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    MAXIMILIANO HERRIZ

    LA ORACIN,HOGAR DE AMISTAD

    EDICIONES SGUEMESALAMANCA

    2007

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    Cubierta diseada por Christian Hugo Martn

    Ediciones Sgueme S.A.U., Salamanca 2007C/ Garca Tejado, 23-27 - E-37007 Salamanca / EspaaTlf.: (+34) 923 218 203 - Fax: (+34) 923 270 563e-mail: [email protected]

    ISBN: 978-84-301-1649-2Depsito legal: S. 1011-2007Fotocomposicin: Rico Adrados S.L., BurgosImpreso en Espaa / Unin EuropeaImprime: Grficas Varona S.A.Polgono El Montalvo, Salamanca 2007

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    CONTENIDO

    Introduccin .............................................................................. 9

    1. El hombre, aprendiz de orante ........................................... 13

    2. Quin es el Dios de nuestra oracin? ............................... 29

    3. La oracin, juez y parte ...................................................... 49

    4. Experiencia de una orante de excepcin ............................ 67

    5. La oracin, amistad con Dios (I) ........................................ 87

    6. La oracin, amistad con Dios (II) ...................................... 103

    7. Oracin de recogimiento .................................................... 119

    8. La contemplacin inicial .................................................... 139

    9. Poner en razn todos los amores .................................... 157

    10. Presagios y mensajeros de la noche venidera ................ 173

    11. La igualdad de amistad ...................................................... 187

    12. Amor al prjimo y unin con Dios .................................... 197

    13. Discernimiento necesario ................................................... 209

    ndice general ........................................................................... 221

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    INTRODUCCIN

    Desde el concilio Vaticano II, la oracin ha pasado por trances muydiversos. Ocup durante siglos la cima de los valores cristianos. Seha hundido en nuestros das en las profundidades del olvido, arrastradapor el peso de las sospechas repartidas por igual sobre los dos protago-nistas: Qu Dios? Qu orante? A los que bien podra aadirse: Qumundo? La oracin, con aparente levedad, arrastrada por el vendaval dela secularizacin, dio la impresin de que desapareca del mapa religio-so para siempre. Despus, cuando el desencanto estremece el cuerpo

    social y la misma Iglesia, vuelve a cotizar al alza en los mercados es-pirituales, abiertos a la trascendencia; y a ella acuden quienes buscandesestresarse de presiones de todo tipo, los que desean hacer ms so-portable el desencanto, suelo movedizo y horizonte nada risueo, quie-nes peregrinan hacia un T personal. De Occidente se emigra a Orien-te, para recalar en el Occidente mstico, ignorado prcticamente hastaentonces. El despertar mstico acelera la necesidad urgente, en el mbi-to de la Iglesia catlica, de evangelizar la oracin. Los msticos vuel-

    ven adonde nunca tendran que haber faltado. En este marco se sita laproclamacin pontificia del doctorado teresiano. Unos cincuenta aosantes, en un marco semejante, pero en el mbito ms restringido e in-telectual, Juan de la Cruz es reconocido doctor mstico.

    No voy a decir que en estos vaivenes no se hayan aclarado tantasambigedades de antao; ni que no se hayan abierto abanicos deposibilidades con la pretensin de ajustarse a la medida de los presun-

    tos usuarios, ms preocupados cada da por expeditivos mtodos deoracin que por ligeros o serios intentos de aclarar, hasta donde sepueda, la sustancia de la perfecta oracin1. Esta frase de la doctora

    1. F 5, 2. Cito las Obras completas de santa Teresa segn mi edicin, Sala-manca 22005, y con estas siglas:El libro de la vida = V; Camino de perfeccin =

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    de la Iglesia, Teresa de Jess, apunta a lo que prioritariamente tieneque centrar la preocupacin de quienes se ocupan seriamente de laoracin, prctica y reflexin teolgica. Si el qu es la oracin no reci-be una respuesta razonable, abierta, cualquiercmo estar condenadoal fracaso, con el consiguiente fraude al fcil e inocente consumi-dor de las ofertas al uso.

