxito de la pintura, la escultura, la imagenería y la artesanía en la colonia. Las ideas y las ciencias también fueron dominio exclusivo de la Curia : filosofía escolástica, teología, doctrina cristiana y católica, física, ciencias naturales, medicina.. ., mediante la educación elitista de las Universidades de los jesuítas y los dominicos, que llega- ron a rivalizar positivamente. H u b o seglares que alcanzaron una excelen- te autoformación humanística y científica.

La autoridad colonial, en cambio, auspiciaba con cierto sentido de mecenazgo, al igual que la Iglesia, otras manifestaciones culturales de más amplitud pública: concursos de poesía con premios m u y pequefios o simples, que se organizaban con ocasión de las fiestas y celebraciones religiosas o de exaltación de las autoridades de la metrópoli o de la colonia. En tales ocasiones, la participación popular fue notable, especial- mente en las expresiones culturales folklóricas (comparsas de música y disfraces para las procesiones, literatura popular, artesanía, etc.), en las que intervenían los barrios de la ciudad, las cofradías, gremios, etc., diri- gidos por la autoridad eclesiástica parroquia1 y con el auspicio beneplá- cito superior de las altas autoridades civiles y eclesiásticas, de las familias pudientes (mecenas) y con el regocijo del pueblo. En realidad, en esos momentos se vivía una acción cultural integral y participativa, sobre todo en los barrios populares, que tenía mucho de la recreación (también la lidia de toros) y que posiblemente alcanzó una organización y una administración culturales con todo un proceso verdaderamente siste- mático.

El dominio cultural erudito de los jesuítas, que en definitiva era un

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La administración cultural

dominio político general, determinó que la metrópoli espaííola los expul- sara de algunas de sus colonias.

En el siglo XVIII, el polígrafo mestizo Eugenio Espejo, a pesar de su posición abierta o encubierta contra el sistema colonial, pudo ejercer una extraordinaria influencia cultural y política en su época como ideó- logo y animador cultural al mismo tiempo, hasta que fue descubierto en sus admirables proyecciones revolucionarias que le acarrearon la pri- sión y la muerte. La Biblioteca de Quito, que estaba a su cargo, fue el centro cultural y político de los jóvenes y futuros próceres de la inde- pendencia. Creó además una institución cultural de sólidas bases que, al mismo tiempo, subrepticiamente sería el centro de la actividad revo- lucionaria, sin que las autoridades españolas llegaran a sospecharlo. Creó simultáneamente y dirigió el primer periódico (Primicias de la cultura de Quito) con una visión extraordinaria de la cultura y de su destino transformador de la sociedad. La institución que fundara (Sociedad de Amigos del País o Escuela de la Concordia), inclusive con patrocinio de la autoridad espaiíola, puede considerarse como una de las primeras y mejor concebidas instituciones culturales del nuevo mundo. El genial mestizo había escrito poco antes -cuando estuvo sometido a juicio ante la autoridad virreinal de Bogotá- un mensaje a los quiteños para la creación de dicha sociedad cultural, en cuyo texto sus ideas luminosas y proféticas anticipan ya una política cultural auténtica para América al exaltar el valor estético de los artistas y artesanos indios y mestizos y la necesidad de la preservación de su arte legítimo.

Este hombre extraordinario fue no sólo el principal creador cultural de la época, sino el primer administrador y animador cultural, que esta- bleció ya una política y un sistema de acción culturales, pues hizo crea- ción, administración, animación y difusión de la cultura.

POLiTICA C U L T U R A L D E L A R E P U B L I C A

Los próceres de la independencia tuvieron una básica preocupación por la cultura, especialmente por la educación. Simón Bolívar, el libertador de estas naciones, propuso al Congreso de Angostura una legislación sobre estos asuntos. Algunos ideólogos de los primeros gobiernos republicanos participaron en la fundación de los primeros sistemas educativos y centros artísticos.

Pero en general no hubo un pensamiento claro sobre una política cultural autónoma, independiente, nueva y creadora que correspondiese asimismo a una nueva historia. Y ello se debió a que continuó vigente el condicionamiento a la estructura social y al cuadro de valores eu- ropeos. Por esto se afirma que la independencia significó simplemente un cambio de gobierno, pero no de la sociedad. Esta fue en muchos paí- ses de América, como en el Ecuador, durante todo el siglo XIX típicamen- te feudal, estructural e ideológicamente. Los primeros gobiernos, en cierto

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La política cultural en Ecuador

modo, traicionaron u olvidaron los ideales de los próceres de la inde- pendencia que, aunque de pensamiento liberal europeo, aspiraban a crear sociedades nuevas en América y no únicamente a la separación po- lítica de Espafia.

Conviene también dividir en este capítulo la época republicana en dos periodos: siglo XIX y siglo xx.

Del contexto mismo de la vida sociopolitica y económica y de la actitud de los creadores culturales -que fue más bien eventual afición, especialmente literaria y artística-, cuyo pensamiento no alcanzaba a vislumbrar su destino propio, ni siquiera a recuperar el pasado grandioso de los indios, surge una política cultural precaria, a veces ingenua y sim- ple. No hubo planteamientos explícitos porque ni siquiera la creación cultural fue importante en los primeros afios, con excepción de las acti- tudes rebeldes de unos pocos intelectuales intuitivos, pues carecían, por otro lado, de formación ideológica sólida.

En la primera mitad del siglo XIX la vida cultural fue, pues, m u y monótona, quizás inferior a Ia colonial del siglo XVIII. Pero a partir de 1850 empieza a crecer el movimiento literario. C o m o quedó sefialado en el capítulo de las expresiones culturales, la segunda mitad del si- glo XIX es de notable actividad cultural erudita, aunque las expresiones no respondieron a la autenticidad nacional y no tuvieron una calidad excepcional, aparte de las obras de Montalvo y Mera.

Fueron los mismos intelectuales y artistas, especialmente escritores y oradores, políticos todos ellos, quienes se constituyeron en grupos, cenáculos y academias, con un notable carácter elitista, aristocratizante y acaso de exhibicionismo social. Poco hizo el Estado por la promoción de la cultura. Se limitó a la educación formativa, con marcada intención moral y contenido intelectual humanista clásico, pero m u y poco énfasis en las ciencias y en las ideas modernas, sociales y políticas.

Nadie -ni los intelectuales en sus grupos ni el Estado- se preocupó de hacer realidad los ideales de Espejo por la búsqueda de la autenti- cidad cultural y la formulación consecuente de una política propia. A pretexto de olvidar el carácter cultural hispánico, más bien se cayó en el afrancesamiento o se volvió a lo clásico antiguo, y en esto m u y precariamente.

Solamente los gobiernos de Vicente Rocafuerte y de Gabriel García Moreno tuvieron explícita e implícita política cultural. El primero des- arrolló grandes esfuerzos en la expansión de la educación; el segundo en el mismo sentido, pero sobre todo se preocupó por el desarrollo de las ciencias: creó la Escuela Politécnica Nacional, hasta hoy día el más prestigioso centro de alta formación científica, especialmente físico-mate- mática, y uno de los más conocidos de América; y el Observatorio Astro- nómico de Quito, que en el siglo pasado y hasta comienzos del presente era de los mejores del nuevo mundo, pero que después sufrió el olvido dei Estado y no empezó a recuperarse hasta años recientes. García More-

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Figura antroponiorfa de la cultura Bahía

Museo del Banco Central del Ecuador,

Quito

(-SOO/-SOO A. C.).

Pectoral pre-colombino de oro

Convenio de la Merced,

Quito

La Dormición de la Virgen, siglo XVIII, Monasterio del Carnien Alto, Quito

Mural cerámico de Osvaldo Guayasamín,

Universidad Central del Eciiriclor

Indios cofanes, región oriental del Ecuador

Venta de cerámica en ia sierra ecuatoriana

Palacio Legislativo, Quito

La administración cultural

no también trajo al país investigadores y sabios europeos para dicha escuela científica y las universidades del país.

Asimismo, en la segunda mitad del siglo XIX se crearon la Academia de la Lengua y la de la Historia, que han realizado esfuerzos notables dentro de su precaria situación económica y que reúnen a algunos de los más destacados intelectuales del país. Las academias hacen publicaciones especializadas que tienen escasa difusión por la razón de índole material señalada.

Los centros de formación artística continuaron también en el siglo XIX bajo el dominio de la Iglesia, pero empezaron a pasar a manos del Estado. En síntesis, la acción del Estado en la promoción cultural fue mínima

en el siglo XIX; la actividad intelectual erudita estuvo concentrada en grupos elitistas de variada pero mediocre creatividad -a excepción de los escritores Montalvo y Mora-; la cultura popular continuó el proceso de degradación; la cultura auténtica de las minorías étnicas continuó sepultada, cuando no fueron destruidas algunas de sus manifestaciones. Donde la creación manifiesta mayor vida es en las bellas artes, especial- mente la literatura (poesía) y las artes plásticas, de escasa difusión. No existieron ni la concepción, ni los medios y recursos para la polí-

tica cultural y la promoción y difusión de la cultura. Ello se debió a la falta de ideas básicas y claras del Estado sobre el fenómeno cultural integral, a un concepto limitado de la cultura y de su proyección tras- cendental en la historia y al sometimiento al criterio elitista, ingenuo y sentimental. La creación cultural resultó, pues, de la espontánea devo- ción de algunos creadores, pocos extraordinarios, y no como parte o con- secuencia de un proceso histórico-social en el cual las comunidades y el Estado contribuyeran a su formación o promoción. El escaso y eventual mecenazgo estatal y privado fue el único recur-

so para la promoción y difusión culturales. La administración cultural fue pequeña, incoherente, limitada y pobre. Inclusive Ia educación tuvo un desarrollo lento y débil, sometida como estaba la mentalidad estatal, todavía casi totalmente al cuadro de valores colonial, de fuertes raíces ideológicas medievales.

Como se sabe, en el siglo xx el país ofrece una imagen diferente en ciertos aspectos. La revolución liberal de 1895 impulsó una serie de cam- bios políticos y socioeconómicos que de alguna manera han incidido en la fisonomía espiritual de la nación. Pero en principio, hay que sefialar que una nueva política cultural, más explícita, sólo se aprecia a partir de 1945. Aunque es indudable que los factores determinantes empiezan a vislumbrarse desde comienzos del siglo. En general, el país crece en el siglo xx tanto hacia lo positivo como

hacia lo negativo. En términos globales y esquemáticos, se puede decir que la mentalidad política se desarrolla, aunque sufrirá luego contradic- ciones y frustraciones por el mismo crecimiento de la economía hacia el

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L a política cultural en Ecuador

modelo liberal-capitalista ; pero las clases populares mayoritarias cada día más, debido al crecimiento demográfico sufrirán problemas más gra- ves y, en suma, la sociedad ecuatoriana presenta hasta hoy día los graves conflictos de desigualdades y desniveles y el precario desarrollo de la integración y la identidad nacionales.

Ello obedece a que, precisamente, los gobiernos no concibieron polí- ticas profundamente transformadoras, democráticas. La educación pudo desarrollarse cuantitativamente gracias al impulso inicial de la revolución de Eloy Alfaro, pero ha sufrido graves crisis y todavía no es el sistema que el pueblo ecuatoriano requiere para su desarrollo; las políticas sociales, de criterio proteccionista, como la seguridad social, la salud, etcétera, empiezan a ser motivo de preocupación estatal hacia 1930, pre- cisamente debido al planteamiento de las ideas modernas que hicieron los primeros grupos políticos de tendencia socialista.

En cambio, una política cultural amplia e integral apenas empieza hoy día a concebirse en un nivel teórico. Sin embargo, implícitamente, y aunque en dimensión limitada y con un sistema y una administración pobres de recursos, se ha realizado en las últimas décadas desde 1944, cuando se creó la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Pero las preocupacio- nes surgieron precisamente debido al cuestionamiento planteado por unos pocos intelectuales y escritores a la sociedad ecuatoriana desde 1920, pero con mayor énfasis entre 1930-1950.

Para seguir cierto orden sehalaremos que, en primer lugar, la educa- ción constituyó una de las políticas principales de los primeros gobier- nos liberales -Eloy Alfaro y Leónidas Plaza. Se concibió el contenido laico de la educación (que ha sido posteriormente m u y discutible); se amplió la infraestructura ; se diversificaron las materias (humanidades, ciencias, técnicas), y se desarrolló notablemente la universidad entre 1910 y 1960, época en que empieza a sufrir agudas crisis. Además, Alfaro y Plaza tuvieron una visión más amplia del mecenazgo estatal: promovie- ron valores intelectuales, auspiciaron becas para científicos y artistas en Europa y, en general, en su época se observan los primeros signos de promoción de las artes y las letras con una mayor autonomía y libertad.

Entre 1925 y 1938, los pocos gobiernos reformistas, militares o civiles, junto a las preocupaciones de organización administrativa y financiera inicial y luego de protección y seguridad social, impulsaron también la educación, pero jamás tuvo ésta un plan completo, una política global, definida, como tampoco podía tenerlo el amplio campo de la cultura. LO POCO que se hizo fue una acción limitada de carácter ideológico más libre, pero siempre incoherente, eventual, inorgánica, de visión corta. El sentimentalismo cultural romántico del siglo XIX se convirtió en senti- mentalismo social-romántico (teórico-revolucionario) . Y no podía ser de otra manera, dado que los intelectuales y creadores eran observados con desdén (lo que todavía ocurre en cierta medida en algunos países de América), cuando no odiados o perseguidos por su actitud siempre rebel-

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La administración cultural

de e inconforme. Pero fue precisamente gracias a esa actitud cómo la creación cultural, especialmente en las letras y las artes plásticas y, en menor grado, en el pensamiento social, alcanzaron notable desarrollo en el Ecuador hasta hoy día, aunque toda esa importante producción espiritual no haya tenido una correspondiente difusión. H e aquí otra paradoja de la cultura de nuestros países: notables obras que no alcanzan difusión, promisores valores humanos que no tienen promoción, debido precisa- mente a la falta de una auténtica política cultural y a una consecuente administración eficaz.

