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La Patristica y el progreso de la teologia Para abordar el tema con alguna competencia seria pre ciso un espiritu mas sensible a las ensenanzas del Vaticano II, mejor enterado de las aportaciones postconciliares, mas atento a tendencias, no por genéricas menos significativas para quien gusta de robar secretos al futuro. Un ànimo àgil, en sintonia con las inquietudes del hombre hodierno, sabria evocar en la lectura de los Padres elementos hasta ahora dormidos. A ratos cree uno vivir mas cerca de san Pablo, que de los propios alumnos. Los que hoy frecuentan nuestras aulas na cieron en un mundo, que les ató con fuerza al momento inmediato y proyectó hacia el futuro, robàndoles el alma al anàlisis reposado del pretèrito en que nos educamos otros. Nuestras categorias no coinciden. Se mueven en direcciones encontradas. Y en el mejor de los casos, ^dónde reside el secreto de la ciencia por afìnidad, superior a la de conceptos, que lleva sin mas a la entrana de las cosas? Lo humano es siempre decisivo. Para intuir a individuos superdotados, con vendria serio uno y entenderlos con el vigor que dejaron en sus escritos. El teòlogo de oficio no debe acabar con el hombre. Las paradojas tienen tal vez demasiada cabida en nuestras actividades. No es la menor, querer subir a las alturas de un Origenes con multitud de preocupaciones ajenas a su espiritu, buscando en diàspora lo que solo se abre a la simplicidad de mente. Las intuiciones valen màs que los discursos. Y se dan mejor en espiritus serenos, limpios, que en la apresurada y turbulenta ciencia de moda. Los PP. solo se entregan hondamente a quienes se les en tregan también en hondura, por larga conversación con ellos. <<Fué ése el error de la antigua Patristica? ,-Faltó la sensibilidad humana, requerida para entender su teologia?

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La Patristica y el progreso de la teologia

Para abordar el tema con alguna competencia seria pre ciso un espiritu mas sensible a las ensenanzas del Vaticano II,

mejor enterado de las aportaciones postconciliares, mas atento a tendencias, no por genéricas menos significativas para quien gusta de robar secretos al futuro. Un ànimo àgil, en sintonia con las inquietudes del hombre hodierno, sabria evocar en la lectura de los Padres elementos hasta ahora dormidos. A ratos cree uno vivir mas cerca de san Pablo, que de los

propios alumnos. Los que hoy frecuentan nuestras aulas na cieron en un mundo, que les ató con fuerza al momento

inmediato y proyectó hacia el futuro, robàndoles el alma al anàlisis reposado del pretèrito en que nos educamos otros. Nuestras categorias no coinciden. Se mueven en direcciones encontradas. Y en el mejor de los casos, ^dónde reside el secreto de la ciencia por afìnidad, superior a la de conceptos, que lleva sin mas a la entrana de las cosas? Lo humano es

siempre decisivo. Para intuir a individuos superdotados, con

vendria serio uno y entenderlos con el vigor que dejaron en

sus escritos. El teòlogo de oficio no debe acabar con el hombre. Las paradojas tienen tal vez demasiada cabida en nuestras actividades. No es la menor, querer subir a las alturas de un

Origenes con multitud de preocupaciones ajenas a su espiritu, buscando en diàspora lo que solo se abre a la simplicidad de mente. Las intuiciones valen màs que los discursos. Y se

dan mejor en espiritus serenos, limpios, que en la apresurada

y turbulenta ciencia de moda.

Los PP. solo se entregan hondamente a quienes se les en

tregan también en hondura, por larga conversación con ellos.

<<Fué ése el error de la antigua Patristica? ,-Faltó la sensibilidad

humana, requerida para entender su teologia?

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Creo mas bien que la Patristica no ha llegado a la mayoria de edad; y antes de ayudar debe ser primero ayudada. Todavia faltan ediciones crlticas de grandes autores. Los instrumentos de trabajo mas elementales, excesivos para algunos, son po brisimos para la maj orla. E1 ritmo espléndido de la ciencia

alemana, frenado por la primera guerra europea, se detuvo — casi en seco — a raiz de la segunda. Las grandes abadias

benedictinas, ùnicas realmente cualifìcadas para ciertas empre sas editoriales, dejaron de ser. Desaparecieron los individuos

divalentes, filólogos y teólogos, abiertos a la vez al pensa miento pagano y cristiano, a los PP. y a los Concilios, exegetas de la Escritura y de los primeros teólogos; hombres de amplia

perspectiva, libres del fàrrago de la bibliografia y seguros de

si, capaces de replantear por nuevos caminos lo mil veces

mal planteado, dotados del instinto teologico para iniciar sin

gladuras sin distraerse a temas infecundos ο a autores secun

darios — por no decir terciarios y cuaternarios —, con auto

ridad bastante para denunciar falsas pistas y prevenir dis

pendios inùtiles ... Lo hecho, hecho queda. Disponemos de métodos mas de

purados. Experimentamos la vetustez de trayectorias empe dernidamente seguidas, con arreglo a módulos clàsicos, im

puestos v. gr. por la historia de los dogmas, por la pura filo

logia, y aun por algunos teólogos escolàsticos.

Tenemos prisas por llegar al fondo de las cosas. E1 mundo

estaba nervioso por llegar a la Luna. Mientras a los que vivimos

serenamente — selenamente — de la ciencia, nos empujan

al mundo. La solución no està un slogans tan ingenuos corno

fàciles de multiplicar: a) hay que ir a las fuentes. De acuerdo. ,-Pero cómo?

b) hay que aggiornare la teologia por medio de los PP.

tDe cuales PP?

Mejor seria adoptar otros caminos. Hay prisas porque nos falta tiempo. Y falta tiempo porque la teologia se nos

complica de una generación en otra. £Por qué no seleccionar?

1) vayamos a los PP. teólogos, a los grandes, y no distrai

gamos fuerzas. E1 interés creciente por la Pastoral puede dis

traer hacia lo fàcil. Debilitàndose la formación teològica siste

màtica, piérdese el instinto del verdadero problema, y pululan

monografias, cuando no del todo superfluas, dignas de mejor causa. El mero filòlogo no puede abordar temas doctrinales

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de envergadura. Hay quien domina, con fichas exhaustivas, un escrito y es incapaz de medirse con él, en profundidad. Tampoco el puro teòlogo, no habituado al anàlisis de términos

y a los mas elementales recursos de critica (textual e histó

rica), està en condiciones de entender a los Padres. Proyectarà espontaneamente sus ideas y prejuicios.

De PP. no teólogos poco cabe esperar. Igual que de au tores derivados. Muchos imaginan que para entender v. gr. la

teologia de san Jerónimo, de san Ambrosio y otros... conviene ir ante todo a ellos. Puede ser. Creo sin embargo que mejor entiende a los origenianos quien los entiende desde Origenes, que desde ellos mismos. Las monografias de autores derivados seràn buenas para la historia de la teologia; no tanto para el progreso dogmàtico.

2) Tratemos de restituir la trayectoria de las grandes tra

diciones, reductibles fàcilmente a tres:

a) la tradición asiàtica, representada por algunos PP

Apostólicos, Melitón, ps. Hipólito (de Paschate?), Teófìlo Ant.,

Ireneo, Tertuliano, Lactancio, elementos de Gregorio de Elvira, Zenón de Verona, Prudencio ...

b) la tradición alejandrina, arraigada en Filón, y defi

nida genialmente por los dos grandes (Clemente y sobre todo

Origenes). Entre los origenianos, que son legión, se salvan bien

pocos por su originalidad: s. Ambrosio en puntos de Cristo

logia, y san Hilario, en todo.

c) la tradición agustiniana. De las tres, la tradición asiàtica es la màs fina, inmediata

y fiel a las auténticas esencias johanneas y paulinas; pero también la màs ignorada y dificil.

La agustiniana, apasionadamente sometida a estudio, se

agotó en temas corno la eclesiologia (resp. el donatismo), rela

tivamente fàciles; no, en otros. Pero requiere mètodo, mucho

mètodo, para no volver a lo mil veces repetido y diez mil

veces mal planteado.

La tradición origeniana, fecundisima, està aùn falta de base.

Y Dios nos libre de distraernos hacia planteamientos ajenos

y juicios apriori. Los grandes tesoros solo se abren al anàlisis.

Y el anàlisis de autores prodigiosamente densos serà tanto

màs fecundo cuanto màs lento.

