La Pizarra

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LA PIZARRA: UN RECURSO DIDÁCTICO, NO UN ELEMENTO DECORATIVO Es importante que el maestro vea la pizarra con ojos nuevos. Quizá nos hayamos acostumbrado a verla como un objeto decorativo: para los adultos, un cuadro más, y para los muchachos, un juguete. Lo primero que debe hacer un maestro al entrar en un aula de clase es buscar dónde está la pizarra, e inmediatamente evaluar sus características: su tamaño, si es pizarra o un espejo en el que patina la tiza y no hay manera de escribir, si es blanca para rotulador, si es magnética, si hay con qué escribir (el maestro debería llevar sus propias tizas o rotuladores de varios colores), si hay con qué borrar… Debemos convertir la pizarra en un recurso didáctico necesario, no en un elemento decorativo obligado, al que recurrimos de vez en cuando sin demasiado convencimiento. El castigo para los maestros que le dan la espalda o que se limitan a rayarla con unos garabatos ilegibles debería ser salir al encerado y escribir cien veces “la pizarra es un recurso didáctico”, “la pizarra es un recurso didáctico”… Sí, la pizarra es un recurso didáctico que deberíamos tener y usar siempre en nuestras lecciones. Y si es pequeña, pido una mayor; si no se puede escribir bien sobre ella, pido que la pinten de nuevo; si no hay tiza o si la que hay raya o chirría, consigo que se cambien; si es blanca, me aseguro de que haya rotuladores que no estén secos; utilizo tizas o rotuladores de varios colores (si es necesario, los compro yo); me aseguro de que hay borrador… En fin, mostrar que nosotros usamos la pizarra; que si nos preguntan “¿vas a necesitar pizarra?, la respuesta será un “sí” convencido. Nosotros somos maestros de pizarra. Es posible que haya maestros que sólo usen la pizarra porque hayan oído que los buenos maestros la deben usar, y escriben unas cuantas palabras sobre ella, para que los evalúen positivamente, pero esas palabras pronto quedan fuera del desarrollo de la lección. Y así la pizarra puede convertirse en un obstáculo más que una ayuda, si no se usa adecuadamente. A veces, vemos la pizarra como un recurso con más inconvenientes que ventajas: “es muy pequeña”, “es que nunca hay tiza”, “si es que te pones la ropa perdida de tiza o los dedos llenos de tinta del rotulador”, “es que se pierde mucho tiempo escribiendo y los alumnos se distraen”, “es que tengo una letra horrorosa”, “es que no sé dibujar”, “es que soy muy malo haciendo esquemas”, “es que la tiza me da dentera”… Bueno, todos podemos añadir el sin fin de inconvenientes que encontramos al querer usarla, aunque el verdadero problema suele ser “que no sabemos cómo utilizarla eficazmente, porque nunca nos han enseñado”. Y ese es el problema que estamos tratando de resolver. El primer pasó podría ser identificar algunas de las ventajas que pudieran contrarrestar los inconvenientes y convertir a los maestros en el uso de la pizarra: a) ayuda a centrar la atención de los alumnos; b) ayuda a los que llegan tarde a saber el tema de la lección; c) permite resaltar las partes principales de la lección; d) facilita y favorece la participación, asignando a los alumnos a “salir a la pizarra”; e) la asignación de salir a escribir o dibujar ayuda a desarrollar la confianza; f) permite tener los principios de la lección siempre a la vista, favoreciendo su aprendizaje y retención; f) permite elaborar gráficos y esquemas que sirven de apoyo a la enseñanza; g) evita tener que repetir una y otra vez la escritura a leer; h) facilita el resumen de la lección… Todos podemos añadir ventajas, según nuestra experiencia en el uso de la pizarra.

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LA PIZARRA: UN RECURSO DIDÁCTICO, NO UN ELEMENTO DECORATIVOEs importante que el maestro vea la pizarra con ojos nuevos. Quizá nos hayamos acostumbrado a verla como un objeto decorativo: para los adultos, un cuadro más, y para los muchachos, un juguete.

Lo primero que debe hacer un maestro al entrar en un aula de clase es buscar dónde está la pizarra, e inmediatamente evaluar sus características: su tamaño, si es pizarra o un espejo en el que patina la tiza y no hay manera de escribir, si es blanca para rotulador, si es magnética, si hay con qué escribir (el maestro debería llevar sus propias tizas o rotuladores de varios colores), si hay con qué borrar…

Debemos convertir la pizarra en un recurso didáctico necesario, no en un elemento decorativo obligado, al que recurrimos de vez en cuando sin demasiado convencimiento. El castigo para los maestros que le dan la espalda o que se limitan a rayarla con unos garabatos ilegibles debería ser salir al encerado y escribir cien veces “la pizarra es un recurso didáctico”, “la pizarra es un recurso didáctico”…

Sí, la pizarra es un recurso didáctico que deberíamos tener y usar siempre en nuestras lecciones. Y si es pequeña, pido una mayor; si no se puede escribir bien sobre ella, pido que la pinten de nuevo; si no hay tiza o si la que hay raya o chirría, consigo que se cambien; si es blanca, me aseguro de que haya rotuladores que no estén secos; utilizo tizas o rotuladores de varios colores (si es necesario, los compro yo); me aseguro de que hay borrador… En fin, mostrar que nosotros usamos la pizarra; que si nos preguntan “¿vas a necesitar pizarra?, la respuesta será un “sí” convencido. Nosotros somos maestros de pizarra.