La dispersión, incoherencia y monotonía han sido las características de las políticas culturales implícitas en la actividad de las instituciones. Asimismo, la infraestructura para el servicio de la cultura ha sido muy precaria -falta de editoriales, bibliotecas, centros culturales, teatros, mu- seos, instrumentos, materiales, etc.-, a pesar del establecimiento de niu- chas instituciones, todas teóricamente creadas con fines culturales”. Acaso se ha abusado de la amplitud del concepto de cultura, que a veces se ha confundido con exhibicionismo personal o de grupo mediante accio- nes superfluas y con la creación de “instituciones culturales” sin ningún estudio previo de las verdaderas necesidades en un campo tan vasto y complejo.

Sin embargo, el comienzo de una política cultural más o menos euplí- cita, amplia y básica, se vislumbra entre 1940 y 1944. Paradójicamente, un gobierno liberal muy cuestionado hasta hoy día por la historia, el de Carlos Arroyo del Río, creó el Instituto Cultural Ecuatoriano, con sede en Quito; y otro discutido gobernante, José María Velasco Ibarra, sien- do jefe supremo después del derrocamiento del anterior, fundó la Casa de la Cultura Ecuatoriana, institución estatal que ha tenido legalmente a su cargo la política cultural de la nación durante varias décadas.

Estos pasos fundamentales, más la existencia de varias instituciones culturales anteriores, establecidas ya desde el siglo XIX, y la creación de otras de varia índole, nivel y magnitud pueden considerarse como parte del proceso de la política cultural ecuatoriana, explícita o implícita, teórica o práctica, y del sistema de la acción y la administración cul- turales.

Estructuras, sistemas e instituciones

La estructura de la administración cultural ha evolucionado cronológica- mente desde las simples y escasas organizaciones del siglo XIX hasta las múltiples, varias, limitadas, amplias, específicas, falsas y auténticas ins- tituciones de los últimos anos, cuyo caos administrativo contribuye a crear la imagen de un sistema cultural desarticulado que, al mismo tiempo, agudiza las contradicciones y ahonda la confusión sobre el valor, la con- cepción y la acción de la cultura. No ha habido hasta el momento -a pesar de las normas legales- una institución o por lo menos un proce-

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L a política cultural en Ecuador

dimiento general y básico que ponga un poco de orden y articulación en la caótica actividad de todo el sistema administrativo de la cultura. Esta aseveración quedará probada en la descripción y análisis de las ins- tituciones que haremos más adelante.

L a administración cultural, o mejor dicho, los mecanismos de la acti- vidad o acción en el campo de la cultura, varían desde las simples agru- paciones intelectuales alrededor de principios teóricos de una publicación o de un lugar de reunión de personas con ciertas ideas culturales comu- nes hasta instituciones estatales complejas. Esta estructura múltiple y varia básicamente se divide en dos sistemas principales: el sector priva- do y el público (véase el anexo 1); el sector público se subdivide asi- mismo en instituciones estatales, sujetas unas directamente a la adminis- tración pública, otras autónomas, otras municipales. También unas tienen alcance nacional y otras local.

Asimismo, para la clasificación y el estudio existen por lo menos tres puntos de vista: cronológico, jurídico y conceptual. Trataremos de con- ciliar estos principios para la descripción y el análisis, pero siguiendo principalmente el criterio cronológico.

Indudablemente, las primeras administraciones culturales estuvieron insertas en la administración general de la sociedad -Estado e Iglesia en el periodo colonial-. Luego, en la República empezó lentamente la transferencia de la acción cultural de la Iglesia al Estado. L a educación estuvo totalmente en poder de las organizaciones religiosas, así como al- gunos centros artísticos, que luego pasaron a constituir el sistema estatal. Sin embargo, durante los siglos XIX y xx subsiste un amplio sector de educación privado, que hasta hace pocas décadas era totalmente autóno- mo, pero que ahora se encuentra bajo la supervisión oficial del Ministe- rio de Educación. Asimismo, las antiguas universidades religiosas pasaron a formar parte del Estado; pero en el siglo xx se han creado universida- des privadas, especialmente vinculadas a la autoridad eclesiástica. Las instituciones educativas tienen una política cultural explícita en cuanto a su objetivo específico: la enseñanza; pero también implícita en sus funciones, que son siempre de contenido cultural, en especial científico y, en menor grado, artístico.

Las instituciones generalmente concebidas como “ culturales” explíci- tas han sido las artísticas por su carácter menos formal y más libremente creativo, además del criterio tradicional sentimental de que lo artístico y lo intelectual creativo es “más cultural” que lo formal o científico.

Desde el punto de vista integral de la cultura, las universidades fue- ron las primeras instituciones culturales y continúan siendo, a pesar de sus crisis, los principales centros de actividad cultural. Pero, asimismo, la función específica de la universidad es la educación científica supe- rior, sea con fines individuales -como fue en el pasado- o con fines sociales, como es hoy día teóricamente. Por ello, su “campo cultural”, a pesar de su amplitud, tiene límites científicos programáticos; no así

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La administración cultural

las instituciones de creación cultural más abierta -artísticas e intelec- tuales- que, siendo a veces de menos magnitud que las universidades, en cambio plantean conceptualmente fines de política cultural más am- plios, aunque a veces permanecen en la esfera teórica, a pesar de las estipulaciones, incluso legales, para su funcionamiento.

Con todo, las universidades, como otros centros educativos del Estado, realizaron y realizan también esta actividad cultural abierta, especial- mente en el campo de las artes (educación artística y también creación, promoción y difusión) y de las ideologías, en particular en el marco de las ciencias sociales y políticas. Precisamente, en el esquema estructural del sistema cultural del Ecuador, que veremos más adelante, se incluirá el sector artístico correspondiente a la universidad.

E V O L U C I ~ N D E L A P O L Í T I C A C U L T U R A L INSTITUCIONAL

Corresponde aquí anotar las instituciones artísticas e institucionales de creatividad más abierta y, sobre todo, aquellas que han contribuido a la evolución de una definición de política cultural nacional y/o que hayan tenido una organización básica de administración cultural y/. infraes- tructura de servicio para algunas de las actividades o fases del proceso de la cultura : teoría, investigación, creación, formación, promoción, di- fusión.

Escuela de la Concordia Desde este punto de vista, por ejemplo, como se indicó en páginas ante- riores, se puede considerar a la Sociedad de Amigos del País o Escuela de la Concordia como la primera institución que desarrolló una política cultural nacional, teórica y explícita en el discurso de Eugenio Espejo para su establecimiento, y también práctica a través de sus actividades, como fue la publicación del periódico Primicias de la cultura de Quito, que planteó problemas relacionados con la teoría de la cultura, difundió principalmente conocimientos humanisticos y asumió una posición ideoló- gica, así como la animación cultural que personalmente hacía Espejo entre la juventud y la difusión de la cultura a través de la Biblioteca a su cargo. En suma, Espejo y su actividad constituyen una verdadera institución cultural.

La Biblioteca Nacional Esta institución de infraestructura cultural tuvo su origen en la Bibliote- ca que dejaron los jesuítas cuando fueron extraiíados de la Audiencia de Quito en el siglo XVIII. La autoridad colonial nombró bibliotecario a Eugenio Espejo en 1791, y un afio después empezó a funcionar la Biblio- teca Pública. Luego, en la República, en 1848, el presidente Vicente Ramón Roca la designó como Biblioteca del Estado. No se conoce exacta-

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La política cultural en Ecuador

mente cuándo adquirió un régimen jurídico básico y amplitud nacional. Se presume que de hecho tuvo ambos desde los orígenes de la República del Ecuador. Sin embargo, ha recibido una atención m u y precaria del Estado hasta hoy día.

La Biblioteca tiene una relativa riqueza cualitativa, especialmente en la sección de incunables. En otros aspectos no ha alcanzado desarrollo. Con todo, la demanda de sus servicios es apreciable en la ciudad de Quito. Sus índices básicos son: 50 O00 volúmenes aproximadamente; un promedio de 500 lectores por día, mayoritariamente estudiantes de cole- gios de nivel medio; mayor demanda de consulta en ciencias puras por la misma razón anterior. L a Biblioteca tiene un director y un personal con conocimientos básicos, no especializado debidamente. En el orden administrativo ha dependido del Ministerio de Educación y de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Pertenecen a los municipios, universidades e instituciones cultura- les privadas otras bibliotecas importantes, como la de la Compañía de Jesús, en Cotocollao, Quito; también tienen valiosas colecciones diversas personalidades intelectuales.

En general, este sector requiere una política específica que estructure un moderno sistema nacional de bibliotecas que tenga como núcleo la Biblioteca Nacional y que se proyecte en el marco de la política cultural integral de la nación.

Escuela Democrática Miguel de Santiago Otro hito en el planteamiento de una política cultural nacional autén- tica a través de una institución fue el establecimiento en el periodo repu- blicano de la Escuela Democrática Miguel de Santiago, que el 31 de enero de 1852 resolvieron crear algunos pintores quiteños y que fue inaugurada el 6 de marzo de 1852 en conmemoración a la fecha de la caída del general Juan José Flores, que encarnó la dominación milita- rista de comienzos de la República. U n o de los actos de esta institución fue un concurso de pintura, en el cual se entregaron premios por pri- mera vez. L a declaración de principios de esta asociación de artistas, así como los discursos inaugurales, plantearon objetivamente la cuestión de una política cultural que respondiese a las realidades del país. Preco- nizaba ésta una orientación artística nacional y nueva como parte del proceso de una independencia completa. Analizaba la realidad política general y se inspiraba en el lema de la Revolución francesa (libertad, igualdad y fraternidad), y expresaba, entre otros objetivos, “cultivar el arte del dibujo, estudiar la Constitución de la República y los princi- pales elementos del derecho público“; y adoptó la insignia de un gorro frigio sobre una paleta. Se infiere, pues, su inspiración liberal francesa contra el dominio conservador español que había continuado en el si- glo XIX. Entre los intelectuales que apoyaban a estos artistas se encontra- ba el escritor Juan Montalvo, ideólogo del liberalismo.

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La administración cultural

L A E D U C A C I ~ N A R T Í S T I C A

Escuelas de Bellas Artes Como consecuencia de la tradición estética plástica del país, uno de los primeros centros de formación artística fue el Liceo de Pintura, fundado en 1849, durante la administración del primer gobernante de la Repú- blica, Juan José Flores, bajo la dirección del profesor francés Ernesto Charton. Este instituto debe considerarse el embrión de la futura Escuela de Bellas Artes.

En 1873, el presidente Gabriel García Moreno envió a estudiar a Eu- ropa al pintor Rafael Salas, miembro de una estirpe de artistas quitefios, con la condición de que a su regreso estableciera la Escuela de Bellas Artes en Quito. Así lo hizo Salas y dirigió la Escuela hasta la desapari- ción de García Moreno.

Más tarde, el gobierno liberal de Eloy Alfaro, con su política de cambios en la educación y la vida social, envía también a estudiar a Europa a otros artistas y funda oficialmente, en 1906, la Escuela Nacio- nal de Bellas Artes, con un estatuto académico de enseñanza especial. Por ésta han pasado casi todas las generaciones de artistas plásticos del Ecuador.

Su política cultural ha evolucionado desde la orientación estética clásica y neoclásica hasta las tendencias novísimas y el empleo de todas las técnicas y materiales. Asimismo, su sistema pedagógico ha variado desde el rigor técnico-académico hasta la libertad de experimentación. Desde el punto de vista administrativo ha sufrido muchas vicisitudes, pues, según el criterio gubernamental, ha recibido mayor o menor aten- ción. También ha vacilado su administración entre la dependencia direc- ta de la educación oficial y la autonomía universitaria. Pero, en general, ha tenido libertad de acción, aunque también pobreza de recursos y de medios para desarrollarse más. En 1969 cambió su nombre por el de Colegio de Artes Plásticas, bajo el régimen educativo de la enseñanza media de bachillerato, pero perteneciente a la Facultad de Artes de la Unive,rsidad Central del Ecuador, en Quito.

Existen otros colegios de artes plásticas en las ciudades de Guayaquil, Cuenca, Ambato y San Antonio de Ibarra (aldea andina de notable tra- dición artística y artesanal), que funcionan asimismo bajo el régimen de la enseñanza media oficial.

Conservatorios La enseiíanza musical empezó también en la colonia en el mismo Cole- gio San Andrés, fundado por los franciscanos para las artes plásticas. Luego, en 1810, el agustino Padre Mideros fundó una Escuela de Música. Hubo también, en 1847, en la esfera de la actividad musical, la Sociedad Filarmónica Santa Cecilia. El Conservatorio Nacional de Música fue, sin embargo, fundado tam-

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La política cultural eri Ecuador

bién por el presidente Gabriel García Moreno en 1870, siendo nombrado primer director el maestro Antonio Neumane, autor de la música del himno nacional. Tuvo desde sus comienzos profesores nacionales y ex- tranjeros. El gobierno del general Ignacio de Veintimilla lo clausuró en 1877. Más tarde, el presidente liberal Eloy Alfaro lo reestructuró, co- menzando con la contratación del profesor Enrique Marconi en 1900. Desde entonces, y a pesar de sus crisis, ha sido el principal centro de for- mación musical del país. Lamentablemente no ha disfrutado de una constante administración eficaz, debido principalmente a falta de ayuda oficial. Cuenta hoy día con mil alumnos.

Posteriormente, el gobierno ha creado otros conservatorios de música en otras ciudades. Todos ellos sufren los mismos problemas administrativos y técnicos comunes a las tradicionales instituciones culturales y educati- vas de nuestros países. El problema fundamental estriba en la concepción misma de la formación artística. Los conservatorios han sido concebidos como colegios de enseñanza media. Actualmente empieza a abrirse paso el criterio de que la formación artística, especialmente la musical, debe responder a una concepción especial, ser un proceso permanente, conti- nuo y profundo que permita no sólo adquirir el conocimiento de la cul- tura musical y el dominio de la ejecución o interpretación instrumental más o menos a nivel profesional, sino principalmente el desarrollo de la creatividad. El Ministerio de Educación, al cual pertenecen los centros de formación musical, está empeñado ahora en el diseño de una nueva política para este campo de la cultura.