Al restituir la trayectoria de las grandes tradiciones, hablo

con preferencia de lo dogmàtico. El estudio de la Moral entre

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los PP. apenas conduce a nada, corno no sea contrastando la

Lex naturae del evo patriarcal, la Ley mosaica y la Evangè lica; esto es, cuando se adentra en el campo dogmàtico. Como

moralistas, ,-agregaron nada serio al Estoicismo? Cada època tiene sus preocupaciones. El àmbito y dimen

sión de las nuestras difiere en absoluto, de las que dominaron los tiempos primeros de la Iglesia. Hoy interesan cuestiones

que ayer no. Es inoperante ir a los Padres en busca de solu ciones a problemas que ο no hubo, ο nunca se les plantearon, ο no segùn hodiernas premisas, ο sin el relieve agudo de nues tros dias. Màxime, si ponemos sordina a los temas que les sacudieron con màs violencia, y que hasta en lo humano res

pondian mejor a su genio. Para sintonizar con Origenes, hay que moverse a un nivel humana y divinamente altisimo. Alla narle a nuestro mundo seria lo de Sta. Teresa (Vida 39, 12): ' a los que vuelan corno àguilas, quererlos hacer andar corno

pollo trabado '. Ahora el centro de todo lo constituye el hombre, su exis

tencia y àmbito social; con predominio de lo inmediato, y un sistemàtico olvido — al menos, lejania — para lo escatològico. La atención se desvia de Dios al hombre, del individuo al

pueblo. Se hace dificil trazar las fronteras entre los problemas

teològicamente dignos, definitivos, y los que — por vias y cri terios indefinibles, en todo caso circunstanciales — impone un sector atendible, pero reducido. Nuestros hijos las definiràn con el tiempo y juzgaràn de su peso especifico.

Siempre son los menos quienes superan la tentación de

juzgar los problemas de ayer con la óptica de hoy. Personal

mente, no disimulo la admiración por Origenes y Leon Magno. Ambos — sobre todo el segundo — vivieron una coyuntura dificil. Ninguno rindió tributo a la preocupación del instante. Hablaban para la eternidad, con un sesgo que a fuer de divino se nos antojaria poco humano, si la vida no ensenase a deses timar los elementos marginales que en su dia parecian tra

garse el mundo. La verdadera Ciencia fué siempre modesta, y comprendió

los limites propios mejor que los ajenos, partiendo corno de axioma indiscutible, de la improporción entre el mensaje reve lado y la visual humana, entre la teologia descubierta por los siglos y la retenida de momento por nuestra corta ' ciencia '.

iQué ha perseverado del esfuerzo enorme de D. Petau ο L.

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Thomassin? Segùn crecen las exigencias, adquieren mayor re lieve las sombras, se amontonan los desiderata, y para quien apremia en busca de resultados defìnitivos, bien poco es lo

que legaron nuestros abuelos.

Muchos siglos nos separan de los PP. Y segùn se perfìlan las antiguas categorias, mas fuerte se impone su revisión.

Dominarlas por el camino fàcil de la erudición, es tan ilusorio corno aprender matemàticas a una simple lectura. Mas

inocente aùn que reirse de las fórmulas y estructuras en uso,

entre los grandes teólogos medievales, viene a ser reducir a

predicamentos de teologia pastoral, fàcil y directamente ase

quibles, las altas unitarias especulaciones de los Padres.

Entre los libros que jamàs conviene leer, enumera O. Wilde ' todos los Santos Padres, excepto san Agustin Atinadisima

recomendación a uso de superficiales. Y sin embargo, ' Plus

me docet christianae philosophiae — escribia Erasmo a Eck

en 1518 — unica Origenis pagina quam decem Augustini Y el anàlisis, sistemàticamente llevado sobre las sencillisimas, mal construidas, lineas de san Justino y de san Ireneo, descu

bre mayores honduras en un aparente catàlogo de textos de

Escritura, que en libros enteros de Didimo, ο de san Gregorio

Magno. Hay apriori muchos grados de asimilación patristica:

a) uno, elemental, extensivo al gran pùblico. Reduce el

campo a pocos, en general buenos literatos, con temas de

espiritualidad, exegesis, filosofia y aun teologia demasiado sa

bidos para repristinar nada.

b) otro, recomendable a la exegesis y teologia pastoral.

Amplia el circulo a PP. de lectura fàcil, no precisamente agra dable; pero también sobrado conocidos para imprimir nuevos

derroteros a la investigación. Aqui entrarian gran parte de los de la edad de oro, mil

veces socorridos en nuestras aulas, a partir de S. Atanasio.

En general su teologia ha sido bien asimilada por la Ciencia.

Las monografias de Prestige, Kelly, Grillmeier... que sintetizan

mucho y bien, resultan imprescindibles para conocerla.

c) otro, de impronta dogmàtica. Muy arduo y lento, llega al pensamiento ùltimo de los PP. màs cualifìcados. Es el ùnico

capaz de imprimir caràcter en la moderna ciencia y orientarla

por caminos de verdadero progreso. Aqui las obras sintéticas

ensefian poco, porque no dan idea de la unidad y sencillez de

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lineas, que las grandes concepciones suelen adoptar entre los

mejores; y los pulverizan en beneficio de ideas particulares, solo marginalmente catalogables con las de otros autores. E1

fenòmeno, inevitable si se quiere abarcar mucho, desapareceria eligiendo corno base a uno de los grandes y proyectando la

teologia en torno a sus soluciones. <;Es esto posible? Individuos hay corno s. Ireneo que a cada paso abren nue

vas perspectivas, y apuntan caminos insospechados. Para re

pristinarlas es preciso ir a él. La cosa parecerà un contra sentido. La teologia y exegesis de Ireneo ο de Origenes se ha ido depauperando a lo largo de los siglos, entre los mismos PP. Quizà por eso mismo, convendria orientar la investigación hacia el estudio de tres ο cuatro figuras de privilegio: para descubrir el substrato de la tradición que representan, per dida en gran parte ο difuminada por demasiado honda.

Hay temas teològicamente saturados — arrianismo y de

rivados, nestorianismo, pelagianismo... — en los que solo cabe

progreso para la historia de la teologia, no para el dogma. Y hay también personajes punto menos que saturados, que ο por secundarios ο por reiterativos no merecen demasiado estudio.

<· Còrno evitar la distración de fuerzas en un mundo de

tan cortas posibilidades pràcticas, corno el actual? Los PP

exigen entera dedicación y nadie puede prometerse frutos in mediatos en sector tan complejo. El panorama de las actuales

preocupaciones, atentas a lo expeditivo, resulta poco halagiieno. Las prisas son de Satàn, decian los àrabes. Los Maurinos

pasaron, llevàndose el secreto de las grandes empresas im

personales.

En tiempos, ademàs, de ecumenismo podria faltar estimulo

para esclarecer perfiles y perseguir ideologias complejas, de

masiado bizantinas frente a los àsperos problemas que se im

ponen a la masa. El interés desvia la atención — dentro mismo del campo sagrado — hacia lo minimo indispensable, sacrifi cando lo que entre los Padres fué capital y entre nosotros

parece de lujo, a fin de salvar el denominador comun cristiano

y aun religioso. <;No es esto descalificar de antemano la riqueza de la antigiiedad patristica, falseando su verdadera perspectiva para otorgarle al elemento genèrico un relieve que nunca tuvo?

El anhelo por resolver los grandes enigmas doctrinales,

y a la postre teológicos, del mundo, complica en el dia enor

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memente la tarea del especialista. Agréguese la pasión, el apre mio que le dominan. Solo un profesional equilibrado y sin

prejuicios, paradójicamente apartado del mundo, ofrece garan tias de objetividad para esclarecerlos; ο al menos, para iniciar un camino de solución plausible.

Hasta para situarse ante los Padres sobra hoy pasión. tQué representa v. gr. en la vida de s. Agustin el recurso al brazo seglar, invocado una vez para defensa pacifica de su

Iglesia? Y sin embargo, la ciencia hodierna se rasga las vesti duras y pierde la serenidad, desorbitando el fenòmeno me diante categorias tan parcial corno anacrónicamente valoradas. La simpatia de algunos investigadores recientes por Pelagio, el campeón de la humana libertad, frente a la doctrina agus tiniana de la gracia, disimula aùn menos ciertas modas li terarias.

Todos los métodos tienen sus ventajas. En cualesquiera la renovación residiria en un enriquecimiento paulatino, seguro, doctrinal, a partir de los siglos primeros, singularmente su

gestivos por su proximidad a las fuentes, por la abundancia

de intentos — atestiguada en toda suerte de campos

— para

penetrar en el verbo de Dios, por lo genial de muchas solu

ciones, por la unción y sencillez de algunas. Muchos elementos han caldo en desuso a lo largo de los

siglos, no por endebles, sino por atajados en su desarrollo normal a beneficio de otros mas en boga. La compleja teologia v. gr. de s. Pablo no se desarrollo homogénea en todos los

frentes. Ni a la abigarrada de las gnosis heterodoxas, constimi con tanto vigor y armonia, opusieron los eclesiàsticos la misma resistencia en todas sus partes. Hubo que elegir campo, y la

primera complejidad cedió el puesto a multitud de lineas, de las que algunas se abrieron paso y otras no. Las controversias

se sucedieron, por ley histórica, de menos a mas simples: de sistemas heterogéneos, a temas cualificados, pero reducidos; de

herejias ' universales '

(marcionismo, ebionismo, gnosis ...), cons

truidas en bloque, a errores particulares, nacidos al margen de una concepción ortodoxa.

