La Patrulla Fronteriza tiene su libro€œcanto de sirena de la carretera”, escri-bió Wes Enzinna...

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Copyright © 2018 The New York Times SÁBADO 26 DE MAYO DE 2018 Una colaboración con INTERNATIONAL WEEKLY VENTANA Cualquier cosa puede pasar en el camino, y no sólo los caminos menos recorridos que mencionan los poetas. Si uno se aventura suficientemente lejos, podría encontrar ri- quezas inesperadas, actos violentos de la naturaleza o ban- didos. Pocas personas han visto tanto cami- no como el mochilero profesional Juan Villarino, que tiene que convencer a los conductores de que no es uno de esos ladrones de la orilla de la carretera. “Un conductor tiene menos de tres segundos para tomar una decisión”, comentó a The New York Times. “Y esa decisión se toma en respuesta a factores inconscientes y la comunicación subli- minal”. Tras el colapso de la economía de Argentina en 2001, Villarino se rindió al “canto de sirena de la carretera”, escri- bió Wes Enzinna en The Times. “Me di cuenta de que podrías trabajar toda la vida para tener una casa, una carrera laboral”, dijo Villarino, “y de la noche a la mañana todo podría esfumarse”. Ha estado pidiendo que lo lleven desde entonces, y escribe sobre ello para pa- gar sus gastos. Pese a los peligros de sus viajes, la única arma que lleva es “una sonrisa idiota”. Eso se debe en parte a una de las paradojas del oficio. Igual que el romance, escribió Enzinna, las perso- nas que más necesitan un aventón pue- den parecer desesperadas, lo que hace que sean las que menos probabilidades tienen de conseguirlo. “Hacer dedo es un proceso de reconci- liación entre los que tienen y los que no tienen”, dijo Villarino. “Me gusta poner- me en una posición de impotencia y ver qué pasa”. Si hubiera estado en la carretera inte- restatal 70 en Indiana hace poco, podría haberse unido a los que tienen, al menos temporalmente. La puerta de un camión blindado se abrió y las bolsas de dinero salieron del vehículo. Con más de me- dio millón de dólares volando por ahí, Matthew Haag escribió en The Times: “La eterna pregunta hipotética se hizo realidad. ¿Tú qué harías?”. Lo que hicieron muchas personas fue detener sus autos y agarrar el efectivo, que Haag dijo se había “juntado como hojas y formado pilas en la hierba junto a la carretera”. La gente de las inmediacio- nes se acercó corriendo para llenar sus bolsillos con billetes de 20 dólares. La decisión de recoger dinero o a un mochilero en el camino despierta una pregunta existencial que plantea Enzin- na: ¿Las personas son buenas o malas? El camino, escribió, “podría crear y destruir esa fe, una y otra vez, a menudo muchas veces en un solo día”. La fe de Villarino podría haber sido puesta a prueba si sus viajes lo hubieran llevado a la Isla Grande de Hawai. La lava del volcán Kilauea ha quemado carreteras y viviendas en su camino al océano. Como sabe Villarino, las cosas materiales pueden desaparecer en un instante; una lección que Mike Hale aprendió hace poco. Hale huyó de su hogar debido a los gases tóxicos del volcán. Cuando volvió para rescatar algunas pertenencias, la lava había bloqueado el camino. Un video en cámara rápida que se volvió viral captó la lava cruzando la calle, tragándose el Ford Mustang de Hale y su buzón. “Supongo que en cierto modo es ren- dirse a la naturaleza”, indicó, agregando que al ver el video, “pensé ‘OK, tienes lo que tienes, y se acabó’”. ROBB TODD Al libro de memorias se lo critica por lucrar con la sangre de otros La carreteras también aportan algunas lecciones morales Por KATRIN BENNHOLD BERLÍN — La seguridad es estricta en este edificio de ladrillo en el extremo oes- te de Berlín. Dentro, un rótulo advierte: “¡Todo el que no tenga una chapa es un posible espía!”. Repartidos en cinco pisos, cientos de hombres y mujeres sentados en filas de seis atienden sus monitores de compu- tadora. Todos han firmado acuerdos de confidencialidad. Cuatro especialistas en trauma están a su disposición siete días a la semana. Son los agentes de Facebook. Y tienen el poder de decidir qué es libre expresión y qué es discurso de odio. Éste es el centro de eliminación de pu- blicaciones, uno de los más grandes de Facebook, con más de 1.200 moderado- res de contenido. Están limpiando con- tenido —desde propaganda terrorista y símbolos nazis hasta abuso infantil— que viola la ley o las normas de comuni- dad de la compañía. Alemania, sede de una nueva ley es- tricta contra el discurso de odio en línea, se ha convertido en un laboratorio para una de las cuestiones hoy más urgentes para los gobiernos: si la red social más grande del mundo debe ser regulada y cómo. Por todo el mundo, Facebook y otras plataformas de redes sociales enfrentan una reacción negativa a raíz de la desin- formación, el discurso de odio y las fallas para salvaguardar la privacidad. En India, siete personas fueron asesi- nadas a golpes tras un mensaje viral fal- so en WhatsApp, propiedad de Facebook. En Myanmar, la violencia contra la mi- noría rohinyá fue avivada, en parte, por desinformación propagada en Facebook. En Estados Unidos, el Congreso llamó a Mark Zuckerberg, director general de Facebook, para testificar sobre la inca- pacidad de la compañía para proteger la privacidad de sus usuarios. Europa, y Alemania en particular, han surgido como los reguladores de facto de la industria, ejerciendo su influencia más allá de sus fronteras. La medida repre- siva digital de Berlín contra el discurso de odio, que entró en vigor el 1 de enero, es observada de cerca por otros países. Y los funcionarios alemanes juegan un papel importante detrás de una de las acciones más agresivas de Europa para controlar a las compañías tecnológicas, reglas estrictas de privacidad de datos que entraron en vigor por toda la Unión Europea el 25 de mayo y que están pro- vocando cambios globales. Zuckerberg apareció ante el Parla- mento europeo el 22 de mayo y se discul- pó por el daño que ha causado Facebook. En el país del Holocausto, el compro- Por SIMON ROMERO TUCSON, Arizona — El escritor Fran- cisco Cantú, que pasó años como agente de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, estaba preparado para la furia de figuras antiinmigración y de sus antiguos colegas cuando publicó este año unas inquietantes memorias que ahondan en el frecuente maltrato que le dan a los inmigrantes las autoridades en el área fronteriza del su- roeste de Estados Unidos. Pero Cantú no estaba preparado para la avalancha de críticas que recibió del otro extremo del espectro político, que incluía a escritores y artistas indocumentados de todo Estados Unidos que ven a la Patrulla Fronteriza como una fuerza paramilitar que incita temor y destruye familias. Algunos llamaron “nazi” a Cantú, de 32 años, un mexicano-estadounidense de ter- cera generación; en principio por unirse a la Patrulla Fronteriza. Otros se presenta- ron en sus lecturas para gritarle “vendi- do”. Algunos críticos sugirieron boicotear su libro, “The Line Becomes a River”, ta- chándolo de ser un traidor que lucra con la sangre de otros. “No veo por qué Cantú deba ser absuel- to y celebrado al decir que fue testigo de la tragedia en la que fue cómplice”, dijo Jesús Valles, de 31 años, dramaturgo y maes- tro de una secundaria pública en Austin, Texas, un manifestante en las firmas de libros de Cantú. La tensión en torno a Cantú y su libro enciende un debate sobre quién puede contar historias de la vida en la frontera. Pone de manifiesto disputas entre latinos nacidos en Estados Unidos y los que fueron llevados ilegalmente al país en la infancia, mientras el muro del presidente Donald J. Trump comienza a tomar forma en el de- sierto de Chihuahua. En las presentaciones públicas, Cantú ha pedido que se permita que los manifes- tantes hablen de él y de su libro con sorna. Y aquí, en Tucson, donde vive, dijo que está de acuerdo con algunas de las acusaciones en su contra. “Mi objetivo era describir a la Patrulla Fronteriza desde adentro, no justificarla de algún modo”, señaló Cantú. Su libro relata incidentes de agentes de la Patrulla Fron- teriza que cortan con navaja las botellas de agua de las que los inmigrantes dependen Comentarios son bienvenidos en [email protected]. Continúa en la página 2 INTELIGENCIA Empatía, para otros inmigrantes. PÁG. 2 EL MUNDO Pocos quieren dejar las cuevas. PÁG. 3 RETRATO DE ESTADOS UNIDOS El auge trae problemas en California. PÁG. 5 ARTE Y DISEÑO La música barroca aún vive en la selva. PÁG. 6 CONOR E. RALPH PARA THE NEW YORK TIMES Cantú fue criticado por escribir sobre sus años como agente, un puesto del que a menudo se abusa. La ética salió volando al caer efectivo de una camioneta de caudales. Facebook debe “quitar” el odio Continúa en la página 2 GORDON WELTERS PARA THE NEW YORK TIMES LOREN ELLIOTT/REUTERS En su libro, Francisco Cantú cuenta cómo ser agente de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos es extenuante. Un agente captura a un hombre en el Valle del Río Grande, en Texas. La Patrulla Fronteriza tiene su libro El centro de eliminación de Facebook en Berlín tiene 1.200 agentes que borran discurso de odio y promoción terrorista.

