La Polis Griega y La Creación de La Democracia

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    La polis griega y la creacin de la democracia

    Cornelius Castoriadis

    Cmo puede uno orientarse en la historia y en la poltica? Cmo juzgar y decidir? Parto deesta cuestin poltica y me interrogo: Qu inters poltico tiene para nosotros la democraciagriega antigua?

    En cierto sentido, Grecia es evidentemente un supuesto de esta discusin. En Grecia naci lainterrogacin razonada sobre lo bueno y lo malo ,sobre los principios mismos en vinud de loscuales nos es posible afirmar, ms all de las frusleras y de los prejuicios tradicionales, que unacosa es buena o mala. Nuestro cuestionamiento poltico es, ipso facto, una continuacin de lamisma posicin griega aunque, en ms de un punto de vista importante, la hemos sobrepasado eintentarnos aun sobrepasarla.

    Las discusiones modernas sobre Grecia estuvieron envenenadas por dos preconcepciones

    opuestas y simtricas y, en consecuencia y en cierto sentido, equivalentes. La primera, queencontramos ms frecuentemente desde hace cuatro o cinco siglos, consiste en presentar aGrecia como un modelo, como un prototipo, como un paradigma eterno .1 (Y una de las modasactuales es la inversin exacta de esta estimacin: Grecia sera el antimodelo, el modelonegativo.) La segunda concepcin, ms reciente, se resume en una "sociologizacin" o en unaetnologIzacin completas del estudio de Grecia. Las diferencias entre los griegos, losnambikwaras y los bamilekes son puramente descriptivas. En un plano formal, esta segundaactitud es sin duda correcta. No slo (y esto es evidente) no podra haber la menor diferencia de"valor humano", de "mrito" o de "dignidad" entre pueblos y culturas diferentes, sino quetampoco se podra oponer la menor objecin al procedimiento de aplicar al mundo griegomtodos aplicados a los aruntas o a los babilonios.

    Y, con todo eso, este segundo enfoque deja de lado un punto nfimo pero al mismo tiempodecisivo. La interrogacin razonada sobre las otras culturas y la reflexin acerca de ellas nocomenzaron ni con los aruntas ni con los babilonios. Y en verdad se podra demostrar que dichainterrogacin y dicha reflexin eran all imposibles. Hasta Grecia y fuera de la tradicingrecooccidental las sociedades estn instituidas segn el principio de un estricto cerco; ese

    punto de vista declara: nuestra visin del mundo es la nica que tiene sentido y que esverdadera, las "dems" son extraas, inferiores, perversas, malas, desleales, etc.Como observaba Hannah Arendt, la imparcialidad lleg al mundo con Homero 2, y esaimparcialidad no es sencillamente "afectiva" sino que interesa tambin al conocimiento y a la

    comprensin. El verdadero inters por los otros pueblos naci con los griegos, y ese inters essolamente otro aspecto de la mirada crtica e interrogadora que los, griegos dirigan a sus

    propias instituciones. En otras palabras, ese inters esta dentro del movimiento democrtico yfilosfico creado por los griegos.

    Que el etnlogo, el historiador o el filsofo estn en condiciones de reflexionar sobre sociedadesque no son la suya propia o hasta sobre su propia sociedad se hizo posible y se convirti en unarealidad slo dentro del marco de esta tradicin histrica particular: la tradicin grecooccidental.Y de dos cosas una: o bien ninguna de esas actividades tiene un privilegio particular respectode la otra, por ejemplo, la adivinacin por el veneno en los azandes en ese caso el psicoanalista,

    por ejemplo, no es ms que la variante occidental del chamn como deca Lvi-Strauss; y el propio Lvi-Strauss, as como toda la cofrada de los etnlogos, no sera ms que una variedadlocal de hechiceros que se ponen (dentro de ese grupo de tribus particular que es el nuestro) a

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    exorcizar a tribus extranjeras o a someterlas a algn otro tratamiento, y aqu la nica diferenciaest en que en lugar de aniquilarlas por fumigacin, se las aniquila por estructuralizacin; o bIenaceptamos, postulamos en principio una diferencia cualitativa entre nuestro enfoque terico ylas dems sociedades y los enfoques de los "salvajes" y. asignamos a esta diferencia un valor

    bien preciso, limitado, pero slido y positiv o3. Entonces comienza una discusin filosfica.

    Solamente entonces y no antes, porque entablar una discusin filosfica supone afirmar previamente que pensar sin restricciones es la nica manera de abordar los problemas y lastareas. Y, puesto que sabemos que esta actitud no es en modo alguno universal, sino que esenteramente excepcional en la historia de las sociedades humana s4, debemos preguntarnoscmo, en qu condiciones, por qu caminos la sociedad humana fue capaz, en un caso

    particular, de romper el cerco por obra del cual ella existe por regla general .

    En este sentido, si es equivalente describir y analizar a Grecia y describir y analizar a cualquierotra cultura tomada al azar, meditar y reflexionar sobre Grecia no es equivalente ni podra serlo.Pues en este caso meditamos y reflexionamos sobre las condiciones sociales e histricas del

    pensamiento mismo, por lo menos tal como lo conocemos y lo practicamos. Debemosdesembarazamos de estas dos actitudes gemelas: o bien habra habido antes una sociedad que es

    para nosotros el modelo inaccesible, o bien la historia sera fundamentalmente chata y uniformey no habra ms que diferencias descriptivas significativas entre diversas culturas. Greciaes ellocus historicosocial donde se cre la democracia y la filosofa y donde, por consiguiente,estn nuestros propios orgenes. En la medida en que el sentido y el vigor de esta creacin noestn agotados -y yo estoy profundamente convencido de que no lo estn-, Grecia es paranosotros un germen, no un "modelo" ni un ejemplo entre otros, sino un germen.

    La historia es creacin: creacin de formas totales de vida humana. Las formas historicosocialesno estn "determinadas" por "leyes" naturales o histricas.

    La sociedad es autocreacin. La sociedad y la historia crean la sociedad instituyente poroposicin a la sociedad instituida, sociedad instituyente, es decir, imaginaria social en el sentidoradical de la expresin.

    La autoinstitucin de la sociedad es la creacin de un mundo humano, un mundo de cosas, delenguaje, de normas, de valores, de modos de vida y de muerte, de objetos por los que vivimos yde objetos por los que morimos ... y, desde luego, la creacin del individuo humano en quienest masivamente incorporada la institucin de la sociedad.

    En esta creacin general de la sociedad, cada institucin particular e histricamente dada de la

    sociedad representa una creacin particular. La creacin, en el sentido en que yo entiendo eltrmino, significa el establecimiento de un nuevo eidos, de una nueva esencia, de una nuevaforma en el sentido pleno y fuerte de ese trmino: nuevas determinaciones, nuevas formas,nuevas leyes. Ya se trate de los chinos, ya se trate de los hebreos clsicos o de la Grecia antigua,ya se trate del capitalismo moderno, la institucin de la sociedad implica establecerdeterminaciones y leyes diferentes, no slo leyes "jurdicas", sino maneras obligatorias de

    percibir y concebir el mundo social y "fsico" y maneras obligatorias de actuar en l. En el senode esta institucin global de la sociedad aparecen creaciones especficas; por ejemplo, la cienciatal como la conocemos y concebimos es una creacin particular del mundo grecooccidental.

    Aqu surge toda una serie de cuestiones decisivas sobre las cuales debo contentarme con esbozarslo algunas reflexiones. Ante lado, cmo podemos comprender las instituciones de sociedades

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    pasadas y/o "extranjeras"? (Y, en definitiva, cmo y en qu sentido podemos pretendercomprender nuestra propia sociedad?)

    En el dominio historicosocial, no tenemos "explicaciones" en el sentido de las ciencias fsicas.Toda "explicacin" de esta clase ser trivial, fragmentaria o condicional. Las innumerables

    regularidades de la vida social -sin las cuales, por supuesto, esta vida no existira- son lo que son porque la institucin de esa sociedad particular ha establecido ese complejo particular de reglas,de leyes, de significaciones. de valores, de instrumentos, de motivaciones. etc. Y esa institucines el magma socialmente sancionado (de manera formal o informal) de las significacionesimaginarias sociales creadas por esa sociedad particular. De manera que comprender unasociedad significa primero y sobre todo penetrar las significaciones imaginarias sociales (oaduearse de ellas) que mantienen unida a dicha sociedad. Es ello posible? Debemos tener encuenta dos hechos.

    El primer hecho es indiscutible: la casi totalidad de los miembros de una sociedad dada nocomprenden ni podran comprender una sociedad "extranjera". (Por supuesto, no hablo de losobstculos superficiales). Esto es lo que he llamado el cerco cognitivo de la institucin.

    El segundo hecho (que puede discutirse y que se discute aunque yo lo tengo por aceptado)consiste en que en ciertas precondiciones sociales, histricas y personales bien precisas, algunas

    personas pueden comprender algo de una sociedad extranjera, lo que hace suponer cierta"universalidad potencial" de todo lo que es humano para los seres humanos. Contrariamente alos lugares comunes heredados, la raz de esta universalidad no es la "racionalidad" humana (sien este dominio se tratara de racionalidad nadie ajeno a l habra comprendido nunca algo delDios hebreo o de cualquier otra religin), sino que esa raz est en la imaginacin creadoracomo componente nuclear del pensamiento no trivia l5. Todo cuanto fue imaginado por alguien

    con suficiente fuerza para modelar el comportamiento, el discurso o los objetos puede en principio ser reimaginado (representado de nuevo, wiedervorgeslellt) por algn otro.

    Conviene insistir aqu en dos polaridades significativas.

    En esta comprensin historicosocial, se impone la distincin entre "verdadero" y "falso", y nosencillamente en un sentido superficial. Uno puede decir cosas sensatas sobre las sociedades"extranjeras" as como puede decir absurdos (los ejemplos abundan).