En este sentido viene funcionando, en forma experimental, un Co m - plejo Musical en la ciudad de Loja, que cubre los sectores de la forma- ción artística y la creación en un proceso permanente.

LA ACCIÓN D E INSTITUCIONES PRIVADAS E N L A P O L Í T I C A C U L T U R A L

Los intelectuales y artistas, especialmente desde el siglo XIX, como ya se anunció, desplegaron entusiasta labor de difusión cultural por medio de grupos o asociaciones. Es obvio que su precaria administración no per- mitiera una acción más constante, coherente y expansiva. Sin embargo, su actitud y posición, siempre progresista, propició el creciente recono- cimiento de la importancia de la cultura, lo que debe considerarse como un aporte en la evolución o búsqueda de una política cultural nacional que lentamente ha venido proyectándose hasta hoy día.

En este sector deben considerarse las instituciones más estables que las simples asociaciones de régimen jurídico privado, pero que reciben limitada ayuda del Estado y que indudablemente han realizado notable labor en su campo de actividad: la Academia de la Historia y la Aca- demia de la Lengua.

C o m o ya se mencionó, hay una similaridad, en cuanto a la evolución

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La administración cultural

de su política cultural, entre las artes plásticas y las letras: ambas han contribuido a una actitud ideológica más propiamente nacional a partir de 1920-1930. La acción cultural en este sentido se encauzó a través de organizaciones privadas, como el Sindicato de Escritores y Artistas del Ecuador, que organizó los “ Salones de Mayo” de artes plásticas, publicó revistas y auspició conferencias en el marco de las ideas de izquierda. Esta agrupación tuvo una actividad continua hasta 1945 aproximadamen- te. Luego, tras la fundación de instituciones culturales estatales, que los mismos intelectuales y artistas administraron, como la Casa de la Cultura, el Sindicato desapareció, para reaparecer eventualmente después en bre- ves periodos de escasa actividad. El Concurso de Pintura “Mariano Aguilera” fue instituido por el

filántropo de este nombre, que legó el usufructo de un inmueble como fondo para premios artísticos cuyos concursos debía organizar el Munici- pio de Quito. Esta fue, pues, una de las políticas culturales de promo- ción y difusión artísticas de asociaciones o personas particulares, de ma- nera similar a las de galerías de la ciudad de Quito y de otros lugares del país, que en los últimos años han aumentado y constituyen un fenó- meno valioso de acción cultural, no menos que los grupos literarios, que son hoy muchos.

Precisamente, en el campo de las letras y, en menor grado, en otras expresiones intelectuales, se destacan tradicionalmente dos agrupaciones : la Sociedad Jurídico-Literaria y el Grupo América. La primera fundada en 1902, lia reunido a personajes del mundo de la cultura y de la polí- tica del país; su propio nombre señala la tendencia intelectual tradicional de los ecuatorianos notables hacia el cultivo de la literatura y el estudio del derecho y su ejercicio profesional. (Este ha sido un rasgo peculiar de los países hispanoamericanos: la influencia en la vida nacional de los jurisconsultos o abogados y al mismo tiempo escritores -constantes o es- porádicos-, situación que ha empezado a modificarse en las dos últimas décadas). El Grupo América se fundó en la década de 1930 alrededor de la revista del mismo nombre, que había aparecido en agosto de 1925. Reunió a una nueva generación de intelectuales y artistas, principalmente creadores de literatura nacidos a comienzos del siglo (promoción de poetas de 1920). La agrupación ganó prestigio, especialmente por sus publicaciones, por una biblioteca que llegó a ser la más completa sobre temas literarios americanos y por la actitud independiente y amplia de sus miembros, que hasta hoy día sigue acogiendo a nuevas personalidades culturales.

A partir de 1940, y más marcadamente entre 1950-1960, se multipli- can en el Ecuador los grupos de intelectuales, especialmente de escritores y artistas plásticos, que se identifican por sus posiciones ideológicas, po- líticas y estéticas. Si bien su labor se ha limitado a la difusión precaria de obras de sus propios miembros, su contribución más importante ha sido la de mantener una animación cultural más o menos permanente

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La política cultural en Ecuador

en loa medios urbanos, pero casi siempre en sectores de élite intelectual, aunque, por lo general, su actitud ha sido de honesta preocupación por la cultura y los problemas nacionales. Pero, en todo caso, su política cdtu- ral no ha pasado de la fase de la difusión.

Cabe destacar la acción de difusión de la cultura musical erudita de la Sociedad Filarmónica de Quito, institución privada fundada el 11 de junio de 1952 por personalidades de la cultura, especialmente de la mú- sica -artistas, musicólogos, aficionados cultivados-, que auspició la pre- sentación de muchos de los más grandes artistas y conjuntos musicales del mundo, gracias a un notable esfuerzo de mecenazgo, pues los altos costos de presentación de ejecutantes extranjeros no permiten un autofinancia- miento. Esta política cultural de difusión de la música erudita universal i10 ha tenido después mayor proyección. Eventualmente se puede dar este tipo de manifestación cultural gracias a la cooperación de países europeos que envían a América embajadas artísticas, lo cual debería sistematizar- se mediante una política planificada dentro del marco de las convencio- nes de cooperación entre los países.

Por último, entre las principales instituciones privadas de actividad cultural cabe mencionar a los museos y colecciones que, al mismo tiempo, forman parte del patrimonio nacional. Existe en manos de particulares gran riqueza bibliográfica, artística y arqueológica, a la cual han tenido m u y poco acceso públicos numerosos por obvias razones. Algunos de estos centros culturales han abierto últimamente más sus puertas gracias a una nueva mentalidad, a una mayor conciencia colectiva de la defensa y pre- servación del patrimonio cultural y a un nuevo tipo de administración que entraña la transferencia de esos bienes a entidades privadas de organización responsable o a entes semiestatales. (Ejemplo : las riquísi- mas colecciones de la familia Jijón Caamaño legadas a la Universidad Católica de Quito.)

L a administración cultural del Estado

C o m o en todos los órdenes de la vida social, los mecanismos de servicio público o instituciones estatales de cultura no surgieron como consecuen- cia de una planificación previa, sino por la fuerza de las circunstancias y las necesidades espontáneas, como es el caso de las instituciones que hemos sefialado, que desde el periodo colonial fueron naciendo gracias a las vocaciones o demandas sociales, en unos casos, o a los fines de un orden político superior. Así ocurrió con las artes plásticas, por ejemplo: a un mismo tiempo vocación del hombre ecuatoriano y fines ideológicos coloniales en el marco de la idea religiosa. Las instituciones indicadas deben considerarse parte de un sistema público y privado, que ha venido formándose paulatinamente sin ninguna política o principio teórico previo. Pero quizás lo más importante en la evolución de la conciencia

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La .administración cultural

cultural haya sido la propia acción de artistas e intelectuales que llegó a su mayor intensidad entre 1925 y 1945. El Estado comprendió, como muestra la obra de algunos gobiernos, la

necesidad de implantar algún mecanismo o institución principal y crear cierta base teórica sobre la promoción cultural. Esta conciencia determi- nó el establecimiento de las principales instituciones culturales estatales, que cubren áreas mayores del servicio cultural y otras específicas de de- terminados sectores importantes y su correspondiente organización. Así surgieron, como ya se anticipó, primero el Instituto Cultural Ecuatoriano y luego en reemplazo de éste, pero con mayor dimensión, la Casa de la Cultura Ecuatoriana, como entidad principal de acción cultural en el país. Posteriormente, la Orquesta Sinfónica Nacional, para cubrir un sec- tor importante de la cultura, pues, en otras manifestaciones de la misma existían entidades específicas (bellas artes, educación musical, academias, infraestructuras de servicio, museos, etc.). Faltaba, pues, un sector im- portante y un mecanismo o institución general de alcance nacional.

También el sector municipal -estatal pero de régimen autónomo- incrementó sus servicios culturales, tanto en la educación como en la promoción abierta de la cultura, especialmente artística con sentido re- creational popular, como veremos en su esquema más adelante. Por otro lado, el sector privado también continuó creando organizaciones cultura- les. En síntesis, en las últimas décadas se lia producido un crecimiento cuantitativo de la cultura y de su correspondiente administración, que estudiaremos ahora a través de las principales instituciones.

I N S T I T U C I O N E S A U T O N O M A S ESTATALES

El Imtituto Cultural Ecuatoriano A pesar de la amplitud de su nombre se limitó a la difusión de la lite- ratura, especialmente de autores nacionales considerados clásicos. Tuvo asimismo una vida efímera.

La Casa de Ea Cultura Ecuatoriana (CCE) La legislación cultural ecuatoriana establece que esta institución es la “rectora y orientadora” de la acción cultural en todo el país. Es decir, que, básicamente, por normas teórico-jurídicas, es la entidad principal de la política cultural. Como es obvio, tal criterio absoluto es imposible de realizarse en la práctica en ninguna sociedad del mundo, y menos en los paises en desarrollo, donde se tropieza con muchos obstáculos para la promoción de la cultura.

Sin embargo, en el nivel estatal y aun en el marco social general, con Ia participación de la actividad privada, la Casa de la Cultura ha tenido preponderante participación cuantitativa, y también en buena medida cualitativa en la vida cultural del país.

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La política cultural en Ecuador

Cuando José María Velasco Ibarra asumió el poder apoyado por un movimiento popular y militar, conocido como la “revolución del 28 de mayo de 1944”, tuvieron acceso al gobierno (ministerios y representacio- nes en la Asamblea Nacional) algunos intelectuales de izquierda, quienes influyeron en algunas decisiones reformistas del gobierno inicial, como en las normas de una nueva Constitución de la República (1945, conocida como la más progresista hasta hoy) y otras leyes. En el campo cultural fue determinante la presencia en el Ministerio de Educación del intelec- tual Alfredo Vera, que apoyó un proyecto, acogido también con entusias- m o en uno de sus momentos idealistas por el jefe supremo Velasco Ibarra, proyecto preparado por el notable polígrafo Benjamin Carrión, gran promotor de la cultura, y especialmente de las letras y las artes, desde 1920 hasta hoy.

El decreto de creación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana fue dic- tado la noche del 9 de agosto de 1944 por el mencionado jefe supremo pocas horas antes de la instalación de la Asamblea Nacional (10 de agosto, fecha nacional del Ecuador). Fue posiblemente la primera institución cultural estatal de amplios fines y con una política cultural explícita en toda América Latina. En otros países existían, por supuesto, impor- tantes instituciones culturales específicas, como en el Ecuador, pero no había -excepto los ministerios de Educación y Cultura, que subordina- ban ésta a la primera- una entidad central, global, autónoma, con a m - plia base legal y una definición de propósitos generales para el campo infinito de la cultura. En la mayoría de los países de América existían, como hasta hoy, simples direcciones o departamentos culturales sumer- gidos en la compleja administración educativa y en otros ministerios de fines sociales o en los de relaciones exteriores. Con el ejemplo del Ecua- dor, algunos países fundaron instituciones de semejante modelo : como el INCIBA de Venezuela y el IMBAL de México; y en estos últimos años, superando el esquema ecuatoriano, los institutos nacionales de cultura de Colombia (COLCULTURA), Perú (INC) , Panamá (INAC) , Bolivia (IBC). Pocos son los países que tienen ministerios de Cultura propiamen- te (por ejemplo, Costa Rica y Honduras). Otros han optado por nuevos modelos (Venezuela tiene hoy día un Consejo Nacional de Cultura; Cuba también un Consejo; Argentina, además del Ministerio de Educación y Cultura, tiene un Consejo con alcance nacional; Brasil tiene un sistema sumamente complejo y descentralizado ; Chile, totalmente descentralizado hasta hace poco tiempo).

El sistema administrativo de la Casa de la Cultura es de autonomía interna y gobierno democrático, pues GUS directores son elegidos por asambleas de miembros previamente calificados por su valor cultural (con excepción de los periodos de dictadura).

L a CCE estuvo estructurada teóricamente desde el comienzo con un alcance nacional (Matriz-en la capital y núcleos que se fueron creando en las provincias, con sede en sus capitales respectivas). Su organización

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estructural contempla un nivel superior de concepción y dirección de acción cultural mediante una Junta Nacional (inicialmente), Consejo Di- rectivo (o ejecutivo), un presidente y un vicepresidente nacionales (hoy día sólo un director nacional); secciones académicas en todas las áreas de la cultura: letras, artes plásticas, artes musicales y de representación (teatro-danza) ; historia y geografía; antropología social; filosofía y edu- cación; ciencias sociales ; ciencias exactas, naturales, biológicas, etc. Este amplio esquema de la Matriz se reproduce a escala en los núcleos de las provincias. (Debido a esta concepción parlamentarista, el esquema estruc- tural parece el de una nación o Estado de la Cultura ideal y perfecto que, paradójicamente, en la práctica ha llevado a la institución a algunas de sus crisis.)

Esta estructura básica general ha sido modificada en ocasiones median- te reformas legales. Pero, en lo esencial, la estructura administrativa con- tinúa la misma (véase en el anexo 2). §in embargo, podemos seiialar tres etapas en su concepción estructural cultural y administrativa. En SU fundación y hasta 1966 prevaleció un criterio selectivo -con no pocos riesgos de concentración, centralización y hasta elitismo-; después de una administración que había sido impuesta por el Gobierno Militar de la época, su legislación y estructura tuvo un criterio más amplio, pero asimismo con riesgos de caos cultural y administrativo. Por último, los nuevos gobiernos militares desde 1970 hasta hoy intervinieron y la reor- ganizaron con un sentido más jerárquico. TJna de sus innovaciones sig- nificativas, aunque teóricas, fue la creación de un Consejo Nacional de Cultura en lugar de la Junta General antigua (de marcada estructura parlamentaria).

Los problemas permanentes de esta institución han sido la falta de recursos económicos suficientes y de una administración especializada. La gestión de los artistas e intelectuales es discutible. Existen intelectua- les que son buenos administradores, otros no. Tampoco se ha acrecentado su infraestructura.