Transcript of La Patrulla Fronteriza tiene su libro€œcanto de sirena de la carretera”, escri-bió Wes Enzinna...

Copyright © 2018 The New York Times

SÁBADO 26 DE MAYO DE 2018Una colaboración con INTERNATIONAL WEEKLY

VENTANA

Cualquier cosa puede pasar en el camino, y no sólo los caminos menos recorridos que mencionan los poetas. Si uno se aventura suficientemente lejos,

podría encontrar ri-quezas inesperadas, actos violentos de la naturaleza o ban-didos.

Pocas personas han visto tanto cami-no como el mochilero profesional Juan Villarino, que tiene

que convencer a los conductores de que no es uno de esos ladrones de la orilla de la carretera.

“Un conductor tiene menos de tres

segundos para tomar una decisión”, comentó a The New York Times. “Y esa decisión se toma en respuesta a factores inconscientes y la comunicación subli-minal”.

Tras el colapso de la economía de Argentina en 2001, Villarino se rindió al “canto de sirena de la carretera”, escri-bió Wes Enzinna en The Times. “Me di cuenta de que podrías trabajar toda la vida para tener una casa, una carrera laboral”, dijo Villarino, “y de la noche a la mañana todo podría esfumarse”.

Ha estado pidiendo que lo lleven desde entonces, y escribe sobre ello para pa-gar sus gastos. Pese a los peligros de sus viajes, la única arma que lleva es “una sonrisa idiota”. Eso se debe en parte a una de las paradojas del oficio. Igual que el romance, escribió Enzinna, las perso-nas que más necesitan un aventón pue-

den parecer desesperadas, lo que hace que sean las que menos probabilidades tienen de conseguirlo.

“Hacer dedo es un proceso de reconci-liación entre los que tienen y los que no tienen”, dijo Villarino. “Me gusta poner-me en una posición de impotencia y ver qué pasa”.

Si hubiera estado en la carretera inte-restatal 70 en Indiana hace poco, podría haberse unido a los que tienen, al menos temporalmente. La puerta de un camión

blindado se abrió y las bolsas de dinero salieron del vehículo. Con más de me-dio millón de dólares volando por ahí, Matthew Haag escribió en The Times: “La eterna pregunta hipotética se hizo realidad. ¿Tú qué harías?”.

Lo que hicieron muchas personas fue detener sus autos y agarrar el efectivo, que Haag dijo se había “juntado como hojas y formado pilas en la hierba junto a la carretera”. La gente de las inmediacio-nes se acercó corriendo para llenar sus bolsillos con billetes de 20 dólares.

La decisión de recoger dinero o a un mochilero en el camino despierta una pregunta existencial que plantea Enzin-na: ¿Las personas son buenas o malas? El camino, escribió, “podría crear y destruir esa fe, una y otra vez, a menudo muchas veces en un solo día”.