    Lo "verdadero" no podra estar sometido en este caso (como ocurre toda vez que se trata de pensamiento) a los procedimientos corrientes de "verificacin" o de "refutacin" que, segn se piensa hoy (sin razn y sin temor a los lugares comunes), permiten trazar una lnea dedemarcacin entre "ciencia" y "no ciencia". La idea de Burckhardt sobre la importancia delelemento agonstico (agon: lucha, combate, rivalidad, competencia) en el mundo griego(concepto que ocupa un lugar de primer plano en las reflexiones de Hannah Arendt sobreGrecia), por ejemplo, es verdadera, pero no en el mismo sentido en que E=mc2: Qu quieredecir verdadero en este caso? Que esta idea agrupa una clase indefinida de fenmenos histricosociales en Grecia, fenmenos que de otra manera estaran sin conexin, no necesariamente ensu relacin "causal" o "estructurar', sino en su significacin y quiere decir que su pretensin de

    poseer un referente real o efectivo (es decir que no sea sencillamente imaginario, ni una ficcincmoda ni siquiera un ldealtypus, una construccin racional lmite 6 del observador) puede ser elobjeto de una discusin fecunda por ms que tal discusin quiz sea (y en casosdecisivos debe serlo) interminable. En suma, esa idea dilucida e inicia un proceso dedilucidacin.

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    A primera vista la situacin asume un aspecto diferente cuando hablamos de nuestra historia ode nuestra tradicin o cuando hablamos de sociedades que aunque son "otras" no son"extranjeras", en el sentido de que existen vnculos genealgicos estrechos entre sussignificaciones imaginarias y las nuestras, en el sentido de que de un modo u otro continuamos"compartiendo" el mismo mundo y que subsiste alguna relacin activa intrnseca entre la

    institucin de esas sociedades y la nuestra. Puesto que nosotros venimos despus de esacreacin aunque estamos en la misma concatenacin, puesto que nos encontramos, por asdecirlo, aguas abajo y vivimos, por lo menos parcialmente, en el marco mental y en el universode seres que dichas sociedades han establecido, parecera que nuestra comprensin de nuestrassociedades "atvicas" no presentara ningn misterio. Pero evidentemente surgen otros

    problemas. Por la fuerza de las cosas, esta "pertenencia comn" es en parte ilusoria por ms quea menudo se d la tendencia a considerarla como plenamente real. Aqu los "juicios de valor"

    proyectados asumen una gran importancia e interfieren en nuestra comprensin. Esextremadamente difcil de establecer la conveniente distancia entre nosotros mismos y "nuestro

    propio pasado"; las actitudes frente a Grecia que mencion antes dan adecuado testimonio de

    ello. La ilusin de la Selbstverstiindlichkeit puede ser catastrfica: por ejemplo, hay quienes piensan hoy que la democracia o la indagacin racional son cosas obvias al proyectaringenuamente sobre toda la historia la situacin excepcional de su propia sociedad... y al hacerlose colocan en la imposibilidad de comprender lo que la democracia y la indagacin racional

    podan significar para la sociedad en que ellas fueron creadas por primera vez.

    La segunda cuestin se presenta de la manera siguiente: si la historia es creacin, cmo podemos juzgar y decidir? Esta cuestin (conviene subrayarlo) no se formulara si la historiafuera simple y estrictamente una concatenacin causal o si comprendiera su phsis ysu telos. Precisamente porque la historia es creacin, la cuestin del juicio y de la eleccin odecisin se presenta como una cuestin radical y no superficial.

    La radicalidad de la cuestin se debe a que, a pesar de una ilusin ingenua y muy difundida, nohay ni podra haber fundamento riguroso y ltimo de cualquier cosa que sea, ni siquiera delconocimiento y ni siquiera de la matemtica. Recordemos que esta ilusin de los fundamentosnunca fue alimentada por los grandes filsofos, ni por Platn ni por Aristteles, ni por Kant ni

    por Hegel. Descartes fue el primer filsofo importante que sucumbi a la ilusin del"fundamento...y es ste uno de los terrenos en qu e su influencia result catastrfica. Sesabe que desde Platn toda demostracin presupone algo que no es demostrable. Quisierainsistir aqu sobre otro aspecto de la cuestin: los juicios que formulamos y las decisiones queefectuamos pertenecen a la historia de la sociedad en que vivimos y dependen de ella. No quiere

    decir esto que esos juicios y decisiones sean tributarios de "contenido" historicosociales particulares (aunque esto tambin es exacto). Quiero decir ms precisamente que el simplehecho de juzgar y decidir o elegir, en un sentido profundo, presupone no slo que formamos

    parte de esta historia particular, de esta tradicin particular en la que por primera vez se hizoefectivamente posible juzgar y decidir, sino que antes de todo juicio y decisin de "contenidos"nosotros ya hemos juzgado afirmativamente y elegido esta tradicin y esta historia. Pues talactividad y la idea misma de juzgar y decidir son grecooccidentales, fueron creadas en esemundo y en ninguna otra parte. La idea no se le habra ocurrido ni podra habrsele ocurrido aun hind, a un hebreo clsico, a un autntico cristiano o musulmn. Un hebreo no tiene nadaque decidir o elegir; recibi de una vez por toda la verdad y la ley de manos de Dios; si se

    pusiera a juzgar y a decidir sobre esto ya no sera un hebreo. Tampoco un cristiano tiene nadaque juzgar ni decidir: slo tiene que creer y amar pues est escrito "no juzgues y no sers

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    juzgado" (San Mateo VII, 1). Por otra parte, un grecooccidental, un ("europeo") que presentaargumentos racionales para rechazar la tradicin europea confirma eo ipso esa tradicin ascomo el hecho de pertenecer permanentemente a ella.

    Con todo, esta tradicin no nos permite tampoco descansar pues engendr la democracia y la

    filosofa, las revoluciones norteamericana y francesa, la comuna de Pars y los consejos obreroshngaros, el Partenn y Macbeth; pero esa tradicin produjo tambin la matanza de losmelianos por parte de los atenienses, la inquisicin, Auschwitz, el Gulag y la bomba H. Cre larazn, la libertad y la belleza, pero tambin la monstruosidad a raudales. Ninguna especieanimal habra podido crear Auschwitz o el Gulag: hay que ser un ser humano para mostrarsecapaz de ello. Y en nuestra tradicin se han realizado por excelencia estas posibilidadesextremas de la humanidad en el dominio de lo monstruoso. El problema del juzgar y del decidirsurge pues en esta tradicin que no podramos validar en bloque, ni siquiera por un instante. Y,claro est, este problema no se plantea como una simple posibilidad intelectual. La historiamisma del mundo grecoocidental puede interpretarse como la historia de la lucha entre laautonoma y la heteronomia.

    Como se sabe, el problema del juicio y de la eleccin es objeto de la tercera Crtica de Kant y sesabe que Hannah Arendten sus ltimos aos se volvi hacia esa tercera Crtica en su intento dehallar un fundamento para esas actividades del espritu. Tengo la impresin de que hoy sedifunde una especie de ilusin entre los discpulos y los comentaristas de Hannah Arendt,ilusin que consiste en pensar a) que, de una manera u otra, Kant "resolvi" este problema en latercera Critica y b) que su "solucin" podra transponerse al problema poltico o por lo menosfacilitar la elaboracin de este ltimo. Y, en efecto, la facilita, pero, como intentar demostrarlo

    brevemente, de manera negativa.

    Sostengo que toda esta cuestin es un extrao entrecruzamiento (frecuente en filosofa) deintuiciones justas a las que se lleg por razones errneas. Esto comienza con el propio Kant.Por qu, nueve aos despus de la primera edicin de la Crtica de la razn pura, Kant sesinti impulsado a plantear la cuestin del Urteil y de la Urteilskraft ? 7 las respuestasaparentemente slidas dadas a esta cuestin en el Prefacio y la Introduccin a latercera Crtica aparecen como reconstrucciones racionales o racionalizaciones, como unaempresa de elaboracin sistemtica y sistematizante de motivaciones filosficas ms profundasy no siempre plenamente conscientes. La primera de esas motivaciones es sin duda el hecho deque Kant comprendi que lodo el edificio de la Crtica de la razn pura quedaba en el aire, quetodo lo "dado" no bastaba para producir la Erahrung (experiencia), que la organizacin de un"mundo" partiendo de la Mannigfaltigkeit (diversidad, multiplicidad) de los datos supone queesa Mannigfaltigkeit posee ya un mnimo de organizacin intrnseca, puesto que por lo menosdebe ser organizable. Ninguna categora de causalidad podra legislar una Mannigfaltigkeit quese conformara con esta ley: si y sucedi antes a x, nunca una ysuceder de nuevo auna x8 Verdad es que en un mundo totalmente "catico" de este tipo, sera imposible laexistencia de un "sujeto cognoscente" real, efectivo, pero ste no es ms que un segundoargumento, igualmente vigoroso contra la monocracia del trascendentalismo subjetivo. El objetode la legislacin debe aparecer como "legislable"; y el legislador debe "existir" realmente.Ambas condiciones implican un mundo que no sea totalmente catico.

    El "feliz azar" (glcklicher Zufall), el carcter "contingente" de la unidad sistemtica de las

    leyes de la naturaleza y de su facultad de responder a los imperativos del Verstand -que enrealidad y en cierto sentido es la verdad de la cuestin- no aporta una respuesta filosfica digna

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    de este nombre a aquella problemtica. De ah el paso a una teleologa (reflexiva y noconstitutiva) de la naturaleza: aunque no podamos "probarlo" .la naturaleza funciona como siestuviera organizada de conformidad con ciertos fines. La obra de arte humana ofrece unanlogo de este trabajo de la naturaleza, pues en ella podemos ver "la imaginacin en su libertadmisma como determinable de manera final para el entendimiento"(prrafo 59).

    Y precisamente. la segunda motivacin es el reconocimiento del carcter especfico de una obrade arte 9 Kant debe conciliar su deseo (o su necesidad) de presentar una "esttica", una filosofade lo bello y un locus filosfico para esa filosofa, y su vago sentimiento del carcter especficoontolgico del arte como creacin. Y. desde luego, en este punto Kant sobrepasa la tradicin yla ontologa clsica. La gran obra de arte no se atiene a reglas sino que establece nuevas reglas,la obra de arte es Muster y exemplarisch. El artista, el genio, no es capaz de describir o deexplicar cientficamente su obra, pero establece la norma como naturaleza (als Natur. prrafo46). Claro est, aqu se trata de la natura naturans y no de la natura naturata, no de la naturalezade La crtica de la razn pura, s ino de una fuerza "viva" que rene a la materia bajo la forma. Elgenio es Natur y la Natur es genio! en cuanto libre imaginacin determinable segn lafinalidad.