En el campo propiamente cultural, la CCE ha tratado de cubrir mediante su acción todas las expresiones de la cultura; pero, por obvias razones históricas, estructurales y culturales, también han recibido prio- ridad cuantitativa y cualitativa las dos manifestaciones m á s desarrolladas de la cultura nacional: las letras y las artes plásticas. Al definir explícita y prácticamente una programación cultural conviene promover las ex- presiones culturales deprimidas (música, danza, folklore, ideas, arte po- pular y artesanía y teatro), sin descuidar, naturalmente, las letras y la plástica.

Asimismo, la fase de máxima actividad en el proceso de la acción cul- tural ha sido la difusión, que a veces se ha confundido con la promoción. Esta Ultima ha existido implícita, por supuesto, pero en menor magnitud y en forma desarticulada. La misma difusión, que ha sido producto de un criterio inmediatista, resultó también limitada por la falta de medios

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y recursos y la inexistencia de una programación articulada. En otras palabras, se ha realizado difusión limitada de unos pocos sectores cultu- rales y no ha habido jamás una planificación básica, sino accidentales programaciones urgidas más bien por la obligación legal de justificación de los presupuestos financieros, fenómento éste común a casi todas las instituciones similares en América.

Sin embargo, en un balance general, la Casa de la Cultura ha cum- plido siempre notable labor de concientización en los niveles intelectua- les y artísticos e inclusive ha llegado a veces a los medios populares; ha realizado la promoción de algunos valores de la cultura nacional -escritores y pintores- que sin la ayuda de esta institución no hubieran sido bien conocidos, como lo son ahora hasta internacionalmente; y ha realizado sobre todo difusión cultural de las letras y las artes plásticas a través de publicaciones y exposiciones en el país y en el exterior. Asi- mismo, en su primera época hizo conocer valores de la cultura interna- cional, especialmente de América (escritores y artistas), que vinieron al país a dictar conferencias y a exponer obras. Entre las acciones culturales concretas importantes merece destacarse el Coro de la CCE, de notable nivel y prestigio nacional e internacional desde hace más de veinte años. También la CCE ha mantenido en ocasiones grupos de ballet y teatro.

EI gobierno actual le ha proporcionado mayores recursos y garantías de acción, aunque todavía esos medios siguen siendo escasos en relación con la demanda y las necesidades auténticas (cuantitativas y cualitativas) de la sociedad ecuatoriana. Actualmente, la CCE realiza un programa de reedición de obras literarias importantes que estaban agotadas y de edi- ción de nuevos títulos, así como una labor de mayor difusión de las mismas. También ha empezado una acción de difusión cultural en las zonas rurales, mediante un sistema de “caravanas culturales”. H a impul- sado la construcción de su infraestructura física según una planificación inicial establecida hace varios afios que contempla todo un complejo de edificios para el servicio y la acción culturales: teatro (ya terminado, véase fotografía), museos, bibliotecas, etc.

A pesar de la dispersión de esfuerzos y bienes culturales en el Ecua- dor, la Casa de la Cultura posee un considerable acervo y patrimonio, así como algunos servicios e infraestructuras. En este orden, sus princi- pales dependencias son: una biblioteca principalmente literaria y bien organizada; un museo de instrumentos musicales -que lleva el nombre de su donante, el músico Pedro Traversari- que guarda importantes objetos nacionales y de otros países -algunos de culturas milenarias-; el museo de arte colonial, rico en pintura, escultura e imaginería de esa época; la editorial, que publica principalmente libros de literatura, pero cuya infraestructura es m u y limitada y que no ha podido desarro- llarse por falta de medios económicos. Igual juicio cabe aplicar -a su radiodifusora.

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P A T R I M O N I O C U L T U R A L

En este marco general hay que considerar como dependencias o entida- des anexas, que al mismo tiempo constituyen patrimonio y servicio cul- turales, a la Biblioteca Nacional (ya mencionada), el Archivo Nacional de Historia (que junto con otros del país constituyen un valioso acervo histórico, político y social del Ecuador, pero sólo dispone de infraestruc- tura y administración precarias) y la Dirección Nacional del Patrimonio Artístico. Esta última entidad tiene a su cargo la política integral del patrimonio cultural según lo definimos anteriormente : objetos artísticos en general, históricos (monumentales, arquitectónicos, entre los que pre- valecen los arqueológicos) y, en menor grado, los de otro carácter.

Como el patrimonio plantea cuestiones muy complejas, de lo que hoy se tiene ya más clara conciencia en nuestros países, la administración de este sector ha sufrido también dificultades y se ha visto frustrada en SU acción. El sector, en general, se encuentra disperso entre varias institu- ciones, aunque la responsabilidad global corresponde a la dependencia idónea de la Casa de la Cultura. Así tenemos que la Iglesia, municipios, bancos, entidades privadas y personas particulares tienen en su poder gran parte del patrimonio cultural.

Actualmente se encuentra en proceso de elaboración una nueva legis- lación que considera inclusive el patrimonio natural. También se ha im- pulsado la acción, especialmente en el campo de la restauración de bienes culturales con la cooperación técnica de la Unesco y económica del P N U D . Asimismo, ha avanzado relativamente la política de control me- diante el fichaje a nivel nacional y la ejecución de medidas prácticas para evitar el saqueo de los bienes (especialmente, los arqueológicos pre- colombinos y pictóricos coloniales, que son muy deseados en el exterior).

Una de las instituciones notables en esta esfera del patrimonio cultu- ral es el Museo del Banco Central, en Quito, de excelente política y orga- nización cultural y técnica, que tiene un rico acervo de bienes culturales arqueológicos que cubren gran parte de la historia y la formación de la nacionalidad, además de otras obras plásticas coloniales. Realiza también investigaciones y estudios arqueológicos y artísticos. Esta institución ha iniciado asimismo recientemente una política de promoción de otras expresiones culturales, como la música que sigue deprimida en el con- texto cultural del país, y sostiene un museo antropológico en la ciudad de Guayaquil. En general, se aprecia en los últimos aiíos una mejor política en el

campo del patrimonio cultural, sobre todo una más clara conciencia es- tatal y social.

Como resultado de este proceso y gracias a la preocupación del Mi- nisterio de Educación, el Ecuador alcanzó un reconocimiento universal de su riqueza patrimonial cultural al ser elegido miembro (el único de América Latina) en el Comité del Patrimonio Mundial durante la pri-

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mera reunión de la convención respectiva (Nairobi, noviembre de 1976), cuyo primer Comité Ejecutivo se reunió en París en junio de 1977.

La Orquesta Sinfónica Nacional Junto a los embrionarios centros de enseñanza musical empezaron tam- bién a aparecer pequeños grupos de ejecutantes, que, con el tiempo, crecieron, 8e expandieron y dieron lugar a conjuntos y orquestas modes- tas. Algunos de esos conjuntos, las llamadas " estudiantinas", constituye- ron núcleos del cultivo musical. L a formación de las bandas, entre ellas las militares, fue parte del proceso histórico en la época de la indepen- dencia y luego de la República.

Después, en el siglo xx se formaron otros conjuntos musicales. Se re- cuerda, por ejemplo, al Quinteto Beethoven, de comienzos de siglo. Pero una orquesta grande, de carácter sinfónico aunque incompleta, sólo pudo hacerse realidad en época reciente. El 2 de mayo de 1956 se fundó la Orquesta Sinfónica Nacional, y su primer concierto se celebró el 16 de agosto del mismo año. En algo más de veinte años de vida, esta institu- ción cultural ha realizado una apreciable labor de difusión de la cultura musical erudita universal y de las pocas creaciones nacionales de elevado rango estético.

Administrativamente, la Orquesta ha contado con una organización básica de nivel ejecutivo (cuerpo de miembros de junta o directorio y u n presidente) y un nivel de acción musical compuesto por el director y los músicos ejecutantes. C o m o otras instituciones, ha sufrido serias crisis in- ternas, m u y propias del fenómeno cultural de nuestros países, pero sobre todo por factores estructurales del sistema, como- la falta de recursos económicos y medios técnicos y la generalizada actitud tradicional pasiva frente a la cultura. Por otro lado, el sector de la música ha tenido sus problemas peculiares, como ya se indicó, entre otros, el de la falta de personal altamente competente, que ha obligado a Ia administración cul- tural nacional a importar instrumentistas de otros países, especialmente de Europa.

Sin embargo, la última reestructuración y reorganización de la Orques- ta Sinfónica, ocurrida en 1972, empieza a dar buenos resultados. Se aprecia una mejor organización, una política cultural coherente, clara, continua y positiva y un notable mejoramiento técnico. U n a de sus acti- vidades importantes ha sido la difusión popular. Y últimamente se ha empezado a poner en práctica una política nueva: la enseñanza y forma- ción musicales en la niñez y juventud, es decir, una acción de proyección trascendente.

Posteriormente se han creado también otros conjuntos sinfónicos de menor desarrollo, como la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, la de Cámara de Cuenca y otros conjuntos más reducidos en las principales ciudades.

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A N T R O P O L O G I A Este sector, como ciencia y actividad de investigación cultural, se ha venido desarrollando en los últimos años, en coordinación ocasional con la investigación arqueológica de más tradición, dentro del amplio marco de las investigaciones históricas. Unos pocos pero bien dotados antropólo- gos y arqueólogos, junto a los sociólogos e historiadores modernos, de sen- tido más crítico, son en realidad los hombres más seriamente preocupados por el fenómeno cultural integral del país, sobre todo en la búsqueda y explicación del proceso de la formación nacional. htitucionalmente, la antropología estuvo también olvidada por la administración estatal, recibiendo de ésta exiguo apoyo. Lo poco que se hizo en este aspecto importante de la cultura se debió al esfuerzo personal de aquellos inves- tigadores idealistas y de sus pequeñas organizaciones privadas.

Sin embargo, hace pocos años el gobierno apoyó la creación del Ins- tituto Otavaleño de Antropología, entidad autónoma, con sede en la ciudad de Otavalo, núcleo de una de las etnias aborígenes auténti- cas más importantes del pasado y el presente de la nación. Este Insti- tuto tiene una buena organización e infraestructura y se encuentra reali- zando algunos proyectos de investigación antropológica en diferentes es- feras- etnomusicología, artesanía, arqueología-, aunque todavía restrin- gida su acción a la región andina norte del país.

A C C I O N C U L T U R A L D E L A A D M I N I S T R A C I O N DESCENTRALIZADA

Universidades Hemos deslindado en el tema de la educación la función -principal- mente científica- de la universidad, aunque en otros sectores de la cul- tura, como las artes y las ideas, la universidad ha contruibuido también. En el Ecuador, algunas universidades y centros de estudios superiores han participado en la promoción artística, especialmente en el campo de las letras, las artes plásticas, la música y el teatro. Por ejemplo, a través de los departamentos de literatura se han realizado investigaciones, con- cursos, publicaciones y actos públicos. Cabe señalar actualmente en el campo de las letras la actividad de la Universidad Católica de Quito y de la Universidad Estatal de Cuenca, así como antiguamente las universida- des Central y de Guayaquil. En música desarrolla notable labor la Uni- versidad de Loja.

La Universidad Central del Ecuador, en Quito, a través de la Facultad de Artes, tiene la responsabilidad de la enseñanza artística plástica a nivel medio en el Colegio de Artes ya mencionado (antigua Escuela de Bellas Artes del Estado). También en esta Facultad ha empezado con buenos auspicios la Escuela de Teatro y un coro, y se proyecta un sector cinematográfico. Como acción concreta, corresponde a la Facultad de

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Artes la formación de profesores y críticos de arte en general, y especí- ficamente en los campos señalados : plástica, teatro (actores, directores, técnicos).

La Universidad Central tiene una sala de cine, que proyecta las mejo- res películas universales, así como una cineteca básica con algunas obras importantes.

L a Universidad de Guayaquil mantiene un coro que ha alcanzado prestigio por su constancia y organización.

Las universidades tienen también departamentos llamados de exten- sión universitaria, a los que teóricamente correspondería la promoción popular de la cultura, pero que han realizado una labor precaria, sin aprovechar el excelente medio que pueden constituir los estudiantes debidamente preparados como animadores culturales.

Finalmente, las universidades, además de su infraestructura cientifica (laboratorios, etc.), cuentan con medios físicos para la difusión cultural: teatros, salas de cine, imprentas, equipos audiovisuales, etc., que bien podrían ser aprovechados al máximo si las autoridades universitarias de- finieran y planificaran una política cultural popular.

Municipios Los municipios, que por definición y tradición son los organismos más vinculados a la vida de las comunidades urbanas, también han desplegado esfuerzos de acción cultural mediante su apoyo a la educación y a algu- nas actividades de difusión y animación cultural popular. En su comple- ja administración cuentan con comisiones de educación y cultura y de- partamentos de extensión cultural. Algunos han dado a estas dependencias una estructura más explícita y sólida, con el nombre de “patronatos municipales de cultura”, que auspician concursos literarios, artísticos, eruditos y populares y concursos estudiantiles de lectura, realizan festi- vales folklóricos, presentaciones de conjuntos teatrales, musicales, coreo- gráficos, etc.; en barrios populares, en plazas públicas, etc. El Municipio de Quito ha realizado un programa cultural anual con ocasión de la celebración de la fundación de la ciudad. Destacándose en esta actividad el Departamento de Extensión Cultural del Municipio de Quito y el Patronato Municipal de Arte de Guayaquil, que ha auspiciado incluso actividades culturales internacionales, entre otras, la realización de un congreso de intelectuales de América Latina, que aprobó una declara- ción de política cultural.

En la provincia de Manabí, la de mayor número de municipos, se está organizando un sistema de promoción popular de cultura. Algunos municipios tienen también infraestructura cultural : teatros, cines, impren- tas, radiodifusoras. Sin embargo, su acción, como las de otras institucio- nes, carece de planificación básica y de mecanismos de concertación y coordinación permanentes para realizar una labor integrada con otras instituciones culturales.