Para repristinar ' motivos ' extraviados en uno ο dos escri

tores del s. II particularmente oscuros, es inùtil acudir a los

esquemas consagrados. ^Quién sabe de su existencia? La lite

ratura de los siglos primerisimos esconde infinidad de tesoros,

que lejos de responder a incógnitas de hoy, ο a planteamientos

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clàsicos, aguardan un espiritu paciente que los revele. Ya se

encargaràn ellos mismos de imponer nuevos enigmas. No todas las épocas ofrecen igual interés. En general la

vecindad a los tiempos neotestamentarios garantiza un mensaje mas denso, afin al de los autores canónicos, mas espontàneo

y libre de esquemas. Aun entonces, hay talentos y talentos.

E1 genio siempre es genio. La tònica general prenicena de nuncia sin embargo, por lo comùn, gran riqueza y libertad de planteamientos; indecisión quizàs en algunas soluciones, jun to con una extrana madurez global. No abundan meros repe

tidores. Los enemigos apremian con dificultades obvias, fuertes. Las soluciones se aferran al texto sacro, buscando por instinto

teològico la postura que mejor armonice — con arreglo a la

analogia de la fe — con la tradición orai eclesiàstica.

Requiérese un minimo esquema racional para dar cohe rencia a las reflexiones teológicas. Pero va infinita distancia de la psique de s. Ignacio Antioqueno, proyectada en imàgenes de brio excepcional y con terminologia sincretista, a la de Ter

tuliano, juridica y retòrica, que encubre la ajena filiación de sus mejores pàginas. Cada cual impone su mètodo. E1 anàlisis del africano ha de ir a ras de letra, mientras el del antioqueno requiere tanta alteza y rapidez de intuición corno sensibilidad

para toda suerte de influjos. La teologia prenicena reviste las formas espontàneas del

helenismo, en contacio con la Escritura. Entre sus exponentes

no hay figuras tan huidizas corno Filón. S. Pablo y s. Juan habian definido innumerables conceptos ignorados del hebreo

alejandrino, solicitando a los que vinieran, sobre la base neo

testamentaria, a la armonia de ambos Testamentos. Los pri

meros capitulos de Moisés, la doctrina de la Salud, la cristo

logia, su prolongación eclesial y escatològica delimitan en el Ν. T. el planteamiento aùn impreciso de la teologia hebraica del A. T. y su apocaliptica marginai.

La persona del Segundo Adàn y su eficacia en el mundo coarta el vuelo, doctrinalmente infecundo, de la fantasia he

braica, propensa a Apocalipsis, Ascensiones y Testamentos. En su lugar abre un novisimo campo de exploraciones sobre la humana salud. El magisterio de san Juan y san Pablo resulta decisivo. Relacionando a Cristo con Adàn, dan la clave de la

Escritura; enriquecen por igual la revelación del hombre, su dinamismo sobrenatural, el drama del pecado, el enlace entre

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la vida trinitaria y el mundo, la teologia de la historia; e intro ducen la materia, la humana carne, en el àmbito de la Salud.

El Apóstol orienta las lineas de la teologia en hondura, anchura y longitud hacia la persona del Cristo total. Despierta la curiosidad de atrevidos intelectuales — abuelos de los fu tures gnósticos — para enlazar disciplinas (trinidad, cosmo

gonia, el hombre y el ministerio angélico, fases de la historia, venidas de Cristo...) en la persona y destino de Jesùs. Evoca mas tarde, junto con s. Juan, a los eclesiàsticos, para buscar

en el misterio de la carne del Cristo el principio sensiblemente

unificador de la teologia cristiana. Es erròneo lo que no acabe en la glorificación de nuestra carne, a la vista de Dios. Ni la

trinidad, ni el origen del mundo (resp. hombre), ni la historia, ni la epifania del Verbo tienen sentido, fuera de la humana

dispensación. Los Padres se sienten dominados, cada cual a su modo,

por la palabra de Dios en función del Verbo, paulatinamente revelado en profecia y en carne. Los primeros no fueron siste

màticos. La gnosis heterodoxa se les adelantó, con resultados

positivos y sin sacrificar aspecto alguno susceptible de filo

sofias, en busca de una ciencia autèntica, unitaria, que escla

reciera, supuesto el anàlisis de ambos Testamentos, el prin cipio ùltimo de la Economia. Reaccionaron los PP. queriendo construir sobre bases firmes. El empefio durò, e interesó a

los mejores, singularmente a s. Ireneo y a Origenes. Compro metidos a perfilar aspectos naturalizados con peligro por la

gnosis, levantaron pieza por pieza una teologia capaz de satis

facer las exigencias de la razón cristiana. De momento, inte resó poco el sistema corno sistema; aunque

— dentro v. gr. de

la teologia de s. Ireneo, mejor aùn que en la de Origenes —

habria bastado muy poco para llegar a él. La tensión contri

buia al progreso. Erguianse dos grandes edificios aintitéticos

con tanto impetu corno agudeza de exegesis. La lectura de los

tomos origenianos in Ioannem deja en el ànimo algunas in

cógnitas. Entre el valentiniano Heracleón y el eclesiàstico Ori

genes, ^quién es màs gnòstico en la exegesis del IV evangelio? Los mismos problemas, anàlogos métodos, iguales preocupa ciones y puntos de relación; y a ratos, exegesis màs descon

certantes en el hombre de Iglesia. Todavia no se ha definido con seguridad el substrato co

mùn a la teologia cristiana del s. II, asi eclesiàstica corno

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heterodoxa gnostica); ni los métodos de exegesis, generalizados entre alejandrinos de Iglesia (Clemente, Origenes) y de secta. Por una curiosa paradoja, mas se acerca

' formalmente

' cual

quiera de los dos alejandrinos a la gnosis herética, que a la

teologia de s. Ireneo. Desmitifìcando a Tolomeo y a Teódoto se llega a un sistema abigarrado, de arquitectura mas simple que la doctrina global de Origenes. Y si por erigida sobre base ruinosa — el prejuicio de las leyes naturales, en su apli cación cualifìcada a la salud del hombre — se vino abajo, su conocimiento explica

' a contrario ' muchos misterios del edi fìcio levantado frente a ella por los Padres del s. II y III.

Tanto corno los tesoros dispersos en ambas construcciones,

intrigan a la teologia actual sus enlaces: la trabazón interna,

la polivalencia de los términos, la complejidad mas aparente que real del planteamiento ο de la solución; la multitud de combinaciones lógicas (teológicas) a que dan lugar, por con tinuas interferencias, distrayendo en superfìcie.

Sin recurrir a un falso ecumenismo, nunca mas peligroso

que en pura ciencia, creo haber probado antes de ahora la

existencia de una misma bàsica ideologia, perfectamente defì

nible, comun a argivos y troyanos, a Ireneo y Tolomeo. Unos

y otros parten de la revelación econòmica de la Trinidad;

apuran las caracteristicas de Dios Padre, del Verbo (creador

y Salvador), de la Sabiduria (Espiritu) alma del mundo y ma dre de la Iglesia, proyectàndolas simultàneamente hacia el

origen y vida del mundo y del hombre; perfilan la teologia de la historia, con centro en la revelación humana del Hijo; y acaban en la escatologia de los elegidos, dentro de la propia Trinidad. Al margen de lineas tan vastas, entreveran multitud

de elementos, siempre paralelos (divalentes), con increible co

pia doctrinal. En mi '

Antropologia de s. Ireneo ' he comprobado un mè todo simplicisimo de aplicación relativamente fàcil. No hay mejor manera de colmar los vacios de Ireneo, que yendo a

sus adversarios; ni de apurar noticias, hoy anodinas, del Santo

que buscando sus contrarios gnósticos. Los lectores de Ori

genes saben que sus aparentes hipótesis de solución, a pro pòsito de cualquier punto de Escritura, lejos de venir de la

indisciplinada facundia del alejandrino, responden indefectible mente a soluciones históricas, las màs veces, comprobables.

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LA patrìstica υ el progreso de la teologìa S53

Los caminos para descubrir la teologia antigua son resa bidos. En tesis, cabria esperar de la Patristica, mas que un

objetivo enriquecimiento doctrinal ο nuevos materiales per didos de investigación, maneras varias de exponer lo revelado: desde la sedicente teologia judeo-cristiana, con sus formas hebraicas de expresión, hasta la clàsica (de los siglos IV y V), con su impronta helenista grecolatina.