    La tercera motivacin es el creciente inters que sinti Kant por las cuestiones de la sociedad yla historia, inters manifiesto en sus numerosos escritos de la poca sobre esos temas yexpresado en la tercera Crtica a travs de la idea de un sensus communis y de la distincin entrela validez universal (Allgmeingltigkeit) objetiva y subjetiva.

    Antes de considerar las cuestiones que plantea el hecho de recurrir frecuente hoy- a latercera Crtica en lo relativo a las actividades de juzgar y decidir, es necesario que nosdemoremos algn tanto en una paradoja de primera rnagnitu d10 Por qu habra que recurrir a

    la Crtica del juicio cuanto toda la filosofa prctica est explcitamente enderezada a laformulacin de reglas y mximas de juicio y eleccin en las cuestiones "prcticas"? Por qu, enlas recientes discusiones, se pasan por alto las bases aparentemente slidas ofrecidas por lafilosofa prctica de Kant en materia de juicio poltico fundamental, siendo as que hace unosochenta aos dichas bases inspiraron copiosamente a los socialistas neokantianos, a losaustromarxistas. Etc.? Si el imperativo categrico como tal es algo vaco, si no es ms que laforma elemental de la universalidad abstracta, como lo vieron y dijeron justamente Schiller yHegel, si los intentos de Kant para derivar exhortaciones positivas y prohibiciones partiendo del

    principio de contradiccin dejan de desear, no se podra decir ciertamente lo mismo de sus"imperativos prcticos". S una persona y respeta a los dems como personas; respeta lahumanidad en todo ser humano; trata a los dems como fines y nunca como simples medios....si estos principios son vlidos, ciertamente se sentir uno chocado por un personaje comoEichmann y lo que ste representa. Pero no experimentar ninguna perplejidad en cuanto a la

    posibilidad de juzgarlo. Hans Jonas no habra ya tenido que preocuparse por ser capaz de decir aHitler, "Lo matar" y no decirle " Usted no tiene razn 11 .

    Pero evidentemente la cuestin no queda reglada de esta manera. En primer lugar. Hitler tendrarazn al responder: "Usted no puede demostrarme la validez de sus mximas". En segundolugar. Hitler no respondera nada parecido a eso, pues ni los nazis ni los stalinianos discuten, selimitan a sacar sus revlveres, y en tercer lugar, si las mximas escapan a la indeterminacin,ello se debe nicamente a que hemos tomado la costumbre de dar un contenido ms o menos

    determinado a las nociones de "persona", de "humanidad". etc. Esta no es porfa filosfica. Nohace mucho tiempo que la Iglesia condenaba a hombres a la hoguera para salvarles su

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    "humanidad", su alma. Las mximas (o todas las reglas similares) slo tienen valor en unacomunidad y para una comunidad en la que a) se acepte la discusin razonable (no "racional")como un medio de superar las diferencias. b) se admita que no todo puede ser "demostrado" y c)exista un grado de consenso suficiente (aunque sea slo tcito) en cuanto a la significacin, msall de su definicin lgica, de trminos tales como "persona" o "humanidad" (o tambin

    "libertad", "igualdad". "justicia". etc.). Se observar que estos trminos representansignificaciones imaginarias sociales por excelencia.

    Las similitudes que presentan estos supuestos previos con las de toda discusin sobre el arte sonevidentes. Lo cual no quiere decir, por supuesto, que los juicios polticos y estticos procedande un tronco comn; quiere decir que, prima facie, no deja de ser razonable estudiar lascondiciones en las que una comunidad puede discutir y entenderse sobre cuestiones que se salendel campo de los rigurosos procedimientos de la demostracin.

    Pero no es menos evidente que esas condiciones son tan restrictivas que pierden toda utilidadcuando encarnamos las cuestiones de fondo. La tercera Crtica de Kant representa en realidaduna descripcin, no una "solucin", del problema del juicio. Por importante que ella sea no nos

    presta ninguna ayuda en la busca de los "fundamentos". Como "solucin", no es ms que una peticin de principios desde un punto de vista estrictamente lgico, lo que equivale a decir, enmi propia terminologa, que describe el crculo primario de la creacin historicosocial sinsaberlo. Esta es la cuestin que me propongo discutir brevemente ahora.

    Hagamos notar desde el comienzo que, por lo menos que yo sepa, la invocacin a la Critica del juicio tiene que ver aqu nicamente con las ideas de "gusto" y de "juicio reflectante", peroabsolutamente nada con la idea de que la gran obra de arte es una creacin. Quienes adoptanesta actitud ignoran o disimulan una apora central (y fatal) de la obra de Kant.

    Para Kant, el "juicio reflectante" esttico posee una subjektive Allgemeingltigkeit (una validezuniversal subjetiva) por oposicin a la validez universal objetiva de los juicios formulados, porejemplo, en el campo terico. Ese juicio reflectante se refiere al gusto y depende de la

    posibilidad que el sujeto tiene de colocarse "en el lugar de otro". Ninguna condicin de estanaturaleza se requiere en los casos de los juicios de validez universal objetiva en los que el"otro" (desde el punto de vista del quidjuris) no presenta el menos inters.

    De dnde procede esta validez universal (subjetiva) del juicio de gusto? Del hecho de que, enel juicio esttico, yo no digo "esto me gusta" ni "esto me parece bello" sino que digo"esto es bello". Aqu reivindico la universalidad de mi juicio. Pero evidentemente esto no basta.

    Es perfectamente posible que yo d (o que se estime que doy) la forma de la universalidad a unaclase de mis juicios sin que el menor contenido de ellos corresponda de manera vlida a esaforma. Es perfectamente posible que yo formule una pretensin a la universalidad y que esa

    pretensin permanezca siendo vana y vaca.

    A velle ad esse non valet consequentia. Aqu la trampa logicotrascendental no funciona. Cuandodigo, no "Creo que P es verdadero", sino "P es verdadero", la cuestin de la validez universal demi juicio puede, en principio, ser zanjada mediante reglas y procedimientos. Y si alguien medice que "nunca hay algo verdadero" o bien que "la verdad es una cuestin de capricho", esealguien se sale de jure del campo de la discusin racional. En las cuestiones tericas no tengoque preocuparme de esto, puedo prescindir del asentimiento de los "dems" y ya no tengonecesidad de observar las cosas desde "el punto de vista de lo otros" .12 No ocurre esto con el

    juicio reflectante en el que es necesario que yo haga intervenir el punto de vista de otro. Ahora

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    bien, si los dems tuvieran "gusto puro", si existiera algo as como un "gusto puro", aun"trascendentalmente", es decir, en el sentido en que el reiner Verstand debe "existir", todo estono sera ms que un simple juego de palabras. El otro sera slo un ejemplo concreto ms delmismo

    "universal" (por ms que ese universal no sea ciertamente ni lgico ni "discursivo") del cual yomismo sera tambin un ejemplo. En efecto, si existiera el "gusto puro", ello supondra que esegusto nada debe a las "particularidades empricas" de los sujetos involucrados y que en modoalguno estara afectado por dichas particularidades (lo mismo en el caso del conocimiento o dela tica). Pero, en el dominio del juicio esttico, los dems deben precisamente tomarse enconsideracin como otros. El otro no difiere de m "numricamente" (como habran dicho losescolsticos) sino sustantivamente. A pesar de las connotaciones del trmino reflectante, en el

    juicio reflectante el otro no es un espejo. El otro puede funcionar en el lugar que Kant leasigna porque es otro (diferente en un sentido no superficial). El juicio esttico existe y es deuna naturaleza diferente de la del juicio terico o prctico puro (tico) porque

    personas diferentes pueden entenderse sobre cuestiones de belleza. En el caso del juicio terico prctico el acuerdo es a la vez necesario y superfluo; aqu la universalidad es identidad de las"ejemplificaciones" numricas indefinidas e indiferentes. La "validez universal subjetiva" del

    juicio esttico es en cambio comunidad a travs de la no identidad. Al otro debe parecerle -o le parece- bella La ronda nocturna, aunque sea diferente de m en un sentido profundo.

    Pero diferente cmo, en qu medida, hasta qu punto? Slo lo bastante, ni demasiado diferenteni demasiado poco diferente. El juicio que yo formulo so bre Edipo Rey, podra quedarquebrantado si a un grupo de mandarines Tang, Song o Ming extremadamente refinados les

    pareciera repugnante esa tragedia? Debera yo pensar desde el punto de vista de Hokusaicuando miro Las seoritas de Avion? Kant habla, claro est, en varias ocasiones de la

    "educacin del gusto". Pero la educacin del gusto suscita dos problemas filosficos enormes(enormes en esta perspectiva). En primer lugar, la educacin del gusto es imposible amenos a) que la belleza est ya presente, y b) que la belleza sea reconocida justamente como tal.A partir de qu? Por quin? Sobre qu base? Quin educar a los educadores? O bien laeducacin del gusto es una expresin vaca de sentido, o bien la belleza es un Faktum histrico(como lo es tambin, en realidad, la Erfahrung) y su "reconocimiento" o su "recepcin" no

    podra explicarse ni comprenderse (y aun menos ser "fundada") as como no podracomprenderse su creacin (Kant dice Erzeugung, produccin, engendramiento). Lo que denuevo descubrimos aqu es ese crculo primario, originario, de la creacin: la creacin

    presupone la creacin. En segundo lugar, si pensamos en una educacin histricamente eficaz,

    llegaramos (y en verdad llegamos) a la imposicin de un "gusto" dado en una cultura particular.De manera que la uniformidad del gusto ser ms o menos "obligatoria"... y el juicio reflectanteno dar nada ms [como output] que los inputs ya inyectados en los sujetos histricos.

