La Panza Del Tepozteco

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REPORTE DE LECTURA DEL LIBRO La panza del Tepozteco José Agustín Editorial ALFAGUARA Este libro nos relata la aventura de siete muchachos, aproximadamente de nuestra edad, que van de visita a Tepoztlán, en donde se introducen a una gran caverna en la cual se encuentran con los antiguos dioses aztecas. Yanira, Tor (Héctor), Érika, Selenne, Indra y Homero, deciden un fin de semana ir a la casa de Alain, un chico que vive en Tepoztlán, después de un largo y cansado camino llegan a la casa de Alain, donde conocen a la mamá de Alain, Coral, quien por la tarde tiene que acudir con una curandera (cabe mencionar que Tepoztlán es un lugar caracterizado por brujas o curanderas)a lo que a los muchachos se les hace interesante, y acompañan a Coral, a la dichosa limpia que la curandera Guillermina le tiene que hacer. Al llegar a la casa de esta curandera los chicos conocen a Pancho, un joven indio que conoce perfectamente el Tepozteco, por lo que le pide su ayuda para subirlo, pero como ya era de tarde, sólo pudieron subir a la pirámide tolteca, y toman la decisión de subir al día siguiente por la mañana. Al día siguiente, por la mañana van a la casa de Pancho para avisarle de que ya era hora de la salida, para su excursión por el Tepozteco, pero Pancho les recomienda ir a una gran caverna, la cual unos días antes había descubierto, por un deslave que había sucedido en una parte del cerro, a lo que nadie pone objeción. Después de haber recorrido grandes distancias llegan a la un gran muro que tenía dibujada una serpiente emplumada la cual estaba comiéndose así misma, exclamando Pancho que ya habían llegado. Poco a poco se fueron acercando más, hasta entrar en una grieta que estaba debajo del dibujo de la serpiente emplumada. Recorriendo especies de túneles que se adentraban cada vez más sin respuesta alguna de la gran caverna que Pancho había visitado, sólo encontraban túneles y túneles que no llevaban a un lugar en específico, es mas, ellos pensaban que daban vueltas, hasta que por fin encontraron la gran gruta. Después de admirarla, escucharon voces extrañas que hicieron que se espantaran, l poco rato después de escuchar mas conversaciones, lograron percibir aun anciano borracho que les reclamaba el por qué habían entrado a la gruta sin su permiso, a lo cual ellos respondieron que no sabían que se tenía que pedir permiso, el anciano a la vez que les

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REPORTE DE LECTURA DEL LIBROLa panza del TepoztecoJosé AgustínEditorial ALFAGUARAEste libro nos relata la aventura de siete muchachos, aproximadamente de nuestra edad, que van de visita a Tepoztlán, en donde se introducen a una gran caverna en la cual se encuentran con los antiguos dioses aztecas.Yanira, Tor (Héctor), Érika, Selenne, Indra y Homero, deciden un fin de semana ir a la casa de Alain, un chico que vive en Tepoztlán, después de un largo y cansado camino llegan a la casa de Alain, donde conocen a la mamá de Alain, Coral, quien por la tarde tiene que acudir con una curandera (cabe mencionar que Tepoztlán es un lugar caracterizado por brujas o curanderas)a lo que a los muchachos se les hace interesante, y acompañan a Coral, a la dichosa limpia que la curandera Guillermina le tiene que hacer. Al llegar a la casa de esta curandera los chicos conocen a Pancho, un joven indio que conoce perfectamente el Tepozteco, por lo que le pide su ayuda para subirlo, pero como ya era de tarde, sólo pudieron subir a la pirámide tolteca, y toman la decisión de subir al día siguiente por la mañana.Al día siguiente, por la mañana van a la casa de Pancho para avisarle de que ya era hora de la salida, para su excursión por el Tepozteco, pero Pancho les recomienda ir a una gran caverna, la cual unos días antes había descubierto, por un deslave que había sucedido en una parte del cerro, a lo que nadie pone objeción.Después de haber recorrido grandes distancias llegan a la un gran muro que tenía dibujada una serpiente emplumada la cual estaba comiéndose así misma, exclamando Pancho que ya habían llegado. Poco a poco se fueron acercando más, hasta entrar en una grieta que estaba debajo del dibujo de la serpiente emplumada. Recorriendo especies de túneles que se adentraban cada vez más sin respuesta alguna de la gran caverna que Pancho había visitado, sólo encontraban túneles y túneles que no llevaban a un lugar en específico, es mas, ellos pensaban que daban vueltas, hasta que por fin encontraron la gran gruta. Después de admirarla, escucharon voces extrañas que hicieron que se espantaran, l poco rato después de escuchar mas conversaciones, lograron percibir aun anciano borracho que les reclamaba el por qué habían entrado a la gruta sin su permiso, a lo cual ellos respondieron que no sabían que se tenía que pedir permiso, el anciano a la vez que les reclamaba les decía que si se ¨echaban un pulque con él no habría problema alguno.Después de esto el anciano desapareció y ellos corrieron hacia una luz que iluminaba la gruta, al salir de allí se encontraron a una hermosa mujer que hacia tortillas, y a su la diferentes platillos de la región, la mujer expresaba amor, confianza, por lo que los niños no dudaron en acercársele, la mujer de facciones indígenas les dio de comer, y así los muchachos aprovecharon para preguntarle a la mujer de nombre Tona, quien era el anciano que los había espantado, la mujer les dijo que el anciano se llamaba Tezca y que era muy bromista, les sugirió que no se preocuparan. Lo único en lo que la mujer, se mostró un poco rara, fue al mirar a Pancho. Después de que terminaron de comer, llegó una muchacha que también quedó viendo Pancho de una manera muy rara, por eso los muchachos se sorprendieron, al ver la reacción de estas mujeres al mirar a Pancho. Tona invitó a los muchachos a visitar la gruta, a lo que los muchachos accedieron, pero a la hora de entrar de nuevo a la gran gruta, ya había un corredor de colores hermosos y adornado, pero de repente Tona les dijo que se escondieran, por que venía su madre, al llegar esta, comenzó a gritarle a Tona y reclamarle porque había dejado que los muchachos entraran a la cueva, por lo que comenzó una discusión que después se convirtió en una tremenda lucha en el que utilizaron