La fe de Villarino podría haber sido

puesta a prueba si sus viajes lo hubieran llevado a la Isla Grande de Hawai. La lava del volcán Kilauea ha quemado carreteras y viviendas en su camino al océano. Como sabe Villarino, las cosas materiales pueden desaparecer en un instante; una lección que Mike Hale aprendió hace poco.

Hale huyó de su hogar debido a los gases tóxicos del volcán. Cuando volvió para rescatar algunas pertenencias, la lava había bloqueado el camino. Un video en cámara rápida que se volvió viral captó la lava cruzando la calle, tragándose el Ford Mustang de Hale y su buzón.

“Supongo que en cierto modo es ren-dirse a la naturaleza”, indicó, agregando que al ver el video, “pensé ‘OK, tienes lo que tienes, y se acabó’”.

ROBB TODD

Al libro de memorias se lo critica por lucrar con la sangre de otros

La carreteras también aportan algunas lecciones morales

Por KATRIN BENNHOLD

BERLÍN — La seguridad es estricta en este edificio de ladrillo en el extremo oes-te de Berlín. Dentro, un rótulo advierte: “¡Todo el que no tenga una chapa es un posible espía!”.

Repartidos en cinco pisos, cientos de hombres y mujeres sentados en filas de seis atienden sus monitores de compu-tadora. Todos han firmado acuerdos de confidencialidad. Cuatro especialistas en trauma están a su disposición siete días a la semana.

Son los agentes de Facebook. Y tienen el poder de decidir qué es libre expresión y qué es discurso de odio.

Éste es el centro de eliminación de pu-blicaciones, uno de los más grandes de

Facebook, con más de 1.200 moderado-res de contenido. Están limpiando con-tenido —desde propaganda terrorista y símbolos nazis hasta abuso infantil— que viola la ley o las normas de comuni-dad de la compañía.

Alemania, sede de una nueva ley es-tricta contra el discurso de odio en línea, se ha convertido en un laboratorio para una de las cuestiones hoy más urgentes para los gobiernos: si la red social más grande del mundo debe ser regulada y cómo.

Por todo el mundo, Facebook y otras plataformas de redes sociales enfrentan una reacción negativa a raíz de la desin-formación, el discurso de odio y las fallas para salvaguardar la privacidad.

En India, siete personas fueron asesi-nadas a golpes tras un mensaje viral fal-so en WhatsApp, propiedad de Facebook. En Myanmar, la violencia contra la mi-noría rohinyá fue avivada, en parte, por desinformación propagada en Facebook. En Estados Unidos, el Congreso llamó a Mark Zuckerberg, director general de Facebook, para testificar sobre la inca-pacidad de la compañía para proteger la privacidad de sus usuarios.

Europa, y Alemania en particular, han surgido como los reguladores de facto de la industria, ejerciendo su influencia más allá de sus fronteras. La medida repre-siva digital de Berlín contra el discurso de odio, que entró en vigor el 1 de enero, es observada de cerca por otros países.

Y los funcionarios alemanes juegan un papel importante detrás de una de las acciones más agresivas de Europa para controlar a las compañías tecnológicas, reglas estrictas de privacidad de datos que entraron en vigor por toda la Unión Europea el 25 de mayo y que están pro-

vocando cambios globales.Zuckerberg apareció ante el Parla-

mento europeo el 22 de mayo y se discul-pó por el daño que ha causado Facebook.

En el país del Holocausto, el compro-

Por SIMON ROMERO

TUCSON, Arizona — El escritor Fran-cisco Cantú, que pasó años como agente de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, estaba preparado para la furia de figuras antiinmigración y de sus antiguos colegas cuando publicó este año unas inquietantes memorias que ahondan en el frecuente maltrato que le dan a los inmigrantes las autoridades en el área fronteriza del su-roeste de Estados Unidos.

Pero Cantú no estaba preparado para la avalancha de críticas que recibió del otro extremo del espectro político, que incluía a escritores y artistas indocumentados de todo Estados Unidos que ven a la Patrulla Fronteriza como una fuerza paramilitar que incita temor y destruye familias.

Algunos llamaron “nazi” a Cantú, de 32

años, un mexicano-estadounidense de ter-cera generación; en principio por unirse a la Patrulla Fronteriza. Otros se presenta-ron en sus lecturas para gritarle “vendi-do”. Algunos críticos sugirieron boicotear su libro, “The Line Becomes a River”, ta-chándolo de ser un traidor que lucra con la sangre de otros.

“No veo por qué Cantú deba ser absuel-to y celebrado al decir que fue testigo de la tragedia en la que fue cómplice”, dijo Jesús Valles, de 31 años, dramaturgo y maes-tro de una secundaria pública en Austin, Texas, un manifestante en las firmas de libros de Cantú.

La tensión en torno a Cantú y su libro enciende un debate sobre quién puede contar historias de la vida en la frontera. Pone de manifiesto disputas entre latinos

nacidos en Estados Unidos y los que fueron llevados ilegalmente al país en la infancia, mientras el muro del presidente Donald J. Trump comienza a tomar forma en el de-sierto de Chihuahua.

En las presentaciones públicas, Cantú ha pedido que se permita que los manifes-tantes hablen de él y de su libro con sorna. Y aquí, en Tucson, donde vive, dijo que está de acuerdo con algunas de las acusaciones en su contra.

“Mi objetivo era describir a la Patrulla Fronteriza desde adentro, no justificarla de algún modo”, señaló Cantú. Su libro relata incidentes de agentes de la Patrulla Fron-teriza que cortan con navaja las botellas de agua de las que los inmigrantes dependen

Comentarios son bienvenidos en [email protected].

Continúa en la página 2

INTELIGENCIA

Empatía, para otros inmigrantes. PÁG. 2

EL MUNDO

Pocos quieren dejar las cuevas. PÁG. 3

RETRATO DE ESTADOS UNIDOS

El auge trae problemas en California. PÁG. 5

ARTE Y DISEÑO

La música barroca aún vive en la selva. PÁG. 6

CONOR E. RALPH PARA THE NEW YORK TIMES

Cantú fue criticado por escribir sobre sus años como agente, un puesto del que a menudo se abusa.