    Adems, si la belleza es un Faktum histrico, no hay una sola y nica historia deese Faktum, sino que hay una inmensa pluralidad de historias y, por tanto, tambin de gustos.Hemos sido educados -y nosotros continuamos educando a nuestros hijos- en y mediante lascreaciones de nuestra propia historia. Y es asimismo nuestra propia historia -y solamente estahistoria-la que nos educ, de manera tal que sabemos apreciar la belleza de las esculturasmayas, de las pinturas chinas o de la msica y de la danza de Bali, en tanto que lo inverso no escierto. Claro est que algunos de los mejores intrpretes contemporneos de Mozart son

    japoneses. Pero lo son porque esos intrpretes se han "accidentalizado": no tanto en el sentidoele que aprendieron a tocar el piano, a estudiar a Mozart, como en el sentido en que aceptaron

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    esa apertura, ese movimiento de aculturacin con su corolario: que la msica de ciertos brbarosno puede rechazarse de antemano sino que puede merecer la pena de que uno se aduee deella .13 Si el otro no es una sombra o un maniqu, pertenece a una comunidad hisroricosocialdefinida y concreta. Concreta quiere decir particular, una comunidad particular con su"educacin' particular, es decir, con su tradicin. Pero entonces, remitirse a su punto de vista

    flucta peligrosamente entre la vacuidad y la tautologa. Ese remitirse es vaco, si se consideraque el otro en cuestin se halla en cualquier comunidad; y es tautolgico, si apelamos a nuestra

    propia comunidad, pues entonces se trata siempre slo de continuar juzgando bello lo que ya juzgbamos como tal.

    Que ello deba ser as se debe ciertamente a lo que he llamado el cerco cognitivo de mundoshistoricosociales diferentes, y este concepto se aplica tanto al arte como a la "ciencia", tanto alas razones suficientes de morir como a las buenas maneras de mesa. Ciertamente hay que haceruna distincin entre la "ciencia" y lo dems o, en todo caso, el arte. Aun cuando rechacemos losargumentos pragmticos del tipo: "La validez universal de nuestra ciencia, por oposicin a lamagia de los salvajes, est probada por el hecho de que nosotros matamos a los salvajes conmucha mayor eficacia de lo que su magia puede matarnos", lo cierto es que las posibilidades deuna "validez universal" efectiva de la ciencia son muy superiores a las del arte. Pues, en el casode la ciencia, el componente conjuntista-identitario (legein y teukhein) es de una importanciaenorme y ese componente es menos variable de una cultura a otra .14 Por ejemplo, en la medidaen que la causalidad es universalmente reconocida (la propia magia opera sobre la base de unaespecie de postulado de la causalidad), puede uno convencer a cualquier salvaje, al precio de unnmero pequeo de operaciones, de que X es la causa de Y. Pero las posibilidades que tiene unode hacerle gustar de Tristan und I solde son infinitamente menores; para conseguirlo uno deberiniciar al salvaje en varios siglos de cultura europea. Naturalmente esto no se debe a un azar, elarte --que nunca fue "arte puro" salvo durante un perodo histrico reciente muy breve- estmucho ms estrechamente y profundamente vinculado con el ncleo de las significacionesimaginarias de una sociedad que el "conocimiento de las cosas".

    Desde luego, existe una respuesta kantiana a todo esto y esa respuesta es (por 10 menos) triple,Primero, la obra de arte se dirige a la "parte subjetiva que se puede suponer en todo hombre(como exigible para el conocimiento posible en general)" (prrafo 38). Y esta parte se encuentraen la animacin recproca de la imaginacin, en su libertad, y del entendimiento en suconformidad con una ley (Gesetzmiissigkeit) (prrafo 35), segn la proposicin conveniente(prrafo 21). Segundo, la "necesidad" del juicio de gusto se funda en un "conceptoindeterminado", el "concepto de un sustrato suprasensible de fenmenos" (prrafo 57). Y,

    tercero, existe un proceso histrico que equivale a un progreso de la educacin del gusto yciertarnente a una actualizacin de la universalidad efectiva en virtud de una marchaconvergente, y ese progreso se manifiesta en el desarrollo de la civilizacin en general y enla Au.fkliirung en particular (prrafo 41).

    No es posible ni necesario discutir aqu estos puntos. Me contentar con hacer notar, conreferencia al primero, que sus implicaciones son mucho ms vastas de 10 que parecen a primeravista. Puede uno estar de acuerdo sin dificultad en que la imaginacin, el entendimiento y lainteraccin "productiva" de una y del otro estn presentes en todos los hombres; la cuestin delgusto pone en juego mucho ms que esas "facultades" universales abstractas, pues se refiere a suespecificacin histrica concreta (Kant tena plena conciencia de esto, como lo demuestra sutercer punto y tambin la Observacin que sigue al prrafo 38). Pero, y esto es mucho msimportante, estas ideas remiten a la filosofa kantiana en su totalidad, tanto a la "filosofa pura"

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    como a la "filosofa de la historia", Sin esto, la tercera Critica se encuentra como suspendida enel aire. Me asombra que los partidarios contemporneos de recurrir a la tercera Critica no

    parezcan darse cuenta de que deberan aceptar, con el resto de la herencia, las ideas de un"sustrato suprasensible de los fenmenos" (en el sentido kantiano del trmino "suprasensible") yde la "humanidad", o tambin la idea de que la belleza es el "smbolo del bien moral" (prrafo

    59). Y ms asombroso aun me parece que esos hombres no puedan tener en cuenta el vnculoesencial que existe entre la teora del gusto y del juicio expuesta por Kant y el universohistrico, por otro lado, vnculo que se manifiesta en la posicin clara y sin equvocos de Kanten lo tocante a la Aufkliirung . Si todas las tribus humanas, despus del largo perodo en queerraron por las selvas salvajes de la precivilizacin, se reunieran ahora en los calveros dela Aufkliirung donde nosotros, los primeros que hemos llegado a ella, los saludaramosamistosamente a medida que fueran llegando, los problemas seran ciertamente muy diferentes.Pero, no se nos haba explicado que toda la discusin comenz precisamente a causa de lacrisis que quebrant las ideas y las normas de la Aufkliirung?

    Pasemos ahora al otro grupo de ideas de la tercera Crtica. Las bellas artes son las artes delgenio, y la obra del genio es una creacin, por ms que el propio Kant no emplee este mismotrmino .15 La obra del genio es nueva, no "numricamente", sino esencialmente por el hecho de

    presentar nuevas normas: es un nuevo edos. Es asimismo "modelo", "prototipo" (Muster).

    Pero, un modelo de qu y para hacer qu? El trmino es extrao puesto que uno naturalmenteesperara esta respuesta: un modelo para imitar. Pero Kant rechaza y condena severamente y conrazn la imitacin e insiste con nfasis en la originalidad esencial que para l es la marcadistintiva de la obra de arte, es decir, del genio. (Ay! si por lo menos se hubiera podido hacercomprender a la gente esa identidad, que arte = genio, desde siglos atrs...).

    SI se toma el trmino "prototipo" en el sentido formal, la obra de genio es un prototipo de naday para nada .16 Pero esa obra es un prototipo desde otros dos otros puntos de vista. Es un prototipo del "hecho" de la creacin; se propone como ejemplo no para Imitar ocopiar (Nachahmung o Nachmachung) sino como ejemplo que llama a una "continuacin" osucesin (Nachfolge), a fin de que se repita el hecho y la hazaa de la creacin. Y esa obra sirveigualmente de modelo para la educacin del gusto. En ambos casos volvemos a encontrar elcrculo de la creacin histrica, y ninguna construccin "lgica" o "analtica" nos permite salirde esta Situacin paradjica. La obra maestra puede servir de modelo para la educacin delgusto slo si el gusto ya est bastante desarrollado para reconocer aquella una obra maestra, yslo puede servir de modelo para una repeticin del acto creador SI ya est reconocida como laencarnacin de semejante acto.

    Detrs de la construccin aparentemente -como siempre- estanca de Kant y ms all de la tomade conciencia de su naturaleza, que, como de costumbre, es Inestable, encontramos aqu unaintuicin profunda de la verdad en esta materia. Como creacin, el arte no podra ser"explicado". Tampoco la recepcin de la gran obra de arte podra "ser explicada". La [uncin"educativa" de lo nuevo y de lo original es a la vez en hecho y una paradoja .17 Esa [uncin es unejemplo del hecho y de la paradoja de toda creacin histrica.

    La teora de la esttica de Kant constituye el nico sector de sus escritos fundamentales en elque el filsofo se ve obligado a ir ms all de su enfoque estrictamente dualista y de tener encuenta lo que los ulteriores neokantianos (Rickert) llamaran das Zwischenreich des immanenten

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    Sinnes (la regin intermedia del sentido inmanente). Es este el momento en que Kant se acercams a reconocer la creacin en la historia, aunque no la nombre, ni poda nombrarla. La bellezaes algo creado. Pero es caracterstico, en primer lugar, que Kant se haga una idea "excepcional"de la creacin: nicamente el genio crea... y el genio lo hace "como naturaleza", (por cierto, estanaturaleza no tiene nada que ver con la "naturaleza" de su filosofa terica. Se comprende sin

    dificultad que "naturaleza" es aqu un incmodo seudnimo que est en lugar de "Dios"; el"genio" es un ramal fragmentado de la inteligencia creadora encargado de toda reflexin sobrela teleologa de la "naturaleza".) Y en segundo lugar, tambin es caracterstico de Kant que lacreacin est restringida al dominio -ontolgicamente privado de peso- del arte. Lo que Kanttiene que decir sobre el trabajo cientfico en la tercera Crtica es caracterstico de la necesidadintrnseca en que se ve Kant de trivializarlo y de reducirlo a un proceso de acumulacin. En eldominio del arte, la validez efectiva, el reconocimiento y la recepcin de las normas (lassignificaciones o los "valores", para emplear la terminologa neokantiana) deben adquirir unaimportancia decisiva. De ah el paso de la "validez universal objetiva" a la "validez subjetiva" yde lo "determinante" a lo "reflectante": la determinacin no depende de la opinin de los dems,

    en tanto que lo reflectante la hace intervenir. De manera que el carcter irreductible de lacreacin y la comunidad/ colectividad de los seres humanos adquieren, aunque algoforzadamente, cierta categora filosfica, aunque slo sea como problemas.