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un juego prehispánico, el cual, los muchachos se encontraban dentro de una pelota de cristal. Después de seguir con la pelea, los muchachos lograron escapar y esconderse en otro cuarto que conformaban el corredor, ahí mágicamente, pudieron introducirse en un cuadro que tenía pintado la cuidad de Tenochtitlán, al estar dentro del cuadro, encontraron a un joven fuerte que los llevó en un carruaje de fuego a un lugar donde estuvieran seguros, per en el camino se encontraron con Huitzilopochtli y Xipe, quienes también iniciaron una pelea con el joven que los protegía, pero de repente el señor Xipe los tomó y se los llevó hacia un lugar apartado donde nadie los podía ayudar, ni siquiera Tona, ya que ella se encontraba peleando con la madre del dios Huitzilopochtli, hasta que después de un transcurso de tiempo, el señor Xipe con otros soldados más los sacaron de ahí y los llevaron hacia una pirámide en la que se encontraban todos los dioses aztecas, entre ellos también estaba Tona, es decir Tonatzin, y el joven dios del fuego que los había protegido de Xipe y Huitzilopochtli.Los dioses comenzaron a discutir por el hecho de que los muchachos habían entrado a la gruta, mientras unos discutían y decían que tenían que sacrificarlos, otros abogaban por ellos y decían que tenían que dejarlos ir, ya que no había ningún problema. El punto era que los dioses, habían acordado después de la conquista de México que por el esfuerzo que sus seguidores hacían por seguir con sus tributos y ofrendas a espaldas de los españoles, jamás pedirían sacrificios para ellos, y dejarían que ellos siguieran con su camino y así no afectarlos y hacer que sufrieran ellos, por lo que se esconderían en la cueva, hasta regresara Quetzalcóatl, y volviera a reinar el pueblo azteca, pero mucho antes que regresara Quetzalcóatl, Pancho ya había encontrado la gruta, entonces después de grandes contradicciones que tenían los dioses llegaron al acuerdo de sondearlos, para ver si podían dejarlos salir de la gruta. Para esto las muchachos eligieron a un dios, y todos eligieron a un dios el cual representaba la personalidad de cada uno, y así, cada uno de los dioses entraron por diferentes partes de los cuerpos de los muchachos y observaron cada parte de ellos, sus sentimientos, su forma de pensar, sus vivencias y sufrimientos, es decir vieron todo lo que se relacionaba con cada uno de los muchachos, y cada parte de ellos, se reflejaba en un espejo, donde los demás dioses veían todo.Hasta que llegó el turno de Pancho, para esto hay que decir que Pancho desde el momento de entrar a la gruta se comportaba de una manera diferente mencionando cosas que muy pocos sabían o que los muchachos no podían entender, Pancho se encontraba en trance, hasta que una voz comenzó a invadir la pirámide donde estaban y les recordaba a cada uno de los dioses, que recordaran a Quetzalcóatl, hasta que Pancho comenzó a relatar la historia de Quetzalcóatl, llegando el momento en el que tenía que regresar a la tierra reencarnando en alguien de su propia raza, después de ir a la búsqueda de alguien que quería conversar con él, pero ese alguien era el mismo.De repente al otro lado de donde estaban los dioses apareció el dios Tezca quien estaba a lado de Pancho, por lo que dijo que el era Quetzalcóatl, y que ahora había regresado, pero digamos que esta historia es un poco muy confusa ya que al igual que habían concebido a Quetzalcóatl, la curandera Guillermina también había concebido a Pancho. Entonces dejaron ir a los muchachos.Al salir de la cueva los muchachos se encontraron a los papas de Alain buscándolos como desesperados, al encontrarlos les contaron lo que habían vivido, pero no les creyeron nada, el papá de Alain, preguntó por Pancho, pero Coral le dijo que había ido a ver a la curandera Guillermina, y que le había avisado que los muchachos estaban bien y que Pancho no bajaría del cerro del Tepozteco con ellos.