La ética salió volando al caer efectivo de una camioneta de caudales.

Facebook debe “quitar” el odio

Con tinúa en la página 2

GORDON WELTERS PARA THE NEW YORK TIMES

LOREN ELLIOTT/REUTERS

En su libro, Francisco Cantú cuenta cómo ser agente de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos es extenuante. Un agente captura a un hombre en el Valle del Río Grande, en Texas.

La Patrulla Fronteriza

tiene su libro

El centro de eliminación de Facebook en Berlín tiene 1.200 agentes que borran discurso de odio y promoción terrorista.

E L M U N D O

2 SÁBADO 26 DE MAYO DE 2018THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

INTERNATIONAL WEEKLY

NANCY LEE Editora ejecutivaTOM BRADY Editor en jefeALAN MATTINGLY Editor

The New York Times International Weekly620 Eighth Avenue, New York, NY 10018

CONSULTAS EDITORIALES: [email protected]

CONSULTAS DE VENTAS Y PUBLICIDAD:[email protected]

THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY E INTERNATIONAL REPORT APARECEN EN LAS SIGUIENTES PUBLICACIONES: CLARÍN, ARGENTINA DER STANDARD, AUSTRIA LA RAZÓN, BOLIVIA O ESTADÃO, BRASIL THE HAMILTON SPECTATOR, TORONTO STAR Y WATERLOO REGION RECORD, CANADÁ LA SEGUNDA, CHILE PRENSA LIBRE, GUATEMALA ASAHI SHIMBUN, JAPÓN EL NORTE Y REFORMA, MÉXICO CORREO, PERÚ EL NUEVO DÍA, PUERTO RICO LISTIN DIARIO, REPÚBLICA DOMINICANA NEDELJNIK, SERBIA

para sobrevivir, decoran cactus con ropa interior de mujeres o les prenden fuego a las plantas.

INTELIGENCIA/VIET THANH NGUYEN

Muchos olvidaron su pasado

Viet Thanh Nguyen es el autor, más recientemente, de “The Refugees” y editor de “The Displaced: Refugee Writers on Refugee Lives”.Envíe sus comentarios [email protected].

Una ley alemana obliga a Facebook a eliminar publicaciones de odioCon tinúa de la página 1

GORDON WELTERS PARA THE NEW YORK TIMES

“Ellos sabían que eran una plataforma para conducta

criminal y para llamados a cometer actos criminales”.

GERD BILLEN

El jefe de protección al consumidor alemán sobre Facebook

Las memorias de un agente despiertan críticasCon tinúa de la página 1

LOREN ELLIOTT/REUTERS

Christopher F. Schuetze contribuyó con reportes.

Mi madre era heroica, pero muchos la veían sólo como forastera.

Dicen que hay desconexión entre los latinos nacidos en Estados Unidos y los inmigrantes ilegales, como estos detenidos en Texas.

WENTING LI

E L M U N D O

SÁBADO 26 DE MAYO DE 2018 3THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Por NEIL MacFARQUHAR

YEREVAN, Armenia — A sus 26 años, Lilit Petrosyan tenía mucho a su favor, desarrollando funciones para PicsArt, una exitosa aplicación para manipular fotografías en redes sociales.

No obstante, sus padres la instaron a seguir el camino emprendido por los jó-venes armenios durante décadas: apro-vechar su éxito para obtener una visa de inmigración e irse.

“Siempre dije: ‘No, no quiero vivir en otro país’”, dijo Petrosyan. “Prefiero cambiar este país para bien”.

Su oportunidad llegó cuando se unió a cientos de miles de manifestantes para derrocar al partido gobernante en las se-manas previas a las elecciones del 8 de mayo.

Los armenios menores de 30 años, co-nocidos como “la generación de la Inde-pendencia” porque nacieron después de la desvinculación de la Unión Soviética en 1991, formaron la columna vertebral de las protestas. Los empleados del sec-tor tecnológico fueron particularmente eficaces en apoyar las manifestaciones.

Utilizaron aplicaciones de mensajes como Telegram para coordinar las pro-testas. Enredaron el tráfico organizando círculos infinitos de peatones en los cru-ces de calles. Donaron dinero para un sistema de sonido y agua en la Plaza de la República, el centro de las protestas.

Los empleados tecnológicos dijeron que se dieron cuenta de que actuando al unísono podían deshacerse del asfi-xiante control de un solo partido sobre el gobierno y la economía que habían here-dado de la Unión Soviética.

“La nueva generación nunca ha visto el comunismo; no crecieron con fotos de Lenin, Stalin o Brezhnev”, dijo Arsen Gevorgyan, de 44 años, fundador de una compañía de software, SFL. “La nueva generación es más activa. Ven Internet, ven Europa, ven la democracia”.

La tecnología, con al menos 10.000 em-pleados en su mayoría bien pagados, es-tá en crecimiento en una economía más bien estancada. Los que están en ella creen tener la influencia para presionar sus demandas de democracia.

“Ayudó a impulsar a otras personas, que dijeron: ‘Si los tecnológicos están saliendo, ¿por qué seguimos aquí sen-tados?’”, dijo Maria Titizian, editora de EVN Report, una revista en línea.

Abandonar el trabajo para protestar no fue fácil de explicar a las compañías ex-tranjeras. “Es difícil decirles: ‘Saben, hay una revolución aquí, no podemos trabajar esta semana’”, dijo Vahe Evoyan, de 30 años, físico y programador informático.

Nikol Pashinyan, el líder de la protesta que fue elegido primer ministro este mes, pidi una campaña de desobediencia civil, y los trabajadores tecnológicos traduje-ron la idea al idioma de Internet.

Compararon su estrategia con una ca-dena de bloques, o con un ataque de recha-zo de servicio que colapsa un sitio web.