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A C C I Ó N C U L T U R A L D E L A A D M I N I S T R A C I O N C E N T R A L DEL ESTADO

Ministerio de Educación Asimismo, por definición, el Ministerio de Educación tiene a su cargo el importante sector cultural de la enseñanza que -fenómeno universal- presenta agudas crisis, agravadas en el Ecuador en los últimos años por peculiares factores. No es éste el lugar para una observación sobre el tema educativo. Sin embargo, hay que señalar, de modo general, que la educación se ha desarrollado cuantitativamente, pero en cambio es evidente la crisis cualitativa. Por lo mismo preocupa mucho hoy día, y es actividad prioritaria del Estado, la investigación del problema integral de la educación. Existen planes, programas y proyectos que requieren un replanteamiento y, sobre todo, el ajuste a una política educativa nueva. En cuanto a la política cultural, las dependencias e infraestructuras

educativas han contribuido a ciertas acciones culturales, también en la fase de la difusión. Así, el Ministerio cuenta con un Departamento de Extensión Cultural que por falta de definición precisa, de recursos y medios sólo ha podido realizar una modesta labor de coordinación ad- ministrativa con otras instituciones culturales, así como la publicación precaria de libros y folletos educativos y de otra índole en la imprenta a su cargo. También este Departamento administra el edificio del Teatro Nacional Sucre.

Por otro lado, tradicionalmente, el Ministerio de Educación ha tenido la responsabilidad de la enseñanza artística (la de artes plásticas de la antigua Escuela de Bellas Artes de Quito pasó al Colegio de Artes de la Universidad) a través de algunos colegios de arte y artesanía, así como la educación musical en los conservatorios. Hace pocos años extendió su competencia en la rama de la enseñanza artística al crear el Institu- tuto Nacional de Danza como colegio también inscrito en el nivel medio del sistema educativo (bachillerato). Es decir, que este nuevo centro de formación artística, que ha realizado algunos esfuerzos en su corta vida, nació con el problema básico que aqueja a los conservatorios: la falsa concepción de la enseiíanza artística considerada como bachillerato o enseñanza media; o sea, como una formación de cultura general, sin comprender que ésta corresponde al bachillerato común y que la en- señanza artística s o b r e todo la musical y coreográfica- deben ser altamente especializadas y formar parte de un proceso integral que debe empezar en la edad más temprana, si es que realmente se quie- ren descubrir vocaciones y formar auténticos artistas. (En cambio, en el bachillerato común se pueden estudiar los fundamentos artísticos, pero no realizar un proceso de formación artística integral, que requiere más tiempo y auténtica vocación.)

En esta misma línea, el Ministerio creó hace un año el Conjunto Na-

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cional de Danza, no como centro pedagógico, sino como institución de creación artística con unas funciones al menos según se definen teórica- mente en sus bases legales, que comprenden obligaciones precisas : “ ele- var los valores artísticos nacionales dentro del campo de la música y la danza; realizar montajes de obras nacionales y ejecución de un repertorio de proyección universal; contribuir al desarrollo de los principales cen- tros del país a través del intercambio de profesores, coreógrafos y baila- rines profesionales, y realizar investigaciones de las culturas primitivas del país dentro del campo de los hechos folklóricos, música, instrumen- tación, danzas, costumbres y ritos.” Es decir, toda una amplia política cultural no sólo en la esfera de la danza, sino incluso en la de la inves- tigación antropológica. H e aquí otro de los problemas típicos de la admi- nistración cultural de nuestros países : la multiplicación de instituciones con similares objetivos, con la consiguiente confusión de funciones y dis- persión de esfuerzos, dentro de la exigua situación general de la admi- nistración de la cultura, siempre carente de medios y recursos. Según las informaciones, esta institución ha realizado algunos montajes coreográ- ficos y organizado la difusión de los mismos por medio de representa- ciones públicas.

Todavía dentro del esquema de la administración cultural del Minis- terio de Educación hay que considerar la última institución estatal crea- da en el Ecuador: el Instituto Andino de Artes Populares. Desprendida su infraestructura y escasos medios de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (donde existía como Instituto de Artesanías y Manualidades y realizaba una labor pedagógica), el Ministerio asumió este sector, dotándolo de mayores bases, sobre todo ideológicas, así como de recursos y autonomía de gestión.

Esta institución nueva, en un campo tan importante como el arte popular en todas sus expresiones, ha empezado con sólidas bases: defi- nición precisa y clara de una política cultural auténtica, elaboración de un cuerpo teórico amplio y profundo, y organización eficiente. En sínte- sis, el objetivo fundamental es el desarrollo de un auténtico arte popular que contribuya a la autorrealización plena de las comunidades creadoras dentro de la perspectiva de la afirmación nacional. H a empezado con una fase de investigación y se pueden observar algunos resultados impor- tantes en la búsqueda de valores auténticos en las comunidades popu- lares. Un esquema de su acción es el planteamiento de hipótesis de investi-

gación, llevándose luego ésta directamente a cabo en el campo (comuni- dades populares, rurales y urbanas), seguida de evaluación y replantea- miento de las formas de expresión, a fin de rescatar las auténticas, reva- lorarlas e impulsar la creación de nuevas expresiones -sin imposición teórica. Por ahora ha trabajado en tres áreas: literatura oral, artesanía y música. Este excelente diseño teórico ha servido para que el Instituto alcance en el futuro también una dimensión internacional, pues los países

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miembros del Convenio " Andrés Bello", tendente a la integración educa- tiva, científica y cultural, han resuelto que pertenezca al sistema de dicho convenio, es decir, que su acción cubrirá toda el área andina.

H a y otras instituciones del Estado que realizan lateralmente o en for- m a ocasional acciones culturales. Así, por ejemplo, el Ministerio de De- fensa auspicia anualmente concursos literarios y artísticos, promoción de espectáculos cívico-culturales, publicaciones científicas, a través, por ejem- plo, de una sección especializada de historia; el Instituto Geográfico Mi- litar lleva a cabo una eficiente acción de investigación y publicaciones en su campo (geografía, cartografía, historia) ; el Instituto Oceanográfico de la Marina realiza investigaciones en las ciencias del mar. En el campo de la investigación científica es indudable el alto nivel de la Escuela Politécnica Nacional en Quito, de reconocido prestigio internacional.

El Ministerio de Bienestar Social En cumplimiento de sus políticas de protección, realiza acciones cultura- les evidentes en materia de recreación popular, aunque todavía limitadas. Actualmente está preparando un plan de desarrollo social, con particu- lar referencia a los medios rurales y populares urbanos, que incluye la proyección de una política de animación cultural.

La Dirección Nacional de Turismo También realiza esfuerzos en la esfera de la cultura, si bien sus fines no son especificamente culturales, mediante la difusión internacional de muchos aspectos del país, algunos de evidente significado cultural. H a realizado publicaciones (folletos y carteles) y películas que han difundi- do especialmente el patrimonio cultural y natural de la nación. H a con- tribuido a la restauración de algunas obras del patrimonio arquitectó- nico (histórico-artístico) .

El Ministerio de Relaciones Exteriores A través de su departamento cultural y de las representaciones diplo- máticas realiza eventualmente actos culturales (conferencias y exposicio- nes artísticas en el país y en el exterior) ; participa también en la coor- dinación de las instituciones culturales nacionales con el exterior (insti- tuciones de otros países y representaciones diplomáticas ecuatorianas que realizan labor de difusión cultural).

La Secretaría Nacional de Información Pública (SENDIP) Dependencia de la Presidencia de la República, también realiza acciones culturales: no sólo de información general dentro y fuera del país, sino que participa mediante ayuda a otras instituciones en la difusión de valores culturales, especialmente populares. €€a organizado festivales ar- tísticos de recreación ; ha editado publicaciones divulgativas, películas, etcétera. Esta institución tiene asignadas en sus normas legales explícitas

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responsabilidades de política cultural similares a las de la Casa de la Cultura. Cuenta también con infraestructura cultural : una radiodifusora en proceso de expansión.

En síntesis, no hay institución pública o privada que de alguna manera no haya realizado alguna vez una mínima acción de carácter cultural, lo cual nos hace anticipar una conclusión: la acción cultural es un fenóme- no permanente y complejo, muchas veces confuso, que lleva implícita también de algún modo una política cultural por pequeíía que sea, posi- tiva o negativa, dispersa o sistemática y, a veces, desvirtuada.

C O O P E R A C I ~ N C U L T U R A L Y RELACIONES INTERNACIONALES

En este aspecto tampoco ha existido una política coherente y sistemática. Teóricamente hay principios de relaciones y cooperación, a veces explí- citas en convenciones y acuerdos celebrados entre el Ecuador y otros países (especialmente latinoamericanos y europeos) y algunos organismos internacionales. Estas acciones no han pasado en ocasiones de una limi- tada difusión cultural e intercambio de bienes culturales y personas. Es absurdo que países vecinos de comunes orígenes culturales no se conozcan I L culturalmente” hoy día.

Sin embargo, el sistema económico transnacional, que tiene como uno de sus instrumentos más poderosos los medios de comunicación, ha “in- tegrado subculturalmente” a estos países : existen rasgos comunes de una subcultura o falsa cultura, producto de la alienación determinada por la imposición de la moderna sociedad internacional de consumo. Este internacionalismo también empieza a degradar las formas culturales auténticas -especialmeate las populares aborígenes-, mediante su in- dustrialización estandarizada y su comercialización. Así, por ejemplo, en el campo de las artesanías hay instituciones que se autodenominan cultu- rales, pero que en realidad son exclusivamente industriales y comerciales.

Con los organismos internacionales culturales, el Ecuador tiene rela- ciones y escasos programas de cooperación: casi todos en el campo de las ciencias y la tecnología educativa. En cuanto a los aspectos de la creati- vidad cultural, apenas se han empezado algunos proyectos. Así, con la O E A , la instalación y funcionamiento del Centro Interamericano de Arte- sanía y Arte Popular (CIDAP), con sede en la ciudad de Cuenca; la asistencia técnica para la Biblioteca Municipal de Guayaquil y para el Museo de Instrumentos Musicales “Pedro Traversari” de la Casa de la Cultura (Quito), y otros de carácter científico y tecnológico. Con el Convenio “Andrés Bello” está empezándose a diseñar un programa de intercambio cultural, aunque en la esfera de la educación se han reali- zado algunas acciones. Con la Unesco realizó la Casa de la Cultura un proyecto de animación cultural que quedó en la primera fase (animación teatral). Pero en el Ministerio de Educación, dentro de un proyecto

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global, se contempla un subproyecto de desarrollo rural que contiene componentes culturales integrados, cuyo mecanismo es la nuclearización de las comunidades rurales.

Asimismo, en el área rural tuvo satisfactorios resultados hace pocos años el programa de la Misión Andina, de indudable sentido de inte- gración cultural, realizado con la participación de varias instituciones nacionales y bajo la orientación de la OIT y el entonces Ministerio de Previsión Social.

Subsisten otros programas que han producido ciertos resultados posi- tivos, como las Escuelas Radiofónicas Campesinas; otros, en cambio, han sido cuestionados, como los del Instituto Lingüístico de Verano que, como otras instituciones norteamericanas que realizan investigaciones antropo- lógicas y arqueológicas, actúan en las comunidades de algunas etnias aborígenes de la selva amazónica y del altiplano andino sin supervisión o participación del Estado.

SITUACIÓN DE L O S C R E A D O R E S C U L T U R A L E S

Como consecuencia o parte del contexto mismo de contradicciones y sub- desarrollo socioeconómico y de la precaria política cultural, la situación de los intelectuales o creadores culturales -escritores y artistas principal- mente- también ha sido deprimente. Si bien éste es un fenómeno gene- ral y universal, en los países en desarrollo es más evidente. Por ex- cepción, unos pocos escritores y, especialmente, algunos artistas plás- ticos han alcanzado una buena situación profesional. La mayoría de los creadores culturales de estos países llevan una vida difícil, desempe- fiando múltiples ocupaciones para sobrevivir y poder dedicar una peque- na parte de su tiempo a la creación. Evidentemente, es mejor la situación general de los profesionales científicos y técnicos.

Asimismo, la legislación social y profesional -propiedad intelectual o derecho autoral- no había contemplado una situación mejor para los creadores. Ello ha empezado a cambiar ahora positivamente. La nueva legislación referente a esta actividad profesional, especialmente para los artistas, es muy progresista y se espera que contribuya al estímulo de la creación y, en consecuencia, del desarrollo cultural. Los estímulos han sido mínimos, generalmente concursos ocasionales. No hay un sistema per- manente de suscitación y soporte o impulso para los creadores. Una po- lítica de estímulo a los hombres de cultura deberá ser parte de una política integral de promoción y desarrollo cultural, mediante una va- riedad de acciones y métodos (fondos, becas, créditos, medidas de promo- ción y difusión, etc.), que superen al aleatorio y tradicional mecenazgo privado y estatal y la concepción sentimiental de la cultura como fenó- meno aislado, ocasional o decorativo. En cuanto a la defensa y promoción de los derechos de los creadores,

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ha significado un paso adelante la fundación de la Sociedad de Autores y Compositores (SAYCE), a la que corresponde la principal responsabi- lidad en el cumplimiento de la nueva ley y que está vinculada a organis- mos internacionales. Junto con otras entidades de autores nacionales puede constituir un movimiento no sólo de actividad clasista o profesio- nal, sino de concientización sistemática y masiva de la política y el des- arrollo culturales.

Situación económica del sector cultural y consumo cultural

Es m u y difícil realizar un estudio de la situación económica de Ia acción y la administración culturales, así como del consumo de bienes de cultu- ra. No existen estadísticas al respecto en la mayoría de los países del mundo, debido a la complejidad misma del fenómeno cultural, que se inserta o participa en todas las acciones humanas; su administración se vincula con el sistema todo de la sociedad, público y privado.

Sin embargo, es posible encontrar algunos indicadores generales. Si bien todas las acciones del Estado y la sociedad tienen un matiz cultu- ral, hay aspectos precisos respecto a los cuales se pueden definir y cuan- tificar los servicios, bienes, inversiones, costos, etc.

En el Ecuador, en los últimos años, la educación y la cultura han recibido incrementos cuantitativos apreciables, siempre dentro de la rela- tiva situación de un país en desarrollo. Estos incrementos todavía no alcanzan índices mínimos satisfactorios, pero constituyen un progreso frente al olvido y pobreza anterior de estos sectores. Así tenemos que la educación recibe actualmente cerca del 30 por 100 del presupuesto na- cional, lo cual es obviamente una ‘‘inversión cultural”. Dentro de este aporte general y amplio corresponden cifras a la educación artística formal (colegios de artes y conservatorios a cargo del Ministerio) y otras pequeñas sumas a ciertas acciones que podríamos calificar de promoción y/o difusión cultural, también directas del gobierno.