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La Panza del Tepozteco Autor: José Agustín Se trata de una novela corta del escritor mexicano José Agustín. En ella se entremezclan los elementos fantásticos y los reales. Aparecen nombres de lugares muy conocidos por quienes gustamos de visitar Tepoztlán, en el Estado de Morelos, y para quienes viven allí el ambiente que se respira en el texto resulta de lo más familiar. Así es también para quienes tienen conocimientos sobre la historia de los antiguos mexicanos, ya que el autor utiliza como personajes a las deidades aztecas, otorgándoles una gran vitalidad frente a los protagonistas: siete adolescentes y una niña.

La narración nos sitúa inicialmente en la Terminal de Autobuses del Sur de la ciudad de México, donde el grupo, conformado por Yanira, el gordo Tor, Erika, Alaín, Homero, Indra y Selene, se dispone a ir a Tepoztlán para pasar cuatro días de asueto. Desde ese momento el lector se identifica con el ambiente de los muchachos de secundaria que salen de paseo sin estar acompañados de algún adulto. El autor describe fielmente el vocabulario y las bromas propias de la edad, y también los pequeños obstáculos que deben sortear para llegar a su destino. En Tepoztlán se alojan en la casa de descanso de la familia de Alaín.

Por la tarde, el grupo se anima a echar una caminata por el Tepozteco, lugar que se caracteriza por sus escarpados cerros y por su preciosa vegetación, que ya para el mes de septiembre está muy verdeada por las lluvias. Además de su belleza natural, Tepoztlán tiene una gran riqueza cultural que ha podido conservar gracias a la viveza de las tradiciones, los usos y las costumbres heredados de un pasado indígena que pervive y sigue causando admiración y gusto de propios y extraños.

Los acompaña un joven indígena oriundo del lugar, Pancho, amigo de Alaín desde su infancia. Él es quien conoce a la perfección la mejor ruta para llegar a la pirámide tolteca, lugar muy visitado desde donde se tiene una panorámica preciosa del valle y del pueblo de Tepoztlán. Sin embargo, los muchachos se mueven con espíritu de aventura y su guía los lleva a una cueva con murciélagos.

Allí, como personas citadinas que son, ya sienten que han penetrado algo más en los secretos del lugar, y aceptan con entusiasmo la invitación de Pancho para explorar al día siguiente otra cueva más alejada y desconocida.

Con comida, lámparas y un machete, salen temprano guiados por Pancho. Recorren veredas y trepan taludes; hay cansancio y quejas porque no están acostumbrados a tales caminatas, pero finalmente llegan a la caverna. Entran a una cámara de abundante vegetación, y de allí, a gatas por una rendija llegan hasta otra gran cámara con estalactitas y estalagmitas donde se percibe una gran humedad y descubren una luz. Se encuentran con varias personas, que les hablan como si los esperaran. Más intrigante, hablan como si conocieran ya a Pablo. Le dicen cosas como "Tienes un gran descaro al regresar aqui después de todo lo que pasó", y "Espero, al menos, que cumplas lo que ofreciste."

Al poco rato los niños llegan a entender que estas "personas" en realidad no lo son; pueden convertirse en animales o tirar bolas de fuego u otras cosas raras. Se dan cuenta que están en el refugio de los dioses Aztecas.