El gobierno ayudó con respuestas tor-pes a las protestas, que empezaron el 17 de abril cuando Serzh Sargsyan, el pre-sidente desde 2008, trató de eludir los límites del mandato convirtiéndose en primer ministro bajo una nueva Cons-titución que transfería la mayoría del poder político a ese cargo. Advirtió os-curamente una repetición de los eventos del 1 de marzo de 2008 cuando, luego de lo que muchos consideraron un triunfo electoral empañado para Sargsyan, los soldados abrieron fuego contra los mani-festantes, matando a 10 personas.

Al igual que a muchos de sus compañe-ros, a Petrosyan la enfureció la amenaza.

“Desde el primer día que salí a la calle comprendí que algo poderoso estaba su-cediendo”, dijo Petrosyan.

Las gerencias de diversas compañías, al observar todos los escritorios vacíos, cedieron ante lo inevitable.

El 19 de abril, SFL ayudó a establecer un foro de chat privado en Telegram pa-ra discutir tácticas. Al final de la noche tenía 800 miembros que representaban a unas 20 empresas de tecnología, y un plan para bloquear las calles simultá-neamente a las 11:00 del día siguiente.

Compañías con cientos de empleados como Synopsys y PicsArt dieron permi-so a sus empleados para salir, igual que firmas más pequeñas.

Los manifestantes están extasiados por el éxito, y muchos quieren mantener esa sensación efervescente de posible cambio.

Sobre todo, se están quedando en Ar-menia, en vez de hacer planes para emi-grar.

“Quería que mi país fuera un lugar don-de quisiera vivir”, dijo Vigen Sargsyan, desarrollador en Inomma. “Básicamen-te, alcanzamos esa meta.”

Una cueva en China aún sigue habitada

Los jóvenes apoyaron el cambio en Armenia

Por BRYAN DENTON

GEBENG, China — Cuando los ban-didos acechaban este tramo remoto de la provincia suroeste de Guizhou en los años caóticos previos a la fundación de la China moderna, los aldeanos de la etnia miao se ocultaban en las enormes cuevas de la región.

Y allí han permanecido, aún después de que China se unió bajo el régimen co-munista.

El área se halla en una de las pro-vincias más pobres de China. El único vínculo con el mundo exterior es por un sendero montañoso —una caminata a paso rápido de una hora por un valle es-carpado— que conduce a una carretera cercana.

Sin embargo, en los últimos 20 años las cuevas se han vuelto menos recón-ditas a raíz del flujo en constante cre-cimiento de turistas, que llegan para experimentar lo que los medios locales han descrito como “la última cueva con-tinuamente habitada en China”.

Los moradores de las cuevas perciben dinero extra al rentar cuartos en sus ho-gares, que con el tiempo se han amonto-nado al interior de la cueva Zhong, una caverna de piedra caliza lo bastante grande para albergar cuatro canchas de futbol.

La cueva es tan grande que las resi-dencias de madera o bambú forman una

aldea subterránea, construida a lo largo de sus paredes onduladas.

La cueva está llena del sonido de va-cas y gallos. Las tardes de los viernes, las risas de los niños hacen eco y el olor de fogatas para cocinar impregna el ai-re fresco y húmedo, que ofrece alivio del calor del valle de abajo.

El gobierno del condado quiere que los habitantes se muden a un complejo cercano de viviendas: casas de granja de un piso y paredes blancas que fueron concluidas hace casi 10 años.

Los funcionarios señalan que los ha-bitantes no han cuidado la cueva, ha-ciéndola inadecuada para ser habitada, y que el gobierno debería supervisar la aldea porque está listada como una co-munidad protegida por la Administra-ción Turística del Río Getu, una agencia local. Han ofrecido a cada residente 60.000 renminbis, unos 9.500 dólares, por marcharse.

Sólo cinco familias han aceptado mu-darse. Las 18 familias restantes se han aferrado obstinadamente a sus hogares.

Dicen que las casas nuevas son dema-siado pequeñas, que temen perder acce-so a sus tierras, y que sólo ellos, a raíz de su nexo histórico con la cueva, deberían tener derecho de controlar de manera independiente su pequeña economía del turismo.

Incluso los pobladores que conside-

ran marcharse parecen estar de acuer-do en que 9.500 dólares por persona es muy poco dinero, especialmente porque muchos son ancianos y hablan poco o nada de mandarín, lo que significa que se podrían sentir aislados si se van de la cueva. Aún dependen de sus tierras cercanas para cultivar el mijo y los ve-getales de los que subsisten.

El cambio más grande en la histo-ria de la cueva fue la introducción de electricidad, apenas en 2002, gracias a Frank Beddor Jr., un estadounidense acaudalado de Minnesota.

Beddor también construyó una es-cuela y un cuarto de baño comunitario, y entregó ganado y otra asistencia.

Sin embargo, la escuela fue cerrada por el gobierno local, en 2011, forzando a los habitantes a enviar a sus hijos, algu-nos de apenas 5 años, al internado de la región, a casi dos horas de allí.

Beddor murió a los 83 años de edad en 2007. Su vínculo emocional con la aldea aún es un misterio para los aldeanos.

Wang Qicai, de 39 años, un granjero que también administra un almacén de ramos generales desde su hogar en la cueva, dijo que los jóvenes se podrían marchar para convertirse en trabajado-res migratorios, pero muchos terminan por regresar para tener sus familias.

La cueva “se siente como el hogar”, afirmó.

BRYAN DENTON PARA THE NEW YORK TIMES

La escuela construida en

la década de 2000 para

los aldeanos fue cerrada

en 2011, obligando

a los niños a ir a un

internado.

D I N E R O Y N E G O C I O S

4 SÁBADO 26 DE MAYO DE 2018THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Las zapatillas se venden como si fueran diamantes

Por BEE SHAPIRO

MARK WICKENS PARA THE NEW YORK TIMES

La demanda agota la oferta de chips GPU

Por CADE METZ

gamers

El peligro de dejar prendidos a los autos sin llave es mortalPor DAVID JEANS

y MAJLIE DE PUY KAMP

FOTOILUSTRACIÓN POR CHRISTINA GANDOLFO PARA THE NEW YORK TIMES

Europa se pregunta cómo proteger sus inversiones en IránPor JACK EWING y STANLEY REED

Las tecnologías para las criptomonedas y la IA devoran procesadores.