Pero el sector de la acción cultural abierta (principalmente la difu- sión, que es la fase en la cual existen acciones, aunque siempre limitadas e incoherentes), que está a cargo de varias instituciones estatales del poder central, estatales autónomas, estatales descentralizadas (por ejem- plo, los municipios) ; semipúblicas (por ejemplo, las academias), no ha tenido un soporte económico de magnitud dentro del contexto general de la sociedad y el Estado. Este amplio sector cultural (público y privado) recibe pequeños aportes del presupuesto central del Estado y de otras fuentes públicas como tributos directos a su favor.

Pero, además de la exigüidad económica del sector cultural, existe una indefinida, incoherente y desarticulada gestión de presupuesto y admi- nistración, precisamente por falta de una política cultural global, de po-

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líticas sectoriales, de un ordenamiento estructural del sistema (adminis- tración dispar de múltiples “ instituciones culturales” que vegetan en la impotencia y la pobreza). Se han dado casos de grupos de personas que se asocian para formar una “institución cultural” y obtienen de alguna manera una modesta suma del presupuesto central del Estado y de pre- supuestos sectoriales o descentralizados de otras instituciones.

Si se realizara un estudio de estos problemas y se estableciera un sis- tema simplificado y coherente, bien podría el pequeño aporte económico estatal a la cultura multiplicar su efectividad en la acción cultural a tra- vés de todas las instituciones, públicas y privadas, debidamente concerta- das y coordinadas por el sistema.

Solamente como ejemplos reveladores de la contradictoria gestión económico-administrativa de los escasos fondos estatales para la cultura vamos a seiíalar la relación de algunas cantidades y sus objetivos. En el presente año, el aporte estatal directo, según el presupuesto nacional (par- tidas ubicadas en el capítulo de educación y cultura), apenas asciende a 43 272 O00 sucres (1 700 O00 dólares de los Estados Unidos aproximada- mente, al cambio oficial). Esta cantidad global se distribuye entre insti- tuciones públicas (aproximadamente el 80 por ciento) y privadas. Estas últimas reciben sus aportes sin ninguna programación, sino como simples donaciones del Estado. Las entidades públicas “ justifican” sus presu- puestos de gastos, pero tampoco presentan programas o proyectos cuan- tificados. Unas instituciones parecen privilegiadas frente a otras, porque no existe precisamente una programación explícita o por lo menos una justificación lógica. Así tendríamos que las orquestas sinfónicas (13 445 O00 sucres, o sea, casi el 30 por ciento de la cifra global estatal) parecen privilegiadas frente a la Casa de la Cultura (16 O00 O00 sucres, o sea, el 36 por ciento aproximadamente), que debe atender a varias áreas cultu- rales : patrimonio cultural, publicaciones, museos, bibliotecas, difusión, et- cétera. Esta situación es lógica si se considera que la “música sinfónica” tiene un alto costo relativo debido a la inevitable importación de profe- sionales extranjeros. En cambio, la Casa de la Cultura tiene otros ingresos para su matriz, y algunos de sus núcleos reciben aportes de otras fuentes públicas.

Entre las instituciones privadas resultarían deprimidas el Instituto de Cultura Hispánica (100 O00 sucres) y la Sociedad Bolivariana y LECLA (50000 sucres cada una), frente a la Fundación Mundo Juvenil, que ha recibido un millón, cifra explicable porque está destinada al suministro de infraestructura y equipamiento de esta institución de cultura recrea- cional.

Entre Ias instituciones semipúblicas, la Academia de la Lengua (con 2 millones de sucres) resulta privilegiada frente a la Academia de His- toria (160 O00 sucres). Entre las instituciones públicas dependientes di- rectamente del poder central (Ministerio de Educación) resultaría privi- legiado el Conjunto Nacional de Danza, con 4115000 sucres, o sea, el

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L a política cultural en Ecuador

10 por ciento aproximadamente de la cifra estatal del presupuesto cen- tral. Es decir, que una sola institución para una sola actividad recibe el 10 por ciento de todo el sistema cultural. Pero estas cantidades son to- davía m u y pequeñas para la acción cultural de todas y cada una de estas instituciones. No existe, pues, realmente, ninguna institución privilegiada, sino simplemente una pobreza injustamente repartida entre las institu- ciones culturales. Se impone, pues, una acción urgente para solucionar los problemas administrativos y económicos del desarticulado sistema cultural de la nación.

Tampoco se pueden establecer aproximaciones estadísticas sobre el consumo cultural: acceso a museos, espectáculos, lectura, etc. Pero algu- nas cifras aproximadas Eon reveladoras de esta situación de subdesarrollo educativo-cultural como parte del contexto socioeconómico integral.

Aproximadamente, el 27 por ciento de la población ecuatoriana es analfabeta. L a deserción escolar es del 30 por ciento de la matrícula. El 20 por ciento de jóvenes ingresa al nivel medio, y de esta cifra bají- sima termina el 20 por ciento. A pesar de la absoluta libertad de ingreso a la universidad, apenas llegan a ésta el 9 por ciento del número en PO- sibilidad de ingresar. El resultado aproximado de este proceso es que de mil niños que ingresan a la escuela primaria sólo uno alcanza a terminar una carrera superior, lo cual no sería un problema si se consiguiese así en realidad una minoría plenamente capacitada y si hubiese otros niveles y sectores de ensefianza -por ejemplo, técnica- que compensasen esa aparente mayoría inútil de profesionales universitarios y la enorme deserción en todo el sistema educativo.

D e la población alfabeta sólo 1,6 por ciento compra libros, lo cual es una cifra alta en relación con años anteriores, pues se aprecia un cre- ciente interés por la lectura, y las editoriales y librerías han prosperado relativamente. El 11 por ciento lee publicaciones periódicas (principales diarios) ; el 5,7 por ciento lee revistas mensuales.

Las preferencias de lectura son un buen indicador de la división de las clases sociales y de su esquema mental. Así, por ejemplo, una mino- ría intelectual lee libros de creación literaria, de contenido científico y de conocimientos especializados. Del total de lectores, la mayoría prefiere los diarios, y de éstos, las páginas deportivas y de entretenimiento (his- torietas y aventuras). Asimismo, las revistas preferidas son las deportivas entre los hombres y los magazines entre las mujeres (belleza, sexo, coci- na, sucesos y chismografía de la mitología internacional del " jet-set"). Las adolescentes de clases medias, por ejemplo, prefieren las fotonovelas románticas mexicanas por el bajo costo y facilidad de lectura; una gran mayoría femenina de la burocracia publica y privada, media y menor, las novelas de Corín Tellado, por ejemplo; una minoría de hombres del sector neocapitalista prefiere la lectura de publicaciones eróticas o frívo- las, extranjeras y caras, como, por ejemplo, Play-Boy, con una dosis de superficial cultura universal moderna. En general, las revistas extran-

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La administración cultural

jeras de cultura condensada son permanente afición de las clases me- dias altas. El acceso a museos, galerías, conferencias, etc., está limitado a una

minoría cultural de las principales ciudades. Se aprecia un mayor núme- ro de turistas extranjeros que público nacional en los museos y centros de exhibición cultural.

En cambio hay una creciente clientela para la radio y televisión: la primera en casi todos los sectores -inclusive en las zonas rurales- y la segunda en las ciudades y suburbios.

Síntesis de conclusiones

C O N T E X T O INTEGRAL

En un medio físico múltiple y paradójico se ha venido formando una comunidad étnica plural y desarrollando una historia dramática, ambas determinadas también por conquistas, coloniajes, dependencias, procesos de aculturación-desculturación; una colectividad escindida con graves con- flictos psicosociales, desigualdades socioeconómicas ; desarticulación nacio- nal, lento desarrollo material.

Las brechas, fracturas, desniveles y desigualdades sociales, económi- cas y culturales se condicionan recíprocamente, formando la imagen de una nación en búsqueda de identidad y definición. El proceso material parcial y el desarticulado e injusto crecimiento

económico de los últimos &os, debido a la relativa riqueza petrolera, más los factores negativos modernos del sistema de vida de la universal sociedad de consumo, han agudizado los problemas señalados; pero asi- mismo han suscitado una mayor preocupación por la problemática inte- gral del país, especialmente de su personalidad cultural, en los sectores políticos e intelectuales, progresistas y nuevos, más objetivos y científicos que los escritores y artistas que hace algunos años denunciaron ya la crisis integral de la sociedad, aunque evidentemente con una ideología social-romántica. El Estado también ha empezado a tomar conciencia de esta situación

al hacer planteamientos teóricos progresistas en sus planes y programas, pero no ha tomado medidas prácticas integrales o coherentes, sino des- arrollado escasas actividades reformistas en ciertos sectores, poniendo mayor énfasis en la infraestructura física para el desarrollo económico parcial. Como ejemplo, la educación lia recibido un notable incremento cuantitativo, pero sigue siendo crítica su situación cualitativa, su sistema y organización. El pluralismo étnico sociocultural se refleja esquemáticamente así:

minorías étnico-culturales auténticas y grandes grupos aborígenes al mar- gen del acontecer global, mayoritariamente ubicados en zonas rurales,

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L a política cultural en Ecuador

en proceso de deterioro físico y espiritual; mayorías de población de mestizaje biológico, pero de frustrada e indefinible personalidad cultural y precaria situación socioeconómica y educativa; minorías de poder eco- nómico y político, de cultura casi totalmente extranjera y superficial -especialmente, los grupos modernizados-, y minorías de cultura erudi- ta, ubicadas en las clases medias y de excepcional preocupación integral por su país y su destino (grupos de intelectuales y artistas), que han sido los suscitadores de los contados cambios históricos.

Son propietarios y creadores culturales las minorías aborígenes que mantienen su cultura integral casi intacta; sin embargo, algunas de sus formas se han perdido o no han sido revalorizadas, sino que, por el con- trario, al ser explotadas destructivamente por el comercio y la industria seudoculturales, han sufrido deterioro y degradación: arte popular en general -música y artesanía especialmente- en un proceso de falsa promoción y difusión folklórica y turística.

Asimismo, las minorías intelectuales, especialmente los grupos progre- sistas -desde el precursor Espejo hasta hoy-, han creado las mejores obras de cultura erudita, casi siempre rebelde (rasgo caracterizador), pero también bajo la influencia ideológica europea, aunque en búsqueda de autenticidad nacional y americana.

Las manifestaciones culturales eruditas más desarrolladas son las artes plásticas y la literatura. No se han desarrollado otras artes (teatro, mú- sica, danza, cine, etc.) ni la creación ideológica y científica.

P O L ~ T I C A , A C C I Ó N Y A D M I N I S T R A C I ~ N C U L T U R A L E S

El problema básico del fenómeno cultural es la visión conceptual limita- da, a veces únicamente subjetiva y sentimental, de la cultura y de su acción.

Esta actitud, que restringe la objetividad del fenómeno cultural inte- gral se complementa con la visión exógena de la realidad nacional global, que ha desvalorizado históricamente la autenticidad inicialmente propia con la contribución del proceso de dependencia.

Especificamente, el resultado de ese proceso deprimente es una espe- cie de complejo de inferioridad cultural que, a su vez, se convierte en causa perpetuante de la situación en una suerte de círculo vicioso. Con- secuentemente, la acción cultural resulta limitada, parcial e incoherente. C o m o es lógico, los creadores culturales actúan espontáneamente; m u y pocos integran la sensibilidad básica con la convicción reflexiva en una vocación completa, y la mayoría se resigna a la situación de creación ocasional, eluden su responsabilidad arguyendo falta de condiciones favo- rables y, concretamente, de apoyo estatal y de comprensión de la sociedad.

Si bien ello es verdad en parte como efecto del contexto global, tal

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La .administración cultural

actitud a su vez contribuye a la negligencia estatal frente a la cultura. En otras palabras, coinciden los creadores y el Estado en eludir el pro- blema integral: “no hay creación porque no hay apoyo estatal; no hay éste porque no hay creación”, parece haber sido el simple esquema men- tal frente al problema de la cultura.

De acuerdo con el proceso histórico contradictorio y el desarrollo geográfico-social desarticulado, la cultura erudita también ha estado con- centrada en ciertos lugares tradicionalmente considerados más “ cultos”, de mayor actividad intelectual, como las ciudades de Quito, Guayaquil, Cuenca y otras capitales de provincia (Loja, Ambato, Riobamba).

Con ciertas excepciones, el talento creativo se ha dispersado en múl- tiples actividades culturales, pero de manera superficial, lo cual también es un resultado del proceso incoherente, indefinible, apresurado, inme- diatista del conflicto vital y social.

H a persistido el elitism0 cultural, tradicional y nuevo. Las pugnas generacionales han sido evidentes en ciertos periodos históricos, más acen- tuadas en las últimas décadas. Hoy día, especialmente entre la intelectua- lidad joven, se ha cuestionado la autenticidad de la cultura nacional. Los tradicionalistas admiten parcialmente como cultura nacional la reci- bida del mediterráneo clásico y de España por el proceso de la conquista y coloniaje. Los vanguardistas hicamente la que crearon los aborígenes antes de la conquista hispánica y la que puedan crear ahora los nuevos con un contenido ideológico diferente. Pero todavía no se han hecho es- tudios amplios para elucidar esta difícil y compleja problemática.

Como consecuencia de esta visión limitada e incoherente sobre el va- lor de la cultura, que ha determinado una acción cultural sentimental- mente espontánea, pero eventual y también restringida a unas pocas ma- nifestaciones en profundidad y a muchas superficialmente, no se ha elaborado una política cultural integral, ya sea concebida por los intelec- tuales o ya por el Estado. En todo caso, los intelectuales han planteado en su propia obra -con todas sus limitaciones- una política cultural implícita. El Estado, en cambio, en los enunciados constitucionales y normas legales, o en los principios de planes y programas generales -sobre todo en la educación dentro del proceso de desarrollo social-, ha planteado una política cultural teórica, explícita y minima que no ha podido desenvolver ni aplicar totalmente por las causas frustrantes del mismo contexto global y las limitaciones de la administración pública.

