La Orilla en el Crepúsculo, el Cielo al amanecer

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Doce Reinos "La Orilla en Crepúsculo, el Cielo al amanecer"

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Prólogo El rocío de la mañana persistía sin gran convicción aquel día en Tai, la isla situada al noreste del continente. La nieve que cubría los campos y las colinas no había comenzado a derretirse todavía. Los capullos de las plantas y las flores dormían bajo un manto blanco. Las tierras al lado del Mar de Nubes no era la excepción. Cuando la nevada no era igual que en las tierras bajas, la mayoría de los árboles y arbustos recubrían la arboleda en un profundo sueño. Esta era Kouki, la capital de Tai. El barrio más occidental de las tierras del Palacio de Hakkei. Con la forma de un caballo, el palacio tenía la bahía en el ala. El bosque cubría la extensión del ala extendiéndose fuera de las colinas de Jinjuu Manor en el noroeste, la morada del Saiho de Tai, y Koutoku Manor, donde los marqueses conducían los trabajos del gobierno provincial. A través de los parques estaban todavía encerrados en una invernal desolación, las extrañas piedras decorativas y las estatuas ministeriales que tenían una gran belleza. Las hojas perenne contribuían a los profundos colores de la frígida tierra y las flores de cereza acercándose a la primera floración despedida por un débil perfume. Bajo un una pérgola estaba la sombra de un niño. Se echó contra un blanco pilar de piedra. Su cabello negro platinado yacía sobre su encorvada espalda. Este niño era el Taiki, el kirin del reino de Tai. El kirin elegía al nuevo rey, sentándolo sobre el trono, y convirtiéndose en el Saiho. Al mismo tiempo él reinaba como el señor provincial de la provincia de Zui, hogar de la capital de Kouki. Él tenía solamente once años. Hace seis meses él había llevado a cabo su más importante misión seleccionando al rey. Este niño, la piedra angular del reino de Tai, estaba ahora solo en los jardines. El rey no se encontraba en Kouki. Dos semanas antes se había embarcado en un viaje a la provincia de Bun. Taiki no podía dejar de sentirse desanimado y ansioso. Su señor, Gyousou, Rey de Tai, se había ido allá para suprimir un levantamiento. Taiki nunca pudo acostumbrarse a la guerra. No solo estaba en la naturaleza de un kirin apartar sus ojos de la violencia, sino que el joven Taiki nunca había presenciado un conflicto similar. El conocimiento que tenía sobre la brutalidad en el campo de batalla era puramente teórico. Sin embargo era donde se dirigía su señor. Para hacer las cosas peor, poco después de que Gyousou salió a su viaje, un horrible rumor se expandió por el palacio: La rebelión en la provincia de Bun era un complot para atraer al rey de su cómodo palacio para asesinarlo La provincia de Bun estaba al norte de la provincia de Zui. Una accidentada y elevada cadena montañosa separaba ambas provincias. Gyousou no tenía opción que cruzar a través del

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estrecho paso de las montañas. Según los rumores, los rebeldes hibernaban en el trecho camino hacia la capital de la provincia de Bun y ahí lo esperaban. De hecho, el día anterior a que Gyousou fue atacado en una emboscada sorpresa. Desaventajado por el terreno desconocido la batalla se volvió fea, o así fue como los informantes de Taiki le dijeron. Angustiado y aterrado, Taiki se sintió como si una tonelada de ladrillos golpeara sobre su pecho. Ten cuidado. Estate seguro. Taiki no podía hacer otra cosa que no fuera rezar. No había nadie a quien pudiese contarle las ansiedades que ennegrecían su corazón. Cuidando de no asustar a Taiki, los adultos que lo rodeaban no le decían nada al respecto. Los rumores de la insurrección eran meramente chismes, insistían en que no había nada más en que preocuparse. Entonces, habiendo arreglado un encuentro secreto y escuchado las malas noticias para sí, Taiki no podía compartir los secretos con ninguno de los adultos. Él podía, pero quería estar completamente seguro de que se equivocaba y que todo era rumores e insinuaciones. Amenos que evadiera su encuentro oficial, eligiendo un momento en que hubiera pocas personas a su alrededor, y escapara a un lugar que no hubiera movimiento, incluso rezar por la seguridad de su rey era imposible. El hecho de que no esperara ser tratado de otra forma que no sea un chico era a la vez patético y desesperante. Él había persuadido a los repugnantes shirei y los había enviado a la provincia de Bun. Al final deseaba saber si Gyousou estaba a salvo o no. Si la batalla se volviera crítica quería enviar toda la ayuda posible. Era la naturaleza de un kirin benévolo odiar el derramamiento de sangre y la guerra. Rechazando las armas o protegerse ellos mismos a la fuerza, ellos en cambio comandan a sus youma y los usan como sus armas. Pero Taiki tenía solo dos shirei a su disposición. Les ordenó a Sanshi y a Gouran ir. Con eso, el habría hecho todo lo posible para ayudar a Gyousou. Si solo tuviera más shirei. Si solo fuera un adulto y pudiera trabajar en conjunto con otros adultos, y juntos elaborar un plan para salvar a Gyousou. La cruda realidad regresaba a su mente una y otra vez, Taiki se quedó con la única opción de rezar fervorosamente en una esquina de los jardines. Su débil personalidad lo estaba mortificando. Ten cuidado. Estate seguro. Había rezado más veces de lo que acostumbraba cuando escuchó el débil sonido de las pisadas detrás de él. Se dio vuelta y lo vio parado allí. Taiki estaba aliviado de ver que no era ni el director real ni su guardaespaldas. Además, él era quien debería informar a Taiki sobre la grave situación en la que estaba Gyousou.

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Entonces no tenía que pretender que no había nada de que preocuparse. “Gyousou-sama está bien, ¿no?” preguntó Taiki corriendo hacia él. “¿Has oído algo más sobre él?” El hombre negó con la cabeza. “Mandé al shirei. Lo lamento.” Prometiendo francamente de hacerle llegar toda la información que tuviese, el hombre le imploró a Taiki que no se precipitara en enviar al shirei a Gyousou. Pero cuando el hombre aparentemente llegaba al final del acuerdo, Taiki no hizo como se le había pedido. “Yo no podía simplemente quedarme parado sin hacer nada mientras esperaba su palabra.” El hombre asintió con la cabeza y sacó a relucir la espada que llevaba en su cintura en un simple movimiento. Taiki detuvo sus palabras. No porque estuviera particularmente asustado. Él seguía confiando en aquel hombre. La acción del hombre simplemente lo dejó perplejo. “¿Qué sucede?” preguntó Taiki, de repente lo invadió la preocupación, notando por primera vez que el hombre estaba soltando las amarras de una aterrorizante aura que había sido ocultada hasta ese momento. “Gyousou está muerto.” Dijo el hombre. Aprovechado de un terror inconciente y comenzando la retirada, el pie de Taiki se paralizó en el lugar. “Estás mintiendo.” Dijo mirando al hombre. El hombre blandió la espada. Los ojos de Taiki se abrieron completamente. No se podía mover. No podía gritar. Se quedó quieto como petrificado. “Que mal solo tienes dos shirei.” La espada brilló como un arco de hielo blanco descendiente. “Te equivocaste al elegir a Gyousou.” Incluso Taiki hubiera encontrado imposible de decir si la filosa espada golpearía primero (usándola a una mano) o si tendría tiempo para salir corriendo. En cualquier caso la espada del asesino cortó profundamente el cuerno de Taiki (que poseía como kirin, no como persona). Taiki aulló, una reacción puramente visceral. No solo por el dolor, sino por el sentimiento de traición y por la atroz perdida de su irremplazable señor. El grito de una bestia es la agonía en el extremo de su vida. Un grito que no tiene igual. Manejado por sus instintos para salir del lugar, Taiki desapareció abruptamente. “¿Taiki?” El violento shock despertó en Sanshi un grito desgarrador. Las blancas y frías montañas llegaron a escucharla. La provincia de Bun se colocó ante ella. Emergió en la cima de una pequeña cumbre con el objetivo de encontrarlo. Algo había pasado.

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“Taiki.” ¿Qué es este dolor? El aterrorizante dolor y un entumecimiento recorrieron su cuerpo. Sanshi gimió. No regresó en sí tan rápido, pero disolvió su cuerpo y físicamente proyectó su esencia dentro de la tierra. Su cuerpo se deslizó dentro de la tierra. Ella conocía las vetas y los cursos que unían los mantos de la tierra. Llevada delante sin forma, ella misma recorrió los arroyos que una vez estuvieron allí y que no están. Aunque no era suficiente para expresar lo que sentía. Viajó como si atravesara un profundo y oscuro océano, en el medio de nada que no fuera la inconciencia del caos, con nada más que el peso del olvido a su alrededor. Sanshi se sumergió en su mente con todas sus fuerzas. Lejana en la distancia ella encendió el brillo, un vivo toque de luz dorada a su vista. Presentándose a través de las vetas de la tierra, ella subió al nivel del mar. Por la abertura de la guarida de un dragón, una corriente de aire ascendente la elevó. Tan grande era su velocidad que el mundo sobre la tierra envuelto en la niebla rápidamente iba perdiendo su forma. La luz dorada se volvió más intensa. Brillando, resplandeciendo y creciendo aun más, iluminando su visión y llenándola de luz. Un color dorado como el atardecer. En el momento en el que se cayó en una oscuridad dorada, Sanshi fue repentinamente golpeada y echada de allí. La sombra de Taiki. La conciencia de Taiki, era torcida por una fuerza aterradora, desgarrando el libre sistema circulatorio del mundo. Su carne avanzaba con el miedo. Desde cerca parecía la fruta dorada arrancada de la rama plateada justo frente a sus ojos hace tanto tiempo. Lo he perdido de nuevo. Sentimientos de desesperación más intensos que cualquiera de las ansiedades que golpeaban sus sentidos. Ella salió de su flujo. El palacio Hakkei estaba detrás de ella. La distorsión de la atmosfera era tan grande que las baldosas a lo largo de los tejados se doblaban y torcían. A través de los tejados del palacio, el cielo estaba tan oscuro como una tumba. El otro mundo. Un shoku. Un pequeño shoku únicamente atraído por el llanto de un kirin. Ella vio una sombra a la distancia, como si hubiera sido arrojado al centro de las ondulaciones. La sombra de la bestia negra. Su cresta lanzó un pequeño destello de luz. “Taiki.”

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El tembloroso lugar. Los jardines brillaban en al aire turbio. La retorcida y torturada pérgola. Y al lado de la inclinada estructura, una doblada y retorcida silueta. ¿Quién? La mirada de Sanshi se dirigió al horizonte. El portón se estaba cerrando. Sin siquiera pensarlo se lanzó, se desvaneció y comenzó una persecución. Su brazo. Ella alcanzó el brazo en el ojo de su mente. Sus dedos tocaron el aire. Solo unas pulgadas más. El flujo la demoró dejándola atrás. El color del flujo (que sentía a su alrededor) cambió. Se ha unido con aquel mundo. Ella alcanzó a salir con su alma y corazón, arañando la sombra azafrán. Sus dedos encontró una adquisición (o eso creía). Los techos temblorosos, las brillantes vías, los bosques retorcidos. Golpeados por el aumento de las olas, en un solo respiro volvieron a su forma original. Al mismo tiempo Sanshi logró entrar en la penumbra, la penumbra dorada. “¡Taiki!” Por un momento observó un espectáculo increíble frente a sus ojos. Un pequeño pueblo, viejas construcciones, colocadas en hilera entre pequeños cultivos. Un angosto y serpenteante camino de asfalto atravesaba el pueblo. Bañado por la fresca luz del Sol de Abril, suaves brisas de aire cálido se elevaban desde el asfalto. Una fuerte fuerza arrendaba las suaves brisas del aire, las brisas aumentaban y se expandían haciéndose más espesas, como si el asfalto estallara en fuego. Las brisas se elevaban a la altura de un gran hombre. Una sombra flotaba allí. Las brisas lentamente mostraron la figura de una persona. Esa persona dio un paso y cayó al suelo. La tambaleante silueta de un niño. Dos o tres más inciertamente, tambaleantes pasos y su progreso se detuvo. El niño se quedó parado en el asfalto. Las rielantes olas de calor en su espalda se evaporaban en el aire. Y todo lo que fue dejado era un tranquilo paisaje primaveral. Un brillante, brumosos y borroso cielo azul con nubes de seda. De algún lugar sobre el que estaba se escuchaba una canción de aves.

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Una cálida y suave brisa susurraba las flores en los campos, doblando los tallos del fondo del pastor por las pisadas entre los campos de arroz, tocando la superficie de del camino. Alcanzando los hombros del niño alborotando sus largos cabellos. El niño estaba quieto por un aturdimiento. Se paró algo adormecido, sin ver ni sentir nada. Comenzó directo con ojos imperturbables. Como si empujado por una suave brisa en su espalda moviera sus pies. Dio un paso, y luego otro. Comenzó a caminar como un autómata, sus pasos crecían cada vez más. Después de unos pocos pasos parpadeó y de un momento a otro pareció estar fuera de sí. Sus pies de detuvieron. Miró a sus alrededores y parpadeó varias veces más en señal de asombro. Los campos mal arreglados y los arrozales salpicados por viejos edificios. Y entre ellos algunos edificios nuevos también. Era un pequeño pueblo a las afueras del país. Inclinó su cabeza a un lado, la expresión en su rostro todavía era la de alguien medio dormido. Frente a él, donde el camino se encontraba con el sendero, vio una cortina de gente vestida de negro en un funeral. Él había cruzado sobre el mar de Kyoukai, el mar de la nada.

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Capitulo 1 Al comienzo del verano, en el tercer año de la emperatriz Youko, un par de alas blancas aparecieron en los cielos sobre Gyouten. Gyouten era la capital del reino de Kei, este reino ocupaba la zona más oriental del continente. Ese día la ciudad dormía bajo un manto de aire seco. Al norte de la capital una enorme montaña se elevaba en el cielo como un gran pilar. La ciudad se extendía fuera de la ladera sur de la montaña, como las telas de un vestido. La embaldosada ciudad (con techos de todos los colores), sus caminos que llegaban de derecha a izquierda y de arriba a bajo eran bañados por la luz del Sol. Los postigos de cada ventana abierta como velas buscando una brisa fresca. Pero el aire había reducido desde el mediodía. Las puertas y ventanas recibían solo la luz reflejada, el aire caliente y un ajetreado y bullicioso aire que incitaba a dormir. Quizás tener un calor así de insoportable hacía que las aves no volaran, para escapar de los rayos del sol para buscar las sombras de los árboles. Un perro estaba tirado descansando bajo la fina sombra de los aleros de una casa. Y un anciano descansaba al lado del apacible perro. Como el hombre dormía, el abanico se le cayó de sus manos. El animal logró levantar su hocico y lanzar una débil mirada a su amo. En aquel momento una sombra cayó del otro lado de la luz. El perro se despertó expectante. Desde el este una nube cruzó el cielo de verano como un shoku invasor. El olor de la brisa húmeda alcanzó su hocico y escuchó el sonido de un trueno distante. La nube ahora cubría la totalidad de los cielos y en un corto plazo todo se sumió en la oscuridad. La oscura sombra apareció en los cielos sobre Gyouten al mismo tiempo. Como si impulsada por el color de las nubes, apareció en el este, se dirigió a la montaña de Ryou a través de un amplio arco. Los habitantes de la ciudad esperaban la lluvia. Entre ellos uno miró arriba y reconoció lo que vio. Las alas eran demasiado débiles, el plumaje cubría las blancas y estropeadas alas menos en la falda, algunas de las plumas estaban desgarradas y otras simplemente no estaban. Apenas podía mantener se planeando en una dirección. Las alas rastrillaban el pesado y húmedo aire. Descendiendo como un ave herida cayó cerca de la montaña de Ryou. Las gotas de la lluvia empezaron a caer, como si apalearan la sombra en la tierra. De un momento a otro la lluvia comenzó a caer agresivamente contra las alas. Justo antes de desaparecer por la niebla, les pareció a los espectadores que el tramo superior de la montaña había respirado. La figura fue tragada arriba, en las vetas de la lluvia torrencial.

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Toshin perdía el tiempo entre los enormes portones. Los portones estaban situados a medio camino de la montaña de Gyouten, en un acantilado justo por debajo del Mar de las Nubes. Las puertas protegidas fueron situadas dentro de una cueva, en una alcoba varias veces más grande que la altura de un hombre. En frente de la alcoba había una cornisa ancha. Esta era “La Puerta Prohibida”, el cual proveía un acceso directo a la Corte Imperial y a los niveles superiores del Palacio Kinpa en las montañas de Gyouten sobre el Mar de Nubes. Era pasado el medio día. Junto con el regular cambio de guardia, Toshin tomó su posición frente a la puerta. Debajo de la cornisa, la ciudad de Gyouten se desplegaba, rielando en el aire caliente. No había brisas siquiera en aquella gran altura. El calor lo abrazaba como un sauna. Finalmente las nubes comenzaron a reunirse en el cielo sobre su cabeza. Las nubes venían del este, avanzando al Mar de Nubes como si lamieran la base. Toshin oyó el sonido de un trueno distante. Una niebla llenaba los alrededores de aire. El enorme peso de las nubes parecía empujarlas hacia la “La Puerta Prohibida”, borrando el Sol. Los pequeños rayos de luz ni siquiera llegaban hasta la obturación de la puerta. Toshin observó al comienzo de la cornisa volverse gris con la humedad. Junto con frío, la húmeda brisa un leve ruido parecía acercarse por la tierra donde él estaba parado. Toshin suspiró indiferentemente. “Parece ser la lluvia,” le dijo a Gaishi a su lado. “Sí.” Gaishi respiró profundamente mostrando sus dientes blancos. “Al menos hace al tiempo más fácil de lidiar. Las armaduras se hacen muy pesadas con este calor.” Dijo sarcásticamente. Gaishi era el sargento a cargo entre los cinco hombres que cuidaban la Puerta Prohibida. Siendo el sargento era el más experimentado, el más habilidoso y el más indicado para hacerse cargo de la situación. Gaishi todavía no había comandado sobre todos ellos. No era un gran líder. Si así era como un sargento debía ser, o si simplemente era la forma de Gaishi de ser, Toshin realmente no sabía. Toshin se había unido al ejército hace un año cuando la nueva emperatriz fue coronada. Después de un año de entrenamiento fue asignado a la armada da la izquierda. Había servido en esa posición oficial por medio año. No había trabajado bajo la orden de otro que no fuera Gaishi. Una sección de veinticinco soldados protegiendo la Puerta Prohibida. Una sección consistía de 5 grupos. Muchos de los otros sargentos y el capitán en cargo eran tan agradables como Gaishi. Al menos según los rumores que había escuchado, que difícilmente era el caso con los otros capitanes. “La provincia de Ei es calurosa. La provincia de Baku tiene mejor clima.” “¿Es usted de la provincia de Baku, sargento?” preguntó Toshin. Gaishi asintió. “Nacido y reclutado. Estaba en la guardia de la provincia de Baku antes de la coronación de la actual emperatriz.”

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“Wow,” dijo Toshin. Él estaba consiente de la única distinción otorgada a los soldados de la provincia de Baku. De hecho, la cabeza de la guardia de la Puerta Prohibida, general de la armada de la izquierda, había sido elegida entre los dirigentes de la guardia de la provincia de Baku. “Entonces ¿conoce al general Sei…?” Comenzó a decir Toshin. De repente una silueta voló a través de la cortina gris colgando del borde de la cornisa. Toshin apenas tuvo tiempo de gritar ya que la pesada niebla lo tiró contra la pared de roca y colisionó al lado de la Puerta Prohibida. Con gritos ahogados, pateó la una cara de la roca y resbaló cayendo a la cornisa. “Que demonios” dijo Gaishi con voz tensa. La bestia se tumbó en la tierra, sus alas golpeando dos, tres veces, como si convulsionara. Lamentablemente intentó y colapsó. Una figura humana solitaria se derrumbó boca arriba. Gaishi alistó su lanza. Toshin siguió el ejemplo ya que corrió a donde ambos habían caído. Solo la emperatriz, el Saiho, y aquellos a los que la reina les había dado permisos oficiales podían pasar la Puerta Prohibida. El Pegaso que había caído frente a ellos no era uno de esos. La puerta llevaba al corazón del palacio, no era la clase de lugar donde la gente simplemente tomaba el camino sin consentimiento, a pesar de las circunstancias. Justo como Toshin, sus compañeros soldados corrieron hasta la bestia, cuyo cuello aun estaba caliente, y se preparó para la batalla. Toshin dejó caer un gran peso de ansiedad crecer en su estomago cuando corría. Una falange de soldados disparó desde los cuarteles a ambos lados de la Puerta Prohibida, levantando una pared de lanzas alrededor de la bestia y su jinete. Toshin finalmente le dio una buena mirada a ambos abriendo bien sus ojos. La bestia parecía un enorme perro plateado de cabeza negra. La mancha de hollín que cubría su abrigo fue borrada por manchas de rojo oscuro. El pelaje oscuro de la cabeza fue limpiamente desgarrado o faltaba en algunos puntos. El blanco sucio de sus plumas de las alas y las plumas de vuelo fueron trituradas y perdidas. Caído a su lado, golpeó débilmente el suelo con sus alas, pero sin fuerza suficiente para llamarlo aleteo de alas. Al lado de este, protegido por las alas, yacía la figura de un humano en un estado desastroso no muy diferente al de su animal de monta: heridos, sucios, agotados. Desconcertado, Toshin miró a Gaishi. Parado al frente, su lanza lista, Gaishi enfrentó a la bestia y su jinete con ojos sobresaltados. El rumor de la confusión corrió a través de la multitud. Gaishi levantó su mano para calmar la conmoción de los soldados a su alrededor. Bajó su lanza y le preguntó al jinete. “¿Se encuentra usted bien?”

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Al oír su voz, el jinete levantó su cabeza. Ahí fue cuando Toshin finalmente se dio cuenta que el jinete era una mujer. Ella era alta, poseía una fuerte resistencia, y vestía una armadura ligera. O al menos, lo que quedaba de su armadura. No solo por la suciedad y la decoloración, pero al igual que la bestia que montaba, también le faltaban algunas cosas. “¿Puede entenderme? ¿Cómo hizo para llegar acá?” La mujer gimió e intentó sentarse. Al hacer el esfuerzo, Toshin se dio cuenta que sus brazos estaban lastimados con profundas heridas. Gaishi tomó su lanza inseguro. “No se mueva. Lo lamento, pero no debe moverse. Esta es la Puerta Prohibida. La gente sin permiso no puede acercársele.” Con un gemido, la mujer intentó levantarse. Esta vez no estaba impedida. “Discúlpenme por causarles una conmoción” murmuró, su pecho se levantaba y caía con cada respiro. Logró arrodillarse. “Mi nombre es Ryuu. Ocupo el rango de general del reino de Tai.” “¿El reino de Tai?” Gaishi escuchó su eco con ojos abiertos. Con suplicante mirada en sus ojos, se arrodilló frente al general. “Sé que con gran ofensa y pregunto más de lo que merezco ¡Pero debo compartir ciertas palabras con la emperatriz del reino oriental de Kei!”

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Capítulo 2 El secretario de la Corten Imperial fue llamado a la entrada lateral de la Puerta Prohibida. El secretario ocupa un puesto oficial en el Ministerio de los Cielos y atendía diversos asuntos de la Corte Imperial. El secretario se colocaba frente a la puerta para hacer un registro de quienes deseaban entrar al palacio, confirmar sus identidades y comunicar la ida y la vuelta. El secretario fue corriendo junto con el capitán de guardia. Le dio un vistazo a la mujer y a su montura y en una voz nerviosa gritó “¡Deshazte de ellos!” “¡Pero están heridos!” dijo el capitán, tratando de interceder. El secretario levantó su voz y de una forma dominante dijo, “¿Un general del reino de Tai? ¿A caso se ve como un general? ¿Qué posible razón tendría un general para visitarnos en primer lugar?” “Pero…” “Cállese” ladró el secretario. Aunque Toshin y los otros soldados de la Puerta Prohibida eran miembros de la Guardia Real, daban servicio al secretario. Técnicamente hablando, pertenecían al ministerio de verano, pero la cadena de mando en la puerta pasaba por el secretario. “Y para hacer las cosas peor, están obstruyendo la Puerta Prohibida.” Se dio vuelta hacia la mujer arrodillada y le hizo muecas. “Si realmente usted es general del reino de Tai como dice que es,” salivó, “entonces, cámbiese de ropa. Después de que hallamos confirmado de buena fe, siéntase libre de presentarse a las oficinas del gobierno provincial siguiendo las leyes de decoro.” En ese momento el hombro de la mujer se estremeció. La mujer se había quebrado la cabeza sobre su rostro y su destrozado cuerpo, a pesar de todo Toshin percibió una mirada feroz a su majestad. “¡Soy conciente de mi impertinencia y si tuviera tiempo para pasar por los medios adecuados lo haría sin lugar a duda!” Ella habló de una manera que demostraba estar mostrando sus verdaderas intenciones, pero el secretario respondió con frialdad y una mirada despectiva. Otra vez bloqueó los intentos del capitán para interceder y le dio la espalda. En ese momento la mujer se acercó y le arrebató la lanza dejándola fuera del alcance de Toshin. Apenas Toshin había levantado la voz, la mujer ya había roto la falange y corrido a hacia la Puerta Prohibida. El aliento de la sorpresa colectiva adoptada por el secretario, Gaishi, Toshin y el resto de los soldados presentes los demoró otro segundo. Los soldados regresaron en sí, y persiguieron a la mujer en una frenética rabia. Justo antes de que las lanzas alcanzaran su espalda una mano negra descendió entre ellos. Usando la espalda de la bestia, la mujer se lanzó a través de la puerta.

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“¡Atrápenla!” surgió un coro de voces. Toshin surgió en la parte delantera del grupo, persiguiendo a la bestia ya que se había deslizado a través de la puerta lateral. A la vanguardia de su mente estaba su error. A pesar de sostener la espada Gaishi había confiado en él, y descuidadamente había dejado que ella le robara la lanza. Tendría que pagar el infierno por haberse descuidado. La conciencia de culpa estaba atormentando sus pensamientos. Había por su artimaña, como un tonto. Ella habría falsificado sus heridas. Su bestia habría elaborado la respiración, debió ser un arduo entrenamiento para actuar, los trabajos de ella al ser general de Tai había sido su error. No solo había caído por sus mentiras. Se había tragado su mal, su pequeño drama anzuelo, línea y lastre. Que le dio la apertura que necesitaba. “¿Su pequeño y gastado drama?” Dentro de la Puerta Prohibida se desfilaban motivos para poner un batallón a través de ejercicios de formación. La mujer y su bestia cargaron a hacia las escaleras por la parte detrás de la plaza. Tal vez capturando el viento de la desesperación, los soldados y oficiales en modo de espera de los cuarteles se unieran a ellos. Nada mal de él, como él pensaba corrió detrás de ella. No había visto su performance para lo que era. La mujer y la bestia habían mirado el borde de la muerte. Incluso si la pegaba, la sangre coagulada podía ser atribuida a arcilla roja, lo que parecía real. Pero eso no contaba para todas sus heridas. En particular el brazo derecho de la mujer estaba lleno de laceraciones que no habrían sido fáciles de falsificar. De hecho… Toshin fijó su mirada a los asombrosos pasos de la mujer. Incluso su brazo derecho simplemente colgaba a su lado. Justo frente a sus ojos ella cayó. Otra vez su brazo derecho no se había movido. La bestia galopó hacia ella y trató de ayudarla a levantarse. Cuando se agarró del cuello de la bestia fue con el mismo brazo con el que sostenía la lanza. Instintivamente Toshin buscó la cara de Gaishi entre la multitud. Gaishi corría en la parte trasera y saludó a Toshin con un movimiento de cabeza. “Está bien. Atrápala. Ponla bajo arresto. No la mates.” “Pero…” Toshin le suplicó a Gaishi. Desde la entrada a la plaza se escuchó la estridente voz del secretario. “¡Mátenla!” “No la mates. Incluso si ella es una rebelde o una insurgente debemos interrogarla.” Toshin asintió y se encaminó en la persecución de la mujer. Aforrándose a la espalda de la bestia, con sus últimas fuerzas, ella trató de buscar el nivel más elevado de la plaza. Bloqueando su camino había una gran puerta. Del otro lado de la puerta, ya sobre el mar de nubes, estaban las habitaciones interiores de la residencia imperial. Otra sección de soldados ya se había preparado. Pero lo fueran o no se habían dado cuenta del tumulto.

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“No” pensó Toshin. Si ellos abren la puerta sin estar plenamente informados de lo que estaba pasando, la mujer intentaría escapar al interior del palacio. En el momento en que estas cuestiones le ocurrían, se movió hacia la puerta lateral. Situada en la espalda de la bestia, la mujer hizo un círculo hacia la puerta lateral y se barrió hacia el interior del palacio. Gritos de consternación en torno a él. Golpes y gritos de censura sobre él. Estos sonidos zumbaban en sus oídos, Toshin se empeño en los pasos y llegó a la puerta lateral. Al mismo tiempo, el grito de la bestia golpeó a Toshin como un puño al plexo solar. Los soldados del otro lado deben haberlos acabado. Sintiendo haberse tragado un cubo de plomo, Toshin tropezó y pasó a través de la puerta lateral. Dentro estaba el Roshin, el vestíbulo que conducía al interior de los cuartos de la residencia imperial. Particionando el espacioso balcón estaba una enorme barrera, más allá del cual estaban los edificios del dominio real de la emperatriz. Estas áreas del palacio estaban prohibidas a la mayoría de los altos funcionarios del palacio, por no mencionar a Toshin y sus compañeros soldados. La bestia se había derrumbado en los adoquines que conducían su camino al Seishin. Muchas púas y ganchos fueron lanzados al cuerpo para retenerlo. “¡No! ¡No lo maten!” dijo la voz de Gaishi. Los soldados rodearon la bestia mirando al alrededor en señal de sorpresa. Como Toshin llegó contiguo el círculo condonando de los soldados, uno de ellos tenía la punta de la lanza contra el cuello de la mujer. Él la quitó de una vez. El cuerpo de la mujer convulsionó. Enojado epíteto surgió del cordón de soldados. La estridente y de mal genio voz del secretario se oyó desde la puerta. “¡Mátala!” Gritó. Comandos para matar y no matar (la mujer y la bestia aún trataban de huir), el cordón de agitados soldados presionaba sobre ellos, en medio del pánico y de la confusión una voz sonó claramente. “¡¿Qué es toda esta conmoción?!” Toshin respiró con un suspiro aliviado. La figura aproximándose al cordón era de un gran hombre sosteniendo una gran espada en la mano. El Daiboku del Ministerio de Verano. Fue asignado a la seguridad con el cargo de protección de la emperatriz y los otros nobles. Entre ellos, el Daiboku era literalmente la sombra de la emperatriz en el curso de sus rutinas diarias y servía como su guardaespaldas personal. En términos de clase social actual, él nunca había cruzado sobre un barón de menor rango. Pero este Daiboku tenía la especial confianza de la Emperatriz. Fuera, a la vista del público, él nunca se alejaba demasiado de ella y tomaba el mando de sus subalternos.

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Incluso ahora el Daiboku estaba acompañado por tres súbditos. “¡Una rebelde!” gritó el secretario. “¡Un visitante!” replicó Gaishi. El Daiboku parpadeó y los miró. “¿Una rebelde o un visitante, cuál de las dos es?” “¡No es una visitante!” dijo la voz chirriosa. El secretario otra vez. “¡Ella fingió ser un visitante para invadir el palacio!” El secretario fue largo y tedioso sobre las circunstancias que habían provocado el estado actual de las cosas. En medio de la narración el Daiboku levantó la mano en señal de que ya había oído suficiente. “Será más rápido si le pregunto directamente a ella.” Con eso el Daiboku caminó con grandes pasos hacia ella. Toshin insertó su camino entre los desorientados soldados y salió del lado de la mujer. Él recuperó la lanza aprovechando que se le había caído y aprovechó la oportunidad para examinarla de cerca. No una mentira. Y no una ejecución por etapas. De hecho, la sangre manchaba su desgarre, la ropa manchada en grotescos patrones. Y como antes, la sangre fresca había tomado el color del acero ya se coagulaba y se secaba. Los restos de la armadura de cuero apenas colgaban de su cuerpo y brazo derecho yacía sobre las piedras aún atado por un cable. Bajo la herida de la manga su antebrazo estaba marchito y negro. La gangrena ya debería haberse instalado. Ella no era humana. Si no hubiera tenido el título de inmortalidad hubiera muerto para entonces. “Él te ayudará,” susurró Toshin. Sentándose en los adoquines, la mujer miró a través del velo de sus despeinados cabellos. “Él tiene la confianza de la emperatriz.” La mujer inclinó su cabeza en señal de gracias a Toshin. Gimió, se corrigió y giró hacia el Daiboku. El secretario seguía chillando pero el Daiboku lo ignoró y se arrodilló en los adoquines. “Entonces ¿Cómo acabaste así?” “Yo se que no pueden haber excusas por el modo en el cual forcé mi entrada. Me disculpo profundamente por la confusión y el desorden que causé. Pero por favor entienda que no existe ningún mal en mi corazón.” El Daiboku asintió. Algunas tensiones se fueron del rostro de la mujer. Se inclinó profundamente. “Yo soy general de la armada provincial de Zui del reino de Tai. Mi nombre es Ryuu Risai.” La boca del Daiboku se abrió con sorpresa. Risai lo miró sinceramente. “Existen cuestiones de suma importancia que debo discutir con su alteza. Estoy al tanto de mi impertinencia, pero

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solicito el honor de una audiencia con la emperatriz.” Ella se postró frente al Daiboku. Yo humildemente pongo ante usted esta petición. Si usted pudiera comunicar este mensaje a la emperatriz.” El Daiboku miró a Risai y asintió con firmeza. “Dale una mano. ¿Lo harás? Encuentra un lugar para que descanse...” La voz de Risai lo interrumpió “¡No tengo tiempo para descansar!” “No te estoy poniendo bajo arresto. Necesitas descansar y cuidados médicos.” El Daiboku sonrió. “Soy el Daiboku. Koushou es mi nombre. Yo llevaré su petición a la emperatriz, así que relájese. Enviaré a alguien por un doctor.” “¿Qué?” El secretario elevó su voz. “¿En que está pensando? ¡Esta persona se aproximó a la Puerta Prohibida sin autorización, invadió los establecimientos, dispersó las tropas, contaminó las tierras del palacio, y daño la dignidad de la emperatriz! ¡Inconcebible! ¡Ella debería ser llevada fuera y tratada de inmediato!” Koushou miró al secretario, claramente sorprendido. “Hay, ¡cuide su lenguaje! Ella podría ser un general de otro reino. No debería ser tan rudo.” “¿Qué general? ¡No veo ningún general! ¡Solo veo una impostora!” “Si, pero…” “Tal vez el Daiboku esté equivocado. Determinar la buena fe de todos los visitantes y ponerlos a su disposición es la tarea del secretario. ¡Solo porque usted está acomodado por la emperatriz no significa que pueda meterse en los asuntos de otros ministros!” “Entonces ¡¿Cuál es su problema con su buena fe?!” Bramó Koshou. Encogiéndose, el secretario se retiró. “¿Piensa que la emperatriz estará contenta si tan solo la echamos?” Asintió su cabeza hacia Toshin. “Muévete. Su kijuu también,” agregó, indicando a la bestia. “Has arreglos para cualquier tratamiento médico que necesite.” Toshin asintió y colocó su mano en el hombro de Risai con la intención de ayudarla a ponerse de pie. Ella gentilmente lo rechazó. “No, debes calmarte.” Risai sacudió la cabeza e intentó seguir a Koshou, quien ya se estaba yendo en una lenta caminata. “No puedes continuar haciendo cosas así. Si el Daiboku no hubiera aparecido…”

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“Sí, lo sé,” Dijo Risai, girando hacia Toshin. “No puedo agradecerles lo suficiente por su amabilidad, pero considerando que emperatriz no debería enojarse en mancillar el palacio más de lo que yo he hecho, yo debería esperar en acompañar al Daiboku a verla.” “Pero…” “Por favor. Si no la veo ahora, dudo sería capaz de verla de nuevo.” Ella se aferró a él como a sus últimas esperanzas. La cara de Risai estaba blanca por la perdida de sangre. Sus labios se estaban volviendo azules. Ella peleaba por cada respiro, el aire resollaba débilmente dentro y fuera de sus pulmones. Sus hombros y brazos se volvían fríos. A esta mujer no le quedan muchas horas de vida. “¡Daiboku!” gritó Toshin, poniendo su brazo debajo de su hombro para levantarla apropiadamente. “Por favor, permítale ir con usted.” “Ella no se va a tranquilizar hasta que usted lo haga.” Tal vez de forma implícita entendiendo su prisa por el tiempo y viendo su mirada de desesperación, Koshou asintió. Él le entregó su espada a uno de los soldados, y se llevó a la mujer en sus brazos.

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Capítulo 3 Las habitaciones privadas de la emperatriz, también llamadas Chouraku-den, estaban ubicadas en la parte interior del palacio mejor conocido como Seishin. Las viviendas imperiales se encontraban en el mismo lugar, y todo el resto de los edificios estaban colocados y organizados a su alrededor. Si bien cada palacio en cada reino tenía sus peculiaridades, su estructura general seguía siendo la misma. En consecuencia Risai tuvo una buena idea de a que parte del Seishin la estaban llevando. En el reino de Tai, a diferencia de la mayoría de los oficiales de palacio, a Risai por un privilegio especial se le permitía la entrada al Seishin. El Daiboku llamado Koshou llevó a Risai en su espalda a través de la Puerta Prohibida. Ellos pasaron por las demás estructuras y cruzaron la gran arcada cubierta a un edificio que pasaba por alto la resplandeciente fachada de la Chouraku-den de varios pisos. Por los cálculos de Risai habían llegado a la antecámara de un conservatorio. El conservatorio, o Ka-den, se separaba del Chouraku-den por un parque arbolado. El parque era bastante grande. Además, una pared se había construido para separar las viviendas imperiales del conservatorio. Para ir de una a la otra se debía pasar a través del parque. Risai no preguntó por cuanto tiempo esa pared había estado en ese lugar. Lo encontró depresivo a la vista. Sin importar cuan cordial era tratada, ella sabía que nunca se le permitiría entrar a las viviendas imperiales. Solo habría llegado así de lejos gracias a la notable indulgencia del Daiboku. ¿Cuántas fuerzas le quedaban en sus piernas? Incluso con el apoyo de Koshou, apenas podía mantenerse de pie. Ella corría el riesgo de caerse en cualquier momento. Quizás por observar eso, Koshou dijo, “¿Por qué no tomas asiento?” Risai sacudió la cabeza. Ella no podía comportarse descortésmente como había hecho. La conciencia de que ella no estaba en condiciones de cumplir las reglas de cualquier reino cayó pesadamente sobre ella. No obstante la consecuencia de sus actos, quebrantar al cruzar la Puerta Prohibida era una ofensa que por si misma merecía la pena de muerte. Resolvió que no debía agregar más pecados. Si no pudiera dibujar la línea de su dignidad a un punto mínimo, la totalidad de sus propósitos en venir hasta aquí habrían perdido su significado. Ella se plantó en el piso. El criado quien se había adelantado hasta Koshou regresó y susurró algo en el oído. Aunque Koshou se mantenía recto sosteniendo a Risai a un pie de distancia, ella no podía entender lo que el criado decía. En los últimos minutos, un leve zumbido en sus oídos mezclaba todos los sonidos que escuchaba. ¿Dónde estaba la emperatriz? ¿Había dejado sus habitaciones? ¿Estaba cambiándose la ropa antes de encontrarse con Risai? ¿Cuánto tiempo tendría Risai que esperar allí? Estos pensamientos quemaban su mente, cuando vio a Koshou y los otros dirigir su atención hacia la puerta. A través de la puerta abierta observó un grupo de criados y mujeres de la corte avanzar a lo largo del pasillo que daba al patio interior. Los criados en la habitación despejaron el camino y agacharon sus cabezas. Risai dejó sus expectativas aumentar.

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Pero ninguna mujer noble apareció en el medio de la cámara, ni siquiera un líder real procesional. A la cabeza iba una mujer llevando el vestido de corte ordinario de un empleado del gobierno o de una dama de honor menor. Ella entró en la habitación a un ritmo rápido. No había señal de que nadie más viniera. Risai se aferró de Koshou, parándose en puntillas y buscando alguien en el corredor detrás de ellos. Su visión se volvió tenue. Ella canalizaba toda su energía en su brazo izquierdo clavando sus dedos en el hombro de Koshou pero dejando sus rodillas torcidas. ¿Cuántos pasos más tendría que dar la emperatriz para llegar? No deberían ser muchos. Cada paso era una batalla contra el tiempo. Por favor entren. La joven de la corte llegó hasta su mano. Sintiendo su toque, Risai la miró. El brillo del cabello escarlata de la chica prácticamente quemó sus retinas. Sus ojos verdes grababan la sorprendente viveza de su mente. “Koshou, ¿Por qué no le ofreció asiento?” preguntó la chica, ofreciendo su propio hombro para soportar el brazo derecho de Risai. La chica continuó, “Mi nombre es Youko. Soy la Emperatriz de Kei.” Asustada por la claridad de su voz, Risa volteó la cabeza para mirarla. La chica dijo: “Tenga la seguridad de que voy a tomar en consideración todas las circunstancias que la trajo aquí. Pero por el momento, vayamos a la cama.” La energía abandonó sus brazos. Risai cayó al piso. Aún así, logró girar su cuerpo en una inclinación. “He venido aquí para más humildemente pedirle un favor a la emperatriz.” “Oh, no hay necesidad de humillarse así.” Dijo la emperatriz de rodillas junto a ella. Risai abrió sus ojos. “Por favor. Se lo ruego. ¡Por favor salve el reino de Tai!” La emperatriz fijó su mirada en Risa, sus ojos esmeralda se llenaron con una evidente sorpresa. “Sé que lo que estoy pidiendo de la emperatriz de Kei está más allá de los límites de la razón. Sin embargo, nosotros ya…” Risai ahogó el resto de la frase. El reino de Tai flota en el medio del Kyokai, aislado su costa noreste del resto del continente. Era un país frío, completamente congelado durante el invierno. Pero, sigue siendo el pueblo de Tai. Seis años antes un rey había descendido al trono. Luego, no mucho después del inicio del Año Nuevo había desaparecido. Sin el rey para que interceda, la protección divina de los cielos se había perdido. Tai se convirtió en una isla cárcel, acosada por las calamidades y hostigada por los youma.

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“El pueblo de Tai carece de los medios para salvarse. Los youma se multiplican a lo largo de las costas. Huir del país se ha hecho imposible. Nada puede sobrevivir en Tai.” Toda la rabia y el dolor almacenados en su corazón durante tanto tiempo salieron y presentaron en su garganta en un frío, una dura masa, ahogando su respiración. “El rey se vio impulsado a salir por los rebeldes traidores. Nadie sabe donde están el rey y el Taiho ahora o cómo viajaron. Risai se lanzó a los pies de Youko, presionando su frente al suelo. “¡El Hakuchi no se ha caído de su pedestal!” El rey no estaba muerto, y el destino de Tai no estaba sellado aún. “Por favor…” Pero no había aire en sus pulmones. Intentó inhalar. Su garganta se quedó cerrada. Silbaba inútilmente el aliento de su boca. Negros puntos florecieron ominosamente ante sus ojos, hinchazón y sumergiéndose en una oscuridad total. Todo lo que podía oír era el fuerte zumbido en sus oídos. Por favor ayúdenos, intentó decir. No podía estar segura si sus palabras habían salido de su boca.

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Capítulo 4 Los oídos de Risai seguían sonando No, pensó, era el sonido del viento. El congelante viento invernal de Tai silbando fuera de la puerta. Este invierno había sido inusualmente duro. Las fuertes y arremolinadas ráfagas cortaban el cuerpo como fríos y afilados cuchillos. Expuestos a los lamentos, los aullidos del viento, los árboles, las montañas y los ríos estaban congelados como hielo sólido. Los ríos se congelaban y la nieve se apilaba. Ventiscas acumulaban en los caminos y carreteras, que abarcaban el duro suelo de una manta frígida. Fuertes vientos desgarraban la superficie, azotando hasta morder las cortinas de color blanco. Abandonados por el continente, el reino de Tai se encontraba solo en el Kyokai. Durante el invierno, los apuñalantes vientos soplaban desde los mares del norte. Los pueblos y caseríos se agachan bajo la nieve, las ventanas y puertas de las casas, cerradas hasta arriba. En los pequeños espacios del interior, separados del aire exterior por una capa de protección, brillaba un cálido y pequeño fuego. La gente se acurrucaba junta, hombro a hombro, compartiendo esa pequeña cantidad de calor (pequeña realmente comparada con el clima exterior) entre ellos. Las llamas del fuego, el calor corporal mutuo, el aumento de vapor de la caldera en el braceo (estos dos eran compartidos libremente con los escalofríos que se metían en las carreteras cubiertas de nieve. Aunque los duros y exigentes inviernos de Tai también se llenaban de calor. Y a veces tomaban la forma y por los brillantes colores de las flores, Risai pensó como observaba que la figura de un niño saltaba hacia ella. “Risa, aquí” dijo entregándole un ramo de flores rojas y amarillas. En la fría sala, apenas iluminada por los débiles rayos del sol, las flores eran como el brillo, de cálidas velas. El sonido del viento cruzaba a través de las paredes. El invierno de Tai había apenas comenzado, entonces las montañas y los campos estaban ligeramente espolvoreados con nieve. Aquellas brillantes flores difícilmente podían esperar a florecer en aquella época del año. Sorprendida, Risai de dirigió a su benefactor. La sonrisa del niño sujetando un ramo de flores más grande que su cara era más brillante y cálida que las mismas flores. “Felicitaciones. Estaba tan contento de oír que fuiste promovida a general de la guardia provincial.” Relacionando la noticia con la radiante sonrisa era Taiki. Tenía todavía diez años en ese momento. “¿Son para mí?”

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“Por supuesto. Le pregunté a Gyousou-sama por ellas y él las consiguió para mí,” dijo el joven Saiho con un tímido guiño. “De vuelta en Yamato, de donde vengo, se le da a la gente flores en celebración. Me dijeron que no se hace acá, pero yo quería darte un ramo. Dado que apenas te has mudado, pensé que las flores harían ver todo más lindo. “Bueno…” sonrió Risai. Ellos estaban sentados en el salón de su nueva residencia oficial. Sólo un mes había pasado desde la coronación del nuevo rey, Gyousou. Risai fue nombrada general de la Guardia Provincial de Zui del Centro y apenas se había movido a su vivienda en el Palacio Hakkei. El Saiho era el segundo en importancia para el reino después del rey. Al mismo tiempo era el Señor Provincial de Zui, donde ahora Risai residía, y comandaba sus fuerzas. Ella estaba complacida y honrada de que él la visitara así. Un criado arregló las flores y las colocó en una estantería del salón. Solo esas flores hacían la habitación más brillante y cálida. A pesar de no solo acabar de llegar y sin haberse acostumbrado a su entorno, sintió que aún podía hacer de esta su residencia. “Estoy muy agradecida. Bendecida de que le Taiho tenga un dulce interés en mí.” “Yo también. Sigo siendo un niño y no entiendo los asuntos militares ni de gobierno. Por eso el hecho de que usted se convirtiera en general del ejército provincial es muy alentador.” El Saiho se sentó en una gran silla e inclinó su cabeza. “Yo, eh, espero con interés trabajar con usted.” “Por favor, el Saiho no debería inclinar su cabeza a personas como yo.” Nadie superaba el rango de Saiho excepto el propio Rey. Era imposible imaginar que normalmente reverenciara a una simple general de la Guardia Provincial como ella. “Bueno, no estoy reverenciando. Simplemente estoy siendo amable. Por lo tanto, está bien. Sé que está considerado fuera de lugar, pero se ha convertido en un hábito. Gyousou-sama dice que es lo que es y que no debería preocuparme por ello. Entonces tampoco usted, creo yo.” “De acuerdo.” Dijo Risai, sonriendo. Este pequeño Saiho nació en otro mundo. El mundo en el que nació y se crió, el reino que se encuentra más allá de los mares de la región oriental. Esto explicaba algunas de sus más excéntricas costumbres, pensaba Risai extrañándose. Él era amable, cálido y suave. “Tengo muchas más, sabes,” Taiki le dijo a Risai con una gran sonrisa. “Tenemos una gran oferta en el departamento de flores. El director Serai tiene un montón de celebraciones previstas, pero no podía esperar y las traje acá.” Cuando Gyousou era general, Seirai había sido su ayudante de campo. Tras el cambio de gobierno, fue puesto a cargo de la educación de Taiki, y al mismo tiempo sirvió como Ministro en Jefe de la Provincia de Zui. Él era una persona afable, entre los burócratas que servían a Gyousou fue reconocido como uno de los mejores y más brillantes.

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“Seirai y yo realmente arruinamos nuestros cerebros sobre cual sería la mejor forma de celebrar. Gyousou-sama dijo que podía tomar lo que quisiera del depósito imperial, pero eso solo hizo peor la decisión. Hay demasiadas cosas que hacen girar los ojos.” “¡Oh! ¡No debería desperdiciar ese tipo de cosas en mí!” “Gyousou-sama dijo que no le importaba. Dijo que eligiera algunas para enviar a su nombre. Es de parte de Gyousou-sama, de Seirai y de mí también. Así que no estés tan sorprendida.” Risai miró al rostro del pequeño kirin lleno de alegría, los sentimientos de gratitud y alegría llenaban su corazón. “Realmente hemos sido bendecidos con la gran fortuna.” Ella estaba verdaderamente feliz. Con el Rey y el Saiho extendiendo sus mejores deseos para ella en tal forma, un nuevo futuro se presentaba ante ella. La corte Imperial sería puesta en su lugar rápidamente y el pueblo de Tai le daría la bienvenida al nuevo Rey. Todos sus futuros parecían cálidos y acogedores. El reino y el pueblo prosperarían y serían felices. Para el fondo de su corazón estaba segura de que así sería. Ni siquiera en sus peores pesadillas podía imaginar que en unos pocos meses todos sus sueños se harían polvo. Su noble visitante salió de la sala de la residencia con una brillante y cálida luz, mientras que afuera los fríos vientos soplaban. La luz alrededor de Risai vencía las sombras. Pero ella no podía olvidar la tormenta más allá de las puertas. Una tormenta que congelaba todo lo que tocase: el reino, las colinas y valles, las calles y las ciudades. El pueblo. No había duda sobre sonido del viento ese día, llevando un frío penetrante a la espalda, aprovechando todas las oportunidades para ampliar su gélido tacto. Los gritos y aullidos del viento se filtraban a las orejas tocando su discordante canción. Envuelta en el espíritu festivo, Risai no era conciente del viento. Pero aquí y allá en su nuevo hogar, el frío se arrinconaba en las esquinas y se aferraba a las paredes. Sus piernas eran muy largas para calentarlas y el frío pasaba sus tobillos. Sus extremidades estaban entumecidas, sus sentidos distantes. La única sensación de vida era su cuerpo, cortando el frío. Como ahora. Estaba tan, tan fría. Se estaba congelando hasta la muerte, junto al reino y a su pueblo. Tengo tanto frío… “¿Estás despierta?” preguntó una voz cautelosamente. O eso era lo que pensó oír. Concentrándose con todas sus fuerzas, logró abrir sus pesados y fríos párpados. A través de la oscura sombra de sus pestañas apareció la preocupada cara de una chica. “¡Oh! ¡Bien!” dijo la chica.

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La chica presionó algo frío contra su cara. Un escalofrío la sacudió desde la médula. El objeto helado que lo provocaba presionaba contra su cara. Así es… ella estaba… “La Emperatriz” murmuró Risai, volviendo en sí. Probablemente sin siquiera escuchar su propia voz al decirlo. Abrió sus ojos completamente y buscó el rostro de la muchacha. No vio señales de aquellos brillantes cabellos rojizos. “Por favor descansa, no estás en condiciones de levantarse.” Recién cuando la chica le advirtió se dio cuenta que estaba saliendo de la cama. Pero sigo viva. La muchacha presionó su helada palma sobre su mano. El helado toque de su piel aliviaba sus fuerzas. Tan frío, tan frío, aún las manos de la chica se sentían tan bien. La chica descansaba su mirada en Risai y dijo lenta y deliberadamente, “Ha llegado aquí en una sola pieza. Su Majestad se reunirá con usted cuando pueda. Así que, cálmese y cierre los ojos.” “Pero… Yo…” “Está bien. Está bien. Vuelve a dormir ¿de acuerdo?” La muchacha tomó la mano de Risai consigo y la dejó sobre la garganta de Risai. Allí dobló sus dedos alrededor de un objeto que descansaba en el hueco de su garganta. Estaba aún más frío que la mano de la chica y con ella surgieron sensaciones de alivio. Entonces entendió que era su cuerpo el que estaba ardiendo, provocando el dolor, de fiebre y escalofríos. “Realmente deberías descansar. Estarás bien. Youko no se olvidará de ti.” Youko. Repitió para si. Su lengua se sentía pegada al paladar. “Ella no está aquí en este momento, pero ella se detuvo repentinamente a ver como estabas. Realmente estaba preocupada por ti. No tienes nada de que preocuparte. Estarás bien.” En vez de asentir, todo lo que podía hacer era relajarse. Sus párpados se cerraron. Escuchó el sonido del viento. Pero no sabía si era el sonido del viento de invierno que asolaba la puerta o simplemente… No es tiempo de dormir, se dijo. “Si no pudiese reunirme con la Reina de Kei…” “¡Nada de eso, Risai!” La voz mezclándose con el sonido del viento era teñida de dolor y angustia. En los ojos de su mente, el rostro de la muchacha estaba al borde de las lágrimas. “¡Que miserable y cobarde que hay que ser!”

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“Así es” dijo Risai girando su cara a otro lado y asintiendo. Conozco lo horrible de lo que estoy haciendo, Kaei.

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Capítulo 5 “El nuevo rey ascendió al trono de Tai algunos meses atrás. El nombre de este rey era Saku Gyousou.” La cuestión de hecho resonaba por la habitación. Estaban en un edificio llamado Sekisui-dai, una sección de la biblioteca ubicada en el interior de la parte posterior. Aunque no en la misma altura que el mundo inferior, el agobiante calor particular del verano de Gyouten se estancaba en la acogedora habitación. Las ventanas traseras enfrentaban una pared de roca cubierta por musgos y helechos. Una delicada y blanca cascada caía por la pared a un pequeño y claro lago ensanchándose por debajo del balcón, manchado con la luz del sol saliendo a través de la vegetación. El sonido del agua se mezclaba con el canto de las aves que flotaban en una fresca brisa a través de las ventanas abiertas. “Él sirvió bajo el monarca anterior como General del Regimiento Izquierdo en la Guardia del Palacio. Sirvió con lealtad y distinción, y fue amado y respetado por sus soldados y por el pueblo de la región, tanto que su fama se extendió a otros reinos. Casi tan pronto de que el gobierno anterior colapsara, ese general, Saku, debería de ser el siguiente rey del que tanto se rumoraba”. “Suena como una persona excepcional” dijo Youko con admiración, y un pequeño toque de envidia en su voz. “Verdad” acordó Chousai Koukan, Ministro en Jefe del Rikkan. “Siguiendo la desaparición del último rey, él continuó apuntalando la Corte Imperial. Todos tenían grandes expectativas en él. Tan pronto como la bandera amarilla fue izada, él viajó al Mar Amarillo e hizo la peregrinación al Monte Hou. Allí fue anunciado por Taiki y accedió al trono. Se lo ha llamado un rey hyoufuu.” “¿Un rey hyoufuu?” “Significa el rey torbellino. Fue escogido entre los primeros peregrinos que viajaban al Monte Hou para el Zhoushan”. El kirin elige al rey. O mejor dicho, fue a través del kirin que la Misión del Cielo se expresó. El kirin nace y crece en el Monte Hou en el centro del mundo. Cuando un kirin es lo suficientemente grande para elegir al rey, se levanta una bandera en el templo del centro del reino. Todos los que desean ser rey viajan al Mar Amarillo y se presentan en el Monte Hou. Ahí se encuentran con el kirin, quien recibe la Misión del Cielo de los Dioses. Esto fue llamado shouzan, que significa “el ascenso a la montaña”. “Él fue un rey que ascendió al trono como una ráfaga repentina. Se dice que una lluvia repentina no dura hasta la mañana, y un calor que asola enfría rápidamente. Algunos otros dicen que un rey torbellino será un fuerte roble o una hoja en el viento. Una o la otra”. “Uh”.

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“Por otra parte, viendo que más de diez años han pasado en el ínterin, llamando al Rey de Tai un rey torbellino quizás no sería apropiado. De cualquier modo, el Taiho de Tai sería un compatriota de su alteza”. “Ah,” dijo Youko cabeceando. “Un taika como yo. El Rey de En habla demasiado.” Youko nació en Yamato, la distante y mítica tierra en los confines de los mares del este donde las calles se suponía estaban pavimentadas con oro. Sin embargo, Yamato no era la tierra de su actual origen. Yamato estaba “allá”, y ahora ella estaba “acá”. Ese era siempre un mundo soñado por los otros, aunque los dos raramente se cruzaban. Youko se había ido durante uno de esos inusuales cruces de mudos, y luego había vuelto. Eso es lo que le dijeron. Ella lo había entendido todo eso en su mente, pero no lo sentía en sus huesos. Ella se había ido cuando todavía estaba en su forma embrionaria. En este mundo los niños nacen en el seno del Raika (el fruto huevo) que crece en los árboles. Cuando el “aquí” y el “allí” se cruzaron, el raika que contenía a Youko fue llevado al “allí”. Ella estaba “viva”, pero ni siquiera había nacido. Su vida embrionaria había encontrado el útero de una mujer de Yamato y nueve mases después había nacido. Naturalmente, no tenía recuerdos del Raika. En lo que a ella concierne, había nacido y crecido como una niña normal. Incluso después de haber conocido la verdad de que su existencia era completamente otra (siendo traída acá y habiéndole dicho que era la emperatriz) no era muy diferente a ser metida en el agujero del conejo en Alicia y el País de las Maravillas. Aunque ella no podía jurarlo a frente a la corte con la conciencia clara, que probablemente había nacido de esa manera. El hecho de que ella estuviera aquí era difícil de negar, por lo que tuvo que ser esa la manera en la que las cosas sucedieron. Así fue como ella concuerda con su realidad. Ella había regresado de allí y reinado como emperatriz por dos años. Era como un mundo de fantasía para ella ahora. Y haber nacido y crecido en Japón era algo como si ella estuviera experimentando un sueño. “Taiki ¿Qué edad tiene?” se preguntó a si misma. Detrás de ella Keiki respondió. “Creo que tenía diez cuando el Rey de Tai fue coronado”. Keiki era el kirin de Kei, quien había llevado a Youko de regreso desde Japón y puesto frente al trono. “La coronación fue siete años antes, entonces eso lo hace de mi edad.” Sabiendo que otra persona compartía los mismos sueños que ella, Youko sintió que una extraña sensación llegaba a ella. Quizás soñaran sobre el mismo pueblo fantasma. Quizás incluso en el mismo lugar del mismo pueblo fantasma. Cuando ella había sido una niña, otro niño como ella (un kirin) había estado allí también. Que extraordinario. Según lo que el Chousai y el Saiho estaban diciéndole, este niño de sus sueños había sido parte de su realidad.

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Youko conocía al menos otros dos taika en este mundo: el Rey de En y el Saiho del reino al norte de Kei. Juntos habían construido una gran dinastía de quinientos años. Ellos eran taika, pero el Japón medieval del que hablaban era igualmente fantástico. Era el antiguo Japón que ella leía en libros de historia y veía en ilusiones dibujadas en las pantallas del cine. Era toda la misma fantasía, pero su Japón no era el mismo que el Japón que la cazaba en sus sueños. Ella ascendió al trovo con la ayuda de Enki y del Rey de En. El tormentoso mar en el que la habían visto metida la había dejado en deuda. Pero Youko jamás se había sentido de la misma forma alrededor de ellos como ahora. Ella nunca sentiría que ellos hubieran surgido del mismo sueño que ella. Pero ella y Taiki podrían haber estado juntos en un cruce peatonal o haberse cruzado en la calle. Él era el kirin del Reino de Tai. Él había elegido al Rey de Tai, habían establecido la Corte Imperial, y Risai (la general cuyo cuerpo fue desgarrado desde la cabeza hasta los pies) había venido al Palacio Kinpa arriesgando su propia vida de parte de ellos. “¿Algo le inquieta?” preguntó Keiki frunciendo el ceño. Youko volvió en sí. “Ah, no. No es nada. Me sentí un poco rara por un momento. Eso es todo”. Sonrió irónicamente. Una inquietud se mostró en el rostro de Koukan también. “Disculpe, Koukan. ¿Dónde estábamos?”. “Taiki” dijo Koukan, mirándola. Él le echó un vistazo al manuscrito. “Un shoku lo transportó a Yamato donde nació como taika. Después de eso, regresó al Monte Hou. Aunque eso fue hace diez años”. “¿Diez años atrás? ¿Él tenía diez años?” Youko sacudió la cabeza. Pero cuando un taika es llevado y se implanta en el útero de una mujer humana, una vida en el útero ya debía estar allí. Las consecuencias llegaron a ella en una especie de shock. El recipiente que se convertiría en Taiki ya existía en el útero de su madre. Se movió. Tenía un latido que sus padres podían oír. En ese lugar Taiki como taika echó raíz. Pero, ¿qué pasó con la vida que estaba allí? ¿Fue expulsada por Taiki? ¿Ella también había nacido después de robar el lugar de otro? Pensando en su nacimiento en esos términos, fue abrumada por la extraña sensación de culpabilidad. Aunque tal vez fue un error pensar en la vida ahí y el taika como dos cosas distintas. Esta era una pregunta de la que no podía esperar encontrar la respuesta ahí. Youko sacudió la cabeza nuevamente y Koukan la miró desconcertado. “Estoy bien. Continúe”. “Al regreso de Taiki, la bandera amarilla se izó en Tai y comenzó el Zhoushan. El Rey de Tai estaba francamente sentado en el trono. El registro del evento permanece en Kei. El fénix cantó en el nombre del Reino de Tai, anunciando el ascenso del rey. Según nuestros registros, el Taiho hizo una visita no formal para entregarle sus felicitaciones”.

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Cuando Youko dio sorprendida un vistazo sobre su hombro, sin palabras Keiki confirmó que eso era verdad. “Entonces tenemos relaciones diplomáticas con Tai”. “Bueno, en términos de relaciones diplomáticas,” dijo Keiki. “Yo todavía estaba en el Monte Hou, al mismo tiempo que el taika Taiki. Y cuando el shuku se lo llevó. Cuando Taiki regresó al Monte Hou yo aproveché la oportunidad de regresar al Monte Hou y conocerlo. Esos son los lazos entre nosotros”. “Wow,” dijo Youko, los extraños sentimientos volvían. Este chico de sus sueños se había encontrado con el kirin frente a ella. “Entonces ¿es por eso que esa mujer (Risai) vino a Kei? ¿Para pedirle a Keiki porque es amigo de Taiki?” Keiki inclinó su cabeza. “Es difícil decir. Yo no me he encontrado al general Ryuu personalmente”. “¿Pero el Rey de Tai?” “Yo conocí a Su Alteza. Me trató como una persona extraordinaria”. Koukan asintió la cabeza al igual que Keiki lo había echo. “Yo no se si podemos determinar con esas dos visitas personales del Taiho un establecimiento de relaciones exteriores. En efecto, con Kei que caía en caos poco después, el Taiho no pudo felicitar al Rey de Tai hasta su coronación. Ni siquiera los ministros mostraron alguna señal de haber concluido sus deliberaciones sobre enviar o no un oficial para expresarle nuestros deseos a su Alteza. En otras palabras no habíamos establecido una diplomacia que nos permitiera cambiar embajadores. Keiki aparentemente concordó con esta suma de eventos. “En cualquier evento, el nuevo rey es coronado. Sin embargo, apenas seis meses después, llegó desde Tai un Comunicado Imperial que expresaba que el Rey de Tai había muerto”. “¿Un Comunicado Imperial? ¿Qué hay sobre el fénix? Cuando un rey fallece ¿no anuncia el fénix el fin del reinado?” “Estás en lo correcto. El Hakuchi canta cuando un rey toma el trono y cuando lo deja. El fénix pasa entonces las noticias al mundo. Pero está vez el fénix no cantó. El fénix no ha anunciado aún el fin del reinado en Tai. En pocas palabras, no creo que el rey haya muerto o abdicado. Youko descansó sus codos en sus rodillas y la barbilla en sus manos. “He oído algo similar del Rey de En. La proclamación fue que el Rey de Tai estaba muerto, pero no concordó con eso. Si el Taiki estuviera muerto, entonces el fruto del siguiente kirin brotaría en el Monte Hou. Pero no hay ninguna señal del taika en absoluto”. “Sí. Según el comunicado echo por los enviantes, solo el Rey de Tai murió. No mencionaron sobre la ubicación del Taiho de Tai. Sin embarco, para este punto, los rumores concuerdan que el Taiho se evaporó sin dejar ni un rastro. Al mismo tiempo los refugiados comenzaron a

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dejar Tai en manadas. Su palabra era que el Taiho había muerto, pero viendo que el fénix no ha anunciado la muerte, tengo que creer que están equivocados. Subsecuentemente los rumores de la coronación de un nuevo rey se habían dispersado. En este caso no hubo ningún enviado y el fénix no hizo sonido alguno”. “¿Qué dijeron los refugiados?” “Existen varias opiniones. Algunos dicen que un impostor ha asumido el trono. Otros, que el Taiho ha elegido al siguiente rey. Y otros, dicen que simplemente el rey se ha ido, y que el trono está vacío. Pero la basta mayoría cree que hubo un golpe de Estado en el palacio, que el Rey de Tai fue asesinado, y que el Taiho ha caído en manos de los impíos. Incluso en su propio reino, era difícil comunicar al exterior exactamente lo que estaba pasando en el Palacio Imperial. Todo acababa como rumores y habladurías. Youko dejó salir un suspiro. “No importa como lo mire, no puedo creer que el Rey de Tai y el Taiki estén muertos. Risai dijo que el Rey de Tai fue sacado del Palacio Imperial. Entonces eso debió haber pasado. En pocas palabras, hay un impostor en el trono. El impostor lideró un Group de personas y guío al Rey de Tai fuera del palacio”. “Yo concuerdo. Aunque quien pretende ser un rey que miente de haber recibido el Mandado del Cielo y entonces ocupar un trono vacante. Estrictamente hablando, no es un impostor sino un usurpador”. “Oh, si. Porque el legítimo rey sigue vivo”. “Ese sería el caso. El General Ryuu comandaba la Armada Provincial de Zui que es centro capital de Tai. Teniendo acceso al corazón del palacio, ella pudo haber previsto tener una perspectiva mayor de lo que estaba sucediendo allí. Como puedo no ver discrepancias en su relato, encuentro difícil el hecho de que esté mintiendo”. Youko le frunció el ceño a Koukan. “¿Estás diciendo que cuestionas su veracidad? “Deberíamos al menos tratar de verificar lo que nos dijo” dijo Koukan sin vacilación. Youko suspiró. “Si, por supuesto. Dije que quería ayudar a Risai, pero en realidad no sé que hace. Si fuera tan solo una cuestión de impostor”. “Verdad. Ni siquiera sabemos que les ha pasado al Rey de Tai y a Taiki”. “Preguntarle a Risai sería lo más eficiente. ¿Qué dijo el doctor?” Koukan frunció el ceño. “Hasta ahora no tiene nada que reportar”. “Hay algo que he discutido con el Taiho. El Rey de Tai y el Taiho de Tai tienen conexiones con el Rey de En y el Taiho de En. Por otra parte, En ha recibido el mayor número de refugiados. Por lo tanto, una petición oficial se ha hecho a los ministros de verano y otoño en En informándoles a cerca de las circunstancias que implican al General Ryuu hasta ahora, y

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solicitando cualquier información adicional sobre la situación. Su repuesta no debería tardar en llegar”. Youko asintió. El escribano real entró en la biblioteca para decirle que Risai se había despertado. Youko se apresuró para llegar al conservatorio, pero al llegar Risai se había dormido de nuevo. El médico había sido llamado al mismo tiempo y dijo que a este punto esperaba lo mejor. “Debido a la joya de la corona, el Hekishouju, ella pronto debería mejorar”. “Entiendo,” dijo Youko asintiendo, mirando abajo, a la cara de la enferma y consumida general. “Que iba a tales extremos…” Para salvar a su reino, ella ha sufrido heridas en cada centímetro de su cuerpo. Quiero hacer todo lo posible, se dijo Youko a sí misma, pero no sabía que podía significar. Solo que tenía que salvar a la general. Y a Tai. Y a Taiki.

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Capítulo 6 Sintiéndose ella misma caer en el sueño, Risai centró sus esfuerzos en sus párpados, reunía su energía y abrió los ojos. Se encontró al lado de la cara de un hombre. El estiró su oreja a su boca. “Estabas murmurando algo…” Se echó para atrás y sonrió. “Ah, se despertó”. Ella pensó haber reconocido al hombre pero no podía decir de donde. Sobre su hombro, una chica se abalanzó y la miró. De nuevo Risai sentía que la conocía de algún lugar. ¿Qué está haciendo esta gente en el Palacio Hakkei? Trataba de recordar, pero sus pensamientos solo encontraban vértigo y su cuerpo se quedaba corto en la respiración. Era consumida por una fiebre atroz. Le dolía absolutamente todo. “¿Te encuentras bien?” preguntó la chica con gran preocupación. “¿Me entiendes?” La realidad de su situación finalmente la golpeó. No se encontraba en Tai. Esto era Kei. Ella se había ido a Kei. El hombre dijo, “Soy Koushou. ¿Me recuerda?” Risai asintió. Gradualmente sus ojos se abrieron y todo se volvió claro. Ella estaba en una habitación con un alto y ancho cielo raso. Al lado de la cama había una mesita de luz de laca. El hombre se sentó en el borde de la mesita y examinó su rostro. “Koushou-dono”. “Se. Soy yo. Eres una luchadora, sabes.” Él le dio un guiño tranquilizador, obviamente encantados por la mejoría de su condición. La chica de pie detrás de Koushou secó sus ojos con su manga. Risai estaba viva. El hecho la sorprendió a ella también. Débilmente levantó sus brazos sobre su cabeza. Su brazo izquierdo cumplió y apareció frente a ella. Su brazo derecho no. Su mirada trazó un arco a través de cu cuerpo al lugar donde la manga derecha de su camisón yacía vacía en el edredón. Por alguna razón una expresión de disculpa ascendió al rostro de Koushou. “Llegada la hora de la verdad, no pudimos salvar su brazo derecho. No podía decirle si quedaba algo de vida en él. Sé que es doloroso, pero no desespere”. Risai asintió. Había perdido su brazo derecho. Sufrió severos ataques de los youma y lo ató con un torniquete para frenar la perdida de sangre. Se había formado gangrena. Por supuesto no podía esperar que sobreviviese. Para el momento en el que llegó a Gyouten sentía que se iba a caer. Se preguntaba si saldría solo o tendría que amputarse.

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Y sin embargo, ella no se había desmoronado por la pérdida. Perder su mejor brazo era el fin de su carrera como soldado. Pero ¿qué general, incapaz de salvar su señor, merece ser llamado general? Ella podía vivir sin él. Koushou tomó la cabeza de Risai en sus manos y la levantó. La muchacha le puso un vaso caliente en la boca. El líquido goteando en su boca era dulce y más delicioso que cualquier cosa que hubiera probado antes. Pero entonces como su lengua se acostumbró, se dio cuenta que tan solo era agua. La chica retiró el vaso. El hombre sonrió. “Si, vas a estar bien”. “Yo…” “Ya sé porque has hecho algo tan loco e imprudente. Dijiste todo lo que debías antes de colapsar. Youko ha venido muchas veces para verte”. “La Reina de Kei…” “Prevengan a los médicos de no digan no, iré a buscarla”. Risai asintió. Liberó su mano y se paró. “Suzu, hazte cargo se ella. Tan pronto como llame a los doctores tendré una charla con Youko”. “Si. Apresúrese”. Risai siguió a Koushou con la mirada hasta la puerta y luego la enfocó en el techo. “¿Cuánto tiempo he estado aquí sin hacer nada?” “Oh, por favor. No digas eso. Necesitabas un muy buen descanso. Han sido tres días desde que abriste los ojos. Desde que colapsaste fueron diez días aproximadamente”. “Tanto tiempo” Ella había tenido la intención de cerrar los ojos por un momento en vez de por días. Todo ese tiempo se había perdido. Los días perdidos presionaban dolorosamente en su pecho. Risai levantó su mano a la garganta. Sintió algo suave y redondo en sus dedos. Lo tomó y enfocó su mirada en él. Una joya redonda atada a su cuello. “Nadie excepto la reina tiene permiso de usarlo. Pero Youko…” Una sabia sonrisa iluminó su rostro. “Pero la Emperatriz torció algunos brazos al Ministerio de Invierno y los forzó a que hicieran una excepción en tu caso”. “¿Por mí?” “Los ropajes imperiales de Kei, normalmente se almacenan en el depósito imperial. Los dioses realmente te han sonreído. Si te hubieras caído en cualquier otro lugar u otro reino no hubiéramos sido capaces de salvar tu vida”. “Oh”. Risai no sabía si debía alegrarse o no con tales noticias.