El progreso, por esa via, se me antoja cuestionable. Las formas hebraicas eran buenas para determinados, eidéticos, temas (tales corno la Encarnación, el Descensus, la Ascensión, la Lucha...); pero inadecuadas a la compleja ideologia del IV evangelio y de s. Pablo.

Hay autores y autores. Unos propensos a discurrir en sim

bolos, imàgenes... ο a moralizar por preceptos, reacios a todo discurso. Otros se mueven en el discurso, corno en su propio elemento, encomendando a la Escritura el planteamiento y solución decisivos. Unos componen admirablemente. Otros se abandonan a la inspiración, sin preocupaciones literarias.

Dentro de tales atendibles maneras predomina entre los

grandes autores el trato brioso, especifìcamente cristiano, de temas escriturarios. Con absoluta independencia de las miopes tradiciones hebreas, se orienta, por estructuras helenisticas, hacia nociones teológicas puras. El enriquecimiento repentino del dogma, mediante la cristologia johannea y paulina, deter minò la adopción de métodos racionales univocos, que fueran derechos al punto en litigio, delimitando los datos de la reve

lación. Por presunto defecto de inmediata base conceptual, impugnaron los Padres las sectas cristianas que se amparaban en el mito, corno para prevenir toda inteligencia. Bien ο mal, los heresiólogos trataron de verter, por primera providencia,

las categorias miticas, a las suyas propias. Se equivocaron quizà. Pero delataron el ùnico campo viable de progreso.

El lenguaje sostenido por imàgenes retiene quizà la aten ción del hombre sencillo, se acomoda muy bien a la predica ción profética, mas no a la inteligencia ùltima del pensamiento. Aceptable en escritos que se presentan corno inspirados ο fru tos de revelación, requiere siempre exegesis. El fenòmeno se echa de ver en el Pastor de Hermas. A nadie se le ocurre traducir sus Visiones y Semejanzas al mismo nivel visual, ex

plicando lo oscuro por lo oscuro. Los primeros teólogos actua

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ron, a veces, sobre material simbòlico; mas no sin traducirlo a conceptos racionales. La representación v. gr. del Hijo y del

Espiritu Santo, en figura de àngeles, por muy general que se le imagine en circulos allegados al judaismo, nace — corno versión imaginativa — paratela a las formas conceptuales de

expresión. E1 Apocalipsis de s. Juan es vehiculo literario, mu chas veces astrai, de una soteriologia bastante diluida, solo asimilable teològicamente mediante trabajosa reducción a con

ceptos.

Camino contrario a la eidètica hebrea siguió la gnosis cris tiana heterodoxa. Los gnósticos, muy apretados de doctrina, no se contentaron con yuxtaponer visiones. Crearon mitos teo

lógicos que relacionasen gran nùmero de elementos, sin dejar a la improvisación uno solo de ellos, ni menos sus enlaces; manipulando sobre términos escriturarios con una lògica im

placable. E1 lenguaje mitico de la gnosis, al parecer arbitrario, nunca lo fué. Apuró al màximo la jerarquia de los estamentos

teológicos; multiplicó eones, corno Origenes epinoias, y con

arreglo a su aparición real ο lògica en el seno del Pleroma

(= Unigènito), dramatizó con ellos persiguiendo por su medio — a nivel de paradigma — las leyes causales que dieron origen al mundo infradivino, sin descuidar la historia de sus com

ponentes.

Han llegado hasta nosotros escritos gnósticos singular mente sugestivos, en condiciones de privilegio. Del Apocryphon Iohannis conocemos hasta cuatro recensiones. La biblioteca

de Nag-Hammadi abre posibilidades a su investigación; no por el camino de los antiguos heresiólogos, sino por el anàlisis

previo, rigoroso, del mito, y su versión en conceptos; para

cotejar luego su teologia con la coetànea de los escritores eclesiàsticos.

La riqueza documentai, lejos de enervar precedentes con clusiones, corno ocurre muchas veces entre los comparatistas,

servirà a definir mejor — con abundancia de ' motivos ' mar

ginales — la postura especifica de la gnosis en puntos bàsicos, y enriquecerà la exegesis teològica de muchos pasajes, sobre todo del Génesis. Aqui hay un mundo por explorar. Un ànimo sensible a las formas del mito teològico descubrirà con ver dadero deleite el sistema artificiosamente oculto en sus pàginas. El mètodo a que hasta ahora han sido sometidos los docu

mentos de la gnosis, bueno para una primera iniciación lite

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LA PATRISTICA Y EL PROGRESO DE LA TEOLOGIA 555

raria, es inoperante para descubrir el contenido teològico. Por solos criterios comparatistas se llega a motivos genéricos, comunes a muchas religiones. Los gnósticos cristianos, sobre ser cristianos, habian especulado finamente en torno a los

pasajes mas densos de la Escritura, adoptando posiciones con cretas. El escrupulo que demuestra haber tenido Tolomeo, en

carta a Flora, para discriminar las partes de la Ley mosaica

y su origen; y el de Heracleón en el anàlisis del IV evangelio,

segun noticias de Origenes, indican el que acompafió siempre a los valentinianos en la concepción y artificio de sus mitos.

La densidad de autores corno Ireneo y Origenes, fuente

de indefinidos enigmas, eleva a insospechada potencia el te

soro reservado a la investigación paralela de gnósticos y ecle

siàsticos. Aparte el enriquecimiento directamente conceptual, mucho beneficiaria hoy entender el trato de la Escritura por unos y otros. El interés no seria solo histórico.

Mientras la apocaliptica arrastra una ideologia popular y se desarrolla por imàgenes trabajosamente constructivas, a pre do de repeticiones sin fin; la teologia de las grandes gnosis

procede, ideològicamente maciza, por adición continua de ele

mentos, y vincula a las formas de desarrollo la causalidad

mas rigorosa, proyectando por estratos en el espacio mitico

las disciplinas todas (trinitaria, cosmogònica, antropològica...), corno fruto del proceso virtual de las perfecciones escondidas

en los primeros eones.

Los heterodoxos cristianos resultan tan griegos en sus

mitos, corno el Plotino de las Ennéadas. El gènero literario

les interesa para encubrir el sistema. Supuesta una estructura

racional del dogma, en un segundo tiempo le revisten de

formas de genealogia, en apariencia libres, sin margen real

a divagaciones. Seria un contrasentido imitar hoy su lenguaje.

Equivaldria a encubrir poèticamente el contenido doctrinal,

sacrificando la expresión inmediata y espontanea de la teologia

en conceptos diàfanos, lògicamente estructurados. Los gnósticos tenian razones para hacerlo.

En definitiva, haya ο no exagerado la Escolàstica medieval

y postridentina las estructuras racionales, en la linea de una

teologia helenista, conviene leer a los Padres corno ellos escri

bieron y entenderles segùn ellos se entendieron. Otorgar a las

formas de expresión apocalipticas ο simbólicas orientales la

misma beligerancia teològica que a los géneros adoptados,

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556 ANTONIO ORBE, S. I.

desde el principio, en el mundo grecolatino, representaria autèntico retroceso; algo asi corno sacrificar Pablo a Moisés, el

evangelio de s. Juan al Apocalipsis; ο deleitarnos en el Sermón de la montana, por miedo a los discursos johanneos del Sal

vador, limitando el mensaje de Cristo a las antitesis morales frente a la Ley, que hicieron las complacencias de Marción.

La renovación de la teologia no puede abominar de las formas históricamente adoptadas por los Padres, e ir en busca de las que hubieran debido acoger para no quebrar por el mètodo ni por circunstancias ajenas al texto sacro, el contenido de la revelación.

Es obvio que a la oscuridad de la fe cristiana responda, a partir ya de s. Pablo, una exposición compleja, tanto mas

ardua, cuanto mas vitalmente articulada. Mas no todos los

teólogos primeros y exegetas de la Escritura han de recoger por igual el dinamismo y copia de formas del Apóstol. Figuras que proyectasen, a lo Ignacio Antioqueno, su pensamiento en clàusulas tan atormentadas y espléndidas, jamàs abundaron.

Sobre los Padres no conviene hacerse ilusiones. Los mas hondos y dinàmicos; los de contenido mas rico y sugerente; los

que con mas firmeza y eficacia podrian llenar las lagunas de la hodierna teologia, son — entre los prenicenos

— de dificil

lectura. Con frecuencia, malos estilistas, de composición reite rativa y aparentemente lànguida.

El trato continuo acaba por descubrir en su aparente des

cuido extrafios virtuosismos de presentación. La filologia sola no basta a esclarecer el pensamiento ùltimo. Ha de sobrevenir

el estudio de su exegesis escrituraria: la colación de paralelos, dentro y fuera del escrito analizado, la restauración de los

testimonia parcialmente distribuidos entre autores varios..., hasta fijar la probable inspiración literaria, la novedad de

variantes, y definir la postura doctrinal, con arreglo a la cohe

rencia que de ordinario acompafia a los grandes autores.