    Kant cree que aporta una respuesta al interrogante de la esencia de la belleza (de lo que es la belleza) y de la "necesidad" de su reconocimiento comn. Naturalmente, no da tal respuesta.Debemos cobrar plena conciencia de la importancia capital que tiene la tercera Crtica, no sobrela cuestin del juicio, sino en cuanto a sus instituciones relativas a la creacin y a la comunidadhumana. Tambin debemos reconocer los lmites de esas intuiciones y el necesario origen detales lmites en el "cuerpo principal" de la filosofakantiana (en las otras dos Criticas). Si quiereuno liberarse de esos lmites, hay que hacer explotar ese cuerpo principal... pero entonces, lasintuiciones de la tercera Crtica asumen un sentido enteramente diferente y nos llevan endirecciones inesperadas. A causa de esos lmites -que en verdad son comunes a la corrientecentral de la tradicin filosfica heredada-, Kant no tiene la posibilidad de concebir loimaginario social radical ni la institucin de la sociedad; no podra realmente pensar lasocializad de la historia ni la historicidad de la sociedad .18 De ah tambin la restriccin del"Genio" y la restriccin del "arte": la creacin de las instituciones es pura y simplementeignorada por Kant, o en el mejor de los casos, Kant la presenta como una cuestinexclusivamente "racional" (considrese la "nacin de demonios" en Zum ewigen Frieden). Poresta razn, el crculo primario de la creacin (el hecho de que la. creacin se presupone a smisma) slo puede aparecer de manera confusa e indistinta, entre las lneas de sus escritos y a

    travs de las aporas de su anlisis: Kant reconoce la belleza porque existe el gusto, y el gustoexiste porque los hombres han sido educados y los hombres han sido educados porque estabanya en contacto con la belleza, esto es, porque reconocieron la belleza antes de ser capaces, en

    principio, de hacerlo.

    En el dominio del arte, como en otras esferas, lo historicosocial es autoinstitucin: aqu el"genio" es a la vez un caso particular y un seudnimo de la creacin histrica en general. Larecepcin de la obra de arte es un caso de la participacin y de la cooperacin activas yautocreadoras de las comunidades humanas en la institucin de lo nuevo. La "recepcin" no esmenos paradjica ni menos creadora- que la creacin. Y, por supuesto, nada de todo esto nos

    lleva hacia la respuesta a nuestra pregunta: cmo juzgar y decidir? La generalizacin y laradicalizacin de las intuiciones de Kant no pueden sino desembocar en una generalizacin y en

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    una radicalizacin de las aporas contenidas en su obra. En efecto, cada uno juzga y eligesiempre no slo en el seno de la institucin historicosocial particular la cultura, la tradicin-que lo form, sino que lo hace tambin por medio de esa institucin; de otra manerasera incapaz de juzgar y de elegir nada. Que Kant pueda tener conciencia de este hecho y al

    propio tiempo dejarlo de lado atestigua su posicin fundamental de Aufkliirer. Para Kant, en

    verdad hay una sola historia y, en todo aquello que realmente importa, esa historia nunca seconfunde con la nuestra (o tambin, nuestra propia historia es el punto en que se encuentran"trascendentalmente y obligatoriamente" todas las historias particulares). Podra uno sentirsetentado a ver en esta actitud una posicin "emprica" de la que se podra prescindir, pero estosera errneo. Pues este postulado -la "trascendentalizacin" del hecho histrico dela Aufkliirung- es necesario si se quiere contar con una apariencia de respuesta en trmino"universales", a la pregunta inicial. Si perteneciramos todos a la misma tradicin fundamental-o si de jure hubiera una sola y nica tradicin "verdadera"-, podramos invocar el "mismo"gusto. (Pero aun en ese caso habra que suponer, contra los hechos, que las rupturas creadorasque jalonan esta tradicinpermanecen dentro de ciertos lmites indefinibles.)

    Ahora podemos llegar a una conclusin sobre el entrecruzamiento permanente de institucionesJustas y malas razones que prosigue hoy con la invocacin contempornea a latercera Crtica. Hoy se recurre a la teora kantiana del juicio con la ilusin .de que ella puedaaportar elementos de respuesta a la cuestin de Juzgar y decidir, cosa que dicha teora no hace.Y no se tiene en cuenta la tercera Crtica en lo que ella realmente es, en su germen ms

    precioso: la intuicin del hecho de la creacin. Pero esto no se debe a un azar, pues nuestroscontemporneos repudian (por lo menos tcitamente) el cuerpo principal de la filosofa de Kant;SI no lo hicieran, no tendra ninguna necesidad de recurrir a la tercera Crtica en materia de

    juicio prctico poltico. Ahora bien, una vez liberada del andamiaje (o de la jaula) trascendentaly de los postulados relativos a lo suprasensible, la idea de creacin se hace incontrolable. Si lasnormas mismas son creadas, cmo eludir la idea aterradora de que el bien y el mal son tambinellos mismos creaciones historicosociales? Por eso prefieren refugiarse en un vago sensuscorrununis en lo referente al bien y al mal... y olvidar una vez ms que precisamente elderrumbe efectivo de ese sensus communis es el origen de toda la discusin.

    Podemos hacer algo ms que enunciar algunos hechos evidentes? Enunciar que juzgar ydecidir se realizan siempre en el seno de una institucin historicosocial existente y por medio deella? O bien que proceden de una nueva creacin frente a la cual no hay otros criteriosdisponibles que aquellos que estableci esta nueva creacin por primera vez? Y cmo podemosabordar razonablemente, si no "racionalmente", la cuestin del juicio y de la eleccin

    en diferentes instituciones de la sociedad, la cuestin poltica por excelencia?

    Aqu no puedo discutir este problema. Repetir tan slo lo siguiente: la singularidad absoluta denuestra tradicin, grecooccidental o europea, consiste en la circunstancia de que es la nicatradicin en que este problema surge y se hace pensable. (Lo cual no quiere decir que seresuelva, a pesar de Descartes y de Marx.) La poltica y la filosofa, y el lazo que las une, secrearon en esta tradicin y solamente en ella. Claro est esto no significa que la tradicineuropea pueda ser racionalmente impuesta a otra tradicin que no tuviera en cuenta tal

    posicin o que la rechazara. Toda argumentacin racional presupone la aceptacin comn delcriterio de racionalidad. Discutir "racionalmente" con Hitler, Andropov, Khomeini o Idi AminDada no es tan vano desde un punto de vista pragmtico como lgicamente absurdo. Enrealidad, "pragmticamente", semejante discusin puede defenderse como una actividad poltica("pedaggica"): siempre est la posibilidad de que ciertos partidarios de esos seores sean (o se

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    hagan) inconsecuentes y, por lo tanto, permeables a argumentos "racionales". Pero, para tomarun ejemplo ms elevado, una argumentacin que invoque la racionalidad y el valor igual detodos los seres humanos en su condicin de humanos, etc. podr tener algn peso contra laconviccin profundamente arraigada de que Dios se revel y revel al propio tiempo suvoluntad, revelacin que implicara, por ejemplo, la conversin forzada y/o el exterminio de los

    infieles, de los hechiceros, de los herticos, etc.? En su estupidez, el moderno espritu decampanario es capaz de burlarse de esta idea "extica", siendo as que hace slo dos siglos esaidea ocupaba un lugar central en todas las sociedades "civilizadas".

    El juzgar y el decidir o elegir, en un sentido radical, se crearon en Grecia y ste es uno de lossentidos de la creacin griega de la poltica y de la filosofa. Por poltica entiendo, no lasintrigas palaciegas, ni las luchas entre grupos sociales que defienden sus intereses o sus

    posiciones (luchas que han existido en muchas otras partes), sino una actividad colectiva cuyoobjeto es la institucin de la sociedad como tal. En Grecia encontramos el primer ejemplo deuna sociedad que delibera explcitamente sobre sus leyes y que modifica esas leyes .19 En otras

    partes, las leyes son heredadas de los antepasados o estn dadas por los dioses o por el nicoDios verdadero; pero esas leyes no son establecidas, es decir, no estn creadas por hombres alcabo de una discusin colectiva sobre las leyes buenas y las leyes malas. Esta posicin lleva a la

    pregunta que tambin tiene su origen en Grecia y que consiste en interrogar no slo si esta leyes buena o es mala, sino en interrogar qu significa que una ley sea buena o mala? En otras palabras, qu es la justicia? Y esta cuestin se vincula inmediatamente con la creacin de lafilosofa. As como en la actividad poltica griega la institucin existente de la sociedad es

    puesta por primera vez en tela de juicio y modificada, Grecia es tambin la primera sociedadque se interrog explcitamente sobre la representacin colectiva e instituida del mundo, esdecir, es la primera que se entreg a la filosofa. Y as como en Grecia la actividad polticadesemboca rpidamente en la pregunta qu es la justicia en general? y no simplemente en lacuestin de saber si una determinada ley particular es buena o mala, justa o injusta, as tambinla interrogacin filosfica desemboca rpidamente en la pregunta qu es la verdad? y no tanslo en la cuestin de saber si esta o aquella representacin del mundo es verdadera. Y estas dos

    preguntas son autnticas interrogaciones, es decir, interrogaciones que deben permanecerabiertas para siempre.

    La creacin de la democracia y de la filosofa, y de su vnculo, tiene una precondicin esencialen la visin griega del mundo y de la vida humana, en el ncleo de lo imaginario griego. Lamejor manera de aclarar esto sea tal vez referirse a las tres preguntas con las que Kant resumilos intereses del hombre. En cuanto a las dos primeras (qu puedo saber? y qu debo hacer?),

    la interminable cuestin comienza en Grecia pero no hay una "respuesta griega" a ellas. Encuanto a la tercera pregunta (qu me es lcito esperar?), hay una respuesta griega clara y

    precisa y es un rotundo y retumbante nada. Evidentemente esta respuesta es la correcta. Laesperanza no se toma aqu en su sentido cotidiano y superficial, como la esperanza de que el sol

    brille maana o de que los hijos nazcan vivos. La esperanza en la que piensa Kant es laesperanza de la tradicin cristiana o religiosa, la esperanza correspondiente al deseo y a lailusin centrales del hombre de que debe haber alguna correspondencia fundamental, algunaconsonancia, alguna adequatio entre nuestros deseos (o nuestras decisiones) y el mundo (lanaturaleza del ser). La esperanza es esa suposicin ontolgica, cosmolgica y tica segn la cualel mundo no es simplemente algo que est fuera del individuo sino un cosmos en el sentido

    propio y arcaico del trmino, es decir, un orden total que nos incluye a nosotros mismos, queincluye nuestras aspiraciones y nuestros esfuerzos como sus elementos centrales y orgnicos.