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Kaei. Cuando cerraba sus ojos no podía oír otra cosa que no fuera el viento. La gema redonda en sus dedos estaba fría. Un frío que traía a su mente el rostro de su amigo. Kaei. Lo hice. El cálido rostro de la funcionaria apenas diez años mayor que ella. Tan amable como su mente estaba entusiasmada, y tan discreto que casi parecía timidez. La última vez que Risai la había visto fue el la Provincia de Sui al sur de Tai. Ahí tomarían caminos separados, y Risai había puesto sus ojos en Kei. ¡Nada de eso, Risai! Ella quería gritar, su cuerpo temblaba en el viento. Su voz era suave pero llena de fortaleza. En su rostro y su tono de voz, los resultados de su rechazo se veían. Risai fue superada por su pena. Al menos quería que Kaei la entendiera. “¿Cómo pudiste hacer algo tan despreciable?” Risai y Kaei huían de sus perseguidores a una colina en la Provincia de Sui. Habían ido allá con la intención de encontrarse al Señor Imperial. La montaña Ryou de Shisen sobresalía. Era primavera solo de nombre. El fuerte viento las azotaba. Mirando atrás por donde venían, podían ver una pequeña aldea al pie de la colina. Los campos que rodeaban la colina parecían barbecho. Varios túmulos funerarios se habían construido allí y abandonados sin más que con una oración para los difuntos. Kaei y Risai caminaron a través de la aldea antes de escalar la colina. Los originales terratenientes habían abandonado ese lugar mucho tiempo atrás. En cambio, un pequeño número de viajantes estaban en busca de calor y refugio en las destartaladas casas. Ellos habían dejado sus hogares atrás, escapando a algún lugar cercano a otro reino. Risai y Kaei habían suplicado por unas pocas tazas de papilla y escuchado las historias y rumores que los refugiados tenían para contar. Decían que una taika estaba sentada en el trono de Kei. “Uno de los hijos de mis parientes estaba en la ciudad portuaria. Se dice en las calles que ella es una emperatriz joven. Quizás, incluso la misma edad que el Taiho”. La mujer hablaba indiferentemente. Estaba gravemente herida. La Provincia de Sui estaba infestada por varios youma. Se decía que los vientos de opresión y subyugación se ampliaban sobre Tai dejando la Provincia de Sui sola. Ellos habían abandonado sus hogares y huyeron juntos allí, pero dos semanas después algunos pocos habían sobrevivido. La mujer sostenía un niño amortajado en sus brazos. Risai no había visto al niño envuelto ni una vez desde que llegó con Kaei. “La gente dice que si el Taiho estuviera vivo esa sería la edad que tendría”.

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Risai expresó su agradecimiento por la papilla y dejó la casucha, un nuevo hilo de esperanza a su alcance. Su montura estaba atada al frente. “Una reina joven. Una taika…” murmuró, tomando las riendas de la montura. Kaei se giró y la miró confundida. “¿A qué te refieres?” “¿Qué piensas? ¿Crees que la Reina de Kei siga sintiendo afecto por su tierra natal?” “¿Risai?” “Ella podría extrañar Yamato, me refiero. Ella podría por alguna conexión de su vida allí. ¿No te parece?” Había una pizca de entusiasmo en su voz. Por la mirada en la cara de Kaei, claramente no sabía como responder. “El Taiho también es un taika. Ambos son cercanos en edad. Si la Reina de Kei supiera más sobre el Taiho ¿No querría conocerlo y ayudarlo? Sin mencionar que Kei fue apoyado por En.” Kaei la miró boquiabierta. “¿No pensarás en ir a Kei y rogar por su ayuda?” “¿Por qué no?” “Risai, la reina no puede violar los límites de otro reino. Y hacerlo bajo armas provocaría graves consecuencias inmediatas. El envío de tropas a otro reino es imposible. “¡Pero lo oíste por vos misma! El Rey de En brindó su apoyo a Kei. La Reina de Kei fue escoltada a su saqueado reino por las fuerzas de En”. “Esas fueros circunstancias inusuales. La Reina de Kei buscó asilo en En. Estoy muy segura que no fue el Rey de En quien cruzó la frontera para buscarla. En fin, la Reina de Kei pidió la Armada Imperial de En y la regresaron a su reino. Sin embargo, acá en Tai, Su Alteza no está en ningún lugar”. “Pero…” “¿Estás familiarizada con el incidente Jun Tei en el reino de Sai?” “¿El incidente de Jun Tei?” “Tiempo atrás, Jun Tei, Rey de Sai, apesadumbrado por el caos en el Reino de Han y con el deseo de salvar Han, envió su Ejército Imperial. Como resultado se encontró con una muerte prematura. Incluso para salvar a la gente de un reino, el Cielo no permitirá a la armada de un reino cruzar la frontera de otro. ¿Piensas que algún monarca quisiera seguir el camino de Jun Tei?” Risai negó con la cabeza. De repente sobresaltó. “Eso es. La Reina de Kei en una taika. Quizás no esté familiarizada con el incidente de Jun Tei”.

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“¡No puedes hablar en serio de algo tan miserable y cobarde!” Kaei estaba pálida, agotada y con la cara retorcida del shock y de repugnancia. “¿Estás sugiriendo que Kei debería sacrificarse para salvar a Tai? Porque así suena”. “Eso es el…” “No, Risai. ¡Nada de eso!” “¿Pero qué hay de nuestro reino?” exclamó Risai. Teniendo las riendas en su mano se puso en movimiento. “Mira esta aldea. Viste a las personas que viven aquí. Esto es en lo que Tai se ha convertido. Nadie sabe donde está Su Alteza. Nadie sabe donde está el Taiho. ¡No queda nadie que pueda salvar nuestro reino!” Ella había buscado. Incluso siendo buscada como traidora lo había estado buscando. Pero no pudo encontrar evidencia de donde podían estar Taiki o Gyousou. Ninguna pista. “La primavera se acerca, pero ¿dónde hay un campo en el arado? Si la lluvia no produce una cosecha, la gente seguramente morirá de hambre. Si el grano no es rápidamente almacenado el invierno volverá. Y con cada invierno, tres aldeas más se volverán dos, y dos serán una. Después de que pase este invierno ¿cuántos más de los aldeanos quedaran? ¿Cuántos inviernos más crees que Tai pueda sobrevivir?” “¡Pero el fin no justifica que Kei peque contra el Cielo!” “Alguien tiene que venir a ayudar a Tai”. Kaei apartó sus ojos y movió su cabeza en un no. “Me voy a Gyouten” dijo Risai. Kaei se giró a verla, dolor y pena en sus ojos. “Por favor. ¡Nada de eso!” “Huyendo al territorio del Señor de la Provincia de Sui asegura un poco más nuestra posición. E incluso nuestra propia seguridad es difícil de asegurar. La Provincia de Sui probablemente enferme como el resto del reino. Es probable. Entonces todo de lo que seremos capaces será escapar de nuevo”. “Risai”. “No existe otro camino que nos quede”. “Entonces debemos separarnos”. Kaei apretó sus temblorosas manos contra su pecho. Incluso los ojos de rostro (al borde de las lágrimas) estaban inmóviles. Risai negó “Debo hacerlo. No tengo elección”. Risai conoció a Kaei en el Palacio Imperial. Allí forjaron una rápida amistad y juntas fueron echadas de la Capital. Años pasaron. Este invierno, por fin, se habían reunido en Ran, la provincia donde vivía Kaei. Ellas, de alguna forma, habían sobrevivido un invierno antes de

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que sus perseguidores de nuevo dieran con ellas. Juntas lograron llegar a la colindante Provincia Meridional de Sui. Kaei miró por un tiempo severamente a Risai. Luego presionó la manga de su manto a su cara y gimió suavemente. “La Provincia de Sui está infestada con muchos youma. Como te diriges al sur, estos serán más grandes y feroces en especial cerca de la costa”. “Entiendo” Kaei cubrió su rostro con sus mangas y bajó la cabeza. Cuando levantó la cabeza, había una expresión decidida en su rostro. Esta era la cara del logro personal de alguien que ha subido desde Ministro en Jefe de la Provincia de Ran hasta el tope del Ministerio de Verano en Rikkan. Se inclinó una vez y le dio la espalda. Realmente estoy haciendo algo despreciable, pensó Risai. Todo sería mejor si la Reina de Kei no estuviese familiarizada con el incidente Jun Tei; y si todavía sentía afecto por su tierra natal; y si pudiera ser incitada por sus emociones para salvar Tai. Si eso ocurre Kei será destruido. Tan pronto la Armada Imperial cruce la frontera, la Reina de Kei estaría tomando el mismo camino a la destrucción de Jun Tei. Pero incluso, la Armada Imperial se quedará. Una solo división bajo su mando es lo que necesita. Se había decidido a hacer algo terrible. Como decidida hasta el final, Kaei siguió dándole la espalda mientras descendía de la colina hacia Shinsen. No miró atrás ni disminuyó el paso. Risai la vio irse. Agarró las riendas de su montura, con un duro corazón retiró su mirada de la partida de Kaei y de su pegazo. “Yo solo he perdido mi mente en la lucha de salvar Tai,” dijo acariciando el brillante pelaje en el cuello de la montura. “Te acuerdas de él, ¿no? Presionando su frente contra su hocico. Dentro de su cabeza, el alto y alegre sonido de su voz surgió de la oscuridad de sus pensamientos. Risai. Él corrió hacia ella lo más rápido que podía, como si estuviera a punto de sumergirse precipitadamente en la tierra. No había duda de que él preguntaría si estaba bien acariciar a Hien. “¿Recuerdas esas pequeñas manos? Se que querías al Taiho muchísimo” Hien arrulló suavemente en respuesta. “¿Seremos los últimos tontos en dejar Tai juntos, entonces? ¿Deberíamos tomar nuestro camino?” Hien le devolvió la mirada a Risai con esos profundos ojos negros. Sin una palabra se arrodilló y le permitió subir a su espalda. Risai presionó su cara contra su cuello y saltó al la silla. Tomando las riendas dirigió su mirada a Shisen. Ahí una triste y solitaria figura estaba parada mirándola. Kaei.

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¿Destruirás Kei para salvar Tai? Los ojos distraídos permanecieron en el techo de la habitación. Allí, el rostro en los ojos de su mente miraba abajo, nublado con odio y desprecio. Pero es la razón por la que vine. Había llegado allí con su vida colgando de un hilo. Había sobrevivido sólo porque la Reina de Kei la había salvado. Risai no podía más que cerrar los ojos. Esto debe ser sin duda lo que estoy destinada a hacer.

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Interludio Sanshi tomó un respiro profundo. La sucia y dorada soledad la rodeaba. Estaba en un estrecho y sinfín “lugar”. Lo hice a tiempo. Ella se había agotado por no haber tomado ningún descanso. Ella quería aguantar. Una vaga punzada de malestar la atravesó. Ella dejó que al aire saliera de sus pulmones, casi asustada por su profunda sensación de alivio. De repente una voz hizo eco de algún lugar fuera de la oscuridad ámbar, devolviéndola en sí. “Esto es…” El sorpresivo tono de voz la hizo apoderar de sus sentidos. “…una celda” “Gouran” ¿Él la había acompañado? ¿En medio de toda la confusión? “¿Una celda?” Sanshin estaba a punto de retarlo, en medio del sobresalto, se dio cuenta ella también. Ellos estaban dentro de los familiares confines de la sombra de Taiki. En verdad, Sanshi no tenía idea de donde estaban. Ni siquiera de donde descendía la sucia y dorada oscuridad. Sin tierra y sin cielo, sin principio ni final. Sanshi y el otro mágico ser no dormían al igual que los animales o personas. Por lo que no había forma de imaginar tal analogía, pero “el dormir” era para ellos como un sueño despierto. Ella entendió vagamente que se encontraba en “algún lugar”. Pero no qué tipo de lugar o su localización. Si la sucia niebla azafrán caía sobre ellos o si los débiles rayos de luz dorada se irradiaban a su alrededor. Ni siquiera una pequeña distinción. De quiera que estuvieran era angosto y confinado. Estaba bastante claro. Y algo firme y fuerte parecía estar conteniéndolos ahí. Y no era simplemente porque, comparado con su fuerza normal, el color “dorado de la luz estaba terriblemente débil. Estaban definitivamente encerrados en alguna clase de celda. “Esto es…” ella dijo, pero no sintió aire pasando a través de su garganta. Sólo el pensamiento. Tal vez sólo la intención de hablar. “¿Qué es este lugar?” preguntó Gouran. Pero igualmente pudo haber sido nada más que el presentimiento de su voz. La confusión la envolvía. “Un depósito…”

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Su intuición le dijo que era Taiki. Lo que los rodeaba le dio la toda la impresión de que era Taiki. Probando su hipótesis, Sanshi intentó empujando su ingenio más allá de los confines. Normalmente debería entrar en contacto con los lazos psíquicos de Taiki. Pero una viscosa barrera la bloqueó. “¡No podemos escapar de la sombra!” No, no era imposible. Concentrándose con todas sus fuerzas de alguna forma sería capaz de romper estas barreras. Pero sintió que el esfuerzo la dejó agotada. Esto tomaría una extraordinaria cantidad de energía y no un poco de dolor. Y todavía Sanshi no había posesionado de sus intentos por inspeccionar sus alrededores. La débil luz. El débil ki de Taiki. Su brillante fuente, oculta para ellos, la terriblemente delgada corriente psíquica cayó sobre ellos como si fuera un fuerte aguacero. “Estamos encerrados en…” La voz de Gouran envió un escalofrío a la espalda de Sanshi. El kirin era un ser especial. La energía requerida por estos seres mágicos para vencer los límites entre humanos y bestias fue otorgada por el Cielo. El hilo de la energía espiritual influenciándolos era realmente delgado. Los shirei vivían de esa energía. Y por lo tanto sus esfuerzos eran en vano. La apertura a través de la cual la energía goteaba era fina también. Más importante que el débil flujo psíquico en Taiki era que él no podía sacarlos de ahí. Ya no tenía su cuerno. Se estaban consumiendo. La mayoría de la energía de Taiki la consumían Sanshi y Gouran, el resto era para Taiki. Ni siquiera la energía suficiente les llegaba como para mantener sus vidas. Aunque sus enemigos estaban cerca. Algunos enemigos lo atacaron. La repentina transformación en kirin. Y el shoku levantándose por su grito. Taiki no había sabido como crear un shoku. El poder dado al kirin proviene del Cielo, pero Taiki no comprendía los poderes de los kirines muy bien. El shoku que produjo fue puramente instintivo. La grave herida que se había echo en el cuerno debe estar relacionada. Algo tan terrible pudo haber pasado mientras Sanshi y Gouran estaban viajaban a Gyousou, de todos los tiempos, fue sin duda parte del mismo tortuoso complot. Alguien o algunos se habían asegurado de que Sanshi y Gouran no estuvieran al lado de Taiki. Y entonces, tomar ventaja de su ausencia para atacarlo. Si el kirin moría, igual el rey. Esto es una insurrección, murmuró Sanshi para si misma. Pero ¿por quién? En medio de la niebla del shoku, Sanshi estaba segura de haber percibido una solitaria y duradera sombra. Pero no había sido capaz de distinguir su identidad.

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Ese debe ser el agresor. O quizás el líder de la rebelión. Así como dicen los rumores, atrajeron a Gyousou a la Provincia de Bun, y Taiki fue engañado para que enviase a Sanshi y Gouran con Gyousou. Como resultado, no estuvieron ahí para protegerlo. Tomando ventaja de los hechos, Taiki fue atacado. Pero el enemigo no mató a Taiki. Si sólo por un pelo, los asesinos hubieran fallado los enemigos podrían estar montando un ataque incluso ahora. Y sin embargo, ahí seguían atrapados. “¿Qué debemos hacer?” llegaba la voz de Gouran desde la oscuridad de la niebla azafrán. “Debemos dormir” El sueño consume menos energía psíquica. No el sueño de las bestias, lo que lo dejaría indefenso. Ellos descansarían sus cuerpos mientras dejan sus mentes alertas para detectar cualquier ataque. “Recuerda vigilar. Nuestro enemigos llegaran pronto” En un aturdimiento, guiado por las cortinas funerarias de bunting blancas y negras, se acercó a la casa. La multitud de gente vestida de negro llegó por el portón principal hasta al genkon. El olor a inciensos y crisantemos colgados sobre ellos. Entonces varios de ellos lo notaron. Con un grito de sorpresa los adultos corrieron hacia él. A través de las multitudes pudo ver a un hombre y a una mujer vestidos de negro. Detrás de la solloza había una foto en crisantemos de una anciana. Al final entendió la naturaleza del edificio en el que el altar estaba ubicado. Esta es su casa. “¿Dónde has estado todo este tiempo?” “¡Un año entero ha pasado!” Hablando como si fuera una sola voz, los sonidos de la multitud parecía mojarlo como una ola. Él temió que fuera a inundarse. Fuertes garras lo arrastraron a la orilla. Las manos de una mujer arrodillada llorando frente a él se clavaban en sus brazos. “¿Mamá?” Él parpadeó. En ese momento no pudo entender por qué su madre lloraba así. ¿Qué hacía toda esa gente ahí? ¿Qué estaban gritando todos? ¿Para que eran esas cortinas blancas y negras? ¿Por qué la foto de su abuela estaba expuesta así? Con curiosidad inclinó su cabeza a un lado. Una mujer del barrio le preguntó “¿Qué has estado haciendo hasta ahora?” “¿Hasta ahora?” repitió con eco.

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Una avalancha de recuerdos cruzó por sus pensamientos, desapareciendo frente a su mente pudo fijarse en ellos, dejando atrás un espacio vacío. Una cortina de nieve blanca bailaba en el fondo del hoyo. Grandes y pesados copos de nieve caían en un patio. Él había estado de pie en ese patio. Su abuela lo había retado y enviado afuera. Y… “¿Qué estoy haciendo en este lugar?” preguntó a los adultos que lo rodeaban. Al mismo tiempo, una pesada tapa se cerró dentro de él. Todo sobre que era una bestia y no un humano, junto en su cuerno fue sellado herméticamente dentro de él. “¿A qué te refieres con este lugar?” La mujer sacudió sus hombros. “¿No te acuerdas? Has estado perdido por un año. Tu madre y tu padre se han preocupado hasta la muerte”. “¿Yo he…?” Pero él había estado en el patio hace pocos minutos. Levantó su brazo para apuntar el camino y sintió sus cabellos que habían crecido. Tomó un mechón de su cabello en desconcierto. “Definitivamente” dijeron los ancianos de pie junto a él, secándose los ojos. “Tu abuela te llamó. Al final ella parecía apenas haberte dado un vistazo”. Con eso, la anciana se dio media vuelta hacia las otras personas. “Bueno, démosle a la familia algo de tiempo sola por ahora. Dejémosle decir un último adiós antes de la procesión fúnebre”. “De acuerdo” acordaron las otras voces, y fue escoltado a la casa con su madre que seguía llorando. Su tiempo aquí, en este lugar, nuevamente comenzaba a avanzar. Al mismo tiempo que empezaron la larga ausencia de Taiki, el “otro” y ahora la parte olvidada de él.

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Parte dos La muchacha colocó una almohada detrás de la espalda de Risai. “¿Sientes algún dolor?” Para este punto Risai había comprendido que la muchacha que esperaba a hacerle la pregunta tenía el extraño nombre de Suzu. Como las cosas habían resultado, Risai no fue capaz de ver a la Reina de Kei la última vez que se despertó. Cuando era tratada por los doctores, cayó en un largo sueño. Ella había despertado varias veces después de eso, pero los médicos dijeron que era demasiado pronto para que recibiera visitas. Otos dos días pasaron antes de que le levantaran la prohibición. “Aprecio todo lo que has hecho por mí” Por primera vez en mucho tiempo logró sentarse. Su cuerpo estaba más débil de lo que esperaba, e incluso con la espalda contra la almohada se sentía sin aliento. Lo médicos no le permitían salir de la cama, por eso Risai se reunía con los visitantes en sus dormitorios. Suzu lavó la cara de Risai, arregló su cabello y la vistió de una túnica clara. Al parecer había tomado la responsabilidad de cuidar de Risai por si misma. No mucho tiempo había pasado desde la coronación de la Reina de Kei. Esto quizás podría explicar porque el Palacio Imperial estaba tan escaso de ayudantes. O tal vez Risai no era de confianza, y la protección contra la posibilidad de que cayera en desgracia, habían restringido el número de cortesanas asistiéndola a una. Para el momento en que Suzu terminó de vestirla, tres visitantes entraron a la habitación. La primera persona en poner un pie dentro y sentarse al lado de la cama de Risai era Youko, la Reina de Kei. No había manera de que olvidase sus ardientes cabellos rojos. “¿Cómo te encuentras?” “Gracias a Su Alteza, escapé a la muerte. Se lo agradezco desde el fondo de mi corazón. Habiendo sida bendecida por sus extraordinarias gentilezas, debo pedir disculpas por aparecer frente a usted de una manera tan desaliñada”. “OH, no te preocupes por eso. Sé que debes haber sufrido un montón, y tu recuperación es mi primera prioridad. Para estos fines, me gustaría hacer lo que pudiera. Si existe algo que necesite, por favor hágamelo saber. Cualquier cosa”. Risai estimaba su edad entre los dieciséis y diecisiete. La llamativa e inusual forma en la que esta joven emperatriz hablaba, comunicaba gran sinceridad y buena fe. Ella había imaginado alguien más intrascendente y frívola. Risai fue sorprendida por la presencia inesperada de la Reina de Kei posesionada de una fortaleza militar.

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Tenía un aire diferente al de Taiki. Ambos venían del mismo Yamato. Risai se dio cuenta por primera vez que no por las mismas razones por las que había asumido el trono de Kei sería como él. “Muchísimas gracias”. “¿Le importaría relatarme un poco de su historia? Si lo encuentra molesto, entonces solo tiene que decirlo”. “Para nada. Vine con un mensaje para que sea emitido expresamente a Su Alteza”. Youko asintió. Miró a los dos hombres de pie detrás de ella. “Pensé que sería grosero traer hombres a una habitación de una dama, pero me gustaría que se quedasen si no le molesta. Este es nuestro Chousai. Responde al nombre de Koukan. Y a su lado está Keiki”. Risai también se dio cuenta de la medida en la cual la totalidad de su entendimiento se basó en Taiki. Ella no pudo ayudar sonriéndose sarcásticamente. Pero por supuesto. El cabello dorado significa que él debía ser el kirin. El kirin de Tai era un unicornio negro con cabellos como acero pulido. “Su reputación lo precede, Taiho de Kei” Keiki miró a Risai con una mirada sorprendida. Risai sonrió devuelta. “El Taiho… Taiki… hablaba seguido de usted. Decía que era afortunado de poder llamar al Taiho de Kei su amigo, que era un hombre magnánimo que demostró cada bondad. El Taiho parece haber desarrollado gran afección por el Taiho de Kei”. Como Risai hablaba, Keiki evitó su mirada con una conflictiva mirada en su rostro. Al mismo tiempo, la Reina de Kei mostró le una cara sorprendida sobre su hombro. “Oh, lo lamento. ¿He dicho algo inapropiado en su presencia?” “No” murmuró Keiki. Youko sonrió. “Ninguna ofensa dada ni recibida. Tan solo información inesperada que simplemente me sorprendió. En cualquier caso, me gustaría saber más de lo ocurrido en Tai, incluso si se limita solo a Taiki”. Risai asintió. “No estoy segura de cual es el mejor momento para empezar”. El anterior rey de Tai fue conocido después de la muerte como el Rey Kyou. Él reinó por ciento veinticuatro años. El rey Kyou amaba el lujo y el esplendor y se ahogó en riquezas. Aunque cuando se trataba de gobernar, labraba recto y estrecho. Cuando habitaban sus indulgentes y parranderos compatriotas en el Palacio Imperial, coleccionando un harem de bellezas en el Palacio Interior, y agotando las riquezas del Tesoro Imperial con la indulgencia de un marinero

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borracho, él nunca le otorgó la responsabilidad del ministerio a aquellos derrochadores y galanteadores, y nunca mezcló el placer con el trabajo. “Dormir en la oscuridad y gobernar en la claridad”. Esa era su lema. De hecho, dejando a un lado la cuestión de si podría ser un estadista ilustrado, mientras estaba sentado en la Corte Imperial, el Rey Kyou no era de ninguna manera deficiente en sus habilidades. Respetaba el precedente, los principios y el orden. No tenía gustos por la revolución o por cambios repentinos, y en silencio creó un imperio de ley. En los últimos años de su reinado, la tesorería estaba quebrada y el reino empobrecido. Incluso Se decía que comparado a otros reinos, la corrupción en el gobierno de Tai estaba a un nivel mínimo. Y entonces, como si esperaran la apertura, lo burócratas de carácter abyecto devoraron el régimen. Después que el Rey Kyou murió, aunque el saqueo se propagó a lo largo y a lo ancho, podía decirse que Tai celebraba sus tierras. Continuaba habiendo muchos pensadores, informados señores provinciales, generales y oficiales. Gyousou era el mejor de ellos. Originalmente era un general de la Guardia del Palacio, era de confianza y retención a favor del difunto rey. Fue bien versado en las operaciones del gobierno. Fue dotado por muchos talentos por los cuales fue ampliamente venerado. Y en las provincias, por lo que fue el legendario ejército de Gyousou, y sus comandantes y oficiales. Taiki se comprometió y Gyousou subió al trono. Organizó rápidamente la Corte Imperial y guió a Tai a una nueva era. Se decía que Gyousou se había preparado hace tiempo para ocupar el trono. Y en un sentido eso era verdad. Él entendió que el Rey Kyou pronto perdería el Mandado del Cielo. Fuera o no coronado como el nuevo rey, sabía que un tormentoso mar más adelante podía evitarse, y que con el objetivo de mantener la lista de buques del Estado del hundimiento, un hombre con sus habilidades debía permanecer amarrado al timón. Gyousou buscaba y entrenaba a oficiales y comandantes. El ducado del Condado de Saku dictaminó que Tai se había convertido en una miniatura. A pesar de que los funcionarios civiles y militares fueron siempre autoridades del condado, comprendieron los entresijos de la política Imperial y aprovecharon las condiciones del reino mejor que Rikkan. En los días menguantes del Rey Kyou, se propagaron a lo largo y ancho del reino sirviendo como baluartes reforzando el vacilante régimen. Al mismo tiempo muchos pensaron que los días del Rey Kyou estaban contados. Risai también vio que el régimen del Rey Kyou hacía agua y pronto estaría hundiéndose bajo las olas. El agua estaría a sus cuellos antes de tiempo. De esto estaba segura, pero era lo único de lo que podía estar segura.

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Ella no había pensado en que debía hacer una vez muerto el Rey y como debía lograrlo. Eso debió ser pensado como extrañamente no surgió de sus pensamientos. Gyousou no era así. En ese sentido había una gran diferencia entre gente como ella y como Gyousou. Gyousou fue a la Corte Imperial e hizo su mejor esfuerzo para mantener las cosas a flote. Después de la muerte del Rey Kyou, sus subordinados llegaron a una boya por el hundimiento del reino. Se convirtieron en los emblemas de la nueva dinastía. La Corte Imperial de Gyousou estaba tendida en la fuerte quilla de un nuevo barco que sería nada menos que una revolución. Después de la coronación del nuevo rey, la Corte Imperial fue devuelta al caos. Encontrar a las personas adecuadas para servir como ministros del Rikkan usualmente requiere una considerable cantidad de tiempo, pero eso no era cierto en el caso de Gyousou. Comparado con los otros reinos, Gyousou organizó su Corte Imperial prácticamente de la noche a la mañana. Se trató de un logro sin precedentes. El incidente comenzó medio año después de la coronación de Gyousou. Una gran rebelión comenzó en la Provincia de Bun en el norte de Tai.

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Capítulo 9 “¿Una insurrección en la Provincia de Bun?” fueron las primeras palabras de Risai. Cuando entró en el Palacio Interior, el jefe con anticipo había llegado ahí. Respondiendo la llamada de la asamblea, Risai entró corriendo al Palacio Interior. Daishiba Haboku del Ministerio de Verano dijo en respuesta, “Desde el principio la Provincia de Bun ha sido un territorio enconado con un problema u otro”. Señalo con su mano a través de su barba de sal y pimienta. Situada directamente al norte de la Provincia de Zui en el norte de Tai, la Provincia de Bun era una tierra acosada por los duros inviernos. La Provincia de Jou se dispersó en toda la esquina noreste de la isla. Los inviernos eran tan malos, pero Jou era bendecida con tierras cultivables y extensos bosques. El escarpado terreno en la Provincia de Bun, en cambio, se hizo pobre para la agricultura y los escasos bosques. Sus ocupantes apenas encontraban con la minería las piedras preciosas que salpicaban la tierra. Sin embargo, aquellas fuentes de gemas habían sido explotadas por tantos que se estaban agotando. La Provincia de Bun era fría y pobre, el gobierno estaba en ruinas, y los corazones de su gente se hicieron salvajes. O así decían los rumores. Hoy en día, la Provincia de Bun es acosada por rebeliones y luchas civiles. Las vidas de las personas se vieron frustradas y más allá de la indulgencia, y la revuelta fue el recurso común. Naturalmente, las fuentes de gemas y las minas eran controladas por rebeldes e insurrectos en el área, y las luchas por el poder llevaron a conflagraciones más grandes y a menudo alimentaron las insurgencias. “El derrocamiento del Señor Provincial quitó algunas de las presiones. En cualquier caso, el marques era tan feroz como cualquier de los dirigentes rebeldes. Cuando aplicó la brutalidad a sus acciones, superó a cualquier insurrecto. Mantuvo el lugar bajo un estricto control”. Risai asintió. El marqués anterior fue un cruel y astuto individuo. En el mejor de los tiempos, era un depredador que a la cual, la empobrecida Provincia de Bun servía cada vez más como presa. Pero incluso un hombre como él tenía sus buenas cualidades. “Con el cambio de líder provincial, la presión se fue, y las fracciones rebeldes han crecido aún más descaradas. Más que fomentar un desorden general, los rebeldes han estado revolviendo el tipo de problemas con los funcionarios, que amenazaban con una guerra civil. En cualquier caso, hablar con ellos de las provincias que ocupan los palacios y distritos vecinos bajo sus pulgares, a estos perros no se les podía permitir dormir donde estaban”. “No podemos agregar más leña al fuego. No sin primero impresionarlos con la disciplina que el Imperio impone”.

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El hombre que hablaba en una voz grave era el General Ganchou de la Guardia izquierda del Palacio. Él era un gran luchador, lleno de vitalidad y vigor. Pero él no parecía particularmente lleno de pánico. Eso era la verdad de todos allí. Ellos entendían la naturaleza de la situación desde el principio. Desde el comienzo del año, una amplia política de purga se había esparcido por Tai. Una limpia barrida de los oficiales más maquiavélicos con las preparaciones para atraer a los villanos oportunos su tiempo bajo el manto de la oscuridad. Marginando al infame Señor provincial de Bun quitando la presión sobre la tapa. El elemento criminal en la olla había empezado a hervir. Un giro de acontecimientos así había sido previsto desde el principio. “Si actuamos con moderación, nunca tomaran en serio al Reino. Un resultado así es intolerable. Deberíamos viajar de una vez por todas y dar el golpe decisivo. Debemos golpearlos con toda la majestuosidad y el terror del Ejército Imperial”. “Por supuesto, estos rebeldes deben ser sometidos, pero ¿cómo con tal rapidez? La temporada debe tenerse en consideración. Si dejamos las cosas como están por ahora, los rebeldes en varios distritos de la Provincia de Bun intentarán tomar ventaja, ciertamente llevará a luchas entre los grupos. Si todos siguen, entonces seremos capaces de rodearlos de una sola vez. Una estrategia así probaría ser más eficaz para impedir la impresión que los ojos del reino dan sobre ellos”. Ganchou miró a Haboku con asombro. “La sangre todavía corre por sus frías venas, viejo. Estos bandoleros están controlando los pueblos y las ciudades de los alrededores de los palacios provinciales. Tome algunas ideas en cuanto a la disposición de nuestros hombres que viven allá”. “¿Qué está diciendo? Ningún hombre con sangre en las venas o lágrimas en sus ojos debería servir en el Ministerio de Verano o comandar las tropas”. “Puede que tenga razón en esa,” respondió Ganchou. Su gran imagen se sacudió con una sonrisa indiferente. “Si un Rescripto Imperial se publica, cuanto antes será mejor,” intervino la fría voz de Eishou. Como Ganchou, Eishou había servido una vez bajo las órdenes del comandante Gyousou. El ejército de Gyousou había producido muchos soldados famosos, entre los cuales Eishou era el más joven. “Soy de la misma especie que el viejo, sin sangre en mis venas o lágrimas en mis ojos. Si las tropas serán enviadas, entonces estoy dispuesto a hacerlo con la debida prisa”. Hablando con un toque de ironía en su voz, Eishou unió las cejas de su rostro sin lágrimas ni sangre. “Una vez que la nieve comience a derretirse nuestros problemas comenzaran. No solo los caminos serán inseguros en las pisadas también la nieve retrocederá en la cantera de fuga de las montañas. Las montañas de Bun están dotadas de fuentes de gemas y minas. Sacarlos no será tarea fácil”. Tal era el caso, otras voces sonaban. En su corazón, Risai sentía lo mismo. Escondiéndose en la extracción minera resultaría ser un gran obstáculo para poder capturarlos. Con el objetivo de llevar calor a los bandidos de Bun, no podían montar una invasión por goteo arrastrándolos

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por meses. Tomando rápidamente el territorio (demostrando el poder del Reino) era la forma de juzgar a los rebeldes. Si no, enviar deliberadamente al Ejército Imperial sería sin sentido. Como si buscaran el fallo del asunto, los ojos de la gente reunida allí se dirigieron a Gyousou. “Le confiaré el asunto a Eishou. Envía la Armada del Centro y pon a la Provincia de Bun bajo tu control”. Al mismo tiempo Gyousou fijó a Ganchou y Haboku (quienes sostenían una opinión contraria) bajo su mirada. “Esto no quiere decir necesariamente que estoy apoyando la estrategia de Eishou. El problema actual; el problema de la dignidad imperial, el problema de ponerles una línea a los rebeldes; estas son de poca importancia, ahora” “¿De poca importancia?” respondió Eishou con indignación. Gyousou asintió. “No es la más apremiante de las cuestiones que tenemos frente a nosotros. El mayor problema al que nos enfrentamos no son los rebeldes sino la gente. Más que la subyugación de los rebeldes, la gente debe estar convencida que el Reino es capaz de protegerlos”. Risai saltó en sorpresa. Juzgando por el modo en el que los otros tomaron aliento, tuvieron la misma reacción. La habitación cayó en una especie de silencio avergonzado. “Eishou, usted comandará el Ejército del Centro, incluyendo la Guardia Provincial de Bun y perseguirá a los rebeldes. Una victoria militar no es necesaria. Limpie los palacios provinciales. Después de liberar las sedes provinciales, quédese en la Provincia de Bun por un tiempo. Preste apoyo a la Guardia Provincial y fortalezca las defensas en la capital. No hay necesidad de tomar medidas irrazonables persiguiendo a los rebeldes. Más que eso, bajo el encabezamiento de mostrar la presencia imperial, hará entender a la gente que los rebeldes no son tan temibles. Calmar la población es la prioridad”. “¡Entendido!” respondió Eishou, evidentemente impresionado. Y no era el único. Todos los subordinados de Gyousou tenían la mayor de las fe en sus palabras. No importaba cuan fieras eran los debates privados del concilio, Risai había llegado entender desde que llegó ahí a cuando Gyousou dictó su veredicto una unanimidad desfilaba rápidamente. Eishou movilizó la Armada Central en un corto plazo y salió hacia la Provincia de Bun. Fue un mes antes de la llegada de la palabra que había liberado los Palacios provinciales y para el momento en que se habían pacificado los alrededores. Y justo como en el plan, llegaron las noticias de que unas insurrecciones se habían levantado en otra región de la Provincia de Bun. Por lo menos en tres lugares con un número de pequeñas escaramuzas. En vez de ser incendiados por casuales chispas del viento, estos repentinos levantamientos daban la impresión de resistencias organizadas. Dentro de una quincena, la situación había crecido y se volvió claro que la ocupación inicial de la provincia estaba relacionada a la rebelión interna de la provincia. Liderados por Sougen, la Armada izquierda Provincial de Zui fue enviada a la provincia de Bun, uniéndose a tres regimientos de la Guardia derecha del Palacio, comandadas por Gyousou mismo. La esporádica insurrección salía de varios lugares sumando fuerzas, con los nexos de la actividad rebelde acercándose a los alrededores del palacio provincial de Tetsui.

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Tetsui era una ciudad que estaba profundamente conectada a Gyousou. Tres de las seis divisiones líderes de la Armada Imperial que Gyousou encabezaba podían presumir de invencibles en batalla. Eso mismo no podía decirse de la carrera de Gyousou como general. Él que fue derrotado por la profunda lealtad al Rey Kyou, general de la izquierda estaba en Tetsui. Hacia el final del reinado del Rey Kyou, Tetsui no podía soportar la explotación del Rey, y había todas las líneas de crédito. Ya no recaudarían el impuesto imperial. La guardia provincial colaboró en establecer la ley, pero los ciudadanos de las áreas cercanas acudieron al palacio y continuaron resistiendo. Eventualmente Gyousou y la Armada Imperial fueron ordenados a enfrentar para calmar la situación. Cuándo llegó a Tetsui, Gyousou rodeó la ciudad con doce mil quinientos soldados de la armada de derecha y le ordenó a toda la Guardia Provincial en la parte trasera. Los oficiales que lo acompañaban, comenzando por Ganchou y Eishou, no estaban de acuerdo con la estrategia. Si dos divisiones de la Guardia Provincial no podían liberar Tetsui, entonces ¿qué podía una simple división de la Armada Imperial lograr? “¡Esto es inservible!” protestó Ganchou enojado. Eishou rió por su nariz “¿No eres tu él humilde? Pos supuesto que es inservible. Si no podemos hacerlo con dos divisiones de la Guardia Provincial, ¿qué se supone que hagamos cuando enfrentemos el verdadero desafío? En cualquier caso esto tomará un poco de tiempo. No espero encontrarme nieve en el regreso”. “De acuerdo” dijo el ex general de la Guardia de la derecha de la Provincia de Zui, ahora general Sougen de la Armada Imperial. “Si las montañas a nuestras espaldas están cerradas por la nieve, ni suministros ni refuerzos atravesarán satisfactoriamente. No tenemos las provisiones para aguantar hasta la primavera. Debemos ganar con una victoria decisiva y regresar antes de que empiece el invierno”. “Podemos ser suministrados por la Provincia de Saku. Envié órdenes a Seirai para que abran los almacenes y preparen las provisiones que necesitaríamos hasta el fin del invierno” “¡Seguramente bromea!” exclamó Eishou, poniéndose de pie. “No importa cuanto tiempo nos tome, no será hasta la primavera. Gyousou-sama no pensaría menos de nosotros”. “Nadie piensa menos de nadie. Pero en el peor caso, les pido que al menos se preparen para la posibilidad de estemos hasta el fin del invierno”. “Si crees que será tan difícil, vuelve a llamar a la Guardia Provincial y trae a esos idiotas para que se pongan a trabajar. Aunque resultarán tan útiles como un ancla de un bote en tierra firme”.

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“No vamos a pedir asistencia a la Guardia Provincial. La Guardia Provincial tomó refugio en las aldeas y ciudades cercanas con los habitantes. No importa que tan grandes sean los almacenes, tampoco pueden alimentar a la población local. No podemos ser bien vistos comiendo al lado de los ciudadanos. Al mismo tiempo, no podemos disminuir las raciones para los soldados. Eso sería igualmente malo para su salud y moral”. “Cual sea debemos tomar Tetsui lo más pronto posible. Quemar la tierra en todas direcciones y después podríamos terminar el asunto en tres días. Obtener los servicios de la Guardia Provincial por quince días y la turba rebelde sería al meno útil como escudos humanos”. “Eishou ¿qué crees que vinimos a hacer?” “A juzgar a los rebeldes”. “¿Y por qué se revelaron en primer lugar?” Eishou era presionado por una respuesta. Por supuesto, no era un error que eran rebeldes. Habían definido decretos Imperiales y no eludían la marca de insurrección. Sin embargo… “El verano es frío y la Provincia de Bun enfrenta duros inviernos. Las provisiones necesarias para el invierno son escasas. Si dispersamos los almacenes en nombre del decreto Imperial, la gente morirá de hambre. Esa no es una opción sostenible. ¿Qué otras opciones tenemos?” Eishou levantó su cabeza. “Su Majestad nos ordenó reprimir la rebelión. Aquellos a quienes Su Majestad llama rebeldes, son rebeldes. Eso debería ser suficiente para toda la Guardia del Palacio ¿no?” Por supuesto Gyousou sonrió un poco. “¿Entonces tu eres el perrito faldero del Rey? Pero, ¿qué es un rey en primer lugar?” Eishou sostuvo su lengua. “Si los ciudadanos de Tetsui estuvieran infligiendo daño a otras personas de otros lugares, deberíamos estar listos para borrarlos para asegurar el bien mayor Si los ciudadanos de Tetsui rechazan la forzada servidumbre, los problemas pasarán a otras ciudades. Consecuentemente deberíamos forzar la apertura de las Puertas de Tetsui y de las bóvedas del tesoro. Pero ¿hay alguna necesidad de excederse con las medidas?” Un silencio descendió al campo “El Rescripto Imperial nos ordena que forcemos nuestro camino a Tetsui y abramos el tesoro. Sin embargo, no dice nada de dañar personas en Tetsui”. Declaró Gyousou. “los soldados no tienen permitido llevar espadas. Escudos podrían usar, pero no blandir u otra cosa contra los ciudadanos con la intención de usarlos como armas”. Los escudos se formaban a partir de madera resistente. Acero de refuerzo se permitió en el interior de los escudos, pero no en el exterior. Teniendo en cuenta sus opositores civiles cuando en el calor de la batalla la caliente sangre de los soldados sería la que azotara contra sus escudos, los escudos estaban cubiertos por espesa lana de cordero blanco.

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Si, en cambio, un escudo era usado como arma y un ciudadano era herido (incluso una gota de sangre en el cordero) la orden para ese soldado era que se castigara severamente. Individuos capturados fueron amonestados y liberados. Podían volver a Tetsui si lo deseaban, o a las aldeas y ciudades en cercanía. “Yo se como se deben sentir, gimiendo bajo el peso de tantos impuestos. Pero los edictos reales se dan por sentados, se perdería toda la fuerza que se les otorgó. Si cansados por el trabajo duro se dedican a sonar sus dedos, ustedes serán los que más sufran. Si los manifestantes por los impuestos en Tetsui son eficientes, esa carga simplemente pasará a otros ciudadanos del lugar. Si pueden entender este principio, entonces ¿no debería abrirse el tesoro?” Algunos regresaron a sus ciudades y aldeas. Algunos hablaron de su voluntar de regresar a Tetsui. Al principio la gente estaba aferrada a las sospechas. Pero una vez que discernieron la voluntad de los soldados de Gyousou se quedaron en sus manos, se dio más prioridad a sus intenciones. El sitio se prolongó por cuarenta días. La Armada Imperial repetidamente amenazó con forzar cu camino al palacio provincial y retirarse. Sus escudos seguían blancos, impecables sin una sola gota de sangre. Como la gente de Tetsui probaba los límites de las tropas imperiales de liberación, se le comunicó a Kouki, y la voluntad del Rey continuó siendo evaluada. Un compromiso mutuo se volvió inevitable. Los soldados de Gyousou no lo considerarían “victoria”, pero tampoco que la campaña sea llamada fracaso. Por un lado, los sitiados ciudadanos de Tetsui tenían que enfrentar la imposibilidad de seguir manteniendo el tesoro cerrado. Por el otro lado, el Rey tenía que enfrentar la realidad que sus propia Guardia del Palacio estaba en un sorteo imposible. Finalmente en el cuadragésimo día del sitio, las puertas se abrieron. Pero no como el resultado de la conquista en un campo de batalla. Gyousou pasó a través de las montañas como la primera caída de nieve en el invierno. Regresó a Kouki y dio un informe de su “derrota”. Sus soldados habían recibido diez mil golpes sin pegan ninguno. Sin embargo, el tesoro había sido liberado porque la gente había elegido el camino correcto abriéndola por si mismos. La gente de Tetsui preservó el Deseo del Cielo. Como resultado, los impuestos fueron recolectados y esta “derrota” fue dejada a un lado, se dice que el fin justifica los medios. Subsecuentemente, una expresión de “Un Escudo de Tetsui”, se expandió por los distritos del norte de Tai, también conocido como “El Escudo de Lana blanca”. Se utilizó como signo de buena fe, como en. “Si quieres que te tomemos en serio, muéstranos un Escudo Tetsui”.

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Gyousou y Tetsui estaban ambos atados por lazos de buena fe. Cuando Tetsui fue tirada hacia el vórtice de la guerra, Gyousou no podía desviar su mirada. Junto con Sougen y doce mil soldados bajo sus órdenes salieron de la Provincia de Bun. Risai envolvió con sus brazos los hombros de Taiki cuando los veían irse. “Gyousou-sama volverá sano ¿verdad?”. El joven kirin la miraba con preocupación. Risai asintió con confianza. “Todo estará bien, Taiho”. Mis garantías se han convertido en mentira, lo sabía cuando lo pensó más tarde. El caos de la primera había sido cuidadosamente planeado para arrastrar a Tetsui en medio del conflicto. Y eso no podía haber resultado de un violento montón de meros rebeldes. Los rebeldes se habían estado organizando y dando direcciones guiadas desde la oscuridad. La persona parada en la oscuridad había anticipado que Gyousou no podía dejar Tetsui a su suerte. La segunda vez, Gyousou no regresó a Kuoki.

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Capítulo 10 “¿Risai?” Una voz, cuestionando, la trajo de vuelta en sí. La Reina de Kei la estaba mirando con gran preocupación en su cara. ¿Qué debo decirle? Buscando las palabras, se encontró decentemente con sus profundos recuerdos. “¿No te sientes bien? Porque si no…” Risai sacudió su cabeza. “Le ruego me perdone. Es que tengo muchas cosas en mi mente”. Entiendo, dijo Youko con un movimiento de cabeza. “Usted nos informó de lo que ha estado pasando en Tai. En resumen, hubo un golpe de Estado. Su Alteza fue sacado de la capital a una rebelión en una de las provincias y desapareció”. En una forma simple y directa, Risai entendió la naturaleza del conflicto. “Incluso yo no estoy al tanto de los pequeños detalles. Posteriormente me enteré que logró llegar a las afueras de Tetsui y establecer un campamento allí. Fueron atacados. En el apogeo de la batalla, desapareció de la vista de todos. Y ni una palabra se ha oído de él desde entonces”. “¿Nada más? ¿Ni siquiera una simple palabra?” “Hay más posibilidades de saber. No he sido capaz de reunirme con gente que estuvo en la Provincia de Bun al mismo tiempo y que tengan información más precisa sobre el incidente. No sé si otros han estado investigando el asunto más de cerca, o si la búsqueda está en marcha. Es posible que nada se esté haciendo en absoluto. Cuando fui informada de que Su Majestad había desaparecido, la Corte Imperial era un alboroto. Nada podía organizarse de forma sistemática. Nada podía lograrse”. “¿Por qué?” “Por el shoku”. El shouku ocurrió quince días después de que Gyousou partió a la Provincia de Bun. El día anterior, su palabra llegó a la capital de Sougen, también se dirigía a la provincia de Bun. Gyousou y compañía habían cruzado las montañas seguros. Si ese era realmente el caso, entonces Tetsui estaría a varios días. De hecho, varios días después otra paloma mensajera llegó. Habían llegado al palacio de la prefectura de Rin’un, y establecido campamento. “Parece que llegó a salvo”, dijo Senkaku, el Ministro de la tierra, con alivio.

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Ella habría corrido a él en el Romon, el levantamiento de la puerta al sur de las viviendas imperiales y de la Corte Imperial. Era un gran edificio con tres torres al menos, diez veces la altura de una persona normal. En el centro de un pasillo blanco, situado entre la puerta norte las puertas del sur, una larga y blanca descendía al Mar de Nubes. “Le deseo lo mejor a Su Majestad”, dijo Sekaku. Aunque pensé que expresar estas preocupaciones a un hombre que una vez fue un general puede ser ofensivo”. “Realmente” Risai concordó con una sonrisa y siguió su relato. Fue entonces cuando sucedió. Risai se detuvo en sus pasos, preocupándose de donde vendría ese ruido. Aparentemente sordo a ello, Senkaku la miró curiosamente sobre su hombro. “¿Qué fue ese ruido de ahora?” Ella después recordó que en ese momento las montañas se sacudieron. El sonido surgió de la tierra debajo de sus pies (desde el fondo de la montaña de Ryou’un afitando el Palacio Imperial) sacudiendo su cuerpo. O eso le parecía. El mundo vaciló hacia delante y hacia atrás, el enorme Romon crujía de ida y vuelta como un conjunto de palos. Una sombra cayó a través de ella asustándola, con los ojos abiertos. Ella inclinó su cabeza atrás justo para ver el techo descascarándose del techo del Romon y en cascada como una avalancha. En ese momento un terremoto realmente sacudió la montaña. Observando el Palacio Imperial desde el aire, un observador hubiera visto una isla flotando en el Mar de Nubes. Y en el centro de la isla, grandes y redondas olas se elevaban por los acantilados que formaron una bahía y entonces formando círculos concéntricos. La superficie del Mar de Sombras se levantaba y chocaba contra un ala del palacio adyacente a los acantilados. Simultáneamente al edificio se sacudió y derrumbó con un ruido ensordecedor. Como si alguien tuviera un martillo gigante para una sección del palacio. El torbellino se levantó de un golpe en un vendaval saliendo en todas direcciones. El sol se atenuó, volviéndose en una sombra cobriza. Un momento después, el tinte del oxidado cielo comenzó a en un remolino de pileta, como algunos volcanes venenosos de miasma. ¿Qué es esto? Risai se sentó impresionada en el lugar en el que estaba parada. ¿Qué era ese extraño cielo expandiéndose más allá del velo del polvo? Espasmos repetidos cruzaron la tierra. El movimiento había cesado, pero si algún ser se estaba revolviendo en las entrañas de la tierra, los terremotos se dispararon a través de las palmas de sus manos, plantándose en el suelo. “Un shoku” gritó una voz cercana casi al borde de la histeria. Cuando Risai miró sobre su hombro, Senkaku la miró. Él estaba tumbado sobre los adoquines, cubierto con suciedad.

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El pensamiento fue “Este es un shoku”, “¿Por qué?” Ella nunca había presenciado un shoku antes. Pero también había escuchado que un shoku nunca ocurre sobre el Mar de Nubes. Senkaku se levantó. Los fragmentos del tejado llovían hasta donde él estaba parado. Otros dos o tres pasos y ambos hubieran sido enterrados bajo ellos. “Risai, el Taiho…” Oyendo la urgencia en su voz, Risai se levantó en sus pies. La tierra continuó gimiendo. No un chico número de gente yacía alrededor de ellos, gimiendo y gritando. Pero ella no tuvo tiempo para ellos. ¿Dónde estaba Taiki? Era muy temprano para que él sea atendido en las sesiones de la tarde sobre asuntos del gobierno. Él debería ya haber dejado el Gai-den, pero no podía todavía volver a su habitación en el Seishin. Él debía estar en la Jinjuu Manor. “Está bien”, dijo Risai. “El Daiboku debe estar con el Taiho…” Senkaku tomó el brazo de Risai. Su cara sucia se volvió verde. “Risai ¿no lo entiendes? Un shoku no ocurre naturalmente en los cielos. Si un meishoku ha ocurrido, entonces solo pudo haber sido provocado por el Taiho. El espíritu de Risai se rompió. “¡Risai!” “¡Senkaku, por favor cuide de los heridos!” ella se lo dijo sin voltearse. Saltó sobre los escombros y corrió en dirección al Roshin. Risai no había escuchado de esto antes, que un kirin tan chico podía causar un shoku llamado “meishoku”. Pero un kirin nacido y crecido en Yamato no debería de saber como hacer un shoku así. Risai había conocido al Taiho en el Monte Hou. Honestamente, cuando Gyousou se había instalado en Shouzan, también ella. El kirin que conoció no podía transformarse en un unicornio y no tenía shirei. Un kirin nacido y crecido en Yamato no podía realmente entender de qué se trataba ser un kirin. Esos poderes con los que su instinto despertaron dentro de él debieron haberlo hacho por una necesidad. Si ese era el caso ¿Qué puede haber pasado? El olor a suciedad y desgarro de madera fresca; la maduración, un rancio sol; el cielo color óxido; las retorcidas corrientes rojas en el aire; los continuos y turbulentos ruidos subterráneos. Risai no podía hacer otra cosa que no fuera dejar ser atrapada por una malvada premonición. Algo malo había pasado. Algo increíblemente malo. De hecho, el daño a los edificios creció cuando ella se acercó al Jinjuu Manor. La puerta frontal de las Oficinas Provinciales estaba derribada a un lado. En los lugares en los que las paredes se habían caído, y las lagunas a través de las cuales podía ver que los edificios internos estaban en mal estado, casi por colapsar. Los adoquines se elevaban como burbujas de espuma en el agua en todos lados. Las fisuras serpenteaban a través de la tierra sembrando escombros en todos lados.

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Las tierras de Jinjuu Manor estuvieron a la vista. La mayoría de los edificios allí se habían reducido a una pila de escombros. Los ruidos de la tierra misma cesaron. En su lugar, ella podía oír los gritos y lamentos de la gente. Los tenues rayos del sol dejaron de brillar. Ella elevó su mirada. Las ominosas bandas rojas en el cielo estaban desapareciendo. La gente por fin comenzó a amontonarse. La mayoría de los soldados se pararon sobre los escombros buscando alguna señal de Taiki. Pero el pequeño kirin no estaba en algún lugar en el que lo pudiesen encontrar. En el lado más occidental del Seiden en Jinjuu Manor, no había rastros de él en el balcón o en los jardines frente al Mar de Nubes. Los edificios y los árboles habían sido arrancados desde las raíces. La agitada tierra y fragmentos de azulejos se habían acumulado en grandes pilas. Entonces las enormes olas golpearon encima de ellas, barriendo todo el Mar de Nubes, dejando el suelo dañado. Los buques se pusieron en marcha, dirigiéndose a kijuu, los jardines escavados, todos buscando señales del pequeño Saiho. Pero desde ese día su paradero no ha sido descubierto. Mientras la búsqueda continuaba, un ave mensajera envió la noticia a la Provincia de Bun. Antes de que el ave llegase a la Provincia de Bun, un ave de la Provincia de Bun llegó a la capital, diciendo que Gyousou había desaparecido repentinamente. La habitación cayó en un silencio profundo. Risai se aferró a la joya que colgaba de su cuello como si dependiera su vida. “No hemos oído nada más de Su Alteza. O el Taiho”. “Risai esto es demasiado duro para ti…” Youko estaba a punto de terminar la reunión, pero Risai cerró los ojos y movió su cabeza. “La Corte Imperial cayó en caos. Nadie era capaz de organizar un plan para buscar a Su Alteza y al Taiho”. Risai se detuvo para respirar. Youko ansiosa tomó su mano. “¿Estás bien?” Estoy bien, quiso responder Risai, pero su voz se perdió en medio de la distancia. Solo el sonido del viento. El sonido del zumbido en sus orejas. Y en el viento, el sonido de la voz de Kaei. No “Terminaremos por hoy y arrancaremos desde aquí la próxima. Bueno, entonces…” Risai extendió su brazo en dirección a su voz. Extendió su brazo y de dio cuenta otra vez que ya no estaba allí. Era demasiado lo que había perdido. Después de tanto tiempo, la angustia brotó dentro de ella.

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“Por favor ayúdenos” Soltando la joya de su mano. Una cálida mano la tomó. “Le ruego. Salve Tai”. “Entiendo”. Risai oyó al médico en la sala de espera apresurándose a su lado. “Suficiente” lo oyó decir, mientras ella se hundía en la oscuridad y el remordimiento.

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Capítulo 11 “¿Qué piensan?” preguntó Youko a los dos hombres que la acompañaban desde Ka-den. Uno parecía inexpresivo, inmerso en sus pensamientos. El otro respondió “No estoy seguro que pensar. Por el momento, al menos, tenemos ciertos indicios de que condujo a la desaparición del Rey de Tai y el Taiho de Tai”. “No es a lo que me refiero” dijo Youko con un poco de tristeza. “Esta mujer quiere que la ayudemos a salvar Tai ¿Qué piensan al respecto?” Koukan levantó una ceja. “La señorita Risai parece estar solicitando medidas en su reino a su nombre. Pero lo que Kei puede proveer en este estado se vuelve algo problemático”. Cuando Koukan comenzó a hablar, Keiki se detuvo e inclinó. Él había sido llamado a las oficinas provinciales para atender unos asuntos. Koukan también debía atender unos asuntos como Chousai y salir al Seishin. Sus escoltas no podían pasar todo su tiempo con Risai, pensaba Youko mientras se dirigía al Palacio Interior. Kei era un reino en movimiento y ella tenía sus propios problemas. Como dijo Kokan. Es fácil pedir ayuda, pero cuando la realidad golpea en tu cabeza ¿qué se puede hacer? Habían pasado dos años desde su coronación. Aún era inexperta, una emperatriz taika analfabeta, una extraña en una tierra extraña que dejaba la mayoría de los asuntos a Koukan y a Taiki. Con el tiempo libre, por las tareas que no asumía, estudiaba bajo la tutela de sus tutores. Así eran las cosas ahora. No había nada del Tesoro Imperial o de la Corte Imperial para apoyar a otros reinos. Con estos pensamientos en su mente, se dirigió al ala oeste del Palacio Interior, vio a un hombre en armadura caminando hacia ella en la columnata. “Oh, Kantai”. Reconociéndola, Kantai se detuvo y se inclinó. Él era el general de la Guardia del Palacio. “Justo el hombre que buscaba”, dijo Youko. Kantai dio un paso atrás. ”Si Su Alteza está buscando un socio de esgrima, debo declinar. Tan solo vine para darles a sus criados un ejercicio de verdad. Me temo que cualquier intento de golpear a un pequeño hombre para desahogarse a este punto, me dejaría noqueado”. Youko sonrió. “No hay problema, no hay problema. ¿Por qué no te sientas y te relajas?” “Si”, dijo Kantai con una reverencia, y acompañándola a la biblioteca en el Palacio Interior. Durante el día allí fue donde Youko se relajó cuando no estaba realizando labores oficiales.

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“Esta es una dinastía de chusmas”. Se dijo Youko a si misma mientras se preparaba una taza de té. Kantai bebió un poco y Youko sonrió ligeramente. Lo que sea que se pudiera hacer por Tai, era energía que ella iba a gastar en nombre de Kei. Antes de dominar el negocio del gobierno, esta monarca debía aprender como leer y escribir. A eso se le sumaba los asuntos del Estado. Una buena mitad de sus sirvientes se habían autodenominado “caballeros de la calle” ignorantes de la ley y de las reglas básicas de la guerra. Que casi debían haber aprendido todo desde cero. Y no había demasiados maestros. La responsabilidad había caído directamente sobre el general de la Guardia del Palacio de la izquierda. “Ahora está entrenando a los jóvenes sirvientes, ¿verdad? Lamento agregarle más tareas a su tiempo, Kantai” “Para nada. Es lo mismo para mí. Sin guerras que pelear tengo todo el tiempo del mundo en mis manos”. Youko rió. Ambos sabían que eso no era cierto. Cuando llegó a este mundo lo primero que la sorprendió fue el número de ejércitos. Pero un vez que se puso al corriente de los hechos entendió las razones. No había nada que ella pudiera llamar “fuerzas policíacas” allí. Actuando bajo la dirección del Ministro de Otoño, el ejército hace patrullas y hace cumplir la ley. No solo eso, sino las obras públicas también cayeron bajo la jurisdicción del ejército. Proyectos que no requerían el reclutamiento de civiles eran dirigidos por el gobierno, y el trabajo era echo por el ejército y encadenaban a las pandillas preparándoles las sentencias a los criminales. Cargados con la defensa del Palacio Imperial, las ciudades y la protección de los aristócratas, siempre tenía mucho para hacer el ejército, incluso sin guerras. “Esto no es mucho, pero considera esta pequeña recompensa” dijo Youko sosteniendo la taza de té. Kantai sonrió y aceptó amablemente. “Parece ser sin alcohol, pero gracias igualmente”. Ambos rieron. Youko le preguntó. “¿Qué sabes sobre el Rey de Tai? Parece ser famoso en algunos lugares”. “Ah”, dijo Kantai, asintiendo. “No estoy familiarizado con el hombre. Pero según lo que oí, solía ser el general Saku”. “¿Y sobre Risai? Ella era originalmente una general de la Guardia Provincial de Jou”. “Lamentablemente mi educación no llega tan lejos. Pero, ahora que lo menciona, el kijuu que ella montó aquí está sanando rápidamente”. “¿En serio? Es bueno oírlo”. “No conozco al general Ryuu, pero mirando a si kijuu sentí que era una persona excelente. El kijuu muestra una notable lealtad a su amo y parece estar muy bien entrenado. Se llama romper al animal, pero naturalmente esto implica cuidarlo como si fuera un niño, siendo todo

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lo que implica la palabra maestro. De otra manera, ninguna criatura puede ser verdaderamente rota”. “De acuerdo” “Nunca oí su nombre antes. El nombre de un general ordinario no suele traspasar las fronteras del reino. El general Saku es una rara excepción. Creo que a eso se reduce”. “La rara excepción. Y todo lo más impresionante”. “Ah”, dice Kantai con una expresión de complicidad. “Comparándose con el general Saku ¿eh?” “No es que me haría ningún bien. Él parece mucho más que una figura heroica”. “Bueno, si fuera una figura tan heroica, entonces Tai no sería tan caótica como el estado en el que está”. “No seas malo. Una calamidad parece haber ocurrido, pero nadie está al tanto de los detalles. Es muy temprano para determinar las consecuencias a sus pies”. Kantai inclinó su cabeza ligeramente preguntando con un poco más de seriedad, “¿Y que calamidad?” “Algún tipo de golpe de Estado. Un usurpador ha surgido y el Rey de Tai y el Taiho están perdidos. Es todo lo que sabemos hasta el momento. Para el resto tendremos que esperar hasta que Risai se recupere”. “Veo”, dijo Kantai, y pareció hundirse en sus pensamientos. Youko hizo lo mismo. Ella no sabía ninguno de los detalles, excepto que Risai había venido a Kei para rogar por ayuda. Ella arriesgó su vida para hacer el pedido. Excepto eso el atolondrado trabajo de la Corte Imperial de Kei no estaba en condiciones de ayudarla. “En un análisis final” dijo Kantai, “una reputación es algo otorgado por otros”. “¿Mm? Dijo Youko dando un vistazo sobre los hombros de Kantai. “Es el tipo de cosa que la gente te otorga después de los hechos, cuando pueden ver los resultados. Un general que gana una victoria comandada (incluso por accidente) será llamado invencible. Y si ese es un general invencible, entonces será recibido de formas similares a santos. Así como están aquellos que, a pesar de su incompetencia, logran fortuitamente mantener la derrota a raya”. “¿Estás diciendo que el Rey de Tai es demasiado bueno para ser real?” “Yo no iría tan lejos. Estoy diciendo que si colocaras a sus colegas en el barro y tomará las glorias usted misma, convertirse en una invencible no sería tan difícil de lograr. Tan lejos como la fama va, todo el mundo ama al luchador invencible. Y una vez que el mundo se pone

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en torno que se tiene una ininterrumpida racha ganadora, la suposición que es un general superior, un buen caballero, y un hombre de gran carácter, lo toma en vida propia”. “Si. Supongo que si”. “Pero una reputación solo revela el producto final del proceso. Refiriéndose al general Saku (el Rey de Tai) como un hombre de estatura heroica solo nos dice que está de pie en la corte de opiniones públicas ahora. No como llegó ahí. Por la misma razón, a este punto en el tiempo, habiendo dejado a Tai caer en caos, no parece el modo ejemplar. En cualquier caso la comparación de uno mismo con los demás se algo inútil. Siempre terminará comparando que el público piensa de los demás con eso que sabe de usted misma”. “Veo”, dijo Youko con una sonrisa cansada. “Incluso sin comparación, llamaría a Su Majestad una buena Emperatriz”. “¿Eh?” Kantai dijo un poco mimosamente, “Es una buena Emperatriz quien reclama su legítimo lugar en el trono sin perderse en él, y entonces contratar a un hanjuu como yo, como si fuera poco. Eso es lo que yo digo”. Youko rió. “Dime Kantai ¿Qué pasaría si fueras a Tai y eliminaras al usurpador?” “Seguramente usted está bromeando”, dijo Kantai agitando su mano como si evadiera la sugerencia. “Seguramente mi propia Guardia de Palacio está echa de cosas más severas que estas”. “Ese no es el problema. En primer lugar, Kei no posee los recursos necesarios para alimentar a las tropas en tal manera. Movilizar un ejército es una tarea importante. Una solo división consiste de doce mil quinientos soldados. Y eso solo contando la infantería. En términos de fuerzas combatientes, los comandantes de un regimiento, caballos, y kijuu deben alistarse también. ¿Puede comenzar a imaginar la lógica de alimentar y aprovisionar un gran conjunto así?” “Si, realmente. Alimentar y aprovisionar…” rápidamente llegó al total de trece mil. Pensando en términos del lugar de su nacimiento, en el mínimo, una taza de arroz por comida, tres comidas, de trece mil a treinta y nueve mil tazas de arroz por día. “Tienes razón. Es más de lo que podía imaginar. Incluso en términos de hamburguesas, treinta y nueve mil hamburguesas por día…” “¿Qué?” “Oh, nada”, dijo Youko con una sonrisa. “Esa es la razón de porque el ministro de Verano en cada región debe prever la logística del ejército. Si el caos de desata en una cierta área, cuando las tropas están fuera, son proporcionados por los suministros en general. Pero en otros reinos, y en medio de la

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rebelión, la lógica se vuelve más incierta. Básicamente, usted debería tener que cargar todo lo que necesitara con usted. A parte de la cuestión del transporte, ¿podría colocar tantos suministros juntos en un momento dado?”. “No parece posible para Kei”. “Incluso agotando los almacenes internos del reino, ni siquiera el mínimo de provisiones podrían reunirse. Sin mencionar que Kei no tiene suficientes barcos para trasportarlos. ¿Cómo podría llevarlos a Tai en primer lugar?” “Veo”. “Desde el principio llevar soldados a otro reino sería imposible. En primer lugar, ¿No prohíben Los Cielos invadir otro reino?” “No sería una invasión. Nosotros, de otra manera, no tendríamos intensiones de ocupar tierras extranjeras”. Kantai inclinó su cabeza. “Supongo. Usted debería tener un punto ahí”. “Y además, si es cierto, entonces ¿qué sería de mí? Yo pedí a la Armada Imperial de En para derrocar a la usurpadora y hacerme camino a Gyouten”. “Eso es cierto” “Simplemente encontrando al Rey de Tai y a Taiki sería suficiente”. “¿Y sus ubicaciones actuales? “Nadie tiene la menor idea. ¿Qué piensas? ¿Cómo una búsqueda usando un escuadrón de kijuu por el aire podría llevar a cabo el trabajo?” Kantai inclinó su cabeza un poco más. “Veinticinco pegasi difícilmente harían algo significativo. Al menos necesitarías alas. Con un centenar podrías intentar una búsqueda sistemática. “Un grupo de alas…” Eso no era imposible. Pero los ministros difícilmente lo aprobarían. En un tiempo los recursos internos de Kei estaban tan escasos, se preguntarían si ella había perdido la cabeza. Youko puso sus codos sobre las rodillas y descansó su cabeza sobre sus manos y pensó a cerca de ello. “Obviamente tener un rey ocupando el trono realmente importa mucho”, murmuró. Una expresión firme llegó al rostro de Kantai. “Eso es completamente correcto. Dejando de lado el tipo de hombre que es el Rey de Tai, tanto tiempo como esté perdido, la gente de Tai estará en una mala situación. Además los inviernos en Tai son duros. Si me perdona la expresión, él estaría mejor muerto”.

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“¿Mejor muerto?” “Si el rey muere, entonces el siguiente monarca será elegido para reemplazarlo. En ese caso, la gente puede anticipar el fin de sus sufrimientos. Incluso en el caso de un rey incompetente, el Cielo finalmente le arrebataría el trono. Se volvería simplemente el hecho de esperarlo. Un trono sin ocupar por un rey que no está muerto podría decirse que es el peor de todas las malas situaciones”.

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Capítulo 12 Risai fue despertada en medio de la noche por voces que susurraban delante y detrás. “Estoy definitivamente hambrienta”. “Eso pensé. Hice té. Te está esperando”. “Gracias. ¿Lo tomamos juntas?”. La frívola naturaleza de la conversación le hizo a Risai levantar su cabeza. La chica que la cuidaba en la cama le dio una mirada sorprendida. Otra chica se inclinó en la puerta y entró su cabeza a la habitación. “OH, perdona. ¿Te despertamos?” Risai sacudió su cabeza en un no. “No perdiste tu cena por mí, ¿verdad?” Suzu agitó su mano de lado a lado. “Solo tomando la oportunidad cuando viene. Shoukei fue lo suficientemente buena para traerme una comida de media noche, así que está bien”. “Por favor valla y coma”, dijo Risai. “Yo estoy bien”. La muchacha llamada Shoukei le sonrió a Suzu. “Apresúrate y limpia tu plato. Yo estaré esperando aquí”. Suzu asintió y dejó la habitación. Como si tomara su lugar, Shoukei se sentó al ledo de la cama. “Me disculpo por haber echo un alboroto por algo tan tonto. Mi nombre es Shoukei. Soy una dama de la corte como Suzu”. “Nada de eso. He sido una carga para todos ustedes. No necesita sentirse obligada a cuidarme “. Shoukei sonrió. “No se preocupe por eso. Nos disculpamos por ser tan cortos de manos que no podamos cuidarla como debemos”. “Oh, no necesita ir a los extremos. Las damas de la corte se han comportado con una gracia extraordinaria”. Risai evitó la mirada “La Reina de Kei también me ha tratado sincera y cordialmente”. Shoukei sonrió. “Ella tiende a dejar la seriedad de lado, y es honesta hasta el error”. “Los ocupantes del Palacio Kinpa parecen terriblemente a gusto al lado de la Reina de Kei” “Ese tipo de humor está en el aire, para estar segura. Supongo que encuentras la falta de solemnidad aquí”. “No, yo…”

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“He oído que el Rey de Tai es un espléndido monarca. Pero nadie sabe donde está ahora. Esto sin duda pesa en su mente”. “Si”, Risai asintió. “La gente de Tai debe estar sufriendo terriblemente. Por no hablar de la dureza de los inviernos en Tai”. “¿Estás familiarizada con Tai?” Shoukei sacudió la cabeza. “Pero yo soy originaria de Hou. Los inviernos en Hou son igualmente duros. Si algo sale mal, te agobiará todo el invierno y pondrá en riesgo tu vida. Y he oído que los inviernos en Tai son incluso peores que en Hou. “Supongo que los son”. “El trono esté vacío en Hou también. Sin embargo, la situación allá es diferente. El rey que murió eh Hou devastó al reino…” Cuando hablaba una triste sonrisa se mostraba en ella. “Entonces el trono está vacío por el bien de el pueblo, en algunos aspectos. Pero he oído que el Rey de Tai era muy querido entre su gente. “Perder un rey así…” “Si, perder un rey así…” “¿Hubo un golpe de Estado? Al principio de la dinastía, temerosos de perder todo lo que habían robado, los traidores y conspiradores era probable que solo se rindieran entregaran sus ganancias gritando y pataleando”. “No sé si eso se aplica…” se dijo Risai a sí y Shoukei movió su cabeza a un lado. Es definitivamente el caso de una nueva dinastía que comienza, aquellos que han tomado ventaja del puesto vacante para imponer sus propias reglas tiránicas sentirán el calor después que el nuevo rey se siente en el trono. Pero no creo que está fuera la causa de la revuelta”. “¿Y entonces…?” “No lo sé”, respondió Risai. Ella sabía que una rebelión no había estado muy lejos de las mentes de los burócratas, pero ella y sus colegas habían colocado suficientes vigilantes. “No sé por qué una cosa así debía pasar”. “Su Alteza bien puede probar el culto líder que es”, dijo el obviamente impresionado compañero de viaje de Risai, un militar cercano de la Provincia de Jou. “El Sankou también dice que nunca han visto una Corte Imperial organizada tan rápido. Todos están llenos de admiración”. “Eso parece”.