Ireneo es dificil por muchos conceptos: falta el originai, su manera misma de componer, los adversarios que résumé

y combate, la tradición doctrinal y literaria que representa, la continua personal reflexión que disimula en infinidad de ma

tices, encubiertos entre aparentes iteraciones. Todo fluye corno

sin esfuerzo, y todo està abigarradamente construido.

Para restituir ideologias sigue imprescindible el anàlisis

de los términos, pasajes y desarrollos escriturarios; llevado

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LA patrìstica y el progreso de la teologìa 557

con escrùpulo similar al de la exegesis biblica. Lento, es el ùnico mètodo viable para concluir con alguna garantia; y sera mas eficaz cuando, por caminos paralelos, se haya hecho igual anàlisis en otros escritos y autores.

La teologia del alejandrino Clemente sigue hoy tan re fractaria corno en los dias de su editor 0. Stahlin. Las buenas ediciones economizan mucho, mas no finezas de exegesis. Los escritos del Stromateus despiertan interés entre los eruditos. Ofrecen infinidad de géneros, corno en los zocos morunos. Pero ^quién se atreve a dominarla? Apurando uno por imo términos selectos, con anàlisis monogràficos, se apretarà el cerco hasta llegar al enlace que tuvieron quizà en las fuentes, ο definir las zonas ideológicas, probablemente inconciliables,

registradas por el alejandrino a titulo de anotaciones previas. Entre tanto, ahi queda ofreciendo entre sus tapices tantos

enigmas corno palabras. A pesar de algunas deficiencias de transmisión textual,

Origenes resulta mas asequible. Escribió mucho, y queda bastante. Una extrafia forma mentis luce en sus obras, ganàn dole cada dia mas adeptos. Lleno de intuiciones, amigo de

dormir sobre la Escritura, prodigioso lector de proprios y extrafios, atento por igual a la letra y a sus mil exegesis, aunque rara vez consigna integro su pensamiento, no sabe

escribir sin lanzar a voleo multitud de ideas, a ratos peregrinas, nunca improvisadas, que al cabo — en los grandes comen tarios —

aplastan al mas avisado. Una tentación domina a sus

lectores: el afàn por seguirle hasta el fin, y dar con sus sistema.

Por fortuna ο por desgracia, Origenes se les escapa por mil

caminos. Y torna el empefio por seguirlos uno a uno, para resi

gnarse a la postre a una persecución indefinida, que sorprende a cada momento con nuevos perfiles, tan sugestivos en extensión

corno en calado.

Teòlogo de atisbos y aun fallos geniales, exegeta de abru

madora densidad y reflexión biblica, Origenes inaugura una

tradición exegética, decisiva en Occidente y en Oriente. Arrianos

y nicenos le deben igual nùmero de ideas. Su conocimiento es

bàsico aun para la exegesis medieval, que bebió de él por

Rufino, S. Jerónimo, s. Ambrosio y tantos otros occidentales.

Despertando ideas, se preocupa muy poco de coordinarlas; corno

si personalmente las armonizase sin esfuerzo, casi por instinto, a nivel altisimo inaccesible a sus discipulos, respetuoso de las

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558 ANTONIO ORBE, S. I.

luces personales de los demàs. E1 sefiala, sin sospecharlo, el

patron decisivo para calibrar la originalidad de posteriores teologias, derivadas y desviadas de la suya.

Los postnicenos, sometidos junto con la literatura conciliar a buenos y largos estudios, se prestan mal a enriquecer — fuera del campo litùrgico y de la espiritualidad — la teologia mo derna. Los Antioquenos, excelentes en la exegesis literal, reser van pocas novedades doctrinales; quizà ninguna de considera ción. Los capadocios, a titulo de origenianos, valen corno expo nente de una trayectoria, paralela a la origeniana occidental, a medio camino de la futura teologia bizantina. La exegesis conjunta del Niseno y de s. Basilio ofrece mayores posibilidades aùn que la alejandrina contemporànea.

En s. Atanasio, Didimo y s. Cirilo Al. la teologia pierde brio y personalidad. Los argumentos encubren apenas su origen doxogràfìco. Proceden muchas veces por clichés. Daràn margen

a monografias. Pero ensefìa la experiencia que muy pocos se

entusiasman con personajes tan reiterativos y de ideologia tan uniforme.

En el Occidente hay grandes eruditos. Los teólogos de

garra — a lo s. Hilario y s. Agustin — son pocos. Segun pasan los siglos, los temas se perfilan; el campo libre de investigación

se reduce. Las especulaciones atrevidas, casi obligadas, de los

prenicenos se pierden luego de los grandes Concilios, a falta de ocasión; y solo algunas adquieren todavia relieve en autores

grandes y segùn módulos cada vez menos àgiles. Escritor de

empuje, nada estudiado por su terrible oscuridad, capaz aun

hoy de revitalizar — con planteamientos arcaicos — esquemas

de teologia, a peligro de anquilosarse en sus dias, sigue siendo

Priesciliano, ο el autor editado por G. Schepss (C.S.E.L. XVIII). Los historiadores de los Concilios iluminaron ya bastante

los de los siglos IV y V. Pero ni Arrio y los suyos, ni Nestorio,

Eutiques, Apolinar y otros dejan zonas de oscuridad estimables.

Aqui se tocan enseguida los limites. En visperas de decidirme

por los PP., mi maestro el P. Madoz me aconsejó no pensara en la Patristica hispana; venia comprobando sus reducidas fronteras y la imposibilidad de una investigación vigorosa. Parecido consejo habria que extender a otras secciones. Los

epigonos son siempre epigonos, y aunque valgan para la historia

de la cultura, y aun de la teologia, en extensión mas que en

intensidad.

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LA patrìstica y el progreso de la teologìa 559

E1 mare magnum de los pseudos (ps. Niseno, ps. Basilio,

y sobre todo ps. Crisòstomo) reservarà novedades a la Liturgia, a la hagiografia y disciplinas anàlogas. Pero <-a la dogmàtica? El siglo de Leoncio Bizantino ofrece documentos, publicados mucho tiempo ha e indignos de estudio. ^Quién es capaz de abordar los dos voluminosos Adversus Nestorianos (Ρ. G. 86, 1399-1768) y Contra Monophysitas (Ρ. G. 86, 1769-1901) que figu ran a su nombre? ^Merecen la pena? Por muy dignos que se nos

antojen v. gr. s. Maximo Confesor y s. Juan Damasceno, ninguno de ellos rompe los cuadros habituales. Las monografias a que den lugar, revelaràn perfìles. Sus fórmulas ganan en tecnicismo

y precisión, lo que pierden en espontaneidad y vida. Sus pro blemas afectan a circulos reducidos y se acercan al virtuosismo

que acabarà por matarlos entre los bizantinos. La verdadera renovación de la teologia ha de partir de

los escritores de mayor mensaje. Y estos son los mas geniales,

y los que mas se allegan — por su inspiración y plenitud —

a los escritos neotestamentarios.

En nuestros dias hay la tentación de otorgar igual interés

a todos los intentos (ortodoxos ο no) de coordinar los datos de la revelación. Ebionitas, discipulos de Marción, gnósticos cristianos merecerian el mismo trato que los eclesiàsticos. No

habria prejuicios. La perspectiva teològica se extenderia sin

fronteras, con arreglo a elementos históricamente vividos.

Semejante conato rimaria con la tesis de W. Bauer (Rechi glaubigkeit und Ketzerei im dltesten Christentum), que impugna la noción misma de herejia ο de ortodoxia en un tiempo en

que faltaba, segùn cree, el punto de referencia. Pero ademàs

de complicar enormemente la tarea del teòlogo, exigiria el

sacrifìcio de una ciencia adquirida en circunstancias excepcio nales de continuidad, garantia y riqueza. Teològicamente nin

guna desviación presenta el interés que la Gnosis de los siglos

II y III; pero su inmediata desaparición la descalifica, corno

punto de arranque. La teologia marcionita fué muy pobre. La judeocristiana y ebionitica, por el estilo. Su màximo valor

estuvo en la reacción provocada entre los eclesiàsticos.

Dentro de la linea ortodoxa hay cosas resabidas, y conviene

rehuir los planteamientos recibidos en herencia. Habria gran mèrito en deslindar los limites (temas, modos de expresión,

tendencias) de la teologia asiàtica, de los de la africana y alejan drina. En inventariar de una vez los tesoros de Filón, en

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560 ANTONIO ORBE, S. I.

exegesis y en doctrina teològica (sobre la libertad, gracia, salud,

fe, iluminación, antropologia divina...). A tal fin, seria apetecible, por primera providencia, un

espolio sistemàtico de los lugares biblicos conocidos (en exe

gesis, paràfrasis, citas explicitas y también implicitas...) por los primeros escritores y documentos, sin descuidar a Filón.