    Hoy, la mayora de una humanidad reducida al poco halageo pa-pel del zapeo, parece que cifra sus deseos en saber qu botn apre-tar para poner en funcionamiento el aparato o cambiar lo que apa-rece en pantalla. Buena parte de esa humanidad, al ver que no llegan

    los resultados prometidos y se alejan los horizontes de su esperan-za, vuelve precipitadamente, como por un movimiento de autodefen-sa, a las posiciones de antes. Restauracin. sta, normalmente, sueleestar aliada con la perversin del lenguaje. Es la prueba evidente deque no se ha cambiado la estructura mental con que se operaba antes.Con la oracin sucede esto. Hay que revivir el empeo de aos atrsde evangelizarla.

    Quienes comenzaban el camino de profesionales de la oracin, el

    primer grupo de carmelitas del monasterio de San Jos, en vila, yamostraron sus prisas a Teresa de Jess, pidindole que les hablara dela oracin. Ella, con conocimientos ms claros y ms firmes convic-ciones nacidas de su experiencia, les insina en el prlogo de Caminoque tratar de la oracin es tratar del modo de proceder que llevamosen esta casa. La oracin, segn ella, se extiende a la vida, se abre a lahistoria misma de la persona o de la comunidad orante. Seala con vi-veza y claridad deslumbrante la empresa u objetivo que se persi-gue: ser amigas de Dios y entre s, imagen real y atractiva de la Igle-sia, que los enemigos quieren poner por el suelo, rota su unidad degracia y de compromiso. Ministerio de reconciliacin en Quien nosreconcilia. Teresa apremia a sus primeras lectoras a que lean con de-tenimiento, muchas veces, los tres primeros captulos de su mani-fiesto carismtico. Si lo entienden, se convencern del planteamien-to que les hace para lograrlo. Viene a decirles que se necesita tener en

    10 Introduccin

    CP (CE = cdice del Escorial);Moradas del castillo interior= M, precediendo elnmero de morada y siguiendo el del captulo y el del prrafo;Libro de las fun-daciones = F;Meditaciones sobre los Cantares (en otras ediciones, Conceptos deamor de Dios) = M C ; Cuentas de conciencia (en otras ediciones,Relaciones) =CC; Cartas;Exclamaciones = E.

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    cuenta, intelectual y vitalmente, algunas cosas que califica de nece-sarias para iniciar este camino. Aficionada al ajedrez, la formadoradel grupo sabe que es preciso concertar bien las piezas antes de ini-ciar la partida de la oracin.

    Pero est claro que no quiere que pospongan o suspendan la ora-cin hasta que estn arreadas de esas cosas necesarias. Cantando en-dechas bajo los sauces no se crea un futuro mejor. Ni se despeja el hori-zonte escondindose bajo el ala de la irresponsabilidad ante cualquierrumor desagradable. Llegar a la meta, mientras otros andan el camino,tampoco es solucin. Ni repetir frmulas del pasado. El buen maestro

    de oracin busca sugerir y provocar, despertar ganas de compromisopersonal, no invadir para colonizar y dominar al discpulo incauto y talvez poco exigente. Por delante de cualquier palabra va su experiencia.Confiesa Teresa: Comenc a tener oracin sin saber qu era (V 9, 4).O sea que, antes del qu y del cmo, hay una vida que se va abrien-do a tientas, aunque con decisin e instinto certero: hay una experien-cia, una actitud vital ante una realidad tan entraada en el ser como esla relacin interpersonal, con Dios o con los semejantes.

    Juan de la Cruz, desde la cima de su vida, apunta a la misma rea-lidad, perseguida por l y propuesta a sus lectores. Escribe: Sloresta [falta] aplicar la voluntad, para que as como es verdad, nos lo

    parezca2. En la misma direccin expres antes en carta a las carme-litas de Beas: Lo que faltaes el callar y obrar3. Digerir lo comi-do. Aos antes, ya sentenci en Cntico que hay que buscar a Diospor obra. Explica: El que busca a Dios querindose estar en su

    gusto y descanso no lo hallar. Pero el que le busca por el ejercicioy obras de virtudes, dejado aparte el lecho de sus gustos y deleites,le hallar (C 3, 3).