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“Aunque su reputación de ser un muy duro general, la infantería parece encantada con el nuevo rey. Y la gente parece tenerle gran consideración”. Risai sonrió y asintió. Con sus antecedentes militares, Gyousou certeramente era popular entre las tropas. Sobre todo porque el Rey Kyou surgió de los servicios civiles y los servicios uniformados no le tenían gran respeto. Asumiendo el trono, Gyousou tomó los tesoros acumulados del Rey Kyou y los distribuyó en los almacenes provinciales para fortificarlos contra el siguiente invierno. Solo con eso ganó el corazón de la gente. Los inviernos en Tai eran duros y cuando los alimentos y los combustibles escaseaban sus vidas estaban en el límite. Las formas de derrochar del Rey Kyou habían vaciado las arcas las tesorerías y los almacenes. Una alegría se levantó cuando las arcas volvieron a ellos. “Tengo la sensación de que una nueva era está comenzando”, dijo el ayudante de Risai con una sonrisa. Risai compartía esos sentimientos. Ella escuchaba la alegría de la gente. Aventurándose en los centros de las ciudades se reveló que los ciudadanos tendían a pensar bien de Gyousou. Y no solo los plebeyos. Los ministros, entusiasmados por el Palacio Imperial, llevaban expresiones más entusiastas en sus rostros. Pero un veloz carruaje hacía mucho ruido. Uniéndose a la Corte Imperial como general de la Guardia Provincial, no podía ayudar notando las extrañas sombras que asechaban aquí y allá en medio del frenesí. No fue hasta después del Festival del Solsticio de Invierno que ella entendió lo que había observado. “En breve estaré enviando al Taiho al reino de Ren” dijo Gyousou a sus asesores. “El viaje de ida a Ren tomará alrededor de un mes. Durante ese tiempo deberíamos llevar a cabo la caza de invierno”. Al principio Risai lo tomó literalmente. Como ningún hecho importante los esperaba a mediados de Año Nuevo, eso fue cuando se celebraría la expedición de caza. Aunque los asuntos de la Corte Imperial habían sido puestos en orden, esto le chocaba como un comportamiento de caballero. Desde que un confuso aire circulaba a través de la habitación, ella no era la única que pensaba así. El General Asen de la Guardia del Palacio de derecha rompió el silencio. En una extraña voz baja preguntó, “¿Y el juego?” “Tarado”.

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La abrupta respuesta sorprendió a Risai. “Debemos hacer frente a esos funcionarios gubernamentales que corrompen sus oficiales bajo la protección otorgada por el último rey. No podemos cerrar los ojos mientras estas bestias deambulan por nuestros alrededores. Si establecer la libertad, es así, probablemente harán caer el Estado, prenderán fuego en cualquier otro lugar. Son un montón de astutos y las fortunas personales que han amasado son indispensables para el futuro de Tai”. Risai se dio cuenta por horror de que estaban hablando de una purga política. La pequeña habitación se llenó de gemidos y suspiros que dieron rienda suelta a otros sentimientos. “Una vez que el festival halla concluido, solo el Año Nuevo aguarda. Una misión diplomática se enviará a Ren. Con los enviados acompañados por el general que comanda las guardias del Palacio y de la Provincia de Zui, creo que nuestras presas no sospecharán nada. Con lanzar una red lo suficientemente grande deberíamos atraparlos a todos”. “Y durante ese tiempo ¿el Taiho estará en el extranjero?” preguntó Asen. Gyousou asintió. “Esto no es algo en lo que quiera testigos de Kouri”. “Pero ¿No es probable que se entere tarde o temprano de esto?” “Voy a ver que no lo haga. Lo que acá se está mencionando no deberá ser mencionado a Kouri, o alguno otro que no esté participando directamente en esta campaña”. “Pero, ¿hacer estas acusaciones en secreto? Esto…” Risai elevó su voz para objetar. Ella entendía que la varilla no se puede escatimar en lo que respecta a hacerle frente a estos caprichosos oficiales, pero ejecutarlos sin un juicio público era algo similar a un linchamiento. “Por supuesto que debemos seguir las reglas de justicia en su totalidad. Pero no a la vista del público. Los departamentos de gobierno involucrados en estas campañas seleccionando y organizando cuidadosamente los fiscales. Todos los demás oficiales serán dejados completamente fuera del asunto. Todo debe ser ocultado para el regreso de Kouri. Él no debe notar ni una nueva cara ni aquí ni allá, y ni una ligera disminución de mano de obra”. ¿No le estás mintiendo? Risai sintió preguntarlo, pero lo pensó mejor. Considerando la benevolencia de la naturaleza de un kirin, es natural que no quiera un derramamiento de sangre, y su aborrecimiento a la injusticia, manteniéndolo en la penumbra será lo mejor. Exponer sangre a un kirin enfermaría al kirin. Estas acciones podían ser vistas como señales de compasión de Gyousou a Taiki. Aún cuando ella tenía la obligación de dar su consentimiento, otra voz se oyó, la de Kaei, recientemente nombrada jefa del Ministerio de Otoño. “¿Está seguro de que se trata de algo aceptable? Con todo el respeto, el Taiho lo sabrá tarde o temprano. Mejor que esconder cosas a sus espaldas, ¿por qué no se lo comunica a él directamente?”

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“Mis órdenes siguen de pie”, respondió Gyousou bruscamente, asegurando que tenía la última palabra del asunto. Escuchando los detalles de la campaña, Risai sintió de nuevo algo como un frío viento en su espalda, un desconocimiento de sus temerosos vacíos de segundos pensamientos sobre tirar abajo esos planes maquiavélicos de una sola vez. De hecho, originalmente el favorito sirviente del Rey Kyou, Gyousou, había instalado a sus subordinados en toda la Corte Imperial. Él ya habría firmado entendimientos de gente que hizo y que no hizo, que el problema eran los chicos y como deben ser disciplinados. Desde que asumió el trono, Gyousou ya habría elaborado sus planes, quien debía ser removido y quien debía reemplazar. Había previsto, sin duda, lo que podía ocurrir cuando esos chacales serían llevados al talón. De hecho, esta “caza de invierno” era dirigida no solo por oficiales corruptos, sino era parte de una estrategia para eliminar las aves ocultas y limpiar el lugar. Observando la purga desplegarse, aquellos con traición y maldad enterrada en su corazón, aquellos quienes ingeniosamente escondieron sus viles actos de la vista de todos, sentirían el calor y el pánico correteando por dentro. Este hombre (pensó Risai mirando a Gyousou). Este hombre hará en un año lo que le toma a un rey hacer en una década (incluso un siglo) de lograr. Risai sentía un escalofrío a través de ella. Hasta ese punto, no había albergado dudas sobre Gyousou. Un general de gran renombre, Risai también admiraba su disposición y temperamento, y respetaba su grandeza. Sin embargo, por primera vez sintió el susurro de un mal presagio en el aire. Incluso si convencida de estos sentimientos surgían únicamente en reacción de la sustancia de la campaña de Gyousou, ella no dudaba de su poder o autoridad como Rey por un segundo. Ella simplemente podía preguntarse por qué una sombra oscura descendería a ella en medio de tal esplendor. Poco tiempo después, Kaei sorpresivamente se mostró en su residencia. Era de noche y una luz de nieve caía.

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Capítulo 13 “Parece nieve”, dijo Kaei con un arco. Risai la acompaño hasta la sala de su residencia. “Si, verdaderamente se ha puesto frío” Le mostró a Kaei una silla por el brasero. “Estoy honrada de que viniera hasta acá a pesar del mal clima”. “Oh, nada de eso”. Kaei sacudió su cabeza. “Yo soy quien debería disculparse por una visita con tan poca anticipación. Hay algo que me gustaría discutir en detalles con usted. Llegué a esta decisión en la emoción del momento e impertinentemente envié una nota, por lo que me complace que accediera fácilmente”. “Oh, es un privilegio”, dijo Risai con una sonrisa. Le ofreció comida y bebida, pero Kaei parecía inmersa en sus pensamientos. Una impresión desalentadora puso blanco su rostro. Por encima de todo, parecía helada hasta la médula. Kaei parecía estar en los cuarenta. En términos de su porte y edad actual, ella era superior que Risai. Sin embargo, la Kaei que se sentó en frente de ella parecía una niña perdida. Esto no pegaba como una visita hecha en nombre de la buena vecindad. “Perdone por preguntarlo. Pero ¿cuál es el propósito de su visita?” Como si se despertara de sus sueños, Kaei miró a Risai. “Ah, no, no tenía un motivo en particular. Simplemente quería hablar de algunas cosas contigo”. Eso fue lo que dijo, excepto que por los últimos minutos no parecía. Quizás, conciente de ello, Kaei comenzó con un disgustado movimiento de cabeza. “Nada de eso podría excusar por robarte el tiempo y por interrumpirte así”. Risai inclinó su cabeza a un lado. “Por favor no piense que me apresuro en preguntar, pero ¿hay algo que le esté preocupando, Señorita Kaei?” Kaei levantó firmemente la cabeza, casi como si Risai se hubiera golpeado en el pechó. Una expresión de angustia emocional (al borde de las lágrimas) contorsionaba su cara. “Por favor discúlpeme si dije algo que la molestara. Me temo que mis modales son menos refinados de lo que deberían ser”. “Para nada”, dijo Kaei, moviendo su cabeza. “Después de todo. Yo soy quien la impuso. A decir verdad, pensé mucho lo que tenía que decir a una persona con quien apenas he hablado y de repente decido visitar. Que halla ido directo al punto me alivia mucho”.

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Una ligera sonrisa llegó a su cara. Corrió sus dedos a lo largo del borde de la copa con un aire de incertidumbre. A diferencia de un oficial militar como Risai, sus uñas (pulidas) se deslizaron a lo largo del borde de la gruesa porcelana. Y quizás temblorosamente. “¿Tiene frío? Podría agregar más leña al fuego”. “No, no tengo frío…” Aparentemente notó el temblor de sus dedos y apretó la mano con la otra. “No tengo frío. Por el contrario, Señorita Risai, estoy asustada”. “¿Asustada?” Kaei asintió y miró directamente a Risai. Le pareció a Risai que ella estaba fuera de juicio. “Con la coronación de Su Alteza, el Palacio Imperial se ha convertido en un torbellino de actividad. Realmente me pregunto que clase de monarca es. Nunca antes había oído de una Corte Imperial ser reordenada en tal paz”. Risai no se atrevió a concordar con ella, pero espero a que ella llegara al punto. Esto era lo que se susurraba en toda la Corte Imperial. Pero desde el ligero temblor de su voz, estaba claro que Kaei no percibía esta como una razón de alegría. Kaei soltó todo, “¿Es lo mejor para él avanzar tan rápido en su agenda?” “¿Tan rápido?”. “Siempre es necesario reformar y reorganizar la Corte Imperial. Y para desterrar a los criminales y los corruptos. Pero, ¿debe el proceso ser acelerado así? ¿Por qué no puede proceder más despacio, tomarse el tiempo para examinar el paisaje y ver los resultados, y dejar a los cambios penetrar de una forma más relajada?” “¿Cree que él sea impaciente?” “No puedo evitar sentirme ansiosa. No me refiero criticando a Su Alteza. Lejos de ello. Pero por mí, lo que estoy haciendo siento que me aterroriza. No puedo evitar sentir que algo se nos está escapando de las manos, y que estamos olvidando algo que no podemos permitirnos. Si todo puede ser transformado con tal entusiasmo es una pregunta que dejará mi mente”. Risai asintió. Ella no lo creía que esas preocupaciones fueran razonables en lo más mínimo. Kaei originalmente había sido Ministra en jefe de la Provincia de Ran. Risai había escuchado que su reputación era de una sabia e inteligente ministro. Las pocas veces que tuvieron la oportunidad de conocerse, Risai se había ido con la impresión de que ella era una persona compasiva con un profundo respeto por la civilización, un carácter prudente, y con una buena y atenta naturaleza. Que Gyousou haya la seleccionado como una de los seis ministros del Rikkan era solo sentido común. Y, sin embargo, la cuestión no había llegado a los oídos de Risai: ¿Y el Daishikou? El Ministro de Otoño era responsable por consolidar y hacer cumplir los estatutos civiles y penales, para mantener el orden público. Al mismo tiempo, el Ministerio de Otoño manejaba

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la diplomacia exterior. Pero también se susurraban dudas acerca de que su naturaleza emocional no estaba saludable con la misión del Ministerio de Otoño. El Ministerio de Otoño era frío, un cruel ministerio que requería la recaudación de sanciones y castigos, y emitiendo órdenes y decretos con absoluta imparcialidad. Se decía que las malas hierbas se congelaban en las heladas de otoño y se marchitaban bajo los rayos de verano. Para ser sincera, Risai no sentía nada por la intensa mano de hiero del Daishikou de la mujer sentada en frente de ella, viéndose tan frágil como un niño perdido. “Yo siempre he estado en el cargo del Ministerio de la Educación. Vine acá para dar lo mejor de mí por el bienestar de la gente. No me he acostumbrado a juzgar y sentenciarlos. Sé que no es simplemente un problema de acostumbrarse a un nuevo rol. Si fuera solo por mi trabajo, podría llevarlo a cabo lo suficientemente bien. Pero no puedo creer que no fui designada por el Ministerio por nadie conciente de cuan apta soy para el puesto”. Y todavía (murmuró para sí). Ella bajó sus ojos. Una vez más sus dedos temblorosos localizaron el borde del vaso. “Después de esto, voy a tener que juzgar una gran cantidad de funcionarios oficiales. Y tengo que hacerlo en poco tiempo y sin vacilar. Esto me asusta. Incluso en el caso de criminales, ¿puede una expedición así actuar bien…? Risai sonrió. “Por favor. Beba su vino. Caliéntese”. Ella miró con atención a Kaei cuando asintió y levantó la copa a sus labios. “Señorita Kaei”, continuó Risai, “Creo que es perfectamente natural que usted deba albergar esas aprensiones. Para ser sincera, la Corte Imperial esta cambiando a un ritmo que haría exaltar a cualquiera. La persecución de los infractores es una parte indispensable de la Corte Imperial, pero no puedo pensar en otro ejemplo donde esa lucha pudiera concluir de un solo golpe. Pienso que Su Majestad es un admirable individuo con una sorprendente voluntad”. Risai hizo una risa irónica y Kaei respondió con una sonrisa por su cuenta. “Nosotros los soldados creemos en tomar ventaja cuando la oportunidad se presenta. Cuando el día de las decisiones llega, tenemos que aprovechar el día. En estos momentos llevamos adelante la causa sin dudar. Esa es la forma en la que los soldados piensan. Durante una guerra, no hay mucho tiempo para una cuidadosa deliberación. Sobrevivir lo más posible es muy importante y la decisión de tomar la vida podría irse de las manos. Eso es lo que puedo comparar con las decisiones que Su Majestad está tomando. Entiendo que estamos pasando por un momento crítico, y debemos actuar”. Con eso Risai sonrió. “Pero me pregunto si podría ser tan determinada, verdaderamente tengo mis dudas. La vida es demasiado confusa por naturaleza. Arrastrar cosas afuera no hace nada más que barro. Se trata de un defecto de personas como yo”. “¿No se siente ansiosa, Señorita Risai?” Risai dudo un poco su respuesta, pero pensó que era mejor responder antes de que Kaei tuviera sus propias dudas. “No puedo decir que no existe nada de lo que esté ansiosa. Estoy

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casi sin palabras con la gran maravillosa determinación del momento. Pero sin duda, tengo fe en la decisión de Su Alteza. Esta convicción solo me convence de que la purga de los corruptos es solo un golpe en la correcta línea de acción. Tan rápido como la Corte Imperial esté en orden, más rápido podremos hacer el bien por la gente”. “Si, entiendo eso”, dijo Kaei asintiendo. “Sin embargo, esa sensación de convicción… No puedo verme tomando posesión de esa inquebrantable creencia. Por la cual no significa falta de fe en Su Alteza…” “Señorita Kaei, ¿habían usted y Su Majestad alguna vez peleado hombro a hombro antes?” “No. No han habido conexiones personales entre nosotros de ninguna manera. Solo las mismas historias y rumores que todo el mundo oye”. Se sonrió. “Esa fue la razón de que estuviera tan sorprendida cuando me aceptaron como Ministro de Otoño. ¡Ni siquiera creí que supiera que yo existía!” “Ese es el tipo de hombre que Su Majestad es”. “Señorita Risai, ¿ha usted sido una de sus subordinados antes?” Risai había conocido a Gyousou en el Monte Hou. Ella había partido en el Shouzan al igual que él. Ahí fue cuando conoció al legendario general Saku. Aquellos que entraron al Mar Amarillo para ir al Shouzan formaron apropiados grupos y viajaron a través del Mar Amarillo más o menos como grupos unidos. Gyousou no se unió a ninguno de esos grupos. Él entro al Mar Amarillo acompañado solo por sus hombres, y partió al Monte Hou a su manera. “Por lo que solo lo vi hasta que llegó al Monte Hou”. “Veo. ¿Acaso separarse de las otras partes e ir en curso a un viaje no es peligroso?”. “En circunstancias normales, si, es bastante peligroso. Pero no para Su Majestad, ¿no lo diría usted? Posteriormente escuché que en la región del Rey Kyou, por al menos tres años, Gyousou retiró su nombre del Registro de la Secretaría de asistentes y se tomó un año sabático de la Guardia del Palacio. Durante ese tiempo entró al Mar Amarillo. Hay cazadores que se ganan la vida capturando kijuu en el Mar Amarillo, y él se volvió un aprendiz”. Risai sonrió. “Ese es el tipo de hombre que Su Majestad es. Pase lo que pase, él iba a capturar y domar un kijuu a su manera. Se decía que no se unió a los grupos durante el Shouzan porque quería ir a cazar. Cuando me enteré de que Gyousou entró al Mar Amarillo al mismo tiempo que nosotros, supe que estaba destinada a ser a lo mejor un espectador en el viaje”. Risai sonrió tristemente. Kaei presionó sus labios cerrando más la boca. “Lo lamento. No quería entrometerme”. “En absoluto. Nunca fui su subordinada. Sin embargo, pude compartir maravillosos momentos con Gyousou-sama y el Taiho en el Monte Hou. Esa conexión debe haber sido lo que lo llevó a darme una segunda mirada”.

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Un general de la Guardia del Palacio y una general de la Guardia Provincial (había una gran diferencia de estatus entre ellos), pero esta no era un subordinado del primero. Por lo que se relacionaron como colegas. Poco después de su coronación, Gyousou la mandó a llamar desde Kouki y la presentó a sus subordinados. Muchos de ellos habían echo el Shouzan con ella, por lo que eran rostros familiares. Después de su nombramiento como general de la Guardia Provincial de Sui, encontró de lo más natural relacionarse con los subordinados del Rey. “Hablando de esto ahora, me quedé con curiosidad, curiosidad sobre si estoy actuando como una subordinada del rey”. “¿Es eso…?” Dijo Kaei con un leve suspiro. “La cosa es, me resulta difícil de descartar lo que mis propios instintos me están diciendo. O mejor, no se enoje, señorita Risai, como una subordinada o seguidora. Usted eligió seguir a Su Majestad desde el principio, antes de ser obligada a, siento que eres alguien aparte”. “¿Realmente lo cree?” “Si. Esa es la razón por la que pensé en ti. Los otros hubieran temblado al expresar sus dudas. Sentí que les hablaba sobre mis dudas, las rechazarían ahí mismo. Usted me pareció alguien diferente al resto. Quizás porque usted es una mujer como yo”. “Me alegro que lo pensara así”, respondió Risai. Las dudas de Kaei no eran para nada irrazonables. Los servidores de Gyousou habían servido a su sombra por mucho tiempo. Entendían su temperamento y la forma en la que pensaba. Profundos lazos de confianza se habían formado. Estos lazos eran tan profundos que a veces ella se sentía forastera. Y si esto era cierto para Risai, más lo sería para Kaei. Era natural para Kaei sentirse extranjera en una tierra extraña, apoderada por sentimientos de aislamiento y alienación. “Mi sentido de aprehensión bien puede surgir por consecuencia de la soledad e inseguridad”, admitió Kaei con una humilde sonrisa. “Cuando Su Majestad opina sobre algún asunto, todo el mundo, empezando por usted, señorita Risai, parece entenderlo inmediatamente, como si entendiera el significado y la intención con una sola palabra. Así me parece a mí. Soy la única que no entiende el panorama que se presenta para el resto de ustedes. Todos las demás han optado por tomar la información en grandes proyectos, purificando su esencia, y avanzando mientras yo estoy todavía mirando mi entorno, asustada hasta la muerte. Me siento como una niña perdida al lado de la ruta”. “No creo que todos entendamos automáticamente cada punto que Su Majestad desea”. “¿De verdad cree que ese es el caso?” “Lo más probable. Hay muchas cosas que Su Majestad plantea que no entiendo. Pero si ese es el camino que decidió tomar, entonces lo considero lo suficientemente bueno para mí por el momento”. “Así que es capaz de confiar en su palabra y continuar”. Había un toque de tristeza en su voz, acompañada por los ecos de débiles dudas.

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“No exactamente. No pretendo dar a entender que confío ciegamente. Me temo que no me he explicado claramente, pero Su Majestad y yo somos diferentes”. “¿Diferentes?” “La primera vez que nos encontramos, pensé: Esto es a lo que se refieren por pertenecer a diferentes mundos. Me refiero, simplemente miramos el mundo con diferentes ojos. La suya es un mundo que gente como yo no puede entender realmente”. Kaei se sumergió en sus pensamientos por un minuto. Entonces levantó su cabeza rápidamente. “Sabía que el reinado del Rey Kyou no duraría mucho. Y todavía no puedo llevar mis pensamientos más allá del mundo que veo frente a mí. Algo así ¿verdad?” “Si, así. Odio admitirlo, pero me encuentro en el mismo lugar. Sabía que el Rey Kyou no reinaría por muchos años. Tai caería en desgracia. Forajidos y bandoleros guiarían al reino a una tiranía. Podía verlo en el futuro. Pero mi mente no llegaba más allá de ese punto. Ni siquiera sentía la necesidad de pensar más allá de ese punto. Y peor, no podía entender que era eso que debía pensar”. “Entiendo”. “Observando a Su Majestad en acción, pensé: Si, eso es. El barco del Estado fue mal enlistado y puesto en el agua. Siendo ese el caso, los soldados debían estar listos para enviar las bombas. Cultivar ese tipo de mano de obra e instalar donde debe tomaría su tiempo. Me he dado cuenta que dando luto al reino caído, debes prepararte para levantarte. Pero en ese momento esos pensamientos no pasaron a mi mente. Tal lasitud me sorprende incluso ahora. Pude oír las campanas del peaje, pero no podía imaginar que alguna vez tocaran por mí”. Kaei asintió. “Pero eran aparentemente para Su Majestad”. “Eso es lo que yo creo. Esa es la diferencia entre nosotros. Mi mente no pudo llegar tan lejos. Mis pensamientos eran insuficientes. Pero no estoy diciendo lo que realmente quiero. Me hubiera gustado creer que, dada la oportunidad, habría llegado a las mismas conclusiones. Sin embargo, era una oportunidad que simplemente no estaba preparada a aprovechar”. Risai asintió para sí y continuó. “Eso es lo que trato de recordar cuando no puedo ver por mi misma el objetivo que Su Majestad se fijó. Confío que Su Majestad puede ver lo que yo no. Si siento claras dudas u obvias faltas, por supuesto objetaré. Pero yo no tengo esas dudas o faltas. Eso es lo que viene a mi mente en esos momentos en los que no entiendo. Eso es lo que me permite condonar sus acciones. Y cuando veo los resultados, estoy segura de que todo será más claro y que veré el fin del principio”. “Veo”, dijo Kaei sin gran seguridad, una vez más mirando a Risai con ansiedad en los ojos. “¿Cree que el Taiho también concuerda?” Ahora ella estaba tan cerca, pensó Risai. “Eso es…” “Solo sé que si cuando la palabra de problemas llega a los oídos del Taiho, lo herirá profundamente. ¿No es de todas maneras el proceder de enviar al Taiho a un país extranjero

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una táctica de de mano dura? ¿Qué si el Taiho sabía que se haría una purga mientras él se encontraba en el extranjero? No es sólo la existencia de una purga lo que le causa dolor. ¿No sería el hecho de que no puede hacer nada, que no podía apelar por la compasión o la clemencia, lo que deja las profundas cicatrices?” Risai cayó en silencio. Pensando en el punto de vista de Taiki, la sensación que vino a ella era que él se culpaba a sí mismo por fallar al hacer nada. Y al mismo tiempo, si él se daba cuenta que fue enviado al extranjero para evitar que hiciera algo, eso le dolería aún más. “Mientras no me digne a leer la mente del Taiho, puedo ver como la decisión de Su Majestad ha hecho parecer como un abandonamiento de parte de Taiho. No puedo pensar que sea cierto de todo la que Su Majestad está tratando de hacer”. “Señorita Kaei”. Kaei sonrió tristemente. “Bueno, parece que todo lo que hice fue quejarme. Esa es la forma en la que veo las cosas. Su Majestad tomará sólo a sus servidores que confíen en él incondicionalmente y lanzando sus reformas a máxima velocidad. La misma forma en la que los sentimientos del Taiho se dejen aparte, por lo que muchas cosas también. O eso me parece a mí”. ¿Qué otras cosas se dejarían de lado?, quería preguntar Risai, pero tuvo el presentimiento de que Kaei no respondería esa pregunta. Quizás Kaei estaba perturbada sólo por la rapidez del curso de la paz. Esto no quería decir que ella podía proveer evidencias físicas para apoyar sus sentimientos. Sus ansiedades sobre Gyousou eran realmente su sentido de pánico al subirse a los rápidos que él había creado. Muchos se sentían igual. A nadie le gustan los cambios rápidos. No, ni mucho menos. Hubo mucha gente que abrazó instintivamente sus temores. Y los que temblaron ante la falta de decisión de Gyousou para resolver los problemas. Y los que se opusieron simplemente por el hecho de oponerse. Chirriantes ruedas en busca de grasa. La oposición a Su Majestad bajo normales circunstancias estaba relacionada a la resatisfacción con la forma en la que eran tratados, dudando acerca de la competencia con el gobierno, o haber nacido fuera de algunos desacuerdos con la personalidad del rey. Todavía Kaei mostraba preocupaciones sobre que en la forma en la que era tratada no significaba que cuestionara la capacidad de Gyousou. Sus preocupaciones le sonaban más a Risai como desacuerdos con la personalidad de Gyousou, pero eso no era probablemente la totalidad de la misma. La raíz del problema radicaba en el miedo irracional de Kaei a los cambios rápidos. Una brillante luz brilló en la oscuridad. No era la culpa de Gyousou, y nadie le echaba la culpa a él directamente. Si no, habría sido fácil de entender. Fácil de leer. Esos problemas habrían tendido a avanzar. Risai no sabía donde y en qué forma esos sentimientos se escondían. Esta opacidad era lo que encontraba atemorizante, pensó Risai, mientras se despedía de Kaei.

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Capítulo 14 Risai y Kaei crecieron juntas después de eso. Risai no era una recién llegada como Kaei, y técnicamente no era una subordinada de Gyousou. Ambas eran mujeres, pero una era una funcionario civil y la otra una oficial militar. Tal vez siendo tan diferentes era la razón por la que se llevaban tan bien juntas. Kaei llevaba una expresión de preocupación en su rostro como siempre. Taiki se dirigía a Ren y la caza de invierno había comenzado en serio, dejándola aún más deprimida. Se sentía sumida en la incertidumbre. Funcionarios gubernamentales de todos tipos eran sentados en el banquillo para que respondieran por todos sus pecados. Correspondía a Kaei evaluar los cargos y dictar las sentencias. El grito de los burócratas ya se le había levantado, que las sentencias eran demasiado leves. Incuso cuando endurecía su corazón la llamaban blanda a sus espaldas. Con una voz, aquellos quienes no sabían nada de estas personas o sus circunstancias asediaban el ministerio. ¿Serían estos oficiales corruptos que habían echo lo que les placía mientras servían al rey anterior ignorados? ¿Se les permitiría correr libres sin reproche? Las amargas críticas caían. Las agresiones se llevaban su mente y cuerpo. “¿Por qué estoy a cargo del Ministerio de Otoño? Risai, no puedo entender en qué estaba Su Majestad pensando”. Kaei se sentó en su oficina en el ministerio y lloró. La rutina diaria de su trabajo no había echo más que convertirlo en su segundo hogar. En una pérdida de palabras consoladoras, Risai salió al exterior del Palacio. Era de noche. El mundo sobre el Mar de Nubes debe ser más cálido que el mundo de abajo, pero los jardines eran suficiente fríos que las heladas ya habían comenzado a caer. Una ligera brisa soplaba. Risai llegó a pensar que había sangre en el aire. De hecho, no debería haber ninguna razón por la cual hubiese tal olor en las linderas del Palacio. Los funcionarios fueron arrestados y entregados al Ministerio de Otoño, y después llevados a la horca. Dependiendo de las circunstancias, Risai y sus colegas tenían la responsabilidad clandestina de disponer de los cuerpos. Por la necesidad de actuar de manera encubierta, Risai empleaba el mínimo número de subordinados. Ella llegó a ensuciarse las manos también. Ella había sido reducida a escavadota de tumbas en ocasiones, y estaba segura que el hedor se filtraba en su piel. Pero ella podía vivir con ello. Como soldado, ella había sido herida hasta la muerte. Pero Kaei… Por alguna razón u otra, Risai se encontró en el Palacio Interior. Marchando a la Puerta que llevaba al Seishin, se detuvo en sus pasos. Los seis generales de la Armada Imperial tenían permiso de Gyousou para entrar al Seishin cuando quisieran. ¿Pero qué es lo que ella le diría cuando estuvieran frente a frente? No tenía idea. Finalmente se dio vuelta y se fue con el corazón triste.

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Se sentó en una esquina de un gazebo dentro de los jardines del Palacio Interior, demasiado cansada para continuar. Kaei realmente está en mal estado. Risai encorvó sus hombros y suspiró. Detrás de ella una voz dijo: “Te ves agotada”. Instintivamente enderezó su postura. Mirando sobre su hombro, era de hecho Gyousou quien había ido a ella. “Bueno, ese no es realmente el problema”. “¿Te importa si me siento?” Risai asintió en silencio. Él le preguntó, “¿No tienes frío?” “Está algo frío”. Su ánimo era como fragmentos de hielo. Comparado con como se sentía por dentro, la helada cayendo en las mesas de piedra, difícilmente le afectaba. “¿Has llegado a conocer bastante bien a Kaei?” Ese comentario fue suficiente para hacer saltar a Risai de sus pies y salir corriendo. Él probablemente tenía algunas amonestaciones que quería hacer llegar a Kaei. Pero justo ahora Risai no quería oírlas. “El hecho es que ustedes son muy buenas amigas”. “S…si”. “Hay algo que me gustaría preguntarle a nombre mío: si consideró tomar un año sabático”. Los ojos de Risai se abrieron en sorpresa. “¿Está hablando de despedir a Kaei?” Ella fijó sus ojos en él y Gyousou sonrió irónicamente. “Nada de eso. No quiero decir que estoy insatisfecho con el trabajo que está haciendo, pero parece que está asumiendo una gran carga”. “No creo que Kaei lo considere una carga. Ella lo considera su trabajo”. De lo que él estaba hablando (de despedir a Kaei como Daishik) significaría quitarla de la Corte Imperial. Esa sería una degradación para cualquier funcionario público. Y así Risai basó su defensa. “Ella está trabajando tan duro como puede. Está siendo criticada por todos los cuarteles, pero quizás Kaei nunca se ajustó bien con el Ministerio de Otoño desde el principio”. “Quizás”, concordó Gyousou. Risai tembló a pesar de que no fuera por el frío. Era su furia. “Si entiende tanto, Su Majestad, entonces ¿por qué nombrarla ministro en primer lugar?” “Te refieres, que el Daishikou parece terriblemente blando con los criminales…”

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“Si, realmente. Lo que es el porque de porque dije que ella no es la persona correcta para el trabajo”. “Lo que es la razón de porque ella es la persona correcta para ese trabajo”. Su respuesta le quitó el aire de la boca y la dejó sin palabras. “Como alguien que es “suave con los criminales”, Kaei sirve como contrapeso a la los remolinos de locura a nuestro alrededor. Sin embargo, desde su perspectiva, debe haber límites que ella debe soportar. Si las cosas se ponen más difíciles de lo que ella pueda aguantar, estaría feliz de transferirla a otra posición. Say, el Ministro de Primavera o de las tierras. Hágale saber que se puede hacer un arreglo de este u otro tipo”. Pero, pensó Risai. Parece que Gyousou mismo entiende que su revolución está tirando las cosas abajo. “Juzgando y sentenciando no es algo fácil de controlar. Como una piedra que cae de una colina, solo toma velocidad. Por el momento, debe permitírsele rodar. Eso es porque considero que el único ministro menos adecuado para la posición es el más adecuado”. “Si, lo veo”. “Pero está matando a Kaei. No deseo ver a un ministro capaz y prometedor roto por un peso así. Si yo le recomendara que tomase una licencia personalmente, Kaei lo tomaría como una degradación. Pero si tu la abordaras con el tema como amiga, creo que tomaría la recomendación con el ánimo de la intención”. Risai por una vez sintió un gran peso quitado de sus hombros. Tomó una respiración profunda y luego la dejó ir. “¿Sería posible que usted procediera de un modo más leve y moderado? Kaei no es una soldado. Ella lo siente como una responsabilidad poner todo en orden y avanzar a un ritmo moderado. Creo que haciéndolo le quitaría algunas presiones de encima”. “Excepto por eso nuestras metas deben lograrse para cuando Kouri regrese. He sido informado que Kouri dejó Ren. Eso nos deja no más de una quincena para trabajar”. “¿Puede ser esto logrado en la ausencia del Taiho?” “Eso creo”. “Pero después de que regrese a Tai, va a escuchar las cosas. Lo que ha estado sucediendo (más allá de la simple purga) no puede reprimirse. Y cuando lo encuentre, ¿no le destrozaría el corazón? ¿No sería mejor informarle antes de que suceda?” “El kirin”, hizo notar Gyousou con una leve sonrisa, “es llamado el producto de la voluntad de la gente. Lo que debe ser ocultado a la gente también debe ser ocultado al kirin”. “¿Realmente así lo cree? O quizás, ¿es el tipo de cosa que preferiría que el Taiho no viese u oyese? ¿Y cómo puede ser esto ocultado a los ojos de la gente? Si la verdad de la purga llega

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a la luz, seguramente se alarmarían. Pero aquellos que conspiraron para causar tanto dolor durante el reinado del Rey Kyou deben ser llevados ante la justicia. El pueblo quiere saber si sus opresores son castigados y que está haciendo el Ministro de Otoño con ello. Si estos gritos de resatisfacción no pueden ser respondidos, no estarán satisfechos con lo que se halla hecho”. Una dinastía debe llegar a su fin en el momento en el que el rey muera. Pero eso no trae un final al sufrimiento de las personas. Para ellos, un hubo una clara línea que marcara el fin de una dinastía y el principio de otra. Una dinastía débil incrementa su sufrimiento, y entonces la nueva Corte Imperial olvida que sigue los antiguos pecados de los burócratas. Incluso con la coronación del nuevo rey, los primeros días seguramente estuvieron llenos de caos. El sufrimiento de la gente no terminó con la coronación. Ellos necesitaban alguna señal que les indicara el fin de la era maligna, algo que desviara las miradas del antiguo régimen. Algo que trajera ambas partes como una sola y que dijera que el sufrimiento de la gente había acabado y una nueva era amanecía en la cual las cosas se harían de nuevo. “Ese podría ser el caso”. “Pero…” “Pero no deseo que Kouri vea nada de esto. Él sigue siendo pequeño y no puede soportar ver la sangre. Es un kirin después de todo”. “Si realmente está preocupado por los sentimientos del Taiho, ¿no debería estar considerando sus sentimientos cuando descubra lo que ha estado sucediendo en su ausencia? Cuando descubra después del hecho (cuando no puede cambiar nada) que fue enviado fuera del reino para asegurar que no pudiera cambiar nada, ¿cómo se sentirá entonces?” Le pareció a Risai que estaba olvidando su lugar y diciendo más de lo que debía, pero Gyousou asintió. “Es lamentable. Sin embargo, esas son cosas que no puedo hacer”. Risai inclinó su cabeza. “A veces, Kouri me muestra un rostro atemorizado. Para mí, estoy viendo en ello el rostro de ansiedad de la gente”. Asustada, Risai miró a Gyousou. El kirin es la encarnación de la voluntad del pueblo... a veces me pregunto si eso no es lo que estoy viendo. El miedo de la guerra y del derramamiento de sangre, ¿no está eso en la naturaleza de la gente también? El difunto rey surgió de la administración pública. Como consecuencia, sus últimos días no terminaron en atrocidades. En vez, el reino murió en un largo deterioro. Tomando un rey de las fuerzas armadas es el mayor efecto para reavivar la fe de la gente, pero al mismo tiempo apenas calma sus temores. Cuando un rey militar es decidido, sus caídas son las más desastrosas. Ese es el miedo que creo ver reflejado en los ojos de Kouri”.

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Esta persona, pensó Risai, y luego olvidó el resto de lo que quería decir. No sabía como expresar lo que sentía en ese preciso momento. Algo extraordinario. Algo lejos de lo corriente. Ella tenía que preocuparse si él estaba mirando a ese extrañable niño con los mismos ojos. “Esta vez, no es algo que quiera que vea Kouri. Y siendo ese el caso, debe alejarse de los ojos de la gente también. Kouri existe para tomar medidas de ese tipo de cosas. La confianza de la gente todavía no ha llegado a esa etapa…” Sí, Risai asintió. Al mismo tiempo ella no podía evitar sentir, si, Gyousou no es uno de nosotros. Taiki le parecía más que un pequeño niño. Y una vez que había ejercido la máxima responsabilidad eligiendo a un rey… un inservible e impotente niño. Pero así no era como Gyousou lo veía. Taiki continuaba teniendo un gran e importante rol que cumplir, y no como su adorable perrito faldero. Pero por supuesto que así fue como las cosas fueron. Pero Taiki no era un chico sino un kirin. No importaba cuantas veces se le había explicado, era la primera vez que ella lo entendía por sí misma. “Tan lejos como respectan estos eventos. Kouri se mantendrá en la oscuridad. Y al igual la gente. Actuando con la debida rapidez, y manteniéndose en las sombras lo más posible, el conocimiento de lo que había ocurrido se mantendría lejos de él”. “Entiendo”. Risai cedió. Gyousou asintió y se levantó. Risai lo vio irse y luego volvió con Kaei. Por razones completamente diferentes a las anteriores, Kaei se quebró y lloró. Finalmente parecía haber bajado la guardia. Después de haber llorado por un rato, Kaei sonrió como un cielo de verano limpio después de la tormenta. “Risai, entiendo cuando dices que Su Majestad es un tipo de persona diferente a nosotras. Siento que incluso puedo encontrar una forma de estar de acuerdo”. “Siento que mi fe ha sido confirmada también”. Acordó Risai con una humilde sonrisa. Kaei parecía estar tomando las cosas más tranquilas después de eso. Las diferencias de temperamento entre Kaei y los subordinados de Gyousou parecía estar en equilibrio, y ella pareció ser vista como parte del séquito de Gyousou. Desde ese momento, Risai pensó ver cambios similares aquí y allá. Empezó a oír cuestionantes voces en público al mismo tiempo en el que Kaei había expresado sus preocupaciones: aquellos quienes, como Kaei, no estaban acostumbrados a los métodos de Gyousou; en los que los rápidos cambios producen gran ansiedad. Parecían haber más de los que Risai había imaginado. Sin embargo, el volumen de esas voces disminuyó. Poco a poco, la Corte Imperial se convirtió en su propósito. O así era como a ella le pareció. Y Risai encontró este temor. No podía colocar sus preocupaciones en palabras. Si se forzaba a hablar de sus sentimientos, ella probablemente diría que estaba preocupada de algo que se lograba tan bien, podía terminar tan mal. El producto final de cualquier manera sería el

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mismo, las únicas diferencias eran las direcciones en las que viajaban. De la misma manera un feroz rey se abría a las calamidades, ¿no era Gyousou abriendo la puerta a los desastres? En cualquier caso, la Corte Imperial estaba de pie y mostró un frente unificado. Dudando sobre las reglas militares de Gyousou, la ansiedad por la velocidad de las reformas, y temores sobre las resoluciones de sus acciones parecían desvanecerse. Los problemáticos burócratas y ministros fueron tratados antes del regreso de Taiki. Con el desagrado fuera de este gran mal, todos creían que las cosas no comenzarían a avanzar. Ellos mantenían sus ojos abiertos, haciendo preparaciones y buscando signos de avance. Diferencias de temperamentos, y la discordia entre aquellos que se llamaban subordinados y los que no, se resolvieron también. No debería de haber problemas después de esto. Sin embargo, Risai sintió que faltaba algo (algo que no había visto) que debía tener. Alguna otra semilla de destrucción estaba escondida en las profundidades de la sombra en el fondo de allí. No podía aclarar sus sentimientos. Y de hecho, se acercaba la primavera por debajo de las plácidas olas.

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Interludio Le tomó un tiempo a Taiki entender exactamente lo que le había sucedido. Poniéndolo en términos sencillos, había sido como “El Viaje de Chihiro”. Regañado por su abuela y enviado al patio, repentinamente desapareció del lugar donde estaba parado. Él no podía recordar el momento en el que desapareció. Como si dormitando por un sueño, después de un vago intervalo en un espacio vacante, había vuelto a su hogar. Más de un año había pasado en ese intervalo, pero él no sentía el paso del tiempo. Por lo que encontraba imposible de explicar lo que no existía. La policía y un doctor fueron llamados. Subsecuentemente fue enviado de un lugar a otro con psicólogos infantiles. Los adultos parecían decididos a descubrir el tiempo perdido, pero no podía recordar nada. No importaba cuanto se preocupara, nada ocurría. Entre el patio nevado y el frente de la casa en el día del funeral de su abuela, una nebulosa sensación de paso había tenido lugar, pero los dos eventos le parecían como dos eslabones de una misma cadena. Los cambios que habían ocurrido en el mundo, no a él. Su abuela había muerto. Su hermano de repente era mayor y su compañero, en vez de estar un año detrás. Los niños que antes eran sus compañeros estaban todos un año adelante. Pero nadie más notó este cambio en el universo. Él era el único fuera de ritmo. Por lo que una gran diferencia nació entre él y los demás, algo bastante básico que había dado lugar a discrepancias manteniéndolo fuera de sincronía con los otros. Por supuesto no tenían idea, pero (desconocido para él también) comenzó a perderse. Él no se dio cuenta que por cada día que pasaba acá, otro día era perdido. No solo eso, no era conciente que la “bestia” impregnada en su alma, que definitivamente era, estaba siendo dañada día a día. El shoku y las exigentes demandas para la recuperación agotaban su fuerza vital. Y había incluso más curando lo que su cuerpo requería. Después de varios meses y años pasaron, su cuerno probablemente perdió la habilidad de recuperarse, incluso en su entorno apropiado. “¿Qué sucede?” le preguntó su padre. “¿No tienes hambre?” Su padre vio como su hijo dejó de mover los palitos. Sentados a la mesa, su hijo miraba la cena con desconcierto. Como si para intervenir, su madre lo acarició en la cabeza y dijo, “Ahora que lo mencionas, a él nunca le gustó la carne. Me olvidé completamente. Lo siento”. “Deberías dejar de mimarlo” dijo su padre fríamente. “Tu madre prepara la comida que cree que es mejor para ti. Hay pequeños chicos como vos hambrientos en África, lo sabes. Ser un comedor selectivo es el doble de malo. Debes comer una dieta balanceada”. “Mucho te ha pasado. Debes estar exhausto”. Su madre colocó sus brazos alrededor de sus hombros y seriamente trató de enterrar sus diferencias. “Esta grasosa comida es realmente picante. Está bien. Puedes dejarlo en el plato”.

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“No, no es así”, dijo su padre en una voz más fría. “No puedes ir por ahí tratándolo como si fuera especial. Él tendrá mucho más que comida con la cual lidiar. No puede contar con que la gente sienta lástima de él. Después de esto, estaremos oyendo todo tipo de chismes del barrio. Mejor será que se endurezca antes que sea demasiado tarde”. “Pero…” empezó a decir su madre. Su padre la ignoró y se giró hacia su hijo. “¿Entiendes?”. “S-si. Lo siento”. Asintió, tomó los palitos y siguió con la comida. Por supuesto, no sabía que haciendo eso retrasaba aún más su recuperación. Los hombros de Sanshi se sacudían en medio de su letargo. Todavía medio dormida, levantaba la cabeza ligeramente. Envuelta por la dorada oscuridad, el leve olor a sangre la arrastraba a su pasado. ¿Qué es esto? se quedó perpleja y despierta en una esquina de su conciencia. Este desagradable rastro de extranjeros. Esto que llama a los sentimientos de inquietud. Sanshi levantó momentáneamente su cabeza, tratando de ver más allá de la dura cáscara, pero se rindió por la frustración. Supongo que no fue nada. Debe haber sido solo su imaginación. Se estaba preocupando demasiado. Una gran emergencia raramente venía de la nada. O eso era lo que trataba de convencerse. Sanshi entendió que, en un momento de crisis, Taiki había instintivamente provocado un shoku. Sintiendo a sus atacantes, llamó al shoku e hizo su escape. Pasó a través de la puerta, y al otro lado de la puerta estaba el mundo extraño. El mismo mundo extraño al que Taiki había sido llevado cuando estaba dentro del fruto dorado. Cuando una inesperada amenaza se presentó, su subconsciente, en extremo, tomó la decisión correcta. Taiki instintivamente huyó al mundo que una vez había sido habitado por gente que conocía. La madre cuyo vientre había pedido prestado y su esposo. Y su hijo. Entre los cuales él podía ser llamado su hermano “sustituto”, él estaba más allá del alcance de sus asaltantes. Taiki había elegido un lugar donde su seguridad estaría garantizada. Donde esperaba que nada saliera mal. Los enemigos de Taiki difícilmente lo perseguirían. Sanshi sabía en el centro de su ser lo difícil que sería encontrar a Taiki, habiéndolo perdido cuando estaba en el huevo. Incluso descubriendo su ubicación tomaría tiempo, y si Sanshi se preocupaba por los ataques externos, entonces deberían estar bien.

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Cayó de nuevo en el sueño, diciéndose que todo estaba bien. Después de un lapso de tiempo indeterminado había pasado, se despertó nuevamente por una extraña sensación. Esto pasó repetidamente, a medida de que Sanshi no podía hace caso omiso de esos desagradables ataques en sus sentidos. ¿Qué sucede? Se preguntó, levantando su cabeza. Ella rondaba en el atardecer azafrán, tratando de averiguar el origen de las molestias. “Es veneno…” dijo la voz de Gouran de algún lugar de la oscuridad. Sanshi entendió finalmente. No era veneno, pero se le había servido comida tan contaminada que parecía veneno. “¿Por qué?” se preguntó. No podían ser sus padres sustitutos, ¿o si? Taiki eligió venir acá porque estaría a salvo. Pero parece que lo están lastimando aún más. Si esto no puede parar (Sanshi se quebró) auto imponiéndose la prohibición estaba a punto se saltar fuera del cascarón. Resonando de desconocidos lugares, una voz comprobaba sus acciones. “¿Estás diciendo que lo están reteniendo en contra de su voluntad? ¿Esos son sus carceleros?” Las palabras de Gouran golpearon a Sanshi como la única explicación. “No parece posible. ¿Cómo pudieron nuestros enemigos hallan previsto todo esto?” Sabiendo que Taiki escaparía aquí, ¿tenían a alguien que se adelantó sustituyendo a sus padres? ¿Era una cosa así posible? “Todavía, no entiendo qué es lo que está lo dañando a tal extremo”. “Pero se le está sirviendo comida envenenada”. “No percibo enemigos. Quizás son intimidados por los poderes de Taiki y tratan de tenerlo bajo control”. Eso parece probable, concordó Gouran desde las profundidades de la oscuridad. “Si es así, siembre que sean suaves carceleros su vida no parecerá estar en peligro”. “Si se resiste, seguramente lo entregarán a los enemigos”. Quizás, murmuró Gouran. Sanshi se encontraba en una pérdida total. ¿Deberían continuar en este estado de continuidad, o intentar aplastar a sus carceleros y liberar a Taiki? Pero haciendo eso debilitaría enormemente las fuerzas vitales de Taiki. Y además, él no tenía el cuerno y los lazos psíquicos estaban bastante débiles. Probablemente lo mejor sería permanecer allí, conservar la energía, y prepararse para un eventual ataque. Incluso si escapaba de sus carceleros, Taiki no tenía ningún lugar al cual ir, y Sanshi no tenía la menor idea de donde ese lugar podría encontrarse. Por supuesto no podían regresar a Tai en

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un estado tan peligroso. El único lugar seguro en el mundo era el centro, el Monte Hou. Pero ni Taiki ni Sanshi o Gouran eran capaces de desencadenar otro shoku. Incluso si pudieran, el esfuerzo por lo menos comería la fugaz fuerza vital de Taiki. Más allá de la habilidad de regresar era la falta de un destino al cual regresar. Si atacaban dos o tres veces mientras buscaban un lugar para refugiarse, Sanshi no sabía si podría aguantar. Y si aguantaban, sus exhaustas fuerzas vitales, sería inevitable que dañarían el cuerpo de Taiki. Mientras Taiki fuera su prisionero, con “compasión”, las cosas no concluirían en un nuevo asalto. Si el veneno no era suficiente para matarlo, quizás deberían dejarlo pasar. “Taiki todavía necesita un santuario en este mundo”, dijo la voz de Gouran, como si fuera de lejos. “Algo que no sea el refugio de una prisión o el asilo provisto por los carceleros sería mejor. Tu presenciaste toda la conmoción del otro día”. Sanshi asintió. La gente rodeaba a Taiki. Debilitándolo física y mentalmente. En el nombre de la “investigación”, dando vueltas de tuerca con instrumentos de aspecto sospechoso. Tan lejos como pudiese estar de estas personas llamadas “policías” o “doctores”, probablemente podría aguantar siendo cautivo. Aún así, otra cosa diferente de este tipo de “santuario” sería preferible. “Preservémonos lo mejor que podamos, siempre y cuando el enemigo no haga un movimiento”. Descansar, pero estar en guardia. Su furtiva voz se perdió, y sintió que Gouran cayó en un sueño.

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Parte tres Ese día, tras su reunión matutina con el consejo privado, Youko regresaba al Palacio Interior para encontrar a un ave que la esperaba en su vivienda. El ave era un Ran, utilizada para la comunicación entre ministros. Los pájaros mensajeros llevaban mensajes de aquí allá, pero un Ran memorizaba los mensajes de las personas y lo comunicaba verbalmente. Como el Hou’ou (fénix) y el Hakuchi, el Ran residía en el Palacio Godou y podía ser usado únicamente por la emperatriz y con quien ella se estaba comunicando. En otras palabras, el Ran era el equivalente a una carta personal de la reina. El reino del cual provenía podía ser identificado por el color de las plumas de la cola del ave. Youko estaba algo sorprendida por la presencia del Ran. Ella le dio un grano de plata y en una alegre, y masculina voz, el ave dijo de abrir la Puerta Prohibida al mediodía. Y luego cerró el pico. Sonriendo, Youko bajó a la Puerta Prohibida exactamente al mediodía y esperó frente a la puerta. Los dos suugu llegaron justo a tiempo. “Gracias por venir de tan lejos a verme con tan poca anticipación”, les dijo a los dos con una divertida sonrisa cuando desmontaban. El más alto de los dos hombres levantó una ceja. “Tu pediste que te dejáramos saber si sabíamos algo sobre el asunto, y eso suena como que Kei tiene trabajo para mí”. “Ni siquiera el Chousai imaginaba que el Rey de En estaría entregando el reporte en persona. Gracias a usted, el comité de bienvenida está corriendo por ahí con nerviosismo”. Youko rió y se giró hacia él más joven de cabellos dorados que lo acompañaba. “Tampoco nos hemos visto en mucho tiempo, En Taiho”. “Sep”, dijo Enki Rokuta, ya dirigiéndose a la Puerta Prohibida. “A cerca de esa general de Tai, ¿está lista para recibir visitantes?” “Más o menos”. Mientras Youko guiaba a sus dos invitados de honor al Palacio Imperial, les dirigía sus preguntas sobre la tumultuosa llegada de Risai. Risai todavía no podía moverse y estaba confinada a su cama en una esquina del Seishin donde sus necesidades eran atendidas. “Los doctores han dicho que está bien moverla por ahora, así que creo que la moveremos a instalaciones más accesibles. Mientras esté despierta, debería estar para la conversación, pero no espere nada largo ni prolongado. El otro día, se perdió bastante en medio de nuestra discusión”. “Pero ¿has oído de las condiciones en Tai?” “Sólo el mínimo hasta ahora, pero… Ah, Koukan.”

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Koukan los estaba esperando a la entrada del Palacio Interior. Ella podía ver a Keiki y al Taishi Enho detrás de él. Después de intercambiar saludos, se dirigieron juntos al Seikisui-dai en la parte trasera de la Biblioteca Imperial. “Según Risai, parece que tanto el Rey de Tai como Taiki han desaparecido”. “Así parece”, concordó Shouryuu, el Rey de En, mientras se sentaba. “Hemos hecho repetir las búsquedas, pero no hay ningún taika en el Monte Hou. Eso significa que Taiki no está muerto. Viendo que el fénix no ha gritado, creo que el Rey de Tai también sigue vivo. La opinión general, de acuerdo con los refugiados de Tai, es que hubo un golpe de Estado. Esa parece ciertamente ser la más probable”. “Eso encajaría con las explicaciones de Risai. El Rey de Tai dejó la capital para suprimir una rebelión y no fue visto desde entonces. Pero los detalles todavía faltan”. “Algo pasó y salió del frente. No está muerto, pero tampoco a salvo. Quizás esté cautivo, o fue acosado por asesinos y tuvo que irse. En cualquier caso, los rebeldes tienen Tai bajo su control y el Rey de Tai no está en posición de defenderse en contra de ellos y reclamar el trono. ¿Pero qué hay de Taiki?” “Los detalles son igualmente confusos, pero su paradero es igualmente desconocido. Por alguna razón, se dice que un shoku (un meishoku) ocurrió en las cercanías del Palacio Real. El Palacio Hakkei reportó graves daños”. “¿Un meishoku?” Dijo Rokuta en una asustada voz. Una profunda expresión nubló su rostro. “Si, y después Taiki desapareció. Risai dijo que el los escombros se lo buscó repetidamente, pero no se encontró ningún rastro de él”. “Eso realmente me deja con una mala sensación”. “¿Una mala sensación?” Roukuta asintió otra vez. “Un meishoku ocurrió y Taiki desapareció. Más que eso, algunos accidentes o desastres tuvieron lugar. Actuando por una emergencia en ese momento, Taiki desencadenó un meishoku. Esa sería la mejor manera de explicarlo. El peor escenario, Taiki ni siquiera está en este mundo”. “¿Te refieres allí?” “No puedo decir exactamente, pero algo catastrófico ocurrió. Con el objetivo de escapar, Taiki causó un shoku y voló al otro mundo. Esa me parece la mejor explicación. Si eso es todo lo que era, entonces regresarlo no sería un problema. Normalmente, considerando que él se ha ido por seis años hasta ahora, debería preocuparme si algo más ocurre”. Youko asintió y miró a Shouryuu. “Dadas las circunstancias, ¿qué es lo que piensas de esto?” “¿Por cuál te referís?”

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“Me refiero, si el Rey de Tai ha muerto, entonces Taiki escogería al nuevo rey, ¿verdad? E incluso si el Rey estuviera bien, si Taiki muriera entonces el Rey de Tai pronto lo seguiría, en cuyo caso un nuevo taiki nacería en el Monte Hou. El nuevo kirin de Tai escogería al nuevo rey de Tai”. “Ese es realmente el caso”. “Sin embargo, Taiki no está muerto. Por lo que no existe ninguna razón para que nazca el siguiente kirin, ¿no? Pero tampoco creemos que el Rey de Tai esté muerto. Incluso si Taiki está vivo y sano, no hay necesidad que escoja un nuevo rey”. Shouryuu concordó. “Ese es el resumen de ello. Porque tanto el Rey de Tai y Taiki siguen viviendo, es lógico que no deba haber ningún cambio en el gobierno de Tai”. “Pero un gran número de refugiados están dejando en las costas de Tai. Tai se encuentra en un terrible estado”. “Si, lo está. Los youma están llegando a las costas en grandes números. El que una vez era el números de refugiados se ha reducido considerablemente”. “Un impostor está sentado en le trono. Los apropiados ritos y rituales de coronación no fueron realizados. El reino sigue en caos. ¿No tenemos ninguna forma de corregir estas injusticias?” “Mientras el verdadero Rey de Tai viva, el término de impostor no se aplica técnicamente. Pero está lo suficientemente cerca. En situaciones como esta, el único recurso para la gente de Tai es levantarse. No sabemos que ha sido del Rey de Tai y de Taiki, pero los señores provinciales y las personas deben unir sus fuerzas y derrocar al impostor. Entonces así permanecerían siendo fieles a las reglas del Reino.” “Pero seis años han pasado desde que el Rescripto Imperial indicaba que el Rey de Tai estaba muerto. Si todo eso era necesario para derrocar al impostor fuera una llamada a la acción, entonces ya habría ocurrido. ¿No arriesgó Risai su vida y brazo para venir acá y peticionarme lo porque eso no era posible?” “Probablemente” “De cualquier modo, incluso después de te tomaras la molestia de venir aquí, no hemos obtenido ninguna información útil realmente. En un análisis final, las cosas en Tai siguen como están. Incluso un shoku ocurrido en tierras del Palacio Imperial y que causa una gran cantidad de daños fue nuevo para nosotros. Toda la evidencia indica que el jefe de los gobernadores y altos funcionarios del Estado, quienes serían los que más sabrían sobre la situación (sin mencionar los ciudadanos de la capital) no habrían podido escapar. Risai es la única excepción. Es solo por su cuenta que sabemos sobre el grave estado en el que Tai se encuentra”. Shouryuu y Rokuta se quedaron en silencio. “Risai no tiene medios para salvar a Tai ella sola. Incluso si pudiéramos enviar gente para buscar al Rey de Tai y a Taiki…”

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Youko no había acabado de hablar cuando Shouryuu levantó la voz. “Eso lo entendemos perfectamente. Pero no es a lo que vinimos a decirte. Vine acá para ponerle fin a esto”. “¿A qué?” “Escucha. No importa que ocurra, no puedes enviar al Ejército Imperial a Tai”. Youko parpadeó. “¿Por qué no?” “Porque no puedes. A eso es a lo que se reduce”. “¿No regresé a Kei con tu apoyo?” “Eso fue diferente”, respondió enérgicamente. “Tu llegaste y pediste mi ayuda. La Reina de Kei fue impulsada por su reino y buscó refugio en En. No hice nada más que dejarla usar mi Armada Imperial”. “Comandaste, en lo que a mí respecta”. “Puede ser, pero eso no cambia nada. Es la ley de los Cielos. El pecado de llevar tropas a otro reino por alguna razón trae consecuencias inmediatas. Una violación tan grande que tanto el rey como el kirin sucumbirán en días”. Cuando Youko emitió una desconcertada mirada en la habitación, Taishi Enho asintió. “¿Está familiarizada con el incidente de Jun Tei?” “No” “Hace mucho tiempo, en el reino de Sai, había un rey con el nombre de Jun Tei. Durante su reinado, el rey del país vecino de Han se desvió del camino. Muchos de sus súbditos sufrieron grandes prohibiciones. Sintiendo pena por la gente de Han, envió al Ejército Imperial. Para ser preciso, no tenía intenciones de derrocar a la cabeza del otro reino. Él depositó a sus tropas en los pueblos cercanos a Han para asistir la gente de Han deseando cruzar el borde con Sai. No estaba haciendo más que tratar de hacer una evacuación, pero escasos días más tarde de que la Guardia Imperial cruzara a Han, el kirin murió. Jun Tei pronto lo siguió. Esto no era algo que el Cielo permitiera bajo ninguna circunstancia”. “Pero eso…” Shouryuu sacudió la cabeza, “Incluso si dices que estás cumpliendo con la voluntad de los Cielos, no está permitido. Incluso si no invades, si no usurpas, y lo haces por el bienestar de la gente, los ejércitos de un reino no pueden invadir otro. Sin embargo los motivos puros, la Providencia ha declarado este el pecado de los pecados. Por otra parte, después del incidente de Jun Tei, el kokushi fue cambiado de Sai, significando: purificación, a Sai, significando: comandar o morir”. Con una mirada a todos ellos, Shouryuu dijo, “Cuando Jun Tei murió, los caracteres del grabado desaparecieron del Sello Imperial como suelen. Pero cuando el nuevo rey ascendió al

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trono, los caracteres en el sello cambiaron a una segunda lectura de Sai. Las acciones del rey mismas cambiaron al Sello Imperial. Así fue cuan grave era su pecado. El kokushi de un reino raramente cambia, lo que debe indicar la gravedad del asunto”. “Entonces ¿simplemente los abandonamos a su suerte?” “Yo no dije eso. Hay gente en peligro y es justo hacer lo que podamos. Sin embargo, eso no es definitivamente una tarea sencilla como suena. La fortuna de Kei pesa en la balanza. No debes actuar precipitadamente”. “Puedo entender porque avisaría dejándolos así. Pero no sabe cuanto sufrió Risai para llegar al Palacio Kinpa. ¿Cómo puede decirme que le de la espalda a alguien que ha ido tan lejos para pedir mi ayuda?” “Lo mal interpretas. Eres la Emperatriz de Kei. No el Rey de Tai”. “Pero…” Shouryuu levantó su mano. “Algunos entre los refugiados dicen que el Rey de Tai fue asesinado, y Taiki con él. Y también dicen que el asesino fue el General Ryuu de la Guardia Provincial de Zui”. “Tonterías” “No creo que el Rey de Tai o Taiki estén muertos, y no pongo mucha confianza en los rumores. Aunque, necesitas tener en cuenta que no pocos de los refugiados han puesto el nombre del General Ryuu como el jefe de los rebeldes”.

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Capítulo 17 Ese mismo día, el doctor le permitió a Risai moverse a habitaciones más separadas. Ella aún no podía pararse por sí misma y tenía que ser trasportada en tablas. Con Koshou guiando el camino, tenía que aguantar una habitación que enfrentaba un jardín en una de las solariegas casas contiguas al Palacio Interior. Una vez que fue instalada en el otomano, un niño salió de un dormitorio cercano. “¡Bienvenida a casa! Hemos enderezado todo para ti. ¡Me asegure que todo estuviera hecho yo mismo!” “¿Es eso?” rió Koshou, colocando su mano en el hombro del niño. “Este de aquí es Keikei. Piensa en él como mi hermanito. Keikei, esta señorita va a vivir con nosotros. Quizás la tenga para que cuide de ti. Ella es una general de Tai. Su nombre es señorita Risai”. El chico miró a Risai con una gran sonrisa. “¿Te heriste mucho? ¿Te duele?” “Estoy bien. Debo disculparme por colocar una molestia para usted Keikei-dono”. “Oh, no tienes que llamarme así. Puedes tratarme como tu mayordomo”. El niño miró a Koshou. “Ah,” dijo, “Algunos del Ministerio de Verano vinieron y dejaron al kijuu en los establos. ¿Puedo cuidarlo?” “Si Risai dice que si. Es el kijuu de Risai”. “Vaya” dijo Keikei, apelando a Risai con una mirada de asombro y esperanza en su rostro. “¿Kijuu?” preguntó Risai, girando hacia Koshou. “¿Eh?” “Si, su kijuu está bien. Quería que lo viera por usted misma, pero el Ministro del Cielo se negó ante mi deseo de traerlo al palacio”. “Desearía que hubiera alguna forma de agradecérselo”. “No, no hay nada de que agradecer. Pero aparte de eso, ¿cree que esté bien que Keikei lo cuide? No ha cuidado jamás de un kijuu. ¡Tendrá que explicarlo en detalles para él!” “Pero por supuesto”, dijo Risai, y Keikei reaccionó con un tranquilo grito de triunfo. “Mientras tanto, ¿quisiera nuestra invitada una taza de té?” sugirió Koshou. Keikei brincó a sus pies. “Oh, lo olvidé”, dijo, su voz resonaba en las paredes mientras salía corriendo de la habitación. “No quisiera curiosear”, dijo Risai, “pero ¿es el niño suyo?” “Ah, no. No estamos relacionados en lo más mínimo. Todos sus parientes fueron asesinados y Youko lo tomó bajo su cuidado”.

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“Youko… ¿se refiere a la Reina de Kei?” “Si. Aunque no tiene tiempo para cuidar de él, por lo que me pidió a mí”. “Entonces es su casa, supongo”. “Mmm... es difícil decir de quien es”. Risai parpadeó. “Probablemente sería mejor llamarla la residencia del Taishi, creo. Tenemos una esquina del fondo de la oficina del Taishi, vivimos acá gracias a la gentileza de Enho. O quizás debería decir que nos está dejando ocupar unas pocas de sus habitaciones”. “Entonces ¿Koshou y el Taishi están relacionados?” “Ah, no, para nada”. “Perdone que siga preguntando, es que yo solo me preguntaba…” Risai estaba pensando en ello cuando Keikei regresó a la habitación, llevando un juego de té. “Ey, Koshou. Youko está viniendo”. “¿Lo está?” “Se. Ella dijo que quería hablar con Risai. Preguntó si estaba bien entrar”. “Si, por favor”. Koshou y Keikei asintieron y se retiraron. Después que se fueron, cinco personas entraron a la habitación. La Reina de Kei a la cabeza. Keiki y el Chousai, a quienes ella había conocido el otro día. Y entonces un hombre que nunca había conocido, y un niño rubio”. “Él es el Rey de Eh y el Taiho de En”. Asustada, Risai miró a ambos lados entre el Rey y el jefe de sus súbditos. “Pero ¿por qué Sus Majestades…? “He oído que están relacionados con el Rey de Tai y el Taiho de Tai. Ahora, Risai, ¿le importaría retomar desde donde lo dejó ayer? Nos gustaría escuchar su honesta evaluación de la situación actual de Tai”. Risai presionó su mano contra su pecho. “Tai está en una condición terrible. Lo peor es la ausencia de Su Majestad y el Taiho”. Los verdes ojos de La Emperatriz la miraron con atención. “Entre los refugiados de Tai, hay algunos que dicen que el Rey de Tai y el Taiho fueron asesinados. Y que el asesino fue un General de la Guardia Provincial de Zui”.

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Los ojos de Risai se abrieron completamente en shock. “¡Eso no es verdad! ¡Se equivocan!” “Necesitamos confirmar la verdad. No te molestes”. Risai intentó levantarse. Youko la sentó. “No, no es verdad. Sé a que están apuntando. Fui etiquetada como traidora y perseguida por mucho tiempo. Pero eso es lo que se dice”. “Entiendo”. Risai la miró y vio un signo de preocupación en sus ojos. Respiró y suspiró de alivio. Ya sea por el estrés o el socorro, una fuerte, adormecida sensación de malestar la inundó. “Innumerables órdenes de captura fueron emitidas para capturarme en las tierras en las que cometí regicidio, o que alguien detrás de escena me manipuló para hacerlo. Pero todos están equivocados”. Risai captó la joya que colgaba contra su pecho con su mano. Al mismo tiempo que Gyousou partía a la Provincia de Bun, Risai y sus soldados y el resto de la Armada Imperial restante asumieron sus estaciones en torno a Kouki. Había innumerables tareas que hacer además de la defensa de la capital. Tuvieron que hacerse cargo de las obligaciones de la parte de los soldados que se dirigían a la Provincia de Bun también. En medio de todo, un rumor comenzó a circular alrededor del Palacio Imperial. Trabajando hasta el agotamiento a diario, Risai fue tal vez la última persona en oírlo. Desde temprano en la mañana hasta tarde en la noche, había atendido los asuntos en Kouki, recogiendo la flojera por los soldados faltantes. Regresó exhausta a sus cuarteles en la noche, encontró a Kaei esperándola con una ansiosa expresión en la cara. “Espero no haberte hecho esperar mucho”, dijo Risai aprensivamente, entrando en conversación. Un sirviente le dijo que Kaei había estado esperando su retorno. La primavera aún estaba en cerca y la entrada principal estaba fría y oscura, por lo que los sirvientes no la habían dejad allí. Sentada allí completamente sola, Kaei la sorprendió con todos los ánimos desalentados. “Deberías haber dejado un mensaje. Lo habría regresado pronto”, dijo Risai. Kaei comenzó un poco y serió. “Oh, no te preocupes. Sé lo ocupada que estás. Lamento interrumpir”. El ama de llaves aparentemente sintió la necesidad y buscó algo para comer y tomar, pero no parecía que Kaei lo hubiera tocado. Su aspecto tenso y la mirada en su rostro cuando sus ojos se cruzaron le dijeron a Risai que no venia con buenas noticias. “Risai, ¿has escuchado los extraños rumores que circulan?” “¿Rumores?”

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“Si, no estoy particularmente conectada con los asuntos militares, así que no estoy muy segura de cómo reaccionar, pero…” Miró de cerca la cara de Risai. “Hay algunos que dicen que la expedición de Su Majestad a Tetsui en la Provincia de Bun es un camino muy largo”. “¿Un camino muy largo?” Kaei asintió, nerviosamente plegando sus manos juntas. “Tetsui es una región con la cual Su Majestad comparte una conexión profunda. Resulta difícil de creer que Su Majestad iría él mismo a suprimir una mera rebelión. Él fue ahí expresamente porque es Tetsui, o es lo que alguna gente dice”. “Supongo que debe ser así. Pero ni Ganchou, Asen, Eishou, o algún otro general expresó insatisfacción sobre la supresión de la rebelión local. De hecho, Su Majestad primero envió a Eishou. La rebelión creció, y confirmando que las cosas se ponían demasiado complicadas para que solo él se encargara, él concluyó que los demás debían ser enviados, pero que no era necesario que él fuera. E incluso fue demasiado lejos al dividir el ejército de Asen, y enviarlos con los hombre bajo su mando. Yo creo que lo hizo porque el objetivo era Tetsui”. A medida que hablaba, era como que testificara la explicación ella misma, Risai tuvo la sensación también que podría ser un camino bastante largo. Porque el objetivo era Tetsui, ella no pudo recordar ninguna objeción de su líder de tropas al frente. Pero poniendo lo en palabras, la explicación tenía un olor extraño al respecto. Kaei asintió como si indicara que había encontrado una explicación convincente. Su rostro seguía oscuro. “Anticipamos que las personas tomarían ventaja del caos a raíz la cacería de invierno. Los rebeldes en la Provincia de Bun eran los principales entre ellos. No estamos sorprendidos que la agitación ocurriera primero en la Provincia de Bun. Sin embargo, la rebelión debe haber surgido en Tetsui, de todos los lugares me parece quizás el más evidente.” “Cuando lo pones de esa manera, no parece extraño. Estaban la Provincia de Bun y Tetsui en el medio, por lo que nadie sospechó que era extraño que Su Majestad fuera allí. Eso naturalmente hizo de Tetsui el cepo para atraer a Su Majestad”. Alguno o algunos habían intencionalmente sacado a Su Majestad. Risai miraba a la ansiosa Kaei, a quien sus pensamientos ocupaban la mente. “He oído hace un tiempo que podría ser un acto de alta traición contra Su Majestad”. “¿Te parece? Pero hay algunos que dijeron todo lo contrario de lo que parece.” “¿Lo contrario? ¿Qué sería lo contrario?” “No estoy segura de poder explicarlo lo suficientemente bien…” Kaei calló en un silencio mientras buscaba las palabras adecuadas. “Digamos que había gente en contra de Su Alteza. Sería difícil llegar a él mientras estuviera en el Palacio Imperial. Pero si pudiera salir del Palacio Imperial, a un lugar devastado por la guerra y el caos, ellos tendrían en sus manos una oportunidad sin precedentes. Por lo tanto los traidores han sembrado el caos y atrajeron a Su Alteza. Aún si este caos simplemente surgió de la nada, Su Majestad sin lugar a duda estaría sospechando. El simple hecho de que la violencia estalle en algún lugar no significa que Su

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Majestad tenga que encargarse personalmente. Por lo que explotaron los rebeldes en la Provincia de Bun. Desorden esparciéndose allí vería más de lo mismo. Excepto que Tetsui está en Bun. Sabiendo que Tetsui y Su Alteza comparten un fuerte lazo, si algo ocurriera en Tetsui, Su Alteza querría ir a ayudar. Aquellos quienes planeaban un golpe de Estado debieron estar seguros de tomar ventajas de la Provincia de Bun y Tetsui”. “Eso parece muy probable”. “Pero teniendo en cuenta el punto de vista contrario, siempre fue probable que si algo sucedía en Tetsui, Su Majestad viajaría allí. En otras palabras, bajo tales circunstancias, habría sido perfectamente natural para Su Majestad dejar el palacio”. “Realmente no…” Realmente no entiendo, estaba a punto de decir Risai cuando Kaei la interrumpió. “En resumen tengo que preguntar si Su Alteza tenía todo esto en mente. Él tenía alguna razón para dejar el Palacio Imperial. Por lo que me refiero, la Corte Imperial justo habiéndola puesto en orden, no tenía ninguna buena razón por la cual vaciar los puestos. Entonces él sería el que estaría usando Tetsui para ganar ventaja”. “Entiendo que debió ser difícil y antinatural separarse de Tetsui para Su Alteza con el fin de contrarrestar peligros allí. Pero, como has señalado, ¿por qué elegiría este momento? ¿Por qué sería necesario para él dejar su base completamente vacía?” “Quizás la continuación de la cacería de invierno”, dijo Kaei en voz baja. “Eso no puede ser”, rió Risai. “Esta vez Su Majestad va a poner un fin definitivo a la rebelión. Con el palacio vacío, quienes con traición en su mente podrían empezar algo. Pero no he oído ningún plan así. “Concuerdo. Esa es la razón de por qué llegué a la conclusión de que es una especie de prueba. En el peor de los escenarios, una forma de probar nuestra valía”. “¡Eso es imposible!”, dijo Risai, elevando su voz. “Ni siquiera puedo imaginar…” Risai no albergaba, ni siquiera una minima, segunda opinión acerca de Gyousou. Ella no quería ningún comentario suyo que pudiera albergar dudas. Ella había recorrido un largo camino bajo la tutela personal de Gyousou, y tenía una fuerte conexión con Taiki. Kaei se encogió un poco, con cara tensa. “También quiero creer eso. Pero solo estoy diciendo, mira a la gente que quedó atrás…” “¿La gente que quedó atrás?” “Ganchou-dono y Asen-dono de la Guardia Imperial. Vos y Gashin-dono son de la Guardia Provincial de Zui. De estos, Ganchou y Gashin sirven bajo las órdenes de Su Majestad. Durante el reinado del Rey Kyou, Asen-dono fue general de la Guardia del Palacio de la Derecha mientras tú eras una general de la Guardia Provincial de Jou. Dos generales que estaban bajo su comando y dos que no. Su Majestad dividió la mitad del ejército de Asen y

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tomó la mitad con él a la Provincia de Bun. En resumen, la fuerza combativa de Asen ha sido reducida a la mitad”. “Esas son meras suposiciones”. “El Ministerio de Verano está más profundamente involucrado con la subyugación y el caos que nadie. El Ministerio de Invierno es responsable de armar a las tropas. Haboku-dono es el Daishiba del Ministerio de Verano. Rousan-dono es el Daishikuu del Ministerio de Invierno. Naturalmente, ellos eran sus subordinados cuando él era general. Con Su Majestad fuera de ese lugar, el Taiho se quedó atrás por sí. Pero cercanos eran el Viceministro Seirai del Gobierno Provincial y Kaihaku-dono del Ministerio del Cielo. Y ellos fueron una vez subordinados de Su Majestad. Los únicos que no fueron fuimos yo, del Ministerio de Otoño, Chou’un-dono, del Ministerio de Primavera, y Senkaku-dono, del Ministerio de la Tierra. Cuando se trata de subyugar el caos, hemos sido mayormente dejados fuera del asunto. No hemos sido informados acerca de los detalles. Aparentemente no existe razón para que sepamos…” “El Chousai está aquí. No hay forma de que las tropas puedan ser movilizadas sin la participación del Chousai, y él no fue un subordinado de Gyousou anteriormente. Era el Señor Provincial de Sui”. Risai sacudió su cabeza. “Creo que tus suposiciones están sacando lo peor de vos. Su Majestad era originalmente un general, por lo que los primeros en depositar su confianza en él pertenecían a su ejército. Eso también significa que aquellos cercanos a él tienen formación militar. Regresa a los orígenes y todo tendrá sentido, ¿no crees? La gente encargada de acabar con la rebelión son sus subordinados. Los que no son recién llegados. Esto no me parece que sea algún tipo de estratagema, sino el simple el hecho de unir las personas correctas con el puesto correcto. Creo que es la mejor forma de enfocarlo”. “Supongo que si” Kaei con dificultad tocaba sus dedos con su frente. “Cuando la gente me habla sobre estos rumores, me hacen temblar. Para ser honesta, siento que estoy sola son esto”. “Kaei” “No, no me refiero que simpatice con el diablo. Es solo que no estoy acostumbrada a la forma de pensar de Su Majestad. Que todo ocurra a la vez me ha dejado atrás. Lo siento como un distanciamiento. Desamparo y abandono que acaba viniendo acá y llorando sobre los hombros”. “Ahora me acuerdo. Las cosas han estado sucediendo a una velocidad acelerada. Pero no más rápido de lo necesario. Mis ansiedades han disminuido también. Tengo razones suficientes para confiar en las acciones de Su Majestad. Una vez tuve dudas de la mía, lo que pudo haber sido evidente para otros. Ellos podrían bien haber visto el lado malo, pero yo probablemente he superado reacciones inevitables. Siendo malinterpretada así es de esperarse”. “Si, pero…” “Chou’un-dono del Ministerio de Primavera es como la razón. Anteriormente era un crítico vocal de Su Majestad, y ahora sé que el Chousai Eichuu también tiene dudas. Asen y Ganchou, también como vos, han sido el objeto de varios rumores”.