REGIS DUVIGNAU/REUTERS

Se esperaba que Airbus vendiera más de 100 aviones a Iran Air, pero sólo se han entregado algunos.

John McPheters

(der.) y Jed Stiller,

fundadores de Stadium

Goods, y algunos de

sus zapatillas.

Los conductores pueden olvidar que un auto está encendido si no deben retirar la llave, lo que ya ha causado intoxicaciones.

R E T R AT O D E E S TA D O S U N I D O S

SÁBADO 26 DE MAYO DE 2018 5THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

ARIZONAGlendale

ALABAMAMontgomery

LOUISIANANueva Orleans

CALIFORNIASan Francisco

Por CAMPBELL ROBERTSON

MONTGOMERY, Alabama — La Jun-ta de Indultos y Libertad Condicional de Alabama es un lugar para personas que se han responsabilizado de sus delitos y han expresado su arrepentimiento.

A unos cuantos metros de la calle se encuentra un centro de rehabilitación de otro tipo, para un país al que no se le ha aplicado el mis-mo estándar.

El recién inaugu-rado Monumento Nacional para la Paz y la Justicia exige un ajuste de cuentas de una de las atrocidades menos reconocidas de Estados Unidos: el linchamiento de mi-les de personas de raza negra en una cam-paña de terror racista que duró décadas.

En el centro hay un corredor con 800 columnas de acero que cuelgan de un te-cho. En cada una está grabado el nombre de un condado y las personas que fueron linchadas ahí, la mayoría listadas por nombre, muchas simplemente como “desconocido”.

Algunos de los linchamientos están descritos en resúmenes: Parks Banks, linchado en Mississippi en 1922 por llevar una fotografía de una mujer blanca; Ca-leb Gadly, colgado en Kentucky en 1894 por “caminar detrás de la esposa de su patrón blanco”; Mary Turner, que tras denunciar el linchamiento de su esposo fue colgada boca abajo, quemada y luego cortada por el vientre para que su hijo no nacido cayera al suelo.

“Tan sólo ver los nombres de todas es-tas personas”, dijo Bryan Stevenson, fun-dador de la Iniciativa de Justicia Iguali-taria, la organización detrás del monu-mento. Stevenson y un pequeño grupo

pasaron años en archivos y bibliotecas para documentar los linchamientos. Han catalogado cerca de 4.400.

También hay duplicados de cada co-lumna, con la intención de enviarlas a los condados donde se realizaron los lin-chamientos. La gente de esos condados puede solicitarlas —muchos ya lo han hecho— pero deben demostrar que han hecho esfuerzos a nivel local para “abor-dar la injusticia racial y económica”.

Para Stevenson, cuyos bisabuelos eran esclavos en Virginia, los planes para el monumento y un museo complementario se originaron en las décadas que pasó en los tribunales de Alabama, siendo testigo de un sistema de justicia judicial que tra-ta a los afroamericanos con particular crueldad o indiferencia.

“No me interesa hablar de la historia de Estados Unidos porque quiera casti-garlo”, continuó Stevenson. “Quiero li-berarlo. Y creo que es importante que lo hagamos como una organización que ha

creado una identidad que está tan diso-ciada del castigo como es posible”.

A unas cuadras se encuentra el Museo del Legado, una pieza que acompaña al monumento.

No es un museo convencional. Quizá sea descrito mejor como la presentación de un argumento, respaldado por relatos de primera mano y documentos contem-poráneos, de que el sistema de esclavitud no terminó, sino que evolucionó.

Entre los relatos está el de Anthony Ray Hinton, que pasó 28 años en el co-rredor de la muerte de Alabama tras ser erróneamente condenado por dos homi-cidios por un jurado blanco.

Hinton sabe de primera mano lo obsti-nada que puede ser la injusticia, pero es contundente: si la gente se rindiera por la desesperación, él estaría muerto.

“Me niego a creer que no hay esperan-za, porque soy producto de lo que puede pasar cuando luchas”, dijo. “Si no lucha-mos, ¿quién va a luchar?”.

Las víctimas del racismo son reconocidas

Importar educadores mantiene bajos los sueldos de los maestros.

La comunidad vietnamita progresa y va perdiendo su identidad

Estados Unidos contrata maestros en el extranjero

El auge económico californiano también causa problemasPor THOMAS FULLER

SAN FRANCISCO — Cuando una agencia de transporte señaló hace dos años que las horas pico eran cosa del pa-sado en una importante carretera en el Área de la Bahía de San Francisco, no fue

una buena noticia.“Por primera vez

de la que se tenga registro, los perio-dos pico de la maña-na y la tarde se han fusionado”, dijo un vocero de la agen-cia, “creando una

autopista continuamente congestionada desde las 5.30 de la mañana hasta casi las 8 de la noche”.

La economía de California se ha dispa-rado a la estratósfera, pero no sin infligir dolor. El tráfico paralizante es un sínto-ma; el precio cada vez más absurdo de una vivienda es otro.

Una persona ideó una fórmula rápida para calcular el precio de una casa en el Área de la Bahía: ver cuánto costaría una casa similar en Minnesota y luego

agregar un millón de dólares.California registró otro hito a princi-

pios de este mes: si el Estado fuera un país independiente, su economía sería la quinta más grande del mundo, adelante de la de Gran Bretaña.

A medida que California ha prospera-do, ha reforzado una narrativa liberal so-bre el crecimiento: que un estado puede tener un gobierno grande y una econo-mía pujante también.

California tiene estrictas protecciones ambientales, un sistema tributario pro-gresivo y un salario mínimo al alza, aho-ra de 10.50 dólares la hora, que aumenta-rá en etapas a 15 dólares en 2023. El Es-tado da la bienvenida a los inmigrantes, celebra la diversidad étnica y lingüística, y trata activamente de combatir el cam-bio climático. Y con todo eso, su econo-mía sigue disparándose.