Han existido, pues, principios doctrinales interesantes para la promo- ción cultural en normas legales, especialmente en las que crearon y esta- blecen el funcionamiento de las instituciones culturales estatales, así como también en los estatutos y declaraciones de principios de instituciones privadas de cultura, pero que no se han podido plasmar en realidades prácticas, o sea, en la acción cultural; en sus cuatro leyes que la han regido ha mantenido esos principios básicos, que no han podido hacerse realidad totalmente. Y más bien, la acción parcial, sin la debida racio-

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La política cultural en Ecuador

nalización programática, a veces puede acarrear distorsiones y confusio- nes del sentido integral de la acción cultural.

En general, la política cultural implícita en la acción de los creado- res ha adolecido de inmediatismo, eventualismo, pasionismo, positivo o negativo, y de falta de formulación constante. L a política cultural estatal ha sufrido también de los mismos defectos, aunque agravados por los problemas administrativos que a veces se confunden con las posiciones y actitudes personales de los administradores, generalmente los mismos artistas e intelectuales, lo cual es obvio y jamás absoluto, pues hay admi- nistraciones intelectuales m u y eficaces, y viceversa.

En general, defecto básico común de las políticas culturales ha sido la improvisación, la falta de investigación de las necesidades culturales auténticas y, por lo mismo, de un mínimo de programación racional. Concretamente, la concentración y centralización y la limitación de la política y la actividad culturales constituyen su carácter principal. L a fase principal y casi única, pero en todo caso limitada cuantitativa y cualitativamente, ha sido la difusión sin previa investigación ni valora- ción propiamente dicha seguida de verdadera promoción.

En otras palabras, de todo el proceso coherente de la acción y la política culturales, sólo se ha cumplido en forma irracional la promoción y, más ampliamente, la difusión, a veces con criterio restringido y otras abierto, pero que pueden resultar perjudiciales tanto el uno como el otro si no existe previamente la investigación, la valoración y la promoción racionalizada. Todo ello demuestra la ineficacia del desarticulado sistema cultural que ha tenido la nación.

Asimismo, la administración cultural ha sido el reflejo de la misma situación. En su administración, las instituciones culturales han estado condicionadas a la limitación, a la incoherencia y a las contradicciones de Ia política cultural y de su acción; pero, además, agravada la situación administrativa por los defectos propios del subdesarrollo de la adminis- tración en general de nuestros países.

Anádase a esto la pobreza económica y la falta de medios técnicos que siempre la han caracterizado y se obtendrá una imagen bastante clara de la mediocridad de la administración cultural. En otras palabras, política, acción y administración culturales no son sino partes de un mismo sistema integral deprimido, que resulta paradoja1 en países de gran riqueza cultural auténtica -precisamente escondida o sometida-, pero m u y lógico dentro del contradictorio contexto estructura1 de la sociedad y su historia.

Esto demuestra una vez más que la cultura existe, pero que los siste- mas -política, acción y administración- no han sido capaces de desarro- llarla y, a veces, ni siquiera de preservarla o respetarla, y más bien han contribuido - c o m o una de las contradicciones del sistema global- al proceso general de deterioro de la sociedad.

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La administración cultural

€Omo conclusión final, cabe reflexionar en el hecho evidente de que una desvirtuada política y acción culturales con una deficiente adminis- tración cultural consiguiente resultan más perjudiciales que el abandono puro y simple de la actividad cultural espontánea.

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La nueva política cultural

Antecedentes y motivación

Es evidente que la política cultural indefinible e incoherente, dentro del conflictivo proceso histórico, ha dado lugar a una mayor preocupación actual sobre los problemas en general de la cultura. Podríamos decir que existe hoy un principio de política cultural nueva en la preocupación del Estado, pero sobre todo en la conciencia de las nuevas generaciones inte- lectuales. Se ha profundizado en los últimos aiíos una presión crítica, especialmente de los nuevos escritores, que coincide también con la preocupación científica por el destino social en el orden teórico (pensa- miento de ideólogos vanguardistas, sociólogos, antropólogos), enmarcada en los principios de la planificación y la programación racionales.

El afán tecnicista, que en otras áreas de la vida quizás ha perjudica- do el desarrollo integral e inclusive lateralmente ha atentado contra la cultura propia y auténtica, no ha incursionado en el campo de las cien. cias sociales y, especialmente, de la cultura; más bien en estos sectores se mantiene una clara visión integral del problema. Sin embargo, el afán programático debe ser bien acogido siempre que no atente contra Ia autenticidad cultural y su profunda trascendencia en la vida misma del hombre, y más bien debe constituir una política plural de sentido des. cubridor, revelador y creativo en el marco de una verdadera democracia de la más amplia participación popular. El país todo y el Estado deben empezar a concebir esta gran acción

colectiva concertada en la perspectiva del desarrollo cultural, que sería el núcleo indiscutible del desarrollo global.

L A S I T U A C I ~ N A C T U A L Y L A P O L I T I C A DEL MINISTERIO DE E D U C A C I Ó N

Así lo comprendió el Ministerio de Educación cuando empezó a reflexio- nar sobre estos problemas de la cultura y sobre su acción y administra-

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La nueva política cultural

ción hace pocos años. T o m ó algunas acciones que se limitaron a ciertas reestructuraciones y reorganizaciones administrativas, pero que n o produ- jeron los resultados esperados, y, más bien, hoy día se observa una ma- yor dispersión del esfuerzo cultural y graves señales de continuación del caos administrativo y funcional del sistema cultural estatal y privado.

C o m o excepción cabe señalar la actitud de algunos intelectuales que cuestionaron la estructura de la Casa de la Cultura, así como un program m a básico elaborado durante la breve administración del señor Gonzalo Abad Grijalva, que quedó frustrado.

En los últimos meses, el ministro de Educación ha realizado declara- ciones trascendentales sobre todo el problema cultural, inclusive en sus re- laciones con la educación y las necesidades sociales y en la perspectiva del desarrollo integral. Al mismo tiempo, la Casa de la Cultura Ecuatoriana también se ha preocupado del incremento de la difusión cultural, pero no ha elaborado explícitamente una base de planificación, sino más bien ciertas acciones concretas de extensión divulgativa de algunas formas CUI- turales, a través de misiones eventuales, llamadas " caravanas culturales", a unos pocos medios rurales y suburbanos, así como la difusión de cul- tura erudita en los medios urbanos (reediciones de obras importantes, especialmente literarias, exposiciones, actos públicos culturales y concur- sos de estímulo artístico y literario). Otras instituciones, como el Instituto Otavaleño de Antropología y el Instituto Andino de Artes Populares, se han preocupado m á s seriamente del problema profundo de la cultura, proponiéndose la investigación y revaloración de la autenticidad cultural a través de varias formas, especialmente de los testimonios etnocultura- les y artísticos pasados y presentes. Por otro lado, también el Banco Central del Ecuador ha continuado su política de valoración del patri- monio cultural (arqueología) a través de su Museo principal, y ahora ha extendido su política cultural al estímulo de la música popular. L a Dirección de Patrimonio ha continuado más sólida y sistemáticamente su política de preservación y revaloración con notable comprensión y apoyo de algunos municipios, especialmente el de Quito, y su acción de restau- ración con cooperación técnica internacional (Unesco, PNUD y OEA). La Orquesta Sinfónica Nacional también ha continuado su notable política difusora de cultura musical erudita,

Estas serían las acciones más visibles y de indudable valor de la actual política cultural, aunque todavía incoherente y limitada.

Pero en la concepción amplia de la problemática sólo el Ministerio de Educación ha tomado la iniciativa (sin corresponderle exactamente la responsabilidad legal en el sector de la cultura) en el diseño de una nueva política cultural, todavía a nivel de estudio y reflexión, cuyos pos- tulados se transcriben m á s adelante, y también con algunas acciones ya en marcha, sobre todo en relación al fenómeno sociocultural de la edu- cación.

Por ahora -y en la proyección de que se inscriban en un sistema cul-

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L a política cultural en Ecuador

tura1 global- el Ministerio trabaja en dos aspectos fundamentales: el componente cultural integrado a la educación, especialmente en la pro- yección del desarrollo de las comunidades rurales, y la participación di- námica del componente cultural erudito, por ejemplo, las artes, en el proceso de enseñanza-aprendiza je. Asimismo, la elaboración de la política cultural global deberá integrar el componente cultural de los planes y programas educativos nuevos.

C o m o medida experimental y ante la crisis de la enseñanza artística (a su cargo una parte, la música, por ejemplo), se ha dispuesto un estu- dio para la concepción de una política de desarrollo musical integral (enseiíanza, creación e interpretación). Asimismo, empezará el experi- mento de utilización de la acción teatral como medio pedagógico creativo en la perspectiva del desarrollo de la personalidad solidaria y construc- tiva de los niiíos y los jóvenes, así como medio de educación permanente de adultos para el descubrimiento y fortalecimiento de su personalidad optimista auténticamente ecuatoriana, dentro de la participación comu- nitaria.

La idea, todavía en embrión, es tratar de convertir los medios artísti- cos y socioexpresivos en factores pedagógicos no formales, sino estimulan- tes, para que la cultura y la educación constituyan un solo proceso de formación integral para el desarrollo humano y social.

Dentro de esta perspectiva existe también otro sector del Ministerio que ha dado resultados positivos, porque tiene como componente central no sólo a la cultura per se, sino como factor integrador, y el sentido solidario del trabajo y la educación y la expresión y revaloración com- tante de los valores propios de la comunidad. Este programa es el de nuclearización dentro del proceso del desarrollo rural, siendo política prioritaria del Ministerio extenderlo y mejorarlo.

Pero todos estos aspectos, algunos de los cuales son ya acciones prác- ticas y otros meditaciones embrionarias, no constituyen aún una política global y coherente. Para ésta se ha realizado previamente, por acción directa del propio ministro de Educación, una labor de concientización que permita, en primer lugar, preparar el ambiente nacional para con- certar esfuerzos, bajo ciertos principios generales comunes que acojan par- ticipativamente las instituciones culturales públicas y privadas, y especial- mente los creadores de cultura, que constituyen el principal factor de concientización totalizadora, dentro de la perspectiva de realizar comuni- tariamente los cambios en la política, la acción y la administración de la cultura que se vislumbran y vendrán inevitablemente.

Nuevo eistema

La experiencia de las varias reestructraciones y reorganizaciones frustra- das de la estructura administrativa cultural ha hecho reflexionar al Mi-

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La nueva política cultural

nisterio de Educación en el sentido de que la concepción de una política cultural y el establecimiento de un nuevo sistema para su implementa- ción debe realizarse a través de un proceso que no produzca conflictos en la acción cultural, sobre todo que no altere la buena marcha de algu- nas actividades sectoriales e instituciones. En otras palabras, sobre la base de la estructura actual procurará las reformas convenientes para llegar al nuevo sistema en un plazo mediato. Considera, además, que este pro- ceso debe ser paralelo al de la implementación del nuevo plan de edu- cación nacional (1977-1982) dentro del marco general de una nueva Ley de Educación y Cultura. Asimismo, en vista del crecimiento cuanti- tativo de los dos sectores (educación y cultura) y de la dispersión admi- nistrativa del sector cultural, que tratará de concertar y coordinar en un plazo corto, se establecerá una fase de evaluación de la acción cultural actual de varias instituciones, cuyos diagnósticos servirán para la elabo- ración definitiva del Proyecto del nuevo Sistema Cultural y de las bases de un Plan de Desarrollo Cultural a largo plazo (véase el anexo III). En otras palabras, el Ministerio de Educación, que por falta de una

legislación coherente no tiene la responsabilidad estatal global sobre la cultura -ahora dispersa en varias instituciones-, espera la vigencia de la nueva Ley de Educación y Cultura para intervenir en la planificación del nuevo sistema cultural. Mientras tanto, el ministro de Educación, en su calidad de presidente del Consejo Nacional de Cultura actual, ha tomado la iniciativa, con la colaboración de algunas instituciones cultu- rales estatales y semiestatales, para estudiar y diseiíar el proceso de concepción de la política y sistema culturales futuros del país. Algunos de los principios y objetivos básicos ya han sido concebidos.

F A S E S D E L P R O C E S O

Estrategia previa en marcha: Fase de reflexión en grupo mínimo de tra- bajo dentro del Ministerio de Educación para definir aspectos básicos teóricos y operacionales paralelos al nuevo plan nacional de educación, porque se considera que la política cultural de un país en desarrollo, con un alto índice de analfabetismo y múltiples problemas educativos deter- minados principalmente por factores estructurales socioeconómicos e his- tóricos, debe concebirse concertadamente con la planificación educativa, pues la conjunción de los sectores de educación y cultura con las políti- cas socioeconómicas puede contribuir a los objetivos nacionales perma- nentes de autoafirmación, integración, desarrollo y transformación de la sociedad. (Esta idea básica consta en el proyecto de nueva Ley de Educa- ción y Cultura.)

La fase de reflexión se extenderá progresivamente con la formación eventual o permanente de grupos de trabajo inter y multidisciplinarios que comprendan todos los campos culturales y niveles sociales de partici- pación nacional : instituciones, creadores, líderes sociales, laborales, ju-

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L a política cultural en Ecuador

veniles, urbanos, rurales, etc. L a idea básica es que la formulación de una política cultural de vastas proyecciones debe ser democráticamente concebida por la sociedad nacional y no impuesta por el Estado. Esta idea también consta explícita en los principios en proyecto de formula- ción jurídica.

Fase de concientización progresiva y simultánea con la fase de reflexión. Esta fase de preparación de un clima propicio a la preocupación colec- tiva por la cultura n o ha sido concebida como una simple propaganda “cultista”. Se encuentra en sus comienzos y ha sido iniciativa del minis- tro de Educación, que, mediante discursos y declaraciones públicas sobre varios temas, ha señalado como idea central que toda política o proyecto de desarrollo nacional debe contener prioritariamente la política cultural integral.