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“¿Rumores…sobre mí? “Si”, dijo Kaei, sus labios temblaban. “Mientras servían en la Guardia del Palacio durante el reinado del Rey Kyou, Asen-dono y Su Majestad eran conocidos como las dos joyas de la corona. Uno se convirtió en el Rey y el otro en su subordinado. No debería haber nada extraordinario en eso, pero…” “No lo creo. Y ¿estoy implicada de forma similar?” “Si. He encontrado esos rumores los más desagradables, pero tú y Su Majestad fueron al Shousan juntos. La gente dice que lo envidia porque fue elegido en vez de vos. Ganchou-dono era originalmente uno de los comandantes generales de Gyousou, él ganó su fama en la Guardia del Palacio. Cuando una posición estuvo disponible en la Guardia del Palacio, Ganchou supuestamente esperaba que se la fuera asignada. Su Majestad fue elegido en una muy temprana edad. Ganchou sirvió bajo las órdenes del general Gyousou por un largo tiempo. Pero de dio vuelta duramente y la gente dice que en realidad Ganchou está en contra de él”. “¡Esto es una locura! Con esta clase de desconfianza dando vueltas, nadie en el pasado pudo haber estado en su contra”. “Yo también lo creo. No es nada más que amargura”. “Es más que eso. El Taiho eligió a Su Majestad en frente de mis ojos. Nunca he albergado un momento de pesar. Aquellos que digan que yo debiera estar enojada por eso, deben estarlo ellos mismos furiosos e imperdonables si su honor fue arrebatado así ante sus ojos, entonces insisten que yo también debería. Están convencidos que todos el mundo debe ser tan despreciable como ellos. La gente así…” Risai se interrumpió a sí misma en medio de la oración. Al fin y al cabo, esto equivale a nada más que juzgar a la gente por sus propias normas. Un tipo de conmiseración que dice que cualquiera que sea herido debe herir a todo el resto. Esa gente juzgaba a otros por las mismas normas que ellos era un hecho irrefutable de naturaleza. Un empujón llevaba a otro, no era un problema que alguien pudiera arreglar. “Lo siento. Es solo que no hay nada extraño acerca de gente como esa. Todos miramos a los otros de la misma manera. Pienso que Asen o Ganchou estarían de acuerdo. Su Majestad no le ha mostrado a Asen nada más que respeto, y trata a Ganchou al igual que la familia. No exactamente como un hermano mayor, pero si como un viejo amigo en el cual tiene gran fe. Ganchou, a su vez, parece estar orgulloso de sus logros con Su Majestad”. “Si, realmente” “No creo que Su Majestad halla dejado el palacio en alguna forma de castigarnos. En primer lugar, dejó al Taiho atrás también. Si él realmente quisiera continuar la cacería de invierno, no hay manera que dejase al Taiho a su propia suerte”. “Por supuesto”, dijo Kaei con una aliviada sonrisa.

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“Salvo que es posible que tenga dudas de alguien entre nosotros y deseara observar los movimientos que haríamos. Esa es la única posibilidad que no puede llegar a ninguna conclusión definitiva. Dejando al Taiho aquí en alguna forma me preocupa. Por supuesto, lo pensó para atraer a alguien…” “De hecho”, dijo Kaei con una firme expresión en el rostro. “¿No debería Su Majestad estar llegando a la Provincia de Bun en este momento? Solo espero que todo valla bien después de esto”. Risai asintió. “Ganchou y los otros dicen lo mismo. Hasta que Su Majestad regrese, debemos estar en nuestros lugares y listos para su regreso”. El día siguiente de oír la historia de Risai, Ganchou rió sinceramente. “La gente parece estar llenándose de todo tipo de ideas locas”. “Si. Aquellos con malas intenciones, y aquellos que insisten en ver malas intenciones en los otros”, Asen agregó con una leve sonrisa. Gashin suspiró. “Entonces ¿por qué fue mi nombre el único que quedó afuera? Es decepcionarte descubrir que no eres lo suficientemente que eres considerado de poca monta para calificar como lo suficiente envidioso de Gyousou-sama”. Risai rió. Su charla con Kaei la noche anterior la había dejado en un incómodo estado de ánimo. Pero viendo su relajada actitud, llegó a la conclusión que era una ansiedad injustificada. “Bueno apenas has participado, supongo que eso no es de ayuda”. “Entonces ¿realmente es tan malo? Dijo Ganshin con una risa. Risai, pensó, contaba a Ganshin como un ejemplo táctico. Durante las maniobras con la Armada Imperial, el oponente con el que se enfrentaba siempre demostraba ser el más débil. Contra Ganchou y Sougen, movió la guerra completamente en una manera propia, el buque de general de Gashin era astuto e ingenioso. Sus pasos eran difíciles de leer, y nunca era atrapado desprevenido. Eishou era muy parecido, pero las artimañas de Gashin tenían una extraña franqueza en contraste con los movimientos sombríos de Eishou. “Si vas a ser el sospechoso de alguien, pienso que Eishou sería el mayor candidato. Si alguien va a apuñalar a Gyousou-sama por la espalda, tiene que ser Eishou”. “Sin duda. Además ¿no crees que Eishou y Seirai son dos guisantes en una vaina?” “Viendo que Seirai no posee ningún punto a su favor, no hay necesidad de sentirse culpable en patear al hombre cuando ha caído. Eishou lo dijo él mismo”.

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Risai sonrió. “Creo que Seirai dice mucho de lo mismo. Eishou es negro hasta la médula”. “Pero por supuesto. Como las razas”. Asen soltó una carcajada de risas. “Bueno ahora algo de respeto es necesario. Esperando otra repetición de un secreto sobre Tetsui en la Provincia de Bun está pidiendo mucho más” Ganchou dejó de sonreír por primera vez y asintió. Mientras Asen no era uno de los anteriores subordinados de Gyousou, sus opiniones eran tratadas con el debido de respeto. Risai una vez se había enfrentado a él en un entrenamiento. Su impresión fue que era un general que tenía un gran conocimiento táctico. Risai nunca se había practicado con Gyousou, pero según lo que había oído, en el campo de batalla, Asen y Gyousou tenían mucho en común. Habían llegado a ser conocidos como las dos joyas en la corona. Ganchou se cruzó de brazos firmemente. “Pareces estar sugiriendo que sería sabio tener a alguien quien esté en buenos términos con la Provincia de Bun para examinar la cuestión”. “Y sutilmente informar a Gyousou-sama. Debemos enviar una paloma mensajera”.

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Capítulo 18 Esa noche. Risai estaba en camino a las oficinas de gobierno provincial cuando Taiki salió corriendo desde el arboreto cercano. Inclinándose como cuando baja de la galería, gritó y corrió hacia Risai. Normalmente el niño se le acercaba, con su voz brillante y risa angelical. Este día, sin embargo, la expresión del niño decía que había sido perseguido por algo. “Risai te he estado buscando”, dijo, agarrando la mano de Risai casi aferrándose a ella. “¿Es cierto que Gyousou-sama está en un montón de problemas?” “¿Un montón de problemas?” “Gyousou-sama se fue porque gente mala está complotando contra él. Están asechando en la Provincia de Bun para atacarlo”. “Tonterías”, dijo Risai con una sonrisa forzada. “¿Quién te está poniendo tales ideas en la cabeza? Gyousou-sama ha ido a la Provincia de Bun para calmar las aguas”. Taiki se separó de ella. Su rostro se endureció. “Eso es lo que dijo Seirai también”. “Bueno, parece lógico, ¿no te parece? No hay nada de que preocuparse”. Taiki sacudió la cabeza. “Vos y Seirai están diciendo mentiras. No quieren que me preocupe porque soy un niño”. Desconcertada, Risai se arrodilló y miró a Taiki a los ojos. “No estoy diciendo mentiras. ¿Por qué no te diría la verdad?” “Nadie me dice de lo que hablan en Rikkan. Pero Rousan me dijo”. Risai frunció el ceño. Ella sabía que Kaei había convocado el Rikkan para discutir el mismo tema que Risai había llevado con sus colegas. Ella podía asumir que habían debatido si decirle a Taiki o no. El permiso de Taiki era necesario para movilizar la guardia Provincial. Por el momento, como Ministro en jefe de la Provincia de Zui, Seirai servía como regente en la materia de Taiki. Llegar al fondo de rumores tan nebulosos era un ejercicio de adivinación. A este punto, ella podía suponer que habían llegado a la decisión de que no era necesario informar a Taiki y preocuparlo innecesariamente. Ese Rousan, Ministro de Invierno, ¿le había estado diciendo tales cosas…? “Cuando le pregunté a Seirai dijo que no había nada de que preocuparse. Es solo una rebelión menor, y aunque Gyousou-sama está yendo allá, no es para luchar contra sino recuperar a la gente. No hay peligro y no tengo razón para preocuparme. Todo va a estar bien. Es justo lo que dijo Rousan”. Risai se paró y le pidió al triste Taiho regresar al jardín. Dijo en voz baja, “No hay nada que podría venir de aquí. Si los ministros ven al Taiho así, tendrán una idea equivocada”.

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“Pero…” Risai sonrió. “El Saiho no debería comportarse de esa manera preocupando a los ministros innecesariamente, ¿debería? Lo llevaré de regreso a sus aposentos”. Tomó la mano del desanimado Taiki y se encaminó hacia Seishin. Ella continuó su conversación con toda la voz alegre que pudo reunir. Ella articulaba sus propias ansiedades sobre la manera en que Gyousou aparentemente había abandonado el Palacio Imperial; las especulaciones de la gente que fue echada; y entre los rumores que todo era parte para atraer a Gyousou a la Provincia de Bun. Pero eso también no eran más que rumores. Si los rumores como esos podían sembrar el pánico entre los ministros, quien sabía que daños podían ocurrir. El Rikkan y los generales se reunieron para saber como enfrentar tal amenaza. “Esa rebelión ocurre de hecho. Por lo que no puedo decir que no hay riesgos en el viaje de Su Majestad hacia la Provincia de Bun. Pero Eishou va delante de él, y Shougen está con él. Además de eso la fuerza de Gyousou-sama como general, y que te preocupes mucho puede parecer descortés”. “Pero ellos dijeron que Eishou estaba teniendo un mal rato. ¿No le pidió a Gyousou-sama que fuera a asistirlo?” La mirada sorprendida en el rostro de Risai respondió su pregunta. “Si, la rebelión resultó más intensa de lo esperado, y es cierto que Eishou lo encontró difícil de manejar, pero no pidió ayuda. Su Majestad y Sougen fueron allá para unirse a la gente y las tropas para traer paz a la Provincia de Bun lo más rápido posible”. “¿En serio?” Risai sonrió y asintió. Taiki parecía que daba un aliviado suspiro, remplazando la preocupación de su rostro. Esperando levantar sus espíritus, Risai tartamudeó para hablar de otra cosa, pero Taiki no estaba prestando mucha atención, y en ese momento el Seishi y Seiden aparecieron, ella se había quedado sin palabras. Sentía que él no había decidido completamente si confiar o no en lo que ella le había dicho. “Parece que no estás listo para creerme”, sonrió suavemente. Taiki la miró con el rostro confundido. “No lo sé. No sé que se supone que deba pensar”. Mientras hablaba, su cabeza bajaba, tenía una dura expresión en su rostro. “Soy un niño, por lo que todos me tratan diferente. No me dejan ver algunas cosas o no me hablan ciertas cosas. Y cuando tratan hacerlo, todos saben que es difícil para mí entender y piensan que no tienen que estar preocupándome por cosas que no entiendo, entonces no dicen nada. Dado que pasa todo el tiempo no pedo saber si me están mintiendo o no”. “Taiho…” “Me refiero que si lo que dice Rousan es cierto, y si los rumores de los que hablan los sirvientes son ciertos, aún así vos me vas decir algo diferente. Vos, Seirai y el resto”.

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Taiki dejó salir un tenso suspiro y continuó. “Es porque soy un niño y no hay nada que pueda hacer al respecto. También estoy preocupado por Gyousou-sama. Se fue a un lugar peligroso y lejano. No quiero que se lastime o que su vida esté en peligro. Si algo terrible pasara, quisiera poder ayudarlo. Sé que todos piensan que no puedo hacer nada. Aún así quiero dar lo mejor de mí y a lo mejor pueda averiguar algo…” Risai sintió el dolor en su corazón. Taiki de hecho todavía era pequeño. Eso decía porque todos evitaban causarle a este niño de puro corazón cualquier dolor o sufrimiento. Todo esto se hacía con las mejores intenciones, pero desde el punto de vista de Taiki, era simplemente aislado a causa de su edad y pequeña estatura. Risai se preguntaba que haría Gyousou en su lugar. “Eso seguramente no es el caso, Taiki”, dijo Risai. Taiki soltó su mano y corrió hacia la puerta. Mirándolo irse, soltó un profundo suspiro, y giró sobre sus talones, ahora se dirigía al Ministerio de Invierno. Rousan todavía estaba en el ministerio. Risai le informó a su secretaria que deseaba verla. Después de una corta espera Risai fue invitada a su oficina. Ran parecía enterrada hasta el cuello de correspondencia oficial y de papeleo. Rousan miró desde el volumen que estaba sosteniendo y dijo, gesticulado con la mano, “Encuentra un lugar para tomar asiento”. Ella se veía como una chica de dieciséis o por ahí, difícilmente como alguien con su posición como cabeza del Rikkan. Pero sus estudios fueron vastos y profundos. Como el Daishikuu del Ministerio de Invierno no había nadie más capaz. Se decía que Rousan era una verdadera erudita. Su carrera incluía al Shousi, genshiy y gishi. Estos departamentos manufacturaban materiales para el reino, hacían amuletos de la suerte y exploraban nuevas tecnologías. Empleaban un gran número de artesanos, y Rousan podía hablarle a cualquiera con tal fluidez en la jerga de su comercio y hacerlos entender. “¿Por qué le dijo esas cosas al Taiho?” Rousan sacudió la cabeza. ¡Ah! Esa… la expresión en su cara decía. “Porque creí que alguien debía hacérselo saber”. “Para este punto, todo es más que rumores e insinuaciones. Decirle tales cosas…” “¿Te refieres a que debo ir a llenarle la cabeza con tonterías y causarle preocupaciones innecesarias? Sin embargo todavía está el hecho de que podría haber una conspiración contra Gyousou-sama llevándose acabo”. “Esa es solo posibilidad”.

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“Lo que lo hace posible. Si es verdad, es un grave problema. No creo que sea mejor para el Taiho quedarse en la oscuridad”. “Pero…” Risai iba a responder. Rousan frunció el ceño y cerró el libro. Dobló una pierna sobre la silla y apoyó el mentón en su mano. “Si me preguntas, todos están tratando al kirin como un niño. Yo entiendo este impulso de cuidarlo, pero cuando se trata de los asuntos del reino, hay límites. Pretendamos que no se trata solo de una rebelión en una lejana provincia, sino de una insurrección que se lleva a cabo. ¿Cómo podría el Saiho del reino no estar informado? El Saiho tiene sus deberes como Saiho. Además la edad es el punto. Si la Guardia Provincial debe ser movilizada, él tiene primero que autorizarla”. “Eso es cierto, pero…” “Entonces no venga a entrometerse con esa cara de miedo en el rostro. Soy quien está actuando lógicamente. Todo el mundo está dejando que sus emociones se lleven lo mejor de ellos”. Risai estaba sin palabras. No podía responder a lo que Rousan le había dicho. “Pero ahora que estamos hablando del tema, si algo le pasó a Su Majestad, ¿Cómo procederíamos? El Taiho puede ser chico y sus facultades limitadas, pero no es impotente. Este curso de acciones solo empeorarán las cosas. ¿Cómo es sentir lástima por el Taiho y cubrir todo que no tenga ninguna diferencia que decirle y dejar todo por sentado? Si Su Majestad está en peligro, y el Taiho puede hacer algo para salvarlo, deberíamos tomar todas las medidas para permitírselo. Negarle esa oportunidad es algo cruel”. Risai no podía hacer otra cosa que no fuera recordar a Taiki desanimado. “Es cierto”. Un pequeño gesto de satisfacción llegó a los labios de Rousan. “Lo entendió rápidamente. Eso bueno saberlo”. Risai sonrió irónicamente, a su vez. “¿Rousan-dono usted cree que es un intento de asesinato?” Rousan sacó las rodillas de su pecho. “Desearía saberlo”, dijo dando un suspiro. “E incluso si lo supiéramos, probablemente no podríamos llegar a tiempo. La Provincia de Bun está lo suficientemente lejos de aquí, que nos llevaría bastantes días utilizando las bestias voladoras. Ha llegado la hora de la verdad, no queremos que terminar contando con las joyas de la corona para salvarnos. Si Embargo, los únicos que pueden estar sobre ellos son los jefes del Estado: el Rey y el Kirin. Bajo la presión de la necesidad, los shirei del Taiho serían los más rápidos, probables y confiables candidatos”.

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Risai iba a comenzar. Rousan la miró burlándose bajando sus cejas. “Si me lo preguntas, ustedes no están concientes en la medida en la que están tratando al Taiho como un niño incompetente. Es entorno a algo, ¿no? ¿El toutetsu?” “Si… lo es…” El kirin comandaba un youma conocido como shirei. Taiki tenía la desgracia de haber nacido en Yamato. Por consecuencia, tenía solo dos shirei, un lamentable bajo número. Uno era el guardia nyokai que se dedicó a él y realmente no califica. Técnicamente hablando, tenía solamente un shirei: el toutetsu. Un poderoso youma, más legendario que real. “El monstruo de todos los monstruos. Ese es el toutetsu. Mírese, llamando al kirin que puede convocar un monstruo así un niño. Me hace preguntar quienes son realmente los niños”. Rousan cerró sus ojos y miró al espacio. “No sería exagerado decir que el único monstruo superior al toutetsu es el querido, el pequeño kirin”.

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Capítulo 19 Risai y sus colegas estaba ansiosos de poner sus manos sobre las pruebas que corroboraran (o mejor, que refutaran) que la rebelión en la Provincia de Bun era parte de una gran insurrección. Pero el resultado de su investigación tardaba en llegar. Para ser más preciso no tenían a nadie que tuviese fuertes lazos con la Provincia de Bun. Y nadie parecía estar actuando fuera de lo normal. Dentro del Palacio Imperial, se alegaba que una figura sospechosa había sido vista, pero esos eran meros rumores, sostenidos por nada más que aire caliente. Y entonces el shoku se llevó todo. Risai se abalanzó desde el Romon de Jinjuu Manor. El lugar estaba en ruinas. Risai corrió hacia las personas que se congregaban en los lugares libres de escombros de las puertas de las torres. “Ah, Risai…” “Gashin. El Taiho…” “No lo sé. Vine a ver por mi mismo”. Continuaron en su charla. Una de las esquinas de Jinjuu Manor era una montaña de escombros. Viendo al edificio principal del complejo del palacio (el Seiden) no se había dañado, Risai sintió como un escalofrío le bajaba por la espalda. Procediendo a través de los jardines, alguien los llamó. El Daiboku (el guardia personal de Taiki) se arrastraba desde un edificio caído. Seirai se aferro a su espalda. “Tantsui, el Taiho…” gritaron, mientras corrían a ellos. “No tengo idea. Yo no estaba con él cuando esto sucedió. ¿Qué rayos está pasando?” La inexpresiva cara del hombre había cambiado. La cabeza fue cubierta de polvo con pedazos de mortero. Estaba cubierto de pequeñas heridas. En su espalda, Seirai estaba en un estado similar, aunque no parecía estar sufriendo ninguna herida grave. Desde algún lugar entre las ruinas oyeron a un caballo gritando de dolor. “¿Por qué no estaba usted con él?” preguntó Risai acercándose. “¿Dónde lo vio por ultima vez?” Tansui sacudió la cabeza. “Estaba en el Seiden. Seirai me llamó para el Seiden, por lo que lo dejé al cuidado de un súbdito”. Los ruidos de la tierra habían cesado en algún momento.

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Dejó a Seirai a cuidado de los soldados y acompaño a Tansui y Risai al edificio. Los pensamientos de Risai se alborotaban mientras buscaba entre los escombros. No veía señales de Taiki por ningún lado, no en el Saiden y no en los alrededores. La búsqueda continuó durante de la noche y arrojaba resultados infructuosos. Una paloma mensajera llegó desde la Provincia de Bun forzándolos a suspender la búsqueda por el momento. El mensaje llevó a los asuntos políticos más confusión. El Palacio Imperial se había visto gravemente dañado por el meishoku y varios burócratas y ministros habían sido heridos o estaban perdidos. No era de extrañar, en las habitaciones y en otros lugares, había pocas muertes entre los ministros a causa de sus clases de asistentes. Pero no quiere decir que no fuera ninguno. Y las pérdidas entre las filas de doncellas y sirvientes (aquellos que no figuraban entre el registro de asistentes) eran sustanciales. Por el número de burócratas heridos y la confusión general en la corte, el gobierno cesó. Nadie sabía que hacer a continuación. “¿Qué rayos le sucedió a Su Majestad?” preguntó Risai. Haboku respondió, “Según la carta de Sougen, Su Majestad desapareció en medio de la batalla. Lo buscaron pero no lo encontraron. Eso es todo lo que saben hasta el momento. No tienen la menor idea de que sucedió. Tienen instrucciones (o solo Sougen) de regresar a la capital por el momento, pero tan pronto como puedan, y teniendo en cuenta el tiempo que le toma al ave volar allí, serán diez días antes de que estén de vuelta.” “¿Cómo están las cosas en la Provincia de Bun?”, preguntó Ganchou. Haboku sacudió la cabeza. “Por todos los informes, la rebelión continúa activa. Parece que pelearon hasta dejarlo en un punto muerto”. “Entonces ¿qué hacemos ahora?”, preguntó Kaei. Nadie tenía la respuesta a esa pregunta. Nadie sabía cual era el mejor curso a seguir, y nadie tenía la autoridad de elegirla. El Chousai se supone que rige en la ausencia del rey, salvo que Eichuu, el Chousai, había sido herido durante el meishoku y todavía era incapaz de levantarse o hablar. El principal asesor del rey, el Saiho, estaba perdido, y los sirvientes de la Corte Imperial quienes representaban los deseos del rey a su nombre ya no estaban allí. “¿Qué se supone que hagamos en una situación así? ¿Quién guiará a los ministros?” “Según los precedentes,” dijo Haboku, “el Ministro del Cielo toma el lugar del Chousai como jefe del Rikkan”. Todos cayeron en silencio. Se había confirmado que para el momento del meishoku, el Ministro de los Cielos, Gaihaku, había estado en las oficinas del Sankou adyacentes a Jinjuu Manor. El Sankou servía como consejero del rey y asesor del Saiho. Sus oficinas habían sido dañadas severamente y habían colapsado. Del Sankou y sus asistentes, dos de los seis estaban

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muertos y uno severamente herido. El paradero de los restantes cuatro (incluyendo a Gaihaku) seguía siendo desconocido. “Teniendo las cosas llegadas a esto, después del Ministro de los Cielos, creo que el trabajo cae en el Ministro de la Tierra”. Cuando Haboku dijo eso, Senkaku, el Ministro de la Tierra, sacudió la cabeza. “Imposible. No estoy de ninguna manera a la altura”, Habiendo declinado el honor, nadie trató de alentar a Senkaku para que lo aceptase. Senkaku era un joven, manso sirviente civil. Habiendo sido llevado de la Provincia de Zui para el cargo, no tenía conexiones previas con Gyousou o la Armada Imperial. Era honesto y directo, pero sin experiencia. Además, en momentos críticos como este, la comprensión de asuntos militares era un requisito previo. Gyousou era un militar de la corte, y la mayoría de los ministros habían comandado bajo la autoridad de Gyousou. En ese sentido, el hecho recaía en la formación militar (incluso de los rangos más bajos) sería capaz de unificar a la Corte Imperial. “¿Qué hay de Seirai-dono?”, dijo Senkaku. Nadie secundó la sugerencia. Seirai también había sido herido y estaba descansando, pero sus heridas no parecían mortales. Seirai era famoso entre los funcionarios civiles por haber servido como uno de los comandantes del general Gyousou y su servidor personal. Eso lo hacía el más calificado para guiar a los ministros. Todo el mundo lo sabía, y aún así nadie optó por él. “Hasta que Su Majestad regrese, si nadie es capaz de unir la Corte Imperial, Seirai sería el mejor. Pero ese no es el problema acá”. Todo el mundo asintió. El problema no era quien representará a los ministros. Si eso fuera todo, Haboku o Seirai podrían hacerlo hábilmente. O Senkaku o incluso Risai. No es ahí donde radica el problema. El problema es que Tai actualmente no tenía rey. No conocían la voluntad de Gyousou. Gyousou había muerto, la elección del próximo rey tomaría precedencia sobre todo lo demás. Si el trono estaba vacante, hasta que el rey sea coronado, el Chousai tomaría su lugar. Pero el mal herido Eichuu, no podía ocupar el puesto. El Ministro de los Cielos estaba perdido. Y ninguno de los otros podía reunir un quórum de aficionado, tampoco provisionalmente. Incapaces de apelar a la costumbre o bien la razón divina, sería casi imposible para alguien unir la Corte Imperial. Nadie tenía la autoridad necesaria. “En otras palabras,”, dijo Chou’un, del Ministerio de Otoño, “¿deberíamos tener presente que no hay sustituto inmediato para el próximo Chousai? ¿Quién puede unir lo suficiente nuestros corazones y mentes, como Chousai, y crear un tribunal temporal?”

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“¡Retráctese!” dijo Ganchou con una furiosa voz. “¡Gyousou-sama está perdido eso es todo! También Sougen lo dijo. Nadie dijo que estuviera muerto. Confirmar su bienestar es primordial sobre todo”. “Por favor, espere un minuto”, dijo Kaei elevando su voz. La tensión y la ansiedad parecían haber dejado su pálido rostro. “¿Qué hacemos en una situación así? ¿Cuál es la costumbre?” “¿Situación como esta?” dijeron las voces a su alrededor. Kaei asintió. “No quise elevar tales posibilidades de mal agüero, pero por favor antepasen por este momento. Si, por ejemplo, Su Majestad hubiera sido matado, ¿Cómo deberíamos proceder?” Senkaku respondió, “El Taiho elegiría al siguiente rey”. “Pero el Taiho está perdido también”. “Si el Taiho también muere, entonces el trono es declarado “vacante”. Según al precedente, el Chousai ocupa el lugar del rey y una corte temporal se establece. Si Eichuu-dono está tan mal como para ocupar la posición, entonces es necesario nombrar a un nuevo Chousai”. “¿Y quien tomaría la decisión?” Senkaku no puedo responder esa pregunta. “¿No tienen el Taiho y el Rey la autoridad de elegir al Chousai? Si el rey está muerto, entonces el Taiho elige. Sin embargo, si ambos tanto el rey como el Taiho están muertos y no hay un Chousai en servicio… ¿ha ocurrido esto antes?” Haboku respondió amargamente, “Hay un caso en el que el Rey y el Taiho mueren simultáneamente. Y el Chousai enfrenta el mismo destino al mismo tiempo. Pero en esos casos otro asume el trono, matando al Rey, el Taiho, el Chousai y el Ministro del Cielo en medio de una insurrección. A parte de una situación como esa, nunca ha habido un accidente donde se requiriera unir la Corte Imperial estando ausentes”. “El Chousai no murió”, intervino Senkaku en voz alta. “Aunque sus heridas sean severas, sigue estando conciente. El Sello Imperial se confía al Chousai. El Chousai actual puede elegir al siguiente”. “La única persona capas de otorgar el Sello Imperial al próximo Chousai es el Taiho, y solo si el Taiho lo ha tenido en su custodia. Como el Taiho no está presente, ¿Cómo propone usted otorgar el Sello al siguiente Chousai?” “Si Su Majestad ha muerto el Sello se vuelve ineficaz. En ese caso, el pie del Hakuchi se utiliza. Con el pie del Hakuchi, y siguiendo las reglas del Rikkan y de Sankou, el nuevo Chousai puede ser elegido”. “Aunque esto no determina la muerte de Su Majestad. Primero debemos confirmar su bienestar, y poner al reino boca abajo buscando a Su Majestad y al Taiho”.

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“Pero le pregunto, ¿Quién es lo suficientemente competente para realizar una tarea que abarca todo el reino? Sin nadie que una a los ministros, ¿cree usted que podamos sondear el reino de un extremo a otro?” En el momento siguiente la asamblea cayó en confusión. Desde su lugar, Risai miraba en asombro. Preceden la muerte del rey. Preceden la muerte del Taiho. Sin embargo, nadie ha considerado la posibilidad de que ambos están perdidos, y sus paraderos desconocidos. Si uno de los dos sigue vivo, el precedente existe. Pero con ambos perdidos (y no necesariamente muertos) es una situación cuya vaguedad nadie sabe como tratar. “En cualquier caso, incluso si la ley debe ser dejada de lado, el consentimiento de Su Majestad…” En ese momento, un fuerte clamor se oyó: “El Rey está muerto”. El salón cayó en un profundo silencio, suficiente para escuchar hasta el bólido de una mosca. Risai se volteó hacia el sonido de la voz. Asen se situó en la entrada de la asamblea. Con toda la conmoción nadie había notado su ausencia. Los ojos de Asen recorrieron la habitación, y luego se detuvieron en su mano. Su mano contenía el pie de un pájaro. “Lamento suponer, pero creyendo que la confirmación del bienestar de Su Majestad era la prioridad número uno, me tomé la libertad de visitar el Palacio Godou y el Castillo de los dos gritos”. El salón se llenó de quejidos mezclados. Asen dijo en una voz muy tranquila, “El Hakuchi se ha caído de su percha. Según el precedente, le removí la pata y la traje aquí”.

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Capítulo 20 Risai dejó de hablar. Las cinco personas en la habitación dejaron salir una colectiva exclamación de sorpresa. “Eso significa…” dijo Youko, y Risai asintió. “La caída del Hakuchi de su percha significa que el rey está muerto. Todos perdimos las esperanzas. Ninguno tenia razones para sospechar de la palabra de Asen.” Él una vez había sido el hermano de armas de Gyousou. Una vez fueron conocidos como las dos joyas de la corona. Se decía que su amistad abarcaba sus vidas profesionales y personales. Tras el fallecimiento del Rey Kyou, Gyousou trató a Asen como un hermano, y los subordinados de Gyousou le tenían todo el respeto. Asen también parecía tener su confianza y buena disposición en Taiki. Desde debajo de la superficie de, todavía, aguas inalteradas, Asen hizo su aparición de repente. La asamblea cayó en silencio. El shock dejó a todos mudos. Así que le quedó a Asen romper es duro silencio. “En cualquier caso, las victimas del desastre deben ser atendidas también. Un área debe reservarse para tratar a los oficiales y sirvientes heridos. Creo que los servicios médicos deben ser convocados a la Corte Exterior lo más rápido posible. Senkaku asintió, y rápidamente levantó la cabeza. “Ahora que lo mencionas, ¿qué hay de Kouki?” “La ciudad parece ilesa”, respondió Asen. Él había despachado sus tropas a la ciudad para ayudar a los residentes y confirmaron que no había sido dañada. El shoku había ocurrido sobre el Mar de Nubes, lo que había protegido al mundo de sus efectos. En cualquier caso, se preparó un rescripto dando órdenes de que se creara una enfermería y tratar a los ministros y sirvientes heridos, a los cuales se les aplico el pie del Hakuchi. En ese momento, se le ocurrió a alguien que el Sello Imperial (del cual la impresión había desaparecido) debió haber sido tomado en custodia. Asen ya había mandado a uno de sus subordinados a hacerlo. Pero el Seishin no había escapado al daño y el Sello Imperial parecía perdido entre los escombros. Se decía que una búsqueda desenfrenada comenzaría. Mientras los ministros corrían de aquí para allá, Asen solo aprovechaba el día y hacía lo que debía hacerse. Esa fue la parte de la historia que fue contada.

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Después de la muerte del Rey, la pata del Hakuchi se convirtió en el Sello Imperial. Alguien tenía que hacerse cargo de ella. De hecho, ese debería ser el Saiho, pero todavía seguía perdido. El Sankou llevaba la carga de la ausencia del Taiho, pero habían perecido, junto con sus súbditos. El Chousai dormía gravemente herido. Sin necesidad de decirlo, el Palacio Imperial estaba en absoluto caos, y trataba con el caos que requería innumerables órdenes y rescriptos. La pata del Hakuchi era necesaria para todas. Alguien tenía que tener la custodia del Sello y hacer nota de los documentos. Solo parece natural entregar esa responsabilidad al hombre que cuidaba la pata del Hakuchi. Asen. Nadie planteó objeción alguna. Teniendo en cuenta sus estados de ánimos, un general que hacía lo que debía hacerse. En ese momento de crisis, era mejor contar con un militar de mando comandante que con un burócrata político. Esta Corte Imperial había evolucionado a un tribunal marcial, en primer lugar, y estaba dispuesto a adoptar las directivas de los oficiales militares. Por otra parte, Asen una vez había sido calificado junto a Gyousou en términos de talento, y muchos esperaban que él fuera el siguiente rey. Después de haber ascendido al trono, Gyousou le había dado todo el respeto y lo trató amigablemente. Este tipo de cosas estaban en las cabezas de los otros. Gyousou había forjado su destino con la espada, y ninguno de los funcionarios ordinarios estaba allí para él. El personal militar que permanecía en la capital consistía de Ganchou, Ganshin y Risai. Ganchou y Ganshin habían trabajado desde sus rangos, y eran mal vistos para encargarse de las complejidades de la administración pública. Y Risai era una mera soldado provincial. Asen conocía los detalles de la política, habiendo servido bajo Gyousou como un general de la Guardia del Palacio. Pensando un poco, parecía correcto que siguiera los pasos de Gyousou. Por lo que por el momento, las cosas se les confiaban a Asen. El consenso general era que la Corte Imperial había organizado una corte provisional inaugurada una vez que las cosas se habían calmado. Sin nadie que lo dijera de forma explicita, la pata del Hakuchi fue dada a Asen para su custodia. Las montañas de papeleo que tenían que ser tratadas fueron entregadas a Asen, quien en su momento se instaló en el Palacio Interior con el objetivo de resolver todo. Nadie intuyó que podría haber algo, al menos pequeño, de malo en esto. Gashin fue enviado a continuar la búsqueda y traer oren en la Provincia de Bun. A su vez, perdió su comando temporario de oficial, las tropas de Asen fueron llamadas a la capital. Y quizás sintiendo que algo iba mal en el Palacio Imperial, el caos estalló en la Provincia de Jou, hogar de Risai, forzándola a viajar allí con una debida prisa. Kaei fue a visitarla tarde una noche, dos días antes de las que planeaba su salida. “Entonces ¿has sido movilizada?”

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“Soy la mejor persona para atender las cosas en la Provincia de Jou, estando familiarizada con el territorio y todo”. “Si”, concordó Kaei, aunque miraba preocupadamente como ella solía. Parecía más triste de lo normal. Ella miraba fuertemente la cara de Risai, como si fuera una despedida definitiva. “No te preocupes. Conozco la Provincia de Jou como la palma de mi mano. Tengo muchos amigos y asociados en el Ejército Provincial de Jou. La revuelta ahí no es nada comparada a la de la Provincia de Bun. No debería tomar mucho tiempo tapar los parches. ¡Volveré en poco tiempo!” “Ciertamente así espero. Te esperaré a que regreses a casa, cuanto antes mejor”. Kaei sonrió levemente. Estaba al borde de las lágrimas. “Uh, Risai, vamos a salir de esto, ¿de acuerdo? “¿Qué es eso?” “Su Majestad y el Taiho no están más con nosotros. Y todavía el reino sigue corriendo en una nueva era. Estoy asustada”. “¿Otra vez?” Bromeó Risai. Kaei respondió con una tensa sonrisa. “Supongo que siempre estoy asustada por algo”. Risai rió, “Eso es seguro”. “Pero, Risai, no estoy más asustada de lo que estaba antes. Su Majestad era como un caballo desbocado. Y siendo el jinete encarnado en la parte posterior de ese caballo era verdaderamente inquietante. Incluso ahora el reino está defraudándome. ¿Cuáles son aquellos de nosotros que se están ensillando?” “¿Eh?” dijo Risai, levantando la voz a la cara agitada de Kaei. “No importa que tan impaciente o sobre confiadas fueran sus acciones, Su Majestad era el verdadero e innegable rey de Tai. Fue elegido por el Taiho, recibió la Misión del Cielo, y ascendió al trono. Podría ser un indisciplinado semental, pero es definitivamente el semental del Cielo. Pero ¿ahora?” Por varios minutos Risai solo la miró. Kaei evitaba su mirada. “Nos hemos acostumbrado a una corte provisional. Una corte provisional que fue establecida desde la muerte del Rey Kyou hasta la coronación de Su Majestad. Por lo que no lo encuentro en sí mismo incómodo. Pero me estoy asustando cada vez más día a día. Pero ¿qué está tramando? Instalándose en el Palacio Interior, ¿usando la pata del Hakuchi como sello imperial? “¿Te refieres a Asen?”

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“Este no es verdaderamente el decreto del Cielo. El bienestar del Taiho no ha sido comprobado. Si el Taiho estuviera aquí, o si incluso estuviera muerto, el estado actual de las cosas no sería tan inusual. Sin embargo, ¿estaba el Taiho realmente muerto? “Pero Kaei…” “El meishoku se llevó al Taiho al otro mundo. Si simplemente se hubiera ido, podría volver. Eso probablemente significa que no puede regresar incluso si lo quisiera. Sin embargo, mientras el Taiho esté vivo en algún lugar, no pueden haber cortes provisionales”. Kaei frunció el ceño. “Si Asen es un impostor, entonces esta es una corte impostora”. “¡Kaei!” Los ojos de Risai dieron vueltas por la habitación. Pero estas eran las habitaciones de Risai nadie más estaba allá. “Risai ¿recuerdas los rumores que circulaban después que Su Majestad salió a la Provincia de Bun?” “¿Que la esperanza de otro Tetsui en la Provincia de Bun era algo lejano?” “Si, pero ese no era el único. En ese momento, había otro rumor que atrajo mi atención”. “¿Otro rumor?” “Al mismo tiempo que el rumor sobre el complot contra Su Majestad, había otro rumor de que Su Majestad lo había planeado desde hace tiempo, ¿verdad? Se fue a la Provincia de Bun con el objetivo de poner a prueba la fortaleza de aquellos a los que había dejado atrás en la capital. Los restantes generales eran Ganchou, Gashin y vos. Y Asen. Tal vez yendo tan lejos como para dividir las fuerzas de Asen era la Forma de Su Majestad de entorpecer su poder de batalla.” “Eso es una locura”. “A este punto, no puedo hacer otra cosa que no sea pensar que puede ser verdad. La partida de Su Majestad hacia la Provincia de Bun puede que sea algo de lo que no tenía opción, más allá de la situación en la que estaba Tetsui. En cualquier caso, él incluso se atrevió a dividir el ejército de Asen, ¿verdad? Quizás Su Majestad estaba perdiendo un tiro del arco de Asen”. “Pero cuando Gyousou-sama previamente envió al Taiho a Ren, envió a Asen con él como protector. Si él tenía alguna duda sobre él, ¿habría hecho algo como eso?” “Pero Sougen estaba con él también. Sougen, Seirai y el Daiboku del Taiho, Tansui, estaban acompañándolo. Contando con sus subordinados, el Taiho tenía ocho súbditos con él. Incluso si Su Majestad sospechaba que Asen no era bueno, no había mucho que pudiera hacer. Y porque Asen fue con él, él no participó de la cacería de invierno. En resumen, nunca fue informado de los detalles del plan. Es posible que Su Majestad lo asignara a una misión para mantenerlo en la sombra.” Risai no respondió. No aceptaba todo lo que Kaei le estaba diciendo. No creía, pero había elementos que encontró convincentes. Una insurrección había estallado en la Provincia de

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Bun. Tetsui había quedado atrapada en caos. La manera en la que Gyousou-sama fue inducido a ir allí, y la manera en la que Taiki fue enviado a Ren para mantener a los detalles de la purga lejos de él (y que Asen lo acompañó como protector) los dos incidentes tenían un aroma familiar. Ella casi podía decir que había algo diferente en la forma en la que ambos se habían desarrollado naturalmente. Todo era “normal” dentro del ojo del huracán. Todo se veía como se suponía que debía. Pero a su vez ella podía ver al lobo vestido de oveja. O al menos eso es lo que pensó que debía ver. Era como si la ligera sensación de incomodidad podía jugar con su imaginación, pero de alguna manera no podía evitar ignorar. Y había algo que una vez escuchó: como, en tácticas, Gyousou y Asen se parecían tanto el uno al otro. Quizás… Risai inconcientemente tomó un respiro. No lo había visto tampoco. Nadie había notado que debajo de la superficie, dos fuerzas unidas habían estado probando los punto débiles del otro, atrapados en una feroz competencia. Pero ¿no habían visto las olas yendo de aquí para allá jugando sobre la superficie? La mayoría de las personas lo había pasado por alto, pero otros lo habían notado. En ese momento Kaei había sentido ese sentimiento de anomia, y al mismo tiempo Risai sentía algo en el viento. Acá y allá un gran número de gente agarró un ligero olorcito de algo extraño, solo exagerado por los enredantes rumores no mostraba ninguna señal de apaciguamiento. Risai tembló ligeramente. Dos días, en adelante, a la primera hora del día estaría dejando Kouki para ir a la Provincia de Jou. Una revuelta había estallado en la Provincia de Jou. Cuando consideró a los generales que quedarían atrás, sintió que ir a la Provincia de Jou era lo que había que hacer. Pero todavía… “Risai, si todo esto prueba que son temores infundados, está bien conmigo. No, es solo mi cobarde naturaleza dando lugar a estas injustas sospechas.” Kaei agarró su mano y dijo, “Vuelve sana y salva. Y ríete de mí por ser una chica tan tonta”. Risai asintió. El día después del siguiente, Risai dejó Kouki a la primera hora de la mañana, su corazón se aferró en la oscuridad. Esa fue la última vez que vio Kouki.

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Capítulo 21 Risai tomó un profundo respiro y apretó la joya con su palma. “No tenía opción que ir a la Provincia de Jou. Quince días después de haber dejado la provincia de Zui, llegué a la Provincia de Jou. Varios días después de cruzar la frontera, un joven funcionario entró corriendo a nuestro campamento”. “Por favor, ayúdenme”, dijo. “Van a matarme”. Todo su cuerpo temblaba y estaba en pésimas condiciones. No se veía como un funcionario gubernamental. Él estaba vistiendo las sucias y campestres vestimentas que usan los campesinos, lo que indica que se estaba haciendo pasar por refugiado para escapar de sus perseguidores. “Soy un criado del Daibiku del Ministerio de Primavera. Fui asignado al Castillo de los Dos Gritos”. Él presentó su insignia. La insignia estaba decorada con una longitud de un lazo plateado del ancho de tres dedos. El color y la longitud diferenciaban el tipo de rango de la persona. La insignia que tomó de su destrozado bolsillo era realmente la del Nisei-shi del Daiboku del Ministro de Primavera. Como su nombre sugería, Nisei-shi atendía en el Hakuchi en el Nisei-kyuu (“Castillo de los Dos Gritos”). “¿De qué se trata todo esto, Nisei-shi?” “Es el general. El general de la Guardia del Palacio. La Guardia del Palacio de la Derecha”. “Asen”. “Si. El ex general de Jou. La noche del terrible desastre, él se mostró en el Catillo de los Dos Gritos acompañado por una falange de soldados. Preguntó si el castillo había sufrido algún daño y si alguno de nosotros estaba herido. Por cierto, nadie debe abrir las puertas del Castillo si autorización del Daiboku. Pero la situación era como era, las puertas fueron abiertas y al general se le permitió entrar”. “¿Y entonces?” “Tan pronto como entró dentro de los muros del Castillo, el general de Jou (Asen) trató de matar al Hakuchi. Pero su espada pasó justo a través del Hakuchi sin tocarlo. Habiéndose dado cuenta de eso, les ordenó a mis colegas que trajeran un faisán, una de las aves usadas al final de los rituales bajo la jurisdicción del Palacio en tiempos conservadores. Rodeados por soldados y amenazado por sus espadas, mis colegas los guiaron al lugar y regresaron con un faisán. Entonces Asen lo mató y cortó su pata. El pájaro fue disecado en un jarro y quemado en un hoyo”. Él cubrió su rostro con las manos. “Llegaron a asesinar a todos los funcionarios”. Él apenas había logrado escapar, gracias al daño que causó el meishoku. “Yo siempre tuve un mal presentimiento desde que Asen llegó. Habían habido rumores que decían que Su Majestad era

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perseguido por alguno de los generales y se instaló en la Provincia de Bun para escapar a un asesino persistente”. “¿Qué hay de estos rumores?” “Bueno, han estado rondando por mi mente. Por eso pensé que esos malos presentimientos no solo estaban en mi cabeza. Por eso me oculté en las sombras y me encogí tanto como pude y busqué una forma de salir de allí. Cuando las cosas se pusieron realmente inciertas, me metí en medio de los escombros. Encontré un hoyo y me deslicé al exterior”. Bajo la cubierta de los alrededores que cubren oscuridad y desorden, este joven funcionario regresó a sus escondites. Guardias pronto vinieron por él. Él era capaz de esconderse bajo el piso y evitar ser capturado. Pero a este momento escuchó a los guardias hablar de cómo los cuerpos no se sumaron correctamente y que uno probablemente hubiera escapado. “Lo hice fuera del castillo a través de capa de mis dientes y oculto en un vagón cargando todos las cadáveres. Me hice el muerto y pasé las puertas. Logré arrastrarme lejos mientras el vagón era descargado en el cementerio del templo a las afueras de Kouki. Me dirigí hacia los territorios de la Provincia de Zui primero, pero descubrieron el aire de los cuerpos que allí operaban y me imaginé que debía ponerme a distancia de Zui. Me mezclé con los refugiados y huí hacia acá.” Él agarró las manos de Risai como si se aferrara de su vida. “Por favor, ayúdeme. Asen de seguro me matará”. Risai asintió. “No te preocupes. Me ocuparé de esto”. Le ordenó a un ayudante de campamento que le encontrara un lugar para descansar, asegurándose de no revelar su presencia, y de no hablarle de eso a nadie más. Ella preparó dos comunicados. Uno se lo dio a un ayudante de campamento y lo envió a Kouki con el pretexto de solicitar asesoramiento en someter un levantamiento. Lo que allí contenía era una carta secreta que debía ser entregada a la dirección, y que no debía caer en otras manos. El contenido del comunicado era Haboku, en el Palacio Imperial. Al mismo tiempo, ella envió un segundo comunicado por un ave mensajera a Sougen en la Provincia de Bun. Asen estaba detrás del golpe de Estado. Ella encubrió a Nisei-shi entre el campamento y solemnemente procedió a la Provincia de Jou. Diez días después fueron interceptados por caballería alada adornada con la insignia identificada como las tropas bajo el mando de Asen. Llevaban un documento oficial que llevaba un sello rojo chillón. “Ya sabemos que se ha estado comunicando y ha encubierto a Nisei-shi”, dijo el capitán del escuadrón. “Y que con el objetivo de apoderarse de la pata del Hakuchi, entró al Castillo de los Dos Gritos y asesinó a los funcionarios oficiales” A lo que agregó que ella también había asesinado a Gyousou y a Taiki. “El general Ryuu ordenó que regresara al Palacio Imperial. Sería mejor para usted no hacer las cosas peor y no resistirse”.

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Ella, por supuesto, insistió en que no lo conocía, pero el capitán obviamente sabía que él estaba secretamente en algún lugar del campamento. El joven funcionario fue retirado de las filas y matado sin ninguna palabra. “No interfiera”, le advirtió el capitán, pero Risai no dudaba que tendría el mismo destino camino a Kouki. La caballería aérea la cubrió como si fuera una blanda manta. Risai solo fue capaz de escapar porque se habían dignado a dejarla montar su kijuu, Hien. Con la ayuda de Hien, apenas fue capaz de salir. Risai tenía varios amigos y asociados en la Provincia de Jou con los que podría volver. Su inmortalidad jugó un papel importante también. A partir de ese día, Risai estuvo al borde de la ley. Risai quería llorar. No había peor calumnia que ser etiquetada de traidora en su propio reino. Su nombre se ensució más allá de la razón, pedía refugio donde pudiera encontrarlo y sobrevivía día a día. Muchos de sus antiguos amigos le creyeron y simpatizaron con su situación. Pero otros la acusaron, preguntándole cómo pudo hacer tal atrocidad. Peor hubo algunos que intentaron entregarla. Y una porción de aquellos que no fueron juzgados por su refugio, y como parte de la “alta traición”, sus cadáveres fueron tirados al estiércol a la puerta del verdugo. “Por un año… más de un año… No hice nada que no fuera correr y esconderme a diario. Mientras viví como vagabunda, Asen estaba consolidando su poder y fortificando el Palacio Imperial. A la larga, se volvió claro para la gente que Asen era un usurpador, pero para ese momento era demasiado tarde”. Al mismo tiempo, Eishou y Gashin desaparecieron de la Provincia de Bun. Muchos de los subordinados de Gyousou se dispersaron por el reino y se ocultaron o fueron asesinados secretamente. Nadie sabía que sucedía dentro del Palacio Imperial. Algunos hicieron y presentaron críticas a Asen, pero su destino iba a ser golpeador o desaparecidos. “Asen no iba a permitir la mínima crítica a su persona, o el mínimo respeto a Su Majestad. En Tetsui, donde Asen conspiró por primera vez contra Su Majestad, su ejército arrasaba todos los edificios y quemaba la ciudad hasta la tierra. Hizo desangrar mi provincia también. Rodeó el ducado del Condado de Saku de Su Majestad, y la sitió a la misma. Oí que en los inviernos posteriores, la muchos de los habitantes allí murieron”. Youko estaba horrorizada. “¿Asen odiaba tanto al Rey de Tai?” “Aparentemente. Ni siquiera yo lo entiendo. Nunca he visto personalmente a nadie llevar tal animosidad tan lejos y a tal distancia. A pesar de que lo mantuvo oculto, su aversión debió ser profunda. Además, quemando la tierra, despoblando las ciudades y dejándolos a merced del invierno… esto no fue solo para los territorios relacionados con Su Majestad. Las tierras de quienes se oponían a Asen o lo criticaban tenían el mismo destino”.

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“Espere un minuto”. Habiendo oído que ahora Risai se había quedado en silencio, Shouryuu, el Rey de En, elevó su voz. “Está destruyendo todo reino. Se está robando los rebaños del reino solo para matarlos”. Risai asintió. “Así me parece a mí también. Tendría sentido si Asen hubiera matado a Su Majestad y usurpado el trono para reinar en su lugar. Sin embargo, así no parece que sea. Parece que Asen no tiene interés alguno en gobernar a Tai.” Risai no podía creer se haya levantado hasta el saqueo, el cual le provoca a Gyousou amargura. Tampoco ella creía que fuera opuesto a sus motivos. Según los rumores, una de las dos “joyas de la corona” se convirtió en rey y Asen resentido se convirtió en su subordinado. Esta teoría la sorprendió de lo tan simple que era. Esa fue la razón de por qué nadie sospechó de Asen. Sus motivaciones no eran así de obvias. Por el contrario, Risai sintió que Asen estaba actuando fuera del odio de Tai. Asen no era inconciente de que estaba destruyendo el reino que gobernaba y que enviaba a la gente a su extinción. Consecuentemente, se puso más allá del alcance de nadie. “Cuando hubo una rebelión, Asen no intentó un enfoque estratégico, enviando tropas para suprimirla, o mirar atentamente a la oposición y esperar algo para aparecer, o algo así. Él habría enviado su tropa entera allí. Sin una palabra de advertencia, quemó y saqueó las aldeas y sacrificaron a los habitantes. Ni siquiera se molestó en perseguir a los que trataban de escapar. Si esto sucede una vez más, simplemente haría lo mismo de nuevo”. “Pero no hay forma que un reino así pueda continuar existiendo”. “Así se podría pensar, pero…” Ella no entendía como las cosas habían llegado a este estado. Mientras se manejaba de esa manera, no mostraba signos de perder seguidores. Ella no creía que fueran seguidores simplemente por miedo. Marcada como traidora y constantemente en la marcha, regresó a Tai por la búsqueda de Gyousou. Durante ese tiempo, intentó agrupar a cualquiera que tuviera dudas sobre Asen o estuviera inclinado en su contra y montar un rebelión. Pero, sospechosamente, tales esfuerzos siempre se derrumbaban en el último minuto. Tenía que haber traidores entre ellos que sabotearan la causa. Aquellos que llevaban sus críticas a Asen y elevaban sus voces contra su naturaleza inhumana el día anterior al día en el que se convertían en sus ardientes seguidores. La misma tendencia se observó entre los nobles. “Un día los Señores Provinciales tenían nuestro apoyo y nos estaban apoyando, y el día siguiente nos estaban vendiendo a Asen. Para mantener sus posiciones, cedieron ante Asen como si sus columnas vertebrales hubieran sido arrancadas de sus cuerpos. Apartaron sus ojos de cómo la soberanía de sus tierras era violada y sus súbditos asesinados.”

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Era enfermante. Eso era lo que se decía de boca en boca. Y ciertamente parecía una plaga. Aquellos infectados perdieron la voluntad de oponerse a Asen. No importaba las atrocidades que fueran cometidas frente a sus ojos, no sentían ni siquiera un poco de compasión. “Suena como lavado de cerebro”, murmuró Youko para sí. Usando una técnica así, las fuerzas conquistadoras barrieron con Tai. En cualquier caso, parecía que nada podía parar a los traidores. “La gente de Tai no tiene los medios para salvarse”, jadeó Risai. Youko rápidamente agarró su mano. “¿Estás bien?” “Si”, respondió firmemente, pero su voz fue interrumpida por respiraciones forzadas. Oscuras sombras rodearon sus ojos cerrados. “Está bien. Esto será todo por hoy. Necesitas descansar”. Risai agarró la mano de Youko, poniendo remarcable fuerza en sus delgados dedos. “Por favor. Salve a Tai”. Youko apretó la mano a su vez. “Entiendo”. Koushou se había retirado por corto tiempo. Llamado por Koukan, regresó. Después de decirles, que se apresuraran, Youko dejó la habitación con una evidente reticencia. Miró los rostros de Shouryuu y de Koukan. “No puedo abandonarlos. No lo haré”. “Youko”, dijo Shouryuu en una reprensión baja. “Usted lo escuchó, ¿verdad? ¿Cómo se supone que mire a otro lado? ¿Qué buen gobernante se mantiene al margen y deja que estas cosas ocurran?” “Youko, ese no es el problema”. “¿No se dice que el Cielo gobierna el Mundo Inferior según el camino que toma? ¿Cómo puede fundir Tai y dejar las cosas como están? Usted dijo que el Cielo no lo permitiría, pero ¿es eso cierto? ¿Dónde está el Cielo de cualquier forma? ¿Quién es la persona que dice que es lo que se permite o no?” Tentei, el Señor Dios del Cielo, residía en el Cielo y gobernaba las acciones de la Divina Providencia. Tentei nombraba al gobernante de cada reino. Pero incluso en medio de la ceremonia, Youko no lo había visto o oído. Se decía que Él existía, se creía que Él existía, y se aceptaba que el mundo existía de acuerdo a su palabra, y todavía no había habido ni una sola persona que hubiera visto a Tentei. “Si mi trabajo como emperatriz es sentarme en el trono acá y proteger Kei y ver a Tai caer en desgracia haciendo nada, entonces pueden tomar el trono y quedárselo”. Con tal declaración, Youko corrió hasta agotarse hacia los jardines.

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Capítulo 22 En una cólera, Youko se dirigió al interior del Palacio Kinpa. Por un momento caminó sin rumbo. Pasando a través de un grupo aislado de edificios, encontró un lugar pacífico con vista al Mar de Nubes. Los edificios del Palacio Kinpa cubrían las ondulantes colinas en la parte superior de las montañas. Cortando a través del patio del castillo y pasando a través de u túnel de rocas, llegó a un pequeño valle situado entre algunos afloramientos de piedras. El valle terminaba en la proyección dentro del Mar de Nubes. Era un pequeño pedazo de tierra, decorada solamente por pocas glorietas. Además de flores que adornaban los tallos del césped de verano, no había mucho que ver. Youko suspiró para sí. Los árboles que se posaban en la cima de las paredes rocosas dejaban caer sus sombras sobre ella. Nada más había ahí pero el verde olor y el aroma de sal del océano y la vista del Mar de Nubes se expandían frente a ella. “nunca supe que había un lugar como este…” se preguntó Youko en voz alta, sentándose en el pasto. Escuchó el grito de un ave y el rugido del océano. Nunca imaginó que podría haber un lugar como ese en el Palacio Kinpa. No tenía uso para la mayoría de la extensa arquitectura del Palacio Imperial y no se había molestado en encontrar que había. Youko descansó su pera en las manos. “No es tan malo”. No tenía idea de donde se encontraba. Y realmente ni idea de cómo encontrar el camino de regreso. No era simplemente el Palacio Imperial. Había un pequeño lugar en este mundo que no había sido tocado. Las paredes y los pilares estaban suavemente decorados con colores y dibujos. Pocos lugares habían sido como la naturaleza los hizo. Parques y jardines no eran la excepción, con pérgolas y piedras colocadas en todos los lugares posibles. No había nada que hacer acá sino mirar el Mar de Nubes. Este lugar había sido pasado por alto por todos los gobernantes anteriores. Las glorietas tenían aspecto de abandono. Toda la pintura se había ido. Pero su aspecto engendró sentimientos de alivio. Le ocurrió nuevamente que era una extraña en una extraña tierra. Después de haber puesto su corazón y mente en ser la emperatriz, que apenas pensabas pensaba en su tierra natal. Ahora y cuando las memorias regresaban a su mente, se sentían como las imágines de un sueño. Ya sea que los hubiera olvidado o almacenado en una caja, escuchar de Taiki le perturbaba internamente. Una larga y latente nostalgia. No lo llamaba nostalgia, pero cuando pensaba que nunca regresaría, sentía una dolorosa sensación de pérdida. Un kirin de su época, de su mismo vecindario. ¿Qué estaría haciendo ahora? Que no hubiera sido un shoku debía significar que había regresado a ese mundo de ensueño. Pero ¿por qué él no podía regresar de nuevo?

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Mientras se desconcertaba escuchó pisadas. Mirando sobre su hombro vio al jefe de sus súbditos. “Me encontraste demasiado pronto, Keiki” “Yo sé dónde Su Majestad se encuentra todo el tiempo. Koukan la estaba buscando”. “Oh”. “El Rey de En parecía disgustado”. “Sin duda”. “¿Podría sentarme?” “Adelante. ¿Qué piensas, Keiki?” “¿Sobre qué?” “Tu eres una criatura benevolente. ¿Crees que deberíamos dejar a Tai a un lado?” Sentándose a su lado, Keiki miró al Mar de Nubes por un largo rato antes de hablar. “La gente de Tai se encuentra en una lamentable situación”. Youko asintió. “Escuchamos que el caos está en Tai, pero es peor de lo que podríamos haber imaginado”. “Sin lugar a duda. Si el trono verdaderamente estaba vacante, no hubiera tomado más de seis años en arreglarse. Normalmente, es raro que estas terribles condiciones persistan más de seis años. El caos que precedió el Ray de Tai cuando asumía el trono no era fuera de lo ordinario”. “¿Alguna vez has ido a Kouki?” “Si. Incluso poco después de la coronación, el desorden era relativamente menor. Así es probablemente como la corte provisional se debió haber llevado a cargo”. “Mm.” Murmuró Youko. Miró a Keiki. “Entonces, ¿qué clase de persona es Taiki?” “Es bastante pequeño”. “Cuenta”, dijo Youko con una sonrisa. “Tus claras explicaciones son totalmente opacas”. “¿Es así, entonces?” Youko rió. “Bueno, fue siete años atrás. Por lo que puedo decir, probablemente habrá cambiado desde entonces”. “Si”, respondió Keiki. “Si fueras expulsado del reino, Keiki, ¿qué harías?”

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“Volvería”. “¿Y bajo qué condiciones serías capaz de volver?” “Realmente no lo puedo imaginar. Taiki es bastante joven, pero entiende la carga que se ha colocado sobre él. Por supuesto, las encuentra desalentadoras. Pero no importa que calamidades lo puedan separar de Tai, él haría todo lo posible por volver. No puedo imaginar las circunstancias de lo contrario sería verdad”. “Supongo que no es posible que el Rey de Tai esté con él allí” Keiki reflexionó. “No lo creo”, respondió. “¿Por qué no? Si crees que volvería si quisiera, entonces quizás la única otra posibilidad es que no quiera. Quizás está escondido con el Ray de Tai”. “Si el Rey de Tai estuviera con Taiki, entonces no tendrían necesidad de ocultarse. Este no es un caso en el que el Ray de Tai pierda la fe de sus súbditos y huyan del reino. Con el kirin a su lado, ningún ejército lo pararía en su camino al Palacio Imperial”. “Si, supongo”. Youko se perdió por un momento en sus pensamientos. Keiki soltó lo que pensaba, “No creo que esto envuelva algo tan sencillo”. “¿Por qué?” “Porque un meishoku fue reportado. Un meishoku es un shoku traído por el grito de un kirin”. “Un grito…” Viajando de un lado a otro entre el aquí y el allá requiere la utilización de la Puerta de Gogou. Al acceder a los poderes sobrenaturales de la Luna, una puerta puede ser abierta en la sombra de la Luna. Pero no todos podían hacerlo. Los mágicos dones necesarios para abrir la puerta o las habilidades equivalentes eran necesarias. Aquellos calificados incluían los rangos más altos en montaña de hechiceros, kirin, y sus designados youma. Sin embargo, la Puerta de Gogou naturalmente no podía ser abierta en medio del día. Era también dicho que no podía ser abierta en medio del Mar Amarillo o sobre el Mar de Nubes. “Un meishoku no se apoya en el poder de la Luna. Los poderes de un kirin solo crean un pliegue en el tiempo y el espacio. Eso solo hace el asunto más grave. A pesar de que ocurra a una baja escala, no obstante, es un shoku. Si hubiera ocurrido en medio de una ciudad, una gran cantidad de daños se hubiera provocado. El kirin no querría haber sido afectado. Consecuentemente, raramente se hace. Nunca lo he visto hacerse”. “Hu”. “Por otra parte, dudo que Taiki sepa como traer un meishoku”.

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“¿Puede un kirin no saber sobre estas cosas?” “En el caso de Taiki, él es un taika, nacido en Yamato y crecido allí hasta la edad de diez. Como resultado, no comprende bien los asuntos de kirin”. Youko inclinó su cabeza confundida a un lado. “No estoy seguro como expresarlo. Usando palabras que expresen la naturaleza de la bestia es bastante difícil. Nunca he provocado un meishoku, pero creo que he tratado. No puedo concretamente regresar la memoria, pero tengo la sensación de cómo puede ser un meishoku. Eso es un meishoku, pero eso es una cosa terrible, y no debo traerlo excepto bajo circunstancias extremas. Esa es la esencia principal que siento”. “Wow”. “Hay muchas otras cosas de naturaleza similar. En nuestra juventud, tomamos la forma de una bestia. Aprendemos como tomar forma humana. Aprendemos como hacer transición, pero no podemos recordar cuando o bajo que clase de circunstancias lo hicimos. Si presiona, solo puedo decir: de algún modo en algún momento”. “Supongo que es como cuando un niño humano aprende a caminar y hablar”. “También lo creo. Muchos poderes de kirin y habilidades llegan a nosotros cuando solo somos bestias. El meishoku es un ejemplo de ello. No podría decir cuando ese conocimiento vino a mí. Solo que cuando vino, lo reconocí como lo que era. Estoy seguro que traté cuando era bastante joven, ver que pasaría. Es un sentimiento como cuando un día te das cuenta que tienes piernas y corres tan rápido como puedes para ver que pueden hacer esas piernas. Pero Taiki es un taika. Él vivió por diez años en Yamato antes de volver, y creció todo su vida con la forma humana”. “¿No estuvo en ningún momento como bestia?” “No, no lo hizo. Un kirin sin memoria de sí como bestia perderá muchos de los poderes que debería tener como kirin. Cuando lo conocí en el Monte Hou, no podía transformarse y no había domado al youma como su shirei. Y tampoco yo creía que él supiera traer un meishoku. Creo que algo ocurrió que lo hizo instintivamente. Algo muy malo. Algo muy terrible para su persona. Mientras esté sepultado en el vórtice, Taiki no puede volver”. “Veo”, dijo Youko. Recordó a su madre por un minuto. “Sin embargo, ¿no deberíamos salvar Tai, Keiki?” Keiki le regresó la mirada, y a continuación evito sus ojos. “Por favor no me haga preguntas, no pienso contestar”.

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Interludio Las impurezas se acumulaban. El muchacho no esa conciente en lo más mínimo. Para estar seguro, solo la bestia que presionaba dentro estaba lastimada, y no dentro del escudo “humano”. Y, por supuesto, nadie más tenía la menor idea que esto estaba pasando. Sus atenciones estaba puesto en la cantidad de extraños accidentes que parecían ocurrir a donde fuera que el fuera. “Esta es la segunda vez que mi hijo se lastima jugando con él”, la mujer cacheteó a su madre. “Ahora tiene una fractura en la cabeza. ¡Mantenlo lejos de mi hijo!” Su madre la miró irse y largó un suspiro. “Se cayó por sí mismo,” gritó su hermano. “Él nos estaba persiguiendo agitando un palo, tropezó con sus propios pies y cayó en la zanja”. “¿Con que así es?” dijo su madre mayormente para sí. “Él está siempre jugando con cosas como esas. Ocultando nuestras cosas, empujándonos, esperándonos de camino a casa y tirándonos cosas. Se merece lo que le pasó. “Oh, no digas cosas así” “¿Por qué? Él es el matón. Se lo merece, ¿verdad?” “Dije, no más”, afirmó rotundamente su madre. El objeto de su regaño apuntaba a su hermano y su madre. “Es su culpa. Algo le paso cuando se fue. Es diferente ahora. Todos hablan de cómo los ahuyenta. Y yo soy el único que paga por eso”. El muchacho agarraba su cabeza porque era cierto. En el comienzo, la gente a su alrededor había sido alegre y simpática, celebrando su regreso con grandes muestras de afecto. Cuando eso acabó, solo extrañas miradas quedaron. A lo largo, creció acostumbrándose a eso, entumecido. Luego vino un cortés aislamiento. Fue llamado “fuera de lo común. Y los otros niños del barrio lo utilizaban para atormentarlo. Su hermano también quedó atrapado en ello. “No tiene nada que ver conmigo, pero también me abuchean, me empujan y me lanzan cosas”. El hermano menor parecía estar al borde de las lágrimas. Levantó un juguete y se lo lanzó. “¡Detente en este mismo instante!” “¿Por qué siempre estás de su lado?” gritó, mientras continuaba a lanzar lo que pudiera agarrar con su mano. Agotadas sus municiones, agarró a su hermano mayor.

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O más bien, trató de agarrarlo. Antes de que pudiera hacerlo, un tablón de madera se cayó sobre su cabeza. Un trozo de la estantería inferior al dintel de la sala abruptamente se cayó sobre él. La tabla no era muy pesada, y logró evitar un golpe directo. Su hermano menor se distanció, y entonces se dio cuneta de la calamidad que casi lo golpea, interrumpido por fuertes gemidos. Su madre gritó también, corrió y lo abrasó a su pecho. Llegando a la conclusión que no había sufrido ninguna grave herida, miró al mayor de sus hijos, sus ojos estaban llenos de confusión entre miedo y preocupación. Sanshi rió maliciosamente. Sanshi, regaño la voz de Gouran. Sanshi pretendía indiferencia. “Ese es un pequeño niño malo. No podemos permitir que le haga mas daño a Taiki”. Sanshi solo velaba por él. No tenía opción sino tolerar que lo alimentaran con alimentos impuros. No entendía este mundo muy bien. Pero había entendido en su confusión, en el estado semiconsciente en el que estaba que Taiki necesitaba alguien que cuidara su espalda mientras estaba en detención. Sus carceleros eran pocos, y le proveían la mínima seguridad y lo básico para vivir. Además, por lo que Sanshi podía ver, sus carceleros no estaban al tanto que lo estaban envenenando. “Los agentes del enemigo podrían estar en cualquier lado”. Sus carceleros estaban siendo astutamente manipulados. Pero ¿Quiénes eran ellos? No detectaba el deseo en ellos de dañar a Taiki. Ni parecían odiarlo o comportarse con hostilidad hacia él. Deteniendo a Taiki así, y conspirando para cometer regicidio, probablemente surgió de la animosidad hacia Gyousou. Estrictamente hablando, Taiki no era el enemigo. En ese caso, las persecuciones y los irrazonables carceleros podían ser pasados por alto. Sin embargo, cuando se trataba de otros… “Solo una advertencia. A pesar de tenerlo cautivo, Taiki todavía es un kirin”. Ella solo había alargado la mano oculta. Nada más podría minar la energía psíquica de Taiki. Por lo tanto una advertencia debía ser suficiente. “Me estoy comprometiendo lo más posible”. Lo que Sanshi realmente quería hacer era tomar a Taiki y volar. Aparte del Rey, no había nadie más en la tierra tan importante como el Taiho. Nada bueno podía venir de dejar que esos campesinos se aprovecharan de él, forzándolo a vivir en estos humildes alrededores, abusando por el curso del lenguaje, sin mencionar los intentos de golpearlo. La tensión en su cuerpo y mente hacían difícil soportar tanta humillación en el comportamiento de Taiki al cual se ve sometido. Si sus carceleros fueran quienes le levantaran la mano, se suponía que ella pretendería no hacer nada. Sin importar cuan irrespetuoso, cuan abusivo fuera su comportamiento, ella tenía que apretar sus dientes y dejarlo pasar. Lo mismo con la comida contaminada con la que lo alimentaban.