“Hemos elevado los impuestos sobre la renta e introducido tarifas cada vez más altas para reducir las emisiones de los gases de invernadero”, externó Stephen Levy, director del Centro para el Estudio Continuo de la Economía de California.

“Nada de eso ha anulado el atractivo de este Estado”.

El éxito económico de California apun-tala la audacia del Estado y su actitud desafiante hacia el presidente Donald J. Trump.

California, que registró un crecimiento de 3 por ciento el año pasado, se destaca por la diversidad y el tamaño absoluto de su economía. Todos los sectores contri-buyeron al crecimiento del estado el año pasado excepto la agricultura, de acuer-do con Irena Asmundson, una funcio-naria económica estatal. Los servicios financieros y los bienes raíces llevaron la delantera, e incluso la manufactura, que a menudo se dice está en declive en Estados Unidos, creció de manera signi-

ficativa, al contribuir con 10.000 millones de dólares en producción a los 127.000 mi-llones de dólares que el Estado agregó en total.

“La mayor parte de esto se debe a mu-chas firmas relativamente pequeñas que son muy especializadas”, dijo Asmund-son sobre el crecimiento en la manufac-tura.

Silicon Valley es una gran parte del éxito de California. Uno de los gigantes tecnológicos del Estado, Apple, aportó cinco veces más ingresos en su año fiscal más reciente —229.000 millones de dóla-res— que la producción de Wyoming.

Todo ese dinero llegando a raudales a las industrias de la tecnología y el en-tretenimiento de California produce un gran efecto de riqueza, inflando lo que los trabajadores californianos pueden gastar, y no sólo los que trabajan directa-mente en esos campos.

Facebook reveló el mes pasado que el sueldo medio de sus empleados era de 240.430 dólares al año. Pero al jefe de bomberos en San Ramón le va muy bien, también, con una remuneración y presta-

ciones totales de 516.344 dólares en 2016, señala el sitio web Transparent Califor-nia. Y casi 200 oficiales de Policía en todo el Estado ganan más de 300.000 dólares al año, si se incluyen las horas extra y las prestaciones.

Pero no todos comparten esa prospe-ridad. En 2017, California tuvo el creci-miento más grande en su población de indigentes que cualquier estado (14 por ciento), y también la proporción más alta de ellos que duerme a la intemperie.

Todos los auges económicos pierden el ímpetu tarde o temprano, y algunos afir-man que podrían darle la bienvenida a un poco de alivio de éste. William Yu, econo-mista en la Universidad de California en Los Ángeles, recuerda un reciente panel de discusión con unos desarrollares in-mobiliarios.

“A un desarrollador se le preguntó: ‘¿Te preocupa la posibilidad de una rece-sión?’”, indicó Yu. “El desarrollador dijo: ‘No me preocupa en absoluto. La estoy esperando’”.

¿Por qué? Para poder comprar algu-nas propiedades a precios más baratos.

Por DANA GOLDSTEIN

GLENDALE, Arizona — La última ola de trabajadores extranjeros que entraron en empleos estadounidenses trajo a Donato Soberano de Filipinas a Arizona hace dos años. Tuvo que pagar

miles de dólares a un agente de em-pleos y vivió un tiempo en un de-partamento con otros cinco traba-jadores filipinos. El atractivo es la paga, 10 veces

más de lo que ganaba haciendo el mis-mo trabajo en su país.

Pero Soberano no es un trabajador de la industria de la hospitalidad ni un asistente de salud en el hogar. Está en otra línea de trabajo que ahora paga muy poco para atraer a suficientes es-tadounidenses: Soberano es un maes-tro de escuela pública.

A medida que se extienden las huel-gas de docentes a causa de los bajos salarios y los fondos para la educación, crece la tenencia de con-tratar profesores en el ex-tranjero.

Entre los últimos Esta-dos afectados por las pro-testas se encuentra Arizo-na, donde el sueldo de los maestros se ubica más de 10.000 dólares por abajo del promedio nacional de 59.000 dólares anuales, y Carolina del Norte, donde es 9.000 dólares más bajo.

El Distrito de Educación Básica de Pendergast, donde trabaja Soberano, ha contratado a más de 50 docentes de Filipinas des-de 2015. Tienen visas J-1, lo que les permite trabajar temporalmente en Estados Unidos, pero no ofrecen ninguna vía a la ciudadanía.

Más de 2.800 profesores extranjeros llegaron el año pasado a través del pro-grama J-1, de acuerdo con el Departa-mento de Estado.

“En estos tiempos, tienes que ser in-novador y creativo en la contratación”, dijo Patricia Davis-Tussey, directora de Recursos Humanos de Pendergast. “Acogemos la diversidad y realmente ganamos mucho de la experiencia del intercambio cultural. “Nuestros estu-diantes también se benefician”.

En Pendergast, donde los sueldos de alrededor de 40.000 dólares anuales son causa de inconformidad para los educadores estadounidenses del dis-trito, Soberano está agradecido por el salario. Se endeudó para encontrar un empleo en Estados Unidos. Dijo que utilizó sus ahorros y un préstamo ban-cario para pagar 12.500 dólares, apro-ximadamente tres años de su salario en Filipinas, a un consultor con sede en California que recluta maestros para el programa J-1.

“Hay que hacer algunos sacrificios,

al dejar a la familia en casa”, dijo Sobe-rano.

Cada noche, prepara las clases para sus alumnos y todos los días se despier-ta a las 4 de la madrugada para tener un videochat con su esposa y sus dos hijas adolescentes, para quienes está terminando su día en Manila. A pesar de su separación, dijo que la experien-cia ha sido gratificante “al enseñar en una cultura diferente; pero también financieramente”.

Los distritos escolares que reclutan docentes como Soberano señalan que no pueden encontrar suficientes esta-dounidenses dispuestos a trabajar por el bajo sueldo que se les ofrece. Pero los críticos argumentan que la práctica

ayuda a mantener bajos los salarios.“En lugar de aumentar los salarios,

los distritos recurren una vez más al reclutamiento internacional como una forma de resolver la escasez de maes-tros”, dijo en un comunicado Randi Weingarten, presidenta de la Federa-ción Estadounidense de Maestros, un sindicato de docentes.