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    Traducida en trminos filosficos, esta hiptesis es: el ser es fundamentalmente bueno. Como sesabe, Platn fue el primero que se atrevi a proclamar esta monstruosidad filosfica, despus dehaber terminado el perodo clsico. Y esta monstruosidad continu siendo el dogmafundamental de la filosofa teolgica, ciertamente en Kant y en Marx tambin. Pero el punto devista griego est expresado en el mito de Pandora, tal como nos lo refiere Hesodo: la esperanza

    queda siempre prisionera en la caja de Pandora. En la religin griega preclsica y clsica, no hayesperanza de vida despus de la muerte: o bien no hay vida despus de la muerte o bien, si hayuna vida, sta es aun peor que la peor vida que se pueda vivir en la tierra; as lo revela Aquiles aUlises en el pas de los muertos. No habiendo nada que esperar de una vida despus de lamuerte, ni de un Dios benvolo y atento, el hombre se encuentra en libertad de obrar y

    pensaren este mundo.

    Todo esto est profundamente relacionado con la idea griega fundamental del caos. SegnHesodo, al comienzo era el caos. En un sentido propio y en su primera acepcin en griego caossignifica vaco, nada. El mundo surge del vaco ms completo .20 Pero, ya en Hesodo, eluniverso es tambin caos en el sentido en que el universo no est perfectamente ordenado, noest sometido a leyes llenas de sentido. Al principio reinaba el desorden ms completo, luegorein el orden y se cre el cosmos. Pero, en las "races" del universo, ms all del paisajefamiliar, el caos contina reinando soberano. Y el orden del mundo no tiene "sentido" para elhombre: est la ciega necesidad de la gnesis y del nacimiento, por un lado, y la necesidad de lacorrupcin y de la catstrofe -de la muerte de las formas-, por otro. En Anaximandro -el primerfilsofo del cual poseemos testimonios dignos de crdito- el "elemento" del ser es el apeiron, loindeterminado, lo indefinido, es decir, otra manera de concebir el caos; y la forma, la existencia

    particularizada y determinada de los diversos seres, es la adikia, la justicia, que tambin puedellamarse la hbris. Esa es la razn por la cual los seres particulares deben hacerse mutuamente

    justicia y reparar su injusticia por obra de su descomposicin y su desaparicin .21 Existe un lazoestrecho, aunque implcito, entre estos dos pares de oposiciones: caos/cosmos yhbris/dike. Encierto modo, la segunda no es ms que una transposicin de la primera a la esfera humana.

    Esta visin condiciona, por as decirlo, la creacin de la filosofa. La filosofa, tal como lacrearon y la practicaron los griegos, es posible porque el universo no est totalmente ordenado.S i lo estuviera, no habra la menor filosofa, habra slo un sistema de saber nico y definitivo.Y si el mundo fuera caos puro y simple, no habra ninguna posibilidad de pensar. Pero lafilosofa condiciona tambin la creacin de la poltica. Si el universo humano estuviera

    perfectamente ordenado, ya desde el exterior, ya por su "actividad espontnea" ("la manoinvisible", etc.), si las leyes humanas estuvieran dictadas por Dios o por la naturaleza o tambin

    por la "naturaleza de la sociedad" o por las "leyes de la historia", no habra entonces ningnlugar para el pensamiento poltico, ni habra un campo abierto a la accin poltica, de maneraque sera absurdo interrogarse sobre lo que es una ley buena o sobre la naturaleza de la justicia(vase Hayek). Asimismo, si los seres humanos no pudieran crear algn orden por s mismosestableciendo leyes, no habra ninguna posibilidad de accin poltica, de accin instituyente. Ysi fuera posible un conocimiento seguro y total (episleme) de la esfera humana, la polticatocara inmediatamente a su fin y la democracia sera imposible ya la vez absurda, pues lademocracia supone que todos los ciudadanos tienen la posibilidad de alcanzaruna doxa correcta y que nadie posee una episteme de las cosas polticas.

    Es importante, segn me parece, insistir en estas relaciones porque las dificultades con las quechoca el pensamiento poltico moderno se deben en buena parte a la influencia dominante y

    persistente de la filosofa teolgica (es decir, platnica). Desde Platn hasta el liberalismo

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    moderno y el marxismo, la filosofa poltica estuvo envenenada por el postulado operante deque hay un orden total y "racional" (y, por consiguiente, "lleno de sentido") del mundo y por suinevitable corolario: existe un orden de las cuestiones humanas vinculado con ese orden delmundo; es lo que podra llamarse la ontologa unitaria. Este postulado sirve para disimular elhecho fundamental de que la historia humana es creacin, hecho sin el cual no podra haber una

    autntica cuestin del juicio y de la eleccin, ni objetivamente ni subjetivamente. Asimismo,dicho postulado enmarcara o hace a un lado la cuestin de la responsabilidad. La ontologaunitaria, cualquiera que sea su mscara, est esencialmente ligada con la heteronomia.

    Y en Grecia, el surgimiento de la autonoma se debi a una visin no unitaria del mundo,expresada desde los orgenes en los "mitos" griegos.

    Cuando se estudia Grecia y ms particularmente las instituciones polticas griegas, lamentalidad "modelo-antimodelo" tiene una consecuencia curiosa pero inevitable: esas

    instituciones son consideradas, por as decirlo, de manera esttica, como si se tratar de unanica constitucin con sus diversos artculos fijos de una vez para t odas, y a los que se

    podra (y se debera) juzgar o evaluar como tales. Es este un enfoque propio de personasque buscan recetas cuyo nmero, a decir verdad, no parece estar en proceso de disminucin -.Pero la esencia de lo que importa en la vida poltica de la antigua Grecia el germen es, sinduda, el proceso histrico instituyente: la actividad y las luchas que se desarrollan en torno a latransformacin de las instituciones, la autoinstitucin explcita (aunque sea parcial) dela polis como proceso permanente. Ese proceso se desarrolla durante casi cuatro siglos. Laeleccin anual de los thesmothtai en Atenas se remonta a los aos 683 682 a.C y

    probablemente en la misma poca los ciudadanos de Esparta (unos 9.000) se establecieron

    como homoioi (semejantes, es decir, iguales) y se asent el reinado del nmos (ley). Y eldesarrollo de la democracia en Atenas prosigue hasta una fecha avanzada del siglo IV a.C.Las pleis, en todo caso Atenas sobre la cual nuestra informacin presenta menos lagunas, nocesan de cuestionar su propia institucin; el demos contina modificando las normas dentro delmarco en que vive. Todo esto, claro est, es inseparable del vertiginoso ritmo de la creacindurante ese perodo, en todos los mbitos y ms all del campo estrictamente poltico.

    Se trata de un movimiento explcito de autoinstitucin. La significacin capital de la institucinexplcita es la autonoma: nosotros establecemos nuestras propias leyes. De todas las cuestionesque plantea este movimiento , recordar brevemente tres: quin es el sujeto de estaautonoma?, cules son los lmites de su accin? Y cul es el objeto de la autoinstitucinautnoma? 22

    La comunidad de los ciudadanos el demos proclama que es absolutamente soberana(el demos es autnomos , autdikos , autteles : se rige por sus propias leyes, posee su

    jurisdiccin independiente y se gobierna l mismo por decirlo en trminos de Tucdides). Estacomunidad afirma igualmente la igualdad poltica (participacin por igual en la actividad y en el

    poder) de todos los hombres libres. El autoestablecimiento, la autodefinicin del cuerpo polticocontiene y contendr siempre un elemento arbitrario. La norma que rige el establecimientode las normas, en la terminologa de Kelsen, quin establece la Grundnorm , es un hecho . Paralos griegos, ese quin es el cuerpo de los ciudadanos varones libres y adultos (lo cual quiere

    decir, en principio, hombres nacidos de ciudadanos, aunque la naturalizacin fuera conocida y practicada). La exclusin de la ciudadana de las mujeres, de los extranjeros y de los esclavos es

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    ciertamente una limitacin que para nosotros resulta inaceptable. En la prctica, esta limitacinnunca fue suprimida en la antigua Grecia (en el plano de las ideas, las cosas son menos simples;

    pero no voy a abordar aqu este aspecto de la cuestin). Mas si por un instante nos dejamosarrastrar por el estpido juego de los mritos comparados, podemos recordar que la esclavitudsobrevivi en Estados Unidos hasta 1865 y en Brasil hasta el final del siglo XIX, que en la

    mayora de los pases democrticos el derecho al voto fue otorgado a las mujeres slo alterminar la Segunda Guerra Mundial, que en aquel momento ningn pas reconoca a losextranjeros ese derecho y que, en la mayora de los casos, la naturalizacin de los residentesextranjeros no tiene nada de automtica (una sexta parte de la poblacin residente de la muydemocrtica Suiza est constituida por metoikoi ).

    La igualdad de los ciudadanos, es una igualdad ante la ley ( isonoma ), pero en esencia es muchoms que eso. Esa igualdad no se limita a la concesin de derechos iguales pasivos, sino enla participacin general activa en los asuntos pblicos. Esa participacin no est librada al azar;

    por el contrario est activamente alentada por normas formales as como por el ethos de la polis .Segn el derecho ateniense, un ciudadano que se negaba a tomar partido de las luchas civilesque agitaban la ciudad se converta en timos , es decir, perda sus derechos poltico s23. La

    participacin se materializa en la ecclesa , la asamblea del pueblo que es el cuerpo soberanoactivo. Todos los ciudadanos tienen el derecho de tomar la palabra ( isegora ), sus votos tienentodos el mismo peso ( isopsephia ) y todos tienen la obligacin moral de hablar con absolutafranqueza ( parrhesia ). Pero la participacin se materializa tambin en los tribunales en los queno actan jueces profesionales; la casi totalidad de los tribunales est formada por jurados y susmiembros son designados por sorteo.