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“No puedo soportarlo… Entonces, ¿Por qué Taiki tiene que soportarlo también? ¿Por qué el Rey de Tai no viene a rescatarlo?” murmuró Sanshi para sí. Desde las doradas sombras de la oscuridad, escuchó a Gouran responder en un tono similar, “Si él vive…” “Tonterías” “Pero él fue llevado a la Provincia de Bun”. Sanshi presionó sus manos contra su pecho. O así sería en el mundo real. Si eso era cierto… si por casualidad los rebeldes habían tomado a Gyousou… si él ya estaba muerto… ¿Entonces quien vendría a salvar a Taiki? ¿Qué harían ellos si ese estado de cosas simplemente continuaba así? Mientras esas cosas se le ocurrían, Sanshi sintió verdadero temor por primera vez. Aunque en pequeñas cantidades, los venenos se acumulaban. Oscureciendo el dorado brillo que lo probaba. Si esto se prolongaba por muchos años, ¿qué sería de Taiki?

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Parte Cuatro

Risai se despertó en la oscuridad de la noche. Cuando abrió los ojos, alguien estaba sentado en la oscuridad al lado de su cama. La luz de la Luna se derramaba a través de la puerta de la sala. El sonido de una cigarra fluía a través de las montañas. “¿Su Majestad?” dijo Risai. La sombra levantó la cabeza y asintió. “Disculpa. ¿Te desperté?” “Para nada”, murmuró. “Sabe, todo el mundo la ha estado buscando”. “Si. Me escapé y me escondí, ves” “¿Se escapó y escondió?”, preguntó Risai. La Reina de Kei no lo había complicado. La habitación nuevamente cayó en silencio. Los sonidos de la noche flotaban sobre las frías brisas. A la larga, la emperatriz habló nuevamente desde la oscuridad. “¿Qué clase de persona es Taiki?” Risai pensó un poco. Viniendo de su mismo pueblo natal. La existencia de Taiki debe ocupar un importante lugar en su corazón. “Es pequeño y lindo”, dijo Risai. Una suave risa respondió desde la oscuridad. “Keiki dijo lo mismo. Y le dije que tales descripciones no eran de ayuda”. Había humor en su voz. Risai tuvo que sonreír. “Así es como realmente es. Pequeño e inocente. Cándido al extremo. Todavía con enormes reservas de empatía”. “Sin duda es un kirin”. “Él se parece a Su Majestad en cierto modo”. “¿A mí?” Risai asintió. “Él es muy relajado. Desde la perspectiva de mi rango y clase, Taiki es una persona de muy alto estatus social, y todavía no actúa en esa manera. Gyousou-sama dice que Taiki no es conciente de su posición social. No es que haga un mal uso de su autoridad y rango, pero más bien no presta atención. Su Majestad parece estar en la misma posición. La primera vez que oí a sus muchachas dirigirse a usted por su nombre, estaba bastante sorprendida. Pero entonces pensé, ah, el Taiho es así también”. “Veo”. Risai sintió una extraña sonrisa en el rostro de la sombra.

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“No hay tales clases sociales en Yamato. Bueno, no, existen, pero como un estado de mente que como otra cosa. Mis muchachas, Suzu y Shoukei, son más mis amigas que mis sirvientas. Superar las clases no parece algo simple de hacer”. “¿Y el Daiboku? ¿También se dirige a usted informalmente?”. “Si. No se si llamarlo amigo. Más que nada un colega”. “¿Un colega?” “Un colega es quien te ayuda a mantener el reino. Una vez fue conocido como un miembro de la rebelión”. “Un rebelde…” dijo Risai dudosamente. La sombra de la chica asintió con gran sinceridad. “No mucho tiempo atrás, había un terrible gobierno en Kei. Se gobernaba con mano de hierro y explotaba al pueblo. Yo recién había ascendido al trono, y carecía del poder para gobernarlo desde el trono. Entonces, en vez, le dí mi apoyo a Koshou. Para anular al gobierno, él eligió compatriotas de entre su gente (muchos de los que temían a las déspotas reglas del gobernador y que temían criticarlo) y juntos pasaron planeando meses la revuelta”. Youko se inclinó hacia delante. La luz de luna iluminaba un lado de su cara. Tenía un aspecto severo en su rostro, como si se armara de valor contra un profundo dolor. “Me pregunto si esa clase de cosas serían posibles en Tai”. Risai tomó un respiro. Así que este asunto era al que quería abordar. “No creo que sea así”, dijo. Youko parecía a punto de agregar algo más, y Risai le cortó. “Entiendo lo que está tratando de decir. Si la gente estuviera inspirada, no debería haber nada que pudiera pararla. Sé que tonto suena (suena más como una excusa) de decir que tal cosa es imposible. Pero debo insistir que así es como se encuentra”. Risai miró al techo. A pesar de que la noche era de verano y que el aire llenaba la habitación, Risai sintió un bloque de hielo en su corazón. Sus oídos dejaron de escuchar. Sin embargo, todavía podía oír esa fría brisa de viento que soplaba. “Yo escapé de las garras de Asen junto con pocos de mi tropa. Oí que fueron atrapados y llevados de regreso a Kouki. No solo mis soldados, también los comandantes al servicio de otros generales también. Muchos funcionarios huyeron por la presencia de Asen, y todos ellos terminaron prófugos de la justicia, acusados de asesinar a Gyousou-sama y a Taiki, y complotar para usurpar el trono”. Al principio, Risai había interpretado esta serie de eventos en acontecimientos de tal magnitud. “El Rey y el Saiho han muerto, y Asen se ofreció como para sacar adelante al reino y encargarse del mismo en su lugar. Pero no todos lo secundaron. Las dudas sobre Asen gradualmente surgieron, y para el momento en que un significante número de personas estaban insatisfechas con su gobierno. Mientras buscaba a Gyousou-sama, yo sentí lo mismo y se reunió con la coalición anti-Asen. Pero nada podía resultar de eso. Estábamos construyendo un castillo fuera de la arena. No importaba cuan rápido nos organizáramos,

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siempre había un largo número de sospechosos desertores. Todo lo que construíamos estaba condenado desde el principio.” “Veo” “Los desertores nos traicionaban por Asen, o simplemente desaparecían en la noche. Con el tiempo, los compatriotas fueron silenciados. Ya habíamos perdido los lugares seguros donde los voluntarios podían reunirse. Aquellos que no habían sido capturados fueron forzados a esconderse bajo la tierra para escapar de los embragues de Asen. Aquellos que albergaban dudas acerca de Asen entendía que un momento de descuido traería a todos a su alrededor al vorágine. Si se sabía que un rebelde estaba en una aldea cercana, Asen no se escatimaría nada en quemar esa ciudad hasta las cenizas. Incluso ahora, deben haber muchos con oportunidades de ponerse en su contra. Pero es casi imposible, comunicarse los unos con los otros para unir fuerzas”. Risai dio una pausa y luego dijo, “Su Majestad debe saber acerca de los duros inviernos en Tai. El Cielo nos ha dado la espalda. Los desastres nos golpean con cada vez mayor frecuencia. Los youma inundan las tierras. Le tomaba al pueblo todo lo que tenían para sobrevivir. La única pregunta que llegaba a sus mentes era cómo sobrevivir al siguiente invierno” “Se decía que la única razón por la que nadie quedara vivo era por el kouji. Habiendo accedido al trono y reorganizado la Corte Imperial, Gyousou tomó acciones incluso antes de entregar el Rescripto Inaugural. El riboku sobre el que el reino fue fundado, conocido como el roboku, estaba localizado en el centro del Palacio Imperial. Gyousou hizo una solicitud al roboku, y el Cielo le concedió una planta llamada keihaku.” “¿Keihaku?” “Si. El keihaku es una planta como un brezo. Crece libremente en los entornos duros, produciendo flores blancas a lo largo de las estaciones, produce largos frutos del tamaño de un huevo de codorniz. Cuando la fruta se quema, se quema como si fuera leña”. Nadie puede sobrevivir a los duros inviernos en Tai sin combustible. Pero el carbón de leña es un recurso limitado, y la gente requería una fuente adicional de energía. Se pensó que el keihaku podía ser plantado en las esquinas de los campos. Una rica cosecha, seca y almacenada, podía mantener las cosas hasta la primavera. Una sola persona podía preparar suficiente carbón de leña para una familia, una gran bendición para el pueblo de Tai. “El keihaku originalmente crece en el Mar Amarillo. Su Majestad hizo el pedido al roboku y obtuvo uno para Tai también. La primavera en que Su Majestad desapareció, el keihaku apareció en el roboku. Antes de que tres años pasaran, se pudieron ver flores blancas en cada rincón de los alrededores de la Provincia de Sui. En medio de estos desastrosos acontecimientos, la gente fue provista de medios para sobrevivir al invierno. La gente lo llegó a llamar “el regalo del que vive en Kouki”, o kouji.” “Entiendo”, murmuró Youko con una triste voz.

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“Si Asen fuera el verdadero rey ya habría agotado el Mandado del Cielo para este momento. Pero no es el rey. Si no fuera un mero usurpador, su tiempo de vida sería limitado. Pero es un hechicero también. Mientras nadie lo pueda eliminar o derrocar, la única persona que puede quitarle el estatus de hechicero en el Rey, o si el Rey no vive, entonces el sello del Hakuchi. Ni el Rey ni el Taiho murieron, pero nadie conoce su paradero. Consecuentemente, la providencia no removerá la traición del medio”. “Y por eso dices que la gente de Tai no tiene los medios para salvarse”. “Si”, asintió Risai. Al mismo tiempo, vio la mirada de Youko, esperando ansiosamente cada palabra suya, y su corazón le dolía en el pecho. Por favor ayúdenos, quería decir. Por favor busque a Gyousou. Por favor busque a Taiki. Y saque a Asen… Risai estaba a punto de hablar cuando Youko dijo suavemente, “Si el Rey de Tai está a salvo, me pregunto si ¿no le importaría compartir el kouji con nosotros? Kei está empobrecida…” Ella miró a la luna. “Se pone bastante fresco al norte de Kei durante el invierno. Los aldeanos son particularmente pobres allí, donde algunos valiosos cultivos pueden cultivarse. No hay ningún buen sustituto del carbón en el invierno. Estas tierras no son tan frías como las de Tai, por lo que aquellas del norte están mal aprovisionadas contra el invierno. Las paredes son delgadas, y las ventanas no son de cristal. Nunca parecen haber suficientes pieles. O, más bien, nada más del mismo peso que pueda tomar su lugar. La gente del norte se cubre de algodón y se acurrucan en motones hasta la primavera”. “Oh”, dijo Risai simplemente. “Por supuesto que el carbón de leña no hace la diferencia entre vivir o morir. En pleno invierno, pueden aventurarse a los campos y cosechar frutos silvestres. Los inviernos en Kei no son tan fieros como para llevar a la gente al borde de la muerte. No puedo hablar de los invierno en Tai de la misma manera. Pero deseo apaciguar su sufrimiento”. “Por supuesto” “Oí que a pesar que el Rey anterior de Tai haya agotado los almacenes, dejó al gobierno en condiciones justas. Keiki dice que la corte provisional fue dirigida con un grado de similar competencia. Kei fue todo lo contrario. El mal gobierno de la ex Emperatriz fue remplazado por una Emperatriz francamente no mucho mejor. Las recompensas de la tierra aún no se han acumulado. Durante el reinado de la ex Emperatriz, los ministros se convirtieron en tiranos y oprimieron al pueblo. Como el gobernador del que le hablé. Los malhechores corrieron desenfrenadamente y aún no han sido purgados. Además, después de que la ex Emperatriz muriera, una impostora se levantó y arrasó con el reino. Kei solo ha comenzado a resucitar. Justo ahora, los ciudadanos que residen en las ciudades no tienen suficientes experiencias de buenos tiempos que se merecen. Un país como Kei que está constantemente en caos no conoce nada más que la pobreza”. “Si”, dijo Risai. “Siento lástima por todos ellos…” Youko hablaba bajito, con vos tensa, y un temblor en su voz. “Y siento lastima por la gente de Tai. Tai está en peores condiciones que Kei. Más la gravedad de las estaciones, los desastres naturales y las opresoras leyes del usurpador deben

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estar haciéndolos sufrir de tal forma que no lo puedo ni imaginar. El usurpador debe ser eliminado y el legítimo Rey y el Taiho deben regresar a la capital. Yo…” Risai alcanzó con su restante mano la mano de la Reina de Kei. “¿Y después qué? Usted no puede movilizar sus tropas. La Reina de Kei no puede comandar a sus soldados que crucen las fronteras de otro reino. Es un pecado que seguramente destruiría Kei”. “Risai”. “Por favor perdóneme. Estaba tan atrapada en mí que no contemplé mis imperdonables pecados. Pero usted no puede hacerlo. Usted es la Emperatriz de Kei. No puede sentir pena por el pueblo de Tai a expensas de su propio pueblo”. Kaei, tenías razón. Y, todavía, sentía gran fuerza en su mano que la sostenía. “No dejaré a Tai por su cuenta. Haré todo lo que esté a mi alcance. Tengo la intención de presionar al Rey de En para que haga todo lo posible. Sin embargo, si la tarea supera mis límites, entienda por favor. No puedo pedirle al pueblo de Kei, que aún no ha experimentado una feliz era, que se resigne a otra era de caos”. “Sus palabras son más que suficientes”. Risai sonrió. En su corazón quería rogar: No nos abandone. Pero no podía. La persona frente a ella era la Emperatriz de Kei. Risai no podía hacer nada que la alejara de su gente.

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Capítulo 25 Cuando Youko salió de la antesala contigua a la habitación de Risai, observó que tres sombras paseándose frente al jardín interior. Uno grande, uno chico, y uno en el medio. “¿Qué están haciendo acá, chicos?” El más cercano saltó a ella como una marioneta a cuyas cuerdas se les han dado un tirón. “Youko, ¿de qué estabas hablando con Risai? ¿No habrás…?” “Soukei, ¿qué estás haciendo acá a estas alturas de la noche?” “Suzu me llamó. Te hemos estado buscando por todos lados. Se decía que habías aparecido, que le ordenaste a todo el mundo que se fuera, y que entraste a su habitación. ¿Qué estaban discutiendo? No le prometiste nada…” “Lo hice” Shoukei se tapó la boca audiblemente. Sentándose donde estaba parada, Suzu solo sostuvo su cabeza. “¿No entiendes que significa eso?” “Claro que si. Por eso prometí que haría todo lo que pudiera y no más.” Soukei dio un gran suspiro y se sentó en el lugar. “¡No hagas eso! Casi me da un ataque”. Suzu miró sorprendida a Shoukei. “Te dije que Youko no haría algo estúpido como abandonar Kei”. “¿Realmente parece que no estuviera jugando con todas las cartas? Vamos.” Youko bromeó y golpeó como juego a Shoukei en el hombro. Dejando tales mentiras de lado, estaba contenta de que no hubieran llamado a la caballería y revisado todos los cuartos. “¿Y qué dices tu, Koshou?” En respuesta a la pregunta de Youko, el hombre hizo un buen intento de disimular su respuesta. “Yo, Um, solo hacía mi trabajo como su guardaespaldas”. Youko sonrió. “En ese caso, endereza la cabeza. He estado dando vueltas todo el día. El papeleo no se hará por sí mismo. Suzu, perdona, pero ¿podrías cuidar a Risai?” “No hay problema”, dijo Suzu con un movimiento de mano. “Me encargaré de todo”. Youko sonrió y volvió con Shoukei y Koshou de paseo. Por ahora, la pérgola reunió dos siluetas más. Youko se detuvo y preguntó, “Y ¿qué pregunta sería mejor que qué están ustedes dos haciendo aquí?”

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Las dos extrañas siluetas intercambiaron miradas. “Nada”, dijo Enho. “Tan solo mirando la hermosa Luna. Eso es todo”. Miró a Koukan. “Yo estaba buscando a Su Majestad. Me estaba agostando un poco, por lo que le pedí al Taishi que me acompañe”. “Pero por supuesto”, dijo Youko, inspeccionando a los cuatro. “No tienen nada de que preocuparse no iba a enviar soldados a Tai. Incluso sabiendo eso, no había otra forma de pedir ayuda. Me comprometí a hacer todo lo que pudiera, mientras no excediera los límites de lo que puedo hacer. Risai dice que es algo con lo que puede convivir.” Enho y Koukan asintieron claramente aliviados. “Por lo que quiero pedirles al Taishi y al Chousai que averigüen todo lo que puedan, con las limitaciones dadas por el Cielo, que su pueda hacer por el bien de Tai. Háganlo una prioridad, y repórtenmelo lo más rápido posible”. El día siguiente, los funcionarios encargados con la tarea realizaban una conferencia de alto nivel. Trabajaron toda la noche hasta la mañana, pero fallaron al no hallar una solución definitiva al asunto. “Tomando el ejemplo de Su Majestad como precedente estaría sugiriendo escoltar al Rey de Tai a Kei. Esta sería la premisa para tomar cualquier otra acción”. Koukan habló de la misma fría y reservada manera en la que solía, aunque lo hizo parecer un poco demacrado. “Sin embargo, no parece que el Rey de Tai haya huido de Tai. Si fuera capaz de dejar Tai, buscaría refugio en cualquier otro lugar, y las noticias de esos esfuerzos llegarían a nuestros oídos. A falta de tales pruebas debemos concluir que permanece dentro de los límites de Tai”. “¿No existe ninguna forma de asegurarnos?” preguntó Youko. Miró a la asamblea oficial reunidos en el Sekisui-dai. “El fénix es la manera más rápida de realizar estas investigaciones entre los otros reinos”, dijo Shouryuu, el Rey de En. “Pero no hay ninguna forma de saber certeramente si el Rey de Tai solicitaría formalmente asilo. Si busca refugio entre sus súbditos, antiguos colega, y conocidos que escaparon de Tai, nuestras investigaciones no revelarían los hechos”. Koukan asintió. “Si él buscó refugio, creo que sería en En. En es el más cercano de los grandes reinos y sus costas se enfrentan con las de Tai entre el Kyokai. Además, el Rey de Tei y el Rey de En tienen una relación cordial y han intercambiado diplomáticos. Si buscara refugio en algún reino, sería en el de En”. “Veo”. “Una cosa en que los ministros pueden concordar es en que es improbable que el Rey de Tai haya buscado refugio entre antiguos conocidos en otros reinos. El Rey de Tai es un hombre de

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espada. Además, seis años pasaron desde el último cambio de gobierno. No podemos creer que un general de tal reputación estaría acobardándose de Asen que se escondería por seis largos años. Tampoco estaría contento en esconderse en otro lugar, incluso siendo de un querido amigo.” “No, no lo haría. Y si buscara refugio entre viejos conocidos, seguramente se sentiría obligado a difundir la palabra por todo el mundo, así el pueblo de Tai podría unírsele”. “Eso no podría. La única conclusión lógica es que el Rey de Tai sigue en Tai. Sin embargo, viendo que Risai-dono no tiene conocimientos de su ubicación, las posibilidades recaen en que pudo haber sido capturado, o está esperando el momento oportuno para contraatacar. Las probabilidades del primero son altas. En cualquier caso, con el objetivo de ampliar el asilo al Rey de Tai, sería necesario primero viajar a Tai y buscarlo. Y eso sería como violar los Decretos Divinos”. Después de pocos momentos de pensar, Youko dijo, “Si la búsqueda fuera lo único implicado, no necesitaríamos un ejército. Diga que yo… o alguien asignado por mí… entrara a Tai, acompañado por un pequeño número de soldados. Si fuera una visita personal, ¿cómo esta sería diferente de la que Keiki hizo previamente? Es natural para mí viajar con guardia armada, y descubriendo que el Rey de Tai está ausente, nos pondríamos en camino para tratar de encontrarlo”. Koukan miró a Youko. “La opinión fue expresada que el Cielo puede hacer la vista gorda a tales ideas, pero además de enormes incertidumbres envueltas, en el peor de los casos sería desastroso para Kei. Los ministros coinciden que no es una opción viable. Me gustaría explicar a lo que llegaron dentro de la categoría de lo ‘posible’.” “Si se puede encontrar una forma, ¿qué hay del Taiho de Tai? Según con el testimonio de Risai-don, un meishoku ocurrió al mismo tiempo en el que el Taiho desapareció. En ese caso, nos arriesgaremos a que el Taiho fue llevado a Yamato o a China. Buscar al Taiho no presentaría los mismos problemas que buscar al Rey de Tai. La pregunta recaen en como se organizará tal Búsqueda”. “¿Qué pregunta?” “Primero que nada, solo una persona capaz de viajar a Yamato podría realizar la búsqueda. Y solo una persona con el rango de conde, cuyo nombre está listado en el Registro de Hechiceros. Además, de lo que averiguado al hablar con Su Alteza, fuera Yamato o China, estos no son lugares donde una búsqueda puede ser llevada a cabo en gran números para fisgonear de cualquier manera”. “Capté”. Mientras ella lo decía, Rokuta habló. “Una búsqueda a gran escala sería imposible. También deberíamos olvidarnos de esta”. “Si, sería difícil”.

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“La dificultad de la búsqueda en sí misma es la totalidad de la misma. Nosotros deberíamos ser capaces de reunir suficientes hechiceros con un rango de condes o más, pero aquellos que no son taika pasarán un mal momento allí”. Youko parpadeó. Rokuta los miró y dijo, “En resumen, Yamato es un lugar más extraño de lo que cualquiera podría imaginar en sus sueños más salvajes. El aquí y el allá nunca se mezclan. Solo un shoku permite a la gente venir y a los ranka ir. En la mayoría, los kaikyaku son arrastrados desde el este, desde Yamato. Dejando de lado el idioma, los kaikyaku se ven igual que nosotros. Incluso aquellos quienes no nos tratan como ‘extranjeros’ ¿no te parece? En pocas palabras, todo se reduce a la forma en la que la gente que de allí viene se ve acá”. “Si, Eso es definitivamente verdad”. “Así que no creo que sería un gran trabajo si alguien de acá llegara a allá. Pero el hecho es, exceptuándonos a aquellos de nosotros que poseemos características particulares, la gente ordinaria no puede ir allí. Solo ranka. Solo gente en su informe estado”. “¿Informe estado?” “Si. Vivos, y todavía sin forma. Nadie viaja de aquí allá en otro que no sea un estado prenatal. Hay excepciones, pero esas son las reglar que los dos mundos acatan. De lo contrario es un viaje de ida”. “Pero Keiki viajó a Yamato para buscarme”. “En efecto. Un kirin puede cruzar. Los hechiceros con un rango superior a conde también. Aquellos cuyos nombres figuran en el Registro de Hechiceros. En práctica, creo que es mejor estipular que solo los taika que figuran en el Registro de Hechiceros pueden saltar allá en los cuerpos que poseen. Cuando Keiki fue a buscarte, ¿Cómo lo hizo? Keiki asintió en respuesta a la pregunta de Rokuta. “Como el Taiho de En observaba, lo hice en un estado ‘retorcido’.” “¿Un estado retorcido?” preguntó Youko. “Antes de viajar a Yamato en búsqueda de Su Majestad, lo consulte con En Taiho. Me dijo que me tenía que colocar en un estado retorcido. Realmente no entendí de que estaba hablando en ese momento, pero me dí cuenta una vez que puse el plan en acción. Sin duda, no habría podido viajar de forma concreta por mí mismo”. “No tengo la menor idea de que están hablando”. “Es difícil explicar estos conceptos en palabras. Es por lo que no era visible para las personas de Yamato. E incluso cuando observaban, veían como si fuera a través de un cristal empañado. Como si vieran algo completamente diferente. Cuando la gente si me veía certeramente, no me escuchaban o entendían lo que decía. O en otras circunstancias, solo oían mi voz. Mantener la forma humana era difícil y estaba lleno de incertidumbre. Pude repentinamente revertirme a mi forma animal, o disolverme en las venas de la Tierra. Justo

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como cuando estoy en este mundo, solo puedo estar seguro de mantener mi forma cuando estaba en presencia de Su Majestad”. “¿En serio?” preguntó Youko sorprendida. Keiki asintió. “Allí no es definitivamente donde estamos destinados a estar. Es casi como si el mundo constantemente nos repeliera de de presencia”. Rokuta concordó. “Es bastante difícil para aquellos que no son taika mantener una forma concreta allá, exceptuando a los espíritus o fantasmas. No pueden mantener una forma firme en sus cuerpos por mucho tiempo. Y si pueden mantener sus escudos físicos, es bastante inusual. Se convierten como en sombras. Esto se aplica a los Reyes como al kirin. Y acerca de los hechiceros lo sufren más aún. Además, la gente de allá no sabe nada de este mundo. Todo lo no corpóreo que se muestre allá causará un gran alboroto”. “Entiendo”. “Además, incluso si fueran forzados a pasar, no saben como es el aspecto de Taiki. Risai pudo hacer un boceto que se le parece, pero seis años han pasado. Él es un taika, por lo que su apariencia habrá cambiado también”. Youko confundió la información. “Mi aspecto realmente cambió cuando llegué acá. ¿Qué ocurre cuando regresas?” “No se regresa”, dijo Rokuta firmemente. “Los taika nacen en el otro mundo desde el útero de una mujer. Cuando nacen, están cubiertos por un cascarón que se parece a sus padres, llamado taikaku. Cuando un taika regresa acá, regresa a su aspecto original dado por Dios. En el caso del kirin, nuestros cabellos toman un tono de oro”. “Si, eso tiene sentido. No pudiste haber nacido rubio allá”. “Si. No entiendo todas las razones, pero se siente como una campera reversible. Cuando regresas a Yamato, retomas la forma que tenías ahí. Por lo que pensarías que cuando volví, me convertí en un esqueleto tambaleante de un viejo. Eso no ocurre. Cuando dejamos de envejecer acá, nuestro taikaku parece detenerse también. Aunque las cosas no coinciden perfectamente, estoy bastante seguro de que voy a caer en la misma categoría general”. “Entonces ¿incluso si llevaras a Risai contigo, no hay garantía de que ella pudiera reconocer a Taiki?” “Así sería. Exceptuando que por el aura un kirin puede ser encontrado. Taiki fue llevado a Yamato cuando todavía era un huevo. Yo fui quien lo encontró allá” “¿Enki?” “Se. Estaba en una excursión. O más bien, estaba allí para explorar algunas cosas. Y sentí el aura de un kirin. Notifiqué al Monte Hou, y arreglaron una cita”. “¿Eso significa que puedes buscar al kirin?”

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“Puedo. Excepto cuando digo que siento el aura, eso significa que primero debemos estar en la misma área vecinal. Y lo que es peor, en ese entonces, sabíamos que por haber dejado la rama estaba en Yamato. Pero eso nos llevo diez años. Esta vez, ni siquiera sabemos si está en Yamato o en China. Podría haber sido llevado a otro lugar. Incluso con Keiki ayudándome, fácilmente nos tomaría años”. “¿Qué hay de una docena?” preguntó casualmente Youko, pero su pregunta dejó un silencio atónito. “Bueno, supongo que hay reinos con tronos vacío, por lo que no llegaríamos a doce de ustedes… ¿Qué? ¿Dije algo gracioso?” Shouryuu suspiró. “Youko, no interferimos en los asuntos de otros reinos. Es una antigua tradición. Cada reino se ocupa de sus propios asuntos. No buscan la ayuda de otros reinos, y no buscan su cooperación en estas causas”. “Pero el Rey de En me dio una mano cuando la necesitaba”. “Eso es porque soy un taika y soy conocido como excéntrico”. “Y adora meter las narices donde no lo llaman”, repicó Rokuta. “Solo estoy diciendo como son las cosas. Los funcionarios no se reúnen en nombre de cooperación mutua. Incluso si alguna vez un reino necesita ayuda de otro, estas cosas siempre se hacen de forma diplomática. No tenemos aliados, solo intereses. Este es un mundo donde, excepto por necesidad, incluso los vecinos evitan relacionarse entre reinos”. “Entonces incluso con doce reinos, ¿nadie nunca formó algún tipo de Naciones Unidas ni hicieron algo juntos?” “La historia no habla de ningún precedente”. “Porque expresamente no está permitido, ¿cómo invadir otros reinos?” “Mmm…”. Rokuta y Shouryuu intercambiaron miradas. “Nunca se ha confirmado de un modo u otro. El hecho por sí mismo es extraordinario simplemente no ha ocurrido antes”. “Sin lugar a duda”. “Pero probablemente no hay otra manera. El Rey de Tai no puede escapar de su reino. Tales rumores llegaron a nosotros. Lo más probable es que Taiki haya sido llevado allá y no pueda volver. Lo sabemos simplemente porque no ha regresado. En ausencia del Rey de Tai y de Taiki ¿Qué esperanzas tiene el pueblo? Incluso si hay más personas como Risai, organizando gente y levantando un ejército sería imposible, ¿o no? Tai no puede salvarse. Por eso los otros reinos deben prestarle una mano. Si no tenemos suficientes kirin, entonces debemos pedirles a los otros reinos su ayuda”. Youko tomó una pausa y dijo, “En primer lugar, ¿no hubo ninguna oposición cuando en Tai se anunció el cambio de gobierno? El fénix no cantó, y sin embargo un nuevo Rey fue

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entronado. No importa como lo veas, eso está simplemente mal. ¿Nadie se molestó en ver por sí mismo que estaba pasando o en confirmar los rumores?” “Naturalmente, nosotros…” Decía Shouryuu, pero Rokuta interrumpió. “Al principio, emisarios formales e informales observadores fueron enviados a Tai, pero no se les permitió entrar a Kouki. Al no tener un punto de vista del cual observar, adoptaron una postura de espera y mira. Desde entonces, las cosas han sido abandonadas a su propia suerte. Yo, por mi parte, he instado a que las cosas en Tai sean investigadas, y que encontraran formas de ofrecer asistencia”. “Pero, por supuesto”, dijo Youko con una leve sonrisa. “Entonces en cuanto a los otros reinos se refiere, están atados, ¿verdad?” Todo el mundo en la sala se quedó atónito. “Su Majestad…” regaño Keiki en voz baja. Koukan y Enho parecían paralizados por la sorpresa. Shouryuu movió las cejas en algo similar a fruncir el ceño. “Creo que eso estuvo fuera de lugar”. “Pero es la verdad, ¿no? Nos estamos quedando a un lado viendo el tiempo pasar. Tarde o temprano el ranka de un nuevo kirin de Tai comenzará a crecer. Todo se remonta al principio. Y en En, a nadie se le erizan las plumas”. “Si, eso es todo”, respondió Rokuta antes de que Shouryuu pudiera interponerse. “Rokuta”. “Esta costumbre de no intervenir en los asuntos de otros reinos es, cuando la ves, nada más que una excusa. El hecho es que, en el caso de Youko, tú estuviste metiendo tus narices en cada cosa que ocurría. No encontraste ninguna buena razón para involucrarse, porque el Rey de Tai y Taiki no están acá y no pueden pedirlo personalmente. Me atrevo a decir, que no has intentado lo suficiente de encontrar una buena razón, y eso es porque ese pequeño foso llamado Kyokai separa a En y a Tai”. Shouryuu estaba apunto de responder cuando Rokuta agitó sus brazos. “No me des nada más de tus patéticas excusas. Al final del día, estás preocupado por los refugiados. Refugiados que corren de otros reinos hacia En. Por eso mantienes un ojo puesto en Kei y Ryuu y realizas un seguimiento de su evolución, y echas una mano si puedes. Pero está el Kyokai entre En y Tai. No hay muchos refugiados que crucen el Kyokai a En. Comparado a Kei, no es nada. Tan solo un pequeño daño llegaría a En si permaneciéramos sin hacer nada”. “Te refieres a que es porque no está en los intereses nacionales de En”. “A eso me refiero”. “Yo soy el Rey de En”, dijo Shouryuu bruscamente. “Por supuesto que actuaré en nombre de los intereses nacionales de En. ¿Me culpas por eso? Esa es la única razón por la que existo”. Rokuta miró a Youko como si buscara apoyo moral. “Eso es lo mejor que puedes esperar de un tipo como él. Incluso si eres el único hombro en el que se puede apoyar, tiraré todo mi

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peso en contra de sus esfuerzos. De un u otro modo, quiero tener al pequeño mocoso de regreso acá”. “El pequeño mocoso”. “Realmente era pequeño. Y totalmente tímido. Pero no sin sus encantos. Me lo he encontrado en varias ocasiones. Si está sufriendo donde quiera que esté ahora, quiero ayudarlo”. “Y yo haré todo lo que pueda” Shouryuu golpeó la mesa con su puño. “Kei todavía se sitúa al borde del caos. ¿Debería la Reina de Kei dividir sus esfuerzos por el bien de otro reino? Estás traspasando tus terrenos” “Es la comunidad del taika. No puedo abandonarlos”. “Y como compañero taika, déjame advertirte. No es el momento para que salgas a tales aventuras”. “Pero ¿va a actuar En?” Shouryuu parecía haber perdido el habla momentáneamente. “¿quién crees que soy, en primer lugar? Soy un sirviente de En. ¡No es mi trabajo reparar los problemas de otros reinos! En no tiene problemas por su cuenta. ¿Estás diciéndome, al Rey de En, que ponga todos mis esfuerzos y que corra para ayudar a Tai?” Youko miró a Rokuta. “Enki, lo que sea que tengas, estoy dispuesta a intentarlo. El rejuvenecimiento de Kei puede que tome un poco, pero cualquier refugiado que cruce la frontera con En, creo de buen corazón que el Rey de En se encargará de ellos”. “¡Youko!” “Oh, eso me recuerda. Creo que deberíamos tener una parte de la Guardia Imperial organizando a los refugiados en vagones de trenes y escoltarlos seguramente a las fronteras con En”. “Esa es una buena idea”. “El deudor no debería intentar estafar al cobrador, ¿o lo haría?” objetó Shouryuu. “Lo mismo va para usted también”, dijo Youko con una sonrisa irónica. “En es el único de los reinos del norte que goza de riqueza y estabilidad. Siempre que pasa algo en este hemisferio, incluso si la gente se queda donde está, le piden ayuda a En. Si Tai cae en desgracia, seguramente, a la larga, toda su población tomaría algún objeto flotante y se iría a En. Los youma y el Kyokai puede que estén en su camino, pero pronto solo será su única opción”. Youko miró abajo, a sus manos. No podía evadir el hecho de lo pequeñas que eran sus manos.

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“Kei difícilmente está en posición de ocuparse de asuntos ajenos al reino. Aún no hemos restaurado las fortunas del reino. Incluso después de doblar nuestros fondos, poner boca arriba nuestras medias seguimos sin tener excedentes que compartir. Pero no puedo no hacer nada mientras Tai se distancia. El destino que le aguarda a la gente de Tai es el mismo que le aguarda a la gente de Kei”. “¿La gente de Kei?” “Nadie vive para siempre. Nadie reina para siempre. Intento restaurar a Kei a su verdadero lugar. Pero no puedo saber certeramente si seré capaz de cumplir esa meta. No hay garantía de que no pierda el camino antes de que suceda. Y cuando me haya ido, ¿Qué será de mi gente? Todo se vendría abajo como en Tai ahora”. Youko se dirigió a sus servidores: Keiki, Koukan y Enho. “Estoy segura que se preguntan, ¿Acá estamos pisando agua, y sin embargo, lanzamos nuestros salvavidas a Tai? Soy plenamente conciente de ello. Y aún así, siento que debo salvar a Tai. Haré lo que pueda. Y no solo por el pueblo de Tai. También por el pueblo de Kei. Contra la posibilidad de que lo mismo le pase a Kei”. “Su Majestad…” Keiki elevó una voz de advertencia, pero Youko negó. “Por supuesto, no tengo intenciones de desviarme del camino. Quiero ser la mejor emperatriz que pueda ser. Pero todos los deseos del mundo no lo hacen necesariamente así. No creo que ninguna regla establezca la ruina de un reino a propósito. Y algunos, como en Tai, fueron tirados abajo por insurrección y revueltas. Por eso quiero establecer algunos precedentes en la preparación para el día en que perezca o pierda el camino. Quiero apuntar los diques contra las inundaciones para que mi pueblo tenga un refugio incluso sin una emperatriz”. Con eso, Youko dijo a los asustados Shouryuu y Rokuta, “Sé que cada onza de energía que gaste en Tai retrasará la resucitación de mi propio reino. La gente puede volverse impaciente y desee quitar el polvo de Kei de sus pies. Y no puedo hacer nada para detene a aquellos que dicen que En es un mejor lugar que Kei y deciden emigrar allí. Kuo ya ha comenzado a desmoronarse. Aquellos en lugares más al norte de Kou por supuesto irán a En a pedir ayuda. Pidir a En que soporte las cargas de Kou, Kei y Tai por sí mismo es demasiado”. He pensado estas cosas mucho, se dijo Youko a sí misma. “Pero no es la realidad actual. Kei crecerá menos caótica, produciremos nuestros propios excedentes a tiempo. Lo que estoy diciendo es, una vez que seamos un buen reino, quiero pensar en la forma de ayudar a los refugiados de otros reinos. La gente huye de su reino porque está en caos. Me refiero, en ves de apoyar a sus países de origen con necesidad, deberían ser asistidos de manera proactiva. E incluso cuando la gente no huye de sus reinos, las políticas deben estar en sus lugares para poder aguantar hasta el próximo rey que se entrone”. “Youko…” “Lo que digo, es que, debería haber un tipo de depósito de buena voluntad. Un depósito de alimentasen cada región. En el caso de hambruna o estragos por guerra, estos depósitos

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pueden ser abiertos para ayudar a los necesitados. Idealmente estarían ubicados entre los reinos. Si un reino no puede soportar la carga, otro reino podría consolidar sus excedentes y cuando un problema de refugiados se presente, se abrirían estos almacenes”. Ella continuó, “Solo lo he pensado en términos generales, pero como testigo del vuelo de Risai a Kei, creo que en algún lugar, de alguna manera, el establecimiento de estos edificios es necesario. Risai vino aquí para pedir ayuda en nombre de su reino, convenciéndome de que los otros reinos deberían estar dispuestos a interceder y abrir sus almacenes. No había sabido de estos pecados que se castigan instantáneamente, o de costumbres de no intervenir. Así que quizás me estoy aproximando ingenuamente”. “Youko”, dijo Rokuta, algo asombrado, “Realmente te viniste con ideas interesantes”. “Bueno, no son realmente mis ideas. Es algo que en que la gente del otro mundo pensó. No existía cuando ustedes vivían allá”. “Huh”. Youko le dijo a Shouryuu, “Si nadie lo ha hecho antes, entonces quiero un intento. Veamos como funciona. ¿No podemos peticionar a otros reinos y pedirles su asistencia?” “¿Me lo estás preguntando o diciendo?” “Estaría feliz de intentar, pero como la chica nueva del barrio, no creo que los otros gobernantes me den mucho apoyo”. Shouryuu lo reflexionó por unos momentos. Finalmente dijo, “Todo el mundo está ansioso de ponernos en el pedestal del ‘gran poder’. Ahora es Tai. No hace mucho era Kei. Y ahora que Kei encontró su lugar Kou se está desmoronando. Para hacer las cosas peo, nubes de tormenta se posan sobre Ryuu también. Uno tras otro, Los vecinos de En han sucumbido, cayendo contra nosotros como dominós. No soy omnipotente, sabes. Nuestros depósitos no son inagotables. ¿Y quieres que me encargue de esto también?” Rokuta le dirigió al exasperado Shouryuu una mirada sorprendida. “¿Qué es esto? ¿Nunca habías notado que ocurría aquí?” “¿Qué?” Rokuta sonrió burlonamente. “Es porque tu eres el Ángel de la Muerte”. Shouryuu le frunció el ceño ferozmente. “Estoy haciendo mi mejor esfuerzo, trabajando lo más duro que puedo, ¿y estas son las gracias que obtengo? De acuerdo, buscaremos a Taiki. Seguramente también seré el líder a cargo”. “Gracias”. Youko sonrió ampliamente e inclinó la cabeza. “En algún momento en el futuro prometo pagar todas las deudas que he acumulado”. “Esos son los términos con los que debería empezar”.

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“Pero, por supuesto”, rió Youko. “Mientras el Rey de En viva, y hasta el día en el que En descienda al caos, prometo hacer de Kei todo lo que Kei puede hacer. Puedes estar seguro de ello”.

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Capítulo 26 Alrededor de la cena, Youko fue a vera Risai e informarle que habían decidido buscar a Taiki. “No sé cuanta ayuda podemos esperar de otros reinos, o que tipo de búsqueda podemos montar para Taiki hasta que empecemos a sondear. Por el momento, es un pequeño paso. Pero al menos nos estamos moviendo”. Risai no podía encontrar las palabras para expresar su gratitud. Youko le había dado una sonrisa y había apurado el parlamento. La balanza del tiempo que estaba dedicando a Tai tendría que ser preparado por la quema del aceite de medianoche. “No sé como agradecérselo”, se dijo Risai a sí misma. “Es genial, ¿verdad?” dijo una voz. Keiki entró en la sala para atender sus labores como ‘mayordomo’. “Si pueden conseguir a los demás gobernantes de otros reinos, seguro que lo vamos a encontrar”. “Si. De seguro”, dijo Suzu. Risai solo podía asentir del asombro. Comparado a los seis años en los que había combatido constantemente con desesperación, sin signos de redención a la vista, nuevas perspectivas se abrían frente a sus ojos. La salvación de Tai había comenzado. Tal era el shock en su corazón que no pudo dormir en toda la noche. Tirada en la cama, escuchando las palabras de Youko en su mente, su alegría se volvió ansiedad a la mitad de la noche. ¿Y qué si no podían encontrar a Taiki a pesar de sus esfuerzos? La mayor posibilidad de que lo hicieran era profundamente tranquilizadora. Sin embargo, esos sentimientos se convirtieron en desesperanza tan fácilmente y luego en miedo. No era que ella dudase de Youko en lo más mínimo. Su vida, por mucho tiempo, tomaba direcciones diferentes a las elegidas. Sus expectativas habían sido defraudadas, sus esperanzas arruinadas. Y sabía nada podría sugerir esta vez. ¿Qué tan probable era la feliz promesa del regreso ileso de Taiki? Incluso si lograba ser encontrado, un sin fin de daño le podía sucueder en el Ínterin. Una vez que comenzó a pensar en ese sentido, sus preocupaciones hicieron al sueño imposible. Incapaz de soportar el dolor que llevaba sobre su pecho, con gran esfuerzo, Risai luchaba en la cama. Su condición había mejorado lo suficiente como para que Suzu no la vigilara durante la noche, que se retiró a sus habitaciones. Suzu no estaría allí para asistirla, pero tampoco estaría allí para castigarla por salir de la cama. Risai había hecho su camino sola, usando las paredes y los muebles para soportar su infirme cuerpo, y finalmente encontrando el camino a las puertas de la habitación. Ella solo quería

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dejar entrar un poco de aire nocturno, pero exhausta se sentó en el lugar. Ser recordada con la discapacidad del estado de su cuerpo la irritaba sin fin. Incluso cuando Taiki fuera traído de regreso, ¿qué harían entonces? Usar el ‘sentido real’ de Taiki. Podrían lanzar una búsqueda de Gyousou. Pero para hacer eso, debían regresar a Taiki a Tai. ¿Podía ella hacer algo así? ¿Con tal débil constitución, y sin habilidad para blandir una espada? Sería incapaz de defender a Taiki. Los youma y los bandidos rondaban en Tai. Quizás su corazón no era más fuerte que su cuerpo. Quizás ella había huído de Tai y buscado refugio dentro de los muros del Palacio Imperial de Kei, en busca de alivio físico y mental. Lanzando una mirada atrás al lugar de donde venía, Tai no era nada sino un lugar temible. No podía imaginar llevar a Taiki allá. Risai se sentó en medio del paseo e inclinó contra la pared con un aire de melancolía. Más allá de los aleros, la luz de la luna brilló sobre el patio. Escuchó el solitario trino de una cigarra en la oscuridad. No sabía que harían después del regreso de Taiki. No estaba segura si él regresaría, o si ellos podrían salvar a Tai. Ella se aferraba a esas creencias sin motivo, en cierto momento se acostumbró a endurecer su corazón contra el fracaso y la decepción. Era como si el cielo y el infierno se hubieran aliado en contra de Tai. ¿Cuánto años habían pasado desde que Gyousou había desaparecido? Se decía que la ceremonia del Koushi traía la razón y el orden al mundo. ¿Había Asen realizado el Koushi, y podía haber razón y orden en el mundo si el verdadero rey no había realizado la ceremonia? En cualquier caso, el caos en Tai se había puesto en movimiento desde que el trono estuvo vacío. Varios veranos después de la perdida de Gyousou, la búsqueda de Risai la llevó a la Provincia de Bun. Secretamente, con el fin de escapar de ser descubierta por Asen, dependió de los intermediarios y buscó asilo de viejos y confiables amigos, se dirigía a Tetsui. Gyousou previamente había desaparecido de un campamento en Rin’u. Rin’u había sido originalmente la única ciudad en la Provincia de Bun que era el hogar de una fuente de gemas preciosas. La fuente más antigua estaba en el Monte Kan’you, y fuentes de varios tamaños manchaban el lugar y sus alrededores. “Compañía de ciudades” se ubicaban ahí en la base de las minas. Aunque la mayoría de ellos se desempeñaran en ello, ocasionalmente se podía oír actividad volcánica. Incluso esas minas se secaron repentinamente. Risai no podía decir si ellos también habían sido afectados por el giro de la amplia anarquía. Encontró algo de fundamentos en el barrio de Rin’u. La gente de Tetsui probablemente sabría más acerca del paradero de Gyousou. Ella aún albergaba la esperanza de que pudieran estar escondiéndolo. Pero cuado llegó allá, encontró la ciudad completamente quemada. Solo los escombros carbonizados quedaban. Tetsui había sido abandonada. Ni siquiera quedaba un signo de vida humana. Solo el altar de la ermita no había sido quemado, y encima de él, una ofrenda de flores blancas keihaku.

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Los ciudadanos de Tetsui que quedaban debieron haber venido aquí, bajo el amparo de la oscuridad, a rezar por el regreso de Gyousou. Junto a la ermita, el marchito riboku, chamuscado por las llamas, estaba solo abatido desamparado. La desolación impresionaba a Risai a tal punto, le gustara o no, que Tai era un reino cuyo centro no se podía sostener. Caer a pedazos era la única opción que quedaba. Risai también tuvo que mezclarse con las sombras de la noche, evadiendo el contacto humano, y escondiéndose de la vista de los demás. Se deslizó a lo largo de las calles, buscando a alguien que supiera donde estaba Gyousou, o Eikyou o Gashin o la localización de sus fuerzas. Se encontró con pocos resultados. Se enteró de que había habido una batalla campal fuera de Rin’u entre rebeldes locales y la Guardia Imperial, y subsecuentemente, la Guardia Imperial se quedó agotada e incapaz de responder a los ataques de los rebeldes. Esa batalla probablemente ocurrió para el momento en que Gyousou desapareció. No sería tan inusual para un Rey ser llevado al medio de la neblina de la guerra. Pero no para un rey como Gyousou. Gyousou fue reconocido como espadachín. Nadie era lo suficientemente imprudente como para enfrentarlo en una batalla justa. Excepto porque estaba liderado el ejército de Asen. Gyousou había confiado en Asen y los subalternos de Asen. Y en el apogeo de la batalla, debería haber uno vigilándole la espalda. Podrían haberlo abrumado con mayores cantidades, o haberlo capturado y encerrado. Pero ¿Gyousou confiaba tanto en Asen? Considerando que había dividido las fuerzas de Asen, quizás dudaba de él desde el principio. Pasó todo el verano caminando por los campos y las ruinas. Y entonces, el verano terminó y la nieve comenzó a caer. Tal vez sea por todo el hollín, que la nieve era de color gris, y anunciaba peores tiempos. El invierno de ese año fue particularmente duro. La nieve se apilaba en grandes surcos. Muchas de las casas de esos alrededores, aunque fueron construidas para resistir, colapsaron por el peso. Al final del frío, el nevoso invierno se volvió un seco verano. Raramente Tai tenía veranos calurosos. El cultivo yacía bajo el abrasador sol. Y cuando el invierno volvió… Ella creía que sería el siguiente año, cuando los youma comenzaron a aparecer cada vez más y más seguidos. Para un reino sin rey, estaba apenas fuera de lo común. Pero se multiplicaron prácticamente enfrente de sus ojos. Los ancianos decían que no había forma en que los youma aparecieran mientras el verdadero rey reinara. La gente comenzó a decir con gran convicción que Gyousou estaba muerto. Risai miraba el cielo nocturno por encima de los jardines. ¿Cómo le estará yendo a la gente ahora? Ella estaba acá, mientras Tai sufría todo tipo de privaciones. El verano estaba llegando a su fin. Otro terrible invierno esperaba a decir. Por favor sálvenos. Incluso ahora, no podía reprimir el deseo de llorar y aferrarse a ella. Mientras más conocía a la Reina de Kei, y mientras más conocía a la gente a su alrededor, más profunda y dolorosa era la naturaleza de la pecaminosa acción que se infiltraba en su alma. Y aún sabiendo… “Pero no hay otra manera”.

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Alguien debía levantarse y ponerle fin a la villanía de Asen. A falta de un líder con poderes para someter a los youma y bendecir las tierras con abundancia para aguantar al invierno, Tai no podría durar muchos años más. Este año, o el siguiente, o el año después… apenas importaba ahora… cuando la nieve se derritiera en la primavera revelaría los cuerpos congelados de los últimos ciudadanos de Tai. “¿qué rayos estás haciendo acá?” preguntó una voz detrás suyo. Risai miró sobre su hombro. Un anciano estaba parado en la puerta del jardín. “Nada” respondió. El anciano era Enho, el Taishi. Esta era su casa solariega. Podría no ser nada fuera de lo normal para él, pero desde que se mudó acá, había dejado de verla con bastante regularidad. El sequito de la Emperatriz era chico en número, pero era de buen corazón. Siempre que pensaba en Youko en esa forma, tenía miedo de sí misma. “¿Estás bien? ¿Estando aquí arriba a estas horas?” “Más o menos, supongo”. Enho se le acercó lentamente y se sentó en los escalones que se dirigían a donde Risai estaba sentada. “Parece que el Rey de En echará una mano en la búsqueda del Taiho de Tai”. “S…si”. “Y sin embargo pareces muy desalentada”. No lo diga, pensó Risai, pero no pudo repetir eso para Enho. En efecto. Nos estamos enfrentando no simplemente a la tarea de encontrarlo. Y suponiendo que lo hiciéramos, una montaña de tareas tenemos por delante. Una vez que el Taiho regrese, buscar al Rey de Tai será mucho más fácil. Sin embargo, será necesario que el Taiho regrese a Tai, y eso representa un riesgo de volver a perder al Taiho también” “Si”. Asintió Risai. “Con el fin de realizar una búsqueda exitosa del Rey de Tai, será necesario un largo contingente. Sin embargo, o que el montaje de tal número de soldados sería imposible. Y si pueden de alguna forma encontrarlos, mientras la búsqueda del Rey está en marcha, la gente continuará aguantando lo inaguantable”. “El invierno se acerca. No quedan muchos meses antes de que caiga la primera nevada”. “Cuando lo piensas de esa forma, Tai es un país difícil. No puedes sobrevivir al invierno en un descampado”. “Es verdad. Los inviernos en Kei deben ser más templados”.

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“Comparados con Tai”. Risai asintió desalentadamente. “Hay reinos templados y otros que no lo son. Me he preguntado cuanto mejor sería Tai si compartiera el mismo clima que Kei… si las personas se apiñaran juntas y compartieran el calor de sus cuerpos, sería suficiente para que aguantaran el invierno. ¿Por qué deben haber reinos cálidos y fríos en este mundo?” “¿Por qué? De hecho”. Risai miró a la Luna. “¿Por qué Tentei creó un reino como Tai? Sería suficiente si la gente solo dependiera del calor de sus cuerpos para sobrevivir durante el invierno”. “Hacer esas preguntas no cambia el hecho de lo que es” “Pero…”, dijo Risai mordiéndose el labio. “¿No creó Tentei el mundo? Entonces, ¿Por qué cr5eó un lugar como Tai? Con tan despiadados inviernos. Si fuera Tentei, habría creado al menos reinos con climas más placenteros. Inviernos no tan fríos. Veranos no tan secos. Un mundo así”. “Huh”, fue la única respuesta de Enho. “Si la gente estuviera hambrienta, entonces enviaría maná. Cuando un cruel impostor se levantara, los tiraría abajo. ¿Por qué no es el Cielo más así?” “Eso le preocupa”. “Pero ¿por qué? Se dice que la forma correcta de gobernar los reinos se lo garantiza el Cielo a los reyes de acuerdo con el Camino de la Compasión. Si es así, entonces ¿por qué sería un pecado enviar soldados a otro reino por compasión? Fue el Cielo quien colocó a Gyousou-sama en el trono. ¿No fue Tentei quien hizo Rey a Gyousou y lo promovió al trono? Entonces ¿por qué Cielo no lo protege?” Enho no respondió. “¿Existe Tentei realmente? Si existe, entonces ¿por qué no salva a Tai? ¿Por qué no escucha las plegarias de la gente de Tai, incluso cuando se ahoga en su propia sangre? ¿Está usted diciendo que las plegarias de alguna manera no son suficientes? ¿O quizás que el Cielo quiere que Tai sea destruido?” “Risai-dono…” “Si Tentei no existe, también está bien. Un Dios que no se digna a salvar sus propias creaciones no tiene trabajo que hacer. Pero si no hay Dios, entonces, ¿por qué no pueden cruzar los soldados de un reino la frontera de otro? ¿Quién está castigando ese pecado? Si alguien está haciendo esas sentencias, entonces ¿por qué esa misma persona no le pasa sentencia a Asen?” Enho cálidamente cubrió su frío, la temblorosa mano con la suya. “Entiendo como te sientes. No debe permitir que sus sentimientos sobrepasen su fuerza”.

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Risai tomó un profundo respiro y lo dejó ir. “Lo lamento. Es que me puse algo nerviosa allá”. “Entiendo de donde viene. Después de todo fue dicho y hecho, nos queda vivir nuestras vidas bajo la providencia del Cielo. Mientras que sea cierto, estamos condenados a este estado irracional, la lógica de la cual no podemos controlar”. “Si” “Sin embargo, este es el mundo de hombre y mujeres. Pagamos las cuentas con el Cielo. En cambio, encontramos una forma de vivir dentro de cualquier providencia que se dicte. Ese es el fin al que la Reina de Kei está dedicando su corazón y mente”. “Si. Lo lamento”. “No necesitas preocuparte. Nadie dejará a Tai de lado”. Risai asintió. La cruel luz de la luna brillaba sobre el mundo.

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Capítulo 27 “Yo”, dijo Rokuta, paseándose en el Seishin. Diez días pasaron desde que él y Shouryuu regresaron a En. “Otra visita de la nada”. No parece que tuvieras problemas para encontrar el camino acá, no necesitó agregar. Rokuta rió. “Bueno, he estado aquí antes. De cualquier forma, mi cabello habla por mí la mayoría de las veces. Nadie tiene que preguntar quien soy. Excepto por aquellos que no parecen haberme reconocido, aquel hombre suyo en el frente de la Puerta. ¿Gashin era? Apreciaría que se lo dijera por mí.” Youko suspiró. “Tienes el hábito de aparecer sin mucho aviso”. “Hey, lo considero un virtud. Hablando de eso, necesitas empacar y lista para salir. Rápido y fácil”. ¿Lista para salir?” “Claro. He estado haciendo diplomacia. Kyou, Han, Sai, Ren y Sou están en camino. Incluyendo a En y Kei, eso son siete reinos. Hou y Kou actualmente tienen los tronos vacíos, por lo que no los incluí. Y Ryuu y Shun no respondieron favorablemente”. Youko se levantó de la silla. “Cinco reinos más”. “De cualquier modo, haremos lo más que podamos con la ayuda que conseguimos y mandaremos un búsqueda en partes a China y Yamato. Sou está en buenas relaciones con Kyou y Sai. Ellos se encargarán de China. Nosotros, junto con Han y Ren, nos encargaremos de Yamato. Estamos arreglando con el Taiho de Han y él de Ren que vengan a En. En lo que al rol de Kei concierne, no pensé conveniente colocar más cargas en el tesoro nacional de Kei. Espero que no te moleste”. “No hay problema. En está perfectamente equipado para el trabajo”. “De acuerdo entonces,” rió Rokuta. “A pesar de ser de tan poco rango, podemos contar con un funcionario de agosto de Ren entre nosotros. Está actualmente organizando su calendario, pero considerando la larga distancia que tiene para llegar, es probable que se retrase un poco. Por el momento, hay un lugar donde tenemos que ir2. “¿Ir? ¿A dónde?” “Monte Hou”, respondió Rokuta. “¿Monte Hou?” El Monte Hou estaba situado en el Mar Amarillo en el centro del mundo, el lugar sagrado donde los kirin nacían. Youko solo había estado allí una vez. Poco después de haber ascendido al trono, viajó allí para recibir su Misión del Cielo.

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“¿Qué se supone que vamos a hacer en el Monte Hou? Preguntó Youko en voz alta. “Vamos allí para encontrarnos con la Señora”. “¿La Señora? ¿Te refieres a Hekika Genkun?” Hekika Genkun era la Señora de los hechiceros que vivían en el Monte Hou. Youko nunca la había conocido. “Si. De cualquier modo, lo que vamos a hacer nuca se ha hecho antes. Tenemos mucho que aprender. Shouryuu me dijo que te llevara a vos sola, viendo que fuiste vos quien soñaba con este plan. Estaremos volando allí por kijuu, por lo que empaca liviano. Mientras más pronto mejor. Quiero estar de regreso antes de que los invitados comiencen a llegar”. Youko rápidamente estuvo lista, y dejó el resto en manos de Koukan. Pidió prestado un shirei de Keiki. Estaba todo listo para salir por la Puerta Prohibida, pero Rokuta se rió del la idea. “No hay forma de decir cuando nos llevaría si tomáramos la vía de la ruta. Es mucho más rápido volando sobre el Mar de Nubes”. Youko parpadeó en sorpresa. Típicamente de las Montañas de Ryou’un, el pico del Monte Hou se proyectaba sobre el Mar de Nubes. Sin embargo, excepto por el desatento shirei, ella parecía recordar que el pico de la montaña estaba desocupado. No había nadie viviendo allí. “Bueno, lo entenderás cuando lo veas por ti misma”. Con eso, Youko se trepó a Hankyo y salieron. Después de un día u una noche montando al kijuu, somnolientamente se despertó con la vista de las Montañas Adamantinas elevándose del mar en la luz de la madrugada como una isla atolón. El día se acercaba al atardecer cuando reconoció el contorno de las Gouzan (Las Cinco Montañas). El Monte Hou era la punta más oriental de Gouzan. Un magnífico palacio templo blanco se ubicaba en la sima. Ya que se apearon frente a la puerta Youko reconoció la figura de una persona parada allí. La hermosa mujer miró al asombrado al kijuu. “¿Ves?” rió Rokuta. Pero, por supuesto. Lo verás una vez que lleguemos allí, él debería haber dicho. Youko nunca había visto a Hekika Genkun antes, pero por la elegancia y la apariencia de la persona que los esperaba, concluyó que era ella. “Estoy, como siempre, encantada de que puedas arreglar una cita aquí”, Rokuta dijo tan pronto como descendió. La mujer rió y respondió en voz alta, “Debería ser yo quien dijera eso. Quizás el Taiho y sus siempre inesperadas visitas permanecieran igual hasta el fin de los tiempos”.

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“No puedo cambiar quien soy. Traje a alguien conmigo que quisiera que conociera, Genkun”. Casi como en la señal de Rokuta, la mirada de la mujer se posó sobre Youko. “Esta debe ser la Reina de Kei, entonces”. Youko dijo en voz leve. “¿Sabe quien soy?” “Bueno, yo soy la Señora del Monte Hou”, respondió Gyokuyou con una alegre sonrisa. “Una vez que nos hallamos presentado, hay cosas de las que tenemos que hablar, pronto. Y si pudiéramos cerrar los ojos un poco por el largo camino, sería apreciable también”. Gyokuyou sonrió y llevó a Rokuta hacia el palacio templo. Más allá de la arcada de puerta, había un amplio patio pavimentado con piedra blanca. No había ni una sola pared o glorieta, solo una pequeña, ermita roja en una esquina. Enfrentaba al Seiden, pero Gyokuyou no se dirigía en esa dirección. En cambio, se puso frente al shrine. Con su abanico, golpeó una sola vez las puertas en el shrine y las abrió. La última vez que Youko estuvo allí, las puertas se abrían a una escalera de cristal. Pero ahora las escaleras se dirigían abajo y eran blancas. Rokuta le devolvió la mirada con una irónica sonrisa. “Hey, no te preocupes. Ella es como un ser sobrenatural por sí misma”. Gyokuyou rió alegremente e incitó a los dos. La entrada parecía llevar hasta los mismos fines de la Puerta Prohibida. Las escaleras blancas continuaron por una relativa corta distancia, llevándolos a una estructura de un blanco similar. Al pisar el suelo y mirar atrás, las brillantes puertas no estaban en ningún lugar. En cambio había una pared blanca. Los otros lados del edificio octogonal estaban abiertos al mundo, revelando la cadena de piedras desnudas cubiertas con verde liquen. “Por aquí”. Gyokuyou los guió a un palacio cercano. Cuando entraron al espacioso edificio, situado dentro de un afloramiento de rocas sin forma, té y una ligera comida los estaban esperando. La Señora dijo que reside en el Palacio Hourou donde nada puede ser visto. “Me disculpo por nuestros otros residentes por el momento. ¿Es esto de su agrado?” Rokuta dijo, “Yo siempre estoy impresionado por su generosa hospitalidad. Voy a plantearle esta pregunta directamente. ¿Son concientes ustedes en el Monte Hou de la situación en Tai?” “Como hemos recibido reiteradamente solicitudes de información desde En por la existencia de un nuevo taika, solo podemos concluir que la disposición de Tai sigue en cuestión”. “¿Alguna otra cosa? “El trono del Rey de Tai parece estar vacío”. “En su totalidad. Un impostor se sienta en el trono de Tai. El Rey de Tai y Taiki no están en ningún lugar donde se los pueda encontrar. El Rey de Tai parece no haber dejado Tai, por lo

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que su destino está bajo nuestro control. Por eso decidimos buscar solo a Taiki. Parece muy probable que Taiki haya sido llevado al otro mundo por el meishoku”. Gyokuyou no dijo nada, mientas llenaba las tazas con agua caliente. “Pero es demasiado encargarnos solo nosotros. Estamos pidiéndoles a otros reinos su ayuda. Esperamos encontrar a Taiki y regresarlo a este mundo. Pero simplemente llevarlo a Tai no sería un final para estas cosas. Tai debe sentar almacenes y prepararse para el invierno próximo. Taiki va a necesitar aliados y partidarios con el fin de escapar al ojo del impostor y reanudar la búsqueda del Rey de Tai”. “No hay procedentes pera los reinos más allá de sus propios intereses para hacer frente a un problema juntos”. “¿Usted cree que esto ofenda a la Divina Providencia?” “Es difícil de decir. No veo nada de malo en buscar a Taiki y regresarlo a este mundo. Soy conciente de lo que pasará a continuación. Probablemente ofenda la Divina Providencia”. Gyokuyou remplazó la cubierta de la taza y se la ofreció a Rokuta. “Además, que Taiki no haya regresado desde que se fue me dice que es incapaz por el momento. No sabemos en que condiciones se encuentra. Si las circunstancias, y las razones para ellos, no pueden ser dirigidas, entonces la dificultad de remover estos obstáculos permanece.” “Realmente. ¿Y que nos aconseja?” “Hmm…” Gyokuyou se quedó en silencio. Un largo rato después, asintió. “De cualquier modo, es un lamentable estado para que Taiki recuerde. Permítanme analizar”. “Si no le importa”, dijo Rokuta. Gyokuyou se paró. “Tomen algo y háganse de su hogar en alguno de los palacios. Los veré mañana al mediodía”.

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Capítulo 28 Youko miró a Gyokuyou irse. Le dirigió a Rokuta una extraña mirada. “¿Qué pasó exactamente acá?” “Exactamente lo que parece. Este incidente realmente carece de precedentes. Nadie está completamente seguro de cómo proceder. Por lo que va a hacer una conferencia”. Estoy tan contenta. Pero Youko se guardó esas palabras para sí. Se sentía tan tonta, y todavía no sabía como expresar esos sentimientos. “¿Qué clase de persona es Genkun?” “Mayormente lo que viste allá. Es la Señora del Monte Hou. Quien mantiene a los hechiceros a raya”. “Entonces, habiéndola conocido, ¿Qué pasa?” “Ella nos dará una respuesta. Por eso vinimos acá, ¿verdad?” “¿Por qué sabría ella la respuesta?” “Ah”. Suspiró Rokuta. “Por supuesto. Esa son las cosas que no sabes.” Fijó su mirada en ella. “En este mundo, la Divina Providencia se fija y es inalterable”. “Si, lo sé, pero…” “Si, lo sabes, pero realmente no lo sabe, ¿verdad? No es una de esas cosas. Este mundo está definido por los límites de la Divina Providencia”. Youko le respondió con una mirada desconcertada. La Divina Providencia del Cielo es tomada como dada por el pueblo. O mejor, como la absoluta naturaleza de la lógica se impone sobre ella. Y nadie puede cambiarla”. “Sigo sin…” Youko estaba diciendo. Rokuta levantó la mano cortándola en medio de la oración. “bueno, bueno. Déjame darte un ejemplo. Y lo haré simple. Justo ahora, se encuentra en nuestro camino un pecado de naturaleza inmediata. Las fuerzas armadas de un reino no pueden atravesar las fronteras de otro. Esto limita nuestros intentos de salvar Tai. De hecho, hay en nuestro pasado el precedente de un Ejército Imperial cruzando fronteras internacionales. Llamado el incidente de Jun Tei”. Continuó, “Jun Tei envió su Armada Imperial a Han. Como resultado tanto Jun Tei como Sairin fueron ejecutados casi inmediatamente. Ese día, no parecía haber nada en absoluto mal con Jun Tei. Hizo su trabajo como de costumbre. Pero saliendo del Palacio Exterior, agarró su corazón y cayó por las escaleras. Alarmados, los ministros corrieron hacia él. Un pequeño río de sangre fluía fuera de él en los adoquines. Trataron de ayudarlo, pero encontraron que su

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cuerpo se había convertido en esponja, y cualquier presión solo sacaba más sangre. Pronto expiró”. “No puedes estar hablando enserio…” “Fue aún peor para Sairin. Cuando los ministros volvieron corriendo al lugar para informarle a Sairin de la calamidad que había caído sobre Jun Tei, solo encontraron sus restos abandonados. Su shirei la había devorado completamente”. Rokuta frunció el ceño y cruzó sus brazos sobre la mesa. “Estas fueron definitivamente formas no convencionales de morir. Nadie nunca había visto a un rey morir de esa forma. Nadie había visto a un shirei de un kirin atacar de esa forma. Consumir al kirin es un privilegio para un shirei, pero simplemente no se vuelven salvajes sin tener en cuenta las circunstancias. El cuerpo de cada kirin, cuando da su último respiro por cualquier razón, se coloca en un ataúd y nace en el Mausoleo Imperial que permanece en ese estado. Si bien, la sala en donde se encuentra el ataúd está sellada. Cuando el período de duelo termina, el ataúd es removido, pero durante ese tiempo se había vaciado el contenido. Eso es demasiado para como trabaja.” Youko levantó su mano a la base de su garganta. Oyendo el destino de un kirin por un kirin le hizo doler el pecho. “Algo muy inusual había pasado. Además, Jun Tei no había cometido ningún pecado para tal condena. Era un célebre rey que iba rápido por el camino. Nadie objetó cuando envió la Armada Imperial a Han. Él seguramente no había enviado un ejército a Han para atormentar a los ciudadanos. Era un rey cuya profunda compasión se extendía a otros reinos. Movilizó las tropas con el fin de salvar al pueblo de Han. Tenía el apoyo de los ministros y de sus súbditos. Nadie criticaba esta acción. Sin embargo, ese fue el destino de Jun Tei y de Sairin. Cuando ambos murieron sin previo aviso, todas las costumbres se fueron a la basura. Claramente, no fueron muertes ordinarias, pero al principio nadie hacía la conexión entre sus muertes y la movilización de la Armada Real”. “¿Enki y Jun Tei…?” “Nunca cruzamos caminos. Jun Tei gobernó mucho antes de nuestra era, aunque se dice que él y el Rey de Sou se conocieron.” “El Rey de Sou…” “Parece que poco después, Sai había estado disfrutando de un reinado de trecientos años bajo un tonto monarca del sur”. Enki revolvió su té y miró la taza. “Nadie entendió porque Jun Tei tuvo que morir. Después de eso, un nuevo rey asumió el trono. Fue entonces cuando se dieron cuenta que el Sello Imperial había cambiado, y por eso concluyeron que Jun Tei había cometido un grave crimen. El kokushi de Tai ya había cambiado antes, de Tai (significando ‘generación’) a Tai (significando ‘calma pacífica’). Se dice que el hecho desencadenante es que un rey se desvía del camino. Su kirin posteriormente mure, y con el objetivo de prevenir al kirin que va a nacer, se invade el Monte Hou sacrificando a los hechiceros y prendiendo fuego al

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Shashinboku. Hay casos donde el kokushi cambió como resultado de crímenes cometidos por el rey. Esta fue la primera vez que se entendió que Jun Tei fue llamado por causa de enviar sus tropas através de fronteras internacionales”. “Ese mal crimen…” “Ese mal crimen. Las fronteras no pueden traspasarse, incluso por las más humanitarias razones. Por ninguna razón en absoluto. Solo entonces las implicaciones fueron entendidas perfectamente”. “Espera un minuto. ¿Quién exactamente estableció ese precepto? ¿Tentei?” “¿Quién sabe? Todos sabemos que ese precepto existe. Lo único escrito en los Decretos Divinos es que un reino no puede invadir otro bajo la fuerza de armas. Esta frase fue, sin duda una transcripción del deseo del Cielo. Estos preceptos existen en el mundo. Ir en contra de ellos, comete un pecado, y eres castigado seguro”. “Pero ¿quién sabía que lo que Jun Tei estaba haciendo era un pecado? ¿Quién llevó acabo el castigo? Debe haber alguien allá arriba, ¿verdad?” “No necesariamente. Cuando un Rey y el Saiho se entronan, suben esas escaleras. Las mismas que vos subiste. Y al hacerlo, reciben la Unción Divina. Lo que no sabían fue escrito en sus mentes. O podríamos decir que la esencia de estos preceptos fue introducida en sus cuerpos. Ir en contra de estos preceptos del Cielo parece que activara previamente un castigo. Pensando en términos del mismo cuerpo siendo condicionado por una respuesta concreta, como un ángel que se alzara sobre el hombro de Jun Tei juzgando lo malo y lo bueno de sus acciones. No hay necesidad para ninguna ‘persona’ ser llevado ante su sentenciador”. “¿Qué hay sobre el Sello Imperial?” “Puedes pensar que el Sello impregna esas cualidades de la misma manera”. “¿Pero no termina con los mismos problemas? Si todo se llena con esas cualidades, entonces ¿quién hace el imbuir?” “¿Quién, de hecho?” Rokuta miró el techo. “Tenemos que decir que es Tentei quien imbuye. Pero el hecho es que nadie conoce a nadie que lo haya conocido”. Youko asintió. “Yo tampoco”. “Nadie sabe si Tentei existe o no. Excepto que sus preceptos sin duda existen en este mundo, cubriéndolo como una red. Si son trasgredidos, se garantiza un castigo. Además, las circunstancias no son tomadas en cuenta. El problema con Jun Tei no era la pureza de sus intenciones, o lo bien o mal de sus acciones. Lo único que importaba al final era si sus acciones habían tocado los Divinos Decretos. El resto fue automático”. Youko templo. Un mal presentimiento subió por su columna vertebral.