Entrarian en cuenta los Evangelios y Hechos apócrifos, tra

tados heréticos, algunas Actas doctrinales de màrtires... segùn

el orden cronològico y posibles dependencias. Queda por hacer

lo mas elemental. Abundan sintesis. Faltan monografias sobre

el texto biblico y exegesis en los escritos y autores de mayor nota. Las que hay, no responden a las exigencias: ο se limitan a las citaciones expresas, dejando escapar alusiones — algunas de ellas agazapadas en meros epitetos —, ο descuidan su al

cance en la teologia del autor, ο silencian las dependencias literarias que las explican. Los estudios ultimos sobre los testi

monia inician una singladura, que convendria mantener sin

prisas. Es tentadora la sintesis con las noticias descubiertas

en torno a un testimonio. El trabajo en comùn remediaria los

inconvenientes de tantos otros, demasiado individuales, que acabaron en premisas. Se requieren muchas incursiones anali ticas para mediante indices, con la màxima copia y precisión,

definir el substrato inicial exegético, que inspirò la teologia de

los siglos primeros. El mètodo, desesperadamente lento, es

indicadisimo para seminarios. Isagògico para la teologia posi tiva, sigue indispensable para concluir con serias garantias, so

bre dependencias doctrinales. El espolio, materialmente molesto

mas no dificil, resulta menos recomendable en escritos largos

de proverbiai oscuridad (v. gr. la Pistis Sophia, los libros de

Jeù...), de insignificante contenido doctrinal, de coloración mi

tica artificiosa, ο de sesgo pagano. Tal sera asimismo el caso

entre documentos paganos cristianamente contaminados (Cor

pus Hermeticum, papiros griegos màgicos...), en la literatura

apocaliptica hebrea, en escritos gnósticos de fundamental con

textura pagana (setianos, peratas), en documentos fuertemente

coloreados de astrologia (v. gr. el comentario de la letra Omega, de Zósimo) y otros similares.

Reunidos los datos, vendria el estudio sistemàtico, màs atento a la ideologia que a las semejanzas externas, solo ase

quible al teòlogo de profesión. Se restaurarian corrientes doctri

nales, hoy ignotas, senalando su trayectoria con puntos, crono

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LA patrìstica υ el progreso de la teologìa 561

lògica y geogràficamente fijos. Se repristinaria la forma mentis de métodos a primera vista indisciplinados y aun arbitrarios, revisando los esquemas, a que nos han habituado los tratadistas de exegesis biblica. Aludo v. gr. a la ingenua oposición entre los antioquenos y alejandrinos.

Los frutos para la teologia serian inmensos en cantidad

y en calidad. Apenas hay término de algùn relieve en el Ν. T. que no descubra, sin salir de los limites literarios del siglo II,

complejisimos enlaces ideológicos con otros. Los vocablos mis mos se complican, enredàndose en versiculos del Antiguo y Nuevo Testamento. Llevado esto sistemàticamente, sin perdonar anónimos, traeria novedades sin fin.

La verdad no estorba a la ciencia. Ni la verdadera exegesis del A. T., al conocimiento que de él tuvieron los Padres. Tampoco viceversa. Hablo en especial de la exegesis prenicena.

Algùn tiempo ha, parecia viable el conocimiento simultàneo de la Escritura — ο de un libro cualificado (corno el Génesis ο el IV evangelio ) — y de su exegesis patristica. Ahora, no

tanto. Deslindados los predios, quedaria un recurso: ayudarse el biblista del patristico y viceversa. Recurso muy pobre, que mantendria la solución de continuidad entre sus mundos res

pectivos, y dejaria en el aire la incògnita: <;entendieron de veras los Padres la Escritura?

Hoy se mienta a cada paso lo autèntico. En su aplicación a la exegesis escrituraria, posiblemente ningun autor serio se

forja la ilusión de dominarlo; y quizà ni de vislumbrarlo.

Las indecisiones lo garantizan bien poco. Pero si la teologia medular de los PP. estriba en la exegesis biblica, y està, en

la forma por ellos adoptada, es ahora preterida sin escrùpulo,

tquién se aventura a restaurarla? lk qué conduciria obra tan

lenta de arqueólogos, vàlida corno exegesis histórica, pero fuera

de uso a excepción de aquellos puntos, en que por intuición, ο por pura casualidad, coindice con la actual?

Yo no me atrevo a responder. La dificultad es muy fuerte,

y de tal trascendencia que pone en igual peligro la exegesis de

los PP. y la teologia postpatristica fundada en ella. Yo me

permito sospechar egualmente de la hodierna exegesis. Y en

pian de reserva para la antigua y para la de hoy, atengàmonos

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562 ANTONIO ORBE, S. I.

siquiera al desinterés de la ciencia. Valga ο no la forma mentis

de los PP en el estudio de la Escritura, quien sistemàtica

mente la ignora se cierra el acceso a su teologia, y con ella, a la que corno substrato se dejó sentir hasta ayer. Ademàs

si corno exegetas los PP no valen, <;en qué valen? Si convirtieron

la Escritura en teologia, haciéndola servir a intentos extranos

a su autor principal, ipara qué volver sobre lo inautèntico?

Los PP. hicieron del anàlisis biblico el vehiculo naturai de

su teologia. Entre los prenicenos, acierten ο no, hay riquezas inéditas, vinculadas a la Escritura, incomparablemente superio res a las hoy habituales. Muchas seràn derechamente asimi

lables en el campo teològico. En ciencia pura, tiene aplicación la tela de Penèlope. El

conocimiento inmediato de los PP. no debe distraernos de uno

muy atendible, el indirecto. Hubo escolàsticos de talla — corno

Francisco de Toledo — que llevaban de frente la exegesis y la teologia especulativa. Tan perspicaces y eruditos en el co mento de la Escritura corno en el de Sto. Tomàs. Para lo

primero mostraron una asombrosa erudición patristica, per fectamente viable en pura exegesis. El mètodo dio buenos frutos en los siglos XVI y XVII y, seguido sistemàticamente, los habria dado espléndidos. Hoy mismo prestan servicio sus

grandes comentarios a la Escritura por el cùmulo de noticias

que recogen de los PP., y por la riqueza de elementos que en

su linea desarrollan. La moderna exegesis, atentisima a la

erudición de ùltima hora, pierde horizontes; y no es raro que luego de mucho discurrir venda por novedades, con inferior

acumen teològico, lo que era ya viejo de siglos. Muy alecciona dor el articulo de R. Criado, Teorias nuevas en autores antiguos

(Ezequiel 21,32 y Génesis 49,10), en Archivo teològico Grana dino 26 (1963) 203-221.

Ofrezco, sin ànimo de ensenar, un indice de materias, capaces de revitalizar esquemas antiguos.

1) Economia de la Salud, corno centro de la teologia, desde lo trinitario hasta lo escatològico. En la salud se descubrirà la connotación econòmica que esconden las noticias (reveladas)

de la Trinidad. El binomio teologia/economia està sujeta a

revisión, sobre todo entre prenicenos. Importa senalar bien

todos los estratos (soteriológicos), con su matiz peculiari el

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LA PATRÌSTICA y el progreso de la teologìa 563

trinitario, cosmològico, humano (angélico?), cristológico. ^Quién ha estudiato monogràficamente la σωτηρία en Filón, PP. apos tólicos, apologetas, gnósticos, Evangelios y Hechos apócrifos, Clemente Al. y Origenes?

2) El proceso trinitario en su vertiente salvifica. ,-Fué ο no eterno? Los escritos se expresan con claridad bastante para

atribufrles ajenas categorfas y preocupaciones. Conviene arrin

conar, entre los prenicenos, el término ' subordinacianismo ', corno un falso shibolet. Mejor fuera estudiar con sencillez los titulos (escriturarios) en los siglos II y III; la trayectoria rigo rosa de vocablos corno imagen, efluvio (απόρροια, άπαύγασμα

ενεργεία).... verbos corno κτίζειν, ποιεΐν, γίνεσθαι y textos apli cados al Hijo en relación al Padre (Logos, Sophia, Arche...).

Monograffas sobre las relaciones mutuas entre Dios, el intelecto (νους) y el verbo (λόγος); ο entre las perfecciones gramaticalmente masculinas ο femeninas del Logos (v. gr. Ver

bo/Vida, Cristo/Ecclesia, Intelecto/Verdad, Anthropos/Zoe...) afinarfan en el orden conceptual y causai. La diferencia patris tica entre aiònios, aidios y sus respectivos latinos (aeternus, ante tempus, aevum, saeculum ...); asi corno su aplicación — de

orden real ο intencional ο meramente pedagògico — a las

personas divinas ο a las perfecciones dinàmicas del Hijo

(epinoiai en Origenes, aiònes entre gnósticos, dynameis en Filón

y entre filósofos paganos), darfa margen a muchos estudios.