H a n comprendido esta estrategia de concientización y han colaborado el sector del patrimonio y las instituciones de investigación etnocultural (Instituto Otavaleño de Antropología, que organizó un ciclo de confe- rencias sobre la política cultural). A medida que el proceso de concien- tización se vaya extendiendo, se producirán y recibirán las reacciones que ofrecerán material ideológico para los grupos de reflexión. (Algunos intelectuales, especialmente artistas y escritores, ya han manifestado sus ideas y deseo de colaboración a través de artículos periodísticos que expresan coincidencia de principios con la preocupación oficial.)

Fase de diseño y elaboración de política cultural básica y de posibles esquemas del nuevo sistema cultural. Asimismo, a partir de las ideas bási- cas concebidas ya en el Ministerio de Educación, las aportaciones ideo- lógicas y técnicas que se reciben, sea a través de grupos de reflexión o libre y voluntariamente, durante un periodo determinado servirán para la formulación definitiva de toda la proyección dentro del marco de la nueva legislación, actualmente en anteproyecto. Asimismo, el proceso de proyección del sector cultural dependerá del proceso general de la nueva estructura jurídica e institucional del Estado, que se encuentra en mar- cha, y sobre el cual se pronunciará el pueblo ecuatoriano en un referén- dum para la aprobación democrática de la nueva Constitución de la Nación.

Por primera vez, la proyección del sector cultural -aunque sea hasta aquí sólo una base teórica- se realizará dentro de un proceso general de nueva estructuración del Estado, es decir, en una perspectiva histórica coherente.

Esquema de un anteproyecto de bases de política cultural

Durante la fase de concientización inicial y las primeras meditaciones se han llegado a concebir las siguientes ideas para un marco teórico y un diseño estructural general:

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L a nueva política cultural

Contexto general de la política cultural L a política cultural debe comprender primero una reflexión crítica de la

situación global del país -factores históricos, estructurales, socio- económicos; una evaluación del proceso propiamente cultural den- tro del mismo marco histórico, y una proyección amplia y profunda del porvenir nacional.

L a reflexión crítica debe investigar prioritariamente la situación del deterioro de la identidad cultural original (culturas aborígenes) y de los auténticos valores modernos ; de la desintegración y desarticula- ción ; de los desniveles, desigualdades, fracturas socioeconómicas, geo- gráficas y culturales de la sociedad ecuatoriana.

La evaluación propiamente cultural debe comprender el estudio científico y técnico multidisciplinario de la cultura a través de todas sus expre- siones.

La proyección para el futuro debe procurar la fusión de la autenticidad rescatada y valorada con la creación de las formas culturales moder- nas, en un proceso descubridor y transformador de la sociedad, para que la nación alcance una personalidad definida y su plena indepen- dencia y soberanía en el proceso de integración con los pueblos ame- ricanos de común origen cultural, y de amistad, cooperación y respeto con todas las naciones en la perspectiva de la paz y la seguridad universales.

Definición y/o concepción La política cultural es una reflexión integral y una actitud democrática

permanente para investigar, rescatar y valorar la cultura nacional, promoverla, desarrollarla y difundirla, así como para la asimilación crítica y la difusión de la cultura universal.

L a política cultural se realiza en todo tiempo y lugar y a través de todos los medios de expresión y comunicación. Se procurará su ejecución mediante la planificación y promoción racionales y sistemáticas.

La política cultural debe insertarse como núcleo de las políticas naciona- les de desarrollo integral.

La política cultural debe concebirse, diseiíarse y ejecutarse con sentido endógeno y democrático. Esto es, debe partir su formulación de nece- sidades mayoritariamente sentidas en el interior de la sociedad y las comunidades nacionales y descubiertas mediante mecanismos partici- pativos y métodos científicos.

Principios y objetivos permanentes (Algunos se encuentran en la legisla- ción anterior y en el proyecto de nueva legislación. En este documento se han incorporado otros para presentar un cuadro más orgánico y, en lo posible, completo.) Procurar que la defensa, preservación, desarrollo, promoción y difusión

de la cultura constituya uno de los objetivos del Estado y una respon-

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La política cultural en Ecuador

sabilidad común de la sociedad, de conformidad con la política y la planificación nacional integral democráticamente establecidas.

Procurar que el acceso, la participación y la contribución plenos a todas las manifestaciones de la cultura sean derechos permanentes de los habitantes de la nación, así como su deber correlativo de contribuir a la preservación, desarrollo y exaltación de la cultura nacional.

Procurar que la cultura sea el principal factor de solidaridad humana, de unidad y soberanía de la nación y de transformación, justicia, libertad y paz de la sociedad.

Hacer efectiva la participación de todos los sectores sociales y geográficos en la vida cultural.

Respetar el pluralismo de los grupos étnico-culturales y promover su mutuo conocimiento y desarrollo en la perspectiva de la integración y la identidad nacionales.

Estimular y promover el espíritu de creación de todos los habitante8 en las manifestaciones trascendentales de la cultura, tales como la inves- tigación científica, la realización artística, la capacidad crítico-ideoló- gica y, en general, las expresiones culturales auténticas y espontáneas del pueblo.

Contribuir, con la educación permanente, a la formación ética, cívica, estética e intelectual de todas las comunidades nacionales.

Procurar la asimilación crítica de los valores de otras culturas y contra- rrestar la alienación y dependencia culturales y la influencia de la subcultura material.

Garantizar la libertad de expresión cultural y la defensa y estímulo, sin discriminación de ninguna índole, de los creadores y realizadores de cultura, intérpretes o ejecutantes artísticos.

Garantizar la protección y los beneficios sociales de los creadores y rea- lizadores de cultura, artistas e intérpretes de acuerdo a las leyes correspondientes.

Procurar la contribución de los medios de comunicación social para el desarrollo cultural.

Estructura del sistema nacwnul de cultura (estructura y administración)

La ejecución de la política o las políticas culturales, así como la de los planes y programas de desarrollo cultural, se realizan a través de siste- mas y/o estructuras administrativas culturales, que pueden estar confor- mados por las instituciones del Estado y también por las instituciones privadas de cultura, mediante mecanismos de concertación y coordina- ción. Se trata, en todo caso, de que el sistema sea realmente nacional y no sólo estatal. El sistema debe tener una estructura, organización y funcionamiento gue

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L a nueva política cultural

cubra vertical y horizontalmente todas las manifestaciones culturales posibles y todos los sectores sociales y geográficos del país.

Sus básicos principios de funcionamiento deben ser la coherencia, la con- certación y coordinación, la centralización de las decisiones generales de la política cultural (planificación nacional) y la desconcentración de las acciones y la descentralización administrativa de los sectores.

Debe estar ubicado en el centro del área de la acción social del Estado, en interrelación directa y permanente, de manera especial, con los sistemas de la educación, de la salud, de la protección o bienestar social.

Debe estar conectado en su nivel superior (política, planificación y deci- sión) con los organismos superiores de la dirección de la nación y, asimismo, con los niveles más amplios y horizontales de la comuni- dad nacional (sistemas de organización de los grupos populares mayo- ritarios).

Debe comprender por lo menos tres niveles principales :

a) Un nivel superior (Consejo Nacional y/o ministro y/o directores), a cuyo cargo estará la política general básica, la planificación na- cional y las decisiones respectivas. Un nivel de fundación y ejecución que comprenderá la sectoriza- ción cultural a través de las instituciones a cargo de las diferentes manifestaciones de la cultura, con líneas horizontales de funcio- namiento interdependiente entre ellas, y la regionalización geo- gráfica nacional, ágil y coherente, de acuerdo a los caracteres cul- turales y ecológicos y con medios de comunicación que manten- gan un permanente contacto y mutua información, y con progra- mas de trabajo que procuren la integración entre las comunidades locales, subregionales, regionales y nacionales. L a sectorización geográfica debe tener un sentido más cultural y socioeconómico más bien que simplemente administrativo. Un nivel administrativo y de infraestructura, asimismo ágil y en lo posible con personal especialmente preparado para la acción cultural.

b)

c)

El sistema debe comprender en su función las principales fases de la acción y la administración culturales : investigación y planificación general y sectoriales (diagnóstico, programación, evaluación, retroali- mentación) ; la acción cultural propiamente, que comprende la aten- ción integral al patrimonio cultural y la promoción de las expresiones culturales dinámicas (ideas, artes y ciencias).

El subsistema del patrimonio cultural (institución de régimen interno autónomo) debe contemplar todas las diferentes formas patrimoniales y testimonios de la cultura (historia, arte, arquitectura, bienes con- juntos o individuales), así como las fases de investigación, valoración, restauración, promoción y difusión. Asimismo deberá concertar y coor-

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L a política cultural en Ecuador

dinar su acción con las instituciones encargadas del patrimonio natu- ral y con las políticas y planificaciones urbanísticas y de vivienda.

El subsistema de promoción de lm manifestaciones culturales es m u y a m - plio y debe estar en constante movimiento; puede extenderse o res- tringirse, según las prioridades de la política cultural básica y general; pero en todo caso debe procurar el mayor horizonte y profundidad.

Asimismo, cada una de las manifestaciones culturales debe tener su pro- pia política sectorial y metodología de trabajo y siempre cumplir las fases de toda acción cultural : investigación, planificación, realización, diagnóstico, evaluación, etc.

El esquema básico de este subsistema sería: Ciencia y tecnología en sus relaciones con las otras manifestaciones

culturales y en el proceso del desarrollo, especialmente las políticas de las ciencias sociales y humanas.

Artes : literatura, idioma nacional y lenguas aborígenes, artes plás- ticas, artes musicales (enseñanza, creación, interpretación), artes de representación (teatro, danza, ópera), arte popular y folklore, cine, et- cétera.

L a infraestructura debe comprender no sólo los bienes físicos del servicio cultural, sino nuevas formas para la promoción, comunicación y difu- sión de la cultura (especialmente los medios audiovisuales) .

Asimismo son parte del subsistema del patrimonio cultural y, al mismo tiempo, infraestructura del servicio cultural, los museos, las bibliote- cas, archivos y centros de documentación.

Dentro del sistema global y, si es posible, en los subsistemas o sectores, deben establecerse centros de formación de personal para la acción cultural y centros de documentación e información para la planifica- ción de las políticas de desarrollo cultural.

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Anexos

I. Actual sistema cultural nacional (Desarticulado)

colegios de arm, conservatorios, Instituto Nacional de Danza)

Difusión: Conjunto Nacional de Danza

Sector público administración estatal gobierno central

Sectores semi-públlco y privado

Ministerio de Relaciones Exteriores (Difusión nacional e internacional) o__d Ministerio de Defensa Nacional (Promoción cultural Fuerzas Armadas)

Academia de la Lengua Academia de Historia

Ministerio de Industrias y Comercio (Dirección Nacional de Turismo: difusión patrimonio cultural)

Ministerio de Bienestar Social (Promoción cultural indirecta) (legal-teórico)

Secretaria Nacional de Información Pub. (Promoción y difusión cultural)

- Consejo Nacional de Cultura

Politica Cultural (cobertura incompleta) (sin coordinación)

7- Administración autónoma

Casa de la Cultura Ecuatoriana (politica cultural, patrimonio, acción .cultural; bibliotecas, archivos, museos, editoriales, etc.)

Orquestas sinfónicas (Nacional, Guayaquil, Cuenca)

Municipios: direcciones de cultura, patronatos de cultura, comisiones de cultura (promoción y difusión, museos, bibliotecas, teatros, editoriales, etc.

Universidades: enseñanza artistica,

Organizaciones Culturales de * Derecho Privado

Sociedad Filarmónica Asociaciones de intelectuales y artistas Colegios profesionaies Instituto Ecuatoriano del Folklore

Sector privado

brganos culturales internos (Actos de difusión cultural) Sistema de estímulos culturales. (Concursos eventuales empresa privada)

Administración Cultural Nacional-Internacional

Instituto Panamericano de Geografía e Historia, Sección Nacional Centro Interamericano de Arte Popular (CIDAP) Centro Internacional de Estudios de Coqunicación Social (CIESPAL) Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) Instituto Andino de Artes

departamentos de letras; talleres; - Financiamiento estatal

Total Parcial Populares (IADAP)

direcciones de extensión cultural: bibliotecas, teatros, museos,. editoriales, etc.

Banco Central (museos); instituto Otavaleiio de Antropologia; Instituto Andino de Artes Populmes

II. Casa de la Cultura Ecuatoriana! (aiio 1975)

Dirección Nacional

Esquema estructural matriz

Arte Colonial

Arte Moderno I -

Instrumentos Musicales

Dirección de Patrimonio Artístico Nacional

1

I I - I

7 Centro Nacional de Etnográfico

=Museos

Documentos Cientificos

Biblioteca Nacional

Archivo Nacional de Historia

Sección de Artes de la -Representación I I I

Ballet

Coro

Teatro

I - - Sección de Artes Plásticas

Sección de Literatura

Sección de Ciencias Juridicas, Sociales y Económicas

Sección de Ciencias Flsicas Naturales y Biológicas

Sección de Antropología Social y Cultural

~ ~~

Sección de Filosofia y Educación

-I Sección de Comunicación Social

1. Institución cultural principal del Estado

Sewetarla Generai

Relaciones Públicas

I 1 I - I InteNenCi6n

Tesorería

Biblioteca

Radiodifusora Subdirecciones

I I 1

Bodega

Editorial

Personal de servicio T I Esquema geogr8flco ( Desconcentración administrat ¡va)

Núcleos provinciales

Guavas Carchi

A m y I m ba bura

Manabi Cotopaxi

Loja Bolívar

Esmeraldas Los Rios

Tungurahua Cañar

Chimborazo EI Oro

7

7

- - - -

III. Ministerio de Educación Pública. Dirección Nacional de Construcciones Educativas

PROYECTO DE INFRAESTRUCTURA CULTURAL DECENIO 1977-1986

Año

77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 Totales Programa

Locales culturales Núcleos casa de la cultura 3 3 6 6 3 21 Conservatorios de música 1 2 4 1 0 5 22 Centros documentación 3 10 2 15 Centros culturales 10 10 12 8 6 4 50

Inversión en sucres (miliones) 5 30 30 25 20 16 12 8 6 4 156’ ~

1. Aproximadamente cinco millones de dólares de los Estados Unidos.

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