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“Una prueba de ello es cuando te ayudamos. Simplemente examina nuestras acciones, entonces se verá como que Shouryuu envió la Armada Imperial a través de la frontera. No importa como lo veas, sería un pecado de inmediata naturaleza. Para estar seguros, vos viniste a En, pero no viniste a En con el puro propósito de buscar ayuda. No nos pediste ayuda para poder sacar a la impostora. Viniste a En porque no tenías ningún lugar al cual volver y necesitabas refugio. Esos fueron motivos suficientes para nosotros. Nosotros te persuadimos de la necesidad de recuperar a Keiki de las garras de la impostora. Vos tomaste comando de la Armada Imperial de En, pero solo de apariencia. Créeme, estábamos al tanto que lo que estábamos haciendo no era lo que Jun Tei hizo. Pero los preceptos no están balanceados en ciertas distinciones. Mientras la Reina de Kei estuviera en En, mientras la ley se cumpliera, ningún castigo se cometería”. “Pero ¿no lo encuentras raro?” “Es raro. Una laguna jurídica con la que un abogado de bajo rendimiento saldría. Los Divinos Decretos definitivamente prohibían invadir otro reino bajo la fuerza. Pero nada dice que un gobernante legítimo, no puede pedir prestado las fuerzas del reino vecino. Al mismo tiempo, si era algo que la Reina de Kei deseaba… si la Reina de Kei estaba a la vanguardia… entonces seguramente no podía ser llamado invasión. Sin embargo por increíble que sea, esto pudo ser considerado”. “Es increíble” “No es bueno debatir que está ‘bien’ y que está ‘mal’. Este mundo debe ser aceptado como es. Explicar como son las cosas puede agravar nuestras instalaciones. A decir verdad, no eres la primera en hacer uso de nuestras fuerzas armadas de esa manera. Llamó nuestra atención que los Preceptos del Cielo operaran de una manera tan dogmática, y concluimos que con un rey apropiado en la silla, no actuaríamos en contra de las leyes. Aún así, fuimos bastante cuidadosos al poner en práctica nuestra acción. Teníamos nuestras propias dudas sobre el ‘astuto dios’, por así decirlo”. “¿Lanzaron una piedra y esperaron a ver que sucedía?” “No seas tonta”. Rió Rokuta. “No íbamos a tomar un riesgo así. Como lo estamos haciendo ahora, fuimos con Genkun por un consejo”- “Con Genkun…” “Si. La Señora del Monte Hou dirige el espectáculo. Pero se me ocurrió el hecho de que ella sabe de los hechiceros de los que está a cargo. Ella no nació acá, pero fue traída acá. Entonces, ¿quién crees que nombra a los hechiceros para ser hechiceros en primer lugar?” “Bueno, debe ser Genkun, ¿O no? No sería el Rey de los emperadores”. “Estás en lo correcto. Los hechiceros del Monte de Hou se llaman Hechiceros del Aire. Los gobernantes de los reinos no los nombran a ellos, y no sirven a ningún reino o emperador. Además, los hechiceros del Monte Hou no se encuentran dentro de los reinos. Viven en un mundo al margen de cualquier jefe de Estado. Están registrados en por separado en el Registro de Hechiceros y sirven bajo Genkun”.

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“¿No significa eso que hay trece reinos? La posición de Genkun parece la de una emperatriz”. “Si, así parece. Excepto que este no es un reino. Con ciudadanos distinguidos, no obstante no hay súbditos. Además, no hay kirin que reine aquí. No se puede decir realmente que Genkun reina el Monte Hou. Nada podría llamarse ‘gobierno’ en el Monte Hou”. “Entonces ¿qué es exactamente este lugar?” “Una parte del Cielo. Estoy casi seguro que eso es lo que es”. “Cielo…” “Es lo único que tiene sentido para mí. El Palacio Houro existe solo para el kirin. El kirin nace acá y es enviado al mundo. Y el kirin existe para crear nuevos reinos. Además, alguien que no estuviera vinculado a ningún reino, cuya autoridad existe independientemente por su propio derecho, debe pertenecer al Cielo.” “Pero ¿para Genkun?” “No puedo decirlo realmente”, dijo Rokuta con un suspiro. “Puedes preguntárselo directamente si ella es una de los que nombran a los hechiceros. Pero ella no es el tipo de ser que te daría una respuesta inequívoca. Si no es ella, entonces eso significa que hay alguien más allá de ella con el poder de designar a los hechiceros. Ese podría ser Oufujin. O alguien más. De cualquier manera, ese sería la última persona a quien Genkun serviría. En otras palabras, hay una organización llamada Cielo. En un extremo de la organización se ubican los hechiceros, y Genkun está a cargo de ellos.” “Una organización llamada Cielo…” “Creo que hay un mundo de Dioses. Según a las leyendas, Tentei reside en Gyokkei, donde reina sobre otros dioses y mantiene el mundo en forma. Si realmente hay un Gyokkei, no me sorprendería. Mi información es limitada, sin embargo, no he conocido a alguien que tenga el nombre de un Dios. Mientras he oído los mitos y los cuetos se dicen, parece que a los dioses no les importa quedarse con nosotros. No hay forma de buscar uno y pedirle una entrevista”. Rokuta tomó una pausa y dijo, “Sin embargo, aquí solo están los Dioses en constante contacto con el mundo mortal. Genkun definitivamente tiene la habilidad de averiguar las intenciones del Cielo. No sé como lo hace, pero en cualquier caso es nuestro contacto. La única persona que puede mirar a través de las paredes del Cielo es Genkun.”

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Capítulo 29 Como prometió, el pronunciamiento de Gyokuyou llegó el día siguiente al medio día: “Que los Reinos se unan para la búsqueda de Taiki no viola ninguno de los Preceptos del Cielo”. “¿Está todo bien entonces?” “Sin embargo, nadie que no figure en el Registro de los Dioses o Hechiceros con el rengo de conde o mayor podrá cruzar el Kyokai. Esta regla es inviolable”. “Como lo sospeché. Pero eso nos deja cortos. A pesar de que la regla esté definida en los Decretos Divinos, nada ahí nos prohíbe la creación de nuevos rangos. ¿Esto quizás sugiera que nuevos condes pueden ser nombrados para este fin?” “No lo hace. El rango igual o mayor al que es un conde están, incluso desde la perspectiva del Cielo, en la disposición de la naturaleza, y por lo tanto otorga derechos y privilegios. Aquellos que pueden ser nombrados son, según a las reglas establecidas, los parientes cercanos al rey, el Chousai, y los miembros del Sankou. Todo el resto deben ser considerados como no aptos para ello”. Rokuta cloqueó su lengua. “¿Qué tal pedir a algunos hechiceros?” “He sido informada de que eso no es permisible. Los hechiceros del Monte Hou no pueden dejar este lugar sin mi permiso. En estas instancias, no puedo conceder el permiso. Enviarlo de aquí a China o Yamato exigiría la apertura de la Puerta de Gogou, y, por lo tanto, provoca un gran número de shouku. El Kouka crece actualmente en el Monte Hou. No podemos permitir la posibilidad de una propagación de shouku a través del Monte Hou y eliminando el Kouka. Los Hechiceros deben proteger el Kouka sobre todo”. “Oh. Si, efectivamente. Un shoku”. “Este no es un Precepto Divino, pero es una solicitud que hago frente a usted. Deseo mantener al shoku al mínimo. Incluso si la Puerta de Gogou se abre del otro lado del Kyokai, no hay forma de adivinar como puede propagarse. Esa es la naturaleza del shoku. Por lo que les pido que actúen con la debida moderación”. “Lo haré”, dijo Rokuta, y Youko asintió. Gykuyou sonrió. “Sin embargo, un reino no puede de ser privado de su Rey y sus Señores Provinciales. Según los Decretos Divinos, si no hay rey, entonces todos los Señores Provinciales están obligados a mantener el quórum. Incluso cuando hay un Rey, de las ocho provincias aparte de la capital, al menos cuatro o más deben estar presentes para constituir el quórum. Debes entender que es uno de los Preceptos del Cielo. Permíteme explicarme. Incluso de forma temporal, no más de cuatro Señores Provinciales pueden dejar el reino al mismo tiempo”. Rokuta le dirigió una mirada molesta a Gyokuyou. “Es la primera vez que oigo tal cosa. Si ese es el caso, entonces debería estar escrito”.

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Gyokuyou rió indiferentemente. “Si tienes problema con eso, entonces ve y díselo a Tentei”. “Eso es porque no hay invitados cuando se trata de Preceptos del Cielo. Bueno, bueno. ¿Algo más?” “Incluso con el consentimiento de todos los reino, invadir otro reino, en virtud de la fuerza armada está prohibido. No hay excepciones. Sin el consentimiento del Rey de Tai, las tropas no se pueden enviar a Tai”. “Entendido. ¿Qué hay sobre enviar tropas para observar solamente?” “Los Preceptos establecen que una invasión está prohibida. Pero no significa que el desplazamiento de tropas a otro reino está prohibido en todos los casos. Por ejemplo, cuando un Rey visita otro reino, un contingente de soldados lo acompañan como guarda espaldas. Ningún precepto prohíbe esto. Además ninguno prohíbe el desplazamiento de un personal diplomático que consiste en nada más que oficiales militares. De hecho, este parece tomar lugar sobre una base más frecuente. El problema no es con la entrada de oficiales militares en otro reino, pero bajo que pretexto, y si esto puede ser considerado una invasión”. “Esa es una gran diferencia”. “En el caso de Tai, los asuntos son más delicados. La pregunta es que exactamente se puede considerar una ‘invasión’. Por ejemplo, participar en acciones contrarias a la política natural del rey de ese reino. Este Jun Tei lo hizo. El Rey de Han oprimía a su pueblo. Aunque contrario al camino, era la política del Rey que correspondía a Han. Jun Tei trató de obstaculizar esta política. Así, pues su intervención fue interpretada como invasión. En el caso de un trono vacante, la política de la corte provisional domina. En resumen, la política de una corte provisional es la política nacional. Sin embargo…” “El Rey de Tai no está muerto. El trono no está realmente vacante”. “Si. Pero incluso en el caso de una corte provisional guiada por un impostor, interfiriendo con las decisiones de la corte estaría constituyendo una invasión. Excepto que el verdadero rey siguiera en Tai. El impostor típicamente engaña a la corte y afirma ser el verdadero rey. En el caso de Tai, el jefe de Estado no puede ser llamado impostor. No hay precedentes de ese tipo de situación, por lo que hay cierta incertidumbre de cómo debería ser llamado”. “Así que hay una cuestión en que la Corte Imperial de Asen debería de considerada así por el Cielo…” “Eso es al lo que se reduce. Solo esto no tiene procedente. Por lo tanto, no hay preceptos establecidos que lo regulen. Ni siquiera yo podría decir como se desarrollarían. Pero deberías tener en cuenta que la política nacional es la política de la actual Corte Imperial”. “Eso complica las cosas”. “Las batallas de líneas no están permitidas. Ni siquiera un solo pie puede ser sustraído de un reino reconocido divinamente. La gente de Tai o el Rey de Tai no pueden permitir la ocupación de sus inviolables tierras por otro reino. No importa el razonamiento, debes

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entender que, tan pronto como se dibujan las líneas de batalla y las tropas son divididas, estás tocando un pecado de naturaleza inmediata”. “Entiendo”. Enki planteó dos o tres preguntas más, pero en cualquier caso le parecía a Youko más un asunto de dibujar líneas brillantes alrededor de vagos preceptos. Se quedó con una sensación incómoda. Gyokuyou dilucidaba los Divinos Preceptos, tomando precedencias en consideración con sus respuestas. En cualquier caso, parecía que los preceptos abarcaban todo, y la legalidad de la interpretación abarcaba todo. Youko se quedó con la impresión que Gyokuyou de alguna u otra forma pasó la noche anterior buscando interpretaciones y precedentes en relación al precepto. Pero ¿Cuáles eran exactamente los preceptos? Desde que fue traída a este mundo, lo había aceptado más o menos como era. Un mundo donde seres mágicos llamados youma arrasaban con todo. Un mundo donde los hechiceros realizaban milagros. Un mundo lleno de lo extraño y lo fantástico. Lo aceptó de la misma manera en que un niño acepta los cuentos de hadas en su valor nominal. Excepto que este mundo era algo aparte de los mundos idílicos del sueño. ¿Por qué los youma existían? ... ¿por qué los reyes vivían tanto? … ¿por qué los niños nacían de árboles? … ¿cómo era que el kirin hacía la elección de reyes? … todo lo que había llegado a considerar ‘normal’ probablemente debería haber sido todo un misterio para ella. Ese era el tipo de extraña sensación con la que se quedó. No podía expresarlo en palabras, y se quedó con ella mientras salía del Palacio Houro. Escalando las blancas escaleras a la cima de la montaña, luchó para articular lo que sentía, pero se mantuvo en silencio. “¿Entendiste lo que Genkun nos estaba diciendo?” preguntó Rokuta. Cuando Youko asintió él agregó, “Me voy a Sou ponerlos al corriente. Era tiempo de que viniera a saludar, de cualquier modo. ¿Por qué no regresas y esperas la palabra de Shouryuu?” “Si. Seguro.” “Nos vemos luego”, dijo Rokuta con un saludo casual. Montó su suugu, voló hacia el sur y desapareció de su vista.

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Interludio Dos y luego tres años pasaron. Las impurezas acumuladas, constantemente se lo iban comiendo. El tono de oro oscuro de su sombra se hacía más y más oscuro. Y, Sanshi pensaba cínicamente, parece que su sombra se puso más contaminada, las cosas se ponían más fáciles para ellos. A pesar de lo difícil que era escapar de la sombra de Taiki como una vez, sorprendentemente cada día era más fácil. Quizás estaban extrayendo energía de la sombra misma. O quizás era prueba de que el cascarón que los cubría se hacía más y más delgado. O quizás… mientras examinaba su estado, sintió escalofríos… las impurezas se juntaban con la sombra de Taiki no solamente eternas, sino venía por ellos. Sanshi alejó a todos los que querían hacer daño. Y siempre sentía al brillo dorado oscurecerse. Pero en lo que a ella respecta, no tenía opción. Ella era su madre adoptiva, nacido de la fruta del mismo árbol que él, y destinada a compartir la eternidad de su vida con él. Cuando el fin de los días llegara, también lo haría. Tal era el grado en el que ella vivía a través de él. Taiki eligió al rey y entonces descendió del lugar donde nació para ser Saiho. Incluso aunque no era más el chico que Sanshi crió, ella vivía para servirle como siempre hizo. Gouran no era diferente. Para ser preciso, Gouran no había nacido para el bien de Taiki. Pero el pacto que los unía fue tan rápido como el que lo unía con Sanshi. El pacto entre un kirin y su shirei estaba a la par con el lazo entre el rey y el kirin. Por lo que no solo Sanshi, sino Gouran también existían para proteger y servir a Taiki. ¿Cuánto tiempo deberían permanecer en silencio mirando herida tras herida? Si de acuerdo con el comando de Taiki, o para el rey de Taiki al que sirvió con todo su corazón y espíritu, ellos podían soportar, e incluso absorber el sufrimiento que padecía. Pero ninguna razón se acercaba. Solo una advertencia al principio. Aquellos que le mostraban falta de respeto tenían que entender que el precio se debía pagar. Pero la incivilidad no cesó. Sanshi no tenía opción sino inculcar en ellos lo que era un grave error que iba a tener Taiki por sentado. Razón y obligación de tenerla a ella y a Gouran condonando su encarcelamiento y el abuso de sus captores, pero no porque había perdido toda su dignidad o divinidad. En particular, los intentos de curar sus heridas con premeditación eran merecedores de la muerte. La ley, no obstante, decía que herir al Saiho era un delito capital. No había circunstancias atenuantes. Pero al remover una amenaza y entonces más descontentos traería. Parecían llegados de la madera. Cada vez que eliminaban a uno, su paciencia y tolerancia disminuía. Con cada respuesta sus carceleros se ponían más y más enojados, Sanshi y Gouran sentían los tonos dorados de Taiki ponerse más revueltos. Cuanto más se revolvían, más débil se hacían sus corrientes psíquicas.

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Incluso si esto era parte culpa de Sanshi y Gouran, no sabía como más tratar con las amenazas ¿Cuánto más debían durar? Si había algo que ella rescatara de las profundidades de la desesperación, era la alegría de Taiki demostraba por un impulso u otro, ella lograba tocar y consolar. Desafortunadamente, Taiki no recordaba nada sobre Sanshi o el Monte Hou o Tai. Y, sin embargo, no había olvidado el toque de su mano. Yo siempre estoy con usted. Siempre estoy a su lado. Cuando ella lo confortaba, y Sanshi sentía, sin embargo que sus esfuerzos eran recompensados. “Lo protegeré, pase lo que pase” susurró. Dentro de la oscuridad, sin embargo, ella se perdía gradualmente. Sanshi no estaba conciente de ello… que perdía control de ella misma gradualmente. Sus pensamientos se volvían duros y firmes. En un extraño estado, no se le ocurría que las impurezas la estaban atacando a ella también. Y tampoco era conciente que esos cambios le ocurrían a ella y a Taiki. O mejor, él había visto muchos ‘accidentes’ a su alrededor, pero los ponía bajo los ecos de los pliegues en el tiempo que lo habían traído acá ahora. Durante el tiempo que podía recordar, sospechaba que había algo ‘mal’ acerca de él. Era conciente también de la extraña sensación… el conocimiento, incluso… de que alguna extraña criatura como él existía, su ambiente debía estar mal. Sentía que era una decepción para quienes lo rodeaban y una desconcertante carga. Estos sentimientos crecieron año tras año, floreciendo en una convicción. Realmente se sentía un extranjero acá, una fuente de malestar a su alrededor. Una mala semilla. La fisura en el tiempo y espacio que en algún momento lo cortaron de ese mundo era tan grande que ya no podía ver hacia la realidad. En un cierto momento, los frenéticos intentos de su madre por romper la brecha ya no resultaban suficientes. Fue lanzado a la deriva, y entendió la necesidad del aislamiento. Calamidades golpeaban a sus vinculados. Los rumores decían que él estaba maldito, rumores que se juntaban a la persona. No tenía opción sino aceptar que era una peligrosa criatura, un golpe de mala suerte a su medio ambiente. Y aceptó eso con una extraña sensación de resignación. Se preguntaba ahora y entonces de donde habían venido esos sentimientos. Cuando era chico, siempre siendo el extraño niño era doloroso y desalentador. Sin embargo, ahora el hecho no lo golpeaba ni dolorosamente ni desalentadoramente. Quizás por esa reconfortante presencia. En algún punto se había dado cuenta que algo como un espíritu se ocupaba de él con su cálida seguridad. Por lo que su desolación era un aislamiento en todo sentido de la palabra. Cuando llegó a relacionarse con otros… es decir,

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cuando se trataba de evitar a otros por el daño y considerando los desastres cuando ese tipo de cosas ocurrían… evitar tales relaciones era la mayoría de las veces más aconsejable. Pero más que eso, muchos órdenes de magnitud más profundos dentro de él, algo se estaba rompiendo y cayéndose a pedazos. Yo no pertenezco aquí. Los pensamientos perseguían su mente. Excepto que ningún sentimiento de sufrimiento los acompañaba. En algún momento lo había aceptado completamente. Como un niño, nada pesaba más sobre su conciencia que su madre lloró por él. Incluso ahora picaba su corazón. Pero cada vez que lloraba por su madre, descendía la impresión de que su vida era más que valiosa. Más que la de su madre, más que la de su familia, que debía estar preocupado por su bienestar. Creciendo con cada año que pasaba, esta impresión eclipsaba la angustia y volvía a sus pensamientos. Estaba olvidando algo de suma importancia. Algo de gran importancia positiva que no podía dejar atrás. Durante este tiempo, viviendo su vida sin un propósito en la mente, crecía en su mente la idea de que parte de él hacía falta y se había perdido más allá de cualquier reparación. ¿Por qué no podía recordad? Ese año perdido. El amor y el anhelo que poseyó durante ese importante año perdido crecía día a día, la creciente distancia entre ahora y antes llenaba solo una creciente desesperación. Tenía que volver. Pero ¿a dónde?

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Parte Cinco En su regreso del Monte Hou, Youko encontró a Shoukei esperándola en el Seishin. “Youko, tienes un visitante inusual”. “¿Un visitante?” preguntó Youko. Shoukei asintió, explicándole que poco después de que partió al Monte Hou, un enviado llegó a la capital en busca de una audiencia con la Reina de Kei. “Su pasaporte llevaba el sello real de Han en el reverso, y pidió encontrarse contigo. Como no estabas presente, tomó hospedaje en las habitaciones de Gyouten. Nos dejó esta nota de introducción del Rey de Han”. Youko tomó la nota con una mirada perpleja. Han y Kei no habían tenido relaciones diplomáticas en el pasado. Este quizás se refería al asunto del que el Rey de En y Enki se habían estado comunicando. Una débil fragancia y a la vista una hermosa caligrafía la saludaban al abrir la carta. La tinta fresca y el papel celeste impartían un sentido de gran refinamiento. Pero Youko tomó un profundo respiro y cambió su postura. “¿Quieres que yo la lea?” sugirió Shoukei suavemente. “No. Déjame dar mi mejor esfuerzo.” Youko luchó contra la prosa. Según a lo establecido, comenzaba como una felicitación navideña. Entonces parecía ser una disculpa por la grosería de enviar a un representante en lugar del Rey de Han. Informaba que además de la misma visita del Rey de En que había recibido y que no escatimaría esfuerzos, tenía una petición que hacer. Quería arreglar un encuentro con la general de Tai que residía en el palacio. “Parece que está solicitando una reunión con Risai. ¿Está pidiendo enviar un sirviente a las habitaciones, o pidiendo reunirse con el enviado en las habitaciones?” Youko le mostró la carta a Shoukei. Shoukei la miró y parpadeó. “No. Desea que la general sea enviada a las habitaciones. La reunión es solo por razones personales, por lo que no deberíamos intuir algo de vida o muerte en ello.” Shoukei añadió una evidente sorpresa en su rostro, “¡Eso debe significar que el Rey de Han está en las habitaciones en Gyouten!” “Increíble”, murmuró Youko para sí. “Suena grosero de su parte para mí”. “Negocios como de costumbre. Pero dice que no involucra nada de vida o muerte, el encuentro con la general probablemente es de asunto privado”. “¿Cuál?” “La carta no dice. Solo intuyo, pero, implica que su visita tan pronto como sea concedida, desea que miremos para otro lado. La carta también pide que no le informemos la identidad del escritor. Concluye ahí”.

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“Así que eso dice, pero Risai difícilmente está en condición de pasar a las habitaciones en Gyouten”. “Entonces nuestra única opción es enviar un mensaje que explique la situación. Deberíamos discutirlo con el Taiho y el Chousai y ver que resulta”. Youko asintió. Se arregló una rápida reunión con Keiki y Koukan. Las circunstancias se explicaron, y la única opción era que el Rey de Han viniera al Palacio Kinpa. Shoukei fue enviada a las habitaciones con un comunicado privado en mano: Risai estaba todavía demasiado indispuesta para moverse, y mientras esperaban que ella se curara lo suficiente, cual era la cuestión, ¿podría él venir al Palacio Kinpa en cambio? La composición de la carta, sin embargo, era causa de gran consternación. “No puede ser una correspondencia salida de cualquier lugar”, afirmó Shoukei firmemente, sosteniendo la carta del Rey de Han. “Miren esto. Debería ser obvio. Esta es una persona con gustos exquisitos. No podemos tratarlo como un plebeyo”. “Incluso si tuvieras razón, mi caligrafía aún apesta”. Youko todavía no se había acostumbrado a escribir con pincel. Era muy conciente del bruto aspecto de sus caracteres. “Por eso debe ser escrito con la máxima consideración. Escribir una carta en cualquier pedazo de papel que ronda y se verá como algo destinado a la basura, ¿no?” “¿Es tan importante?” “Lo es. Es por eso que si usas un papel demasiado pretencioso, vendrá del otro lado algo bastante indigno en cambio. Debe ser algo natural y de buen gusto. Voy a buscar algo, mientras practicas tu escritura con esto”. Youko suspiró y copió es esquema que Shoukei había preparado, y después de un buen número de intentos, finalmente hizo una versión en limpio en el papel que Shoukei había conseguido. Con la carta a mano, Shoukei se aventuró a la ciudad al atardecer. Cuando regresó en la noche. Tenía una curiosa expresión en su rostro. “¿Qué sucede?” “Ah, bueno. Mañana estarían visitando el palacio. Si venían como invitados de honor oficial, los protocolos demandaban mucho tiempo y molestia. Por lo que insistió en que esto se trata de una visita personal”. “Oh. Entonces ¿qué clase de persona es el Rey de Han?” El Rey de Han ha reinado por trecientos años, la dinastía más larga después del país austral de Sou y el nororiental reino de En. Shoukei miró al techo, con una expresión algo perpleja en su rostro. “Un individuo de completo refinamiento. Por lo que puedo decir”.

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“Huh,” respondió Youko. Shoukei respondió con una ingeniosa sonrisa. “Lo entenderás cuando lo conozcas”. Al día siguiente, como había prometido, la palabra vino desde el Ministerio de Estado que los visitantes habían llegado. Youko se estaba ocupando de los asuntos que se habían amontonados durante su visita al Monte Hou. Con un mínimo de formalidad, se fue al Palacio Exterior. Una de las mansiones adjuntas al Palacio Exterior fue reservada para acoger a los huéspedes. Entrando en la sala, Youko vio a dos personas que la esperaban. Una era una alta y majestuosa dama que parecía estar en sus últimos veinte. La otra era una joven quizás en los dieciséis o diecisiete. Echando un vistazo a la mujer, cuyo rostro no mostraba características particularmente únicas, Youko tomó una pausa. Le parecía familiar. Se parecía a una chica que Youko conocía. Por supuesto no podían ser la misma persona. La chica que Youko conocía estaba muerta. Sin embargo, la similitud en sus apariencias le hizo doler el corazón. La chica curioseó. Regresándole la mirada curiosa de Youko, dijo de forma cortés: “Gracias por disculpar nuestra abrupta llegada y honrarnos con su presencia. Estamos verdaderamente y profundamente agradecidos de presentarnos como los más humildes sirvientes del Reino de Han”. Con eso, la chica miró a la mujer que estaba detrás. Youko dirigió su atención también a ella. ¿Ella era, de hecho, la Reina de Han? Con un aire de serenidad y formalidad, la mujer asintió. Youko se encontró sorprendida. No había nada presuntuoso en ella. A simple vista, aunque modestamente vestida, era una mujer notablemente atractiva. Mirando de cerca, vestía un kimono floreado y joyas sin una gota de pretensión, que eran espléndidos accesorios. Y, sin embargo, el esbelto y bien proporcionado marco le pareció a Youko como nada sino el de un hombre. Y todavía una perfecta vestimenta para la ocasión. Por supuesto. Justo como Shoukei lo había mencionado. Un individuo de completo refinamiento. Youko estaba nerviosa de en donde colocar su mirada. La chica le sonrió. “Al Rey de Han le gustaría intercambiar algunas palabras con usted”. Youko asintió, teniendo presente que deseaban la habitación vacía. Se dio vuelta hacia el secretario. “Dígale al Ministro de Protocolo que le muestre a nuestras honorables invitadas…” La muchacha sacudió la cabeza. “Lo siento, pero siempre que sea posible, preferiríamos evitar tales circunstancias. No hay necesidad de molestar a los ministros.” “Pero…” “Si no le importa. De lo contrario, temo que el Rey de Han se moleste conmigo”.

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“Bueno, entonces. Dada su palabra, les doy la bienvenida como mis invitadas personales. Por aquí, por favor”. El secretario levantó una agravada voz de protesta, pero Youko lo silenció con la mirada. A medida que guiaba a la chica desde el Palacio Exterior, se podía oí al Ministro de Protocolo murmurando en tonos altos, que Han debía ser una tierra repleta de maleducados. “Me temo que la educación de mis secretarios no es todo lo que debería ser”, se disculpó Youko. La muchacha sonrió. “Solo porque Su Majestad apenas le ha hecho saber a Su Majestad”. Había algo acerca de ella que Youko no podía estar segura. El hecho en sí era que no quería llamar mucho la atención, y sin embargo, poseía cierto brillo magnético. Uno de los aspectos que la amiga de Youko, fue enterrado en una esquina de la Provincia de Ei, no fue compartido. “¿Pasa algo?” “No, es que me recuerda a alguien que solía conocer”. “Entiendo”, la chica sonrió. La otra ‘enviada’ no dijo nada, pero seguía de cerca, y se expresaba con su rostro sin decir nada. No solo tenía un sentido extrañamente discreto, sino que sus movimientos fluían con una notable gracia. Debía ser la Reina de Han, Youko confundida mientras las acompañaba. Caminando por el Palacio Interior, se cruzaron con Keiki, que se dirigía al Palacio Exterior prácticamente corriendo. “Oh, Keiki. Ella es…” Se detuvo en medio de la frase por Keiki, que muy inusual de él, jadeaba. “Su Majestad, ella es…” “Una sirviente del Rey de Han”, interrumpió la muchacha con una sonrisa. Youko miró como con evidente nerviosismo Keiki también. “El Taiho de Han, ¿supongo?” “¿Qué?”, soltó Youko. La chica llevó el dedo a sus labios. “Sh”. Youko la miró nuevamente con otros ojos. Su largo cabello era negro y brillante. Youko nunca había visto un kirin como ella. Una oportuna sonrisa llegó a los labios de la persona alta que las seguía desde atrás. “Y ¿dónde nos lleva?” la chica preguntó en su despreocupada forma.

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Youko señaló al jardín cerrado del Palacio Interior. El amplio jardín llegaba a atravesar el Palacio Interior hasta la biblioteca, frente al Palacio de Visitas. Las arboledas y los pabellones salpicaban los jardines como los escondites entre las cabañas y los montículos. Youko las llevó a una de las moradas y retiró al secretario. El lugar había sido asegurado, la muchacha tomó el cuello de su túnica. Con movimientos que parecían que se sacaba una camisa, removió un tocado hasta ahora invisible, revelando el brillo de luz trasparente, su pelo dorado. Se dio vuelta hacia la anonadada Youko y doblegó. “Lamento haberla sorprendido. Permítame saludarla de una manera más adecuada. Soy Hanrin”. No se parecía en lo más mínimo a la chica que ella había conocido. Hanrin era, por cierto, la criatura más bella que Youko había visto. Cubrió su brazo con la tela que había sacado de su cabeza, una especie de tejido delicado como gasa. “Oh”, dijo. “Esto es un koseisan. Como mi verdadera apariencia suelo poner a los ministros nerviosos, lo tomé prestado de Su Majestad. Usted parece haber sido algo sorprendida. ¿Me parezco a alguien familiar a usted? “Ah, si” “¿Alguien importante para la Reina de Kei?” la sonrisa de Hanrin parecía una flor floreciente. “Es uno de los atributos del koseisan. Aquellos que miran ven un reflejo de lo que su corazón desea. Yo no percibo eso cuando me veo al espejo, y aparentemente tampoco el Taiho”. “Por eso detecté el aura de kirin”, Keiki suspiró y se inclinó. “De cualquier modo, permítame aprovechar esta oportunidad para darle la bienvenida. Creo que esta es la primera vez que nos encontramos formalmente”. “De hecho”, respondió con un guiño. “También estoy encantada de conocerte”. Ella se abalanzó completa, aunque ágilmente, a la silla más cercana. “Y ahora ¿cómo me debería dirigirme a la Reina de Kei?” “Bueno, mi primer nombre es Youko, y…” “Bien. Entonces la llamaré Youko. Por la antigüedad que tengo, no puedo llamar Reina de Kei a una o a la otra. ¿Qué hay de ti, Keiki? ¿Hay algún sobrenombre que prefieras?” “No, señora”. “Oh, eso es muy malo. Estos días me llamo a mi misma Rietsu. Por supuesto, Su Majestad puede tener en cuenta que en cualquier día puede llamarme de otra manera, por lo que no lo considera un nombre fijo. ¿Sabe?” Y le dirigió la mirada a la persona que estaba a su lado. Pero, por supuesto, pensó Youko. Keiki solo suspiró.

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“Yo soy el Rey de Han, Go Ranshou,” dijo el compañero de Hanrin con una desconcertada sonrisa. Youko volvió en sí y asintió. Apresuradamente le ofreció una silla. “Lo lamento. Por favor, tome asiento. No pretendía ser grosera”. “Nada de eso”, sonrió. Hanrin rió, su voz era como una campana. “No te preocupes, nosotros establecimos las bases para esta reunión, por lo que no hay necesidad de seguir el protocolo. Puedes dejar las disculpas para mí”. Inclinó la cabeza a un costado y dijo, “Me complace que no tomaras esto de la forma equivocada, Youko. Su Majestad realmente desea conocer a la general de Tai. Una visita formal tomaría mucho tiempo para arreglarse e inevitablemente podría a la Corte Imperial patas arriba. Por ello adoptamos este subterfugio.” “Eso está bien por mi. ¿Era Risai a quienes deseaban conocer entonces? Dijo Youko, desviando su atención hacia el Rey de Han. Asintió. “Según los rumores que salen de En, esta debería ser la general de la Guardia Provincial de Zui. Aunque aun se está recuperando, ¿podría asumir que una reunión no estaría fuera de las posibilidades?” “No debería ser un problema. No está en condiciones de viajar. Pero lo peor de sus heridas ya ha pasado. Ahora está esforzándose en recuperar la fuerza en sus piernas y brazo”. “Apreciaría que no le dijera quien la está visitando. No quiero asustarla. Simplemente diga que un visitante de Han quisiera hablarle”. Youko asintió. “Iré a buscarla”. “Ey, viendo que se supone que eres tu quien está arreglando una audiencia como una privada, tendría más sentido si tu irías a verla. Puedes mostrarle el camino, ¿verdad, Youko?” “Seguro”, dijo Youko haciendo un ademán al Rey de Han. Encorvándose en la silla, Hanrin tomó fuertemente la túnica de Keiki y descaradamente saludó adiós.

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Capítulo 32 Cuando Youko llegó a las habitaciones de Taishi, Keikei estaba en el patio principal guiando a Risai con la mano. Con algo de ayuda, la débil Risai era ahora capaz de moverse por sus propios pies. El otro día fue capaz de subirse al lomo de Hien, lo que no le dio poca satisfacción. “¡Youko!” Keikei sonrió al verla. “Mira. Risai es capaz de caminar ahora”. “Traten de no esforzarse”. “Estoy bien”. Youko asintió y, a continuación, explicó que Risai tenía un invitado. Risai dirigió su mirada a quien había entrado después de Youko. Tenía un rostro excéntrico, sin embargo, tenía el presentimiento de que se habían conocido antes. “Keikei, ¿podías dejarnos a solas por un momento?” Keikei aceptó sin protesta. “Voy a ir a ocuparme de Hien. Ayer Risai me enseño como cepillarlo”. “¿Ah si?” Youko sonrió mientras él salía. Y luego giró hacia Risai. “Él viene de Han. Desea hablar contigo”. Youko puso su brazo alrededor de los hombros de Risai. Mientras regresaban a la sala, Risai se convencía más y más de que la había visto en algún lugar anteriormente. “Pareces estar de buen ánimo”, dijo ofreciéndole un asiento. Risai asintió en gratitud. “Lo siento, pero ¿lo conozco?” “He venido de Han. Hay algo a lo que me gustaría echarle un vistazo”. Tomó un pequeño paquete de tela del bolsillo de su elegante bordado kimono color azul hierro. Dando a conocer sobre la mesa una sección de una faja de cuero. La faja estaba tachonada con negro y plata. La imagen grabada de un caballo galopante daba elegancia al broche de metal. Excepto que la faja por sí misma no era más larga que para dos manos. Estaba roto en el medio, y lo peor, la desgarradura en su final estaba manchada con un rojo oscuro. La vista del mismo impulsó a Risai saltar sobre sus pies, tanto como le permitían. Casi inmediatamente perdió el balance cayó. “Eso es…” “¿Risai?” “Oí que eras general de la Guardia Provincial de Zui. ¿Reconoces este objeto?” “Si”, respondió Risai con voz tensa. “¿Cómo lo consiguió?”

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“En Han. Fue encontrado entre un cargamento de piedras preciosas provenientes de Tai”. “De Tai…” “¿Qué es?” preguntó Youko. “Pertenece a Su Majestad. Estoy segura. Esto es…” Risai se detuvo a la mitad. La identidad del visitante desconocido llegó a su mente. Lo había visto nada menos que en la coronación de Gyousou. Risai se soltó de las manos de Youko y se hundió en el suelo de rodillas. “Me habían dicho que era un regalo presentado por Su Majestad en la coronación”. El Rey de Han asintió. “No deseaba sobresaltarte, pero, obviamente te has dado cuenta. Levántate y siéntate. Vas a lastimarte.” Le dirigió a Youko una preocupada mirada. “Han no ha disfrutado en mucho tiempo de relaciones mutuas con Tai. Aunque no me preocupa el Rey anterior.” “No le importa…” “El hombre tenía un gusto horrible. Simplemente no podía tolerar a un hombre que tomaba tan alegre el oro y la armadura de plata dorada”. Ni siquiera hizo esfuerzos para disimular la mueca en su rostro. “Gyousou, en cambio, me pareció un buen hombre. Bruto, pero no aburrido. Y Taiki es una ternura. Simplemente adoro el brillo platinado de su melena”. “Usted no dijo”, dijo Youko, mirándola con los ojos bien abiertos. El Rey de Han rió. “Y así establecimos una relación de trabajo. Han no tiene fuentes o minas de piedras preciosas. Sin embargo, me atrevo a decir que ninguno de los doce reinos puede mejorarnos cuando se trata de nuestras artesanías en metales preciosos y joyas. Tai nos suministra con materia prima. Encontramos este objeto entre un embarque de mineral”. Levantó la faja. “Como puedes ver, los gravados de filamentos de caballos galopantes son claramente discernibles. Yo había encargado al mejor grabador en el Ministerio de Invierno para que hiciera esto para la coronación del Rey de Tai. Este es definitivamente uno de los objetos preparados como obsequios de felicitación. La mano de obra requerida para producir plata finamente pulida como esta solo puede encontrarse en el Ministerio de Invierno de Han. La persona que encontró esto en el cargamento de Tai lo supuso de antemano y lo envió al Ministerio, que me lo envió a mí”. La todavía arrodillada Risai la miró. “Pero ¿de dónde vino el cargamento?” “La Provincia de Bun. Junto con el mineral que llegaba desde Rin’u. Escuché que era la única mina que seguía operando por el momento”. “Si”, dijo Risai asintiendo. “Ese sería el caso”. El Rey de Han se giró hacia Youko. “Las mejores gemas de Tai provienen de sus fuentes de piedras preciosas. Arroyos de agua corren a través de las montañas. Las semillas de estas gemas crecen en las aguas. Donde los arroyos emergen de la roca, las gemas son depositadas

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en lechos de grava. Las piedras de esas fuentes son minadas por su valor en gemas, pero no son clasificadas cuando salen de la tierra. Los inclasificados suelos son eliminados las marcas de minería siguen marcados en ellos. Las piedras preciosas son clasificadas luego, y entonces cortadas y pulidas por artesanos. Un artesano adquiere un montón de piedras y encuentra la faja junta con el mineral en bruto”. “¿Han encontrado muchas cosas de este tipo?” “Para nada. La Provincia de Bun es conocida como una zona productora de gemas. Pero, debido a la falta de otras exportaciones la zona ha sido completamente minada. Las raras piedras que surgían fueron entregadas al Rey Kyou. Han terminó recogiendo las haces. E incluso esos disminuyeron en los últimos años. En particular, en los últimos años, incluso las haces se han secado. Ningún cargamento llega. Este objeto llegó dos días después del sospechoso suscripto que anunciaba la muerte del Rey de Tai. Los cargamentos se detuvieron después de eso. Parece que cayó en nuestras manos en el último minuto”. “Fue dañado…” observó Youko.” El Rey de Han asintió. “El Ministro de Invierno concluyó que sufrió una cortada por una herramienta filosa. Hay manchas de sangre en la superficie y en el revés del cinto. Por lo que esa parece ser la causa”. “Alguien hirió al Rey de Tai…” “Y lo golpeó por detrás. Preocupados de que algún tipo de calamidad haya ocurrido, nos comunicamos directamente con Tai a los niveles más altos, pero el fénix no respondió. No hemos escuchado nada del Ministerio de Estado, tampoco. Más recientemente, nos contactamos con En y por primera vez tuvimos conocimiento de los pormenores”. El Rey de Han envolvió el cinturón en telas. “Lo presento ante usted. Estaba aliviado al oír que este corte no significa necesariamente que el Rey de Tai haya sido asesinado. Llegó a mí poder a través de una extraña serie de eventos. Casi como si el Rey de Tai deseara dejarlo como evidencia de su existencia para que se conozca, ¿quizás?” “Si”, respondió Risai, relativamente aceptando el paquete de tela. “A través de esta milagrosa conexión, el Rey de Tai y sus subordinados siguen conectados. Debes mantener la esperanza”. “Gracias”, dijo Risai, aunque sus palabras no pudieron oírse por sus lágrimas.

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Capítulo 33 En su habitación, Risai le dio una larga mirada al cinturón. Seguimos conectados. Era verdad. O ero era de lo que trataba de convencerse. La única mina que seguía trabajando cerca de Rin’u para ese momento era el Monte Kan’you. Se decía que era la más antigua de la Provincia de Bun. Por lo que podía recordar, las fuentes de gemas se habían secado. La única mina producía pequeñas gemas de bajo valor. Gyousou había desaparecido en las afueras de Rin’u, en el furor del combate. Y esta faja fue encontrada en el Monte Kan‘you. Eso podría decir que los enemigos de Gyousou lo capturaron en el Monte Kan’you. Pero ¿qué paso después de eso? Aunque los detalles no eran totalmente claros, un pequeño rastro de migajas se había dejado detrás, huellas de Gyousou que Risai podría seguir si volviera a Tai. Risai respiró profundamente y cerró los puños. Los otros reinos dijeron que ayudarían en la búsqueda de Taiki. Incluso si no produjera resultados, querían, aún no había agotado todas sus opciones. Estaba tratando de convencerse de esto cuando la gran Almada voz de Koushou se escuchó detrás. “¿Risai, has visto a Keikei?” Risai miró sobre sus hombros. “La Reina de Kei estuvo de visita más temprano. Lo mandé a jugar. Dijo que iba a los establos”. “Eso es extraño. Le dí un vistazo a los establos de camino aquí y no lo vi. No es de quedarse mucho tiempo en un lugar.” Risai sonrió. “Es un niño vivaz”. “Lleno de vida y vigor, eso es seguro”. “Un buen niño también”. “Bueno, usted sabe…” Koushou rió burlonamente, como si el elogio fuera para él. “Es un trabajador entusiasta, y no para obtener algo”. “¿No tiene parientes cercanos?” “Su madre y su padre murieron hace un tiempo y terminó en un orfanato. Tenía una hermana mayor, pero fue asesinada”. “Eso es muy triste…” “Una historia triste, eso es seguro. Pero la forma en que lo toma demuestra que hay un gran hombre dentro de su pequeño cuerpo.” “Él realmente es un buen muchacho. Pero ¿es adecuado para Keikei-dono trabajar en un establo, Koushou? ¿No tiene escuela u otras tareas que hacer? Además, aunque pueda tener

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un kijuu en calma, sigue siendo un kijuu. Sé que estamos hablando de una oportunidad de una en un millón, pero…” “Ah, no te preocupes por ello. Él pidió hacerlo él mismo después de todo” Añadió Koushou con una sonrisa, “No necesitas llamarlo ‘dono’ tampoco. Tan solo Keikei está bien. Como él dijo, es un mayordomo”. “¿Ha sido enumerado en el Registro de los Hechiceros?” “Es demasiado joven para eso. Youko quiere que mientras crezca se haga la idea de que quiere ser. Es un poco extraña la forma en la que te diriges a él. Haciéndolo sonar como un pequeño príncipe o algo así”. “¿Lo hago?” Nunca se le había ocurrido. Pero cuando lo pensó así parecía. “Eso creo ahora que lo menciona”. “¿Se refiere que no era conciente de ello?” Risai sacudió la cabeza. El sonido de alguien cantando en las habitaciones llegó a sus oídos. La clara y brillante voz de una vivaz joven. “Creo que es Shoukei. La escribano real y la dama vienen y van alrededor de esta hora por aquí”. “Eso es verdad. Ambos yendo y viniendo y viviendo aquí”. Risai parpadeó. “¿Y cuál sería la relación entre ustedes?” “Ninguna”, dijo Koushou, saludando con su mano. “Solo digamos que estoy pidiendo prestado el lugar por el momento. Ninguna relación en absoluto”. “¿Y ninguna relación con Youko o Keikei tampoco?” presionó Risai. Koushou respondió con una confundida sonrisa. “Sé que esto sonará un poco raro para usted. Pero comencé mi carrera como un rufián sin conexión alguna con los ministros del gobierno.” “Yo creo que la Reina de Kei se dirige a usted como un caballero pícaro”. “Nada tan alejado como eso. Había un gobernador malvado, sabe. Y nosotros teníamos un montón de valientes y patrióticas almas juntas para darle a su trasero una dura patada. Bajo circunstancias normales, el levantamiento de bandera de revolución nos harían hombres buscados. Pero no lo sabías, una de esas bravas almas resultó ser Youko”. “¿La Reina de Kei? ¿Un revolucionario de su bando?” “Ese es un secreto de Estado”, sonrió Koushou. “Youko es una taika. No nació acá. ¿Lo sabías?” “Si.”

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“Por eso es que no sabe nada acerca de este mundo. Por lo que dejó la ciudad y se fue a estudiar con Enho, quien había sido el director de una famosa escuela privada. Accidentalmente quedó atrapada dentro de nuestra pequeña revolución”. “Veo”, aunque desconocía los detalles Risai asintió. Koushou bajo la mirada. “No mucho tiempo ha pasado desde su coronación. Estoy seguro de que hará todo lo posible por ser una buena emperatriz, pero muchos de mis compañeros no están tan seguros. Kei no ha tenido buenas experiencias con emperatrices. Además ella es una taika. Ni siquiera entiende bien nuestras cosas. Todos la ven con desconfianza. Por el momento, el gobierno ha sido reorganizado. Pero todavía hay traidores entre ellos. Especialmente aquellos que guardan resentimientos por como han sido tratados. Nadie sabe que le tienen preparado a Youko”. Risai se quedó un poco sorprendida. Así que por eso es que siempre hay una nueva Corte Imperial. Pero Youko la había sorprendido como emperatriz de Kei recibiéndola con los brazos abiertos. “Hay conspiradores que intentan atacar a la Reina y a su séquito, antes de que algo suceda. Los burócratas, sabemos, no tienen permitido entrar al sector privado del Palacio Interior”. Risai entendió perfectamente de donde venía. Incluso cuando fue hospedada en el conservatorio, vio muy pocos ministros u oficiales. A pesar de que el conservatorio estaba dentro del Seishin, la vida ahí era bastante tranquila. Risai fue atendida por la dama de honor, Suzu, y ocasionalmente por el escribano real, Shoukei. A parte de ellas, no vio otros oficiales de menor rango. “Pensé que eso de debía a que sospechaban de mí”. “No, ese no era el caso. A pocas personas se les permite vivir en el Palacio Interior. No queremos que los antiguos guardias merodeen a Youko. Solo aquellos en los que confiamos por completo. Poco a poco traemos más gente a medida que las conocemos y sabemos que clase de personas son”. Risai se asombró al principio, pero pensándolo nuevamente encontró ese enfoque bastante comprensible. Como la Reina de Kei había observado, Gyousou se había unido a la Corte Provisional con mano firme antes de su coronación. Para empezar, Gyousou no había necesitado reorganizar las cosas completamente en la Corte. Como uno de los señores estatales, su popularidad fue duramente ganada y merecida. Pero lo que había pasado en Tai no había pasado en otro lugar. “Así que Kei está en un grave estado”. “Un poco más de paciencia es todo lo que necesitamos. Yo realmente así lo creo”. Risai asintió. La Corte Imperial en Kei no había vuelto a tener una sólida base. Risai entró literalmente a los empujones, esta insistente joven… aún trata de unir la naciente Corte Imperial… aún en contra del Cielo. A esta hora tardía, el reconocimiento de la verdadera gravedad de sus acciones comenzaba a filtrarse en su alma. Había cometido una terrible

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indiscreción. La tenacidad con la cual se apegó a su objetivo no era nada de lo que pudiese vanagloriarse. La Reina de Kei tenía tantas cargas. Kei no tenía nada que hacer por un reino como Tai. Y aún así, mientras tenía al reino con una mano, esta joven emperatriz había abrazado a Risai con el otro. Incluso había prometido hacer todo lo que estuviese en su poder por Risai, como si de ella no se pudiese esperar nada menos. No debería esperar nada más que esto. Dijeron que buscarían a Taiki. Y eso era suficiente. Incluso si Taiki no fuera hallado, haber venido a Kei no habría sido en vano. “Eso es porque”, continuó Koushou, al parecer avergonzado de tener que admitir, “mantenemos a la gente alrededor de Youko al mínimo. Además de Suzu, la otra muchacha que la había atendido era Shoukei, quien había sido nombrada escribano real. Los jóvenes funcionarios eran todos viejos amigos, o habían sido escogidos entre personas de absoluta confianza por el General de la Guardia del Palacio. Esa es la razón por la que todos estamos encerrados en el Palacio. Tengo un lugar propio, pero difícilmente paso algún tiempo allí estos días”. “¿Y por eso se está quedando acá?” “A esto es a lo que se reduce. Sabe, tengo un hermano menor”. “¿Uno de verdad?” “Si. Justo ahora, está asistiendo a la Academia Provincial en la Provincia de Ei. Está durmiendo en los dormitorios”. “Debe ser muy prometedor”. “Si, lo es”, dijo Koushou con una gran sonrisa. “Estaba realmente encantado de que él pudiera ir, pero después de que fue aceptado, para ser honesto, las cosas se pusieron un poco solitarias. Es la única familia que tengo. Suzu es una buena amiga, pero ella merece algo mejor que estar con un grupo de muchachos tercos. Por lo que Youko me pidió cuidar de Enho y Keikei”. “Ah, eso convertiría a esto en el lugar del Taishi”. “Eso sería. Me refiero, yo cuidando de Enho difícilmente significa mover al Taishi dentro del plano del Daiboku. De cualquier manera, Enho está prácticamente pegado a Youko desde la mañana hasta la noche. Ella es un poco insegura cuando se trata del funcionamiento del gobierno y todavía tiene mucho que estudiar. Por lo que Enho me prestó estas habitaciones y me da rienda suelta para cuidar todo acá”. Koushou rió tímidamente. “Crecí como un pobre niño posadero. Por lo que un sujeto como yo no llegará lejos si no puede preguntarle a la gente cuales son las buenas costumbres y las que no lo son. Incluso tuve que hacerle tener en cuenta sus peniques. El niño siempre ha tenido

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una buena cabeza sobre sus hombros. Así que tomé la oportunidad de encargarme de Enho. Excepto que sin el toque de una mujer las cosas parecían un molino abandonado. Finalmente, Suzu y Shoukei vinieron. Lo que ves aquí es mayormente gracias a ellas”. “Ellas mantienes las cosas en movimiento con una alegre sonrisa”. “Eso hacen”, Koushou concordó con una risa. “Youko tiene buen ojo para la gente. Creo que ella entiende a un gran sujeto como yo siendo Daiboku, yo todavía era un triste saco de arena por cuenta propia. Es difícil para mí resolver las cosas cuando no hay gente a mí alrededor. Sin mencionar que el Palacio es mucho más de lo que pude imaginar. No había durado mucho tiempo metido en mi propia habitación yo solo. Gracias a la agitación aquí, me las arreglo para mantenerme en lo mío”. “Y para empeorar las cosas, yo llegué a los empujones”. “Youko nos pidió que mantuviéramos las cosas en calma, así que lo lamento por el ruido y la conmoción. Y estoy feliz de que no te hallas ofendido por nuestra falta de decoro a lo largo del camino”. “Oh, no es nada”, Risai sonrió. Estaba feliz también de haber sido confiada a alguien digno de confianza. “La Reina de Kei parece tener todo para ser una gran emperatriz”. “Me contenta oír a un general de otro reino decir algo así. Y yo también lo espero. A diferencia de personas como tu y yo, la Emperatriz y el kirin simplemente no pueden dejar de hacer algo cuando las cosas se ponen difíciles”. “Muy cierto”, concordó Risai con un guiño. La Emperatriz podría también mejorar y seguir en el camino, o caminar por la plancha de destrucción. Sin desvíos permitidos. “El Rey de Tai es un espléndido tipo también, eso escuché. Kantai de la Guardia del Palacio dijo eso. Él es nuestro General de la Armada de Izquierda. Dice que el Rey de Tai fue alguien incluso antes de ser Rey. Es conocido incluso entre oficiales de otros reinos”. “Si, yo también lo creo así”. “Por supuesto espero que regresen a salvo, el Rey de Tai y el Taiho de Tai. El Taiho primero, supongo”. Risai asintió de nuevo. Al menos debían encontrar a Taiki. De lo contrario, no habría esperanza alguna para salvar Tai. La habitación cayó en silencio. Escuchó pasos. Keikei había vuelto. Lanzó la puerta y se abalanzó a la luz del sol, entró en la habitación con una brillante sonrisa cargando una flor. “Algunos dientes de león volaban en los jardines en el patio norte”, dijo sosteniendo el tallo de la flor. Risai le dio un vistazo a la flor y luego a Keikei. “¿Qué edad tienes Keikei-dono?” Keikei rió y dijo, “Acabo de cumplir once”.

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“Veo. Veo”. La tímida sonrisa de Keikei se distorsionaba en su visión. Extendió su mano y encontró la pequeña y cálida mano, la fuerza de su preocupación se condujo por sus dedos. “¿Estás feliz?” “¿Yo? Um, bueno, seguro…” “Veo”. Risai, llamó la despreocupada voz, buscándola afuera, corriendo hacia ella con gran entusiasmo, su rostro radiante. Y si Hien estuviera ahí, pediría caricias… “El Taiho era de tu edad”. Por favor, Dios, trae a Taiki a casa, Risai rezó ese día por primera vez. Era doloroso ver sus expectativas traicionadas. Deseando algo desde el fondo de su corazón solo profundizó la desesperación cuando esos deseos se esfumaron. Rezar era la esperanza. Por eso no pudo rezar hasta ese día. Risai había visto a la diversa gente de Tai visitar el santuario. Viéndolos caminar solemnemente al santuario en medio de una tormenta de nieve. Sin decir nada, ya que la más mínima queja podría llegar a los oídos de Asen, se acercaban al santuario y colocaban una flor keihaku encima de ella. Expresaron su agradecimiento por cualquier bendición que quedara, y oraban por la seguridad de quien les había dado esa flor. Mientras se lamentaba que la gente de Tai no pudiera hacer nada más que eso, Risai nunca había visitado el santuario. No había sido capaz. Habría sido lo mismo desde que la búsqueda de Taiki había comenzado. Más que la expectativa de que lo fueran a encontrar era el miedo que no lo hicieran. E incluso si lo hacían, ¿qué pasaría entonces? El regreso de Taiki no garantizaba nada. Entonces ¿qué significaba todo esto? Significaba que Taiki era una vela sobre el agua. Un viejo ermitaño que Risai conoció a través de algunos conocidos le ofreció refugio. Le dijo que desistiera “No hay ningún rey aquí”. Garyou, el pueblo originario de Gyousou en los valles montañosos de la Provincia de I en Tai, había quedado reducida a cenizas. Risai se había ido a la Provincia de I en busca de Gyousou con la esperanza de que se escondiera en su tierra natal. Todo lo que encontró fueron ruinas envueltas en niebla. “Todo lo que necesitas es quitarte un peso de encima”. “Estoy bien”. “Un reino sin rey va a la quiebra y termina en ruinas. Todo el mundo lo sabe. Pero no sabemos si el rey está muerto. Sin los rituales reales no se realizan ¿cae el reino entonces? ¿O la presencia del rey protege al reino?”

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“La era ha comenzado durante la cual Tai no tendrá ningún rey. Lo has estado buscando todo este tiempo y en vano. ¿No has hecho lo suficiente ya?” Risai reaccionó con sorpresa. “¿Me está diciendo que abandone al rey?” EL anciano sacudió la cabeza. Profundas líneas corrían por su sabio y degradado rostro. “Solo estoy diciendo que deberías considerar tu propio bienestar. Tu también eres una de los subordinados del Rey, uno de los que debemos rescatar”. “Yo…” “Si vas a hablar sobre la felicidad de la gente de Tai, ¿no deberías incluirte dentro de ella? Si tienes la intención de soportar el dolor de todos sobre tus hombros, nadie terminará siendo feliz”. Risai asintió desalentadamente. “Y, sin embargo, sigue siendo la única persona que puede salvar este reino…” Con una triste mirada, el anciano se levantó y dejó la habitación, dejando sola a su nieta. Ella le dirigió a Risai una triste y melancólica mirada. “¿Tu también me crees una tonta también por deambular tras el rey?” La niña sacudió la cabeza. “No lo sé. Nunca he conocido al rey. No entiendo la política. El rey es alguien que vive sobre las nubes. Incluso Taiki está lejos, lejos de nuestras estaciones. Pero el humo…” “¿Qué es eso?” “Mirando abajo desde las puertas, puedes ver la totalidad de la Provincia de I y todo el humo que cuelga del cielo por encima de ella”. “Ah”, dijo Risai. Asen no podría tolerar la existencia de nada conectado con Gyousou. O alguien con quien Gyousou hubiera gobernado. O alguien que alguna vez hubiera encontrado errores en Asen. Cualquier burgo que no estaba de acuerdo con su fantasía había sido arrancado de raíz y quemado. Aquellos que le dieran la espalda estaban dispersos o fueron expulsados de sus provincias. “¿Es verdad que los reinos del sur gozan de tiempo primaveral todo el año? ¿Qué nunca nieva en Sou? He oído que los arroyos nunca se congelan. Que el sol brilla cálidamente todo el invierno. Y cuando las nubes de tormenta parten, el cielo es azul como siempre…” Risai asintió. Nunca había ido más al sur que el Mar Amarillo. Pero el sol brilló tan profundamente allá, y el cielo era más profundo y azul que siempre.

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“Desde la primera nevada hasta la última, ¿cuántos días estaría el cielo claro? Se podría contar con los dedos de una mano. Y también el humo…” Risai entendió lo que la niña le estaba diciendo. Instintivamente tomó su mano. “Y a los claros pocos días también se oscureció por el humo. Los incendios quemaron las tierras y derritieron la nieve y los congelados escombros. ¿Cuánto tiempo debe esperar el pueblo de Tai la primavera? Parece que el Palacio Imperial es el único punto azul en una tierra cubierta por bajas y gruesas nubes. Incluso esos cielos azules se están volviendo grises. El humo que cubre Tai como mantas de nieve también a Kouki. A este reino no le quedan días despejados.” La niña miró a Risai, sus ojos estaban llenos de tristeza. “Kouki aún debe habitar bajo cielos despejados. En Kouki debe haber una chispa de primavera, ese rayo de luz que nunca se congela en el invierno”. La chica que había hablado de forma tan resuelta ya no estaba en este mundo. Había sido ejecutada junto con su abuelo por el crimen de dar refugio a Risai. Pero en el momento y después que la habían incitado a irse, conocían el destino que les esperaba. Risai se prometió a sí misma que nunca olvidaría esas palabras. Por favor salve a Su Majestad y al Taiho.

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Capítulo 34 El mensaje llegó dos días después que el Rey de Han apareció, llegando inesperadamente como tienden los mensajes. Tres personas estarían cruzando el Mar de Nubes para verla. Youko y Keiki estaban esperando en la recepción frente a la Puerta Prohibida. Sus visitas eran Shouryuu y Rokuta, como lo esperaba junto con una joven de cabellos dorados que no había visto antes. “¿Ha llegado el Rey de Han?” preguntó Rokuta, mientras desmontaba su suugu. “Si”, respondió Youko, saludándolos con una desconcertada sonrisa. “Por eso fue que de repente nos quedamos incomunicados”. Se dirigió a la chica que bajaba del kijuu. “Ella es la Taiho de Ren”. Un poco nerviosa, Youko le dirigió un rápido saludo. Renrin le pareció una alegre muchacha de alrededor de dieciocho años. “Renrin, ella es Youko, la Reina de Kei. Y él es Keiki a su lado”. Rokuta preguntó, “Entonces ¿dónde están el rey y Sis?” “Probablemente en sus habitaciones”, dijo Youko irónicamente con la misma sonrisa. Habían reservado habitaciones en Gyouten, pero Youko insistió que se quedaran en el Palacio Kinpa. El Rey de Han, pensó, resultó una persona difícil de complacer. Le mostró primero las habitaciones para invitados, reservadas para invitados de honor. Pero dijo que carecían de buen gusto y se negó a hospedarse allí. Finalmente, caballerosamente tomó una de las casas aisladas entre los montículos del jardín Seiden. Y entonces decidió que este jarrón era feo, así que se deshizo de él. Y que esa pintura era un dolor de cabeza, a fin de pasar con esta. Y así sucesivamente. Y luego no se llevaba bien con el pobre jefe de mayordomos asignado para cuidarlos. Aparentemente lo encontraba estéticamente deficiente. Exasperada, Youko envió a Shoukei. Afortunadamente, le pareció de buen gusto, pero apenas la dejaron salir de la habitación. Hanrin, por otro lado, haciendo libre uso de la joya de la corona de Han, el koseisan, vagó a voluntad por todo el Palacio Interior. De repente interrumpió en el Seishin (opinó que algunos gobernantes eran inaceptablemente de alguna clase baja de burócratas) y salió nuevamente. La opinión de Shoukei (el cuidado de niños había caído en su regazo) era que mientras en el exterior Hanrin puede tener un aspecto un poco consentido y algo ingenua, en el interior fue tan traviesa como Enki. “Ella es trabajosa”, concordó Rokuta con una débil voz. “Entonces ¿cuál es la relación entre En y Han?” preguntó Youko a su vez.

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“Es un renuente aliado, por así decirlo. Porque Han es un reino de muy dotados artesanos”. “¿Al igual que la forma en que sus trabajadores trabajan el oro y la plata es la mejor de los doce reinos?” “Es una verdad difícil de negar. Érase una vez, Han no había sido bendecido con nada de valor. Era un reino promedio lleno de gente promedio. La Realeza de Han tomó todo eso y lo convirtió en un reino lleno de hábiles artesanos”. “¿Arte o artesanía?” “Todo lo que requiera una hábil y práctica mano. Desde materiales como el papel o la tela al material requerido para hacerlo. Herramientas en particular. Las herramientas hechas en Han son las más finas de cualquier lugar. Sea una regla de un carpintero o el valor en una serie de escalas, las diferencias en calidad son como el día y la noche”. “Hu”. “Somos en construcciones los mejores. Caminos, edificios y puertos. Pero el talento de los artesanos es una parte necesaria en la educación. Así que eso haría nuestra relación sustancial.” Rokuta suspiró, y Youko sintió de donde venía ese suspiro. “No se como decirlo, pero estoy seguro de que es raro”. “¿Tú crees? Él y Shouryuu se llevan como perros y gatos”. Rokuta miró sobre su hombro. Tratando de dejarlos atrás, la mirada de Shouryuu no decía nada desde que se unió a ellos. “Si, siento esa vibra” murmuró Youko. Fue cuando se encontraron con Shoukei. Se dirigía hacia ellos como si fuera un viento rígido, sus se estampaban contra los adoquines. “Oh, Shoukei, ¿Cómo está el Rey de Han?” Shoukei miró a Youko, con fuego en sus ojos. “Está en su habitación. Solo para hacértelo saber, pero no puede ver a nadie más ahora”. “¿No puede ver a nadie más?” “Bueno, parece que la horquilla no hace juego con el conjunto, y se negó a cambiar. ¡Míralo por ti misma! ¡Te juro que si tengo que vestirlo es la última cosa que voy a hacer!” “Así que te está dando un dolor de cabeza.”

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”Hmph”, Shoukei hizo un puchero, cruzando sus brazos sobre su pecho. “Parece que hemos llegado a un callejón sin salida. En lo que a mí respecta está bien. Es la gargantilla que no va con los aritos. Espero que no te importe, Youko, pero me pasé por tus cosas. Llámame obstinada, ¡pero una mujer tiene que hacer lo que una mujer tiene que hacer!” Habiéndolo dicho lo que tenía en mente con tal firmeza, Shoukei tomó nota da las figuras que estaban detrás de Youko. Su rostro se volvió rojo. Con un aullido, saltó a la tierra a un lado del camino y se inclinó profundamente. “¡Perdóneme, por favor!” “Un verdadero dolor de espalda, ¿eh?”, dijo Rokuta, con una risa evidente en su voz. “Ese kirin de seguro que lo es. Ellos no estará adentro, ¿verdad?” “Si, um, lo están”. “Ah. Bueno, tenemos algo que discutir. Cuanto más rápido puedas sacar a Su Majestad fuera de su habitación mejor”. “Entiendo”, respondió Shoukei con otra reverencia. Tratando de aguantar la risa, siguieron su camino, llegando a un par de pagodas rodeadas por una curiosa formación rocosa. Debido a la idiosincrasia del Rey de Han, le disgustaban todos los jóvenes sirvientes a excepción de Shoukei, nadie estaba allí para recibirlos. Por lo que simplemente se anunciaron y entraron. Hanrin estaba tirada en el sillón. Pero era bastante obvio, observó Youko con una sonrisa irónica, que el Rey de Han había movido todo de lugar y ajustado algunos pergaminos a la nueva vivienda. Definitivamente tenía buen gusto. Y en medio de todo, la presencia del desorden del cabello de Hanrin era exactamente lo que le daba un toque de vida al retrato viviente. “Hay”, dijo, mirando desde su libro. “Son Youko y Keiki”. Saltó fuera del sillón frente a todos. “Tiempo sin verte, Rokuta”. “Yo”. Hanrin saltó en frete de Shouryuu y asomó su rostro. “Y un largo tiempo sin verte a ti también, Shouryuu. Veo que luces como en busca de un reino patán. Como de costumbre” “Y tu eres tan maleducada como siempre. Ve a buscar a tu amo”. “No podemos. Por desgracia, Su Majestad aún no ha encontrado algo decente que vestir”. Con una expresión que parecía haber mordido un limón, Shouryuu dijo, “No me importa. Si nada le queda, entonces que venga en cuero”. “Justo lo que esperaba de un maleducado como usted, Shouryuu”. Sus ojos se enfocaron en Renrin. “Bueno, bueno, bueno”, dijo coqueteando, y siguió con una elegante reverencia. “No puedo creer que tenga el honor”.

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“Um, ella es Ren Taiho”. “Es un placer verla finalmente. Soy Hanrin“. Con una gran sonrisa Renrin se presentó. Hanrin revisó la habitación. “Tengo entendido el mal humor en el que están todos, pero ¿qué tiene que ver con la búsqueda de Taiki para comenzar?” “Ese sería el caso”, respondió Shouryuu adustamente, haciendo un ademán para que Hanrin se sentara. “Te pedí que vinieras a En, pero nunca te mostraste. En cambio te encuentro acá”. “Oh, ¿entonces por eso vienes aquí? Bueno, de acuerdo. Prefiero Kei. Tus sirvientes en En son realmente feos. Lo único que hacen es arrojar aire caliente todo el día”. “Te estás describiendo a vos misma. De cualquier modo, se decidió que serían En, Kei, Han y Ren quienes realizarían la búsqueda en Yamato”. “¿Y China?” “Sou, Kyou y Sai”. “Una gran operación”, reflexionó Hanrin. Inclinó su cabeza y preguntó, “Pero ¿está bien hacer este tipo de cosas? Me refiero, no creo que nunca se haya hecho antes”. “Está bien”, respondió Rokuta “Que nosotros los kirin busquemos a Taiki no va en contra de la Divina Providencia”. “Hmm. Entonces ¿cómo funciona esta búsqueda? En términos concretos. ¿Enviar a la Armada Imperial?” “No seas tonta”, dijo Enki con una mueca. “No se puede hacer. Genkun nos pidió que mantengamos el shoku al mínimo. Y además, no nos haría ningún bien. Taiki es un taika. Solo nosotros los kirin podemos sentir la presencia de otro kirin”. Hanrin se detuvo un momento. “¿Estás seguro? ¿Qué no es Yamato un gran lugar?” “No tan grande como cualquiera de nuestros reinos, si estás hablando de Yamato”. “Siendo así, es mucho terreno que cubrir. Y solo cuatro de nosotros. Casi podría jurar que estás tirando de mi pierna, Rokuta”. “Sé que es una tarea difícil. Si no lo fuera, no habría pedido a los otros reinos que se metieran y ayudaran en primer lugar”. “Pero…” “Encontramos a Taiki una vez. No puedo recordar exactamente donde fue, pero tengo el alcance de una gran área. No hay garantía de que Taiki haya regresado a ese lugar. Pero nuestra mejor opción es empezar en ese lugar y avanzar hacia el exterior”.

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“¿Realmente lanzaste este plan con solo una pista? Increíble”. “¿Quieres abandonar?” Rokuta le frunció el ceño. “Si tienes una mejor opción, la tomaré. Pero no hay una. Obviamente no hay necesidad de decir cuanto tiempo tomará. Pero si quieres hacer algo en nombre de Tai ¡es todo tuyo!” La sala cayó en silencio. Finalmente Renrin dijo, “¿Qué hay de usar nuestros shirei”? “¿Shirei?” “Si. Los shirei pueden detectar la presencia de un kirin, ¿verdad? No importa cuan lejos, mi shirei siente donde estoy y regresa a mí. Es evidente que un shirei es capaz de detectar a otro kirin también. Probablemente mejor de lo que puede un kirin”. “Realmente”, Enki asintió. “¿Qué hay de eso?” dijo al aire. “Si”, una voz hablaba desde el éter. La voz del shirei de Enki. “Bueno, entonces. ¿Qué hay del youma?” No hubo respuesta. “Puedes convocar a aquellos de tu misma clase. Por supuesto, no queremos youma peligrosos. Pero ¿uno chico e indefenso?” Otro momento de silencio, “Si”, fue la respuesta. “Genial. De esta manera realmente podemos aumentar nuestras posibilidades”. “En ese caso”, dijo Hanrin levantando la voz y palmando sus manos, “Han tiene el Kouyoukyou”. “¿El Kouyoukyou?” “Si. El Kouyoukyou desmaterializa a la persona cuya imagen refleja. Solo seres capaces del tonkou pueden usarlo. Usándolo, teóricamente, los shirei y los youma podrían replicarse infinitamente. Parte de la replicación está limitada por sus habilidades. Pero si buscar a alguien es todo lo que necesitamos, entonces debería ser suficiente”. “Y Ren tiene el Gogoukanda”, dijo Renrin. “El Gogoukanda crea un hoyo de gusano al otro lado sin generar un shoku. Las personas no pueden atravesarlo, tampoco puede enviar a muchos seres a la vez. Pero usándolo reduciremos los grandes efectos del shoku. Fue utilizado una vez antes para recuperar a Taiki. Cuando el Taiho de En encontró su ubicación, fue trasportado al Monte Hou usándolo”. “¡Fantástico!”

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Una fría voz interrumpió el ambiente de celebración de Rokuta. “¿Qué no nos queda el problema de porque Taiki no ha regresado por su propia voluntad?” Todo el mundo se dio vuelta. El Rey de Han estaba de pie en la entrada de la habitación. Estaba vestido con una túnica de un blanco deslumbrante de seda. Shoukei estaba parada detrás, con una mirada apesadumbrada. “¿Así que finalmente decidió unírsenos? ¿Qué se supone que significa esa pregunta?” “¿Qué se supone que significa? Si Enki tiene la gana de irse a Yamato ¿por qué no se asienta allí?” Rokuta se quedó sin palabras momentáneamente. “Si fue Enki, entonces diría que le dio felizmente a su Rey Mono el resbalón. Pero Taiki nunca pareció un ingrato. Él realmente trataba de regresar. Y sin embargo no lo ha hecho en seis años. Creo que sería mejor considerar las circunstancias que explican esto”. “Lo sabemos. Pero no hay manera de saber cosas así. De cualquier modo, no lo encontraremos si no lo buscamos. Y sin embargo, ponerse en sus zapatos ¿puedes imaginarlo?” “Bueno…” El Rey de Han miraba al vacío. “Poniéndome en sus zapatos, diría que es porque no es un kirin” “¿No es un kirin?” “La verdadera naturaleza del kirin es servir a su rey, y la fuente del kirin la compasión por la gente. La parte de él que le urge regresar es por el bien de su rey y el bien de su gente. Y es la cual lo impregnaría con la habilidad de hacerlo. Porque él no puede, creo que la única conclusión es que no es un kirin”. “¿Cómo puede un kirin no ser un kirin?” “No estoy seguro de que podamos saber”, declaró secamente el Rey de Han. “Pero Taiki es un taika”. “Lo es, ¿y qué?” “No estoy segura de cómo explicarlo. Hanrin probablemente solo dejará de ser kirin cuando muera. Pero ¿qué le pasa a un kirin taika cuando está en el otro mundo? Eso, para dejarlo simple, es lo que se me ocurre”.