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Se trata de una novela corta del escritor mexicano José Agustín. En ella se entremezclan los elementos fantásticos y los reales. Aparecen nombres de lugares muy conocidos por quienes gustamos de visitar Tepoztlán, en el Estado de Morelos, y para quienes viven allí el ambiente que se respira en el texto resulta de lo más familiar. Así es también para quienes tienen conocimientos sobre la historia de los antiguos mexicanos, ya que el autor utiliza como personajes a las deidades aztecas, otorgándoles una gran vitalidad frente a los protagonistas: siete adolescentes y una niña.La narración nos sitúa inicialmente en la Terminal de Autobuses del Sur de la ciudad de México, donde el grupo, conformado por Yanira, el gordo Tor, Erika, Alaín, Homero, Indra y Selene, se dispone a ir a Tepoztlán para pasar cuatro días de asueto. Desde ese momento el lector se identifica con el ambiente de los muchachos de secundaria que salen de paseo sin estar acompañados de algún adulto. El autor describe fielmente el vocabulario y las bromas propias de la edad, y también los pequeños obstáculos que deben sortear para llegar a su destino. En Tepoztlán se alojan en la casa de descanso de la familia de Alaín.Por la tarde, el grupo se anima a echar una caminata por el Tepozteco, lugar que se caracteriza por sus escarpados cerros y por su preciosa vegetación, que ya para el mes de septiembre está muy verdeada por las lluvias. Además de su belleza natural, Tepoztlán tiene una gran riqueza cultural que ha podido conservar gracias a la viveza de las tradiciones, los usos y las costumbres heredados de un pasado indígena que pervive y sigue causando admiración y gusto de propios y extraños.Los acompaña un joven indígena oriundo del lugar, Pancho, amigo de Alaín desde su infancia. Él es quien conoce a la perfección la mejor ruta para llegar a la pirámide tolteca, lugar muy visitado desde donde se tiene una panorámica preciosa del valle y del pueblo de Tepoztlán. Sin embargo, los muchachos se mueven con espíritu de aventura y su guía los lleva a una cueva con murciélagos.Allí, como personas citadinas que son, ya sienten que han penetrado algo más en los secretos del lugar, y aceptan con entusiasmo la invitación de Pancho para explorar al día siguiente otra cueva más alejada y desconocida.

Con comida, lámparas y un machete, salen temprano guiados por Pancho. Recorren veredas y trepan taludes; hay cansancio y quejas porque no están acostumbrados a tales caminatas, pero finalmente llegan a la caverna. Entran a una cámara de abundante vegetación, y de allí, a gatas por una rendija llegan hasta otra gran cámara con estalactitas y estalagmitas donde se percibe una gran humedad y descubren una luz.

A partir de ese momento, el autor del libro nos hace acompañar a los muchachos en un mundo fantástico donde los dioses prehispánicos son personajes de la novela. En un lenguaje coloquial, los dioses aparecen con sus nombres recortados a manera de apodos, muy al estilo de los escolares de secundaria. Desfilan en el texto "Tezca" (tlipoca), "Tona" (ntzin), "Chico" (mécoatl), "Coat" (licue), "Huitz" (ilopochtli), "Chalch" (chiutlicueye), Xiute (cutli), y otros más.Los dioses actúan de distintas maneras: Tezca, con poder para alterarles los sentimientos; Tona, quien les da alimento y protección, Huitz, que desea sacrificarlos, y así también los demás dioses que desempeñan la función que los identifica.Dentro de la trama hay continuos motivos que, a pesar de poner en aprietos a los muchachos, también contienen una dosis de buen humor, como es el episodio del viejo que los quiere obligar a emborracharse y después se oculta para reaparecer transformado en el perro que se orina en el pantalón de Tor. También hay momentos de afecto muy agradables para todo el grupo, principalmente cuando están cerca de Tona, quien les cocina unos deliciosos tacos y les ofrece su cariño y protección.El grupo va descubriendo las maravillas ocultas que hay en la caverna, no sólo las naturales sino también los recintos construidos para ser morada de los dioses que allí se encuentran en retiro

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desde hace quinientos años. Los muchachos conocen los jardines interiores y los edificios de piedra decorados con motivos que representan escenas de la vida azteca en su época de esplendor.Están azorados con lo que pueden ver y oír, se sienten transportados a un lugar que jamás hubieran imaginado y, al preguntar Alaín que dónde están, es Chalch, la diosa del agua, quien le responde: "en la panza del Tepozteco".Con su presencia allí, los muchachos reviven los conflictos entre las deidades aztecas, ya que unos los defienden y otros los atacan y desean llevarlos ante Huitz para que se les sacrifique, porque rompieron la paz en la que vivían.

El texto "La panza del Tepozteco" es una recreación literaria donde se le da una nueva manera de ser a las divinidades del México prehispánico. El autor las despoja de la solemnidad con que tradicionalmente se les ha enmarcado y las hace compatibles con un grupo de muchachos de nuestra época; alegres y alertas para descubrir un lugar lleno de belleza y tradiciones como lo es Tepoztlán.

Lo ficticio de las vivencias con las deidades contrasta con lo real que puede ser un paseo por el Tepozteco.Es un libro de fácil y amena lectura que educa y divierte.