Los administradores de estos dis-tritos dicen que sin un sueldo más alto y aumentos regulares, será imposible atraer a suficientes profesores estadou-nidenses y mantenerlos en las aulas.

De acuerdo con el Departamento de Estado, el año pasado 183 maestros de Arizona obtuvieron nuevas visas J-1, en comparación con los 17 de 2010.

Filipinas fue el país que más maestros envió con la visa J-1 a Estados Unidos en 2017, seguido por Jamaica y China.

Soberano, cuya visa le exige regre-sar a su país de origen después de que expire, dijo que desea residir legalmen-te en Estados Unidos a largo plazo co-mo maestro. “Me encantaría traer a mi familia aquí”, afirmó.

Por STEPHEN HILTNER

NUEVA ORLEANS — Village de l’Est, un barrio en el extremo oriente de Nue-va Orleans, a 25 kilómetros del Barrio Francés, es una comunidad inmigrante que principalmente ha existido sólo en

los márgenes.Durante décadas,

Village de l’Est ha sido el hogar de va-rios miles de viet-namitas-estadou-nidenses. Pero “in-cluso aquí en Nueva Orleans”, dijo Cyndi

Nguyen, “mucha gente no sabe mucho sobre nuestra cultura”.

Nguyen, de 48 años, se estableció aquí con sus padres en la ola de refugiados que escaparon de Vietnam a partir de 1975, después de la caída de Saigón.

Una gran parte de la población fue atraída aquí por la promesa de la indus-tria pesquera del sur de Louisiana, y con el patrocinio de la Iglesia Católica local.

Durante los primeros 30 años, dijo, la unida comunidad permaneció separa-da del resto de la ciudad por barreras lingüísticas y culturales y por su ubica-ción aislada. Todo eso cambió en 2005. La devastación causada por el huracán Katrina obligó a la comunidad a hacerse valer políticamente, empezando con los trabajos para restaurar los servicios de la ciudad y oponerse al establecimiento de un vertedero cercano.

Menos de cinco años después, el derra-me de petróleo de Deepwater Horizon afectó de manera desproporcionada a la comunidad, dados sus vínculos con la industria pesquera. Luego, Nguyen ganó un escaño en el Ayuntamiento de

Nueva Orleans, y se convirtió en la pri-mera miembro asiática-estadounidense del cabildo.

Ahora, el enclave vietnamita está cam-biando. Algunos de los lazos más fuertes que los unían —idioma y religión com-partidos— empiezan a desvanecerse en las generaciones más jóvenes.

El mayor acceso a la educación y las subsecuentes perspectivas de empleo que brinda dicho acceso también están alejan-do del Este de Nueva Orleans a los vietna-mitas-estadounidenses más jóvenes.

Estos cambios plantean preguntas so-bre la esperanza de vida de las comuni-dades de inmigrantes.

“De mi generación, la mayoría segui-mos aquí”, dijo Lang Le, de 49 años, que se estableció aquí con su familia en 1975. “Pero las generaciones más jóvenes se están mudando. Van a la universidad, se

titulan, se van a Texas y California”.Village de l’Est sigue siendo el hogar

de tradiciones vietnamitas centradas en la religión, la familia y la comida. En su mercado campesino, los habitantes ven-den e intercambian hierbas, verduras, pescados, camarones y aves. La iglesia local, Mary Queen of Vietnam, ayudó a iniciar una corporación para el desarro-llo comunitario, MQVN, que desde 2006 ha defendido programas de atención mé-dica, educación, vivienda, los servicios sociales y el desarrollo económico.

Tuan Nguyen, de 37 años, director eje-cutivo de MQVN, dijo que esperaba que el barrio pudiera volver a atraer a la gente. Hay pocas cosas que su hija ama más, di-jo, que pasar tiempo con su abuela en la granja de la comunidad.

“De alguna manera”, dijo, “todo vuelve al principio”.

FOTOGRAFÍAS POR AUDRA MELTON PARA THE NEW YORK TIMES

El Monumento Nacional para la Paz y la Justicia en Alabama, incluye la estatua de un esclavo, columnas con los nombres de víctimas de linchamiento y una muestra interactiva con los condenados a muerte.

STEPHEN HILTNER/THE NEW YORK TIMES

La industria pesquera de Luisiana atrajo a los padres de Phuc Nguyen tras la caída de Saigón, en 1975.

Las viviendas son más caras, la indigencia crece y el tráfico se paraliza.

DEANNA ALEJANDRA DENT PARA THE NEW YORK TIMES

Donato Soberano, reclutado en Filipinas, enseña en una escuela pública de Arizona.

A R T E Y D I S E Ñ O

6 SÁBADO 26 DE MAYO DE 2018THE NEW YORK TIMES INTERNATIONAL WEEKLY

Por TED LOOS

Exmarine retrata a los pocos, los orgullosos, los aburridos Marines.

Un cómic ve la verdad de los Marines

Un escultor labra en plata a la muerte

El amor por lo barroco se conserva en la selva boliviana

Por C. J. CHIVERS

best seller

Por NICHOLAS CASEY

FOTOGRAFÍAS POR LENA MUCHA PARA THE NEW YORK TIMES

LAUREN LANCASTER PARA THE NEW YORK TIMES

GRAHAM WALZER PARA THE NEW YORK TIMES

Maximilian Uriarte dice que sus cómics son populares porque son “honestos” con lo que observa.

Ryan Reynolds es un superhéroe preocupadoPor CARA BUCKLEY

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MAGDALENA WOSINSKA PARA THE NEW YORK TIMES

El astro de “Deadpool” tiene mucho tiempo de sufrir ansiedad, pero halla refugio en el escenario.

Un pueblo indígena en Bolivia aún toca la música llevada ahí en siglo 18 por los jesuitas. Violines elaborados localmente, y una clase de trompeta.

El artista Charles Ray con su obra “León de montaña atacando a un perro”. Los temas de sus esculturas pueden afectar a los espectadores.