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Capítulo 35 Estaban a mitad del verano cuando Youko le avisó a Risai que la búsqueda de Taiki había comenzado. Los enervados sentimientos acompañaban el calor opresivo robado incluso en el Palacio Interior. Dormir se hizo demasiado difícil, y su impaciencia crecía mientras esperaba buenas noticias, molestaba su descanso aún más. “No hay necesidad de preocuparse”, le aseguró Rokuta alegremente al comienzo. “Lo vamos a encontrar de inmediato”. Pero su expresión pronto se nubló. No había señales de Taiki en Yamato donde Rokuta lo encontró la última vez. Extendieron la búsqueda pero nada apareció. Incapaz de dormir, Risai salió de la cama y caminó hacia el Palacio de invitados. Un gran jardín rodeaba el palacio. Los cuartos de invitados estaban ubicados en Seikou Manor. Seikou Manor estaba conectada a una biblioteca llamada Sala Ransetsu. La Sala Ransetsu se había convertido en el cuartel general para la búsqueda de Taiki. Deteniéndose en varias ocasiones cada día se había convertido en una especie de compulsión para ella. Y a pesar de que sus visitas eran siempre una decepción, nunca saciaba su increíble sed por el momento. Esa noche también se dirigió a la Sala Ransetsu en busca de agua espiritual. Rokuta estaba allí exhausto y desparramado en una silla. “En Taiho”, dijo. “Yo”, respondió con una sonrisa. Su rostro tenía un aspecto agotado. “¿No lo han encontrado?” “Ah”, dijo Rokuta en una tenue voz. Como si la sintiera perderse en su inutilidad, agregó un tono de alegría en su voz. “Bueno, sabes, como suelen ser este tipo de cosas. Algo pasará tarde o temprano”. “Si”, fue lo único en que Risai pudo pensar. No había nada en que pudiese ayudar. Lo mejor y lo más brillante en el reino que podía hacer era cuidar de su cuerpo y sus necesidades, y a su vez lo único que podía hacer era mirar. Para ella encontrar un error con la lento ritmo en que se desenvolvía estaba más allá de lo atrevido. “¿Estás de ánimo para un té? Estaba deseando uno para mí”. Risai sonrió. Encendió el pequeño hibachi sobre el escritorio, llenando la olla de hierro con agua y colocándola en el hibachi. “Quizás no está en Yamato” Risai se congeló por un minuto. “¿Entonces China?”

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“Es difícil de decir. Pero el Rey de Han tenía razón. El problema radica en porque Taiki no regresó por propia voluntad”. “¿Y las circunstancias que podrían evitar su regreso?” “Es fácil de decir pero difícil de describir. ¿Qué piensas?” “No tengo forma de saberlo, pero…” “Taiki causó un meishoku. Keiki insiste en que Taiki no sabía como causar un meishoku. Asumiendo que así ocurrió, algo debe haberlo provocado, algo meramente instintivo. Puedo empatizar con ello. Más que ir allí, creo que fue más como Taiki cayó por un acantilado. Cayó de un acantilado acá y terminó allá”. “¿Qué significa?” “Significa que entre la entrada y la salida de la Puerta Gogou es un camino que lleva a ningún y cualquier lugar. Piénsalo como la Puerta Prohibida y las Cinco Puertas. No es como si pudieras estar parada en la puerta y frente a ti estuviera el otro mundo y detrás este mundo. Es más como si hubiera un túnel entre la entrada y la salida”. “Ah”, dijo Risai, asintiendo. Un sendero encantado. Como las escaleras encantadas que cruzan el Palacio Imperial. “Sabemos que Taiki no está acá y que entró a la puerta. Pero no hay forma de saber si Taiki salió de la puerta y si está allí”. “¿Eso significaría…?” dijo Risai, dándose vuelta para verlo de frente. “¿Eso significaría quedar atrapado dentro de la puerta?” “Es difícil de decir. Es posible que Taiki nunca haya halla llegado allí. Viajé allí usando el Gogoukanda provisto por Renrin, pero mientras atraviesas tuve que sostenerme de la mano de Renrin. Aunque sería mejor decir que me mantenía en la cola del Gogoukanda. Hay dos extremos que van a dos direcciones, y con la orientación de Renrin solo tenía que seguir una. Si no lo hubiera hacho acabaría dando vueltas. Porque una vez que entras, no puedes darte la vuelta y volver”. “¿Entonces estás diciendo que Taiki se dio vuelta así?”. “No lo sé realmente. Comparar el Gogoukanda a un meishoku sería completamente inapropiado. Simplemente me pregunto si Taiki llegó al otro lado. A parte de eso, no hay razón por la cual preocuparse demasiado. Taiki se fue como taika, nació allá y creció como un chico normal. Él tiene padres allá y una casa. Creo que lo encontré en la casa de sus padres la última vez. Desafortunadamente, no puedo recordar donde era. Recuerdo el vecindario en general. Yamato es un lugar muy grande, pero recuerdo en que ciudad estaba. Porque se desencadenó el shoku y voló instintivamente, seguramente volvió a su ciudad natal. Pero no encontré pruebas de que él estuviera allí”. “Probablemente porque no era donde estaba. ¿Algún otro lugar quizás?”

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“También pensé eso. Pasé por el mismo lugar casa por casa comenzando por el centro de la ciudad, y trabajando de norte a sur. Pero no pude encontrar ni una huella de él. Bueno, fue algo bastante improvisado una vez más”. Por su tono de voz pareció que añadió la última parte para el beneficio de Risai. “La próxima vez, tomaré un enfoque más cuidadoso. Como ir con la gente y preguntar sobre extrañas cosas que pueden haber ocurrido hace seis años. Tomará tiempo, sin embargo. “Si”. “Durante ese tiempo, sería bueno que alguien lo encontrara en China. De cualquier modo, no podemos seguir imponiendo a Hanrin y a Renrin por siempre. Sin mencionar a Keiki. Kei aún necesita mucho trabajo. Tarde o temprano tendremos que resignarnos a la realidad del momento, y la búsqueda, sin duda, acabará en un segundo plano. Cuando ese momento llegue, quiero que lo entiendas”. “No, para nada. Sé que en estas cosas no tienen remedio”, dijo Risai, luchando por evitar traicionar demasiado sus emociones. No puedes pedirles más, se dijo a sí misma. A pesar de haber sido privada de un brazo, estaba recuperando su salud. Ella sabía que algo calamitoso le había pasado a Gyousou en la Montaña Kan’you en las afueras de Rin’u. Independientemente de cómo resultara la búsqueda de Taiki, ella podía regresar a Tai y reanudar la búsqueda de Gyousou. Su viaje a Kei no había sido en vano. Su vínculo con Gyousou aún existía. “Incluso en ese caso, no estamos hablando de dejar a Tai a un lado. Prometimos hacer lo que pudiéramos para los refugiados de Tai y para aquellos que permanecen en Tai”. “Gracias”, murmuró Risai. En ese momento, una luz se encendió en el cuarto oscuro. Mirando sobre su hombro, vio un brillante umbral mas profundo en el Sala Ransetsu. Se puso de pie. El umbral llegaba a un corto pasillo. Por el pasillo y en torno a una esquina llegó a un pequeño edificio llamado Kokinsai. La luz brillaba desde el centro del Kokinsai. Se veía como la luz de la Luna brillando a través de una ventana. Pero no había ninguna ventana en el Kokinsai. Y había luna nueva esa noche. Una serie de manchas de luz blanca que brillaban sobre el piso, pero no había ninguna otra fuente de luz. Eso era de esperarse. La luz no venía de arriba, sino de abajo. “El Gogoukanda”, dijo Risai, adentrándose en la habitación. El anillo de luz poco a poco se amplió hasta que la figura de un humano salió inadvertida. Una persona al principio, seguido otra persona. Al mismo tiempo los dos emergieron, la luz se desvanecía como si se retirara en la distancia y se apagó. “Ah, Risai”, dijo Hanrin. Levantó la voz y dijo, corriendo por el pasillo a la biblioteca. “¡Rokuta! ¡Algo extraño está en marcha!”

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“¿Extraño?” Rokuta se estaba inclinando cansado en su silla. Rápidamente se levantó. Hanrin asintió. “Los shirei están diciendo que no se acercarán más. Están temblando”. “¿Qué?” “¡Dicen que no hay forma de que se acerquen más de lo que ya están!” “No entiendo ni una palabra de lo que estás diciendo. Renrin, ¿qué sucede?” “Lo que ella dijo” Renrin entró en la habitación con la misma cara de preocupación que ella. “No tiene sentido para mi tampoco. Los shirei hablaron. Algo malo viene. Eso es lo que siguen diciendo”. “¿Malo?” “Si. Hanrin quería volver a la ciudad natal de Taiki para dar otra revisada. Pero el shirei dijo que un Gan Mal se escondía, y no querían dar un paso más”. “¿A qué te refieres con eso? ¿No estuvieron allí antes?” “Eso es cierto. Según los shirei, estaba allí antes, pero era solo un susurro. ¿Juuko? ¿Podrías explicarlo?” “Si”, respondió una voz seca. Detrás de la falda de Renrin, apareció un pequeño perrito sin cola. La bestia se reducía a un ojo azul. A lo largo, con el pelo colgando como las cejas de un anciano, se formó una expresión de perplejidad. “Como dije, hay algo malo sucediendo allí”. “¿Cómo qué?” “No lo sé. Excepto no me voy a levantar acercarme y ser amistoso con eso”. “Eso es inútil. ¿Dijeron que estaba ahí antes?” “Si”. Juuko parecía irse de sus pensamientos. “Así es como lo recuerdo. Antes, capté una visión fugas, tan fugas que apenas la registré. La dejé fuera de mi mente. Pero la otra noche no había nada de fugas al respecto. El susurro se había convertido en un torbellino. Algo terrible. Lo lamento, pero no estoy llegando a ningún lado con esto. Taiho o no Taiho”. “¿Qué significa ‘terrible’? ¿Es el tipo de impresión que se sentía afuera?” “No es eso. Algo desastroso. Algo impuro. Algo peligroso. Aunque esta criatura parezca venir en un diminuto empaque, es cualquier cosa menos diminuta. Estamos manteniendo distancia”. “¿Diminuto?” preguntó Rokuta dudosamente.

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Risai saltó abruptamente, “Espera un minuto. Lamento la interrupción, pero ¿qué hay si estuvieron sintiendo el aura de un poderoso youma? ¿Tendría el mismo tipo de reacción?” Juuko prácticamente saltó para tras. “¡Si! ¡Es eso! Y no un youma ordinario. El tipo de youma que ninguno de nosotros podría imaginar acercársele. Escoltando a nuestro Taiho allá...” Risai levantó la voz y dijo (al mismo tiempo que Rokuta murmuraba para sí) “Gouran”. “¿Quién?” Risai corrió hacia Juuko, se arrodilló en frente de él y se inclinó más diciendo, “¿Dónde? ¿Dónde fue? Ese era el shirei de Taiki. No lo dudaría ni por un segundo”. “Pero eso tiene el aura de una criatura que nunca podría convertirse en un shirei”. “Taiki tiene un totetsu como uno de sus shirei. ¿No?” Juuko levantó las orejas. Incluso su pelaje se paró “Totetsu. ¡Debes estar bromeando!” Risai se aferró a la manga de Renrin con su única mano. “¡Ren Taiho, Taiki está definitivamente ahí!” Estaba al borde del colapso. Suaves brazos la tomaron y la levantaron. “Entendemos. Tenga la seguridad de que lo traeremos de vuelta con nosotros”. “¡No se puede!” Juuko brincaba de arriba abajo en furia. “¡Ese no es un shirei! ¡Es un youma!” “No me quedaré parada por tal timidez, Juuko. Si realmente es un youma, entonces debe haber un razón por la cual tal poderoso youma esté en el otro mundo. Lo más probable en compañía de Taiki. Debemos determinar si Taiki está ahí o no. Si encuentra la noción desagradable, entonces iré por mi misma”. “De acuerdo, de acuerdo”, murmuró Juuko, moviendo la cabeza. “Renrin…” dijo Rokuta, yendo hacia el pasillo. “Envíame. Voy a echar un vistazo. ¿Qué hay de ti, Sis?” Los ojos de Hanrin dieron vuelta alrededor de la sala. “Si. Por supuesto. Estaré justo contigo. Pero…” Renrin arrancó la pieza de delicada tela de su temblante mano. “¿Puedo usar esta también?” “Um, si”. “Si no le importa, entonces. En el ínterin ¿Por qué no le informa a los otros que sucede?” “¡Lo haré!”

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Youko y Keiki se apresuraron en ir al Kokisai tan pronto como les llegó la palabra de Hanrin, justo mientras dos figuras emergían del poso de luz. “¿Enki, lo encontraste?” “No lo sé”, respondió Rokuta. La fatiga de los últimos días se había evaporado de sus rasgos. Volvió dando zancadas a la biblioteca, donde encontraron al Rey de En y el Rey de Han esperando. “¿Qué hay de Taiki?” preguntaron ambos al mismo tiempo. “No lo sé. No lo vi”. “¿No lo viste? ¿A qué te refieres?” “Estoy seguro de que eso era Gouran. El shirei de Taiki. Excepto que yo no lo llamaría shirei. Entiendo lo que tienen los shirei de espectro. Eso es definitivamente un youma. Y terriblemente escalofriante y poderoso”. Renrin entró en la biblioteca a ese punto, su cara estaba pálida. “Eso es realmente lo que llamaría un Gran Mal. Ponte cerca de él y estará más claro que el día. Tengo el conocimiento de la ubicación. Es una gran ciudad, pero Gouran está ahí. No puedo detectar el aura de un kirin”. “Riesgos, no obstante, echamos un vistazo y no detectamos vestigio. Creo que el Rey de Han está en lo correcto”. “¿Lo estoy?” Rokuta asintió. Aún parecía que su cabello estaba erizado. “No había ningún ‘kirin’. Creo que Taiki está ahí. Pero no hay forma que pueda llamarse ki”. “¿Entonces, en qué forma?” preguntó Youko. Rokuta y Renrin intercambiaron miradas. “Difícil de decir. Aunque si Gouran está ahí, entonces Taiki debe estar ahí también. Gouran no podría haber regresado a su forma de youma. Aún le sirve a Taiki como su shirei. Sin embargo, ni siquiera un atisbo de aura de kirin existe. Incluso si Taiki quisiera regresar, no podría. No tengo otra opción sino concluir que perdió si ki. De otra manera, incluso en el otro mundo, no habría causa alguna para que su aura se muriera”. “¿Alguna vez ocurrió tal cosa?”

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“No sabría decir. Solo podemos contemplar lo que es posible. Nuestro único recurso a este punto es conducir una búsqueda casa por casa. Encontrarlo y traerlo a casa. No podemos preocuparnos por lo métodos. Gouran es mucho más una amenaza allá que si estuviera acá”.

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Capítulo 36 La estación pronto pasaría del verano al otoño. Pero dentro del Ransetsu, una pesada y ahotada atmosfera teñía la habitación. Después de conducir numerosas búsquedas, el paradero de Taiki seguía siendo incierto. Todo lo que destacaba en medio de la niebla era el aura de Gouran. Inundando los menguantes rayos del kirin, dándoles ninguna pista de su ubicación. El mapa que llevaba Rokuta consigo era totalmente inservible, lugares eliminados y otros rellenados. Shouryuu preguntó, “¿No podemos determinar la ubicación de Taiki al ubicar a Gouran?” “No”, respondieron todos kirin. Hanrin se encogió de hombros y dijo en voz baja, “Si fuera tan simple, gran tontito, ya lo habríamos encontrado”. “Sabemos que está ahí. Sabemos por ese mal sentimiento que estamos todos consiguiendo solo maldecir. Porque este sentimiento se hace peor cada vez que nos acercamos, sabemos que nos estamos calentando. Pero eso es todo”. “Entonces, ¿por qué no puedes dirigir la búsqueda en dirección en la que se calienta?” “Solo para darte una pista”, dijo Hanrin mirando a Shouryuu, “pero seguro, si Gouran fuera algún poste atorado en la tierra, entonces encontrarlo sería como comer pastel. Y todo más fácil sin la estática que se levanta de todos estos malditos shirei reacios y sus instintos limitados corriendo de un lado a otro. Pero Gouran no está en movimiento. Su poder aumenta y disminuye. Probablemente su aura cambia cuando duerme y cuando está despierto. Por lo que incluso persiguiendo donde los poderes están concentrados, terminaremos perdiendo la marca. ¡Y no hay que decir si estuviéramos fuera de la milla o si Gouran simplemente decidió tomar una siesta!” Bastante inconciente de sus acciones, Hanrin incluso zapateó con énfasis, su irritación expresaba toda su fatiga y frustraciones acumuladas. “Ey, no te desquites conmigo”. “Si me hubiera desquitado contigo como vos”, gritó Hanrin, “¡Yo habría sido quien terminaría lastimada!” Se dio vuelta y salió precipitadamente de la Sala Ransetsu. Como Shouryuu esperó a que ella saliera, un abanico lo golpeó en un costado de la cabeza. “Hey, hombre mono, deja a mi princesa”. Shouryuu hizo una mueca y tomó el abanico del Rey de Han que lo golpeó. “Escucha, hijo de p…”

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“Los Taiho están dando su mejor esfuerzo. Y, sin embargo, no ha sido suficiente. ¿Quién más que nadie aquí tiene derecho a estar molesto por eso? Tú y yo somos meros observadores. Todo este quisquillos no nos llevarán a nada”. Shouryuu se mantuvo silencioso como una piedra. “En particular, Risetsu está bastante asustada de Gouran. Es una criatura mucho más sensible que ese pequeño babuino tuyo”. “Se refiere a que ella es tímida. No es como que Taiki estuviera por perder el control de sí”. “Como unicornio está bien acostumbrada al peligro. No puede hacer nada en contra de su propia naturaleza que la hace retroceder ante tales peligros. Sus instintos naturales son mucho más fuertes que los de un kirin taika. No es algo que pueda controlar, así que mantén las críticas para ti”. El Rey de Han miró a Renrin y a Keiki. “Ustedes dos también. No se exijan demasiado. Creo que es tiempo de dar por acabado. Cuando el día sigue así, el cuerpo tiende a agotarse. El Taiho de Kei, en particular, debe tomarse el tiempo de para hacer las cosas de su apretada agenda acá”. “De hecho,” concordó Renrin con un suspiro. Cuando miraron a Keiki para confirmar, ál asintió, y con aparente renuencia dejó la sala. “Se veía bastante cansado” murmuró Shouryuu, viendo a Keiki irse. El Rey de Han concordó. “Es exhaustarte, incluso usando el Gogoukanda. Bueno, estoy libre de tener que consolar a mi princesa y enviarla a la cama”. Con un susurro de los dobladillos de su túnica, el Rey de Han salió de la sala. Solo Shouryuu y Renrin quedaban. Mirando a Renrin, quien no mostraba signos de salir, Shouryuu preguntó intrigadamente, “¿No te vas a ir a la cama?” “No. Antes de retirarme, quiero intentarlo una vez más. No necesita preocuparse por mí”. “Tan molesto como el hombre puede ser, ese hombre de Han no está tan equivocado. Estás cargando con un peso mayor que todos nosotros. Necesitas cuidar de ti. Será mejor que descanses”. Cada vez que alguno de ellos utilizaba el Gogoukanda, Renrin tenía que estar ahí para supervisar las idas y vueltas. El kirin que la acompañase podía dejar a cada uno de los otros fuera, pero su presencia era necesaria en todo momento. “No he llegado a mis límites aún”. “No te creo en mucho”.

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Renrin rió suavecito. “El hecho es que, el sueño se me escapa cada vez que pienso en que Taiki fue llevado al otro mundo. Estoy plagada de preguntas como ¿qué rayos pasó allá, y qué deberíamos hacer a continuación? Es todo lo que mi mente puede pensar. Mi cabeza sabe que él debería haber crecido para este momento, y sin embargo, era tan pequeño, un niño. Cosas así.” “¿Has conocido a Taiki anteriormente?” “Si. Solo en dos ocasiones. La primera vez fue cuando regresó al Monte Hou. Y fue porque le permití a Sanshi el uso del Gogoukanda. La segunda vez fue justo antes de que esos extraños eventos comenzaran a ocurrir en Tai. Él viajó a Ren para expresar oficialmente su gratitud por nuestra ayuda en el Monte Hou.” Ella no podía olvidar la forma en que se apareció en aquel momento. Pensando el los lamentables eventos que acontecieron, los momentos en que se divirtieron juntos hasta su renuente partida se volvió más doloroso. Aunque era poco probable que Ren gozara la visita de un reino tan distante, nunca había imaginado una separación de tal magnitud. “El Rey de Ren está bastante preocupado también. Taiki y el Rey de Tai estando tan separados es como un mal viento que no trae ningún bien”. “¿Un mal viento?” “Taiki parecía ser extremadamente apegado al Rey de Tai. Taiki deseaba desde el fondo de su corazón servir a su Rey y que estuviera orgulloso de él. El Rey de Ren dice que de la misma forma en que mi ausencia en el Palacio Imperial le deja un vacío, él está seguro de que Taiki nunca pudo encontrar un lugar que pueda llamar hogar sin el Rey de Tai en vida. Y creo lo mismo se podría decir de mí. Pero dejando eso de lado, se atribuye que un mal viento sopla cuando un kirin es separado de su señor”. “Ah, si, ese tipo de cosas…” “Nosotros no podemos prosperar sin un rey a nuestro lado”. Estando separado del rey significaba ser dividido en cuerpo y alma. Se dice que los kirines existen por el bien del reino y su gente. Pero esa no era toda la verdad. O a eso había llegado Renrin a creer. “El rey existe en nombre del reino y del pueblo. Nosotros existimos por el rey”. Renrin tomó su cabeza y la enterró entre sus manos. “¿Qué tipo de criaturas son estos reyes…?” Una cálida mano la acarició en el hombro. “¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?” Renrin levantó la cabeza. “¿Puedo pedirle que mantenga vigilado el mapa?” “Hecho” Renrin sonrió y regresó al Kokisai. Y por enésima vez ese día se hundió completamente dentro del anillo de luz creado por la cola de una serpiente de plata.

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Ella emergió en medio de una austera ciudad adornada ni por verdes campos ni por montañas. Colindaba con el océano, aunque la orilla estaba condenada y sellada con concreto. Le parecía un lugar totalmente desagradable. La ciudad en si misma era como una enorme caverna. La pregunta de por qué alguien viviría ahí, sin duda, se le ocurrió por que no era una de los residentes de la ciudad. Con un bajo espíritu, continuó con su búsqueda desde donde la dejó la última vez. Su anhelo instintivo de evadir la confiable guía, que era el aura de Gouran, era solo su propia cobardía la que hablaba. Mirando sobre las vacías calles a la luz de la luna, eligió el camino en el cual sintió la última inclinación a proceder. Gouran probablemente estaba despierto. Su aura era mucho más fuerte que antes, que cuando ella perdió su rastro y abandonó por el momento. Aunque la naturaleza del aura era fácilmente captada, era la parte que le hacía temblar. Inconcientemente trataba de desviarse del camino. Se presionó, se forzó contra la corriente. Finalmente, enfrentando la fuente de su miedo y aversión, su resistencia llegó a su límite y cayó de rodillas. Juuko tímidamente surgió. “Taiho. Renrin-sama”. “Estoy bien”, sonrió. Bajó una mano para ayudarse. Y ahí lo encontró. Un brillante filamento de oro, como hilo de telaraña. Débil y delgado, al borde de evaporarse en el aire. Pero ella sabía lo que el fugaz rayo representaba. Era Taiki. Su resplandor oscuro mostraba su mal estado. Las probabilidades eran mucho contra cualquier obstáculo a través de los rastros persistentes. Renrin levantó sus ojos. No podía ver ningún otro brillante hilo en las calles sinuosas entre los altos edificios. Solo esta incandescente brasa, dejada atrás como una huella en la arena o una mancha de sangre en la tierra. “¿Encontró algo?” La inmensidad del tiempo y espacio separaban al Taiki que ella una vez había conocido en Ren y esta tenue brillante chispa. “No hay ninguna duda. Está acá”. Tan poca vida persistía en este lento fuego que no podía decir cuando había sido dejado ahí. El hilo por si mismo fue desgarrado y podía seguir más. Solo confirmaba lo que ya sabían: que estaba en algún lugar de esa ciudad. Sin embargo, habiendo al menos descubriéndolo fue para Renrin más que suficiente recompensa por su trabajo duro. “Espéranos. Te encontraremos”.

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Lo tocó ligeramente con la punta de sus dedos. Como si abrumada por la presencia de su propia aura, la luz parpadeó.

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Interludio La oscuridad estaba comenzando a herrumbrarse, como si manchada por el color marrón rojizo de la sangre seca. Sanshi también fue envuelta por las sucias naranjas corroídas impurezas. Al mismo tiempo, sintió su impaciencia y frustración creciendo. Este es mi Taiki. Algo crecía en él como un veneno. En algún momento del tiempo, la masa acumulada comenzó a devorar su fuerza vital. Se volvía más delgada día a día. A ese ritmo seguramente moriría. Todo se perdería. ¿Deberíamos matarlos? Dijo la chirriante voz desde la herrumbrosa oscuridad. “Detente. Por el momento, estas personas se están haciendo cargo de Taiki, son necesarios para él.” “Él es su cautivo”. “No pueden ser asesinados mientras él sea su cautivo”. “Pero el veneno aumenta”. “Lo sé”, dijo Sanshi, sus manos destrozaban su pecho. Su piel pálida estaba cubierta con numerosas heridas de las cuales escurrían gotas de sangre. Ellos morirían. Serían asesinados. A parte de ese destino, su impaciencia limitaba su conciencia cada vez más. Para ese momento Sanshi había estado viendo a todos los habitantes como sus enemigos. Sus carceleros vivían con Taiki en la prisión. Ellos rodeaban la prisión. Observaban a Taiki, intentando infligirle daño en cada oportunidad. Y si buscaban venganza, la oscura y la corrosión solo aumentaban, dañando su fuerza vital, y contaminando a Sanshi. Pero ahora, Sanshi no podía distinguir más entre lo que pasaba allá y lo que pasaba acá. Todo lo que sabía era que sus enemigos estaban cerca. Quien quiera que sea, había intentado asesinar a Gyousou, robar el trono y robar la vida de Taiki también. Eso era algo que ella no podía permitir en lo absoluto. Mirando atrás en lo que había ocurrido, todo había surgido a partir de sutiles malentendidos de parte de Sanshi mientras tropezaba con diferencias entre acá y allá. Sanshi no podía comprender que el mundo que rodeaba a Taiki era diferente del suyo en sus propias bases.

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Por cada devolución llevada en defensa de Taiki surgía un nuevo tormento, que en poco tiempo atraía una nueva hostilidad y desprecio. Las persecuciones aumentaron, al igual que sus venganzas. La intensidad de las retribuciones provocaba más persecuciones. Y así creció el círculo, auto alimentándose. Taiki se había convertido en una amenaza para este mundo, un objeto de aversión. Sanshi no podía entender eso. La sangra teñida que fluía por su venganza, y todo su rencor, ennegrecía la sombra de Taiki, y daba más rienda suelta a Sanshi… y especialmente a… la naturaleza youma de Gouran. Y en proporción inversa disminuía sus razones y sentidos. Un total desastre surgía frente a sus ojos.

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Parte seis Renrin corrió hacia la sala Ransetsu. ”Lo encontré”, gritó. Keiki y Rokuta saltaron. Durmiendo en el regazo de su ama, Hanrin levantó su cabeza también. “El aura de Taiki. Y no fue dejada hace mucho tiempo”. “¿Dónde?” Rokuta atropellaba sus pasos mientras sus piernas podían. Juntos regresaron al Kokinsai. Keiki los siguió de atrás. Hanrin de despegó de la sala como un tiro. Al final del corredor sinuoso, una pálida luz que se derramaba desde la desembocadura del Kokinsai. La cola de una serpiente plateada enroscada alrededor del brazo de Renrin seguía iluminando la ronda del círculo de luz. Tomando su mano, Keiki pasó a través del resplandor. Llegando al final, se amplió en una oscura e inorgánica cavidad. La estéril caverna que era esa habitación era un cuadrado perfecto, como estructura. Treinta o cuarenta escritorios monótonos de aspecto aséptico estaban dispuestos en filas. Un desagradable aire como el que se encuentra alrededor de viejas ruinas colgándose de las prisiones y habitaciones. Observando todo esto, Keiki recordó algo. “Esta es una escuela ¿tal vez?” Keiki había visto habitaciones como estas anteriormente, cuando había viajado a Yamato a encontrar a Youko. “¿Una sala de clase?” preguntó Rokuta. Como siempre, Keiki se sintió disconforme con la presencia de Rokuta. Su brillante pelo de oro lo marcaba claramente como kirin. Pero el chico que estaba parado allí simplemente no se parecía en nada a Enki. “Apuesto que es la escuela de Taiki”, murmuró Rokuta, dando un vistazo al lugar. Seguido, después de Rokuta, apareció Renrin, y el tenue brillo en las esquinas de la sala parpadearon. “En Taiho, Kei Taiho, es por aquí”. Renrin se movió rápidamente entre los escritorios y señaló un punto en el piso. “Acá. El shirei lo encontró”. Detrás de ella, las siluetas de sus compañeros se hicieron medio transparentes en el aire, ahora y después perdían su contorno humano y revelaban las bestias interiores.

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Renrin se dirigió hacia las parpadeantes sombras y señaló una profunda mancha violeta en el suelo. Un hilo de luz brillaba ahí, como si se aferrara desesperadamente a la vida, continuaba en puntos y guiones. “¿Es esta el aura de un kirin?” “Eso creo. Sin embargo…” dijo Keiki. Sus palabras parecían perderse en las sombras. “Continúa en esa dirección”. Con un ligero escalofrío, Renrin continuó a lo largo de la pared del aula. Siluetas merodeaban el vacío y oscuro pasillo como varios fantasmas. En el piso, bajo los pies del merodeador shirei estaban dispersos los delgados restos de luz, como un rastro de migajas de pan dejados por el kirin perdido. “Termina acá, pero es definitivamente Taiki. Además, creo que este rastro fue dejado en los últimos días”. Keiki frunció las cejas y asintió firmemente. “Estás sin duda en lo cierto, sin embargo…”. Rokuta continuó desde donde se quedó la voz de Keiki. “Para un kirin, un signo de mal augurio”. “Está contaminado”, dijo la pequeña criatura perro, apareciendo a sus pies. Bajó su hocico al suelo y olió el tenue brillo. “Huelo a sangre. Causa de preocupación.” “¿Eso crees, Juuko?” “Estoy seguro. La maldición de sangre y acumulación de envenenamientos impuros. Algo ha ocurrido que enferma a Taiki. Algo bastante malo.” Giró su hocico nuevamente hacia el suelo y gruñó inquietamente. “Esta es el aura de su Nyokai. Tiene el olor a la muerte sobre ella”. Ese olor era evidente para Renrin, Keiki y Rokuta. Un inquieto e inmundo olor que inundaba lo que deberían ser lo claros y brillantes tonos del aura de un kirin. Algo realmente le había pasado a Taiki. No estaba completamente claro que. Pero una cosa estaba clara. El hedor de combate estaba en esta habitación. “Gouran ha adquirido el carácter de youma. El aura de Sanshi está siendo desgarrada. Y algo malo le está pasando al ambiente de Taiki”. Keiki asintió en un blanco asombro para la observación de Rokuta. El aura de sangre y violencia. Taiki fue capturado por ese vórtice, su naturaleza como kirin fue despojada. Y no sería más mantenida. “Si no nos apuramos todo se perderá. Taiki está muy enfermo. Y más que la enfermedad de Taiki, debemos considerar el decaimiento del shirei. Aunque Gouran y Sanshi no parecen haber perdido sus poderes, si no cambian pronto, no podremos enviar a Taiki a este encornado remolino”.

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Keiki deslizó sus dedos contra la restante luz. “Sus poderes de juzgar deben estar afectados. Si depositamos este estupor proveniente de él como resultado de que un shirei se enferme, eso probablemente constituiría la causa principal de las impurezas.” “Probablemente estés en lo correcto. Cualquier y todas las provocaciones terminan en derramamiento de sangre. El tigre persiguiendo su cola en la eternidad”. Y perdiendo el agarre de su naturaleza esencial, Taiki perderá control de su shirei también. “¿Entendemos que así es como resultan ser las cosas?” imploró Renrin, enfrentando la oscuridad a su alrededor. Desde acá y allá las muchas y rastreras sombras respondieron con solo un cruel silencio. Renrin llevó sus manos a la cara. “Estamos definitivamente acercándonos, y aún…” “Sigamos mirando”, dijo Rokuta. “Deberíamos ser capaces de encontrar donde se interrumpe este hilo.” Se metió dentro de la oscura caverna, donde ningún rayo de luz podía verse. Renrin y Keiki lo siguieron. Vacantes aulas alineadas enfrentaban el corredor. Una escalera como un eje hundido en la tierra. Dentro de la inhabitada tranquilidad y la fuertemente atada espiral de negrura, vagaron de un lado a otro, buscando las líneas de la luz. Alrededor del edificio similarmente asquerosas las grotescas formas del shirei, buscando por la perdida evidencia. “No puedo encontrar nada en ningún lugar”, dijo la desanimada Renrin. Buscaron dentro y fuera del edificio. Renrin regresó a la sala de clase donde los filamentos brillantes aparecieron por primera vez y tristemente los estudió. Los rastros seguían brillando tenuemente, desechando el extraño aroma. No parecían haber sido dejados hoy o ayer, pero la falta de nuevas pistas sugería que Taiki no debía estar ahí en absoluto. “En Taiho, Kei Taiho, ¿qué deberíamos hacer?” “No sabemos dende se fue”. Rokuta dejó salir un profundo respiro. Keiki le dijo fríamente a Rokuta, “No es tiempo para desesperarse. No hay necesidad de eso tampoco. Hemos comprobado que estuvo acá en el pasado. Esto constituye nada más que motivos para rendirse. Si estuvo aquí antes, seguramente aparecerá aquí de nuevo. En cualquier caso, deberíamos expandir nuestros esfuerzos de búsqueda con esta ubicación como lugar”. Renrin asintió. Llamó, “Hanshi”. Con un sonido como una cinta separándose del vidrio, una oscura sombra se separó del piso y se paró. “Hiciste un buen trabajo encontrando esto. Me gustaría que te quedaras atrás y vigilaras”. La sombra levantó su cabeza como una cobra y movió su cuerpo como si asintiera. Entonces, tan rápido como se fue deslizándose, se reincorporó la sombra a sus pies.

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Capítulo 39 El resplandor fugaz llenó el Kokinsai y parpadeó. Rokuta emergió primero, guiando el camino. Miró detenidamente los rostros del grupo de personas reunidas que los esperaban y se inclinó. “Es Taiki. Estamos seguros. Pero está enfermo y su condición es seria.” “¿Qué tan enfermo?”, preguntó Risai, su voz era rasposa ya que forzó la pregunta desde su garganta. “No sabemos realmente. Probablemente las impurezas estén en su ambiente. Su cuerpo está siendo comprometido por la composición de su sangre. La situación en este sentido también es muy grave. Esa es probablemente la razón de que el aura de Taiki esté tan débil”. “¿Eso significa que aún no perdió su naturaleza de kirin?” “No”, dijo Rokuta, evitando su mirada. “Taiki ya no puede llamarse un kirin. La mejor forma de verlo es que ha perdido la mayor parte de sus poderes. Y el veneno le está ganando. Los shirei están comportándose salvajemente. Ni siquiera puede controlarlos”. “¿Es tan malo? Pero Taiki…” “Su aura fue interrumpida. No pudimos seguirlo. Pero debería estar ahí. Lo encontraremos lo más rápido posible y lo traeremos a casa”: Risai miró a Renrin y a Keiki mientras salían de la luz fantasmal. Sus rostros estaban llenos de angustia. Sus rostros estaban claramente diciéndole que, a menos de que Taiki fuera encontrado y regresado rápidamente, las cosas se pondrían muy tristes en realidad. “¿No hay… no hay algo que podamos hacer?” gritó. Renrin la abrazó su cabeza disculpándose. “Como están las cosas ahora, estamos demasiados cortos de manos.” Ella levantó la cabeza. “Además, cuando lo encontremos, ¿cómo deberíamos traerlo?” “¿Cómo?” Renrin asintió y miró al resto en busca de ayuda. “Si Taiki perdió su naturaleza de kirin, ¿no significaría eso que se convirtió en un mero humano, un japonés? ¿Hay alguna forma de traer a una persona acá?” Escuchándola desde la esquina de la sala, Youko comenzó. Definitivamente habría oído decir que ningún humano podía venir a este mundo a propósito. “Si se convirtió en un humano normal, entonces no podrá cruzar el Gogoukanda. E incluso si pudiera, están esos dos gigantes shirei con los que tendremos que lidiar. Un shoku podría ser activado, forzándolos a pasar, pero…”

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Rokuta giró su cabeza a un lado, como si contemplara. “No lo sabremos hasta que lo intentemos. Excepto que Taiki apareciera ahora en este mundo como un extraño y estaría, como consecuencia, rechazándolo. Además, tratando de forzarlo a atravesar podría causar un gran daño acá y allá”. “Yo…” comenzó a decir Youko. “Cuando pacté con Keiki. No era aún una emperatriz debidamente reconocida. Keiki fue capaz de traerme aquí. Por lo que a mí me parece que incluso si Taiki perdió su naturaleza de kirin, él debería de poder también. Después de todo ambos comenzamos como taika”: “Youko era en mayor parte la emperatriz. Pero Taiki no es ahora mayormente un kirin. No hay forma de decir qué pasará, o cómo lo tomará el Cielo”. El Rey de Han continuó con su tono fashion de voz. “Si no lo traemos de regreso, Tai continuará ahogándose. Entonces ¿lo traemos con la posible causa de que provoque gran destrucción, o terminamos rápidamente con su miseria y esperamos a que nazca un nuevo kirin?” “No hables de cosas tan absurdas”. “Si ese pensamiento es tan repugnante para usted, entonces debería aceptar las terribles consecuencias que de otra manera ocurrirán”. “Yo sé…” Rokuta había comenzado a decir cuando Hanrin lo interrumpió con una temblorosa voz, “Si Taiki fuera una persona ordinaria, podría ser designado hechicero, ¿verdad?” “¿Un hechicero?” “Un hechicero puede cruzar el Kyokai, ¿No? A parte de eso el inevitable daño causado por el shoku se mantendría al mínimo”. “Entiendo”, murmuró Rokuta. “¿Pero como amplias este nombramiento?” “Un rey puede viajar a través del Kyokai. Eso por si solo causaría como resultado un shoku de un tamaño significativo. Pero sería preferible que forzar a una persona normal a cruzar el Kyokai”. “Imprudente, pero no sin lógica”. “De hecho”, asintió Rokuta. Giró hacia su señor. “¿Qué hay de ti? ¿Te gustaría hacer el viaje?” Shouryuu inclinó la espalda contra la pared y juntó los brazos. “Está bien por mi”, dijo mirando la ornamental celosía de la ventana. “Mi reunión familiar de quinientos años, supongo”. La luz del sol atravesaba la celosía jugando con las sombras en su cara. Cerró un poco los ojos, cambió su postura, y dijo cruzando la habitación. “Youko…no, Keiki. Estamos sin Sou. Un buen momento para arreglar relaciones. Quisiera que vinieras”. “¿A Sou?” dijo Keiki confundido.

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Tenemos que propagar la noticia de que Taiki fue encontrado en Yamato y abogar por más shirei. Rokuta, irás al Monte Hou. Llévate a Youko contigo. Reporten lo que ha sucedido hasta ahora”. Youko entendió que iban a pedir nuevas instrucciones de Genkun sobre el asunto. Risai, sin embargo, miraba con preocupación a Shouryuu. “¿Por qué el Monte Hou?” “Para arreglar una visita con Genkun. La condición de Taiki y la de los shirei están bastante fuera de lo común. No hay forma de decir qué pasará si nos vemos obligados a hacerlo cruzar por esa distancia entre aquí y allí. Si cruzar a través del Kyokai está permitido, en primer lugar. Si podemos ir allá i traerlo con nosotros. Ninguna de estas preguntas puede ser considerada resuelto. Realmente necesitamos la opinión de Genkun.” Shouryuu obviamente no había calmado la preocupación de Risai. “Pero ¿qué tiene que ver un shoku y Genkun?” “Nada que ver con un shoku específicamente. El Cielo tiene sus razones y preceptos. Solo el Cielo puede determinar la buena o la mala acción. Pero el Cielo no toca directamente nuestra vida. L única persona que puede llegar a través de esa ventana es Genkun. Agradezco el buen trabajo que Ren Taiho llevó hasta ahora, y si ella continuara…” “¡Espera un minuto!” Risai elevó la voz. “Usted quiere decir que para determinar la Voluntad del Cielo tenemos que hacerlo a través de Genkun?” “Esa sería la cuestión de la misma”. “Pero… pero… ¿hay un Cielo?” Shouryuu asintió. Risai sintió como si alguna criatura estuviera asechándola desde atrás. “¿Hay un Cielo? Pero… entonces ¿por qué el Cielo abandonó a Tai?” “Risai”. “Si hay un Cielo, si hay una Voluntad Divina, si los dioses existen, entonces ¿por qué no vino la ayuda a Tai más rápido, antes de que todo esto pasara? La gente de Tai envió sus oraciones al Cielo mientras se asfixiaban con sus propias lágrimas y sangre.” Aterrorizados de ser vistos por Asen, envueltos en la oscuridad, se pararon frente a la ermita en la noche que continuaba. Prohibido incluso mencionar el nombre del rey, colocaron en su lugar una flor keihaku en el altar. Sobrevivir a la destrucción y a los crudos inviernos se volvió más difícil con el pasar de los años. En medio de la pobreza tan grave que solo una fruta podía hacer la diferencia entre morir o vivir, una escasa ofrenda y un palillo de incienso tenían que llevar el infinito peso de sus plegarias.

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“Incapaces de hacer nada por si mismos, el pueblo visitó los santuarios. Y aún así el Cielo no hizo nada para ayudarlos, yo le pedí a la Reina de Kei teniendo el pecado en mi corazón. Si el Cielo y sus Dioses nos mostraran un mero rayo de esperanza, no habría cruzado el mar y no habría perdido mi brazo en el proceso”. “Y que usted lo diga no cambia nada”. “Pero…” comenzó a decir Risai. Enfrentó a Shouryuu y fríamente dijo, “Envíeme a mi también”. “No tenemos tiempo que perder. Necesitas recuperar tu salud”. “Estoy curada lo suficiente”, disparó Risai. “¿Puedes cabalgar un kijuu con un solo brazo?” “Si es Hien, si, Puedo montar”. “¿Es esta criatura un kijuu?” “Hien en un Pegaso tenba”. “Un tenba ciertamente no es lento. Pero ¿puedes volar todo el camino hacia el Monte Hou? Este será un viaje sin paradas”. “Es lo mismo para mi”. “En ese caso…” le dijo Shouryuu a Risai. “Ve si eso es lo que deseas. Este asunto le concierne a Tai y solo a Tai. Ve y toma la Voluntad de los Cielos con tus propias manos”.

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Capítulo 40 Habiendo tomado algunos instantes para dormir, Risai y los otros dejaron el Palacio Kinpa a primera luz del día. No escatimaron tiempo merodeando alrededor de las montañas Ryou’un, tomaron su desayuno, y se encaminaron a través del Mar de Nubes hacia el monte Hou. Para el momento en el que los picos de las Montañas Adamantinas rodeando el Mar Amarillo se vio al tercer día después de haber dejado Gyouten (habiendo apenas dormido mientras tanto) se volvió claro que Risai estaba atrasando su viaje. Como estaban acostumbrados el uno al otro, cabalgar un kijuu al galope con solo un brazo resultó más difícil de lo que ella había previsto. Tampoco era Hien tan rápido como los suguu que Youko y Rokuta estaban montando. Sin embargo, es igualmente cierto que de no ser por Hien, Risai nunca podría haber hecho el viaje en primer lugar. En momentos como ese, el sentimiento de pérdida al cual ella había resuelto pesaba fuertemente en su mente. Youko y Rokuta silenciosamente la animaban, y en el cuarto día finalmente llegaron al Monte Hou. Al menos, se dijo a sí, al mismo tiempo que pensaba, fue más fácil de lo que había imaginado. Había cruzado una vez el Mar Amarillo bajo el Mar de Nubes, a pie hacia el Monte Hou. Pensando en cuan ardua había sido esa experiencia, fue sorprendida por la diferencia. Volando sobre el Mar de Nubes hizo las cosas más sencillas. Pensando en el precio que el Cielo extrajo de la gente que iba al Shouzan, no pudo hacer nada más que saborear el amargo gusto en la boca. Sólo se profundizó cuando vio a la mujer parada en frente del templo palacio blanco. Según Youko, incluso sin ser informada, Gyoukuyou sentía cuando algunos visitantes llegaban. Después de que Enki puso a Gyoukuyou al tanto de las circunstancias de su viaje, ella dio instrucciones para que se les dé un lugar para descansar y luego dejar. Descendieron del Monte Hou a través de las puertas rojas de laca, y se les dio uso al palacio. Haciéndose como en casa sola con Youko, Risai repentinamente rompió en lágrimas. “¿Risai? ¿Qué tienes? ¿Te sientes bien?” Risai sacudió la cabeza. No entendía por qué, pero no podía dejar de llorar. “Genkun recordó quien soy yo”. “Ah,” dijo Youko desconcertada. Cuando Enki le dijo a Gyoukuyou que Risai era de Tai, ella inmediatamente conjeturó que Risai había estado entre los que habían hecho el Shouzan. “Pero ¿cómo puede ser? ¡Nunca conocí!” “Risai…” “Gyoukuyou sabía que yo había estado acá sin que nadie le dijera previamente. Sabía quien era sin habernos conocido. ¿Por qué?”

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Youko le dio una angustiada mirada mientras le acariciaba la espalda. “Si puede verlo todo y anticipar todo, ¡entonces ella debe saber lo que está pasando en Tai también!” “Pero, Risai, Tai está bastante lejos”. Youko habló sin gran convicción. Risai sacudió la cabeza violentamente. “Anteriormente crucé el Mar Amarillo en el Shouzan. ¿Entiende su Alteza cómo es un viaje así?” “No, no lo entiendo”. “Era una tierra estéril donde los youma son espesos como ladrones. La gente que va en bandas durante el Shouzan se instala en el Monte Hou donde mejor le parece. Muchos de mis compañeros de viaje perecieron en el camino. Sin caminos y sin lugares de descanso, solo podía ser llamada páramo. Hicimos el viaje arriesgando la vida y la integridad física, el acoso de los youma era más atemorizante con cada paso. Lo que tomó casi dos meses yo lo crucé en un solo día. Sobre el Mar de Nubes, es todo a lo que equivale.” Youko solo la miraba a los ojos y escuchaba lo que tenía que decir. “La gente que hace el Shouzan viaja al Monte Hou con el objetivo de recibir la Misión del Cielo. ¿Por qué? ¿Porque los kirin están acá? Si conocer al kirin también importara, entonces, ¿por qué no viajar sobre el Mar de Nubes? Entonces todos podrían conocer al kirin sin arriesgar sus vidas”. “Si, veo”. “A causa de la necesidad de cruzar el Mar Amarillo, todos lo piensan dos veces antes de disponerse a hacerlo. Y una vez que se aventuraron a salir nuevamente no es fácil. El viaje se convierte en una maratón. Acá y allá puede ser un viaje de cuatro días. La gente podría hacer el Shouzan más fácilmente. ¿No lo crees?” “Si, podría ser”, concordó Youko. “Se dice que el Cielo ve en los corazones de la gente y elige a la mejor persona para recibir la Misión del Cielo. Nunca se cruzó por mi mente cuestionar eso. Pero, ¿existe realmente el Cielo? Esa es la primera pregunta que levantó dudas en mí. ¿Cómo trabaja exactamente? Genkun adivina nuestras llegadas y recuerda nuestros los rostros de la gente que hizo el Shouzan, a quienes nunca conoció. Y con esos poderes milagrosos, el Cielo prevé quien debe ser el Rey. ¿Es así? ¿Pero no puede hacer eso el Cielo sin el Shouzan? ¿Por qué debemos arriesgar nuestras vidas cruzando el Mar Amarillo? ¿Para qué lo hacemos?” Youko levantó las cejas. Era realmente una paradoja. “Si reunirse con el kirin y averiguando la Misión del Cielo era la única forma de elegir a un Rey, el costo sería alto, pero considerando el bien de la gente, vale la pena el cambio. Si ese

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no es el caso, entonces, ¿cuál es el sentido de todo esto? ¿Qué bien podría traer de aquellos que murieron en el Mar Amarillo?” ¿Cómo se supone que sepa? Youko no podía evitar pensar en ella misma. No había que negar el punto al que había llegado ella. Si el Cielo podía discernir en los corazones de la gente de antemano y tomar uno, entre aquellos, de buen corazón, no habría necesidad del Shouzan. Si ese no era el caso… si solo a través de los ojos del kirin podría elegirse a la persona correcta para ser rey… entonces, ¿Qué pasaba con los casos como el suyo? Sin saber nada sobre el otro mundo, una estudiante normal de secundaria había nacido como taika. Sin embargo, el Mandato del Cielo había caído sobre sus hombros. Según Keiki, había percibido en ella “el derecho divino” a gobernar. Pero quizás las personas “reyes” fueron predestinadas de antemano, y ese derecho divino no estaba presente. “Para el Cielo demanda irrazonablemente tan gran costo y entonces ofrecer a los elegidos sin asistencia… ¿ningún rey merece tal destino? Por supuesto, no se puede decir que ningún rey gobierna sin errores. Quizás el Cielo tiene alguna razón para darle la espalda. Pero entonces ¿porqué tolerar la existencia de Asen? Él provoca lluvia de muerte y destrucción sobre la gente. ¿Por qué no ayuda al verdadero Rey y derriba al impostor?” “Risai…” “¿Qué somos… qué son los reyes y las emperatrices… para el Cielo?” El Jardín de los Dioses, pensó repentinamente Youko, al comienzo. Tal ves era eso de lo que todo se trataba. Tentei era el supervisor del reino en este mundo. Tentei se sentaba en su trono en el Cielo. Youko eligió el Rikkan. Al introducir los nombres de los ministros oficiales en el Registro de Hechiceros, ella los elevó a la condición de divinos. Ella nombró a los Hechiceros. Sorprendida por el pensamiento, sintió a su mente dar vueltas. En cuyo caso, el llanto de Risai era el llanto de la gente. Youko había escuchado una vez un llanto similar en un pueblo de Kei. “Risai, no sé como responder a tus preguntas. Pero hay una cosa que si sé”. “¿Una cosa que si sabe?” “Si hay un cielo, no es infalible. Un Cielo que no existe no puede equivocarse. Pero un Cielo que si, mayormente puede”. Una sorprendida y curiosa mirada se vio en el rostro de Risai. “Si el Cielo no tiene existencia concreta, entonces no debería haber expectativa de que pudiese hacer algo para salvarnos. Pero si fuera hasta el Cielo solo para salvarnos, entonces sería, sin duda, un error”. “¿Qué quiere decir con eso?”

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“Quiero decir, que solo nosotros podemos salvarnos, Risai”.

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Capítulo 41 Dijo la mujer que vivía entre lo humano y lo divino, “Creo que Taiki probablemente haya perdido su cuerno”. “¿Qué significa eso? Preguntó Rokuta. “¿Cuáles son las consecuencias?” Gyoukuyou arqueó sus cejas. “Piensa en el cuerno como lo que hace kirin a un kirin. Un kirin es una criatura Janus. Los kirines no pasan a ser personas, y las personas no pasan a ser kirines. Por el contrario, poseen ambos atributos en su interior. Sin embargo, Taiki ya no posee un cuerno. Perdió ese atributo suyo. No estaría mal decir que ahora está sellado dentro suyo”. “¿Y el aspecto humano en el que sigue?” “Como En Taiho observó, podría ser llamado un mero humano. No puede cambiar, desencadenar un shoku ni oír la Voluntad del Cielo. Ya que algunos shireis han sido capturados, no se perderán. Sin embargo, no será capaz de someter más shirei”. “¿Puede ser traído de regreso con nosotros?” “Un humano ordinario no puede ser traído a través de un shoku ordinario. Hay momentos cuando los humanos son atrapados por un shoku y traídos aquí. Pero esos son eventos impredecibles y no pueden ser forzados a que ocurran. Si cercanamente, los extraños eventos de ser atrapados fueran altos, no habría garantía de que la persona envuelta sería transportada a través del Kyokai”. “¿Entonces no hay ningún método seguro?” “No”, respondió Gyoukuyou en una leve voz. “Los shokus no están dentro del control de la Divina Providencia. El Cielo no puede hacer que ocurra un shoku, y tampoco puede prevenir que sucedan. Si el Cielo pudiera, entonces Taiki nunca habría sido llevado a Yamato en primer lugar”. “Eso es realmente cierto”, suspiró Rokuta. “Pero ¿qué hay de esto? Un rey cruza el Kyokai y registra a Taiki en el Registro de los Hechiceros”. “Incluso si él es nombrado hechicero, solo un hechicero de una categoría mayor podría cruzar el Kyokai. Como expliqué antes, no hay disposición para la creación de nuevas posiciones en este nivel”. “¿Entonces qué? ¡Taiki está allí! La vida de la gente de Tai depende de él, y del rey estando a su lado. ¿Estás diciendo que simplemente lo dejemos de lado?” Gyoukuyou suspiró profundamente. “Taiki no tiene su cuerno. Ese instrumento ya ha sido sellado en su interior. Aislado de las corrientes que llevan la energía vital del universo, un kirin no puede esperar vivir mucho más. Esa es la opinión de mis superiores. Esperaran a que la situación se corrija a sí misma”.

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Risai se había mantenido tranquila hasta ese momento. Pegó un salto. “¡Dices que van a esperar a que muera!” Gyoukuyou evitó sus ojos. “¿Quiénes son estos ‘superiores’ tuyos en primer lugar?” “Bueno…” “¿Estás hablando de Tentei y el resto de los dioses? ¿Estos mismos dioses que nos dicen de gobernar con humanidad y de acuerdo con el Camino, nos están diciendo que esperemos a que Taiki muera, que un nuevo taika crezca y elija un nuevo rey?” Gyoukuyou no respondió. “¿Y qué hay de Taiki? ¿Qué pecado cometió? ¿Qué hay del rey de Tai? ¿No es el rey que Taiki sentó en el trono, según la voluntad de Tentei? Lo cargan con la pena de muerte sin haber cometido un crimen. ¿Y qué hay de los que quedaron atrás? La gente de Tai ha sufrido seis años bajo el yugo de Asen. ¿Y les estás diciendo que esperen a que Taiki muera? ¿Esperar un nuevo taika que traiga la primavera? ¿Esperar a que un nuevo rey sea elegido? ¿Cuántos años más pasaran?” “Eso…” “¿Cinco años? ¿Diez años? Genkun, Tai no va a durar tanto. O quizás hasta la próxima coronación de un rey, el Cielo ¿podría manejar a los youma de Tai y hacer más cálidos los inviernos?” “Risai…” Enki tiró del brazo de Risai. Risai sacudió su brazo libremente. “¿No es Tentei quien le dice al rey de gobernar con humanidad según el camino? Ese se supone que el principio de los Decretos Divinos. Y sen embargo, ¿cómo pueden los Divinos despreciar el Camino? ¿Cómo pueden estos personajes, quienes tan fácilmente abandonan a la gente y pisotear la humanidad bajo sus pies, juzgar a los reyes que se han desviado del Camino?” Gyoukuyou tomó un profundo respiro y lentamente lo dejó ir. “El Cielo tiene lógica y razones propias. Todos los que moran en Gyokkei siguen sus preceptos.” “Entonces llévame a este Gyokkei o lo que sea. Debo pedirle a Tentei y a los dioses en persona”. “Eso no es posible. Risai, tenemos piedad de Taiki.”

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“¡Entonces ayúdenlo por favor!” Gyoukuyou miró a Risai afligidamente. “¿Y si Taiki es regresado aquí, entonces qué? Sus shirei han perdido la razón. Si se mantienen aferrados a Taiki en ese estado, causará la misma destrucción que causa un youma. Si él pudiera ser traído de regreso, los shirei tendrían que ser separados de él. Si pierde a sus shirei, entonces ¿cómo podría protegerse? También perdería su ‘sentido real’. No tendría medios para encontrar al Rey”. “Aun así, como Taiho, es necesario para Tai.” “El resto de los reinos no puede salvar a Tai. No pueden tomar sus ejércitos y atacar a Asen. Traigan a Taiki de regreso, pero estaría tan desamparado como un cordero. Tu deseo de salvar Tai, tu convicción de que Tai debe ser salvada, sólo probaría un esfuerzo Sísifo con nuestras manos atadas. ¿Qué produciría tal victoria pírrica? ¿Qué podría lograr un kirin incapaz de cambiar de forma, sin shirei bajo su comando? Además ¿Siendo cortado frente a tus ojos?” “Si no tiene shirei, entonces lo protegeré, a costa de mi vida. Sé que no soy sustituto de un shirei. Sin embargo, el pueblo de Tai está a la espera de su Taiho. Si él vive, entonces podemos unirnos con él. Podría no importar mucho, yo, con un brazo, pero la gente de Tai junta lo protegerá”. “¿Y así es como planeas atacar a Asen? Como si añadir a un Taiki inservible a tus filas podría hacer alguna diferencia, si es que a no lo hicieron” “¿Cómo puede una persona como usted estar parada allí y decir tales tonterías?” “Risai”. “¿Qué puede hacer un Taiho…? ¿Cómo puede hace usted tal pregunta? El Taiho es un kirin. Él no va a atacar a Asen. No va a formar parte de las barricadas en la batalla. No obstante, el Taiho es necesario. ¿No lo entiende? Esté o no ahí… eso es lo que hará toda la diferencia en el mundo para mí, y para la gente de Tai.” “Bueno…” “El Taiho es nuestra esperanza, Genkun. Un Tai sin el Taiho ni Rey es un reino donde el sol nunca sale. Lo que pueda hacer o no, no es la pregunta. Antes la gente d Tai puede comenzar nuevamente con esperanza, deben saber que el Taiho vive”. Gyoukuyou miró al espacio, mirando a la banda de luz que emanaba a través de una grieta en el afloramiento de piedras desformes, como si empujara la piedra hacia arriba de la montaña por sí misma. “Enki…” “Si”. “¿Quién entre tus sankou podrías enviar por un periodo sabático?”

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“Temporalmente…” “Vamos a transferir el koseki de Taiki a En. Taiki nunca fue oficialmente registrado, pero simplemente para conformar a las formalidades, puede ser enlistado como refugiado de Tai. Una vez que sus documentos estén en orden, envíalo al Rey de En y que instale a Taiki en el Registro de Hechiceros”. “¿Puede un kirin hacerse un ciudadano de En?” “Nada dice que no pueda. Mientras un kirin no esté entre las listas de su propio reino, la ley no toca a un kirin de otro reino. La misma ley se aplica a los Sankou. Aunque miembros del Sankou deben ser ciudadanos de ese reino, tal restricción no se aplica a un kirin de otro reino”. “Genkun…” Risai gritó con gran alegría. Gyoukuyou no la miró. “No hice nada por lo que deberías agradecerme. Incluso trayendo a Taiki acá no resolverá nada”. “¿Y Taiki?” Se interpuso Youko. “¿Es la pérdida de su cuerno una condición permanente?” “Depende. Sin ver a Taiki primero sería imposible de decir. Una vez que lo traigan, traigan lo acá y haremos todo lo que podamos para ayudarlo a recuperarse. En cualquier caso, debe ser separado de sus shirei. Pero asegúrense de traerlos de regreso.” “Entiendo”. Gyoukuyou asintió, y ahora miraba a Risai. “El Cielo tiene sus razones y sus preceptos, y ningún hombre puede perturbar sus fundaciones. No hace bien discutir por necesidad o audiencia. Hay razones para todo, y todo s basa en ese fundamento. El Cielo se encuentra dentro de la ley y no puede aceptar ningún ultraje perpetuado contra el pueblo. En lo que a eso respecta, Cielo y Tierra no difieren en nada. No cabe duda ni por un segundo”. Risai no dijo nada, solo inclinó la cabeza.

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Capítulo 42 Las noticias que Risai había estado esperando ansiosamente por fin llegaron el día que regresaron del Monte Hou. Renrin entró apresuradamente, tiró el Koseisan y gritó, “¡Risai, él está ahí!” Risai se congeló en un shock. Escuchar sus más esperadas noticias despertó más miedo que alegría, arraigando su cuerpo al lugar. “El shirei encontró a Taiki. Gouran y Sanshi están definitivamente con él.” Risai presionó su brazo contra su pecho y gimió de alivio. “¿Cómo le va?” “Parece no haber sido herido. Cuando llegué ahí, el ya se había ido. Pero fui capaz de seguir el rastro. Reside en ese edificio. Dejé a un shirei para que mirara, por lo que no le perderemos el rastro de nuevo”. Risai miraba hacia los cielos. Extrañamente, sentía que las expresiones de agradecimiento emanaban dentro de ella. Realmente, si el Cielo existía, entonces debía ser imperfecto. El Cielo debe tener errores. Pero esos también pueden ser modificados. Un Cielo que nunca yerra nunca se puede corregir. Hanrin preguntó, “¿Qué hacemos ahora? ¿Va a ir Shouryuu a verlo?” Un rey no era un ser mágico por naturaleza, y no podía pasar por el Gogoukanda. Incluso llamado dios, mantenía la esencia de un hombre. “No importa que camino elijamos, Taiki vendrá. Se tendrá que abrir la puerta Gogou”. “Eso producirá un largo shoku”. “Desafortunadamente e inevitable”, Shouryuu murmuró mayormente para sí. “Usaremos tantos shirei como podamos para limitar los daños colaterales en la mayor medida posible. No sé que logrará, aunque. De cualquier forma, le hemos preguntado al Rey de Sou, y los tres reinos nos estarán enviando sus shirei. Vamos a multiplicar sus fuerzas tanto como sea posible y haremos todo lo que podamos.” Hanrin asintió. “¿Y entonces?” preguntó el Rey de Han. Shouryuu dijo brevemente, “Mañana”. El lugar donde la puerta sería abierta fue cuidadosamente investigado. Mientras más alcanzara el Kyokai mejor sería. Tan lejos de tierra firma como fuera posible. Pero incluso la distancia

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no garantiza que los malos efectos del shoku puedan evitarse. Tal era la naturaleza de la bestia. Rokuta dijo, “En casos como este, deberíamos cerrar nuestros ojos y confiar en el destino”. Llamó a su shirei. Kijuu no podía cruzar el Kyokai. El shirei estaría con Shouryuu. “Rikaku, te lo encargo”. Acompañado por Hankyo, quien había tomado de Keiki, los dos youma más rápidos viajarían medio día dejando la mayor cantidad de distancia entre ellos y la tierra. Los shirei los seguirían, viajando invisiblemente a través de los arroyos psíquicos. Rokuta los vio desde el balcón de las habitaciones Seikou. Dejó salir un largo suspiro. Se dividió de Youko y Risai en el Monte Hou y regresó directamente a En. Había colocado la documentación en orden como le había instruido Gyoukuyou. Con el Sello Imperial en mano, regresaría a Kei esa mañana. Y ahora todas las bases ya se habían establecido. “Buen trabajo”. Estaba descansando su pera contra la baranda. Se dio vuelta para encontrar que Youko estaba detrás suyo. “No había trabajado tan duro por bastante tiempo. ¿Estás bien, Youko? ¿Tomando tiempo lejos de tus funciones oficiales?” “De cualquier modo, no estoy de buen humor como para trabajar hoy. Koukan me dijo que estaba ahí en cuerpo y no en espíritu y me sacó de ahí” “¿No me digas?” “Bueno, le hice lo mismo a Keiki antes”. Rokuta rió. “Pero por supuesto. Keiki realmente tiene un punto débil por el niño. Lo lleva como a su hermano pequeño. Realmente lo lleva bajo su manto protector”. Esa noticia tomó a Youko por sorpresa. “Eso es un poco raro, ¿no?” “De forma inusual”, dijo Rokuta, y ambos rieron. Eso fue cerca del momento en que Hanrin entró nerviosamente. Rokuta de dirigió a ella casualmente, pero por la mirada en su rostro sabía que algo malo había pasado. “¿Qué sucede?” “Renrin fue a revisar su condición. Dice que Taiki no nos recuerda para nada.” “Increíble” murmuró Rokuta, corriendo hacia la sala Ransetsu. Renrin y Keiki miraban a su ingenio finalizar. Risai se quedó parada como una vara.

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“Renrin…” “En Taiho, Taiki está…” “¿Te reuniste con él? ¿Qué quieres decir con que no recuerda?” Renrin sacudió la cabeza. Su rostro estaba pálido. “¿Taiki está en tan mal estado?” “Definitivamente lo está. Pero está a salvo. Por lo que me refiero a que sigue vivo. Pero no recuerda nada de este mundo. O que clase de ser es. Que son los shirei o que le pasa a él.” “Maldición”, se le escapó a Enki. “Su cuerno. ¿Sigue teniendo cuerno?” “Esto debe ser porque no tiene un cuerno. ¿Qué deberíamos hacer ahora, En Taiho?” “Vamos a hacer todo lo que se tiene que hacer”. Recuerde o no, no lo podían dejar ahí. En ese estado actual, ninguno sabía cuanto tiempo más duraría. Para empeorar, sus shirei seguían estando con él, y ellos estaban casi fuera de control. Si lo abandonaban, tarde o temprano todos los demonios se soltarían. Nadie podía imaginar que podría hacer un toutetsu si ya no estaba vinculado. “¿Se le trasmitió alguna palabra a Shouryuu?” “Yo lo haré”, dijo Hanrin. “Los shirei restantes deben alcanzarlo rápidamente”. “Bien”, se dijo Enki a sí. “En cualquier caso, Taiki debe regresar a este mundo. Quizás no tome cariño a la idea al principio, pero si se requiere la fuerza, la debemos usar. Después de eso… ¿Quién sabe? Quizás, una vez que su cuerno sane, todo vuelva a él”: Enki se dirigió a Risai. “¿Estás de acuerdo con eso? ¿Tienes alguna objeción?” “Estoy de acuerdo”, dijo Risai, su rostro estaba pálido y bajo.

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Capítulo 43 Tarde esa noche, bajo la luz de la Luna, en algún lugar de los mares que rodean el reino de Yamato, la superficie del océano se comportaba extrañamente. Ninguna señal de tierra podía verse en ninguna dirección. La extraña superficie plana llegaba hasta el horizonte. No había botes… ni ningún ser viviente… a la vista. Solo la luz de la luna brillaba como una piedra blanca. Ligeras perturbaciones como arrugas en un perno de tela cortada transversalmente a la superficie del agua. , interrumpiendo el reflejo de la Luna. El reflejo desformado y destrozado, repentinamente creció, y después formó un círculo perfecto de luz. En el centro de ese círculo de luz, sombras bailaban bajo la superficie del agua. Las incontables sombras salieron disparadas a los cielos y se detuvieron abruptamente. El reflejo de la Luna debajo de ellos se diluía y luego comenzó a retomar su forma original. Todo a la vez, su forma fue rota por las olas. Las corrientes psíquicas dieron vueltas, cambiando a violentas corrientes de aire. Las furiosas olas batieron al mar de espuma. El aparecido shirei se dirigía al extremo de la orilla. Esos youma divididos en número por el Kouyoukyou, se sumaron a los del Mar Amarillo, y crecieron en una innumerable cantidad. Los sigilosos avanzaron hacia la costa y ahí elevaron sus voces. Aullando en medio de la tempestad se oyó el grito, Estamos acá, se volvió más atrayente el fuerte viento. Las voces de esos seres llamados a estas orillas… y las voces atrayentes suyas… fueron atrapadas por el sonido del remolino de viento sobre la línea de la costa. Al menos, una única silueta entre todos los que cruzaban la asolada superficie del mar llamó a la única sombra entre todos los que estaban en la superficie de la costa. Se dio cuenta que esas voces en el viento y la lluvia… y los que salían a la costa… estaban llamándolo. Sus voces buscaban la esencia de la bestia hace tiempo sellada dentro y resonaban dentro de sí. Él no entendía lo que le estaban diciendo. No entendía por qué se acercaban a él. Pero él les dijo, vengan. Y Fueron. La vieja tapa que había sellado su verdadera naturaleza estaba comenzando a agitarse. Misteriosamente, los invisibles hilos de oro fueron dejados atrás por aquellos quienes lo buscaban que los pusieron en movimiento. Sin la intención, vagando de un lado a otro en su

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búsqueda, sus huellas se habían hilado alrededor de su tela de araña de seda dorada. Las finas corrientes doradas de la fuerza vital fueron infundidas con manchas negras de su existencia. Y desgarrando la jaula se abrió más, eran aquellos que lo buscaban. Renrin lo observó encontrar su camino a lo largo de la orilla. No podía decirse a sí misma que la motivaba a remover el Koseisan y transformarse frente a él. Habiéndolo conocido anteriormente, quizás se sentía alentada a recurrir a él en persona. Tal vez, ella quería suplicarle: Usted es un kirin. No tenía idea de cómo interpretaría ese gesto. A pesar de ser nombrado kirin, no estaría al tanto por si mismo, o no entendería que tipo de criatura es un kirin, o por qué era regresado al Monte Hou con su forma humana. No recordaría la primera vez cuando, con la ayuda de Keiki, había abrazado la verdad sobre él mismo y se había transformado. La transformación que simbolizaba la conclusión del viaje de “sí mismo” a “Taiki”. Cuando Renrin partió, rastreando los hilos de oro detrás de ella, él recordó. Recordó que era Taiki. Recordó Tai. Y a su señor. El viento y la lluvia golpeaban la tierra oscura, como si dramáticamente la silueta en la esquina de allá a acá, condujera bajo la amplia extensión de playa color gris. En medio de las rompientes olas, cayendo sobre ellos como una pequeña lluvia de granizo, la sombra se quedó clavada en el borde del agua. Ahorcajando la espalda de Rikaku, Shouryuu miró abajo a la sombra. La sombra miró a Shouryuu. “¿Taiki?” El muchacho claramente temblaba. Nunca había conocido a este hombre por su aspecto taika, que se le fue otorgado por su lugar de nacimiento de este lado del Kyokai. E incluso si Taiki pudiera recordar el mundo allá, era poco probable que reconociera a Shouryuu. Por la misma razón, tampoco Shouryuu reconocería a Taiki. Excepto que la humedad, el viento sacudía el cabello reflejando luz oscura que traía a la mente de Shouryuu las características únicas de esta persona. Esos ojos de negro azabache que hablaban de una fuerza de resistencia, como el movimiento de la reverencia regresando a su verdadera forma. “¿Entiendes si te llamo Taiki?” Asintió silenciosamente. Sentado a la espalda de Rikaku, sin esperar una respuesta, Shouryuu alcanzó su cabeza con la mano. “De acuerdo con la autoridad depositada en mí como Rey de En, yo te nombro Taishi”.

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Tan pronto como pronunció esas palabras, el chico cerró los ojos y retrocedió un paso. Shouryuu agarró los brazos levantados al cielo y lo llevó al lomo de Rikaku, con el mismo de un salto, golpeó a la bestia en la ijada. “¡Vamos!” Rikaku dio un giro, cortó como un cuchillo cuando atravesó los remolinos de viento, y despegó como un tiro, dejando las olas romper contra la orilla. Shouryuu los vio irse. Hankyo golpeó sus talones. Se subió al lomo de Hankyo, dando un vistazo sobre su hombro mientras flotaba la bestia disparada hacia el cielo. La línea costera reforzada se alejó tornando agresivas a las olas, como muchos salpiques en un estanque. Pasando la línea costera, la ciudad se alejaba más y más. Su gente, su país, y todos a los que una vez conoció sabía que no existían más. Este era una nación extranjera para él ahora. El terreno de su juventud se hundió en la niebla de los tiempos, como un antiguo buque desaparece bajo las olas. Él una vez asintió, sabiendo el extraño nuevo reino que apareció frente a él. Y así enterró el pasado, su país y sus familiares. Este se había convertido, en cierto modo, su tardado funeral. Las nubes se reunieron en el este. Los vientos aumentaron, rozando los picos del Monte Gyouten. Un punto negro apareció en las nubes color plomo. Inconcientemente, Rokuta levantó las puntas de sus dedos. Un segundo punto negro apareció al lado. Los vientos los llevaban al cielo a tal velocidad que parecían colisionar con las crestas de las montañas. Trazaron un arco alrededor de la parte trasera de la amplia terraza y luego volaron y aterrizaron. La multitud corrió a reunirse con el par de youmas, cada uno con la figura de una persona sobre una espalda. Uno los miró sobre su hombro. El otro resbaló del shirei y cayó postrado sobre la tierra. Keiki impulsivamente se apresuró antes que Rokuta y abruptamente se mantuvo. Rokuta también bien se resbaló y gimió en voz alta. La figura en los blancos adoquines parecía más joven de lo que debía ser en su edad actual. Apenas había una chispa de vitalidad permaneciente en su rostro ceniciento y sus ojos fuertemente cerrados. El color de su rostro denotaba una profunda debilitación. El color plateado de su cabello que yacía contra las piedras parecía preocupantemente corto para Keiki y los otros. Los brazos tirados a sus lados estaban enfermos, débiles y delgados. Cuanto más se querían acercar el hedor de la muerte era más fuerte. “¿Ese es nuestro pequeño mocoso?”

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Rokuta dio unos pasos atrás. Keiki también no tuvo otra opción sino retroceder. Una profunda maldad se mantenía alrededor de Taiki, obligando a Keiki y al resto a retroceder como un campo de fuerza. Como la maldición de muerte coagulada, el sangriento, bilioso olor era invisible a sus ojos, pero demasiado fuerte en su presencia. “¿Qué lo pudo haber llevado a tal estado?” preguntó Rokuta. Como si abrumado por la situación ante él, tomó varios pasos atrás. Keiki parecía mantener su distancia, pero no pudo acercarse. Keiki miró atrás sobre su hombro y le asintió a Youko, quien marchaba a través del muro invisible. Risai caminaba detrás de ella. “¿Qué sucede?” gritó Hanrin, aforrándose a su Señor. “¡Tales impurezas no pueden estar manchando la sangre! ¡Esta debe ser la maldición de la malicia y la amargura dirigidas a Taiki!”