    No esperes, pues, a tener todo claro para obrar, a comprender paravivir, antes obra y vive, y la luz se har. Al discurso y a la reflexin so-

    Introduccin 11

    2. Ct 6.6.91; 25. Habla Juan desde su situacin de perseguido y exiliadopor sus hermanos de profesin. Su principio resulta vlido para cualquier situa-cin. Cito siempre segn mi edicin (2) de las Obras completas de san Juan dela Cruz, Sgueme, Salamanca 1992 (32002) y con estas siglas: Subida = 1S, 2S,3S (segn el libro);Noche = 1N, 2N; Cntico espiritual= C (siempre la segundaredaccin);Llama de amor viva = Ll;Romances = R;Dichos de luz y amor= D;Cartas = Ct;Poesas = P; Cautelas = Caut;Avisos a un religioso = AR; Gradosde perfeccin = GrP.

    3. Ct 22.11.87; 8.

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    bre lo que afecta vitalmente a la persona, como es el trato personal conDios, debe preceder la vida. Tres grandes captulos se nos abren en elcampo de la oracin, y en este orden: experiencia, teologa, pedagoga.A la primera, la experiencia, insustituible, nos acercamos normalmentede la mano de personas que nos resultan crebles, dignas de fe: creemosy nos ponemos en marcha para ver. Teresa y Juan nos han ofrecidotambin una buena clave teolgica de la oracin, de la que se deriva supedagoga, que apunta ms directa y firmemente al cambio delserqueal del hacer, que de l arranca y lo pone de manifiesto.

    Presento la oracin como hogar de la amistad. El castillo inte-

    rior de que nos habla Teresa est siempre habitado por Dios. Entran-do en l por la puerta de la oracin se convierte en hogar. Un hotelno es un hogar, ni propiamente hablando es hogar una casa habitadapor una sola persona. Hogar es una red de relaciones entre personas,bajo el techo de un proyecto de vida, con los fundamentos y estrategiasque unen y hermanan. Un proyecto siempre en marcha de interioriza-cin de la vida en relacin. Viaje al interior. El camino est ya hecho,pero hay que recorrerlo a pie desnudo. Slo as llega la luz y el camino

    deviene propio,personal. Movimiento in crescendo, hacia las racesdel ser, centro que nos atrae con vehemencia. Cuando se llega a lya no se sale nunca. Se es hogar. Relacin. Jess nos ensea que el Hi-jo se queda en casa para siempre (Jn 8, 35). Teresa nos habla de quel y ella [Amigo-Esposo y amiga-esposa] se gozan en grandsimo si-lencio (7M 3, 11). Y nos confiesa su experiencia: Lo esencialde sualmajams se mova de aquel aposento (7M 1, 11). Juan de la Cruzconcluye la aventura amorosa de Cntico escribiendo: Mi alma est

    ya tan adentro entrada en el interior recogimiento CONTIGO (C 40,2). Permanece siempre, sale sin ausentarse. Pronto acu, recurrien-do al habitual simbolismo de Marta-Mara, esta frase: Que aunque esvida ms activa que contemplativa, yparece [que pierde la dimensincontemplativa], nunca dejan de obrarcasijuntas Marta y Mara; por-que en lo activo y queparece exterior, obra lo interior4. Y cuandoobra lo interior la eficacia avanza poderossimamente tronco arriba

    hasta las hojas y races abajo hacia las fuentes de la vida. El Maestroest ah y te llama (Jn 11, 28).

    12 Introduccin

    4. MC 7, 3. El casi desaparece en las 7M. El arraigo profundo rompe to-das las apariencias estructurales, externo e interno, accin, contem-placin. El hogar, espacio abierto, se lleva incorporado.