    La ecclesia , asistida por la boule (consejo), legisla y gobierna. Esa es la democracia directa .Tres aspectos de esta democracia merecen un comentario ms amplio.

    a) El pueblo por oposicin a los representantes. Cada vez que en la historia moderna unacolectividad poltica entr en un proceso de autoconstitucin y de autoactividad radicales, lademocracia directa fue redescubierta o reinventada: consejos comunales ( town meeting ) durantela revolucin norteamericana, secciones durante la Revolucin Francesa, Comuna de Pars,consejos obreros o soviets en su forma inicial. Hannah Arendt insisti muchas veces en laimportancia de esas formas. En todos estos casos, el cuerpo soberano es la totalidad de las

    personas afectadas; cada vez que una delegacin resulta inevitable, los delegados son elegidos, pero en todo momento pueden ser revocados sus poderes. No olvidemos que la gran filosofa poltica clsica ignoraba el conce pto (mistificador) de representacin. Para Herodoto, lomismo que para Aristteles, la democracia es el poder del demos , poder que no sufre ningunalimitacin en materia de legislacin, y la designacin de los magistrados (no derepresentantes!) se re alizaba por sorteo o por rotacin. Hoy algunos se obstinan en repetir quela constitucin preferida por Aristteles, lo que ste llama la politeia , es una mezcla dedemocracia y de aristocracia, pero se olvidan de agregar que para Aristteles el elementoaristocrtico de esta politeia est en el hecho de que los magistrados son elegidos ; en efecto,en varias ocasiones Aristteles define claramente la eleccin como un principio aristocrtico. Yesto no era menos claro para Montesquieu ni para Rousseau. Fue Rousseau (y no Marx niLenin) quien escribi que los ingleses se sienten libres porque eligen a su parlamento, pero queen realidad slo son libres un da cada cinco aos. Y cuando Rousseau explica que lademocracia es un rgimen demasiado perfecto para los hombres y que slo se adapta a un

    pueblo de dioses, entiende por democracia la identidad del soberano y del prncipe , es decir, laausencia de magistrados . Los liberales modernos serios por oposicin a los filsofos polticos

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    contemporneos- no lo ignoraban de modo alguno. Benjamn Constant no glorific laselecciones ni la representacin como tales; defendi en ellas males menores con la idea deque la democracia era imposible en los pases modernos a causa de sus dimensiones y porque lagente no se interesaba en los negocios pblicos. Cualquiera que sea el valor de estosargumentos, lo cierto es que estn fundados en el reconocimiento explcito de que la

    representacin es un principio ajeno a la democracia. Y esto no admite discusin. Desde elmoment o en que hay representantes permanentes, la autoridad, la actividad y la iniciativa

    polticas son arrebatadas al cuerpo de los ciudadanos para ser asumidas por el cuerpo restringidode los representantes, quienes las emplean a fin de consolidar su prop ia posicin y crearcondiciones capaces de influir de muchas maneras en el resultado de las prximas elecciones.

    b) El pueblo por oposicin a los expertos. La concepcin griega de los expertos serelaciona con el principio de la democracia directa. Las decisiones relativas a la legislacin,

    pero tambin a los negocios polticos importantes a las cuestiones de gobierno - son tomadas por la ecclesia despus de haber odo a diversos oradores y entre otros, si se presenta el caso, aquienes pretenden poseer un saber especfico sobre los asuntos discutidos. No hay ni podrahaber especialistas en cuestiones polticas. El saber tcnico poltico o la sabidura poltica -

    pertenecen a la comunidad poltica, pues la techne , en el sentido estricto del trmino, estsiempre ligada a la actividad tcnica especfica y est naturalmente reconocida en su dominio

    propio. Platn, en el Protgoras , explica que los atenienses seguirn el consejo de los tcnicoscuando se trate de construir muros o navos, pero escucharn a cualquiera en materia de poltica.(Las jurisdicciones populares encarnan la misma idea en la esfera de la justicia.) La guerradesde luego, es un dominio especfico que supone de una techne propia: tambin los jefes deguerra, los strategoi , son elegidos, lo mismo que los tcnicos que en otras esferas estnencargados por la polis de realizar una tarea particular. En suma, Atenas fue puesuna politeia en el sentido aristotlico puesto que ciertos magistrados (muy importantes) eranelegidos.

    La eleccin de los expertos pone en juego un segundo principio, central en la concepcin griegay claramente formulada y aceptada no solo por Aristteles, sino tambin por el enemigo juradode la democracia, Platn, a pesar de implicaciones democrticas. El buen juez del especialistano es otro especialista, sino que es el usuario: el guerrero (y no el herrero) en el caso de laespada, el caballero (y no el talabartero) en el caso de la silla de montar. Y naturalmente, entodas las cuestiones pblicas (comunes), el usuario y, por lo tanto, el mejor juez no es otro quela polis . Atendiendo a los resultados la Acrpolis o las tragedias premiadas-, se inclina uno a

    pensar que el juicio de ese usuario era relativamente sano.

    Nunca se insistir demasiado en el contraste que hay entre esa concepcin griega y la visinmoderna. La idea dominante, segn la cual los expertos slo pueden ser juzgados por otrosexpertos es una de las condiciones de la expansin y de la irresponsabilidad creciente de losmodernos aparatos jerrquicos burocrticos. La idea dominante de que existen expertos en

    poltica, es decir, especialistas en cosas universales y tcnicos de la totalidad es un escarnio dela idea misma de democracia: el poder de los hombres polticos se justificara por el sabertcnico que ellos seran los nicos en poseer, y el pueblo, por definicin inexperto, es llamado

    peridicamente a dar su opinin sobre esos exp ertos . Teniendo en cuenta la vacuidad de lanocin de una especializacin en cuestiones universales, esta idea muestra tambin losgrmenes del creciente divorcio entre la aptitud para elevarse a la cima del poder y la aptitud

    para gobernar, divorcio cada vez ms flagrante en las sociedades occidentales.

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    c) La comunidad por oposicin al estado. La polis griega no es un estado en el sentidomoderno. En griego antiguo ni siguiera existe la palabra estado (es significativo el hecho deque los griegos modernos hayan tenido que inventar una palabra para designar esta cosa nueva yque hayan recurrido a la antigua voz kratos , que quiere decir fuerza). Politeia (el ttulo del librode Platn, por ejemplo) no significa der Staat , como figura en la traduccin alemana clsica (la

    traduccin latina respublica es menos sinnwidring ), sino que designa a la vez lainstitucin/constitucin poltica y la manera en que el pueblo se ocupa de los negocios comunes.El hecho de que algunos se obstinen en traducir el tratado de Aristteles Athenaion

    Politeia como la constitucin de Atenas es una vergenza para la filologa moderna: se tratade un error lingstico flagrante y de un signo inexplicable de ignorancia o de incomprensin

    por parte de hombre muy eruditos. Aristteles escribi La constitucin de los atenienses .Tucdides es completamente explcito sobre esta cuestin: Andres garpolis , pues la polis sonlos hombres. Antes de la batalla de Salamina, cuando Temstocles tuvo que recurrir a unargumento extremo para imponer su tctica, amenaz a los otros jefes aliados con la posibilidadde que los atenienses se fueran con sus familias y sus flotas a fundar una nueva ciudad en el

    oeste, y bien se sabe que para los atenienses en mayor medida aun que para los dems griegos-su tierra era sagrada y estos hombres estaban orgullos de proclamar que eran autctonos.

    La idea de un estado, es decir, de una institucin distinta y separada del cuerpo de losciudadanos habra sido incomprensible para un griego. Verdad es que la comunidad existe en unnivel que no se confunde con el de la realidad concreta, emprica de tantos millares de

    personas reunidas en asamblea en un lugar dado y en un determinado da. La comunidad polticade los atenienses, la polis , posee una existencia propia: por ejemplo, los tratados son cumplidosindependientemente de su antigedad, es aceptada la responsabilidad por los actos pasados, etc.Pero se establece una distincin entre un estado y una poblacin; esta distincin opondra lapersonalidad moral, el cuerpo constituido y permanente de los atenienses perennes eimpersonales, por un lado, y a los atenienses que viven y respiran, por el otro.

    Ni estado, ni aparato de estado. Naturalmente en Atenas existe un mecanismo tcnicoadministrativo (muy importante en los siglos V y VI): pero ese mecanismo no asume ningunafuncin poltica. Es significativo el hecho de que dicha administracin est compuesta deesclavos hasta en sus gradas ms elevadas (polica, conservacin de los archivos pblicos,finanzas pblicas; quiz Ronald Regan y con seguridad Paul Volcker habran sido esclavos enAtenas). Estos esclavos eran supervisados por ciudadanos magistrados designados generalmente

    por sorteo. La burocracia permanente que cumple tareas de ejecucin en el sentido msestricto de este trmino est a cargo de esclavos (y, para prolongar el pensamiento de

    Aristteles, poda ser suprimida cuando las mquinas)

    En la mayor parte de los casos, la designacin de los magistrados por sorteo o rotacin asegurala participacin de un gran nmero de ciudadanos en funciones oficiales y permite conocerlos.El hecho de que la ecclesia decida sobre las cuestiones gubernamentales de importancia asegurael control de cuerpo poltico sobre los magistrados elegidos, as como la posibilidad de revocarlos poderes de estos ltimos en todo momento: en el curso de un procedimiento judicial lacondena acarrea, inter alis , el retiro del cargo de magistrado. Por supuesto, todos losmagistrados son responsables de su gestin y deben rendir cuentas ( euthune ); lo hacen antela boule durante el periodo clsico.

    En cierto sentido, la unidad y la existencia misma del cuerpo poltico son prepolticas, por lomenos en la medida en que se trata de una autoinspiracin poltica explicita. La comunidad

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    comienza, por as decirlo, a recibir su propio pasado con todo lo que este pasado acarrea.(Esto corresponde, por una parte, a lo que los modernos han llamado la cuestin de la sociedadcivil contra el estado). Ciertos elementos de este hecho pueden ser polticamente sin inters o

    bien intransformables. Pero, de jure , la sociedad civil es en s un objeto de accin polticainstituyente. Ciertos aspectos de la reforma de Clistenes en Atenas (506 a. de C.) ofrecen una

    ilustracin notable. La divisin tradicional de la poblacin en tribus queda reemplazada por unanueva divisin que tiene dos objetivos esenciales. En primer lugar, el mismo nmero de tribusse modifica. Las cuatro phulai tradicionales (jnicas) se convierten en diez y cada una de ellasest subdividida en tres trittues que tienen todas una parte igual en el conjunto de lasmagistraturas por rotacin (lo cual implica, en realidad, la creacin de un nuevo ao poltico yde un nuevo calendario poltico). En segundo lugar, cada tribu est formada, de maneraequilibrada, por demos agrarios, martimos y urbanos. Las tribus cuyo asiento se halla en laciudad de Atenas- se hacen pues neutras en cuanto a las particularidades territoriales o

    profesionales; son manifiestamente unidades polticas.