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Capítulo 44 Taiki fue llevado directamente al Monte Hou. Esperándolos en las puertas, Gyoukuyou examinó la figura que la empujaba fuertemente. “¿Qué sucedió…?” empezó a preguntar, pero no pudo decir nada más. “¿Qué podemos hacer para curarlo?” imploró Risai. Según Shouryuu, Taiki bajo sus poderes en Yamato, y logró montar a Rikaku de allá a acá. Pero desde entonces no ha abierto los ojos en ningún momento. Llevado por los hechiceros según las órdenes de Gyoukuyou, su rostro seguía de un color gris ceniza. Parecía haber caído en un profundo sueño. Gyoukuyou se arrodilló y miró al rostro demacrado, sus propios rasgos extraídos de dolor. “Las impurezas han comprometido su cuerno. Sin embargo, aunque imperfecto, ha alcanzado su la plena estatura como el ‘kirin negro’.” Ella levantó su cabeza y miró a Risai, Youko y Shouryuu. Estos tres habían acompañado a Taiki aquí, siendo el kirin incapaz de cumplir su presencia. “Esto no es algo que podamos abordar. Nuestra única esperanza es confiar en los buenos trabajos de la Reina Madre”. Los tres le devolvieron la mirada. “¿La Reina Madre?” Risai preguntó. “¿Se refiere a la Reina Madre del Oeste?” Gyoukuyou asintió. “Es posible que la Reina Madre conozca la forma de ayudarlo”. “¿La Reina Madre existe?” “Por supuesto que existe. Síganme.” Gyoukuyou se dirigió al santuario. Tanto Youko como Shouryuu habían entrado en su recinto una vez. Solo las estatuas de la Reina Madre y de Tentei estaban sobre el altar en el interior del santuario. El altar fue esculpido con numerosos patrones y motivos. En un altar de plata enfrentado a un par de pulidas pantallas de plata, sentada en el trono la figura de una persona. Cortinas color perla enhebran entre los cuatro pilares escondiendo una estatua hasta el pecho. Gyoukuyou hizo una reverencia a la estatua y continuó hacia la parte de atrás. Dos puertas… derecha e izquierda… daban elegancia a la pared detrás del altar. Gyoukuyou golpeó la puerta de la izquierda. Y esperó varios minutos. A la distancia, desde la puerta llegó el sonido de dos discos de piedra siendo golpeados juntos. Abrió la puerta. Teniendo en cuenta el tamaño de la corte, no debería haber mucho más allá de la puerta. Pero más allá había más pabellones.

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Por insistencia de Gyoukuyou, Youko y los otros pasaron a través de la puerta. Dentro había un templo que no era templo. El extenso piso blanco se asemejaba al de la corte. En el centro estaba en mismo altar y el mismo trono. Salvo por las cortinas color perla que se habían colocado. Las dos habitaciones parecían ser copias de sí. Pero acá no había techo. No había paredes interiores. El puro color blanco de los pilares formando una pared detrás del trono era de hecho una cascada de agua que caía del infinito. El curso del agua estaba envuelto en bruma y neblina. Mirando arriba, todo lo que se podía discernir eran rayos blancos de luz brillando desde una gran distancia. De un lado del trono, completamente pulcra, la luz blanca, era una mujer. Siguiendo el ejemplo de Gyoukuyou y arrodillándose en obediencia, Youko y los otros entendieron que ella era la Reina Madre del Oeste. Incluso Shouryuu nunca la había conocido. Los verdaderos dioses nunca se mezclan con el mundo de abajo. Las otras dos nunca se habían convencido de que la diosa realmente existiera. La belleza del rostro de Hekika Genkun era conocida por todos y cada uno. Comparado a ella, la Reina Madre del Oeste parecía… no fea… simplemente sencilla. Los hechiceros que sostenían a Taiki lo colocaron bajo sus pies. Echándole un vistazo, se sentó calmadamente, sin mover un músculo. “Esta es un horrible visión”. Su voz era monótona, casi mecánica. Gyoukuyou se inclinó profundamente. “Como usted observó, este es lo más que nuestras pobres e indignas manos pudieron hacer. Quisiéramos contar con la Reina Madre y su poder”. “Él viene aquí menospreciado y maldecido. Nunca antes he contemplado tal dañado y despreciado kirin”. Sus palabras sugerían, no un atisbo de pena, tal vez porque el silencio de la caída cortina de agua absorbía cualquier ritmo o entonación en su voz. “Los shirei perdieron el Camino y se volvieron salvajes. Esto debe ser por causas ajenas al kirin mismo. Ha perdido su cuerno, cayó enfermo, y no tiene la fuerza para disciplinar a los embravecidos shirei dentro suyo.” “Dejen los shirei conmigo. Los voy a exorcizar.” “¿Y Taiki?” Un silencio cayó en el grupo. La mujer seguía tranquila. Le parecía a Risai un pequeño cambio de su estatua de piedra. Nada se movió a excepción de la caída del agua y el aumento de neblina detrás de ella. Se veía como un río de fino polvo. Polvo bailando en viento. “Por favor no lo deje de lado”, dijo Risai.

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La única evidencia de reacción por parte de la Reina Madre fue un leve arqueamiento de cejas. “Él es necesario para Tai.” Incluso si se lo cura, no hay nada que él pueda hacer. ¿Tienes la intención de derrotar a sus enemigos con ese cuerpo suyo?” Habló sin una chispa de empatía. Risai tomó su hombro de su brazo derecho perdido. “No”. “Taiki es muy parecido a ti. No hay nada más que pueda hacer”. “Él todavía importa de todos modos”. “¿Con qué propósito?” “Para salvar a Tai”. “¿Por qué rezas por la salvación de Tai?” Risai se quedó sin palabras. “La… la respuesta a esa pregunta no es ni necesaria decirla”. “¿Ni necesaria decirla?” Risai abrió la boca, pero no dijo nada. ¿Por qué se había empeñado en salvar Tai en primer lugar? “¿Amas a Taiki y al Rey de Tai? ¿Amas a la Corte Imperial a la que sirves?” Eso es verdad también, pensó Risai. Ella veneraba a Gyousou y adoraba a Taiki. Estaba orgullosa del hecho de que ellos le hubieran otorgado su confianza y la hubieran nombrado en un puesto de responsabilidad. Amaba ese lugar donde fue tratada como ‘una más del equipo’. Pero Risai no entendía. ¿Qué se había perdido que nunca volvería a lo que fue una vez? Ella había perdido muchos de sus subordinados, y muchos de los funcionarios judiciales en los que confiaba. Lo último que había escuchado es que la ubicación de Taisai Kaihaku del Ministerio del Cielo permanecía siendo desconocida. Se decía que el Chousai Eichuu había muerto por las heridas. Los rumores también decían que Senkaku del Ministerio de la Tierra y Haboku del Ministerio de Verano habían sido ejecutados. No tenía idea de que había pasado después de que partió con Kaei en la Provincia de Sui, y estaba demasiado asustada como para proseguir en el asunto. Todas esas personas enterradas por seis años. Risai miró abajo a los pies de la Reina Madre, donde yacía Taiki. Ya no era el niño que ella había conocido una vez. Ese joven Taiki ya no existía. “¿O simplemente no puedes perdonar a Asen?”

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Por supuesto que no podía perdonar a Asen. Se había ganado la confianza de Taiki y luego la utilizó para atacarlo. Había robado el trono. Había llevado a Tai a los confines del infierno. Muchos perdieron la vida por su culpa. No había forma de que tal inhumanidad pueda alguna vez ser perdonada. Que a Asen se le permitiera seguir en el trono era un repudio sin gracia, de moralidad y del buen sentido, caridad y buena fe… de todo lo que los seres humanos deberían tenerle cariño. “¿Quieres limpiar tu nombre? ¿O está fuera del amor por Tai?” Risai no podía responder. Ninguna le parecía respuesta correcta. “No lo sé”. “Así que zapateas y haces un escándalo como una niña irrazonable acerca de cuanto te molesta todo”. Tampoco era eso. Risai elevó su mirada. El extenso espacio blanco le recordaba… aunque dolorosamente… Los paisajes nevados de Tai. Los innumerables copos de nieve cubriendo las montañas, los campos y las aldeas. Cada sonido se apaciguaba. Bajo el silencio envuelto, el mundo caía en una especie de hibernación paralizante. Risai definitivamente sintió el aguijón de su confusa reputación. Estaba furiosa con Asen por eso. Había jurado vengarse de él por pisotear todo lo que era bueno y justo bajo sus pies. Hace mucho tiempo se había resuelto en que si el Cielo no enderezaba los caminos torcidos, ella lo haría. Esperando la oportunidad mientras vagabundeaba en la Provincia de Jou, Risai había perdido muchos amigos y conocidos. Después de sufrir tantas heridas, había llegado a creer que solo derrocando a Asen ella podría tener alguna esperanza de curación. Y, sin embargo, con cada pasar de invierno, la nieve había congelado todos esos pensamientos suyos. “Ni siquiera lo sé yo misma.” Siguió la niebla que se expandía de la cascada con sus ojos. Parecía el humo elevándose de las ruinas. “Excepto que Tai será destruida si las cosas continúan como están.” “Y ¿es la destrucción inaceptable para vos?” “Sí. Solo eso no puedo soportar”. “¿Por qué?” ¿Por qué?, pensó Risai. La primera cosa que salió de su boca era la que menos esperaba decir. “Porque si Tai cae será mi culpa.” “¿Tu culpa?” “No sé como decirlo. Pero así es como lo siento”. Por supuesto, las ruinas de Tai no eran algo que Risai podría haber hecho. “Si Tai cae, mucho se perderá para mí. El reino que amo. Sus dominios y territorios. Su gente. Y cada recuerdo atado a él. Todo. Pero, creó que perderé

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algo más grande que todo eso. Antes de añorar por lo que perdí y llorar por lo que ya no tengo, resistiré en lo que me convierta y maldeciré mi destino.” Tomó un respiro y lo dejó ir. “Tienes razón. Puede que yo esté actuando como una niña caprichosa. Para el final del día, estaba dispuesta a desgarrar la salida con el fin de escapar de ese dolor. Simplemente con el fin de preservar la santidad de mis emociones”. Risai miró hacia abajo, a Taiki, y regresó la mirada al altar. “No es algo que desee por el Taiho. No estoy buscando ningún milagro. Si los Dioses… que podrían realizar tal milagro… no van a salvar Tai, ¿cómo podría esperarlo del Taiho?” La Diosa levantó una ceja. “Sin embargo, la luz debe ser llevada a Tai. Además de que Tai realmente se congelará solo la muerte y la destrucción continuarán”. La Reina Madre no dijo nada. Su rostro no decía nada. En sus ojos se reflejaba un universo vacío. Por fin sus ojos cayeron en Taiki. “Exorcizaré esta enfermedad de él. Pero no prometo nada más.” Casi mecánicamente, levantó una mano. “Pueden salir ahora. Y llévenselo con ustedes.” Tan pronto como habló, un gran sonido resonó y la cascada rodeando el trono, fue tragada en la niebla. Antes de que pudiese decir algo, Risai tropezó hacia atrás, cerrando los ojos por reflejo. Recogiendo su agudeza sobre ella, se dio cuenta que estaba en la parte trasera de la corte, de pie sobre los adoquines blancos. La vacía extensión de adoquines llegaba a los pies de las verdes montañas. El tranquilo sonido de las olas del Mar de Nubes se precipitaba. Risai miró a su alrededor confusamente, los hechiceros estaban rodeando a Taiki, Youko y Shouryuu estaban anonadados. Gyoukuyou estaba sola arrodillada en los adoquines. Después de inclinarse profundamente, se levantó y miró sobre el hombro de Risai. “Deberían llevárselo con ustedes ahora. Taiki dormirá por un tiempo, pero como la Reina Madre prometió, definitivamente se curará de esta enfermedad.” Risai miró a Gyoukuyou. Sus nobles rasgos le recordaban al triste rostro de la joven mujer con la que había partido hace mucho tiempo en la Provincia natal de Gyousou. “¿Eso es todo?” Gyoukuyou asintió silenciosamente.

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Parte Siete El Rey y el kirin de Han estaban esperándolos cuando volvieron a Kei. El Palacio Enkyuu se había convertido en el sitio de recuperación de Taiki. Taiki seguía durmiendo después de haber sido traído del Monte Hou. Pero ahora Enki, Keiki y el otro kirin eran capases de acercársele. Habiéndolo confirmado eso por sí misma, con aparente gran alivio, Renrin también regresaría a Ren. “¿No vendrás para verlo?” preguntó Risai. Preparándose para el viaje de regreso, Renrin sacudió la cabeza. “He visto su rostro. Sé que estará bien. Sin ninguna otra razón para quedarme, debo ocuparme de los asuntos de mi reino”. “Pero…” Risai estaba a punto de decir, en cambio tomó su cabeza. Estando en el Palacio Kinpa, Renrin había pasado mucho tiempo en la búsqueda de Taiki que debería haber dedicado a su propia gente. Esencialmente Risai había robado a Ren Taiho de Ren. No había forma de que pudiera seguir reteniéndola por meras razones sentimentales. Renrin sonrió. “Con las cosas regresando a la normalidad, comienzo a extrañar a mi Señor. Y si no regreso de inmediato, él también se pondrá ansioso. No queremos estar lejos el uno del otro por más de lo necesario”. Risai concordó afablemente. Y la vio salir con una gran reverencia. El día siguiente, Shouryuu regresó a En, dejando a Enki. Los primeros indicios de otoño comenzaron a robarse la tranquilidad del Jardín del Oeste. Ella se quedó al lado de Taiki. Cualquier cosa de que ella no pudiera encargarse. Keikei estaba allí para darle una mano. “Todavía no abre los ojos”, dijo Keikei malhumoradamente. Él siempre llevaba una ramita de trébol con él para que eso fuera la primera cosa que viera cuando despertara. “Su color se ve mucho mejor”: “Si, así es. Tai Taiho es un kirin, y sin embargo, no tiene el pelo dorado”. “Por eso es que se lo llama el ‘kirin negro’.” “Pensé que su pelo cambió a este color por la enfermedad, pero Youko dijo que no era el caso”. “Si”, dijo Risai con una sonrisa. “Pensé que Tai Taiho era una persona más bajita”.

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“Él creció. La última vez que lo vi fue hace seis años”. El kirin que dormía ahí ya no era un niño. No podía decir que no la dejaba algo disconforme. El joven Taiki no había vuelto a ella. Esos seis años se habían ido y nunca volverían. “Deben haber sido difícil estos seis años que pasaron”. “¿Difícil?” “Me refiero a que eso explicaría porque se enfermó”. “En efecto. Ese puede ser el caso”: “Es bueno tenerlo de regreso”. “Sí”, respondió Risai. Taiki pestañó ligeramente. “¿Taiki?” Keikei se inclinó para tener una mejor vista. Taiki abrió los ojos, haciéndole tropezar en sorpresa. “Keikei, ve a decirle a Youko”. Keikei salió precipitadamente de la habitación con una vivacidad que agitaba los pétalos del trébol de la ramita junto a la cama. La mirada débil de Taiki lo siguió cuando salía de la habitación. “¿Estás conciente, Taiki?” Risai lo rodeó y estudió con la mirada. Sus ojos vacilantes la enfocaron. Parpadeó como si tuviera una visión ante él. “Has vuelto. ¿Entiendes?” Miraba a Risai atónitamente. Y luego asintió. “¿Risai?” dijo en voz baja. No la voz de un niño. Una cálida y suave voz. “Sí”. Las lágrimas corrieron por su pecho mientras abrazaba el frágil cuerpo situado bajo las colchas. “Risai, tu brazo…” Los brazos que la abrazaban detectaron la pérdida de su brazo derecho. “Lo perdí a causa de un poco de descuido”. “¿Estás bien?”

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“Nunca he estado mejor”. Ella comenzaba a enderezarse, pero los delgados brazos de Taiki la detuvieron. “Risai, lo siento”. “No lo sienta”, respondió, aunque las palabras probablemente se perdieron en el sonido de sus llantos. Un joven oficial entró al Palacio Exterior durante la reunión del Consejo Privado, susurrándole algo a Koukan. Él asintió. Disculpándose se acercó a la tarima. Le dijo algo suavemente a Youko, quien asintió a su vez. Koukan descendió de la tarima, y regresó a los asuntos del Consejo Privado. Youko le hizo señas a Keiki, parado detrás de ella. Él se inclinó hacia ella con una mirada confusa. “Keiki”, dijo en vos baja, “Taiki está despierto”. Keiki no pudo mantener la reacción en sus ojos. “Por favor, ve y mira como está”. “Pero…” dijo con voz firme. “Está bien”, Youko sonrió, “Ve”. Después de un momento de vacilación, Keiki salió del Palacio Exterior y se dirigió al Palacio Enkyuu. Cuando llegó a las habitaciones de Taiki, encontró que Enki ya había llegado. “Kei Taiho”. Keiki no reconoció la voz que lo llamaba desde la cama. El rostro que lo miraba ya no más era familiar que todas las veces que había ido ahí para estudiar el rostro del durmiente Taiki. Y como todas las otras veces, sintió que había perdido algo. Se quedó parado por la incertidumbre. Con una sonrisa Rokuta dejó la habitación, dejándolos a los dos solos, y Keiki sintiéndose como en el mar. “Lamento todos los problemas en los que los puse”. “Nada de eso. ¿Se siente bien?” “Sí. Estoy profundamente agradecido desde el fondo de mi corazón por todo lo que han hecho por Risai y por mí”. Habló con una tranquila voz. Keiki se quedó más perplejo. Era lógico que se viera diferente. Pero la sonrisa que una vez había rebosado sin esfuerzo a sus labios, y la voz de niño se

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habían ido. El pequeño kirin se había ido. El sentimiento de pérdida cayó fuertemente sobre su mente. “Este no fue el producto de mis esfuerzos, sino los de Su Majestad”. Keiki inclinó la cabeza. No podía hacer otra cosa que recordar que la Emperatriz a la que había servido la primera vez que vio a Taiki ya no estaba entre los vivos. Que muchos años habían pasado entre entonces y ahora. “¿Es la Reina de Kei una taika?” Le debieron haber dicho algo sobre las circunstancias de su coronación. “Sí. Ella había estado esperando para conocerte. Está actualmente dirigiendo el Consejo Privado. Pero debería de venir aquí directamente”. “Oh. Veo”, respondió. Keiki sintió que perdía el hilo de la conversación. No sabía a donde dirigir su atención. Su mirada vagaba sin rumbo por la cama. Una pequeña voz dijo, “Soñé un largo y terrible sueño”. Keiki volvió en sí. Una leve sonrisa legó al rostro pálido y enfermo. “Recuerdas, ¿no? La primera vez que nos conocimos era un kirin incompetente incapaz de hacer nada”. “Ah…sí…” “Pacientemente hizo mucho por mí, y me enseño tanto, y sin embargo, se me olvidó todo”. “Taiki…” “En medio de esos dolorosos sueños, constantemente tuve visiones del Palacio Houro. Lo anhelaba tanto, y quería ir allí”. Miró a Keiki. “Me pregunto si lo he hecho a tiempo”. “Taiki…” “Desperdicié tanto tiempo. Siento que perdí mucho. Pero lo logramos a tiempo, ¿no? Siento que todavía hay mucho que hacer para mí que hacer.” “Por supuesto”, dijo Keiki, con toda convicción que pudo reunir. “Por eso te trajimos a casa. Los nosotros dos hablando acá y ahora es testimonio suficiente para que la esperanza se mantenga viva. No te preocupes”. “Sí”, dijo pensativamente, y cerró los ojos.

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Capítulo 46 “¿Taiki?” “Sí”, dijo asintiendo. Al sentarse cerca de él, parecía bastante demacrado. Sin embargo, logró colocarse en una posición media para sentarse, aguantando el dolor. “¿Usted es la Reina de Kei?” “Mi nombre es Youko Nakajima”. Una sonrisa se filtró en sus labios. “Mi apellido es Takasato”. Youko tomo un largo respiro. Fue sorprendida por una inesperada sensación que la dejó nerviosa. “Se siente muy extraño, encontrarse a alguien de la misma edad en un lugar como este”. “También yo. Usted ha hecho mucho por mí. Estoy muy agradecido”. “No hay nada de lo que deba agradecerme”, dijo Youko a regañadientes, mirando hacia abajo. “No hemos hecho nada por lo que debería elogiársenos. Tai continúa estando en los misma mala situación de antes”. “Estoy agradecido de que fue a traerme”. “Sí, podemos estar de acuerdo en eso”. Youko se quedó sin palabras. Había planeado hablar de tantas cosas cuando se reunieran. Su vieja ciudad natal. De esto y aquello. Pero cuando Taiki estuvo frente a ella, no supo que decir. Su antigua ‘ciudad natal’ era un lugar al que nunca podrían regresar. Se había convertido para Youko en un lugar completamente ajeno. Sin embargo, referirse a algunos tontos temas y con esa profundidad era una profunda sensación de pérdida. El sentimiento de ser embargado por añoranza y nostalgia, que la conversación se desviara en la dirección equivocada le asustaba. Había tenido la sensación que hasta que todos sus amigos y familiares la siguieran esperando, estuvieran muertos y se hubieran ido, no podría hablar de los viejos tiempos simplemente como ‘los viejos tiempos’ “No creo que las cosas hayan cambiado mucho allá”. Ellos deberían estar bien, toda la gente que una vez conoció.

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“No, en la absoluto. Cuanto más cambien, más permanecen iguales”. “De hecho”. Y todo lo mejor que pudo hacer. Youko suspiró y sonrió. “Actualmente estamos discutiendo que se puede hacer por Tai. Naturalmente estamos haciendo lo que podemos por los refugiados, y tratamos de ayudar con los medios a los que aún están en el país. Lo mejor sería ir allá y ayudar, pero esa no es una posibilidad ahora”. “Le estoy muy agradecido”. “No, no hemos hecho nada realmente por Tai, nada que haría una diferencia. Kei aún es pobre. Tenemos muchos refugiados propios, y difícilmente podemos ir a su ayuda.” Agregó con una sonrisa, “Aún así, su regreso es muy alentador. De hecho, lo he estado esperando. Así que mejórese lo más rápido posible”. “¿Eso está esperando?” “Sí. Digo muchas cosas, pero la mayoría parece entrar por un oído y salir por el otro de la gente. Por ejemplo, con el fin de ayudar a los refugiados de Tai, no deberíamos abrir una embajada o algo parecido… ese tipo de cosas. Todos mis ministros, el Rey de En, y Enki creyeron que estaba loca”. “¿Una embajada?” dijo Taiki con una mirada sorprendida. “Ah, sí”, respondió Youko encogiendo los hombros. “Suena una propuesta bastante razonable para mí. Debería haber una organización que hablara en nombre de los refugiados. Innumerables refugiados han llegado a las costas de Kei y En, y su disposición es dejada a las condiciones y circunstancias. Pero creo que sería una buena idea si pudieran negociar con el gobierno… expresando lo que necesitan o que clase de expectativa tienen. Después de todo, creo que los refugiados sabrían las cuales son las necesidades de los refugiados mejor que nadie. En última instancia, para prepararse contra el momento en el que un reino caiga en desorden y comiencen a llegar los refugiados, creo que todos podrían dormir mejor si cada reino tuviera una embajada en cada uno de los otros reinos. Pero estos conceptos suenan extraños y nadie puede entender a lo que me refiero”. Youko suspiró y levantó la cabeza. Taiki la miró por un rato. “Bastante raro ¿no?” dijo ella. “Para nada. Creo que la Reina de Kei es una emperatriz impresionante”. “Bueno, ‘impresionante’ no sería la palabra que yo usaría. Y ¿podrías dejar el tema de ‘Reina de Kei’? Considerando que somos dos chicos normales de Japón, suena gracioso”. Taiki sonrió. “Así que, ¿qué edad tienes Nakajima-san?”. Pero siendo llamada así le sonó un poco raro también. “Un año más que vos, creo. Contar los años acá no significa nada acá”. Una idea le cruzó por la mente. Dijo elevando la voz, “¿Qué tal si te llamo Takasato-kun?” “Me parece bien. Estuve acá una vez antes cuando era un niño, así que, que me llamen Taiki no se siente raro”.

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“Ya veo. Yo solo estuve acá por tres años. Supongo que eso me convierte en la recién llegada comparada contigo”. “El hecho es que, yo solo he estado en total un año acá”. La profundidad de su voz contenía más dolor que nostalgia. “Bueno, probablemente termines siendo la persona a la que le pida ayuda. De cualquier modo, no tenía intereses políticos ni de organización social cuando estaba en la escuela secundaria. Como resultado, todo lo que tengo son vagas ideas”. “yo realmente no creo que sea muy diferente a ti. Estoy igualmente sin idea de nada. Solo estuve aquí un año, y la mitad lo pasé en el Monte Hou. No viví en Tai por mucho tiempo. Sin mencionar que era un niño y no entendía muy bien como funcionaba el mundo. Me la pasaba en las nubes”. “A partir de ahora, entonces, si tienes un consejo para mí, será bienvenido. Por el momento, me gustaría que fueras el representante de los refugiados de Tai”. “Sí”, dijo asintiendo. Una fuerte conmoción estalló repentinamente en la habitación contigua. “¿Qué sucede?” Youko escuchó a Risai gritar. Youko se levantó de la silla mientras la puerta de la habitación era forzada a abrirse.

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Capítulo 47 Varios hombres entraron cargando al dormitorio. Youko frunció el ceño. Guiándolos estaba el Naisai, el viceministro del interior, el oficial en el Ministerio del Cielo específicamente responsable del Palacio Interior. Detrás de él había bastantes guardias que reconoció del la Puerta Prohibida. “¿Qué sucede?” Apenas tenía que preguntar. Su intención era evidente. Llevaban espadas. “¿Cuál es el verdadero significado de esto?” dijo gritando a los intrusos. Los hombres levantaron sus espadas. “Usted está trayendo vergüenza a Kei”, dijo el Naisai. “Por supuesto su incompetencia no se iguala con la anterior Emperatriz Yo, pero ha tomado al reino y a los ministros por la ligera. Ha elevado plebeyos de linaje desconocido y sin conexiones, han pisoteado nuestras costumbres, y desdeñado la dignidad del reino y el honor de los ministros”. “¡Eso es cierto!” gritó uno de los guardias de líneas inferiores, nerviosamente agarrando su espada, agachado en una postura cautelosa. “¡Tratando a hanjuu como si fueran igual que la gente normal, permitiendo la entrada a la corte, incluso haciendo a uno general de la Guardia del Palacio!” Youko sintió un arrebato de ira corriendo por su cabeza. “Hanjuu y los demás, ¿eh?” Su mano llegó a su propia espada, y entonces recordó que no había llevado la Espada de Agua del Mono con ella. “Arrastrando la reputación de los ministros a través del barro, instalando a hanjuu y rebeldes en el corazón del Palacio, contaminando sus raíces sagradas. Haciendo burla a los oficiales de la corte de agosto, elevando a hanjuu y bandoleros por encima de ellos, haciendo que les sirvan. Al fin y al cabo, usted no puede ponerse de pie en su presencia y debe arrastrar a todos con usted. Con hanjuu y los bandidos como sus compañeros, podría desviar su atención de su propia debilidad e insuficiencias. Juntando a Reyes y Taiho de otros reinos y quedando atrapada en su compañía, y supongo que ha fantaseado en ser una de ellos. Su propio respeto debería ser algo. Al menos el Cielo no tolerará su comportamiento por siempre”. Youko se quedó sin palabras. Simplemente lo miró. El Naisai habló en su lugar. “Es suficiente”. Dirigiéndose a Youko dijo, “Me disculpo por su incivilidad. Pero entienda que no es el único que sostiene esas opiniones. Aunque yo no iría tan lejos como él, ciertamente no puedo tolerar que se traigan reyes y Saiho al Palacio Imperial estando en tan malas bases. Dando asilo a un general de Tai y asistiendo al Saiho de Tai… usted parece haber olvidado que es la Emperatriz de Kei. ¿Qué propósito podría tener para entretener a tantos dignatarios extranjeros? ¿Tiene la intención de dejar a Kei en manos extranjeras?” “Usted está muy equivocado”. “Entonces ¿por qué se pavonean en el Palacio Interior como si fuera su propio Palacio? ¿Por quiénes tomara a los súbditos de Kei?”

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“Tan solo otra Emperatriz mujer, después de todo”, escupió el guardia de líneas inferiores. “A parte de destruir al reino por un despecho personal. Si las cosas no regresan pronto a como deberían, tendremos a otra Emperatriz Yo en nuestras manos”. Para ese momento Youko estaba temblando de ira, sintiendo esa amenaza desbordar de ella. Una profunda sensación de abatimiento manando dentro de ella. Su intención no era dejar al pueblo o al reino por sentado. Pero argumentando que ella solo tenía las mejores intenciones en mente probablemente tendría ningún efecto aquí. Ella podría fácilmente echar humo en sus caras de ignorancia. El problema era que mirando desde el exterior, los hechos habrían sido difíciles de discernir. Incluso Youko no podría haber anticipado que alguno de sus ministros habría estado cargando este grado de resentimiento. ¿Así que esto es a lo que llegó? Fue todo lo que sintió. Todo lo que alguien podría haber hecho a base de sus palabras y hazañas era adivinar lo que estaba pasando. Y llegando a cierta apreciación de los hechos, y actuar en consecuencia. Ella no podía ver como podía disuadir a alguien que había llegado a esa conclusión con tal certeza. “Así que, en resumen, ¿vinieron a asesinarme?” Cuando Youko dio esa pregunta, el Naisai vaciló un poco. “Si es esto de lo que se trata, entonces, pónganle fin, supongo. Yo me resistiría si tuviera medios para hacerlo, pero viendo que dejé mi espada en las habitaciones. Creo que eso me deja a su merced”. “¡Dejé de actuar como un inteligente burro!” Youko no podía dejar de mantener una rara sonrisa de sus labios. “No me importa mucho como acaben las cosas, pero me gustaría evitar cualquier daño adicional a los procedentes Tai Taiho y a la general Ryuu. Si encuentra su presencia como una ofensa para Kei, entonces repatriándolos sería suficiente. Tai necesita a su pueblo tanto como Kei. Usted puede atreverse a disminuir el sufrimiento en nuestro propio reino, pero no tiene derecho de imponer su voluntad en los subordinados de otros reinos. Así que le pediré que no agregue más sufrimiento al pueblo de Tai”. El Naisai miró fríamente a Youko y Taiki. “En medio del caos en Tai, abandonaron a su reino y buscaron refugio en Kei. No puedo ver como una gran pérdida perder a un Taiho y un general así”. “¿No es esa la sentencia que decide solo el pueblo de Tai? Si se sienten como usted, entonces estoy segura que emitirán esa sentencia con sus propias manos. Entonces, ¿tengo tu palabra de que no pondrán una mano sobre ellos de ese modo?” “No puedo hacer ese tipo de promesas, pero haré el esfuerzo”. “Por lo menos salgamos de aquí. No derramemos ni una gota de sangre en presencia del kirin”. “Espere…” dijo la voz detrás de ella.

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Youko sacudió y se libró de la mano que agarraba su brazo. “Si no son parte de tus planes, entonces podemos continuar en donde lo dejamos”. Uno de los guardias de líneas inferiores bateó la mano para alcanzarla. Youko fue escoltada en compañía del Naisai. Puesta contra la pared por media docena de otros hombres, Risai dirigió su pálida cara hacia ella mientras salía de la habitación. Si ella pudiera, Youko deseaba profundamente que Taiki y Risai entendieran que nada de esto era su culpa, que nada de esto debería pesar en sus mentes. Ese pensamiento apenas había cruzado por su mente cuando fue tirada a un lado. Su mente no había reaccionado ante la sorpresa cuando un grito estalló detrás de ella. Se levantó del suelo y giró haciendo un trompo. Con un ruido sordo de plomo, un brazo sosteniendo una espada cayó a sus pies. Alguien grito. Un hombre avanzaba hacia Risai giró y apuntó su espada a Youko. Antes de que la punta hiciera contacto, una pata de bestia rasgó el pecho del hombre. Las filosas y sangrientas garras se retiraron y el hombre cayó. No había nadir detrás del hombre excepto Taiki, parado, congelado en el lugar aparentemente bastante lejos. “¡Por lo menos da batalla!” Youko miró sobre su hombro para ver a Keiki con la cara blanca corriendo hacia ella. Un número de cuerpos yacía en el suelo de la habitación. Otros estaban corriendo y gritando a pesar de la sangre tratando de escapar. “Verdaderamente apareciste en el momento adecuado”, dijo Youko con una sonrisa sombría. “En Taiho dejó a algunos de sus shireis. ¿Por qué no hizo más para resistir?” “Hey, no estaba armada”. “¡Incluso sin una espada pudo haber hecho algo! Por favor deje decir que puede hacerlo sin el Jouyuu”. “De acuerdo. De cualquier forma, gracias por venir a rescatarme”. Keiki le dirigió una mirada como la que un padre le da a un niño rebelde. “Siempre que un shirei la acompañe el tiempo suficiente, terminarán inevitablemente cubiertos de sangre”. Youko sonrió. “Lo siento”. Se dirigió a Risai y Taiki, “Mis disculpas. Les he causado una gran cantidad de molestias”. “No, nada de eso. ¿Se encuentra bien?” Risai se apresuró a su lado. “Parece que he resultado ilesa. Más importante, tenemos que llevar a Risai y a Taiki a otras habitaciones. Keiki, vos también deberías salir. No es bueno para tu salud”.

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Youko se puso de pie. Miró debajo a uno de los hombres tirados en el suelo. El Naisai fue uno de los que se fue primero se fueron. Sus dos secuaces ya tampoco respiraban. Otros tres habían sufrido profundas heridas pero seguían vivos. No estaba tan despreocupada por ir a su muerte. Pero seguramente era cierto que estaba cansada para preocuparse en ese momento. No podía molestarse en defenderse o mantenerse de pie. Sí, ella debió haberlos confrontado a estos intrusos y defendido su reputación. Pero no tenía la confianza o la presunción como para contradecirlos. Una vez creyó haber estado destinada a ser Emperatriz. Últimamente, sin embargo, tuvo dificultades para ver el funcionamiento de la Divina Providencia en términos milagrosos. No que ella objetara a alguien que percibiera las cosas de esa manera. Si la carga se había hacho más ligera, entonces ¿por qué no? Esa era su sensación ahora. “Están rodeando al resto de ellos”. Rokuta los vendaba mientras salían del edificio. Detrás de ellos, más soldados llegaron corriendo estallando una gran conmoción. Ella podía oír las demás maldiciones de los soldados restantes siendo arrastrados.

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Capítulo 48 Kantai hizo su reporte mientras regresaba al Palacio Interior. “Un total de once estuvieron envueltos en la rebelión, todos del Ministerio del Cielo, y el Naisai estuvo a cargo. Parece limitarse solo a ellos. Tres capturados con heridas. Los cinco restantes que trataron de huir fueron detenidos”. Koshou los estaba esperando, mirando como si tratara de reducir su cuerpo a una pequeña pelota. Tan pronto como Youko lo miró, se inclinó profundamente. “Estoy realmente apenado”. “¿Por qué?” parpadeó Youko, y Kantai no pudo hacer otra cosa que sonreír con la reacción de Youko. “Debo disculparme. Fue un error estar allí sin ser acompañada por el Daiboku o cualquiera de sus súbditos”. “Pero yo los dejé afuera”. “Esa no es una excusa para que se quede fuera de la vista así”, dijo Koshou elevando la cabeza. “No es tu culpa. Además, no era tu responsabilidad en primer lugar”. Era la tarea del Shajin dentro del Ministerio de Verano, específicamente la responsabilidad de Shiyuu. En público, la tarea de Kofun-shi. En privado el trabajo del Daiboku. ‘Privado’ significa el Palacio Interior. El Palacio Interior incluye las más aisladas partes del Palacio Imperial, los Palacios Este y Oeste, las residencias imperiales y los dormitorios, las habitaciones Jinjuu y el Roshin hasta la Puerta Prohibida, incluyendo el Naiden y el Gaiden. Todo lo demás constituía el Palacio Exterior. Estrictamente hablando, el Naiden y el Gaiden eran parte del Palacio Exterior. Bajo normales circunstancias, la Emperatriz solo viaja dentro del Palacio Interior donde colinda el Gaiden. Y como regla general, oficiales gubernamentales solo se aventuran hasta el Palacio Exterior donde colinda el Naiden. “El Daiboku es responsable de mi protección personal dentro del Palacio Interior, Los jardines occidentales son parte del Palacio de invitados. Y eso es en el Palacio Exterior”. “Bueno, puede que eso sea cierto, pero…” Kantai le dio al desalentado Koshou una amistosa palmada en la espalda. “Al no aceptar sus disculpas, está poniendo a Koshou en una difícil situación, Los jardines occidentales están definitivamente en el Palacio Exterior, fuera de su jurisdicción. Normalmente la Emperatriz no habría dejado el Palacio Interior excepto para llevar a cabo funciones oficiales. En ese caso, el Kofun-shi la acompañaría. En esta ocasión, sin embargo, Su Majestad estaba en los jardines occidentales y no en otras funciones oficiales”.

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“Eso es cierto. No estaba allí confirme a la ley o ritual, y ningún invitado oficial del reino está instalado en el Palacio de invitados. Incluso desde que traje a Risai al Palacio Interior, ha sido bastante caprichosa en gala de la costumbre y los precedentes al respecto. Lo considero mi culpa”. Kantai frunció el ceño en lugar de enojarse frente a la disculpa de Youko. “Sí, las emperatrices pueden ser criaturas caprichosas. De lo contrario no habría razones para que un reino temblara y cayera. Ya que es no fue un asunto oficial, no era asunto del Kofun-shi. Su protección personal no puede mantenerse al margen. Si hay una pregunta de sobre si el Daiboku o el Kofun-shi deberían estar al tanto de su seguridad, la tarea debería recaer en el Daiboku”. Koshou se agarró la cabeza. “Ese es realmente el caso. Cuando están los Reyes y los Taiho de otros reinos, el aire se enrarece bastante. Tan solo no me pareció que no debería estar por ahí, escuchando lo que la gente dice y hace. Del Palacio Interior Youko siempre sale para ver a sus amigos. Por eso bajé mi guardia”. Koshou y sus criados la escoltaron hasta los jardines occidentales, y después mantuvieron su distancia. Él no podía negar que hubiera preferido pegarse a ella todo el tiempo desde y hacia los jardines occidentales. “Ese fue un error por parte de Koshou. La idea de que sea aceptable mantener una seguridad relajada dentro del Palacio Interior que se levanta porque ninguna amenaza peligrosa ocurrió todavía, es demasiado. El Naiden y el Gaiden esta considerados dentro del ‘ojo público’, y todos los edificios tienen sus propios guardias asignados. Ese no es el caso de los jardines occidentales. Como en este caso, ningún invitado real estaba presente, así que tampoco lo estaba la guardia habitual. Cualquiera con acceso a las Residencias Imperiales podría también acceder a los jardines occidentales, y eso parece que fue lo que pasó acá”. Koshou asintió. Kantai sonrió extrañamente. “Como el Daiboku, Koshou debe disculparse por fallar en este sentido. Además, un reporte oficial va a ser presentado por sus súbditos a su Majestad”. “¿Qué tipo de reporte?” “Para mostrar que la Emperatriz se equivocó, y en formas que deberán ser corregidas. Mientras su falta de voluntad camina por una delgada cuerda y su generosidad con otras son admirables características, cuando las normas son ostentadas, este es el tipo de daño que puede resultar. Los ministros y los oficiales tienen sus tareas que hacer, y a diferencia de Su Majestad, no están en libertad de hacer caso omiso a su propia discreción. Un gobernante que hace caso omiso de las reglas, costumbres y precedentes probablemente atraerá ministros y gobernantes que hagan lo mismo. Por lo tanto, el Daiboku no debería tener que asumir toda la culpa por este incidente”. “¿Así que esa es la versión con la que quiere acabar?” “Sí, pero teniendo en cuenta que no tomar las disculpas de Koshou y dejarlo fuera no son lo mismo. Su Majestad fue poco exigente al hacer esa distinción. Renunciando a la disculpa se puede tomar como un error. Por la misma razón, Su Majestad no debería considerarse a sí

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misma fuera. Aquellos a su alrededor tomarán nota. Si perciben ser desplazados gracias a su amparo, Koshou perderá respeto también”. “Sí. Veo”, murmuró Youko. Koukan entró en la habitación. “Oh, ahí está.” Se dirigió a Koshou. “El Daiboku tomará la responsabilidad y servirá tres meses de arresto domiciliario”. Espere un minuto… estuvo a punto de decir. Koukan continuó en un calmo y recogido tono de voz, “No obstante, el Taiho nos pidió que reconozcamos que la manera en que su Majestad hizo heno de las normas y reglamentos, es difícil para el Daiboku llevar a cabo sus tareas adecuadamente. El Daiboku se distinguió capturando a los traidores, por lo que una debería compensar la otra. Yo creo que eso sería una buena forma de decirlo. Eso debería preservar la integridad de la administración pública, ¿no lo cree?” Le dijo a Youko, “¿Hay alguna parte con la que no coincida?” “¿Estoy haciendo heno de lar normas y reglamentaciones? Cielos, y yo justo tengo la misma boca floja de Kantai”. “¿Entonces?” “Bien”, dijo Youko con una sonrisa modesta. Kantai sonrió también. Después de decirle a Koukan que los sospechosos habían sido entregados al Ministerio de Otoño, le palmó a Koshou en la espalda y ambos dos salieron. Koukan los vio salir y le entregó a Youko un documento. “Aparentemente, el Naisai había sido herido profundamente con el actual estado de las cosas desde hace algún tiempo. Fue previamente un subsecretario en el mismo departamento, sirviendo como Naisai como asistente personal de la Reina y del Saiho. Corrió un angosto buque y fue ascendido a Naisai. Últimamente, sin embargo, sus damas de honor en el Roshin lo han sacado. Desde su tiempo como subsecretario, asumió un gran orgullo sirviendo en el Roshin. Pero al parecer, su orgullo u su paciencia alcanzaron sus límites”. “Oh”, dijo Youko. Suspiró. “Para empeorar, tomó súbditos fuera de la aristocracia, libremente ignorando las normas, y trayendo a completos extraños como de su mayor confianza. Bueno, parece haber entendido. Él tiene un buen punto”. Los participantes del golpe de Estado eran todos del Ministerio del Cielo. El Ministro del Cielo no estaba directamente involucrado con la administración del reino. Su cartera era el palacio en sí, y sirviendo a la Emperatriz y al Saiho allá. Aquellos que no pudieron tomar orgullo al trabajar tan cerca de la Emperatriz probablemente no fueran aptos para el trabajo.

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“Y si usted alberga cualquier simpatía con tales sentimientos, entonces debería librarse de ellos”. Koukan no era alguien que endulzara nada, pero su tono firme de voz la sorprendió un poco. Ella lo miró levantando una ceja. “El General Ryuu y el Taiho de Tai me contaron que pasó después de que el Naisai y sus subalternos invadieran los jardines occidentales”. “Usted se mostró preparado como siempre”. “Una situación tan grave como lo demanda. Me gustaría preguntarle nuevamente, solo para estar seguro, pero no le dio crédito a sus quejas, ¿verdad?” Youko apartó la mirada. “Tenían un buen punto. No conocían toda la historia, y después de observar mis acciones sin conocer el contexto, no habría sido irrazonable llegar a esas conclusiones. Llámeme la Emperatriz no indicada para el trabajo, y mi respuesta es si eso es lo que piensa, entonces no me molestaré discutiendo con usted. Ciertamente no voy a pasearme por ahí declarando que solo puedo salvar Kei. Eso no me corresponde a mí, juzgar o decidir”. “Entonces permítame explicarle”, le respondió Koshou a la vez. Él dejó los documentos sobre el escritorio. “Para empezar, hacer cualquier juicio sobre que tipo de Emperatriz es depende de quien está observando y cuando. En cualquier caso, que tipo de Emperatriz es usted, es ajeno a esta situación particular. En el momento en el que tomaron las espadas y decidieron atacar, perdieron todo derecho a reclamar la alta moral y pasar juicio a las demás personas”. “Tienes razón ahí”. “La razón por la que manteníamos al Naisai y a sus camaradas fuera del Roshin en primer lugar era porque temíamos la evolución de su naturaleza. Todos los ministros coinciden que personas que no sean de confianza no deben ser ascendidos a cargos de confianza en los que se los coloque en su proximidad inmediata, y que no justifican tal confianza. La decisión se basó en un examen de sus características y temperamentos. No veo errores en dicha sentencia. En primer lugar eran indicaciones sobre hanjuu y los rebeldes, ¿verdad?” Koukan miró a Youko. “Las personas que piensen que las formas de actuar sea por actos autoritarios impulsivos. No el tipo de personas a las que quisieras darle autoridad en primer lugar. Nadie debería poner un arma en las manos de gente como esa. Segundo, las personas que no muestran vergüenza al decir tales cosas, no puede esperarse de ellas que conozcan el buen Camino por el malo, y ciertamente no están calificadas para contribuir de cualquier forma con el proceso político. Tercero, aquellos que no conozcan la situación en su totalidad no están en posición de juzgar. Cuatro, aquellos quienes, basados en tales especulaciones, traman pecados de los que no saben nada, y luego dictan sentencia basados en esas especulaciones, y no muestran dudas en ningún momento… de ninguna manera deberían dárseles jurisdicción sobre nada. Quinto, ninguna confianza debería colocarse en aquellos que son incapaces de ver sus propias faltas y deficiencias, y en cambio culpan a otros por su propia mala suerte. Finalmente, no debería tener que agregar que aquellos que van en contra las leyes y el Camino con el propósito de lograr sus objetivos son peligrosos. Y no podemos tolerar tales riesgos en presencia de Su Majestad. Estas son las razones por las que consideramos imprudentes avanzar. ¿Usted discrepa con alguno de estos puntos?”

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Youko lo miró un poco aturdida. “Observándolos en sus actividades día a día, no nos perecieron dignos de ser ascendidos para servir directamente a su lado. En consecuencia, fueron echados del Roshin. Y o creo que han mostrado inesperadamente la exactitud de esa decisión”. Youko descansó sus codos sobre la mesa y conservó sus dedos juntos. “Beno, entonces, permítame hacer una pregunta. ¿No cree que quizás, si fueron promovidos, habrían recurrido a tales acciones?” “Permítame responder con una pregunta personal, entonces. ¿Puede realmente confiar en alguien que tan solo cortaría el buen camino, pero se aparta cuando se frustra?” Youko examinaba a Koukan con los ojos abiertos. Ella puso sus dedos juntos. “¿Aplicarías esa misma regla para ti mismo? Si, por casualidad, pasaran por alto tus éxitos, y la atención fuera puesta solamente en tus pecados” Koukan respondió con una sonrisa de piedra. “¿Debería tomar eso como una crítica personal? Como Su Majestad sabe bien, mientras elevemos a esas personas de confianza para servir como ministros principales del reino, también debo asegurarme de que los rangos medios de los funcionarios y subalternos acaten las reglas y hagan sus deberes”. “Sí, lo lamento”. En respuesta a la disculpa de Youko, Koukan suspiró y sonrió. “En definitiva, el problema el temperamento y el carácter. Ese es el verdadero reflejo de como vivieron y como se comportaron. Es allí donde se debe prestar mucha atención. Cualquiera debería ser capaz de echar un vistazo. Si ellos prueban ser dignos de su fe, entonces sus acciones serán felizmente recompensadas. Un examen del ejemplo de Risai-dono debería probar el punto”. “¿Risai?” “¿Por qué Su Majestad le dio una mano en primer lugar?” “No estoy exactamente segura”. “Ella irrumpió en el Palacio Kinpa, y le dio un vistazo al atroz estado en el que ella se encontraba. ¿No es así? Risai-dono estaba malherida volando a través de los nidos de los Youma en la Provincia de Sui y se dirigió para acá. ¿Y no son esas medidas suficientes pruebas de que desea salvar Tai?” “Sí. Por Supuesto”. “Risai-dono le rogó que salvara Tai. Excepto que participar en asuntos internos de otro reino es un pecado grave. Risai-dono probablemente fuera conciente desde el principio”. “Koukan…”

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“Ella pudo haber venido acá para apelar a su simpatía y tentarla con pleno conocimiento de las consecuencias. También es posible que no tuviera pleno conocimiento de las consecuencias, o que no las tuviera presentes. E incluso si supiera exactamente que es lo que estaba haciendo, puede ser que haya sido llevada por la desesperación de su situación. A medida que las cosas salieran bien para Tai al final, no le importaría que le sucediera a Kei. No hay forma de que podamos saber con certeza que había en su mente. No obstante, Su Majestad dedicó una extraordinaria cantidad de tiempo a su causa, y yo, por mi parte, no me opuse”. “Ah…” “Eso fue porque pudimos observar sus palabras y acciones. La manera en la que se relacionaba con usted, con nosotros e incluso con Koshou. Basándome en todo lo que dijo e hizo, no me pareció el tipo de persona que vería felizmente salvarse Tai a expensas de Kei. Carezco aún de la habilidad de leer su mente, pero si realmente vino acá con la intención de guiarla al pecado, tengo que creer que fue producto de su desesperada situación, y no algo que implicara su conciencia plena”. “Sí”, dijo Youko asintiendo. “En cualquier caso, esto es a lo que se reduce. Como te traten los otros es un resultado a largo plazo de cómo se trató a los otros. Acérqueme de manera que sus palabras y acciones me valoren, y yo podría mover Cielo y Tierra para acomodarla. Si el mundo la recompensará en público depende de la persona y las circunstancias. Pero estos seguidores llevados por la ignorancia de tan simple ecuación, maldijeron su suerte, y atacaron a su Señora en cambio. Yo creo volcaron su propio aborrecimiento al exterior”. “Escuché las mismas cosas en Yamato”. “Excepto que cuando personas tan rencorosas tomas espadas para hacer justicia, no es la razón de sus disputas a las que otra gente escucha. Este es otro ejemplo de un hombre siendo recompensado según su forma de ser, y según el fruto de sus obras”.

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Capítulo 49 Risai entró a la habitación con la cena. “¿Cómo se siente?” Taiki estaba levantado mirando fuera de la ventana. Estaban en las habitaciones Taishi donde Risai estaba viviendo. “Estoy bien”, dijo mirando sobre su hombro. Aunque él tenía una cara valiente afrontando las cosas, seguía viéndose un poco demacrado. Risai sonrió, como si disipara sus dudas. “Recientemente, cuando estaba dormido, la Reina de Kei amablemente vino a verlo. Quería disculparse por causar más contaminación a su ambiente”. “No fue su culpa”. “No, no lo fue”, concordó Risai mientras se sentaba a la mesa. “La Reina de Kei se ocupa ella misma de sus asuntos, y encima algo así ocurre. Realmente me hizo llegar el duro trabajo que debe ser el hecho de ser Emperatriz”. “Verdad”. Taiki permaneció mudo por un tiempo. Entonces dijo, “¿Regresarás a Tai, Risai?” “¿Qué?” Al principio, Risai no entendió que estaba preguntando. Ella inclinó su cabeza para verificar lo que había oído. Taiki la miró, una mirada con gran seriedad en sus ojos. “No podemos continuar imponiéndonos sobre Kei así”. Risai tomó esas palabras con gran asombro. Cuando finalmente entendió lo que Taiki estaba diciendo, sintió que su rostro se palidecía. “Solo un momento, Taiho…” “No podemos permitir convertirnos en las semillas de grandes calamidades de Kei. Hemos puesto a prueba su paciencia y hemos intervenido sus vidas más que suficiente. Después de esto, creo que debemos irnos a un lugar donde podamos valernos por nosotros mismos”. “Pero, Taiho, eso es in sustentable. No solo su condición, sino… si disculpa mi atrevimiento… su cuerno y sus shirei…” La apresurada ansiedad dejó el rostro de Risai rojo. Sintió que era necesario terminar con esa inclinación en el brote. Ella pensó vagamente en regresar a Tai cuando se encontrara con él. Con Taiki a su lado, podían buscar a Gyousou utilizando su ‘sentido real’. Pero Taiki había perdido su cuerno y su esencia natural como kirin. Ya no tenía sus shirei. Y Tai permanecía infestada de nidos de Youma. Y ella había perdido su brazo bueno. El incidente con el Naisai la había obligado a enfrentar nuevamente la gravedad de sus lesiones. Un grupo de rufianes armados había entrado a la habitación y amenazado la vida de Taiki y de la Reina de Kei, y apenas había podido mover un dedo para ayudarlos. Ella fue superada con facilidad y derribada por hombres que no se veían como que hubieran tenido entrenamiento militar en su vida.

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Incluso teniendo en cuenta el estado de su salud, era bastante inútil como oficial militar. Si regresaban a Tai, ella sería incapaz de protegerlo. Aunque había sido conciente de ello desde hace tiempo, no había llegado a entender que tan inútil era. Todas sus vagas nociones sobre el asunto se habían señalado claramente en un punto de vista. Aún no se había recuperado de la conmoción. “No podemos hacerlo, Taiho. Entiendo como se siente, pero no puede regresar a Tai. Necesita cuidarse mientras solicito ayuda entre los refugiados. Si podemos convocar un pequeño número de seguidores…” Taiki sacudió la cabeza. “Es verdad que soy impotente. Sin embargo, el hecho es que somos ciudadanos de Tai”. Risai sintió como si se estuviera congelando. “Tai es un reino que incluso los Dioses pasaron por alto. ¿No es verdad? Tai no tiene rey. La buena voluntad de los otros reinos nunca alcanza los tobillos. Y el Cielo no se dignará a conceder milagros. Es lo mismo que Tai no tenga kirin. Pero tai aún tiene sus súbditos, como tú y yo”. “Incluso sin un cuerno, el Taiho sigue siendo el kirin de Tai. Y mi esperanza. No algo simplemente sacrificable. Si alguien debe regresar a Tai y buscar a nuestro Señor y gente, entonces es algo que yo voy a hacer. Esa era mi verdadera intención después de todo. El Taiho debe ponerse a resguardo en un lugar seguro. Le ruego que deje de lado las ideas peligrosas como regresar a Tai”. Taiki no era la única cosa que Risai había perdido. Otro temor se había apoderado de ella. Después de la catástrofe en Kouki, Risai había sido enviada a la Provincia de Jou para sofocar la rebelión. En su camino, había tomado a Nisei-shi bajo su protección. Sus testigos presentaron y revelaron la magnitud de la traición de Asen. Al mismo tiempo, el incidente fue usado como pretexto para mancillar el honor de Risai. Pero quizás incluso peor era que Asen de alguna manera supiera que había protegido a Nisei-shi. Risai había enviado un comunicado secreto solo a Haboku y a Sougen. Considerando su contexto, tampoco ninguno de ellos habría sin cuidado, filtrado la información a un tercero. Por lo tanto, era como si los súbditos de Gyousou hubieran sido privados de eso. Y ninguno de ellos le hubiera comunicado a Asen. Ella no podía imaginar que alguno de los súbditos de Gyousou sería espía. Tendrían que haberse encontrado a puertas cerradas y tomado todas las precauciones posibles. Sin embargo, Asen fue informado, lo que significa que alguien dentro del grupo hizo el informe. Un lobo en la propia casa de Gyousou estaba cuidando el gallinero. Risai miró dentro de los astutos ojos de Taiki. Ella no quería exponerlo a tan desagradables hechos, pero eso solo duplicó el peligro en Tai. Sería necesario establecer líneas de comunicación con los antiguos compañeros de Gyousou y unir tropas. Y aún así un traidor estaría al acecho en medio de ellos, alguien conocido, que podría parecer en un momento como amigo íntimo. Risai no tendría forma de protegerlo de tal persona.

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Todo lo que podía hacer era balbucear incoherencias diciendo que mala idea era todo. Taiki le mostró una sonrisa perpleja. “No has cambiado ni un poco, Risai”. Risai le devolvió una mirada perpleja. “Te preocupas por mí y haces lo mejor para protegerme de lo que sea espantoso o desagradable. Es la misma forma en la que desapareció Gyousou”. “Taiho…” “Yo estaba realmente preocupado por Gyousou-sama. Pero nadie me daba una respuesta directa. Bueno, lo que me dijiste puede que haya sido verdad. Pero sabía que todos los adultos a mi alrededor estaban ocultando algo desagradable de mis ojos. Así que tuve que recurrir a Asen para averiguar todo lo que no fuera miel y azúcar”. Risai detuvo su aliento. “Asen me dijo que Gyousou-sama estaba en peligro. Ese día, dijo que había sido víctima de una emboscada y que estaba en una situación desesperada. Después de decir eso había llegado a salvo a la Provincia de Bun, y me encontré incapaz de confiar más en vos. Creí en Asen cuando me dijo que un feroz ataque se había llevado a cabo antes de que llegaran, y el resultado era incierto. Deseoso de ayudarlo, envié a mi shirei a ayudar a Gyousou-sama. Nunca dudé de Asen ni por un segundo. De hecho, llegué a cuestionar la veracidad de cualquiera que me dijera algo que no fuera malas noticias”. Taiki sonrió levemente. “Realmente era un niño, y muy difícil de complacer. Lo que sea que haya tratado de hacer solo le causaba a Risai y a los demás más problemas, y ahora no es diferente”. “Taiho, no diga cosas así…” “Pero, Risai, yo ya no soy un niño. Hablando respecto a mis habilidades, era mucho más capaz entonces. Puede decirse que soy inútil ahora. Sin embargo no soy tan inmaduro que podía ser contenido por lamentar mi indefenso estado y garantizar la seguridad del estado en el que estaban las cosas”. “Taiho…” “Alguien debe salvar Tai. Si no somos nosotros los ciudadanos de Tai entonces ¿Quién?” “Pero… entonces… volvamos al Monte Hou y hablemos nuevamente con Genkun, para ver si hay algo que pueda salvar Tai”. “¿Y qué debería preguntar? ¿Crees que lo hará en nuestro nombre?” Risai no supo como responder.

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“¿Y puede el Cielo involucrarse tanto? Solo aquellos bajo su cuidado personal y protección pueden descansar en paz sabiendo que la ayuda vendrá. ¿En que momento se volvió el pueblo de Tai propiedad del Cielo?” “Pero Taiki…” “Aprendí algo de los pasos a seguir al pedir la asistencia a Kei. Si no lo hubieras hecho así, definitivamente no habría podido volver. No soy tan ingenuo como para creer que nada está más allá de nuestro poder de lograr. Puede que esté más allá del poder de un kirin sin cuerno y de una general sin brazo para salvar Tai en su estado actual. Pero, Risai…” Taiki tomó la mano restante de Risai. “Esto no es algo a lo que estábamos destinados a través de la voluntad de nuestras propias fuerzas. Si, incapaz de sacar Tai de la grieta, podemos concluir que no hay nada que podamos hacer jamás y entonces no haremos nada, perderemos el derecho de llamarnos ciudadanos de Tai”. Por supuesto, pensó Risai, mirándolo. Nunca había entendido por qué tenía tantas ganas de salvar Tai. Al mismo tiempo, no podía recordar que tan rápido había perdido ese sentimiento cuando Taiki estuvo justo en frente de ella. En lo que a ella respecta, si Taiki estaba a salvo… si ella podía garantizar su seguridad… entonces era lo mismo que mantener a Tai segura. Incluso si esa seguridad venía de residir en Kei y ella misma no contribuyera al mismo… mientras Taiki estuviera a salvo, entonces Tai estaría a salvo dentro de ella. Proteger a Tai se había convertido para ella lo mismo que preservar algo que le perteneciera, su patria. Y si ella no podía y esta era destruida, entonces como extensión de Tai, sería su culpa. Pero mientras pudiera mantener a Taiki a salvo, Tai nunca estaría perdida para ella. “Somos ciudadanos de Tai. Si buscamos a otros ciudadanos de Tai, entonces hay tareas y responsabilidades que llevar a cabo como su gente. Si lo dejamos de lado, entonces Tai estará perdida para nosotros”. Perder ese lugar en el que estaban conectados no era diferente que perderse a sí mismos. Risai había perdido su posición real, sus amigos y conocidos. Kaei se había vuelto un recuerdo lejano. A parte de su conexión con un lugar llamado Tai, no tenía nada. Tenía que salvarlo o se perdería a sí misma. Ahora que tenía a Taiki, y mientras lo mantuviera, Tai permanecería vivo dentro de ella. Acá en Kei sabía donde estaba parada. La idea de irse era aterradora. Pero para Tai, su gente, Gyousou, todos los prisioneros dentro de sus fronteras y todos aquellos que perdieron sus vidas ahí, permanecer aquí no era nada más que una traición. No tenían otra opción sino dejar su refugio y regresar a Tai. Ella miró su mano, su visión se nubló por las lágrimas. La mano que la sostenía era indistinguiblemente suya.

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“Realmente has crecido”.

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Capítulo 50 Temprano en la mañana al comienzo del otoño, Risai y Taiki tomaron sus permisos de las habitaciones Taishi. Después de discutirlo a fondo juntos, decidieron no plantearle el asunto a la Reina de Kei. Si lo hicieran, sin duda se culparía a sí misma por el incidente con el Naisai. E incluso si la hubieran convencido de lo contrario, la habrían puesto en una posición difícil. De cualquier modo, manteniéndolos acá era similar a tener una carga de Tai sobre su propia cabeza, y diciéndoles que se fueran se vería como dejar a Tai de lado. Risai no dudaba que la joven Emperatriz lo vería de este modo. Además, Risai suspiraba en su corazón, si una Emperatriz como Youko desearía que ella se quedase, no estaba segura que pudiese negarse. Incluso ahora, Risai no podía sacar los pensamientos de su mente, que estaba actuando con una imperdonable incivilidad. Sin embargo, ella entendía los razonamientos de Taiki para regresar a Tai y concordó con ello. No había duda en su mente de que debía regresar a Tai con él, tanto como estaba segura de que Taiki era un símbolo de esperanza que Tai no podía darse el lujo de perder. Excepto que ella no tenía confianza en sus habilidades para protegerlo. Inimaginables peligros los aguardaban. Si de alguna forma pudiera disuadirlo, no podría negar que lo intentaría. La persona común dentro de ella le decía que debían volver. La general que ahora servía al Taiho le decía que no. Su corazón combatía consigo mismo, y finalmente cedió a la fuerza de resolución de Taiki. “Risai, ¿permanecerás detrás?” le preguntó Taiki, claramente viendo a través de su rostro. Risai sacudió la cabeza enérgicamente. “No diga cosas tan absurdas”. “No despedirse de la Reina de Kei…” dijo empáticamente. “Después de todo han hecho mucho por ti, dejarlos así debe ser doloroso”. Risai trató de reírse de eso. “Para nada. Solo un lamento prolongado. La Reina de Kei y todos han hecho mucho para salvar a Tai. Por eso no tengo el coraje de verlos a la cara”. Todo fue hecho por el bien de Tai. Risai llegó al Gyouten como un ciudadano de Tai. Para escapar de una vida de comodidad y dejar a Tai de lado debería dejar de todo lo que era atención y consideración. Para comportarse tan vilmente estaría tomando a todas las personas de Tai por sentado. Eso es lo que significaba para ella ser parte de un todo como ciudadana de Tai. Risai suspiró nuevamente y abrió la puerta a los establos detrás de las habitaciones Taishi. Solo un puesto estaba ocupado. Reconociéndola, Hien llegó a sus pies, brillantes y ansiosos. “Hien”. Taiki corrió. Hien se negó al principio, pero pronto se dio cuenta quien era y se inclinó hacia delante. “Recuerdas quien soy”, dijo Taiki, acariciando su pelaje. Hien cerró los ojos y ronroneó suavemente.

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Observándolo con una sonrisa en su rostro, Risai tomó la montura y la colocó en orden. Gentilmente tomando las riendas, sacó a Hien de los establos. Miró el cielo de la mañana. “Regresando por el Mar de Nubes, deberíamos llegar a uno de los palacios provinciales en buen tiempo. No hay forma de decir cuan lejos habrá llegado Asen para esta hora, pero los youma nos desgarrarían en pedazos bajo el Mar de Nubes. En cualquier caso, si estamos decididos a dejar todos los obstáculos de lado y seguir adelante, no importará que camino elijamos”. Taiki asintió. Hien ronroneó suavemente y frotó su cabeza contra el hombro de Taiki. “¿Qué están haciendo ustedes dos a esta hora?” de repente sonó una voz. Risai giró. Rokuta emergió de las sombras que rodeaban los jardines. La gran sombra detrás de él era Koshou. Risai y Taiki se quedaron inmóviles. “En Taiho… ¿cómo…?” Rokuta dijo con una indolente mirada, “Oh, sucede que estuve espiando el otro día…” sonrió. “Lo siento. Pero dejé un shirei para que los observara. Así que llegó la palabra”. “En Taiho, yo…” Rokuta levantó la mano, silenciándolo. “No te preocupes. Dejé a Youko fuera de la lazada. Aunque saliendo de esta forma causará algunos problemas. ¿Te olvidas que aún eres mi Taishi?” “Eso es…” “El Taishi de En yéndose a visitar Tai levantará más que unas pocas cejas. Sin mencionar que va allí para pelearse con los poderes como están. Eso será aún peor”. Risai y Taiki se quedaron en silencio. Rokuta suspiró y luego sonrió. “En ese caso, tendré que removerte del Registro de Hechiceros. Francamente, temo que su periodo sabático está haciendo que nuestro Taishi pierda la cabeza. Pero aquí está tu indemnización por el despido”. Le lanzó un objeto blanco. Risai por reflejo se estiró para agarrarlo antes de darse cuenta que su brazo derecho no estaba ahí para atraparlo. Con una adusta sonrisa se arrodilló y lo levantó. Ella no estaba muy segura por la oscuridad, pero parecía ser un pasaporte. “Aunque no sabemos si realmente lo necesitarán, lo tenía hecho por si acaso. El sello colocado les garantizará el acceso a fondos de una unión de crédito comercial. No hay forma de saber si funcionará en Tai, pero cubrirá los gastos del viaje”. Esta vez Risai tomó el bolso que le arrojó. “En Taiho…” “Un equipaje para sus necesidades. Está en la espalda de Tiger. Él los acompañará”. Risai abrió los ojos por la sorpresa.

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“Sería demasiado pedir que ese tenba cargara todo el mismo. Cuando llegaran a donde debieran ir, apreciaría que lo enviaran de regreso. Tama se entristece sin él, entiendes”. Risai aceptó el pasaporte con agradecimiento. “Sí. Definitivamente lo haré”. “De acuerdo”, dijo Rokuta con un guiño. Puso sus manos en sus caderas, y los inspeccionó a ambos. “No queremos realmente que se vayan. Ténganlo en cuenta”. “Nunca olvidaremos lo que hicieron por nosotros”. “Estaremos esperando buenas noticias”. Con eso, Rokuta se dio vuelta y regresó a la sombra del bosque. Casi como de paso, le dio una palmada a la silueta humana que estaba parada. Koushou emergió de las frondosas sombras. Una mezcla de emociones cruzó su rostro mientras señalaba en dirección a la Puerta prohibida. “El kijuu los espera allá”. “Koushou, has sido de gran ayuda para nosotros”. “Oh, no fue nada”, dijo, aunque sin gran convicción.

Sus hombros se caían mientras se dirigían hacia las copas de los árboles. Su corazón no parecía estar ahí. Durante el camino desde las habitaciones Taishi en el Naiden hasta la Puerta Prohibida nadie dijo nada. Caminaron mirando sus pies. Casi habían llegado a la Puerta Prohibida cuando Koshou se dio vuelta y dijo, “Si es posible, me gustaría ir con ustedes. No sé en que podría ayudar, pero soy oficial de la Corte Imperial”. Dijo todo eso con una conflictiva mirada en su rostro. Risai respondió, “Creo que la Reina de Kei lo necesita a su lado”. “Sí, es cierto”. “Me gustaría que le comunicara nuestros más profundos agradecimientos y gratitud. No quisiera que nada de esto le provocara algún malestar”. Koshou asintió. Caminaron hasta la Puerta. Los oficiales que los esperaban adentro les abrieron la Puerta para que así cruzaran al otro lado. Una pálida luz de Luna brillaba y el Mar de Nubes llegó hasta ellos. La puerta del Naiden a la Puerta Prohibida se abrió. Toshin observó como dos sombras humanas y de un kijuu aparecieron. Parado a su lado, Gaishi tomó las riendas del suguu y se acercó. Toshin lo siguió.

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Los dos viajaban terriblemente ligeros. Gaishi le dio las riendas a la mujer general. “Se me pidió que me asegurara que usted se hiciera cargo de él”. “Le estoy muy agradecida”. “Cuídese ahora”, dijo Gaishi y se inclinó. La mujer respondió con una amable inclinación de su parte. Toshin se adelantó y le entregó los objetos que sostenía. Ella lo miró sorprendida. “Esta es la espada que una vez me diste para que me hiciera cargo de ella. Puede ser presuntuoso de mi parte, pero la afilé”. “Gracias”, dijo la mujer, tomando posesión de la espada con su mano izquierda. Su brazo derecho, que Toshin recordaba tan malherido, ya no estaba allí. “Muchísimas gracias”. “No fue nada”. “No recuerdo tu rostro, pero si la voz. ¿No eres tu quien intercedió por mí cuando me caí en el Roshin?” “Bueno, mmm, sí, fui yo”, dijo Toshin con un guiño. Risai sonrió y se inclinó profundamente. “Como resultado pude conocer a la Reina de Kei y recibir la asistencia que requería. Todo lo bueno que siguió fue gracias a ti. Estoy profundamente agradecida”. Toshin sacudió la cabeza. Él habría tenido que averiguar de Gaishi, donde ella y su compañero estaban yendo y que harían después de eso. “Por favor, cuídese. Voy a orar por su regreso seguro”. La mesita d piedra parecía flotar en la luz de la Luna. Miraban como los dos kijuu dolaban de la cornisa. Youko observaba la escena desde una torre cercana. “¿No crees que deberíamos haber dicho adiós?” le preguntó a su compañero. “No sé que les habría dicho”. “Sí, tienes razón. No habríamos podido hacer otra cosa que retenerlos, a Risai y Taiki”. “Espero que estén bien a dondequiera que vayan”.

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“Irán a la provincia capital de alguna manera. Viajando sobre el Mar de Nubes evitarán a los youma”. “Encontrarse con sus verdaderos retos será más tarde. Al fina de todo, me hubiera gustado haber podido enviar más shirei con ellos”. Keiki asintió silenciosamente. Rokuta había dejado en claro que separar a un shirei de un rey... más específicamente de un kirin… y enviarlo a otro reino no era diferente a enviar tropas. Youko y Keiki tuvieron que renunciar a la idea. Los dos kijuu se alejaron más y más, dos dolorosamente desamparadas manchitas sobre el Mar de Nubes. Mientras miraba, escuchó el sonido de pasos subiendo las escaleras. “¿Se fueron?” apareció la cara de Rokuta. “Sí”, dijo Youko, y regresó su atención al Mar de Nubes. Los dos puntos parecían mezclarse con las crestas de las olas. “Les dí los pasaportes. Dije que fui yo quien los preparó y los tomaron sin pensarlo dos veces. Suerte que no preguntaron cuando tuve la oportunidad de pensar tan a futuro”. “Cuando se trata de En Taiho, creo que todos se preguntan lo mismo”. “Hey, ¿qué hay con esa actitud? Aunque cuando haya luz suficiente para ellos y lean la letra pequeña en el reverso, se llevarán una gran sorpresa”. Youko sonrió. Cualquier ayuda extra que pudieran adicionar, no importa cuan pequeña, valdría la pena. Era fácil calmar sus pensamientos con tales razonamientos, pero al final era solo un bálsamo para sus propios sentimientos de pena. No para Tai en sí, sino por aquellos corazones rotos en la perspectiva de una Tai insalvable. Si solo Kei se hubiera hecho un poco más próspera y la Corte Imperial un poco más sana. Sería fácil relajarse, confiar y buscar refugio en una corte donde la discordia pudiera levantarse sin previo aviso. En cuestión del hecho, no había forma de que ella pudiera continuar reteniéndolos y de alguna manera que no se sintieran culpables de todo el caos. No tenía opción sino vivir con el doloroso pensamiento de verlos ir a sus muertes. “Debo estar en mis propios pies primero”. Rokuta estaba mirando el Mar de Nubes. “¿Qué es eso?” dijo, mirándola sobre su hombro. “Debo permanecer de pie antes de que pueda fantasear en poder ayudar a otros”. Rokuta regresó a la ventana. “No es eso. Ayudando a otros es como te mantienes de pie, en primer lugar”. “¿Eso crees?”

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“Sin lugar a duda”. Youko asintió. A través del Mar de Nubes, las dos pequeñas siluetas ya habían desaparecido de la vista.

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De Las crónicas de Tai En el Tercer Mes del Segundo Año de Koushi, estalló una insurrección en la Provincia de Bun. Agravando que la guerra debió llegar a Tetsui, el Rey de Tai le ordenó al Jefe de la Armada Imperial suprimir la rebelión. En el Lapso de solo un Mes, Su Majestad desapareció en Rin’un, Provincia de Bun, y un Meishoku ocurrió dentro del Palacio Imperial. El Saiho desapareció, dejando a los Ministros Reales confundidos. Asen engaño a la Corte y se puso el manto de un Usurpador. Consintiendo en su Autoridad, Jou Asen (cuyo Nombre es Boku Kou) hábilmente desplegó la Guardia del Palacio Derecha y ejerció el Arte Negro como es su Espada. Habiendo sometido a las Nueve Provincias a través de su Inhumanidad, usurpó el trono.

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