Falta aùn el anàlisis sobre la necesidad ο no de la primera procesión, desde los apologetas hasta los Nicenos. El silencio

de los escritos en punto tan esencial habria que suplirlo por vias indirectas: estudiando v. gr. la connotación del Logos

(resp. del Noùs, Sophia...) a la economia libre. Arrancando del

indispensable Filón, y sin descuidar a Numenio, a los Oràculos

Caldaicos y demàs representantes del sincretismo contempo

ràneo a los prenicenos.

3) Enlace entre el proceso trinitario y el mundo. Se ha de

repristinar — desde sus origenes paganos — la cuestión que tanto molestaba a los Padres, incluido s. Agustfn: tQué hacfa

Dios antes de la creación del mundo? Ireneo no quiso responder a ella. Contestaron en cambio los gnósticos, Origenes, s. Agustfn. Los puntos de vista, muy heterogéneos, dan la medida de las

preocupaciones del momento.

4) Los nombres de Cristo. Interesan aqui por su aplicación a la segunda persona, a nivel divino. tCuàles y cuàntos son?

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56 i ANTONIO ORBE, S. I.

,iQué jerarquia hay entre ellos? Fundamental para la teologia de Origenes y de los gnósticos, son también de trascendencia

para la de los apologetas, Ireneo y otros. E1 problema se enreda con la exegesis de versiculos complejos de la Escritura, que relacionan el nombre ο apelativo del Hijo con determinada actividad del Padre, perfectamente situable en el proceso global de la economia.

La tradición de los nombres de Cristo, heredada probable mente de los hebreos por via de testimonia, fué enriquecida por los teólogos cristianos de uno y otro bando. Aparte los

apelativos particulares importa analizar su relación mutua; solo ella denuncia su causalidad y jerarquia, siempre divalente,

por cuanto miran a ambas laderas divina y crea turai (resp. còsmica). El tema seria de particular trascendencia entre los

gnósticos, donde Logos, Sophia, Monogenes y Anthropos recla man otras tantas monografias.

5) El Hijo, revelación del Padre. Es el denominador comùn de los nombres de Cristo, pivote de la propia generacion perso nal, y fundamento de las dos epifanias: humilde, en la Encarna

ción, y gloriosa en la Segunda venida. Lo trinitario, lo cristoló

gico y la soteriologia se juntan en tan simple motivo.

Digase Sabiduria, Verbo ο Imagen del Padre, el Hijo de nuncia — entre los prenicenos

— la nota (personal) de media

ción entre Dios y los hombres: primeramente cognoscitiva, y luego dinàmica, con arreglo a las dos tendencias, del hombre

que mira a Dios, conociéndole mediante Su Imagen; y de Dios

que mira al hombre, en orden a la creación y salvación huma

nas. El Hijo (Verbo y Salvador a la vez) compendia en su per sona la economia de la Salud: cosmogonia, antropologia... escatologia.

Ireneo insiste en la Escritura del A. T. corno revelación pa terna del Hijo. La cristologia analizada sistemàticamente, me diante el anàlisis patristico de los vaticinios, no dio aón los

primeros pasos. A priori el personaje de Abrahàn, patriarca

y profeta de la fe, requiere anàlisis desde Filón hasta s. Am brosio. Y corno gènero literario, tanto las bendiciones de los Patriarcas corno las de Moisés, sistemàticamente perseguidas, polarizarian multitud de elementos.

Entre las formas de revelación del Hijo hay dos cualifìca das: las teofanias, con su doble vertiente, hebrea y griega, de las que la ùltima tendria singular fortuna; y la denominada

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la patrìstica υ el progreso de la teologìa 565

cristologia angélica (Engelchristologie). Ambas, bonitamente

estudiadas, solo requieren perfiles. 6) Creación. La causalidad de las personas divinas a la luz

de las particulas, verbos y términos escriturarios. Exegesis de Gen. 1,1-3 desde los asiàticos y apologetas hasta los cinco tra tados de s. Agustin [c. Manichaeos, Imperfect. liber, Confess. XI-XII. XIII, de Gen. ad liti., de Civ. Dei].

La creación ex nihilo, in sapientia, in Christo en su apli cación al cosmos y a la Iglesia.

Un estudio monogràfico sobre άρχή = Filius, y sobre la divalencia de σοφία, segùn se aplique al Hijo ο al Espiritu Santo, puntualizaria multitud de aspectos y deslindaria las fronteras entre la doble eficacia del Verbo, corno demiurgo y conservador (= Salvador) del mundo.

7) Angeles. Concepción hebraica en los dias de Cristo. Actitud gnostica: solidaridad (fisica) entre àngeles y hombres.

Angelologia de S. Ireneo y Tertuliano: misión subsidiaria en la economia de la (humana) Salud. Los àngeles no hechos a

imagen y semejanza de Dios. Postura de Origenes, montada sobre la igualdad dngel =

hombre. Actitud extrema de s. Agustin: superior siempre el

àngel al hombre.

Ireneo, el màs profundo de todos, indica el definitivo privi legio del hombre sobre los àngeles, en una linea pràcticamente olvidada por Origenes (resp. origenianos y filonianos) y postni cenos (a excepción quizà de s. Hilario).

La angelologia, corno estamento teològico (resp. soterioló

gico), solo valdrà — segùn los asiàticos — para realzar el abismo entre la actual dispensación sobrenatural con centro en la

Salud de la carne, y la posible naturai con centro en la perse verancia del espiritu: entre el hombre ( = materia) exaltado a

Dios, y el àngel, dejado en àngel. Hay aùn mucho que estudiar por caminos ajenos a los de

Werner, Kretschmar y profesionales de la tradición angeloló

gica hebrea. Las preocupaciones agustinianas sobre la creación

de los àngeles (instante y modo) quedan fuera de la perspectiva asiàtica.

8) Los seis dias. Algunos PP. anotaron el simbolismo trini

tario de los tres primeros dias, y el cristológico del cuarto.

A los seis dias se les asignaron tres aspectos: a) uno, obvio,

hacia el primer hombre Adàn; b) otro, tipico, hacia el Segundo

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566 ANTONIO ORBE, S. I.

Adàn; c) otro, simbòlico, hacia Cristo/Iglesia. Todos tres ponen el centro de la creación en Adàn, en Cristo, en la Iglesia.

Los dias del Génesis, f;representan sucesión en el tiempo, ο un gènero literario? La cosa interesó apenas en el siglo II.

Medidas de tiempo, sucesivas, apuntaban las fases de un pro ceso, y anunciaban en compendio los grandes periodos de

tiempo anteriores a los epifanias (humilde y gloriosa) del Hijo en el mundo. El juego entre los dias naturales preliminares al

hombre, y los cósmicos previos a Cristo fué repetidas veces

atestiguado, ya desde los presbiteros del Asia, con fundamento en aquello:

' dies Domini quasi mille anni El Hexaèmeron inicia y résumé, con su alcanze cristológico,

la teologia de la historia. El tema, muy de actualidad, se presta a desarrollos en atención: a) al sentido rectilineo e irreversible de la historia, desde la materia hasta Dios, esto es, desde el

hombre carnai hasta el hombre hecho Dios en carne; b) a la

madurez progresiva, lenta, del hombre (material), desde su infancia divina — incapaz de ver carnalmente al Padre —

hasta su adultez con la vision inmediata; c) a la intervención

paulatina de las tres personas sobre el individuo (y la iglesia humana), educandole a la athanasia: primeramente, del Espiritu Santo (profético); luego, del Verbo encarnado mediante el E.

Santo (de adopción ο filiación); y por ùltimo, del Padre me diante el E. paternal (de visión); d) a los preliminares del dia

séptimo, Sàbado de Dios, milenio de Cristo; y del dia Octavo, eterno, primero y ùltimo, del Padre.

Los aspectos cronológicos, relativos al Milenio, han sido bien examinados. No tanto la teologia de la historia en el indi

viduo, en la carne. Algo ayudaria el contraste con la ideologia

filoniana. Términos corno sarx, soma y gè (— tierra), tan equi vocos corno los estratos a que espontàneamente van referidos,

invitan a otras tantas monografias. Entre los origenianos, con su axioma homo = noùs, y los ireneanos — con el suyo homo =

sarx, corren a nivel paralelo, siempre ambiguo, las categorias de Escritura, al parecer, màs elementales. El prisma de los asiàticos pasa por la carne, el de los alejandrinos por la psique, y el de la gnosis heterodoxa por el pneuma. <;Interfieren alguna vez los planos, ο siguen perpetua e integralmente paralelos?