Es posible que haya maestros que sólo usen la pizarra porque hayan oído que los buenos maestros la deben usar, y escriben unas cuantas palabras sobre ella, para que los evalúen positivamente, pero esas palabras pronto quedan fuera del desarrollo de la lección. Y así la pizarra puede convertirse en un obstáculo más que una ayuda, si no se usa adecuadamente.

A veces, vemos la pizarra como un recurso con más inconvenientes que ventajas: “es muy pequeña”, “es que nunca hay tiza”, “si es que te pones la ropa perdida de tiza o los dedos llenos de tinta del rotulador”, “es que se pierde mucho tiempo escribiendo y los alumnos se distraen”, “es que tengo una letra horrorosa”, “es que no sé dibujar”, “es que soy muy malo haciendo esquemas”, “es que la tiza me da dentera”… Bueno, todos podemos añadir el sin fin de inconvenientes que encontramos al querer usarla, aunque el verdadero problema suele ser “que no sabemos cómo utilizarla eficazmente, porque nunca nos han enseñado”. Y ese es el problema que estamos tratando de resolver.

El primer pasó podría ser identificar algunas de las ventajas que pudieran contrarrestar los inconvenientes y convertir a los maestros en el uso de la pizarra: a) ayuda a centrar la atención de los alumnos; b) ayuda a los que llegan tarde a saber el tema de la lección; c) permite resaltar las partes principales de la lección; d) facilita y favorece la participación, asignando a los alumnos a “salir a la pizarra”; e) la asignación de salir a escribir o dibujar ayuda a desarrollar la confianza; f) permite tener los principios de la lección siempre a la vista, favoreciendo su aprendizaje y retención; f) permite elaborar gráficos y esquemas que sirven de apoyo a la enseñanza; g) evita tener que repetir una y otra vez la escritura a leer; h) facilita el resumen de la lección… Todos podemos añadir ventajas, según nuestra experiencia en el uso de la pizarra.

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Es importante que el maestro entienda que son más las ventajas que los inconvenientes, y que muchos de los inconvenientes se superan desarrollando una actitud positiva y planificando adecuadamente su uso.CONSEJOS PARA EL USO DE LA PIZARRA1. Ser autosuficientes en la obtención de tizas, rotuladores, borrador, cinta adhesiva, láminas… ¡Vamos, que el maestro utilice su propio material, si fuera necesario, y que sea de calidad! Y que utilice diferentes colores, para dar alegría a la pizarra.2. Tener presente la pizarra y sus características al preparar la lección. Estoy plenamente convencido de que la única forma de hacer un uso apropiado de la pizarra es planificar con anticipación lo que se va a escribir en ella y cómo se va distribuir el texto elegido en la superficie disponible. Siempre podemos utilizar cartulinas para sustituir o ampliar la superficie de la pizarra. Lo que yo hago, después de preparar una lección, es diseñar la pizarra: dibujar un rectángulo y decidir qué voy a escribir en ella, cómo lo voy a escribir y cómo lo voy a distribuir en la superficie disponible. Y si tengo que hacer algún dibujo, preparo un boceto. No dejo el uso de la pizarra a merced del azar y la improvisación.3. Consejos generales:a) Usar una escritura que se pueda comprender: letra legible.b) Usar letras grandes que se puedan leer desde el fondo del aula. c) Asegurarse de que no hay faltas de ortografía: usar el diccionario, si fuera necesario.d) Seleccionar bien las palabras y las frases.e) Hablar mientras escribimos.f) Pedir a un alumno que escriba.g) Planificar con tiempo qué escribir y cómo distribuirlo.h) Practicar los dibujos que se quieran utilizar.i) No dejemos restos al borrar.j) Lo ideal es no borrar nada del contenido esencial de la clase, para poder usar la pizarra para el resumen final.4. Los maestros que son poco partidarios del uso de la pizarra suelen ser aquellos que cometen errores que anulan algunas de las ventajas que su uso adecuado ofrece. Las ventajas que la pizarra puede ofrecer a los maestros desaparecen con ciertos errores. Si tú eres uno de esos maestros para quienes la pizarra ofrece más inconvenientes que ventajas, evalúate para ver si cometes alguno de estos errores:a) No haber planificado bien cómo encajar el contenido a escribir en el tamaño de pizarra disponible.b) No seleccionar bien las palabras y frases a escribir.c) Llenar la pizarra con demasiado texto.d) Escribir de forma ilegible.e) Escribir con letras que no se puedan leer cómodamente desde todos los lugares del aula.f) Dedicar demasiado tiempo de la clase a escribir.g) Borrar demasiadas veces.5. Contenido esencial de la pizarra:a) Título y bloque de escrituras de la lección.a) Los principios a enseñar.b) Las escrituras principales de cada principio.c) Conclusión.

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6. Combinar la pizarra con láminas. Donde el espacio lo permita, podríamos seleccionar una lámina por cada principio o, si falta espacio, una lámina que resuma el tema de la lección.7. Desarrollo de la lección.- Presentamos la lección, pidiendo a un alumno que lea el título y el bloque que vamos a estudiar. Y vamos pidiendo a los alumnos que vayan leyendo los principios, según se vayan desarrollando, y las escrituras que se indican en cada uno de los principios. Al terminar la lección, pedimos a los alumnos que nos ayuden a resumirla, y terminamos pidiendo a un alumno que lea la conclusión y que la comente. ¿Qué otros consejos darías sobre el uso apropiado de la pizarra?