    Asistimos aqu a la creacin de un espacio social propiamente poltico, creacin que se apoya enelementos sociales, econmicos y geogrficos sin estar por eso determinada por ellos. No hayaqu ninguna fantasa de homogeneidad: la articulac in del cuerpo de los ciudadanos, ascreada en una perspectiva poltica, se superpone a las articulaciones prepolticas sinaplastarlas. Esta articulacin obedece a imperativos estrictamente polticos la igualdad en la

    participacin del poder, por un lado, y la unidad del cuerpo poltico (por oposicin a losintereses particulares), por otro lado.

    Una disposicin ateniense de las ms notables atestigua el mismo espritu (Aristteles, Poltico,1330 a 20): cuando la ecclesia delibera sobre cuestiones que implican la posibilidad de unconflicto (de una guerra) con una polis vecina, los ciudadanos que viven en las vecindades de

    las fronteras no tienen derecho a tomar parte en la votacin: pues podran no votar sin que susintereses particulares dominaran sus motivos, cuando en realidad la decisin debe tomarseatendiendo a consideraciones generales.

    Esto revela una vez ms la concepcin de la poltica diametralmente opuesta a la mentalidadmoderna de defensa y afirmacin de intereses. En la medida de lo posible, los intereses debenmantenerse apartados en el momento de tomar decisiones polticas. (Imagnese la siguientedisposicin en la constitucin de los Estados Unidos: Cada vez que sea necesario decidir sobrecuestiones relativas a la agricultura, los senadores y los representantes de los estados en los que

    predomina la agricultura no podrn tomar parte en la votacin).

    Llegados a este punto, podemos comentar la ambigedad de la posicin de Hannah Arendt en loque se refiere a lo social. La autora vio con razn que la poltica quedaba aniquilada cuandose converta en una mscara para defender y afirmar intereses cont radictorios como lo esthoy-, insistir en la autonoma de lo poltico se convierte en algo gratuito. La respuesta noconsiste entonces en hacer abstraccin de lo social, sino que es menester modificarlo demanera tal que el conflicto de los intereses sociales (es decir, econmicos) deje de ser elfactor dominante en la formacin actitudes polticas. A falta de una accin en este sentido, sedar la situacin en que estn hoy las sociedades occidentales: la descomposicin del cuerpo

    poltico y su fragmentacin en grupos de presin, en lobbies . En ese caso, como la sumaalgebraica de intereses contradictorios es muy frecuentemente igual a cero, de ello se seguir

    un estado de impotencia poltica y de deriva sin objeto, como el que observamos en el momentoactual.

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    La unidad del cuerpo poltico debe ser presentada aun contra las formas extremas delconflicto poltico : a mi juicio, sa es la significacin de la ley ateniense sobre el ostracismo(contradictoriamente a la interpretacin corriente que ve en ella una precaucin contra la

    proliferacin de tiranos). No hay que dejar que la comunidad estalle por efecto de las divisionesy de los antagonismos polticos; por eso uno de los dos jefes rivales debe sufrir un exilio

    transitorio.

    La participacin general en la poltica implica la creacin (por primera vez en la historia) deun espacio pblico . El acento que Hannah Arendt puso sobre este espacio y la dilucidacin desu significado constituye una de sus contribuciones importantes para comprender la creacininstitucional griega. En consecuencia, me limitar a tratar algunos puntos suplementarios.

    El surgimiento de un espacio pblico significa que se ha creado un dominio pblicoque pertenece a todos (ta koina )24. Lo publico deja de ser una cuestin privada del rey, delos sacerdotes, de la burocracia, de los polticos, de los especialistas, etc. Las decisionesreferentes a los asuntos comunes deben ser tomadas por la comunidad.

    Pero la esencia del espacio pblico no tiene que ver solamente con las decisiones finales; sifuera as, dicho espacio estara ms o menos vaco. Es un espacio que se refiere as mismo a losantecedentes y supuestos de las decisiones de todo cuanto pueda conducir a ellas. Todo lo queimporta debe aparecer en el escenario pblico. Se encuentra la materializacin efectiva de estoen la forma de presentar la ley, por ejemplo: las leyes se graban en mrmol y son expuestas al

    pblico a fin de que todo el mundo pueda verlas. Pero, y esto es mucho ms importante, estaregla se materializa tambin en la palabra de la gente que habla libremente de poltica y de todolo que pueda interesarle en el agora antes de deliberar en la ecclesia . Para comprender el enormecambio histrico que esto supone, basta comparar esta situacin con la tpica situacin

    asitica.

    Esto equivale a la creacin de la posibilidad y de la realidad- de la libertad de palabra, de pensamiento, de examen y de cuestionamientos sin lmites, y esta creacin estableceel logos como vehculo de la palabra y del pensamiento en el seno de la colectividad. Es unacreacin que corre pareja con los dos rasgos fundamentales del ciudadano ya mencionado:la isegoria , igual derecho a cada uno de hablar con toda libertad, y la parrhesia , el compromisoque cada cual asume de hablar realmente con toda libertad cuando se trata de asuntos pblicos.

    Importa insistir aqu en la distincin entro lo formal y lo real. La ex istencia de un espacio pblico no es una simple cuestin de disposiciones jurdicas que garantizan a todos la misma

    libertad de palabra, etc. Semejantes clusulas nunca son ms que una condicin de la existenciade un espacio pblico. Lo esencial est en otra parte: qu va a hacer la poblacin con estosderechos? Los rasgos determinantes son aqu el coraje, la responsabilidad y la vergenza ( aidos,aischune ). Si faltan estos rasgos, el espacio pblico se convierte sencillamente en un espaciode propaganda, de mistificacin y de pornografa, como est ocurriendo cada vez ms en laactualidad. No hay disposiciones jurdicas que puedan contrarrestar semejante evolucin o, entodo caso, esas disposiciones jurdicas que puedan contrarrestar semejante evolucin o, en todocaso, esas disposiciones engendran males peores que los que pretenden curar. Solo laeducacin (paideia) de los ciudadanos como tales puede dar un contenido verdadero y autnticoal espacio pblico. Pero esa paideia no es principalmente una cuestin de libros ni de fondos

    para las escuelas, Significa en primer lugar y ante todo cobrar conciencia del hecho de quela polis somos tambin nosotros y que su destino depende tambin de nuestra reflexin, de

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    nuestro comportamiento y de nuestras decisiones; en otras palabras, es participacin en la vida poltica.

    La creacin de un tiempo pblico no revista menos importancia que esta creacin de un espacio pblico. Por tiempo pblico entiendo, no la institucin de un calendario, de un tiempo social,

    de un sistema de referencias sociales temporales cosa que naturalmente existe en todas partes-,sino el surgimiento de una dimensin en la que la colectividad puede contemplar su propio

    pasado como el resultado de sus propios actos y en que se abre un futuro indeterminado comodominio de sus actividades. Ese es el sentido de la creacin de la historiografa en Grecia. Escurioso comprobar que, en rigor de verdad, la historiografa slo existi en dos perodos de lahistoria de la humanidad: en antigua Grecia y en la Europa moderna, es decir, en las dossociedades donde se desarroll un movimiento de cuestionamiento de las institucionesexistentes. Las otras sociedades slo conocen el reinado indiscutido de la tradicin y/o el simpleregistro por escrito de los acontecimientos que consignaban los sacerdotes o los cronistas delos reyes. Herodoto, en cambio, declara que las tradiciones de los griegos no son dignas decrdito. La ruptura con la tradicin y la bsqueda crtica de las causas verdaderas vannaturalmente juntas. Y ese conocimiento del pasado est abierto a todos: se dice que Herodotolea sus Historias a los griegos reunidos con motivo de los Juegos Olmpicos (se non vero, ben trovato) . Y la Oracin fnebre de Pericles contiene una visn panor mica de la historia delos atenienses desde el punto de vista del espritu que anima las actividades de las generacionessucesivas, visin panormica que llega hasta el tiempo presente e indica claramente nuevastareas por cumplir en el futuro.

    Cules son los lmites de la accin poltica? Los lmites de la autonoma? Si la ley est dada por Dios o si hay un fundamento filosfico o cientfico de verdades polticas sustantivas (si lanaturaleza, la razn o la historia representan el principio ltimo), e ntonces para la sociedad

    existe una norma extrasocial. Existe una norma de la norma, una ley de la ley, un criterio sobrecuya base se hace posible discutir y decidir sobre el carcter justo o injusto, apropiado oinapropiado de una ley (o del estado de las cosas). Este criterio est dado de una vez por todasy, ex hiptesis no depende de modo alguno de la accin humana.

    Una vez que se ha reconocido que no existe semejante base ora porque existe una separacinde la religin y de la poltica, como ocurre imperfectamente en la sociedades modernas; ora

    porque, como en Grecia, la religin se mantiene rigurosamente apartada de las actividades polticas y que tampoco hay ciencia, ni episteme , ni techne , en materia de poltica, lacuestin de saber qu es una l ey justa, qu es la justicia, cul es la buena institucin de lasociedad se convierte en una autntica interrogacin (es decir, una interrogacin sin fin).

    La autonoma solo es posible si la sociedad se reconoce como la fuente de sus normas. Enconsecuencia, la sociedad no podra eludir esta pregunta: porqu esta norma antes que esta oaquella otra? En otras palabras, la sociedad no podra evitar la pregunta sobre la justicia(respondiendo, por ejemplo, que la justicia es la voluntad de Dios o la voluntad del zar otambin el reflejo de la relaciones de produccin). Tampoco podra desembarazarse de lacuestin sobre los lmites de sus acciones, En una democracia, el pueblo puede hacer cualquiercosa y debe saber que no debe hacer cualquier cosa. La dem