9) El hombre. Su indole, simple ο doble (mùltiple), ι Dos noticias de una sola creación {Gerì. l,26s.; Gerì. 2,7), ο dos creaciones?

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LA PATRÌSTICA y el progreso de la teologìa 567

La antropologia ofrece muchos aspectos. Exegéticamente

se complica con la declaración, teològicamente capital, de Gen.

1,26; y con el anàlisis de los elementos fisicos que figuran en Gen. 2,7. Agréguese el mètodo adoptado por los PP.: colmar con la antropologia de s. Pablo los vacios (reales ο aparentes) de Moisés. Solo la distinción entre pneuma y —

eή vale una mo

nografia. Falta un estudio serio sobre la naturaleza del barro inicial. Hay multitud de elementos entre los gnósticos recién descubiertos.

El enigma de mayor interés descansa en la aparición del

espiritu, dentro de Adàn, y sus relaciones con el alma y con

la carne. Polarizable en exegesis a 1 Thes. 5,23 da origen al sobrenatural humano, y apunta dos perspectivas antitéticas:

a) la trilogia humana y la triada divina, con la relación entre el

είκών de Gen. l,26s. (resp. 1 Cor. 15,49) y el de Col. 1,15

(resp. 2 Cor. 4,4); b) el hombre inicial y su madurez en Cristo ο en el Cristo total, con la transformación de la primera

όμοίωτις en la unidad ο igualdad ( icότης ), supremo estadio de semejanza divina (en espiritu).

Una vez mas, el cotejo sostenido con las sectas, muy expli

citas en lo antropològico, agranda horizontes.

La linea origeniana se desvia, por prejuicios contra la ma

teria, de la ireneana; e influye desgraciadamente en muchos PP. occidentales, que a las veces reaccionan por instinto. La de s. Ireneo continùa en Tertuliano y se deja sentir, con molestas

interferencias, en s. Hilario.

Atajemos aqui el indice de materias repristinables. Con el drama del Paraiso se multiplicaria

' ad infinitum '. Mortalidad ο inmortalidad, en función del cuerpo, alma, espiritu. Autexou

sia, libertad fisica, y eleutheria en el ejercicio del hombre a nivel normal y divino. Interferencias del Logos en la vida de Adàn. Dualidad de àrboles y su eficacia fisica. Sentido litùrgico de la existencia divina (y angélica) en el Edén. Teologia del

constitutivo humano, en comunidad y separación de sexos.

Mecanismo interior frente a los dos influjos antitéticos del

Logos y de la serpiente. Y mil otras cosas, estudiadas hasta hoy en bloque, ο marginalmente, sin garantias de construcción

firme ni de planteamiento digno. Tales singlaturas, modestamente normativas, no quieren

urgir lo mas perentorio. Personalmente màs seguro que el camino de ' temas ' ο de

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568 ANTONIO ORBE, S. I.

' motivos me parece el de versos ο pericopas: la restitución sistemàtica de la Escritura, leida por los PP., segùn el orden de aparición desde los apostólicos hasta Nicea. Muchos versi culos evocarian zonas de pensamiento, regiones enteras de

nueva vision. Algo se ha hecho en pericopas privilegiadas. Pero

tquién pensò en restaurar verso por verso el libro v. gr. del

Deuteronomio, sefialando con escrùpulo las interferencias con otros libros? La experiencia de anàlogas exploraciones ensena

que tanto corno la critica textual gana la exegesis y la teologia. La novedad sera a veces casi absoluta. Los resultados, mas

sorprendentes que nunca. Las vias de desarrollo, singularmente fecundas. Mas prevengamos ilusiones. La tarea sera de anos.

Requiere muchisimas monografias, homogéneamente orienta

das, al margen de la aplicación inmediata doctrinal. A pesar del instrumentai moderno, distamos leguas del

dominio escriturario de los siglos II y III. Sobre todo, en

profundidad y armonia. Sin distraerse a temas doctrinalmente

anodinos, concentraron sus energias sobre pàginas y libros de

excepción. Y el instinto doctrinal, vitalmente removido en lucha con enemigos de gran agudeza, fué a vaciarse en escritos, ayunos en su mayoria de todo artificio.

Hoy precisa recorrer, mediante el anàlisis, el camino in verso al que siguieron los PP. Animados de su misma fe, desper

taremos sus ideas dotàndolas de nueva vida. Su aplicación a la actual teologia vendrà ο no inmediata; siempre quedaràn sus tesoros en reserva.

En conclusión. A pesar de haberme extendido sobre los

puntos viables de la investigación patristica, no creo en logros inmediatos. El camino sera lento. Primero anàlisis, y muy luego sintesis; solo al fin, su asimilación a la dogmàtica. El ritmo actual corre peligro de entorpecerse. En el peor de los casos, conviene salvar el instinto teològico para prevenir trabajos inùtiles. Yendo de menos a màs, de lo màs a lo menos factible, seria recomendable el camino de las monografias sobre testi monia ο versos de Escritura. No hay miedo de agotar el campo. Y mientras mejor se lieve el anàlisis parcial, mayor firmeza

habrà en las premisas. Iràn enriqueciéndose los tesoros doctri

nales, ο multiplicàndose los puntos de vista, hasta adquirir

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LA PATRÌSTICA V EL PROGRESO DE LA TEOLOGÌA 569

una perspectiva mas autèntica. Sean pocos ο muchos los in

vestigadores de garra, capaces de manipular en hondura y sintesis, habiendo trabajos seguros de anàlisis, no faltaràn ali cientes. Y se evi tara la solución de continuidad en la linea de

mayores exigencias, la dogmàtica, que ante el ambiente enrare cido del mundo, peligra mas que ninguna otra disciplina.

Antonio Orbe, S. I.

SUMMARY

Patristic Theology and theological Progress

Can patristic thought enrich present-day theology — especially

the structures, forms and contente of today's dogmatics? The

author does not intend to discuss this question, even though he

is aware that the exegesis of the Church Fathers — nerve center

of primitive theology — is today often neglected and considered

useless. He assumes that the answer should be affirmative, and

he asks, on this hypothesis, which of the Church Fathers have to

be studied, what part of their writings, and by which methods?

He analyses the actual state of patristic studies, their decay

(which goes along with that of humanistic culture) and the

practical limitations they encounter. The author rejects some

superfìcial approaches and directs his attention towards the adapta

tion of the patristic message to our time.

First of ali, one has to hold fast to the strong, rigorously

dogmatic concerns. Pastoral viewpoints are ambiguous; they are

of value, if at ali, as conclusions that derive spontaneously from

dogmatic premises. The same is to be said about liturgical con

cerns. Passing over a thousand other possible fìelds of research,

one has to go straight to the genuine theologians among the Fathers

(who are few), and, more precisely, to those whose doctrine shows

more depth and has been less explored. Byzantinism has to be

avoided — thongh the author be as inspiring as St. Augustine.

What is byzantine is always byzantine.

The author, then, describes some theological trends that will

offer greater possibilities for research: the Asian, the Alexandrian

before the Council of Nicea, and the Augustinian, in order to

eliminate investigations that would prove unfruitful for dogmatic

theology. The main problem is to discover and to restore in its richness

the lively thought that lies beneath literary formulas in the patristic

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570 ANTONIO ORBE, S. I.

writings. It would be naive to impose upon these works categories

which are ours. Disinterestedness and modesty are the marks of

genuine science. If it is urgent to abandon fields of research that

are exhausted (e. g., ali that concerns Arianism and the great post

nicene heresies), it is even more urgent to put away haste and

hasty methods — for instance discrimination between subject-mat

ters in which we happen to be interested (like pastoral, social,

ecumenical... subjects) and others without actual interest for us.

Abridged methodology and superficial erudition are the enemies of

progress.

By reconstructing in a dispassionate and cautious manner the

dogmatic insights of the most qualifìed Fathers, especially of the

pre-nicene period, one could achieve sure results of high quality.

As to the choice of a fìeld of research, nothing can replace a sure

dogmatic instinct. Even today a relatively large number of mo

nographies are published, the merit of which is out of proportion

to the interest of their content.

When the fìeld of research has been chosen, the question of

method arises. Many analyses of terms and of Scriptural passages

(quotations, allusions ...) will have to be elaborated, before theological « themes » can be discovered. The period wherein the most unex

plored riches can be found extends from the asian Presbyters to

Hippolytus, and Origen. The gnostics should play an important

part. A great number of patristic terms that will prove fruitful for

Biblical studies await monographical studies. These analyses should be followed — after much time, however — by reconstruc

tions of main lines or strata of patristic thought. The author supports his statements by particular examples, and

sets up an inventory of questione able to revitalize old theological

patterns.

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